OBRAS COMPLETAS DEL
BEATO JUAN
DE AVILA
Obras Completas del
Mtro. Juan de A vil
i i
BIBLIOTECA
D E
AUTORES CRISTIANOS
Declarada de interés nacional
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA
UNIVERSIDAD ENCARGADA DE LA
INMEDIATA RELACIÓN CON LA B. A. C,
ESTA INTEGRADA EN EL AÑO 1953
POR LOS SEÑORES SIGUIENTES :
PRESrDEMTE :
Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. Francisco Barbado
Viejo, O. P., Obispo de Salamanca y Gran Canciller
de la Pontificia Universidad.
limo. Sr. Dr. Lorenzo Turrado,
Rector Magnífico.
vocales: R. P. Dr. Fr. Agapito Sobradillo,
O. F. M. C, Decano de la Facultad de Teología;
R. P. Dr. Marcelino Cabreros, C. M. F., Decano de
la Facultad de Derecho; M. I. Sr. Dr. Bernardo Rin-
cón, Decano de la Facultad de Filosofía; R. P. Dr. José
Jiménez, C. M. F., Decano de la Facultad de Huma-
nidades Clásicas; R. P. Dr. Fr. Alberto Colun-
ga, O. P., Catedrático de Sagrada Escritura; reveren-
do P. Dr. Bernardino Llorca, S. I., Catedrática de
Historia Eclesiástica.
no: M. I. Sr. Dr. Luis Sala Balust, Profesor.
L \ F.DITORIAL CATOLICA, S. A. Apartado 460
MADRID • MCMLin
Orras Completas del
B. Mtro. Juan
de Avila
EDICION CRITICA
I I
SERMONES. PLATICAS ESPIRITUALES
INTRODUCCIONES, EDICIÓN Y NOT\S DEL DOCTOR DON
LUIS SALA BALUST
CATEDRÁTICO DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD ECLESIÁSTICA DE SALAMANCA
Y DIRECTOR DEL COLEGIO MAYOR SACERDOTAL JAIME BALMES
LA EDITORIAL CATOLICA
MADRID • MCMLIII
MH1L » JBSTAT :
Dr. José Artero.
Censor.
IilPRlMATt'R :
!- Fr. Francisco, O. P¿
Obispo de Salamanca.
Salamanca, 12 mayo 1953.
INDICE GENERAL
INDICE GENERAL
Págs.
SERMONES
Introducción ■
f. El Mtro Aula predicador ?
í. ¡ Pl P Av^la predica ! ^
2. Preparación del sermón \
3. Temas preferidos g
4 Subía al palpito «templado»
5. Pruto de los sermones X2
6. Cómo le toman los sermones j_
IL Ediciones prendantes de los r.crmones
IIL La presente edición ~6
Manuscritos utilizados para esta edición de los sermones 5*
i. CICLO TEMPORAL
a) Sermones de tiempo 3,
H'J. ¡Grande es el día del Señor v muy terrible! Domin-
go I de Adviento (Zafra)
^^.-Wode cuenta estrecha.-Señales que precederán el juí-
brt~ I^Th'T 5KVenÍda «W.Í««-E1 juicio: Se abren los "!-
oros.— Juicio de los buenos.— Juicio de los malos.— Peroración.
iH. ¡Grande es el día del Señor y muy terrible! ¿¡
Exordio.— Dia de cuenta estrecha.-Señales que precederán el jui-
c.o.-Resurrecdon y venida del juez.-juicio de los buenos—Juicio
de los malos.— Peroración : Velad y orad.
2. Venida de Cristo al alma. ¿Cómo prepararse' Domin-
go III de Adviento (en un convento de monjas) 68
Exordio: El predicador, otro San Juan Bautista —Venida de PriV
" •-Uma.-Cnst,, trae consigo su reino.-Dios ruega que le abra-"
3- Venida de Cristo pebre a remediar nuestra pobreza En
vísperas de Navidad (a unas monjas) s.
Exordio— Preparaos para recibir a Dios en su gran obra de la
KMc.rnncum. El Señor viene pobre a evangelizarla los pobres.-
Podos somos pobres, y m4s los pecadores.-Cristo, remedio de
nuestra pobreza : El pagará nuestras deudas.-Viene este Niño a
trabajar para ganarnos el sustento.-Peroración.
4. Señales para hallar a Dios. Navidad (predicado en el dia
de San Esteban en un convento de monjas) I03
>^^i°;7 SÍ?Ué, 8e3ales so» éstas para hallar a Dios '-Infante ■
Apareció a blandura y misericordia de Dios -Envuelto en rañV
n^rvl^'v ^'-Buscando posada.-El nacimiento. ?Por
qué pone Mana a Jesús en el pesebre ?-Para mi remedio se pone
VIII
ÍNDICE GENERAL
Jesús en el pesebre.— Para dártelo a ti lo pone María en el pese-
bre.— Alegrémonos e imitemos al Niño de Belén.
5PI. Buscar y hallar a Cristo. Epifanía 119
Exordio.— Busquemos al Hijo de Dios.— ¿ Quién es este Niño?
Los nombres de Cristo.— ¿ Quién le encontrará ?— La estrella de la
íe. Ofrezcámosle dones.
Buscar y hallar a Cristo. Epifanía 126
Exordio.— Vocación de los Magos. — Busquemos al Señor.— ¿ Quié-
nes son los verdaderos buscadores de Dios ? — Turbación de Hero-
des. — El lenguaje de la estrella : la fe.— Adoración de los Reyes.
Ofrezcámosle nuestros dones.
6. Bodas de Dios y de los hombres. Domingo II de Epifa-
nía (antes de 1563) 137
Exordio.— Casamiento del Yerbo con la naturaleza humana.— Ma-
trimonio de Cristo con su Iglesia.— Virginidad del alma.— El sacra-
mento del matrimonio. ¿Con quién casarse? — Deberes de los ca-
sados.
7. Dios te ruega con perdón de tus pecados. Miércoles de
Ceniza '. 144
Exordio : La penitencia es obra de Dios y no del hombre.— ¿ Por
qué nos quita la Iglesia los cantares alegres y las alabanzas de
Dios ? — Acuérdate, hombre, que eres ceniza. — ¿ Qué es el ayuno ? —
Dios te convida con el perdón de tus pecados.— Toma la ceniza de
Cristo, la memoria de su pasión. — Sirve ahora a Dios como antes
al diablo.
S. Motivos para trabajar en la viña del Señor. Domingo de
Septuagésima 155
Exordio. — Reparto de la parábola. — Epístola y Evangelio nos con-
vidan al trabajo. — Muchos son los llamados, pocos los escogidos.1—
Primer motivo : Evitaremos el remordimiento de la conciencia.—
Segundo motivo : Pensar en la recompensa. — Lo que importa es
trabajar por agiadar a Dios. — Tercer motivo: Mirar los trabajos
de Cristo. — ¿ Cómo está tan estragada la viña del Señor ? — Cultiva
la viña de tu alma. No te canses.
9. A pelear varonilmente contra el tentador. Domingo I de
Cuaresma ... 173
Exordio. — Cristo es tentado para consuelo y aviso nuestro. — En
guerra estamos. Mil lazos nos pone el demonio. — Dios te ayuda. —
Para tu bien permite la tentación. — ¿Qué haremos en la tentación?
10. Venzamos a Dios en la oración. Jueves de la I semana de
Cuaresma 185
¡Agua, Señor, que nos apague la sed! Viernes de la III se-
mana de Cuaresma (antes de 1556)
Exordio.— El evangelio de la Samaritana.— Algunas llagas : For-
nicación, estupro. — Adulterio, incesto.— Sacrilegio.— Remedio para ser
casto : templanza, oración y Eucaristía.
Pan del cuerpo y pan del alma. Domingo IV después de
Cuaresma
Exordio : La Virgen nos convida con su pan. — Evangelio de la
multiplicación do los panes. — Esperemos de Dios el mantenimiento
del cuerpo. — Servid a Dios y El cuidará de vosotros. — Gastad bien
lo que Dios os diere.— Lujos y malos gastos de las mujeres.— Poned
vuestra casa en orden.— Convite del alma en el cielo.— Hay que
IMUII (.: Ni KM
participar del convite <le los panes de cebada.— Comamos el pan
con l<xs peces.
13. Luz muy clara es Cristo, guía, maestro. ¡Miércoles de la
IV semana de Cuaresma (1543) 231
Exordio. — I.eer en las cosas temporales otras espirituales. — Cura-
ción del ciego de nacimiento. — Al venir Jesucristo, el mundo estaba
ciego : los judíos amaban tierra ; los romanos, honra ; los griegos,
razones. — No tiene ojos de fe quien sólo ve las cosas temporales. —
Tentaciones solapadas por vía de razón. — Envíanos, Señor, tu luz
y tu verdad. Peroración.
14. Llora Jesucristo tu alma. Llora también tú. Viernes de
la IV scmatia de Cuaresma (antes de 1314) 246
Exordio.— Historia de la resurrección dé Lázaro.— Muerto estás si
pecaste. — Vuélvete a mí. — Llora Cristo tu alma. — Llora, hermano,
tus pecados. — La voz de resurrección a nueva vida de gracia.
15. ¡Diahosas ovejas que tienen tal pastor 1 Miércoles de ¡a
semana de Pasión 260
Exordio.— La Virgen, nuestra pastora.— Cristo nos escogió para
ovejas suyas. — -Condiciones de la buena oveja : oye al pastor y le
sigue. — Niegúese a sí, tome su cruz v sígame. — Los pastos del cie-
lo.—Nadie arrebatará al buen pastor sus ovejas.
16. La vida de Cristo, una peregrinación. Lunes de Pascua ... 275
Exordio : Jesucristo toma disfraz de peregrino.'— Ya Cristo ro-
mero a la cruz, a padecer. — Jornada hasta el sepulcro a resucitar. —
Hornería a la Jerusalén celestial. — «Mane nobiscum, Domine».
17. Aparece Cristo a los apóstoles. Martes de Pascua 282
18. Nos dió esperanza viva de la heredad incorruptible. Jue-
ves de la Ascensión (en un monasterio de religiosos. Gra-
nada o Sevilla) 2S3
Exordio.— Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios.—
El cielo. — Veremos y amaremos a Dios. — Todo lo sufre con alegría
quien espera ir al cielo. — Seremos semejantes a Dios. ¿ Qué es
esto? — Quien tiene esperanza santifícase como Dios es santo. — Nos
dió esperanza viva : Si la cabeza en el cielo, también el cuerpo.
19. Vino el Señor a buscar la oveja perdida. Domingo III des-
pués de Pentecostés 298
Exordio.— Cristo se abaja a recibir a los pecadores. — Mirad, Se-
ñor, que murmuran de vos. — Más puedL' su misericordia que tus
culpas. — Regocijo en el cielo. — Jesucristo con la oveja a hombros. —
El Esposo nos ronda la calle.
20. Viendo Jesús la ciudad lloró sobre ella. Domingo IX des-
pués de Pentecostés (Sevilla, agosto 1541) 309
Exordio. — Llora sobre Jerusalén, llora sobre la cristiandad. — Ya
me convertiré, tiempo tengo.
21. Mucho vale la humildad para alcanzar misericordia. Do-
mingo X después de Pentocestés (Granada) 313
Exordio. — Hemos de subir y hay peligro en subir. — Los que sa-
ben que están condenados. — Los que piensan que son buenos y
quizá no lo son. — La mala oración del fariseo. — Limpia el corazón
con el amor de Dios. — Dios oye Ja oración del publicano.
23. Dice el buen samaritano : Tened cuidado de ese enfermo.
Domingo XII después de Pentecostés 323
Exordio : María, vaso excelente en que se fabricó ámbar fino. —
La letra del Evangelio: ¿Quién es mi prójimo ?— Sentido alegóri-
co: Descendió Adán de Jerusalén a Jericó...— La ley, los profetas;
el verdadero samaritano, Cristo. — Sentido moral : Cuida a ese en-
X
ÍNDICE GENERAL
fcrmo y cuando vuelva te lo pagaré. — Para tener cuidado de nosotros
es menester desechar otros cuidados. — Cómo tratar al cuerpo. — Cura
también el alma. — Cuidado del prójimo.
Amarás al Señor Dios tuyo. Domingo XVII después de
Pentecostés (en un velo de monja) 338
Exordio.— Tres condiciones de los que bien se quieren.— Tres raer-
cedes que hace Dios al que le ama.— ¿ Qué remedio para amar B
Dios?
Muchos son los llamados, pocos los escogidos. Domin-
go XIX después de Pentecostés 344
Exordio.— Misericordia y justicia de Dios.— Convite de bodas.—
El manjar : ver a Dios cara a cara. — Los que se excusan de ir a
las bodas. — Convida a la gentilidad. — ¿ Qué es la vestidura de boda í
i A las tinieblas exteriores!- — ¿Qué remedio para ser de los esco-
gidos ?
Como Dios te trata a ti, trata tú a tu prójimo. Domin-
go XXI después de Pentecostés 358
Exordio. — La parábola del siervo inicuo. — Nuestros pecados, una
deuda insoluble. — ¡Señor, tened misericordia de mi! — Ten tú tam-
bién misericordia del prójimo. — Con la medida que midieres serás
medido.
Nos hizo a su imagen y semejan/a. Domingo XXII des-
pués de Pentecostés 369
Exordio. — Evangelio: ¡Es lícito pasar tributo al César? — Por eJ
pecado se pierde la imac.cn de Dios. — lil picador se hace semejan-
za del demonio. — Viene el Hijo a reparar isla imagen.' — Toma Dios
imagen de pecador. — Sé semejante n Cristo, que destruyó todo pi-
cado.— La segunda venida de Cristo reformará la imagen mala de
nuestro cuerpo.
h) Sermones del Espíritu Santo 3S4
Esperando al Huésped divino. Domingo injraoctava de
Ja Ascensión (en un convento de monjas) 384
Exordio. — Esta es Semana Santa.— Disposiciones para recibir al
Espíritu Santo.— No vendrá si no tienes deseo de El.— Aderézale-
casa limpia.— Prepara comida para el Huésped.— Tengamos los sen-
tidos sujetos.— El Espíritu Santo nos consolará y dará fuerza.— Por
los méritos de Cristo se da el Espíritu Santo.
El que no tiene espíritu de Cristo, no es de Cristo. Domin-
go injraoctava de la Ascensión 396
Exordio. — Evangelio del día.— Promesa del Consolador. — Quien no
tuviere espíritu de Cristo, no es de Cristo.— No basta vivir en
carne ni en espíritu propio. — Es menester tener Espíritu Santo.—
Cómo has de oír la palabra de Dios.— ¿ Cómo sabré si tingo Espí-
ritu de Cristo ?— Preparación para recibir al Paráclito.
Maravillas hace el Espíritu Santo en la Iglesia. Domingo
de Pentecostés (en la profesión de una monja) 41.}
Exordio. — Moraremos en él, dice Jesucristo. — Estragos que causó
en el hombre el pecado de Adán.— Jesucristo remediará tantos ma-
les dándonos su Espíritu. — ¿ Qué hace el Espíritu Santo en las al-
mas ?— El Espíritu es quien mueve a abrazar el estado religioso.—
Peroración: ¡Dichosa doncella que dejas la tierra por el cielo!
¿Ha venido a ti ese tal Consolador? Domingo de Pente-
costés 429
Exordio. — Si amamos a Cristo, la Trinidad morará en nosotros. —
Tal será el Consolador, que no echen menos a Cristo. — Lo que obra
el soplo del Espíritu Santo.— Consuela, esfuerza, alegra. — Enseña. —
ÍNDICE GENERAL
XI
¿ Quién lo quiere ? ¿ Quién lo quiere ?— Si esperas o tienes ya a
este Huésped.— Llámalo en nombre de Jesucristo.
Salva Dios al mundo por el Espíritu Santo. Lunes de
Pentecostés
Exordio.— Plática del Señor a Xicodemus.— Creado el hombre en
honra, no lo entendió.— Hoy salva Dios al mundo por el Espíritu
Santo.— Las virtudes y los dones del Espíritu Santo.
El Hijo y el Espíritu Santo vinieron a remediarnos. Mar-
tes de Pentecostés
Exordio.— Morimos en Adán en ánima y cuerpo. ; Quién lo ■ re-
mediará ?— Los que vinieron antes que Cristo, ladrones eran— Viene
Jesucristo a poner remedio.-Se da boy ley de Evangelio— Pente-
costés completa la obra redentora de Cristo.— El Espíritu Santo
Dios es y nos endiosa.— El Paráclito es lumbre y es fuego —Es-
fuérzate, hermano, hoy es día de perdón.— Obra del Espíritu en
los apóstoles y en la cristiandad naciente.
o Sermones del Santísimo Sacramento
La Iglesia romana es la casa donde celebra Cristo
cena. Jueves Santo
o. No te hartes de mirar a Cristo. Víspera dé Corp
us
S7otV; T cf'otro^a a^t'^
cuerpo místico ele Cristo-Si tuvieses verdadera castidad -Huelgo
me de engalanarme, mas no a mala parte -Tem -d señoVls 'a
mTZV? d\\ Trpo-,I-° haSo "or hallar 'marido, por agradar' a
mi mando—Muchos males procedí n del excesivo at:.vío -Hombres
m.rad al Señor con ojos limmos- u ,„„ ' ' ' , '. [ T"™*?'
Corpus Christi !— Proy
OJOS limpios.- ¡eme unieren almas el día de
.enga autoridad— No nos quite el
Señqr la fe de este Sacramento.— Santifica. is
por las calles— Sentimientos de compunción ,
tus ojos en la hermosura del Señor Sacramentado— ¡Si te Supi
ras aprovechar de la procesión!
C^Ms°neS ^ PaSÍÓ" "V pr°ceii6n de a:eSría- Víspera de
446
47y
Habiéndonos amado hasta el fin— La casa de la cena— Señales
de la verdadera Iglcs,a : Escritura y .sacramentos— El Papa, señal
clara y manifiesta— Jesús lava los pies a sus discípulos.
Incoqjorados a Cristo por la comunión poseemos el cora-
zón del Padre. Jueves Santo
¿Quién herirá el corazón del Padre ton saeta de amor'— El cora
zón del Padre su Hijo es— El que bien con, den ,"s. , l,a 1, f'
el corazón del Padre.— Sólo incorporados a cristo somos aeri 3aMI
a! Padre— Cristo, dechado de nuestra pr'ede-tin i/.n -"i '¡"lív
tía, consumación de los demás sacramentos. " K^!1Sr
Acompañando el arca del Testamento nuevo. Vi&tera de
Corpus 1
El f rea del Testamento— La humildad J; Cristo arca de la nu-v- ^¿
ley-Institución de la fiesta del Corpus Cnristi— Induteenci las con
cedidas por los Romanos Pontítiees —Traslado del nrci Por n„-
castigó Dios a Oza '-IJeve i sobre sus hombros la cargTa k?s e, •
gobiernan— .Modo de ir los eclesiásticos e-a la procesión -Todos
con pureza y reverencia-* el rey y los grandes déjense v bat
corazón ^'«vid-Cantemos con la boca, cantemos con el
Excelente singularidad
del Corpus recompensa
ÍNDICE GENERA!,
í Cómo celebrar «JO alegría los dolores del Señor ?— De la pasión
nació honra para Cristo y mucho bien para nosotros.— Cuáles de-
ben ser mañana las señales exteriores de nuestro gozo.— Señor,
¿dónde vais ?— A mis hermanos busco.— Apretárnosle y no le to-
camos—Devoción, caridad y limpieza.— No faltará galardón a quien
bien le acompañe.
Haced esto en memoria mía. Corpus Christi 603
Exordio: Dios prt senté en la memoria. — El recuerdo de la pa-
sión de Jesucristo. — La cruz, memorial de la pasión. — 1.a Eucaris-
tía nos recuerda al Señor.— Agradece las mercedes que te hace en
Comen los hombres el pan de los ángeles. En la injraoc-
lava del Corpus 616
Exordio. — c Qué ha aparejado Dios? — Remedio en tóelas nuestras
necesidades.— Viene anxproso y manso. — Es pan de reyes, pan de
ángeles para los pobres.— Peroración : Prepárate también tú.
incorporados a Cristo, nuestras obras son obras también de
Cristo 627
Mucho da Cristo a los qué bien le reciben. — Sótnos incorporados
a Cristo, nuestra Cabeza.— l.as obras del cristiano, obras también
tablo de las maravillas de Dios. En la infraoctaDa mi
rpus
¡tordío : El convite de Asuero, figura de la Eucaristía.— Reta-
de la vida de Jesucristo.— La Eucaristía y la Encarnación.—
«dftd, — Vida pública : curando enfermos. — Cristo, convidado :
bidlc. — La pasión. — Figura de la gloria (pie esperamos.—,; Qué
Se queda para que nos acordemos de El 663
.Más duros que las piedras, le olvidamos.— Viene en persona liara
remedio de nuestro olvido.
Ño negará el cielo a los que en la tierra le dieron posada.
I nfraoctava del Corpus 667
todas las cosas ?— De gracia se nos da el valor de nuestras obras. —
Confianza : El que come de este Pan vivirá para siempre.
Buen convite hizo Dios, pero Eva le echó mala hierba.
l-'.n la ¡nfraoctava del Corpus 687
Rastreando las mercedes de Dios.— Comen Eva y Adán del ár-
bol prohibido. — ¡Vergüenza! También nosotros hemos pecado. —
Males que nos acarreó la comida de Eva.
Jesucristo sacramentado es el árbol de la vida 694
Tendrá vida eterna.— Pierden los ángeles la vida divina y es co-
municada a Adán y Eva. — Pierden Adán y Eva la vida, y la reco-
bfa Cristo.— Jesucristo es árbol de vida.— ¡Oh sagrado convite en
el que se recibe a Cristo!
La carne de Cristo, manjar del alma 705
Exordio.— El alma ¿(pié comerá? — El manjar del alma es Dios,
conocido y amado. — La carne de. Cristo, manjar del alma, si sabes
pensar.— La carne de Cristo comida con fe sustenta la vida del
alma — Se queda presente para que le ames y goces. — Se queda es-
condido para ejercitar la fe.— Se queda para esforzarte y remediar-
te—¿ Por qué no lo recibes? ¿Por qué no le das posada?
ÍNDICE GENERAL
XIII
Págs.
47. La comunión te hace participante de la pasión de Cristo. 722
¿ Qué es esto ?— ¿ Qué es cosicosa : tDel que come salió el manjar,
y de la piedra salió miel» ?— Si ya Cristo nos redimió, ¿de qué sir-
ve comulgar ?— No sabéis comulgar.— Hermano, el rey te llama a
su mesa.
|8; Los que no se miran y los que mirándose mucho des-
mayan. Día II de la octava del Corpus 734
Xi no mirar.se ni desmayar mirándose. — Si ahora no te miras, te
mirarás en e! infierno.— Principio de salud es el propio conocimien-
to.—Xa desmayes. La comunión espiritual te esforzará.
49. Vivo vo, ya no vo ; vive Cristo en mí. En la infraoctava
Exordio : Tres ángeles visitan a Abraham. — ¿ Qué es comulgar
espiritualmente '—Sentido de San Dionisio : mi honra, la de Cris-
to.—Otro sentido : vivo en la esperanza de ser justificado por Cris-
to.— Haced esto en memoria mía.
50. Sacramento de amor que enciende nuestro amor. En la
infraoctava del Corpus 751
Sepan todos que Dios es amor. — Amor que no puede pasar día
sin ver a la esposa.— ¿ Xo excede este amor al que mostró en su
vida? — Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cargados. — Apren-
ded en el libro del Sacramento.
51. En este fileno de amor se queman las pajas de pecados
Vino Cristo a quitar el pecado. — ¿ Qué es el pecado venial ? — El ]«.-
cado, ofensa de Dios. — Es suciedad y enfermedad del alma. — El pur-
gatorio, buena balanza para pesar el pecado venial. — El fuego del
purgatorio grados tiene. — Por la comunión se perdonan los i>ecados
veniales. — Llevad el alma limpia para recibir al Señor. — Cristo en
el Sacramento es fuego que purifica.— Lleguemos con fuego de amor
a este fuego inefable.
52. En Cristo levantamos la cabeza 785
Otras metáforas para declarar nuestra unión con Cristo.— A los
deshonrados en Adán nos es dado Cristo como cabeza. — Si mirando
a ti no osas alzar la cabeza, mirando a Cristo haces bien en levan-
tarla.— Bajó Cristo su cabeza para levantar nuestra cabeza caída. —
Si la cabeza es perdonada, también lo será el cuerpo. — Escondámo-
nos en el escondrijo de su faz.
53. E\ hombre y Cristo, una misma persona, un Cristo. En
¡a infraoctava del Corpus 8a
Unión de cabeza con miembros.— Jesucristo, nuestra cabeza. — Una
misma persona mística con Cristo.— Ui comunión nos incorpora a
Cristo.— ¡Oh trueco admirable !— ¡oh inestimable amor de caridad!
Somos hechos salvos en Cristo.
54. Remedio de ese malo y extraño calor que se llama con-
cupiscencia 81
Keliquias r.os quedan del pecado original. — Quien no quiere ser
vencido, razón es que vele.— Esta diligencia muy propia es de los
que sirven a Dios. — Jesucristo, médico y medicina, pasto y pastor.
Algunos no aprovechan por comulgar de tarde en tarde o por no
prepararse debidamente. — Otros no aprovechan porque divorcian la
comunión de la vida. — Confiados en tal Médico, Pastor y Capitán,
luchemos y venceremos.
55. Este es el manjar que vino del cielo. En la infraoctava
del Corpus 83
La comida de Dios y de los ángeles. — El hombre excluido del con-
vite, ea invitado nuevamente en Cristo. — Semejanza entre la Encar-
del Corpus
741
veniales
764
XIV
ÍNDICE GENERAL
nación y el Sacramento.— Si creéis que Cristo es pan del cielo,
¿por qué no lo coméis? — ¡Ay, que despreciamos el manjar divinal!
Pan del cielo que da vida del cielo. — Mucho dañan los predicadores
tibios.— Comulga y te aficionarás a este Pan celestial.— Figurado fué
este convite en el que hizo el rey Asuero. — El convite eucarístico,
figura del convite del cielo.— El que se apartó de la mesa de Dios,
será apartado. — La comunión inflama con el deseo del eterno convite.
56. Comiendo este maná pasaremos sin caída mortal 874
Todos reciben de Dios mantenimiento. — Mantiene a Israel con
maná en el desierto. — Cristo, verdadero maná, pan del cielo. — ¡Nos
sentó Cristo a una mesa con los ángeles ! — El maná figura de este
Pan. — Dime, hombre: ¿por qué te fastidia este manjar? — Pierdes
la mesa de Dios porque te cuesta prepararte. — La comunión de hoy
prepara la de mañana. — Preserva de los pecados mortales. — Los pe-
cados son los que quitan )a gana (1c comulgar.
57. Comer la carne de Cristo y tener un corazón con El. Oc-
tava del Corpus 897
Exordio.— La vida según la carne es muerte.— Una carne que da
vida. — El primer diente con que se come esta carne es la fe. — El
segundo diente es amar. — Comulgar es tener todos un corazón-
Participantes de las riquezas de Jesucristo.
58. El que frecuenta el comulgar, dificultosamente pecará. Oc-
tava del Corpus (Cranada, iglesia mayor) qio
Exordio : María y la Eucaristía. — Quien me come tendrá más
hambre. — Para que trabajes, quedó en el Sacramento. — La confesión
jjerdona los pecados. — La comunión nos transforma e incorpora en
Cristo. — ¿ Para qué es el comulgar muchas veces ? — ¿ Cómo comul-
gar bien? — ¿Por qué no comulgar bien? — ¿Por qué no comulgar
bajo las dos especies ?
59. Efectos del Sacramento y disposiciones para recibirlo ... 930
La Eucaristía, remedio contra las pasiones.— Cómo disponer el
convite.
2. CICLO SANTORAL
a) Sermones de Nuestra Señora 933
60. El alba es María," medianera entre la noche y el sol. Na-
tividad de la Virgen (S de septiembre) 933
Exordio: ¡Gran pregunta !— Los ángeles preguntando nos ense-
ñan.—¿ Quién es ésta que sale como el alba ?— Hermosa como luna.
Escogida así como sol. — Terrible como escuadrón de gente ordena-
da.— ¿Está aquí alguno en obscuridad de pecado mortal? — El alba
en medio está de la noche y dej sol.— Ya es tiempo de caminar ;
¡levantad los dormidos! — ¿Ha amanecido en ti alba? — Favor es de
la Virgen.— Imita a la Virgen, c/ue creció de luz en luz.— Alcance-
mos, Virgen Santísima, gracia y gloria.
61. Como 'la mañana, tres propiedades tiene la Virgen. Nati-
vidad de la Virgen (8 de septiembre) 951
Exordio: ¿Quién es ésta? — Tres condiciones del alba. — Mensaje-
ra y madre del sol. — Madre del rocío. — Enemiga de las tinieblas. —
Peroración .
62. Esta es honra : ser del linaje espiritual de Jesucristo. JVa-
tividad de la Virgen (S de septiembre) 051
Exordio. — ¿ Para qué mandáis, Señor, contar vuestro linaje ? —
¿Qué quiere decir espiritualmente : Abrakam engendró a Isaac? —
Desconfía de tus propias fuerzas. — Fe viva, confianza en la miseri-
cordia de Jesucristo.— Porque eras agradable a Dios, fué necesario
que la tentación te probase.— Decid : ¿ Estáis en Cristo o no ?— Los
que responden que no.— Los que no saben responder : los tibios.—
Los fervorosas, ¿ no conocéis que vive Cristo en vosotros ?— No rao-
INDICE GENERAL
rirá Isaac. — ¿ Por qué crió Dios chiquita a nuestra Madre ? — Buena
es para muro la Virgen.— La Virgen María es puerta.
6;,. ¡Quién viera a esta niña luchar con Dios! Presentación
de Nuestra Señora (21 de noviembre ; en un convento de
monjas ) 981
Exordio.— i Para qué entra la Niña en el monasterio ?— Buena es
para muro i sta Niña — Las armas de la Virgen, amor y recogi-
miento.— Vence la Virgen a Dios en la oración.— ¡La humildad de
María !— Señal de predestinación, tener gran devoción a la Virgen
¿ Qué haré por la Virgen ?
64. Día de ofrecer a Dios mucho. Purificación de Nuestra Se-
ñora (2 de febrero) 995
Exordio. — Fiesta de la Presentación. — Purificación. — Candelaria o
fiesta de Simeón. — Títulos que tiene Dios para pedirnos tanto. —
i Qué te daré, Señor, en recompensa ? — Aprended de la Virgen a
ofrecer.
65C]. Este negocio es todo de amor. Anunciación de Nuestra
Señora (25 de marzo) ioo.j
Exordio : Dia de buena nueva.— Evangelio de la Anunciación.—
i Qué zarza es ésta que arde y no se quema ? — No hay más ; fué ca-
samiento por amores. — Aprende, cristiano. — ¿ Qué tiene que ver Re-
beca con María? — Peroración.
65I I. Esta obra es sólo puramente de gracia. Anunciación de
Nuestra Señora (2$ de marzo) 1620
Exordio : I.a zarza que ardía y no se quemaba. — Día de buena
nueva es hoy. — ■Rebeca, figura de María por su caridad. — I.a verda-
dera devoción a María, señal de predestinación. — Dos ajorcas y un
zarcillo. — 'Paráfrasis del evangelio de la Anunciación.— Peroración :
Demos gracias al Señor y a María.
66. ¡ Dichosa persona a quien María visita ! Visitación de la
Virgen (2 de julio) 1029
Exordio.— Humanidad de María en visitar a Santa Isabel.— Ma-
ría visita a quien de Dios se acuerda.
67. A quien te compararé, hija de Sión. Soledad de María ... 1039
Exordio.— ¿ Qué os han hecho esta Oveja y su Cordero ? — ¿ Por
qué tan afligida la Virgen nuestra Señora? — Dolores de María en
la pasión de Cristo. — La muerte y la lanzada. — El descendimien-
to.— Cristo crucificado, en brazos de la Madre. — El santo entierro.
Soledad de la Virgen. Van los apóstoles al Cenáculo.
68. No es razón que la Bienaventurada Madre de Dios esté
sola en el rogar. La Virgen de las Nieves (¡de agosto;
Córdoba) ; 1060
Obra Dios por instrumentos flacos. — El Señor espiritualiza la
alabanza de la buena mujer.— ¡Bienaventurada la Madre de Dios I
¡Bienaventurados los que guardan la palabra del Señor!— La his-
toria, i Por qué nieve en tiempo de agosto ?— La Virgen aboga por
nosotros.— No es bien que la dejemos orar sola.— ¿ Queréis que llue-
va? Quitemos los pecados.
69. Reinarás sobre todas las cosas que desea tu ánima. Asun-
ción de María ( 15 de agosto) 1076
Dios da a Jeroboán el reino de diez tribus. — Elección para bienes
temporales y para bienes espirituales. — Deseos de la Virgen vi-
viendo en esta tierra.— Deseaba reverenciar, serv ir y amar a Dios. —
Anhelaba que todas las criaturas alabasen y amasen a Dios. — De-
seos de ver a Dios faz a faz. — Cumplimiento de las deseos de ver a
Dios. — Deseaba juntarse de nuevo con su cuerpo. — Deseaba nuestra
Madre tenernos con ella en la gloria. — Peroración. Imitémosla,
obcdezcámosla.
indici: C.¡ NI K AI.
Vase la Virgen llena de gloria. ¿ Nos gozaremos con ella ?
¿Lloraremos? Asunción de María (i¡ de agosto) joqS
Día de la libertad de nuestra bendita Madre.— Grande fué el mar-
tirio de la Virgen en este destierro.— Kl amor es su sayón.— Gra-
dos tiene el amor : hiere más que saeta. — Los beneficios de Dios
son ataduras de amor.— Kl amor es insaciable, sin medida.— ¿ Por
que dejó Dios a su Madre en «ste destierro ?— Primero, para pro-
vecho de ella.— Segundo, para provecho de los cristianos que en-
tonces vivían.— Tres ejercicios de la Virgen: caridad, memoria de
la pasión, comulgar. — Tercero, para provecho de los futuros cre-
yentes.— Aparejo para la muerte.— Da Virgen enferma de amor. —
Súplica de los ángeles y santos.— Nueva embajada de Gabriel.
Sentimiento en la tierra. — Jesucristo asiste a la muerte de su Ma-
dre.— La Asunción. ¡Madre mía, Madre mía, carro y guía de Is-
rael !
Escogió la mejor parte. Asunción de María (i¡ de agosto), 1x30
Exordio. — ¿ Qué es : escogió la mejor parte ? — La mejor parte es
el amor de Dios. — Mi parte : guardar su ley, huyendo de pecado
mortal y venial. — No sólo huye el pecado, mas busca en todo la
mayor gloria de Dios.— Por los servicios de María, sacaremos el
galardón que Dios le da. — José de Egipto, figura de María.— Ma-
ría, universal limosnera de toihis las gracias. — José y Mafia, sal-
vadores del mundo. — Peroración.
¿Qué deseáis, Señora? Asunción de María (15 de agosto). 1148
María se asienta a la diestra de su Hijo.— La Asunción en cuer-
po y alma, representada en Marta y María. — María, nuestra inter-
eesora.— La verdadera devoción a la Virgen, señal de predesti-
nación.
t>) Sermones de santos 1 151
El sacerdocio de Aarón y el de la lev evangélica. San Ni-
colás (6 de diciembre ; en una misa nueva) 1151
naturale
74. Lo más despreciado a los ojos del mundo es lo más pre-
ciado de Cristo. Santos Fabián y Sebastián (21 de enero). 1155
Baja Jesús del monte y se acercan a El los enfermos. — Bienaven-
turanzas y malaventuranzas. — Dos adiciones.
75. ¿Por qué desposada la Virgen con San José? San José
(iq de marzo) 1159
Exordio.— Evangelio de la fiesta.— Grandes mercedes hizo Dios a
tstos santos desposados.— Tribulación (le Sau José.— Guárdense los
bulación de la Virgen. — Calla María : el secreto mío para mí. —
Envía el Señor su socorro. — Múdase el dolor en placer. — ¿ Por qué
desposada la Virgen con José ?— Causas de parte de la Virgen. —
Primera : su buena fama. — Segunda : porque José fuese su guar-
da.— Tercera : por cumplir el deseo de obediencia de María. —
Cuarta : por humildad ; para ser la esposa de un carpintero. —
Causas de parte del Hijo de Dios. — Primera : el buen nombre de
Jesús.— Segunda : el remedio de sus necesidades.— Tercera : para
enseñarnos humildad y obediencia.
76. Al monte sube la Magdalena. ¡ Al monte, Señora, con
ella! Santa María Magdalena (22 de julio de 1554; Manti-
lla, en el monasterio de Santa Clara; en la toma de velo
de la condesa de Feria) 1190
Exordio. — Un acto de juicio : el reo, la Magdalena. — El acu-
sador : Simón el fariseo. — Cristo, abogado de pecadores y juez de
la causa.— La sentencia de absolución.— I.a Magdalena se retira a
un monte.— ¡Al monte, señora, con ella !— El Señor os amó tab
aeterno».
77. No se hizo sordo al llamamiento. San líatco (21 de sep-
tiembre; en un monasterio de monjas)
Levantóse y siguióle. — ¿ Por qué v uestro Maestro come con los
pecadores y publícanos ? — No vine a llamar justos, sino pecado-
res.— Prontitud de la respuesta de Maleo. — Martirio de San Mateo.
78. El que quiere a mí, niegúese a sí. San Francisco de
Asís (4 de octubre; en un monasterio de monjas)
Exordio. — Este descanso es con condición : niegúese a si mis-
mo.—Niégate, deja tu propio saber y padecer. — Rígete por el pare-
cer de Dios. — Niega también tu voluntad y toma tu cruz. — Dejáron-
me a mí, fuente viva, e hicieron ellos unos aljibes rotos. — Los tra-
bajos, principio del bien de Francisco.— Queda impresa la cruz en
el alma derretida del Santo. — No quiero otro padre, sino a ti, Se-
ñor. — Florecitas de San Francisco. — Impresión de las llagas.
Muerte.
79. A quien Dios tuvo propósito de salvar, El lo ha de salvar.
Festividad de Todos Jos Santos (1 de noviembre; en un
monasterio de monjas)
Exordio.— ¿ Qué es predestinación ?— t Por qué permite Dios que
los suyos caigan en pecado ?— Llamar Dios es convertirte a El. —
c Cómo se llama lo que Dios tiene en el cielo ? — La predestinación
es don da Dios. — ¿ Cómo sabré yo que soy uno de ellos ?
Su. Despierta, Señor, nuestro sueño ; aviva nuestro cuidado.
Santa Catatina (23 de noviembre; en un monasterio de
religiosos )
Exordio.— Parábola de las vírgenes : cinco eran cuerdas y cinco
locas. — Hemos de vivir para velar. — Gran Señor, gran servicio re-
quiere.— Representemos la muerte de Cristo en nuestra vida. — Mar-
tirio de Santa Catalina.
81. Pastores con el hambre de almas que tuvo el Señor. Fies-
ta de Evangelistas
Estima de las almas. — Elección de los apóstoles y de los discí-
pulos.— El prelado debe buscarse buenos coadjutores. — Obligación
de la residencia. Buen ejemplo. — Cualidades del ministro del Evan-
gelio.—Paguémosle a Cristo sus trabajos.
S2. No tomes pena de los difuntos, como los que no tienen
esperanza. Difuntos (en unas exequias)
Exordio.— Contra el miedo de la muerte, esperanza en la resu-
rrección.—Quien espera, todo lo sufre, todo lo lleva, no siente nada
dificultoso.— El que espera se limpia, se santifica, sirve con amor.
Dos motivos de consuelo i>ara quien ha de morir : Cristo pasó
por ello ; es paso para la vida. — Esperanza viva y esperanza muer-
ta.— Esperanza tengo de que este difunto está en camino de sal-
PLATICAS ESPIRITUALES
Introducción*
Manuscritos utilizados
a) Pláticas a sacerdotes
1. La alteza del oficio sacerdotal pide alteza de santidad.
Plática enviada al P. Francisco Gómez, S. I., para ser
predicada en un sínodo diocesano de Córdoba (1563)
Alteza del oficio sacerdotal.— Cristo obedece a sus sacerdotes en
la consagración.— Luz del mundo y sal de la tierra .—Ejemplo de
XVIII
ÍNDICE GENERAL
Págs.
los santos.— Amansar a Dios.— Sacerdocio real, gente santa, po-
sesión de Dios.— Vivamos la santidad que el sacerdocio exige.
2. El sacerdote debe ser santo porque tiene por oficio orar.
Segunda plática para clérigos 1295
Pide David bondad primero que todo.— Al sacerdote se le pide
santidad.— Debe ser santo porque con su oración ha de amansar
a Dios. — El sacerdote, hombre de oración. — ¡Ay del sacerdote que
no tiene vida conforme a su dignidad ! — Llore quien se ordenó sin
fuerza de oración. — Desterrada la tibieza, sentir todo el -peso de la
íesponsabilidad sacerdotal.
3. Tres grados en los que cursan oración. A los padres de ¡a
Compañía de Jesús 13 12
Sea nuestra oración llena de confianza. — La oración ha de ser
inspirada.— Libros de oración.— Los incipientes. Recogimiento y de-
jamiento. — Segundo curso : los proficientes. — Curso tercero : los
perfectos. Discreción de espíritus.
4. Recordad e imitad la pasión de Jesucristo. A los mismos
padres de la Compañía 1326
Traigamos en la memoria a Cristo crucificado. — Amor y compa-
sión nos mueven a imitarle.— Maneras de imitar la pasión de Cris-
to.—Bienes de la cruz de Cristo.— Un texto de San Pablo mal enten-
dido por los herejes.
5. Instrucción de confesores y penitentes. A los clérigos de
Granada. 1332
Cuándo se debe dar la absolución.— Repaso de los mandamientos.
Sentidos corporales.— Breve examen de los pecados capitales. — Sa-
cramentos y cooperación en pecados ajenos. — El confecor, médi-
co de las almas. — Condiciones de una buena confesión.
6. En ordenándoos, sois candela que habéis de dar lumbre ... 1352
Necesidad de la jerarquía y sus grados. — Quien toma oficio de
apóstol ha de tomar su vida. — Honestidad de los clérigos y lujo
en el vestir.
7. Hacer las cosas con perfección, henchidos de amor 1356
Exordio.— Cómo cumplir el clérigo su oficio.— Con perfección.—
Con fuego de amor de Dios.
8. En qué deben emplear los clérigos las rentas eclesiásticas. 135c,
Las rentas eclesiásticas son para mantenerse y no para enrique-
cerse.—Se refuta la opinión contraria.
9. Esa espada de la fe no la tengas envainada 1363
Exordio. — El gobierno de la Iglesia es monárquico.— Predica-
ción infalible de la Iglesia. — Fe y obras.
ív. Seréis mis amigos si guardáis mis mandamientos 1366
El amor de Dios ha de ser como el de dos amigos - ; Por qué
precias tan poco a tu Dios ? .
11. Sea vuestro propósito muy firme 1368
Séllese todo con el amor de Dios.— No basta doloi si no hay
propósito firme.
12. O satisfacción por los pecados o purgatorio 137 1
Buena devoción para comulgar es propósito firme de no pecar.—
La satisfacción.— Indulgencias y purgatorio.
13. La excomunión es el mayor cuchillo que tiene la Iglesia. 1374
14. Al entrar en el templo deja fuera lo que estorba 1375
ÍNDICE GENERAL XIX
Pdgs.
>b) Pláticas a monjas 1376
15. Os escogió por esposas suyas (Montilla, monasterio de
Santa Clara) 1376
Exordio. — ¡«Esposas» del Señor! ¿Conocéis esta merced? — A esto
entrasteis, a tratar amores con vuestro Esposo.— Mirad por la honra
de vuestro Esposo. — Deben tener iguales condiciones Esposo y es-
posa.— La vida de la monja, semejante a la de Cristo.— Nos faltan
consolaciones divinas, porque las tenemos humanas.— Miraos en
el espejo de vuestro Esposo. ¿ Obedecéis como El ?
16. Quien quisiere seguirme, niéguese a sí y tome su cruz.
(Zafra, monasterio de la Cruz. ¿Un Viernes Santo?) 1384
Exordio.— Diónos Cristo mandamientos nuevos.— Quien quisiere
seguir en pos de mí...— No te enamores de las señas, olvidando al
que te las hace.— Dos cosas nos da a entender Dios en sus dones.—
Niéguese a sí mismo. — Dios y nosotros somos bandos contrarios. —
Al corazón mira Dios más que a las manos.— Tome su cruz : de-
seo de pasar lo que Cristo pasó. — Cruz es mortificación de propia
voluntad. — -¿ No se negará el esclavo por el Señor que se negó por
El ?— ¿ Cómo entraste sin vestidura de bodas ?— Perseverad en las
llagas 4e Cristo.
Indice escriturísiico 1399
Indice de manuscritos 1419
Indice onomástico 142 1
Pulpito de! Patio de los Naranjos, 4c la catedral de* Sevilla, en el
que predicó el P. Mtro. Avila
M O N
Ü /*fm* TERCERA PARTE .
DELAS OBRAS '
DEL PADRE MAESTRO
luán de Auiia, Predicador en el ^
Andaluzia_>. /
Dirigid*! 4 doria Beatriz K am'rre^ de Mendofa,
CmdeJfadelCaJIellar.
Efta tercera parte contiene. 1 7 . tratados del
íantifsimo Sacramento de la Euchariftia.
CON PRIVILEGIO.
EN MADRID,
En caía de Pedro Madrigal.
^ Año
Portada de la Tercera parle de las obras (Madrid 1596)
INTRODUCCION
l. El Mtro. Avila, predicador
Los contemporáneos admiraron, ante todo, en el P. Maes-
tro Juan de Avila al "predicador apostólico". Este es el título
que le califica en las portadas de todas las antiguas ediciones
de sus Obras 1 y el nervio de su primera biografía, en que
el P. Fr. Luis de Granada supo maravillosamente juntar a
unos pocos datos y anécdotas vividas "las partes que ha de
tener un predicador del Evangelio" 2. Su predicación fué algo
consubstancial a su temperamento de apóstol: a la predica-
ción se ordenaba principalmente su estudio; su oración era
el fuego en que templaba su espíritu para el púlpito; sus
mismas cartas, ¿qué otra cosa eran sino sermones escritos?;
y aun de su escuela y sus discípulos bien se pudiera decir
que eran el eco vibrante y ungido de su voz difundiéndose
por los ámbitos todos de España.
1. ¡El P. Avila predica!
Un sermón del Mtro. Avila era siempre un acontecimien-
to. Sabemos que en Granada, en sus mejores años, era mu-
cho lo que madrugaban los fieles por tomar lugar en las
1 «Predicador en el Andalucía», «predicador apostólico del Anda-
lucía», «varón apostólico y predicador insigne», «predicador apostó-
lico»... Cf. t. i, pp. 3 ss.
* Obras del t'. Mtro. Iva ti de Avila predicador en el Andalvzia.
Aora de nueuo añadida la Vida del Autor, y1 las partes que ha de
tener vn predicador del Euangelio, por el padre fray Luys de Gra-
nada... (Madrid, P. Madrigal, 1588). «Habiendo escrito esta Vida del
P. Mtro. Juan de Avila, en la cual se nos representa un perfecta
imagen del Predicador evangélico... » , «Verá [aquí] una perfetísima
imagen y figura de las partes y virtudes y espíritu que ha de
tener el Predicador evangélico... » (Dedicatoria al Bto. Juan de
Ribera : Obras, XIV, p. 214). «En este Predicador evangélico verán
claramente, como en un espejo limpio, las propiedades y condicio-
nes del que este oficio ha de ejercitar» (Al cristiano lector, f. 2 r :
Obras, XIV, pp. 215 s.). «En las cuales [partes y virtudes de Avila]
verá el cristiano lector la imagen de un Predicador evangélico...»
(p. i.a, c. 1, f. 5 v : Obras, XIV, p. 220). Cf. el t. 1 de la presente
edición, p. 35, nota 13. El H. Sebastián de Escabias, S. I., depone
en el Proc. de Jaén, ff. 1123 v - 1124 r : «Este testigo oyó decir a
Alonso de Molina... que le llamaban el Predicador evangélico» .
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
iglesias 3. Lo mismo ocurría en Córdoba, donde desde las
dos o las tres de la mañana estaba ya la gente en movimien-
to; y a la hora del sermón eran tales las apreturas, que en
cierta ocasión tuvo que ser el mismo P. Avila, desde el pul-
pito, quien, apelando al buen sentido, lograra poner a todos
en orden. "Sucedió que, para oír el sermón — refiere Sebas-
tián de Escabias en sus Casos notables de la ciudad de Cór-
doba— , se fueron apretando muchísimo; y después, para oír
el evangelio, se levantaron; y, al sentarse para oír el ser-
món, fué tanta la apretura que se quedaron ocho mujeres
sin lugar. Dió esto tanta pesadumbre, que se inquietó toda
la gente y hubo de salir del coro el maestro de ceremonias
con dos canónigos, y nada prestó para que hiciesen lugar a
las mujeres. Viendo el P. Avila que le impedían el sermón,
dijo estas palabras : La persona que no es comedida más
valiera que no naciera en el mundo. Fué de tanta fuerza
esta palabra, que luego se levantaron todas las mujeres, que
dieron lugar a las que estaban en pie y pudieran caber otras
tantas" 4. Y en Córdoba también, cuando se tomó posesión
del Colegio de la Compañía, resultando insuficiente el patio,
donde hablaba el Maestro, "se subían a los tejados"
No era menor el concurso de pueblo en Montilla el día en
que predicaba. "Se despoblaba el lugar por oírle" °, "y no se
oía otra cosa en la dicha villa de Montilla sino: ¡El P. Aviia
predica!, ¡el P. Avila predica!"7 Quedaban "en pie muchos
de los oyentes" s, y a las veces "acudía tanta gente, que no
era posible caber en las iglesias donde predicaba, y estaban
a la puerta" !). Aun la marquesa vieja de Priego, D.a Catalina,
"con ser tiniente de los oídos, iba a los sermones; y llevaba
una caña agujerada y una criada suya, que se llamaba
D." Aldonza y se sentaba junto a ella, y por la misma caña
le decía todo lo que decía y predicaba el P. Mtro. Avila" :0.
3 «Conoció al dicho V. P. Mtro. Juan de Avila en esta ciudad de
Granada, en la cual predicó mucho tiempo y vido muchas veces a
los padres de este testigo madrugar mucho cada mañana por tomar
lugar en las iglesias adonde predicaba, porque de otra manera era
imposible poderle oír respecto de la gente que acudía» (Proc. Gra-
nada, decl. de Juan Lobo, escribano público, f. 447 v).
4 N. 4, f. 7 v : ed. G. Palencia, p. 9 s. «Estaba el Mtro. Avila
predicando en la ciudad ; seguíale toda ella, de suerte que para oírle
se iban a tomar lugar a las dos o las tres de la mañana» (Ibíd.,
n. 4, f. 6 r^v : p. 8 s.).
* Proc. Granada, decl. del P. Antonio Fernández, S. I., f. 436 v.
* Proc. Granada, decl. de D.a María de Góngora, f. 405 r.
7 Proc. Granada, decl. del H. Antonio de Aguilar, S. I., f. 439 v.
" Proc. Montilla, decl. del Lic. Cristóbal de Luque Ayala, Pbro.,
f. 608 v.
8 Proc. Granada, decl. de D.a Isabel de Robledo, f. 498 r.
10 Proc. Granada, decl. de D.a María de Góngora, f. 405 r. A la
sordera de la marquesa hay una alusión en carta de San Francisco
de Borja al conde de Feria' (Montilla, 18 febrero 1555) : «Ha querido
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
5
Duraban sus sermones de ordinario más de dos horas,
pero encandilaba de tal modo a sus oyentes, que nadie se
cansaba11. A veces prevenía desde el principio al auditorio:
"El día que hacen aucto de inquisición — dice en un sermón
del juicio final — comúnmente salen tarde, comen a las dos
o a las tres. Hoy es día de los condenados de la inquisición
de Dios. Habíamos de estar aquí todo el día. No os maravi-
lléis si saldremos tarde" 1".
2. Preparación del sermón
Fr. Luis de Granada admira, sobre todo, "la facilidad
y presteza que tenía así en el estudio de los sermones como
en las cartas que escribía. Porque — habla Granada — él me
decía que la noche que precedía el día del sermón, le bastaba
para estudiarlo. Y con ser tales los sermones, y frecuentados
de tantos oyentes, que las más veces duraban dos horas, no
le costaban más que el estudio de una noche (de modo que
más tiempo se gastaba en predicarlos que en estudiarlos),
costando a otros el trabajo de una semana y el revolver unos
y otros libros". Y añade: "En un tiempo, determinando ser
más breve en los sermones, me decía que estudiaba más
para esto" 13.
Aconsejaba el P. Avila a sus discípulos, cuando venían
a proponerle su plan de vida apostólica, "que quitasen del
estudio y lo pusiesen en la oración, que en ella se aprendía
la verdadera predicación y se alcanzaba más que con el es-
tudio" 14. El era el primero en ponerlo en práctica, pues de
y mandado que yo la oiga en confesión, y aunque ha menester la
caña a ratos para oír...» (MHSI, S. F. Boija, t. 3, p. 189).
11 Dice más, que todos los que lo oyeron decían cuánto suspendía
a sus oyentes, que, con pasar de dos horas sus sermones, nadie se
cansaba» (Proc. Córdoba, decl. del Dr. Bernardo Alderete, f. 337 r).
«Aunque... el sermón de ordinario pasaba de dos horas, no se cansa-
ban y les parecía comenzar entonces, porque predicaba con tanto
afecto, mansedumbre y suavidad '.a sana doctrina evangélica, que
todos salían muy aprovechados de sus sermones» (Proc. Montilla,
decl. del Lic. Cristóbal de Duque Avala, Puro., f. 608 v). «Tenía
tal agrado v dulzura en el decir y fuerza en el persuadir, que, aun-
que de ordinario predicalja más "de dos horas, nunca se cansaban
los oyentes» (Proc. Montilla, decl. de Hernando Rodríguez del Cam-
po, f. ion v). Cf. sobre la extensión de sus sermones : Proc. Gra-
vada, decl. del H. Antonio de Aguilar, S. I., f. 439 v ; Proc. Montilla,
decl. de Pedro Sánchez Arriero («que el cognomen de Arriero es
apellido en su linaje v no oficio», t. 658 r), 081 r; Proc. Andújar.
decl. del P. Andrés de Cazorla, S. I., f. 1477 v.
11 Sermón 1 [a], p. 53. — «No os espantéis que estemos hov muncho
en el sermón : que es día de fuego, día de cuenta, día de ancho,
día de quema de condenados, de echados al infierno por boca de
Dios» (serm. 1 fi], p. 48).
13 Vida, p. i.a, c. 3, f. 16 r-v : Obras, XIV, p. 236.
14 Proc. Montilla, decl. de Pedro Luis de León, f. 959 v.
6
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
ordinario "estudiaba los sermones que predicaba, de rodillas
puesto en oración" 15, "asidas ambas manos al clavo de los
pies de un santo crucifijo" M. Quienes esto nos refieren son
testigos de sus últimos años ejn Montilla. Pero ojos indiscre-
tos que atisbaron por rendijas y cancelas, durante el tiempo
de su predicación en Granada, nos atestiguan lo mismo17.
Y es el propio Mtro. Avila quien confesó en cierta ocasión
a Fr. Luis "que en el mismo tiempo que predicaba, cercado
de tantos negocios, tenía cada día dos horas de oración por
la mañana y otras dos en la noche" 1S.
El P. Avila no revolvía muchos libros para cada sermón 19.
A veces le bastaba con mirar, antes de subir al pulpito, un
'5 Proc. Granada, decl. de D.a Isabel de Robledo, f. 499 r.
,ü Troc. Montilla, decl. de Hernando Rodríguez del Campo,
f. 1000 r ; decl. de Pedro Sánchez Arriero, f. 681 v.
" «Siendo visitador este testigo en el obispado de Tuy del señor
don Francisco Terrones del Caño, obispo de la dicha ciudad, y
después de la ciudad de León, le oyó decir al dicho señor obispo que
los predicadores de este tiempo no trataban con tantas veras de la
conversión de las almas, sino de explicación de lugares y profundi-
dades de Escriptura, como el P. Mtro. Juan de Avila lo bacía, que
siendo el dicho señor Obispo colegial en el Colegio Real de la ciudad
de Granada le conoció, y vió que un predicador de aquel tiempo hizo
un sermón en la iglesia mayor en presencia del señor arzobispo don
Pedro Guerrero, de tantas profundidades en Escriptura que todos
los oyentes salieron alabándole y admirados, sin dar muestra de con-
versión alguna y arrepentimiento de pecados, y consiguientemente
que el señor arzobispo don Pedro Guerrero mandó al dicho P. Maes-
tro Juan de Avila predicase en la dicha iglesia el día siguiente, que
este testigo no se acuerda qué festividad fuese, aunque se la dijo el
ser obispo don Francisco Terrones y que el dicho Mtro. Juan de Avila
se excusó diciendo que no tenía libro por donde estudiar, para cum-
plir con su obligación en tan breve tiempo y en presencia de tan
grandes letrados, y el dicho señor arzobispo le mandó por obediencia
predicase ; y el dicho P. Maestro dijo que, mandándolo su Ilustrísi-
ma, le obedecería y confiaría en nuestro Señor le daría qué dijese.
Lo cual pasó cenando aquella noche ante los dichos señor arzobispo
y Mtro. Juan de Avila, y acabada la cena el dicho beato Mtro. Juan
de Avila se recogió a un aposento sin pedir libro ninguno ; y visto
esto por el dicho señor don Pedro Guerrero, le acecharon, v miraron
por los canceles de las puertas del aposento qué modo de estudio
tenía, y le hallaron y vieron que toda la noche estuvo de rodillas de-
lante de un crucifijo, y a la mañana, en la dicha iglesia mayor, pre-
dicó el dicho Mtro. Juan de Avila un sermón tan grandioso y de tanto
espíritu, que todos los oyentes salieron compungidos, mirándose unos
a otros, sin acertar a hablar palabra, dando grandes muestras de que
salían todos convertidos y arrepentidos de sus culpas» (Proc. Andú-
jar, decl. del Dr. Eufrasio Maroto, prior de Santiago, f f. 1500 v-1501 v ;
Jo mismo el Mtro. Juan Alonso Palomino, ff. 1486 r-1487 r, y el
Dr. Juan de Carranza y Cárdenas, f. 1495 r-v).
" Vida, p. 2.a, § 1, í. 40 v : Obras, XIV, p. 272. Cf. Proc. Madrid,
decl. del Lic. Juan de Vargas, ff. 39 v - 40 r.
10 «En nuestros tiempos habernos conocido al P. Mtro. Juan de
Avila, al P. Lobo y otros santos varones, que no revolvían muchos
libros para cada sermón...» (F. Terrones del Caño, Instrucción de
predicadores, tr 1, c. 2 [ed. «Clásicos Castellanos» por F. G. Olme-
do, S. I., Madrid 1946], p. 24).
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
7
lugar de la Escritura20. Era lo normal que esbozase unas
ideas por escrito, sin rigor esquemático, que cabían sobrada-
mente "en tanto papel como un doblez de carta" 21 . Es cono-
cida la anécdota ocurrida a Fr. Luis de Granada, relatada
por el P. Villarás. Había oído Fr. Luis, en Montilla, al
P. Avila uno de sus mejores sermones, en que "el P. Maes-
tro habló con espíritu tan levantado que quedaron todos ad-
mirados. Este día, estando en la mesa el P. Mtro. Avila,
Fr. Luis de Granada y el... Dr. Carleval y el P. Juan de
Villarás, dijo Fr. Luis de Granada al P. Mtro. Avila: 'Cierto,
P. Maestro, que no ha dejado hoy vuestra Reverendísima
piedra en la retórica que no ha movido'; y dijo el P. Maes-
tro: 'No me cuido de eso, en verdad*. Replicó el P. Fr. Luis
de Granada: Hágame caridad vuestra Reverendísima [de]
dejarme trasladar este sermón'. Dijo el P. Mtro. Avila: 'No
hay escrito más que esto'; y sacó del seno una dobladura
de una carta, donde estaban escritos cinco o seis renglón-
cilios, en lo que pudiera ocupar una copla castellana" 22.
No faltaron en el P. Avila, tan penetrado del Misterio
de Cristo, las felices improvisaciones. Hablaba ex abundantia
coráis 23. Era un día de la octava de Corpus en Montilla.
Acabadas las vísperas, a las que había asistido el Maestro,
le rogó el vicario Gaitán "que hiciese una plática antes de
la procesión. Y la hizo el dicho Mtro. Avila con tanto espí-
ritu, aconsejando y diciendo con la reverencia que se había
de ir en la procesión, acompañando a Cristo nuestro Señor
sacramentado en la Hostia de Pan, que estaba en la custodia,
que, acabada, salieron todos los oyentes llorando de alegría,
y acompañaron la procesión con tanta modestia y compos-
tura y reverencia del Santísimo Sacramento, que fué cosa
notable..., pues..., con ser tantos [los asistentes], hubo en
la dicha procesión mucha quietud y reverencia. Cosa que no
se ha visto después acá en esta villa", como nos refiere
Antón Martín, testigo presencial 24.
20 «Para predicar no tenía necesidad más que mirar un lugar de
ella [de la Escritura], y con esio hacía sermones de más de dos ho-
ras» (Proc. Montilla, decl. del Lic. Francisco Pérez del Campo,
f. 980 v).
21 «Todos los sermones que hacía, no los escribía sino en tanto
papel como un doblez de carta, poniendo solos los puntos que había
de tratar conforme al Evangelio, hincándose de rodillas delante de
un Cristo pequeño, que este testigo vió muchas veces y le tuvo en
sus manos» (Proc. Madrid, decl. del Lic. Juan de Vargas, f ?q v)
Véanse los sermones 16, 17, 73 y 77, únicos que conservamos autó-
graros.
^ Proc. Madrid, decl. del Lic. Juan de Vargas, f. 54 r-v.
Cf. IVIt. i2| 34*
24 Proc. Montilla ff. 903 y - 904 r. Oyó también esté sermón el
Lic. Juan Pérez de Aguilar, f. 1044 r-v.
8
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
3. Temas preferidos
El sermonario, que a continuación ofrecemos al lector, es
muestra de que el P. Avila ha tocado en su predicación toda
clase de temas. Hay sermones de tiempo y de santos, dogmá-
ticos y morales, pláticas a sacerdotes y a religiosas... Pero
había materias que el P. Avila trataba con especial cariño
y fiestas en las que no dejaba de predicar, por indispuesto y
enfermo que estuviera. "Cuando venía alguna fiesta grande,
particularmente del Santísimo Sacramento o de nuestra Se-
ñora, de las cuales solenidades era devotísimo — escribe el
P. Granada, su biógrafo — , luego se levantaba de la cama,
dándole fuerzas aquel Señor que le daba la enfermedad; y
predicaba de ordinario ocho sermones, uno en cada día de
la octava del Santo Sacramento, y esto con tan buena dis-
posición corporal, que parecía del todo sano; mas luego, pa-
sados los ocho días, volvía como de antes a la misma enfer-
medad" 2n. Algunas veces fallaba esta regla, y el Mtro. Avila,
abatido en la cama, no podía predicar. "He estado malo — le
comunica a su discípulo D. Antonio de Córdoba en carta de
3 de julio de 1561 — . Y mire qué desfavor me enseñó el Señor,
que ni de Espíritu Santo ni de Corpus Christi pude predicar.
Yo bien sé que no soy digno de ello — prosigue el Maestro — ,
y de esto me pesa; y no tengo más que decir que ego sum qui
peccavi; isti oves sunt: quid meruerunt?" 26
25 Vida, p. 2.a, § s, f. 48 v; cf. § 7, i. 50 v ; § 8, f 52 r -. Obras,
XrV, pp. 283, 286, 287. Lo mismo atestiguan numerosos testigos de
los procesos de 'beatificación : Lic. Juan de Vargas (Proc. Madrid,
ff. 40 v - 41 r), Juan Muñoz de Cañas (Proc. Montilla, ff. 560 v-
561 r), Pedro Sánchez Arriero (Ibíd., f. 681 r), Lic. Juan Pérez de
Aguilar (Ibíd., f. 1044 v), D.a Catalina del Olmo (Proc. Almodóvar,
f. 259 r), D.a María de Góngora (Proc. Granada, f. 406 v), Barto-
lomé Ruiz Burgueño (Proc. Montilla, i. 713 r), Juan Díaz de Mora-
les (Ibíd., f. 987 v), Lic. Bernabé de Ortigosa (Proc. Jaén, f. 1118 v),
Lic. Alonso de Merciáñez (Ibíd., f. 1180 r), Dr. Francisco Ibáñez
de Herrera (Proc. Baeza, f. 1434 v), P. Andrés de Cazorla, S. I.
(Proc. Andújar, f. 1481 r).
26 Carta 197 : t. r, p. 907. — «Solía decir el V. Padre que aunque
de noche y de día estuviera predicando o hablando de la pasión de
Jesucristo nuestro Señor, o del Santísimo Sacramento del Altar, o del
Espíritu Santo, que nunca acabaría jamás de decir, sino que siempre
se quedaba corto. Y esto lo sabe este testigo por haberlo oído decir al
P. Andrés Lucas, de la Comp. de Jesús, catedrático en la Universi-
dad de Granada, y a don Melchor Gaitán de León, que lo habían
oído praticar a discípulos suyos» (Proc. Baeza, decl. del Mtro. Pe-
dro de Lomas, ff. 1362 v - 1363 r).
F.L MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
9
4. Subía al pulpito "templado"
Con este sentimiento de humildad, con amor grande de
Dios27, con un sentimiento vivo de la muerte espiritual de
sus hermanos 2S, con hambre de almas, "templado" como
azor que llevan a la caza 29, subía al púlpito el Maestro. Una
razón que decía, un grito que daba, abrasaba las entrañas
de los oyentes ;í0. "Las palabras que salían como saetas en-
cendidas del corazón que ardía, hacían tarribien arder ios
corazones en los otros" 81 . Fr. Luis de Granada, en su Vida
" «siendo preguntado por un virtuoso teólogo qué aviso le daba
para hacer írutuosamente el oíicio de la predicación, brevemente
le respondió : Amar mueno a nuestro Señor» (uranada, I ílUi, p. i.-1,
c. 2, § i, i. 7 r : Obras, XIV, p. 222 s.).
" Granada, Vida, p. i.a, c. 2, § 3, ff. 10 v ss. : Obras, XIV,
p. 228 ss. Carta 1 : t. 1, p. 261 s. Este sentimiento de los pecados
lo atestiguan : el Lic. liar tobóme de .Madrid \Froc. Moniuia,
i. 542 r-vj, el Eic. Hernán sanciiez de Avendano (Ibid., f. 884 v),
Banoloiné Gutiérrez Serrano (Froc. baeza, t. 1266 v), el P. Andrés
de Cazorla, 6. 1. (Froc. Andújar, i. 1477 r).
a" «Decía él que, cuando Jiauia de predicar, su principal cuidado
era ir al púlpito «templado». En la cual palabra quería sinificar
que, como ios que cazan con aves procuran que el azor o et íuicon
con que lian de cazar vaya «templado», esto es, vaya con hambre,
porque ésta le hace ir mas ligero tras de la caza, así él trabajaba
por subir al pulpito, no sólo con actual devoción, sino también con
una muy viva nauibre y deseo de ganar con aquel sermón alguna
ánima para Cristo ; porque esto le hacía predicar con mayor ímpito
y tervor de espíritu» ^ranada. Vida, p. i.*, c. 2, § 2, f. 8 r-v : coras,
XIV, p. 224 s.). «Preguntándole el P. ±<r. Luis de Granada, predica-
dor que era del marques de Pliego, el modo que tendría en predi-
car, le respondió que tuviese en todos sus sermones muy gran deseo
de la conversión de las almas, diciendole : Témplese V. Kma. ; y
repicándole que no lo entendía, le dijo : Haga lo que hacen los
señores con los azores, que les quitan la comida un día antes para
que con mayor anción vayan a la caza» (Froc. Baeza, decl. del
Mtro. Juan de Cisneros, f. 1219 r-<v).
JU «En nuestros tiempos habernos conocido al P. Mtro. Juan de
Avila, al P. Eodo y otros santos varones, que no revolvían muchos
libros para cada sermón, ni decían mucnos conceptos, ni esos que
decían los enriquecían mucho de Escriptura, ejemplos ni otras ga-
las ; y con una razón que decían y un grito que daiuaii abrasaban las
entrañas de los oyentes» (P. Terrones del Caño, Instrucción de
predicadores, tr. 1, c. 2 [_ed. «Clásicos Castellanos», Madrid, 1946J,
p. 24).
31 Granada, Vida, p. i.a, c. 2, § 2, f. 9 r : Obras, XIV, p. 226. En
estas palabras del P. Granada hay que ver una velada alusión a cier-
tos heonos extraordinarios que le envió el P. Villarás para que los
incluyera en la biografía del Mtro. Avila, pero que a él no le parecie-
ron «autorizados». Algunos de estos hechos nos refiere el Eic. Juan
de Vargas : «Sólo dice en esta pregunta una de las cosas que el
P. Juan de Villarás escribió en ios memoriales al P. Pr. Euis de Gra-
nada, por mano de este testigo, y fué que en la ciudad de Ecija, su-
bido a predicar, antes de comenzar el sermón ni santiguarse, asió el
rostro del pulpito con las manos y, tentando si estaba firme, le pa-
reció que no. Pidió lo asegurasen, y dijo el P. Maestro : Algún fruto
se ha de hacer hoy, y el demonio lo quiere impedir. Y en el discurso
10
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
de Avila, recuerda una de esas voces que pusieron en con-
moción a los oyentes. "Un día— nos dice — oíle yo encarecer
en un sermón la maldad de los que, por un deleite bestial,
no dudaban de ofender a nuestro Señor, alegando para esto
aquel lugar de Hieremías [2, 12] : Obtupescite caeli super
hoc, etc. Y es verdad, cierto, que dijo esto con tan grande
espanto y espíritu, que me parecía que hacía temblar las
paredes de la iglesia" 32.
No solamente ponía corazón y fuego en sus sermones.
"Como persona de letras y ingenio" que era, "llevaba el ser-
món muy bien enhilado" 33 . Le aflora espontánea a las veces
la cita erudita, la alusión a una lectura reciente 34. En más
de una ocasión, doctos personajes fueron a escucharle con
la intención aviesa de medir los puntos que calzaba, y que-
daron prendados de su ingenio y prendidos en las redes de
su magisterio espiritual 35 . El secreto es que había un no sé
de este sermón, explicando un lugar de San Pablo (que en esto dicen
tenía grande excelencia), vieron algunas personas del auditorio salir
centellas de fuego de la boca del P. Mtro. Juan de Avila, y conocie-
ron algunas personas a quien tocaron, y les vieron desde aquel día
en adelante tan gran mudanza y trueco de vida que entendían que
cada una de las dianas personas, a quien las centellas habían tocado,
habían tenido otra conversión como la de San Pablo ; y una de las
personas que estaban en el auditorio dicen era la señora doña San-
cha Carrillo, que desde este día se resolvió a dejar todas las cosas
del mundo...» (Proc. Madrid, ff. 52 v - 53 v). Esto mismo testifica
Pedro Luis de León (Proc. Mantilla, f. 969 r) ; y, en general, lo de ver
salir centellas de su boca : el Dr. Bernardo Alderete (Proc. Córdoba,
i- 337 *) y Juan Muñoz de Cañas (Proc. Montilla, f. 561 v). En el
Proceso de Baeza, el Dr. Francisco Ibáñez de Herrera, patrono y ca-
tedrático de prima de la Universidad, declaró lo siguiente : «Don
Pedro Fernández de Córdoba, en la vida manuescripta de doña Sancha
Carrillo, su hermana, que tiene este testigo en su poder, dice: ... Esta
virgen bienaventurada decía que veía, cuando predicaba el P. Maes-
tro Avila, sobre su cabeza un lucero lleno de luz y resplandor grande
y que le salían por su boca unos rayos de luz que iban a parar a las
orejas de los oyentes», etc. (f. 1434 v).
32 Vida, p. 3.a, c. 4, f. 55 v : Coras, XFV, p. 293 : «Oyó decir este
testigo a una persona fidedigna de esta villa que se halló presente a
un sermón que en ella hizo el dicho Mtro. Avila un día de año nuevo
en la Compañía de Jesús de esta villa, y, encareciendo lo mal que
hacen los nombres en dejar a Dios por el pecado, dijo con tanto es-
píritu y una voz tan valiente, salida del alma : Obtupescite caeli su-
er hoc, que pareció temblar la iglesia y que las paredes se habían
atido unas contra otras ; que causó gran temblor a los oyentes y
salieron del sermón con grande aborrecimiento del pecado» (Proceso
Montilla, decl. del Lic. Juan Pérez de Aguilar, f. 1043 r).
33 Granada, Vida, p. 3.a, c. 5, ff. 68 v - 69 r : Obras, XIV, p. 312.
31 «En el nono libro de la Metafísica, en el capítulo séptimo — yo
lo he leído — [dice Avicena]...» (serm. 41, p. 657). «Cuenta el glorioso
doctor San Agustín en el libro De natura ct gralia...i> (senn. 51,
p. 773). «.Anoche leía en San Agustín De praedestinatione sancto-
r«w...» (serm. 79, p. 1241). Etc.
3S «Se acuerda este testigo que oyó decir en la ciudad de Córdoba
que, predicando el dicho Mtro. Joan de Avila en la dicha ciudad, al-
gunas personas de mucha calidad y letras, vecinos de la dicha ciu-
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
11
qué de unción, de divino, en sus palabras. "Cuando salían
de oír al P. Avila, iban todos las cabezas bajas, callando,
sin hablarse unos a otros, encogidos y compungidos, a pura
fuerza de la virtud y excelente santidad del predicador" 3fi.
Deseoso de ganar a todos para Cristo, para todos había algo
de particular provecho en sus sermones. Como dice Fr. Luis,
"yendo de camino y prosiguiendo su intento principal, iba
sacando de lo que decía algunos breves avisos y sentencias
para diversos propósitos: o para esfuerzo de los tentados,
o para consuelo de los tristes, o para confusión de los so-
berbios, o para personas de diversos estados; de .modo que
de un camino hacía muchos mandados. Por donde estando
yo asentado — prosigue Granada — , oyendo un sermón suyo,
par del licenciado Vargas, que después fué embajador en
Venecia, considerando él lo que tengo dicho, acudió él muy
bien, diciendo que su predicación era red barredera, porque
iba dando avisos a todo género de personas. Mas por esta
razón yo la comparaba con esta invención que agora la ma-
licia humana ha inventado, encerrando muchas pelotillas en
los arcabuces para hacer más mal; pero este siervo de Dios
buscaba esta invención para más aprovechar" 37 .
Para el Mtro. Avila la predicación iba directamente en-
derezada a la conversión de las almas. "Predicar no es estar
razonando una hora de Dios, sino que venga el otro hecho
un demonio y salga hecho un ángel" 3S. No son buenos pre-
ciad, eme le habían ido a oír una vez por hacer burla de él, y que ha-
bía sido tanta la eficacia con que estonces había predicado, que habían
salido convertidos v edificados de su sermón, de tal manera que des-
de estonces se preciaron de ser sus dieípulos..., uno de los cuales
este testigo conoce de oídas» (Proc. Jaén, decl. del Lic. Bernabé de
Hortigosa, f. mo r). Véase lo que escribimos sobre la conversión
del Dr. Bernardino Carleval, t. i, p. 104. Es de interés lo que nos
refiere el Lic. Fernán Pérez de Torres como oído al Lic. Francisco
Navarrete. Explicaba el P. Avila por las tardes, en la ciudad de
Córdoba, las epístolas de San Pablo en lengua vulgar, «lo cual es-
candalizó algún tanto a cierto maestro del Orden de Santo Domingo,
que a la sazón estaba en Córdoba y no había tratado al dicho Maes-
tro, y con recelo que no fuese aquélla alguna doctrina sospechosa
(como en aquellos tiempos corría la seta de los alumbrados), comen-
zó a murmurar de este caso entre otros religiosos de su casa ; al cual
respondió otro maestro grave que estaba muv seguro de que en aquel
caso no había qué temer, porque conocía bien al sujeto : Suplico a
vuestra .paternidad que va va esta tarde y le oiga, y, después de ha-
berle oído, puede juzgar de aquella doctrina mal. Acertadamente fué
a la dicha isrlesia v volvió a la noche, diciendo con grande admira-
ción : He oído a San Pablo interpretar a San Pablo» (Proc. Córdo-
ba, í. 320 r-v).
56 F. Terrones dfl Caño, Instrucción de predicadores, tr. 1, c. 2
(ed. «Clásicos Castellanos», Madrid 1946).. p. 24. Lo mismo afirma
A. Salucio, O. P., Avisos para los predicadores del santo Evange-
lio: B. N. M., Ms. 8103, ff. r v - 2 r.
37 Vida. p. 3-a. c. 5. f. 69 r : Obras, XIV, p. 312.
" A. Rodríguez, S. L, Ejercicio de perfección y virtudes cris-
tianas, p. 3.», tr. 1, c. 8.
12
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
dicadores, dice Avila, "los que son el día de hoy que no
hacen sino hablar. ¿Pensáis que no hay más sino leer en
los libros y venir luego a vomitar aquí lo que habéis leí-
do?... Mirá. No os engañéis, que ésta no es lición de escuelas.
No sabemos distinguir el predicar del leer. Pensamos que
no hay más de leer un libro y predicar. Harto mal nos va
por esto. Allá lo hace bien el que habla bien y conténtase
con decir un argumento bien dicho; pero acá, ése es buen
discípulo el que obra y se le pega a las entrañas lo que oye.
La ley de Dios no es cosa de entendimiento, sino de voluntad.
No es hablar, sino obrar" 39 .
5. Fruto de los sermones
Sería no acabar referir con detalle el fruto de los sermo-
nes del P. Avila. Para ello sería preciso recorrer de nuevo
con él — como se hizo en la Introducción biográfica*0 — los
caminos polvorientos de la Bética, cuyas ventas y posadas
santificó la oración nocturna del Maestro41. Vienen a nues-
tra mente cien nombres de villas y ciudades andaluzas: Se-
villa, Ecija, Alcalá de Guadaira, Lebrija, Jerez de la Fron-
tera, Palma del Río, Córdoba, Granada, Baeza, Andújar,
Zafra, Fregenal, Priego, Montilla...; y discurriendo por ellas,
junto a las figuras de los santos — Francisco de Borja y Juan
de Dios — , las de los prelados cordobeses reprendidos con
toda caridad desde el pulpito — D. Fr. Juan de Toledo y
D. Leopoldo de Austria 42 — ; al lado de sus más destacados
30 Serm. 49, pp. 745, 747.
40 T. 1, ce. 3-5, pp. £9-421 (llega hasta el año 1556 ; el resto se
publicará en el t. 3). Del fruto de los sermones de Avila trata
Fr. Luis de Granada, Vida, p. 3.a, ce. 4-5, f. 54 r ss. : Obras, XIV,
p. 291 ss.
41 «Este testigo ha oído decir a persona de mucho crédito que
yendo de camino" el dicho Y. P. Mtro. Juan de Avila, habiendo llega-
do de noche a una venta o posada, se había recocido a solas y aseu-
ras en su aposento a hacer oración y que, estando en ella, entró en
el dicho aposento un muchacho de la dicha venta o mesón, y salió
dando voces diciendo : ¡Madre, que se está quemando un clérigo!, y
que subieron al dicho aposento y habían hallado al dicho V. P. Maes-
tro Juan de Avila hincado de rodillas en oración, y que ^ se presumió
que el fuego que el dicho .muchacho decía había visto sería resplandor
que salía del dicho santo» (Proc. Granada, decl. del Lic. Pedro Zuri-
fllo de Vaga. f. 475 v). .
42 «Ansimismo le contaba [su padre] la eficacia que había tenido
el dicho P. Mtro. en la predicación, reprehendiendo algunos defec-
tos graves de ¡prelados, de que murmuraba el pueblo y en que ellos
por ventura no caían, v cuán bien llevaban las reprehensiones y avi-
sos del dicho P. Mtro.", siendo tan grandes príncioes como lo fueron
¡D. Leopoldo de Austria v D. Fr. Juan de Toledo, obispos de Cór-
doba, y que al uno le reprehendió la grandeza, profana que tenía en
su granja y alameda, criando en ella muchos géneros de animales
diferentes, "con que los pobres recibían de los guardas muchos per-
juicios, y sobre entrar en la dicha alameda los hacía prender el di-
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
13
discípulos y amigos — el Dr. Bernardino Carleval, Juan de
Villarás, el Mtro. Fr. Luis de Granada — , sus más ilustres
conversas y dirigidas — D.n Sancha Carrillo, D.a María de
Hoces, la Bta. Paz de Granada43...
Un día era un infiel quien, después de oírle, pedía el
bautismo 44 ; otro eran las mujeres públicas de Montilla
quienes se movían a penitencia 45 ; tal vez era una doncella
noble, como Leonor de Córdoba, la que renunciaba a un ma-
trimonio aventajado para consagrarse virgen a Cristo46;
cho obispo ; y al otro le reprehendió un cuadro algo humano que
estaba en su aposento, quedando ellos tan edificados de la reprehen-
sión, que desde entonces comunicaban con él las cosas más graves
v negocios más dificultosos de su gobierno» (Proc. Córdoba, decl. de
Diego de las Casas, f. 352 v).
Sobre esta Bta. Paz se volverá a hablar en el t. 3. Baste por
ahora este testimonio de Juan Martín de Zárate : «Predicando un día
en Granada [el P. Avila], en los Santos Mártires, le estaba oyendo
una mujer casada con un tejedor de sedas, la cual era muy hermosa,
galana, y que había salido del sermón tan compungida que, llegando
a su casa, todas las cadenillas y aderezo que tenía para el rostro las
echó por la ventana a un corral de su casa, y trató luego con su ma-
rido que la hiciese una merced, y 110 acabándole de decir en algunos
días qué era la merced que le había de hacer, dijo el marido : ¿ Qué
es lo que quieres que haga por vos? A lo cual le respondió que, pues
ya tenían hijos de bendición, que gustase viviesen los dos continen-
temente, y el marido, viendo el deseo de su mujer, había venido en
ello, y que dende este tiempo mudó de traje y andaba como religiosa
de Baeza, los pies ,por el suelo, pero cubierto el empeine por la ho-
nestidad... Después de haberse reducido [«la beata Paz, que había to-
mado este nombre»], confesaba y se gobernaba por el V. P. Maes-
tro Juan de Avila...» (Proc. Graiiada.^fí. 415 r - 416 v).
u «En la ciudad de Córdoba, predicando un día en la plaza, dijo
que le había movido la lengua y el corazón el Espíritu Santo para
que predicase contra los infieles, "dándoles a entender el yerro y enga-
ño en que el demonio les tenía con gran espíritu v fervor, de lo cual
resultó que se convirtió un infiel que oyéndole estaba, y vino a sus
pies pidiendo baptismo v conocimiento' de la fe» (Proc. Baeza, de-
claración del Dr. Blas Rodríguez de Pancorbo, ff. 1149 v - 1150 r).
«Habiendo subido una vez al púlipito, dejó totalmente lo que traía
prevenido y enderezó la plática a tratar las cosas de nuestra sagrada
religión y confutar una seta, y que oyó decir que se había conver-
tido un moro u otr^ persona de la seta que se reprobaba» (Proc. Gra-
nada, decl. del P. Antonio Fernández, S. I., f. 436 v).
¡? «Se acuerda este testigo que- el dicho Mtro. Avila predicó la
conversión de la Magdalena v en este sermón convirtió en esta villa
muchas mujeres públicas, que fué caso notable, y muchas de ellas
vivieron hasta su muerte bien» (Proc. Montilla, decl. de Pedro Luis
de León, f. 956 r-v). En el edicto para la información sumaria se
lee : «Las mujeres de la casa pública de Sevilla en un sermón
que las hizo se convirtieron con solas dos palabras que les dijo»
(Proc, f. 26 v). No hay constancia testificada de esta conversión en
Sevilla.
46 «Conoció este testigo a Leonor de Córdoba, doncella noble,
hermana del dicho Lic. Alonso Fernández, a la cual confesó mucho
tiempo este testigo, y le dijo misa y comulgó en un oratorio suyo
estando muy enferma, hasta que murió de edad de ochenta años, y
de ella supo cómo siendo de edad de veinte y cuatro años, en la
casa de su padre muy estimada, y guardada para un casamiento muy
14
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
o eran en Zafra las doncellas y dueñas de los condes de
Feria que empezaban una vida de rigor inaudito*7. Porque,
como dicen los procesos de beatificación, "nunca hizo ser-
món que dejase de convertir almas a Dios" í8. Y ocasión hubo
en que quien había venido de propósito a Montilla para acon-
sejarse del P. Avila se fué proveído simplemente con oírle
un sermón 49 .
En Córdoba, un día de la Circuncisión, salió el P. Maes-
tro Avila del Hospital de las Bubas, donde por entonces
residía, "y repentinamente se entró en un monasterio de
monjas, donde había mucha gente de todos estados congre-
gados, a causa de un coloquio que hacían allí las monjas...;
se subió en el púlpito y, con mucha modestia, devoción y
humildad, comenzó a reprehender aquel exceso... Luego las
monjas corrieron los velos del coro y se desnudaron de sus
vestidos profanos, que tenían para aquella ocasión...; la
gente, aunque muchos de ellos eran caballeros, se fueron
saliendo, hasta que, quedando la iglesia sola y el dicho
P. Maestro en ella orando..., se llegó a la reja del... coro
y, a solas, les acabó de hacer la plática; y acá afuera se
oían muchas lágrimas y suspiros" s0.
aventajado, oyó un sermón del dicho Maestro o de las Vírginis [sic]
o del Buen Pastor, y le mudó de tal manera el corazón como si estu-
viera fuera de sí ; y le contó a este testigo muchas veces que era tan
grande la luz que mediante aquellas palabras le dió Dios en su en-
tendimiento, que le parecía qjie real y verdaderamente veía el. cielo
abierto y en él todas aquellas cosas que de allá iba diciendo el pre-
dicador. Después de lo cual, hasta los ochenta años, se siguió en la
dicha Leonor de Córdoba una vida muy excelente y que se podría
escribir con mucha edificación de la Iglesia, porque tuvo muy sobe-
ranas visiones, perpetuas enfermedades, muchas luchas con el demo-
nio, muy grande paciencia y encerramiento, todo lo cual aprobó el
dicho Maestro, en el tiempo" que la alcanzó, por buen espíritu (Pro-
ceso Córdoba, decl. del Lic. Fernán Pérez de Torres, f. 330 r-v).
" «Veinte doncellas y dueñas que tenía la dicha condesa, imitando
a sus amos en la santidad y costumbres, tenían tres ejercicios cada
semana en una sala particular para ello, con tanto rigor, que estaba
en las paredes la sangre una vara en alto, tiniendo también sus
tiempos de oración señalados, y que de las raciones que les daban
comían con la mitad y lo demás lo daban de limosna ; y que no tan
solamente pasó lo susodicho en casa de dicho Conde, sino también
pasó en toda Extremadura» (Proc. Jaén, decl. del H. Sebastián de
Escabias, S. I., f. 1131 r). Cf. t. 1, p. 142.
" Proc. Montilla, decl. del Lic. Francisco Pérez del Campo, el
viejo, f. 980 v ; decl. de Pedro Luis de León, f. o<;6 r.
** «Vino a esta villa un forastero v en la posada preguntó dónde
vivía el P. Mtro. Avila, que venía a consultar con él cierto caso. Di-
jéronle que fuese a la iglesia mayor de esta villa, que allí predicaba
aquel día. El forastero fué a la dicha iglesia, y halló en ella predi-
cando al dicho Mtro. Avila, v, acabado el sermón, el dicho hombre
forastero se volvió a la posada, diciendo que ya le había dado reme-
dio el P. Mtro. Avila, en el sermón que hizo, en lo que le venía a
consultar» (Proc. Montilla, decl. del Lic. Cristóbal de Luque Ava-
la, f. 618 v). , J
50 «A todo lo cual decía el padre de este declarante que se había
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
15
No era infrecuente que el auditorio prorrumpiera en
llanto. Pedro Ximénez, que le oyó las últimas veces que
predicó en Granada, recuerda en los procesos que "hasta los
muchachos que le oían lloraban, y cuando acababa el sermón
era cosa maravillosa ver la gente que le seguía, besándole
las manos y la ropa", y aun los pies le hubieran algunos
besado, si él no se lo hubiera impedido51.
En torno al fruto de su predicación se recogen en las
declaraciones de la beatificación algunas tradiciones. Según
una de ellas, el Maestro habría sabido por revelación la
conversión de muchas almas por un sermón suyo en Grana-
da, uno de los días de la semana santa 52. Otra habla del
demonio quejándose amargamente, en una cañada cerca del
camino de Zafra, por el mucho daño que le ha hecho Aviliila,
como él dice, en un sermón53. Dos casos más con interven-
ciones diabólicas, relacionadas con la predicación del Maes-
tro, contaba su discípulo Juan de Villarás, y se escribieron
al P. Granada para que los incluyese en la Vida de Avila,
pero éste creyó más oportuno silenciarlos. El primero de
ellos era así:
Cierto caballero que vivía muy sensual y escandalosamente con
una deuda suya, de oír un sermón al P. Mtro. Juan de Avila, este
caballero quedó tan trocado y resuelto de no ofender más a Dios,
que luego que salió del sermón se fué a su casa y, sin pararse a
comer, se encerró en una sala y, muy compungido de la vida pa-
sada y resuelto a no volver más a ella, comenzó a traer a la memo-
hallado y estaba presente» (Proc. Córdoba, decl. de Diego de las
Casas, ff. 351 v - 352 r).
51 Proc. Granaaa, decl. de Pedro Jiménez, «alguacil que ha sido
de esta corte» (f. 425 r). «Ha oído decir a personas que overon pre-
dicar en esta ciudad de Granada al dicho Y. P. Mtro. Juan de Avila
que hizo muy gran provecho con su pedricación y dotrina, mo-
viendo a muchas lágrimas al auditorio» (Ibíd., decl. del Lic. Jeró-
nimo Ramírez, f. 454 v).
*2 Proc. Granada, decl. del Lic. Pedro Zurillo de Vaga, f. 476 r-v.
" «En Extremadura un día, al anochecer, salió el dicho V. Maes-
tro Avila de un lugar, donde había predicado, para la villa de Zafra,
y a distancia de media legua del dicho lugar oyó en una cañada,
cerca del camino que llevaba, voces lastimeras,' suspiros y quejas
dolorosas ; y, para saber qué cosa fuese, el dicho Mtro. Avila le diio
a un hombre que iba en su compañía que se llegase hacia aquella
parte y supiese qué ruido y quejas era el que sonaba. Fué hacia
aquella parte el dicho hombre y a poca distancia vido muchos bul-
tos, al parecer de hombres cubiertos de luto, que con grande dolor
se lamentaban. Preguntóles la causa de su aflicción, v le respondie-
ron : ¿Para qué lo preguntas, pues vas en compañía de Aviliila,
que con el sermón que nov predicó en el lugar de donde salisteis,
nos ha quitado muchas almas que teníamos por esclavas ? El buen
hombre se volvió atemorizado y temblando, y le refirió lo arriba
dicho al dicho Mtro. Avila, el cual le dijo : Ande, hermano, y con-
fíe en Dios, que es El todopoderoso, que vaya con nosotros y ansí
no hay que temer» (Proc. MotUilla, decl. del Lic. Cristóbal de Luque
Ayala,' ff. 629 v - 630 r).
16
INTRODUCCIÓN A I.OS SERMONES
ria las ofensas que a Dios había hecho y con ánimo de irse a con-
fesar con el P. Mtro. Juan de Avila. Y estando en esto solo en su
sala, entró un hombre de muy buena disposición y ornato de per-
sona. Saludáronse, y el huésped fingió ir a tratar con el caballero
negocio de peso, y a pocas palabras el huésped trujo a la plática
el P. Mtro. Avila, y el caballero comenzó a decir grandes alabanzas
de su doctrina y santidad y la grande fuerza que tenían sus pala-
bras para encaminar almas al cielo. A que respondió el hidalgo de
la visita : «Mucho me admira que un hombre tan entendido como
vuestra merced se haya persuadido a creer esta santidad fingida de
este hipócrita engañador», y otras razones a este modo, para divertirlo
del propósito que tenía. Pero el buen caballero, que tan embebido
tenía en su ánimo el impulso del Espíritu Santo comunicado por la
doctrina del gran siervo de Dios, con ella conoció la falsedad de la
que le querían persuadir ; y al punto dijo al caballero : «Vayase
vuestra merced de mi casa», y prosiguió diciendo y santiguándose :
«¡Jesús!, ¡Jesús! ¡Válgame Jesucristo, que hay hombre que tal
diga!» Y en medio de esta admiración sonó un ruido como de un
viento que sopla recio en algún humero y dió un golpe muy grande
la puerta de la sala, todo en un punto ; y quedóse el caballero solo.
El cual, habiendo conocido que era el demonio, tuvo por más cierta
su vocación y cobró más esfuerzo para proseguir su intento. Fuése
luego a dar cuenta al santo varón Mtro. Avila de todo lo sucedido
desde el sermón hasta aquel punto, y el V. Padre le aconsejó al ca-
ballero cómo se había de haber en semejantes tentaciones, aunque
no fuesen tan manifiestas, y cómo se había de disponer para la
confesión que pretendía. Hízola con el P. Maestro s\
Elran muchos los que confesaban con él después de oírle.
Tenía por costumbre, en acabando su sermón, convidar a
confesarse con él cuantos quisiesen. Y muchas veces, sin
descansar, entraba en el confesonario, donde atendía a to-
54 El Lic. Juan de Vargas, que es quien testifica estos casos, pro-
sigue : «Esta es una de las cosas que este testigo escribió por man-
dado del P. Juan de Villarás en el memorial que el dicho Padre
escribió a Fr. Luis de Granada» ; y añade a continuación el segundo
caso : «Lo mismo sucedió a otro caballero de Córdoba — cuyo nombre
de éste, ni de otras personas en casos semejantes no los decía el
P. Villarás, para que no se conociesen las personas que habían te-
nido otra vida que la que a cada uno veían vivir tan ejemplarmen-
te— , a la cual dicha persona, después de haber sido discípulo del
P. Mtro. Avila, y de los muy aprovechados en su doctrina, estando
un día solo, repasando por "la memoria los santos consejos que el
P. Maestro le había dado y las mercedes que Dios le había hecho
por haberlos tomado, vido entrar un jumento prieto, grande de
cuerpo y muy lanudo, por el aposento donde estaba ; y apenas lo
vido, cuando le pareció y sintió que le habían metido una mano en
la boca y tirado tan recio hacia una oreja, sintiendo tan grande
dolor, que le pareció le habían desquijarado. Acudió con su mano
al socorro de la parte ofendida y justamente diciendo : « ¡ Ay Je-
sús!», v súbitamente desapareció la bestia y quedó el caballero sin
lesión. Fuése el buen discípulo a su Mtro. Avila, contó lo referido,
de quien recibió doctrina tan conveniente que nunca más tuvo se-
mejantes inquietudes ni tentaciones. Esto ansimismo se escribió al
P. Fr. Luis de Granada» (Proc. Madrid, ff. 47 r - 49 r).
dos los penitentes hasta horas avanzadas55. En una de es-
tas ocasiones, "calada hasta la sobrepelliz" por el sudor, oyó
de penitencia en Córdoba a D." María de Hoces 5,!.
6. CÓMO LE TOMAN LOS SERMONES
No eran sólo oyentes quienes llenaban las iglesias mien-
tras predicaba. Más de uno tomaba notas mientras Avi-
la hablaba. El mismo Fr. Luis, siempre ávido de escu-
char la palabra del Maestro, le iba "a oír y escribir sus
sermones mientras que los predicaba" 57 , no desdeñándo-
se de sentarse "en la gradica del pulpito" 5S. Los estu-
diantes de la Universidad de Baeza acudían a la iglesia de
San Andrés cuando sabían que tenía sermón, y allí, colo-
cados detrás del pulpito, le tomaban por escrito lo más im-
portante 59. Y en Montillá," según nos refiere el licenciado
Juan de Vargas, "las más de las veces que predicaba, es-
taban tres o cuatro estudiantes (más o menos unas veces
que otras) cerca del púlpito; [y] estaban escribiendo lo que
el P. Maestro predicaba en el púlpito, de esta manera: uno
tenía cargo [de] apuntar los lugares de Escritura; otro, las
sentencias; otro, la doctrina; y después juntaban el ser-
món y, sacado en limpio, lo llevaban al P. Mtro. Avila y
se lo leían, muchas veces en presencia del... P. Juan de Vi-
llarás, el cual dijo... que muchos no teman que enmendar,
y otras veces decía el P. Maestro: Eso no dije yo, pero
díganlo de esta manera. Tanto cuidado como éste se ponía
55 «Este testigo le oyó... y acabó el sermón convidando a confesar
con él a todos cuantos quisiesen, y esto mismo hacía siempre que
predicaba ; y le sucedía muchas veces, sin descansar, habiendo pre-
dicado, estar confesando hasta las seis de la tarde, sin mostrar can-
sancio, antes se mostraba muv alegre en ejercitar el oficio de con-
fesar» (Proc. Montillá, decl. dé Juan Pérez Cabello, ff. 921 r - 922 v).
Lo mismo deponen el Lic. Cristóbal de Luque Avala y Pedro Sán-
chez Arriero (Ibíd., ff. 608 v, 665 v).
st Cf. L.. Sala Balust, El H. Sebastián de Escabias, S. I., autor
desconocido de los zCasos notables de la ciudad de Córdoba», en
«Hispania», 10 (1950), 284 s.
51 Proc. Córdoba, decl. del Lic. Juan Bta. de Navarrete, Pbro.,
f- 339 v.
" «Fr. Luis de Granada le tuvo tanta afición al dicho siervo de
Dios, que se iba tras él a los sermones, sentándose en la gradica del
pulpito» (Proc. Baeza, decl. del Mtro. Juan de Cisneros, f. 1219 v).
■ «Este testigo le oyó algunos sermones en la iglesia del señor
San Andrés de la dicha" ciudad de Baeza, y cuando el dicho V. Pa-
dre Mtro. Juan de Avila predicaba, le seguía todo el pueblo, y eran
tales lo., dichos sermones, que muchos estudiantes de la dicha Uni-
versidad, muy entendidos, acudían a oír los sermones de dicho
V. P. Mtro. Juan de Avila y se ponían detrás del púlpito donde
predicaba, y allí escribían algunas de las cosas que el susodicho
predicaba. Y esto es lo que vido este testigo muchas veces hacer
a los dichos estudiantes» (Proc. Granada, decl. del Mtro. Bernabé
Ruiz, f. 495 v).
18
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
para aprovechar y tener viva la memoria de las palabras de
este venerable Padre" 60.
Y los conceptos del Mtro. Avila, oídos o apuntados, vol-
vían a resonar en los pulpitos por boca ajena o pasaban a
formar parte de los escritos aun de los más célebres auto-
res01. Fr. Luis de Granada no se recataba de confesar que
muchas de las cosas que él decía en el púlpito eran del
P. Avila G2. Fr. Lorenzo de Figueroa, dominico, hijo de la
marquesa de Priego y obispo que fué de Sigüenza, "decía
que, predicando los sermones del dicho P. Maestro (porque
los tenía manuescritos) , había hecho grande provecho en
las almas" 63. Y el P. Juan de Villarás, continuo comensal
del Maestro, aseguraba que buena parte del Libro de las
cien meditaciones del amor de Dios de Fr. Diego de Estella
estaba inspirado en unos sermones del Sacramento del Pa-
dre Avila 64 .
60 Proc. Madrid, f. 4g r-v.
01 «En cuanto al aprovecharse de la doctrina de este santo varón,
contó el P. Villarás que muchos hombres doctos se aprovechaban de
la doctrina del P. Maestro para lo que escribían ; porque, como el
P. Villarás oía los sermones del V. Mtro. Avila, y después leía los
libros de otros autores, conocía lo mucho que habían aprovechádose
de la doctrina del P. Maestro» (Proc. Madrid, decl. del Lic. Juan de
Vargas, ff. 53 v - 54 r). «Sabe este testigo que habiéndole oído un
sermón de éstos un gran predicador, religioso dominico, v pre°run-
tándole algunas personas que qué le parecía, respondió : Este varón
todo cuanto dice es Escriptura, hasta la menor palabra que pronun-
cia, que parece la tiene de memoria toda, que es de gran admira-
ción. Con este sermón que ha hecho, llevo yo para hacer más de
veinte sermones. Lo cual le oyó este testigo al dicho religioso»
(Proc. Montilla, decl. del Lic. Juan Pérez de Aguilar, ff. 104*4 V -
1045 r).
62 «Muchas cosas de las que el dicho P. Fr. Luis de Granada de-
cía en el púlpito, decía él mismo que eran del P. Mtro. Avila»
(Proc. Baeza, decl. de Luis de Robres Mesía, f. 1323 r). «Le decía a
este testigo el dicho Dr. [Juan de] Córdoba que todo lo bueno que
escribió el dicho P. Fr. Luis de Granada era dictado por el dicho
V. Mtro. Avila» (Ibíd., decl. del Mtro. Tuan de Cisneros, f. 1210 v).
«El dicho su tío [del testigo : el Dr. Bernardino Carleval] refiría,
tratando de la doctrina y obras del P. Fr. Luis de Granada, decía
que tenían mucho del espíritu del dicho P. Avila y que mediante
sus sermones y trato se había aprovechado mucho» (Ibíd., decl. del
Lic. Alonso Díaz Reyes Carleval, f. 1233 v)-
" Proc. Córdoba, decl. del Lic. Juan Bta. de Navarrete, f. 341 r.
61 «Ansí mismo dice este testigo que, leyendo al P. Villarás, a la
mesa, en el Libro de las cien meditaciones del amor de Dios, que
compuso el P. Estella, llegando [a] aquellas palabras de que el
amor de Dios para con el hombre era comparado a las ventanas del
templo de Salomón, que eran al modo de salteras [sic pro saeteras],
angostas por defuera y anchas a la parte de dentro, y ansí Cristo
nos tenía, era mucho más, sin comparación, el que en su corazón
quedaba, alabó este testigo el pensamiento y düo el P. Juan de Vi-
llarás : Pues ese punto y mucho de esas meditaciones es del Pa-
dre Mtro. Avila, que lo tomó de unos sermones que predicó del
Santísimo Sacramento» (Proc. Madrid, decl. del Lic. Juan de Var-
gas, ff. 50 v - 51 r). Of. Obras (Ap. Prensa 2), II, p. 17.
nuestro
muestras del amor que
EL MAESTRO ÁVILA, PREDICADOR
19
No vamos a detenernos ahora a gustar las bellezas li-
terarias, que abundan en estos sermones que ofrecemos al
lector, ni nos pararemos tampoco a considerar el conteni-
do doctrinal de los mismos, pues la espiritualidad del Pa-
dre Mtro. Avila será objeto de un estudio amplio, en cuya
preparación trabajamos ya hace tiempo. Unicamente que-
remos apuntar aqui, como colofón de cuanto hemos dicho,
unos datos que acreditan su predicación de auténticamente
evangélica, de suerte que otro insigne predicador, el Maes-
tro Fr. Agustín Salucio, O. P., pudiera decir del P. Avila
"que había muchos siglos no se había conocido predicador
verdaderamente apostólico como lo había sido él, y que
nuestro Señor le había enviado... para reformación" de la
provincia de Andalucía 65.
Jamás percibió limosna alguna por los sermones que pre-
dicaba 66, ni se pudo nunca acabar que aceptase para su
sustento el fruto de beneficios eclesiásticos. Vivía de limos-
na. Y daba, para no querer renta ninguna para sí, esta
razón: "Yo en mis sermones, si hago lo que debo, he de
exhortar a la pobreza de Cristo y al desprecio de los bienes
terrenos; pues, si he de hacer esto, no quiero que mis
oyentes, viéndome rico, estén mientras predico diciendo en-
tre sí: ¿Y tú?, ¿y tú?"67. Por la misma razón de ejempla-
ridad tampoco quiso considerarse nunca dispensado de la
abstinencia en cuaresma, aun estando malo y con necesidad
de comer carne, porque él decía "que el predicador testi-
ficaba y predicaba que hay favores y socorros de Dios so-
brenaturales; que es razón que testifique por la obra lo que
dice con la palabra, fiándose en muchos casos de Dios,
cuando de los remedios humanos se siguen algunos incon-
venientes que tienen aparencia de mal, como es comer carne
en cuaresma quien predica la abstinencia de ella" 68. Cir-
"Proc. Córdoba, decl. del Dr. Bernardo Alderete, f. 337 r.
66 «Sabe que el dicho Mtro. Juan de Avila no llegó limosna por
los sermones que predicaba, sino que un caballero de los Cárdenas
y Caizedos, que son de los más nobles de esta ciudad, le daba de
comer ; v su vestido era muy humilde paño ordinario ; y la señora
marquesa de Priego le daba de comer en Montilla, donde hacía rmt-
chos sermones en tiempo que estaba muv viejo, siendo así que el
dicho P. Maestro pudo ser muy rico por haberle ofrecido muchas
rentas algunas personas v no haberlas querido aceptar» (Proc. Cór-
doba, decl. del Lic. Juan Bta de Navarrete, f. 340 r-v). Cf. Proc.
Jaén, decl. del Lic. Bernabé de Ortigosa, f. 1116 v.
67 R. A. H., Jesuit., t. 174, n. 65 : «Algunas cosas notables del
santo P. Mtro. Juan de Avila», i.°, f. 2 r.
" «Estando en Granada algo flaco y con necesidad de comer car-
ne, la señora marquesa de Mondéjar, viendo por una parte el fruto
de sus sermones v, por otra, el impedimento de su flaqueza, decía
que le habían de obligar a comer carne en Cuaresma, porque no se
perdiese lo más por lo menos. A lo cual él respondió, estando yo
presente, diciendo : Que el predicador testificaba...» (Granada, Vida,
p. 2.a, § 4, £f. 45 v - 40 r : Obras, XIV, p. 279).
20
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
cunspecto y nada amigo de regalos, rehuía el obsequio de
"algunos guisadillos" que unas piadosas vecinas querían
aderezarle para cuando volvía de predicar69, y, en cambio,
tenía libertad suficiente para entrar "a deshora, cansado
de predicar y de otros mi[ni]sterios, en casa de su buen
discípulo el P. Alonso de Molina, y decirle: "Hambre tengo;
¿tenéis alguna cosa que darme de comer?"70. Y en el ves-
tido era lo mismo extraordinariamente pobre. Cuantas per-
sonas le querían tenían que luchar con él para hacerle es-
trenar una pieza nueva. Por haber ocurrido con ocasión de
uno de sus sermones, recordaremos el caso curioso que men-
ciona en el proceso de Montilla el Lic. Cristóbal de Luque
Ayala :
Estando [el P. Avila] en la ciudad de Granada y siendo arzobis-
po en ella el señor don Pedro Guerrero, su condiscípulo en la sacra
Teología eu la Universidad de Alcalá..., pareciéndole a su ilustrísi-
ma señoría que el dicho P. Mtro. Avila tenía necesidad de un man-
teo, por estar algo deslustrado el que traía, se lo ofreció. Y el siervo
de Dios estimó aquella merced y dijo que no tenía necesidad al
presente de manteo, que con el que tenía estaba contento, que, si
adelante le faltase, lo recibiría. Dentro de pocos días predicó el di-
oho Mtro. Avila en una iglesia de Granada, y sabiéndolo el señor
Arzobispo mandó que se tomase el manteo del dicho P. Mtro. Avila
y que en la sacristía le pusiesen otro nuevo, para que, acabado el
sermón, lo tomase. Y sucedió que luego que acabó el dicho sermón,
yendo a tomar su manteo, lo desconoció y, aunque se le dijo que
era el suyo, que lo tomase, no lo tomó, y se salió sin él, con sola la
sobrepelliz, y salió fuera de los muros, por la puerta Elvira ; y de
unos cambrones cogió unos tallos y se llegó a una casa, diciendo que
se los cociesen por amor de Dios, y aquello comió aquel día. Y sa-
bido por el señor Arzobispo que no había tomado el dicho manteo,
le envió a llamar, y le mandó lo tomase y se lo pusiese en virtud
de santa obediencia, a lo cual estuvo muy humilde y se puso el
manteo nuevo ".
Siendo ejemplares no sólo sus palabras, sino también
sus obras, viviendo el espíritu y la letra del Evangelio, no
puede extrañarnos el fruto de su predicación elocuente y
afervorada. Su fuerza moral era extraordinaria. Después
de sus días quedó como proverbio entre los montillanos,
cuando se reprendía algún defecto o falta: "Mirá quién re-
prende; ¿es por ventura el gran Mtro. Avila?", dando a en-
tender que sólo él pudo reprender, pues no se halló en él cosa
digna de reprensión7-.
*' Dichas señoras eran María de Leiva y su hermana, que «vivían
en la casa que llamaban del Limón», frontero al Hospital de las
Bubas (Proc. Córdoba, decl. de Diego de las Casas, f. 350 v).
70 Proc. Córdoba, decl. del Lic. Fernán Pérez de Torres, f. 326 v.
" Proc. Montilla, ff. 615 v - 616 v.
72 Proc. Montilla, decl. de Hernando Rodríguez del Campo,
f. 1007 r.
EDICIONES PRECEDENTES DE LOS SERMONES
21
//. Ediciones precedentes de los «sermones»
Nunca hemos podido explicarnos satisfactoriamente por
qué razón el P. Juan Díaz, al publicar en 1596 los sermones
de su pariente y maestro el P. Avila, "predicador en el An-
dalucía", los presentó no como tales sermones, sino como
"tratados del Santísimo Sacramento de la Eucaristía", "del
Espíritu Santo..., de las festividades de nuestra Señora...,
del glorioso san Josef" 73. iMas lo cierto es que aquellos
sermones avilinos que ya por el año de 1581 andaba pre-
parando para la imprenta el P. Juan Díaz, y que Santa
Teresa en carta al P. Gracián calificaba "de gran provecho...
a los que no saben tanto como vuestra reverencia" 74, sa-
lieron de las prensas madrileñas de Pedro Madrigal disfra-
zados con tal nombre, y con igual título se reeditaban poco
después en Sevilla, en 1603 75. Y con la misma seguridad
parece que puede afirmarse que su publicación, así disimu-
lada, debió influir no poco en la moda, que por entonces
empieza, de imprimir sermonarios en romance eon traza de
tratados, meditaciones o lecturas espirituales76.
No todos los "tratados" del P. Avila que ofrecía al pú-
blico Juan Díaz eran, sin embargo, sermones. No lo era
ciertamente— por lo menos en su forma definitiva, tal cual
ha llegado a nosotros — el primero de los del Santísimo Sa-
73 Tercera parte de las obras del P. Mtro. Iuan de Auila, predi-
cador en el Andaluzia. Dirigidas a doña Beatriz Ramírez de Mendo-
ca, condesa del Castellar. Esta tercera parte contiene 27 tratados del
Santissirno Sacramento de la Eucliaristia... Madrid, P. Madrigal, 1596.
Tercera parte... Este segundo tomo contiene, ib. tratados, los cinco
son del Espíritu santo, los. 10. de las festiuidades de N. Señora: y
el otro del glorioso S. Ioseph... Madrid, P. Madrigal, 1596.
" «Sepa que, cuando acá estuvo V. R., dejé de comunicar con
él... un negocio del P. Juan Díaz... Ello es que está casi determinado
de mudar estado en nuestra Orden u en la Compañía... Lo que yo
en este caso siento, y le dije, es que a él le estaría muy bien, si
perseverara ; y que, s'i no, sería mucho daño perder crédito para las
impresiones en que él anda, y ansí lo digo ahora, aunque algo más
estoy sin temor de esto, porque ha mucho que sirve a nuestro Se-
ñor ; y, en fin, se ha de sobrellevar en muchas cosas, y él acabaría
bien en asentar en una. Dice que dará todo lo que tiene del
Mtro. Avila adonde entrare, que, a mi parecer, si es como un poco
que me dió a leer, serían de gran provecho los sermones a los que
no saben tanto como V. R...» (Carta 346, Palencia, 24 mayo 1581 :
Obras, ed. P. Silverio, t. 9, p. 60 s.).
75 Tercera parte de las Obras del Mtro. Iuan de Auila, predicador
en Andaluzia. Trata del Santissirno Sacramento, y del Espíritu San-
to, y de nuestra Señora. Dirigida a doña Beatriz Ramires de Men-
doca, Condesa del Caslillar. Sevilla, B. Gómez. 1603.
76 Cf. M. Herrero García, Sermonario clásico, con un Ensayo
[histórico] sobre la Oratoria sagrada [española de los siglos XVI
y XVII] (Madrid-Buenos Aires 1942), pp. XXX, LI, LUI.
22
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
cramento o "tratado primero del amor de Dios para con
los hombres" 77, ni podía considerarse tampoco un sermón
la respuesta a una consulta sobre la frecuencia de la co-
munión, que figuraba como "tratado XXIII" y hemos pu-
blicado en el volumen precedente entre los Escritos meno-
res"'8. Pero las 41 piezas restantes sí eran auténticos ser-
mones, ligeramente retocados, sin el Ave, María, después
del exordio, y recortados ciertos pasajes algo malsonantes,
sospechosos de heterodoxia o que sencillamente alargaban
el "tratado" más allá de los límites deseados por el impre-
sor79. E'l propio Juan Díaz viene a confesarnos paliada-
mente que no nos presenta los textos avilinos en toda su
integridad, al declararnos, tanto en el prólogo como en la
dedicatoria, que los tratados "son todos doctrina del mismo
P. Mtro. Avila sacada de sus escritos" 80.
Para el P. Díaz, los distintos tratados que presenta en
los dos tomos de su edición, a pesar de la diversidad de los
temas, tienen una interna cohesión, cuyo aglutinante es la
Eucaristía. Lo advierte en el "Prólogo al cristiano lector" :
Demás de los tratados que contiene este libro de este divino Sa-
cramento, me pareció añadir otro del amor de Dios, y otros del Es-
ipíritu Santo, y otros de la Santísima Virgen María nuestra Señora,
y otro del glorioso san Josef, esposo de la Virgen, ayo de Jesucristo
nuestro Señor, el cual le sustentó con el sudor de su rostro y tiene
muy gran parte en este divino Sacramento... A lo cual me moví por
algunas razonables causas ; y una de ellas es por parecerme muy
concernientes las materias a la del Santísimo Sacramento, de que
>más de propósito se trata en este libro ; porque el amor de Dios nos
dió este Pan divino para nuestro sustento y regalo, el Espíritu Santo
le amasó en las entrañas de la Virgen Santísima, y esta Señora nos
•le crió y sustentó con sus virginales pechos y con el trabajo de sus
manos, "y nos convida a que le recibamos 81.
77 Tercera parte..., I, pp. 19-44 : Obras, II, pp. g-25. Lo publica-
mos en el volumen III, entre los tratados espirituales. Lo que de-
clara el Lic. Juan de Vareas (véase el texto en la nota 64) nos dfl
motivo para suponer fundadamente que dicho Tratado del amor de
Dios fué predicado ñor el Mtro. Avila, aunque a nosotros haya lle-
gado solamente en forma de bellísimo tratado ascético.
78 T. 1, pp. 1067-1072.
7J Pasaje malsonante (serm. 41, p. 662 s., lín. 032 ss.) ; retoque por
escrúpulos de ortodoxia doctrinal (serm. 65 \t~¡, p. T013, lín. 341 ss.) ;
mutilación notable por motivos tipográficos (serm. 62, p. 975, Hn. 586-
p. 9S1, lín. 850). No hav por qué multiplicar los ejemplos. A veces
es una sola palabra la que se ha cercenado o modificado ; en muchas
ocasiones se trata de meras modernizaciones del lenguaje : conocerla
por cono celia, decid por decí, muchos por munchos, teniendo por
finiendo, etc., etc.
80 Tercera parte..., I, p. 17 (prólogo). En la dedicatoria a la con-
desa de Castellar le dice : «Pensando yo a quien podría dirigir y
ofrecer este libro..., el cual ha sido "sacado de los escritos del
P. Mtro. Avila...» (Ibíd., p. 3).
81 Tercera parte..., I, p. 17 s.
EDICIONES PRECEDENTES DE LOS SERMONES
23
Este tono eucarístico de la Tercera parte de las Obras
del P. Mtro. Juan de Avila tiene expresión adecuada en
la segunda edición (Sevilla 1603), la portada de cuyo único
tomo en folio ocupa íntegramente un grabado alegórico,
donde aparece el Maestro de rodillas, & dorando el Santísimo
Sacramento; detrás de él, sus discípulos también en ado-
ración; y un grupo de damas, a la derecha, en la misma
actitud. Pero esta lujosa edición hispalense no podrá ser
utilizada para nuestra edición. En ella se han hecho nume-
rosas correcciones, que suponen no precisamente una vuelta
a los manuscritos, sino un distanciarse más y más de ellos,
ya por motivos estilísticos, ya por escrúpulos de índole doc-
trinal S2.
Al año siguiente de esta edición de Sevilla se publicaba
en Córdoba, incorporado a la Vida de doña Ana Ponce de
León, del P. Martín de Roa, S. I., un nuevo sermón del
Mtro. Avila, el predicado en la profesión de la santa con-
desa de Feria 83, el cual no pasó a ninguna de las sucesivas
ediciones de los "tratados". Estos, en adelante, se impri-
mirían siempre formando parte de las Obras. De esta suer-
te, con el mismo orden de distribución de los tratados, casi
con las mismas erratas y correcciones o con algunas más,
fueron publicados nuevamente los tratados de la Eucaristía,
del Espíritu Santo y de la Virgen en los años de 1759,
82 Prescindiendo de pequeñas variantes sin interés mayor (y por
e, sentisteis por sentistes, Cristo por Dios, tratados por sermones
— ¡todavía quedaban!—, etc.), de la traducción de algún texto lati-
no, de la reverente adición de los apelativos nuestro Señor, nuestro
Redemptor, sacratísima a los nombres de Cristo, Jesucristo o la
Virgen, y de alguna amplificación inocente, son de advertir los casos
en que se precisa teológicamente algún punto, como cuando, ha-
blando de la universalidad del pecado, se añade : «excepto la san-
tísima Virgen María nuestra Señora» (serm. 54, p. 818, lín. 54)-,
o cuando aquilata con cuidado siempre que se menciona la Iglesia, que
se trata de la Romana o Católica Romajia. Son siempre notables dos
lugares en que, a continuación de un símil profano propuesto por el
P. Avila, añade el editor por su cuenta la correspondiente compara-
ción bíblica. En el serm. 36 (antiguo tr. 13 del Sacr.), p. 550, dice
el Maestro cómo de la hermosura indiscreta de una mujer puede
provenir su propia ruina «y muerte de muchos, y destruimiento de
pueblos y aun de reinos enteros, como acaeció a la desdichada He-
lena por' ser codiciada de Paris». La edición de 1603 añade : «y lo
mismo sucedió a Dina, como la Escritura dice». En el sermón 46
(antiguo tr: 3 del Sacr.), p. 720, se leía en la primera edición de los
«tratados» : «Si a uno le pusiesen una espada de Roldán o del rey don
Fernando, si el tal, en lugar de emplearla en hazañas, se anduviese
cortando melones con ella, ¿qué os parece que merecía? Que le qui-
tasen la espada, pues tan mal usa de ella». La edición segunda pro-
sigue : «Este divino Sacramento significa aquel alfanje con que el
rey David mató a Goliat. Estaba guardado en el templo, envuelto
en un lienzo, y en un lugar a manera de sagrario ; y el lienzo sig-
nifica los accidentes y blancura. Y este divino Sacramento degüella
los pecados mejor que el otro alfanje, que era no más que figura».
" Córdoba, 1604, pp. 151-173. Es el sermón 76.
INTRODUCCIÓN A LOSI SERMONES
1792, 1895 y 1901 S4. De los tratados mariológicos se hizo
una edición especial por la Academia Bibliográfica Mariana
del Seminario Conciliar de Barcelona en 1865 s:'.
En 1909 el P. M. F. Miguélez, O. S. A., daba a conocer
el Ms. & III, 21, de la Biblioteca de El Escorial y publicaba
dos nuevos sermones de la Virgen y uno de Toaos los San-
tos 86, los cuales, juntamente con los demás "tratados" ya
conocidos y con este mismo apelativo, fueron reproducidos
en las dos primeras ediciones de las Obras de Avila que
publicó el Apostolado de 'la Prensa en 1927 y 1941 87.
El año de 1942 iniciábamos nuestras investigaciones en
torno al Mtro. Avila y sus escritos. Algún tiempo después,
comunicando al P. Severino González, S. I., nuestro llo-
rado maestro, algunos de los hallazgos, nos hizo saber que
recientemente haoia sido restituido ai Archivo de Loyola (en
Oña) un manuscrito con sermones del P. Avila. Pedimos al
P. Ricardo García Villoslada, S. I., que nos informase de su
contenido exacto, y él lo hizo amablemente, aprovechando
la Navidad de 1944. Al año siguiente el mismo P. Villoslada
describía el manuscrito en la revista "Estudios Eclesiásti-
cos" 88, y en 1947 lo publicaba, como volumen VII de "Misce-
lánea Comillas", con el título Colección de sermones inéditos
del Bto. Juan de Avda. Suponía, desde luego, una apor-
tación considerable 89.
81 Ed. 1759: t. 4, pp. 227-397 (Espír. Santo) ; t. 5, pp. 1-431
(tr. 1-13 Sacr.); t. 6, pp. 1-450 (tr. 14-27 iacr.); t. 7, pp. 1-376
(Virgen : ano 1760). Ed. 1792: t. 2, pp. 221-364 (Espír. Samo) ; t. 3,
pp. 1-433 (tr- 1-13 Sacr. : 1793) ; t. 4, pp. 1-427 (tr. 14-27 Sacr. :
1798); t. 5, pp. 1-362 (Virgen: 1798). Ed. 1095: t. 3, pp. 1-4S1 (Sacr.);
t. 4, pp. 1-206 (Virgen), 207-29» (Espír. ¿anto). Ed. 1901: t. 3,
pp. 1-481 (Sacr.) ; t. 2, pp. 1-200 (Virgen), pp. 207-298 (Espír. Santo).
85 En la p. 14 se dice estar calcada en la edición 1759.
86 Cartas y sermones inéditos del Bto. Juan de Avila, en «La Ciu-
dad de Dios», 78 (1909), 639-644 ; 79 (1909), 52-59, 142-149, 213-221,
306-316.
*' Ed. 1927: pp. 1029-1573 (Sacr.), pp. 1581-16S4 (Espír. Santo),
pp. 1685-1960 (Virgen LPP- 1755-63, 1931-00 : 3 senn. Escorial]),
nd. 19^1 : i. 2, pp. 9-543 voacr.j, pp. 540-^41 (Espír. ^anioj, pp. 043-
898 (Virgen [pp. S63-898 : 3 senn. Escorial]).
88 Sermones inéditos del Mtro. Juan de Avila, en «Estudios Ecle-
siásticos», 19 (1945), 423-461. Poco después publicaba como muestra
dos de los sermones, el 3 y el 2 — 18 y 2 de su edición de 1947 — ,
en «Manresa», 17 (1945), 390-403 J 18 (1946), 87-97.
80 Son un total de 19 sermones inéditos y copia con variantes
notables del sermón 62, ya puüheado de manera incompleta en 1596,
además del serm. 73, editado por Montaña (1901). Otro sermón del
Mandato, que publica con el num. 19, no lo tenemos por del P. Avi-
la. Lleva al principio la indicación del autor y lugar de la predica-
ción (F. Cetina. Compluli S. luste), como es corriente en los sermo-
narios ; constituye un cuadernillo aparte, y la letra no es la de
ninguno de los demás. El mismo P. Villoslada escribió en «Estudios
Eclesiásticos», 19 (1945), 427 : «Ese Cetina, ¿es un mero copista o
es el autor? Nos inclinamos a lo segundo». No sabemos en qué
razones pudo fundar su cambio de opinión en «Miscelánea Comillas»,
EDICIONES PRECEDENTES DE LOS SERMONES
25
La última reimpresión de los clásicos "tratados" del
P. Mtro. Avila se ha hecho en la tercera edición del Apos-
tolado de la Prensa (1951), con un criterio más bien selec-
tivo y de divulgación 90 .
A continuación ofrecemos un esquema de las caracterís-
ticas de cada una de las ediciones que precedieron esta nues-
tra. Será útil para poder identificar en el momento preciso
un sermón citado conforme a la numeración que pudo tener
en determinada edición.
1596.— Madrid, Pedro Madrigal. Editor: Juan Díaz.
Contenido: I. S. Sacramento (25 sermones) : núms. (Tr. amor
de Dios), 37, 46, 45, 44, 50, 47, 48, 54, 52, 57, 33. 36, 55. 4*. 43.
5i. 35. 5?, 34, 53, 39. (Mise, breve 2), 42, 40, 38, 58.
II. Espíritu Santo (5 sermones) : núms. 27, 28, 32, 30, 29.
ELI. Virgen (ii sermones) : núms. 65 [1c]í 75, 62, 63, 66, 6o,
64, 67-70.
Numeración seguida ; 27-30, 32-48, 50-58, 60, 62-70, 75.
1603. — Sevilla, Bartolomé Gómez. Editor: Juan Díaz. Como la edi-
ción de 1506.
1759_I76o- — Madrid, Andrés Ortega. Editor: Tomás Francisco de
Aoíz. Como la edición de 1596.
1792-179S. — Madrid, Imprenta Real. Es reproducción de la edición
de 1759-1760.
1865. — Barcelona, Imprenta Herederos Vda. Pía. Editor: «Academia
Bibliográfica Mariana» del Seminario Conciliar de Barcelona.
Contenido: Virgen (i i sermones) = edición de 1759-1760.
1S95. — Madrid, Tipografía dé San Francisco de Sales. Editor: José
Fernández Montaña. Reproduce ediciones del siglo XVIII.
1901. — Madrid, Imprenta de San Francisco de Sales. Editor: José-
Fernández Montaña. Reproducción de la anterior *\
1927. — Madrid, Apostolado de la Prensa. Editor: Zacarías García
Villada, S. I.
Contenido: I. S. Sacramento (25 sermones) : núms. == edi-
ción 1596.
II. Espíritu Santo (5 sermones) : núms. = edición 1596.
III. Virgen (14 sermones) : núms. 65 [1], 75, 62, 61, 63, 66,
60, 64, 67-70, 22, 79.
Numeración seguida: 22, 27-30, 32-48, 50-58, 60-70, 75, 79.
1941. — Madrid, Apostolado de la Prensa. Editor: Valentín M. Sán-
chez Ruiz, S. I.
Contenido: I. S, Sacramento (25 sermones) : núms. = edi-
ción 1596.
U. Espíritu Santo (5 sermones) : núms. = edición 1596.
7 (1947), p. 28 : «En el folio 151 r, en el ángulo superior de la iz-
quierda, se lee : F. Cetina, que será el copista más bien que el autor
de aquel esbozo de sermón». — En apéndice se publican, además, en
esta Colección de sermones, dos piezas del Ms. Ges. 1372 de la Bibl.
Naz. Vittorio Emm. II de Roma, ambas inéditas hasta aquella fe-
cha (plát. 5 y serm. 23).
90 Pp. 880^1296 (15 tr. Sacr.), pp. 1270-1323 (2 tr. Espíritu Santo),
pp. 1324-1476 (5 tr. Virgen).
81 Corrige el texto a base de la edición de 1596.
26
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
III. Virgen (14 sermones) : mitins. 65 [1], 75, 62, 63, 66, 60,
64; 67-70, 61, 22, 79.
Numeración seguida ; 22, 27-30, 32-48, 50-58, 60-70, 75, 79.
1947. — «Miscelánea Comillas», 7 (1947). Editor: Ricardo García Vi-
lloslada.
Contenido : Sermonario (21 sermones) ; núms. 9, 2, 10, 8, 21,
19, 20, 26, 24, 7, 31, 62, 13, 14, 82, 6, 15, 3, (pieza de Cetina),
73. 16, 17.
[Apéndice] (i sermón) : núm. (plát. 5), 23.
Numeración seguida: 2, 3, 6-10, 13-17, 19-21, 23, 24, 26, 31
62o2, 82.
1951. — Madrid, Apostolado de la Prensa. Editor: Valentín M. Sán-
chez Ruiz.
Contenido: I. S. Sacramento (14 sermones) : núms. (Tr. amor
de Dios), 37, 46, 45, 50, 47, 52, 57. 36, 55. 43. 34, 53, 5». 3«.
II. Espíritu Santo (2 sermones) : núms. 32, 30.
III. Virgen (5 sermones) : núms. 75, 63, 60, 67, 70.
Numeración seguida: 30, 32, 34, 36-38, 43, 45-47, 50, 52, 53, 55,
57, 58, 60, 63, 67, 70, 75.
III. La presente edición
A nadie se le oculta que aquellos tratados o sermones
que publicó el P. Juan Díaz en 1596, aun sumándoles los
que más recientemente dió a la luz el P. Villoslada, no pue-
den considerarse ni lo único ni siquiera lo más selecto de
cuanto salió de aquella boca que atronó incesantemente con
sus voces evangélicas la Andalucía del siglo XVI.
Quien haya leído en las primeras páginas del tomo I la
descripción de los cuadernos y volúmenes de escritos del
P. Avila que se enviaron a Roma para su revisión en el pro-
ceso de beatificación, habrá podido advertir la cantidad ex-
traordinaria de sermones que figuran en ellos, inéditos casi
todos, pues de sólo tres se advierte que estaban ya impre-
sos, y esto quoad substantiam 03. Nos consta también de ser-
mones, hoy perdidos, que fueron asequibles hace muy po-
cos lustros 94. Y nosotros mismos hemos encontrado, en
92 Es una variante notable del sermón tercero de la Virgen pu-
blicado en 1596.
M T. 1, pp. XXXIII-XXXV. Véanse los núms. 7, 15 y 16 de la
nota 7.
94 En Madrid, Arch. Prov. Toledo S. I., caja A, n. 103, falta un
«sermón de mano del P. Mtro. Avila sobre aquellas palabras ; Ego
vox clamantis, etc. (Está interpretado por el P. Rabanal)». No sa-
bemos si se trata de la «lección sacra» inédita, cuyo incipit era «Di-
catur», la cual figura en un índice del P. Carlos Gálvez, S. I., que
nos dieron a conocer en la Residencia de Montilla, y que también
se encontraba en el mismo Archivo. En el índice antiguo que figura
en la última página del Ms. de Oña, est. 8, plut. 4, n. 55 bis, se in-
cluyen dos sermones que hoy no existen en dicho códice : el primero,
«2.a Adv. Pauperes evangelizantur» , y el décimo, «Fer. 5.a in Coena
Dominh.
LA PRESENTE EDICIÓN
27
bibliotecas y archivos diversos manuscritos con piezas ora-
torias de auténtico interés. Sermonario precioso, con un
índice escrito de puño y letra del Bto. Juan de Ribera, es
el que existe en el Colegio del Corpus Christi de Valencia,
en la Biblioteca del Patriarca (Ms. 1049), descubierto por
un excelente amigo, D. Ramón Robres, y puesto generosa-
mente en nuestras manos para que lo estudiásemos e incor-
porásemos a esta edición de las Obras completas del Pa-
dre Mtro. Avila.
Van en esta edición cuantos sermones hasta la fecha se
conocen: 82 en total. Es decir, el doble exactamente de los
que presentó en su primera edición el P. Juan Díaz. Este
nos dió a conocer preferentemente los que predicó sobre el
Sacramento, sobre el Espíritu Santo y sobre la Virgen Ma-
ría. Hoy sabemos también cómo eran sus sermones domi-
nicales y de tiempo, sus panegíricos de santos, sus oraciones
fúnebres.
Pero antes de ofrecérselos al lector queremos hacerle
confidente de algunos problemas que la preparación de esta
edición nos ha ido planteando. El primero es el de la varie-
dad de formas bajo las que se nos presenta a veces un mis-
mo sermón.
Recordará el lector la manera como preparaba su predi-
cación el P. Avila. Una mirada rápida a la Escritura — acaso
a la epístola o evangelio del día — , tal vez la lectura del
comentario exegético de alguno de los padres o autores
favoritos U5, unas notas breves de su mano en que se esbo-
zaban unos pensamientos, y una larga oración. Estas notas
breves son la primera forma bajo la que se nos presentan
sus sermones: son los autógrafos.
El Mtro. Avila subía al púlpito. Debajo, unos estudian-
tes, o religiosos graves y maduros, le tomaban sus pala-
bras. Unos luego iban a leérselos al Maestro, quien los
aprobaba o sugería quizás algunas enmiendas; otros no so-
meterían sus copias a esta censura. Son dos matices de una
segunda forma de los sermones de Avila: estos apógrafos
acaso sean en muchas ocasiones los que nos den una versión
más realista y viva de la predicación avilina.
Unos amigos, eclesiásticos o seglares, le piden al Pa-
dre Mtro. Avila algunos sermones, bien para propia edifica-
5-1 Véanse, p. ej., las cartas 5 (p. 291) y 225 (p. 980 s.). El
Mtro. Agustín Salucin, O. P., en sus Avisos a los predicadores
(B. N. M., Ms. 8103, f. 14 r) escribe : «Puédese tomar por maestro
alguno [de los Padres o santos antiguos] quien más frecuentemos,
y será aquel que más dijere con nuestro ingenio, porque, como muy
bien decía el P. Mtro. Avila, no hay ninguno de los doctores santos
que no baste, comunicándolo, a hacer tal cual fué a quien se le
aficionare y diere por amigo y discípulo : porque sin invidia comu-
nicó a sus hijos lo que su Padre le dió en caudal».
28
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
ción, bien para utilizarlos de nuevo en el pulpito90. El Após-
tol de Andalucía, que, siguiendo la costumbre de los pre-
dicadores de la época, conservaba copia de muchos de ellos,
acudía a los manuscritos y dictaba, revisándolos, sus pro-
pios sermones a escribientes o amanuenses de oficio, que
solía tener97. Es la tercera forma: estos apógrafos nos dan
una redacción definitiva, más cultivada, también elocuente,
pero menos real. Acaso por este procedimiento alguno de
sus sermones se convertía en un verdadero "tratado espi-
ritual". Es lo que sospechamos con relación al tratado del
amor de Dios, que en esta edición no lo incluímos ya entre
los sermones.
Pero ocurría también otra cosa. Algún día, antes del
sermón, el P. Avila miraba si entre sus manuscritos había
alguno predicado tiempo atrás, y por ventura también en
otro lugar, sobre el mismo tema. Lo leía y después en el
púlpito lo exponía de nuevo, variando un tanto el orden y
las ideas 9S. Esta es una cuarta forma bajo la cual puede
aparecer un mismo sermón del Mtro. Avila. Es el caso de
los sermones 5 y 65, y posiblemente también del sermón 1,
que ofrecemos en su doble redacción.
Todo esto, como es natural, crea serios problemas en la
elección de una lectura en lugar de otra. Porque de sí todas
estas formas tienen derecho a ser consideradas como origi-
nales avilinos. Los "tratados" publicados por el P. Juan
Díaz en 1596 los consideramos, para efectos de la edición y
del aparato crítico, como un manuscrito más — a veces el úni-
co existente — ; pero como nos consta que en más de una
ocasión el P. Díaz ha metido mano en los originales, de aquí
que, cuando se trata de alguno de los sermones impresos
por él del cual se conserva copia en uno de los buenos ma-
56 «De la procesión hay tres sermones. Uno estaba trasladado para
otra persona y tomóse para vuestra señoría ; y otro, de la misma
fiesta del Corpus Christi. Estos dos van con esta carta. Si vuestra
señoría fuese servido de me avisar si son de provecho, para que
yo los prosiga, caridad será» (carta 219, a D. Pedro Guerrero, Mon-
tilla, 25 mayo 1565 : t. 1, p. 947). Cf. carta 178 : t. 1, p. 854.
" Hay varios sermones escritos por el P. Villarás (70 y 81). «Acá
me queda cuidado de hacer trasladar [los sermones], y, como no hay
más de uno que lo haga, no sé si irán a tiempo. Gran cosa fuera
haber otro o más. Rogaré al padre provincial [S. I.] que nos envia-
se algiin hermano aquí para este efecto» (carta 219 : t. r, p. 947) ■
«Y en lo que vuestra reverencia me quiere hacer merced de buscar-
me escribiente, le suiplico que, aunque lo halle, no lo envíe ni le qui-
te asiento alguno que tenga, hasta que primero me lo haga saber,
porque puede ser que tenga yo tomado otro o que tenga tan poca
salud, que ni sea menester uno ni otro» (carta 188 : t. 1, p. 891).
*ñ A. Salucio, Avisos para los predicadores (B. N. M., Ms. 8103,
f. 37 v), aconseja : «También se han de leer [antes de predicar] los
sermones que sobre él [mismo tema] se han predicado otra veces,
no sólo por no encontrarse con ellos y repetirlos, como está dicho,
sino porque aquellos concetos, como domésticos, despiertan otros».
T.A PRESENTE EDICIÓN
29
nuscritos, nosotros preferimos normalmente las lecciones de
éstos. No podemos asegurar que hayamos acertado siempre
en la elección del texto — aunque lo hemos intentado — . Quien
prefiera otra lección la tendrá siempre a su alcance en el
aparato crítico.
Otro de los problemas que se nos planteaba, ante el
rimero de originales para la imprenta, era el de su más
adecuada clasificación y ordenación.
Una primera dificultad era la clasificación de los escritos
predicados de Avila en sermones y pláticas. No es fácil en
ocasiones deslindar, particularmente teniendo en cuenta que
Avila es siempre igualmente elocuente — aun en sus cartas
y en el Audi filia — y que el P. Díaz, al eliminar de los
tratados la mayor parte de los elementos característicos, nos
ha privado de los datos necesarios. Por otra parte, los co-
pistas no distinguen siempre con claridad. Y así una ins-
trucción que hizo el P. Avila sobre el arte de confesar, figu-
ra en el correspondiente manuscrito como "Sermón que hizo
el reverendo P. Juan de Avila a los clérigos de Granada
para saber confesar" 10°. Además, en algún caso el separar
una plática, clarísimamente tal, del resto de los sermones
que versan sobre una misma materia, supondría cierta con-
fusión y duplicidad en la ordenación total de los sermones
y pláticas 101 . Por esto, después de alguna reflexión, opta-
mos por establecer la división entre pláticas y sermones,
partiendo de los temas en ellos tratados, división que viene
a coincidir, salvo muv contabas excepciones, con la distjn-
ción más exigente entre lo que es un sermón y una plática
o instrucción.
Esto se relaciona con el segundo punto a resolver: el de
la distribución más lógica y útil de los distintos sermones.
No podía bastarnos la triple división del P. Díaz. Creímos
que lo más acertado era distribuir la totalidad de los ser-
mones en dos grupos generales o ciclos: 1) Ciclo tempo-
ral, siguiendo el año litúrgico, y 2) Ciclo santoral, por el
orden en que se celebran las fiestas de los santos a lo largo
del año.
El ciclo temporal lo dividimos en tres secciones: a) ser-
" «Esta manera de verdadera y sólida elocuencia se verá en mu-
chos lugares de las escrituras de este Padre, mayormente en sus
cartas... Y el que quisiere ver algunos lugares de' sus escritos tra-
tados con grande elocuencia, lea en el Audi filia, el c. 32..., y lea
también en este mismo libro el c. 68...» (Granada, Vida, p. i.a,"c. 2,
§ 5, ff. 14 v, 15 v : Obras. XIV, pp. 233, 235).
100 Roma, Bibl. Xaz. Vitt. Emm. II, Ms. Ges. 1372, f. 257 r :
plát. 5.
101 Tal es el caso del primero de los clásicos «tratados del Espíri-
tu Santo, que empieza : «No tomo tema en esta plática que tengo
de hacer», el cual habría que separarlo de lo restante que predicó
sobre Espíritu Santo, y que forma de sí cierta unidad.
30
INTRODUCCIÓN A LOS SERMONES
mones de tiempo, que comprende todos los sermones de do-
mingos, fiestas y días feriales no incluidos en las dos seccio-
nes siguientes, que tienen dentro del pensamiento avilino
una acusada personalidad; b) sermones del Espíritu Santo;
c) sermones del Santísimo Sacramento. Mayor dificultad en-
traña la interna sistematización de esta última sección euca-
rística, pues no nos consta siempre la ocasión en que fue-
ron predicados. ¡Habló tantas veces del Santísimo Sacramen-
to! 102 . Agrupamos primero los sermones que se refieren al
día de Jueves Santo, y a continuación vienen la mayoría, que
hablan de mil aspectos del Santísimo Sacramento, tomando
pie de algún texto escriturístico. Son notables entre ellos
los que explanan el evangelio de la fiesta del Corpus. Estos
— más de la mitad de los sermones del Sacramento — van dis-
puestos siguiendo el orden de numeración de los correspon-
dientes versículos, que comentan, del capítulo 6 de San Juan.
No tenemos esta disposición por arbitraria, puesto que nos
consta por Fr. Luis que este evangelio de la fiesta del Corpus
Christi fué objeto de una atención especial por parte del
Mtro. Avila, el cual "escribió", como él nos dice, "más de
cien pliegos de escritura sobre el evangelio de fiesta tan
gloriosa" i0:t.
El ciclo santoral consta de dos secciones: a) sermones de
Nuestra Señora y b)¡ sermones de santos, tanto los de fies-
tas particulares como los de común (de evangelistas, por
ejemplo), y, además, un buen sermón Pro defunctis,
A su vez, las pláticas, que llevarán su introducción espe-
cial, se distribuyen en otras dos secciones: a) pláticas a
sacerdotes y b) pláticas a monjas.
Por lo que se refiere a la parte técnica de la edición, todo
igual que en el tomlo I. Unicamente advertimos que, con el
objeto de facilitar la lectura e inteligencia de los sermones
y pláticas, se le ha dado a cada uno un título que reflejara
el pensamiento central, y se ha dividido el texto, si no era
muy breve, con epígrafes intercalados. Para mayor fideli-
dad, se han utilizado, siempre que ha sido posible, expresio-
nes del mismo P. Avila. En este II tomo amplío la expresión
de mi gratitud, por su colaboración inteligente en la trans-
cripción, cotejo, verificación de citas, corrección de pruebas
y confección de índices, a mi hermano Ramón, a Daniel Za-
ballos Boyero y a las señoritas María Berta Pallares Gar-
zón, Petra Sánchez Gómez, Manolita Duque Sánchez y Euge-
nia Pascual Rodríguez.
102 Cf. Granada, Vida, p. 2.\ § 8, f. 52 r^v : Obras, XIV, p. 288.
1,13 Vida, p. 2.a, § 8, ff. 51 v - 52 r : Obras, XIV, p. 288.
MANUSCRITOS UTILIZADOS
31
MANUSCRITOS UTILIZADOS PARA ESTA
EDICION DE LOS SERMONES
a) Autógrafos:
Oña, Arch. de Loyola, Ms. Est. 8, plut. 4, n. 55 bis : serm. 16, 17, 73.
Roma, Bibl. Vallicelliana, Ms. H 76 : serm. 74.
b) Apógrafos:
Barcelona, Bibl. Univ., Ms. 1064 : serm. 5 [1].
Barcelona, Bibl. Univ., Ms. 1069 : serm. 5 [1].
El Escorial, Bibl. Monasterio, Ms. & III 21 : serm. 22, 58, 6i„ 65 [2],
72, 79-
Madrid, Arch. Curia Toledo S. I., Ms. 20 bis : serm. 81.
Madrid, Bibl. Nacional, Ms. 5689 : serm. 1 [i], 67.
Madrid, Bibl. Nacional, Ms. 6311 : serm. 4, 55, 69.
Madrid, Real Academia Historia, Ms. 11-10-2/19 : serm. 69.
Madrid, Real Academia Historia, Ms. 27-2 E/37 : serm. 76, 79.
Oña, Aroh. de Loyola, Ms. Est. 8, plut. 4, n. 55 bis : serm. 2, 3, 6,
7, 8, 9, 10, 13, 14, 15, 16, 17, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 26, 31, 62, 82.
Valencia, Colegio Corpus Christi, Bibl. Patriarca, Ms. 1049 : ser-
món 1 [2], 3, 5 [2], 11, 12, 15, 18, 25, 28, 37, 55, 58, 66, 68, 71, 80.
Londres, British Museum, Ms. Add. 20, 915 : serm. 77.
Roma, Bibl. Naz. Centr. Vittorio Emm. II, Ms. Ges. 1372 : serm. 23,
41, 49, 78.
Santiago de Chile, Arch. Nac, Fondo antiguo, Ms. 131 : serm. 59.
Portada de la Tercera parte de las obras (Sevilla 1603)
CICLO TEMPORAL
a) SERMONES DE TIEMPO
1 [1] ¡Grande es el día del Señor, y muy
terrible! *
Domingo I de Adviento. Zafra.
(B. Ni M.. Ms. 5689, ff. 46 r - 63 v.)
Magnus cnim dies Domini, et terribilis valde, et
quis substincbit eum? (Ioel [z, n]).
Exordio Considerando el profeta Joel este día que todos
esperamos, y creo que tememos — o tenemos por
5 qué temer — , aquel riguroso día del juicio, que el Señor tiene
amenazado que ha de venir; sintiendo esto el profecía como
se debe sentir y como lo sienten aquellos a quien Dios lo da
a entender, dijo: ¡Grande es el día del Señor y muy terrible!
¿Quién lo sufrirá? ¿Quién lo podrá sufrir aquel peso grande
0 de aquel día? Leo rugit, dijo el profecía Amos, quis non
timebit? El león brama, ¿quién no temerá? Amenaza Dios,
¿quién no íemblará? Sedebami solus quoniam comminatione
replevisti me, dijo el profeía Jeremías: Sentábame solo y es-
taba temblando, porque, Señor, me henchiste de amenazas.
5 ¿Quién será ían esforzado, ían jusíificado, que, meíiendo la
mano en su pecho, no íerná mucho que íemer aquel día, y,
lo que más íerrible es, que será ían esírecho que no podrá
valer hermano a hermano, ni sanio a pecador, ni la abogada
1 tcrribilcs j| 12 quoniam] gratia
* Damos este sermón según las dos formas en que aparece en
los correspondientes Mss. de la Biblioteca Nacional y de la Biblio-
teca del Patriarca, de Valencia. El Ms. de la Nacional dice expre-
samente : «Del P. Mtro. A'vila» (f. 46 r). Sobre este mismo tema :
Mágnus cnim dies Domini, i'ban, :por lo menos, tres copias de ser-
mones entre los que se enviaron a Roma para el proceso de beatifi-
cación. Cf. t. 1, pp. XXXI1I-XXXV, núms. 7, 23, 26.
o Ioel 2. 11.
11 Cf. Am. 3, S.
14 Cf. Ier. 15, 17.
¿.Avila
2
34
SERMONES. CICLO TEMPORAL
de los pecadores, la Virgen nuestra Señora, no podrá reme-
20 diar a nadie? Tan derecha estará la vara del juez, tan deter-
minado estará Dios de dar a cada uno según sus obras, que
ni aprovechará su sangre, ni su pasión, ni su bendita Madre.
Decid: ¿es razón que nos ponga esto en cuidado para que
miremos lo que nos conviene antes que nuestra vida se acabe,
25 antes que venga este día, antes que se nos acabe la luz?
Alcemos los ojos a vos ahora, Señora, que es tiempo. Alcan-
zarnos la gracia.
Día de cuenta ¡Grande es el día del Señor y muy espan-
estrecha table! ¿Quién lo sufrirá? Sacaréis de aques-
30 te sermón que roguéis mucho al Señor que
os libre de su ira, y desdichado del hombre que está puesto
por terrero de la justicia de Dios y que emplee Dios su es-
pada en ferirlo y su justicia en castigarlo. ¡Cómo lo despe-
dazará un león tan bravísimo! Horrendum est incidere in
36 manus Dei viventis. Desventurado de un hombre que ha de
ser entregado en manos de la justicia de Dios. ¡Lábranos,
Señor, de la tu ira!
¡Grande es el día del Señor! ¿Quién lo sufrirá? ¿Qué tan
grande es? Un día es que terná en sí todos los días hasta
40 el fin del mundo. Aquel día será suma de todo el tiempo.
Como contáis: uno, dos, tres, y, en llegando al diez, ponéis
uno que contiene todos aquéllos, así en aquel día, como en
suma, se ha de pedir cuenta de todos los días de la vida de
todos los hombres. En aquel día se pedirá cuenta de todos
45 ios días. En aquel día se pedirá cuenta a Adán de ochocientos
años, y al otro de novecientos, y al otro de ochenta, y a cada
uno, de los que en este mundo vivió. ¡Grande día es aquél,
o para bien o para mal. La cuenta y el norte de todos los
días será aquel día. A quien en aquel día le fuere bien, bien
50 le habrá ido en todos sus días, y a quien mal, [mal] le ha-
brá ido en todos sus días. Hacé cuenta que no hay otro día
sino aquél. No os ataviéis más de para aquel día; en com-
poneros para él gasta todos esotros días. ¡Gran día es, por-
que es día de cuenta de todos los días! ¡Oh qué cosa tan
55 recia para la vida que vivimos!
Palabra recia: día de cuenta grande. ¡Pobre de mí!, que
decía Job. Aunque yo tenga buena cuenta y justa delante
de Dios, no osaré parecer. Cuenta habernos de dar a Dios de
lo que hablamos, obramos, dejamos de obrar, de lo que pen-
60 samos; hasta una palabra viciosa. ¿Quién osara creer esto,
29 Ioel 2, XI.
3.5 Hebr. 10, 31.
38 Ioel 2, 11.
46 Cf. Gen. 5.
56 Of. Iob 14, 13 s.
I [i], dom. i de adviento
35
si Dios por su misma boca no lo predicara? Dolor, ¡ay!,
cierto, grande, porque es día de grande cuenta. ¿Qué ma-
yordomo de señor está obligado a dar tal cuenta como aquel
día ha de dar el cristiano a su Dios? Si a un hombre dan
5 una poca de hacienda, da cuenta de cómo la gastó, pero no
le toman cuenta qué habló o qué pensó en gastarla. Una
mujer basta servir bien a su marido. No le toman cuenta de
las palabras que dice. No hay cuenta tan estrecha como será
tomada aquel día a cada uno de cuantos aquí estamos. Cuenta
N> de lo que pecaste tú y tus hijos, criados, vasallos y perro-
quianos. Cuenta de lo que pudiérades remediar y no lo re-
mediastes. ¡Oh cuenta tan nueva!, cuando le pidan a uno:
¿Por qué jugaste? —Señor, no jugué. — Jugó tu hijo, y
porque no lo castigaste y derramaste lágrimas en mi acata-
5 miento: "¡Señor, hacéme bueno mi hijo, hacé que sea vues-
tro siervo!", por el descuido que tuviste en castigarlo y
rogarme por él, porque tu hijo jugó y fué malo, serás cas-
tigado como si tú jugaras.
¡Oh cuán amargas serán aquel día las riquezas super-
¡0 fluas, las risas, el perdimiento de tiempo! Día grande, por-
que es día de gran cuenta. ¿Quién se hallará justo en aquel
día? Omnes gressus meos dinumeraverunt , dice Pablo. Pues-
to está Dios en talaya, contando todos mis pasos. ■ — ¿Qué
pasos son éstos? ¿Son los pasos del cuerpo? — No; que no
5 sería mucho ser un hombre tan cuerdo que no diese paso sin
propósito. Pero estos pasos del ánima... Y éstos, ¿quién los
tendrá atados? Los movimientos, los pensamientos, los de-
seos: éstos son los pasos del ánima. El gozo, el enojar y no
enojarse, ¿quién terná cuenta con tantas pasiones? San Cre-
cí gorio sobre este paso dice: De todo momento de momento
te pedirá Dios cuenta cómo lo gastaste. ¡Desventurado de
aquel que no cuenta por momentos ni por horas, ni aun por
días, sino que todo el tiempo gasta perdido, y aun plega al
Señor que no sea en ofensas suyas. Todos mis pasos cuenta
6 Dios. Todos los cabellos de vuestra cabeza, dice Cristo, son
contados. Si me sirviéredes, llevar[o]s he en cuerpo y en
alma al cielo, a todos enteros os galardonaré; y ansí, si fué-
redes malos, a todos enteros os castigaré. Y como no le
quedará cosa sin galardón, no le quedará cosa sin castigo;
> de lo mal que hecistes, de lo que mal pensastes, de lo que
mal hablastes, de todo daréis cuenta.
Cumpliré con eso, dice Dios: scrutabor Hierusalem in lu-
fa Cf. Iob 14, 16 ; 3i, 4.
91 Cf. San Gregorio Magno, Moral., 1. 12, c. 16, 20 • 1 21
. Q ". MT. 7;. ívVi • t/-..
73 jugaste] no add. ras
Mt. 10, 30 ; Xc. '12, 7.
36
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cernís. ¿Quién es Hierusalem? El ánima pacífica, el ánima
que está en gracia, que hace buenas obras. No me conten-
105 taré, dice Dios, de pedirle cuenta por qué no heciste limosna,
por qué no oístes misa, por qué no hecistes obras de caridad,
sino que también la pediré cómo las hecistes, con qué cora-
zón, con qué intención rezastes, si por provecho propio o
por honra vana. Yo tomaré — 'Dios— una hacha — mi eterna
no sabiduría — y andaré por los rincones de tu alma, porque
muchas obras que parecen agora de oro, serán en aquel día
estimadas por de lodo, y aunque agora no se vean, entonces
se parecerá si te movió la carne o la caridad a hacerlas. Yo
examinaré tus buenas obras, dice Dios a Hierusalén. Señor,
H5 ¿quién sufrirá este día de tan espantable cuenta? Quid enim
faciam cum venerit ad íudicium Deus, et cum quaesierit quid
respondebo?, decía el santo Job. ¿Qué es esto? ¿Sabréisme
decir qué cosicosa que mientras uno tiene peor cuenta menos
cuidado tiene? ¿Quién hay entre todos nosotros tan santo
120 que dijese de sí mismo: non reprehendit me cor meum in tota
vita mea, no me ha reprehendido mi corazón en toda mi vida ?
Que vais por Zafra y preguntad a cuantos topáredes: Decid,
hermano, ¿habéis hecho algo en vuestra vida o alguna obra
que os haya reprehendido vuestro corazón, que os haya di-
125 cho: Mal hacéis?, que os dirán: Padre, muchas veces apenas
hago cosa que no me reprehenda. ¡Qué alegre andaría Job,
tan sigura su conciencia, pues, de buenas obras! El lo cuen-
ta : yo fui pie al cojo y ojo al ciego, padre de los huérfanos :
esto era porque cubrían los vellocinos de sus ovejas su des-
130 nudez, Y con todo esto, decía: Un cuidado traigo con mi
ánima, que no me deja descansar: ¿qué haré cuando Dios
se levantare al juicio, o qué le responderé? ¡Oh palabra que
condena nuestro descuido y nuestra falsa siguridad! Si los
hombres que ansí viven están temblando, ¿qué harán los
135 que con mil leguas no llegan a la bondad de aquéllos?
San Jerónimo bienaventurado dice que, durmiendo y co-
miendo y andando, siempre andaba temblando y le parecía
que sonaba en sus orejas aquella voz de aquella espantable
trompeta: Levantaos, muertos, venid a juicio. Este bien-
140 aventurado teme tanto, y un hombre que no es San Jerónimo,
sino que ha bibido pecados como agua, ni sabe si ha de haber
juicio, ni teme aquel día ni al juez. Pues, ¡triste de mí!,
quien tiene esta señal os da cuenta que el juicio será contra
vosotros, ¿y no tembláis antes que venga? Decí: ¿Tenéis
145 hincado este clavo en vuestro corazón, quítaos este cuidado
103 Soph. 1, 12.
117 Cf. Iob 31, 14
120 Cf. Iob 27, 6.
128 Iob 29, 15.
132 Iob 31, 14.
[l]. DOM. 1 DE ADVIENTO
37
el dormir de noche y el comer de día? Conozco yo personas
a quien Dios por su misericordia quiere dar conocimiento de
este dia y sentimiento que les quita el sueño y la comida, y
aún más adelante. Brava cosa será, aquel día que esperamos,
150 pedir Dios cuenta tan estrecha. ¿Paréceos que debe poner
esto en cuidado a un hombre? Debía de haber en aquellos
tiempos algunos santillos locos, como agora también los hay,
que decían: "¡Oh si viniese ya el juicio!", a los cuales re-
prehende Jeremías diciendo: Vae desiderantibus diem Do-
155 mini! San Jerónimo, sobre estas palabras, dice: "Por santo,
por justo que seas, tiembla de aquel día, que, aunque San
Pablo dice : No hallo cosa en mi conciencia que me reprehen-
da, luego dice: Nihil tamen mihi conscius suum; pero, con
todo esto, no tengo certidumbre de mí, si estoy siguro".
160 Aunque tú no halles en ti cosa que te reprehenda, es justo
que tiembles y pienses que quizá halla en ti aquella sabiduría
infinita (que sabe más de ti que tú mismo) alguna cosa con
que justamente te condene, y no la sepas tú; y por esto es
muy justo que temas como los santos y los justos lo hacen.
165 Señales que pre- Gran día es éste. ¿Por qué grand[e] ?
cederán el juicio Es grande de cuenta, grande de parte
del juez, y grande de parte de los juz-
gados, y grande de parte del castigo. Bienaventurado el que
estuviere en pie este día. ¿Queréis saber cuán grande día es?
170 Miraldo a la víspera, qué tales serán las señales que pre-
cederán aquel día.
¿Habéis oído a los muchachos que representan las Sibilas
la noche de Navidad? Dicen allí que los árboles sudarán
sangre, la mar se secará, los animales y peces bramarán.
175 ¿Si son estas cosas verdades o no? San Jerónimo dice que
las halló en los libros de los judíos, y dicen que no tienen
mucha auctoridad; y Santo Tomás a la letra dice que no
tienen mucha auctoridad. Grandes cosas son éstas; pero si
bien miramos, las palabras que en el Evangelio decimos
180 — dice la misma Verdad, Aquel que sabe lo por venir — , lo
mismo que las Sibilas nos dicen y aun mucho más; y
aunque no lo diga por las mismas palabras, de lo que dice
se infiere, pues dice: Habrá señales en el sol y luna y estre-
llas; dará la mar 'bramidos; serán tantas las señales de Dios,
161 ti] sí
155 Am. 5, 18.
Í58 Cf. 1 Cor. 4, 4.
175 Cf. San Pedro DamianÍ, Op. 59 De novissimis et Antechris-
to, c. 4 : ML 145, &40.
178 Santo Tomás DE Aqi ino, Suppl. q. 73, a. 1 : «Signa vero
quae Hieronymus pqnit, non asserit, sed in annalibus Hebraeorum
se ea seripta reperisse dieit. Quae etiam val de paruni verisimilitu-
dinis habent».
38
SERMONES. CICLO TEMPORAL
185 que los hombres se secarán viendo lo que acontecerá. Rué-
goos que me digáis: ¿qué será aquello que ha de acaecer,
que de vello se secarán los hombres de espanto, que bramará
la mar y temblará la tierra, y caerse han las estrellas y se-
carse han los hombres del sentimiento que traerán de ver lo
190 que en todo el mundo acaecerá? Será tan grande el senti-
miento que en todo el mundo habrá, que la tierra temblará,
los árboles se arrancarán de raíz, la mar dará bramidos con
sus ondas, las estrellas se caerán. No se caerán, sino que
caerán tantas cometas, que verdaderamente parecerá a los
1&5 hombres, y dirán: Las estrellas se caen. Aullarán las aves
y las bestias, las piedras se darán unas con otras; será cosa
espantable de ver lo que pasará. Cuando Dios crió al hom-
bre, todas las cosas crió para su servicio, y justa cosa es
que, pues Dios crió todo para el servicio del hombre, que
200 todo haga sentimiento cuando castigare al hombre.
¡Oh Rey eterno! Cuán justamente hacéis esto en aquel
día para que los hombres os teman, pues ahora no os qui-
sieron amar, habiendo tantas causas para ello, para que
aquéllos sepan que ha de venir a juzgar vivos y muertos y
205 para que sepan que viene aquel día el Altísimo, que estén
todos aparejados. Pues si tal, Señor, es la víspera, ¿qué
tal será el día? Dios nos dé gracia que nos vaya bien. En
él enviará Dios fuego que queme cuanto topare por delante.
Caerse han las casas, allanarse ha todo; quemará a todos
210 los hombres: a los malos será principio de infierno, y a los
buenos purgatorio, y en muy breve tiempo dará tanta pena,
que a los que merecieren cincuenta años de purgatorio, en
una hora se purgarán, y pasarán tantos trabajos en aquella
hora como en los cincuenta años de purgatorio. Estarán
215 por ahí los hombres quemados, hechos hacinas; todo estará
desolado; escurecerse ha el sol y la luna y estrellas, y, como
dicen los profetas, el día del Señor, día de escuridad, no
es día, signó tinieblas, hasta que venga aquella trompeta
que suene: Surgite, mortui, venite ad iudicium. Por vuestra
220 vida que apeléis de aquella citación. ¡Voz de virtud!
Dice San Juan en el Apocalipsi: Et vidi thronum mag-
num candidum, vide una silla altísima, y la silla era gran-
de y "blanca y estaba sentado en ella un rey de tanta ma-
jestad, que delante su acatamiento huye el cielo y la tierra.
223 ¿Qué cosa fué ver venir a Cristo en la primera venida, tan
manso, tan sin majestad, estimado el postrero de los hom-
bres; y en la segunda venida está sentado en una silla de
i8q Of. Le. 2i, 2S s.; Mt. 24, 29.
195 Cf. Os. 10, 8.
216 Cf. Ioel 2, 10 ; 3, 15
219 Cf. 1 Cor. 15, 52.
224 Apoc. 21, ir.
I [i]. DOM. I PE ADVIENTO
39
tanta majestad, que dice San Juan que es tan espantable,
que el cielo y la tierra huyan delante de él, y Daniel dice
¡30 que la silla era de fuego?
— ¿Qué hacéis, cielos? ¿Por qué no osáis estar delante
de su acatamiento? ¿Qué habéis hecho, qué habéis pecado?
¿Por qué huís, que nunca habéis, después que Dios os crió,
traspasado sus mandamientos? Pues ¿por qué huís? — No
35 osamos parecer delante de Aquel de quien en otra parte
está escripto que delante su acatamiento tiemblan los pode-
ríos del cielo y le adoran las dominaciones. — ¿De qué
tiemblan? ¿E han por ventura pecado? — E no, que en
gracia los crió Dios, y nunca cayeron de ella. — Pues ¿de
¡40 qué tiemblan los poderíos y serafines? — De ver una ma-
jestad tan profunda estamos espantados, aunque no nos
haya de condenar. Como cuando vos estáis junto a la mar,
aunque está sigura y toda pareja, y vos fuera, de ver una
cosa tan honda, estáis temblando, aunque estáis en salvo;
'46 veis un pozo hondísimo, aunque vos estáis fuera y siguro
de no caer, tembláis de ver aquella hondura; ansí tiemblan
los poderíos de ver aquella grandeza inmensa de Dios, aunque
están siguros: es un temor reverencial. Está un hombre en
su casa enojado como un león, castigando a sus esclavos
!50 que han hecho mal, y está el hijo acullá temblando, aunque
no ha hecho por qué merezca castigo. — ¿Por qué estáis
temblando, niño? — De ver a mi padre tan enojado con
sus esclavos. Será tan grande la vergüenza de aquel día,
que, aunque estén siguros, estarán temblando. Ultionem
255 accipiam et non resistet mihi, dice Dios: yo tomaré ven-
ganza de los hombres malos, y no habrá hombre que me
vaya a la mano. Cosa brava ver el rencor que tendrá Dios
aquel día.
Resurrección y Ya esta voz la mar dará los muertos
!G0 venida del juez 3ue tiene en sí, y las sepulturas dieron
todos los que tenían, y el infierno los
que tenía; todos los muertos se levantan a la voz de aque-
lla trompeta. Cada ánima irá a tomar su cuerpo; aunque
esté muy lejas tierras sustanciado, tornará Dios a hacello;
565 este cuerpo mesmo que agora tenemos será galardonado o
castigado. Todos dice San Juan que resucitarán; no cuenta
reyes ni obispos ni títulos; como nacimos todos iguales,
pareceremos iguales: en una sola cosa habrá diferencia: en
las buenas obras. Y dice San Juan más adelante que, a
230 Cf. Dan. 7, q.
237 Miss. Rom.. Ordo Miss., pracfat.
257 Cf. Is. 47, 3.
262 Cf. 1 Cor. 15, 52 ; Apoc. 20, 13.
266 Cf. lo. 11, 25 e.
40
SERMONES. CICLO TEMPORAL
270 aquella voz, se abrirán los libros. Y Daniel dice: Aperti
sunt libri, et alius liber apertus est, qui est <vitae. Abrié-
ronse los libros, y abrióse otro libro, que es el de ta vida.
Mas ¿quién os podrá contar el llanto que harán los malos
cuando les mande Dios entrar en sus cuerpos, que estarán
275 escuros, hediondos y pesados? Llorarán porque saben que
serán más atormentados con ellos. Espantarse ha el alma y
no querrá entrar. Decid, malaventurado, ¿no es éste vues-
tro cuerpo querido, no es éste vuestro ídolo, que lo rega-
lábades tanto, que lo amábades tanto y más que a Dios?
280 ¡Tarde habéis acudido! ¿No oístes a Jesucristo, que dice:
Quien aborrece su propia vida, ése la guarda? Si vos allá la
aborreciérades, ahora lo amáredes. Entrad como quien en-
tra en cárcel, porque habéis de estar juntos a padecer los
que ifuistes compañeros al pecar. Los buenos tomarán sus
285 cuerpos con alegría, entrarán en los compañeros de su
bondad. Levantarse han todos.
¿Quién os contará la venida del juez? Dice Joel que
estarán todos en el valle de Josafat. No entendáis que es-
tarán todos en el suelo: Dios hará que quepan todos. ¿Qué
290 será ver allí todos los hombres que Dios ha criado y criará?
Estarán temblando, esperando al juez. Verná aquel Rey
omnipotente, y porque no digan los hombres que recusan
a Dios y no lo quieren por juez, que es cosa recia que la
Divinidad juzgue a un hombre, por eso verná Jesucristo
295 Dios y hombre. Nolite extollere in altum cornu vestrum.
Mirá hombres cómo vivís, que no es vuestro juez otro hom-
bre como vosotros, sino Dios y hombre. Habiendo tal juez,
¿quién se atreverá? Deus iudicium tuum regi da, pedía el
santo David, et iustitiam tuam filio regis. Dad, Señor, el
300 poder de juzgar a vuestro hijo; y San Juan dice: Potesta-
tem dedit ei iudicium faceré quia filius hominis est. Dió
poder el Padre Eterno que hombre juzgue a los hombres,
que venga a juzgar el que fué juzgado. Dios y hombre, hijo
de la Virgen, será juez. ¡Bendita sea su misiricordia, que,
305 si un hombre se determinare de guardar sus mandamientos,
en aquel día será juez el que es carne de sus carnes! ¡Gran
confianza para el que bien vive, gran bien para los que
bien viven! No viene a juzgar Dios en cuanto Dios, porque
los malos en aquel día no verán )a Divinidad de Dios, por-
310 que no se puede ver sin alegría. Y porque los malaventura-
do Apoc. 20, 12.
271 Cf. Dan. 7, ro.
272 Apoc. 20, 12.
281 lo. 12, 25 ; Me. S, 35 ; Le. 17, 33.
288 Cf. Ioel 3, 12.
205 Ps. 74, 6.
300 Ps. 71, 2.
301 lo. s, 27.
I [i]. DOM. I DE ADVIENTO
41
dos no tengan siquiera aquella alegría, no verán sino la
humanidad de Jesucristo; y mostrárseles ha tan airado, que
dice San Juan Grisóstomo que querrían más pasar un gran
tormento, el mayor que hobiese, que no ver la cara de Dios.
515 En aquel día dirán: Caed, montes, sobre nosotros y cubrid-
nos, matarnos porque no veamos el cordero.
Viene el Juez. Aparecerá su cruz acompañada de ánge-
les, arcángeles, querubines y serafines. Y vernán los após-
toles y verná la Virgen Nuestra Señora, cada uno en su
520 orden. Así te vernán a juzgar; y si una cosa que ves acá
en este mundo te espanta y te tiene suspenso, ¿qué hará
ver aquella compañía? ¿Qué dirán los de acá bajo cuando
vean venir del cielo tantas gentes? ¿Qué darán entonces los
hombres por saber a qué parte estaré? Aunque ya casi
525 todos lo sabrán, que en la muerte lo sabe cada uno. Apa-
recerá Cristo con sus llagas, que allí las tendrá. Apare-
cerán aquellos clavos, aparecerá su cruz. Resplandecerán más
que el sol. Cuando vean los infieles que el que viene a juz^
gar trae por estandarte la cruz, darán gritos. Tune plangent
50 omnes tribus terrae. ¡Ah, desventurados de nosotros, que
no conocíamos a Aquel que viene a juzgar! ¿Quién son los
tribus de la tierra? Los infieles y los malos cristianos. Llo-
rarán los infieles porque no creyeron, y los malos cristianos,
porque aquella cruz fué fatigas y deshonras, y ellos an-
55 duvieron al revés; y dirán: Yo aborrecí a lo que en aque-
lla cruz Dios amó. Caérseles ha el corazón de dolor y de
espanto.
El Juicio: se abren Sentarse ha el Juez a juzgar. Abrir-
los libros se han los libros, que son las con-
10 ciencias, y abrirse ha otro libro, que
es de la vida. Cuando un señor tiene un mayordomo, demás
de los libros del mayordomo, tiene el señor otro libro, en
que escribe él la cuenta, porque no lo engañe el mayor-
domo. Abrirse han las conciencias y abrirse ha allí el libro
t5 de la vida, y a quien no estuviere escripto en aquel libror
echarlo han en el infierno para siempre. ¡Oh quién viere-
aquel libro para saber si estoy escripto en él! ¿Cómo puedo
sosegar, ni dormir, ni comer, hasta saber si estoy allí, a lo
menos por conjeturas?
10 Allí aparecerán las conciencias claras, más que las ma-
nos delante del sol. Aparecerá lo que hecistes y dijistes; lo
que pensastes en vuestros corazones aparecerá delante de
314 Cf. San Juan Crisóstomo, De Lázaro, conc. 6, 2: MG 48, 1030.
316 Cf. Apoc. 6, 16 ; Le. 23, 30.
330 Mt. 24, 30.
341 Apoc. 20, 12.
346 Cf. Apoc. 20, 15.
42
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Dios y de los hombres y ángeles y demonios. ¡Desventu-
rados de los hiprócritas, que parecen uno y son otro; de
355 los traidores doblados y de los sucios, a los cuales dice
Dios: Revelabo pudenda tua in facie tua. Yo revolveré ese
costal al revés, yo revelaré tus miserias en presencia de
todos! ¿Quién creyera esto si Dios no lo dijera? Quae in
cubilibus dixistis in tectis praedicantur . Palabras son de
360 Dios. So pena de herejes, se han de creer. .Lo que hablastes
a [e~\scuras, a la oreja, predicado se ha por los tejados. ¿No
bastará esto para que seamos buenos y para que hagamos
lo que hacía y decía San Pablo: Abdicamus occulta dede-
coris? Razón es que tengan los hombres los pensamientos
365 y corazones tan limpios y que vivan tan bien, que, aunque
tuviesen agujeros hechos por sus celdas y los mirasen, no
les viesen hacer cosas sino que fuesen dignas de hacerse en
la plaza. ¿No es razón que nos ponga espanto para que
miremos lo que hacemos, que diga Dios: Lo que hecistes
370 en vuestra cama y en vuestro rincón, en los tejados y en
las plazas será predicado? ¡Oh qué bien dice San Pablo:
Nolite ante tempus iudicare! No juzguéis a nadie antes de
tiempo, que, si juicio deseáis, un día verná en que todo el
bien y el mal que hiciéredes, todo el mundo lo ha de saber.
375 ¿Qué harán los vergonzosos en aquel día, las casadas que
aman a otros que no son sus maridos, las que parecen ser
doncellas, que, si les dijesen los pecados que han hecho
delante de toda (Zafra, dirían: Yo no quiero antes ayunar a
pan y agua y sufrir cada día mil azotes, antes que tal
380 sea! Pues ¿qué harán cuando parecieren delante de Dios y
de cuantas criaturas ha criado y criará? Allí será el ver-
dadero mofar que dice David. ¿Qué dirán los justos miran-
do a los malos? Ecce homo qui non posuit Deum adiutorem
suum. Mirá lo que pasaba cuando estaba en su cama, mirá
385 cuán otro era de lo que parecía.
Si me preguntáis qué es el juicio...- No basta, señor, que,
cuando uno muere, fuese salvo o condenado, sino que haya
otro juicio general, para que entendáis que la propia pena
de hombre, en cuanto hombre, es avergonzallo. Azotes no
390 es propia pena de hombres, porque también se los dan a una
bestia y lo siente; como el quemarlo con fuegos también lo
sentirá la bestia. La propia pena del hombre es avergon-
zarlos, que esto no puede recebir la bestia, ni siente que la
avergüenzan. La mayor pena del hombre es decille en su
356 fació || 373 el] tiemiw add. ms [¡ 383 nou] qui non add.
3'OI \JL. 1V1L. IO,
364 2 Cor. 4, 2.
373 1 Cor. 4> 5.
384 Ps. 5:, 9.
I [i]. DOM. I DE ADVIENTO
43
95 cara: Esto hecistes, y no lo pueda negar. Y porque no que-
den los buenos sin galardón y sin fama de su bien, ni el malo
sin su mala fama, y porque han muerto muchos que al pa-
recer del mundo eran malos y delante de Dios buenos, y otros
al contrario, por eso dice: Yo traeré un día en que cada uno
00 sea tenido por quien verdaderamente es, en que salgan todas
las cosas a la luz. ¿Qué hará en aquel día quien mal pleito
tiene? ¿Qué harán los sucios y metidos en cosas vergon-
zosas, que darían la vida porque no se supiesen sus mise-
rias? Abrirse han los libros, descubrirse han las conciencias.
55 Allí se parecerá qué tela ha urdido cada uno. ¿Qué será ver
aquel mofar y burlar? Mirá el perezoso, mirá el hipróquita.
¡Dios nos libre de tal vergüenza! ¿Temes acá no te aver-
güencen, no te saquen en un cadahalso? Aquel día, aquella
vergüenza eterna es verdaderamente de temer: ser pregona-
do do por traidor en la corte de Dios.
Abrense los libros. Dad acá. ¿Qué habéis hecho? ¿En
qué habéis gastado vuestros días? ¡Cuán descuidados, dirán
los .miserables, estábamos de esto; no pensábamos que había
de venir este día, no nos parecía que había de haber tan
15 estrecha cuenta ! Non est Deus in conspectu eius, decía David.
Ni tienen los malos a Dios delante de sus ojos. Como si no
hobiese Dios, ansí viven. No se les da nada: Dios murió por
mí. Tanto se acuerdan de ello, ni tan pocas gracias le dan,
como si no hobiese muerto; y tus juicios, dice David, no los
20 ponen delante de sí. Auferentur iudicia tua a facie eius. Di:
¿por qué no pones delante de ti los castigos que Dios ha
hecho en semejantes pecados que los tuyos? ¿Por qué no
escarmientas en aquellos a quien Dios ha castigado, para
ejemplo tuyo? Dice David: "Yo tomaré la mujer ajena, no
í5 lo sabrá nadie". Dice Dios: Yo te castigaré en público. Pu-
blicado fué el pecado de David y público el castigo, que su
hijo Absalón, cuando su padre huía, tomó las mujeres de
su padre y en la plaza, delante de todos, en castigo de su
padre, hizo maldad con ellas. Dice Dios: Tú pecaste en as-
W condido, yo te castigaré en público. Cuando el malo quiere
pecar, ¿por qué no se acuerda de esto? ¡Cuántos hay que
por seguir oficios y honras se fueron al infierno! ¡Cuántos
lujuriosos murieron en el mismo pecado! ¿Por qué no con-
sideras si serás uno de aquéllos?; porque ¿qué diferencia
55 hay entre ti y aquéllos, porque no te pueda acontecer lo
que a ellos? Va uno en pecado mortal por una calle, cae una
teja o una pared, y mátalo en un punto, y va a arder en los
infiernos para siempre jamás. Juicios son de Dios. ¿Por qué
427 Asodón
420 Ps. 10, 5.
429 Cf. 2 Reg. ii, 2 6S. ; 16, 21 s.
44
SERMONES. CICLO TEMPORAL
no escarmientas en cabeza ajena? Los malos echan de sí los
440 juicios de Dios, ni miran cómo ha castigado a los malos ni
temen sus juicios.
Si a Dios sirviéredes, y te viniere algún mal por guardar
sus palabras, no tengas pena, acuérdate cuántos ha librado
Dios por guardar sus palabras. A Susana de aquel testimo-
445 nio de aquellos malos viejos cómo la libró Dios sin saber
ella por dónde. No temas perdimiento de hacienda ni de
vida, ni deshonra por Dios. Acuérdate, si quieres ser bue-
no, cuántos buenos ha librado Dios de semejantes trabajos.
"Dad acá cuenta". ¡Oh Señor!, y qué palabra tan nueva
450 para los mancebos y aun para los viejos. "Dad acá cuenta".
Señor, yo no pensé que había de haber otra cuenta, sino
hablar, rondar, murmurar, alzar los ojos a la[s] ventanas y
a cosas defendidas. No pensé que tal había de haber. ¡Des-
venturado de aquel que vive como si no viviese y como si no
455 bobiese de dar cuenta!
Juicio de los Y abrirán primero el libro de los buenos
buenos 'Y hallará en sus conciencias que en esta
vida tovieron temor de Dios, y en sus co-
razones sellada su ley; hallará alguno que no pecó mortal-
400 mente en su vida. ¡Qué alabanzas darán éstos a Dios! "¡Ben-
dito seáis vos, Señor, que nunca os fui traidor en toda mi
vida!" Hallarán otros que hicieron un pecado mortal o dos,
y duróles un rato el pecar, y toda la vida el llorar y los ci-
licios. Y una sentencia: Yo me vengaré de mi pecado que
465 pequé. Otros pecarán muchos pecados y después los mismos
pecados les eran aguijón para hacer penitencia: Mucho he
pecado, ¿qué haré por Dios? Unos se iban al desierto a
llorarlos como María Madalena y Egicíaca; y si mucho pe-
caron, mucho trabajaron por Dios, y fueron buenos porque
470 supieron bien llorar. Allí parecerán las limosnas y los per-
dones, las diciplinas, el pensar y orar, el temor y amor de
Dios. ¡Qué placer será, al tiempo del coger, haber sembrado
lágrimas y coger alegría, haber sembrado tierra y coger cie-
lo! ¡Con qué alegría estará aquel Redentor viendo que no
4"?5 Se perdió su sangre! ¡Con qué cara tan alegre los mirará!
¡Cómo les dirá: Venid, benditos de mi Padre! ¡Bienaven-
turados ellos! ¡Enhorabuena los parió su madre, pues tales
palabras oirán! Venid, benditos. ¿Adonde los convidáis que
vayan, Señor? A mí, Dios, que es todos los bienes; y decir
480 Dios: Venid a mí, es decir Dios: Venid a todos los bienes.
Yo seré vuestro descanso, porque trabajastes por mí, por-
que fuistes mis compañeros en la cruz, porque amastes mi
446 Dan. 13.
440 Cf. Le. 16, 2.
478 Mt. 25, 34.
I [ij. DOM. I DE ADVIENTO
45
ley y mandamientos. Ni por prosperidades del mundo ni
por persecuciones os apartastes de mí. Vení a mí. Ego dis-
85 ponam vobis regnum: Yo os dispongo mi reino, como mi
Padre a mí. ¡Bendito seáis vos, Señor! ¡Qué bendiciones,
qué aleluya, aleluya, qué Laúdate Dominum, qué música,
qué cantares cantarán! ¡Bendito seáis vos, Señor!; poco
trabajamos y muchos nos dais. Andad aoá a mí. ¿No os
acordáis que iam non erit fletus, contra priora transierunt,
que ya lo había prometido? ¿No está escrito que Dios
había prometido que había de limpiar las lágrimas, las
cuales ha de limpiar con su mano qui est merces operis?
Ya no habrá trabajos ni más tentación, ni dolor de egida
95 ni de estómago; no te quejarás ya más. Ven a mí; ya no
más angustia, no tormento, ni pena ni culpa. Descansad
ya conmigo. Venid, benditos de mi Padre.
¡Quién conociese en esta vida los que han de ir al cielo,
para echarme a sus pies, y darles mil besos y echalles mil
>'<'J bendiciones! Traba jastes conmigo, venid y descansad. El
reino que yo gané, venid, y gozaréis de él. Venid a ser
reyes y a reinar conmigo. Hecistes vos, Señor, reino en que
andáis. Más vale en el cielo ser el más chiquito que acá
ser señor de todo el mundo. El más chiquito de állá es ma-
¡05 yor que el mayor de acá. Si deseáis ser reyes, allí lo seréis
para siempre. Venid, poseed el reino que está aparejado
desde el principio; desde que Dios os dió ser está aparejado,
porque no es tierra ni oro nuestro reino, ni plata, sino el
mismo Dios. Corona spei meae ornata est gloria. ¡Bpndito
•10 seas tú, Señor; tú eres la corona de mi esperanza, la co-
rona que porná Dios en tu cabeza! El mismo Dios sprá tu
corona, tu esposo, tu bien, tu galardón. San Pablo: Et erit
Deus omnia in ómnibus. Será Dios todas las cosas ?n ton" o*.
¡Qué buen reino, qué buena alegría! Mira si puedes poner
515 tacha en Dios. Andad acá, poseed mi reino, porque os está
aparejado, porque guardas tú mi ley, y principalmente la
de la caridad, porque hube hambre, sed, desnudo era, estu-
ve en la cárcel, enfermo, y socorrísteme, no habrá trompe-
tas para decir estas palabras. Por estas cosas os doy el
520 reino e.terno para siempre jamás. Señor, ¿cuándo te vimos
enfermo y desnudo? — En verdad os digo, dirá Aquel que
es para siempre bendito — en la razón el deseo — : Lo que
a uno de estos que fueron menospreciados, lo que a uno de
486 Le. 22, 29.
490 Cf. Apoc. 21, A.
492 Apoc. 7, 17 ; Is. 25, 8.
49S Cf. Gen. 1 s, 1 ; Le. 10, 7; 1 Tim. s. J8.
497 Mt. 25, 34-'
507 Mt. 25, 34-
■¡09 Cf. 1 Thess. 2, 19.
513 Cf. 1 Cor. 15. 28.
46
SERMONES. CICLO TEMPORAL
estos chiquitos hecistes, a mí lo hecistes. Yo os lo tomaré
K25 en cuenta. Más valdrá allí la blanca que distes por amor
de Dios que el cuento de renta que te quedó. Más vale la
saya de frisa que vestiste a la pobre que la de brocado que
te quedó en el arca. ¡Oh obra de misericordia!, ¿cómo no
andamos desalados, naciendo bien a prójimos, por hacer
530 bien, por dar un buen consejo? Hermano, ¡qué gran paga
te está guardada! Todo lo que hicieres por Cristo lo reci-
birá como si a El mismo lo hicieras.
Juicio de los ¡Oh si nos fuéramos agora a casa! ¡Oh
malos si no hobiera malos! La miel que tenía
536 echóla en hablar a los buenos. Y cuando
vuelve la cabeza al de mano izquierda..., Señor, por tus
llagas, por las bofetadas que en tu cara recibiste, no nos
vamos a tu mano izquierda; entonces dirá el Rey Jesú...
Si de vello acá tan airado decían: Montes, caed sobre nos-
540 otros; ¿qué será cuando Dios acueste su cara airada para
ellos? ¡Y que no nos metamos en un rincón de ver a Dios
airado y enojado! Aparece Dios — ¿qué digo Dios?, aun
ángel y aun profecía — y tiembla. ¿De qué tembláis?, ¿qué
habéis?, ¿no sois justo?, ¿no es de Dios?, ¿no os atrae men-
545 saje suyo? ¿De qué tentéis? ¡Es tanto temor ver un ángel
en comparación de la flaqueza humana, aunque venga de
paz! ¿Tanto temor tiene? ¿Qué, ¡ay!, qué hará ver a Dios
enojado? ¡Qué linda oración: Ab ira tua libera me Domine!
No se os olvide, Señor; líbrame de tu ira; no te vean mis
550 ojos enojado. Atribúlame aquí, quémame aquí, dice San
Agustín, porque aquel día de tu juicio halle yo misericor-
dia en tu acatamiento. Isaías dice: gravis est furia eius ad
-portandam. Verná Dios con furor y con enojo. Pesada
cosa, ¿quién lo sufrirá? Pesada cosa es el enojo de Dios
555 y tener Dios los labios llenos de indinación y su lengua
llena de reprehensiones, más aguda para reñir que una
navaja.
Porná Dios los ojos en ellos: Hombre, yo te crié del
limo de la tierra, yo te di el ser que tienes; y fuiste tan
560 malo, que con el ser que te di me ofendiste; con la lengua
que te di para que me alabases, blasfemaste mi nombre;
con los pies que te di, diste pasos contra mí; con las
armas que te di, con esas mismas me combatiste. Yo te
di pan y te mantuve, y con el cuerpo que yo te mantuve,
565 con el mismo me ofendiste, con el corazón pensaste abomi-
naciones. ¿Puede ser cosa más fea y mala que andar un
524 Mt. 25, 34-4o-
539 Apoc. 6, 16.
549 Lítaniac Sanctorum.
552 Cf. San Agustín, Enarrat. in Ps. 11, 6 : ML 36, 1158.
553 Cf. Is. 30, 27.
I [i]. DOM. I DF. ADVIENTO
47
hombre trabajando y sudando, día y noche, en el campo
para mantener a su mujer y que con el mismo manteni-
miento y dinero que su marido le da le esté ofendiendo?
►70 Gran mal. Después que pecaste, ¿no pudiera yo decirte jus-
tamente: vete al infierno, y porque pecaste? Quise más espe-
rarte porque te salvases y díjete: Pecado has, fornicado has
con muchos amadores, tórnate a mí. Enviéte predicadores que
te lo predicasen, confesores que te lo avisasen, viste muchos
•75 morir; y todo esto enviaba para tu remedio, que no te quería
condenar, sino salvar. Híceme hombre; por remediarte, entré
en el vientre de esta doncella que está aquí; lloré de frío
en el pesebre de Belén; de ocho días nacido derramé sangre
por ti; ves aquí la cruz en que padecí; ves aquí las llagas
¡80 que sufrí; despreciaste mi vida y la mucha sangre que
derramé. In vanum laboraivi. Ven acá, págame lo que pasé.
¿Qué responderá el que no tiene más cuenta de lo que
padeció por él que si no lo padeciera? Dame tu vida, que
es mía; cuando te batizaron te tomé para casa, ¿por qué
«5 ensuciaste mi casa?, ¿por qué te mataste tú a ti? Págame
mis trabajos y tu precio. Avisándote: Haz penitencia, no
me lastimes más con irte al infierno que me lastimó la
cruz. Yo me puse en la cruz por matar tus pecados y tú
no quesiste aparta [r] te de ellos. Más pena me das pecando
'90 que la cruz; que en la cruz subí de gana, y voluntad, y
los pecados háceslos contra mi voluntad. ¿Por qué te has
querido más perder que ganar? Oíste mi palabra y no te que-
siste enmendar; y no quería condenarte y tú te condenas,
pues que, después de esto, ni heciste penitencia ni te apa-
¡95 rejaste para este día, aparéjaste para esta sentencia.
Aparejaos, gentes, para la sentencia que habéis de oír:
Apartaos de mí, malditos de mi Padre, al fuego que está
aparejado al demonio y a sus ángeles. Si no podemos,
dice San Agustín, sufrir un pequeñito fuego ni trueno,
300 ¿quién sufrirá el tronido de aquéllas palabras dichas por
la boca^ de Dios? Esta es la palabra de que dijo Dios:
Yo haré una palabra que a quien la oyere le rechinen las
orejas. ¿Huistes de mí, huistes de la caridad, huistes de
mí? Yo huiré de vosotros. ¿No me quesistes? Apartaos de
¡05 mí para siempre. ¿Dónde irá un hombre, echándolo Dios
de sí? ¿Hay otro Dios como tú que lo reciba? Palabra re-
cia: ¡Apartaos de mí, malditos de mi Padre! Bien dijo Da-
vid: Yo le rogué con la bendición, dice Dios, y no la qui-
sieron; que sean agora malditos. Maldijo Dios a la higuera
573 Cf. Ier. 3, r.
581 Cf. Is. 49, 4.
598 Mt. 25, 41.
'601 Cf. San Agustín, Serm. 301, 8-9 : ML 30, 1^44 s.
609 Cf. Ps. 108, 18. ^ JV *™
4S
SERMONES. CICLO TEMPORA!
610 y luego se secó. Malditos van de Dios, no darán más fruto,
no harán cosa buena, mientras Dios fuere Dios. La cama
donde los echan es buena. Apartaos de mi. ¿Dónde? Al
fuego eterno.
No os espantéis que estemos hoy mucho en el sermón,
615 que es día de fuego, día de cuenta, día de ancho, día de
quema de condenados, de echados al infierno por boca de
Dios.
Delicados, ¿quién lo sufrirá? No puede sufrir la mano
un poco en el fuego, ¿cómo sufrirá él del infierno para
620 siempre, que sin comparación es muy más recio que el de
acá? Que así como las cosas de la Vieja Ley eran figúra-
les de la ley de gracia: el cordero pascual, de Cristo; el
pan cenceño, de la limpieza de la conciencia; así es el
fuego de acá: es figura y como pintado en comparación
625 del infierno. Y si no pudiste correr con los de a pie, ¿cómo
correrás con ios de a caballo? Si los menores trabajos te
ponen tanta impaciencia y tanta pena te dan, ¿cómo podrás
sufrir los mayores? Si una pulga no te deja dormir, y si
se te mete en un oído te incita y darías cuanta hacienda
630 tienes porque te la sacasen, ¿cómo podrás sufrir un fuego
que todos los trabajos de acá comparados a él son como
pintados? ¿Has ido algún día a la cárcel? ¿Has visto
atormentar algún hombre? Por la boca de Cristo, dice:
Entregarlo a los atormentadores. Una mujer delicada, que
636 no puede dormir sino [en] su cama blanda, entregada a los
atormentadores, ¿qué será? Esaías: Praeparata enim metri-
menta eius ignis et ligna multa, etc. Aparejada está, ¿y
sabéis qué hay en ella? Hay mucho fuego en ella, que son
barcinas de cuerpos de los malaventurados y fuego del
640 mismo infierno y los demonios y atormentadores y atizado-
res; y si ellos se cansan de soplar, hay un soplo del Señor
como río de piedra [a]zuifre que lo encienda, que esté siempre
soplando. Y si algún día fuere Dios flaco, el fuego enfla-
quecerse ha; mas como Dios es infinito, durará el fuego
645 para siempre, arderá el fuego mientras Dios fuere Dios.
Fuego y eterno. Enciende Nabucodonosor fuego. ¿Para
qué? Para quemar aquellos tres niños. Echan sarmientos
y cuescos de oliva y reciana, arde tanto que subía la llama
por cima del horno cuarenta y nueve codos en alto. Fué
650 tan grande la llama, que quemó a los mismos que andaban
encendiendo y atizando el fuego, mentado sobre todos los
fuegos. Sube cuarenta codos en alto, no llega a los cin-
cuenta ni llegará mientras Dios durare. ¿Qué es cincuenta?
621-622 eran figúrales] gran figura es
653 cincuenta,] cuarenta
6io Me. ii, 11-14. 20-21.
622 Cf. 1 Cor. 10, 11.
634 Cf. Mti 18, 34.
652 Cf. Dan. 3, 19 ss. 46 ss.
I [i]. DOM. I DE ADVIENTO
49
Año e[s] de perdón, año de descanso, de jubileo. No llegará
>55 a cinco, porque para siempre no dejarán de ser malaventu-
rados ni de ser quien son. Y el fuego sale del horno y que-
ma a los que están atizando. Con el mismo fuego se queman
los demonios. ¿Cómo quema el fuego espíritus? Preguntár-
selo a Dios. Guardaos, no vais allá: que ahora sea... Como
60 dice Santo Tomás: Dios sabe cómo lo ha de hacer, el fuego
atormenta a malos y a demonios. ¿Cómo no nos vamos
al campo y hacemos penitencia, por no vernos en fuego
para siempre? Vida es ésta para hombres que tal esperan,
los al fuego que está aparejado al diablo y sus ánge-
65 les; y pues fuistes vasallo suyo, id a su reino. El es fan-
tástigo, amador de su voluntad; vos fuistes lo miesmo; pues
sed compañeros con él en la pena, pues lo fuistes en la culpa.
¿Por qué, Señor, por qué? Porque hube hambre y no me
distes de comer, desnudo fui y no me vestistes. Señoras,
70 ¿no son buenas para esto vuestras joyas, en vuestras mi-
serias, que os vernán? Vuestras riquezas se pudrieron,
vuestras sayas se comieron de polilla, a vuestro oro y
plata le cayó orín. Decid: ¿No valiera más haber cubierto
a Jesucristo que está desnudo con ellas, que no comerse de
75 polilla? ¿Por qué infierno, Señor? Porque no guardastes
mi ley, y principalmente la de caridad. Señor, misericordia.
Tarde acudistes. ¿Nunca os predicaron que dijo Santiago
mi apóstol, que está aquí, que juicio sin misericordia será
hecho a los que no tuvieron misericordia con sus prójimos?
80 En acabando de hablar Moisén, ábrese la tierra y traga
a los de ¡[DJatán y Abirón y decienden al infierno en cuerpo
y en alma. En acabando de hablar Dios, ábrese la tierra y
decienden en cuerpo y ánimas al centro de ellas, ciérrase
la tierra con candados tan fuertes y recios, que mientras
185 Dios fuere Dios, aquellos de aquella cárcel, aquella pocilga
miserable, nunca saldrán. Libera me Domine de morte aeier-
na. Allí suciedades, malos humores. Allí, encerrados en
aquellas mazmorras, siempre andarán en el fuego, llenos de
grandísima escuridad; ternán fuego y no descanso, fuego
90 como de calera, escurísimo humo que los haga llorar;
pero no echarán lágrimas porque no descansen, que el
llorar descansa, sino un lloro regañado. ¡Oh qué pellisco
darán los demonios a los malos! Y dirá[n] a uno: Predi-
cador fuiste, ¿cómo predicabas?; predícanos un sermón.
¡95 Dirán a otro: sacerdote fuiste, ¿cómo decías misa? ¡Qué
parla, qué escarnio! Para un dolor de ijada, para una
<56i Santo Tomás de Aqui.no, Suppl. q. 70, a 3.
669 Mt. 25, 42-43-
679 Iac. 2, 1-3.
682 Cf. Num. 16, 27 : Ps. 105, 17.
686 Rit. Rom., tit. 6, c. 3 : Exequial ordo, 8.
50
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nonada es menester paciencia, y no lo puedes soportar,
¿qué hará aquello, cuando se paren a pensar: ya ha diez
años que estamos aqui, ya ha ciento, ya ha mil? ¿Cuándo
700 habernos de saber cuándo se ha de acabar? Responderles
han los demonios: Presto os quejáis, aun no habéis co-
menzado; cuando se acabe Dios, se acabarán.
¡Oh deleite, y cuán gravemente serás atormentado!
¡Oh pecado!, ¿por qué no nos dicís el mal que nos has de
705 hacer? Desque sepan que para siempre han de penar, mal-
dirán a sus padres, a lo que hicieron, a lo que comieron;
blasfemarán de Dios y maldecillo han, y a cuanto crió, y
no les pesará de ello. Veis aquí el cantar del infierno; y así
como los del cielo serán bienaventurados para siempre y
710 estarán en descanso, así los malaventurados estarán para
siempre en gemidos y en dolores y en angustias. ¡Qué de
llantos que harán y no echarán lágrimas! ¡Tal hay, y no
somos buenos! Veis aquí en qué paran los malos y en qué
paran los que pecan. Hermanos, ansí pasa como lo digo,
715 y no es nada, ¡pobre de mí!, que, si nos asomásemos por
un agujero a verlo, temblaríamos. Más mal de que se puede
decir. Como Dios se esmera en hacer bien a los del cielo,
así se esmera en castigar a los del infierno.
Peroración ¿^ué remedio? ¿Es razon <lue se Pase ^ la
720 vida? ¡Quién fuese por esas calles y se echa-
sen a los pies de todos y les dijese: Hermanos, si no lo
hacéis por Dios, haceldo por vosotros; mirá que sois deli-
cados, que por allegar un poco de ceniza derramáis la ha-
rina. Para todo tienes seso, y no lo tienes para esto que
725 tanto te va, que, aunque te digan: Infierno hay para siem-
pre, no obra en ti más que si no te lo dijesen. Pues no
alegaréis después inorancia. ¿Queréis un secreto? Unas co-
sas reveló Dios a unos profetas y no a otros. Unas a David
y no a Esaías; otras a Esaías y no a Jeremías. Para lo
730 que toca al día del juicio, a todos por boca de todos está
dicho, porque no puedan decir los malos que no se lo dijeron-
Y el mismo Dios que vino acá, por su boca bendita lo pre-
dicó. Predicado por boca de Dios y predicado por boca
de todos, para que diga aquel día lo que dice Esaías: Num-
735 quid non audistis? Testigo pongo a Dios y a sus ángeles;
yo discargo mi conciencia; en nombre de Dios os lo digo:
Juicio hay, paraíso hay para siempre e infierno hay para
siempre. Si mal camino lleváis, yo os lo aviso, yo lavo mis
manos. Plega a Dios por su misericordia que tengáis abiertos
740 los ojos para ver lo que haremos.
735 Cf. Rom. io, 18.
I [2]. DOM. I DE ADVIENTO
51
Ante iudicium para iudicium Ubi et antequam loquaris
di[s]ce. Cuando fueres citado ante un juez, mira lo que te
quiere antes que te pregunte. Citados estamos en causas cri-
minales. Antes que Dios te pregunte, mira lo que has de
45 responder. Mete la mano en tu pecho: si los pecados que
has hecho los has llorado, si has pagado lo que debes, si
has perdonado; no te acaezca que haya día, en el cual no
pienses, que ha de ser el postrero. No pongáis en aventura
aquello en que tanto os va. ¿Quién osa acostarse en su cama
50 con un pecado mortal? ¡Cuántos se han acostado buenos y
amanecido muertos! Decí: ¿No os podéis morir? ¡Y que
ponga yo en quizá el ir al infierno o al cielo! Quiero tomar
el camino más siguro. Y si yo entendiese que para salvarme
era mejor irme al campo y llorar allí toda mi vida, lo haría.
55 ¿Quién es aquel que en caso de salvarse mira nada? ¡Que
se ponga del lodo la hacienda! No cortéis con mazo, sino con
navaja; no miréis a hijos ni a honra. Rompé donde os tocare.
Dios corta con navaja. Si al infierno voy, ¿qué se me da
que quede mi hijo rico? Hombres, no pongamos en aventura
50 cosa en que tanto nos va.
¿Qué haremos? Hacé lo que dice San Pablo: Hace juicio
acá de vos; si oyéredes la voz del Señor, dice David, no en-
durezcáis vuestros corazones. Hacé cuenta que estos días
que hay de aquí a pascua, que os lo da Dios para que hagáis
55 juicio de vos. Mirá vuestra conciencia; pagá lo que debéis;
perdoná las injurias; salí de vuestros pecados y no me que-
de nadie que no se confiese y comulgue para recebir al Niño
que ha de nacer, que representa la Iglesia que nace; y ha-
llándoos así apercebidos, daros ha gracia y después gloria,
70 quam mihi et vobis praestare dignetur.
1 [2] ¡Grande es el día del Señor, y muy
terrible! *
(Vallencia, BáfoJ. Col. Patriarca, Ms. 1049. f f . 30 r - 53 v).
Magnus dics Domini. Quis potcrit substinere? (Iocl
[2, «] )•
Exordio Hemos de hablar de la ira del juicio de Dios. Una
cosa he visto, dice Esaías, que me ha dado mu-
5 cha pena, visio dura. ¿Qué? Unas nuevas recias os traigo,
unos torbellinos, cosas horribles, una cosa que me ha es-
pantado y marchitado el corazón. Dice el profeta que le
767 confieso || 770 dignetur] finís add.
743 Cf. Eccli. i8, 19. 763 Ps. 94, 8.
761 Cf. 1 Cor. 11, 31 s.
* En el índice del Ms. de Valencia escribió el Bto. Juan de Ri-
bera el título : «De iudicio finali».
52
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mandó Dios llevar unas nuevas a uno que había de morir
presto, o él o su hijo, no sé quién de ellos. Duras nuevas
10 te traigo, dice el profeta: Que te has de morir. Si en todo
el año me siento alcanzado para predicar y decir lo que el
tiempo pide, es aqueste. No alcanzo yo el intento de Dios
en mandar que hombre se suba aquí a predicar a hombres
él día del juicio de Dios y el día de la cuenta estrecha que
15 se ha de tomar a los hombres. Recia cosa que predique
el riguroso juicio de Dios uno de los que han de ser juz-
gados. Linda cosa que fuese pregonado por juez uno de
muchos malhechores, uno que ha de ser juzgado, porque
fué compañero con los mismos en la misma maldad. Una
20 recia nueva os traigo, hermanos míos: Que hay día de juicio;
que nos ha de juzgar Dios a todos los que estamos aquí y
a todos los, nacidos; un día de cuenta ha de venir a donde
se nos ha de pedir estrecha razón de todo lo bueno que
hacemos y de todo lo malo, y del más pequeño pensamiento.
25 Como yo digo esto, tiemblo y deshágome; y los descuidados,
que no saben de cuenta, dirán: No es mucho eso, que no
será tanto. Dígoos que será tan espantoso aquel día, que no
nos aprovechará, como dicen los muchachos: ¡Ay, madre!
No nos valdrá aquel día la Virgen, Madre [de] Dios, aunque
30 ia llamemos para nuestro socorro.
Las doncellas locas por eso no fueron, porque aguarda-
ron a proveerse tarde de lo que habían de proveer tempra-
no. Era menester tener proveído de aceite, y acordaron a
la media noche a decir: Daca aceite. A la burla agora acor-
35 dáis ; proveyérades os con tiempo. Van a llamar a la puerta
del esposo, y díceles: En verdad que no os conozco. No es
tiempo aquel de socorro. Ya es tarde. Lo que no allegaste
en la niñez, ¿cómo lo hallarás en la vejez? ¿Quién guarda
allá? Lo que en esta vida no se pide a Dios, ¿en otra
40 cómo se hallará? Si no queréis él día del juicio oír: No os
conozco, pedildo ahora. Dad a nuestro Señor Dios la gloria
antes que anochezca, antes que os veáis cercados de las
tinieblas de la justicia de Dios; dad gloria a este Señor, y
si le habéis ofendido, pedilde perdón; dad a vos deshonra,
45 que habéis sido malo, que habéis sido traidor y desobediente;
y a la que os ha hecho y hace mil cuentos de bienes, antes
que nos anochezca, llamemos a nuestra Madre y supliqué-
mosle se acuerde desde agora para entonces: Acordaos, Se-
ñora, de mí en aquel espantable día que aun los justos tem-
50 blarán de verse delante aquella poderosa majestad, en la
cual vendrá vuestro Hijo. Desde ahora os lo suplico, Virgen
bendita.
50 temblarán] ele ver miel.
lo Cf. 4 Reg. 20, i ss. ; Is. 3S, 1-2:
36 Cf. Mt. 2,s, 8 ss.
I [a], DOM. I DK ADVIENTO
53
Y porque para hablar de este día es menester particular
gracia, para que hablemos lo que él quiere y obremos lo
55 que él manda... Mayormente que el mesmo Señor, hablando
de este día, dice: El que twiere oídos oya. Cuando el Señor
nos manda tener atención, mucho hay que mirar. ¿Qué dice
San Mateo? Aquellos que hacen maldad serán metidos en
el fuego del infierno. ¿Qué sentirá un hombre malo cuando
60 oye esto? ¡Qué negra salsa, y qué amarga, que diga Dios
una palabra: que habrá tal manera de tormentos y tan es-
pantosos que se verifique lo que sus santos y él han dicho.
¡Oh justicia de Dios, que el que acá no tenía misericordia
de los pobres, el que acá estaba tan frío de caridad que no
65 hacía ni una limosna a su hermano, sino que todo el calor
era para calentarse y amarse a sí, allá padezca tan riguroso
frío que se les tiemblen los dientes! Y de allí los pasarán
a tan ardientes fuegos, que en un punto los abrasarán y no
se acabarán. El que tiene oídos para oír, oya. Y cuando les
70 hobo predicado, preguntóles: ¿Entendistes todas estas cosas?
¡Cuán terrible y espantoso es aquel día! No sin misterio
pregunta Jesucristo si entendieron, porque no todo hombre
que tiene oídos es verdadero oidor de esta palabra de este
Señor.
"75 A tus escogidos, que te temen, dales un señal para que
sean librados de castigo, para que les aproveche tanto el
amenaza, e imprima tanto el temor, que se aparten riel mal
obrar; y el espanto nos haga servirle y amarle y adorarle
por virtud de las santas palabras que aquí se os dirán en
80 el santo nombre suyo. Es menester para que se os digan
la gracia del Espíritu Santo. Supliquemos a nuestra Señora
no[s] alcance gracia. Y para más obligalla, recémosle el
Ave, María.
Día de cuenta El día que hacen aucto de inquisición co-
85 estrecha múnmente salen tarde, comen a las dos o
a las tres. Hoy es día de los condenados
de la inquisición de Dios. Habíamos de estar aquí todo el
día. No os maravilléis si saldremos tarde.
¡Gran día del Señor y espantable, y durará — y pensa-
90 réis que mucho — un abrir y cerrar de ojo! Grande es el día
del Señor, terrible cosa es y maravillosa, ¿y quién estará en
pie, quién le sufrirá? Dios nos consuele. ¿Y qué esperamos?
No penséis que diré lo que siento. No podré, por cierto. Si
os lo predicara uno del cielo y no temiera, temblárades;
95 pero quien anda en coso, quien aquel día ha de ser juzgado
ei tal] tan
70 Mt. 13, 51.
gq¡ Ioel 2, 11.
54
SERMONES. CICLO TEMPORAL
también como cualquiera de los que estamos aquí, ¿qué os
puede decir? No habrá en aquel día chismerías ni murmu-
raciones: No hizo bien, sí hizo bien. Todo cesará. Todo el
mundo obedecerá. El malaventurado condenado, mal que le
100 pese, irá con su compaña; y el en buen hora nacido, alaban-
do a su Redemptor, irá también a su lugar, que es el cielo.
Lo primero que se os debe asentar en vuestras entrañas
es que ciertamente vendrá aquel día. No os engañe el diablo
con pensamientos. Certís[im] amenté será así, que vendrá
105 el día a do Dios nos pedirá estrechísima cuenta de todo
punto malo o bueno [que] hacemos. "Señor, yo me vi en
un tiempo encenagado y que no me tenía otra cosa que no
cayese en el lago de mis maldades, decía San Agustín, si no
me acordara del día de mi muerte y del juicio, y esto me
HO tuvo para que no me perdiese". ¡Día hay de cuenta, que
hemos de dar a Dios de nuestros hechos, deseos y dichos*
No se engañe el parlero, el carnal, el malquisto, el cudicioso,
el soberbio, el ambicioso; no se engañe, que allí nos habe-
rnos de ver.
115 Allí nos examinarán y aclararán quién es cada uno, y
se le dará el pago que han merecido sus obras; porque, ya
que callasen los profetas la fe, decidme: ¿Llamaríades vos
buen corregidor o juez al que dejase de castigar los malos y
les hiciese bien, aun a los que fuesen traidores; y que maltra-
120 tase a los buenos, y les persiguiese hasta la muerte, y no
les agradeciese y remunerase los bienes que hiciesen? Pues
decid: Vos veis en esta vida a un adúltero, a una mujer
mala, a uno que blasfema de Dios y bebe la sangre de sus
prójimos, robándoles la hacienda y la fama, juzgando las
125 vidas de ellos en este mundo, prosperado y acatado, que
todos le quiten el bonete y lo asienten en el mejor lugar.
¿Pareceros ha que sería buena justicia de Dios que se
pasease a su placer, sin que pagase el mal que tiene hecho?
¿Pues cómo? Que al que hace mal, que le hagan bien, mi-
130 sericordia es, que no justicia, cual a otra que pasa mil
muertes y penas por no casarse y por guardar su virginidad,
y que la royan y murmuren, que la juzguen y persigan; y
que al otro, porque le vean pacífico y manso y no vengador,
y qui[e]nquiera se le atreva a perseguirlo y maltratarlo.
135 ¿Qué justicia es que a los que merecen horca enviarles
premio, y a los que merecen premios y bienes enviarles tan-
tos males? ¿Qué ley es ésta? ¿E qué Dios es este que
tal sufre? No penséis otros, sino que es Dios muy justo, y
no hace agravio a nadie; y creed que verná día en el cual
140 irá la cosa por su cabal. Pues que en esta vida no se hace
justicia a los buenos ni se castigan los malos, otro día ha-
iio San Agustín, Confess., L 6, c. 16, 26 : ML 32, 732.
[»], DOM. I DE ADVIENTO
55
brá, sin duda, a do los buenos habrán galardón y los malos
serán castigados.
Nadie titubee en esto, que se enoja Dios en gran manera
145 que se crea de El otra cosa. Y al que dijere otra cosa, dice
Dios que le castigará gravemente, y por alto que sea. No
me quedará por visitar príncipes, hijos de reyes y los que
tienen vestiduras ajenas (sobre los que adoraban ídolos quie-
ren decir, que se vestían ciertas vestiduras extrañas cuando
150 sacrificaban sobreasentados en sus haces, en sus pecados).
Recísimamente se queja Dios de quien tal dice por la boca.
Mal habéis hablado, dice Dios a su pueblo. Dicen ellos: ¿Qué
hemos dicho? ¿Pensáis que no lo he oído? Habéis dicho:
Vano es el que sirve a Dios; ¿y qué provecho tenemos por-
155 que hemos guardado sus mandamientos y porque hemos
andado tristes delante del Señor de los ejércitos? Por tan-
to, ahora decimos:, Bienaventurados los arrogantes y pre-
sumptuosos, pues que en verdad son altos, haciendo mal-
dades, y tentaron a Dios y son hechos salvos, y otras co-
160 sas. Y nota que, por Malaquías, se queja Dios diciendo
enojosas palabras de quien lo dice por palabras y por
quien lo dice de corazón. ¿Qué quiere decir corazón? Vo-
luntad. Los cuales dicen que conocen a Dios, y en los he-
chos lo niegan, como si tal no hubiese de pasar. Tócale en
165 las niñetas de los ojos que creas este día y obres como si
nunca hubiera venido en tu memoria. Veis aquí en verdad
el día que verná encendido como horno y sobrepujará a to-
dos los que hacen maldades. Dice el Señor de los ejércitos:
Mira que verná el día que no dejará a los malos raíz ni si-
170 miente, y a vosotros que teméis mi nombre nacerá el sol de
justicia y la sanidad en sus trabajos. Ansí, pues, asiéntese-
nos en las entrañas que hay día de la cuenta; y mirá qué
tanto caso hace Dios de él, que no haüaréis profeta que no
hable de él, aun en las sebilas, y los infieles y los gentiles
175 dijeron de él, para que sepan los hombres, y ninguno tenga
ignorancia, que ha de haber cuenta de todo lo que bien y
mal hiciere, y que en él ha de dar Dios a cada uno su pago.
¿Para este día no bastaba el juicio particular y la cuen-
ta que se toma a cada uno en la cuenta de la muerte? ¿Para
180 qué otra vez juicio tan público y universal? ¿No es juicio,
empero, aquél?
* ¿Pensábades vos que así habíades de pasar? ¡Como que
había de dejar Dios la honra de sus siervos olvidada! El
ánima estará en el cielo, pero es bien que los ángeles y
185 diablos y santos, y hombres buenos y malos, sepan que
aquél fué siervo de Dios, y que si acá le vieron tan mal
174 Sedilas
147 Cf- Zaeh. io, 3. 169 Cf. Eccli. 10, iS.
159 Mal. 3, 14-15.
56
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tratado de los malos que, al parecer, estaba como olvidado
de Dios, sepan luego todos que no es ansí, que no se olvida
Dios de sus justos y que no les deja sus trabajos sin ga-
190 lardón; que, aunque les galardona en el ánima, no parece
así públicamente su honra como conviene; pues es menes-
ter que se haga universal junta de los hombres y honren
su ánima y también el cuerpo; y que el que fué malo, que
no haya maldad que no sea públicamente castigada; que el
195 que acá fué honrado y malo sea allá deshonrado, para que
sepan todos cómo es Dios justiciero.
Un día ha de hacer Dios en el cual los cielos y la tierra
sepan nuestro bien y nuestro mal. ¡Qué lindo consuelo para
el hipócrita! No hay ninguna cosa, por escondida que sea,
200 que no se descubra en aquel día, y por eso mirad cómo vivis
en lo secreto, que, si otra amenaza no hubiera para aquel
día, ésta bastaba para que un hombre no hiciese cosa que
no deba. Tal vergüenza he yo de pasar que se manifiesten
allí cuantos pensamientos pasan por mí, cuantas livianda-
205 des, cuantas traiciones me han pasado por A pensamiento,
cosa gravísima y afrentosísima, y como que lo tiene Dios
amenazado por el profeta Nahum en el capítulo 3: Descu-
briré en la plaza tus pecados; porque en la justicia de Dios
no hay castigo al hombre como éste: ni fuego ni tormento,
210 ni hambre ni sed, ni cansancio ni cárcel, ni mil cuentos de
males que le vengan, ninguno es tan propio para el hombre
como descubrirle lo malo; porque darle a un hombre ham-
bre, también se la pueden dar a una bestia, y ansí de esotras
penas corporales. ¿Pues cuál castigo será propio del hom-
215 ore? Vergüenza y deshonra. ¡Oh desventurado de ti! ¿En
qué has de pagar lo malo que has hecho? En gran vergüen-
za que pasarás allí delante de todo e'l mundo. Decíme: ¿En
qué cnancillería os han pedido cuenta si hablastes alguna
palabra demasiada o ociosa o un pensamiento sin provecho?
220 No hay tal cnancillería, que no entra conocer de eso en la
juri[s] dicción humana. Pero allá os acusarán el pensamiento
que pasastes allá en lo más profundo de vuestro corazón,
y de lo que consentistes, y de lo que hicistes, y qué no
Jeseastes y no pensastes, porque no sólo se pide el mal que
225 hicistes, sino el bien que dejastes de hacer.
Hablando una vez el Señor de este día, dijo que enviaría
al infierno al que no dió de comer al hambriento y vestir al
desnudo. ¿Pues cómo, Señor? ¿Dile yo hambre?, ¿desnu-
dóle yo?, ¿púsele yo en cárcel? No se engañe nadie que por
213 la] lo
20o Cf. I^c. 12, 2 ; Mt. io, 26.
208 Cf. Nah. j, 5.
228 Cf. Mt. 25, 41 ss.
[aj. DOM. I DE ADVIENTO
230 el bien que no hacéis os condenará Dios, y aun por eso
tiemblan los santos tanto. Mirad aquel justísimo Job: Si de
presto el Señor preguntare, ¿quién le responderá? Los pro-
fetas, cuando hablan de este día, temblando hablan. Sofo-
nías dice de aquel día que es de ira y espanto. Leed acullá
235 en Esaías el capítulo primero, que, estando tan siguro de
él, pensando en aquel día dice que le toman dolores como de
parto. ¿Qué fuera si no estuviérades en salvo? ¿Cómo,
profeta, así tembláis? ¿No os ha acontecido, cuando chiqui-
to, que aunque no habéis hecho ningún mal, [si os] envían a
240 casa y veis a vuestro padre venir, tembláis vos? ¿De qué
tembláis? ¿Qué habéis hecho? Nada. ¿Pues de qué te-
méis? No de otra cosa sino de aqueste mi padre airado.
¡Oh cosa gravísima y terribilísima aquel reprehender de
Dios, aquel inviar a los infiernos en compañía de los demo-
245 nios! Líbrenos El por lo que por nosotros pasó de ver su
cara airada. Es tan grande su majestad, que tiembla el hom-
bre cuando le mira sereno, ¿qué hará cuando le ve airado?
Tiemblan los santos y profetas en sólo el pensamiento de
este día, como hay tal día y que tal día esperamos.
250 No os pase otra cosa por el pensamiento, lo que va de
las cerimonias de la vieja Ley a la verdad significada por
ellas, esta diferencia va de los juicios de este mundo al
juicio de entonces, aunque entren en comparación todos los
castigos que Dios ha hecho a los hombres en el mundo. El
255 castigo de Sodoma y Gomorra, que fueron abrasados ellos y
las otras ciudades de fuego del cielo; el castigo de Hieru-
salem, que no quedó piedra sobre piedra; las guerras, ham-
bres, captiverios, pestilencias que recibieron, es como cosa
de burla a cosa que pasó de verdad. Aun en este día de acá,
2fi0 si vas a un juez, temes de lo hallar airado. ¿ Qué hará cuan-
do vayas delante de Dios? Dijo Jesucristo llorando a aquella
ciudad: ¡Si conocieses y si supieses qué día te está guar-
dado en el cual no se hará lo que tú querrás como agora!
Gozosa estás, Hierusalén, en este día tuyo; ¡si supieses otro
265 día que no será tuyo!; etc. De aquél es el día que obra en
él lo que quiere; y ansí en este mundo el día nuestro es, por-
que está Jesucristo como callando, y si blasfemas tú, si per-
sigues a tus hermanos, si los infamas, si los robas, si les
quitas las mujeres, si les echas a perder las hijas, calla ahora
270 Dios y dice: Dejaldos, que están en su día. — ¿Qué disimu-
lar, qué callar, Señor, es éste? — Dejaldos, dice Dios, que
259 a] o ¡1 262 ciudad] que add.
232 Cf. Iob 31, 14.
234 Soph. 1, 15.
237 Cf. Is. 13, 8 ; 21, 3 ; 26, 17.
256 Gen. 19, 24 ss.
262 Cf. Le. 19, 42.
58 SERMONES. CICLO TEMPORAL
es día suyo. — ¿Cómo?, ¿qué ha[b]ré de quedar mi honra
hollada, mi nombre blasfemado? — Eso no, dice el Señor,
que cuando viniere mi día yo juzgaré a cada uno conforme
275 a su justicia. Esta palabra justicia dos sentidos tiene: o
que en aquel día dará a cada uno lo que merece, o que juz-
gará las buenas obras; y juzgará lo que rezaste, o con qué
atención, o con qué devoción; y si vienes a la iglesia, con
qué intención veniste; si diste limosna, cómo la diste, si de
280 lo ajeno, o de mala gana, o por vanagloria. Aun las vir-
tudes que tenéis juzgará entonces Dios.
Es este que ha de venir el mismo ser que tuvo acá, aun-
que glorificado. El Señor solo será honrado y ensalzado en
aquel día, porque a la verdad es día del Señor de los ejér-
285 citos y será ensalzado sobre todo hombre soberbio. Así, así,
Señor, pues que en tan poco os tienen los hombres, que,
oyendo decir que el Señor manda esto, no lo echan de ver,
más que si fuese mandado de quienquiera. Venga, Señor,
un día en el cual vos mandéis y vuestro mandado sea tenido
290 y vuestro nombre honrado. Este día esperamos, día de cuen-
ta de los bienes y de los males. Día será grande: grande en
lo que habernos de ser apremiados, grande y terrible en el
castigo que de nosotros ha de tomar. ¡Malaventurado de ti
si te cabe la suerte de los malos ! Más te valiera no ser na-
295 cido. ¡Y bendito tú, y en tan dichoso punto nacido, si te
cabe la suerte de los dichosos, amados y escogidos de Dios !
Esperamos estrecha cuenta, y reímonos, locos de nosotros;
llévannos a justiciar, y reímonos. Dende que nacéis hasta
que morís corréis la posta.
300 Señales que pre- — ¿Quién sabe cómo verná este día?
cederán el juicio —-Sólo Dios. —¿No hay alguna seüal?
— ¿Para qué queréis señal? San Hieróni-
mo y San Gregorio dicen que en sus tiempos había muchas
señales. En este nuestro tiempo grande paso se ha dado para
305 este día. Será predicado este evangelio en la redondez de la
tierra. Esta codicia del dinero de las Indias, ¿pensáis que
es en balde? No lo ha Dios por dinero; por estotro anda
Dios: Predicaldes el Evangelio, que cumpliendo se anda ya.
Pues ¿ qué acaecerá antes que ese día venga? La Iglesia y el
310 evangelio, dice: Serán señales en el sol y en la luna; y será
tan terrible aquel día, que no sólo será verdad lo de las
sebildas, pero mucho más adelante. Acontecerá secarse los
275 Cf. Ez. i8, 30; 33, 20.
294 Of. Mt. 26, 24.
304 San Jerónimo, Comm. in ls., 1. 6, c. 14 : ML 24, 222 ; San
Gricgorio Magno, Hom. in Ev., 1. 1, hom. i, 1 : ML 76, 1078.
306 Mt. 24, 14.
308 Cf. Me. 16, 15.
310 Le. si, 25.
I [a], DOM. I DE ADVIENTO
59
hombres de espanto como desquijarados de temor, pensando
y preguntándose unos a otros qué ha de ser esto. En aquel
315 día temblará la tierra, caerse han todos los edificios, vernán
las animalias de los campos bramando, espantados de miedo,
a meterse entre los hombres, temblando de Dios, para que
los que viviendo no temieron a Dios, dice San Gregorio, te-
man y sepan qué cosa es Dios; que hará de buscar el logrero
320 al que debe para restituir, y el encubridor al encubierto, y
el injuriador al 'injuriado para pedirse perdón; el que está
amancebado dejará la mala compañía. ¡Qué de temblores,
qué de espantos, qué de miedos! La lumbre no dará luz, la
luna no dará su lumbre. ¡Qué temor será mirar arriba y ver
325 ej cielo hecho fuego! Todos a [ejscuras, las estrellas pare-
cerán que caen. .
Resurrección y Todos los hombres y mujeres saldrán a
venida del juez aquella voz: que ansí lo dijo Jesucristo,
que sonaría una trompeta (Dios sabe
¿30 cómo). Dirá: Levantaos, muertos, venid al juicio.
Saldrán las ánimas del infierno para tomar sus cuerpos.
¿Qué harán cuando le digan: Entra en tu cuerpo a padecer
y a trabajar de nuevo y a dolerte con nuevos dolores? Un
.-;;erpo malo y espantoso, tenebroso, como para el infierno
?35 c- inviene. ¿Qué dirá la sinventura del ánima? ¡Quitámelo
allá, no vea yo tan mala y triste vida! ¿'Cómo me mandáis
entrar dentro? Dirá Dios: Malaventurada, no se puede hacer
otra cosa, ¿de qué has miedo? ¿No es ése el cuerpo que tú
mucho querías, a quien tú regalabas, a quien dabas los man-
340 jares que te pedía? Entra, entra. No hayas miedo, que darte
tiene tu pago, pues que lo tuviste a desgrado de Dios y no
perdiste el olvido de él. Recíbele, aunque te pese, para junta-
mente padecer con él eternalmente.
Y el ánima bienaventurada, ¿qué dirá? Cuerpo mío, que
345 me ayudaste a ayunar y a padecer hambre, que sin ti no lo
pudiera pasar, anda acá, dichoso tú y en buena hora nacido,
recibe los inefables dones que Dios te tiene aparejados. ¿Qué
será ver tanta gente ajuntada? Estarán todos a escuras, es-
perando lo que ha de ser de ellos y esperando en qué parará.
350 Dice San Pablo : Parecerá también la señal real de la cruz
de Cristo, traerá tan gran luz que ella servirá de sol, como
dice Crisóstomo; traerán los ángeles todas las insignias de
344 él] al
319 San Gregorio Magno, Moral., I. 21, c. 22, 36: ML 76, 211 s.
324 Me. 13, 24.
330 Cf. lo. 5, 25.
330 Cf. Mt. 24, 30.
352 San Juan Crisóstomo, In Mt. Jiom. 76, 3 (MG 58, 608) : «Sol
ob>curabitur, non deletus, sed superatus a lumine illius adventus».
60
SERMONES. CICLO TEMPORAL
la pasión, las armas todas con que venció al mundo, y en-
tonces, cuando vean la cruz, gemirán todos los tribus de la
355 tierra, viendo que reina el Crucificado: los hombres que abo-
rrecían la cruz y los terrenos, el fin de los cuales es la muerte.
Cristo padeció deshonras, y tú, en haciéndote un sinsabor,
no hay quien te sufra de impaciente : enemigo eres de la cruz.
Cristo amó y buscó las deshonras y las padeció, y tú huyes
360 de ellas. Cristo padeció fatigas en su carne con ayunos y
vigilias, caminos y asperezas; tú, muy amigo de comer y
beber, de tu cama y de tu holgura: enemigo eres de la cruz.
Y Cristo, los brazos abiertos y sus manos, para darte a en-
tender su misericordia; tú, cerradas para dar a tus próji-
365 mos. Cristo, abierto su costado de amor; tú, cerradas las
entrañas con los pobres: enemigo de la cruz. Pues a éstos,
por ser tan amigos de sus cuerpos, de sus honras, de sus
intereses, dirá Dios: Ya no es tiempo.
Tras la cruz verná el ejército del gran Rey. ¡Qué de án-
370 geles, qué de arcángeles, qué copiosa multitud de santos!
Dice San Gregorio que los veremos sensiblemente. Vernán
delante de la majestad de su Juez y Señor. La honra de aquel
día, regida por la humanidad que acá tuvo Cristo. Será aquel
día juez universal. Vendrán los apóstoles, para asistir con
375 el juez como está prometido, y verná la Virgen sacratísima.
Luego aparecerá el juez justísimo. El lo dijo: Entonces lo
verán al hijo de la Virgen con gran majestad. Vendrá un
grandísimo resplandor que tiemblen los malos de vello así
resplandecer. Dice el Ap[oc]alipsi, capítulo 6, que recibirán
380 tan grandes desmayos y tormentos, que dirán: montes, caed
sobre nosotros. ¿Qué habéis? ¿Porque viene Dios tenéis tanta
pena? ¿(Escondeisos de la cara del Cordero? ¿Tanto miedo
habéis? Dice Grisóstomo: No me contéis muertes ni fuegos
ni infiernos, en comparación de ver a Dios enojado.
385 Será el día del Señor justo, ¿pues qué será? Porná Dios
sus ojos en los malos y comenzarles ha a hablar, y dirá:
Daca el gasto, daca el cargo, daca lo que hice por ti, daca
cuenta de lo que hiciste por mí. — Señor, ¿qué día es éste?
Agustino: ■ — Para que cada uno cuente los bienes que ha
390 recibido de Dios. En el vientre de vuestra madre os man-
tenía, cuando os parió y os guardó 'que no os ahogásedes;
Dióos padres, para que os instituyesen en su ley. ¿Quién
354 me. 24, 30.
371 San Gregorio Magno, Hom. in Ev., 1. 1, hom. 1, 2 jML 76,
1079) • «Quae [angelí, archangeli, throni...] in adventu distincti iu-
dicis nostris tune oculis visibi'liter apparebunt».
377 Le. 2i, 27 ; Mt. 24, 30 ; Me. 13, 26.
382 Cf. Apoc. 6, 16.
384 San Juan Crisóstomo, De Lázaro conc. 6, 2 |Mf, 48, 1030) :
«lili quidein pertimescebant, ne consideret civitas et interirent : ego
vero, quod nobis Dominus iratus esset, ineluebam».
I [2]. DOM. I DE AUMENTO
61
pan?, ¿quién vino?, ¿quién agua?, ¿quién cuanto hay criado
en el mundo, para manteneros, os lo ha dado, sino yo? Cuan-
395 tas veces estuvistes en el artículo de la muerte, yo os saqué
de él. De dos mil cuentos de mercedes que nos hace Dios, no
vemos las dos, ni echamos de vellas; pues aquel día sabráse
y saldrá todo a plaza, y se echará de ver lo que Dios ha he-
cho por ti. Tal día hice por ti tal y tal cosa, y te perdoné
400 y te di tal y tal deseo y tal consejo, y oíste tal y tal sermón;
y tú, peor que peor, y más ofenderme y enojarme, y yo siem-
pre a perdonarte. Y contará lo que hizo por nosotros en to-
mar nuestra carne y nuestros trabajos a cuestas, y lo que
sufrió de penas, frío, hambre y cansancio, lloros, deshonras,
405 y al fin muerte. Y cuando aquel día nos digas lo que man-
daste decir al rey David: Yo te ungí por rey sobre la casa
de Israel, yo te libré del poder de Saúl y te di la casa del
Señor tuyo, y las mujeres de tu señor en tus pechos, y, si
estas cosas son pequeñas, seránte añadidas cosas mayores;
410 luego, ¿por qué menospreciaste mi palabra, para hacer mal
delante de mí? Responde a ese porqué. — No hay, Señor,
quien os responda. Tan sin cuenta son los bienes que nos
hicistes acá, que si fuéramos reyes, y vos nuestro esclavo,
y hubieras hecho lo que has hecho, te quedábamos obligados
415 a serte perpetuos esclavos.
Hate librado Dios de males, de vicios, de pecados, de
subjección a los demonios, de penas de infierno; hate dado
el ánima para que le sirvieses, tan dotada de gracias, he-
cha a su semejanza; el mundo, cielo, tierra y estrellas, todo
420 para servicio tuyo; y es Dios el rey y nosotros los escla-
vos. Y yo soy el que te ha hecho tanto bien, ¿por qué me
pagaste tan mal? ¿Quién me responderá a este porqué?
Porque te vi en Adán tan enlodado y metido en el infierno,
descendí del cielo y tomé carne de esta Virgen; padecí,
*25 trabajé y deseé muchas más penas por ti ; derramé sangre
luego recién nacido y me llevaron a Egipto huyendo, por-
que mientras crecía la edad crecían los trabajos; fui preso,
azotado, arrastrado, abofeteado y escupido y arrancadas mis
barbas; padecí las llagas que veis aquí (que para aquel día
4>30 las terná guardadas, para declarar a los buenos que pia-
dosa y entrañablemente los redimió, y para declarar a los
malos su ingratitud y el castigo que merece) ; veis aquí los
clavos, veis aquí la corona, ved la cruz y el sepulcro. Des-
preciastes mis sudores, mi misericordia. ¿Por qué fuistes
435 mal contra mi voluntad y mandamiento? Y más, después de
todo esto hecho, esperéte cuando pecabas; inviéte a rogar
que fuésemos amigos y que no hubiese más; mandé prego-
409 2 Reg. 12, 7-8.
62
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nar que te convirtieses; aun estando pecando contra mí, te
rogaba, y despreciaste mis ruegos y mi sangre. ¿Por qué me
440 has ofendido? ¿Qué será cuando parezca la benignidad de
Dios y la dureza de tu corazón? ¿Qué será? Abreviémoslo.
Juicio de los Hable Jesucristo: Cuando viniere el Hijo
buenos de la Virgen en su majestad y todos los
ángeles con El, entre todos se asentará y
445 porná a la mano derecha a los buenos. ¡Señor, acordaos
para entonces de cuantos aquí estamos! Mirad, Señor, por
nosotros, suplicamos a vuestra majestad que nos escojáis
y que nos pongáis a vuestra mano derecha, por vuestra
gran bondad y misericordia. A los buenos dejiste alegre,
450 manso y sereno... ¡Qué consuelo será tan maravilloso mi-
rarle al rostro, que sólo él consolará, como lo hacía cuan-
do vivía en el mundo! Todos los regalos para allá los guar-
da. Allí serán los amores y favores, que entonces mostrará
cuando diga: Venid, benditos de mi Padre, recebi el reino
455 que os está aparejado. ¡Oh orejas que tal oyen! ¿Qué sen-
tirán los hombres a quien estas palabras tocaren?
Vosotros sois los que permanecistes conmigo en las
tentaciones. Yo dispongo a vosotros mi reino, ansí como mi
Padre me lo dio a mí, para que comáis y bebáis sobre mi
460 mesa en mi reino. ¡Oh qué promesas, qué mercedes, qué
misericordia! ¡Y que no trabajemos por Dios, que no mu-
ramos y reventemos por no enojarle! A vosotros, dirá el
Señor, os hicieron injurias, perdonásteslas ; deshonráronos
por mí. ¡Qué palabra tan dulce ser alabado por boca del
465 Rey de gloria delante de tantos cortesanos! Aquélla, aqué-
lla sí es honra, aquélla es corte, aquél es palacio, aquélla
es bienaventuranza, que no se perderá mientras Dios fuere
Dios. Este, éste es día, que este de ahora o humo o nona-
da te llamaré. ¡Que ponga yo, triste de mí, en aventura
470 aquel día por un humo de acá, por un deleite tan poco, tan
en un soplo acabado! ¿Qué serán los señores, los reyes, los
obispos y arzobispos, en comparación de un chiquito de los
que allí estarán, de un humildito despreciado acá y desecha-
do en los ojos de los hombres? Dijo Cristo: Padre, los que
475 me diste, donde yo estoy, allí quiero que estén conmigo,
pues que me miraron muchas veces en la cruz y me tuvie-
ron por espejo; pensaban en mi pasión y en mis trabajos,
derramaron lágrimas, pasaron trabajos, fueron perseguidos
por mí; quiero, Padre mío, que sean compañeros de mi
447 escoga || 453 que] y
445 Cf. Mt. 25, 3¿i
455 Mt. 25, 34-
460 Le. 22, 28-30.
475 lo. 17, 24.
I [2]. DOM. I DE ADVIENTO
63
«0 gloria y de mi gozo, pues me fueron leales compañeros de
mis pasiones.
¿[Qué] harán los malos entonces cuando vieren esta
tan gran novedad, y cuando se vean tan abatidos de Dios
los que acá estaban tan altos, cuando vean tan favoridos
485 los que acá desechaban? ¿Qué hará el pecador? Verá y
airarse ha, y regañará los dientes, y corromperáse, que por
tormento de los malos hablará Cristo primero con los bue-
nos para mayor tormento y confusión. Y dirán ellos enton-
ces: ¿Por qué yo no conocí esto, desventurado de mí? ¡Qué
490 de arrepentidos habrá aquel día!, ¡qué de burlados! ¿Qué
harán los siervos de Jesucristo? Dirán: Bendito seáis, Se-
ñor, por tal misericordia como en nosotros hacéis, que muy
poco te servimos, muy poco trabajamos, y tú, Señor, para
siempre nos galardonas, para siempre nos honras. ¿De dón-
•*9ñ de a nosotros tanto bien que tu majestad hiciese caso y pu-
sieses tu corazón en tales gusanos? Lo que hicimos, Señor,
vos nos lo enseñastes a hacer, a vos lo debemos, por vues-
tros trabajos y pasión santísima somos perdonados. A vos,
Señor, se dé la gloria; a vos se dé la honra, que vuestra es.
500 Juicio de los Volverá el rostro a los malos, leerles ha
malos e^ proceso: Vistesme hambriento y no me
distes de comer. No sé cómo se pueden
reposar los hombres tiniendo sobre sus hombros tales car-
gas y tan rigurosas amenazas; no digo a los que tienen
EC5 dineros solamente, sino a todo hombre que tiene aparejo
para hacer bien a otro: que el letrado tiene letras para dar
consejo y para ayudar al pobre, para enseñar a los igno-
rantes; los buenos hombres pueden entender en obras de
caridad, en confortar afligidos, en hacer amistades, etc.
51C Vistesme sediento, y no me distes a beber; huésped, ex-
tranjero, y no me acogistes; desnudo, y no me vestistes;
enfermo y en la cárcel, y no me visitastes. — Nunca tal vi-
mos, dirán ellos. — Responderles ha el Señor: En verdad
os digo, cuando vistes a un hambriento de éstos, a mí
515 veíades. ¡Bendito El, que, reinando en tanta majestad, no
se desprecia de llamarnos hermanos. — No los vi, Señor.
— Oerrastes los ojos. ¿No hay hespital donde los acojan?
— ¿Cuándo fuiste extranjero, Señor? No lo vimos. — .¿No hay
mesones? — Pues ¿cómo tanto pesa eso? — Esperá que yo
620 os lo diré: Id, malditos, al fuego eterno.
En acabando de hablar Moisés a Datán y Abiróh, abrió-
se la tierra y tragóselos; en acabando de hablar, abrirse ha
486 Ps. III, IO.
499 Cf. Ps. n3) 1.
520 Mí. 25, 42-45- 4i-
522 Num. 16, 31-32 ; Ps. 105, 17.
64
SERMONES. CICLO TEMPORAL
la tierra, vernán los diablos, llevarlos han y meterlos han
en los abismos, y encerrarlos han para mientras Dios fuere
523 Dios. ¡Burlaos con las obras de misericordia! ¿No ha de
hablar el Señor y castigar a los adúlteros? Como no se hace
mención de ellos ni de otros, sólo parece que habla con los
que dejaron de hacer las obras de misericordia; no se que-
darán los tales sin castigo. Pero dícelo así porque reina
530 ahora en el mundo la frialdad de la caridad. Otros tiempos
castigó Dios el mundo ahogándolo con tanta munchedumbre
de aguas, para dar a entender la causa del tal castigo en
el mesmo castigo, que era matar el fuego de la desordena-
da suciedad de 'la lujuria; y ansí ahora el castigo que es-
535 peramos en el juicio será de fuego, en el cual veremos que
lo hará Dios para castigar tan gran frialdad que los hom-
bres tenemos con nosotros, que ni amigo tiene amistad con
amigo, ni hijo con padre, ni hermano con hermano, ni hom-
bre con hombre.
540 Pregonóos de parte de Dios a cuantos estáis aquí que
aquel día se hará juicio sin misericordia con todos aquellos
que no hicieron misericordia. ¿Qué será del que no ha te-
nido cuidado del tiempo, que aquí estaba, usar de misericor-
dia con sus hermanos? Camino para alcanzar a Dios, ¿sa-
545 béis cuál es? Hacer bien, hacer limosna a pobres, consolar
tristes y compadeceros con ellos, enseñar ignorantes, ins-
tituir en la cristiandad, hacer amistades. ¿No queréis ha-
cer misericordia al prójimo?, pues no la hará Dios con
vosotros. ¿Plácete hacer mal al prójimo?, pues Dios no te
550 perdonará a ti. Con esta medida seréis medidos, pues con
ésta medistes a vuestros prójimos.
¡Andad para malaventurados! Dice San Juan en el Apo-
calipsi, capítulo 18: Con aqueste ímpetu será destruida
aquella gran ciudad de Babilonia y de ahí adelante no pare-
555 cerá más. Dice que antes de esto, que tomó un ángel una
gran piedra como de molino y echóla en la mar. Dice luego:
de esta manera, con tan gran ímpetu como ésta, serán
arrojados los malaventurados en el estanque del fuego;
allí serán atormentados, con la compañía de los demonios,
560 los malaventurados para siempre jamás. Jesús, si algún
rey, si algún grande, han de ir allá, ¿qué harán? ¿Qué será
de los tales desdichados? ¿Tratarlos han como acá? Abra-
mos los ojos, que amenazados están todos los malos para
allí, y principalmente varones de la Iglesia y grandes del
565 mundo. Luego al pequeño y humilde serle ha dada miseri-
cordia, mas los poderosos poderosamente padecerán tormén-
mi gran] gran «Id.
542 lac. 2, 13.
551 Mt. 7, 2 ; Me. 6, 38. 556 Apoc. iS, 21.
I [2]. DOM. I DE ADVIENTO
65
tos. En el día del rigor, más rigor para ellos; el día de la
ira, más ira; en el día de los tormentos, más fuerte será a
los más fuertes. Alguno dirá allí que hubiera sido mejor ha-
»70 ber sido pobrecito; aquel día parecerá lo que más parece acá
bueno haber sido malo. Dijo Dios al pecador: ¿Por qué
cuentas mis justicias? Cantas salmos de prima, salmos de
tercia; predicas bien acá y acullá, dices la misa y cuanto
quieres, tratas los santos con corazón profano, la lengua
375 me alaba, las obras me blasfeman y deshonran. Esto dice
Dios, y ansí se quejará agora. Y acá tienes por cosa de
gran honra ser eclesiástico; éstos padecerán más duelos;
éstos serán más agrámente tratados, y más los predica-
dores
>80 Dice Cristo: Ansí como fué hecho en los días de Noé, ansí
s%rá en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, casá-
banse y dábanse a bodas, hasta que entró Noé en el arca y
vino el diluvio, y destruyó a todos. Entonces estarán dos en
una cama y el uno será destruido y el otro quedará. ¿Qué
>85 nuevas éstas? ¿Que ha de haber cristianos que van a la
iglesia a oír misa, y cristianos baptizados y que se confiesan
y comulgan, que han de ir al infierno? ¡Si dijera quién son!
Los dos que están en una cama, los contemplativos ence-
rrados, que por Dios no se casan, viven en sosiego y reposo
•90 y olvidados y apartados del mundo. Estos son los que gozan
del sosiego y pacificación que Dios quiere en el ánima para
morar en ella, tienen la vida descansada, gozan de los re-
galos y del sosiego que trae consigo la vida contemplativa.
De estos dos, el uno tomarán para el cielo, y el otro para
i95 el infierno. — ¿Por qué? ¿No son ambos religiosos? ¿No
están ambos en una cama, en un reposo, en una contem-
plación? — Pero si dentro tenían envidia, si deseo de honra,
si malquerencia, y si el corazón carcomido, si no aman a
Dios sobre todas las cosas, e si están sin el ólio dentro en
00 el corazón, sin blandura, sin misericordia para con los pró-
jimos, lámparas son sin aceite los contemplativos sin cari-
dad. Los que estarán en la atahona son los que andáis tan
llenos de ocupaciones y tan olvidados de vosotros mismos,
que no tenéis cuenta con vuestras ánimas y olvidáis las con-
35 ciencias, como si no hubiese Dios y como si no tuviésedes
ánimas. Dende la mañana entienden en la hacienda, en el
pleito, en la ganancia, en el cómo será esto y cómo verná
aquello.
593 contemplativa] activa || 599 olio] odio || 602 tan I latí
567 Sap. 6, 7.
57-' Ps. 49, 16.
575 Cf. Mt. 15, 8 ; Me. 7, 6.
584 Mt. 24, 37-40 ; Le. 17, 34.
601 Cf. Mt. 25, 3.
602 Mt. 24, 41.
B. Avila ¿
3
66
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Ya os lo he dicho: ya no sé qué os predique. Si os enco-
610 mendamos los trabajos, metéisos hasta los ojos en las ocu-
paciones del mundo, que no os acordáis de Dios. ¡Oh si en-
tendiésedes qué negocio es el de vuestra ánima! Yo prometo
que no holgásedes ni durmiésedes tan a pierna tendida. ¡Qué
ocioso estás antes del día del juicio; la espada te quitas antes
615 que pase la hora de la guerra! ¿Tan presto te tomas tú la
seguridad, estando por venir la sentencia, que no sabes cuál
será, y osas decir: comamos y holguemos y hayamos placer?
Unos de ocupados no entienden con Dios, que no les vaga;
otros de no ocupados se pierden. ¿Qué os predicaré? De arte
620 que en todos los estados ha de haber quien se salve y quien
se condene. Uno sená tomado para el cielo, y otro para el
infierno. — ¿Pues de cuáles seré yo, padre? ■ — Si entrase en
el ánima esto, ¿andaríamos así? No, de verdad. Di, ¿no h#s
pecado alguna vez? Pues el que peca está condenado para el
625 infierno. ¿Qué sabes tú si estás libre de la sentencia? Está
la cuenta por dar, y tú sin cuenta y sin razón; el juicio por
hacer, y tú que has de ser juzgado... y condenado, si no
buscas remedio, para que entonces te absuelva el juez.
Peroración: Ve- Hermanos míos, catad que habíamos de
630 lad y orad andar desalados: Señor, ¿infierno para
mí, perder a Dios, desterrado de Dios
para siempre jamás? ¿Qué será? ¿Qué haré para aquel día
ser librado? Hable Dios y dígaoslo El, y tomad su consejo,
que será seguro: Parad mientes que vuestros corazones no
635 sean agravados con embriaguez; ansí que velad orando para
que seáis dignos de huir estas cosas y estar delante del Hijo
de Dios. ¿Qué remedio? Dice Dios: No se apesguen vuestros
corazones en comer y beber y cuidados de esta vida. Dejad
cuidados, dejad negocios, dejad honras, contentaos con lo
640 bajo, con lo humilde y sosegado. Jesucristo lo dice; y si no,
cargaos; hacé grandes casamiento [s] para hijas, grandes
oficios y dignidades para hijos, y veréis cómo os saldrá.
Pues ¿qué hemos de hacer? Velar en todo tiempo. ¿Qué
será del que duerme todo el tiempo, que quizá en veinte años
645 que has no has gastado dos meses en mirar por ti? Dice
Dios: ¿Qué diré cuando vea a Israel volver las espaldas?
¿Cómo queréis que os diga que oráis, que creo que va hu-
yendo la Cristiandad y van el día de hoy los cristianos tan
descaminados, tan vencidos de los vicios, tan sujetos al mun-
650 do y a sus opiniones y pareceres? Decidme: ¿Oráis? — ¿Qué
hemos de orar? — Pedid a Dios que para aquel día espantoso,
635 Mt. 26, 43. 41.
638 Cf. Mt. 6, 31 ; 13, 22.
643 Le. 21, 36.
546 Cf. Ier. 46, 5.
I [2]. DOM. I DE ADVIENTO
67
día en que os han de llamar para oír su misericordia, podáis
estar en pie; pedildo, lloraldo y suplicaldo. Catá que ansi
es menester, que con mucho trabajo lo alcanzaron de Dios
655 los santos.
¿Qué remedio para que no nos comprehendan estos males
que ha predicado? Dice San Pablo: Si nosotros nos juzgá-
semos, no seríamos juzgados. Hijo del mundo, que sales por
la mañana y rodeas tus negocios, y en todo el día entiendes
660 en otra cosa, ¿qué es del cabildo que hacéis a la noche con
vos del mal que habéis hecho, pensado o deseado? Esto hice
de que a mi prójimo le pesó o se afrentó; este bien me pi-
dieron que hiciese, y no lo hice; por esto me airé contra mi
prójimo; de esto tuve envidia; de esto vanidad. ¿Habéis he-
565 cho este examen? Hablá en otra cosa y en eso no se entienda.
Pues sabed que os va la vida. ¡Oh si hubiese en mí tanto
cuidado que yo me castigase y reprehendiese, no sería me-
nester otro reprehensor! Dirá Dios: Este se juzgó, ya no hay
que juzgarle; juzgado se está ya y sentenciado y enmendado.
670 Pero como no nos sentenciamos ni hacemos penitencia, ¿qué
esperamos que ha de ser sino que Dios nos juzgue y aun
rigurosamente? Veis aquí remedio. Entra en ti y ponte cada
noche en cuenta con Dios: Señor, un día ha de venir en el
cual tú me has de tomar cuenta estrechísima y juzgarme;
375 quiero yo, Señor, juzgarme para que cuando vengáis me
halléis juzgado. Si has hecho algún mal, di: Señor, perdo-
nadme por vuestra bendita pasión y dolores. No seas cruel
contigo. Mira que te va en ello reinar para siempre jamás
con tu Dios o penar con los diablos y perder a Dios para
580 siempre.
Aparéjate cada noche como si en ella hubieses de morir.
Confiesa a Dios tus faltas, cuéntale tus necesidades, descú-
brele tus llagas, pídele remedio y medicina para ellas, quita
tus vicios. Solías juzgar a cada paso, no juzgues; solías
585 jurar a cada palabra, no jures; solías mentir sin pena ni
escrúpulo, no mientas ; y luego, apartado de los males, no te
contentes con esto, alto a los pobres, a hacerles bien; mira
al hambriento y dale de comer; mira al enfermo y cúralo,
visítalo. Dirán los teólogos: No estaba en extrema nece-
£90 sidad, no era obligado; pero de esa manera, si a eso aguar-
dásemos, no iría nadie por no darle de comer. ¿Quién habrá
en el mundo que, viendo a su prójimo en tal estrecho, no lo
socorra, pues, luego? No serán de ésos los que aquel día
serán echados a los infiernos porque faltaron en esto. No es
695 creedera cosa que haya falta. No ansí, que os perderéis. Pe-
cador de mí, ¡sed largos, no andéis con Dios con titulillos
ni con glosas para hacer vuestras voluntades! Juzguémos-
65S 1 Cor. 11, 31.
68
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nos, emendémonos y no seremos juzgados; no seremos casti-
gados; y luego hagamos bien a pobres, hagamos con ellos
700 misericordia y hará Dios misericordia con nosotros. Y darnos
ha aquí la gracia y después la gloria, ad quam nos perducat.
Amen.
2 Venida de Cristo al alma. ¿Cómo prepararse ?*
Domingo III de Adviento. En un convento de monjas
(Cña, Est. 8, pilut. 4, n. 55 bis, ff. 9 r - 16 v.)
Eso vox clamantis in deserto [lo. i, 23].
Exordio: El predica- Fuéle preguntado a San Joan Bap-
dor, otro San Juan tista quién era, y él respondió: Yo
Bautista no sov el Mesías, ni Elias, ni soy
5 aquel profeta de quien dijo Dios a
Moisén: Yo resucitaré un profeta de medio de tus hermanos
como tú, y quien de éste me tocare, él me lo pagará. Nin-
guno de éstos — dice San Joan — yo no soy. — Pues, si tú no
eres ninguno de éstos, dicen ellos, ¿cómo has sido osado de
10 poner rito nuevo en el pueblo?, ¿cómo 'baptizas? — No os
espantéis, que mi baptismo no hace más de lavar la cabeza
y el cuerpo con sola agua; no es más de para que los que
vienen a él profesen que son pecadores y que han menester
quien los lave de sus pecados. (No era aquel baptismo como
15 el nuestro de agora,, que da gracia). Empero, en medio de
vosotros está uno al cuál no conocéis vosotros y al que os
convenía conocer; éste lava con agua y fuego y mete la mano
en las almas y de sucias las hace limpias, y yo soy tan dife-
rente de El que aun no soy digno ni merezco servirle de mo-
20 chacho para descalzarle los zapatos; éste es de quien otras
veces os he profetizado y predicado que, aunque viene des-
pués, de mí, es hecho primero que yo. (Per declarationem dic
erroren arianorum, et qualiter sit absolvendus, et quid sit
tenendum, ut habes in alio sermone). De manera que este
25 que os digo que está entre vosotros es tan mayor que yo, que
no merezco yo descalzarle los zapatos ni servirle de esclavo.
Dice el evangelista que los que traían aquel mensaje
eran de los fariseos, para dar a entender que era mensaje
muy grande y muy honrado, porque eran ellos los más
30 honrados.
— No soy, dice San Joán, el que pensáis. — Pues ¿quién
sois? — Aquel de quien profetizó Esaías: Vox clamantis in
* Ed. R. García Villoslada, S. í., en «Manresa», 18 (1946),
87-97. «In dominica tertia lAdventus sermo» (f. gr).
7 Deut. 18, 18-19.
26 Cf. lo. i, 19-27.
2. DOM. 3 DE ADVIENTO
69
deserto; y mi oficio, mi honra y mi dignidad y mi ser éste
es; yo no soy el Mesías, sino voz del Señor que quiere ve-
35 nir a vosotros: Io[s], aparejad la casa para el Señor.
¡Pobre de mí y de otros como yo, que tenemos el oficio
de San Joan y no tenemos su santidad. Labia sacerdotis
custodiunt scientiam et legem requirunt ex ore eius. El
sacerdote, el predicador, ángel; quia ángelus significat nun-
40 tius, y el predicador es mensajero de Dios y háblaos Dios
por su boca. Somos mensajeros de Dios, aposentadores de
la persona real, y no sé si por no saber nosotros represen-
tar este oficio o por qué, los oyentes no nos miran con más
de con ojos de carne y no miran más de esto exterior. Que si
45 el predicador se llorase primero por indigno del tal oficio y
suplicasen a Dios que les diese gracia para venir a los
sermones y dijesen: "A Dios voy a oír"; y os aparejásedes
para oír bien la palabra de Dios; que, aunque las predica
un hombre pecador y miserable como yo, palabras son de
50 Dios, que no suyas, y en nombre de Dios os las dice; como
si viniese una carta del emperador a este pueblo, como a
palabras suyas las oís y hacéis como que él por su boca
las dice, y ansí las obedecéis, aunque el que las lee no es
el emperador, sino un escribano; si de esta manera y con
55 esta fe viniésedes a oír los sermones, de otras manera
creeríades lo que en ellos se os dice y otro provecho lleva-
ríades de ellos. Yo no soy San Joán Baptista; mas, por
ser predicador, tengo su oficio, y os digo de parte de Díoí5
y en nombre suyo que aparejéis vuestras ánimas. Quiere
60 Dios venir a morar en cada uno de los que estáis aquí. De
aquí a ocho días habrá nacido, y lo oiréis llorar en el por-
tal de Betlem.
Paraos a pensar cuán cuidadosa y alegre andaba la Vir-
gen en estos ocho días, qué cuidados traía en su corazón,
65 no como los vuestros, que estaréis agora pensando qué co-
meréis la Pascua, qué vestidos sacaréis. No andaría ella
pensando en esto, sino andaría aparejando sus mantillas y
sus pañalicos para el niño que había de parir. Y pues dice
el mismo Jesucristo que quien hace la voluntad [de su Pa-
70 dre] , ése es su madre y sus hermanos, por eso vuestro ofi-
cio ha de ser estos ocho días en disponeros. Jesucristo ha
de nacer en mi alma, ¿qué aparejo haré, cómo lo aderezaré,
para desque venga la halle bien aparejada? ¿Cómo me dis-
pondré y aderezaré para lo recibir? Y si en lo que ha pa-
75 sado del Adviento hemos sido flojos y descuidados en esto,
estos ocho días que restan hasta la Pascua seamos dili-
33 éste] es
35 Cf. lo, i, 23 ; Is. 40, 3.
38 Cf. Mal. 2, 7- 70 Cf. Mt. i2, 50.
70
SERMONES. CICLO TEMPORAL
gentes en nos aparejar, y porque esto no lo podemos hacer
si de arriba no nos es dada gracia, supliquemos a la sacra-
tísima Virgen nos la alcance.
80 Venida de Cristo Vox clamantis in deserto, etc. Agora
al alma estaba pensando que no sé si este ser-
món ha de ir en balde, como otros.
Sois tan enemigos de huéspedes, que aunque os digan que
aparejéis vuestra casa, que quiere Dios venir a ella, no sé
85 si lo habéis de querer hacer o si diréis: "Vayase en hora
buena, que no estoy para recebir agora huéspedes". Habéis-
me de creer hoy a Dios, que no a mí. El negocio es tan
grande, que, si fuese bien creído, sería bien recibido. Cuan-
do Dios dice una cosa grande, no tenemos corazón para
90 oírla, y así dice San Joán Crisóstomo que, cuando San Pablo
quería dicir una cosa de estas grandes, primero ensanchaba
los corazones de los oyentes con palabras de admiración,
porque cupiese en ellos lo que quería dicir. ¿Sabéis cuáles
son cosas grandes? Bajarse Dios a hacerse hombre, y des-
95 pués de humanado, nacer en un establo y estar llorando,
puesto en un pesebre, y derramar sangre de ocho días na-
cido, y después, cuan[do] grande, ser amarrado a un poste
desnudo y recibir cinco mil y más azotes, y subir a una cruz
y morir en ella por nosotros y por nuestro remedio.
100 Aparejaba San Pablo los corazones de los nombres para
ensancharlos. ¿Por qué? Porque los conozco, que cuando les
decimos los bienes que Dios les quiere dar, no lo creen, y así
dice él: Fidelis sexmo et omni acceptione dignus, quod
Christus Iesus venit in hunc mundum peccatores salvos fa-
los cere, quorum primus ego sum. Aunque os digo gran cosa,
mirad que verdad os digo, y por eso os lo digo primero
que me creáis. Oíd, pues, una palabra verdadera y alegre,
oíd unas nuevas sabrosas y ciertas : que vino Dios al mundo
a salvar a los pecadores ; que ha venido Dios no a condenar-
110 nos, sino a salvarnos.
■ — ¿Como es posible? Mi conciencia me dice que he hecho
mil pecados, y Dios es a quien he menospreciado y tenido
en poco. ¿Es posible que a quien he dado de bofetadas y
escupido en la cara venga a salvarme? — Pues ésa es la
115 bondad de Dios: que le has tanto ofendido, y viene El a
buscarte para perdonarte y a rogarte que seáis amigos. Po-
déisme creer hoy, que no hay ninguno de cuantos me oís
en quien no desee Dios, para siempre bendito, venir esta
Pascua. Desea Dios venir a vuestra casa y morar con vos-
8o lo. i, 23.
93 San Juan Crisóstomo, In 1 Tim., c. 1, hom. 4, 1 : 1IG 62,
519 s.
105 1 Tim. 1, 15.
2. DOM. DE ADVIENTO
71
120 otros. Yo mensajero soy, aunque indigno. No os quite, dice
San Agustín, la vileza del espuerta el valor del trigo. Dios
es el sembrador, la simiente es su palabra; la espuerta en
que se lleva la simiente es este pecador miserable que aquí
veis; no por la vileza del espuerta el sembrador pierda su
125 simiente, ni el trigo su valor. Yo, como os he dicho, men-
sajero soy, indigno de ser oído; mas el mensaje que os
traigo es tan grande, que es digno de ser oído con reverencia
y atención y recibido con gran nacimiento de gracias.
— ¿Qué mensaje es el que nos traéis? — Que Aquel que
130 está en los cielos adorado de los serafines, Aquel que se
encerró en el vientre de la Virgen, Aquel que ha de nacer
de aquí a ocho días, quiere venir a cada uno de cuantos
estáis aquí. Dios por su misericordia os dé lumbre para que
quede hoy aposentado en vuestras entrañas. Aparejadle, her-
135 manos, vuestras ánimas, que quiere Dios venir a ellas.
Todos los advientos del Señor admirables son. El pri-
mer adviento, que es venir Dios en carne, ¿quién lo contará?
La venida del juicio, venir Dios a juzgar vivos y muertos
y a inviar a unos al cielo y a otros al infierno, ¿ quién os lo
140 podrá contar? ¿Quién os contará las mercedes que hace
Dios al hombre a cuya ánima viene?
¿Queréis pararos algún rato a pensar en esto? Qui di-
ligit me, sermonem meum servabit, pater meus diliget eum,
et ad eum veniemus et mansionem apud eum faciemus. Si
145 alguno me ama, dice Jesucristo, guardará mis palabras, y mi
Padre le amará, y vendremos a él y moraremos con él. De
manera que con el ánima que a Jesucristo ama y guarda sus
mandamientos, mora el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.
¿ No sabría yo quién son los que están en gracia, no los co-
150 nocería cuando los topase por las calles, para echarme a sus
pies y besar la tierra que ellos huellan? Vos estis templum
Dei, dice San Pablo. Hermanos, en vosotros mora Dios. Pa-
raos a pensar qué diferencia va de morar en un ánima Dios
o muchedumbre de demonios; mirad qué va de huésped a
155 huésped. Todos andamos juntos, y por defuera andamos to-
dos de una manera, y por dentro mirad cuánta diferencia
hay, tan grande que mora Dios en unos y el demonio en otros.
En fin, quiere Dios venir a vosotros, y si me preguntáse-
des qué es venir Dios en un ánima, no creo que os lo sabría
160 dicir. Dice San Pablo que los dones de Dios son inenarra-
bles. Pues si esto no se puede contar, ¿cómo te sabré dicir
qué cosa es Dios venir a morar en un ánima? Probaldo y
121 San AGUSTÍN, Sena. 125, 8 (ML 38, 695) : «Non ad carnem
nostrain attendatis, per quam vobis exhihetur; quia esurientes non
aitendunt ad vilitatem vasculi, sed ad caritatem cibi».
122 Cf. Lo. 8, 11. 152 2 Cor. 6, 16.
144 Cf. lo. 14, 23. • 161 Cf. 2 Cor. 9, 15.
72
SERMONES. CICLO TEMPORAL
veréis lo que es. Basta diciros que el huésped que os quiere
venir es Dios. Hermanos, Dios quiere venir a vosotros.
Cristo trae consigo Señor, cosa recia dicir a un ladrón:
su reino e^ Juez viens- Huirá, como hizo Adam,
que, en oyendo la voz del Señor, echó
a huir. Señor, ¿a qué venís? El mesmo lo dice por San Juan:
Non enim misit Deus filium in mundum ut iudicet mundum,
170 sed ut salvetur mundus per ipsum. No invió Dios, etc. Viene
el Rey y trae consigo el reino, para que si alguno hobiere
tan avariento que le parezca poco venir Dios a él, y le
muevan y se aficione más [que a] Dios a otras cosas, trae
Dios muchas riquezas, y viene a hacernos grandes mercedes,
175 y dice: Por eso no me dejéis de recibir, que yo os traigo
todo lo que podéis querer y desear, y mucho más.
— ¿Qué traéis, Señor? — Regnum Dei intra vos est.
¿Habéis [lo] por caso alguna vez visto o sentido? Pues sa-
bed que el reino de Dios está dentro de vosotros. No penséis
180 que el reino de Dios es tener muchas viñas y muchos oliva-
res. En el ánima adonde viniere amor de Dios y del pró-
jimo y adonde hobiere muchas virtudes, ahí está encerrado
el reino de Dios; en el ánima que a Dios obedeciere, está
metido su reino. El mismo San Pablo dice luego: Regnum
185 Dei non est esca, nec potus, sed iustitia et pax et gaudium
in Spiritu Bando. El reino de Dios, justicia y paz y gozo
del Espíritu Santo.
Pues que viene el Rey y trae el reino consigo, y su
reino es justicia y paz, etc., ¿quién habrá que no lo reciba?
ISO Justicia en este lugar no quiere dicir hacer justicia, sino
una virtud, una cosa por la cual un hombre de pecador se
hace justo, una virtud que hace una obra en ?1 hombre tal,
que de pecador y malo lo hace justo y bueno. Y esto es lo que
Esaías mucho antes dijo: Rorate, caéli, desuper, et nubes
195 pluant iustum; aperiatur térra et ■ germinet Salvatorem, et
iustitia simul oriatur. Ego Dominus creavi eam. ¡Qué vo-
ces que daba Esaías : Ea, cielos, echadnos ya acá ese rodo,
y la justicia nazca juntamente con él! ¿Qué quiere dicir?
Que la causa por que uno se hace bueno es Jesucristo. San
200 Pablo dice que nos es hecha rede'mpción, satisfacción y jus-
ticia y sabiduría. No pienses tú, hermano, que por tus bue-
nas obrecillas, por lo que tú haces, eres justo, sino por las
buenas obras y pasión de Jesucristo; juntándose tus buenas
obras con El, El las hace ser meritorias. Pues nazca el
205 Cordero y la justicia y santificación con El.
170 Cf. lo. 3, 17.
177 Le. 17, 21.
187 Cf. Rom. 14, 17.
198 Cf. Is. 45, 8.
201 Cf. 1 Cor. 1, 30.
2. nOM. 3 DE ADVIENTO
73
Paz, buena cosa es para los casados, si están reñidos.
¿Quién no está reñido? ¿Quién no tiene los pensamientos:
"Querría ser servidor de Dios"?, y hay dentro otros pensa-
mientos y otra ley que repugna y contradice a Dios. ¡Los
210 que sienten diferencia en su espíritu! Esta paz trae el Señor,
y gozo de Espíritu Santo, [a] los que estáis desconsolados
y afligidos diciendo: "¡A Dios he ofendido!" Porque la ma-
yor de las penas y la mayor de las desconsolaciones ésta es.
¿Qué pensábades?, ¿que la mayor de las penas es: No tengo
215 que comer, no tengo que vestir, levantáronme un falso tes-
timonio, persiguen, etc.? Esa es pena carnal. La queja que
habéis de dar no ha de ser de aquel que os levantó el
testimonio o os hizo la injuria, sino de vos mismo. Iros a
vuestro rincón y delante de Dios quejaros de vos diciendo:
220 Señor, debiéndote yo tanto, que soy obligado a pasar por
ti otro tanto como tú pasaste por mí, no sufro una pala-
brita, una nonada; quéjome, Señor, de mí y de mi poquedad.
La verdadera pena es que uno mete la mano en su pecho
y considera sus defectos y maldades y dice: ¡Oh, que he
225 ofendido a Dios! ¡Oh, que no voy derecho por el camino
de Dios! Esta es la verdadera pena y el mayor de los des-
consuelos y para lo que vino Dios a este mundo. ¿Qué dicen
los judíos necios? Viene el Mesías a darnos riquezas, viñas
y olivares. ¿Qué me aprovecharía el Mesías, ya que todo
230 eso me diese, si no me sana el mal que tengo en mi corazón ?
¡Dios está mal conmigo! Si el Mesías ha de ser Mesías, sá-
neme esta llaga que tengo en mi corazón; que si no me quita
este mal, no quiero bien ninguno. Para consolar éstos viene
el Mesías, para esto viene, para consolar los desconsola-
235 dos, etc. Y ansí dice San Pablo que viene a poner justicia y
paz y gozo de Espíritu Santo.
Si os aparejáis para recebir este huésped, es tan pode-
roso que hará que se regocije vuestro corazón. Si no queréis
a Dios por Dios, veis aquí lo que trae, un reino trae con-
240 sigo. San Pablo: Omnia vestra sunt, sive Paulus, sive Ce-
phas, sive mundus, sive •vita, sive mors, sive praesentia,
sive futura. ¿Pensáis vos que es pobre? Tampoco creeréis
esto: Todas las cosas son vuestras: la vida y la muerte, o
San Pablo, o Apolo, lo presente, lo por venir; todo es vues-
246 tro. ¿Por qué llamáis pobre a un hombre que tiene todas las
cosas? — Decid, San Pablo, ¿cómo es todo eso nuestro?
— Porque cuando dió el Eterno Padre a Jesucristo, su Hijo,
omnia cum illo nobis donavit. Esta es la merced más alta;
éste es el espejo en que te has de mirar, que nos dió Dios
244 Apolo] apóstol m. rec.
236 Rom. 14, 17.
244 Cf. 1 Cor. 3, 22.
74
SERMONES. CICLO TEMPORAL
250 a su Hijo; y dice San Pablo: Si nos dió Dios a su Hijo,
¿cómo no nos dará con El todas las cosas? Si Jesucristo es
nuestro, no os espantéis que lo presente y lo futuro será
nuestro. En esta merced se encierra todo. No os espantéis
que los santos sean vuestros, que éste que viene a vuestras
255 entrañas, Señor es de cielos y tierra y de ángeles y de todas
las cosas. Paraos a pensar quién es el que quiere venir a
vuestra alma, y ansi veréis cómo todas las cosas serán vues-
tras, quiero dicir, que podréis usar de ellas para vuestro
provecho; porque uno que tiene hacienda y no se aprovecha
260 de ella para su provecho, sino que antes le sirve para lo
llevar al infierno, éste, aunque por derecho civil es suya la
hacienda, pero no es señor de ella.
¿Sabéis quién es verdadero señor de la hacienda? Quien
se aprovecha de ella para servir a Dios y provecho suyo y
266 de sus prójimos. Señor de la muerte y de la vida, y de
San Pedro y San Pablo, y de todo, es el que de todo se
aprovecha. Si estás en gracia con Dios, aprovéchate del
amigo y del enemigo, y del infierno para huir de él. De todo
sacarás provecho. Y si os parece que es poco tener a Dios
270 y con El todas las cosas, ¿qué os parecerá mucho? No diga
nadie: "No quiero ese huésped"; que con sólo venir paga
bien la posada.
— Todo eso me parece, padre, poco para recebillo. — ¡Oh
bendito seas tú, Señor, y bendita sea tu misericordia! ¿No
275 veis qué demanda? ¡Que os esté yo rogando: que quiere
venir Dios a vosotros; aparejalde la posada; y estemos pen-
sando qué me dará! — Señor, ¿no hay otra cosa que me
convide a recebillo, sino eso?
— Da mayor está por dicir. Si tantos milagros no hu-
280 biera habido, y si Dios no os diera lumbre de fe ¿cómo
creyérades una cosa tan alta, como es, a saber, haber muer-
to Dios por vos? ¿Cuál es más, entregarse Dios en manos
de sayones, para que le hagan tantas injusticias, o entre-
garse a los corazones de cuantos estamos aquí? Pues si se
285 entregó Cristo a la voluntad de los que mal le querían ¿no
se entregará a los corazones de los que bien le quieren?
¡Señor, tanto me amaste, que te entregaste en manos de
tus enemigos por mí! Plegué al Señor que lo creáis.
¡Qué alegre iría un hombre de este sermón si le dijesen:
290 "El rey ha de venir mañana a tu casa a hacerte grandes
mercedes"! Creo que no comería de gozo y de cuidado, ni
dormiría en toda la noche, pensando: "El rey ha de venir
a mi casa, ¿cómo le aparejaré posada?" Hermanos, dígoos
de parte del Señor que Dios quiere venir a vosotros y que
295 trae consigo un reino de paz, como habéis oído. ¡Oh, bendita
251 Rom. 8, 32.
DOM. 3 DE ADVIENTO
75
sea su misericordia y glorificado sea su santo nombre!
¿Quién os sabrá dicir la salsa con que habernos de comer
este manjar? ¡Cómo! ¿Que siendo él Dios y ofendido, y
siendo nosotras hombres y ofensores, y siendo la ganancia
300 del hospedaje nuestra, nos está rogando, y nosotros que lo
desechemos? ¿Qué cosa es pensar que está Dios a la puerta
de los corazones? ¿Pensáis que está lejos? A la puerta está
llamando.
Dios ruega que le — '¡Oh Padre! Que no es posible que
305 abramos esté tan cerca como dicís, porque yo
hice tal y tal pecado y lo eché muy
lejos de mí, y está muy enojado comigo.
— Yo estoy a la puerta y llamo, dice él. Si alguno me
abriere, entraré. — ¿Pensáis que es Dios como vos, que si
310 os hacen un enojito, os persiguen, luego echáis al prójimo
de vuestro amor? Y si os dicen: 'Terdoná a fulano, porque
Cristo os perdonó", dicís: "No me lo mentéis delante de mí,
si bien me queréis". ¿Cómo vos, que no queréis perdonar,
pensáis que es ansí Dios? ¡Glorificado seas tú, Señor, que
315 esto es lo que más captiva los corazones de los hombres!
Dice el pecador cuando peca: "los de mí, Señor, que no os
quiero". Y sálese Dios de casa y pónese a la puerta, y está
llamando: Abreme, esposa mía, amiga mía; yo me estaré
aquí hasta que de compasión salgas a mí y me abras. No
320 digo mentira en esto, que por compasión nos pide que le
abramos.
Señoras monjas, a vosotras principalmente dice esto.
¿Qué quiere dicir aquello que dice el Esposo en los Can-
tares: Aperi mihi, sóror mea, árnica mea, quia caput meum
325 plenum est rore et cincinni mei guttis noctium: ábreme,
hermana, que traigo mi cabeza llena de rocío, y mis cabe-
llos llenos de gotas de la noche; sino: "Abreme, habe com-
pasión de mí"? ¿Qué cosa es pidir Dios posada por compa-
sión? Está Dios a la puerta de tu corazón, diciendo: "Abre-
330 me, que no tengo de ir de aquí hasta que me abras, habe
compasión de mí". Esto es cosa para espantar. Y cuando
un corazón tocado de Dios siente esto, no hay cosa que así
lo captive de amores ni que ansí lo derrita. Y ansí dicía
San Agustino sintiendo esto: "Yo huía de ti, Señor, y tú
335 andabas corriendo en pos de mí". Este amor tiene Dios
con los pecadores, que aunque huyan de El, va tras ellos.
336 con] ti, Señor, y <.ú andabas en pos de. mi. Esto es cosa para espan-
tar. Este amor tiene Dios con iiifii.
309 Apoc. 3, 20.
326 Cant. a, 2.
335 Cf. San Agustín, Confcss., k 2, c. j, 7 ; 1. 10, 27, 38 : MI, 32,
677 s. 795. etc.
76
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Y ansí dice El por Hieremías: Si dimiserit vir uxorem suam
et recedens ab eo duxerit wirum alterum, numquid reverte-
tur ad eam ultra, numquid impoilluta erit et immaculata
340 mulier illa? Tu autem fornicata es cum amatoribus multis;
tamen reverteré ad me, dicit Dominus, et ego suscipiam te.
Una mujer casada, etc. Pues tú, ánima, dice Dios, has
fornicado con muchos amadores. Ecce loquutus es. Y ha-
blaste palabras desvergonzadas y heciste malas obras. Ya
345 fuiste desvergonzada y quisiste ofenderme y saliste con ello;
enojados estamos, ¿pero ha de durar el enojo para siempre?
El mismo Hieremías (cap. ubi supra) dice: Numquid iras-
ceris in perpetuum aut perseveraveris in finem? ¿Ha de
durar para siempre el enojo? Vayan los enojos pasados
350 por pasados, no me lastimes más, daca seamos amigos.
Las palabras que había de dicir el ánima a Dios, dice
Dios al ánima: ¿Has de perseverar para siempre? Sal ya,
ánima; llámame, si no sabes llorar. Si miedo tienes por ti,
ten confianza porque te lo mando yo. Si tus pecados te
355 tienen la boca cerrada, dice Dios, yo te diré cómo me llames:
Y oca me: Pater meus es tu, et dux virginitatis meae. Llá-
mame Padre mío y guía de mi virginidad. "Ya que agora
soy malo, acordaos, Señor, que en algún tiempo fui bueno;
acordaos que cuando chiquito me baptizaron y fui vuestro
360 y me señalaron con vuestra señal". Dímelo ansí; tráemelo
a la memoria, cómo algún tiempo fuiste mío: llámame Padre
mío, mío eres tú.
Mira, hermano, que si Dios manda que le llames, reci-
birte quiere; si Dios te dice cómo le llames, ¿cómo es posi-
365 ble que no te oiga? Veis aquí la infalible misericordia de
Dios, que, aunque le hayamos ofendido, está a la puerta
llamando, y aunque no le queramos recibir, nos está rogando
que le abramos. ¡Qué cosa tan abominable será estar vues-
tro marido a la media noche a la puerta llamando: "¡Abrid-
370 me, señora, que vengo herido de una guerra, la cual tomé
yo por amor de vos, que vengo de trabajar para vos!" ¿Cuál
será la mujer tan mala que deje estar a su marido mucho
a la puerta? ¿Quién es aquel que está dentro de vuestro
corazón, porque no queréis abrir a Dios? Con aquel amor
375 con qUe p0r vos se puso en la cruz os está agora rogando
que quiere venir a vos. En vuestro corazón está llamándoos
y rogándo[o]s que le abráis. ¿Cuál será aquel ciego y des-
dichado que ose dicir: "No quiero recebir a Dios, no le
quiero abrir"? ¿Quién está dentro en ti, que no quieres
380 abrir a Dios? Algún rufián debes tener en tu casa, pues
341 Of. Ier. 3,
343 Ier. 3, 5.
349 Ier. 3. 5-
357 Cf. Ier. 3, 4.
2. DOM. g DE ADVIENTO 77
no quieres abrir a tu propio marido. ¡Si ese que llama y
dice: "Esposa mía, que yo morí por ti y pasé por tu des-
canso muchos trabajos", es el mesmo Dios! Alguna cosa
contraria está dentro de ti, por ¿uyo amor no le quieres
385 abrir. Ruégo[o]s que me digáis, ¿qué es aquello que tanto
priva en vuestro corazón, que por ello no queréis recibir en
él a Dios esta Pascua en vuestra casa?
No pueden morar Mas si por ventura — lo que plegué a
juntos Dios y el Dios que no sea— estuviese alguno en
390 demonio este sermón, que predicándole de par-
te de Dios, que apareje posada para
El, la aparejase para el demonio, ¡cuál es él malo y peor
que infiel, que por aparejar posada para Dios y celebrar su
santo nacimiento, adonde se comenzó el principio de nues-
395 tra redempeión, y habiendo de recebir en su corazón a Dios,
se apareja para recibir al demonio! ¿Qué será si dice: "Esta
Pascua tengo de jugar tantos ducados, y tengo guardados
los dineros para jugar tantos días"? ¡Ah, desdichado de ti,
porque juegas porque es Pascua de Navidad!
400 No me harán entender otra cosa, sino que el demonio
inventó esta perversión allá en el infierno, y después lo tra-
jeron acá a los hombres. ¡Que en todo el año no tomen nai-
pes en la mano, y en la Pascua juegan porque es Pascua!
¿Por qué juegas? ¿Qué es dicir que juegas porque es
405 Pascua, sino juego porque es nacido Cristo para mi reme-
dio? ¿Qué haremos, dicen los demonios, que perdimos mu-
cho en el nacimiento de Cristo? ¿Cómo lo ganaremos por
otra parte? Para cobrar lo que en esto perdieron, ordenan
estos juegos. ¿Por qué juegas y ofendes a Dios? Porque
410 nació Cristo. Pues ¡miserable de ti! ¿Ansí le pagas el amor
con que vino a nacer por ti en un pesebre y ansí le pagas
los trabajos que pasó y lagrimitas que derramó y el frío
que sufrió? Cosa del diablo es ésta.
Si algún tiempo es razón que seas bueno, es éste; y si
415 en algún tiempo has sido malo, en éste has de ser bueno;
y si en algún tiempo has jugado, agora en éste no has
de jugar; ni es eso en que has de agradecer a Jesucristo
las mercedes que te hizo naciendo para tu remedio. Por
reverencia de Jesucristo, que nace por nuestro remedio, que
420 ni de burla ni de veras, ni directe ni indirecte, nadie convide
a otro a jugar en esta Pascua, y ansí os lo ruego yo, que
me hagáis esta caridad y me deis este aguinaldo por amor
del Niño y de su Madre.
— -¿Quién está en vuestro corazón, que impide que no
425 entre Dios en vuestra ánima? — No, nadie, señor; que
venga muy en buen hora. Vinieron aquéllos a preguntar a
420 veras] vero a. corr.
78
SERMONES. CICLO TEMPORAL
San Joan, y cuando dijo que no era ninguno de aquellos que
ellos pensaban, dícenle: Pues dinos quién eres para que
respondamos a quien nos invió. Dios me invió a diciros esto
430 que os he dicho. ¿Qué tíá dicís que le diga? ¿Qué respon-
deré? ¿Queréislo o no? Respóndeme que sí. Diré: Sí, que
venga muy en hora 'buena.
Unos le llaman de corazón y otros de burla, no más de
con la boca. Bien sé que los clérigos y las señoras monjas
435 dicen cada día muchas veces: Veni, Domine, et noli tardare.
Plega a Dios que no sea sólo con la boca. Cosa abominable
que llame uno con la boca a Dios y con el corazón esté di-
ciendo que no venga; que le digáis: Señor, de burla le dicía,
no vengáis; pues no es Dios de burla, sino de verdad.
440 De verdad os digo: — ¿Si queréis recibir a Dios esta
Pascua? — Sí, quiero; pero con condición que huésped que
tengo días ha en mi casa no lo eche fuera. — ¿No habéis
vergüenza, teniendo un pecado mortal en vuestra ánima, de
llamar a Dios? ¿Queréis meter a Dios con su enemigo?
445 Quien a Dios quiere, a El solo ha de querer. Una navaja
muy aguda ha de tener y cortar todo lo que hubiere que sea
contrario a Dios, agora sea honra, o hacienda, o mujer, o
hijos, o cualquier otra cosa que fuere. Habéis de decir:
piérdase todo y quede yo con Dios. De manera que quien
450 quisiere recibir a Dios en su ánima ha de echar fuera de
ella a todos sus enemigos, y quien así no lo hiciere, quedar-
se ha sin Dios. No se pudo acabar que estuviese el arca de
Dios y Dagón, ídolo de los fe'listeos, juntos en un altar, ¿y
acabarse ha con Dios, que more donde hobiere pecado?, ¿que
455 estén juntos El y el demonio? Habéis de asentar a Dios a
la cabecera de la mesa y despidir a todo lo que le puede
impidir la venida. Y así, si lo quisiéredes, verná; y de otra
manera, no lo esperéis.
Hay otro que dice: — Padre, yo lo recibiré de buena gana
460 y le daré posada por esta Pascua; pero, después de pasada,
tornarme he a mis costumbres. — -Hermano, ¿ese pensa-
miento tienes? Pues no hayas miedo que venga, que quien
lo quisiere recibir, ha de tener un propósito muy verdadero
y firmísimo de no tornarle más a ofender.
465 ¿Cómo prepararse? Una palabra para todos los que qui-
Confesión, limosna, siérades recibir a Dios esta Pascua:
deseo- de Dios — -A- Dios quiero, padre, ¿qué haré?
— Si tenéis la casa sucia, barrelda;
y si hiciere polvo, sacad agua y regadía.
431 Diré] iré a. corr.
446 hubiere] viniere
435 Brev Rom.; fer. VI ante Vigil. Nativ., ant. 3 ad Laudes.
453 Cf. 1 Reg. 5, 2 ss. '
2. DOM. 3 DE ADVIENTO
79
470 Algunos habrá aquí que habrá diez meses, por ventura
más, que no habréis barrido vuestra casa. ¿Qué mujer ha-
brá tan sin limpieza que, teniendo un marido muy limpio,
esté diez meses sin barrer la casa? ¿Cuánto ha que os confe-
sastes? Hermanos, ¿no os rogué la cuaresma pasada que os
475 acostumbrásedes a confesaros algunas veces entre año?
Saltem las Pascuas y días de Nuestra Señora y otras fiestas
principales del año, y creo que lo debéis de tener olvidado.
Plega a Nuestro Señor que no os lo pongan por capítulo en
el día del juicio, al tiempo de vuestra cuenta. Y si dijére-
480 des: "No lo supe, por eso no lo hice", deciros han: ''Ya
os lo dijeron, ya os lo vocearon, ya os lo sudaron, ya no
aprovecha nada quebrarse la cabeza, ni lo quesistes hacer".
Hermanos, cada día pecamos. Si flojos habéis sido hasta
aquí en barrer vuestra casa, tomad agora vuestra escoba,
485 que es vuestra memoria. Acordaos de lo que habéis hecho
en ofensa de Dios y de lo que habéis dejado de hacer en
su servicio, ios al confesor y echad fuera todos vuestros pe-
cados, barred y limpiad vuestra casa.
Después de barrida, ande el agua para regalía. • — No
490 puedo llorar, padre. — Y cuando muere vuestro marido o
hijo o se os pierde alguna poca de hacienda, ¿no lloráis?
— Tanto, padre, que estoy para desesperar. — ¡Pobres de
nosotros, que, si perdemos una poca de hacienda, no hay
quien te pueda consolar, y que te venga tanto mal como
495 es perder a Dios — que eso hace quien peca — , y que tienes
el corazón tan de piedra, que son menester acá predicado-
res y confesores y amonestadores para que me tomes una
poca de pena! Y no basta aquesto, sino que estimas en más
el real que pierdes que cuando pierdes a Dios. Que no haya
500 quien te consuele, ni bastan flaires, ni clérigos, ni amigos,
ni parientes en la nonada, ¿y que en lo que tanto pierdes
no te entristezcas? ¿Qué es esto, sino que tienes tanta
tierra en los caños que van del corazón a los ojos, que no
deja pasar el agua, y porque amas poco a Dios, sientes poco
505 en perdelle?
— '¿Qué hace que tengo el corazón duro y no puedo llo-
rar? — De los tiempos aparejados que hay en todo el año,
es éste para los duros de corazón. Tengan el tiempo santo
en que estamos, tengan esta semana por tan santo tiempo
"JO como lo hay en todo el año. Es semana santa, y si esta
semana gastáis bien gastada y os aparejáis como sabéis,
cierto se os quitará la dureza del corazón.
— Padre, tengo el corazón duro, ¿qué haré? — Dice Dios:
Yo trairé unos días en que os quitaré el corazón de piedra
475 cutre] en este
80
SERMONES. CICLO TEMPORAL
515 y os daré otro de carne. ¿Cuándo se hace esto? Cuando
Verbum caro factum est, cuando Dios se hizo hombre ; cuan-
do se hizo carne, da corazones de carne; cuando Dios se
hizo tan tierno, cuando de aquí a ocho días veréis a Dios
hecho niño, en un pesebre puesto, verlo heis hecho carne, y
520 porque la carne es blanda, por eso está Dios blando, y no
es mucho que os dé corazones blandos. Allegaos al pesebre
y pedilde con fe: Señor, pues que tú te ablandaste, ablán-
dame a mi [el] corazón. Y de esta manera sin ninguna duda
os dará Dios agua para que reguéis vuestra casa llena de
525 polvo. ¿Que es menester más para el huésped que viene
muerto de hambre y de frío y desnudo? Que busquéis qué
coma y qué se vista, y que lo calentéis.
Decirme ha alguno: — Padre, ¿ya no está reinando en el
cielo? Ya no ha hambre, no siente desnudez. — Hermanos,
530 «aunque esté en los cielos, en la tierra también está (no sólo
en él Santísimo Sacramento), porque, aunque la Cabeza está
en el cielo, el Cuerpo está en la tierra. Decid: Si os predi-
cara yo agora: esta Pascua verná Jesucristo, pobrecito, des-
nudo, como nació en Belem, a vuestra casa, ¿no lo recibi-
535 riades? ¿No tienes pobres en tu barrio? ¿No tienes desnu-
dos a tu puerta? Pues si vistes al pobre, a Jesucristo vis-
tes; si consuelas al desconsolado, a Jesucristo consuelas,
que El mesmo lo dice: lo que a uno de éstos hiciéredes, a
mi lo hacéis. No te mates ya diciendo: ¿Quién estuviera en
540 Belem para recibir ál Niño y a su Madre en sus entrañas?
No te fatigues, que si recibieres al pobre, a ellos recibes;
y si de verdad creyésedes esto, andaríades más solícito a
buscar quién hay pobre en esta calle, y os saltearíades unos
a otros para hacer el bien que pudiésedes. Hermanos, limos-
545 ñas, vestí los desnudos, hartá los hambrientos, y no os
contentéis con dar una blanca o una cosa poca, sino dad
limosnas en cuantidad, pues que ansí os lo da Dios; no
seáis cortos en dar, pues Dios es tan largo en daros a
vosotros; no deis blanquillas por Dios, pues que Dios os
550 da a su Hijo a vosotros. Haced limosnas para recibir bien
esta Pascua a Cristo.
Hermanos, este que viene es amigo de misericordia, há-
lleos con misericordia. — ¿Falta alguna cosa, señor? — Sí,
falta, y creo que es la más principal, y es que sepáis que el
555 nombre de Jesucristo es el Deseado de todas las gentes.
¿Cómo entenderán esto las señoras monjas? ¿Cómo se llama
Cristo? Desíderatus cunctis gentibus. ¡Qué lástima es ver que
sea Dios poco amado y deseado, qué lástima es que tengáis
un hijo enfermo y que le pongáis un capón aparado y con
515 Cf. Ez. ii, 19.
516 lo. 1, 14.
539 Cf. Mt. 25, 40.
557 Ag. 2, 8.
DOM. 3 DR ADVIENTO
81
560 Su lima, que él mesmo se está comido, y que diga: "No
puedo arrostrar ese manjar, quitadle allá y que se pierda"!
Pues si es lástima que se pierda este manjar, ¡qué lástima
será, para quien lo sintiere, ver que no sea amada y desea-
da aquella suma Bondad ! Señor, ¿ quién no se come las ma-
565 nos tras ti y te desea noche y día? ¿Quién no pierde el
sueño por ti? Mi ánima te desea de noche. Anima mea
desiderauit te in nocte. Spiritu meo in praecordiis meis de
mane vigilabo ad te, dice Esaías. De noche te deseó mi áni-
ma y mis entrañas te desearon, y por la mañana me levan-
do taré a alabarte; no estaré dormido en las vanidades de esta
vida, sino por la mañana me levantaré a alabarte. ¡Oh, si
supiesen los hombres cuán sabrosa música y alborada es
a Dios levantarse un hombre de noche a desearle y por la
mañana a alabarle! Los corazones se nos quebrarían. Una
575 de las mayores faltas que hay en nosotros es no tener de-
seo de Dios. Porque el negro azor está harto de carne, aun-
que lo llame su dueño, no quiere venir. ¿Cómo sentís tan
poco el deseo de Dios? Porque estáis hartos de carnes mor-
tecinas y de víboras. Olvidóme de comer mi pan. Si estáis
580 hartos de pecados, ¿qué mucho que no tengáis hambre de
Dios?
El nombre de Jesucristo es el Deseado de todas las gen-
tes. Antes que viniese, deseado de todos los patriarcas y
profetas; todos suspirando: ¡Señor, catad que os deseamos,
585 venid a remediarnos! Deseado de la Sacratísima Virgen y
deseado de todos. Beati omnes qui exspectant te, dice Esaías.
Hermanos, si vinieren pecados esta semana, no los reci-
báis, decildes: "Andá que estoy esperando a un huésped".
Si viniese alguno a que juguéis, decid: "No quiero, que es-
590 toy esperando que ha de venir Dios". Gran freno se ha
puesto en su boca y en sus obras el que está esperando a
Dios. Lo que has de hacer, sospirar por Dios. ¡Señor, tú
solo mi bien y mi descanso; fálteme todo y no me faltes tú;
piérdase todo y no tú! Aunque me quieras quitar todo cuan-
595 to me quieres dar, dándome a ti no se me da que me fal-
te todo.
Quiere Dios que le quieras tanto, como una mujer que
está bien casada, que, aunque se pierda todo, se le da poco,
como quede con su marido. ¿Tienes a Dios y estás penado
600 porque te levantan testimonios? Dejó Dios su casa y a su
madre, perdió su fama y vida y púsose en una cruz desnudo
por ti, ¿y tú, con tener a Dios por tuyo, no dices que no te
falta nada? ¿Qué dirá Dios? Tiénesme a mí, ¿y no te con-
tentas?
570 Cf. Is. 26, 9. ,
579 Ps. ioi, 5.
585 Cf. Is. 30, 18.
82 SERMONES. CICLO TEMPORAL
605 Dios viene a vosotros, el Deseado de todas las gentes.
¿Qué sabor tomáis en El? ¿No te sabe bien? No, pues, por
falta de no hacerse sabroso. Anselmo: Dice el enfermo que
no lo puede comer cocido, y porque te supiese mejor, fué
Dios asado con tormentos; en fuego de amor en la cruz asan
610 a Dios para que te sepa mejor a ti; porque tanto cuanto a
El más le atormentan, más descanso es para ti. Sabroso
fuera Dios sin esto, mas porque te sepa a ti mejor, lo pa-
dece, porque, considerando tú que lo padece por ti y por tu
amor, mientra más padeciere, más sabroso te será. ¿Cómo
615 no hallas sabor en Dios, muerto por ti? ¿Y no hallas tú
sabor en El? Algún mal humor debes tener en el estómago;
púrgalo, échalo fuera. Dice el enfermo: "Flaco estoy, cór-
tenmelo, que no lo puedo partir". ¿Qué son los azotes, los
clavos y la lanzada, sino partirle aquella carne santa, para
620 que, mientras más atormentado, más sabroso te fuese?
Dios está enclavado por ti, ¿y tú no lo deseas? ¿No ha-
llas sabor en un Dios muerto por ti? Algún pecado hay en
ti que lo estorba, búscale, échalo fuera, y toda esta semana
haz buenas obras; confesaos, haced limosnas, desead a Dios,
625 suspirá por El de corazón. Señor mío, según mi flaqueza os
he aparejado mi pobre casilla y establo; no despreciéis vos,
Señor, los lugares bajos, no despreciastes el pesebre y el
lugar de los condenados. Y por eso quiso El nacer en esta-
blo, para que, aunque yo haya sido malo y mi corazón
630 haya sido establo de pecados, confíe que no me menospre-
ciará. Señor, aunque yo haya sido malo, aparejado me he,
como he podido; con vergüenza de mi cara lo digo: "Apare-
jado tengo mi establo; venid, Señor, que el establillo está
barrido y regado. Establo soy, supla vuestra misericordia
635 lo que en mí falta, provea lo que yo no tengo". Y si así os
aparejásedes, sin ninguna falta verná.
Plega a su misericordia que de tal manera nos apareje-
mos, que El nazca en nosotros, que nos dé aquí su gracia
y después su gloria. Amén.
ISPERAS DE NAVIDAD
3 Venida de Cristo pobre a remediar nuestra
POBREZA *
En vísperas de Navidad. A unas monjas
(Oña, Ms. Est. 8, pluit. 4, n. 55 bis, ff. 104 r - 112 r ; Valencia, Bibl. Col.
Patriarca, Ms. 1C49, ff. 54 r - 60 v [incompleto].)
Spiritws Domini supcr me, eo quod unxerit me;
ad annuntiandum paupcribus misit me (Is. 65 Isic
pro: ta, 1 ; cf. Le. 4, 18])..
Exordio Por el mal consejo que dió nuestra madre Eva
5 a Adam, entre otros castigos con que Dios la cas-
tigó fué éste uno: Yo multiplicaré tus concebimientos y en
dolor parirás tus hijos; y dado que esta maldición com-
prendió a todas las mujeres descendientes de Adam y Eva,
pero la Virgen libre fué de esta maldición; ansí como fué
10 libre de todo pecado, fué libre de este dolor. Ista in laetitia
Deum parturivit, parió esta Señora con alegría a su pre-
cioso hijo; y ansí el ángel cuando le anunció la encarnación
le dijo: Gózate; y con mucha razón, que pues ella habia
de parir al gozo y alegría del cielo y de la tierra, que lo
15 concebiese y pariese con alegría ; y pues en ella se había de
encerrar el gozo de los ángeles, no era razón diese dolor a
su madre. De manera que no hemos de imaginar a Nuestra
Señora como a las otras preñadas cuando están cercanas
al parto, que andan pesadas y con dolores, mas antes mien-
20 tras más cercana al parto, más alegre estaba. Y ansí los
que con ella quisieren negociar hallarla han muy alegre, nc
sólo en el día del parto, pero antes también del parto; y
si alegre, también estará para pedir mercedes. Por tanto,
supliquémosle, por el gozo que su hijo bendito le dió, nos
25 dé parte de él y nos alcance la gracia, y despierte mi len-
gua, y abra vuestros oídos.
O = Oña, V = Valencia || 5 los I' '|| 6 concepciones V \\ 8 comprehendió V |
•mujeres om. !' || 9> de esta maldición] .oue V |.| 10 fué librej también !o
fué V || 11 Deum] Dominum V || 12 cuando] que V || 14 al] ef V \ y alegría
om. V | que lo] le V || 15 concibiese V || 19 al] del V |] 22 también om. V ||
25 él v nos alcance la] su pozo y V \\ 25-26 nuestras lenguas I' | 26 nues-
nuestros V \ oídos] Y para más la obligar digamos el Ave María tidd. V
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Manresa», 17 (1945).
390-403. El Ms. de Oña da este encabezamiento : «Tertia dominica
Adventus. Sermo [de] Adventu Domini. Thema : Spiritus... Ad mó-
ntales sanctac Marlae» (f. 104 r). El índice del Ms. de Valencia lo
define genéricamente : «De nativitate Domini».
7 Gen. 3, 16.
11 Entre los sermones falsamente atribuidos a San Agustín, De
Sanctis, 194, 1 ; De tempore, 120, 2 : ML 39, 2105. 1985.
S4
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Preparaos para re- No pienso que será menester, seño-
cibir a Dios en su ras> preguntaros en qué habéis es-
gran obra de la tac*0 ocuPadas este Adviento, porque
rní.ni/;n s* *as monjas estuviesen descuidadas
encarnación deJ recibimiento de su Esposo, ¿qué
harán las seglares? ¿Y cuál sería es-
tar las seglares aparejadas para le recebir, y viene Dios a
ellas y no a vosotras? ¡Qué vergüenza que sería que vinie-
se un hombre de camino y no se viniese a posar a casa de
su mujer, sino a otra casa! ¡Qué afrenta sería ésta para
su mujer! Después que la misericordia del Señor os hizo
merced de escogeros por esposas suyas y que su santo
nombre fuese llamado sobre vosotras, no es razón que haya
descuido de vuestra parte en no estar aparejadas, sino que
os dispongáis para que vuestro Esposo venga a posar a
vuestra casa.
Gran vergüenza y afrenta sería, por cierto, si, viniendo
el Señor a posar y nacer esta Pascua a casa de muchas se-
glares, dejase de venir a vuestra casa y nacer en vosotras.
¡Qué afrenta tan grande sería para vosotras que dejase la
casa de sus propias esposas y escogiese la de otras ajenas!
Luego razón será, señoras, que estéis ocupadas en cómo
aposentallo, en cómo le aparejar las mantillas, en cómo le
aparejéis el pisebre y cómo le deis leche de vuestro cora-
zón, cuidadosas y pensativas, cómo esté aparejado todo lo
necesario para aposentalle, porque, cuando viniere, no halle
nada en vuestro corazón que le desagrade. ¡Bienaventura-
dos días que se ocupan en aparejar el corazón para aposen-
tar a su Criador! Que este tiempo del Adviento tiempo san-
to es, instituido para aparejarse el hombre, para aposen-
tar a Dios. Pues Dios ha de venir a visitarnos, razón es
aparejarle el corazón, para que lo halle, cuando venga, bien
aparejado. De personas cuidadosas es mirar cuidadosamente
si está aparejada la casa cuando han de recebir a alguna
persona en ella. Pues hemos de recebir no a hombres, sino
a Dios, razón es de aparejar el ánima, no vea algo que le
desagrade.
Y de los que ansí no lo hacen se queja Dios en Esaías.
Di [ce]: Tienen harpa, vigüela y pandero, y no conocieron
27 pienso] creo V \\ 32 sería] si acaeciese add. V || 33 le recebir] recebir n
Dios V | viene Dios] El viniese V || 34 quej si V || 35-36 casa-mujer] su
casa V .|| 36 casa om. V | afrenta] que add. V | ésta om. V 37 su] la V | del
Señor] de Dios V ¡| 38 su santo] justo O || 40-4Ü sino que os dispongáis
om. V || 41 Esposo] se add. V || 45 seglares V || 46 tan grande sería para vos-
otras oh. V || 48 sería V || 50 pesebre V || 54 Jos corazones V || 55 su Criador]
Cristo V | Que om. V || 55-56 tiempo santo om.. V \\ 58 cuando venga bien
om. V || 60-61 han de-en ella] esperan huéspedes V \\ 62 ver O
64 así V | en] por 1' || 65 Di[ce] cm. V | y pandero y vigüela add. transp.
3- VÍSPERAS DE NAVIDAD
85
su obra. Tenent tympanum, citharam et lyram, opus autem
meum non cognoverunt. Quéjome, dice Dios, de los que
andan muy alegres, ocupados en negocios del mundo y en
vanidades, y están descuidados de pensar en mi obra. Pero
70 ¿qué obra es ésta? Si no tuviésedes más de una obra, ter-
níades razón, pero tenéis muchas, criastes yerbas, árboles,
cielo y tierra. ¿De qué obra os quejáis, porque no la mi-
ramos? Decídnoslo, porque pongamos los ojos en ella. ¿El
habernos criado? No. Por la obra de Dios antonomastice
75 se entiende el haberse Dios hecho hombre; como por el pro-
feta, se entiende David, y por el poeta, Virgilio, etc. San
Augustín dice que la mayor Obra de las obras que Dios ha
hecho ad extra, ni hará, es hacerse Dios hombre por los
hombres.
80 Por tanto, señoras, cuando cantardes Et homo factus
est, váyanse vuestros corazones al cielo, contemplando tan
grande obra como es haberse Dios hecho hombre por vos-
otras. Pues de esto se queja Dios, y con gran razón, que
una musaraña, una yerbecita, una mujer hermosa, una ves-
85 tidura pulida nos lleve los ojos y robe nuestra vista, y no
esta obra tan grande, como haberse Dios hecho hombre por
nosotros. Mirad mi obra. ¿Por qué la tenéis en poco? El
pensamiento para el alma más alto y deleitable éste es:
contemplar la grandeza de Dios y verle abajado tanto por
90 nosotros, que se abajase a tomar nuestras miserias de ham-
bre, frío y cansancio, etc.
Y si la obra es la mayor de las obras, ¿qué tal será el
efecto de ella? No basta conocer esta obra, sino conocer
también el efecto y virtud de ella. No basta conocer la yer-
95 becita, ni la piedra, si no sabéis su virtud; y si la virtud
cognociésemos, mayores alabanzas daríamos al Señor. No
hay yerbecita que no tenga virtud. Pues siendo ésta la ma-
yor de las obras, tendrá la mayor de las virtudes, y ansí
no basta conocer esta obra, sino es menester también cono-
r |] 66-67 opus-cognoverunt] etc. V || 67 que om. O í| 72 cielo om. V | tierras V \
lo O || 73 El] Es V || 74 antonomastice om. V \\ 75-76 por el profeta-David
y] om. V || 76 el om. V | poeta] se entiende add. V | etc.] por apóstol San Pablo,
por profeta David V || 77 Agustín V \ de las obras om. V || 78 ad extra om. V
80 Et] el V f| 82 hecho Dios V || 83 con] es V J| 86 polida V || 86 hecho
Dios K | ! 88 (para el alma om. V | y] más add. V | éste om. V ¡| 89 tanto aba-
jado V 90 abaje V \ nuestra miseria V \\ 91 y cansancio, etc. om. Y
92-93 qué tal será el efecto de ella, si la obra es la mayor de las obras
transp. V |j 93-94 conocer también om. V || 95 y si la virtud] porque si la V \\
96 mayores -al Señor] om. V \\ 9Í7 tenga] su add. V \ virtud] y si las cono-
ciésemos, grandes alabanzas daríamos al Señor add. V \\ 99 es menester om. V \\
67 Cf. lab 21, 12-14 ; Is. 5, 12.
79 San Agustín, ln lo. Ev., tr. 17, 1 (ML 35, 1527) : «Magis...
miran debenius quia Dominus noster et Salvator Iesus Christus homo
factus est, quam quod divina inter homines feeit».
81 Miss. Rom. Ordo Miss., symb. iiic.-constantinop.
86
SERMONES. CICLO TEMPORAL
100 cer sus virtudes y efectos. Quien no sabe contemplar las
virtudes de este misterio, ni sabe contemplar este misterio.
Que si solamente contempláis que Dios se hizo hombre y
no paséis adelante, ¿qué fruto sacaréis, más que de ver la
yerba y no saber la virtud? ¿Qué os aprovecha contemplar
105 que Dios, siendo tan alto, se hiciese tan bajo, si vos os que-
dáis alto y soberbio y 'lleno de viento en vuestro corazón?
Contempláis que os amó tanto, que abajó del cielo a la
tierra por nosotros. Pues no tengáis vos rancor en vuestro
corazón, sino amad a vuestros prójimos y váyanse los ojos
no tras ellos. ¿Cómo contempláis la blandura de Dios, si sois
áspero y duro para vuestros prójimos? ¿Cómo contempláis
a Jesucristo nacido en Betlem, en un portal tan pobre, etc.,
si no tenéis paciencia para sufrir vuestra pobreza y las ne-
cesidades que se os ofrecen, y si deseáis en vuestro corazón
115 ser rico? Grandes, pues, son los efectos de esta obra de
Dios. No sin causa vino Dios pobre, podiendo venir rico;
vino pequeño, podiendo venir grande, etc.
■Pues porque esta obra no se nos vaya en balde, que ¡ay
de nosotros si no nos aprovechamos de ella! — si con la mayor
120 de las medicinas no sanamos, ¿con qué sanaremos?; si de
Dios humanado no nos aprovechamos, ¿de qué nos aprove-
charemos?— -, supliquémosle que nos dé lengua para que
hablemos los efectos de su encarnación.
El Señor viene pobre ¿Queréis que sintamos algo de su
126 a evangelizar a los bondad? ¿A qué vino Dios? Hable
pobres El y callemos nosotros. Un día
estando en Nazaret, su pueblo,
abrió un libro y hojeó, o por mejor decir, abrióse el mismo
libro, que era de Esaías, c. 61. Y comenzó a leer las pala-
130 bras del tema: Spiritus Domini super me, etc., que quiere
decir: El Espíritu del Señor es hecho sobre mí, porque me
ungió; a. evangelizar a los pobres me envió; para ameleci-
nar a los corazones quebrantados, y predicar a los captivos
perdón de pecados, y a los encarcelados libertad y año de
135 perdón del Señor y día de venganza, etc.
¡Oh, quién le oyera decir estas palabras al Señor! Y des-
994100 conpeer om. Y || 101 ni] no V | este] el V || 103 sacareis] fruoto sacáis
no V |¡ 104 contemplar om. V \\ 106 hizo Y || 107 bajó V \\ 108 rencor V ||
109 sino amad om. Y | vuestro prójimo V || 112 Belén Y || 116 midiendo V \\
117 etc. om. V
118 porque fin. 1'
125 bondad] venida V | A qué vino Dios om. V || 127 Nazarón I' || 129 li-
bro] dond^e el Señor quería add. Y | 61]65 O \\ 130 etc. que] eo quod unxerit
me, ad annuntiandum mansuetis misit me, ut mederet contritos corde V ||
132-133 medicinar Y \\ 134 de,] los add. Y \ libertad y] libramiento y el V \
de ] del V || 135 etc. om. V
135 Is. 6l, 1-2.
3. VÍSPERAS DE NAVIDAD
87
pués de haber leído, cerró su libro y dijo: Hoy se ha cum-
plido esta profecía en vuestras orejas, y hízoles un ser-
món tan dulce, que todos daban testimonio y decían ser
140 verdad y estaban espantados de las palabras que decía.
Plega a su bondad, que pues el que estaba allí está agora
también aquí, entre nosotros, que nos hable El a vuestros
corazones y despierte mis labios y abra vuestros oídos, etc.
¿A qué venistes, Señor, pues no venistes en balde?
145 El Espíritu del Señor está sobre mí, entended en cuanto
hombre, que, en cuanto Dios, antes el Espíritu Santo pro-
cede de El y del Padre, y por tanto se ha de entender en
cuanto hombre, y de esta manera lo entendió San Joan en
el c. 1, ca dice: No le fué dado el Espíritu por medida, por-
150 que le fué dada a la santísima ánima de Cristo grandísima
copia de gracia, no como a los otros santos, quia de pleni-
tudine eius omnes accepimus; fué ungido con el aceite y
olio de gracia. David profeta: Unxit te Deus, Deus tuus,
oleo laeütiae prae consortibus tuis. Más abundantemente le
155 ungió que a ningún santo de antes. Los reyes y sacerdotes
eran ungidos, y porque él era rey y también sacerdote, fué
ungido; Rey no en los reinos de esta vida, que todos son
vanidad; antes queriéndolo una vez hacer Rey, huyó de
ellos. Y ansí dijo a Pilato: Regnum meum non est de hoc
160 mundo.
Y porque veáis de qué reino fué Rey, explícalo en el
2." salmo: Ego autem constitutus sum rex ab eo, etc., y
constituido soy de mi Padre por Rey, no sobre reinos del
del mundo, sino sobre Sión y monte santo. Y en Sión esta-
165 ba el templo. Sobre las cosas del templo y espirituales es su
reino, en negocio de ánimas, porque ansí como el rey de-
fiende a su reino de los enemigos corporales, pero no me
puede el rey defender, con cuanto poder tiene, de una ten-
tación, pues ni a sí mesmo por ventura no se puede defen-
170 der; ansí Cristo nos defiende de los enemigos espirituales.
Sacerdote es, porque en cuanto hombre está delante del
141 ahora V \\ 1A2 también om. V | no* om. V \ El om. I" || 143 despierte]
a add. V | y abra -etc.] om. V |¡ 148 Juan V || 149 c. 1] Ap. O | ca
dice om. V | medida] Non est datus illi Spiritum ad mensurara add. V \\
152-153 aceite y om. V ![ 153 profeta om. V || 156 sacerdote también Y \\ 157 Rey
no] reina V \\ 158 cfueriéndole V || 159 Pilatos V \\ 159-160 de hoc mundo]
hic V
161 explicólo V H 162 2.°] primer V \ ab eo, etc. om. V | y] yo V ||
163 por rey de mi Padre || 164 y, om. V || 165-16S Sobre las cosas - de ánimas]
Y defiende corporalmente y espiritual a los de su reinado V || 166 así V || 168
con cuanto tiene defender transp, om. V ¡| 169 mismo V | no om. V \\ 170 defien-
de] no sólo de los corporales, pero aun add. V \ enemigos om. I' |¡ 171-172 ro-
138 Le. 4, 21.
149 lo. 3. 34 ; 1, 32 s.
152 lo. 1, 16.
154 Ps. 44, 8.
160 lo. iS, 36.
164 Ps. 2, 6.
88
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Padre rogando por nosotros, y de esto hablaremos en el
sermón. Ungido viene, no con aceite, sino con sangre; y si
ungido, no viene bravo ni recio, sino blando y manso.
175 Digámosle que a qué viene. ¿A qué venís, Señor? Dice
que viene a evangelizar a los pobres. El que es pobre alé-
grese, que la venida de Cristo a traer nuevas alegres viene
a los pobres. Esta señal dió Cristo a los dicípulos de San
Juan cuando le preguntaron si era el Mesías; respondió:
180 Caeci vident, etc., et pauperes evangelizantur: los pobres
reciben nuevas alegres, que eso quiere decir evangelizantur.
Porque había dicho Esaías (c. 35), dando señales del Me-
sías, que saltaría el cojo, como ciervo, y él mudo hablaría
despiertamente, etc., añadió estas señales del capítulo 61,
185 y dijo: los pobres reciben nuevas alegres. — ¿Qué es esto?
¿Qué quiere decir pauperes evangelizantur? ¿Qué es la se-
ñal de Esaías: Envióme a dar nuevas alegres a los pobres,
ad evangelizandum pauperibus misit me? Como quien dice:
Venísme a preguntar si so yo el Mesías; pues mirad las
190 señales que el profeta había dicho que en la venida del
Mesías había de haber; veisias aquí cumplidas. Hablen ellas,
que ya los ciegos ven, los mudos hablan, los cojos andan,
los pobres reciben nuevas alegres (evangelium, "nueva ale-
gre"; en griego, "dar albricias"). Súbete a un monte, tú
195 que evangelizas a Sién, id est, tú que das nuevas alegres
a Sión. Y ansí predicadores son los que las dan estas nue-
vas, etc.
Envióme, dice el Señor, mi Padre a dar buenas nuevas a
los póbres. ¡Oh! Bendicto seáis, Señor, que, aunque los po-
200 bres son desechados del mundo, no los desecháis vos. No sin
causa dice David tantos bienes como has de hacer a los po-
bres. Dice: Liberabit pauperem a potente, pauperem cui non
erat adiutor. Parcet pauperi et inopi, et animas pauperum
salvavit, etc., et honor ahile nomen eorum coram ülo. Vino
205 a librar al pobre de las manos del poderoso, a socorrer al
Bando delante del Padre V \\ 173 vino V | sangre] su gracia V \\ 174 manso]
amoroso V
■ 176 vino V || 177 la venida de om. V || 179 era] El add. V || 180 etc. - evan-
gelizantur] om. V || 181 evangelizar V \\ 182 Esaías] en el add. V || 183 como]
ol aád. V || 184 etc. om. V | esta señal V || 185 es om. V || 186 qué] om. V ||
186-187 Que es la señal de Esaías om. V || 189 Venís a preguntarme V | so
yo] soy V | pue¿ om. V || 191 haber] nota add. V | aquí om. V || 193-194 evan-
gelium - albricias om. V || 195 id est] y V || 196 las] os V \ estas] buenas
add. V' 1 '
198 nú Padre dice el Señor V || 199 Beandito seas V \\ 200 desechas V \
sin] son V || 201 de hacer a] a que deseohes V \\ 202 Dice om. V | patente]
et add. V \\ 203-204) Parcet pauperi - coram illo] om. V || 205 la mano V \\
181 Le. 7, 22.
182 Is. 35, 5 ss.
184 Is. ÓI, I ss.
188 Le. 4, 18.
195 Is. 40, 9.
VÍSPF.RAS DE NAVIDAD
89
que no tenía quien le ayudase, a "perdonar al pobre y men-
digo y a salvar las ánimas de los pobrecitos, y este nombre
es honrado delante de su acatamiento. ¡Oh! Bendicto seáis,
Señor, que en tanto tenéis a los pobrecitos. Pobrecito, ve-
210 jecita, ¿no es razón que el nombre de Jesucristo sea honrado
de vosotros, pues el vuestro es tan honrado delante de su
presencia; pues de tan buena gana oye el nombre de pobre
Jesucristo en sus oídos; pues tan suave le es este nombre,
pues dice que viene a dar buenas nuevas a los pobres? Ve-
215 nid en hora buena, Señor, que si a pobres venís, hartos
hallaréis.
¡Qué cosa tan pesada era la pobreza antes que Cristo
viniese al mundo, qué aborrecida, qué menospreciada! Pero
bajó el Rico del cielo y escogió madre pobre, y ayo pobre,
220 y nace en portal pobre, toma por cuna un pesebre, fué en-
vuelto en pobres mantillas, y después, cuando grande, amó
tanto la pobreza, que no tenía dónde inclinar su cabeza,
y, finalmente, fué tan amador de pobreza, que ya no hay
cristiano, si es verdadero cristiano, que no tenga en más
225 ser pobre que rico. Y ansí, después de su venida en tanta
pobreza, muchos y muchas dejaron sus haciendas por ha-
cerse pobres, teniendo en más ser pobre con Cristo que
rico con el mundo. En más es tenido el pobre que el rico
después que Jesucristo se hizo de su bando. Como si en
30 una balanza pusiésedes una cosa de precio y en otra una
cosa vil, pero llena de perlas preciosas, diréis que vale
más esta segunda balanza por el valor de lo que se juntó
con ella. Y si en un arca vieja estuviese un tesoro y en
otra nueva no estuviese nada, claro está que diríades que
!35 vale más la vieja, por lo que está dentro en ella, que no
la nueva que está vacía. Y ansí, si miráis la pobreza y
riqueza a cada una por sí, más vale la riqueza; mas si
206 quien le ayudase] ayudador V |[ 207 pobres V || 208 delante de su acata-
miento es honrado V || 209 Pobrecito om. V || 210 Viejecitas V ¡| 210 que]
delante de vosotros add. V | Jesús V || 211 de vosotros om. V | tan honrado
es el vuestro V || 212 pobres V || 213 le om. V || 215 que si - hartos] todos V
217 Qué] era add. V | tan] muy V | era om. V || 219 escogió madre pobre]
escógenos pobres O | y ] un add. V || 220 nació I' | toma por] en pobre V \
cuna] que fué add. V || 221 y om. 1' || 222 reclinar V || 223 y om. V | fué
tan amador de] tanto amó la V || 224 es verdadero cristiano] verdaderamente
lo es V || 225226 de.^pués de - pobreza] om. V || 227 Uniendo V || 227-228 ser
pobre -con el mundo] la pobreza que la riqueza V || 228 En más es tenido]
Ya más tenido es I' |[ 229 después] pues V | Jesucristo om. V | hizo] ya
add. V | bando] Jesucristo add. V || 231 preciosas om. V \ que om. V || 231232
más vale V || 232 segunda om. V | balanza] que aquella add. V \ el valor de
om. V || 232-233 se juntó con ella] tiene en sí V \\ 233 una 1' | vieja] ruin V \
unj gran «dcf. V || 234 nueva] buena V | claro está que om. V | que2 om. V ||
236 más vale 1' || 235-236 la vieja, por lo - que está vacía] aquella arca que no
esta otra por lo que está en ella V || 286 Y om. V | pobreza y om. V ¡| 237 a
208 Ps. 71, 12-14.
222 Cf. Mt. 8, 20.
90
SERMONES. CICLO TEMPORAL
miráis la joya que está con la pobreza, de mucho más
valor es. Juntóse Dios con la balanza de la pobreza y hizo
240 subir el valor. Pues si los pobres solían tener envidia a los
ricos, agora téngala los ricos de los pobres, pues juntóse
Jesucristo con el bando de los pobres y engrandeció [lo] .
Señoras, bien sé que padecéis necesidad. Pues cuando
mayor necesidad tuviéredes, ios al portal de Betlem y mi-
245 rad a Jesucristo, cuán pobre nace por vosotras; miradle
puesto en un pesebre llorando, y llorad con El su pobreza;
mirad en cuán pobres mantillas está envuelto y cuán sin
abrigo está en una casilla caída, temblando de frío, y aun-
que la pobreza os dé pena y trabajo, allí se os hará alegre
250 y suave, y más os sabrá el pedazo del pan duro que a
otros les sabe[n] las gallinas y capones. No esperéis hartura
y descanso en esta vida, que en el cielo os está guardada
muy más aventajadamente. ¡Qué vergüenza sería que estu-
viesen un esposo y una esposa sentados a una mesa, o en
255 el suelo, y el esposo tuviese la cara corriendo sangre, y
estuviese comiendo hiél y vinagre, y la esposa demandase
para sí cosas dulces y sabrosas; que esté él desnudo y
amarrado a un palo, y muy azotado y lleno de dolores, y
la esposa muy vestida y alegre y sin ningún dolor! Sed
260 conformes a Cristo en el padecer y seréislo en el reinar,
y allá comeréis sobre su mesa en sú reino, si acá pade-
cierdes necesidades; que no es razón que, pues está pobre
y llagado, que la esposa quiera estar rica y sin ningún
trabajo.
265 Todos somos pobres, Las nuevas alegres son. Que el
y más los pecadores <lue fuere Pobre se alefre y rego-
cije, pues Jesucristo viene pobre.
Pobres, dice Cristo, consolaos conmigo. Consuélese el que
no tiene que comer, pues el Señor vino con tanta pobreza,
270 que, no teniendo una vez que comer, envió a sus dicípulos
cada una por sí] de una parte y la pobreza solamente de otra Y || 238-240 la
joya que - subir el valor] a la pobreza con lo que tiene en sí, que es a Jesu-
cristo pobre, más tenida es la pobreza por el que la escogió V || 240 solían
tener envidia los pobres V \\ 241 ténganla ahora Y | de] a V || 241-242 jun-
tóse - con él] juntándose al V \\ 242 y] lo V | engrandeció} Cristo y lo hon-
ró add. V
243 bien] ya V | necesidades I' || 244 y om. Y || 245 cuán pobre nace] qué
.pobreza sufre y qué pobre está V || 245-246 miradle puesto - llorando y] om. V ||
246 El om. Y || 247 cuán] qué V \ y cuán] qué V \\ 24S está en - caída]
om. V || 249 os dé pena la pobreza V | allí] así Y | hará] volverá Y || 250 del]
de V || 251 otro Y | les sabe om. Y || 202 y] ni Y || 263i muy más aventaja-
damente om. Y || 253-254 estuviese Y ¡| 254h255 o en el suelo om. V \\ 295-256
tuviese la cara - comiendo] amargase su boca con V || 257-258 y amarra-
do-de dolores] om. I' || 25» muy om. Y | y alegre - dolor] om. V || 261 allí
V || 261-262 si acá padecierdes neceisidades om. I" || 262 es] será V | pues]
El add. V || 263 y llagado que om. Y || 263^264 y sin ningún trabajo] y pues
El está llorando, quiera estar riéndose V
266-267 y regoc-ij<f om Y || 269 el Señor] Jesucristo !' 1 con] a Y \\ 270 ti-
3- VÍSPERAS DE NAVIDAD
91
a coger unas espigas para que comiesen. Consuélese el des-
consolado, viendo a Cristo tan sin consuelo; consuélese el
desnudo, viendo a Cristo tan sin abrigo y morir desnudo;
que viene a consolar los pobres del ánima. Hallaréis unos
275 pobres del cuerpo y otros del ánima. Consolaos los pobres
en el ánima, que a vosotros también viene a os dar buenas
nuevas. ¿Quién es pobre en el ánima? Todo pecador que no
halla en sí obra buena. ¡Oh, cuántos hallaréis, Señor Dios!
Pienso que todos. Y si alguno piensa que no es pobre, re-
280 prehenderle ha la palabra de San Juan, apóstol, que dice:
Dices que eres rico y que no tienes necesidad de nada, y
no sabes que eres pobre y miserable y mendigo. Y si no te
confiesas por tal, no te cabrá parte de las nuevas alegres que
Jesucristo viene a dar a los pobres, porque no hay cosa tan
285 aborrecible a los ojos de Dios, según dice la Escriptura, como
el pobre soberbio, que es aquel que, siendo pobre y mez-
quino, se tiene por rico. ¿Y quién es el loco que tal pala-
bra dice y que no conozca su pobreza?
Plega a Dios que no haya muchos que lo digan. ¿Sabéis
280 quién lo dice? El que no conoce la pobreza de su espíritu,
y no ruega a Dios por el perdón de sus pecados; como dice
la Escriptura que dijo el necio en su corazón: No hay Dios.
¿Y quién es el hombre tan necio que diga que no hay Dios?
El hombre que tan poca cuenta tiene en su corazón en ser
?95 agradecido a Dios, como si no hobiese Dios, éste dice: no
hay Dios. El que peca, el que no obedece a la voluntad de
Dios, éste, aunque con el entendimiento no diga que no
hay Dios; pero las obras también hablan, que San Pablo
dice confiesan conocer que hay Dios. Y con las obras lo
500 niegan los que viven de arte como si no creyesen que hay
Dios; aquéllos dicen que no hay Dios a sí mismos. Aquel
que no conoce sus proprias miserias y las tiene delante de
su corazón y pide a Dios remedio para ellas, aquél dice:
no soy pobre. Pues los que no se conocen por pobres despí-
!05 danse de las nuevas que trae Jesucristo pobre.
¿Cuáles son los pobres, a quien viene a dar buenas nue-
vas? ¿Acordáisos de aquel evangelio que cuenta San Lucas
en una parábola que dijo Cristo: ¿Cuál de vosotros hay que,
niendo V || 271 comiesen] fregándolas entre las manos comiesen los granos V \\
233-2X4 y morir desnudo que om. I" || 274 unos] algunos l- || 275 del^J de V \
les om. y || 276 en el] del 1' | os viene también a V || 277 en el]"del V ||
278 Dios] mas V \\ 281 y, om. Y \\ 282 pobre] hombre V || 283 tal] pobre
V || 284 tan] más V \\ 285 aborrecida V || 286 aquel] el V \\ 288 dice y]
diga V
289 Plegué I- | múñenos I' || 290 su om. V \\ 293 Y om. 1' | necio] bes-
tia V || 294 hombre om. V I tan] tiene V | tiene om F 1| 295 hubiese V \\
2£fl nor¡ om. V \\ 299 conocen I' || 301 a si mismos] ansí mesmo I'
282 Cf. Apoc. 3, 17.
285 Cf. Eccli. 25, 4-
292 Ps. 13, 1 ; 52, 1.
299 Cf. Rom. i, 20.
92
SERMONES. CICLO TEMPORAL
teniendo un amigo rico y estando una noche desapercibido,
310 viniese otro vuestro amigo de camino y, no teniendo qué
le poner delante, no fuese al amigo rico y le dijese: Amigo,
préstame tres panes, porque un amigo mío vino de camino
a mi casa, y no tengo qué le poner a la mesa ?
¿Quién ésta que está descuidado en su casa, y viene su
S15 amigo de lejos, y está tan pobre, que no tiene qué le poner
delante, siquiera un poco de pan? Cualquiera de nosotros,
que tan pobres estamos, que no tenemos un poco de pan que
poner delante a nuestro amigo. Por cierto quien no tiene un
pedazo de pan en su casa, harta pobreza y miseria tiene.
320 ¿Cuál es este amigo que viene de lejos, cansado?
Señoras, agradeced a Nuestro Señor la merced y mise-
ricordia que con vosotras hizo en encerraros entre esas pa-
redes, para, como a Adam, traspasaros desde ahí al cielo.
Y si alguna no se aprovechare de esta merced, suya es la
325 culpa, que de Dios no. ¡Oh, si supiésedes las miserias que
pasan por acá! ¡Y cómo cada hora daríades mil gracias y
bendiciones a Nuestro Señor!
¿Quién es este que viene de camino, cansado? Es un
hombre o una mujer, que se harta de devanear en su pen-
330 Sarniento: "Quiero buscar este cargo, ser alcalde, veinteycua-
tro o regidor, y obedecerme han; quiero buscar valer con
fulano, que me puede aprovechar para ello". Dice otro:
"Quiero buscar cómo granjear en este oficio, y seré rico".
Y pone para ello los medios, no durmiendo ni descansando
335 día y noche, andando vuestro corazón fuera de vos, y a
cabo de un mes o dos que esto pretendéis, preguntalde si
ha hallado algún pedazo de pan para su corazón. Si no,
preguntalde a los que han andado a buscar honras o oficio
altos, cuántos años ha que andan en ello, si han hallado un
340 poco de pan que dar a su corazón. Digan la verdad, si en
todo cuanto han andado vag[u]eando. si han hallado algún
contentamiento que dar a su corazón. Si quiere decir la
verdad, dirá cada uno: "Quiero confesar que ansí es, que
ha andado mi corazón fuera de mí, ni he pensado en cono-
309 tiniendo V | desapercibido V ]| 310 Uniendo V || 313 éj] en V
317 estamos tan pobres V | que3] le add. V ¡I 319 casa] que poner a su ami-
go delante add. V
322 encerraros entre] conoceros tras V |¡ 326 hora] día V || 327 nuestro
Señor] Dios V
329 o una mujer ora. I' | que] no add. V || 330 este cargo om. V \ alcai-
de V || 332 que] es persona que add. V | Dice otro] yo V || 334 los medios
para ello V | descansando] de add. V \\ 335 y,] ni de V | vuestro corazón
om. V | vos] sí V | a] al V || 336 o dos om. V | preguntóos V || 337 habéis V |
para su] que a vuestro V | corazón] contentase add. V || 338 preguntaldo V \
a buscar] buscando V \ u oficios V \\ 339 ella V \\ 339^340 un poco de pan - si
han hallado] om. Y \\ 343 así V \\ 344 mi corazón] reliqua omitt. V || 351 hizo
313 Le. II, 5-6.
3. VÍSPERAS DE NAVIDAD
93
¡! 345 cer a mí ni a Dios, ni he tenido una hora de recogimiento,
ni dolor de mis pecados; he andado como fuera de mi;
agora que veo la vanidad y burlería del mundo y su engaño
y en qué ha andado mi corazón, recójome, paróme a pen-
sar en qué se han gastado estos años y en qué se ha em-
350 pleado mi corazón, ojos y cuerpo, perdiéndolos, pues no
hice obra de merecimiento ninguna, y ansí volviendo mi
corazón a mí, no tengo obra con qué le consolar, que le
pueda poner delante, y cansado estoy ya del mundo, como
dicen los malos en el infierno: Cansados fuimos en el camino
355 de la maldad". ¿No es grandísima locura que por un poco
de un placer vano reciba el hombre tantos trabajos? ¡Des-
venturada alegría, que tanto pesar trae consigo!
■ — Padre, cansado estoy de ofender a Dios y dame pena
cuán mal he gastado mis días; pasado se me han veinte
360 años y no sé en qué; meto la mano en mi seno, pienso con
mi corazón en qué se me han ido, y no hallo un poco de
pan ni consuelo que poner delante, mas antes gran descon-
suelo, porque la conciencia me dice: merecéis infierno.
y si quieren refrenar la lengua y los demás sentidos,
365 no pueden por la mala costumbre que tienen de andar des-
enfrenados y sin guarda, de lo cual les nace un gran des-
consuelo y desconfianza de ir al cielo. Veréislos estar mu-
chas veces riendo, y los corazones están dentro llorando y
desconsolados, porque le está acusando su conciencia y dice:
370 "Tales pecados heciste". ¿Qué consolación puede tener en
sí ningún pecador, si dentro de sí tiene la esclavilla de la
conciencia que le acusa? Creedme que si tenéis dentro de
vos este perrillo, que os ladre, que aunque tengáis cuantos
placeres hay en la vida, aunque os veáis vestida de sayas de
375 brocado, aunque comáis los más sabrosos manjares del mun-
do, no puede reinar en vos alegría.
— Padre, pobre estoy, no tengo con qué consolar mi áni-
ma, que es el primer pan; aflígenme mis pecados, que es el
segundo; de donde me nace no tener esperanza de ir al cielo,
380 que es el tercero.
¿Veis cuán pobre está el pecador? ¿No es más pobre
este hombre que no el que no tiene un pedazo de pan? Sí,
por cierto, como dijo San Agustino andando muy ocupado
en hacer una oración al rey, y pasó una vez por la plaza
385 y vido estar un pobre borracho, y dijo: "Triste de mí, que
más borracho estoy yo, que no aquél; que aquél iráse esta
noche a su casa y echarse ha a dormir y degirirá el vino,
y a la mañana levantarse ha bueno; pero yo, que ando bo-
rracho en hacer esta oración para contentar al rey, y aun-
390 que duerma esta noche, no pienso que dejaré de levantarme
355 Sap. 5, j
94
SERMONES. CICLO TEMPORAL
con mi borrachez; verdaderamente más miserable soy yo
que aquél".
Ansí digo yo, que quien trae su ánima desconsolada, más
pobre es que el que no tiene un pedazo de pan, porque el
395 que no tiene un pedazo de pan no es tan pobre como el que
tiene muchas deudas. Pues ¿qué os parece de un pecador que
tiene treinta mil pecados mortales y más sin comparación
sobre sí, que por cada uno merece el infierno? Aquel llamo
yo verdadero pobre que por deudas está sentenciado a ser
400 vendido él y sus hijos y mujer y hacienda. Ansí aquel es
verdadero pobre que ha ofendido a Dios, de quien El ha
dicho: Revelabo pudenda tua in faciem tuam. Yo me ven-
garé de ti, y nadie me resistirá; yo trairé un día, que quien
lo oyere, le retiñan entrambos oídos; yo volveré ese saco y
405 costal de tu corazón lo de dentro a fuera, y parecerán tus
adulterios, tus hurtos, tus soberbias y todos tus pecados
y maldades.
El que está amenazado de Dios, a quien Dios dice: "Yo
te echaré a los infiernos, yo te echaré en la plaza cuantos
410 pecados has hecho, y para siempre te condenaré" ; si que-
réis llorar a algún pobre, llorad a éste. Llamáis pobre al de
por Dios; llamad más verdaderamente a éste. ¿Cómo? ¿No
es más pobre un ánima que no tiene fuerza para cumplir
la voluntad de Dios, que no tiene un poco de obediencia a
415 Dios? Que la comida y manjar del ánima, la obediencia es.
Mi manjar, dice Cristo, es hacer la voluntad de mi Padre.
— No tengo obediencia ni fuerza para guardar la ley de
Dios. — Pues pobre estáis, llamaos pobre a vos. Veis aquí
cómo están los hombres pobres, sentenciados al juicio por
420 sentencia de Dios, enflaquecidos para cumplir la voluntad
de Dios, sin esperanza de ir al cielo. ¿Cómo han de estar
alegres los que no tienen un pedazo de pan, no un consuelo
para poner delante de su corazón cuando viene de camino?
Veis aquí la miseria y pobreza grande del hombre, en que
425 todos estamos. ¿Bastará esto para que os demos a entender
la miseria del hombre y la vanidad de los mundanos? ¡Oh,
quién os persuadiese y os hiciese una vez entender y creer
que todo lo de este mundo es burlería y locura! ¡Quién
predicase una vez de veras a mozos locos y a viejos ava-
430 rientos!
Decidme, ¿habéis oído decir a Salomón, hombre muy rico
y sabio, el cual fué tan rico, que en su tiempo no se tenía
la plata en Jerusalén en más que si fuera piedras? Dióse
a buscar contentamientos en esta vida, busca deleites, edi-
392 San Agustín, Confess., 1. 6, c. 6 : ML 32, 724.
402 Nah. 3, 5.
404 Cf. 1 Reg. 3, xi.
416 Cf. lo. 4, 34. 1
VÍSPERAS DE NAVIDAD 95
435 fica admirables casas, planta jardines viciosísimos, dase a
tener mujeres, y tuvo sobre setecientas mujeres. Mirad qué
se gastarían de dinero en buscar los medios para este fin.
¡Qué solícitos andarían sus criados y vasallos en entender
cómo conten talle! Fué tanto el cuidado que en esto puso,
440 qUe, dice él, no deseó mi corazón ni mis ojos cosa que no
alcanzasen, en tanto, que fué nombrado su nombre por todo
el mundo, y a cabo de cuantos años había gastado en bus-
car su contentamiento, dice, volvíme a considerar mis obras
y vi que todo era vanidad de vanidades y todo vanidad, y no
445 le queda al hombre de todas sus obras sino trabajo y aflición
de espíritu. — ¡Válame Dios! ¿Andáis a buscar descanso,
y decís que no halláis sino trabajo y aflición de espíritu?
— Sí, que tal es el descanso del mundo.
¡Señor! ¿Por qué permi tistes que un hombre tan sabio
450 y tan rico se engañase? ¿Sabéis por qué? Porque con su
engaño fuesen desengañados los hombres, y pues que aquél,
siendo tan rico, no halló contentamiento, y siendo tan sabio,
no lo alcanzó, que no piense el pobre y el ignorante de
hallarlo, porque ni serás más rico ni más sabio que él, ni
455 podéis poner más diligencia ni cuidado que él. Desengá-
ñense los mozos, y a los deshonestos no les engañe la carne,
ni piensen de hallar grande deleite y contentamiento. Des-
engáñense los ricos que piensan de hallar felicidad en sus
riquezas, que aquél buscó deleites y placeres y se engañó,
150 y halló trabajo y aflición de espíritu. Sepan los hombres
la pobreza y miseria de esta vida, etc.
Veis aquí lo que dice Cristo. ¿A quién viene a dar nue-
vas alegres? A los que no tienen contentamiento, a los que
tienen el corazón atemorizado y sin esperanza de ir al cielo.
165 Envióme mi Padre a dar nuevas a los ángeles, a los pobres.
Todos somos pobres, pues nos podemos quejar del cuerpo y
del ánima. La persona que en esta vida más siente su po-
breza, más desconsolada está. Y si tenemos seso, esto nos
ha de doler, y no había de entrar en nosotros alegría, etc.'
470 Cristo, remedio de Padre, yo conozco mi pobreza, ¿qué
nuestra pobreza: remedio tendré? Conózcome ser pobre
El pagará nuestras en ei ánima, no hallo obra ninguna
deudas buena con que me consolar, ¿qué os
parece que haga? ¡Oh, si hiciésedes
175 que el Señor me perdonase mis pecados y revocase la sen-
tencia que contra mí tiene dada! ¡Qué alegre y contento me
hallaría! Hacé que el Señor me ame y me dé abrazo de paz;
haced que me tome por hijo y me reciba como al hijo per-
dido, y aunque me deshonren y den mil azotes y me des-
446 Eccli. 1, 2. 14.
465 Cf. Le. 4, 18.
96 SERMONES. CICLO TEMPORAL
480 echen todos, estaré muy alegre ; haced que tenga un amor a
todos los prójimos, malos y buenos, y que me compadezca
de los males del prójimo; haced que mi corazón tenga es-
peranza, que cuando me muera, iré al cielo, y viviré conso-
lado. Sanadme vos esta llaga que acá dentro de mí siento,
485 porque si mi conciencia, acá dentro de mí, no me da testi-
monio que estoy bien con Dios, ningún placer puede reinar
en mí.
Pues a eso mismo viene Dios. ¿Deseáis consuelo? El lo
trae. ¿Deseáis castidad y limpieza en vuestro corazón, de
•WO suerte que tengáis un nuevo corazón, como San Ignacio, que
decía que tenía escripto en su corazón a Jesucristo, y que
nadie se lo podía quitar de su corazón? Pues El lo trae.
A amelecinar viene corazones. ¡Quién tuviera aquel corazón
y alegría de aquel santo y aquella esperanza de ir a gozar
495 de Dios que él tenía! Pues a eso viene, a dar alegría a los
flacos de corazón y esperanza a los desconsolados. Oíd, dice
Cristo, y haced cuenta que este Adviento vino.
— Señor, ¿qué nueva llevaré hoy a mi casa, para que me
consuele esta semana santa? ¿Con qué me consolaréis, Se-
»00 ñor, que se me acuerda que he pecado contra vos, y temo
mis pecados y el juicio e infierno? ¿Con qué me consola-
ré, que tengo tantas deudas, ha hecho mi ánima muchos
pecados? — Envióme el Padre a dar nuevas alegres a los
pobres y a melecinar corazones quebrantados y a dar liber-
505 tad a los captivos. ¿Qué debéis, hermano? — ¡Oh Señor!
Que debo a Dios tantas deudas, que no sé cuándo se las
pague, debo más de tres mil pecados graves y feos [que]
he hecho. Por solos los pecados de la lengua que he hecho
merezco tener en el infierno la lengua cortada. Pues pensa-
510 mientos de mi corazón no tienen cuenta. Mucho debo a Dios,
y tengo que me ha de dar muchos tormentos.
— 'Pues alegraos, que ya viene Dios, hecho hombre, a
daros buenas nuevas, a consolar y melecinar corazones que-
brantados y a dar corona a los que están en ceniza, y año
515 de paz y benignidad del Señor. Niño está agora, encerrado
en el vientre de su madre, hasta el día de su santo naci-
miento, pero en naciendo, aunque niño, sale como un gi-
gante: Exultabit ut gigas ad currendam viam, gozoso como
un gigante para tomar nuestra carga y pecados, y comienza
520 luego en naciendo a pagar por ellos.
¿Cómo, Señor, siendo tan pequeñito, podéis con tanta
carga? ¿Cómo hombros tan tiernos sufren tanto peso, que
el cielo no pudo sustentar? Si fueran hombros de hombre
puro, no pudieran con ella, pero eran hombros de niño y
.|qi Cf. San Ic.nacio DE Antioquía, Ad Magues., c. i : MG 5, 663.
505 Cf. he- 4. 18-19-
515 Cf. Le. 4, 18-19. 519 Ps. 18, 6.
3. VÍSPERAS DE NAVIDAD
97
525 Dios. Y aunque era niño, era gigante, y ansí esa incom-
portable carga llevó sobre sus hombros. Esta fué la em-
presa de este niño. ¡Bendito sea tal niño como éste, pues
echa sobre sus hombros todos cuantos pecados vos hecistes
en la cama, en los rincones, con la lengua, con los ojos, y,
.r'30 finalmente, cuantos pecados se habían hecho y se habían
de hacer; y cuidadoso de pagar esta deuda sale por fiador
de ella, y hace luego recién nacido obligación firmada con
la sangre de su circuncisión. Obligado se ha a pagar todo
cuanto merecen vuestros pecados: Pídase a mí esta deuda,
535 ejecuten en mí todos los tormentos que se deben de parte
de éstos, que yo los quiero pagar.
¡Bendito sea tal niño y tan provechoso como éste! Y de
aquí es que la oración del domingo decía: Excita, Domine,
potentiam tuam et veni, et magna nobis virtute succurre.
540 Despertad, Señor, vuestro poder y venid no a condenar, sino
a salvar; no a echarnos a perder, sino a pagar nuestra
deuda. Y de aquí es que San Pablo llama al Evangelio de
Cristo fortaleza de Dios. Pues esto pide la Iglesia: Emplea,
Señor, tu poder en dar remedio a tantas miserias, a pagar
545 tantas deudas; emplea tu poder en rescatar estos captivos,
en hacer esta misericordia; que tomes sobre tus hombros
todos nuestros pecados. Pues niño que tal carga toma so-
bre sus hombros, que, estando sentenciados a muerte, se
obliga a nuestra deuda, ¡cuánto merece ser amado! ¡Des-
550 venturado de aquel que le ofende! Serviré me fecisti peccatis
tuis, decía el profeta. Quéjase este niño diciendo: Hasme
hecho servir por tus pecados y hasme dado maldad en lugar
de mis servicios.
Considerad bien esta palabra, que no hay navaja tan bien
555 afilada que así parta el corazón como pararse a pensar cómo
por mis pecados, por los que yo hice, fuese aquel virginal
cuerpo atado a un palo, escupido, deshonrado y muerto. ¡Oh,
malaventurados deleites y bestiales placeres, que tan caros
costaron! ¡Que por nuestros malos pasos fueron clavados y
>60 rompidos los pies de Jesucristo! ¡Por nuestras malas pa-
labras gustó hiél, vinagre, su dulcísima boca! ¡Por nuestros
malos pensamientos fué Él herido en su santísima cabeza!
¡Oh, malditos pecados, que tan caros me costastes! Tú
reiste, dice Dios, y yo lloraré; tú descansaste, y yo traba-
565 jaré. Dísteme con tus pecados un tan gran trabajo, que me
hiciste llevar aquesta cruz muy pesada, en la cual fui encla-
vado y pasé muchos y grandes denuestos y afrentas. Por
543 pide] puede
540 MÜs. Rom.. D0111. IV Advenías, Oralio.
543 Rom. i, 16.
551 Cf. Is. 43, 23.
B. Avila 2
PS
SERMONES. CICLO TEMPORAL
los deleites sucios que tú pasaste en tu cama, recibí yo en
mi cuerpo mil y tantos azotes, hecísteme servir como un
570 esclavo. Muy cara me cuestas, ánima cristiana. Por ti sufrí
cansancio, sed y hambre; por ti sufrí infinitos trabajos;
rompiéronme mis manos, pies y costado, y no quedó en todo
mi cuerpo coyuntura que no fuese cruelmente atormentada.
¿Bastará esto para consolar vuestras ánimas?
575 ¡Oh Señor, que he vergüenza de mis pecados, que son
muy feos! ¡Oh, quién viera a este niño, y cuando grande,
orar al Padre! Confusio faciei meae cooperuit me, dice Da-
vid en persona de este niño. La vergüenza de mi cara ha
cubierto mi rostro y me ha hecho cubrir de vergüenza. Pero,
580 Señor, perdonaldos por quien vos sois.
Señor, vos no hecistes estos pecados, ¿por qué os aver-
gonzáis y cubrís vuestro rostro de vergüenza de ellos?, ¿por
qué los llamáis vuestros? Hase aquí Cristo como el hombre
o mujer que, habiendo su hijo o hija hecho algún pecado
585 muy feo, va delante del juez, los ojos bajos y puestos en
tierra con gran vergüenza, y dice: — Señor, tengo tan gran
vergüenza de este mal, que no oso alzar los ojos ni sé
con qué cara parezca delante de vos, mas suplicóos que
no castiguéis este mal; suplicóos que perdonéis a mi hijo
590 y no me avergoncéis. — ¡Buena mujer! Que no heciste vos
aquel pecado, ¿cómo os avergonzáis y rogáis por él? — Por
mío lo tengo yo y hago cuenta que yo lo cometí, y por
eso tengo mi cara llena de vergüenza.
Pues así dice el profeta David: Todo el dia la vergüenza
595 de mis pecados está frontero de mí, y la confusión de ellos
ha cubierto mi cara. No dice de sus pecados, que El no
tuvo ni pudo tener ninguno. Pues ¿por cuáles? Meta cada
uno la mano en su seno y mire en su corazón los abomina-
bles pecados que pensó, habló y obró; que vos mismo habéis
600 vergüenza de pensar en ellos. Y de aquesas abominaciones
dice Cristo que está llena su cara de vergüenza, porque ya
El las sabía como si fueran hechas, y por eso se pone delan-
te de su Padre y dice: Padre mío, yo soy fiador de los
pecados de aquél, y aunque ellos son tan abominables quo
605 yo tengo vergüenza de ellos, suplicóos se los perdonéis; ver-
güenza tengo, Señor, de representar estos pecados delante
de vuestra Majestad, pero porque no se puede pedir perdón
del pecado, sin que se represente el mismo pecado, yo
quiero padecer esta vergüenza en mí, porque se perdone.
610 Más vergüenza tenía Jesucristo de representar cosa tan
fea, que una doncella muy castísima de hacello. ¿Y qué
pensáis que fué aquella vergüenza de ponello en un palo
desnudo delante de su madre y de tanta gente? ¡Qué ver-
577 Ps- 43, 16.
596 Ps. 43, 16,
v vísperas de navidad
99
güenza para un hombre castísimo y virginísimo, que no se
615 solía descubrir ni aun el brazo, descubrirle su cuerpo delan-
te de tanta gente! ¿Para qué esto, Señor? Para con su
desnudez y vergüenza cubrir nuestros pecados. La vistidu-
ra que le quitaron, a nosotros la dió, y avergonzándolo a
El, con su vergüenza quita la nuestra. Y por eso fué El
620 tan afligido, para darnos a nosotros alivio.
Pues consolaos, pobres, que buena nueva os viene a dar
el Hijo de Dios. Consolaos los de los corazones llorosos,
que el Hijo de Dios viene a pagar vuestras deudas y a obli-
garse por ellas. Consolaos, encarcelados, y alegraos, adeu-
625 dados, que ya el Rey se obliga a pagar vuestras deudas,
y obligándose el Rey, quedáis vosotros descargados. Y si
obligándose el Rey a vuestra deuda queda segura, pues pue-
de mucho más pagar que vos debéis; más segura está obli-
gándose Dios, que puede mucho más que no el Rey, pues
630 puede más pagar que nos deber. Bendigamos a tal Rey, que
siendo El rico y no debiendo nada, se obligó a pagar por
nosotros y quiso que a El se le demandase nuestra deuda:
Pedidme a mí, y no pidáis a ellos.
¡Oh! Alábente, Señor, los ángeles, y los cielos y la tie-
635 rra canten las alabanzas de tu bondad, que tanto nos amas-
te y quesiste pagar lo que yo debía.
Viene este Niño a Pues este tiempo santo del Adviento
trabajar, para ga- representaba la venida del Hijo de
narnos el sustento Dios a pagar nuestros pecados, y
640 aunque en la fiesta de la Encarna-
ción, que es a veinte y cinco de marzo, se celebra esta ve-
nida, pero por ser poco un día para celebrar tan g[r]ande
bien, ordenó la Iglesia, movida por Espíritu Santo, este
tiempo, el cual representa habernos tanto Nuestro Señor
645 amado, que vino a trabajar para que nosotros descansemos.
Buena nueva, hermanos, pues Dios viene a pagar por nos-
otros: El pagará por nuestros pecados, pues El es el que
tiene poder; y pues quiere y puede, El sabe cómo pagará.
Decidle: Niño, Padre mío, que éste es su nombre, que
650 ansí le dijo Esaías, que será llamado Pater futuri saeculi.
Padre no entendáis según la carne, sino según el Espíritu,
porque ansí como no hay ninguno que tenga carne, que no
la tenga de Adam, ansí no hay ninguno que tenga Espíritu,
que no lo tenga de Jesucristo. Digamos, pues: Padre nues-
655 tro, dadnos de comer.
¿No veis a nuestro padre sudando, con el azadón en la
mano, para dar de comer a sus hijos?. Y no dormía de no-
che, que San Lucas dice que perno[c]tabat in oratione, etc.
Estábase toda la noche sin dormir, en oración, pidiendo
650 Is. 9, 6.
657 Cf. Le. 6,
100
SERMONES. CICLO TEMPORAL
660 para sus hijos y trabajando para ellos. ¿Qué pedís, Señor?
¿Qué os falta? ¿Por qué trabajáis tanto, que no queréis
descansar siquiera un poco de noche? ¿Sabéis por qué?
Porque, aunque el Padre es rico, los hijos son pobres y
trabaja para sus hijos; aunque el Padre es bueno, los hijos
665 son flacos y miserables para sufrir las tentaciones, y por
tanto les pide fuerza. Muy flacos son para guardar la ley
y resistir al demonio, y por eso yo me enflaqueceré para
dalles a ellos fuerza; yo endureceré mis carnes con tormen-
tos, para que su corazón más duro que piedra se ablande.
670 ¿No veis a nuestro padre con callos en las manos del aza-
dón y de trabajar por sus hijos? ¿No le veis las manos san-
grientas del trabajo que recibió para darnos pan? Fué tanto
lo que trabajó con su Padre para nosotros, que dice San
Pablo: Nam quod impossibile erat lege in qua infirmabatur
675 per carnem, Deus filium suiim mittens in similitudinem car-
ras peccati de peccato da[m]navit peccatum in carne, ut iusti-
ficatio legis impleret[ur] in nobis, qui non secundum carnem
ambulamus, sed secundum spiritum. En lo que enfermaba
la ley, lo que le era imposible a la misma ley, que era la jus-
680 tificación, envió a su Hijo en semejanza de hombre pecador,
'para que con la semejanza de pecador, con trabajos, con tor-
mentos, destruyese al pecado y nos ganase la justificación,
para que nos ganase fuerza para cumplir la ley.
— ¿Qué deseáis? — Guardar la ley de Dios. — ¿Deseáis
685 guardarla toda? Pues amad a Dios y a vuestros prójimos y
guardarla heis. Y si la ley de Dios es la obra, y la obra es
nuestro pan, como dice Jesucristo (\Mi manjar es hacer la
voluntad de mi Padre) , obedeciendo El por nosotros, diónos
este pan.
61'0 Estos son los tres panes que Jesucristo nos ganó por su
misericordia, porque cuando el demonio os viniere a tentar,
le digáis: Vade retro, Satana, que no tengo temor ninguno
de ti. ¿Qué es lo que temíades? ¿Qué? ¿Es la falta del pri-
mer pan? ¿Temíades la justicia de Dios que os castigase en
695 el infierno para siempre? Pues decilde que ya habéis pagado
lo que debíades de vuestro pecado, y como dice el profeta
Oseas, no castiga Dios la cosa dos veces. Y para eso envió
a su Hijo en semejanza de pecador subjeto a trabajos y pa-
siones y dolores, etc., para pagar por nosotros. Y la escrip-
700 tura que al demonio teníamos hecha, dice San Pablo que la
enclavó en la cruz y la borró con su sangre, para que no nos
674 itopussibjle
676 peccato] ixccatum
684 Guardar! <U- add. '
678 Cf. Rom. 8, 3 s.
688 Cf. lo. 4, 34.
692 Cf. Mt. 4, 10 ; Mr. 8, 33.
697 Cf. Ez. iS.
701 Col. 2, 14.
3- VÍSPERAS DE NAVIDAD
101
tenga más que pedir el demonio. Y si te dijeren tus pecados
que rriereces ser atormentado por ellos en el infierno, que
digan: Ya no temo infierno ni tormentos, porque Cristo fué
705 atormentado por mí; ya descargó Jesucristo mi carga, car-
gando su cruz sobre sus hombros. No temo castigo, pues
que Jesucristo se puso en medio de Dios Padre y de mí, y El
recibió los golpes en sí mismo y en El me perdonó el Padre
lo que yo había de pecar.
710 El segundo pan que nos ganó Cristo es fuerza para de
aquí adelante. ¿Qué pensáis que era aquella flaqueza que
decía Cristo que sentía su carne en la oración del huerto,
cuando dijo: Caro autem infirma, sino daros fuerza y gracia
para que de aquí adelante no sea nadie cobarde? Envió a
715 su Hijo para ganarnos justificación. Yo enviaré a mi Hijo
para que, con verle manso, tengáis fuerza para ser mansos;
y para que viéndole trabajado, te esfuerces a llevar trabajos;
para que viéndole perseguido, tenga [s] fuerzas para sufrir
persecuciones. ¿Veis cómo nos ganó este pan? Para que todo
720 hombre que dijere: "-Pesada es la ley de Dios", que alce
los ojos a Jesucristo trabajado y angustiado, y vea cómo le
ganó esfuerzo.
El tercer pan es esperanza para ir al cielo. Cuando el
diablo te dijere: "¿Quién eres tú para entrar en la gloria?",
725 responderás: "Yo por mis merecimientos no soy nada, in-
fierno merezco, de muchos tormentos soy digno. Pero aquel
Dios humanado con su muerte me ganó perdón, con sus tra-
bajos me ganó perpetuo descanso". San Bernardo dice que
dos veces Cristo es Señor del cielo y lo merece: una, porque
730 es Hijo natural de Dios; la segunda, porque con sus trabajos
lo compró, y dándomelo El a mí, no tengo que dubdar, sino
tener esperanza de ir allá; iré al cielo porque Cristo lo ganó
para mí; iré al cielo porque me ayuntaré con Cristo. Que El
dijo: Ubi fuerit corpus, congregabuntur aquilae, donde fuere
735 la cabeza, allí han de ir los miembros. Y de la cabeza es el
cielo, pues es Rey del cielo; por tanto, esperanza tengo de
ir al cielo.
Veis aquí los tres panes que nos da nuestro Niño para
que comamos, y tales que ni ángeles, ni arcángeles, ni que-
740 rubines, ni serafines, ni todo lo criado no nos lo podrá dar.
¿Quién podía hacer esto, que consolara mi ánima, si aquel
hijo de la Virgen no viniera luego? Tengámonos por pobres
y conozcamos nuestra miseria.
737 cielo] Dic figuram Saosonis qualiter quitó las puertas de Ja ciudad, y
las llevó al monte, que figura cómo Cristo quitó las puertas del cielo después
de su muerte mare.
713 Mt. 26, 41.
73Í Cf. San Bernardo, De ccnsider alione, 1. 3, c. 1 : ML 182, 7^8.
734 Cf. Mt. 24, 28.
102
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Peroración ¿Pues por qué hay algunos que se van al in-
745 fierno, aunque vino Cristo? ¡Desventurado
[a]quel que allá va! ¡Que, pagada la deuda, te tornen a
atormentar; que, cercado de pan, te quieras morir de ham-
bre! Hay algunos pobres que más quieren morirse de hambre
que conocerse por tales ni demandar un pedazo de pan.
750 ¿Vistes mayor locura?
Si te duelen pecados, conoce tu pobreza y busca reme-
dio, busca médico; si te escarba el estómago de hambre,
busca quien te dé pan; y si te duele la conciencia y tienes
temor del infierno, busca medecina, busca quien te remedie,
755 que la medecina a par de ti la tienes. Señor, ¿quién me
sanará esta ánima y este corazón?
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es
el reino de los cielos. Conocé vuestra pobreza, buscá reme-
dio. Veisos morir y no queréis dar voces a Dios. Pedilde
760 fuerzas para no le ofender. ¡Qué lástima es perderse áni-
mas que tan caro costaron, tan de balde!
Ea, pues, que a buscaros viene este Niño; duélanos de
nuestros pecados. A la corte va por nuestros negocios; vá-
monos con El. Y si le viéremos haber hambre, pasemos
765 hambre con El; si trabajos, pasémoslos con El. Obedezca-
mos a su voz. ¿Es bien que esté E\ llorando por ti y que estés
tú riendo? No llora por sí, sino por ti. Parece que haces
burla de El, pues El llorando, tú ríes. Deshonrado está, no
quieras tú buscar honra. ¿Es bien que quiera el hijo estar
770 honrado, estando el padre deshonrado? Pobre está, no quie-
ras estar rico. Azotan a Jesucristo por mis pecados, ¿y no
me azotaré yo? Está Dios humillado y puesto en un palo,
¿y quieres tú estar ensalzado?
Tales son los malaventurados, que, habiendo Dios veni-
775 do a predicar año de perdón, quieren más caer en lo que se
sigue, que es día de venganza del Señor. Quiere El a todos
por hijos, y ellos no lo quieren por padre, sino por juez.
A todos los que quisieren enmendar se les promete perdón
de sus pecados, pero a los que no quisieren aprovecharse
780 de sus lagrimitas, día de guerra y indignación. Si quisier-
des gozar de este Niño que agora naciera, de su parte os
prometo perdón; pero si no quisierdes aprovecharos de El,
demandaros han cuenta de su sangre, porque, como dice
la Escriptura, el que engaña al jornalero de su jornal y
785 el que derrama la sangre, hermanos son. A comprar viene
con sus trabajos vuestras ánimas; no le hagáis servir en
balde; si no, seros ha demandado de su sangre. ¡Nunca
plega a Dios, por quien El es, que ansí sea, sino que sea-
mos agradecidos a tan gran merced!
758 Mt. 5, 3. 785 Eccli. 3.1, 27.
4. NAVIDAD
103
790 Hagamos buenas obras, limpiemos nuestra casa para
recebir esta Pascua a este Niño. En ella perdonemos las
injurias, dejemos los pecados, demos limosnas, porque cuan-
do venga nos halle bien aparejados y nazca en nosotros y
nos dé aquí gracia y después gloria.
4 Señales para hallar a Dios *
Navidad. Predicado en el día de San Esteban, en un con-
vento de monjas
(B. N. M., Ms. 6311, ff. 191 r - 209 v).
Et hoc vobis signum: Invenictis infantcm pannis
involutum. ct positum in pracscpio [Le. 2, 12].
Exordio Laetabitur deserta et invia: florebit solitudo sic-
ut lilium. Germinans germinabit: et exultabit lae-
5 tabunda: gloria Libani data est ei: decor Carmeli et Saron.
Alegrarse ha la desierta y sin camino, regocijarse ha la so-
ledad, y florecerá asi como lilio. La honra del Líbano le
fué dada, y la hermosura de Carmelo y de Sarán. Palabras
son que el profeta Esaías dijo, viendo en espíritu este día
10 y la bienaventuranza de la Virgen María Madre de Dios.
Hoy es día de regocijo. No hubo allí dolores de parto, por-
que, si los hubiera, entristeciérase nuestro regocijo con ha-
ber dolores. Si ella tuviera ansias de dolor y gimiera, en-
tristeciérase nuestra fiesta. No tuvo la Virgen dolor ni
15 tristeza, sino grandísimo gozo y alegría.
Alegrarse ha la desierta y sin camino. Aquella que no
conoció varón, fructificando, se regocijará y alegrará. ¡Oh
Sacratísima Virgen, quién viera vuestro regocijo y el ale-
gría de vuestra cara! ¡Quién os viera hoy madre y virgen,
20 tan virgen como las vírgines y tan madre como las madres!
La hermosura de Carmelo y de Sarán — que eran unos mon-
tes muy hermosos en Judea — le fué dada. Y si queréis ver
alguna hermosura en la tierra, suplicad a nuestro Señor
que os dé ojos de consideración, para ver una doncella hoy
25 en el portal de Betlem con un Doncel en sus brazos. No hay
cosa más hermosa; la honra del Líbano le fué dada, y la
hermosura de Carmelo y de Sarán.
Dijo Sara cuando hubo concebido a Isac: Risum fecit
mihi Dominus: et quicumque audierit ridebit. ¿No veis una
26 Je] lo
* «Thema in die Na[ti]vitatis Domine» (f. 101 r). Este ser-
món ha sido corregido por una mano posterior ; damos solamente
el texto primitivo, que es el auténtico.
8 Is. 35, 1-2.
29 Cf. Gen. 2i, 6.
104
SERMONES. CICLO TEMPORAL
30 mujer de noventa años concebir? El Señor me ha hecho reír,
que no tenía ya fuerzas naturales para concebir y hame
dado fuerzas sobrenaturales para ello. Y así, cuando dijo
el ángel a su marido que concebiría, se rió ella, y al hijo
que parió le llamaron Isac, que quiere decir risa o gozo.
35 Y Sara dijo: Risa me ha hecho el Señor, y no solamente
para mi, pero para cuantos lo oyeren. ¡Qué palabras para
la Virgen! Mucho fué que una de noventa años concibiese;
pero mayor milagro, doblado, fué el de la Virgen concebir
sin obra de varón y parir virgen. ¿Y quién puede oír que la
40 Sacratísima Virgen tiene en sus brazos a Jesucristo, que no
se regocije? Fué hecho gozo no solamente para la Virgen,
sino para todos los que lo oyeren. Gózaos con ella todos
los que bien la queréis, que hoy es hecha Madre y Virgen.
San Esteban vió hoy los cielos abiertos, y Jesucristo asen-
45 tado a la diestra del Padre; y hoy está Cristo en Betlem
en los brazos de su Madre. Vamos allí y pidámosle la gra-
cia, y pongamos por intercesora a su bendita Madre, dicien-
do: Ave, María.
¿Qué señas son éstas El Niño nacido por nuestra salud
50 para hallar a Dios? y la Sacratísima Virgen, su Madre,
dé a vuestras mercedes muy bue-
nas pascuas. Las palabras del tema dijo un ángel a los pas-
tores. El predicador también es agora ángel en el oficio.
Angel, mensajero quiere decir, y los predicadores también
55 somos mensajeros, que os venimos a hablar de parte de Dios.
Señal os doy: Hallaréis al infante envuelto en pañales y
acostado en un pesebre. ¿No veis qué linda fiesta ésta? Doy
os buenas nuevas. Dijo el ángel a los pastores: Dadme al-
bricias, que un gozo grande os traigo, que es nacido esta
60 noche el Salvador Cristo, el Mesías, en Betlem. Y porque
no lo perdáis de vista, que os va la vida en conocerlo, yo
os daré señas: que hallaréis al infante envuelto en pañales
y acostado en un pesebre. Por estas señas le conoceréis. Doy
os buenas señas, porque en lo que mucho va es menester
65 muchas señas, para que no se pierda. Este que hoy nació
es vuestro Bien, Reparador, Perdonador de vuestros peca-
dos, y por eso quien no lo conociere no puede ser salvo.
Y así, para que los hombres topasen con El, desde Adam
comenzó Dios a dar señas: señas a Abraham, señas a Jacob,
70 señas a David, señas a Esaías y a todos los patriarcas y
profetas. Porque no lo perdáis de vista: nacerá en tal lugar;
mirad, de esta manera hablará, esta condición tendrá.
Pintaron los profetas a Cristo porque no lo errasen, que
33 Cf. Gen. 18, 10-15.
45 Act. 7, 55.
63 Le. 2, 10-12.
4. NAVIDAD
105
quien a éste errare, errado ha el cielo; y, al fin, para co-
75 nocer a Cristo, poco aprovechan señas, si no viene lumbre
del cielo. ¿Sabéis lo que acontece a los astrólogos? Leen:
"Tal signo tiene tales señas", y cuando salen a ver, no
topan con él. Y quien tiene la lumbre de la fe, alabe a Dios,
que se la ha dado, y déle gracias por ello, que si El no la
80 da, in vanum laboraverunt qui aedificant eam. Y San Pablo
dice que fides est donum Dei. Si de arriba no viene, ¿qué
aprovechan señas? Señas tuvieron los judíos, mas cegados
con sus pecados no lo creyeron; y por esto, para enseñar
Dios a los pastores, viene un ángel de arriba — y con él una
85 grande claridad, que se espantaron los pastores — : Porquo
no lo perdáis de vista, que os va la vida en ello; id a Betlem
y hallarlo heis en un pesebre envuelto en unos pañales. ¿Qué
señas son éstas para hallar por ellas a Dios, ángel, infante
envuelto en pañales, acostado en un pesebre? San Bernardo
90 en un sermón de la circuncisión dijo: En verdad, si quisie-
ran perder de vista a Oristo, buena señal era la circuncisión,
porque la circuncisión era señal de pecadores, y Cristo no
era pecador. Conoceldo por señal de circuncisión. Así, estas
señas que el ángel da, más parecen señas para errar a Dios
95 que para acertar con El: infante envuelto en pañales y pues-
to en pesebre.
Infante quiere decir niño que no habla. Si el mismo ser
personal de este Niño que hoy nace en Betlem es ser Pa-
labra, por vuestra vida, que me deis por señal que, "siendo
100 Palabra, no habla", para hallar a Aquel del cual San Joán
predijo: En el principio era la Palabra, y la Palabra era
acerca de Dios, y Dios era la Palabra y Aquel por cuya pa-
labra fué hecho cielo y tierra! ¿Cómo me dais por señal
"infante", pues por este nombre se entiende un niño envuelto
105 en pañales? Buenas señas para hallar a Dios. ¿Quién en-
volvió en pañales al inmenso? Los cielos y la tierra yo los
hincho, dice Dios. ¿Quién os envolvió en pañales, Criador
del cielo y tierra? ¿Cómo "puesto en pesebre"? ¿Qué señas
son éstas, ángel, para hallar a Dios? Declarádnoslas.
no Infante: Apareció la Isaías dice, hablando de la venida
blandura y misericor- de este Niño, et revelabit[ur] glo-
Dios sino su Hijo bendito Jesucristo, nacido hoy en Betlem,
97 habla] si el add. ¡| 108 palabra] fué acerca de Dios y Dios add. ras.
80 Ps. 126, i.
81 Cf. Eph. 2, 8.
93 Cf. San Bernardo, De circumciss. Donüni serm. 3, 3 : ML
dia de Dios
ria Domini. Descubrirse ha la hon-
ra de Dios. ¿Qué es la honra de
107 Ier. 23-24.
112 Is. 40, 5.
106
SERMONES. CICLO TEMPORAL
115 que El es la honra del Padre? Y así dice Salomón: Filius
sapiens gloria patris est. Pues vendrán grandes señales, y
lo que más es, descubrirse ha la gloria y majestad de Dios.
En el griego, majestad y gloria y honra todo quiere decir
una misma palabra. Señor, estábamos esperando vuestra
120 alteza tan engrandecida y después vemos un niño envuelto
en pañales y llorando en un pesebre; de una parte, un buey,
y de otra, un asno. ¿Es vuestra majestad ésta? Si majestad,
¿cómo en tanta bajeza? Si honra, ¿cómo en pesebre? Pues
verdad dice Dios, descubrirse ha la majestad de Dios, cómo
125 ahí entró; para lo que es menester la lumbre del Espíritu
Santo.
Los que quieren honra de grandes, por fuerza ha de ser
a costa de los chicos; y los que quieren ser temidos, por
fuerza ha de ser con espantar los pequeños. Tiempo hubo en
130 que Dios quiso ser temido y se vengaba. Tiempo hubo en
que este Niño que agora no habla, habló, y pesábale a quien
le oía. El Niño que nació es el mismo que cuando Adam pecó
le dijo: ¿Dónde estáis, Adam? Y fué tan recia esta palabra,
que hizo esconder a Adam por no oírla; fué tan terrible,
135 que echó a Adam del paraíso terrenal. — ¿De qué teméis?
— Habla Dios con tanta majestad, que no puedo estar de-
lante de El; voime a esconder. Recia cosa era hablar Dios.
Vino Dios a hablar en el monte de Sinaí al pueblo de Israel
y darles la Ley, y venía con tanta majestad, que dicen los
140 judíos a Moisén: No nos hable Dios, que moriremos; había-
nos tú, Moisén. Hablaba Dios con tanto rigor, que vinieron
los hombres a decir: No nos hable Dios. (Si Dios no me
habla, que me hablen profetas ni cielos ni tierra, y si huyo
de Dios, ¿qué me aprovecha cuanto puedo tener?) Y era
145 tanto el rigor con que Dios hablaba, que atemorizaba a los
hombres, tanto que huían de El. Dice Dios: ¿Queréis oír
mis palabras? Yo haré una palabra que, cualquiera que la
oyere, le retiñan las orejas. ¿Quién os ha de querer hablar?
Antes era tanto el temor, que no había quien llegase a
150 Dios ni aun al arca, que dos millas la llevaban delante cuan-
do caminaban. Y los varones benjamitas que curiosamente
quisieron ver el arca — quitarle hían algún paño que trae-
ría encima o abrirla hían para ver qué traía dentro — , por-
que la miraron curiosamente mató Dios cincuenta mil horn-
eó bres del pueblo y de los más principales sesenta hombres;
y dijeron: Quis poterit stare coram Domino? Cayóles tanto
miedo, que despacharon luego un mensajero para que les
llevasen el arca de entre ellos.
¿Qué os parece de aquellos tiempos? Vinieron a temer
116 Cf. iProv. io, i ; 15, 20.
133 Cf. Gen. 3) 9.
141 Ex. 20, 19.
148 Cf. 1 Reg. 3, 11.
156 Cf. 1 Reg. 6, 20.
4. NAVIDAD
107
160 tanto a Dios, que temblaban de miedo. Ya tenía Dios ga-
nada gloria de poderoso y, si queréis, honra de grande. Te-
nía tanta que parecía que era ya demasiado el temor que
le tenían cogido. Señor, pues descúbrase ya vuestra gloria,
no para temeros, sino para amaros. Habla ya, Señor, de
165 arte que los hombres no huyan de vos, y descúbrase ya la
honra de Dios. ¡Cuan bueno, cuan dulce, cuán amigable
es! Más honra ganó hoy Dios de bondad que antes de rigu-
roso. Mayores cosas hace hoy Dios para que los hombres
lo amen, que hizo antes para que lo temiesen. Honra de
170 bueno, de manso y de perdonador. Si queréis ver qué día
es el del nacimiento, un día en que dice San Pablo: Appa-
ruit benignitas et humanitas Salvatoris nostri. Apareció la
benignidad y humanidad de Dios. ¿Qué quiere decir "hu-
manidad" aquí, pues que viene hablando de Dios Padre?
175 ¿Quién vió a Dios Padre humanado? Aquel humanitas aquí
significa blandura, como en otra parte dijo el mismo San
Pablo: Humanum dico. Quiere decir: quiéroos decir una
cosa blanda. Dice pues: Apareció la blandura de Dios. Y así
decís acá a un hombre que es grave señor: Humanaos,
180 ablandaos. Apareció hoy. ¡Bienaventurado tal aparecimien-
to y bienaventurado tal día, cuando apareció la blandura
de Dios Padre y de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo: la
carne de Cristo en la tierra!
¡Qué día es hoy! Tenía prometido la Santísima Trini-
185 dad para este día la salud. Yo daré, dice Dios, en Hieru-
salem mi gloria y en Sión mi salud, porque envió Dios Pa-
dre su Hijo bendito y con El todos los bienes. Porque quien
a su Hijo nos dió, ¿qué no nos dará en cuanto es de su par-
te? Aparecido ha hoy la honra de Dios, y mayor honra
190 de misericordioso y blando y perdonador que antes de po-
deroso y vengador. Ya hoy es día de mostrar Dios su mi-
sericordia. Esta señal os doy para que no perdáis de vista
al Mesías: "infante envuelto en pañales, puesto en un pe-
sebre".
195 Niño bendito, ¿no habláis? No hablaba sino como un
niño de dos días. ¿Para qué tanto silencio? Está callando
el Niño, para darte a entender, pecadorcito, que, aunque
hayas hecho pecados, no te llamará como a Adam, no te
espantará ni te reprehenderá en su favor. Tan mudo lo ha-
200 Harás para reprehender como agora para hablarte, que esto
es entender este misterio como se ha de entender, que, cual
de fuera parece en la carne, tal está de dentro la santa Di-
vinidad en blandura. ¿Qué cosa hay en el mundo más fia-
quita para hacer mal que un niño de dos días? ¿Cuándo un
205 niño de dos días dió bofetada ni mató a nadie? No hay
173 Tit. 3, 4.
177 Rom. 6, 19.
186 Cf. Is. 46, 13.
188 Cf. Rom. 8, 32.
108 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cosa más sin temor que un niño. Pues éste es el misterio
para que celebramos la fiesta, no como judíos carnales,
sino en espíritu, como dijo El: verdaderos adoradores en
espíritu y en verdad. Tal habéis de pensar la Divinidad den-
210 tro como de fuera la Humanidad, hermanos, por la santa
encarnación de Jesucristo y por su pasión. Esta es la Divi-
nidad sin armas que dice: No te haré mal, pecador, llégate
a mí, que así como no debes huir de un niño, así no debes
huir de mi santa Divinidad; y como en el cuerpo parece
215 blandura, lo está en la santa Divinidad, que ésta es la gran-
deza de Dios: cual parece de fuera, tal está dentro, tan
blando y tan misericordioso. ¡Bendito sea tal Dios y bendi-
ta sea su misericordia que a tal día nos dejó llegar, el día
de la blandura de la misericordia de Dios!
220 Veía hoy San Esteban los cielos abiertos: el Padre y el
Hijo y el Espíritu Santo. Aquellos cielos, ¿que a quién
y a quién se abrían? Ya hoy llueven miel para quien le qui-
siere pedir misericordia.
"Infante, que no habla", para darnos a entender que no
225 dará bofetadas ni reprehenderá.
Envuelto en pañales: Niño envuelto en pañales. Si mi-
Vestido de pecador ráis a Dios, no hay quien le en-
vuelva; mas en cuanto niño, en-
vuelto está en pañales, que no sería la Virgen desaliñada
230 doncella, que aparejados tendría sus pañales, aunque po-
brecitos serían; pero tendríalos. Señor, ¿qué a vos con pa-
ñales? ¿Quién entenderá el misterio de estas señas: Ha-
llarlo héis envuelto en pañales?
Quisiera que estuvieran aquí muchas galanas para des-
235 engañarlas, pero algunas habrá que lo sean de corazón.
Las ropas que nos vestimos señales son de nuestra miseria.
En las ciudades hay unos muchachos ladroncillos que hur-
tan mucho, y porque son menores de edad, mirando que
aun no tienen juicio perfecto, no los ahorcan, no los cas-
240 tigan por el rigor de la ley, aunque lo merezcan; pero,
para que sean conocidos, pónenles una argolla al cuello
con unas barras que pasan encima de la cabeza, y arriba
pónenle una campanilla para que suene y sea conocido. Si
hubiese una persona tan loca que rogase que le pusiesen la
245 campanilla de oro o de plata... ¡Qué locura sería tan grande
ponerle la campanilla por ladrón, para señal de su deshonra,
y que busque el honra en su propria deshonra! ¿Paréceos
que sería gran deshonra y locura esto? Pues yo os digo que
hay tantos de éstos, que la mitad de los que aquí estamos
209 Cf. lo. 4, 23.
220 Act. 7, 56.
226 Le. 2, 12.
NAVIDAD
100
250 lo somos, y aun plega a Dios que no lo seamos todos. ¿Por
qué nos vestimos? — Porque pecamos, que antes que Adán
pecase desnudos estaban y no habían vergüenza; pero des-
pués que pecó, descubriéronsele sus vergüenzas y faltas y
abriéronsele los ojos; y para cubrir esto se vistieron. El
255 vestido es señal de mi deshonra y de que soy traidor y hijo
de traidores. Pues si los vestidos son señal de mi deshonra,
¡qué ceguedad es que haya venido un hombre a tanta mi-
seria, que busque honra en el vestido, en lo que es señal
que es traidor contra Dios y hijo de traidores! Si Adam no
260 lo fuera, no trujera yo vestidos.
Pues si entraron los vestidos por señal de pecador, ¿qué
tiene que ver Jesucristo con pañales, pues no tiene pecado?
Angel, ¿qué señas son ésas para conocer a Dios, señales de
pecador: hallaréis al infante envuelto en pañales? ¡Cosa muy
265 al revés del honor de Dios es ésa! Es hoy día de las mise-
ricordias de Dios y que rebosa de alegría y de confianza
para los pecadores. Es hoy el día en que dice San Pablo
que envió Dios a su Hijo para en semejanza de carne de
pecado. Estar Dios envuelto en pañales, señal es de peca-
270 dor. Estar reclinado en un pesebre, haber frío, llorar, se-
ñal es de pecador, porque por el pecado vinieron las penas
y trabajos. Pues dice San Pablo que tomó una carne seme-
jante a la de los pecadores, ¿en qué? — En estar vestido,
haber frío y llorar y cansarse, y haber hambre y sed como
275 los pecadores. Quitá pecados y no habrá penas luego. Tomó
carne que parecía de pecador y no lo era. ¿No os acordáis
que mandó Dios a Moisén en el desierto que hiciese una ser-
piente de metal y la levantase en una vara en alto para que
todos los que la mirasen no pereciesen, no muriesen de las
280 picaduras de las otras serpientes que Dios, por sus peca-
dos, les había enviado? Si decís: Cristo es hombre, parece
pecador y no es. La serpiente de metal serpiente es; empe-
ro, no tiene ponzoña. ¿Qué son vestidos a Dios — penas de
fuera y no pecados de dentro — , sino la víbora de metal?
285 La figura de víbora, pero no de dentro ponzoña; penas sin
pecado; víbora de metal. Quien mirare éste con fe y peni-
tencia— que tuvo muchas penas y no pecado — , no se per-
derá, mas antes sanará de las mordeduras de las otras ví-
boras que son los pecados.
280 ¿Qué quiere decir envuelto en pañales f Para dar a en-
tender que desde hoy comienza a pagar las penas que mere-
cen nuestros pecados. Rogad a nuestro Señor que os dé ojos
para entender qué empresa tomó este Niño cuando nació.
254 Gen. 3, 7.
269 Cf. Rom. 8, 3.
279 Cf. Nuin. 21, 8.
110
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¿Sabéis? El nació sin pecado y tomó a su cargo todos los
295 pecados del mundo, hechos y por hacer, encima de sus hom-
bros. Y si los tomara por vía de suelta, mas tomólos por
vía de justicia. (Mirad qué carga pagar tantos pecados delante
de Dios. Pudiera Jesucristo decir: Yo, que no pequé, pago
lo que no hice, perdonadme alguna cosa. La justicia de Dios
300 no perdona ni un solo pecado, que la pena de todos sin faltar
uno se ejecutó en Jesucristo. ¡Bendito sea Dios y su mise-
ricordia! ¿Y — ¡bendito sea tal Dios! — no es razón que lo re-
cibamos con un Te Deum laudamus? ¿No os parece que es
razón comenzar desde chiquito a pagar quien tiene tantas
305 deudas que cumplir? ¿No os parece que es menester que lo
envuelvan y lo pongan en un pesebre duro, y que haya frío
y llore, y que desde luego comience a ganar para tantos
hijos tan pobres que somos nosotros?
Hallarlo héis envuelto en pañales, que es señal de peca-
310 dor, para pagar nuestros pecados, y puesto en un pesebre
desde hoy hasta el día de la Purificación. Cuarenta días estu-
vieron la Virgen y su Niño bendito en el portal. No haya
ninguno que con su pensamiento no los visite a lo menos a
la mañana y a la noche cada día; y prostraros delante del
315 Niño y de la Virgen bendita, y besarle los pies y ofrecerle
alguna cosa; rezarle algún rosario o pensar alguna cosa
devota.
Vamonos todo[s] agora, así como estamos aquí, al portal
de Betlem, donde la Virgen mora. Haga cuenta que esta-
320 mos allí.
Buscando posada. Había mucha gente en Betlem, que
El nacimiento. venía a profesar cada uno a su ciu-
dad, y Josef era de Betlem. Porque
entendáis las misericordias de Dios y cómo quiso ser verda-
325 deramente peregrino en esta vida, vino la Virgen a buscar
posada y no la halló en todo el lugar por la mucha gente que
había. Ellos iban pobrecitos; van fuera del pueblo a un me-
soncillo pobre que estaba allí como una ventilla mal repa-
rada. Entran en él, y porque había mucha gente éntranse
330 al establo, y a un lado estaba una peña cavada y allí un pe-
sebre debajo de la peña. Estaba allí alguna gente y algunas
bestezuelas y allí fué la posada de la Sacratísima Virgen y
de su Esposo. Cuantos estáis aquí estaréis riñendo en vues-
tros corazones cómo aquella gente desagradecida no dió po-
335 sada a tal doncella. Llegaría Josef a algunas puertas, que
ni parientes ni amigos ni por dineros nunca halló posada.
¡Cuánto más si veían que venía preñada! Dirían: Congojosa
cosa es tener preñadas en casa, tristeza y gemidos. — No es
295 Cf. 1 Petr. 2, 24; Is. 53, 4-5. 11-12.
310 Cf. Le. 2, 7-
4. NAVIDAD
111
preñada rencillosa ni es parto de dolores. ¡Oh qué mal mi-
340 rados! ¡No dar posada a una doncella que trae encerrado en
su vientre a Dios! Plega a Dios que no haya aquí algunos
que estén en lo mismo que aquéllos, porque ¿qué cosa es una
hostia consagrada sino una Virgen que trae encerrado en sí
a Dios?
345 ¡Oh padres sacerdotes, qué debemos a Dios y qué grande
será nuestra condenación si buenos no somos! ¡Que está un
lego suspirando: ¡Oh Rey mío y quién se hallara allí en el
portal de Betlem para que os metiera en sus entrañas!, y
que me ponga yo en el altar y con las palabras de la con-
350 sagración que aquel mismo Señor que la Virgen parió venga
a mis manos y lo meta en mi ánima! ¿Con qué agradeci-
miento serviremos a Dios esta merced? ¡Cuán grande ha de
ser nuestra santidad y pureza para tratar a Jesucristo, que
quiere ser tratado de brazos y corazones limpios, y por eso
355 se puso en los brazos de la Virgen, y Josef fué también
virgen limpísimo, para dar a entender que quiere ser tratado
de vírgines.
¿Por qué no habéis comulgado en Pascua? No riño con
las mujeres. Bendígaos Dios, porque habéis dado posada en
360 vuestro corazón al Niño que nació en Betlem. El os lo pague
por su misericordia, y perdone a los desagradecidos. ¡Que
anduviese una Hostia consagrada rogando: "Dadme posa-
da", y que unos por comer, otros por jugar y por unos malos
deleites, no han querido recebir el mismo que traía la Virgen
365 en sus entrañas! Como los de Betlem habéis sido y peores,
porque aquéllos, no conociéndolo, no era mucho que no lo
recibiesen, pero vosotros, conociéndolo y rogándooslo, no lo
habéis querido recebir. Muy mal lo habéis hecho. Perdó-
neoslo Dios y enmendaos. Aun no ha pasado la Pascua. No
370 quede nadie que no se apareje. Y por reverencia de Dios lo
recibáis en estos días que faltan por pasar.
Una cosa os quiero decir: Gran negocio fué, al tiempo
del parto, mande Dios a la Virgen que saliese de su casa y
vaya treinta y tres leguas; si fueron a pie o no, no se sabe;
375 al fin fué trabajo, y grande. Van a Betlem y no hallan po-
sada: otro trabajo. Aposentarse en aquel establo, otro tra-
bajo. Alabanzas te den los ángeles.
Siente la Virgen que ya se llega la hora del parir. La media
noche, no en dolores, que no los tuvo, sino en grandísimos
380 regocijos ; y crecían más mientras más se llegaba la hora del
parto. Y porque en el mesoncillo no había donde parir, vase
cerca del pesebre a parir al Señor de los cielos y tierra; y
arrímase a un poste del pesebre. Alza los ojos al cielo. Cuan-
do no se cata, ve delante de sí al Niño bendito llorando.
374 o no] como a. corr.
112
SERMONES. CICLO TEMPORAL
3«5 ¡Quién viera a la Virgen arrodillada delante de él! Y como
sabía que era Dios, no lo osaba tomar de reverencia; y, por
otra parte, como era su hijo, con amor queríalo tomar. Toma
licencia, y adorándolo por verdadero Dios, tomólo en sus
brazos. Y dice San Buenaventura que lo envolvió en su pro-
390 prio tocado y después en sus pañales. Tómalo en sus brazos
y dale a mamar de aquella leche virginal. ¿Queréis ver la
cosa más linda de las lindas? Ved una doncella en el portal
de Betlem con un doncel en los brazos, dándole a mamar.
Estaréis ya contenta, Iglesia, que tan deseado lo tenía-
395 des y decíades: Quis mihi det ut viderem te, fratrem meum,
sugentem ubera matris meae, ut nemo me contemnat?
¡Quién me diese, hermano mío, que te viese yo en los bra-
zos de mi madre, mamando sus tetas; quién me hiciese
esta merced que te viese yo acá en los brazos de tu madre!
400 Hoy somos enriquecidos, bienaventurados en la tierra. Y osa-
ban llamar a Dios hermano; que sabían que El había de
encarnar. ¡Quién te viese en los brazos de una doncella,
para que nadie me tenga en poco! Desde hoy en adelante
no me terná en poco Dios Padre, pues que me da a su Hijo;
40S ni Dios Hijo me terná en poco, pues se me da por hermano, ni
Dios Espíritu Santo, pues fué el que concertó este negocio.
¡Bienaventurados hombres, por cuyo bien tanta honra y
tanto bien se nos dió! He aquí el Niño nacido. San Lucas
dice: Cumpliéronse los días y parió María su primogénito
410 hijo, su mayorazgo; no porque pariese otros después, que
primogénito y unigénito bien se compadecen, porque, aun-
que un caballero no tenga más de un hijo, aquél es el mayo-
razgo, aunque no haya otro.
¿Por qué pone Reclinavit eum in praesepio. Púsolo en
415 María a Jesús el pesebre. ¿Por qué en el pesebre? Me-
en el pesebre? nester es lumbre de Dios para entender
" esto. — Señora Madre, más que todas
las madres tierna, porque más ama ella a su Hijo que to-
das, ¿por qué quitastes el Niño de los brazos y lo ponéis
420 en el pesebre? ¿No veis que no hay almohadas? Señora, ¿no
estaba más caliente y más blando en vuestros brazos que en
el pesebre duro? ¿Pues por qué lo ponéis? — Quia non erat
ei locus in diversorio. ¡Qué condenación de mis riquezas, de
mis regalos y de mis solturas! — ¿Por qué lo ponéis en el
425 pesebre? — Porque no había lugar en el portalico para quien
crió cielos y tierra. — Señor, vos dais lugar a los hombres
■ 396 contempnat || 397 te viese] tuviese
390 PsEUDO-BuENAVLNruRA, Mcdil. vitac Christi, c. 7.
• 398 Cf. Cant. 8, 1.
409 Le. 2, 7.
423 Le. 2, 7.
4. NAVIDAD
11?.
y nidos a las aves; vos que a todos recebís, ¿no hay lugar
para vos? Si no había lugar en el diversorio, ¿no había
lugar en vuestros pechos, Señora? Más valéis vos que los
4£K) palacios, que los hombres y los ángeles; más contento está
El en vuestros brazos que en palacios ni que en los cielos.
¿No había lugar en vuestros pechos? Decidnos, por el amor
que a vuestro Hijo tenéis, ¿por qué lo quitáis de vuestros
pechos y lo ponéis en el pesebre?
435 Esto se asiente en vuestros corazones: que todo lo que
la Virgen hizo con su Hijo todo fué por gracia del Espíritu
Santo y alumbrada. Así como lo concibió por el Espíritu
Santo, así El le enseñó cómo lo había de tratar; y así, en
nosotros, como es menester para que entre Cristo en nues-
440 tra ánima gracias del Espíritu Santo, así también para
conservarlo, para que no lo perdamos, es menester la misma
gracia. Y así la Virgen pedía a Dios: Pues que me quisistes
por madre, dadme gracia para que bien os trate. Y así por
gracia del Espíritu Santo lo envolvía y lo trataba y regía.
445 Pues ¿por qué, Señora, lo quitastes de vuestros brazos y
lo posistes en el pesebre?
Para mi remedio El mismo Hijo la inspiró y la enseñó
se pone Jesús en que lo pusiese en el pesebre. Pues que
el pesebre ^1 lo hace, preguntémosle a El: — ¿Por
450 qué queréis, Niño, quitaros de los bra-
zos de vuestra Madre y poneros en el pesebre? — Para
dar una gran bofetada a vuestra tibieza y flojura. No lo
hizo sin causa, y plega a Dios que, con habello hecho, al-
cance de nosotros lo que quiere. ¿Para qué en pesebre, Se-
455 ñor? Porque Adam, cuando pecó, fué echado al lugar de
las bestias. Homo cum in honore esset non intellexit; com-
■paratus est iumentis instpientibus, et similis factus est
illis. Que este mundo para las bestias lo crió Dios, y el pa-
raíso terrenal para los hombres. Pecó Adam, anda al lugar
460 de las bestias; y porque este Niño vino a pagar el mal que
Adam había hecho, vino a pagar el pecado original. Nueve
meses anduvo en el paraíso terrenal; y para dar a enten-
der esto, sale del lugar donde El estaba tan contento, que
es el vientre de su Madre bendita; sale y destiérralo al lu-
465 gar de las bestias, y pénenlo en un pesebre. ¿Para qué en
pesebre? Para condenar mis regalos, mis vestidos. Decid:
¿Hay lugar más bajo, para un niño chiquito, que un pese-
bre y, después de grande, que una cruz? Conocías tú, Se-
ñor, que la piedra de los hombres es tan grande, que, por-
470 que sean amadores de la bajeza, el Alto se abajó tanto; y
por eso se quiso poner en un pesebre, para decir a los hom-
bres que se engañan en buscar riquezas, honras y regalos
458 Ps. 48, 13-21.
114
SERMONES. CICLO TEMPORAL
en la tierra, y así dice San Bernardo sobre esto: "O se en-
gaña Cristo o los hombres mienten y se engañan con sus
475 riquezas y regalos. Cristo es imposible engañarse. Pues lue-
go los hombres se engañan". ¿Cómo puedes, hombre rega-
lado, llevar tus blanduras y deleites, viendo a Cristo en un
pesebre? ¿No has vergüenza, hombre, que buscas altezas?
¿Cómo lo puedes sufrir? Y si te acordares que está Cristo
480 en un pesebre, ¿habrás vergüenza de ensalzarte en este
mundo? Que este Niño que está en este mundo, verdad es
de Dios Padre. Vamos todos al pesebre. Cuando nace, en
pesebre; cuando muere, en cruz.
Estaba llorando el Niño, puesto en las estrechuras del
485 establo. Vagit infans ínter arcta conditus praesepia. ¿Por
qué lloráis, Niño bendito? ¿Está aquí algún desmayado,
algún gran pecadorazo que tiembla cuando le dice Dios:
"¿Adonde estás?" ¡Oh qué grande mal es haber ofendido
mucho a Dios, acordarme de veinte años de grandes ofen-
400 sas a Dios! Tiemblo de miedo si me ha de echar Dios a los
infiernos, cuando Dios me enseñe su cara airada y me diga:
Yo te hice este bien y esta merced, y en lugar de ella tú me
heciste tanto mal. ¿Qué responderé cuando me diga Dios
esto?
495 Como tú tiemblas temblaban los hermanos de Josef cuan-
do les dijo: Yo soy Josef vuestro hermano, el que vendistes.
¡Desdichados de nosotros! Rey es; matarnos tiene, y tiene
razón y puede lo hacer. Temblaban. Aquel es el pecador que
está temblando de haber ofendido a Dios. Habéis ofendido
500 a Dios, tenéis razón de temblar. Convido a los errados, a
los desmayados y grandes pecadores, que vamos al pesebre
a ver llorar al Niño. ¿Para qué lloráis, Señor? ¿Para qué
lagrimitas? Al otro Josef, que no osaron llegar sus hermanos
a él hasta que le vieron llorar: Yo soy vuestro hermano,
505 llegaos a mi, no hayáis miedo. Estaban atemorizados, que
no osaban llegar a Josef. Alza la voz Josef y llora, y, no
contento con esto, dice la Escriptura que abrazó a cada uno
de ellos por sí y lloró con cada uno. Y después que lo vieron
llorar, allegáronse sus hermanos a él a pedirle perdón. ■ — No
510 hayáis miedo; vendistes por malquerencia, y si yo no vinie-
ra acá todos muriérades de hambre. De mal saca Dios
bien. Vosotros me vendistes y Dios trújome para remedio de
muchos. — Confiados sus hermanos desque lo vieron llorar,
allegáronse a él.
476 San Bernardo, In Nati». Domini serm. 3, 1 (ML 183, 123) :
«Aut iste fallitur, aut mundus errat. Sed divinam falli impossibile
est sapientiam. Mérito proinde et carnis prudentia (caro siquidem
est ipse) mímica est Deo».
485 Miss. Rom., Fer. VI in Parasceve, improperia.
514 Gen. 45, 4 ss.
4- NAVIDAD
11S
[15 — Niño, ¿para qué lloráis? — Para que entiendan los pe-
cadores, aunque hayan pecado, que se lleguen a mí sin temor,
si se arrepienten de haberme ofendido. — De ternura y de
amor de su corazón llora el Niño. ¡Bendito Niño! ¿Quién
os puso en ese pesebre sino mi amor? ¿Quién os hace llorar?
520 Habernos sido malos y desagradecidos contra nuestro her-
mano Josef. Habérnoslo vendido. Uno dijo: Más quiero una
malquerencia que a Cristo; y otro dijo: Más quiero un pla-
cer de carne que a El. Habernos vendido a nuestro hermano,
habernos sido traidores contra El. Y convídanos Josef, el
525 santo, que vamos al pesebre y oigamos la voz que llora por
nosotros, y que nos lleguemos a El donde está llorando por
cada uno de nosotros. Y si mirásedes aquel Niño con ojos
limpios y entrásedes dentro de su ánima, hallaríades un
título que os diría esto: "Que estoy aquí llorando por ti", que
SSO desde su concepción tuvo conocimiento de Dios y sabía todos
nuestros pecados y allí estaba llorando como cada uno de
nosotros. Allí se acordaba de vos y lloraba vuestros pecados.
Pues si está llorando por nuestros pecados, ¿qué pecador
habrá que no tenga confianza, si quiere enmendarse? ¿Hay
535 cosa en el mundo que dé más confianza que es ver estar a
Cristo en un pesebre llorando por nuestros pecados?
— ¿Por qué lloráis?, ¿para qué en el pesebre? — Para
dar a entender que huyo de las honras. — ¿Qué hacéis, Se-
ñor? — Comienzo a hacer penitencia de lo que tú heciste. —
540 Pues ¿ qué hará el cristiano que está mirando con ojos de fe
cómo llora Cristo por sus pecados? ¡Endemal porque tan
tarde os conocí, Señor! ¡Endemal porque tantos años se me
gastaron sin conoceros! ¿Quién habrá que quede tibio viendo
a Dios humanado llorar? Si estando el sol en el cielo no lo
545 podemos sufrir en el verano, ¿qué haría si se abajase acá?
Si estando Dios en el cielo, había acá quien lo amase: un
Abraham, que por su amor dejó a su tierra y se fué como
gitano por tierras extrañas; un Esaías, un Hieremías, que
los mataron por predicar la verdad; un amor que tanto su-
550 frió... Y si en aquellos tiempos, estándose el sol allá [a]rriba,
escalentaba, abajándose el sol y poniéndose en un pesebre,
y habiendo frío... y mientras más frío padece más me ca-
liento yo; y mientras más trabaja, más descanso para mí;
y mientras más te veo padecer por mí, más creo que me
555 amas.
Comencemos vida nueva, pues el Niño la comienza. Sa-
lid del vientre de vuestra Madre a correr la carrera así como
gigante. Vais por humildad, por pobreza. A la corte vais
por mis negocios. Quiérome ir con vos. ¡Que te vea yo, Rey
548 'Cf. Gen. 12 ss.
549 Cf. Hebr. 11, 37.
558 Cf. Ps. 18, 6.
116 SERMONES. CICLO TEMPORAL
560 mío, en el lugar más bajo, en un pesebre, y que quiera yo
ser honrado! ¡Que te vea yo pobre y que quiera ser rico!
¿Quién será aquel que vea llorar a Dios por sus pecados y
que tenga placer? ¿Que trabajéis vos por mí y descanse yo?
Yo seré vuestro compañero. Con vos me quiero ir, pues que
565 vais por mis negocios. ¡Enhorabuena nazcáis! ¡Enhorabuena
se ponga el Hijo de Dios en el pesebre para mi remedio y para
enseñar el amor que nos tiene!
Para dártelo a Todavía me queda mi duda, Reina mía,
ti, lo pone María ¿ por qué ponéis a vuestro Hijo en el
57° en el pesebre pesebre? Ya sé por qué lo hizo El. De-
seo saber por qué lo hecistes vos. Seño-
ras monjas, pues, que sois, amad a la Virgen. ¡Bendito sea
el que te crió! ¿Habéis visto a unas doncellas que se ponen
un agnus Dei en los pechos para que las hermosee? Vuestro
575 agnus Dei no tiene más del nombre; no tiene mlás de oro o
plata. Mas el Agnus Dei que tiene la Virgen en sus brazos no
hay cosa más hermosa, que es el sacratísimo Niño. En los
brazos de su Madre más resplandece y más hermosea a su Ma-
dre que el cielo ni la tierra ni que las estrellas. ¡Bienaventura-
580 dos ojos que os merecieron ver ! Una cosa muy linda : la Virgen
y el Niño con ella, a su cuello; una Luna vestida con un Sol.
No hay cosa más hermosa de ver. Rogad a la Virgen que os dé
ojos para saberla mirar. Cuando yo veo a una imagen con un
Niño en los brazos, pienso que he visto todas las cosas.
585 — Pues vos veis cuán hermosa estáis con El, ¿por qué
quitáis el Agnus Dei de vuestro cuello? ¿Por qué quitáis de
los brazos a aquel cuyo Padre verdaderamente está en los
cielos? Y cuando la Virgen vía en sus brazos aquel Señor
de cielo y tierra, igual al Padre y al Espíritu Santo, de agra-
590 decimiento muchas veces creo que lloraría, y las lágrimas
corrieron por su cara, y vernían a la cara del Niño y se la
lavarían. "¡Que tengo en mis brazos al que me crió!" Sa-
bíalo agradecer. Amaba a su Hijo más que a sus ojos.
— Señora, ¿por qué perdéis tantos placeres? ¿Por qué
595 quitáis el Agnus Dei de vuestro cuello? — '¿Queréis que os>
lo diga? Y déos Dios gracia para sabello entender y pen-
sar, y que no se os olvide: Quitólo para dároslo a vosotros.
Yo lo mantendré para vuestro provecho.
¡Bendita seáis vos y benditas vuestras entrañas, y el
600 Niño, y quien os bendijere y amare sea bendito! Tenéis vos
un capón y engordáislo con propósito de darlo a fulano; y
mientras se engorda, esté el otro descuidado y estéis vos
pensando que lo engordáis para él; y comiendo y en vues-
581 luna] lumbre a. cor-. 590 veces] que add. ras.
581 Cf. Apoc. 12, 1.
4- NAVIDAD
117
tras ocupaciones estáis pensando engordallo con propósito
605 de dallo al otro. Ya que no agradezca el capón, ¿no será
razón que agradezca el cuidado que ha tenido de engordallo
y criallo? ¿Qué te debemos Santa de las santas, Amorosa de
las amorosas? ¡Que te dé Dios a su Hijo en tus entrañas,
y tomas el Niño y lo mantienes para nosotros! Pensando
610 estaba la Vigen cuando lo envolvía y lo tenía en sus bra-
zas: "Este Cordero estoy manteniendo para los hombres;
yo trabajaré, tejeré y hilaré de mis manos para mantenerlo
para los hombres". ¿Y que no te agradezca yo que me diste
un Cordero mantenido treinta y tres años, Cordero gordo
615 sin mancha?
Y para dar a entender que lo quita de sí para dártelo a
ti, lo pone en el pesebre. David dice: Entended, insipientes
del pueblo. Y para aquí es menester; porque, poniéndolo en
el pesebre, se nos da a entender cómo los nombres por el
620 pecado fuimos hechos como bestias; mas si nos arrepenti-
mos, podemos llegar a este Cordero, pues está en el pese-
bre, que es lugar donde comen los animales. ¡Enhorabue-
na venga tal día en el cual el Padre Eterno nos da a su
Hijo, y su santa Madre también, y el Niño lo ha por bien!
625 ¿Qué resta sino que, echando yo de mí los pecados, reciba
yo aqueste Niño y lo ose llamar de aquí adelante con gran
regocijo: Niño mío y Dios mío?
Alegrémonos e imite- ¿No queréis que me alegre con
mos al Niño de Belén aqueste día? Está el pobre y el
630 encarcelado esperando el día de
Pascua, para que le den un poco de pan y lo suelten de la
cárcel, y alégrase con lo que le dan, ¿y no queréis que me
alegre yo con tal dádiva, que mucho antes estaba prome-
tida cuando dijo Esaías: Un chiquito nos es nacido y un
635 Hijo nos es dado? ¡El sea bendito, su Madre sea bendita
y quien los recibiere también! Por esto dijo Esaías: Una
Virgen concebirá y parirá un hijo y llamarse ha Emanuel,
que quiere decir Dios con nosotros. Pues si Dios con nos,
¿quién contra nos? Y si Dios es nuestro, ricos somos.
640 Esaías dice: Quien es mi contrario, lléguese acá. El Señor
Dios es mi ayudador, ¿quién me condenará? No hay que
temer al demonio si debajo de la sombra de este Niño es-
tamos; no hay que temer infierno si con penitencia a El
nos llegamos; ni nos faltará bien alguno si de este Niño
645 participamos.
Estaréis contento, Esaías, que tales voces dábades al
618 Ps. 93, 8.
635 Is. 9. 6.
637 Is. 7, 14.
639 Rom. 8, 31.
640 Cf. Is. 50, 9.
641 Cf. Rom. 8, 33.
638 Cf. Mt. i, 23.
118 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Señor cuando decíades: Enviá ya, Señor, el Cordero, el se-
ñoreador de la tierra. ¿Y por qué le llamáis Cordero?
— Para denotar el alteza del consejo de Dios: que el cor-
650 dero defiende sus ovejas del lobo. Cosa nueva hay, ¡y qué
nueva!: que vaya huyendo el león y el lobo de ver un cor-
dero. Y es la causa porque el demonio, que es lobo y león,
tenía echada esta cuenta: los hombres míos son por el
pecado; esclavos míos y hijos de mi esclava. Estése Dios
655 sentado en su alteza y guárdeme justicia, que no tengo te-
mor de él que me quite lo que tan mío es por derecho.
Esta, ésta es la noche dichosa para nosotros y terrible
para Lucifer, en la cual aparece Dios humanado, humillado
y hecho Cordero, y se cumple el amenaza que en el princi-
660 pió del mundo Dios hizo contra el demonio cuando le dijo
que vernía quien le quebrase la cabeza. Este Cordero es
quien se la quebró y lo venció, padeciendo El por nuestros
pecados, en cuya figura mandaba Dios que se ofreciese cor-
dero en su templo a mañana y a tarde. Como cordero pa-
665 deció, dice Esaías, que no abre la boca delante del trasqui-
lador; y mientras más callaba de fuera, más voces daba
de dentro, ofreciéndose al Padre. Y así libró por vía de
justicia a los que estaban condenados debajo el poder del
demonio, y nos fué hecho Redemptor y Maestro, al cual
670 hemos de seguir y obedecer, si no queremos errar.
Habéis visto, cuando hay mucha nieve, cuán dificultosa
cosa es acertar con el verdadero camino, y cuánto peligro
hay en errarlo y cuánto agradeceríades a uno que fuese
delante de vos, señalando el camino con sus pisadas, y tan
675 ciertas, que no pudiesen errar. La Verdad de Dios viene al
mundo y desde esta noche comienza a caminar; y si miráis
cuán ciegos están los caminos de las virtudes que llevan al
cielo y cuán grande es la vanidad y mentira que en el mun-
do se usa, la cabeza se os desvanecerá y la virtud de los
680 ojos se os turbará, como cuando miráis mucha nieve, y
otro remedio no tenéis para acertar el camino sino mirar
dónde este Niño pone los pies y caminar por allí. Mirad su
humildad, su mansedumbre, su caridad, su obediencia, que
lo que pone por obra, eso predicará cuando grande.
685 Ley nos da, y conviene que la guardemos, y danos gra-
cia y favores para la guardar. Moisés trujo mandamientos
a solas, mas este Niño mandamientos y socorro para los
cumplir, porque mirando cuanto hace y cuanto padece por
nuestro amor, nos convida grandemente y alienta para
648 Is. 16, I.
657 Cf. Miss. Rom., Sabb. Sancto, pracfat. in bened. Cerei.
661 Cf. Gen. 3, 15. 667 Cf. Hebr. io, 7-9.
666 Of. Is. 53, 7. 688 Cf. lo. i, 17.
5 fi]. i;pifaní\
119
690 amarle a El; y quien le ama, fácilmente cumple lo demás.
Y no sólo nos convida a le amar, mas El nos infunde el
amor, si aparejados nos halla, y nos enriquece aquí con bie-
nes de gracia y después con bienes de gloria, ad quam, etc.
5 [1] Buscar y hallar a Cristo *
Efyifanía
(Barcelona, Bib!. Univ., Ms. 10189, flf. 86 r - 92 r.)
Obi est HUÍ natas est rex I iidai crum ? (Mt. 2, Ull.
Exordio El mayor de los negocios del hombre es buscar
a Dios, y de tal manera, que lo halle. Ideo ore-
mus Virginem para que nos alcance la gracia, etc. Ave,
5 María.
Busquemos al Hijo [Ubi est qui natus est Rex Iudaeo-
de Dios rumf] Estas palabras dijeron aque-
llos reyes santos, que venían en
busca del verdadero Rey y Monarca del cielo y de la tierra,
10 Jesucristo nuestro Señor. Quieren decir: ¿Adonde está el
que ha nacido Rey de los judíos? Son palabras que nos
habían de dar mucho ejemplo, y confortarnos a que con
mucho cuidado y diligencia busquemos lo que buscaron, para
que hallemos lo que hallaron. Sólo aquel halla a Dios que
15 lo busca, etc. Ubi est, etc., et venimus, etc. Sabemos que es
nacido, pero ignoramos el lugar. Hoy hace trece días que
sonó en nuestros oídos que nació el Hijo de Dios; veamos
si ha hecho en nosotros esta vez lo que hizo en los Reyes
la estrella.
20 Sapientia irwisa et thesaurus absconditus, quae utilitas
in utrisque? La buena sabiduría es para que se comunique
y el tesoro para que se goce de él ; si la Sabiduría del Eterno
Padre está abscondida y no gozamos del tesoro, ¿qué nos
aprovecha? El Niño que ha nacido es la Sabiduría y el
25 tesorero del Eterno Padre; si no os conocemos, etc. Muchos
se engañan en contentarse con saber que Dios nació y mu-
rió por nosotros, sin procurar de gozarle ni aprovecharse
de su vida. ¿Qué aprovecha que haya Dios, si no le goza-
mos? Memores [es]tote, etc., et sine Deo in hoc mundo.
693 etc.] Finis add.
* «Mtro. Avila. In Epiphania Domini et pro circumeissione»
(f. 86 r). Va a continuación una segunda forma de este sermón, más
amplia y no en todo coincidente, como advertirá el lector.
6 Mt. 2, 2.
21 Cf. Eccli. 20, 32.
29 Cf. Eph. 2, 11-12.
120
SERMONES. CICLO TEMPORAL
30 No hay ninguno de quien Dios no sea Dios, pero aquel
se llama estar sin Dios que, por no hacer su voluntad, no
goza de él. ¿Qué les aprovecha a los malaventurados del in-
fierno que haya Dios, pues no saben qué cosa es Dios? El
que no posee a Dios, se dice estar sin Dios, porque al tal
35 no le aprovecha nada que haya Dios, etc. Vide Bernardum
de los que no se aprovechan de lo que Cristo nos enseñó en
naciendo: no ha nacido por ellos, etc. ¡Grande lástima sería
que hubiese algún alma que haya sido para ella el naci-
miento de Cristo en balde y que, habiendo llovido los cielos
40 miel, no la haya el tal gustado! Por eso se celebra hoy esta
fiesta, para que, pues sabemos que es ya nacido el Hijo
de Dios, le busquemos, y de tal manera, que le hallemos.
Y quien esta fiesta no celebra, téngase dicho que no nació
Cristo para él. Esta es fiesta de gran regocijo para quien
45 bien la celebra, fiesta de mucho bien para los buenos. Fiesta
donde se halla Dios, ¿qué tal os parece que será? ¿Qué pue-
de faltar donde no falta Dios? ¿Qué pensáis que trajo
a los Reyes de Oriente, sino que les fué revelado el na-
cimiento del Rey de los judíos, un Rey criador de todos los
50 reyes, uno que puede hacer bienaventurados a todos los del
mundo, un Rey en cuya comparación todos los reyes y rei-
nos son menos que nada? Esto les hizo dejar sus casas y
venir tantas leguas por ver y adorar tal Rey. Esta voz
ha sonado en nuestras orejas, y estas palabras habernos
55 oído. Veamos qué efecto hacen en nosotros lo que tanto
hizo en los Reyes que les movió a venir a tierras tan es-
trañas.
¿Quién es este ¿Quién es el que ha nacido? Mucho nos
Niño? Los nom- aprovechará saber quién es, para nos
60 bres de Cristo aprovechar y para nos despertar a le
buscar. ¿Pero echaremos juicios por las
estrellas como astrólogos humanos, para saber quién es?
No, sino por los divinos astrólogos, por los cuales habla
Dios. Istorum numero est Esaías 9: Parvwlus, etc., et factus
65 est principatus super humerum eius. ¿Vistes nunca el reino
sobre el rey? El mundo no lo usa, sino al revés; y los va-
sallos sirven al rey y no el rey a los vasallos. ¡Y como os
espantaríades de ver un rey que por amor de sus vasallos
se humillase a servirlos él a todos y a pagar sus deudas!
70 Factus est principatus, etc. Este Rey que agora ha nacido
trae sobre sus hombros a todos sus vasallos y viene a pagar
por ellos. No sé si hay cosa en la vida de Jesucristo tan
digna de contemplar como verlo tan chiquito y qué de car-
63 cuales] que les
37 San Bernardo, Serm. de divas. 44, 4 : ML 183, 666.
65 Is. 9, 6.
,S [i]. EPIFANÍA
121
gas están sobre sus hombros, qué de maldades, qué de
75 pecados cargan sobre El, supra dorsum meum fabricaverunt
peccatores; pues por todos se ha obligado a pagar, y al-
canzar por todo rigor de justicia perdón de todos ellos,
sin que les suelten nada de gracia. Este es el principado
de este príncipe, y para pagar los pecados de los hombres
80 nació. Por la salud de sus vasallos nace pobre, y llora, y
pasa trabajos, y derrama su sangre: posuit animam suam
pro ovibus sui3, pro nobis ómnibus tradidit illum. Ninguno
se podía salvar sino naciendo y muriendo El. Y así mirad
qué debéis a Jesucristo, que, si os son perdonados todos
85 vuestros pecados, por El os son perdonados; y si tenéis gra-
cia, por El os la dieron; si tienen merecimiento y valor
vuestros trabajos, por Jesucristo nuestro Señor es.
Pues si tanto bien nos viene por El, razón y justicia
es que, pues habéis oído decir que es nacido, que le bus-
90 quéis y que le conozcáis, que grandísimos son los bienes
que, hallándole, ganaréis; y por os despertar a que le
busquéis quiero tractar de[l] fructo que sacaremos de le
hallar.
Esaías le pintó muy bien. Oyámosle.
95 Lo primero dice: Vocabitur nomen eius admirabilis. Este
niño que veis chiquito y pobrecito, envuelto en viles man-
tillas y reclinado en un pesebre, sabed que su nombre es
admirable, maravilloso, cuanto está más bajo, pobre y
despreciado. El demonio no se espantaba en ver a Dios en
100 su alteza, y espántase y teme en velle en tal bajeza, porque,
quedándose Dios grande y estándose en su alteza, todo el
mundo servía al demonio, porque todos eran hijos de Adán,
su vasallo; todos nacían sus esclavos; pero bajándose Dios
y haciéndose chiquito, fuéle quitado el mando y principado
105 que tenía sobre todos los hombres, porque fué justo que
el que puso la mano sobre quien nada le debía, perdiese el
derecho de lo que poseía; y esto fué lo que obró en su
bajeza: lo que no había obrado en su alteza. Pues mirad si
es admirable el Niño. ¿Qué mayor maravilla que, siendo
lio Dios, nazca de una doncella pobre? ¡Qué maravilla tan
grande estar echado en tan pequeño pesebre! Y estando llo-
rando es más bienaventurado que todas las criaturas del
cielo, quia ab instante incarnationis vidit Deum. Maravi-
lloso en ser concebido sin ayuntamiento de varón; maravi-
115 lioso en ser parido sin dolor de la madre, sino que quedó
virgen y santa; maravilloso en la vida; maravilloso en la
muerte; maravilloso en la resurrección; ¿pues qué si mi-
76 (Ps. 12S, 3.
82 Cf. lo. 10, 15 ; lo. 3, 16.
95 Is. 9) 6.
122
SERMONES. CICLO TEMPORAL
ráis sus maravillas en la conversión del mundo?, etc. Am-
plia, etc.
120 2.° ¿Qué más es? Consiliarius: guía y consejero que
os aconseje en todas las cosas con tal certidumbre que, si
tomáis su consejo, no es posible engañaros, y tomando sus
avisos no nos podemos perder ni errar el camino de todo
nuestro bien. También es maravilla que un niño tan pequeño,
125 que aún no habla, sea tan segura guía, y todos los que
no le siguieren vayan perdidos. Si quis vobis evangelizave-
rit praeter...; porque así como es imposible Dios no ser
Dios, así es imposible que no sea verdad; y antes faltará
el cielo y la tierra que falten sus palabras, y que deje de
130 ir al cielo el que fuere por donde El dice; y antea se hun-
dirá el cielo que entre en él hombre que no fuere guiado por
donde El dijere: Amplia, etc.
3. ° ¿Qué más es? Deus fortis. Aunque hombre y Dios,
llámase Dios por razón de la persona divina. Los efectos
135 de la divinidad: criar cielos, ser adorado de los ángeles;
fructo de la humanidad es nacer, llorar, etc. El árbol es
uno, pero diversos fructos. En cuanto engendrado de Padre
es Dios, en cuanto nacido de madre es hombre. Fuerte, pues
venció las fuerzas del demonio: fortis armatus, etc. Con la
140 flaqueza de la carne venció las fuerzas del demonio; unde
Paulus: Virtus infirmitate perficitur, etc. En mi flaqueza
y en mis tentaciones resplandece la virtud de Dios, augmen-
tando en mí las fuerzas que Dios me da, y cuanto más
fuertes batallas venciéredes tanto más resplandece el brazo
145 de Dios que os substenta. El vencer, pues, las fuerzas del
demonio con la flaqueza que tomó, mostró grandemente sus
fuerzas: quod infirmum est Dei, etc.
4. ° ¿Quién más es? Pater futuri saeculi. Como no hay
hombre que tenga carne que no la haya recibido de Adam,
150 así ninguno hay que tenga espíritu, que no lo haya recibido
de Cristo. Todos viven en el alma por El; todos se salvan
por El. Amplia de fide Christi in omni tempore. De Adam
recibimos la carne; de Cristo, el Espíritu y la gracia. Uno
nos vendió, otro nos rescató. Siempre obró en el mundo el
155 efecto de la encarnación de Cristo. Por la fe todos lavaron
sus estolas en la sangre del Cordero.
5. ° ¿Otro nombre? Princeps pacis. Alégrense los que
están reñidos con el Padre Eterno, que Cristo vino a hacer
las amistades. Si alguno está reñido con su sensualidad,
160 este Niño vino a sujetarla debajo de los pies de la razón.
157 Príncipe
120 Is. 9, 6. 141 Cf. 2 Cor. 12, 9.
127 Gal. i, 9. 147 1 Cor. 1, 25.
133 Is. 9, 6. 148 Is. g, 6.
139 Cf. Le. 11, 21. 157 Is. 9, 6.
5 [i]. EPIFANÍA
123
Así le cantaron paz cuando nació; paz dió a sus discípulos;
paz les mandó que tuviesen entre sí. El bando de Jesucristo
es paz, unde dictum est: Nova bella elegit Dominus. Las gue-
rras viejas de Dios eran vengarse, castigar luego a quien
165 se la hacía, etc. Agora hace guerra nueva, porque contra
sí toma la espada, en sí descarga, en el escudo de su cuerpo
recibe los golpes, porque no descarguen sobre los hombres.
Non putetis quod pacern veni mittere, etc., sed gladi'um.
¿Quién le encon- No hay cosa que más lastime mi alma
170 trará? como ver que ya ha nacido Dios y que
ya ha llorado, y derramado su sangre,
y sufrido la muerte con la cruz, y que no haya quien se
aproveche de ello; de lo cual se queja por Esaías: In vanum
laboravi, etc. ¡Grandísima lástima es ver los hombres per-
175" didos, siendo Dios nacido por su remedio! Esto, pues, ha
de obrar en nosotros el saber que es nacido que nos haga
salir a le buscar. Quien no le busca, no le hallará. Abraham
exvvit de térra sua, etc. El hombre que sale de su propria
voluntad y de sus deleites y placeres, ese tal sale de su
180 tierra y hallará a Dios. Alias non; unde sponsa: In lectulo
meo, etc. ¿Cómo le habíades de hallar, buscándole en vues-
tra cama? Aun si le buscárades en la suya, etc.; pero en
vuestra cama, adonde vuestra propria carne y voluntad des-
cansa en vuestros pecados, ¿cómo le queréis hallar? Non
185 invenitur in térra suaviter viventium. No se engañe nadie,
hermanos, que poco aprovecha para hallar a Dios oír misa
y dar limosna, si no dejáis la cama de vuestros pecados, etc.
Amplia. Pues para ir a buscar a Dios y hallarle salen los
hombres de su tierra y dejan sus casas. El hombre que
190 dice: "Desde hoy quiero salir de mi casa, quiero salir de
mis pecados y dejar mis deleites y placeres por agradar a
Dios, quiero guerrear contra mí", ese tal le hallará, con tal
que salga de veras, no de burlas, poniendo a riesgo todo
cuanto se le ofreciere y fuese menester perder, ora sea ha-
195 cienda, honra o la vida. A todo se han de determinar los
que buscan a Dios, que ni miedo de injurias ni etc. no les
haga volver atrás.
¡Oh bienaventurados Reyes, qué determinados venís a
buscar al Rey, pues no teméis entrar tan a peligro de las
200 vidas por Hierusalem, dando voces: Ubi est qui natus est?
¡Dichosos hombres que, antes que conociesen a Cristo, iban
aparejados para morir por Cristo! Qui me confessus fuerit
168 Cf. Mt. io, 34 ; Le. 12, 51. 181 Cant. 3, i.
174 Cf. Is. 49, 4. 185 Cf. Iob 28, 13.
178 Gen. 12, 1 ss. aoo Mt. 2, 2.
124
SERMONES. CICLO TEMPORAL
coram hominibus. Los hombres que por miedo, por ver-
güenza, dejan de servir a Dios y se vuelven atrás de lo
205 comenzado no son buenos para el cielo. Abraham aparejado
estaba para matar a su hijo cuando Dios se lo mandase;
pues, si somos hijos de la fe de Abraham, hagamos sus
obras. Mandamiento tenemos: Diliges Dominum, etc. ¡Ay!,
que hijos y mujer, y vos mismo, y todo lo demás que podéis
210 tener, todo se ha de posponer a la voluntad de Dios. Desnudo
nació, para que desnuda traigáis vos vuestra alma de todo
lo que no fuere Dios, y no os han de congojar ni dar pena
las afrentas que por Dios se os ofrecieren. Deshonra da
[a] Dios el que se queja estar por El deshonrado. No pen-
215 séis reinar con El, si primero no padecéis con El.
Llegan los Reyes a Hierusalem, etc. Fueron allí movi-
dos, lo uno, por ver que aquélla era ciudad populosa, y que
allí estaban los sabios y los letrados y sacerdotes de aquélla
gente, y por ello serían guiados al lugar; lo segundo, guiólos
220 la estrella y no les llevó derechos a Betlem, sino a Hierusa-
lem, para nos mostrar la dureza y pereza de aquel pueblo que
no se menearon con tales nuevas a llegar a Betlem, etc. En-
trados en Hierusalem, fáltales la guía, para que fuesen cer-
tificados por la Escriptura de lo que sabían por fe, y para
225 nos mostrar que, si buscando a Dios nos faltare la guia,
no desmayemos ni dejemos de proseguir lo comenzado.
Hay algunos que dicen: — Padre, tantos años ha que
comencé a servir a Dios, y de una hierbecita que mirase,
y de una piedra o de un árbol, o de otra cualquier cosa
230 que mirase, sacaba fructo, y cualquiera penitencia y aspe-
reza se me hacía liviana; ayunar no me daba pena; pero
agora ¿ [por] qué estoy con gran sequedad, perdida la de-
voción, sin gana de lo que antes hacía con buen gusto?
— Pues para que sepáis que por ventura se sirve más agora
235 Dios de vos en esa sequedad, por faltaros la devoción, quiere
Dios que la estrella os falte, etc. Amplia esta materia.
No es bueno para la guerra el hombre que por trabajos
vuelve atrás de lo comenzado y deja de buscar a Dios
porque mormuran de él o porque se ve con tentaciones y
240 sequedad. Ese tal llamarse ha amigo de mesa. Non cognosci-
tur in bonis amicus, ad tempus credunt, et in tempore ten-
tationis recedunt. Al tiempo de romper las lanzas para al-
canzar victoria huyen los enemigos, etc.
Oyendo Herodes que era nacido: Apocalipsi 12, de dra-
221 pureza
240 massa
203 Le. 12, 8.
208 Deut. 6, 5 ; Mt. 22, \- ; Me. 12, 30 ; Le. 10, 27.
_>4u Cf. Eccli. 6, 10.
242 Le. 8, 13.
5 [i]. EPIFANÍA
125
245 cone parato ad devorandum infantem, el cual quería parir
una mujer. En naciendo Dios en uno, luego hay quien le
quiera matar, etc. Josué 10, porque los gabaonitas se pa-
saron al ejército de Dios, etc.; pero, ¡ay de aquel que mata
a Dios! No habría cosa que tanto me hiciese temer parecer
250 delante de Dios como saber que he quitado a Dios de algún
alma, etc.
La estrella de la fe. Gavisi sunt gandió. Si hay alguno
Ofrezcámosle dones <lue de veras conoció a Dios, y le
perdió, y después le tornó a hallar,
255 entenderá qué gozo es hallar a Dios. Párase la estrella
encima, etc. ¿Qué haces, estrella? Si éste es Rey: ¿Qué es
de los palacios reales? ¿Qué es de los caballeros? ¿Dónde
está la seda y brocados ? ¿ Qué rey en mesón y establo, acom-
pañado de animales? Si la estrella no los guiara, fuéranle
260 a buscar en la casa más rica. ¡Oh bienaventurada fe de los
cristianos! ¡Qué perdido anda el que busca a Cristo sin la
estrella de la fe! En lo pobre y más olvidado del mundo
está Cristo, infirma mundi etc. pauperes elegit Dominus
in hoc mundo, divites in fide, etc. Si no hay fe, no atinaréis
265 dónde está Dios: que en las lágrimas está la risa, en la
pobreza el reino, en la hambre la hartura, el fuego debajo
de el agua. ¡Miserables ricos, si sois malos, qué lejos está
de vosotros Dios! Super quem requies et spiritus meus?
Para hallar a Cristo, buscad al enfermo, y al pobre, y al
270 olvidado del mundo. Temo que por falta de esta estrella
no buscan muchos a Cristo. O se engaña el mundo en buscar
riquezas de viles, o Cristo en buscar los pobres. Cristo no
puede, etc. ¡Grande es la fuerza de la fe! ¿Por qué creéis
que en una Hostia está Cristo? Por la estrella que dice
275 que está allí. Patrem multarum gentium posui te quia cre-
didisti, etc., quia vocat ea que non sunt, etc. Esta fe se
manifiesta en tiempo de persecuciones y trabajos. Credidit
in spem contra spem, porque la estrella ansí lo dice, que
adonde menos parece estar Dios, está.
280 ¿ Si temería la Madre sacratísima viendo tanta gente, etc. ?
Procidentes adoraverunt. Entendieron qué era y póstranse.
Aquella reverencia a sólo Dios se debía y con ella confe-
saban que en su presencia no eran nada. Dic lo que la
Virgen sentiría cuando le ofreciesen la mirra; templarse hía
245 paratum
275 Pater | posuit Be
245 Cf. Apoc. 12, 4.
248 Cf. los. 10.
252 Mt. 2, IO.
263 Cf. 1 Cor. i, 27
264 Cf. Iac. 2, 5.
268 Cf. Is. ii, 2.
276 Cf. Rom. 4, 17 ; Gen.
278 Cf. Rom. 4, ib.
281 Mt. 2, 11.
126
SERMONES. CICLO TEMPORAL
285 el regocijo de verle adorar por Dios y ofrecer dones como
a Rey. ¡Cuan usado es templar Dios los favores de los
suyos en esta Vida! ¡Qué presto se pasan sus visitaciones!
Visitas eum dilucido, etc.
Pues nosotros, que habernos hallado al Niño, ¿qué le
290 daremos? ¿Habernos de parecer delante de él sin dones?
No hay ninguno que no tenga que ofrecer, pues a sí mesmo
se puede todo quemar en holocausto, In me sunt Deus vota
tua, etc.: en mí están vuestros deseos, mi alma y corazón
holocausta medullata. El amor en las obras es el meollo,
295 el tuétano. Y ansí seremos recibidos de El aquí por gracia
y después por gloria, quam mihi et vobis praestare dignetur
Iesus Mariae Filius, qui cum Patre [et] Spiritu Sancto vivit
et regnat in saecula saeculorum. Amen.
5 [2] Buscar y hal,lar a Cristo *
Epifanía
(Vaílencia, Bdibl. Ooü. Patria/rea, Ms. 1049, £f. 62 r - 68 v).
F.t procidentcs adoraverunt eum (Mt. 2, [»].).
Exordio Es un gran placer para las mujeres casadas te-
ner hijos, aunque pasan trabajos en el parto. Dice
Jesucristo: Si paren hijo, olvidan el trabajo pasado con el
5 alegría del hijo. El día del alegría de las madres es cuando
paren hijos. Cuéntase por gran maravilla de Dios levantar
al pobre del estiércol y dar hijos a la mujer estéril. Junte-
mos estas dos cosas y añadamos otra mayor. La mujer
cuando pare tiene trabajo, pero después que ha parido
10 hijo, tiene alegría, y si no paría, Dios hace esta maravilla
que le da hijos. El hijo tras esterilidad es doblado el gozo.
¿Cuántas causas de gozo queréis que añadamos hoy a la
Virgen? Una mujer honrada, casada, ganosa de hacer mer-
cedes, con un Niño en los brazos que quita el deseo de ver
15 los cielos; parida de un hijo sin dolor. Si un hijo que da
dolor, da después gozo; el que ál parto os dió doblado pla-
cer, ¿cuánto gozo os dará? Si la estéril tiene tanta alegría
cuando pare, la que queda virgen después de haber parido,
298 Arntn] Su<b curreetione sanctae Mátris Ecolesiae Romanae add.
288 Iob 7, 18.
293 Ps. 55, 12.
294 P.S. 65, 15.
* El índice del Ms., le letra del Patriarca, lo titula «In die
Epiphaniae».
4 Cf. lo. 16, 21.
7 Ps. 112, 7.' cf. Is. 54, 1 ; 1 Reg. 2, 5-
5 ■[>]■ EPIFANÍA
127
¿qué alegría terna? Si la que pare hijo y no sabe qué tal
20 ha de ser se goza, la que parió un hijo que sabe que es
Hijo de Dios, ¿qué tanto se gozará? ¡Qué bien que lo dijo
Esaías 35: Alegrarse ha la tierra desierta y sin camino y
regocijarse ha la soledad y florecerá como lirio, que está
alabando a aquel que tanto bien le hizo!
25 ¿Pensáis que por mucho que madrugaron los pastores
y los reyes a adorar no madrugó ella más? Por los pasto-
res entendemos a los judíos, y por los reyes a los gentiles.
Primero que todos ellos lo adoró la Virgen, para dar a en-
tender [que] si Abraham se dice padre de creyentes, más
30 razón hay para que la Virgen se llame madre de fe. ¡Oh
qué alegre y honrada está con este Niño, viendo a los
reyes darle oro, encienso y mirra! Poco le duró, que por
ahí lo dió a los pobres. ¿Para qué lo quería? — 'Pues mi
hijo ama pobreza, ¿para qué quiero yo riqueza? — Esa es,
35 señora, vuestra condición. Vos a recebir de Dios, y a dar
lo que os da a los pobres; Dios a daros, y [vo]s a porfía
a repartir. ¿Qué tenéis que no nos hayáis dado? Gan[osa]
está de darnos; pues digámosle con mucha dev[oci]ón Atoe,
María.
40 Vocación de los No es Jesucristo nada ocioso. Vino a
Magos Ia tarde del mundo, como dice David,
mas dióse gran priesa a trabajar; como
los viejos que han vivido mal toda su vida, dicen: "Esto
que me queda de mi vida quiero empleallo bien y darme prie-
45 sa para recompensar la mala vida pasada". A quien le queda
poco sol hase de dar priesa. No es Jesucristo nada ocioso,
el amor le hace ser tan diligente. Salido es el sol, alto a
trabajar.
Señor, todos os vemos nacido en un portal y reclinado
50 en un pesebre. ¿Qué cosa y cosa verá Dios en un polvo,
ver al que mantiene los hombres y los ángeles colgado de
los pechos de una mujer? ¿Qué? ¿Es esto una cosa tan
nueva? Si no lo entendéis, entendeldo. Esta fiesta, her-
mano, de nacer Dios y hacerse chiquito por amor de los
55 hombres, por vos se hace; alma, vos sois la dama, por
vos se hacen estas justas, porque el hombre se remedie
y se salve. Y así veréis que, en naciendo Dios, vienen los
ángeles a dar las nuevas a los pastores: Nacido es a vos-
otros el Salvador, andá, id allá. ¿Qué cosa es que esté la
60 mesa puesta y que estén los hombres reacios, hechos rena-
22
23 Is, 35. i- 42 Of. Ps. a, 6-7.
29 Cf. Rom. 3, 16-17 50. Le 2, 11.
32 Mt. 2, ix,
128
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cuajos? Andá, id allá, daos priesa, acorred al Salvador a
ser salvos.
Ya había llamado a los pastores, y parecíale a Jesu-
cristo que estaba mucho sin llamar a otra gente; por eso
65 llamó luego a los reyes. Si a los pastores, que eran fieles,
envía un ángel intelectual, a los Reyes infieles les envía una
estrella insensible. Allá apareció en Persia, al oriente de
Hierusalén. Pues ahora, fuese por la gran misericordia de
Dios, que les quiso hacer estar esperando la estrella dende
70 que Balan la profetizó, o por haberlo Dios mostrado ansí
como nació, la verdad es que vieron la estrella. San Mateo
lo dice ansí: Vieron los Magos la estrella. "Magos" no quie-
re decir encantadores; "magos" quiere decir en lengua per-
sia sabio; dícense reyes porque regían entonces sabios o
75 porque quizá serían reyes pequeños. Esta estrella no era
de las que están firmes en el firmamento, ni estaba en
esotros cielos de los planetas; más baja estaba que todas,
no se movía con las otras, movimiento tenía particular y
lumbre particular. En lo que significaba lo veréis; significa
80 la lumbre y conocimiento de la fe. Este conocimiento no
anda con los otros conocimientos. El conocimiento en que
conozco que debajo de los accidentes del pan y del vino
está Jesucristo no es como los otros, sino sacaldo por razón
natural. ¿Qué dice esta estrella?: "El Salvador es nacido".
85 Esto no lo alcanza a saber el astrólogo. Venia resplandecer
en esos aires; pegaba tanto placer con su resplandor que,
certificados dé lo que significaba, aparejan para su camino;
no tan gran aparato como para reyes, un aparato mediano,
como de caminantes, pero venían bien proveídos de oro,
90 encienso, mirra. El incienso no era, como pensaban algunos,
porque no oliera mal el establo donde estaban, que, si eso
fuera, no se pusiera en Escritura como presente de rey.
Traían gran cantidad de ello.
Busquemos al Señor Vamonos ahora con los Reyes, pues
95 tenemos estrella como ellos, y ado-
remos al que van a adorar ellos, porque, si no andamos en
su demanda, moriremos. Un rey mandó pregonar: "Si al-
guno no buscare al Señor, muera por ello". ¡Quién viese
algún rey que esto mandase! La vida nos va en irnos con
100 estos Reyes a buscar a Dios. San Bernardo dice que el
mayor negocio del cristiano ha de ser herido [sic] buscan-
do a Dios; y quien no lo busca ansí, poco tiene de bienes
65 Si] Y || 81 en] es ¡| 83 saleado
70 Cf. Num. 24, 17.
72 Cf. Mt. 2, 2.
102 Cf. San Bernardo, Sertn. de divos. 4, 1 ; 84, 1 ss. : ML 18.;,
551 s., 1185 ss.
5 [2]. EPIFANÍA
12!»
espirituales. Dadme un alma deseosa de Dios, que no le
inclina [n] ni riquezas, ni honra, ni cosa del mundo: ésta va
106 con los reyes. No hay cosa que más me desmaye ni que
más me haga caer la faz de vergüenza que ver el amor con
que me buscaste y el descuido con que yo te busco. Bus-
cásteme tú, Señor, como si te fuera la vida en buscarme,
y huyo de ti, como si me fuera la muerte en hallarte; siendo
110 al revés, que buscándome tú hallaste la muerte, y hallán-
dote yo, hallo la vida. Mira lo que hizo por ti y lo que
padeció por ti. ¡Que las munchas aguas de los trabajos
no pudieron apagar el fuego de su caridad y que yo me
esté tan sin respecto y tan sin cuidado de esto, como si no
115 hubiera venido a buscarme! ¡Qué bien lo sintió San Pablo,
que dijo: Si alguno no amare a Nuestro Señor Jesucristo,
sea maldito, porque ya ha venido nuestro Señor! No es de
cristiano que, habiendo ya Dios venido, tú no le ames.
Antes que viniera no era de maravillar que tú no le ama-
120 ses, porque la condición del hombre es tan libre y generosa
que aun a Dios no amara si no viese que Dios le ama; y
ésa fué la causa que disimuló Dios su poder y su saber
por mostrar a los hombres su amor; mas, después de haber
venido, dice Pablo: Si alguno no ama a nuestro Señor Je-
125 sucristo, sea maldito, porque ya ha venido el Señor. Va-
monos con los Reyes, pues, a buscar al Señor.
¿Quiénes son los Vienen de jornada en jornada has-
verdaderos busca- ta llegar a Hierusalem. Preguntan:
dores de Dios? ¿Adonde está el Rey de los judíos
130 que ha nacido ahora? ¿Veis qué gen-
til cosa? Aun no han visto a Jesucristo y ya desean mo-
rir por él. A la fe éstos son buenos buscadores de Dios,
que no los que no sé por qué cosilla dejan de buscalle.
Solías levantarte a orar por las mañanas, ahora porque
135 hace frío no te levantas; dabas limosna, y ahora porque
vale el pan caro no la das; cuando tuvieses el espada a la
garganta, entonces le habrías de buscar mejor. Al que en
un tiempo busca a Dios y después lo deja, llamalde luná-
tico, llamalde caña movida con el viento; el que no está
140 determinado de morir por Dios, antes que lo deje, no lo
busca de verdad. ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha
nacido? ¡Qué gentil plática! ¿No hay rey en Hierusalén?
¿No es Herodes rey? Venían determinados de perder la
cabeza por el Niño, y por esto lo hallaron. El que lo busca
145 de mentira no lo hallará, mas el que de verdad lo busca
lo hallará sin duda.
Bueno es el Señor a los que esperan en El y al ánima
que lo busca. Esta es una palabra que el día del juicio nos
B. Avila 2
5
130 SERMONES. CICLO TEMPORAL
pondrán ante los ojos para mayor condenación; si Dios
150 es bueno •para los que le buscan, ¿qué tal será para los
que le hallan? Buscar alguna cosa trae consigo pena y
congoja; buscar a Dios no es ansí; más placer te darán
los sospiros que los deleites sucios de la carne; mejor te
sabrán los ayunos que de las vilezas de la tierra hartarte.
155 ¡Cuán bueno es él Señor para los que le esperan y para el
ánima que lo busca! No vale nada buscar a Dios sin per-
severancia y esperanza. Dos alforjas has de llevar para
buscar a Dios, que son confianza y perseverancia. A veces
parece que Dios se hace sordo y hace que no lo oye y dice:
160 "Si viene a mi puerta, doile con ella en los ojos por ver si
tiene confianza, y si busca deleites en mí, doile sequedades
y tristeza para probar su confianza". Así como la castidad
se prueba cuando te anda siguiendo y solicitando, así la
confianza se prueba con la persecución.
165 Bueno es el Señor a los que esperan en El y al ánima
que lo busca. Esta es la palabra que dije que nos han de
poner el día del juicio. ¿Qué responderás a Dios cuando te
diga: "¿Nunca viste un hombre que, porque le dijeron que
había oro en las Indias, vendió su hacienda y dejó su tierra
170 y mujer y hijos y amigos, y quizá no halló después lo que
buscaba, quizá se ahogó en la mar y se quedó burlado,
porque puso su esperanza en cosa incierta?" Señor, si plu-
guiese a tu bondad que delante de esta gente se pre-
sentasen los testigos que te han buscado de verdad para
175 que les dijese [n] cómo les fué contigo, si alguno de ver-
dad te buscó que no te hallase. Todo hombre que lo busca
lo halla. ¿No fiaré mi hacienda en la palabra de Dios?
A Dios quiero servir, a Dios quiero buscar, hacer quiero su
voluntad, pues tengo su palabra. ¿Qué le responderás?
180 ¿Que por buscar una gota de agua, que no te mata la sed,
pasaste tantos trabajos, y por beber por la fuente de agua
viva, por una empresa tan grande, no hay quien te haga
refrenar la lengua ni quien te haga levantar un poco de
mañana ?
185 Determinados venían los Reyes. El que no se determina
de servir toda su vida a Dios o morir en la demanda, no
vale nada para la guerra. Manda Dios que, cuando en la
guerra hubiesen de dar la batalla, diesen un pregón que
todos los que hubiesen edificado casa y no la hubiesen aca-
190 bado, y todos los que hubiesen plantado viña y no hubiesen
177 mi] ni
147 Thren. 3, 25
151 «Quam uonus te quaerentibus ! — Sed quid nivenientibus ?»
(Brev. Rom., fcst. Sanctiss. Nom. Icsit, hymn. ad Vesp.).
182 üf. Num. 20, 6; Ier. 2, 13 ; Apoc. 21, 6.
5 [2]. EPIFANÍA
131
comido de ella, y todos los desposados y los medrosos se
volviesen.
■ — ¿Qué queréis decir? — Que no son todos para guerra.
Porque dirás: "No lo he acabado". Tendrás el cuerpo en
195 la guerra y el corazón en la casa. Estos son los hombres
cargados de negocios de casa: "¿Qué haré, de qué comeré,
de qué manterné mis hijos?" Pensáis que por tener dema-
siado cuidado se han de mantener. ¡Desdichado del hombre
que no se arrima a Dios, sino que anda pensando si llueve
200 muncho o si no llueve! Esta seña[l] te doy porque veas
si estás arrimado a Dios: si en las estrechuras te afliges,
si en los trabajos te estrechas, no estás arrimado a Dios.
En la tribulación me ensanchaste, dice David. ¿No te puedo
yo sustentar sin llover? El que está a Dios arrimado, ni
205 trabajos ni angustias, ni la muerte ni el infierno le congo-
jan; el que no está arrimado a él, ¡qué miedo tiene, qué
congojado anda! Dijo Jesucristo: No se apesguen vuestros
corazones con muncho comer y beber y cuidados. ¡Cuán
llenos estáis de cuidados, que si entra la palabra de Dios
210 en vuestros corazones, con el muncho comer y beber, ape-
nas dura un punto que luego la ahoga! Trabajad y ganad
de comer, que Dios lo quiere así; mas estos cuidados y
estrechura señal es que no estáis arrimados a Dios. El que
tiene esto, tórnase de la guerra.
215 Los segundos son los desposados, los carnales. Cual-
quier palabra sabia y buena que oye uno la tomará y ala-
bará para sí, dice el Sabio; óyela el lujurioso y parécele
mal, échala tras las espaldas. No hay pecado que ansí em-
bote el ánima como éste. Mancebo deshonesto, cata que
220 esta carne estará de aquí a poco comida de gusanos y hecha
cieno. A otra puerta: No vais a la guerra.
Los terceros son los temerosos, los que dicen qué dirán
de mí. Decimos a las mujeres: "Tenéis vos diez sayas y
vuestra hermana no tiene una, tenéis vos seis mantos y vues-
225 tra hermana no tiene uno con que ir a misa, no es ésa
buena hermandad: no tenéis creído que está Jesucristo en
el pobre. Vended esa saya, contentaos con una u dos, y
con esas rotas compraréis otras". Mas ¿qué dirán de mí?
Bien veo que eso es bueno; pero ¿qué queréis, que parezca
230 yo moza de las otras? Si las otras hiciesen ansí, yo lo
haría. ¡Oh loco! ¿Cómo vives, con el mundo o con Dios?
Iréis después a Dios: — Págame. — Lo que a mí me servis-
tes, yo os lo pagaré; lo que servistes a mi enemigo, ¿cómo
200 seña] y add. || 2OT apesguen] apaguen
193 Deut. 20, S ss. ; 1 Mach. 3, 56 ; Iud. 7, 3.
195 Cf. Mt. 6,' 21. 208 Cf. Mt. 6, 25. 3i-
196 Mt. 6, 25. 31. 211 Mt. 13, 22.
203 Ps. 4) 2. 218 Cf. Eccli. 21, 18.
132
SKRMONES. CICLO TEMPORAL
queréis que os lo pague yo? Apenas hallaréis quien quiera
235 ir solo. Aquel va solo que va por adonde fué Jesucristo.
No por pompas ni dijes ni brocados, aunque vayan por ahi
muchos reyes. ¿No te atreverás ir mano a mano por donde
fué Jesucristo? El que tiene cuenta con el mundo, es im-
posible tenella con Dios. Nadie puede servir a dos señores.
240 El que es amigo de este mundo, por el mismo caso se hace
enemigo de Dios. El temeroso, ¿él qué dice? — ¡Oh que
dirán soy hipócrita! — 'Determinado has de buscar a Dios,
venga lo que viniere. Córtenme la cabeza, que no por eso
lo tengo de dejar.
245 Dijo Jesucristo: Lo que os dijeron a las orejas predical-
do sobre los tejados. Con esta condición te da Dios a co-
nocer la verdad, para [que] lo que te dijeron en secreto lo di-
gas en público. ¿Qué? ¿Querríades vos ser como los que dice
San Pablo que tienen la verdad en la maldad? El que tiene
250 la verdad y no la confiesa ni obra conforme a ella, detenida
la tiene en la maldad. ¿Dónde está el Rey de los judíos?
Ya la conocimos. liémosla de profesar cueste lo que costare.
¡Mirá qué son las cosas del mundo: Estos de lejos vienen
a buscar al Salvador, y los que están en su tierra no se
255 dan nada por El! Tenéis un predicador en vuestra tierra
que, con predicaros, no hace más impresión en vosotros la
palabra de Dios que en una piedra, y viene uno de más
de veinte leguas y, con una vez que le hable, va hecho un
santo.
360 Turbación de Herodes Turbóse el rey y toda Hierusalén
con él. Que el rey se turbase no
es muncho, pero toda la ciudad. De donde veréis cuánto es
menester que haya buen rey en la ciudad y buena cabeza
que rija. Si hay mal obispo, mal regidor, mal cura, mal
265 predicador, cosa difícil es que haya buen pueblo. Esto es
lo que más habíades de rogar a Dios y lo que tenéis más
olvidado. "Señor, danos buenos gobernadores; Señor, da-
nos buenas cabeceras. Témante los reyes; danos buenos
padres y predicadores". Turbóse toda la ciudad con el rey,
270 porque dijera: "¿A otro rey queréis más que a mí?" Dice
el mozo de espuelas: "¿Qué queréis que haga? Mándame
mi amo que vaya con él de noche y le acompañe". Dice el
cura: "Si digo que hulano está amancebado, si digo que
no comulga, darme han de palos". ¿Y para quién queréis
275 vos honra sino para Jesucristo, y no vale más morir por
la honra de Dios? ¡Qué mayor honra que morir por la
honra de tan gran príncipe!
239 Mt- 6, 24 ; Le. i6, i j.
246 Cf. Mt. 10, 25.
249 Cf. Rom. 1, 18.
251 Mt. 2, 2.
261 Mt. 2, 3.
5 [2]. EPIFANÍA
133
Túrbase Herodes y comienza a temblar y a "preguntar
a los letrados dónde había de nacer este rey. Dijéronle: En
280 Belén, aldea de Judea, que ansí está profetizado. Dice
Herodes a los Reyes: Id y pregunta con diligencia por el
niño, y en hallándolo, hacémelo saber, para que vaya yo
también a adorarlo; y era para matarlo. Vanse los Reyes,
y quédase él. ¿No veis qué bien pintado está aquí el pre-
285 dicador? Predica dónde hallarán a Dios, y estáse él quedo.
El predicador, el confesor delante ha de ir. No ha de ha-
blar palabra buena que primero no la haya él obrado. Léese
en la vida de los santos padres que, estando un santo
viejo de aquéllos en finamiento, llegáronse a él unos reli-
290 giosos y dijéronle: "Padre, dejános algo; dadnos algo que
nos quede acá". Respondióles: "Siempre creí más el parecer
ajeno que el mío, y nunca presumí enseñar cosa que pri-
mero no la obrase. Este es el testamento que os dejo".
El lenguaje de la Entrando en Hierusalén, escondióseles
295 estrella: la fe la estrella. ¿Hay aquí alguno a quien
se le haya escondido la estrella? — Un
tiempo estaba tan devoto, el pensamiento bueno se me ve-
nía sin que yo lo buscase, en la cama recordaba pensando
en Dios. — Si se escondió^ la estrella, ella parecerá. — Apa-
300 recióles la estrella y caminar [on] tras ella. Y cuando estuvie-
sen cerca de Betlén, sospecho yo — esto no está en la Escritu-
ra— que, cuando la viesen, dirían: "¿Qué cosa más alta hay
en este lugar? ¡Eh, allí en aquellas torres debe de estar!"
¿Allí irá la estrella? No irá, sino al mesoncito, que quizá
305 no tenía tejas, quizá sería de paja: ¿quién sabe eso? Es-
taba en una peña grande, hecha una concavidad. Allí estaba
el pesebre donde el Rey de los reyes fué reclinado. Allí nació
el Salvador en aquel establico. Pónese la estrella en aquel
portalico. ¿Quién había de pensar que estaba allí Dios?
310 Andad delante. Ir hemos tras vos. Creo que entonces echaba
más claros rayos y que decía más claro: "Aquí está". ¿Cómo
es posible?
¡Oh, bienaventurado aquel que entiende qué cosa es fe!
Bien lo dijiste, niño, cuando fuiste grande: ¡Bienaventu-
315 rados los que no vieron y creyeron! Lo que aquesta estrella
dice aquello es. Dice la razón de los Reyes que está el niño
en casas altas y ricas; dice la estrella que no, sino en
aquellas pajas, en aquel pesebre. Dice la razón natural:
¿Cómo un cuerpo tan grande puede estar en una hostia
320 chiquita? Dice la fe que sí puede. ¡Oh Señor!, ¿qué a vos
con pañales? ¿Qué a vos con pesebre? ¿Quién te viera,
Señor, sin casa, sin brasero y sin cama? Entraba el viento
283 Mt. 2, 4-8.
300 Cf. Mt. 2, 9.
315 lo. 20, 29.
134
SERMONES. CICLO TEMPORAL
por una parte y daba a la Madre y al Hijo en la cara. Quizá
querría comer y no lo ternía, ¿y no amaré yo a la pobreza?
325 Ahí está Jesucristo. No se halla Jesucristo en la riqueza,
no en los deleites y regalos de la carne. No en camas blandas.
¿No tienes qué conler? En tu casa está Jesucristo. ¿Pásan-
sete las noches dando suspiros?, ¿levántante lo que no que-
rrías?, ¿haces fuerza a tu corazón?, ¿sujetas tu voluntad a
330 la de Dios? Allí está Jesucristo. Antes que naciese, tenía
subjección; antes que la Virgen pariese, con la barriga a la
boca, como dicen, anduvo treinta y dos leguas de Nazaret
a Betlén. ¿Por qué? Porque lo mandó un hombre, el más
malo de los hombres, un hombre que adoraba al diablo.
335 Mandó César que cada uno fuese a su tierra a escribirse y
a dar cierto tributo, y obedécele Dios, ¿y no terné yo ver-
güenza de no seros obediente? Antes que salga del vientre
obedece, y no yo. Si es cosa recia resistir a tu voluntad, ahí
está Dios en la obediencia, en lo bajo, en el establo. Ahí
340 está el Niño.
Parecía la estrella que hablaba. Abájase hasta el tejado,
abájanse los reyes. Estaría alguna portecica en el portal y
alguna mantilla colgada delante. Mirad la sala de la recién
parida. ¿Quién duda, Señora, sino que, cuando oístes el es-
345 truendo, no tomaríades algún sobresalto? "¡Alguno me quie-
re tocar en el Niño!" Esconderlo hía, y porníase a coser
algo. Apéanse los Reyes. Allegaría algún paje: "Decid, Se-
ñora, ¿sabréisnos dar nuevas dónde está el Rey de los judíos
que ha nacido? ¿Sabéis algo de esto?" ¡Benditos hombres que
350 con tal Estrella encontráis, mejor que la que os ha guiado
hasta aquí! Aquella grande y chica, grande en los ojos de
Dios y chica en los suyos. Dícele el ángel: Mira, Señora,
que concebiréis, y pariréis virgen. ¿A quién no le tomara
alguna locurilla o la comunicara- con su vecina? ¡Oh amigas,
355 qué prudencia la suya! ¿Qué es eso tan de peso? Diría eso:
"Señores, preguntaldo a los sabios y letrados de la ley". Una
mujer que lo decía de manera que lo encubriese y no min-
tiese. — Señora, consoladnos, decídnoslo por amor de Dios.
¿Tenéis hijo? — Diría, porque era voluntad de Dios que lo
360 descubriese: — Sí tengo. — ¿ Cuánto ha que paristes? • — Trece
días. — Hacednos merced de mostrárnoslo. — Tómalo la Vir-
gen en sus manos y muéstraselo. En viendo los Reyes al
Niño, alumbróles los corazones, y dales a entender que aquél
era el Mesías. Derríbanse en el suelo.
329 hac<-r
553 Cf. Le. i, 31.
5 [2]. EPIFANÍA
135
365 Adoración délos No solamente quitan el bonete, no
Reyes. Ofrezcámosle solamente hincan una rudilla, sino
nuestros dones derríbanse en tierra, que en eso ve-
réis que es Dios. Ninguno bien te
adora sino el que se tiende en el suelo, que es reconocerse
370 por tierra y por nada delante de Dios. Si sólo fuera rey, de
rey a rey bastaba quitarse el bonete; y pues se derribaron
en tierra, señal es que es Dios. Pasáis por aquel sagrario
tan sin asco, que ni aun os quitáis el bonete; ansí os llegáis
al altar como si os llegásedes a jugar. Muchas misas se os
375 cantarán para pena que pensábades haber galardón por
ellas. Están diciendo misa, y está uno allí y otro aquí para-
dos, para si el sacerdote llora o no. El pueblo estaba del arca
dos mil pasos, y vosotros habéis de estar sobre el altar. Con
reverencia habéis de estar oyendo misa, no levantarse de
380 jugar y, sin más aparejo, venir a oír misa.
Adoran los Reyes al Niño en verdad, que pienso que los
pedecitos le besaron. Abren sus tesoros, que largo da el que
ha encontrado con el Niño. Vanse a sus arcas y, abiertos
sus tesoros, no las bolsas, ofrécele cada uno muncho oro,
385 muncha mirra y muncho encienso. — ¿Qué ofrecéis a Dios?"
— 'No tengo qué. — ¿ Pensáis que para los que no tienen está
cerrado el cielo? Antes está más abierto; porque ¡no terná
de qué dar cuenta a Dios el rico cómo repartió lo que le die-
ron! ¡Ay de aquel que come muncho y tiene poco calor; ha-
390 cerse ha una postema que le mate! El estómago no toma la
comida para quedarse con ella, sino para repartilla por los
miembros. Tomas muncha hacienda y no tienes muncho calor
de caridad para repartirla, quedarte has con ella en el estó-
mago. La hacienda será el cordel con que te ahorquen. Mun-
366 cho tenía David que ofrecer a Dios, mas cuando vino a ofre-
cer dijo: En mí están, Señor, tus ofrendas; más precia Dios
estas ofrendas que becerros y carneros.
Abrele el corazón, y abrirásle el tesoro con que más se
huelga. Ya abrió Dios sus entrañas y corazón. Por aquel
400 agujero del costado puedes ver su corazón y el amor que
tiene. Abrele el tuyo y no esté cerrado. Párate a pensar:
Señor, tu corazón abierto y alanceado por mí, ¿y no te
amaré yo a ti? Abrísteme tu corazón, ¿y no te abriré yo
el mío? En mi corazón, Señor, están tus ofrendas; si de ese
405 corazón le das, ofrecido le has. ¡Más vale delante de Dios
tantico corazón que tanto de ofrenda sin corazón. Dale tan-
tico de corazón y hasle ofrecido muncho oro. Más vale tantico
de oro que un puñado de blancas. Más vale un poquito de
392 tienen 399 abrió] a add.
367 Cf. Mt. 2, 11. 396 Ps. 55, 12 ; cf. Ps. 49, 8-9 ; Ier. 6, 20.
378 Cf. los. 3, 4.
136
SERMONES. CICLO TEMPORAL
manjar blanco que munchas berzas. Preguntó un ermitaño
4-10 a un viejo: — Padre, ¿qué es la causa que ayunando yo,
rezando y haciendo más penitencia que tú, eres tú más santo
que yo? — Respondió: — Porque amo yo más que tú. Aquel
ofrece a Dios oro que le ofrece amor.
— Pero tengo poco amor. — Ora muncho. ¿No tienes oro?
415 Ofrece encienso. — ¿Qué es encienso? — Oración. David lo
dijo: Incienso es la oración y el suspiro que sube a Dios, que
le huele tan lindo. Suspira a Dios — no porque no hay trigo — :
"Señor, ¿cómo no te amo, cómo no te temo y sirvo?" Conoce
tu miseria y llégate al portalico a demandar limosna. Si no
420 hay oro, ofrece oración. El que no ora tiene su casa he-
dionda.
— No tengo oro ni encienso. — Ofrece mirra. Holocaustos
gruesos te ofreceré, Señor, dice David; con incienso de car-
neros, ofrecerte he bueyes con cabrones. Yo te ofreceré holo-
425 caustos gruesos de amor y devoción. Quien le ofrece sus en-
trañas, una vaca gorda con tuétano le ofrece. El tuétano,
en echándolo en las brasas, se deshace; mas ¡qué guardado
está en el cuero! Y un hueso muy duro allá dentro metido,
'que, aunque tiren una saeta, no allegará a él. El amor de
430 Dios muy guardado ha de estar, como un hueso duro de un
firme propósito de nunca hacer cosa contra él. No le ha de
tocar nada. Aquel ama a Dios verdaderamente que no guarda
nada de sí mismo para sí.
Con un incienso de carneros. El carnero que guía es el
435 perlado. No hay cosa que más ha de amar y tener el que
rige que la oración. El sacerdote que no ora no ha aprendido
sus cerimonias, y si no ora, darme ha por consejo de Dios
consejo suyo; por respuesta divina, respuesta de hombre.
También ofrece bueyes y cabrones. También recetaréis vos,
440 Señor, cabrones, que son los lujuriosos. Ofreceros he mis
pecados de carne muertos. Sí, que bien le huelen después
de muertos. Viénete un mal deseo, mátalo aunque te duela
y ofrécelo a Dios. Señor, esta purga quiero beber por vos.
Buey ofrece a Dios el que hace por Dios alguna cosa que
445 muncho le duele. Buey ofrece a Dios quien dejó la manceba;
y si lloró cuando la dejó, buey ofreció; y si tenía hijuelos.,
buey ofreció. ¿Qué puedes hacer por el Niño? Padecer un
poco de trabajo. Desde chiquito padeció por ti; más le dolió
a El la cruz que a ti padecer esto. A otro le duele el apar-
450 tarse de la murmuración. A otro abrir la bolsa para dar
limosna. Ofrece eso a Dios y ofrecerás buey. Buey ofrece
a Dios quien ofrece cosa que muncho le duele.
Mirra amarga ofrece quien hace por Dios aquello que le
416 Cf. Ps. 140, 2.
424 Ps. 65,
6. DOM. 2 DE EPIFANÍA
137
amarga. Y si esto le ofrecieres, El es tan bueno que te dará
455 encienso y oro, para que tengas qué le ofrecer, y darte ha aquí
su gracia y después su gloria', ad quam nos perducat. Amen.
6 Bodas de Dios y de los hombres *
Domingo II después de Epifanía. Antes de 1563
(Orla, Ms. est. 8, plbut. 4, n. 55 Us, ff. 90 r - 95 r.)
Nuptiar fartac smií [lo. 2, 31.
Exordio Pues que el Señor no se desdeñó venir a las bodas,
no se desdeñará de darnos su gracia para que de
ellas digamos algo, pues que habiendo de hablar de ellas,
5 habernos menester su gracia. Para que se nos dé, pongamos
por intercesora a la Virgen, que también se halló en ellas;
y para que así lo haga y nos lo alcance, digámosle con de-
voción un Ave, María.
Casamiento del Factae sunt nuptiae in Cana Gaülaeat.
10 Verbo con !a na- Fueron hechas bodas en Caná de la
turaleza humana provincia de Galilea. En gran manera
es Nuestro Señor amigo de la unidad;
es su oficio ayuntar las cosas apartadas y divididas, y las
juntas conservarlas en su unidad; parecióle bien a sus ojos,
15 agradóle la unidad. Veremos en esto, si bien miramos, el
mesmo ser de Dios, que es tan unísima esencia, simplicísima,
que no se puede pensar cosa que más una sea, sin ninguna
composición ni división. De ahí podemos ver cuán bien le
parecería la unidad.
20 Vamos un poco más bajo tras esta unidad de Dios y su
esencia. Tras esta unidad se sigue otra unidad segunda, que
es del Hijo de Dios con la santa humanidad que tomó en
unidad de persona, de la limpísima Virgen María: una per-
sona de dos naturalezas, que no hay cosa más una, después
25 de la primera que dijimos. Es lo que decimos incarnación y
puédese decir casamiento, desposorio. Casóse el Verbo divino
de tal manera con la naturaleza humana que tomó de la
• Virgen, que, siendo dos naturalezas, divina y humana, que-
daron una persona sola.
30 Desposado es el Verbo; la esposa es la sagrada huma-
nidad asumpta. Y así como entre los casados es la hacienda
de ambos y es comunicable igualmente, así partieron y se
comunicaron el desposado y la esposa lo que tenían. Lo que
5 ponguamos
* Ed. R. García Villoslada, S. L, en «Miscelánea Comillas», j
(1947), 240-247. «Dominica secunda post EpLphaniam» (f. 90 r).
II lo. 2, 1.
138
SERMONES. CICLO TEMPORAL
conviene al hacienda y bienes de El, son y convienen a
35 ella, y, por el contrario, lo de ella, a El; y así se dice que
Cristo crió el cielo y la tierra, aunque en cuanto hombre no lo
crió; pero se dice por la comunicación e casamiento y unión
que tenemos dicha. Y decimos que Dios murió. En cuanto
Dios, claro está que no murió ni pudo morir, pero decírnoslo
40 porque el morir y las penalidades todas son hacienda de la
esposa que tomó y tiene en ella su mitad; y por eso decimos:
Dios fué azotado, preso y aprisionado y muerto, y está bien
dicho, porque le conviene por la unión y casamiento que tomó
como bienes partibles. Y así le conviene por la unión que
45 hizo con su esposa lo que no le convenía por naturaleza.
Es tan uno un marido con su mujer, quiérela tanto, que,
si ella está mala o enferma, él dice: "Enfermo estoy"; si a
él le dan una cuchillada, ella dice: "Herido me han". No es
esto tan uno, ni se da ejemplo tan uno, como el Verbo y su
50 santísima humanidad, porque aquí hay distinción de per-
sonas y acullá hay unidad de persona. Casáronse tan unida-
mente estas dos naturalezas en este supuesto, que la Jionra
de Dios se da a la humanidad y las flaquezas de la humanidad
las toma Dios, no que le convengan de su cosecha, sino por
55 la unión que hizo con su esposa tan querida. Mirá qué va
de Dios vivo a nuestra naturaleza; y abajóse Dios a que lo
que de ella se dijese también se dijese de El. Si Dios cotejara
linajes, ¿cómo lo hiciera esto?
Matrimonio de Cristo Señor, sois casado con otra mujer.
60 con su Iglesia Aun nav otro casamiento. Este
mismo Dios casado con aquella na-
turaleza humana, Dios y hombre verdadero, acordó de se
casar otra vez y tomar una esposa, cierto, bien diferente de
sí en linaje y en bondad, y es la Iglesia cristiana, que nos
65 llamamos esposa suya toda la congregación de los fieles.
Esta es la desposada que buscaba el. patriarca Jacob y sirvió
por ella cuatorce años con tantos trabajos, pasando las no-
ches y los días que pasó. ¡Tanto era el amor que le tenía!
¡Pasó Cristo tanto por su grande amor! Ya sabéis que es
70 ciego el amor. No cabe en Cristo ceguedad, pero quiso disi-
mular nuestras faltas, hizo como que no las veía; tales cua-
les son los quiero. Y aquel Verbo salió del Padre Eterno y
en el vientre de su bendita madre se desposó con nuestra
naturaleza. Allí tomó nuestra naturaleza por esposa, y al
75 segundo desposorio desde que nació luego lo tornó a tratar.
Trabajó Jacob por su esposa cuatorce años, Cristo por la
suya treinta y tres; padeció treinta y tres años para casaTse
con nosotros, y en la cruz se consumió el matrimonio; allí
dijo: Consummatum est; en aquel punto se consumió de
79 lo- 19» 30-
6. DOM. 2 DE EPIFANÍA
139
80 Cristo y de nosotros, porque se unió Cristo con el que estaba
en gracia; estaba casado de presente. Pasó desde la cruz a
la gloria, y las ánimas de los santos padres lo vieron; en
aquel punto que dijo Consummatum est descendió su ánima
y pareció, y vieron a Dios en su gloria y en su esencia los
85 santos padres que en el limbo estaban, y con ellos consumió
el matrimonio que antes no se había consumado. Mirá el
cumplir de Dios su palabra: Y os meteré en la tierra que
corre leche y miel. Esta es la tierra de leche y miel, su santí-
sima gloria, en aquel punto que fué consumado el matrimonio
90 con aquellos padres fieles que estaban allí detenidos en el
limbo, esperando este casamiento. He aquí el esposo de nues-
tras ánimas, cásase con nosotros.
¿Y qué dote trae El y qué dote traemos nosotros? Decid,
hermanos, cuántos quilates hay de El a nosotros. Si queréis
95 linaje, generationem eius quis enarrabit? Señor, ¿no había
mandado Dios en la ley que el sacerdote no se casase sino
con doncella virgen? Pues ¿cómo pasa esto, que el sacerdote
nuestro se casa con una exenta por pecado? El ánima que
está en pecado y persevera, no la recibirá Cristo por esposa;
100 pero si cercena los cabellos y se corta las uñas, recibirla ha
de buena voluntad, que quiere decir, si raéis vuestras malas
obras, quitando lo malo, que es significado por lo que sobra
de las uñas, y los pensamientos, por lo que los cabellos,
cortándolos como cosa superflua y que no aprovecha, y lloráis
105 vuestros pecados y tomáis propósito de no ofender más a
Dios, restituiros heis para ser esposa de Dios.
Conozcámonos por deudores necesitados, lloremos nues-
tro primer pecado, porque por aquel pecado nos quedó el
fómite que nos inclina al mal. Llora aquel pecado original y
110 todos los demás, y restituirás tu virginidad. Es tanta la
misericordia suya, que tomará y casará contigo y te dará
todos sus bienes. No hace contra esta ley, antes casándose
con ella, la hace doncella virgen.
Virginidad del alma ¿Cuál es la virginidad del ánima?
115 Solida fides, firma charitas, spes
sincera, como dice San Agustín. A todo hombre que se quiere
salvar está mandado una fe sin mezcla de error, una firme
esperanza, una sencilla caridad. La fe sin error es parte de
virginidad, y una esperanza firme que Dios te ha de salvar
120 y que te ama. Este crédito fué dado por Dios, no que vivas
88 Ex. 3, 8 ; Num. 14, 8.
95 Is- 53. 8.
100 Deut. 21, 12.
116 San Agustín, In lo. Ev., tr. 13, 12 (ML 35, 1499) : «Quae est
virginitas mentís ? Integra fides, salida spes, sincera charitas».
140 SERMONES. CICLO TEMPORAL
en pecado y esperes que Dios te ha de salvar, si no pones
diligencia para salir de él y arrepentirte.
— ¿En qué veré qué esperanza es viva? — En que es su-
ficiente para huir de pecados; y cuando es muerta, fácil-
125 mente, aunque la tengas, los cometes; aunque viva y muerta
es dádiva de Dios.
Hoy se canta en la epístola spe gaudentes. Habéisos de
gozar con la verdadera esperanza. Es tanto el gozo, el que
esta esperanza tiene, que cualquiera prosperidad desprecia
130 y cualquier trabajo pasa primero que ofender a Dios; en
una cueva se meterá; y aunque le escupan, no se le da nada.
Cuando sintieres un aborrecimiento de los pecados, [y]
ofrécesete una ofensa de Dios, digas: ¿Cómo podré yo hacer
esto contra quien espero que me ha de dar todos sus bienes?
135 Esto dijo San Juan : Omnis qui hdbet hanc spem sanctificat
se. Todo hombre que tiene esta esperanza santifícase, alím-
piase, como Dios es santo y limpio. Señor, pues yo te tengo
de ver y tantos bienes me has de hacer, ¿por qué te tengo
yo de ofender? Tú eres bueno, santo, caritativo; esfuérzame
140 para que te sirva y te agrade. El que allá ha de ir, santifí-
case acá, alímpiase acá, a semejanza de Dios.
No andes desmayado y triste, sino esforzado y alegre,
esperando tan grandes bienes como están guardados. Es esto
gran joya, siempre viva, en cualquier tiempo esperar en
145 Dios; tu amor en Dios y lo que amares en amor de Dios.
Quien no tiene esto no está en gracia ni en virginidad
de ánima. Pues si Cristo, cuando está en el alma, le infunde
estas cosas, no está corrupta, sino doncella, el ánima que
lo posee. Con doncella se casa Jesucristo entonces, pues lo
150 que El ganó tiene ella. Si El es ensalzado, ella es ensalzada.
¿Pensáis que poca honra tienen los que están casados con
Dios? ¡Santo Dios, que tanto ama Dios a una ánima, que la
toma por esposa, que tan gran honra se le da! ¿Qué dirán
aquí los que andan en punto cuando se casan : "Mejor soy yo
155 que ella, más dineros me tienen de dar", y otras cosas seme-
jantes? Pues así se casó Cristo, ¿qué dote tiene ella? Tiene
tanta pobreza,, tanta necesidad, está tan rota, tan maltra-
tada y tan andrajosa, que no se puede pensar más. ¡Y aun
ya si sólo eso hobiera! Pero ¡tiene tantas deudas y obliga-
160 ciones sobre sí, sin tener de qué pagar ni quién por ella
pague! Grande miseria y pobreza la cercan, pues que está
condenada a muerte y a mil géneros de tormentos por delictos
grandes que ha hecho.
Como el que ahorra la esclava y se casa con ella después
165 de la haber ahorrado; si os quisiésedes casar y os dijesen:
"Esta que queréis por mujer, dárosla han, pero han os de
127 Rom. 12, 12.
135 Cf. 1 lo. 3, 3.
6. DOM. 2 DE EPIFANÍA
141
azotar y afrentar por ella, y al fin os han de justiciar"; si le
tuviésedes tanto amor, que con todas estas condiciones la
quisiésedes, grande amor sería este tal. Dijo Jesucristo: "Tal
170 cual es la quiero, véngame lo que^tne viniere". Y azotaron y
escupiéronle y pusiéronle en la cruz por ella, y perdió su vida
por ella. Abajóse Cristo y tomó a la fea, a la esclava, y
casóse con ella, y ahorróla, y después de casado murió por
ella.
175 Los casados, ¿qué decís? Decí: Si un mancebo tuviese por
mujer una vieja bubosa, enferma, necia, adeudada, deshon-
rada y llena de mil males, y dijese: "Esta me dió Dios, ésta
tengo por hermosa, moza y discreta", no basta a esto la
carne y sangre, merced es que Dios os ha hecho, hermano,
180 que, teniendo tal mujer, os parezca al contrario. ¿Tenéis un
marido tan mal acondicionado, feo, indiscreto?; si a vos os
parece no tal, ese corazón de casado de Dios es, no es de la
tierra. Así Jesucristo, siendo nuestras las deudas, tomlólas
por suyas y diónos lo que ganó y casóse con nosotros. Pare-
185 címosle bien y fermosos. La mujer casada, y el marido en la
guerra derramando sangre; y parten el marido y la mujer lo
que ganan, quedándose ella en lo fresco en casa. ¿Habéis
entendido? ¡Ea, pues!
El sacramento del Han de tener las casadas por de-
190 matrimonio. ¿Con chado este segundo matrimonio de
quién casarse? Cristo con su Iglesia y con cada uno
de nosotros. Gran sacramento es el
del matrimonio, y no hay quien tan derechamente represente
la encarnación, el amor grande y la unión de Cristo con nues-
196 tra naturaleza.
¿Cómo es este sacramento? Mirá, casados, dónde habéis
de mirar. Vuestro casamiento represente aquel encendido
amor con que Cristo nos amó y se juntó con nosotros; pues
así como El trató a su esposa la Iglesia, así tratad vosotros
200 a vuestras mujeres, y las mujeres a vuestros maridos.
San Pablo por los casados comienza. ¿Qué harán? Lo
primero, que miren con quién se casan. — Padre, ¿quién
acertará eso? — Sólo este freno os había de refrenar que no
hiciésedes más. ¡Señor, traiga o no traiga, tenga o no tenga,
205 suplico [ o] s por vuestra misericordia me la déis tal con que
me salve, y que no castiguéis mis pecados con darme mala
compañera! — Rogádselo, importunádselo, porque no castigue
Dios con vuestra mujer los pecados que hecistes en vuestra
mocedad. Viví bien. Pero ¿dónde hallaréis agora: — Hago este
210 servicio a Dios porque me dé buena mujer, quiero vivir bien,
quiero tener a Dios contento toda mi mocedad, porque El
me lo gratifique en darme compañera que me ayude a salvar?
— ¿Por qué vía lo negocias esto? La mujer, con afeitarse y
142
SERMONES. CICLO TEMPORAL
componerse y ponerse a la ventana; y el hombre, con jugar
215 y con- vestirse y con mozos y caballos y fausto y pasearse.
¿Qué os espantáis que desnués os acontezcan miserias y tra-
bajos, pues por esa vía ii? lleváis?
— ¿Qué haré yo de mi parte? — Que no os abalancéis a
los dineros. Si dos mujeres os dan, una rica y otra pobre y
220 muy buena, tomáis a la más rica, aunque sea negra, y des-
pués llorar con ella porque trae un ánimo de -demonio y
grande hinchazón con los dineros; y luego os dirá: "¿Qué
trajo mi marido cuando se casó conmigo? iMío es todo, que
yo lo truje". Pues ya, si os lleva por linaje, diráos que no la
225 merecéis descalzar. Buscá un arrimo de doncella virtuoso,
una buena fama de honestidad y recogimiento y que no quiere
galas ni locuras y demasías, y esta tal vale más con poco
que otra con muchos millares de ducados, y aunque no lleve
nada, Dios lo acrecentará y suplirá de manera que os esté
230 feien. San Jerónimo: "Si tienen dote, son hinchadas; ¿no
truje yo esto y esto? Y queda el marido obligado a gastar.
Si es de linaje, dice: "Mejor soy yo que mi marido"; pide
faustos que le mantengas. Busca mujer y no busques dine-
ros. ÉJllo se dijo: "Busca mujer y no dineros".
235 — Señor, no hallo con quien casarme. — No buscas mu-
jer, sino dineros; dineros son los que no hallas, que no
mujer, que hartas hay y virtuosas al rincón, que por no
tener dineros no las quieren. Esto sea lo principal, buscar
virtuosa mujer. Si accidentalmente tuviere dineros, bien, y
40 si no, también.
'(Di aquí de los que se casan entre puertas y clandestina-
mente, cómo sería bien remediadlo, <y el castigo que se ha-
bía de poner en estos casamientos que se hacen a [escon-
didas.) Casamiento que se hace una mozuela que ni sabe
245 que es bueno ni malo, ¿qué puede ser? Y después lloran
con ambos ojos, cuando no tiene remedio. Castigá vuestras
hijas y hijos, que no se atrevan a hacer por su parecer
cosa en que tanto les va, en edad que tan poco saben lo que
les cumple.
250 Deberes de los — Ya estoy casado, padre. — Dios os dé
casados gracia para que sepáis lo que debéis.
Habían de haber muchos libros que en-
señasen esto. Así como un árbol, si tiene regalo y está la
raíz bien labrada, eoha los ramos y el fructo copioso y
238 mantenguas 246 Castigué
234 San Jerónimo, Adv. lovinian., 1. 1, 47 (ML 23, 289) : «Pau-
iperein alere difficile est ; divitem ferré, tormentum».
244 Los matrimonios clandestinos fueron prohibidos por el Con-
cilio Tridentino, ses. 24, Dec. de reform. malr., c.; 1 «Tametsi»
(11 nov. 1563)-
6. DOM. 2 DI! EPIFANÍA
143
255 hermosos y copiosos fructos, así la raíz que son los casa-
dos, si fuesen buenos, de allí nacen los clérigos, los frailes,
los caballeros, los prelados y toda la república. No creo
que pensáis esto los casados. Habíades de decir: Legem
pone mihi, Domine, etc. Mándame, Señor, lo que tengo
260 de hacer, de hablar, lo que tengo de pensar; de todo, Se-
ñor, me avisa, y aunque yo te quiera dejar, no me dejes
La primera cosa que ha de confesar un casado: "Padre,
yo trato mal este estado, no hago en él lo que debo".
¿Pensáis que porque son pecados de casa no se acuerda
265 Dios de ellos, que deja pasar lo malo que en vuestras casas
hacéis con vuestras mujeres, hijos y criados? Nemo carnem
suam odio habuit, sed foveat et nutret [sic] eam. Habéis
de mantener a vuestra mujer, y no sólo mantenerla, sino
regalarla, y por eso el hombre que no es amoroso, no hace
270 lo que prometió a la Iglesia, no es buen casado. Quien con-
vidase a un casado de éstos a un manjar muy excelente,
y aposta hiciese que lo hiciesen desabrido sin grano de
sal, veamos cómo se hallaría con ello. — Come, casado. — No
tiene sal este manjar. — 'Excelente era, pero no tiene sal.
2T5 Todo lo que dieres a tu marido y tú a tu mujer, si no le
tienes amor, no tiene sal.
— Señor, yo la sirvo con todo cuanto puedo. — No vale
nada, no tiene sal, si con amor no lo haces. San Pablo:
Amad, casados, a vuestras mujeres, como Cristo amó a
280 su Iglesia; y las mujeres sed subjectas a vuestros maridos,
como la Iglesia a Cristo.
¿Habéis visto algunos hombres obedientes, que, aunque
les den todo el mundo, no lo tomarán, ni los cielos, si Dios
no les dice: Tómalo? Ansí han de ser las mujeres obedientes
285 a sus maridos y subjectas. Ad virum erit conversio tua, le
dijo Dios. Quiso Dios que él marido mandase y ella obe-
dezca; cumpla ella el mandamiento de su marido; él vea
cómo manda, que a Dios dará la cuenta de cómo mandó.
Iuvenculae viros suos diligant. Han de ser amorosas
250 sin rencillas. Quaestiones devita, sciens quia generant lites.
¿No os acordáis de la bendición que os dieron cuando os
casaron y dijeron: La buena mujer sea como vid fructífe-
ra en los lados de su casa? Los rincones de su casa ha de
andar mirando y remirando para vez qué recaudo hay para
295 su marido, no asentada, sino que todo pase por su mano y
ordene todo lo que se ha de hacer y lo mande.
263 haeuo 266 camera] uxorem 293 ha] han
259 r-s- -*6> 11 • -67 06 Épfe. 5- 29 2S1 Cf. Eph. 5, ¿s- 24.
285 Gen. 3, 16 (text. LXX) ; cf. Orígenls, llcxapl.. Gen., c 4 :
MG 15, 178-
289 Cf. Tit. 2, 4.
293 Cf. I's. 127, 3 i q£ Man. Toiet., tit. 7, c. 1. '
144
SERMONES. CICLO TEMPORAL
La mujer tenga profundísima reverencia a su marido
en lo más secreto de su casa, como si estuviese en la plaza.
Mulier autem timeat virum suum. Amelo, pero témalo y
300 reveréncielo. La mujer esté tan vestida de reverencia con
su marido en todo tiempo y lugar, por secreto que sea,
como que estuviese en la plaza; aunque él le mostrase re-
galos, ella con profundísima reverencia y humildad en todo.
Veis aquí el casamiento de ellos, pero esotros males que
305 hay, irse el marido con otra mujer, guárdenos Dios. ¡Ni
mirarla! No he de hacerle bien ni parecerle para desearla;
no he de hablar tal cosa ni de pensarla. Dejar su mujer
por otra, ni pensarlo; ni ella a él por otro. ¿Quién tal
piensa que puede pasar entre casados en el mundo? Que
310 lo demás no hay nación que no le haya parecido mal, por
bárbara que sea, que es quitarse uno a otro la mujer o ha-
cerse uno a otro tal traición. Halo abominado esto el moro,
el judío, el turco, no [ha] habido generación, por irracio-
nal que sea en leyes y costumbres y vida y conversación.
315 ¡Desventurado dé aquél que desata este vínculo! ¡Malaven-
turado del que desata y aparta esta unión!
— Padre, tengo tantos de trabajos, tengo tantos de
hijos, estoy agora preñada, ¿quién los proveerá, quién los
manterná? Que no tengo que les dar a comer. — Amanter
320 suscipiat et religiose nutriat. Y creéme, que la mujer y ma-
rido que da buena cuenta de esto a Dios, que habrá ganado
gran corona; habrá hecho una cosa grande. Pagárselo ha
Dios. Y lo que aquí tan trabajoso fué, allá será muy ale-
gre y gozoso, cuando en hora buena se lo pagaren, que
325 será dándoles el Señor aquí su gracia y después su gloria,
ad quam nos perducat. Amen.
7 Dios te ruega con perdón de tus pecados *
Miércoles de ceniza
(Oña. Bst. 8, plut. 4, n. 35 toas, flf . 53 r - 57 v. )
Convertimini ad me in toto corde vestro, in ieiunio,
et fletu, et plan[c\tu [Ioel 2, 12].
Exordio: La peniten- ¡Bienaventurado aquel que nunca
cia es obra de Dios y hubo tristeza de corazón y nun-
no del hombre ca atribulado por haber peca-
do contra Dios! ¡Bienaventurado
aquel que nunca tuvo que decir: Señor, pequé; pésame por-
297 tengua || 307 he] es || 322 Pasmárselo [) 324 paguaren
299 Cf. Eph. 5, 33.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 146-156. «In feria quarta cineruin» (f. 53 r).
MIÉRCOLES DE CENIZA
145
que pequé y te ofendí!, etc. Ecce enim ex hoc beatam me
dicent. Todos la llamamos bienaventurada a esta bienaven-
10 turada doncella, que nunca, por haber ofendido a Dios, tuvo
tristeza de corazón, porque nunca pecó, ni jamás ofendió en
lo más mínimo del mundo a Dios.
Meta cada uno la mano en el pecho, y conocerá el bien
que le hizo Dios en no haber pecado en cosa que le diese re-
15 mordimiento y congoja, por decir: "Pecado he y en desgracia
estoy de Dios". Esta obra de no pecar, de Dios es; y obra
es de Dios levantaros después de haber pecado.
Cum opus Dei et non hominis sit paenttentia, ut ait Au-
gustinus supra, el hombre no es el que hace la penitencia.
20 Frasis es de Sagrada Escriptura, ut ait Dominus: Non vos me
elegistes [sic], sed ego elegí vos. Que cuando uno hace algo
por la gracia de Dios, dícese Dios hacerlo y no el hombre,
porque el hombre no tiene fuerza de sí para desechar el
mundo si no se la da Dios. Por eso dice: Non vos me elegistes,
25 sed ego elegí vos. Ansí que la penitencia obra es de Dios y
no del hombre. Quiere decir que por mucho que trabajemos,
si la mano de Dios no anda por nuestras entrañas, por de-
más nos es pensar que haremos penitencia que nos aprove-
che. El que mortalmente peca, en un pozo se echa hondo, de
30 donde no podrá salir si Dios por su misericordia no le da la
mano y lo saca.
¿Cómo dice: Converte nos, Domine, ad te, et converte-
mur? Porque la penitencia que hacemos nosotros de nues-
tra cosecha, mientra mayor es, tanto es peor; como fué la
35 de Judas, que se arrepintió de su pecado tanto, que del tan
gran pesar que tuvo, vino a desconfiar de la misericordia
de Dios y a desesperarse. La penitencia de puro hombre trae
gran arrepentimiento del pecado y desconfianza de la mise-
ricordia de Dios. La que es de parte de Dios trae gran
40 arrepentimiento del pecado y juntamente grande confianza
de la misericordia de Dios, grande, que es mayor que no
cuanto puede hombre haber ofendido a Dios.
Nunc autem idcirco me reprehendo et ago paenitentia\m\ .
Cuando la mano de Dios anda en el corazón, ¡qué de otra
45 manera se sienten los pecados! Cuando tú la haces, va
friática, no tienes un puñal dentro que te cava: ¿Por qué
pequé? Cuando te abre el entendimiento Dios y te da a en-
10 Dios] no .s. s.
9 Le. I, 48.
19 San Agustín, Enchirid., c. S2 (ML 40, 271) : «Non solum
cum agitur paenitentia, verum etiam ut agatur, Dei misericordia ne-
cessaria est».
21 lo. 15, 16.
33 Thren. 5, 21.
43 Iob 42, 6.
146 SERMONES. CICLO rEWMR AL
tender quién es y qué mal haces en pecar,, otro gallo es el
que canta, que no cuando tú mesmo te tomas el arrepenti-
50 miento. Menester es la gracia de Dios para dignamente ha-
cer penitencia, que nos ayudará a salir de este barranco en
que hemos caído y de este cieno en que nos hemos enlo-
dado, que El alimpia, ayuda a los que se han ensuciado en
los vicios.
55 ¡Que la que nunca pecó nos ayude a los que por nues-
tra 'culpa y querer caímos y a los que de nuestro poder
no nos podemos levantar por más que trabajemos! Para que
la Virgen nos ayude en esta cuaresma a hacer penitencia
—él prencipio es hoy — , supliquémosle nos alcance gracia.
60 ¿Por qué nos quita la Convertimini ad me in toto corde
Iglesia los cantares vestro. Es un gracioso convite a
alegres v las alaban. las oreJas de los <lue somos
-reta /lio T»i«c9 cadores. Dice Dios: Convertimim.
zas oe wos . Volveos a mí, dice el Señor, en
65 todo vuestro corazón. Hoy que
nos hemos apartado de Dios, que merecíamos que El se nos
apartase, ruéganos: ¡Tornaos a mí! Audiens. Sapiens. Pa-
rábola. ¿Habéis mirado lo que la madre nuestra Iglesia
hace hoy para decir algo a los que somos sus hijos? Mirá
70 esta misa de hoy, lo que os han dicho en la ceniza: un
cosicosa. Y bienaventurado el que lo entendiere lo que aquí
se nos ha representado y el que pidiere gracia a Dios para
obrarlo.
Ni cantan Gloria ni Aleluya. Cubren el altar con un velo
75 para que no lo veáis. Quaenam haec parábola est? ¿Por
qué no nos dicen Aleluya y Gloria? ¿Por qué nos cierran
el altar? ¿Por qué nos afrentan con ceniza? Pensamos que
somos no sé qué sabios de linaje, ¿y decísnos que somos
ceniza? ¿Por qué no nos dijeron Gloria en la misa? No pecó
80 ella, pecamos nosotros. ¿Por qué no cantan en los maiti-
nes Te Deum laudamus? Porque pecamos nosotros, que no
los maitines.
Mirá; rogá a Dios os guarde de ser desvergonzado de-
lante el acatamiento de Dios; que no hay cosa que parezca
85 peor delante los ojos dél mundo que ser una mujer des-
vergonzada y mala para su marido, ni que parezca más
mal delante los ojos de Dios que un ánima desvergonzada
que le ofende sin empacho ninguno.
— ¿Por qué lo decís? — Porque es grandísima desvergüen-
90 za cantar con la boca gloria a Dios, y con el corazón y
obras deshonrarle y confesar que no le tenéis por Dios.
Mirá qué tanto, que, hablando David del día del juicio, no
se acordó de nada de lo mucho que Dios ha de acusar al
6i Ioel 2i i2.
MIÉRCOLES DE CENIZA 147
pecador allí, sino como cosa que mucho desagrada a sus
95 ojos dijo sólo este desvergonzamiento: Peccatori dixit Deus.
¿Qué hay que decir contra el pecador? Y sólo dice que le
dirá: Quare tu enarras iustitias meas? ¿Por qué tomas en
tu boca mis alabanzas, siendo malo, deshonrándome, des-
alabándome con tus malas obras? Si en tu corazón tienes
100 encerrado un idolo, al cual adoras y amas por tu Dios,
¿para qué dices con la boca y exteriormente bien de mí?
¿Para qué me alabas y me confiesas ut ab homine porco.
Colli[gitur] quod prae caeteris diligis.
Si tienes tu amor puesto en tu honra, en un deleite bes-
105 tial, en una venganza o hacienda; [si] en el lugar que ha-
bía de estar Dios puesto, está otra cosa que no es El, ¿no
te diré que aquél tienes por Dios y no a Dios, a aquél hon-
ras y a Dios deshonras? San Pablo dice, no es mío, cuando
dijo que la wvaritia erat servitus idolorum. (Explicuit hunc
110 locum.J Y en otra parte, que el vientre era ídolo del guloso.
Luego aquello do pones tu amor, lo pones en el lugar de
Dios, y a Dios quitas de su lugar.
Pues párate a pensar que convidas a Dios y en su lu-
gar pones una abominable bestia, quitando a Dios de la ca-
lis becera y asentando allí a aquella bestia por más prencipal,
y a Dios allá en los pies, donde sea hollado y pisado. ¡Qué
afrenta tan grande es la que recibe Dios de ti! ¡Y cuán
gran desvergüenza tuya sería si con palabras le dieses a
sentir otra cosa de lo que haces; si por cumplir tu deseo
120 carnal dices a Dios: "Quitaos del lugar donde estabais y
dádselo a este deseo bestial"! ¡Mal criado, desconocido y
desvergonzado! ¿Con qué ojos y cara alabas a Dios y te
dices su siervo y criado?
Parvane, fili, videtur tibi fornicatio tua? A propósito,
125 que cualquier pecado contra Dios es fornicación y traición
que hace el hombre contra Dios. Competir en tu corazón el
pecado y Dios y dar la palma al pecado, cosa recia es. Y a
este tal corazón, ¿qué le parecerá decir: ¡Gloria sea a ti,
Señor! ¡A ti confesamos! ? Más: a ti negamos, te convernía
130 con mayor razón decir.
Ansí dice San Pablo que con la boca decimos: ¡Gloria
sea a Dios!, y con el corazón: ¡No hay Dios! Dixit insipiens
in corde suo: non est Deus. ¿Qué quiere decir: no hay Dios?
¿Quién fué tan necio, que especulativamtente tal dijo jamás?
135 En el mundo no ha habido hombre tan loco que tal desatino
haya osado decir: "¡No hay Dios!" Adorar los gatos y las
cebollas, eso sí, pero decir: "¡No hay Dios!", nunca tal se
97 Ps. 49, 16.
109 Cf. Eph. 5, 5; Col. 3, 5 ; Phil. 3, 19.
124 Cí. Ez. 16, 21.
133 Ps. 13, 1 ; 52,2.
148 SERMONES. CICLO TEMPORAL
dijo. Pues ¿qué es eso que dijo David, que dijo el loco en su
corazón: No hay Dios? Porque el hombre que no siente de
140 Dios, ni obedece a Dios, ni le asienta en su lugar, ése dice
que no hay Dios.
Esperá, veamos esto más claro. Está un juez en una ciu-
dad, puesto de mano del rey; mándaos que no salgáis de una
casa por cierto delicto de que os acusan; venís vos, y como
145 si aquel hombre no fuese vuestro juez ni tuviese superioridad
sobre vos, en acabando de notificároslo, salisos de casa y
vaisos por do se os antoja, y aun ponésos delante de él,
no haciendo más caso de él que si no fuera vuestro juez.
Dado que el entendimiento os diga que es vuestro juez, pues-
150 to por el rey; pero las obras que vos hacéis, claro dicen que
no le tenéis por tal. La desobediencia y la pátrica: no es éste
juez. ¡Oh señor! Que yo le confieso por tal y sé que el rey le
tiene puesto por su servicio. Bien es eso, pero vuestra obra
otro dice.
155 Está delante ti un hombre a quien se le debe gravedad y
reverencia por su persona y por el cargo que tiene; no tienes
vergüenza ni temor de hacer delante de él lo que harías
delante de otro tan malo y aun peor que tú. La mesma mala
obra que heciste mala, esa obra semejable [e]s a las que se
160 hacen delante los hombres sin autoridad, no es de las que
pasan delante hombres dignos de reverencia y gravedad. El
hombre que tan poco obedece a Dios, si le agradece las mer-
cedes, ¿qué dice sino que no tiene a Dios por Dios, ni le honra
como a tal, antes le deshonra y le juzga por indigno de reve-
165 rencia? Porque el agradecer no nace sino de creer que no
os debo nada. Y si creo y no os agradezco, el entendimiento
dijo: "Yo os agradezco, déboos"; la obra dice: "No os debo
nada". La obra que quiebra los mandamientos, ésa niega
a Dios, puesto caso que la boca lo confiese.
170 ¿Habrá aquí algún Faraó[n] ? Dícele Dios: — Deja a mi
pueblo, que le tienes injustamente oprimido. — Dominum non
novi, dice; ¿de qué gravedad me traéis, Señor, mandamien-
to? (Explica.) Era mal hombre, endurecido de corazón. Pues
si os predicamos en el nombre del Señor Dios, dejá lo ajeno.
175 Manda el Señor: "Deja la manceba, perdona a quien te inju-
rió". No sé qué me responderéis en la creencia, mas las obras
esto dicen: "Ni conozco quién es el Señor, ni la mujer". En
buen romance la obra tal niega a Dios a pies juntos.
Dice nuestra madre la Iglesia: Hasta que hagáis peni-
180 tencia y os convirtáis al Dios que os crió, quiéroos quitar
los cantares de alegría y alabanzas a vuestro Dios, porque no
159 obra2] obras
172 gravedad] gra || 177 post mujer lac. unius verb.
I72 Cf. Ex. 5, 2.
7. MIÉRCOLES DE CENIZA
149
cabe decir bien de uno y obrar mal contra él. Purificaos y
alimpiaos, conoced vuestro pecado, demandad a Dios mise-
ricordia y ayuda para emendaros y comenzá a obrar como
habláis; y hasta entonces no cantéis alegría ni alabanza, por-
que es desvergüenza muy grande.
— ¿Y el altar, por qué me lo cubren todo? — Es menester
estar aquí alguno que piense que, viviendo a su voluntad,
está bien con Dios [Odio sunt Deo] impius, et impietas
eius: ¡Si [nos] abriese Dios los ojos para que creyésemos este
artículo! — -¿Por qué me ponéis aquel velo? — 'Mirad. El altar
representa a Dios y los bienes que de El nos vienen. Para
darte a entender y traerte a buena recordación que, si estás
en su ofensa, te asconderá su faz y no tienes parte en sus
bienes. Iniquitates vestrae diviserunt te. Y oye, hombre a
quien toca esto, en el punto que al pecado tomaste, heciste
división con Dios. Et explica authori [sic]. ¡Bueno estarás
sin tener parte con Dios! ¡Desventurado de ti, y qué pobre
quedarás!
200 Acuérdate, hombre, — ¿Por qué me ponen ceniza? — Por-
que eres ceniza Que no puedes hacer penitencia si
eres fantástico, elevado y altivoso.
No conoces tu flaqueza y lo poco que vales y puedes por ti
si Dios no te da su mano. No ha de haber cosa en lo que
205 Dios ha criado tan baja como tú, si Dios ha de hacer mise-
ricordia contigo. Y porque te abajes, aunque seas rey, o
emperador, o papa, y te conozcas por pobre y miserable ne-
cesitado de las limosnas de Dios, memento, homo, etc. Para
que te confieses por miserable, acuérdate , hombre, que eres
210 ceniza.
— ¿Y soy ceniza, padre? ¡Cuánto más de las mujeres her-
mosas! — Si fuérades muerto, cierto está que todos los que
mueren paran en eso. — Pero ¿antes que muera me decís que
soy ceniza? — Cuando nuestros padres estaban bien' con
215 Dios, el cuerpo vivo y el alma fuego vivo era; en su amor
estaban abrasados; metióse el pecada en medio y dejó el
cuerpo muerto, y el alma de él. No hay que dificultar.
- — Pero ¿cómo el cuerpo le decís muerto? — Corpus autem
vestrum mortuum propter peccatum. — ¿Por qué muerto?
220 El cuerpo de los que estamos aquí, ¿no están vivos? — R [es-
pondo] : Porque estás subjecto a morir y necesitado a pena-
lidades que son del reino de la muerte: frío, hambre, can-
sancio, enfermedad; por eso le dicen muerto. Acuérdate,
pues, hombre, aunque seas de veinte y cinco años, que eres
189 Sap. 14, 9.
195 Cf. Is. 59, 2.
208 Miss. Rom., Fcr. IV Cincrum, in imposit. cin.; cf. Gen. 3, 19.
219 Cf. Rom. 8, 10.
1W
150
SERMONES. CICLO TEMPORAL
225 ceniza, y ese cuerpo es ceniza, a penalidades subjecto y a
muerte.
Y de parte del ánima, si la tentación te desmaya, si los
pecados te ensucian, si tu carne te vence, si el demonio te
derrueca, ceniza y menos que ceniza te digo. Y no se corra
230 nadie porque le hayan llamado ceniza, que Job dijo: Ventus
est vita mea, y Abraham: Loquar ad Dominum cum sim
pulvis et cinis. La vida viento y el cuerpo ceniza. ¿Qué os
parece? ¿Qué reposo ternía nadie si fuese de tal manera que
no hubiese aire, por delgado que fuese, que no le hiciese
235 volar? Acuérdate, hombre, y pon remedio en tus males.
Con cuatro cosas de ceremonias que pone la Iglesia, sci-
licet, quitar Gloria, Aleluya, Te Deum laudamus, que todo
va a una cuenta, cubrir con velos el altar, dice que os acor-
déis que sois ceniza, dando a entender que miremos que he-
240 mos ofendido a Dios. Por lo cual con particular instinto del
Espíritu Santo movida la Iglesia, apartó la Iglesia este poco
de tiempo, que es la décima parte del año, para que reme-
diemos lo pasado y dezmenos y ofrezcamos a Dios acepto
sacrificio. Eoce nunc tempus acceptabile, ecce nunc dies sa-
245 lutis. No llamaría yo cristiano al que en la cuaresma no tiene
más buenas obras que en otro tiempo, al que en ella no deja
la mala vida pasada. No merece llamarse hijo de la Iglesia
quien falta de lo que en este tiempo la Iglesia nos convida
a hacer.
250 ¿Qué es el ayuno? Si de andar por esas plazas o comer
demasiado enfermáis, decidme: ¿no
os echáis en vuestra cama y se llama el médico para que
entienda en vuestra cura, y vos y los de vuestra casa tra-
ballan porque sanéis? No es más este tiempo sino de curar
255 enfermos; no lo dejéis pasar en balde, por servicio de Dios.
Estás enfermo de mucho hablar entre año; para que tomes
por" cuidado de refrenarte en este sartto tiempo del ayuno,
digas y hagas cuenta contigo: "Yo estoy enfermo, tengo
necesidad de guardarme de esto y de esto; curándome es-
260 toy". Esto es el ayuno: poco hablar, poco deleitar, dieta de
la mala vida que has tenido todo el año, cura de las enfer-
medades en que caíste todo el año. Y el hombre que en el
tiempo del remedio se empeora, ¿qué remedio le quedará,
sino desafiuciarle por perdido?
265 (Pues que Dios nos dejó llegar vivos a este tiempo que
tanto lo teméis, tiempo verná en el cual deseéis un día para
240 particular] grande fr. m.
231 Job 7, 7.
232 Cf. Gen. 18, 27.
245 2 Cor. 6., 2.
MIÉRCOLES UE CENIZA
151
en él pedir perdón del mal que habéis fecho y del mucho
que le habéis ofendido, y os harán harta merced si os lo
dan. Pídoos, por reverencia de Dios y por la sangre que
270 Jesucristo derramó por nosotros en la cruz, toméis este
tiempo como si luego os hobiésedes de morir, en pasando,
y nos aparejemos. No te confíes con decir: "No soy aman-
cebado; ¿qué me pedís que haga?", etc. Mira tu cuenta,
si es tanto tu gasto como tu recibo, si tienes buen descargo;
275 que quizá antes que venga Pascua estaremos fuera de esta
vida algunos y muchos de los que estamos aquí. Aparejad
esta cuenta. E si muriéredes para Pascua, no [o]s arrepin-
tiréis de habello hecho, y si viviéredes, comenzaréis a vivir,
que no llamo yo vida lo que se vive en desgrado de Dios y
280 en descontento suyo, sino muerte del infierno.
Utamur ergo parcius — cibo, iocis et potibus, dice la
Iglesia. Ha de ayunar hombre en todo lo malo, los ojos,
pensamientos, la voluntad. Y no te contentes con decir:
"Ya ayuno, bástame; no me pidáis que ore y que dé limos-
285 na". ¿Pecas en veinte cosas, y conténtaste que pague la
boca y el estómago? Si pecaron los ojos, tus pies, tus ma-
nos, tu cuerpo, tu voluntad, ¿no será razón que paguen
ellos tamfbién?
Dios te convida Padre, habéis hablado con la una parte
290 con el perdón de no más; ya satisfaced a la otra de él.
tus pecados ¿Qu¿ s¿ y° si Dios nie querrá perdonar
y aunque yo le pida perdón y miseri-
cordia?
En eso estuviésemos. Mirad la grandeza de Dios, cómo
295 tan altamente da a conocer su voluntad. Convertimini, dice
el Señor, etc. ¿Vistes tal cosa? Hombre injuriado, ése sea
el que vaya a rogar al que lo injurió, que sea su amigo y
convidarle con el perdón. Bien parece quién eres tú, Señor;
a ti huele este encienso de bondad y largueza. El mesmo
300 Dios a quien hemos injuriado, que nos podría enviar a los
infiernos con grandísima razón, ese mismo es el que, etc.
Mirad lo que dice Dios al ánima que está en su desagrado:
¿Hasta cuándo estarás enojada? Nurruquid irasceris, etc.
Grandísima gana tiene Dios de nuestro remedio y salvación.
305 Mirad qué tanto, que él mesmo nos enseña cómo lo hemos
de llamar y la petición con que le habernos de pedir su amis-
tad: Pater meus es tu, etc., virginitatis meae. ¡Cómo! ¿No
es cosa maravillosa que mande el Señor a iuno que no se
272 post y lar. unius verb.
281 «Utamur ergo parcius — verbis, cibis et potibus, — somno, io-
cis, et acodos — perstenms in custodia» (Brev. Rom., kymtl. ad MaLuL.
temp. Quadrag.).
295 Ioel 2, 12. 307 Gf. Ier. 3, 4-5.
152
SERMONES. CICLO TEMPORAL
merece nombrar por la boca, ni decirle aun juez mío y cas-
310 tigador mío eres tú; mi Padre eres tú, etc.? Porque las en-
trañas, no hay cosa que no perdone al hijo que se convierte
a El pidiéndole perdón. Ansí se manda llamar Padre, como
quien dice: Como el padre desea que su hijo se vuelva a él;
es más, mi desposado que goce mis primeros amores. Mira
315 qué tanto siento esto.
Perdix fovet pullos. (Explica cum proprietate perdicis.)
Perdix fovit quae non peperit; fecit divitias et non in iudi-
ció. In dirmdio dierum derelinquet eas, et in novissimo erit
insipiens. Quomodo etiam los perdigoncitos grandes recla-
320 ma la propria madre y en el canto conócenla y dejan la
ajena. Veis cómo en la mitad de sus años la desampara-
ron, etc. ¿Qué [es] esto? Di, hermano: Si estás en ofensa
de Dios, ¿debajo de cuya mano estás? Debajo la perdiz que
tiene lo que no parió. No te engañe nadie; no te crió ni en-
325 gendró el demonio. Dios te crió. — Pues ¿cómo me tiene el
demonio? — Eso, ¿sabes por qué? Porque, errándote Dios,
comes manjares del demonio, pues que te crías, riges y go-
biernas al sabor del demonio. Eres tú peor que los hijos de
la perdiz. ¿No conocerás, en la voz que te da, tu proprio
330 Señor, que te crió y te sustenta y te da y conserva la vida
que tienes? Si te ha engañado el demonio, no pases delante.
Mira la voz de Dios, que es tu legítimo Padre y que te
llama con entrañas enfinecidas del amor, esperándote a que
vayas a El, abiertas las alas de su misericordia para cu-
335 brirte, etc.
Si una mujer ha hecho traición a su marido, luego la
echa de su casa, y la ley lo permite así, y sale de la tutela
de su marido, que no le es obligado a darle lo que ha me-
nester. Tú, ánima que has fornicado contra tu Dios en mu-
340 chos pecados, tórnate a mí, dice tu Señor Dios. Esta es la
voz de tu primero padre y primero esposo. Esta sea la
voz que suene en tus orejas y se emprima en tus entra-
ñas, etc. Te quiere para sí; no te quieras tú dar a su con-
trario; valga más la voz de tu padre que no la de tu ene-
345 migo; más la de tu esposo que no la de tan abominable
rufián. Acuérdate de esta palabra. Dios te ruega con per-
dón de tus pecados. Guárdate no venga día en que te arre-
pientas de no haberla oído.
— ¿Querráme Dios, si me torno a El? Decí, padre.
360 —Hará Dios fiesta y los ángeles y todos sus cortesanos re-
gocijarán en los cielos. Convertimini ad me, dice Dios.
312 a] en
319 perdingocotos
316 Cf. Ier. 17, II.
319 Cf. Ier. 17, 11.
351 Ioel 2, 12.
MIÉRCOLES DE CENIZA
153
Mira qué tanto. Porque no esté aquí alguno desmayado y
diga: "Tanto he pecado, que no me acogerá Dios; tanto le
he ofendido; tan enormes y graves son mis males".
355 Toma la ceniza de Acuérdate, hombre, que eres ceniza,
Cristo, la memoria dice Dios ; acuérdate del pecado que
de su pasión *e consumió y fuego que te tornó ce-
niza; acuérdate que, para remediar
esos males, hizo Dios por ti lo que hizo; para remediar
360 esto vino Dios y El mismo fué abrasado de amor y, hecho
cenizado [stc], fué trabajado, sudó, cansó, fué perseguido
y afrentado, crucificado por ti.
(Alegoriza aquí la vaca que mandaba Dios quemar y
hacer polvos y la ley que acerca de ella dispone.) Porque
365 no desmayes por la muchedumbre de tus pecados, ordenó
remedio para ellos, que el mesmo Señor, figurado por la
vaca que mandaba quemar, enciende un fuego de dolores
y de tormentos por otro fuego de amores, que todos se
ardían. Uno fué abrasado en la cruz, que es el hisopo, una
370 yerba con que esparcían la sangre, si no os quema la vaca.
Crucifican a Cristo, y después la ceniza que da aprovecha
para que con agua viva la esparzamos.
— He pecado mucho. — Toma la ceniza de Cristo, toma
la memoria de su pasión; acuérdate que El obedeció más al
375 Padre que tú pecaste; que agradó El más que desagradaste
tú; toma la memoria de Jesucristo crucificado; júntala con
agua viva. No se te pide sino que te subjetes a la Iglesia,
digas a Dios que pequé contra ti, pésame de haber ofendi-
do a mi Dios, que eres, Señor, incomprehensible bien. El
380 pone los sacramentos ; pon tú un poco de agua viva de con-
trición. ¿Cómo no te pesará de haber ofendido a quien se
puso por ti en la cruz? ¿Es mucho de hacer esto que te
manda Dios? ¿Es mucho que, si el hijo ha dado de bofeta-
das a su padre, que para venir a estar bien con él y suce-
385 der en su hacienda le pida su padre que se arrepienta de lo
que hizo con él y le pida perdón, que él le perdonará y
amará? Pues toma la memoria y fe de la pasión de Cristo
y el arrepentimiento de tus pecados, que si fueren tus pe-
cados tan bermejos como sangre, tornarse han blancos como
390 nieves, dice Dios.
Yo os tornaré los años de los pulgones y langostas.
Hánsete pasado los años de tantos pecados como contra
Dios hiciste, sin haber en ellos hecho penitencia de cuanto
mal has hecho. Mira que vuelto ha Dios los años, etc.
395 Zelatus est Dominus terram suam.
367 encienden
364 Num. 19, 1-22.
390 Is. 1, 18.
391 Cf. Ioel 2, 25.
395 Ioel 2, 18.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Sirve ahora a Dios, No se puede escrebir lo que por Dios
como antes al diablo pasa cuando a un pecador ve Llorar
sus pecados. Commota sunt viscera
mea. Dice, pues, el texto: Zeló el Señor su tierra, como un
400 marido que ve su mujer en poder de hombres ajenos.
Si estás en poder de pecados, llama tu Señor con el nom-
bre que te manda llamarle; llámale Padre mío, Esposo mió,
que os acudirá a te ayudar. Dice el Señor: "Esta, esposa
mía es; éste, hijo mío es; quiérole ayudar y socorrer". Mas
405 ¿cómo no ahogará tus pecados mucho mejor que ahogo los
egiptos ep el mar? Zela, pues, su tierra el Señor, y perdó-
nala; y dice El: "Y[o] os daré tiempo, etc., yo os restituiré
los años; no desmayés". Si quieres dejar tu mala vida, no te
espante, llégate a Dios; El tornará los años perdidos, para
410 que por la penitencia que hagas de ellos ya no se te cuenten
en condenación, sino para que [c] obres grandes fuerzas de
ver las misericordias que contigo ha usado el Señor.
— ¿Qué haremos, que es trabajo hacer penitencia, que
duélenos? Ni estos ruegos... — 'Señor, soy flaco, ¿cómo ayu-
415 naré? —.Señor, tengo tantos hijos en fulana, ¿cómo la de-
jaré? — Señor, dame de comer lo que he menester, ¿cómo me
apartaré...? — No hay remedio, ¡oh padre!
— ¿Y queréis ya ley?... [Humanum dico,] propter infir-
mitatem; sicut exhibuistis membra vestra [serviré immundi-
420 tiae]... Eso os parece recio, ¿y paréceos menos recio andar
toda la noche de acá para allá en vuestras cosas? Jugar toda
la noche, ¿no es eso nada? — Padre, no se siente. — ¿Cómo
es esto? Que sufres eso con un ánimo de un Héctor, y abres
la bolsa con un ánimo de Alejandre para tus pasatiempos;
425 y si te piden para Dios, luego se te caen los brazos. ¿Es más
razón que pueda más el diablo contigo que Dios? No os pido
mucho, dice el Apóstol: cosa hacedera. ¿Qué es eso poquito?
Que siquiera hagáis lo que en algún tiempo habéis hecho sir-
viendo al mundo y diablo y a vosotros mismos. Que si te
430 dolió el estómago, el vientre, por haber comido mucho, que
te duela agora por haber de comer otro tanto. No te pido
al doble, sino a la iguala, sino que, como sirves al diablo para
dañar tu ánima, de esa misma manera sirvas a Dios para
salvarla.
435 No sé cómo llame un cristiano que, si antes venía el diablo
que Dios, abría al diablo y no a Dios; y agora que viene
Cristo Dios en este tiempo y después el diablo, deje llamar
414 estos] nos ni estos add. ¡ post ruegos deest dim. linea \\ 417 post apartaré
lac. duorutn verb. || 418 post ley lac. unius verb. || 419 post vestra lac. duorum
verb. lí 420 os) os add.
437 llamar] deje llamar add. |¡ 439 al] j al add.
399 Cf. Ier. 31, 20 ; Thren. 2, II ; Ioel 2, 12.
'419 Cf. Rom. 6, 19.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
155
a Dios, quebrarse la cabeza, amanecer a decir dando voces.
Y viene el diablo y, al primer toque, correr abrirle, dejando
440 a Dios despreciado.
Mira por qué camino te apartaste de Dios, y por ése te
torna a tu Dios. Si te apartaste por hulana, déjala, y por
el mesmo camino has acertado a hallar a Dios. Si tienes
algo mal ganado... Dice Dios: Tornaos a mí. ¿Cómo? Jn
445 ieiunio et fletu, etc. El cuerdo lo sienta, y si te dió goce el
pie, llora de dentro, y después salga afuera; que si de fuera
sí, no de dentro, seremos como hipócritas.
(Hic edissere de Evangelio: Cum ieiunatis, nolite, etc.)
Y es de tanta fuerza este lloro y arrepentimiento y llamar a
450 Dios en tanta necesidad, no a otro, sino a tu Dios, a tu Pa-
dre y a tu Esposo, que bastará por la pasión de Jesucristo
a darnos su gracia, etc.
8 Motivos para trabajar en la viña del Señor *
Domingo de Septuagésima
(Oña, ,Ms. est. 8, plut. 4, n. 65 bis, Ctf . 21 v - 28 r.)
Voda operarios (Mt. 20, [8]).
Exordio: Reparto El oficio de padre de las compañas:
de la parábola el <*ue tiene casa y hacienda [y]
lleva obreros a trabajar, hales de pa-
5 gar muy bien a los trabajadores el jornal que puso con
ellos; no los ha de defraudar en la paga de su trabajo. El
que derrama la sangre de su prójimo y el que no paga el
jornal al que trabajó en su hacienda, igualmente peca, her-
manos son, iguales los hace la sagrada Escriptura. El que
10 tiene hacienda para llevar a ella quien se la cure y labre,
tenga manos para pagalle su jornal y trabajo. El cargo del
que va a trabajar es hacer fielmente todo lo que pudiere y
trabajar con diligencia y cuidado. El oficio de la mujer, el
oficio de la señora de casa es guisar muy bien de comer a
15 los que andan trabajando en la hacienda de sus maridos,
para que, cuando vengan cansados, se refresquen y des-
cansen y huelguen.
Veislo, pues, aquí bien repartido. El señor de la viña
es Dios, es muy buen pagador a maravilla. Numquid semini
20 Iacob? ¿Dije yo en balde a los hijos de Israel que me sir-
viesen? Dice la glosa interlinear: Non, quia promisit regnum
445 Ioel 2, 12.
448 Cf. Mt. 6, 16.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 76-92. «Dominica in Septuagessima» (f. 21 v).
9 Ecch. 34, 27. 21 Cf. Is. 45, 19.
156
SERMONES. CICLO TEMPORAL
caelorum. Quejaos por ahí de ese pagador. ¿Págaos mal
lo que por El trabajáis? Los trabajadores somos nosotros.
¡Cuáles somos! Dios nos haga mejores por su bondad y mi-
25 sericordia. La que ha de guisar, la Virgen es, la esposa de
Dios. Si nos encomendamos a ella, sin duda nos oirá, que
grandísimo es el cuidado que de nosotros tiene continua-
mente. Que ansí lo dice el introito de la misa: Circumdede-
runt me, etc
30 Llamar a Dios es desconfiar de sí y confiar de Dios, pro-
nunciando su tribulación. Llámale, que no será en balde,
porque dice: in templo; que te oirá en el templo santo. Este
templo es la Virgen nuestra Señora; aquí se aposentó cuan-
do se hizo hombre; aquí mora agora por gracja. Llamé-
35 mosle en ella, para que seamos buenos trabajadores y reci-
bamos el denario. Supliquemos a la Virgen sagrada que
nos alcance la gracia, y para que ansí lo haga, digámosle
con devoción el Ave, María.
Epístola y evange- Voca operarios, etc., ubi supra. Las
40 lio nos convidan al palabras que con el favor del Espíri-
trabajo tu Santo darán fundamento a nues-
tro sermón, díjolas Jesucristo en el
evangelio que en la misa de hoy se han cantado. Dicen en
romance: Llama a los trabajadores y págales el jornal.
45 Parece que se han concertado el evangelio y epístola
de hoy a decirnos una voz que no querríamos oír. Parece
que echan el agraz en el ojo. El evangelio, que hemos de
trabajar en la viña; ya veis lo que hay que hacer en ella:
hay que podar, abrir, cavar, viñar, regar, hay mucho que
50 hacer en día. Dícenos la epístola otro trabajo: que hemos
de luchar y correr. Mirá, para cojos qué nuevas éstas.
Y no como qui[e]ra, sino más que otros. Ego curro. No así,
a correndillas, acá y acullá, sino habéis de correr sin parar.
Ansí, dice, yo peleo y esgrimo, ansí peleo, non quasi aerem
55 verberans. El evangelio nos pone la hoz en la mano y la
podadera y la azada. La epístola nos manda salir a correr,
luchar y esgremir. El evangelio manda trabajar; nosotros
holgar. La epístola, pelear; nosotros queremos estar en paz.
Mirá qué va de lo que nos dice a lo que nosotros quere-
60 mos, de lo que nos mandan a lo que hacemos.
Llama a los trabajadores, dice el Señor; a los trabaja-
dores de la viña dales su jornal. ¿Y el que no hobier traba-
jado? Non coronabitur nisi qui legitime certaverit. ¿Qué
22 Biblia sacra cum glossis interlinean et ordinaria, Nicolaj. Ly-
rani Postilla... (Lion 1545), t. 4, f. 79 v.
29 Miss. Rom., Dom. in Septuages., introit.; cf. Ps. 17, 5-7.
39 Mt. 20, 8.
55 1 Cor. 9, 24-27-
63 Cf. 2 Tím. 2, 5.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
157
remedio temíamos para no ser tan holgazanes? ¿Qué rerae-
65 dio para no ser tan ociosos como somos y para no aborrecer
el trabajo como lo aborrecemos? Que el intento de nuestra
madre la santa Iglesia éste es hoy, convidarnos a trabajar
y avisarnos que no descansemos. ¿Para qué tanto holgar,
hermanos? ¿Para qué tanta ociosidad?
70 Sale el padre de las compañas. Muchos nombres le dan
a Dios, de padre de compañas, de león, de cordero, de
ángel, de cielo, de agua, de fuego, y otros muchos nom-
bres inumerables. Totum nomen, et longum et concisum,
decía San Bartolomé, según cuenta Dionisio. Y llámanle
75 que tiene viña, que tiene esclavos, que es cordero, rey, pie-
dra, fuego, río. Nombres le dan de todas las criaturas.
Todo lo que en las criaturas hay se afirma de El, porque
en El está la perfección de todas ellas muy más exce-
lentemente que en ellas. Por una parte es largo el nombre
80 de Dios nuestro Señor, y por otra breve. Acullá le dan el
nombre de todo lo criado, y acá no hallan nombre que le
poner. Acullá le dais el ser de todas las cosas, por la
mejor eminencia que hay en El; acá se lo negáis: es cor-
dero, no como ese cordero; es fuego, no como ese fuego.
85 Pues ¿qué le daréis que sea propiamente el Señor que es?
No se puede decir. Veis qué breve, veis qué largo y qué
ancho.
En [e]l evangelio se habla de El como de señor de com-
pañas. Viene a tal hora: andad a mi viña. (Cuenta aquí
90 la historia del evangelio hasta que vinieron a pagar a los
trabajadores.) Veislo hasta aquí cuidadoso en enviar a tra-
bajar gente a su viña; a la noche verlo heis cuidadoso de
pagar. (Dixit residuum evangelii, quomodo fecit omnes
discumbere, y cómo les hizo pagar igualmente, y cómo mur-
95 muraron los que primero habían venido a la viña, y lo que
el padre de las compañas respondió.)
A este propósito digo: extrema bondad es sacar bien de
mal; y, por el contrario, gran mal es sacar mal de bien y
bondad; arte y •condición del diablo es sacar mal de bien.
100 Dios es al contrario de esto, que saca bien de mal; arte
suya y propriedad suya es sacar del mal bien. An oculus
tuus nequam est quia ego bonus sum? Tu ojo es malo, que
yo bueno soy; en ti está la maldad, que yo bien hago; a
éste hago misericordia y a ti justicia; a ninguno hago inju-
105 Ha; yo quiero a éste darle tanto como a vos. Yo me igualé
con vos, que os daría un denario; tomáldo y ios enhorabuena.
¿Qué se os da a vos que dé yo tanto a este que vino
74 Pseudo-Dionisio AREOPÁtíÍTA; De inystica Theologia, c. i.
3 : MG 3, iooo.
102 Mt. 20, 15.
106 Cf. Mt. 20, 13-14.
158
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a la proste como a los que vinieron de mañana? Vois sois
malo, que os pesa del bien que hago, y yo soy bueno en
110 lo hacer. ¿Por qué no podré yo hacer bien a quien yo qui-
siere?
Ansí será que los prosteros serán primeros y los pri-
meros postreros; muchos son los llamados y pocos los es-
cogidos. Díjolo esto el Señor a este primero, para dar a
115 entender que muchos que comienzan a servir a Dios, porque
no os descuidéis, que muchos de estos primeros son postre-
ros: serán flacos y tibios y se quedarán atrás, y otros, que
comenzaron después, pasarán delante en aprovechamiento
de devoción, aunque vinieron a la postre.
120 — Señor, pues que trabaja uno más que otro, ¿por qué
le dan igual jornal? — Esos son los juicios de Dios. Debie-
ron de trabajar estos postreros con calidad alguna, con la
cual no trabajaron los otros; que el aprovechamiento en el
servicio de Dios, el saber en la escuela, no está en la mu-
125 chedumbre de los años y obras, sino en el amor vivo, en
aquello que es como mostaza que quema, que está dentro
la fuerza y su virtud, en el hervor con quejo haces, en la
intención con que lo enderezas, en el sabor con que en ello
aplaces. Así acontecerá que, por la gracia de Dios, más
130 da uno que da una blanca por Dios que otro que da un
gran número de ducados; un sospiro que dió uno en un
rincón, que cuantos ayunos y disciplinas que otro haga días
y noches.
Sentencia es de Jesucristo, que no mira tanto Nuestro
135 Señor al don cuanto a la voluntad y amor con que se da.
¿No lo dijo El cuando la vieja echó un cornado en el gazo-
filacio, que había echado más que ninguno de los ricos?
Mira más Nuestro Señor al amor con que das, aquella difi-
cultad que hallas en hacer alguna cosa y el trabajo que
140 pones en lo cumplir y obedecer a Nuestro Señor, aquella
ansia que tienes por cumplir lo que te manda, aquel celo de
la honra de Dios que le deseas dar, aquello es lo que Dios
mira, que no al otro que sin amor ni vivez, como de cos-
tumbre, lo hace, sin más sentimiento, como si no hiciese
145 nada ; aquello no es tan accepto al Señor ni lo paga tan en
abundancia. Los prosteros que vinieron a trabajar debieron
de arrepentirse, porque vinieron tarde a la viña del Señor,
y dolerse hían por lo poco que trabajaron, y lo que tra-
bajaron debió ser con gran ansia y con deseo que no se les
150 acabara el día para trabajar más, y no mirar a lo que el
Señor les había de dar, sino a hacer su hacienda y conten-
tar a su Señor. Y a éstos les dieron tanto como a los otros,
y aun quizá más. Dice el Señor: Erunt novissimi primi et
114 Mt. 20, 16.
137 Gf. Me. 12, 43.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
159
primi novissimi. Los postreros serán primeros y los prime-
155 ros postreros, porque muchos serán los llamados y pocos
los escogidos.
Muchos son los lkv- Este es paso dificultoso. ¿Cómo se
mados, pocos los ha de entender? Todos los llamados
escogidos hoy fueron llamados para la Iglesia
160 y a nadie desecharon. ¿Cómo, pues,
dice que pocos fueron los escogidos? Todos los que llamaron
fueron escogidos, y los llamados fueron muchos; luego los
escogidos fueron muchos. ¿Cómo, pues, dice: Muchos son
los llamados y pocos los escogidos? Ha[n]se de equivocar
i*** aquellos dos vocablos por fuerza, que son "llamados" y
"escogidos".
De dos maneras se toman en la Escritura los "llamados" :
unos a los que les predican y les inspira Dios que se en-
mienden y los convida para que vengan, y no vienen ni
170 responden al llamamiento de Dios. Ansí acullá en las bo-
das muchos fueron llamados y no vinieron; también son
llamados a los que Dios dice en el corazón la vida mala en
que andan y lo que les estorba el bien, para su salvación,
pero venlo y conócenlo y quédanse aquí y nunca se dispo-
175 nen para que Dios les ayude y salgan de su mala vida. Hay
otros llamados, que les inspira Dios que vengan a su lla-
mado, y se conviertan de su mala vida, y caminen por el
camino de Dios, y abracen con amor lo que les cumple, y
les da el Señor que obren y efetúen lo que conviene a su
180 salvación.
Envíate Dios un predicador que te diga lo que te cum-
plo, un bueno y santo propósito y un buen pensamiento;
ya hizo Dios de su parte lo que debía.
— Padre, ¿qué haré yo, que no me aprovecho de ello,
185 que todo lo que Dios ha hecho conmigo no ha hecho en
mí más mudanza que si no fuera? — 'Con eso ha obrado ya
Dios su justicia, y cuando venga a juicio contigo, no lo
culparás que no hizo su deber y todo lo que fué menester
para que te salvases, si tu maldad no lo estorbara. Pedirte
190 ha allí cómo heciste tú lo que fué en tu mano, cómo te apro-
vechaste de lo que pudieras hacer y cómo le respondiste,
y si te hallare falto, castigarte ha reciamente.
— Señor, si otra gracia no me dais, justicia será ésa
para condenarme; hágame Vuestra Majestad en lo de ade-
195 lante mercedes; en lo de hasta aquí agravio me ha hecho,
agraviado me hallo.
-^Por tu maldad lo que Dios ha hecho hasta aquí se
te torna justicia y condenación y cargo y obligación. Pasa
adelante y pide a Dios que sea más largo contigo en mer-
156 Mt. 20, 16.
160
SKRMONES. CICLO TEMPORAL
200 cedes y misericordias. Dile: "Señor, hacedme más, dadme
más, multiplicad vuestra misericordia conmigo. ¿Qué? Que
abráis, Señor, este corazón, y lo que, Señor, me mandáis
y decís que haga, me deis fuerza y querer para lo hacer;
me hagáis que quiera lo que queráis, y que haga, aunque
205 sea dificultoso, lo que queréis que haga. Dadme, Señor,
esa sig[und]a gracia que no sólo convida, pero dame a
entender, da a comer y hace que coma". Eso es lo que has
de desear, pedir y importunar, gimiendo y llorando y tra-
bajando, aunque te cueste la vida.
210 — Pues no se ha de hacer con mi voluntad, ¿cómo decís
que lo ha de hacer Dios?
— Eso es el saber de Dios y el amor que tiene. Sabe
rodear esto de arte que vos lo queráis, porque lo haga El
que lo queráis y queráis libremente; esto se llama llama-
215 miento con efecto, con ejecución, con salir por obra a aquello
con que os llama Dios en la primera vocación. Esto es lo
que significa San Pablo cuando dice: Paulus vocatus apos-
tolus. ¿Qué queréis decir llamado apóstol? ¿Que os inspiró
Dios que ejercitásedes el oficio de apostolado? No sólo
220 aqueso es un llamar "venid acá", sino decir y hacer. Voca-
tus san[c]tus esto mismo es, hechos ya santos, santifica-
dos y justificados y obradores de la bondad. Más claro:
llamó al trigo, a las estrellas, al sol, ut invenitur Génesis
primo. Y San Pablo dice que llama lo que no es como si
225 fuese, porque le da ser con él llamarlo; el decir en Dios
es hacer; llama justos Dios a los que trae justificados y
santos a los que santifica y limpia.
Mas hay un hombre que estuvo tanto tiempo desollando
caras, endurecido y olvidado. Dice Dios: aquí quiero hacer
230 misericordias para exaltación de mi nombre y para mi
honra y para que se conozcan mis maravillas, que a éste
sin debérselo, antes teniéndome enojado, airado y movido
para hacer justicia de él; que busca Dios al más llagado,
al más enfermo.
235 — ¿Por qué, Señor, más a éste que al otro? Cata, Señor,
que está harto de haceros afrentas y injurias. ¿Para qué
a éste?
— Para que sepan que es Dios señor de lo que tiene, y
sepan que lo que da es gracia y es merced y misericordia
240 que quiere hacer, y no es deuda ni jornal lo que da y lo
que paga y todo lo que con los hombres hace, y que lo da a
quien El tiene por bien, y a quien quiere lo quita. Vocación
aquesta es elección como previlegio, como de poder abso-
luto, convertir un corazón perro y duro. Está grandazo y
2i8 Rom. i, i ; i Cor. i, i.
221 Rom. i, 7.
224 Gen. 1, 3 ss.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
161
245 muy abundoso en misericordia y mercedes. Ésta es la elec-
ción de que el evangelio habla. Y porque no nos descuidá-
semos y dijésemos: "Si no trabajáremos a esta hora de la
mañana, hacerse ha al mediodía; si no, a la tarde, y si no
hay ésta, cuando se quiere poner el sol" — no es buena cuenta
250 ésta, no os habéis de consolar con esto — , dice Dios: De
estos escogidos hay pocos; los llamados muchos son, pero
de éstos, estos escogidos. Esta manera de elección no se
hace con todos; hay pocos de esta manera escogidos. Mu-
chos hay que se van por esta vía, cuando Dios los favorece,
255 como por el segundo llamamiento de que habernos hablado,
muchos son los que son salvos así; pero pocos los que por
otros previlegios particulares, siendo de peor linaje, siendo
unos pecadores, les da mayores bienes, les hace mayores
misericordias y más crecidas mercedes; pero sunt pauci,
260 fuera de la vía común, como si dijésemos, sobrenatural-
mente. Esto hácese muy pocas veces, hácese con muy po-
cos., son muy raros los ansí llamados.
Porque no desmayes, hermano, si mal has gastado tu
vida, pide a Dios misericordia y trabaja con diligencia y
265 con ferviente deseo y amor; ese poco de tiempo que te
queda empléalo en trabajar en la venida de Dios a ti y en
obrar en su Iglesia, en tus prójimos, en enmendarte, que
Dios te hará mercedes de escogerte en esos pocos. Ni habéis
de ser tan descuidados, que acordéis a la postre, ni tan
270 desmayados, que nunca trabajéis.
Primer motivo: Evi- Volvamos al tema. ¿Qué haremos
taremos el remor- Para no ser descuidados, tan holga-
zanes, que no nos sepa tan bien este
dimiento de la con- holgar, este pasear de calles y sen-
275 ciencia tarse en sillas y estar como repan-
tigados, siempre ociosos, sin me-
moria de trabajos, ni de descontento, ni desplacer? ¡Qué de
rodeos tiene Dios para hacernos trabajadores, para engolo-
sinarnos y sacarnos al campo a hacer algo, a entender
280 en alguna labor! ¡Qué de cosas hay para que no trabaje-
mos! ¡Qué de estorbos, qué de estropiezos, qué de acíbar,
que nos ponen en [el] trabajo para que, en gustándolo,
nos sepa mal y lo desechemos! Decí: ¿Por qué no trabajáis?
— Porque es pena y trabajo trabajar. — Y si no trabajáis,
285 ¿estaréis sin pena y trabajo? ¿Pensáis que holgaréis y que
descansaréis? Ansí hanos llamado a la viña del Señor, ¿y
estáisos mano sobre mano? La viña sois vos mismo, vues-
tra ánima, que quiere Dios que trabajéis en ella y que la
labréis: Vinea Domini exercituum domus Israel est; et
286 viña] labor pr. m.
B.AviUi i
9
162 SERMONES. CICLO TEMPORAL
290 yir, luda germen eius delectabile. Vinea fuit pacifico (In
Cántica Canticorum probant quando quisque homo sit vinea
Domini).
¿Qué queréis decir: Amado mío, vémonos al campo?
Decía San Juan a San Pedro: "Salgámonos de entre los ■
295 hebreos, que tan poco fruto hacemos, a las gentes". Sal-
gámonos nosotros de nosotros mismos y vámonos al cam-
po de nuestra viña, que es la Iglesia, que cada uno de
esta Iglesia miembro suyo es, y ella el cuerpo; por eso te
dicen parte de viña y viña. Tú viña eres; vete a trabajar
300 en ella; vete a ti si quieres saber de ti. ¿Qué queréis decir?
Vete a tu ánima y haz en ella lo que se suele hacer en
una viña, lo que un deligente hombre debe hacer en ella,
podarla, viñarla, cavarla.
— Ya que sé cuál es la viña, es trabajo trabajar, padre;
305 sudaré, cansarme [he], hace en verano mucho calor, ha-
cérseme han callos en las manos y vejigas.
— 'Por eso traes tu ánima cual la traes, perez[os]a para
orar y para dar limosna; por eso queda tu viña sin fruto,
sin labranza; por eso está hecha eriazo y cardizal, ¿por
310 eso piensas que quedarás sin trabajo? Ten por averiguado
que el mayor trabajo que le puede venir a un cristiano
es no trabajar, y el mayor sinsabor y descontento, el mayor
tormento y fatiga que puede tener es éste. El que por cum-
plir con su carne no quiere ser casto, éste pasará el mayor
315 trabajo de los trabajos y el mayor tormento y dolor de los
tormentos, y mayor infierno que el de los dañados, o tan
grande. Pregunto: ¿cuál es el mayor trabajo que hay? Cada
uno dirá: el que yo tengo. El que tiene pobreza dirá que
aquél es el mayor de los males. Otro dirá que es no tener
320 hijos. Otro dirá que es la deshonra; otro que la enfermedad;
y otros dirán que otras muchas faltas. Dejemos éstos, que
son amigos de sí y apasionados de su carne.
Dígalo un desapasionado y uno de buen juicio y razón.
¿Cuál es el mayor de los trabajos que hay en el mundo"? —
325 Es, por cierto, no trabajar en tu ánima, en tu viña; el
hacer mal, ser tibio, sentir que tú no haces según la ley de
Dios manda; infierno hay, Dios murió por mí, obligado soy
a servirle. El conocimiento del que ve que es obligado a
hacer esto y ver cómo no lo hace, esto es como una carcoma
330 al que tiene razón y como una polilla que le roe las entra-
ñas de dolor. Ansí lo llama quintal de plomo Zacarías, por-
que es un peso que agrava y pesa más que todos los pesos.
No hay cosa que más apesgue que tener un pecado' en el
ánima, agravada la conciencia con remordimiento, y con
336 sentimiento, que te digas tú a ti mismo, viéndote perdido
290 Is. 5, 7.
292 Cant. 8, 11.
293 Cant. 7, 12.
331 Zaah. 5, 7.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
163
por el pecado: ¡Oh pecador! Malo vas, infier[no] tienes,
perdido te has; justicia tiene Dios, que te condenará por lo
que has hecho contra El. ¿Como te puedes suf[r]ir a ti
mismo? ¿Cómo cabes en ti? ¿Cómo no revientas?
340 Aunque no sea más de darte a entender: "llamóme Dios
para servirle de esta manera", que, según diversos talentos
que da Dios a los hombres, son obligados a gastarlos y
negociarlos y multiplicarlos en su santo servicio; si acá
dentro siente que no cumple para lo que es llamado, el tibio
345 como hace lo que no debe, gran tormento tiene consigo.
¡Qué desasosiego y inquietud, qué de bascas trae su áni-
ma! ¿Qué, pues, hará el que hace y va contra lo que le
es mandado o deja del todo de hacerlo? Pues si hay trabajo
en pecar y en no saber servir a Dios, párate a pensar que
350 por no saber trabajar estás como estás; piensa por servi-
cio de Dios cuál será mayor trabajo: venirte una tentación
y vencerla o consentir y padecer lo que se padece por haber
pecado.
Dices tú: — Quiero tomar el descanso. ¿Para qué me
355 quiero fatigar en resistir? Mejor me sabe hacer lo que la
carne me convida que la pena que me da el dejarlo de
hacer. — '¿'Sabes por qué te engañaste? Porque pesaste la
pena de la tentación con el placer de hacer tu voluntad. No
son buenas balanzas, ni aciertas a pesar bien. Has de pesar
360 pena con pena y placer eon placer. No va bien. Pesa pena
con pena y verás cuál pesa más, y la que más pesare des-
échala. Pesa la pena que ternás, que es resistir a la tenta-
ción, con la pena que ternás, si no resistes, por haber ofen-
dido a nuestro Señor, y mira cuál pesa más. Y pesa el pla-
365 cer del vencimiento de la tentación con el placer que te
pudiera dar el deleite, si consintieres, y hallarás ser muy
mayor sin comparación el del vencimiento y muy más alegre
y deleitoso. Cotejado esto ansí, la mayor pena deséchala,
eligiendo la menor; y del placer toma el mayor.
370 No puedes, hermano, estar sin trabajar. Si no trabajas
por Dios, ternás mil descontentos, angustias y fatigas, mu-
dar pensamientos, enojarse con otros. Cosa tan mudable
no la hay. Una veleta no es tan vertible, ni tan combatida
de vientos, cuanto está el que no se ejercita en algún tra-
375 bajo de los que cumplen al servicio y honra de Dios. Si
[es] un trabajo que viene, luego te enflaquece; si una
tentación, luego te derriba. El que sirve a Dios, luego en
lo que le viene dice: "Dios será conmigo, el Señor me ayu-
dará". ¡Qué contento tiene! Luego dice: "Por Dios hice
380 esto que hice; sucedióme de ello mal, pena y trabajo, pero
Dios enviará el remedio para ello; y si no, El se servirá
con lo que pasa". Al fin no hay cosa que le mude, pues
de dos trabajos toma el menos. Trabajo sientes en no jugar,
164
SERMONES. CICLO TEMPORAL
trabajo en dejar de hablar como solías, trabajo en ayunar
385 y rezar, en estar recogido en tu casa o celda; pues yo te
digo cierto que mayor trabajo tendrás con el dolor que te
dará el gusano de la mala conciencia y con los retorcijones
que te dará en tu corazón viendo lo que eres obligado a
hacer y no lo haces.
390 Segundo motivo: Señor, ¿habrá otro remedio para tra-
Pensar en la re- bajar, para que no seamos tan flojos
compensa ni tan holgazanes? Un filósofo se
ja [c] taba que había hallado remedio
para no sentir los trabajos. Preguntando cuál, [respondió] :
396 pensar en el premio que te darán después de haber traba-
jado por medio de los trabajos y por vía de no descansar.
Por cierto, traído a cristiandad, es muy bueno esto y razo-
nable y digno de notar y de obrar. Esto era lo que a los
mártires hacía pasar tan duros tormentos, y con alegría
400 entrar en el fuego y martirio, y perder las vidas, diciendo:
"Esta vida que tengo y pierdo aquí me dará otra para
siempre en él cielo; este trabajo de una hora que paso
me dará descanso que para siempre no se acabe en com-
pañía de Dios. Aspiciebant in remunerationes.
405 Decíme: ¿Qué diferencia hay del hombre que en este
mundo fué bueno, al que no, cuando oigan esas orejas
decir a Dios: Llama acá a los obreros el día del juicio y
dales su jornal; cuando diga Dios: Resucítense los muertos
en sus cuerpos y o cada uno se le dé lo que en la otra vida
410 trabajó? Si tú entonces no has obrado, ni has sido casto,
ni tenido obediencia a Dios, ni hecho nada por su amor,
¿qué sentirás cuando diga: Llama los obreros y págalos,
y veas que tú te quedas sin jornal, y que por no haber tra-
bajado te envían a los trabajos incomportables del infierno,
415 a do siempre trabajarás? Di: ¿qué placer sentirás entonces,
cuando te digan que, por la jarra de agua que diste, dirá
Dios: "Denle su jornal"? Y el jornal será el reino de Dios
para siempre, adonde gozarás con El y vivirás descansado,
sin pensamiento de trabajo que jamás te venga, ni recelo
420 que perderás aquel sumo bien que una vez te han dado.
¿Cuál valdría entonces más, el jarro de agua o el cuento
de dineros que dejaste en el arca? ¿Quién es el que no
alza las haldas y se apareja al trabajo, y le abraza de
buena gana, pues jornal tan aventajado es para recebir en
-425 el cielo por su trabajar?
404 Cf. Hebr. ti, 26.
410 Cf. Mt. 16, 27 ; Rom. 2, 6 ; Apoc. 14, 13.
416 Cf. Me. 9, 40; Mt. 25, 35.
S. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
165
Lo que importa es — -Señor, ¿qué he de hacer?, ¿tengo
trabajar por agrá- de irme al yermo? Soy casado, ¿he-
dar a Dios me de enflaquecer ayunando?, ¿he
de dar toda mi hacienda por amor
430 de Dios, que no me quede nada para mi mujer y para mis
hijos ?
— ¡Oh santo Dios! Dice San Pablo: Si linguis hominum
loquar, etc. Acullá dice Cristo que si dierdes un jarro de
agua fría por su amor, que no quedaréis sin galardón.
435 ¿Cómo, pues, se tiemplan estas cuerdas? ¿Cómo concerta-
remos esta vigüela, que suene bien, y que digan? La cari-
dad lo hace. Si no tienes caridad con que ames a Dios y al
prójimo, todo no te vale nada; aunque te vendas en tierra
de moros y des por Dios el precio que dieron por ti, no
440 vale nada; y un jarro de agua que des con caridad y amor
no irá sin galardón, si le das con intención de servir y agra-
dar a Dios.
¿Qué es trabajar en la viña de Dios? En la plaza puedes
estar y cavando en el campo, y otro en el altar ofreciendo
445 a Dios en sacrificio a su Hijo, y tú trabajar en la viña de
Dios, y el otro en la del diablo, si tú haces aquello por
mantener tus hijos y mujer, y el otro por la pitanza o
por querer parecer santo. Los corazones son los que agradan
a Dios, los que recibe Dios, no lo material de la obra.
450 Ansí acá, si no va vestida o entrañada con esta intención
de su servicio y amor. Si está jugando a las cañas por
honra de Dios y en la iglesia va por ver a hulana, los
lugares diversos son, pero porque allí estás con corazón
maldito y acá con sana intención, para ti la iglesia viña es
455 del demonio, y para el otro la plaza y las ventanas y las
cañas y los gastos y sedas, viña es de Dios, que entonces
la labras.
No se engañe nadie con decir: "Casado soy, ocupado
estoy; no puedo ni tengo ni hallo lugar para entender en
460 cosas de Dios; harto tengo que hacer en proveer mi casa".
Ve a la plaza por amor de Dios; ama a tu mujer y hijos
por amor de Dios; entiende en tu oficio y trato lícito,
ganando con que sustentes lo que Dios te dió a cargo, y
tente por jornalero. Lo que Dios pide es esto, la diferencia
465 de los corazones, no la diferencia de la obra. Una misma
obra puede ser labranza de Dios y del diablo, según la in-
tención que se hace, porque, si lo hicieres con esta intención
de agradar a Dios y provecho del prójimo, esto es trabajar
en la viña de tu ánima, alquilado de Dios; esto es ser su
470 jornalero. El que de esta manera trabajare espera recebir
el jornal del padre de las compañas, que es Dios.
433 i Cor. 13, i.
438 1 Cor. 13, 3.
441 Me. 9, 40.
166
SIKMOM S. CICLO TEMPORAL
Si fuesen unos buenos trabajadores bien almorzados a
la viña, y les prometiesen que trabajando bien y haciendo
buena obra, sin parar en el día, a la noche les darían abun-
*75 dosamente de cenar y su jornal muy crecido y serían muy
bien pagados, si éstos en llegando a la viña dejasen las
azadas de las manos y se parasen a jugar y a saltar, quién
fuese más alto y quién mayor que el otro, y todo el día no
hiciesen sino jugar y holgar y pisar la viña, a la noche
480 cuando viniesen, ¿qué cena, qué jornal merecían que les
diese el Señor por el día que ansí habían gastado?
Decí: ¿qué tal está vuestra viña? ¿Vuestra ánima ha
florecido y echado pámpanos? ¿Tiene hojas muy frescas y
racimos muy copiosos de uvas? — Señor, enviáronme a
455 cavar. — Y vos, ¿en qué entendistes? (Aunque creo que
habrá aquí alguno que no sabe a qué vino a este mundo,
si lo enviaron a cavar o a holgar.) Decí: ¿Quién os crió
agora ha sesenta años? ¿Vuestros padres bastaron para
engendraros? Casados hay que no tienen hijos. Dios os
490 crió, que vuestros padres no bastaron a daros el ser que
tenéis. El ordenó que de ellos naciésedes en esta ciudad, y
os criásedes de esta manera, y viviésedes en tal casa. En
todo lo que por vos ha pasado, Dios ha tomado la mano y
El lo ha obrado, que no vos ni ellos. ¿Para qué os envió
•495 acá? Para cavar en su viña. Cuando dice: "Ama a Dios
con todas tus fuerzas, da limosnas", es enviaros Dios a su
viña para que trabajéis de su parte y en su ley. Esto ahí
cada día nos lo predican. Dicho nos han, pero dejado hemos
los azadones y jugamos a quién salta más. Mirá por esas
500 plazas. ¿No dice uno: "Rico es hulano? Esperá que yo pa-
saré délante; más rico tengo yo de ser. ¿Honra le hacen
a hulano? Esperá que haré cómo yo sea más honrado.
¿Aquélla tiene un saya? Yo sacaré otra mejor. ¿Fulano
tiene tal oficio? Poco tengo de poder, o temé otro mejor".
505 ¿Qué hacéis en eso todo el día? ¿Por qué no trabajáis
por Dios? Que eso todo es holgar, para trabajar después,
sin esperar de descansar.
—Padre, que no hemos estado ociosos; que trabajos
hartos tengo en mi casa; pobreza paso y enfermedad, afren-
510 tado estoy, mal casado vivo. — 'Bien lo sé, pero estar tra-
bajando en eso es estar ocioso. — El otro día tenía tanta
hacienda, y cuando no me cato se me perdió. El otro día
tenía tal oficio, y agora me lo quitaron. El otro día estaba
en buena reputación, y ya no fían nada de mí. ---Todo el
515 tiempo que eso allegas, mientras más trabajado me dices
que estás, más ocioso te digo yo. Mete la mano en tu
pecho: ¿cuánto de eso has hecho por Dios? ¿Cuánto has
llevado con paciencia? ¿En cuánto de ello le has glorificado
y honrado? ¿Cuánto le has ofrecido? ¡Oh!, que 6omos unos
S. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
167
520 fingidos, que queremos engañar a Dios; que decís que por
Dios lo hacéis, y por Dios lo decís, y hacéislo porque no
podéis más y por vuestros intereses. ¿Qué es de la ha-
cienda que tenéis? ¿Qué es de la paciencia? ¿Qué es del
amor de la humildad? ¿Qué es de la memoria que en todo
•r>25 esto hacéis de Dios? ¿Qué es del ocurrir a El en tus tra-
bajos y pedirle consejo?
Cierto, gran lástima es ver vuestra ceguedad; como los
muchachos, que los envían a mandados y estánse haciendo
casillas de barro y mirando no sé qué que encontraron en la
?30 calle, y olvídaseles a lo que van y quién los envía. Pásaseles el
día y vienen a la noche. Díceles su padre: Rapaz, ¿adonde te
envié? ¿Qué es de la respuesta que traes? ¿Ese es el cuidado
que tuviste? ¿Adonde has estado? ¡Suso! A pagar el descui-
do y tardanza; azotes que le duelan al muchacho [en] el
535 corazón. Así se paga estar mirando a las musarañas y olvi-
darse de lo que cumple hacer y aquello a que los enviaron.
¿Dónde os enviaron, hermano? ¿Dónde íbades o a quién?
¿En qué os habéis detenido y ocupado? Esa vida que tienes,
¿qué piensas que es? ¿Para qué te enviaron? ¿No fué para
540 labrar tu viña con labores sazonadas y a su tiempo? ¿Qué
es de la santidad de tu vida? ¿Qué es de la caridad que tienes
que había de echar un olor que huyesen las serpientes de él,
de tan suave y tan confortativo? ¿Qué has hecho? ¿Por qué
has dejado el azadón que traías para cavar y puéstote a ju-
545 gar a quién salta más alto? Dar limosna, a esotra puerta;
confesar, sábete mal una vez en el año; te es duro perdonar,
como si lo dijesen a una piedra; los sermones enhádante.
Dios te dé ojos para mirarte. Si te vieses, ¿qué dirías?
— Trabajado he, mas no he acertado en la viña.
550 Telas araneae sibi tex[_u]erunt : telas de araña para sí te-
jeron. Trabajaron en vano como arañas, que todos sus tra-
bajos cuantos ellas han desveládose tejendo su tela, viene un
moscardón y rómpelo todo y échalo por ahí. Anda el otro
rabiando cómo subirá, y dice Dios: ¿Qué tejes? Anda be-
555 biendo el viento porque le quiten el bonete y lo honren, y dicj*:
¿Qué tejes? — Telas de araña. Cuando venga la moscarda de
la muerte y te saque de esta vida, veremos qué tela heciste,
si de araña o no. ¿¿No te pagarán los pasos que anduviste,
lo que trabajaste en esto? ¿No te castigarán agrámente por
560 lo que de esta manera trabajaste, como si fueras ocioso, y
te pedirán la labor que eras obligado a hacer?
Trabajo fué pasar la noche entera jugando sin dormir;
trabajo fué andar por las plazas a la luna y al frío y al sereno
de la noche por hablar a la otra, pero telas de araña fueron
565 que urdiste y tramaste y tejiste.
550 Cf. Is. 59, 5.
168 S3KMONES. CICLO TEMPORAL
— Hermanos, ¿dónde vamos? Al cielo caminamos. ¿Qué
miráis? ¿Qué juegos os tienen? ¿Qué pájaro estáis mirando?
¿Qué rueda que vuelve? ¿En qué vanidades te empleas? Que
ese andar lo hace el corazón para Dios y no para otro, y todo
670 lo otro es pararte y descansar, o estar ocioso, o trabajar en
vano. Gran mal es ser alquilados para la viña, y dejar el aza-
dón. Todo el tiempo habíades de trabajar, no pasar tiempo y
jugar y reír y holgar y tomar los naipes y jugando a quién
es mayor y a quién es más alto.
575 Tercer motivo: Mi- Lo tercero que nos convida para que
rar los trabajos de trabajemos, es ponerse el Señor de-
gisto lante. Y trabaja para que trabaje-
mos. Viene Cristo al mundo y hácese
hombre, y en naciendo, ha frío y llora y derrama su sangre
580 y camina y suda, y préndenlo y azótanlo y corónanlo y en-
clávanlo en la cruz. ¿Qué hace Jesucristo? Toma unos clavos
en las manos, y aunque de su voluntad los tomó, allí lo te-
nían fijado, dándole grandísimos dolores, haciéndole pasar
e[x]cesivos trabajos. Cristo en una cruz colgado, rompiéndo-
586 sele las manos de trabajar, y tú holgando, descansando y re-
galando tu cuerpo; Cristo padeciendo, y tú viciosamente
deleitándote en tu carne; a Cristo dándole de bofetadas, y
tú honrado. ¿Cómo lo puede tu ánima suf [r]ir? Ves a tu Se-
ñor abajado a besar los pies a sus discípulos, y al esclavo
590 ruéganle que quite el bonete a otro que no se lo quitó tan bajo
como él, y no lo acabaréis con él, aunque lo pongan en cruz.
¡Ah, pecador! Ves a tu Señor abajado al polvo de la tierra,
¿y tú quieres subir sobre los aires? Dándole bofetadas, calla,
y no te han llegado de veinte leguas, cuando resurtes. Miras
595 a tu Dios despreciado, ¿y no te desprecias tú a ti mismo por
tan gran exceso como ves en El? ¿Puede haber cosa que
más te convide para trabajar que ver a tu Señor cansado,
fatigado y muriendo y padeciendo mil tormentos y llagas
por ti?
600 ¿Cómo está tan ¡Oh, de la mala viña! A osadas, que
estragada la viña supo lo que hizo Dios. ¡Ay de mí!
del Señor? que... — i¿Qué habéis, Señor? — Vae
míhi quia factus sum sicut qui colligit
in autum.no racemos vendimiae:, ¡Ay de mi, -porque soy como
605 hombre que rebusca! Soy como hombre que coge los raci-
mos que se dejaron los vendimiadores. — Pues ¿qué va en
ello? ¿No cogéis? — No es para comer ni de comer lo que
otro dejó. Gana tenía de comer uvas. Mirá qué tanto, que
aun agraces no hallo que comer. — Señor, ¿qué queréis decir,
610 non est sanctus in térra? ¿Qué habéis, Señor? —Las uvas
606 Gf. Mioh. 7, i.
6io Cf. Mioh. 7¡ 2.
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
169
que deseaba, vuestra santa justicia, guardar mi ley no como
quiera en lo exterior; y por otro fin que yo mando, se guarda.
— ¿Pór qué vendimió el otro? — Para cumplir con sus lo-
curas, en sus banquetes y justas, en vanidades, todo lo que
615 es menester para que se haga lo más locamente que se pu-
diere hacer y cuan abundoso lo quisierdes. Esos son obreros,
enhorabuena, para viña del diablo, buenos trabajadores que
se la labrarán muy bien. Daca la viña de Dios, daca para una
huérfana, daca para un captivo, daca para un manto a una
620 mujer que no lo tiene para ir a misa. No os conocen ni os
precian oír, ¿y pasarse han sin castigo? Recia cosa es ver la
flojería que hay en la viña del Señor. La viña está llena de
cardos, toda hecha un eriazo, sin alguna labor, seca, sin
riego ninguno; ¿a qué lo podremos echar?, llena de porti-
625 líos y toda descepada.
Una viña tuvo Salomón. Tradidit eam custodibus. Po
suerunt me custodem, etc. Entrególa a las guardas. Guardas
son de la viña los pontífices, los predicadores, los sacerdotes,
los regidores, duques y condes, marqueses, jueces. Pues
630 ¿cómo está la viña tal? Uno de dos, o que las guardas hacen
lo que deben y la viña es tan mala de sí, que no aprovechan
todo cuanto trabajan y velan sobre ella, o las guardas son
holgazanes y perezosos y la viña ha por bien de estarse por
labrar. ¿Qué es de los millares con que el pontífice acude al
635 rey o príncipe ? ¿ En qué se consume tanta abundancia ? ¿ Qué
es de la multiplicación del fruto? ¿Qué se ha de hacer la
mucha abundancia y colmo del aprovechamiento que tiene
en su Iglesia y súbditos por el tiempo que la rija? ¿Pensa-
remos que todo el regimiento del perlado es subirse aquí y
640 predicar lo que habéis de obrar? Hartos hay que os lo dicen.
Más ha de hacer que esto. El perlado ha de ser tan santo,
tan poderosa su oración delante de Dios, que valga más el
agua de la madre que la leche que el ama da. Mas si no sabe-
mos importunar a Dios ni llorar por las culpas y los trabajos
645 que las ánimas padecen, y porque él no tiene fuerzas para
los remedios, ¿qué mucho es que esté cual está la viña, seca
y perdida, sin fruto, perdida, destrozada, sin hoja, sin fruto
y aun sin madera, toda talada y asolada? ¿Qué es de las
guardas? Durmiéronse las guardas de esta viña que les enco-
650 mendó Dios, y entraron a ella ladrones y no dejaron cosa
que no vendimiaron. Los más de los males que en los pueblos
hay es por la negligencia de los pastores, de los corregidores
y de los eclesiásticos y de los seculares, que en el buen go-
bierno y labor que eran obligados a tenér en sus oficios se
655 descuidan.
628 viña] vida 653 bien
627 Cant. S, 11 ; Cant. 1, 5.
170
SERMONES. CICr.O TEMPORAL
Mira el evangelio cómo lo notó: dormierunt homines. Por
el descuido de las cabezas está la viña tan estragada, que si
en estos hobiese fuego de Dios, que, sabiendo allí hay pecado,
se les rompiese el corazón de dolor y no se consolasen hasta
660 haberlo remediado, si esto hobiese y lo remediasen con cari-
dad y amor, y si ansí no pudiesen, con temor y castigo, otro
fruto se daría. Siendo ansí, tomaríamos hondas y andaría-
mos ojeando los pájaros y ganado, que no entrasen en la
viña. Hermano, si no trabajas en la viña de Dios, has de
665 trabajar en la viña del diablo, que no te puedes escapar de
una de dos. Tu amo y señor, Dios, está trabajando, ¿y tú
no quieres ayudarle, ni tienes empacho de verle a El traba-
jar, y tú dejar el azadón y asentarte a mirarle cómo suda?
¿Por qué trabajas con el diablo? Su galardón es su mesa.
670 ¿Por qué te pagas de tan miserable comida y te mueves por
tan malaventurado jornal y precio?
Sey misericordioso con Dios, sey humilde con Dios, por-
que goces con El. Pero si andas en las obras del diablo,
quieras que no quieras, con él cenarás a la noche, tendrár
675 parte en su condenación y en sus tormentos y en sus fuegos
y vida desventurada, que en el infierno le hacen padecer.
El Señor de esta viña Dios es, y de la otra el diablo. El
denario de ésta será gloria, y de la otra en infierno. ¿Qué
más bien hallas en servir al demonio que [a] Dios? ¿Qué más
680 interese esperas del infierno que de la gloria de Dios? Di:
¿Por qué quieres más trabajar con el demonio que trabajar
con Dios? ¿No me responderías a esto? ¡Qué locura tan
desconcertada y tan fuera de tino es esta que haces ! : Que
salen dos señores a esa plaza, a alquilar trabajadores, y dice
685 el uno: "Anda acá, a mi viña, y mantenerte he abundosamen-
te, y regalaros he, y refrescaros he, y daros he, en fin de
vuestro trabajo, la gloria que los bienaventurados tienen en
el cielo en compañía de Dios, viéndole y gozando de El"; y
dice el demonio: "Andad acá, a mi viña, y haceros he tra-
690 bajar, y mataros he de hambre y sed, y daros he por jornal
la muerte..." ¿Qué es la causa que te vas derecho tras el que
te convidó con el infierno, y vuelves las espaldas a Dios, que
te convida y ruega con el cielo, sabiendo los bienes tan ex-
cesivos que Dios da allí a los suyos ?
695 — No os maravilléis que caigamos y nos ceguemos y en-
gañemos. Señor, somos flacos. — Llorad y llamad a Dios y
pedilde que os muestre lo que debéis hacer y os dé fuerzas
para obrarlo, y que lo sepáis, que El os ayudará a hacerlo.
656 Cf. Mt. 25, 5 ; Mt. 13, 25. . .
8. DOM. DE SEPTUAGÉSIMA
171
Cultiva la viña de — ¿Qué es de esta viña? A osadas que
700 tu alma. No te no digáis lo que el otro decía: Vinea
canses mea coram oculis meis est. A osadas
que no tengas tu ánima delante ti por
espejo donde te mires. Ten este espejo delante: Mira lo que
falta a tu ánima; alímpiala, que está sucia; quita lo que daña,
706 todo orín y vescosidad que te empide. Mírate.
Toma buen arado y revuelve la tierra y saca las raíces
afuera, para que pierda el crecer lo malo y para que el sol
seque la grama y toda la yerba que la daña. Toma el arado,
que es de palo y de hierro; toma la cruz, aquel palo santísimo
710 y hierro los clavos, métela bien en tu ánima, para que salga
la mala raíz, aunque más te duela. Arranca lo hondo que
está en ella, lo muy arraigado, la malquerencia y enemistad
y el deseo de ganar la honra al otro, aunque te llegue al
ánima; la restitución de lo ajeno, que aliter es quitar de fuera
715 el achaque; que si no sacas la raíz, cuando venga la oca-
sión, luego cairás ; y esto estando la raíz verde y arraigada
de lo que te hacía mal y estorbaba tu buena labor. Agora
andas defuera la tierra; después de muerto estarás debajo
de la tierra, y te revolverán como con arado de alto abajo
720 y de fuera a dentro.
Sigue a Cristo, trabaja como El trabajó, espera que El
te dará el premio de tus trabajos, ten por holganza el tra-
bajo que acá pasas por Dios, y dalo por bien empleado.
—¡Señor, ya reverdece la viña; guárdala de hielo! — Ha-
"25 béis comenzado a servir a Dios; guardaos de la tibieza, no
eche a perder la devoción que os dieron, que la quema y
abrasa peor que cierzo. Guárdala de hielo, consérvala en su
calor con oración, con ayunos, con limosnas, con suplica-
ción y importunación a Dios, con recogimiento y humilia-
730 ción. Mas ¡ay!, que no nazcan gusanillos en las hojas de
dentro de ellas de su color, que éstos pudren y comen la
hoja y la hacen perder el verdor y frescura que tenía pri-
mero. — ¿Quién lo metió allí a este gusanillo? — De la
misma hoja dicen que nace. Haciendo buenas obras, has de
735 mirar de la misma obra no salga quien te la coma y la
gaste y consuma. Esta es la intención por que la haces. Si
es por tu interese o porque te tengan por bueno, ¡qué pe-
ligro tienes! Cuando robas lo ajeno y cuando das la limos-
na, no te falta peligro; peligro cuando oras y peligro cuan-
740 do no oras, cuando ayunas y cuando no ayunas.
Si te engríes por la buena obra, gusanillo nació de ella,
que te hace que pierda su hermosura y frescor, que te la
eche toda a perder. Si está tu corazón loquillo: "Ya soy
706 bien
701 Qí. Cant. 8, 12.
172
SERMONES. CICLO TEMPORAL
devoto, ya me consuela Dios, ya me da de sus gustos, algo
745 debo de hacer bueno, bueno va que ya se agrada Dios de
mí"; si estribáis ahí, perderéis lo que es de Dios. Quizá
que nace más el gusano de las hojas que no del fruto, del
hablar que no del obrar. Calla si tienes algo bueno, si re-
cibes alguna merced de Dios; que hay gran peligro en
750 sacarlo a plaza. Continúa lo que hacías por do ves que te
hace merced Dios, y calla tu boca, y recibe las mercedes
y sábela agradecer y servir.
— Señor, ya tiene uvas mi viña. ¿Qué tengo de hacer
hasta cogerlas, para dar el fruto de ellas a Dios? — Mirá
755 que no hayáis trabajado vos, y lleve otro el fruto. Hacéis
buenas obras por vanagloria, por los hombres; huelgan los
otros y llévanse el fruto de vuestra viña. Para ellos traba-
jastes si por parecer bien a ellos obrábades. Los que no
trabajan en la viña no llevarán galardón; y los que si,
760 gocen ellos de sus obras y no se queden ellos sin fruto por
hartar a los otros.
— 'Pues ¿quién sufrirá estos trabajos, Señor, que se
han de pasar en esta labranza? ■ — -Muy bien almorzados
iréis y daros han bien de comer, y a la noche os ternán
765 aparejada la cena, y todo el día os darán muy buena com-
pañía, con que avivéis al trabajo.
— Señor, yo no puedo trabajar, que luego me canso.
— No habéis almorzado, hermano Este es el apacentamien-
to de la gloria, de la palabra de Dios. Lee en buenos libros,
770 oye sermones. ¿Estás flaco? Ve al altar. Mala pro hará al
que allí allegare sin haber trabajado. ¡Cuántos hurtan este
pan, que van allí sin dolor de sus pecados! Almorzar es oír
la palabra de Dios en su santa iglesia; mas, si no queréis
comer poniéndoos el manjar delante, moriréis de hambre y
775 enflaqueceréis.
— .Señor, ¿la compañía? — ¡Si supieses, cuando traba-
jas en buenas obras, quién te acompaña! Jesucristo, la Vir-
gen, los ángeles. ¿Con tales compañeros te cansas? ¿Con
tal ayuda no te alegras? Acuérdate que estuvo Jesucristo
780 toda la noche et totam noctem pernoctavit in oratione.
— ¡Señor, que me canso! ¿Y la cena qué será? - — Que tú
eres viña de Dios, y Dios te ha de dar gran ayuda para
que trabajes; y después que tú seas buena viña, ¿qué te
dará? Que tengas fuerzas para que obres en El, que te
785 alquiló, y acudas a El con todo el fruto tuyo, para alcan-
zar la gloria cuando vayas de esta vida, y digas: "Señor,
ya vengo acá, a loaros y a glorificaros". Esta cena ni len-
gua os la podrá decir, ni entendimiento entender, ni juicio
imaginar. ¡Bienaventurado trabajo, que tal galardón espe-
780 Cf. Le. 6, 12.
788 Cf. 1 Cor. 2, 9.
9- DOM. I DE CUARESMA
173
790 ra, que tal y tan buena cena aguarda, aquí de gracia y
después de gloria!, ad quam nos perducat. Amén.
9 A PELEAR VARONILMENTE CONTRA EL TENTADOR *
Domingo I de Cuaresma
(Oña, Ms. est. 8, pflut. 4, n. 55 bis, ff. 2 r-9 r.)
Ductus est Iesus in desertum (Mt. 4, [1]).
Exordio Quis revelabit faciem indumenti eius? Hablando
nuestro Señor Dios de las astucias y engaños
del demonio, dice: ¿Quién descubrirá la faz del que tanto
ñ sabe, de su vestidura? ¿Quién descubrirá la faz para en-
gañar del que tantas artes y mañas inventa para nos da-
ñar? Pocos de nosotros podemos decir lo que el bienaven-
turado Apóstol dijo, escribiendo a los de Corinto, sobre un
cierto pecado que uno de ellos había cometido: An ignóra-
lo mus astutias Satanae? Y díceles que consuelen a aquel que
así pecó, porque no fuese, con las astucias del demonio,
traído a peor error.
Letrado ha de ser el predicador, y el cura, y el confe-
sor; letrado y graduado en esta ciencia de cognocer las
15 maldades y astucias del demonio. ¿Quién, pues, las des-
truirá? Dios nuestro Señor.. ¿Y quien más? La Virgen
María, nuestra Señora, que estuvo siempre llena de gracia,
y no tuvo algún dominio el demonio algún tiempo sobre
ella; que así lo dijo su bendito Hijo: Veniet princeps huius
20 mundi, et in me non habet qui\_d]quam. Ansí lo puede dicir
la Virgen nuestra Señora, que tampoco tuvo parte en ella,
porque siempre fué limpia y ajena de todo pecado, y ansí
salió de aquellas limpias entrañas aquel limpió Jesucristo.
A esta Señora, que siempre estuvo y fué limpia y está
25 llena de gracia, nosotros, que tan faltos de ella estamos,
nos encomendemos, pues no podemos dicir ni oír cosa que
a Dios sea agradable sin el favor de ella; y para que nos
la alcance, digamos el Ave María.
Cristo es tentado Ductus est Iesus, etc., ubi supra.
30 para consuelo y avj- Muéstranos hoy el santo Evange-
so nuestro lio una batalla que nuestro Señor
Jesucristo con él demonio tuvo,
cómo lo venció, la maña y arte que en ello tuvo.
27 ella] seilicet de la gracia marg.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «cMiscelanea Comillas»,
7 (1947), 39-49. «In dominica prima Quadragesimae» (f. 2 r).
5 Iob 41, 4. 20 Cf. lo. 14, 30.
10 Cf. 2 Cor. 2, 11. 29 Mt. 4, 1.
174
SF.RMONKS. CICLO TEMPORAL
A la entrada del santo Evangelio se ofrece una duda
35 y pregunta: ¿Qué fué lo que movió a Cristo a querer ser
tentado de una cosa tan baja y fea y sucia como es el de-
monio? Aun acá una casta y honesta mujer se avergüen-
za y recibe gran pena por cualquier palabra que un hom-
bre sucio se le atreve a dicir, y recibe pena aunque está
40 cierta que por su parte hay toda limpieza, y antes consen-
tirá en la muerte que en nada que fuese contra su honor y
limpieza; y esta tal de creer es que si ella pudiese excusar
que el tal hombre no le hablase ninguna palabra sucia, que
de buena voluntad lo excusaría. ¿Cómo, pues, nuestro Se-
45 ñor, siendo verdadero Dios y la misma Verdad, permitió,
podiéndolo excusar, que el demonio, que es la misma men-
tira y suciedad, se atreviese a lo tentar y convidar con
ofensa de la Majestad de Dios H
Mirad, por vuestra vida, por dónde comenzó, y mirad
50 en qué acabó su sermón. Comenzó con buenas palabras y
piadosas, y acabó en: "¡Adórame!", como quien no dice
nada. ¡Oh astucias y engaños de Satanás! ¿Quién podrá
valerse con tus artes y con la diversidad de tentaciones con
que a los hombres acometes? Mirá qué va del comienzo al
55 cabo y de la entrada a la salida.
¿Por qué quiso Jesucristo bendito ser tentado? ¿Qué
fué la causa que, pudiéndolo evitar, no lo evitó? Algún se-
creto está encerrado en esto; algo nos quiere dicir en esto;
algo nos quiere mostrar, pues lo consintió. Digo que por
60 dos razones permitió la suma Verdad ser tentado. La pri-
mera dice San Pablo: Non habemus pontificem, qui non
possit compati infirmitatibus nostris; tentatum autem per
similitudinem absque peccato. No tenemos pontífice que no
se duela de nuestras flaquezas, compadeciéndose de ellas,
porque nos tiene en su corazón escritos. No tiene Jesu-
cristo el amor y corazón tasado y apocado, como nosotros,
que, si vemos a nuestros prójimos en alguna necesidad,
ayudárnosles con tasa y en esto sí y en esto no, y decimos:
"Ya hice el otro día por vos esto o lo otro; no puedo agora
70 más, baste lo hecho". No hace Jesucristo ansí, sin [o] ayú-
danos y compadécese de nosotros, no una vez ni dos ni tres,
sino cuantas veces lo hemos menester, y no aguarda a que
lo llamemos, que El se convida, y algunas veces, desechán-
dolo, nos busca, y olvidándonos de El, hace que nos acor-
75 demos.
Es tan grande el amor que en su corazón nos tiene, que
nunca jamás se olvida de nosotros, ni quita sus benditos
ojos de nuestras necesidades, flaquezas y miserias para
62 tentatus
64 Of. Hebr. 4, 15.
g. DOM. I DE CUARESMA
175
remediarlas, ni quita su favor y mano para en ellas ayu-
80 darnos y proveernos, como verdadero pontífice que verda-
deramente se compadece de nuestras flaquezas, como San
Pablo dice. Y por esto su misericordia consintió que el de-
monio, cabeza de mentira y maldad, osase llegar a El y
tentalle, para que, tentatus per omnia per similitudinem
85 absque peccato, sacase por experiencia y supiese de nues-
tras tentaciones sin pecado ninguno, porque después, vién-
donos a nosotros tentados, nos consolásemos con haber vis-
to tentado a nuestro dechado Jesucristo y creyésemos que
seríamos por El librados como por pontífice que se duele de
90 nuestras tentaciones, y para que vos, hermano, siendo ten-
tado, no desmayásedes, ni pensásedes que érades de Dios
olvidado; antes habéis de creer que, con el ayuda del Se-
ñor venciendo la tentación, se os volverá en corona, y los
trabajos y pena de ella en alegría.
95 La segunda razón es para que sepáis, hermano, que hay
demonios tentadores y enemigos y tentaciones y que tene-
mos cruel guerra siempre con los demonios, para que no nos
descuidemos.
Decí: si ahí fuera estuviese uno aguardándoos con una
100 espada para, en saliendo de esta iglesia, heriros y mataros,
y esto vos no lo supiésedes, y dende este púlpito os lo avi-
sase yo: "Catad que os quieren matar ahí fuera, mirad por
vos", ¿no sería razón agradecer este aviso a quien os lo
diese?
105 Diréis: "No, padre, que no tengo enemigos; todos me
quieren bien".
No tenéis por enemigos, ni pensáis que os puede hacer
mal otra persona, sino al que os puede quitar la honra, o la
hacienda, o la vida temporal. Yo os digo de verdad que hay
lio mayores peligros en estotro y muy mayores y más fuertes,
y más crueles enemigos, y que lo que os quieren robar y qui-
tar no es cosa temporal y perecedera, sino perpetua, que es
robar vuestra alma y hacerla perder su vida, que es Dios.
¡Cuántas veces decís: Sed libera nos a malo! Rezáis esta
115 devoción, encomendaisos al Señor, suplicáisle de corazón que
os libre de este maligno. Catad que son muchos los lazos de
este nuestro adversario y habéis menester mucho el ayuda
del Señor. Abrid los ojos, pedidlo muy de corazón, importu-
nadlo, que os libre del día malo de la tentación.
120 Por cierto, cosa recia es el descuido grande que tenemos
en esta pelea, cuán flojos andamos, cuán poco caso hacemos
de ella ; y cuán poco temor tenemos a sus crueles y mortales
encuentros. Por cierto, mal parecería a un soldado traer
mercadurías en la guerra, y en tiempo de batalla entender
114 Mt. 6, 13. ;..
111)
SI KMOXF.S. CICLO TEMPORAL
125 en cosas de paz, y en tiempo de mayor peligro pararse a
tañer y cantar y cosas de placer.
En guerra estamos. Una guerra traemos en la que nos
Mil lazos nos pone va el ánima; guerra de mucha im-
el demonio portancia es y negocio en que todo
130 nuestro corazón debíamos ocupar, y
oficio en el cual nos habíamos de hacer ejercitados. No lo
hacemos ansí, somos muy flojos, ocupámosnos en otras cosas
que menos nos va, abrimos nuestros corazones para que Dios
nos ayude en otros negocios, y olvidamos éste, yéndonos
135 tanto en él. No es bien hecho; descuidámosnos, como si no
tuviésemos guerra. ¿Y qué perdemos? Abrimos nuestra
puerta y casa; señal es que tenemos poco que perder y lo
dejamos abierto. Lo que mucho amamos y en mucho tene-
mos, mucho lo guardamos y mucho recado ponemos en ello,
140 porque no se nos pierda. Grande señal y la más cierta que
tienes a Dios es si temes mucho de lo perder y te guardas
de todas las cosas que te pueden apartar de El, por grandes
que sean.
Este nuestro tentador y perverso enemigo no hay género
145 de maldad que no intente, ni hay combate que él pueda dar-
nos que no nos lo dé. Mil artes nuevas y invenciones ordena
y fabrica; mil cosas finge, mil disimula; por aquí, por allí
nos tienta; por todas partes acomete, y jamás cesa noche y
día, en todo tiempo y lugar, de nos perseguir; y como dice
150 San Hierónimo: Habet mille nocendi artes. Y aun los siervos
y muy siervos de Dios, a cabo de mucho tiempo ejercitados
en su santo servicio, se hallan nuevos con este guerrero, y
les arma cosas en las cuales no se saben dar a manos sin la
ayuda particular de nuestro Señor.
155 La gentalla por ahí que no mira, por ahí se la traga sin
hacer caso de ella, como dice Job: Absorbébit fluvium et non
mirabitur. No tienen tanto amor y cuenta con nuestro Señor,
y por eso no miran tanto en estas tentaciones, ni se guardan
con diligencia de los rabiosos tiros de este tentador.
160 Dice San Pablo de sí, y avisando a las ánimas temerosas
de Dios y cuidadosas de su servicio: Vestios, hermanos, de
armas de fe, para que podáis estar en pie contra las ase-
chanzas del demonio: Quia non es't vobis colluctatio adversus
carnem, tenemos, hermanos míos, lucha y contienda, y no con
165 quienquiera, no solamente contra sangre y carne, sino con
unos muy valientes y esforzados enemigos, príncipes y re-
gidores de este mundo. Mirá si es razón que nos velemos y
i.so Cf. Virgilio, Aeneid., 1. 7, 337-338. San Jerónimo, Epist. 14,
4 : ML 22. 349.
157 Iob 40, 18.
167 Cf. Eph. 6, 12.
9. DOM. I DE CUARESMA
177
con mil ojos nos guardemos, teniendo tales enemigos; y mira
si conviene apartarnos del bando del mundo, que sigue su
170 parcialidad y tiene por gobernadores y regidores a estos espí-
ritus malignos. ¡Bien regida será la república que tales go-
bernadores tiene! Y malaventurados serán los que debajo de
tal regimiento viven; que aunque te parezca a ti que te va
bien, si en algún pecado vives, a éstos obedeces, debajo de
175 su bandera militas y allá irás a ser ciudadano suyo en los
infiernos.
Huye, hermano mío, de todo pecado como del mismo in-
fierno, que infierno es lo que a infierno te lleva. ¿Cómo no
se mesan, cómo no lloran, cómo no andan tristes y pensa-
180 tivos los que debajo de tales tiranos se conocen estar sub-
jetos?
Dijo el tentador a Jesucristo mostrándole todos los reinos
del mundo y su gloria : Todo esto es mío. Y mintió la cabeza
de la mentira y no dijo verdad, porque ninguna cosa criada
185 es suya, ni tiene nada en ella, ni aun una hormiguita posee.
¡Qué de promesas hace, qué de apariencias nos pone para
que lo creamos! Y en todo miente. Quien es nada no puede
dar algo, y si algo da, es lo que él tiene, que es fuego y in-
fierno. Convídate a deleites; dice que no se han de acabar,
ISO que te subirá a grandes honras, que te dará grandes rique-
zas, que te prosperará en esta vida. Y en todo falta, porque
en nada tiene poder, ni puede dar sino de lo que él tiene, que
es arder en los fuegos infernales.
Lo que hemos dicho hasta aquí es lo de menos con que
195 nos puede dañar, porque, como éstos son pecados claros, no
puede él dañar con ellos sino a quien él muy de su parte tu-
viere, a estos que tuviere muy metidos en las cosas de este
mundo. Hace el demonio otra guerra muy más cruel y da-
ñosa, y tanto más cruel y dañosa, cuanto más disimulada-
200 mente la hace, contra espirituales personas y tiempos y lu-
gares y con armas y cosas que parecen seguras, y es tanta
su maldad y astucia, que no hay quien de sus lazos se pueda
escapar.
Aconsejarte ha algunas veces que ayunes. Cosa para es-
205 pantar que diga un demonio "ayuna" a un siervo de Dios,
"haz limosna, sey abstinente", y si no lo haces, que te riña
y reprehenda y te tome cuenta del poco aprovechamiento, y
te instigue y solicite a que seas mejor. Y todo lo hace el trai-
dor no porque en esto él gana algo, sino porque espera de
210 allí o por allí echarte a perder. Hace que, rogando tú por
alguno, se aparte de pecados y se enmiende..., para que tú
pienses, pues que tal alcanzaste de Dios, que eres bueno y
santo y agradable a sus ojos, y caigas en una pestilencia de
183 Cf. Mt. 4, 9.
178 SERMONES. CICLO TEMPORAL
soberbia, con que te lleve al infierno, sea por donde fuere,
215 sea por allí o por aquí. ¡Quién podrá contar las mañas y
maneras que tiene! Veréis que uno es muy casto y que es
dificultoso hacer esto; ayúdale a que sea más casto y hácele
aborrecer las mujeres, esto para asegurarlo o hacello enlo-
quecer, viéndose tan alto en aquella virtud. ¿Qué os diré de
220 él? Hjácese casto con el casto, manso con el manso, todo para
pescar de allí alguna caída, cuanto más los sube en aquella
virtud a la cual más inclinados los ve. Asegúralos por una
parte y dales combate por otra; señala en una parte y hiere
en otra, como buen esgremidor. Por eso no debe nadie ase-
225 gurarse en poco ni en mucho, en lo malo ni en lo que bueno
parece, porque en esto hay mayores peligros, por la segu-
ridad y aparencia de bien que nos promete.
— Pues, padre, ¿qué haré? ¿Cómo o en qué conoceré si
las buenas obras que hago y las palabras y pensamientos
230 buenos que tengo son de Dios o del demonio?
— ¿Cómo? Ex frutibus eorum. Mirá vos, hermano, cuan-
do hubiéredes obrado, o hablado, o pensado algo bueno,
cómo quedáis; que si queda vuestra ánima loquilla, si se
tiene en algo, si desprecia a los otros, si se compara o se
235 estima más que otros, esto tal claro es que es el demonio.
Y cuando ha precedido algo bueno que he dicho, y hallas a tu
ánima vacía de humildad y enloquecida y vana con su propia
estimación y contento, reniega de ti y de tal bondad, que no
procede de otra parte que del demonio.
240 Grande aviso hemos de tener en todo, pues nuestro ene-
migo en todo nos pone lazos y asechanzas para nos cazar.
Pues ¿fuerte no es? Fortísimo jayán es; a todo el pueblo de
Dios desafió aquel gigante Golías, que a este nuestro adver-
sario significa, que ninguna cosa deja de acometer por co-
24b bardía; a todo género de personas y a todas edades acomete:
no deja niño, por pequeño que sea, ni mancebo, ni viejo;
finalmente, a todos desafía y a todos acomete, a todos echa
sus redes.
Siendo esto ansí, ¿quién duerme, quién come, quién re-
250 posa, quien puede sosegarse y descuidarse, teniendo tales
enemigos, que ni duermen, ni comen, ni en otra cosa entien-
den sino en buscar maneras para nos engañar y perder? Pues
cuando viene la media noche, ya que es hora de levantarse
a maitines los religiosos, vienen los demonios tan solícitos,
255 haciendo a unos que no se levanten y a otros que se duerman
por la mañana. Va al oficial, al mercader, al ciudadano, a
ver si hay en qué le haga caer. Y ansí como los oficiales por
236 dicho] hecho a. corr.
231 Cf. Mt. 7, 16.
9- IX>M. I DE CUARESMA
179
la mañana cada uno se levanta para entender en su oficio,
ansí los demonios comienzan a entender en el suyo, que es
260 engañarnos.
Viene uno dellos y hace que comas mucho, y desque te
tiene ansí, vase y dice a otro demonio: Ve y tienta a aquél,
mira qué tal le dejo. Viene aquél, tiéntale de otro pecado.
Viene otro y tiéntale de otra manera, y ansí los unos a los
265 otros se ayudan y se favorecen y se remudan. Otro demonio
hácete que no comas mucho, para que quiebres la obediencia
y vayas contra la voluntad del perlado, en lo cual sin com-
paración pierdes más que ganas con el ayuno. Y de esta
manera hace en nosotros el estrago que hace, porque de su
270 parte de ellos hay grandísima diligencia, y de la nuestra
grandísimo descuido y flojedad. Y siendo esto ansí, como
todos sabemos que es cierto, ¿no fué grande la misericordia
que nuestro Señor nos hizo en dejarnos aviso, pues quiso y
permitió El ser tentado para que mirásemos a El cuando
275 nosotros fuésemos tentados ? Por cierto, grande fué esta mi-
sericordia y grandes son las gracias que por ella debemos
dar siempre a nuestro Señor Jesucristo.
Dios te ayuda. Para — Padre, más quisiera que no me
tu bien permite la hubiérades avisado de todo esto.
280 tentación ^ien me estaDa y° s^n saber esa
guerra y enemigos que me habéis
dicho que tengo. Más valiera que no lo supiera. El tan fuer-
te, yo tan flaco; yo descuidado y él tan diligente para me
engañar, ¿cómo puedo yo traer guerra y durar contra tan
285 cruel enemigo y tan cauteloso engañador?
— Prometió Dios a su pueblo de Israel que lo sacaría de
Egipto y lo llevaría a una tierra en gran manera abundosa
y fértil de todas cosas, y ya que estaba muy cerca para entrar
en ella, enviaron ciertos de los hijos de Israel para que en-
290 trasen en ella y la viesen y trujesen nuevas de ella ; los cuales
se contentaron mucho de la tierra y de su frescura, pero
vinieron espantados de los hombres de ella, que eran muy
fuertes, y las ciudades y murallas de ella también muy for-
talecidas. Cuando esto vió el pueblo, temió 'mucho y des-
295 confió de la promesa que el Señor les había hecho, que los
metería en aquella tierra. Enojóse Dios y castigólos porque
tuvieron poca confianza en la promesa que El les había
hecho.
Tus enemigos, hermano, y sus astucias y maneras ya las
300 hemos dicho; pero muy más fuerte es Dios para librarte de
todo, y más bien te puede hacer que mal todos los demonios.
Tan solamente quiere Dios que te fíes de El, que te arrimes
a El, que confíes de El y desconfíes de ti mismo, y de esta
manera ayudarte ha, y con su ayuda vencerás a todo el in-
180 SERMONES. CICLO TEMPORAL
305 fiemo que venga contra ti. De esta firme esperanza no te
dejes caer, porque se enojará de ello, ni porque los demonios
sean muchos y muchas las tentaciones y bravas y de muchas
maneras. Está siempre arrimado a El, porque si este arrimo
y fuerza no tienes con el Señor, luego te cairás y temerás
810 cualquier cosa. De puro flojos y temerosos no servimos al
Señor. Si tuviésemos un corazón varonil, amigo de padecer
trabajos por la honra de Dios, no nos espantarían las ten-
taciones.
¡Qué de personas, qué de corazones hay flojos y quejo-
Sis sos, porque son tentados, como los así tentados se aflojen y
descontenten; como si esto lo permitiese Dios para daño
suyo! Tened paciencia en los trabajos y tentaciones, pues
es cierto que el Señor los permite por vuestro bien. ¿Cómo
coronará Dios vuestros trabajos sin paciencia? ¿Cómo te co-
320 roñará Dios si en todo se hace tu voluntad, la cual está in-
clinada a no padecer? Espera y llégate debajo de la sombra
de las alas de Dios, y en todo serás ayudado y de todos los
males y peligros librado. Verdaderamente te ama y procura
tu bien. Padre tuyo es y buen padre; a todos ayuda, y hace
325 bien a los que en El esperan.
— Padre, si el Señor me tiene amor, ¿por qué permite sea
afligido y maltratado del demonio? — Dice San Pablo: Ne
magnitudo revelationum exaltet, porque no me ensoberbezca.
— ¿Por qué San Pablo, siendo tan amigo de Dios? — Así
330 conviene porque en nuestras flaquezas y tentaciones conoz-
camos la necesidad que del favor y ayuda del Señor tenemos,
y le pidamos favor, viendo claramente que sin su favor y
ayuda nada podemos hacer. Más seguridad tienen las ten-
taciones y trabajos que no los consuelos y regalos, porque
335 en las graves tentaciones y trabajos conocerás que la mano
poderosa del Señor es la que te tiene que no caigas, aunque
también caigas en otras tentacioncillas de nonada. Pues en lo
poco caes y en lo mucho y fuerte no eres derribado, razón
es que conozcas que obra la misericordia del Señor ese tu
340 estar en pie. Por eso digo que el afligirte Dios y permitir
que seas gravemente tentado, consiéntelo Su Majestad por
dos cosas que de ello se siguen: por la gloria que le das a
El en esperar en El y darle la honra de la victoria, y también
por provecho tuyo, pues conoces tu flaqueza y te conservas
845 en humildad.
Veréis unos santicos que ayunan y rezan y dan sus limos-
nas, ya no parlan ni murmuran, y con esto piensan que lo
tienen todo hecho. Creed que el que no es tentado no se
puede doler ni compadecer del tentado, ni sabe orar ni rogar
350 a Dios, ni acaba enteramente de conocerle. De aquí viene
SEA bien
328 Cf. 3 Cor. 12, 7.
9. DOM. I DE CUARESMA
181
que, cuando alguno tentado va a ti,' te espantas y le riñes
y te muestras áspero, porque no sabes qué cosa es ser ten-
tado, y el que lo es consuela y anima y esfuerza al que va
[a] él, porque se duele de él y conoce la necesidad que de su
355 consuelo tiene. Y mucho mejor sabrá darse a Dios y orar el
que se sintiere tentado que el que tuviese consolaciones, por-
que la necesidad que siente que de la mano y del favor del
Señor tiene, le hará humillarse a Dios y pedirle misericordia
en sus trabajos.
360 No está Dios lejos de los tentados y afligidos y de aquellos
que varonilmente pelean por no ser derribados por la honra
de Jesucristo, su Capitán. Si no, mirad a Santo Antonio en
aquella batalla que tuvo con los demonios, que le dijo a
Jesucristo: — ¿ Dónde estabas, Señor? —Aquí estaba, aun-
365 que no me veías, para coronar tu victoria.
Cuando en alguna necesidad te vieres, llama al Señor,
dale voces, que oírte ha, que El mismo dijo: Clamabit ad me
et ego exaudiam eum, etc. Aquél llama que a sólo el Señor
pide socorro y no a otra ninguna pura criatura, y de él solo
370 espera y no de otra ninguna cosa. Las piedras preciosas con
que se ha de fabricar nuestra corona son las tentaciones y
los trabajos; que San Gregorio dice: Quoties resistís, toties
coronaberis. Accipite armaturam fidei, dice San Pablo; to-
mad las armas de la fe, porque el que se arma con la fe viva,
375 que aquí dice San Pablo, está fuerte para resistir, porque lo
que en su corazón tiene de las cosas espirituales y eternas
le hace menospreciar todo lo de acá y tener en poco cual-
quier trabajo que por alcanzar aquéllas le viene.
Llámase día malo el de la tentación por el trabajo que
380 el tentado padece en resistir y por el gran peligro en que está
durante la tentación, porque, como el demonio es tan impor-
tuno y sabe que algunos, por no padecer el trabajo del re-
sistir mucho tiempo, consienten, da graves importunidades,
ut saltem taedio consentiant , y por esto es día malo el de la
335 tentación, pues en él estamos en víspera de perder a Dios,
si consintimos. Y aunque es verdad que en este día estás en
este peligro y en esta pena, esfuérzate tú, hermano, con el
favor del Señor, para vencer, considerando que mayor es el
placer que ternás de haber vencido que la pena que padeces
390 cuando eres tentado.
¿De dónde viene que responde el confesor al que le
cuenta alguna tentación o flaqueza: "¿Cómo hacéis eso,
para qué sois ansí, por qué no hacéis estotro?", sino de no
haber sido tentado? Y como no lo ha sido, juzga por sí a
365 San Atanasio, Vita B. Antonii, c. g : ML 73, 132.
368 !Ps. 90, 15.
373 San Gregorio, Moral., 1. 14, c. 35, 42 : ML 75, 1062.
374 Cf. Eph. 6, 11.
182 SERMONES. CICLO TEMPORAL
395 los otros, y como no Hay hombre que de su proprio natu-
ral no ame o aborrezca algún vicio más que a otro, cuando
ve en alguno lo que aborrece, no lo puede ni sabe sufrir, y
quiere que todos como él lo aborrezcan, y espántase que
alguno lo cometa. Finalmente, que el que no es tentado no
400 sabe nada, ni puede consolar al tentado.
¿Qué haremos en la — Ya, padre, estamos en esta gue-
tentación? rra Y no Ia podemos huir, decí,
¿qué haremos?
— 'Hablen, hablen los capitanes. Dice San Pedro: Fra-
405 tres, sobrii estote, etc. Hermanos, dice el príncipe de los
apóstoles, sed templados. Tiene mucha razón por cierto.
¡Qué de males causa este comer! ¡A cuántos derriba el ene-
migo! Hácelos hartar hasta no más, y vase riendo de ellos,
y envía a otro peor que él, y dice: "¡Cuál te lo dejo! Ve tú
410 y tiéntalo como quisieres, que bueno queda y aparejado
para todo lo que de él quisieres hacer". Con este pecado
derribó el demonio a nuestra primera madre Eva y con
éste tentó hoy a nuestro Señor Jesucristo, diciéndole: Haz
que estas piedras se tornen pan.
415 Dice más San Pedro: Vigilate. Habíasenos de pasar la
mayor parte de la noche velando y rogando a Dios nos
librase de este enemigo y nos diese fuerzas para echar de
nosotros todo mal, pues nuestro enemigo no duerme, antes
siempre está velándonos, cuándo descubriremos una hebi-
420 lleta por donde nos pueda herir y inficionar con sus ten-
taciones. Y ansí dice Job de él que no se contenta con
tragar los ríos por ahí, sino que tiene esperanza de tra-
garse y sorberse el río Jordán. No se contenta él con hacer
caer a los hombres descuidados, sino procura y quiere ha-
425 cer caer con sus artes a los que son prósperos en el ser-
vicio de nuestro Señor y llevan su corriente alegre y de-
leitosa por los prados de la contemplación y gustos de
Dios y de su sagrada Escriptura.
Curas, prelados, mirad y velad, catad que el demonio
430 sabe que el bien de otros pende de vosotros y de vuestro
ejemplo. Trabaja mucho por derribaros y hace que contra
vosotros se acueste la mayor fuerza de sus engaños, pues
derribando a vosotros, juntamente derriba a otros muchos.
¿No dice acullá que totumt pondus praelii versum est in
435 Saúl, toda la fuerza de la batalla se acostó en Saúl? Por-
que derribado el capitán, ,en quien todos tienen los ojos,
luego desmayan. Y por eso la caída de los tales es más
procurada y deseada del demonio que la de los otros hom-
406 Brcv. Rom., Lect. brcv. ad Complctorittm ; cf. 1 Petr. 5, 8.
411 Qf. San Juan Clímaco, Scala paradisi, grad. 14: MG 88, 867 s.
414 Mt. 4, 3. 415 1 Petr. 5, 8. 435 I Reg. 31, ¡.
q. IX>M. I DE CUARESMA
183
'bres, porque no va tanto en ella. Y por tener guerra contra
440 él no te has de espantar ni acobardar, pues es cierto que
el día que hiciste paz con el Señor, ése mesmo heciste gue-
rra con el demonio. Si el demonio es poderoso para te ven-
cer y engañar, más fuerte y sabio es Dios para te defender
y ayudar. Más te ayuda Dios que él te tentará.
445 Bramando anda, dice San Pedro, buscando a quien tra-
gar. Resistite fortes in fide. Bienaventurado el que entien-
de esta palabra y bienaventurado el que tiene en su co-
razón fe viva, la cual lo trae seguro entre las tentaciones,
y fuerte en los trabajos, seguro y manso en los torbellinos
450 y mudanzas de este siglo. Tened memoria firme y fiucia en
la cruz de Jesucristo, de la cual huyen y van espantados
los demonios y no osan parecer delante de ella. Mirad a
San Antonio, qué defensa tenía entre todos los poderíos in-
fernales, sino fe viva en Jesucristo y la señal de la cruz, de
455 la cual iban huyendo, que no paraban delante de él.
Hay algunos hombres bobos, que de puro miedo no se
osan apartar a rezar un poco. Di, ¿qué te puede hacer?
¿No está allí presente Dios también como él? ¿Qué te
puede hacer en la presencia del Señor, estando allí tu ayu-
460 dador y guarda? Apártate, hermano, sin temor y encomién-
date a Dios, reza tus devociones, lleva fe viva, que va con-
tigo Dios y está doquiera que estuvieres; y [a] que el demonio,
ni todo el infierno, no puede allegar a ti ni hacerte mal sin
consentimiento suyo.
465 — ¡Oh padre! Que soy muy malo y pecador, y atormén-
tame con tan malos pensamientos, y háceme creer que no
me perdonará Dios. ¿Qué haré?
— Que confíes en Jesucristo y tengas fe viva que no te
desamparará, que el demonio no anda por otra cosa, sino
470 porque desesperes, agravándote tus pecados, poniéndotelos
delante para que pierdas la fe y esperanza del Señor. Y ansí
dice él: Exinanite usque ad fundamentum meum, porque
este fundamento es el que nos tiene a todos en pie en los
trabajos y nos hace fuertes en las tribulaciones, y sin él
475 no podemos edificar cosa que buena sea. Y por el camino y
modo que el demonio entra en las tentaciones para te de-
rribar y vencer, lo derribas tú y vences si con sus proprias
armas le hieres; de manera que trayéndote tentaciones de
soberbia te humilles, y con las de lujuria te hagas más
480 casto, y con las de ira más manso.
— Padre, dura mucho y me atormenta. — No digas eso,
478 hieres] hicieres
446 1 Petr. 5, 9.
455 San Atanasio, Vita B. Antonii, ce. 12, 15, 18 : ML 73, 133,
138, 142-
472 Cf. Ps. 136, 7.
184
SERMONES. CICLO TEMPORAL
antes di al Señor muy de corazón: Señor, si vuestra Ma-
jestad es servido que mil años esté en este trabajo y tribu-
lación, que para mi bien me habéis inviado, de ello seré yo
4&5 muy contento, y con todo lo que me quisiéredes inviar, pues
sé que me amáis y no me inviaréis cosa que no sea para
vuestra honra y mi provecho.
El rey David con piedras venció aquel gran gigante Go-
lías, que desafiaba a todo él pueblo de Dios. Busca tú, her-
490 mano, ansí, cuando te desafiare el demonio, una piedra en
la sagrada Escritura con que le quiebres la cabeza y te de-
fiendas de él.
Di jóle el demonio a Jesucristo: Haz que estas piedras se
vuelvan en pan. Responde Cristo: Non in solo pane vivit
495 homo, etc. Quiso aquí dicir Cristo que no en solo pan vive el
hombre, mas con todo aquello que quiere y manda Dios que
viva; de forma que para mantener a un hombre no es me-
nester hacer de las piedras pan, sino mantenello en las mis-
mas piedras (verbum pro re). Y más, que lo llevó al pináculo
500 del templo y le dijo: Echate de aquí, que está escrito de ti
que los ángeles te servirán. Notad y aprended de Cristo a
responder al demonio con palabras santas de la sagrada Es-
critura. En los libros santos habíades de leer ciertas horas
desocupadas, para entender en ello y para ejercitaros en las
505 palabras del Señor, para hallaros apercebidos en las tenta-
ciones. No se hace ansí y por eso andáis como andáis. Llevólo
también a un monte muy alto y di jóle: Adórame y darte he
cuanto veas; todo es mío.
Mira en qué fué a acabar. Estas son sus salidas. Díjole
510 Cristo: Vade retro; al Señor adorarás y a El solo has de
servir. Confuso y avergonzado con las respuestas que a sus
tentaciones hizo Cristo, fuése, y quedó Cristo en el campo
como fuerte guerrero. Y vinieron los ángeles a lo servir. ¿No
os acordáis cómo se hubo Melquisedec cuando vencido hobo
515 aquella batalla Abraham? Ofreció pan y vino.
Esfuérzate tú, hermano, el tiempo que en este mundo
estuvieres, a pelear varonilmente contra los demonios y sus
asechanzas. Y si ansí lo hicieres, vernán no solamente los
ángeles a te servir y consolar, pero el mismo Jesucristo
520 verná, y te consolará, y te esforzará y abrazará, y te dará
gracia para este vencimiento y después su gloria, ad quam
nos perducat.
614 se hubo] venció a. corr.
496 Mt. 4, 4 ; Le. 4, 4.
501 Mt. 4, 6.
508 Mt. 4, 9.
511 Me. 8, 33.
513 Mt. 4, 11.
IO. JUEVES DE LA SEMANA I DE CUARESMA
185
10 Venzamos a Dios en la oración *
Jueves de la I semana de Cuaresma
(Oña, Ms. est. 8, iphiit. 4, n. 55 bis, «f. 17 r - 21 r.)
Miserere mei, fili David; filia [mea] male a daemo-
nio vexatur (Mt. xs, [32]).
Exordio Para que el Señor nos envíe su gracia y todo lo
que dijéremos sea a gloria suya y alabanza, su-
pliquemos a la gloriosa Virgen María nos la alcance, y para
que ansí lo haga, digamos Ave, María.
Sale Cristo vencido (Miserere mei, etc. Las palabras que
en justa y torneo darán fundamento a nuestro sermón
con la Cananea las diJ° una muJer atribulada a
nuestro Señor Jesucristo y alcanzó
de El lo que pedía. Escríbelas San Mateo, capítulo 15. Pa-
recióme predicar de ella, porque tiene esta mujer muchos
devotos. Dicen en romance: ¡Jesús, hijo de David, habé mi-
sericordia de mí!
También en las cosas de Dios hay pasatiempos, como en
las cosas del mundo. Vimos en el Evangelio que se cantó en el
domingo pasado una justa que entre Cristo y el demonio pasó,
y cómo de ella salió vencedor nuestro Señor Jesucristo. Hoy
veremos otra en que saldrá vencido. Poderosas son las armas
y fuertes que vencen a Dios. Fué el demonio, el domingo pa-
sado, a tentar a Cristo, y fué vencido con palabras de la Sa-
grada Escriptura. Vino hoy una mujercita y extranjera en
el campo, para hacer campo, y llevaba un pleito ruin, y to-
móse a palabras con Cristo y vencióle y hízole decir: Mujer,
grande es tu fe, hágase lo que tú quieres. ¿No es buena justa?
¿No es buen torneo? ¡Qué buena guerra donde vence la mu-
jer y se hace lo que pide!
Esta historia de la Cananea es muy notoria, todos la sa-
béis; pero lo que una vez no entendistes, impusible es que,
oyéndolo otra vez, no lo entendáis; que ésta es la condición
de la Sagrada Escriptura, que cuanto más uno sube a mayor
perfección de vida y conocimiento de Dios, ansí va más en-
tendiendo en un mismo paso lo que antes no entendió. No se
añeja la sagrada Escriptura de Dios; siempre hallamos en las
cosas que muchas veces hemos leído cosas nuevas que enten-
der y secretos que otras veces no habíamos entendido. Y para
esto digamos agora el santo Evangelio.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 64-75. «Dominica secunda Quadrapesimae» (f. 17 r).
6 Mt. 15, 22.
25 Mt. 15, 28.
186
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Eran los fariseos muy grandes ayunadores y hacían muy
grandes señales en lo de fuera de santidad, y dijeron un día
40 a Cristo que por qué no hacía que sus discípulos ayunasen.
Y reprehendiólos nuestro Señor y llamólos hipócritas, por-
que no curaban tanto de las cosas de dentro que hacían al
caso como de las de fuera, que pueden ser malas y buenas.
Hecho esto, fuese de alU a Tiro y Sidón, ciudades de gen-
45 tiles, de gente infiel, dando a entender Cristo en esta ida que
se va de los corazones fingidos de los hombres doblados, que
no tienen ni curan más de otra cosa que de tener las apa-
r encías buenas. Fuése de allí, de aquellos que tenían los
corazones dañados.
50 El principal cuidado del cristiano ha de ser del corazón.
Guárdenos Dios de tener el corazón dañado y enfermo. Ansí
como en lo corporal es gran mal la enfermedad del corazón,
ansí es mucho más en lo espiritual tener dañado el corazón.
Vase el Señor de allí y sale una mujer al camino, que tenía
55 a su hija endemoniada. Si vos maldecís a vuestros hijos y
los dais al demonio, ¿por qué os maravilláis que los lleve?
¿Es mucho que tome lo que vos le dais? Pues aun a vos
mismo querría tomar, si pusible le fuese. ¡Cauterio de fuego
en tal lengua, que a las criaturas de Dios encomienda al de-
60 monio! ¡No lo hagáis, por amor de Dios! Guardaos de le en-
comendar vuestros hijos al demonio, ni a criatura igual al
demonio, que es muy ruin compañía la del demonio en grande
manera.
Sale al camino. Había oído decir de Cristo grandes bie-
65 nes y cómo hacía grandes milagros y lanzaba los demonios.
Salióle al camino. ¡Bienaventurado aquel a cuyos oídos han
venido estas nuevas de Cristo! Albricias habíamos de dar a
quien nos las trajese. En diciendo que San Juan dijo: Ecce
agnus Dei, vanse tras de El sus discípulos. ¿Pequeñas nue-
70 vas son decir que tienes quien te ama tanto, que tan atra-
vesado te tiene en su corazón, que murió por ti en una cruz?
¡Albricias, que es venido quien hará las amistades entre Dios
y los hombres, quien amansará a Dios, quien te dará alegría
en tu corazón y te consolará en tus trabajos!
75 Este es el que te rescató del poderío del demonio y de la
subjección de los pecados, y te quitó de los males y trabajos,
y te hinchió de todos los bienes y descansos. ¿Qué habíamos
de hacer, oída tan alegre nueva, sino irnos tras El? ¡Cómo
huye la tristeza y pena y crece la esperanza oídas las nuevas
80 del Evangelio! Cuando entiendes la virtud del Evangelio y
recibes en ti sus promesas, entonces lo recibes, cuando obras
en ti esta fe, te ha venido un bienaventurado bien y arrimo
59 encomienda] a add.
6g lo. i, 29. 36.
IO. JUETCS DK LA SEMANA I DE CUARESMA
187
y esperanza, para que te quite todos tus males, flaquezas y
desconsolaciones, y una virtud y fuerza que te quita toda
85 adversidad y desmayo. Y cuando no está sentado con fir-
meza en tu corazón, aunque con los oídos del cuerpo hayas
oído el Evangelio, no tienes obrada en ti su fuerza y promesa.
Buenas armas son: Oyó esta mujer extranjera con las
fe, misericordia y orejas del ánima, y con esta fe salió
90 perseverancia a^ camino a pedir remedio para sus
trabajos. ¡Oíd! Quizá os ha acaecido
alguna vez esto. Teníades alguna necesidad; pedís al Señor
con fe; mirad en esta expiriencia, que si Dios os dió a cono-
cer que pedistes, aunque se tarde, daros ha y responderos
95 ha. Sentiréis algunas veces que cuando se tardan, un no sé
qué, no sé cómo se es esto; cuando con fe demandamos, nos
dan a entender que nos oirán y que nos darán lo que pedi-
mos; sentís algunas veces que tuvo efecto vuestra petición.
Mirá bien esto. Dice el profeta David: Benedictus Dominus
100 qui non amovit orationem meam et misericordiam suam a me.
¡Bendito sea el Señor, que no apartó mi oración y su mise-
ricordia de mí! Si con fe oraste al Señor, dice Santiago, no
quitará su misericordia de ti:. Securus esto quoniam non
amovebit misericordiam suam. Compañeras inseparables son
105 oración y misericordia. Oración de corazón, que mana de
fe viva, alcanzará lo que pidiere. Si el Señor te ha hecho
merced en darte el don de la oración, darte ha también lo
que pidieres, porque, aunque te lo dilate, no se le olvida.
Salió esta mujer bien armada y dijo a voces: ¡Jesús,
lio hijo de David, habed misericordia de mí! No está ella en-
ferma; ¿cómo dice: Habed misericordia de mí? Es tanto lo
que le dolía el mal que la otra padecía, que lo tenía por suyo
propio. Tomar los males ajenos por nuestros propios, com-
padecernos de ellos como si nosotros los padeciésemos, no
115 entendemos esta palabra. ¿Quién hay agora que sienta la
afrenta y necesidad que su prójimo padece, que se duela de
sus males como si él mesmo los tuviese, y él se sienta pobre
con el pobre, y tentado con el tentado, y afligido con el afli-
gido? No sabemos qué es esto. No entendemos este lenguaje.
120 Antes, padre, apenas me puedo condoler de los males ajenos,
cuánto más tenerlos por míos proprios.
Mala señal es en gran manera no sentir los males ajenos ;
no sentir lo que otros padecen, mal es. Predicó San Pablo
a los de Corinto: Si quid patitur unum membrum, compa-
125 tiuntur omnia. Si alguna cosa padece un miembro, todos los
94 tarde] de add. \\ 95 han
102 Cf. PS. 63, 20.
104 Of. Iac. 5, 15-16 ; 2 Mac. 6, t6.
ni Mt. 15, 22.
125 1 Cor. 12, 26.
188
SERMONES. CICLO TEMPORAL
otros se compadecen y duelen de él. Ansí te has de doler
de tu prójimo, que es miembro y compañero de donde tú eres.
Como [cuando] tú estás enfermo de la uña del pie, todo tu
cuerpo se duele; ansí cuando tu prójimo está con alguna
130 pena y necesidad, siéntelo, pues entrambos estáis en un cuer-
po. Es gran mal no sentir un miembro el mal del otro; señal
es que está seco, pues no siente ni tiene vida para sentir los
males y trabajos del otro miembro.
Y ésta es la regla de la caridad, que no sabemos dónde
136 mora. Lo que hace la carne por parentesco, ¿no haría la
gracia con caridad y Espíritu Santo? Si no lo tenemos, pi-
dámoslo al Señor. Esto dice esta buena mujer cananea.
Esto dice a los padres sacerdotes. Llamaos así, tristes,
pues tal carga tenéis a cuestas. Cuando los quieren orde-
no nar, examínanlos si saben cantar y leer, si tienen buen pa-
trimonio; pues ya, si saben unas pocas de cánones y tie-
nen buen patrimonio, ¡sus!, ordenar. ¿En qué examinará
Dios? En la caridad para con todos y en la oración, si sa-
ben bien orar y importunar a Dios por los prójimos y
145 amansarlo y hacer amistades entre Dios y los hombres, y
sentir males ajenos y llorarlos, y sentir lo que no conocie-
ron y lo que no vieron. Y si esto no sabe, ¿qué aprovecha
todo esotro? Esto aprendimos de la Cananea.
¿Quién está aquí que no tenga alguna partecilla del de-
150 monio? Espantaréisos de esto que digo. Adelante diremos
algo sobre esto.
Aquí calló con esta mujer, y el domingo pasado habló
con el demonio, cuando con las palabras de la sagrada Es-
criptura le venció. ¿Habéis sufrido esta lanzada en la ora-
155 ción, cuando os salís de ella tan frío y tan seco y tan sin
devoción como entrastes y algunas veces peor y más duro?
Aprended de esta mujer, que fué a rogar a Dios, y, como
no le respondió, fué a sus santos, llegóse a sus santos
discípulos y rogóles que hablasen por ella a Jesucristo. ¡Qué
160 solicitud traía de unos en otros! Y cómo los importunaba,
pues que los apóstoles dijeron a Cristo: Dimitte Mam, quia
clamat post nos; haced ya, Señor, lo que esta mujer os
ruega, que viene dando voces tras nosotros. Y dijo Cristo:
No soy enviado yo sino a las ovejas que perecieron de la
165 casa de Israel. ¿Agora respondéis con eso, Señor, después
de importunado y rogado por ella y por los santos apóstoles,
que puso por rogadores? ¿Con eso salís? Peor es eso, Se-
ñor, que callar. ¿Quién tuviera un arnés de Milán para
sufrir eso?
170 Póneste a un rinconcillo a rogar a Dios alguna cosa, y
parece que te desecha y te dice: "Anda, calla, déjate de
165 Cf. Mt. 15, 23-24.
IO. JUEVES DE LA SEMANA I DE CUARESMA
189
eso, que no es para ti eso, no se puede hacer, que no te has
de salvar, que no estás bien con Dios, apártate allá". Y con
todo esto porfía la mujer. Vase ella a Cristo y dice: Domi-
175 ne, adiuva me. Aun no estás llagada, ¿y pides ayuda?
¿Qué refrescos traes para pedir? ¿Mientras más disfavor,
mayor esperanza?
Abraham in spem contra spem credidit. Abrahán creyó
en la esperanza contra toda esperanza.
180 —Padre, ¿por qué nuestro Señor quiso que nuestra fe
fuese tan subida sobre todo nuestro juicio y entendimiento?
¿Para qué nos hace creer cosas que sobrepujan a nuestra
naturaleza y saber humano? Ya que ansí lo quiso Dios,
¿para qué nos dice San Pablo bienaventurado que estemos
185 aparejados para dar razón de nuestr fe a quien nos la de-
mandare ?
— Entendeldo de esta manera: que no habéis de dar ra-
zón de las cosas que creéis, de lo que Dios os manda creer,
pero habéisla de dar cómo lo creéis. Díceos que debajo de
190 las especies sacramentales está el santísimo cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo; no hay razón para que esto creáis,
pero hay razón, y muy grande razón, para que ansí lo creáis.
Y ansí de todos los otros artículos.
No hay doctrina que tanta razón tenga de ser creída y
195 menos razón tenga en naturaleza humana y en reglas de
ella. La secta de Mahoma tuvo algunos milagros falsos;
no fueron bastantes para que fuera razón para que la reci-
bieran. La ley de Moisés milagros tuvo, pero, después de
pasado Moisés, ¿vinieron? Ningún milagro vieron, sino
200 creyeron a los que oían decir que en tiempo de sus antepa-
sados obró Dios entre ellos; pues la de Moisés recibieron
algunos porque vieron algunos pocos de milagros que se
hicieron; otros porque oyeron decir a sus padres que se
habían hecho. ¿Por qué no recebís ésta, adonde tantos y
205 tan grandes y por diversos lugares Dios ha hecho para su
confirmación? ¡Qué de muertos han resucitado, enfermos
sanado, ciegos alumbrado, y mil millares de cosas que no
se podrían en mucho tiempo contar! Ansí dijo el rey David:
Testimonia tua credibilia Jacta sunt nimis; Tus testimo-
nio nios, etc. Pues ¿por qué ordenó el Señor que fuese creída
cosa contra razón? ¿Por qué, buscando a Dios, parece que
se nos aleja?
Creyó en esperanza contra esperanza Abrahán. Decíale
su edad: "Ya eres viejo y tu mujer también, ¿cómo podéis
215 engendrar ni tener hijo?" Lee a Teofi'lato sobre aquello que
175 Cf. Mt. 15, 25.
179 Cf. Rom. 4, 18.
186 Cf. Rom. 12, 1.
aio Ps. 92, 5.
190
SERMONES. CICLO TEMPORAL
dice: Non fui infirmatus in fide. Dice: Más trabajo es bien
creer que bien obrar, y más ánimo y esfuerzo es para creer
que para obrar.
Querría que no le pidiésemos señales, como os prediqué
220 el domingo. Ansí lo hace la mujer cananea, que habiéndola
desechado Cristo, vuelve como de primero con fuerzas fres-
cas. Y mirad qué respuesta le dieron. No hacía Jesucristo
aquello de cruel y áspero, sino porque conozca el universo
mundo la grandísima fe de esta mujer. No es bueno tomar el
225 pan de los hijos y darlo a los perros. Eso que tú pides es
para hijos y tú eres perra. Esperá, Señor, que, si es perra,
quizá os morderá.
Dícete a ti: Quien esto ha hecho, ¿pide misericordia?
Quien tanto ha pecado, ¿osa llegar a Dios? Esto es 11a-
230 marte perra.
— Etiam, Domine! No pido yo lo que se ha de dar a los
hijos buenos. Habéis dado tanto a los hijos, habéisles pre-
dicado, enseñado; nacistes entre ellos, habéis sanado, resu-
citado, ¿qué, Señor, hay que no hayáis hecho por ellos?
235 Dadme a mí de lo que sobra. 'Parecióle bien la perseverancia
y fe viva de esta mujer, y respondióle: Mujer, grande es tu
fe, hágase como lo pides; y sanóle la hija desde aquélla
hora. ¡Basta!, que va el Señor vencido, pues se hizo todo
lo que la Cananea, de gran fe, le pidió.
240 Para muchas cosas Habéis visto esta justa. Vamos nos-
es buena la oración, otros y entremos en la guerra.
Oremos siempre ¿Quién hay que no tenga hija en-
demoniada? Parece que se nos es-
peluzan los cabellos de decir y oír que el demonio more en
245 alguno. ¿Qué es morar Dios en uno? ¿Qué es morar el de-
monio en otro? Morar Dios en uno es tener aquél condición
de Dios, y morar el demonio es tener condición del demonio.
Llama la sagrada Escriptura a un [o] zorra, león, cabrón,
lobo y ansí otros nombres, porque aquel tal tiene condición
250 de aquel animal cuyo nombre tiene. Si tú sientes en tu
corazón algo del demonio — aunque no tengas pecado mortal,
ternás un poco de ira, comer un poco demasiado, dormir
algunas veces más de lo que es menester — , esto tal te
atormentará como demonio; y estotro, que es tenerlo en
255 el cuerpo, es por pecados o porque alguna vez lo permite
nuestro Señor, que posea el cuerpo como posee el ánima,
porque sea pena del pecado, que posea y atormente el cuer-
po, el que posee y atormenta el ánima. En la primitiva
Iglesia los que ansí eran poseídos del demonio dejábanlos
216 Cf. Rom. 4, ig. Cf. Teofilacto, ExposU. in ep. ad Rom., c. 4
MG 124, 398.
238 Mt. 15, 26-28.
IO. JUEVES DE LA SEMANA I DE CUARESMA
191
260 estar hasta que era tiempo de consagrar, y ya que querían
consagrar, salíanse fuera.
Grandísima fuerza es menester para no ser poseído del
demonio, porque, demás de ser sus tentaciones grandes y
poderosas, lo peor que tiene es ser importuno. Algunos hay
265 que por sólo su importunidad se dejan vencer. Otras veces
hay otros endemoniados cuanto al cuerpo, y no es pena de
pecado, sino porque lo quiere y permite Dios por algún
bien del hombre.
Un monje muy santo rogó al Señor que permitiese que
270 un demonio entrase en su cuerpo, para que la gente que
lo iba a ver por santo, viendo que estaba endemoniado, lo
tuviesen por malo y pecador, y ansí cesasen las visitas y el
temor que tenía de perder a Dios, viéndose tan estimado de
las gentes. Pocos hay de éstos. Al revés de esto, sé que ha-
275 brá quien se haga endemoniado porque lo tengan por santo.
Pidiendo San Pablo que le fuese quitada aquella tenta-
ción, sea lo que fuera, del demonio, o de carne, o de otros
hombres, respondiéronle: Sufrid los pescozones del demo-
nio porque no os posea el ánima. Es tanto sagaz y fuerte
280 el demonio, que siempre habíamos de andar la barba sobre
el hombro, apercebidos, armados, que no nos faltase una
hebilleta, porque no nos hiriese por allí, porque siempre
anda buscando oportunidad para matarnos. No hay contra
él otra mayor fuerza y armas que confesar y comulgar.
285 Comulga, confiesa, y estarás fuerte para esta batalla, y
entonces combate muy más fuerte. Dejemos esto que nunca
acabaremos, y baste lo que dijimos acerca de esta batalla
en el domingo pasado.
¿Quién no tiene un poquillo de ira? Hay algunas ten-
290 taciones que son del demonio y otras que son de nosotros
propios. Y si quisierdes saber cuándo son nuestras o cuán-
do son del demonio, mirad, cuando sois tentado, si os
acometen valentísimamente. Entonces señal es que aquello
es del demonio. Cuando no vienen así recias ni con aquellos
295 ímpetus, son de nos propio. Así como cuando para hacer
una buena obra os escondéis y la hacéis con un fervor como
de fuego, y esto tal decís que es de Dios, ansí acullá,
cuando las buenas obras hacéis con poco fuego, conocéis
que son salidas de vos, pues no van con ardor como iban
300 las otras. Dice San Pablo a los tesalonicenses : Accepistis
ittud non ut verbum hominis, sed sicut est veré verbum
Dei, qui operatur in nobis, que quiere decir: Recebistes la
palabra no como dicha de hombres, sino como es verdade-
ramente de Dios, el cual obra con eficacia en vosotros que
305 creistes.
¿Quién hay que no tenga algo del demonio, aunque no
279 Cf- 2 Cor. 12, 7 ss.
305 Cf. Thess. 2, 13.
192
SERMONES. CICLO TEMPORAL
lo entienda? Si lo que anda en tu ánima es Dios, para
que pidas de Dios, nos encomiendan hoy en el Evangelio
la oración. — Señor, ¿y esas armas son bastantes para
310 vencer las tentaciones, y para hacer huir al demonio, y
para dar fuerzs al ánima? — Leed y veréis cuan encomenda-
da está la oración en la santa Escriptura. Oró Jesucristo para
tomar y escoger sus santos apóstoles. ¿Quién mejor que
Jesucristo sabía las cosas que se habian de hacer? Y El
315 más y mejor oró que nadie. Ninguna cosa obró en este
mundo sin que alzase sus ojos al Padre Eterno y orase.
Ora tú, hermano, pues tanta necesidad tienes y tenemos de
orar. Ora para comer, ora para ir donde hubieres de ir;
no hagas cosa que primero no la encomiendes a Dios, pues
320 va tanto en ello, o acertar o errar.
Dice Cristo: Oportet semper orare et numquam defioere.
Hemos de orar siempre, de noche y de día y en todo lugar.
Es un frasis y buena manera de hablar cuando encomenda-
mos alguna cosa que conviene que se haga con diligencia y
325 cuidado y muchas veces; como si quisiésemos decir que uno
come mucho, decimos nunca hace sino comer, no es otro
su oficio. Ansí aquí Cristo dice que siempre oremos; quie-
re decir que lo hagamos muchas veces y con cuidado.
Y, pues nos va mucho en ello, no hemos trabajar "las manos
330 en la rueca y los ojos en la puerta", como dicen de la mala
mujer.
Dice Jeremías: Levemus manus et corda, levantemos las
manos y el corazón. No te estorban las manos para te
encomendar a Dios. Graciosa y muy agradable oración ha-
335 réis si, dondequiera que os halláredes, alzardes vuestros
corazones a Dios y lo tuvierdes presente en vuestra memo-
ria. ¿Quién os estorbará que no podáis hacer esto?
— Señor, mostráme lo que tengo de hacer porque no
yerre. — No hay puerta cerrada para Dios. Siempre, de
340 noche y de día, podéis entrar a negociar con El muy de
gana. Y te oirá y consolará y hará todo lo que fuere me-
nester que convenga a tu provecho. Gran misericordia es
tener a ese Señor tan de la mano, con quien tantos nego-
cios y de tanta importancia tenemos. Conviene, pues, siem-
345 pre orar y estar siempre delante de El. Y cualquier cosa
en que entiendes está ya bien enhilada y acabada, no por
eso te descuides de 'llamar al Señor para que venga su
ayuda y favor, sin el cual ni se comenzara, ni se mediara,
ni tuviera buen fin ese negocio en que entiendes. No penséis
350 que cosa buena podéis hacer sin su consejo, antes sin él
en todo erraréis.
Vino Josué y por no encomendarse a Dios y tomar su
340 de muy 352 por no] prono
322 Cf. Le. 18, A 333 Gf. Thren. 3, 41.
IO. JUEVES DE LA SEMANA I DE CUARESMA
193
respuesta, fué engañado de los gabaonitas, que vinieron con
los capotes rotos y ropas rompidas y el pan endurecido.
355 Y de aquí es que, por letrado que seas, muy encomendado,
lo encomendéis a Dios, y poned en sus manos, y no os fiéis
en vos mismo ni de vuestro seso ni entender, y fiaos del
de Dios y no erraréis. Y si errastes, es porque os fiastes
de quien no podía acertar, y así no es falta de Dios.
360 — Padre, ya lo miro bien y lo remiro y lo pienso y lo
comunico con mis amigos, y se lo encomendé que lo mirasen.
— Falta que no lo encomiendas a Dios. Y aunque nuestro
Señor os hubiese revelado que os había de salvar o cual-
quiera otra cosa, no por eso os habéis de entibiar ni dejar de
365 rogárselo, como si no os hubiese certificado de ello. Lee
ad Romanos [1]5; dice San Pablo: Scio autem quod veniens
ad vos, in abundantia benedictionis Evangelii Christi ¡ue-
niam. Y luego díceles que rueguen a Dios mucho por él,
que lo libre de las manos de los infieles que están en Judea.
370 Dice Orígenes que, para que no se impida la orden que
Dios tiene dada para ejecución de los fines, conviene que
oremos y nos encomendemos a nuestro Señor en lo que sa-
bemos y en lo que no sabemos, y en lo que entendemos, y
en todo cuanto a la mano nos viniere, pues en todo somos
375 necesitados y faltos de consejo y favor de Dios. Y si me
preguntáis que por qué andamos tales, dígoos que porque
no oramos, porque tenemos olvidada la oración, y aun no
sabemos ya qué cosa es oración, y traemos las ánimas
flacas, desmayadas, llenas de temor, desconfiadas, sin jugo
380 ni regalo. Eso es decir que cuantos males tenemos vienen
por falta de la oración, y que perdéis muchos bienes, que
no sabéis comunicar con Dios.
Sois vos sucio y deshonesto, y veis que El es casto y
honesto, y habéis vergüenza de hablar con El, parecién-
386 doos que os conoce vuestro mal, y habéis empacho de hacer
cosa mala delante de El y os corréis aun en pensarla. Si
os acostumbráis a poneros delante del Señor, si os fuésedes
a comunicar algunos ratos con El, no duraríades mucho en el
pecado, porque su limpieza y santidad os causaría que tuvié-
390 sedes vergüenza de volver a tan santa conversación envuelto
en pecados. Comunicaos con El, recogeos un poco a solas
con El en vuestro rinconcillo, si queréis sanar de vuestros
males. Si cada noche os tomásedes cuenta delante de El
de lo que en el día habéis pensado, hablado y hecho, cuan-
395 do otro día fuésedes a dar esta cuenta, de empacho si-
quiera dejaríades de hacer muchas cosas de las que hacéis
353 respuesta J y add. || 355 seas] y add, |, 356 encomendáis
369 Cf. Rom. 13, 29-31.
375 Orígenes, Comm. in cp. ad Rom., 1. 10, 35 : MG 14, 1276 s.
D. Avila 2
194
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y traba jaríades de enmendaros. Y de aquí es que los que
tienen cuenta con Dios no pueden mucho tiempo, ni aun
poco, durar en pecado ni ofensa suya; mas quien no tiene
400 este freno y guarda ni viene delante de la luz y claridad y
limpjeza y santidad de Dios nuestro Señor, pásanse meses
y años sin enmienda, y plega a Dios que no sea toda la
vida.
Aunque pueda pare- —Señor, ¿por qué no me lo dan?
405 cer lo contrario, siem- — -Porque te quiere en otra cosa
_^ , -¿ que más te convenga. Si te dilata
pre atiende Dios mies- £ios lo que le pfdes> todo por
tra oración mejor y que más conviene a tu
salvación. No es Dios sordo ni es
40.0 riguroso; ámate, bien te quiere. Dijo nuestro Maestro y
Redemptor Jesucristo: Gracias te hago, Señor, porque siem-
pre me oyes. También en estas palabras dió gracias por
nosotros, que siempre somos oídos de Dios, qui salvos facis
sperantes in te. Esperemos, confíe el corazón en el Señor,
416 no se nos caiga luego si luego no nos responde, que El nos
responderá y nos dará lo que le pedimos, que no dijo en
balde: Petite et accipietis, etc. ¿Para qué había de haber
dicho la suma Verdad esto, si después se había de hacer
sordo a nuestras peticiones y a nuestros trabajos y escon-
420 derse cuando le llamamos? No dejará de responder aunque
algo se tarde, y si se tardare, no os congojéis, que así
conviene, así es menester; tened virtud para lo esperar con
fe, que El cumplirá su palabra y nos responderá, pues nos
tiene dicho que busquemos y pidamos y llamemos. ¡Oh ver-
425 güenza de los hombres, que no van, siendo convidados y
llamados !
— Pues ¿por qué no me dan 'lo que pido? — Porque no
conviene. — '¿Por qué no me da Dios hijos?, ¿por qué me
da enfermedades?, ¿por qué me quita los bienes?, ¿por
480 qué no me da esto?, ¿por qué no me da lo otro?
— 'Porque, si eres bueno, contentarte has así, y si no, te
conviene porque eres malo. El buen cristiano no pide sino
aquello que lo haga bueno, aquello que lo lleve al cielo.
Dice Dios: "Pues déjame hacer, que yo te daré aquello que
435 más te conviene para ese fin que buscas." Esto es, diligen-
tibus Deum omnia cooperantur in bonum. Nunca pidas cosa
jamás a nuestro Señor sin que dejes ese seno vacío: Deum.
¡Oh si esto fuese, esa puerta abierta, esa condición clara!
Señor, dádmelo si cumple a mi ánima.
440 Dice San Augustín que multa concedit Deus iratus, quae
414 Esperamos
414 Ps. 16, 7. 436 Rom. 8, 28.
417 lo. 16, 24.
10. JUEVES DE LA SEMANA I DE CUARESMA
195
non concederet propitius. Estáis vos enfermo; pedís al mé-
dico que os dé agua o otra cosa que sabe él que os hará mal.
Dice él: "No conviene, catad que es dañoso". I[m]portunáis-
lo y decísle que, porque os quiere mal, os niega lo que le
446 pedís. Tantas veces se lo pedís, que os lo da y dice: "Tó-
malo allá, con ello te ahogues". Nunca ahinques, sino di:
"Señor, si viere vuestra Majestad que me cumple, déme
esto, y si no, no me lo dé, si no fuere para mi salvación";
y de esta manera siempre acertaréis y el Señor no dará
450 sino aquello con que vuestra ánima se salve, y con ello
estad contento, pues si sois bueno, éste ha de ser vuestro
deseo y éste ha de ser vuestro fin en todas vuestras de-
mandas. Si lo que agora pides no te lo da, es por el mucho
amor que te tiene y porque sabe que dándotelo te perderás.
455 Y si el médico no te da lo que le pides, porque no te haga
mal lo hace y no porque te quiera mal. Y de esto no te
quieras quejar, pues no tienes de qué, pues proviene de
mayor amor lo que parece desamor; y es conceder lo que
a ti te parece negar, y te daña, aunque a ti te parece
460 lo contrario; y te responde, aunque parece que se hace
sordo.
A otros no les da Dios lo que piden porque al tiempo de
la paga reciban mayor galardón. Claro está que vale más
jornal de diez días que de uno. Todo lo que agora trabajas
465 y te afliges, demandado justo lo galardonará nuestro Señor,
y si luego no lo paga, por más bien tuyo es. Otra prin-
cipal causa hay por que no te dan lo que pides... Sí dan.
No pides sin que te den, porque el no darte es darte. Dime,
si estuviese un hombre en grandísimo peligro, que lo qui-
470 siesen degollar, y este tal pidiese un dij...; hombre, ruega
que no te maten, ruega que te perdonen, deja agora el dij.
Está tu ánima en algún pecado, ¿no vale más que te den
lo que más te cumple, para que entres en tu ánima y digas :
"¿Para qué me niega el Señor esto?; algo tengo yo hecho
475 contra El; enojado le tengo, pues no me quiere oír"? Este
es grande aguijón y vale mucho para los que están des-
cuidados y metidos en algunos pecados.
— Señor, esto he pedido, no me respondéis; no me mos-
tráis vuestra cara; pésame que estáis mal conmigo; yo me
480 enmendaré, Señor. ¡Perdonadme! Quiero ser mejor y hacer
penitencia. — De manera que con negaros vuestra demanda
conocéis vuestros pecados y teméis la cara regurosa y es-
pantosa de Dios para el otro mundo. Agora cosa es espan-
tosa un pecado. Pues acá en este mundo, donde no se co-
485 nocen las cosas como son, hace temer tanto la regurosa
441 San AGUSTÍN, Sertn. 354, c. 7 (J\IL 39, 1567) : «Aliquanrfo
Deus iratus tlat quotl petis, el Deus propitius neg'at quod petis».
196
SI KMONES. CICLO TEMPORAL
justicia de Dios, ¿qué será donde claramente estará en su
peso y fealdad? ¿Qué será parecer allí delante de Dios car-
gado de pecados y ofensas contra El?
Quejáisos cómo no me oye Dios, cómo no me consuela,
49¿ cómo no me da devoción; siéntolo reguroso, parece que me
despide, en ninguna cosa hallo contento, no sé qué me haga.
Hermano, mira muy bien eso, cata que lo hace nuestro
Señor Dios muchas veces con aquellos que desamoradamente
tratan a sus prójimos. Pensad bien si tenéis algún prójimo
495 enojado, si sois desabrido con los que tratáis, si os doléis
de lo que padecen, si los amáis o si los maltratáis, porque
de la manera que vos con ellos os hobiéredes, de esa mis-
ma se habrá nuestro Señor con vos, y de esto os aprove-
charéis para hacer con vuestros prójimos lo que queréis y
500 deseáis que haga Dios con vos; los que tienen cuenta con
Dios como espejo traen sus ánimas y de aquella misma
manera conversan y tratan a sus prójimos como quieren y
desean ser tratados de Dios. Pues sabed que no habrá más
cierta mercaduría ni que tan cierto corresponda como tratar
505 bien y amorosamente a los prójimos y hacerles todo el bien
que pudieren, porque el Señor ansí lo haga con ellos.
¿Veis cómo, si luego os dieran lo que pedíades, no ga-
náredes tantos bienes como por lo haber negado os han
dado a conocer? Ruégoos que tengáis esto per manibus.
510 Qui obturat aurem suam ad clamorem pauperis, clamabit
et non exaudietur. Quien a las necesidades que ve y en-
tiende padecer a los pobres cierra sus orejas, terná nece-
sidad y llamará y pedirá ayuda, y no será oído. Justo juicio,
que, pues no oyes tú los gemidos y angustias de los otros
515 que padecen, no te oiga a ti Dios cuando lo hobieres me-
nester.
— Señor, ¿por qué no me oyes? — Qui obturat aurem
suam ne audiat legem. Mira también, cuando de parte de
Dios te hablamos y te decimos esto que te cumple, aunque
520 te duela, y te dice [el predicador] : esto te dice Dios, y no
te imprime más en tu corazón que si no lo dijese nadie.
Envió Dios a decir a su pueblo por el profeta Zacarías 7:
Iudicium verum iudicate, et misericordiam et miserationes
facite unusquisque cum fratre suo, et viduam et advenam
525 et pauperem et pupillum nolite calumniare. Juzgad verda-
dero juicio; misericordia y misericordias haga cada uno
con su hermano; a la viuda, ni al huérfano, ni al extran-
jero, ni al pobre, no queráis engañar. Y no lo quisieron
hacer ansí, endurecieron sus corazones y atapáronse los
513 Cf. Prov. 21, 1 v
518 IS. 33. U-
528 Cf. Zach. 7, c^m.
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DE CUARESMA
197
530 oídos por no entenderlo; por lo cual gravísimamente se
enojó Dios y díjoles que ansí darían ellos voces y no las oiría.
Gran mal es no sentir esto, que llamemos a Dios y no
nos quiera oír. Hagamos misericordia con nuestros próji-
mos, amémoslos, socorrámoslos, porque cuando nosotros
535 llamemos a Dios nos oiga. Y si alguna vez no respondiere
tan presto y se nos mostrare áspero, será para más bien
nuestro y aviso. Pues ansí es, llamémoslo, y si no respon-
diere una vez, llamémo[s]lo otra y otra, que respondernos
ha y darnos ha gracia y después gloria, quam mihi et vobis
540 praestare dignetur Christus Iesus, Mariae films, qui cum
Patre et Spiritu vivit et regnat, Deus -per omnia saeculorum
saecula. Amen.
11 ¡Agua, Señor, que nüs apague la sed! *
Viernes de la III semana de Cuaresma. Antes de 1556
(Vétentela, Biibl. Col. Patriarca, lis. 1049, ff. 124 r - 134 v.)
Qui bibcrit ex liac anua, itcrum sitict, etc.
Quien .bebiere de esta agua, otra vez habrá sed ;
mas quien bebiere del agua que yo le daré, nunca
más habrá sed (lo. 4. [ijl).
Exordio Palabras son de Cristo nuestro Redemptor, que
5 así como las dice las cumplirá.
Los que caminan para el desierto de este mundo han
menester agua, como el pueblo de Israel, que pidió agua
a Moisén, y él hirió dos veces la piedra con la vara, y
en aquello no acertó, porque le había Dios mandado que
10 hablase a la piedra y él dióle con la vara. Y a la primera
vez que tocó no salió agua, porque cuando tocó él pensaba
que, porque los pecados del pueblo eran muchos, quizá per-
mitiría el Señor que no saliese agua; y era por la poca
fe de Moisén que, en castigo de ella, no salió la primera
15 vez agua. Y fué otra vez con entera fe que Dios cumpliría
la palabra que había dicho, y entonces salió agua, que
bastó para que bebiesen ellos y sus ganados. Por desierto
caminamos; nuestra ánima ha menester agua para que dé
fructo a Dios, que la crió; tomemos la verga de Jesé, que
20 es a la Virgen María; vamos a la Piedra, que es Jesucristo;
pidámosle con fe el agua de la gracia, dicentes Ave, Maria.
542 Amen] Deo gratias add.
7 pidiendo
* El índice del Ms. lo titula : «De Samaritana». La alusión al
emperador (p. 204) nos da un término ad qucm para fechar de algu-
na manera este sermón.
17 Xum. 7-1 1. 2o Cf. 1 Cor. 10, 4.
10 Cf. Is. ii, 1.
198
SERMONES. CICLO TEMPORAL
El evangelio de la Qui biberit ex hac aqua iterum si-
Samaritana íieí^ etc. Yo tengo algún deseo de
aprovecharos, y no querría reñir ni
25 querría que tuviésedes algún pecado mortal. Por reveren-
cia de nuestro Señor, que todos dejéis los pecados de
aquí adelante y comencéis ya a servir a Dios, porque mien-
tras esto no hiciéredes no puedo dejar de reñiros, y por
eso, aunque el evangelio de hoy es de los más sabrosos
30 de todo el año, aunque yo quisiera predicar de él, pero no
haré más de declarar la letra y luego entender en lo que
conviene a vuestras ánimas.
Dice el capítulo 4 de San Juan que estaba el Señor en
la tierra de Judea y, como comenzó a predicar, predicaba
35 con tanta gracia y con tanta mansedumbre, que se iba todo
el mundo tras él por oír su doctrina. Decía la gente: No
predica éste como los fariseos, sed tamquam potestatem ha-
bens; no dice predicando: "El Señor manda esto"; no pre-
dica como intérprete de la ley, sino como dador de ella.
40 Predicaba el Señor con tan gran dulcedumbre, que, qui-
siendo una vez los fariseos prendello, enviaron gente para
que le prendiesen y quedaron ellos presos de El, y cuando
volvieron dijeron los fariseos: "¿Qué es del preso?" Di-
jeron ellos: "¿Qué queréis que lo traigamos preso, que
45 nunca sic locutus est homo?" Ibase la gente tras El, y
como crecía la doctrina de Cristo, crecía la envidia de los
fariseos y de los clérigos y frailes. Decían: "Toda la gente
se va tras El, ya no van tras San Juan; ya no baptiza,
todos se van tras El" ; y dice San Juan que no baptizaba él,
50 sino sus discípulos.
Dejó el Señor a Judea y vase otra vez a Galilea. Judea
y Galilea eran dos provincias, una como Castilla y otra
como el Andalucía. Judea era la más principal, porque en
ella estaba el templo y la ley. Para pasar de Judea a Ga-
55 Ulea era menester pasar por medio de Samaría; pero los
de esta tierra, aunque recibieron los cinco libros de Moisén,
adoraron ídolos. Envió Dios ángeles y destruyó esta tie-
rra, y luego envía Dios quien la poblase, y, después de
venidos, envíales Dios un castigo por los pecados de los
60 ídolos, sino que recibieron, como digo, los cinco libros de
Moisén, y estaba en el Génesis la promesa que había hecho
Abraham del Mesías, y ellos eran devotos de él.
Fué menester, para pasar a Galilea, pasar por medio
de Samaría y llegó a una ciudad que se llamaba Sicar, en
65 la cual estaba un pozo fuera de la ciudad, adonde venía la
gente a sacar agua. Llegó el Señor aquel pozo y llegó a
22 lo. 4, i3- 38 Mt. 7. 29.
23 Cf. lo. 4, 13. 45 lo. 7. 46-
36 Cf. lo. 3, 22-4, 3- 5° I°- 4.2-
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DE CUARESMA
199
mediodía y cansado del camino, porque iba a pie, con gran
dolor y trabajo de nuestros pecados. Dice San Juan Cri-
sóstomo que, aunque nuestro Señor tenía necesidad de ca-
70 minar a caballo, no lo hacía; iba huyendo de lo necesario,
por darnos a nosotros ejemplo que huyamos de lo superfluo.
Llegó el Señor caminando a la primera ciudad, que se lla-
maba Sicar, cerca de la heredad que dió Jacob a su hijo
Josef. Esta es la ciudad la cual asolaron los hijos de Jacob
75 por el estupro de su hermana Digna. ¡Cuán negra costó la
paseada de la doncella, que mataron por causa de ella a
todos los de aquella ciudad! A esta ciudad llegó el Señor
cerca de mediodía, cansado. Dice el evangelista que como
el Señor llegase fatigado del camino, se sentó encima del
80 pozo; que debría de tener algún brocal, y sentóse allí.
¡Quién supiese regalar a este caminante, lavándoles los pies
a los que caminan! Y el Señor viene caminando del cielo a
la tierra por nuestro remedio: razón es que lo regalemos.
Quédase allí sólo, descansando. Por eso quien quisiere ne-
85 gociar con El, vaya, que allí lo hallará solo, y el negocio
que El más quiere es que vais a regocijaros con El; id, que
allí lo hallaréis solo, que quiere negociéis cómo salvaréis
vuestra ánima.
Quedóse allí solo, y vino una mujer (El la trujo) y llegó
90 al pozo. Mirad las maravillas de Dios. Esta mujer, si os
place, estaba amancebada, y quísola él Señor pescar y,
pescándola a ella, pescó a toda aquella ciudad. Llega allí
la mujer a sacar agua, y como el Señor la vió, díjole: Mu-
lier, da mihi bibere. Y ella le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío,
95 me demandas a mí a beber, como no se traten los judíos
con los samaritanos? Porque los judíos son los que tenían
la ley, y tenían a los samaritanos por gente descomulgada
y no trataban con ellos. Y dijo el Señor: Si supieses el
don de Dios y supieses quién es el que te dice: Dame de
100 beber, por ventura no se lo negarías, y antes le pedirías tú
a El del agua, y yo no sería tan corto para contigo como
tú lo eres conmigo. [A] aquel Dios de todos y [a] aquel
Salvador de todos, no tenéis razón, samaritana, de no dalle
agua. "Yo no me excusaría, dice el Señor, como tú te ex-
105 cusas, yo te daría agua viva". Dijo día: Tú no tienes con
89 vino] y vino add.
71 San Juan Crisóstomo, Ih lo. ham. 31, 3 (MG 59, 179) : «Huc
itaque Christus venit, mollem et lascivam vitam semper abigens, la-
boriosam vero et arctam indueens. Non enim sribragalifotis usus est,
sed ita assidue iter agit, ut defatigetur. Hoc ubique docet, ut sibi
quisque operetur, nec quaerat superflua, nec mullís egeat. Ita porro
vult nos a supervacaneis alíenos esse, ut etiam multa necessaria am-
putareis.
77 Cf. Gen. 34.
200
SERMONES. CICLO TEMPORAL
qué sacedla y el pozo está hondo, ¿adonde tienes tú esa
agua viva? ¿Por ventura eres tú mayor que nuestro padre
Abrahán, que nos dió este pozo y bebió él y sus hijos de
él, y aun su ganado? Y dijo el Señor: Quien bebiere de
no esta agua, otra vez habrá sed; pero quien bebiere de la
agua que yo le daré, nunca más habrá sed y hacerse ha
en su estómago una fuente que salte hasta la vida eterna.
"Pues dices que quien bebiere del agua, dice la samaritana,
que nunca habrá sed, dame de ella, siquiera para que yo no
115 venga más acá". Díjole el Señor: Ve y llama a tu mariao.
"Señor, no tengo marido". Y dijo el Señor: Bien has dicho
que no tienes marido. — No le quiso decir que estaba aman-
cebada, sino con palabras corteses díjole: "No tienes ma-
rido"; y dijo El: "Verdad decís".
120 Y como vido que le descubrió los secretos de su cora-
zón y todo lo que había hecho, que por ventura nadie
no 'lo sabía, díjole: Veo, Señor, que sois profeta. Mirad
qué cosa son los corazones sencillos y sin mancilla, aunque
estén en pecado: que aunque el Señor le dijo aquello, no
125 se enojó. Si aquello les dijera a los fariseos, dijeran que
tenía demonio. Guárdeos Dios de corazones maliciosos. Es-
taba aquella mujercita en aquel pecado y quizás había llo-
rado muchas lágrimas porque Dios hobiese de ella miseri-
cordia, y vino la hora en que el Señor lo hizo; y dijo ella:
130 "Creo que debe ser profeta. Dime: Nuestros padres adora-
ron a Dios en este monte, y vosotros los judíos decís que
en Jerusalén está el lugar donde conviene orar, ¿cuáles te
parecían que acertaban?" No es pequeña la pregunta de
la buena mujer, y porque no se puede responder sin fun-
135 damento de Escritura, díjole el Señor: Créeme, mujer, que
verná hora, y ya es llegada, cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoréis a Dios. Vosotros adoráis lo que no sa~
béis, y nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salud
de los judíos es, el conocimiento de Dios en nosotros está,
140 y por eso estáis vosotros engañados en pensar que con
adorar a Dios habéis de adorar juntamente a vuestros ído-
los; pero verná día cuando los verdaderos adoradores ado-
rarán a Dios en espíritu y en verdad, porque Dios espíritu
es y tales adoradores busca. (Vide super hoc in sermone
145 adventus Domini.) Y como la mujer oyó esto, dijo: Scio
quia Messias venit, qui dicitur Christus: Ule, cum venerit,
annuntiabit nobis. Aquel alto y amigo de bajos, aquel Dios
y amigo de las hormiguitas, abre su boca y dícele: Ese
Mesías es el que habla contigo. ¡Bendito seas tú, Dios,
150 amigo de bajos y pobres, lo que no quisiste manifestar a los
fariseos, que te andaban preguntando: "¿Eres tú el Me-
sías?, dinos quién eres", manifiéstaselo a esta mujercita
diciendo: Yo soy que hablo contigo!
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DF. CUARESMA
201
Y como ella oyó esto, deja el cántaro y vase a la ciudad
155 dando voces: Andad acá, andad acá, que está aquí un
hombre que me ha descubierto todos mis secretos, ¿por
ventura es éste Cristo? Y como esto oyeron, salió mucha
gente de la ciudad a ver. Y entretanto, los discípulos vinie-
ron y llegáronse a nuestro Señor y dijéronle: Maestro, ya
160 es hora que comas; y díjoles: Ya yo tengo manjar que
coma, que Nosotros no sabéis, mi manjar es hacer la vo-
luntad de mi Padre y que acabe yo su obra. Su obra es sal-
var las ánimas y remediarlas, mi comida es entender en
estos negocios. Ninguno tanta sed tuvo ni tanta hambre
166 como Jesucristo de las ánimas; por tanto, ninguno no diga
que no tiene remedio, que grandísima sed tuvo, y tanta
hambre no tuvo hombre, y así se puso en la cruz y pasó
por los tormentos como por espadas con grandísima sed de
salvar los hombres. — ¿Vosotros no decís, dice el Señor a
170 sus discípulos, que de aquí a cuatro meses viene el tiempo
del segar? Pues alzad los ojos y mirad todas esas regiones
cómo están ya las mieses blanqueando y aparejadas para
segar.
, Estando diciendo el Señor esto, sale mucha gente de la
175 ciudad — ¡bienaventurados ojos que lo vieron! — y rogaron al
Señor que fuese con ellos a la ciudad y que se estuviese al-
gunos días; y el Señor, para dar a entender que había de
morir por judíos y gentiles, como vido aquella gente que se
lo rogaba con buena intención, porque el Señor es amigo de
180 limpios de corazón y sencillos, vase con ellos, y estúvoles
predicando dos días, y dijo el evangelista que muchos habían
creído en Cristo por el dicho de la mujer, porque le había
dicho sus secretos, pero muchos más creyeron en él después
que oyeron su doctrina, y decían a la mujer: Ya no creemos
185 por lo que vos nos dijistes, sino por lo que nosotros hemos
visto. ¡Bendito sea Dios, que del mal de aquella mujer cuán-
to bien se sacó, que se ganó toda aquella ciudad! Plega a
su misericordia que, pues las palabras que aquí se han de
predicar son suyas, que provea su Majestad que las ánimas
190 que están aquí se remedien y salgan de los pecados mediante
sus palabras.
Hermanos, no dejemos estar muriendo de hambre y sed
a Jesucristo, que su sed y hambre es la salvación de las
ánimas; dejemos los pecados, siquiera por hacer placer a
195 Jesucristo, que tanto lo desea. Hemos de hablar hoy de los
que beben aquel agua que para siempre no habrán sed.
181 dfjolc
186 lo. 4, 6-42.
202
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Algunas llagas: for- Esta mujercita estaba amanceba-
nicación, estupro da... "Si soltero con soltera no es
pecado". ¿Habéis estado en algu-
200 na parte donde hay inquisición? Ninguna vez hacen aucto que
no castiguen a alguno que diga que la fornicación simple no
es pecado mortal. Buena cosa es que castigue a ésos la in-
quisición, pero no sería malo que castigase también a los
predicadores que no lo avisan. ¿Queréis que os diga quién es
205 Dios? Una cosa limpísima y que mira mucho en que tengamos
los corazones limpios, y así dice El: Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. También en
el Apocalipsi dice: No entrarán en aquella ciudad los que
no fueren limpios. ■ — ¿Una mujer de la mancebía o soltera,
210 pecar con ella es pecado? Ella quiere y yo quiero. ¿A quién
hago injuria? — A su Padre, que es Dios, y aunque la hija
quiera no lo habéis de hacer vos por amor de su Padre.
Y nuestro padre es Dios, y aquélla es su hija bastarda, por-
que está en pecado mortal, y el que lo está es hijo bastardo
215 de Dios, y por eso es pecado mortal la fornicación simple,
aunque sea con mujer de la mancebía. ¿Es pecado mortal
hurtar? ¿Sí? Pues Santo Tomás dice que es mayor pecado
la fornicación simple que no hurtar; por eso mira si es
pecado o no. San Pablo dice: Fornicatio autem, et omnis
220 immunditia, nec nominetur in vobis, sicut decet sanctos:
aut turpitudo, aut stultiloquium. ¡Oh qué dolor de corazón!
El vientre me duele, daba voces Jeremías. Fornicación no
se nombre entre vosotros. No daríamos botones de fuego
y les quemaríamos las bocas a los que hablan palabras su-
225 cias y deshonestas. Fornicación ni se nombre, porque quien
no da licencia para nombrar no dará para obrar. Y en otra
parte, ad Ephes. c. 5: Hoc autem scitote intelligentes: quod
omnis fornicator, aut immundus, aut avarus, non habent
kereditatem in regno Ohristi Dei. Y si no tienen parte en
230 el reino de Dios, ¡tristes de ellos! ¿Qué sienten las orejas
de estos de quien dice: "Si fuere fornicador no tiene parte
en Dios"? Si están aquí algunos que me oyen, pues de parte
de Dios les digo que quien es fornicador no tiene parte
en los bienes de Dios.
235 Si la fornicación es tanto pecado, ¿qué será el estu-
pro? Pasemos, pues, más adelante. Tras la fornicación
viene echar a perder doncellas. — Padre, quiérelo ella. — No
200 donde] no add. \\ 220 decet] in ada.
207 Mt. 5, 8.
209 Ctf. Aipoc. 21, 27.
218 Santo Tomás de Aquino, Summa, 2-2, q. 154, a. §.
221 Eph. 5, 3.
222 Thren. i, 20.
229 Cf. Eph. 5, 5.
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DE CUARESMA
20?,
quiere su padre, ni el del cielo ni el de la tierra. Obliga-
ción particular tenéis de restituir a su padre. Tiene el
240 padre una hija doncella en su casa, a quien ha criado con
toda la diligencia que ha podido, venís vos y echáissela
a perder; obligación tenéis de restituir al padre este gran
daño. — ¿Y ella, padre? Engañéla. Juróle de casarme con
ella por el santo sacramento y por la santísima Trinidad
245 y por tal y tal. — 'Doncellas, mirad lo que hacéis; mirá
no os engañe nadie con palabras y juramentos. ¿No sa-
béis lo que aconteció a una con el demonio? Hay unas
doncellas buenas, pero necias; creen el juramento, pien-
san que nadie dice mentira ni que nadie las engañará,
250 como ellas no lo harían, y viene el mancebo y hácele mil
juramentos de casarse con ella y, después que ya la ha
echado a perder, dice que no fué su intención de casarse
con ella, y no faltan confesores que lo dicen. ¡Triste del
que engañó moza, que quizá por engañarla no hubiste más
255 de lo que pasaste aquella noche y ella desde allí hizo mu-
chos pecados! ¡Triste de ti!, ¿qué harás delante del juicio
de Dios de tantos pecados como ha hecho por tu causa?
Por cinco mil maravedís que le diste de dote piensas que
cumpliste. Si la moza no hiciera la maldad, aunque le die-
260 ras todo el mundo, si no le dijeras que te casarías con
ella, no cumples con darle con que se case: persona le
quitaste y persona quiere que le vuelvas; y por eso, aun-
que le deis todo el oro del Perú no se la restituís la per-
sona que le quitastes. Por eso, habiéndole dado la palabra,
265 aunque no hayáis tenido esa intención, sois obligado a ca-
saros con ella. Aunque el casamiento no valió por causa
del consentimiento tuyo, mas eres obligado a consentir,
si la mujer es tal que por ninguna vía se dejara conocer de
ti sino por la palabra de casamiento que le diste.
270 No hay más sino engañar mujeres. Vi un caballero que
andaba tras una moza y anduvo muchos días y no pudo
alcanzar nada de ella, y desque no la pudo engañar co-
menzó a dar batería, y a hacerle promesas y juramentos
de casarse con ella, y juró delante de unas imágines y con
275 esto vencióse la moza, y echándole terceros y prometiendo
casamiento. La batería que da un mancebo a una moza,
¡mal año para cuanta batería hay en la guerra! Cosa que
después que yo lo oí, me espanté. Díjole: "Yo me caso con
vos por aquellas imágenes", y echóla a perder, y después
280 decía: "No consentí, no es casamiento; es más baja que
yo; quita de ahí". No faltaron confesores, y aunque presu-
mían de letrados, que le decían que, porque no había con-
sentido, que no era casamiento ni era obligado a casarse,
246 nada || 255 los || 256 harán
204 SERMONES. CICLO TEMPORAL
y decíame un hermano suyo: "¿Así que vale a engañar?
285 Pues yo me andaré a ello". Finalmente, que el negocio vino
a mí, y fué menester que hablase al mancebo y al confesor
y le enseñase los libros, y a Escoto principalmente, que
dice que cuando la moza es persona que por ningún don
dejaría conocerse sino por darle palabra de casamiento,
290 que entonces que no cumple con otra cosa sino con casarse.
Cuando hay notable desigualdad que la moza es desigual,
y se finge engañada y no lo es, como si él es un caballero
y ella una moza baja, claro está que, aunque le diga: "Ca-
sarme he contigo", que no es razón que lo crea, y por esto
295 ésta no se puede decir engañada; pero cuando no hay esta
desigualdad, no cumple sino con casarse. — No fué casa-
miento. — Verdad es, pero no habéis de andar engañando;
como si vos compráis un caballo, y después de habello igua-
lado y dado señal, dijésedes: "No fué mi intención com-
300 plallo". Así que brava cosa es echar a perder doncellas
cuando no hubiere palabras de casamiento. Hase de reme-
diar con darle con que se case, según el estado de la moza,
y lo que sus padres le pudieran dar. Gran mal es las don-
cellas descuidarse y dejarse engañar de nadie, aunque más
305 [e diga y jure. ¿No habéis oído lo que aquí pasó en Siquén
con Digna? Avisad a vuestras hijas que no crean a hombre
ninguno, aunque le jure y perjure. Mirá que es el demonio
que viene a engañar a Eva. No creáis a nadie, aunque sea
el emperador. Creedme, porque no lloréis. Las mozas en
310 este caso han de ser maliciosas para saber entender la pon-
zoña que viene metida debajo de aquellas palabras. El se-
gundo pecado de la carne es echar a perder mozas. Quien lo
hobiere hecho, harto mal ha hecho, procure remediarlo y
mire lo que le cumple.
315 Adulterio, incesto Pues no hemos entrado en el hondo
del mal. El tercero mal es adulterio.
¿Cuál es mayor mal, echar a perder a una doncella o co-
meter maldad con una casada? Mayor pecado es el de la
casada que el de la doncella, y no hay cosa que más se
320 vea y en más poco se tenga. Juego es de mancebos, y plega
a Dios que no lo sea de casados. Andarse burlando de las
mujeres ajenas, ¿qué tanto mal es ése? No lo sabéis aún
bien. — Andá, padre, que ya es casada, que no le hacemos
perder casamiento ; no debe ser tanto. — Si en el mundo hay
325 Cosa fea y mala, es un hombre llegarse a hacer maldad con
mujer ajena. ¿No? Pues preséntoos por testigo a. vos mes-
mo. ¿Cuál es la cosa que más aborrecéis? No hay genera-
ción de bárbaros ni de moros, ni de ninguna otra gente,
adonde no se tenga por grande afrenta hacer una mujer
2qo Escoto, 1 n IV Sent., d. 30, q.
306 Cf. Gen. 34.
II. VIERNES DE La semana 3 HE CUARESMA
205
330 maldad a su marido. Mandaba Dios en la vieja ley que la
mujer o hombre adúltero fuese apedreado. Si ahora se hu-
biera de ejecutar esta ley, no creo que hubiera piedras har-
tas para apedrear a todos los q\P lo merecían. Y también
mandaba que, cuando uno tuviese sospecha de su mujer...
335 —entiéndese sospecha razonable, que no sospecha liviana;
no es razón que sin ligítima causa sospeches de tu mujer,
que por tan liviana causa puedes sospechar que sea pecado
mortal el que haces en ello... Así que traíala a la iglesia
y preguntábale el sacerdote: "Di, ¿tienes culpa de esto que
340 te piden?"
La cosa más fea del mundo es una ruin mujer que hace
maldad a su marido, y si yo fuera pintor y me dijeran que
pintara la cosa más fea del mundo, pintara una mujer
casada con un hombre que trabajara para mantenella, ves-
345 tilla y para dalle lo que hubiese menester, y que ella co-
meta maldad con otro. Debajo del cielo no se pintara cosa
más fea que ésta. ¡Oh malaventurada mujer!... ¿y tienes
vergüenza de hacer tan gran maldad? ¿Qué mayor traición
puede ser que ésta contra quien tanto te quiere y trabaja
350 por ti, que el cuerpo, con el sudor de tu marido mantenido,
lo des al rufián? ¿Queréis ver a quién parece? Viene el
viernes santo y llevan los judíos a Jesucristo preso, y pre-
séntanlo delante Pilatos, y tenía entonces preso a uno que
se llamaba Barrabás y era un muy insigne ladrón. Y visto
355 que Jesucristo no merecía mal, y él deseando soltallo, pre-
guntó a la gente de la sinagoga : Ya sabéis que hay cos-
tumbre que por la honra de la Pascua se suelte un preso,
¿a quién queréis que suelte, a Barrabás o a Jesucristo?
Fué tan grande la maldad de los judíos, que dicen a voz
360 en grito: No soltéis a Jesucristo, sino a Barrabás, y cruci-
ficá a Jesucristo. ¡Oh gran maldad, que pese más en la
balanza un insigne ladrón que el Hijo de Dios, que crió
el cielo y la tierra; que sea tan grande vuestra ceguedad que
reprobéis a Jesucristo y al que está sin mácula, y escojáis
365 un famoso ladrón; que pese más, mujer, en tu corazón un
ladrón que robe la fama a ti y a tu marido que el marido
que te dió Dios! ¿Es gran mal esto? Pues oíd: Que si
fuéredes casada con un hombre feo o con un negro, lo ha-
béis de tener más que a todo el mundo, y no ha de lucir
370 otra cosa en vuestros ojos, aunque sea el rey; y si el rey
os viniere a engañar, aquél es Barrabás y se pone en com-
petencia con Jesucristo, porque la mayor honra que tiene
un hombre es tener buena mujer. Así lo dice San Pablo:
331 üf. Deut. 22, 24 ; Lev. 20, 10.
340 Cf. N 11111. 11 ss.
358 Mt. 27, 17'
361 lo. 18, 40 ; Mt. 27, 23.
206
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Mulier est caput viri. La mujer que quiere más a otro
375 hombre que al suyo, sinagoga es, que escoge a Barrabás
y reprueba a Jesucristo. ¡Oh mala mujer!, ¿y no vale más
el marido que Dios te i"^ que no el rufián que te dió el
demonio? ¿Por qué, por escoger a Barrabás, repruebas a
Jesucristo?
680 Mujer que hace maldad a su marido, las piedras se ha-
bían de levantar contra ella y apedrealla, y la tierra se
había de abrir y tragalla. ¿Qué será del hombre que an-
duviere tras ella? ¡Desdichado de él, que no se quedará
sin castigo en esta vida y en la otra! Viene David, y an-
385 dándose 'paseando por su casa por una azotea, vido a Ber-
sabé, mujer de Urías, que se estaba bañando en una huerta,
y como la vido y era hermosa codicióla, y envía que se la
trajesen; y para que se le quedase por mujer, envía a
Joab, su capitán, que dé orden cómo matasen a Urías en
390 la guerra. Nótate verba et sígnate mysteria. Mirad bien
el castigo que Dios le hizo. Va el profeta Nabán, de parte
de Dios, y dice a David: "¿Así que habéis muerto al pas-
tor y Uevádo[o]s la oveja? Pues esto dice el Señor: Del
hijo que pariere no gozarás". Y él primer hijo que parió
395 Bersabé dióle una enfermedad, de que murió. ¿Contenta-
ros heis con eso? Oíd más. Viene el otro hijo, Amón, y,
captivo del amor de su hermana, fíngese malo, y como ella
le fuese a dar de comer por mandado de su padre, durmió
con ella y echóla a perder. ¿Hay más? Oíd. Vino el otro
400 hermano, Absalón, y, como vido a su hermana deshonra-
da, convidó a su hermano a comer en cierto banquete y
matólo. Veis aquí la hija perdida y un hijo muerto. ¿Con-
tentaros heis con eso? ¿Tomastes la mujer ajena? Pues
esperad. Vino el mismo Absalón. Alzase contra su padre
405 y hácelo ir huyendo de él por no morir. Aquel David tan
esforzado, veislo aquí tan acobardado huyendo de su hijo,
y estuvo escondido él y los que le acompañaban, descalzo
y llorando. ¿Contentaréisos con eso? No paró en eso, que
adelante pasó el castigo. ¿Tomastes la mujer ajena en se-
410 creto? Pues yo os castigaré en público. Permite el Señor,
en castigo de su pecado, que su propio hijo Absalón, des-
pués de haberlo perseguido, vaya y en mitad de la plaza
duerma con diez mancebas de [su] padre. Veis aquí de qué
manera castigó Dios él pecado que cometió David. ¿Habéis
415 leído los salmos? ¿No dice David: Lavabo per singulas noc-
tes lectura meum, et lacrymis meis stratum meum rigabo,
et alibi: Fuerunt mihi lacrymae meae <panes die ac nocte,
374 Of. i Cor. n. 7
385 Cf. 2 Reg. ii,
395 2 Reg. 12, 1 ss
-í. Epih. 5,
402 Of. 2 Reg. 13.
414 2 Reg. 15-16.
416 Ps. 6, 7.
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DE CUARESMA
207
dum dicitur mihi, etc.? ¡Oh justicia de Dios, que, después
de haber tanto llorado y de perdonado el pecado, le casti-
420 gáis con tan gran castigo! ¿Qué hará el malaventurado que
hace maldad con la casada y no se acuerda más de ello?
Si después de llorado el pecado de David, y después de per-
donado, Dios le castiga tan gravemente, creedme que quien
hiciere esta maldad, que no se le irá Dios con ella, y que
4-25 no quedará sin castigo en esta vida y en la otra.
¿Qué? ¿Aquel ñudo que hizo Dios entre los casados lo
queréis deshacer vos? Traidor, ¿quién sois vos para des-
hacer lo que Dios hace? No tenéis reverencia al sacramento.
No recibe la monja en el monesterio lo que recibe la casada
430 en su casa. Echenle a la monja las bendiciones que quisié-
redes, que, en fin, no es sacramento como el del matrimo-
nio. Injuria es grande que haces contra el santo sacramen-
to en tomar la mujer de tu prójimo y hacer tan gran mal-
dad. ¡Oh .Tesú!, ¿con qué le pagarás al marido de esa
435 mujer tan gran traición como le heciste? Su honra es la
de su mujer y, habiendo deshonrado a su mujer, lo has
deshonrado a él. ¿Con qué le satisfarás tan grande daño?
Y si engendras hijos en la casada y los cría el marido, eres
obligado a restituir lo que su mujer dejó de trabajar por
440 estar preñada, y las mantillas y pañales, y todo lo que
comiere. Mirad vuestras conciencias, que nacéis ñudos que
no los podréis después desatar, y os metéis en lazos de
donde no podréis después salir. ¿Hicistes esta maldad?
Pues doctores hubo que dijeron que, al menos en el punto
445 de la muerte, es obligada a confesar a su marido cómo
aquel hijo no es suyo, para que no lo haga heredero de su
hacienda. ¿Qué os parece? ¿Hay aquí alguna que haya
hecho esta maldad y se haya espantado? Nunca Dios lo
quiera. Dígooslo para amedrentaros, que no es verdadera
450 opinión ésta, que la mujer sea obligada a confesar al ma-
rido, en su muerte ni antes, la maldad que hizo; pero gran
peligro tiene. Por eso mirad lo que hacéis y cómo vivís.
Aunque os den todo el mundo, aunque venga el rey y os
hagan señora de todo lo criado, no hagáis tan gran mal-
455 dad. Sed amigos de aquí adelante de honrar el santo sa-
cramento del matrimonio; no os metáis en lazos que des-
pués no podáis salir; no hagáis cosa que después no podáis
remediar. Las mujeres contentaos con vuestros maridos, y
los hombres contentaos con vuestras mujeres. "Más pecado
460 es cometer maldad con una casada que con una doncella".
¿Pues de la doncella no le quitó el casamiento? Eso es
418 Ps. 41, 4.
452 Cf. Cayetano, Sum., v. «adulteriuni» ; Escoto, Iii IV Scnt.,
d. 15, q. 2.
208
SERMONES. CICLO TEMPORAL
de per accidens, pero de per se más le quitó a la casada,
que le hace muchas veces perder el casamiento y la des-
honra a ella y al marido, al cual le quitáis cosa que es con-
465 junta a sí mismo.
Entremos más en hondo. Incestus es con parienta. ¿Es
posible que hay quien haga maldad con parienta? ¡Oh Dios
mío! Casada, no habéis de poner los ojos en otro sino en
vuestro marido; y a ti, casado, no te ha de parecer bien
470 otra sino tu mujer. El hombre no más de a su mujer, y la
mujer no más de a su marido; entiendo en cosa que sea
pecado. Y no entendáis que os habéis de atapar los ojos
con trataciones de parientes con parientas. Cosa muy peli-
grosa y muy mala es. Dice la madre: "Mi hija es un ángel,
475 fulano es su pariente"; y de aquí viene a tratarse la dema-
siada conversación y se pierden. No entendáis que es siem-
pre malo esto, sino por el peligro que puede haber, que
he visto tantos males, especialmente por mujeres necias,
que no os los puedo decir. Perdoná, hermanos, que algunas
480 veces me viene un primer movimiento de desear que enco-
rozasen alguna madre que por descuido suyo se pierde su
hija. Cien azotes le habían de dar, y Dios se los dará en el
infierno a la madre que no es celosa. — -Fulano es mi padre,
y fulano mi confesor, y fulano es predicador. — Pues, her-
485 mana, el predicador en el pulpito y el confesor en el con-
fisionario. — ¡Oh padre, que me viene a visitar y aconse-
jar lo que me cumple! — 'Sea quien quisiéredes. Si quisiereis
aconsejaros, no al rincón, sino en la iglesia. Si fuere en
vuestra casa, delante de vuestra madre, que, aunque sea
490 un santo, y quien vos quisiéredes, bien es huir la demasia-
da conversación. Por eso no se pierde el amor que tenéis
ál confesor o al predicador, antes es mejor. Soy ya viejo
en esto. Nunca vi tantos males como por conversaciones
demasiadas. No entendáis que no habéis de hablar con na-
495 die, que conversaciones hay necesarias y santas, siendo con
moderación, que lo que yo reprehendo es el exceso. Con-
versación demasiada, ni Santa Catalina ni San Juan. Ma-
dres, ser celosas. La madre que no tiene para sí y para
su hija prudencia y saber, dalda por perdida. Así que es
500 mayor pecado si es doncella y parienta, pero agrávase el
pecado cuando es monja y doncella: estrupo y sacrilegio,
y es más grave pecado.
Otras particularidades hay que no son para aquí. Sabed
que es Dios tan limpísimo que no pueden entrar en el cielo
505 sucios. Los casados no tenéis licencia para ser como bestias.
Lo que más os conviene para aquí, preguntaldo en las confe-
siones y decíroslo han.
II. VIERNES Tir LA SEMANA 3 DE CUARESMA
Sacrilegio Fué la tercera palabra de personas dedicadas
a Dios. En esto es más grave el pecado. Oigan
510 mis padres clérigos y mis hermanas, las beatas. Es tan
grande el deseo que el demonio tiene de engañar a un clé-
rigo o a una monja o beata y es tanta la diligencia que
pone en revolcarse en tálamo y aposiento donde está Je-
sucristo y que se dedicó a Jesucristo, que no hay cosa que
615 tanto desee ni procure. Absorbebit ftuvium et non mirabitur,
et habet fíduciam quod influat Iordanis m os eius.
Señoras beatas, ¿habéis visto por acá unos hombres
malos que quieren mal a otros? Dicen: — ¿Cómo nos ven-
garemos? ¿Dándole cuchillada? — Poco es. — ¿Pues cómo?
520 ¿Dándole bofetadas o palos o matándole? — No es eso nada;
poca venganza recebimos. Para vengarnos, sigamos a su
mujer y hagamos que le haga maldad, para que todos le
digan "marido de la mala mujer"; y ésta es la mayor ven-
ganza que podemos tomar; y, aunque nosotros no tengamos
525 gana de hacer esa maldad, hagámosla por vengarnos de su
marido y por afrentallo. Decí: Si la mujer tuviese un poco
de seso, ya que tuviese flaqueza, viendo que no lo hacéis
por amor que le tenéis, que diga: "¡Oh mal hombre, que
no lo hacéis porque me queréis bien, sino por afrentar a
530 mi marido; y aunque yo por mi flaqueza lo hubiera de
hacer, antes moriré que dar esa afrenta y enojo a mi ma-
rido, aunque yo por mi flaqueza lo quiera, por no dar ese
placer a quien desea afrentar a mi marido!" Entended, per-
sonas dadas al servicio de Jesucristo, que por darle vues-
535 tra virginidad sois tomados por sus esposas, que el demo-
nio es enemigo de Jesucristo y anda rabiando porque sus
esposas le hagan maldad y por entrar a revolcarse en el
tálamo del esposo. Si entendieses la rabia que el demonio
tiene porque cometáis tan gran maldad y hagáis este enojo
540 a vuestro esposo, aunque tuviésedes gana de pecar, antes
os dejaríades hacer pedazos que deshonrar a Jesucristo y
aplacer al demonio.
¿Qué daría el demonio por entrar a revolcarse en el
cuerpo adonde entra Jesucristo? Daría él tanto por tomar
545 los oficiales de Cristo y aposentarse en ellos y hacerles ha-
cer lo que ellos quisieren, que leemos en la vida de los pa-
dres que una vez, tomando el diablo mayor cuenta a Sus
demonios (que así pasa que les toman cuenta), díceles:
— ¿Qué habéis hecho? — Hemos ido por ese mundo y me-
550 tido guerra entre muchos casados. — Otros decían: "Hemos
urdido muchas guerras y quistiones, donde se han muerto
515 fluviuni] filium <] 516 ínflavit
548 cuenta] y o>f.í.
51Ó Iob 40, iS.
210
SERMONES. CICLO TEMPORAL
muchos hombres". Y otro dijo: "Yo he andado cuarenta
años tras un monje y no le he podido hacer caer en un
pecado de carne, y ahora le he hecho caer". Mandó luego
555 azotar a los otros, y a éste quitóse la corona de la cabeza y
púsosela. Mira, mandaba azotar a los que habían hecho
muchos adulterios hacer y muchas injurias y guerras, y
mandó galardonar al que hizo caer al monje en pecado de
la carne. Sepan los hombres y mujeres que están en el
560 servicio de Dios que tiene el diablo gran rabia por tener
de su mano a las personas dedicadas a Dios y los oficiales
dedicados a su servicio. Por eso volveos contra él y decilde :
"¿Ansí, traidor, que andáis vos por deshonrar a mi rey?;
pues yo ando por honrallo, y por no hacerte ese placer,
565 aunque tuviese gana de pecar, no lo haría".
¿No os dice vuestro marido de noche, cuando estáis so-
los: "Mujer, mirá cómo vivís, mirá que mi honra está en
vuestras manos". Ministros de Dios, esto os manda decir
Dios: que su honra tiene puesta en vuestras manos. Si el
570 sacerdote es bueno, si la monja o doncella es buena, qué
honra gana Dios en tener buenos oficiales; todos los que
los ven alaban a Dios, y dicen: "¡Oh qué bueno es fulano!",
y se edifican con su buen ejemplo. Por eso, hermanos, mu-
ramos en la batalla y no manchemos la honra de Dios.
575 Creo que os he dicho harto de 'las llagas. Digamos ahora
de la medicina.
_ ,. — Yo querría de aquí adelante ser cas-
Remedios para to> ¿qué haré? _Recia Uaga es> y
ser casto: tem- es menester que Dios ponga su mano
planza, oración y en el corazón deshonesto. — ¿Qué
680 Eucaristía haré? — La primera recepta, dice
Dios: El hombre que estuviere con-
sagrado a mi' no beba vino ni uvas, porque de las uvas se
hace el vino; no coma pasas, porque se hacen de las uvas;
585 no coma granillos de pasas, porque los granillos son de
pasas, y las pasas se hacen de uvas, y de las uvas se hace
el vino. Vir, sive mulier, cum fecerit votum sanctificetur ,
et si voluerit Domino consecrari, a vino, et omni quod in-
ebriare potest, se abstinebunt. Acetum ex vino et a quali-
590 bet alia potione. Cunctis diebus, etc. Porque veáis quién es
Dios y qué tanta gana tiene que seamos limpios, a todos
dice, y principalmente a las mujeres y a los sacerdotes: No
bebáis vino, porque pessima res est vinum\; porque no ven-
gáis a emborracharos con los deleites de la carne. No co-
590 Cf. Num. 6, 2-4.
593 Cf. Prov. 20, 1.
II. VIERNES DE LA SEMANA 3 DE CUARESMA
211
595 máis uvas, ni pasas, ni granillos, quitá las ocasiones, la
conversación, la plática, las visitaciones y familiaridades
demasiadas, que de males pequeños vienen grandes. ¿Quién
diría que, por asentarse un poco a jugar, unos habían de
reñir y matarse? ¿Quién diría que, por hablar un mancebo
600 y una doncella un poco, han de venir a ofender a Dios?
Y pues de estas ocasiones tan pequeñas vienen a hacerse
grandes, por eso nos manda Dios quitar las ocasiones, por-
que no caigamos en grandes pecados.
¿Queréis más? ¿Daríades la sangre de vuestro brazo por
605 ser casto?, pues comé poco. Attendite vobis ne forte gra-
vetur cor vestrum, etc., porque os hago saber que el que
quisiere servir a Dios, que el primer vicio que se ha de
huir es la gula; el que no venciere la gula no vencerá las
tentaciones de la carne. Necio sería el hombre que diría:
610 "La casa se me quema, venidla a guarecer", y él por otra
parte estuviese echando haces de paja. Por una parte pides
favor y por otra atizas el fuego. Dice San Hierónimo: "No
arde más el fuego que el mancebo comedor, y por eso, si
quieres refrenar los apetitos carnales, haste de templar
615 en la gula". De aquí procedieron los abominables pecados
de Sodoma. Dice Ezequiel que fué tanta parte el comer
para hacer tan abominables pecados, que dice el texto:
Haec fuit iniquitas Sodomae: saturitas pañis et abundan-
tia, et otium ipsius. ¿Pensáis que holgando y durmiendo y
620 tiniendo el vientre lleno se gana la castidad? No, hermano,
que en corporales limpios y de lienzo se aposienta Cristo;
porque así como el lino, para ser lienzo, pasa primero tan-
tos martirios, así el que quiere ser casto ha de castigar su
cuerpo con ayunos. Quien huyere de ayunos y diciplinas
626 y Se diere a holgar, y a comer, y a regalar su carne, es
imposible que guarde la castidad. Quien quisiere castidad sin
abstinencia, dice San Jerónimo, despídase de alcanzalla. Si
quieres ser casto, has de ser abstinente, y si no tuviéredes
abstinencia, aconteceros ha lo que a David y Bersabé. Dice
630 el texto que porque el rey, en el verano, cuando los reyes
suelen salir a pelear, se quedó en su casa holgando, por
eso hizo pecado, de que sucedieron tan grandes males; que
si se fuera a la guerra y se ejercitara en pelear contra los
enemigos, ocupado en esto, no se acordara de la mujer
627 Jerónimo] Juan
632 male?] de add.
6d6 Cf. Le. 21, 34-
615 Cf. San Jerónimo, Ep. 54, 8-9 : ML 22, 554.
619 Cf. Ez. 16, 49.
627 Cf. San Jerónimo, Ep. 22, 10 ; 52, 5 ; 100, 5 : ML 22, 400, 531,
S17 ; Adv. Iovinian., 1. 2, 15 : ML 23, 319-320.
631 2 Reg. 11, 1.
212
SERMONES. CICLO TEMPORAL
635 ajena. Pero la ociosidad acarrea grandes vicios, y así el
que en el tiempo del pelear se estuviere holgando, comiendo
y durmiendo, no podrá dejar de caer en grandes males.
¿Queréis ser castos? ¿Si? Pues si al tiempo que el sacer-
dote está llorando y diciendo: "Señor, enviáme vuestra
G40 agua", estáis vos durmiendo, parlando o comiendo, ¿cómo
queréis guardar la castidad? Por eso dice la Escritura que
pecó David con Bersabé, porque en el tiempo que los otros
iban a pelear él se quedó en casa holgando. Si vos queréis
pelear contra el vicio, no ha de ser holgando ni pasando
645 ociosamente el tiempo; es menester tomar armas para salir
con esta victoria.
Otra: — ¿Qué haré para ser casto? — Haos de costar lá-
grimas — ¿Qué haré? — Lucha Jacob toda la noche con el
ángel y desque amaneció salió de la lucha cojo del muslo
650 izquierdo. Grandísimo remedio para quien Dios se lo da,
si sabéis orar, si sabéis luchar con Dios en la oración. En
vuestro rincón, en el campo, en toda parte podéis orar:
"Señor, por vuestros clavos, quitáme este trabajo; por vues-
tros dolores, no permitáis que os ofenda". Quien así pelea-
655 re con Dios en la oración, saldrá cojo de la pelea. Cuando
sale cojo de un muslo, cosqueará con los vicios de la carne,
no ternán fuerza las tentaciones para vencer, porque en la
oración se debilitan. Quien no sabe orar no sabrá ser casto.
Señores, no perdáis este ratico, por reverencia de Dios, en
660 vuestro rincón, adonde Dios os diere gracia. Hincados de
rodillas o como pudiéredes, tened un rato de recogimiento
y de oración, en que os encomendéis mucho a nuestro Señor.
Aun queda más. — ¿Qué haré, padre, para ser casto,
que tengo una carne muy mala? — No os dió Dios esa
665 carne. Carne muy limpia dió a nuestro padre, y por el
pecado de nuestra madre, que dijo que quería ser tan sabia
como Dios, por eso quedó nuestra carne tan mala. ¿Sois
soberbio? Pues por vuestra soberbia os deja Dios caer.
Dice San Juan Clímaco que entre los demonios se concier-
670 tan para tentar a los hombres, y que, cuando querían que
uno cayese en pecado de la carne, que va uno y lo tienta
primero en el pecado de la gula, y después de habello ven-
cido en la gula, venía otro dimonio y tentábale en la carne
y, como lo hallaba vencido de la gula, fácilmente lo hacía
caer en el pecado de la carne. Es menester primero vencer
675 el de la gula. — Padre, ¿qué haré para esta mala carne?
655 sale] sale add. 669 Clímaco] Dimaco
650 Of. Gen. 32, 24-Í2.
674 San Juan' Clímaco, Scala Parodié , prad. 14 (MG 88, 867) :
«Post repletum ventrera disoedit impius, et itnmittit in nos impurita-
tia spinUini. statumque lili vcnlns sainan ixponit (kxupa ínquit,
i'llum, ét perturba; ventre eniin disiento, millo illum negotio vinces».
12. DOM. 4 DBSrtJÍS DE CUARESMA
213
— Juntaos con otra buena. No hay tan grande remedio en
el mundo para la mala carne como tomar muchas veces el
cuerpo de Jesucristo. — -(Padre, tengo tan malos deseos y
tan sucios pensamientos, hallo esta carne tan indómita, que
680 no sé qué me haga. ¿Qué haré, padre, para sujetar esta
carne? — 'Eso os viene de la desobidiencia de Adán, que,
porque él fué desobidiente a Dios, le fué a él la sensua-
lidad desobediente a su razón. Comulga muchas veces, que
más bastante es la carne de Cristo para limpiaros que la
685 de Adán para haceros pecar. Digo comulgar bien, que, si
un clérigo o lego comulga mal, experiencia hay que quien
mal comulga, más vivos siente los deseos de la carne.
De manera que, si queréis huir los pecados de la carne,
no habéis de beber vino ni comer cosa que se haga de
690 uvas; habéis de evitar las ocasiones y huir las conversacio-
nes demasiadas y templaros en el comer y beber, y conti-
nuar el Santísimo Sacramento del altar con grande reve-
rencia, y perseverar. Y quien con fe pidiere esto a Jesu-
cristo, conociendo su miseria y considerando en la bondad
695 y misericordia del Señor, sin duda será remediado. Por
eso, rindámonos a Jesucristo y digamos: "Señor, favore-
cedme vos, que el agua que de mí sale, es de pozo sucio;
mis pensamientos, de corazón sucio, y mis obras, de carne
sucia, pero vos, Señor, me podéis hacer de sucio limpio y
700 de malo bueno; favorecéme vos, porque sin vuestro favor
no puedo cosa buena. Por eso, Señor, ayudadme, para que
por estas cosas de tierra no pierda las cosas del cielo".
Y quien así trabaje de llamar a Dios, y con corazón ver-
dadero pidiere su favor, y con verdadera humildad y en-
705 tora fe, y desconfiare de sí, oírle ha Dios y favorecerlo ha,
dándole aquí su gracia y después su gloria, ad quam nos
perducat. Amen.
12 Pan del cuerpo y pan del alma *
Domingo IV después de Cuaresma
(Valencia, Biibl. Col. Patriarca, Ms. 1040. ff. 135 r - 146 v.)
Undc emcmiis t>ii,ws, etc.? lio. f», jj .
Exordio: La Vir- Viendo el Señor la multitud de gente
gen nos convida que iban tras él, dijo: ¿De dónde com-
ean su pan praremos pan para que coman éstos?
Los convidados muchos, los estómagos
diferentes, ¿de dónde compraremos pan para satisfacer y
* «Dominica quarta» (f. 135 r). El índice del Bto. Ribera lo ti-
tula «Dominica de panibus».
4 lo- 6, 5.
214
SERMONES. CICLO TEMPORAL
hartar a tanta diferencia de estómagos? Un pan han me-
nester los que saben y otro los que no saben. Hablar desde
aquí una palabra y cumplir con muchos entendimientos, ra-
lo zón es que digamos: ¿De adonde compraremos pan para que
coma esta gente? ¿Quién nos dará hoy palabra para que
vuestras ánimas vayan contentas y hartas y alabando a Dios,
que las hartó? ¿Dónde compraremos., etc.? El pan se ha de
buscar en la casa donde lo hay. Betlem es casa de pan, y
15 allí hemos de ir a buscarlo. El pan que hemos de buscar es
el que la Virgen María parió en Betlem. Ella nos está ro-
gando con El, diciendo: Comedite panem meum et bibite
vinum. No son menester muchos dineros para que la Virgen
nos dé este pan; ella nos está rogando con El, diciendo:
20 "Venid y comé del pan que yo concebí en mis entrañas y del
pan que yo parí" ; que antes que Dios encarnase en el vientre
de la Virgen era vino puro, Dios justiciero, Dios de ven-
ganzas; pero después que lo concibió y parió, convídanos
ella diciendo: "Venid, que yo os tengo a Dios humanado;
25 ya os lo traigo hecho hombre blando. Venid, que no lo quiero
para mí sola, sino para todos". Como un ama, cuando un
niño no puede comer el pan, se lo moja en leche, para que
esté blando y lo pueda comer, así la Virgen recibió a Dios
puro, y dánoslo humanado para que, pues antes era pan
30 duro, Dios justiciero, lo recibamos blando, Dios humanado
De manera que, pues la Virgen tiene el pan, no nos morire-
mos de hambre; y por eso la Iglesia pinta a nuestra Señora
con su Hijo en sus brazos, para que entiendan los que tienen
hambre de justicia que tiene nuestra Señora el pan en sus
35 brazos y que, yendo a ella, no se lo negará. Pues vayan, y
díganle lo que está escrito en Esaías: Frange e'surienti pa-
nem tuum, etc. Dadnos de vuestro pan y metednos en vuestra
casa. Y para que así lo haga, digámosle con devoción Ave..
María.
40 Evangelio de la Hoy en todo caso os ha de contentar
multiplicación de el sermón, porque hemos de hablar en
los panes él como se nos da gana de comer.
Vuestros cuidados son qué comeremos,
qué beberemos, de qué nos vestiremos, y por eso veo que os
45 contentará el sermón, porque hemos de tratar de esto. He-
mos de hablar hoy de qué hemos de comer. Hermanos, te-
nemos cuerpo y tenemos alma. ¿De qué hemos de comer
para el cuerpo y de qué para el ánima? ¿Heos acertado en
vuestros deseos? ¿Heos acertado en los cuidados que tenéis
50 en vuestros corazones? ¡Cuántos suspiros habéis dado: "¿de
18 Prov. 9, s-
38 Is. 58, 7.
44 Of. Mt. 6, 25. 3i-
12. TK)M. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
215
dónde manterné mi casa, de qué nos vestiremos?", pues hoy
os hemos de decir de dónde y cómo manternéis vuestra casa!
Unde ememus panem? Oiréis brevemente la letra del santo
evangelio, y luego entenderemos en lo que os cumple.
55 Hermanos, habéis de saber que, como el viernes os dicía,
cuando vino el Señor a este mundo, predicaba dulcísimamen-
te y con gran imperio y majestad, y estaba en Cafarnaúm
y era tanta la gente que lo seguía por oír su doctrina y ver
sus milagros, que no se podían valer, y dijo el Señor a sus
60 discípulos: Vémonos al desierto porque descanséis. Y entró
en una navecilla que halló, y pasó de la otra parte del mar
de Galilea, y dice el santo evangelio que se fué mucha gente
tras él; y como supieron que se iba, era tanta la gente y la
gana que tenían de oílle, que dejaban sus casas por seguille,
65 y aun muchos habían adelantádose y estaban allá aguardán-
dolo. No os espantéis: dadme vos que un ánima sienta un
poco de la dulcedumbre de Jesucristo, que dejará su casa,
hacienda y todo cuanto tuviere por irse en pos de Jesucristo.
Pasó el Señor y subióse al monte, y subióse allí con sus
70 discípulos, y, como el Señor vido tanta gente, dice el evan-
gelista que comenzó a curar todos los enfermos que le pe-
dían, y juntamente comenzó a curar las ánimas y a predicar
con tanta dulcedumbre; y con tanta gana lo oían, que estaba
la gente colgada de su boca escuchándole, sin acordarse de
75 comer ni de beber, sino absorbidos y transportados en oír la
dulcedumbre de la doctrina que les predicaba; y dice el
evangelista que se llegó a él uno de sus discípulos y le dijo:
Señor, mira que es muy tarde para esa gente, para que vaya
a buscar de comer. ¿Habéis visto lo que pasa, que, si alguno
80 se queja que es el sermón largo, por la mayor parte ha de
ser de nosotros los clérigos o frailes? Y como el Señor oyó
esto, dijo: Non habent necesse ut abeant. No es menester
que se vayan por las aldeas. Quien está con el Pan de vida
no tiene necesidad de ir a otra parte a buscar de comer.
85 Y llamó a San Filipe y díjole: ¿De dónde compraremos pan
para que coma toda esta gente? Y respondió: No bastaran
doscientos denarios para que coma cada uno un bocado.
— ¿Y a vos, San Andrés, qué os parece? Llegóse a él San
Andrés y díjole: Señor, aquí está un mochacho que tiene
90 cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es para tanta
gente?
Entonces dijo el Señor: Mandaldos asentar y decí que les
63 gentes
81 fraile || 87 doscientos] doce
6o Cf. Me. 6, %i.
67 Cf. Mt. 19, 29 ; Le. iS, 29
69 Mt. 14, 23 ; lo. 6, 15.
71 Mt. 14, 14 ; cf. Le. 9, 12
78 Mt. 14, 15 ; Me. 6, 35.
83 Cf. Mt. 14, 16.
91 lo. 6, 5 ss.
92 lo. 6, 10.
216
SF.RMONES. CICLO TEMPORAL
queréis dar de comer. Asienta [n] se de ciento en ciento, u
de cincuenta en cincuenta, por su orden. Y los apóstoles,
96 creyendo las palabras del Señor, mandaron asentar la gente
sobre el heno, que entonces había mucho. Es de alabar la
fe de los apóstoles, porque creyeron lo que dijo el Señor;
pero más es de alabar la de ellos, porque, viendo que eran
tantos y no tenían qué comer, creyeron a los apóstoles y con
100 fe sencilla hicieron lo que les mandaban. No hay duda sino
que si los casados tuviesen verdadera fe que no les ha de
faltar, que les iría de otra manera que no les va. Porque
éstos creyeron y con fe se sustentaron, por esto los mantuvo
Dios con tan poco pan a tanta gente, que dice el evangelista
105 que de solos hombres había cinco mil, sin mujeres y niños,
que serían muchos más. Y como se hobieron sentado, dijo
el Señor: Dad acá esos panes y esos peces, que de creer es
que era aquél el repuesto de nuestro Señor, que, como los
discípulos eran pescadores, trairían aquellos dos pececillos
110 que comiesen. Después de sentados, toma el Señor el pan en
sus manos y bendícelo y comienza a repartir a sus discípu-
los para que diesen a la gente, y los discípulos repartieron
de los panes y peces a todos; y dice el evangelista que se
hartaron todos y, después de hartos, sobraron doce canas-
115 tillos de pan y peces. Estas son las obras del Señor. Donde
no hay pan, dar pan, y donde hay poco, hacer lo mucho.
Dice San Augustín: No os espantéis, que de un granillo que
se echa en este campo hace muchos.
Desque la gente vieron tan gran milagro comienzan a
120 decir:. Verdaderamente éste es el profeta grande que ha de
venir al mundo, y quisieron hacello rey, y como el Señor
conoció que lo querían alzar por rey, fuése solo al monte y
encondióse. Y como mirasen todos por E!l y no lo viesen,
anduviéronlo a buscar y no lo hallaron, porque el Señor se
125 había hecho invisible, porque no lo hiciesen rey. "Yo no
quiero ser rey constituido por vuestra mano". David rey es,
mas constituido por la mano de su Padre. Dios rey es, mas
constituido sobre el monte de Sión, que quiere decir que es
Cristo rey sobre las cosas espirituales y sobre el templo de
130 Dios, que estaba en el monte de Sión; de manera que Dios
no quiso ser constituido por rey de cosas temporales. ¡Si así
hiciesen los regidores, alcaldes, corregidores y obispos,
95 Señor] y n.f.f .
94 Le. 9, 14; cf. Me. 6, 40.
115 Cf. lo. 6, 9-13.
118 San Agustín, hi lo. Ev.¡ ir. 24, c. ,s, 1 (ML 35, 1593) : «XTncU-
enhn niulliplieat de paucis granis segeles, inde in manibus sais nnil-
tiplicavit quinqué panes».
122 lo. 6, 14-15.
12. DOM. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
217
cuando les dan los cargos! Huyó el Señor de la honra, no
porque en El había peligro, sino para darnos a entender que
136 pues El, que no tenía peligro, huyó de ser rey, que vos, que
sois flaco, huyáis de los cargos, porque hay en ellos muchos
peligros; y pues El, tiniendo tanta seguridad, huyó, que vos,
que no la tenéis, huyáis.
Y como el Señor se fué y los discípulos vieron que era ya
140 tarde y no venía, embarcáronse y pasaron de la otra parte
del mar a Cafarnaúm'. Estaba el Señor en oración toda la
noche, y luego vase a la mar. Dice el evangelista que, a la
cuarta vigilia, fué el Señor a la navecilla donde iban sus
discípulos, ya que estaba para anegarse, porque se había
145 levantado un gran aire en la mar, y habían andado toda
la noche con gran tempestad. Tres vigilias de la noche les
dejó andar en tempestad, y a la cuarta, estando ya para
anegarse, los socorrió, para darnos a entender que, aunque
estéis en tribulación, que, confiando en El, sin falta os re-
150 mediará. Y como los discípulos lo vieron andar por la mar,
pensaron que era fantasma, temieron, y El dijo: Nolite ti-
mere, y después que lo vieron y conocieron, dijéronle que se
entrase en la nao, y El no quiso; y luego llegó la nao a tierra,
y como la gente veía que no iban más que los discípulos, y no
155 iba allí con ellos Jesucristo, fuéronse a Cafarnaúm a bus-
callo; y como lo hallaron, dijéronle: Maestro, ¿cuándo ve-
nistes, que os hemos andado a buscar y no os hemos hallado?
Y di joles el Señor: En verdad os digo que no me andábades
a buscar para sacar bien para vuestra ánima, sino porque
160 comistes y os hartastes, y por eso me queríades hacer rey.
y no por amor de mí, sino por amor de vuestros vientres:
no me busquéis a mí por causa de vuestro vientre, sino ope-
ramini non in rem, quae perit, sed quae permanet in vitam
aeternam; y de allí les predicó el Señor el Sacramento del
165 altar. Veis aquí la letra del santo evangelio brevemente hil-
vanada. Ahora digamos alguna cosa sobre el evangelio.
Esperemos de Dios Aquella gente fué harta y contenta
e 1 mantenimiento y dando gracias a Dios, que les hartó,
del cuerpo ¡Si ha de placer al Señor que llevéis
170 de aquí manjar con que vuestra áni-
ma vaya harta y contenta y dando gracias a Dios, que la
hartó! Unde ememus, etc. De cuantas veces os predico que
gastéis vuestra hacienda y deis de comer a los pobres, ¿no
os predicaré un día cómo ganaréis la hacienda? Hoy quiero
175 hablar de cómo ganaréis de comer. Quizá os haré que seáis
mercaderes o tratantes.
Sea la. primera regla, para quien quisiere ganar de co-
166 Cf. lo. 6, 16-27.
172 lo. 6, 5.
218
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mer, que no espere la comida sino de aquel que le dió el
ánima y el cuerpo. Decid: si Dios os dió el cuerpo y el ánima,
180 que es lo más, ¿no es razón que confiéis en El, que os dará
el mantenimiento, que es lo menos? Razón es que confiéis
que quien os dió lo principal, os dará también lo accesorio.
Por falta de esta esperanza andáis muchos perdidos, porque
pensáis que vuestro padre o vuestro hermano o pariente son
185 parte para daros de comer, y por eso permite Dios que mu-
chas veces os falte, y es razón que castigue Dios con ham-
bre a quien piensa que otro que Dios le puede dar de comer.
Hermano, si pensáis que criatura alguna os puede dar un
grano de trigo, por el mismo caso hacéis a aquél vuestro
190 Dios, que no hay criatura que os lo pueda dar, y, ya que
os lo dé, cuando lo metéis en vuestro estómago, Dios no
le da sustancia para que os pueda sustentar. De manera que
es poca parte para sustentaros todo lo que os pueden dar
las criaturas, sin la operación de Dios, que es padre.
105 — ¿iQuién me dará mantenimiento? — Quien nos dió el cuer-
po y el alma. Esperaldo de Dios. — ¿Qué es esperallo de
Dios? — Hacer buenas obras: Discedat ab iniquitate omnis
qui invocat nomen Domini, ut Paulus ait; apártense de
hacer maldad todos los que llaman al Señor y esperan en El.
20° Servid a Dios ¿Es razón que si en la mano de vuestro
y El cuidará de vecino está vuestra vida, que le enojéis,
vosotros Pues est-á en su mano vuestra vida o
muerte? ¿Els razón que si en la mano
de Dios está vuestra vida y salvación, que le enojéis, pues
205 está en su mano vuestra salvación o condenación? ¿Qué es
esperar en el Señor? — Que no hagáis pecados; que yo porné
la cabeza, que me la corten, que si guardáis los mandamien-
tos de Dios y no le ofendéis, que jamás os falte lo que hubiá-
redes menester. ¿De adonde os viene que muchas personas
210 andan logreando y quebrantando las fiestas, y trabajando
de noche y de día, y no tienen que comer, y [a] otros, con
menos trabajo, les sobra lo necesario? — Porque no confían
en Dios ni guardan sus mandamientos, y así: Aliqui dividunt
propria et divitiores sunt; alii rapiunt non sua, et in egestate
215 sunt. — ¿Qué es cosa y cosa que unos dan su hacienda y siem-
pre les sobra lo que han menester, y otros toman las ajenas
y siempre viven en pobreza? — Para daros a entender que,
si Dios no os da lo que habéis de menester, poco os aprove-
chan vuestros trabajos y diligencias y vuestros logros.
220 — ¿Por qué no llueve cuando es menester? ¿Por qué vienen
199 Cf. 2 Tiru, 2, iq.
215 Cf. I'rov. ii, 24.
12. DOM. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
219
hambres y necesidades? — Porque no procuráis de tener a
Dios contento, y castígaos con que os falte aquello por que
andáis tan solícitos y más necesidades tenéis. La primera
receta sea que procuréis de guardar los mandamientos de
225 Dios y de no ofendello, y, haciéndolo así, confiá que nunca
os faltará lo necesario. Que ansí dice David: Nunquam vidi
iustum derelictum nec semen eius quaerens panem. Señor,
si vos dais de comer a los perros y a los gatos, y a los
moros, etc., ¿faltaréis a quien os sirviere? Tened contento
230 a Dios, y yo os prometo que no tengáis falta de lo que hu-
biéredes menester.
Gastad bien lo que — Padre, ya llamo a Dios y le pido,
Dios os diere y no me da. — -Respóndaos El, dicien-
do por su apóstol Santiago: Petistis,
235 et non accepistis; eo quod mále petistis ut in concupiscentiis
vestris consumatis. Pedís a Dios dinero para vanidades y
para locuras y superfluidades, y por eso no os da lo que pe-
dís. ¿Para qué quiere el mundo dineros? Quizás, por nues-
tros pecados, los quiere para comprar a Jesucristo, para
240 matallo. — ¿Qué decís, padre? — Esto que oís. ¿Pensáis que
no hay mancebos, y plega a Dios que no sean casados viejos,
que compran a Jesucristo para matallo? — ¿Cómo? — Está
ahí una doncella o viuda, honrada y hermosa; prométenle
sayas, mantos; danle batería y díce[n]le: "Tomá tantos di-
245 ñeros porque me deis esa castidad y porque matéis a Jesu-
cristo". Que Jesucristo castidad es, y la castidad que la buena
mujer tiene, Jesucristo es, y tiniendo la castidad viva, tiene
vivo a Jesucristo; vienes tú y dasle dinero porque te dé la
castidad, y matas a Jesucristo. ¡Oh dineros mal empleados!
250 ¿No fuera mejor que gastases los dineros en dar vida a Jesu-
cristo que no en matallo? ¿Para qué habían de ser los dine-
ros? Para, si hubiese una doncella o una viuda que fuese
pobre y vieses tú que, [por] serlo, está a peligro de perder
la castidad, darle con que remedie su necesidad, porque no
265 pierda su castidad y muera Jesucristo en ella.
Pedís dineros. — No me da Dios lo que le demando.
— ¿Para qué había de dar Dios espada a un loco? ¿No sería
gran locura dar armas a un frenético, para que con ellas
hiciese desatinos y matase los hombres? Si vos gastáis los
260 dineros en vanidades y en carnalidades, ¿ dirá Dios : Razón
es que yo sea compañero en tu locura, que te dé dineros
para jugar y para engañar y para que hagas locuras? — No,
sino que dirá: "No quiero ser loco como tú, que te dé yo
335 concupieientiis
f. Iac. 4, 3.
220
SERMONES. CICLO TEMPORAL
armas para que me mates a mí". De manera que la segunda
265 recepta: que pidáis a Jesucristo y lo gastéis bien.
Lujos y malos gastos Si me escucháis un poquito, ha-
de las mujeres blaré con las mujeres y decirles he
cómo gastan las haciendas que
Dios les da, y es lo que hoy ha ocho días os dije, y no es
270 mucho que esté ya olvidado, que si dais ocasiones a vuestro
marido para que sea logrero y haga malos tratos por cum-
plir con vuestras locuras, vosotras también sois logreras y
lo pagaréis en el juicio de Dios. Parece que si yo tuviese
ojos para ver lo que hay en vuestras casas, que diría lo que
275 dijo Moisén. Descindió Moisén de hablar con Dios y vido
el pueblo despojado. Dice el texto que propter ignominiam
sordis, porque le pidieron a Aarón que les diese dioses y él
dijo: "Dad acá los zarcillos y manillas que tenéis", y ellos
diéronselo y él quemólo en un fuego y salió de ello un be-
280 cerro, el cual adoraron por Dios. ¡Cosa maravillosa, o por
mejor decir monstruosa, que, siendo la gente tan amiga de
oro y de plata y joyas, luego que Arón se las pidió, todas
se las dieron luego. Viendo Moisén el pueblo despojado por
tan gran maldad, dijo: Los que son del bando de Dios, jún-
285 tense conmigo, y mató aquel día casi treinta y tres mil hom-
bres. Hermano, esto es así.
Decíme: si el labrador lo que ha de comprar de trigo, y
el oficial lo que ha de gastar en su oficio, lo gasta en vani-
dades, ¿cómo ha de tener para mantener su casa? Si se
2&0 gasta mucho en lo superfluo, ¿cómo ha de haber para lo
necesario, ni cómo para proveer vuestra casa ni para casar
vuestros hijos? ¿Qué es eso que andéis arrastrados gastando
la hacienda y lo que tenéis en el ídolo y en vanidades del
cuerpo, para contentar a los ojos de los locos? Hermanos,
295 avisóos de parte de Dios, como quien tiene obligación por
el oficio que tengo, que miréis lo que hacéis y ordenéis
vuestra casa, y dejéis lo superfluo y lo guardéis para cuando
tuviéredes de ello necesidad y estuviéredes enfermos o en
otras necesidades.
300 ¿Qué dice la Escriptura? Vae qui trahitis iniquitatem in
funiculis vanitatum. ¡Ay de los que traéis la maldad en
cuerdas de vanidad! Quiere decir que tras las cuerdas de
vanidad se siguen grandes pecados y maldades. Dice la mu-
jer: "Si yo me visto de hacienda, ¿qué peco?" De esa va-
305 nidad se siguen grandes pecados, que dais ocasión a que
277 cordis
281 monstruoso
302 cuerdad
286 Ex. -52, 2 SS. ; 25-28.
3t.2 Is. s, 18.
12. TIOM. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
221
vuestro marido no se pueda dar a manos y a que la otra
saque los ojos a su marido y diga: "También tengo yo de
traer, pues que fulana trae, que tan buen dote truje yo como
ella y tan buena soy como ella", y aun por ventura dirá que
310 mejor. — ¿Qué peco yo? — No pongáis tropiezo para el cie-
go ni ocasión para el flaco, que con vuestra vanidad dais
ocasión a que la otra, que por ventura no puede como vos,
os imite y a que murmuren de vos, porque cuando os van a
pedir para un cautivo decís que no tenéis o, cuando mucho,
315 dais medio real. ¿Cómo, habiendo tanto para locuras, no
hay sino una miseria para el cautivo? ¡Malaventurada locu-
ra, que hace estar en pie muchos pecados y deja de remediar
muchas necesidades! Creedme que, si bien gastásedes vues-
tra hacienda, como Dios quiere, que terníades lo que hubié-
320 sedes menester para vuestra casa y os sobraría para hacer
caridad; y por eso ni hay para lo uno ni para lo otro.
Decí: ¿Qué conciencia os hacéis de eso? Ya me ha acon-
tecido a mí no absolver a una buena mujer, honesta y ca-
sada, y por tener muchas sayas y locuras decilla: "Andá a
325 otro confesor, que mi Ego te absolvo no lo llevaréis". ¿A
qué aprovechan tan grandísimas locuras? ¿No es mejor que
eso que gastáis en vanidades y en hacer ídolos, que adoren
los vanos, que lo gastéis en mantener vuestros hijos y en
casallos y remediallos que no en apacentar ojos de locos,
330 que a los ojos de los cuerdos mejor parecéis mientra más
honestas anduviéredes? Dais ocasión a que os miren los
locos, y a que os imiten las locas, y a que tengas otros pe-
cados; y dais ocasión a que desentierren a vuestros padres
y a que digan: "Mirá la hija de fulano". Andando honestas
335 no desenterraréis a vuestro linaje ni daréis ocasión a que
se hagan otras locuras por vuestro respecto y mal ejemplo.
— ¿Haránlo así, padre? — Yo creo que de este sermón tan
por enmendar os iréis como os venistes; mas día verná en
el cual no se quedará esto sin recio castigo, que prometido
340 tiene Dios que enviará un día en que castigue a las mujeres
que, por sus afeites y locuras, dan ocasión a tantos males.
Y porque no penséis que son de mi cabeza, os diré las pala-
bras que dice Dios, el cual es tan verdadero, que primero
faltará el cielo y la tierra que su palabra falte. Y porque las
345 palabras son muchas y os va la vida en oíllas y obrallas,
truje aquí el libro donde lo dice, que es en el capítulo 3 de
Esaías. Ait: Quare atteritis populum meum, et facies pau-
perum commolitls? Dicit Dominus, Deus exercituum. Et
dicit Dominus Deus: Pro eo quod elevatae sunt filiae Sion,
346 13 || 347 affcritis || 352 incidebttnt déscakiabit || 354 calcíaTJwntórum |
Lumias || 356 imitatoria] mae.tatoria
344 Cf. Mt. 5> 18 ; 24, 35.
222
SERMONES. CICLO TEMPORAL
350 et ambulaverunt extenso eolio, et nutibus oculorum ibant,
et plaudebant, et ambulabant, et pedibus suis composito
gradu íncedebant decalvabit Dominus verticem filiarum Sion,
et Dominus crinem earum nudabit. In üla die auferet Do-
minus ornamentum calceamentorum, et lúnulas, et torques,
355 et armillas, et mitras, et gemmas in fronte pendentes, et
mutatoria, etc. Esto quitará el Señor, ¿y qué les dará? Por
el olor suave, darles ha hedor; y por la cinta, soga; y por
el cabello encrespado, calva; y por la faja del pecho, cilicio;
y tus muy hermosos y fuertes varones serán muertos a cu-
360 chillo en la batalla. Esto dice Dios. Así lo cumplió con aque-
lla gente, y también lo cumplirá con esta otra; porque
adonde hay igualdad de culpa, también la habrá de pena.
Holgaos, señoras, y andá muy afeitadas y muy locas,
que día verná en que se lo paguéis bien pagado a Dios. Tasa,
365 tasa, enhorabuena, habéis de tener que si vosotras andu-
viésedes arando en el campo y supiésedes los trabajos que
pasan vuestros maridos, no gastaríades en locuras y vani-
dades tan sin rienda como gastáis. Señoras, como norabuena
no lo trabajáis ni andáis echando el bofe por ganallo, por
370 eso gastáis tan sin orden, razón es que os concertéis y mo-
deréis, que no porque seáis casadas habéis de ser locas.
Tampoco una casada no se ha de tratar como una que no
es casada, que razón es que se aderece y concierte, pero con
moderación y como Dios quiere, que basta que tenga una
375 mujer casada dos o tres sayas, pero, según ahora andáis,
lo más que ahora traéis es superfluo. Tomad consejo, id a
vuestro confesor y dalde cuenta de vuestra vida y decilde que
os dé orden cómo viváis como cristiana; tomad a vuestro
marido y decilde: "Señor, Dios nos juntó para que nos ayu-
380 demos a salvar el uno al otro" (que así lo dice Dios, que crió
a la mujer para ayudar al marido, y la mujer que la ha-
cienda gasta de la manera que hemos dicho, no hace lo que
dice Dios, sino lo contrario) ; así que decilde a vuestro ma-
rido, cuando estéis solos: "Yo me pasaré con esta saya, yo
385 comeré un pedazo de pan y me contentaré con andar como
pudiere, y nunca plegué a Dios que por amor de mí vos le
ofendáis y andéis arrastrado". La que se quiere salvar así
lo ha de hacer, y la que así no lo hace, sino dar a su marido
ginchones y sacalle el alma porque le cumpla su locura, mire
390 cómo se confiesa, que en gran peligro está.
Mas ¿qué harán que, por nuestros grandes pecados, hay
muchos maridos que no sólo no ponen tasa y regla en las
locuras de sus mujeres, mas ellos las incitan a que sean más
locas, y les dicen que se afeiten y aderecen? ¿Qué ganáis
305 vos en que vuestra mujer ande tal para que los ojos de los
otros más fácilmente la deseen? Quien puede traer su ha-
360 Cf. Is. 3, 15-25.
12. DOM. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
223
cienda segura, ¿para qué la quiere con peligro? ¿No es
mejor que vuestra mujer ande honesta y medianamente ade-
rezada, y así vuestra hacienda estaría mejor guardada y
400 ella con menos peligro y vos menos trabajo? De manera que
la regla sea ésta: que quien quisiere tener de comer, que lo
espere de Dios, y lo que os diere lo gastéis bien gastado,
moderada y concertadamente, como El lo quiere.
Poned vuestra casa ¿Queréis más otra regla, y ésta sea
405 en orden del santo evangelio? Facite discum-
bere, haceldos asentar de ciento en
ciento, de cincuenta en cincuenta. — ¿Qué queréis decir?
— Que con cinco maravedís sustentaréis vuestra casa, si te-
néis orden, mejor que con ciento con desorden. Poned vues-
410 tra casa en orden, que por maravilla vino hombre a pobreza
sino porque no se supo regir en la prosperidad. Más había
que decir. Sea la suma de todo esto lo que dijo Rebeca al
criado de Isac: Palearum quoque et foeni plurimum est
apud nos, et locus spatiosus est ad manendum. Señor, id a
415 mi casa, que no sólo habrá qué comer para vos, pero también
habrá para vuestros camellos abundancia de paja y lugar
harto donde estén. Sepan todos los que quisieren ser con-
vidados de Dios que no sólo tienen mantenimiento para las
almas, pero también para los cuerpos, lo cual da copiosa-
420 mente a los que lo sirven. Entended "hacierido cada uno su
oficio", que no entendáis que os habéis de estar mano sobre
mano, sino trabajando: el labrador en su labranza y el ofi-
cial en su oficio. — ¿Cómo haré lo que dice San Pablo: Tened
mujer como si no la tuviésed&s? — No que no habéis de tra-
*25 bajar, pero que no habéis de poner vuestra confianza en
vuestras manos, sino en Dios. Trabajá vos y poné vuestra
confianza en que, haciendo vos lo que pudiéredes, Dios os
dará lo que hubiéredes menester. Hic labor est exercendus,
sollicitatio deponenda. Habéis de ejercitaros y trabajar en
430 vuestro oficio y no congojaros de qué comeremos, etc. Eso
baste para el mantenimiento del cuerpo. Digamos ahora de
cómo manternemos el alma.
Convite del alma — Padre, ¿mi alma de dónde comprará
en el cielo pan para que se mantenga? — Habéis
435 de saber que tiene Dios un convite
para vuestras almas, que sólo el olor de él basta para man-
teneros.
¿Quién hizo a un San Pablo, y a un Santo Domingo,
y a un San Francisco y a otros santos dejar las haciendas
440 y pasar pobreza y ser menospreciados y abatidos, y que los
4il3 palliarum
406 Cf. lo. 6, io. 424 Cf. 1 Cor. 7, 29.
414 Gen. 24, 25. 430 Cf. Mt. 6, 31 ; Le. 12, 22.
224 SERMONES. CICLO TEMPORAL
mochachos burlasen de ellos y les diesen con el lodo en
sus caras y les hiciesen otras muchas afrentas? Hermanos,
dábales un olor en las narices que les parecía que todo lo
que pasaban era poco, y si el mundo venía con placeres y
445 honras, decían: "Quitaldo allá, que todo eso me hiede";
porque lo que unos desean otros lo aborrecen. ¿Quién hizo
a una Santa Inés, y a una Santa Lucía, y a una Santa
Caterina menospreciar los casamientos de los reyes y tener
en poco las riquezas y promesas sino este dolor? Decían a
450 Santa Inés: — Cásate con éste, que es hijo de rey, y ternás
riqueza y honra. — Quitaldo allá, que no quiero, que tengo
ya otro esposo a quien tengo consagrada mi virginidad. —
Hacen un fuego y dícenle: — O has de decir que no eres
cristiana o te hemos de echar en este fuego. — Haced lo
455 que quisiéredes de mí, que deleite es pasar trabajos y
morir por amor de Jesucristo. — Y cuando les prometían
sedas y casamientos, decían: — Quitad allá esas sedas y
esos casamientos, aunque sean con príncipes y grandes se-
ñores, que me huele tan bien el olor que tengo en las na-
460 rices, que todo eso me parece menos que estiércol. — ¿Qué
tenéis, doncel [1] as, en vuestras narices que tan bien os
huele, que menospreciáis las riquezas y casamientos de
reyes y os ponéis a pasar crueles tormentos? No os espan-
téis, que quien tiene olor de las cosas de Dios, aborrece lo
465 más próspero del mundo. Hierónimo dice que quien gusta
las cosas de Dios aborrece las cosas del mundo, y de aquí
viene que veréis una doncella que ayer era muy loca y an-
daba galana y muy metida en el mundo, y, en haciéndole
Dios esta merced de dalle un poco de gusto de El, luego la
470 veréis menospreciar al mundo y las galas y casamientos,
por ricos que sean. ¿Qué lo hizo? — El olor que recibieron
de Dios.
Hermanos, aparejá vuestras almas, que Dios os tiene
aparejado un convite significado por el de hoy, hecho en
475 otro monte, sin comparación muy más excelente y sabroso
que el que hoy comieron aquellas gentes, cual nunca los
ojos jamás vieron, ni orejas jamás oyeron, ni basta huma-
no entendimiento para podello alcanzar ni comprehender.
— ¿Qué convite es éste? — Et ego dispono vobis, sicut dis-
480 posunt mihi Pater meus, regnum; ut edatis et bibatis super
mensam meam in regno meo. He aquí el convite: convida-
dos por Cristo a comer y beber sobre su mesa en el reino
de su padre. "Comer y beber" no entendáis el paraíso de
Mahoma, que en el cielo no hay manjar corporal que co-
485 mer, que los bienaventurados que están en el cielo no co-
466 Cf. San JERÓNIMO, ln Is. proph., 1. 8, c. 26: ML 24, 3©5>.
47S Cf. 1 Cor. 2, g.
481 Le. 22, 29.
12. DOM. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
225
men ni beben como Mahoma dijo, que aun Avicena, sien-
do moro, dice que en lo que dijo Mahoma mintió; que co-
mer y beber, y mozas vírgines, ningún bueno lo querrá.
Muchas veces predico esto: que quiere el moro ir a paraíso
490 a comer y beber y mozas vírgines. ¿Eso es paraíso? ¿Pa-
raíso llamas a lo que ningún bueno querrá aun ver de sus
ojos? El paraíso no es ése, que no consiste el paraíso en
deleites de cuerpo, sino en deleites de alma, y por eso los
hombres sabios otro paraíso desean que el que prometía
495 Mahoma, que el paraíso no está sino en deleites de alma.
He aquí el engaño de los moros. Y los judíos esperaban un
Mesías que fuese rico en lo exterior y tuviese mucha ha-
cienda para que los enriqueciese y honrase, y como ellos
vieron que nuestro Señor era pobre y predicaba lo contra-
500 rio de lo que ellos querían, por eso lo aborrecían. Mirá que
estáis engañados, que mientra más uno aborrece esas cosas
tanto más lo debéis de estimar; porque, si el Mesías enri-
queciese en bienes corporales, no servirían para el paraíso,
porque ni hay pan ni vino ni nada de esas cosas. Todo eso
605 es bajo para la mesa de Dios.
Pues ¿qué hay en el paraíso? ¿Qué hemos de comer?
— Ptondad y verdad; cosas que ni ojos lo oyeron, etc. ¡Ay,
que creo que ha de haber personas que, aunque les digan
los bienes del paraíso, les ha de parecer poco! Decí: Si vos
5'10 queréis bien a una persona, ¿no os alegraréis de su bien?
Si una madre tiene un hijo en Indias y viene con muchos
dineros, ¿no se alegra ver a su hijo próspero y bueno?;
pero si alguno lo quisiere mal, de lo que su madre se huel-
ga le pesará a él. ¿Quién hizo que esta madre se alegre y
515 el otro no? Pues, hermanos, en entrando las ánimas en el
cielo, los pega Dios de tal manera con un amor y una ca-
ridad, que de ver a otro en la gloria se alegra como de su
propio bien. Porque estando el amor que todos ios de la
gloria se tienen, que en gran manera se huelgan los unos
520 de la gloria de los otros, luego de esa manera el santo me-
nor holgarse ha más de la mayor gloria que tiene el santo
mayor, que de la menor que él tiene, pues mientra más
gloria les viere más se huelga. Es esto verdad, en parte,
si lo sabéis entender. El santo menor quiere que el santo
525 mayor tenga mayor gloria, porque está tan conforme con
la voluntad de Dios, que cualquier cosa que El haga se
huelga, y en todo desea que se cumpla su voluntad; y así,
porque ve que el otro trabajó más, huélgase que le den
más; de manera que, mirada la extensión de gloria que
530 tiene el santo mayor, se huelga más, aunque sea mayor,
pero intensivamente de la menor gloria que él tiene; por-
que, aunque se huelgue y quiera y sea contento que porque
488 Avilen a, Metaphys., 1. 9, c. 7.
B. Axila 2
8
226
SERMONES. CICLO TEMPORAL
el otro trabajó más y mereció más, le den más, pero más
se huelga de la menor suya, como propia suya. En gran-
635 dísima manera se huelga el uno de la gloria del otro, y así
como vos no sabéis amar, por eso no os holgáis del bien
del otro, porque, si tuvieses amor, holgarte hías de que el
otro rezase mucho y confesase y comulgase mucho y fuese
gran siervo de Dios, y, como te falta este amor, por eso
540 te pesa de lo que tanto te habías de holgar, y murmuras de
que habías de alabar.
— ¿A qué me convida Dios? — A que coma, beba y re-
pose sobre su mesa; y que comáis el mismo manjar que él
come. ¿Dónde habrá balanza para pesar esto? Hermano,
645 has de saber que te hizo Dios tan grande merced en darte
ánima racional que te has de sentar a la misma mesa de
Dios y comer del manjar que él come. — ¿De qué come
Dios? — De conocerse a sí mismo, y amarse y honrarse, etc.
Y éste es el manjar que los bienaventurados tienen en la
550 gloria: honrar a Dios y conocello y glorificallo, y de aquí
viene que dice la Escriptura: Vieron a Dios y comieron y
bebieron. —(¿Qué queréis decir: que los que ven a Dios
comen y beben de Dios? ¿Qué es comer de Dios? — Plega a
El que, pues nos sabe tan bien el olor, que nos 'lleve a go-
655 zar del sabor. ¿No habéis oído que dice Dios: Cayó fuego
en Sión y cayó hollín en Jerusalén? Sión quiere decir ata-
laya, y entiéndese por este mundo. Santos ha habido en
este mundo que tenían tan gran fuego de amor en su co-
razón de las cosas del cielo, que vivir en esta vida les era
560 grandísimo tormento de ver que carecen de Dios. Pero
esto no es nada, sino que verán a Dios mesmo; como dice
San Juan: verán a Dios sicut est, no en especie, porque no
se puede criar especie para ver a Dios como El es, sino
verán a Dios in genere, que verán cuán incomprehensible y
&>5 cuán inmenso y cuán omnipotente es. Es tan grande el fue-
go del amor que los bienaventurados tienen de Dios, gozan-
do de él, que están encendidos y abrasados del amor de él.
Es tan grande la hermosura de Dios, que dice Esaías: re-
gem in decorem videbunt; y es tan grande esta hermosura,
670 que, en viendo el ángel o el santo a nuestro Señor, se arro-
ban sus corazones en El; y veréis luego el desear honrar a
Dios: "Sea a vos gloria infinita, y de mí sea lo que quisié-
redes", y como ven que aquel Señor a quien ven es de vida
infinita, y como tanto le aman y ven que tiene Dios más
575 honra que pueden desealle, huélganse más de ello que si
ellos lo tuviesen, y ésta es su hartura: estar gozando de
ver a Dios tan rico y tan hermoso, etc. ; y esto es el gozo:
ver a Dios y gozarse del bien que tiene Dios. Aunque ellos
552 Ex. 24, ii
553 Is- 3i. 9-
562 Of. 1 lo. 3, a.
569 Cf. Is. 33, 17.
12. DOM. 4 DESPUÉS PE CUARESMA
227
no hubiera [n] de gozar de ello, es tanto lo que lo aman,
580 que se huelgan más de los bienes infinitos que ven en Dios
que si ellos los tuviesen.
Y si me preguntáis que a qué sabe la gallina, diré que
a gallina, y el capón a capón; y si me preguntáis a qué
sabe Dios, diré que a Dios. Y si cada manjar sabe según
585 es, ¿a qué sabrá Dios? ¡Oh, gracias infinitas te den los
ángeles, Señor, por quien tú eres y por tu infinita bondad!
Dice David que nos emborrachará Dios con la abundancia
de su casa. Como dice en el Apocalipsi, aquella divinidad
y humanidad de Dios [que da a los hombres tormentos] si
590 en el infierno, dales Dios en el cielo favores para que lo
que allá hay lo puedan sufrir. Allá estamos convidados, y
nuestro manjar y beber el mismo Dios es.
Hay que participar Ya están aquí algunos que desearán
del convite de los estar en el cielo gozando de este
595 panes de cebada convite. ¿Conténtaos este convite
del gran Dios alto? Pues si os con-
tenta, primero habéis de ser convidado del convite chico.
¿Queréis gozar de la mesa del cielo? Habéis de comer pri-
mero de los panes de cebada que, aunque son amargos, pero
600 muy provechosos; habéis de pasar primero acá trabajos si
queréis ir a gozar de los descansos allá. ¿Quién es el chico?
El que se hizo pequeño, un poco menos que los ángeles; el
que dijo: Ego sum opprobrium hominum et abiect[i]o plebis;
aquel de quien dijo Esaías: "Vérnoslo el más chico de los
605 hombres" ; aquel que fué puesto en el monte Calvario y fué
azotado y menospreciado y abatido y muerto. ¿Queréis gozar
de Dios en el monte alto? Habéis primero de gozar de El en
el monte bajo. ¿Paréceos bien el monte Tabor, qué lindo es?
Pues, si queréis gozar del monte Tabor, habéis primero de
610 gozar del monte Calvario. Acá está chiquito y tiene cinco
panes, y quien quisiere comer de ellos, aunque sea[n] amar-
gos, comerá después de la dulcedumbre del convite que Dios
tiene en el cielo. — Daldos acá que yo los comeré aunque
sean penosos. ¿Cuáles son? — ¿Queréislos ver? En sus ma-
615 nos, pies y costado los veréis.
Habéis de comer panes de cebada. El primer pan sea del
costado, que es el arrepentimiento del corazón. Si coméis de
la amargura de los pecados, si os arrepentís de ellos y los
lloráis, si partís, como dice el profeta, no vuestra ropa, sino
620 vuestro corazón, si de este pan coméis, comeréis después
del pan de la gloria. Pase, pues, dolor, mas tras el dolor
615 las] las
5*8 Cf. Ps. 35, 9. 603 Cf. Ps. 2i, 7.
592 Cf. Apoc. 22, 4 s. ; 7, 16 s. 605 Cf. Is. 52, 14 ¡ 53; 2-3.
602 Ps. 8, 6 ; Hebr. 2, 7. 620 Cf. Ioel 2, 13.
228 SERMONES. CICLO TEMPORAL
viene la gloria y alegría; el dolor ha de parar en confianza
de perdón, que el dolor que no para [en] confianza y espe-
ranza de perdón, más es tentación del demonio para hacer-
652 nos desesperar que no verdadero dolor de pecados.
Vamos a los pies del chico. Si vais a los pies del confesor
y os confesáis con dolor de corazón y con verdad, un pan
habéis comido que, aunque es amargo, es en gran manera
sabroso. Pan amargo es el ir al confesor y decirle vuestros
630 pecados y manifestarle vuestras maldades cuales las hicis-
tes; pero este amargor se convierte en dulcedumbre, que
es en perdón de pecados y en reconciliación de amistad de
Dios. ¿Cómo creeré que queréis bien a vuestra ánima, etc.,
y que queréis más estar atados que sueltos, y más con pe-
635 cados que sin ellos, y más en desgracia de Dios que no con
su amistad?
El otro pie: Echad mano a la bolsa, contentad a vuestro
prójimo, si está descontento de vos. ¡Oh que duele! Verdad
decís, que pan de cebada es, y amarga, pero mientras tuvié-
640 redes descontento el prójimo, hágoos saber que no podéis
tener contento a Dios; cuando estáis en manos de prójimos,
estáis en manos de ruines; y estando en las manos de Dios,
estáis en las manos de bueno. Pan de cebada, pan que amar-
ga, mas que verdaderamente te sana. Hacé cuenta que, con
645 aquellos dineros que dais, compráis el cielo, y sacaldos de
buena gana y daldos a quien los debéis, porque hágoos saber
que, mientras tuviéredes al prójimo descontento, no podéis
tener a Dios contento.
Vamos a los panes de las manos. ¿Qué es la mano de-
650 recha? Dar limosnas, para dar de comer a mi cuerpo y a mi
alma. Id al chiquito dadivoso, que ni se contenta con darnos
vida, hacienda, salud y todo lo demás que tenemos, pero
diónos a sí mesmo y derramó su sangre por nosotros. Pues,
si el Señor nos dió su sangre, no nos duela de dalle un poco
655 de pan o un real para su necesidad. ¡Oh Señor, no plega a
vuestra misericordia que seamos tan desagradecidos que,
habiéndonos dado vos todo lo que tenemos, y también vuestra
sangre, para nuestro rescate y remedio, os dejemos de re-
mediar en vuestras necesidades. Entended que el pan de
660 cebada que habéis de comer es hacer misericordias con los
pobres, que Dios lo dice que alcanzará misericordia sólo el
que la hiciere con sus prójimos, etc. Por tanto, haced mise-
ricordia con vuestros prójimos y remedialdos en sus necesi-
dades, que lo que a ellos les dais, a Cristo lo dais. ¿No hay
665 pobres, no hay viudas necesitadas, no tenéis doncellas en
vuestro barrio que, por ventura, por tener falta de lo que
650 limosnas] que ture
662 Cf. Mt. 5, 7.
12. IX)M. 4 DESPUÉS DE CUARESMA
229
es menester para casarse, está[n] a peligro de su honra?
Pues que Dios dió su sangre, ¿qué mucho haréis vos en dar
de vuestra hacienda para su remedio?
670 El que es de la izquierda duele. —¿Por qué duele más el
de la izquierda que no el de la derecha? — Porque está ahí
el corazón, que es miembro más delicado, y en la otra está
el hígado. ¿Qué sintiría Cristo cuando le enclavaron la mano
izquierda con tanto dolor? Pues, hermano, por reverencia de
675 aquel dolor que Jesucristo sintió cuando le enclavaron sus
manos, que abráis vuestro corazón y améis a quien aborre-
céis, y perdonéis a quien os injurió. — Padre, duele. — Pues
eso que mucho duele dad a Dios, pues El con tanto dolor
dió por vos su vida y perdonó a quien se la quitó. Pan amar-
680 g0, mas tan provechoso, que dice San Augustín: "Yo no
sé qué prediquemos que más provecho os haga que perdonar
a vuestros enemigos".
De manera que los panes de cebada sean : el dolor de co-
razón verdadero de los pecados cometidos, confesarlos de
685 verdad, pagar lo que debéis, dar limosna y perdonar las in-
jurias. Y quien comiere de estos panes será bueno para el
otro convite. — ¡Oh padre!, ¿y qué hacéis de hablar sin saber
lo que es eso? Fácil es de decir, pero dificultoso de hacer.
¡No hay más de perdonar a quien os injurió y hacer bien a
690 quien me hizo mal! Tengo este corazón duro. — ¿Duele? Pues
diga el niño a su madre: "Este pan es duro, no lo puedo
comer; mójamelo en un poco de miel u de arrope, para que
se haga blando y lo pueda comer".
Comamos el pan Eso mesmo habéis de hacer los que que-
695 eon los peces réis comer el pan de cebada; que, si
echáis mano de vuestro corazón, ha-
llarlo heis duro. ¿Qué haré, que quiero ser casto y hallo en
mis miembros otra ley que repugna a la ley de mi ánima?
Hallo mi corazón duro para perdonar y las manos atadas
700 para pagar lo que debo, ¿qué haré? — Id a Jesucristo y
decilde: "Señor, yo no puedo comer este pan; dadme un
poco de miel, dadme un poco de pece, dadme un poco de
devoción, dadme vuestro favor, para que pueda hacer vues-
tra voluntad"; y de esta manera hallaréis gran facilidad en
705 lo que antes os parecía dificultoso. Cuántos hombres ha ha-
bido que decían: ¿cómo perdonaré?, ¿cómo seré casto?
y, a cabo de tantos días, verse tan trocados y tan otros
de lo que antes eran, que ya se les hace fácil lo que antes
les era dificultoso, y antes consentirían morir que ofender
710 a Dios.
¿Qué es el otro pece en su mano derecha? Una ley de
682 San Agustín, Enanat. ii¡ Ps. 118, serm. 7, .| ; lu Ps. 1)9, s-6 :
MIy 37, 1518. 1273-1274.
230
SERMONES. CICLO TEMPORAL
fuego. Si os parece duro ese pan, busca en la santa Es-
criptura una palabra de Dios en que estribéis. — ¿Qué haré,
que soy fantástico, soberbio, pésame porque al otro hacen
715 más cortesía que a mí, desque veo en la iglesia al otro
sentado en mejor lugar que yo, desque veo que al otro
quitan el bonete y no a mí? — Toma esta palabra: Nisi
conversi fueritis, et efficiamini sicut parvulus, non intra-
bitis in regnum caelorum. Toma esta palabra: que quien
720 se abajare será ensalzado, y quien se ensalzare será humi-
llado. ¿Qué le hizo a San Antón que dejase su hacienda y
se fuese al desierto? Que una vez, entrando en la iglesia,
oyó las palabras del evangelio que dice: Si quieres ser per-
fecto, vende todas las cosas que tiene[s] y dalas a los po-
725 bres y sigúeme. Dijo él: "Estas palabras son de Dios, el
cual no puede mentir, y habla conmigo, quiérolo hacer".
¿Quién no deja lo menos por lo más? ¿Qué mercader ha-
bría que no echase un real en una mercadería si viese que
habría de sacar ciento? ¿Quién no sembraría en tierra
730 adonde sembrando poco cogiese mucho? Cristo dice que
quien se funda sobre sus palabras, que será como la casa
fundada sobre piedra, que no basta aire ni tempestad para
derribarla. Y dice Dios que quien hace misericordia con sus
prójimos, alcanzará misericordia con Dios. Y si Dios me
735 lleva por justicia, ¿qué será de mí?; porque Dios me haga
misericordia quiero hacer misericordia. De aquí nacen los
males, de que no comemos el pan con los peces.
Abajá esa cabeza, hincá esas rodillas, que, si no pedís,
no lloverá agua sobre vos, porque los bienes temporales
740 dalos Dios sin pedirlos, pero los espirituales no los da sino
a quien los pide. Hermanos, abrid esas bocas, levantad
esos corazones y pedid a Dios, y daros ha, porque él ha
dicho que dará espíritu bueno a quien se lo pidiere. Pedid
a Dios y daros ha acá gracia y allá gloria, ad quam nos
745 perducat. Amen.
737 peces] y add.
719 Cf. Mt. 18, 3. 732 Mt. 7, 24-25.
721 Le. 14, 11; 18, 14. 734 Mt. ,s, 7.
725 Cf. Mt. 19, 21. 743 Le. 11, 13.
726 San Atanasio, Vita B. Antonii, c. 2 : ML 73, 127.
13- MIÉRCOLES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
231
13 LUZ MUY CLARA ES CRISTO, GUÍA, MAESTRO *
Miércoles de la IV semana de Cuaresma. 151/3
(Ofta, Ms. est. 8, pluit. 4, n. 56 bis, ff . 69 v - 75 v.)
Quamdiu, sum in mutuio, lux sum mundi lio.
9. I5l).
Exordio Dulce lumen delectabile oculis est videre solem.
Dice la Sagrada Escriptura que es cosa delei-
5 table ver y gozar del sol. Cuando el ángel San Rafael visitó
a Tobías, saludándole le dijo: Gaudium sit tibi, bone vir.
Respondió Tobías: Quale gaudium erit mihi, quoniam lu-
men caeli non video? — Dios te dé gozo, buen varón. Res-
pondió: ¿Qué gozo puedo tener, que no veo la lumbre del
10 sol ni la claridad del cielo? Si ver esta luz y claridad de
acá es grande alegría y cosa dulce, ¿cuánto más será ver
la luz y claridad espiritual de la gracia que viene a nues-
tras ánimas, con la cual es visto Dios?
¿Qué hará quien desea conocer a Dios y no tiene po-
15 sibilidad, no tiene lumbre, no vista, como ciego? Aun los
filósofos profanos lo dijeron: Sicut oculus noctuae ad lumen
solis. Deseamos ver a Dios y estamos como este ciego de
hoy, que sanó Jesucristo. Hizo Jesucristo de su saliva y
tierra un poco de lodo, y púsoselo sobre los ojos, y man-
20 dóle ir a que se lavase a la alberca, a las aguas de Siluá,
y ansí lo hizo el ciego. Hagamos nosotros también ansí.
Pongamos lodo en nuestros ojos, y conozcamos que somos
ciegos y que no podemos ver, si no vamos a las aguas donde
fué enviado y a donde Jesucristo moró, que fueron el co-
25 razón y entrañas de la Virgen María Nuestra Señora. Pi-
dámosle gracia y que nos dé vista.
Leer en las cosas Quamdiu sum in mundo, lux sum mun-
temporales otras di (Ubi sicpra). Muy reverendo, etc.
30 espirituales ^as palabras del fundamento díjolas
Nuestro Señor Jesucristo. Están en el
Evangelio de San Joán. El romance dice: Mientras estoy
en el mundo, luz soy del mundo. Luz dice El que es del
mundo, El que sólo lo puede decir. Mientras que estoy en
el mundo, luz soy del m'undo. Si Dios no hablase de sí, no
15 posipilidad
* Ed. R. García Villoslada, S. I., eu «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 106-210. «Feria quarta post dominicam quartam (¿uadrage-
siniae» (f. 69 v). Las alusiones al Turco y al rey de Escocia (p. 245)
parecen referirse a la toma de Budaipest (sept." 1541) y a la muerte
de Tacobo V, poco después de la derrota de Solwav Moss (dic. 1542).
5 Of. Eccl. n, 7.
10 Cf. Tob. 5, 11-12.
27 lo. 9, 5.
232
SERMONES. CICLO TEMPORAL
35 habría en el mundo quien lo pudiese conocer. Uno de dos
habéis de escoger: o que hable Dios, si queréis conocello,
o si no queréis que os hable, que os quedéis sin conocello
y sin Dios. Y va la vida en que Dios hable, y no puede
Dios hablar sin que diga bien de sí, sin que se alabe para
40 declarar Dios su grandeza. No puede ser menos. No es
fantasía, sino declaración de la verdad, que Dios hable de
sí y diga bienes, grandezas y misericordias que en sí tiene
y la necesidad que todos tenemos de El. Dice Jesucristo:
Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. ¡Bendito
45 seáis vos, Señor, por siempre, que tan grandes mercedes
nos hecistes en venir al mundo y estar en el mundo y ser
vos la Luz del mundo!
No sé si habéis mirado una cosa: ¿para qué crió Dios
al mundo? ¿Para qué nos dió el pan que comemos y el
50 vino que bebemos, y para qué esta ropa que vestimos? Por
cierto que, si no hubiese en esto más que comer y beber,
poca diferencia habría de nosotros a una bestia del campo,
que también come y bebe y goza de estas cosas que Dios
crió para mantenimiento de todas ellas, como nosotros;
55 pero criólo Dios todo esto y diólo para que nosotros los
hombres usásemos de ello, y no parar en ello como bestias,
sino que de ello dando muchas gracias a Nuestro Señor,
entendiendo que hay otra comida y bebida, otros vestidos
del ánima representados por ésos, otra luz, otra claridad
60 del espíritu, que esta material representa y da a entender.
Vergüenza había de tener un hombre de razón, usando
de estas cosas, no ver ni sentir en ellas más que lo que
siente y ve una bestia sin ninguna razón. Los judíos eran
carnales, cobdiciosos; quedáronse en lo de fuera, contentá-
65 ronse con las cerimonias y con las cosas de fuera, olvida-
ron en lo que más va, que son las cosas de dentro. Ansí
hemos hecho los cristianos: estamos en las cosas de fuera,
estimárnoslas más que las espirituales; más miramos a la
honra exterior que a la honra espiritual ; más a las riquezas
70 temporales y perecederas que a las eternas, más estamos
en las cosas todas que tocan a este cuerpo que en las espi-
rituales que tocan al alma y a nuestra salvación.
Moisés andaba guardando ganado y guiólo hacia lo más
adentro del desierto, y allí no vió a Dios, hasta que entró
75 a lo más de dentro del desierto, a lo escondido, no vió la
visión ni conoció a Dios. Nunc autem, cum cognovistis
Deum, immo cognitl sitis a Deo, quomodo convertimini ite-
rum ad infirma et egena elementa, quibus denuo serviré
vultis? Agora ya que habéis conocido a Dios, o por mejor
8o decir, que sois conocidos, ¿queréis servir a las cosas bajas y
13. MIÉRCOLES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
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faltas y pobres y de poco valor, que habéis? (San Pablo.)
Esa santidad que os predican esos predicadores, que consiste
en cosas pocas y pobres, como es comer de tal y tal manjar,
vestiros de tal y tal manera, ¿para qué? ¿Os queréis volver
85 a las cosas primeras, como antes que fuésedes baptizados?
Cuando os bautizaban, prometieron de renunciar todas esas
cosas elementales y vivir en espíritu, ¿para qué agora hacéis
caso de esas cosi'llas y cerimonias? Cuando os bautizaron,
¿no os echaron el agua sobre vuestras cabezas? Y aun en
90 algunas partes se usa meter todo el niño debajo del agua.
¿Qué significa aquello, sino que ansí se ahogaron en vos
todas aquellas cosas, y moristes al amor de todas aquellas
cosas visibles, y a todas las cosas que según carne vivíades,
y a todo lo que va conforme a este mundo, a vuestra vo-
95 luntad, a vuestros malos deseos y apetitos? ¿Por qué, pues,
agora hemos de estar vivos a estas cosas a que ya hemos
muerto en el baptismo?
Heñios de estar en el mundo como si no estuviésemos,
y poseer la hacienda como si no fuese nuestra, ser ricos y
100 no vivir como si lo fuésemos; y de todo lo que en este mundo
tuviéremos y se nos ofreciere, hemos de sacar muy grandes
gracias y alabanzas para Dios Nuestro Señor y provecho
para nuestras ánimas y conciencias.
Este es el modo de vivir según Cristo. Tomas pan, hár-
105 taste con él; tomas agua, y lávaste con ella y alímpiaste;
y ansí, sin dar gracias a Dios por ello, no haría una bes-
tia. Crió Dios esto visible para que nos aprovechemos de
ello para lo invisible. Aquella hartura de aquel pan signi-
fica otra hartura de tu ánima; aquel alimpiarte con aquel
lio agua, da a entender la limpieza que has de tener en tu
ánima; y todos estos bienes que hace Dios aquí con estas
cosas visibles a tu cuerpo, muestran mayores bienes y mi-
sericordias invisibles que hace a tu ánima. Hasle de dar
muchas gracias por ello y decir: Señor, por amor de Dios
115 mantenéis aquí mi cuerpo con este pan; ansí también man-
tened mi ánima con vuestro manjar espiritual, con la gracia
y misericordia; álimpiá también mi ánima y conciencia.
Grande es, Señor, vuestro saber y poder y amor. Quia de-
lectasti me, Domine, in factura tua; et in operibus manuum
120 tuarum exultabo. Quam magnificata sunt opera tua, Domi-
ne! Nimis profundae factae sunt cogitationes tuae. Vir in-
sipiens non cognoscet, stultitia non intelliget haec. Vi vues-
tras obras y deleitéme, decía David; que de los dineros que
están en el arca, de las viñas, olivares, más provecho puedes
125 tú sacar algunas veces que su mismo dueño.
¿Cuántas arrobas coges de vino de tus viñas? ¿Ciento?
Si Cf. Gal. 4, 9.
122 Ps. 91, 5-7.
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SERMONES. CICLO TEMPORAL
Sean cien mil, si queréis. Vaisos por esas viñas, miráis los
sarmientos cómo están pegados en la vid, pensáis allí [que]
como están aquellos sarmientos pegados a su vid, están ver-
130 des, y cuando los cortan cuán secos y marchitos están. De-
cid: "Tan seca y tan marchita está mi ánima; si me quitan y
me apartan de la vid, que es mi Señor Jesucristo, ¿qué
tal estaré?, ¿cómo me irá? Estaré marchito y seco, que
no valdré para otra cosa, sino para arder en él fuego".
135 Si el sarmiento seco supiese hablar, se quejaría y pediría
que lo volviesen a su vid, y diría los males que tiene es-
tando apartado de la vid y los bienes que pierde por no
estar en la vid. Pensad esto en la viña ajena y sacaréis
más bien y más fruto de esto que su dueño de las cien mil
140 arrobas de renta que cogió de ella.
Mira al olivo verde, cómo de él se coge tan lindo fructo,
como son aceitunas, de donde se hace el aceite, con el cual
nos mantenemos y nos alumbramos y curamos nuestras lla-
gas. Piensa cómo Dios es tu árbol, tu frescura, tu luz, la
1*5 lumbre y claridad con que te alumbras; cómo te mantiene,
cómo te cura y te sana las llagas y te ablanda. Y sabe
bien sacar el meollo de la cáscara, que lo demás una
bestia lo hace.
¿A qué propósito? Que agradezcáis bien a Dios las cosas
150 que os da para vuestro mantenimiento, para vuestro vesti-
do, y todos los bienes visibles que siempre se os da en este
mundo, y de esta manera ño parando en estas cosas, sino
entendiendo de ellas y en ellas otras cosas y otros bienes
espirituales invisibles, entenderéis el mundo al propósito
155 que Dios lo crió y como Nuestro Señor quiere que lo en-
tendáis; y que nuestro estudio todo había de ser en cono-
cer a Dios, y todas nuestras ocupaciones en esto se habían
de gastar. Y porque le pa[re]ció a Dios que las lenguas de
todos los hombres eran poco y no bastaban a darnos a en-
160 tender quién El es, quiso que leyésemos en las cosas, cor-
porales.
Dijo Jesucristo: Tal está un ánima sin mí, cual está
este mundo sin la lumbre y claridad del sol. Así como los
ojos corporales no pueden ver sin esta lumbre del sol, así
165 los ojos de nuestras ánimas no pueden ver sin la espiritual
gracia de Jesucristo. Cuando viéredes una lumbre, por vues-
tra vida que os acordéis de Jesucristo, que es lumbre del
mundo. Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo.
Curación del ciego Para que entendáis por qué el Señor
170 de nacimiento dijo estas palabras: Había acabado
de disputar cuando le quisieron los
fariseos apedrear, y salióse del templo; y está un ciego de
su nacimiento a la puerta; y preguntáronle sus discípulos:
13- MIÉRCOLES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
235
Maestro, ¿pecó éste o sus padres, porque nació ciego? En-
175 tendieron que las enfermedades venían por los pecados, por-
que, cuando sanó al otro, le dijo: No quieras más pecar,
porque no te acontezca otra cosa peor. Desengañóles de esto
Jesucristo, porque no vienen todas las enfermedades por
pecados, sino para gloria y alabanza de Dios. Muchas veces
180 castiga Dios a uno, y no por pecados; esto se entiende que
no le dan aquel castigo por pecados, aunque en el haya pe-
cados. Y esto decía Job a sus amigos, y no lo entendían;
que no decía él: "No tengo pecados", que claro está que
no había de decir él esto, sino decía: "No te castiga Dios
185 en esto por pecados". Muchas veces os envía Nuestro Señor
el trabajo, la enfermedad, la pobreza, y no en castigo de
pecados, sino por otra cosa. ¿Pues por qué nació ciego?
Por la gloria y alabanza del Señor.
No entendemos esta palabra. No te castiga Dios por los
190 pecados, sino porque lo honres y sea alabado. Invoca me in
die tribulationis; eruam et honorificabis me. Cuando estu-
viéredes en la tribulación, no llames a tus fuerzas, a tus
trabajos, no a tu juicio, no a tu discreción, porque yo te
libraré y honrarme has tú. ¿Para qué me envía Dios tan
195 grandísimos trabajos, tantas necesidades, tan grandes en-
fermedades y tan peligrosas? Para que en esas grandes ne-
cesidades, cumpliéndolas El, en esos grandes trabajos, re-
mediándolos El, gane mayor honra y sea más alabado; y
porque en eso hay más aparejo para que entre el remedio
200 y mano del Señor y se vea claro que El es el remediador
y el que curó esta llaga y no pudo ser otro.
A mi me conviene entender en los negocios a que mi
Padre me envió, dijo Jesucristo. ¡Quién mirase como es
razón esto! ¡Quién se parase a pensar y dijese: ¿A qué
205 me envió Dios a este mundo? ¿Qué hago? ¿En qué entien-
do? ¿Cómo gasto el tiempo? ¿En qué me ejercito? No es
razón pararnos en el camino. De priesa vamos; a negocios
de grande importancia vamos, no es razón parar en cosas
de poco provecho.
210 —¿A qué os envió Dios a este mundo? ¿A ser rico?
¿A que tuvieses muchos dineros, grandes rentas, dignida-
des? ¿A que mandásedes? ¿A que viváis en regalos y a todo
vuestro placer? — No. — ¿Pues a qué venistes? ¡Oh quién
os preguntase cómo os va en aqueste negocio de vuestras
215 ánimas! ¿Cómo? ¿Negocio es éste que tanto os va? El fiel
hijo Jesucristo dijo: Conviéneme obrar a lo que el Padre
Eterno me envió, a curar enfermos, cojos; alumbrar ciegos,
consolar tristes, a medicinar llagados y a remediar todos los
174 lo. 9, 2.
177 lo. 5. 14-
188 Cf. lo. 9> 3.
191 Cf. Ps. 49, 15.
203 lo. 9, 4 ; Le. 2, 49 ; 4, 43.
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SERMONES. CICLO TEMPORAL
males del mundo; a eso vine, a hacer esta obra, a que me
220 envió mi Padre. Luz soy del mundo. Este está ciego; yo
lo curaré, yo le daré vista, yo le alumbraré..
Llamó al ciego y escupió en la tierra, y con aquel lodo
untóle los ojos. ¡Mira qué medio! — ¿Sabes a la alberca
de Siloé? Esta es una fuente que está junto a Hierusalem,
225 al mediodía. Ve allí y lávate y verás tú también. — Tuvo
tanta fe el ciego, que luego se partió para allá; no miró
que nunca jamás se había hecho milagro en aquella fuente,
sino luego fué para allá con tanta fe, que no le estorbaron
los que de él reían, como lo veían ir así, los ojos llenos de
230 lodo, ni los que murmuraban porque iba a donde le mandó
Jesucristo. Al fin llegó al agua de Siloé, y lavóse como
Jesucristo le había dicho, y fué luego sano. Y dando ala-
banzas a Dios por las mercedes que le había hecho, pasó
grandes trabajos con los fariseos; ellos diciendo mal de
235 Jesucristo y él defendiéndolo; tantas cosas les dijo, que
les tapaba las bocas, que no sabían qué decir, y faltándo-
les razones que le respondiesen a lo que de Jesucristo decía,
alegaron su dignidad, porque ya no sabían qué le responder,
que lo habían de descomulgar y echallo de la Iglesia. Ser
240 reprobado de los malos muy bueno es. Renegad del que
está muy bien con todos. No tiene sello de Jesucristo el que
no es reprobado de los malos.
Echáronlo de sí los fariseos, y en echándolo encuentra
con Jesucristo y di jóle: ¿Crees en el Hijo de Dios? Res-
245 pondió el ciego: ¿Y quién es, Señor, para que lo crea?
Dijo Jesucristo, amador de los bajos y de los que en sen-
cillez lo quieren creer: Visto lo has, y yo soy que hablo
contigo. Cuando esto oyó el ciego, cayó en tierra y adoró
a Nuestro Señor. Dijo Jesucristo: In iudicium ego in hunc
250 mundum veni, ut qui non vident, videant, et qui vident
caed fiant. Yo en juicio vine en este mundo, para que los
que no ven, vean, y los que ven no vean. Si fuésedes cie-
gos, no terníades pecados, y quedaros heis ciegos. Si co-
nociésedes que sois ciegos, buscaríades remedio, pero por-
255 que pensáis que veis bien, no serés sanos. Pensáis que sois
santos, tenéisos por sabios, por letrados, por maestros, por
doctores, y por esto quedaréis ciegos y sin lumbre. Los
que se conocieron flacos y ciegos, necesitados e ignorantes,
éstos fueron sanos y recibieron la luz de Dios. Somos gra-
260 duados doctores, maestros, ¿hemos de oír a un pobre que
nunca le vimos estudiar? ¿A uno de por ahí, que no le tiene
el mundo en nada, hémonos de bajar? ¿De éste hemos de
tomar doctrina? Estos se quedaron ciegos y a [e]scuras; no
se conocieron; no les dieron lumbre; quedáronse ansí.
220 lo. g, 5.
253 Cf. lo. g, 35-41.
13- MIÉRCOLES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
237
265 Al venir Jesucristo, Veis aquí el santo evangelio. Lo
el mundo estaba cié- que Jesucristo hizo hoy con este
eo: los judíos ama- cieS°- hizo con todo el mundo y hizo
han tierra los romi- con cada uno de nosotros- ¿Que
ban tierra, los roma tal estaba el c[ anteg Jesu.
270 nos honra, los grie- cristo le curase? Ansí estaba el
gos razones mundo antes que Jesucristo viniese.
Había judaismo y había gentilidad,
tenían mil errores y tinieblas. Los judios estaban ciegos,
amadores de la tierra y de las cosas de ella, amadores de
2"5 honras y riquezas, de comer y de toda cosa corporal. Los
gentiles todos adoraban ídolos, unos adoraban dioses de
oro, otros de plata, otros de metal, otros de palo, otros a
las lechugas, otros a las berzas y a cien mil cosas, y cada
uno a lo que se le antojaba. Entrábanse los demonios en
280 aquellos ídolos, y daban respuestas; acertaban algunas
veces; con esto estaban engañados y perdidos en este tan
dañoso y bestial error. Mira qué tinieblas; ansí como en
un pueblo de los gentiles, que fué Roma. Fué amador de la
honra; mirá qué tanto, qué tanto, que dice San Augustín:
285 Romani propter honorem viviere cupiebant, et propter glo-
riam morí non timebant. ¡Qué de cosas hicieron por esta
honra! ¡Qué de edificios fabricaron! ¡Qué de triunfos hi-
cieron! ¡Qué de hazañas! Todo por esta honra. El otro
pueblo, que es Atenas en Grecia, la docta filosofía, aquel
290 escarbar de entendimientos, aquella viveza de entendimien-
tos y de razones y subtilezas de ingenios; aborrecían los
vicios no por Dios, sino porque decían que el vicio en sí
es feo y no conviene al filósofo hacer tal fealdad.
Los judíos amaban tierra, los romanos honra, los gen-
295 tiles razones. Entra Jesucristo. Entró Sansón en el templo
y abrazó las columnas de él y dió con todo en el suelo, y
mató a los que de dentro estaban. Vino Jesucristo, abrazóse
con estas columnas del mundo y dió con ellas en el suelo,
derribólas, mató, como Sansón, a los dos pueblos, judai-
300 co y gentil. Mete su santo Evangelio y da con todo en
el suelo. ¡Qué cosa fuera ver decir a Cristo: Beati pauperes
spiritu! Veis derribada la honra, la riqueza. ¿Qué cosa es
esta palabra para el que se va por riquezas, que anda bus-
cando y revolviendo él mundo por ellas? ¡Bienaventurado
305 el que no se arrima en sí mesmo ni halla adarme de rique-
zas en sí mesmo, ni en sus fuerzas, ni en su poder! Tam-
bién toca esta palabra a los romanos. ¡Bienaventurados los
286 San Agustín, Dc civitate Dci, 1. 5, c. 12 (ML 41, 154) : «Hanc
ardentissime dilexerunt, propter hanc vivere voluerunt, pro hac emo-
ri non dubitaverunt».
302 Mt. 5, 3 ; Le. 6, 20.
23S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
pobres de espíritu, los que no hallan cosa buena en sí, no
tienen en sí arrimo, no en su sabor, en su discreción, no
310 en su razón; en todo se halla pobre, en todo tener necesi-
dad de Dios; a El van por consejo, de El mendigan lo que
han menester y sin El no hallan remedio en otra parte, de
El mendigan lo que les falta, de El piden limosna en todas
sus necesidades! Estos son bienaventurados. Y malaventu-
315 rado del hinchado, cobdicioso, amador de honra, amador
de riquezas, vano y arrimado en cosas vanas.
Entra Jesucristo, nace pobre, vive pobre, muere más
pobre. Sicut stupuerunt super [te] multi, sic inglorius erit
ínter Güiros aspectus eius et forma eius ínter filios homi~
320 num. Ansí como se espantaron en ti muchos, ansí será
su aspecto sin honra entre los varones y su fermosura fea
entre los hombres. No traía pompas cuando estaba en la
cruz. Allí estaba[n], dice San Agustín, todos nuestros pe-
cados, todos nuestros traba [jos], por todos pagó, y todo
325 lo quiso sufrir, para que oiga el un pueblo y el otro. No
quiso en este mundo placeres, descansos. Siempre desde que
nació anduvo en trabajos y nos traía atravesados en su
corazón, pagando y sufriendo por nosotros las penas y
castigos que nosotros merecíamos y éramos obligados a
330 pagar.
Pregonóse por el mundo la deshonra, los trabajos y todo
lo que padeció Jesucristo crucificado, y fué tan poderosa
esta nueva en los corazones de los hombres, que vendían
sus haciendas, que dábanse a pobres, dejaban las honras,
335 los mandos, los oficios, dejaban a sus padres y a sus ma-
dres, sus hijos, sus mujeres, y todo lo tenían en poco,
todo lo tenían por nada por seguir a Jesucristo. ¿Qué fué
esto? Que entró Jesucristo, y padecen que los deshonren y
maltraten, y aman lo que aborrecían, y aborrecen lo que
340 amaban, todo por Cristo. Vase San Pablo a Grecia. ¿En
qué andáis? Donde entra Jesucristo, luego se conocen y se
tienen en nada y se humillan y se abajan y se menospre-
cian y tienen en nada su saber, su entender, su discreción.
Creen en Dios, esperan en El y en su consejo, y todo lo
345 otro que antes preciaban, desprecian y huyen.
Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. ¿Veis
cómo doy luz al mundo mientras estoy en el mundo? Ya
habéis oído decir que lo que va forzado no puede ser per-
petuo. Motus violentus non potest esse perpetuus. Toma
350 esta señal, que la cosa que es de Dios, que dura. Hallaisos
agora con devoción, y de aquí a una hora no la tenéis;
estábades agora con un propósito, dende a poco os hallaréis
322 Is. 52, 14.
324 Cf. San Agustín, De Tiinitcáe, 4, 14 : ML 42. S99-901 ; Jn
Ps. 21, 27-2S ; 36, 179 ; Ep. 76, 1 : ML, 33, 264 ; alibi.
239
sin él. Esta es señal que aquello que teníades no era vues-
tro, y agora no lo tenéis. Si no, probaldo. Prestado era,
355 dado de Dios.
No tiene ojos de fe El mundo amó su razón. Entró Je-
quien sólo ve las co- sucristo y puso desprecio y pobre-
sas temporales za- Y floreció y alumbró aquel re-
lámpago en aquel tiempo, y hubo
360 tanta pobreza en muchos, tanto menosprecio, tanto amor de
Jesucristo. Paraos a mirar la obra de este día. ¿Qué es
del desprecio del mundo, de la propia honra y razón? Pa-
raos a mirar las costumbres nuestras, tan malas y aun
peores que las de los judíos. Más honra tenemos los cris-
365 tianos que romanos, más razones que griegos. ¿Qué es de
la pobreza de Jesucristo? ¿Qué es de la humildad y bajeza?
¿Qué es del desprecio y desarrimo y poca fiuza que en
nosotros hay y en nuestra razón y discreción tenemos?
El judío amaba dineros y no honra. Veréis agora en un
370 mismo pecho de un cristiano espíritu de judaismo y genti-
lidad; y si queréis tres males, también los hallaréis en uno,
el escudriño de razón. ¿Dónde está el desprecio de lo de la
tierra, el tener en poco estas cosas temporales y visibles?
¿Qué? ¿Amáis ser pobre y padecer trabajos? ¿Qué más
375 naría un moro, o que otra vida viviría, sino como nosotros
vivimos? ¿Qué dejamos de hacer, que podamos hacer?
¿Quién puede ser rico y lo deja de ser? ¿Quién honrado y
lo deja de ser y escoge deshonras? ¿Quién echa su razón y
seso al rincón y toma el seso y parecer de Dios y se fía
380 de él y rige por él?
Ciegos debemos estar, o a lo menos tenemos tan poca
vista, que no vemos leer desde lejos. Ojos que no ven sino
desde cerca y no pueden ver lo de lejos, no son esos ojos
de cristiano, sino de gentiles. Ves la honra, la hacienda;
385 yes los deleites, que son cosas que están cerca. Ser piadoso,
manso, pobre, humilde, sufrir trabajos y necesidades, si
entendieses y vieses desde lejos, harías burla de lo de acá,
de estas cosas de la tierra, de esta hacienda que tanto es-
timas, de esta honra que tanto precias. Id enim quod in
390 praesenti est momentaneum et leve tribulationis nostrae,
supra modum in sublimitate aeternum gloriae pondus ope-
ratur in nobis, non contemplantibus nobis quae videntur,
sed quae non videntur. Quae enim videntur, temporalia
sunt; quae autem non videntur, aeterna sunt. Lo que de
395 presente es momentáneo y breve de nuestra tribulación so-
bremanera en alteza obra un gran peso de gloria en nos-
otros, que no contemplamos las cosas que vemos, sino las
que no vemos; porque ciertamente las cosas que vemos
2*0
SERMONES. CICLO TEMPORAL
temporales son, y las que no vemos, eternas y perdurables.
400 Esto dice San Pablo.
Si tuviésemos fe para mirar dende lejos las cosas que
nos enseña la fe, no cosas visibles y temporales que vemos
con los ojos, no haríamos tanto caudal de ellas, como ha-
cemos, ni olvidaríamos, como olvidamos, las espirituales.
405 De un poco que acá padecemos, dice San Pablo que se hace
un gran peso de gloria. ¿Cómo podéis sufrir tantos traba-
jos, Pablo? Tiene larga vista, tiene ojos de fe, que miran
lo de lejos. Conterriplatibus nobis non quae videntur. A nos-
otros, que contemplamos no las cosas visibles de acá. No
410 miro yo sino lo que obran en mí estos trabajos y la gloria
que espero, porque estas cosas que vemos temporales son
y que muy presto se han de acabar. Presto veréis vuestro
cuerpo tendido en la sepultura; con una sábana rota y
con una covecilla os contentaréis; presto se pasarán estos
416 que os despreciaban y vos con ello. ¿ Cuál es el que no mira
en esto? ¿Qué es del desprecio? ¿Qué es de lo que te di-
jeron? ¿Qué se hizo? Todo se pasó como sombra.
No hay quien siga a Jesucristo en su cruz, en su pasión,
en sus tormentos, en su hambre y en su sed y desnudez.
420 Decís: "¿Pues todos hemos de hacer eso, todos hemos de
ser pobres, todos hemos de dar nuestras haciendas por
amor de Dios?" Sí, que no faltará quien la guarde. Sed
vos cuerdo, que no faltará quien sea loco. Haced vos lo
que debéis, viví conforme a Jesucristo y dejaos de lo de-
425 más; no trabajéis ni andéis desasosegados, buscando cómo
ganaréis, cómo os haréis ricos, sino antes trabajad y bus-
cad un mantenimiento liviano con que podáis pasar y
tener cuidado de lo que os toca a vuestra ánima.
— Padre, ¿y la honra? — 'Plantada tenéis la honra de
430 los romanos en esos corazones. — ¿Y la honra, padre?
— Líbreme Dios, por quien Dios es, de deseo de honra.
Cautivos estáis y más que esclavos de Barbarroja. Si no
sé qué le dijistes, luego se enoja; si no le quitáis bien el
bonete, no entendáis con él, que tuviéredes con honra,
435 guardaos de él, llamadle Lucifer, aunque sea Don Fulano.
No busco yo mi honra, dijo Jesucristo. — Señor, hízome
esto, injurióme, maltratóme. — No mires a quién te hizo
a ti eso, sino mires que tú has hecho otras cosas peores
contra Dios o contra tus prójimos, y no agraves mucho
440 en otro lo que está también en ti; perdónalo y llévalo,
como tú quieres ser perdonado y conllevado en tus yerros.
¿De dónde tanta cama, tanta plata, tanto oro, tantas
manillas, tanta vanidad, tanta locura? Esclavos de Faraón,
de Lucifer, esclavos sois de Lucifer, que reina sobre los
400 2 Cor. 4, 17-18.
13. MIÉRCOLES DF. LA SEMANA .4 DI CUARESMA
241
445 hijos de infidelidad: Ipse enim regnat super füios infiden-
tiae. Debajo de su bandera militáis.
— Anda, que esas cosas son para perfectos ; ya yo hago
lo que puedo, ya doy limosna y rezo. — Aunque todo eso
hagas, te quedan tantas cuestas y barrancos de subir, que
450 primero sudarás que allá vayas. Mucho en gran manera
has de sudar, mucho has de trabajar, mucho te queda por
andar, para salvarte.
¿Queréis más? Acordaos: Vae qui trahitis iniquitatem
funiculis vanitatum et quasi vinculum plaustri peccatum;
455 ¡Ay de vosotros, que tiráis la maldad con cuerdas de la
vanidad, y tiráis como carreta el pecado! Mirá qué carreta.
¿Por qué engañas? ¿Por qué robas? ¿Para qué allegas
hacienda? ¿Para qué tantos dineros? ¿Para qué tantos
vestidos, mozos, mozas, esclavos? — 'Pues ¿qué? ¿No tengo
460 de cumplir con mi honra, conforme a mi estado? — Todo
mentira, todo engaño, todo se ha de ver y salir a luz de-
lante del juicio de Dios. Hacéis mil pecados, tenéis envidia,
sois cobdiciosos, riendo hacéis todo lo que queréis, cum-
plís con muchos males y no advertís a ellos, estáis metidos
465 hasta no más en la honra y locura de los romanos y en
las razones y sabidurías de los griegos.
Pro eo quod contempsit populus iste aquas Siloe, quae
vadunt cum silentio et assumpsit magis Rasim et filium
Ronteliae, propter hoc ecce Dominus adducet super eos
470 aquas fluminis fortes et multas, et regem Assiriorum et
gloriam eius. Porque mi pueblo menospreció las aguas de
Siloé, que corren con silencio, y quiso más a Rasim, el
hijo de Romelias, por esto el Señor traerá sobre ellos aguas
del rio fuertes y muchas, y al rey de los asirios y toda su
475 gloria y majestad. Esta fuente de Siloé corría quedito,
mansita. ¿No os contenta esto? Yo os hartaré de ruido,
dice Dios ; yo os traeré aguas que corran con ímpetu ; yo os
traeré al rey de los asirios con todo su aparato y pompa.
Dicen los santos doctores que estas aguas son las palabras
4S0 de Jesucristo, llanas, sin pompa, sin retórica; corren sin
ruido a los corazones, tienen más existencia que aparencia,
enternecen los corazones, remedian y curan las llagas, har-
tan nuestras ánimas; pan de casa, que, aunque parece mo-
reno y feo, es de mucha sustancia. Porque no os parecie-
485 ron bien estas aguas de las palabras de Dios, yo os atraeré
al rey de los sirios.
Dios remedie a las escuelas. Reinaba más en Atenas la
razón y las disputas, las cuestiones. Verbum Domini prole-
446 Cf. Eph. 2, 2.
456 Cf. Is. 5, iS.
475 Cf. Is. 8, 6r7.
242
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cerunt. ¡Qué desvarío de mundo! Gástaseos el tiempo en
490 aguzar los juicios y en avivar los entendimientos. Posuerunt
in caelum os suum et Ungua eorum mentita est eis. ¿Qué
cosa es más abominable que hablar del cielo quien no tiene
espíritu del cielo? No os engañéis, que de allá ha de venir
el espíritu de Jesucristo, si queréis no errar en lo que ho-
495 biéredes de hablar.
Tentaciones solapa- Dos tentaciones trae el demonio,
das por vía de razón una de cosas claras y pecados ma-
cubiertas y coloradas con razón. ¿Eres honesto? ¿Ve el
500 demonio que no hurtas, que no matas, que no robas, que
no adulteras? Tiéntate por vía de razón, hácete entender
por vía de razón algunas cosas. Decían los viejos del yer-
mo que los sacaba el demonio de los buenos ejercicios con
cuerdas de razón. ¿Estáis vos en misas rezando, encomen-
505 dándoos a Nuestro Señor ? Háceos entender el demonio que
será bueno ya hacer otra cosa o entender en otra buena
obra, y ansí háceos perder lo que estábades haciendo. ¿Qué
fué aquéllo? Que os engañó el demonio y os sacó con cuer-
da de razón. Cuando el demonio trae razones, guardaos
5?0 de él.
Una de las mayores señales que en lo que entendéis
anda en ello él demonio es que no os deja asosegar. Con
esta razón entró a engañar a nuestros padres primeros.
¿Por qué — dice — os mandó Dios? Razonar y hervir como
515 pulgas y no son pulgas. ¿No os [ha] acontecido estar re-
zando y picaros tantas de pulgas que no podéis valeros?
Ansí anda, como pulgas en el ánima, un piojear de razones
para que dejéis lo que estáis haciendo. ¡Qué de razones!
¡Qué de persecuciones! Principalmente en la oración y en
520 aquello donde principalmente podéis ser aprovechados y
más agradáis y servís a Nuestro Señor.
Job, varón santo y justo, sencillo, viniéronle trabajos,
perdió su hacienda, hijos, la salud y al fin vino hasta raerse
con una teja la podre de sus llagas. Entre todos estos tra-
525 bajos y pobrezas que le vinieron lo que dijo fué: Dios me lo
dió, Dios me lo quitó; como al Señor le plugo, ansí se ha he-
cho; su nombre sea bendicto. No pidió razones, no causas,
por qué ansí lo trataba el Señor. Díjole la mujer: Adhuc per-
manes in simplicitate tuaf: ¿Aún permaneces en tu simpli-
530 cidad? Di, di un pese a tal, y muérete. ¿No habéis visto mu-
489 proiicerunt
504 encomiéndanos
nifiestos, otra de razón y cosas en-
489 Of. Ier. 8, 9.
491 Of. Ps. 72, 9 ; 77, 36.
514 Cf. Gen. 3, 1.
527 Iob I, 21.
530 Cf. Iob 2, 9.
13- MIÉRCOLES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
243
jeres que riñen con sus maridos? Si no andan trafagueando
y trampeando, luego les dicen que son para poco, que no
son como los otros. Narraverunt iniqui fabulationes, sed non
ut lex tua. Simplicidad santa, más sabia que la discreción
535 de Atenas. En ésta no pueden caer los sabios del mundo, no
pueden entrar por esta puerta las razones. ¡Qué de mane-
ras, qué de razones hallan los sabios y prudentes en este
mundo para no perdonar a quien algo les debe, para no
hacer cosa en la cual hayan de poner un poquito de trabajo!
540 Perdam sapientiam sapientium, et prudentiam prudentium
reprobaba. Dice el original, de donde alego esta autoridad:
El que reprehende los sabios en la prudencia de ellos, repre-
hendió a los sabios en lo que ellos pensaban que estaban bien
y acertaban.
545 Estaba Tobías pobre y viejo, y su mujer iba a buscar de
comer, a tejer, que era su oficio; trujo una vez un cabrito a
su casa, y el viejo dijo que mirase lo que hacía, no se ofen-
diese Nuestro Señor si traía algo que fuese ajeno. Díjole la
mujer muy enojada: Manifiestamente has mostrado que tu
550 esperanza es vana y que tus limosnas fueron fingidas, y otras
palabras de murmuración. ¿Hay tal cosa en el mundo? ¡Qué
cosa tan usada es esta murmuración de los que sirven a Dios
y andan en simplicidad y verdad de corazón! Luego los mal-
tratan, los murmuran y ríen y los quieren echar del mundo;
555 luego andan cojos de todos y juzgados en todo lo que hacen.
Es[e] que juzgas y tienes en poco, y que te parece ignoran-
te y necio, vase para las cosas de acá. ¿De cuál vale más ha-
cer burla, del que en todo esto de acá lleva los ojos abiertos
y lleva mil avisos o del que anda en ello sencillamente y sin
560 doblez?
Envíanos, Señor, tu — ¿Qué remedio para todas las co-
luz y tu verdad sas? — Que te guardes de las tenta-
ciones manifiestas y también de las
ocultas. — ¿Oómo lo haré? — Llamando a Dios. No hay otro
565 remedio. Emitte lucem tuam et veritatem tuam. Enviad, Se-
ñor, vuestra lumbre y vuestra verdad, no la de Platón. En
la luz de Cristo nos hemos de salvar, no en la de los genti-
les. Si de San Juan dice la Escriptura que no era la luz,
cuánto menos lo serán otros hombres. Envíanos tu lumbre,
670 Señor.
— 'Padre, ya yo dije una misa para que Dios me deparase
buen casamiento; ya hice ciertas devociones y ayuné. — Pro-
pio me pareció esto a lo que hizo Pilato, que, estando ha-
534 Cf. <Ps. 118, 85.
541 í.rC<£-¿' 191 Is- 29> z4-
551 Cf. Tob. 2, 22-23.
244
SERMONES. CICLO TEMPORAL
blando, preguntóle: Quid est veritas?, y ansí como se lo pre-
575 guntó, sin esperar respuesta, salióse a hablar con los judíos;
no oyó qué cosa era verdad. De esta manera, del que dice o
hace decir la misa, o ruega por un ratillo a Nuestro Señor
alguna cosa, y déjalo luego antes que oiga de Nuestro Señor
la verdad; antes que lo importune y responda, sale a los ne-
680 gocios; conténtase con solamente preguntar, sin esperar res-
puesta. Si tuviésedes callos en las rodillas de rezar y orar,
si importunásedes mucho a Nuestro Señor y esperásedes de
El que os dijese la verdad, otro gallo os cantaría. ¿Quieres
que te dé su luz y te enseñe? Ten oración, pide, que darte ha.
585 Todos los engaños vienen de no orar. Tráete la carne halagos,
convídate el mundo, date muerte diciendo que es vida, ¿no
oras, no te encomiendas a Dios? No te espantes que todo te
derribe y todo te engañe.
Consulta a Cristo, aconséjate con El. ¡Oh si me creyé-
590 sedes! ¡Qué de pareceres de letrados, según cada uno su gus-
to! Si os habéis de regir y guiar por pareceres vuestros,
¿para qué es Cristo? ¿De qué os aprovecha Cristo, si an-
dáis a vuestra voluntad y como vos queréis y se os antoja?
Lumbre muy clara es Jesucristo; guía vuestra es, maestro
595 vuestro es. Impegimus meridiem: Estropezamos en mitad
del mediodía. En la claridad topamos, como si anduviéramos
en escuridad. ¿No está Cristo puesto en cruz? ¿No está pú-
blico adonde todos lo podemos mirar? ¿Por qué está público?
Para que no te andes quejando: "No tengo favor, no tengo
600 a quién mirar, no tengo con quien tomar consejo y consolar-
me en mis trabajos". Amparo y defendedor y maestro tuyo es.
Uno dice: ¡Santo Tomás! El otro: Si no fuera santo, no
se me diera nada; no [o]s daré un caracol por todo cuanto
leyere en Santo Tomás y San Augustín; sin su espíritu no
605 hace nada, aunque lea las mismas palabras de Jesucristo, si
no tienes el espíritu de Jesucristo. Leemos al Crucificado y
muerto en la cruz, y estamos nosotros vivos a las pasiones.
Leo con corazón, y río de lo que leo. Leo palabras, no hay en
mí obras ningunas. Cuando Jesucristo vino, vino la luz al
610 mundo. Vino el maestro de los hombres, ¿y estás en opinio-
nes, cómo vestiré, cómo comeré, y ansí en otras cosillas de
esta manera como si no hubiera venido Jesucristo? Estrope-
zado hemos en el mediodía. ¿Qué remedio? Que oculos quos
culpa claudit, poena aperit. Plega a Dios que no estemos en
615 víspera de ello. Hartos de ceguedades, y opiniones, y parece-
595 iinpexirri'US
574 lo. 18, 38.
S96 Cf. Is. 59, 10.
614 San Gregorio Magno, Moral., 1. 15, c. 51, 58 ; ML 75, un ;
Ibid., 1. 25, c. 8, 19; c. 5, ó : ML 76, 331. 323.
MIÉRCOLES DF. LA SEMANA 4 DE CUARESMA
245
res diversos de hombres, no tomáis el Evangelio de Jesucris-
to, no sois discípulos de El.
Peroración El mundo está lleno de guerras. Acullá vence
el Turco. Al rey de Escocia mataron, y él mató
620 veintemil hombres al rey de Inglaterra. En Secilia se ha hun-
dido una ciudad que se llama Comenso hasta los abismos.
Cáese el mundo y estánse nuestros pecados en pie. ¿Qué es-
peráis, hermanos míos? ¿Qué descuido tan grande este en
que todos estamos?
625 ¡Oh sacerdotes! Pastores praevaricati sunt in me. Meté
ese aguijón por esos corazones. Había de andar travesada
esta espina y habíamos de andar siempre importunando a
Nuestro Señor con oraciones. ¿No lo cantó ansí en el princi-
pio de la cuaresma nuestra santa madre Iglesia? Inter ves-
630 tibulum et altare plorabunt sacerdotes. Como si dijésemos
agora: En el coro lloran. No dice lloraron, sino lloran. Apár-
tese el esposo de la esposa; tiempo es éste de limpieza, tiem-
po de amansar a Dios, dice Joel. ¡Ay dolor! ¿Qué hará el
amancebado? Llorarán, dice, los sacerdotes y dirán: No en-
6~j tregües tu ciudad en oprobio. Esto habíamos de decir los
sacerdotes; en esto habíamos de entender, en rogar y ahin-
car a Dios por su pueblo. Desventurados de nosotros, que
hemos menester quien ruegue por nosotros.
Dice Dios que prophetae prophetdbant mendacium et
640 sacerdotes applaudebant manibus suis et populus meus dile-
xit talia. Los profetas profetizaban mentira y los sacerdotes
daban palmas con sus manos, y mi pueblo amó y agradóse
de estas cosas.
Hermanos, amansemos a Dios, tomemos en nuestros co-
645 razones a Jesucristo, llevemos su cruz, enmendemos nuestras
vidas, pidámosle misericordia, que hacérnosla ha y darnos
ha gracia y después su gloria, ad quam etc.
623 descuidado
630 altare] ad altarcm [| 636 ahincar
647 etc.] Laus Deo add. *
625 Ier. 2, 8.
630 Miss. Rom., Fer. IV exnerum, ant. in imposit. cin&r.
635 Ioel 2, 16-17.
643 Ier. 5, 31.
246
SERMONES. CICLO TEMPORAL
14 Llora Jesucristo tu alma, llora también tú *
Viernes de la IV semana de Cuaresma. Antes de lbkk
(Oña, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, tí. 76 r - 81 v.)
Ubi posuistis cuín? Dicunt ci: Domine, veni, ct
vide. El lacrymatus est Iesus (lo. n, [34-35]).
Exordio Cuéntasenos cómo resucitan los muertos. En la
epístola que hoy se canta en la misa, cómo el
5 profeta Elíseo resucitó a un mancebo, hijo de una buena
mujer viuda. El evangelio nos cuenta de otro que nuestro
Maestro y Redemptor Jesucristo resucitó. Poderosa es la
mano del Señor para hacer que los que a este sermón veni-
mos enfermos, vamos sanos.
10 Tenía una mujer viuda un hijo enfermo de una enfer-
medad muy peligrosa que no le dejaba resollar. Vase al pro-
feta y dícele quejándose: "Téngote por huésped, y muérese
mi hijo; dale salud, resucítamelo". Van a la cama donde
estaba el mozo, y tómalo el profeta, y metiólo en un ce-
15 náculo, e hizo oración por él; tendióse tres veces encima de
él, suplicando al Señor y diciendo: "Señor, suplico a vuestra
misericordia que deis vida a este mozo, que le volváis la
vida". Oyó Nuestro Señor la voz de profeta, y levantóse el
profeta y diólo vivo a su madre: Ecce filius tuus.
20 ¿Qué queréis? Ruegan las hermanas María y Marta, y
resucita el Señor a su hermano Lázaro. Acá, por la madre
viuda resucita Elíseo al hijo. ¡Bendito sea para siempre
quien nos dió madre y hermanos, en quien está todo junto!
La Virgen Nuestra Señora es Marta, es María, es nuestra
25 hermana y madre, la que sabe y puede rogar a Dios por
nosotros, que nos sane, que nos resucite.
Hemos menester en este sermón gracia de Nuestro Señor.
Supliquémosle que nos la alcance, y para que ansí lo haga,
digámosle el Ave, María.
30 Historia dé la resu- Ubi posuistis eum? (Ubi supra.)
rrección de Lázaro MuY reverendo, etc.
Las palabras que mediante el
favor del Espíritu Santo darán fundamento a mi sermón son
una pregunta de Jesucristo, que hizo a Marta y a María, con
35 su respuesta. Hanse cantado en la misa de la feria de hoy.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7_ (1947), 211-224. «Pieria sexta [ipost] dojninifcam <|uartani Quatlrage-
sknae. De Lázaro» (f. 76 r). La mención de Barbarroja (p. 253) nos
hace pensar en la fecha señalada.
6 Cf. 3 Reg. 17, 17-24. El milagro es de Elias. De Eliseo hay
otro en 4 Reg. 32-37.
19 3 Reg. 17, 23.
30 lo. 11, 34 s.
1.4 . VIERNES DE LA SEMANA 4 DE. CUARESMA
24 7
Dicen en romance: ¿Adonde lo pusiste? Respondiéronle: Ven
y míralo. Y lloró Jesús. En el enterramiento lloró Jesús.
Algo debe de ir en ello.
El evangelio de hoy contiene una historia tan dulce y
40 devota, que no podremos pasar sin decilla, aunque no diga-
mos otra cosa. Tienen esto las cosas de Dios, que no cansan
ni dan fastidio. Cuando es llamamiento de Dios, veréis que
andáis cada día delante, que no se os re[s]fría la devoción.
Mientras más se llegaba Jesucristo al fin, mayores mi-
45 raglos, mayores obras hacía. Eran tres hermanos: María,
Marta y Lázaro, personas ricas y muy honradas según el
mundo. Tenían un aldea que se decía Magdala. Estaban en
Betania, que es una legua de Hierusalem, a la raíz del monte
Olívete. Todos tres eran grandes amigos y servidores de
50 Nuestro Señor Jesucristo. Amábalos el Señor a todos tres.
¡Como quien no dice nada! ¡Bienaventurado el pueblo que
lo ama Dios y bienaventurado el que halló gracia delante de
Dios! No hay más que subir. ¿Cómo no se van ios ojos tras
esto?
55 Enfermó Lázaro. Aunque seáis bueno, no se pasó el tiem-
po de tener trabajos. Bueno era Lázaro. Enfermó. Como
ansí lo vieron sus hermanas, enviaron a Jesucristo, que
estaba lejos de allí, en la otra parte del río Jordán, adonde
bautizaba San Juan; hácenle un mensajero y escríbenle una
60 carta breve: Señor, sabé que el que amáis está enfermo. Non
amat et eum deserit, dice San Augustín. "No ama y des-
ampara". Esto tened por cierto, que si Cristo os ama, que
no os desamparará; si habéis alcanzado que os ame Dios, no
[o]s dejará. Tomó la carta y leyóla, y dijo a sus 'discípulos:
66 Nuestro amigo Lázaro está enfermo, pero esta su enferme-
dad no es para morir, sino para gloria de Dios. Debió de
contar estas palabras que dijo Jesucristo el mensajero a sus
señoras.
No hizo mudanza Nuestro Señor Jesucristo e dos días es-
70 túvose allí. ¿Cómo? ¿Ansí se han de socorrer los amigos
en las necesidades, cuando os han menester? ¿Ansí os estáis
quedo en tiempo que os han menester, en tiempo de trabajos
y enfermedades, cuando tanta necesidad tienen de vuestra
ayuda y consuelo? ¿No os [ha] acontecido esto, estar en al-
75 gún trabajo y llamar a Jesucristo, y no venir tan presto, y
en lugar de quitárseos aquel trabajo, añadírseos otro?
47 Magdalo
63 ame] ma
50 Cf. lo. ii, 5.
52 Cf. Ps. 143, 15.
60 lo. II, 3.
62 San Agustín, In lo. Ev., tr. 49, c. n, 5 (ML 35, 1749) : «Suf-
ficit ut noveris; non enim amas et deseris».
24S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Cuando llamáis a Cristo y estáse quedo, y vos con vuestros
trabajos, estáse Cristo dos días y aun diez; y aun si queréis,
tomad los días por dos semanas y aun años o por dos do-
80 cenas de años, que no viene ni se os quitan vuestros trabajos;
si el Señor se tardare tres años, no desmayes; el Señor
verná, verná cierto, que no tardará a su tiempo. ¿Estás
fatigado, tienes trabajos, tienes tentaciones? Espera, que
El verná. Dañarte hía si agora viniese y te sanase. Como a
85 Lázaro, para más bien tuvo y honra suya, te dejaría agora
padecer hasta que de toda parte esté perdida la esperanza
de remedio. Para lo que tú padeces, no quiere venir el Señor
hasta que lo hayas todo probado y experimentado: tus di-
neros, tus amigos, tus fuerzas, saber e industria, y veas
90 claramente que todo sin Dios no vale para socorrerte y librar-
te. No quiere el Señor venir ni curarte; y mientras tu miseria
fuere mayor y creciere tu necesidad y El te remediare, más
poderosamente conocerás la misericordia que te hace, y El
será más alabado y honrado en ti.
95 Pásanse dos días, que aquellas entrañas de misericordia
se ardían de amor de Lázaro. Cumple que no te muestre el
amor que te tiene. Llama a sus discípulos Jesucristo y dí-
celes: Nuestro amigo está enfermo, vamos a Judea. Res-
pondieron: Maestro, ¿qué dices? Agora nos querían ape-
lo® drear, ¿y dices que vamos allá? No es razón, Señor, habien-
do tan poco que os daban tras matar, poneros agora en ese
peligro de volver allá entre vuestros enemigos. No les sabía
bien a los discípulos aquella palabra de volver a Judea.
Quería el Señor volver allá para curar a su amigo Lázaro.
105 Decían ellos: — Que no, Señor, que nos apedrearán, y no os
llamarán para muchas honras. — Mirá, dice el Señor, doce
horas tiene el día; quien anda en el día no estropezará, por-
que lleva claridad; el que anda de noche estropezará; por-
que, yendo comigo, no hay de qué tené temor, porque soy
110 lumbre, soy día, y aunque el reloj ande errado, no se aca-
bará este día, no anochecerá, hasta que se acaben las doce
horas de este día que soy yo. Ya os dije el miércoles pasado:
Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. No hayáis
miedo, que tasada es mi vida; en luz estáis, vivid, no tengáis
115' temor.
Ni por ésas. Andaban haroneando por no volver. Díjoles
el Señor: Nuestro amigo Lázaro duerme, mas para que lo
despierte. Respondieron ellos: Señor, si duerme, señal es de
salud. Como quien dice: Señor, pues que duerme, bueno es-
120 tará, no es menester que vamos allá. El Señor ni por eso
dejó de ir. De los perezosos querría yo esto, que con todas
vuestras fuerzas los huyésedes y no los quisiésedes recebir,
y a las penas y pasiones os convidásedes. Los trabajos hanse
14- VIERNES DE I-A SEMANA 4 DE CUARESMA
249
de tener en deseo y los placeres en paciencia. Habíamos de
125 rogar que nos diese el Señor trabajos, porque ansí conviene,
y vos lo habíades de rogar, que, porque sois flaco, no os
cura Dios como os había de curar. Si no huyésemos la cura,
si no fuésemos tan delicados, darnos hía grandes bienes.
Mucho es lo que perdemos por nuestra delicadez y porque
130 no somos para pedir al Señor que nos cure como es de razón.
Nuestro Señor Jesucristo determinó de decírselo claro,
pues no querían ir por lo que les había dicho: Nuestro amigo
Lázaro es muerto, quiero ir allá; veamos si callaréis; tengo
este amigo que le amo y me ama mucho; hame seguido siem-
135 pre; están muy penadas sus hermanas; hánmelo enviado a
decir, ¿y no queréis que vamos? Dijo el uno de los discípulos,
el más medroso: Vamos y muramos con El. Como quien dice:
Hemos de ir, aunque no queramos; vamos, pues ansí lo quie-
re, y muramos con El, ¿qué hemos de hacer?
no Caminan para Betania, e tenían puestas espías. Oliólo
la Marta. Al fin saliólo a recebir fuera del castillo, y arrojóse
a sus pies llorando amargamente y diciendo: Domine, si
fuisses hic, frater meus non fuisset mortuus. Bien parece,
Señor, que no estábades aquí, porque si vos estuviérades,
145 mi hermano, que tanto amábades, no muriera. — No haya
más, Marta, dice el Señor. — Pero una esperanza me queda,
Señor, que pues sois así buena persona, cualquiera cosa que
pidiéredes a Dios os la concederá. — 'Bien decís, Marta, pero
poca fe tenéis. ¿Buen hombre os parece Jesucristo? Hombre
150 y más que hombre es, porque es Dios, y Dios todo lo puede,
io sabe todo cuanto hay, ausente y presente. Respóndele
Jesucristo: Yo soy Resurrección, Marta; cree más: Yo soy
Resurrección y Vida. En cuanto Dios, soy la misma Resu-
rrección; no hay cosa que no viva por mí ni que se levante
155 sino por mí. Quien está en pie, por mí está; yo lo tengo.
Al que está caído, yo lo levanto. Ninguno está vivo sino
por mí. Yo soy fuente viva, de donde todo mana. Resurrec-
ción y Vida, y el que en mí creyere, resucitará a muertos.
¿Quién quiere resucitar? Hay una manera de resucitar,
160 como esta de Lázaro, que resucitó para tornar a morir otro
día. Otra es la de las ánimas que estaban muertas por al-
gunos pecados y resucitan con la gracia de Jesucristo, que,
aunque acá mueran sus cuerpos, vivirán sus ánimas para
siempre. Mirá, quien cree verdaderamente en Jesucristo,
165 aunque esté en pie en el infierno, aunque esté en el vientre
de la ballena, si Dios le da gracia para tener confianza en
Jesucristo, para amarle, para fiarse de El, de allí lo sacará
Dios y lo librará y perdonará y lo sanará y le hará mil
166 Cf. Ion. 2. 1 ss.
250
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cuentos de misericordias. ¡Bendicto sea Dios, que para todos
170 tiene Jesucristo medicina! No hay mal tan recio, que no lo
cure; no hay llaga tan vieja, que no la sane; no hay enfer-
medad tan incurable que su misericordia y bondad no la
sane y remedie.
Yo soy Resurrección y Vida. Como dijo esto Jesucristo,
175 y Marta lo oyó, y había oído lo que el mensajero había di-
cho, pensó que Nuestro Redemptor había hablado con me-
táforas: Aquí tienes la Resurrección, ¿no crees esto? Pa-
rece que con la pena que tenía no estar atenta, y respondió
a boca llena: Si, Señor, yo creo que vos sois el Mesías.
180 Y fuese luego dentro al castillo, donde estaba su hermana
María Magdalena, o se la mandó Cristo llamar, o ella la
quiso llamar, y díjole: Magister adest et vocat te.
Estaban con ella algunas honradas personas de Jeru-
salem, que las habían venido a consolar. Como oyó decir
!®5 que la llamaba el Maestro, corre y deja las otras todas y
vase a donde estaba Cristo. Aquel amor ferviente que te-
nía. Vanse tras ella las que las habían venido a consolar,
pensando que iba a llorar el hermano. Así como vió a Je-
sucristo, rásgansele ojos de agua y comienza a llorar. Dice
190 la Escriptura que infremuit spiritu, como Cristo los vido a
todos llorar. Qué fué esta alteración que tomó Cristo, ade-
lante lo diremos. Dice Cristo: Ubi posuistis eum? Llévanlo
a la sepultura. Cuando Cristo vió llorar a todos y se acor-
dó de su amigo Lázaro, infremuit spiritu. Otra vez dice
195 que se ensañó, como quien dice: ¿Esto ha de pasar ansí?
— Quiten esa piedra. — ¡Oh Señor!, dice Marta, que hie-
de mucho; ha cuatro días que lo enterramos. — ¿Tan presto
olvidaste, Marta, lo que os dije? ¿Por qué lo habéis olvi-
dado? A los ruines hiede, a mí no.
200 Quitan la piedra y llega el 'Señor a la sepultura, y da
una voz grande y recia, y sale Lázaro amortajado y vivo.
Y dijo el Señor: Quitalde la mortaja y desataldo. Muchos
de los judíos que allí estaban, que vieron este milagro que
Cristo hizo, creyeron en Jesucristo; otros no creyeron. Ha-
205 béis visto las obsequias del defunto. Ansí pasó.
Muerto estás si Preguntó: ¿Adonde le posistes? Y echó
pecaste lágrimas Cristo. Algo debe de ir, pues
Cristo lloró.
— '¿Dónde lo posistes, hermano, vuestro defunto? ¿Dón-
210 de habéis puesto vuestra ánima? ¿Dónde está cuando pecó?
¿Dónde estás, hombre que estabas en pie? ¿Dónde has
puesto tu muerto? Hombre que murmuras, que matas, que
blasfemas el santo nombre de Dios, y adulteras, y eres su-
cio y soberbio, ¿dónde estás? ¿Qué es de ti? ¿Dónde po-
203 Cf. lo. 11, 7-45.
207 lo. si, 34-35.
14- VIERNES DE I.A SEMANA 4 TIF, CUARESMA
251
216 siste tu muerto? Alguno pensará que esto no toca a él,
porque no está amancebado, no toma lo ajeno. — Señor, yo
no hurto, yo no blasfemo, no adultero, no me toca a mí
eso, no dice a mí. — Todo hombre que no tiene amor entra-
ñable a Jesucristo, el que no ama a Dios sobre todos los
220 amores, el que no precia y estima más a Dios que a cuan-
tas cosas hay en todo lo criado, y el que no dice: "Antes
moriré mil muertes que ofenda a Dios mortalmente", muer-
to está, no tiene segura su conciencia. Mira; si no estás
amancebado, es porque no se te ofrece ocasión. Hombre
225 que has profesado la santa obediencia de Dios, que morirás
antes que vayas contra su santa voluntad, ¿dónde has
puesto tu muerto? ¿Dónde ha de estar, sino en el sepulcro?
Sepulchrum patens est guttur eorum. Dice David que su
garganta es sepoltura abierta para que con su hedor y mal
230 olor inficione a todos.
Si en alguna parte tuviesen las sepulturas de los muer-
tos abiertas para que con su hediondez inficionasen a las
gentes, ¿qué diríades? ■ — 'Mal regimiento de pueblo es éste,
pues tal consiente. — Cuando murmuras y tomas lo ajeno,
235 sabe que estás muerto; si con tus engañosas palabras y ma-
los consejos y tratos, con tus mentiras y promesas enga-
ñas a la casada y a la doncella y a la otra que se te antoja,
sepultura abierta es tu garganta. Y tú, que diste el mal
240 consejo, y si no fuera por lo que le dices, el otro no hi-
ciera lo que hizo, pluguiera a Dios que antes te murieras.
¡Ay de ti, que tocaste a Jesucristo en la lumbre de sus
ojos! ¿Con tu mal consejo ofendió alguno a Dios? Tocado
has a Cristo en su corazón. Por las ánimas vino acá, por
2*5 las ánimas padeció, por ellas derramó su preciosa sangre
y murió. ¿Y lo que ganó con tanto trabajo echas tú a per-
der con tu mala lengua? ¿Lo que El allegó con tantos su-
dores y trabajos, derramas tú con tus palabras? ¿Cómo?
¿Qué digas tú palabras con que matas a quien El tanto
250 ama? Di, cuando blasfemas, cuando murmuras, ¿qué es tu
garganta sino sepulcro abierto? Con su hedor inficiona y
mata y echa a perder a quien te oye.
— ¡Oh padre! ¡Tengo tantos malos pensamientos; ten-
go tantas tentaciones de la carne, carnales; soy tan flaco!
285 — ¿Caído has en suciedad?; no sé qué os diga. Otra cosa
no puedo pensar sino que ese caer en cosa tan fea, tan abo-
minable como ésa es, lo permitió Nuestro Señor por casti-
go de otros pecados. Quia iratus est eis, incidit in eam.
¿En qué has caído? Dice la Escriptura: Aquel cae en ella
260 con quien Dios está airado. A aquel que tiene enojado a
Dios, permite el Señor que caiga en tan gran vileza y abo-
229 Ps. 5, 11 ; 13, 3 ; Rom. 3, 13.
260 Cf. Prov. 22, 14.
252 SERMONES. CICLO TEMPORAL
minación. En otra parte dice que es pozo angosto y muy
hondo. Cierto, airado está contra vos, pues os deja caer
en tal suciedad y en tan hondo y malaventurado pozo. El
265 hombre carnal, bestia y peor que bestia abominable se pue-
de llamar. ¿Púdose pensar tal ceguedad, que pongan dos
balanzas, y en la una te den amistad de Dios, gozo, dere-
cho para entrar en los cielos, y que en la otra te pongan
una suciedad, un deleite bestial, y que aquélla precies más
270 y valga más delante tus ojos que la amistad y favor de
Dios, y que tengas en más una cosa y placer de bestias que
cuanto Dios tiene prometido? Gran ceguedad es ésa. ¿Qué
puedes, hermano, acabar contigo, que osas decir: "Más
quiero a esto que a Dios; este placer quiero tomar y re-
275 nuncio a Dios y a sus ángeles y arcángeles y a la Virgen
María Nuestra Señora, y más quiero gozar de esto que ir
a gozar de Dios para siempre a la gloria?" Grandísimo
mal. No es posible que estás en tu seso. Algo has hecho
a Dios. Mira bien lo que has hecho a Dios y has pecado
280 contra Dios. Sepultura y pozo hondo es la mala mujer.
Mírate bien. ¿Has tenido soberbia? ¿Has enojado a tus
prójimos? ¿Has dejado de hacer algo por ellos? En algo
has ofendido a Dios; no es posible menos.
Di: Señor, ¿qué es esto? ¡Qué mal tan grande me ha
285 venido! ¿Por qué habéis permitido tal sobre mí? En el pozo
hondo puse a mi muerto. Señor, venid y veldo, que tal lo
veréis, que os moverá a misericordia. Venid, Señor, y mi-
rad mi miseria; miraréis adonde estoy y tomaréis compa-
sión de mí y aun lloraréis de dolor en verme qué tal estoy
290 en tanta miseria.
Di, si tuviese un rey una esposa que en gran manera
la amase mucho, teníala muy contenta, vestida de seda y
oro y acompañada; estando en este regalo y amor que su
esposo le tenía, se saliese con un mal hombre, con un ru-
295 fíán; vase por esos mundos, dale tan mala vida, peor que
de galera; tráela descalza, rota; hácele servir y trabajar
y echar estiércol encima de sus hombros; si fuese por allí
el rey y aun quizá a buscalla, viéndola así, ¿qué diría?;
y viese que el rufián le daba de azotes y la maltrataba, ¿po-
300 dríala mirar sin dolerse mucho y l'íorar? Diría el rey:
"¿Esta es mi esposa, es mi mujer, es aquella a quien yo
tanto amaba, aquella que yo tanto regalaba? ¿Cómo anda
ansí? ¿Cómo me la trata ansí tan cruelmente este traidor?"
Vuélvete a mí ¡Oh Señor! ¿Qué debe de sentir vuestro
305 real corazón cuando nos veis estar deba-
jo del poderío y captiverio del demonio, cuando veis qué
tales nos trae, cómo nos hace servir, cómo nos trae rotos
262 Cf. Prov. 23, 27.
280 Cf. Prov. 23, 27 ; 22, 14.
14- VIERNKS DK LA SEMANA 4 DE CUARESMA
253
y descalzos y llenos de mil miserias? ¿Y qué dirá el Señor
viéndonos ansí? — Tu autem fornicata es cum multis ama-
3*° toribus; tamen reverteré ad me, dicit Dominus, et ego sus-
cipiam te; leva oculos tuos in directum et vide nunc unde
nunc postrata sis: Tú te has ido no con uno, sino con mu-
chos amadores, pero vuélvete a mí, que yo te recebiré.
Lloraría cuando oyese decir esto a su marido.
315 Posible es que hobiese aquí alguno que se haya ido con
el rufián y que ande peor que la otra que dijimos, que lo
traiga el demonio a su mandar y lo trate peor que si fuese
esclavo de Barbarroja, que ande miserable y que no se
harte del manjar que los puercos comen. ¿Está aquí algún
320 engañado? Hermano, si estás en pecadc y te has ido de tu
padre, si has ofendido a Dios, si le has vuelto las espal-
das, no te hagas sordo, y oye la voz: Vuélvete a mí, que yo
te tomaré, vente a mi. ¿Fornicado has? Yo te recebiré. ¿No
te mueve ese corazón esta palabra? ¿No te revuelve esas
325 entrañas esta voz?
Quizá dirá alguno: Hácelo por asegurarme, para tomar-
me en sus manos y luego matarme. Ansí dice el pecador.
— 'Vuélvete a mí, yo te. ddy mi palabra de no hacerte mal
ninguno, antes de aquí adelante te haré mayores bienes y
330 mercedes. — ¡Oh Señor, que los maridos dan palabras y ha-
cen lo que quieren; engáñanme, hácenlo por asegurarme,
para tomarme en sus manos!
— Porque quieres testigos, sea norabuena. Pecó nues-
tro primer padre Adam en el principio del mundo; perdonó-
335 jo Dios; en el cielo está, goza de El para siempre. Pecó
Moisés; los hijos de Israel adoraron ídolos; pecó Manasés,
rey del pueblo de Dios; derramó tanta sangre e hizo tantas
maldades, como dice la Escriptura; luego, como pidió per-
dón a Nuestro Señor, fué perdonado. ¿Osarte hías fiar?
340 Pecó David, tomó la mujer ajena; así como dijo: Peccavi,
oyó del profeta: Et transtulit Dominus peccatum tuum,
Dios ha pasado y perdonado tu pecado. Llamóle el ladrón,
y respondióle: Hoy serás comigo en paraíso. A la Magda-
lena, ¡qué le perdonó de pecados!
345 ¡Oh! ¡Bendicto seáis, Señor, para siempre! ¿Quién es
el que no viene, llamándolo vos? ¿Quién quiere perder tan-
to bien? ¿Quién no irá a gozar de tal abrazo?
— ¿Quieres más testigos? Pregunta dende el principio
del mundo a cuantos pecadores [ha] habido que se hayan
350 vuelto al Señor, cómo les ha ido con El, cuántos halagos
les ha hecho, cómo los ha abrazado y hécholes grandes
misericordias. Tórnate a mi. — Acusarme heis, dice la mu-
313 Cf. Ier. 3, 1-2.
342 Of. 2 Reg. 12, 13.
Le. 23, 43-
Cf. Le. 7, 47.
254
SERMONES. CICLO TEMPORAL
jer: Yo fui causa que lo azotasen, por mí lo coronaron de
espinas, por mí padeció tanto como padeció, y derramó su
355 sangre, y por mí lo pusieron en la cruz. ¿Cómo me llega-
ré a El, que me acusará? — Quis aocusabit adversus dilectos
Dei? Deus qui iustificat, quis est qui condemnet? Christus
Iesus, qui mortuus est, immo et qui resurrexit, qui est ad
dexteram Dei, qui et interpellat pro nobis.
360 — Señor, ¿quién irá? Que me castigará. Tengo gran te-
mor. — No hayas miedo. Buen abogado tenemos. — Acusar-
me ha el demonio. — No temas, que el demonio no es par-
te, pues te soltó y perdonó la parte ofendida, que es Jesu-
cristo. El derramó la sangre por ti, ¿acusarte ha? Está
365 rogando por ti, ¿cómo te acusará? Decí, si a esta tal mu-
jer dijese su esposo con buenas palabras y con halagos
que lo hará mejor que antes con ella y se lo jurase con bue-
nas palabras, con amor y promesas, que se fuese con él y
que dejase aquel rufián, y ella no quisiese, y si la amena-
370 zase e hiriese y ella todavía no quisiese ir, ¿qué haría su
marido viendo esto? — -Llorar. — ¿Qué os parece que me-
rece, habiendo probado su marido todo esto con ella, y ella
todavía no quisiese ir, sino quedarse en poder de aquel ru-
fián que tan mal le trata? Si vos fuésedes su marido, ¿qué
375 haríades?
Viene Cristo. Meta cada uno la mano en su pecho. Quizá
hay aquí alguno que ha diez años que ofende a Dios y
está en pecados, quizá ha veinte, quizá no ha conocido a
Dios en toda su vida. Envíate a decir que te perdona, en-
380 víate su palabra real: — (Yo lo vestiré y haré heredero y
le haré muchos bienes y mercedes. — ¿Qué, padre? — ¿No
lo has oído predicar? ¿No te lo ha dicho allá de dentro?
¡Y cuántas veces te lo ha dicho y amonestado, cuántas
buenas y santas inspiraciones te habrá inspirado, cuántas
385 veces te habrá dicho: "Cata, que me lo pagarás; mira que
te irás a los infiernos; vuélvete a mí, ¿qué haces, qué es-
peras, en qué te detienes? ¿No te pasa allá todo esto?
¿Cuántos años ha que me ofendes? ¿Hasta cuándo has de
pecar?" ¡Oh! ¡Bendita sea tu misericordia, Señor, que
390 tanto sufres, ruegas con halagos, convidas con misericor-
dia, perdón y amistad, y amenazas con infierno, con fuego
y penas, y no hay, Señor, quien te responda!
Llora Cristo tu Viéndonos Cristo tan pertinaces, pára-
alma se a llorar. — Señor, qué hacéis? ¿Por
395 qué lloráis? — Fué al monumento Je-
sucristo y lloró. Ansí como ver sangre es señal que hay
356 dilectos] delactus
359 Cf. Rom. 8, 33.
14. VIERNES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
255
herida — decimos luego: "Sale sangre, luego herido han al-
guno"— , ansí las lágrimas son señal de corazón herido.
¿Quién os hirió, Cristo, pues lloráis? ¿Quién os hirió?
400 Tú, hermano, y yo lo herimos. Mira cómo perdió la vida
por ti, ¿y tú estáste en el sepulcro de tus pecados? Por
eso el Hijo de Dios echa lágrimas.
¿No habéis visto una buena mujer que tiene una hija
liviana, ventanera? Ruégale: "Hija, no hagas eso, mira que
405 te echas a perder, mira que me das mucho enojo" ; llévala
a confesar, a los sermones, y no aprovecha nada. Cuando
esto ve la madre, que todo cuanto hace no aprovecha nada,
ni su hija quiere enmendarse, hártase de llorar.
Llora Jesucristo tu alma, no te rías tú; razón es que
410 también lloréis vos. Veislo a El penado, afligido, lleno de
angustias por vos, ¿y estáisos vos en vuestros pecados? Con
mucha razón podrán decir de vosotros lo que dice San Juan
que decían unos muchachos a otros: Lloramos y no plañis-
tes, cantamos y no respondistes. Está Nuestro Señor 11o-
415 rando nuestros pecados y estamos nosotros riyendo. Llora
Cristo y tú no, ¿qué será de ti? Dice la Escriptura que los
días del lloro del malo son toda la vida. Hermano, ¿no mi-
ras en esto? Pues Dios te Hora, grande debe ser tu mal.
¿Llora, porque te vino deshonra, porque no tienes dineros
420 y estás enfermo? ¿Qué es esto que saca lágrimas Dios de
su corazón? Cosa recia debe ser. Veía Dios lo que perdía el
ánima y lo que ganaba ; conoce bien la pérdida grande que
es a Dios, conoce los grandes males y trabajos en que cae
en apartándose de El, y por esto lo conoce mejor que nadie
425 Dios, por eso te llora. Eso también lloraba Jeremías: De-
ducant oculi mei lacrymam per noctem et diem, et non ta-
ceant, quoniam contritione magna contrita est virgo filia
populi mei plaga pessima vehementer: Lloren mis ojos de
día y de noche, y no callaré, porque la hija de mi pueblo
430 está afligida con gran quebrantamiento y con una plaga en
grandísima manera mala.
Cayó y quebróse tu ánima el día que pasó por tu pensa-
miento ofender a Dios. Caído has de esa parte que es más
alta que el cielo; grandísima quebradura es, porque por
435 el pecado caíste de la gracia y amistad de Dios, que es
más alto que el cielo.
— ¿Cómo, Señor? ¿Qué ha de osar enojaros un hombre-
cillo? ¿Que hay quien peque contra vuestra Majestad? No
hay quien llore, no hay quien ruegue, todo está cual Dios
403 tienes
428 pessima] insumma
438 Que] Quien
414 Cf. Mt. 11, 16-17 ; Le- 7, 31-32.
431 Ier. 14, 17.
256
SERMONES. CICLO TEMPORAL
440 lo remedie por su bondad. — Hombre, que estás enfermo y
muerto, ¿por qué no lloras? ¿Qué haces? ¿A cuándo aguar-
das? Que si te diesen por penitencia que trujeses un cuerpo
muerto a cuestas cuatro años, responderás que no io podrás
cumplir, ¿por qué traes una ánima muerta contigo siempre,
446 que es peor y mayor carga mil veces que la del cuerpo
muerto? Si te diesen muchos dineros, no lo traerías un
cuerpo muerto a cuestas, y date Dios dinero porque no
traigas un ánima, y no quieres. Di, ¿no te hiede? ¿No lo
sientes? Guerra te da siempre con mil aguijones, y no lo
450 sientes. Tienes allá dentro un traslado de infierno. Invete-
ratus in térra aliena, coinquinatus es cum mortuis, deputa-
tus es cum descendentibus in infernum: Envejeciste en la
tierra ajena, ensuciástete con los muertos, eres reputado
con los que bajan a los infiernos. Hombre, ¿cuánto ha que
455 andas en pecados, cuánto ha que mientes, cuánto murmu-
ras, cuánto ha que estás en estos pecados viejos, endurecido?
Dice el Evangelio: Infremuit Iesus. —¿Por qué, Señor,
o contra quién? — Contra los pecados. ¿Cómo dice Jesucris-
to que se me ha de perder lo que tanto me costó y lo que
460 con toda mi sangre gané, derramándola en la cruz? — 'Señor
mío, ¿para qué tomáis enojo? — Para que lo tomes tú con
tus pecados.
Llora, hermano, ¿Desde cuándo juras, blasfemias, adul-
tus pecados teras, deseas a la otra, quieres mal al
465 otro? Di, ¿cuánto ha que lo usas? Us-
quequo, Domine, finis offensionum mearum? ¿Hasta cuán-
do has de pecar? ¿Que no has de dejar de ofender a Dios?
¿Cuándo has de hacer raya para no pecar? Mas ¿para qué
naciste, si no han de haber fin tus males? ¿No ha de haber
470 un día en que mudes la mala vida?
¿Hasta cuándo, Señor, te tengo de ofender con estos
ojos, viendo cosas con que te ofenda, y con estos oídos,
oyendo cosas con que me hagan pecar, y mis pies, andando
en cosas deshonestas? Si siempre tengo de ofender a Dios,
475 mejor fuera no haber nacido. Llora, hermano, tus pecados.
Mira cómo llora Dios por ti. Respóndele, vuélvete a El.
¿Cómo puedes vivir sin El? Sea luego; no aguardes más;
¿qué esperas? ¿No basta el olvido que has tenido de los
veinte años? Vela, hermano; no te descuides, que Jesucristo
480 vela llamó a toda la vida del hombre, para darnos a enten-
der el gran cuidado que habíamos de tener. Pues estemos
siempre en vela.
481 estamos
454- Cf. Bar. 3, ri.
457 Cf. lo. 11, 33.
466 Cf. Dan. 12, 6.
480 Cf. Le. 12, 38 ; Mt. 14, 25 ; 24, 42; 25, 13 ; Me. 6, 48 ; 13, 35-
14. VIERNES DE LA SEMANA 4 DE CUARESMA
257
— Mozo soy agora, padre. — '¿Tan larga te parece la
vida? Por larga que sea y mucho te quede de vivir, no
485 sabes si en ella podrás deshacer el mal que has hecho en el
tiempo pasado que has vivido. No sufras tan largo capti-
verio en tierra de enemigos y debajo de señor tan tirano
como es el demonio y los pecados en que andas. ¿Por qué
ofendes a Dios y le haces combate con las piedras suyas?
490 Dióte sentidos, ojos, oídos, gusto, manos, pies, con que
le sirvieses y lo honrases, y con todo ello le ofendes. Dióte
hacienda, con ella le ofendes; dióte honra, con ella le eno-
jas; de manera que todo lo que te dió para que lo alabases
y sirvieses lo vuelves al revés y con todo ello le ofendes
495 y desagradas. Enójate un día contra tus pecados, pues tan
mal te tratan. Una cosa os encomiendo ¡por amor! que no
se os olvide, y es que os doláis mucho de las ánimas que
viéredes en pecado, mucho más que de los cuerpos.
Aun con todos los bienes que el Señor te ha hecho y
500 amor que te ha mostrado, ¿aun no se te ablanda tu piedra?
Estabas tú en la cárcel, sentenciado [a] ahorcar, y envíate
el rey una cédula en que te perdona y te hace mercedes.
¡Cómo te alegrarás, y cómo la recibes con tanto placer y
alegría, y haces muchas gracias! Y envíate Dios Nuestro
505 Señor perdón, no de la vida temporal, sino perdón de la
sentencia que tenía dada contra ti, de ir a morir a fuegos
eternos, y no te da nada, y aun no solamente eso, sino aun
añades desagradecimiento y con otros nuevos pecados. ¿Cómo
no te ablanda la misericordia de Dios, ni su amenaza, ni
510 ver llorar a Jesucristo?
El os redimió con su preciosa sangre, que no el demo-
nio. ¿Por qué lo quieres servir? ¿Qué bienes te ha hecho?
¿Qué esperas de él? ¿Por qué no te mueves viendo llorar
a Jesucristo? Dile: "¡No haya más! ¿Por mí lloráis, Señor?
515 Callaos, Señor, que ya no pecaré". ¿Quién no acalla a
Jesucristo, pues llora por él? Si alguno con esto no se
moviere, téngase por el más flaco y miserable del mundo,
que no quiere estar sin pecado ni salir de la iglesia sin él.
¡Y que haya quien con tantas amenazas y favores como
520 Dios le ha hecho se quede en su dureza! Llórate y di:
"Grande y muy grande es mi flaqueza". Llórate y pide
oraciones ajenas. Las durezas han menester muchas y muy
grandes oraciones continuas. Busca tú, hermano, y haz que
rueguen a Dios por ti.
507 das
518 quieres
B. Avila 2
9
25S
SERMONES, CICLO TEMPORAL
525 La voz de resu- Placerá a su misericordia y dirá algún
rrección a nueva dia el Señor: Quítenle la piedra de en-
vida de gracia cima. ¡Qué palabra! ¡Quítenle la du-
reza! ¿Por qué dejas a Dios y escoges
al demonio? ¿Quién te tapó los ojos, dime? Esa piedra es
530 la que te tiene atajado. Esperad, que, si abriésedes, en-
traría el sol. ¿Por qué no abrís, pues? ¿Por qué no hacéis
que abran? — >Hacé, Señor, que quiera. Quitá la dureza
y dad gracia, quia duritia cordis auferetur. ¿Qué haremos
con este corazón, Señor? Remedialdo vos por vuestra mise-
635 ricordia. —Ego auferam cor lapideum et dábo cor carneum.
— Eso sí, Señor, quítanos este corazón de piedra, esta du-
reza que en él tenemos, y dadnos, Señor, el de carne. Eso,
Señor, será decir y hacer.
Cuando su infinita bondad te mira, échate aquellos ojos
540 de misericordia y dícete y hácete entender lo que pasó por
ti, y dícete: "Mira lo que tengo guardado". Si no aprove-
cha eso, dice: "Mira el infierno". Y si todo no aprovecha,
dice: La enfermedad no es para morir; no es este mal
mortal, sino para alabanza y gloria de Dios. ¿Veisle tan
545 duro y tan obstinado? No es mal del cual morirá. Lo que
tiene, mal y grave es, pero no morirá, no se perderá con
ello, que no le dejaré yo morir; yo le atajaré y saldré al
camino; yo le ablandaré y le quitaré la piedra.
¡Quitadle la piedra! Oyes un sermón, confiésaste con un
550 buen hombre, veis morir a otro, dante un buen consejo;
si te hablan en virtud, dices que sientes un poco de alegría
y gusto; cuando no te catas, hállaste tan trocado, que tú
mismo te espantas de verte cuál estás. ¿Qué es esto? La
piedra se te quita, y hace Lázaro lo que Cristo hizo con él;
655 vuélvele el corazón; hácele que miren sus ojos a Jesucristo.
¿Ves la ovejita? ¡Cuán cerca estaba el lobo para tragar-
la! Da voces: "¿Qué es de mi loco estado? ¿Qué ha seído
de mí?" Llama a su pastor, condena su mala vida, pide mi-
sericordia.
560 Dijo el Señor: Fiat lux, et jacta est lux. Hasta que el
Señor da esta bienaventurada voz en las ánimas, no hay
hecho nada. Es tan poderosa y hace tanto con ella, y más
hace con ella que con criar cielos y tierra y al principio
del mundo, pues con ella te muda ese corazón tan endure-
665 cido y tan malo, y te hace olvidar todos tus malos deseos,
y amar lo que aborrecías, y aborrecer lo que amabas, y te
hace que, estando en el mundo, estés fuera de él, y pu-
diendo gozar de los placeres, lo huyas y apartes. Mayor
voz es ésta que criar cielos y tierra. A todos ha hablado;
535 Cf. Ez. ii, 19 ¡ 36, 26.
560 Gen. i, 3.
VIERNES PE I.A SEMANA 4 DE CUARESMA
259
t>70 a ti ha dado Dios esta voz. Andabas tú deseando a la otra,
hinchado y lleno de soberbia, menospreciando a todos, que-
riéndote a ti y que te honrasen. En dando que te dieron
esta voz, luego sales de tu cueva y arrojas todas las co-
sas de ti.
575 Dice Dios: — En aquellos días echaré los ídolos de ti
y las ropas, y arrojarlas he como los paños menstruados
de la mujer. En aquel día que te quitaren la piedra, ten-
drás por apacible lo que aborrecías y por abominable lo
que te aplacía. — -¿Qué adorabas? — Idolos. — ¿Qué adoras?
5S0 — Estoy perdido por fulana. — Mira, quítale el corecito de
la cara y verás cuál queda lo que tan bien te parecía, y
olvidarás lo que buscabas. ¿Qué adoras? — La honra, la
hacienda, los dineros y cosas de la tierra. — Amas ídolos,
tienes y adoras ídolos.
585 Dice el Señor: En aquel día echará el Señor de su casa.
¿Hay cosa que hieda más que el paño sucio? De esta ma-
nera es; aquello que en tus ojos relucía antes, te parece
agora tan feo y tan abominable, que le digas: Egredere et
dabitur pluvia semi[ni'] t[u]o. Hederte ha más que los
590 muertos lo que te daba regocijos de grande placer; aquello
que te daba sabor y te deleitaba, antes amargaba, porque
no son los pecados y fealdades sabrosas ni deleitan por
sí, sino el que las recibe y comete, con su afición y deseo
que pone en el alcanzarlas, toma aquel sabor y deleite.
535 Como un perro, que, tomando un hueso duro y sin jugo y
virtud, se está royéndolo y piensa que saca algo de él
y que tiene algún mantenimiento, y no es sino que, como
el hueso es tan duro, que le hace sangre, y en él, como
en cosa que sale de él algo, se está saboreando, y pensando
600 que come del hueso, come de sí mismo. No hay sabor en
los pecados.
— -¿Pues cómo aquél juega en toda la noche, sin que
lo sienta? ¿Cómo el otro anda de noche y de día, sin comer
ni beber, tras la otra, y el otro deja su propia mujer y
605 va a buscar la ajena? — No hay deleite en los pecados.
— Pues ¿qué lo hace? — El deseo que de su parte pone
cada uno, hace que el pecado parezca sabroso, siendo amar-
go como lo es.
Cuando el Señor quiere hacer que salgas del pecado
610 — -porque El quiere que lo dejes y que lo dejes libremente —
sales libre y de tu voluntad, y esto todo sabe hacer y quiere
Nuestro Señor. Esta es la gracia que a ninguno se da
que la desecha, y a ninguno da Dios esta dádiva y merced
576 Cf. is. 2, 20 ; 64> 6.
589 Cf. Is. 30, 22-23.
607 lo. 11, 44.
260
SERMONES. CICLO TEMPORAL
que no se aproveche de ella. Quita la piedra, dice Dios. Es-
615 tonces, cuando andes buscando a Dios como El a ti, ámale,
sírvele, como quiere y manda que le sirvas. Darte ha la
voz grande que dice: ¡Lázaro, sal fuera! Salió resucitado.
Saldrás tú resucitado con nueva vida de gracia. Hacerte
has hijo de Dios, que primero eras del demonio. Recibirás
620 gracia y después gloria, ad quam etc.
15 ¡ Dichosas ovejas que tienen tal pastor ! *
Miércoles de la semana de Pasión
(Valencia, Bibl. Col. Patriarca, Ms. 1049, ff. 99 r - 107 v; Oña,
Ms. est. 8, pdut. 4, n. 55 bis, ff. 96 r - 103 v.)
Oves mcae vocem meam audiunt, ct ego cognosco
cas, ct scquuntur me. Et ego vitam aeternam do
eis, et non peribunt in aeternum, ct non rapiet cas
quisquam de manu mea [lo. lo, «7-28].
5 Exordio: la Virgen, ¡Cristianos! Ovejas sois de Jesu-
nuestra pastora cristo, y El es vuestro pastor. ¡ Oh
dichosas ovejas que tienen tal pas-
tor! Mis ovejas — dice el Señor — oyen mi voz; y yo las
conozco y ellas me siguen a mí, y yo les daré la vida eterna,
10 y no perecerán para siempre jamás, y no habrá nadie tan
poderoso que me Xas arrebate de mi mano. ¡Oh, bendito tan
•buen pastor! ¡Bendito tal Señor, rey y pastor!
¡Hacía Dios a todos los principales, pastores; a todos
los ocupaba en guardar ovejas, y de allí sacaba unos para
I5 profetas, otros para patriarcas, otros para reyes. Quería
Dios significar que Jesucristo había de ser profeta de los
profetas, patriarca, rey y pastor.
También las mujeres de aquel tiempo, como era Rebeca
y Lía y Raquel y otras munchas, denotaban a la Virgen
20 sin mancilla, que después de Jesucristo no ha habido otra
pastora, ni hay quien así guarde las ovejas de Jesucristo.
Y pues aquí somos venidos para ser apacentados de la
palabra de Dios, y la Virgen sin mancilla es nuestra pas-
620 etc.] Deo gratis add.
V*= Valencia, O = Oña || 8 y om. O || 9 y om. O | las O || 10 nadie] nin-
guno O || 11 mis manos O || 12 pastor!] Oh add. O | y om. V
13 Hacíales O || 14-15 a todos los ocupaba] ocupábales O
19 yi om. O | muchas O |'| 22 venido O | apastados O || 25 ofrezcamos O
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 248-260. El índice del Ms. de Valencia lo describe : <rln
evangelium : Ego suni Pastor bonus». «Sermo in quarta feria donii-
micae quintae Quadragesimae» (Oña, f. 99 r).
11 lo. 10, 27-28.
15- MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
261
tora después de Dios, supliquémosle que nos apaciente, al-
25 canzándcnos gracia; y para más la obligar ofrezcámosle la
salutación angélica diciendo con devoción Ave, María.
Cristo nos escogió Oves meae vocem meam audiunt,
para ovejas suyas etcétera.— Ovejas tengo, pastor soy,
dice Jesucristo. Yo me las he criado,
30 yo me las he escogido para ser pastor de ellas; soy buen
pastor, que me he vestido del vestido de mis ovejas y co-
nocen mi voz. Lléganse a mí, ámanme, vienen a mi llamado.
Ovejas tengo. — Señor, ¿cuándo escogisteis ovejas?, ¿desde
cuándo las tenéis? San Pablo: Elegit nos in ipso ante mundi
35 constitutionem. — Mirá, muncho ha que tengo ovejas. — De
muncho tiempo es pastor. No es pastor que compró ayer
ovejas y se ha querido hacer pastor de ellas. Tiene ovejas;
y El las escogió ante mundi constitutionem, antes que el
mundo fuese mundo, antes que vos naciésedes. Cuando El
40 os crió, para oveja suya os crió. El dijo: Criaré a Juan, etc.,
para que sea mi oveja. No era nacida la oveja, y ya tenía
pastor. Muy antig[u]o pastor soy, dice el Señor.
A tan antig[u]o pastor, a pastor que tanto ha perse-
verado en sus ovejas y que tanto las guarda, ¿qué le deben
45 las ovejas? ¿Con qué le pagarán el cuidado que el Señor
tiene de morir por sus ovejas y que no se pierda alguna?
¡Bendito tal pastor! Gracias infinitas se le deben a tal pastor
por tan gran cuidado como sobre sus ovejas ha puesto y
pone. Elegit nos in ipso. Escogiónos el Señor. — ¿Cómo nos
50 escogistes vos? ¿Escogistes nos como quien hace rebaño y
de allí saca las que son mejores? — Dice el Señor: No soy
pastor sino de las ovejas buenas. — Escogiónos Dios, y no como
de rebaño; no nos escogió por nuestros merecimientos, no nos
escogió porque vió en nosotros más mejoría que en otros,
55 sino escogiónos por su propia gracia, porque El ansí lo qui-
so, escogernos y criarnos para ovejas suyas.
Y ansí dice San Pablo: Reliquiae ergo secundum elec-
tionem gratiae salvae fiunt, no porque ellos lo merecen,
sino por su voluntad, porque El ansí lo amó, por su pro-
60 pria gracia nos eligió, ut essemus sancti et immaculati,
para que fuésemos santos, para que fuésemos limpios, sin
mácula de pecado. Escogiónos El para sí; queríanos hacer
30 soy] un add. O || 33 ¿cuándo escogistes ovejas? om. O |] 34 tenéis]
¿cuándo las escogistes? add. O | Eligit V || 35 mucho O | de om. Ó j| 36 mu-
cho O | eSj] ha que soy O || 38 y om. O \\ 41 y om. O || 42 antiguo O
43 antiguo O || 45 el Señor om. O || 46 sus] las O || 49 Eligit V || 50 Es-
cogistes2] Escogíades V || 51 que son om. O
55 propria O | así O
57 Keliquae O || 59 así O
27 lo. IO, 27-28.
35 Eph. 1, 4.
58 Cf. Rom. ii, 5.
262
SERMONES. CICLO TEMPORAL
limpios, como El es. Qui praedestinavit nos in adoptionem
filiorum per Iesum Christum in ipsum. Llamónos, escogió-
65 nos Dios, quiso que fuésemos santos por su propia gracia
y voluntad, mas la ejecución de la elección per Iesum
Christum. Predestinólo El así; dijo El así: Yo criaré a
Juan y a fulano, y escogerlos he para mí, para que sean
santos y limpios, para que gocen de mí para siempre, pero
7<> la ejecución de esta elección, el medio por donde todo esto
será, per Iesum Christum in ipsum, por Jesucristo y en El.
San Augustín se retra[c]tó aquí, que dijo que nos había
escogido porque vió que habíamos de ser buenos, pero él
confiesa que no había visto entonces este texto de San
75 Pablo: Ut essemus sancti et immaculati, para que fuésemos
buenos. No nos escogió porque éramos buenos, sino por que
fuésemos buenos.
Oondiciones de la ¡Buen pastor tenemos, que nos es-
buena oveja: oye cogió para guardarnos y de tanto
80 al pastor y !e sigue tiempo! Pues que tal pastor tenemos,
pues él ansí nos ha escogido, pues
nos ha querido para sí, y se ha hecho guarda nuestra,
¿quién no mirará si es oveja que anda debajo de su mano,
quién no mirará si es de su rebaño, quién no mirará en
63 qué dehesa pace y qué yerba pace y si hace lo que la
buena oveja con su pastor hace? Pues para que conozca-
mos si somos ovejas suyas, para que podamos fácilmente,
si viéremos que vamos fuera de camino o fuera de manada,
tornar al pastor que nos anda buscando, diremos las con-
90 diciones de la buena oveja, diremos lo que la buena oveja
ha de hacer para que el pastor la conozca
Jesucristo lo dice. Diremos lo que El dice, para que
mejor lo creamos. Oves meae vocem meam audiunt. Mis
ovejas oyen mi voz. ¿Sabéis si os ha llamado alguna vez
95 el Señor y si le habéis oído? Pues tené señal que, si le oístes,
que sois su oveja. Gran señal es, muy cierto, que la oveja y
cualquier ganado oye la voz de su pastor y viene luego a
su llamado.
Vi una vez, yendo por un camino, que apacentaba un
100 hombre unos puercos y que estaba tañendo una trompetilla
63 Quippe destinavit l' [| 65 propria O || 67 Predestinándolo O | El asi
om. O | ansí^ O
72 Agustín O || 76 por que] para qut O
81 asi O | puesj y O || 88 mira O || 83-84 oveja que - mirará si es] om. O l|
84 miraráj mirar O
96 es] Ks add. 0
99-100 un hombre que apacentaba O || ICO que om. O
63 Eph. í, 4.
64 Eph. i, 5.
72 San Agustín, Retractat. 1. i, c. 23, 24 : ML 32, 621.
g4 lo. io, 27.
15, MIÉRCOLES DE I-A SEMANA DE PASIÓN
263
de muy mal sonido, una música muy mala, y estándola ta-
ñendo venían los puercos saltando y corriendo con gran
regocijo al hombre que tañía la trompetilla. Y pregun-
tando |que fuese aquello, dijéronme que los puercos venían
105 a aquel sonido, porque aquélla era la voz con que llamaba
aquel pastor a su ganado. ¡Oh oveja! ¡Oh cristiano! Co-
noce que un animal irracional y el más sin razón que hay
en los animales conoce la voz de su pastor; y el asno y el
buey conocen el pesebre de su Señor, ¿y no conoces tú la
no voz de tu Señor? Está la ovejita paciendo en una yerba que
muncho le sabe, está hozando el puerco a su sabor, y llama
su pastor, tañe la bocina, y por muncho que le sepa el
hozar ál puerco y el pacer a la oveja, luego, en oyendo la
voz de su pastor, viene luego y lo deja todo. Y tú, oveja,
115 tú, cristiano, ganado por la sangre del Cordero, llámate
el Señor y no conoces su voz. Llámate un mes, llámate
una cuaresma y dos años y cuatro, y, como mala oveja,
estás comiendo y hozando en tus carnalidades, estás en tus
enemistades, estás en tu invidia y odio, y llámate tu Señor
120 y no le oyes.
Mis ovejas, dice el Señor, oyen mi voz. ¿Pensáis que
sois ovejas de Dios no oyendo a Dios? Vengáisos por una
parte, estáis en vuestras enemistades, y por otra parte
decís: recemos un poco. No sois ovejas de Dios, andáis de
125 un rebaño en otro, no oiréis la voz del Señor, y no la oyendo,
no sois de El; no conoce El a la oveja que sólo oye la
palabra, porque aquella palabra le aplace a él. Amar a
vuestros amigos, hacer bien a quien os hace bien, no es
eso ser oveja de Jesucristo, eso quienquiera lo hace. Si yo
130 quiero bien a Pedro, y él me quiere bien, pocas gracias.
Amar a vuestros enemigos, amar y querer bien a quien
os quiere mal, esto es ser oveja de Jesucristo.
Mis ovejas, dice el Señor, oyen mi voz. Estáis vos ene-
mistado o andáis vos fornicando, hozáis vos en las vani-
135 dades de este mundo, y díceos Dios: No fornicarás, ama-
rás a tu prójimo, no jurarás mi nombre en vano. Y vos,
101 de om. O | mala] y de muy mal sonido add. O \\ 102-103 con gran re-
gocijo om. O || 103 tañía la trompetilla] estaba tañendo O || 104 fuese] era O ||
105 a om. O || 1054106 aquel pastor llamaba O || 107 que, om. O || 108 en] to-
dos add. O | conoce om. O | yj conoce O || 109 conocen om. O || 111 mucho O |
<1 puerco hozando O |l 112 mucho 0 | el om. O || 117 y,] tú add. O
122 Vengáis O || 123 estáisos O || 124 andáisos O || 127 aquella,] Ja O ||
130 i>oca> gracias si él me quiere bien a mí O || 132 nos O | mal] hacer bien
a quien mal nos quiere add. O
ice, Cf. Is. i, 3.
129 Mt. 5, 4 ; Le. 6, 33.
132 Mt. ,s, 44 ; Le. 6, 27 ss.
136 Cf. Ex. 20, 2-17 ; Deut. 5, 0-21 , Mt. 5, 21 ss.
264 SERMONES. CICLO TEMPORAL
como mala oveja, no elejáis de comer y pacer y hozar en
las enemistades y carnalidades
¿Quieres conocer si eres oveja de Jesucristo? Pues mira
1^0 si te duele perdonar a tu prójimo, y oyendo que dice Dios:
"¡Perdona!", sí perdonas. ¿Sábete bien la carne? Pues mira,
si en diciéndote Dios: No fornicarás, te apartas de ello, si
empezares a aborrecer el fornicar, si amares perdonar, si
deseares caridad con el prójimo, si te pareciere mal el
1*5 jurar y blasfemar, cree que eres del rebaño de Jesucristo,
cree que no te perderás, cree que tiene gran cuidado de ti
Jesucristo.
Mis ovejas oyen mi <ooz, et ego cognosco eas: y yo las
conozco. Si oís la palabra del Señor, si hacéis lo que Je-
150 sucristo os manda, si conocéis la voz de vuestro pastor,
dice el Señor: Yo las conozco a ellas. Ellas andan vestidas
de mi vestido, y yo, como buen pastor, vestido del suyo.
Oyen mi palabra, ellas pacen en mi dehesa y comen de mi
yerba, conózcolas, guárdolas yo. Et sequuntur me: y sí-
155 guenme. Por donde vo[y] yo van ellas; adonde estoy yo
están ellas; no me pierden paso las buenas ovejas. Las que
conocen a su pastor, de cualquiera manera siguen a su
pastor; va el pastor por breñales y espinas, y va la oveja
coja, y aquí se deja el pedazo de la lana, acullá se rompe
160 el pellejo, y como puede, cansada como está, siempre sigue
a su pastor.
¡Oh pastor bendito, y cómo curáis vos la ovejita coja
y cansada, cómo volvéis por el cristiano que os va siguiendo
y va cansado y sudando y, como puede, no deja de seguir
165 vuestros pasos! ¡Cómo y con qué amor volvéis vos a él y
tomáis a cuestas sus trabajos, y le ayudáis a pasar el ca-
mino, y le ponéis miera adonde la ha menester, como buen
pastor !
Pues el pecador que le sigue por el mismo camino, mi-
170 rando cuánto debe a tan buen Señor, mirando cómo le apa-
cienta en las buenas yerbas, mirando cómo le ama y cómo
por su amor pasa lo que pasa, el que no mira que nadie
le mira, ésta es la oveja que sigue a Dios. Diga el mundo
lo que quisiere, hable el mundo, que mundo es. Sigámosle
1^5 en fe y en verdad. Vamos como ovejitas, que les van las
ramas y espinas del monte quitando la lana, y ellas siempre
van adelante. Persíganos el mundo, mofe el mundo, pida
lo que quisiere, y nosotros sigamos a Jesucristo. No os
turben las cosas del mundo; no os desasosiegue lo que
137 comer] hozar O | y hozar om. O
142 en om. O || 145 que om. O
152 y] e O || 195 yo voy O 'j| 158 la ovejita va O || 159 y om. O | acuya O
167 donde O
169 camino om. O || 172 lo que pasa om. O || 176 espinas y ramas O ||
15- MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
265
L80 dijere el mundo. Dicí al Señor: "Oveja vuestra soy; el diablo,
mi enemigo; carne me combate; el mundo me persigue; y,
con todo esto, ego non sum turbatus, te pastorem sequens".
Decía Hieremías: No me turbo yo, no me desconsuelo yo,
no me aflijo, llevando a vos por mi pastor. Id, Señor, vos
L85 por donde quisiéredes, llevadme a donde quisiéredes; con-
suélame, Señor, que sois vos mi pastor.
Si os persigue la carne, capitán y pastor tenéis limpio
y casto, no os turbéis. Si os mofa el mundo, mofalde vos,
seguí al Señor por todo el camino. ¡Señor! Yo no soy tur-
L90 bado en todas mis tribulaciones, llevándoos a vos por pastor.
Et diem hominis non desideravi. Señor, no quise, en
cuanto hice, mirar a nadie, no recebí loa de nadie, no es-
cuché al mundo porque me deshonrase, ni menos porque
me honra; no pasaba yo los trabajos mirando a quien me
L95 miraba, sino vos sabéis, Señor, que siempre os seguí yo
por vos y en vos; a vos seguía yo; a vos amaba yo; de
vuestra yerba y en vuestra dehesa me apacentaba. Yo no
deseé honra para mi en los pasos que por vos daba, ni me
turbaba yo en vuestro camino, Señor, ni hice caso de todo
!00 el mundo.
Seguí a Jesucristo, mirá las pisadas del pastor. No quie-
ras dejar a tu pastor por el mal paso y irte tú por el bueno
y por las plazas anchas. No cures del mundo en cuanto y
cuantos estropiezos te pusiere; sigue siempre a Jesucristo;
06 mira las pisadas del pastor. La oveja a su pastor sigue,
tras su pastor se va. Señor, no me aflijáis vos, no me pidáis
vos lo muncho que os debo, no queráis vos ponerme en
cuenta el desagradecimiento que tengo y he tenido a vues-
tros beneficios. Non sis mihi formidini, spes mea, in die
no afflictionis meae. En mis pasiones, en el día de mi tribu-
lación, no me ponga la aspereza de vuestro camino temor,
no me haga tornar atrás el peso de vuestra cruz. Sígaos
yo, Señor. Sigamos en verdad y amor, vénganos lo que
nos viniere: persecución del mundo, tribulación de carne,
*15 guerra del demonio. Sea de mí lo que fuere, no me seáis
vos a mí temor. No tenga yo temor de haberos ofendido;
y sea lo que fuere de mí.
Ansí se sigue el Señor. Id por el camino del Señor, no
180 Deci O | demonio O || 182 persequens O || 184 llevándoos O || 184-186 Id
Señor - mi pastor] om. O
187 y pastor om. O
191 desideravit VO || 194 quien] me add. O \\ 196 yo; de] y en O \\ 197 en]
de O
205 mira -pastor] om. O || 206 se om. O || 207 vo^ om. O | mucho O )\
208 he om. O | vuestros] tus O |l| 211 esperanza V \\ 212 Sígnaos V ]| 213 y] en
add. O || 217 y om. O | de mí lo que fuere O
T84 Ier. 17, 16.
191 Ier. 17, 16.
311 Cf. Ier. 17, 17.
266
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mirando quién os mira, ni al mundo, sino sólo que no nos
220 sea temor Jesucristo, que no nos ponga su ofensa temor,
no nos halle el Señor en lugar de temor, no contra El, no
fuera de su rebaño. Invenit eos in loco horroris et in loco
solitudinis. Hallólos en lugar espantoso <y en lugar solo;
hallólos fuera de su rebaño; no pacían de su dehesa; an-
225 daban en tinieblas y fuera de su camino. ¿No andáis con
vuestro pastor? ¿No seguís a Jesucristo? Andáis en lugar
solo y lleno de terror. Halló las ovejas que no eran suyas
en lugar lleno de temor. Seguir al Señor es señal de oveja
suya; seguir en verdad al Señor, con trabajos, con fatigas,
230 en enfermedades, en pasiones, esto es señal de oveja suya.
Niéguese a sí, tome Qui vult venire post me abneget sé-
sil cruz y sígame metipsum et sequatur me. El que
quisiere ser mi oveja niéguese a sí,
venda su hacienda, véndalo todo y sígame. Vendé toda
235 vuestra hacienda, que son vuestras afecciones; trocá toda
vuestra hacienda por hallar esta piedra preciosa. No mi-
réis al mundo que os diga: loco; que os corran por las ca-
lles: "¡Al loco, al loco!" Vendé las carnalidades por la cas-
tidad, las risas y juegos por la temperancia de palabras,
240 el murmurar por el callar y honrar al prójimo, la enemis-
tad por la amistad y caridad. Toda vuestra hacienda tro-
calda y vendelda por esta piedra preciosa. No tengáis en
nada al mundo. Si os dice que sois loco, no os turbéis; y
que vendéis lo que tenéis, y que sois desatinado; y que
245 unos ríen y vos lloráis, otros se huelgan y vos triste, otros
favoridos y vos desamparado, otros ricos y vos pobre: "¡Al
loco! ¡Que se ha tornado loco!" Decildes vos: "Tú eres
loco y yo soy cuerdo; y plega a Dios que conozcas tu locu-
ra para que tomes seso, como yo le voy tomando".
250 Vendé lo que tuviéredes; no estimé [i] s la honra sino en
Jesucristo; no améis la riqueza sino en Jesucristo. Pensá
cuán presto se pasa el mundo. Pensá cuánto bien puede
dar el mundo; si aunque lo dé todo a uno, si estará con-
tento. Mirá, si pidiesen a un hombre: ¿Qué es lo que que-
255 réis?, ¿qué pidiría? Estar en una tierra que no hobiese
frío, ni calor, ni hambre; que tuviese munchas riquezas,
munchas mujeres, todo cuanto se puede imaginar. Mirá
bien las locuras que pidiría, mirá cuánto contento le darían
si supiese que le han de durar poco. ¿Qué se le daría que
229 con fatigas, con trabajos O
231 abnegat O || 242 veudedla O |J 244 y3 om. O |l 246 favorecidos O ¡| 247 De-
cidles O | eres] el add. O \\ 248 yo] soy el add. O
250 tuvieres O || 2S1 ames O ]| 253 a uno] aun no O | 255 no] ni O || 257 mu-
chas O |l 258 pedirla O || 260 se] le add. O
223 Cf- Deut. 32, io.
234 Cf. Mt. 16, 24 ; Le. q, 23.
15. MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
«0 se hiciese todo a su voluntad acá, si supiese que después
que se muera no se ha de hacer para siempre la suya?
Hombre, ¿de qué te engañas?, ¿en qué te empleas?
Oveja, torna al pastor, mira el camino del pastor, sigúele
por donde va. Vende cuanto tienes. Mira que esta joya la
>35 has de comprar con lo que más te doliere. ¡Oh hombre
casto, oh paciente, oh caritativo! ¡Qué gozo sientes en
amar el Señor y en seguir al Señor!
El que quisiere ser mi oveja, el que quisiere ser mío,
niegúese a si, no piense en sí, no quiera lo que el Señor no
quiere. La oveja que va paso ante paso tras de su pastor,
no errará camino. Va el Señor por calle angosta, y tú, por
calles y plazas anchas; no saldrás al camino. Niéguese a
si. No estribes en tus razones; piensa que no sabes nada;
deja hacer al Señor.
¿Seguís al Señor sin cruz? Pues no vais tras El. Múñ-
enos se venían cuando predicaba en los montes, en el campo
y en los templos, y de cuantos siguieron entonces no hubo
uno que le ayudase a llevar la cruz. La cruz, dice el Señor,
que le ayudéis a llevar. Ni por dineros ni por ruegos, nun-
80 ca hallaron quien le ayudase a llevar la cruz, sino por fuer-
za hicieron a Simón Cirineo que se la ayudase a llevar. En
los placeres, en las amistades, en las misericordias, todos,
le siguen, todos confían en su misericordia, y no hay nin-
guno que le ayude a llevar la cruz. No hay quien pueda
&5 sufrir que le quiten lo que algo le duele. No hay quien
sufra a su prójimo con paciencia. No hay quien se aparte
del mal por Jesucristo y le ayude a llevar la cruz.
¡Oh! Mal galgo, que siguió a la liebre por el llano, y
porque se le entró por unas espinas deja la liebre y vuélve-
9° se sin ella. De esa manera seguís a Jesucristo. Seguís sus
pisadas por llano; amáis sus misericordias, holgáisos con
los consuelos; y porque se os mete por las espinas, dejáis
a Jesucristo; porque os pone en una tribulación, porque se
os esconde para conocer quién sois sin El, decís luego:
95 "Háseme escondido, ya no me quiere, ya no me consuela";
perdéis luego el rastro; luego decís que os castiga, que os
ha quitado la gracia. No así, no. Entrá, buen galgo, en la
zarza, que luego sacaréis la liebre. Entrá sin temor, entrá
en las espinas, aunque pensáis que os habéis de espinar,
264 joya] que add. O |l 267 el] al O
270 de om. O || 271 el om. O | calles angostas O H 272 calles y om. O ||
274 al Señor hacer O
275-276 Munchos se venían] Muchos le seguían O ,¡ 276 montes] y cnííi. c) |[
277 y, mas O ¡ cuantos] le add. O || 278 oue] le add. O | la cruz !e r.yudase
a llevar O [¡ 287 la] su O
288 á om. O | el] lo O || 289 l>or] entre O || 291 andáis V || 292 por om. O. ||
296 perdéislí O \\ 297 ansí O || 299 penséis O || 302 entrá en los trabajos
281 Le. 23, 26.
26S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
300 que ahí hallaréis al Señor; entra en los trabajos, que se
ha metido para que le busquéis; entrá en los trabajos, en-
trá en vencer la carne, en desechar al demonio; entrá en la
carne, que, si entráis, tené por cierto que ahí se entró,
pensá que ahí lo hallaréis.
305 "Si vienes tras mí, ven sin ti. No pienses en ti; haz
cuenta que no eres". No tengas en nada espinarte, que
ahí está el Señor. ¿Qué fuera de ti, cristiano, si Jesucristo
dijera: "Quiero ir a salvar el mundo por lo llano, pero si
hay espinas no quiero"? ¿Qué fuera de ti? ¿Qué hicieras
310 tú si Dios no se pusiera contra todo el mundo y se entrara
rascuñado por las espinas y trabajos que pasó? ¿Qué fue-
ra de ti si El no quisiera pasar trabajos y si, habiendo
llegado al paso de la muerte, no dijera: Hágase, Padre,
como tú quisieres y no como yo quiero; y si no quisiera
315 que le espinara la espina de la pobreza, de la paciencia y
de la caridad que, con todo cuanto pasaba, tenía para per-
donarlos? ¿Y sabéis a cuánto llegó? Que lo coronaron de
espinas, lo azotaron, lo escupieron, lo mofaron y le hicie-
ron mil justicias que no se pueden escribir ni contar, y al
320 fin no pararon hasta ponello en la cruz. Pero si Jesucristo
dijera, como tú, que no se quisiera meter por espinas, ¿qué
fuera de ti? Y si por ti se metió el Señor de los señores
por tan grandes trabajos, ¿qué muncho que tú te metas
siquiera por alguno de ellos? Sigúele y conocerás que eres
325 su oveja.
Va una mujer, de esas que vosotros decís galanas, por
la calle, y deja la calle muy oliendo a almizque y a mil
olores que no se quitan tan presto, y requebráisla y todos
tenéis contento de vella y de oler sus olores. Y pasa y ha
330 pasado Jesucristo por esa misma calle, y hala paseado con
la cruz a cuestas, derramando sangre, y no hay nadie que
huela la sangre de Jesucristo. ¡Oh sangre preciosísima!
¡Y cuán mal hueles al mundo! No hay quien quiera seguir
vuestras pisadas. Derramar sangre por vos, Señor, muy dí-
335 ficultoso se le hace al mundo. ¡Oh casto, oh paciente!
¡Cuánto gozo recibes con la sangre del Redemptor tuyo! ¡Qué
consuelo te es a ti perdonar al que te ha injuriado! ¡Cómo
te huele la sangre y pasión de Jesucristo! ¡Cómo te son
luz de tus ojos las pisadas del Señor! La lumbre para mis
om. O || 303 tened O | se om. O
307-308 dijera Jesú O || 308 Yo om. O |¡ 314 quieres O ¡| 315316 y de om. O \\
317 lo] le O || 318 espinas] y add. O | lo mofaron, Jo escupieron O || 319 es-
crebir O || 323 por] en O | tan grandes] tantos O \ mucho O || 324 siquiera
om. O
326 decís vosotros O || 327 muy om. O | a,] de O | almizcle O | a, om. O ||
328-329 y requebráisla - sus olores] om. O || 330 y om. O | hala O [pascado]
314 Lo. 22, J>2.
15. MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
269
340 pies son tus pisadas, dice David. A David no le picaban
las espinas, no se le hace dificultoso el camino, no huye de
los trancos que Jesucristo pasó, pues confiesa que todas sus
pisadas fueron lumbre para sus pies; no tenía en nada que
el mundo le dijese que era loco, porque, dejando las anchu-
345 ras y plazas del mundo, se iba a pasar por las angosturas
de Jesucristo.
Quien viniere tras mí, déjese a sí. A Jesucristo no se
siga por sus razones ni por su saber. Hay unos hombres
que quieren saber y sacar lo que de una cosa les puede su-
350 ceder: si hago esto, venirme ha esto; si perdono al otro,
venirme ha la deshonra; si gano estotro, venirme ha lo otro;
o si me diese Dios hijos...
¡Oh malaventurado de ti! ¿Qué piensas? ¿Qué concier-
tas? ¿Qué pides? Estás agora en paz, siendo pobre, ¿y pides
355 guerra con riquezas? Quítate Dios una cosa en que tenías
puesta tu esperanza, porque ve El cuánto te ha de dañar,
y para que la pongas en sólo El, ¿y esto lloras? Quiérete
Dios salvar, y tú dices que te quiere mal. Pides condenación
para tu ánima, y dices que te quiere mal porque no te la da.
360 No sabemos pedir ni lo que deseamos, dice San Pablo. La
oveja vaya donde su pastor la llevare, no busque pasto por
ai, porque no se aleje el pastor, y después llame y no oiga
su voz.
Munchas cosas pedimos a Dios; no nos las concede por-
365 que ve que pedimos nuestro daño. Conoce bien nuestra en-
fermedad; es muy buen médico, que acierta muy bien nues-
tra enfermedad, y cúrala, como la conoce, con medicina,
conforme a la llaga que tiene. ¿No sería loco un enfermo
que dijese- al médico: De esta manera me habéis de curar,
370 y esta enfermedad tengo y cúrase de esta manera? ¿No
sería loco, y le diría con razón el médico : "Esta enfermedad
tenéis y sélo yo mejor que vos, esto es lo que habéis me-
nester, dejaos curar, y si no, morios?" Es Dios médico
verdadero y quiéreos curar con pobreza, con trabajos, con
375 enfermedad y deshonra, y decís vos: "Señor, salud para
serviros". Quiéreos El enfermo, para que con la enfermedad
no sólo no hagáis ofensas de nuevo, pero os arripintáis de
esa calle add. O || 334 pisadas] El add. O || 340 pisadas] palabras O || 345 pla-
zas y anchuras O | pasear O
347 viene O | déjese a sí. A] dija O || 348 sigua O | ni] y O || 349) sacar y
saber O || 360 el O || 351 venirme ha lo otro] vendráme estotro O
354 agora O [| 356 puesta] toda add. O || 357 eso O || 35^359 pides conde-
nación-quiere mal] om. O |] 359 da] Déjate a ti add. O || 360 Pablo] ad
Rom. o add. V
364 Muchas O || 373 muríos O |] 375 deshonras O || 377 arrepintáis O ||
ÍPs. 118, 5.
360 Cf. Rom. 8, 26.
270 SERMONES. CICLO TEMPORAL
las que habéis hecho y las lloréis; y decís vos: "Olvidádome
ha Dios, pues que no me da salud".
380 No sabéis pedir lo que deseáis. Deseáis descanso sempi-
terno, deseáis gozo inefable, y pedís, para sanar de la enfer-
medad que tenéis, gollorías. No sabéis pedir lo que deseáis.
Si con Jesucristo fuéredes, id sin vos. Señal de oveja de
Jesucristo, oír su voz y seguille. "Mí oveja sigúeme a mí".
385 Si no conocéis pastor, si no conocéis médico, si perseveráis
en querer seguiros a vos, dejaros ha y daros ha por castigo
que sirváis a dioses ajenos. Hieremías: Serviré te faciam
inimicis tuis in térra quam ignoras. Yo haré que idolatres.
Yo haré que nunca estés contento, sino que sirvas a tus
390 enemigos. Ponerte he un propio parecer, seguirte por tu pro-
pia razón a donde no sepas qué es lo que te conviene. Yo
haré que pidas y desees que se cumpla lo que te daña. Pe-
dirás riquezas, pedirás consuelos, pedirás por tu propio pa-
recer que te aparte Dios de trabajos, y estos dioses, porque
395 ansí lo has querido, haréte que los sirvas in térra quam
ignoras.
Deseallos has, y pensarás que todo es para servicio de
Dios, y engañarte has, porque quiere el Señor de las ovejas
que le sigan a El, que a sólo El imiten, y quiere que en todo
40o se cumpla su voluntad en ellas, en espinas, en pasos traba-
josos, en angustias, en cruz. Siempre sea la lumbre de tus
pies Jesucristo. Y entonces verás cierto debajo de qué reba-
ño estás y qué pastor te aguarda, y cuya yerba paces y en
qué dehesa te apacientas.
405 Los pastos del cielo Et sequuntur me, et vitam aeter-
nam do eis, et non peribunt in aeter-
num. No os penséis, ovejitas, que os quedaréis ansí. Seguid-
me, que no andaréis desconsoladas. Yo daré — dice el Señor —
a mis ovejas la vida eterna, yo las apacentaré en unos montes
410 muy viciosos, muy fértiles, donde no les falte nunca qué
comer. In pascuis uberrimis pascam eas et in montibus
excelsis erunt pascua eorum et ibi requiescent in herbis vi-
rentibus. En mi divinidad, en aquella infinita bondad, en la
infinita luz, allí las apacentaré yo, allí les daré yo el manjar
415 de vida, allí gozarán de mí, allí pacerán en aquella fertili-
dad de aguas, en aquellos suavísimos ríos que corren agua
378 que habéis hecho] pasadas O
388 Yo] Y os O | idolatréis O || 389 estéis O || 390 proprio O | propria O ||
391 qué es om. O || 392 que.,] y O || 393 -proprio O || 395 así O j haré O
.398 ix>rque] pues que O || 403 guarda O
408 andaréis] quedaréis O || 409 yo] y O || 414 yo, om. O || 415 pacerán
388 1er. 77, 4.
407 Cf. lo. 10, 27-28.
413 Cf. Ez. 34, 14.
I.S- MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
271
de infinita bondad y suavidad, allí las recrearé yo de una
parte de ángeles, por otra de santos, de otra parte de vírgi-
nes. Allí las apacentaréis, allí pacerán ellas, y a su placer;
120 allí ternán aquello que nunca acabaron de entender, quod
ñeque oculus vidit, ñeque auris audivit, ñeque in cor ho-
minis ascendit. Allí gozarán de pastos tan dulces, de gozos
tan inefables, que se queden espantados de cuanto Dios les
pusiere a la mesa; allí no habrán ya hambre ni cansancio;
425 gozarán y pacerán juntamente de tan suavísimo manjar,
que no hay quien pueda pensar el pasto que el Señor dará
a sus ovejas.
¡Y que, oyendo esto, no me den fastidio ni asco las ollas
de Egipto! ¡Gran mal! ¿Quién hay que no desee ser oveja
430 de Jesucristo ? Si alguno hay que no lo es, no salga de aquí
sin sello, no salga de aquí sin esperanza de gozar del pasto
tan excelente que el Señor da a sus ovejas.
Apasiónenos ya andar con tal pastor como es el demo-
nio. Mire a dónde Dios lleva a apacentar sus ovejas, in
433 montibus altis; son más altos que el cielo, son mucho más
altos; distan estos montes tanto del cielo, como dista de la
tierra el cielo, y los infiernos de la superficie de la tierra.
In montibus altis. En la altura del Padre, allí gozará de
aquella conversación suavísima de la Santísima Trinidad,
440 aquella agua clarísima de su unidad en esencia; allí se le
hará muy claro lo que acá se le hacía muy escuro: en los
montes altos. —Y el demonio, ¿dónde apacienta las su-
yas. — En una hondura la más obscura y temerosa, la más
espantable que se puede imaginar. ¿Pues por qué queremos
445 ser del demonio? ¿Por qué nos sabe su pasto tan bien,' y,
llamándonos el buen Pastor, no le oímos, sino, encenaga-
dos en aquel manjar malo, hacemos peor que puercos?
Nadie arrebatará Mis ovejas me siguen. Yo les doy la
al buen Pastor sus vida eterna, y no se perderán para
450 ovejas siempre. ¿Quién habrá que pueda con
una oveja de Jesucristo? ¿Adonde
se quedará, que no torne el Señor por ella? No se cairá ya
de su mano. Ni hambre, ni hartura, ni frío, ni calor, ni do-
lor, ninguna cosa las apremiará. Terné yo tanto cuidado
en] gozarán de O || 417 recrearé yo] cercaré O || 418 por] de O |¡ 419 apacen-
taréis] apacentaré yo O | y] allí tomarán, allí pacerán O j¡ 425 juntamente]
sumamente I" |¡ 426 quej y I'
428 esto] qué pasto dará Dios a sus ovejas add. O | ollas] podridas add. Q ||
429 Gran mal om. O \\ 431 del] de tal O || 432 tan excelente que] como O
434 a om. O || 435 altis] en los montes altos add. O |.| 436 altos] que el cielo
add. O \ de om. O \\ 437 el] del O || 440 divinidad V || 441 obscuro O || .142 su-
yas] sino add. O || 446 oíamos O || 447 manjar] pasto tan O
452 torne] quede V || 454 les O
422 Of. i Cor. 2, 9.
272
SERMONES. CICLO TEMPORAL
455 de mis ovejas, que ya no ternán temor de perecer. Yo bus-
caré mis ovejas y las visitaré. Pornélas donde lobo nin-
guno las pueda tocar. Librarlas he de todos los peligros en
que se puedan perder.
¡Oh ovejas de Jesucristo! ¡Oh siervos de Jesucristo! ¡Qué
460 guarda que tenéis! ¿Qué habéis?, decí. ¿Qué teméis? Ya es
muerto el diablo; ya no hay lobo; ya no hay que temer.
¿Quién, si seguís a Jesucristo, os podrá derribar de donde El
os pondrá? Si os ha puesto en gracia, y con ella no estáis
fuertes, poneros ha muncha más, para fortaleceros. Alegraos,
465 que, si alguna vez cayéredes, buen pastor tenéis que vol-
verá y os sacará del barranco. ¡Qué placer tenía el diablo
cuando vió caído a David! Pero como David era oveja de
Dios, aunque abarrancase, díjole: "No te alegres, que buen
pastor tengo, que no me olvidará; él me sacará de donde
470 yo estoy". .
Piensa, ovejita; piensa, pecador, que si te quieres po-
ner, si quisieres volver al rebaño del Señor, que de tu pe-
cado sacará el Señor misericordia. Para todos habrá reme-
dio bueno. Espera en su misericordia y en su pasión. Pien-
475 sa, si te hallas fuera de la manada, qué es lo que pasó por
ti, para traerte a pacer en su dehesa. Piensa cuánto desea
darte su yerba, y no ternás temor de venir a El coja o como
quier que estuvieres, a que te cure. Y si te hallas que has
caído, yendo cansada, de esa caída hallarás la gran mise-
480 ricordia del pastor; aunque hayas pecado hallas y hallarás
misericordia. Y esto si no te vas tú. Y si te vas, dice Augustín
que miris modis reddit Deus voluntarios, por mil maneras,
por muy maravillosas maneras hace Dios que el hombre le
quiera. Vásele la oveja, y El con predicadores, con miseri-
485 cordias, con halagos, con amenazas, con enfermedades, mi-
ris modis, de munchas e infinitas maneras os llama.
■ — ¡Oh qué guarda! ¡Oh qué pastor! ¡Oh qué pasto!
¡Y qué palabras: No morirá para siempre! ¿Quién son estos
que tanta guarda tienen? ¿Quién son los que oyen esto?
490 — Ovejas de Jesucristo. —¡Oh siervos de Dios! ¡Oh ama-
dores de aquella suma Bondad! ¡Y qué os está aparejado!
455 temor] cuidado O |] 457 tocar] tomar O | LibraUas O || 458 pueden O
460 habéis] tenéis O | decí om. O | Ya es] Yace O || 461 demonio O ||
462-463 El os pondrá] Dios os ha puesto O || 464 mucha O | para] con ella
add. O || 466 demonio O || 470 yo om. O
471 poner] que add. O || 472 si) te add. O | quisieses O || 473 Señor om. O ||
474 bueno om. O || 475 hallares O | la om. O | es! lo que om. O || 476 para]
por O || 470 hallarás] y conocerás add. O | gran om. O || 480 aunque hayas
om. O | hallas y om. O || 481 vas2] tú add. O || 484 y El om. O || 486 mu-
chas O | llama] Dios add. o'
480 esto] y hablan que son add. O || 490 de Jesucristo] suyas O | siervo O ||
482 Cf. San Agustín, In lo. Ev„ tr. 26, c. 6, 2-4 : ML 35,
1607-1609.
15. MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN
273
Pluguiese a Dios que pudiésemos decir: "Todos cuantos aquí
estamos somos ovejas de Dios. ¡Si pudiésemos decir: todos
habernos de gozar de Dios, todos habernos de ser guardados
95 de tal pastor, ninguno se perderá para siempre!" ¿Quién
oye esto, que no se hace amigo de Dios? ¿Quién no desea
ser su oveja?
— 'Pues, padre, ¿qué prenda tenemos para conocer esto
será ansí, y que seremos apacentados? — San Pablo: Hanos
00 dado Dios el Espíritu Santo. Gran señal tenemos, pues que
nos ha dado el Señor aquel fuego que abrasa, aquel fuego
que hace encender el corazón y subir a los montes altos,
aquél viento que lleva la nave adonde El va, aquel amor,
aquella caridad encendida, aquella lumbre que ni hambre,
05 ni tribulación, ni angustia, ni desnudez, ni peligro, ni per-
secución, ni cuchillo, la puede apagar. Estamos muy cier-
tos que ni muerte, ñeque vita, ñeque angelí, ni principados,
ni potestades, ni grandezas, ni bajezas, ni otra criatura,
nos podrá apartar de Dios. Efi las persecuciones, nuestro;
10 en cárceles, con nosotros; en hambre, nuestra hartura; en
el peligro, nuestro amparo; en la persecución, nuestro con-
suelo ¿Quién nos tiene de apartar de Jesucristo?
Si el mundo nos ensalzare : Jesucristo está en la cruz por
nosotros, ¿quién nos ensalzará? ¿Cómo podrá la ovejita
15 decir que puede o decir que quiere ser honrada, viendo al
Señor en la cruz, muriendo deshonrado de todas las gentes?
La muerte no nos apartará del Señor. ¿Qué vida nos podrá
apartar de la muerte del Señor? ¿Qué muerte nos quitará la
vida sempiterna? No habrá cosa que nos aparte del Señor.
20 Hanos Dios enviado el fuego que tanto abrasa, que no hay
agua que lo apague. Angeles no me lo quitarán. Pues luego
grande prenda tenemos.
Lleguemos al Señor; bebamos de su fuente; apacenté-
monos en sus prados; amémosle. Sacaréis aguas que beber
25 de las fuentes del Salvador, dice Esaías. Refrescaréis vues-
tras llagas; lavaréis lo podrido; beberéis de aquella agua
suavísima que da vida; y si os halláredes fatigados, tiene
Dios unos montes muy altos, que da el sol en el lado de ellos,
y de la otra parte hace sombra y frescura. Sentaos a la
30 sombra. Llegaos al Señor y decí: Debajo de la sombra me
asentaré, allí me repastaré, allí descansaré y me quitaré el
492 pudiese yo O | cuanto O || 496 hace] presto add. O
499 ser O | y ora. O || 503 donde O \\ 509 las ora. O
513 ensalzare] encarcelare O || 517 La om. O || 517-518 Qué vida nos - del
Señor] om. O
523 Llegamos O || 526 aquel O || 528 el calor om. O \\ 529 y frescura om. O ||
530 llegaos al Señor y om. O | decí] al Señor add. O || 531 mej om. O || 532 raon-
500 1 Thess. 4, 8; Rom. 5, 5.
509 Cf. Rom. 8, 35-39.
525 Cf. IS. 12, 3.
531 Cf. Cant. 2, 3-
274
SERMONES. CICLO TEMPORAL
sudor. Da en aquellos montes el sol de justicia, y por la
otra parte hace sombra el sol de misericordia. Miraré al
Cordero sin mancilla, miraré aquel Dios omnipotente, que
535 por nosotros, sin deber nada, quiso ser azotado y escarne-
cido, y sobre todos sus trabajos y angustias, crucificado
Sentaréme yo a esta sombra. Miraré las frescuras de ella;
miraré las esperanzas y consuelos que hay en ella para pasar
mi camino y refrigerando mis llagas, rociando mis pasiones,
540 consolándome con el desconsuelo que por mí el Señor pasó, y
mirando que mi pastor, sólo por sacar mi ánima de entre
las espinas, porque no me espinase, quiso El entrar en ellas
y espinarse.
Debajo de la sombra me asentaré y allí descansaré para
545 ir tras mi pastor. Oye la oveja del Señor su voz y sigúele,
y dícele el Señor: Yo les doy la vida eterna iy nunca pere-
cerán, y no habrá nadie que me las arrebate de mi mano.
¡Oh dichosas ovejas que en su fortísima mano están! ¡Oh
cristiano! Mira quién te guarda; mira: si eres oveja de Je-
550 sucristo, sigura estás del lobo. El dice: No habrá nadie que
me las pueda tomar; no será bastante el demonio para de-
rriballa, que en mi mano está.
■ — Señor, ¿tan gran poder tenéis vos, que no os la arre-
batará nadie? — Sí, que grande poder tengo, porque estas
555 ovejas son de mi Padre, y yo y mi Padre unum sumus; mi
Padre es muy poderoso; no habrá nadie que me las pueda
quitar. — ¡Oh! ¡Bendígante los ángeles, Señor, que tan buen
pastor eres, y que a tanto recaudo pones tus ovejas, que no
hay cosa bastante para derriballas! ¿Adonde están ahora
560 los pastores? ¿lAdónde están los perlados, que ansí velen
su ganado, que puedan decir como el Señor: No me las arre-
batará nadie? Consuelo grande es del cristiano que halla
que es oveja de Jesucristo.
Si oyes la voz de tu pastor y le sigues, él te siguirá, él
565 te guardará que no perezcas para siempre. Darte ha a beber
de aquellas aguas dulces; apacentarte ha en los montes altos;
tenerte ha de tal manera, que no haya quien te pueda em-
pecer, no habrá quien te arrebate de su mano. ¡Hermanos!
Por la sangre suya y por su pasión, que miremos si somos
tes] altos add. O || 533 el O || 534 miraré om. O |¡ 536 angustias] fué add. O ||
537 Sentarme he O || 539 refrigerar O [| 540 con] en O | y om. O || 541 sacar
mi Anima] sacarme a mí O || 542 porque no me espinase om. O
546 dice O |i| 548 su] tan O | fortisimas manos O || 550 seguro O || 551 el
om. O || 552 que om. O || 554 Sí, que om. O || 558 recado O || 559 agora O ||
560 dónde] están agora add. O | Prelados O || 562 es grande O
564 oys O | y] oveja de Jesucristo, si O | El te seguirá om. O || 565 Daráte
O || 568 empezar O || 569 y om. O || 572 perducat] Iesus filius Mariae add. O |
Amen] Amen add. O
555 lo. io, 30.
l6. LUNES DÉ PASCUA
275
>70 ovejas suyas, para que, conociendo su dehesa y paciendo su
yerba, nos dé aquí su gracia y después su gloria, ad quam
nos perducat. Amen.
lg La vida de Cristo, una peregrinación *
Lunes de Pascua
(Autógrafo: Oña, Ms. est. 8, .pJut. 4, n. 55 bis, ff. 157 r - 159 v.)
Pcrexrinus tu íolus in fflerusalem? [Le. 24, 18].
Exordio La letra del evangelio no la podré hoy proponer
como acostumbro; depende de otras que tengo
declarar en el proceso del sermón. Por tanto, perdonárseme
5 ha agora, pues lo pienso pagar con usuras. Para todos es
menester gracia.
Jesucristo toma dis- Cuéntasenos en el evangelio una
fraz de peregrino cosa que me ha hecho una gran
admiración. Apareció a sus discí-
10 pulos en figura de romero o peregrino. En latín, no sólo ro-
mero, sino viandante. Ya se usurpa en aquella significación.
En ella quiero tratar este paso que propuse. Ansí pienso le
usó el evangelista, uno de aquellos que venían a Jerosólima
a celebrar la fiesta.
15 Digo, pues, que me es a mí cosa de admiración y espanto
oír que Cristo se disfraza, que toma máscara de romero.
Si un caballero, un príncipe, un rey, se disfrazase, no se
espantarían, porque lo hacen muchas veces por pasar tiem-
po, gozar de unas fiestas. Dios, que no hace cosa acaso e
20 sin acuerdo, que todas las cosas dispone en sabiduría, ¿qué
quiere decir que se disfrace e tome ajena persona? Y más;
ya que se quiso disfrazar, ¿qué es esto? No tomó disfraz
de caballero, de rey, de emperador, de cónsul, de sumo sacer-
dote, de profeta, sino toma máscara de peregrino.
25 En esto es necesario tengamos por presupuesto firmísi-
mo, por cosa muy cierta, que no fué sin gran misterio, pues
todas sus obras le tiene[n] en sí. Por tanto, no será sobrada
ni perdida la diligencia que pusiéremos en descubrille.
Porque en una palabra tengáis entendido lo que yo en
30 muchas pienso decir e declarar, digo que por eso la tomó,
porque en todo extrañamente conviene su vida con la de un
peregrino. No fué otra cosa toda la vida de Cristo sino una
romería, una peregrinación, como dice Bernardo. El fin, etc.
Esto podríamos entender, si queremos, en aquello del pro-
* Ed. R. García Vii.losi.ada, S. L, en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 2S5-291. «Feria secunda Paschae» (f. 157 r).
33 Cf. San Bernardo, In Quadrages. serm.' 7 : ML 183, 1S3-186.
276
SERMONES. CICLO TEMPORAL
35 feta: Quasi peregrinus in térra, et viator declinans ad ma-
nendum.
Fué en todo como extraño e peregrino, hombre viandante.
Esto parece más claro si consideramos las cosas que en
Cristo concurrieron, en su vida e muerte, para esto. ¿Qué
40 particularidad es un peregrino? ¿En qué se diferencia de los
otros hombres, desconocido por tal?
Lo primero hallo yo en el hábito. Atavía de un paño tosco,
que mejor pueda recebir las tempestades del cielo; tiene una
esclavina de paño grueso y con eso la encueran para que
45 mejor les defienda del agua, e que en este hábito pobre no
sean conocidos por las tierras do han de pasar.
El Verbo, igual con el Padre, quiso hacer romería e pasar
por el mundo peregrino. Toma ropa de paño grueso, el sayal
de nuestra humanidad; pasa desconocido con esta ropa, e
50 ansí fué, nisi cognovissent , etc., para recebir en ella las
aguas e tempestades de tormentos que sobre El habían des-
cargar; aquella lluvia de azotes e granizo de penas, avenida
de golpes e heridas, injurias, todo este torbellino descargó
en aquella ropa de su humanidad. Allí paró, que a lo de
55 dentro no podía llegar; el alma en quietísima gloria e des-
canso estaba; porque en el holocausto de[l] patriarca Abrán
fué degollado el carnero, pero Isac sano e salvo; que fué un
dibujo de estotro.
Segundo, en la pobreza se conoce. No tienen propia casa,
60 Hoy están en un mesón o hospital, mañana en otro; están
en tierra extraña, fuera de su naturaleza. En esto bien le
hallaremos peregrino.
El de sí dice: Vulpes foveas, etc. No tuvo renta, casa ni
posesión. Santa Marta le acogía como a pobre, y otros le
65 ayudaban con sus haciendas, siendo El Señor de todas las
del mundo, tanto que nace en casa ajena, que el día de su
muerte en sábana ajena y sepultura de otro le enterraron
e celebraron sus exequias.
— ¿Cómo? Gran Dios, ¿no sois Señor de todo lo criado?
70 ¿Cómo os falta lo necesario? — Porque aquí soy peregrino,
Regnum meum non est, etc. A ser perseguido. Allá en el
cielo, en [e]sa vida que es para siempre, reinaré en la gloria
e descanso eterno.
Va Cristo romero a Este peregrino, hallo yo en la Es-
75 la cruz, a padecer criptura, hizo tres romerías o jorna-
das en su viaje; tres, a Jerusalem
todas: [primera], ab útero a padecer; segunda, desde la
cruz a Jerusalén, a dar vida a su cuerpo; [tercera], a la
otra, a la [Jerusalén] suprema de la gloria.
36 Cf. Ier. 14, 8.
50 Of. 1 Cor. 2, 8.
63 Mt. 8, 20 ; Le. q, 58.
71 lo. 18, 36.
l6. LUNES DE PASCUA
277
80 ¿Dó va en romería nuestro Jesú? En Jerusalem. Siem-
pre trató que entendiésemos cómo todo su viaje era a Jeru-
salem. Ibi consummabuntur omnia. Allí se acabará la jor-
nada. ¿A qué vais? ¿A visitar el templo de Salomón, de-
voción de ver el arca del Testamento, ofrecer sacrificio,
85 Sanlc^ta San[c~\torum? — No a nada de eso. En el seno del
Padre fué ab aeterno. No le falta eso. Una cosa le lleva:
el santo madero de la cruz. Va en romería. Este es el templo
y arca, San[c~\ta [Sanct~\orum, do Cristo, Sumo Sacerdote,
ha de entrar ofrecer encienso propter peccata. Viene pere-
90 grinando a ofrecer el alma, Padre e cuerpo, madre, vida e
sangre por los pecadores.
Ansí como los hombres cuelgan sus estatuas en los tem-
plos que han visitado, quiso guardar este rito por estraña
manera, yendo romero a la cruz. No se contentó con dejar
95 su estatua de cera, sino propia estatua, cuerpo colgado, en-
clavado en la cruz. Y como suelen tomar insignias de sus
romerías en testimonio de habellas andado, como los que
vienen de Santiago cargados de veneras; de azebaches, de
Monserrate; ciertas imágines de Guadalupe; tomó Cristo
100 veneras aquellas llagas preciosas, quedaron señalados pies,
manos e costado. Videte quia ego sum el romero. De allá
vengo. Veis las señales. Y el Padre en el cielo, e apóstoles
en la tierra, y malos en el juicio, siempre haya[n] memoria
de tan meritoria romería.
105 Sin pecado, e tan penosa romería. Tenía hecho voto for-
zado de cumplir promesa a los patriarcas e profetas, dádoles
la palabra y aun cédula de su nombre. Pedíansela: Memor
esto verbi tui. Iuravit Dominus David veritatem, etc. Y tuvo
obediencia e mandato del Padre. Sicut mandatum dedit mihi,
110 sic fació. Tuvo precepto; no pudo hacer otra cosa. Si os
espanta que le tuvo, siendo Dios, que no pudo por ninguna
vía pecar, que se le puso de la parte que era libre, el no
poder ir contra El no impide que no le pudo tener. Bastaba
ser libre, para cumplille. Está uno predestinado; no puede
115 no salvarse, y con esto tiene precepto, porque libre, para
salvarse.
¿Qué fué la causa de este voto? ¡Qué devoción tan estra-
ña! Los hombres hacen votos viéndose en trabajos, en tor-
mentas; Dios, estando en su gloria, ¿qué es si vota e se
120 obliga? Cosa tan penosa no la hizo por sí, que no la había
menester. Los padres, cuando mueren sin poder cumplir o
satisfacer, deja[n] su legado a los hijos para que lo cum-
plan. Adán no pudo satisfacer por su pecado; conociendo ya
82 Of. Le. 18, 31.
101 Of. Le. 24, 39.
to8 Ps. n8, 49 ; Ps. 131, 11.
110 Cf. lo. ¿4, 31.
27S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
en su sueño que Dios se había de hacer hombre y su hijo,
125 dejóle este cargo, que satisficiese su testamento.
Solo peregrino. Gran muchedumbre de ellos, después de
perdido el asiento del paraíso. Una singularidad estraña en
Cristo, de su peregrinación, que descansa en el trono y es
caminante, viator, comprehensor; padecía en la cruz e go-
130 zaba en gloria. Solo en todos sus trabajos, ultimo discipuli
fugerunt, para mayor pena suya. Esto lamentaba en la cruz:
Ut quid dereliquistif Réspice: Mírame aquí colgado, golpea-
do; mira este mi sacrificio que te ofrezco por los hombres;
mira a tu Hijo.
135 In Te speraverunt patres. A todos los ayudaba. Mártires
con la meditación de la parte superior. Ego sum vermis.
Y David por él: Considerabam ad dexteram. Todos los que
sanó e curó, que le gritaban por rey, desaparecieron. No
hobo qu[i]en volviese por El. Y así el día de su trabajo dice:
14o Torcular calcavi solus.
Jornada hasta el se- Segunda [jornada] : A dar vida al
pulcro, a resucitar cuerpo. Cosa es de espanto, que
Cristo hizo romería al ifierno. No
es mala, si las sabes hacer. No son pocos los perdones, in-
1*5 dulgencias que se ganan, sacar las ánimas de pena. Ha de
se hacer en vida; en muerte es peligrosa, es para quedarse
allá si os anochese. Vide Guevara: Infernum viventes.
En tanto que tiene vida, baje con la consideración al in-
fierno; considerando las penas, que tema e se aparte de
150 pecar. Y es tan necesaria, como decís la de Santiago. Quien
no la hace en vida, sepa que la [ha] de hacer en muerte via
láctea. Tratá de entrar con vuestra consideración en el in-
fierno; de su voluntad, no aguarde ir mal de su grado. Como
Cristo la hace en muerte, por eso se dice solo peregrino,
155 solo entre los muertos, libre para no quedarse allá, solo va
a no ser captivo, a sacallos, vadens spiritus et rediens, a ser
señor de los demonios.
Agustino cuenta el espanto de aquellos infernales espí-
ritus divinamente. Como le vieron tan poderoso, tan res-
160 plandeciente, con aquel estandarte de la cruz adelante, es-
T31 Cf. Mt. 26, 56 ; Me. 14, 50.
132 Me. 15, 34 ; Mt. 27, 46 ; Ps 21, 2 ; 24, 16 ; 83, 10.
135 Ps. 2i, 5.
136 Cf. Ps. 2i, 7-
137 Ps. 141, 5.
140 Is. 63, 3.
147 Ps. 54, 16. Fk. Antonio de Guevara, Epístolas familiares,
ep. 15 : «Letra para el Guardián de Alcalá, en la cual se expone
aquelío del Salmista que dice : Descendant in infernnm vívenles» ;
Madrid, 18 enero 1524 (¡B. AA. EE. 13, 09-100).
156 Cf. Ts. 77, ¡9-
159 Pseudo-Agustín, Serm 16c ■. MI. 39 2060.
LUNES DE PASCUA 279
pantados, atónitos: Quis iste? Fuera de sí, se entran por
aquellas cavernas soterrañas, huyendo de la gloria e res-
plandor de Cristo.
Llega a las puertas do estaban detenidos aquellos san-
165 tos padres en cárceles escuras e tenebrosas. A voces: Abrid,
príncipes de la muerte, al Rey de la gloria, pues deja des-
truidas las de la culpa. Abrid, que es justo que robe el
campo al demonio, pues le deja vencido; haga saco en la
muerte, pues la mató; siga el alcance, como valeroso ca-
170 pitán, diestro en las armas. Cáense [las puertas]. Entra
el Rey y gran claridad alegre con El. Considerad la presa
de aquellos santos antiguos, profetas, mujeres, ancianos,
en llegar a besar los pies del Redemptor. Sentid el alegría
grande [de] sus corazones, las gracias que le darían: "Ve-
175 nistes ya, Redentor tan llamado, tan esperado e deseado,
voceado años e siglos, que ha que os esperamos. Gracias
inmensas os hacemos, pues no nos olvidastes. Acordastes
de los vuestros, Señor, pues tuvistes piadad acordaros de
visitarnos; no nos olvidéis, cuando de aquí os vais, llevar-
180 nos con vos".
Después de consolada aquella multitud de almas, mueve
el Redemptor del mundo la bandera de la cruz. Tras El
aquella multitud de captivos cantando alabanzas, con el
gran gozo que sentían de verse salidos de allí. Es de ver
185 dónde paró aquel santo escuadrón, salido de aquellas partes,
puesto en el mundo. Creo que en aquella jornada poco se
detuvo, no creo que fué hora. Dó estuvo con ellos, no se
sabe cosa alguna cierta. Conjeturan los santos algunas co-
sas; a mí más cierto e razonable me parece que paró en el
190 paraíso terrenal, y así entiendo aquello: Hoy en paraíso.
Allí estuvo viernes e sábado, hasta el domingo al alba.
Contempla aquí un santo bendito: Deseosos aquellos pa-
dres ver el cuerpo, le rogaban le tornase a tomar. Patriar-
cas: Exurge, Domine in réquiem tuam. El arca, la huma-
1?5 nidad do se encerró la divinidad como tesoro para nuestro
rescate, con el que pagastes en el banco de la cruz. Los
Reyes: Exurge, Deus, dissipentur las guardas del sepul-
cro; huyan, que oigan el estruendo. Prophetae: Exurge,
iudica causam tuam. Abraham: Catad que cumple no se
200 acabe destruir vuestro nombre; vacilan los apóstoles; es-
táis obligado [a] hacer verdad vuestra palabra. Eva e los
otros: Exurge iudício meo; estas quejas e pedradas son a
189 más] muy s. s.
197 Reys || 204 tomo
161 Cf. Ps. 23, 8-io. 194 Cf. Ps. 131, 8 ; Par. 6, 41
166 Ps. 23, 7. 9. 197 Cf. Ps. 67, 2.
179 Cf Ps. 8, 5 ; 105, 4. 199 Ps. 73, 22.
190 Cf. Le. 23, 43- 202 Of. Ps. 34, 23.
280
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mí; todos me dan culpa, se querellan de mis travesuras;
toma la voz por mí; dad a entender al mundo que si yo
205 traje la muerte, de mí vino quien trajo la vida; aboga por
mí la Virgen en su oración.
No se descuida: Exurge, gloria mea; exurge psalterium
et cithara; exurgam diluculo. En riyendo el alba, aquel
alma bendita sale del paraíso al sepulcro; vístese de cuerpo,
210 al que comunicó su gloria, de brocado; sale ansí. Los án-
geles revuelven la piedra; los guardas se espantan atónitos
con gran temor e asombro.
(Romería a la Jeru- Tercera jornada, a Jerusalén super-
salén celestial na- Duró cuarenta días que se de-
215 tuvo en el mundo por confirmar la
fe en sus discípulos, despachar cosas tocantes a la funda-
ción e augmento de su Iglesia.
Primo die, cinco estaciones. A la Virgen, visitar e con-
solar del inmenso dolor que había sentido. No lo tenemos
220 del Evangelio, pero sí de los santos. Ambrosio, Líber de
virginitate. La razón que convence si es verdad lo que dijo
Cristo: Qui diligit me, diligetur a Patre. Ad eum veniemus.
Cur non? Ego diligentes me diligo. A los que más sintie-
ron consoló primero, las mujeres más que los apóstoles y
225 ]a Virgen más.
Creo yo que entraría San Gabriel primero [a] dar las
nuevas, pedir albricias. Rodillada. "Regina caeli! Aquí será
luego [Jesús] con toda la caballería de profetas". Apena
había acabado, entra Cristo. La Virgen, embarazada del
230 regocijo, hace pausa, no se mueve. Besa aquellas llagas lle-
nas de resplandor y gloria. — ¡Oh cuerpo santísimo, que yo
vi tan golpeado! Tan gozoso me eres agora como entonces
penoso, cardenalado. Ya veo consolada mi pena. Llega Eva:
¡Bendita vos! Por vos, vida; por mí, muerte; todos por
235 vos serán libres.
Déjala con ellos. Vase a la Magdalena. No se quiso ir, y
vídole; yendo ansí, viéronle todas juntas. Fuéronselo a con-
tar a los otros. Estando así, vídole San Pedro. Vino. Con-
firmó la nueva de ellas. Ya se habían salido los de Emaús.
240 Aparéceles. No dice qué les dijo. Conjeturan que les dijo:
"El sueño de Adán se entiende de Cristo et Ecclesia" .
Pidió Moisés a Dios le mostrase el rostro. Posteriora vi-
debis; posui supra petram. Cerró Moisés los ojos. Ansí pasó
208 Ps. 56, 9.
221 San Ambrosio, De Virgin., c 3, 14 (ML 16, 283) : «Vidit
ergo Maria resurrectionem Domini : et prima vidit et credidit. Vidit
<_t Maria Magdalena».
222 Cf. lo. 14, 21. 23.
223 Cf. Prov. 8, 17.
243 Cf. Ex. 33, 23.
l6. LUNES DE PASCUA
281
la gloria de Dios, que la vido por las espaldas. Populus clau-
245 sus oculis doñee Christus transiret, post resurrec[t]ionem
visurus gloriam eius.
Moyses, a matre in aquam missus, le saca la hija de Fa-
raón. Christus a Synagoga proie[c]tus in tormentu{m\ , a
gentilitate suscipitur.
250 Sansón, con las puertas a cuestas, salió de la ciudad;
cercado de sus enemigos, o melius, culpis nostris, [que] ce-
rraban el cielo, salió [Jesús] del mundo. Aquello de Joná:
le tragó vivo la ballena. Josef preso con el copero y pana-
dero, sácanle con su honra, con él un compañero.
55 "Mane nobiscum, Ansí aparece a los cristianos. Recíbenle
Domine" para echalle mañana, queriendo que cla-
men: Mane nobiscum, Domine; no así
de pasada; pará en nosotros. El Evangelio de industria:
cómo le detengamos, no se vaya. Si [er]es rico caballero, le
260 compeles en los pobres; si de la Iglesia, hablas de El contigo;
luego le oirás hablar a El, no como peregrino.
"No vengáis para iros luego. No [o]s recibamos para
echaros mañana con ofensas. Deteneos por gracia". Si quie-
res que lo oiga Dios, toma esta doctrina sacada del Evan-
266 gelio.
Tres estados: eclesiásticos: Un meneo de hablar e tratar
de él, revolviendo el Evangelio y Escritura, meditando, en-
señando. No se pasará. Porque hablaban de él, se hermanó
con ellos. Los caballeros poderosos que le compelan, ¿do
270 está[n] ? Mirá esos pobres; forzallos como los discípulos a
Cristo. Vosotros habéis de ser importunados, pues sois los
que recibés la merced en dalles [a los] pobres. Haec est via
por do van al cielo: Pascua divitum pauperes. Gran cruz
sufrilles sus importunidades. Nunca querría que sus confe-
275 sores les mandasen ayunar ni rezar, sino sangralles la bolsa.
Esta es su cura; nunca por eso se salva. Los comunes: en
paz con sus prójimos, no hagan mal a nadie. En conformi-
dad tendrán a Cristo.
Estando juntos, les pareció Cristo. Para dalle gloria
248 a,] in
254 sácale n
248 Cf. Ex. 2, 3-6.
250 Cf. Iud. 16, 3.
253 Cf- lo. 2, 1.
254 Cf. Gen. 39, 20 as.
257 Cf. Le. 24, 20-
272 Is. 30, 21.
2S2
SERMONES. CICLO TEMPORAL
17 Aparece Cristo a los apóstoles *
Martes de Pascua
(Autógrafo: Oña, Ms. est. 8, iplut. 4, n. 55 bis, f.
El primero capítulo: In quamcumque. Por eso dice: Pax.
Un día de aquella semana. En medio. Ese es el lugar
suyo: medio de animales nace, dotores disputar, latronum
5 figitur, apparet in medio. Medio ínter Padre y Espíritu San-
to. Vino a ser de medio entre Dios y hombre, mediator, y
en la gloria medio beatorum.
Sicut me misit. No fué desamor de mi Padre, ni mío,
enviaros a predicar mi nombre, poneros a fuerza e violencia
!0 del mundo. Para tan gran hecho gran ayuda. Accipite Spi-
ritum Sanctum. Extraña largueza, que aquel poder que hasta
aquel punto ante Dios quería dar a entender que Dios le
tenía, no usó de él: que un hombre pueda abrir e cerrar el
cielo.
15 Y Tomás no estaba allí. No le privó de tan gran merced.
¡Velle! Bcce quam bonum et quam iucundum. Nunca echéis
mano de singularidades en el camino de Dios.
Tympano, choro, chordis, órgano. Tímpano no basta, que
hace música consonancia del corazón a la voz y a las manos
20 después.
¿Cómo? Apóstol, ¿eso habéis aprovechado en su escue-
la? ¿Sabés que la fe entra por el oído? Si lo veis, daos por
despedido de la fe. No digo que tengo de creer lo que quiero
ver. Viendo la humanidad, creeré la divinidad.
25 Ansí, llamándole Cristo: ¡Ven acá!, — ¡Oh Señor mío!
Es lo que veo Dios. Confieso, creo e adoro.
¡Oh bondad de Dios inmensa! Como trata de ganar, gana
a todos. A mí, a mí. No hay palabra baldía. El, como águila,
trata cosas subidas: regeneración doblada investigación.
30 Que no juremos. Si en cosas tan serias no jura, en cosa
de nonada no dejas santo que no le nombres, traes por tes-
tigo; y aun la costumbre es pecado, mira si es peligroso.
Los apóstoles hacen la pregunta, e querría yo hacer la
mesma. Dado que la declaró a sus discípulos, no la dejó tan
35 clara como quisiéramos. Ansí [ha] habido dificultad entre
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 292-293.
2 Cf. Le. 10, 5-8 ; Mt. 10, 11 ; Me. 6, 10.
3 Le. 24, 36 ; lo. 20, 26.
8 Cf. lo. 20, ai. 18 Cf. Ps. 150, 4-
i: To. 20, 2V. 25 Cf. lo. 20, 28.
16 Ps. 132, r.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
2S3
los santos. Tres exposiciones: de aquí a poco que yo muera
en la cruz, pasado esto poco, no me verés, pasado otro poco
lo del sepulcro.
18 NOS DIO ESPERANZA VIVA DE LA HEREDAD
INCORRUPTIBLE *
Jueves de la Ascensión. En un monasterio de religiosos.
Granada o Sevilla
(Vafleracia, BiU. CoJ. Patriarca, Mjs. 1049, fif. 77 r - 87 v.)
Ascenderte Christus in altum caftivam. duxit capti-
vitjtcm (Eph. 4, 181).
Exordio Porque este negocio de predicar las buenas nue-
vas del Evangelio es muy grande, mandó Jesu-
5 cristo a sus discípulos: los a la ciudad de Hierusalem, y no
salgáis de ahí a predicar el evangelio hasta que yo os envíe
una fortaleza de lo alto, que os haga idóneos para predi-
carlo. Para grande bien o para grande mal nos habernos
juntado aquí. Aurem audientem et oculum videntem Domi-
10 ñus fecit utrumque. Oreja que oya y ojo que vea, el Señor
hizo lo uno y lo otro. Que un predicador acierte a ver, quiero
decir a conocer lo que cumple, merced grande es que hace
al pueblo. Que vengáis a oír el sermón y os abra Dios las
orejas para que lo oyáis y entendáis y os entre en provecho,
15 merced es que os hace. No hay razón porque yo espere vista
para ver ni vosotros orejas para oír, si no es con alzar el
corazón a Dios, y pidámosle la lumbre del cielo; y, porque
nos la dé, pongamos a la Virgen por intercesora, diciendo
Ave, etc.
20 Subió a los cielos Ascendens Christus in altum, etc.
y está sentado a la Dios dé a vuestras mercedes muy
diestra de Dios buenas Pascuas.
Ya sabéis como hoy se nos fué al
cielo nuestro Señor. No es pequeño negocio saber qué hemos
25 de sentir de esta subida. Estaremos hoy alegres y estaremos
llorosos. Nuestro deseo parece que se inclina a tener presente
a Jesucristo en forma mortal, para que lo viéramos con ojos
de carne y gozáramos de su conversación; mas El a otra
parte parece que tira. "Discípulos míos, les dijo un día, voy
30 al que me envió y por esto que os he dicho estáis tristes".
Dice: "Si me amásedes, gozaros híades porque me voy al
Padre, que el verdadero amor más mira al bien del amado
* «Sermo in ascensione Domini» (f. 77 r).
7 Cf. Le. 24, 49. 30 Lo. 16, 5.
n Prov. 20, 12. 3-' 1°- M. 28.
20 Cf. Eph. 4, 8.
2S4
SERMONES. CICLO TEMPORAL
que el contentamiento propio. Yo voy glorioso al cielo. Voy
a reinar allá, porque todo el poder me es dado en el cielo
35 y en Ja tierra: desde allá lo mandaré todo, el cielo y la tierra,
y el mar y el infierno. Pues voy a dignidad tan alta, ¿por
qué os entristecéis?" — ¿ Sabéis a qué me quiere parecer?
A cuando se os muere algún hijo chiquito, que lloráis y dais
gritos. ¿Y de qué lloráis? Si el niño supiese hablar, diría:
40 "No lloréis, madre, mas gózaos de mi bien, que voy a gozar
de Dios". ¿Qué sentiremos de esta subida de Cristo a lo alto?
Dijo en otra parte a la Madalena: Decid a mis hermanos
que subo al Padre mío y al Padre vuestro, al Dios mío y al
Dios vuestro.
45 — Si sois igual, Señor, al Padre, ¿cómo subís a Dios?
— Por la parte que abajó, por ésa puede subir. Según su
humanidad, menor es que el Padre; ansí lo dijo El: Pater
maior me est; y por esta parte pudo subir. Y en cuanto se
abajó más bajo que el Padre, en tanto le pudo el Padre poner
50 mandamiento; y aquello que algunos dicen que Cristo, en
cuanto hombre, no pudo ser mandado, no aciertan en ello.
El mismo lo dice: Qui misit me Pater, ipse mihi mandatum
dedit. ¡Oh, que es supuesto divino! Si fuera Dios solo, es
verdad que no podía ser mandado; pero, porque también es
55 hombre, en cuanto hombre pudo recebir mandamiento, ansí
como en cuanto hombre pudo merecer. Y si fuera hombre
puro, su merecimiento fuera finito; mas porque juntamente
es Dios, por tanto fué su merecimiento infinito. Pues, en
cuanto ha abajado, puede subir. El que decendió, éste es el
60 que subía, dice San Pablo. Según la divinidad, ni subió hoy
ni decendió. En la encarnación, en cuanto Dios, ni tomó
lugar ni dejó lugar. Descender del cielo es hacerse hombre;
subir hoy al cielo es llevar allá su santísima humanidad, con
grande alegría y gloria, con gran música de ángeles, hasta
65 el cielo impíreo, donde reina para siempre. Muchas cosas
hay que el ánima devota desea hoy pensar acerca de esta
subida del cielo. Piense cada uno según su devoción, y más
aquel entrar en el cielo, aquel hincar las rudillas en cuanto
hombre delante del Padre, aquella cuenta que dió de la obra
70 que le era encomendada, aquel decir: Padre, acabado he la
obra que me diste para que la hiciese; manifestado he tu
nombre a los hombres que me distes, etc. Cosa es por
cierto muy para considerar y para imitar. ¡Bienaventurado
el hombre que pudiere imitar en alguna partecica a su
75 Redemptor!
52 Qui] Que || 71 diste] y add.
35 Mt. 28, 18.
44 Cf. lo. 20, 19.
48 lo. 14, 28.
53 Cf. lo. 14, 31.
'60 Cf. Kph. 4, 10.
72 Cf. lo. 17, 4.
iS. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
2S5
El Señor sube hoy a lo alto y está hoy reinando para
siempre. Ahora hablemos en lo que plega a su majestad
nos quiera ayudar. Hermano, tened gran cuidado de rogar
a nuestro Señor que os envíe pregoneros que nos sepan ha-
80 blar de aquella inmensa bondad, de aquellas entrañas de
misericordia, de aquella gloria que nos ha de dar, y que
os dé orejas para oír lo que os predicaren. Vosotros no
nos dejáis predicar lo que nosotros queremos y lo que a
vosotros cumple. Una cosa es predicar a hombres de la
85 vieja ley y otra es a hombre de la nueva ley. A los de la
vieja ley era menester predicarles amenazas, castigo, azo-
tes y palos; a los de la nueva ley, amor, misericordia y
toda blandura. Tenéis tan poca contrición con Dios, tenéis
tan poca nobleza de corazón, que no osamos llamaros por
90 bien, porque no saquéis mal de bien. ¿Cuándo, Señor, verná
aquel tiempo que prediquemos a los hombres tu bondad y
misericordia y el gran amor que les tienes? Dios nos dé
gracia que nos amanezca aquel día. Este sermón nuevas ha-
bían de ser del cielo y de la gloria que nos tiene Dios guar-
95 dada, que saliésedes bendiciendo a Dios, y no nos dejáis
con vuestra mala vida. ¿Qué pensáis que os he de decir
de parte de Dios? Había de predicaros albricias: O Israel,
quam magna est domus Dei, et ingens locus possessionis eius!
¡Oh Iglesia, y si supiésedes el bien que os tiene Dios guar-
100 dado, y cuán grande es la casa de Dios! Algunas veces
me paro a pensar, Señor, que unos hombrecitos de capote,
una mujercita que trae un manto roto y raído, se ha de
sentar entre los ángeles en tu gloria. ¡Oh bendita sea vues-
tra bondad!
loó Hermanos, nuestro Rey sube al cielo, nuestro Redemp-
tor — San Pablo le llama Redempción eterna — hoy se sienta
a la diestra de Dios. — 'Padre, no tiene cuerpo ni diestra
ni siniestra. — Los grandísimos bienes de Dios se llaman
la diestra de Dios: aquella grandísima gloria, aquella gran-
110 dísima honra que le da, aquélla es la diestra donde está
sentado. No entendáis tampoco que está asentado, como
nos sentamos, que estar asentado es de pesadumbre y de
hombre que está cansado; estar en pie es el propósito del
hombre. No habéis de entender que están asentados: no hay
L15 sillas allá. — Pues ¿qué quiere decir estar asentados? — Que
están descansando, porque quien tanto trabajó era menes-
ter que descansase. Aquel descanso y aquella firmeza que
en él tiene que nadie se lo puede quitar es el estar asen-
tado a la mano derecha del Padre. ¿Sabéis qué se me an-
L20 tojaba de suplicar a nuestro Señor y no osé? Suplicádselo
98 domus] Dominus | positionis
106 i Cor. i, 30.
oS Bar. 3 24-
2S6
SKRMONn.S. CICLO TEMPORA!
vosotros. Quizá seréis más aína oídos. "¿No nos haríades
una merced, Señor, por la sangre que derramastes, que
todos los que estamos aquí fuésemos a gozar de vos?" ¡Oh
bienaventurados nuestros ojos si han de ver a Dios! ¡Bien-
io aventurados nosotros si hemos de ser trasladados a la vida
eterna! Aquella es la diestra donde hay deleites, como dice
David: Delectationes in dextera tua usque in finem.
El cielo — «Padre, ¿qué cosa es el cielo? ¿Qué hay allá?
— ¿Qué queréis vos? ¿Qué desea vuestro cora-
130 zón? ¿Sois amigo de música? Oírla heis allá y razonable-
mente acordada. ¿Sois amigo de comer y beber? Allá teméis
sabor sin manjares. ¿Queréis olores? Allá teméis suavísi-
mo olor, sin haber olores de acá. Todos los cinco sentidos
se deleitarán sobremanera, aunque no tengan los objectos
135 presentes. ¿Qué deseáis? ¿Buena compañía? ¿Cosas gran-
des? Allá tenéis un cielo tan ancho, todo de lumbre, que
por eso se llama impíreo. ¿Deseáis buena compañía? Los
ángeles, arcángeles, querubines y serafines os acompaña-
rán. ¿Qué deseáis? Abrí vuestra boca, que yo os la hin-
140 chiré; yo os hinchiré vuestro deseo. ¿Por qué no me servir?
¡Qué ceguedad es la nuestra! ¡Qué sueño tan profundo te-
nemos! Andáis, la lengua sacada, tras el mundo, lamiendo
la tierra, aun no comiéndola. Dos males: el uno, que la
tierra no es manjar para comer, y el otro, que el lamer
1*5 nunca harta. ¿Quién nunca se harta lamiendo? ¿En qué
andáis, pobrecitos de vosotros? Dios haya misericordia de
vuestros trabajos, y de vuestras tristezas y desconsuelos.
¿Pensábades, tristes de vosotros, de hartaros de deleites
carnales? "No os engañéis. Lo que dice Augustín: Ubi caro
150 quaerit refectionem, invenit defectionem: Donde la carne
busca hartura, allí halla falta. ¿Daisme licencia que os
diga quién sois? Semejantes sois a ios gatillos, que juegan
con la sombra de las colas, pensando que son cosas. Pien-
san que la sombra de la sarga es sarga. Ansí vosotros pen-
155 sáis que las riquezas son riquezas, y que los deleites son
deleites, y que las honras son honras. Sombras son de las
verdaderas. No te puede enriquecer la sombra de las ri-
quezas de acá. Busca las verdaderas. ¿Por qué laméis la
tierra?, decí. Dos veces estáis engañados: la una, por andar
160 buscando contentamiento en la tierra; y la otra, por no ha-
llar en la tierra lo que deseáis.
Señor, ¿darles heis en el cielo lo que desean? Sin duda
allí teméis buena compañía: allí deleites, allí hartura, allí
honra, allí riquezas. Todos comemos debajo de la mesa de
127 ps- 15, II.
151 Cf. San* Agustín, Enarrat. in Ps. 04, 10 : M£ ,57, 1124.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
287
165 Dios. Gozos son ésos, mas no son nada en comparación de[l]
principal. — Ego dispono vobis, sicut disposuit mihi Pater
meus, ut edatis et bibatis supra mensam meam in regno
meo, dijo Jesucristo a sus discípulos. Vosotros sois los
que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones, y por
170 esto yo os dispongo el reino como mi Padre me lo dis-
puso a mi, y dispóngolo en esta manera, que comáis y
bebáis sobre mi mesa en mi reino. — '¿Habrá balanzas para
pesar esta misericordia: que hemos de comer, no debajo la
mesa, como Adanisedec, sino sobre mi mesa, que hemos de
175 estar asentados a una mesa con Dios? — ¿Qué quiere decir
asto? — Que será tan grande nuestra bienaventuranza, que
hemos de comer y beber de lo mismo que Dios come y bebe.
Júntanse dos casados. No es razón que el uno coma pan
blanco y el otro pan bazo, el uno gallina y ella un pedazo
1*0 de vaca: señal de poco amor. Señor, ¿que comamos vos
y nosotros un manjar? — ¿Vistes vos sobre la tierra tanto
amor, que el mismo bocado que uno come ese mismo boca-
do lo coma el otro? — Eso no es posible. — Pues lo que acá
no es posible se halla en el cielo. Lo que hemos de comer
L85 en el cielo es lo mismo que come Dios. No comerás tú un
manjar y Dios otro; de lo mismo que él come comerás, de
lo que él bebe beberás, de lo que él descansa descansarás,
de los mismos regocijos y pasatiempos de Dios te regoci-
jarás, de lo mismo que goza gozarás, que no comerá Dios
190 de otra cosa, sino todos comeremos una cosa. — ¿Cómo es
eso? — '¿No habéis leído: Viderunt Deum Israel et come-
derunt et biberunt?
Veremos y amare- Decí: — ¿Qué come Dios, qué es lo
mos a Dios 1ue bebe? — ¿Sabéis qué? Mirarse,
L95 conocerse y amarse. Estos son sus
placeres, éstos son sus pasatiempos: conocerse todo Dios,
y amarse y gozarse del bien que tiene, sin lo poder perder.
Pues, si el comer de Dios es conocerse Dios y amarse, y
nosotros lo hemos de conocer y amar, ¡sea tu nombre ben-
¡00 dito, que a tanto llegó tu bondad que quieres que nuestra
gloria no consista principalmente en cosa criada, ni aun
en gozar de la humanidad de Jesucristo, sino en ver aquel
Dios desnudo, en ver aquella cara llena de gracias, en ver
aquella hermosura infinita que, cuando enhorabuena este-
*>5 mos allá, quitará el velo delante de sí para que lo veamos
■presente, no por alguna especie criada, sino por sí mismo!
Bien puede Dios criar en mi entendimiento una especie de
león que me represente al león, aunque no esté delante;
mas no puede criar una especie que me represente a Dios
172 Cf. Le. 22, 28-30.
192 Cf. 1 Cor. 10, 3-4.
288 SERMONES. CICLO TEMPORAL
210 así como él es, sino que es menester ver al mismo Dios.
Aquesto es lo que dice la autoridad: Vieron al Dios de Is-
rael y comieron y bebieron. — ¿Qué quiere decir? — Mas,
¿quién lo sabrá decir?
Dixit Dominus, cuius ignis est in Sion, et caminus eius
215 in Hierusalem. ¿Qué diferencia hay de fuego a horno? El
fuego es no muy grande; horno es fuego, pero grande, y
horno quiere decir todo fuego grande. El fuego de Dios
está en Sión, el horno es Hierusalén. Sión atalaya quiere
decir: ésta es la Iglesia de acá, que tiene su fuego de amor.
220 ¿No lo dijo aquello San Pablo ad Romanos 8: ¿Quién nos
apartará del amor de Dios? Ni tribulación, ni hambre, ni
desnudez, ni peligros, ni persecución, ni espada. Cierto soy
que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni lo presente
ni lo por venir, ni cosa del cielo ni de la tierra, nos podrá
225 apartar del amor de Dios? Fuego tiene en Sión, mas aquel
fuego, donde plega Dios por quien Dios es que nos veamos
abrasados en él, es Hierusalem. Esta Hierusalem visión
de paz quiere decir. En viendo la hermosa cara de Dios
(la cual vista se llama Hierusalén), se enciende un tan
23o grandísimo fuego de amor de aquel Dios que ven cada hora,
o sea ánima o ángel, que ansí se les roban los corazones,
que, si fuese menester pasar por espadas y puntas de lan-
zas por aquel Dios que ven, lo harían tan fácilmente como
vos beber un jarro de agua. Plega a Dios que siquiera lo
235 sepamos entender, para que, entendiéndolo, nos aficione-
mos y movamos a desearlo.
¿Cuál pensáis que es la gloria propia de los bienaven-
turados? Pocos están aquí que lo sepan. ¿Pensáis vosotros
que la gloria del cielo es descansar allí, ni tener mal veci-
240 no, ni tentación, ni sinsabor? No es eso. ¿Sabéis cuál es?
Y plega a Dios que por vuestra vida no os parezca poco;
el que no sabe de amor no entenderá qué cosa es la gloria.
En viendo aquel Dios, deséolo para mí, y para El deseóle
tan grandes bienes, que no hay lengua que los pueda decir;
245 amándole más que a mí, deséole más bienes que para mí:
deséole vida, descanso, hermosura y, finalmente, infinitos
bienes. Y como ven los bienaventurados que tiene Dios todos
aquellos bienes que le deseaban, y más que le pueden desear,
ansí como se lo desean más que para sí y se gozan más
25o de los bienes de Dios, que si ellos mismos los tuviesen; y
de esta manera se entiende que están sentados a la mesa de
Dios, comiendo de lo mismo que come Dios. Este es el
descanso sobre todo descanso, éste es el deleite donde se
juntan tanto las voluntades, donde hay un amor tan en-
255 cendido, que ni ojo lo vió, ni oreja lo oyó, ni [a] corazón de
2is Is. 31, g.
225 Cf. Rom. 8, 35"39-
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
289
hombre subió lo que Dios tiene aparejado para los que le
aman, lo cual consiste en amar a Dios para ti y amar a
ti para Dios, y a ti y a Dios para si. — ¿Qué bien es ése?
¿Qué gozo es ése? — El mismo gozo de Dios. Alégrate,
260 siervo de Dios, dice Dios, que has sido fiel; entra en el
gozo de tu Señor a gozar de lo que goza él, a vivir de lo
que vive él, a ser un espíritu con él y a ser Dios por par-
ticipación.
Todo lo sufre con ¡Quién os lo supiese decir! ¡Aquel
266 alegría quien espe- Dios que os crió, ha de ser vuestra
ra ir al cielo joya y premio! El lunes os lo apunté
a decir, y ahora lo quiero proseguir,
que la principalísima causa de vuestra perdición es no
tener confianza cierta de ir a gozar de Dios. Pars mea Do-
570 minus, dixit anima mea; propterea expectabo eum. In illa
die erit Dominus exercituum corona gloriae, et sertum
exultationis , iis qui residui fuerint ex populo eius. Dios ha
de ser mi ración y mi corona: corona será Dios de gloria
y guirnalda de alegría que porná a la cabeza a los que
275 le sirven. Dios es mi ración, por eso ayunaré. Mis ojos, que
han de ver a Dios, no es razón que vean vanidades; lengua
que ha de alabar a Dios, no es bien que se ocupe en mur-
murar; cuerpo y alma que ha de gozar de Dios, no es justo
que revuelque en el cieno. Si entendiésemos que hemos de
380 ir al cielo, ese caso haríamos de lo próspero que de lo
adverso. ¿Qué se rae da de riquezas, pues espero las ri-
quezas del cielo? ¿Qué se me da de trabajos, pues, se han
de acabar presto y luego he de ir a descansar?
¿Habéis oído los trabajos de Job? ¿Habéis visto la pa-
86 ciencia que tenía con todo? A mí se me pierde un pedazo
de hacienda, y no me basta paciencia. A él se le perdió
toda la hacienda, y bendijo a Dios. Si un hijo se me muere,
no me puedo consolar, y a él un día se le murieron siete
y daba gracias a Dios por ello. Un trabajuelo que me
90 venga no lo puedo llevar, y él está cubierto de lepra en un
muladar, y aun sus propios mozos, que le habían servido,
hacían burla de él, y, con todo, bendicía a Dios ahora. —
Hombre, ¿qué pensabas en tu corazón, con que no sentías
los trabajos ? Credo quia redemptor meus vivit, et in novis-
*5 simo die de térra surrecturus sum, et in carne mea videbo
Deum sálvatorem meum, quem visurus sum ego ipse, et
non alius, et oculi mei conspecturi sunt; reposita est haec
spes mea in sinu meo. ¡Oh bienaventurado hombre, y todo
257 aman] Esaías 44 add. 292 bendicían ¡| 302 he] ha
257 Cf. 1 Cor. 2) 9. 272 Cf. Is. 28, s-
261 Cf. Mt. 25, 23. 292 Cf. Iob í, 13-21 ; 2, 7-10.
270 Thren. 3, 24.
B. Avila 2
M
290 SERMONES. CICLO TEMPORAL
hombre que esa cuenta hiciere! Allí, entre aquellos traba-
300 jos, está tan viva la fe y esperanza de ir al cielo: Creo
que mi redemptor vive — profecía de Jesucristo — , que el
día postrero he de resucitar de la tierra y en mi carne veré
a mi salvador, al cual veré yo mismo y no otro por mí,
y mis ojos lo han de ver. Esta esperanza guardada la tengo
305 en mi seno; esta célula: "Al cielo tengo de ir", en el
señó la traigo metida. ¡Bienaventurado el que esta esperan-
za tuviere en su seno, que todos los trabajos del mundo no
bastarán para derribarlo!
¿Qué decís, San Pablo? Maledicimur et benedicimus;
310 per secutionem patimur, et sustinemus; blasphemamur, et
obsecramus; tamquam purgamenta huius mundi facti su-
mus. — '¿Cómo lo podéis sufrir? — ¿Sabéis cómo? Porque
tengo asentado en mi corazón que, si matare este mi cuerpo,
tengo en el cielo otra morada eterna y sé que, mientras más
315 trabajos aquí pasare, más descanso terné allá. Escribiendo
también a los Hebreos les dice: Rapiña bonorum vestrorum
cum gaudio suscipietis. ¿Habéis visto vos algún vecino vues-
tro que se gozase cuando le robasen sus bienes? ¡Oh, pobre
de mí, aun no te han quitado una blanca, cuando está el
320 pleito en pie, tiniendo mil malquiri encías en el corazón,
y con dos mil murmuraciones, cuánto más gozarse!
— '¿Por qué os gozábades vosotros? — Cognoscentes vos
habere meliorem et manentem substantiami. Tenían espe-
ranza de otra mejor e más saludable hacienda. ¿Cómo
325 puede ser que tengáis vos esperanza de heredar mañana
una morada y mayorazgo de cinco cuentos, si por un cor-
nado que os toman hacéis gran sentimiento? Róbanles [a]
aquéllos la hacienda, y quedan muertos de risa, porque
le tenían mejor esperanza. No hay cosa, por penosa que
330 Sea, que no la lleve uno con alegría, si tiene asentado en
su corazón: "Al cielo he de ir". — '¿Por qué somos tan
tibios? — Porque no tenemos esperanza. Dice el mozo:
¿Quién será casto toda su vida?, ¿quién lo podrá sufrir?
— ¿Qué dice la moza? — h¿ Quién perderá sus galas y joyas?
335 Este es mi pasatiempo. Quiero gozar de él antes que se
me pase. — '¿Qué dice el caballero? — ¿Quién perderá sus
intereses y honras?
Seremos semejan- — Si tuviésedes esperanza, tan fácil
tes a Dios ¿Qué cosa os sería servir a Dios como os
840 es esto? parece servir al mundo. Luego se-
ríades buenos. — ¿ Quién lo dice?
— San Juan: Videte qualem caritatem dedit nobis pater, ut
309 Melcdicimur
305 Cf. Iob 19, 2^-27.
312 1 Cor. 4, 12.
323 'Cf. Hebr. io, 34.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
291
filii Del nominemur et simus. Carissimi, nunc filii Dei su-
mus, et nondum ctpparuit quid erimus. Scimus quoniam cum
45 apparuerit, símiles ei erimus, quoniam mdebimus eum sic-
uti est; et omnis qui habet hanc spem sanctificat seipsum,
sicut et Ule sanctus est.
¡Oh corazones desagradecidos! ¡Oh hombres duros!
Dime, hombre: Si supieses que €l arzobispo o el papa te
50 ha de llamar mañana — hablo con los que son amigos de
honras y dignidades — y que te ha de decir: "Ven acá, que
quiero que seas deán, obispo o cardenal", ¿temías cora-
zón para mordelle al Papa en la mano con que te ha de
dar las mercedes? ¿Quién es tan malo que pueda hacer
55 tanto mal a quien tanto bien le hace o le ha de hacer? Ya
sabes que de aquí a poquito te has de morir y ha de enviar
Dios a sus ángeles por ti, para sentarte con los príncipes
de su gloria, ¿cómo puedes acabar contigo de ofendelle?
Requiere de amores a Josef su señora, y dícele: "Haz trai-
60 ción comigo". Responde Josef: Non -possum hoc malum
faceré, et peccare in dominum meum: No puedo yo hacer
este mal y pecar contra el Señor Dios mío. (Ansí se entien-
de, y no contra su "señor", según lo hebraico y lo griego,
y según San Hierónimo.) — '¿Qué dices, Josef? ¿Cómo po-
65 déis hacer aquel mal y pecar contra Dios? Venid a aprender
de los mozos de ahora, venid a los viejos de este tiempo,
y ellos os enseñarán cómo habéis o podréis pecar. No ha-
llaba Josef puerta para ver por donde acabaría de ofender
a Dios, viendo tantas misericordias como le había hecho.
70 Munchas veces pienso en esta palabra: Benedicite, sacer-
dotes Domini, Domino. Sacerdote del Señor, sacerdote y
malo, ¿cómo puede ser? ¿Cómo podrá un sacerdote acabar
consigo de ofender a Dios? ¿Ofenderle he con los ojos? Veo
con ellos cada día el santísimo sacramento. ¿Ofenderle he
75 con las manos? Están consagradas. ¿Ofenderle he con mi
cuerpo? Es relicario de Dios. ¿Cómo podré pecar con él
contra el Señor? ¿Cómo acabaré de dar enojo a aquel Dios
que tantos bienes me ha hecho y me ha de hacer?
• — Mirad, dice San Juan, el amor que nos tiene Dios,
80 que nos llamemos y seamos hijos de Dios. Hermanos, ahora
somos hijos de Dios; aun otro mayor bien esperamos más
que ser hijos de Dios. — ¿Y qué más podemos esperar?
— 'Cuando enhorabuena amanezca nuestro día, símiles ei
erimus. Seremos semejantes a Dios: Dios hermoso y tú
*6 hermoso, Dios poderoso y tú poderoso, Dios bueno y tú
bueno, Dios impasible y tú impasible, Dios bienaventurado
347 i lo. 3. í-3-
362 Lf. Gen. 39, 9.
364 San Jerónimo, Dlv. Bibliotheca, l. Gen., c. 39 ■ ML 28, 249.
371 Dan. 3, 84.
384 1 lo. 3. 1-2.
292
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y tú bienaventurado. — ¿De dónde nacerá tanto bien? — Por-
que veremos a Dios así como es Dios. — ¿Y qué bien es
ése? — Ni es comer ni beber, ni reír ni deleites ni dineros.
390 _pues ¿qué es? — Un bien por el cual se iban los siervos
de Dios por esos campos y moraban en las cuevas, padecían
soles y fríos, hambre y desnudez; un bien por el cual de-
rraman los mártires su sÉigre, un bien que el mismo Cristo
derramó su sangre por él, un bien en que está la vida.
395 — '¿Qué es esto? — Ese sea su nombre, que no tiene otro
nombre: Qui vicerit, dabo ex manna absconditum. Esfor-
zaos a pelear y vencer, dice Dios, que al que venciere yo
le daré un mané ascondido. Por cierto que estamos bien
librados: ése es el galardón de mis trabajos, ése es el pre-
400 mió de mi sangre derramada. Yo le daré un maná ascondido,
que nadie le conoce sino quien le recibe, y aun esos que
le reciben no le acaban de conocer bien y entender. Los
que ven a Dios, aun no comprehenden a Dios, no comen
tanto cuando hay que comer ni beben tanto cuanto hay que
405 beber. ¡Bendito seáis para siempre, que, aunque os gocen
millones de millones de años, nunca vuestra vista les da en
rostro. Maravillados están diciendo: ¿Qué es esto? Siempre
están comiendo, y tienen hambre. Están siempre mirando a
Dios, y siempre hay que mirar en El. ¿Qué es esto? Ese es
410 su nombre: Manna. Quid est hoc, quiere decir.
Quien tiene espe- Todo hombre que tiene esperanza,
ranza santifícase dice San Juan, santifícase como Dios
como Dios es santo es s™to- Señor» dice David, aparta
mis ojos que no vean la vanidad, pues
415 te han de ver a ti; pon guarda en mi lengua, que no hable
mal, pues se ha de ocupar en alabarte; encierra mi corazón,
no se distraiga y vea lo que en el mundo pasa, pues que
he de ver a ti. ¡Afuera, afuera honras, afuera deleites, que
he de ver a mi Dios! Santifícase como Dios es santo; como
420 Dios es limpio, quiero yo ser limpio; Dios es santo, quiero
yo ser santo; Dios es piadoso, quiero yo ser piadoso; Dios
manso, quiero yo ser manso. Si le dijesen a una doncella:
"Doncella, mirad por vos, que el rey se ha agradado y os
quiere por mujer", ¡con cuánto cuidado se guardaría!; y si
426 a esta doncella le dijese un leproso: "Haz traición con-
migo", ¿qué le diría? — Traidor, ¿quiéreme el rey por es-
posa y por amor de ti lo había de perder? • — Si viéredes a
una doncella, que no se guarda, no debe de tener que per-
der, mala sospecha tengo de ella; si tuviese que perder,
430 ella se guardaría. ¿Veis que sale, anda, juega, habla y ríe,
396 Cf. Apoc. 2) 17. 413 1 lo. 3. 3;
410 Ex. j6, 15. 414 W. "8, 3?.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
293
no se guarda ni mira por sí? Sospecho que no tiene qué
perder.
Padres religiosos, ¿tenéis en la religión novicios? ¿En
qué se ha de ocupar el novicio? ¿Sabéis en qué? En trabá-
is jar de ser tal que al cabo del año digan los padres profe-
sos: "Bueno es para la religión; digno es de nuestra com-
pañía". A la letra pasa así. ¡Oh Dios mío!, ¿quién dirá a
esta gente el engaño en que vive? — ¿Cuántos años habéis?
(Toda esta vida es año de probación, año de noviciado, para
O que se vea si sois digno de ser morador del cielo.) ¿Qué
castidad habéis guardado en este tiempo?, ¿qué humildad?,
¿qué amor de Dios y de los prójimos? Domine Deus, quid
dicam videns Israel hostibus suis terga vertentem?, dijo
Josué.
to Padres religiosos, con vergüenza me subí aquí y con
vergüenza digo esto: Si los diputados para servir a Dios,
si los del corazón, no sienten los males de la Iglesia, ¿quién
los sentirá? ¿Sabéis qué son los religiosos en el cuerpo mís-
tico de la Iglesia? El Papa es la cabeza; los brazos, los ca-
50 toalleros; el corazón, los religiosos. El es el primero que
vive y el postrero que muere; él es la fuente del calor, él
es el que está más guardado. Guarda con toda guarda tu
corazón, porque de él procede la vida. Por eso, padres, os
encerrastes en este monesterio debajo de ese hábito, de-
55 bajo de traer unos ojos bajos, debajo de humildad, para
que mejor os guardéis y conservéis como el fuego debajo
la ceniza. Han de ser tales los religiosos, que, si un miem-
bro está frío, llegando a un religioso había de volver con
calor; y si faltase la fe, en ellos se había de hallar. Si en el
60 corazón no hay calor, ¿dónde lo habrá?; si el corazón no
siente la muerte de la Iglesia, ¿quién la sentirá? Padres,
convidados estáis a llorar en la religión, no a reír como
Josué, para llorar la caída del pueblo.
Señor Dios, ¿qué diré, que veo a vuestro pueblo volver
65 las espaldas a los enemigos? Aun no ha asomado la ten-
tación, cuando huyen; a uno derriba la soberbia, a otro la
fornicación, a otro la ira. ¡Ah de mí, que de éstos está
profetizado que no han de entrar en el cielo! — ¿Dónde
está profetizado? — Nolite errare: nec fornicara, nec ido-
'70 Us servientes, nec adulteri, ñeque jures, ñeque avari, ñeque
ebriosi, nec maledici, ñeque rapaces regnum Dei posside-
bunt, dice Pablo. Dice Dios en Pablo: No os engañéis con
decir: "Cristianos somos", que ni los fornicadores (¡oigan
las desdichadas orejas a quien toca!), ni los adúlteros, ni
'75 los ladrones, ni los avarientos, ni los que se emborrachan,
471 maledicti
444 los. 7, 8.
465 los. 7, 8.
294 SERMONES. CICLO TEMPORAL
ni los maldicientes, no .entrarán en el reino de Dios. ¡Des-
dichada su comida, desdichados sus placeres, desdichado
cuanto hablan, desdichado cuanto pasean, si no han de
entrar en el reino de Dios! — ¿Y para qué es todo eso?
480 ¿Puédeste alegrar, di? ¿Está aquí alguno de mal corazón?
¿Qué sientes cuando oyes decir que no has de entrar en el
cielo? — Entristecido me he. ¿Qué remedio, padre, para no
estar triste? — Arrimaos a Dios. Augustino: Ten el pen-
samiento allí y ternás holganza aquí. ¿Cómo queréis vos
4*5 descansar, estando arrimados a una nao que nunca está
queda? Arrimaos a aquel poste y descansaréis. Si estás
arrimado a tu corazón y estás lleno de tu propia voluntad
y antojo, si haces todo lo que se te antoja, ¿cómo has de
descansar? Antes faltará el cielo y la tierra que falte la
490 palabra de Dios, que dice: Cor impii quasi mare fervens,
quod quiescere' non potest; non est pax impiis, dicit Domi-
nus Deus. — ¿Qué haré para no tener congojas? —Arri-
maos a Dios; subios al cielo, do no llegará tormenta de los
trabajos; poné vuestra esperanza en Dios: decilde: "Véaos
495 yo, que todo lo sufriré por vos. Do próspero yo lo renuncio,
lo adverso yo lo padeceré de buena gana; solamente os vea
yo". Decí: ¿Está aquí algún fornicador o maldiciente? ¿Qué
comida llevarán hoy a su casa, oyendo decir a San Pablo
que no entrarán en el cielo? ¿Cómo ta has de alegrar? Cor
500 pravum dabit tristitiam. No puedes disimularlo: viste seda,
juega a las cañas, ríe cuanto quisieres, que tu corazón está
llorando.
— ¿En qué estábamos? — Decíamos que en esta vida es-
tamos en año de noviciado, que habernos ganado para que
505 nos den el voto y nos reciban en el cielo. ¿Qué habéis he-
cho? ¿Queréis que os lo diga yo? Telas araneae texuerunt et
ova aspidum ruperunt; qui comederit de ovis eorum morie-
tur, et quod confotum est, erumpet in regulum. — Mas
¿cuándo? — De otra manera os tomará Dios la cuenta de
510 ©sto. Habéis hecho telas de araña. Hacen las arañas telas
para, cuando fueren a huir, las tomen en ellas. Tejéis vos-
otros telas de arañas y cázanos en ellas. ¿Vistes mayor ne-
cedad que ésta? ¿Cómo os llamáis hombres cuerdos? ¿Cómo
os tenéis por sabios? Quomodo dicitis: nos sapientes su-
515 mus? ¿Para qué buscáis hacienda, que es tela de araña con
476 Cf. 1 Cor. 6, 9-10.
484 San Agustín, De catechiz. rudibus, c. 16 (ML 40, 330) : «Tu
autem, quia veram réquiem, quae post han vitam ohristianis promit-
titur, quaeris, etiam hic eatm, ínter atnarissimas vitae huius moles-
tias, suavem iucundamque gustabis, si eius, qui eam promisit, prae-
cepta dilexeris».
480 Cf. Me. 13, 31. 508 Cf. Is. 59, 5.
492 Cf. Is. 57, 20. S14 Cf. Rom. 1, 32.
500 ' Bocli. 36, 22.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN"
295
que te cace? Cuando tenías poco era[s] razonable cristia-
no: rezabas, confesabas a menudo, dabas limosnas; ahora
que estás rico, haslo olvidado todo. ¿De qué te sirvi[ó] la
hacienda, si no de tomarte con ella? Hacíante antes, cuando
¡0 eras bajo, una injuria, y al primer ruego perdonabas, y
ahora que te ves en honra y ahora que eres hidalgo, no hay
quien te haga perdonar. Tejido has tela de arañas; rom-
péis huevos de víboras, y, si no los rompéis, empolláislos;
él que come de ellos morirá y el que los empolla, saldrá un
5 basilisco y matallo ha. ¿En qué entendéis? Conceperunt
dolor e et pepererunt iniquitatem. Si saliesen a plaza ahora
vuestras cosas, ¡y qué vergüenza sería! Romper huevos de
víboras y comer de ellos, es poner en obra los pecados; em-
pollarlos es tenerlos solamente en el corazón. Aunque no
0 haya más de malos pensamientos, aunque no los pongáis
por obra, no dejaréis de condenaros en esto. ¿Habéis en-
tendido? Así se gana el cielo.
Mas ¿qué se les da a los tales del cielo? Si me tomasen
juramento, jur[ar]ía que me maten si ellos tienen pensa-
5 miento ni esperanza de entrar allá. San Pablo: Qui despe-
rantes semetipsos tradiderunt impudicitiae in operationem
omnis immunditiae. ¡Oh qué verdad tan grande! Los que
están desesperados, los que dicen: "Andá, que no es el
cielo para mí", aunque con la boca digan no sé qué, sin
o duda su corazón lo dice. — Así, ¿qué hicieron éstos? — En-
tregáronse a obrar toda maldad y deshonestidad. — Mozo,
¿por qué eres tan deshonesto? Cata que hay en el cielo
gozos inefables. — ¿Qué tengo yo de ver en eso? — ¡Dios
nos abra los ojos por quien Dios es, que tengo yo en más
5 un deleite que pasan las bestias en el campo que los deleites
del cielo! ¡Que tenga en más el cieno que a Dios! Tened
por entendido que, cuando cae uno en pecado de fornicación,
es castigo de otros pecados. Fovea profunda est meretrix.
Cu i iratus est Dominus incidit in eam. No es posible que
0 uno caiga en tal ceguedad que diga : "Yo me despido de los
deleites del cielo por gozar de deleites de bestias" ; sino, en
pena de otros pecados, castiga Dios un pecado con otro.
Los que ansí están desesperados renuncian los deleites
del cielo. Estos son aquellos que les diréis: "Señor, catad
5 que traéis más gente con vos de la que requiere vuestro
estado", "Catá, señora, que traéis más ropa de la que
requiere vuestro estado", y no despedirán un mozo ni qui-
tarán una trepa de la saya, aunque oigan sesenta sermones.
No tenéis esperanza de ir al cielo. ¿Qué mayor señal que-
0 réis para esto, que ver que no hacéis nada para ir al cielo?
822 Tejidos
526 Cf. Is. 59, 4.
537 Cf. Eph. 4, 19.
548 Cf. Prov. 23, 27.
'549 Cf. Prov. 22, 14.
296
SERMONES. CICLO TEMPORAL
— "Al cielo he de ir". — No decís mal en ello. ¡Ojalá sin-
tiésedes lo que sentís, que de otra manera vivirías!
Nos dió esperanza Benedictus Deus et pater Domini nos-
565 viva: Si la Cabeza ír¿ Iesu Christi, dice San Pedro, qui
en el cielo tam- secundum suam misericordiam mag-
hi¿n el Tuérno nam re9enerav^t nos m spem vivam,
P per resurrectionem lesu Christi ex
mortuis, in hereditatem incorruptibi-
lem, et incontaminatam, et immarcesibilem, conservatam in
670 caelis in vobis, qui virtute Dei custodimini per jidem in sálu-
tem paratam revelari in tempore novissimo. ¡Bendito sea Dios
— ¡razón tenéis de bendecirlo! — , Padre de nuestro Señor Je-
sucristo, porque según su gran misericordia nos engendró otra
vez. Ya estábamos una vez engendrados de padre y madre
575 pecadores, según la cual generación éramos hijos de ira, mas
tornónos a engendrar otra vez de agua y de Espíritu Santo
para que fuésemos herederos de Dios, y diónos esperanza,
que hace alegrar el corazón, y sufrir con paciencia la tribu-
lación— spe gaudentes, in tribulatione patientes:, la esperanza
580 que alegra el corazón, hace sufrir con paciencia los trabajos y
tribulaciones — ; diónos esperanza viva, porque Jesucristo re-
sucitó de entre los muertos, para esperar una heredad inco-
rruptible, limpia, fresca, que no se marchita, que está guar-
dada en los cielos para vosotros, que estáis conservados en
585 este mundo en fe y caridad.
A los desesperados no les mueve nada de esto. ¿Por
qué no tenéis esperanza de ir al cielo? ¿Por qué tenéis tan
poca confianza de Dios? ¡Quién pudiera alcanzar de Dios
esta palabra: "Todos cuantos estáis aquí os salvaréis"!
590 ¡Señor, por vuestra misericordia, por la sangre que derra-
mastes por nosotros, que ninguno de cuantos hay desde
allí hasta allí arda en el infierno! Veréis una mujer que ni
ella hurta ni fornica, ni dice mal de nadie, vive mediana-
mente, y, con todo esto, tiene mil escrúpulos y piensa ella
595 que es éste pequeño mal no tener confianza de nuestro Señor.
— Padre, ando penada, no sé si tengo de ir al cielo; no sé
si estoy bien con Dios. — Andá, comenzá desde hoy a dar
gracias a Dios por la misericordia que os ha de hacer en
llevaros al cielo. — ¡Tan enhorabuena Dios lo dijese que
600 tengo de ir allá! — ¿Y pensáis vos que es merecimiento
vuestro y no gracia de Jesucristo? Escuchad lo que dice
San Pablo: Deus — bendecid a Dios mientras lo estoy di-
ciendo—qui dives est in misericordia, propter nimiam cari-
tatem suam qua dileocit nos, et cum essemus mortui pecca-
571 paratam] sanctam
57i Cf. i Petr. i, 3-5.
579 Rom. 12, 12.
l8. JUEVES DE LA ASCENSIÓN
297
KS tis, convivificavit nos in Christo (cuius gratia estis salvati),
et consedere fecit in caelestibus in Christo Iesu. Y cuando
San Pablo decía esto, estaba preso en Roma, y con una
cadena. Señor, "yo tengo de ir al cielo". ¡Bendito sea Dios
para siempre! Tú pobre eres, gusano eres, no mereces el
LO pan que comes; mas Dios, que es rico en misericordias, no
por nosotros, mas por su amor, estando muertos en los pe-
cados, nos dió vida en Jesucristo, y nos resucitó, y nos
hizo estar sentados en los cielos en Jesucristo.
Veamos, San Pablo: — ¿Roma era el cielo? — La cárcel,
L5 la cadena era el cielo con Jesucristo. — Cristo estaba a la
diestra de Dios Padre, nosotros en este destierro, ¿cómo
estáis con él en el cielo? — 'Mira, hermano, hoy sube Jesu-
cristo al cielo a tomar la posesión por sí y por ti; es tu
abogado, tu procurador, tu padre, tu hermano, tu mayo-
¡0 razgo, tu esposo, tu amigo. ¿Quién vido en el cielo la cabeza
sin cuerpo? Y si la cabeza está colocada, los pies reciben
gloria de la corona; y si el marido es rey, la mujer es
reina; y si él es rico, ella es rica. Reinando Cristo, reina-
mos todos con El; si el hijo es rico, la madre, que lo ama
» como a sí misma, rica está con la riqueza del hijo. O de
otra manera, dice que está asentado en el cielo en espe-
ranza: spe enim salvi estis facti. ¿No habéis oído decir
"comendadores de esperanza"? Así, pues, dice Pablo: Somos
salvos en esperanza. — '¿Qué hay en el cielo? Ver a Dios,
0 gozar de Dios y poseer a Dios. Gran milagro es que un
hombrecillo esté en el cielo y que sea Dios más suyo que
lo es una manzana que posee; pero mayor milagro es que
Dios esté en el suelo. Gran cosa es que el hombre sea
hecho de Dios hijo; mayor cosa es que el Hijo de Dios sea
5 hijo de una virgen. Gran cosa es que vivas en el cielo para
siempre; mayor cosa es que Dios muera en el suelo. Gran
cosa es que tú estés gozoso en el cielo; mayor cosa es que
esté El triste en el suelo. Estás tú vivo, y él muerto.
Tanto doy cuanto pido; pido a Dios, también do a Dios.
Q Dios vale tanto como Dios. Jesucristo, Dios y hombre, mío
es; sus merecimientos, míos son también: bien tengo con
que pagar lo que demando. Sábete estimar, hombre, pues
Jesucristo es tuyo. Otro dice: — Yo no soy para servir a
Dios. — ¿Qué te falta? — Caigo luego, no persevero en cosa
5 -que comienzo, luego soy vencido. — Dijo un viejo de los del
yermo: Si alguno tiene tentación de carne, no será librado
de ella hasta que no es él parte para vencella. ¿Caes? Lue-
go alguna soberbia debe de estar en tu corazón, algún pol-
606 Cf. Eph. 2, 4-6.
627 Cf. Rom. 8, 24.
647 Paladio, Hist. Lausiaca (Viae Patru.ni, 1. 8), c. 22 : ML 73,
298
SERMONES. CICLO TEMPORAL
villo de vanagloria y algún decir allá dentro: "Mejor soy
650 que el otro, más recio que el otro, más devoción tengo que
el otro"; menester es que, a golpes, saquen la soberbia y
os hagan entender cuán pobre y flaco sois, y que digáis:
"Limosna, Señor, que pobre soy" Si alguna cosa buena ten-
go, vos me la distes, y si a otros la diérades, mejor os
655 sirviera con ella que yo". ¿Sabéis qué le aconteció a San
Augustín cuando se quiso convertir a Dios? La mayor fati-
ga que tenía era: ''No tengo de poder vivir en castidad, ni
me tengo de casar; en las orejas me dicen: ¿Y tú has de
poder pasar toda la vida sin llegar a mujer? Por otra parte
660 se me ponían delante los ojos tantas doncellas, tantos moci-
tos, tantos viejos y decíanme: ¿Pudieron aquéllos y no
podrás tú? ¿Eres tú menos que ellos? No fueron aquéllos
castos en sus fuerzas, mas en su Dios. Ni sus fuerzas ni
su brazo los salvó, mas la diestra de Dios, que hizo que en
665 ja carne sucia fuesen limpios, en la carne corruptible vi-
viesen sin corrupción. Arrójate en Dios, que no es Dios
infiel, que, arrojándote en El, no te ha de hurtar el cuerpo
y dejarte caer; si comienzas en el esfuerzo de Dios, en él
podrás acabar. Dile: Señor, vos me mandáis serviros, vos
670 lleváis cativa la catividad; mi ánima en vuestro amor es-
forzáme, para que os sirva. Darte ha aquí su gracia y
después su gloria, ad quam nos perducat. Amen.
19 Vino el Señor a buscar la oveja perdida *
Domingo III después de Pentecostés
(Oña, Ms. est. 8, ¡pflut. 4, n. 55 toas, flf. 33 r - 36 r.)
Iste peccatores recipit, et manducat cum illis
(Le. 15, [2]).
Exordio Para que nos sea dada la gracia, supliquemos
a la Virgen santísima nos la alcance, y por más
5 la obligar, digamos mente pia: Ave, María.
Cristo se abaja a re- Iste peccatores recipit, etc. Estas
cibir a los pecadores palabras, que darán fundamento
a nuestro sermón, con el ayuda y
favor del Espíritu santo, son tomadas del evangelio de la
10 dominica tercera de Pentecostés; son palabras dichas de
unos malos hombres; dijéronse a Jesucristo, acusándole que
1 Iste] Hic sec. m. || 6 Iste] Uic. sec. ni.
658 San Agustín, Confess., 1. 8, c. 11, 27 : ML 32, 761.
670 Cf. Epk. 4, 8.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 103-112. «Dominica tertia post Pentecosteni (f. 33 r).
6 Le. 15, 2.
IQ. DOM. 3 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
299
era mal hombre. Tomárselas hemos de la boca para enten-
derlas como se han entender, porque algunas veces decían
unas sentencias del Espíritu santo, aunque eran malos.
15 Enviaron una vez los fariseos a prehender a Jesucristo,
y los que le iban a prehender halláronlo predicando, y como
vieron y oyeron la grandeza de su doctrina y la dulzura
de sus palabras, volviéronse, y preguntados por qué no le
prehendieron : — ¿Qué lo hemos — 'dicen — de prehender?
20 Numquam sic locutus est homo. Nunca jamás ansí habló
hombre ni hablará, como Jesucristo. — Esta es sentencia del
Espíritu santo, dicha por boca de aquéllos. Pues ansí acá:,
Iste peccatores recipit. Este: bien decís, que éste solo recibe
a los pecadores. ¡Señor! Y si no los recibiérades, ¿qué fue-
25 ra de nosotros? ¡Bendicta sea, Señor, vuestra misericor-
dia, que recibís los pecadores!
Acuérdome que dice el Sabio una sentencia: Echa fuera
el mofador, y saldrán con él todas las rencillas. Si alguno
tiene cargo de alguna casa, si hay algún mozo mofador o
su escarnidor o consejero, échalo fuera, y cesarán las revuel-
tas de casa. Ansí es que, si nosotros quitásemos de nuestra
ánima el mofador, temíamos paz; si dejásemos nuestro pro-
pio parecer y siguiésemos el de Dios y le dejásemos a El
hacer, en nuestra casa habría paz. Echa fuera tu propio
35 sentido y quedarás en paz. Quiero decir que si Dios te quie-
re llevar por breñas y barrancos, y cuando echas el pie de-
lante te parece que lo echas atrás, no te parezca a ti que
irás mejor por lo llano o por otra parte, que eso es lo que
te hace .tener guerra entre ti. No has de tener parecer para
40 lo que Dios quisiere hacer de ti. Y por eso tienes guerra,
porque quieres tener un sí y un no en la boca, más redondo
que una pelota. — ¡Haz esto! — No quiero. ■ — ¡No hagas
esto! — Sí quiero. ■ — Pues el que se pusiere en el querer de
Dios, sin querer sí ni no, echa fuera el escarnidor.
J5 — ¿A qué propósito habéis dicho esto, padre? ■ — Yo os
lo diré, que no va sin él. Dice San Crisóstomo que la ma-
yor dificultad que los apóstoles tenían, cuando predicaban
en el mundo el Evangelio, era hacerles creer tan buenas
nuevas de la misericordia de Dios, que eso quiere decir
50 Evangelio. Y ansí dice que cuando querían decir alguna
grande misericordia, primero pedían la fe a los oyentes;
como, si dicían que Dios murió, decían primero: Mirá, que
creáis esto que os quiero decir. Como parece en San Pablo,
37 pareces || 43 que] no add.
21 lo. 7, 46.
28 Prov. 22, 10.
50 San Juan Crisóstomo, In Epist. 1 ad Titti.. c. 1, hom. 4, 1 :
MG 62, 519-520.
300
SERMONES. CICLO TEMPORAL
queriéndoles dar a entender que Cristo había muerto por
55 los pecadores, dice: Fidelis sermo, etc. Erale [s] en gran
manera cosa dificultosa a los apóstoles decir que creyesen
de Dios cosas bajas; y esto porque es cosa natural donde
no hay fe, que más se inclina nuestro entendimiento a creer
y sentir cosas grandes de Dios que no bajas. Y ansí no po-
60 dían los hombres acabar de creer que Dios fuese hombre,
más bien que Dios es infinito; aunque en El, en alguna ma-
nera, es más dificultoso de entender que una mesma cosa
sea tres distintas real y personalmente, una esencia y sus-
tancia simplicísima tres supoestos [sic] y personas, y un
65 Dios. Aunque todo es dificultoso, más fácilmente nos in-
clinamos a creerlo que no que Dios murió; porque las cosas
bajas con mayor dificultad las atribuimos a la grandeza; y
por eso no querían creer de Dios que se bajase a ser hom-
bre y a morir por el hombre. Y de aquí es que los judíos
70 teníanlo por escándalo, y los gentiles por una no oída lo-
cura, un Dios crucificado.
Y porque estos fariseos no querían dejar su parecer y
creer de la misericordia de Cristo, que era verdadera san-
tidad abajarse a recebir los pecadores y comer con ellos,
75 por eso murmuraban de El diciendo: Este a los pecadores
recibe. Decían: Si éste fuese santo, vería que éstos son
pecadores y no se juntaría con ellos; y si fuese Hijo de
Dios, conocería que son malos y no se llegaría a ellos; mas
pues que los recibe, o es como ellos o no los conoce.
80 Mirad, Señor, que Dice San Agustín: La fingida santi-
murmuran de vos dad echa de sí a los pecadores y la
verdadera los recibe. Ansí ésta es
señal que uno es fingido, si cuando ve a su hermano caído,
lo menosprecia. Esta es señal de verdadera santidad, si lo
85 recibe y se apiada de él. Mirad, Señor, que murmuran de
vos. ¿Qué hacéis? ¿Por qué recibís a los pecadores? Mi-
rad si lo habéis de dejar de hacer porque no digan de vos.
Mirad si habéis de ser como los de agora, que, habiendo
quien les diga una palabra, dan con todo en tierra: no quie-
90 ro que me sigan, no quiero que digan de mí. Tienen en tan
poco a Dios, que aunque digan de ellos la menor afrenta del
mundo, ni la quieren recibir. Pues éstos no serán de Dios
ni se les dará Dios, pues en tan poco lo tienen, que les pare-
ce caro por una murmuración. No ha de ser ansí, mas al que
95 quisiere a Dios, cuanto le pidieren ha de dar por El y ha
de decir: "Poneos en precio, Señor; ved lo que queréis, que
55 Cf. i Tim. i, 15; 3, 1 ; 4, 9.
82 Idea parecida en San Gregorio, Hom. tn Ev., 1. 2, honi. 34, 2
(ML 76, 1246) : «Vera iustitia compassionem habet, falsa mstitia de-
dignationem».
ig. DOM. 3 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
301
todo lo daré por vos. Si queréis que no tenga honra, que no
la quiero; si queréis que deje la hacienda, [la dejaré] por-
que no os deje a vos y os tenga; si que pierda la vida, qui-
100 tádmela, Señor, luego, que todo es poco por vos. Poneos,
Señor, en estima, que más os estimo yo que cualquier cosa".
El que cualquiera cosa que le pidiere no diere, no po-
drá gozar de Dios. Mas ¿qué quiere decir que por nuestros
pecados hay cristianos que tienen en tan poco a Dios que
105 no quieren pasar ni una palabrita? No habéis de hacer sino
como las mujeres, que, si les piden celos sus maridos, dicen:
"Esperad, que yo seré mala porque lo digáis de verdad".
Ansí, si te dijeren que rezas y comulgas, decid: "Esperad,
que yo rezaré y comulgaré porque lo digáis de verdad". Si
no no tuvieres a Dios por el principal de tu casa y le asentares
en el mejor lugar de tu mesa, no eres digno de El. Mete
la mano en tu seno y mira a dónde sientas a Dios. Tu mesa
es tu voluntad, y lo que le das es el amor.
Si te viene a la mano un contrato en que aventuras a
116 ganar cien ducados con mala ganancia y conciencia o hacer
lo que Dios te manda; si quieres más ganarlos que conten-
tar a Dios, a la cabecera asentaste los cien ducados y a los
pies a Dios. Y si por una poca de honra no quieres perdonar
la injuria, a la cabecera asentaste a la honra. ¡Y pluguiera
120 a Dios que no hubiera cristianos que sentaran a Dios en los
establos debajo los pies de sus bestias ! Y si hay alguno que
por una muía o caballo ha de hacer una ofensa a Dios y la
hace, en más tiene la muía que a Dios; debajo los pies de la
muía pone a Dios, porque le prefiere y antepone a Dios.
125 En más que todas las cosas has de tener a Dios. En el pri-
mer lugar de tu mesa lo has de sentar, si quieres servirle;
y si no, no puedes ver a Dios ni gozar de Dios. — ¿Quién lo
dice? — El mesmo Dios. Nisi quis reliquerit patrem aut ma-
trera propter me, non potest meus esse discipulus.
130 Volvamos al propósito. Mirad, Señor, que murmuran de
Dios, si no lo habéis de dejar. Volved por vuestra honra,
que dice esta gente que no es verdadera santidad la vuestra
porque comunicáis con los pecadores. Su santidad tenían
por más verdadera. Aquella es verdadera santidad que re-
135 cibe a los pecadores; y a uno que muchas veces ha pecado,
no por eso despreciallo, mas llorar con él y hacer suya la
caída para ayudallo a salir de ella y no despreciallo.
Volved, Señor, por vuestra honra, pues que es cierto
que no habéis de dejallos, aunque más digan de vos; que
140 otra vez les respondistes, porque murmuraban, que los de-
133 Su] sin
138 Volvet
129 Cf. Le. 14, 26.
302
SERMONES. CICLO TEMPORA!.
jasen por ciegos y guiadores de otros ciegos. Estaban tan
ciegos, que no podían creer de Cristo que era Hijo de Dios
y conversase con los pecadores. ¿De eso murmuráis — dice
Cristo — , porque comunico con los pecadores? Espera, que
145 yo os diré cosa que tengo de hacer con ellos, que, oído no
os espantará esto.
Y dice: ¿Qué hombre de vosotros tiene cien ovejas y se
le pierde una, y no se deja las noventa y nueve en el de-
sierto a buen cobro y viene a buscar la perdida? ¿Cuál de
150 vosotros, hombres? — Señor, como fuere el hombre. — Por
una de dos causas se mueven los hombres a hacer lo que
hacen, o por amor o por codicia, y de mejor voluntad por
amor. — Pues ¿cuál de vosotros, hombre? Entendiendo aquí
por el hombre cudicia, porque hombre y codicia es casi una
155 cosa. Si cualquiera de vosotros por cudicia le iría a buscar,
yo, que lo obro por amor, ¡con cuánta más razón verné a
buscar la oveja perdida! Es la naturaleza humana perdida
por la desobediencia de Adam. Pues si Cristo vino a buscar
las ánimas perdidas, ¿por qué le reprehendéis que los re-
160 cibe? Dejaldo, que para eso vino, que no por los justos,
que no tienen necesidad de médico. Si dejó los serafines y
querubines, etc., por la confirmación en la Iglesia, ¿por qué
le culpáis que recibe a los pecadores?
Más puede su mi- Creo yo que tenía Cristo tan fervien-
165 sericordia que tus tes entrañas de misericordia para los
culpas pecadores que venían a El a pediile
perdón de sus pecados, que pienso
yo que es ansí, que salía de El una poma rica de un licor
preciado, un olor espiritual, y ya se acorrían a El empapa-
1TO dos. Esto es lo que dice la Esposa: In odorem unguentorum
tuorum curremus. Venían a El como padre piadoso, que
habían de curar sus llagas. Ea, pues, los que estamos aquí,
que somos ovejas perdidas, vámonos a Jesucristo, confiemos
de su misericordia que nos recibirá; pongámonos en sus
manos llenas de caridad, y creo que, si tuviésemos confian-
za y sintiésemos bien de la misericordia de Dios, no se
perderían tantos como se pierden.
— Padre, mirad lo que decís, que los más que se pier-
den nos dicen que confían más de lo que han de confiar en
1*0 la misericordia de Dios; que piensan que, aunque se están
en los pecados, Dios es misericordioso para salvarlos.
— Pues yo digo al revés: que por eso se condenan tan-
tos, porque no confían de la misericordia de Dios, y no
creen ellos que no pueden haber hecho tantos pecados, que
154 y] homibre add.
141 Cf. Mt. 15, 14.
171 Cf. Cant. i, 3.
10. DOM. 3 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
303
1&5 no sea más la misericordia de Dios para perdonárselos, y
creer que El les dará fuerza y esfuerzo para perseverar en
el bien, si ellos comenzasen; porque dicen: "¿Cómo saldré
agora que ha tantos años que estoy amancebado, cómo
dejaré agora estos tratos que ha tantos años que los uso?;
190 no podré yo servir a Dios y es excusado ser ya yo bueno".
¿Véis cómo por no confiar en la misericordia de Dios se
dan éstos a la servidumbre de los vicios? Esto dice el Após-
tol ad Romanos.
— ¡Ay, padre!, ¿y cómo saldremos del pecado, que en
195 queriendo salir hay tantos trabajos, tantas persecuciones,
que nos parece imposible podello pasar? ¿Qué haremos, que
luego los amigos y parientes nos persiguen, pónennos nom-
bres, el mundo todo se arma contra el que quiere servir a
Dios ?
200 — Mirá que ansí les pasó a los hijos de Israel cuando
los sacó Dios de Egito del poder de Faraón; los cuales
traían los enemigos a las espaldas; por delante, al mar
Bermejo; a los lados, montes muy altos. Ansí los que sa-
len de Egipto tienen [a] las espaldas los pecados pasados;
205 delante, el mar de los trabajos que han de pasar en sa-
liendo de Egipto; a los lados, dificultades de las costumbres
y hábitos malos pasados y otros mil inconvenientes. Pero
considere el que sale que no ha de pasar en sus propias
fuerzas, sino en fuerzas y virtud de Jesucristo, el cual ha
210 de pelear, callando tú, como dijo Moisén al pueblo de Israel.
No temas, que en el brazo y fuerza del Señor ha de ser la
victoria, y no en él tuyo; el cual sabe, aunque estés cer-
cado, dar camino en el mar, para que seguro pases, y
llanar los montes y ahogar los enemigos y que el mismo
215 mar te sea un muro por una parte o por otra. Quiero decir
que no hay muro ni guarda tan segura para la virtud y
bondad como los trabajos. Estos solos la guardan al gran
filisteo, que es la soberbia y vanagloria, que después de
ahogados los egipcios, de nuevo se levantan contra Israel.
220 Poned vuestra confianza en el Señor, que, peleando El por
vosotros, nadie os podrá vencer; guardándoos El, nadie os
podrá empecer. Ven, pues, oveja perdida, ánima perdida,
que estás desmayada, y ponte en las manos de Jesucristo
y confía en su misericordia, que El te traerá con amor.
225 Diréis: — 'Padre, ¿cómo es perdida, pues fué buscada y
hallada por Jesucristo? Yo no robo a nadie, no hago mal
a nadie. ■ — ¡Oh hermano!, que porque te buscas a ti pier-
des a Dios y a ti. Esto dice Esaías: Abiit sibi ipsi in locis
opacis et fornicata est: Fuése consigo, fuése a sí misma
193 Cf. Eph. 4, 19.
210 Cf. Ex. 14, 14.
229 Ier. 3, 6.
30»
SERMONES. CICLO TEMPORAL
230 y fornicó con otro esposo, y dejó al suyo. Vente, pues, a
Jesucristo y déjate a ti. Vente a El, que El te llama, aunque
hayas fornicado con muchos amadores. ¿No hay aquí alguno
que su mujer le ha hecho maldad, y le ha perdonado y
llevado a su casa y vestídola, y ponelle anillos y no acor-
235 darse más de su culpa? Diréis: — Eso no hay aquí nin-
guno; quien la mate, eso sí, mas perdonalla y traella a su
casa eso no se hallará. ■ — Pues lo que no se halla en la
tierra se halla en el cielo. Que te llama tu Esposo, aunque
le hayas hecho traición; que te quiere tornar a su casa y
240 darte de vestir y ponerte anillos en tus dedos. Acuérdate
del hijo pródigo, lo que hizo el padre con él cuando vol-
vió a él.
Diréis: — Padre, ya que me lleve, castigarme ha y dar-
me ha con ello al mejor tiempo en rostro, porque esté más
245 seguro. — No lo creas, hermano; vete con El, que más
puede su misericordia y los trabajos que El pasó por ti
para agradar a Dios Padre que tus culpas para desagradallo.
Mira que las manos tiene horadadas. Si temías de ponerte
en sus manos duras y ásperas, no temas, que blandas y
250 rotas las tiene por amor de ti. Mira que corona de espinas
tiene por pagar tu locura. Acostado está por pagar los
deleites de tu mala carne. Pies y manos clavados, por pagar
tus malas obras y pasos. Abierto tiene el corazón para
curar y sanar tu hinchazón. Ni te acusará nadie teniéndote
255 [é]l en sus manos. ¿Quién osará quitarte de ellas? Mira
que dice San Pablo: Quis accusabit adversus electos Dei?
Dominus qui iustificat, quis est qui condemnet? An Jesús
Christus qui pro nobis mortuus est, qui et interpellat pro
nóbis interpellative? ¿Por ventura acusarte ha el que pa-
260 deció por ti? Absit; antes El ruega por ti al Padre, y no
solamente es tu enseñador, mas antes es tu excusador.
Rogándole El, ¿cómo le dirá de no? Recibiéndote El, ¿cómo
te desechará?
¿No te acuerdas de Josef, que viniendo los hermanos a
265 él, después de fallecido el padre, a pedirle perdón y ro-
galle que no se acordase de su maldad y pecado que come-
tieron vendiéndole, respondióles: Non vobis videatur du-
rum quod me ven[di]disti; non enim vestra volúntate, sed
Dei consüio factum est? Ansí excusa Cristo a los pecadores.
270 No os parezca duro que me vendiste a los mercaderes.
Y si El te excusa, ¿quién habrá que te ose condenar, pues
que la voluntad de Dios está en su mano? Si posuerit ani-
mam suam pro peccato, voluntas Domini in manu eius di'
250 de espinas] después
231 Ier. 3, 1.
259 Cf. Rom. 8, 33-34
270 Cf. Gen. 45, 5-8.
274 Cf. Is. 53, 10.
ig. ROM. 3 DKSPUÉS Ú£ PENTECOSTÉS
306
rigetur. En sus manos estará la voluntad del Padre, pues
-7r> El pagó más que tú debes. ¿De qué duaas venir a El?
¿Por qué lo dilatas? ¿Quién es aquel que te puede tener?
¿Cuál es la cosa que te estorba? ¿Qué haces ahí, como
le dijeron de Elias, que vives por la mano del cuervo, y
el río que bebes se seca? Mira que vives por mano del de-
280 monio, que andas al querer del cuervo, y el río de los
deleites de la carne cada día se seca más. Cada día te vas
envejeciendo. Vive por mano de la paloma y no del cuervo.
¿Por ventura piensas que te ha de venir Cristo otra vez
a redemir y buscar? Redemido estás; mas si no te vienes a
385 El por fe ni le sigues con obras, ni El murió por ti, ni
El padeció por ti, ni pagó por ti. Para ti no ha venido
Cristo; quiero decir, si tú no te aprovechas de ella, no
te aprovecha más su muerte y su pasión que si no fuera
muerto para ti. ¿Qué hombre habría que debiese tanto, que
290 no pudiese pagar, y cada día le creciese el cambio o usura,
que no quisiese aceptar la paga y dar las gracias a quien
quisiese pagar por él? Y si por ventura, antes que él na-
ciese, hobiese pagado otro sus deudas nechas y por hacer,
¿qué le debría, con qué se lo podría pagar? Pues Cristo
295 pagó todas tus deudas, y antes que tú nacieses ya El había
pagado por ti. ¡Gracias te den, Señor, los ángeles, que tanto
amor mostraste a los hombres, sin venirte a ti ningún pro-
vecho! ¡Bendígante, Señor, los ángeles por ello, que ve-
niste a buscar la oveja perdida!
300 Regocijo en el cielo Amen dico vobis, maius gaudium
est in caelis swper uno peccatore
paenitentiam agente. Más gozo hay en el cielo por un pe-
cador que sale del pecado, que no sobre noventa y nueve
justos.
3°5 Tiene un padre tres o cuatro hijos, el uno de ellos chi-
quito, que no sabe hablar, y aunque los hijos grandes digan
alguna razón bien dicha y sabiamente, no por eso los padres
se alegran; empero, cuando el niño que no habla le oyen
decir taita, allí es el regocijo de padre y madre y de toda
310 la casa. — ¿Por qué? ¿No decían ios otros hijos razones
más bien dichas? — Sí; empero, alégranse, porque ven que
el niño que no hablaba dijo taita. Y ansí, cuando Dios ve
que el pecador, que estaba mudo, habla confesándose, llo-
rando sus pecados, alégrase El y todo el cielo. Empero,
S15 la causa por donde me parece a mí que se hace este rego-
cijo, es porque se desenvuelven los méritos de Jesucristo
cada vez que se aplican a la conversión de un pecador.
Ansí se desenvuelven los azotes, corona y llagas de Jesu-
279 Cf- 3 Reg. i;, 6-7.
304 Le. 15, 7.
306 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cristo, y su sangre, y tormentos, porque fueron más agra-
320 dables a Dios que todos los ángeles y arcángeles. Hacen
gran regocijo en el cielo, porque viene a la memoria la me-
dicina que fué bastante a curar tanto mal, y más que fuera,
cada vez que se aplicó al paciente. Dan grandes loores y
gracias los ángeles con gran regocijo a Dios, que tal me-
325 dicina ordenó, o, si quisierdes, lo común nácese de nuevo
regocijo por un pecador más que por noventa justos, por-
que aquéllos estaban ya ganados. O es como cuando la
Iglesia celebra un santo, aunque sea pequeño, más gozo
toma aquel día por su conversión y martirio que no por
330 cuantos hay en el cielo. Y aun allá en el cielo creo que se
hace regocijo espiritual aquel día más que por los otros.
Jesucristo, con la Veniste, Señor, a buscar la oveja
oveja a hombros perdida y pusístela sobre tus hom-
bros. Habíamos de decir cómo vino
336 a buscalla el Hijo de Dios, dejando su palacio real y su
mesa y la música de su Padre. Quiso venir a donde estaba
la oveja perdida, vistiéndose de sus hábitos y tomando sus
trabajos. ¿Y en dónde la halló? In loco horroris et valle
solitudinis. Tierra de espanto se llama el pecado, o porque
340 siempre tiene espanto el que está en él, o porque viene
tal espanto, que él mismo se espanta de sí mismo cuando
se ve qué tan feo está, y dice: "¡Oh, válame Dios! ¿Yo
soy fulano, yo soy el que hago tantas ofensas a mi Dios?
Déjolo todo, porque ya estoy cansado, estoy harto por el
346 tiempo".
¿Habéis visto tan lindo cielo estrellado como ver a Je-
sucristo venir con la ovejita en sus brazos? — Mirá, Señor,
que si la ovejita es un poco bolliciosa, os dará con los pies
en la boca, y si os diere, Señor, ¿dejarla heis? — Aun no la
350 dejaré.
¡Oh hombros bendictos de Jesucristo! ¿Qué había de
dicir de estos hombros? ¿Qué quiere decir llevar la ove-
jita sobre sus hombros? Lava Jesucristo los pies a sus dis-
cípulos y bésaselos y dice: "¿Sabéis, discípulos míos, lo
355 que he hecho? ¿No sabéis lo que en ello os doy a enten-
der? Que si yo, siendo vuestro Señor y Maestro, lavo vues-
tros pies, que vosotros os lavéis unos a otros". Pues dice
Jesucristo: "¿Veisme venir con la ovejita en mis hombros?
Pues quiero decir que vosotros os llevéis unos a otros las
360 cargas y los trabajos y malas condiciones. Y no como al-
gunos que hay, que parece que tienen hombros de masa. Si
327 aquellos] r/iic adit.
349 (k jáisla
339 Cf. Deut. 32, 10.
ig. DOM. 3 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
307
les dicen que entiendan en hacer paces, responden: "¿Quién
me mete a mí en pleitos ajenos?"
Ir en los hombros de Jesucristo es que en ellos tiene
365 virtud tu ayuno, tu limosna y tu oración, porque estás
sobre los hombros de Cristo, porque estribas en sus mere-
cimientos, que sin ellos son tus obras de ningún valor.
Por eso te lleva en los hombros, porque nos ganó a todos,
llevando nuestros pecados en su cruz y sobre sus hombros.
3T0 Factum est principatus et imperium super humerum eius.
Su reino es el que ganó con la cruz sobre sus hombros;
por eso te lleva sobre sus hombros, porque, llevándote El,
no se ejecuta en ti la justicia de Dios.
Y si dicen que bien pueden dejar al Señor y castigar al
375 criado, dirá Cristo al Padre: "Señor, si por ser mi criado
no hay lugar que le perdonéis, mirad que es mi hermano
y mi esposo, y si esto no basta, mirad que es miembro
mío y que es yo. Y si no se puede castigar la cabeza, sin
que se castigue el miembro, ansí al contrario, pues por ser
380 miembro de mi cuerpo bastaba para amarlo. Quia nemo
carnem suam odio hábuit". Baste, con mayor razón, que
es miembro de Jesucristo para amarle y ayudarle, que si
viendo ajla misma persona de Jesucristo la recibieses en
tu casa y le dieses lo necesario, no era de tenerlo en tanto:
385 que cualquier mal hombre o mala mujer que supiese que
era Cristo lo haría; mas que recibas a los pobrecitos por-
que son cosa suya y porque El lo manda aquello, procede
de mayor amor. Y como El nos llevó sobre sus hombros,
ansí nosotros llevamos a nuestros hermanos, y no que ten-
390 gamos hombros de cera, que no sufren una onza de carga.
El Esposo nos ronda Señor, ya que os vemos con la
la calle ovejita perdida en vuestros hom-
bros, ¿qué le decís para que vaya
con vos o qué le dais para enamorarla ? Hace Nuestro Se-
395 ñor con el ánima lo que hará un esposo o marido bueno con
su esposa que se hubiese ido con otro y él la amase y tu-
viese deseo de volvella a su amistad. ¿Qué haría éste?
Irse hía por donde supiese que ella estaba, y diría entre
sí: "Quizá se parará a la ventana y me verá, y viéndome
400 se acordará que yo soy su esposo, y que aquel con quien
está es rufián, y se acordará del amor que le tuve y de lo que
hice por ella, y se le moverán las entrañas a amor y se sal-
drá y volverá conmigo". Y ansí Cristo Nuestro Señor, espo-
so del ánima, viendo que se le ha ido y está amancebada con
405 el demonio, ronda la calle, paséase por donde está. ¿Qué
370 Cf. Is. g, 6.
381 Cf. Eph. 5, 29.
308
SERMONES. CICLO TEMPORAL
pensáis que es predicaros aquí sino rodearos Jesucristo por
las ventanas de las orejas? Y pintaros a Jesucristo cruci-
ficado y las imagines en los templos, ¿qué es sino ronda-
ros Jesucristo los ojos, para que os acordéis que El es
410 vuestro esposo y Señor natural? Como os ve Jesucristo que
no vais tras El, dícele a la ovejita: Salte conmigo, herma-
na mía, querida mía, columba mía; ábreme y vente conmi-
go. Mira que yo soy tu esposo natural, y ese con quien
estás es rufián. Mira, hermana mía, lo que paso en tu re-
415 cuesta y por desposarte conmigo. Quia caput meum plenum
est rore. Y si por ventura Dios le toca en el corazón, luego
sale herida tras El, y vale buscando, como la Esposa en
los Cantares, y hallándole dice: "¡Oh Señor mío y Esposo
mío! Vos sois mi Dios y todo mi bien. Perdonadme, Señor,
420 que yo he seído la mala, que os dejé por otro mal amador.
Traedme, Señor, en pos de vos, y no me estorbará nadie
de correr en el olor de vuestros ungüentos".
Diréisme: — 'Padre, ¿en qué sabemos si Cristo nos ha
hallado? — Una sola señal os daré, en que lo podéis co-
425 nocer. Mirad si andáis vos buscando a Jesucristo, y en
eso veréis si os buscó y os halló. Haced lo que quisierdes;
si El no os hiere en el corazón, poco aprovecha; mas si El
os hiere, luego veréis el ille a buscar y preguntar por El
y morir porque os quiera El, y decir con Davit: Sicut cervus
430 desiderat fontes aquarum, ita anima mea ad te, Deus. Como
el ciervo herido va deseoso de hallar las fuentes de las
aguas, ansí el ánima herida del amor de su esposo, del
amor de Jesucristo, anda buscando las aguas de su dulzura,
para refrigerar el fuego de su deseoso amor. Luego, cuando
435 vos anduvierdes herida a buscar a Jesucristo, entonces
creed que El os ha buscado y os ha hallado a vos.
¿No habéis visto cuando un rufiancito anda por una
mujer, rodeándole la puerta, y pasando malas noches por
ella, y dice en su corazón: "Yo haré que paséis lo que yo
440 pasé, y que andéis vos tras mí como yo anduve tras vos"?
Pues ansí pasa, aunque la comparación no sea muy al
pelo, por la persona ser mala acá y buena acullá. Ansí
dice Jesucristo: "Dejalda, que lo que me hizo pasar por
traella a mí, agora me lo pagará, que yo haré que sepa
445 per experiencia lu que yo pasé por ella. Ego osicndam illi
quanta oporteat eum pati pro nomine meo. Porque por mu-
chas veces que llamé y no me oyeste, tú llamarás y pare-
certe ha que no te oyó". Después que tú buscares a Jesu-
cristo y no le hallares a tu parecer tan presto, mira que
421 en] es
416 Cant. 5, 2.
43a Cf. Ps. 41, 2.
446 Cf. Act. 9, 16.
2Q. DOM. 9 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
300
450 ésta es la causa, que quiere con tu constancia ser pagado
del trabajo de tu llamamiento, para darte acá gracia y
allá gloria.
20 Viendo Jesús la ciudad, lloró sobre ella *
Domingo IX después de Pentecostés. Sevilla, agosto 15^1
(Oña, Ms. est. 8, pflut. 4, n. 55 bis, f f . 36 r - 36 v [incomipleto].)
Videns Iesus civitatem flevit super Mam, dicens:
Qtiia st cognovisses et tu (Le. 19, [41]).
Exordio Dice el Eclesiástico: Música in luctu importuna
narratio est. Estáes [sic] muy triste y llorando
ó por una cosa que mucho os duele, y viene a veros alguno
a quien no toca vuestra pena, y se quiere parar a daros
música. Claro está que es muy fuera de tiempo, cosa im-
portuna y enojosa.
Los predicadores, que en este santo lugar nos ponemos
10 a deciros verdades y consolaros de vuestros pecados, querer
predicaros vuestras intenciones y liviandades, cosa digna
de reprehensión es; y los otros días sería pecado venial, y
hoy sería pecado mortal, pues que hoy lloró Cristo, y la
Iglesia nos presenta sus lágrimas. Pues si llorando Cristo
I5 os quisiésemos dar música, ¿no os parece que sería daño
de gran culpa?
Pues para que sintamos las lágrimas de Cristo con aque-
lla reverencia que se les debe y sepamos decir de ellas,
roguemos y supliquemos al Señor que nos dé gracia para
20 ello, y pongamos por intercesora a la Virgen Santísima, di-
ciendo con devoción: Ave, María.
Llora sobre Jera- Videns Iesus cimtatem,- flevit super
salén, llora sobre illam, etc. Las palabras que tomé
la Cristiandad Por fundamento, con el favor del Es-
25 píritu Santo, son del evangelista San
Lucas, c. 19. Viendo Jesús la ciudad, lloró sobre ella di-
ciendo: Porque si conocieras tú, etc. Esto fué el día de
Ramos, y cántalo la Iglesia hoy. La causa es porque allí
se profetizó la destrucción de Hierusalén; y porque ella
30 fué el mes de agosto, por eso se canta este evangelio en
este mes.
Y para que mejor se entienda, habéis de saber que en
la sagrada Escritura aquel se llama sentido literal el que
* Ed. R. García Viixoslada, S. L, en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 113-117. «Dominica nona post Pentecosten» (f. 36 r).
4 Eccli. 22, 6.
27 Le 19, 41.
310
SERMONES. CICLO TEMPORAL
suenan las palabras de fuera; y esto quiere decir "letra":
35 lo de fuera, lo que es corteza del Espíritu. Y puesto que
el sentido literal sea el principal sobre que se fundan los
otros, mas el que principalmente pretende el Espíritu Santo,
el principal intento de Dios, es el sentido moral. Como si
dijésemos que, criando Dios el pan, más principalmente
40 pretendía que sacases doctrina del pan que no mantener el
cuerpo. Y el agua y el fuego.
Pues en este evangelio, puesto que Cristo lloró sobre
esta ciudad y de ella sea el sentido literal, que veniendo
Cristo a ella de Betania, viendo sus edificio[s] y grande-
45 zas, se comovió a compasión y lloró por el castigo que
por sus pecados le habían de venir, pero más principal-
mente lloró por la destrucción que había de venir a Hieru-
salén la espiritual, que es la Iglesia cristiana, en las áni-
mas de los cristianos de su Iglesia.
50 Para que entendáis esto, notad que el monte de Sión
está a la parte de oriente de la ciudad, y el monte de los
olivos está a la otra parte, y Betania está al pie del monte,
y el arroyo de Cedrón pasa por aquel valle, y para venir
a Hierusálén pueden venir desde este lugar de Betania,
55 subiendo por el monte y descendiendo a Hierusálén o ve-
niendo por rededor del monte.
Cristo subió por el monte. Y cuando están en la cum-
bre del monte, bajando, como Hierusálén está a la halda
del monte y el monte Olívete es más alto, parécese la ciu-
60 dad toda, y como Cristo veniese a ella, saliéronle a recibir
multitud de gentes con grandes cantares y himnos. Unos
echaban ramos, otros vestiduras; y Cristo, cuya ánima
veía las cosas por venir como las presentes, olvidado de
las honras y de las fiestas, movido de gran compasión su
65 corazón de lo que había de venir, comenzó a entristecerse
y tomar dolor, y mostrólo de fuera en llorar muy agrá y
amargamente lo que a Hierusálén, magnífica ciudad de
tantas gentes y de tan soberbios edificios, tantos trabajos
como le habían de venir por sus pecados, y principalmente
70 por el pecado que cometieron en crucificar a Cristo.
¡Oh Hierusálén! ¡Si agora que vives en aquéllas cosas
que son para tu paz, que 'vives en tiempo tuyo (como dicen
acá: Agora es el tiempo, agora vive a su placer), si supie-
ses cómo verná otro tiempo que no sea tuyo, cuando vernán
75 tus enemigos y cercarte han de valladar, y según serán
muchos, bastarán para cercarte como a muro, y morirás
de hambre, y destruirte han, hasta que no quede piedra
sobre piedra! —Mirad qué triste nueva. ¿No os parece
66 mostrollo
78 Cf. Le. 19, 42-44.
20. DOM. 9 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
311
que sería para teiríblar, si dijesen que vernía el turco y
80 cercaría a Sevilla? — 'Pues conociendo Cristo esto, como
tenía entrañas tan blandas y misericordiosas, comienza a
llorar, y ayúdale el otro llorador diciendo: Quomodo sedet
sola civitas plena populo! Facta est quasi vidual
Y fué ansí lo que Cristo dijo: que vino después Tito
85 y Vespasiano, que envió Dios para vengar tan grande pe-
cado, como fué la muerte de Cristo, y vinieron a tanta
hambre y a tanta estrechura, que las madres se comían a
los hijos. ¿No os parece que era harta mala ventura asar
la madre al hijo y comello? Y venieron después a tanto,
90 que se vendían muchos judíos por un dinero. De ello[s]
mataron, de ellos captivaron, de ellos derramaron por acá
y por acullá, y no quedó cosa en pie de la ciudad.
Y principalmente lloró Cristo conociendo los males que
habían de venir no sobre aquella Hierusalén de piedra, mas
95 sobre la Hierusalén de espíritu, que es las ánimas cristia-
nas, la Iglesia universal. — ¿Por qué lloráis, Señor? — 'Lloro
porque vendrá tiempo que no tendrá otro remedio el mal
de la Cristiandad sino llorar.
No piense nadie que su decir aprovecha nada; que ve-
100 nido ha la Iglesia a manos de Jesucristo. En sus manos
solas está él remedio. Y si algunos celosos hay del bien
de la Iglesia, callen y giman, que con otra cosa no pueden
aprovechar. Dijo Dios a Hieremías: "Ven acá, y yo te
mataré a tu mujer, y mira que no has de llorar, sino gemir
a05 y callar". Y ansí el remedio de los celosos es gemir y ca-
llar. Que si lo decís al provisor, que remedie tal mal, dice
que no puede, que viene de otra parte. El arzobispo dice
que del papa. El papa dice que no puede. Ansí sólo a las
manos de Dios ha venido el mal de la Cristiandad. Y por
lio eso lloró Cristo sobre la ciudad, por el mal que había de
venir a las ánimas, y más porque su pasión no había de
aprovechar a muchos.
— Señor, pues que lloró Cristo por todo el mundo, tam-
bién llora por Sevilla, también vería allí a Sevilla. — Dejemos
H5 a Sevilla y hagamos cuenta que cada uno es solo, que no
hay más. Gran mal es el que hay en la Cristiandad; gran
mal es el que hay en nuestras ánimas. Esaías: Tui prophe-
tabant mendacium, sacerdotes plaudebant manibus, populus
dilexit talia; quid fiet populo huic in novissimo? Los pro-
12° jetas te decían y predicaban mentira, y los sacerdotes da-
ban palmas, y el pueblo amaba tales cosas. ¿Qué será del
tal pueblo el día postrero? Tus profetas te predicaban men-
117 prophotabuut
83 Thren. i, 1.
105 Cf. Ez. 24, 16-18.
122 Cf. Ier. 5, 31.
312
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tira, la mentira era que decían: "Andá, que buen camino
lleváis; bien estáis con Dios, sus amigos sois, su paz te-
125 neis". Pax et non erat pax. ¿Qué será de aquel pueblo el
día postrimero? Dios nos abra los ojos y nos lo dé a enten-
der por su misericordia.
Mirá bien, que todos los pecados que había entonces en
Hierusalén, porque lloraba Cristo el castigo que les había
130 de venir, están hoy en la Cristiandad. Si no le[e]d a
Esaías 5.6.9, que no me quiero parar a probar lo de la
Escriptura. Pues: Numquid non visitaba Dominus super ini-
quitate tua? Si cognovisses et tu... ¡Quién fuera profeta
para decíroslo! Yo no soy profeta ni hijo de profetas, mas
136 traslúceseme de la Escriptura santa que, si no os enmen-
dáis y lleváis el camino que lleváis, ha de venir un recio
castigo de Dios. Nadie os engañe y os haga en creyente que
lleváis buen camino, que no lo lleváis. Hasta que os rin-
dáis a Dios, no lo podéis llevar bueno. Mientra que no
140 fuéredes bueno, no podéis ser de Cristo, que fué obed [i] en-
cía del Padre.
Ya me convertiré', — Padre, yo me convertiré y seré
tiempo tengo bueno, que aun tiempo tengo. — ¿ Qué
sabéis si después estaréis más obs-
145 tinado en pecados? — Padre, ¿no sabéis que dice David:
Anima mea in manibus meis semper? Mi ánima, en mi pal-
ma; cada vez que quiera me convertiré. — ¡Oh, maldito
seas, Pelagio, que tanto mal heciste en la Cristiandad!
Luego, si tu ánima está en tu palma, ¿en tu mano está
150 la gracia y salvarte ? No está todo en tu mano, ¡ oh ! que me-
nester es la gracia y ayuda de Dios; aunque no quitemos
al libre albedrío, mas es menester la gracia para esforzallo
a que quiera lo que debe querer para se salvar. Dice San
Agustín: En algunos libros está Anima mea in manibus
155 meis semper, y en otros in manibus meis, y en otros in
manibus tuis. Si está in manibus tuis, bien está, que en
las manos de Dios está siempre nuestra ánima. Si está in
manibus meis semper, yo no sé lo que quiere decir, dice
San Agustín. No está en tus manos el salvarte, que, aun-
160 que esté in manibus meis, dicen los doctores que es un ada-
gio "Traigo mi ánima en mis manos", para perderla. A cada
hora ando tan a peligro, que traigo el ánima en las manos
para caérseme.
Si cognovisses tempus visitationis tuae. Si conocieseis
165 el tiempo que agora tenéis. Catá que verná otro tiempo que
125 Ier- 6> H-
133 Cf. Thren. 4, 22 ; Ier. 5, 9. 29; g, 9 ; Is. 26, 21 ; Am. 3, 2.
147 Ps. 118, 109.
159 San Agustín, Enarr. in Ps, 118, serm. 23, 5 : ML 37, 1568.
165 Le. 19, 44.
21. DOM. IO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
313
no será vuestro. Cum accepero tempus, ego iustitias iudi-
cabo. Los que agora vivís sin temor, entonces será el tem-
blar. — '¿Queréis oír una cosa nueva, que nunca la habéis
oído? — 'Que os habéis de morir. — Eso no hay niño de
170 cinco años que no lo sepa. — OPues nuevo es que verná tiem-
po que cuando estéis en la cama y os digan los médicos:
"Señor, catad que os habéis de morir de aquí a tres horas",
allí será el temblar; cosa nueva os parecerá, cosa nunca
oída. Gran temblor os tomará.
3W5 ¿No os acordáis del rey Baltasar, que no se acordaba de
su muerte y hacía grandes convites, y mandó traer los
vasos del templo que habían llevado con los captivos, y
bebían con ellos, y aunque se lo decían los profetas, no
temía? Hasta que, estando seguro, vido el dedo que escribía
180 en la piedra y decía: Mane, Thecel, Phares. ¿Qué es eso?
Dióle tan gran temblor, que las rodillas se daban unas con
otras. Allí es el temblor, que los que viven sin temor, al
tiempo de la muerte tiemblan, y los que en la vida temen
la muerte, están entonces muy seguros...
21 Mucho vale la humildad para alcanzar
misericordia *
Domingo X después de Pentecostés. Granada
(Oña, est. 8, pdut. 4, n. 55 bis, flf . 30 r - 32 v.)
Qui se humiliat, exaltabitur, et quí se exaltat hu-
miliabitur (Le. [18, 14]).
Exordio Tenemos una regla dada y publicada por Cristo
nuestro Redemptor, muy necesaria de ser sabida
y puesta por la obra, que el que se ensalzare será humillado,
iy el que se humillare, será ensalzado. Mire, que quien qui-
siere subir, necesario es que sea medido por este rasero,
por esta regla, que sea humillado; y que el que se atreviere
a humillarse por Cristo, que le subirá y ensalzará.
Hay unas sentencias preciosas, dichas por nuestro Re-
demptor en el Evangelio, que todas debían ser sabidas de
coro. Pues si conforme a esta regla ha de ensalzar Dios a
quien se^ humilla, la Virgen santísima, que tanto se humi-
lló, ¿qué tan alta os parece que estará?
Y en lo que hace a nuestro propósito, ¿qué pensáis que
es la causa que en este lugar tan alto esté, lugar donde so-
167 Ps. 74, 3.
182 Cf. Dan. 5, 5-6. 25.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7
(r947). 93-I02. «Dominica undécima post Pentecosten : Del Mtro Joa-
nes de A.vila» (f. 30 r).
6 Le. 18, 14.
314
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mos mensajeros de la palabra de Dios y donde somos, si
bien hacemos el oficio, legados del mismo Dios?
Antes que os prediquemos, todos inclinemos nuestras
20 rodillas a la Virgen y nos humillemos a ella; y porque ella
tanto humilló las rodillas y corazón a nuestro Dios, quiso
El que todos los hombres hinquen las rodillas a ella, y no
solamente las de los hombres, mas aun las de los ángeles,
pues tan bien supo reverenciar a su Dios. Y porque en este
25 presente sermón tenemos necesidad de la gracia y favor del
Espíritu Santo, hinquemos nuestras rodillas y roguémosle
que nos la alcance con el Ave, María, etc.
Hemos de subir y Qui se humiliat exaltabitur, etc. Las
hay peligro en subir palabras que con favor del Espíri-
30 tu santo darán fundamento al pre-
sente sermón son del Evangelio de San Lucas. Quieren de-
cir: El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare
será ensalzado.
No sé si habéis caído en la cuenta, si os habéis parado
35 a pensar en cuánto cuidado está puesto nuestro Dios por
nosotros. Púsonos tanta gana, tanta inclinación para subir,
que no nos contentamos, aunque subamos hasta los cielos.
Todos queremos subir. Mas ¿qué es <esto que nos puso
Dios? Un deseo, una gana tan entrañable de subir, que nun-
40 ca jamás nos contentamos hasta tener lo que queremos.
Y ansí veréis que tan descontento estáis después que ha-
béis subido a una deseada dignidad como antes. Y aunque
subieses a ser señor de todo el mundo, no te hartarías de
subir; tan descontento estarías como si no tuvieses nada.
4,5 Y ansí, aunque fueses señor de los ángeles y de los cielos,
no estarías contento si no subieses a ver a Dios. Fecisti nos
et ad te inquietum est cor nostrum. Y en tanto es necesa-
rio subir hasta alcanzar a Dios, que o lo has de alcanzar,
o seráte necesario bajar hasta el infierno a pasar tormen-
to tos eternos.
Pues, Señor, siendo cosa tan peligrosa el subir, ¿para
qué, Señor, nos pusiste en tanto cuidado? Nunca oímos,
sino: "Fulano subió por una escalera y cayó, y se le fueron
los pies o se le desvaneció la cabeza y quebróse los bra-
55 zos", y doblan por él. ¿No decís acá: "Andad por donde
anda el buey, por la vía llana, que es cosa segura"? ¡Se-
ñor, no fuera el hombre como una hormiguita, como un
gallo, como un león, que no tiene más gana de subir, que
comer y criar sus hijitos y dormir muy seguro, y con aque-
60 lio está tan contento, que no desea más!
28 Le. 18, 14.
47 San Agustín, Confess., 1. 1, c. 1, 1 (ML 32, 661) : «Fecisti
nos ad te, et inquietum est cor nostrum, doñee requiescat jn te».
21. DOM. 10 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
315
Mandástele, Señor, subir; pusístele gana de subir, mas
no como al hombre. Allá quiso Lucifer subir, y aunque re-
cio de cabeza, aunque tan excelente, como sea tan peli-
groso el subir, no acertó y dijo: "Subiré a lo alto y a sen-
65 tarme sobre las estrellas, pondré mi silla sobre los cielos,
y seré semejante al muy alto". Desvaneciósele la cabeza y
cayó y no paró hasta dar en el profundo del infierno. Y de
tan excelente criatura es el más malaventurado que Dios
crió ni criará. Ya allá [a] aquellos buenos de nuestros pa-
70 dres, a nuestra madre Eva, di jóle el demonio: Seréis como
dioses. Quiso subir a Dios, creyó al demonio, y aunque Adán
no lo creyó, que sería como Dios, también pecó pecado de
soberbia, y como quisieron subir, dieron tal caída, que die-
ron con todos nosotros en el lodo.
75 Y, Señor, pues que hemos de subir y hay tanto peligro
en subir, ¿qué remedio para que acertemos a subir? ¿No
os parece que, pues tanto va con el negocio, que debemos
de subir hasta tener a Dios? Que si no lo tenemos, aunque
seamos señores del cielo y de la tierra y de los ángeles, so-
80 mos malaventurados. ¿No os parece en qué tan gran cui-
dado nos ha puesto Dios?
Veréis en Granada que hay hombres que andan flacos,
descoloridos, desquijarados, que no les vaga comer ni dor-
mir de cuidado. Decirles heis: "Vamos un poco a holgar".
85 Responderos han: "No tengo lugar de jugar, ni folgar, ni
reír, que tengo entre las manos un negocio que me va la
vida en ello, y hasta que se dé la sentencia por mí, no me
mandéis que entienda en otros negocios". Ansí ha de ha-
cer el cristiano, que si tiene tantico seso y se para a pen-
90 sar el negocio que tiene entre manos, no es posible sino
que muchas veces pierda el sueño y en medio de la comida
se le pare el bocado en la boca, y en medio de los placeres
se pare pensativo y diga: "Vete, mundo, vete y no me pi-
das que me pare a holgar, reír ni jugar, que no me vaga
95 hasta que se dé por mí la sentencia, y diga mi Dios: Ven
acá, entra conmigo en la mi gloria. No descansaré, pues
tal negocio tengo entre las manos". ¿No os parece que es
negocio que os ha de poner en cuidado?
Los que saben que Tres maneras hay de hombres. Unos,
loo están condenados de los cuales plegué a la misericor-
dia de Dios que El se duela de ellos.
Estos son unos que saben de cierta ciencia (llamo cierta
ciencia al conocimiento de cierta fe), que, estando en esta
iglesia, están condenados a arder para siempre jamás con
63 excelente] y add.
'67 Cf. Is. 14, 12-15.
71 Gen. 3, 5.
316 SERMONES. CICLO TEMPORAL
10§ los demonios, porque está dada la sentencia por ellos, y si
en esta iglesia muriesen, serían para siempre jamás sepul-
tados en los infiernos. ¡Y que lo pueden sufrir! ¿Puede ser
mayor locura, mayor ceguedad? ¡Que saben, como saben,
que son cristianos, y que cualquiera que está en pecado
lio mortal está condenado al infierno! Que Dios lo dijo. Su pa-
labra es: Anima quae peccaverit, ipsa morietur. Y El dijo
que no puede servir a Dios el hombre [y al pecado] ; todo
aquel que tiene pecado mortal no puede tener a Dios, que
no pueden caber juntos. En pecando que pecas, el pecado
US entra por una puerta y Dios sale por otra. ¡Oh malaventu-
rado de aquel que dice a Dios: Salios, que quiero meter, en
mi casa al demonio!
Los que piensan que Otros hombres hay que piensan que
son buenos y quizá son buenos, y quizá lo son y quizá
120 no lo son no 1° son- Hay unos que piensan que
van bien y quizá van mal, y que es-
tán en amistad y gracia de Dios y quizá no lo están. Est
via quae videtur homini iusta, novissima autem eius de-
ducunt ad mortem. Hay un camino que al hombre parece
125 justo, y lo postrero de este camino lleva a la muerte. Allá,
querríades ir a Toledo, y si fuésedes a parar a Salamanca,
os sería muy grande trabajo. ¡Cuánto más, pensando que
íbades a la vida, ir a dar a la muerte! ¡Pensando ganar a
Dios, hallar el infierno! ¿Pareceos que será pequeño el en-
130 gaño? Pues ¿qué remedio? ¿Quién nos sacará del engaño?
Aquel que para eso fué inviado del Padre, el bendicto Jesu-
cristo nuestro Redemptor, que fué enviado para deshacer
nuestros engaños. ¿No estaba profetizado de El: Erunt
oculi tui videntes praeceptorem tuum; et aures tuae au-
135 dient verbum post tergum monentis: Haec est via, ambu-
late in ea et non declinetis nec ad dextram nec ad sinistram ?
Tus ojos verán a tu preceptor y maestro en carne humana,
para que le puedas ver y seguir las pisadas de sus pies;
y tus orejas oirán su voz, que es el Evangelio que El pre-
140 dicó para guiar a los hombres. Y dice: oirán su voz a las
espaldas, porque lo que queda atrás, que ha tantos años
que pasó que se predicó el Evangelio, la palabra de Cristo,
oírnoslo nosotros como a las espaldas. Oímos la voz que
Cristo nos dió: Esta es la vía, éste es el camino, id por él,
145 no os apartés a diestra ni a siniestra. Y en otra parte: Ad
dirigendos pedes nostros in viam pacis.
Y entre los desengaños que nos desengañó nuestro Re-
demptor y Maestro es uno de los principales el que tenemos
en el evangelio de hoy, y es éste. Dijo Jesucristo esta pa-
ñi Ez. 18, 4. 20.
125 Prov. 14, 12.
136 Is. 30, 20-21.
146 Le. 1, 79.
21. DOM. IO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
317
150 rábola; ahora sea parábola, ahora historia, poco va en ello;
antes parece historia en las señales que da, aunque no lo
nombra. Y digo que estas palabras dijo Dios a unos que,
confiando en si, que eran justos, tenían en poco a los otros.
Estando predicando, supo Jesús que estaban allí algunos
155 qui confidentes in se tanquam iusti, aspernabantur caete-
ros. ¡Oíd! Había en un pueblo dos hombres, un arrendador
y un fariseo, y éste y este otro entraron a orar al templo.
Entró el fariseo, hombre tenido por santo, y guardaba más
cirimonias que los otros. Pharisaeus quiere decir divisus,
160 hombre apartado del pueblo, hombre tenido por más santo
religioso; que parecía[n] religiosos, aunque eran casados.
Pues el fariseo, hombre tenido por santo, vase al templo
a orar, éntrase derecho como en su casa, no para hasta el
altar, como agora hacemos los clérigos; ponerse hía dere-
p96 cho, en pie, alzaría los ojos al cielo y las manos por ven-
tura altas, como hombre que no tenía cosa de que tener
vergüenza, y comenzó su oración: Gracias te hago, Señor,
que no so yo como los otros hombres, robadores, adúlte-
ros, injustos y malos, como aquel publicano, como aquel
170 arrendador que está allí.
La mala oración del ¡Oh qué gentil oración! Mejor sea
fariseo a él la salud. Tomemos agora a éste
y después hablaremos del otro. ¿Qué
dices, fariseo? Gracias te hago, Señor, que no soy yo, etc.
175 Veamos qué mala es esta oración.
— ¿No hemos de dar gracias a Dios, si somos buenos?
Gracias te hago, Señor. ¿Qué mala palabra es ésta? Dice
San Augustín que no puede el hombre decir oración más
buena y más provechosa que gracias a Dios. Que no soy
180 como los otros, robadores, adúlteros, carnales, mundanos.
Si el hombre no es malo, ¿no dará gracias a Dios por ello?
Si no da gracias, soberbia es. Pues ¿en qué peca el fariseo
en: Gracias te hago, Señor, etc.?
— ¿Quieres ver cómo mientes? Ven acá, fariseo ciego.
185 si tú das gracias a Dios en tu corazón, ¿por qué menospre-
cias aquel arrendador? Si tú conoces que el no ser tan malo
es obra de Dios, que graciosamente la puso en ti y no en
aquél, ¿para qué reprehendes y menosprecias a aquél, pues
que no la puso Dios en él? Ciertamente que aunque defuera
161 cansados
177 ésta] i<pié mala palabra fes ésta? adJ.
is6 Cf. Le. iS, o.
169 Le. 18, 11.
179 San Agustín, E*. 41, aci Aurelium, 1 (ML 33, 158) : «Nam
quid melius et animo geramus, et ore promamus, et cálamo exprima-
mus, quam Deo gratias ?»
318
SERMONES. CICLO TEMPORAL
190 dices: "Gracias, que no soy malo", de dentro dices: "Gra-
cias a mí, que no soy malo como aquél". El cristiano no ha
de decir ansí, sino: "Gracias a ti, Señor, que no soy bue-
no, como los otros, y si algún bien en mí pusiste, eso no es
sino que por ventura yo era el más malo y más llagado,
195 y movístete a misericordia de mí, más que de los otros, que
no eran tan malos como yo". Mas si tú dices: "Gracias te
doy, que no soy malo como fulano y me supe guardar y, por
tanto, soy", cata, a ti te das las gracias, como quien dice
[que] por tu industria y fuerza te defendiste y eres bueno,
200 y ansí a ti quieres atribuir lo que debes a Dios, y aunque
acá con la boca des gracias, en el corazón a ti te las das y
a ti te haces Dios.
Asienta esto en tu corazón y tenlo por muy cierto, que
ni la menor cosita, ¿qué diremos?, un menear de una pes-
205 taña del ojo, dar un paso, pensar un pensamiento, no puedes
sin el ayuda de Dios, si la mano poderosa de Dios no te die-
se fuerzas para ello: In quo vivimus, movemur et sumus.
Con su virtud vivimos y nos movemos g/> en El estamos y
por El somos.
210 Imagina ahora que estuviese uno sobre una torre muy
alta de cien leguas en alto y que estuviese allí puesto de
pies, y que lo tuviese uno con la mano, y que en dejando
que lo dejase, en abriendo la mano, caería y se haría mil
pedazos. De esta manera estamos colgados de la mano po-
215 derosa y misericordiosa de Dios, que, si un punto abriese la
mano, no pararíamos hasta la misma nada de que somos
saco, hasta no ser. Pues si al que tuviese aquél escupiese
a la cara, ¿no [o]s parece que sería gran maldad, gran atre-
vimiento y locura? ¿Y si el que le tenía le rogase: "Herma-
220 no, haz esto por amor de mí", y él le dijese: "No quiere,
tanto me lo diréis que os dé una bofetada"? Pues ni más
ni menos somos nosotros cada vez que nos ruega Dios que
no le ofendamos. El nos tiene, y nosotros a dalle bofetadas.
¡Oh, bendita sea tu misericordia, Señor, que, después
225 que nos criaste, nunca jamás nos dejaste un punto de tu
mano! ¿Quién te sabrá dar las gracias por ello? ¿Quién te
lo podrá agradecer? En El estamos, que, si no fuese por el
influjo que con su poder en nosotros influye, nada sería-
mos. Y, por tanto, dice San Jerónimo: El tiene nombre de
230 ser, que se llama ser; porque todo lo que es está de esta
manera colgado de su ser, y porque todo lo que es parti-
cipa de El el ser. El se llama El que es. Y porque todo lo
196 Mas] Unas 207 sumus] San Pablo add.
2IO Cf. Act. 17, 28.
233 SAN Jerónimo, In Ep. ad Eph., I. 2, c. 3 : ML 26, 520.
232 Cf. Ex. 3, 13-14.
21. DOM. 10 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
319
bueno es por su bondad, y sin ello nada sería — todo bueno
tiene de El la bondad — , por tanto se dice : Nemo bonus nisi
235 solus Deus. El solo es bueno por su esencia, y todo lo otro
no tiene la bondad sino de El. Luego, fariseo, si allá en tu
corazón tienes hinchazón y te das gracias a ti, por tanto
eres robador, pues a ti te das las gracias y te atribuyes la
honra de lo que hizo Dios, y a El se lo quitas, y lo menos-
240 precias, y a ti te haces Dios, y es como si le dijeses a El:
"No quiero que seáis Dios".
Que le menosprecie a Dios cualquiera que peca, El mes-
mo lo dijo al Real Profeta: Eo quod contempseris me su-
mens uxorem Uriae. Porque me menospreciaste tomando
245 la mujer ajena. Dícesle a Dios: "No [quiero] que seáis Dios,
que mandéis en mi reino". Omnis qui regem se facit contra-
dicit Caesari. Dijeron a Pilatos: Crucifica a Cristo, cruci-
fícale, porque El dijo que era rey, y todo aquel que se dice
rey contradice al rey, y es decille: "No sois vos el rey, por-
250 que no puede haber dos reyes en un reino".
No te atribuyas a ti la honra que se debe a sólo Dios,
que es en gran manera celosísimo de la honra, que está ca-
sado con ella, y ansí como es marido, ansí ama a su mujer,
que a nadie quiere dar parte de ella. Ansí nuestro Dios no
255 quiere que nadie tenga parte en su honra. El mesmo lo dice:
Gloriam meam alteri non dabo. ¿De cuál pensáis que es
más celoso Dios, de su amor o de su honra? El pide el amor
diciendo: Diliges Dominum Deum tuum ex toto cor de tuo,
et ex tota anima tua, et mente, et ex totis viribus tuis, que
260 no queda fuerza alguna con que no lo amemos. Pues tan ce-
loso como es del amor, tanto es de la honra. No quiere que
nadie le usurpe nada de ella, y ansí decía: Videte quia ego
sum solus Deus et nullus alius praeter me. No quiera na-*
die atribuirse mi gloria y honra y hacerse Dios, que no hay
265 otro Dios, sino yo solo.
Este era el pecado de este fariseo ciego, que, aunque de
fuera decía que daba gracias a Dios, dentro se las daba a
sí, dentro se lo agradecía a sí. Y eso es lo que dice Job
que no hizo y que era gran maldad : Si osculatus fuero ma-
270 nunt meam in abscondito. Tal y tal me venga si me beso
la mano en escondido; si hiciere ansí, que es gran maldad,
237 ti] y add.
269 obsculatus
235 Le. 18, 19 ; Me. 10, 18.
244 Cf. 2 Res. 12, 10.
247 Cf. lo. 19, 12. 6.
256 Is. 42, 8 ; 48, 11.
259 Cf. Le. 10, 27 ; Deut. 6, s ; Mt. 22, $]', Me. 12, ^o.
263 Cf. Deut. 32, 39.
270 Cf. Iob 31, 27.
320
SERMONES. CICLO TEMPORAL
gran iniquidad, tal maldición me venga. ¿Qué es besarte
la mano en abscondido, sino atribuirte a ti la buena obra,
que es la mano en escondido, allá en lo más secreto, que
275 es el corazón? No te atribuyas a ti la honra, no las fuerzas
y poder, que todo eso conviene a Dios. No esperes tener
ningún bien por ti, sino por Dios. Quia speravit in me, lí-
ber abo eum. Porque esperó en mí, yo le libraré y le defen-
deré y le daré mi gloria y mi descanso. Esos, Señor, son
280 los merecimientos. Quien espera en Dios, desespera de sí,
pues confía en El; y si desconfías de ti, niegas a ti, y con-
fías de El. Desarrímate de ti y arrímate a El, estriba y
espera en El y El te librará. ¡Bendito seáis, Señor, que ésa
es vuestra ley y vuestra condición!
285 Humíllate a El, y ensalzarte ha. Despréciate, y preciarte
ha, y subirte ha. No confíe nadie en sí, que le toca en la
honra a Dios, y por eso sólo ha hecho gran castigo en el
libro de los Jueces, grandes castigos, donde se lee que ha-
bía de ir él pueblo de Israel a pelear con una gente de la
290 ciudad de Gabat de Benjamín por una gran maldad que les
habían hecho, que les habían tomado una mujer, pasando
por allí, y habían hecho tantas maldades con ella, hasta
que la mataron. Habiendo de ir a la guerra, van a pedir el
consejo de Dios. ■ — Señor, ¿iremos a la guerra? — Dijo Dios:
295 — id. — ¿ Quién será capitán? — Judas del tribu de Judá. —
Y van con licencia y con capitán puesto de mano de Dios,
y teniendo por sí la justicia y guerra justa, vuelven ven-
cidos y muertos veintidós mil de cuarenta mil que iban.
Vuelven a Dios: — Señor, ¿qué pecado es éste? ¿Iremos a
300 la guerra? ■ — Id. — Van otra vez, y véncenlos y mueren die-
ciocho mil que fueron. — ¡Válame Dios! ¿Qué pecado es
éste, que tan recio es el castigo? — Dice el texto: Rursus fi-
lii Israel profecti sunt ad bellum numero et jortitudine sua
confidentes. Ese es el pecado, que la primera y segunda
305 vez no fueron con confianza de Dios, sino en sus fuerzas,
que eran valientes hombres de guerra y que eran más que
ellos. La tercera vez, que no confiaron en sí y llevaron me-
nos gente, entonces vencieron.
En el libro de los Reyes está escrito que el rey de Israel
310 cayó malo y envióle Dios el profeta que le dijese: Esto
dice Dios: No te levantarás de la cama; hoy morirás. Quia
confisus es in arte medicatoria: porque confiaste en médi-
cos, más que habías de confiar. En sólo Dios quiere que
pongamos nuestra confianza y no en cosa criada.
290 Menjamín
278 Cf. Ps. 90, 14.
304 Cf. Iud. 20, 22.
DOM. 10 DESPUÉS l)t PENTECOSTES
321
5 Limpia el corazón — No soy robador, no soy adúltero,
con el amor de Dios no soy injusto. —Eso, ¿qué os apro-
vecha, si dentro tienes hinchado el
corazón? Obras son éstas de fuera. Más cuenta tiene Dios
con el corazón. Cuerpos son, pero el ánima les falta. Ra-
) mos son que tienen seca la raíz. Limpia primero la fuente,
y saldrá el agua limpia. ¿Qué trabajo es limpiar lo de fue-
ra? ¿Paréceos que será gentil paje el que lavase la copa
para dar a beber, solamente [defuera], o la moza el plato,
y lo dejase dentro sucio? ¡Sería gentil fregandera! Pues
5 ansí lo hacía el fariseo. Y esto es lo que Cristo reprehende:
Hipocritae, abluistis quod foris est calicis, intus autem\ in-
mundum. Limpia primero el corazón. — ¿Cómo se limpia-
rá, padre? — Con el amor de Dios. Con el amar a Dios de
todo corazón sobre todas las cosas. Que estamos agora tan
"0 interesado[s] para con Dios como con los hombres. No dará
uno por otro un paso sin interese, o porque nos tengan por
buenos, o porque selo pague Dios, y nos guarde la hacien-
da y nos sane el hijo o el marido, o porque tenemos temor
de su castigo. Ese no es amor de Dios sobre todas las co-
5 sas, sino por ti mismo. Por eso las obras que de ahí proce-
dieren nada valdrán.
No es malo dejar de pecar por temor del infierno, mas
no basta eso para ir al cielo. Más. En el palacio del rey
Asuero no entraba hombre vestido de sayal. En el palacio
0 dei gran rey Asuero, que es Dios, que es la Iglesia, no
puede entrar hombre vestido de vestidos de temor; vesti-
duras de bodas ha de llevar, y de hijo, no de esclavo o jor-
nalero, que quiere decir el que obra por sólo su interese;
que el ladrón que por temor de la horca no hurta, no le
¿5 ahorcarán, mas no pida después premio por ello.
Estas eran las obras justas del fariseo. Confiaba, mas
por las obras hechas. Por intereses no has de amar a Dios,
sino como el buen hijo, que no ama a su padre por la he-
rencia o porque le castiga, mas ámalo porque es su padre.
0 Y el buen marido no ama a su mujer porque es hermosa o
porque trujo gran dote, sino porque es su mujer. Ansí has
de amar a Dios, porque es sólo Dios, y no porque te pagará
o porque no te castigue en el infierno, pues no consiste en
las Obras de fuera la verdadera cristiandad, mas en los afec-
5 tos y no en los efectos.
— No soy robador. — No basta no ser robador, mas no
has de amar demasiadamente tu hacienda. No basta no ma-
tar a nadie, mas no te has de airar, etc. Y esto es lo que
Cristo dijo: Nisi abundaverit iustitia vestra plusquam pha-
359 vestra] nostra
327 Cf. Mr. 23, 2.s.
B. Avila 2
11
322 SERMONES. CICLO TEMPORAL
360 riseorum, etc. La justicia del fariseo era aquélla; la del
cristiano es ésta.
Como aquél es un mal tan general y que tanta inclinación
tenemos a ello, que hasta los niños, si uno tiene unos zapa-
tos nuevos o un sayo, luego se nos hincha y luego desprecia
365 a los otros. Si uno tiene un poco de ciencia, si uno es de
linaje, si una mujer es un poco hermosa, de ahí viene a
decir: "No soy yo como aquél", y tenerse en mucho y al otro
en nada, como este fariseo. Esta es la una persona de la
farsa. Entra agora la otra.
370 Dios oye la oración Entra el arrendador. En aquel tiem-
del publicarlo P° eran comúnmente malos y peca-
dores, y como entró en el templo y
vió cómo estaba en la casa de Dios, a quien había ofendido,
alborotóséle el corazón, trabajóse todo y comienza a temblar.
375 "¡Oh Señor! Que éste es tu templo, ¿y oso yo entrar en casa
de aquel contra quien tanto he pecado?" Y púsose acullá a un
rincón, stans a longe, en pie, que así se usaba, y los ojos
bajos, que no osaba mirar al templo. El otro los tenía altos,
como quien no tenía cosa que le diese vergüenza para los
380 alzar; y éste no los alza, conociendo que es gran pecador y
que se avergüence de sus pecados. El otro dice: Gracias te
hago, Señor, que soy justo; éste dice en su oración: Deus,
propitius esto mihi peccatori. El que pide que el juez le sea
manso, confiesa que merece castigo. ¡Señor, sey manso a
385 mí, pecador! El hombre le había de decir a Nuestro Señor
de corazón estas palabras. Yo ha más de quince años que
primero que me acuesto las digo.
Dice San Agustín: Si nos juzgamos, Dios no nos juz-
gará; si nos reprehendemos de corazón, Dios nos perdonará;
390 y si nos miramos para avergonzarnos, Dios quita los ojos
de nuestros pecados; y si tú te condenas, Dios te salva; y
si tú te acusas, El te excusa. ¡Oh, bendita sea tu ley y con-
dición, Señor!
La oración es con herir su pecho. Percutiebat pectus
395 suum: Hería su pecho. — ¿Qué es herir su pecho? ■ — Acusar
su mal corazón, que pecó contra Dios, que merece ser acusado
y castigado. ¡Señor! Este corazón malo te ofendió; de este
mal corazón salieron mis malas obras. ¡Señor! Hiere y cas-
tiga este corazón que yo acuso y reprehendo. Y da Cristo
400 la seña y dice: Dígoos de verdad que decendió éste más
justo a su casa, acusándose, confesando ser malo, humillán-
360 Cf. Mt. s- 20.
383 Le. 18, 13.
392 Or. San Agustín, Serm. 278, c. 12 ; 2c/>, c. 9 ; 115, c. 2 : ML
38, 1273. 1358. 656 ; Enarr. in Ps. 74, 2 ; in Ps\ 49, 28 : ML 36, 947. 583.
395 Le. 18, 13.
22. DOM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
323
dose, que el otro alabándose y gloriándose de ser justo, por-
que el que se humilla será ensalzado, y el que se ensalza
será humillado.
Mira cuánto vale la humildad, que, puestos en una ba-
lanza muchos pecados y en otra buenas obras con soberbia,
pesa más la humildad con pecados. ¡Cuánto más si pusieran
buenas obras con humildad! ¿Qué harían, pues que muchos
pecados son perdonados con humildad y muchas buenas obras
condenadas con soberbia? ¡Cuánto vale la humildad para
alcanzar misericordia de Dios! [El] que antes era un miem-
bro del demonio y condenado al fuego, agora es hermano y
amigo de Jesucristo, hijo de Dios y ciudadano del cielo.
Pues ahora, en este tiempo, antes que se cierre la puerta
y se entre el Esposo en las bodas, ahora que nos ruega y
nos convida, aunque El es el injuriado, con el perdón y su
amistad, no aguardemos a que nos diga: Necios sois, quia
vocavi et renuistis, et vocavi et non respondistis. Y pues
ahora tan buena feria Nuestro Señor hace de pecados, y esta-
mos aquí en la feria, no quede nadie que no lleve perdón de
sus pecados. Vengámonos a los pies de Nuestro Señor, acu-
sándonos con el publicano, confesando nuestros pecados,
para que aquí nos dé gracia y allá gloria.
22 Dice el buen samaritano: Tened cuidado de
ese enfermo *
Domingo XII después de Pentecostés
(EJsteoriail, Ms. & IU 21, ff. 240 v - 249 v.)
\Curam illius habe; et cgo cum rcdiero reddam tibi
(Le. io, 35).]
Exordio: María., vaso Cosa es muy usada acerca de los
excelente en que se que tratan el arte de aparar oro
fabricó ámbar fino y Plata ° otros metales que para
hacer el ámbar fino, el cual se hace
de mixtión de oro y plata, es menester vaso muy excelente
y que no tenga polvo alguno, ni color, ni humor, ni esté
en lugar adonde algún viento le dé. De otra manera, nunca
423 gracia] acá add.
404 Le. 18, 14.
418 Cf. Iob 19, 16 ; Prov. 1, 24 ; Is. 65, 12 ; Ier. 7, 13.
* Ed. M. E. Miguélez, O. S. A., en «La Ciudad de Dios», 79
(1909), 142-149, 213-221. «Salutatio Virginis Mariae in Annuntiatio-
ne» (r. 240 v). El P. Mignélez lo presentó como sermón de «la Anun-
ciación de la Virgen María», y las dos primeras ediciones del Apos-
tolado de la Prensa (1927, 1041) lo incluyeron entre los tratados nía-
rianos con el número 13.
324
SERMONES. CICLO TEMPORAL
10 se juntará el oro y 'la plata, de la cual mezcla se hace el
dicho ámbar. El ámbar es cosa muy excelente, en el cual
el oro pierde en alguna manera algo de su resplandor y
tiempla su color fina; y la plata se esclarece muy más con
la mlixtión del oro, que ella por sí era clara; y este tal ám-
!5 bar fino es el que trae a sí las pajitas del suelo, por su ex-
celencia, y por eso requiere tanta guarda el vaso donde se
ha de hacer.
Agora vamos al espíritu. El sapientísimo artífice Dios
tenia ordenado ab aeterno de hacer un ámbar fino, en el
20 cual se juntase oro de divinidad y plata de humanidad, y
saliese un ámbar, Cristo, que atrajese a sí las pajas, quie-
ro decir, los pecadores, vanos como pajas, y los hiciese
justos. Y ansí había de ser esta unión de divinidad y hu-
manidad, que el oro de la divinidad templase su resplan-
25 dor, y la plata de la humanidad alcanzase más resplandor
que ella tenía. Y ansí fué que, estando Dios sin ser hombre,
era tanto su resplandor, que no bastaban ojos humanos a
verlo; y ansí se lee que, cuando Moisés estaba con El en
el monte de Sinaí, suplicó que le enseñase su gesto: Domine,
30 inquit, si inveni gratiam in oculis tuis, ostende rnihi facían
tuam. ¡Poco pedía! No hay, por cierto, más que desear ni
pedir. Respondió nuestro Señor: "No puedes verme, que es
tanto mi resplandor y es tan excelente mi luz, que no pue-
de ser vista de hombre: Non videbit me homo et vivet" .
35 Y San Juan: Nemo vidit Deum unquam.
Señor, pues ¿qué remedio para veros? Que se junte con
ese oro resplandeciente, plata, que no es tan alto metal,
y templará algo de su resplandor, y ansí podremos veros.
Y ansí lo ordenó Dios y lo mandó decir por sus profetas,
40 que había de hacer esta gran maravilla, este milagro de
milagros, que había de ser un Cristo Dios hombre.
Mas no se hizo este ámbar hasta que fué fabricado y
salido al mundo el excelentísimo vaso en que se hiciese,
que fué la sacratísima Virgen María. Ella fué en cuyo
45 vientre se juntó divinidad y humanidad; ella es de la cual
es escripto: Vas admirabile, apus Excelsi. Y de verdad ad-
mirable, pues que en él cupo el que en el cielo y tierra no
cabe. Caelum et terram ego impleo, y cupo en el vientre de
la limpísima Virgen. ¡Oh vientre santo, vientre puro, vien-
50 tre no amancillado, no tocado! ¡Ni [hay] en ti polvo de
vanagloria, ni tierra de deseos de cosas de este mundo,
ni humor de deseos de carne, ni viento de soberbia; vaso
hecho por mano de Dios, en el cual se remiró más Dios que
en todas las cosas que hizo! Y ansí, otro lugar no hubo, ni
55 entre los ángeles ni serafines del cielo, ni [en] toda la tie-
31 Cf. Ex. 33, 13.
33 Cf. lo. i, iS.
46 Eccli. 46, 12.
48 Ier. 23, 24.
nOM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
325
rra, adonde mejor ni tan bien Dios se aposentase como en
el vientre de la Virgen. ¿Quién dirá las grandezas de vues-
tro limpio vientre, Señora, que enmudecen de hablar de él
los muy sabios? Allá, Salomón, viendo en espíritu de pro-
fecía esta gran maravilla, dijo: Quis scrutabitur secreta
rcntris? ¿Quién alcanzará a lo decir? Sólo aquel, por cier-
to, que os hizo y anduvo en vuestras entrañas.
Decid, Señor, fructo bendito de Virgen; decid vos qué
tal es este vientre en que anduvistes; ¿a quién os parece,
>5 Señor, se debe comparar? Oíd lo que dice en los Cantares:
Venter tuus sicut acervus tritici, vallatus liliis. — Señor,
qué es eso? ¿Qué quiere decir? ¿Por qué montón? ¿Y por
qué de trigo? ¿Qué es eso? ¿Qué quiere decir cercado de
lilios? — Montón, porque es lo bajo ancho y va hasta arri-
0 ba ensangostado. Como el arca de Noé, que fué figurada a
esta excelentísima Arca de Dios, era abajo ancha y arriba
angosta de un codo. ¿Qué quiere esto decir sino que lo
profundo de esta Virgen fué ancho, fué capacísimo, que
fué humildad, en la cual cupo ser Madre de Dios y llamar-
1 se ella esclava, y desde este fundamento sube hasta aca-
barse en uno con el de arriba, que es Dios? Esto, pues,
quiere decir montón. — ¿Y por qué de trigo? — Con mucha
razón, porque nos trujo el trigo con que nos mantuviése-
mos. A Aquel que comían los ángeles solos, trújolo esta
0 Virgen, y cociólo en su vientre con fuego de amor, y dió-
noslo a comer. Por eso es montón de trigo. Tiene, fructo,
mas este fructo cercado de Ulios. — ¿Qué quiere decir el li-
lio? — 'Virginidad, pureza. Pues está cercado el fructo del
trigo con lilios, quiere decir que tiene fructo y es virgen:
1 virga Aaron floribus et fructu. Pues luego con mucha ra-
zón habéis, Señor, dicho: Acervus tritici.
Y mirad si ella misma no dice otro tanto: Flores mei,
fructus honoris. Leemos en los Cantares adonde dice Cristo:
Ego flos cantpi. Porque ansí como el campo produce flores
X> sin ser arado ni sembrado por hombre, sino con la influen-
cia del cielo y del sol, así la Virgen produjo esta flor, que
es Cristo, por sola influencia del Espíritu Santo. Veis, pues,
quién es su flor: Cristo. ¿Pues quién su fructo? Benedictus
fructus ventris tui, lesus. Pues luego flor y fructo, todo
6 junto; virgen y madre, todo en una.
¡Oh bienaventurada Virgen! ¿Qué más te podemos hon-
rar que haciéndote Virgen y Madre de Dios? Porque si
santa te llamamos, muchas lo han sido, aunque no tanto;
si virgen, otro que tal; si humilde, etc. ¿Qué más? En lo
6i Cf. Prov. 2o, 27. 85 Cf. Xum. 17, S.
63 Le. i, 42. 88 Eccli. 24, 23.
66 Cant. 7, 2. 89 Cant. 2, 1. '
72 Cf. Gen. 6, 16. 04 Le. 1, 42.
326
SERMONES. CICLO TEMPORAL
[que] no tienes compañía ni ternás, en lo que excedes,
es en ser madre de tal Hijo, y con esto, ser virgen. ¡Oh
bienaventurada tú y el vientre tuyo, que tal bien nos trujo,
y en el cual se fabricó el ámbar excelente, Cristo, que, re-
fregado en la cruz de su pasión, atrajo y cada día atrae
a nosotros pecadores, que somos pajas: Si exaltatus fuero
a térra, omnia traham ad míe vpsum. Y con mucha razón.
¿Cuyo corazón, aunque de piedra sea, no se encenderá en
servir y amar a Cristo, Dios nuestro, viendo lo que por
nosotros pasó? Y, por tanto, Señora, pues tanto bien por
vos nos vino, nosotros nos conocemos obligados a os servir
y honrar toda nuestra vida.
¿Y quién, Señora, no os servirá viéndose por vos libra-
do muchas veces de los infiernos? Por cierto, aunque otra
cosa no hubiese que nos convidase a ser buenos y a no
pecar, sino haceros servicio, Señora, era mucha razón que
así lo hiciésemos; y por honra vuestra proponemos, Seño-
ra, de aquí adelante de enmendar nuestras vidas. Mas, por-
que no lo podremos hacer sin gracia, y vos sois madre de
ella, suplicamos os humildemente nos la queráis alcanzar;
y para más os obligar, os ofrezcamos la salutación angéli-
ca mente -pia. Ave, María.
La letra del EVan- Curam illius habe, et ego cum re-
gelio: ¿Quién es mi diero reddam tibí. Buenas nuevas,
prójimo? señores: aJlégrense vuestros corazo-
* i nes y hínchense de gozo vuestras
ánimas, que la que es madre de Dios, es madre nuestra, y
la que los ángeles se tienen por dichosos en servir se delei-
ta en estar con nosotros. Deliciae meae, etc. Y no sin cau-
sa. Señora, lo uno, por \la gran misericordia; Señora, lo
otro, porque por los hijos de los hombres sois vos madre
del Redentor de los hombres. Y por eso, como San Agus-
tín dice, en alguna manera estáis vos obligada a socorrer-
nos; mas mucho más nosotros a serviros. Acordaos, Seño-
ra, de que nuestro Redemptor, vuestro bendito Hijo, nos
tiene encomendados a vuestras manos, y os dijo cuando de
este mundo se partió las palabras de nuestro tema: Curam
illius habe, etc. (scilicet -peccatorisj , et cum rediero, red-
dam tibi. Y, pues sois pagada, no por eso dejaréis el cui-
dado de nosotros; porque con esa intención os coronó, que
fuésedes abogada nuestra, y con esa confianza os osamos
pedir gracia para el presente sermón.
Para declaración de estas palabras y para que veáis a
106 lo. 12, 32.
123 Lic. io, 35.
128 I'rov. 8, 31.
133 La idea se encuentra en San Anselmo, Oral, ¡jí; PL 158, 952
138 Of. Le. io, 35-
22. DOM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
327
qué propósito y cómo las platica aquel gran maestro, Cris-
to, os quiero decir la letra de este santo evangelio, el cual
1*5 es una respuesta que nuestro Señor dió a la pregunta de
un doctor de la ley que le preguntó quién se puede decir
prójimo, para que seamos obligados a le amar como nos
está mandado: Diliges proximum sicut te ipsum. Habíale
antes preguntado que cuál es el mayor mandamiento de toda
50 la ley; y aunque al principio se movió a preguntarle más
por tentarle que por aprender, empero, oyendo aquellas
saludables palabras de Jesucristo Redentor nuestro, se con-
virtió y mereció que le dijere: Non longe es a Regno Del,
como San Marcos dice. Donde parece qué tanto provecho
155 trae la habla y comunicación de los abismos de Dios, que
aunque el hombre se llegue a ellos frío y tibio y no con
tan buen propósito como era razón, empero, oyéndolos, con-
versándólos, nos mudamos en bien. Y especialmente es esto
verdad, y acaece muchas veces, en el bien obrar; que mu-
60 chas veces tenemos una pereza, una mala gana de hacer una
buena obra, y cuando la comenzamos envíanos Dios devo-
ción y buenos propósitos; y por eso ninguno, aunque tibio
se sienta, aunque pesado, deje de hacer buenas obras, por-
que es Dios tan misericordioso, que quien a El se llega no
65 le deja frío ni hambriento. Los que se dan muchas veces
a la oración, experimenten esto y verán cuan gran verdad
es; que se llegan hambrientos a la mesa de Dios y van
hartos.
Preguntóle, pues, este fariseo a nuestro Redemptor:
L70 Quid faciam [et] vitam aeternam possidebo? A lo cual res-
pondió: Diliges dominum Deum tuum ex toto corde tuo, ex
tota anima tua, ex tota mente tua et ex ómnibus viribus
tuis: hoc est máximum et primum mandatum. Secundum
autem simile est huic: diliges proximum tuum sicut te ip-
l?5 sum; in his duobus mandatis universa lex pendet et pro-
phetae.
Por eso, señores, los que no sois letrados, no penséis
que por eso no podéis ir a paraíso; estudiá estos dos man-
damientos, y cuando los hubiereis cumplido, haced cuenta
80 que habéis cumplido todo lo que manda la ley y los profe-
tas, y los evangelios, y los apóstoles, y cuanto os amones-
tan infinitos libros que escriptos hay, que verbum abbre-
viatum fecit Dominus super terram. Amad a Dios más que
a vos, y a vuestro prójimo como a vos mismo: que si vos
85 deseáis ir al cielo, des[e]éis que él vaya; si deseáis que
Dios os perdone, desead que también le perdone a él. Y re-
gla general os doy: mirad, lo que querriades que con vos
148 Mt. 22, 39. 36.
iS4 Cf. Me. 12, 34.
170 Cf. Le. 18, 18.
176 cf. m. 22, 37-40.
183 Of. Rom. 9, 28.
328 SERMONES. CICLO TEMPORAL
se hiciese y cómo os tratasen los otros, y si errábades con-
tra algún prójimo, querríades que os perdonase, y haced asi
190 a vuestro prójimo y así lo amaréis.
Mas es duda: ¿Quién es este prójimo a quien tanto debe-
mos, y por quien tanto quiere Dios que hagamos, y que
tanto nos lo encomienda, y que tanto nos amenaza si no lo
hacemos, que tiene puesto por ley y mandado pregonar en
195 sus cortes que, ni más ni menos de como lo hiciéramos con
nuestros prójimos, así lo hará El con nosotros? Por eso, si
deseáis, señores, saber cómo os ha de ir con Dios cuando
le pidáis algo, cuando le hayáis menester, o por mejor de-
cir, pues siempre le habéis menester, si habrá misericordia
200 de vosotros, si os oirá, mirad cómo lo hacéis con vuestros
prójimos; si procuráis de ayudarlos en sus tribulaciones,
si los consoláis, si les dais, si procuráis por la salvación
de sus ánimas; y con la medida que midiéredes, así os mte-
dirá Dios. ¡Por eso henchí bien las manos del prójimo y
205 henchirá ciento tanto Dios las vuestras.
Y pues tanto va en esta cosa del prójimo, razón es sa-
ber quién es. Y esto le preguntó a nuestro Señor este doctor
de la ley: Et quis est meus proximus? Y aun creo que al-
gunos de vosotros no lo debéis de saber, y será bien que
210 lo sepáis. Dice el evangelista que nuestro Señor miró hacia
el cielo, dando a entender que, cuando queramos obrar o
hablar, pidamos del cielo ayuda. Y dijo: ¿Quieres saber
quién es tu prójimo? Oíd una cosa que acaeció, y en ella
veréis quién es prójimo, etc. Homo quídam descendit áb
215 Hierusalem, etc. (dígase la letra).
Bien claro creo que habréis visto, señores, cómo la
proximidad no está solamente en el parentesco, ni en la
vecindad, ni en que [me] quieran bien, ni en ser de una
ley, ni en ser de una réligión; sino que todo aquel a quien
220 podemos hacer bien o nos puede hacer, todo aquél es nues-
tro prójimo; y todo aquel que puede ser particionero en la
bienaventuranza con nosotros, como todos los teólogos di-
cen, todo el tal es nuestro prójimo. De donde se sigue que el
moro, el judío, el hereje, el alarbe es nuestro prójimo; por-
225 que le podemos hacer bien y él a nosotros y porque puede
convertirse y gozar de Dios con nosotros. Asimismo se si-
gue que las ánimas de purgatorio son prójimos nuestros,
porque les pódenlos hacer bien agora, y ellos a nosotros
cuando vayan a paraíso. Ansimismo se sigue que los ánge-
230 les son prójimos nuestros, y todos los que en paraíso están,
porque nos hacen bien y son capaces de bienaventuranza.
Sólo los demonios y los que están en el infierno no son
208 Le. io, 29.
215 Cf. Le- 10, 30 ss-
222 Santo Tomás de AQUINO, Summa, 2-2, q. 25, a. 12.
22. I»OM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
329
prójimos, porque ya quiere Dios que en ninguna manera
puedan gozar de El ni ser participantes en su gloria ; y por
5 eso no quiere que les deseemos bien, sino antes nos goza-
remos de sus penas, aunque sean nuestros padres y nues-
tros hermanos; y es muy justo, pues fueron traidores a Dios
y no quisieron en este mundo enmendarse, como muchos
hacen agora. Veis aquí la letra del santo evangelio de
t> hoy, etc.
Sentido alegórico: Agora démosle otra vuelta, según
Descendió Adán de el sentido alegórico, y quizá des-
Jerusalén a Jericó... Pues otra según el moral. Quídam
homo descendebat, etc. Quién sea
> este hombre que no se contentó con estar en el monte de
Hierusalén, sino quiso descender a los valles de Jericó, a
todos es manifiesto que fué el primer hombre criado, Adán,
al cual puso Dios en Hierusalén, que quiere decir visión
de paz y paz, y allá dióle visión, que quiere decir conoci-
> miento; porque fué el mayor letrado de los que ha habido,
que fué criado en su entendimiento el conocimiento de to-
das las cosas. Pues las había de regir todas y les puso
nombre a todas, menester era que las conociese. Dióle asi-
mismo visión alta, que quiere decir de Dios, porque tuvo
> excelentísimo conocimiento de Dios ; porque aunque no viese
a Dios intuitivamente, porque esto ningún hombre en cuerpo
mortal viviendo le pudo ver, viole, empero, con muy exce-
lente manera de vista, más que agora muchos contemplati-
vos lo vean. Y esta vista era pacifica por el don de la jus-
0 ticia original que tenía, con el cual era tan señor de sí,
tenía tanto mando sobre este mozo de nuestro cuerpo y de
las potencias sensitivas, que le obedecían ad nutum. Que si
él quisiera contemplar, no se quejaba el cuerpo; si quería
hacer una buena obra, no tenía dentro de sí quien pelease
5 contra él para que no lo hiciese, como ahora nosotros te-
nemos .
No se contentó Adam con lo que tenía, no lo conoció,
quiso probar qué había abajo, y descendió a Jericó, que
quiere decir luna, por la cual se significa la mudanza del
> pecado y del mundo: Quia stultus sicut luna mutatur.
Scriptum est enim: Peccatum peocavit Hierusalem, ideo
instabilis facta est. Descendió, y comió del pomo que su
mujer le dió, y cayó. Y mirá el engaño, que ellos pensaban
que subían; a lo menos Eva pensó que había de subir tanto
5 como Dios ; y cayó, y fué hecha ella y él iguales a los bru-
tos animales: Homo cum in honor e esset non intellexit.
270 Cf. Kccli. 27, 12.
272 Cf. Thren. 1, S.
276 Ps. 48, 13.
330
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Asenle los ladrones, los robadores de las ánimas, que
son los demonios, expoliaverwht eum de los bienes gratuitos
de gracia, que fué el mayor bien que le pudieron quitar:
2&0 el amistad de Dios. Quitáronle la justicia original, y, qui-
tada la paz, toda la paz quedó en guerra y dejónos en
guerra.
Siéntelo quien trabaja por ser bueno. ¿De dónde nos
viene que, si queremos rezar, no quiere la carne y la pe-
285 reza; y si queremos darnos a Dios y dejar las cosas de
este mundo, no podemos, sino que ansí, aunque no que-
remos, nos deleitamos en ellas? ¿De dónde nos viene esta
inclinación tan grande a ser mundanos, a ser malos, que
parece que no hay trabajo en ello, y si queremos ser
290 buenos se nos hace de mal, como quien va cuesta arriba
y como agua que la hacen tornar por la canal arriba? De
falta de la justicia original que Adán perdió.
Y bastara que le despojaran; mas aun hiriéronlo; que
lo que no le pudieron quitar, le dejaron más llagado. Estos
295 son los bienes naturales, por los cuales el hombre es hom-
bre. No los puede perder, aunque al infierno vaya; mas
hiérerilos muy bien heridos. Que al entendimiento hirieron
con ignorancia y ceguedad; a la voluntad, con deseos de
cosas de acá dañosas y con hastío de las buenas; a la
3W memoria hiriéronle con llagas de cosas terrenas; que no
haya placer de acordarse del cielo ni de cosas que le apro-
vechan, sino de vanidades, de las injusticias, de lo de acá
abajo. Hirieron la parte sensitiva con aquél jomes peccati,
que es una gran llaga; que la sentía bien San Pablo cuando
305 decía: Irwenio áliam legem; este que en otra parte llaman
tirano y lex membrorum. Mas quien no siente esta guerra
tiene mala paz: Non veni pacem mittere in terram, sed
gladium. Veis aquí los males del ánima en que cayó.
Dejo de contar lo del cuerpo, las hambres, las enferme-
310 dades y trabajos, ser engendrados en pecado, naciendo llo-
rar, con dolor de nuestras madres; vivir y morir con lloros
y temores. ¡Oh cuánto bien estábades Adán en Hierusalem,
sin que subiérades a Jericó! ¡Ni nosotros lo supiéramos!
Veis aquí cuál quedó Adán — y tras él todo el mundo — del
315 pecado: tendido en el suelo; amando cosas de tierra y he-
rido de llagas de pecados desde la planta del pie: Omne
caput langidum et omne cor maerens.
296 vayan
306 Cf. Rom. 7, 21. 23.
308 Cf. Mt. 10, 34.
317 Is. i, 6.
22. DOM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
331
La ley, los profetas, Acaeció que pasase par de este 11a-
el verdadero sama- gado un sacerdote y un levita; y
*> ritano Cristo aunque entrambos lo vieron, nin-
guno lo remedió. ¿Quién es el sacer-
dote sino la ley vieja, que principalmente consistía en sa-
crificios y ceremonias? ¿Quién es el levita sino los pro-
fetas? Pasó, pues, la vieja iey y vió el herido, porque co-
25 noció sus llagas y dió conocimiento del mal en que el mundo
estaba por el pecado; mas no pudo remediarlo, porque, se-
gún San Pablo dijo, ex operibus legis non iustificabitur
omnis caro: Lex -per Moysen data est, gratia per Iesum
Christum. No dió la ley gracia ex opere operato. Monstraba
*> los pecados, y por esto dice el evangelio que miró al llaga-
do, mas no le remediaba, porque no daba gracia. Pasaron
los profetas y también vieron los pecados y los males, mas
no podían dar gracia, y por eso ni remedio; y ansí también
descendía por el mesmo camino el sacerdote y el levita,
*5 como el herido, según el evangelio dice, porque todos los
que debajo la ley y profetas estaban descendían al limbo
y estaban en pecado original.
Hasta que vino aquel verdadero saraaritano Cristo, que
quiere decir guarda, y hizo medicina para este herido. No
10 dice el texto que descendió por el mesmo camino del herido,
sino, haciendo camino, vino al herido: Et videns eum, mi-
sericordia motus est; quia in eo nullum invenit meritum,
dice San Agustín; et appropians, alligavit vulnera eius.
Allegóse, tomando carne semejante a la nuestra pecadora,
*5 llegóse conversando con heridos de pecados: Et appropians;
tanto, que le reprendían los fariseos: Quia hic peccatores
recipit, et manducat cum Mis, ya en casa de un publicano,
ya en casa de un cambiador, ya con la Madalena, ya con
la mujer adúltera y, al fin, con los ladrones. Así había de
50 ser, que el que venía para curarnos no hubiese asco de
nuestras llagas. Allegóse por sacramentos.
¿Qué es atando las llagas, sino darnos mandamientos
que nos aprieten los pecados, y no m!uy apretados, porque
hace mal — iugum meum suave est — , ni muy flojo, porque
¡55 atadura floja no es algo — sint lumbi vestri praecincti — ?
Ató sus llagas, diciéndole que no pecase, que se apartase
y que se hiciese fuerza para resistir los pecados; y para
las llagas que ya tenía, echóle óleo y vino. En el óleo se
significa la misericordia; en el vino, justicia; porque es
328 a. Gal. 3, 11.
329 Cf. lo. 1, 17.
343 Cf. Sax Agustín, Scrm. 366, 2 ss. : ML 39, 1647 ; In lo. Ev.,
tr. 43, c. 82 : ML 35, 1707.
347 Le. 15, 2.
354 Mt. 11, 30.
355 Le. 12, 35-
332
SERMONES. CICLO TEMPORAL
3G0 justo que, pues más acepta fué a Dios la pasión de su
unigénito Hijo que fueron nuestros pecados ofensivos, y
más [bien] mereció ella que mal nuestros pecados, que nos
sean perdonados por ella. Y por eso decía San Pablo que
esperaba corona de justicia, no de justicia de obras, sino
365 de la pasión de Cristo nuestro Redemptor, la cual se nos
comunica por fe y buenas obras. Pues luego echó en nues-
tros pecados olio y vino, y tomó al enfermo, alias, herido,
y púsole sobre su caballo.
El caballo del ánima es el cuerpo. Ponello luego Cristo
370 sobre su caballo fué ponello sobre su cuerpo; lo cual se
puede entender en muchas maneras: o que tomó los peca-
dos de él para pagarlos en su cuerpo, como cuando dicen:
"Sobre mi cabeza os tomo", que se obligan a pagar por
quien toman; o sobre su cuerpo, porque, dándole fe, lo in-
375 corpora en su cuerpo y lo hace su miembro; y así llevólo
ad stdbulum, que es la Iglesia; y porque ella es donde des-
cansan los viadores de este mundo.
Curólo él un día; quiere decir, mientras acá estuvo pre-
sencialmente. Y otro día (scilicet resurrectionis ) , querién-
3«0 dOSe ir al cielo, dijo al principal de la Iglesia, que es San
Pedro: Pace oves meas... curam ülius habe, que es todo
uno, y asimismo a todos los prelados. Y dióles dos dena-
rios, que quiere decir dos Testamentos con que lo curen.
Que si fuere menester hacer más o darles muy buen ejem-
386 p]o y otra cualquier cosa, que lo hagan; que cuando El
venga a juzgar o el día de la muerte del tal prelado o
prójimo que tuvo cargo del enfermo, que El lo pagará.
¡Veis cuán bien proveído dejó este bendicto Samaritano
al mundo enfermo! Pues pregunta agora el mismo Cristo:
380 ¿'Quién fué prójimo de este enfermo? ¿La ley vieja, los
profetas o el samaritano? — 'Por cierto, Señor, muy clara
está la respuesta: que vos, Samaritano bendito, sois nues-
tro prójimo y el que os doléis de nuestros males, que cu-
ráis nuestras llagas; y si por vos no hubiese sido, ya nues-
395 tras ánimas estarían ardiendo en los infiernos. Tú, Señor,
eres nuestro prójimo. — Pues vade et tu fac similiter: quia
exemplum dedi vobis ut quemadmodum ego feci, ita et vos
faciatis, etc.
Sentido moral: Cuida De todo este evangelio, no me pa-
400 ese enfermo y cuan- recieron tan bien otras palabras
do vuelva te lo pagaré como las de nuestro tema: Tened
cuidado de ese enfermo, que, cuan-
do yo torne, lo pagaré. Es grande el cuidado que Dios nues-
tro Señor de nosotros enfermos tiene, que nos cura y manda
354 2 Tim. 4, 8. 398 Jó. 13. *S>
381 Cf. lo. 2i, 17. 403 Cf. Le. 10, 35.
396 Le. io, 37.
DOM. 12 DESFÜÉS DE PENTECOSTÉS
3.33
« a otros que nos curen, y paga El a quien curase a su pró-
jimo. Cuando yo volviere, dice el benignísimo Señor, yo lo
pagaré. Voime agora, que cumple así, mas yo verné presto
y lo pagaré.
Voime. ¡Oh benditísimo y dulcísimo Señor! ¿Dónde vais?
0 ¿Y adonde nos dejáis? ¿Cómo, Señor, podemos oír con
paciencia decir que, Señor, os vais y que tornaréis presto?
¡Oh Señor, y cuán largo es el tiempo que no os vemos, en
que no estamos con vos, en que estamos acá apartados de
vos, bien nuestro y reposo nuestro! Este presto que decís
5 que volveréis, ¡cuán tarde es para quien os ama, para
quien no tiene otro deseo sino de vos, ni querría ver, ni
oír, ni hablar a naide sino a vos! Y veros tan lejos, allá
tan apartado, es el tormento intolerable estar sin Aquel
a quien sobre todas las cosas ama. Y por eso, Señor, quien
0 bien os quiere, muy aborrecida tiene esta vida, y su mayor
deseo es cuando ya se acabase y os viese: Cwpio dissolvi
et esse cum Christo, decía San Pablo.
Mas, ¡oh señores, y qué poco deseo tenemos nosotros
de este día! ¿Y cómo estamos contentos en este destierro,
25 estando tan lejos de nuestro bien? Holgamos, reímos, con-
sejamos, comemos bien, ataviámonos mejor, pensamos que
tenemos algo en este mundo y que es aquí nuestra tierra; y
de verdad que estamos desterrados y por mesones y ventas,
y no habíamos de hacer cuenta sino que estamos en una
'0 cárcel por nuestros pecados, y debíamos siempre rogar a
Dios nos quebrantase ya estas cadenas, con que está el
alma atada en este cuerpo, para que libre pudiese ver y hol-
garse con su Dios. Mas, como no le amamos, no se nos
da nada no le ver; como no le deseamos, no nos da pena
*5 el estar en este destierro. ¡Oh desventurados de nosotros,
que estamos veinte y treinta años, y cuarenta, y sesenta,
y más, sin ver a quien nos hizo, a quien murió por amor
de nosotros, a quien nos mantiene, a quien nos guarda,
Aquel de quien un solo momento [no hay] que no nos haga
4<> mercedes, y grandes mercedes! ¿No iríamos ya a besarle
las manos por las mercedes que nos ha hecho, a darle
gracias, darle mil alabanzas por el amor que nos tiene y las
buenas obras que nos ha hecho? ¡Oh triste el día y la hora
en que a nuestro Dios y a nuestro bien no vemos, y por esto,
*5 triste, se debe llorar!; y ansí nos lo amonestó Cristo: Beati
qui lugent.
iMas es menester paciencia y aparejarnos continuamente
409 Cf. lo. 8, 21; 14, 2. 12. 28 ; 16, 5. 16. 28.
414 Cf. lo. 16, 16.
422 Cf. Phil. 1, 23.
446 Mt. 5, 5.
334
SERMONES. CICLO TEMPORAL
para este día, para que, en viniendo a llamarnos, vamos
de buena gana con El. Tan en tanto, miremos qué nos
mandó cuando se fué; hagámoslo de muy buena gana por
mandárnoslo El. Curam illius hábe. Nos mandó cuando se
fué: Ten cuidado de ese enfermo. ¿De cuál, Señor? De ese
enfermo que ha caído en poder de ladrones, agora seas tú,
agora tu prójimo. Pues será nuestro sermón de cómo he-
mos de tener cuidado de nosotros y de nuestros prójimos,
porque cuando venga nuestro Señor nos lo pague.
Para tener cuidado de Ten cuidado de ti, dice nuestro Se-
nosotros es menester ñor. Paréceme que lo hace nuestro
desechar otros cui- Señor en esto como Padre miseri-
dados cordioso que mucho ama a sus
hijos y siempre les anda amones-
tando que sean buenos, que miren por sí, que no curen de
cosas de mancebos, sino que miren por su honra, y cúyos
hijos son. Ansí hace nuestro Dios. Ten cuidado de ti.
Mas mirad, señores, ¿no habéis oído lo que dice allá
un poeta: Pectora duas non admittentia curas, y que: Nemo
potest duobus dominis serviré, dice Cristo? Para tener cui-
dado principal de nosotros conviene que no lo tengamos de
otras cosas en que tanto no nos va como en nosotros,
y éstas son las cosas de este mundo. Oíd al mismo Señor,
que aquí nos dice que tengamos cuidado de nosotros, cómo
en otra parte dice que no tengamos cuidado de este mundo:
Nolite, inquit, gravare corda vestra crápula et ébrietate,
nec curis huius saeculi. Y en otra parte: Nolite solliciti
esse animae vestme quid manducetis. De manera que para
tener cuidado de nosotros...
Y no tengáis, señores, este consejo en poco, que de
verdad creo que una de las principales causas de nuestro
descuido y de los grandes males en que están nuestras áni-
mas, y especialmente en este mal, que no se nos da nada
que estén malos, es por los muchos cuidados de este mundo.
¿Qué es la causa por que el hombre no puede rezar un
Paternóster con atención, sino que comienza uno y acaba
otro, sino porque tiene mal cuidados que le llevan el cora-
zón? ¿Por qué no da limosnas a un pobre? Porque los tra-
bajos no le dejan acordarse de sí. ¿Por qué no guarda lo
que Dios le manda? Porque con sus negocios no se acuerda
de Dios ni de sus mandamientos. ¿Por qué deja andar su
ánima muerta y hecha casa de diablos un mes y otro y otro ?
Porque no le dejan mirarlo los cuidados. Ya le toma un
negocio, ya otro. Y lo mlejor es — o lo más malo — que pien-
467 Juvenal, Sat., VII, 65 : «Pectora vestra duas non admittentia
:uras ?»
468 Mt. 6, 24. 476 Gf. Mt. 6, 26.
475 Cf. Le. 21, 34-
22. DOM. 12 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 335
sa: "De ahora, en acabando éste, temé reposo y entende-
ré en mi alma", y nunca viene este tiempo en que le dejen
95 cuidados, sino hecho esclavo de ellos, que un momento no
le dejan entender en lo que le cumple, sino el alma muerta
y desventurada, desnuda, pobre y triste, y el cuerpo andar
y trafagar, y hablar; y ya entiende en una heredad y ya
en otra, ya en otro negocio, ya en otra rabia, que nunca
•00 descansa.
¡Oh desventurada gente! ¿Y tú, hermano, dónde estás?
¿Has ya acabado los negocios de tu alma? Di, ¿has dado
ya cuenta buena? ¿Cómo no tienes cuidado de ti? ¿Qué
te aprovecha que todo el mundo ganes, si pierdes tu alma?
W5 Está queda un poco; reposa algún rato en el día y entiende
en ti; no seas como vitula Ephraim docta dilvgere triturara.
Mira que es vanidad eso en que andas; cata que andas
vendido y engañado. ¿Qué buscas? ¿Tras qué andas? ¿Bus-
cas reposo? Créeme que no le hallarás. ¿Buscas que no
>10 tengas falta? Créeme que siempre te ha de faltar, porque
cumplir una necesidad es principio de otra. Echa de t\
esta carga, por Dios, conténtate con poco; si pudieres,
traer sayo de buen paño; si no, sea de ruin; si puede3
comer y beber, bien; si no, sea como quiera. No puedes
>15 tener bienes sobrados, sino ten para pasar este camino, que
no es aquí tu tierra. Mira lo de este mundo: el tener o no
tener, el bien vestir o no vestir, el ser honrado o deshon-
rado, hágote saber que delante de Dios no pesa un pelo;
ni es el hombre mejor por tener esto que parece algo ni
'20 por no tenerlo; sino que estamos realmente engañados, de
día y de noche trabajando por haber lo que, después de
habido, no nos hace un pelito mejores. Cata que al mejor
tiempo te echará de sí este mundo y te hallarás burlado,
y no cumplirá contigo lo que te prometió, y entonces no
>25 ternás remedio. Agora, pues, conténtate en pasar como
quiera por él, y sea el principal cuidado el mirar tu alma.
Cúrate, que estás enfermo, según las palabras de nuestro
tema: Curam illius habe.
Cómo tratar al Agora veamos cómo hemos de tener cui-
530 cuerpo dado de nosotros y de nuestro cuerpo,
y luego de nuestra ánima, y luego de
nuestro prójimo.
A nuestro cuerpo, señores, es bien que lo tratemos como
a enfermo; que lo es por el pecado original. Allí enfermó,
535 y así siempre desea cosas dañosas y aborrece las que le
cumplen, como quien tiene el apetito dañoso. ¿Qué veréis a
un cuerpo, sino desear hartarse bien de comer y beber,
y dormir mucho, y holgar mucho; no pasar frío, ni calor,
504 Mt. 16, 26.
336 SERMONES. CICLO TEMPORAL
ni cansancio; no rezar mucho ni ayunar; no castidad, sino
5á0 antes lujuria, como enfermo que para cumplir su apetito
pospone el alma? ¿Qué le puede hacer lo que come? Dígoos
de verdad, señores, si a este cuerpo miráis, que, por cum-
plir una cosa cualquiera, os eche redondamente en aque-
llos fuegos infernales. ¡Oh malaventurado cuerpo!, que
645 porque tú huelgas por cumplir tus apetitos, por no querer
ayunar, por no pasar una poca de pena en ser casto, echas
a un anima en tormentos eternos, que duran cuanto durare
Dios en los cielos! ¡Oh ceguedad grande, soltar la rienda
a este enfermo! No así, ¡por Dios!, sino lo que le ha de
550 hacer mal, quitárselo, aunque lo pida y desee; y lo que le
ha de hacer provecho, hacer que lo tome, aunque le pese;
que después, el día del juicio, él os lo agradecerá si aquí
así lo hiciéredes con él. Mas si agora lo dejáis a él hacer,
entonces os maldicirá, porque no le curastes como era razón.
555 ¿Queréis ver figura de cómlo lo habéis de hacer con
este enfermo? Oíd. Mandaba Dios en la ley que, si alguno
sacrificase tortolilla, que no le cortase toda la cabeza, sino
que la matase y le volviese la cabeza hacia el cuerpo, de
manera que estuviese muerta y no apartada del cuerpo.
560 Veis aquí cómo habéis de hacer los que queréis ser torto-
lillas, que significan a los que hacen en este mundo peni-
tencia y que lloran por haber perdido a su esposo Cristo.
Matad la carne; quiere decir: No vivas según ella quiere;
y no mande ella, sino obedezca; azótala; hazla que no
565 viva; mortifícala como San Pablo dice: Mortifícate membra
vestra, quae sunt super terram. Mas mirad, no la apartes
del cuerpo y no la eches del todo de ti; no la apartes de
tu alma, quiere decir, no te mates, sino dale lo que ha
menester solamente para vivir y servir al alma; que sierva
570 suya es la carne y caballo en que anda. Y así como seria
cosa monstruosa ver a un caballero andar gimiendo y de
día y de noche muriendo, por contentarle y por regalarle,
• no curando de su persona propria, así es que un hombre
ande contentando a su cuerpo y se olvide de lo que él es,
575 que es su ánima; quita el freno a su caballo y échaselo a
él, y dice al caballo que rija a él y que haga todo lo que
el cuerpo manda. Si manda trabajar para tragar, que tra-
baje; si le manda lujuriar, que lujurie; si le manda quebran-
tar ayunos, que los quebrante; de manera que ya no traes
580 tú del freno a tu cuerpo, sino él a ti.
¡Oh cosa para llorar! ¡Oh cosa monstruosa, que una
cosa tan vil se enseñoree de una cosa tan excelente! ¡Re-
medio, remedio, por Dios, señores! Y tened al cuerpo por
quien es y a vuestra ánima por quien es; quitad el freno
SS8 Cf. Lev. 5, 8.
566 Col. 3. 5-
337
585 de la mano del cuerpo, que os llevará derechos al infierno;
y tomadlo vosotros y hacedlo andar a raya, dándole lo que
le cumple y no más, aunque lo pida y lo desee; y así lo
curaréis bien, y él bien curado, y quitados tantos cuidados
como el amor de este cuerpo y de este mundo os da, en-
590 tended en curar vuestra ánima, que está enferma.
Cura también ¡Desventurada de ella, triste, desconsola-
el alma da, con enfermedades mortales! ¿Y no
quieres remediarla ni darla una sed de
agua? No sé si me creeréis en deciros que estáis enfermos,
595 viéndoos como os veis sanos y buenos; y pensáis que esto
es una conseja que con sólo oírla no es menester más.
¿Creéis que estáis enfermos? Decid: ¿Estáis en algún pe-
cado? ¿Habéis descendido de Hierusalem a Hiericó, que
quiere decir del estado de gracia a pecado? Pues creed,
600 como creéis en Dios, que estáis enfermos y que os han
llagado los demonios, que son los ladrones.
Domine, sana animam meam, quia peccavi tibi, dijo
uno que sentía el mal del alma. Y pocos creo yo que hay
aquí que no hayan pecado alguna vez mortalmente, en
605 palabra, deseo o obra; y por eso pocos habrá que no estén
enfermos. Y si me decís que os habéis curado confesándoos,
y llorando vuestros pecados, y restituyendo a vuestros pró-
jimos lo que debíades, dígoos de verdad que se hace pocas
veces bien y como se debe hacer; y puesto que se haya
610 hecho, quizás has pecado después acá; y puesto que no,
dígote de verdad que no sé si te han sido perdonados tus
pecados. Aunque más hayas hecho, hayas llorado más lá-
grimas que hay en la mar, no sé si estás perdonado, ni
naide lo puede saber; por eso no se tenga naide por sano,
615 y procure de cuidarse y salir de manos de estos ladrones
robadores, que nos han herido y dejado medio muertos,
como el evangelio dice. Medio muertos, porque dejan el áni-
ma muerta, que es la una parte y la principal del hombre,
aunque el cuerpo quede vivo.
620 ¡Oh qué cosa es ver a un hombre en pecado! Dígoos en
verdad que es monstruo; y si ver pudiésemos el ánima,
nos espantaríamos de su fealdad y desventura. Es cosa
maravillosa ver una cosa que parece viva y está muerta;
ver hablar, comer, beber como viva, y está el desventurado
625 muerto; verle reír, y está un paso no más del infierno;
verle de fuera vestido y de dentro desnudo; verle blanco de
fuera y negro de dentro, y hermoso de fuera, puesta la figura
del diablo encima de sí; verle que parece que no anda naide
con él, y anda con compañía de millares de demonios que
602 Cf. Ps. 40, 5.
338
SERMONES. CICLO TEMPORAL
630 nunca se apartan de él. ¡Oh malaventurada la tal ánima
que en pecado está!
¿Y por qué no se llora? Llóranse los muertos del cuer-
po, la pérdida de hacienda y las destrucciones de ciudades,
¿y por qué no una ánima, que vale más que todos los
635 cuerpos juntos, cuya pérdida, como San Agustín dice, es
mayor que la pérdida de las cosas corporales? ¡Oh mal
grande! ¡Que la que fué hecha para ser cosa de Dios sea
de diablos! ¡Remedio, por Dios, señores! Curaos como
Cristo os dice; curaos y decid a Dios: Domine, miserere
640 mel, sana animam meam. Luego os echará óleo de esperan-
za y vino de temor, y venid al mesón del samaritano, que
es la Iglesia, reposo de viadores, y confesaos muchas veces.
Que dos monedas ha dado al principal de la posada, que
es el sacerdote, con que os cure, que son dos claves de po-
645 testad y ciencia. Y luego guardaos de pecar; y así teméis
cuidado de vosotros, según nuestro tema.
Cuidado del prójimo Mas no os olvidéis del prójimo, al
cual también habréis de curar: cuer-
po, por limosna, y ánima, por buen ejemplo y consejo. Mi-
650 rad a San Pablo: Volebam esse anathema pro fratribus meis.
Y así no veréis vuestro reposo, vuestra consolación, vues-
tro provecho, sino la salud de las ánimas de vuestros pró-
jimos; que el Señor lo pagará bien pagado. Y oíd a San
Gregorio: Nullum sacrificium acceptabilius quam zelus ani-
655 marum. Y El lo pagará aquí por gracia y después por gloria.
23 Amarás al Señor Dios tuyo *
Domingo XVII después de Pentecostés. En un velo de monja
(Rama, BiM. Naz. Vstt. Bm. II, Ms. G-es. 1372, fif. 268 r - 271 r.)
Diligcs Dominum tuum ex toto corde tito, et ex
tota mente tua. Amarás al Señor Dios tuyo de todo
tu corazón, de todo tu entendimiento y de toda tu
ánima (Mí. 22, [57]).
5 Exordio Dice el glorioso doctor San Agustín no muy fue-
ra de este propósito: "Danos, Señor, lo que tú
mandares, y manda lo que quisieres". Mándanos, Señor,
635 OF. San Agustín, De quant. animae, c. 3, 4 : ML 32, 1037 ;
De Gen. ad IMcram, 1. 7, c. 19, 25 : ML 34, 364; Enarr. m Ps. 145,
3-4 : ML 37, 1885 s.
640 Ps. 40, 5. 650 Cf. Rom. o, 3.
655 San Gregorio Magno, Hom. in Ez., 1. 1, hom. 12, 30 (ML 76,
932) : (tNuilum quippe omnipotenti Deo tale est sacrificium, quale
est zelus animarum». . , „ .,,
* Ed. R. García Villoslada, S. L, en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 318-323. «El reverendo P. Juan de Avila, del amor de Dios.
Dominica 17. En un velo de una monja» (f. 268 r).
7 San Agustín, Confcss., 1. 10, c. 31. 45 (ML 32, 798) : «Da
quod iubes, et iube quod vis» ; cf. De dono pcrscvcrantiae, c. 20, 53 :
ML 45, 1026 ; De gratia et libero arbitrio, c. 15, 31 : ML 44, 899.
23- DOM. 17 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
339
que te amemos, danos tú tu amor, y manda lo que tú qui-
sieres, que, si mucho mandas, con tu amor mucho podremos.
10 Y si es ansí que para las cosas muy fáciles hemos menester
gracia e ayuda especial de Dios, cuánto más será menester
para alcanzar cosa tan alta como es amar a Dios, y no como
quiera, sino como las palabras del tema lo significan.
Y porque, para en este presente sermón se nos dé gracia
15 para bien hablar y bien obrar, pongamos por intercesora y
medianera a la sacratísima Virgen María nuestra Señora,
para que nos la alcance. Y porque ansí lo haga, digámosle
con devoción: Ave, Maña.
Tres condiciones Diliges Dominum tuum, etc. (loco et
20 de los que bien se cap." ubi supra). Amar a Dios de todo
quieren corazón es amalle con toda nuestra vo-
luntad y querer; amalle con todo nues-
tro entendimiento es con todo nuestro pensar y entender; y
amalle con toda nuestra ánima es con todos nuestros sen-
25 tidos (porque "ánima" en la sagrada Escriptura quiere decir
esta parte sensitiva), que quiere decir que amemos a Dios,
hermanos, con el ver y con el oír, con el hablar y con el
andar: esto es amar a Dios con toda tu ánima. Y añade otro
evangelista: con todas tus fuerzas, que quiere decir que
30 ames a Dios, hermano, con la casa, con la viña, con el dine-
ro y con toda vuestra hacienda, que esto es todas tus
fuerzas.
¡Ah, Señor! Mucho es lo que pedís. Si todo lo damos,
¿qué nos quedará? ¡Bendito sea Dios, que tan bendita con-
35 dición tiene! Cuando, hermanos, nos quiere hacer mercedes,
entonces nos pide que le demos algo para tener ocasión de
nos dar mucho más, y mientras más nos pide, mayor es el
bien que nos quiere dar. Y por eso en las palabras del tema
nos pide mucho para hacernos muchas mercedes. Amarás al
40 Señor Dios tuyo.
— Padre, ¿qué mercedes son las que me hará si le amo?
— Muchas en gran manera, una de las cuales es que, si le
amas, te hará merced de ti mismo; que tú, de perdido, te
hallarás y te cobrarás, porque, si no amas a Dios, ni tú te
45 tienes a ti ni tú te amas a ti; porque, si tú fueses amigo de
ti, temías las condiciones de los amigos. Aun aquel gentil
Aristótiles pone en las Políticas tres condiciones de los que
bien se quieren, y si amas a Dios, tenerlas has contigo;
pero si no, carecerás de ellas.
11 menester] será menester ai d.
20 Mt. 22, 37. 29 Le. 10, 27.
48 Aristóteles, Polit., 1. 2, c. 1, 3-4 ; 1. 3, c. 9 ; cf. Etílica aá
Nicomocfnim, 1. 8, c. 2.
340
SERMONES. CICLO TEMPORAL
50 La primera condición es que un amigo a otro ni busca
mal ni le hace mal. Si no amas a Dios, hermano, no hay en
el mundo quien tanto mal te buscó, ni más cruel enemigo
para ti que tú mismo; ni cielo, ni tierra, ni cuchillo, ni peli-
gro, ni mortal enemigo, ni todos los demonios te pueden
55 hacer tanto mal como tú a ti mismo te haces en no amar a
Dios. Los malaventurados que agora están y para siempre
estarán en el infierno, ¿quién les causó tanto mal, si ellos
no? Por no querer amar a Dios, mayor daño buscan para sí
que en todo el mundo les puede dañar ni buscar. El que
60 ama a la maldad aborrece su ánima, dice David; pues muy
notoria cosa es que el que no ama a Dios ama lo malo.
La segunda condición del amigo es que huelga de estarse
con su amigo. Es tan enemigo de sí el que no ama a Dios,
que un momento no puede estarse consigo ni mirarse a sí
65 mismo. ¡Tanto es lo que se aborrece! Y de aquí viene que
diga la mujercica: "Padre, no puedo estar sola rezando o
entendiendo en mi conciencia, que luego no me sacan del
mundo mil cuentos de pensamientos". Son tantas las espinas
que él tiene sembradas en su corazón, el que no ama a Dios,
70 que cuando entra a tomarse cuenta, se hallará tan enemigo
de Dios, y por eso enemigo de sí mismo, que huye de estar
consigo, y por olvidarse de sí y arrojarse de sí, detrás de
sí, huye el recogimiento y piérdese a sí. Y así se entiende:
Qui amat animam suam, id est, temporalem vitam, per-
75 det 'eam.
La tercera condición de los amigos es que tienen un que-
rer y un no querer, lo cual no tiene el que no ama a Dios,
porque fácilmente menosprecia lo que poco ha que amaba,
y consigo tiene tan gran guerra y contrariedad en no con-
80 formarse con lo que la razón le dicta, que se puede bien decir
lo que dice Job: Militia est vita hominis su-per terram. El
vivir del hombre es continua guerra sobre la tierra, y por
andar dividido en sí, presto será perdido, porque todo reino
diviso será desolado.
85 Por estas tres condiciones, contrarias a las de los ami-
gos, que tiene el que no ama a Dios, decimos que está per-
dido de sí y es enemigo de sí.
Tres mercedes que Pues el primer bien, hermano, que
hace Dios al que te verná por amar a Dios es que te
90 le ama hallarás, es que Dios te hará merce-
des de ti. Y si por aquí, hermano, no
te buscas, jamás te podrás hallar, porque en la hora que no
ames a Dios habrás tantos señores y tan desvergonzados que
te manden, que el menor de ellos baste para darte mala vida.
6o Ps. io, 6.
75 Cf. lo. 12, 25 ; Le 9, 24
8i Iob 7, i.
84 Cf. Le. ii, 17.
23. DOM. 17 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
341
95 ¿Quieres, pues, hermano, rescatarte de ellos y hacerte libre?
Ama al Señor Dios tuyo. Entra, hermano mío, en tan di-
choso cautiverio, renuncia a esos señores que te poseen, o
por mejor decir, crueles tiranos, porque ¿qué más cruel ti-
rano enemigo que la lujuria, el avaricia y- la envidia, o cual-
100 quier pasión que sea, lo cual todo te señorea, si estás sin
amor de Dios? Ama, pues, al Señor Dios tuyo y serás libre
de cualquier subjeción.
Y si te duele perder los placeres que te causan tus vicios,
sacrifícalos y échalos de ti, que no perderás los placeres,
105 mas trocarlos has por otros muy mejores. Y porque mucho
los amas, por eso quiere Dios que los sacrifiques; porque ten
por cierto, hermano, que te agradará más la seguridad que
de ahí sacarás, sin comparación, que cuanto tú esperabas.
¡Mandó Dios a Abrahán que le sacrificase un solo hijo
HO que tenía, del que mucho se agradaba; mas, al tiempo que
lo iba a matar, mandóle Dios que no lo matare, sino que, en
su lugar, sacrificase un cordero que estaba entre las espinas.
El hijo de Abrahán se llamaba Isaac, que quiere decir gozo
o risa o placer de Abrahán; mas al punto del efectuarse, no
115 quiso que muriese Isaac, sino la cerviz del cordero, que fué
cortada con cuchillo. Ansí, hermano, si mucho placer te da
algún vicio, por mucho que lo ames, sacrifícalo y córtalo
de ti, porque quiere Dios que se sacrifique Isaac, que es el
muy querido, pero también quiere que no pierda tu gozo, sino
120 que, trocado por otro mejor y mayor, perezca la dura cerviz
que tú tenías entre las espinas de tus pecados, en no obede-
cer. Ama, pues, hermano, a Dios; ama, pues, hermano mío,
al Señor Dios con toda tu intención y entrañas, y hallarte
has a ti y hallarás verdaderos gozos que no perecen; porque
125 el hombre que ansí lo hace, hácese invencible, y con todo el
mundo y con todos los demonios no le puede derribar. ¿Quién
nos apartará de este amor?, decía el apóstol San Pablo.
Como si dijese: Ninguna cosa de lo criada. Y ansí la primera
merced que Dios hace al hombre que le ama, es que se cobra
130 a sí mesmo, y verdaderamente es suyo.
La segunda merced que hace Dios al que le ama, es que
son todas las cosas suyas; suya es la pobreza para se apro-
vechar, suya la enfermedad para merecer en ella, suya la
riqueza para mandalla y no para ser mandado de ella, suya
i35 la muerte, suya la vida, suyo el cielo, suya la tierra. Omnia
vestra sunt... vos autem Christi, dice San Pablo. Todas las
cosas son vuestras, vosotros de Jesucristo. Finalmente, el
que ama a Dios es en tanta manera libre, que ninguna cosa
104 Cf. Gen. 22, 2. 10-13.
114 Cf. Gen. 2i, 6.
342
SERMONES. CICLO TEMPORAL
le puede dañar, antes, como dice el mismo San Pablo, omnia
140 cooperantur in bonum iis qui vocati sunt sancti. Todas las
cosas, dice el sagrado Apóstol, se le vuelven en bien [a]
aquellos que, porque tuvieron amor de Dios, son llamados
santos. Amarás al Señor twyo.
La tercera merced que Dios hace al que le ama es ma-
145 yor que ningún entendimiento humano puede pedir, y es
que el mismo Dios se da a sí mismo a aquel que le ama.
¿No os ha venido alguna vez al pensamiento: "¡Quién al-
canzase, quién viese a Dios, quién alcanzase tal empresa
como es Dios, quién tomase tal caza?" ¿Paréceos que se-
150 ría pobre quien gozase de tal alegría? ¿Paréceos que es-
taría triste quien tuviese consigo tal consuelo como es Dios?
¿Paréceos que ternía desconsolación alguna? ¡Oh caza ben-
dita! ¿Con qué te cazaremos? ¿Con ballesta o con falcón?
¿Con qué lazo te tomaremos, Dios mío, para que no te nos
155 vayas? No hay fuerza, no hay manera, no hay dones, no
hay consejo, no sabiduría, no basta cielo, no basta tierra,
finalmente, no basta, hermanos, toda industria humana para
tomar a Dios, si no es con amor. Este es, hermanos, el se-
ñuelo, a que Dios se abate; éste es el cebo con que Dios
160 se pesca: amor, hermanos, amor. Es tal esta bendita caza
sobre toda bienaventuranza bendita, que no se deja pren-
der sino del corazón que arde con su amor. Y en ese punto
que le ama, viene a él, como águila herida, a hacerle bien-
aventurado y lleno de todas las riquezas que Dios le puede
165 dar y él puede alcanzar. ¡Bienaventurado, hermanos, el co-
razón donde Dios por amor se aposenta!
¿Qué remedio para Dice, pues, el tema lo que ya muchas
amar a Dios? veces habernos ditho: Amarás al Se-
ñor Dios tuyo.
170 — 'Padre, si tantos bienes tiene el que ama a Dios, ¿qué
remedio para le amar más?
■ — ¿Qué remedio, hermano, para el que no le ama? Que
éste es, hermano, el que ha menester remedio, pues carece
de tanto bien como es amar a Dios. ¡Oh sin ventura de
aquel que no le ama! Son tantos los incentivos que hay en
Dios para le amar, que el que es verdadero cristiano se
había de avergonzar y se había de confundir de mandarle
Dios que le amase.
Si alguno, por haber recebido algunas mercedes de otro,
180 tiene justa ocasión de le amar, cuánta mayor ocasión hay
para amar a Dios, de quien tantas mercedes, de quien tan-
tos bienes y mercedes hemos recibido toda nuestra vida y
esperamos recibir en la vida venidera. Y si el hombre, por-
140 bon i s
140 Cf. Rom. 8, 28.
23- DOM. 17 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
343
que la otra lo ame, le da tantas músicas, tantos requiebros
185 y tantos presentes, pasalle muchas veces por la puerta, cer-
ca'lle la casa y darle alboradas, ¿qué habíamos nosotros,
hermanos, de hacer con Dios?
¡Oh Dios y Redemptor mío! ¡Cuántas músicas me has
dado con tus criaturas, cuántos presentes con darme bue-
190 nos deseos, cuánto cercarme la casa con amor y temor,
cuántos requiebros con los regalos a mi ánima, cuántas al-
boradas a mi ánima con buenos propósitos repentinos, cuán-
ta ocasión y cuán justa para que te amemos, Dios mío, y
para jamás olvidarte!
195 — ¡Señor! ¿Qué remedio? — El remedio, hermano, de
que mucho te habías de avergonzar. Dice Job: ¿Qué pregun-
tas, hombre, remedio para amar a Dios? Pregúntalo a tus
animales, y ellos te lo enseñarán. Conoció el buey a su po-
seedor y el asno al pesebre de su señor. Si un buey, de
200 dalle un poco tiempo de comer, conoce a su señor, y un
asno tiene amor a un pesebre donde le dan paja ¿qué amor
debrías tener a Dios, hermano, que tantas mercedes te hace
y no las zahiere? Si quieres amar a Dios, apriende de tu
perrillo y gatillo; si por dalles un poco de pan conocen la
205 mano que se lo da, y aunque algunas veces les des de palos,
no por eso pierden el amor, ¡cuánto más habías tú de co-
nocer y amar a Dios, que sin cansarse te hace mercedes!
— ¡Señor! ¿Qué remedio para amar a Dios? - — ¡Que aun
no os afrentáis de preguntarlo! De arriba ha de venir; Dios
210 lo ha de enviar. ¡Oh, bendito sea Dios por ello! Por mucho,
hermano, que tú des a tu eslabón y pedernal, no saltarán
centellas para encenderte a amar a Dios, si de arriba no
viene. Cuando Dios mandó a los hijos de Arón que sacrifi-
casen, del cielo les envió el fuego. Pidamos, pues, hermanos,
215 a Dios su gracia, pidámosle que por su amor nos dé su amor,
que no lo tiene sino para darlo y comunicarlo.
— ¿Qué remedio? — El remedio es que fuego con fuego
se enciende, amor con amor se cría. No hay cosa, hermano,
que ansí encienda al ánima del cristiano en amor, si no es
220 pensar lo que Jesucristo bendito pasó por su amor. ¡Oh, loa
ángeles te bendigan por ello! Que cada uno en su rinconcico
piense que, por amor de él solo que fuera, aquella infinita
e incomprehensible Majestad se encerrara en el vientre de
una doncella, y se hiciera hombre, y naciera al frío, y pasara
225 todos los trabajos que en la cruz pasó hasta morir en ella.
Piensa, pues, hermano, cada paso de éstos por sí, y di:
"Esto pasó mi Redentor por mí; esto sufrió por mí. ¡Ben-
185 pasalles
198 Iob 12, 7. 214 Of. Lev. 6, 12 ; 9, 24.
199 Is. 1, 3-
344
SERMONES. CICLO TEMPORAL
dito sea El por ello!" Y discurriendo con devoción por lo
que Jesucristo pasó por nosotros, encenderse ha nuestro
280 amor para amarle.
— Padre, ¿qué remedio para amar a Dios? — El que esta
doncella toma hoy, metiéndose en el monesterio, que es huir
las ocasiones y tropiezos del mundo. Hay algunas doncellas
tan atrevidas, que [no] tienen temor de asomarse a la ven-
235 tana ni a la puerta, y dicen que es cosa de palacio y desen-
voltura, y después que las tales, por su mucho atrevimiento,
caen en el lazo, que, de bobas, no vieron que el diablo lea
tenía armado, lloran muy bien llorado lo que valiera más
excusallo con excusar las ocasiones. Otras, por el contrario,
240 muy temerosas de cualquiera ocasión, por pequeña que sea,
andan ascondidas y temiendo, porque pienso que está más
segura la vasija en la vasera metida que la que anda por los
rincones e viendo el peligro que se recrece; y como dice el
apóstol San Pablo, andamos muy a peligro, hermanos, por-
245 que trae[mos nuestro te]soro en vasos de barro.
Ansí que, señora y hermana mía, muy buen remedio to-
máis para encenderos en amor de vuestro esposo Jesucristo,
en menospreciar las vanidades de este mísero mundo y en
encerraros, para haberlo a solas, con vuestro esposo y re-
250 dentor. Y tomando tantas ocasiones y aparejo para servirlo,
unos ratos, hermana mía, gastaréis en alaballo, cantando en
el coro; otros, haciendo hacienda entre día; otros, contem-
plando en vuestro recogimiento las grandes mercedes que
Dios os hizo en poneros en ese estado. Y sabeldo bien conocer
255 y agradecer. Y con estos santos y devotos ejercicios sabréis
y aprenderéis amar a Dios, y daros ha su gracia y después
su gloria. Amén.
24 Muchos son los llamados, pocos los escogidos *
Domingo XIX después de Pentecostés
(Oña, Ms. est. 8, ¡plut. 4, n. 55 bis, fif. 46 r -91 v.)
Mullí sunt vocati, pauci vero electi (Mt. 22, [14]).
Exordio Praevolat intellectus, tarde aut nullus affectus,
ait Augustinus. Muchas veces se nos entiende el
bien, y se nos daña por hacello; entiéndesenos la voluntad
2 aut] aut add.
245 2 Cor. 4, 7.
* Ed. ü. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 133-145. «Dominica vigésima post I'entecosten» (f. 46 r).
3 San' AGUSTÍN, Enwrr. fu Ps. 118, serm. 8, 4 (ML 37, 1522) :
«-Praevolat intellectus ; et tarde sequitur, et aliquando non sequitur
humauus atque iníirmus affectus».
24- DOM. 19 DESPUÉS DÉ PENTECOSTÉS
345
5 de Dios, y dárnosle de mano; convídanos a su mesa, y tú
quieres más la del mundo.
Roguemos a Su Majestad que nos libre de este tan gran
mal y nos enseñe a hacer su voluntad. Y pongamos por me-
dianera a la [Virgen María].
10 Misericordia y jus- Tristitía est mihi magna et ingens
ticia de Dios dolor, etc. ¿Sabéis por qué? Porque
dicen que van muchos cristianos al
infierno. ¿Entendéislo o queréis que lo diga más claro? No
sé cómo. ¿No os parece que es esto para tener gran dolor?
16 Si Esaías dice: Visio dura nuntiata est mihi, y dió consigo
en tierra de pena, yo me espanto cómo a los predicadores
no nos toma gota coral, pues a Esaías tan recia se la dió,
que dió con él en el suelo, teniendo menos ocasión que nos-
otros. Nam dicit: Babylon dilecta mea posita est mihi in
20 miraculum, etc.
'Habíale Dios revelado el castigo que había de hacer en
ella. ¿Cómo, Esaías? ¿Babilonia no es vuestra enemiga,
pues es infiel y ha hecho tantas injurias a vuestro pue-
blo?, etc. Quiere Dios vengar las injurias, etc., y por eso
25 Hora Esaías.
Pues ¿qué haremos nosotros, que dice Dios que muchos
baptizados, y de los que entran en la iglesia y oyen misa
y se signan y confiesan y comulgan, se condenan, no a
muerte temporal, sino a eterna? ¿Cómo no salimos dando
30 voces por esas calles? Si corazones hubiese de madres, ¡oh,
con qué dolor saldríamos dando voces, diciendo: "Cristia-
nos, que os vais al infierno"! Sed ut dicit Bernardus: Cadit
asinus et habet súblevantem se, perit anima et non est qui
doleat.
35 ¿Qué haremos, que muchos cristianos se van al infier-
no? Y no es opinión ésta de Santo Tomás o de Escoto, etc.,
sino determinación y sentencia del Hijo de Dios, etc., que
Jo dijo en el santo Evangelio. ¡Oh, cuántos coméis y bebéis
y estáis aquí pensando cómo regiréis vuestra casa, que
40 tenéis escrita la sentencia contra vosotros! Y viendo vues-
tro descuido, dolor maximus mihi est. Mas para que veáis
más claro y averiguado la razón que para esto tengo, diga-
mos la letra del santo Evangelio. (Dic litteram.)
Quídam homo — Deus Pater — casó su hijo. Sic facien--
45 dum est en teniendo edad, y en especial las hijas, y aun
los que viven, siendo solteros, en gran peligro, etc. Intravit
11 Cf. Rom. 9, 2.
15 Is. 21, 2.
20 Is. 21, 4.
34 San Bernardo, Dc considerat
«Cadit asina, el est qui sublevet eam
reputet».
44 Cf. Mt. 21, 28 ; Le. 14, 16.
., 1. 4, e. 6, 20 (ML 182, 7S6) :
: perit anima, et nenio est qui
346
SERMONES. CICLO TEMPORAL
rex et vidit hominem non hábentem, etc. Et dicit: Quomodo
hic intrasti?, etc. ¿Hasme de deshonrar a mí y al desposado
y a la desposada? En día de mi alegría, ¿te vestías de
50 luto? En fiesta tan principal, ¿vienes con tus andrajos?
Estos que están aquí, tan pobres eran como tú, pero tuvie-
ron respeto a mis bodas y demandaron prestadas vestidu-
ras, etc. ¿Cómo tú veniste sin ellas?, etc. Como aquel des-
venturado enmudeciese, mandólo el rey echar, etc. ¡Dios nos
55 guarde! Al infierno. ¡Dios nos libre por su infinita bondad!
Y concluye el santo [Evangelio] diciendo: Multi sunt vocati,
pauci vero electi. Dios, por quien es, nos dé gracia para
que seamos de los pocos escogidos y no de los muchos per-
didos. ¡Hágalo El, por la sangre que por nosotros derramó
60 en la cruz!
— Señor, ¿por qué juicio tan recio? — Por estar sin ropa.
— Pues aunque hubiera muerto mil hombres, no lo casti-
gárades más reciamente. — ¡Oh hermanos! ¿Quién enten-
derá las justicias de Dios? Ansí como no hay sabio que
65 entienda, como dice David, sus misericordias, no hay sabio
que entienda sus justicias. ¿Quieres entender quién es Dios?
La cosa más misericordiosa que se puede pensar y la cosa
más rigurosa que se puede decir. Misericordioso más que
ángeles y arcángeles, etc., más que cielo y tierra y que
70 todas las criaturas. Aunque cada una tuviese mil lenguas,
no pueden decir las misericordias de Dios. Y riguroso más
que se puede pensar. Dios os guarde de caer en su ira.
Levabo ad caelum manus meas et dicam: Vivo ego in aeter-
num; si acuero ut fulgur gladium meum. Dios os dé gracia
75 para aprovecharos de las justicias de Dios. Si no, después,
de norabuena os parió vuestra madre.
Estas dos cosas, misericordia y justicia de Dios, se de-
claran en este evangelio. Misericordia en el llamamiento y
convite a las bodas; justicia en castigarlos.
80 Convite de bodas. Veamos qué bodas son estas que
El manjar: ver a hace Dios, pues no puede casarse, ni
Dios cara a cara enriquecer, ni lo pueden hacer mayor
las criaturas, etc. El mismo Dios era
antes que criase las criaturas y el mundo que es agora.
85 Luego ¿para qué se casa? No para enriquecer El, sino
para enriquecer a la desposada y a sus parientes. Para que
aquel ánima santísima desde el instante que fué criada,
erat assumpta et unita divinitati, adorada de los ángeles, y
el cuerpo el día de su resurreción habet eamdem gloriam,
90 y también para bien de los parientes da Dios hadas [sic],
etcétera.
51 Cf. Mt. 22, 11-14.
65 Cf. Ps. 106, 43.
74 Cf. Deut. 32, 40-41.
24- DOM. 19 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
347
¡Oh si supieses, hombre, tu dignidad y cabida acerca
de Dios, por Aquel cuyo pariente eres! ¡Cómo andarías de
otra manera, cómo te cantaría otro gallo! — ¿Para qué os
95 casáis, Señor? — "¡Mira tu dignidad, hombre!" Para que
te sientes a la mesa de Dios como pariente; en la mesma
mesa de Dios, y comas del mismo manjar que El come.
Porque no tiene un manjar para El y otro para los convi-
dados; el dignísimo pan que El come, comen los convidados.
loo ¡Oh, bendito seas tú, Señor, que tanto honras los pa-
rientes de la esposa, que ninguno otro manjar hay para
ti sino el que das a ella!, etc. Por mucho que un nombre
quiera a otro, no puede hacer esto con él. Podrále dar de
la misma gallina que él come, mas que lo mismo que él
105 come, coma él, no es posible. Mas Dios el mismo manjar
que come, ese mesmo comen todos los convidados. ¿Que-
réislo ver? ¿Qué come el Esposo en cuanto Dios? ¿Qué
son sus gozos? El mesmo, ¿no se es manjar? No ha me-
nester otro manjar. Ninguna cosa fuera de sí le puede
lio hacer bienaventurado. El se lo es en sí mismo.
¡Oh riqueza infinita, que todo lo tienes et nullius eges!
Esta es su gloria y su manjar: entenderse y conocerse, ena-
morarse, engozarse. — Y nosotros ¿qué hemos de comer?
—¡Oh benignísimo Dios! ¡Quién tuviera un poquito de aque-
L15 Ha dulcedumbre en la lengua para saber explicarlo! Ego
dispono vobis regnum, sicut dísposuit mihi Pater meus, ut
comedatis et bibatis super mensam meam, no de las mi-
gajas, no de las sobras, no de otro manjar más bajo, sino
de El mismo.
L20 ¡Oh cristiano! ¿No te haría Dios esta merced, que, sen-
tado o en pie, andando o en la cama, en tu casa o en la
iglesia, te parases a pensar que te crió Dios, para que,
aunque andas en la tierra con tantos trabajos, tengas apa-
rejada silla en el cielo, mesa en la mesma mesa de Dios,
125 manjar al mesmo Dios? At ne parvi pendas haec, tamquam
mínima, scito quod etsi omnes paenalitates inferni hubiése-
des de pasar, per innumerabile tempus, ut aliquando hoc
bono fruereris, mérito essent patiendae.
— ¿Qué hemos de comer? — No penséis que ha de haber
130 allí el paraíso de Mahoma o el de los epecúreos. El manjar
será ver a Dios cara a cara, aquel bien infinito, aquella
bendita hermosura, y casarse han aquella verdad infinita y
vuestro entendimiento, de suerte que redunde en vos un
114 benignísimo || 116 disimsiiit
123 en] con
95 San León, Serw. 21, in Nativ. Dorrtini 1, c. 3 (ML 54, 192) :
«Agnosce, cihristiane, dignitatem tuara».
ni Cf. Apoc. 3, 17.
117 Cf. Le. 22, 20-30-
348
SERMONES. CICLO TEMPORAL
inefable gozo, una alegría que no se puede decir. Scilicet: del
185 letrado que desea saber la verdad de alguna conclusión di-
ficultosa y anda con gran trabajo del entendimiento hasta
saberla, y sabida queda con gran descanso, como si hubie-
se comido muchos manjares. Ansí, y muncho más excelen-
temente, [cuando] estuvieres delante de Dios, verás averi-
140 guadas todas las verdades por manera inefable, con que tu
entendimiento tenga suma quietud, de manera que redunde
en ti un infinito gozo, etc. ¿Pues qué otro gozo os parece
que resultará en vos cuando hobiéredes hallado aquella ver-
dad infinita, donde están averiguadas todas las verdades,
145 aquellos verdaderos deleites? Pues aquel ver a Dios y co-
nocerle y amarle y gozarle, ése es el manjar, con el cual
estarán fuertes, con aquél estarán recios, etc. De ese Dios
que se conoce, comen y beben los bienaventurados.
¡Oh, bendito seas, Señor, que ansí honras esta gente!
150 No tengáis en poco esto. Que vos a vuestra mujer podéisla
asentar a vuestra mesa y darle parte de lo que comierdes,
pero [no] el mesmo número que vos coméis, porque lo que
vos coméis no lo come ella. Mas Dios, no parte, sino todo
comerán. Con el mesmo conocimiento le conocerán, con el
155 mesmo amor le amarán todos los que allá están, ángeles y
hombres, y todos los que allá fueren. Plega a su santí-
sima misericordia que seamos nosotros de ellos.
— Pues veamos qué sabor tiene Dios, pues que decís
que ha de ser nuestro manjar. ¿A qué sabe Dios? —-¡Oh,
160 quién pudiese saber a qué sabe! ¡Oh, quién tuviese un poco
del gusto de Dios, para que viese cuan desabridas son las
criaturas! Degustato Spiritu, desipit omnis caro, id est,
gustato Deo; imo, quien halla gusto en las criaturas no
podrá saber a qué sabe Dios ni hallará gusto en sus cosas.
165 Todo es desabrido lo de acá en comparación de aquella
suavidad divina — Pues ¿a qué sabe Dios? — ¿A qué? ¿A
qué sabe cada cosa, sino al ser que tiene? ¿A qué sabe la
gallina o la perdiz? — Sabe a gallina y a perdiz. ■ — Pues
ansí sabe Dios, a Dios. Conforme a ser de Dios sabe Dios.
170 ¿y sabéis cuál es su ser? Quod ñeque angelí ñeque archan-
geli, etc., ñeque omnia creata simul et quae possunt creari,
etiamsi in aeternum cognoscerent nova, non possunt com-
prehendere esse Dei, quia est infinitus et solus ipse se com-
prehendit. Pues si cual es el ser, tal es el sabor; luego
175 Dios tiene infinito sabor, pues tiene ser infinito. Veis aquí
la gloria que esperáis. Gózaos, pues es tan grande e inefa-
ble, que, como ninguna criatura puede decir el ser de Dios,
174 Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa, i, q. 12, a. 7.
24- ROM- 19 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
349
tampoco puede decir su suavidad. Ñeque oculus vidit, ñeque
auris audivit, etc.
180 Los que se excusan ¡Bendito seas, Señor, que tan sa-
cie ir a las bodas broso eres! ¿Y que te dé a ti, hom-
bre, sabor el deleite carnal; que te
den sabor los sabores de las bestias! ¡Oh loco, oh insensato,
oh bestial, que dejas el sabor y deleite verdadero por el falso,
185 la miel por la purga, y aun con esto piensas que te ha de
llevar Dios a la gloria! Pues ves aquí lo que da mucha ma-
teria a Dios para castigarte con mucha razón.
¡Oh, quién viese lo que siente Dios en su corazón, cuan-
do te llama y dice: "No peques, hombre, y darte he este
190 gozo, y sentarte he conmigo a mi mesa, darte he el mismo
manjar que yo como, que soy yo mismo", y tú dices: "Más
quiero mi deleite que vuestra gloria"! Obstupe[s]cite, caeli,
super hoc, etc. Dúo enim mala fecit populus meus, dereli-
querunt me, fontem. aquae vivae, et foderunt sibi cisternas
196 dissipatas, quae non valent continere aquas.
¡Desdichado de aquel [del] que dijo Dios: "¡Dejáron-
me!" — ¡Y por qué? ¿Por otra cosa igual? — No, que no
la puede haber. — Quare igitur? — Preguntad esto a los que
están ciegos con las pasiones de la carne, amancebados; a
200 los que ha días que poseen lo ajeno y no lo restituyen, pu-
diendo; a los que ha tiempo que están enemistados y no
quieren perdonar. Decid: ¿Cuántos años ha que estáis en
pecado? ¿Qué deleite habéis sacado de él? ¿Qué contenta-
miento? Preguntáldo a cada uno, pues cada uno tiene un
205 pozuelo hecho. ¿Habéis sacado alguna gota de agua clara
que os dé verdadero refrigerio?
¿Sabéis qué? Si estáis enemistado, andáis siempre ar-
mado con remordimiento de conciencia. ¿No te ha acaecido
de estar ofendiendo a Dios y remorderte la conciencia?
210 ¿Pues qué sería si entonces quedases muerto? ¡Oh sabor de
cebolla, que comiéndola te hace llorar! ¡Oh, desventurados
tales deleites! ¿Sabéis quién son los que hacen esta maldad
tan grande? Estos que dice el Evangelio, que enviándolos
el Señor a llamar al convite que hemos dicho, enviándoles
215 Dios a decir: "Andad acá al convite; Dios ha encarnado;
los cielos están abiertos; Dios murió; los Sacramentos están
aparejados, et omnia necessaria, venite ad nuptias" , at Mi
neglixerunt. Pues si en esto eres negligente, ¿en qué serás
deligente? En hacienda, derramadores de la harina, etc.
220 Deligente en lo que toca al cuerpo y negligente a lo que
193 derdinquerit I! 195 aquas] Esa add.
196 dijo] a add.
217 noticias
179 Of 1 Cor. 2, 9.
195 Cf. Ier. 2,
350
SERMONES. CICLO TEMPORAL
toca a ver a Dios para siempre. Et ipsi neglexerunt. ¡Tris-
tes de ellos y de los que los imitan! Sed quid, si peius?
Mirad la excusa. Unos dicen de manera que no era malo
aquello, pues no es pecado labrar ni casarse, etc. So color
226 de bien se excusaron, que no dijeron: "Estoy amancebado",
sino: "Heme casado"; no: "Tengo de ir a robar", sino:
"Tengo de ir al campo a entender en mi hacienda", etc.
— 'Pues ¿es malo eso? — No, mas no veis que está 'Dios de
otra parte y es menester que no sólo os guardéis de lo
230 malo, sino también de lo peligroso, porque aquello es oca-
sión para venir también a lo otro.
— '¡Oh señor, que gano de comer para mi mujer y mis
hijos! — Eso no es malo, pero lo que lo es es que empleéis
tanto vuestras fuerzas en eso, que no os queden fuerzas
235 para amar a Dios. Andas tan embebido en lo temporal, que
no te queda tiempo ni huelgo para encomendarte a Dios,
y muchas veces, so color de "necesidad tengo", encargas la
conciencia, y no lo sientes por tu ceguedad o lo disimulas
por tu miseria, y por maravilla lo remedias del todo. Si
240 esse sicut üli qui una manu pugnabant et alia aedificabant ,
bien se sufría. Si con ese trabajo confesases más a menudo
y comulgases entre año, y tuvieses tu hora de recogimiento,
en que tomases cuenta a tu conciencia, leyeses los días de
fiesta algún buen libro, ya que entre semana trabajes, etc,.
245 fieret labor tuus fructuosus.
—¿Pues queréis que no trabaje ni entienda en mi mu-
jer y hijos? — No te digo eso; pero que dejes los gastos
superfluos de la mujer y hijos, etc., y no andes ahogado en
el demasiado cuidado de las cosas temporales; o sed tan
260 fuertes, que ansí toméis los negocios temporales, que no ol-
vidéis por eso lo que cumple a vuestra ánima. Y sí no
sois para uno y otro, que se pierda lo del cuerpo y no lo
del ánima. Huego del cielo venga sobre la hacienda si por
entender en ella se ha de perder el ánima y cuerpo para
255 siempre. Nam quid prodest homini, etc. — Recia palabra
es ésa. — Más recia será aquélla: Ite, maledicti, y aquélla:
Nescio vos. Et clausa est ianua.
¡Oh, cuán bien dijiste, mi Dios, avisándonos esto: At-
tendite ne graventur corpora vestra crápula et ebrietate et
260 curis! Et in oratione hodierna petit Ecclesia, ut mente et
corpore pariter expediti, facilius caelestia capiamus. Quod
251 no] no add.
240 Cf. 2 Es'dr. 4, 17.
25S Cf. Mt. 16, 26.
250 Cf. Mt. 25, 41.
257 Mt. 25, 12. 10 ; Le. 13, 25.
2160 Cf. Le. 21, 34.
261 Miss. Rom., Dom. 19 post Pent.. oratio; cf. Fer. V post
Dom. II Quadrages., oratio.
24. DOM. ig DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
351
vos non facitis, pues tanto os ocupáis en los negocios tem-
porales, que os parece el tiempo pequeño; no dejáis fiesta,
no halláis hora desocupada para entender en lo de Dios.
265 Haz cuenta, que pues olvidas tanto tu ánima, quedarás
sin gloria y ayuno del convite eterno, como lo dice el Evan-
gelio. Y seréis semejantes a los más perversos de los ju-
díos, que no sólo se excusaron de ir a las bodas, mas azo-
taron, apedrearon y maltrataron a los mensajeros del Rey,
270 que eran los profetas y apóstoles, etc. Y por esta provisión
vendrá sobre vosotros la rigurosa y justa sentencia del Rey
celestial, como sobre aquellos que fueron destruidos del
ejército de los romanos.
Convida a la ge»- Mas no le pareció justo al Rey que,
275 tilidad pues estaba hecha la costa y todas las
cosas necesarias proveídas y apareja-
das, quedasen las bodas sin celebrarse, y mandó a sus sier-
vos, que fueron los apóstoles, ir unos a Oriente, otros a Oc-
cidente, etc. Y convidaron a la gentilidad para que, dejados
280 los ídolos, conociesen y adorasen a Dios, etc. Dicen que ya
Dios ha encarnado, etc., dejan los ídolos y veniunt ad bap-
tismum et impleta est domus.
¡Qué de gente hay debajo de nombres de cristianos, con-
vidados y asentados en la mesa de la Iglesia! — Mas ¿cómo
285 viven? — Eso es lo que me duele. Mirad cómo vivís, que
ojos hay en el cielo, mejores que de lince, que os miran y ven
vuestros pensamientos y obras. Miran al que viene a la igle-
sia, con qué corazón viene. Miran al que está en el sermón,
con qué corazón está, etc.
290 En suma, mira a todos los convidados, y halló, por nues-
tros pecados, uno que no tenía vestidura de boda. Et ait illi:
Amice, etc. Sed quare amicum vocat, cum sciat statim ü-
lum da[m]natum esse, quantum est ex parte Dei? — De to-
dos es amigo; a todos querría hacer bien, y a sólo aquél lo
295 deja de hacer que no se dispone para lo recebir. Nam, teste
Paulo, vult omnes homines salvos fieri. Patet in luda, quan-
do eum traditurus erat iudaeis, nam dixit illi: Amice, etc.
Amicum ülum vocat, etsi cognoscit quia illum tradidit iu-
daeis, etc. ¡Oh dechado de santidad y mansedumbre! ¡Cuán-
300 to más serás amigo del que gime y llora sus pecados, pues al
que te va a entregar a la muerte llamas amigo y deseabas su
amistad!
Item amicum, quia non ira, sed iustitia exigente punit;
303 engente || 305 nuneialem
292 Mt. 22, 12.
296 Cf. I Tjm. 2, 4.
297 Mt. 26, 50.
352
SERMONES. CICLO TEMPORAL
amicum, quia habet fldem, tamen punit hunc, quia non ha-
305 bet vestem nuptialem
¿Qué es la vestidura Et ait Mi: Quo modo hic intrasti
de boda? non habens vestem nuptialem? — ¿Y
quién tiene esta ropa de boda?
¿Por eso debéis de usar tantos trajes y vestidos, por no
310 hallaros, como éste, sin hábito de boda, y por no ser echa-
dos con él en el infierno? Antes te digo que esa vestidura que
traes superflua y preciosa, según tu estado, plega a Dios que
no sea para llevarte al infierno. — Pues tanto vale esa ropa,
que se da por ella la bienaventuranza, ¿qué ropa es ésa?
315 Comprémosla, y cueste lo que costare, aunque nos cueste la
vida. ¿Dónde la venden? — Audi: Las bodas son de Cristo,
que es el Esposo, y de la Iglesia. Pues si tuviéremos vestida
la ropa del desposado, tendremos vestido de boda. Y esta
digo que es vestidura de boda, estar vestido de la imitación
320 de Jesucristo. Hinc Paulus: Induimini Dominum nostrum
Iesum Christum et carnis curam ne feceritis.
— Quid erit induere Christum? — Revestir su espíritu en
vos. ¿No llamáis a un[o] endemoniado que tiene revestido al
demonio, que le hace hablar lenguajes que nunca aprendió
325 ni sabía y hacer cosas que no hiciera ni está acostumbrado a
ello? Pues ansí cuando tuvierdes vestido el espíritu de Jesu-
cristo, y os hace hacer lo que antes no hacíades ni aun pen-
sábades, y os hace obrar al contrario de vuestro querer, y
emprender lo que vuestra flaqueza no podía, y andar de otra
330 manera que anduviérades, tune habes vestem nuptialem; ali"
ter vero non. Ait enim Apostolus: Si quis spiritum Christi
non habet, non est eius. At forsan dices: ■ — Quis est spiritus
Christi? — Ule de quo ait Dominus: Discite a me, quia mitis
sum et humilis corde. El manso perdona las injurias. El hu-
335 milde no vuelve por su honra. El manso ama. Hoc est prae-
ceptum meum, ut diligatis invicem. Porque como Dios es
caridad, convierte en caridad y fuego de amor a quien lo
ama, como el fuego a la leña. Y el humilde no se indigna, aun-
que lo menosprecien y aborrezcan los hombres.
340 Pues esta palabra: Amarás al prójimo como yo os amé,
ha de ser el día del juicio juez; y ansí, si ésta te absuelve y
está de tu parte, salvo serás. Atque etiam inquit Gregorius,
320 EXxmwimm] Deum
330 mincialem
307 Cf. Mt. 22. 12. 321 Cf. Ruin, 13, 14. 332 Rom. 8, 9.
334 Mt. ii, 29.
336 lo. 15, 12.
342 San Gregorio, Hom. in Ev.¡ 1. 2, hom. 38, 9 IML 76, 1287) :
«Quid ergo debe-mus intelligere nuptialem vestem, nisi charitatem ?.,.
Recte enim chantas nuptialis vestís vocatur, quia hanc in se Condi-
tor noster habuit, dmu ad sociandae sibi Ecclesiae nuptias venit».
24- DOM. 19 DESPTÉS DE PENTECOSTES
353
quod vestís de qua loquimur est charitas, nam Christus in-
carnatus est propter charitatem et non propter necessitatem.
¡45 Charitas facit illum nasci in stabulo, ínter animalia, etc.;
usque ad mortem, quam enim passus est propter nos et
propter nostram salutem. Unde Bernardus: In cruce pendet
non tam clavis affixus ferréis; quam vinculis charitatis. Si
igitur Ule si[c] amat et hac veste amoris indutus est, fac
50 et tu similiter. Si tam excelsus in tantum humiliavit seme-
tipsum, etc., tu vilis vermiculus humilia te ipsum, pues te
es propio, etc. Unde Ioannes: Si Christus animam suam
posuit pro nobis, et nos pro fratribus debemus animas nos-
tras poneré. Nam qualiter dicam? Non credam te habere
55 vestem nuptialem et viscera charitatis, si vides proximum
esurientem et non pascis illum, teniendo posibilidad; nec
compateris, si ves que no tiene qué coma, ni cama, ni qué
se vista, y tú tienes la ropa sobrada puesta encima; si por
falta de manto no viene a misa y tú los tienes doblados,
60 eí fortasse los comen polilla.
¿Cómo eres manso, si por una palabra que te dijeron
tienes rancor, y no bastan frailes ni clérigos para hacerte
perdonar, ni viernes santo, en el cual se te representa más
la pasión de Cristo y la liberalidad y caridad, con que, sin
65 que se lo rogasen sus contrarios, los perdonó y rogó a su
Padre por ellos? Si eso no das, ¿cómo creeré yo que derra-
marás la sangre y darás la vida por tu prójimo? Vestís
ergo nuptialis est Christus; Christus autem est humilitas,
mansuetudo, amor, etc. Si hoc habes, dichoso tú, nam
^0 vestem haibes nuptialem; si hoc defecit, etsi omnia alia
habeas, nihil habes, et infelix es, nam veste cares nup-
tiali, etc.
Invenit hominem non habentem vestem nuptialem. — Et
quis homo üle est? — ¿ Habéis visto algún cristiano pecar
•75 mortalmente? Pues éste es, porque el verdadero cristiano
muy lejos ha de estar de tales pecados. Unde Augustinus:
Taha sunt peccata mortalia, ut nullus christianus ea debeat
345 estabulo ¡1 347 pendit || 355 nuneidem | vides] vades
368 nuiii>eialis | 370 nuncialem
348 San Bernardo, l itis mystica, c. 4, 16-18 (ML 1S4, 646-617) :
«Septimuni vinculum fuit, quo ligatus fuit in cruce, ferreum... Vide-
te vinculum durissimum, clavos ferreos... Vinciamur ergo vinculis
passionis boni Iesu, ut etiaui vinculis charitatis cum illo vinciri pos-
simus».
3.S7 Cf. 1 lo. 3, 16.
369 ¿ Hay aquí una reminiscencia erasmiana ? Dice Erasmo, En-
chiridion, c. 8, reg. 4 : «Ghristum vero esse puta, non vocem ina-
nem, sed nihil aliud quam caritatem, simplkitatem, patientiam, pu-
ritatem, breviter, quidquid ille docuit» (Opera omnia [Levden 1703],
t- 5. P- 25)-
373 Cf. Mt. 22, 11.
B. Avila 2
12
354 SERMONES. CICLO TEMPORAL
habere. — Pues, padre, ¿es mucho pecar mortalmente? Con-
fiésome, comulgóme. — Por cierto, de eso tengo gran duda:
380 si te confesaste como debías, porque al enfermo que lo cu-
ran de raíz y lo purgan del mal humor y queda perfecta-
mente sano, no torna fácilmente a recaer porque coma un
racimo de uvas o por otra poca cosa; y si ligeramente tor-
na a recaer, clara cosa es que no quedó bien sano, sino
385 sobresano.
No entendáis que el que está en gracia no puede caer
de ella y pecar, sicut aliqui haeretici dixerunt, sino que no
volverías a pecar tan ligeramente si tuvieras entero y ver-
dadero arrepentimiento de los pecados y firmísimo propósi-
390 to de antes morir que volver a ellos por ninguna cosa.
¿Cómo? ¿Por ver una mujer te rindes luego a la obra o
al deseo? ¿Por una palabrica te embraveces como tigre
cuando le llevan los hijos? ¿Piensas que estás en gracia?
Peligrosamente estás engañado. Unde Ambrosius: Pericu-
395 losissime peccas, si ignoras. Igitur peccatum mortale non
est peccatum christiani. Y ya que hubiese de caer en él, por
alguna gran tentación había de ser que mucho y muchos
días le persiguiese, o por otra gran ocasión, y entonces
habíase de llorar muy amargamente toda la vida y andar
400 con gran vela y con gran guarda para no tornar a pe-
car, etc. Similiter de una doncella que la engañó una vez
un hombre y la deshonró, y después no hacía sino llorar su
gran pérdida, y andaba muy recatada y sobre aviso para
que no la tornase a engañar aquél ni otro. Collatio de eo
4°5 qui mortaliter peccat, y pierde la limpieza de su ánima, etc.
Mas si cuando has pecado no te dueles mucho, antes
pasa un día y muchos sin hacer caso ni tener contrición,
y ya que te confiesas, es sin verdadero sentimiento o sin
ninguno, etc., cree que no tienes vestidura de boda. — Pues
410 ¿qué es vestidura de boda? — Denvque es vivir y hacer cada
uno conforme a la condición y estado que tiene: el cléri-
go, el fraile, unusquisque tenetur sic faceré. Si sic vvvis,
laetari potes, quia habes vestem nuptialem. Si sic non vi-
vis, et in peccato es, hac cares veste. Si eres codicioso como
415 perro, malicioso como raposo, soberbio como caballo, su-
cio como puerco, etc., no vives como hombre que espera
comer en aquella mesa. Propter quod, si vis que te convide
Dios, sey tú humilde como el que te convida, largo, limpio,
sencillo, manso como él. Nam el que espera comer en aque-
42o lia mesa no es razón que haga pecado alguno ni que deje
413 nuntiaJera
378 San Agustín, In lo. En:, tr. 41, c. S, 10 (ML 35, 1697) : «De-
bet autem [ea crimina] non habere omnis ohristianus».
396 Cf. San Ambrosio, Exposit. in Ps. uS, serm. 12, 41. 51 :
ML 41, 1447. 1450.
24- DOW. 19 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
355
de hacer lo que debe, conforme a su estado; y diga: "Con-
vidado soy de Dios; no es justo hacer cosa menos buena".
Y el que no tiene esta fidelidad, ligatis manibus, etc., iussus
est mitti, etc. ¡Dios os libre, por su infinita bondad, del
t25 infierno! ¡Dios nos libre de ir allá, por los méritos de su
infinita pasión!
¡A las tinieblas At dices: — Padre, una cosa me consue-
exteriores! Ia- <lue ése no es más de uno, y muchos
los convidados. — Ne confidas in hoc,
^30 que, aunque dice uno, muchos son; pero dice ser uno, quia
sic tiene cuenta y puestos los ojos en cada uno de los malos,
como si no fuese más de uno, porque no piense nadie que
entre muchos pasará uno y esconderse han muchos. Ideo
omnes vocat unum, omnia enim nuda sunt ante oculos eius.
135 Aquellos ojos divinos que todo lo tracienden, a todos tie-
nen presentes, de manera que, si entre millares de hombres
buenos no hubiese sino uno malo solo, no se le podría escon-
der. Pues por este malo se entiende la universidad de los
malos, nam unitas in multitudine.
no Ligatis manibus, etc. ¡Oh Jesús! ¿No os habéis alguna
vez parado a considerar lo que acaecerá a un ánima que sa-
liere del cuerpo, et máxime si, a[d~\stans ante tribunal Christi,
audiret sententiam suae conde[m]nationis? ¿Qué pensáis
que sentirá el que esperaba salvarse, cuando oyere que le
t46 digan: "Condenado eres para siempre jamás, nunca tendrás
parte en Dios, ni te faltarán tormentos, ni compañía de
demonios"?, etc. ¡Qué encarnizarse harán los demonios en
aquel ánima! ¡Qué alaridos darán de placer!, etc. Ligatis
manibus, por que no podrá más bien obrar; y los pies, que
150 son las afeciones, porque no podrán pensar en ningún bien,
ni lo podrán desear hacer, ni les pesará de los malos hechos,
ni porque están allí en perpetuos tormentos; y ya que les
pesase, no sería por la gloria de Dios, sino por el mal que
tienen y por el bien que perdieron. Las manos, porque no se
455 podrán defender; y los pies, porque no podrán huir, sino
pecar para siempre y arder para siempre. Secóse la higuera
que el Señor maldijo porque no tenía higos, sino hojas.
¿Qué piensas que es esto, sino como si Cristo dijera: "Espe-
raba de ti, cristiano, amor, un corazón limpio, y dasme
4*0 hojas: voy a rezar, vengo de rezar, ayuno", etc.? No por-
que esto sea malo, sino porque, sin amor, no es bueno.
Pues Ite, maledicti. Seca la raíz, que es libre albedrío,
435 tracienden] y add.
449 por] para
424 Cf. Mt. 22, 13.
434 Cf. Hebr. 4, 13.
356
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¡cómo se empedernece el de los condenados! Las ramas, que
son las obras, también se obstinan, etc. Mittite eum, etc.
465 Rogá a Dios que a ninguno de los que estáis aquí ni de los
que faltan no sea dicha esta palabra ni sea echado en las
tinieblas exteriores, que es el infierno para siempre. Si en
esto erráis, ¿qué aprovecha acertar en todas las cosas de
esta vida? Si os falta aceite, si halláis cerrada la puerta y
470 os echan fuera y dicen que no os conocen, ¿qué aprovecha
todo el contentamiento que tuvistes en esta vida? Encerróse
el Esposo con las vírgenes que estaban aparejadas, y a las
vírgenes locas respondió cuando llamaron: No os conozco.
¿Qué será oír de la boca de Dios: No os conozco?, etc. Luego,
475 hermanos, sobre todo estad sobre aviso, que no os falte la
vestidura de boda, porque no seáis echados en las tinieblas
exteriores mientras Dios fuere Dios.
Por ventura preguntaréis: — ¿Por qué? — Mirad y tem-
blad. Puso el Señor una vez una parábola de un rey que
480 partió a diversos siervos cientos talentos, etc.; y concluye
diciendo que el siervo que no recibió más de un talento fué
condenado porque nó'negoció con él, de manera que lo que
él daba por excusa fué causa de su condenación. (Dic para-
bólam, etc.) Oso decir que hay muchos que por la razón que
485 piensan salvarse, se tienen de condenar. Este no gastó mal
el talento, y porque no ganó con él, ideo iussus fuit mitti in
tenebras, etc. ¡Cuántos hay semejantes! Dióte Dios gracia
de predicar, de confesar, de hacer amistades, etc. No quieres
entender en ello, sed dicis: "¿Quién me mete a mí en eso?
490 Más quiero tomar lo seguro y procurar de salvarme a mí que
ponerme en peligro de condenarme por ayudar a salvar a
otros; yo no soy obispo ni cura; estarme he en mi monesterío
recogido; contentaos, Señor, con que no os ofenda".
¡Oh Señor! Pues a los que dicen que no te quieren ofen-
495 der, sino vivir solos, porque no granjean y aprovechan a sus
prójimos, teniendo talento, condenas, ¿qué harás a los que
los andan pervirtiendo? Si a los que no dan limosna, tenien-
do, despides de ti para siempre en las tinieblas exteriores,
¿qué harás a los robadores y que tantos pecados cometen?
500 Tinieblas exteriores se llaman, porque no habrá Dios para
los consolar, sino para los castigar. Ideo, cadente igne, non
videbit lucem, etc. Ibi erit fletus, etc. : que llorarán porque
nacieron, porque pecaron, porque no conocieron el tiempo
que les fué dado para alcanzar misericordia. Rechinarán y
605 regañarán con los dientes, porque no remediaron con tiem-
po tan gran mal, pues pudieron y fué en su mano. Y en-
tonces, aunque quieran, no podrán, etc.
502 Mt. 22, 13.
24- HUM. 19 DESPUES DK PENTECOSTÉS
357
¿Qué remedio Multi sunt vocati, etc.: muchos son bap-
para ser de los tizados y se llaman cristianos ; pauci vero
510 escogidos? electi, quia pauci vivunt ut christiani.
— ¿Qué remedio? — Seguir lo que dice
Hieremías: Date Domino vesto gloriara, antequam tenebres-
cat, et antequam offendant pedes vestros ad montes caligi-
nosos; expectabitis lucem, et ponet eam in umbra mortis et
615 in caliginem, etc. Dad gloria a vuestro Dios, honrad a Jesu-
cristo, haced que sepa todo hombre que tiene Dios que lo
juzgue, y los que no dieren esta honra serán condenados.
Predíca[n]te que Dios ha encarnado y tomado forma de
siervo y fué manso, etc., por amor de ti, ¿y no quieres dar
520 gloria a Dios, agradeciéndolo al Señor y siguiéndolo, sino
pecar y ofenderle? Que te echen en las tinieblas exterio*
res, etc.
Tu igitur da gloriam Deo, et honora Christum eius, an-
tequam tenebrescat dies, antes que se acabe la vida. Man-
525 cebos, mirad que os habéis de morir y se os ha de poner
el sol; no ofendáis a Dios, volveos a El, quia propitius est
ad ignoscendum, et non despicit cor contritum et humi-
liatum. Y los que sois ya viejos y, naturalmente, estáis ya
a puesta del sol, vivid sobre aviso, proveed en lo que os
530 cumple y enmendad vuestra vida antes que se os acabe de
poner, porque después etsi velitis non poteritis.
El segundo remedio: Contendite intrare per angustam
portam, quia multi clamabunt et non intrabunt; multi di-
cent: Domine, Domine, aperi nobis, etc., quibus dicetur:
535 Nescio vos, etc. — '¡Oh Rey de la gloria! ¿Y no conocéis los
hombres? ¿No los criastes? ¿No los redimistes? ¿No oá
costaron tantos trabajos y la vida ? — 'Sí ; mas no los conozco
porque pecaron. Es tanto mal el pecado, quod si angelí pos-
sent esse iterum viatores, y pecasen, serían tan enemigos
5-iO de Dios que les diría: Nescio vos para premiarlos, para te-
ner cuenta con ellos como con amigos. ¡ Cuánto más tú, que
nunca fuiste bienaventurado!
Contendite ergo, etc. Haced bien, forzad vuestras ma-
las inclinaciones, nam Christus ait: Qui vult venire post me
545 neget semetipsum, etc. No dijo: "Dad limosna", sino:
"Niégate a ti mismo", nam non esset Ubi accepta eleemo-
syna la que yo, yendo a tu arca, sacase un doblón y lo die-
se a un pobre. Diríades: "Dad limosna de vuestra hacien-
da, si queréis dar algo". Pues si dais limosna, de Dios es
>50 lo que dais. Nam quid habes, quod non recepisti? Pues no
531 veletis | potut-ritis
543 Haetu
515 Of- 1er. 13, ift. 535 Cf. Le. 13, 24-25.
527 Cf. Is. 55, 7. 545 Cf. Mt. 16, 24.
528 Cf. Ps. 50, 19. 550 Cf. 1 Cor. 4, 7.
358
SERMONES. CICLO TEMPORAL
te contentes con darle lo que es suyo, sino dale también
lo que es tuyo. — Quid habeo, que sea mío? — El corazón,
el cual de tal manera es tuyo, que ni ángeles ni todo el
resto de las criaturas, ni el mismo Criador, según su santa
555 ordenación, te lo puede forzar. Pues si quieres dar algo que
sea agradable a Dios, y sin lo cual nada que le dieres le
podrá agradar, dale tu corazón, niégate a ti mismo, fuerza
y niega tu voluntad, toma tu cruz y sigúele. Y con esto da
limosna, ayuna, ten oración, haz buenas obras, ut intres
560 per angustam portam, y vayas a aquellos palacios grandes
y espaciosos de la gloria, ad quam, etc.
25 Como Dios te trata a ti, trata a tu prójimo *
Domingo XXI después de Pentecostés
("Vaflencia, .Bübl. Col. Patriarca, Ms. 1049, ff. 69 r - 76 r.)
Monnc oportuit te misere [sic] consci-i'i tui, sicut
et eso misertus sum tuit (Mt. i8, [33]).
Exordio Qui diligit proximum, legem adimplevit , dice el
apóstol San Pablo; plenitudo enim legis, est di-
5 lectio; y en la carta que escribió a los Efesios dice que plugo
a la voluntad de Dios instaurar todas las cosas en Jesu-
cristo ("instaurar" sumar y unir quiere decir), dando a en-
tender que la salvación consiste en amor, de manera que la
unión y que el cumplimiento de la ley, en que está nuestra
10 salvación, consiste en amar. No os maravilléis que hable
San Pablo del amor del prójimo solamente, porque para ser
este amor bueno ha de descender del amor de Dios, porque
amándose el prójimo como se debe amar, ámase Dios en el
prójimo. ¿A qué propósito pensáis que la palabra de la
16 caridad no se le caía a San Juan de la boca? Pluguiese a
Dios que tanto se os predicase la caridad, que de fastidiados
os acordásedes de la palabra de la caridad siquiera.
El evangelio de hoy también habla de caridad. Nonne
oportuit et te misereri conservi tui? etc.: ¿No fuera razón,
20 pues yo hube misericordia de ti, la hicieras tú a tu prójimo?;
¿no fuera bueno, pues yo te quiero bien, quieras tú bien a
tu prójimo? Si esta ley guardáis, guardalla ha Dios con vos.
8 que] es add.
558 Cf. Mt. 16, 24.
* El índice del Ms. lo describe : «In Evangelio : Simile est
regnum caelorum homini regi, <jui voluit rationem poneré, etc. Non-
ne oportuit te misereri conservi tui, sicut et ego misertus sum tui ?»
5 Cf. Rom. 13, 8. 10.
7 Eph. 1, 10.
20 Cf. Mt. 18, 33.
25- DOM. 21 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
359
Guarda Dios tanto esta ley, que el bien que os hace quiere
que lo hagáis a vuestro prójimo; ni en el cielo ni en la tierra
25 la deja de guardar. Cuanto uno fuere más alto delante de
Dios, tanto es más bajo con sus prójimos; cuando es más
privado con Dios, entonces queda hecho esclavo de sus pró-
jimos. No como en las cortes, que, si uno es privado del rey,
súbese a lo alto y olvídase de los pequeños: "Allá os lo ha-
30 bed"; no ansí con Dios. El más alto serafín ama más nues-
tras ánimas y tiene más cuidado de ellas que el más bajo.
Veis a la sacratísima Virgen María, que es la más alta por
ser Madre de Dios, que no puede subir más, y ella es la más
solícita y cuidadosa de nosotros; ella la más alta con Dios,
35 y por eso la más baja con nosotros; ella la más privada, y
por eso más obligada. ¿No es razón, pues Dios os ha hecho
tantas misericordias — no de miserias, sino de preservaros
no cayésedes en ellas — , no es razón que hayáis vos miseri-
cordia de nosotros? Tengan los miserables parte en Vues-
40 tras misericordias; alcanzános misericordia para bien ha-
blar y bien obrar. Y porque lo haga, digámosle con devoción:
Ave, María, etc.
La parábola del Nonne oportuit, etc. Para que veáis a
siervo inicuo *lué propósito se dijeron estas palabras
45 es menester declarar el evangelio. Yo
suelo tomar el evangelio un poco antes. En este mismo capí-
tulo dice nuestro Redemptor una parábola que nos pone un
poco de temor. Vae mundo a scandalis! ¡Ay del mundo por
los escándalos que le han de venir, y ay de aquel por quien
50 viene el escándalo, y de aquel que no se guarda del escándalo
que ve venir! Necesario es que haya escándalos, viviendo
los hombres como viven. (No dice necesidad de consecuente.)
• — ¿Qué son escándalos? — Estropiezos, pecados; que os han
de hacer malas obras; que os han de dar de bofetadas; que
55 os han de llevar la capa y os han de dar ocasión a que pe-
quéis. Munchos habrá que, dándoles ocasión, pequen. Nunca
oya el mochacho a su padre jurar ni blasfemar, porque le
dará ocasión que él blasfeme. Grandes males vernán al mun-
do por los escándalos.
60 — ¿Pues qué remedio para que, si me hicieren mal, no
me haga yo malo? — Si pecara contra ti tu hermano, dice
nuestro Redemptor, vade, et corrige eum inter te et illum;
si te hiciere mal, no te tornes tú malo. ¡Gran locura es imi-
tar la locura del loco! — Al avariento duélele cuando le
65 quitan la hacienda; al regalado, cuando le hacen mal. ¿Qué
38 misericordias
43 Cf. Mt. 18, 33.
51 Mt. i8, 7-
62 Cf. Mt. 18, 15.
360
SERMONES. CICLO TEMPORAL
hará el hombre a quien le hacen mal? — Dolerse más del mal
y pecado del otro que de su propio daño. — ¿Qué harás si
te hicieren mal? — No dalle de cuchilladas; no ponello a
pleito; no levantar bandos. — Vete a él y dile: "Catá que
70 no tenéis razón de hacerme mal, por esto y por esto". Si te
oyere, si recibiere tu razón, has ganado no tu hacienda, no
honra, sino su ánima; y si no te oyere, toma dos amigos tuyos
y suyos, y corrígelo entre ti y ellos. Si no los oyere, dilo a la
iglesia, al perlado, a la congregación; y si no la oyere, apár-
75 tate de él como étnico y infiel. San Pedro, que lo estaba
oyendo, dice: Señor, ¿hasta cuándo tengo de perdonar?
¿Hasta siete veces? Respóndele nuestro Redemptor: No te
digo siete veces, sino setecientas veces [siete], y si ocho-
cientas, también. Por este número siete se entiende univer-
so sidad. Cincuenta mil enojos que te hagan, tantos has de
perdonar. ¡Bendito sea Dios y bendita sea tal ley, tan llena
de amor! Más adelante ha de ir tu paciencia que su malicia;
antes se ha de cansar el otro de hacerte mal que tú de su-
frillo. Si te hirieren en el un carrillo, vuelve el otro. Si te
85 hicieren algún mal, sufre aquel mal y ten paciencia para
recebir otro. Si viniere, siempre vaya tu paciencia adelante
de su maldad.
— Señor, recia ley es ésa. ¿Habernos de ser de piedra?
¿No terné licencia de vengar, siquiera a cabo de cien enojos?
®0 — ¿Paréceos recia ley? ¿Queréis que no se guarde? (El in-
juriado dirá que sí.) Si os parece recia, oíd: Semejante es
el reino de los cielos a un rey, etc. Porque no se olvide, y
porque le eonviene a Cristo, lo dice por una parábola, que
es como conseja y de dentro lleva grandes misterios. Ansí
96 es Jesucristo. Dentro de aquella carne, dentro de aquella
corteza, está gran bien. Este rey llamó a sus siervos y dióle
a uno tanto y a otro tanto para que negociasen; después to-
móles cuenta. Viene uno, y parez que él había sido flojo;
alcanzóle, como quien no dice nada, en diez mil talentos, que
100 es más de diez mil ducados, porque el talento es el mayor
peso. — Daca, dice el rey, págame. — No hay de qué. — Pues
véndanle a él y a su mujer y hijos, y pague. — ¡Pobrecillo,
en qué angustia estaría! Arrójase a sus pies, y díjole: Señor,
suplicóos me esperéis, y yo os prometo de pagar hasta él
105 ¿postrer cornadillo. La mujer y los hijos estarían llorando.
Díceles el señor: "los alegres a vuestra casa; yo os doy
suelta de cuanto me debéis". Vanse alegres, diciendo bien
de su señor. Y yendo por la calle, encontró con un compa-
ñero suyo que le debía cien ' maravedís. Dícele: Págame.
no — Señor, por amor de Dios, me esperad. Tened paciencia,
25- DOM. 21 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
361
que yo os lo pagaré. — ¿Qué cosa es esperar? — Echóle mano
de los cabezones: "Si no me pagáis, andad acá a la cárcel".
¡Oh qué hombre mal criado! Aun no le habían acabado de
perdonar la deuda, y echa en la cárcel a su compañero.
115 Cuéntanselo al señor y manda que se lo llamen. Enojóse
tanto; pone los ojos airados en él, y dice: "Siervo malo, ¿no
fuera razón que hubieras misericordia de tu prójimo como
yo la hube de ti, diciéndote las mismas palabras que tú me
dijiste a mí? Aunque no fuera sino por la reverencia de ellas,
120 no le habías de tratar así. Porque sea castigo a los desagra-
decidos y ejemplo a mis criados, échenlo en la cárcel y en-
tréguenlo a los atormentadores, y esté allí hasta que pague
el postrer cornado". ¿Habéis oído? Dice Jesucristo: Sic fa-
ciet Pater meus, etc. ¡Qué palabras! De esta manera que
125 habéis oído, hará mi Padre celestial a todos vosotros si no
perdonare cada uno de corazón a sus prójimos.
Consolado nos habéis y espantado. ¡Qué consuelo para
adeudados y qué espanto para nuestra dureza ! En ver vues-
tra misericordia nos hemos consolado y en ver nuestra du-
130 reza nos hemos espantado. ■ — ¿Quién es este rey? ■ — Dios.
— ¿Sus criados? — Nosotros. Los talentos son hacienda, le-
tras y ánima, etc. ; aquello en que tienes habilidad para ser-
vir a Dios, aquello es talento. ¿Tienes lengua? Entiende en
hacer amistades. ¿Tienes letras? Enseña al que no sabe.
135 ¿Tienes hacienda? Provee al necesitado. No hay hombre que
no haya recebido de Dios talento.
Nuestros pecar- Daca cuenta. Tráenle un hombre que de-
dos, una deuda diez mil talentos. Meta cada uno la
insoluble mano en el seno y, si sabe contar, contá
140 cuántos pecados debéis a Dios. — Vos que
habéis sesenta años, ¿qué pecados habéis hecho cada año?
Dirá alguno: — Padre, días ha que no he cometido pecado
de fornicación ni otros pecados graves. — Vae etiam vitae
laudabili, si, remota pietate, eam volueris iudicare. Cuando
145 murió Santa Ménica, madre de San Augustín, rogaba el
hijo por ella, diciendo: "Señor, suplico a vuestra bondad no
entréis en juicio con mi madre". — ¡Oh que era santa! — ¡Ay
del santo si no le juzgas con misericordia! Nadie hay tan
justo que no deba deuda a Dios. ¿Cuántos pecados habernos
150 hecho? No deshonremos a nadie. Dígalo David: Multiplican
sunt super capillos capitis mei, et cor meum dereliquit me.
Más que cabellos en la cabeza. — ¿Cuántos más? — Que no
dice sino super capillos: más que cabellos. — ¿Cómo es esto?
126 Cf. Mt. 18, 23-35.
147 Cf. S\x Agustín, Confess. 1 g, c 13 : ML 32, 778.
151 Ps. 68, 5 ; cí. Ps. 37, 11.
362
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Sabemos que hizo dos o tres pecados y que dijo Dios de él
155 qUe era varón según su corazón. ¿Cómo dice él que tiene
tantos pecados? El corazón, dice, se me va cuando pienso
lo que he hecho y cuántas deudas debo a Dios. — No os es-
pantéis de él, espantaos de vos cómo no lo sentís. ¿(Pensáis
que conocemos nuestros pecados? El abismo de la bondad de
160 Dios y el abismo de nuestra maldad nadie lo puede conocer
en esta vida, hasta que esté en el cielo. Muchas veces pien-
sas que la obra que haces es buena, y no es sino mala; y por
lo que piensas haber galardón, te castigarán después. ¡Cuán-
tos piensan haber galardón por la misa que dicen o que oyen,
165 y ella va de tal manera que después les darán por ella pena!
¡Cuántas veces va la limosna llena de vanagloria, cuántas ve-
ces haces la buena obra no por Dios, sino por ti! Algunas ve-
ces, y munchas, estarás sucio y abominable delante de Dios,
y parecerás limpio en los ojos de los hombres. Si lotus fuero
1™ quasi aquis nivis, et fulserint velut mundissimae manus meat,
tamen sordibus intinges me et abominabunt me vestimenta
mea. Cuando confesáredes, decid: "Señor, no sé más que
esto. Más tengo. Vos, que lo veis, me lo perdonad".
Debía aquél diez mil talentos de peso. No sentís vos el
175 peso, no sabéis qué cosa es pecado. El que anda adeudado,
anda sin sosiego, a sombra de tejados, etc. Si no andáis
encorvado y entristecido por el pecado, no lo habéis cono-
cido. Pesa el pecado: sicut onus grave gravatae sunt su-
per me. Más pesa el pecado que yo. Puesto yo en una ba-
180 lanza y él en otra, pesa más que yo. — No tengo de qué
pagar. -^Pues véndante a ti y a tu mujer, que es la vo-
luntad, y a tus hijos, que son tus buenas obras, y paga.
Con todo eso no tienes para un solo pecado. — ¿Qué cosa
es pecado? —Una deuda insoluble, una carga incomporta-
185 ble, que [ni] quintales pesan tanto; que, aunque esté en
el infierno por sólo un pecado, para siempre allí castiga
Dios menos que merece, ansí como en el cielo da más ga-
lardón que cada uno merece. Pues que un pecado castiga
Dios con infierno, mirá cuán grave es. ¿Habéis visto en
190 tiempo de bandos lo que pasa? "Vos, dicen, érades amigo
de fulano; id con nosotros y llamaréis a su puerta. Estare-
mos nosotros tras de vos; como él os conoce, abriros ha,
y entonces saltaremos nosotros y matalle hemos". Así pasa
acá cuando llama a la puerta de tu ánima un deleite de la
195 carne, que encubierto viene, cuando te convida con la ha-
cienda ajena o con la honra vana, o te dice: "Anda, vénga-
te, pues te hizo mal". Amigo parece, pero traidor es. En
175 aikudado] el que add.
17 2 Of. lob q.
179 Ps. 37, 5-
25- DOM. 21 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
363
diciendo sí a la ofensa de Dios, abres la puerta, entran los
enemigos y 'llevante la buena conciencia y matante, por la
200 máscara que traen, que si de dentro lo viésemos no le abri-
ríamos la puerta. ¡Cuántos acordaron de llorar después de
hecho el pecado! No hay carga tan pesada, ¿por qué no
la sentimos? — Porque no habernos sentido la bondad de
Dios.
205 Quid est tibi, mate, quod fugisti? et tu, Iordanis, quia
conversus es retrorsum? Huyen los hijos de Israel de Egip-
to y estaba la mar al[l]í delante; apártanse las aguas y
pasan a pie enjuto. Entran en la tierra de promisión y, en
llegando al río Jordán que llegó el arca del testamento, de-
210 tiénese el río hasta que pasaron. Dice, pues, David: ¿Qué
hubiste» mar, que huistes, ry vos, Jordán, que os volvis-
tes hacia tras? — A facie Domini mota est térra, a facie
Dei Iacob. La faz de Dios lo hizo. Vieron la faz de Dios,
y luego huyó el mar y el Jordán volvió atrás y la tierra se
215 movió. Quien no ve la cara de Dios, no ve qué cosa es
pecado. Quien no conoce a Dios, no conoce al pecado. Ver
a Dios es conocerle. Auditu auris audivi te, dice Job; nunc
autem oculus meus videt te, idcirco me reprehendo et ago
paenitentiam in favüla et ciñere. Oído os había mi oreja,
220 y ahora mis ojos os ven. Y porque os ven, yo me reprehen-
do y hago penitencia en pavesa y en ceniza. No se puede en-
tender, por buenos ingenios que tengáis, ni por muchos
libros que revolváis, lo que obra esta faz de Dios en el
ánima. Hay una cierta obra y operación de Dios que da a
225 entender algo de la majestad de Dios. Dale a entender que
es una majestad grande, una bondad infinita, etc., y de
aquí queda tan avergonzada, que no sabe adonde meterse.
—¿Pecaste y no temes? — No has conocido a Dios. — ¿Ofen-
diste a Dios y no tienes el corazón partido de dolor? — No
230 le has conocido. Dicho me había [n], dice Job, qué era peca-
do, dicho me habían que eras bueno; mas después que te
vide, después que yo te conocí, yo me reprehendo en ceniza y
en polvo. ¡Que ofendiste a Dios! ¿Qué balanzas tenías, trai-
dor, y qué heciste? Reprehéndome y hago penitencia, po-
235 niendo ceniza sobre mi cabeza en señal de humildad; hago
penitencia en pavesa, porque aquella bondad y amor de
Dios me abrasa, que más me pesa por la ofensa de Dios
que por mi propio daño. Esta es la faz de Dios.
¿Qué eras tú antes? Tu corazón era un mar Bermejo,
240 que no tiene reposo; eras un río Jordán, que nace de dos
fuentes y va a dar en el mar de Sodoma ; era tu vida un rio
próspero que nace de dos fuentes, alma y cuerpo, que va
206 Ps. ii3, 5.
213 Ps. 113, 7-
217 Cf. Iob 42, 5.
364
SI k Mi iNls. I. H l l i TIMI'l )K \I.
a dar al mar del infierno; no era tu vida sino un renegar,
un blasfemar, una invidia, una ira, un río que te llevaba
245 al infierno. — 1¿ Quién te sacó de tus pecados? ¿Quién te
hizo volver del mal camino? — Deprecatus sum faciem tuam
in toto corde meo. Miserere mei in eloquium tuum. Cogita-
vi vias meas, et convertí pedes meos in testimonia tua.
Andábaos rogando por vuestra faz: "Señor, enseñáme vues-
250 tra faz, porque me paro a pensar mis malos caminos y vuel-
vo mis pies a vuestros caminos. Enseñáme vuestra faz, y
aunque sea como piedra, si yo os conozco, me ablandaré;
aunque como río me vaya abajó, me volveré a ti". ¡Oh!, di:
¿Quién te sacó del mal camino? ¿Quién te hizo casto?
255 A facie Doniini mota est térra. Dióte a conocer quién El
era, porque por la faz se entiende el conocimiento, y eso te
hizo bueno. Quien no sabe quién es Dios, no conoce la gra-
vedad del pecado. Ya he predicado esto otra vez. Si has
conocido cuanto mal has hecho cuando pecaste, ¿qué ha-
260 ees entonces? Dolores tienes de muerte, más que si hubie-
ras perdido la hacienda, más que la vida. Mil muertes to-
marías por no haber ofendido a Dios. Tanto temor tiene,
que, aunque sea un Hé[c]tor, tiembla cuando Dios le mues-
tra un poquito de su majestad; tanto que, cuando le conoce,
265 ha menester remedio. Antes que uno se conoce, gran con-
fianza; pero, en conociéndose, está desconfiado, que ha
menester remedio porque no desespere.
¡Señor, tened mise- —¿Qué haré, qué he hecho, que qui-
ricordia de mí! siera más estar en el infierno que
270 habelle ofendido? ¿Qué haré que no
tengo de qué pagar? — No desmayes, no busques remedio de
fariseo, como hizo Judas; vete a Dios. — ¿Quién parecerá
delante de El? ¿Con qué cara iré? — Ve, sufre esa afrenta,
llega con cortesía. Diez mil talentos debía aquel siervo y
275 arrojóse a los pies del rey. Arrójate a los pies de Dios, y
dile: "Señor, no me condenéis, ¿qué ganáis vos en verme
en el infierno? A vos desacaté, a vuestros pies me echo;
habed misericordia de mi, según vuestra gran misericor-
dia". — ¿Cuál es la gran misericordia? ¿Sanar tu hijo, vol-
280 verte la honra, etc. ? — Esta es la pequeña misericordia.
Perdonarte los pecados, librarte del infierno, hacerte here-
dero del cielo, ésa es la gran misericordia. Echate a sus
pies; quiero decir: no estribes en tus buenas obras; no
confíes en tus ayunos y lágrimas, profesa que eres nada
285 delante tan gran majestad. Esto es echarte a sus pies. ¡Oh
248 Of. Ps. n8, 58.
255 Ps. 113, 7.
279 Ps. 50, 3.
2Í. DOM. 21 DESPl'ÉS DF. PENTECOSTÉS
365
qué pies! Por ellos se entiende la humanidad. Echate a es-
tos pies; alega la gran misericordia según la cual se hizo
hombre; según la cual, no solamente oye, pero también
siente las miserias de los hombres. Ruégale que ponga en
290 tus pies lo que obró en su santa humanidad. Dile: "Señor,
esperáme, que yo os pagaré; no me llevéis de estas calen-
turas; esperáme un año u dos; dadme tiempo para hacer
penitencia". — "Esperáme"; aun no dijo: "perdonáme". ¿Qué
dirá Dios? Señor, el que os ofendió y holló, veis aquí lo
295 tenéis a vuestros pies. ¿Qué le haréis? ¿Queréislo matar?
¡Oh bendito sea tal Dios! — ¿Qué quieres? — Dice: Vida
para enmendarme. — Vete alegre, dice. Yo te perdono to-
dos tus pecados; no quiero esperar de aquí a un año, luego
te perdono.
300 — Señor, ¿qué hacéis? ¿No le dais en rostro con alguna
cosa? Antes lo consuela. Vendieron a Josef sus hermanos,
y venidos a sus manos díceles: Yo soy Josef. ¡Qué temblar
que temían! Díceles: ¿Qué teméis? Llegaos acá. • — ¿Como
se llegará a vos quien tantas veces os ha ofendido y dejado
305 por un deleitillo vano? — Nolite pavere. No más, no más.
Vuestro hermano soy. Alma, hermano tuyo soy. Tu her-
mano me hice por ti, carne de tu carne y hueso de tus huesos,
no temas. —¿Cómo no temeré, que he hecho esto y esto?
— Non vobis durum videatur quod vendidistis me: No os
310 parezca cosa recia. — El mismo excusa el pecado. No os des-
mayéis. ¡Bendito seas tú! No sin causa te hizo el Padre mé-
dico de nuestras almas; no sin causa está en ti nuestra con-
fianza. Dice San Juan: Hermanos, no pequemos, y si alguno
pecare, advocatum habemus apud Patrem, Iesum Christum
315 iustum, etc. Abogado tenemos, y éste es Jesucristo, abogado
justo; El te excusará y defenderá de causa injusta. Tú no te
excuses, que serás perdido; confiesa que mereces el infier-
no, que El te excusará. — Si es justo, ¿cómo defiende causa
injusta? — El puso de su casa lo que tú debías y pagó más
320 de lo que merecías; y ansí justamente defiende tu causa, no
diciendo: "No merece muerte", sino: "Yo pagaré por él";
y por lo que él merece, quedas tú perdonado. Echate a sus
pies. Y diráte: "Yo te perdono tus pecados, porque yo los
pagué por ti".
325 Ten también tú ¿Qué es razón que hagas después? ¿Con-
misericordia del fesaste? ¿Lloraste tus pecados? ¿Qué
prójimo harás de aquí adelante? ¿Ahogarás a tu
prójimo por los cien maravedís que te
debe? ¿Con qué lengua dices tú a tu prójimo: "Ahogarte he
330 si no me pagas"? Si te perdonaron tantos pecados, ¿no per-
310 Cf. Gen. 45, 4-5.
315 1 lo. 2, 1.
366
SERMONES. CICLO TEMPORAL
donarás cien maravedís? Sálese el siervo delante de su Se-
ñor; sálese, que si no se saliera, si no se olvidara, si se
acordara cómo estaba a sus pies, diciendo: "No según me-
rezco, sino según tu gran misericordia"... Olvidástete, sa-
385 liste delante de tu Señor, encontraste a tu prójimo, dícesle
así: — ¿Eso me habíades vos de hacer? Pagámelo. — Tené
paciencia, que yo os pagaré. — No quieres, échasle en la
cárcel. ¿ Atribúlaslo, dasle pena, hácesle mal? Esto es echar-
lo en la cárcel. ¿Qué hará el señor si te ve tener rencor?
340 "Traidor, llamámelo acá". Notá: ¿Habéis visto cosa más
blanda que de antes, cuando le debía los ducados? ¿Díjole
palabra mala? — No. — -Ahora, en entrando, le dice: Siervo
malo, etc. Ya le reprehende. Cuando le debía los ducados,
¿castigóle, airóse? — No. — -¿Tan mansito cuando os debía
3*5 diez mil ducados, y ahora por esto os enojáis? ¡Dios os guar-
de de ver la cara de Dios enojada! — '¿Qué le hizo primero?
— Soltólo. — Y ahora por este pecado mandólo atar de pies
a manos y entregallo en la cárcel a los atormentadores. ¿Qué
sienten vuestras orejas, cuando sienten atormentadores? los
350 a la cárcel, y mirá cuando a uno dan turmento. ¿ Si aquel tur-
mento durase cuatro o cinco horas, y si durase cuatro o cin-
co meses, y si fuesen años? — Pues no saldrá, dice Dios, de
allí, hasta que pague el postrer cornado. — ¿Cómo lo que una
vez perdonáis, castigáis? — Cuando después que te ha casti-
355 gado Dios, digo perdonado, haces un pecado, por la circuns-
tancia del desagradecimiento del perdón, parece que se vuel-
ven todos los pecados perdonados. Ansí hará mi Padre celes-
tial, dice Jesucristo, si no perdonáredes uno a otro de cora-
zón. Plega a Dios que nadie esté en tan gran pecado como
360 éste, y si pecado hubiéremos de hacer, no sea éste.
■ — ¿ Allí tan manso y aquí tan bravo ? ■ — No hay quien tan
barato venda y tan caro compre como Dios. Si miras lo que
te da y lo que te pide, no te pide sino: "Como yo te trato a
ti, trata a tu prójimo", y en esto es muy escrupuloso. Quiere
365 que le imites; no en todo. Dice Eva: Erimus sicut dii. Quiso
imitar a Dios en la sabiduría, y quedó necia. Lucifer dijo
exaltado: Solium meum, etc., quiriéndole imitar en la alteza,
y fué abatido. No has [de] imitalle en eso, sino en la mise-
ricordia. "Como yo hice misericordia contigo, hazla tú con tu
370 prójimo". Quiere que te rijas por su regla. Veis aquí la sen-
tencia que vino del derecho de Dios; veis aquí lo que vino
Jesucristo a enseñar. Lo que Dios hace es con esta condi-
ción, que hagas otro tanto con tu prójimo. ¿Habíadeslo sabi-
do? Pues sabeldo. ¿Quién hay que no haya hecho pecado?
375 ¿Quién no te debe nada? ¿Quién le dirá: "Entremos en jui-
358 Cf. Mt. 18, 32. 35-
365 Gf. Gen. 3, 5.
367 Is. 14, 13.
25- DOM. 21 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
367
ció"? ¿Quién no ha menester que le perdone Dios? Pues, si
no perdonas a tu prójimo, ¿cómo quieres que te perdone
Dios? — ¡Oh, es cosa recia perdonalle siete mil veces! — ¿No
quieres que se guarde esa ley? No se guarde contigo. Una
380 puente hizo Dios por donde pases, que es hacer misericordia;
si no quieres perdonar, deshaces la puente. No pasarás de esa
manera tú; y el otro, haciendo lo que debe, pasará. — Cosa
recia es que me haga aquél esto y esto, y no me enoje yo.
¿Haces un pecado y otro, y vas a Dios: "Señor, perdonad-
385 me", y parécete que es buena ley que te perdone? El pare-
cer de Dios es que tengas cuenta con lo que El te hizo, y
eso hagas tú con tu prójimo. Hízote de nada; con lo que
El te hizo, levanta tú al prójimo del nada, que está pobre
y abatido, no tiene con qué arar, etc. Hízote cristiano; da
390 tu buen consejo a tu prójimo. Cuando pecaste no se abrió
la tierra; también te dió aquel día de comer y te alumbró
el sol como los otros días; cuando pecare tu prójimo con-
tra ti, perdónale, no le hagas mal, mira los bienes que te
hizo Dios, y ansí lo haz con tus prójimos, pues El no lo ha
395 menester. Esta es la ley de Dios, la primera regla: "Con
la medida que Dios te midiere a ti, has de medir a tu pró-
jimo"; y si no, sea la segunda regla: Con la misma regla
que reglares a tu prójimo, te reglará a ti Dios.
Con la medida con ¡Y después llorar y andar desconso-
400 qUe midieres serás lados. "Tanto tiempo ha que pido a
medido Dios una cosa justa, y no me la da" !
Mirá qué milagro. ¿Ha llegado a pe-
dirte algún probecito consuelo, y tú: "Allá te lo hayas"?
¿Está alguno por esos arrabales, sin cama y sin pan, con un
405 racimo de uvas? ¿No sabéis qué dice Dios: Quien a aquél
da, a mí da? ¿ A quién le escarba esto allá dentro? ¿Qué de
manos hay sobre aquella empresa para merecer en ella? Lle-
gan a vos: — Dad acá limosna. — No tengo para lo que he
menester en casa. — Para el mundo tenéis, y no para Jesu-
410 cristo: las ropas, como en buenos años; los mozos, tan loca-
mente vestidos, y no falta sino para Jesucristo. Comenzastes
a pedir para los pobres y ya os cansastes, los unos de pedir y
los otros de dar. El que perseverare hasta la fin, será salvo.
Cuando os pidieren limosna, ábranseos las entrañas y el co-
415 razón diciendo: "Bendito seáis vos, Señor, que me habéis vos
menester a mí. ¡Que me pidáis vos ahora! ¡Qué tan buen día
amaneció por mi casa!" Dad lo que diéredes de gran volun-
tad. No lo entendéis.
Estaban cativos los hijos de Israel y envían a preguntar
398 Of. Mt. 7, 1.
406 Cf. Mt. 25, 40.
413 Mt. io, 22 ; 24, 13.
36S
SERMONES. C ICLO TEMPORAL
420 a Dios, si como antes habían de ayunar cuando estaban
cautivos. Respóndeles Dios: "Ya se os ha olvidado cuanto os
tengo dicho. Iudicium verum iudicate, et misericordiam et
miserationes facite, unusquisque cum fratre suo. Et viduam,
et pupillum, et advenam, et pauperem nolite calumniari; et
425 malum vir fratri suo non cogitet in corde suo. Et noluerunt
attendere, et averterunt scapula[m] reaedentem et aures
suas aggravaverunt ne audirent. Et cor suum posuerunt ut
adamante[m] ne audirent legem. Cada uno haga juicio con
su prójimo; y no os contentéis con dar lo que debéis, sino
430 dad lo que no debéis. No sólo hagáis justicia, sino miseri-
cordia. Este hombre de hoy, porque no hizo misericordia,
fué castigado. Justicia hizo, pero omnia mihi licent, sed
non omnia expediunt. Tenga cada uno compasión con su pró-
jimo; enferme con quien enferma, llore con quien llora. Ten
435 compasión, y con esto haz las obras de misericordia. ¿Qué te
aprovecha llorar con tu prójimo? No hagas mal a la viuda,
ni al huérfano, ni al pobre. ¿No os respondí esto por los pro-
fetas pasados? No lo quisieron oír, sino volvieron las espal-
das y pusieron su corazón más duro que diamante. ¡Que
440 veas a tu prójimo deshonrado, lo veas pobre y enfermo, y
te vayas tú riendo a tu casa, como si no te tocase nada!
Más adelante: ¡Que tenga tu perro y tu muía de comer, que
les sobre, y no Jesucristo! ¡Corazón de diamante! Por no oír
mi ley, que dice: Este es mi mandamiento, que os améis unos
445 a otros; por no oír cosa de amor, apretaron el corazón, por-
que no entre allá esta ley.
Propterea effudi indignationem meam super eos. Las
aguas y los trabajos que os ha Dios enviado ; el azote de esta
ciudad mentado ha sido en todo el reino. Parez que pensáis
450 que es esta vida de cristiano: que coma quien tiene, y se
ponga del lodo quien no tiene; no tomar pena de la pena del
prójimo, tener vos en tan poco lo que Dios estima como a
la niña de sus ojos ; et sicut non audierunt, sic clamabunt et
non exaudiam. Dices: "Pido a Dios y no me da, no me per-
455 dona, esme desabrido". A alguno eres tú desabrido. Lo que
pudiéredes, remedialdo, y lo que no, doleos de ello y enco-
mendaldo a Dios. ¿Queréis ser vos para el prójimo estrecho
y que sea él para vos largo? Vos duro al prójimo y él para
vos manso, no se usa. — ¿Quién lo dice? — Jesucristo: No-
420 Dios] y fli¡<t. 4.26 recalentes || 428 ne] non
428 Zaoh. 7, 9-1 1.
433 I Cor. 6, 12.
434 Cf. 1 Cor. 9, 22; 2 Cor. ri, 29; Rom. 12, 15.
435 Cf- lo. 13, 34 ; 15, 12.
446 Cf. Ez. 22, 31.
453 Cf. Zach. 7, 13.
20. DOM. 22 HESITES DE PENTECOSTÉS
369
160 lite iudicare et non iudicabimini, etc. Qua enim mensura
mcnsi fueritis, remetietur vobis. Si fueres bueno para el pró-
jimo, Dios será bueno contigo; si fueres riguroso con el pró-
jimo, Dios riguroso contigo; si quieres a Dios a tu conten-
tamiento, ten contento a tu prójimo, consuélale, duélete de
Í65 sus trabajos, alégrate con sus bienes. Ternás en este mundo
gracia y después gloria, ad quam nos perducat, etc. Amen.
26 Nos HIZ0 A su IMAGEN Y SEMEJANZA *
Domingo XXII después de Pentecostés
(Oña, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, ff. 40 r - 45 v.)
Cuius est imaeo haec? (Mt. 22, Uo]).
Exordio Porque lo que dijéremos sea para gloria de Dios
y provecho de nuestras ánimas, supliquémosle
nos dé su gracia, poniendo por medianera a la Tesorera
5 de ella.
Evangelio: ¿Es li- El santo evangelio que se ha canta-
cito pagar tributo do en la misa de hoy depende del que
al César? se canto cuando las bodas. Reprehen-
dió allí el Señor a los fariseos porque
10 no habían querido venir a las bodas, y díjoles lo que ya en-
tonces oístes. Luego, aquella gente fingida, de fuera santa
y de dentro mala, inierunt consilium ut caperent Iesum in
sermone. ¡Con quién lo habían para que lo pudiesen tomar
en palabras!
15 Tienen esto los malos, que hay algunos que tienen alguna
señal de remedio, y otros que sin duda podemos perder la
confianza. El reprehendido que se humilla, señal nos da que
está arrepentido y que se enmendará. El enfermo que se
cura, señal es de querer sanar. Mas guárdeos Dios del que
20 enferma con la medicina y del que se empeora con la correp-
ción. De los tales está escripto: Viro qui corripientem dura
cervice contemnit, repe[n]tinus ei superveniet interitus, et
eum sanitas non sequetur. Y ansí, cuando viéredes venir una
muerte subitánea o un caso desastrado, muchas veces veréis
25 que acontece a los incorregibles.
Reprehendía el Señor a éstos, descubríales los secretos de
sus corazones, queríalos sanar de la enfermedad que tenían
461 Cf. Mt. 7, 1-2.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas»,
7 (1947), 118-132. «Dominica vigésima secunda post Pentecoslen. Do-
minica. Sermo» (f. 40 r).
n Cf. Mt. 22, 15.
23 Prov. 29, 1.
370
SERMONES. CICLO TEMPORAL
ascondida. Y cuando habían de sanar, cuando habían de ser
compungidos conociendo sus males y se habían de admirar
30 viendo cuán claramente se los conocía y manifestaba Dios,
entonces se empeoran, y en lugar de agradecimiento, acuer-
dan de morder al médico que les quería sanar. Y empiezan a
decir: que no podemos sufrir a aqueste que conoce quién so-
mos y nos dice las verdades; busquemos algún remedio como
35 le calumniemos y le echemos del mundo y nos libremos de
este que tan mal nos trata.
Y para esto dice el Evangelio que inierunt consilium, etc.
Y acuerdan de enviar a sus discípulos cum herodianis. Estos
herodianos, dicen algunos que eran gente de la justicia, pero
40 no parece que llevan camino para gente tan astuta; porque
si ellos querían tomar a Cristo a traición, claro está que
no le habían de enviar la justicia. Lo que me parece que lleva
más camino es que esta gente debía de ser una secta que
entonces había, de quien dice el Evangelio en otro lugar:
45 Cávete a fermento pharisaeorum. Dice el griego: y de los
herodianos. ¡Mira cómo debía de ser!
Cuando el Señor nació, había mandado César que todos
los de su reino se fuesen a escrebir, para que pagasen el
tributo, ut habetur Le. 2. Y levantóse alguna gente, de los
50 cuales era el principal Judas Galileo. Y esta gente de esta
secta sustentaba que no era lícito que ellos pagasen tributo
a César, y decían: "¡Cómo! ¿Nosotros, que somos judíos
y conocemos a Dios, es razón que paguemos tributo a un
infiel que adora ídolos?" No faltó gente que lo siguiese en
55 el pueblo, porque en cosa de no pagar no faltan compañeros.
A éstos mandó matar Pilatos, porque defendían esto, ut
habet Lucas 13. Y entonces murieron Judas Galileo y Teodás,
ut habebat Actuum 5. Y como éstos fuesen principales de
aquella secta, no faltarían algunos religiosos que los contra-
jo dijiesen, diciendo que no era contrario a Dios pagar al rey
lo que se le debía; y como a éstos favoreciese Herodes, éstos
se dirían los herodianos.
Sed uteumque sit, van a Nuestro Señor con pelo de ovejas
y de dentro peores que lobos rabiosos, y, hecha su reveren-
05 cia, dícenle: ¡Maestro! Negocio traemos, que toca al empe-
rador, que pocos osarán hablar en él. Sabemos que vos decís
63 Sed] Sez
45 Mt. 16, 6 ; Me. 8, 15.
46 La existencia de la lectura «a fermento herodianorum» en
algunos codd. griegos la afirma Erasmo, Novum Testamentum,
Me. 8, 15, nota: Opera omnia (Leyden 1705), t. 6, p. 183. Cf. R. Gar-
cía Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7 (1947), no-
49 Cf. Le. 2, 1.
57 Cf. Le. T3, x
58 Cf. Act. 5, 36-37.
20. DOM. 2 2 DESPUÉS IlF. PENTECOSTES
371
la verdad, aunque toque a quien tocare y os haya de costar
la vida. Decidnos: Licet tributum dari Caesari an non? Nos-
otros somos vasallos del Rey del cielo, conocemos a Dios y
70 vivimos en su ley, y parécenos cosa contra su voluntad pagar
tributo a un hombre que adora los ídolos y los palos, y no
conoce a Dios. ¿Qué te parece que debemos hacer?
Sus mañas. So color de pedirle consejo, iban armados
para tomarle a palabras, pareciéndoles que por esta vía no se
75 les podía escapar, porque de cualquier manera que respon-
diese, según la cuenta que ellos llevaban hecha, habría de
qué lo caluniar; porque si dice que paguemos el tributo,
achacalle hemos que es contra Dios en decir que paguemos
tributo a un infiel; y si dice que no lo paguemos, tomallo
80 ha la gente del emperador y matallo ha, y de esta manera
no se podrá por ninguna parte escapar.
Propuesta, pues, al Señor la cuestión, responde: Hipró-
quitas, hombres fingidos, ¿por qué me tentáis? ¿Por qué no
venís a mis sermones con corazones sencillos? ¿Para qué
*5 os aprovecha la doctrina? ¿Por qué os llamáis discípulos
de quien no queréis tener por maestro ni seguís su parecer
ni consejo? Andá, traéme acá una moneda. Y traída, álce-
les: ¿Cúya es esta imagen?
Responden: De César, que ésta es la moneda que corre
90 y con la que compramos que comer.
— Pues, si la moneda es de César y con ella compráis lo
que habéis menester, ya os profesáis por vasallo de César,
y no es contra razón que le reconozcáis vasallaje y le paguéis
tributo en reconocimiento de él. Id, pues, y pagad a César lo
95 que es de César y a Dios lo que es de Dios, que no contra-
dice servir con el cuerpo al rey y con el ánima a Dios. Ansí
que el conocimiento, el amor, la esperanza, etc., daldo a
Dios, y lo demás daldo a César. Y de esta manera fueron
los malaventurados confundidos, sin saber qué responder.
LOO Haec est littera sancti evangelii.
Por el pecado se Heos de hablar sobre esta palabra:
pierde la imagen Cuius est imago haec? Y plega a
de IHos Dios que no sea sólo habla, para que,
si pluguiese al Señor que nos miremos
•05 en un espejo, de qué dechado somos sacados; y si viéremos
que estamos conforme al dechado, vamos alegres; y si no
conforma nuestra imagen con el dechado, vamos compun-
gidos y llorando, y procuremos de reformalla, pidiendo ayuda
al mismo hacedor de la imagen.
no — Di, hombre, esa ánima que tienes en ese cuerpo, ¿cúya
imagen es? Faciamus hominem ad imaginem et similitudinem
102 plegua
99 Cl Mt. 22, IÓ-22.
102 Mt. 22, 20.
372
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nostram, ait Dominus. — Dice la santísima Trinidad: Haga-
mos hombre a imagen y semejanza nuestra. — ¿Kn qué?
— En la mente, en la inteligencia y en la voluntad. Deje-
H5 mos esto.
Hizo Dios al hombre semejante al mismo Dios. ¡Como
quien no dice nada! ¿Queréis saber este traslado de dónde
se sacó y cúya imagen es nuestra ánima? Del mismo Dios,
que es para siempre bendito; no su misma sustancia, sino
120 mirando Dios a sí mesmo, crió nuestra ánima semejante a
sí. — ¿En qué? - — En bondad y en descanso.
Dios es bueno. En Dios no hay maldad. Dios aborrece
pecados. ¡Lo otro, Dios fué, es y será bienaventurado para
siempre jamás. No entró ni entrará para siempre en El
125 trabajo. Ni puede recebir en su santa Divinidad hambre ni
sed ni cansancio, ni otra cosa que le pueda dar pena. Pues
dice Dios: Faciamus hominem, etc., hagamos una ánima
que sea buena y tenga descanso. Tal era el ánima de nues-
tro primero padre, porque la crió Dios en la justicia origi-
130 nal, en estado de gracia; y si esta imagen estuviera siem-
pre y no perdiera esta gracia, ni sintiera frío ni calor, ni
otro ningún trabajo; pero como perdió lo primero, que fué
la bondad, perdió también lo segundo, que es el descanso.
Y ansí dice David: Homo, cum in honore esset, non intel-
135 lexit, comparatus est iumentis insvpientibus et similis factus
est Mis.
Rogad a Dios los que deseáis salvaros: "Señor, no de-
jes este negocio en la flaqueza de mis manos" ; que si los
hombres entendiésemos quién habernos de ser, temblando
140 andaríamos si tengo de caer. ¿Y qué diré de un hombre y
de una mujer, criados en estado de gracia, sin ningún pe-
cado, puestos en lugar de tanto descanso, tan favorecidos
de Dios? Y a la primera tentación veislos caídos, veislos
perdida la semejanza de Dios y hechos semejantes a las
145 bestias, sin sentido ni razón, porque, perdida la bondad
con el quebrantamiento del mandamiento de Dios, perdieron
también el descanso. Pues si éstos, que con tanta gracia
y favor, fueron criados, la perdieron y cayeron en pecado,
¿qué crédito debes tener de ti, hombre, que eres tan flaco
150 y tan resbaladizo? Homo, cum in honore esset, etc.
Querría tener una voz de trompeta que sonase en todo
el mundo y ,se oyese en los oídos de los malos y buenos,
para avisar a los malos en cuán gran mal están estando
en desgracia de Dios y para decir a los buenos: "Herma-
155 nos, guardad el gran bien que tenéis; catad que lo podéis
perder; mirad que tenéis una joya que vale más que cielos
113 Gen. 1, 26.
136 Ps. 48, 13. ai.
26. DOM. 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
373
y tierra; estimalda en mucho y mirad que la guardéis
bien". Que si estas voces dieran a Adán, por ventura pu-
siera otro cobro en el bien que tenía. Pero no miró el bien
160 tan grande que tenía, ni lo estimó ni guardó como debía,
y ansí perdió la gracia y entraron los trabajos.
Cosa, cierto, es para pensar qué tal queda un ánima
cuando pierde la gracia y se ve que ha caído en pecado y
perdido a Dios. ¿Qué os parece que sentiría una madre que
165 tuviese un hijo mancebo y gentil hombre, viéndose después
sin él? Pues ansí, mucho más, un hombre que ha conocido
a Dios, si después lo pierde, ¡qué de dolores, qué de an-
sias, qué de gemidos, qué de angustias siente en su cora-
zón ! De este gran sentimiento vienen muchas veces los hom-
170 bres a desesperar, porque más desmaya un ánima que ha
conocido a Dios y le ha empezado a servir, cuando se ve
sin El, que si tuviera tre[s] cientos pecados mayores antes
que le conociera.
Un. hombre loco no es de espantar que haga desatinos;
175 un ciego no es mucho que estropiece. Antes que de verdad
conocieses a Dios, no tenías cuenta con El, no le echabas
menos, aunque te faltaba, porque no vivías ni te regías sino
según el deseo de tu voluntad; mas después que Dios te
abrió los ojos para que lo conocieses y dijeses: "¡Señor!
L80 ¿Que ame yo más los feos placeres que a vos? ¿Que me
deleiten más los bestiales deleites que no vos? ¡Verdadera-
mente yo confieso que soy digno de infierno, y que me pisen
todos los hombres, y que me lleven los demonios, etc., y
que todas las criaturas se levanten contra mí, pues yo
185 tantas veces mié he levantado contra vos!" Si eso has co-
nocido, ¿cómo lo pierdes, hermano? Si te supo bien ese
manjar, ¿por qué lo dejaste de comer? ¿Qué es la causa
que tornas a comer lo que ya habías bosado, y te sabe bien
lo que te sabía mal, y tornas a aprobar lo que ya habías
190 reprobado? ¿Por qué tornaste a ser esclavo de un tan su-
cio esclavo?
Los que desesperan, éstos son. Al propósito, ¡cuán po-
quito duró Adam en la gracia de la justicia original! ¿Qué
os parece que sintió Adam — ¡pobrecito de él! — cuando per-
L95 dió la gracia y sintió males en su corazón, y cuando vido
que lo llamaba Dios y se vido desnudo y empezó a tener ver-
güenza? No tuvo otro remedio sino huir de Dios y escon-
derse. No osó parecer delante de Dios. Esta es la causa
por que un hombre que a Dios ha conocido, después que le
!00 pierde, se hace peor, porque no osa parecer delante de
Dios; que le parece que hombre que tan gran mal ha co-
metido no debe parecer delante de Dios, y por eso el des-
venturado huye de Dios, porque es tal el pecado y pone tanto
374
SERMONES. CICLO TEMPORAL
miedo y tanta vergüenza, que si hubiese un rincón adonde
205 se metiese, que no lo viese Dios, allí se metería, pero no [lo]
hallará el malaventurado. Llama Dios a Adam: "Ven acá,
Adam". Y comiénzalo a reprehender. ¡Qué de dolores, qué
de fatigas andarían en el corazón de Adam cuando lo lla-
mase Dios y se viese perdida la gracia y caído en pecado!
210 Más honrado estás, hermano, si guardas los mandamien-
tos de Dios, que los duques y los reyes. Más rico estás, si
tienes a Dios, que con todo lo criado. Más rico y más hon-
rado está uno con gracia, aunque sea desechado de los hom-
bres, que si sin ella estuviese entre los más altos serafines.
215 El hombre que está en gracia no se puede pensar cuán rico
y cuán descansado está, que ni le pena pobreza, ni enfer-
medad, ni afrenta, ni falta de todas las cosas, porque tiene
en más tener a Dios que ser señor de todas las cosas, por-
que tiene en más tener a Dios que ser señor de todas ellas.
220 Homo, cum in honor e esset, etc. — ¿Qué es honra? — Estar
en gracia de Dios y guardar sus mandamientos. ¡Oh, quién
os dijese esto tantas veces, hasta que os importunase!
El pecador se ¿No habéis oído decir o leído de Nabu-
hace semejan- codonosor, de cuando se ensoberbeció y
225 za del demonio dij°: &No es esta Babilonia la que yo
fundé en la fortaleza de mi brazo? Mas
¡ay de un Nabucodonosor ! El hombre, como estuviese en
honra, no lo entendió, y por eso fué hecho semejante a las
bestias, que carecen de razón. — ¿Cuál es la vida de las bes-
230 tias? — Vivir sin razón, vivir por su partido. — Pues si vivís
vos según la carne, si vivís según los deseos de vuestra sen-
sualidad, dondequiera que quiere vuestro cuerpo, allí os vais,
no ponéis rienda en vuestros pensamientos ni en vuestras
obras, no os regís según razón, llamaos bestia a boca llena,
235 pues por donde vuestro cuerpo quiere, por ahí vais vos. Aun-
que tenéis la figura de hombre, el corazón tenéis de bestia.
Mirá qué va de imagen a imagen, qué va de tener imagen de
Dios a tener imagen de bestia.
— Señor, ¿llegan algunos más a lo hondo? ¿Hay quien
240 Sea más desconforme a vos que las bestias? ■ — Esta mañana
pensaba que hay algunos que son peores y más desconfor-
mes a Dios que las bestias. ¿Habéis visto alguno de corazón
duro y obstinado, que dice que no puede pensar en Dios ni
puede ir a misa ni al sermón, etc., y ya que van a misa, no
2*5 tienen allí más que el cuerpo, no tienen atención ni devo-
ción, y aunque rezan, están con gana de pecar, tienen grande
sequedad, no tienen pensamiento bueno? Digo de los que
están en pecado, porque los que están en gracia no es mara-
206 Qf. Gen. 3, 9.
226 Of. Dan. 4, 27.
26. IX )M. 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
375
villa que tengan sequedad, etc. Hay algunos que ansí viven
»0 en pecado como si no tuviesen libre albedrío para apartarse
de él y dejallo de obrar. Son como si ponéis una candela
debajo de un celemín, que parece una poquita de lumbre;
pero si echáis una capa encima, ya no parece tanta, y si
echáis otra y otra, ya no parece que hay allí lumbre. La esen-
255 cia de la lumbre no se ha perdido, que allí está; sino, como
está impidida y cubierta con tantas capas, no se parece.
—¿Qué queréis decir? — -Lo que plega a Dios que nos
aproveche. — ¿Qué quiere decir quitar Dios la mano de un
corazón y estar endurecido y obstinado en pecados? • — -La
260 esencia del libre albedrío allí se está, no se ha diminuido,
porque ansí lo tiene el que está en el infierno como el que
está en el cielo, y tan entero está en los demonios como en
los apóstoles. Los empedimentos que se ponen en el libre
albedrío para que no se ponga en efecto la buena obra no se
965 pone en la sustancia del libre albedrío.
— Pues ¿qué es esto? — Veréis a algunos, y quizá man-
cebos y galanos y gentiles hombres, que dirán: "Padre, yo
deseo apartarme cuando estoy en mi seso; yo aborrezco al
pecado como al demonio, pero no sé quién me lleva, aunque
yo no quiero; que estoy cenando, y al mejor sabor parece
que me hacen levantar de la mesa; no puedo dormir ni tengo
sosiego". (San Agustín pasó mucho de esto.)
— ¿Qué es aquello? — Que están obstinados y de la largua
costumbre ya endurecidos. Son como si tomáis una poca de
"75 cera blanda y la metéis en una cueva, y está allí en aquello
frío muchos días, que se para dura como piedra. La sus-
tancia de la cera allí se está, mas la blandura no la tiene.
El obstinado, libre albedrío tiene en la substancia, mas son
tantas las maldades y tan continuadas, y son tantas las oca-
so siones, y es tan larga la costumbre del pecar, y hay tantos
inconvenientes, que se para uno más duro que una piedra,
y no parece sino que ya el demonio lo tiene de su mano para
hacerle hacer cualquier mal que él quiere.
Porque éste es el pecado del demonio: obstinación. El
;85 demonio no puede amar a Dios, aunque tiene libre albedrío,
y dicen algunos doctores que tuvo lugar de poderse arre-
pentir. Y ansí dice Damaceno que lo que fué en el demonio
caer, es en el hombre morir. Y ansí, cuando vierdes un hom-
bre endurecido, que está mal con la ley de Dios, que dice:
90 "No querría murmurar, mas llévame allá el corazón", etc.,
esto hace el demonio, y este tal, aunque puede salir, esle
dificultoso el salir; que de treinta por maravilla salen tres,
porque por maravilla hay quien haga todo lo que es obli-
272 Cf. San Agustín, Confess., 1. 10, c. 30, 41 ss. : ML 32,
796 ss.
288 San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, l. 2, c. 4: MG 94, 878.
376
SERMONES. CICLO TEMPORAL
gado y puede para salir del pecado, ni se esfuerce, como
295 debe, a pedir fuerzas a Nuestro Señor para levantarse de él ;
aunque si de verdad se las pidiese y con corazón contrito y
humillado se volviese a él y le pidiese perdón, no se lo ne-
garía, por gran pecador que fuese. Pero pásase un mes y
otro mes, un año y otro año en el pecado; está peor que
300 bestia, y parece que peca como necesitado, no simpliciter,
sino que la larga costumbre y la dificultad que ésta pone
para se levantar parece que los necesitan; y ansí pasó mu-
cho tiempo San Augustín, que le parecía que pecaba como ne-
cesitado.
305 Del obstinado y endurecido en pecar está escripto: Cor
durum male habebit in novissimis.
¡Oh, cuánto hay que llorar en un hombre que está tan
obstinado y endurecido, que está puesta una piedra en su
corazón, que ni le basta sangre del Crucificado (digo que no
310 le basta porque no se quiere él aprovechar de ella), ni le
bastan sermones, ni consejos de amigos, ni temores de ene-
migos, ni. premio del cielo, ni pena de infierno, ni acordarse
que han de morir, para ablandarle el corazón y hacerle que
no peque! Y estos tales, como se ven perdidos y tan seme-
315 jantes al demonio, toman el oficio del demonio, y andan
dando malos consejos y haciendo caer a otros, porque les
parece que es malo ir al infierno solos. Y como se ven caídos,
huélganse de las caídas ajenas. Son como los puercos, que
como están metidos en el lodo y, encenagados, quieren ence-
320 nagar a los otros.
— Este tal, ¿qué semejanza tiene? — Perdjó la imagen de
Dios y hízose semejanza del demonio. Pues éste ¿no os parece
que es peor que bestia? ¡Oh, qué de trabajos tiene el malo,
qué de temores: si se ha de saber, si me ha de castigar la
325 justieia, si me tengo de ir al infierno, etc.!
Perdida la primera imagen, que es ser bueno, perdió
también la segunda, que es el descanso, porque, luego que
hobo pecado, le dijo Dios : In sudore vultus tui vesceris pane
tuo; y [a] la mujer: In dolore parles filios. ■ — ¿Qué tal que-
330 dó el hombre? — Amigo del pecado y enemigo del trabajo.
— ¿Habéis encontrado alguno de éstos? Más, ¿habéis en-
contrado alguno que no sea de éstos? Perguntad a vuestro
corazón, y vello heis inclinado a honra y a deleites y riquezas
y enemigo de enfermedad y de tener trabajos. La malque-
335 rencia que habías de tener al pecado tienes al trabajo, y el
amor que habías de tener al trabajo tienes al pecado. Veis
aquí el hombre, que Dios crió a imagen suya, cómo por el
304 Saí* Agustín, Confess., 1. 8, c. 5, 10 (ML, 32, 753) : «Velle
meum tenebat inimicus, et inde mihi catenam fecerat, et constri-
xerat me».
306 Cf. Eccli. 3, 27. 329 Gen. 3, 19. 76.
20. DOM. 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
377
pecado perdió la imagen de Dios y se hizo imagen de bestia,
y si no viene la mano del Omnipotente a remediar esta ima-
140 gen, nunca tendrá remedio el pecado.
Viene el Hijo — ¿Por qué, para e\ reparo de esta ima-
a reparar esta gen, no vino el Padre, como vinieron el
imagen HiJ0 v el Espíritu Santo, en figura cor-
poral? —Porque al Padre es atribuida la
(45 esencia, y al Hijo la sabiduría o entendimiento, y al Espí-
ritu Santo la bondad o la voluntad; y porque la esencia de
la imagen no se perdió, no vino el Padre, sino vinieron el
Hijo y el Espíritu Santo a reparar el entendimiento y vo-
luntad, que fueron los que cayeron. Y para reparar el estrago
¡50 que por el pecado había sido hecho en esta imagen, vino el
Hijo de Dios, que es imagen verdadera del Padre, como dice
San Pablo: Imago Dei invisibilis; qui cum sit splendor gloriae
et figura substantiae eius, porque ansí como sale el resplan-
dor del fuego, así sale el Hijo del Padre. Y ansí quien qui-
©5 siere conocer al Padre, conozca al Hijo, porque de la misma
condición y figura es el uno que el otro. Y ansí lo dijo el
mismo Cristo cuando San Felipe le dijo que le mostrase el
Padre: Qui videt me, videt et Patrem meum. Quien me ve a
mí, dijo Cristo, a mi Padre ve, porque mi Padre y yo una
í60 cosa somos. No porque las personas sean una, sino porque
son semejantes en la imagen y en el poder y saber y en todo
lo demás, y por eso quien ve al Hijo ve también al Padre.
Pues para remedio de un hombre amador del pecado y ene-
migo del trabajo, venga el Hijo de Dios, que es amador del
Í65 trabajo y aborrecedor del pecado. Para imagen tan perdida,
venga imagen tan buena a remediarla.
Toma Dios imagen — ¿Cómo remediaré esta imagen, pues
de pecador ellos cegaron mi imagen?, dice Dios.
Hacerme he yo de la imagen de ellos.
170 — .Mirad lo que decís, Señor. Ellos son malos y vos bueno;
ellos pecadores y vos sin pecado, etc. ¿Qué semejanza puede
tener con el pecador el que no tiene ni puede tener pecado?
— Para eso, pues, tomaré yo semejanza de pecador, para
destruir el pecado. Pues que ellos perdieron mi semejanza,
875 tomaré yo la suya, para remediar y restaurar su pérdida.
Fué tanto el amor que Dios tuvo a esta imagen, y el
deseo de remedialla, que para el remedio de ella envió a su
Hijo en figura de la misma imagen. Y ansí dice San Pablo:
Misit Deus Filium suum factum ex muliere, natum sub lege,
348 él2] en add. |l 358 videt ] vidit
352 Col. i, 15.
353 Hebr. 1, 3.
35& Cf. lo. 14, 9.
378 SERMONES. CICLO TEMPORAL
380 ut eos qui sub lege erant redimeret. Et alibi: Qui, cum in
forma Dei esset, teniendo el Hijo esencia y substancia de
Dios, tomó forma y semejanza de hombre, para remediar la
caída del hombre. También dice San Pablo: In similitudinem
carnis peccati. Tomó Dios semejanza de pecador, no siendo
386 pecador, para remediar el pecado. Et alibi: Habitu inventus
ut homo. Fué hallado en hábito de hombre. Quiere decir que
fué hallado con trabajos y pasiones de hombre.
Como Dios, en cuanto Dios, en su naturaleza divina no
podía recebir trabajos, juntó consigo nuestra naturaleza hu-
390 mana, vistióse de nuestra carne y sujetóse a frío y hambre
y sed y cansancio, etc. Y sujetóse Dios a trabajos para
librarnos a nosotros de ellos. Humillóse Dios para ensalzar
al hombre. Tomó forma de siervo, para librar al hombre de
servidumbre, en que le había puesto el pecado. Fué tanto
395 el amor que a esta imagen tuvo y el deseo de remedialla, que
para el reparo de ella evcinanivit semetipsum, formam servi
accipiens, etc. Entended, si podéis.
Decid: si hubiese una mujer que tuviese una señal en la
cara y fuese tan fea que ni bastase albayalde, etc., para
400 quitar la fealdad, y que por ser tan fea nadie se quisiese
casar con ella; y hobiese un mancebo rico y gentilhombre
que quisiese tanto a esta mujer, que dijese: "Mátenme a mí,
para que con mi sangre se remedie la fealdad de esa mujer;
no puedo yo vivir queriéndola tanto, teniendo ella esa feal-
405 dad", ¡qué amor tan grande y qué caso tan de espantar sería
éste, y qué amor sería razón que esta mujer tuviese a este
mancebo, pues que ofrecía su vida y quería que le sacasen
su sangre para remediar su fealdad! Pues viendo Dios la
imagen que El había criado semejante a sí, de tal manera
410 por el pecado afeada, que ni bastaba sacrificios ni sangre
de becerros, etc., ni todos los hombres y los ángeles que
se juntaran no bastaran para remediar su fealdad, dijo:
"Pues yo quiero que me maten a mí, para que con mi sangre
se lave aquella mancha", etc. Y ansí decía David: Asperges
415 me hyssopo et mundabor, etc. Si me rociares con tu sangre,
quedaré más blanco que la nieve; si te pusieres en la cruz,
seré remediado, etc., y si no me lavares con tu sangre, que-
darme he feo, etc.
"Yo tomaré tu imagen, dice Dios, y me haré semejante
420 a ti, no en ser malo, sino en pasar trabajos''. Y ansí no hubo
ni habrá hombre que tantos trabajos pasase como Cristo.
"Yo me haré semejante a ti, no en el pecado, sino en sufrir
trabajos por el pecado. Para quitarte a ti de trabajo, yo
380 Cf. Gal. 4, 4-5.
}8i Fhil. 2, 6.
384 Cf. Rom. 8, 3.
386 Phil. 2. 7-
397 Cf. Phil. 2, 7.
416 Ps. 50, 9.
20. DOM. 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
379
pasaré muchos trabajos". Y ansí no ha habido pena ni tra-
■25 bajo que nadie haya pasado, que no lo pasase Jesucristo,
porque, aunque [no] pasó todos los trabajos en especie,
pasólos en virtud. No tuvo Dios enfermedades, mas tuvo
dolores muy graves, y con todos fué obediente a su Padre
hasta la muerte de cruz, y esto es lo que dice San Pablo:
30 Obediens usque ad mortem, etc.
Por donde la imagen perdió la hermosura; por allí se la
tornó a dar el Señor. Y ansí está escripto: Sub arbore malo
suscitavi te; ibi (que es en el árbol) corrupta est mater tua;
ibi violata est genitrix tua. — ¿Dónde se perdió la imagen?
35 — Debajo del árbol. — ¿Dónde fué engañada por el demonio?
— Debajo del árbol. — Pues debajo del árbol, allí donde fué
corrompida nuestra madre Eva y perdió la virginidad de la
gracia, allí fué reparada y tornada a cobrar; porque debajo
del árbol le parió su madre, debajo del árbol se reparó el
40 estrago que debajo del árbol se hizo. — ¿ Dónde perdió la ima-
gen Adam y fué afeado? — Debajo del árbol. — Pues debajo
del árbol la hermoseó Jesucristo. Y para hermosealla a ella
fué afeado El.
¿Qué cosa más fea de ver que Cristo puesto en el palo?
w5 ¿Qué cosa más lastimera que ver pagar por pecados al que
no tenía pecado? ¿Qué tiene que ver el Justo con el palo de
pecadores? ¿Qué tiene que ver el Justo con el injusto y el
Bueno con el malo? Con hombre tan bueno, ¿qué tienen que
ver tantos azotes? Donde no hay pecado, ¿cómo cabe castigo
1*50 de pecadores?
Tomó Dios una imagen de pecador, sin ser pecador, y esto
quiere decir lo de San Pablo: Misit Deus Filium suum in
similitudinem carnis peccati. No es carne de pecado, sino
semejante a carne de pecado, una carne llena de trabajos,
55 llena de fatigas y de dolores, etc. ¿Qué hacéis, Señor, tan al
revés de como merecéis? Esto es lo que dice Esaías: Pere-
grinum erit opus eius ab eo: La obra de Dios, ajena es de
Dios; porque ajeno es el trabajar, el pasar hambre y sentir
cansancio, etc., porque Dios es todo descanso. Toma Dios
60 la obra ajena para remediar nuestra caída, por cuyo re-
medio fué Dios abofeteado y azotado y escarnecido y afeado
y muerto y desfigurado: Vidimus eum et non erat ei aspectus
ñeque decor: Vímosle, dice Esaías, mas no tenía hermosura.
De fuera feo, mas de dentro hermoso; de fuera atormentado
65 como pecador, mas de dentro Dios y remediador de los peca-
457 Peregrinus
430 Phil. 2, 8. 434 Cant. 8, 5.
443 San Agustín, Enarr. in Ps. 103, senn. 1, 5 (ML 37, 1338) :
«Ut faceret pulchram... foedus factus est».
453 Of- Rom. 8, 3.
457 Is. 28, 21. 463 Cf. Is. 53, 2.
380
SERMONES. CICLO TEMPORAL
dores y sanador de nuestros males y reparador de nuestra
imagen.
Hermanos, cuando miráis a Dios sudado y azotado y sa-
cada su sangre para quitar la mancha de nuestra ánima,
470 ¿qué sentís? ¿Quién será tan desagradecido, viendo a Dios
hablar desde la cruz, que no diga: "Mandad, Señor, que todo
se hará lo que mandáredes"? Hermanos, gran cargo nos echó
Dios cuando murió por nosotros en la cruz. O hemos de ser
salvos en el cielo por esto, o ha de ser para ser condenados
475 en el infierno para siempre.
Sé semejante a — ¿Para qué os ponéis, Señor, en un
Cristo, que des- palo? — Pone me ut signaculum super
truyó todo pecado cor tuum, ut signaculum super brc-
dhium tuum, quia fortis est ut mors
480 dilectio, dura sicut infernus aemulatio. Hombre, la imagen
de tu alma no parece a mí, sino al demonio y a las bestias.
Pues quita la imagen de bestia de tu alma y ponme a mí
como sello en tu corazón, y no sólo en tu corazón, sino tam-
bién en tu brazo. Tráeme como una empresa en tu corazón
485 y en tu brazo.
— Señor, ¿qué? ¿Con eso os dais por contempto y bien
pagado de todos vuestros trabajos, con que os ponga como
sello en mi corazón? No lo entiendo. — Ponme como sello, etc.
— ¿Qué es sello? ¿Tengo de traeros del cielo y poneros en
490 mi corazón? ¿Tengo de tomaros de allí y poneros aquí?
— ¿Sabéis qué es sellar en nuestro corazón la vida de Jesu-
cristo? Tener siempre en nuestro corazón y delante de nues-
tros ojos la memoria de ella para imitalla y determinar de
hacer por El lo que El hizo por nosotros.
495 Señor, si me preguntaren quién sois vos, ¿qué diré? Si
me preguntáis quién es Cristo, digo que es un hombre
aborrecedor de pecados y amador de trabajos, un hombre
bueno que pagó por malos, un justo que murió por pecado-
res, etc. — '¿Qué quiere decir cristiano? — 'Imitador de Je-
500 sucristo. — ¿Quién imita a Cristo? — El que blasfemare los
pecados y amare los trabajos.
Plega a Dios que no haya hombre que niegue a Dios lo
que le pide. — ¿Qué pide? — «Malquerencia de pecados y amor
de trabajos. Aborrece, pues, los pecados y ama los traba-
•505 jos, y serás semejante a Cristo, que destruyó todo pecado
y fué fuego en que se abrasó la malicia de los malos.
— «¿Para qué murió Cristo? — -Para matar nuestro peca-
do. — ¿Y para qué?, digo yo. ¿Quién te mató, Señor? — Yo.
— ¿Para qué moriste? — Para que, viéndote yo muerto por
510 mí, dijese: "Pues mis pecados te mataron, yo mataré mis
480 Cant. 8, 6.
2fi. 1>oM. 22 DESPUÉS. DE PENTECOSTÉS
381
pecados por amor de ti, etc. Pues vos amastes los traba-
jos por amor de mí, nunca plega a vos que yo aborrezca
los trabajos ni sea de aquellos que llora vuestro Apóstol:
Nunc flens dico, inimicos crucis Christi, etc."
515 Per peccatum damnavit peccatum. Cuando el pecado
más reinó, entonces fué destruido su reino. Y con el ma-
yor de los pecados fué destruido el pecado. ¿Cuál fué el
mayor de los pecados que el mundo hizo? Dice Teodoreto:
Matar a Jesucristo. Pues éste mató nuestro pecado. ¡Oh,
320 qué subido y qué ufano estaba el pecado antes de la muer-
te de Jesucristo! Pues, cuando él estaba más subido, en-
tonces fué derribado, siendo Cristo ofrenda del pecado. Con
su muerte fué destruido él pecado Deiecisti eos dum alleva-
rentur. Porque se atrevió el pecado a lo que no era suyo,
525 porque puso la mano en quien no le debía nada, pierda el
derecho y justicia que tenía sobre quien algo le debía.
— ¿Por qué se llama pecado la carne de Jesucristo?
— Porque fué puesta por sacrificio de pecado y para quitar
el pecado y en lugar de pecado; porque se puso en la cruz,
>30 que era lugar donde se pagaba el pecado, para destruir
nuestro pecado. Por eso dice que tenía carne de pecado.
Llama al efecto el nombre de la causa, como decís, cuando
queréis alabar a uno de buen escribano: "¡Oh, qué buena
mano tiene fulano!" A la letra llamáis mano. Porque el
535 pecado fué causa de la muerte de Jesucristo, aquello lla-
máis pecado que fué efecto del pecado; como a la letra
llamáis mano.
— -¿Quién es, hermano, el que mata a Jesucristo? — Tu
pecado. — ¿Para qué muere? — Para que digas tú: "Mis
540 pecados mataron a Dios; mataré mis pecados; no daré yo
vida a quien El quiere que mate; no amaré a quien quiere
que aborrezca, etc."
— ¿ Qué manda Dios ? — Que aborrezcas el pecado y ames
los trabajos, las persecuciones y las injurias, etc. — ¡Es
545 duro! — Pues hase de hacer. — ¿Para qué tanto? — Mirad
que améis los trabajos, etc. Hombres, gran negocio. Dios
es hombre. Gran negocio de bien y mal. (Applica hoc.)
Mirá que Dios nos manda desde la cruz que aborrezca-
mos los pecados. Y malaventurado del que no oye a Dios y
550 se hiciere sordo a sus mandamientos. Quien no oyere el ruego
del Crucificado, diré que no es hombre, sino peor que bes-
tia, porque bos cognovit praesepe domini sui, Israel autem
me non cognovit, dice Esaías en nombre de Dios. Al hom-
bre que no conoce que Dios se hizo hombre por él, ¿dónde
514 Cf. Phil. 3, 18.
515 Cf. Rom. 8, 3.
519 Teodoreto, Intcrprct. cp. Rom, c. S : MG S2, i-,o.
524 Ps. 72, 18. 553 Cf. Is. 1, 3.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
655 lo pondré? Con los demonios. Si Dios muriera por los de-
monios, como por los hombres, más agradecidos fueran que
los hombres. Estando un monje en el coro diciendo el Cre-
do, llegó a aquel paso: Et homo factus est, y no se humilló,
y vino el demonio por detrás y dale un gran pescozazo
560 y dijo...
¿Dónde pornemos el amor? Mira lo que Dios pasó por
ti: Nam multo labore sudatum est. Grandes sudores sudó
y muchos trabajos pasó para limpiar tu inmundicia y para
librarte del pecado y limpiar tus obras: Quoties volui mun-
565 daré te! Grande es tu maldad, pues queriéndote Dios lim-
piar de ella, no quieres. Si un hierro meten en la fragua,
¿no pierde el orín? Pues desdichada del alma que no se
aprovecha de la muerte de Jesucristo, ni pierde el orín de
sus pecados con el fuego del ardentísimo amor, con que
570 ye que Dios murió por ellos ; que ama más los pecados que
a Dios, que murió por ellos. Pues mira, hombre, que Dios
se queja de ello y dice que frustra laboravi, ergo iudicium
meum Domino: En balde me habéis hecho trabajar; yo os
pediré cuenta de mi sangre y de los trabajos que pasé, etc.
575 Hermanos, tomado ha Dios imagen de nuestra imagen,
y con ella destruye nuestras culpas y nuestros pecados. Id
a El, y pedilde remedio para ellos, y decilde: "Señor, este
pecado me fatiga; remedialdo vos por quien sois, etc." Si
el trabajo te pareciere recio, vete a Jesucristo y hacérsete
580 ha liviano: Sicut portavimus imaginem terreni, portemus
imaginem caelestis. Si algún tiempo fuimos hijos de Adam
y amamos los pecados, séamoslo agora de Cristo y aborrez-
cámoslos. Si de Adam aprendiste a ser malo, aprende de
Cristo a ser bueno, etc.
585 — Señor, no puedo tragar trabajos. — Pues leed las
Epístolas y mirad no os diga San Pablo enemigos de la cruz
de Cristo; que los enemigos de los trabajos, enemigos son
de la cruz de Cristo. — '¿Qué haré, San Pablo? Salvatorem
[e~\xpe[c]tamus Dominum nostrum Iesum Christum. Et
590 ultra.
La segunda venida Señor, vuestra primera venida fué
de Cristo reforma- Para quitar la primera imagen mala
rá la imagen mala *ue y° tenía'< la segunda reformará
595 de nuestro euerno la de nuestro cuerpo. Pues ¿por que
ae nuestro cuerpo no me quit4is del todo la imagen que
yo tengo y me restituís la que per-
dí? Dejáisme los trabajos y las fatigas, etc., para que ansí
como fuimos semejables a El en dos cosas, etc., quiere,
562 Ez. 24, 12. 581 Of. 1 Cor. 15, 49.
565 Ez. 24, 13. 587 gbil. 3. iS.
573 Cf. Is. 49, 4 590 Phil. 3, 20.
20. DOM. 22 DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
3S3
después que padeció, que le seamos en pasar trabajos, y
500 que las penas sean semejanza de justo, como antes de su
muerte eran semejanza de pecador. Cuando dijeren mal de
ti, semejanza de justo; cuando tuvieres penas y trabajos
sin merecerlos, semejanza de Dios. Son tus trabajos seme-
janza de Dios, no en la divinidad, porque en ésta no puede
605 recebir trabajos, sino en la humanidad, en la cual recibió
muchos trabajos.
Quiere Dios que, pues El se hizo a tu imagen y seme-
janza y con su pena destruyó tu culpa, que tú seas seme-
jante a El en amar los trabajos, etc. Dice Dios: Yo traje
610 esta empresa en mi brazo por ti; tráela tú en el tuyo por
mí; porque fuerte es el amor como la muerte. Yo por ti,
trabajos; yo por ti, fatigas, etc. En la imagen del Cruci-
ficado las penas no son ya de pecador, y por eso quiere
que, quitada la primera imagen de pecado, quede la segun-
615 da de penas.
Salvatorem [e]xpe[c]tamus. Comendadores de espera so-
mos del cielo. Cuando venga, tomarnos ha, reformarnos ha.
Hará semejante el cuerpo de nuestra bajeza a la alteza de
su c\V]aridad. Darnos ha cuerpo semejante al suyo, seme-
520 jante a su c[l]aridad, semejante al suyo glorificado. Her-
manos, dice San Juan, sus ojos te[r]néis: Qui nunc filii Del
sumus, et nondum apparuit quod erimus; scimus quoniam,
cum apparuerit, símiles ei erimus, quoniam videbimus Deum
sicuti est. Llámanos Dios a boca llena hijos. Murió aquel
625 Hijo y ganó con su muerte tantos hijos. ¡Oh hermanos, y
qué de bienes nos están esperando! Cuando veamos aquel
paraíso de paraísos, ¿sabéis qué tales seremos? Semejantes
a Dios, porque veremos a Dios así como es.
A los que se parecieren a Jesucristo, a los que tuvieren
630 su imagen y le imitaren en los trabajos, ¿sabéis qué les
dará el día del juicio? La perfecta imagen; que serán se-
mejantes a El; que ni querremos ser malos ni lo podremos
ser. Allí no habrá pecado; allí seremos buenos de dentro y
de fuera; allí nuestra ánima saldrá de ver a Dios...; que
635 ni ojo vió, ni oreja oyó, ni el corazón del hombre pudo
comprehender. Allí nuestra ánima tendrá imagen que ver-
daderamente sea buena, sin poder ser mala, y tendrá des-
canso, sin tener temor de perdello; allí será del todo bien-
aventurada, porque para siempre gozará de Dios en la glo-
640 Ha, quam mihi et vobis.
621 filii] siti
6u Cant. 8, 6.
6ig PhiJ. 3, 21.
624 Cf. 1 lo. 3, 2.
636 1 Cor. 2, 9.
384
SERMONES. CICLO TEMPORAL
b) SERMONES DEL ESPIRITU SANTO
27 Esperando al Huésped divino
Domingo infraoctava de la Ascensión. En un convento
de monjas
(Ed. 1596, II, ff. 1-34.)
Exordio: Esta es No tomo tema en esta plática que ten-
Semana Santa go de hacer, porque nuestro tema quie-
ro que no sea otro más que nos aperci-
bamos para ser morada donde el Espíritu Santo se aposente,
5 y que pidamos con mucho ahinco al mismo Espíritu Santo
que tenga por bien de venir en nosotros; pedírselo con tema.
Y no haremos poco si nos apercibimos, como es razón, para
recebir tal Huésped.
Habéis de saber, hermanos, que, aunque las fiestas de
10 Dios se pasaron cuanto a la historia, pero no se pasaron
cuanto a la virtud. Bueno fuera, por cierto, para nosotros
si, como se pasó el tiempo en que Jesucristo padeció, tam-
bién se pasara la virtud de su pasión. ¿Qué fuera de nos-
otros si, como pasó mil y tantos años ha, ella no durara?
15 Siempre dura la virtud de la pasión hasta que el mundo se
acabe. A propósito de lo de la fiesta del Espíritu Santo,
que, aunque pasó tantos años ha, has de hacer cuenta que
el mismo efecto hará hoy el Espíritu Santo en tu alma que
hiciera en ti en el tiempo de los apóstoles; mira si lo deseas.
20 ¡Oh quién viera a Jesucristo para pedirle mercedes
cuando andaba en este mundo entre nosotros padeciendo
trabajos! Si cuando en el mundo estaba, echándote tú a
sus pies, tienes por cierto que, según es piadoso, según su
infinita caridad, no te negara las mercedes que le pidieras
25 — ,¿tú, hermano, crees esto?—; cree que tan aparejado está
el día de hoy y de tan buena gana te hará las mercedes
hoy, estando en el cielo, como cuando entre nosotros esta-
ba. Y si tú, en este tiempo, te aparejas para que el Espí-
ritu Santo venga en ti, haz lo que es necesario, y dígote
30 de su parte que también verná a tu ánima, dándote su
gracia, como cuando a los apóstoles apareció viviendo en
el mundo.
¡Oh qué tiempo este que hay de aquí a Pascua tan
santo! Esta es Semana Santa: Adviento del Espíritu Santo.
14 ella ha
27- DOM ■ INFR AOCTAVA DF. I.A ASCENSIÓN
385
35 Este santo tiempo significa cuando los apóstoles, después
que nuestro Señor se subió al cielo, estaban esperando la
promesa que les hizo, cuando les dijo: Yo me voy, pero yo
enviaré al Espíritu Santo, que os consolará; y os enviaré
al Consolador, que os consuele de la pena que tenéis de
40 mi partida. Como ellos oyeron esta palabra, estaban espe-
rando, los ojos puestos en el cielo, qué cosa sería. Decían
ellos: "Nuestro Maestro nos dijo que nos enviaría un con-
solador que nos hiciese olvidar el amor que le teníamos".
Querían los apóstoles en gran manera a nuestro Señor y
45 Redemptor: El era consuelo de sus tristezas, Padre de sus
necesidades, Maestro en sus ignorancias; teníanlo como a
espejo en que se miraban: estaban todos colgados, trans-
formados en su Maestro. "¿Que ha de venir otro que sea
tan grande, tan poderoso, tan sabio, tan bueno, que nos
60 haga olvidar a nuestro Maestro? ¿Quién será éste?" Alza-
ban sus pensamientos y sus voces al cielo, y decían: "Señor,
deseamos os, y no os conocemos; querríamos que viniése-
des, y no sabemos quién sois. Por vuestra misericordia
tengáis por bien de venir y consolar nuestros corazones;
55 venid, Señor, que estamos muy desconsolados esperando
vuestra venida".
Así estaban los santos apóstoles del Señor en este santo
tiempo; y así, hermanos, es muy gran razón que estemos
nosotros, pues somos una cosa con ellos, una Iglesia y una
60 unión en Jesucristo. Todos aquellos que sirven a Jesucristo,
que están en su servicio, todos son una misma cosa, la
Iglesia de Dios y la congregación de los cristianos: Una
est árnica mea, una est columba mea. Habla Dios con su
Iglesia, y dice: Una eres, amiga mía; una eres, paloma mía.
65 Pues así también es razón que en este santo tiempo nos
aparejemos y deseemos con los santos apóstoles la venida
del Espíritu Santo. Alcense nuestros corazones al cielo, y
pidamos con lágrimas de nuestros ojos: ¡Consolador de mi
ánima, ven, consuélala! Y en todo este tiempo no hagamos
70 otra cosa que desear que el Espíritu Santo venga a nuestras
ánimas.
Disposiciones para Lo primero que conviene para que el
recibir al Espíritu Espíritu Santo venga a nuestras áni-
Santo mas' es 1ue sintamos grandemente
75 de El y que creamos que puede ha-
cer mucho. Por desconsolada que esté un ánima, basta El
a consolarla; por pobre que esté, a enriquecerla; por tibia
que esté, a encenderla; por flaca que esté, a esforzarla;
38 Of. lo. 14, 2. 16.
64 Cf. Cant. 6, 8.
70 Cf. Miss. Rom., Dow. Pentecost., scqueiilia.
B.Avila 2
12
386
SERMONES. CICLO TEMPORAL
por indevota que esté, a inflamarla en ardentísima devo-
80 ción. ¿Remedio para que venga el Espíritu Santo? Sentir
de El muy magníficamente. Y así dice hablando de la gran-
deza del Espíritu Santo: El poder de Dios es muy grande,
y de solos los humildes es honrado.
Lo segundo, conviene mucho para que el Espíritu Santo
85 tenga por bien de venir a nuestros corazones, para que no
nos deseche y tenga en poco, tener deseo de recebirle y que
sea nuestro convidado, un cuidado muy grande, un deseo
muy firme y ansioso: "¡Oh si viniese el Espíritu Santo!
¡Oh si viniese aquel Consolador a visitar y consolar mi
90 ánima!"
Hágoos saber, hermanos, que impiden mucho los cuida-
dos de lo que cumple a nuestro cuerpo. En esto las per-
sonas religiosas nos llevan la ventaja; porque si están en
el coro, si están en el refitorio, si en el retraimiento, en
95 todas partes están en el servicio de Dios, empleadas en co-
sas de su ánima, siempre alabando a Jesucristo, dándole
gracias, y si comen, no es para otro fin que para alabar a
Dios; y si beben, lo mismo, y lo mismo en todas las ope-
raciones humanas.
100 Y los casados se atreven a mucho por cierto. Piensa la
mujer que se casa que no hay más sino, en amaneciendo
Dios, tomar el manto y venirse al sermón y tomar buen
lugar en la iglesia; y viene su marido a comer, y no halla
la comida aderezada, descompónese y ofende a Dios. Más
105 valiera, hermana, que antes que viniérades, dejárades la
casa puesta en orden, y cuando esté todo puesto, venir
al sermón; aunque vengas un poco tarde, no es priesa,
que más te aprovechará una palabra que por ventura todo
el sermón, y con todo puedes cumplir; pero ya que no
110 puedas, más vale que hagas lo que Dios te manda, pues
te casaste.
No lo decía por esto, sino que se atreven a mucho los
que se casan, porque se obligan a mucho, a mantener la
casa, a mantener los hijos y hacerlos que sean virtuosos;
115 y la mujer en criarlos, en ponerlos en buenas costumbres.
Poco es esto; ¿y el cuidado del ánima, el cuidado de lo que
cumple al servicio de Dios? Todo se puede hacer; pero son
las cosas del mundo pegajosas y son tan malas de despe-
gar, que por eso se tiene el hombre casado por dificultoso,
120 con tantos cuidados, poder entender en su ánima como se
debe. Mira, hermano, cómo vives; mira que no venga a que-
rer tanto el marido a la mujer, que por hacelle regalos a
ella, vengas tú a ofender a Dios como Adán: "Quiero mu-
83 Kccli. 3, 21.
99 Cf. 1 Cor. io, 31.
387
cho a mi mujer, téngola de dar una joya, que, aunque sepa
125 hacer lo que no debo, se la tengo de dar". Y tú, mujer, no
vengas a poner el amor tanto en tu marido, que por él
olvides a Dios, y con el amor que tienes a tu marido olvi-
des de hacer lo que conviene a tu ánima y lo que Dios
manda.
130 ¡Oh cuánto cuidado había de tener uno que se casa an-
tes que se case, cuán santo había de ser el hombre y cuán
santa la mujer! Antes que se viniesen a juntar, habían de
haber gastado muchos años en servicio de Dios; saber ser
castos, ser humildes, ser pacientes, ser misericordiosos,
135 guardar los mandamientos de nuestro Señor, y después ca-
sarse, para que, aunque después tuviesen muchos cuidados,
muchos estorbos, con una ojeada que diesen, una vuelta en
su conciencia de las costumbres de antes, quedase todo
apaciguado y amansado. Como un señor que tiene un cria-
wo do tan bien doctrinado, témele tanto, que, con sólo que el
señor le mire a la cara, se ponga el criado como ha de estar
para servirle, que aquéllo sólo basta.
Pero ni el casado sabe qué cosa es ser casado, ni la ca-
sada menos sabe qué cosa es serlo; y júntanse, pónenlo en-
1*5 trambos del lodo. Lecciones habíades de tomar muchas.
— ¿Cómo, padre, podré cumplir con entrambas cosas, con
mi casa y con Dios? —Es cosa muy dificultosa. Dice San
Pablo: El que tiene mujer, el que es casado, anda muy con-
gojoso y solícito cómo la agradará y contentará, y para
150 esto anda muy cuidadoso en las cosas del mundo y está
repartido. Pero la mujer que no se quiere casar, y la don-
cella, piensa en las cosas del Señor, para ser santas en el
cuerpo y en espíritu.
No vendrá si no tie- Señoras monjas, esta fiesta se gaste
155 nes deseo de El en pensar cómo agradaré a mi Se-
ñor. Así como las desposadas andan
con mucho cuidado de andar muy bien tocadas, de no traer
nada mal puesto, que aun [para] cuando tienen algo mal
puesto traen consigo un espejo; así las madres monjas, las
160 religiosas y doncellas, han de andar muy cuidadosas, cómo
no' traigan nada deshonesto; han de mirarse en Jesucristo,
viéndose como en un espejo, no tengan alguna mancha en
la cara, no tengan algún pecado en el ánima, alguna sucie-
dad, porque su Esposo no las deseche.
165 Estad, hermanos, con mucha atención y cuidado en el
servicio de Jesucristo y en la esperanza de la venida del Es-
píritu Santo, no entendiendo en cosas rateras ni bajas de
por acá; porque la consolación del Espíritu es muy delicada,
y poca cosa le hace estorbo, y no se compadece con cosas de
153 i Cor. 7, 33.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
170 acá del mundo. Dice San Bernardo: "Delicada es la conso-
lación divina y muy sutil, y no se da a los que admiten con-
solaciones humanas". Despéguese toda ánima de consuelo
humano si quiere que el Espíritu Santo la consuele y esté
siempre con ella el consuelo del Espíritu Santo; que, como
175 decíamos, con mucha razón quiere el Espíritu Santo ser de-
seado.
Venid acá: si un hombre no quiere ir a casa de otro, si
no sabe que en casa de aquél es deseado, ¿qué hará el Es-
píritu Santo, que quiere que el hombre que lo quisiere tenga
180 gran deseo, y también quiere que lo deseen? ¡Cuán deseado
fué nuestro Redemptor antes que viniese al mundo! Deseólo
Adán, deseólo Noé, deseólo Abraham, Isaac, Jacob; deseá-
ronle los profetas y patriarcas, todos le desearon: ¡Rociad,
cielos, desde lo alto, y las nubes lluevan; ábrase la tierra y
185 produzga al Salvador! Decía el profeta Ageo: De aquí a poco,
poco falta, dice el Dios de los ejércitos, yo moveré el cielo, y
la mar, y la tierra, todo lo moveré, y entonces vendrá el De-
seado de todas las gentes, y el ángel del Testamento que vos-
otros queréis. Jesucristo en gran manera fué deseado. ¡Plu-
190 guiésete, Señor, que rompieses los cielos y descendieses a la
faz de la tierra! Jesucristo fué muy deseado en gran manera,
y así quiere el Espíritu Santo ser deseado. Porque aquella
merced cuadra bien que antes que venga es bien deseada;
y el manjar que por sí es bueno, es mal empleado en quien
196 no tiene gana de comer. Maten una gallina o una perdiz
que parece que pone gana de comer. Dice el enfermo a quien
se la dan: "Quitalda allá, que tengo perdido el gusto y la
gana del comer, que no me sabe bien". Mala señal en gran
manera; ¿no tenéis gana de comer?, señal de muerte es.
200 No verná el Espíritu Santo a ti si no tienes hambre de
El, si no tienes deseo de El. Y los deseos que tienes de Dios,
aposentadores son de Dios, y señal es que si tienes deseos
de Dios, que presto verná a ti. No te canses de desearlo, que,
aunque te parezca que lo esperas y no viene y aunque te
^ parezca que lo llamas y no te responde, persevera siempre
en el deseo, y no te faltará. Hermano, ten confianza en El,,
que, aunque no viene cuando tú le llamas, El verná cuando
vea que te cumple. Porque debes, hermano mío, asentar en
172 La idea es frecuente en San Bernardo : cf. In Vigilia
Nativ. Domini, serm. 4, 1 ; In Ps. «Qui habitat», senn. 9, 6 ; In
Ascens. Domini, serm. 3, 7 ; serm. 5, 9 ss. : ML 183, 100. 219. 307.
319 ss. La expresión es eco de Godofredo Abad (Ínter Opera Bcr-
nardi), Declamationes ex S. Bernardi serniombvs, 55, 66 (ML 184,
472) : «Pretiosa siquidem divina oonsolatio est, nec omnino tribui-
tur admittentibus alienain».
185 Cf. Is. 45, 8-
188 Cf. Ag. 2, 7-8.
189 Of. Mal. 3, 1.
27- DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN 389
tu corazón que, si estás desconsolado y llamas al Espíritu .
íio Santo y no viene, es porque aun no tienes el deseo que con-
viene para recebir tal Huésped. Y si no viene, no es porque
no quiere venir, no es porque lo tiene olvidado, sino para
que perseveres en este deseo, y perseverando hacerte capaz de
El, ensancharte ese corazón, hacer que crezca la confianza,
215 que de su parte te certifico que nadie lo llama que se salga
vacío de su consolación.
¡Y cómo lo dice esto el real profeta David!: El deseo de
los pobres no lo menospreció Dios, oyólo el Señor. ¿Quién
es pobre? Pobre es aquel que desconfía de sí mismo y confía
220 en sólo Dios; pobre es aquel que desconfía de su parecer pro-
pio y fuerzas, de su hacienda, de su saber, de su poder;
aquel es pobre que conoce su bajeza, su gran poquedad; que
conoce ser un gusano, una podredumbre, y pone juntamente
con esto su arrimo en sólo Dios y confía que es tanta su mi-
225 sericordia, que no le dejará vacío de su consolación. Los
deseos de estos tales oye Dios.
Aderézale casa Y mira que el Espíritu Santo no sólo se
limpia contenta con que estés ocupado en estos
deseos; no cumples, hermano, con esto,
230 esperando al Espíritu Santo, mas ha de haber obras. ¿Quié-
reslo ver? Mira lo que les dijeron a los apóstoles, estando
suspensos mirando al cielo, cuando el Señor subió allá. Ellos
estaban colgados de El, estaban todos deseando y esperando
al Espíritu Santo; estaban con grande deseo de ver al Espí-
235 ñtu Santo, como su Maestro se lo había alabado; estaban
olvidados de sí mismos, mirando a Jesucristo nuestro Señor
cuando subió al cielo. Sea El bendito, que tan cuidadoso es
de nuestro bien; que no se contentó con mirar por nosotros
y tener tanto cuidado de nuestro bien; pero, aun subido al
240 cielo, tuvo tanto cuidado de los suyos, que envió dos ángeles
vestidos de vestiduras blancas, y les dijeron: Varones de
Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesucristo
que visteis agora subir al cielo, de la misma manera que lo
vistes, con tanta majestad vendrá otra vez. Y dijéronles que
246 fuesen al cenáculo, porque allí había de venir sobre ellos el
Espíritu Santo. No has de estar todo el día mirando al cielo;
no ha de ser todo el día rezar ni contemplar; anda, hermano
mío, al cenáculo, no estés ocupado y detenido en pensar en la
presencia corporal de Cristo.
250 Ya os he dicho muchas veces que la causa por que no
vino el Espíritu Santo a los apóstoles estando acá Jesucristo
en este mundo fué porque estaban ellos colgados de la pre-
sencia de su Maestro y estaban contentos con aquello solo;
2l8 Gf. PS. 21, 25.
244 Cf. Act. 1, 11.
390 SERMONES. CICLO TEMPORAL
y aunque la presencia de nuestro Señor era tan santa y bue-
255 na, pero estorbaba a los apóstoles de no ser perfectos, y por
eso Jesucristo se quiso ir. "Discípulos míos, mucho me que-
réis, mucho me amáis. Yo sé que comigo estáis vosotros
contentos; pero más os amo yo a vosotros, y para mostraros
este amor, quiérome ir, porque viniendo el Espíritu Santo
260 seáis más perfectos, subáis más altos vuestros pensamien-
tos". ¿No miráis en esto que la presencia de Jesucristo hacía
estorbo en alguna manera a la venida del Espíritu Santo?
Celosísimo es el Espíritu Santo, no penséis es así como
quiera. Ego sum Dominus tuus, dijo Dios a Moisés, para
265 ¿arte a ti a entender, hermano, que tienes puesto tu amor
en el confesor, aunque bueno; y en el predicador que te da
buenos consejos y consuelos, tienes puestos los ojos en él;
no verná el Espíritu Santo hasta que quites el amor dema-
siado de las criaturas. El Espíritu Santo a solas quiere estar
270 contigo.
— ¡Oh padre, que es un santo, y me guía por el camino
de Dios, y me esfuerza en los trabajos! — Más santo era Je-
sucristo, y aun le hizo estorbo al Espíritu Santo. El siervo
de Dios, el confesor y el predicador, no te han de ser estorbo
275 para el Espíritu Santo; hate de ser una escalera para que
tú subas a Dios. El amor — aunque no sea malo — demasiado
estorba; no te haría daño si tú supieses usar de él; lo que
amares en el confesor y en el predicador, sea por Dios y en
Dios. ■ — ¿En qué veré, padre, cuándo es amor de Dios?
280 — Cuando mucho quieres a uno, si cuando te lo quita Dios
de delante, o permite que se aparte de ti, si entonces no
pudiere tanto el amor que te perturbe el servicio de Dios,
quiero decir, que no sientas tanto la partida que te desaso-
siegue el corazón y te lo traiga alborotado, de arte que te
285 quite tus buenos ejercicios; si esto no hay, de Dios es el
amor. Una poquilla de pena, cosa natural es; pero mucha,
ésa no es buena. Si estas moticas hacen estorbo al Espíritu
Santo, ¿qué harán los malos pensamientos deshonestos, las
palabras demasiadas y otras cosas a este modo?
290 ¿En qué estamos? ¿Qué es menester para que el Espíritu
Santo venga a nuestras ánimas ? No sólo lo hemos de desear,
pero hemos de aderezar la casa limpia. Y si esto hacéis cuan-
do os ha de venir un huésped a vuestra casa, ¿cuánta más
razón es que esté vuestra ánima limpia, que no tengáis malos
295 pensamientos, ni malas palabras, ni malas obras, y que estéis
adornados de las virtudes, porque el Huésped que esperáis
es limpísimo en gran manera?
264 F,x. c.o, 2 ; el. 34, 14.
2"- DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
391
Prepara comida Mirad que más es menester que llamar
para el Hué'sped al Espíritu Santo, y más es menester
300 que aderezar la posada* ; es necesario
que aderecéis la comida. Habéis de echar mano a la bolsa,
no os ha de doler el gastar mucho; habéis de ser largo y muy
liberal. Cuando tenéis un huésped, no os duele de comprar
sólo lo que a él le basta, pero aun compráis para que sobre.
305 Así es menester, hermano; esperáis a este santísimo Huésped;
pues El es tan liberalísimo para con vos, sedlo vos para con
El; echad mano a la bolsa, y no deis poquedades: dad larga
limosna, dad de comer al hambriento, vestid al huérfano y
a la viuda, haced oficio de padre con todos los necesitados.
310 Mira tú, que eres padre de pobres y consuelo de desconso-
lados. Bien hacía este oficio el santo Job, cuando decía: Si
comí yo, Señor, mi bocado a solas. Y en otra parte decía:
Que era él pie al cojo y mano al manco.
Dale de comer al Espíritu Santo, y dale de comer tu
315 corazón; que carne come; pero mira que es carne mortifi-
cada lo que come. ¿Qué cosa sería si le pusieses a tu con-
vidado una ave viva? "¿Cómo? — te diría — , quita allá, que
esa ave no es para comer". Sube ese corazón al cielo mu-
chas veces, y suplícale te lo abrase con fuego de amor.
320 Muerta ha de estar tu carne y manida, castigada y morti-
ficada, domada con ayunos y diciplinas; has de estar muer-
to al mundo, has de tener tu corazón guardado, en Dios tus
pensamientos y deseos levantados. Hazte con estos pensa-
mientos y ejercicios un águila caudal; no descanses hasta
325 topar con este Santo Espíritu; no te asientes ni pongas tus
pensamientos en cosas muertas ni bajas. Mira lo que hizo
la paloma que echaron del arca de Noé; echáronla fuera,
fué volando, y (cuando salió, ya había cesado el diluvio)
había en la tierra muchos cuerpos muertos y no se quiso
330 sentar sobre ninguno de ellos ni descansó entre ellos, sino
subióse a una oliva, cogió un ramito con el pico y volvióse
con él al arca. Así ha de hacer el ánima del cristiano, no
asentarse sobre ningún cuerpo muerto; ni tus pensamientos
han de estar en cosas muertas, ni perecederas, ni hedion-
335 das, mas han de estar en el cielo puestos; adonde está tu
tesoro Jesucristo, allí esté todo tu corazón, y particular-
mente en esta fiesta.
Tengamos los sen- Está esta semana muy recogido para
tidos sujetos recebir el Espíritu Santo. Está con
340 cuidado. Mira aquellos criados que
estaban esperando a su señor cuando viniese de las bodas.
No seas como aquellas vírgenes locas y necias, no estés
312 lab 3-1, 17. 336 Cf. m. 6, 21. 342 Cf. M¿ 25, 2 ss.
313 Cf. Iob 29, 15. 341 Le. 12, 36.
392 SERMONES. CICLO TEMPORAL
dormido ni emborrachado en cosas de este mundo; mas imi-
ta a las vírgenes prudentes en el cuidado y ornato y en te-
345 ner aceite de misericordia para ti primero, teniendo mucha
cuenta con tu ánima y reformación de tu corazón. Busca
estos días el rincón y guárdalo. Mira a la benditísima Vir-
gen y a los santos apóstoles recogidos en el cenáculo. ¿Qué
harían? ¡Qué lágrimas tendrían acordándose de la pasión
350 de Jesucristo, acordándose de su ausencia! ¡Qué sospiros
enviarían al cielo, deseando este Santo Espíritu consolador
y reparador suyo! Ten todos sus deseos corregidos, los ojos
mortificados y bajos, no miren alguna cosa que después
tengan que llorar; porque si el ojo mira, el ojo llora. Vió
355 David una negra vista, que más le valiera estar ciego que
no ver lo que vió; porque si el ojo >se deleitó en mirar, bien
lloró después, y tanto, que dicen que tenía David hechos
sulcos en la cara del correr de las lágrimas.
El Espíritu Santo- Y es menester celebrar esta Pascua de
360 nos consolará y esta manera con mucho cuidado, pues
dará fuerza ' 1° (lue esperamos es tanto. ¿Sabéis,
hermano, qué tiempo es éste y qué
pierdes si el Espíritu Santo no viene a morar a tu casa?
Que ni la encarnación de Jesucristo, que es la principal
365 fiesta de todo el año, ni su santo nacimiento, ni su pasión,
ni redempción, ni su subir al cielo te aprovechará nada si
de asta fiesta no gozas; todo aquello que Jesucristo ganó,
pierdes si esto pierdes. Aunque es verdad que con la muerte
de Jesucristo se abrió el cielo y se cerró el infierno, ¿pero
370 qué te aprovechará si no recibes al Espíritu Santo? Sin
gracia de Dios, mira qué te puede aprovechar lo demás; y
si al Espíritu Santo recibes en tu corazón, todo te aprove-
chará y dará consuelo.
Este solo Espíritu Santo bastará a consolarte y dar es-
375 fuerzo a tu flaqueza, a dar alegría a tu tristeza. ¡Y cómo
lo sabe El hacer! Yo supe de uno a quien el Espíritu Santo
se le quiso comunicar tantico y como loco salió dando vo-
ces por las calles. ¿Queréislo ver? Miraldo por los após-
toles, que antes que el Espíritu Santo viniese estaban tan
3*0 acobardados, tan medrosos, que no osaban salir, sino te-
nían la puerta del cenáculo cerrada. Ansí como el Espíritu
Santo vino en ellos, abren las puertas de par en par, salen
por esas plazas y comienzan a predicar a Jesucristo.
Decía San Atanasio — un gran santo, que escribió contra
385 la herejía de los arríanos — ; este santo, pensando los escrú-
pulos que algunos tenían: "Si soy baptizado, si no soy bapti-
zado", dice él: "¿Sabes en qué lo verás? Si, como la mujer
que está preñada siente bullir la criatura, sientes tú bullir
39.3
el Espíritu Santo". — Pues, padre, yo soy hombre. Yo no soy
390 casada. No sé qué es bullir la criatura, ¿cómo lo sentiré?
— Esta señal te doy, hermano: cuando sintieres en tu corazón
un fuego encendido de caridad, un amor firme en Dios, que
el Espíritu Santo fuego es; si sintieres dar saltos, de cara
arriba, dentro de ti. — ¿Cómo es eso, padre? — El mismo Je-
395 sucristo lo dijo por San Juan, hablando con la Samaritana :
Quien bebiere del agua que yo tengo.
— ¿Qué condición tiene esa agua, Señor? — Harásele
— dice nuestro Redemptor — una fuente de agua viva que
salte hasta la vida eterna. Ves aquí la señal que dió Cristo
4°0 para saber cuándo ha venido el Espíritu Santo a ti: que el
Espíritu Santo tiene esta condición, que no puede estar en-
cubierto, y El mismo da testimonio si tienes ahora a Je-
sucristo. Que dice El en el evangelio que se dice en la
misa: Cuando el Paráclito viniere, cuando el Espíritu Santo
405 viniere, el Espíritu de verdad, que procede de mi Padre,
ése dará testimonio de mí, ése os enseñará de mi. Que quie-
re decir que os consolará, alumbrará, recreará y encaminará.
El Espíritu Santo es Consolador, hermanos. ¡Cómo sa-
brá consolar, pues por su grandeza se llama así: Consola-
410 dor! ¿Qué es lo que buscamos en esta vida? ¿Tras qué an-
damos? Toda la vida trabajamos no para otra cosa sino
para buscar tantico consuelo, tantico contento. Pues ¿por
qué no trabajamos por tener nosotros un Consolador que
nos consuele y que enriquezca nuestra pobreza? ¡Oh si os
415 pudiese yo pegar la devoción con el Espíritu Santo! Pé-
gueosla El por su infinita misericordia.
Cuando estuvieres triste, ten por cierto que el Espíritu
Santo te consolará de esa tristeza, si lo tienes en tu ánima.
Dice el apóstol San Pablo: iPorque si alguno pensare : "¿ Quién
*20 es bastante a consolar una tristeza que tengo, un desmayo,
quién me favorecerá?", hay pelea de fuera, y de dentro
grandísimos temores. Pero aquel que tiene por costumbre
de consolar a los que son humildes, nos ha consolado.
El oficio del Espíritu Santo es consolar a los que están
425 atribulados. Pregonado está este Consolador en toda la
Iglesia de Jesucristo nuestro Señor; pregonado y publi-
cado está por Consolador de nuestros trabajos. El enfermo
busca médico para sus enfermedades; el pleiteante busca
buen abogado que le ayude, y va al juez y dícele: "Sen-
430 tenciá por mí". Pues que todos estamos tristes, tenemos
necesidad de acudir a quien nos consuele nuestra tristeza.
389 Cf. San Atanasio, De Trinitate ct Spiiitu Saiicto, 20: MG 26,
[215 ; Ep. 3, ad Serap., 3 : MG 26, 627 s.
399 Cf. lo. 4, 13-14.
406 Cf. lo. 14, 26.
423 Cf. 2 Cor. 7, 6-7.
394
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Todos estamos tristes: los malos por pecados que hemos
hecho; a los justos también les pesa de sus pecados, y tie-
nen grandísima tristeza, si han de ofender a Dios, si han
435 de perder a Dios. Todos estamos tristes, todos, hemos me-
nester un consuelo. El Espíritu Santo tiene por oficio de
consolar a todos; pidámosle tenga por bien de venir a
nuestros corazones y consolarnos.
Por los méritos Dirá alguna ánima que se ve tan aco-
440 de Cristo se da r ralada y tan medrosa, que hubiere
el Espíritu Santo cometido tantos pecados : "Padre, ese
Espíritu Santo que decís es Dios, es
un Dios todopoderoso, Dios terrible; yo soy un gusano, una
hormiga; ¿cómo querrá venir ese Espíritu Santo a mi po-
445 sada, tan mal aderezada? Temo que no querrá venir".
Si miras a ti, razón tienes por cierto que no querrá ve-
nir el Espíritu Santo; ¿pero sabes qué has de hacer? Poner
en medio de ti y de El a Jesucristo y a sus merecimientos;
y viendo el Espíritu Santo lo que Jesucristo pasó por ti,
450 por amor de El, luego vendrá. Después que uno se descon-
soló porque tú te consolases, después que uno se entriste-
ció porque tú te alegrases, después que uno sufrió cansan-
cio porque tú descansases, después que uno murió porque
tú vivieses, no tienes que temer, si sabes llorar tus pecados
455 y hacer digna penitencia. ¡Bendito sea Jesucristo, y los
ángeles lo bendigan! Amén.
Dice nuestro Redemptor: Busqué quien me consolase y
no lo hallé, y diéronme en manjar hiél, y cuando había sed,
diéronme a beber vinagre. No halló nuestro Redemptor quien
460 lo consolase; estuvo nuestro Redemptor muy lleno de tris-
teza, muy desconsolado; no halló consuelo ninguno; estaba
con tantas tristezas de dentro y de fuera, que dijo El mis-
mo: Tristis est anima mea usque ad mortem. Quiere decir
que nuestro Redemptor tenía tristeza de muerte. No deci-
465 mos la parte superior del ánima, que ésa gozaba de Dios;
no hablo sino de la parte sensitiva: en aquella parte esta-
ba desconsoladísimo en gran manera. ¡Qué de cansancios,
qué de hambre, qué de sed, qué de sudor por esos caminos!
Y cuando ya se llegó el tiempo del padecer, había tanto do-
470 lor en pensarlo, que decía: Padre, si posible es, no beba yo
este cáliz, esta copa de amargura. También dijo Cristo
nuestro Redemptor en la parte sensitiva, viendo que Dios
le dejaba padecer y viendo los tormentos que pasaba: Deus
meus, Deus meus, ut quid dereliquisti me? Fué tanto, her-
475 manos míos, lo mucho que nuestro Señor pasó; fueron tan-
tos los tormentos que pasó, los azotes, corona de espinas,
459 Ps. 68, 21-22.
463 Mt. 26, 38.
471 Cf. Mt. 26, 42.
474 Mt. 27, 46.
27- DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
395
las bofetadas que en su divino rostro le dieron, que dice
El mismo: O vos omnes, qui transitis per viam: Todos los
que pasáis por el camino, todos los que vivís en él mundo,
480 mira si hay dolor como el mío. ¡Bendito seáis vos, Re-
demptor mío, por siempre!
¿Qué es la causa de tantos dolores, Señor? Los dolores,
los tormentos, ¿no son pena de los pecados y castigo de
los malos? A los que mal hacen les conviene el castigo;
485 vos, Señor mío, ¿qué mal fué el que hecistes, que tantos
tormentos pasastes? ¿Por qué tantos dolores?
Dice nuestro Redemptor Jesucristo: — ¿Qué deben és-
tos? — Señor, muchos pecados han hecho. — Pues quiero
— dice Jesucristo — caiga sobre mí el castigo, porque caiga
490 el descanso del cielo encima de ellos; la tristeza caiga en
mí, porque la alegría caiga sobre ellos. Quiero que me den
hiél a mí, porque les den a ellos miel; denme a mí tor-
mentos, porque den a ellos descanso; den a mí la muerte,
porque a ellos les den la vida.
495 Ten, pues, hermano, confianza en estos merecimientos
que Jesucristo tuvo. No pienses que es voz muda la que
tienes en el cielo en tu defensa; los merecimientos de Jesu-
cristo están allá abogando por ti. Ni tampoco es voz muda,
si alegas para que el Espíritu Santo venga. No desconfíes,
500 que, si los merecimientos de Jesucristo tú das, por ellos te
darán al Espíritu Santo. Tanto vale lo que das como lo que
te dan. Si te dan a Dios, a Dios das; y aunque por hi parte
que es Dios, Jesucristo nuestro Redemptor no padeció, pero,
en fin, se dice haber padecido aquel que era Dios. Y por
505 la hiél que El bebió estando puesto en la cruz, te darán a
ti la miel del Espíritu Santo.
Llamarán tus pensamientos, palabras y obras al Espí-
ritu Santo, que El sobrevendrá en ti, sin que tú sepas cómo
ni en qué manera, sin que lo sientas ni sepas por qué parte
510 entró, y hallarlo has dentro en tu corazón aposentado; ha-
llarás dentro de tu ánima una alegría grande, un regocijo
tan admirable, tan lleno, que te hará salir de ti. Decía el
santo rey David: Darás, Señor, gozo y alegría a mi oreja,
y gozarse han los huesos humillados . El corazón que estaba
8 5 triste, el ánima que estaba muy congojada, recebirá alegría
y gozarse ha; oirás al Espíritu Santo que te hablará en
tu oreja, y te mostrará todo lo que debes hacer.
El mismo que tiene por oficio consolar, ese mismo tiene
por oficio exhortar; y él mismo que te consuela, ese mismo
520 te reprehende: "¡Oh hombre cobarde, de poco ánimo, no quie-
ras temer como niño, ten esifuerzo de varón!" El mismo
480 Thren. 1, 12.
514 fs. 50, 10.
396
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Espíritu Santo que te viene a consolar, ese mismo te re-
prehenderá, para quitar aquello que impide tu consuelo.
Paracletus quiere decir Consolador.
r>25 Y pues ves, hermano, que por los merecimientos de Je-
sucristo se da el Espíritu Santo, no ceses de pedirlo, no
dejes de desearlo con gran deseo, sintiendo de El que ven-
drá a tu ánima, y será tanto consuelo para ti que nadie
bastará a quitártelo. Apareja tu posada, apareja la comida
530 para este Huésped, pues tan bien la merece y tantas obli-
gaciones le tienes; hagamos muchas limosnas a los pobres;
hagamos misericordia a nuestros prójimos; abstengámonos
de todo pecado y de toda falta en esta Semana Santa; ten-
gamos nuestros sentidos muy sujetos, y todos estemos con
335 verdadera confianza, que por su misericordia vendrá en
fuego de amor, fortalecer[á] nuestros corazones y darnos
ha sus dones.
28 El Que no tiene el espíritu de Cristo, no es
de Cristo *
Domingo infraoctava de la Ascensión. 29 mayo 1552
(Valencia, Bibl. Col. Patriarca, Ms. 1049, ff. 88 r - 98 v; ed. 1596,
III, pp. 35-53.)
Cum vcncrit Paracletus, quem cgo mittam vobis
a Paire, Spiritum veritatis, qui a Patre procedit, Ule
testhnonium perhibebit de me (lo. 15, [26]).
Exordio Omnes quaerunt quae sua sunt, non quae Iesu
Christi, dice el apóstol San Pablo, quejándose de
las costumbres de los hombres. Todos buscan lo que les
cumple, y no lo que cumple a Jesucristo. Y hablando de
Jesucristo dice: Etenim Christus non sibi placuit, sed sic[ut~]
scrvptum est, irrvproperia inuproperantium tibi ceciderunt
super me. Todos buscan lo que les cumple a ellos, y no
lo que toca a Jesucristo; mas Cristo, olvidado de lo que
le cumple a El, por acordarse de lo que nos cumple a nos-
otros — non sibi placuit — , no escogió vida a contento de lo
V = Valencia, T = Ed. || 4-5 Omnes - Iesu Christi] Todos buscan sus cosas
no las de Jesucristo T \\ 7 que] le add. T || 8 Jesucristo] qué add. T | sicut T \
11 Jesucristo T || 13 contentamiento T
* El índice del Bto. Juan de Ribera lo titula : «In adventu
Spiritus Sancti». Para dar 'la fecha de este sermón «os basamos en
Ja alusión que en él se hace al Concilio de Trento : «El Concilio
.Tridentino, que por nuestros grandes pecados me dicen que está
desbaratado, aprobó por qanonicos todos Jos Jiferos de Da Bi-
blia...» (p. 406). Se refiere, sin duda, a la segunda suspensión, que
tuvo lugar en la sesión 16 (28 abril 1552), después de la traición
de Mauricio de Sajonia.
5 Cf. Phil. 2, 21. 10 Rom. 15, 3 ; cf. Ps. 68, 10.
2S. DOM. INFRAOCTAVA DE I.A ASCENSIÓN
397
exterior, antes muchas veces se cansó por esos caminos,
15 derramó muchas lágrimas, padeció muchos denuestos y,
finalmente, padeció la muerte, para que entiendan los hom-
bres que, pudiendo vivir descansadamente, olvidaba su des-
canso para dar descanso a los hombres.
Señor, si fuérades como nosotros, ¡qué mal nos fuera!
20 ¿Cuántas veces os habrá acontecido andar tras de nuestro
Señor, demandándole alguna merced, importunándole con
oraciones, con lágrimas, con limosnas, con disciplinas; y
después que lo ha dado, vos, como mal pagador, olvidáisos
de Dios? En la adversidad vais a El, y en la prosperidad ol-
25 vidáisos del Señor. Mal hecho es. Si El fuera como nosotros,
¿qué fuera de nosotros? Ya está en los cielos, ya no le falta
nada para su descanso; si estando en su prosperidad nos
olvidara, ¿qué fuera de nosotros? Sea su misericordia ben-
dita. Fué Jesucristo al cielo, dice San Pablo, a parecer de-
30 lante del gesto del Padre, para ofrece'lle su pasión y reca-
barnos el Espíritu Santo.
Por parte de Jesucristo bien libraremos, que recetaremos
el Espíritu Santo. Señora, ¿y por vuestra parte libraremos?
Raquel dos hijos tuvo; la Virgen benditísima dos hijos tiene,
35 uno natural y otro adoptivo. El Hijo natural ya está en el
cielo, ya está reinando, en cobro está, no tiene que pedir
para El. Resta que a los que somos hijos adoptivos nos
alcancéis gracia para bien hablar, y para bien obrar, y
para bien acabar. Y porque así lo haga, digámosle: Ave,
40 María.
Evangelio del día Cum venerit Paracletus, etc. Todavía
estamos en Pascua del Espíritu Santo.
Venga en vuestros corazones, para que tengáis buenas Pas-
cuas.
45 Dice Jesucristo en el capítulo 15 de San Juan: Cuando
viniere el Consolador, que yo os enmaré de parte del Padre,
que es Espíritu de verdad, El dará testimonio de mi, y vos-
otros lo daréis también, porque habéis sido testigos de vista,
que dende que comencé a predicar me habéis conversado.
50 Aparejaos, que grandes trabajos os vernán; echaros han
de las iglesias y perseguiros han; y un solo descanso que
podíades tener, que es pensar descansar algún día que os
19 <ruí] cuán r || 22 disciplinas 7' || 23 que] os add. T | os olvidáis i ||
24-25 os olvidáis T || 26-28 Ya está en los cielos -de nosotros] om. V || 30 del
gesto] el acatamiento T | ofrecerle T || 30-<31 recabarnos - Santo] ser nuestro
abogado T
33 libraremos] bien add. T || 34 dos,] Dios V || 39-40 para bien - Ave, María]
y los <loncs que son necesarios para ir donde está el natural 7"
41 Todavía om. T || 42 Santo] el Espíritu Santo add. T
48 vista] y add. T || 49 desde T || 50 vendrán T || 52 podéis T | pensar
31 Cf. Hebr. o, 24 ; lo. 16.
.Si I<>. 15- 26.
398
SERMONES. CICLO TEMPORAL
dejasen de perseguir, aun éste os faltará, porque nunca
cesarán, haciendo cuenta que, en perseguiros y mataros,
55 hacen servicio a Dios. Consolaos con que es gente ignorante
que no conocen al Padre y a mí, y que os persiguen,, sin
merecerlo, por amor de mí. Digooslo antes que venga, para
que, cuando viniere la obra, os acordéis que os dije lo
próspero y 'lo adverso que os había de venir, y hallaréisme
€0 verdadero en lo uno y en lo otro. Esta es la letra del Evan-
gelio. Brevecito es.
Promesa del Con- Cuando viniere el Consolador, etc. El
solador Señor, ya os he dicho algunas veces
que, si dejásemos a su corazón hacer
65 lo que quiere por nosotros, todo sería hacernos misericor-
dia, porque a El propio le es el hacer misericordia; si cas-
tiga, como forzado castiga, y fuera de su condición: Non
enim humiliavit ex corde suo, et abiecit filios hominum.
Cuando abate Dios a uno, no 'lo hace de corazón, sino como
70 forzado; como padre que ve a su hijo ser malo, castígalo
con amor, y el hijo hace que le castigue. "Dios dulce es de
naturaleza, dice San Hierónimo, mas nosotros le hacemos
que nos castigue". De aquí viene que, cuando castiga, luego
busca el consuelo: Quoniam si abiecit, et misereblt[ur~\ se-
75 cundum multitudinem misericordiarum suarum.
¡Qué desconsuelo recibieron los apóstoles cuando les dijo
que se quería ir! Quia haec dixi vobis tristitia implevit cor
vestrum. Amaban tanto a Jesucristo, que no tenían pacien-
cia para oír decir: "Voime". Pues sois tan amigo de dar
80 consuelo, ¿qué consuelo daréis a estos que tan desconsola-
dos están por amor de vos?
Dos consuelos les da: Si diligeretis me, gauderetis utique.
No pospongáis mi bien a vuestro contentamiento. Si me
amásedes, gozaros híades, que voy a reinar. Y porque este
85 consuelo es de perfectos, que vivan en trabajos y tomen por
consuelo que la voluntad de Dios se cumpla en ellos, dales
om. T |,| 55 es om. V || 156 y,] ni T || 57-58 porque T |) 58 obra] hora T ||
60-61 Esta es - Brevecito es] om. T
66' le om. T || 72 Jerónimo T || 74 si om. T | miserebitur T || 82 .la] el
uno add. T | ililigeritis V |J 83 jxmgráis V || 84 os gíáaríades T ¡ que] porqÚS
rae T |[ 85 iperfetos 7' | toman peor V
6o lo. is, 26-16, 4.
68 Threii. 3, 33.
73 San Jerónimo, Conuri. ¡11 lonam, c. 3 (MI. 25, 1137) : «Deus
natura misericors est, et paratus ut salvet clementia quos non pot-
est salvare iustitia : nos auteni vitio nostro paratam íniscriconliam,
et nitro se offerenteni, perdinrus et relinquimus». Cf. In Is-, l. i ■
ML 24, 4" i.t i ; Ib. 74.
7S Cf. Tlrren. 3, 32.
78 Cf. lo. 16, 6.
82 lo. 14, 28.
28. 1)(>M. INKRAOCTAV.V DE LA ASCENSIÓN
399
otro consuelo que toca al provecho de ellos: Tristes estáis
porque me voy; pues yo os digo que os cumple que yo me
vaya. Mira qué palabra, que es menester grandísima fe
90 para creerla: "Yo os digo, en verdad, que os conviene mi
ida. Paréceos a vosotros que yéndome yo quedáis desam-
parados y que los judíos y todos los hombres os han de
perseguir. ¿Pensáis que quedáis como niños, que, en apar-
tándose la madre de ellos, los ha de comer el lobo?"
95 — Señor, si dijérades que os cumplía a vos, fuera bien;
mas que nos cumple a nosotros, ¿cómo es posible? — Si
enim non abiero, Paracletus non veniet ad vos. Cúmpleos
que me vaya, porque si no me fuere, el Consolador no
verná a vosotros; y si me fuere, enviarlo he; por eso os
100 cumple que me vaya. — Señor, ¿consolador por consolador,
vos no sois buen consolador?
¿Qué hacía el Señor de dediles bienes de este Consola-
dor, para que con su venida templasen la pena que recibían
de su ida ? "Enviaros he uno que ha por nombre Consolador,
105 uno que os enseñará, no sólo las cosas presentes, mas aun
las por venir; uno que os dirá quién soy, que aun no me
conocéis bien; uno que sea Espíritu, que allá dentro de
vosotros os enseñe, que ni sea menester orejas para oírle
ni ojos para verle; uno que nunca os dejará, sino que
110 estará con vosotros cuando comáis y cuando durmáis, cuan-
do estéis en la iglesia y cuando estéis en casa; uno que será
tan vuestro compañero, que nunca se apartará de vosotros.
Tened ahora por bien mi ida, porque venga a vosotros este
Enseñador. Todo lo que yo os he hablado, El os lo declarará.
115 El será vuestro Maestro, vuestro Ayo, vuestro Consolador,
para que os consoléis con El; tened por bien que yo me
vaya".
Grande es la dignidad del Espíritu Santo, que tuvo por
predicador al mismo Jesucristo. ¿Quién predicó de Jesu-
120 cristo? El mismo Espíritu Santo por. bocas de los profetas;
mas al Espíritu Santo el mismo Jesucristo, Dios y hombre,
lo predicó por su propia boca, y dijo tantos bienes de El,
porque los apóstoles tuviesen paciencia de su ida.
—Señor, consolador por consolador, ¿no os quedaréis
125 vos? Contentos estamos con vos; no hay pena que con vos
no se nos quite; ¡quedaos vos con nosotros, Señor! — No
tenéis razón. — Aquélla humanidad de Jesucristo que veían
96 cumpla T \\ 99 vendrá T | enviároslo T
102 decirles T 1! 103 reeebían T |l| 106 quiién] Yo acfcf. T || 114 declara V
120 mismo om. T
125 vosa] veros 7 ¡I 127 vían T |j 131 agora T || 132 éste T || 135 quién] Yo
add. T
99 lo. 16, 7.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
no era tan buena como el Espíritu Santo, porque la huma-
nidad era cosa criada, y el Espíritu Santo era Dios. La
130 divinidad de Jesucristo no se iba, como no decendió del
cielo; la divinidad tampoco subió ahora al cielo; lo que se
ausentaba era el ánima y el cuerpo, y esto menor era que
el Espíritu Santo. Pues no tenéis razón de decir que no
se vaya, para que venga El. "Cuando este Enseñador venga,
I3i5 El os dirá quién soy; y cuando me hubiéredes conocido, da-
réis por bien empleada mi ida por haberme conocido":
Quien no tuviere Henos aquí metidos donde yo desea-
Espíritu de Cristo, ba. Tenga cada uno el gusto que
no es de Cristo quisiere; el mío harto ruin es por
140 cierto; mas uno de los tiempos en
que mi ánima está consolada y en que mayores mercedes es-
pera recebir de Dios, es esta semana antes de Pascua, Uamal-
da por nombre Semana Santa. Por reverencia de Dios que me
hagáis esta merced, y a Dios este servicio, y a vuestra áni-
145 ma tan gran bien, que si en otro tiempo habéis sido los
que no debíades, esta semana sirváis a Dios muy de veras;
y yo os doy palabra de parte de Dios, en cuyo lugar estoy,
aunque indigno, que El os pague él servicio que le hicié-
redes. Quien de esta semana tiene parte, tiene parte en
150 todas las otras fiestas del año; quien de esta semana no
tiene parte, no tiene parte en su nacimiento, ni en su ayuno,
ni en su oración, ni en sus azotes, ni en su muerte, ni en
su resurrección, ni en su as[c]ensión; no tiene parte en
cuanto ha hecho y hará, si no tiene parte en esta semana.
155 ¿Paréceos que es de tener en mucho esta fiesta? Porque
los hombres tuvieran parte en esta fiesta, hizo todo esotro
que hizo: Ut divinitatis suae tribueret nos esse participes.
Ansí lo canta la Iglesia estos días. — ¿Qué es participar de
su divinidad? — Es celebrar bien esta Pascua, recebir el Es-
160 píritu Santo, que es el mismo Dios; para eso trabajó Jesu-
cristo tanto, [para] que gozásemos de esta fiesta. ■ — ¿Y qué
fiesta es ésta? — ¡Fiesta del Espíritu Santo. — ¿Y no me pa-
saré yo bien sin Espíritu Santo? . — No, por cierto, y ¡ay de
aquel que no tuviere el Espíritu Santo! — ¿No me pasaré yo
166 con vivir en mi carne o, a lo menos, en mi espíritu? ■ — No.
San Pablo: Vos autem in carne non estis, sed in spiritu. Si
quis spiritum Christi non habet, hic non est eius. No des.
141 está] más add. T || 148 pagará i | 14© tiene parte, om. T \\ 150 del
año] de Jesucristo la tiene y T |j 161 no] ni T || 153 ascensión T || 154 y]
ni T || 156 hizo] Jesucristo nuestro Dios add. T
158 Así T || 161 que gozásemos] para que gozemos T || 162463 ¿ Y no me
pasaré -por cierto] om. T || 165 menos] con vivir add. T || 168 dice] san add. T \\
135 Cf. lo. 15, 26.
157 Of. Miss. Rom., Pracfat. de Asoens. Domini.
28. nOM. INFRAOCTAVA DK I.A ASCENSIÓN
maye nadie. "Vosotros, dice Pablo, no vivís en carne, no vi-
vís por vuestro juicio, no os regís por vuestra voluntad y ape-
1™ tito". ¡Quién fuera tan dicho predicador, que os dijera con
verdad: No vivís en carne, sino en espíritu, si tamen, o si
quidem, como dice otra letra, Spiritus Dei habitat in vo-
bis; porque ciertamente Espíritu de Dios mora en vosotros!
Y porque entendáis vuestra bienaventuranza es tener por
175 huésped al Espíritu Santo, sabed que, si alguno no tiene Es-
píritu de Cristo, este tal no es de Cristo. Otra vez era me-
nester decillo y otras mil: Si no es de Cristo, ¿cúyo será?
Toda mi riqueza, Rey, está en ser de vos; con esta con-
dición da Dios las riquezas al cristiano, con que él sea de
iso Dios: Omnia vestra sunt; sive Paulus, sive Apollo, sive Ce-
phas, sive mundus, sive vita, sive mors, sive praesentia, sive
futura, omnia enim vestra sunt; vos autem Christi, Christus
autem Dei. No os llaméis pobres, que todas las cosas son
vuestras: Pablo es vuestro, porque trabaja y padece por vos-
185 otros; Cejas, que quiere decir Pedro, es vuestro, porque tam-
bién suda él, y revienta hecho vuestro esclavo; Apolo tam-
bién; el otro predicador es vuestro, pues os predica; la vida
es vuestra, pues la vivís para Dios; la muerte es vuestra,
pues por la muerte pasáis a Dios; lo presente, lo porvenir,
190 vuestro es, porque de lo presente usáis de ello como Dios quie-
re, lo porvenir guardado os está: Todas las cosas son vues-
tras, y vosotros de Cristo. De manera que en esta condición
son vuestras todas las cosas, con que vos seáis de Cristo. Si
no fueres de Cristo, ¿cúyo serás? Qui incredulus est Filio, non
195 videbit vitam; sed ira Dei manet super eum; el que es incré-
dulo al Hijo de Dios, el que no está bien con El, la ira de
Dios queda en él.
En Adán comenzó la ira, y en Adam nacemos todos hijos
de ira; en Jesucristo comenzó la gracia, y todos los que no
200 estuvieren engeridos en Cristo, la ira de Dios quedará sobre
ellos. En Adán es el pecado, en Jesucristo es la justicia; en
Adán la desgracia, en Jesucristo la gracia; en Adán el in-
fierno, en Jesucristo el cielo. Si no eres de Cristo, si no estás
bien con Cristo, la ira de Dios está sobre ti. In peccatores
2°5 respicit ira illius: la justicia de Dios está mirando así contra
los pecadores. En cometiendo un hombre un pecado mortal,
luego muere a Dios, y pone Dios los ojos airados en él. ¿Quién
172 letra] si quidem add. T || 173 ciertamente] el add. T | en] con T || 174 en-
tendáis] que add. T | bienaventuranza T || 176 Espíritu] verdadero add. T ||
177 decir T | mil] veces add. T
178 Todas mis riquezas, Rey mío, están T || 180 presente] si add. T [j 192 en]
con T || 194 fuéredes T \ seréis T
200 inseridos T || 201 Jesucristo T || 204 es T || 205 así om. T || 207 en él
173 Cf. Rom. 8, q.
183 1 Cor. 3, 33.
197 lo. %, 36.
206 Ecch. 5, 7.
si KMi >\] S. CU ¡ O TI.Ml'OkAI.
terna la mano a Dios? ¿Quién te defenderá de él? — Scapulis
suis óbumbravit tibi. — ¿Quién te librará de Dios airado?
210 — Dios manso. — ¿Quién te defenderá de Dios riguroso?
— Dios Cordero. Envió Dios a su Hijo para que la diciplina
y castigo cayese sobre El, no debiendo, y el culpado quedase
libre; porque con sus espaldas te hiciese sombra y la justi-
cia de Dios no te abrasase. Ponte detrás de El, que en El dió
215 el ardor del sol y sobre El descargó la ira de Dios, y detrás
de El hay sombra; allí hallarás refrigerio.
Pues, si no estuviera en El, ¿qué fuera de mí? Si el sar-
miento no permaneciere en la vid, no escapará del fuego; y
si tú no estuvieres en Jesucristo, no escaparás del infierno.
220 Nadie sube al cielo sino Jesucristo, que decindió del cielo.
Nadie entrará en la gloria sino el gracioso, el amado del Pa-
dre; y nadie es gracioso ni amado sino en Jesucristo. Quien
no está arrimado a Jesucristo, condenado será para siempre.
Quien no tiene Espíritu de Cristo, no es de Él; ¡ay de él!
235 — Quitarásme, Señor, cuanto hay en el cielo y en la tie-
rra, y no me quites ser tuyo. Si tuyo soy, mandarme ha tu
bondad, mandarme ha tu humildad, mandarme ha tu man-
sedumbre. Si no soy tuyo, mandarme ha la ira, mandarme
ha la carnalidad, mandarme ha la pasión. ¡Mirá, qué seño-
230 res estos para regiros, pues ellos mismos son pasiones! ¡Mirá
cómo mandarán sin pasión !
No hay palabra tan áspera como ésta: Qui non habet
Spiritum Christi, hic non est eius. Conterriti sunt in Sion
peccatores; possedit tremor hypocritas. Catá que he de ha-
235 blar hoy con vuestros corazones y he de poner por testigos
a vosotros mismos. Espantado se han los pecadores en Sión,
temblor ha tomado a los hipócritas. —¿De qué? — Quia qui
non habet Spiritum Christi, hic non est eius. — ¡Oh qué
recia palabra! Catá que no os desmayéis tan aína.
No basta vivir No basta, hombre, que vivas en carne ni
en carne ni en basta que vivas en espíritu tuyo. No pien-
espíritu propio ses <lue basta echar mano a la bolsa y dar
limosna, si no lo haces en espíritu. Dios es
Espíritu y ama a su semejante; quiere que le adores y sir-
vas en espíritu. Si dentro no hay espíritu limosnero, no
aprovecha dar limosna acá fuera. ¿Qué te aprovecha pasar
airados T |[ 208 tendrá T || 20» tibi] i Quién te hará sombra y te guardará del
sol tan recio como la ira de Dios ?- Scapulis suis obumbrabit tibi add. T ||
211 su disciplina T || 212 El] que add. T | debiendo] debía nada T || 213 para
que T
217 Pues om. T | estuviere T | será T || 220 decendió T || 221 gloria] igle-
sia V
225 Quítame T || 229 Mirad T || 230 Mirad T
232 habes V \\ 233 Conterriti] enim add. T || 234 he] tengo 7' |[ 239 Catad T
209 PS. 90, 4. 220 Cf. lo. 3, 13.
218 Cí. lo. 15, 6. 234 I*. 33. m-
240
28. DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
403
y pasar cuentas, si dentro no ora el espíritu? Populus hic
labiis me honor at, cor autem eorum longe est a me. ¿Qué
sirve la sobrepelliz blanca, que significa la castidad, si ni el
25o espíritu ni el cuerpo tiene castidad? ¿Qué aprovecha tener
las rodillas hincadas y el ánima tiesa, que no quiere hu-
millarse a obedecer a Dios ni sus santos mandamientos? Me-
nester es que le sirvan en lo de fuera y en lo de dentro.
¿Contentarse ha con eso, con que le sirvamos con el cuerpo
295 y con el espíritu? No. No desmaye nadie,- yo os diré cuán-
do os desmayéis.
Si alguno no tiene Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
No te basta tu propio espíritu. — No lo entiendo. — Que me
place. No basta que un hombre viva conforme a su razón
260 y que tenga las pasiones refrenadas y regladas por su es-
píritu; no. San Juan: Dedit eis potestatem filios Dei fieri
his qui credunt in nomine eius: qui non ex sanguinibus,
ñeque ex volúntate carnis, ñeque ex volúntate viri, sed ex
Deo nati sunt. ¡Oh qué bien lo habéis dicho, Aguila de
265 Dios! Los que son hijos de Dios, nacen, no de hombres, no
de sangre, no de voluntad de carne ni de voluntad de varón,
sino de Dios. No basta, para ser hijos de Dios y subir al
cielo, que hayas nacido de sangre; nada sirve que seas
hijo de conde, ni de duque, ni que seas de sangre de rey.
270 Poco es eso. El mayor serafín que está en el cielo, si no
tuviese el espíritu de Cristo, no sería bienaventurado. No
se da el cielo por linaje, non ex sanguinibus, ñeque ex vo-
lúntate carnis; no nacen de voluntad conforme a lo que
quiere su carne; no nacen con voluntad afectada a la car-
275 ne. Y si nace con voluntad afectada a razón, ése en la
Escriptura se llama varón: que quien vive conforme a la
carne, no merece nombre de varón. No basta nada de eso
para poseer el cielo, no basta ser hombre sólo: quod enim
natum est ex carne, caro est.
280 Es menester tener Nemo ascendit in caelum, nisi qui
Espíritu Santo dels'jcendit de cáelo, filius hominis.
No basta que seas hombre, menester
es que estés en Cristo, para que en El subas al cielo. Si so-
lamente eres hombre, heredarás a tu padre, mas no hereda-
285 rás a Dios. No nacen de ahí los que han de subir al cielo:
243 espíritu] de Dios add. T i|| 250 tienen T ¡| 251 alma T \\ 252 los santos
mandamientos de Dios T || 256 os om. T
257 tiene] el add. T || 258 entiendo] Declaradlo add. T !¡ 263 nec T | nec,
7' || 267 hijo T || 268 haya T | seáis T ]| 269 seáis 7" ]! 272 nec T || 276 Escri-"
tura T || 279 natus V
280 quid T I! 281 descendit 7" [| 286 Declarádmelo T || 287 Qui] Nisi quis T j
248 Cf. Is. 2g, 13.
264 lo. 1, 12-13.
279 Of. lo. 3,
281 lo. 3, 13.
3, 6.
404 SERMONES. CICLO TEMPORAL
sed ex Deo nati sunt; de Dios han de nacer. — Declarármelo.
— Qui renatus non fuerit ex aqua et Spiritu Bando non in-
trabit in regnum Del. Aquél es verdadero hijo de Dios que
hubiere nacido de agua y de Espíritu Santo; el que no na-
29o ciere de agua y de Espíritu Santo, no entrará en el cielo.
Esto es lo que dijo Pablo : El que no tuviere espíritu de Dios,
éste no es de Dios; y no tiniéndolo, no será hijo de Dios, ni
se salvará.
— Recia cosa es. — Pues esperá un poco, que aun no he
285 acabado. ¡ Cuántos estáis aquí a quien esta doctrina parecerá
tan nueva como si no fuérades cristianos, y después de ha-
ber probado que lo dice Jesucristo, vais a vuestras casas
dudando si es verdad lo que se hubiere dicho! Llama, dijo
Dios a Isaías: Omnis caro foenum, et omnis gloria carnis
300 quasi flos agri: exsiccatum est foenum et cecidit flos, quia
Spiritus Domini sufflavit in eo. Da voces Esaías y di que
toda carne es feno y todo lo más honrado de la carne es
como flor de heno. Secóse el heno y cayóse la flor, porque
el espíritu de Dios sopló en él. A voces se lo manda decir;
305 porque estará aquí algún mozo o moza que pensará ser gran
cosa, ser gentil hombre o gentil mujer, ser honrados y aca-
tados, o tener freca edad; diles que se engañan, que todo
es como florecica de heno, que en viniendo un airecito la
derriba. Viene el airecico delicado del Señor, y da con todo
310 en el suelo.
¿Habrá quien entienda esto: Toda carne es heno? ¿Qué
quiere decir carne? Verbum caro factum est. Dice Augus-
tino, en el libro 12 De civitate Dei, que "por carne se en-
tiende todo el hombre, tomando la parte por el todo". No
31'5 quiere decir aquí esta parte exterior, sino todo el hombre.
Da voces, que quizá habrá algunos que, aunque no pongan
su gloria en vestidos, ni en galas, ni en deleites de carne,
quizá estarán más engañados que los que claramente van
a su perdición. Predica que todo hom'bre en la parte sensi-
320 tiva y en la parte intelectiva es heno y que toda la gloria
non om. T || 288 intrabit] potest introire T | hijo verdadero T || 289 renaci-
do T || 289-290 el que no - Santo] y si no Tí 291 dijo] san add. T || tiene 7' ||
292 y om. T | teniéndolo T | serás T || 293 te salvarás T
294 Tues om. T | poco] pues add. T || 298 dudando] que add. T | Clama T \]
299 Esaías T | carnis] eius T || 300 excitatum V || 301 insufflavit T | y om. T ||
302 heno T || 303 caíase V || 306 o] y T \.\ 307 todo] eso add. T || 309 aireci-
to T
312 Verbum - est] om. T | Agustino T || 313 en el libro -Dei] om. T |j
319 Tredicad T || 320 que Ofn. T || 321 gloria y honra T || 322 Tomad T H
286 lo. 1, 13.
2QO lo. 3, 5.
304 Cf. Is. 40, 6-7.
314 San ,A(;ustín, Dc Civitate Dei, 1. 14, t. *, 1 ; c. 4, 2 :
MiL 41, 404. 408.
28. DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
405
de él es como la flor del heno. — ¿Cuál es la honra y gloria
de la carne? — Tomá un filósofo, que leer sus obras parece
una cosa venida del cielo; hallaréis un entendimiento tan
claro, una voluntad tan aborrecedora de vicios y amadora
325 de las virtudes. Esa es la honra y gloria; es lo mejor que
tiene el hombre; mejor es que riquezas; mejor que honra.
Pues diles que esa gloria es como la flor del heno.
¡Oh cuántos habrá— ahora es el desmayo — que os pare-
cerá tener buena cuenta delante de Dios, y cuando seáis
330 llamados a juicio no podréis estar en pie, porque el soplo
del Señor soplará! Aquel juicio tan estrecho, aquel escu-
driñar a Jerusalén con candelas, aquel examinar no sola-
mente los pecados, mas también las buenas obras; la limosna
que diste, el Pater noster, el Ave María que rezaste, la
335 misa que dijistes o oístes, la intención de las buenas obras
que hecistes, que os parecía a vos que teníades en ellas
algún refrigerio para la hora de la muerte. Diles que toda
carne es heno. Día verná, cuando el Espíritu del Señor
sople en esas cosas, y no podrán estar en pie, porque no
340 ternán fuerzas para ello. ¿Por qué no podrán estar en pie?
¿Quién te defenderá del juicio de Dios? ¿Piensas tú que
te podrás defender? No te defenderá de Dios sino el mismo
Dios. El soplo de Dios derriba la flor. Quiere decir que
si diste limosna, si perdonaste la injuria, si dices o oyes
345 misa, no te aprovecha nada, si de ti solo sale.
— No lo entiendo. — Pues oigan los sacerdotes y teman.
Dicen los hijos de A[a]rón: "Encensemos a Dios, que está
airado, para que se amanse". Bien hacéis. Toman los encen-
sarios y ponen fuego de por ahí y no del que Dios había
350 mandado; comienzan a encensar, y no solamente no fué
acepto, mas presencialmente los mató allí Dios y los sacaron
muertos con sus sábanas y sobrepellices, por causa del fuego
que pusieron. Habíales Dios mandado que no le sacrificasen
con el fuego común, sino con el que El enviase; hácenlo al
355 revés, y reciben la pena de su delito. ¡Ay del sacerdote que
sube al altar si no lleva en su corazón el fuego de Dios!
¡Ay de aquel sacerdote que dice misa o va a entierros con
fuego de la tierra, con fuego de codicia o de vanidad, y no
con fuego de amor de Dios! ¡Ay de él, que le dirán: "Daca,
360 el bien que hiciste, ¿de qué corazón salió? ¿Salió de corazón
324 claro] y tan vivo add. T 1 1 325 la] su T | j 326 riquezas] y add. T
328 ahora - desmayo] om. T || 330 a] su add. T || 334 distes T \ Padrenues-
tro T | el,] y T II 335 o] y T : 337 refricerio] refuKio r || 338 vendrá T ||
339-340 porque no -para ello] om. T \\ 344 perdonas T | o] y r
347 Aarón T || 350 incensar T || 352 sabanas y om. T || 353 le om. T ||
354 común] de las casas T || 358 vanidad] voluntad T || 359 que] cuando T ||
360 heciste T \\ 361 u] o T || 362-363 no lo recibirá Dios] nuestro Señor T ||
332 Soph. i,
353 Lev. io, 1-5.
406 SERMONES. CICLO TEMPORAL
tuyo o de corazón mío?" Todo lo que hallare no haber
procedido de fuego de amor de Dios, no lo recibirá
Dios. No vengo a disputar aquí si las obras indiferentes
o las moralmente buenas que no proceden de caridad,
365 como de raíz, sean meritorias ; baste, que todo lo que hallare
hecho sin haber estado presente el Espíritu del Señor, no
lo recetará. Aunque sea hacer milagros, aunque sea derra-
mar la sangre, si no está presente el Espíritu Santo, todo es
perdido. ¡Oh Virgen María, qué de gente ha de haber en-
fañada para aquel día!
El que no tiene Espíritu de Cristo, este tal no es de
Cristo. ¿Qué sentís cuando oís esto? Tené punto. Este
lugar es lugar de Dios; desde aquí son juzgados vuestros
corazones. Una representación es este juicio de lo que ha
375 de obrar Dios en aquel día del final juicio. Dice Dios: El
que no tiene Espíritu de Cristo, este tal no es de Cristo.
Cómo has de oír la — Esperá, ¿no dijistes que lo dicía
palabra de Dios San Pablo ? — No es más verdad lo
que predicó Dios encarnado que lo
380 que escribió Pablo. — ¿No va diferencia de Dios a Pablo?
— Si Pablo hablara como Pablo, bien fuera. Mas Pablo
pone la lengua y garganta, él pone la voz; mas la palabra,
de Cristo es. Augustino: "Cuando uno va a sembrar, lleva
una espuerta, que quizá va llena de barro, y el trigo que va
385 en ella es muy lindo. No es el trigo de la espuerta bueno
porque va en ella". San Pablo, Esaías, Jeremías, ¿sabéis
qué son? Espuertas de "la semilla y palabra de Dios. No
tengáis en poco la semilla, si la espuerta es vil. El Concilio
Tridentino, que por nuestros grandes pecados me dicen que
390 está desbaratado, aprobó por canónicos todos los libros de
la Biblia, excepto el tercero y el cuarto de Esdras. Tan
verdad es lo que San Pablo dice en sus epístolas como lo
que Cristo dice en su evangelio, pues todo lo dice un mismo
Espíritu.
396 ¿Qué sentís del día del juicio? Unos se gozarán y otros
gemirán. ¿Qué sentir de esta palabra: El que no tiene Es-
píritu de Cristo, este tal no es de Cristo? Habrá algunos
364 las] obras add. 7" || 365 Basta T [| 367 recibirá T || 368 la om. T | Santo]
de Jesucristo T
371 tiene] el ad ti. T H 372 Teiied T ]| 373 Jwgar om. T || 376 tiene] el add. T
377 decía T }\ 380 PabloJ y esta aprobado por escritura canónica ndd. 7 |
Pablo2] ¡Y cuánta! add. T || 382 pone] ¡por V | él pone] esponc r || 383 Jesu-
cristo T | Agustino 7" || 385 bueno om. T |;| 389-390 que por nuestros - desbara-
tado] om. T || 391 el., om. T || 392 san om. T \¡ 393 niesnm V
395 sientes T \\ 396 tiene] el add. T || 397 algunos] unos T || 400 a om. T |1
386 San Agustín, Serm. 125, 8 (MI. 38, 695) : «Esurientes non
attendlint ad vilitateni vasculi, sed ad charitatem cibi».
391 Concilio de Trento, sess. 4.
28. nOM. INFRAOCTAVA DF. I.A ASCENSIÓN
407
que oyéndola bendecirán a Dios, porque por su misericor-
dia confían que tienen Espíritu de Cristo; otros habrá que
400 oyéndola les dé mal de corazón, especialmente a algunos
que oyendo decir Espíritu hacen cuenta que oyen nombrar
al diablo, como los gentiles, que no podían oír decir que
había un Dios. Los judíos bien confiesan un Dios; mas,
cuando oyen decir que este Dios tiene Hijo, el cual es igual
405 al Padre, luego les toma el demonio, y dijeron: Este hombre
blasfemado ha, que se ha hecho Hijo de Dios. Los cristia-
nos confiesan un Dios y que tiene un Hijo igual a su Padre;
mas, en nombrándoles a algunos Espíritu, les da mal de
corazón. ¿Cómo hemos de hablar, sino como Dios y la
410 Escriptura hablan? Una gente tan enemiga de Espíritu,
que aun no le quieren oír nombrar. ¿De dónde nace eso?
De estar el corazón maleado. ¿Qué hacéis cuando oís una
palabra que os da pena, y os dicen: "Dios lo dijo"? ¿Qué
dijo Acab? "Este Miqueas nunca me profetiza cosa que me
415 agrade". Yo soy pregonero, ¿qué culpa tengo? Dios os lo
envía a decir.
'La palabra dicha en el púlpito, que no revuelve al malo
los humores, no se dice como palabra de Dios ni se recibe
como palabra de Dios. Domine, Deus me[u]s es tu, exal-
420 fabo te et confitebor nomini tuo: quoniam fecisti mirabilia,
cogitationes antiquas fideles. Amen. Señor, Dios mío eres
tú, ensalzarte he. Ensalzar la palabra de Dios, ensalzar al
mismo Dios es. Yo ensalzaré tu nombre, porque hiciste
cosas maravillosas, y los pensamientos antig[u]os y lo que
425 eternalmente pensaste pusístelo por obra.— ¡Ea ya, deci,
¿qué es: Qwia posuisti civitatem in tumultum, urbem for~
tem in ruinam, domum dlienorum^ ut non sit civitas, et in
sempiternum non aedificabitur : super hoc laudábit te po-
pulus fortis; civitas gentium robustarum tenebit te: "Yo te
430 alabaré, Dios mío, porque has puesto la ciudad en alboroto,
has alborotado aquella ciudad de males que vivía en el
corazón, que estaba en paz; yo te alabo porque el corazón
que estaba reposado y rellanado en sus pecados, lo has re-
vuelto"? No hay ruibarbo ni caña fistola que así revuelva
435 el estómago como la palabra de Dios. Nadie espere ser con-
402 demonio r || 404 oyeron T || 405 tomó T || 406 I-xte] Algunos T || 407 un2
om. T || 408 a algunos] el T\ |i| 410 Escritura habla T | Una] Espíritu se dice
. en la Escritura T || 414 Este om. T |] 415 pregonero] soy mensajero, soy el
notario add. T | tengo] yo add. T
419 nena f || 422-423 es ensalzar al niesmo Dios T \ ensalzaré] alabaré T \
heciste T || 424 anüguos T | y om. T || 425 pensaste eternamente T | pusis-
te T | decid T || 426 tumulum T 1 1 428 aedificetur T || 430 alboroto] montón
de piedras T || 4S1 malos T || 432-433 en paz - corazón que estaba] om. T \\
433 lo] la T || 434 ni caña fistola om. T || 435 Dios] revuelve el corazón
406 Cf. Mt. 26, 65.
415 Cf. 3 Reg. 22, 8.
420 Cf. Is. 25, 1-3.
408 SERMONES. CICLO TEMPORAL
solado de Dios, si primero no es entristecido. Si quieres ser
consolado, dolores y temores has de tener, alborotado has
de estar, so pena de no ser palabra de Dios la que oíste.
— ¡Triste de mí, que me dicen que ni el fornicador, ni
440 el avariento, ni el maldiciente no han de entrar en el cielo!
— Andá, dice el otro, que no será tanto como dicen: que
Dios es misericordioso. — Andáis buscando achaques con que,
aunque no matéis la palabra de Dios, a lo menos la herís y
debilitáis, como los otros labradores de la viña, que a unos
445 mataron y a otros hirieron de los criados del Señor. Aquél
mata la palabra del Señor, que dice: "Quita allá, que no
tengo cuenta con eso"; aquél la debilita, que dice: "A la
vejez seré bueno". Andá buscando achaques para no ir des~
consolado del sermón. Porque salen del sermón desconso-
450 lados y a cabo de poco se tornan a consolar y a^olvidar de
lo que oyeron.
Hoc est iudicium, dice la glosa: Esta es la causa de su
condenación. Quia lux venit in mundum et dilexerunt ho*
mines magis tenebras quam lucem. ¿Por qué lo hacen ansí?
455 Vino la luz al mundo. ¡S[e]a Dios bendito por ello! ¿Quién
es la lumbre? Jesucristo; la palabra de Dios es la lumbre
con que habéis de mirar vuestra ánima si está buena o mala;
y amaron los hombres más las tinieblas que la lumbre. Dios
os guarde de hombre que lo vais a llamar cuando está dur-
460 miendo, porque le hace mal el dormir, y le ponéis una hacha
delante los ojos, y la apaga por dormir más a su placer.
— ¿Por qué aborreces la palabra de Dios? — Porque te hace
mal sabor al sueño que quieres dormir. Dícente: Si no per-
donares a tus prójimos sus pecados, Dios no te perdonará
465 ¿os tuyos. ¿Qué ha de sentir el enemistado? Dícenos: Si no
os tornáredes como niños, no entraréis en el reino de Dios.
¿Qué ha de sentir el fantástico? ¿Qué sentirá el que tiene
lo ajeno, cuando oyere decir: "Si alguno tiene lo ajeno, el
diablo le tiene a él". ¿Qué ha de hacer? ¡Apagar la lumbre
470 para dormir a su placer! Recuerda que te mata el dormir;
add. T || 488 oíste] o de no obrar en ti como palabra de Dios, si estás en pe-
cado add. T
440 no o»!. T || 446 del Señor] de Dios T || 44/7 tengo] quiero T || 449
desconsolados V | sermón^ Porque no nieguen Ja palabra de Dios — porque es
palabra de Dios no la osan negar — , por eso le buscan achaques add. T.
452 indiciura T || 454 asf V || 455 Sea T || 461 los] sus T || 463 Dicen
os T || 463464 perdonaredes T ¡| 464 tus] vuestros T | sus pecados] ni t | no
te] os T || 465 los tuyos] a vosotros T \\ 460 le] lo T || 470 Recuérdate T \\
440 Of. Eph. 5, 5. ,'. '.
454 lo. 3, 19 ; Biblia sacra cum glosáis interlincari et orduiarL¿.
Nicólai Lyrani Postilla... (Lyón 1545), t. 5, f. 196 r : «Causa damna-
tionis».
465 Of. Mt. 18, 35 ; 6, 12.
466 Mt. 18, 3.
28. DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
409
cata que te vas a más andar al infierno. ¿Hácesete de mal
dejar el pecado, y por no decir: "No es verdad la palabra de
Dios", quieres apagarla y no acordarte de ella? Amaron los
hombres más las tinieblas (que son los pecados) que la luz.
475 — ¿Cómo habéis de hacer? — Cuando os desconsuela la
palabra de Dios, no la olvidéis. Que tenéis el emplasto puesto
en la llaga, no lo quitéis, y daros ha sano. Díceos Dios una
palabra que os lastima, ponelda sobre la llaga. — ¡Oh que me
entristecí! — Entristezca, hágaos llorar, obre. — ¡Oh que
480 me da pena! — Hermano, con eso sanaréis y veréis cuán
grande consuelo os da después. Al punto que os da pena el
oír: El que no tiene el Espíritu de Cristo, este tal no es de
Cristo, pensad bien en ello, deteneos; ¿qué es lo que sentís?
¡Oh qué desmayados estáis!
485 Quien no vive por espíritu ajeno, éste no es de Cris-
to. No has de vivir, hermano, por tu seso, ni por tu vo-
luntad, ni por tu juicio; por Espíritu de Cristo has de vivir.
Espíritu de Cristo has de tener. —¿Qué quiere decir Es-
píritu de Cristo? -^Corazón de Cristo. El que no tuviere
490 corazón de Cristo, este tal no es de Cristo. — Esposa, dice
Jesucristo, pone me ut signaculum super cor tuum, ut
signaculum super brachium tuum: quia fortis est dilectio
sicut mors. ¡Iglesia, cristianos, herrados habéis de estar con
mi hierro; sellados habéis de estar con mi sello! Yo mismo
495 tengo de ser el sello; ablandad vuestros corazones como
cera, y señaláme en él, y ponéme como señal sobre vuestro
brazo.
— ¿Qué queréis decir? ■ — Quiere decir que los predesti-
nados han de ser semejantes a Jesucristo, como dice San
500 Pablo. — ¿En qué han de ser semejantes? — Ambulate in
dilectione, sicut et Christus dilexit nos. —Dadme, Señor,
vuestro corazón, y luego amaré lo que vos amáis, aborreceré
lo que vos aborrecéis.
¿Cómo sabré si tengo — El que no tiene corazón de Cris-
505 Espíritu de Cristo? t0> no es de Cristo. — Cosa recia
es. — No es, por cierto. ¡Oh her-
manos, qué de sermones habéis oído, y no acabáis de enten-
der lo que os cumple! — Desconsolados estamos, padre.
— Así lo quiero yo, hermanos, y ansí lo quiere Dios. — ¿Qué
474 luz] No así add. T
476 Que] Cuando T ¡| 477 quitéis] de la ■ llaga add. T || 478 ponedla T ||
479 entristece T || 484 estáis] aquí add. T
490 Cristo2] A la add. T || 492 est] ut mor*, add. T \\ 498 sicut mors om.
T | herrado os V || 496 señaladme con T | ponedme T || 499 semejables T \\
500 semejables T
493 Cf. Cant. 8, 6.
500 Cf. Rom. 8, 29 ; Eph. 5, 1.
501 Eph. 5, 2.
410 SERMONES. CICLO TEMPORAL
510 remedio para esto? ¿Cómo temé consuelo? ¿Qué sé yo si
estoy en gracia? ¿Qué sé yo si tengo Espíritu de Cristo?
— ¡Buenos estamos, por cierto! ¿Qué sabéis vos? Hablo con
frailes, clérigos y personas recogidas y desocupadas. Si me
decís de saberlo por ciencia evidente, si me habláis de ar-
515 tículo de fe, bien decís que no sabéis si estáis en gracia. Mas
hablamos de un conocimiento por conjecturas y por señales ¡
de un descanso y sosiego de corazón entrañable. ¡Malaven-
turado de aquel — no quiero decir condenado, sino penado
de aquél — que no tiene este consuelo, aquella confianza, aquel
520 decir : "Salvarme tengo" ! No hay cosa más desconsolada
que el que no tiene este consuelo. Que los mercaderes, que
los negociadores, que los casados y los que están ocupados
en negocios temporales no tengan esta consolación del Espí-
ritu Santo, no es de maravillar; mas ¡quien contrata con
525 Dios, quien habla con Dios y Dios con él — que cuando leemos
habla Dios con nosotros, y cuando oramos hablamos nos-
otros— ; quien tiene familiaridad con Dios y vive desconso-
lado, grandísimo es su desconsuelo y grande es su desdicha!
¡ Que subamos al altar y metamos un terrón de azúcar en la
530 boca, y no sintamos dulzura; que metamos un gran fuego en
nuestro seno, y no sintamos calor! ¡Gran pena, gran des-
consuelo! Téngase por desdichado el que de ésta manera se
sintiere. Si preguntásedes a una esposa: "Decí, señora, ¿qué
condición tiene vuestro esposo, es dulce o es áspero?" Y os
535 dijese: "No sé, por cierto". Diríades vos: "¿Pues quién lo
sabrá?" Si preguntáis a un sacerdote, que trata con Dios,
qué condición tiene Dios, y dice que no sabe, ¿a quién lo
preguntaréis ?
Ipse Spiritus testimonium reddit spiritui nostro quod su-
540 mus filii Dei. El mismo Espíritu Santo con su consuelo,
con su calor, nos da testimonio y dice que somos hijos de
Dios. Veis aquí cómo se conoce por conjecturas que está
uno bien con Dios. ¿Estáis desconsolado? Guardadme ese
desconsuelo para su tiempo: Cuando venga el Consolador,
545 dice Cristo, El dará testimonio de mi. ¿Estás desconsola-
do? También lo estaban los apóstoles: ellos porque se les
iba Jesucristo, y tú también porque se te ha ido Jesucris-
to por el pecado que heciste. — '¿Por qué estás triste? — Por-
507 liirmanns om. T \\ 508 que] os predico y lo que add. T || 509 herma-
no T | así T ¡| 510 tengo] el add. V |i| 51S y, om. T || 516 conjeturas T |.| 527
nosotros] con Dios add. T | vivie V [| 533 Decid T || 535 Dirfades vos: pues
om. T
542 conjeturas T | que está] estar T |i| 543 Guardánie T || 546 lo om. T |
apóstoles] desconsolados add. T || 548 pecado] perdón V || 550 Está T || S51
vendrá T || 562 haberos T
.527 San Ambrosio, De offic. viiitistr.. 1. i, c. 20, 88 : 1IL 16, 50
San Jerónimo, Ep. 22, 25 : ML 22, 41Í.
540 Cf. Rom. 8, 16. ' 545 lo. 15, 26.
2Í?. DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
411
que ofendí a Dios; porque le he sido ingrato y le he dado
550 de bofetadas. — ¿Estás triste? Enhorabuena; espérate un
poco, que de aquí a ocho días verná un Consolador que te
consuele. Quisiera haber demandado albricias antes que os
lo dijera.
Vais al confesor o al predicador: — Padre, consoláme.
555 — ¿Queréis que os deje un Consolador que os consuele en
vuestra cama, y que no tengáis necesidad de ir a buscar
quien os consuele? Pues el Espíritu Santo es, el cual mucho
quiere a las viudas, mucho ama a los huérfanos, mucho a
los tristes. ¿Queréis recebirlo? ¿Estáis triste por habérseos
560 ido Jesucristo? De parte de Jesucristo os prometo que El
venga en vuestras entrañas ; muy sin cuidado me iré esta
noche a dormir, que me toméis en mentira.
— Padre, ¿cómo consolará una tan gran llaga? — En
eso veréis que es Dios. Si el Espíritu Santo no fuera ma-
565 yor que la humanidad de Jesucristo, no pudiera consolar la
tristeza que tenían por su ida, no pudiera henchir el vacío
que dejó con su ausencia. Mará el desconsuelo que tenían
los apóstoles por la ausencia de 'la humanidad de Cristo,
que mayor es el consuelo que recibieron con el Espíritu
670 Santo. No hay tristeza que el Espíritu Santo no consuele,
por muy grave que sea.
Preparación para re- Hermano, este Consolador verná.
cibir al Paráclito Algún aparejo es menester que
hagáis para recebirlo. Quien no
575 tiene el Espíritu de Dios, ¿qué hará para tenello? Ese es
el negocio en que hemos de entender esta semana; desocu-
paos de negocios temporales para recebir en vuestros co-
razones el Espíritu de Cristo. Dícese "de Jesucristo" por-
que procede de El en cuanto Dios y porque mora en El en
580 cuanto hombre.
— Padre, ¿querráme'lo dar? — No es bien que yo os lo
diga, dígaoslo quien os lo ha de dar. Estaba Jesucristo en
Hierusalem una Pascua de los Tabernáculos — que caía en
setiembre — , y predicaba en el templo. Estando predican -
585 do, dale un grandísimo fervor, y comienza a encenderse y
entonarse y alzar la voz, con aquel fervor que tenía de sal-
var las ánimas. ¡Quién te oyera dar voces, Rey mío, que
bien te llamas voz y clamor del Padre, porque no pudo más
alto hablar de lo que entonces habló cuando te engendró!
590 ¡Quién le oyera dar voces y le viera aquel rostro encendido!
654 Vayas r || 557 Pues om. T | el cuall om. T [\ 561 venga] en-vuestros
corazones y add. T \\ 562 que] no add. T
572 Hermanos T || 575 el om. T || 578 Cristo. Dícese de om. T || 579 por-
quej el Espíritu Santo add. T | en om. Y
583 Jterusalén T || 584 septiembre' T | templo] y add. T || 585 yj a add.
T || 587 que] y T f| 588 clamor] el amor V ¡I 589 habló] amo r ||. 8GB mu-
412
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Decid, Señor, que, aunque ha mucho tiempo que predicas-
tes, bien os oiremos ahora; que para los de entonces y para
todos los que después viniesen las dijistes. Si quis sitit,
veniat ad me, et bibat. En el templo estaba y en Pascua;
595 y el postrer día, que era más solemne que todos, decía no
como quiera, sino a grandes voces: Si alguno ha sed, ven-
ga a mí y beba. El que cree en mi, ríos de agua viva co-
rrerán de su estómago. Decláreoslo allá dentro el que tuvo
por bien de predicallo acá fuera.
600 Hermanos, ¿por qué os morís de hambre y de sed?
Quare appenditis argentum et non in panibus, et laborem
vestrum non in saturitate? ¿Por qué traéis corazones se-
mejantes al infierno, que nunca se harta? ¿Qué angustias
tenéis? Venid a El y El os las remediará; si tenéis sed, El
605 os la hartará: Perdix fovit quae non peperit. Pone la per-
diz sus huevos; pasa por él nido una perdiz y échase sobre
los huevos ajenos; viene la que los puso, y no la deja llegar;
finalmente, saca los perdigoncillos, y cuando pasa la ma-
dre verdadera, puso Dios tal instinto en los perdigoncillos,
610 que dejan la madre falsa y vanse con la verdadera. ¡Oh mal
animal, robador de lo ajeno, oh dimonio!, ¿por qué tienes
empollando los huevos que puso Dios? ¡Oh lujuria, oh mal-
querencia!, ¿por qué tú has de tener usurpada un ánima
que crió y redimió Jesucristo? Daos un poco de calor y
615 estaos empollando, tiniéndoos robados de la madre verda-
dera. Hijos sois de Dios, el cielo para vosotros es. Ea,
pues, cristianos, redemidos de Jesucristo, oí la voz de vues-
tra madre verdadera; oí la voz de Jesucristo, que os parió
en la cruz con grandes dolores; conoce la voz de tu madre,
620 que te está llamando: Sí alguno ha sed, venga a mí y beba.
Venios a mí y daros he contentamiento y hartura. Si el
hombre tuviere seso dirá: "Este es mi Redemptor, éste es
el que dió su sangre por mí, quiero irme a El". Y darte ha
a beber su Espíritu; quedarás tan harto y contento, que
625 saldrán de tu estómago fuentes de agua viva. No solamente
ternas agua y contento para ti, mas también para los otros.
Deseoso está El de darnos su Espíritu; deshaciéndose está
por darte lo que has menester; no tengas duda de eso, no
quedará por su parte.
cho] tanto T f| 592 ahora om. T \] 596 postrero T | día] de Pascua add. T ||
597 mis V II 597-8 correrá V \\ 598 Decláreoslo] Dároslo ha T || 599 predicarlo T
600 de om. T \\ 601 aprendistis V \\ 603 'al] a T |:| 605 la om. T. || 606
una] otra T || 607 llesíar] la otra mld. T || 600 en] a T || 610 mal] más que
T || 611 demonio T || 612 Dios] Jesucristo T || 613 tú om. T || 614-615 Daos
mi ixxro - robados de] que es T || 617 de,] por T | oid T || 618 oid T || 620
te om. T || 621 y, om. T |l| 623 Y om. T f| 626 tendrás T || 628 que has
menester om. T
594 lo. 7, 38. 605 Ier. 17, 11.
602 Cf. Is. 55, 2.
28. DOM. INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN
413
630 — ¿Pues qué haré yo esta semana para estar aparejado
para recebirlo? — Haz lo que hicieron los apóstoles. ¿Qué
queréis? ¿Espíritu Santo? Sabed que no es amigo de car-
ne. Dicen los santos doctores que una de las causas prin-
cipales por que se fué Jesucristo, fué por el grande amor
635 que le tenían a su sagrada humanidad. — Váyase El, dice
el Espíritu Santo, y luego verné yo. — Celoso sois, Espí-
ritu Santo; ¿y de quién? ¿De la carne limpísima que fué
concebida por vos mismo?
Desengáñense los amancebados, desengáñense los car-
640 nales, que a ninguno de ellos verná el Espíritu Santo. La
paloma que salió del arca de Noé tomó un ramito verde de
oliva y no quiso poner sus pies sobre cuerpo muerto; lim-
pia se volvió al arca. El cuervo, a comer carne muerta; la
paloma, a aborrecerla. La paloma figura es del Espíritu,
645 y el Espíritu Santo no toca a carne muerta. Alimpiá vues-
tros corazones de deseos carnales. Ayuná esta semana los
que tuviéredes fuerza para ello; que ya que quiera carne,
ha de ser carne manida y con ayunos enflaquecida. Y en
albricias y en merced os lo demando, que barráis vuestra
650 casa con la confesión muy devotamente, que ha de venir
vuestro Huésped, y no es bien que halle la casa sucia.
— ¿Qué más? — La comida; mirá que trae gente consi-
go, y habéis de dar de comer a sus criados; mirá los pobres
que tenéis en vuestro barrio y dáldes esta Pascua de co-
655 mer. Pues Dios se da a vosotros, dalde vos siquiera un poco
de limosna. Mirá que el primer fructo del Espíritu Santo
es la caridad; dad de comer al que tuviere hambre; dad
la saya a quien estuviere desnuda; dad la camisa a quien
tuviere necesidad de ella; sacad de las cárceles a los en-
660 carcelados.
—No tengo de qué hacer limosna. — Perdoná las inju-
rias, rogad a Dios por los que os persiguen, llorá con el que
llora, caed con el caído, los males ajenos teneldos por vues-
tros, que ésta es verdadera misericordia.
665 — '¿Hay más? — No más, sino que, la casa barrida y
ataviada, es menester que le roguéis que venga, no como
algunos malcriados, que, no tiniendo la casa aderezada ni
puesta la mesa, dicen: "Señor, vení a mi casa". Aparejad
primero la casa y luego rogalde que venga: "Señor, por la
631 los] santos add. T \\ 633-634 principales causas r || 634 Jesucristo]
nuestro Señor add. T || 636 vendré T
640 ninguno de ellos] ningún carnal T || 642 sobre] un add. T ]| 644 a
aborrecerla] no come carne muerta T \\ 642-643 limpiase volviendo T || 646
nuestros 7' || 647 fuerzas T j¡ 648 y con ayunos -Y] carne enflaquecida con
ayunos y penitencias. ¿Qué más? T || 650 la om. T [| 651 bien] razón T
652 mirad T || 655 vosotros] Sí mismo T \\ 656 íruto T
661 Perdonad T || 663 caed con el caido om. T | malos T ¡ tenedlos T
667 teniendo T ] | 668 Señor] Si T | Apareja T || 670 enviad T || 671-672
414
SERMONES. CICLO TEMPORAL
670 sangre que derramaste, nos enviá el Espíritu Santo que
nos prometistes". Rezad siete veces el Pater noster con el
Ave María a los siete dones del Espíritu Santo. Dígoos po-
quito; esforzaos vosotros a hacer más. A lo menos de aquí
a Pascua rezad esto cada día; rezad con la boca y con el
675 espíritu; importunalde que venga, y os dará en este mun-
do su gracia y después su gloria, ad quam nos perducat.
Amen.
29 Maravillas hace el Espíritu Santo en la Iglesia
Domingo de Pentecostés. En la profesión de una monja
(,Bd. 1506, II, pp. 132-J59.)
AJ ewm vtniemus, et mansioncm apud t um ¡acie-
mus. Vendremos a él y haremos morada cerca de él
(lo. 14, 12}])-
Exordio Cosa es el hablar y oír cosas de Dios, que debe
•r> poner mucho cuidado así al que oye, para oírlas,
como al que habla, para hablarlas; porque son tan altas y
profundas, tan fuera de todo entendimiento humano, que
para hablar cosas del cielo ha de venir del cielo quien las
sepa hablar. Y no penséis que fué en balde mandar Jesu-
10 cristo a sus apóstoles sagrados que no predicasen el Evan-
gelio suyo por el mundo hasta que hubiesen recebido el Es-
píritu Santo.
Estaba Esaías muy ufano, y decía que había de profeti-
zar cosas de Dios, no conociendo su bajeza. Vino Dios, y
15 dijo así: "Pues esperad, que yo os descubriré a vos mismo,
para que veáis". Dióle un poco de conocimiento de sí; mos-
tróle Dios cuál era; y fué tanto el mal que de sí sintió Esaías,
conociendo su poquedad y miseria, que no osaba hablar, ni
tuvo esfuerzo para profetizar, y dijo: Vae mihi, quia vir
20 pollutus labiis sum. ¡Ay de mí!, dice Esaías. — ¿Qué es eso,
profeta, que habéis? — ¿Cómo tengo de hablar, que mis labios
están muy sucios, no son dignos de hablar cosas de Dios? —
Cuando Dios le vió de esta manera ya, envió un serafín con
unas tijeras de despabilar, que estaban en el altar, y me-
25 tiólas en el fuego que allí estaba. Tomó el serafín un ascua
de aquel fuego y tocó con ella los labios de Esaías, y luego
quedaron muy limpios.
Yo no sé, hermanos, qué tales están vuestros oídos; si
vuestras orejas están limpias o no, yo no lo sé. Si mis labios
Pater -María] Ave Maria y el Pater noster T || 672 del] des V \ Díjeos T ||
676-677 después - Amén] os enriquecerá con sus dones divinos T
lo Cf. Is. 6, 5.
20. DOM. DE PENTECOSTÉS
415
30 están sucios, yo soy de ello buen testigo que lo están, y no
son dignos de hablar cosas del cielo si el Señor no envía
fuego del cielo para que me los limpie; supliquémosle lo
haga.
Moraremos en él, Ad eum veniemus, et mansionem apud
35 dice Jesucristo eum faciemus. A él vendremos, y en
él haremos nuestra morada: morare-
mos en él. Son palabras dichas por la boca de Jesucristo,
díjolas a los sagrados apóstoles, y no solamente a ellos, pero
a todos cuantos son y serán.
40 Dice nuestro Redemptor: Si alguno me quiere bien, guar-
de mis mandamientos. ¡Si alguno me quiere bien! ¡Desdi-
chado de aquel que bien no os quiere, Señor! Si alguno me
ama, guardará mis palabras. Si tenéis un amigo que tiene
en mucho vuestra amistad, decísle: "Señor, ¿amáisme? Rué-
45 goos que guardéis esta palabra; que hagáis esto por mí".
Si el otro piensa que en no hacerlo no va menos de perder
vuestra amistad, hácelo por no perderla. Así nuestro Re-
demptor encargó a sus sagrados apóstoles muchas cosas, y
que las guardasen, so pena de perder su amistad; y tanto es
50 esto verdad, que quien no guarda lo que Cristo manda, va
perdido sin ningún remedio. Y porque por ventura los dicí-
pulos no tenían en tanto las palabras de Cristo por ser suyas,
tanto como si fueran de Dios, di joles Cristo: "Y porque no
penséis que son mías estas palabras y que de mí digo lo
55 que digo, sermonem quem audistis non est meus, sed eius
qui misit me, Patris. Las palabras que os he dicho y habéis
oído, no son mías, sino de mi Padre, que me envió; tenedlas
en mucha reverencia y acatamiento, y guardadlas, pues sa-
béis cúyas son".
60 Si alguno me quiere bien, guarde mis palabras. ¡Qué amo-
res tan bien pagados son amar a Jesucristo! ¡Bendito sea
el Señor! ¿Hemos de amar de balde? ¿Qué nos habéis de
dar porque' os amemos? Dice Cristo nuestro Redemptor que
vendremos a él, y moraremos en él, que lo tomaremos por
65 posada. ¿Quién son los que han de venir? El Padre y el
Hijo y el Espíritu Santo; porque dondequiera que ellos van,
va el Espíritu Santo: todas las personas de la Santísima
Trinidad; ¡como quien no dice nada! Y no nos iremos luego
— dice nuestro Redemptor — ; moraremos en él, haremos
70 nuestra habitación. ¡Bendito seas para siempre y bendita
sea la boca que tales palabras habló y de tanto consuelo!
¿No os lo dije, que esperábamos tres huéspedes? Vendremos
51 Y] A
41 lo. 14, 23.
57 Of. lo. 7,
416
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a él y moraremos en él. Espanto pone, hermanos, ver el cui-
dado que toda la Santísima Trinidad tiene y el amor tan
75 grande con que anda tras el hombre.
¡Quién le preguntase!: "¿Qué vistes, Señor, en este hom-
bre, que tanto le amáis, que parece que andáis muerto por
él de amores?" Si viésemos a un gusanillo, a un hombrecillo
de nosotros andar tan solícito y tan enamorado de la Santí-
80 sima Trinidad, como ella anda tras el hombre, espantarnos
híamos, por cierto, de tal cosa. — ¿Qué es esto que vistes
en el hombre, que tan bien os ha parecido? ¿Qué interese
se os sigue de amar al hombre? ¿Es porque es sabio? ¿Por-
que es bueno? ¿Porque es rico? — Todo eso le falta. — ¿Qué
85 es esto, que andáis muerto de amores de los hombres? ¿Por
qué, Señor, queréis morar en los hombres? — Yo os lo diré:
Porque moraba Dios en el hombre, y, dejando Dios de morar
en él, quedó perdido; por eso, por restaurar la pérdida del
hombre donde moraba, quiere morar en el hombre.
90 Estragos que causó Crió Dios el primer hombre, tomó
en el hombre el pe- un poco de tierra, hizo así una for-
cado de Adán ma> y lueg° infundió en él ánima,
spiravit in eum spiraculum vitae:
sopló Dios en aquel cuerpo un soplo de vida; en lo hebreo
95 está in nares eius, que por las narices sopló Dios el ánima
de Adán. Dice resuello, lo que hizo en aquel cuerpo muerto,
que fué el ánima; porque sin el ánima está el cuerpo muerto.
Crió Dios primero el ánima de Adán. Así lo dice San Pablo:
Factus est primus homo in animam viventem.
100 En el principio del mundo crió Dios los cielos y la tierra,
y las estrellas, y la mar, y las arenas, y los peces, y las
hierbas, y todos los animales. Crió todo el mundo; hizo en
un día esto, y en otro estotro, y así fué Dios discurriendo.
Ya que estaba todo hecho, dijo Dios: Faciamus hominem ad
105 imaginem et similitudinem nostram. Hagamos el hombre.
Como cuando un buen padre tiene aparejada una casa muy
bien aderezada con mucho ajuar y todo lo que es menester,
dice: "No falta ya sino que mi hijo venga y goce de su
casa", así había Dios criado todo el universo, para ajuar,
110 para servicio del hombre; dice Dios: "No es razón que se
haga esto y que no haya quien goce de ello: Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza" .
Crió Dios el hombre, ¿para qué, si pensáis? Para que ama-
se a Dios, y amándole le poseyese, y poseyéndole le gozase,
115 y gozándole fuese bienaventurado. Fueron criados para ir a
la bienaventuranza y alcanzar aquello para que fué criado,
77 Of. Ps. 8, 5 ; Hebr. 2, 6
93 Cf. Gen. 2, 7.
99 Cf. 1 Cor. 15, 45.
105 Gen. i, 26.
29- DOM. DE PENTECOSTÉS
417
si quisiera guardar los medios que tenía Dios ordenados. No
los quisieron esperar; quisieron saltar por corrales, barda-
les y ventanas; no quisieron entrar por las puertas, perdié-
120 ronse, pecaron y quedaron malaventurados. Moraba Dios en
ellos cuando estaban en gracia; pecaron, no quiso Dios morar
allí. Veis aquí qué tal quedó el hombre sin Dios.
Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. En
dos cosas es el ánima semejante a Dios. Lo uno en la in-
!25 mortalidad, porque no es mortal; así como Dios no tiene fin,
así ni ella lo terna; así como Dios es inmortal, el ánima es
inmortal. Lo otro en que el hombre le es semejante es en la
sutileza y ser espiritual, que así como Dios es espíritu, así
lo es el ánima; con esto tenía conocimiento de Dios; no como
130 los otros animales brutos, que no conocen a Dios ni tienen
de El conocimiento.
El hombre debe conocer a Dios. San Juan lo dice: Esta
es vida eterna, ut cognoscant te Deum nerum: que te conoz-
can, Dios verdadero. Así estaban los primeros padres. Como
L35 conocían a Dios, estando en gracia, tenían el entendimiento
vivo con que entendían a Dios, tenían la voluntad sujeta a
no amar otra cosa sino a Dios. Estos cumplían bien aquella
divina palabra: Hágase tu voluntad. Tenían su carne tan
sujeta, que ella no quería sino lo que ellos querían; andaba
140 la carne como una sierva muy humilde, que andaba a sabor
de su señor; no estaba rebelde, no echaba coces.
En pecando el hombre, en quebrantando el mandamien-
to de Dios, luego quedó, la gracia que tenía, perdida; y
esto que resplandecía en ellos, quedó en grandísima manera
45 estragado; el entendimiento quedó ciego, perdió el conoci-
miento que tenía de Dios, y la voluntad tuerta, la cual Dios
había dado al hombre para que a sólo El amase, y todo lo
que amase fuese por El ; ya no sabe el hombre amar a Dios
por solamente Dios, sino por su interese. Si ama al prójimo,
50 no por Dios, sino por su gusto. Si antes estaba la carne
mortificada y sujeta, ahora está rebelde y tira coces; y
yéndose Dios del hombre, quedaron los desventurados ta-
les, que es lástima pensarlo; y yéndose la claridad, que-
daron a escuras. Rogaldes por vuestra vida a los letrados,
55 a los que se tienen por sabios, que entiendan sin Dios, que
sepan algo sin Dios. Otras cosas bien las pueden ellos sa-
ber; pero saber la verdadera ciencia, no la pueden saber
sin Dios. Otra vez: Et si quis fuerit consummatus inter fi-
lios hominum, et ab illo abfuerit Sapientia Dei in nihüo
60 computabitur . Si alguno fuere acabado en sabiduría, que
acerca de los hombres fuere tenido por muy sabio, y la sa-
134 Of. lo. 17, 3.
138 Mt. 6, 10 ; of. T-c. 22, 42.
160 Cf. Sap. 9, 6.
B, Aviló 2
14
418 SERMONES. CICLO TEMPORAL
biduría de Dios no more en él, sino que esté apartado, será
contado por nada. Los ciegos que Cristo sanó, a éstos sig-
nificaban.
W5 Así que todo lo bueno que el hombre tenía quedó estra-
gado; el entendimiento, ciego; la voluntad, tuerta; la car-
ne, rebelde, y ¡cuan rebelde! No hay caballo que tanto ha-
ronee como esta carne. ¿No es verdad? Meta la mano cada
uno en su pecho, y verá esto ser ansí. No es menester libros
170 para probar esto. El oficio de la carne no es otro sino tirar
coces contra la razón. ¿No os ha acontecido alguna vez
querer hacer alguna buena obra, y estorbaros vuestra car-
ne? ¡Cuántas y cuántas veces acontece! Si vos queréis
ayunar, la carne quiere comer; si la razón quiere sujetarse
175 a Dios, la carne lo estorba. Si el hombre quiere trabajar
en rezar u en otros ejercicios, en diciplinar la carne, le es-
torba la carne y lo contradice. Si el espíritu está apareja-
do para servir a Dios, la carne está rebelde, está dando
voces: "No lo hagas". Así lo dijo nuestro Redentor por su
180 boca: Spiritus quidem promptus est, caro autem imfirma.
El espíritu aparejado está, sujeto está a padecer, pero la
carne enferma está y rebelde, ¡y cómo rehusa la carrera!
Con el pecado quedó todo perdido.
Veis aquí quién somos; y mirémonos en este espejo, y
186 veremos lo que somos, pero no lo que podríamos ser. ¡Oh
hermanos, qué seríamos si la mano de Dios nos dejase tan-
tico! Peores seríamos que los demonios; muy mayores abo-
minaciones haríamos. Si os diese Dios a entender lo que
podríamos ser, ¡qué veríades, qué fealdades tan grandes,
190 qué malísimas figuras de abominaciones! Yo conocí una
persona que rogó muchas veces a Dios que le descubriese
lo que él podía ser. Abrióle Dios los ojos tantico, y le hu-
biera de costar caro. Vióse tan feísimo, tan hediondo, tan
sucio, tan abominable, que a grandes voces decía: "Señor,
195 por vuestra misericordia, me quitad este espejo de delante
de mis ojos, no quiero ver más mi figura". Quedamos he-
chos, hermanos, un terrón de miseria, un pedazo de sucie-
dad; quedamos hechos espíritu malo que viene con aparen-
cia de Espíritu Santo, y no es sino malo y solapado, y lleno
182 Mt. 26, 41.
196 Cf. M. de Roa, S. I., Vida y maravillosas virtudes de doña
Sandia Carrillo (Sevilla 1615), L 1, c. 9, f. 17 r-v : «Suplicó [doña
Sancha] a nuestro Señor le hiciese merced de darle a ver su alma ;
porque, conociendo en ella la fealdad de sus culpas, se animase a
borrarlas. Condescendió el Señor con sus ruegos y mostrósele en
-esta forma... Vió una niña muy 'flaquita, cubierto el rostro de mos-
cas. Tomóla en brazos y dijo al ermitaño [que se le había aparecido
también] : ■ — Padre, ¿qué es esto? — ¿No te acuerdas, replicó él, cuan-
do ahincadamente suplicaste a nuestro Señor que te mostrase tu
alma? Pues ves ahí tu retrato; y mira bien, que de esa manera
la tienes...»
2Q- DOM. DE PENTECOSTÉS
419
200 de engaño y maldad para engañar. Cuando vino Judas el
jueves de la Cena a engañar con aquella gente y a prender
a Jesucristo, luces traía; pero porque venía a prender, y
con mala intención, a Jesucristo, no le alumbraron, quedó
a escuras.
205 ¡Oh cuántos, estando en sus monesterios contentos y
muy buenos religiosos sirviendo a Dios, les ha venido pen-
samiento que si fuesen al desierto estarían más recogidos,
más solos; se darían más a Dios y aprovecharían en sus
conciencias más que en el monesterio, y que allí no hacen
210 nada sino comer e irse al coro, y que gastan el tiempo des-
aprovechadamente. Y dales tanta guerra este pensamiento,
que parece santo y es malo, que los hace salir de sus mo-
nesterios y ir a las soledades para mejor servir a Dios.
Entra un casado en un monesterio, y como ve a los re-
215 ligiosos, parécele todo tan bien, que se desagrada de su
vida, y de su mujer, y de sus hijos, y de todo lo de acá,
y abomina y llama infierno a lo de acá, y al trabajar — y aun
quizá es para mantener su casa — , y dice que no hay otra
vida para servir a Dios sino aquélla, y que querría desca-
220 sarse y meterse allí, y deséalo y procúralo; y es aquello
falso, que no lo hace sino de flojo por no trabajar. Ya os
puso Dios en ese estado, en ése os salvaréis; tened cuida-
do de hacer en él todo lo que debéis, que ahí os dará El
su gracia con que vais al cielo; que el demonio no os da
225 contento de esa vida santa y descontento de la vuestra
propia, sino para que perdáis la paz y contento que ha-
bíades de tener en vuestro estado, esperando y deseando lo
que no puede ser ni es posible alcanzarlo. No os fiéis de
nada, mirad cuán fácilmente podéis engañaros aunque ven-
230 gan revelaciones e inspiraciones; no os arrojéis, que todo
espíritu ha de ser probado; éstos son ladrones y luz falsa,
que es peor que tinieblas.
Hay algunos ladrones que están vestidos y ataviados con
sayos de seda, que no hay quien los conozca ni piense que
235 tal maldad caiga en hombres que parecen tan honrados, hasta
que los toman con el hurto en las manos; entonces se espan-
tan cómo aquéllos eran ladrones, y dicen: "¿Quién pensara
tal?" Dejábante el ánima robada, y no lo sentías; llevá-
bante toda tu hacienda, y no la echabas menos.
240 Antes de mí todos son ladrones. Hieremías: Si jures in
nocte rapuissent. Los robadores corporales, cuando vienen a
robar, llévante alguna cosa de tu hacienda, y déjante algo, o
lo que no pueden llevar, o lo que se les olvida; pero los ladro-
nes que son espirituales, estos que vienen, ahora sea de día,
245 ora sea de noche, o disimulados, robante cuanto tienes, ró-
240 Cf. lo. 10, 8.
420
SERMONES. CICLO TEMPORAL
bante tu hacienda y todo tu bien. Sano quedó el cuerpo, pero
muy echado a perder tu corazón y tu ánima. Escudriñado te
han toda tu casa, todos tus rincones y senos; no te queda bien
alguno, todo te lo llevan, y te dejan lleno de todos los males.
250 Hecho han estrago en ti tus enemigos, herido te han los
soldados, hecho en ti como el lobo en las ovejas; pobre que-
das. Si algo queda en ti es la fe, y ésta descabezada, porque
no la tienes con caridad, sino muerta.
Jesucristo remediará — ¿Quién remediará esto? ¿Quién
255 tantos males dando- remediará tantos males ? — No hay
nos su Espíritu v^a sm Jesucristo. Todo mata,
todo engaña sin El. ¿Quién podrá
dar vida a estas ánimas que están muertas?
— ¿En qué veré, padre, que estoy muerto? — Por la vida
260 que hace tu ánima; cuando está viva, ama, conoce y emplea
todas sus fuerzas en servicio de Dios. Tres maneras hay de
muerte: muerte de olvido, muerte de error, muerte de pa-
siones. El ánima que a Dios no ama, muerta está su volun-
tad, entendimiento y memoria; muerta está, y no hace cosa
265 que buena sea.
Dice Jesucristo: Yo vine para que tengan vida, y abun-
dantemente la tengan. Vino Jesucristo para que viviésemos.
¡Bendito sea El para siempre, pues con su muerte compró
El nuestra vida! Vino el alto y poderoso y abajóse y juntóse
270 con el niño. ¿Qué cosa es ver a Jesucristo en una cruz, tenido
por malo, deshonrado y atormentado, afrentado? Tal cual
está en la cruz, tal está tu ánima. El es allí tenido por malo,
tu ánima está mala y enferma; feo con los tormentos, así
está tu ánima, fea y manchada con las culpas; El está cer-
275 Cado de sayones y ladrones, así está tu ánima, cercada de
pecados y demonios.
Bendito y glorificado seáis vos, Señor, que tan a vuestra
costa me quisistes remediar, que, tomando semejanza de mi
muerte, me distes la vida. ¡Que pecasen mis manos y lo pa-
280 gasen las manos de Jesucristo! ¡Que anden mis pies pecando
y que estén los vuestros enclavados en la cruz! ¡Que peque
mi corazón y os ofenda, y que esté el vuestro abierto y ras-
gado por mí! Finalmente, todo lo que mis manos, pies y
corazón pecaron y cometieron contra Dios, las manos, pies
285 y corazón enclavados y rotos por mí lo pagaron en la cruz;
con su cuerpo bendito pagó todo lo que, como malo, yo
pequé y ofendí.
Crió Dios el primer hombre y soplóle en el rostro, dióle
261 Tres] Cinco
267 Cf. lo. IO, 10.
270 üf. 4 Reg. 4, 34.
29- DOM. DE PENTECOSTÉS
421
resuello y espíritu de vida, y vivió. Et factus est primus
290 Adam in animam viventem, novissimus Adam in spiritum
vivificantem. Fué hecho el segundo Adán, Jesucristo; y no
solamente le dieron y tuvo espíritu para sí como [e]l pri-
mero Adán, pero tuvo para otros muchos. Tiene Cristo espí-
ritu vivificador, espíritu que da vida, que resucita a los que
295 deseamos vida. Vamos a Cristo, busquemos a Cristo, que
El tiene resuello de vida. Por malo que estés, por perdido,
por desconcertado que seas, si a El vas, si a El buscas, te
hará bueno, te ganará y enderezará y sanará: Los que antes
de mí vinieron, ladrones son. Para eso vine yo, para que los
300 que vinieren a mí, los que me buscaren, los que me llamaren,
tengan vida, reciban vida y resuciten.
— Padre, ¿cómo da vida Jesucristo? ■ — Dijo El mismo:
En verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta; el que no
entrare por nú, robador es. Yo soy la puerta. — Si Jesucristo
305 es la puerta, luego no se puede entrar al Padre sino por Je-
sucristo. Ego sum ostium: si quis per me introierit, salva-
bitur; et ingredietur, et egredietur, et pascua inveniet. Yo
soy la puerta: si alguno por mí entrare será salvo, y entrará
y saldrá, y hallará pasto.
310 — Si es puerta Jesucristo, ¿adonde hemos de entrar por
El? — ¿Adonde? Al Espíritu Santo. Yo soy puerta: quien
por mí entrare hallará Espíritu Santo. Lex enim spiritus
vitae in Christo Iesu. La Ley tiene espíritu de vida en Jesu-
cristo. Así como lo plantó Dios en Adán: quedó vivo, quedó
315 con espíritu; así plantó en ti Jesucristo su Espíritu vivifi-
cador; darte ha vida. Así conviene que se ponga el gran
Elíseo sobre el niño pequeño y defunto, que se encorva y
abaja sobre él, que le quiere dar su resuello, su soplo. El
que no tiene el resuello de Cristo, por muy rico que esté, por
320 muy poderoso, por mucha abundancia que tenga de todas
las otras cosas, pobre está, flaco está, miserable está, no
tiene a Cristo. Vid y sarmientos con un jugo se mantienen;
cabeza y cuerpo con una virtud se sustentan; el Espíritu
de Cristo y de los que en El están incorporados, todo es
325 uno. El es la Vid, y sus miembros son los sarmientos. Yo
soy puerta: quien quisiere al Espíritu Santo, entre por mí.
— ¿Cómo entraremos? ¿Adonde está esa puerta? — ¿Aun
no sabéis la puerta? ¡Qué puerta y qué bien pintada! ¡Qué
piedras tan labradas y tan picadas tiene! La piedra de arriba
330 más labores y más picada está que todas aquéllas. Jesu-
cristo y todos sus siervos fueron así labrados con trabajos
y persecuciones de este mundo, y así merecieron lugar con
Cristo.
291 Cf. 1 Cor. 15, 45.
299 lo. 10, 8.
309 Cf lo 10. q
313 Rom. 8, 2.
325 Cf. lo. 15, 5.
422
SERMONES. CICLO TEMPORAL *
— Si El es la puerta, ¿cómo entraremos por El? • — Quien
335 quisiere al Espíritu Santo, ame a Jesucristo, obedézcale,
deséele para siempre. Ipse Pater amat vos, quia vos me
amastis. ¿Montas que es pequeña cosa quereros bien el Pa-
dre? No hay cadenas mayores para tener al Espíritu Santo
que amar a Jesucristo. Y porque me amáis a mí — dice Jesu-
340 cristo — , el Padre os ama a vosotros, y porque me quisistes
. bien. ¡Buen trueco, por cierto, el que Dios hace con el que
ama y quiere bien a Jesucristo, que es darle el Espíritu
Santo! Y, porque los apóstoles amaron tanto a Jesucristo,
sóplanles hoy, danles el Espíritu Santo. Mejor soplo fué éste
345 que aquel que dieron al primer hombre cuando lo criaron.
Estaban los apóstoles como hombres cobardes y flacos, y
sopló Dios desde el cielo hoy. Y así como crió a Adán del
limo de la tierra, así regeneró a estos apóstoles bajuelos,
llorosos, turbados, temerosos. Piensa en Jesucristo, obedé-
350 cele, ámalo con todo tu corazón entrañablemente, que por
ahí entra el Espíritu Santo: que así lo dijo: Ego sum via,
veritas et vita.
Por Cristo pasamos al Espíritu Santo. La santidad que
no pasa por Jesucristo, no es ni la tengo por segura san-
356 tidad. El que hace burla de las penitencias, el que tiene en
poco estas señales y obras de fuera devotas, no tiene el Es-
píritu Santo. ¿De dónde espíritus falsos? ¿De dónde espíri-
tus de errores? De pensar que hay otro modo de santidad
que la de Jesucristo. Mirad bien no os engañéis, que para
360 qUe algo sea santo, sea bueno y tenga firmeza, por allí ha
de ir; y si por allí no va, todo es nada; El es el camino.
¿Qué* hace el Espíritu Pues venido el Espíritu Santo, ¿ qué
Santo en las almas? ha hecho en Ia Iglesia? ¿Qué ha
obrado en los corazones de los
365 creyentes en quien vino? Dióles vida, dióles infinitos dones,
esforzólos, en gran manera los perficionó.
En gracia se estaban los bienaventurados apóstoles, pero
aun estaban llenos de flaquezas, no osaban públicamente
confesar la verdad de Jesucristo, tenían algún temor; mas
370 venido este santo soplo del Espíritu Santo, llenos de gracia
y hechos fuertes, sin temor ninguno empiezan a predicar a
los hombres los misterios de nuestra redención, obrados por
la muerte y sagrada resurrección de Jesucristo, verdadero
Dios y verdadero hombre. Imprimióles que siempre en su
3T5 corazón se acordasen y tuviesen reverencia a Dios, como
principio de donde manaron todos los bienes y misericordias.
Decid, casados, ¿terníades envidia de alguno que tuvie-
se tantas fuerzas, que tomase un quintal de plomo y lo
337 Cf. lo. 16, 27.
352 lo. 14, 6.
20. DOM. DE PENTECOSTÉS
423
arrojase hasta el cielo, una barra de hierro y la pusiese
380 encima de los cielos? Andáis desconsolados y tristes, pu-
diendo sacar, de la pesadumbre de vuestros trabajos que
tenéis, descansos para el cielo. Tened paciencia en los
trabajos de vuestro matrimonio y convertidlo todo en
bien, subildo todo al cielo; tened fuerza para arrojar esos
385 quintales de plomo encima de los cielos. Cualquier traba-
juelo que tengáis y paséis en vuestra casa, cualquier im-
portunidad, cualquier desabrimiento, la mala condición que
sufriéredes de vuestra mujer, o de vuestro marido, o de
vuestro señor, o de los que están en vuestra compañía, el
390 trabajo que pasáis para sustentaros a vos y a vuestros hi-
jos, decid: "¡Por amor de vos, Señor, huelgo de pasar esto!"
Alzá vuestros ojos y vuestro corazón a Dios, encomendaos
a El, ofrecedle vuestros trabajos, que yo os digo de ver-
dad que recibiréis por todo galardón. El dormir que dor-
395 mís, el comer que coméis y lo que bebéis, todo lo subid y
enviad al cielo, haciéndolo y sufriéndolo por Dios, y enco-
mendándoselo a El, y ofreciéndoselo a El, allá lo arrojáis.
Hacedlo así, y de esta manera lo pesado será liviano; el
plomo, la tierra, subiréis al cielo. Y de esta manera, po-
490 sible es que ganéis más en un año solo que otro en diez.
Que lo hace esto el amor con que lo hacéis y el saberlo en-
caminar al fin como se ha de hacer; porque os pusieron en
todo lo que hiciésedes memoria de Dios y reverencia a su
santa presencia.
405 "Es el Espíritu Santo un despertador — dice Cristo — que
os enviará, el Padre; y llámase Paracletus, Consolador y
Exhortador". Consolador, porque, aunque riña algunas ve-
ces, no se va sin dejar consuelo en el ánima que reprehen-
de. Suele algunas veces este Consolador reprehender y re-
410 ñir a las ánimas, como diciendo: "¿En qué entiendes?
¿Qué haces? ¿Por qué te descuidas? Cata que va mal eso,
mira que conviene hacer tal cosa primero que ésa, dejar
tal compañía, procurar la otra, comunicar con tales per-
sonas. Mira que se pasa la vida; haz el bien que pudieres,
415 las limosnas que pudieres; pon por obra lo que se te ha
enseñado. No se vaya la vida toda sólo en buenos deseos
y pensamientos, y ninguna obra. Mira que se pasa la vida,
y no sabes si te llamará Dios nuestro Señor en medio de tu
mocedad. Cata no te halles burlado"; y así otras cosas de
4-20 esta manera. Si de esta riña y exhortación quedó vuestra
ánima alborotada y desconsolada y con temores, no era
aquello Espíritu Santo. No riñe sino para consolar; no riñe
sino para que se enmienden y queden alegres con los avi-
406 Cf. lo. 15, 26.
424
SERMONES. CICLO TEMPORAL
sos. Si después de la riña, después de aquella confusión y
425 lágrimas y vergüenza que tenéis de haber obrado contra el
Señor, quedáis alegre, con confianza en el Señor, que no os
ha de desamparar, que os ha de ayudar a ser mejor y os
enmendará, esto tal del Espíritu Santo es ; el Consolador ha
entrado en vuestro corazón: El os ha reñido, El os quiere
430 consolar: así lo suele hacer, dar tranquilidad después de
los torbellinos y amor después del temor. El despertador, el
Exhortador, el Consolador, el enseñador, todo lo que se
hobiere de hacer, El te enseñará a regir y guiar tu nao. El
hará que, contra todos los vientos, con su solo consejo
435 e industria llegues a puerto seguro.
¿De dónde nació que los creyentes, al principio de la
Iglesia, no podían sufrir hacienda, ni posesiones, ni dine-
ros, ni nada de lo que ganado tenían? Vendían cuanto te-
nían, tomaban los dineros y daban con ellos a los pies de
440 los apóstoles: "Tomá ese estiércol". El grande amor que
tenían en sus corazones y entrañas a Jesucristo y a su
santa pobreza, les hacía menospreciar todo lo visible.
— ¿ Quién les pagó este amor? — ¿Quién? El Espíritu Santo,
que abundosamente había venido a sus corazones. — ¿ Quién
445 trocó la condición a fulano? ¿Quién le dió tanta paciencia?
Que solía ser muy airado, no había quien se pudiese valer
con él; agora es un San Jerónimo, tiene un corazón de un
ángel, a todo calla, todo lo sufre y disimula. — El Espíritu
Santo es el que hace todas estas cosas y más, que el ánima
450 donde mora, la esfuerza y consuela, y hácele innumerables
bienes y misericordias. Todo viene de arriba; de allá de-
ciende; no hay acá en la tierra poder que tal pueda hacer;
no hay quien vuelva los corazones. Por fuerte que sea tu
carne para mal, más fuerte es el Espíritu Santo para el
455 bien; por sano que estés, te hace enfermo; por florido que
estés, te marchita; y por bravo que seas, te amansa; y por
alto que seas, te derriba, y mata en ti y destierra todo lo
que hay fuera y en contrario de Dios; y cría, augmenta y
resucita todo aquello que agrada a Dios. ¡Qué diligencia te
460 pone para buscar en qué agradar a Dios, qué amor a los
prójimos, que así se duele de sus trabajos y necesidades
como de las suyas propias y más! Date pies ligeros como
de ciervo para correr por el camino del Señor.
El Espíritu Santo es ¿Quién podrá decir los misterios,
465 quien mueve a abra- las maravillas, las mudanzas que
zar el estado religioso hiz0 este Espíritu Santo, este
Consolador y exhortador en la pri-
mitiva Iglesia? Muchos testigos podríamos traer de aquel
tiempo; mas pues tenemos cerca otros, tomemos lo que te-
440 Of. Act. 4, 34.
29- IX)M. DE PENTF.COSTÉS
425
470 nemos entre manos. ¿Quién ha hecho que muchos despre-
cien el mundo, tengan en poco los vestidos, los ornatos, los
placeres, fiestas, pompas y regocijos profanos; que no quie-
ran ver ni oír cosas del mundo, juegos de cañas, justas ni
torneos; no quieran ser vistos, no quieran ver, que ni aun
475 ir a lo forzoso, si fuese posible, no irán, por no ir por las
calles y encontrar algo que los inquietase su ánima, aunque
no fuese sino por un momento? Dejan estos siervos de Je-
sucristo los placeres, y van a buscar trabajos; van a ha-
cerse esclavos, de libres; ¿es menester buscar libros para
480 esto ?
El Espíritu Santo lo muestra; enseñanza suya es; quie-
ren huir lo de acá, por verse con Jesucristo; más quieren
allí llorar y gemir que reír en el mundo. Esto no puede ha-
cer la carne y sangre, no tiene fuerza para ello; si no,
485 rogáselo a alguna dama: no lo hará, que no lo puede esto
la sangre, y porque traimiento y gracia del Espíritu Santo
es; y a Cristo los envía el Espíritu Santo. ¿Quién hace
estas maravillas? Si viéredes alguno que haga esto, no Se
miréis tanto a lo que hace como al corazón con que lo hace.
490 Porque cierto es que más dejaría si más tuviese; y no le
pesa de lo que deja, sino porque no tiene mucho que dejar
por amor de Jesucristo; mil mundos que tuviese los dejaría
por venir a los pies de Cristo. Más quiere agradarle a El
y servirlo que ser señor de toda la redondez de toda la
495 tierra.
Pues ¿por qué hace esto? ¿Por qué escoge este estado?
¿Por qué se quiere encerrar? Esto no lo puede decir sino el
testigo de vista. Es tan grande el cuidado del siervo de
Dios que quiere agradar a Dios, del que quiere guardarse
500 en toda limpieza, que de lo seguro no se asegura; aun lo
bueno tiene por sospechoso. No es malo ser casado y tener
casa; pero, porque no se sabe si aquello que ahora es bue-
no, adelante será tropiezo de descuidado, se toma por más
seguro estotro. ¿Qué sabe si entre los bullicios de marido,
505 casa y familia se ahogará? Como cuando a uno le dicen:
— Entrá en este río, que aquí a la orilla no está hondo, no
os podéis ahogar. — No quiero — dice — , porque si meto los
pies en el agua, no sé si metidos me dará gana de entrar
más, y luego más, y daré comigo en lo más hondo, de don-
510 de no pueda salir y me ahogue. Más quiero no comenzar a
entrar, porque quizá después no será en mi mano salir
cuando quisiere.
— ¿Por qué quiso este estado? — Mostráronle la sangre
de Jesucristo, mostráronle los trabajos de Cristo, diéronle
515 a entender lo mucho que Jesucristo ha hecho por él, lo mu-
cho que le ama, lo mucho que debe ser amado y servido, y
por eso quiso El tomar este estado. — ¿Quién lo hizo?
426
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¿Quién lo ordenó? —Dios; no la sangre ni la carne. No
hay en sangre ni en carne fuerzas para este bien. — ¿Quién
620 lo ordenó? — No lo sé yo, El lo sabe.
Mandaba Dios que le ofreciesen primicias en la vieja
Ley: Afferentur virgines post eam. Fué tanto lo que agradó
a Dios la limpieza de la Virgen nuestra Señora, que en aquel
verso prometía Jesucristo que serán a imitación de nuestra
525 Señora. Crecían muchas doncellas, que se ofrecían a este
Rey celestial Jesucristo, y de muy buena gana perdían todo
lo que en el mundo florece, y escogían a El, y estaban más
contentas con tenerlo a El que con ser esposas de reyes y
príncipes de la tierra: "Las primicias — dice San Cipriano — ,
530 las vírgenes son, la porción más entera que hay en el cielo,
porque tiene entereza en el cuerpo y entereza en el alma;
tiene figura acá de qué hemos de ser y de cómo hemos de
estar en el cielo; hemos de entrar allá incorruptibles, en-
teros en ánima y cuerpo; así lo están las vírgenes acá vi-
535 viendo en la tierra, y no vwen en carne según carne". Es-
tas son las más excelentes moradas que Dios tiene entre los
hombres; aquí se huelga en los corazones enteros, aparta-
dos de corrupción y mancha. Dice San Jerónimo "que el
que en la carne guarda la virginidad y limpieza, viviendo
540 en ella, que es más que ángel; porque el uno, que es el
ángel, hace y obra por don natural; el otro, por gracia.
Vírgenes son, y esa virtud tienen; llámenlos ángeles, pues
que guardan, en la carne flaca y corruptible, por el don de
la gracia, la naturaleza de los ángeles".
545 Esta dignidad y estado no se ha de escoger por no poder
más; no ha de ser sino por amor de Jesucristo, con sólo
deseo de le agradar y servir. Aquélla es la buena, la que por
esto lo toma, y la que en la mitad de la vanidad huella el
mundo y menosprecia sus favores. Aquél es siervo y sierva
550 de Dios que vuelve las espaldas al mundo en tiempo que lo
pudiera gozar en la mocedad, en tiempo que había aparejo
y disposición para ello. Estas son las primicias y espigas
tostadas. — ¿Quién os ha parado así? — El sol me ha des-
colorido; el amor del sol me tiene tal; soy espiga tostada,
555 dentro soy hermosa, y fuera tostada y denegrida, por los
amores de Jesucristo". No se gloríen las hermosas de su
hermosura si solamente la tienen en lo de fuera, porque de
fuera parecen hermosas, y dentro hechas infiernos. Esposas
de Cristo, no os escandalicéis, que, si lindezas perdistes por
522 Cf. Ps. 44, 15.
534 San Cipriano, De habitu virginum, 3, 22-23 : ML 4, 455,
(-476.
544 Cf. San Jerónimo, Comm. in Is., 1. 16, c. 59 : ML 24, 597-
554 Cant. i, 5.
2Q. DOM. DE PENTECOSTÉS
427
560 amor de Cristo, lindezas os darán. Todo lo que dejastes por
Cristo, todo se os volverá en mayor abundancia que lo de-
jastes. Alegraos en esto, y decid cuando os viéredes angus-
tiadas con la memoria de lo que dejastes: "Si algo, Señor,
por vos dejé, todo es poco, porque más y más merecéis, y
565 más soy obligado a hacer".
Dice San Pablo ad Hebraeos: Si enim sanguis hircorum
et taurorum, et cinis vitulae aspersus inquinatos sanctificat
ad emundationem carnis, quanto magis sanguis Christi, qui
per Spiritum Sanctum semetipsum obtulit immaculatum Deo,
ÍTO emundabit, etc. : Si la sangre de los cabrones, y de los toros,
y la ceniza de la becerra derramada, a los sucios santifica
para la limpieza de la carne, ¿ cuánto más la sangre de Cristo,
el cual por el Espíritu Santo a sí mismo se ofreció limpio
a Dios, santificó nuestras conciencias de las obras muertas
575 para servir a Dios? ¿Qué tiene esta bendita sangre? ¿Esta,
que alimpia nuestras manchas, lava nuestros delitos? ¡Quién
preguntara a Jesucristo: "¿Quién os trae, Señor, a padecer
tanto? ¿Quién mueve ese Corazón para que sufra tanto?"
— La sangre de Cristo, que fué derramada por el Espíritu
580 Santo; el Espíritu fué el que le hizo y le movió que de tan
buena gana la derramase. El es que le decía: "Si no morís,
no entrará nadie en el cielo; morí; si no, nadie se salvará".
Peroración: ¡Dichosa No os espantéis que el Espíritu
doncella que dejas la Santo os haya traído hoy a pone-
585 tierra por el cielo! ros en cruz; que ese mismo hizo
otra mayor obra, que renunciase
Cristo sus placeres, que fuese obediente, pobre, desechado.
Quien hizo a Jesucristo que se pusiese en una cruz, ése hizo
a vuestro corazón que, dejados y olvidados todos los pla-
590 ceres, sigáis a Cristo. No os arrepintáis, no os desmayéis
por cosa que os acontezca; porque hágoos saber que, mientras
vuestra obra es mayor, tanto mayores tentaciones os traerá
el demonio. El monesterio os parecerá infierno, y el coro
plaza, y la celda cárcel, y las misas tormentos, y que coméis
£*J3 poco, y que os tratan mal. Diréis entre vos: "Esto tenía en
el mundo, mucho dejé; bien me pudiera salvar teniendo y
gozando de todo aquello". Infinitas tentaciones os vendrán
para dar con vos en el suelo; estad apercebida. Dios os dé a
entender cuán poco es lo que dejáis y cuán mucho lo que
600 os darán. No os engañe el mundo, doncella, que, debajo de
aquellos placeres, ¡qué de congojas, y desabrimientos, y do-
lores y cuidados! Que quien bien considera, dirá que es bien-
aventurado quien de ellos está libre. Déoslo Dios a entender,
570 Hebr. 9, 13-14.
428
SERMONES. CICLO TEMPORAL
para que claro veáis que no es pérdida, sino ganancia; no es
605 engaño, sino acertar lo que hacéis.
¿No pedía David para escapar de estos peligros: Averte
oculos meos, ne videant, etc. : Aparta, Señor, mis ojos, no
vean la vanidad? Quiso decir, que no se empleasen en ver
vanidades los ojos que habían de ver a Dios. Lo que mucho
610 amamos, guardárnoslo bien. Quítense vuestros ojos de ver
vanidades, pues esperan de ver a Dios; que no podréis ver
a Dios con los ojos que ven vanidades. Echad vuestros pies
en el cepo de la clausura, y vuestro cuello debajo del yugo
de la obediencia; haceos captivo por Cristo, y aherrojaos por
615 su amor, y tened fuerte; que más anchura hallaréis que en
todo el mundo. ¿Qué os aprovecha anchura, si vuestra áni-
ma está en estrechura? Sufrid de buena gana y fielmente los
trabajos que por agradarle a El os vinieren, que El os lo
pagará y os dará a entender mil bienes que de hacerlo así
620 sacaréis. ¡Ay del que tal corazón no tiene!
No tengamos mancilla que dejéis dineros, padre, herma-
nos, casas y placeres por Dios; hacerlo así es honra sobre
toda honra. Más querría, si me diesen a escoger, y más valen
los trabajos de San Pablo y afrentas que en este mundo por
625 Jesucristo padeció, que sus consolaciones y revelaciones.
¡Bienaventurada doncella, que dejastes tierra porque os den
el cielo, perdéis por más ganar! ¿Qué diremos? Entráisle a
servir y serviros ha El a vos. Echad vuestros pies en el cepo
y poned vuestros pies sobre el collar de oro; aunque estén
630 vuestros pies en trabajos y pasiones, alzad vuestros ojos a
la honra que os está aparejada; mirad vuestra corona, mirad
vuestro galardón.
En la Vida de los Padres se cuenta que vido un monje
una procesión de santos, y traían algunos unos collares muy
635 hermosos de oro a los cuellos; y fuéle dicho que aquella honra
de aquellos collares tenían aquéllos porque abajaron sus cer-
vices en este mundo al yugo de la obediencia. Obedeced, don-
cella, abajaos, servid, barred, haced todo cuanto pudiéredes.
Cuanto más trabajo tuviéredes acá, tanto más rico y más
640 honrado será vuestro collar en el cielo. Perded aquí y gana-
réis acullá. Si aquí pasáredes soledad, seréis después compa-
ñera de los que gozaren de Dios; si cerráredes vuestros ojos
aquí, en el cielo verán a Dios; si trabajáis aquí, acullá des-
cansaréis en la gloria para siempre.
644 siempre] Vive, ánima mía, en perpetuo agradecimiento a tan gran
Señor y tan gran Amador. Laus Deo add.
608 Ps. US, 37-
30. DOM. DE PENTECOSTÉS 429
30 ¿Ha venido a ti este tal Consolador?
Domingo de Pentecostés
(¡Bd, 1596, II, pp. 99-131.)
Paraclcttts autcm Spiritus Sanctus. El Espíritu San-
to Consolador (lo. 14, [26]).
Exordio Quien de tierra es, de tierra habla; el que viene
del cielo, sobre todos es, dijo San Juan Baptista
5 a sus discípulos. Tocóles un poco de envidia, porque la gente
seguía más a Jesucristo que a él; y para los apaciguar, di jo-
les estas palabras: "Ninguno puede tomar más de lo que del
cielo le viene, de lo que del cielo le envían. Qui de térra est,
etcétera. Tierra es el que de tierra habla".
10 ¿Qué hará la tierra, pues le está mandado subir al cielo?
¿Qué hará? ¿Cómo podrá subir? ¿Qué hará el hombre que
le está mandado que hable cosas del cielo? Cosa es ésta im-
posible, cosa que de sí no la podía hacer, cosa tan imposible
como la tierra subir al cielo. Qui de térra est, de térra lo-
15 quitur. Si hubiésemos de hablar de cosas bajas, si hubiése-
mos de hablar de cosas de acá abajo, daríamos buenas señas;
pero hablar del Espíritu Santo, hablar de cosa tan alta, ha-
blar de cosas del cielo, ¿qué haremos, que somos más bajos
que la misma tierra? ¿Qué haremos para bien hablar? Es
20 menester mucho la gracia del Espíritu Santo. No en balde
fué dada a los apóstoles para hablar: Audivimus eos loquen-
tes variis linguis magnolia Dei.
Fueron los bienaventurados apóstoles llenos, y muy lle-
nos, del fuego del Espíritu Santo; fueron llenos de esta ce-
25 lestial gracia, para dar a entender que nadie debe hablar ni
predicar de este Santo Espíritu sino lleno, y muy lleno, de
este celestial don y de este santo fuego. Encendidas iban
las entrañas, y llenas de gracia, que nuestro Señor envió a
sus santos apóstoles, pues hablaron las maravillas y gran-
30 dezas que de Dios hablaron y dijeron, y por todo el mundo
pregonaron. Vino en lenguas de fuego para darnos a enten-
der que han de ser las lenguas de los que hablaren cosas de
Dios y sus maravillas, encendidas con fuego, encendidas con
amor. No han de ser las lenguas que han de hablar cosas
35 de Dios y sus maravillas, de agua, no de viento, no han de
ser de tierra.
Venimos a oír las palabras de Dios, venimos a oír sus
sermones,, y venimos como a farsa, sin más amor y reve-
rencia. Dígoos de verdad que un grande riesgo corremos
5 Cf. lo. 3,
22 Cf. Act. s
430
SERMONES. CICLO TEMPORAL
40 todos los que oímos sermones; gran peligro corremos si no
oímos como debemos oír; con corazón encendido, con entra-
ñas abrasadas habíamos de venirlo a oír. Hémonos juntado
a oír y hablar del Espíritu Santo; para tan gran negocie
menester hemos la gracia, menester hemos el mismo Espí-
45 ritu Santo, que se infunda en nuestros corazones y los ablan-
de y abrase con su santo fuego de sus divinos dones. Dice
San Pablo que el Espíritu Santo ruega por nosotros con ge-
midos inenarrables. La oración que no es inspirada del Espí-
ritu Santo, poco vale; la que no se hace según El, la que no
50 inspira y ordena El, de muy poco fruto es, poco aprovecha.
Dijo Cristo a sus apóstoles: Tristes estáis porque me
quiero ir: el Consolador vendrá, que el Padre lo enviará en
mi nombre, y El os consolará, El os enseñará todas las cosas,
El os trairá a la memoria todo lo que yo os he dicho, El abri-
55 rá vuestros oídos para que oigáis y vuestro entendimiento
para que entendáis; enseñaros ha a orar y enseñaros ha todo
lo que hubiéredes de hacer, para que en todo acertéis. En
gran manera estarnos necesitados de este Consolador, de este
Doctor, de este Consejero y de este Enseñador.
60 — ¿Qué remedio? — Que nos vamos a la sacratísima Vir-
gen. En gran manera es muy amiga del Espíritu Santo, y
El de ella. En sus entrañas el incomprehensible cupo; su
alteza, su grandeza abajó, e hízose temporal siendo eterno,
y el rico se hizo pobre y el muy alto se abajó; y esto todo
65 por obra del Espíritu Santo, por industria, orden y saber
suyo. Dijo el ángel San Gabriel a la Virgen: Spiritus Sanctus
supervenid in te. El Espíritu Santo, Señora, vendrá sobre
vos, y la virtud del muy Alto os hará sombra. Conoce muy
bien el Espíritu Santo las entrañas de la Virgen; conoce muy
TO bien aquel su corazón tan limpísimo, conoce muy bien aquel
palacio donde tantos y tan grandes misterios obró. No hizo
la Virgen, ni pensó, ni habló cosa que en un solo punto des-
agradase al Espíritu Santo; en todo le agradó, en todo hizo
su santa voluntad; por ruegos de esta gloriosa Virgen, por
75 gemidos y deseos y oraciones trajo al Verbo Eterno y lo me-
tió en sus entrañas. Supliquémosla, pues tan amiga es de
este Santo Espíritu, nos comunique su gracia para hablar
de tan alto Huésped.
Si amamos a Cristo, Si Spiritum Sanctum accepistis
80 la Trinidad morará en credentesf Si recebistes al Espí-
nosotros rxiu Santo por la fe, creyendo,
dijo una vez San Pablo a unos.
¿Habéis recebido al Espíritu Santo? ¿Tenéislo en vuestras
entrañas? ¡Bienaventurada el ánima que tal ha recebido;
48 Rom. 8, 26.
54 Cf. lo. 16, 6. 13 ; 14, 26.
68 Le. i, 35.
81 Act. 19, 2.
3<3. DOM. DF. PENTECOSTÉS
431
85 bienaventurado el que tal Huésped ha recebido, creyendo:
que por fe se da! Respondieron: Ni sabemos si lo hay,
cuanto más haberlo recebido. No se lo habían dado; y aun
quizá habrá aquí quien no lo sepa. ¡Oh si dijésedes verdad!
¿Habéislo recebido? ¿Amáislo? ¿Habéislo servido? ¿De-
90 seáislo? ¿Tenéis gran deseo que se infunda en vuestros co-
razones? Ni aun sabéis si lo hay. No aprovecha nada que
lo deseéis; no basta que digáis que venga, que lo queréis
recebir; todo no aprovecha si no hay obras dignas y que
merezcan su venida. Factis autem negant. Las obras han de
95 convenir con las palabras y con los deseos, para que este
tan gran Huésped quiera venir y aposentarse en vuestra
ánima.
¡Tiene tantos de predicadores el Espíritu Santo, tantos
de profetas que de El hablaron antes que el sol fuese cria-
100 do! Dice la Escritura que el Espíritu del Señor era traído
sobre las aguas: Et Spiritus Domini ferebatur super aquas.
Los profetas todos vieron y contaron grandes secretos y
misterios de este Santo Espíritu. Entre todos y más que to-
dos dió tales señales Jesucristo nuestro Señor de El, y dijo
105 tales cosas de El, que estaban todos espantados de oír las
maravillas que de El dijo. Dijo Jesucristo a sus apóstoles:
No tengáis pena, no estéis penados porque me voy.
— Antes, Señor, por eso están penados. ¿Qué nuevos
amores, Señor, son éstos? ¿Qué nuevas maneras de tratar
lio con los que os aman? Vaisos, y ámanos más que a la lum-
bre de sus ojos; queréisos ir, ¿y para consuelo de vues-
tra ida, decisles: No tengáis pena porque me voy? Antes
por eso la tienen, y es la causa de toda su pena y de todo
su desconsuelo pensar, Señor, que os habéis de ir.
— Nadie puede entender esto ni alcanzarlo sino quien
tuviere Espíritu Santo. "Consolados habéis estado conmi-
go; alegres habéis estado con mi presencia, enseñados con
mi dotrina, fuertes con mi presencia. Yo me voy, y rogaré
a mi Padre que os envíe otro Consolador en mi nombre.
120 Hasta aquí yo os he consolado; yo me iré, y yéndome yo,
os enviaré otro Consolador, otra persona". — ¡Oh poderoso
Dios! ¿Quién es este Consolador que habéis de enviar?
— Espíritu de verdad, que morará en vosotros, que os en-
señará verdades, no opiniones, no engaños.
125 ¡Bendígante, Señor, los cielos y la tierra! No se con-
tentó Dios Padre con darnos a su muy amado y único Hijo
nuestro Señor Jesucristo, y para que muriese por nos-
otros, sino a sí mesmo. Dijo Jesucristo: Si quis diligit me,
sermonem meum servabit, et Pater meus diliget eum, et
94 Tit. i, 16.
ioi Cf. Gen. i, 2.
107 lo. 14, 1. 27.
119 Cf. lo. 14, 16.
432
SERMONES. CICLO TEMPORAL
130 ad eum veniemus, et mansionem apud eum faciemus. El
que me ama guardará mis palabras, y mi Padre lo amará,
y a El vendremos, y morada cerca de El haremos.
Que estudie y rumie sus palabras y las cumpla y guar-
de; esto os da por señal y prenda de su amor. Y, herma-
135 no, decid, ¿cómo os va cuando oís la palabra de Cristo?
¿Ho'lgáisos cuando os hablan de El? ¿Alégraseos el co-
razón cuando le oís nombrar, cuando le predican, alaban
y bendicen y glorifican en los pulpitos? Más os alegráis
con invenciones, con novedades; esto oís de buena gana.
140 El que guardare mi palabra, éste me ama. —¿Cómo es
eso? ¿Cómo tengo de guardar sus palabras? ¿Cómo le
tengo de amar? — Habéislo de amar, y en esto mostra-
réis que verdaderamente le amáis, si por le amar olvidáre-
des y dejáredes todo cuanto os estorbare para lo amar y
145 verdaderamente servir: Si vuestro ojo derecho, si la cosa
que así la amáis como a vuestros ojos, 05 escandalizare,
si vuestra mano derecha, si cualquiera otra cosa que mu-
cho la habéis menester os apartare de este santo propó-
sito, cortadla.
150 — <¡Cosa recia es ésa, padre! — Habéis de tener una
navaja tan afilada, que aunque os pongan delante padre y
madre, y hermanos, y parientes, y amigos, y todo cuanto
así se pudiere decir, si os aparta del amor de Jesucristo,
cortadlo, no lo dejéis, bolladlo, pasad sobre ello; que, aun-
155 que esto parece género de crueldad, es gran piedad. Si por
el dinero, o por la hacienda, o por el pariente o amigo, o
por la deshonra o por la honra, o por el favor o arrimo,
o por muerte, o por vida pecas, córtalo.
— '¡Cosa recia! ¿Que no tengo de desear la mujer aje-
160 na? ¿Y que no solamente no tome la hacienda ajena, pero
que tengo de dar la mía? ¿Y no solamente no tengo de
hacer mal a nadie, pero hacer todo cuanto bien pudiere?
Cosa recia y trabajosa es ésta; Señor, echá alguna azúcar;
que trabajo y sudo por hacer esto, y apenas con todas mis
165 fuerzas salgo con algo; poned algún consuelo, poned al-
gún premio. — Pláceme. Mi padre le amará; mi Padre le
querrá bien — dice Jesucristo—, y el galardón que por cum-
plir mis palabras y guardar mis mandamientos le dará
(en esto se les pagarán sus trabajos), que el Eterno Padre
170 pondrá sus ojos sobre él, y a él vernemos y morada cerca
132 lo. 14, 23.
149 Cf. Mt. 5, 29 ; 18, 9.
155 Cf. San Jerónimo, Ep. 14, ad Heliodorum, 2 (ML 22, 348) :
«Licet parvulus ex eolio pendeat nepos, licet sparso crine et scissis
vestibus, ubera, quiibus te nutrierat, mater ostendat, licet in limine
,pater iaceat ; per calcatum perge patrem, siccis oculis ad vexillum
erncis evola. Solum pietatis genus est, in hac re esse crudelem».
3Q. DOM. DE PENTECOSTÉS
433
de él haremos. No será la venida de pasada, pues ha da
pararse a hacer morada y mansión.,
¿Quién podrá pasar por esta palabra sin dar bendicio-
nes y alabanzas al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
175 que verná el Padre y el Hijo y harán habitación en El?
¿Queréis más? ¿Estáis contentos? ¿Andaréis ya echando
mano de las sombras, buscando dineros, buscando honras,
deseando subir y valer, y buscar oficios? ¿Queréis más?
Dice San Bernardo: "¡Oh endurecidos corazones, a quien
tal cuchillo no corta, y tal fuego no enciende, y tal bon-
dad no mueve, y amansa y ablanda!" Viniendo el Hijo y
el Padre, también el Espíritu Santo. No te llames huér-
fano de aquí adelante porque el mundo no te hace honra,
porque el mundo no te favorece, porque no tienes prosperi-
185 dades y riquezas de acá.
— ¿Quédate más, Señor, quédate más que dar? — Yo
rogaré al Padre, y enviaros ha otro Consolador.
Tal será el Consola- La cosa que más me espanta. Es-
dor, que no echen taban los discípulos esperando este
19° menos a Cristo Consolador; deseábanlo tanto, que
no se puede decir quién era este
Consolador o qué tal era, que antes que viniese estaban los
apóstoles enamorados de El y tanto deseaban que viniese
para verle. Yo rogaré al Padre, y enviaros ha otro Conso-
195 lador.
— '¿Qué decís, Señor? ¿Qué grandezas se os sueltan
de esa boca? ¿Qué tal ha de ser el Consolador que viniendo
consuele vuestra penosa ausencia; que consuele, y enseñe,
y haga todo lo que vos hacéis?
200 — ¿Podréis atinar y decir1 cuánto era el consuelo de
Cristo con sus apóstoles, cuánta era el alegría que con su
vista y presencia tenían? En solamente mirarlo se les qui-
taban cuantos trabajos tenían. No hay madre que tanto
ame a sus hijos y tanto los regale, cuanto Jesucristo amaba
205 y regalaba a sus apóstoles; no hay ave que tanto cure
de sus hijos y los defienda debajo de sus alas y los abrigue,
como lo hacía Jesucristo con los suyos. Amábalos entraña-
blemente, hablaba con ellos, enseñábales, dábales mil con-
suelos, quitábales los desmayos, esforzábalos, hacíalos tan-
210 tos bienes. Y amábanle ellos tanto a El, que dejaron sus
haciendas, sus caudales, las redes con que ganaban de co-
mer, y los maridos a sus mujeres, y los hijos a los padres,
171 lo. 14, 23.
181 San Bernardo, Tn fest. Pentec, senn. 2, 8 (ML 183, 330) :
.«O duri, et indurati, et obdurati fi'lii Adam, quos non emolíit tanta
benignitas, tanta flamina, tam ingens ardor amoris, tam vehemens
amator, qui pro vilibus sarcinulis tam pretiosas merces expenditis».
187 lo. 14, .16.
434
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y algunas mujeres a sus maridos. Erales tan amoroso, y
■su conversación tan apacible y tan llena de amor, que mil
215 mundos que tuvieran dieran por gozar de El una sola hora.
¡Qué asegurados, qué alegres, qué gozosos estaban con
Cristo! Ricos y dichosos se pueden llamar, y sonlo, que
con sus ojos veían a Jesucristo y con sus orejas oían sus
santísimas palabras.
220 Díjoles Jesucristo el jueves de la cena: Desconsolados
estáis porque os he dicho que me quiero ir. Estaban estos
bienaventurados tan contentos con Jesucristo, que les pa-
recía que no era posible que viniese cosa a sus corazones,
faltando El, que los pudiese consolar, y que no había en
225 el mundo persona que hinchese lo que con ausentárseles
Cristo les quedaba vacío. Estaban abobados, embebidos en
aquel santísimo cuerpo y presencia suya; no creían que
podían ser consolados, ido El de entre ellos. ¿Quién conso-
lará a estos desconsolados? ¿Quién remediará tan gran pér-
260 dida? ¿Quién curará esta llaga que el ausencia de Cristo
causó en los corazones de sus apóstoles? Gran llaga de
amor fué ésta, necesidad tiene de gran remedio y cura.
— Si yo me fuere, otro Consolador vendrá que os con-
suele. (¿Qué Consolador puede venir, que no echen menos
235 a Jesucristo? Díceles que se quiere ir, y para templar su
pena y tristeza promételes que les enviará otro Consolador.)
Y será tal, que no estéis penados por mi ida; otro Conso-
lador tan bueno como yo, otro que os consolará y regalará
más que yo.
240 No otro sino Dios pudiera curar esta Haga; y éste es
argumento muy grande para creer que el Espíritu Santo es
Dios, porque, si fuera menos que Dios, no pudiera conso-
lar y curar la llaga que Cristo había hecho con su ausen-
cia. Jesucristo es Dios; si el Consolador que había de enviar
245 fuera menos que Jesucristo, no fuera Dios, y así no pu-
diera curar la llaga de haberse ido Cristo. Luego claro está
que, habiendo de ser Consolador como Cristo dijo, el cual
había de consolar a los apóstoles de la pena que tenían
porque Cristo se iba, había de ser también Dios como era
250 Jesucristo, y poderoso para consolar como lo era Cristo.
Cierto no bastara a henchir aquel seno sino el Espíritu
Santo, que es también Dios como Jesucristo.
Por tanto, debéis estar muy consolados, porque, si le
llamáis, os socorrerá en cualquier trabajo que tuviéredes.
255 Y si decís vos: "Levantáronme un testimonio, no sé qué
dijeron de mí, perdióseme la hacienda, fuése mi marido,
tengo muchos trabajos y enfermedades, murióse mi padre,
252 Jesucristo] Yo
221 Of- lo. 14, 27-28.
30. DOM. DE PENTECOSTÉS
435
faltóme mi amigo, estoy desconsolado, tengo grandes ten-
taciones, hallo gran sequedad en mi corazón, no sé qué
260 me tengo, siempre ando cercado de trabajos y en peligros
de muerte", tened paciencia; no viváis desconsolados; no
os dejéis caer, llamad a este Consolador, que consolaros ha
y enseñaros ha ; que pues bastó a henchir y sanar y conso-
lar la desconsolación que causó Cristo a sus apóstoles, tam-
265 bién os consolará a vosotros; que mayor pérdida y mayor
desconsuelo fué aquél, que cuantos vos podéis tener, por
grandes y penosos que sean. Coteja tu desconsuelo y llaga
con la de los apóstoles, y verás cómo el que aquélla curó
y consoló siendo tan grande, tan bien y mejor consolará y
270 curará las tuyas.
_. tii — ¿Haos venido este Consolador?
Do que obra el «opio . Haos venido este Huésped ? ¿ Haos
del Espíritu Santo venido este buen día por vuestra
casa?
275 — Padre, no sé qué me tengo ; lo que mucho me alegraba
de antes, ahora me enoja; las alegrías del mundo me en-
tristecen, los placeres me dan pena; los juegos, los pasa-
tiempos, las alegrías y todos los deleites del mundo me
hieden; todo me da fastidio.
280 — Si ha venido este día por vos, si habéis recebido este
sentimiento en vuestro corazón, si lo habéis recebido, sa-
bedlo agradecer al Señor y sabedle dar gracias por ello.
Quien en sí recibe este Huésped, quien recibe este Consola-
dor, todo cuanto en el mundo florece y todo cuanto es
285 tenido en algo de los mundanos hace menospreciar y tener
en poco y en nada, todo da asco, todo harta, todo fastidia
y da pena.
Sábele tú llamar a este Consolador, procúralo agradar
y tener contento; porque quien tal Huésped tiene, no se
290 debe descuidar en nada, porque tan gran Huésped gran cui-
dado requiere. Dile: "Señor, con vos sólo estoy contento,
vos sólo bastáis a me hartar; sin vos no quiero a nadie, y
con vos todo lo tengo ; estad vos conmigo y fáltenme todos ;
consoladme vos y desconsuéleme todo el mundo; sed vos
295 comigo, y todo el resto contra mí".
— ¿Dónde está la sabiduría? ¿Dónde la hallaremos?
— En el pecho de Dios está. — Pues decid: Después que se
fué, ¿quedamos huérfanos, quedamos solos, quedamos sin
consejo, desarrimados? ¿Cómo quedamos? ¿Dejónos acá en
300 su lugar a otro? Predíqueoslo el que lo sabe, por su miseri-
cordia, y déoslo El a entender.
¡Oh mercedes grandes de Dios! ¡Oh maravillas grandes
de Dios! ¡Quién os pudiese dar a entender lo que perdéis
y también os diese a entender cuán presto lo podríades
436 SERMONES. CICLO TEMPORAL
305 ganar! Gran mal y pérdida es no conocer tal pérdida, y
muy mayor pudiéndola remediar, no la remediar. Quiérete
Dios bien; quiérete hacer mercedes, quiérete enviar su
Santo Espíritu; quiere henchirte de sus dones y gracias, y
no sé por qué pierdes tal Huésped. ¿Por qué consientes
310 tal? ¿Por qué lo dejas pasar? ¿Por qué no te quejas? ¿Por
qué no das voces?
(Mas ¿cómo la diremos a esta junta que el Espíritu
Santo quiere hacer y hace con tu ánima? Encarnación no;
pero es un grado que tanto junta el ánima con Dios y un
835 casamiento tan junto y tan pacífico, que parece mucho en-
carnación, aunque por otra parte mucho diferencien. Por-
que la encarnación fué una tan altísima unión del Verbo
divino con su santísima humanidad, que la subió a sí a
unidad de persona; lo cual no es acá, sino unidad de gra-
320 cia; y como allí se dice encarnación del Verbo, se dice acá
espirituación del Espíritu Santo.
Así como Jesucristo predicaba, así ahora el Espíritu
Santo predica; así como enseñaba, así el Espíritu Santo
enseña; así como Cristo consolaba, así el Espíritu Santo
325 consuela y alegra. ¿Qué pides? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres
más? ¡Que tengas tú dentro de ti un consejero, un ayo, un
administrador, uno que te guíe, que te aconseje, que te
esfuerce, que te encamine, que te acompañe en todo y por
todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu
330 lado, que nada puedas hacer, decir ni pensar, que no pase
por su mano y santo consejo. Seráte amigo fiel y verdadero;
jamás te dejará si tú no le dejas.
Así como Cristo, estando en esta vida mortal, obraba
grandes sanidades y misericordias en los cuerpos de los
335 que lo habían menester y lo llamaban, así este Maestro y
Consolador obra estas obras espirituales en las ánimas don-
de El mora y está en unión de gracia. Sana los cojos, hace
oír los sordos, da vista a los ciegos, encamina a los erra-
dos, enseña a los ignorantes, consuela a los tristes, da es-
340 fuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres
haciendo estas tan santas obras, y así como estas obras
no las pudiera hacer si no fuera Dios, y hízolas en aquel
hombre, y llamárnoslas obras que hizo Dios y hombre, así
estotras que hace acá el Espíritu Santo en él corazón donde
345 mora, llamárnoslas obras del Espíritu Santo con el hombre
como menos principal.
¿No se llama desdichado y malaventurado quien no tiene
esta unión, quien no tiene tal huésped en su casa, quien
no tiene tal consejero, quien no tiene tal guía, tal arrimo,
350 tal ayo y consolador y conservador? Y porque no le tenéis,
andáis cuales andáis desconsolados, tristes, sin ánimo, lle-
nos de amargura, sin devoción, llenos de miserias. Decid-
3Q. DOM. DE PENTECOSTÉS 437
me, ¿habéislo recebido? ¿Habéislo llamado? ¿Habéisle im-
portunado que venga? ¿Cuántas lágrimas os cuesta? ¿Cuán-
355 tos sospiros? ¿Cuántos ayunos? ¿Qué devociones habéis
hecho? ¡Dios sea con vosotros! No sé cómo tenéis paciencia
ni cómo podéis vivir sin tanto bien. Mirad, todos los bienes,
todas las mercedes y misericordias que Cristo vino a hacer
a los hombres, todas ésas hace este Consolador en nuestras
360 ánimas; predícate, sánate, cúrate, enséñate y hácete mil
cuentos de bienes.
Consuela, esfuerza, ¿No os ha acontecido tener vuestra
alegra ánima seca, sin jugo, descontenta,
llena de desmayos, atribulada, des-
365 ganada, y como que no le parece bien cosa ninguna buena?
Y estando así en este descontento, y algunas veces bien des-
cuidado, viene un airecico santo, un soplo santo, un re-
fresco que te da vida, te esfuerza, te anima, y te hace
volver en ti, y te da nuevos deseos, amor vivo, muy gran-
370 des y santos contentos, y te hace hablar palabras y hacer
obras que tú mismo te espantas. Eso es Espíritu Santo;
eso es Consolador, que en soplando que sopla, en viniendo
que viene, os hallaréis tocado como de piedra imán, y con
alientos nuevos, y obras y palabras y deseos nuevos; que
375 antes no hallábades tomo en cosa ninguna, todo os estor-
baba, todo os enojaba; ahora en todo hallaréis sabor y
mucho contento, en todo os alegráis, todo os enseña. Una
hierbecita, que con atención miráis, os hace dar mil ala-
banzas a Dios nuestro Señor, y os da a conocer el Hacedor
380 y Criador maravilloso de todas las cosas, y pone en vuestro
corazón sentimientos devotos y agradecidos al Señor todo-
poderoso, y otras cosas; que si tuviésedes licencia para
hablar, diríades maravillas y grandezas de lo que el Señor
de todo lo criado da a conocer.
385 ¡Oh alegre Consolador! ¡Oh soplo bienaventurado, que
lleva las naos al cielo! Muy peligroso es este mar que na-
vegamos; pero con este aire y con tal Piloto seguros ire-
mos. ¡Cuántas naves van perdidas! ¡Cuántos contrarios
vientos corren y grandes peligros! Mas en soplando este
390 piadoso Consolador, las vuelve a puerto seguro. ¿Y quién
podrá contar los bienes que nos hace y los males de que
nos guarda? De allá sale el viento, y allá vuelve, al Padre
y al Hijo; de allá lo espiran, y allá espira El a sus amigos;
allá los guía, allá los lleva, para allá los quiere.
395 Dijo Cristo a sus apóstoles: Sentaos en la ciudad.
— ¿Pues para qué, Señor? ¿No iremos a predicar? ¿Qué
hemos de hacer sentados? ¿Qué nos falta?
340 Cf. Miss. Rom., Dom. Ventee, sequentia.
395 Le. 24, 49.
438 SERMONES. CICLO TEMPORAL
— Antes que venga este Consolador, antes que sople este
viento de Espíritu Santo, estamos sentados, estamos pesa-
400 dos, pesará mucho nuestra ánima, todo se le hace dificulto-
so, todo le parece imposible, no le parece que hay camino
para el cielo, en todo halla estorbo y anda cargado con
una arroba de plomo, ¡qué digo arroba!, como con cien
quintales de plomo. ¿ Cómo los huesos muertos han de tener
405 vida? ¿Cómo, estando secos, han de cubrirse de carne y
resucitar? Claro está que ellos de su parte, y solos por si,
que no podrán nada; pero Dios, que todo lo puede, los
puede cubrir de carne, y dalles espíritu de vida, y resuci-
tarlos, y dalles movimiento y vida.
410 Llamó Dios al profeta Ezequiel y di jóle: Hijo de hom-
bre, a tu parecer estos huesos que aquí ves, ¿podrán tener
vida y ser cubiertos de carne y niervos? Respondió Eze-
quiel: Señor, eso que me preguntáis, vos lo sabéis. Dijo
Dios: Diles así:, "Huesos secos, yo echaré sobre vosotros
415 espíritu de vida, y os cubriré de niervos, y haré crecer
carne sobre vosotros, y os daré vida, y sabréis que yo soy
el Señor".
Hueso seco, duro y sin jugo ni virtud es todo hombre
que está sin el Espíritu Santo; hueso muerto. Pero des-
420 pués que el profeta llamó al viento para que soplase sobre
los muertos, tuvieron los huesos vida; todo se muda, lo
pesado se hace liviano, y lo muerto revive. Estabas tú malo,
pesado, sin fuego de caridad, muerto, y no sabías hacer a
nadie una poca de misericordia ni tenías ternura; estabas
425 desmayado con flaqueza, sin esperanza de poder hacer cosa
buena, y pesado como muerto. Estando así, dícete Dios:
"Hombre, no desmayes; ¿piensas que no has de poder re-
suscitar? Esfuérzate, que más poderoso soy yo para te
salvar, y para te resucitar, y dar vida y alegrarte, que todos
430 tus males para derribarte, perderte y matarte y entriste-
certe. Más bondad es la mía para nacerte bueno que tu
maldad mala para condenarte y hacerte malo".
¡Bendígante, Señor Dios todopoderoso, los cielos y la
tierra! ¡Cuántos testigos veremos en el día postrero de
436 esto, que sus naos iban ya para se perder, iban a se hacer
pedazos, estaban para se hundir, y soplándolos tu soplo
fueron salvas, y llegaron con tranquilidad y seguridad al
puerto! ¡Cuántos, perdida toda esperanza de vida, resucitó
su Espíritu, y dió vida y deseos nuevos, y alegró y con-
440 firmó con nueva esperanza! ¿Quién hace todo esto? El Es-
píritu Santo, que sopló y llevó hasta Dios sin resistir.
¿Qué más hace? ¿Quién lo dirá? ¿Quién lo podrá decir?
Echan los apóstoles en la cárcel, azótanlos y mándanlos
417 Of. Ez. 37, 3-6.
30. POM. DE PENTECOSTÉS
43!)
que no prediquen, y ellos sálense riendo y gozosos y sin-
445 tiéndose por bienaventurados porque fueron dignos de pa-
decer trabajos y afrentas por Cristo nuestro Redentor. Si
no, mira que por miedo de una mujercilla niega y reniega
San Pedro tres veces de Jesucristo, y dice: No conozco tal
hombre. Y después de venido este Consolador, este soplo
450 a su corazón, no bastan amenazas, no cárceles, no prisio-
nes, no azotes, no ]a misma muerte para hacerle que dejase
de predicar y confesar el santo nombre de Jesucristo. Decía
San Pablo puesto en prisiones y cárceles: "No penséis que,
porque estoy en esta cárcel preso, estoy desconsolado; há-
455 goos saber que aquí donde estoy en esta cárcel, tengo con-
suelo para mí y para vosotros y desde aquí consuelo a
todos".
Dice Jesucristo en su santo Evangelio: Quien hobiere
sed, venga. ¿Qué queréis decir, Señor? ¿Qué aguas tenéis
460 para matar la sed a los que a vos vinieren? No hay aguas
ni fuentes tan frescas que así maten la sed y refrigeren
a los que están sedientos, como el Santo Espíritu de Cristo.
Con El se matan las ansias y sedes de este mundo y se
apagan las calores de fuego que nos encienden los deseos
465 para amar y desear cosas de la tierra. Y por eso dice
Cristo nuestro Señor: Quien hobiere sed, venga a mi. Vi-
niendo a El, y bebiendo del agua de su Santo Espíritu, y
recibiendo este Consolador y este soplo del Espíritu Santo,
será harto, será consolado, será enseñado y lleno de abun-
470 dancia y guiado sin error y fuera de toda duda.
Enseña Dice San Bernardo que todas las cosas te ense-
ñará; unas veces de ti a El solo, otras veces por
boca de otro hombre, te avisa, te enseña, te consuela, ayu-
da y esfuerza, que así lo quiere El; que [si] hobiese mu-
475 ehos dicípulos que quisieren ser señalados con esta doctri-
na, que quisiesen oír y cursar en esta escuela, gozarían de
este Espíritu manso, fuente de sabiduría.
En esotras escuelas, aunque sea un hombre malo, pue-
de salir letrado en su género y maneras de letras; mas en
480 esta escuela gozarán de este Espíritu Santo y saldrán sus
discípulos ablactatos a lacte, avulsos ab uberibus: los que
están ya destetados y apartados de los pechos de sus ma-
dres; a estos tales enseña el Espíritu Santo, con éstos se
461 matan
446 Act. 5, 41.
449 Cf. Mt. 26, 72; Me. 14, 71 ; I,c. 22, 57.
457 Cf. Phil. 1, 3 ss.
459 lo. 7. 37-
471 Cf. San Bernardo, In fest. Pcntec, serm. 1, 5-6 : ML 1S3,
325 ; Serm. in Catit. 8, 6 : Ib. 813.
483 Is. 28, 9.
438 SERMONES. CICLO TEMPORAL
— Antes que venga este Consolador, antes que sople este
viento de Espíritu Santo, estaraos sentados, estamos pesa-
400 dos, pesará mucho nuestra ánima, todo se le hace dificulto-
so, todo le parece imposible, no le parece que hay camino
para el cielo, en todo halla estorbo y anda cargado con
una arroba de plomo, ¡qué digo arroba!, como con cien
quintales de plomo. ¿Cómo los huesos muertos han de tener
405 vida? ¿Cómo, estando secos, han de cubrirse de carne y
resucitar? Claro está que ellos de su parte, y solos por si,
que no podrán nada; pero Dios, que todo lo puede, los
puede cubrir de carne, y dalles espíritu de vida, y resuci-
tarlos, y dalles movimiento y vida.
410 Llamó Dios al profeta Ezequiel y díjole: Hijo de hom-
bre, a tu parecer estos huesos que aquí 'ves, ¿podrán tener
vida y ser cubiertos de carne y niervos? Respondió Eze-
quiel: Señor, eso que me preguntáis, vos lo sabéis. Dijo
Dios: Diles así: "Huesos secos, yo echaré sóbre vosotros
415 espíritu de vida, y os cubriré de niervos, y haré crecer
carne sobre vosotros, y os daré vida, y sabréis que yo soy
el Señor".
Hueso seco, duro y sin jugo ni virtud es todo hombre
que está sin e'l Espíritu Santo; hueso muerto. Pero des-
420 pués que el profeta llamó al viento para que soplase sobre
los muertos, tuvieron los huesos vida; todo se muda, lo
pesado se hace liviano, y lo muerto revive. Estabas tú malo,
pesado, sin fuego de caridad, muerto, y no sabías hacer a
nadie una poca de misericordia ni tenías ternura; estabas
425 desmayado con flaqueza, sin esperanza de poder hacer cosa
buena, y pesado como muerto. Estando así, dícete Dios:
"Hombre, no desmayes; ¿piensas que no has de poder re-
suscitar? Esfuérzate, que más poderoso soy yo para te
salvar, y para te resucitar, y dar vida y alegrarte, que todos
430 tus males para derribarte, perderte y matarte y entriste-
certe. Más bondad es la mía para hacerte bueno que tu
maldad mala para condenarte y hacerte malo".
¡Bendígante, Señor Dios todopoderoso, los cielos y la
tierra! ¡Cuántos testigos veremos en el día postrero de
435 esto, que sus naos iban ya para se perder, iban a se hacer
pedazos, estaban para se hundir, y soplándolos tu soplo
fueron salvas, y llegaron con tranquilidad y seguridad al
puerto! ¡Cuántos, perdida toda esperanza de vida, resucitó
su Espíritu, y dió vida y deseos nuevos, y alegró y con-
440 firmó con nueva esperanza! ¿Quién hace todo esto? El Es-
píritu Santo, que sopló y llevó hasta Dios sin resistir.
¿Qué más hace? ¿Quién lo dirá? ¿Quién lo podrá decir?
Echan los apóstoles en la cárcel, azótanlos y mándanlos
417 Of. Ez. 37, 3-6.
gg. DOM. DE PENTECOSTES
439
que no prediquen, y ellos sálense riendo y gozosos y sin-
445 tiéndose por bienaventurados porque fueron dignos de pa-
decer trabajos y afrentas por Cristo nuestro Redentor. Si
no, mira que por miedo de una mujercilla niega y reniega
San Pedro tres veces de Jesucristo, y dice: No conozco tal
hombre. Y después de venido este Consolador, este soplo
450 a su corazón, no bastan amenazas, no cárceles, no prisio-
nes, no azotes, no la misma muerte para hacerle que dejase
de predicar y confesar el santo nombre de Jesucristo. Decía
San Pablo puesto en prisiones y cárceles: "No penséis que,
porque estoy en esta cárcel preso, estoy desconsolado; há-
455 goos saber que aquí donde estoy en esta cárcel, tengo con-
suelo para mí y para vosotros y desde aquí consuelo a
todos".
Dice Jesucristo en su santo Evangelio: Quien hobiere
sed, venga. ¿Qué queréis decir, Señor? ¿Qué aguas tenéis
460 para matar la sed a los que a vos vinieren? No hay aguas
ni fuentes tan frescas que así maten la sed y refrigeren
a los que están sedientos, como el Santo Espíritu de Cristo.
Con El se matan las ansias y sedes de este mundo y se
apagan las calores de fuego que nos encienden los deseos
465 para amar y desear cosas de la tierra. Y por eso dice
Cristo nuestro Señor: Quien hobiere sed, venga a mi. Vi-
niendo a El, y bebiendo del agua de su Santo Espíritu, y
recibiendo este Consolador y este soplo del Espíritu Santo,
será harto, será consolado, será enseñado y lleno de abun-
470 dancia y guiado sin error y fuera de toda duda.
Enseña Dice San Bernardo que todas las cosas te ense-
ñará; unas veces de ti a El solo, otras veces por
boca de otro hombre, te avisa, te enseña, te consuela, ayu-
da y esfuerza, que así lo quiere El; que [si] hobiese mu-
475 chos dicípulos que quisieren ser señalados con esta doctri-
na, que quisiesen oír y cursar en esta escuela, gozarían de
este Espíritu manso, fuente de sabiduría.
En esotras escuelas, aunque sea un hombre malo, pue-
de salir letrado en su género y maneras de letras; mas en
480 esta escuela gozarán de este Espíritu Santo y saldrán sus
discípulos ablactatos a lacte, avulsos ab uberibus: los que
están ya destetados y apartados de los pechos de sus ma-
dres; a estos tales enseña el Espíritu Santo, con éstos se
461 matan
446 Act. 5, 41.
449 Cf. Mt. 26, 72; Me. 14, 71 ; T_c. 22, S7.
457 Cf. Phil. i, 3 ss. ' *'
459 lo- 7, 37.
471 Cf. San Bernardo, In fest. Pcntcc, serm. 1, 5-6 • ML 183
325 ; Serm. in Cant. 8, 6 : Ib. 813.
483 Is. 28, 9.
440 . SERMONES. CICLO TEMPORAL
comunica, a éstos se da. Atreveos, hermanos, a destetar[os]
485 por Dios, atreveos a apartaros de los pechos de vuestras
madres, para que seáis discípulos y enseñados en la escuela
del Espíritu Santo. Destetaos de vuestra voluntad, de vues-
tro propio parecer; salios y apartaos de vosotros mismos,
salios de vuestro natural y de vuestros juicios.
490 Señor mío y Dios mío, si vos no nos sois amigo, si vos
no me ayudáis, si no me favorece vuestra poderosa mano,
¿cómo podré yo hacerlo? ¿Cómo podré desarrimarme y dos-
tetarme, y apartarme de lo de acá? Y ayudándome vos,
todo lo podré, todo lo haré; no habrá cosa que me detenga;
495 todo lo olvidaré, todo lo menospreciaré y lo echaré de mí.
Más quiero, Señor, ser penado por vos que alegre con el
mundo, más quiero llorar que reír, pues tan gran galar-
dón ha prometido Jesucristo nuestro Redemptor, diciendo
con su preciosa boca: Beati qui lugent, quoniam ipsi conso-
500 labuntur. Bienaventurados los que lloran, porque ellos se-
rán consolados.
Al destetar suelen morir algunos niños. Unos tienen su
consuelo puesto en sus hijos, otros en sus tesoros y en sus
riquezas, otros en la honra, otros en los oficios y mandos,
505 otros en favores, otros en sus mujeres y maridos; y así
cada uno se apacienta y se alegra con aquello que es se-
gún su condición y más contento le da. Déjalo todo, her-
mano, desteta a este tu corazón, apártale de los pechos
donde tiene puesto su amor. Algunos destetados suelen vol-
510 ver atrás. Atrévete, hermano, y si alguna cosa te sabe bien,
piérdela por nuestro Señor Dios, y di: "Por vuestro amor
quiero perder esta alegría, este consuelo, esto que me sa-
bía bien y lo otro que me da contento; todo lo que vos, Se-
ñor y mi Dios, quisiéredes que olvide, que aparte, que
515 niegue, que haga, todo lo haré y de todo me apartaré;
ayudadme vos, Señor mío y consuelo mío; esforzadme vos,
dadme favor".
Accende lumen sensibus — infunde amorem cordibus — in-
firma nostri corporis — virtute firmans perpeti. Alumbré,
520 Señor, con los rayos de vuestra lumbre y claridad eterna,
las tinieblas de mi entendimiento, para que pueda con cla-
ridad y certidumbre escoger a vos sólo por bien eternal
mío y olvide y tenga en poco todas esotras cosas, pues son
sombras falsas y apariencias engañosas. Y conociéndoos,
525 haced, Señor y mi Dios, que mi corazón y toda mi voluntad
se encienda en amor vuestro y deseo vuestro, para que a
vos sólo ame, a vos sólo quiera, a vos sólo me arrime, en
vos sólo ponga mis ojos, y para siempre no consintáis que
sea apartado de amaros. Y porque la flaqueza de estos
501 Mt. s, 5.
3Q. DOM. DE PENTECOSTÉS
441
530 cuerpos estorba a que esto no se haga tan libremente como
es razón, esforzad, Señor, con vuestra fuerza la flaqueza
de mi cuerpo, la bajeza de mi sensualidad y habilidad, para
que todo lo que hay en mí os contente y agrade y os en-
tienda, ame y sirva.
535 — Padre, pues tantos bienes he oído de este Consolador,
de este Huésped, que habernos de recebir en nuestras áni-
mas, sepamos a qué viene, qué hace en nuestras ánimas.
Larga cuenta me pedís; ¿quién os podrá contar las mer-
cedes que hace adonde viene? ¡Cuántos dones deja! ¡Qué
540 de misericordias obra [en] el ánima que a El se da toda!
Cristo nuestro Redemptor hacía milagros, sanaba enfermos,
resuscitaba muertos, predicábales. ¿Quién bastará a contar
tantos bienes como Jesucristo nuestro Señor hizo a los hom-
bres? Pues así el Espíritu Santo hace en las ánimas todo
545 lo que nuestro Señor Jesucristo hacía: El sana enfermos,
El resucita muertos y da lenguas a los mudos para que hablen
las grandezas de Dios nuestro Señor. ¿Quién quiere llevar
este Huésped? ¿Quién quiere este Consejero, este Conso-
lador?
550 ¿Quién lo quiere? — Pues, padre, ¿querrá venir? — Oíd:
¿Quién lo quiere? Omnes sitientes venite ad aquas: emi-
te absque argento, et absque ulla
commutatione, vinum et lac: Todos los sedientos venid a las
aguas, y los que no tenéis plata acercaos presto y comed;
555 venid y comprad, sin dineros y sin ningún trueco, vino y
leche. Primero dice agua, y luego vino y leche. Agua, porque
mata y refrigera la sed y ardor del cuerpo, y refresca los
miembros cansados, y alimpia todo lo sucio. Vino, porque te
hace salir de tu seso y tomar el seso de Cristo; quítate tu
560 parecer y voluntad, y date el parecer y voluntad y querer
de Jesucristo nuestro Señor y Redemptor. ¿Quién lo quiere
recebir, que de balde se da? Vino, porque da fuerza y da
alientos para padecer y recebir trabajos por Cristo, y alegra
el corazón, y pone contento en todo lo adverso. Es también
565 leche, porque así trata el Espíritu Santo al ánima del que
lo tiene, como [a] niño que está a los pechos de su madre,
y rígelo, gobiérnalo y regálalo como a niño; así es el ayo
nuestro, defendedor nuestro, pedagogo de nuestra niñez.
¿Quién lo quiere? ¿Quién lo quiere, hermanos? ¿Quién
570 lo desea y está metido en pecados? ¿Quién lo pide con cora-
zón ocupado en otras cosas? Dice el glorioso apóstol San
Pablo ad Ephesios: In quo et credentes signati estis Spiritu
promisionis, qui est pignus haereditatis. ¿Qué me aprovecha
ser baptizado y creer en Jesucristo, si no tengo al Espíritu
575 Santo? Si no tengo esta prenda de la promisión de nuestra
442 SERMONES. CICLO TEMPORAL
heredad, ¿qué me valen esotros bienes, por muchos que ten-
ga? Ni el ser baptizado ni el llamarme cristiano es algo sin
esto. Así como la circuncisión era señal para el judío, así
el baptismo es señal de cristiano en lo de fuera ; todo no vale
580 para salvarte, si no tuvieres Espíritu Santo. Y la señal en
que uno se ha de salvar y alcanzar las promesas de Cristo
nuestro Redemptor, no es llamarse cristiano; no solamente
es ser baptizado. Porque aunque haya esto, si falta la pre-
sencia del Espíritu Santo, no bastará aquello; hijos son los
585 baptizados, pero no son hijos legítimos, son bastardos; hijos
son, pero no heredan a su Padre, porque los bastardos no
son hijos qué heredan; dones les puede dar su Padre, pero
no les dará la heredad. El que está baptizado y no obedece
a Dios nuestro Señor, no es hijo legítimo; el que está bapti-
590 zado y no tiene el Espíritu Santo, no es ligítimo; bastardo
es, pues no tiene la señal que hace a los hijos legítimos y
herederos de los bienes de su Padre, que es el Espíritu Santo.
In quo et credentes signati estis. Cuando te señalaron con
la señal exterior de cristiano y cuando te dieron el Espíritu
595 Santo, te hicieron oveja de Cristo y te señalaron por oveja
suya y de su rebaño. Si no tenemos el Espíritu Santo, no
tenemos concierto sempiterno; aquel que no ha de faltar,
que promete Dios por Esaías: Feci vobiscum pactum sempi-
ternum, misericordias David fideles.
600 ¿Quién lo quiere? ¿Quién lo quiere? ¡Oh pregoneros que
pregonan la buena nueva! ¿Quién quiere este Huésped?
¿Quién quiere este Consolador?
No todos son para recebir este Consolador, no todos son
para recebir un Huésped, cuanto más si os dicen que es una
605 persona muy cuerda y sabia. Dice el mancebo: "Tengo de
estar delante de El, como Jerónimo; no me tengo de menear,
no tengo de hablar ni pasearme, sin ir a juegos ni a fiestas
ni por donde yo quisiere; siempre tengo de estar a raya; eso
es gran pesadumbre, ¿quién lo ha de poder sufrir?"
610 ¡Ah! Señor, ¿qué es esto? ¡Que rogamos con vos, y que
no os quieren! ¡Que os dais de balde, y que no os precian!
Pues vos, Señor, sabéis lo que en esto nos va y lo que per-
demos si no os recebimos, decídnoslo y dádnoslo a entender.
Si esperas o tienes ya La mujer que está preñada, no
615 a este Huésped... salta ni hace trabajos demasiados,
como peligre lo que tiene en eí
vientre; la moza loquilla, que no está preñada, salta y baila
y juega sin tener temor, porque no tiene qué peligre dentro
de sí. ¿Queréis ver qué es, y que no os falte? Mirad: si
590 fidelis
599 Cf. Is. 55, 3-
3Q. DOM. DE PENTECOSTÉS
443
620 viéredes alguna persona descuidada, o si os viéredes descui-
dado, que os vais adonde queréis, que habláis y reís, y jugáis
sin temor, señal cierta es que no tenéis qué perder; o os
podremos profetizar que lo perderéis presto, pues que no
tenéis amor. Señal cierta es que tenemos algo si sentimos
625 cuidado de guardarlo y temor de perderlo; y así cuando os
dicen: Mirad aquello. Respondéis: No oso. — Vamos acullá.
— No oso. — Holguemos un poco. — No puedo. — Vamos a
pasar tiempo. — No osaré. — ¿Qué es esto? ¿Quién os ha
arrebatado vuestra voluntad? ¿Quién os ha tomado vuestra
630 libertad? — Este santo temor y reverencia de este Huésped
que dentro de mí tengo, que me tiene atado los pies y manos
y los deseos y el corazón; todo me tiene atado, que no puedo
hacer, ni quiero, más de lo que El quiere y lo que es su
voluntad.
635 El que espera o tiene este huésped, así se ata, o para
le recebir mejor o con mejor aparejo, o para, si fuere venido,
conservarle porque no se vaya. — ¿Por qué no os vais por
ahí? ¿Por qué no hacéis como los otros? ¿Por qué sois tan
enojosos? Desenvolveos, sed para algo. — Si viéredes así
640 alguno que hace esto, y que traiga cuidado sobre sí, y no
sabe responder por sí, no defenderse, aquél lo tiene en el
corazón; con aquél posa este Huésped; señales son éstas del
Espíritu Santo: Nolite contristare Spiritum Sanctum. Mira
cómo vives, no entristezcas el Espíritu Santo que mora en
645 nosotros. Vive con cuidado, como el que tiene un gran señor
por huésped, que no osa ir a fiestas ni a juegos, luego se
acuerda de su huésped, y dice: "¿Quién lo servirá? ¿Quién
le guisará de comer? ¿Quién le dará recaudo? Quiero ir a
mi casa, no me haya menester, no me eche de menos, no
650 haga falta". Si no hay este cuidado, ni este temor y reve-
rencia al Espíritu Santo que tienes por huésped, ¡qué libre
que andas! Corres, y juegas, y burlas, y comes y bebes sin
temor de perderlo y sin ningún cuidado de le esperar y de
lo recebir. ¡Oh qué dolor! Si lo esperas y quieres y deseas
655 que venga, ¿qué es del cuidado? No hay hombre, por pobre
que sea, que si le dicen que ha de venir el rey a posar a su
casa, que no busque prestado, o como pudiere, algunas cosas
que colgar y aderezos para ataviar su casa. "¡Oh, que me
dicen que ha de venir el rey a mi casa! ¿Qué haré? Prestáme
660 algo que cuelgue, prestáme algunos paños con que la ade-
rece y componga; que no es razón que viniendo el rey a mi
casa, aunque soy pobre, la halle desataviada y sucia y mal
compuesta".
Cuando te convidaren con algún pecado, con alguna mala
665 tentación, responde luego: "Estoy esperando a la limpieza;
644 Eph. 4, 30.
444
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¿cómo me ensuciaré? Estoy esperando a mi Señor; ¿cómo
me iré fuera de casa?" Non permanebit spiritus meus in
homine, quia caro est. Dice también San Pablo: Nescitis,
quoniam memora vestra templum sunt Spiritus Sancti? Mi-
670 raos bien, que vuestros ojos, vuestras manos y vuestra boca,
templo es del Espíritu Santo; no ensuciéis la casa del gran
Señor. Pasas un deleite en tu carne, luego se va el Espíritu
Santo. No se puede sufrir en ninguna manera el Espíritu
Santo en el espíritu sucio; no pueden vivir juntos. No hay
675 medio, o has de tomar lo uno o lo otro. Si has de tomar el
Espíritu Santo, todo pecado y suciedad has de echar fuera;
y si con algo te quieres quedar, irse ha el Espíritu Santo.
Mira, pues, agora cuál vale más, tener al Espíritu Santo
Consolador en tu corazón con limpieza o perder tan gran
680 bien por un deleite que lo pasan las bestias en el campo.
No es mucho, no es mucho que aventures y que pierdas lo
falso por tomar lo verdadero; que pierdas lo incierto por lo
cierto. En cosa tan clara, en negocio que tanto te va, no es
menester tomar consejo.
685 ¿Quién le quiere? (Mirad que se da de balde; no os pedirá
muchas cosas. Por reverencia del Santo Espíritu, que hoy
vino y se derramó en los corazones de los apóstoles, que de
aquí adelante le tengáis reverencia y acatamiento a este
Huésped; que le sirváis con mucho cuidado; aunque recibáis
690 pena, trabajéis de contentarle; y aunque durmáis en el suelo
vos, le deis vuestra cama; y aunque tengáis trabajos, le
contentéis. Esto os pido por su reverencia y amor; que le
tengáis respeto. No os deis al espíritu malo; no troquéis
este Consolador por nadie. No podéis estar sin Espíritu San-
695 to o espíritu malo. ¿Qué va de huésped a huésped? Santi-
guámonos cuando oímos decir o nombrar el demonio, ¿y no
nos santiguaremoo de tenerlo en el corazón, como lo tenemos
cuando, por algún pecado mortal, estamos enemigos y mal
con Dios?
700 Llámalo en nom- ¡Si tuviésemos un poco de cuidado y
bre de Jesucristo mirásemos a los apóstoles, que con fe
le esperaban! Estaban los bienaven-
turados esperando el Consolador; está así tú en obras de
misericordia, haciendo bien a cuantos pudieres. Estaban en-
705 cerrados en compañía de la bendita Virgen María; llámale,
hazle fuerza, como la otra viuda porfió y hizo fuerza a
Elíseo.
Esto pensaba, que, pues, vino en los que crucificaron a
Cristo, también vendrá agora a los que con devoción le 11a-
668 Cf. Gen. 6, 3.
669 1 Cor. 6, 19.
707 Cf. 4 Reg. 4, 1 ss.
30. DOM. DF. PENTECOSTÉS
445
710 maren. Espanta de verdad su blandura y amor, que se
metió entre aquéllos por la predicación e invocación de los
apóstoles. Predica San Pedro: "Hermanos, pecado habéis,
conocé vuestros pecados y arrepentios de ellos, que el Se-
ñor os perdonará luego, y os enviará un don. Aparejad
715 vuestros corazones para lo recebir". Abreles Dios los co-
razones, sus entrañas, y conocen su mal; y suena aquella
voz que suena más que órgano, y huele más que algalia,
que es conocer su pecado y llorarlo; y llaman muy de co-
razón el nombre de nuestro Señor Jesucristo; y en hacien-
720 do esto viene sobre ellos el Espiritu Santo. ¿Queréis que
el Espíritu Santo venga a vos? Llamaldo en nombre de Je-
sucristo. Quiere tanto él Espíritu Santo a Jesucristo, que,
si lo llamáis que venga a vosotros en su nombre, luego
vendrá.
725 — Es limpio; ¿cómo ha de venir a mí, que soy sucio?
— Ahí está el punto. ¿Por qué quiso tanto el Espíritu Santo
a Jesucristo? Porque se puso Jesucristo tan de buena gana
en la cruz, obedeciendo al Padre Eterno y al Espíritu San-
to, por eso vendrá en nombre suyo a vosotros, y no tendrá
730 asco de nuestra miseria; no dejará de venir; no se atapará
las narices de ti. — '¿Quién juntó oro con cieno, limpieza
con la basura, rico con extrema pobreza, alteza con bajeza,
tan grande bien con tanta flaqueza y poquedad? — Así es
verdad, que el hombre no es lugar proprio para el Espíritu
735 Santo, ni la cruz era lugar adonde pusieron a nuestro Re-
demptor Jesucristo; mas, por esta junta de Dios con la
cruz, es esotra del Espíritu Santo con el hombre. El Espí-
ritu Santo amonestó e inspiró a Jesucristo que se pusiese
en aquel lugar tan bajo y tan hediondo de la cruz, y por
740 eso el Espíritu Santo viene a este otro lugar tan hediondo
y bajo, que es el hombre. Rogádselo, importunádselo, 11a-
malde en nombre de Jesucristo nuestro Señor, que cierto
vendrá y dárseos ha con todos sus dones; esclareceros ha
el entendimiento; encenderá vuestra voluntad en amor suyo
745 y daros ha gracia y gloria.
715 Cf. Act. 2, 38.
446
SERMONES. CICLO TEMPORAL
31 Salva Dios al mundo por el Espíritu Santo *
Lunes de Pentecostés
(Oña, Ms. est. 8, plhit. 4, n. 55 toáis, ff. 58 r - 61 r.)
Non enim misit Deus Filium suum, ut iudicct mun-
dum, sed ut, etc. (lo. j, [17]).
Exordio Grandes espuelas son para el que entiende al-
guna obra entender el fin y tener confianza que
5 saldrá con ello. Cuando desperamos de alcanzar alguna
cosa, no buscamos medios para ella ni los ponemos por la
obra, etc.
Pensando yo alguna vez qué [es] la causa por qué tan
pocos buscan el Espíritu Santo, cuán descuidados viven de
10 pensar si tengo yo el Espíritu Santo; comen, ríen, entien-
den en negocios, y un corezuelo de una mujer hermosa los
lleva tras sí perdidos, y la hermosura del Espíritu Santo
tiene tan pocos amadores que pierdan el sueño por El...
¿Cuántos sueños os ha quitado esta congoja del Espí-
15 ritu Santo? Cosa es maravillosa cuán pocos aman y desean
este Señor, pagando El mejor que el mundo. Hay hombres
que por un real pierden la honra, el sueño, y jurarán un
juramento falso, etc.; y de las riquezas del Espíritu Santo
no se os da nada. ¿Qué será 1a causa que no andamos tras
20 éllas? ;;
Dijo Dios por boca de Moisén: "No digas: Lejos está
esta ley de nosotros, ¿quién la cumplirá? ¿Quién subirá al
cielo por ella o quién descenderá al infierno para sacálla?
Ves aquí cómo te lo mandó decir por boca: Cerquita está
25 de ti, en tu presencia". Decláralo San Pablo. No digas:
¿Quién subirá al cíelo a traer a Jesucristo? ¿Quién bajará
al infierno, id est, Christum a mortuis deducere, para re-
sucitar a Cristo de entre los muertos? Sed prope est verbum
in corde tuo et in ore tuo. Hoc est verbum fidei quod prae-
30 dicamus. Dice: No andes cuidadoso diciendo: ¿Quién subi-
rá al cielo para traernos de allá la salud, id est, a Jesu-
cristo? ¿Quién bajará al infierno para sacarlo de allá?
¿ Quién podrá estar cerca de El para gozar de El y recebir
su salvación? No digas esto — dice San Pablo — , que [en]
35 tu boca, en tu corazón, cerquita, junto contigo está. Si tu-
vieres fe, serás salvo.
17 habrá
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comi-
llas», 7 (1947), 157-165. «In secunda die Pentecostés» (f. 58 r).
25 Cf. Deut. 30, 11-14.
28 Cf. Rom. 10, 6-7.
30 Cf. Rom. 10, 8 ; Deut. 30, 14.
31. LUNES DE PENTECOSTÉS
447
A nuestro propósito. Estará aquí alguno deseoso de ver
el Espíritu Santo. ¿Ha dicho alguno: "¿No gozaría yo de
El, que estaban los apóstoles tan deseosos de ver el Espí-
40 ritu Santo por las cosas que les había dicho de El, que
morían de deseo?" No diga: "¿Yo no vería tanto bien?;
¡quizá sospiro por cosa que no puedo alcanzar!; he puesto
mi amor en cosa tan alta, que es más para desesperar que
para alcanzar; El verdadero, yo mentiroso; El limpio, yo
45 sucio; El grande, yo tan chico; ¿cómo me querrá?" No
[o]s fatiguéis, no desesperéis, poné vos el cuidado, el de-
seo, que lo demás El lo porná, etc.
Vido Daniel un rio de fuego que bajaba hacia bajo.
¿Cómo es esto? ¿No es su naturaleza subir? ¿Qué es esto
50 que dice el Apóstol, que convenía que Cristo, después de
haber padecido por nosotros, subiese a los cielos y se asen-
tase a la diestra del Padre, ut appareat vultui Dei?, etc.
¿Qué es esto, Señor? Eso te quedaba por hacer por nos-
otros; para que se ponga delante la cara del Padre y le
55 presente sus llagas y sus trabajos, y le diga: "Padre Eter-
no, si bien me queréis, quered bien a estos míos que parí,
que trabajé por ellos". Y que de aquella faz y cara de Je-
sucristo, de sus merecimientos (que El es la cara de Dios;
ansí se dice cara, porque nos representa y pone delante la
60 divinidad de Dios, como cara, como imagen de Dios: Qui
cum sit imago Patris et figura substantialis eius), de la
faz de los merecimientos de Jesucristo viene. ¿Qué es ve-
nir, sino correr hacia bajo? ¿No vino del cielo a la tierra?
¿No es eso bajar? Corre, desciende hasta la bajeza de los
65 hombres el río de fuego que es el Espíritu Santo.
Hoy entra en aquellos corazones y enciéndelos y enflá-
malos. No temas, que, si Cristo mereció, para eso mereció,
y por sus merecimientos se te ha de dar. Y ansí como,
cuando vino y se hizo hombre y se encerró en las entra-
bo ñas de una mujer, la s[acratis$ima] Virgo, ella le rogó, y
vino rogado; y suplicándole ella, vino y se entró en sus en-
trañas y lo santificó y limpió, ansí hará con nosotros, etc.
Plática del Señor Dios dé a v[uestras] s[eñorías] muy
con Nicodemus buenas Pascuas y mucha gracia del
75 Espíritu Santo. Cábenos hoy de pre-
dicar unas palabras que las escribió el Espíritu Santo por
boca del evangelista San Juan. Hanse cantado en el evan-
gelio de la misa, etc. Son palabras dulces, y más por estar
39 estaban] estaba en
70 Virgo] y add.
48 Cf. Dan. 7, 10.
52 Cf. Hebr. 9, 24.
61 Cf. Hebr. 1, 3.
448 SERMONES. CICLO TEMPORAL
en la boca de Cristo. Quiere decir: No envió Dios al mundo
80 a su Hijo para juzgar y condenar el mundo, sino para que el
mundo se salve por El. Gana lo debe de tener, pues que tal
pieza envía; gana tiene de esa joya, pues que tanto precio
da por ella. Por vuestra vida, que los que sabéis latín leáis
este capítulo. Paréceme que son las más dulces que hay en
85 el Evangelio.
Ver cómo platica el Señor con Nicodemus. Era un buen
hombre y letrado, etc. Entre muchas cosas que podéis ver
allí, díjole: Mira, si el hombre no tornare a nacer, no
puede ser salvo. Díjole: ¿Cómo puede ser que hombre viejo
90 pueda tornar a nacer? ¿Por ventura puede entrar en el
vientre de su madre otra vez?, etc. — Tú, maestro y doctor
en Israel, ¿y no sabes esto? Muy letrado quizá, y para
salvarte ignorante, ¿no sabes qué es tornar a renacer? Que
no puede ver el reino de Dios. Ver y entrar todo es uno, etc.
95 Dice San Augustín: El que no es nacido no puede ver las
cosas de acá, las cosas del mundo; ni las cosas de Dios si
no tornas a nacer, etc.
¿Y esto no sabes? ¿No lo has leído en la Ley, en los
Números, que murmuraron de Moisén los hijos de Israel,
100 envió Dios serpientes que los mataban, y cómo el mesmo
contra quien murmuraban rogó a Dios por ellos, que les
quitase aquella plaga, y mandóle que pusiese una serpien-
te, etc. ? Esta es la verdad de aquella figura y el cuerpo
de aquella sombra. Conviene que yo sea puesto en alto en
105 la cruz, para que todos aquellos que me miraren y con fe
alzaren los ojos a mí, tengan vida. Y si te espantas por
qué pongo tanto cuidado en la salvación, no es por sus me-
recimientos. ¿Sabes de dónde nace? Sic Deus düexit mun-
dum, etc. Tanto amó Dios al mundo. ¿Qué sienten vuestras
lio orejas cuando oís decir: Ansí amó Dios al mundo, que dió
un Hijo que tenía, y sabiendo que le había de costar la
vida lo que había de hacer por el mundo? ¡Que sea yo
amado de Dios! ¡Que parezca tan bien mi ánima a Dios,
que le es tan preciosa, que, porque no se pierda, envió a
115 su único Hijo que muriese por ella!
Señor, ¿quién se honra de linaje, quién de hacienda,
estado, hermosura, etc. ? Avergonzaos de honras y estimaos
que sois tan amados, tan queridos de Dios, que un Hijo, etc.
No basta oído, etc. ¿Que os lo enviase para que nos per-
120 diese? ¿Podíades tener mayor honra, podéis tener mayor
8i lo. 3, 17.
92 lo. 3, 3 ss.
97 Cf. San Agustín, In lo. Ev., tr. 11, 6; tr. 12, 5 : ML 35,
1478. 1486.
103 Cf. Num. 21, 6-9.
109 lo. 3, 16.
31. LUNES DE PENTECOSTES
449
causa de andaros tras quien tanto os quiere?, etc. Los más
que no sirven a Dios es porque no tienen conocimiento de
cuánto Dios los ama; no conocen lo que por ellos ha hecho
quien d[i]ó su Hijo por ti, etc. Que llorase El porque tú
125 rieses y descansases, etc. ¿No te huelgas mucho de oír estas
palabras, que te amó Dios tanto? Y era El el que las
decía, etc. No lo envió para que condene el mundo, no para
que lo juzgue; que si a eso viniera, ¿quién escapara? ¿Quién
quedara sin ser condenado? No vino sino para que el mundo
130 se salve.
Creado el hombre — Parece que, según eso, perdido es-
en honra, no lo taba el mundo antes que El viniese,
entendió — ®íi v antes <lue venga El al alma
está perdida. — ¿Cómo se perdió el
136 mundo? — -Sepámoslo, porque quizá por allí veremo[s] cómo
por allí se ha de salvar. Homo, cum in honore esset, non
intellexit, comparatus est iumentis insipientibus, et simi-
lis factus est Mis. Crió Dios el mundo, adornólo de árboles,
yerbas, animales. Crió al hombre y la mujer. Hízolos seño-
leo res de todo, púsolos en mando, en honra. La mayor honra
que les dió, que los crió a su imagen y semejanza y los
puso debajo de su obediencia.
Estando en esta honra, él no lo entendió, no se supo
conservar; que más virtud es menester para que no caigáis
145 con la honra y prosperidad que no con los trabajos; más
lumbre habéis menester para que no caigá[is con] la honra
que no para que os derruequen los trabajos. No conoció
lo que tenía, quiso subir más alto, y porque quiso lo que
era sobre ella, perdió lo que era para ella y perdió a sí
150 mesma; no sólo perdió a Dios por dejallo para sí, mas perdió
lo que... Menos es que hombre el que está en pecado. Helo
aquí perdido, tornado bestia-, en dejando la gracia y obedien-
cia de Dios. En pecando, luego sigues lo que tu apetito quiere
y tu carne te pide, etc. ¿No es hombre el que vive según ra-
155 zón, etc., él que se rige por lumbre natural? ¿Qué es un
caballero vestido de brocado y seda, y dentro es bestia?, etc.
¿Qué cosa es ver uno que parece que rige a otros y él
es guiado y regido por una bestia ? No hay mayor deshonra
que estar en un pecado; es un hombre estar hecho bestia.
160 Non intellexit, etc. Ni él sabía qué cosa era carga como
bestia, ni trabajos, ni cansancios, etc. Por los pecados entró
esta gente en el mundo. De allí vino la cobdicia, la honra,
los mayorazgos, etc.
¿Acordaisos de un loco que edificó una gran ciudad para
163 m&yoradgos
138 Ps. 48, 31.
B. Avila 2
15
450 SERMONES. CICLO TEMPORAL
165 hacerse fuerte en su reino contra Dios, que no le pudiese
echar de él? Nabucodonosor : ¿Quién podrá — dice- — quitarme
a mí mi mando y señorío? Espera, pues. Oye una voz del
cielo: Echarte han de tu reino y casa, y siete años andarás
como bestia entre las bestias, paciendo como ellas, y isíete
1TO años pasará[n] sobre ti, hasta que confieses que el poder
y fuerza está en el cielo y no en ciudades, no en ladrillos,
ni piedras, etc. Detur .ei cor ferae, que le parecía a él
que era bestia. Sálese de su palacio y vase al campo con
las bestias, y pasa siete años. ¿Qué es esto? Que siete
175 tiempos han de pasar sobre ti, hasta que conozcas que la
fuerza y el poder está en el del cielo, no en ciudades, la-
drillos, etc. Pues que quitaste a Dios la honra, que te qui-
ten no sólo el reino, mas que te quiten el corazón; que te
hagan hombre y que parezca que no lo eres, etc. Ansí
1*0 es que, pues dejas a Dios, que no solamente se te quite
la gracia y las virtudes, etc., sino que te parezca que eres
bestia, etc. Monta.
¿Qué? ¿No pasa esto cada día entre nosotros? Porque
vos os halláis un tiempo devoto y amigo de rezar y con-
i&5 templar, y todas las temptaciones no se os hacían un soplo,
engreí steos, tuvistes confianza en vuestras fuerzas. Que os
quiten el reino, que no sepáis qué es devoción ni oración,
ni qué es Dios, sino que estéis como una bestia, para que
sepáis que lo que os daba era gran merced y que no os lo
190 debía; agora no os sepan bien palabras de Dios ni cosa
buena. Conoceos, etc. El león conoce a quien le da de comer.
Y cualquier animal. ¿Y vos no lo conocéis? Que os den
corazón de bestia; que perdáis la misericordia, etc. Esto
es lo que Job lloraba en nombre del pecador, diciendo: Lo
195 que mi ánima otro tiempo aborrecía, agora lo come. Lo que
Adán y Eva pecaron; nacen todos sus hijos en pecado.
Dice Dios: "Dejaldos a los locos, que yo les haré que
pasen siete años sobre ellos; yo les daré a entender cuán
poco valen sin mi", etc. Dice San Augustín: "Porque pro-
200 basen los hombres bien probadas sus fuerzas y conociesen
su flaqueza, etc., y llamase[n] el ayuda de Dios, etc., hace
buscar remedio". Viene ley natural; hacen al revés. En-
tiéndeseles; ni la obraba [n]. Conociendo cuál era bueno,
no lo seguían; cuál era malo, y no se apartaban de ello. Acá
205 tenían ley en su ánima, no para guardalla, sino para co-
nocer su enfermedad, etc. Dicen: "Si hobiese ley y quien
mandase, no faltaría quién la cumpliese". Dióles Dios se-
cientos y sesenta mandamientos, porque no se quejasen
que no les mandaba, y ellos no solamente no fueron buenos,
172 Cf. Dan. 4, 13.
195 Cf. Iob 6, 7.
202 Cf. San Agustín, Serrn. 156, c. 2 : M.L. 38, 850.
31. LUNES DE PENTECOSTÉS
451
210 pero fueron peores que antes por ocasión de la ley. Lex
subintravit ut abundaret delictum. No porque ella era mala,
sino por la maldad y flaqueza humana, etc. Estáis ya qui-
tados de esa opinión, teneisos por flacos y malos, etc.
¡Oh! Cuántas veces decimos: "Traigo agora un negocio,
215 que no me vaga confesar ni entender en mi conciencia;
mañana, acabado este negocio, yo lo haré". Y después no
solamente no dejáis aquellos males que tenéis entre manos,
pero añadís otros tantos, etc.
Esta locura y presumpción, esta confianza en nuestras
220 fuerzas nos tiene echados a perder. Al fin perdióse el hom-
bre por la honra, y vino a ser más bajo que bestia. Y en
la séptima edad, desque los hombres eran tratados como
bestias de los pecados, envía Dios al Salvador de los perdi-
dos, no para que los juzgue y los castigue — non enim misit
225 Deus Filium suum, etc. — , para que el mundo sea salvo,
sea remediado por El.
Hoy salva Dios al Ya estamos dentro la fiesta. ¿ Cómo
mundo por el Es- lo salvará? Estaba el hombre debajo
píritu Santo de condición de bestia y aun más bajo
231 que bestia. ¿Cómo se puede remediar?
Quítenle el corazón de bestia y denle corazón. ¿De quién?
De hombre no, sino de Dios. Por el pecado perdió el cora-
zón de hombre. Quítenle agora el corazón de bestia, ¿y
dénselo de hombre? Aufer a nobis cor lapideum. Ese día
235 es hoy de la recreación del hombre, de la renovación, cuando
le quitan al mundo corazón de bestia y se lo dan de Dios, etc.
Otro tiempo no baptizaban sino las Pascuas de Resurrec-
ción y Espíritu Santo, para dar a entender que el baptismo
es nueva resurrección del alma, y también hoy, porque hoy
240 es día en el cual reciben los hombros corazones nuevos de
Dios, etc. Los que ya hijos de hombres, hoy son hijos de
Dios adoptivos. Hoy es este día.
Estadme atentos. ¿Cómo los salvó Jesucristo? ¿Veis
aquella pelea en que anduvo mientras que vivió, peleando
245 con el Padre, rogándole por nosotros, ofreciéndose por nos-
otros, etc.? Peleó con nosotros porque le conociésemos y
creyésemos y obedeciésemos, etc., y mejor peleó y negoció
con el Padre nuestro perdón que con nosotros que le crea-
mos, etc. Allegó todo aquel tiempo doce apóstoles entre
250 cuantos había en el mundo.
Pues ¿cómo lo salvó? ¿Cómo lo redimió? Hoy es el día,
del Señor, el cual viene a los hombres. En semejanza del
212 Estáis] Esto es
252 Señor] Si
2ii Cf. Rom. 5, 20.
226 Cf. lo. 3/17.
234 Cf. Ez. II, ig ; 36, 26.
452
SERMONES. CICLO TEMPORAL
otro día es éste. Acullá vino Dios por unión, aquí viene
Dios por unión no hipostática, mas de operación y regene-
255 ración. ¡Bienaventurado día! ¿Quién no se maravilla? Hoy
baja la luz a los hombres, hoy baja la misma persona de
Dios, el Espíritu Santo, y se entra en los corazones de los
hombres.
¡Qué lindo día y casamiento tan hermoso! Hoy salva
260 Dios al mundo por el Espíritu Santo. Pues ¿por qué se dice
Jesucristo Salvador? Ansí es, que lo es, que por sus ruegos
vino el Espíritu Santo a los hombres, etc., a sanar los
abominables corazones de los hombres, tan mal inclina-
dos, etc. Quéjase Dios por Hieremías: Nunvquid ssrvus est
265 Israel, aut vernaculus? Quare ergo factus est in praedam?
Quare leones rugierunt super eum? ¿Por ventura eres es-
clavo? ¿Por qué te dejaste capüvar del pecado? ¿Por qué
eres hecho presa y robo de los pecados? ¿Por qué se ha
hecho captivo del demonio? ¿Por qué eres esclavo, cristiano?
270 ¿Por qué consientes que bramen los leones sobre él, que se
alegren sobre él, como buitres sobre cuerpos muertos?
¿Por qué consientes que lo traigan en la tahona molien-
do? Di: ¿Por qué yo en pecado, esclavo del demonio? Alza
tus ojos, como Nabucodonosor, al cielo, a cabo de los siete
275 años, y di: Domine, tuyo es el reino y tú lo darás a quien
quisieres; dice Nabucodonosor. Ansí, ansí os haré asesar.
Tuya es la fuerza; en tu mano está la salud; y si he
sido loco y malo, y si el corazón se quiebra, si siente su
flaqueza, su dureza, y se quebranta, y le hacéis muchos
280 agujeros, cerca está la salud. Cerca estáis de quitaros el
corazón de bestia, dice Dios. Venga el Espíritu Santo y
quite ese corazón cruel, duro, etc., y denle otro sano.
Como cura lo de dentro, cura lo de acá fuera, y luego
dentro remedia lo de acá fuera. En entrando los sacer-
285 dotes con el arca en el agua, deja de correr. Entrando los
buenos pensamientos en el alma, que son significados por
los sacerdotes, porque nos ofrecen a Dios, entrando en el
alma, entrando la gracia, el arca, luego paran los vicios
malos y costumbres, trueca los hombres, etc. Comienza el
290 Espíritu Santo a obrar. Dice: "Ya no más; basta, que he
ofendido a mi Dios hasta aquí". ¿Basta eso para no ser
malos, no pecar? Eso los filósofos lo tuvieron, Sócrates,
Platón, Pitágoras. ¿Sabéis quién? Si viéredes un hombre
virtuoso, que vive según razón, si no hay más que eso, no
295 • entrará en los cielos, porque no entrarán allá por nacidos,
sino por renacidos; no entraran hombres, sino hijos de
266 Cf. Ier. 2, 14-15.
276 Cf. Dan. 4, 31-32.
31. LUNES DE PENTECOSTÉS
453
Dios: fe, gracia, esperanza, obediencia. Si solamente por
razón te riges, no entrarás allá, no, hombre, que del cielo
ha de venir tu salud, etc. No renace[s], aunque te den
fuerza para bien obrar, aún no está sano ese camino para
la salud; no está del todo sano sin que tenga los hábitos
todos de las virtudes.
'Las virtudes y los Has de tener un amor infundido, que
dones del Espíri- te mueva. Inf ándese fe y caridad, y
tu Santo no basta eso. Aunque estás sano, etc.,
sin la mano de Dios no es verdadera
salud. Inf ándele Dios estas virtudes que llaman los teólogos
hábitos. Hailos ciertos, etc. Son como acá desque compo-
néis una desposada hermosa, aunque es hermosa, ponéisle
muchas manillas, joyas. Y ansí dice San Hierónimo que
aquella [s] riquezas de la Ley vieja figuraban las grandezas
que se habían de dar en la Ley de gracia. Y ansí pone
Dios cosas en las potencias, cosas con que mejor obre[n],
etcétera. No se contenta el Espíritu Santo que seas her-
moso de fuera, sino que seas hermoso de dentro; no sólo
en el obrar, sino en aquello con que obras. Y si vieses la
hermosura que el Espíritu Santo pone en el ánima donde
El mora, irte hías perdido tras ella; todas las riquezas de
acá te darían asa. Quien crió el sol, estando en el ánima,
¿cuál estará? Ansí ha de ser la esposa del Espíritu Santo;
ansí dice el Esposo en los Cantares: Quam pulchra es,
árnica mea, quam pulchra es!, etc.
Estad atentos. ¡Quién fuese tan poderoso que os me-
tiese en vuestras entrañas un amor que os hiciese andar
perdidos tras del Espíritu Santo! — Pues que decís, cuando
esos dones están en el ánima, que allí está el Espíritu Santo,
¿cómo dice San Juan que no era dado el Espíritu Santo,
porque Jesucristo no era glorificado?
— Mirá: ¿habéis visto cuando un maestro saca un dis-
cípulo que sabe tanto como él? Di cele: "Id y obrá conforme
a la ciencia que sabéis; ya eres buen médico; ve y cura".
Deja el maestro y obra él por sí. Esto es lo que he dicho
hasta ahora. Pone el Espíritu Santo en ti fe y caridad, etc.,
y rríil virtudes, y déjate que obres, como cuando un médico
cura, y está ya sano el enfermo, y le dice: "Andá, comé
de todo, que ya sano estáis; regios como sano". "Pues que
sois letrado, viví como letrado". Esto es cuando viene el
Señor en el ánima y date habilidad para que obres bien,
alúmbrate el entendimiento, sánate la voluntad, inflámala
en amor de Dios y date fuerza para que le ames.
312 San Jerónimo, Comm. in Eccl.: ML 23, 1070-1081- rf ///
Iob, c. 42 : ML 26, 848.
322 Cant. 4, 1. 32S Ci. lo. 7, 39.
454
SERMONES. CICLO TEMPORAL
— Pues ¿por qué es menester más? — Pues ahí está el
punto. Santo Tomás dijo esto mejor que todos, y sacólo
de San Augustín, o por mejor decir, de Jesucristo. Dice que
todas las virtudes y gracias que te dan no basta para que
345 te salven y obres, sin que ande la mano del Señor sobre
ti; no que no puedas tú amar a Dios y creer con esos do-
nes, mas para que uses bien de ellos es menester que ande
la mano de Dios siempre sobre ti; que sin ella no puedes
bien usar de ella. Qui ex Deo est non peccat, etc. Quien te
350 preguntase: ¿Por qué uno que está en gracia peca, pues
tiene esa fuerza y esa habilidad? — "Porque tenemos libre al-
bedrío, aunque más dones haya, puedes dejar de obrar con-
forme a estas virtudes y pecar porque no obráis conforme
a ellas; y por eso, para usar siempre de ellas, viene la
355 mano del Espíritu sobre el ánima, no sobre el don, que no
es menester, sino sobre el libre albedrío para que no te
apartes de la gracia, etc., aunque te puedes apartar, sino
que siempre estés firme. Pues para eso es el Espíritu Santo,
para, aunque pueda pecar porque es libre, porque no pe-
360 que; para eso es menester el Espíritu Santo, y sin El nin-
guno, por muchos dones que tenga, no se puede salvar.
Esto es lo que dice David: Spiritus tuus deducet me in ter-
ram rectam, etc. Por bien aderezada que vaya una nave
de velas y todos instrumentos, si no lleva piloto que la
365 rija, perderse ha; ansí si no tienes este Espíritu Santo,
aunque tengas muchos dones, perderte has, etc. ¡Bendito
seas, Señor, que no te contentaste con darnos tu Hijo que
muriese, etc., sino tu Santo Espíritu para que fuese nues-
tro ayo!, etc.
370 — .¿En qué está la diferencia? — iLos santos del Viejo
Testamento, ¿no tenían el Espíritu Santo? — Sí. — En esto
está, que en aquel tiempo dábase poco y ansí obraba poco;
agora, después que el Espíritu Santo vino, a cada paso y
cuasi todo lo que obran los santos apóstoles.
375 Esta es la fiesta de hoy. Mirá; una cosa es obrar como
hombre bueno, aunque favorecido de Dios; otra cosa que
sea el Espíritu Santo el auctor y movedor, y que sea el
hombre cuasi no más que instrumento. Mucho es que obréis
vos una obra buena y que con la virtud y los hábitos os es-
380 forzasteis y pensaisteis lo que degistes, etc. ; otra cosa es
que obréis una obra grande, que ni vos la pensasteis ni
elegisteis, ni teníades fuerza ni virtud para ello, ni la
341 menester más] mis
367 tu] su
342 Santo Tomás de A qui no, Sitmnta. 1-2, q. toq, a. g.
343 San Agustín, De natura ct gratín, c. 26 ¡ ML 44, 261.
349 Cf. 1 lo 3, 6 ; 5, 18.
363 Cf. Ps. 142, 10.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
455
común fe ni caridad bastaba para hacerla, sino como el
niño, que decís no es suyo lo que habla. Es como si un
385 gran pintor tomase la mano a uno que no sabe pintar y
con eÜa hiciese una muy hermosa imagen; el que allí la
hace decimos que es el pintor, mas el instrumento es la
mano del otro. Ansí es acá. En las primeras obras que el
hombre obra acá con el ayuda de las virtudes y de Dios
390 obra el hombre ayudado de Dios, obra Dios acompañando,
el hombre como órgano del Espíritu Santo; que si le decís:
"¿Quién te dijo esto? ¿Cuándo lo pensaste? ¿Por qué lo
heciste?", no sabrá la causa, sino que se lo halló hecho.
Es como viento que no sabéis de dónde vino ni va; y mué-
395 veos el Espíritu Santo. ¡Cuánto es la obra de mayor fuerza
que la que vos teníades, que os espantáis de vello hecho!
Yo lo declararé. Cuántas veces estáis reventando por
tener devoción, y tenella muy liviana; porque aquélla sale
conforme a la santidad que hay dentro, ¿y no os ha acon-
400 tecido otras veces, sin pensar en ello, etc., veniros un fuego
tan grande, que os abrasa las entrañas, que decís: "'Nunca
tal pensé"? Esto no tenéis de vos ni de la gracia y virtudes.
Pues ¿qué es eso? Esa es la fiesta del Espíritu Santo. Como
Dios, os movió a hacer cosa que vuestra fuerza no bastaba.
1 405 Cuando vieres algo en ti de eso, di: "No lo pensé yo"; ése
es el Espíritu Santo que mora en vos. Cuando tienes gran
contrición, esto hace: llamar ¡Padre! ¡Padre! Hácete que
no te olvides, sino que siempre andes al lado de Dios. Este
Señor es el que se nos da para ésta y para otras cosas, etc.
32 El Hijo y el Espíritu Santo vinieron a
remediarnos
Martes de Pentecostés
mi. 1596, II, pip. 54-99.)
Ego veni ut vitam habeant, ct abuyidantius lia-
bcant. Yo vine para que tengan vida, y [en] más
abundancia (lo. io, [io]).
Exordio Los negocios en que va la vida suelen ser muy
5 estimados y tratados con gran cuidado y dili-
gencia. Solemos decir: "¡Oh Señor, que me va la vida en
ello!" Todo cesa cuando decimos: "Vame la vida en esto".
En el tiempo pasado leemos que por oraciones y ruegos
del profeta Elíseo dió Dios nuestro Señor un hijo a una
10 buena mujer, y en saliendo el muchacho al campo murió;
dióle un gran dolor de cabeza, y vínose a su casa, y murió
409 etc.] La us Deo. Amen add.
407 Cf. Rom. 8, 15 ; Gal. 4, 6.
456
SERMONES. CICLO TEMPORAL
en los brazos de su madre. Púsolo así muerto encima de la
cama del profeta Eliseo; y la buena mujer, viuda y lasti-
mada, salió al monte Carmelo a buscar al profeta Eliseo,
18 y con amargura y angustia de corazón se echó a sus pies y
díjole: "Siervo de Dios. Numquid petivi filium a Domino
meo? Numquid non dixi tibi, etc.? Muy mayor es la pena
que he recetado con su muerte que la alegría y gozo que
recebí cuando me lo dieron". Entonces mandó el profeta a
20 su criado que tomase su báculo y fuese donde estaba el
niño muerto y le tocase con él. No se contentó la buena
mujer con esto; échase otra vez a sus pies y dijo: Vive
Dios, siervo suyo, que no iré de aquí si primero no vas
comigo. Pudo tanto el ruego importuno de esta mujer con
25 el profeta, que se va con ella; y llegan a su casa, y entra
a la cama donde estaba el niño muerto, sube el profeta y
encórvase todo sobre el niño difunto, junta su boca con la
del niño, y ojos con ojos, y manos con manos, y cuerpo con
cuerpo; al fin, juntóse todo con el niño, apocóse, encogióse
30 el profeta Eliseo, y vive el que estaba muerto, resucita el
que estaba difunto. Tomóle el profeta y sacóle afuera, y
dalo vivo a su madre, y dícele: En vivit filius tuus. Cata
aquí a tu hijo que vive.— Verdaderamente conozco que eres
siervo de Dios y que vive el Señor en ti, dijo la buena mu-
35 jer. ¿Habrá aquí alguna madre que sepa llorar su muerto?
¿Que sepa llorar y importunar algún santo profeta?
Llámase Semen, porque así como vos nacéis por gene-
ración de sangre, en lugar de sangre y lo que ella hace,
hace acá el Espíritu Santo; y el mismo amor que la sangre
40 pone, ese mismo pone el Espíritu Santo en él ánima donde
mora y adonde viene. Entendedme, que, si viene el Espíritu
Santo en vosotros, tendréis amor a vuestros prójimos, como
a vuestros hermanos, y aún más. — '¿Por qué? — 'Porque
más fuerte es el engrudo y liga del Espíritu Santo que el
45 de la sangre, el cual hace solamente amar al padre y a la
madre y a los hermanos y parientes.
Y por esto, puesto caso que la Virgen santa María
nuestra Señora a sólo Jesucristo nuestro Pedemptor tuvo,
y fué su Hijo natural; pero porque fué allí derramado el
60 Espíritu Santo abundantemente en su corazón y entrañas,
ámanos en gran manera, ámanos entrañablemente. No hay
comparación de esposo a esposa, ni de madre a hijo, ni
de hijo a padre; más fuerte es el amor espiritual que como
a hijos adoptivos nos tiene. — ¿De dónde es esto? — El mis-
55 mo Espíritu Santo es ternura, es amor: Deus charitas est.
Y como tan grande abundancia y plenitud se infundió en
la Virgen, no tiene que ver la viuda con ella. Las oracio-
17 4 Reg. 4. 28.
24 Cf. 4 Reg. 4, 30.
34 3 ReS- 17, 23-24-
55 1 lo. 4, 16.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
457
nes, y ruegos, y lágrimas de nuestra verdadera Madre,
trujeron al grande para que se hiciese chico, y el que es
60 sobre todas las cosas se hiciese una cosa y se apocase, se
encorvase y abajase, y el eterno se hiciese temporal. Esta
Señora es por cuyas oraciones todo lo que se pide se al-
canza del Señor.
Morimos en Adán Yo vine para que tengan vida y
65 en ánima y cuerpo, más abundosamente la tengan.
¿Quién lo remediará? Este evangelio habla aquí a ios
pastores; y pues no están aquí,
habrémoslo de traer a nuestro propósito, que somos las
ovejas.
70 Ya sabéis que Dios nuestro Señor nos quiere bien. Muy
antiguo es el amor: al amigo viejo no le hemos de desechar.
Ya sabéis cómo cuanto crió nuestro Señor Dios, todo fué
para nosotros y para nuestro servicio y provecho. Crió el
cielo y la tierra, el sol y la luna, la mar y todo cuanto
"5 en ellos se mueve, estrellas, árboles, peces, animales. Señor,
Dios mío, ¿para qué? Todo para servicio y regalo del hom-
bre: "Quiero poner casa a mi hijo". Estaba todo lo dicho
criado; estaba como vacia la casa. Crió al hombre de lo
más ínfimo de la tierra, y como buen ollero, desque lo tuvo
80 formado de la tierra, soplóle en la faz soplo de vida (el
hebreo dice en las narices). En soplando que el Señor le
sopló, levantóse el hombre vivo.
Sicut corpus sine spiritu mortuum est... Así como el
cuerpo sin anhélito es muerto, así está muerta el ánima
85 sin el Espíritu Santo. Este Espíritu Santo es ánima de
nuestra ánima. Sopló Dios nuestro Señor en el primer hom-
bre spiraculum vitae, resuello de vida, y luego la tuvo, y
aquello fué figura de la vida espiritual. Dióle nuestro Señor
Dios a Adán cuerpo, y para que aquel cuerpo tuviese vida
90 y viviese, dióle ánima que lo vivificase; y para que aquella
ánima también tuviese vida, dióle Espíritu Santo, Spiritus
■vitae, dice San Pablo; vida de mi vida, alma de mi alma.
Dióle soplo de vida corporal, dióle también soplo de vida
espiritual, fuéle dado Espíritu Santo.
95 ¿Vistes nunca que, viviendo en estas dos vidas los pri-
meros hombres, comieron y murieron, comieron y costóles
la vida? Cuán bien acertado está: todo el bien de una cria-
tura que a Dios quiere agradar, está en perder su libertad,
y su querer propio, y voluntad. Fué Eva sin licencia a pa-
100 searse por el huerto; sin licencia fué, que, si no fuera así,
no cayera; engañóla el demonio, comió como el demonio le
aconsejó, y murió el ánima, porque el pecado es pestilencia
65 lo. io, 10.
81 Gen. 2, 7.
83 Cf. Iac. 2, 26.
92 Rom. 8, 2.
458 SERMONES. CICLO TEMPORAL
del ánima, es rejalgar para el ánima. Aut potest aliquis
gustare, quod gustatum affert mortem? ¿Quién está aquí
105' tan fuera de juicio, que comiese manjar que sabe cierto que
comiéndole le había de matar? Mandáronles a nuestros pri-
meros padres que no comiesen del árbol vedado, y certificó-
los nuestro Señor que luego que de él comiesen morirían,
y comieron y murieron. Para manjar del cuerpo les había
lio criado Dios en el paraíso terrenal muchos árboles; y para
manjar del ánima, mandóles que del árbol de la vida [sic]
no comiesen; de manera que la obediencia les dió Dios nues-
tro Señor para su ánima. Comiendo de los árboles que nuestro
Señor había criado en el paraíso, comían los cuerpos de
116 nuestros primeros padres y vivían vida de ánima, mante-
níanse; y dejando de comer del árbol vedado, comían el
fruto de la obediencia y vivían vida espiritual. Desobedecie-
ron al mandamiento que Dios nuestro Señor les había puesto,
y murieron por la desobediencia muerte de ánima; porque
120 quisieron hacer su voluntad, comen y mueren sus ánimas.
Quedan obligados a morir corporalmente; queráis o no, cor-
poralmente vuestro vivir es morir; daos por muertos, pues
la vida no es otra cosa sino una prolija muerte; como cuando
uno está en la cárcel sentenciado [a] ahorcar, y ya no hay
125 apelación, ni tiene remedio ninguno, a este tal dadlo por
muerto, pues está tan cerca de la muerte, pues no tiene re-
medio alguno. Murió nuestro padre Adán en el ánima, murió
en el cuerpo, y todos cuantos de él venimos quedamos obli-
gados a morir como él.
130 Los que vinieron ¿Qué remedio? ¿Quién remediará es-
antes de Cristo, la- ta muerte del ánima y del cuerpo?
drones eran Entra el Evangelio; dice nuestro Se-
ñor Jesucristo: Omnes quotquot ve-
nerunt, fures sunt: Todos los que vinieron antes de mí, la-
135 drones y robadores son.
¿Qué tal quedó el género humano? ¿Qué tales quedamos
nosotros? Perdida la vida del ánima y obligados a morir
corporalmente. ¿Qué tal está el que ha perdido la gracia?
Está como un hombre que está condenado a muerte, que
140 después de muerto se juntan a hacer experiencias de ana-
tomía en él y lo despedazan y acuchillan miembro por miem-
bro; hácenle aquello porque ya está muerto. ¡Qué de cruel-
dades hace el demonio y todos los demonios en un ánima que
está sin Dios, que está muerta por el pecado! ¡Cuál lo paran,
145 cuál lo llevan al que ha perdido su ánima, al que condena-
ron a muerte porque ofendió a Dios nuestro Señor! Plega
120 voluntad] y add.
104 Iob 6, 6.
134 lo. 10, 8.
32. MARTES DE PENTECOSTES
459
a Dios que no lo probemos; pero si lo probastes, cuando
venía la tentación, luego os llevaba; cuando se os ponía un
deleite delante, luego os llevaba; cuando venía la carne
150 hacía lo mismo por una parte, y el mundo por la otra. Todos
dan en aquella ánima que dejó a Dios, que volvió las espal-
das a Dios por el pecado; todos la hieren y la acuchillan
y hacen pedazos. Ya os dan una puñalada, por no querer
vos perdonar una injuria; ya os dan otra, por tener un
156 rancor con otro; ya os dan otra en persuadiros que robéis
lo ajeno. Todos son ladrones los que antes de mí vinieron;
todos los que a tu ánima venían, ladrones son: jures erant.
Como dicen los juristas, ladrón es el que hurta clara-
mente en el día, en la lumbre del sol. Vínote una tentación
160 de la carne, y aunque sabías que consintiendo en aquella su-
ciedad perdías a Dios claramente, y lo entendías así y lo
creías, que por aquello perdías a Dios y su amistad, y, no
obstante esto, lo cometías; este tal pensamiento, esta tal
tentación es ladrón de mediodía, es ladrón que acomete en
165 la lumbre del sol, pues que hace consentir en el pecado sa-
biendo que haces mal en ello, sabiendo que por aquello per-
días a Dios y su amistad y gracia. Gran ceguedad y gran
miseria es la tuya, sabiendo cuán gran pérdida es la que
pierdes perdiendo a Dios, y lo que ganas, que es infierno
UTO para siempre; por una miseria, por un deleite que en un
momento se pasa, pierdes a tu Dios, y pesa más delante tus
ojos una fealdad y una suciedad que Dios. Claramente esco-
ges por mejor la maldad, y olvidas a Dios, fuente y abismo
de todos los bienes; y haciendo esto dejas te de hacer fuerza,
175 aunque no del todo, porque libremente quieres. Este es el
ladrón que viene de día, y te roba tu ánima, y la deja sin
Dios y llena de todos los males.
El robador que viene de noche es el más peligroso y más
de temer. Tienes un buen pensamiento, y date Dios un deseo
180 de le seguir en algo, y dices: "¿Para qué quiero riquezas?
¿Para qué quiero fausto? ¿Para qué quiero honra vana?
Quiero dejar todo esto, quiero pasarme con poco, quiero
ser pobre; no quiero tratos, no quiero trampas, no quiero
oficios, no quiero nada de este mundo". Viénete otro luego
1&5 y dícete: "¡Déjate de esto! Eso es perfección, esa vida es
de perfectos; sé que bien puedes mercadear, y tratar, y ser
rico, y salvarte. ¿Quién te quita que no sirvas a Dios, y des
limosnas, y hagas muchos bienes ? Antes los bienes dan más
y más aparejo para salvarse el que los tiene que no si fuese
190 pobre; porque la pobreza acarrea muchos males, hace dis-
traer al hombre, andando cuidadoso de las cosas que ha
menester, y faltándole las más veces. Anda, que eso no lo
149 carne] y add.
460 SERMONES. CICLO TEMPORAL
quiere Dios, sino que anden sus siervos alegres y riéndose.
La tristeza, y el andar la cabeza baja, y traer los vestidos
195 rotos y de mal paño, hace que seas conocido y te tengan
por santo, y de esta manera caerás en algún pecado de so-
berbia. Más vale que andes como todos andan, que no seas
singular; que te comuniques con todos, que te vistas razona-
blemente; más vale que andes humilde en lo de dentro que
200 no en lo de fuera; que aquello es lo que mira Dios, que lo
de fuera poco hace al caso, antes ayuda a encubrir la san-
tidad del corazón, y de esta manera estarás más seguro".
Todo esto trae el demonio, no para que pares en esto, que no
es de sí malo, sino para de aquí llevarte poco a poco a cosas
205 peligrosas, de donde pierdas a Dios, y así hacerte entender
que no hay peligro adonde le hay. Estos son los robadores
que vienen solapados debajo de buenas y razonables colores.
Otros hay más peligrosos que éstos, y que más daño
hacen. Dios nos guarde de espíritus, imagen de bestias, peo-
210 res que brutos animales: Homo cum [in] honore esset non
intellexit, comparatus est iumentus insipientibus, et similis
factus est illis. Como el hombre estuviese en honra — que lo
crió Dios en ella — , no entendió lo que tenía; pecó, y com-
parado es a las bestias, hecho es semejante a ellas. Mas ¿qué
215 dirá Dios nuestro Señor cuando vea que un gusanillo de un
hombre tenga fantasía, cuando vea que un hombrecillo, que
delante de sus ojos es tan bajo y desagradecido, qué dirá?
Dijiste que eras rico, y eres pobre; dijiste que eras bueno,
y eres malo. Guárdeos Dios, por quien es, de tantico viento
220 de corazón; guárdeos Dios, hermano, de tantica presump-
ción, de tantica vanagloria. ¡El cristiano!, ¿fantasía de
qué? Avergonzarnos teníamos y afrentarnos y corrernos de
nosotros mismos, cuanto más tener fantasía. Como bestias
vivimos, como bestias comemos, como bestias dormimos y
225 como bestias morimos.
Viene Jesucristo Hubo Dios compasión de nosotros ; si-
a poner remedio quiera porque nos crió, no quiso dejar
de remediarnos. ¿Y cuánto le costó, si
os place, el remedio? Un pecado hizo Eva, pero bien caro
230 costó. Vino Jesucristo, segunda persona de la Santísima Tri-
nidad, y vino el Espíritu Santo a poner remedio en esta
llaga. Mira lo que crees, que el Hijo de Dios y el Espíritu
Santo vinieron a la tierra para tu remedio. Y pues el ánima
del hombre es semejante a Dios en la naturaleza, y en la
235 bondad y conocimiento que tiene de Dios, el ser del ánima
no se perdió; aunque el hombre muere, el ánima no se muere,
siempre será; y como el Padre sea fundamento de las Per-
sonas divinas, atribúyese a El el ser; y como aquel ser no
212 Cf. Ps. 48, 13.
32. MARTF.S DK PENTECOSTES
461
se perdió, no vino el Padre. Perdióse el conocimiento del
240 hombre, y vino el Hijo; perdióse la bondad del hombre, y
vino el Espíritu Santo.
Vino el Hijo porque nuestros pecados fuesen perdonados;
vino el Hijo, porque se le hizo grande enojo comiendo la
manzana, porque comieron por haber la sabiduría del Hijo;
245 porque por el pecado— como dice San Pablo — nacimos hijos
de ira y de enojo. No nos miraba Dios como a hijos, sino
como a malos esclavos; éramos detestables delante de los
ojos del Padre; vino Jesucristo al mundo para que, viniendo
El por amor de los hombres, el Padre los amase y quisiese
250 bien, y los mirase con buenos ojos, y morase entre ellos.
Esta fué la empresa de Jesucristo, que, como el Padre se
fué del hombre por el pecado, por su Hijo volviese la cara
a él. Si vieres llorar al Niño en el portal y en el pesebre, por
esto llora. Si lo vieres circuncidar, por esto le circuncidan.
255 Si lo vieres tener hambre, por esto la tiene. Si lo vieres tener
sed, por eso es. Si lo vieres amarrado a un poste y azotado,
por esto es. Si lo vieres abofeteado y coronado de espinas, por
esto es. Si lo vieres enclavado y muerto en la cruz, por
esto es.
260 ¡Oh Redemptor mío!, ¿qué te movió a padecer tanto por
amor de los hombres? ¿Por qué mercaduría andáis vos,
Señor, tan codicioso, que ni el sol que os hace sudar os es-
torba de día, ni el hielo de la noche te impide? Mercader
celestial, ¿qué es esto que andas a buscar tan cansado? An-
265 daba muerto de amores por nosotros. Dícese que Jacob sirvió
catorce años a su suegro Labán porque le diese por mujer
a Raquel, y durmió en el campo al frío y al calor, y parecíale
todo poco. Callen, callen todos los amores en comparación de
los de Jesucristo: todos son fríos comparados con éstos. ¡Oh
270 Redemptor mío! ¿Servistes vos por Raquel? Sirvió Jesu-
cristo, trabajó Jesucristo en este mundo por otra Raquel, no
catorce años, sino treinta y tres, que en todos ellos no des-
cansó un día. ¡Oh, bendito sea tal enamorado! Andaba Je-
sucristo de noche y de día al frío y al aire, al calor y al
275 estío. ¡Qué de trabajos, qué de cansancios pasó nuestro Re-
demptor por esta su Esposa! ¡Cuántas noches se te pasaron,
oh Redemptor mío, de claro en claro, que no dormiste, derra-
mando muchas lágrimas por nosotros a solas en oración y
rogando a tu Eterno Padre que perdonase a los hombres!
280 Dice el apóstol San Pablo: In diebus carnis suae preces supli-
cationesque ad eum, qui possit illum salvum faceré a morte...
En los días de su carne, todo el tiempo que vivió en este
mundo, rogaba a su Padre que nos salvase, pues El era él
que lo podía hacer. ¡Oh! Quién le tomara solo, así como es-
246 Cf. Eph. 2, 3.
267 Cf. Gen. 29, 18-30.
281 Hebr. 5, -.
462
SERMONES. CICLO TEMPORAL
285 taba llorando, y le dijera: "Redemptor mío, ¿por qué lloráis?
¿Qué habéis? ¿Quién es causa de esas lágrimas? ¡Oh, quién
fuera tan digno de limpiarlas!" Llora Jesucristo porque tú
te rías; llora porque tú descanses; llora por tu consuelo;
llora en la tierra porque tú vayas al cielo; llora por el perdón
290 de tus pecados y porque te llegues a El y no le ofendas.
¿Qué es esto, Señor, que con tanta ansia buscáis? El lo
dice: "Padre, no busco otra cosa ni quiero otra cosa sino que
con el amor que me amáis a mí améis también a éstos".
Como si dijera: "Ya yo sé, Padre mío, que la causa por que
295 los habéis de amar soy yo; quiero estar en ellos, porque
amándome a mí améis a ellos". Toda su vida se la pasó nues-
tro Redemptor buscando nuestro consuelo, con fatigas y can-
sancios, así de dentro como de fuera de su sacratísimo cuer-
po, y los trabajos y dolores le parecían pocos en comparación
300 del deseo que tenía de nuestra redempción, y quería que se
efectuase, costase lo que costase; y El mismo lo dijo: ¿A qué
pensáis que vine al mundo sino a meter fuego? ¿Qué quiero
sino que arda? Con un baptismo tengo de ser baptizado: ya
estoy angustiado hasta que venga aquél día. El era el fuego,
305 y había de ser encendido; y sabía que el baptismo era cuando
había de derramar su sangre en la cruz y deseábalo nuestro
Redemptor. ¡Oh, bendígante los ángeles, Señor, por ello!
No como nosotros, que a un trabajuelo que nos venga lo sen-
timos como si nos llegase a los ojos, y huímos de el. Y sabía
3,10 El lo que le había de costar a El que su Padre quisiese bien
a los hombres, y, con todo eso, lo deseaba; sabía El que
había de ser asado con fuego de tormentos en la cruz, y
decía: Ya estoy deseando que arda. Había de ser nuestro
Redemptor asado en la cruz en figura de cordero de la vieja
3*15 Ley. "Todo me parece poco; ya deseo el día en que tengo
de remediar al hombre". Qui proposito sibi gaudio, sustinuit
crucem confussione contempta, dice San Pablo: Puesto de-
lante de sí el gozo, sufrió el tormento de la cruz de buena
gana, menospreciando la deshonra.
320 — Señor, ¿de qué os gozáis? Redemptor mío, ¿qué es la
causa de vuestro gozo? — Por ver al género humano libre
de pecado, por esto se gozaba el Redemptor; aunque bien
veía cuán caro había de costar la medicina que había de
sanar nuestra llaga; bien sabía El — ¡los ángeles le bendi-
325 gan! — -que le habían de cauterizar a El para que nosotros
tuviésemos salud. ¿Sabéis cómo? ¿No habéis visto unos pa-
dres que andan por los caminos, por soles y aires, y se secan
y sudan, y con pensamiento y voluntad que tienen que sus
hijos sean ricos, no sienten el trabajo, y ansí tienen por
321 Por ver] Proveer
304 Cf. Le. 12, 49-50. 319 Hebr- I2> 2-
32. MARTES DH PI-NTECOSTKS
163
330 bien de sufrir el trabajo y cansancio? ¿Y la madre que no
descansa noche ni día, y trabaja, y no siente nada de todo
aquello, por ver en descanso su hija? Ansí nuestro Redemp-
tor Jesucristo — ¡bendito sea El! — no sintió tanto sus tra-
bajos; y si los sintió, en pensar que por ellos habíamos de
335 ser librados, quitaba los ojos de sus tormentos y poníalos
en pensar el remedio general que de ellos salía, y decía: "No
es nada esto".
¡Oh, bendito seas, Señor mío, que porque aquella ánima
sea casta, dijiste : "Denme a mí cinco mil azotes" ! Teníanos
34fl a todos metidos en sus entrañas de caridad y amor. "Porque
aquel alma sea caritativa, no tengan comigo caridad; por-
que aquel alma se salve y todos alcancen perdón, súbanme
en una cruz, coronado de espinas, crucifíquenme, y no quede
de mí gota de sangre en todo mi cuerpo que no se derrame:
345 denme hiél, y vinagre a beber y muera yo en la cruz". — ¿Por
qué? ■ — '"Por remedio de los nombres".
Aprenda, aprenda el cristiano, redemido por estos tra-
bajos, a no desmayar por un trabajuelo que le viene; en
asomando, luego te quejas, luego dices que no hay quien lo
350 pueda sufrir. Pues que tanto sufrió Jesucristo, aprende de
El; y pues El puso los ojos en tu remedio y los quitó de los
tormentos tan grandes que pasó, por El quita los tuyos de
los trabajuelos, si algunos te vinieren, y ponlos en Jesu-
cristo; y mirando por quién los pasas, rogarás que nunca
355 se acaben; saberte han más dulces que la miel.
Fué tanto lo que alcanzó Jesucristo en sus trabajos, fué
tanta la gracia que acerca de su Padre halló, que ya no hay
hombre que baste a desagradar a Dios, queriendo él gozar
de la medicina. ¡Qué grande hazaña fué alcanzar perdón
360 para todos! ¡Qué abrazo tan suave y amoroso! ¡Qué beso
de paz tan dulce! Si quieres arrepentirte, no perderás el
remedio, Jesucristo puso toda la costa de aqueste negocio.
Quiere El mismo que tú quieras allegarte a El, que ya es
ganado lo que andaba perdido; ya Jesucristo dió fin a nues-
365 tra enfermedad, ya acabó El su obra. El mismo lo dijo:
Padre, perdona a éstos, miraldos con ojos alegres; ya, Pa-
dre, acabé la obra que me encomendastes : Opus consummavi
quod dedisti mihi, ut faciam. La obra que me encomendastes
que hiciese ya es acabada; ya, Padre, es acabado el reparo
370 para los hombres. Hermanos, con este remedio quedó re-
mediado el entendimiento, quedó remediada la voluntad,
quedó remediada la carne, quedaron remediados nuestros
pecados todos.
366 Cf. Le. 23, 34.
369 lo. 17, 4-
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Se da hoy ley — Padre, ¿ qué remedio es ése, el que en
s/75 de evangelio este día de hoy ha venido? — Este es el día
en que se acabó lo que el otro día en que
se dio la Ley se comenzó; éste es el día en que se dió Ley
mejor; que la otra Ley se dió en tablas, pero esta otra se
dió en los corazones. Dabo legem meam in visceribus eorum.
•tóO "Darles he — dice Dios por Jeremías — una Ley en sus entra-
ñas, no escrita en papel ni piedra, sino en los corazones,
dándoles castidad, y humildad, y fortaleza, y todas las de-
más virtudes". La otra se dió en monte; allá se dió en el
monte Sinaí; acá en el monte de Sión. [Allá] decendió al
385 monte alto, y acá también al monte alto; pero con mucha
más diferencia. Sión quiere decir atalaya, porque dicen al-
gunos que estaba allí una torre que edificó David, la cual
sobrepujaba a Jerusalén. Atalaya, dando a entender que los
que han de recebir el Espíritu Santo han de estar en vela
390 con mucho cuidado, no embarazados en otra cosa, sino espe-
rando cuándo vendrá el Espíritu Santo; no detenidos en
bajezas de acá, no ocupados en las cosas de este mundo, no
en vicios, no en pecados, no en vilezas, sino muy atentos;
el corazón no entrapado en cosas rateras, sino alto y levan-
395 tado en fe de Jesucristo, que en El se da este Espíritu
Santo; por sus méritos viene; tened fe en este mismo Jesu-
cristo.
'En el otro monte se dió la Ley, y en la otra Ley se
mandaba hacer esto, y no esto; en esta Ley nueva, se da
400 cumplimiento para lo que en la otra se manda. No sé si
me entendéis, creo que no. Cuando Dios dió la Ley en el
monte, antes que se diese aparecieron tantos de relámpa-
gos y truenos y de bocinas, que ponían grandísimo espanto
y temor. Todo el monte temblaba, y hacía temblar a todos
405 ios que lo miraban. Estaban todos muy atemorizados, tanto
que dijeron a Moisén: Habla tú con nosotros: no nos hable
Dios. Dióles Dios mandamientos que traían temor; porque
cuando el hombre va a su corazón y halla que no ha guar-
dado la Ley, halla mil faltas dentro de sí y mil males. No
*10 puedes guardar la Ley que se te dió, siendo la Ley celes-
tial, tú carnal. No hacía aquella Ley sino poner espanto,
como el fuego cuando apareció Dios en él monte con aque-
llos truenos y relámpagos. Y aquello que pasó en el día que
la Ley se dió en el monte de Sinaí fué en figura de la Ley
415 qUe se dió en el monte de Sión. La Ley pone espanto:
"¿Cómo la guardaré?" Pero la Ley nueva de hoy da esfuer-
381 Ier. 31, 33.
407 Cf. Ex. 20, 19.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
465
zo para ello; que si el hombre no podía ser casto, estotra
Ley le da poder como lo sea; si no podía ser humilde, esto-
tra Ley le pone fuerza para serlo; si no podía no desear la
420 mujer ajena, ésta le da gracia para no desearla; finalmen-
te, le da poder, le da gracia, le da esfuerzo para cumplir
la Ley. Estaban con la vieja Ley los hombres tan flacos,
tan temblando; veían la Ley tan rigurosa, que ponía luego
en el infierno a quien no la guardaba. Y considerando esto
*25 el apóstol San Pablo, viendo cuán sujeto estaba el hombre
a aquella Ley de la carne, decía: Infelix ego homo! Quis
liberabit me a corpore mortis huius? Llamábase: Desdichado,
¿quién me librará de la muerte de aqueste cuerpo?, vién-
dose tan pesado y tan flaco para guardar la Ley. Pero
430 cuando esta Ley vino, fortaleciólos a todos, animólos para
que pudiesen cumplir la Ley.
Esta Ley que hoy se dió, es ley de evangelio. ¿De cuál?
¿De los evangelios que se escribieron? No, que ese evan-
gelio no propiamente, sino segundariamente se llama evan-
435 gelio. Ley evangélica y santa se dice lo que se escribió en
los corazones, que, aunque no hubiera letras ni escritura,
se puede bien entender y se puede cumplir; en dándosela
les pegó amor de cumplirla. No fué menester mandarles "sed
castos", sino púsoles gana de serlo. No fué menester que
240 dijese que no fuesen lujuriosos, sino, dándoles la Ley, que-
dó mortificada la carne, como el ángel que hirió el muslo a
Jacob. No les mandó la Ley que tuviesen paciencia, pero
dióles gracia, y amor, y voluntad, y poder de poder tener
en sí todas las adversidades; esto no de palabra, no de en-
445 tendimiento. Vos estis Epístola mea. No es menester carta
para escrebir la Ley. "Vosotros — dice el apóstol San Pa-
blo— sois mi Epístola, vuestros corazones son carta; y no
penséis que tiene de ser escrita con tinta, sino con el dedo,
que es el Espíritu Santo, que es el que escribió la Ley en
450 vuestros corazones, predicándola yo; el Espíritu Santo la
escrebía — dice San Pablo — ; yo soy el ministro de lo que
El escribe". Esta es la Ley que da caridad y humanidad, y
da todas las virtudes; y porque lo entiendan las vejecitas,
esta Ley es la que hace santos, la que hace justos y la que
465 da gracia.
Celebramos hoy cuando dió Dios la gracia al mundo. Si
allá se dió la Ley en monte, acá la gracia en monte; allá
bocinas; acá bocinas; pero allá se espantaron, acá no tan-
to. Como a la media noche, cuando todo estaba quieto, pa-
460 cífico y sosegado, suena una música muy suave que suena
427 Cf. Rom. 7, 24.
442 Cf. Gen. 32, 25-
445 Cf. 2 Cor. 3, 2.
466 SERMONES. CICLO TEMPORAL
con muy dulce armonía, que, recordándote, tomas un pa-
vo rcito y mucho consuelo; luego previno un viento, como
quien dice, estad atentos.
Pentecostés com- — '¿Qué día es éste? — Día de conso-
465 pleta la obra re- lación. —¿Qué día es hoy? — Hoy es
dentora de Cristo e* día cuando el Consolador vino del
cielo a la tierra. — ¿Qué día es hoy,
padre? — Este día es tan grande, de tanta dignidad, que
quien en él no tiene parte, no la tiene en ningún otro día de
470 Jesucristo; ya que la muerte de Jesucristo ganó perdón de
pecados, pero sin la gracia que hoy se da, no te aprovecha
nada. Ven acá, ¿qué te aprovecharía que gastases toda tu
hacienda por tener una medicina que mucho vale, si des-
pués de habida no la quieres tomar? ¿Qué aprovecha la
475 medicina no tomada para tu enfermedad? Quedarte has
enfermo y hacerte han que pagues la medicina. Lo que Je-
sucristo obró, la muerte que Jesucristo pasó, la costa que
hizo, la medicina que obró para tu enfermedad, si quieres
tomarla sanarás, quedarás libre del todo; si no la quieres
480 tomar, haránte que pagues en el infierno lo que Jesucristo
pasó. Si la recibes, Jesucristo quedará muy contento, y pa-
gado de todo cuanto pasó en este mundo; pero si no quieres
tener parte con este día, si no quieres recebir el Espíritu
Santo, si quis non habet Spiritum Christi, hic non est eius:
485 Si alguno no tuviere el Espíritu de Cristo, este tal no es de
Jesucristo, no se puede salvar.
Hoy es el día séptimo de las obras de Jesucristo : hoy es
el día que sopló en la cara del hombre para dar la vida.
Después de su vida, de su santa encarnación, después de su
490 muerte, de su resurrección, el día de la santa ascensión se
acabó todo lo necesario para la vida del hombre. Este es
el día en que sopló al montón de tierra. Y si cuando en la
creación sopló en la tierra un ánima para el cuerpo que no
tenía vida, hoy sopla y da el ánima que es la gracia; por-
495 que el ánima del hombre sin gracia, es estar muerta. Y si
cuando viene la gracia da vida al ánima, hoy sopló Dios el
montón de tierra.
— ¿Cuál era, padre? —Los apóstoles de Cristo. ¡Y qué
tierra eran! Tal día como hoy, como Jesucristo se había
500 ido al cielo, antes que se fuese, díjoles que les había de
enviar un Consolador; ellos esperaban un día, y otro, y
otro, hasta hoy; como vieron que no venía, estaban des-
mayados; estaban tibios y desconsolados. Como los dos
que se fueron, estando esperando la resurrección, decían:
486 Cf. Rom. 8, 9.
488 Cf. Gen. 2, 7.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
467
505 "¡Fuése nuestro Maestro! Decía que nos había de enviar
un Consolador, y tantos días ha que le esperamos, y no
viene. Vémonos sin Maestro y sin tener quien nos consuele.
¿Qué hemos de hacer? Estamos como ovejas sin pastor,
amedrentados y apretados."
510 Pero en una cosa fueron cuerdos, en lo que querría que
lo fuesen todos los del mundo, en no irse sin despedirse de
la sacratísima Virgen María. Por grande misterio tengo
quedar la Madre de Dios entre los apóstoles, así después de
la pasión como después de la ascensión. Si viene la tenta-
515 ción de la carne, si viene el mal hombre y te quisiere enga-
ñar, y quiere que ensucies tu cuerpo y tu ánima, abogada
tienes en la Virgen María; di con confianza: "La Madre de
Dios es Madre de la limpieza; ella es limpísima; ella es
poderosa para interceder por mí; no tengo de desechar a
520 Jesucristo sin hablar primero a su Madre". Ten, hermana,
por averiguado que si vas a la Madre de Dios, que si te
encomiendas a ella, vernás con consuelo y alivio de toda
cuanta pena tuvieres.
Estaban, pues, los apóstoles del Señor y los discípulos
525 y otros buenos hombres, que serían hasta ciento y veinte;
estaban en el cenáculo a una parte, y a la otra estaba la
Virgen nuestra Señora y las Marías y otras santas muje-
res. Estando desconsolados, dijeron: "Hablemos a la Vir-
gen, pues nos la dejó por consoladora". Fuéronse a ella tris-
530 tes mucho, cabizbajos y en gran manera desconsolados.
Dijéronle a la Virgen cómo estaban tan sin consuelo y cómo
se tardaba el Maestro [en consolarlos], y que ellos estaban
entre sus enemigos y que no tenían ningún arrimo: "Rogad
Virgen, a vuestro Hijo, que nos envíe el Consolador pro-
ís^ metido".
Sería esto a las nueve del día; a aquella hora salía la
Virgen de orar. Tenía siempre por costumbre de salir tarde,
ya que estaba un poco alto el sol, porque esta hora es muy
aparejada para la oración; desde en amaneciendo hasta aque-
540 Ha hora es muy aparejado tiempo para orar, antes que el
hombre se ocupe y entretenga en vanidades ni en otros cui-
dados del mundo, sino lo primero del día, gastallo en el
servicio de Dios. Estaba, pues, nuestra Señora orando, y
salió con aquel rostro de paz, con aquel rostro de alegría,
545 que solamente mirallo consolaba a los tristes y desconsola-
dos, medicinaba a los enfermos, daba grandísimo alivio a
los desconfiados. Salió la sacratísima Virgen a ellos como
solía, y esforzólos y di joles: "¿Por qué tenéis poca fe en
vuestro Maestro y mi Hijo? El os consolará como lo ha
550 prometido. ¿No sabéis, amados hijos y discípulos de mi sa-
cratísimo Hijo, que la Ley que se dió en el monte de Siná
se dió desde a cincuenta días que subieron de Egipto? Cin-
468 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cuenta días ha que padeció Jesucristo mi Hijo y os sacó del
captiverio del pecado; hoy vendrá el Espíritu Santo. ¿No
555 sabéis también que de cincuenta años era el jubileo en que
los captivos eran libres, y las cosas vendidas volvían a sus
dueños, y era año de alegría y gran regocijo, año de perdón,
donde se soltaban las deudas? Así a cincuenta días después
de la pasión vendrá el jubileo, vendrá el Espíritu Santo
560 Consolador, que os remediará del captiverio en que estáis.
Dios os perdonará las deudas, no sólo a vosotros, pero a
todos; porque determinado está que a la misma hora que
dió Dios vida al cuerpo, que le dió Dios ánima, a esa misma
hora dará ánima a nuestra ánima. A las nueve vendrá, no
565 os desmayéis, tened confianza, que vendrá. Sentaos".
Hízolos sentar a todos. Estaban sentados en los poyos,
o hincados de rodillas, en oración; confortóles, púsoles con-
fianza; y luego la Santísima Virgen, habiendo compasión
de aquel ganadillo que le había quedado, hincóse de rodillas,
570 alzó sus manos al cielo y, con lágrimas que salían de sus
benditísimos ojos, comenzó a rogar a su amado Hijo: "¡Oh
Señor mío y dulce Hijo mío, ruégoos por el amor que me te-
néis, por los merecimientos vuestros,, por los méritos de' vues-
tra benditísima pasión, tened por bien de consolar a estos
575 vuestros apóstoles. Enviadles, Señor, el Consolador que los
consuele; cumplid, Señor, la palabra que en vuestro nombre
les he dado, que vendría el Espíritu Santo Consolador; a
estos flaquillos envialdes, Hijo mío, vuestro Espíritu Santo!"
Cosa es de contemplar ver a la Madre rogar al Hijo; ver
580 al Hijo rogar, en cuanto hombre, al Padre; El mismo lo dijo
por su boca bendita : Yo le rogaré, y El os enviará otro Con-
solador. Miró Dios a Abel y después miró a sus dones.
Representaría Jesucristo, en cuanto hombre, delante del
Padre, mostraría el testimonio de nuestra redempción,
585 mostraría las señales de los clavos y el costado partido
de la lanzada, y diría: "Padre mío, habed compasión de
aquellas ovejuelas que en el mundo están sin pastor; están
flaquillas, están tristes; envialdes, Padre mío, vuestro Es-
píritu, por los dolores que por ellos pasé. Ellos están espe-
590 rando el Consolador que yo les dije que les había de enviar;
enviádselo, Padre mío, por mi amor. Non confundentur qui
sperant in te, Domine: No sean confundidos los que esperan
en ti; no les haya salido en vano su esperanza. Mira, Padre,
a tal Hijo, y no le niegues lo que te pidiere; ámalos, Padre
595 mío. Por mis merecimientos merecen ellos ser consolados;
consuélalos, Padre, envíales el Espíritu Santo". ¿Y quién
cree que también no rogaría especialmente al Padre que en-
582 Gen. 4, 4 ; of. lo. 14, 16.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
460
viase al Espíritu Santo?: "También, Señor, lo haced por
amor de mi Madre, que está esperando".
ooo Miró Dios a Abel y después miró sus dones. Moviéronse
las entrañas del Padre a los ruegos del Hijo; y mirando a El,
puso los ojos en la Santísima Virgen y en aquellas ovejue-
las. Puso los ojos en la pobre casilla, por los merecimientos
de Jesucristo, que fueron tantos, que bastaron a amansar
605 la justicia de Dios, que estaba airada contra nosotros. Y mi-
rad con qué amor y cuán de buena gana vino el Espíritu
Santo a aquellos hombres, como si viniera al mesmo Jesu-
cristo. Porque después que Cristo murió por nosotros, ya
nos mira Dios con otros ojos, míranos con el amor que a
610 su Hijo bendito.
Vino el Espíritu Santo; rómpense esos cielos; rómpese
el velo del Testamento Viejo, y vimos y mostróse claro el
Sancta Sanctorum. Ya está abierto todo; quien quisiere en-
trar, abiertas tiene las puertas. Antes que Cristo muriera,
615 cuál y cuál se salvaba; después, mucho mayor número. Vino
primero un sonido que hizo temblar el cenáculo, para dar a
entender que era fuerte. Y luego vinieron lenguas de fuego,
que parecían visibles sobre las cabezas de los que allí esta-
ban, para dar a entender que el Espíritu Santo es fuego, es
eao ardor de corazón. Cuando vos sentís un encendimiento dentro
de vos, que os arde el corazón en amor de Dios, el Espíritu
Santo es; es el fuego muy leal mensajero, que está allí el
Espíritu Santo. Entra, pues, el Espíritu Santo en los após-
toles, abrázalos, consuélalos, esfuérzalos, dales un beso de
625 paz.
El Espíritu Santo Dios — Padre, decidnos, ¿ qué cosa es
es y nos endiosa el Espíritu Santo? —No hay len-
gua que pueda decirlo, ni oído
que pueda oírlo, ni corazón que lo pueda sentir, qué cosa es
630 aquel beso, aquel abrazo. Dice Elias que Dios le dijo: Egre-
dere, et sta in monte coram Domino. Et ecce Dominus trinsit,
et spiritus grandis et fortis, subvertens montes, et conterens
petras ante Dominum : non in spiritu Dominus; et post spiri-
tum commotio, non in commotione Dominus: et post com-
635 motionem ignis, non tamen in igne Dominus; et statim venit
sibilus tenuis aurae; illic Dominus. Mandó Dios a Elias que
se fuese al monte. ¿Para qué? — Elias, ¿qué viste? — Dice:
Vi un aire muy grande y fuerte que derribaba los montes,
pero no venía allí el Señor. — .Pasado el viento, ¿qué vino?
640 —Fuego, pero no estaba allí el Señor. Pasado el fuego,
venía un silbito suave; allí venía el Señor.
¿Qué hacéis ahí, hermano? Cuán presto dejarán el rio
593 Cf. Ps. 2i, 6; 30, 2 ; 70, 2.
636 Cf. 3 Re.qf. 19, 11-12.
470 SERMONES. CICLO TEMPORAL
seco aquellos a quien el Espíritu Santo dice: "¿Qué haces
aquí? ¿Qué haces, pecador, en ese río seco, en ese mundo
6*5 ponzoñoso?" Cuán presto lo menosprecia todo, cuán poco
se da por todo a la voz del Espíritu Santo, que le dice:
"¿Qué haces ahí?" En el silbico venía el Espíritu Santo.
No hay quien os pueda decir este abrazo, este beso; no
hay quien lo pueda explicar. ¡Es tan bueno el Espíritu
660 Santo con aquel que lo tiene!: Qui adhaeret Domino, unus
spiritus est cum eo. Sed castos. ¡Oh! Dichoso a quien el
Espíritu Santo viene; un espíritu se hace con El, una mis-
ma cosa son.
— ¿Qué es eso, padre, es casamiento? — Parece que es
655 eso lo que Jesucristo dijo: Erunt dúo in carne una: serán
dos en una carne. — ¿Qué es esto, que Dios, que el Espíri-
tu Santo se haga uno con el hombre? -^Darle virtud es;
obrar en él virtudes; darle vestiduras, o adornarle y compo-
nerle. Todo esto es lo que resulta de la venida, lo que hace
660 el abrazo. Pero el abrazo no se puede decir. Como un des-
posado que da joyas a su esposa; pero no es aquel desposo-
rio sino señales: darle manillas en los brazos, darle zarci-
llos en las orejas. Así hace el Espíritu Santo: da joyas, da
manillas y ajorcas de virtudes y de buenas obras en en-
665 trambos brazos, para que el pecador, tan bien aderezado,
le abrace. Da también zarcillos en las orejas, pidiendo aten-
ción para obedecer a lo que al oído allá dentro le dijere;
pero no es éste el matrimonio. Dale los siete dones suyos.
Todas estas dádivas son arras y ajuar y preparación para
670 Ja venida; dones son del desposado, pero el abrazo no sé
qué es.
■ — 'Padre, habéis dicho que el Espíritu Santo se hace uno
con aquel en quien está; luego ¿Dios es? ¡Qué maravilla!
— .¿Es mucho eso? Pues oíd: Ego dixi: dii estis, et filii ex-
675 celsi omnes. El mesmo Dios lo dijo. Yo digo: dioses sois
vosotros. ¿Sabéis qué tanto? Que si el hombre tiene en si
al Espíritu Santo y habla, se dice hablar el Espíritu Santo.
Lo que habláredes — dijo Cristo — no tengáis cuidado de ello:
Non estis vos qui loquimini, sed Spiritus Patris vestri est
680 qui loquitur in vobis.
San Agustín: "Lo bueno y sobrenatural, sin el Espíritu
Santo, no es posible conocerlo. Lo que es bueno, no es de
hombre sólo." Cuando el hombre hace una buena obra, no
es de sólo el hombre. Madre tiene en la tierra, y padre en
651 Cf. r Cor. 6, 17.
656 Me. io, 8.
675 Ps. 81, 6.
680 Cf. Mt. 10, 20.
683 Cif. San Agustín, Ep. 140, c. 35, 81 : ML 33, 575 ; Enarr. in
Ps. 126, 4 : ML 37, 1670 ; Contra duas ep. P elagianorum . 1. 2, o 9,
21 : ML 44, 586.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
471
685 el cielo. El libre albedrío que tú tienes, madre es, no ea lo
principal; otro más alto, el principio, el ser, el padre, acti-
vidad de 'la cosa, el Espíritu Santo es. Dice San Pablo:
Cuando el hombre gime, el Espíritu Santo gime.
— ¿Por qué? — Porque es una mesma cosa con el que
690 ora. — 'Luego si no son dos, una Encarnación hay. — ¡Tate!
Eso tan solamente dice ser uno el Espíritu Santo y aquel
donde está; no en persona, que dos personas son. — -Pues
¿por qué? — Porque el Espíritu Santo obra como principal
en el hombre; por eso dice que el Espíritu Santo obra
696 aquello.
■ — Padre, no nos dice el abrazo; todo es andar por los
arrabales. — No hay quien sepa dar cuenta de lo demás que
sucedió. Bien se dice lo que los apóstoles del Señor obraron,
los milagros que hicieron, y procedieron de la venida. Bien
700 se dice que vino el Espíritu Santo en ellos; pero el abrazo
que les dió, ¡mandad perdonar!
Decid, si juntasen todos los olores de cuantas cosas cria-
das hay en el mundo, en que hubiese algalia, almizcle, ámbar,
azahar, jazmines; finalmente, todos los olores se juntasen,
705 sin que el un olor impidiese al otro, ¡qué olor tan suave
sentirías, qué consolación te daría, cómo confortaría tu áni-
ma! Pues mira, todo sabor amarga, todo sabor es desabrido
más que la hiél en comparación del que el Espíritu Santo
trae consigo. ¡Oh qué sabor, oh qué color, oh qué gusto,
710 oh qué consuelo, oh qué descanso, oh qué regocijo, oh qué
alegría, oh qué esfuerzo sintieron los apóstoles cuando sin-
tieron el silbo dentro de sus entrañas! ¡Qué contentamiento
sintieron sus ánimas, qué hartas, qué rellenas, qué abun-
dantes estaban del Espíritu Santo! ¡Plégale a Él nos dé el
715 soplito y el silbito!
¿Qué hacemos aquí, hermanos? ¿En qué entendemos
aquí? Si aquí nos estamos no podremos medrar. ¿Qué haces
aquí, pecador? ¿En qué pasas tu vida? ¿De qué bebes? Seco
está ese charco, o se secará presto; esa riqueza en que con-
720 fías, está seca, o se secará presto, y te dejará ella a ti o tú
a ella. ¿Qué haces aquí tú, desventurado, que tienes puesto
tu amor en la otra o la otra en ti? Seco está el charco; presto
te morirás tú o se morirá ella, y veréis cuán seco del todo
estaba el charco de donde pensabas que te hartabas. ¿Qué
725 haces aquí, soberbio, fantástico? Todo eso ha de haber mal
fin, acabársete tiene todo; ahora bebes, y cuando no te cates
se acabará tu vida; y ¡desventurado de ti si antes que te
mueras no dejas las vanidades y locuras de esta vida! Como
confías en la tierra, no tienes tus ojos en el cielo. Como no
730 te has desarraigado de todo lo de acá, aun no te ha silbado,
688 Cf. Rom. 8, 26.
472
SERMONES. CICLO TEMPORAL
aun no conoces la dulzura de Dios: Quam magna multitudo
dulcedinis tuae, Domine, quam abscondisti timentibus te!
¡Oh cuán grande es la muchedumbre de tu dulzura, la cual
aparejaste a los que te temen! ¡Oh, bendígante los cielos y
"35 la tierra! Y si para los que te temen tanto bien aparejaste,
¿qué harás para los que te aman? Lumbre se dice y fuego.
El Paráclito es lum- ¿Conoces a Dios, hermano? Di,
bre y es fuego ¿ na topado Dios contigo ? La se-
ñal principal que Dios está en uno,
740 es cuando menosprecia todo lo que hay en la tierra que Dios
no es y sólo trata de amar y agradar a su Dios, como bien
único suyo. Y en esto verás, hermano, si el Espíritu Santo
ha venido a ti, si andas con fervor, con alegría en el camino
de Jesucristo. Si el Espíritu Santo te ha dicho: "¿Qué haces
745 ahí?", bueno estás.
¡Oh!, ¿qué sintieron los apóstoles cuando el Espíritu les
dijo: "¿Qué hacéis ahí?" No se puede decir, así como no se
puede decir quién es Dios. ¡Qué de grandezas usó con ellos,
qué mercedes tan grandes les hizo! Dióles gracias del enten-
750 dimiento. ¿Qué son ni qué saben los letrados ni filósofos del
mundo sin éstas? Cuantos teólogos hay sin gracia del Espí-
ritu Santo, nada son. Lo principal que les dió fué que clara-
mente conociesen lo que les cumplía en todas las operaciones
humanas, que sin errar pudiesen saber: "Esto me cumple y
755 esto no me cumple". Acá bien podemos nosotros conocer
cuál es bueno y cuál es malo, pero no en particular. Nadie
puede saber sino el Espíritu Santo cuál es mejor de esto,
casado o no casado, clérigo o no clérigo, fraile o no fraile;
pero aquí el Espíritu Santo alumbra, sabe particularmente
760 cuál es mejor para ti. El Espíritu Santo es ayo de niños.
¡Y qué bien enseñado será el niño que de tal ayo saliere
enseñado!
Por ventura diréis: —No habrá menester consejo en lo
que ha de hacer, si tanto sabe, sino regirse por su parecer
765 y no tomar el de nadie. — No, que el Espíritu Santo quiere
que vaya a tomar parecer de quien más sabe, y El le dará en
voluntad que lo vaya a preguntar, y le dirá lo que le ha de
preguntar, y le dará gracia al otro, que responda lo que ha
de responder.
770 El Espíritu Santo, ayo del entendimiento y ayo y go-
bernador de la voluntad, no te dejará pasar con cosa mala
de cuantas tu sensualidad te pidiere. Y pensarás hacer algu-
na cosa que no te cumpla, El hará como no la hagas, sino
al contrario de lo que pensabas hacer. Si no, preguntadlo a
775 Jeremías, que, porque le maltrataban algunos porque profe-
734 Ps. 3o, 20.
32. SURTES DE PENTECOSTÉS
473
tizaba, dijo: ¿Quién me mete a mi, quién me mete a mi en
estas barajas? Profetizóles la verdad, y por eso me hacen
muchos males. No tengo de profetizar más. Estando en este
propósito, descendió fuego del cielo y tocóle, y como le tocó,
780 vuelve, y si antes hablaba una palabra, después hablaba
cuatro.
Cuando viene fuego del cielo, cuando viene el Espíritu
Santo, quita el temor que el hombre tiene ; pobreza, ni des-
honra, ni hambre, ni vituperios, muerte, ni tentaciones de
785 carne, ni al mundo, ni al demonio; todo cuanto mal estas
cosas le pueden hacer, no lo tiene en una picadura de mosca.
Quis nos separabit a charitate Christi? — dice el apóstol San
Pablo — . Tribulatio, an angustia, an fames, an nuditas, an
periculum, an persecutio, an gladius? ¿Quién nos apartará
790 de la caridad de Jesucristo? ¿Quién hay tan fuerte que nos
pueda apartar de ella? ¿La tribulación, el angustia, el ham-
bre, la desnudez, la persecución, el peligro o el cuchillo?
Nada de esto nos puede apartar de ella, porque, aunque
parezcan muy crueles, nada nos espanta. Bien puede todo
795 acaecemos y pasar por nosotros, pero todo no nos puede
sujetar; antes cuantas cosas más graves nos acaecieren,
tanto más crece nuestra caridad con la de Jesucristo, sa-
liendo en todo lugar y en todas las cosas vencedores, ricos
y honrados, no por nuestras fuerzas, no por nuestros mere-
800 cimientos, sino por el ayuda y amparo de Jesucristo. Por-
que, amándonos El como nos ama, no consentirá que sea-
mos vencidos; ni nosotros acordándonos de sus misericor-
dias y grandezas, de las mercedes que de El habernos rece-
bido, y acordándonos de los males que nos ha quitado (aun
805 queriendo nosotros caer en 'los abismos del infierno, nos ha
librado con su mano y brazo poderoso), no seremos derri-
bados por los pecados.
Y si esto os parece mucho, que son cosas livianas, es-
perad y veréis cosas mayores. Mayor aparencia tenían las
810 cosas invisibles de ser temidas, que pelean fuertemente con-
tra el ánima, que lo que puede dañar el cuerpo, y cuando a
mucho se extienda, no puede más que hasta la muerte; pero
ni en lo uno ni en lo otro no hay que temer, porque el mis-
mo apóstol San Pablo lo dice: Estoy cierto que ni la muerte,
815 ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni los pode-
ríos, ni las cosas fuertes, ni las cosas por venir, ni la for-
taleza, ni alteza, ni lo hondo, ni lo cruel, ni lo áspero de la
tierra toda, ni criatura ninguna, no nos puede apartar de
la caridad de Jesucristo.
820 — '¿Quién os lo dijo, Pablo, la carne o la sangre? — No
778 Cf. Ier. 20.
792 Cf. Rom. 8, 35.
819 Cf. Rom. 8, 38.
474 SERMONES. CICLO TEMPORAL
sino el Espíritu Santo, que es fuego que quema todas estas
cosas y las deshace, para que no nos puedan empecer, como
a pajuelas. No es más esto delante del fuego del Espíritu
Santo que una pajita liviana echada en una grandísima ho-
825 güera. Cuando tengas el Espíritu Santo, El mata todo lo
que daña; pero si hay pajitas, señal es que no hay fuego
que las queme. Si estás, hermano, sometido a tus vicios, si
estás inclinado a maldades, si tienes en tu corazón pensa-
mientos de liviandad, si tienes fantasía, todo esto estorba;
830 y todo esto quema el Espíritu Santo cuando viene, y no
hay cosa que se le resista. Cuando viene el Espíritu Santo,
no basta nadie a resistirle. Ni la mozuela loca que su vida
no era otra cosa sino un continuo pensamiento en cómo se
vestiría, y cómo se pondría galana, y cómo se había de
835 afeitar la cara. Cuando el Espíritu Santo viene, hace que
la mozuela se huelgue de andar templada en el vestido; ya
escoge las lágrimas por agua maravillosa para la cara, ya
tiene humildad, porque vino el Espíritu Santo. No basta a
moverla el mancebete muy enhiesto con su espada al lado,
840 muy vestido, con mucha soberbia, la pluma en la gorra.
¿No sabéis para qué se ponen aquello allí? Para que sepáis,
si no lo sabéis, que son locos, y para que sepáis su locura,
y sus bajos pensamientos, y sus imaginaciones, y sus fan-
tasías. Pero, cuando viene el Espíritu Santo, todo lo quema.
845 Dice Cristo: ¿Pensáis que vine a traer paz? No vine a
traer paz, sino cuchillo. ¿Qué es, que andaba el mancebo
por ahí perdido, un loquillo callejero, toda su bienaventu-
ranza puesta en andar por las calles, mirando y deseando
a la otra, y desde ha poco le veis recogido, casto, y humil-
850 de, y virtuoso? ¿Quién lo hace esto? El Espíritu Santo, el
fuego que quema cuanto halla. Con este fuego no hay honra
ni riquezas, ni prosperidades, ni deleites que el hombre de-
see; todo lo hace tener en poco y tenerlo debajo de los pies.
Con este fuego se quema todo lo sensual del hombre. —Vivo
855 ego, iam non ego: ya no yo, pero vive en mí Jesucristo
— dice el Apóstol — ■. Vivo yo en humildad, en castidad, en
paciencia. Ya no yo:, el de antes, no; no mis pasiones, no
mis sensualidades, porque esto está ya muerto. — ¿Cómo
es eso, Apóstol? ¿De qué manera? Vive en [mí] Jesucristo
860 por humildad, por caridad y por gracia; y donde esta gra-
cia llega, hace mudar al hombre al revés de como estaba;
hace que el que se amaba a sí mismo y que se tenía en mu-
cho, diga: "Sea Dios engrandecido, y sea yo apocado; sea
Dios servido, y menosprécienme a mí; sea Dios honrado, y
825 El] que arfrf.
846 Mt. 10, 34.
855 Cf. Gal. 2, 2o.
32. MARTES DE PENTECOSTÉS
475
865 deshónrenme a mí; glorifiquen a Dios, y vituperen a mí".
Al que sopló el Espíritu Santo, no quiere nada para sí, todo
a honra de Dios.
Esfuérzate, her- Cuando no había venido el Espíritu
mano, hoy es día Santo, los apóstoles estaban medrosos,
170 de Derdón temerosos, las puertas cerradas; no
osaban salir por miedo no los matasen,
tenían grande miedo.
Tomó Dios una vez a Ezequiel profeta en su espíritu y
llevólo en medio de un campo donde había infinitísimos hue-
875 sos de muertos; estaba una muchedumbre muy grande de
ellos, y todos muy secos. Díjole: ¿Piensas que estos huesos
tienen vida? Respondió Ezequiel: Tú, Señor, lo conoces y lo
sabes todo. Mandóle Dios: Vaticinare de ossibus istis. Profe-
tiza de estos huesos. — ¿Y qué, Señor? — Di: Huesos secos,
880 oíd las palabras del Señor: Yo os daré espíritu y viviréis;
daros he carne, y naceros han nervios, y os haré que os cu-
bráis de cuero, y daros he un espíritu, y viviréis. Yo — dice
Ezequiel — hícelo así, y luego se hizo un grande movimiento
y un grande ruido, como los unos huesos se juntaron con los
885 otros, cada uno en su lugar y en su juntura; hicieron ruido
como cuando un hueso se junta con otro; y vi cómo vinieron
sobre aquellos huesos nervios y cómo crecía la carne; y lue-
go un cuero fué tendido por todos ellos, aun no tenían vida;
estábanse allí como muertos. — Profetiza y llama al espíritu;
068 llámalo y dirás: Aquesto dice el Señor: De los cuatro vientos
de la tierra, venid, soplá sobre estos hombres muertos y vi-
virán luego. Acabando de profetizar, tuvieron vida y levan-
táronse y estuvieron sobre sus pies. Rizóse de toda aquella
gente un muy fuerte y valeroso ejército. Dijo Dios: Estos
895 huesos son toda la casa de Israel; porque ellos dijeron:
Aruerunt ossa nostra, et periit spes nostra.
Allí estaban los apóstoles como huesos muertos desma-
yados. ¿Hay aquí algunos que, estando en figura de vivos,
están muertos? ¿Hay aquí tan sin confianza alguno que
900 diga: "Cómo puedo yo ser bueno? ¿Cómo es posible tener
yo castidad? ¿Cómo es posible que me perdone Dios? He
pecado yo tanto, que en toda mi vida no he hecho yo otra
cosa sino ofender a Dios: ¿cómo me perdonará? ¿Quién yo
para ir al cielo? ¿Quién yo para ir allá? El cielo dase a los
905 que hacen buenas obras; yo no las he hecho ni las espero de
hacer, ¿qué tengo yo con eso? Pruebo veinte veces a no
pecar, y no puedo sino pecar. Iam aruerunt omnia ossa
nostra, et periit spes nostra. Ya nuestros huesos se han se-
cado, ya se ha perdido nuestra esperanza" .
896 Cf. Ez. 37, 3-1 1.
476
SERMONES. CICLO TEMPORAL
910 ¡Oh desventurado de ti, si tú tal dices! Esfuerza, her-
mano, que hoy es día de perdón; hoy se admiten todos; si
quieren conocer sus culpas y dolerse de ellas y confesarse, no
hay más. Y tú, mancebo, ¿piensas que no puedes dejar de
pecar y que no te puedes apartar de ello? Prueba y apártate,
915 que hoy es día de perdón; hoy se da fuerza para vencer y
derribar aquello que te derribaba; hoy se dan fuerzas, si tú
las quieres tomar, para vencer tus pasiones; hoy es el día
en el cual prometió [Dios] de quitar el corazón de piedra,
de quitar la sequedad del alma; hoy es el día en que da
920 corazones blandos, corazones arrepentidos; hoy es el día en
que dará corazones aparejados para llorar vuestros pecados
y saberlos conocer; hoy es el día en que os dará un soplo,
no en las orejas, no en los oídos, no en nada de lo de acá
fuera, sino dentro de vuestros corazones; un soplo que os
925 dé vida, un soplo que os dé fortaleza, un soplo que os dé
castidad, un soplo que os dé humildad, un soplo que os dé
caridad y amor y todas las otras virtudes, un soplo que re-
fresque vuestras ánimas.
Obra del Espíritu en Si no, miradlo en los apóstoles,
930 Jos apóstoles y en la que estaban cobardes, porque se
cristiandad naciente querían mucho. Viene a ellos el
Espíritu Santo, entra en aquellos
corazones, quítaseles aquel temor, menosprecian la carne,
y la soberbia, y la codicia; echan en el suelo todos los
93S vicios ; pasan por encima de ellos como vencedores de aque-
llos que les habían vencido y los acobardaban y ponían te-
mor. Levantáronse en pie como ejército poderoso; abren
las puertas que antes tenían cerradas, llenos y rellenos del
Espíritu Santo, llenos de fortaleza y de caridad, y comien-
940 zan a predicar con grandísimo hervor, no doctrinas frías,
sino hervientes como fuego; aquel "¡Bendito sea Dios!";
aquel "No hay sino sólo un Dios, tres personas y un solo
Dios verdadero" ; aquel "Jesucristo es Hijo de Dios vivo,
y está sentado a la diestra de Dios Padre, y es Juez de
945 vivos y muertos" ; aquel hablar que todos los entendían.
Había allí entonces de todas las naciones, había partos,
medos, de Mesopotamia, de Judea, de Capadocia, de Asia la
Menor, de Frigia, de Panfilia, de Egipto, de Libia, de
Creta, de Arabia, de Roma. Todas estas naciones estaban
950 allí, y todos los entendían; que hablaban todas las lenguas
y lo entendían todos como si hablaran la lengua de cada
uno particularmente. ¿Y esto es maravilla, pues Dios lo
hace? Ahora un predicador habla en romance, y cada uno
lo entiende en su lengua; habla una palabra que Dios le
955 manda, y entiéndelo uno a quien aquello toca, y los otros
no lo entienden. Dice un predicador: "Sed humilde". En-
32. MARTES DE Pr.XTECOSTK-S
477
tiende aquella palabra el soberbio. Dice otro: "Sed casto".
Aquello entiende el lujurioso; y así hablando en un lengua-
je, diferentemente.
960 Así que, del sonido grande que vino cuando el Espíritu
Santo vino, habiéndose juntado en Jerusalén, y de que ha-
blando en una lengua, entendiese cada uno en la suya, es-
taban todos espantados, y decían: ¿No son éstos de Gali-
lea? ¿Cómo hablan tantos lenguajes? Otros decían: Dejad-
965 ios, que están borrachos. Cuando oyéredes hablar alguna
persona y no le entendiéredes, tened paciencia, y no os
arrojéis a juzgar de presto; mirad que el Espíritu Santo no
parece; mira lo que hacéis, que por ventura hablará algu-
no lo que quiso Dios que hablase, y diréis vos que está
970 borracho.
Así que dijeron que estaban los apóstoles borrachos.
Levantóse entonces San Pedro, como pastor universal y
como su defensor, y dijo: Varones de Jerusalén, escuchad
mis palabras. No penséis que estamos borrachos, porque
975 ahora no es hora de haber bebido, que es hora de tercia.
¿Sabéis qué es esto? Lo que profetizó el profeta Joel: Ef-
fundam Spiritum meum super omnem carnem, et propheta-
bunt filii vestri, et filiae vestrae. Derramaré, enviaré mi Es-
píritu sobre toda carne, y vuestros hijos profetizarán y vues-
980 tras hijas; y vuestros viejos soñarán sueños, y los mancebos
verán también visiones, y sobre mis siervos y criadas en-
viaré mi Espíritu Santo. Varones israelíticos, a Jesucristo
predicamos, varón aprobado de Dios, al cual vosotros en-
tregastes a la muerte con todas las señales que Dios hizo,
985 al cual Dios resucitó y está a la diestra de su Padre, y El
hizo que el infierno no le empeciese, que no le podía em-
pecer. Y cierto, sepa todo hombre que Jesucristo, que vos-
otros crucificastes, es verdadero Hijo de Dios.
Habló San Pedro con tanto hervor, predicóles allí cómo
990 el Espíritu Santo venía deseoso de nos consolar y reme-
diar. Echa, pues, la red el buen pescador; aquel que de
antes solía pescar peces, pesca ahora ánimas; echó la red.
Del primer lance pescó tres mil de aquellos que poco ha-
bía que le habían dicho que estaba borracho; compungian-
995 se y arrepentíanse de lo que habían dicho, y decían: "¡Des-
venturados de nosotros!, ¿cómo nos hemos ahora de conver-
tir, que somos nosotros los mesmos que le crucificamos, y
dijimos que soltasen a Barrabás? ¿Cómo ha de ser esto?
¿Cómo nos ha Dios de perdonar?" Di joles San Pedro:
1000 "¿Qué es eso? No desmaye nadie; misericordioso es Dios,
y Jesucristo está lleno de misericordia; que aunque hayáis
980 viejos] hijos || 981 criados.
965 Act. 2, 7. 13. 088 Cf. Act. 2, 14 ss. ; Ioel 2, 28 ss.
478
SERMONES. CICLO TEMPORAL
hecho eso, aunque vosotros sois los mismos que le matas-
tes con vuestras propias manos, está aparejado a perdo-
naros si os arrepentís y hacéis penitencia. Confesad vues-
1005 tro pecado luego, y más tardaréis vosotros en confesaros
que Dios en perdonároslo". Ellos, como oyeron esto, dije-
ron que les placía; y no solamente les perdonó Dios sus
pecados, pero usó de tanta misericordia con ellos, que les
envió el Espíritu Santo, así como a los apóstoles, sobre
1010 casi tres mil hombres de ellos. ¿No miráis qué buena re-
dada para la primera? ¡Oh, bendita sea tu misericordia,
Señor mío, que tan caro te costó lo que ahora tan de balde
se da! Daba Dios el Espíritu Santo a quien su Majestad
quería, y de balde.
1015 A otro sermón se convirtieron cinco mil hombres; así
fueron creciendo los cristianos, y se fué poblando y en-
grandeciendo la Iglesia de Dios, que estaba pequeña. De
aquí comenzó la Cristiandad que ahora tenemos. Estaban
todos juntos perseverando en oración; comulgaban cada
1020 día, y vendían todas sus haciendas y entregábanselas a
los apóstoles, y decían: "Esto es lo que vale toda mi ha-
cienda; tomadlo, y haced de ello lo que quisiéredes". Tanta
parte tenía el que poco traía como el que mucho; todo era
igual, todo era común. Hacíase entonces en la Iglesia uni-
1025 versal lo que ahora se hace en los monesterios, que no
tienen, en particular ni común, propio, y por eso mejor libra-
dos. Así estaban los santos apóstoles y los otros santos
hombres y mujeres; hacían muchos milagros y maravillas;
sanaban enfermos, resucitaban muertos; estaban siempre
1030 la mayor parte del tiempo orando muy alegres, llenos de
gozo del Espíritu Santo, muy regocijados con el Huésped.
Plegué al Espíritu Santo, por los merecimientos de Je-
sucristo, y por aquella sangre que derramó en la cruz por
nosotros, tenga por bien venir en nuestros corazones y
1035 sanar nuestras ánimas, alumbrar nuestros entendimientos,
para que conozcamos a Dios, y enderezar nuestra voluntad
para solamente amar a Dios y se olvidar de las cosas del
suelo, y sujetar nuestra carne, y darnos humildad, castidad
y caridad para con nuestros prójimos, y darnos sus siete
1040 dones, para que teniendo su gracia nos dé la gloria.
1040 doria] Anima mía, vive en perpetuo agradecimiento de tan grandes
y tantos beneficios add.
163 1 Act. 2, 42-47.
33. JUEVES SANTO
479
c) SERMONES DEL SANTISIMO SACRAMENTO
33 La Iglesia romana es la casa donde celebra
Cristo la cena
Jueves Santo
(Ed. 1596, I, pip. 312-330.)
Iustorum semita quasi lux splendens, crcscit usque
in perfectum dicm. La senda de los justos, como luz
resplandeciente, crece hasta hacer día perfecto (Prov.
4, [18]).
Habiéndolos amado Si de cualquier justo se dice^ esto
hasta el fin con verdad, ¿con cuánta más se
dirá del Justo de los justos, por el
cual todos los justos lo son: Iustus et iustificans impium,
ut ait Paulus, en cuya comparación no se debe nadie llamar
justo, sicut nemo bonus, nisi solus Deus?
¡Qué caminos, qué sendas llevaste, Señor, dende que en
este mundo entraste, tan llenos de luz, que dan sabiduría
a los ignorantes y calor a los tibios! ¡Cuánta verdad dijiste! :
Quamdiu sum in mundo, lux sum mundi. Luz fué tu naci-
miento, luz tu circuncisión, tu huir a Egipto, tu desechar
honras; y esta luz crece hasta hacer perfeto día. El día
perfeto hoy es y mañana, en los cuales obras cosas tan ad-
mirables, que parezcan olvidar las pasadas; tan llenas de
luz, que parezcan obscurecer las que son muy lucidas. ¡Qué
denodado estáis hoy, Señor, para hacer hazañas nunca
oídas ni vistas en el mundo, y nunca de nadie pensadas!
¿Quién vió, quién oyó que Dios se diese en manjar a los
hombres y que el Criador sea manjar de su criatura? ¿Quién
oyó que Dios se ofreciese a ser deshonrado y atormentado
hasta morir por amor de los hombres, ofendedores de El?
Hazañas, Señor, en que das a entender tu amor, con que
nos consuelas; como en tiempo pasado las enseñabas con
rigor, con que hacías temblar. Cantaremos con mucha ra-
zón: Confitebor tibí, Domine, quoniam iratus es mihi, con-
versus est furor tuus. Mirad qué va de riguroso Juez a
manso Cordero, que muere por el bien de su ofensor.
Estas, Señor, son invenciones de tu amor, que hacen
día perfeto, pues no puede más subir el amor de lo que tú
lo encumbraste hoy y mañana, dándote a comer hoy a los
que con amor tienen hambre de ti, y mañana padeciendo
9 Cf. Rom. 3, 27.
10 Le. 18, IQ.
14 lo. g, 5.
16 Cf. Prov. 4, 16.
30 Is. 12, 1.
480
SERMONES. CICLO TEMPORAL
hasta hartar la hambre de la malquerencia que tienen tus
enemigos de te hacer mal. Día perfeto en amor, día perfeto
en padecer, y creciendo ha ido en lo uno y en lo otro, hasta
el día de hoy y mañana; de manera que no hay más que subir
40 al amor que adonde tú lo has subido. In finem dileañt eos.
Has amado a los tuyos hasta el fin del amor, pues amaste
hasta donde nadie llegó ni pudo llegar.
Mas hace dificultad a esto que 'los justos crecen en gra-
cia, crecen en amor, crecen en méritos; que un tiempo tienen
45 amor imperfecto, y otro son que van aprovechando; mas
nuestro Señor y grande amador, nunca fué principiante en
el amor; porque desde que su ánima fué criada y unida
al Verbo divino, le fué dada toda la gracia y amor que son
posibles tener una criatura; y aquel amor nunca creció,
50 porque no hubo donde pasase; como un calor de un fuego
no hay donde pase, por estar allí en sumo grado. De nues-
tro Dios está escrito: Ignis consumens est; no sólo en cuan-
to Dios por esencia, que es amor infinito, mas en cuanto
hombre, que gasta nuestros pecados, padeciendo por ellos,
55 y gasta aquel divinísimo cuerpo, poniéndolo en la cruz por
amor de nosotros.
Escrito está: Homo sensatus in sapientia permanet sicut
sol; stultus autem sicut luna mutatur; y no hay a quien
no quepa parte de esta mudanza; pues unos están unas
60 veces en gracia, otras en pecado; otros, aunque siempre en
gracia, ya están tibios, ya fervorosos; ya aman más, ya
menos; ya crecen, ya descrecen. Mas nuestro Justo, por an-
tonomasia, permanet fixus sicut sol; porque nunca crece ni
mengua, mas siempre [está] aquel fervor lleno y vivo,
65 amando cuanto se puede amar. Y este mismo amor tenía a
los hombres cuando caminaba y cuando descansaba, cuando
comía y cuando ayunaba; y no amó más a los hombres
cuando estaba muriendo en la cruz por amor de ellos que
cuando estaba comiendo o durmiendo. Con tanto amor daba
70 un paso por ellos, cuanto dió la vida por ellos.
Y de aquí es que, si se mira a lo que el Señor merecía
y amaba y a lo que hacía, cualquier obra suya merecía
nuestro rescate y nos merecía la gracia. Mas ordenó Dios
que, aunque una obra bastara, y a fortiori muchas, toda-
75 vía muriese y con su muerte nos rescatase, para que, sién-
dole a El el rescate más costoso, nos declarase más su amor,
y más le amásemos nosotros, y amándole fuésemos salvos.
¡Oh hijos de Adán, y cuan malos somos, pues para levan-
tar nuestro amor para seguir el camino de la virtud le
'80 pareció a Dios que no bastaba haberse hecho hombre y
40 lo. 13, 1.
52 Deut. 4, 24.
58 'Cf. Eccli. 27, 12.
33- JUEVES SANTO
4S1
ayunado, haber caminado a pie, haber pasado trabajos e
injurias, sino que nuestra tibieza y maldad hubiese menes-
ter cura tan costosa, que el Señor de todos padeciese bo-
fetadas, y clavos, y muerte! Confúndete, hombre, aver-
güénzate, y ensáñate contigo, que seas tal que sea menes-
ter levantarte con grandes palancas para sacarte el amor
que eras obligado a dar de balde, con tanta costa de Cristo.
Y si fuiste tal que con lo hecho no amases, no pase tu
maldad tan adelante, que, después de haber muerto por ti,
le dejes de amar. Si no le amas, aun sin esto, es muy grande
delito, ¿dónde pondremos al hombre que, siendo amado
de su Dios hasta dar la vida por El, no le ame?: Si quis
non amat Dominum Iesum, anathema sit.
Saca, pues, por esto que hoy y mañana ves en lo de
fuera, lo que el Señor trujo siempre en su corazón escon-
dido. Este amor que ves salir por estos resquicios o caños,
de dársete en manjar y de morir por ti, este mesmo, tan
grande y maravilloso, te tuvo desde que se hizo hombre por
ti, y nunca de sí lo quitó; con éste te traía en su pecho escri-
to, como madre a su hijo en su vientre. De manera que se
cumple con gran verdad: Qui portamini a meo útero, qui
gestamini a mea vulva. Lo de ahora fué rebosar el amor
encerrado.
No crece el amor del Señor en sí, ni tiene mudanzas de
luna, mas estabilidad de sol; mas crece — como dijo la pri-
mera autoridad — cuanto a los efectos, manifestándose más
y más; y en estos dos días se manifestó hasta lo supremo
que se puede manifestar y pensar. Quis loquetur potentias
Domini, auditas faciet omnes laudes eius? Y si Zas poten-
cias (obras de su potencia) no hay quien las hable, ¿qué
hará las obras de su amor y misericordias, pues que son:
Super omnia opera eius? Quis sapiens, et custodiet haec,
et intelliget misericordias Domini? ¡Oh entendimientos de
ángeles, venid, mirad las misericordias del Señor, que son
tales, que ni aun vosotros las podréis comprehender, cuanto
menos nosotros! Si vuela sobre el querubín, que quiere de-
cir "cumplimiento de ciencia", ¿qué hará sobre unos en-
tendimientos tan rudos? No usa aquí el Señor tanto de
poder cuanto de amor; no tanto de alteza cuanto de humil-
120 dad. Por eso es cosa más maravillosa en El; porque un alto
tratarse como tal, no hay que maravillar; tratarse como
bajo, eso sí; y eso es lo que aquí trata Dios, de humillarse
y amarnos.
Veam,os ya estas maravillas tan nuevas y tan provecho-
93 Cf. i Cor. x6, 22. 112 Ps. 144, 9.
102 Is. 46, 3. 113 Ps. 106, 43.
106 Prov. 4, 18. 116 Cf. Ps. 17',
109 Ps. 105, 2.
.Avila 2
482
SERMONES. CICLO TEMPORAL
125 Sas; veamos las invenciones de Dios; veamos los misterios
de nuestra redención y vida; y descalzos los zapatos de
nuestros sentidos de carne, quitados los vicios, que son
tinieblas del corazón, atentos, humildes y devotos hallé-
monos presentes, y acompañemos al Señor, que en otra
J30 cosa no entiende sino en nuestro remedio, aunque sea con
pérdida de su vida.
Prima die azymorum accesserunt discipuli ad Iesum.
El obedientísimo, el ejemplo de la obediencia, quiso hasta
la muerte guardar la ley vieja, para cumplir con la obe-
135 diencia de su Padre. Y para acabar la ley; porque no tiene
ella más que desear, ni quiere ya que nadie la guarde, pues
que Jesucristo la guardó. No quiere ya casarse con nadie,
después que se casó con Cristo; porque nunca tanta honra
le pudo venir como guardarla él mesmo que la dió. Ya vino,
140 y la guardó, y se sujetó El a ella: Factum sub lege. Quedó
tan honrada y ufana, que no quiere que más la guarde na-
die, sino la que Cristo nuestro Señor dió nueva. ¿Qué es
la circuncisión de carne? Circuncisión de espíritu; y así
muy honrada y cumplida, quede sepultada en la letra, y
145 viva según el espíritu. Porque otra cosa no es nueva ley,
sino espíritu de la vieja, encerrado en la carne y sombras
de la ley y figuras. Y por eso, aunque muere según la letra,
vive según su ánima; y más se dice cumplida y mejorada
que destruida; y así protestó el Señor que la venía a cum-
150 plir: Non veni solvere legem sed adimplere. Y San Pablo
dice: Legem ergo destruimus per fidem? Absit, sed legem
statuinvus.
Manda, pues, a sus discípulos que vayan a Jerusalén a
aparejar el cordero, y lo que fuere menester para la cele-
155 bración de la pascua, que quiere decir tránsito, en repre-
sentación y memoria de cómo Dios pasó de las casas de los
de su pueblo, saludándolos, y matando a los enemigos. La
señal de que los salvaba, era tener la sangre del cordero
a las puertas; todo lo cual era figura.
160 La casa de la Mas veamos a qué casa los envía para que
cena ^e aparejen la pascua. ¿Cuál es la casa
donde tal novedad ha de hacer Cristo,
que se acabe lo viejo y comience lo nuevo: nueva ley, nuevo
sacerdocio, nuevo sacrificio, nuevo culto, y donde se había
165 de cumplir lo escrito: Antiqua ne intueamini?
No se nos pase por alto esta casa, porque ésta significa
la Iglesia. Y ¡ay de quien no supiere esta Casa y morare
en ella, porque tan imposible es salvarse fuera de ella, cuan
126 Cf. Ex. 3, 5.
132 Mt. 26, 17.
140 Gal. 4, 4.
150 Cf. Mt. 5, 17.
152 Rom. 3, 31.
165 Is. 43, 18.
33- JUEVES SANTO
483
imposible fué no ahogarse hombre que en el tiempo del
170 diluvio no entrase en el arca, y aún más imposible! No hay
fuera de la santa Iglesia romana salud; no aprovechan
buenas obras, como San Cipriano dice: "Morir por Cristo
fuera de la santa Iglesia romana no es martirio ni basta
para salvarse; más es perfidia y porfía que martirio cris-
175 tiano; porque no acepta Dios honra que le hagan si deshon-
ran a su esposa la Iglesia". En ésta, con poco se salvan,
pues la fe y obras que se piden son fáciles con la gracia
de Dios; fuera de ésta, ninguna cosa aprovecha. Pues San
Agustín dice: "Obras buenas fuera de fe, son como quien
180 anda fuera de camino, que mientras más anda y corre,
más se aleja del camino y llega al despeñadero". Porque el
que está fuera de la Iglesia, mientras más obras buenas
hace, menos merecen nombre de buenas obras. Sin fe ver-
dadera, engañado y fiado el tal hombre que está en buen
185 camino, menos busca el bien y más se confirma en el mal,
y así se aleja más de la verdad por ocasión de sus buenas
obras.
¡Siete ojos, hermanos, siete ojos a la casa donde el
Señor celebra su fiesta, donde consagra, donde» hace sacer-
190 dotes, donde predica a sus discípulos, donde envió después
al Espíritu Santo! Porque como no hay más de una Iglesia
verdadera, y en ella — y no fuera de ella — hay salvación,
ya veis cuánto nos cumple acertar con ella, cuánto nos
cumple salvarnos.
195 Señales de la verda- — ¿Qué señas, Señor, tiene vues-
dera Iglesia: Escritu- tra casa, para que los discípulos
ra y sacramentos atinen a ella para os aparejar la
fiesta? ¿Qué señas, tiene, Señor?
— Intrantibus in civitatem, occurret vobis homo. Entre tan-
200 tas calles como hay en Jerusalén, entre tantas casas y gen-
tes, tomad esta señal para que acertéis: Seguid a un hom-
bre que lleva un cántaro de agua. — ¡Válame Dios, y qué
señal tan extraña, tan humilde y tan cierta y llena de
significación! El agua en la divina Escritura, sabiduría sig-
205 nifica. Aqua sapientiae salutaris. En la divina Escritura,
el agua significa la gracia. Si quis sitit, veniat ad me et
bibat. Qui credit in me, sicut dicit Scriptura-, flumina de
ventre eius fluent aquae vivae. Hoc autem dixit de spiritu,
176 San Cipriano, De unitate Ecclesiae, 14 : ML 4, 526-527 ;
Ep. 13, ad Cornel., 4 : ML 3, 861.
181 San Agustín, De bapt. contra Donatist., 1. 1, c. 8, 10 :
ML 43, 115; Ep. 108, 9: ML 33, 410; Serm. ad Caesariens. cccl. ple-
bem: ML, 43. 695-
199 Cf. Le. 22, 10.
205 Eccli 15, 3.
4S4
SERMONES. CICLO TEMPORAL
quem accepturi erant credentes in eum. — Donde hay sabi-
210 duría del cielo, así atinaréis a mi Iglesia.
— Obscuras señas son, Señor. — Pues mirad bien, que
el agua va en cántaro, y así podréis por el cántaro atinar
el agua. ¿Qué cántaro ¡lleva sabiduría del cielo, sino la Es-
critura divina, en la cual está la ciencia y palabra de Dios?
215 ¿Qué cántaro contiene gracia celestial con que se apagan
los malos deseos, y se riega el ánima, con que da fruto
que lleve a la vida eterna, sino los santos sacramentos de
la Iglesia, que, como el Concilio Florentino y Tridentino
dicen, contienen y dan gracia? ¡Oh preciosísimos vasos,
220 que contienen tal licor, que es la gracia, y en los cuales
mora y obra la virtud de la sangre de Cristo, por la cual
se nos ganó la gracia con que bien vivimos y nos salvamos!
Aquella Iglesia que cree y tiene la Escritura divina, y
que tiene y confiesa haber sacramentos por los cuales se da
225 la gracia, aquélla tiene señales de la verdadera Iglesia. Por-
que la que dice que no hay Escritura o que la gracia se
da por la fe sola, y no los sacramentos, no es agua en cán-
taro ni tiene la señal que dió Cristo, y la que dijo cuando
dijo: Quien bien creyere y fuere baptizado, será salvo. No
230 creer sólo, no baptismo sólo; fe y sacramentos bien recibi-
dos y obras es menester para ser salvos. Yo creo que queréis
agua en cántaro, que salva ánimas; hela aquí: Mundans
eam lavacro aquae in verbo vitae. Salvos nos fecit per la-
vacrum regenerationis.
235 y si por decir San Pablo en unas partes: Per fidem ius-
tificamur, se entiende que la fe se requiere, como es verdad,
también se saca que sacramentos se requieren y obras ; pues
dice por las mismas palabras lo uno y lo otro. Y si por
decir que per fidem, o ex fide, se excluyesen los sacramen-
240 tos, luego diciendo per lavacrum se excluirá la fe, pues no
hay diferencia en el modo de hablar. Mas así como no es
lícito excluir a la fe porque pide sacramentos, así ni sa-
cramentos porque pide fe. Donde hubiere Escritura de Dios
y sacramentos, que contienen y dan gracia, seguid a aquél,
245 y atinaréis a mi Iglesia.
El Papa, señal clara — '¿Qué haremos, Señor, si hay
y manifiesta herejes que digan que creen la Es-
critura y tienen a su modo sacra-
mentos, dicen que tienen fe en Cristo y dicen maravillas
250 de El? Dadme otra señal más precisa y que no me deje
engañar; señal clara, visible y manifiesta ¿Cuál es, Señor,
vuestra Iglesia?
209 lo. 7, 37-39.
219 Concilio Florentino, Decr. pro Artnems, de sacram. ; Con-
cilio ni: Trento, sess. 7, de sacram., can. 6. 229 Me. 16, 16.
233 Cf. Eph. 5, 27. 234 Tit. 3, 5. 236 Cf. Gal. 2, 16.
33- JUEVES SANTO
485
—Mirad bien en lo que he dicho, que allí lo veréis. No
dije yo: Entrad en una casa y mirad donde hubiere un
255 cántaro de agua y allí aparejad, sino: Seguid un hombre
que lleva un cántaro de agua. Si miráis a solas el agua o
el cántaro, por ventura os engañaréis; mas mirad que lo
lleva un hombre, y de cierto no os faltará nada para acer-
tar. Herejes puede haber que traten palabras de Dios, sa-
260 cramentos santos; mas no quieren confesar que hay un hom-
bre no más que lleve ese cántaro de agua. Dicen que no es
menester que haya cabeza que sea hombre, sino que basta
que el que es Dios y hombre sea cabeza, y que a ése habe-
rnos de seguir.
265 Mirad que dice que un hombre lleva el cántaro de agua,
porque ha de haber un hombre que sea cabeza y guia a
quien vosotros sigáis, para acertar a la Iglesia. San Pablo
dice: Una fe, un bautismo. Pues nunca habrá una fe, ni
un bautismo, ni un Dios, ni un Cristo en los entendimientos
270 de los hombres, si no hay un hombre que lleve el cántaro
de agua, ál cual vosotros sigáis.
Si no, preguntad a los que no quieren reconocer hombre
que sea Vicario de Cristo en la tierra, si tienen una fe, y
veréis que cada uno tiene la suya, y tantas fes cuantas
275 cabezas, y tantas maneras de bautizar y tantas maneras
de dioses. Un Dios hizo Arrio, y contrario de éste 'hizo
Sabelio; uno pone distinción en la esencia, otro confusión
en las personas; y otro hace su Dios como se le antoja.
Y el Cristo de Eutiques es contrario al Cristo de Nestorio,
280 y el de otros al de otros; y así, ni hay una fe, ni es cono-
cido un Dios, ni un Cristo, si se quita que haya un hombre
que vaya delante con el cántaro de agua, a quien sigan
los otros. Este es el Papa, Vicario de Cristo en la tierra,
que lleva en su mano el cántaro de agua, que es la divina
285 Escritura y los sacramentos; no porque él pueda hacer fe
ni sacramentos, como tampoco el hombre que lleva el agua
crió el agua ni el cántaro; mas llevarlo en la mano es
declarar cómo se ha de entender, y poner cada cosa en su
lugar, y dar a beber el agua que Dios dió. Pues le está
290 dicho: Apacienta mis ovejas, ¿cómo las apacentará, si no
le dan que pueda declarar la Escritura y los sacramentos,
en que las ovejas se apacientan? Diósele este poder para
soltar y ligar, para declarar e interpretar, y sobre él está
fundada la Iglesia.
296 y así la Iglesia es cosa manifiesta y clara, que aun los
ciegos, si no quieren a sabiendas cegarse, encontrarán con
ella. Esta es la ciudad puesta en alto, señal que aun desde
268 Epfa. 4, 5.
290 lo. 21, 17.
297 a. Mt. 5, i4.
486 SERMONES. CICLO TEMPORAL
lejos atinan a ella los caminantes. Si ella estuviera escon-
dida, todo estuviera escondido; porque ella es la que da
300 luz a todo. ¿Qué me aprovecha de que haya Escritura de
Dios, si yo no sé si es Escritura de Dios? ¿Y cómo sabré
si lo es, si la Iglesia no me lo dice? "El Evangelio no creería
si la Iglesia no me lo dijera", dice San Agustín; no porque
la verdad de Dios dependa de nadie, mas porque, para
305 saber si es verdad de Dios, es menester que la Iglesia me
lo diga. ¿Y cómo sabré que tal paso de la Escritura quiere
decir esto y esto, pues cada uno da su entendimiento y no
hay cosa cierta, mirando a lo que cada uno dice, si no
hubiese uno que sin errar me dijese: "Esto se entiende así"?
310 Quitad esto, y andaremos tan a ciegas como si no hubiese
palabra de Dios en la tierra. Porque si el entendimiento
de ella queda a lo que un hombre dice, ya no es palabra
de Dios, sino palabra de hombre; pues la palabra, en el
entendimiento consiste, que no en el aire o en la escritura
3>15 muerta. Pues para que haya una fe, es menester un sentido;
y para un sentido cierto, ha de haber un hombre que lleve
en su mano el cántaro de agua y tenga poder para declarar
y aclarar a los homlbres el agua, que de sí es muy clara.
Y ésta es la señal de la Iglesia en que Dios mora: que
320 tiene una cabeza, que es el Papa, a quien han de seguir
todos los demás y obedecerle. Iglesia manifiesta, no escon-
dida, no invisible; porque de esa manera, lo que ha de de-
clarar sería más obscuro.
Jesús lava los pies Tornando, pues, a la historia, idos
325 a sus discípulos l°s apóstoles San Pedro y San Juan,
hallaron al hombre que les dijo.
Siguiéronle. Siéntase el Señor a cenar al modo de entonces,
que era recostado, con sus discípulos, con sus doce ovejue-
las, y con el lobo Judas enfrente de sí. ¡Así, Señor, así
330 nos dais ejemplo de igualdad unos con otros, pues tenéis
asentados con vos a una mesa unos hombres tan desiguales
a vos! Para que los que se tienen por principales en los
pueblos no se desdeñen de estar sentados en un asiento con
los menores. ¡Oh cosa tan al revés, que en el convite que
335 el Señor ordenó para enseñar igualdad y humildad, en
aquella misma obra tú hagas cisma y enseñes tu soberbia,
tornando al revés la orden de nuestro Señor! Si por allá,
en el siglo, eres soberbio, no lo seas en el convite que el
Señor ordenó para te humillar; no te desdeñes de tener por
304. verdad] bondad
303 San Agustín, Contra ep. Manich., quam vocant fundamcn-
M, c. 5, 6 (ML 42, 176) : «Ego vero evangelio non crederem, nisi
me catholieae ecclesiae commoveret auetontas».
33- JUEVES SANTO
487
340 compañero a tu menor, pues, por mucho que le excedas,
no será tanto como Cristo excedió a sus apóstoles.
Mas aquesto de comer a una mesa con Judas, ¿quién
lo contará? ¡Qué ejemplo de mansedumbre y caridad tan
grandes nos es dado, para sufrir y procurar de reducir a
345 buen camino al que, por hacernos mal, estaba perdido!
Y si estas cosas, Señor, no hay ojos que lleguen a po-
derlas mirar y reverenciar como es razón, ¿quién podrá
mirar lo que se sigue? Está sentado Dios humanado a una
mesa con unos pobres hombres, y no como principal, sino
350 como sirviente; que El lo dijo así; porque debiera repar-
tirles El la comida. Si esto excede a todo entendimiento
y lo saca de sí, ¿qué hará, Señor, verte levantar de la
mesa a lavarles los pies? ¿Qué haces, Señor, que no hay
quien te alcance a mirar? ¡Señor, que te vas de vista, como
355 águila que vuela mucho! Mas no es este vuelo levantándote
en alto, que esto para ti no fuera mucho; mas postrástete,
Señor, tan bajo, que, de bajo, no hay quien te vea.
Va un hombre por un camino de una sierra alta, y si
se para a mirar a la hondura en algún valle, parece que se
360 le anda la cabeza, y no tiene vista para bien mirar lo que
allí está. Así, cuando uno se para a considerar a Jesucristo
arrodillado delante de unos pescadores, no hay juicio ni
entendimiento que baste a mirar tal humildad. Y así San
Pedro, que fué el primero a quien Cristo lavó, no pudo
365 sufrir tal obra, y por tanto no lo quería consentir. Aba-
jástete, Señor, tanto, que no te hallamos; mas, según nos
dieres tu gracia, consideraremos, siquiera en parte, algo
de este tan profundo misterio.
Ante diem festum Paschae... "Cuenta el evangelista su
3"0 alteza primero, para más encomendar su humildad", dice San
Agustín. Este tan alto levantóse de la mesa. El que ha es-
tado en la mesa de la Escritura, y ha entendido de lo que debe
hacer, y mantenida su ánima con el pan de la Sabiduría, no
se ha de estar siempre sentado, pensando y rumiando consi-
375 deraciones devotas y revolviendo siempre libros; levantarse
conviene a la obra. Porque muchas veces aconteció no ser
verdaderos los propósitos buenos que en la lección se tenían,
porque faltaron en la obra. Conviene probar las armas en la
obra, que habernos cobrado en la lección y oración. Adonde
380 obra no hay, no hay que fiar de buenos propósitos y pensa-
mientos. Levántase el Señor a obrar.
350 Cf. Mt 20, 26-28.
353 lo. 13, 2 ss.
369 lo. 13, 1.
371 San Agustín, In lo. Ev„ tr. 57, 6 (ML 35, 1787) : «Debe-
mus, dilectissimi, in sensum evangelistae diligjenter attendere. Lo-
cuturus quippe de tanta Domini humilitate, prius celsitudinem eius
voluit commendare».
4SS
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Ponit vestimenta sua; porque para servir a los hombres
se quito El lo que lícitamente pudiera tener; y da ejemplo
que los mayores, por bien de los suyos, no usen de algunas
386 cosas que lícitamente pudieran. Si los mayores perdiesen algo
de su ornato, que es significado por la ropa, aunque lícita-
mente, se remediarían con este ejemplo los excesos de los
menores, y serían vestidas las ánimas de estos mayores con
caridad, cuanto menos lo fuesen en lo de fuera. No miró Cris-
390 to a licet, sino a expedit, y aedificat, ut Paulus: Omnia mihi
licent, sed non omnia aedificant, non quaerens quod mihi
utile est. Para servir conviene quitar el ornato, porque mu-
chas veces la pompa del mayor le estorba que no aproveche
a sus subditos. Olvidad la majestad y superioridad, y haceos
3&5 humilde, et sicut unus ex Mis, si no queréis que huigan de
vos las ovejas y que osen llegarse a descubriros sus llagas.
Quitó su vestidura, disimuló su alteza, porque el que induit
fortitudinem de aquí a poco coepit taedere, et pavere.
Misit aquam in pelvim. El por sus mismas manos obra.
400 Obra personal ha de tener el superior temporal o espiritual,
y no se ha de contentar con echar agua con manos ajenas.
Toma tobaja, con que se ciñe, para limpiar los pies después
de lavados; porque hay algunos que con su propia ropa lim-
pian las ajenas inmundicias y quedan ellos sucios de limpiar
405 los otros. Quien entiende en limpiar ánimas ajenas, mire que
tenga lienzo ceñido, donde reciba las ajenas inmundicias.
Porque hacer a otros buenos y de allí quedar él malo, tentado
o caído o con otras faltas, no es a Dios agradable. Tenga
virtud tal, que no se le pegue la maldad que del otro quita.
410 — Tu mihi lavas pedes? — Tenéis razón, San Pedro. Y ¡ay
del desvergonzado que, cuando comulga o dice misa, no se
confunde, espanta y sale fuera de sí! "Tu intrasti in stoma-
chum meum? ¿Yo delante de ti? Exi a me Domine, etc."
— Quod ego fació tu nescis modo. Cree, obedece; no te lo
415 quiero decir el porqué lo hago, porque más merezcas con
creer y obedecer sin saber; haz lo que mando. Sufre, hombre,
lo que Dios te envía, aunque no entiendas el porqué; espera
a Dios, que antes de mucho verás — aquí o en el otro mundo —
cómo en eso procuraba Dios tu bien, aunque tú te quejabas
420 de ello. Cree ahora; que scies autem postea.
Porfía San Pedro en su humildad, y amenázalo Cristo que
lo perderá. ¡Oh recia cosa! ¡Quién dijera que San Pedro ha-
cía mal en porfiar cosa de tanta humildad! ¿Qué espera el
soberbio de tener parte en Cristo, si el humilde es amena-
425 zado que no la ternía? Porque la humildad que no es obedien-
392 Cf. i Cor. io, 23.
398 Cf. Ps. 92, 1 ; Me. 14, 33.
413 Cf. Le. 5, 8.
34- JUEVES SANTO
489
te, no es humildad. Y no se engañe nadie con color de vir-
tudes; que si es porfiado en ellas, si las hace por su propia
cabeza contra la obediencia de su superior, no terna parte
en Cristo. ¡Qué hoya tan peligrosa, en la cual tantos han
430 caído y tan mal se han descalabrado, o perdiendo la gracia
o la fe! ¿Qué hace al hereje ser loco? ¿Es errar? No, sino
el porfiar contra el parecer de los mayores. No se fíe nadie
de sí, en bien ni en mal.
Non tantum pedes. Porfiado hasta saber la voluntad de
435 su Maestro; y sabida, ¡cuan largo y blando en obedecer!
Quien conoce la voluntad de Dios, no queda nada que no se
sujete a Dios. ¡ Señor, pues yo todo entero me pongo en vues-
tras manos! Qui est mundus... Contra los herejes, que di-
cen que no está el hombre sin pecado mortal ni por breve
440 tiempo.
Scitis quid fecerim vobis? ¡Oh qué linda palabra para
después de comulgar! — Vos vocatis me Magister... Todo este
negocio tan admirable, para decirnos fué que tengamos hu-
mildad y caridad unos con otros. Muchos hay que no les pa-
445 rece que son cosas de tanta estima que el Señor hiciese tan
admirables cosas para las encomendar. — Hoc sentite in vo-
bis... Cum littera praecedenti et sequenti. Preparación para
comulgar fué el lavatorio, y significativa de la limpieza que
habernos de llevar, aun de los veniales.
34 Incorporados a Cristo por la comunión,
poseemos el corazón del padre
Jueves Santo
(E)d. 1596, I, pip. 694-718.)
¿Quién herirá el co- En aquella oración que Cristo nues-
razón del Padre con tro Señor hizo a su Padre el jueves
saeta de amor? ^e ^a cena en Ia noche, le dice entre
otras palabras: Padre, manifesté tu
nombre a los hombres, los cuales me diste. Y entre todas
las otras cosas que hizo buenas, y muy buenas, especial-
mente se esmeró en predicar la honra de su Padre, atribu-
yéndole a El la doctrina que predicaba, los milagros y obras
que hacía; todo para ejemplo nuestro, que encendía los co-
442 lo. 13, 1-15.
447 Cf. Phil. 2, 5.
7 lo. 17, 6.
10 Cf. lo. 7, 16 ; 14,
490
SERMONES. CICLO TEMPORAL
razones de los apóstoles en el amor del Padre invisible, tan
altamente alabado por su Hijo.
Y uno de ellos, que fué San Felipe, dijo como en nom-
15 bre de todos : Señor, muéstranos al Padre, y bástanos; como
quien dice: "Pues tantas cosas buenas nos ha dicho de El,
querríamos verle, y ni tendríamos más que pedir ni que de-
sear." Tenía, por cierto, mucha razón de desear ver al Pa-
dre, pues hace claramente bienaventurados a los que clara-
20 mente le ven. Mas ¿cómo le verán, si El no se muestra?
¿Cómo se mostrará, si no le amamos? Pues como dijo Cristo
nuestro Señor: Si alguno me ama, manifestármele he a mí
mismo. ¿Y cómo amaremos al Padre, si el Padre primero no
nos ama, pues que el amar nosotros a El es efeto de amar El
25 a nosotros?
¿ Y quién, al contrario, ha de ser amado de una cosa tan
alta como es Dios Padre, siendo nosotros tan bajos, que aun
acordarse como quiera de nosotros y darnos el ser de natu-
raleza es muy grande merced y sobre todo nuestro mereci-
80 miento? Merced es aquel amor con que nos ama a los hom-
bres y ángeles, con que los levanta sobre toda su naturaleza
criada y los hace consortes por gracia y por gloria de la di-
vina naturaleza.
Amar a uno es darle señorío sobre sí mismo; es capti-
85 varse, y encarcelarse, y parar en señorío de él. ¿Pues quién
no alabará aquel eterno Padre, principio no sólo de los án-
geles y hombres, mas de todo lo criado, y aun de las dos Per-
sonas, Hijo y Espíritu Santo, del cual, como dice San Pa-
blo, toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra?
40 Un Padre del cual el Hijo y el Espíritu Santo reciben todo lo
que tienen, y El de ninguno lo recibe, de sí mismo tiene lo
que tiene, y es lo que es. Mas ¿quién dirá qué es? Es un
Poder infinito que llegó a poder engendrar un Hijo igual y
semejable a sí mesmo; es una Bondad tanta, que llegó a dar
45 toda su esencia a su Hijo por vía de generación y al Espíritu
Santo por vía de amor; y, finalmente, es un piélago de infi-
nitas perfecciones, que, por mejor decir, es una infinita per-
fección, al cual los ángeles reverencian, y las dominaciones
adoran, y los poderes tiemblan, y las dos divinas Personas
50 conocen que es su principio, y que, aunque haya entre ellos
suma igualdad, y más que igualdad, pues es unidad en la
misma naturaleza, mas con esto está la autoridad del Padre,
del cual las dos Personas divinas reciben lo que tienen, y el
Padre no de ellas ni de otro ninguno.
15 lo. 14, 8.
23 Cf. lo. 14, 21.
33 2 Petr. 1, 4. 39 Epfa. 3, 15.
42 Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa, 1, qq. 33-36.
49 Cf. Miss. Rom., Ordo Miss., praefat.
34- JUEVES SANTO
491
55 Pues poniendo de una parte esta suma Majestad e infi-
nita alteza, encumbrada sobre nosotros con distancia infini-
ta, y de otra parte nuestra bajeza, y, lo que peor es, nues-
tros pensamientos, ¿quién osará esperar, ni aun pensar, que
dos tan distantes extremos se pudiesen juntar en uno? ¿Quién
60 de los hombres volará tan alto que alcance esta presa, que
vuela sobre querubines y alas de vientos? ¿Quién tan rico
que posea a este Señor y le hiera su corazón con saeta de
amor, y lo haga abajar a tratar leyes de igualdad de amor
con criaturas tan desiguales a El? "Tú eres verdad, decía
65 San Agustín, y yo mentira y vanidad, etc." ¿Y cuándo po-
drán juntarse en uno estos extremos? Y si se juntan, cosa
es dignísima de admiración, como el santo Job lo sentía,
diciendo: Señor, ¿qué cosa es el hombre porque lo visitas y
pones en él tu corazón? Y [si] según sentencia del Señor,
"0 donde está el tesoro, allí está el corazón, ¿cómo puede ser
que cosa tan pobre, como es el hombre, sea tesoro de cosa
tan rica como es Dios?
Cierto es aquí menester la fe de Abraham, que, no en-
flaquecido por parte de la criatura, mas confortado en la
75 promesa del Criador, dió gloria a Dios, teniéndole por tan
poderoso, que puede hacer todo lo que promete. Mas lo que
había allí prometido era que Sara, estéril y vieja, pariría
un hijo. Gran maravilla por cierto; mas muy más es que
Dios Padre se dé por amor a una ánima estéril, a un gusano
80 de la tierra, a un pecador e indigno de mirar él cielo y
hollar la tierra y de comer un poco de pan. Que ame Dios,
y de amor tan entrañable, a su criatura, el hermoso al feo,
el rey al vasallo, el todo a la nada, cosa es de mayor
maravilla y más bienaventurada de poseer, mas muy ardua
85 de creer; y no pequeñas prendas son necesarias para certi-
ficarnos de tan grande honra, tan grande riqueza y tan
copiosa bienaventuranza. Porque si de esto nos dan sufi-
cientes prendas, ¿qué resta sino perder la vida, si es me-
nester, por alcanzar el corazón de Dios Padre por nuestro
90 y tenerle herido con saeta de amor?
El corazón del Padre, Alabada sea la bondad divinal,
su Hijo es Qiue a tanto llega, que nos da el
bien que no merecemos, y exceden
sus dádivas a lo que le pedimos, y aun a lo que deseamos,
95 y aun a lo que entendemos, según dice San Pablo. Ninguna
6i Cf. 2 Reg. 22, ii.
65 Cf. San Agustín, Confess., I. io, c. 41, 66; 1. c. 10, 16 :
ML 32, 807. 742.
69 Of. Ps. 8, 5 ; Iob 7, 17.
70 Mt. 6, 21.
78 Cf. Gen. 18, 10.
95 Cf. Eph. 3, 20.
492 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cosa le parece a Dios ardua en lo que toca a hacer bien
a los hombres; y cuanto excede el alteza del cielo a la
pequeñez de la tierra, son ensalzados de hacernos bien sobre
la pequeñez de nuestro corazón para osarlo desear y pedir.
100 En tus pensamientos, Señor, para lo que cumple — dice Da-
vid— no hay semejable a ti.
Cierto es así, que el divinal y paternal corazón, conmo-
vido de su entrañable bondad, se quiere poner en los hom-
bres, y tenerlos por su tesoro, no para enriquecer El en
106 ellos, sino para que, juntándose con ellos, los haga tan
ricos, que lo posean a El. Y el medio que para juntarse
estos extremos tomó, fué su santísimo Hijo, Jesucristo nues-
tro Señor, según El mismo lo dice: Yo soy camino, verdad
y vida; ninguno viene al Padre sino por mí. Sepan, pues,
l'lO todos los que quisieren subir a la alteza del Padre, que la
escalera es Jesucristo, su Hijo; sepan todos que otro me-
dianero principal no hay si El no; porque, aunque los san-
tos lo sean, sonlo por El y sonlo porque El fué medianero
para que ellos tuviesen cabida con Dios; y que para todos
115 es medianero, si quieren llegar a El.
— Mas ¿qué haremos, que también El es alto y altísi-
mo, como la Iglesia lo canta? Y tampoco podemos llegar a
su alteza, como a la de su Padre, pues en cuanto Dios tiene
una misma alteza y en cuanto hombre está unido con la
120 misma persona del Verbo de Dios.
— No os iréis por ahí llenos de achaques; días ha que
respondió Dios a esas preguntas por boca de Moisés, y des-
pués de San Pablo: No digas — dice Dios — , ¿quién subirá al
cielo y quién descenderá al abismo para traernos este man-
125 damiento? Lo cual declara San Pablo diciendo: ¿Quién su-
birá al cielo para traernos a Jesucristo? ¿Quién descenderá
al abismo para traerlo resucitado? Muy cerca está lo que te
es mandado; en tu boca está y en tu corazón.
Pregúntasme dónde está Cristo, para que me llegue y
130 por El suba al Padre, y responderte he señalando con el
dedo como San Juan Baptista, y decirte he tan grande verdad
como dice él, y la mesma verdad que dijo él: He allí el Cor-
dero de Dios, que quita los pecados del mundo. Allí está,
vestido de unos accidentes de pan, y por harto más mara-
135 villosa manera que estaba cuando lo señaló San Juan con
su dedo.
¡Oh divinal amor del Eterno Padre, que puso por puerta
ioi Cf. Ps. 39, 6.
109 lo. 14, 6.
117 Miss. Rom., Ordo Missac, Gloria.
125 QF. Deut. 30, 12.
128 Cf. Rom. 10, 6-8.
133 lo. 1, 29.
34- JUKVKS SANTO
493
para entrar a El a Jesucristo, su Hijo, según El lo dijo; y
la pone tan cerca de los hombres y tan abierta de par en
140 par, que parece que está convidando a que éstos entren por
ella! El corazón del Padre, su Hijo es; quien a su Hijo tiene,
el corazón del Padre tiene. Pónelo en aquel relicario des-
cubierto, a que todos lo miren, tan en público como lo veis
M5 ¡Oh sapientísimo Padre! ¿No sabe vuestra Majestad que
lo que en público se pone, siendo cosa preciosa o hermosa,
que hay muchos que lo codicien? ¿No sabéis, Señor, que
como vuestro siervo San Gregorio dijo: "El que lleva el te-
soro públicamente, con la obra da a entender que desea que
150 se lo roben"? Vos, Señor, ¿no dijistes: Con toda guarda
guarda el corazón, porque de él procede la vida? Y si la vida
de nuestro cuerpo procede del corazón, y por eso mandáis
que lo pongamos a buen recaudo, ¿por qué no ponéis vos a
mejor recaudo vuestro corazón, pues que de él procede la
155 vida del nuestro y es fuente de vida, por el cual viven todas
las cosas vivas en el cielo y en la tierra? Si fuera dineros,
no fuera mucho guardarlos poco, pues valen poco; mas vues-
tro corazón, Señor, que es la misma riqueza, y que tanto
vos amáis, ¿cómo no teméis que os lo roben, pues tan her-
160 moso y rico es y tan en público está puesto y tan cerca de
nos, que con cuatro o cinco pasos que demos llegaremos a
él y lo tomaremos?
¡Oh invenciones de Sabiduría divina, manifestadora de
su encendido amor con los hombres, que, por ser tan admi-
165 rabies, ni se deben olvidar ni callar, pues por ellas se dijo:
Declarad en los pueblos las invenciones de Dios! ¡Oh deseo,
oh sed intensa que tienes, Señor, de que los hombres te roben,
te posean y sean bienaventurados por ti !
El sol alumbra, calienta y alegra sin que nadie se lo rue-
llo gue, sino por su propia naturaleza; y el fuego y todas tus
criaturas comunican lo que tú les diste, sin elección, sino
por instinto de naturaleza que tú les pegaste, haciéndoles
participantes en su modo de tu infinita liberalidad. Mas así
como son en el ser más bajas que tú, no tiene que ver su
175 liberalidad con la tuya; ellas, si se dan, no saben lo que
hacen; mas tú, Señor, sabiendo qué haces, y sobre pensado,
te comunicas de mejor gana y más copiosamente que ninguna
de tus criaturas. ¡Oh quién entendiese, Señor, tus caminos
llenos de hermoso amor! ¡Quién entendiese cómo en todas
138 Cf. lo. io, 9.
150 San Gregorio Magno, Hoiii. in Ev., 1. i, hom. 11, 1
(ML 76, 1115) : «Depraedari ergo desideral, qui thesaurum publire
portat ;n via».
allí.
494
SERMONES. CICLO TEMPORAL
180 las cosas, cuando no concedes y cuando concedes, y cuando
haces y no haces, halagas y riñes, el fin que en todo pre-
tendes es nuestra satisfacción y salvación eterna!
Mándasnos, Señor, que cerremos y guardemos con toda
guarda nuestro corazón, porque no se derrame por las cria-
185 turas y pierda a ti, que eres su vida; mandas que esté vacío
de todo amor, como el altar de tus sacrificios, y para que
todos sus senos se hinchan de ti y te posean; y mandándo-
nos tú esta tan estrecha guarda de nuestro corazón, ¡pones
tú el tuyo en público para que todos te lo puedan robar; y
190 el nuestro no nos lo lleve nadie, y el tuyo te lo tomen todos!
¡Ay del mundo ciego, que por enriquecer roba a los po-
bres y por hartarse beben cieno, andan tras el viento y humo
de la vana honra, y aun de estas miserias no pueden alcan-
zar lo que desean! ¡Y viéneseles a la mano el amor y el co-
195 razón del omnipotente Padre, y no curan de él, pudiendo ser
bienaventurados con él! Allí está, hombres, allí está el co-
razón y amor de Dios Padre; ¿por qué hay tan pocos codi-
ciosos de él? Pregonamos que Dios Padre quiere dar su
amor; ¿por qué tan tibios para lo recebir?
200 El que bien comulga, Y si Dios os hace merced de esti-
éste ha herido el oo- mar este don en lo que es razón;
razón del Padre s* vuestra ánima con entrañable
deseo quiere vivir- y ser amada en
la oración de Dios Padre, yo os diré las saetas con que lo
205 hiráis, las prisiones con que atéis el corazón invencible, y
os enseñaré unos fortísimos bebedizos con que el corazón del
Padre se captive de vuestro amor.
Mas ¿quién yo para dar testimonio de amor tan grande?
Que aun los ángeles son pequeños para descubrir camino
210 que lleva a una mina tan honda y a tesoro tan rico. Dígalo
el mismo Hijo de Dios, el que, como dice San Juan, está en
el seno del Padre, el cual es Sabiduría que no puede errar;
dígalo El, y óiganlo sus cristianos con entera fe, y pónganlo
en obra con mucho cuidado. Dice el Señor: El mismo Padre
215 os ama, porque vosotros me amastes a mí y creístes que sali
de El. He aquí con qué se gana el amor de Dios Padre, con
amar y creer en su Hijo bendito. ¿Y qué cosa más fácil que
amar a la misma Bondad? ¿Y qué cosa más debida que amar
a quien de amor murió por mí?
220 El leproso Naamán vino de su tierra al profeta Elíseo
para que le diese salud, la cual los médicos no le podían dar;
y mandóle el profeta que se fuese a lavar al río Jordán siete
veces, prometiéndole salud si aquello hacía; y él, de enojado,
212 Cf. lo. i, 18.
216 lo. i6, 27.
34- JUEVES SANTO
495
no lo quiso hacer; y perdiendo el trabajo que había pasado,
225 volvió a su carro, y tornábase a su tierra. Mas sus criados,
que miraron el negocio más sin pasión, diéronle buen con-
sejo: "Padre, si el profeta te mandara otra cosa dificultosa,
fuera razón que la hicieras para alcanzar salud de un mal
incurable; cuanto más que no te dijo sino una cosa muy
230 fácil: desciende al Jordán y lávate, y cobrarás la salud de-
seada". Alabada sea, Señor, tu bondad, que, con la grande
gana que tienes de darte, pides tan poco por ti; poco trabajo,
cosa muy fácil, amar a tu Hijo bendito.
Cristiano, ¿no ves que tienes tantas razones para lo
235 amar, que no debías preguntar: "Cómo querré bien a Jesu-
cristo", sino: "Cómo lo dejaré de querer"? Si algún exceso
hubiese, en su amor había de ser, y decir: "¿Qué haré, que
me veo tan aficionado a El, que antes es menester freno
que espuelas?" Amar a Jesucristo y quererlo, esto es lo que
240 cuesta el ser amado del Padre. Y si quieres oírlo en menos
palabras, el que bien comulga y se tiene por suyo, éste ha
vencido, éste ha herido el corazón del omnipotente Dios Pa-
dre. Cuando amas a Cristo y por su amor te pesa de los
pecados que has hecho, entonces mueres a ti y estás hecho
245 hábil para ser comido; porque vivo, si primero no muere,
¿quién le comerá? Y cuando con este amor y con la fe cató-
lica, confiado en la pasión del Señor, te llegas al altar y
recibes aquel Señor que allí está, entonces El, como más
fuerte, según está dicho, te come a ti y te transforma en sí.
250 Y con este engrudo de fe y amor quedas unido con El y
hecho miembro vivo de El, y descienden sobre ti los rayos
del divino amor paternal, y te recibe por hijo, y te honra
y enriquece como a tal.
Jesucristo nuestro Señor es Hijo natural de Dios Padre,
255 es el solo amado de El, es el solo heredero, es aquel a quien,
como dice San Pablo, le prometió la herencia del cielo, como
a simiente de Abraham. No hay, fuera de Jesucristo, bien
ninguno de aquéstos; y en El, éstos y otros muchos. Quien
se quisiere llegar a El, quien bien lo recibiere, éste goza de
260 jas influencias y riquezas que Dios Padre puso en El.
¡Cosa mucha, cosa no oída, que el Hijo unigénito del
Padre ande El mismo buscando y trayendo a sus propios es-
clavos para que el Padre de El los tome por hijos adoptivos
y agradables y tratados a semejanza de El! Suelen los hijos
265 de acá no querer por compañeros hijos adoptivos; ni quiere
nadie adoptar sino a quien le falta hijo legítimo. Mas el altí-
simo Padre, que es rico en misericordia, teniendo sumo con-
231 Cf. 4 Reg. 5, i;,.
257 Cf. Gal. 3, 16.
267 Eph. 2, 4.
196
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tentamiento de su Hijo legítimo Jesucristo nuestro Señor,
quiso dar a los indignos esclavos parte en los bienes que dió
270 a su unigénito Hijo, haciéndolos hijos amados agradables y
herederos; y por darles estos bienes no perdonó a su Hijo,
mas entrególo a la muerte por todos.
Dinos, Señor, por tu misericordia, dinos tú, que ahí estás
callando: ¿Te pesó a ti de esta liberalidad que tu Eterno
275 Padre hizo, tomando a los hombres por hijos y dándotelos
a ti por hermanos, como acostumbran hacer los malos her-
manos? ¡Oh amor nunca oído! ¡Oh corazón sin igual, más
herido con nuestro amor que con la lanzada que le dió Lon-
ginos!, que estuviste tan lejos de pesarte de esto, que todos
2*0 tus deseos, obras y palabras se emplearon en ello; y con
grande instancia y profundos gemidos y derramamiento de
lágrimas suplicaste tú a tu Padre que así lo hiciese; y fué
tanto el gusto que tomaste en tener hermanos y compañeros
en tus bienes y en tu herencia, que no dudaste de, con precio
286 de tu propia sangre y tu preciosísima vida, rescatar los que
eran esclavos, y comprar de tu Padre que los amase y tomase
por hijos.
"Murió el Unico — dice San Agustín — por no quedar uno".
No te sabía bien, Señor, el gozar de tu bien a solas si no
290 viniesen los pobres a comer contigo y fuesen amados del
celestial Padre. ¡Cuán dulce cosa, Señor, es de pensar que,
desde que fuiste concebido en el virginal vientre de nuestra
Señora, tomaste por empresa — y perdiste sobre ello la vida —
de que, como el Padre te amaba a ti, amase también a los
295 tuyos! Y como Rut rogaba a Booz que extendiese su ropa
sobre ella, así rogabas tú a tu Eterno Padre que el amor
con que te amaba y cobijaba no te calentase ni parase en
ti sólo, mas pasase a los tuyos, haciéndolos participantes
del corazón y amor paternal. Voz tuya fué, Señor; oración
300 tuya fué con que oraste al Padre; en esta noche del Jueves
Santo, un poco antes que fueses al huerto a ser preso por
nosotros, muy más preso tú de nuestro amor, dijiste al
Padre: Él amor con que me amaste, esté en ellos, y yo en
ellos. ¡Oh cosa admirable! ¡Oh empresa digna de tal Hijo!
305 ¡Oh verdadero medianero y reconciliador, lazo de amor en-
tre el Padre y nosotros! Yo en ellos, dices, Señor. ¿Quién
son estos ellos, sino aquellos que bien te reciben con el cuer-
po y con el ánima ? Yo en ellos, como está la cabeza en sus
miembros ; y él amor con que me amaste esté en ellos. Y si
310 queréis saber por qué, porque Cristo está en ellos, como
en la misma oración lo había declarado, diciendo: Yo en
272 Rom. 8, 32.
282 Cf. Hebr. 5, 7.
296 Cf. Ruth 3, 9.
304 lo. 17, 26.
34- JUEVES SANTO
497
ellos y tú en mí, para que sean perfeccionados y conozca
él mundo que me enviaste y los amaste a ellos como me
amaste a mí. El amor del Padre está en Cristo, y Cristo
315 está en los hombres; de manera que en Cristo se juntan
Dios Padre y los hombres.
¡Oh dichosa comunión con Cristo! ¡Oh dichoso el tra-
bajo que se pasa por bien comulgar! ¡Oh sustantífico bo-
cado, con el cual confortado, es levantado el pobre del pol-
320 vo y el menesteroso del estiércol y subido hasta la alteza
del amoroso corazón paternal, y allí mora como en casa,
allí se asienta como en silla y, en fin, como amado, en el
corazón de su verdadero Amador! ¡Alábente, Señor, tus
misericordias, tus maravillas que haces en favor de los hom~
325 bres, pues que los levantas a que se junten con tu Hijo,
para que los tomes por hijos en El!
Sólo incorporados a Mas es de mirar que [Dios] no
Cristo somos agrada- toma a nadie por hijo, para que
bles al Padre ^1 &oce ^e este nom¡hre como hom-
330 bre que está apartado por sí, ni
que su voz suene en las orejas de Dios como de persona
propia que suena por sí, y vale por sí, y estriba en sí. Si
un hijo adoptivo de Dios pidiere algo a Dios y no alegara
a Jesucristo sino que es Fula[no], hijo adoptivo de Diosv
335 o que tiene su gracia de presente, y derecho para la herencia
del cielo, este tal, si otra cosa no alega, ni será oído, ni su
nombre conocido; y resolutamente la responderán: "No os
conozco, ni acepto vuestra oración, ni acepto vuestras buenas
obras, ni me parecéis bien, aunque seáis un San Pedro, ni
340 un San Pablo, ni aunque seáis la Virgen María".
Los amorosos ojos de Dios, según hemos dicho, la adop-
ción de hijos, la gracia y dones, del Espíritu Santo, en sólo
Jesucristo están y a El sólo se han dado como a fuente; y
aquel sólo gozará de ellos que se incorporare en Jesucristo
345 y fuere cosa de El, no como quiera, sino como miembros
o cuerpo, que con su cabeza hacen una persona mística, cual
es Cristo y la Iglesia. Quien está en Cristo como miembro
.vivo, hiio es agradable, es heredero, no como cosa aparta-
da de Cristo, sino como cosa de El, y, según se ha dicho,
850 que se llama El.
Y esto no lo tome nadie por caso de menos valer, sino
de más valer, y por una merced muy particular. Porque
así comió si la santísima ánima de Cristo nuestro Señor fue-
ra dejada en sí misma para tener propia persona que estri-
386 base en sí, aunque tuviera toda la gracia y dones de Dios
que ahora tiene, no fuera tan alta con tener propia perso-
314 lo. 17, 23. 325 Ps. 106, 8.
320 Cf. 1 Reg. 2, 8. 338 Le. 13, 25.
49S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
na como lo es con carecer de ella y ser personada en el Ver-
bo de Dios, en el cual está arrimada y con el cual está
unida con unión de honra inefable; así acá ser hijo de Dios
360 adoptivo, ¡gran dignidad!; tener su gracia, ¡cosa dichosa!;
mas ser cuerpo de Cristo y estar unido con él con tal unión
que se llamen una persona y se llamen un Cristo, esta dig-
nidad es cosa admirable; y este no estar el hombre arrima-
do a sí, ni tener nombre propio, ni sonar como tal, es
365 grande ganancia y grande riqueza; porque, en lugar de ello,
es 'levantado el hombre a ser miembro vivo de Jesucristo
nuestro Señor y a ser llamado por nombre de El; y por ser
cosa de Cristo, es mirado del Padre con amorosos ojos y
tiene cuidado como de cosa tan conjunta a su Hijo.
370 Y para certificarnos de aquesta verdad, dijo el mismu
Señor: Yo soy vid verdadera, y mi Padre es el labrador;
y a todo sarmiento que no llevare fruto en mí, alimpiarlo
ha; y a todo aquel que llevare fruto en mí, limpiarlo ha para
que lleve más fruto. ¿Quién callará tales mercedes? ¿Quién
375 agradecerá tales beneficios? ¿Quién será tan sabio que co-
nozca el precio que vale tener Dios tal cuidado de un hombre
incorporado en su Hijo como un sarmiento en una vid, para
alimpiarlo, corregirlo, abrigarlo, a semejanza de lo que hace
un podador con la vid?
380 ¡oh celestial Padre! Que el hombre [que] tiene cargo de
la vid, ni puede llover sobre ella, ni traerle el sol ni el aire
cuando es menester, ni dar virtud a los sarmientos para que
produzgan hijos y fruto! Mas ¡dichoso de aquel de quien
tuvieres cuidado!; y tiéneslo del chico y del grande que,
385 por bien comulgar, fuere transformado en el cuerpo de tu
Hijo; que muy bien lo sabrás podar, quitándole las cosas
que fueren dañosas; muy bien lo sabrás limpiar, quitándole
la escoria de sus pecados y faltas; y lloverás sobre él la
lluvia fructífera de la gracia, que es tuya; calentarlo has
390 con tus rayos, alumbrarlo has con tu sabiduría, y harás que
dé fruto, y fruto de vida eterna y agradable a ti y meritorio
para él.
¿Qué hacéis, hombres, los que andáis buscando, en pre-
cio de mucho dinero, quien fielmente, muy sabiamente soli-
395 cite vuestros negocios? ¿Podréis, por ventura, hallar — como
dijo el rey Faraón — otro hombre tan industrioso como Josef,
que supo desatar el sueño, y remediar con su prudencia la
hambre de Egipto, y enriquecer a su rey? A tal hombre
— dice Faraón — encomendémosle nuestros negocios. Cristia-
no© nos, ¿quién hará mejor vuestros negocios, Dios Padre, o
vosotros, o los que eligiéredes o adquiriéredes con vuestros
374 Gf. lo. 15, i-2.
396 Cf. Gen. 41, 38.
34- JUEVES SANTO
499
dineros? Juntaos con Jesucristo nuestro Señor; aparejaos
para bien comulgar; y recibiéndolo a El, y juntos con El,
os recibirá su Padre por hijos, y se encargará de vuestros
405 negocios, como de miembros vivos de quien tanto ama, y
os regalará, cuidará y os llegará tanto bien, que seáis seme-
jables al Unigénito suyo, de manera que sean hechos seme-
jables Cristo y su cuerpo.
Cristo, dechado Hombre, ¿por qué no dices: "De dónde
410 de nuestra pre- a rní tanto bien que me siente al convite
destinación de Dios. y <lue su Hijo sea mi manjar, y
su Padre me sea mi padre, y tenga cui-
dado de mí, a semejanza del que tiene de su Hijo"?
Está Mifiboset asaz ofendido, cojo y con temor de que
415 el rey David no le hiciese mal, por ser nieto del rey Saúl,
gran perseguidor de David, sin hallar en él culpa. Mas otros
pensamientos andaban en el corazón de David, llenos de paz
para con Mifiboset; al cual no le dañó ser nieto del mal
abuelo y enemigo capital de David; y aprovechóle mucho,
420 y el todo, ser hijo de Jonatás su padre, tan grande o más
amigo de David que Saúl enemigo. Mandóle llamar David,
y consolándolo con dulces y amorosas palabras, le dice: No
temas, Mifiboset, porque haciendo haré misericordia con-
tigo -por amor de Jonatás tu padre; e yo te restituiré todas
425 las heredades de tu abuelo Saúl; y tú comerás siempre pan
en mi mesa. Y así se cumplió, que comió Mifiboset a la mesa
del rey David — dice la Escritura — como comían los hijos del
rey. ¡Dichoso hombre, por tener padre tan bueno y tan ama-
do de David, que había hecho concierto, muchos años había,
430 que cuando viniese David a reinar, amase e hiciese bien a la
generación de Jonatás, su verdadero y fiel amigo.
David representa a Dios Padre, Jonatás a Jesucristo
nuestro Señor; entre los cuales, en aquel secreto de la eterna
predestinación, aun antes que el Hijo de Dios encarnase, fué
435 hecho concierto que, por amor de nuestro Señor Jesucristo,
fuesen amados y recebidos por hijos, hechos agradables y
amigos los que fuesen hechos hijos espirituales de El, her-
manos, cuerpo y esposa; de lo cual da testimonio San Pablo
diciendo: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesu-
440 cristo, que nos bendijo en toda bendición espiritual en las
cosas celestiales en Cristo, como nos escogió en El antes de
la creación del mundo para que fuésemos santos y sin mácu-
la en el acatamiento de El en caridad; el cual nos predestinó
en adopción de hijos para con El por Jesucristo, según el
445 propósito de su voluntad, en alabanza de la gloria de su gra-
428 2 Reg. 9, 7. 11.
431 Cf. 1 Reg. 20, 14-16.
500
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cia, en la cual nos hizo agradables en su amado Hijo, en el
cual tenemos redempción \y perdón de pecados por la san-
gre de El.
De manera que lo que en otra parte dice, que Jesucris-
450 to nuestro Señor fué predestinado, según la humanidad, a
ser Hijo de Dios natural, se ha de entender de El a solas;
mas su cuerpo místico y sus fieles, -por adopción; ellos por
amor de El, no El por ellos; así como no fué criado Adán
por causa de Eva, sino ella por fin de él.
455 Bodas hizo Dios Padre a su Hijo en tiempo cuando
se hizo hombre; mas en su eternidad ordenó esta encarna-
ción, obra admirable suya. Y para hacer fiesta a su Hijo,
predestinó convidados, los cuales también les dió por espo-
sa. Y así como 'la primera operación en orden (aunque no
460 en tiempo) que el Padre tuvo en su eternidad fué engen-
drar a su Hijo igual a El, así la primera y principal obra
de las que en tiempo se habían de hacer ordenó en su men-
te divina que el que por este nacimiento eterno fué Dios
fuese otra vez engendrado de Santa María Virgen y na-
465 ciese de ella verdadero Dios y hombre, para que de dos natu-
ralezas resultase una sola persona; y a éste hizo heredero
de todas las cosas, y como El dijo, todas se las puso en las
manos y le dió señorío de todas las del cielo y de la tierra.
Y porque le pareció bien que este Hombre Dios, como
470 otro Adán, no quedase sólo, dióle criados, dióle miembros,
dióle esposa que fuese carne de su carne y hueso de todos
sus huesos. Y El es la raíz del amor de entre el Padre y
ellos. Porque no es cosa digna que, valiendo El más que
todos ellos juntos y siendo Señor de ellos, fuese El predes-
475 tinado por ellos, y no ellos por El : Los que conoció y pre-
destinó— como lo dice San Pablo — <fueron predestinados a
ser conformes a la imagen de su Hijo.
Y San Agustín dice "que Cristo es dechado clarísimo
de nuestra predestinación". Y si El es la forma de nuestra
480 predestinación, necesariamente hemos de entender que su
predestinación fué primero, y la principalmente pretendi-
da de Dios, y la de los escogidos secundariamente, confor-
me al dechado de El. A Cristo deben los predestinados el
ser amados y predestinados. Y si El saliese de en medio,
485 que es el Hijo natural, ninguno habría adoptivo, ni amado,
ni agradable, ni heredero del cielo. Por El nos vinieron
448 Eph. 1, 3-7.
451 Rom. i, 4.
467 Hefor. 1, 2.
468 lo. 13, 7.
472 Cf. Gen. 2, 23.
477 Rom. 8, 29.
470 San Agustín, De praedest. sancionan, c. 15, 30-31 : ML 44,
#81-983 ; De dono persevcrantiae, c. 22, 67 : MlL 45» i°3.V
34- JUEVES SANTO
501
aquestos bienes y en El los poseemos; porque, estando uni-
dos con El, nos son dados, no como a cosas distintas, sino
como a El; como son los hombres recebidos en consorcio
490 de la divina naturaleza, y como el Padre ama los miembros
de su unigénito Hijo, ámalos en gran manera, porque ama
sobre toda manera a Jesucristo, cabeza de ellos.
Ni estorba a este amor el ser los hombres nietos del
Adán pecador, desobediente, ingrato y que dió males por
495 bienes a su verdadero Dios, como Saúl a David; porque el
estar en medio Jonatás, que es Jesucristo nuestro Señor,
fué cosa más poderosa para que ellos fuesen amados que
la traición y desgracia de Adán para ser aborrecidos. Este
es el Señor, por el cual el Padre nos mira con agraciados
500 ojos, por vernos hechos miembros de Aquel de quien el Pa-
dre mismo dió testimonio diciendo: Este es mi Hijo muy
amado, en el cual yo me he agradado. Y así como la des-
gracia de Adán se extendió a los que venían de él, así mu-
cho más el amor y agradamiento que Dios Padre tiene en
505 su Hijo es cosa universal y general para todos, chicos y
grandes, que se quisieren juntar y encorporar en el mismo
Hijo.
La Eucaristía, consu- ¡Maravillosa cosa!, que come al
mación de los demás Señor el pobre, y el siervo, y el
510 sacramentos oajo; y por juntarse con El, su-
ben a tanta dignidad, que parti-
cipan de ser amados y mirados del celestial Padre con tales
ojos, que sean todos eillos llamados por nombre de Cristo.
Todos los que habéis sido baptizados — dice San Pablo —
515 vestido os habéis a Jesucristo. Ya no hay siervo ni libre,
ni judío ni griego; no varón ni mujer; mas Cristo nuestro
Señor es todas las cosas en todos.
Esto se hace en el baptismo espiritualmente; mas hácese
por virtud de aquel Señor que allí está, debajo de especies
520 de pan; y aquello se llama comerlo espiritualmente, y en el
altar corporalmente y sacramentalmente, para ir bien he-
cho. Y la unión que se hace en el baptismo invisiblemente,
aquí en el altar se representa visiblemente; porque comiendo
a Cristo somos comidos de El, unidos con El como miembros
525 con la cabeza.
Y también el que se baptiza o recibe cualquier sacramen-
to (dejado el postrero, que es el de la extremaunción) no ha
de parar allí, mas recebir sacramentalmente el cuerpo de
490 2 Petr. 1, 4.
502 Mt. 17, 5.
510 Rit. Rom., tit. 9, c. s de processione m feslo Ssmi. Corpo-
ris Chiisti, hvmn. «Sacris solemniis».
517 Cf. Gal. 3, 27-28 ; Col. 3, n.
502
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nuestro Señor, como el fin y consumación de los otros sacra-
530 mentos. Y aunque en los otros sacramentos se represente
algún efecto particular de gracia, como es renacer por el
santísimo baptismo, ser perdonados por la absolución sacra-
mental, y así en los demás; mas en este dignísimo sacra-
mento, donde reside el mismo Señor, fuente de todas las
535 gracias, es significado el fin de toda la ley y la perfección
de todas las obras, que es la unión del amor; y que estos
bienes, que en los otros sacramentos se dan, aunque se dan
por Cristo, se dan por vía de estar unidos con Cristo.
Y pues habéis visto que en El, como en fuente están todos
540 los bienes, y en El el amor y corazón del Eterno Padre, co-
rramos los sedientos a las aguas, los pobres al rico, los
descaminados a nuestro camino, los extranjeros a la casa de
nuestro refugio. Aunque mucho nos cueste comer con lim-
pieza de conciencia este santo bocado, sufrámoslo todo, pa-
545 sérnoslo todo; pues comiendo bien este celestial Pan que del
cielo vino, Jesucristo nuestro Señor, nos convertiremos en
El, y por El poseeremos por nuestro el corazón de su Eterno
Padre, el cual no se contentará con coronar con corona de
honra a su unigénito Hijo, mas hará que desde El, que es
550 cabeza nuestra, descienda la honra y gloria a sus miembros,
que somos nosotros, y desde el cuello hasta la uña del más
chico dedo, nos hermosea, nos cura, nos viste y nos mira
como a cosa conjuntísima con su unigénito Hijo.
Bástenos, pues, tener a tal Padre por padre, aquí por
655 gracia, y después (como San Felipe pidió), viéndolo en la
majestad de su gloria.
35 Acompañando el arca del Testamento nuevo *
Víspera del Corpus. Después de 1551
(Hd. 1596, I, pip. 605-651.)
.David et omnis Israel ludcbant coram Domino.
David v toda Israel se regocijaban ante el Señor
(2 Reg. 6, [5]).
El arca del Tes- Desde que el soberano Señor, para glo-
5 tamento ria de su bondad, crió hombres, siem-
pre tuvo comunicación con ellos, ense-
ñándoles los hermosos caminos de la virtud, y oyendo sus
oraciones, y recibiendo servicios y sacrificio de las manos
536 Santo Tomás de Aquino, Opuse. 5, de artieulis fidei et sa-
cramentis Ecclesiac. 541 Cf. Is. ss> l>
546 Cf. lo. 6, 50. 555 Cf. lo. 14, 8.
* Los tres sermones que siguen deben ser a los que se re-
fiere el P. Avila en carta a D. Pedro Guerrero de 23 mayo 1565 :
t. t, p. 947.
35- VÍSPERA DEL CORPUS
503
de ellos, como parece en el discurso de la humana generación
10 que duró el tiempo de la ley de naturaleza.
Mas cuando este Señor quiso ser conocido y servido de
mayor número de gente, eligió al pueblo de Israel, que estaba
captivo en Egipto, y, sacándolo con grandes milagros de
aquella miseria en que estaba, trújolo al monte Sinaí, donde
15 después de haberle dado la ley, por la cual reglasen sus obras
y diesen testimonio de la obediencia que se debe al Señor,
ordenó que hubiese lugar señalado donde su pueblo le ofre-
ciese devotas oraciones y sacrificios, en testimonio de su
divinal Majestad, la cual es principio y fin de todas las cosas,
20 y, como a tal, le sacrificasen y orasen, y El, como omnipo-
tente y de suma bondad, les oyese, enseñase y con serena
faz recibiese sus sacrificios, usando con ellos obras de Padre
y Maestro. Y con estas entrañas dijo a su siervo Moisés:
Hazme un tabernáculo, y moraré entre vosotros. Beneficio
25 grande, por cierto, avecindarse el Criador con sus -criaturas
y señalar lugar donde los efectos de su misericordia fuesen
más usados y diesen testimonio del particular cuidado y amor
que Dios a aquel lugar tenía.
Obedeció Moisés al mandamiento de Dios, y recebida de
30 El la traza de lo que debía hacer, mandó fabricar un ta-
bernáculo de madera y un arca de madera de Setin, dorada
toda de dentro y de fuera con purísimo oro; la cual tenía
dos codos y medio en largo, y uno y medio en ancho, y otro
tanto en alto; y como dice Josefo, "cada cobdo tenía dos
35 palmos".
Y esta arca fué llamada el arca de Dios, y fué puesta
en la parte más honrada del tabernáculo, y allí era Dios con-
sultado por su sacerdote, y daba respuestas de lo que debían
hacer. Y dentro de ella mandó Dios poner las dos tablas de
40 piedra en que estaban escritos los diez mandamientos con
su mismo dedo, dando a entender que su ley no la debemos
echar tras las espaldas, mas tenerla guardada, como cosa
de mucho precio, en nuestra memoria y corazón, como en
preciosísima arca. Y aunque en otra parte dice la Escri-
45 tura que estaba en esta arca también la vara de Aarón, que
floreció en testimonio de que Dios le elegía a él y a sus des-
cendientes por sacerdotes, y que con esta vara también es-
taba un vaso lleno del maná celestial, para memoria del be-
neficio que hizo Dios a aquel pueblo manteniéndole con este
50 manjar por el desierto cuarenta años enteros; mas pues la
Escritura divina no puede contradecirse, porque toda ella
44 orta
24 Of. Ex. 25, 8.
34 Ex. 25, 10-11.
35 Fl. Josefo, Antiq. ind., 1. 3, c. 8.
37 Ex. 40, 3.
41 Ex. 31, 18.
45 Num. 17, 11
504
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y cada parte de ella es inspirada por el Espíritu Santo, que
es suma Verdad, hemos de entender, para quitar esto que
parece contradicción, que dentro de la misma arca no estaban
55 sino las dos dichas tablas y en lo de fuera de ella estaban
apegadas estotras dos cosas; conviene a saber, la vara y el
vaso del maná; o, como dice Santo Tomás, donde dice el
Apóstol que estaban estas tres cosas en el arca, se ha de
entender que de principal intento estaban las tablas solas.
60 Esta dicha arca fué traída en los hombros de los levitas,
y otras veces [de los] sacerdotes, hasta que fué puesta en
la tierra de promisión, en la tribu de Efraín, en un lugar
que se llamaba Siloé. Y después fué captivada de los filis-
teos, y vino a Betsames, y desde allí fué llevada a Gabaa,
65 que es muy vecina, o es collado de Cariatiarim, que quiere
decir Ciudad de las Selvas, según lo canta el Salmista, que
dice: Oírnosla en Efrata y hallárnosla en los campos de las
Selvas, que es la dicha ciudad de Cariatiarim. Y si Efrata es
nombre apelativo, que quiere decir fertilidad, no será lugar
70 distinto, sino esta misma ciudad, que era fértil; y si es nom-
bre propio Efrata, tomarse ha aquí por Efraín, donde estuvo
el arca primero; o si se toma, como se suele tomar, por
Betlén, quiere decir que estando David, cuando pequeño,
en Betlén, como de allí natural, oyó decir de esta arca, y
75 ahora cuando fueron por ella, la hallaron en la dicha ciudad
de Cariatiarim, que David llama campos de Silva.
Estando, pues, la dicha arca en este lugar, parecióle a
David (según era devoto del culto divino) que no se hon-
raba allí ni frecuentaba el arca del Señor como convenía,
80 e hizo voto de no dar descanso a sus ojos ni entrar en su
morada, quiere decir, que no reposaría, hasta que hallase
lugar conveniente donde poner el arca del soberano Señor.
Y por más enseñar la devoción que a ella tenía, propuso
de hacerle en su casa real un tabernáculo, el mejor que él
85 pudiese, y colocarla allí. Y habiendo pensado él esto den-
tro de sí, no fiándose de su parecer en cosa tan ardua, dice
la Escritura que mandó llamar a los capitanes del ejército y
a todas las demás personas que se solían juntar en consejo
pleno para la determinación de las cosas graves que se
90 ofrecían; y estando juntos les propuso su determinación y
deseo, diciéndoles que si este negocio les parecía bien, y
era cosa que venía de Dios, que le avisasen de ello para
que se pusiese en efecto. A todos les pareció cosa justa y
conveniente a la honra del Señor, pues la honra de su arca
95 redundaba en el mismo Señor; y con esta determinación
59 Santo Tomás de Aquino, hi Hcbr., c. 9, lect. 1,
68 ¡PSs. 131, 6.
82 Ps. 131, 3-5.
35- VÍSPERA PEI. CORPUS
505
fueron todos por el arca Y, como dicen las palabras del
tema, el rey David y toda la casa de Israel traían el área
del Señor con grande alegría; sonaba música muy acorda-
da de muchos cantares, y también la había de órganos,
100 arpa y vihuela y otros muy muchos instrumentos ; y de seis
en seis pasos que andaba el arca mataban muchos animales
en sacrificio al Señor.
Y aunque era cosa hermosa, y que daba honra al Se-
ñor, ver tantos regocijos con que era llevada su arca, lo
105 principal, y que más devoción podría causar a quien lo mi-
rase, era el encendido fervor y profunda humildad con que
el santo rey David, dejado su vestido real, se vistió una
ropa de lienzo que era ropa de los levitas, y bailaba y daba
saltos, y saltos con todas sus fuerzas, delante del arca del
no Señor, teniéndose por muy honrado de hacer oficio de hu-
mildad delante del arca de la soberana Majestad, cuya al-
teza es tan grande que pega honra a cualquier cosa, por
baja que sea, que por su servicio se haga.
Y con esta devoción y concierto comenzaron a traer el
115 arca; aunque por cierto desastre que acaeció, según conta-
remos, no se llevó de aquella vez a la casa real de David,
hasta que, pasados los tres meses, fué tornada a llevar con
la misma solenidad y regocijos, y fué asentada en el lugar
que el rey David le tenía aparejado, en el cual estuvo hasta
120 que su hijo el rey Salomón edificó aquel solemnísimo tem-
plo de Jerusalén, y en el san[c]ta san[c]torum del dicho
templo aparejó lugar para el arca de Dios, y con grandí-
sima fiesta y regocijos la llevó y asentó allí.
La humanidad de Contádoos he, y oído habéis, los be-
125 Cristo, arca de la neficios grandes del Señor que hizo a
nueva lev aquel pueblo antiguo en darle su arca,
en la cual se decía particularmente es-
tar, asistiendo en ella y haciendo particulares mercedes al
pueblo.
130 Mas, ¡oh Señor!, cuán aventajadas mercedes son las
que habéis hecho a vuestro pueblo cristiano, dándole otra
arca más excelente sin comparación, así en lo que toca a
vuestro descanso como en lo que toca a hacer mercedes
al mundo. Con mucha razón mandasteis decir a vuestro
135 pueblo nuevo por vuestro profeta Esaías: De las cosas pri-
meras no os acordéis, y las cosas antiguas no las miréis;
mirad que hago nuevas todas las cosas, y presto vendrán y
las veréis. San Pablo dice que aquellas cosas eran sombra
de las cosas que estaban por venir, y que el cuerpo de ellas,
102 Cf. 2 Reg. 6, 5-13 ; 1 Par. 13, 1 ss.
110 Cf. 2 Reg. 6, 14.
138 Is. 43, 1S-19.
506
SERMONES. CICLO TEMPORAL
140 quiere decir lo significado, y el cumplimiento y el tomo de
ellas es de Cristo, porque en El se cumplen con entera ver-
dad, como cuando viene el cuerpo es cumplido lo que re-
presentaba su sombra.
Y si esto es así en las otras ceremonias, cuánta razón
145 tenemos de dar gracias al soberano Señor, que tan por en-
tero cumplió con nosotros la figura del arca pasada, dán-
donos en lugar de la madera de Setín, que dicen ser inco-
rruptible, los purísimos e incorruptibles miembros y cuerpo
de Jesucristo nuestro Señor, en los cuales ni entró gusano
150 de pecado, por el cual se corrompiese su ánima, ni entró
podredumbre que sucede a los cuerpos muertos, porque El
fué el Santo que, aunque vió muerte, no vió corrupción. Este
cuerpo santísimo está todo dorado de dentro y de fuera, muy
mejor que la otra arca; porque tiene un ánima llena de Espí-
155 ritu Santo, gracia y amor, y diversos dones que la enrique-
cen con más excelente valor que el oro. Aquí dentro están
las tablas de la ley de Dios; porque, como dice San Pablo,
en El están escondidos los tesoros de la sabiduría de Dios.
Y no falta aquí la vara sacerdotal, pues este Señor, por ins-
iso titución y juramento irrevocable de su Padre eterno, es
Sacerdote para siempre según la orden de Melquisedec,
sacerdocio más digno que el de Aarón.
Y aunque estas cosas son de tanta grandeza y excelencia
que no solamente exceden sin ninguna comparación a aquella
165 arca antigua, mas aun a todos los hombres santos y aun a
todos los ángeles, desde el menor de la primera orden hasta
el mayor de los serafines, pues todos ellos no igualan con
la santidad de este Señor; mas, con todo esto, hay otra
cosa mayor que todas éstas, con mayor proporción que ésta
170 excede a todas las otras ; la cual es que no solamente el Señor
tiene cuerpo y ánima, en la cual mora por gracia la divinidad
como Señor en su casa, mas está en El la misma persona
divina del Verbo, eternalmente engendrado del Eterno Pa-
dre, no como en los otros santos por gracia de Dios, mas
175 con singularísimo modo, y a El sólo concedido, que siendo
hombre sea también Dios, no por participación, sino por
verdad de persona. Este es el nombre sobre todo nombre,
honra sobre todas las honras, que ni en los siglos pasados
tiene semejable ni terná para siempre. Este es el maná, man-
ido jar de dulcedumbre infinita, que estaba en el arca que pre-
sente tenemos, figurado por el otro maná, de muy poco valor
en comparación de éste. Esta es la grandeza que el apóstol
San Pablo quiso declarar cuando, hablando de nuestro Señor
141 Col. 2, 17. 161 Ps. 109, 4.
152 Cf. Ps. 15, 10. 177 Phil. 2, 9.
158 Cf. Col. 2, 3-
35- VÍSPERA DEL CORPUS
507
Jesucristo, dijo: En él cual mora el cumplimiento de la divi-
185 nidad corporalmente ; no porque la divinidad sea cuerpo, mas
porque el modo de morar en Jesucristo no solamente es según
gracia, que es cosa accidental, mas es otro modo distinto y
de mayor excelencia sin comparación, cuanto va de cuerpo,
que es substancia, a calor, que es accidente, y de ser Dios
190 por persona a ser Dios por participación.
Y de esta manera el arca que se nos ha dado en lugar de
la otra, y que hemos de llevar mañana en la procesión con
nosotros, es hombre que tiene cuerpo y ánima llena de ma-
yores gracias que ninguna criatura en cielos ni en tierra;
195 y el que mora en ella es Dios verdadero; y el modo de morar
es que Dios y hombre sean una persona y dos naturalezas.
¡Oh pueblo cristiano, qué debes a Dios! ¡Oh cuánta honra
te ha hecho! Y en cuánto cuidado te ha puesto de agradecer
y servir mercedes tan valerosas, que exceden a las pasadas
200 como del cielo a la tierra, y en cuya comparación nos está
mandado que olvidemos las otras, como cuando viene el rey
nos olvidamos de su mensajero, y cuando parece el cuerpo
no curamos de la sombra que le precedía, y, en fin, edifi-
cado el arco, no curamos de la cimbra, y venida la verdad
205 de la cosa, no curamos de la imagen de ella.
Institución de la Y porque merced tan señalada no que-
fiesta de Corpus dase sin agradecimiento y servicio que
Christi Por e^a es debido al Señor, ni los hom-
bres quedasen sin aprovecharse de be-
210 neficio tan inefable, así como en el otro tiempo el Espíritu
Santo inspiró al santo rey David aquel ferviente deseo de
que fuese honrada el arca del Señor, y llevada con grandes
regocijos, y puesta en lugar conveniente, así acá, y con
mucha más razón, inspiró el mismo Espíritu Santo al papa
215 Urbano IV que mandase celebrar esta fiesta, dándole a
entender la grandeza de esta merced y la alteza de este
milagro, lleno de tantos milagros, en el cual el Señor quiso
tanto extender su mano a hacer maravillas, que el cielo y
la tierra no las pueden comprehender, y no cesan de se
220 maravillar.
Cosa nunca oída ni vista, que hallase Dios manera cómo,
subiéndose al cielo, se quedase acá su misma persona por
presencia real, encerrada y abreviada debajo de unos acci-
dentes de pan y de vino; y con inefable amor dió poder a
225 los sacerdotes ordenados según la orden de la santa Igle-
sia romana que, diciendo las palabras que el Señor dijo
sobre el pan y vino, hagan cada vez que quisieren lo mismo
185 Col. 2, 9.
215 Urbano IV, Const. «Transiturus» (1264) : Bitll. Rom., t. 3,
pp. 705-708.
508 SERMONES. CICLO TEMPORAL
que el Señor hizo el Jueves Santo en la noche una vez, y
con las dichas palabras de la consagración nos lo trajesen
230 del cielo de entre los ángeles, y nos lo pusiesen entre nos-
otros, y lo comiésemos como dulcísimo y provechosísimo
manjar, y fuese nuestro compañero en los trabajos de este
destierro y nuestra defensa entre los peligros; y, finalmen-
te, remedio muy bastante y sobrepujante contra todos los
235 males que nos pueden venir, según David lo vio en espí-
ritu y lo profetizó diciendo: Pusiste una mesa delante de
mí contra todos los que me atribulaban.
Es tan grande esta merced en los ojos de quien la sabe
estimar, y tan grande la reverencia, agradecimiento y amor
240 que a la presencia de este Señor que entre nosotros está le
debemos, y tan grande la pureza de conciencia con que debe
ser recebido y tratado El y todo lo que a El toca, que
puesto esto en una parte y de otra cuán mal cumplimos estas
obligaciones, así los sacerdotes cuando decimos misa como
245 Jos legos cuando la oyen, y cuando comulgan, y cuando en-
tran en la Iglesia; y, finalmente, unos y otros somos negli-
gentes y flacos en la honra y en el uso de este divinísimo
Sacramento, que cometemos por todo el año muchas faltas
y aun pecados en el trato de él.
250 Por lo cual ordenó el Espíritu Santo, por medio del di-
cho Pontífice, que así como está diputado en el año un día
en que se hace fiesta de Todos los Santos, para suplir la
negligencia que entre año hemos hecho cuando celebramos
sus propios días, así acá, aunque la Iglesia hace cada año
255 memoria de este misterio en el día del Jueves de la Cena,
en el cual fué instituido, mas ocupada entonces en los ofi-
cios de la pasión del Señor, no puede hacer fiesta ni señales
de agradecimiento que a tan alta merced son debidas, se
diputan ahora cada año estos ocho días enteros para solem-
260 nizar por entero esta fiesta y celebrarla con tanta vigilan-
cia y devoción, que sintamos y estimemos profundamente la
grandeza de este beneficio y lo honremos con tan buen apa-
rejo, que en estos pocos días recompensemos y deshagamos
todas las negligencias que en su servicio hemos hecho en
265 todo el año; y recreada nuestra ánima con tan dulce me-
moria y con recebir tan poderoso manjar, sea hecha par-
ticipante de los admirables efectos que este soberano man-
jar obra en quien bien lo recibe, y quedemos industriados
para de aquí adelante honrarlo con mayor reverencia y
270 recebirlo con mayor fruto. Porque así como el trabajador
se mantiene de su viña y campo, y el mercader gana en sus
ferias para mantenerse en el año, así el buen cristiano ha
de celebrar su fiesta tan bien, que recompense las faltas que
237 Of. Ts. 22, 5-
35- VÍSPERA DEL CORPUS
509
ha hecho en todo el año. Y cuando la festividad es muy
275 grande, como éstas y otras semejantes, ha de cumplir fal-
tas de tiempo más largo y ganar espiritual hacienda para
muchos días.
Y así celebremos esta festividad, que, siendo encendidos
de amor de aqueste Señor, y embriagados y hartos en rece-
280 bir este divino manjar, y ricos con tener presencialmente
con nosotros al mismo Señor en testimonio de su amor y en
prenda de nuestra esperanza, salgamos mañana por esas
calles, como quien no cabe de gozo dentro de sí, ni dentro
en la iglesia, a rebosar lo que sentimos a las anchuras de
285 las calles y plazas, protestando con nuestra fe que éste es
nuestro Señor, Rey, Redemptor, Esperanza y Medianero;
Criador nuestro, por ser Dios; camino para pasar a gozar de
El, por ser hombre; y, finalmente, que es nuestro único y
cumplido bien, con el cual nos tenemos por tan ricos, que
290 por todas las cosas no le trocaremos. Y de este fuego de amor
y de gozo que en nuestros pechos tenemos, salen centellas
y regocijos de fuera, con que hacemos fiesta cuan solene po-
demos, para que el Señor reciba gloria y servicio, y los án-
geles alegría, y los fieles sean confortados en la fe y devo-
295 ción de este divino Sacramento.
Y para que, como el Concilio Tridentino dice, viendo los
herejes que celebramos este misterio con firme fe y con de-
votas alegrías, o se conviertan a nuestra verdad o queden
confundidos en las tinieblas de su error, siendo rechazados
300 y condenados con el gran resplandor de nuestra festividad,
como la idólatra reina Atalía, viendo coronado y adorado
por rey a Joás. Y si se quedaren en su perversa incredulidad
y pertinacia, e hicieren burla de nuestras fiestas y danzas,
como hizo Micol de David porque bailaba y saltaba delante
305 del arca, responderles hemos como David a Micol: "Vive el
Señor que nos escogió para pueblo suyo, y nos hizo fieles,
y os reprobó a vosotros porque habéis perdido la fe, con la
cual gozárades de lo que gozamos; que pues David bailaba
con todas sus fuerzas delante del arca del Señor, que hemos
310 de bailar nosotros y enseñar cuantos regocijos pudiéremos
delante del Señor de todas las cosas que aquí presente lle-
vamos, y que a vosotros os ha de castigar con la maldición
con que castigó a la mofadora Micol, que fué con no darle
el Señor hijos en toda su vida". Así ha castigado Dios todas
315 las herejías que se han levantado contra este divino misterio
300 Concilio de Trento, sess. 13, c. 5 : tüt eius adversarii in
ronspectu tanti splendoris, et in tanta universae Ecclesiae laetitia
positi, vel debilitati et fracti tabescant, vel pudore affecti et confusi
íiliquando resipiscant».
302 Qf. 4 Reg. ii, 14.
314 Cf. a Reg. 6, 20-23.
510
SERMONES. CICLO TEMPORAL
en los tiempos pasados, pues que la[s] destruía luego y las
ahogaba con sus mismos autores, no dando generación de
hombres que las creyesen ni las siguiesen; y de esta manera
esperamos en la divina misericordia y poder del mismo
320 Señor, que ha de tornar por su verdad y deshacer todo lo
contra ella levantado, para que, acabándose el mal con sus
malos autores, sea por todos conocido y adorado este Señor
que llevamos con nos.
Indulgencias conoe- Esta, pues, es la causa de nuestros
325 di das por los Boma- regocijos y de esta santísima fiesta;
nos Pontífices ^a institución de la cual, como cosa
a Dios agradable y de mucha impor-
tancia, se supo por revelación muchos días antes que fuese
instituida, según el mismo papa Urbano IV lo testifica. El
330 cual, considerando por espíritu del Señor la grandeza de
aquesta fiesta, y el mucho fruto que los fieles podrían sacar
de ella asistiendo a los divinos oficios, concedió las indul-
gencias siguientes a los que estuviesen presentes a ellos: Pri-
meramente, a los que estuvieren en las primeras vísperas,
335 cien días de indulgencia, y a quien en las completas, cua-
renta. Y en los maitines y misa y segundas vísperas, en
cada uno ciento. Y en las otras horas canónicas del jueves,
por cada una cuarenta días. Y a quien estuviere presente,
en los otros siete días del octavario, a la misa y horas canó-
340 nicas, concede por cada día cuarenta días de perdón.
Y para mayor consolación de los fieles ordenó el Espí-
ritu Santo que todo esto que el dicho Papa mandó y concedió
fuese confirmado y de nuevo mandado por el papa Clemen-
te V, presidiendo en el Concilio universal de Viena. Y después
345 el papa Martino V concedió otras tantas indulgencias como
están dichas y añadió de nuevo otros cien días de indul-
gencia a quien fuere en la procesión, y otros ciento al que
comulgare. Y después el papa Eugenio IV, movido con el
mismo espíritu, concedió otras tantas indulgencias como
850 cada uno de los pontífices pasados. Y así montan todas las
que se ganan en los oficios divinos, por todos aquestos
ocho días, cuatro mil y cuatrocientos días, y los de la pro-
cesión doscientos, y para quien comulgare, otros doscientos.
340 Urbano IV, Const. uTransiturus» (1264) : Bull. Rom., t. 3,
p. 707 s.
334 C. 1, de reliquiis el ven. sand., III, 16, in Clem. Sobre la
relación con el Concilio de Viena : cf. E. Müller, Das Konzil von
Vienne, 1311-1312, seine Quellen und Geschichte (Munster-in-W.,
1934), p. 642 s.
348 Martín V, Const. ni ne-ff ahile Sacramcntum» (26-V-1429) :
Bull. Rom., t. 4, pp. 731-732.
350 Eugenio IV, Const. «.Excellentissimum Corporis el Sangui-
nis» (26-V11433) : Bull. Rom., t. 5, pp. 14-15.
35- VÍSPERA DEL CORPUS
511
Y ruégoos mucho que, aunque tengáis las orejas a oír
365 que por esto o aquello se ganan diez y aun cien mil años de
perdón, no dejéis de tener las indulgencias ya dichas en
mucho, por ser concedidas por tan justísima causa como
es la veneración de aqueste sacrosanto misterio, y cuanto la
causa es más justa, tanto es más acepto el valor de las in-
360 dulgencias.
Y estad avisados que para ganar éstas y otras habéis
de estar en estado de gracia; porque lo que ellas conceden
es remisión de la pena de los pecados, y ésta no se puede
quitar si la culpa no se quita primero por la penitencia.
36o Póngase cuidado, porque el Señor, que desea que todos
estén en su gracia, favorece de tal manera a quien la quie-
re alcanzar, que sin mucho trabajo el hombre puede venir
a ella, si del todo no la tiene en tan poco, que no quiere
pasar nada por ella. Lo que se requiere es — y para ello
370 mismo ayuda el Señor — tener dolor del pecado y propósito
de enmienda y de confesarse cuando sea obligado. Y quien
de verdad tiene esto, puede confiar alcanzará la gracia del
Señor. Mas porque pocos saben hacer esto bien hecho a so-
las, y porque se requiere más perfeto dolor cuando el hom-
375 bre no se confiesa que cuando se confiesa, y las indulgen-
cias se conceden a los verdaderos penitentes y confesados,
es cosa más segura no dilatar la confesión, sino hacerla,
si algún impedimento justo no hubiese que la estorbase;
porque si lo hay, llevando el dicho dolor y propósito, de
380 creer es que la intención del Papa sea que el tal hombre
gane las indulgencias. Y también creo que las ganaría el
que, después de la postrera confesión que hizo, no ha caí-
do en pecado mortal, aunque ahora no confesase; porque
las palabras de los verdaderos penitentes y confesados pa-
385 rece entenderse de quien no ha hecho pecado mortal. Mas,
pues debéis procurar de recebir en esta fiesta el cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo, para lo cual debéis confesar, no
es menester andar muchas disputas, pues sabemos el cierto
camino.
390 y para que entendáis cuánto provecho os será y con
qué aparejo lo habéis de hacer, el recebir el santo cuerpo
de nuestro Señor Jesucristo, para cumplir con esta santa
festividad, os contaré las mismas palabras del santo conci-
lio, que dicen así: "Por tanto, amonestamos y exhortamos
396 en el Señor a todos los obispos, y por estos escritos apostó-
licos estrechamente mandamos, que en virtud de santa obe-
diencia, y lo ponemos en remisión de vuestros pecados, que
en el dicho jueves por cada un año celebréis devota y so-
lenemente, y hagáis cuidadosamente ser celebrada por to-
400 das las iglesias de vuestras ciudades y de vuestros obispa-
dos, esta fiesta tan alta y gloriosa; y que amonestéis por
512 SERMONES. CICLO TEMPORAL
vuestras personas o por otras en el domingo de la Santísima
Trinidad, que precede al dicho jueves, que los cristianos,
por verdadera y pura confesión, y por liberalidad de limos-
406 ñas, y con oraciones frecuentes y atentas, y con otras obras
de devoción e piedad, de tal manera procuren de se apare-
jar, que muestren ser hechos participantes de este precio-
sísimo Sacramento en el dicho día del jueves y lo puedan
recebir con reverencia y alcanzar aumento de gracia".
410 ¡Cuán bien ha hecho el Señor todas las cosas! Dad mag-
nificencia a su santísimo nombre, y alabadle con la voz de
vuestros labios y con cantares de música, y diréis en su
alabanza: Todas las obras del Señor son muy buenas. ¡Qué
bien ha ordenado el Señor esta fiesta! ¡Con cuán justa cau-
415 sa! ¡Y cuán bien pagará a los que dignamente la celebra-
ren! ¡Y cuán grande motivo de alegría espiritual y corpo-
ral nos ha dado!
Traslado del arca. Grande consuelo nos fuera no tener
¿Por qué castigó que hablar otra cosa ni que mudar
420 Dios a 0?a? e* son de alegre en triste. Mas esto,
hermano, que en la alegría habernos
de considerar las obras de Dios tan llenas de sabiduría,
benignidad y amor con nosotros, se nos torna en tristeza
considerando lo mal que nosotros respondemos a ellas y el
425 poco fruto que de ellas sacamos; y plega a Dios no sa-
quemos daño, y plega a Dios no saquemos pecados, por no
usar de ellas como debemos. En procesión iremos mañana
con esta arca preciosa, inefable y divina; roguemos a Dios
que la sepamos reverenciar y tratar para su gloria y nuestro
430 provecho y que no nos acaezca algún desastrado caso que nos
entristezca, como acaeció en la otra procesión del arca del
Testamento, que entristeció y atemorizó al rey David y a todo
el pueblo por alegres que iban.
Cuenta la historia divina que cuando fueron por el área
435 del Señor, que estaba en casa de Abinadab, la encomenda-
ron a dos hijos suyos, que se llamaban Oza, y éste era el
mayor, y Ahio, que era el menor, los cuales eran levitas e
hijos de levita, y por eso les convenía de oficio llevar el
arca del Señor sobre sus hombros, según El había expresa-
440 mente mandado. Mas por no estar santificados para oficio
tan santo, como llevar encima de sí el arca de la santidad
de Dios, o por ventura por huir el trabajo de aquella car-
ga, no la quisieron llevar ellos sobre sus hombros, como
lo debían hacer y como sus antecesores lo habían hecho
445 cuando la trajeron por el desierto y después; mas pusié-
ronla encima de un carro nuevo, al cual llevasen dos bue-
409 C. 1, de réliquiis et ven. sanct., III, 16, in Glem
413 Eccli. 39, 20.
35- VÍSPERA DBt CORPUS
513
yes, imitando en esto a los filisteos, ajenos del conocimien-
to de Dios, que, cuando tuvieron cautiva esta arca y la
enviaron a la tierra de Israel, no la honraron con llevarla
450 encima de sus hombros, sino enviáronla en un carro nuevo,
al cual llevaban dos vacas. Yendo, pues, el un hermano,
que era el menor, delante del arca guiando los bueyes, y
él mayor, como más principal, iba más cercano y puesto
al mismo lado del arca, iban contentos, y parecíales que
455 con esto cumplían bien con su oficio.
Mas al Señor y Juez de todos, delante del cual es mu-
chas veces culpado el que pensaba ser justo, pareció otra
cosa muy diferente; e yendo todos haciendo grandes rego-
cijos delante del arca, llegaron a la era de Nacor, o por.
460 otro nombre Quidón; y allí, o porque los bueyes se desaso-
segasen, o, según a otros parece, porque iban en gran-
dísima manera quebrantados del peso del arca del Señor,
por no ser convenientes para llevar cosa tan santa, en fin,
el arca se inclinó como que iba a caer; y cuando el levita
465 Oza, que iba a par del arca, vió aquello, puso sus manos
y túvola para que no cayese. Obra por cierto piadosa, se-
gún el humano parecer, mas no según el juicio divino.
Y como el levita tendió las manos para tener el arca,
tendió también Dios las suyas para le castigar, y tan recio,
470 que, quebrantándolo y partiéndolo, lo mató allí luego en
aquel lugar. Y aunque este delito se cometió al principio de
la procesión, porque no tomaron el arca sobre sus hombros,
como Dios mandaba, mas no los quiso castigar Dios en-
tonces hasta que la experiencia dió a entender el yerro
475 pasado y cuánta diferencia iba de ser llevada su arca por
animales brutos con desasosiego o por gente consagrada
a Dios, que la llevasen con pureza de ánima y con mucho
tiento y reverencia. Y aunque todos los que allí iban fue-
ron inadvertidos en no mirar y avisar de este yerro, mas
480 el soberano Juez castigó solamente a Oza, porque a él le
incumbía por oficio saber y hacer lo que en este caso debía:
y era más principal, y por esto debía ser más cuidadoso
que todos, y que su hermano menor, aunque también era
levita.
485 Puso este castigo tan grande espanto a cuantos allí
iban, y especialmente al rey David, que temió llevar el arca
del Señor a su casa como tenía pensado, y púsola en casa
de Obededón geteo, que también era levita, hasta que, pa-
sados tres meses e informado de cierto que el Señor había
490 hecho muchas mercedes a Obededón por haber recibido en
su casa el arca de la santidad, perdió el miedo que le había
447 Cf. i Reg. 6, 7.
471 2 Reg. 6, 6-7.
491 1 Par. 13, 11-14.
B. Avila 2
17
514 SERMONES. CICLO TEMPORAL
puesto el castigo pasado, y tornó a congregar a Israel
para que fuesen por el arca a casa de Obededón y la tra-
jesen con gran solemnidad a su propia casa real, como lo
495 había pensado primero.
Y como hombre temeroso de Dios y que había enten-
dido que la causa de aquel terrible castigo fué porque los
levitas, como no aparejados para ello, no llevaron el arca
sobre sus hombros, según el mandamiento de Dios nuestro
500 Señor, llamó a Sadoc y a Abiatar, sacerdotes, y a otros le-
vitas, y díjoles: "Vosotros, que sois príncipes de las fami-
lias de Leví, santifícaos, y los otros vuestros parientes tam-
bién; y llevad el arca del Señor Dios del pueblo de Israel
al lugar que le está aparejado, porque no se haga alguna
505 ilícita cosa y nos hiera el Señor como la otra vez, porque
no estábades presentes". Oyéronlo de muy buena gana y
voluntad, y santificáronse unos y otros, y tomaron el arca
del Señor encima de sus hombros, según el mandamiento
del Señor, y lleváronla con solemnidad, sin acaecer cosa que
510 les turbase su alegría; porque el suceso de lo que se hace a
contento de Dios siempre es bueno.
Lleven sobre sus Si estas cosas habernos oído con sen-
hombros la carga tido de temor de Dios, entenderemos
los que gobiernan <lue a<luel recio castigo que el Señor
515 hizo contra aquel que no quiso llevar
sobre sus hombros el arca, y que tanto espanto puso a los
que iban presentes, no se hizo por ellos solos, mas para dar
aviso a todos los que tratan las festividades de Dios, pa-
sados, presentes y por venir. Porque así como en una pala-
520 bra que enseña habla a todos, así en un hecho que hace con
uno es aviso para todos los ausentes y que estamos pre-
sentes aquí.
Teman, y con mucha razón, los prelados, curas y be-
neficiados, a quienes está mandado que ellos mismos en sus
525 propios hombros lleven el arca de Dios, que son sus cris-
tianos, cuidándolos, enseñándolos, sufriendo sus pesadum-
bres y cargas, aliviándoles sus trabajos y cumpliendo cada
uno personalmente su oficio y residencia. Teman los reyes
y señores, de hurtar el cuerpo a los negocios de sus vasa-
530 líos contentándose con llevar el provecho y la honra y po-
niendo la carga de los cuidados y despacho de negocios
sobre hombros ajenos. El varón vano — dice la Escritura —
levántase en soberbia, y llénese por libre como hijo del ju-
mento silvestre, al cual no le doman ni cargan. Y así pien-
535 san algunos tener licencia para holgar o vanamente ocu-
parse, viéndose encumbrados y abastados con la grandeza
de sus señoríos.
509 1 Par. 15, 12-15.
534 Tob 11, 12.
35- VÍSPERA DEL CORPUS
515
Mas la verdad es que nadie heredó tal libertad, y quien
la tiene, él se la toma contra toda justicia. Porque si mira-
540 mos aquel primero y común padre Adán, del cual todos
venimos según la carne, no le veremos holgado como a
sardesco, mas con azadón en la mano labrando la tierra
para comer su pan en sudor de su cara, como Dios lo manda.
Y si miramos el segundo Adán, que es Jesucristo nuestro
545 Señor y Redemptor, el cual, según dice Esaías, es padre del
siglo que está por venir, porque de El recebimos la regene-
ración de la gracia, como del primer Adán el ser natural,
hallarle hemos, no con azadón cavando la tierra como el
primero, mas cavadas sus manos y pies con crueles clavos,
550 y sus espaldas y cuerpo aradas con surcos de pecadores, y
su principado puesto sobre sus hombros; porque el señorío
que le fué dado sobre los hombres fué con cargo de llevar
la cruz y morir por ellos, verificando aquella sentencia:
que "a tantos hombres tiene uno encima de sí, cuantos pa-
555 rece que. manda". De donde parece que quien es persona pú-
blica y huye de llevar las cargas de sus súbditos, ni vive
como cristiano, pues no imita a Jesucristo nuestro Re-
demptor, ni como hombre, pues, como dice el santo Job,
nació para trabajar, como el ave para volar. De otra na-
560 turaleza debe ser, no de esta coirfún que conocemos.
Y lo que de esto se sigue lo declara el Espíritu Santo,
diciendo de estos tales por boca del real profeta David:
No participan en los trabajos de los hombres ni son azota-
dos con los azotes que a todos por el pecado vinieron. Y por
565 esto poseyólos la soberbia, y fueron cobijados con impie-
dad y maldad, la cual salió de ellos en mucha abundancia
como de una grosura. Pensaron y hablaron maldades, y
contra el Alto tendieron sus lenguas, las cuales pusieron
en el cielo, y pasaron por la tierra diciendo mal de lo alto
570 y de lo bajo. ¡Oh qué malos efectos se siguen de querer hol-
gar aquellos cuyo oficio es trabajar! Mal señor tienen en
la soberbia que los tiene poseídos; mal vestidos están con
impiedad y maldad. Y si tienen abundancia de hacienda, y
placeres, y recreaciones, ¿qué les aprovecha, pues son
575 abundantes y gruesos en la maldad? Tienen mal corazón,
malos pensamientos y lengua, y con su mucha ociosidad,
tiene el demonio puerta para hacerles escudriñar las vidas
ajenas, y lo que peor es, los secretos de Dios nuestro Señor,
que con sencilla fe se han de creer; y acaéceles caer en muy
580 grandes yerros, castigándolos nuestro Señor por su sober-
bia y pecados. Cierto, cargas son éstas que toman sobre
543 Cf. Gen. 3, 19.
546 Is. 9, 6.
550 Cf. Ps. 128, 3.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
sus ánimas, harto más pesadas y perjudiciales que las otras
cargas de servir a los suyos, que dejan. Huyen de penas, y
caen en culpas; el peso de las cuales, si ahora no lo sienten
585 por estar embriagados con la dulcedumbre de los placeres
y pasatiempos presentes, sentirlo han, cierto, en aquella
hora cuando su cántaro salga del agua; quiero decir, cuan-
do su ánima, por mandamiento de Dios nuestro Señor, salga
del cuerpo y sea presentada delante del juicio divino, donde
590 el holgar de acá en este mundo ponga en mucho trabajo
y el haber trabajado por el provecho de otros ponga mucha
confianza para estar en pie en el juicio de Dios y para oír
aquella dulce palabra: ¿Quién pensáis que es el siervo fiel
y prudente, al cual puso su señor sobre sus criados para
595 que les dé a su tiempo medida de trigo? Bienaventurado
aquel siervo al cual su señor hallare que lo hace así; que
en verdad os digo que lo constituirá sobre todos sus bienes.
¡Oh qué dichosos serían los que tienen mandos si gus-
tasen con el paladar del corazón la diferencia que va
600 de este galardón prometido a los buenos señores al recio
castigo guardado para los malos, según luego dice nuestro
Señor de esta manera: Mas si aquel siervo dijere en su co-
razón: No verná mi Señor tan aína; y comenzare a herir
a sus compañeros y comer y beber con los embriagados,
605 verná él Señor de aquel siervo en el día que no espera y
en la hora que no sabe, y partirlo ha por medio, y pondrá la
ración de él con los hipócritas; allí habrá lloro y batimien-
to de dientes.
Abrid vuestras orejas los que regís las muchedumbres
610 de gentes y estáis contentos con enseñorear las campañas
de las naciones; porque vuestro poder el Señor os lo ha
dado, y vuestra fortaleza el Altísimo. El cual ha de exa-
minar vuestras obras y escudriñar vuestros pensamientos;
porque, siendo ministros del reino, no juzgastes derecha-
615 mente, ni guardastes la ley de la justicia, ni os gobernastes
según su voluntad. Espantablemente, y presto, os aparece-
rá; porque juicio durísimo será hecho a los que tienen man»
dos; y al pequeño concedérsele ha misericordia; mas los
poderosos poderosamente padecerán tormentos.
620 ¿Qué carga se puede igualar, por grande que sea, con
estar amenazados los que huyen las buenas cargas, con un
día de juicio tan estrecho, que los justos dicen: No entres,
Señor, con tu siervo en juicio; y todos temen el rigor de
él, por ser duro, y será juicio durísimo a los que tienen
625 mandos? Mejor acuerdo será, o huir de ellos, y esto es lo
597 Le. i2, 42-45.
608 Cf. Le. 12, 45-47; Le. 13, 28.
621 Cf. Sap. 6, 2-7.
623 Cf. Ps. 142, 2.
V*. víspera nía coRPrs
517
más seguro, [o] cumplir lo que dice San Pablo, que quien
tiene mando, tenga cuidado, o, aunque las tales personas
tienen licencia para tomar quien les ayude y lleve sus car-
gas, elegir las tales personas que no sean ignorantes o apa-
630 sionados como animales, mas como la Escritura los pide,
varones sabios y temerosos de Dios, en los cuales haya
verdad, y que aborrezcan el avaricia. Y aunque estos tan
calificados ayudan a llevar el peso del arca, no se debe des-
cuidar quien tiene principal obligación de llevarla sobre sus
635 propios hombros; pues que sabemos que, aunque Moisés
dejó buenos vicarios cuando se ausentó para ir a negociar
con Dios negocios del pueblo, hizo su ausencia tanto daño,
que llegó a ser adorado un becerro por Dios. Eficacísimo
ejemplo y aviso de cuán necesaria sea la presencia del
640 pastor sobre sus ovejas, y escarmiento perpetuo, si no lo
quieren disimular, para no echar las cargas sobre solos
hombros ajenos.
Modo de ir los También conviene advertir a los obis-
eclesiástioos en la pos y gente principal de la Iglesia que
645 procesión les estaría muy bien llevar en la pro-
cesión, aunque fuese por pequeño tre-
cho, las andas del Señor sobre sí. Lo uno por ser los prin-
cipales ministros de este Señor. El cual va aquí no como
en el arca pasada, sino El mismo en persona; y es razón
650 que, si a un hombre principal que murió lo llevan hombres
principales sobre sus hombros a la sepultura, que los prin-
cipales ministros de este Señor, para siempre vivo, un día
del año que sale con solemnidad a dar vida, sea llevado
encima de los hombros de sus principales ministros. Y tam-
655 bién sería esto edificación para el pueblo y esfuerzo para
los sacerdotes que llevan las andas.
Y también sabrían por experiencia los mayores las car-
gas de los menores, y no se diría de ellos aquella afrentosa
palabra: Ponen cargas pesadas e incomportables sobre los
660 hombros de los hombres, y ellos no las quieren menear, ni
aun quieren llegar a ellas el dedo. Veces hay que los sacer-
dotes con el peso de las andas o de la custodia van tan
cargados y reventados, que van forzados como Simón Ci-
reneo, y huyen otro año cuanto pueden de tomar sobre sí
665 aquel trabajo. No es razón que, pues Dios nuestro Señor
halló modo como, yendo allí verdaderamente su cuerpo, no
haya más peso que los accidentes de pan que lo llevan en-
cubierto, que, siendo su carga liviana, la hagan pesada y
627 Cf. Rom. 12, 8.
632 Cf. Ex. 18, ai.
638 Cf. Ex. 32.
661 C!f. Mt. 23, 4-
518
SERMONES. CICLO TEMPORA!.
odiosa por cosas que son fuera de El; mas todo se ordene
670 conforme a El, y como de buena gana y con devoción sea
'llevada.
Los sacerdotes miren también que, llevando mañana al
Señor, y sintiendo trabajo, no sea mayor causa para ello la
falta de amor y de devoción que el mucho peso que llevan
675 con las pocas fuerzas del cuerpo. Miren mucho que, llevan-
do al Señor sobre los hombros del cuerpo, no lleven algún
pecado, y por consiguiente al demonio sobre la parte más
íntima y más honrada que tienen, que es la parte superior
de su ánima; y que, como el pecado sea pesado como ta-
680 'lento de plomo, les quite los alientos para llevar al Señor
Dios nuestro. (Porque es cierto que así como la gracia y
amor del Señor que en el ánima está, da alientos al cuerpo
para hacer el bien que los malos no pueden, así el pecado
del ánima enflaquece el cuerpo para las obras de virtud.
685 Nunca El permita que, en tal día y lugar, tal cosa haya;
porque sería abominable y bastante para provocar la ira
del omnipotente y todopoderoso Dios para darle recio cas-
tigo, en lugar del galardón que diera al tal sacerdote, si lo
llevara sobre hombros de hombre — 'que, aunque es animal,
690 es racional, porque se debe regir por razón — y no sobre
hombros de animóles — regidos por la ley de la carne, la
cual, como dice el glorioso apóstol San Pablo, no es sujeta
a la ley de Dios.
Todos -con pureza Y no sólo los ya dichos, mas todos
695 y reverencia sin sacar ninguno, conviene exami-
narse y remirarse si van tales cua-
les conviene ir a gente que va sirviendo y acompañando, no
a quienquiera, mas al Señor de los cielos y de la tierra.
¡ Oh qué buen consejo y cuán importante y propio para este
700 día él que nos dió el real profeta David cuando dijo: Servid
al Señor con temor, y regocijaos en El con temblor. El ser-
vicio y el regocijo mañana lo veremos, aun con los ojos del
cuerpo; mas el temor y el santo temblor que nos manda
llevar el Señor Dios nuestro, cuya dádiva es, El nos lo con-
705 ceda por su misericordia ; lo uno, porque no seamos desaca-
tados contra la alteza de su infinita Majestad, que es el
mayor mal de los males; lo otro, porque no probemos el
rigor de su justicia que probaron los del pueblo pasado por
falta de aquesto.
710 Oíd una cosa terrible, y que os pondrá espanto, y mucho
mayor que el castigo de Oza, que no os he contado. Pasó
así: que cuando los filisteos echaron de su tierra el arca
del Señor porque hacía en ellos grandes castigos, pusiéron-
693 Cf. Rom. 7, 14. 23.
701 Ps. 2, 11.
35- VÍSPERA DEL CORPUS
51 9
la, según os he dicho, encima de un carro y dos vacas pa-
715 ridas, dejando sus becerricos encerrados en casa; para que
si las vacas llevasen el arca, sin que nadie las guiase, a la
tierra de Israel, entendiesen que la causa de los azot.es que
habían venido sobre ellos era de parte del Dios de Israel,
por tener cautiva su arca. Caminan con el arca las vacas..
720 y, aunque daban bramidos por sus becerricos, no dejaron
el camino derecho ni el peso del arca; dándonos ejemplo que
los que han puesto sobre sí él arca del servicio de Dios no
deben tornar atrás por condescender a los afectos humanos,
por conjuntos que sean y por mucho que duelan. Guía Dios
725 a las vacas, y llevan el arca a la tierra de Israel, y paran
en un campo de la ciudad de Betsames, en el cual había
mucha gente segando trigo. Y holgáronse en gran manera
de aquel particular favor que Dios les hacía, de que, pu-
diendo enviar su arca a otras partes, eligió a ellos para
730 esta merced. Mas si así supieran reverenciar el arca como
alegrarse con ella, no se les tornara el favor en castigo ni
pidieran que les llevaran el arca de su tierra, con la cual
se habían holgado primero. Pararon las vacas. Quitando los
levitas el arca de encima de la carreta, pónenla encima de
735 una piedra; viénenla a mirar los que presentes estaban y
otros que venían de la ciudad, y embebecidos con la alegría,
no se acordaron ni se curaron de lo que Dios había man-
dado, que no mirasen su arca desnuda, sino cobijada, so
pena de muerte; miráronla, castigólos Dios con matar luego
740 setenta hombres de los principales y cincuenta mil de la
gente del vulgo.
¿Quién tal pensara y quién tal creyera, si no fuera el
Espíritu Santo el que lo dice? ¿Quién no temerá de ir ma-
ñana con este Señor, pues que la irreverencia hecha contra
745 su arca, cosa tan baja en comparación de El, fué castigada
con muerte de tantos? Y de espantados dijeron: ¿Quién
podrá estar en la presencia de un Dios tan santo? Y no
osando tener el arca consigo, enviaron a rogar a los de la
ciudad de Cariatiarimi que viniesen a llevar el arca, porque
750 ellos no la querían tener.
Y si, en la sombra y figura, el Señor quiso ser tan reve-
renciado, que juzgó ser ley justa mandar que no alzasen
los ojos a mirar su arca desnuda, so pena de muerte, y como
lo mandó lo ejecutó con mucho rigor y con muerte de tantos,
755 ¿qué hará si mañana no acatáremos como es razón a su
propia persona y en presencia, pues el arca de entonces, en
comparación de El, no tiene ser ni valor? Despierten, pues,
todos, y ninguno haya, chico ni grande, que se atreva a ir
mañana con mala conciencia acompañando al Señor, que
741 Cf. 1 Reg. 6.
747 Cf. 1 Reg. b, 2o.
520
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mira los corazones, y da a cada uno según sus obras, y a
los irreverentes a El, por principales que sean, los castiga
con recio castigo.
ILos sacerdotes no imiten a Oza y a su hermano en ir
desaparejados en la procesión, porque no sean participan-
tes en el castigo si lo fueren en la culpa; antes imiten a los
sacerdotes y levitas de la segunda procesión, que, purifica-
das las ánimas y los cuerpos, llevaron con reverencia el arca
del Señor, y fueron galardonados de su mano bendita.
Y el rey y los gran- Los reyes imiten al rey David, ha-
des desnúdense y liándose presentes a esta santa pro-
bailen, como el rey cesi°n con mucha reverencia y aca-
Tl vid tamiento, y con haber confesado y
comulgado, por lo que ellos deben a
Dios nuestro Señor y por dar ejem-
plo a los otros. Que éste es el tiempo en que el Señor tiene
necesidad do 'los reyes y gente principal, como en otro tiem-
po lo tuvo do aquellos dos jumentos para entrar asentado
en ellos a Jerusalem, pues que vemos estar perdido el res-
pecto que se debe a Dios nuestro Señor y a su ley, y que
solamente se tiene cuenta con apartarse del mal por temor
de los castigos. Y también los ha menester, porque ordina-
riamente aquello siguen los menores, que ven hablar y obrar
a los que son mayores, los cuales, si fuesen por buenos ca-
minos, serían causa de que fuese Dios acatado y haber
muchos bienes, y su galardón sería grande en el cielo. Yendo
por camino contrario, cierto, habrá sucesos contrarios;
porque la virtud o el vicio de ellos son cosas muy calificadas
para aprovechar o dañar.
Y si el rey no tuviere tanta humildad para desnudarse
de su real vestidura y vestirse de una sobrepelliz, como lo
hizo David, a lo menos vaya mañana templadamente vesti-
do. Porque delante de la presencia de Dios, que llevamos en
la procesión y está en la iglesia, no es razón que el rey ni
los grandes tengan aquel aparato de estrados como en otras
partes suelen tener; pues que ellos mismos quieren que sus
vasallos no tomen estas honras estando en los palacios y
presencia del rey o de los otros señores. Y si los reyes qui-
sieren con su buen ejemplo y con leyes puestas en ejecu-
ción templar la profanidad y demasía de los vestidos, joyas
y atavíos de casas, que es causa de mayores pecados y tra-
bajos que se puede decir, harían a Dios muy mayor servi-
cio, y al reino más cumplido bien, que hizo David en dejar su
ropa real y tomar un vestido bajo, de levita.
Y si tampoco no tuviere el rey tanta devoción y amor
778 Of. Mt. 2i, 2-3.
789 Of. a Reg. 6, 14. 20.
35- VÍSPERA DEL CORPUS
521
805 del Señor que le embriague como a David y le haga ir como
fuera de sí, bailando y saltando, y como dice la Escritura,
resaltando con todas sus fuerzas, a lo menos imítele en aquel
entrañable cuidado del culto divino y de buscar lugar donde
el arca del Señor se pusiese con mucha decencia. Que es-
810 tando los sacerdotes descuidados de aquesto, que era propio
oficio suyo, velaba el corazón del rey, y despertó a los ecle-
siásticos para que llevasen el arca, y les avisó que la lle-
vasen con aquella santidad que se le debía, y después tuvo
ferventísimo deseo de hacer templo al Señor.
815 Aquel rey se desnudará muy bien, y bailará delante del
acatamiento de Dios, que, considerando, cómo ante aquel
Dios ni tenía ser ni reino, y, pudiéndolo dar a otro, se lo
dió a él liberalmente, se tenía por pobre y desnudo cuanto
es de su parte, y no se ensoberbecía sobre los otros por la
820 excelencia que Dios le dió; antes la atribuía a la divina
bondad y se humilla y abaja más para con Dios y para con
los hombres. Y aunque el poderío, cuanto es más alto,
tanta suele ser la osadía que da para pecar, porque piensa
el tal hombre que tiene licencia para hacer todo lo que
825 puede, y como son jueces de otros y no hay quien juzgue
a ellos, acaece que se hacen atrevidos para pecar; mas los
que delante de Dios en espíritu se desnudan de verdad ei
aparato real, al contrario de esto hacen, porque entiendan
que por ser grandes no tienen más licencia para hablar una
830 palabra ociosa, ni para otra cosa aún más liviana que to-
que a la ley de Dios, que la tiene un hombre el más bajo
del mundo; antes se tienen por más obligados a toda virtud
y por más enfrenados y a raya para no hacer mal; porque
entiendan que son espejo donde muchos se miran, y guía a
835 la cual muchos siguen, y regla con que muchos se confor-
man, y temen que han de hacer como San Jerónimo dice:
"Quien lo quisiere seguir sea constreñido a errar".
Muy bien se desnuda aquel rey y se humilla, a quien la
carga de la cuenta que ha de dar le pone cuidado y temor
840 de cómo vive y administra su reino; y muy bien baila de-
lante el mismo Señor el que, lleno de su amor, lleva las
cargas de su gobernación con esfuerzo y alegría, como lo>
hacía Judas Macabeo en las guerras que emprendía por la
honra de Dios.
845 Muy bien baila [ante] el Señor si le dice de verdad: Apa-
rejado está, Señor, mi corazón; quiere decir que tiene una
prompta voluntad de servir y de que le sirvan los otros, apa-
rejado el corazón con celo de justicia para castigar los delitos
como recto juez. Mas no se contenta con este nombre y con
850 esta obra; mas tiene, y más principalmente, aparejado su
837 Cf. San Jerónimo, Dial, contra Lucifer. 5 : ML 38, 16S.
844 Cf. 1 Mach. 3, 1 ss. 846 Ps. 56, 8 ; Ps. 107, a
522
SERMONES. CICLO TEMPORAL
corazón para, con cuidado y entrañas de padre, con buenos
ejemplos, con buenos trabajos, con buena educación de sus
vasallos, y por cuantas vías pudiere, procurar que preven-
gan a los delitos, y no sea menester el castigo, o no muchas
855 veces. Aquel baila bien que no tiene amor al mandar, sino
al aprovechar, y tiene el lugar alto por ejercicio de hacer
'bien a muchos, y no para sus intereses ni sus regalos.
Y aquel baila bien cuyo cuidado único es beneficiar a los
suyos, y para el bien público tiene ofrecida su hacienda,
860 su honra y su vida, al ejemplo del Señor, que vino a ser-
vir y a dar su vida en rescate de muchos. No es desabrido
en las palabras ni áspero en el gesto, porque no lo es en el
corazón. Ni es pesado en despachar los negocios, porque
el amor le hace la carga liviana; con el cual, aunque tra-
865 baja como esclavo, siente dulcedumbre en los trabajos como
padre y pastor. Todo lo cual ni lo hace por alcanzar la va-
nidad de la fama ni por fin de humana virtud; que esto no
fuera bailar delante del Señor, mas delante los hombres; mas,
estas poquedades holladas, encumbra su intención al agrada-
870 miento de Dios y a la esperanza del eterno reino, que ha pro-
metido a los que administrasen bien el temporal.
Y en particular aquel rey se desnudará y bailará bien
delante del Santísimo Sacramento que, aunque generalmen-
te tenga cuidado de todo lo bueno, lo tenga muy particular
875 y, muy encendido en amor de aqueste divinisimo Sacramento,
cele mucho la fe y honra de él, y lo que toca a los sacerdo-
tes, a los altares y a las iglesias, y, finalmente, a lo mucho
y a lo poco que de cerca o de lejos tocare a este Señor. Y si
en todo tiempo es esto cosa debida, mucho más lo será en
880 el presente, cuando el principio de salirse muchos de la
congregación de la santa Iglesia fué por tenerla en poco,
y a sus ministros y a sus ceremonias. Castigue las here-
jías; porque quien no resiste al error, es visto aprobarlo;
favorezca a los ministros de la fe y a los buenos prelados,
885 y su cuidado único sea cómo el pueblo cristiano, que es
arca donde mora el Señor, esté defendida de los infieles y
reformado en las buenas costumbres, para que pueda Dios re-
cebir de él convenient? servicio, pues que para hacer esta
obra ninguno es tanta parte como los reyes, si, dejando
890 sus intereses aparte y poniendo los hombros a ello, quisie-
ren emplear en el negocio todo el poder que el Señor les
dió para que le sirviesen. Y, por consiguiente, se sigue que,
si esto no se hace, la mayor culpa y el mayor castigo para
ellos será.
895 Y tras el bailar bien el rey de esta manera, bailen tam-
bién a Dios los otros señores, pues son participantes en el
mandar y en la obligación, y lo serán en el galardón. Ha-
86i Mt. 20, 28.
35- VÍSPERA DHL CORPUS
523
gan también lo mismo, en su modo, la gente principal, y
entiendan que aquel ir mañana en la procesión más cerca-
900 nos al Señor que la otra gente y tener en los templos luga-
res más cercanos a El no es cosa liviana ni que se ha de
usar de ella con descuido e inadvertencia, si no quieren ser
alanzados más lejos de Dios eternalmente en el otro mun-
do los que en esta breve vida fueren más cercanos a El.
905 Guarde Dios a la gente principal. Unos irán mañana llevan-
do las varas del palio con que va cobijado el Señor, y otros
irán cerca del mismo Señor. No lleven sus corazones des-
nudos de la divina gracia, que hace al hombre ser deseme-
jable a Dios, y no vayan afeados con la imagen del demo-
910 nio que mora donde no mora la gracia, y tales, que el Señor
que allí va, en cuyo acatamiento los escondrijos del corazón
son más claros que la lumbre del sol, viéndolos de dentro tan
abominables y de fuera sirviéndole y cercanos a El, les diga
con justísima queja: Este pueblo con los labios me honra, y
915 su corazón lejos está de mí.
Terrible cosa sería que el día que se hace fiesta a un rey
entrase un criado suyo hasta la presencia real a hacerle
alguna reverencia o servicio, y que llevase abrazado con-
sigo a un capital enemigo del rey su señor, diciendo con la
920 obra: "Aunque sé que éste es vuestro mortal enemigo y
que os hago en ello enojo muy grande, y aunque me habéis
mandado que lo eche de mí, lo tengo de querer bien, y abra-
zarlo muy abrazado en vuestra fiesta y en vuestra presen-
cia." ¿Esto sería celebrar fiesta al rey o darle hiél y vi-
925 nagre? Llevar al demonio en el ánima e ir cerca del Señor
en la procesión, ¿es celebrarle día de fiesta o renovar su
pasión? No así, no así, por reverencia de Dios; limpíense,
confiésense, vayan con mucho acatamiento, amor y tem-
blor, principalmente los principales, para que, siquiera un
930 día en él año, vea el Señor nuestras ánimas amadoras de
El y aborrecedoras de los pecados, que son sus enemigos, y
tan capitales, que le quitaron la vida en la cruz, y que como
a tales nos ha mandado que los aborrezcamos y echemos de
nosotros, si queremos ser suyos.
935 Cantemos con la Y todos, sin quedar ninguno, pro-
boca, cantemos con curemos llevar la conciencia limpia
el corazón con Ia confesión, y a más no poder,
con la contrición; y no contentarnos
con sólo el estruendo exterior de los cantos, danzas y re-
940 gocijos que mañana se hacen, que aunque sean buenos, si
no corresponde a ellos lo de dentro, a lo cual Dios princi-
palmente mira, no será sino ofrecer un cuerpo sin ánima,
una cáscara sin meollo y, en fin, apariencia sin existencia.
915 Mt. 15, 8.
524
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Los hombres de Betsames, que dijimos que fueron de Dios
945 castigados por su desacatado mirar, muy devotos fueron en
el ofrecer sacrificios; porque no sólo le ofrecieron las vacas
y el carro que trajeron el arca, mas otros muchos, así víc-
timas como holocaustos; y no por eso agradaron a Dios ni
les libraron del castigo que merecieron por su pecado. Ya
950 tenemos de esto respuesta de Dios por boca del profeta Sa-
muel, que dice que quiere más obediencia que sacrificios, y
que donde hay pecado, ninguna cosa le agrada al Señor.
Advirtamos mucho que somos naturalmente inclinados a
estos regocijos de fuera y enemigos y descuidados de la
955 virtud interior; y por esto los que los hacen y los que los
miran no se descuiden en contentarse con ellos a solas, ni
paren en ellos, mas tómenlos como motivo y despertador
del amor y devoción interior, como salsa para comer el
manjar; porque el oficio de las ceremonias exteriores éste
960 es. Y así el que cantare con la boca, cante juntamente y
principalmente con el afecto del ánima; el que bailare con
el cuerpo, enderécelo al amor del Señor regocijándose con
su presencia; quien danza, dance al Señor, y no a conten-
tamiento suyo ni ajeno; y los que miran a estos servicios
965 y honra que al Señor se hacen, gócense en lo más dentro
de sus entrañas de ver honrado a su Señor, cuya honra, so-
bre todas las cosas y con todas sus fuerzas, son obligados
a desear. Y acuérdense de aquellas humildes reverencias, de
aquel encendido amor, de aquellos alegres regocijos, que los
970 ángeles y los santos en el cielo hacen; y digan con todo su
corazón lo que dice David: Alábenle los cielos y tierra, y el
mar, y todo lo que en ellos está. Y para darnos a entender
cómo la celebración de esta fiesta ha de ser principalmente
en el ánima, se dice en el dicho Concilio que cante la fe y se
975 regocije, y salte nuestra esperanza, y la caridad y devoción
den palmadas de alegría.
Y de esta manera cumpliremos la figura de los que ofre-
cían en la procesión del arca, de seis en seis pasos, animales
al Señor; porque a la continua iremos nosotros mañana ofre-
980 ciendo a nuestro Señor nuestios apetitos, nuestra voluntad,
nuestra honra y hacienda y nuestra propia vida, determi-
nados de perderla antes que negar la fe de este Señor o que-
brantar algún mandamiento suyo, diciéndole: Señor, pues
distes vuestra vida por mí, yo os doy la mía y todas mis
WS ^osas, para que dispongáis de ellas a vuestro santo servicio.
Alt-ntétnonos todos a esto y no nos contentemos con lo ex-
terior.
951 Cf. i Reg. 75, 22.
v;72 Cf. Ps. 68, 35.
976 C. i, de reliquiis el v>en. sanct., III, 16, in Cleru.
979 Cf. 2 Reg. 6, 13.
VÍSPERA DEL CORPUS
525
Y haga cada uno esta cuenta dentro de sí: "Por ventura
será esta fiesta la postrera que vea en mi vida: quiero ir
990 en ella de manera que satisfaga lo que en otras fiestas y en
oír misa y cosas tocantes a este Sacramento habré pecado
de un año acá y en toda mi vida. Quizá habré ido a la iglesia,
no con la pureza de intención que debía; quiero ir mañana
por amor de sólo Dios en esta procesión, y tan recogido y
995 tan mirando a Dios sólo, como si no fuese más gente con
El que El y yo. Por ventura me habré vestido demasiado
alguna vez para ir a la iglesia; no quiero mañana hacer alar-
de de mis vestidos y joyas, sino llevar tanta templanza, que
satisfaga a lo pasado, y que ninguno tome ocasión de poner
1000 los ojos en mí y quitarlos de nuestro Señor".
Y el varón oiga y cumpla lo que el Señor dice: Si tu ojo
derecho te hace pecar, sácatelo y arrójalo de ti. Baje los
ojos; y si los alza, mire al Señor. No hagas, cristiano, cuen-
ta que tienes ojos mañana para mirar a mujeres; dáselos al
1005 Señor para que le sirvan a El, pues El te los dió; refrena
tus malos deseos y tu vista de fuera; que mientras más pe-
noso te fuere, más meritorio te será; y según es Dios lleno
de misericordia, por ventura por verte mañana trabajar con-
tigo por no le ofender con tu vista, te dará fuerza para que
íoio te quedes con la buena costumbre de tener vista casta y
corazón casto, que no será pequeña merced. Y de esta ma-
nera dice San Pablo, templo del Espíritu Santo, que cumpli-
remos lo que nos dijo: Comprados sois con precio grande;
honrad y llevad a Dios en vuestro cuerpo y en el espíritu de
1015 vuestra mente. •'
Hízonos Cristo esta merced, que pudiésemos ser arca di-
vina por la unión de su gracia, como lo es El por unión per-
sonal. Procuremos que, pues recebimos por la creación un
cuerpo y un ánima, que es madera dorada, no la tengamos
1020 vacía; mas cumplamos lo que está escrito del varón justo:
Que la ley de Dios está en su corazón. No seamos impru-
dentes, mas entendamos — como dice San Pablo — cuál sea la
voluntad del Señor; porque quien no la conoce, ¿cómo la
podrá cumplir y tener? Esto es tener en sí Zas tablas de la
1025 ley de Dios. Y después tengamos el maná celestial, que es
Jesucristo, que con su gracia nos mantenga y consuele.
Y porque, aun con todo esto, caeremos en faltas, conviene
que nos desvelemos y castiguemos con santa corrección y
disciplina, significada por la vara sacerdotal; y así, hechos
1030 arcas divinas, reposará el Señor en nosotros de mejor gana
que en el sagrario, ni en el relicario, ni andas; porque si allí
está y allí va, es por entrar y morar en nosotros.
1002 Cf. Mt. 5, 2Q.
1015 1 Cor. 6, 20.
1021 Ps. 36, 31.
1023 Ctf. Eph. 5, 17.
526
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Y si le pudiésemos ver su Corazón amoroso cuando va en
la procesión, oiríamos cómo nos va diciendo lo que dijo a
1135 Zaqueo: "Cristiano, deciende de ese árbol de tu locura y
desamorada ingratitud; humíllate a mí; conoce el amor que
te tengo; aparéjame tu conciencia, porque en ella deseo des-
cansar y morar". Alabadas sean, Señor, tus misericordias,
que llegan a convidar y rogar tú mismo contigo que te quie-
1040 ran recebir aquellos que no merecían que les volvieses tu
faz, aunque muchos años te lo suplicasen. ¡No haya, Señor,
por tu misma misericordia, no haya quien no te reciba en su
casa, pues tú con tanta benignidad quieres entrar y morar
en nosotros y aun pagarnos colmadamente el hospedaje que
1045 te hiciéremos! Porque si echaste tu bendición haciendo se-
ñaladas mercedes a Obededón el levita porque recibió la otra
tu arca, ¿qué tales y qué tan copiosas serán las mercedes
que harás a quien bien recibiere en su pecho tu misma per-
sona? Darle has bendición de perdón de pecados, consolación
1050 entrañable con tu dulce presencia, lumbre para sus igno-
rancias, fuerza para sus flaquezas y aumento de gracia con
que más te ame.
36 NO TE HARTES DE MIRAR A CRISTO
Víspera del Corpus
(Bd. 1596, I, pp. 331-425.)
Sanctificamini; eras ehim jacict Dominus inter vos
mirabilia. Santifícaos. Mañana ciertamente liará el
Señor entre vosotros maravillas (los. 3, [5]).
"Santifícaos, porque Toda la ley y razón humana y di-
el Señor hará maña- vino pide que a las cosas más ex-
na maravillas" celentes y de valor singular les sea
hecho distinto tratamiento y se les
dé particular reverencia, distinta de la que se da a las otras
comunes cosas. Y con este fundamento mandó el rey Asuero
que ninguno entrase en su presencia vestido de sayal, porque
la bajeza del vestido parecía ofensa a la presencia y vista
del rey. Y así vemos ser cosa usada, y muy justa, que los
que están en presencia de señores y reyes tienen particular
mesura en el rostro, hincan sus rodillas, no miran con los
ojos a una parte ni a otra; y con aquel temor reverencial
que tienen, honran a sus señores y dan sentimiento de su
grandeza.
Y si queremos considerar las cosas más bajas, hallare-
1038 Cf. Le. ig, .5.
1046 Of. 2 Reg. 6. 11.
10 Cf. Esth. 4, 2.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
527
mos ser verdad que se requiere cierta proporción del que
20 trata con la cosa tratada; del que recibe, a lo recebido; del
lugar, a lo que está en él; pues que ni está bien recebir una
purga sin disposiciones que precedan a ella, ni un fuego
produce su forma sin que el madero esté para ello dispuesto.
Y no está bien un precioso bálsamo en un inmundo vaso
25 de barro; y una mano leprosa y llena de llagas, tocando el
oro limpio y resplandeciente, parece que le hace ofensa, por
la mucha desproporción que hay entre la inmundicia de la
mano y la limpieza del oro.
Y quien considerare cuán guardada es esta ley entre las
30 criaturas altas y bajas, terná por cosa muy justa que el altí-
simo Dios, cuya Majestad es inmensa, cuya faz sobrepuja a
todo entendimiento criado, pida a los que han de tratar con
El que, pues El tiene singular majestad, en comparación de
la cual las cosas muy altas son muy bajas y no tienen ser,
35 le den un particular tratamiento lleno de reverencia y pu-
ridad, distincto del que se da a las criaturas en el cielo y en
la tierra, por altas que sean.
Y conforme a esta verdad, queriendo Moisés llegarse a
la zarza que ardía y no se quemaba, en la cual estaba el Se-
40 ñor, le fué mandado de parte de El que se descalzase los
zapatos, porque la tierra donde estaba era santa, por la
presencia del Señor que allí estaba. Y cuando el mismo Señor
hizo aquella merced tan grande a su pueblo, de darle los diez
mandamientos, en los cuales conociesen lo que a El le era
45 agradable, y obedeciendo se pudiesen salvar, dice Dios a
Moisés: Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana, y laven
sus vestiduras y estén aparejados para el día tercero, porque
en el día tercero descenderá el Señor delante de todo el pueblo
sobre el monte de Sinai. Y después, una vez que el Señor
50 hizo merced a Moisén de se le enseñar y pasar delante de El,
estuvo Moisés metido en un agujero de una peña, y allí
postrado — porque la peña no daba lugar para más — adoró al
Señor con gran reverencia.
Y para que vengamos a nuestro propósito, habéis de
55 saber que cuando el Señor quiso que su arca pasase por el
río Jordán y, entrando ella en el río, se hiciese aquella gran
maravilla, que las unas aguas del río se tornasen atrás y las
otras corriesen hacia abajo hasta que no fuesen vistas, y así
quedase camino seguro y sin agua en el dicho río y por donde
60 todo el pueblo pudiese pasar, pareció — y con mucha razón — ,
al altísimo Señor que esta maravilla hacía, que la gente que
la había de ver y gozar se aparejase para dignamente recebir
41 Of. Ex. 3, 5.
49 Ex. 19, 10-11 ; cf. Teodoreto, Ouacst. in Ex., c. 19, int. -56 :
MG 80, .262 s. , .
53 Cf. Ex. 33, ai-34, 8.
52S
SERMONES; C'ICI-O TEMPORAL
tal merced, y mandó al capitán Josué que dijese al pueblo
las palabras de nuestro tema: Santifícaos, porque el Señor
65 mañana ciertamente hará maravillas entre vosotros. De don-
de parece que no sólo para tratar con el mismo Señor, mas
aun con sus cosas y obras, es menester particular disposición
y santificación. Para oír sus palabras cuando dió la Ley
mandó que se santificasen ; y al que las ha de hablar le con-
70 viene ser santo, porque no diga el Señor aquella terrible y
digna palabra de ser temida: Al pecador dijo Dios:, ¿Por qué
tú cuentas mis justicias por tu bocaf A los sacerdotes mandó
que se santificasen para las cosas del templo. Y los que ha-
bían de comer de las cosas sacrificadas y celebrar la Pascua
75 comiendo un cordero, habían de estar santificados, so pena
de graves castigos.
Esto entendía San Pablo cuando, manifestándonos por
ejemplo suyo el respeto, la pureza y santificación con que se
ha de ejercitar el oficio de la predicación de la palabra de
80 Dios, dice que santificaba el Evangelio de Dios; no porque
él lo hiciese santo, pues que el mismo Evangelio lo es en sí,
mas porque, como uno que con mala conciencia trata las
cosas de Dios se dice que las ensucia, porque, si pudiesen
ellas ser ensuciadas, bastaba lo que él hacía para las ensu-
85 ciar, y en cuanto es en sí, con aquel mal trato da a entender
que las tiene en poco y las tiene por indignas de mejor trata-
miento, así, quien las trata con debida santificación, aunque
no las dé santidad en sí mismas, dásela en la estimación de
su corazón, teniéndolas por dignas de toda reverencia y de
90 toda limpieza.
Y en este sentido dijo el apóstol San Pedro a los cristia-
nos: Santificad al Señor Jesucristo en vuestros corazones.
Parece recia palabra que el hombre santifique a Cristo, el
cual es santísimo en sí y fuente de cuiyo cumplimiento todos
05 los que tienen gracia y santificación la reciben, sin que nadie
la pueda haber de otra parte en mucho ni en poco, porque
de El y no de otro, dice Dios Padre: Sobre El florecerá mi
santificación. Con el cual sentido concuerda San Pablo cuan-
do dijo que Cristo, por virtud de Dios Padre, es hecho núes-
100 tra santificación; porque la que tenemos nos viene de El y
por El. El nos santifica, haciéndonos verdaderamente, de
sucios, limpios, y justos de injustos, quitándonos la inmun-
dicia que teníamos y dándonos la santificación que nos fal-
taba. Mas santificarle nosotros a El es de otra manera, como
105 declara Isaías diciendo: Santificad al Señor de las batallas.
65 los. 3, 5. 92 1 Petr. 3, 15.
69 Cf. Ex. 19, 14. 95 Cf. lo. 1, 16.
72 Cf. Ps. 49, 16. 98 Ps. 131, 18.
76 Cf. Ex. 13, 1 ss. 100 Cf. 1 Cor. i, 30.
80 Cf. Rom. 15, 19.
$6. VÍSPERA DEL CORPUS
529
Y como si le preguntáramos: ¿Cómo hemos de santificar
nosotros, criaturas no santas, a nuestro santísimo Criador?,
añade luego diciendo: Sea El vuestro temor, sea El vuestro
temblor. Porque el hombre que a Dios teme con reverencial
110 temor, le trata y le estima en lo que debe y le sirve y ama
como a Señor suyo y último fin, éste le da en su corazón
un cierto ser y santificación, pues que lo estima y trata como
a cosa santa. Y esto le quita el malo, tratándolo indigna-
mente y ensuciándolo, si fuese posible, y como el mismo Dios
115 se queja de ello en el profeta Ezequiel. Y en este mismo
sentido deseamos y pedimos a Dios que sea santificado su
nombre, dándonos gracia que lo tratemos con aquella reve-
rencia y santidad que le es debida con mucha justicia; y de
no tratarlo así, se queja Dios que le han ensuciado su nombre.
120 Mas esto se tenga por cierto, que quien a Dios y a sus
cosas no santificare y con loco atrevimiento indignamente se
llegare a El, que pues él no tiene a Dios por Santo, tratán-
dole sin reverencia, el mismo Dios tornará por su honra, y
con el castigo que hiciere dará a entender que es santo y que
125 los profanos y mal aparejados no se han de llegar a El.
Ejemplo de esto lo tenemos en Nadab y Abiud, sacerdotes
hijos de Aarón, que con mal atrevimiento ofrecieron al Señor
incienso con el fuego que no debían, y, estando incensando,
salió fuego por mandamiento del Señor, que los tragó, y
13o cayeron muertos delante de El. Y para que se supiese la
causa de este terrible castigo, que daba mucha pena a Aarón,
padre de ellos, declaróselo Moisés y di jóle: Esto es lo que
el Señor ha dicho: Seré santificado en los que se llegan a
mi justicia. Justísimo es que el que no tiene a Dios por
135 santo, tratándole como a tal, sea castigado con tal castigo,
que él y todos manifiestamente vean que Dios es de tal ma-
jestad y pureza, que los justos han de morar con El, y los
sucios no han de llegar a El. ¿Habéis oído estas cosas, her-
manos? ¿Qué sentís de ellas? ¿Quién hay entre nosotros
140 que no tenga mucha razón para temer el castigo de las mu-
chas ofensas que al Señor hemos hecho, en la poca reveren-
cia con que hemos estado en su templo, oído o dicho los
oficios divinos, recebido sus sacramentos, mirarle a El con
nuestros ojos, oír con poca devoción su palabra y, en fin,
145 no haber tenido aquella reverencia y pureza de conciencia que
para servirle y para tratar la menor de sus cosas le es justa-
mente debida?
IOQ Cf. Is. S, i3.
115 Cf. Ez. 22.
117 Mt o, 9.
119 Ez. 36, 20.
134 Cf. Lev. 10, 3
530 SERMONES. CICLO TEMPORAL
La fiesta de Corpus Henos aquí en víspera del santo
Christi día del Corpus Christi y de la pro-
180 cesión del Señor, fiesta dignísima
de reverencia, y de mucha alegría para quien bien la cele-
brare, y de mucha tristeza y daño para quien con desacato
y descuido. Despertad y velad, que esto es menester para
bien celebrar el día santo y procesión que Dios ha querido
155 alcancemos a ver. Porque si a Moisés mandaron quitar los
zapatos, si al pueblo que se santifique para oír los mandamien-
tos y para ver la maravilla que se hizo en el río Jordán,
claro está que quien para aquellas cosas menores pide san-
tificación, para ésta que entre manos tenemos la pedirá, y
16o muy mayor, pues esta fiesta es mayor que las otras.
¡Oh grande, dichoso y solemnísimo día, que pone a los
cielos en admiración, en el cual se celebra él misterio de
que el pan y el vino se convierten en cuerpo y sangre de
Jesucristo, quedando en su ser los accidentes del pan y del
165 vino y conteniendo dentro de sí al Hijo de Dios humanado,
igual al Padre y al Espíritu Santo, Señor de todo lo que
hay en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra! Misterio
tan lleno de maravillas, que la menor de ellas es mayor que
arder la zarza y no quemarse, y que ser oídas voces en el
ItfO monte Sinaí, y que tornar las aguas del río Jordán hacia
atrás. Maravillosas cosas son éstas, mas son maravillosas
en las criaturas por el Criador. Mas las maravillas de aquí
son hechas en la misma persona del Criador y por medio de
un sacerdote, que es criatura. Santifícaos, porque mañana
1^5 hará el Señor maravillas entre vosotros. Y en el nombre del
Señor os digo: Santifícaos, porque el Señor os hará mañana
mayores maravillas entre vosotros.
No es invención ésta de mi cabeza, sino [ordenjación del
Espíritu del Señor, que en el Concilio de Viena mandó que
l«0 los obispos, por sí o por los ministros de la Iglesia, avisa-
sen al pueblo el domingo de la Santísima Trinidad que se
aparejasen para el quinto día con oraciones, confesiones y
limosnas y buenas obras, para dignamente celebrar esta
fiesta, recibiendo al Señor y reverenciándole en la proce-
185 sión. Y en pedir cuatro días de aparejo y santificación, ha-
biendo pedido para las otras un día o dos, nos da claramen-
te a entender que, pues aquí se pide mayor santificación,
nuestra fiesta es mayor que las otras. ¿Qué proporción tie-
ne aquel arca de madera de Setín, aunque dorada, que ile-
190 vaba dentro de sí las tablas de la ley, y un vaso de maná,
y la vara de Aarón, con la preciosísima humanidad de Je-
156 Cf. Ex. 3, 5,
157 Cf. los. 3, 9-13.
17.S los. 3, 5.
185 C. i, de rcliquiis el ven. sanct., III, 16, in Clem.
36. VÍSPERA DF.L CORPUS
531
sucristo nuestro Señor, en la cual mora por unión personal
el Verbo divino, Dios verdadero? Y por una maravilla que
allí se hizo en el río Jordán, hay aquí tantas, que no se
195 pueden contar. El fruto de aquel milagro fué entrar a po-
seer tierra y cosas de tierra, y por esta arca divina pasamos
nosotros del pecado a la gracia y de la pobreza de la tierra
a las riquezas del cielo.
Y si cuando fué dada la ley descendieron los ángeles al
300 monte Sinaí para hablar en persona de Dios, llevaremos
nosotros mañana al mesmo Señor en la procesión, y ellos
descenderán a le acompañar y servir. Allí fué dada la ley,
mas no fué dada la gracia; y ley sin gracia, ocasión es para
más pecar, como dice San Pablo. Mas este Señor, cuya
205 fiesta es mañana, es de quien dijo San Juan: La ley fué
dada por Moisén; mas la gracia y la verdad, por JesucriS'
to son hechas. Truenos terribles, sonidos de bocina y es-
pantables relámpagos hubo allí, tanto, que el pueblo, ate-
morizado, huía de Dios y decía a Moisés : Háblanos tú y oi-
210 remos; no nos hable el Señor, porque no muramos. Muy
de otra manera será nuestra fiesta mañana; porque, aunque
es escrito que Dios es fuego que consume, iremos mañana
juntos con El, y su fuego no nos destruirá; y si destruyere,
será a nuestros pecados, para que nosotros quedemos lim-
215 pios y purificados como oro en crisol.
No hay mañana espanto de truenos, ni de relámpagos, ni
cosa alguna que nos haga huir de temor; manso va el Señor
y callado como un cordero, y con entrañas encendidas de
amor para darnos lo que nos cumple; y todo lo que allí se
220 ve y se cree nos convida a que nos lleguemos a El, a recebir
de su mano el perdón y la gracia, y a descansar de nuestros
trabajos, y a esperar la gloria que está por venir. ¿Veis con
cuánta razón se nos pide que desde el domingo y aun desde
antes nos aparejemos y santifiquemos para esta solemnísi-
225 ma fiesta?
Mas esto es lo que yo temo, y con mucha razón me da
pena, que, como tal fiesta como ésta había de ser celebrada
con un amor y una reverencia que pareciese a la que en el
cielo tienen los santos y ángeles a este Señor, no sé si ha
230 de haber entre vosotros algunos que no sientan esto de esta
manera, sino que piensen con terreno sentido que esta fiesta
se instituyó solamente para holgarse y corporalmente rego-
cijarse los cristianos en ella; y que haya algunos que estén
tan ajenos de alimpiarse de los pecados pasados, que por
235 ventura cometan en la fiesta algunos pecados, que, si no
fueran en ella, no los hicieran.
204 Cf. Rom. 3, 20.
207 To. 1, 17.
210 Cf. Ex. 20, 19.
220 Hehr. 12, 29.
532
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¡Oh lamentable desdicha, que enfermes con la medicina,
que te ennegrezcas con la blancura y que llegue tu maldad
a tanto, que de fiesta tan santa, de la compañía de Dios,
240 de la bondad que usa yendo en la procesión con nosotros,
tú no te aproveches más de tanta bondad, mas que saques
maldad! Cristianos, cristianos, no es esta santísima fiesta
para hacer ofensas a Dios, sino para deshacer las hechas y
dar al Señor un día bueno, celebrando con tanta santifica-
245 ción, que le dé a El entero contento y placer. No solape na-
die, no, hacer fiesta mañana a sí mesmo y a su vanidad,
debajo de título de fiesta del Cuerpo de Jesucristo nuestro
Señor.
Y aunque entiendo que hay muchos entre vosotros que
250 de tal manera os habéis aparejado y aparejaréis, que deis
en esta fiesta gloria y contentamiento al Señor, y que el
oír el domingo de la Trinidad que el jueves siguiente era
día del Cuerpo de nuestro Señor os puso un alegre cuidado
de aparejaros para tal fiesta y un entrañable deseo de que
255 ya hubiese llegado este día para recebir al Señor con mejor
aparejo que os fuese posible, acompañarle en la procesión
con amor entrañable y reverencia cristiana, con que deis
placer al Señor que la recibe, y a los prójimos que os mira-
ren, y al predicador que os amonestó; así sospecho que hay
260 algunos entre vosotros que antes que viniese esta fiesta les
nació cuidado, no de celebrarla al Señor, mas de celebrarla
a sí mesmos. Alegre cosa es hablar de los unos y triste
hablar de los otros; mas habéisme de dar licencia para, si
por ventura algunos de estos tan mal mirados, y que vuelven
265 esta fiesta tan al revés, hurtándola a Dios y tomándola para sí,
siendo amonestados por mí de este su error, se quisieren
enmendar y celebrar fiesta al Señor, convendrá hablarles
una palabra.
Mujer, no robes a Decidme, buena mujer, baja o alta,
270 Cristo los ojos de quienquiera que seáis, si estos días
sus cristianos pasados, especialmente esta noche,
ponéis vuestros pensamientos en cómo
saldréis mañana más curiosamente ataviada que otros días,
para hacer fiesta a vuestro vano contentamiento y a los ojos
275 vanos de los que os quisieren mirar, y vos también miraréis
a todo lo que se os antojare, y por ventura almorzaréis ma-
ñana mejor que otros días, sin daros pena ni mirar en ello,
de cómo os quedáis sin comulgar y recebir el manjar que
del cielo vino. Tendréis vuestro corazón derramado en vano,
280 y quizá con pensamientos más ruines que otros días, el cuer-
po liviano para la vanidad, pesado para rezar y para otras
buenas obras; poneros heis a una ventana, como ídolo en
alto, para ser vista. Haciendo estas cosas y otras semejables
;,6. VÍSPERA DEÍ. CORPUS
mañana, decidme, por Dios, ¿cuya fiesta celebráis, de vues-
285 tra vanidad o del misterio de Dios? ¿De vuestro corrupti-
ble cuerpo miserable o del precioso Cuerpo de Jesucristo?
Los niños, las piedras lo dirán, los ciegos lo verán, que tal
fiesta celebráis cuales obras hacéis, y que para aquel cele-
bráis fiesta a quien dais contentamiento con ellas.
290 La fiesta del Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, con
templanza en los vestidos, y en la abstinencia del cuerpo,
con agradecido corazón y devotas lágrimas, con haberlo
bien recebido, con acompañarle con reverencia y devoción,
se ha de celebrar, si a El se hace la fiesta; porque estas y
295 otras semejantes cosas son las que El pide, y son agradables
delante de sus ojos, y dan contentamiento a su corazón.
Mas de éstas ninguna lleváis vos, y de las contrarias vais
llena. Más parece que vais a fiestas carnales que espiri-
tuales; a bailar con el cuerpo, que a gozar de Dios con el
300 ánima; y aun lo que peor es, que vais más ocasionada para
pecar y htecer caer en pecados que para incitar y dar ejem-
plo de que sirvan a Dios, declarando que o vais deshonesta
o, a lo menos, que hay vanidad en vuestro corazón en ir
tan aderezada y vistosa, que parece que queréis — o a lo me-
305 nos sois causa de ello — que los hombres mañana quiten los
ojos de mirar al Señor y los pongan en vos.
¡Oh desvergüenza tan grande! ¿Quién hay que no vea
que, si fuese a desposarse un rey o una reina, no se debía
sufrir que algún criado o criada suya fuesen con su señor
310 más ataviados y vistosos que el mismo señor y fuesen cau-
sa que los ojos de los que van presentes dejasen de mirar
al rey por mirar al criado? Hermana, en el día de vuestra
fiesta que a vos se hace en vuestro casamiento o cosa se-
mejable, que vos sois la principal a quien se hace la fiesta,
315 ataviaos en hora buena. Aunque la mujer cristiana en todo
tiempo y lugar ha de tener tanta templanza y modestia en
sus atavíos y trato, que siempre resplandezca en ella la
cristiana humildad, cuya honra ha de ser en la cruz y no
en los vestidos, como dice Tertuliano. Mas tal día como
320 mañana, que ni se hace la fiesta a vos ni por vos, ni vais
vos a vistas, sino Jesucristo, ninguna razón sufre que vos
le quitéis su vez ni le robéis los ojos de sus cristianos.
312 Hermano
319 Tertuliano, Dc cultu feminar., L 2, c. 3 (ML 1, 1434) : «Pla-
ñe gloriabitur christiamts etiam in carne, sed cuín propter'Christum
lacerata duraverit, ut et spiritus in ea coronetur» ; San Cipriano,
Dc liabitu virgin., 6 (ML 4, 458) : «Si in carne sit gloriandum, tune
plañe quando in nominis [Christi] confessione cruciatur, quando for-
tior femina viris torquentibus invenitur, quando ignes aut cruces aut
ferrum aut bestias patitur ut coronetur. Illa sunt carnis pretiosa
monilia, illa corporis ornamenta meliora».
534
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Y tened entendido, y entiéndanlo todos, que, si el Señor
quisiese descubrir la hermosura de su cuerpo precioso y
325 glorioso, ni tendríamos que rogaros que no saliésedes muy
ataviada mañana, ni, aunque lo saliésedes, tendríamos te-
mor que dejasen los hombres de mirar a El por miraros a
vos. Ese sol que en el cielo veis tan resplandeciente y her-
moso, es pura obscuridad y fealdad en comparación de la
330 hermosura de nuestro Señor Jesucristo que allí va; ¿cuán-
to más lo seréis vos, cuya propia hermosura — la cual El
os dió — es muy poca en comparación de la de El; y la que
vos queréis acrecentar y fingir con los aderezos inventados
por el demonio está tan lejos de ser hermosura, que para
335 quien la sabe estimar es fealdad verdadera y muy bastante
para que quiten los ojos de vos? Una vez quiso el Señor
en este mundo enseñar la hermosura de su cuerpo en el
monte Tabor, y quedaron los que le vieron tan aficionados
y tan satisfechos, que tuvieron por gran bienaventuranza
340 cebar siempre sus ojos en tal hermosura, aunque ni bebie-
ran, ni comieran, ni tuvieran otra riqueza. Y cierto, nos-
otros haríamos lo que ellos hicieron si viésemos lo que ellos
vieron y se quitase el Señor su velo que allí le encubre para
que le pudiésemos ver faz a faz. Y si esto no hace, no es
345 por' privarnos de tanto placer, mas por darnos ocasión de
mayor provecho.
¿Por qué, yendo escondido a los ojos corporales, hay
hombres tan vanos que los quitan de El y los ceban en la
faz de la mujer vanamente ataviada? No faltarán para es-
350 tos tales castigos. Mas procurad vos, si agradar queréis al
Señor, de no poner a nadie tropiezo ni ir tan vistosa que
seáis escándalo para los flacos; unos de los cuales pecarán
venialmente en miraros, y si 'la maldad de su corazón llega
hasta consentir en codiciaros, cometerán pecado mortal; y
355 si son muchos los que os codician, muchas ánimas mueren
por vos; y morir una sola es mayor daño que morir todos
los cuerpos que se han criado en el mundo y se han de
criar hasta el fin de él. Y habiéndose perdido tantas áni-
mas por ocasión vuestra, acabada la prócesión iréis muy
36o contenta a vuestra casa, y diréis que habéis andado en la
procesión y celebrado la fiesta del Cuerpo de nuestro Señor
Jesucristo, y, según verdad, habéisle a El ofendido, y ro-
bádole su hacienda, y héchole fiesta al demonio; pues ha
cazado con vos, como con ave muerta, muchas ánimas que
365 estaban vivas, y, codiciándoos a vos por mal consentimien-
to, murieron. Día vendrá en que tanta maldad sea castiga-
336 Tertuliano, De cultu feminar., 1. i, c. 8 ; 1. 2, c. 5 : ML 1,
1426. 143S B. ; SAN Cipriano, De habita virgin., i<; : ML 4, 467.
338 Gf. Mt. 17, 2.
1,6. VÍSPERA DEL CORPUS
535
da. Y si os pusisteis, como el dios Dagón, en igual lugar con
'el arca de Dios, y aun lo que peor es, que quisistes más ser
honrada y vista que Jesucristo nuestro Señor, arca divina,
370 derribaros ha Dios, no cortándoos los pies y las manos,
mas castigándoos en cuerpo y en ánima, pues aquí le qui-
sisteis robar su honra y ocupar los corazones de los hom-
bres, que tan justamente le son debidos.
"¿Quién es aquella Un día entró el capitán Jehú, por
375 mujer?" ¡Arrojadla mandado de Dios, en la ciudad de
de esa ventana! Jezrael a hacer venganza de lo que
había aquel pueblo pecado; y la rei-
Jezabel, por evitar el castigo, pensó aficionar a sí el capitán
Jehú, y púsose en una ventana por donde él había de pasar,
380 muy ataviada y alcoholada; y salióle muy al revés el nego-
cio, porque, pasando él por allí y alzando sus ojos a la ven-
tana, vió aquella mujer muy ataviada, y preguntó a los que
iban con él: ¿Quién es aquella mujer? Los cuales respondie-
ron: Aquélla es la reina Jezabel; y luego en oyéndolo el ca-
385 pitan Jehú, dijo a unos hombres que estaban a la ventana
con ella : ¡Arrojadla de esa ventana abajo! Y como fué man-
dado, así fué obedecido, y la sangre de su cuerpo roció las
paredes por donde cayó, y después de caída en el suelo, las
uñas de los caballos la hollaron y mataron. Y no paró en
390 esto, que después los perros la comieron su cuerpo, según
Dios lo había amenazado y mandado profetizar. Y espan-
tados de tal castigo los que pasaban y la miraban, decían:
¿Esta es aquella Jezabel?
¡Oh mujer, a quien esto toca, quienquiera que seas! ¿No
395 ves que pasará mañana nuestro Señor por donde tú estás la
cara acicalada, los vestidos curiosos, los ojos poco honestos
y derramados, el corazón indevoto? ¿Qué piensas que dirá
de ti? Lo que dijo Jehú de Jezabel; preguntará: ¿Quién es
aquélla? Cosa por cierto digna de ser considerada y temida.
400 Señor, ¿qué preguntáis quién es aquélla? Parece que de ata-
viada no la conocéis, aunque ella por ser más conocida se
atavió. Señor, criásteisla vos, habéisla dado la vida hasta
esta hora; sabéis vos muy bien quién es, y hasta sus más
secretos pensamientos son a vos manifiestos; sabéis lo que
405 ha de hacer; sabéis cuándo ha de morir; sabéis si la habéis
de echar en el infierno o Llevar al cielo, ¿y preguntáis quién
es aquélla? Declaradnos, Señor, esta vuestra pregunta, por-
que parece es semejable a la respuesta terrible que daréis a
las vírgines locas: En verdad os digo que no os conozco.
410 San Ciprián, obispo y mártir, nos declara esta duda en
367 O. 1 Reg. 5, 2-4.
3Q3 Cf. 4 Reg. 9, 14-37.
409 Mt. 25, 12.
536
SERMONES. CICLO TEMPORAL
el tratado que hizo del atavío de las vírgenes consagradas
a Cristo y de las otras mujeres también, donde afirma que
"no los ángeles buenos, sino los demonios, enseñaron a ho-
radar las orejas y ponerse zarcillos, pintar los ojos, ponerse
415 afeite y color, teñir el carmesí y todo género de vanidad y
curiosidad de atavío". Y según esto, no se espante nadie que
el Señor no conozca a las tales mujeres, viéndolas vestidas
al traje de su contrario el demonio.
Y con mucha verdad y razón dirá el Señor: "Yo de mucha
420 llaneza y simplicidad usé en mis vestidos, y mi Madre sa-
grada también; y así lo mandé yo a mis cristianos, para que
aun en la humildad exterior pareciesen no ser del mundo,
sino de mi bando, y que lo de fuera fuese tan honesto y lleno
de edificación, que diese testimonio que el corazón de mis
425 cristianos desprecia el mundo y sus pompas y tiene por ver-
dadero atavío mi gracia y virtudes. Mas esto que veo, no
es obra mía: obra es de mi enemigo, contradicción de la
mía; traje profano, ocasión de pecados, señal de liviano
corazón; no lo conozco, porque no lo apruebo, aunque para
430 castigar no lo ignoraré".
Y el castigo será que ni el Señor mañana holgará que
le mires, porque no tienes aquellos ojos que de corazón lim-
pio y cuerpo cristianamente ataviado han de proceder para
darle contento, ni El holgará de mirarte, antes apartará los
435 ojos de ti, porque no ve cosas de esas que tienes que sea
agradable en sus ojos; y sabe El muy bien que el menor cui-
dado que tú tuviste fué de ir mañana a la fiesta con los ata-
víos del cuerpo y ánima que le diesen contentamiento a El.
Mañana te verá puesta a la ventana, y notará muy bien cuán
440 ajena estás de como era razón que estuvieras en su pre-
sencia y procesión. Y en el día de tu muerte, cuando El
venga por mandamiento del Padre a galardonar a los buenos
y castigar a los malos, entonces te hará cargo de cuán mal
celebraste su fiesta. Y no sólo no se aficionará a tu vano
445 atavío, ni te dejará de castigar por él, mas lo castigará
como cosa desagraciada a sus ojos.
Y viendo que tenías cuerpo vestido con ricos y costosos
vestidos, y cara hermoseada con mucho artificio, y la triste
de tu ánima desnuda de caridad y afeada con pecados, man-
*50 dará a los demonios, ejecutores de su justicia, los cuales
te incitaban a la maldad y a la vanidad y te acompañaban
en ellas: Derribalda de esa ventana. Y será así hecho; y
del estado de honra en que estaba y del atavío de muchos
y costosos vestidos, será derribado tu cuerpo en una an-
455 gosta sepultura; y echándote tierra encima, te pisarán hom-
bres, y aun por ventura animales que pasarán sobre ti. Allí
416 San Cipriano, De habitu virgin., 14 : ML 4, 466-467.
$6. VÍSPERA DEL CORPUS
537
se podrecerá ese tu cuerpo, y se parará tan hediendo, que
ninguno pueda sufrir el mal olor de él. Y verás cuán poco
te aprovecharon los vanos vestidos, curiosos olores y de-
460 masiados regalos con que criaste un manjar de gusanos.
Verte han enterrar; y enterrada, acordarse han los hom-
bres de la lozanía que tu cuerpo tenía; y entonces, de verte
tan fea y que te han de comer los gusanos, dirán con gran-
de espanto: ¿Es ésta aquella Jezabel, tan ataviada y loza-
465 na, que parecía que no había de morir?
¡Oh, válame Dios, y cuán vana es la gloria del cuerpo,
cuán presto se pasa, cuánta fealdad le sucede, y cuán cie-
go es quien esto no ve, y cuán imprudente quien no la des-
precia y no pone su cuidado en el atavío del ánima, que ha
470 de durar para siempre! Hermana mía, en esto para el cuer-
po y su vanagloria, y así lo castiga Dios con deshonra, y
corrupción, y hedor.
Mas el castigo del ánima que por tener mucho cuidado
de servir al cuerpo, regalándole y buscándole entreteni-
475 mientos, y vistiéndole muchas veces, anda desnuda el áni-
ma, muy mayor será. Dios os guarde, no diga Dios a los
demonios que os derriban el cuerpo: "Arrojadle también en
el infierno su ánima", adonde se cumpla espiritualmente lo
que Dios tiene amenazado a las tales mujeres, diciendo:
480 Porque se ensalzaron las hijas de Sión, y anduvieron con
el cuello extendido y mirando vanamente con los ojos, re-
gocijábanse y andaban con pasos entonados, hará calvas
las cabezas de las hijas de Sión el Señor y quitarles ha sus
cabellos. Y en aquel día quitará el Señor el atavío de sus
485 calzados. Pro eo quod elevatae sunt filiae Sion; y tendrán
hedor en lugar del suave olor que acá tuvieron, y por la
cinta tendrán una cuerda, y calva por el cabello encres-
pado, y por la faja que trajeron ceñida serles ha dado ci-
licio. ¡Oh qué mal fin tiene el demasiado atavío del cuerpo
490 y descuido de atavío del ánima!, pues el que no lleva ata-
víos de fiesta, que son gracias y virtudes, celebra mal las
fiestas de acá y está fuera y lejos de la gloría de Dios,
donde hay desnudez, fealdad, batimiento de dientes y pena
para siempre jamás.
495 No se atreva la mujer cristiana a desenfrenarse en sus
atavíos, aunque sea rica, moza y noble; ni siga las incli-
naciones de su corazón, porque no tenga que llorar para
siempre. Espero en nuestro Señor que algunas de las muje-
res que aquí estáis conoceréis aquesta verdad y, compun-
500 gidas con estas palabras, os pese el poco cuidado que ha-
béis tenido otros años de ir a estas fiestas; de manera que
si algunos se hayan escandalizado en vuestros atavíos y
489 Of. Is. 3, 16.
538
SERMONES. CICLO TEMPORAL
vista, que desde mañana comenzaréis a tener cuenta con
ataviar vuestras ánimas, para salir a las fiestas con aquel
505 cuidado que otros años ataviábades los cuerpos; y en el
atavío de éstos os contentaréis con una cosa mediana, que no
provoque los ojos de los hombres a os mirar, ni por muy
ataviadas ni por muy despreciadas. Echeos Dios su santa
bendición a las que este propósito habéis concebido y déos
510 fuerza del cielo para que toda vuestra vida la podáis cum-
plir y escapéis del peligro tan grande, vuestro y ajeno.
¿Qué tengo yo que Mas, aunque me alegro de considerar
ver si el otro- peca a estas tales mujeres, pénome de
o no peca? pensar que por ventura habrá otras
515 a quien esta verdad se les torne en
mal, y que ciegas con la afección de sus atavíos, e ignorantes
de la ley de Dios, y aun engañadas del enemigo, en lugar de
enmendar su desenfrenada y dañosa soltura, la quieran de-
fender y añadan mal a mal, diciendo con ánimo obstinado:
520 "¿Qué se me da a mí de lo que hacen los otros? ¿Soy yo cura
de ellos? Tenga yo mi corazón limpio de todos esos malos
deseos; que si los hombres quieren pecar, ¿qué culpa les
tengo yo? Mire cada uno por sí, que no tengo de estar atada
por nadie para no ataviarme, pues tengo con qué".
525 Libre y no cristiana respuesta es ésta, y paréceme muy
semejable a la que daban unos cristianos en el tiempo de
San Pablo, los cuales, como eran sabios, entendían que, aun-
que un manjar fuese sacrificado a un ídolo, no por aquello
era más pecado comer de aquél que del otro. Y así, cuando
530 se hallaban en algún convite de algún infiel y había en la
mesa algún manjar de éstos, comían de él sin ninguna dife-
rencia y ningún escrúpulo. Mas como donde hay sabios hay
también otros que no lo son, y adonde hay fuertes hay flacos,
había también entonces otros cristianos que no sabían aques-
535 ta verdad y pensaban que comer de lo sacrificado al ídolo
era honrar al ídolo; así, ni ellos osaban comer de aquellos
manjares ni tenían por buenos cristianos a los que los co-
mían. Y otros había que pasaban más adentro, y que decían:
"Pues éstos son sabios y gente principal y comen de esto,
540 aunque pequen en ello, no es mucho que yo también coma,
aunque peque en ello". Y aunque los sabios entendían esta
flaqueza y grande ignorancia de aquéstos, no por eso dejaban
de comer los dichos manjares, diciendo: "¿Tengo yo de estar
atado a no comer lo que según verdad no es malo, porque
545 al otro ignorante se le antoje que yo hago mal ? Si él por su
necedad, pensando que peco en aquello, lo come, yo que sé
5.11 <•'.] los otros
T,6. VÍSPERA DEL CORPUS
530
que no peco, quiero usar de mi libertad, y no tengo de per-
derla por nadie".
Veis aquí, señoras, una respuesta semejante a la vuestra.
550 Veis aquí un corazón amador de cumplir su apetito en comer
— el vuestro en ataviaros — , sin dárseles nada a aquéllos — ni
a vosotras — de que el prójimo flaco peque o no peque. La
obra que aquéllos hacían y la que vosotras hacéis, diferentes
son; mas las palabras y apetitos de cumplir vuestra volun-
555 tad, sin tener cuenta con lo que al prójimo toca, uno mismo
es. Y por eso daremos una misma respuesta a vosotras y a
aquéllos; que para que no la tengáis en poco, por ser mía
o de otro hombre, como de persona que puede errar, os diré
la respuesta que el Espíritu Santo, espíritu de verdad, que
560 no puede mentir ni ser engañado, dió a aquellos sabios ami-
gos de su libertad por boca de su ministro San Pablo, la cual
dice desta manera: Mirad que esta vuestra licencia o libertad
no sea tropiezo para los flacos. Porque si alguno viere al que
es sabio asentado a la mesa donde se comen los manjares
565 sacrificados a ídolos, ¿no está claro que la conciencia de éste,
siendo flaca, y pensando que hace en ello mal, será provo-
cada a comer de aquellos tales manjares? Y perderse ha por
la libertad de tu conciencia aqueste prójimo flaco, por el cual
murió Cristo. Y pecando de esta manera contra vuestros pró-
570 jimos, y hiriendo la conciencia flaca de ellos, contra Cristo
pecáis. Por tanto, si el comer algún manjar escandaliza a mi
prójimo, no comeré carne para siempre, porque no escan-
dalice a mi prójimo. Porque si por comer algún manjar tu
prójimo es entristecido, ya no andas tú según la ley de la
5"5 caridad. No quieras por tu manjar echar a perder a aquel
por el cual Jesucristo murió... No quieras por tu comida des-
truir la obra de Dios. Buena cosa es no comer carne y no
beber vino, ni otra cosa, por la cual tu prójimo es ofendido,
o escandalizado, o enflaquecido en la virtud.
580 Todas estas palabras dijo el Espíritu Santo por boca del
apóstol San Pablo, aunque no en un mismo lugar. Y aunque
se dijeron a los de aquel tiempo, hanlas de tomar por dichas
a sí mismo las personas a quien tocan, pasadas, presentes
o por venir, hasta que el mundo se acabe; porque la ley y
585 palabras de Dios no se acaban con las personas a quien fue-
ron dichas; mas como dice Job: Una vez habla Dios, y no
torna a decir lo ya dicho. Porque en la divina Escritura, que
son palabras suyas, se habla con todos los de todos los tiem-
pos, sin que sea menester hablar a cada uno por sí, dicién-
590 dolé a él en particular lo que en común dijo a él y a los otros.
Así que, señoras, tomad estas palabras por respuesta
548 Cf. Rom. 14.
573 Cf- 1 Cor. 8, 9-13.
580 Cf. Rom. 14, 20-21.
587 Cf. Iob 33, 14.
540
SERMONES. CICLO TEMPORAL
de Dios, a vuestra mala respuesta y malos propósitos; en-
tended que, aunque la lengua o mano que esto habló o es-
cribió fueron de carne, mas el principal autor Dios fué; y
595 por eso, antes perecerán cielo y tierra, como el Señor dijo,
que estas palabras dejen de ser verdaderas. Y con todo eso
temo que, como habéis entendido con más tiempo y con
más cuidado en aprender consejas y maneras de ataviaros,
y hacer otras obras desaprovechadas y aun dañosas, más
600 que en aprender la ley de Dios, fundada en caridad de Dios
y del prójimo, no sé si os han de parecer bien estas pala-
bras, que ponen freno a vuestros apetitos y atan vuestra
libertad, cuando de ella se sigue daño al ánima de vuestro
prójimo.
606 Cosa es digna de consideración y de llorar cómo siendo
el mandamiento de la caridad del prójimo semejable al man-
damiento de amar a Dios, y siguiendo después, lo haya he-
cho el descuido y desamor de los hombres de tan poca es-
tima, que no sólo no lo anteponen a los otros, pero aun no
610 lo igualan, y ponen a la postre de todos. Hombres hay
fuertes en hacer abstinencia, y en otras obras penales, y
en rezar devociones; y muy flacos en la caridad, como si no
hubiera dicho Jesucristo nuestro Señor: En esto conocerán
todos que sois discípulos míos, si os amárades unos a otros.
615 y siendo mandamiento de Dios que primero le amemos a
El, y después a nuestras ánimas, y tras ellas las ánimas de
nuestros prójimos, y a la postre la vida de nuestros cuerpos,
estamos tan lejos de amar sus ánimas más que a nuestros
cuerpos, que hay muchos que sólo el oírlo les da mucho es-
620 panto, y a duras penas pueden creer que Dios nuestro Se-
ñor haya mandado tal cosa. Lo cual es señal que están sin
la joya de la caridad, porque ésta no sólo no es pesada a
quien la tiene, mas hace a las cosas pesadas ser tan lige-
ras, que la más terrible de todas, que es la muerte, hace
625 pasar de buena gana por el amigo.
No es conseja, señoras, no es conseja, que habernos
de amar más a la vida del ánima del prójimo que la vida
de nuestro cuerpo; porque para decirnos esto, perdió Dios
humanado la vida preciosísima de su cuerpo en la cruz,
630 porque nuestras ánimas viviesen vida de gracia. Y quien se
contenta con conocer y alabar aquella hazaña tan grande
que el Señor hizo, y no la quiere imitar cuando conviene,
muy engañado está, y no ha leído — o no lo quiere cumplir —
lo que el Espíritu Santo dijo por boca del apóstol San Juan:
635 si Dios nuestro Señor puso por nosotros su vida, también
nosotros debemos poner la nuestra por nuestros prójimos.
606 Cf. Mt. 22, 39.
614 lo. 13, 35.
636 cf. 1 lo. 3, 16.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
MI
Por tanto, señoras, esto os sea notorio, que si en vues-
tro corazón y estimación se enseñoreare más el amor de
vuestro atavío, y aun de vuestra vida, que el de la vida del
640 ánima del prójimo, bien podréis no estar en pecado mortal por
no ser deshonestas; mas en pecado mortal estáis por no te-
ner caridad, a la cual pertenece amar con orden, y lo mejor
amarlo más. Vestida podréis ir mañana de preciosas ves-
tiduras en la procesión; mas todas aquéllas o serán lana, o
645 seda, o cosas semejantes, hechas de cosas terrenas. Mas de
la vestidura de la caridad, por la cual po[ne]r en nosotros
Cristo murió, y fué abierto su sagrado costado y herido su
sagrado corazón con lanza cruel, para que, viendo aquellas
amorosas entrañas con que nos amó hasta la muerte; y
©50 muerte de cruz, le amásemos nosotros a El y a los próji-
mos por amor de El, muy desnuda iréis mañana y fea delante
los ojos de aquel Señor, al cual ninguna cosa le parece bien
si no hay caridad; y viendo que no lleváis ropa de boda,
alanzaros ha de su soberano convite, y aunque vayáis pre-
655 senté a la fiesta, ayuna os tornaréis de ella.
No es palabra cristiana la que habéis dicho con la boca:
"¿Qué tengo yo que ver si el otro peca o no peca?" Porque
quien no tiene que ver con las ánimas, no se le dando nada
que se pierdan o se ganen, no tiene que ver con este mundo,
660 ^ue Dios crió para mantenimiento y regalo del cuerpo del
hombre, y el cuerpo por amor del ánima, y el ánima para
que se salve. Y menos terná que ver con la encarnación del
Hijo de Dios, ni con su santo nacimiento, ni misterios de
su niñez, ni con su santísima vida, ni con su preciosísima
665 muerte, ni con todo lo demás que hizo después de resuci-
tado, porque todo esto obró el amorosísimo Amador de las
ánimas, Jesucristo nuestro Señor, para resucitar las áni-
mas muertas y conservarlas en la vida de gracia, y después
de gloria, que también para ellas aparejó. De manera que
670 quien no tiene en nada las ánimas, no tiene que ver con este
mundo, ni con el cielo, ni con Dios nuestro Señor, ni con sus
ángeles, ni con sus santos, porque todos ellos trabajaron mu.
cho por ellas y las amaron entrañablemente; y no le resta
sino tener que ver con los demonios, que las. aborrecen y las
675 inducen a pecar, y con el infierno, donde son castigados con
fuegos eternos los que murieron con ánimas frías, por fal-
tarles el dulcísimo fuego de la caridad. No os parezca, se-
ñoras, pesada la palabra de Dios, que dijo San Pablo: Mi-
rad que esta vuestra libertad no sea tropiezo para los flacos.
680 otra vez os ruego, señoras, no os parezca cosa pesada dejaros
atar de las dulces ataduras de la caridad, para no ataviaros
de manera que los hombres flacos tropiecen en vuestro ata-
542
SERMONES. CICLO TEMPORAL
vio; y como en aquel tiempo el prójimo flaco pecaba por no
usar bien de su ciencia el que era letrado, se pierda ahora por
685 vuestro atavío el hombre flaco, por el cuál Jesucristo murió.
Quitáis la vida al ¿Hasta dónde era razón que penetra-
cuerpo místico de se esta palabra, por el cuál Jesucristo
Cristo murió? Hasta allí penetrará, hasta
donde penetrare su amor; y para ser
690 el que debe, ha de penetrar hasta lo más íntimo y principal
de nuestro corazón, pues nos está mandado que le amemos
sobre todas las cosas. Cristiano, pesa a tu prójimo con aques-
te peso; que murió Jesucristo por él, y verás cuán justa cosa
es que tú estimes en más que tu atavío al que Jesucristo
695 estimó más que a su vida.
Están tan juntos Cristo y el prójimo, que dice San Pablo
en las dichas palabras que pecando contra los prójimos pe-
cáis contra Cristo. Porque, como dice la Glosa, "ellos son
miembros de El"; y claro está que quien corta una parte
700 del cuerpo, a la cabeza y al cuerpo lastima, injuria y ofende.
¡Oh desdichado atavío, que mata el cuerpo de Jesucristo
nuestro Señor y ofende a la Cabeza de hombres y a la Ca-
beza de ángeles! ¿Qué gusto puedes hallar en cosa mezclada
con tanta hiél? ¿Qué provecho tuyo con tan gran daño de
705 Dios y del prójimo?
¡No comeré carne para siempre por no escandalizarlo!
¡Oh qué mal hecho hacían aquéllos, por causa de comer de
un manjar, escandalizar y hacer pecar al cristiano flaco, que
estaba delante viendo los sabios, que por causa de aquello
710 pecaban a su parecer! ¡Oh qué mal hecho hace la mujer sin
temor de Dios que, sabiendo que algún hombre flaco le está
aficionado, según da las muestras de fuera, que parece que
la codicia en su corazón, en lugar de dolerse ella del pecado
del prójimo y de temer el propio peligro, y se huelga de ello
715 y para acrecentar su locura se le atavía y se le pone delante!
¡Oh caza cruel, nunca vista, que sobrepuja a la crueldad
de los tigres, tejer redes de atavíos y irlas a tender delante
de las personas que con razón se debe creer que han de caer
en ellas! ¡Aderezas lazo, saeta y espada, que todo esto es
720 el curioso atavío, para que de lejos o de cerca puedas herir
y derramar sangre de ánimas! ¿Qué corazón puede sufrir
a hacer tan gran maldad y crueldad, pues que el corazón cris-
tiano aun para oírlo y pensarlo no tiene fuerza? Ataviarte
para que el ánima muera; echar miel en la ponzoña para que
68s JRom. 14, 15; 1 Cor. 8, 11.
698 1 Cor. 8, 12.
699 Biblia sacra cum glossis interlincari et ordinaria, Nicolai Ly-
rani Postilla... (Lyón 1545), t. 6, f. 45 r : «Cuius memora stmt».
706 1 Cor. 8, 13.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
543
725 con mayor segundad sea bebida; llamar con el señuelo de tu
hermosura y ojos halagüeños, para que por la vista entre
la muerte al corazón; si esto no es crueldad sobre toda cruel-
dad, no sé cuál lo será.
Si quitar la vida al cuerpo místico de Jesucristo nuestro
Señor no pone espanto de sólo oír, ¡no sé qué trueno bastará
730 para te espantar! Las buenas obras que no son de precepto,
se deben dilatar si el prójimo se escandaliza por ignorancia
o flaqueza; los males que escandalizan, ¿por qué se deben
hacer? No tengáis éste por pequeño mal, pues que el justo
Juez, que ni engaña ni puede ser engañado, en cuyas manos
735 es terrible y muy espantable caer, ha pronunciado sentencia
sobre ello, diciendo: Quien escandalizare uno de estos chi-
quitos que en mí creen, conviene que le pongan una piedra
de atahona en el cuello y sea hundido hasta el profundo del
mar. ¡Ay de aquel hombre por quien escándalo viene! ¡Oh
740 cuán triste parecerá entonces la caza que ahora haces con
la lozanía! ¡Y cómo pagarás en la profundidad de los in-
fiernos con grande peso, que ni te deje salir ni menear para
siempre, la soltura que tuviste en querer con liviandad pa-
recer bien al que te codiciaba!
745 Escrito está: Que no solamente los que hacen il mal son
dignos de muerte, mas también los que lo consienten. Y pues
tú te huelgas de la culpa ajena y ayudas a cometerla, no
te tengas por casta, pues te huelgas que otro no lo sea;
y serás participante en su pena, pues tienes compañía en
750 su culpa. Y si decir bien de uno a un hombre que está tan
apasionado contra él, que sabes tú que, diciendo bien del
tercero, aquel a quien lo dices le ha de querer mal, o des-
honrar, o procurar de hacerle mal, es grave pecado tuyo,
pues pones por tropiezo al que sabes que ha de caer; y si
755 por hablar una mujer a su marido una palabra ociosa, sabe
que el marido ha de blasfemar; y en otros muchos ejem-
plos semejables a éstos, en los cuales, aunque lo que yo
digo o hago no sea malo, o livianamente malo, sé que otro
ha de caer en pecado mortal, yo peco mortalmente, ¿cuánto
760 más lo será en el caso presente, pues la hermosura y el
atavío de la mujer son de sí mismos provocativos a que el
hombre caiga en pecado? Que no en balde dijo el Espíritu
Santo: Por la hermosura de la mujer se han perdido mu-
chos; y de ésta se enciende el mal deseo, así como fuego.
765 Muchos, mirando con admiración la hermosura de la
mujer ajena, se hicieron reprobados. Y en muy muchas par-
tes de la Escritura amonesta el Espíritu Santo a los hom-
bres que quiten los ojos de las mujeres como de cosa peli-
735 Cf. Hebr. 10, 31.
739 Cf. Mt. 18, 6-7.
747 Rom. 1, 32.
764 Eccli. 9, 9.
544
SERMONES. CICLO TEMPORAL
grosa y en que fácilmente podemos pecar. Y en decir la
770 Escritura que son muchos los que por mirarlas se han per-
dido, y en conformar con esto la experiencia de varones pa-
sados, aunque éstos sabios y fuertes, se sigue claramente que
la faz de la mujer ataviada provoca de sí mesma a ser co-
diciada. Y por esto es más cierto que peca; pues, según
775 hemos dicho, que diciendo una palabra que de sí no pro-
voca a pecado, si por ella se sabe que otro ha de hacer
pecado, es también ella pecado.
Y aunque el poner la mujer aqueste estropiezo a un
hombre que es bueno y tiene propósito de no pecar, y sabe
780 la mujer que, poniéndosele delante, él con su flaqueza la
ha de codiciar, será mayor y más claro el pecado; mas
también lo es ponerse delante, sin alguna causa muy justa,
al que sabe que ya la codicia, que tiene poco temor de
Dios, que con pequeña ocasión cudicia a quien tan bien le
785 parece, mayormente ataviándose ella excesivamente, cau-
sando con un mal otro. Y cuando San Pablo dice que no
coman los sabios aquellos manjares delante de los flacos,
si saben que se han de escandalizar, no hace diferencia si
aquellos flacos estén en gracia o no, o sin pequeña o grande
790 ocasión caerán en pecado, sino que se tenga cuenta con
sobrellevar su flaqueza y no darles causa para que caigan
por ella.
Y por esto, y porque la mujer mal puede conocer si el
que la ha de codiciar está en gracia o no está en gracia,
795 o si para caer ha menester grande o pequeña ocasión, con-
viene huir, en cuanto pudiere, pequeña ocasión de salir ata-
viada curiosamente, para ser vista de persona que con razo-
nables conjeturas puede creer que la ha de codiciar o codi-
cia. Porque claro está que si un prójimo está en pecado
800 mortal, del cual yo le puedo sacar, soy obligado — si puedo — •
a impedir que no caiga en él, aunque yo ni dé causa ni
ocasión a que caiga en él. Porque el mandamiento de la
caridad no sólo obliga a que yo no tenga parte en el pecado
ajeno, mas a que lo imjpida en mi prójimo, en cuanto bue-
805 ñámente pudiere. Y está claro que un buen cristiano no sólo
le dolerá cuando él hace mal a otro, mas también si ve que
un tercero le hace mal y que un león le está cruelmente des-
pedazando, y le impidirá por las vías que buenamente pu-
diere. Y así la mujer que entiende que el hombre ha de
810 pecar y caer en los dientes del león infernal por ocasión
de ella, aunque ella no dé causa de su parte culpable, debe
con mucha razón evitar aquél pecado en el prójimo. Como
si supiera que aquel hombre había de codiciar a otra mujer,
era obligado a lo impedir, si buenamente pudiera, aunque
815 algo le hubiese de costar.
788 Of. 1 Cor. 8, 9 ss.
30. VÍSPERA DEL CORPUS
545
Si tuvieses verda- Que esto tenga por cierto la mujer
dera castidad... <lue no toma Pena de <lue otro la co"
dicie para mal, aunque ella no tenga
culpa, que su castidad no está limpia y cabal como debia
820 estar. Porque la mujer del todo casta, por género de des-
dicha ha de tener ser mirada de ojos deshonestos y codi-
ciada de corazón deshonesto. Y así como si la echasen en
un cieno, aunque fuese por fuerza, ella se ternía por agra-
viada, y aunque fuese una ropa suya le daría pena, así
825 saber que su memoria anda en el corazón del hombre sucio,
que se anda revolcando en deshonestos pensamientos con
ella, le da y debe dar grande pena, y es cosa digna para
hacerle derramar lágrimas y rogar a Dios nuestro Señor que
no lo permita.
830 De Lucrecia Romana, casada, se lee que, aficionándose
a ella un hombre principal, vino a tanto mal el negocio,
que hizo maldad con ella por fuerza, estando ausente el
marido; el cual después de venido, y sin saber nada de lo
que ha[bía] pasado, ella se lo contó muy por extenso; y
835 después de contado, se echó encima de una espada y se
mató, con el gran sentimiento de que, aunque forzada, ha-
bía pasado tan mal negocio con ella. El cual hecho y muer-
te, aunque los historiadores romanos mucho lo alaban, mas
no tienen en ello razón. Ahora consintiese ella en aquel
840 nial, ahora no, hizo mal en matarse. Porque, como dice
San Agustín, "si fué adúltera, ¿por qué la alaban? Si no
tuvo culpa, ¿por qué se mató?" Mas aunque no contamos
este hecho por bueno, para que nadie lo imite, contárnoslo
para ejemplo de que se debe sentir una mujer casta de estos
845 acaecimientos, aunque no tenga culpa.
Y si os parece que aqueste caso, por haber llegado al
cabo, es digno de sentir, mas el ser deshonestamente mira-
das o codiciadas, sin pasar adelante, no es de hacer caso
de ello, traeros he otro ejemplo de aquella santa mujer
850 Drusíada, casada y hermosa, discípula de San Juan Evan-
gelista, que, siendo codiciada de un mal hombre, envián-
dole él a decir su mala intención, lo sintió tan ásperamente,
que a cabo de pocos días murió de aqueste dolor. No os
maravilléis, señoras, de esto; porque la verdadera castidad
855 es cosa muy delicada, y muy estimada en los ojos de Dios;
y cualquiera cosa, sabida o sospechada, de tomo o liviana,
•que en ella lo [to]que, hace temblar a la casta mujer.
Y considerando cuán mal puesta está su memoria en el
corazón del mal hombre y cómo de aquellos malos deseos
860 suelen nacer malas obras, que unas veces causan infamia
a las buenas mujeres y otras veces llegan a más, no pue-
den dejar de temer malos sucesos, sabiendo los malos prin-
tt Avila 2
18
546
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cipios. Porque la mujer que no teme los peligros, presto llo-
rará las caídas. Y aunque a ella no le tocasen a peligro,
865 duélele que se pierdan ánimas tropezando con ella. Y así
Dios, aunque castiga culpados por su divina Justicia, pro-
cede con sentimiento de misericordia, que le diera pena si
recebirla pudiera. Y de aquí aprenden los buenos jueces
de llorar primero con misericordia a los que han de cas-
870 tigar con justicia.
Y sobre todos tuvo este sentimiento Jesucristo nuestro
Señor: que aunque su vida, doctrina y milagros fué tan
nivelado con la voluntad de su Padre y tan provocativo todo
al bien de las ánimas, que no pudo más ser, y su pueblo,
875 con quien conversó, por su propia malicia y culpa volvió
esto al revés, y no sólo no se aprovechó de cosas tan prove-
chosas, mas, tropezando en la luz más clara que el mediodía,
desconoció, y negó, y puso en cruz al Señor que le venía a
salvar, por lo cual perdieron sus ánimas con la culpa y
880 fueron castigados por la divina Justicia con grandísimas
penas; mas no le costó poco esto a Jesucristo nuestro Señor,
pues sintió tanto el perderse aquellas ánimas y haber trope-
zado en El, aunque por culpa de ellos, que, como dicen los
santos, una de las causas que la noche de la Pasión hicieron a
885 su ánima triste hasta la muerte y sudar de su cuerpo gotas
de sangre, fué la compasión de aquel pueblo, porque se les
tornaba en olor de muerte el olor de vida que El predicaba.
Y por no contar cada cosa en particular, entended que,
como el espíritu de Jesucristo nuestro Señor mueve al hom-
890 bre a desear la honra de Dios y la salvación de las ánimas
y a emplearse él de muy buena gana en proseguir los me-
dios que para ello convinieren, por fuerza es que cuando
ve lo contrario de esto, que las ánimas se pierden, ahora sea
por otras ocasiones, ahora porque tropiecen en ellos, no le
895 consuela ni le enjuga las lágrimas el pensar: 'Yo no tuve
culpa en su perdición" ; como ni tampoco una buena madre
que ve muerto a su hijo, aunque le curó e hizo por él todo
lo que pudo, mayormente si murió por alguna medicina o
cosa que la madre hiciese, aunque bien hecha y con buena
900 intención y sin culpa. De esto debemos sacar que, si sabe-
mos que otro ha de pecar por cosa que hagamos o digamos,
mayormente si no es buena, huigamos con todas nuestras
fuerzas de dar mal escándalo a la flaqueza del prójimo.
Huélgome de engar Ya entiendo, señoras, que habrá mu-
905 lañarme, mas no a chas entre vosotras que estéis muy
mala parte contentas, diciendo en vuestro cora-
zón: "'Gloria a Dios, que no me tocan
a mí estas palabras; porque ni sé que hombre mal me co-
885 Mt. 26, 38 ; Me. 14, 34.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
547
dicie, ni yo lo quiero, ni plegué a Dios que tal haya. Verdad
910 es que soy amiga de galas, huélgome de me las poner para
parecer bien, mas no a mala parte, ni quiero que nadie
con tales ojos me mire."
Yo también, señoras, doy gracias de que no deseéis ni
os holguéis con muerte de ánimas. Mas, pues estamos aquí
915 en presencia de Dios, delante del cual hay particular obliga-
ción de hablar verdad, decidme: ¿Tan pocos años ha que
venisteis al mundo? ¿Tan cerradas habéis tenido vuestras
orejas a oír lo que en él pasa? ¿Y tan ajenas estáis de las
humanas pasiones, que nunca habéis oído ni sentido cuán
920 fáciles son los hombres para codiciar mujeres que bien les
parecen, y cuán fuertes armas son para los vencer y matar
los atavíos desordenados de las mujeres ? Y esto no sólo ha
acaecido en hombres de poco valor, mas, según la Escritura
divina nos da testimonio, hombres fortísimos han sido muer-
925 tos espirituálmente por ellas. Hay tantos ejemplos de aques-
tos que han acaecido y cada día acaecen, que ignorar esto
es ignorar que hay sol en el cielo, y cosa que nadie, señoras,
os creerá, si dijéredes que no lo sabéis; porque en cosa tan
manifiesta, o la sabéis o tenéis obligación a saberla.
930 Pues siendo esto así, no estéis muy ufanas, porque no
conocéis muy en particular que fulano o fulano os codicia,
pues que tenéis obligación a saber que si vos vais vistosa,
llena de galas e invenciones, ha de haber gente que os mire,
y tras el mirar se ha de seguir el codiciar y pecar mortal-
935 mente. Y no veo mucha diferencia en que yendo por la calle
os encuentre un hombre, que, teniendo sospecha de é'l que
os está aficionado, bebe la ponzoña que lleváis vos y muere
con ella, o que pongáis la ponzoña delante de mucha gente
en lugar público, donde hay gente tan flaca, que, miráhdola
940 ser hermosa en lo de fuera, les dé codicia de la beber, y
matéis con ella. ¿Qué se me da que vos no sepáis quién la
bebe, si ella es de sí provocativa a matar y vos la ponéis
delante de gente que debéis creer que la beberá?
Y si agora no conocéis quién son los que mueren en
945 su ánima por codiciaros, saberlo heis — ¡y con harto dolor! —
cuando el día de vuestra muerte seáis presentada delante
del juicio de Dios y seáis acusada de los mismos demonios
que os incitaban a hacer la ponzoña, y os digan muy en
particular quién y cuáles y cuántos fueron los que murie-
950 ron por miraros y codiciaros. ¡Oh qué tristes nuevas os
serán aquéllas, de ver muertas ánimas por lo que fácilmente
pudiérades excusar! Mucho os debieron de costar los ves-
tidos y joyas con que os engalanasteis, mas m'ucho más caro
os costará aquel dia haber derramado sangre de ánimas,
926 Iud. 16, 4 ss. ; 2 Reg. 11, 1 ss.; 3 Reg. 11, 1 ss.
548
SERMONES. CICLO TEMPORA!
955 por las cuales murió Jesucristo, Señor de todos. Y no os
valdrá entonces decir delante del acatamiento de Dios lo
que ahora libremente decís: "Yo, aunque me huelgo de ser
vista, mas no de ser codiciada"; porque si los hombres os
sabemos responder a esa fría disculpa, ¿cuánto más os res-
%0 ponderá Dios?
Decidme, señoras: si vosotras no tenéis manos para re-
frenar vuestro propio corazón de ese tan desordenado apeti-
to que de engalanaros tenéis, ¿cómo queréis tener mano en
corazones ajenos y les queréis poner tasa: "Llegad hasta
965 aquí y no paséis adelante; mirad, mas no codiciéis"? Es-
táisos tres horas enteras tej[i]endo redes aparejadas, como
dice la Escritura, para cazar ánimas, y os desveláis por
cuantos sentidos tenéis para hacerlas más sutiles y atracti-
vas que podéis, y luego tendéislas muy bien tendidas donde
970 hay mucha copia de aves, las más de las cuales no tienen
ejercicio de dar vuelo al cielo, pidiendo al Señor socorro
para que los libre de vuestras redes; y aun los que dan
este vuelo, por presto que lo hagan, se les pega algo de
vuestros embarazos; ¿cómo decís: "No quiero cazar a nadie,
975 sino que se contenten con sólo mirar las redes que yo he
tejido"?
Considerad la humana flaqueza en aquesta parte y la
fuerza que la faz de la mujer curiosamente ataviada tiene
en el corazón de los hombres, y veréis que poneros en los
980 ojos de ellos y decir que os miren y no os codicien es poner
un jarro de agua fría muy fresca en un vaso transparente
en tiempo de grande calor delante de muchos sedientos, y
decir: "Contentaos con mirarlo, mas ninguno codicie el beber
aquesta agua". ¿Qué cosa se puede pensar más desatinada
985 que aquésta? Poned a los niños la leche delante y decidles:
"Miralda, mas no la gustéis". Y siendo, como San Jeróni-
mo dice, "la faz de la mujer espada de fuego", daisle
cuantos filos podéis, para que más fácilmente y más cruel-
mente mate las ánimas. Y como el niño, mirando el resplan-
990 dor de las brasas, le da gana de las tomar, porque no conoce
cuánto queman, habéis de saber que así hay muchos hom-
bres en edad y niños en virtud, que, cuando ven la espada
de vuestra faz resplandeciente, la codician gozar, sin en-
tender que debajo de aquella faz apacible está muerte
995 eterna. Señoras, no penséis que llevando en las manos un
grande fuego, por más que digáis: "Quiero que lo mires,
mas que no os calentéis", no se ha de hacer lo que deseáis.
No; que, entre aquella muchedumbre de gente, unos co-
diciarán muy fácilmente, porque no tienen temor de Dios;
967 Cf. Prov. 7, 10.
987 Cf. Han Jerónimo, Kp. 52, 5 : ML 22, 532 ; Comm. in Eccl.
ML 23, 1126.
30. VÍSPERA DEL CORPUS
549
00 y otros que temen a Dios, que son fuertes, recibirá[n]
golpe, y aunque con trabajo, escaparán de la muerte; y
otros habrá que, aunque tengan virtud, será flaca, y, tra-
yendo sus ánimas vivas a la procesión, recebirán heridas
mortales, mediante la vista de vuestro curioso atavío. ¡Oh
05 dolor grande, si entenderlo sabéis, que mueran ánimas, por-
que toméis un poco de vano complacimiento, y que presto
pasa!
Y no tengáis en poco este mal, de que haya hombres
que os cudicien, pues que por particular privilegio, como
>10 dice San Buenaventura, "fué concedida a la limpísima Vir-
gen María Madre de Dios que no sólo hombre ninguno que
la viese no la codiciase, mas que el verla obrase en ellos
refrenamiento de sus apetitos y les pegase castidad en los
corazones". ¿Pues por qué, señoras, no desearéis vosotras
>15 que nadie os codicie? Y si decís que lo deseáis, ¿por qué
nacéis obras contrarias? Pues que la lengua que dice lo uno
es testimonio sospechoso, porque acostumbra a decir men-
tiras; y pruébasele, que hacer lo contrario es testimonio
más verdadero. Sea, señoras, tal vuestro vestido, y traje,
>20 y meneo, y gravedad en el rostro, que todo dé testimonio
que aborrecéis mucho de que nadie os mire con malos ojos
y de que lo procuraréis así con todas vuestras fuerzas.
¿Quién os ha hecho entender que las ánimas son de tan
poco valor como aves del campo, que por tomar pasatiempo
525 los hombres las cazan y matan? Preciosísima cosa son y
criadas a la imagen de la Santísima Trinidad, y una sola
de ellas es más valerosa que todos los cuerpos del mundo
criados y por criar, así por tener más excelente naturaleza
como por ser capaces de recebir gracia y gloria y de poseer
330 al mismo Dios, que las crió. Y para que este valor a todos
fuese manifiesto, salió el Verbo de Dios del escondido seno
de su Padre y, tomando carne, padeció y murió en ella por
la salud de las ánimas. Y pues sois, señoras, cristianas, por
la misericordia de Dios, sentid de las cosas conforme al
035 sentido de Jesucristo; estimad en mucho lo que El estimó,
pues que castigó su vida y su honra por el provecho de
ellas y le fueron enclavados los pies y las manos en su
cruz. No os parezca a vosotras pesado enclavar vuestros
apetitos con el amor de aqueste Señor, procurando el bien
040 de las ánimas muy amadas de El. Y este cuidado de no
dañar ánimas, antes de las aprovechar, deseo ver puesto en
vuestros corazones y que de ellos saliesen las obras de
vuestros honestos atavíos que los testificasen, porque seáis
1014 San Buenaventura, In III Sent., d. 3, p. 1, a. 2, q. 3 ; Santo
Tomás DE AQUINO, In III Sent., d. 3, q. 1, a. 2, sol. 1 ad> 4.
550
SliRMON'F.S. CICLO TEMPORAL
del bando de nuestro Señor, el cual dice: El que no es con-
loa migo, contra mí es; y quien no coge conmigo, derrama.
Temed, señoras, Y no sólo debéis hacer esto por la ca-
la hermosura del ridad de los prójimos, mas también por
cuerpo 'a prudencia que debéis tener en lo
que toca a vosotras mismas; la cual os
1050 enseñará, así por razón como por experiencia de muchas
mujeres de muchas maneras, que les fuera mejor haber te-
nido rostros muy feos y atavíos muy pobres que no, por
haber tenido hermosura con atavío, haber provocado ojos de
hombres para que las miren, y de allí a poco haber sucedido
1055 la perdición de ellas y muerte de muchos, y destruimiento
de pueblos y aun de reinos enteros, como acaeció a la desdi-
chada Helena, por ser codiciada de Paris.
Yo no entiendo, señoras, cómo no advertís a esta ver-
dad tan manifiesta: que anda más segura una oveja pacien-
1060 do sencillamente su hierba, sin que los lobos anden por
allí, que no que la cerquen y que la acometan y sea como
miiagro escaparse de la conquista de ellos; y que con todo
esto sea tan vana e imprudente, que esté haciendo cocos a
los lobos para que arremetan a ella. Señoras, ¿para qué?
1065 ¿Para qué incitar a los hombres a que os miren? ¿Qué ga-
nancia podéis sacar de esto, que sea igual con los daños
que de esto os pueden venir, pues están muy cercanos y
muy a la mano?
Entended, por amor de Dios, que si nuestro Señor os ha
1070 dado hermosura en el rostro, que antes habéis de temerla
que alegraros con ella, porque es cosa que ha menester mu-
cho seso para regirla sin que dañe a su dueño y a los
otros; y no hay pequeña guerra entre la hermosura y la
cordura, ni entre ella y la castidad. Y vivid con tanto re-
1075 cato como quien trae fuego en las manos o quema su roza
en tiempo de grandes vientos, que ha de estar mirando
y temblando no pase el fuego la raya y queme las hereda-
des de sus vecinos; c cómodos que traen la ballesta armada,
que la enderezan hacia lo alto, porque, como el soltar es
1080 cosa fácil, podría matar algún hombre.
Temed, temed, señoras, la hermosura del cuerpo, y ge-
mid a nuestro Señor temiendo no se os haya dado para
vuestro mal y en castigo de vuestros pecados. Y como las
mujeres vanas procuran de acrecentarla y manifestarla a
1085 los ojos de muchos, aguzando la espada para que con filos
más agudos penetre, así vosotras procurad que esta espada
no corte tanto, y en cuanto buenamente pudiéredes, escon-
deos de los ojos de los hombres. Y entended que la hermo-
sura que Dios os dió fué para probaros en ella si amáis
1045 Mt. 12, 30.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
551
90 tanto vuestra vanidad, que por cumplir con ella ponéis
en público vuestra hermosura, teniendo en poco el ajeno
peligro y el vuestro, o si por hacer servicio al Señor, que
os la dió, os priváis de aquel pasatiempo, y por no le ofender
ni que otros le ofendan, os escondéis en cuanto buenamente
95 podéis, no haciendo guerra al Señor con las armas que El
os dió, antes servicio.
Y aunque este cuidado debe traer la mujer a quien
Dios hizo hermosa, y debe temer los peligros ya dichos,
mucho más la que no se contenta con la medianía que
00 Dios la dió, sino con artes gasta mucho cuidado [en] pro-
cura [r] alcanzar una cosa, la cual debía agradecer porque
no se la dieron, y debría tener en poco si se la dieran, y
aun rogar de buena gana con ella a sus vecinas. ¿Qué de-
satino es aquéste, procurar un vano aplacimiento a los ojos
■05 de los hombres con peligro de ánimas ajenas y propia?
Estas son con mucha razón reprehendidas y culpadas- de
los males que por su hermosura y curiosidad de atavíos
vienen a otros y a ellas, pues con sus propias manos toman
el peligro, y cometen una culpa, de la cual suceden otras
|H0 culpas y daños. Y ruego yo a Dios que nos libre de todo
pecado, aunque sea venial; y muy más particularmente de
aquel que, aunque es en sí venial, se sigue de él que otras
personas cometan pecados mortales.
Lo hago por hallar Ni se engañe nadie diciendo: "Hago
115 marido, por agradar estas cosas por hallar marido, que
a mi marido Por aficionarse a mí se case conmi-
go". Porque muy más se aficionará
un hombre, si es cuerdo, por oír de vos que sois tan ence-
rrada, que aun las vecinas no saben decir si sois fea o her-
120 mosa, que no por veros andar en lo público y acá y acullá
convidando a que os mdren con mucha aparencia de vani-
dad; y pensará que también seréis callejera después de
casada, como sois antes; y arrepentirse ha, y caberos ha
a vos parte de su desabrimiento, de haber elegido mujer
125 por hermosura más que por la virtud.
Y si sois casada y decís que por agradar a vuestro ma-
rido tomáis estos trabajos y peligros de atavío curioso, po-
sible es que sea ello ansí; y si vuestro marido tiene de ello
necesidad, bien hecho es; aunque tengo mucho temor no
130 se mezcle con la necesidad del marido la vanidad de vuestro
corazón, a la cual naturalmente sois inclinadas
Y algunas dicen que, aunque los maridos no tengan esta
necesidad, son amigos de que anden pus mujeres muy ata-
viadas y que se lo mandan expresamente. A lo cual, señoras,
1135 os digo que yo no creo tal mandamiento, o que no es hom-
bre cuerdo el que lo manda. Porque lo que yo veo es que
552 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cada uno quiere guardar bien su hacienda y dinero, y no se
contenta con echar una llave, sino dos o tres, cuando teme
peligro. Y quien pone tan buen recaudo en guardar el dinero,
1140 no es de creer que lo ponga malo en guardar su mujer. Y es
cosa cierta que, mientras más ataviada, más codiciada ha de
ser, y que es dificultoso guardar lo que muchos codician. Por
ventura os manda esto porque entiende que vos lo deseáis y
que le daréis mucho desabrimiento si no os lo concede, y
1145 quiere evitarlo a trueco de esotro.
Mas ya que sea verdad que ellos lo manden por su volun-
tad propia, ¿por qué la buena mujer no procura de poner a su
marido en razón y quitarlo de aquese engaño? Sois presta
en contradecirle en otras cosas que os dice, ¿y para esta que
1150 es dañosa sois muda? Yo pienso que si aquel cuidado, rodeos,
quejas, desabrimientos y aun lágrimas que ponen las muje-
res vanas para alcanzar de sus maridos aquestas curiosida-
des— aunque ellos como cuerdos no las hayan gana — , pusie-
sen las mujeres buenas en alcanzar de ellos que no se lo
1155 mandasen traer, saldrían en esto con la suya y vencerían a
sus maridos con la razón, pues las otras con importunidades
los traen a la sinrazón.
Y con todo esto no sé cómo podamos creer que vuestro
atavío es por contentar a vuestros maridos y no a los extra-
1160 ños, pues que por experiencia se ve que donde ellos más os
ven y os tratan, allí andáis menos ataviadas, y todo el ata-
vío se guarda para cuando os tienen de mirar ojos extraños.
Negocio es éste de muchas marañas, y en el cual, por la
mucha inclinación que, señoras, tenéis, os debéis sospechar
1165 a vosotras mismas y no creer a vuestro corazón; y huyendo
de vosotras y renunciando vuestro parecer y vuestro conten-
tamiento, debéis aconsejaros con personas sabias y temerosas
de Dios, que conozcan su santa voluntad, que os declaren
cuál atavío llega a pecado mortal, cuál a venial, y cuál el que
1170 conviene a mujer cristiana; la cual, como dice el apóstol San
Pablo, profesa el servicio de Dios con ejercicio de buenas
obras.
Muchos males pro- Y quien no se quisiere engañar en
ceden del excesivo este negocio, no tenga cuenta tan so-
1175 atavío lamente en los atavíos y gastos de co-
sas profanas, mirándolos a ellos por
sí; mas considere los muchos males que de aquéllos proceden,
pues ponen a los hombres en tan grandes necesidades, que
para las remediar hacen no pocos pecados mortales.
1180 De aquí viene el no osar muchos hombres casarse, y los
padres dejar de casar a sus hijas y estar necesitados a de-
IÍ72 TU. 2, 7.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
553
jarlas después de muertos en grandes peligros de su castidad,
o viviendo, meterlas por fuerza en los monesterios con grande
ofensa de Dios. De aquí también viene padecer los hombres
85 pobres necesidad, y aun perder la castidad muchas muje-
res; y lo que peor de todo es, renegar de la fe muchos cris-
tianos en tierra de moros.
Porque si se ha de cumplir con atavíos profanos de las
personas, de sus camas, tapicerías, criados y casas, no sobra
90 nada para remediar males de prójimos. Y el estar estos gas-
tos en pie, es causa que también lo estén los males ya dichos,
y otros que se pueden decir, y no todos; porque, a modo de
decir, antes se podrán contar las arenas que hay en la mar que
los males que de aqueste mal, que parece liviano, proceden.
95 Mas si, según doctrina del Evangelio, por los frutos se co-
noce el árbol, todo cristiano debe maldecir y aborrecer y por
su parte destruir este árbol de excesivo atavío, aunque tenga
aparencia muy fresca y hermosa, pues tantos daños para los
hombres y tantas ofensas contra nuestro Señor de él pro-
00 ceden, como frutos perniciosos y pestilenciales.
Dicho os hemos, señoras, a algunas de vosotras que lo
habréis menester, cómo habéis de celebrar mañana la fiesta,
no con vanidad de corazón ni precioso atavío, sino con de-
voción interior y atavío cristiano, si no queréis dar enojo al
05 Señor y ser castigadas por la Justicia divina. Plega a su mi-
sericordia os dé lumbre para lo entender y gracia para bien
lo cumplir.
Hombres, mirad al Tiempo es ya que demos doctrina a al-
Señor con ojos Lim- gunos mancebos que también irán ma-
10 pjos ñaña en la procesión, y Dios sabe
cómo; aunque, a la verdad, hay al-
gunos que, yendo en ella, dan tales muestras, que aun a los
que saben poco es cosa clara cuán lejos van en su corazón
de aquel Señor a quien con el cuerpo van muy cercanos.
15 Mucha razón sería, señores, que si la mujer, como cosa
inclinada a lozanía y a parecer bien, quisiese mañana ir cual
no debe y hacer plato de su faz a los vanos que la quisiesen
mirar, que el hombre, como más perfecto en el entendimien-
to y virtud, no se fuese tras aquella vanidad; mas con el mi-
20 rarla la reprehendiese y diese ocasión a la mujer vana para
tornar sobre sí, viendo que le salían en vano sus trabajos,
pues ni le compraban sus mercaderías ni aun la querían mi-
rar con los ojos. Así se había de hacer, cierto, para celebrar
al Señor fiesta agradable, yendo los hombres modestos y con
25 profunda reverencia del celestial Rey que allí va, y que fuese
tanta, que confundiese a las mujeres vanas y las provocase
I2OT lo] IOS
II96 Mt. 12, 33.
556 SERMONES. CICLO TEMPORAL
tenían en el corazón, mirando mañana de tal manera, que tus
1315 ojos dicen que arde en tu corazón el fuego de la mala con-
cupiscencia, vedada por Dios y más desabrida para El que
su sagrada muerte y pasión? Cierto era mucha razón que te
despedazaran todo tu cuerpo a tormentos miembro por miem-
bro, porque en día de tal fiesta, y en tal lugar, y en la pre-
1320 sencia misma de nuestro Señor, hicieras a Dios una ofensa.
Era cosa muy debida que antes murieras dos mil muertes,
pues El murió por ti una que vale más que cien mil, que no
ofenderle como le ofendes, ¡Y cuánto más es tu culpa mayor
en ofenderle, sin ponerte nadie el cuchillo a la garganta, sin
1325 darte tormento ninguno y tan sin por qué, que con mucha
razón se puede este Señor quejar mañana de ti y decirte:
¡Sin causa ninguna me quisieron mal!
Caín sacó al campo con aparencia de paz a Abel, su her-
mano, y le mató a traición. Joab mató a Abner con palabras
1330 de paz. Y Dios nuestro Señor dijo a Judas: Judas, ¿con un
beso entregas a la muerte al Hijo de la Virgen? Y así po-
drá el Señor decirte mañana: "Cristiano, ¿con vista blanda y
señas de amor me vas ofendiendo, y te pierdes tú, perdiendo
mi gracia, y me quitas a mí la vida, que yo tenía en tu áni-
1335 ma? Eras primero parte de mi Cuerpo místico; háceste, por
este deshonesto deseo, miembro de la mala mujer y de Sata-
nás. ¿Por qué haces que mi muerte salga en balde, pues la
pasé por traspasarte del poderío de las tinieblas al reino de
mi claridad? ¿Qué te he hecho? ¿En qué te he sido molesto?
1340 ¿Por qué tan desacatadamente me tratas, tan cruelmente me
lastimas y me das males por bienes?"
¡Oh Señor mío y Dios mío, cuán justa es vuestra queja!
¡Cuán grande nuestra culpa! ¡Cuán recio será el castigo
del hombre que no quiso imlitar a los once apóstoles que
1345 acompañaban a nuestro Señor Jesucristo con corazón sen-
cillo, casto y devoto, cual lo llevarán mañana muchos en
la procesión, y quiso ser compañero de Judas, que, acom-
pañando al Señor con el cuerpo, tenía de El muy lejos su
corazón, y de otros muchos que tienen paz en la boca y
1350 muchas maldades en el corazón! Y, finalmente, quiso ser
compañero de los que llevaban al Señor a crucificar, y aun
de los mismos demonios, cuyo intento principal es que sea
Dios ofendido, y que en las fiestas diputadas para mayor
servicio suyo, allí se le hagan mayores ofensas. Los cielos
1355 y la tierra y cuanto Dios nuestro Señor ha criado serán
en el día del terrible y espantable juicio testigos de esta
maldad, y dirán a voces que justamente merece ser prohi-
bido de la vista de Dios en el cielo quien con tanto desacato
1327 lo. 15, 25. 133 1 Cf. Le. 22, 48.
1329 Of. Gen. 4, S. 1336 1 Cor. 6, 15.
1330 Of. 2 Reg. 3, 27. 1339 Mich. 6, 3.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
557
miró y codició lo que no debía en la tierra, matando su
1360 ánima por el pecado y la vida que el Señor tenía en el
corazón de él.
¡Que mueren almas ¡Oh, cuan mal celebramos esta so-
el día de Corpus lemnísima procesión de esta Arca
Christi! divina! ¡Cuán al revés le hacemos
1365 la honra de la que le fué hecha por
el real profeta David y el rey Salomón, su hijo, en las
procesiones que con ella hicieron! El uno de los cuales hizo
esta honra: que de seis en seis pasos que andaba el arca
de Dios nuestro Señor mataban delante de ella muchos ani-
1370 males, ofreciéndolos en sacrificio y olor de suavidad al Se-
ñor; y en la procesión que el rey Salomón hizo con ella,
crecióle la honra, y como era más rico, mandó matar de-
lante de ella de bueyes veinte mil y tantos y de otros ani-
males, que era cosa sin cuento.
1375 Aquel sacrificio de animales mudos, aunque por sí mes-
mo no era agradable a nuestro Señor Dios, mas éralo por
!a devoción y fe con que se hacía, y porque representaba
ia pasión del Señor, y porque El mandó que le fuese ofre-
cido, y recebía contento en que su santa voluntad fuese
1380 cumplida y obedecida, y galardonaba a los que aquellas
obras hacían. Mas decidme, cristianos, por caridad, ¿ha-
béis oído decir que mandase el Señor que le matasen honv-
bres delante de su arca? Diréis: No, por cierto; porque
al amador de los hombres y dador de la vida de ellos no
1385 )e son agradables los matadores de hombres. Porque escrito
está: Al varón de sangres y engañoso, él Señor lo aborre-
cerá.
• — Mas ya que eso no habéis oído, ¿por ventura sabéis
si ha mandado que le maten ánimas delante su arca?
1390 Diréis que eso muy menos, y que cuan lejos está la
alteza del cielo de la profundidad del infierno, tanto, y muy
más, está del corazón del Señor querer muerte de ánimas,
que se causa por el pecado. Nunca tal hemos oído, mas
esto sí, que el Arca de Dios, Jesucristo nuestro Señor,
1395 murió en la cruz delante de mucha gente porque las ánimas
no muriesen en el acatamiento de Dios. ¿Cómo ha de man-
dar o se ha de holgar que le maten las ánimas en su pre-
sencia, pues es padre de ellas, criador y redentor y glori-
ficador? Y cuando la Escritura quiere dar a entender cuánto
1400 desagrada a los ojos de Dios ofrecerle sacrificio de la ha-
cienda que roban al pobre, no halla otra cosa más fea con
1384 ellas
1368 Cf. 2 Reg. 6, 13.
1374 Cf. 2 Par. 7, 5 ; 5, 6.
1387 Ps. 5> 7.
558 SERMONES. CICLO TEMPORAL
que Ja comparar que con sacrificar un hijo delante de su
padre. Cosa ajena es ésa de nuestro Señor, y muy propio
del demonio y de sus servidores que adoran ídolos; los cua-
1405 les matan o ven matar delante de sí a sus propios hijos,
y sacándolos los corazones, y así ensangrentados, untan con
ellos los bezos del ídolo; de lo cual el demonio, que en ellos
mora, recibe gran contentamiento, de ver que tal crueldad
hagan los hombres para honra de él y mal de ellos, como
1410 quien los aborrece de corazón y les desea todo mal que les
pueda venir. Eso hemos oído; mas de nuestro Señor en
ninguna manera, mas todo lo contrario de aquesto.
■ — Pues tened por cierto que cuanto esta verdad es más
cierta y el Señor más amador de las ánimas, y que no sólo
1415 no ha mandado que se las maten, mas halo vedado, tanto
nuestra culpa es mayor y nuestro dolor es más justo.
¡Oh benditísimo Señor! ¿Vos no sois nuestro Padre,
que nos enastes con el poder de vuestra divinidad y nos
redimistes con vuestras humanas flaquezas; y también sois
1420 nuestra Madre, que con grandes gemidos nos paristes en
la cruz; y fueron tan grandes los dolores de vuestro parir,
que, porque nosotros quedásemos vivos, quedasteis vos
muerto? Pues siendo vos nuestro Padre y Madre, ¿quién
tiene corazón tan cruel para matar a vuestros hijos? ¿Quién,
1425 Señor, os ha hecho a vos, o quiere hacer, semejable al de-
monio y su ídolo, pensando que recebís vos alegría en fiestas
donde 'la mujer vana, con el fuego que resulta de su aci-
calada cara, penetra el corazón del mancsbo descuidado, y
le saca de seso, y por mal consentimiento muere su ánima,
1430 y ofrece su corazón al demonio, quejándoos vos mucho, mi
Dios y mi Señor, por Esaías, diciendo: Di, ¿a quién me
heciste semejable? ¿Con quién me igualaste y comparaste?
> Quien, Señor, piensa que tal cosa os agrada, muy mal siente
de vos; ciertamente es hereje, pues contradice a la fe, la
1435 cual nos enseña que el malo y la maldad son aborrecibles
a Dios. Y si creen que los pecados y muerte de ánimas os
dan tanto enojo, y mucho mayor que darían a un padre
matándole a su hijo delante sus ojos, díganmelo los que tan
mal celebran vuestra procesión: ¿por qué a sabiendas y en
1440 el día de vuestra alegría hacen cosa con que tanto os enojan
y ofenden?
Cristiano, ¿por qué, celebrando el fruto de la pasión de
nuestro redentor Jesucristo, que es remisión de pecados,
vuelves esta fiesta tan al revés, que haces cosas contrarias
1445 a ella, que son los pecados?
Mas ¿quién contará cuántos son? ¡Oh válame Dios! Si
cuantos malos deseos de hombres a mujeres y de mujeres
1403 Kccli. 34, 24.
1432 Cf. Is. 40, 18 ; 46, 5.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
559
a hombres se cometen en la procesión, mediante el mirarse;
si cuantas rencillas y malquerencias, por llevar el más hon-
1450 rado lugar o por otras ocasiones livianas que suelen acaecer
en aquestas juntas; si cuantas dejarán de oír misa mañana,
pudiéndola oír, con otras muchas desobediencias que se co-
meterán contra los mandamientos de Dios nuestro Señor y
de la Iglesia, tantos pecados mortales serán los que mañana
1455 se hacen, miedo me he que morirán ánimas delante la pre-
sencia de aquesta Arca divina, más a menudo que de seis
en seis pasos, que era el término en el cual mataban anima-
les en la procesión del arca pasada; y mucho temo que son
tantas, que no tienen cuento, como los animales que mataron
1460 delante el arca en tiempo del rey Salomón.
¡Oh día del Corpus Chrisü, instituido para honra de Dios
nuestro Señor y para espiritual alegría y aprovechamiento
de los fieles! ¡Quién te ha vuelto tan al revés, que te ha
hecho día de muerte de ánimas, de guerra cruel contra ellas,
1465 que de muertas o heridas no hay cuento! Hízote nuestro
Señor Dios convite para darte espiritual vida con ese pan
que vino del cielo, y haste tornado banquete de ponzoña con
que las ánimas mueren. Y lo que fué ordenado para alegrar
a los ángeles y para tristeza de los demonios, has tornado
1470 tan al contrario, que se regocijan los enemigos con la mucha
ganancia de ánimas, y los ángeles, y el Señor de los ángeles,
que allí va acompañado de ellos, llorarían si pudiesen llorar,
porque se pierden las ánimas que con el precio de su precio-
sísima sangre El compró. ¡Oh fiestas, tan falsamente dichas
1475 fiestas para los que de esta manera las celebran, y que con
más justa razón serían llamadas para ellos días de muerte,
pues que con miserable descuido mueren en ellas, y muerte
de ánima !
¡Desdicha grande de tiempos tan faltos de temor de Dios
1480 y amor de virtud, que no hay junta de hombres sin que haya
contenciones, rencillas, malquerencias, y algunas veces lle-
gan a muerte; y cuando se juntan mujeres y hombres, se
han de hacer o codiciar tales cosas, que salga el diablo con
mucha ganancia y Jesucristo nuestro Señor con mucha pér-
1485 dida, sin que se tenga respeto a santidad de fiesta, ni a la
Iglesia, ni a la misma presencia de Dios!
Dadme, Señor mío, licencia para que os pregunte: ¿Quién
os metió entre tal gente, que tan mal os sabe servir, y tan
desacatadamente os trata, y atrevidamente os ofende? Señor,
1490 mira[n]d[o] el amoroso corazón con que vos vais en la pro-
cesión, deseando el bien de todos y hólgándoos de haber
muerto por ellos, y determinado de — si menester fuera —
pasar otra vez por ellos lo que primero padecistes; y, por
otra parte, mirando el corazón de éstos, con que os van
1495 acompañando, tan irreverentemente desagradecido [s] , des-
560
SERMONES. CICLO TEMPORAL
preciadores de vuestros mandamientos, y que tienen en más
el pecado que a vos; si no fuese porque vos sabéis todas
las cosas, yo os diría que vais engañado entre aquesta gente
y vendido como de Judas, y que debajo de alegrías y reve-
1500 rencias exteriores os dan bofetadas, y os ponen espinas, y
os hieren con caña, como lo hicieron los soldados en casa
de Pilato, y os dan a beber hiél y vinagre, como en el monte
Calvario. Allí, Señor, la malquerencia y deshonra era en
descubierto; no os creían, no os amaban; así, concordaban
1505 las obras de fuera con lo de dentro del corazón. Mas creer,
Señor, que vos vais allí y que sois Dios y hombre, y no
hacer caso de vuestra presencia ni darse nada por ofenderos,
y, llevando corazones vacíos de vuestro amor verdadero y
llenos de desobediencia, ir con vos en lo de fuera y cantaros
1510 y acompañaros y bailar delante de vos, matando sus propias
ánimas, renovando vuestra pasión, espantable cosa es de
oír, lastimera de ver, y que con muy justa causa debe causar
amargo sentimiento en el corazón de quien bien os quiere.
Plega a Dios que haya quien esto sienta y entienda. Por-
1515 que ya que el Señor, por su infinita misericordia y admirable
paciencia, disimula sus injurias, aunque le sean hechas en
su propia presencia, y va mañana como en el tiempo de su
pasión, despreciado, hollado y ofendido, y no quejándose,
como un manso cordero que no abre la boca, no es razón
1520 que seamos nosotros tan desagradecidos y desamorados, que
dejemos de sentir su deshonra y llorar sus ofensas.
Cosa digna de consideración es que, yendo el Señor en
el día de su pasión entre tanta gente, a muchos que les
había sanado sus enfermedades, alumbrando ciegos, levan-
1525 tando cojos, alimpiando leprosos y habiendo hecho diversos
bienes a cuerpos y ánimas, que ninguno de aquéllos osasen
tornar por El, ni aun hablar una sola palabra. Y por ven-
tura pasará lo mismo en la procesión de mañana, que no
habrá quien torne ni sienta los desacatos de este Señor, como
1530 si ninguno hubiese recebido bienes de su larguísima mano,
ni halle quien le consuele a la diestra ni a la siniestra.
¡Oh!, qué mala señal ver cumplido en nuestros días lo
que dijo el Señor: ¿Piensas, cuando venga el Hijo de la Vir-
gen, que hallará fe en la tierra? Véislo aquí por nuestros pe-
1535 cados cumplido. De lo que podréis tomar conjetura que esta-
mos en los días postreros, cercanos al gran juicio de Dios.
Porque, si de la fe católica lo queréis entender, ya veis la
mucha gente que por diversas herejías en nuestros tiempos
ha perdido la fe. Si lo queréis entender de la fe amorosa y
1540 lealtad obediente que se debe tener con nuestro Señor, mirad
1531 Gf. Ps. 141, 5.
1534 Of. Le. 18, 8.
¡6. VÍSPERA DEL CORPUS
661
cuántas ofensas le son hechas cada día en el mundo, y cuán
'pocos hay que se pongan a las estorbar, aunque puedan, y
que giman sobre las abominaciones que se hacen en Jeru-
salén. Y por lo uno y por lo otro entenderéis que no hay leal-
5 tad para con Dios en la tierra, como dijo Dios nuestro Señor.
Provea quien ten- Mas no por esto entienda el cristia-
na autoridad no clue> siena0 persona particular, ha
de ir a reprehender públicamente al
que fuere desacatado en la procesión del Señor, movido por
¡0 el celo de Dios y no según ciencia. Porque, aliende de que
este oficio no es suyo, hallará por experiencia que antes se
empeora el corregido que no que se enmiende. Porque la
desvergüenza de nuestros tiempos ha llegado a tanto colmo
de mal, que, siendo los hombres sueltos para ofender a Dios,
55 son muy enemigos de ser corregidos y. no quieren entender
que la verdad y justa reprehensión, por cualquier boca que
sea dicha, es del Espíritu Santo.
Cosa es de temer que si un cura o un sacerdote re-
prehende, aunque sea con mucha razón, a algún hombre
50 — cuanto más si es honrado — , cuán mal recebida es la re-
prehensión, cuán pagada en decir mal de quien le reprehen-
dió, y con darle a entender que ni le tiene en nada ni ha
de ser corregido de él. Mucho temor me da ver aquesto;
porque el desprecio de personas eclesiásticas y el hablar
65 con libertad en sus vidas fueron los medios para que el
perverso Lutero fuese quien fué, y de medios semejantes,
fines semejables se deben temer.
Y por esto tiene más obligación un juez secular, o un
obispo, o persona que tenga autoridad para corregir a los
70 tales mañana, cuanto menos mano tienen en ello ios que
no lo son. Y cosa digna sería de rey cristiano y celador de
la honra de Dios que, para que la fiesta de mañana fuese
para hacerle servicio y no para irritarle con nuevas ofen-
sas, entre los capítulos de buena gobernación que dan a
'5 sus corregidores, fuese uno, y muy principal, que tal día
como mañana ni hubiese curiosidad en atavíos de mujeres
ni deshonesto mirar en los hombres, y proveer que las
ventanas no estuviesen echando de sí pestilencia con po-
nerles algún paño delante o dar otro medio con que las
80 mujeres puedan ver y no sean vistas.
Evítese todo paseo en la fiesta, y antes de la fiesta no
ande hombre a caballo por las calles que ha de andar el
Señor. Y todo, sin faltar nada, se ordene de tal manera
que ninguna cosa haya que pueda anublar la santa alegría
1544 Cf. Ier. i, 16.
1550 Rom. 10, 2.
562
SERMONES. CICLO TEMPORAL
1585 de aquesta fiesta ni que pueda descontentar al omnipotente
Señor para quien se celebra.
No nos quite el Se- Porque si, en lugar de la santifica-
ñor la fe de este cián que nos pide, le damos profani-
Sacramento dad, y en lugar de servicios, enojos,
!590 teniéndole en poco los unos y disi-
mulando los otros, temor tengo que este Señor, que sabe
cuán justamente se le debe honra y servicio y cuán mal se
le paga, aunque ahora va callando como cordero para pro-
vocarnos a penitencia y a enmienda con su benignidad, si
1595 nosotros tomamos ocasión para más pecar y tenerle en me-
nos por su mucho callar, tornarse ha cierto, de manso cor-
dero en bravo león, y dirá lo que muchos días ha que pro-
metió en Esaías: Siempre callé; sufrido he; mas yo hablaré
como mujer que tiene dolores de parto.
1600 ¡Oh qué voces dará este Señor, terribles como brami-
dos de fuerte y airado león, contra aquellos que en el día
de su honra le ofenden y contra los que tienen por oficio
de reprehender a los tales y callan! Oíd el recio bramido del
fuerte León de Judá, cuyas palabras son éstas: Yo quita-
1605 ré el seto a mi viña, y será robada; yo destruiré su cerca,
y será hollada, y la haré que quede desierta.
— '¡Válame Dios, oh Señor benditísimo!, ¿y podréis vos
con vuestras piadosas entrañas castigar tan recio a los que
celebran vuestras fiestas con tantas alegrías y regocijos?
1610 ¿Que tendréis corazón para quitar de vuestro pueblo el
muro de vuestro amparo, y enviar infieles que roben y hue-
llen vuestra viña, y quedar marchita sin hoja ni sin fruto?
¿Que podréis acabarlo con vos?
Responde el Señor por Jeremías, hablando con Jerusa-
1615 íén y amonestándole que haga penitencia de sus pecados,
y que, viviendo mal, no confíen en tener entre sí el arca
del Señor en el templo. Porque así como la sacó de la ciu-
dad de Siloé, donde primero estaba, porque no la tenían con
el acatamiento debido, y la mandó pasar a Jerusalén para
1620 que allí fuese honrada, así les decía que si la trataban con
poca reverencia como en Siloé, que también se la quitaría
de en medio de ellos, como de los otros. Y como el Señor
lo amenazó, así se cumplió; porque por los pecados de Je-
rusalén la ciudad fué destruida y el arca del Señor quitada
1625 de allí, porque no escarmentaron en ajena cabeza.
¡Mas ay dolor!, que ni Jerusalén escarmentó en Siloé
ni los cristianos en una ni en otra; y siendo nuestra divina
arca más preciosa, sin comparación, que la otra, y qut
1599 Of. Is. 42, 14.
1606 Is. 5, 5-6.
1622 Of. Ier. 7, 12-14 ; los. 18, 1.
36. VÍSPERA DEI. CORPVS
563
pide mayor honra, y que perderla nos será más dañoso,
50 hay muchas tierras a las cuales el Señor se la ha quitado
en castigo de sus pecados. "Id a Siloé", dice el Señor; "Id
a Jerusalén", os digo yo ahora, y hallaréis que ni el arca
del Señor está en una ni en otra. Y si os parecen estos
ejemplos ya viejos, y que os mueven poco, porque ha rau-
35 cho que son pasados, id a Constantinopla, a Rodas y a Gre-
cia; id a muchas ciudades y villas de Alemania donde cele-
braban esta procesión como nosotros, y preguntad: "¿Hay
mañana procesión aquí? ¿Hay música, hay bailes y danzas
en honra del cuerpo de nuestro Señor?" Y veréis que no
40 la hay, ni memoria de ella; porque unos han perdido la fe
de aqueste divino misterio y, aunque puedan, no quieren
celebrar esta fiesta, y este castigo es mayor; y otros de-
sean, y no pueden, por estar enseñoreados de infieles, ha-
biéndoles quitado el Señor la posibilidad por su justo juicio,
45 por sus pecados y porque celebraban mal sus santísimas
fiestas.
— ¡Oh qué recio juicio, Señor, no querer recebir de vues-
tros cristianos las honras y regocijos que tal día como
mañana se os dan, y habéis hecho que la alegría se torne
'¡SO en tristeza y los cantares en lágrimas! ¿Por qué, Señor ben-
ditísimo, habéis echado de vuestro acatamiento vuestra san-
ta festividad, instituida por el Espíritu Santo y galardona-
da con muchas indulgencias concedidas por el santo Concilio
a los que os honrasen en ellas?
555 — Engañados estáis — nos responderá el Señor — yo no
desecho mis fiestas, no destruyo mis obras, antes las con-
servo y las perfecciono; y riego lo que he plantado y man-
tengo lo que he criado; y si las manos de los hombres no
deshiciesen y tornasen al revés mis obras, que de sí son
660 hermosas y buenas, ni tendría yo por qué castigar ni vos-
otros por qué llorar, y mis fiestas serían durables, y vuestros
sucesos, bienaventurados. Mas decidme, ¿por qué llamáis
fiesta mía al día que, no teniendo cuenta con mi conten-
tamiento, lo empleáis vosotros en comer más, en vestir más
665 y en ser más derramados y más deshonestos? En Esaías
tengo dicho que no recibo yo por ayuno mío, ni agradable
a mí, aunque ande uno afligido con hambre, y tan grande
hambre, que de flaqueza no pueda tener su cabeza enhies-
ta, sin que se le acorve, y aunque ande vestido de cilicio y
670 se eche en ceniza, si con hacer estas cosas, que de sí son
buenas, en el día de tal ayuno usa de crueldad con sus pró-
jimos y le falta misericordia con ellos. Y desechando yo
estas tales fiestas, y no tenerlas por mías, ¿recebiré por
1631 Ier. 7, ia.
1654 C. 1, de reliquias ct ven. sanct., III, 16, in Clem.
1672 Cf. Is. 58, 5-7-
564
SERMONES. CICLO TEMPORAL
fiesta mía el día en que estáis muy hartos, y traéis con li-
1675 viandad las cabezas muy levantadas, y en lugar del cilicio y
de la ceniza traéis preciosos vestidos, hechos con toda la
curiosidad que han podido inventar las personas vanas, que
carecen de mi temor y tienen cuenta con el contentamiento
del mundo?
1680 Cuando ayunasteis, para vosotros ayunasteis; y cuando
comlstes, para vosotros comistes, y no para mí, dice el
Señor. Y eso mismo nos dirá ahora si le preguntáremos por
qué ha desechado sus fiestas. "Para vosotros baflastes y
cantastes, comistes y bebistes y os ataviastes y holgastes,
1685 que no para mí". Tiene el Señor mucha razón. Desengáñen-
se todos; sepan que, sin puridad de conciencia, sin reve-
rencia al Señor, sin honestidad de dentro y de fuera, nin-
guna música, ningún regocijo ni honra agrada a sus ojos,
antes le da en rostro, y dice: "No recebiré el olor de vues-
1690 ros sacrificios; quítame allá la concordancia de música, que
no quiero oír los cantares de vuestra vihuela". Dios espíritu
es, y aunque tomó cuerpo, así como lo principal de El es
su divinidad, la cual es espíritu, así el principal servicio
que pide, en espíritu ha de ser, porque tales adoradores
1695 quiere, como dice en el Evangelio, que le adoren en espíritu
y en verdad. Mas no en espíritu sólo, porque Dios [-Hom-
bre] no tiene espíritu sólo. Juntemos el servicio eorporal de
fuera con el espiritual de dentro, y habremos cumplido con
lo que nos pide, y será bueno lo uno y lo otro; y entonces
1700 le ofreceremos servicio conforme a El, y le agradarán nues-
tras festividades, y las llamará suyas, y las tendrá por ta-
les, y nos defenderá de nuestros enemigos, para que alegres
con la paz y señorío cristiano, celebremos hasta el fin del
mundo sus santas festividades, y estaremos sin temor de
1705 que venga sobre nos el recio castigo de quitarnos el Señor
la fe de este divino Sacramento o sus fiestas, como lo ha
hecho en otras partes, según hemos dicho.
Santifícaos para ir Suene, pues, en nuestras orejas una
mañana con El por y muchas veces, y suene más en nues-
1710 las calles tros corazones, esta palabra divina,
dicha por boca de Josué: Santifícaos,
que el Señor hará mañana maravillas entre vosotros. Des-
calcemos nuestros zapatos — que son el humano sentido y
afecciones de carne y de tierra — , porque el Señor, en cuya
1715 compañía vamos, y la tierra por donde pasa, santo es; y para
tratar con El no basta menos que sentido de fe, que es sobre-
humano, y limpieza de ánima, purificada de las afecciones
mundanas con amor celestial.
t68i Cf. Zach. 5-6.
1696 lo. 4, 24.
1712 los. 3; 5.
1715 Gf. Ex. 3, 5.
36. VÍSPERA DEL CORPUS
5(55
Y si para oír en el aire, en el monte Sinaí, voces for-
1720 madas por ministerio de ángeles, manda Dios que se santi-
fique el pueblo un día y otro, y laven sus vestiduras, y estén
aparejados para el día tercero, mucha más razón es que nos-
otros para ir con el Señor en su procesión nos santifiquemos
cuatro días antes; que quiere decir que estemos limpios de
1725 obras de carne, aunque sea entre casados. Porque si para
tratar con el Señor en la oración, que es trato más de lejos,
aconseja San Pablo que no se junten los casados en uno, por-
que el lodo y la bajeza de la carne no impida la elevación
del ánima que se requiere para orar al Señor, ¿cuánto más
1730 será cosa conveniente esta limpieza para acompañar y tratar
a este limpísimo Señor y amador de la limpieza?
A aquéllos fué mandado que lavasen sus vestiduras; la-
vemos nosotros las manchas de nuestras ánimas con amar-
gas lágrimas de contrición, por humilde y verdadera confe-
1735 sión y condigna satisfacción, entendiendo en esto y en otras
buenas obras los cuatro días que hay desde el domingo pa-
sado hasta el fin de hoy, como el santo Concilio nos lo amo-
nesta, para que así aparejados, purificados y ataviados, ocu-
rramos, no a ángel que nos ha de hablar, sino al Señor de
1740 los ángeles, que nos ha de llevar en su compañía.
Y si para ver las maravillas de Dios en el río Jordán
mandó Dios que se santificase su pueblo, por lo cual se en-
tiende la limpieza de carne, la elevación del ánima en Dios,
el orar y velar aquella noche para dignamente ver el paso
1745 del arca, que hizo secar el rio Jordán, ¿ con cuánta más razón
debemos nosotros hacer esto para ver mañana en la proce-
sión [a] este Señor que con su tránsito, que fuá su muerte,
secó el torrente de nuestros pecados e hizo que nuestros co-
razones, que de sí mesmos van hacia abajo como agua de
1750 río, se tornen hacia atrás y, despreciando lo del suelo, amen
a Dios y busquen los bienes eternos?
Esta noche santa es, no es de dormir, o [es] de poco dor-
mir, mas de oraciones devotas, estando deseando la venida
de la mañana para gozar de la buena vista de aqueste Señor
1755 que quiere pasear nuestras calles.
Mas habéis de estar avisados — que va mucho en ello—
que, aunque os parezca que habéis hecho lo que según vues-
tra flaqueza sois obligados para os aparejar a ir en la pro-
cesión y compañía de este Señor, no por eso os ensoberbez-
1760 cáis y vais con poca reverencia en la procesión. Porque aun-
que los que pasaron el rio Jordán iban santificados, como
Dios lo mandó, mas no por eso les fué dada licencia para
1722 Cf. Ex. 19, 10-11.
1727 Cf. 1 Cor. 7, 5.
1740 C. 1, de reüquiis el ven. sanci., III, 16, in Clem.
566 SERMONES. CICLO TEMPORAL
que fuesen cerca del arca, sino lejos; y no como quiera, pues
mandó Dios que su arca fuese delante y el pueblo la siguiese
1765 sin llegar a ella, por espacio de dos mil cobdos enteros. En
lo cual veréis la grandísima dignación de Dios con su pueblo
cristiano, que, mandando que los de aquel pueblo pasado
fuesen tan lejos del arca, como os he dicho, nos da licencia
a nosotros, que vamos en una calle juntos con El, y algunos
1770 tan cerca, que no hay entre ellos cinco pasos enteros.
¿Qué novedad es ésta, Señor? Allí: "Apartaos de mi
arca tan lejos". Aquí: "Allegaos a mí, y muy cerca". Cier-
tamente, es hacernos mayores mercedes, y, por consiguien-
te, obligarnos a mayores servicios; y advertirnos que no es
1775 razón que, por ser el Señor más humilde con nosotros sus
siervos, le tengamos nosotros en menos a El; y que su
inefable llaneza de conversación no cause en nosotros des-
precio, sino mayor reverencia. Hermanos, santificad a Cris-
to, dice San Pedro; y esto sea, dice Esaías, según hemos
1780 dicho, temiendo y temblando de tu grande indignidad, para
ir con un Señor del cual tiemblan los poderes del cielo, y las
estrellas no son limpias en su acatamiento divino.
¿Qué harás, cristiano, mañana en la presencia de tan
alto Señor? ¿Cómo has de cumplir con su benignidad, que
1785 te convida a ir cerca de El, y con tu amor, que lo desea?
¿Y cómo cumplirás con la reverencia que se le debe, que
justamiente te obliga a ir lejos de El?
Sentimientos de En grande aprieto estuvo San Pedro
compunción en cuando se vió en una nao con el Señor,
1790 la procesión Por haberle visto hacer el milagro de
que, echando la red en la palabra de
Dios, se pescaron muchos peces donde no los había prime-
ro, y, teniéndose por indigno de estar en la compañía de
El, dijo con profunda humildad: Señor, apártate de mí, que
1795 soy hombre pecador. Siente tú lo mismo mañana; espánta-
te y di: "Señor, ¡que vamos juntos vuestra alteza infinita y
el abismo de mi poquedad! Señor, ¿qué merced no merecida
ni vista es aquésta? Yo os confieso que no sólo merezco
estar lejos de vos los dos mil codos que antes mandábades,
1800 más dos mil leguas y doscientas mil; porque vuestro lugar
es el cielo, por ser vuestro por muy justos títulos, y el mío
es el infierno, que yo justamente merezco por mis pecados.
¿Quién juntó en uno tanta alteza con tanta bajeza, al
Criador con la criatura, luz con tinieblas, verdad con men-
1805 tira y, finalmente, una bondad infinita con un abismo de
nada y de maldad?" Abaja, hermano, tus ojos, y di: "Se-
1765 Tos. 3, 4.
1779 Cf. 1 Petr. 3, 15.
1780 Cf. Is. 8, 13.
1782 Cf. Iob 25, 5.
1795 Le- 5. 8-
36. VÍSPERA DEL CORPUS
567
ñor, sed manso conmigo, dadme gracia para que sepa co-
nocer y agradecer esta merced, no atribuyéndola a mí, sino
a vos, cuya es la gloria".
1810 Después de te haber humillado y abajado tus ojos con
el publicano arrepentido, toma confianza cristiana para los
alzar al Señor, y dile con muy firme fe: "Yo creo, Señor,
que tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo", como dijo San Pedro,
y dile con todas tus entrañas: "Gracias te hago, Señor,
1815 porque derramaste tu sangre y perdiste tu vida por mí.
También, Señor, te bendigo, y particularmente te agra-
dezco, que por tu gran caridad te quisiste quedar con nos-
otros en 'manjar para vida, y en defensa de nuestros peli-
gros, y en remedio cumplido de todas nuestras necesidades.
1820 Danos a todos gracia, Señor, que correspondamos con los
servicios debidos a tan grandes mercedes. Da lumbre de fe
a los infieles para que conozcan a ti, Criador y Bienhechor
suyo. Enciende tu amor en nosotros; haznos de un ánima
y de un corazón; haznos humildes; danos tu paz y destierra
1825 de nos todo pecado, y haz que todos te sirvan y ninguno
te ofenda, y recibe en tu amparo y servicio mi cuerpo y mi
ánima y todas mis cosas, que a tu grande bondad encomien-
do y ofrezco en perpetuo sacrificio, para que, desde ahora
para siempre jamás, se haga en mí y en ellas tu santo con-
1830 tentamiento, para perpetua honra de tu majestad infinita".
Y dicho esto, torna a abajar tus ojos con humildad y
dile: "Señor, el patriarca Abraham se hallaba indigno de
hablar con un ángel y se tenía por polvo y ceniza en su aca-
tamiento. El santo Moisés abajaba su faz y no osaba mirar
1835 hacia la zarza, en la cual estaba un ángel que representaba
al Señor. Yo soy más indigno que aquéllos; vos sois cria-
dor y Señor de los ángeles, ¿cómo me atrevo a hablar con
vos y a miraros, no mereciendo que la tierra me sufra?
Suplicóos, Señor, que vos, que sois autor de esta merced,
1840 me enseñéis cómo tengo de usar de ella, y que tembléis mi
corazón y más ojos, para que ni el amor me haga atrevido
ni mi indignidad pusilánime".
Y acuérdate, cristiano, que las aguas del mar Bermejo
dice David que miraron al Señor: Miráronlo, y temiéronle,
1845 y fueron conturbados sus abismos; y procura tú que, si las
aguas insensibles del mar Bermejo, por el respeto que tu-
vieron a Dios como a su criador, se atemorizaron en su modo
y lo más profundo de ellas se movió en su lugar, y hizo
camino enjuto y sólido para que el pueblo de Dios pasase,
1850 obedeciendo en esto a la voluntad del Señor, tú que eres
hombre y cristiano, mirando al Señor, no sufras que tu co-
i8n Cf. Ivc. iá, 13. 1833 Gen. iS, 27.
1813 Mt. 16, 16. 1835 Cf. Ex. 3, 6.
1824 Act. 4, 32. 1845 Cf. Ps. 76, 17.
568 SERMONES. CICLO TEMPORAL
razón se quede en su propio lugar, mas que hasta lo más
dentro de él penetre la saeta del amor y temor de aqueste
Señor, al cual con tus ojos miras, para que de ahí nazca
1855 morir al que eras y te mudes en otro varón que viva a la
voluntad de Cristo.
Y particularmente te encomiendo que, si desde que te
confesaste acá, por tu gran desdicha has cometido algún
pecado mortal y no te has arrepentido de él, que el mirar al
1860 Señor te mueva tan de verdad tu corazón, que entrañable-
mente te pese de haberle ofendido. Y si, por tu mayor des-
dicha, te sientes tan aficionado al pecado, que aun mirando
a la hermosura del Señor le tengas en menos y al pecado en
más, suplícale te añada fuerza para que, hollando al pecado,
1865 mires al Señor con ojos amigables, leales y agradables a El.
Porque aunque la santa Iglesia católica, regida por el Espí-
ritu Santo, relajando el rigor que en el principio de ella se
tuvo — porque convenía entonces así, mandando que no fue-
sen admitidos a la vista de este Señor los que estaban en
1870 pecado mortal e indispuestos para lo recebir, considerando
la flaqueza de sus hijos en estos tiempos ser tanta, que, si
no los admitían a ver al Señor, del todo se extrañaran y de-
jaran de ir a la iglesia; y que el hincar las rodillas para
adorar al Señor, con herir los pechos, y el favor que da la
1875 compañía de los buenos cristianos que en el templo están,
por cuya oración acostumbra el Señor a hacer merced de
convertir a los pecadores, relajó aquel rigor, que entonces
convenía tenerse y ahora no, por la diversidad de los tiempos,
y dió licencia para que todo hombre que tuviere fe y bap-
1880 tismo y no estuviere excomulgado pueda ver y adorar al
Señor; mas por esto no penséis vos que habéis de tener poca
vergüenza y mirar al Señor estando en pecado mortal, ado-
rándolo a El con el cuerpo e hincando las rodillas del ánima
al demonio y al pecado en que estáis. Por tanto, para que
1885 la vista del Señor, dondequiera que sea, os entre en prove-
cho y sea a Dios agradable, procurad vos de arrepentiros de
vuestro pecado, y pedille para ello gracia, según está dicho.
Pues que si el justo en principio de su oración es acusador
de sí mismo, con más razón lo debe ser el que ha cometido
1890 pecado mortal y quiere mirar al Señor.
Ceba tus ojos en la No es, hermano, pequeña merced, ni
hermosura del Se- se debe tratar como quiera, el ir en
ñor sacramentado compañía de este Señor, gozando de
la hermosura de su vista y hablando
1895 familiarmente. No es bastante para estimar esto tu espíritu
humano, por enseñado que sea. Pide lumbre del cielo; y si
1855 1 Reg. 10, 6.
1889 Cf. Prov. 18, 17.
30. VÍSPERA DEL CORPUS
569
te fuere concedida, conocerás algún rastro de la hermosura
que el Señor lleva mañana en la procesión, y la diligencia
con que le debes servir, y el fruto que debes sacar de la vista.
1900 Y no digo esto por la hermosura del cuerpo de nuestro
Señor, de la cual, por ir escondida, no podemos aquí gozar;
mas hablo de la espiritual hermosura, que es más excelente
que la corporal, y es lo mismo que la bondad; y ésta podé-
mosla conocer, aunque no con los ojos del cuerpo, con el
i 1905 entendimiento alumbrado por fe.
Hermosísimo apareció Jesucristo cuando nació en el por-
tal de Belén de su sacratísima Madre, y estuvo en los brazos
de ella, y fué reclinado en el santo pesebre; porque como
el hacerse Dios hombre sea la mejor obra que se ha hecho
1910 ni se hará, si lo bueno es hermoso, según hemos dicho, nin-
guna hermosura hay que iguale a la de Dios humanado, por-
que ninguna obra hay que iguale a ésta en bondad y en
amor. Y porque hermosura tan admirable como ésta no que-
dase sin ser conocida y amada, luego en naciendo el Señor,
| 1915 mandó Dios que los pastores de cerca y los Reyes Magos
de lejos le viniesen a ver y a adorar; y no sólo a ellos, pero
también a los ángeles y todos lo hicieron así, y se le ofre-
cieron por suyos. Y no sólo el Señor fué hermoso en su na-
cimiento; fuélo también en su niñez, fuélo siendo de mayor
1920 edad, sanando enfermos, haciendo milagros y obras tan ilus-
tres y llenas de admiración, que, como dice San Atanasio,
"escureció la fama de todos los hombres que tenían fama en
el mundo y los que después la tendrán" ; y por sentencia del
Espíritu Santo fué dicho de El: Todas las cosas hizo bien;
1925 y a los sordos hizo oír, y a los mudos hablar; y ningún
hombre habló en el mundo como éste hdbló. Y no sólo fué
bueno y hermoso en el hablar y obrar, mas en el padecer
muerte y pasión por amor de los hombres, manifestando su
grandísimo amor y, por consiguiente, su gran hermosura.
i 1930 Mas no piense nadie que, porque cumplió en esta vida
las obras que el Padre la había mandado hacer, y después
de muerto y resucitado se subió al cielo y está asentado a
la diestra de Dios, que por eso cesó de hacer obras que
manifiesten su hermosura. Y por nueva y admirable ma-
1935 ñera conoció por su sabiduría aqueste Señor que aquellas
obras magníficas suyas, que en vida mortal hizo por amor
de los hombres, muy dignas por cierto de que siempre es-
tuviesen presentes a nuestra memoria y obrasen en nues-
tros corazones agradecimiento y amor, las habíamos de ol-
1940 vidar por nuestra flaqueza y por haber muchos días que
1923 Cf. San Atanasio, Orat. de incarn. Véflft, 15 ; 38 ; 54 : MG
25, 123. 162 s. 191.
1925 Me. 7, 37.
1926 lo. 7, 46.
570 SERMONES. CICLO TEMPORAL
ellas pasaron; y por eso, aunque llenas de hermosura, ni
eran amadas ni obraban en nuestros corazones lo que era
razón. Y para resucitar la memoria de aquéllas y darles
su fuerza, acordó el benigno Señor de hacer otra obra llena
1945 de amor y particular hermosura, que fué quedarse con nos-
otros en este Santísimo Sacramento, para que, viéndole
presente con los ojos de fe, movidos con la hermosura de tal
obra presente y con la memoria de las pasadas, se encen-
diese nuestro corazón en su amor, que es lo que de nosotros
1950 pide, no porque le venga a El provecho, mas porque es ne-
cesario que nosotros le amemos, si le hemos de poseer y go-
zar en el cielo.
Bastantes obras eran aquéstas, por cierto, para nos afi-
cionar a El y servirle y dar por El nuestra vida. Mas, cono-
1955 ciendo El nuestra flaqueza y pesadumbre para le amar, acor-
dó de añadir bien sobre bien, hermosura sobre hermosura.
Y porque ya que El esté en el Sacramento y en su iglesia,
donde le podemos ver y gozar de su hermosura; porque al-
gunos no van a la iglesia o, si van, la poca capacidad de ella
1960 te estorba de ver al Señor cuando lo alzan, o, si lo ves, por
ventura parece poco el tiempo en que es alzado para ser
visto del pueblo, y no hartas tu vista en El, como deseas,
por estas causas y otras, que todas paran en nuestro pro-
vecho, sale el Señor mañana de la estrechura de la iglesia
1965 a la anchura de nuestras calles a vistas públicas, y va en
unas andas públicamente, para que todos le puedan ver
sin impedimento y despacio, cuatro o cinco horas enteras,
y se acuerden de lo que ha hecho y ahora hace por amor de
los hombres, y tanto más se aficionen a El, y con amor más
1970 entrañable y fundado, cuanto la vista de El fuere más des-
pacio y más larga.
Es esta obra y merced tan digna de admiración y tan
digna de ser vista de todos, que, ansí como siendo nacido
este Señor en Belén, mandó su Padre Eterno a hombres y
1975 a ángeles que 'le fuesen a mirar, adorar y servir, asi tam-
bién en la fiesta de mañana lo manda, diciendo: Salid, hijas
de Sión, y mirad al Rey pacífico con la guirnalda que le
•puso su Madre en el día de su desposorio y de la alegría
de su corazón. Así fué cumplido entonces, que vieron el
1980 Verbo divino vestido y ataviado con la guirnalda de su hu-
manidad, la cual le puso su sacratísima Madre cuando de
su purísima sangre le concibió, y El se desposó con la
Iglesia, y con mucha alegría de su corazón, por ver cerca
el remedio de los hombres, deseado y procurado por El y
1985 efectuado con la medicina de su sagrada muerte y pasión.
Alcemos los corazones a Dios, pidámosle su lumbre; y
1975 Cf. Le. 2, 8.
1977 Of. Cant. ¡, 11.
36. VISPERA DEL CORPÜS
571
si el profeta David pide al Señor: Espabila, Señor, mis ojos,
y consideraré cosas maravillosas de tu Ley, mucha más
causa tenemos nosotros para confesar nuestra ignorancia,
1990 y pedir lumbre al Señor para considerar las maravillas de
aqueste divino misterio. En el cual, y en el misterio de la
Santísima Trinidad, como dice San Agustín, nuestro enten-
dimiento alcanza menos y nos es más necesaria la fe.
Las hijas de Sión manda Dios que salgan a ver al Rey
1995 pacífico, humanado y nacido en Belén; y también son man-
dadas que salgan a verlo mañana por las calles en la pro-
cesión. Sión, atalaya quiere decir; y sin atalayar a Dios,
viéndole faz a faz en el cielo, o sin atalayarle en la tierra
por fe, ninguno es digno de le mirar, ni tiene que ver en
2000 este convite. Mas los ángeles, que en el cielo le ven, y los
hombres fieles que hay en la tierra, salgan mañana a ver
la hermosura de aqueste Señor y glorificar a su bondad con
alabanzas y encendido amor. Hermoso era Cristo en el por-
tal de Belén y hermoso es ahora, estando por presencia real
2005 en la iglesia. Hermoso en los brazos de su santa Madre,
hermoso, y aún más hermoso, en las manos de un sacerdote,
aunque pecador; porque cuanto El muestra mayor bondad
en ponerse en manos de persona más indigna, tanto parece
mejor su hermosura, pues hemos dicho que lo bueno es her-
2010 moso. Y si fué hermosura particular estar Dios hecho niño,
reclinado en un pesebre y vestido de pobres pañales, no es,
por cierto, menor ir mañana en las andas, consagrado y
abreviado, con pobres vestiduras de accidentes de pan.
Y si la guirnalda de su sacratísima humanidad que le
2015 dió su santísima Madre — la cual El no tenía — fué cosa muy
maravillosa, también lo es que un sacerdote, aunque peca-
dor, con las palabras de la consagración, ya que no dé a
Cristo cuerpo de nuevo, dale que esté donde primero no es-
taba y un ser sacramental lleno de inefables maravillas, el
2020 cual no tenía antes de la consagración.
Y si el día de su santa encarnación fué día de su despo-
sorio y de alegría de su corazón, sepamos que también lo
es el día de mañana, en el cual el Señor con unas ánimas se
desposará, si se aparejaren para recebir la gracia de nuevo;
2025 y a otras, que están desposadas con El por estar en su
gracia, les añadirá más gracia para que el desposorio sea
más firme. Y porque el fin de su encarnación, y de su vida,
y trabajos y muerte es el bien de las ánimas, como fué día
de su alegría el obrar nuestra redempción, así es día de su
2030 alegría mañana, en el cual entra en nuestros pechos, y sale
por esas calles a poner en efecto su redempción, buscando
1988 Ps. 118, 18.
1993 Of. San Agustín, De Trinüate, 1. r, c, 2 : ML 42, 822; cf.
Senn\ 232, c. 7, 7 : ML 38, mi.
572
SERMONES. CICLO TEMPORAL
ovejas perdidas para traerlas a su rebaño, guardando y con-
fortando a las que están en su gracia y dando a unos y a
otros los frutos del derramamiento de su sacratísima sangre.
2035 Conoce, cristiano, este día alegre de tu visitación, por-
que no seas condenado con la ingrata Jerusalén; y despabila
tus ojos para ver mañana a este Señor benditísimo, que sale
mañana para ser visto, y manda que le miren todos. Que
pues El te miró con ojos de amor cuando, antes que fueses
2040 nacido, puso su vida por ti, y El te crió y te hizo cristiano,
y te ha mirado con ojos de misericordia, librándote de mu-
chos males y- haciéndote muchos bienes, unos de los cuales
tú sabes — y éstos son los menos — y otros sabrás cuando es-
tés en el cielo; y en toda tu vida este Señor ha de ¡tener
2049 cuidado amoroso de ti, y ha puesto sobre ti los ojos para
que no te le pierdas de vista, como pastor cuidadoso con oveja
amada, mírale tú mañana a El con mucho agradecimiento y
amor; busca lugar para que le puedas mirar muy despacio,
y ceba tus ojos en su hermosura, pues El te da licencia, y
2050 aun te manda que así lo hagas.
Y mira no te dé en rostro ni te canse el mirarlo. Que si
San Agustín dice de sí que no se harta de considerar el alteza
del consejo de Dios, con que dió remedio al género humano,
no te fastidies tú de con los ojos del cuerpo y del ánima mirar
2055 este admirable modo que el Señor ordenó para enseñarnos
este amor y hacernos mercedes, con el cual, estando en el
cielo, está con nosotros, y el que a todo el mundo universo
tiene en su mano, es llevado en aquel relicario con grande
admiración de los ángeles, que por ello le dan muy particu-
2060 lares loores.
¡Si te supieras apro- Y pues esta fiesta se hace por ti,
vechar de la pro- aprovéchate de ella, y confúndete de
cesión! llevar corazón tibio, considerando
cuán regocijados y fervorosos van
2065 los ángeles con el Señor en la procesión y cuán más amoroso
va contigo el mismo Señor; pues te ama ahora de presente
en esta procesión con aquel amor que te amó cuando anduvo
la otra del monte Calvario. Si esto entiendes, si estas mer-
cedes pasan a tu corazón, si tienes tu corazón herido y en-
2070 clavado con los clavos que enclavaron los pies y manos de
aqueste Señor, herido con la lanza que hirió su sagrado
costado, pon mañana tus ojos en El con blanda y amorosa
vista, y tras los ojos envíale tu corazón, haciéndole gracia
de él y suplicándole te lo guarde y lo tenga en compañía del
2075 suyo.
Y si vas delante de la procesión, vuelve de rato en rato
2035 Of. Le. 19, 44.
30. VÍSPERA DEL CORPUS
573
tus ojos a lo mirar; y unas veces pídele perdón de tus pe-
cados, otra dile: Mis ojos siempre al Señor, porque El libra-
rá del lazo mis pies; otra: Como los ojos de la esclava mi-
0 ran a las manos de su señora, así nuestros ojos al Señor
siempre miren, hasta que haya de nosotros misericordia.
Y está muy atento al dulce cantar que le van diciendo en la
procesión: Nobis datus, nobis natus — ex intacta Virgine,
que quiere decir en romance: Este Señor nos es dado y
¡5 para nosotros nacido de la sin mancilla Virgen María. Gó-
zate con tales palabras con todo corazón y con todas tus
fuerzas, pues oyes en ellas que el riquísimo, inmenso y her-
mosísimo Dios hecho hombre nació para ti y es dado a ti;
cosa por la cual te debes tener por más bienaventurado y
K> rico que si fueras Señor de cuanto Dios ha criado en el cielo
y en la tierra.
Dile a tu ánima que considere esto y que cese ya de andar
fuera de sí, mendigando por las criaturas unos bienes que
en la Verdad no lo son y le hacen olvidar y perder este que
95 verdaderamente lo es. Dite a ti mismo: "¿Yo qué más quie-
ro, sino gozar de esta procesión que me hará rico? ¡Muy
avariento es a quien Dios no le basta! Quiero poner mi cui-
dado en aparejar mi ánima con penitencia, con reverencia,
sacramentos, y con ejercicio de buenas obras, para alcan-
00 zar y poseer a este Señor y no perder por mi culpa tan
grande dádiva como El me da por su misericordia; que
aquesto me basta".
¡Oh qué prudente serás si esto entendieres y de ello te
supieres aprovechar! Ten, hermano, a Jesucristo por tuyo;
•05 usa de El como de cosa tuya; y para tus penas y para tus
gozos, y para alcanzar perdón, y para hacer buenas obras,
ninguna necesidad ternás que El no sea bastante para la
remediar. Usa de El como de Maestro para aprender cómo
has de vivir; tenle por tu verdadero Rey y Señor, y obe-
110 décele como a tal; séle agradable como a tu Redemptor;
arrímate a El como a tu verdadero Amparo; mírale como
a Dechado para le imitar; tenle por tu Abogado delante
del Padre, y para lo que pretendes, piensa que tienes Re-
medio en El.
15 No te hartes de lo mirar con entrañable amor, como a
cosa tuya, y procura de honrarle, con que, con los ojos que
le has mirado, te guardes mucho no mires las vanidades, ni
cosa que no convenga mirar agora, en secreto [ni público].
Que ya sabes que los moros que iban a la casa de Meca y
20 veían el zancarrón de Mahoma, se sacaban los ojos por no
ver con ellos otra cosa alguna, habiendo visto aquella mise-
rable reliquia. Sácatelos tú, no como aquéllos, según la le-
2079 Ps. 24, 15. 2081 Ps. 122, 2.
2i>86 Rit. Rom. tit. g, c. 5, hymn. «Pange, lingua».
574 SERMONES. CICLO TEMPORAL
tra, mías mortificándolos para que no vean cosa indecente,
pues han visto a este Señor, fuente de toda bondad y lim-
2125 pieza. Sabe estimar esta vista, y con tal aparejo mira al
Señor, que puedas decir con verdad lo que el patriarca Ja-
cob dijo cuando luchó con el ángel: Vi al Señor faz a faz
y fué hecha salva mi ánima. Gózate mucho de tan dichosa
suerte como te cupo por la misericordia de Dios, de que
2130 fueses cristiano y acompañases mañana a este Señor en la
procesión; y duélate entrañablemente de la gente que no
lo cree, y de la que lo cree y no lo trata con debida reveren-
cia y no lo recibe con la debida limpieza.
Suplícale, con gemido que salga de lo más dentro de tus
2135 entrañas, que te perdone a ti y a ellos las faltas que se
han cometido en el tratamiento y veneración de la divina
Persona que en el Sacramento está; y que envíe El su lum-
bre y su gracia con que los infieles lo crean; y los cristia-
nos, con particular devoción, con entrañable agradecimien-
2140 to, con encendido amor, le honremos y le reverenciemos y
le recibamos; y que no permita El que aquello que con
inefable misericordia nos fué dado para remedio de nuestros
pecados, se nos torne en mal y ocasión de hacer más pe-
cados.
2145 Y si de esta manera fueres mañana en la procesión, en-
tenderás por experiencia que la salida del Señor por las ca-
lles no es humana invención ni obra ociosa, como tampoco
lo era cuando andaba por las calles y plazas de Jerusalén;
porque vendrá tu ánima mejorada, como quien ha estado
2150 en un dulce convite; verná más confortada en la fe de
aqueste divino misterio y más inflamada en su amor con las
centellas que de El han salido. Y sabrás que es mejor ir
a esta procesión y a las congregaciones públicas de la Santa
Iglesia, qüe quedarse en secreto, con título de mayor reco-
2155 gimiento.
Sentirás a tu ánima con aquestas cosas tan adelante en
la esperanza de tu salvación, que tendrás por prenda de
ella el haber mañana sido compañero de Jesucristo nuestro
Señor, yendo en una misma calle con El. Porque, según es
2160 El copioso en misericordia, y agradecido a los servicios que
le hacemos — y más son intercedes que El hace a nosotros — ,
que en pago de que le fuiste a acompañar en el día de su
alegre fiesta, en la cual salió de su casa para andar por las
calles, te saque El de tus ruines caminos y te dé gracia
2165 para andar por los que El anduvo de sus hermosas virtu-
des; y que para el día de tu muerte le recibas en este di-
vino Sacramento, y como quien le acompañó en la tierra,
te haga El compañero suyo y participante de su reino, dán-
dote para siempre gloria. (
2128 Gen. 32, 30.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
575
37 Procesiones de pasión y procesión de alegría *
Víspera del Corpus
(Valencia, Bábfl. Cal. Patriarca, Ms. 1048. fif. 181 r - 202 v;
ed. 1506, I, pp. 45-04.)
Pro co Quod laboravit ¿Mima cius, vidcbit et satu-
rabitur. Porque trabajó su ánima verá y será harto
ds. 53. I"!)-
Excelente singulari- Las justísimas razones que hubo
> dad de la fiesta del para que esta santa festividad del
Corpus Cuerpo de Jesucristo nuestro Señor
fuese instituida y celebrada en nues-
tra Iglesia cristiana, en reconocimiento y hacimiento de
gracias de esta inefable merced que el amoroso Señor nos
0 hizo de quererse quedar con nosotros acá El mismo por pre-
sencia real en este Santísimo Sacramento, notárnoslo en
otros sermones. Y lo que hoy nos conviene particularmente
tratar en aqueste presente, es de una excelente singularidad
que esta fiesta tiene, que así por ser ella digna de mucha
•5 consideración como por no haberla en ninguna de las otras
fiestas, por grandes que sean, causa mucha admiración y
pone deseo de saber su causa.
Instituirse día de aquesta santa fiesta, y que sea de hol-
gar y que se rece propio oficio de ella, y que tenga octavas
¡0 solemnes, cosa nueva fué en la Iglesia, porque de nuevo fué
instituida por el papa Urbano IV y confirmada por el santo
Concilio de Viena, como en otro sermón hemos dicho. Mas
si miramos que también hay en la Iglesia católica otras mu-
chas fiestas, así del Señor como de sus santos, que con toda.»
25 estas dichas solemnidades son celebradas, no parece haber
singularidad ni ventaja de ésta a las otras, pues no vemos
en qué les exceda.
Verdad es que quien con atención mirare el resplandor
de aqueste sacrosanto misterio, en el cual la persona misma
30 de Jesucristo nuestro Señor está presente, y con El cele-
bramos la fiesta, hallará que esta fiesta echa de sí unas
luces y pone en el ánima un sentimiento, que aunque en el
V = Valencia, T = Ed. || 5 santa om. T | 6 nuestro -Señor Jesucristo T \\
13 este T
18 esta T || 19 oficio propio T |¡ 23 la] santa add. T || 27 las 7"
29 este T | misma Persona T || 33 las om. T || 34 otras] fiestas íi<¡.i. T ||
* El índice del Ms. de Valencia lo titula : iDe eodem die» ;
el sermón anterior era «de Sanctissimo Sacramento».
21 Urbano IV, Const. tTransüurust (1264) : Hull. Rom., t. 3,
pp. 705-708.
22 C. 1, de reliquiis et ven. sanct., III, 16, tn Clem. ¡ cf. ser-
món 35, pp. 507 ss.
576
SERMONES. CICLO TEMPORAL
celebrar con solemnidad haya comunidad entre ella y laa
otras, mas todavía aparece en ésta una particular excelen-
35 cia, una majestad no común. Y quien bien quisiere apare-
jarse para recebir lo que en ella se da, sentirá cuán particu-
lar cosa es fiesta de Corpus Christi; y verá cumplido en si
lo que de ella está escripto: Aparejaste, Señor, en tu dul-
cedumbre al pobre. Mas aunque esto es ansí, y muy bastante
40 para estimar esta santa fiesta, lo que en ella causa singular
maravilla es mandarnos la Iglesia que hagamos mañana una
procesión con cuan grande solemnidad alcanzaren nuestras
fuerzas, y saquemos al Señor de su palacio real y lo llevemos
por nuestras calles con suaves cantares, fiestas y gran re-
45 gocijo. Esta particularidad tan preciosa no se hace en fiesta
ninguna, ni del Señor ni de sus santos, aunque sea en los
alegres días de su nacimiento, resurrección y ascensión, en
los cuales con singular gozo y justísima causa los cielos y
ia tierra se alegran.
50 Y si esta salida del Señor fuera a visitar y comulgar a
algún enfermo, aunque es cosa digna de grande admiración
y que pide singular agradecimiento por tan amorosa merced,
mas ni es nueva en la Iglesia ni está muy oculta su causa;
pues es cierto que aquella caridad que le hizo salir del cielo
55 a Betlem y después a la cruz a salvar los pecadores y medi-
cinar sus enfermedades, aquella misma le hace salir de su
casa cuando le han menester, a les visitar y consolar, para
que recibiéndolo gocen ellos de la copiosa redempción que El
les ganó, y El reciba contentamiento viendo que su muerte
60 y pasión no salen en balde en aquellos a quien va a visitar.
Mas mañana no vamos con el Señor a visitar enfermos,
sino a placeres y fiestas con El. Cosa, por cierto, Señor,
para vos, muy nueva, iros a pasear por las calles y con
regucijos, y cuanto más nueva, tanto más nos hace ad-
65 mirar y con grande deseo suplicaros nos digáis el porqué
de cosa tan nueva. Mas no permita vuestra misericordia
que este nuestro deseo nazca de aquella curiosidad que
nace a los hombres del natural apetito que tienen de sa-
ber lo que les cumple y lo que no les cumple. Ni tampoco
70 permitáis que nazca de infidelidad, queriendo saber para
creer. No, Señor, no, por quien vos sois; porque no nos
comprehenda lo que está escripto: Si no creyéredes, no en-
38 de ella om. T | escrito T || 3» así T || 42 gran. T || 45 hace] cuenta T || 49
y'] con add. T
'55 a3] por T || 62^63 para vos, Señor T ]\ 64 regocijos T || 71 Señor] no,
Señor add. T || 72 escrito T || 74 Dios] Vos T
39 Ps. 67, II.
S8 Cf. Ps. I2Q, 7.
69 Cf. Aristóteles, Metaph., 1. 1, c. 2 ; Santo Tomás de Aqui-
no, Summa contra Gentes, 1. 3, c. 25.
37- VÍSPERA DEL CORPL'S 577
tenderéis. Firmemente creemos — .por vuestro don — que lo
que vuestra Iglesia ha ordenado es inspirado por Dios y muy
75 conforme a vuestro contentamiento y a nuestro provecho.
Mas deseamos saber la intención vuestra en esta fiesta,
para mejor acertar a la celebrar e ir con vos como debe-
mos en la santa procesión que para mañana la santa Iglesia,
inspirada por vos, tiene ordenada.
80 La procesión del Cor- A esta pregunta, provechosa y
pus, recompensa de justa, responden las palabras de
las que hizo Cristo en nuestro tema, aunque muchos anos
n . - antes dichas por el profeta Isaías,
su pasión y en romance dicen as¡. porque
85 el ánima del Señor pasó trabajo,
verá y será harta. Palabras breves y sentencia profunda,
la cual declara el apóstol San Pablo con mucha más copia
de palabras, que son como glosa de aqueste texto. Dicen así:
Humillóse el Señor Jesús a sí mismo, hecho obediente hasta
90 la muerte, y muerte de cruz; por lo cual el Padre lo ensal-
zó y le dió nombre sobre todo nombre, para que al nombre
de Jesús toda rudilla se incline, así de los celestiales como
de los terrenales y los que están debajo de la tierra, y toda
lengua confiese que el Señor Jesús está en la gloria del Padre.
95 Justísimo galardón, por cierto, y muy clara razón que
aquella sobrepujante e inefable bondad de Dios, que le hace
llegar a tanto que El mismo se dé en galardón, y galardón
eterno, en pago de un jarro de agua fría dado por su amor — y
que salga de corazón limpio y que esté en estado de gracia — ;
LOO no es justo que bondad que con tal galardón galardona una
obra pequeña hecha a un hombre pequeño, deje de galar-
donar tan grandes servicios, tan excesivos trabajos de Je-
sucristo nuestro Señor, cuya obediencia y amor le hicieron
llegar a padecer -na muerte en la cual se juntaron tan gra-
tos ves tormentos, tan calificadas deshonras, que no se haya
hallado desde el principio del mundo, ni se hallará hasta el
fin de él, haber cosa igual.
Y si se junta con esta grandeza del servicio la grandeza
e valor inmenso de la persona que lo padeció, que es per-
no sona divina, veremos que no sólo hay justa razón, mas que
sobra para que el Padre lo ensalce en cuanto hombre, dán-
dole nombre sobre todo nombre, dignidad sobre toda dig-
nidad, para que El tenga el principado sobre todas las co-
86 harto T | y2 om. T || 87 mucha om. T \\ 88 este T Dice 7' |¡ 92 rodilla
T || 94 Jesús om. T
97 tanto] a add. T | da T || 101 pequeña] y add. T , a un] por T || 105
tormentos] con add. T
86 Cf. Is
94 Of. P
.Avila 2
578 SERMONES. CICLO TEMPORAL
sas, y haciéndole Señor de todo lo criado, mandó que, u de
115 gana u de fuerza, toda criatura en el cielo y en la tierra
y debajo de la tierra le incline la rudilla, en reconocimiento
de supremo señorío, y le sea dado el honroso y piadoso
nombre de Salvador del mundo, con mucha más razón que
lo dió Faraón al casto Josef , el cuál fué figura de aqueste
120 Señor, no sólo en la singular castidad, mas también en el
ser vendido de sus hermanos y echado en cárcel sin culpa
y en la mucha honra que después recibió.
Y de aquí nace que los pasos de la sagrada pasión, que
con mucha deshonra Jesucristo nuestro Señor padeció, quie-
125 re el celestial Padre que en la santa Iglesia cristiana sean
honrados y solemnizados, así en las siete horas canónicas
como en el ara y altares y vestiduras sacerdotales, en el
santo sacrificio de la misa, representando todo y significan-
do muy en particular la muerte del Señor y sus circunstan-
1S0 cías de ella. Pues el Altísimo Señor quiso que en todas estas
cosas correspondamos oon honra y servicio a la deshonra
y dolor con que su benditísimo Hijo lo padeció, ninguna
razón sufre que, siendo honradas las cosas menores con
colmo de honra, queden sin correspondencia las cosas ma-
yores.
135 Y para que más nos acerquemos a nuestro propósito,
conviene que os acordéis que en tiempos pasados el arca
del testamento del Señor no estuvo queda en un solo lugar,
mas primero fué llevada del disierto a la tierra de promisión
y colocada en Silo — que fué camino asaz largo — ; después
140 fué llevada a la guerra y captivada de los filisteos, en cuya
tierra anduvo de ciudad en ciudad; y de allí fué traída a Bet-
sames, y de allí a Cariatiarim, y después a Masfad, y des-
pués a Gálgala; y después fué llevada otra vez a la guerra,
y también estuvo en Nobé, y después en casa de Aminadab,
145 y de allí la trujo David y todo Israel a casa del levita Obe-
dedón y después la pasó David a su alcázar, donde la tuvo
con mucha honra.
— '¡Oh, válame Dios, Señor! ¿Para qué tantas procesio-
nes con aquella vuestra arca, que, si tuviera sentido, se
150 cansara y quejara de tantas mudanzas largas y trabajosas?
— No fué esto sin causa; mas para que sepáis que así como
109 e] y T || 113 sobre] en T \{ 114 mandando 7" | u] o T |:| 115 u de] o
por T || 116 rodilla T \\ U» este T
130 ella] Y add. T
138 desierto T || 140 cautivada 7' || 142 Cariaturim V || 152 aquella T ||
114 Col. i, 18.
118 Gen. 41, 45.
130 Cf. Concilio de Tremo, sess. 22, ce. 2, 5.
139 Cf. Num. 10.
144 Cf. 1 Reg. 4, 1-7. i-
147 2 Reg. 6, 1-23.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
579
aquel arca de palo y dorada fué figura de la sacra huma-
nidad de Jesucristo nuestro Señor en muy muchas cosas,
también lo fué en figurar con sus muchas procesiones de una
155 parte a otra las muchas y muy penosas que el Señor había
de pasar. ¡Oh Señor, y qué bien cumpliste la figura del arca
en ser Arca de la divinidad, cuán bien la cumpliste en andar
tú más procesiones que ella, y con mucho dolor y deshonra
tuya, no sintiendo la otra arca lo uno ni lo otro!
160 Caminó nuestra Arca en el día del Jueves Santo desde
Betania al sacro Cenáculo de Jerusalem, dejando allí a su
sacratísima Madre muy llena de penas, como lo iba El; y
anduvo camino de dos millas, con pasos bastantes para can-
sar a su delicadísimo cuerpo, mayormente con la carga de
165 la compasión que de su sagrada Madre llevaba. Y después
de esta procesión que con sus discípulos hizo, se siguió otra,
desde el dicho Cenáculo hasta el huerto de Getsemaní, donde
fué preso; que hay dos mil y trescientos y treinta y ocho
pasos, que, según El estaría cansado del primero camino,
170 y del trabajo del lavar los pies a sus discípulos, y de la
gran tristeza que su ánima sintió, no se pudieron dejar de
andar sin grande cansancio.
Mas, en lugar de descanso, es el Señor preso, y con muy
mal tratamiento es llevado cuesta arriba hasta casa de Anás,
175 que estaba en lo alto del monte de Sión, en distancia de otros
mil y tantos pasos; de allí anduvo otros cuarenta y ocho
pasos hasta la casa de Caifás, en la cual fué muy maltratado
gran parte de la noche; y lo demás de ella estuvo preso y
atado a una coluna en una estrechísima cárcel. Y tras haber
180 estado toda la noche en pie, anduvo por la mañana otra pro-
cesión de mil y trescientos y cincuenta y cuatro pasos que
había desde casa de Caifás hasta la casa de Pilato. De allí
fué llevado a casa de Herodes, que hay ciento y veinte pasos;
y después los tornó a andar, siendo traído de Herodes a
185 Pilato. El trabajo de todo lo cual fué tan grande, que, si no
fuera por vía de milagro, no se pudiera tener el Señor en pie.
Mas si cotejamos el trabajo de aquestas procesiones ya
dichas con la postrera que le quedaba de andar, de casa de
Pilato hasta el monte Calvario, para allí acabar de derramar
156 Oh Señor - cumpliste] Cuán bien cumplistes Señor T || 157 cuán] tan
T | cumplistes T || 158 tú om. T || 159 tuya om. T | lo om. T
162 santísima T || 163 dos millas T, lac. in V ] con pasos om. T || 166
siguió] la add. T || 168 2338 l<" || 16» estaba T || 172 sin] con T
174 hasta] la add. T || 176-177 cuarenta y ocho pasos T. lac. in V || 179
columna T || 181 1754 V |! 182 la om. T
187 estas T || 188 con] el de add. T || 189 derramar] toda add. T || 190
161 Mt 26, 17 ss. ; Me. 14, 12 ss.
166 lo. 18, I ss.
580
SERMONES. CICLO TEMPORAL
190 su sangre y perder la vida en la cruz por nosotros, parecerá
que, aunque las pasadas le fuesen muy costosas, en compa-
ración de ésta se pueden contar por livianas .Aquélla, Se-
ñor, aquélla fué procesión dolorosa, según que vos que la
pasastes, muy bien sabéis; en la cual, sobre el cansancio
105 de la noche y día y sobre la flaqueza causada de los malos
tratamientos que en casa de Pilato recibistes en vuestro sa-
cratísimo cuerpo con crueles azotes, con agudas espinas, y,
como Bsaías dijo, todo hecho como leproso y tan maltra-
tado, que, aunque os. pusieran encima de una cama blanda
200 y os menearan aun por pequeño espacio y con mucho mira-
miento y sosiego, os fuera grave dolor; y no lo hacen así,
mas, añidiendo dolor a dolor, ponen sobre vuestros sacratí-
simos hombros dos pesados maderos, uno de quince pies en
largo y otro de diez, para que como viga de lagar os apre-
205 tasen y moliesen; y mandan os ir con este peso, no cinco o
seis pasos, mas mil y ochocientos y sesenta y dos, que son
los que hay desde casa de Pilato hasta el monte Calvario.
¿Quién pudiera pensar que tal crueldad se pudiera ha-
cer? Que parece, o que el Señor no sentía pena en lo que
210 padecía, y por eso lo podía llevar,' o, si lo sentía, su amor
y su dolor eran tales, cuales nunca se vieron ni se verán.
Y porque no tomasen los hombres malos ocasión de pensar
que no 'lo sentía o que lo sentía poco, fué ordenado por la
Providencia divina que, para que rastreásemos algo de cuán
215 graves eran sus dolores, de cuán grande el cansancio de
su divina Persona, cuán pesada la cruz y cuán extremada
la flaqueza de su sacratísimo cuerpo, que, si no fuera por
milagro, no sólo andar, mas aun vivir no pudiera; comen-
zando a andar distancia de veinticinco pasos, apretó tanto
220 el peso de la cruz al Señor, que dió con El en el suelo, para
que así públicamente a todos constase, presentes y por ve-
nir, y aun a sus mismos enemigos que lo llevaban a cruci-
ficar, que los dolores del Señor no eran de burla, sino muy
de verdad, pues tal obra hicieron en El.
235 Y porque esto fué tan notorio aun a sus enemigos, or-
denaron ellos que, porque no se acabase la vida al Señor
hasta que llegase al monte Calvario, donde lo querían poner
en cruz, y que muriese en ella, acordaron de no se la tornar
a poner encima de los hombros y ponerla sobre algún hom-
230 bre de muchas fuerzas que la pudiese llevar. Mas ella era
perder] dar T || 194 pasasteis T |,| 195 y,] del add. T \\ 196 reoebistes T \\
200 .menearon V |l| 201 yj mas T \\ 202 añadiendo T || 206 1772 V || 207 des-
de] Ja add. T
311 su om. T || 219 veinte y cinco T || 222 llevan T
227 le 7' || 228 acordaron om. T | tornársela T || 232 gente T | iban] ha-
bía T | un T
190 Is. 53, 4.
224' Of. Pseitdo-BuenaVentura, Mi'dil. vilac Christi, c. 66.
37- VÍSPERA DEL CORPrS
581
tan pesada y el llevarla tanta deshonra, que entre muchos
millares de gentes que iban allí, ni aun hombre solo fué ha-
llado que por ruego, ni por dinero, ni por otro respeto la
quisiese llevar; y tomaron por medio de constreñir por
235 fuerza a Simón Cirenense, para que, aunque no quisiese, la
llevase y siguiese al Señor, al cual, aunque le quitaron el
pesado madero de encima de los hombros, no por eso, en
lo que restaba del camino, le dejaron de lastimar con malas
palabras y con desacatadas obras, y pregonándolo con voz
240 alta de pregonero por malhechor, y no como quiera, sino
muy señalado; y al estruendo y pregón salían las gentes a
las puertas de sus casas, y otros a las ventanas, para verlo
llevar, deshonrado y afligido, compadeciéndose muy pocos
de El y gozándose casi todos y los más principales de su
2*5 mal tratamiento, diciendo que lo tenía muy bien merecido
y que aun mayores tormentos, hasta quitalle la vida, le
habían de dar.
¡Oh misericordiosísimo Padre! ¡Oh inmenso en bondad
para galardonar aun los pequeños servicios que se hacen
250 por vos! ¿Podrá vuestro corazón sufrir que dejéis pasar sin
gu [a] lardón tantas y tan largas y costosas procesiones, es-
pecialmente esta postrera, que vuestro benditísimo Hijo an-
duvo por vuestra obediencia y por nuestro provecho, con
tanto dolor y deshonra, que ninguna lengua lo puede hablar
255 ni entendimiento humano ni angélico lo pueden alcanzar?
No es esto vuestro, Señor, pues que sois justo y juzgáis en
igualdad toda la tierra, como decía Abraham. Y pues se
celebra con mucha honra su santo nacimiento, y los otros
actos de su vida en diversas fiestas, y también las particu-
260 laridades de su pasión en el santo sacrificio de la misa,
mirad, Señor, que en pago de aquellas procesiones, espe-
cialmente de la que anduvo al monte Calvario, se haga en
toda la cristiandad tal día como mañana una solemnísima
procesión, en la cual vaya vuestro benditísimo Hijo honrado
265 y cercado de sus vasallos, como acullá iba de sus enemigos;
y que, en lugar de los mentirosos pregones que entonces se
dieron de El, le canten mañana las devotas alabanzas que
con mucha verdad y justicia caben en El.
Isaías dijo, hablando de este Señor: Si pusiere sai vida
270 por remisión de nuestros pecados, verá espiritual genera-
ción larga, que procede de El. Cumplidle, Señor, aquesta
235 Cirinense T || 246 quitarle T
248 inmenso en] inmensa T || 249 aun] a V || 250 por] para T |¡ 251 y ] tan
add. T || 254 pueda T || 265 pueda T || 256 que om. T || 261 mirad] mandad T ||
266 que¡ om. T
269 Esaías T || 271 proceda 7" | Cumplilde T | aquella T || 274 tenemos por
257 Of. Gen. 18, 25. 271 Is. 53, 10.
582
SERMONES. CICLO TEMPORAL
promesa, y mandad que aquellos por cuyos pecados El puso
su vida, vamos mañana en la procesión con El, confesando
que la generación espiritual que por El tenemos nos es
275 concedida, y con devoto ofrecimiento de nosotros a El le
digamos: "Volved, Señor, los ojos al derredor y mirad, que
toda esta gente, que aquí va en la procesión, se ha juntado
y venido a vos como a verdadero Señor y Redemptor suyo.
Mirad, Señor, y alegraos, y ensánchese vuestro corazón con
280 alegría de tener tantos vasallos, que aquí con vos van, más
determinados de morir por vuestra fe y por vuestros man-
damientos que los de 'la otra procesión os tenían aborre-
cimiento".
Salgan mañana los sacerdotes, a quien El tanto honró,
285 que los eligió por ministros suyos, y llévenlo encima de sus
hombros con gran reverencia y amor, tiniéndose en esto por
muy favoridos, en recompensa de que el Señor llevó la cruz
a cuestas y todos nuestros pecados encima de sí. Cérquen-
le los devotos cristianos, honrándole tan de corazón, que
290 echen delante de El la ropa en el suelo, para que la huellen
los pies de los que al Señor llevan, como hicieron los que
iban con El el día de Ramos. Mírenlo con mucho amor y
adórenlo con gran reverencia los que están en las calles y
desde sus puertas y de las ventanas. Váyanle incensando los
295 sacerdotes; bailen delante de El los legos con devota ale-
gría, como hizo David delante del arca, y resuene la tierra
con gran solemnidad; y con todo cuidado se ordene la fes-
tividad de mañana, que, para manifestación de la Justicia
divina, que honra a sus obedientes, ninguna de las deshon-
300 ras que le fué hecha a'l Señor en la otra procesión quede en
ésta sin que le corresponda una honra igual o mayor que
fué la otra deshonra.
Esta, pues, cristianos, es la procesión de mañana, sin-
gular y no celebrada en otro día ninguno; ésta la causa y
305 justicia de ella; éste el sentimiento con que se ha de cele-
brar, con memoria y correspondencia — por vía contraría-
de la otra procesión muy amarga que el Señor anduvo, en
la cual, como dice el tema, trabajó su ánima con graves an-
gustias, y su cuerpo con indicibles dolores; por lo cual quiso
310 Dios Padre que vea mañana en la procesión tanta muche-
dumbre de fieles vasallos que con devotas alabanzas y ser-
vicios protesten que son suyos, que den al Señor hartura,
descanso y consuelo.
K\~T, tenemos] y add. V |l| 276 los ojos Señor T | alrededor T ]| 279 alegraos
y om. T || 280 mas om. V
286 Brande T | teniéndose T || 287 favorecidos T || 293 gran] mucha T ||
297 todo] tal T
305 éste] es add. T || 308 grandes T |.| 3(10 Padre om. T | vean T || 312 pro-
testan T | dan T | hartura] y <i<f<¡. T || 313 y consuelo om. T
278 Cf. Is. 60, 4. 296 Cf. 2 Reg. 6, 5.
292 Gf. Mt. 2i, 8. 312 Cf. Is. 53, 11.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
583
¿Cómo celebrar con Ya que esta duda está satisfecha,
315 alegría los dolores quédanos otra no menos digna de
del Señor? preguntar ni menos provechosa pa-
ra saber, y es aquésta: que ¿con
qué corazón y con qué justicia podremos celebrar con tales
alegrías memoria de tales dolores? Y esto ponía a San An-
320 selmo en aprieto cuando lo pensaba, y de maravillado decía:
"¿Cómo, Señor, me alegraré yo de haber recobrado salud,
pues que me fué dada por tus dolores? ¿Cómo me gozaré
de mi vida, que te costó a ti muerte?" Esto dice este santo.
Y cierto, parece cosa extraña ir nosotros mañana en la
325 procesión cantando y bailando, en memoria de que el Se-
ñor iba en otra procesión llevando una pesada cruz a cues-
tas, cansado y sudando, y aun derramando por el camino
su preciosa sangre. La Escriptura dice que la música en el
tiempo del lloro es cosa importuna y pesada sin razón. Y no
330 parece ser consuelo del atribulado saltar y bailar en memo-
ria de sus trabajos; antes, si bien se mira, más parece
cosa de odio que obra de amor; pues que el que quiere mal
a otro se regucija de verlos y de acordarse de ellos; mas el
que ama tiene los trabajos de su amigo por suyos, y como
335 tales los siente y los llora, y aun muchas veces con mayor
sentimiento que el mismo amigo que los padece.
¿Qué es esto, cristianos? ¿Qué es esto que tenemos apa-
rejado para mañana: órganos, rríúsicas, danza y bailes; todo
fiesta de mucha alegría, sin mezcla de ninguna tristeza;
340 si en lo representado, en cuya memoria se hace, una gran-
dísima y purísima pena, sin ningún rastro de alegría? Si
nos mandaran representar aquella alegre procesión que los
santos Padres del limbo en el día de la resurrección del Se-
ñor hicieron con su benditísima ánima hasta el sepulcro,
345 para que desde allí él Señor resucitado, y glorioso en cuer-
po y en ánima, acompañado de hombres y ángeles, todos
llenos de alegría, fuese a visitar y consolar a su sacratísi-
ma Madre, como lo hizo, venía muy bien mañana hacer
muchas alegrías en nuestra procesión en memoria de otras
350 mayores que en la otra se hicieron. Mas celebrar memoria
de dolorosa pasión regucijándose los que tienen amor al
mismo Señor que padeció, eso ponía a San Anselmo en ad-
miración, y la pone a todos, con deseo de inquirir cuál sea
315 de] que T |[ 3U7 ésta T || 322 dada] salud add. T
327 sudado T [| 328 Escritura 7' || 329 sin razón y pesada T |¡ 331 más
om. V || 332 cosa] obra T | pues Om. T || 333 regocija 7' | de om. T
338 órgano T | danzas T || 340 si en] y siendo T || 342 procesión2 alegre 7" ||
346 en om. T ' 347 fuesen T || 349 nuestras procesiones T || 350 celebrar] ma-
ñana add. T |¡ 361 regocijándose 7' || 352 Señor om. T
323 Cf. San Anselmo, Oral. 41 ss. : ML 158, 935 ss.
329 Eccli. 22, 6.
348 Of. PSEUDO-Bl'ENAYENTT'RA, Mcdit. Vital' Cklisti, c. 74.
584
SKRMONES. CICLO TEMPORAL
la causa de correspondencia llena de tanta extrañeza y des-
igualdad.
355 Mas aunque esto parezca así al espíritu humano, que
no sabe juzgar de las cosas de Dios, la Iglesia, enseñada
por el Espíritu Santo, nos manda mañana celebrar esta
fiesta de la manera y con las alegrías que la celebramos,
según parece en la Clementína "Si dominum", cuyas pa-
®60 labras santas son éstas: "Así los clérigos con los pueblos
concurran gozosos a esta festividad y se ejerciten en ala-
banzas y cantares del Señor; y los corazones, deseos, bocas
y labios, todos digan cantares de saludable alegría. Cante
la fe, dé saltos de placer la esperanza, regocíjese el santo
366 amor, dé palmadas de regucijo la devoción; el coro cante
con mucha alegría, y la caridad se regucije; y todos los fie-
les se junten con alegre corazón y prompta voluntad y pon-
gan en obra sus loables ejercicios, celebrando la solemnidad
de tan grande fiesta".
370 ¿Habéis oído bien aquestas palabras? Pues con esta ale-
gría tan cumplida, que os he contado, nos está mandado
por la santa Iglesia que llevemos mañana al Señor por esas
calles, en memoria de su sagrada pasión, ¿cómo acertare-
mos a hacer esto, para que vaya bien hecho? Declarad-
37© nos vos, Señor, este enigma, como declaró e'l suyo Sansón
a su esposa.
Y debe ser ésta la declaración de esta duda: Que en
la pasión del Señor hay dos cosas que considerar: una
es mirando a ella raesima en si; y, según esto, muy dolo-
&80 rosa y penosa fué al Señor que la padeció, y, por consi-
guiente, lo debe ser a todos aquellos que le quieren bien,
y débenla sentir con amargura de lo entrañable de su cora-
zón y aun con lágrimas de los ojos en lo exterior. Y para
cumplir con esta obligación tan justa y celebrar con dolor
385 esta dolorosa memoria señaló la Iglesia el tiempo de la
Semana Santa, en la cual las cruces se visten de luto y
mudan los altares sus ornamentos, cántase la pasión del
Señor cuatro veces, según los cuatro evangelistas que la
escribieron, y hácese de ella sermón, y todo provoca a
390 sentimiento de compasión y tristeza, para que así pague-
mos el servicio de devoción al Señor que padeció por
nosotros. Y cumplimos con esta primera consideración mi-
356 cosas] obras T || 360 pueblos] legos T || 365 regocijo T || 366 caridadl
puridad T | regocije T || 367 pronta T |¡ 369 festividad T
377 ésta,] esto T |:| 379 misma T.\\ 380 de ] en T \\ 391 d«voci6n] rompa-
sión T l padeció] y padeció add. T || 392 cumplamos T
i,6g C. i, de rcliquiis et ven. sauct., III, 16, in Clem.
376 Of. Ind. 14, 17.
VISPERA DE]
rando la sagrada pasión en sí misma, que fué causadora
de penas al Señor, y a nosotros de compasión.
>5 Mas si la miramos sigún otra consideración, en cuanto
a los efectos que de ella proceden, hallaremos por esta vía
tanta materia para nos alegrar como por la otra hallába-
mos para nos entristecer. Lastimera cosa es pensar, que
Jesucristo nuestro Señor, sin deber nada, muriese, y muer-
do te de cruz; mas si se considera cómo, por merecimientos
de esta preciosísima muerte, han resucitado desde el prin-
cipio del mundo, y han de resucitar hasta el fin de él,
millones de ánimas de la muerte del pecado a la vida de la
gracia, y, después del general juicio, juntos nuestra ánima
>5 y cuerpo gloriosos han de vivir para siempre gozando de
Dios en el cielo, hallaremos mucho de que nos gozar, y
llamaremos muerte dichosa la que tantas y tan preciosas
vidas causó. Porque si San Gregorio llama al pecado ori-
ginal, porque remediado con tal redempción y por tal Re-
10 demptor, culpa dichosa, ¿cuánto más merecerá tal nombre
la misma redempción y muerte de Cristo, la cual no fué
culpa como la de Adán, mas pena tomada sin culpa propia,
con ferventísima caridad para destruir los pecados ajenos?
Este día vió Abraham en espíritu, y de verlo se gozó; no
15 cierto, de las penas que el Señor había de padecer, mas
porque vió que de ellas había de salir muerte del pecado,
vida de gracia y de gloria; el valor de lo cual no hay quien
lo aepa sentir ni decir.
De la pasión nació Y lo que más confirma lo dicho es
20 honra para Cristo que, aunque el Señor sabía cuánto
v mucho bien para ^e naDía de costar a El nuestro re-
nosotros medio, no sólo no huyó de él, mas,
poniendo los ojos en remediarnos y
no teniendo cuenta con los dolores y
^25 muerte que le había de costar, decía, viviendo en esta vida,
con ferventísimo amor nuestro: Con un bautismo tengo de
ser bautizado. ¡Cómo anduvo congojado porque se pusiese
en el efecto! Y así, cuando el día de su pasión vino y fué
bañado con su sangre en la cruz, aunque según Jeremías
30 dijo en persona de El : No hay dolor igual al mío, mas entre
395 según T | otra] esta T || 400 se considera] consideramos T | merecimien-
to T || 404 justos V | nuestra om. T || 408 vida T || 409 porque] fué add. T ¡
redención T || 410 Redentor T | merece T f| 411 redención T || 415 había de
padecer el Señor 7"
420 sabía el Señor T || 423 redemirnos T || 424 teniendo T || 425 vida] mor-
tal add. T || 426 baptismo T || 427 baptizado T | ando T || 428 efeto T ]]
429 Hieromías T || 431 con om. T |¡ 432 nosotros] que add. T || 433-434 vida
410 «O felix culpa, quae talem ac tantum meruit habere Re-
ikmptorem !» (Miss. Rom., Sabb. Sanct., praefat. in bciicdict. Ccrci).
414 Cf. lo. 8, 56. 430 Tiiren. 1, 12.
428 Cf. Le. 12, 50.
5S6
SERMONES. CICLO TEMPORAL
los mismos dolores estaba su amor tan vivo para con nos-
otros, sin se arrepentir, sin tornar atrás de comprar a
sus criados con precio de su preciosísima sangre y divina
vida, que, como 'la Escriptura dice, las muchas aguas de los
435 dolores ni los abundantes ríos de su preciosa sangre, no
pudieron apagar el amor, mas para siempre quedó vencedor,
y ansí decía el Señor: "Si todo esto que por los hombres
padezco no basta para su remedio, yo padeceré más y más".
Y pues, conforme al amor que a uno tenemos, es el gozo
440 que de su bien tomamos, ¿quién contará lo que el Señor
se gozó de nuestro bien, aunque ganado muy a su costa,
pues el amor de Cristo, como dice San Pablo, es mayor de
lo que puede ser conocido?
Ya, Señor, se cumplió vuestro deseo, que os ponía en
445 estrecho; y vino vuestro día, penoso por una parte, mas
muy gozoso por otra, en el cual hicistes la mayor hazaña
que nunca fué hecha, pues ejercitastes la mayor obra de
amor y con mayor amor que en el mundo se ha visto ni se
verá, muriendo por vuestros esclavos, no buenos, sino trai-
4frt dores. Y no es maravilla que de árbol tan preciosísimo sal-
gan fructos poderosísimos y dulcísimos y sean rescatados
los que primero estaban captivos; cobraron espiritual vista
de fe los que estaban en tinieblas y ciegos; reciben lige-
reza de ciervos para correr con fuerza y con alegría el
455 camino de Dios los que estaban de antes flacos y cojos; son
sueltos los que estaban presos en cárceles de pecados, ata-
dos con hierro y pobreza; y como dice San Augustín: Murió
el único, porque no quedase uno; quiere decir: porque tu-
viese compañeros y hermanos que juntamente con El goza-
460 sen de nombre de hijos de Dios y de la esperanza de ser
herederos del cielo.
¿Quién no ve, considerando estas cosas, cuán gran razón
hay para que bienes de tanto valor, preciosos y eternos,
sean celebrados con grandísimo gozo de dentro y de fuera,
465 así para honra de Jesucristo nuestro Señor, que nos lo ganó,
como por el grandísimo bien que a nosotros nos vino?
Providencia divina es esta del Altísimo Padre, que ha ma-
nifestado con tales efectos y con tales fiestas, que fueron
mtentirosos los que mal sintieron de su único Hijo, cuando,
470 llevándolo a crucificar y después de crucificado, decían:
"Mirá en lo que ha parado este hombre, sus sermones, mi-
divina T || 434 Escritura T || 435 sangre preciosa T |i| 436 para om. T || 437 ansí
decía el] hacía decir al T
446 hecisteis T |i| 451 frutos T || 454 fuerzas T || 457 pobreza] y toma Dios
por hijos adoptivos a los hijos de los homibres add. T | San Agustín dice T
468 efetos T \ y con tales fiestas om. T || 469 sentían T || 471 Mirad T ||
472 cría T
436 Cant. 8, 7.
443 Cf. Eiph. 3, 19.
455 Ts. 35, 5-6.
457 Ps. ioó, 10.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
587
lagros y la gente que le creía: El condenado a muerte;
sus discípulos, huidos, y todo, acabado y perdido".
Sean, Señor, confundidos los labios que hablan mentira;
475 y los corazones ciegos, que pensaban que su doctrina y
su vida era humana invención, y no obra vuestra, sepan
que, aunque pusieron en cruz y entre dos ladrones a vues-
tro único Hijo, procurando de envolverlo con los malhe-
chores para que la memoria de El fuese olvidada como la
480 de ellos, y que no hubiese hombre que creyese en El, ni
aun lo osase nombrar, que ha de ser todo al contrario de lo
que pensaron, hablaron y procuraron; y que todo lo que
hicieron no sólo no les aprovechó para salir con su mal
intento, mas que fué, como dicen, echar aceite en el fuego;
485 porque tanto más honrado y amado fué, y es, y será para
siempre vuestro bendictísimo Hijo, que cuanto más mal ellos
le hicieron y le desearon hacer, persiguiéndole con odio
rabioso, y El padeciendo con vuestra obediencia y amor.
Sepan, Señor, aquellos malos que, cuando pensaban que
490 los negocios de vuestro único Hijo estaban perdidos, enton-
ces comienzan a reverdecer con fuerza divina, la cual tanto
más resplandece y se manifiesta, cuanto menos hay de hu-
mano favor y cuanto más hay de humano disfavor. No
esté, Señor, esta lumbre, encendida por vos, debajo del
495 candelero; sea publicada en el mundo; sepan todos el pre-
ciosísimo y abundantísimo fructo que se siguió de morir
nuestro Señor Jesucristo por el bien de los hombres ; salgan
a público, y hágase alarde de la gente que ganó, no derra-
mando ajena sangre con lanza en la mano, mas siendo sus
500 sacratísimas manos rompidas con clavos; y con nuevo y
nunca visto modo de victoria, derramando su propia san-
gre y muriendo, fué vencedor.
Haced, Señor, que, en lugar de un pueblo que blasfema-
ba de El y tenía por acabada su fe y los que le creían,
505 salgan mañana pueblos innumerables en todo el mundo,
llenos de grande regucijo, creyendo firmemente en el cora-
zón y confesando devotamente con la boca que por los me-
recimientos de la muerte y pasión de Jesucristo nuestro Se-
ñor han recebido la sagrada lumbre de vuestra fe, y cono-
510 ciendo por un sólo y verdadero Dios al Padre, Hijo y Espí-
ritu Santo, y todo lo demás que enseña la santa Iglesia
católica.
Salgan también mañana con el Redemptor los muchos
captivos que en diversos pecados mortales estaban, hacién-
475 doctrina r (I 476 vuestra] suya V \< 483 aprovecha T || 486 benditísi-
mo T |l 487 lo2 om. T
493 cuanto om. T II 495 pública T || 496 fruto T " 501 Vitoria T
506 rcKocijo T | en] con T || 509 ha T | y om. T
513 Redentor T )\ 514 cautivos T \\ 517 demonio T | captivos T || 520 regó-
474 Gf. Ps. 96, 7.
688
SEBMONES. CICLO TEMPORAL
515 dolé gracias y confesando que, por la sagrada pasión de El,
les fué dado socorro con que hiciesen penitencia de su mala
vida, por la cual el dimonio los tenía cautivos, y mediante
los santos sacramentos que en la Iglesia hay, recibiesen el
perdón y la gracia. Vayan mañana con el celestial Médico,
520 y regucijándose con El los que han sido sanos, por los me-
recimientos de su pasión, de largas y espirituales enferme-
dades, dándole gloria y agradecimiento. Y todos mañana se
acuerden, cada uno en particular, del tiempo que el Señor
le ha sufrido cuando vivía en pecado y de los peligros del
525 cuerpo y de ánima de que le ha librado; de las flaquezas
y enfermedades espirituales de que le ha sanado, de las
buenas obras que le ha hecho; y agradeciéndolo todo a
esta sagrada pasión, fuente de todo nuestro bien y reme-
dio, cante cada uno con devoción ál Señor aquel cantar
530 de David: Anima mía, bendice al Señor, y todas las cosas
que están dentro de mí bendigan a su santo nombre; por-
que El ha sido manso y perdonador de todas tus maldades,
y El sana todas tus enfermedades, conserva tu vida que
no caiga en muerte, y corónate con misericordia y miseri-
535 cordias.
Salgamos todos mañana con este Señor, protestando que
El es nuestro verdadero Criador y Pastor, y nosotros, por
su gracia, ovejas de su rebaño, que nos quitó de la boca
del lobo infernal y nos ganó y salvó con su sangre preciosa ;
540 y démosle gracias porque nos libró del reino del pecado,
que nos tenía subjetos; de la crueldad del dimonio, de las
penas del infierno, y encorporándonos en su Cuerpo, tomó-
nos por sus hermanos y diónos esperanza de reinar en el
cielo con El.
545 ¿Quién no dará saltos de placer, mirando que ha escapa-
do de la suciedad de la carne, de la amlargura de la malque-
rencia, de la hinchazón de la soberbia y de otros muchos
pecados en que se acuerda que anduvo y ha pasado a la
limpieza de la castidad, a la luz de la humildad y a la
550 blandura de la caridad, con la cuál ama a los buenos en
Dios y a los malos por amor de Dios? ¿Quién habrá que,
considerando que le ha dado Dios conjeturas que le ha per-
donado sus pecados pasados, y, como dice David, los ha
alejado tanto de nosotros cuanto hay de Oriente a Poniente,
555 no cante con alegría: Digan los que son redemidos por el
ajándose T «| 523 acuerden] y add. T || S24 los om. T \\ 505 de om. T ||
527 le om. V || 529 Señor] y add. T |.| 531 dentro de mi están T
536 todos] todos por esas calles add. T || 541 sujetos T ] demonio T || 544 <x>n
El en el ciclo T
547 de la om. T || 550 la om. T \í 555 cantara 7" | redemidos] deü enemigo
535 Qf. Ps. io2, t-4.
538 Ps. 94, 7.
554 Ps. 102, 12.
589
Señor de la mano del enemigo, y los ha ayuntado, tornán-
dolos a sí mismos de los sueltos derramamientos que antes
tenían: Alaben al Señor sus misericordias, y sus maravi-
llas en los hijos de los hombres? Que así lo hacen los que
han estado muchos años presos y metidos los pies en cade-
nas y grillos, que, cuando salen de allí, no se hartan de dar
saltos de placer, dando gracias a Dios, ejercitando los miem-
bros que antes habían tenido imjpedidos.
Sean, pues, vuestras voces nuevas, y corazones, y obras,
y renovándonos con la gracia del Señor y apartando de nos
el pecado, por apesado que esté en nosotros, corramos ma-
ñana con nuestro Señor humildes, devotos y agradecidos,
y tan regucijados de dentro y de fuera, que demos a enten-
der a todo el mundo que estamos tan gozosos y ricos con
tenerle a El por Señor, y con las mercedes que nos ha
hecho, y con la esperanza de las que nos ha de hacer, que,
de muy llenos de alegría, ni cabemos dentro de nosotros,
ni en nuestras casas, ni templos, y que salimos a lo ancho
de las calles y plazas a rebosar con exteriores señales la
grandeza del gozo que dentro de nosotros sentimos, acom-
pañando, y dando gloria, y celebrando triunfo al Señor,
que nos rescató de cautivos, muy mejor que los que Da-
vid rescató de los amalecitas, los cuales iban delante d^
él, y los que los veían decían: Esta es la presa que gar.ó
David. Véannos a nosotros mañana todos los hombres, toda
la tierra; mírennos los ángeles y santos del cielo, y sepan
que somos presa, que nos rescató y ganó Jesucristo nuestro
Señor, y lo llevamos en la procesión con agradecimiento y
confesión de que El es nuestro Criador y Redemptor. y
esperamos que será nuestro Glorificador.
Y porque nosotros no bastamos a hacer esto como se
debe hacer, rogamos a la tierra y al cielo nos ayuden a
dar a Cristo la honra y el agradecimiento que le son debidos.
Cuáles deben ser De lo dicho se saca muy claramente
mañana las seña- la respuesta de la pregunta ya dicha,
les exteriores de y es Que como on Ia Semana Santa
nuestro gozo sentimos y lloramos la pasión del Se-
ñor, tiniendo cuenta cómo le fué muy
penosa por nosotros y nuestros peca-
dos, así mañana, considerando que de la pasión del Señor
íijrf. 7" || 556 de la mano del enemigo om. T | juntado 7" || 557 mesamos r
566 Bpesado] pesado T | en] con T || 568 regocijados 7' || 573 ni J en los
add. T || 574 rebosar] mostrar T |l 575 sentimos] tenemos T J| 577 captivos T |
579 los veían] lo oían T I1 580 hombres] de add. T || 584 es El T \ y on>. T
593 teniendo T || 594 nosotros y om. T
559 Cf. Ps. io6, 2. 8.
564 «Nova sint omnia, corda, voces et opera» (Rit. Rom., tit. 9,
5, hymn. «Sacris soleniniis»). 580 1 Reg. 30, 20.
590
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nació honra y señorío para El y grandes bienes para nos-
otros, nos gozamos con El y manifestamos con exteriores
señales de alegría el agradecimiento de los bienes que por
su sagrada pasión nos vinieron.
600 Y también sacaremos de aquí la medida con que hemos
de tomar mañana este gozo. Porque así como tienen com-
pañía causa y efecto, así es razón que ni la pena que por
la sagrada pasión se tomia sea sin algún consuelo, ni el
gozo que por sus efectos se toma sea solo, mas que vaya
605 mezclado con las tiernas y dulces lágrimas que de la me-
moria de la pasión del Señor suelen nacer. Los que en el
cielo se gozan con el Señor tienen justísima causa para
beber puro el vino de su alegría, aunque se acuerden que
lo alcanzaron mediante el amargura de la pasión que por
610 ellos padeció el Hijo de Dios; porque están siguros de que
ya para siempre no perderán su alegría, y certificados que
no quiere Dios que mezclen tristeza con ella en poco ni en
mucho; y aunque ellos la quisiesen mezclar, El no con-
curriría con ellos, y por eso no se seguirá tal efecto. Por-
615 que así como por castigo de su justicia estará para siem-
pre 'lejos de los del infierno cualquier alegría, por pequeña
que sea, así, por su grande misericordia, huirá muy lejos
de los que están en el cielo, dolor, gemido, tristeza y cual-
quiera cosa que les dé pena en poco o en mucho.
620 Esto, hermanos, es lenguaje del cielo; mas los que en
este destierro vivimos, y no sabemos cuánto durará nues-
tra perseverancia en el bien, y que no nos ha vedado Dios,
antes mandado que tomemos saludable tristeza, debemos
celebrar estas santas festividades con gozo por el bien que
625 tenemos, y mezcla de temor porque lo podemos perder, y
de tristeza, aunque no desabrida, por los dolores que nues-
tro gozo al Señor le costó.
Lo cual no es invención mía, sino doctrina que nos da
la santa Iglesia en la dicha Clementina, enseñándonos con
630 lumbre del cielo cómo hemos de celebrar la festividad de
mañana, por estas palabras: "Esta es la gloriosa memoria
que hinche de saludable gozo los corazones de los fieles, y
juntamente les da devoción de lágrimas. Con alegría gozá-
ndonos, y con razón hacemos memoria de cómo fuimos liber-
636 tados; y acordándonos de la pasión del Señor, por la cual
nos vino esta libertad, dificultosamente podemos retener las
lágrimas, que no corran de nuestros ojos. De manera que
en esta sacratísima conmemoración tenemos juntamente gozo
602 efeto T [| 604 efctos T || 609 lo] la T |J 610 seguros T |[ 611-612 en mu-
cho ni en poco T j| 614 concurrirá T | efeto T || 616 infierno] y add. V
627 le om. T
617 Cf. Mt. 8, 12.
619 Cf. Apoc. 2i, 4.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
591
de suavidad y acompañamiento de lágrimas; porque nos
640 gozamos derramando lágrimas y tiniendo alegría llorosa;
porque el corazón lleno de grande gozo destila por los ojos
dulces gotas de agua". Todo esto dice la dicha Clementina,
y de ello sacaremos doctrina de la templanza que han de
llevar mañana nuestros corazones; conviene a saber, que
6*5 vayan gozosos y tiernos acompañando al Señor.
Y también se nos da [a] entender que mañana no es día de
representaciones dolorosas de la pasión del Señor, pues que
no se celebra con la amargura de la Semana Santa, mas por
el bien que causó, sigún hemos dicho. Y pues las tales repre-
650 sentaciones, siendo tan santas en sí, no vienen bien con la
procesión de mañana, por parecer cosa fuera del tiempo, cla-
ro está que muy menos se deben de consentir otros juegos
que en todo tiempo son indecentes, sino que todo vaya con-
forme al contentamiento de aqueste Señor, a quien se hace
655 la fiesta. Para lo cual conviene, y muy mucho, que ninguna
cosa, chica ni grande, se represente, haga ni diga, que no sea
examinada por persona grave y sabia; y que no se contente
con que no haya en estas cosas palabra de error, pero ni
deshonestidad manifiesta; y que tenga sentido cristiano y
660 espíritu del Señor, para gustar qué cantares y representa-
ciones le agradan a este Señor, a quien se hace la fiesta,
el cual, como es muy grave y honesto y le parece mal cual-
quiera ociosa palabra, cualquier hecho que no vaya acom-
pañado con mucha honestidad, claro está que lo que en todo
665 tiempo y lugar no le parece bien, peor le parecerá en su san-
to día, procesión y presencia.
Graves yerros he visto y oído acerca de esto, y mucho
se debe mirar que sea muy calificada la persona a quien se
comete este examen; y ésta hallada, mandar, «so graves pe-
670 ñas, que ninguna cosa se haga ni diga en esta ni en otras
festividades, sin ser examinada por ella; porque, de otra
manera, más sería renovar al Señor las penas de su pasión
que darle gozo con ver obrados en nosotros los efectos de ella.
Y esto sea a todos notorio, que lo que el Señor pretende
575 en todas sus obras y festividades no es que tomemos alegría
vana, de la cual ordinariamente se sigue algún daño del áni-
ma, mas la ganancia de nuestras ánimas y santificación nues-
tra; y por eso todo lo ordenado en las fiestas ha de ir con-
forme a este fin.
640 y] derramando lágrimas nos gozamos devotamente add. T | teniendo ale-
gres lágrimas y add. T || 641 por los ojos om. T
649 según 7' fj 652 de om. T || 654 este T f| 658 palabras T | pero
om. T | ni om. V ¡| 661 agradaran T [| 662 pare T [j 664 honestidad] y decen-
cia add. T
667 cerca T || 671 examinado T || 673 con ver] pues no ve T | efetos T
677 almas T
642 C. i, de reliquiis el ven. sanct., III, ió, in Olem.
592
SERMONES. CICLO TEMPORAL
680 Señor, ¿dónde vais? Este provecho de nuestras ánimas
— A mis hermanos le trujo del cielo a la tierra; éste le
busco puso la cruz en los hombros; y a
quien le preguntara, yendo por la
calle de la Amargura cargado con ella: "Señor, ¿dónde vais?
685 ¿Y por qué vais así tan ajenamente tratado de como vos me-
recéis?", respondiérale el Señor lo que Josef cuando le en-
vió su padre a visitar sus hermanos, y andando fuera de
camino, le preguntó uno qué buscaba, y él respondió : A mis
hermanos busco. ¡Oh válame Dios, y cuán fuera de su ca-
690 mino iba el Señor aquel día, pues que el padecer pena no
conviene al que no tiene culpa, y el morir no es cosa que cabe
en el Inmortal! Mas estas obras tan ajenas de El, mirada su
justicia y su omnipotencia, tomó el Señor y se abrazó con
ellas por obrar su misericordia para con los hombres, que es
695 obra muy propia suya, como lo había profetizado Isaías:
Que para obrar el Señor su obra propia, obró cosas ajenas
de sí; y aquel salir de su propio camino y aquello que parece
ser fuera de camino, fué entrar más en él, pues las obras de
su misericordia son a El más honrosas y para los hombres
700 más provechosas, y por eso las usamos.
Estaban los hombres fuera de su propio camino — el cual
es la ley de Dios — , y como dice Isaías: Todos nosotros erra-
mos, cada uno por su parte, como ovejas perdidas; y si el
piadoso Señor no saliera del camino de su descanso e inmor-
705 talidad (no porque perdiese lo que tenía, mas porque tomó
la sacra humanidad mortal y pasible, para en ella pagar las
culpas de los errados y descaminados), nunca encontrara
con ellos, ni los trujera a carráno, ni los ganara de este
modo.
710 Lo cual todo os he dicho para que sepáis que aquel mis-
mo deseo de buscarnos y santificarnos que le sacó del secre-
tísimo seno del Padre, donde estaba invisible e impasible,
y le puso humanado, sujeto a trabajos y muerte en aqueste
mundo, y le hizo predicar en templos, en casas, en calles,
715 en plazas y montes, en tierra y en mar, convidando a los
hombres con el remedio que El traía para todos los males que
ellos tuviesen, y rogándoles que se aparejasen con peniten-
cia para gozar de los dulcísimos fructos de su vida, trabajos
y muerte, que son eterna salud; ese mismo deseo le sacará
720 mañana de su casa, que es el templo, y de su sagrario, donde
680 almas 7' |] 681 trajo T || 684 de la] del T || 686 respondiera T | José T ||
691 al que] a quien T || 695 Esaías T | 696 para] por T | cosas] muy add. T
702 Esaías T ¡| 705 inmortal 7' |¡ 708 trajera T |] 708-709 <le este modo om. T
710 Todo lo cual T \\ 711 sacratísimo T || 713 lo T | este T || 714 Jo 7" ||
715 y,] en add. T || 718 frutos 7" || 720 es] el V \ y om. T
689 Gen. S7. 16. 7»3 Gf. Is. 53, b.
6q6 Is. 62, li.
DEL CORPUS
está escondido, a ir por nuestras calles en la procesión.
Y a quien de esto se maravillare y le preguntare: "¿Qué
os viene, Señor, por pasear nuestras calles de tierra, viles
y estrechas, pues tenéis por vuestras las anchuras del cielo
725 en que lo hacer? ¿No basta lo que paseastes por la tierra de
promisión con mucho cansancio, viviendo en carne mortal,
sin que, ahora que tenéis cuerpo inmortal y glorioso, y está
colocado en el cielo a la diestra del Padre, andéis por las
calles de nuestro destierro, que no son propio camino vues-
730 tro, pues por ser lugar de corrupción no son lugar de cuerpo
glorioso, que es incorruptible? ¿Sabéis qué responderá el
Señor a quien esto le preguntare? Todo eso sé yo; mas quie-
ro que sepáis vosotros que así como el Padre me envió por mi
encarnación a visitar a los hombres, y anduve caminos ex-
735 traños de mí por los remediar, así por ordinación de mi Pa-
dre salgo de mi sagrario y voy por estas calles a buscar mis
hermanos, para darles el fructo de mi muerte, que con fer-
ventísimo amor por ellos pasé".
¡Oh entrañas dulcísimas, de amor inefable! ¡Oh amoro-
740 so fuego, que siempre ardes y nunca te apagas! ¡Oh Corazón
más ancho que el cielo para sufrirnos y meternos en sí y
buscar lo que nos cumple! ¿Quién contará los caminos que
tienes para buscar el remedio, aun de los que huyen de Ti?
Estás tan lleno del deseo de nuestro bien, es tanto el amor
745 que en tu corazón reina, que parece mañana que no cabes en
tu templo, por grande que sea, y que la gente que allí te va
a ver en la misa te parece poca, con el deseo que tienes de
abrazar a todos; y lastimado de lo que pierden los que no
van a ti, y como madre ansiosa y cudiciosa del remedio de sus
750 hijos, sales a las calles y lugares públicos y, según está es-
crito, predicas en lo público y das^voces en las plazas di-
ciendo: Si alguno es pequeñuelo, venga a mí.
¡Oh Sabiduría eterna del Padre, cuán callado parece que
vas, puesto en las andas, debajo de las cortinas y accidentes
755 de pan! Mas quien fuese digno de alcanzar de ti unos ojos
y vista espiritual que pudiese penetrar hasta ver tu amoro-
sísimo corazón y tuviese tales orejas espirituales que te pu-
diesen oír, este tal entendería que, así como cuando vivías
en esta vida mortal predicabas y con voz alta decías: Si al-
iso quno ha sed, venga a mí y beba; y: Venid a mi todos los
723 os viene] a Vos T | por] con T \\ T2& cansancio] trabajo T |¡ 729 vues-
tro T || 734 a2 om. T | hombres] hermanos míos add. T || 735 ordenación T ||
737 fruto T || 738 amor] que add. V
739 de] Oh T || 749 cudiciosa] cuidadosa T || 751 lo om. T
754 de om. T || 760 a Mí om. T \ Y om. T || 762 decía tu lengua T || 774 re-
cebir] descubrir T
752 Prov. g, 4.
760 lo. 7, 37.
594 SERMONES. CICLO TEMPORAL
que trabajáis y estáis cargados, que yo os recrearé, eso
mismo que entonces tu lengua decía, dice ahora tu corazón
yendo en las andas. Porque, aunque entonces era oída tu
voz y ahora no, mas tu amor con que entonces hablabas y
765 ahora vas de esta manera, uno es, el cual no te deja descan-
sar y te mueve a buscar unos medios y otros, hasta que aca-
bes tu deseada obra del bien de los hombres. Porque, aunque
tienes acabado con tu Eterno Padre que perdone y reciba
a su gracia a los pecadores que por penitencia se convirtie-
770 ren a El, y alcanzar esto te costó a ti tu vida; mas si el
hombre no se apareja para recebir esta gracia, ninguna cosa
le aprovechará haberla tú alcanzado en la cruz. Y por eso,
Señor, este cuidado te queda ahora, de acabar con los hom-
bres que quieran ellos recebir el perdón y la gracia; lo cual
775 ellos habían de rogar, andando tras ti, y aun trabajar hasta
la muerte, porque se la dieses.
Esta dureza de corazón que en los hombres, Señor, ha-
llas, con que no quieren recibir rogados aquello por lo cual
ellos habían de rogar y dar la vida por ello, ésta te saca de
780 tu propia casa y te lleva por sus calles, dando de tu corazón
altísimas voces: ¡Venid a mí todos los que estáis perdidos;
gozá de mi redempción, que yo os daré remedio para cual-
quier mal que tengáis !
Y como cuando entonces, Señor, salías por las calles, sa-
785 nabas enfermos, convertías pecadores y hacías otras obras de
misericordia a los que las querían recibir, así, si ahora hu-
biese quien entendiese que vas en aquellas andas mañana
con el mismo amor que andabas cuando vivías vida mortal y
cuando fuiste con la cruz a cuestas a padecer por los hombres,
790 y si te oyesen que vas diciendo en tu corazón: "Aquí voy,
hombres, en esta procesión, en testimonio que no estoy arre-
pentido de haber andado la otra al monte Calvario, sudando
y derramando sangre por vuestro remedio; y si es menester
tornar otra vez a pasar lo que allí pasé y a morir otra vez
795 en la cruz, todo lo que se me pidiere haré y sufriré porque tu
ánima no se pierda, mas alcance la eterna salud", ¿quién,
Señor, que esto sintiese, se defendería de tu porfiada reques-
ta de amor? Y viendo que sales a buscar por las calles aun
a los que no te van a buscar a tu templo, y vas a convidar
800 con tu vista aun a los que no te quieren ver, ¿quién quedaría
sin rendirse de todo su corazón a la obediencia de tus man-
damientos y alanzar todo pecado de sí? ¡Ay de tanta dureza,
778 recebir T || 779 éste V || 7S0 casa propia T | sus] las T | de om. T ||
782 gozad T
786 recebir T \\ 792 otro V || 794 otra vez om. T || 797 recuesta T |¡ 799 a(]
en T || 806 vista] vida V || 801 tus] estos T
761 Mt. 11, 28.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
595
que tan grandes bienes impide, y hace salir en balde la sa-
lida del Señor a pasear nuestras calles, que era para hacer
805 su oficio acostumbrado de curar los enfermos y pecadores que
a El se llegasen!
Acordaos que cuenta el santo Evangelio que, yendo el
Señor a resucitar una moza difunta, acompañado de mucha
gente, se llegó por detrás de Ei una mujer enferma, por
810 tiempo de doce años, que haJbía gastado su hacienda en cu-
rarse, y lo que había sacado de la cura era que, siendo
primero rica y enferma, quedó enferma y pobre y sin espe-
ranza de humano remedio; mas hallólo en Jesucristo nues-
tro Señor, diciendo en su corazón: Si yo pudiese llegar y
815 tocar el cabo de la vestidura de aqueste Señor, confío en El
que luego alcanzaría salud; llegó y tocó, y en tocando fué
sana, correspondiendo al corazón de la buena mujer la mi-
sericordia de Oristo, el cual preguntó a los que allí iban:
¿Quién me tocó? Y respondió San Pedro: Maestro, aprie-
to tote la muchedumbre de la gente, y tú dices: ¿Quién me
tocó? A lo cual respondió el Señor, dando a entender que
no llamaba El tocarle al apretarle: Alguno me tocó, que
yo he sentido salir virtud de mi.
¡Oh si tanta merced nos hiciese mañana aqueste Señor
825 en la procesión, que hubiese algunos corazones deseosos de
salud, devotos al Señor, confiados de su misericordia, que
fuesen curados de El! Pues que han de ir mañana con El
muchos que están enfermos en sus ánimas, no hay que du-
dar. Unos llevarán enfermedades de pecados mortales — ¡lí-
830 brenos de ellos la misericordia de Dios! — ; otros veniales,
otros malas inclinaciones y malas costumbres, que por ven-
tura les han durado doce años, como a la otra mujer la
enfermedad del cuerpo, y aun puede ser que más. Y llegará
cerca de nos el Médico omnipotente con gran voluntad de
835 curarnos, y rogándonos con la cura, y aun pagándonos
porque nos queramps curar; y por no haber quien le toque,
como le tocó la otra mujer, acabada la procesión y echada
nuestra cuenta, hallamos que nos traemos a casa nuestros
pecados y malas inclinaciones tan enteros como se estaban
840 de antes; y plega a Dios no volvamos peores que fuimos.
¿Sabéis, hermanos, qué es tocar al Señor para alcanzar
salud de El? Creerlo con la fe católica, conocer las propias
culpas, pesarle de haberlas hecho, proponer la enmienda
y la confesión, tener confianza que, por las llagas que
845 padeció Jesucristo nuestro Señor en su cuerpo sagrado,
812 había quedado T ]| 815 las vestituras de este T || 818 iban allí T
824 este T || 825 de] su add. T || 826 que om. V || S27 curados] criados T |
han om. V || 833 aunque T || SST hecha T \\ 839 se om. T
841 hermanos om. T || 842 Creerle T ¡| 845 sagrado cuerpo T
823 Me. 5, 21-34 ; Le. 8, 41-48.
596
SERMONES. CICLO TEMPORAL
manos y pies — que es lo "postrero de su vestidura — , reci-
birá perdón de sus pecados y salud de sus llagas, y, sa-
liendo a la procesión malo y enfermo, tornará justificado y
con salud de su ánima.
850 ¡Oh Señor!, qué alegre procesión y hora es aquella
para vos cuando halláis por esas calles una oveja perdida,
que deja sus pecados y huye a vos, y consiente que la toméis
encima de vuestros hombros y la llevéis a vuestra Iglesia,
y, confesándose y comulgándose, se junta con las otras
855 de vuestro rebaño, que están en vuestra santa gracia y
amor. ¡Oh si muchas ganancias hubiese de éstas en la pro-
cesión de mañana!
Apretárnosle y no le Mas ¡ay dolor!, que temo mucho
tocamos <lue acaece lo que dijo San Pedro:
860 QUe compañas aprietan al Señor, y,
apretándole, no le tocan. Aquella gente de buena gana iba
acompañando al Señor, y por ir cada uno más cercano de
El se apretaban unos a otros, y apretaban al Señor; y to-
cándole tantos con el cuerpo, no le tocó provechosamente
865 sino aquella mujer. ¿Habéis visto y llorado cómo lo mismo
.pasa a la letra entre nosotros? Vamos con el Señor por las
calles con mucho regocijo y contentamiento; procuramos el
lugar más cercano para ir junto con El; y algunas veces
habéis visto u oído decir que en los templos y en las pro-
870 cesiones hay contiendas, y aún más adelante, sobre quién
estará en el lugar más honrado y más cercano al Señor
— ¡cosa muy desacatada es y muy castigada será! — ; y con
ir así, descuidados de sentir el ánima la dulcedumbre de la
presencia del Señor que allí va, embebecidos .en mirar los
875 regocijos y juegos exteriores, sin orden, sin aparejo, sin
pureza de ánima, sin dolor de pecados, sin quererse apro-
vechar de aquella omnipotente virtud, poderosa para reme-
dio de todos los males, ofrecérnosle al Señor todo el cuerpo
con que allí le hacemos presencia y acompañamiento, y
880 vamos apartados según el ánima; y de esta manera, aun-
que vamos cerca, apretárnosle y no le tocamos.
¿Queréis ver esto más claro? ¿Qué cosa es apretar un
cuerpo, sino hacerle querer que quepa tn menor lugar del que
le es justo y debido? Y así como el lugar donde el inmenso
88.* Dios ha de morar en nosotros ha de per estimarle, reveren-
ciarle y amarle sin tasa y sobre toda medida, amándole so-
852 huye] viene T || 854 junte V
85S mucho om. T || 859 dice T || 860 Que] las adj. T \\ 861 Aquellas «en-
tes T | iban 7' || 862 cerca 7' |l 863 apretaban - Señor]- también le apretarían
a El r || 865 llorado] mirado T || 869 u] y T || 874 que allí ya om. T || 876 pe-
reza r || S78 todo] solo T
883 quererle hacer T || 885-836 reverenciarle y om. T || 8K7 el] del T ||
851 Mt. 18, 12.
860 Cf. Le. S, ,15.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
597
bre todas las cosas de la tierra y el cielo, y amándole más
que a nos mismos, si tú, cristiano, no das a Dios tu corazón
ensanchado con la grandeza y anchura de aquesta reve-
890 rencia y amor, quiéreslo meter en lugar pequeño, quiéreslo
poseer con amor pequeño, y El quéjase y dice: El que ama a
padre o a madre más que a mí, no es digno de mí. Y si tú fue.
ses un infiel que carece de amor y de fe, diríamos: "Ningún
lugar tiene allí Dios en que reposar; y en el corazón y enten-
895 dimiento de aquel tal hombre es Dios como si no fuese";
porque sin la fe verdadera, que es el fundamento y princi-
pio de todo bien, no hay estima ni amor del Señor. Mas tú,
que por una parte tienes la fe católica y verdadera, y cele-
bras mañana esta santa festividad con acompañar y reve-
900 renciar al Señor; y por otra parte no llevas en tu ánima aque-
lla espiritual anchura de corazón, amando al Señor sobre
todas las cosas, llegaste con la fe, llegaste con el cuerpo,
llegaste con las ceremonias corporales no más; apriétasle ma-
lamente; y cuando te mira no se podrá decir con verdad:
905 Verá y será harto; mas tiene todavía grandísima hambre de
ver tu ánima puesta en estado de gracia y que tornases a tu
casa libertado de los pecados que trujiste a la procesión.
Gran dolor es que yendo con un Señor que te quiere y
puede descargar de la pesada carga de tus pecados, que bas-
910 ta para llevar un hombre al infierno, quieras tú más que-
darte en estado de condenación con tus pecados a cuestas
que ser libertado y correr por los mandamientos de Dios con
ligereza de ciervo.
Mas aun lo que peor es y más de doler, y que basta para
915 hacer reventar de dolor al cristiano corazón que tiene amor
al Señor, es que en la misma fiesta de su sacratísimo Cuerpo,
en la misma presencia del mismo Señor, en el día diputado
para que vea y se harte y descanse en pago de que su áni-
ma trabajó en su sagrada pasión, allí, allí le ofendes, cris-
920 tiano, y sin ninguna vergüenza alzas los ojos, que habían de
ir fijos en El, y cébaslos en las faces de las mujeres, y tu co-
razón en las cudiciar. Y si en esta desvergüenza cayese no
sólo la gente del vulgo, que, como dice Jeremías: ¡Por ven-
tura ignoran el juicio del Señor!, mas aun también la gente
925 principal, y cuanto más si es eclesiástica, los cuales, unos y
otros deben tener más entendida y puesta por obra la voluntad
889 esta T || 891 poseer] payar T || 893 y] carece add. 7" |'| 894 en que reposar
om. T || 895 tal om. T \\ 901 anchura espiritual f |'| 906 puesta tu ánima T |j
907 trajiste T
908-909 puede y quiere T || 910 llevar] a add. T
921 El] Señor add. T || 921-922 en tu corazón 7' || 922 cobdicias T | desver-
güenza] desmesura T || 9220(23 no sólo] sola T || 923 Hiereniías T || 928 Hie-
892 Mt. ÍO, 37.
924 Cf. Ier. 5, 4.
698 SERMONES. CICLO TEMPORAL
del Señor, ¿quién terná corazón para lo sufrir; quién lengua
para lo hablar, sino para decir con Jeremías: Mirad, que
estos tales quebraron más el yugo y rompieron las cadenas de
930 ios mandamientos del Señor? ¿Quién dará agua para mi ca-
beza, y para mis ojos fuentes de lágrimas, y lloraré de día y
de noche los muertos de la hija de mi pueblo? ¿Quién me
llevará a la soledad, por donde pasan los caminantes, y des-
mampararé a mi pueblo, y apartarme he de ellos, porque
933 son adúlteros y junta de pecadores?
¡Oh día santo y solemne del Cuerpo de Jesucristo nuestro
Señor, y cuán poco descanso y hartura le das a El, y tan poca
ganancia a las ánimas, por el mal aparejo con que lo cele-
bramos! ¡Oh cristiano ejército del gran Capitán Jesucristo,
940 que tan esforzado solías ser para vencer las pasiones de car-
ne, para negar la propia voluntad, y que te ofrecías de muy
buena gana a la muerte por la honra de tu Señor!, ¿quién
te ha hecho, con miserable trueco, tan flaco, que en un día
del Señor, en un rato y en la presencia del mismo Señor, no
945 tengas fuerza para dejar de mirar y cudiciar una mujer, ti-
niendo delante de ti a Dios humanado, en el cual con mucha
razón, con gran provecho y deleite podrás cebar hoy tu vis-
ta y emplear todo el amor de tu corazón? ¿Por qué haces
cosa tan al revés? ¿No sabes que saliste hoy acá para dar tes-
950 timonio que, por la pasión de Jesucristo nuestro Señor, te
libró Dios Padre del poder de las tinieblas y te pasó al Reino
del Hijo, que es limpieza, gracia y justicia? Y ¿cómo se dirá
de ti que eres la presa y despojo que nuestro David libertó del
poder de los amalecitas, si, por el pecado en que estás, te
955 tiene el demonio en cruel captiverio y estás hecho miserable
presa de él, haciendo que se pierda en ti lo mucho que el
Señor trabajó por te ganar, para que viéndote recibiese des-
canso; y en lugar de esto, apriétasle con la dureza de tu co-
razón, lastímasle cuanto es en ti con nuevas heridas?
960 Y aunque allí va callando en el Sacramento a tu pa-
recer, mías en la verdad quejándose va de la crueldad que
usas con El, sigún está escripto: A quien tú heriste, ellos
persiguieron, y sobre el dolor de mis heridas añidieron do-
lor. El Eterno Padre le hirió por nuestros pecados, y dióse
965 por contenta y satisfecha la Justicia divina con lo que por
remfas T || 929-S30 del mandamiento T |[ 930 del Señor] de Dios T || 934 des-
ampararé T
944 la] misma add. T \ mismo om. T || 945 cobdiciar T || 946 teniendo T ||
954 los] las T
962 según T | escrito T \\ 963 persiguieron T | añadieron T || 965 divina
930 Cf. Ier. 5, 5.
Q35 Ier. 9, 1-2.
952 Col. r, 13.
953 Cf. 1 Reg.- 30, 20.
964 Ps. 68, 27.
37- VÍSPERA DEL COKPTJS
599
ellos padeció el Señor; y siendo razón que le ofrecieses ma-
ñana corazón confesado, comulgado y ataviado con buenas
obras, en el cual El reposase de los trabajos pasados, y viese
tu limpieza y virtud, y se hartase, dasle, en lugar de esta
970 miel, amarguísima hiél, renovándole las antiguas heridas
con las nuevas de nuevos pecados que en su fiesta cometes.
Y herida sobre herida, es cosa de gran dolor; y así lo es
para el Señor hallarte ingrato al beneficio de su amor y
de la sangre que por ti derramó. Y habiendo sembrado uvas
975 de dulcísimos beneficios en ti, haces tú que el fructo que
coja sean abrojos y espinas.
¡Vergüenza, vergüenza, cristianos, de tan gran fealdad!
¡Compasión, compasión de lo que trabajó el ánima del
Señor en su procesión al monte Calvario y muerte de cruz!
980 Trabajemos, aunque nos cueste la vida, de dejar los peca-
dos e ir tan humildes, pacíficos y devotos, y tales, que el
Señor, que nos mira, vea y se harte. Ninguno de cuantos
allí vamos, por chico que sea, hay que no muriese Cristo
por él; ninguno haya, grande ni chico, varón ni mujer,
985 que no vaya allí con agradecimiento de esta merced y con
limpia conciencia.
Principalmente tienen esta obligación las personas prin-
cipales, eclesiásticas y seglares, los cuales tanto deben ex-
ceder a los menores y ser singulares en el servir y agradar
990 con mayores virtudes a este Señor, cuanto más singulares
son en haber recibido mercedes de El y en representar la
persona de Dios por el público oficio que de El recibieron.
Y pues no son personas particulares, no se contenten con
su bien particular; mas si quieren que su modestia y de-
995 voción, que mañana llevaren, sea de doblado merecimiento
y galardón, no consientan que la otra gente vaya como no
debe, porque no pierdan el bien propio por el mal ajeno;
pues de los tales se dice que "el no resistir es consentir y
aprobar".
1000 Devoción, caridad y Los sacerdotes que llevaren maña-
limpieza na a^ gran Señor, a quien adoran
y reverencian los ángeles, agradéz-
canle mucho que se quiere servir de los hombros de ellos,
y de que sufran calor, que suden; y esperen por ello ga-
1005 lardón muy grande del liberalísimo Señor que sobre si
llevan, y acuérdense del trabajo que el Señor pasó lleván-
dolos a ellos y a todos sobre sus hombros en el día de su
Justicia T i| 966 el Señor padeció por ellos 7" • 9711 de] los add. T || 972 heri-
da,] herir T \\ 975 fruto T
981 tan] como T | y om. T || 984 hay T
991 reotbido T || 99¿ no] om. T
1000 llevarán T | mañana] en las andas add. T ||| 1004 de om. T | calor] y
add. T || 1006 llevando 7' || 1012 cosa om. T
600
SERMONES- CICLO TEMPORAL
pasión, y sacarán ellos fuerza para sufrir el propio suyo con
mucha paciencia y aun con alegría; y estén avisados, no
1010 sea más falta de devoción que de fuerzas corporales el sen-
tir mucho él peso de las andas, el calor del sol, la longura
del camino, que seria cosa muy vergonzosa.
ÍLos legos que tienen hacienda, den mañana para rescate
de algún cautivo o saquen de la cárcel algún preso por
1015 deudas, en honra y agradecimiento de la dichosa redemp-
ción de nuestro espiritual cautiverio y de la libertad de las
cadenas en que nos tenían nuestros pecados, que se cele-
bran en la procesión de mañana. Casar una huérfana tam-
bién será conforme a esta santa fiesta, pues celebramos en
1020 ella la procesión y día en el cual el Señor lavó con su san-
gre a su Iglesia y la tomó por esposa. Y también verná
muy a propósito dar de comer a los pobres y recrear los
enfermos, vestir los desnudos, en honra de este sagrado
manjar, que tan piadosamente nos es concedido en refección
1025 de nuestra ánima y cuerpo, en salud copiosa de nuestras
enfermedades, en vestido, casa y abrigo, y generalmente
en remedio de todas nuestras necesidades.
Y para que estas obras de misericordia mejor se hicie-
sen, debían los cofrades de este Santísimo Sacramento en-
103o cargarse de ellas y pedir en la fiesta de mañana y en todo
el octavario limosnas a los fieles para efecto de ellas; y los
fieles ser muy largos en dar, por amor del Señor y al
mismo Señor, de sus temporalidades, pues El dió por ellos
su vida.
1035 Y quien no tuviere hacienda para servir con ella al
Señor, por ventura habrá recibido de su prójimo alguna
mala obra o pasará trabajo en sufrir la mala condición de
él. Y si este tal perdona a quien le enojó y sufre con pa-
ciencia la cruz de la mala condición ajena, piense que ha
104P ofrecido mañana al Señor, no hacienda, sino sangre del pro-
pio corazón, pues duele mucho más esto que aquello. El
enfermo o pobre ofrezca mañana paciencia al Señor y acom-
páñele, conformándose con su santa voluntad y dándole
gracias por todo.
1045 Unos y otros procuren de llevar los corazones (a los
cuales Dios mlira) tan limpios, que los ojos corporales con
que al Señor miraren le den vista agradable con que El se
contente; pues que así como los limpios de corazón han de
ver a Dios en el cielo con espiritual vista, así la vista corpo-
1015 redención T \\ 1017 celebra mañana add. T || 1018 de mañana om. T ||
1019 será] cosa add. T || 1022 y om. T
1029 cofrades] confiados V \\ 1030 ella V
1036 recebido T || 1043 acompáñele] acompañe mañana al Señor r || 1044
todo] Y add. T
1048 pues tjue] porque 7' || 1050 de] la add. T \\ 1063 santa] madre add. T |
1049 Cf. Mt. 5, 8.
37- VÍSPERA DEL CORPUS
601
1050 ral, que da contentamiento al Señor en la tierra, de limpieza
de corazón ha de salir. Y porque en esta limpieza va mucho,
y poca gente sabe alcanzarla por vía de contrición sola y
propósito de confesión, nos aconseja la santa Iglesia, sigún
hemos dicho en otro sermón, que desde el domingo pasado
1055 nos aparejemos con buenas obras y pura confisión de nues-
tros pecados para recibir a nuestro Señor y celebrar digna-
mente su fiesta, y gozar de los fructos de su pasión.
No faltará galar- Y no os parezca cosa dura a chicos
dón a quien bien ni a grandes hacer lo que se os ha
1060 le acompañe pedido para celebrar dignamente esta
santa procesión. Porque si el rey Da-
vid dió en galardón pan, carne y buñuelos a los que acom-
pañaron la procesión del arca del Testamento Viejo, muy
mejor galardonará Jesucristo nuestro Señor a los que acomr
1065 pañaren su divina persona, significada por la otra arca
pasada. David era rey temporal, y dió pequeño galardón
y de cosas de poco valor; mas las riquezas de nuestro Rey
son preciosísimas y son eternas; y la anchura de su cora-
zón para dar, excede a cualquiera gana que un hombre
1070 tenga de recibir. Dad, hermanos, a nuestro Señor lo que
os pide, para ir como debéis en su santa procesión; y en
lugar de la carne y pan que David dió, daros ha su sagrado
cuerpo y su preciosísima sangre, y su ánima y divinidad;
todo lo cual recebís cuando comulgáis; y dichoso aquel que
1075 bien lo recibe, porque en este bien están encerrados tantos
bienes sin cuento, que si un hombre trabajase toda su vida
con buenas obras, estaba muy bien pagado con entrar una
sola vez nuestro Señor en su pecho.
Y no sólo este Santo Sacramento bien recebido os dará
1080 mantenimiento y fuerzas para vuestra ánima, como el pan
y la carne las da para el cuerpo; mas también, en lugar
de los buñuelos que dió David, que son más fructa que
mantenimiento, os dará este Señor, celebrando como os he
dicho su procesión y recibiendo su santo cuerpo, una espi-
1085 ritual recreación, un sentiros descargados del peso de la
mala conciencia, que os cause mayor deleite que todas Zas
fructas del mundo. Y también podéis contar por fructa las
santas indulgencias y días de perdón que a los que bien
según se ha T || 1055 confesión T || 1056 recebir T |' 1057 frutos T | su ] sa-
grada add. T
105ÍV-1CS9 a chicos - grandes] om T || 1061 santa om. T || 1062 pan] y add. T |
buñuelos] colación T || 1063 muy] mucho T || 1064 a om. T || 1065 sig-
nificado V SI 1069 cualquier T \\ 1070 recebir T || 1077 estaría T
1082 los buñuelos] la colación T | es T | fruta T ¡| 1084-1085 su procesión
como os he dicho T f| 1085 sentiros] descansados y add. T || 1087 frutas T |
1062 Cf. 2 Reg. 6, 19.
602 SERMONES. CICLO TEMPORAL
celebraren estas fiestas le[s] son concedidas; porque aunque
1090 sea gran cosa y muy de estimar la remisión de las penas
de purgatorio, que se conceden por estas y otras indulgencias,
mas en comparación de la gloria eterna que a las buenas
obras les es prometida, aquélla es fructa y ésta es manjar.
Y aunque cualquier galardón de los ya dichos sea bas-
1093 tante para alentaros y esforzaros a hacer todo aquello que
se os pide de parte de nuestro Señor, para ir mañana, como
debéis, acompañándolo en su procesión ; mas si para vuestra
tibieza esto no basta, ruégoos por amor de nuestro Señor
os acordéis de aquellas procesiones que eternalmente se han
1100 de hacer, no en las calles lodosas o pedregosas de aqueste
destierro, mas en las anchas plazas de la Jerusalén celestial,
tan preciosas y limpias, que dice San Juan que son oro lim-
pio; y allí el Cordero que se asienta en medio del trono to-
mará a sus dichosas ovejas que allí moraren y Zas regirá y
1105 llevará a las fuentes de las aguas de la vida; y, como dice el
mismo San Juan, no ternán de ahí adelante hambre ni sed,
ni caerá sobre ellos sol ni calor; y el Señor enjugará sus lá-
grimas de los ojos de ellos; y no habrá más muerte, ni llan-
to, ni clamor, porque todas estas cosas se fueron, sin más
UlO parecer allí.
¿No os parece, hermanos, que es bien empleado sufrir el
calor una vez en el año por acompañar esta santa procesión,
a trueco de que para siempre jamás ni calor os dará pena, ni
habrá lloro, ni muerte, ni cosa que le parezca? ¿No os pare-
1115 ce bien empleado que los principales y que rigen los pueblos
vayan mañana confesados y comulgados y con la reverencia
y buen ejemplo que os he pedido, honrando al Señor, para
que en aquellas procesiones honre el Señor a ellos y, como lo
ha prometido, los ponga sobre todos sus bienes? ¡Qué bien
1120 pagada será allí la obra de misericordia que por honra de
esta santa procesión hicieres mañana perdonando a quien te
ha ofendido o dando de comer al pobre, vistiendo al desnudo,
rescatando al cautivo, con otras obras semejantes, pues en
pago de días te hará (Dios participante en aquella grande,
1125 eterna e inefable misericordia que tiene prometido de hacer
allá con los que aquí obraren misericordia! La cual, así como
Jesucristo nuestro Señor nos la ganó con su preciosa muerte
fruta T || 1089* celebraron T | le[s] om. T | concedidos T || 1081 de] del
V || 1093 les om. T | fruta T
1097 acompañándole T || 1098 tibieza] aun add. T || 1102 Juan] en su Apo-
calipsis add. T || 1104 allá T || 1106 Ni T || 1107 ellas T || 1109 clamor] ni
dolor add. T
1111 el] sol y el add. T || 1121 mañana om. T || 1123 ofendió T || 1124 ha-
rán T | Dios om. T | en] de T || 1127 nuestro Señor om. T
1103 Apoo. 21, 18.
1107 Cf. Apoc. 7, 17.
1109 Apoc. 21, 4.
1119 Mt. 24, 47-
38. CORPUS CHRISTI
603
y pasión, viviendo en esta vida mortal, así El mismo, rei-
nando en el cielo y sentado en el trono de gloria que el Eter-
130 ao Padre le dió, nos ha de poner en posesión de la gloria que
nos ha de ser dada y conservarnos en ella, pues El es Juez
de vivos y muertos y mayordomo de su Padre, al cual le
dijo que pagase el jornal a los trabajadores.
Este Señor irá delante de sus ovejas, porque tiene más
H35 gloria que hombres y ángeles; y todos ellos le seguirán como
ovejas a pastor, criados a señor y miembros a su cabeza; y
llevarlos ha en procesión a las fuentes de las aguas de la
vida, que son las tres Personas divinas, que tienen una mis-
ma y sola esencia; y allí serán hartos, refrescados y recrea-
1140 dos, viendo a Dios faz a faz, amándolo y poseyéndolo sin
ningún fin; donde darán por bien empleado lo que aquí pa-
decieron por El y hicieron por El; y lo mismo haremos nos-
otros si nos aparejáremos a ser los que debemos y a llevar
mañana con debida reverencia a Jesucristo nuestro Señor en
'1145 la procesión con nosotros, para que El nos lleve después en
compañía de su procesión en la gloria, ad quam nos perdu-
cat. Amen.
38 Haced esto en memoria mía
Corpus Christi
(>EM. 1596, J, pip. 605-829.)
Hoc ¡acite in meam commemorationem. Haced esto
en mi memoria (Le. 22, [19]).
Exordio: Dios Cuando en la sagrada Escritura oyéredes
presente en la alguna palabra que Jesucristo diga para
5 memoria 1ue lo tengamos en la memoria y se nos
acuerde de El, podemos pensar que lo
hace por una de dos cosas: o porque es tan celoso que, por lo
que cumple a El, quiere que no le olvidemos, porque de ello
se le sigue interés, o, mirándole con otros ojos, pensemos
10 que es tan amoroso y manso que nos lo manda por nuestro
provecho y porque El sabe el gran bien que de hacerlo se
nos sigue.
Lo primero, es imposible caber en Dios que diga: "Acor-
daos de mí, porque yo gano algo de ello por el bien que tengo
15 yo de haber". ¿Por qué? Porque, si Dios pudiese ser una
migajita más de lo que es, no sería Dios. Es Dios inmenso,
1135 y,] ni T I] 1186 y, om. T || 1138 divinas Personas T || 1142 por El,
o»!. T | yj e T ¡| 1143 aparejamos T |¡ 1144 con] la add. T || 1146-1147 Al
quam - Amen] om. T
1132 Act. 10, 42.
1133 Cf. Mt. 20, 8.
1134 lo. 10, 4.
1138 Apoc. 7, 17.
604
SERMONES. CICLO TEMPORAL
infinito, perdurable, sumamente bueno. Asiente, pues, bien
en el corazón quien a Dios quiere servir que, si Dios manda:
"Acordaos de mí, haced esto en memoria mía", es por el
20 grandísimo bien y provecho que de ello se nos sigue. Her-
mano, mira ; si Dios' te dice : "'Sé pobre, no desees; las riquezas ;
sé humilde, no seas soberbio"; si Jesucristo dice que sufras
la deshonra y no ames y quieras ser honrado; si te dice que
dejes los malos deleites de la carne; si todo esto te dijere,
25 asiéntalo en tu corazón, cree que te lo dice por tu bien, aun-
que tú no ves el bien que de ello se te siga.
— Señor, ¿qué es el bien que tengo yo de haber de esto?
¿Para qué, Señor, decís que os tengamos en la memoria?
— Para que sepas, cristiano, y tengas fijado en la memoria:
30 "Los ojos de Dios me miran. Si en mi casa, los ojos de Dios
me están mirando. Si en mi retraimiento encerrado, donde
pienso que nadie me ve, los ojos de Dios, que resplandecen
más que el sol, me están acechando". Y teniendo esto en tu
memoria, digas: "¿Cómo delante de tan soberana alteza
36 tengo yo de hacer cosa tan baja y vil? ¿Cómo delante tan
profunda limpieza pensaré yo pensamiento tan sucio? ¿Cómo
teniendo yo a Jesucristo delante mis ojos, que es suma hu-
mildad, osaré ser soberbio?"
Si siempre tuviésemos en la memoria : "Los ojos de Dios
40 me están mirando y están delante", no haríamos tantos males
- como hacemos. Los mozos perezosos, mientras sus amos es-
tán delante, hacen lo que han de hacer bien hecho; en qui-
tándose el amo de allí, luego se descuidan. Mientras el cris-
tiano se acuerda de Dios, sabe que hay Dios que lo está mi-
45 rando, está bueno, anda en el camino de Dios como ha de
andar, está muy contento y consolado. Cuando no se acuerda
de Dios, en perdiendo a Dios de su memoria, luego se hace
flaco, tibio, luego desconsolado, luego le pesa cada pie un
quintal para entender en cosas de Dios. ¡Grande remedio,
50 hermanos, para las ánimas y cuerpos es tener a Dios en la
memoria !
El recuerdo de la Dios siempre está presente, pero nos-
pasión de Jesu- otros muchas veces nos olvidamos de
cristo estar. Haced esto en memoria mía.
55 ¡Grande remedio para los corazones
afligidos y ánimas enfermas! Grande medicina, grande con-
suelo para desconsolados; que es acordarse siempre de Jesu-
cristo y tenerlo en la memoria. ¿Pues qué es esto, hermanos,
que lo que Dios ordenó para nuestro alivio, y aquello sin lo
60 cual nadie puede haber contento, les es a algunos tanta pesa-
dumbre y lo tienen algunos por carga tan pesada, que, rato
por rato, querrían más estar en esos tormentos que dan en
esas cárceles? Hay hombres tan desasosegados en sus vicios,
¡8. CORPUS CHRISTI
60Ó
que ni quieren oír sermones ni palabras santas, ni leer cosas
65 buenas, ni aun querrían saber si hay Dios.
¡Oh bendito seas tú, Señor, por siempre, y tu miseri-
cordia, y bendita la hora en que tuviste por bien de hacerte
hombre por amor de los hombres! Antes que Dios se hiciese
hombre estaban tan temerosos los hombres, consideraban
™ a Dios alto, poderoso; veían que era tan justiciero, que na-
die se la hacía que no se la pagaba; no querían aun acor-
darse de El. ¿Qué hace la Sabiduría eterna? Viendo que ser
El inmenso, y tan grande, que su grandeza les era causa
que los hombres se extrañasen de El, acordó Dios de ha-
75 cerse hombre para que viéndolo hecho hombre, viéndolo hu-
milde, viéndolo acá hablar y conversar con ellos, lo tuviesen
siempre en la memoria y lo amasen y no se les cayese del
corazón. Y no sólo se contentó con esto; pero, viniendo al
mundo, cansóse, hubo hambre y sed y trabajó por amor de
80 los hombres. Y demás de esto, quiso tanto a los hombres,
que quiso morir, puesto en cruz, la más abatida y deshon-
rada muerte que se pudo padecer; todo porque el hombre no
olvidase a Dios.
Haced esto en memoria mía. Mira, cristiano, mira, áni-
85 ma, que te dice Jesucristo que te acuerdes de El. Esfuér-
zase mucho una ánima flaca y cansada con pensar en la
pasión de Jesucristo. ¡Oh hermanos, qué consuelo y qué ali-
vio, qué remedio para nosotros! Piénsalo, hermano, por re-
verencia de El mismo. Jesucristo rico, míralo pobre por
90 amor de ti; Jesucristo honrado, deshonrado por amor de
ti; Jesucristo alto, humillado por amor de ti; Jesucristo la
misma vida, muerto por ti. ¿Qué consuelo hay, hermanos,
que se compare a tan gran consuelo como éste? Aquí, her-
mano, hallarás remedio para todo lo que no tiene remedio.
95 Quien se viere deshonrado, vaya a la cruz de Jesucristo, y
verlo ha deshonrado, y hallará honra. Quien estuviere con
tanto rencor que no pudiere consigo acabar de perdonar a
un prójimo que le hizo una injuria, váyase a la cruz de Je-
sucristo, y verá cómo puesto en ella está rogando al Padre
100 que perdone a los que allí le pusieron. ¿Eres tentado de la
carne? Vete, hermano, a la cruz de Jesucristo, y verlo has
de arriba abajo desollado y corriendo sangre; y viendo tú
que la limpísima carne de Jesucristo está desollada y co-
rriendo sangre y que los azotes crueles no dejaron en ella
105 cosa sana, no querrás ofender con tu sucia carne a la carne
limpia de Jesucristo. Piensa, hermano, en la pasión de Je-
sucristo, y hallarás remedio para tu ánima.
Figurado estaba: Memoria Iosiae in compositionem odo-
ris, faota est opus pigmentarii; in omni ore quasi mel in-
110 dulcabitur eius memoria. La memoria de Josías, memoria
no Eccli. 49,
606 SERMONES. CICLO TEMPORAL
de Jesucristo; aquélla, figura era, sombra era que signifi-
caba otra cosa. La memoria de Jesucristo se ha hecho una
poma de olores: ¡bendita sea su misericordia! ¿No dicen los
filósofos que con olores se podrá un hombre sustentar algún
115 poco, prolongar la vida por algún rato? ¡Oh qué poma tan
preciosa y tan sustancial el cuerpo de Jesucristo en la cruz!
Huele, hermano, aquesa poma, piensa en la pasión sacra-
tísima; refrescarse ha tu ánima; sustentarse ha, recibirá
nuevas fuerzas. Piensa una vez y otra en la pasión de Jesu-
120 cristo; huele esa poma; saldrán unos olores tan suaves, tan
confortativos y tan sustanciales, que con aquellos solos olo-
res tu ánima se sustente.
Y esta memoria se ha hecho más dulce que la miel en
toda ■boca; no hay panal de miel tan dulce. El ánima del
125 cristiano recibe gran sabor en pensar en la pasión de Jesu-
cristo. Y mira que dice 'en toda boca, no dice en una boca
sola ni en pocas, sjn'ó en todas; para darnos a entender que
ninguno Sea tan cobarde ni tan para poco, que no se atreva
a pensar en ella, diciendo: "No es para mír'. Para todos
130 es; quien quisiere allegarse a ella, hallará sabor muy exce-
lente. La pasión de Jesucristo para todos fué; su muerte
por todos pagó; su sangre, precio fué con que todos que-
damos rescatados. Por malo y pecador que uno sea, no por
eso ha de dejar de llegarse a pensar en esta pasión; antes
185 miientras más pecador, más necesidad tiene de esta medici-
na. Y no desconfíe nadie, como Caín y Judas, diciendo que
es tan pecador que no piensa hallar remedio. Más es el pre-
cio y sin comparación mayor el tesoro con que fuimos re-
dimidos que los pecados que se pueden pecar; mayor bien es
140 la sangre de Jesucristo que no el mal y las ofensas que con-
tra Dios cometemos.
— Pues, padre, si es así que la pasión de Jesucristo es
bien general para todos, ¿qué es la causa que unos gozan
de la pasión y otros no? ¿Por qué hay muchos que ahora
145 se van al infierno? —La causa es que unos tienen la pasión
en la memoria, y se acuerdan de ella, y aman al que la
pasó, y otros la tienen olvidada. No hay, hermano, otra
causa sino ésta: que los unos, por gozar de tanto bien, se
acuerdan de ella, y otros, olvidados de ella, no les aprove-
150 cha. De manera que, para que la pasión de Jesucristo nos
aproveche, hemos de pensar en ella y no la habernos de ol-
vidar.
¿De dónde vino, veamos, que, en tiempo que perseguían
a los cristianos, doncellas tiernas y niñas sufrían tantos tor-
mentos y muertes por no negar a Jesucristo? ¿De dónde na-
155 cía que a una doncella de trece años, de una parte le ponían
132 preciosa
38. CORPUS CHRISTI
607
muchas sayas de sedas y joyas de oro, y prometían que sería
reina de la tierra porque no confesase a Jesucristo, y le de-
cían: "Estos bienes te daremos porque niegues a Jesucristo",
y de otra parte le ponían fuego, diciéndola: "¡Niega, niega a
-60 Jesucristo!, y si no lo quieres negar, te hemos de echar viva
en estas llamas ardiendo"?, ¿qué era la causa que la don-
cella menospreciaba todas aquellas riquezas y decía: "¡Qui-
tádmelas allá, que me huelen mal! Mi honra y mis riquezas
y todo mi consuelo no es otro sino que mis carnes sean pei-
165 nadas con crudos peines de acero y ser toda despedazada
por amor de Jesucristo crucificado"? ¡Oh bendito seas tú,
Redemptor mío, que una doncella tierna osase menospreciar
todo lo de esta vida, y las riquezas de ella, por seguirte a
ti desnudo en la cruz! ¿Qué era esto? Que tenían siempre
170 delante sus ojos y fijada en el corazón la muerte de Jesu-
cristo.
Pero que no goce de esta pasión quien no se acuerda de
ella, no es maravilla. ¡Desventurada del ánima que es tan
desdichada, que la pasión de Jesucristo no le da consuelo!
175 ¡Triste de aquel que, habiendo Jesucristo derramado su
sangre por él y dado El su vida por amor de su ánima, se
va al infierno, como si Jesucristo no hubiera muerto por él!
¿Qué es la causa que no quiere aprovecharse de lo que ganó
Jesucristo por él? ¡Oh ciego y mezquino de ti! ¿Qué andas
180 a buscar? ¿En qué entiendes? ¿En qué pasas tu vida? Si
en la pasión de Jesucristo no hallas remedio, ¿dónde le pien-
sas hallar? Si Dios no te sabe bien, ¿qué buscas que bien te
sepa? Todos cuantos se quisieron aprovechar del tesoro de
la pasión de Jesucristo hallaron remedio, hallaron consuelo
185 y alegría. Todo hombre atribulado que estuviere sin consue-
lo, que tuviere alguna tribulación, por grande que sea, piense
en este tesoro, mírese en este espejo, acuérdese y tenga me-
moria de la pasión de Jesucristo, y luego se sentirá aliviado
de todo lo que le daba pena.
190 Decía David: Ad me ipsum anima mea conturbata est;
propterea memor ero tui de térra Iordanis, et Hermoniim a
monte módico. Mi ánima afligida y conturbada en mí mismo,
porque estaba muy fatigada, por eso pensé en el río Jordán:
acordóme de ti, Señor, de la tierra de Jordán, y donde Jesu-
195 cristo había de ser baptizado; y también me acordé del Mon-
te chiquito, del monte Calvario, donde Jesucristo fué cruci-
ficado; monte bajo, donde lo alto fué tenido por bajo, donde
aquel mansísimo cordero Jesús fué crucificado, adonde la
verdadera honra fué deshonrada; allí, de aquel monte donde
200 se hizo nuestro rescate; de aquel monte, Señor, me acordé;
aquél tuve en mi memoria. No creo yo que hay ánima tan
192 Ps. 41, 7.
608 SERMONES. CICLO TEMPORAL
dura ni corazón tan de acero, que no se enternezca y ablande
con el pensamiento de la pasión de Jesucristo. ¿No has leído
que, al tiempo que Jesucristo murió, las piedras duras se
205 quebrantaron y se hicieron pedazos?, que quiere decir que la
pasión de Jesucristo es tan pesado martillo, que no hay
quien en ella piense que no se deshaga de amor y se le ras-
guen las entrañas de compasión. Por los hombres murió, que
no por las piedras. Y si las piedras duras no pueden recebir
210 golpe sin hacerse pedazos, ¿es razón que seas tú tan duro
y tengas el corazón tan cruel, que aun no hagas lo que una
piedra hace? Vete, pues, hermano, al monte Calvario, mira
a Jesucristo en la cruz, y hallarás consuelo y regocijo para
tu ánima, hallarás salud para todas tus enfermedades.
215 La cruz, memorial Figurado estaba en los Números cuan-
de la pasión do mandó Moisés alzar en alto en un
madero una serpiente de alambre, y
dijo que todos los que se hallasen mordidos de víboras mira-
sen la serpiente que estaba en lo alto, y que luego sanarían.
220 Así, así, hermano mío, cuando te sintieres picado de la víbo-
ra mira a Jesucristo en la cruz y sanarás de tu llaga. Cuando
te sintieres picado de la víbora con la gula, alza los ojos a
Jesucristo hambriento en la cruz, y sanarás de esa llaga.
Cuando te picare la víbora ponzoñosa de la soberbia, mira
225 al humilde Jesucristo en la cruz. Cuando te persiguiere la
deshonra o persecución alguna, mira a Jesucristo perseguido
y deshonrado en la cruz. Cuando te sintieres con la llaga de
la lujuria, mira la carne preciosa de Jesucristo, su cuerpo
enclavado y desollado en la cruz, y serás libre de la pon-
230 zoña. La víbora que Moisés puso en el madero alto, de alam-
bre, parecía serpiente ponzoñosa, pero ninguna ponzoña te-
nía. Figura era todo de Jesucristo bendito, para darte a
entender que aunque Jesucristo, muriendo en la cruz y con
tantos tormentos, parecía pecador y malo, no lo era. Pa-
235 recia hombre pecador, abatido y despreciado; pero era hom-
bre sin pecado y verdadero Hijo de Dios.
Hoc facite in meam commemorationem. Por carne caí-
mos, por carne nos levantamos. Porque la carne del primer
hombre pecó, fuimos privados de la gloria y desterrados
240 del paraíso terrenal ; vino Jesucristo, nuestro verdadero Pa-
dre, y por su preciosa carne fuimos tornados en gracia y
reconciliación de Dios y coherederos con Cristo. Por carne
anda el demonio, y trabaja él, y trabaja por llevarnos al
infierno; y por carne quiere Jesucristo que vamos al cielo.
245 Viendo Jesucristo cuán poco nos acordamos de El y
cómo lo tenemos olvidado, quéjase muy reciamente, quéjase
242 Por] Con
2ig Cf. Nuüu. 2i, 8.
1,8. CORPUS CHKISTI
609
que los hombres lo han olvidado como a muerto. Como acá
entre los hombres en vida de uno, mientras está presente,
se acuerdan de él, y en muriendo luego se olvidan de él, asi
250 dice Cristo nuestro Señor: Traditus sum in oblivionem tan-
quam mortuus a corde. Por la memoria, las cosas pasadas
son presentes, y sin ellas las presentes se olvidan. Hanme
olvidado como a muerto.
Pues si los extraños se olvidan al que se le[s] murió, la
255 mujer no es razón olvide a su marido; la hija no es razón
que eche en olvido la muerte de su madre; que un amigo
entrañable es razón que no se le vaya de la memoria el
amigo que mucho quiso. Que le olvide otra persona que no
le ha nada, no es maravilla; pero los que son tan cercanos,
260 afrenta y vergüenza grande es, por cierto, que tan presto
olviden a quien viviendo tanto amaron. ¡Oh hermanos!
¿Quién ha habido en el mundo que con tanta razón se deba
tener en nuestra memoria como Jesucristo bendito? ¿Y quién
hay en el mundo que no deba por justa obligación no ólvi-
265 dar a Jesucristo? ¡Bendito seas tú para siempre! ¡Que su-
fres tú, Señor, que los hombres te olviden, y que no nos
hundes debajo de tierra! ¡Que te olviden a ti los que sin ti
estaban captivos y por ti son libres! ¡Que te olviden a ti
los que sin ti estaban condenados a muerte y por tu muer-
270 te quedaron con vida! ¡Y que te olviden a ti aquellos por
quien tú derramaste tu sangre, y aquellos que eran dignos
del infierno y por ti se les abrió el cielo!
¡Oh hermanos míos!, por reverencia del mismo Jesu-
cristo, que miréis esto" y lo remiréis, cuánta razón tenemos
275 de no olvidar a Dios, sino siempre acordarnos de El y que
nunca de nuestra memoria se aparte; porque, aunque ver-
daderamente murió, no ha de ser de nosotros olvidado como
muerto, antes el camino y medio que halló para que no le
olvidásemos fué morir por nosotros. Porque fué cosa de
280 tanto precio su muerte, fué cosa tan alta y de tanto valor,
que es digno de grandísimo castigo quien echa en olvido
cosa tan grande.
Dirá alguno: "¡Oh padre!, cosa recia es que tenga yo
por Dios y adore por Dios a uno que fué muerto de muerte
285 tan abatida, como fué ser crucificado". Mira, pues, lo que
el mismo Jesucristo dice por su boca bendita, que no puede
mentir. No desmaye nadie, no tenga ningún temor pensan-
do eso; que entonces cuando tú piensas que más abatido
está y que menos gente lo ha de seguir, entonces está
290 fuerte y más esforzado para atraer a sí mucha más gente
de la que antes tenía. Así andaban los fariseos muertos
251 Cf. Ps. 30, 13.
B. Avila 2
20
610
SERMONES. CICLO TEMPORAL
por hacer que no siguiese tanta gente a Jesucristo. ¿Qué
remedio pensaron ellos? "Démosle muerte, y no cualquier
muerte, sino muerte de cruz, muerte baja, muerte deshon-
295 rada. Subirlo hemos en la cruz, y no lo seguirá nadie; me-
nospreciarlo han todos, tendránlo por hombre bajo, no
creerán en El". Dice nuestro Redemptor: "¿Así que pensáis
que, porque yo muera, no tengo de tener quien me siga?
Pues esperá: Cum exaltatus fuero a térra, omnia traham
300 ad me. Cuando fuere puesto en una cruz entre dos ladrones;
cuando me pusieren en la cruz y me enclavaren en ella;
cuando allí rae dijeren deshonras y blasfemias, entonces yo
los traeré todos a mí, y no así como quiera, sino por una
fuerza amorosa, y que ni sepan cómo, ni cómo no, los
305 traeré a mí". Así como la grana fina y el ámbar refregado
atrae a sí a las pajicas, traerá a sí las ánimas de aquéllos
que pensaren en su pasión.
Si quieres gozar de Jesucristo, si quieres gozar de la ale-
gría verdadera de los ángeles, si quieres gozar que tu ánima
310 se alegre, llégate a la cruz de Jesucristo nuestro Señor y di
con David: Introibo ad altare Dei; ad Deum qui laetificat
iuventutem meam. Entraré al altar de Dios, aquel Dios que
alegra mi juventud. Dios de alegría es, hermanos, no de
tristeza; Dios de consuelo tenemos. Lleguemos al altar de
315 Dios, a la cruz de Jesucristo. Allí, hermano, te has de llegar.
¡Oh cruz de Jesucristo! ¡Oh remedio! ¡Oh instrumento de
nuestra redempción! ¡Oh árbol santo! ¡Oh árbol digno de
gran veneración, la cruz de Jesucristo! ¡Gran cosa! No hay
cosa que así encienda un corazón tibio e indevoto, como la
320 cruz de Jesucristo. ¿Quieres, hermano, que tu corazón arda
en viva llama de amor de Dios? Toma una rajica de la cruz
de Jesucristo. Unos piensan en la creación del mundo, otros
en el cielo, otros en diversas cosas buenas; todo es bueno;
pero es frío en comparación de la cruz. La cruz de Jesu-
325 cristo hace hervir el corazón, arder el ánima en devoción.
La Eucaristía nos ¿Hay, por ventura, otro remedio?
recuerda al Señor ¿Hízolo Dios? ¿Jesucristo dejó efec-
tuada alguna cosa para que no lo ol-
vidásemos? ¡Oh hermanos, y cuántas invenciones de amor
330 usó Jesucristo para que nos acordásemos de El y lo tuvié-
semos en la memoria! ¡Cuántas mercedes nos hizo, cuán ex-
trañas y cuán sobre toda razón humana! Bendito sea Jesu-
criato, Redemptor nuestro; bendita sea tu misericordia y
bendita sea tu bondad; bendígante, Señor, los ángeles; man-
335 ria tú que ellos te bendigan; bendícete tú a ti, alábate tú a ti,
297 Cf. lo. 11, 50.
300 Cf. lo. 12, 32.
313 Ps. 42, 4.
38. CORPUS CHKISTI
611
glorifícate y ensálzate tú a ti por tan gran misericordia
como con nosotros usaste en quedarte con nosotros en el
Santo Sacramento del Altar.
— ¿Qué haré — dice Dios — con esta gente tan olvidadiza,
340 que no se acuerdan sino de lo que tienen delante, por mucho
que con ellos he hecho? Heles mostrado mil maravillas, diles
maná del cielo, saquéles agua de la piedra, abriles el mar Ber-
mejo por do pasasen a pie enjuto, ahogué allí a sus enemi-
gos, he hecho dos mil cosas por ellos, y todavía me olvidan;
345 ¿qué remedio? Yo haré que no me olviden. — Catá, Señor,
que os ponéis a mucho. ¡Es la gente tan olvidadiza! A mu-
cho, Señor, os obligáis.
Acordó la eterna Sabiduría, para que nuestro olvido ce-
sase, y fué que el mismo Jesucristo se quedase acá con nos-
350 otros, para que en su presencia, teniéndolo delante, no lo
olvidásemos. Y también la santa madre Iglesia, alumbrada
por Espíritu Santo, procura traerte siempre a la memoria
la muerte de Jesucristo y la institución del Santísimo Sacra-
mento. A la puerta de la iglesia está puesta una cruz, por
355 las paredes muchas cruces; cuando te ba[u] tizan, tantas
de cruces; cuando confirman, con cruces; cuando dicen misa
hacen infinitas cruces; todo para que te acuerdes que Jesu-
cristo murió en cruz. También manda la Iglesia que el vier-
nes no comas carne. ¿Por qué piensas que es aquello? Para
360 traerte en la memoria cómo en tal día como aquél la carne
de Jesucristo fué crucificada, y para que tú, por amor de
aquella carne, no comas carne y hagas más penitencia que
esotros días, te abstengas de pecar más que los otros días;
pero también pecamos como si no lo fuese y tantas maldades
365 cometemos en aquel día como en los otros.
También, viendo esto que no basta, quísose El mismo
quedar presente y que digan tantas misas, para que te acuer-
des que el mismo Jesucristo se quedó por tu amor en el santo
altar debajo de las especies sacramentales de este Santo Sa-
370 cramento, cuya fiesta hoy celebramos. Bendito sea Jesu7
cristo por siempre, que hora ni momento no nos quitó de
su memoria. Y para darnos a entender que se acordaba de
nosotros, en el Jueves Santo en la cena, en la víspera de su
pasión, tomando el pan en sus sacratísimas manos, alzando
375 los ojos al cielo dió gracias al Padre. Bendito seas tú por
siempre. ¿Para qué, Señor, dabas tú gracias al Padre? Ha-
cíase el bien a nosotros, y como si tú mismo lo recibieras,
así le das gracias a tu Padre celestial; porque vieron, Señor,
tus ojos, que era tan alto el bien que en quedarte tú acá se
380 nos hacía, y que la merced era tan grande, que sobrepujaba
todo entendimiento humano. Bien vieron. Señor, tus ojos
344 Cf. Ps. 105, 21.
612 SERMONES. CICLO TEMPORAL
que no habíamos de saber agradecer la merced, ni menos
saber dar las gracias que convenían, y por eso las diste por
nosotros. Dió gracias al Padre y dijo: Comed, que éste es
885 verdaderamente mi cuerpo; haced esto en memoria mía.
El rey Faraón, celebrando el día de su nacimiento, es-
tando en mitad de los convites entre los manjares, acordóse
de su paje de copa que estaba preso. "¿Qué es de mi paje?
— dice el rey — . Tráiganle aquí". Grande señal de amor es,
390 cuando uno se acuerda de otro que bien quiere cuando está
en algunas fiestas o banquetes: "¡Oh si estuviera aquí Fu-
lano! ¡Oh si viera esto o comiera de esto!" Y si en todas
las cosas los que bien se quieren desean que sus amantes
estén presentes a alguna cosa principal : Redemptor nuestro,
395 y cuando celebrastes vos aquella solemne cena con vuestros
sagrados apóstoles, ¿acordásteos de nosotros? ¿O por ven-
tura eohástesnos en olvido? Bendito seas. Señor, por ello,
que así de nosotros te acordaste.
—¿Qué haré yo — decía el bendito Jesucristo — para que
400 mis cristianos, mis ovejicas coman de este manjar que yo
agora como? ¿Qué haré para que todos participen y tengan
parte en este convite?: Haced esto en memoria mía. No
penséis, cristianos; no penséis, hijos míos, que os tengo
olvidados; que ahora estoy cenando con mis discípulos, y
405 mañana estaré puesto en una cruz por vuestro amor. Y, de-
más de esto, parte tenéis en mi cena.
— Señor, ¿qué nos dejaste? ¿Por ventura dejáisnos acá
las sobras y los relieves que entonces quedaron? Dice San
Crisóstomo: "Mirad, cristianos, no nos dejó Jesucristo lo
410 que sobró, no dejó lo que ellos no pudieron comer. La cena
tan entera como estaba antes que se comenzase, eso nos
dejó. Dejónos el mismo altar, dejónos el mismo manteni-
miento; y aquel müsmo que entonces aparejó el manjar,
ese mismo lo apareja ahora. Jesucristo era el manjar allá,
415 y Jesucristo es el manjar acá. Allí dió El su cuerpo por
mantenimiento a los apóstoles, y el mlismo cuerpo de Jesu-
cristo dan hoy a todos los cristianos. Jesucristo fué el que
nos dió el manjar, diciendo aquellas sacratísimas palabras,
y Jesucristo acá también prepara el manjar. Porque aun-
420 que el sacerdote diga: Aqueste es mi cuerpo, no lo dice el
sacerdote por sí; porque si él lo dijese por sí solo, no apro-
vecharía; en persona de Jesucristo las dice. Y para dar a
entender esto, en el instante que las dice, el cuerpo de Je-
sucristo se halla presente debajo de las especies de la
425 Hostia y debajo de aquella pequeña cantidad está Dios,
está Jesús tan alto, tan poderoso y tan grande como está
en el cielo. Hoc facite in meam commemorationem. Esto
385 Cf. Le. 22, ig.
427 Le. 22, 19; 1 Cor. ii, 24.
38. CORPUS CHR1STT
613
manda Jesucristo, hermanos, que hagamos para que nos
acordemos de El, que recibamos con devoción su sacratí-
430 simo cuerpo".
Agradece las mer- ¡Oh hermano, y si supieses qué mer-
cedes que te hace ced tan grande te hizo Jesucristo en
en el Sacramento quedársete acá para mantenimiento!
¡Cuántas veces te acontecerá que te
436 ves tan triste, tan tibio, tan flojo en las cosas de Dios,
tan indevoto, que ni te querrías ver tú a ti mismo; estás muy
descontento, y que te dé sinsabor el rezar, el ayunar, el
dar limosnas; y en llegarte a este Santísimo Sacramento,
en llegarte a querer recebir el cuerpo de Jesucristo, hace El
440 que, sin que tú lo entiendas ni sepas de dónde vino, te ha-
lles alegre y diligente en el servicio de Dios, y te halles
devoto, y reces tus devociones, y des tus limosnas! Y si es-
tabas flaco, que de medroso no entrabas en campo ni aun
con una mosca, recibiendo el Santísimo Sacramento te pa-
445 ras tan fuerte, tan esforzado, que un león no te espanta.
No hay mejor remedio para que un ánima fría hierva en
caridad de Dios nuestro Señor y ame a Jesucristo con
ferviente amor, como es tomar y comer el cuerpo de Jesu-
cristo. ¿Habéis visto un instrumento que hay para calentar
450 las manos, que es una manzana de metal abierta por medio?
Toman un clavo hecho ascua, échando dentro y ciérranla, y
ansí se calientan trayéndola en las manos. Así, pues, ¿quie-
res que tu ánima sienta mucha devoción y sentimientos ma-
ravillosos de Dios? Mete en tu pecho el Santísimo Sacra-
455 mentó, comulga a menudo, allégate al santo altar de Jesu-
cristo, y ruégale con mucha devoción: "Señor, en esta tri-
bulación estoy; Señor, en esta fatiga estoy; esta tentación
me fatiga; esta deshonra me anda rodeando; Señor, estoy
tibio, estoy flojo, estoy frío; Señor, pues vos sois fuego
460 verdadero, encended mi ánima con vuestro amor; abrasad,
Señor mío, mis entrañas en caridad". Pídele, que yo salgo
por fiador, que si con buena fe se lo pides, que te lo dará.
Grandísimas mercedes en gran manera nos hizo en dejar-
nos acá su santísimo cuerpo.
465 Decía Séneca, aun siendo gentil, que el hombre bien
agradecido había de tener un librico donde tuviese escrito
todas las buenas obras y mercedes que de otro ha recebido:
"Fulano me hizo esta buena obra, Fulano estotra". Y dice
440 hallas
430 San Juan Crisóstomo, Jn SM., hom. 50, 31 (MG 58, 507) :
«Credite igitur nunc illam coenam celébrari, in qua ipse recumbe
bat. Niihil qnippe haec ab illa differt. Ñeque enim lianc homo ef-
ificit, illam Christus, sed hic ipse utramqxie».
468 Gf. L. A. Séneca, De bencfkiis, 1. 1, c. 1.
614
SERMONES. CICLO TEMPORAL
más, que si aquel de quien recibió la buena obra está ausente,
470 y aunque por carta se lo has agradecido, es muy gran razón
que cuando lo veas presente le des gracias de la merced re-
cebida y lo agradezcas mucho.
Envíate tu esposo, que fué no sé dónde, una joya, una
saya, un no sé qué. Es razón, cuando venga, que le digas:
475 "Señor, téngoos en merced la memoria que de mí tuvistes.
Bien se parece el amor que me tenéis, pues estando ausente
os acordastes de mí". Así es razón que haga el cristiano
cuando Jesucristo le saca de una • tribulación o tentación
que mucha pena le daba. Cuando alguna cosa hubiere hecho
480 por ti, dale gracias, agradéceselo mucho, sabe conocer la
merced, que es grande, y corresponder con grande nacimien-
to de gracias. Pero mira que en esto se dice estar Jesucristo
como ausente; envíale tus pensamientos, envíale tu ánima,
dile: "Yo conozco que esta merced que agora, Señor, me
485 hiciste, es de tu mano; todo el bien, si alguno tengo, de tu
mano es; si tu mano poderosa no me librara del pecado, en
él me estuviera, y no era yo bastante a librarme de él.
Caído, Señor, estaba; tú me levantaste; y si tú no lo hicie-
ras, todavía me estuviera caído". Envíale estos agradeci-
490 mientos.
Pero cuando te llegues al santo altar, cuando quieras
recebir el Santísimo Sacramento, cuando lo hayas recebido,
gózate en el Esposo recién venido y sábele aposentar en tu
ánima, sábele regalar. Y cuando así lo tuvieres, acuérdate
495 de los bienes que por su ayuda has tenido y acuérdate de
los trabajos de que te sacó; tórnale a dar gracias de nuevo.
Tráele a la memoria las muchas mercedes que el Señor te ha
hecho y de cuánta necesidad y peligros se sacó, y por todos
dale siempre mil géneros de bendiciones, y dile: "Señor,
500 siempre me habéis hecho mercedes en ausencia; ahora que
estáis presente, os suplico no me olvidéis. Hacedme, Señor,
esta merced, que tengáis por bien de hacerme grato a vues-
tras mercedes y misericordias". Dile mil ternuras de amor
con la Esposa. Pídele, pues tienes contigo a quien estando
505 ausente tantas mercedes te hizo.
Llégate a comulgar Allégate a este santo Sacramento
muchas veces muchas veces, si quieres gustar qué
cosa es Dios. Y si quieres que tu
ánima esté consolada, llégate al altar, y allí hallarás tam-
510 bién la memoria de la pasión. El ara la cruz significa donde
Jesucristo fué puesto; los corporales, la sábana donde fué
envuelto; el cáliz, el sepulcro donde fué sepultado. Gozarás
B10 ara] y add. | significa] la add.
38. CORPUS CHRISTI
615
de los dos remedios principalísimos para tu ánima, memoria
de la pasión, frecuentación en recebir el Santísimo Sacra-
515 mentó.
Allégate, pues, al Santísimo Sacramento, no de tarde en
tarde, sino ven con mucha reverencia, con amor, con devo-
ción, con mucha humildad, y muchas veces en el año, porque
no se te vaya de la memoria, sino siempre lo tengas delante
>20 ios ojos como espejo; y tú verás por experiencia lo que se
te sigue de la santa comunión. Aplícasete, cuando te co-
mulgas, lo que ganó Jesucristo en la cruz; mira, pues, si es
de perder tal ganancia. Llorar deberías cuando esto perdie-
ses o lo dejases de ganar; llorar tenías, y no como quiera.
525 Sientes por grandísima pérdida cuando te viene la nueva de
la nao que se te hundió, o de que fuiste a las Indias y no
trujiste muchos dineros; sientes mucho esto, ¡y no se te re-
vienta el corazón cuando por tu culpa pierdes lo que Jesu-
cristo nuestro Redemptor ganó en la cruz! Con lágrimas de
530 sangre lo habéis de llorar muy llorado.
¿De dónde piensas, hermano, que se levantaron errores
y herejías contra este Santísimo Sacramento? Tengo por
averiguado, y no me quitarán de la cabeza, que la causa
principal fué olvidar de la memoria tan gran merced y olvi-
535 darse de comer su pan. ¿De dónde vino' el otro hereje a decir
no sé qué, y el otro, y el otro? De no llegarse, por cierto, a
este santo Sacramento. Los soberbios y presuntuosos, ami-
gos de cosas grandes, vinieron a pensar, considerando a Dios
tan alto en este misterio, y que Aquel tan grande estaba en-
540 cerrado en cosa tan pequeña, como aquello que no cabía en
su entendimiento y sobrepujaba su juicio, que no quisieron
sujetarse a El ni recebirlo; de no recebirlo vinieron a caer
en grandes errores y herejías, como los judíos a no creerlo.
No así, por reverencia de Jesucristo, sino considera la
545 misericordia de Dios, mira las palabras que Jesucristo dijo:
Haced esto en memoria mía. Y mira que mientras menos
entiendes este misterio, mayor es la merced que te hace. Que
si las obras de Dios fuesen tan bajas que nosotros las en-
tendiésemos, no serían grandes, como dice San Gregorio; y
550 viendo que las cosas son tan grandes, venimos en conoci-
miento de la grandeza del Hacedor.
Y mira también el tiempo en que Jesucristo te dijo: Fa-
ced esto en memoria mía; que fué queriendo padecer y morir
por amor de quien lo dijo. Llégate a comulgar muchas veces
555 con devoción, ten en la memoria la pasión de Jesucristo, la
institución de este Santísimo Sacramento. Y con la frecuen-
tación de él alumbrarte ha Jesucristo el corazón para que
549 San GREGORIO MAGNO, In Ez.', 1. z, hom. 8, io : ML 76, 1034.
616
SERMONES. CICLO TEMPORAL
no caigas en errores; esforzará tu ánima para entender en
cosas de su servicio; confortará tu ánima, y consolarla ha;
560 hará que seas misericordioso, humilde, casto, continente, ca-
ritativo para con los prójimos; darte ha su gracia y des-
pués gloria.
39 Comen los hombres el pan de los ángeles
En la Infraoctava del Corpus
(Bd. 1596, I, flp. 749-769. )
Parasti in dulccdine tua pauperi, Deus. Aparejaste,
Dios, en tu dulzura para el pobre (Ps. 67, [ti]).
Exordio: Propter nos homines, et propter nostram salu-
tem descendit de caelis, et incarnatus est de
6 Spiritu Sancto, ex Maria Virgine, et homo factus est. Por
amor de nosotros descendió de los cielos y encarnó por Es-
píritu Santo de Santa María Virgen. El negocio de juntarse
Dios con el hombre es negocio del Espíritu Santo, no inter-
vino obra de varón; como el pan que fué dado a los hijos
10 de Israel en el desierto no fué sembrado ni cogido por mano
de hombres; pues a proporción ha de ser lo figurado de la
figura. Así como Jesucristo encarnó en el vientre de la
Virgen, y no por Obra de varón; como el pan que fué envia-
do del cíelo y no sembrado por mano de hombre; así para
15 hablar de este misterio del cuerpo y sangre de Jesucristo es
menester en gran manera la gracia y el saber de Dios; que
si en alguna cosa sabe poco el hombre, en este tan alto
misterio es. Dice San Pablo: Quae sunt Dei nemo cognovit,
nisi Spiritus Dei. Las cosas que son de Dios, no las sabe
20 nadie sino el Espíritu de Dios; y si acá las saben, es porque
las reveló. Los que tratamos el cuerpo y sangre de Jesu-
cristo, hemos menester mucho la gracia para bien tratarlo
y para bien aprovecharnos; y 'los que oímos misa, para bien
la oír; y los que la decimos, para saberla decir; y los que
25 tenemos fe, para saberla tener; y los que hemos de hablar
y oír, tenemos necesidad de la gracia del Espíritu Santo,
que mueva nuestra lengua y despierte vuestras orejas.
Y porque en el vientre de la Virgen fué amasado este pan,
que así se llama, el pan de la Virgen, y pues que sabemos
30 que no es avarienta en hacernos mercedes, que bien lo sabe
repartir, supliquémosle que nos alcance gracia.
562 erloria.] Vive, ánima mía, en perpetuo agradecimiento a tal Señor y tal
Amador add.
7 Miss. Rom., Ordo Miss., Symbolum Nicacn.-Constantiiiop.
20 Gf. 1 Cor. 2, 11.
39- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
617
¿Qué ha aparejado Parasti in dulcedine tua pauperi,
Dios? Deus. Estas palabras son en naci-
miento de gracias de este bien-
35 aventurado y sacro mlisterio que gozamos y entre manos
tenemos, del cuerpo y sangre de Jesucristo. Dicen en ro-
mance: Aparejaste, Señor; aparejaste, Dios, en tu dulzura
al pobre.
Cuando el pecho está muy lleno de afición, habíanse las
40 palabras sin orden y concierto de compostura. Tómame los
Cantares. Así me parece esto aquí: Aparejaste, Dios. ¿Qué
aparejo? Allá os lo habéis vos y Dios, David; parece que
allá os lo dijeron, ¿y paréceos que todos lo entienden? No
es tan fácil la respuesta como la pregunta. ¿Qué nos apa-
45 rejó en este manjar? ¿Qué bienes nos dió aquí?
Sobre esto viene el Manhú que preguntaron los hijos de
Israel: ¿Qué es esto? ¿Qué es esto que nos ha aparejado
Dios, que tanto caso hace de ello el profeta David ? Poco ha
que se puede responder: desde que Cristo nuestro Señor
50 instituyó este Santísimo Sacramento; que si antes lo pre-
guntaran, ¿quién supiera responder? Este es uno de los
misterios muy escondidos de Cristo, y es tan profundo y
escondido, que dice San Pablo que los ángeles ni los ar-
cángeles no lo supieron sino cuando lo vieron obrado. Pe-
55 queña respuesta es decir: ¿Qué es esto que aparejó Dios?
¿Qué es esto que ha ordenado? Habíamos menester una
lengua de Dios para saber responder. Dice San Pablo: A mi,
el más pequeño de los santos, me fué dada esta gracia y
mte fué hecha esta merced, que mi lengua predique, que sea
60 pregonera de las riquezas investigables de Dios. Hame hecho
esta merced, ¡y tal es ella, y no pequeña!, de predicar yo
y de declarar al mundo que sea dispensador de los miste-
rios y sacramentos de Dios, para que amen y conozcan los
hombres a Dios, y conozcan sus secretos escondidos, porque
^5 este misterio nace en la dispensación de los siglos.
Sobre toda ciencia es y naturaleza y sobre todo enten-
dimiento, que aunque uno viese toda la orden y naturaleza
de las criaturas, no vería este mlisterio, porque es más
alto que todo ello. Es sobre todas las criaturas, y tan es-
70 condido, que quiso que aprendan y sean enseñados los án-
geles y les sea notorio lo mucho que sabe Dios hacer ; y esto
lo aprendan de la Iglesia. Misterio es grande de Dios que
sean los ángeles enseñados, que sean discípulos de los hom-
bres: Multiformis gratia Dei. Séales notorio lo que aquí se
75 sabe; el saber y la sabiduría de Dios, que es en si una, y
en los efetos"de muchas maneras. ¡Que [no] saben los an-
33 Ps. 67, u.
47 Ex. 16, 15.
54 Col. 1, 26-28.
60 Gf. Eph. 3, 8.
76 Of. Eph. 3, 10.
618
SERMONES. CICLO TEMPORAL
geles este misterio de 'los homlbres! ¿Cómo no se admiran
los hombres? ¡Discípulos son los ángeles de nuestra doc-
trina [y] nuestra Iglesia! Y ándanlo mirando y remiran-
80 do; y mil veces nos llaman bienaventurados, porque fuimos
dignos de tratar con nuestras manos y mirar con nuestros
ojos este misterio. Míranse unos a otros: ¿Cómo es esto?
Remedio de to- Mirad si la pregunta es razonable:
das nuestras ne- ¿Qué ha aparejado Dios? Responda el
85 oesidades <lue 1° pregunta: Parasti in conspectu
meo mensam. Del abismo llama al abis-
mo. ¿ Queréis saber qué ? Aparejaste en mi acatamiento una
mesa contra los que me atribulan. ¿No más? ¡Bendito sea
quien tanto pudo y supo y tanto bien nos quiso hacer!
90 Cuando tú alzas los ojos y ves en el altar, que es la mesa,
el cuerpo sacratísimo de Jesucristo, ¿qué habías de hacer?
¡Qué darle gracias!, ¡qué esfuerzo habías de tomar contra
todos los vicios!, ¡qué fuego había de arder en tus entra-
ñas! Y aunque tuvieses un pie en los infiernos, habías de
®5 cobrar fuerzas; y aunque vinieses helado y muerto de frió,
te habías de abrasar en amor. Que este santo Sacramento
es figurado, según dice Damasceno, por el carbón encen-
dido que tomó el ángel del altar y lo puso en los labios de
Esaías. con el cual fué limpio. Cuando está el fuego pre-
100 senté, huye el frío, y cuando el buen cristiano está presen-
te al cuerpo y sangre de Jesucristo, habían de saltar cente-
llas de amor de su corazón, por frío que estuviese. Caro
ígnita, caro Christi. ¿No lo dijeron los discípulos cuando
iban al castillo de Emaús ? : Nonne ardens erat cor nostrum ?
105 ¿Por ventura no era nuestro corazón encendido en tanto
que nos hablaba por el camino? ¿No nos ardía el corazón
con fuego de amor oyéndole lo que de las Escrituras nos
declaraba ?
Pones eos ut clibanum ignis. En el día del juicio ha de
H-0 haber un horno de fuego que queme a los malos. Antes que
venga aquél, hay acá otro horno de buen fuego que quema
los corazones de los buenos, los purifica y alimpia de los
pecados. Y quien quisiere escapar de aquél, arda en este
otro; que cosa averiguada es que quien viene tibio y frio;
115 si se llega con reverencia a este Santísimo Sacramento-, ie
saltan centellas de fuego y va encendido; y cuando viene a
la. Iglesia a recebirlo, se quema en vivo fuego de devoción.
86 PS. 22, 5.
99 San Juan Damasceno, Hom. in Sabb. Sanct., 29 (MG 96, 630) :
«Tetigisti divinum carbonein,, cuius figurani nec Seraphim tangere
potuerunt» ; De fide orlh., S. 4, c. 13 : MG 94, 1150.
99 Of. Is. 6, 6-7.
108 Cf. De. 24, 32.
109 Ps. 20, 10.
39- EN INFKAOCTAVA DEL CORPUS
619
¿Qué habías de sentir, cristiano, cuando lo vieses puesto
en el altar por ti?
120 Apare jásteme, Señor, mesa contra todos los que me atri-
bulan. — Decí: ¿Tenéis mucho que sentir? ¿Habéis ofen-
dido a Dios? ¿Qué decís, David? — 'Que no haya ya queja
en ti ni mal, ni desmayo, ni miseria, que no sea bastante
el pan de esta mesa que te aparejó Dios para te lo remediar.
126 No puedes estar tan enfermo, que no vayas sano. No tienes
tú tantos pecados, cuanto remedio hallarás en el cuerpo y
sangre de Jesucristo. Allí hallarás fuerza contra tus desma-
yos y perdón de tus pecados. Si fueras tentado, afligido,
triste y desconsolado, allí hallarás medicina y verdadera sa-
130 lud de todos sus trabajos y enfermedades; finalmente, no
habrá en ti tanto mal, cuanto bien allí hallarás; y por eso
dice muy bien el profeta: Contra todos los que me atri-
bulan.
Decid: ¿Tenéis mucho que sentir? ¿Habéis ofendido a
135 Dios? ¿Tenéis algo que lloréis? Señor, multiplicadas son las
pasiones de mi corazón,. ¿Quién no tiene que sentir? ¿Quién
no tiene que florar de la niñez? ¿Quién hay que entonces
hizo algo que ahora no le dé pena? ¿Quién no está lasti-
mado del tiempo pasado? ¿Quién no trae en su corazón hin-
140 cado un puñal, acordándose de las ofensas de Dios? ¿Quién
no tiembla de la hora de la muerte? ¿Quién no teme mucho
el temeroso y riguroso juicio de Dios? ¿No anda hincada
esta espina en nuestro corazón y en nuestras entrañas:
"Señor, si estoy perdonado de Dios? ¿Si estáis bien conmi-
145 g0? ¿Si os tengo enojado? ¿Cómo me va con vos? ¿Si me
queréis bien? ¿Qué será de mí? ¿En qué tengo de parar?"
¿Quién no es perseguido del demonio? ¿Quién está en paz
en este mundo? Todos estamos llenos de guerra.
Que contra todo lo dicho es tan poderoso él remedio que
150 tenemos, que todo es flaco y nada contra su fuerza. Apare-
jónos Dios una mesa en dulzura, que destierra toda cuanta
amargura. hay en todo lo demás. Hermanos, el remedio con-
tra todos nuestros males (esto se os asiente en vuestros co-
razones) Dios-Hombre es. Venid a comer el pan que os
155 es hoy dado, Dios-Hombre: Hombre, porque lleguéis a El
sin temor, que no os desechará, que se dolerá de vos, que
sabe vuestros trabajos y os consolará en ellos; y es Dios
para que sepáis que os puede perdonar y tiene poder para
ello, y lo sabrá, podrá y querrá hacerlo. Ase de El ; allégate
160 a El, recíbelo, que para todo tiene remedio; en todo te ayu-
dará; tú, hermano, ase de El, que todo es tuyo; que apa-
rejó Dios nuestro Señor mesa contra todos los males, mesa
contra todas nuestras necesidades.
120 Ps. 22, 5.
136 Ps. 24, 17.
620
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Viene amoroso Bien ha dicho el profeta: "En dulcedum-
165 y manso bre, en dulzura, en amor y remedio". Al-
gunas veces la apareja in spiritu suo duro.
— '¿Qué o cuál es la dureza de su espíritu? — Leed a Esaias.
Cuando Dios reprehende a alguno, cuando castiga a alguno,
cuando lo mlaltrata, cuando lo lastima, cuando apareja va-
ITO sos de muerte, cuando ordena castigos de muerte, cuando
trata y hace tratar a alguno con rigor de su justicia, todo
esto es tratarlo con su espíritu duro. No es así acá en esta
santa mesa, en este rico convite; sino en espíritu blando, en
espíritu amoroso, en espíritu de dulcedumbre. No pone en
^5 su arco saetas de muerte, saetas de enemistad, sino saetas
de vida y de amistad. Aparejó su arco Jesucristo, su ben-
dito Hijo, puesto en la cruz; desde allí tiraba saetas que
atravesasen nuestros corazones con amor, con fuego de
encendido amor y caridad.
l&O Aparejó dulzura sobre dulzura, amor sobre amor. Dulce
y. amoroso se nos mostró en la cruz: dulce y amoroso se nos
muestra en el altar. ¡Dulce eres, Jesucristo, en la cruz;
dulce eres, Jesucristo, en el altar; en todo eres dulce y
amoroso!
185 ¿Qué quiere decir: "Que es cosa, y cosa", que de la
boca del fuerte salió dulzura? Halló Sansón en el camino
un león y matólo; y cuando volvió por allí halló en la
boca del león un panal de miel. ¿Qué "cosa, y cosa" en
la boca del fuerte la dulzura? ¿Quién tal pensara, que en la
190 boca del fuerte muerto había de haber dulzura? ¿Quién es
este fuerte? El León de la tribu de Judá. ¿Quién tal pensara
y quién tal pudiera decir: "El fuerte había de morir y en la
boca del muerto se había de hallar la dulcedumbre"? El
fuerte León murió. El que no podía morir, murió; y en la
196 boca del fuerte estaba la dulzura. ¡Que de la boca del fuerte
había de salir manjar para hartar y consolar a los hombres!
¡ [Que nuestro] Señor Jesucristo, Hijo de la Virgen, el que
anduvo predicando por el mundo, enseñando a los hombres
y sanándolos de sus enfermedades, aquel mismo que hacia
200 tantos milagros, que padeció y murió por nosotros, ese mis-
mo, no otro, tengamos acá entre nosotros, y lo miremos
con nuestro ojos, y lo tratemos con nuestras manos, y lo
recibamos en nuestros corazones! ¡[Que] esté y more entre
cosas tan bajas como nosotros somos! ¿Quién tal pensara,
205 si no estuviera hecho, que a este tan alto Señor lo tratemos,
y que lo conversemos, y le cantemos cantares?
No diga nadie: "Dios es riguroso", o que "Dios no es
manso"; no lo digas. ¿Que no sabes cómo estás con Dios?
167 Cf. Is. 27, 1.
170 Ps. 7, 14.
176 Ps. 7, 13.
186 Cf. lud. 14, 8.
191 Apoc. 5, 5.
EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
621
No tengas ya temores, no huyas de El, mira cuál viene y
210 mira con qué amor viene; no riguroso, no cruel, sino amo-
roso y manso, y lleno de todo los bienes, y ganoso de te
dar a sí mismo. ¿Quién sabrá tantear ni pensar aquesto?
Una lengua del cielo había de venir para hablar de este
sacrosanto misterio. ¿Habéislo pensado? ¿Habéis caído en
215 ello? Creo que no, ni tal os pasa por el pensamiento. ¡Cuán-
to habría que estudiar en esto; que sale Jesucristo y va a
visitar un enfermo y pobrecito; que no se desdeña aquella
Majestad de ir a su casa, y yo no lo hago! Bendito seáis
vos, Señor, que vais sin asco y sin desdén a visitar al
220 buboso, y al pobre, y al llagado, y al leproso; a todos
cuantos hay por ahí que os han menester. Señor, que an-
dáis visitando los enfermos, los que hieden, ¡y no os dan
en rostro! Aun no os lo digo por lo del cuerpo, que peores
y más hediondas enfermedades son las del alma. ¡Oh bon-
225 dad y paciencia grande de Jesucristo, que quiso morar con
tales como nosotros!
Y lo peor es que aperuerunt super me os suum, sicut leo
rapiens et rugiens. En esto veréis quién es Dios, y cuánta
fué su paciencia, y cuánto es lo que cada día nos sufre y
230 disimula. Grande fué la pasión y trabajos que por nosotros
padeció y muchos fueron los tormentos y afrentas que col-
gado en la cruz padeció; pero mayor espanto es y mayor su
paciencia, pues sufre que comulgue aquél en pecado y que
el sacerdote le reciba y se llegue a aquel santo altar y sacro-
23ñ santo misterio sucio y sin aparejo alguno. ¡Oh Señor, y
que te dejas tratar de tales manos, y que tienes paciencia
para sufrir que lleguen a ti, y que llegue a ti la boca sucia,
y las manos sucias, y el corazón que te ofendió! ¡Que te
tome aquella sucia boca! ¿Qué es sino que abrió el león su
240 boca para tragarte? León, y peor que león, es el que tiene
el corazón airado; y el otro es dragón que tiene el corazón
malicioso; y el otro es toro, el que es desobediente. Todos
éstos, Señor, todos te han cercado, todos abren la boca para
te tragar; ¡y calla el Cordero manso, calla y no dice palabra,
245 como si lo tratasen manos buenas, y buena boca, y limpio
y honesto corazón!
Gran merced fué, por cierto, quedarse acá con nosotros.
Grande cosa quedarse el médico para nuestras enfermeda-
des, el médico de nuestras almas y conciencias, el pastor de
250 nosotros, que somos sus ovejas; y nuestro padre que nos
consuele, y tal arrimo para que nos esfuerce y dé aliento
y nos haga sombra y espaldas en todas nuestras necesida-
des. ¿Qué nos falta teniendo acá a Cristo? ¿Qué hay que
212 Cf. Zach. 9, 9.
228 Ps. 21, 14.
622
SERMONES. CICLO TEMPORAL
desear? Nada nos falta, todo nos sobra, ricos estamos, sanos
255 y bienaventurados y llenos de todo bien.
Cuenta Earuc, por gran cosa, que conversó Jesucristo
una vez acá en la tierra con nosotros y que habló y estuvo
entre nosotros. Más cierto es y más hay que espantar de
verlo obrar las obras que cada día obra en su pueblo cris-
260 tiano. Porque entonces en sola Judea conversó y anduvo y
predicó; y agora no solamente en Judea, pero en todo el
mundo. ¿Quién os podrá contar lo que acá cada día gana
Jesucristo y remedia, lo que levanta, lo que sustenta, lo que
anima, lo que consuela? Todo lo mira, todo lo ve, todo lo
265 conoce: lo pasado, lo presente, lo por venir; en todo lugar
está, a todo responde. ¡Cuántas veces te da buenos pensa-
mientos! ¡Cuántas, por oír una misa, por hacer una buena
obra — y muchas veces sin hacerla, antes estando descui-
dado y olvidado de El — , te despierta y te llama, te da una
270 aldabada que te hace volver como espantado. ¿Qué es esto?
Que Jesucristo — ¡bendito El sea para siempre! — te llama,
te quiere bien y te busca. Que ansí se convierten agora áni-
mas a El, como cuando andaba predicando en carne por el
mundo, y ansí obra ahora en las ánimas aquellos milagros
275 y sanidades, como entonces los obraba en las enfermedades
de los cuerpos.
¡Cuántas veces te hallas tentado gravísimamente, lleno
de miserias, enfermedades, llagado; llégaste a El, llámaslo,
confiésaste, tómaslo en tu corazón sacramentalmente, y que-
280 das consolado, fuerte, lleno de alegría! ¿Qué lo hizo esto?
Cosa maravillosa, que así lo hace agora espiritualmente,
como lo hacía viviendo en la carne mortal.
Es pan de reyes, Aparejado has, Dios, mesa en tu duh
pan de ángeles cedumbre. ¿Qué apareja Dios nuestro
285 para los pobres Señor? ¿Y a quién tal convite, tal
mesa llena de tantas y tales dulzu-
ras, llena de tantos remedios para todos nuestros males y
para todos nuestros desmayos?
Grueso es el pan de Aser y dará deleite a los reyes. Sue-
290 len comer los reyes pan muy blanco y muy cernido, amasado
de la flor de harina. Así es este Pan: grueso, lleno de gro-
sura, lleno de dulzura; es flor; es masado con mil gracias y
bendiciones; si bien lo tomas, si bien lo recibes, alegra, da
contento, sana, limpia al que lo come. El pan de acá pocas
295 veces harta; pocas veces sentirás sabor y dulzura y deleite.
Si bien te sabe, pagarlo has, porque El dijo del pecado: Más
amargo es que los ajenjos, más amargo que otra ninguna
amargura.
2,s8 Cf. Bar. 3, 38.
289 Cf. Gen. 49, 20.
297 Cf. Prov. 5, 4.
T,q. F.N LA INFRApCTAVA DEL pORPUS
623
— Padre, ¿pues cómo no lo siento eso? — Eso es más de
¡00 espantar, pues gran verdad es lo dicho; señales tienes de
muerte, pues no lo sientes. ¿Hante herido mortalmente y no
lo sientes? ¿Hante llagado tan cruelmente y no lo sientes
ni te duele? Espera, vendrá la hora de la muerte; vendrá
día, cuando todas las cosas se vean en su propio sentido y se
305 conozcan verdaderamente; y tan grande como fué tu des-
cuido, tan grande será el castigo y tormento que durará
para siempre jamás; lo que presto y en un momento se aca-
bó, durará su pena y tormento cuanto Dios fuere Dios, que
no habrá fin. ¡Oh malaventurado el que por tan pequeño
810 rato se atreve a echar sobre sí penas eternas, penas que
nunca se han de acabar, penas que no han de tener remedio!
Que ésta es la mayor pena que los malaventurados han de
tener; la certidumbre que tienen que aquellos tormentos y
penas no han de haber fin ni remedio, ni jamás han de salir
315 de allí, ni han de gozar de bien alguno.
Nace el río Jordán en el monte Líbano, corre con gran-
dísima prosperidad y frescura; y el que nace en monte tan
lindo y tan oloroso y tan tenido y nombrado de todos, va a
parar y acabar en la hediondez y suciedad del mar ¡Muerto.
320 ¿En qué andas? ¿En qué piensas? ¿En qué han de parar
tus vicios y tus deshonestidades? Aunque muy florido y muy
próspero te parece que estás, aunque se hace agora todo a
tu contento, vendrá un día, vendrá una hora en que se
acabe esa corriente de maldades que tienes, y no puedas más
325 murmurar, no puedas ser más deshonesto, no puedas más
robar, no puedas más trasegar. Acabarse han tus males,
acabarse han todos tus deleites; pero no se acabarán los
tormentos que por ellos te darán para siempre: Expergisci-
mini ebrii. ¡Despertad todos, llorad y lamentad, todos los
330 que bebéis vino en dulzura, porque pereció de vuestra boca!
Los que estáis fuera de seso, los que estáis embriagados con
el vino de las cosas y placeres de este mundo, ¡despertad!
Los que no tenéis cuenta con Dios, los que agora os reís,
los que jugáis, los que andáis en pasatiempos, y en alegrías,
335 y en convites, en comidas y en bebidas, lloraos, mesaos, que
día vendrá que os quiten la copa de vuestra boca; día ha de
venir que se acabe todo esto a vuestro pesar.
Di, ¿para qué quieres gozar de cosa que tan caro te ha
de costar y tan presto lo has de perder? Mira que eso en
340 qUe agora te deleitas, eso que tanto te agrada, eso que pa-
rece que viene con hábito de amigo, enemigo mortal es; ñnge
ser tu amigo, finge ser dulce, finge que te quiere bien, y es
amargura y es tu capital enemigo. Míralo con cuidado, mí-
ralo bien; no mires a lo que parece, sino a lo que viene es-
330 Ioel 1, 5.
624
SERMONES. CICLO TEMPORAL
345 condido; parece hermoso, pero encerrada trae gran fealdad.
Cuando te viniere a engañar, dile: ¡Ah, traidor, que bien
os conozco! Convidáisme con amistad, y sois mi enemigo
como otro Joab; decís que traéis vida, y traéis muerte;
decís que habéis de durar mucho, y antes que comencéis
350 sois acabado.
— ¿A qué proposito esto? — Los que sois amigos de ri-
quezas, los que sois amigos de honra, los que queréis tener
y gozar de deleites, los que queréis ser regalados, veislo
aquí todo eso, veis aquí riquezas, veis aquí honra, veis aquí
355 deleites y regalos. Todo cuanto deseas, todo cuanto buscas,
todo junto está aquí en este convite: pan dulce, pan sabroso
para el pobre, para los reyes. Hay nombres tan delicados,
tan regalados, que no pueden comer sino manjares así de-
licados. A los señores y a los reyes, el mejor pan y el más
360 blanco se les da, grueso, deleitoso.
¿Qué es esto que habéis hecho, Señor, entre nosotros?
¿Qué misericordias son éstas? ¿Quién lo podrá decir? ¿De
este arte vino el maná? Estaban los judíos muy ufanos
porque el Señor les había dado aquel pan. Dijo Jesucristo:
3©5 El Padre Eterno os dió este Pan, no del aire, sino pan del
cielo. ¿Qué queréis decir? Que dió Dios a los hombres Pa-
nera angelorum. Dióles pan de ángeles, pan de dulzura.
O res mirabilis! Pañis angelicus fit pañis hominum! ¡Oh
cosa admirable! ¡Oh cosa nueva y muy maravillosa, que el
370 pan del cielo, el pan que allá comen los ángeles, coman acá
los hombres! Gozan los ángeles de este bendito Pan, y co-
men de él y gozan de la divinidad de Jesucristo, y gozan
de su santa humanidad; y este gozar es comer y ser bien-
aventurados.
375 — Padre, si es pan de reyes, ¿cómo se da a los pobres?
Si es pan de altos, ¿por qué se da a los bajos? Si es pan
del cielo, ¿por qué se da en la tierra? ¿Qué mercedes son
estas que le hacéis al hombre? ¿Qué misericordias estas
que le concedéis? — Cuando Dios crió a nuestros padres
380 primeros en el paraíso, dióles manjares con que se man-
tuviesen, que fueron aquellas frutas. ¡Qué gran merced
fué, Señor, la que entonces hecistes en darles manjar! Pero
también se lo distes a las bestias, que todas comían de él;
no es eso grande honra. Si me convidase el emperador o el
385 papa y me sentase a su mesa, ésta sería honra; pero sen-
tarme con una bestia, no fué aquélla honra, sino aquesta
que Jesucristo nos hizo cuando dijo: Tomad y comed: éste
348 Cf. 2 Reg. 20, 10.
366 Gf. lo. 6, 31.
367 Ps. 77, 25. ■ ,
371 Rit. Rom., tit. 9, c. 5, hymn. «Sacris solemnns».
39- EN IA INFKAOCTAVA DEL CORIVS
«25
es mi cuerpo. Agora nos sentamos a una mesa los ángeles
y los hombres; todos comemos un manjar, todos comemos
;90 de un pan y de una dulcedumbre. — 'Pues que todos conte-
mos de un manjar, ¿en qué diferimos? — En que los án-
geles comen clara y abiertamente, y los hombres lo comen
por fe.
Aparejado has, Señor, al pobre, manjar en dulcedum-
3&5 bre. Si no tienes qué comer, si no tienes qué vestir, si estás
muy pobre, si estás afligido, si tienes fatigas, si estás lleno
de tentaciones, mira y goza de estas palabras: Aparejaste
al pobre, Señor, en dulcedumbre. ¿Qué quiere decir esto?
Que ansí como el pan que envió Dios del aire, él maná que
400 envió a los hijos de Israel, era tal y de tanta virtud, que
los mantenía y cumplía sus apetitos y hartaba, dándose a
cada uno en aquella forma de sabor que había menester y
lo deseaba, ansí agora este Pan bendito, este Pan de ánge-
les, este Pan del cielo da alegría y consuelo, y enriquece,
405 y sana, y da vida, y resucita; finalmente, que en cada uno
obra lo que ha menester. ¿Qué te falta? ¿Consejo? Ven a
Jesucristo. ¿Estás pobre? Ven a Jesucristo. ¿Estás tenta-
do? Ven a Jesucristo. No haya cosa, no haya necesidad con
la cual no vayas luego a Jesucristo; en El, y no en otro,
410 está el consejo, el remedio y ayuda contra todos los males,
y [El es] el que sabe, puede y quiere darte y hacerte todos
los bienes.
Tocó Jonatás con el cabo de la vara a la miel, y en
gustándola se le alumbraron los ojos, y luego vió y tomó
415 esfuerzo. Ciego estás; pero luego en tocando que toques
aquella dulcedumbre del cuerpo de Jesucristo, luego serás
alumbrado de tus ignorancias y serás fuerte para [per] se-
guir a tus enemigos. Anda a Cristo con todas tus necesi-
dades, ve a El, y saberte ha a todo lo que has menester;
420 cómelo, recíbelo.
— '¡Oh padre, que estoy muy tentado de la carne; en
grande aprieto me pone; rocío del cielo he menester, que
mate y apague en mí el fuego de los deseos malos y tenta-
ciones! ■ — Ve, hermano, al cuerpo de Jesucristo, llégate a
425 él, que allí está tu remedio. Mirad no se os olvide esta pa-
labra, acordaos de ella para siempre: "La carne de Jesu-
cristo nuestro Señor tiene más fuerza para las tentaciones
de la carne que otro ningún remedio; mata las concupi-
cencias y desordenados y malos movimientos; destierra los
430 malos pensamientos y, como agua, mata y apaga el fuego
de nuestros corazones. Más fuerte es esta carne virginal
de Jesucristo para darnos fuerza y gracia que la de Adán
para enflaquecer y matar. Mayores fuerzas hay en Cristo
388 Cf. Mt. 26, 27 ; Me. 14, 22 ; Lt. 22, 19.
414 Cf. 1 Reg. 14, 27.
626
SERMONES. CICLO TEMPORAL
para vencer, que en demonios, mundo y carne para tentar".
435 Vete, hermano, vete a El, no pierdas tanto bien.
Peroración: Prepá- — «Padre, ¿qué haremos para gozar
rate también tú de aquella mesa ? — Que pues Dios
con tanto amor se ha aparejado,
también tú, hermano, te aparejes: que te laves las manos,
«o que alimpies tus obras; porque gran limpieza y gran cui-
dado se requiere para llegarte a tan gran limpieza. ¿No
veis cómo el sacerdote se lava los cabitos de los dedos cuan-
do dice misa?, para dar a entender que, aunque esté limpio,
todavía es menester limpiar los extremos de los dedos, cuan-
445 do dice misa, que son los pensamientos. Las cositas, por
pequeñas que sean, se han de limpiar. Y hemos de estar muy
recogidos; recogidísimo y hecho ángel ha de estar el que
allí fuere al altar a decir misa y tratar a Jesucristo con sus
manos .
450 Cuando nuestro Señor quiso dar la ley a su pueblo dijo
a Moisés: Diles de mi aparte que se alimpien, que aviven,
que estén con grandísima reverencia. Pues si para ir a reci-
bir la ley, que le daba un ángel, era menester tanto cuida-
do y tanto aparejo, ¿qué tal os parece que debe ser el apa-
455 rejo que se requiere para tomar al Dador de la ley y para
tratar con nuestras manos y mirar con nuestros ojos el
cuerpo y sangre de Jesucristo? Hermanos, si queréis, estos
ocho días nos aparejemos y tengamos un poco de cuidado
y de agradecimiento a las misericordias del Señor; no pe-
460 quemos, no murmuremos, no seamos sucios; y todo por su
amor, y por reverencia del mucho amor que El nos tiene,
pues se quiere estar entre nosotros. ¡Señor, siquiera por
esta merced de estar ocho días así como estás entre nos-
otros, no quiero pecar, quiero dejar de ofenderte!
465 ¡Oh, si vieses aquellas entrañas de Jesucristo nuestro
Señor cuáles andan encendidas y abrasadas en el amor de
los hombres, y aquel real corazón tan amoroso para ti y
por ti, que, si fuese menester que lo azotasen, y coronasen,
y le pusiesen otra vez en la cruz por ti, de muy buena gana
470 lo haría por ti, como lo hizo el Viernes Santo!
¡Que vengas tú a mí a convidarme, Cristo, y a rogar-
me, y que vuelva yo las espaldas! ¡Que llames, y que me
haga sordo! ¡Que me ames, y que te aborrezca! ¡Que me
hables, y que no responda! ¿Qué es esto, hermanos? ¿Qué
475 es ésto?- ¡Vergüenza, vergüenza! Por reverencia de Jesu-
cristo, siquiera esta santa Pascua os aparejad y os limpiad,
para que cantemos y hagamos fiesta y demos muchos loores
y gracias a Aquel que tantos bienes y misericordias nos ha
452 Cf. Ex. 19, 10.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
627
hecho en esta Pascua— que así se llama — ; para que os
O perdone, para que os consuele, para que os dé fuerzas. No
se pase en balde y sin fruto esta gran fiesta; no se pase
sin que recibáis mercedes, sin que recibáis dones, que dá-
roslos ha y haceros ha misericordias.
40 Incorporados a Cristo, nuestras obras son obras
también de cristo
OHd. 1596, I, pp. 78TT-804.)
Pctrasti in dtttcedine tua pauten, Dr.us. Aparejaste.
Dios, tu dulzura para el pobre (r.í. 67, [ir]).
Mucho da Cristo Tienen esta excelencia los sacramentos
a los que bien le de la Nueva Ley sobre los de la Vieja,
reciben <3ue a éstos llama San Pablo elementos
pobres y flacos, porque aunque signi-
ficaban la santidad, no la daban; mas de los nuestros dice
el Tridentino que contienen y dan la gracia, obrando dentro
lo que representan de fuera. Y si esto pasa en los otros Sa-
lo cramentos con mucha verdad y provecho de quien los recibe,
mucho mejor se efectuará en aqueste divinísimo Sacramen-
to, que sin ninguna comparación excede a los otros sacra-
mentos, que mirados por sí son muy grandes, mas en com-
paración de éste son ríos pequeños, y todos le conocen ven-
15 taja y se ordenan a él como medios al fin.
Y, según hemos dicho, tan grandes son las señales de
amor y regalo que aqueste Señor enseña a los suyos ponién-
doseles encima de un plato para que lo coman y entrándose
con mucha verdad en sus entrañas; y necesariamente a tales
20 muestras ha de corresponder grande efeto. Y si aun falta
nuestro entendimiento en saber estimar lo de fuera, ¿quién
será aquel de tan penetrativa vista aue conozca y nos dé
nuevas del trato de este Señor con las ánimas de quien bien
lo recibe en su cuerpo?
25 Por los efetos conocemos las causas, y también por las
causas conocemos los efetos. Vemos un gran convite de di-
versos y preciosos manjares, y por allí sacamos que el tal
convite costó mucho precio; y de la misma manera, si vemos
una ropa preciosa, unos edificios muy sumptuosos, sacamos
30 de allí que cosas tan grandes mucho costaron. Y, por el con-
trario, que un señor da a su criado mucha copia de oro para
que haga un convite, o compre una ropa, o cosa de esta ma-
nera, sin que la hayamos visto, y aun antes que hagamos la
6 Cf. Gal. 4, 9.
9 Concilio de Trento, sess. 7, can. 6.
13 Concilio de Trento, sess. 13,, can. 3.
628
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tal cosa, la deseamos y estimamos en mucho, y decimos:
35 "Grande y preciosa cosa será aquella para cuyo precio tanto
dinero se da".
Quien quisiere rastrear algo de los grandes dolores y
penosa muerte de Jesucristo, sáquelo por el excelente con-
vite, por la benignidad nunca oída ni vista, por la grande
40 consolación que en este Sacramento se nos muestra, y bienes
que se nos dan, y verá que cosa tan alta y tan despropor-
cionada a nuestro entendimiento, tan liberalmente comuni-
cada con nos, no pudo ser sin que mucho costase a Cristo,
pues los bienes que a nosotros vienen quiso Dios que los
45 comprase El, y con justísimo precio, y no de dineros, sino de
sangre y de su preciosísima vida.
Y así, por el contrario, si no tenemos aquella limpieza
de vida y viveza de espirituales sentidos que por la gracia
del Señor tienen algunos, con que entrando Cristo en su
50 cuerpo, luego sus ánimas sienten la eficacia del Señor que
en ellos entró, y dicen de corazón: Mi ánima se ha regalado
en oyendo hablar a mi Amado; a lo menos atinemos algo
de este amorosísimo y provechosísimo trato que, siendo re-
cebido, tiene con los que bien le reciben, de lo mucho que
55 le costó para que ellos fuesen consolados y bien tratados.
Tiene Cristo dos cuerpos: uno el que recibió de la Virgen,
y otro somos nosotros. Quien quisiere saber cómo trata a
aquel cuerpo que lo recibe bien en el Sacramento, acuérdese
cómo ofreció el Señor su propio cuerpo a ser rigurosamente
60 tratado en el tiempo de su pasión, porque a la medida de
aquel rigor es la blandura de su trato. Dice David: Según
la muchedumbre de mis dolores en mi corazón, tus conso-
laciones alegran mi ánima. La cual alegría no sólo fué dada
a su propia ánima en la resurrección, mas también la da a
65 las nuestras; que, según hemos dicho, por la unión que hay
entre El y nosotros, nuestras ánimas llama suyas. El es la
piedra golpeada y herida con diversos dolores, y de ella salió
miel con que son hartos los que bien lo reciben, aprove-
chando y consolando a quien bien comulga y le da, según
70 su flaqueza, la posada de[l] corazón bien aparejada.
Usada cosa es de El pagar bien a sus huéspedes; que así
lo hizo con la primera que lo recibió y trajo en su vientre,
que es la sacratísima Virgen María; pues que Raab, meso-
nera, fué galardonada por recebir los mensajeros de Josué,
76 figura de Jesucristo nuestro Señor. Santa Isabel lo reci'
bió, no en sus entrañas como nosotros, mas en su casa,
entrando la Virgen en ella; y la paga fué henchir de con-
solación a la madre y de gracia al niño que estaba en su
52 Cf. Cant. 5, 6.
63 Ps. 93, 19.
68 Cf. Ps. 80, 17.
75 Cf. los. 6, 23.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
629
vientre. ¿Qué diré de cuánta honra pegó al portal de Betlén
80 donde nació, al pesebre donde fué reclinado? Y después de
grande, siendo convidado y hospedado su sacratísimo cuer-
po, hacía grandísimas pagas en bienes del ánima. Recibió-
le Zaqueo en su casa, y salva su ánima. Y convídanle las
dos hermanas, y resucita a su hermano. Y por concluir,
85 la cruz y sepulcro que lo recibieron fueron llenos de honra,
según su capacidad. ¿Quién será tan desconfiado que, vien-
do tantos ejemplos de buena paga a los que lo recibieron
siendo chico y siendo grande, no espera, si bien se apareja,
y no creerá que a los que bien se aparejan el Señor rece-
90 bido de ellos les hará muy grandes mercedes?
No hay hombre rico, si tiene misericordia, que entre en
un hospital donde hay muchos enfermos necesitados, que
no se le muevan sus entrañas con misericordia, y eche mano
a su bolsa, y conforme a su posibilidad y caridad que Dios
95 le dió, y necesidad de los pobres, les haga merced. En nin-
guna razón cabe que, pues las obras de Dios no son ociosas
(pues ni sus palabras lo son), ésta, que es tan admirable y
que espanta al cielo y tierra, como recebir la criatura a su
Criador por modo tan extraño, deje de hacer grandísimos
100 efetos en quien bien lo recibe. No, Señor, no venís vos en
balde, no son fingidas las muestras de amor que aquí nos
mostráis, mas, según vuestra antigua costumbre, mayor es lo
que de dentro tenéis que lo que de fuera parece. Y quien qui-
siere, como la reina Sabá, acercarse a vos y meteros en
105 sus entrañas, sentirá de vos mayores cosas que la otra de
Salomón; y con mucha más razón saldrá de sí con admira-
ción, y dirá: Mayores son tus obras que tu fama; aunque
mucho se dice de ti, lo menos es de lo que en ti hay.
¡Oh qué perdemos los hombres, Señor, por amar la mal-
lio dad o por amar el bien con tibieza! Porque si esto no fuese,
sentiríamos alguna poca de dulzura, pues metemos la miel
en la boca; y quedaríamos con algún calor que se nos pe-
gase de ti, que eres fuego infinito; y diríamos como Santa
Mónica después de te haber rec&bido: "Volemos al cielo,
115 fieles, volemos al cielo". Quien siente, Señor, tu dulcedunv
bre dentro de sí, olvida la transitoria y amárgale más que
la hiél; esle carga estar en el mundo, pierde él desmayo
que le causan sus pecados, confía ser amado de quien tan
piadosamente lo trata; ama al Señor que lo ama, y desea
79 Cf. Le. i, 43.
83 Cf. Le. 19, 9.
84 Cf. lo. 11, 43.
97 Cf. Is. 55, 11.
108 Cf. 3 Reg. 10, 7.
114 Cf. San Agustín, Confess., 1. 9, c. 10, 26 ; c. 11, 28 : ML
775-
630 SERMONES. CICLO TEMPORAL
120 con grande deseo ser desatado de las cadenas de esta vida
y volar a ti.
Hablando particularmente de algunos efetos de la co-
munión sagrada y de la admirable paga que este Señor da
a los que bien le reciben (pues de todos no podemos, por ser
125 innumerables), diremos ahora de alguno y después de otros.
Si durase el decir hasta la fin del mundo, aun entonces fal-
taría tiempo, y no que contar de las mercedes que nos vie-
nen por este iSeñor; si le damos buena posada, no tienen
tasa, no término; que de éstas se entienden: Las misericor-
130 ¿lias del Señor cantaré para siempre. ¿Quién hablará en
tiempo lo que da materia para contar y gozar y alabar a
Dios para siempre? Comencemos en esta vida a gozar ta-
les mercedes; comencemos a las agradecer y a cantar a Dios
alabanzas por ellas, y alentémonos para no perder por
135 nuestra negligencia bienes tan preciosos y paga no menos
que eterna.
Señor, ¿cómo trata vuestra Majestad allá dentro en las
entrañas al pobre, al siervo, al "bajo, cuando, habiéndose
bien confesado, viene a recebiros y os recibe en sus entra-
bo ñas? Algo, Señor, algo de lo mucho que hacéis con él, en-
señad a mi corazón, y despertad mi lengua; abrid las ore-
jas del cuerpo y del ánima de aquestos que me han de oír.
para que, convidados con el provecho y dulzura de vuestro
buen tratamiento, nos esforcemos a echar de nuestras áni-
145 mas toda maldad y ataviar nuestras casas con las virtudes,
para que, siendo vos recebido en casa, que os agradezca-
mos nosotros [ser] recebidos de vos en vuestras entrañas
y descansemos en vos.
Somos incorpora- Comencemos por aquí: Comemos al
150 dos a Cristo, núes- Señor, y, según se ha dicho, cóme-
tra Cabeza nos ^1 a nosotros, como lo fuerte a
lo flaco, e incorpóranos en sí, ha-
ciéndonos miembros suyos; o si ya lo estamos hechos, jún-
tanos más consigo, haciéndonos más perfetamente partes
155 de su sagrado Cuerpo místico. De manera que lo que obrare
con ellos será oficio de cabeza con miembros, pues los toma
por tales. ¡Dichosa suerte, por cierto!; que no se contentó
la divina Bondad con dar a los hombres gracia que les
alumbre, virtudes que los esfuercen, para que ellos así ayu-
160 dados obren como principales cabezas obras de vida agra-
dables a Dios; mas para mayor honra de ellos y de sus
obras y para que más ciertamente acertasen en ellas, dió-
les otra cabeza que los gobernase, rigiese y moviese a bien
120 Of. Phil. i, 23.
130 Ps. 88, 2.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
631
obrar, como una cabeza rige y mueve a los mierdbros del
65 cuerpo; y quiso que la tal cabeza fuese Cristo.
Este es el Pastor prometido del Padre para regir sus
ovejas, y dichoso aquel que con David puede decir: El Se-
ñor me apacienta; ninguna cesa me faltará; en el lugar del
pasto, allí me ha colocado; sobre las aguas de hartura me
70 ha mantenido, y esforzado ha mi ánima y tornádola a su
lugar. ¿Qué puede faltar al cristiano a quien Dios apacien-
ta en su Iglesia con el manjar de su sacratísimo cuerpo y
juntamente con El le da a beber su sacratísima sangre?
Voz grande es: No me faltará nada; mas podemos con
L75 mucha razón decir y esperar que, pues el Señor nos da a
sí mesmo, todas las otras cosas, como menores, también
las dará. Si el Rey se nos da, no es mucho [que] con El
venga el reino; y si participamos de su sacratísima perso-
na, no es mucho que seamos participantes de sus mereci-
1*0 mientos y de sus bienes espirituales y temporales; que esto
nos promete la divina Escritura, como otra Rebeca al cria-
do de Abraham, diciéndole: Entra, bendito del Señor, ¿por
qué estás fuera?; que no solamente hay posada para ti,
mas también mucho heno y paja para tus camellos.
185 ¡Oh ceguedad humana!, que por no conocer o no querer
las sobras de bienes para cuerpo y ánima, para lo presente
y lo por venir, y, finalmente, para todo lo que ha menester,
que hay encorporándose en Jesucristo nuestro Señor, se
quedan sin ellos por estarse fuera, fiados de sí mismos,
190 amadores de su voluntad; y por no abajarse con la debida
obediencia a entrar por la puerta humilde que es Cristo,
verdadera arca de Noé, que libra de muerte; verdadera casa
de Dios, donde hay abundancia de justicia, paz y gozo del
Espíritu Santo, se quedan tiesos en sí mesmos, y los ahoga
195 el diluvio, y son alanzados en las tinieblas de fuera, porque
no quisieron entrar en la casa de la luz, que es Jesucristo.
Sentía bien David la grandeza de esta merced cuando,
admirado de que Dios se quería encargar de cuidar y go-
bernar a los hombres, exclamó diciendo: Bienaventurada la
200 gente de la cual el Señor es su Dios y el pueblo que cogió
en heredad para si. Dime, hombre, ¿quién labrará mejor tu
heredad para que lleve más fruto? ¿Quién la guardará me-
jor de las bestias y de los caminantes, Dios o tú? "Muy me-
jor— dice San Dionisio — nos está ser de Dios que ser nues-
205 tros; porque, ahora miremos al poder, o al saber, o al amor,
estamos muy mejor en sus sacratísimas manos que en las
miserables nuestras".
184 Cf. Gen. 24, 31.
201 Ps. 32, 12.
207 Pseudo-Dionisio Areoi'aoita, De div. nomin., c. a, i • c 7
2 ; c. 8, 5 : MG 3, 694 s. 867. 891.
632 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Ven, ven y ofrécete a Jesucristo, mata tu vida pasada
con el cuchillo del verdadero dolor; avergüénzate y confiesa
210 tus males delante sus sacerdotes, a quien dió poder de per-
donar los pecados; ven al altar con reverencia profunda,
cual se debe a tal Majestad, esforzado con la confianza de
su misericordia, encendido con el amor de su suma bondad;
recibe al Señor y queda por suyo; y experimentarás cuán
215 bien sabe labrar su heredad, cuán bien da de comer a sus
ovejas y regala su cuerpo, cuán sabia y poderosamente lo
guía y lleva por los caminos y obediencia de la Ley de Dios.
Llevóme — dice David— *por las sendas de justicia, no por
mi merecimiento, sino por su nombre. Y de Jacob dice la
220 Escritura: Al justo guió el Señor por caminos derechos, y
enseñóle el reino de Dios; dióle conocimiento de cosas san-
tas, enriquecióle con trabajos, y, en fin, le dió fin a ellos,
favorecióle contra los engaños de quien lo quería engañar,
y procuróle una fuerte guerra para que saliese vencedor de
225 ella. Grande bien es, por cierto, ser tan derechamente guia-
do, tener esfuerzo para tales trabajos, de los cuales se le
siguió mucha riqueza; tornarle en bien los engaños de su
suegro Labán, y dar fin a su destierro y trabajos tornándole
a su propia tierra, y hacerle que luchase en el camino con
230 un ángel y que fue[se] vencedor de él. ¿Quién habrá que
no desee otro tanto, mayormente siendo estas cosas figura
de los bienes espirituales y eternos?
Mas miremos bien; por ventura hallaremos el medio por
donde este hombre alcanzó tantos bienes, para que, imitan-
235 do nosotros a él, alcancemos lo que él alcanzó. Salió de su
casa por obra de sus padres a peregrinar en tierras ajenas,
amenazado y perseguido de su hermano Esaú, y, viniendo
a reposar en un cierto lugar, echóse en el suelo a dormir,
y reclinada su cabeza en una piedra, allí vió los misterios
240 del cielo y oyó voz de Dios, que le prometió grandes mer-
cedes, y entre otras le dijo: Yo seré guarda tuya dondequie-
ra que fueres, y te tornaré a esta tierra de la cual ahora
te partes, y no te dejaré hasta que haya cumplido todas es-
tas cosas que te he prometido.
245 ¡Oh misterios de Dios! La fortaleza que tiene Sansón
para, siendo uno solo, poder más que millares de filisteos,
consiste en que sus cabellos estén apegados a su cabeza; y
los bienes que alcanza Jacob le vinieron de reclinar su ca-
beza encima de una piedra; aquella piedra que herida dió
250 agua, con que gran muchedumbre de gente y de animales
apagó su sed; aquella piedra de la cual dice David: Cuando
2iQ Ps. 22, 3. 2.si Cf. Num. 20, 11.
225 Cf. Sap." 10, 10-12. 249 Cf. Gen. 28, 11.
230 Cf. G-en. 30, 25 - 32, 32. 247 Cf. Ind. 16, 17.
244 Cf. Gen. 28, 15.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
633
mi corazón se angustiaba, en la piedra me ensalzaste; aque-
lla piedra fundamental que sustenta todo el edificio de la
casa de Dios, prometida de enviar al pueblo de Israel, pie-
¡55 dra angular, piedra preciosa, piedra escogida; quien en ella
creyere no será confundido, como dice San Pedro; porque
esta piedra no es de las canteras de acá, mas es Jesucristo
nuestro Señor, como dice San Pablo. Arrimóse Jacob a
ella, poniendo en ella su cabeza, que es su fe, su esperanza,
260 su amor, y así fué espiritualmiente encorporado en Cristo,
y regido, y defendido, y enriquecido de El como miembro
vivo de tan excelente, poderosa, sabia y benditísima cabe-
za como es Jesucristo.
Las obras del cris- Este es el que mueve a los suyos con
365 tiano, obras tam- grande acertamiento y fortaleza a
bien de Cristo °ien obrar. Porque en el rebaño de
sus verdaderas ovejas que le creen
y le aman, ninguna hay estéril, todas dan fruto de buenas
obras, y fruto doblado, como dice en los Cantares, porque
270 honran a Dios y aprovechan al prójimo; hacen bienes con
alegría de amor y padecen males con igualdad de paciencia.
El les influye virtud, movimiento y espiritual sentido, a se-
mejanza de la cabeza corporal a su cuerpo. El habla en
ellos, como lo testifica San Pablo, diciendo: ¿Por ventura
275 queréis tomar experiencia de que Cristo habla en mi? Y el
Señor dijo a los suyos: No vosotros degistes a mi, mas yo
escogí a vosotros. Y en otra parte dice San Pablo: Vivo
yo, mas ya no yo, mas vive Cristo en mí; como si dijera:
"Es casto en mí y en mí es humilde, ayuna, es perseguido y
280 obra semejantes obras que se llaman de vida".
Y en este sentido dice San Agustín: "Cristo es criador
de nosotros, Cristo ora por nosotros, Cristo ora en nos-
otros; lo primero es en cuanto Dios; lo segundo hace como
hombre por sí mesmo sin nosotros; lo tercero hace como
285 cabeza en nosotros, moviéndonos como a cuerpo suyo a
orar". De manera que, como San Pablo llama pasiones de
Cristo a las que él padecía, y decía que aun no eran acaba-
das sus pasiones; y el mesmo Señor, aun reinando e impa-
252 Of. Ps. 60, 3.
256 Cf. Is. 28, 16 ; 1 Petr. 2, 6.
258 Cf. Eph. 2, 20.
269 Cf. Cant. 6, 5.
275 2 Cor. 13, 3.
277 lo. 15, 16.
278 Gal. 2, 20.
286 San Agustín, Enarr. in Ps. 85, 1 (ML 37, 1081) : «Iesus
Christus Filius Dei, cmi et oret pro nobis, et oret in nobis, et oretur
a nobis. Orat pro nobis, ut sacerdos noster, orat in nobis, ut caput
nostrum, oratur a nobis, ut Deus iioster».
288 Cf. Col. 1, 24.
634 SERMONES. CICLO TEMPORAL
sible en el cielo que ha hambre y sed, y pasa trabajos en
29,3 la tierra porque lo pasan sus miembros, y es perseguido en
ellos, así también podemos decir que tampoco son acabados
sus bienes, sus m&lagros, sus sermones, la obediencia a su
Padre, sus ayunos y su paciencia en los trabajos. La Cabeza
gloriosa padece hasta el fin del mundo en su cuerpo místico
295 que anda peregrinando en la tierra; y aunque la obediencia
y servicios al Padre, que a Cristo le fueron impuestos, sean
acabados, mas hasta el fin del mundo predica en los suyos,
y hace milagros, y ama a su Padre, que le envió.
Y es de notar que la divina Escritura no sólo afirma que
300 Cristo habla y obra en los suyos, mas también dice del
Espíritu Santo, que pide por nosotros con gemidos que no
se pueden contar. Y es frasis de la Escritura decir que hace
Dios, y no el hombre, 'lo que el hombre hace ayudado con
el favor y gracia del miesmo Dios. Y en este sentido dice
305 San Agustín: "Cuando el hombre, por particular don de
Dios, conoce a Dios en las criaturas, Dios es el que las
conoce, y no el hombre". De manera que hallamos conve-
niencia en estas palabras: "Cristo habla en nosotros, el Es-
píritu Santo pide por nosotros y habla en nosotros." Cristo
310 obra en nosotros ; por el cual reciben nuestras obras un tan
grande valor y merecimiento, que nuestros ojos no llegan
a saberlo mirar.
Valor de nuestras ¿Quién dirá la diferencia que hay de
obras en Cristo un P000 de pan que toma el sacer-
315 dote en las manos antes de lo con-
sagrar, a lo que es y vale después de consagrado? Algún
valor tenía primero, pues es criatura de Dios, aunque in-
sensible; mas, sin comparación, es su honra mayor des-
pués de convertido en el santo cuerpo de Jesucristo nues-
320 tro Señor. Y a semejanza de esto, una obra buena de un
libre albedrío no carece de alguna bondad, que por vía de
naturaleza es alcanzada; mas será como valor de plomo o
de hierro. Y si esta obra es hecha de hombre que Dios por
su gracia ha tomado por hijo adoptivo, excede sin compara-
325 ción al propio valor, como si un anillo de plomo o de estaño
delgado fuese todo engastonado con gran copia de oro. Mas
si consideramos que, allende de todo esto, esta obra no
sólo es de hijo adoptivo de Dios, mas de Jesucristo nuestro
Señor, Dios y hombre, Hijo natural del Eterno Padre, ve-
289 Cf. m. 25, 35-
2QO Cf. Act. 9, 4.
302 Rom. 8, 26.
307 San Agustín, Enarr. ín Ps. 52, 5 (ML 36, 615) ¡ «PJerumque
ita loquitur Scriptura, ut quod dono Dei creatura facit, Deus faceré
dicatur : ut verbi gratia... quod eo donante et faciente cognoveris,
ille cognoscit».
4o. SANTÍSIMO SACRAMENTO
635
30 remos que el anillo, que era precioso por ser obra del adop-
tivo, es preciosísimo por ser obra del natural. Y con mu-
cha razón, pues excede mucho una dignidad a otra, aunque
el tal hombre libremente haga la obra y sea ayudado de la
gracia de Dios; mas es tanta la unión de la Cabeza — que
¡35 es Jesucristo — con él y tanta la principalidad de obrar con
él y de moverlo como cabeza a su vivo miembro, que con
justa razón, aunque la obra sea hecha de entrambos, se dice
con mucha verdad ser más obra de Cristo que obra del
hombre; y de aquí le viene tan grande valor, que ninguna
340 cosa es razón que se le niegue.
En la Vieja Ley mandaba Dios que cuando el hombre
lego fuese a ofrecer sacrificio o víctima de paz, que tomase
él en las manos el pecho y 'la grosura del animal y lo alzase
en alto ofreciéndolo a Dios, y que el sacerdote pusiese sus
345 manos debajo de las del homíbre lego y, juntándolas con las
de él, le alzase las manos hacia arriba; y yendo de esta
manera, era recebido el tal sacrificio, y agradable delante
de los ojos de Dios. Cristo es Sacerdote para siempre, se-
gún la orden de Melquisedec, que ofreció pan y vino. Y aun-
350 que El en su propia persona no consagró ni ofreció su san-
tísimo cuerpo más que una vez, mas hácelo cada día hasta
el fin del mundo por medio de sus sacerdotes. Y lo que
hace por medio de ellos cerca de su santísimo cuerpo, hace
también ofreciendo y santificando a los miembros vivos que
355 sod su místico amparo. Abel, en figura de este Señor, ofre-
ció a Dios corderos de los mejores de su manada. Y el ver-
dadero Abel, que es Jesucristo, ofrece a su Padre los bue-
nos cristianos y sus buenas obras, juntando sus mereci-
mientos, que son sus santas obras, con las obras de ellos,
360 y así las levanta delante del acatamiento del Padre, ofre-
ciéndoselas y pidiendo les sean galardonadas.
¡Oh benditísimo Jesús! ¿Cómo dejará de agradar a los
ojos de vuestro benditísimo Padre el ayuno, limosna y bue-
na obra que vos con vuestras santísimas manos le ofrecéis,
365 y no como ajena, mas como vuestra? ¿Quién fuese digno
de hallarse presente a tal ofrenda, donde el sacerdote que
ofrece es Jesucristo, y a quien ofrece es el Padre, y lo que
ofrece es una buena obra que un buen cristiano hizo, y lo
que dice es: "Séaos, Padre, agradable esta obra mía, y
370 galardonadla como mía, y el galardón es para mí"?
¡Oh entrañas de amor, que llegaron hasta juntarnos tan-
to contigo, que tú obras en nosotros, y das tu valor a nues-
tras obras, y en el tribunal de Dios sean estimadas y re-
cebidas por tales, y que seamos uno nosotros y tú, que asi
343 Gf. Lev. 7, 30.
349 Ps. 109, 4.
356 Gf. Gen. 4, 4.
636 SERMONES. CICLO TEMPORAL
3>75 como los males que nos hacen dices tú que son hechos a ti,
así el galardón que pides para nosotros en pago de las bue-
nas obras, dices que es para ti! "Págame, Señor, a mí esta
buena obra que yo hice". Es tu modo de interceder por
nosotros tan valeroso delante del tribunal de Dios, que
380 por vía de justicia no se te puede negar lo que pides. Cuán-
ta verdad dijo David: En la piedra me ensalzó, y ensalzó
mi cabeza sobre mis enemigos.
Oye, cristiano, entiéndelo bien; da gracias al Señor que
tanto te honró a ti y a tus buenas obras, que las toma en
385 sus manos, conociéndolas por suyas, y como por tales pide
que sean galardonadas. Porque si tu ignorancia o pusilani-
midad, o el demonio con desconfianzas te quiere estorbar
o entibiar la diligencia y cuidado de hacer buenas obras,
haciéndote entender que no valen nada y que es atrevi-
390 miento y locura por tales nonadas esperar eterno peso de
gloria, no lo creas, no aflojes, haz a sabiendas más buenas
obras, y dile a quien te desmaya que tus obras, mirando que
salen de ti, son de poco valor, como el pan antes de ser con-
sagrado; son como un anillo de muy bajo metal, indignas
395 de ser presentadas delante de Dios y ser galardonadas con
gloria por El. Mas di: "Bendito sea Jesucristo, mi Señor,
que tomó en sus manos cinco panes de cebada y dos peces;
y, por la virtud que en ellas había, fué aquel bajo y poco
manjar multiplicado y hecho bastante para hartar millares
400 de gentes ; y las mismas manos consagraron el pan y el vino
en su sacratísimo cuerpo y preciosísima sangre; y su virtud
lo hace cada día mediante las manos de los sacerdotes".
Este Señor ensalza tanto a los suyos, juntándolos con-
sigo mismo, a semejanza de un cuerpo con una cabeza, que
405 el bien que hacen ellos lo hace El con ellos ; y por esta par-
te, lo que de sí era de poco valor, es preciosísimo y meritorio
de vida eterna, aunque sea rezar un Ave María, aunque
[sea] dar por amor de Dios un jarro de agua fría u otra
cosa menor, con que sea buena y hecha por hombre que
410 está en gracia, encorporado en el Cuerpo de Jesucristo y
que goza de renombre de miembro vivo suyo, y que en va-
lor se llama Cristo.
382 Ps. 26, 6.
397 lo. 6, 9.
408 Mt. io, 42.
41. LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
637
41 Retablo de las maravillas de Dios *
En la Infraoctava del Corpus
(Roma, iBiM. Nez. Vitt. Bra. II, Ms. Ges. 1372, ff. 291 r - 302 r;
ed. 1596, I, ¡ptp. 490-526.)
Mcmoriam fccit mirabilium suorum, miscricors
et miscrator Dominus. Escam dcdit timcntibus se
[Ps. iro, 4-sí.
Exordio: El convite Cuando alguna cosa miuy grande
5 de Asuero, figura de súpitamente se ofrece, y primero
la Eucaristía no es creída como lo había de ser,
suele causar grandísima admira-
ción; por eso se tiene por costumbre, cuando alguna cosa
grande se ha de decir, que precedan algunas cosas peque-
0 ñitas, e ir así creciendo poco a poco, hasta venir a decir
la cosa que quieren, como el que sube alguna altura muy
grande por unos escalones pequeños; y entonces, como han
precedido cosas que han instruido para aquella grandeza,
no suele entonces causar tanto espanto. Cuando viene al
15 pensamiento esta grandeza de Dios, espanta.
Es tan grandísima cosa la que Dios hizo en este santísi-
mo Sacramento, que porque los hombres no se espantasen
tanto de ver una cosa que a los ojos humanos — no mirando
al infinito poder de Dios — parece imposible, ver a nuestro
20 Dios hecho manjar para que le comamos, cosa que pone
gran admiración, quiso Dios que luego no se manifestase,
porque no espantase y [no] fuese oída, sino que desde el
principio del mundo acaeciesen cosas y precediesen figuras
que poco a poco declarasen lo que tenemos entre manos.
25 Para que nuestros ojos viesen agora las grandezas que Dios
hizo en este santísimo Sacramento, para que se comenzase
a decir esta verdad, para que nuestras orejas oyesen agora
que el Verbo de Dios era ya encarnado y que estaba en el
altar hecho manjar de vida, convidándonos que le vamos
30 a comer, ¡qué de figuras de comidas precedieron! Porque
si luego al principio del mundo, cuando los hombres [no]
estaban aún bien recios en la fe, se hiciera Dios hombre y
V = Vittorio Era, T m Ed. || 5 súbitamente T \] & admiración] y add. T ||
9 ha] tiene T | pequeñas T || 11 alguna] una T || 12 entonces T || 13 ins-
truido] ayudado T ] para] venir a add. T || 14 estonces Om. T || 14-15 Cuan-
do-espanta] om. T
16 gran T \ la T | hizo Dios r ¡J 16 santísimo T || 18 tanto om. T || 19
imposible] tan grande y tan alta T | nuestro om. T || 20 cosa] es add. T ||
21-22 gran admiración - fuese oída] grandísimo espanto ; y así, para que pu-
diese ser creída, ordenó que no se manifestase luego T || 23 principio del
om. V || 25 ahora T || 27 ahora T |.| 30 figuras de om. T | comidas] qué
* En el Ms. romano aparece sin título alguno.
tí38
SERMONES. CICLO TEMPORAL
se metiera en el santísimo Sacramento, donde agora está,
¿quién lo creyera?
35 Entre otras cosas y convites que figuraron este santí-
simo Sacramento, leemos que fué este convite que hizo el
rey Asuero, rey de los medos y persas, a los principales de
todo su reino. Parecióle a él mostrar la gloria de las rique-
zas de su reino y la magnificencia de su poder en hacer un
40 convite, para que quedase memoria de él en muchos siglos;
el cual duró seis meses. Había en él muy grande abundancia
de manjares diferentes y vinos preciosísimos ; en fin, todo lo
que a un tan gran convite, y hecho de la mano de tan
gran señor, pertenecía. Estando ya todo aparejado, las
45 mesas puestas, los convidados presentes, dijo el rey Asuero:
"No falta agora aquí sino la reina, mi mujer, para que
todo el convite esté cumplido"; dijo: "Llamádmela acá"; y
mandó a ciertos criados suyos que trajesen delante sí
a la reina Vasti, su mujer, y que la aderezasen muy rica-
50 mente, y le pusiesen una diadema sobre su cabeza, para
que todos viesen su gran hermosura, porque era hermosa en
grandísima manera. Entraron, pues, sus criados y dijé-
ronle que el rey mandaba que saliese al convite. Ella, mia-
cé [sic], dejóse de convite, y dijo: "Andá y decí al rey
55 que no quiero ir allá".
Enohóse de aquello el rey Asuero en grandísima ma-
nera y pidió consejo a los letrados y sabios de su corte de
lo que debía de hacer sobre ello. Ellos, habiendo su acuer-
do, respondieron: "Señor, no hay otro medio sino que, pues
60 la reina Vasti, vuestra mujer, no os ha obedecido, vos la
echéis de vuestra casa y no sea más tenida por mujer vues-
tra. Si esto se disimulase, y vos, señor, no lo castigásedes,
sería grande escándalo para todos, los chicos y grandes,
altos y bajos, de vuestro reino, y cada mujer haría otro
65 tanto con su marido, viendo que vos lo dejáis pasar esto
sin castigo; porque los mayores siempre son dechado y
ejemplos de los chiquillos, y como el pueblo ve hacer a su
rey y a sus mayores, ansí hace él. No hay mejor que,
pues la reina Vasti no ha 'Conocido el bien que tenía con
de convites que add. T || 32 aun no estaban T | bien om. 7" || 33 ahora
36 este -el] el del T || 37-44 a los principales - señor pertenecía] el cual,
Queriendo mostrar la gloria de las riquezas de su reino y la magnificencia
de su poder, para que por muchos años quedase la memoria de él, hizo un
gran convite a los principales de todo su reino, tan abundante de manjares
y de diferentes guisados que duró seis meses enteros T \\ 46 agora] nada
T | reina] Vasti add. T || 47 dijo om. T || 48 delante] de add. T || 513-64
miacé, dejóse de] no quiso ir al T j| 54 andad T | ya om. T | decilde T
56 Enojóse T || 56457 en grandísima manera el rey Asuero T || 58-59 ha-
biendo su acuerdo] habido su consejo T || 60 obedece T || 62 vuestra] porque
add. T || 63-64 para todos -bajos] om. T || 64 hará T || 65 lo om. T || 66-68
dechado - hace él] dechados de los menores, y así viéndolo el pueblo hacer
al rey, hará él otro tanto T || 65W70 en ser mujer vuestra T || 70 búsquese -
41. EN LA TNFKAOCTAVA DEL COKPfS
639
70 ser vuestra mujer, que lo pierda,- y búsquese una mujer,
a la cual la reina Vasti no lleve ventaja en hermosura y
natural, que sea muy complida de todas virtudes y que,
en lugar de la desobediencia y soberbia de la reina, esta
otra sea muy obediente".
75 Estaba entonces en aquella ciudad una doncellita lla-
mada Ester, huerfanita, desamparada, pobrecilla, que no
se acordaba nadie de ella; era hermosa en grandísima ma-
nera, a la cual en ninguna cosa llevaba ventaja la reina
Vasti: cumplida de todas virtudes, casta, honesta, óbe-
80 diento, humilde, amorosa, bien criada. Esta, pues, traje-
ron al rey Asuero, la cual le agradó más, y le fué obe-
diente, que la reina Vasti desagradó y fué desobediente.
Venida después Ester, estuvo el convite lleno y cumplido,
como no faltaba otra cosa.
85 Cuando en las historias leyéredes que se hizo algún
convite, acordaos de este que tenemos entre las manos,
porque a éste figuraban aquéllos. ¿Qué convite puede haber
que sea tal como éste, en el cual Dios es el manjar? ¿No
es éste del que dijo Esaías., hablando del monte de Sión,
90 porque allí estaba el cenáculo donde nuestro Señor cenó
el jueves de la cena y instituyó el santísimo Sacramento:
Faciet Dominum exercituum ómnibus populis in monte hoc
convivium pinguium, convivium vindemiae, pinguium me-
düllatorum vindemiae defaecatae? Hará — dice el profeta —
95 el Señor de las huestes un convite en este monte a todos
los pueblos del mundo, de cosas gruesas y de widemia
muy delicada, de cosas gruesas de medulas, y dará un
vino de lo que sale de la flor de las uvas sin pisarlas, sino
hecho del mosto que se escurre sin estrujarlas; hará un
100 convite a todos los pueblos.
¿Cómo se puede entender esto a la letra? Esto: ¿ha-
bíanse de juntar allí en aquel monte todos los hombres del
mundo? Sino que lo dice por el santísimo Sacramento. Con-
vite grueso, de medulas muy gordas, donde da a enten-
105 der la gran sustancia, fuerza y virtud de este manjar san-
niujtr] pongamos ,en su lugrar otra 7" || 72 cumplida T || 73 y soberbia
om. T || 74 obediente] y humilde add. T
75 doncella T || 76 huérfana t | pobre T || 801 bien criada, amorosa T ||
81 fué] más add. i l 82 Vasti] le add. T | y fué desobediente om. T || 83
después] pues T | y] bien add. T
86 entre manos tenemos T || 87 aquéllos figuraron a éste T || 88 es el]
se hizo T | ¿No om. T || 89 Este es T | que] cual T || 90 Señor] Redemp-
tor T || 91 de la Cena] Santo T | y] e T || 92 hoc] ómnibus populis add. V \\
93 convÍYunia 7' || 96 vendimia T || 97 de^] y r ¡| 98-99 sino hecho] vino
apurado T
101 esto: habíanse] que se habían T \\ 105 virtud, y fuerza T | manjar
om. T || 105-106 Santísimo] Sacramento add. T
84 Cf. EstJl. I, 12 - 2, 18.
100 Is. 25, 6.
640
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tísimo. Convite en que se dará vino de la flor de las uvas,
dando a entender la suavidad y dulzura de este manjar.
Convite grueso. Tres cosas se nos dan en el Sacramen-
to: la carne de Jesucristo, y su ánima, y a Dios ex vi
110 Sacramenti. Por la compañía que tienen el cuerpo y el
ánima, , dándosenos el cuerpo se nos da el ánima ; y por
la compañía que tienen él ánima de Jesucristo y la divi-
nidad, se nos da Dios dándonos el ánima. Y ansí, cuando
comulgamos, recibimos al verdadero hombre y verdadero
115 Dios juntamente. ¿Qué cosa se podía pensar igual a ésta?
¿Qué sabor, qué dulzura hay en el mundo, que llegue a
ésta? Si nos espantamos de un saborcito de una frutica o
de otra cualquier cosa que nos hace perder el tino y decir:
"¡Oh, bendito sea el que te crió!", ¿qué tan dulce e tan
130 sabroso será aquel en cuya comparación lo más dulcísimo
de esta vida es amargo, y lo más sabroso desabrido?
Convite grueso. Está ya todo aparejado, no falta sino
aquella reina de desobediencia, nuestra madre Eva, nues-
tra primera madre, a la cual, habiéndole Dios mandado
125 que no comiese del árbol que El había señalado, no curó
de lo que Dios le mandó, sino antes quiso obedecer a la
antigua y astuta serpiente, confiada de que la mentira
que le había dicho saldría verdad, que comiendo del árbol
vedado sabría tanto como Dios. La cual por su desobe-
130 diencia fué echada del lugar en que Dios la había puesto,
y le fué quitado todo el bien que le había dado, pues que
en tan poco lo tuvo.
En cuyo lugar ordenó Dios que se buscase otra que no
debiese nada en hermosura ni en natural a la primera reina,
135 que le hiciese víentaja en virtudes; y fué hallada la bajita
Ester, que es la sacratísima Virgen María, nuestra Señora,
hermosísima más que nuestra primera madre y dotada de
todas virtudes, limpísima, mansa, humilde, bien criada,
honestísima, amorosa, en cuya boca nunca hubo palabra
140 de desobediencia, sino que tengo para mí que dijo, mien-
tras vivió en este mundo, infinitas veces las palabras que
dijo al ángel: Ecce anc'üla Domini; fiat mihi secundum
108 grueso] En el Santísimo Saoramento hay add. T | se nos - Sacramento]
om. r II10ÍKU.O a Dios ex vi Sacramenti] la Divinidad 7' | tiene V \\ 111
dando T | se oro. T |¡ 113 así T || 114 reoebimos T | al] que es add. T || 116
llegue a] se compare con T || 117 Sino espantémonos V || 119 e] os parece
que será el que dió ese saborcito a esa fruta? ¿Qué T || 120 dullce T
122 Convite grueso om. T || 124 nuestra primera madre om. T || 127 y
astuta om. T | de om. T | que om. V || 128 verdad] y add. T
135 bajita] humilde T || 136 María om. T || 137 y om. T || 138 limpísima]
de todo pecado add. T ¡| 138-139 bien criada, honestísima, mansa, humilde T |¡
139 hubo] se halló T || 141 mientras] que add. T |¡ 144 según om. V || 144-146
144 Le. I, 38.
41. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
641
verbum tuum. He aquí la esclava del Señor; sea hecho en
mí según su voluntad. Palabra es ésta que la habían de
145 decir siempre los cristianos y que nunca se había de quitar
de su boca, y que la dicen los buenos y siervos de Dios en
prosperidad y en adversidad. "He aquí el esclav[o] del
Señor; yo le he dado ya mi libertad; suyo soy en riquezas
y en pobrezas; servirle tengo en muerte y en vida; no me
150 olvidaré de él en la prosperidad ni desconfiaré de él en
la adversidad e tribulación; cúmplase y hágase en mí todo
lo que él fuere servido, presto estoy a le obedecer".
Fué, pues, recibida la Virgen María nuestra Señora en
lugar de Eva. [Más] agradó e obedeció a Dios que Eva
155 desagradó e desobedeció. Pareció más bien en los ojos de
Dios la grandísima humildad de esta benditísima Virgen,
que pareció mal delante su acatamiento la mucha soberbia
de nuestra primera madre. Buscóla Dios cumplidísima de
todas virtudes. No hay qué desear en ella. De todo la
160 dotó Dios abundantísimamente. Con ella está el convite
cumplido. Allí está el manjar en el altar, y allí está tam-
bién la que nos lo parió y la que lo crió en sus bendití-
simos brazos, la que lo envolvió y dió a mamar, la que
lo arrulló y regaló; ella es la que nos lo guisó, y por ser
1^5 ella la guisandera se le pega más sabor al manjar, aunque
él de sí es dulce y sabrosísimo, y pone gran codicia de
comerlo; desde allí nos está convidando con él. Comámos-
lo, que no nos irá mal, y tememos gracia para bien obrar
y bien hablar en este presente sermón. Y porque ella nos
1"° lo alcance, supliquémoselo.
Retablo de la vida Las palabras que, mediante el favoi
de Jesucristo del Espíritu Santo, darán fundamen-
to a nuestro sermón, escribe el pro-
feta David. Dicen en romance: Hizo una mención de sus
175 maravillas el Señor misericordioso; dió manjar a los que le
temen. Parecióme de predicar de otro tema, aunque había
de predicar toda esta semana del que había tomado estotros
días pasados.
de decir om. V || 145 que om. T | se] les add. T | quitar] caer T || 146 su]
la T | buenos y om. T || 147 en om. T \ esclava V, criado T || 148 pobreza
T || 151 e tribulación om. T | y hágase om. r || 152 a fuere servido] le
pluguiere T | a] para T
153 recebida T || 153-161 en lugar - cumplido] y agradó más y sirvió tanto
a Dios, que venció su humildad la soberbia de Eva, y su obediencia la des-
obediencia de Eva. De manera que, hallada esta Señora, fué cumplido con
ella todo el convite T || 161-162 y allí - también] la sacratísima Virgen es
T ¡ 163-164 la que lo arrulló y regaló om. T || 165 guisandera] y add. V \\
166 sabroso T || 167 convidando] a que add. V \\ 168 tendremos 7"
169-173 en este - escribe el] Dice el santo T ¡| 174 Dicen en romance om. T ¡
mención] memoria T || 176-1 78 Parecióme de - días pasados] om. T
B.Avtta ¿
21
642
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Si preguntáis qué hace Dios en este tan profundo mis-
ino terio, que entre manos tenemos, del santísimo Sacramento,
responderos ha David: Hizo una memoria de todas sus ma-
ravillas. ¿No hacen acá los hombres memoria de sus haza-
ñas? Pues así Dios ha hecho una memoria de todas sus
grandezas y maravillas.
185 Quisiera yo veros a todos comulgados y confesados, y
en gracia, para que se os pegara bien a las entrañas lo que
se ha de decir; pero creo que no habéis hecho lo que os
he rogado. Decí: ¿Habéis comulgado y confesado cuantos
estáis aquí en esta fiesta santísima? ¿No? Dicen que no.
190 Pues aun Aristóteles dijo que no basta la vista del médico
para sanar, si no haces lo que te dice. Ya os he dicho que
no basta mirar, y que no ha de engordar vuestra ánima ni
se puede hartar con sólo el ver, si no come. Habíades de
estar agora en gracia.
195 Agora tornemos al tema pasado. ¿Qué es esto? Luego
se ofrece admiración a los que se paran a pensar, el alto
y sobre todo entendimiento misterio del santísimo Sacra-
mento. ¡Señor, que pareció a vuestro alto consejo hacer
una cosa tan grande como es encerraros en este pan, y
200 hacer una cosa tan grande que fué haceros manjar de vida
para nuestras ánimas!
Salieron los del pueblo de Israel la mañana que Dios
les había llovido el maná, y dijeron: Manhu? ¿Qué es esto?
¿Qué manjar es este que Dios nos ha dado? Respóndeles
205 David, y dice que hizo Dios una mención de sus maravillas;
hizo una maravilla donde recogió todas sus maravillas;
sumó, recapituló, recoligió, resumió, allegó todas sus gran-
dezas en una. ¿No os holgáis vos de tener diez o veinte
ducados en uno, en un doblón de a diez o veinte, que estén
210 todos en una pieza? Pues así Dios quiso recoger todas sus
maravillas en una. Pensaba yo esta mañana que dais di-
neros por tener un retablo, porque os dibujen en una tabla
cinco o seis pasos de la pasión, de que sois devoto; o de
cuando Jesucristo llevaba la cruz a cuestas, o de cuando
216 estaba orando, o de cuando estaba crucificado Y aun es muy
bien tener un retablo de esta manera, si están las imágines
184 maravillas y grandezas T
187 creo om. V | no] lo add. T || 187-188 lo que - rogado] om. T || 188
Decid T | confesado y comulgado T |i| 188-189 cuantos estáis aquí om. T II
189 santísima om. T || 190 Pues aun Aristóteles dijo que no om. T || 191
hacen T | te om. T | Yo T || 193-194 Habiades - gracia] om. T
195 Ahora T | al tema] a lo T \\ 200 fué haceros] fuésedes T
203 ¿Qué es esto? om. T || 2C4 cue Dios nos ha dado om. T | Responde
T || 207 recapituló - allegó] om. T | sus] maravillas y add. T || 209 uno -
veinte] una pieza de diez o veinte T || 211 Pensaba- que] om. T || 212 de-
bujen T || 216 bien] buena cosa, por tiento T | manera] o que add. V | imá-
203 Ex. i6, i¿.
41. EN LA IXFKAOCTAVA DEL CORPUS
643
debu jadas al vivo; y esto hacé[i]slo para acordaros de la
pasión, de lo que pasó Jesucristo por nosotros. Pues ansí
hizo Dios un retablo en que dibujó todo lo pasado, pre-
220 senté y por venir.
— Padre, ¿cómo encerró Dios en este Sacramento san-
tísimo todas sus maravillas pasadas? — Escuchá, yo os lo
diré. Aquí no hay quien os haga pensar en la vida de Jesu-
cristo; pero, al fin, algunos sois devotos del decendimiento
225 de la cruz, otros de la columna, otros del crucifijo; unos de
uno, y otros de otro. Pues aquí en el Sacramento hallaréis
todo eso que ha ya tantos años que pasó; pues ésa es la
virtud que tiene este santísimo Sacramento, como la que
tenía el maná que cayó del cielo — del aire habéis de enten-
230 der, que eso quiere decir allí cielo; como decís que llueve
del cielo, pero no es sino del aire — . Tenía tal virtud aquel
maná, que sabía a cada uno a lo que quería; al que quería
que le supiese a gallinas, a esó le sabía; el que a perdices,
a perdices le sabía; el que a miel, a miel sabía. Pues ansí
235 es el Sacramento que entre manos tenemos. Creedme, que
si os aparejáredes para recebir dignamente este santísimo
Sacramento, que os sabrá a lo que quisiéredes.
¿Duda la carne? ¿Pícaos con heridas encendidas que os
hace reventar? Comulgad, recebid la carne de Jesucristo, y
240 hallaréis que por tocar en vos aquella carne de Jesucristo,
concebida por Espíritu Santo, no por obra de varón, se os
quitan todas las tentaciones; hallaréis que se os apaga todo
el ardor malo que tenéis de vuestra propia carne. Si estás
triste, comulga y recibirás alegría. Si la pobreza te da mu-
- cha pena, comulga y todo se te sosegará. No hay tal reme-
dio en el mundo para cuantos trabajos hay. Si crees, dice
San Bernardo que hallarás remedio.
genes T ¡| 217 haeé(i)slo por T || 217i218 la pasión] Jo pasado T | así T ||
219 debujó T
222 Santísimo om. T | pasadas] y por venir add. T | Escuchad T || 223
Aqui] ¡Ah que 7' | la] sus maravillas y en su T ¡I 223-224 de Jesucristo
om. T 1¡ 224 descendimiento T || 225 coluna 7' || 227 esto T || 230 esto T |
decir r || 234 le sabían [sic] om. T | mielj le add. T \ así T || 236 aparejáre-
des-recebir] parece bien V
238 Duda] Tienta T \\ 239 Cristo 7' ]| 247 que om. T
247 San Bernardo, In Coena Domini serm., 3 (ML 183, 272 s.) :
«Contidite, quia et in hoc gratia subvenit, et ut securi sitis, sacra-
nientum Dominici corporis et sanguinis pr-etiosi iirvestituram habe-
tis... Si quis vestrum non tam saepe modo, non tam acerbos sentit
iracundiae motus, invidiae, luxuriae, aut caeterorum huiusniodi, gra-
tias agat corpori et sanguini Domini, quoniam virtus sacramenti
operatur in eo ; et gaudeat quod pessimum ulcus accedat ad sani-
tateni».
232 Cf. Sap. 16, 20.
644
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¿Qué es esto? Hizo Dios un retablo, en que puso todas
sus maravillas, en que está debujado su encarnación, su
250 nacimiento y su pasión, y todas las obras pasadas que ha
hecho dignas de memoria, para que, si deseas acordarte de
todo, lo halles junto y nada te falte de lo que deseas, sino
que lo tengas todo junto; y este manjar, con ser uno y
solo, te sepa a todo lo que quisieres.
£55 La Eucaristía y la Si eres devoto de la encarnación, aquí
Encarnación en e^ Sacramento hallarás esa con-
templación, aunque no del todo se-
mejante, pero muy aparente. Piensa que, como cuando Je-
sucristo encarnó bajó del cielo, ansí abaja agora también
280 al altar, no por lugar, que eso es falso, porque si a cada
parte del mundo donde cada día celebran hobiera de ir, an-
duviera como correo que nunca parara, andando de acá
para allá. Pues no abaja de esa manera. — ¿No? ¿Pues cómo
se abaja Jesucristo a cada parte donde se consagra el pan?
265 — Porque la palabra de Dios lo quiso así, que en diciendo
el sacerdote de parte de Jesucristo: Este es mi cuerpo, luego
se halla allí, y no saldrá mentirosa la palabra de Dios.
Antes se hundirán los cielos y la tierra que falte Jesucristo
de hallarse aquí cada y cuando que el sacerdote las pala-
270 bras que hemos dicho de parte suya dice.
He aquí quitadas todas las dudas de los que dicen: "¿Cómo
puede ser, cómo puede no ser?; sí puede, no puede; cómo
viene". ¡Son bobos! Puede Dios hacer que yo, que estoy
agora aquí, esté cien leguas de aquí tan entero como estoy
275 aquí, ni más ni menos como estoy aquí, y que esté en otras
cien partes de este mundo sin pasar por lugar, sino porque
El lo quiere. En quiriéndolo El, es todo hecho. Pues no
digas ya más de aquí adelante: "¿Cómo puede ser?" ¿Tan
necio eres, que te paras a dificultar en lo que Dios pueda
280 hacer con sólo El quererlo? Como son las vejecitas, que aun
no saben bien hilar, y páranse a dificultar una cosa tan
honda, que si la preguntásedes: "Decid, vejecita, esa le-
chuga que coméis, ¿cómo de un granito de simiente se hizo
tan grande? ¿Por dónde le entró la sustancia? ¿Y cómo
248 un retablo Dios T || 249 dibujada T || 251 digno V || 252 halles] todo
íiíW. T || 252£l53 sino que -junto] om. T
258 apérente V | Piensan T || 259 así ahora baja T || 260-2G3 no por lu-
gar - acá para allá] por movimiento local T l| 263 baja T | No cm. t || 264
se abaja] baja T | a cada parte om. T ¡| 265 en diciendo] luego que 7' || 266
Jesucristo] dice iií/.f. T || 269 aquí om. T | sacerdote] dijere add. T || 270
dice om. T
272 no puede T |i 273 viene] como no viene aiid. T | bobos] ignorantes
T || 275 ni "más -aquí] om. T || 276 ese T || 277 quiere] y add. T | queriéndolo
266 Cf. Sft. 26, 26 ; Me. 14, 22 ; Le. 22, 19.
267 Santo Tomás de AQUINO, Sitmma theol., 3, q. 78, a. 6.
41. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
645
285 bastó eso jugo de la tierra a crialla? ¿Cómo está un duraz-
no, una bellota, cómo de cosa tan chica, de un cuesquecito,
vino a hacerse un árbol tan grande y llevar hojas y fructo?
Dime, ¿cómo se hizo esto?", dirá: "No sé". ¿Pues para
qué lo dificultas? ¿No entiendes esto, que es una nonada,
290 y méteste en un abismo tan grande como esotro? ¿No te
basta creer que lo puede Dios hacer todo?
¡Oh Señor, y si quisieses tomar a manos a los infieles,
y cómo lo harías con sólo esto! Esta ley habías de poner,
que nadie comiese si no dijese primero qué es aquello que
295 come, cómo y de qué manera fué engendrado. Y sería buena
ley, por cierto, que no comieses cuando vas a comer, hasta
que dijeses cómo y de qué manera nació aquello que has de
comer.
— Eso que bebes, ¿qué es? — Padre, es vino. — Y ese
300 vino, ¿de qué se hace? — 'Padre, de uvas. — ¿Y cómo?
— Estrujadas en un lagar, y de aquel m/osto, a cabo de
tanto tiempo, se hace vino. — Y esas uvas, ¿de dónde na-
cieron? — De una cepa. — Y esa cepa, ¿cómo nació? — De
un sarmiento que pusieron, y éste fué creciendo poco a poco,
305 hasta que se hizo una cepa grande. — Y ven acá: si se
secara ese sarmiento, ¿no naciera?; pues ¿por qué no se
secó? — 'Porque le llovió. — Y esa agua, ¿dónde se engen-
dró?— Allá [a]rriba, en la media región del aire. — ¿Y cómo
regó esa vid, y, después de ser regada, cómo se convertió
310 la simiente de uva en uva? — ¿Cómo? Con el agua y la
tierra se corrompió la forma de simiente y se vino la forma
de sarmiento. — Pues ¿cómo puede ser cosa tan distante
nacida de tan distante, un contrario que nazca y se engen-
dre de su contrario? — No sé, padre; tanto preguntaréis
315 que no [o]s sabremos responder. — Pues si una cosa que
comen las bestias no alcanza [s] a saber, como ésta, ¿qué
hará en las maravillas de Dios? ¿Cómo las quieres enten-
der por razón? Triste de ti, come y calla, y cree que Dios
lo puede hacer todo, y di que tú [no] sabes cómo puede
320 ser o cómo no; que no sabes más de que la palabra de Dios
no puede faltar, sino que es verdadera, y que, porque El
ha dicho que está allí, es así verdad.
—¿En qué estábamos? — Cómo el Alto descendió a ha-
cerse hombre. Pero no habéis de entender que descendió de
325 lugar, así como no entendemos que para venir al santísimo
Sacramento pasa por lugar; porque, si eso fuera, no estu-
T ¡ todo om. T || 281 no mi. V \\ 285 criarla r |[ 287 viene T ] y ] a
add. T | fruto T || 288 Dirámc T || 280 como] es <.,íc¡. t
292 a o»!. 7 ¡1 295 come] y add. T
299 *S„] el V M 3G1 de om. T |l 304 que pusieron om. T || ¿se T || 305
acá] y add. T || 308 arriba 7' 1 1 309 ser om. T | convirtió T || 314 presentáis
T || 315 os sabemos T || 316 alcanzáis T | está] es T || 317 queréis 7' || 318
Triste de ti om. T | y? om. 7' ¡| 319 todo om. T | tú] no add. T
646
SERMONES. CICLO TEMPORAL
viera Dios en todo lugar, lo cual es falso. Piensa, pues,
cómo descendió Dios de su dignidad, no de lugar, que en
todo cabo está. Piensa cómo el Alto, Soberano, el Inmenso
330 se abajó, según dignidad; que ha abajado su inmensa gran-
deza; de eterno se ha hecho temporal, de impasible se ha
hecho pasible; que siente el frío, cansa [n] ció, la sed y la
hambre. Piensa cómo Dios se abajó, no según lugar, sino
en hacerse hombre; como un rey que se casa con una mujer
336 bajita no deja de ser rey, sino abaja su alteza. Pues como
el que solamente era Dios ha venido a hacerse hombre,
ansí también en el altar ha abajado su majestad y grandeza
en hacerse manjar para que lo comamos, no dejando de
ser quien es.
340 Piensa cómo el alto se abajó, de ser una cosa sola,
que es Dios, a ser agora dos cosas, que es ser hombre y
Dios en un solo supuesto. Y como allá, antes de nacido,
estaba en el vientre de la Virgen María, así agora está cer-
cado de 'los accidentes y encubierto debajo de ellos. Mulier
345 circumdabit virum, dijo Jeremías. Una mujer cercará a un
varón. Como estaba Dios y hombre dentro del vientre de
la Virgen — que bobería es decir otra cosa, ¿cómo hay quien
diga que no estaba la divinidad dentro del vientre, sino
alrededor inmediata a la superficie del vientre de la Virgen?:
350 dentro estaba la divinidad, unida a la humanidad, como es-
taba después de nacido Jesucristo — , pues así es acá en el
Sacramento, que en la blancura y cantidad que ves está
escondido el cuerpo de Cristo. No están ya la blancura y
cantidad, que en el Sacramento parecen, sujetadas en la
355 substancia de pan que antes había; que ya no hay allí pan
después de dichas las palabras, sino Dios sustenta aquellos
acidentes sin substancia. Ansí como estuvo antes ascondido
en las entrañas de la Virgen, así lo está agora en los aci-
dentes. Toma, pues, esta contemplación, y ve comparando
360 la encarnación con el Sacramento, y di: "Señor, allá os
abajastes al vientre, en el cual estuvisteis ascondido; acá,
Señor, os abajáis a estar debajo de esos acidentes. ¿Dónde
estáis que no os vemos, aunque sabemos y creemos que es-
táis ahí?"
365 ¿No decís acá, viniendo de misa: "¿De dónde venís?";
328 dignidad] alteza t || 329 Alto] el add. T |] 330 según dignidad om. T ]
que] ha add. T || 332 eansaneio T | la ] el T || 333 lugar om. V || 335 baja
T I sino] más T 1 1 336 hacerse] también add. T \>\ 337 así T ¡ bajado T
34)1 agora dos cosas, que es se om. T || 343 así] acá add. T | ahora T ||
344 cercado] debajo T | accidentes T \ Mulier] Foemina T || 347-351 que
bobería - nacido Jesucristo] om. V || 363 ya] en add. V || 352-357 que en la
blancura -sin sustancia] om. T || 357 así T | ábscondido T || 358 ahora T |
en2] debajo de T || 36© accidentes T || 361 bajantes a T | estuvistes ábs-
condido T || 362 bajáis T ¡ accidentes 7" |¡| 363 sabemos y om. T
346 Cf. Ier. 31, 22.
41. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
647
decís: "De ver el cuerpo de Cristo?" Y no lo vistes; que
aquella blancura y cantidad que vistes no es el cuerpo de
Jesucristo. Es esto como el que viera la humanidad de Je-
sucristo, dijera con verdad que había visto a Dios, y no lo
370 vido, que no vido más del cuerpo de Jesucristo, el cual en
lo de fuera no parecía sino un puro hombre. Sino, porque
vido la humanidad, la cual anda tan conjunta con la divi-
nidad, por eso se dice con verdad que vido a Dios. Aunque
no es omnímoda la similitud — -ya os lo dije — ; porque acá
375 en el Sacramento el cuerpo de Jesucristo y la blancura y can-
tidad no hace una persona, como allá lo hacen la divinidad
y humanidad; pero es un rostro por donde se puede contem-
plar la encarnación, y aun hay harta semejanza, como hemos
visto. Es, pues, una imagen el Sacramento de la encarna-
380 ción, es un retablo donde está dibujada esta grandeza y
maravilla de Dios, que fué hacerse hombre.
Navidad Si eres devoto de ver a Jesucristo Niño recién
nacido, humillado, pobre, muerto de frío, tem-
blando, puesto sobre unas pajitas, en un pobrecito pesebre,
3«3 por falta de ricos colchones y camas de campo; envuelto en
pobres pañales; en un establico, en lugar de casa real; aquí
en el Secramento lo verás así. ¡Oh, bendita sea tu miseri-
cordia, Señor, que estás en los cielos adorado, tenido, aca-
tado y reverenciado de ángeles, y tienes por bien de estar
390 acá en la tierra tan humillado y tan callado, tan chiquito,
que pareces tan pobrecito, estando tu majestad inmensa en-
cubierta debajo de esas especies! Como los pobres pañalitos
encubrían la limpísima y bendita carnecita de Jesucristo Niño
recién nacido, así aquí está agora cubierta de los accidentes,
395 cantidad y blancura; debajo de ellas está encubierta su
grandeza y omnipotencia. Más bajo es el accidente que la
substancia, y los accidentes son los que aquí encubren el
cuerpo de Jesucristo. Digo que es más bajo el accidente que
la substancia, porque la substancia tiene ser por sí, bien
400 puede estar sin el accidente, mas el accidente no tiene ser
por sí, sino su ser depende de la sustancia; no puede ser
que haya acídente si no hay sustancia en quien esté suje-
tada. Por eso, pues, el accidente es más bajo; y así, estando
368 Jesucristo] Cristo. A semejanza add. T | como om. T || 370 vió, T ]
vióa T.|| 372 vió T || 374 omnímoda] acomodada T || 376 hacei^ T | como
om. T | lo] la T || 379 el] al V || 381 es T
383 frío] sed y de hambrt T || 384 sobre] en T | i*>bre T || 384-386 en
un -casa real] temblando 'f || 389 tenido, acatado y reverenciado om. T \\
390-392 tan chiquito - esas especies] Así T || 392 pañales 7' || 394 aquí om. T |
ahora T || 399 si] y a&i. T \ sustancia T |i| 4CKM01 el accidente por sí]
los accidentes no T || 401 sustancia] y add. T || 402 que] naturalmente add. t |
accidente T || 403 subyectado T | es el accidente T || 405-406 pues una cosa - le
cubre] más que debajo de los pañales. ¡Que T
648
SERMONES. CICLO TEMrORAL
el cuerpo de Jesucristo encubierto debajo de accidentes, está
405 cubierto de bajeza, está humillado y pobrecito, pues una cosa
tan poca y tan baja le cubre; aun no se le ha olvidado la
humildad allá donde está en el tronco de su gloria, sentado a
la diestra de su Padre.
Si lo quisieras ver entre los pobres pastores, cómo le
410 vienen a adorar, míralo en manos de un pobrecillo como yo;
y mira también a los que le reciben, cómo son también pobre-
cilios, bajitos y pastorcillos : Manducat parvulus servus hu-
milis, dice San Agustín.
¿Quisieras ver los ángeles cómo cantaban cantares de
415 alegría la noche que lo vieron nacido? Pues acá también hay
ángeles. Es cosa esta para contemplar, que están allí los
ángeles, dándole gracias por tan grandísimo bien, como fué
quedarse con nosotros en el santísimo Sacramento, porque
no podemos darlas nosotros las que a su Majestad se deben
420 por tan grandísima misericordia. También las dió Jesucristo
por todos nosotros, viendo lo poco que todos éramos para
darlas, porque no cayéramos en falta. ¿Ya no os lo dije que
dió Jesucristo gracias al Padre el jueves en la noche por tan
grande bien, viendo que no habíamos de ser nosotros bastan-
425 tes para darlas? Allí, pues, están los ángeles alabando a
Dios, espantados de ver su grandeza y majestad tan abajada,
hecho manjar de los pobres gusanillos.
— ¡Oh padre, que no veo yo nada de esto! ¡Ni veo si
hay ángeles ni si no; no veo nadaj — No te espantes, her-
430 mano, por más encubierto que lo veas; ni pienses que es
peor eso. Más haces en creer a las palabras de Dios senci-
llamente que crees que está allí Jesucristo, porque lo dijo
El; más, cierto, que si con los ojos lo viese [s] ; y mucho
más, porque en esto puede haber engaño, de que se pueden
435 engañar tus ojos, pensando que ven, no viendo nada, y en
la palabra de Jesucristo no. Guárdate de querer ver, como
algunos 'lo desean, alguna carne allí en la hostia, o sangre.
Luego andan muy bulliciosos: "¡Oh! ¿No vería állí un
niño, no vería yo a Jesucristo crucificado? ¿No vería yo
440 alguna señal o mudanza en la hostia?"
Más mereces si, no viendo, crees fidelísimamente, que
si, viendo, creyeses; porque si, no viendo nada, crees, es
410 <lcl pobrecito T || 411 le] lo T || 412-413 Manducat parvulus - ASUStín]
Manducat servus páuper et humilis Dorainum dice santo Tomás T
423 d jueves - noche] sm. T || 424 erran T || 424-425 nosotros bastantes ni. 7
430 no T || 431 eso] Y add. T || 434 puede haber - de que] om. 71 || 437 lo
om. T | allí en la Hostia om. T | sangre] en la Hostia add. T || 438 Oh om. 7 \
vería] yo add. T ||| 439 no vería yoj o T
413 Cf. San Agustín, Enan. in Ps. 21, en. 1, 37 • en. 2, 2- ;
/;/ P$. 33, 6 : ML 36, 170. 178. 303. «Manducat Dominum pauper
servus et humilis» (Rit. Rom., tít. 9, c. 5, hymn. «Sacris solemniis»).
41. EN I.A IXFRAOCTAVA DEL COKl'US
649
señal que fías mucho de Jesucristo y que tienes por más
cierta una cosa que El dice que si con tus propios ojos la
45 vieses; y no has menester testigo ni señal que aquello [e]s
asi. Como cuando un amigo cuenta a su amigo una cosa,
el cual, si luego se cree de él, agradéceselo mucho, y es se-
ñal que lo quiere bien y que lo tiene por hombre de crédi-
to; si le dice que "¿quién estaba delante?", es señal que
50 no se cree de su palabra, sino que quiere más seguridau
que la palabra de su amigo, para creer aquello que le dice.
Es, pues, muy malo no creer a las palabras de Jesucristo
sin prenda, como lo hacen los que decimos, que quieren ver
alguna señal en él santísimo Sacramento.
=55 Así que hay allí ángeles. Mira que dicen los teólogos,
y muy bien por cierto, que, aunque cayese un cuerpo glori-
ficado de los que más gloria tienen, no cualquiera, sino aun.
que fuese la Virgen María, no vería más en el Sacramento
que uno de nosotros, si no quisiese Dios mostrárselo par-
;60 ticularmente. Mira cuán encubierto está allí Jesucristo:
cuan perfectos son los que están con El en el cielo, con
cuan perfectísimo ser tienen todos los sentidos, aunque se
pusiesen muy cerca del Sacramento y despabilasen los ojos,
no verían nada; aunque por ser bienaventurados están um-
t65 dos al cuerpo de Jesucristo y son una misma cosa con El,
no le verían en el Sacramento. Así que no habéis de querer
ver nada, sino procurá de ser fiel en creer que no faltará
la palabra de Jesucristo, porque más vale creer que ver.
Vida pública: Cu- Si quisieres ver a Jesucristo predi-
co rando enfermos cando, si lo quieres ver acá entre los
hombres, haciéndoles tantos bienes;
si lo quisieras ver dando vista a ciegos, curando sordos,
limpiando leprosos, perdonando a la mujer pecadora, resu-
citando muertos, aquí lo hallarás haciendo otro tanto. Si
75 nos diese Dios devoción, todo lo sentiríamos en este Sacra-
mento; no querríamos ver nada. El que no tiene devoción,
no os daría por él un maravedí. Dios rae libre del cristiano
que no es devoto, que hay de ellos que no lo son ; y la causa
es porque no quieren venir aquí a comunicarse con Jesu-
:80 cristo; y los que no se comunican, luego se olvidan; y del
445 es T || 451 aquello] lo T | le om. T |i| 453 decíamos T | ver om. T
455 Mira] lo add. T || 456 cayese] viniese T \\ 458 Sacramento] con los ojos
del cuerpo add. T || 460 Mirad qué tan encerrado T || 461-467 cuán perfectos -
ver nada, sino] om. t || 467 procurad T
469 quisieras 7' || 470 quisieras 7' || 470-473 si lo quisieras - leprosos] curan-
do enfermos, dando vista a los ciegos, curar los leprosos, sanar los sordos T ¡|
473 a om. T || 475 sentiríamos] entenderíamos T || 476 Sacramento] y add. T ||
477 daré T || 478 que,] y T | ellos] aquellos 7" || 479 quieren venir] viene 7" ¡|
46S Cf. lo. 20, 29.
650
SERMONES. CICLO TEMPORAL
olvido viene a haber tan pocos devotos del Sacramento, que
no hace en ellos más impresión ver a Jesucristo entre nos-
otros como si no quedara. Como se comunican pocas veces,
olvídanse de él, y váseles poco a poco entibiando la fe; y
485 si viniese un hereje con una razón falsa, les haría creer
que no está allí Jesucristo, y perder la fe que en El tiene.
De olvidar la comunión y comunicación con Jesucristo, vie-
ne a entibiarse tanto la fe, que, a no nada que os apremia-
sen, os harían negar la fe.
490 ¿Hay aquí agora algunos a quien Dios ha resucitado de
muerte a vida, a quien ha perdonado sus pecados, a quien
ha sanado de ciego, de cojo, de mudo, de sordo? Si fe tu-
viésemos, veríamos hacer en este santísimo Sacramento en
las ánimas lo que antes hacía en los cuerpos, cuando vivía
495 en este mundo. Si entonces resucitaba hombres muertos,
agora también; si sanaba cojos, agora por semejante; si
dió lengua a mudos, ahora ni más ni menos ' si dió vista a
ciegos, agora y todo. Porque si has hecho un pecado mor-
tal, muerta queda tu ánima; si te confiesas y comulgas,
500 perdónate. ¿Ves cómo te ha resucitado, quedando ya tu
ánima con vida? Has pasado de la muerte del pecado a la
vida de la gracia.
Si andas embebecido en la vanidad y flor pasadera de
lo que en este fallecedero mundo florece, y andas sumido
505 en mil miserias y trayendo un buen pensamiento y otra
inspiración: "¿Qué haces, triste de ti? ¿En ése confías, que
se te acabará mañana? Todo se ha de quedar acá; procura
de buscar morada para siempre; deja eso"; y tú, con todo
eso, no oyes ni dejas de andar como antes, sordo estás.
510 Comulga y restituírsete han tus oídos. Si andas atónito tras
un deleite y no ves el mal que acarrea después de cumplido,
ciego estás, triste de ti; comulga, y dársete han ojos con
que veas el mal para apartarte de él, y el bien para seguirlo
y allegarte a él. Si estás tibio, no tienes gana de rezar ni
515 de recogerte un rato, y para hacer una buena obra te pesa
cada pie un quintal, cojo estás; recibe a Jesucristo y serán-
te dados pies ligeros y firmes, y dirás con David: Statuit
486 estaba T | tienen T || 487 con] de V ¡ vienen I' ] 487-488 se viene a enti-
biar T || 489 negar] perder T
490 agora om. T 1 1 492 de sordo om. T |.| 492-493 Si fe tuviésemos T [] 493 .
en ] a r || 496 "ahora T | sanaba om. T ¡ ahora también T \\ 497 a,] los
add. T || 498 agora y todo] ahora ni más ni menos T |l 500 perdonante T |
han T
503 en] tras 7' || 503-504 y flor pasadera de lo que en] de T || 504 fallece-
dero om. T | florece om. T || 505 trayendo] Dios trayéndote 7 || 506 de ti
en ése] por qué T | confías] en cosa add. T || 507 te om. T | ai.aií T |.| 508 para
siempre] de gloria T || 509 sordo] andabas, ciego T -|| 510 restituírsete - oídos]
serte han restituidos los ojos T | atónito por T || 511 ves] veis V | el mal]
lo T || 512-514 dársete han ojos - allegarte a él] serte han restituidos los ojos T ||
514 tibio] que add. T || 515^516 serte han r || 519-520 de toda pesadumbre
om. T
41. F.N LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
651
supra petram pedes meos: "dado me ha el Señor pies lige-
ros y firmísimos sobre la piedra, sanos y libres de toda pe-
520 sadumbre".
La carne de Jesucristo — dice San Juan Damasceno — est
sicut carbones igniti: así es como unos carbones encendi-
dos, la cual hace arder a los tibios en fuego de caridad y,
como ella es ardiente como fuego, así para a los que la
525 comen. Para cuantos males hay es remedio; no hay frial-
dad que no caliente, nadie la recibió que no fuese sano de
cualquier enfermedad que tuviese. Tomalda y comelda, que
es carbón encendido, que os quemará y os convertirá en
sí, o por lo menos os calentará y alanzará de vos esa frial-'
530 dad. Alligabit quis in sinu suo ignem, et vestimenta eius
non comburentur? : ¿Quién habrá que meta en su seno fue-
go y no se le quemen sus vestiduras? Si estáis tibios, comé;
que no es posible que no recibáis calor metiendo en vuestros
pechos el mismo fuego, que es la carne de Jesucristo; ya
535 que no os queme, calentaros ha.
¿Sabéis vos, por dicha, qué cosa es devoción? No por
cierto. Pensaba yo hoy que no entienden los cristianos de
nuestro tiempo qué cosa es ser devotos, amorosos, blandos.
Por eso nos untan con el olio en el baptismo, en señal que
540 recibimos al Espíritu Santo, que es la misma blandura, la
misma devoción, el mismo amor; y así había de ser el corazón
del cristiano, tierno, amoroso; había de bañar en devoción.
Pero sois tales dentro, cuales parecéis de fuera; tenéis los
corazones crueles, ásperos, fieros, como las barbas y las
545 espadas que traéis. ¡Sois unos cobardes! Tenéis vergüenza
de ir a comulgar, porque no os digan que sois hipócritas y
alumbrados. No [o]s llegáis a comer, por esto no tenéis de-
voción. No os engañéis, que el comulgar no es sino para
humildes, para mansos, para pacíficos, para los castos y
522 carbo ienis, así add. T || 522-52?. un carbón encendido T ¡] 523 nrder
(im. V | fuego de] fe y T || 524 para] pasa V \\ 525-326 no hay - caliente]
om. T l¡ 526 recibió] bien add. T || 527 Tomadla y comedia T || 528 os2 om. T \\
530 Alligabit - ignem] Nutnquid potest homo abscondere ignem in sinü suo T ||
532 sus vestiduras no se le quemen T | comed T || 534 mesmo T | Jesucristo]
o add. T
536 vosotros T || 537 hoy om. T || 539 óleo T || 540 recebimos el T || 542 ha-
bía de - devoción] blando, benigno T || 543 tales] de add. T || 544 crueles
om. T ¡ barbas] fieras T || 545 traéis] ¿para qué son? add. T \\ 548 engañéis]
sabed add. T | para] verdaderos penitentes add. T || 549 humildes] para add. T |
510 irs. 39, 3.
522 SAN Juan Damasceno, De fide oiih., 1. 4, c. 13 (MG 94,
1150) : «Divinum carbonem sumamus, ut desiderii nostri ignis, ac-
cepto carbonis ardore, peccata riostra comtrarat, et corda illuminet,
(livinique adeo ignis commercio inardescamus et in déos evadamus.
Carbonem vidit Isaias : carbo non est simplex lignum, sed igni uni-
tuiii ; sic cmoqtic pañis communionis, non simplex est pañis, sed
divinitati unitus».
532 Cf. Prov. 6, 27.
652 SERMONES. CICLO TEMPORAL
550 limpios de ánima y cuerpo, para los que no tienen vergüen-
za de comulgar, sino que se tienen por bienaventurados y
dichosos, porque tal suerte les cupo de recibir a Cristo y
conocello; lo desean de corazón.
No tenéis devoción, no lo deseáis. Engáñaos el mundo a
555 unos con honras, a otros con deleites, a otros con riquezas,
a otros con sedas y vestidos. Haceos de lo chico grande, de lo
grande chico; habéis hecho de establo cielo, de lo temporal
eterno. No veis nada, andáis ciegos, y lo bueno es que no lo
conocéis, sino que pensáis que veis, no viendo nada; pensáis
560 que vais por buen camino, yendo errados. ¡Despertad, her-
manos, de tan profundo sueño! Por reverencia de Dios, poned
lodo sobre vuestra ceguedad; conocé quién sois, que eso quie-
re decir. Descobrid vuestras llagas a Cristo y llegaos a El
conociéndolas. Pensad que todo el bien os ha de venir del
565 Sacramento, y no de vosotros; pensad que de allí os ha de
venir la vista para vuestra ceguedad, el alegría para vues-
tras tristezas, la misericordia para vuestras miserias. Y des-
confiá entretanto de vuestras fuerzas y confiá de Jesucristo ;
porque el que pensare que de otra parte le viene el bien,
570 sino del Sacramento, loco es y soberbio. Dice San 'Bernardo:
"Comulgá, ¡aba!, que con Cristo vienen todos los bienes".
Cristo convidado: Si decís: "¡Oh quien viera a Cristo
recibidle ser convidado!", llegaos acá, hermano,
que más es verlo a El convidar; y que
575 El mismo es el manjar con que convida, ¡y no hay quien
quiera venir, no hay quien lo reciba ni hay quien le dé po-
sada, andando rogando El que lo acojan! ¿Sabéis qué ha
de decir el día del juicio el mansico que allí veis, que está
agora callando, que parece tan chiquito? — Hambre hube,
580 y no me distes a comer; en la tierra estuve, y no hubo quien
me diese posada, andando y rogando que me acogésedes.
¡Id, malditos, al fuego para siempre!
para pacíficos - castos] benignos, amorosos T || 550 cuerpo] y <i«i<í. T | tienen]
han T |! 551' sino que se - bienaventurados y] mas antes se tienen poi T ||
552 recebir T | Jesucristo T || 553 comerle T
554 Engaña T || 555-556 con riquezas, a otros om. 7' |.¡ 556 Hacéis T | ¡;ran-
étl y a&d. T || 557 del, T || 558 bueno] peor T 1| 569 pensáis om. T || 560
yendo] y vais T || 561' hermanos] los ojos T | sueño tan profundo T || 562
conoced T || 563 Descubrid T || 564 del] de este divino T || 567-568 descon-
fiad V || 568 confiad en T \\ 571 Comulga ¡aba!] Comulgad T
573 sed V | aquí T || 577 le T || 578 manso T ¡| 579 ahora T | que parece
tan chiquito om. T || 580 une distes] tuve quien me diese T || 580-581 no hubo-
posada] posada no me distes T |] 581 andándoos yo T | acogiésedes T || 582 para
siempre] eterno T
562 Of. lo. 9, 6.
5-1 Of. San Bernardo, ln Cocua Domini serm. 3 : ML 1S3,
272 s. ; Instf. sacad., c. 8, 22 : ML 1S4, 785 ; Serm. de excell. SS.
Sacr., 5 : Ib. 984. 582 Mt. 25, 41-43.
41. EX LA IXFKAOCTAVA Dri. COR1TS
653
— Señor, ¿de qué os quejáis, que no os dan posada? ¿No
tenéis grandes custodias de oro y plata y de piedras pre-
>85 ciosas? ¿No estáis cubierto con ricos paños de brocado?
— Bueno es que haya todo eso y que sirvan a Dios todas
sus criaturas; pero no lo ha El por nada de eso. La posada
que El quiere es el ánima de cada uno; ahí quiere El ser
aposentado, y que la posada esté muy aderezada, muy lim-
590 pia, desasida de todo lo de acá. No hay relicario, no hay
custodia, por más rica que sea, por más piedras preciosas
que tenga, que se iguale a esta posadc para Jesucristo. Con
amor viene a aposentarse en tu ánima, con amor quiere ser
recebido. Pero trae amor, y daisle malquerencia; tráete hu-
595 mildad, y tú dasle soberbia; tráete castidad y limpieza, y
estaste en tus deleites sucios; tráete mansedumbre, y tú
eres aún un airado; tráete misericordia y caridad, y no hay
quien te haga hacer una limosna ni haber misericordia de
tu prójimo, que está pereciendo de hambre por falta de lo
600 que a ti sin provecho ninguno se te pierde en tu área o en
tus trojes. ¿Qué le trajo del cielo? Amor. ¿Qué le encerró
en el vientre de la Virgen? Amor. ¿Qué le encerró en el
santo Sacramento y le trujo al altar? Amor. Con amor viene,
recíbele con amor; para hacerte bien viene, sabe agora agra-
606 decerle con darle buena posada y con desearle.
Pero ¡no se hace nada! habíamos de estar los ojos tan
largos esperando para recibirle, con nuestras lámparas en-
cendidas, con mucho aceite, como las buenas vírgines: Ecce
Sponsus venit, exite óbviam el. Cuando el rey viene [a]
610 alguna ciudad, no oiréis otra cosa por doquiera que vais
sino: "El rey viene". Si vais por esta calle: "El rey viene";
si por la otra: "El rey viene". Y viene Jesucristo cinco mil
veces cada día, desde el cielo a la tierra, tantas veces como
misas se dicen en todo el mundo, ¡ y estáisos tan tibios que,
615 si viene a mano, por no dejar de dormir o otra cosa que no
pese una paja, no vienes a verlo a la iglesia!
No recibimos con amor al que viene con tanto fuego de
584 de. om. 7 ;; 585 cubiertos V || 590 desasida de todo] muy quitada de r ||
591 rica] fina 7" | por más] y de T || 592 <?uc tenga om. T || 594 tráete T |
dasle T j tráete ] date T |¡| 595 tú dasle] vuélveslc T | y] tú, adi. T || 596 en]
con T |'i 597 aún om.- 7' | yj a ti add, T \\ 59S hacer una] dar una blanca
en 7' 599 está pereciendo] padece 7' || 6C0 sin provecho - tu área o] te Robra
en tus rincones y se pierde T ¡| 601-602 encerró en el] trajo al T || 602-603 | Qué
le encerró en el santo -altar? Amor] om. 7' \\ 604-605 ahora agradecérselo
7" I! 605 y con desearle om. t
606 estar] con add. T '<' 607 esperando om. 7' | rcccbirle T | nuestras om. 7" ||
608 vírgines] doncellas 7" || 609 viene] a add. T || 610 por doquiera que vais
om. T i| 612 si por la otra] por esotra T |] 613 como] cuantas T ]l 614 estás T ]
tibio r ¡¡ 615 o] n T l| 616 pesa T
617 No recibimos] Recibamos T \\ 621 Kedemptor T || 622 necesidades] y
609 ilt. 25, 6.
654 SERMONES. CICLO TEMPORAL
amor. Apareja, hermano, tu lámpara y recíbelo con amor;
que aunque otro pensamiento no tuvieses sino pensar que
620 cada día viene Jesucristo a la tierra, bastaba para hacerte
bueno. Di: "tMS Redentor viene para hacerme bien, a re-
mediar mis necesidades, a consolar mis tristezas, a perdonar
mis pecados, a sacarme de mis miserias, a justificarme, a
salvarme". Decid: ¿Qué cosa sería si viniese un hombre
625 dende las Indias a haceros bien, y a esto le moviese sólo
amor que os tiene sin deberos nada, y vos no lo recibiésedes
ni quisiésedes vello ni oíllo? Gran desagradecimiento y mala
crianza sería, por cierto. Pues Jesucristo nuestro Señor viene
desde el cielo a la tierra, que es más que de las Indias, sin
630 deberte nada, sino por sólo amor que te tiene, y no a cosa
que a El le cumpla, sino a ti. Sábeselo agora agradecer, que
con sólo esto se contenta El. Di: "Mi Señor viene a posar en
mi ánima; quiero aparejarle la posada; no quiero que haya
en mí pecado ninguno; quiero tener mis pensamientos lim-
685 píos, no haya cosa en mí que le desagrade, para que deje de
aposentarse en mi ánima".
¡Oh manjar tan mal conocido! ¡No hay quien quiera apa-
rejarse para comello! ¿Qué malaventura es ésta, que esté
entre nosotros la hartura y que muramos de hambre? Creo
640 qUe pasa hoy día lo que en el advenimiento de Jesucristo,
que, aunque [a u]nos hacía provecho su venida y presencia,
a otros dañaba. ¿No lo dijo así Jesucristo: In hoc ego veni
in hunc mundum, ut qui non vident, videant, et qui vident,
caeci fiant: Para esto, dice, vine al mundo, para que los
645 que estén ciegos y no ven, vean; y para que los que ven, no
vean y se tornen ciegos? Y así fué; que a unos parecía bien
su doctrina y la recibían y la creían por Dios; y otros se
morían de envidia y lo blasfemaban. Ansí pasa agora a la
letra: unos hay que se mueren por comulgar y desean ver
650 venida la hora en que han de recibir a Jesucristo. Yo conocí
una persona que me decía que deseaba el día en que había
de comulgar como la salud. Otros hay que los han de llevar
por fuerza, y les hacen comulgar a poder de penas y de ex-
comuniones. Como hace el rey, que cuando no quiere venir
add. T |i| 628 a sacarme - miserias] om; T |l 625 dende] de T | a_] veros y
add. T | a esto le moviese sólo] que solamente le moviese el T N 627 Ver-
lo r | oírlo T | Grande T || 628 sería] ésta add. T || 630 deberte nada] debér-
telo T | sólo] el add. T || 631 agora om. T |[ 632 contentará T
637 mal om. V | quien] ninguno que 7? || 638 comerlo ni gustarlo add. T |¡
639 que om. T | Creo] A lo V | 640 Cristo T || 641 aunque - .provecho] a unos
aprovechó T | presencia] pertenencia V || 642 Jesucristo] Cristo nuestro Re-
dentor T ¡ In] Ad T || 644 dice om. T || 646 tornen] locos y add. T || 647 le
recebian T | la om. T || 648 lo] le T | Así T \ ahora T || 650 recibir en si
mismos add. T | Cristo T || 651 deseaba] ver add. T \\ 652 han de llevar] hacen
ir V ||| 653 les hacen comulgar] los constriñen T | de2 om. T || 655 alguno vc-
646 Gf. lo. 9, 39.
(555
655 alguno a su mandado, de su voluntad, le hace llevar por
fuerza, como mal criado; así la santa Iglesia católica a los
que no quieren ir a comulgar algunas veces entre año, hace
que cada año vayan por fuerza y que no. puedan dejar de
hacerlo en este tiempo por lo menos. No sé qué aparejo
660 podéis tener ni cómo habéis de examinar una conciencia
de doce meses. Y así acaece, que, como entre el año no
le recibís muchas veces por amor y de vuestra voluntad,
cuando vais de año a año por fuerza, tampoco le recibís con
amor ni sentís ni gustáis qué es lo que coméis ni a qué sabe
665 Dios. ¿Quién os lo preguntase? Decid, hermanos, ¿a qué
sabe Dios? ¿Habéisle alguna vez gustado? ¿A qué sabe?
Creo que no habrá quien responda. Esto no lo entendéis
vosotros.
¿Por qué no queréis curaros de tantas enfermedades?
670 Estáis malos, y tenéis aquí el remedio de vuestros trabajos
y la medicina de vuestras enfermedades, y no queréis reci-
birla; ¡a usuadas que se os parece bien en la cara! ¿No
decís acá a uno cuando está mal dispuesto: "Malo andáis,
que en el gesto se os parece, en la cara"? Pues ansí andáis
675 vosotros; bien se os parece en el gesto el mal que hay en
vuestras ánimas. Coméis malas hierbas, nácenos mal pro-
vecho. Unos os mantenéis de una perecedera honrilla; los
otros, de unos poquillos de dineros; otros, de un malaven-
turado deleite; todos traéis el gesto cuales son los mante-
680 nimientos que coméis. Aruit cor meum, quia oblitus sum
comedere panem meum, dice David. Secado se ha mi cora-
zón, porque me he olvidado de comer mi pan, el cual es el
Santísimo Sacramento, que da vida a nuestras ánimas — por-
que esotro pan las bestias lo comen — , el que os ha de sus-
685 tentar.
La Pasión ¿Por qué tantos males en el mundo? Porque
no queréis comulgar. ¿Por qué tanto pecado?
¿Por qué tan poca caridad unos con otros? ¿Por qué tan
pocos que hagan bien? Porque no queréis comulgar. Así
690 como el cuerpo se seca y no se puede sustentar sin el pan
de acá, así vuestra ánima no puede pasar sin comer este pan
de vida y está flaca y seca: en tocándole luego resurte; si
nir T | llevar] venir T }\ 656 católica] romana add. T || 659 por] a T || 062 rc-
cebís T || 663 recebís T | con] por T \\ 665 Dios om. T \\ 666 gustado? ¿ A qué
sabe?] probado? T
672 a osadas T || 674 en la cara om. T ¡ así Ti || 676-677 provecho] los
add. T || 677 un poco de honrilla perecedera r \ los om. T || 678 otro T ||
684 comen] y este pan solamente sustenta los cuerpos, que son como bestias;
estotro pan es add. T
688 por qué om. T || 691 vuestra] el V | no] se add. T | pasar] sustentar,
659 Concilio IV de Letrán, c. 21 : «Omnis utriusque sexus fi-
delis» (Denzinger-Umberg, Enchir. Svmbol., n. 437).
682 Ps. 101, 5.
656
le hacen una injuria, luego no quiere perdonar; si le tocan
en la honra, luego se quiere vengar; si se pierde la hacienda,
695 no hay quien se valga con vosotros. ¿Pues aun no os cortan,
y ya lo sentís? ¿Cómo, que no ha de haber un día más pa-
ciencia que otro? ¿Cada día habéis de ser más ruines? Co-
mulgá, ¡aba!; no se os pase este santo tiempo en balde, sin
que queden gordas, fuertes, alegres, bienaventuradas vues-
700 tras ánimas con este santo manjar. Allegaos al altar a to-
mar remedio, pues que tenéis allí a Jesucristo como lo qui-
siéredes contemplar, lloroso, triste, azotado, orando en el
huerto, crucificado, sepultado. Todo cuanto podéis desear,
allí lo tenéis; llegaos, si sois devotos de acordaros de lo pa-
705 sado y de lo que Cristo padeció por vosotros. De manera que
es el Sacramento un retablo de toda la vida pasada de Jesu-
cristo y de sus maravillas y grandezas.
Figura de la gloria Es también retablo el santísimo Sa-
710 que esperamos cramiento de las cosas que están por
venir. Dibujadas, pintadas, recogi-
das están allí todas las grandezas de Dios que esperamos,
que aun no son venidas. Figura es el Sacramento de la
gloria que esperamos. Manjar es éste que entre manos te-
nemos, que significa al que hemos de comer en la gloria
715 del cielo; así 'lo cuenta la Iglesia en la última oración de
la misa del Sacramento: Fac nos, quaesumus Domine, tuae
Divinitatis sempiterna fruitione repleri, quam praetiosi cor-
poris et sanguinis tui temporalis perceptio praefigurat: Con-
cédenos, Señor, que seamos hartos y llenos del sempiterno
720 gozo de tu divinidad, al cual gozo nos representa el toma-
miento temporal de tu preciosísimo cuerpo y sangre. Así
que el recibir el cuerpo de Jesucristo y encorporarnos ago-
ra aquí en El, mediante la comunión, es figura de la unión
que ha de haber entre nosotros y El en los cielos.
725 ¿Qué piensas que es comulgar? Una farsa, una repre-
sentación, una semejanza del traslado de la mesa del cielo.
ni puede holgar ni reposar T | comer om. T || 692"y,] sino que T || 694 sej le
add. T H 695 vosotros] ella T ] 686. lo] os T || 697 más ruines] ruin T ||
698 aba om. T | santo om. T || 699 gordas om. T | alegres] y add. T \\ 701 que
o ni. T || 703-704 Todo cuanto - lo tenéis] Todos cuantos bienes pudiéredes
desear los hallaréis allí T \\ 704-705 acordaros de - padeció] lo que padeció
Jesucristo 7'
708 También es el Santísimo Sacramento retablo T || 710 Dibujadas] iillc-
gadas add. T || 712 no om. .V | el] Santísimo add. T || 714 tenemos] tenemos
add. V | al] el T || Tlñ del cielo om. T i cuenta] canta T || 716 del] de este T \\
716-717 Divinitatis tuae T || 719 rellenos T || 720 al] el T || 720-721 representa
el tornamiento] presenta la recepción T |l| 722 el recibir] recebir T || 722-723
agora aquí] acá 7'
725 Una farsa om. 7' || 726 de la mesa del cielo] ruc habrá en los cielos T ||
721 Miss. Rom., ¡n Fcst. ó'ó'. Corp. Chiisti, postcomm.
41. EN LA 1N1KAOCTUA DEL CORPUS
657
Acá nos ensayamos agora, cuando comulgamos, para ir allá
a comer de hecho. Decid: El que ha de ir a comer a la mesa
del rey, ¿primero no pregunta qué uso, qué costumbres,
'30 qué crianza se usa en la mesa del rey? ¿Qué cortesía
tengo de hacer cuando entre? ¿Tengo de tener quitada la
gorra? ¿No tengo de escupir mientras comiere? ¿Tengo de
sonarme las narices? ¿Cómo hemos de estar? Primero se in-
forma de lo que ha de hacer. Así, pues, para cuando enhora-
735 buena vamos, Señor, delante de ti a darte las gracias de
las misericordias que nos has hecho, de los trabajos que
nos has librado, tiniendo por bien de nos escoger para ti,
para cuando te vamos a ver y a gozarnos contigo, nos en-
sayamos agora, recibiéndote hecho manjar de vida para
740 nuestras ánimas.
Es menester, pues, ensayarnos aquí para cuando vamos
a la mesa del cielo a comer. — ¿Qué? ¿Leche? ¿Miel? — No.
Nada de eso. ¡Donosa necedad! Eso los moros lo dicen, que
en el cielo han de comer leche y miel y que han de tener
745 muchas mujeres, que los sabios y los que se les entiende
algo no dicen tal. Avicena hizo burla de las necedades de
Mahoma, y dice que otra cosa más linda y más suave que
miel y leche tiene Dios guardada para los buenos moros
y sabios, que nada de aquellas borracherías no. En el nono
750 libro de la Metafísica, en el capítulo 7 — yo lo he leído — ,
l[dice] que no ha de haber allá mujeres, ni casamientos, ni
comidas ni bebidas, ni nada de esos deleites sucios, ni cosa
de las de! cuerpo. ¡Quitá allá, no digáis tal! En espíritu
hablamos, que el cuerpo no ha de comer allá; de la gloria
755 del ánima se ha de mantener. Es tanta la fuerza que cobra
un ánima viendo a Dios, que dice San Agustín que de la
gloria que redunda del ánima pasa al cuerpo y hace que
no sirva a sus necesidades. Es tanta la hartura espiritual
que un ánima tiene gozando de la presencia de Dios, que
760 de lo mucho que le sobra pasa al cuerpo y hace que no
haya hambre ni haya sed, ni haya menester dormir, ni
727-728 agora cuando - comer] para que cuando allá fuéremos comamos T ||
728 comer a om. 7" ¡| 729-730 qué crianza, qué costumbres T || 730 usan T ||
731 tener] estar T || 734 norabuena T |.| 737 teniendo T | escogernos T ||
738 vayamos T \\ 738-739 ensayemos ahora T
741 vayamos T || 742 leche] y add. T || 742-743 No. Nada de eso om. T ||
745-746 los que - algo] entendidos T || 749 y sabios om. T | borracherías] bur-
lerías T || 750 yo lo he leído] dice T fj 753 de las om. T ¡¡ 753-754 ¡Quita allá -
no ha] porque éste no tiene T || 7154 allá] sino que add. T || 755 que cobra]
de T || T57 que redunda om. T || 757-758 hace que - necesidades] queda harto
y contento T || 759 la presencia de om. 7" || 761 haya, om. T || 765 servir a
sus] sentir las 7*
758 Of. San Agustín, Rctracl., 1. r, c. 13, 4 : ML 32, 603 ; De
civ. Dei, 1. 13, c. 22 : ML 41, 395 ; Santo Tomás de Aquixo, Sitmma
theol., i-2, q. 4, a. 5 ad 4.
65S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
asentarse, ni descansar, y sin ninguna cosa de éstas vivirá
para siempre. Mirá cuan grande es la dulzura, la hartura,
el descanso, el gozo que un ánima tiene, pues el cuerpo
765 puede pasar sin servir a sus necesidades, de lo que se le •
pega del ánima.
Y porque no parezca palabra vana, muy recia para los
necios infieles y herejes, decir que los cristianos comen a
su Dios, digo que no hay palabra más dulce ni más suave
770 en el mundo ni que mayor esfuerzo ponga en el corazón de
los que la oyen y la creen. Yo porné la cabeza y la vida
y mil vidas que tuviera, delante cuantos infieles hay en el
mundo, sobre que esto es así verdad como digo. Porque de-
cidme: ¿Puede ser uno bienaventurado acá sin ver a Dios?
775 No. Eso todos lo confiesan, que la bienaventuranza del
hombre está en ver su Dios. Moros, judíos y de otras na-
ciones cuantas hay en el mundo confiesan eso. Ellos verdad
es que se engañan en poner los dioses que ponen, porque
unos adoran un palo y otros una estatua de piedra, otros el
780 sol; pero, cualesquier que ellos sean, todos conciertan en
esto, que en gozar de su Dios está la bienaventuranza del
hombre. Si el idólatra pone una estatua, o una bestia, o
hombre por Dios, yerra, pero no se engaña, ni niegan que
el fin y bienaventuranza de la criatura está en ver a su
785 Dios y gozar de El. Luego la salud, la bienaventuranza, la
vida del ánima es ver a Dios. Pues si para que se sustente
el ánima, para que tenga vida, para que nada le falte y
sea bienaventurada es menester ver a Dios, dígole Dios al
manjar que me sustenta y da vida inmortal y me hace
790 bienaventurado; luego no es palabra vana decir que el hom-
bre come a su Dios.
¿En qué estábamos? En que os ensayáis, cuando co-
mulgáis, para la mesa del cielo. Mirad en ello cuando co-
mulgáredes, y pensad lo que hay allí en el santísimo Sa-
795 cramento, que es Jesucristo, que se os da por señal que
ansí como, recibiéndolo en vuestro cuerpo, os convierte en
sí y os hace una cosa con El, así también os habéis de
ver en los cielos alegre, dichoso, bienaventurado, con tanto,
que nada os falte de cuanto desear pudiéredes, estando vien-
800 do a El y gozando de El para siempre sin fin. Y la prenda
de que algún día habéis de veros como decimos, es el dár-
seos como se os da y el haber muerto y perdido por vos;
la cual también os trae a la memoria este santísimo Sa-
707 muy] y T || 7712 delante] de add. T \\ 774 acá uno bienaventurado T ||
775 No om. T || 776 ver] a add. T || 7176-777 y de otras naciones cuantas] idó-
latras, cuantas naciones T || 779 y om. T \\ 782-785 Si el idólatra - gozar de él]
om. T || 786 se om. T [\ 788 dígole] yo add. T \ al] el V
796 así T || 798 ver] hacer T | alegre - con tanto] alegres, dichosos, bien-
aventurados T || 799 viendo] unido T || 801 el om. T \\ 802 como se os da] El
41. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
659
cramento. Y ansí habéis de tener a Jesucristo delante vues-
805 tros ojos, lloroso, corriendo sangre, azotado, afrentado,
cansado y muerto, cuando allí os allegáredes a recebirlo.
¿Qué es comulgar Es gran cosa ésta cuando Dios la
bien? quiere dar a entender. Pocos gustan
estas cosas cuando comulgan; pero
Oís todavía lo sienten algunos, a quien Dios quiere darlo a
gustar y sentir. Otros no sienten nada, sino que parecen
un pedazo de pan cuando comulgan, según no toman gusto
ninguno en el Sacramento.
De los que comulgan de año a año, de ésos no decimos;
815 que claro está que no sienten nada. Yo no sé cómo podéis
aparejaros con pensar vuestros pecados una o dos horas,
para lo que habéis hecho en doce meses; creo que os vais
como os estábades y que no barréis bien barrido aun un
rincón de vuestras conciencias. ¿Pues cómo? No os con-
820 tentáis con que barra vuestro esclavo la casa así como quie-
ra, yendo tan poco en ello, ni la mujercita no deja ni aun
rinooncito por barrer en su casa, ¿y en lo que os va la vida
de vuestras ánimas para siempre ponéis tan poco cuidado,
como es no mirar ni remirar con siete ojos lo que habéis
826 hecho para confesarlo, y procurar de ir luego, en sintién-
doos caído, a recebir remedio sin dejar añejar el mal? No
hagáis cargadilla de un año. Catá que es gran peligro.
Pues de los que mal aparejados van, de ésos no digo,
que claro está que no sienten nada, sino de los que más
830 de veras se aparejan y por su culpa no se han dejado de
confesar, y que muy a menudo comulgan; de ésos hablamos,
que quiere Dios que se traguen el bocado entero y sin di-
gerirlo ni gustarlo lo pasen, y que no sientan más alegría
que si no comulgasen. No sienten más de tener una fe ren-
835 didísima que es Dios aquello que reciben; consuelo ni por
pensamiento. No penséis que es malo, no desmayéis ni de-
jéis de comulgar; por eso no os espantéis, que visto habéis
enfermos, y aun vosotros lo habéis estado alguna vez, que
a sí mismo T | perdido] padecido T || 808 la,] lo T || 804 así T | delante] de
add. T || 805 azotado om. T || 806 Uegáredcs 7'
808 entender] pero add. T | pocos] la add. T || 809 estas . osas cuando Co-
mulgan om. 7' | empero T || 810 Dios] el Señor T || 810-811 darlo a gustar y
sentir om. T || 811-812 que parecen - comulgan] parece que comen un pedazo
de pan T || 813 ninguno om. T
815 que,] ésos add. T || 816 pecados] en add. T || 818 barrido om. T || 821 no
om. T | aun] un add. T. || 822 rincón T | su] toda la T | os om. T |i 824 no
om. T || 825 de ir om. T || 826 caído a - añejar el mal] caídos poner remedio
en el mal, sin dejar añejarlo T || 827 carga T | Cató om. T
828 van] están T || 829 claro está om. 7- || 830-831 por su culpa - y que muy]
om. T || 832 Dios] algunas veces orfeí. T || 833-834 ni gustarlo - de tener] sin
alegría de ello, ni lo gusten, ni lo sientan más que si no lo hubieran recebido,
sino que tengan solamente 71 || 835 rendidísima] bendísimá V , om. T | con-
suelo] no add. T || 837 por eso no os espantéis om. T || 838 y aun vosotros - vez]
(360
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a cada bocado que comen les cuestan lágrimas de pasallo;
840 mas decidme, ¿es bien que no lo coman porque pasan mu-
cha pena en comello? — No, que por eso no deja de ha-
celles provecho lo que comen, porque pasan trabajo. — 'Pues
así no dejéis de comulgar, porque no sentís gusto en ello;
sino comed y creed. No penséis que está en eso el comul-
845 gar bien. Digo a los que os aparejáis y vivís con aviso:
¿Queréis buscar a Dios por gusto y sabores? Engañados
andáis; no es cosa segura ni cierta, sino muy peligrosa. No
os penéis porque no veis a Dios como querríades ni le
gustáis como deseáis, que por vuestro provecho es. Yo he
850 conocido muchos que les ha hecho mucho mal el habérseles
comunicado Dios muy estrechamente, porque no se han sa-
bido regir, engriéndose de los regalos y consuelos que Dios
les daba.
Trátaos Dios como el padre que quiere mucho a su hijo,
855 que por una parte le da el azote que lo mata y le da de
coces y de bofetadas, y por otra le abraza y le hace mil re-
galos. No siempre 'le azota ni siempre le muestra mala cara,
porque no se vece a temello como esclavo, que es muy malo;
ni siempre le regale ni siempre le muestre amor, porque
860 perdiéndole la vergüenza no se haga bellaco. Y así lo acon-
seja San Pablo: No castiguéis siempre vuestros hijos ni
siempre los halagad; pues así hace Dios con vosotros: unas
veces os consuela, otras os castiga con no dejaros gustar
nada. Porque si te enseñase Dios el abrazo que te da en el
865 altar cuando te allegas a comulgar, más trabajo tendrías en
buscar paciencia y humildad para disimular tantos favores,
para no ensoberbecerte de que Dios te trate tan tiernamen-
te y tan amorosamente, y ansí no te entraría en gozo el
sabor y dulzura que sintirías; y también sentirían otros tu
870 locura y soberbia. Por eso te está mejor el manjar sin gus-
to; así ámate Dios y juntamente date bofetadas.
Muchos hemos visto que de comer mucha miel les ha
hecho mal; y no es cosa mala la miel, antes es tan dulce
y suave como veis; ansí hay quien tiene muchos consuelos
875 y gustos; y aunque, como veis, son buenos, para otros son
«ni. T || 839 cuesta T I pasarlo T l| 84C-84il mucha pena en camello] trabajó 7' ||
841 que] porque 7' || 842 hacerles T | lo que comen oni. 7' | pasa V || 848 os
penéis] penséis que T | ni] no T || £T30 conozco T | mucho om. T
855-856 Vi azote - bofetadas] azotes 7' || 8157 siempre,] le abraza ni siempre
add\ T 1 rri siempre -mala cara] om. T) \\ 858 esclava V \\ 859 ni siempre le
recale om. T |l 860-861 Y así lo aconseja San Pablo om. T || 851 siempre,] a
add. T || 862 halaguéis T || 863 otras] veces add. T || 864 te,] se V || 865 lle-
nas T | temías T || 866 paciencia] ciencia T ¡| 867 trata T \\ 867-868 tan tier-
namente y om. T || 869 así 7' |l 8S9 sentirías T | sentirán V |j 870 soberbia y
locura T | mejor] comer add. T || 871 te ama T | date bofetada] te corrige T
873 es, om. 7" I! 874 así T \\ 876 para] a unos, a T I1 876 muy om. T ¡j
862 Cíf. Eph. 6, .i; Col. 3, 21.
41. EN LA INFRAOCTAYA DEL CORPUS
661
muy malos y peligrosos, porque no se saben aprovechar de
la visitación de Dios. En lugar de humillarse y tenerse en
menos, cuanto ven que la majestad de Dios se abaja a co-
municarse con una cosa tan vil: "¡Oh Señor!, que a cosa
380 tan miserable y apocada te abajas", cobran fantasía y pé-
gaseles una soberbia solapada, encubierta; y cuando pen-
saban que estaban más cerca y más favorecidos, estaban
ya caídos en profunda miseria.
Mejor señal es para ver si has comulgado bien si vences
885 muy bien todas tus pasiones y las traes debajo de tus pies
después que comulgaste, que no ver si tienes gustos. Más
segura y cierta cosa es ver si vences tú tu malquerencia, si
no haces lo que te pide tu carne, si traes debajo de tus pies
a tu invidia, si has subjetado muy bien tu soberbia, que no
890 si, cuando comulgaste, sentiste mucha alegría, gran gusto,
muy suave dulzor, si tuviste muchas lágrimas. ¿Nunca ha-
béis visto unas mujeres que vellas comulgar es para alabar
a Dios, de ver las lágrimas que derraman, la devoción con
que se llegan a recibir a Jesucristo, y en yendo, al diablo
895 luego ofrecen — al diablo — a sus mozos como antes, luego
riñen, luego se enojan por una palabrita, y no sufren un
sinsaborcito que las venga, que no pese una paja, menos que
antes que comulgasen? Es muy mala señal que te sepa muy
bien el manjar cuando le comes y no te sepas aprovechar de
900 él después, sino que te haga mala digestión; bueno al gustar
y no al digerir, malo es. Haz hincapié en vencerte, que eso
es lo seguro y lo que hace al caso. Haz misericordia, como se
hace contigo. ¿Hate Dios vestido y cubierto con su gracia?
Viste tú y cubre los desnudos. ¿Perdonante? Perdona tú
905 también a los que te han injuriado. Esto es recibir a Jesu-
cristo; esto es comulgar; porque Jesucristo es humildad,
castidad, paciencia, mansedumbre, caridad, y aquél lo re-
cibe y lo come que se le imprime en el corazón y se hace una
cosa con él, pareciéndole todo y siendo como El: [El] hu-
910 milde, tú también; Jesucristo casto, tú casto; El limpio,
tú limpio; Jesucristo manso, tú manso; Cristo la misma ca-
ridad, y tú también caritativo. Esto, pues, es en lo que has
de hacer hincapié; y los gustos y consuelos, cuando vinieren
878 cuanto] más add. T | la majestad de om. T || 880 abajan I' || 881 légaseles
<>m. 7" || 883 profunda] suma T
885 todas om. T || 887 cosa cierta T | tu2 om. T \\ 888 s¡2] y T | tus] los T ||
889 invidia - subjetado] envidia y sujetada T || 890-891 gran gusto - lágrimas]
Mas r | 892 verlas T |,| 894 recebir T \\ 894*896 al diablo- luego riñen] a sus
casas 7- \\ 897 las venga que om. T || 900 digestión] y add. T || 901 no om. T |
es om. T 902-903 que eso es lo seguro - como se hace] om. 1' || 903 Hate Dios]
haos T || 904 Vístete T || 908 recebir T || 909 todo y] y en todo T || 910 tam-
bién] humilde add. T || 910911 El limpio, tú] y T || 911 Cristo om. T
907 Cf. Erasmo, Enchirid., c. 4, rey. 4 : Opera (Levdeu 1703),
t. 5, P- 25.
662
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y Dios los enviare, recíbanse con humildad y hacimiento de
915 gracias.
Ten reverencia de- ¿En qué estábamos? En que este Sa-
lante del Sacra- cramento es figura de lo porvenir
mentó <5ue nav en e^ cielo- Cuando vas a co-
mulgar, llega con mucha reverencia,
920 alabándole, y, temblando de amor, di: "Allí está mi Dios
de tanta majestad, y yo llego a recibillo" ; que así hacen en
los cielos: Quem laudant angelí, tremunt potestates, canta
la Iglesia católica. Pues si los ángeles y poderíos tiemblan
de sólo estar en su presencia, ¿qué te parece que debes de
925 hacer tú, gusanillo miserable, que no sólo estás en su pre-
sencia, sino que lo recibes, lo cual no lo hacen los ángeles?
Ten, pues, reverencia delante del Sacramento. Espánteme
cómo no temblamos cuando nos llegamos al altar; no digo
de temor como esclavos, sino de reverencia y amor como
930 verdaderos hijos de Dios, que tenemos mucho acatamiento
a nuestro Padre.
Espántome de las cosas que se hacen delante del Santí-
simo Sacramento, de los desacatos que pasan, que me hacéis
sospechar que no pensáis ni creéis que está allí Dios. Así
939 habláis mil deshonestidades y tratáis vuestros negocios y
trampas en la iglesia; otros no hacéis sino pasearos, como
si Dios no estuviese delante; otros tenéis por costumbre de
oír misa tan junto al altar, que si os queréis volver a escopir
no hay dónde, si no se lo echáis encima. Cosa es para es-
940 pantar ver con cuán poca vergüenza se ponen allí junto.
Decid: ¿Oyó Dios más al fariseo, que se puso cabe el altar,
que no al publicano, que se puso tras la puerta del templo
y no osaba mirar al cielo? No; antes al revés, el fariseo
salió condenado y el publicano justificado. No lo hagáis asi.
945 ' Oí misa bien desviados del altar, por la reverencia del Santí-
simo Sacramento, que bien os oirá Dios dende cualquiera
parte. Y esto es lo que de fuera vemos, que en lo de dentro
no digo nada: Dios sabe qué tales estáis. Yo osaré jurar que
oís algunos misa y no estáis allí con los corazones. Grande
950 es el desacato que pasa el día de hoy en los templos de Dios.
Y ya que os ponéis junto al altar, monta que tenéis los ojos
en el Santo Sacramento, si no estáis mirando a la cara, con
tan poca vergüenza, al sacerdote. No le dejáis llorar, o lo
920 alabándolo T \ Allí está om. T || 921 majestad] está allí add. T | rece-
birlo r II 922-923 canta la Iglesia - poderíos] om. T || 924 de_] DI add. T | de„
om. V j| 9126 cual] que T | loa om. T || 927 delante om. T | del] Santísimo"
add. T ¡| 929 amor y reverencia T || 930 verdaderos om. T || 930-980 de Dios,
que tenemos nvucho acatamiento - darte ha gloria] Hagámoslo ansí y darnos ha
su gracia y enriquecernos ha con sus dones T
922 Miss. Rom., Ordo Miss., praefat.
945 Cf. Le. 18, 14.
42. SANTÍSIMO SACRAMENTO
662,
que Dios le ayudare, sin que seáis vosotros testigos de ello.
955 No lo hagáis así.
Sabé que os ensayáis para lo que habéis de hacer en el
cielo. Mirá delante de quien estáis. Allá habéis de estar ala-
bándolo; acá también lo estad agora. Allá habéis de amar
infinitamente, amalde también agora de vuestras fuerzas.
960 Dile: "Señor, en tal que me seas favorable para la espan-
tosa hora de la muerte, no te quiero ofender agora por te-
nerte contento para hora de tanta necesidad. Quiero agora
agradarte; dame tu gracia para ello, que yo de mí no puedo
nada". Mira con el amor que te está convidando Jesucristo
965 que vayas a recebillo, que esto te basta para no pecar. Di:
"Por tan grande amor con que mi Señor me recibe, no le
quiero ofender ni quiero hacer mal. Quiero procurar de
agradallo en cuanto en mí fuere". ¿No te convida a ti nadie
que no vayas allá? Pues no dejes de ir allamado de Jesu-
970 cristo, pues te está convidando para hacerte mil bienes, para
darte su hacienda y a El mismo. Di: "Con estos ojos miré
a mi Señor Jesucristo, ¿cómo tengo de mirar cosa en que
le ofenda con ellos ? Esta lengua lo recibió, ¿ cómo ha de ha-
blar de aquí adelante cosa en que El sea ofendido? Estas
975 orejas oyeron su dulce voz, con que me está convidando,
¿cómo oirán cosa mala? Estas manos le tocaron, ¿cómo to-
carán ya cosa sucia? Hazlo ansí, y, recibiéndolo y conser-
vándolo de esta manera, morará en ti y hacerte ha mil bie-
nes; nada te faltará; estarás contento y muy alegre con su
980 compañía. Darte ha gracia y darte ha gloria.
42 Se Queda para que nos acordemos de El
(Bd. 1596, I, pip. 780-787.)
In Juniculis Adam traham eos. Yo los traeré eu las
ataduras de Adán (Os. n, [4]).
Más duros que Es tan grande nuestra ceguedad, que,
las piedras, le gozando de una lumbre, no miramos la
5 olvidamos hacha de donde viene, conforme a los
animales, que pacen la hierba sin alzar
los ojos a agradecerlo a quien se la da. Grande es la ce-
guedad del humano corazón, y de la ceguedad le viene la
dureza. Porque, pues una piedra es cavada con dar muchas
!0 veces gotas de agua en ella, más sería ablandado el cora-
zón si conociese cuán sin cesar recibe mercedes de la mano
de Dios nuestro Señor. La piedra no siempre es herida con
la gota de agua; mas acá no hay momento en que la mise-
ricordia y largueza del Señor no esté lloviendo en ti nuevas
15 mercedes. ¿Qué se dirá a esto, sino lo que con mucha ra-
zón dice Dios, que los traía en sus brazos, y ellos no cono-
664
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cieron que El tenía cuidado de ellos, y, no lo conociendo,
son hechos olvidadizos, y de olvidadizos, desgraciados e in-
gratos ?
20 y es tanta la bondad del Señor, que aun pasa adelante
en su bondad, no obstante nuestra maldad; nosotros a ol-
vidarle, y El a hacernos mercedes, para que, así provoca-
dos, dejemos un día u otro nuestra dureza y le seamos
blandos, agradecidos y humildes. Yo los traeré — dice Dios —
26 en cuerdas de hombre y en prisiones de amor. ¿Y qué son
cuerdas para traer a hombres? No sogas, no maromas, sino
beneficios; porque más fuerte cosa es para traer a hombre,
si insensible no es, el verse beneficiado de mano de otro
que una muy recia maroma para traer al animal. Multiplica
30 Dios mercedes dándonos bienes de diversas maneras para
que vayamos a El; y todavía nuestra maldad olvida sua
dones, y con parecerle que son cosas usadas, no mira en
ellas, cuánto más agradecerlas.
— '¿Qué haréis, Señor, que no hay cuerda que lleve a
35 vos gente tan desagradecida? El yugo rompen; de vos se
olvidan días sin cuento. — Yo los atraeré — dice Dios — con
prisiones de amor. — ¿Y qué son éstas sino los beneficios
que Dios nos hizo descendiendo del cielo, haciéndose nuestro
hermano y trabajando y muriendo por nos? Estas cadenas
40 son prisiones hechas con amor, y tal amor que no lo hay
mayor, pues quiso dar su vida por el bien de los que amó.
¿Qué dirás aquí, corazón humano? ¿Olvidarte has de
tu Dios acordándose El tanto de ti? Acuérdate de El con la
penitencia, y ternás parte en lo que El padeció y ganó;
45 porque no por otro canal ha de venir a ti el fruto de su
pasión, sino mediante el acordarte de ella y el hacer peni-
tencia. Porque, si la olvidas, tanto es para ti como si no la
hobiera pasado; el olvido, muerte es de la cosa olvidada,
cuanto toca al olvidadizo. ¿Qué me aprovecha que haya
50 Dios, si yo de El no me acuerdo?
¿Qué será la justicia de esto, sino que, como habiendo
un Dios que en sí es tan inmenso, tú lo olvidas como si no
fuese nada y haces que no sea en tu acatamiento el que es
verdaderamente en todo y sobre todo, así para lo que a ti
55 te cumple, para ser bienaventurado en El, será Dios para
ti como si no hobiese Dios? Sentirlo has, para castigarte,
muy recio, fuerte y omnipotente; mas para tu descanso,
como si no hobiese Dios; y esto con mucha razón, pues tú
le desheciste en tu memoria cuanto en ti fué.
60 ¡Oh miserable de quien, Señor, te olvida! ¡Y cuán mal
le irá cuando tú te olvidares de él! ¡Oh humana maldad,
y hasta dónde has llegado, que, siendo derramada la san-
gre del Señor por ti, aun la pones en olvido y la echas
17 Os. ii, 3. 25 Os. 11, 4. 41 Cf. lo. 15, 13.
42. SANTÍSIMO SACRAMENTO
665
tan atrás de ti como si fuera sangre de algún animal o
65 io por ti derramada! Traes el corazón lleno de mil vani-
dades, indignas de ser en ti recebidas, y desechas la me-
moria amorosa de la sangre, con la cual temías vida, y
vida muy limpia. Con razón se queja el Señor en persona
de Job diciendo: ¡Tierra, no cobijes mi sangre!; porque se
70 siente muy ofendida y afrentada en que sea ella olvidada.
¿Y por qué? Acuérdaste de las cosas terrenas y olvidas lo
que el Señor por ti padeció. La tierra cobija su sangre, pues
la tierra está encima en tu memoria, y la sangre hollada,
y por causa de la tierra, olvidada. ¿Qué más queda por ha-
75 cer para despertar tu olvido, si beneficio tan grande no te
despierta? Quien a esta voz duerme, no es dormido, sino
muerto; no es hombre, sino piedra; y no piedra, sino de-
monio, pues las piedras no pudieron sufrir golpe de tanto
amor, pues se quebraron, ¡y no lo siente el corazón por
80 quien la sangre se derramó! ¡En gran trabajo, Señor, es-
táis con estas ánimas olvidadas!
Viene en persona ¿Qué hará un marido que tiene una
para remedio de mujer moza, hermosa y liviana, y que
nuestro olvido l'e conviene ausentarse de ella y la
85 quiere bien? ¿Qué descanso ni conten-
to terna el corazón de éste en ausencia, pues tantas ra-
zones tiene de temer el olvido de su mujer, la cual él quie-
re que de él se acuerde? Solicítala con mensajeros, con car-
tas, con dádivas, y tan continuas, que antes que un men-
90 sajero salga de casa de ella, otro es venido con cartas, rue-
gos y dones. Y si la liviandad de ésta es tanta, que no tiene
cuenta con el ausente marido, sino vásele el corazón tras lo
que presente ven sus ojos, ¿qué le aconsejarán los amigos
de este ausente, sino que, pues todo está tentado y nada
95 le aprovecha, que, dejado todo negocio, se venga él a es-
tar presente con ella, pues es tanta su liviandad, que aun
en los mismos criados que el marido le enviaba para que
ella se acordase de él ponía ella los ojos no castos, alzándo-
se con aquello que había de ser medio para que a su mari-
!00 do amase?
"Yo quiero ir — dice el marido — ; que pues es mi mujer
legítima, las entrañas se le moverán en viéndome a mi y
olvidará cualquier amor extraño que haya en mi ausencia
tenido". Viene el marido con entrañas de amor a despertar
105 la memoria amorosa de su mujer; y si a su presencia no res-
pondiese con memoria de los beneficios que estando ausente
le hizo y con el amor que le debe, ¿en qué lugar de maldad
pondríamos ésta, y en qué tormentos de infierno estaría
bien castigada?
69 Iob 16, ig.
666 SERMONES. CICLO TEMPORAL
lio ¡Oh Señor!, ¿y qué hacéis vos, esposo de nuestras áni-
mas? Tales son cuales vos, Señor, las conocéis, vanas, li-
vianas, y que nos vamos tras lo que vemos. ¡Qué de carros
de Escritura sagrada nos habéis enviado! ¡Qué de predi-
cadores que de vuestra parte nos amonesten no olvidemos a
116 nuestro legítimo Esposo, sin otros mensajeros más secre-
tos que vos, Señor, enviáis, hablándonos en nuestros cora-
zones que nos acordemos de vos! ¿Quién hay de nosotros
que no haya sido muchas veces amonestado en el rincón de
su corazón, de vuestras suaves palabras, para que dejemos
1^20 el mal camino y nos tornemos a vos? ¿Quién, si quiere mi-
rar en ello, habrá que no haya recebido de vos particulares
mercedes de vuestra parte, ya en cuerpo, ya en ánima?
Y aunque unos más que otros, todos han recebido muchas,
¡ya todo nos hemos hecho sordos, ciegos y tontos, toman-
125 do lo que nos dais, y con ello nos olvidamos más de vos!
Muchos ha habido que, antes que de vos recibiesen lo que
deseaban, eran humildes, devotos y cuidadosos de su salud;
y cuando lo recibieron se enamoraron tanto de ello, que por
ello olvidaron a vos. ¡Así, Señor, os servimos vuestras mer-
130 cedes, dejándoos a vos por ellas!
Grande es vuestra bondad, que esto sufre; grande, en
buscar todavía el bien de esta vuestra esposa. Muy fuertes
son vuestras ataduras, y, viendo que todo no aprovecha,
venís vos mismo en persona a ponérosle delante para que
135 os conozca, ame y se salve. Al cielo convenía que fuésedes;
en peligro está vuestra esposa, ausente vos; determinastes
de quedaros en el altar para que, viéndoos ella con ojos de
fe, creyendo que vos mesmo, que en el cielo estáis, acá es-
táis, se le mueva el corazón y recibiéndoos diga: "¡Oh Se-
140 ñor y Esposo mío!, vos sois el que tantos bienes me habéis
enviado; vos el que por mí os hecisteis hombre y moristeis
en cruz; vos de cuya mano yo tantos bienes generales y
particulares he recebido". Y así con su presencia se acuerde
el ánima de todos los beneficios que en ausencia le ha en-
145 viado.
Y si uno estando ausente nos enviase muchas dádivas
y después viniese a nuestra casa, todo lo recebido se nos
renovaría, y le daríamos gracias por cada cosita, con Da-
vid. Así ha de hacer el ánima cuando .comulga, agradecer
ISO al Señor lo que por ella pasó y lo que de su mano ha recebi-
do y tomar la presencia del Señor en este Sacramento para
remedio contra su olvido, porque para esto lo ordenó el
Señor, según El dijo: Haced esto para acordaros de mí.
Porque tiene El tanta fiucia en lo que nos ha hecho, que,
149 Cf. Ps. i35-
153 Le- 22, 19.
43- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
667
55 si de ello nos acordamos, cierto le seríamos agradecidos; y
por esto dice que nos acordemos de El, y se queda acá
para ello.
¡Y ay de aquel que ha olvidado lo que le fué dado para
remedio contra su olvido! ¡Y bienaventurado aquel que con
60 frecuente memoria se acuerda de este divinísimo Sacra-
mento, y con humilde devoción le recibe, porque con él le
vendrán todos los bienes!
43 NO NEGARÁ EL CIELO A LOS QUE EN LA TIERRA LE
DIERON POSADA
En la Infraoctava del Corpus
(Ed. 1596, I, pp. 527-565.)
Si quú manducaverit ex lior pane, vivet in aeter-
num. Si alguno comiere de este pan, vivirá para
9iempre (lo. 6, [52]).
Este 'Señor venció Más fuerte es el don que por Jesu-
5 a la muerte para cristo nos vino que el mal que por la
ti y para El comida de Adán. Si por el delito de
uno — que fué Adán — la muerte reinó,
muchos más son los que reciben la abundancia de la gracia
y del don y de la justicia, y reinarán en la vida por Jesu-
10 cristo. Esto dice San Pablo. De lo cual se saca que si aquel
manjar vedado fué causa que Adán ofendiese a Dios, y la
ofensa de Dios fué causa de muerte de cuerpo y ánima,
mucha más fuerza tendrá este divino manjar para juntar
el ánima con Dios y dar vida de cuerpo y de ánima.
15 No se gloríe la muerte porque por el pecado de Adán reinó
en todos los hombres; mas oiga lo que este Señor, que allí
está (vida de todas las vidas, omnipotente, delante de cuyo
acatamiento es la muerte deshecha), le dice: ¡Muerte, yo
seré tu muerte! Porque, muriendo el mismo Señor, mató
20 nuestra mjuerte. Y porque estábamos en una muerte de ánima
y cuerpo, estuvo El muerto y sepultado, y de esta manera
nos ganó la vida de gracia para el ánima, y vida inmortal
y gloriosa para el cuerpo, sin que tenga fin una ni otra.
Porque ¿qué quiere decir: Si alguno comiere de este pan,
25 vivirá para siempre, sino: "por virtud de este pan la muerte
será muerta para siempre" ?
Esto creemos ahora; esto veremos después cuando, como
dice San Pablo, el enemigo postrero, que es la muerte, será
destruido; y se cumplirá la palabra de Dios que tiene dicha
30 contra la muerte: Que será absorbida con la victoria de la
10 Rom. 5, 17.
19 Os. 13, 14.
25 lo. 6, 52.
29 1 Cor. 15, 20.
30 1 Cor 15, 54.
668
SERMONES. CICLO TEMPORAL
vida. Y los que de aquella bienaventurada vida de cuerpo y
ánima gozaren, harán burla de la muerte, que ahora parece
que es señora de todos, y diránla: Muerte, ¿dónde está tu
Vitoria? Muerte, ¿qué es de tu aguijón? El aguijón de la
35 muerte el 'pecado es; porque en él tiene ella su fuerza para
matar, pues por el pecado entró en el mundo; y la fuerza
del pecado es la Ley; porque vedando y no dando fuerzas
para vencerlo, toman los hombres ocasión de pecar más.
Gracias a Dios — dice San Pablo — , que nos dió victoria
40 por Jesucristo nuestro Señor. Ganónos con su muerte gra-
cia y virtud para cumplir la Ley de Dios, vencer el pecado;
y éste vencido, es vencida la muerte, pues que la fuerza de
ella estaba en él. No hay que temer muerte, no, si el hom-
bre ha vencido al pecado; y como entonces estará del todo
45 muerto en el cielo, estará del todo muerta la muerte. ¡Tiem-
po bienaventurado y reino dichoso! ¡Con cuánta razón di-
remos bienaventurado al que ha de comer pan en el reino
de Dios!
¡ Oh Señor, en qué cuidados estamos puestos en este des-
50 tierro, pues nos está puesta ley de morir una vez! Y este
yugo, harto grave era, aunque fuera solo; y hácese muy más
grave, porque tras la muerte se sigue tu riguroso juicio,
donde se pide cuenta del mal que hemos hecho por toda la
vida y de los bienes que dejamfos de hacer; y no sabemos,
55 Señor, qué tal será tu sentencia, aunque sabemos que será
o de grandísimo mal o de grandísimo bien.
Mas, cristiano, aunque esto sea así, no desmayes; acuér-
date de estas palabras: El que come de este pan, vivirá
para siembre. Si temes la muerte estando con salud o cuando
60 te quieres morir, que es el tiempo en que su temor más
aprieta, entre todos tus desmayos, mirando tus pecados y el
rigor de la justicia de Dios nuestro Señor, y las penas del
infierno, y el espanto y obscuridad de la muerte que te cerca
y te quiere tragar, entre todos estos espantos acuérdate:
©5 "Confesado me he de mis pecados; hecho he lo que mi con-
fesor me mandó; he recebido a Cristo: espero que me ha
de salvar".
La muerte vino porque el ánima se apartó de Dios; por
lo cual ella murió primero que el cuerpo; y parecióle a la
70 divina Sabiduría dar el remedio por el orden que vino la
perdición. El, por su misericordia, ordenó Sacramentos para
que, bien recebidos, cobrásemos la vida del ánima; y nos
dió este Pan celestial, tan fuerte y tan lleno de riqueza,
que entre todos los impedimentos y contrarios que la vida
75 de nuestra ánima tiene, El, como más poderoso, la hace más
40 Cf. 1 Cor. 15, 55-57.
48 Lic. 14, 15.
52 Ctf. Hebr. 9, 27.
669
fuerte que todos ellos y la hace andar y correr por el camino
de los mandamientos de Dios por discurso de la vida, hasta
que 'la meta en el cielo.
Mas, aunque el ánima esté remediada y libre de la muer-
80 te por el espíritu de la vida que recebió, el cuerpo se queda
todavía sujeto a la muerte y a los trabajos que de ella pro-
ceden, para ejercicio de virtud y para socorro contra el
pecado; y porque es bien que así como en el cielo hemos de
ser conformes a Cristo nuestro Señor en cuerpo y en ánima,
85 también lo seamos estando acá; el cual, aunque su sacratí-
sima ánima desde que fué criada siempre fué viva en vida
de gracia, tuvo su sacratísimo cuerpo sujeto a trabajos y
a la mdsma muerte. Y pues no es mayor el siervo que el
Señor y es grande gloria seguirle y parecer a El, no tenga
90 nadie por mai que aunque tenga su ánima viva, su cuerpo
tenga necesidad de morir. Ofrece a Cristo tu vida de muy
buena gana, que te la quite la enfermedad, y acepta el
gusto de esa muerto, que te parece tan desabrida, en razón
de la muerte que el Señor recebió en la cruz con mayores
95 tormentos por ti. Y si te parece cosa espantosa entrar en
esa tan obscura casa, acuérdate que has comulgado y cuán
poderoso es él que has recebido; y en su confianza, osa decir:
Si anduviere en medio de la sombra de la muerte, no temeré
los males, porque tú eres conmigo. ¡Oh dulce palabra! ¡Oh
100 dulcísima obra! ¡Que abra el hombre su boca y reciba den-
tro de sí al Señor de las virtudes, al destruidor de la muer-
te, al que en el sepulcro entró muerto y salió vivo, sin que
los lazos de la muerte lo pudiesen tener!
Terrible cosa pareció a Jonás, profeta, ser echado de la
105 nave, y ser tragado de la ballena, y andar en el vientre de
ella; mas el Señor de la tierra y mar, de los peces chicos
y grandes, no sólo libró a Jonás de la muerte en el vientre
de la ballena, más tomólo por medio para darle la vida, y
mandó a la ballena que lo sacase a la orilla, como si fuera
110 un navio seguro, y lo echase en la tierra vivo y sano. ¿Qué
temes, hombre? Este Señor que has recebido venció a la
muerte para ti y para El; y pues te has arrimado a El,
El te sacará a nado de este mar donde quieres entrar.
Acuérdate que el piadoso samaritano tomó al llagado que
115 estaba en el camino, y le untó sus heridas con aceite, y lo
lavó con vino, y lo puso encima de su bestia, y lo llevó donde
recibiese perfecta salud. Da gracias a este Señor, que, vi-
niendo del cielo a caminar por estos caminos de trabajos, te
vió herido de heridas mortales, que son los pecados, y por
120 curarte decendió acá, y untó tus pecados y los lavó cuando
77 Cf. Ps. n8, r.
89 lo. 13, 16 ; cf. Eccli. 23, 38.
99 Ps- 22, 4.
110 Cf. Ion. 2, tí.
116 Cf. Le. 10, 34.
670 SERMONES. CICLO TEMPORAL
por .su misericordia te dolieron y gemiste por haberlos come-
tido, y, con amargura de tu ánima confesándolos, cumpliste
la penitencia que te fué mandada, y otras cosas que según tu
flaqueza habrás podido hacer. Y su misericordia no te dejó
126 en este desconsuelo; mas ordenó que su ministro, en nom-
bre de El, dijese aquéllas palabras de la absolución sacra-
mental, más dulces para el gusto del ánima que la misma
miel, más sabrosas de oír que la música, por acordada que
sea; más blandas y mitigativas del dolor del ánima que el
130 aceite para <el cuerpo; las cuales son: Yo te absuelvo de
todos tus pecados en el nomibre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo. ¿Qué blandura se puede igualar con
aquésta? ¡Que en el tribunal de Dios te acusan delante del
juez puesto por El, y tus orejas oigan sentencia definitiva
136 en tu causa, por la cual te den por libre de la muerte que
merecían tus pecados para siempre jamás!
Alabado sea Dios por esta misericordia, y alabado sea
por la que hace tras ésta; que, habiendo untado al llagado,
lo toma y lo pone, no encima de bestia, sino encima de
140 sí mismo, encima de sus hombros, llevando sus pecados a
cuestas, y aun metido en lo más dentro de su corazón, amán-
dole más fuertemente de dentro que parece en lo de fuera,
aunque lo uno y lo otro es incomprehensible.
La comunión, reme- Cristiano, ¿qué temes muerte de
145 dio contra nuestras cuerpo, pues ya ha muerto Dios tus
desconfianzas pecados y llevádolos sobre sus hom-
bros? Para ti nació, para ti fué
circuncidado, para ti fué baptizado, para ti predicó; cansóse
por esos caminos, ayunó, sudó y lloró; recibió azotes, bo-
150 fetadas, espinas y clavos; expiró en la cruz con grandes
dolores, y deshizo los pecados como un grandísimo fuego se
traga una paja. ¿Qué temes pecados tuyos, siendo Dios la
ipaga de ellos? ¿Por qué no esperarás el cielo, habiéndotelo
comprado Dios con su sangre en la cruz? Ten averiguado
155 que, aunque mucho dista el alteza del cielo más alto del
centro de la tierra, que es lo más bajo de ella, mucho más
vale tu precio, que es Dios humanado, que el perdón de los
pecados, por grandes que sean, ni la gloria del cielo, aun-
que sea más grande; todo es poco en comparación de Dios.
160 Y para que tu flaqueza estuviese enteramente confortada,
no te dieron por remedio algún ángel o serafín, mas al
Criador de ellos, Jesucristo nuestro Señor y Redemptor.
Mas ya entiendo por qué agujero se sale la flaqueza de
tu corazón: — Todo eso creo — míe dirás — , y con todo eso
i65 temo, y mucho temo; porque sé que, con haber pasado nues-
tro Señor todas esas cosas, están muchos en él infierno, no
i$s RÜ. Rom., tít. 3, c. 2.
43- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
671
por el poco valor de su sangre, mas por falta de bien se
aparejar los que han de gozar de su merecimiento. ¿Y qué
sé yo si soy uno de éstos?
170 — No penséis, hermano, que tenemos tal Dios, que ten-
ga desconsolados a los suyos; que San Pablo le llama Padre
de las misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos
consuela en todas nuestras tribulaciones. No se contentó la
divina Bondad con remediar nuestras necesidades, sino con
1?5 que estuviésemos consolados en nuestras tribulaciones; y
como ésta sea la mayor, no es de creer que aquí falte la
dulcedumbre de su consuelo.
Los infieles que no conocen a Cristo, los malos cristia-
nos que están en pecado mortal sin querer salir de él, teman
180 y tiemblen cuando se les acerque la muerte, pues que se
les acerca su condenación, como gente que, o no conoció o
desechó el potentísimo remedio para sus males, que, a costa
de la sangre de Cristo, les era ofrecido. Mas el cristiano
que es baptizado y tomado por hijo adoptivo de Dios, si ha
185 mortalmente pecado, va a lavarse, con gemido de lo pasado
y propósito de se enmendar, a la piscina de la sangre de
Jesucristo, que obra en el santo sacramento de la Peniten-
cia, y de allí, con aparejo bastante, en el altar recibe a
Jesucristo, ¿por qué este tal se ha de dejar caer con des-
190 confianza, pues tiene tantas causas para esperar?
¡Qué piadosamente lo hizo el Señor! ¡Cuan gran reme-
dio puso en la sacra comunión contra nuestras desconfianzas!
Porque, si nuestro temor nace de que no sabemos si el me-
recimiento de Jesucristo se aplica a nosotros en particular,
195 no hay cosa tan apropiada contra esta enfermedad como la
grande benignidad que en este divino Sacramento se mues-
tra. Dices tú: "La vida y muerte de Cristo, suficientísi-
mas son para mi remedio contra el pecado y contra la muer-
te; y si yo supiese que era participante en Jesucristo,
200 viviera y muriera muy consolado". ¡Alabado seas, Señor,
por siempre, y la hora en que ordenaste esta dulcísima me-
dicina, manifestadora de tu dulcedumbre y causadora de
nuestro consuelo; que porque tú conoces bien cuán ponzo-
ñosa cosa es el pecado, y cuántos desmayos causa en el cora-
2°6 zón de quien lo comete, y cómo hace huir de ti y esconderse,
como nuestros padres hicieron, y hace temblar lo principal
del ánima, como tembló la cabeza a Caín, pusiste aquí tal
remedio, que haga huir a nuestros desconsuelos, por ser
señal y causa que el hombre goce del merecimiento de Cristo!
210 Palabra es del Espíritu Santo, dicha por boca del após-
tol San Pablo; palabra digna de toda acepción y de todo
173 2 Cor. i, 3.
205 Cf. Gen. 3, 8
207 Cf. Gen. 4, 5.
672
SERMONES. CICLO TEMPORAL
consuelo, que dice: El pan que repartimos, ¿por ventura no
es participación del cuerpo de Cristo? El cáliz, al cual ben-
decimos, ¿no es comunicación de la sangre de Cristo? ¿Oyes,
215 cristiano, que el recebir este pan celestial que en el altar
se reparte, y el recebir su sacratísima sangre (y quien
el cuerpo recibe, la sangre recibe), es ser participante del
cuerpo y sangre de Jesucristo ? Si prometías de vivir y morir
consolado con saber si eras participante de Jesucristo, ves
220 aquí palabra de Dios, que te afirma que el comulgar es
participar de su cuerpo y sangre.
No pidas saber que participas de los merecimientos por
certidumbre de fe ni claridad de evidencia. No te cumple
eso ni Dios lo ordenó; porque certidumbre infalible no la
225 has de tener si no es por revelación divina : . conténtate con
una confianza cristiana, que, aunque no llega a los grados
de aquella certidumbre, es bastantísima para desechar las
flaquezas del corazón, y, arrimada a los merecimientos de
Cristo, hace vivir consolados y morir confortados, poniendo
230 debajo de sus pies la desesperación que causa el pecado y el
demasiado temor que causa la muerte.
Obras de misericor- Ahora dice, hermano, la divina mi-
dia con Cristo: dar- sericordia, que te hizo merced que
le posada con razonable aparejo llegaste a la
235 mesa de la paz, a la señal de la
reconciliación a gozar de los dulces abrazos de Cristo: Jún-
tate con el mismo que ha de ser tu Juez, y en prendas de
que entonces te será piadoso Padre y dará sentencia por ti,
quiso El recebir de ti este servicio, de tomar tus entrañas
240 por casa, para serlo El tuya en el cielo.
¿Quién hay sabio entre vosotros, y entenderá las mi-
sericordias de Dios?, dice David. Y si para alguna parte
es necesaria esta exclamación, para aquí mucho más. ¡Oh
misterio dulcísimo, cuán de verdad se cumple en ti lo que
245 antes prometiste a nuestros padres pasados, que les habías
de dar una tierra que les manase leche y miel! Más dulce,
más sabroso te nos has guisado, Señor, en manjar que lo
es toda la leche y miel que hay en el mundo.
Verdad tuya es que los que aquí hicieren misericordia
250 los pornás en el día del juicio a tu diestra. Porque dieron
de comier ál hambriento y de beber al sediento, e hicieron
obras semejables, les dirás, Señor: Venid, benditos de mi
Padre; poseed el reino que os está aparejado desde el pri-
mero día del mundo. Aunque sea tanta tu bondad, y te
214 Of. 1 Cor. 10, 16.
225 Concilio de Tkento, sess. 6, c. 12, can. 15, 16, 23.
242 Ps. 106, 43.
246 Cf. Deut. 26, 9. 254 Mt. 2,s, 34.
43- EN LA IN'FRAOCTAVA DEL CORPUS 673
255 hayas juntado con nos, y digas tú con tu santísima boca
que la comida, bebida y vestido y obras de misericordia
que al prójimo dimos por ti, lo dimos a ti, no te conten-
taste con recebir estas obras por tercera persona, mas or-
denaste tú, piadosísimo amador, este consuelo, que pudie-
260 sen los hombres hacer obras de misericordia a tu misma
persona.
Dichosa fué tu sacratísima Madre, dichoso el santo Josef,
dichosos todos aquellos que te dieron comida, bebida y ves-
tido, posada y cualquier refrigerio; porque, allende de ser
265 gran bienaventuranza dar el hombre algo a quien todo se
lo dió y remediar la criatura la necesidad de e$i Criador, el
galardón de aquellos tales que a la persona inmensa de
Cristo hicieron buenas obras, muy más abundante e ilustre
será que el de los que hacen las tales obras a otras perso-
270 ñas por amor de El. Obras dignas, por cierto, por las cuales
con razón llamamos bienaventurados a quien las hizo, y
que, oyéndolas, suspiremos de corazón porque nosotros no
fuimos dignos de alcanzar aque'l tiempo y ayudar a las
necesidades de nuestro Señor, aunque fuera haciendo de
275 nuestro corazón manjar que El comiese, ropa con que vis-
tiese, casa donde morase, sepulcro donde después de muerto
fuese enterrado.
¿Quién no tornará otra vez, y muchas veces, a excla-
mar: Quién hay sabio entre vosotros, que entienda las mi-
280 sericordias de Dios? ¿ Quién. terná, Señor, ojos para mirar
las riquezas de tu sabiduría, la grandeza de tu poder que
ejercitas en este santo misterio lleno de milagros, tan in-
comprehensibles a nuestro entendimiento, que lo primero
que nos ofrece y postrero cuando pensamos en él es decir:
285 ¿Qué es aquesto?, quedando admirados nuestros entendi-
mientos, vencidos de[l] gran resplandor de tu sabiduría y
poder, con que este misterio ordenaste? Mas cuando llega-
mos, Señor, a pensar la misericordia y dulcedumbre con que
aquí te aparejaste en manjar para el pobre, y cómo, aun-
290 que te subiste al cielo, donde ni es ya menester que te den
de comer y beber ni recibes de nadie en persona obras de
misericordia, hallaste manera como estar entre nosotros y
en tu misma persona recebir de nosotros obras de miseri-
cordia, para que nosotros seamos consolados en hacerte bien
295 y tengas tú ocasión de, por lo poco que nosotros te damos,
darnos tú mucho en el cielo.
¿No habéis pensado, hermanos, aquesto, que el lugar
propio de nuestro Señor es el cielo, pues a cuerpo ajeno
270 por.,] «on
28o Cf. Ps. i<>6, 43. 289 l's. 67, II.
I 285 Ex. 16, 15.
B.. Avila 2
22
674
SERMONES. CICLO TEMPORAL
de corrupción tal lugar le es debido? Y, con todo eso, el
300 amor que nos tiene le hace extranjero, por acompañar a
los que somos extranjeros, y estar en aquella pequeña casa
de los accidentes de pan, casa asaz desproporcionada para su
Majestad, mas muy a lo propio para su amor y a la obra
que viene a hacer.
305 No piense nadie, no, que el estar el Señor allí encerrado
es el fin por que allí está; medio es para otra cosa; y si
quieres saber para qué está guisado y proporcionado, bien
puesto debajo de aquella pequeñez: para desde allí dar un
salto y meterse en las entrañas de nosotros pequeños, para
310 que, recibiendo de nosotros posada, tener ocasión de ser
El la nuestra en el cielo. Rogadle, rogadle con mucha afec-
ción lo que decía David: Sedme, Señor Dios, defensa y casa
de refugio para me salvar; y responderos ha San Agustín
en su nombre: "Si tú quieres que Dios sea tu casa en el
315 cielo, sé tú casa suya en el suelo".
¿Quién de las personas, hermanos, que en este mundo
aposentó al Señor, quedó sin muy buena paga de la posa-
da? Su sagrada Madre fué la primera que en sus entrañas
le aposentó, y El a ella la tiene aposentada en el cielo so-
320 bre todas las criaturas humanas y angélicas y muy junta
consigo. Una vez no más le dió Zaqueo posada, y dijo el
Señor: Hoy ha sido hecha salud en aquesta casa; y fué
hecha salva hoy aquel ánima por un rato que dió aposento
al cuerpo del Señor. Preguntad, ¿cómo ha pagado a María
325 y a Marta el hospedaje que le hicieron? Mirad el sepulcro
que al cuerpo muerto dió posada, cuán honrado de todos
está, que lo llama Esaías glorioso.
Mas ¿qué nos maravillamos de aquesto? Si Elias resu-
citó el hijo muerto de la mujer que le daba posada; si Elíseo
330 alcanzó hijo a su huéspeda no le teniendo, y después de
muerto se lo resucitó; y lo que más es, si por tocar los
huesos de Elíseo, ya muerto, recibió vida el que estaba
muerto, ¿con cuánta más razón el Señor, que es mayor y
más dadivoso que fueron sus siervos, hará estas mercedes
335 y otras mayores a los que le dieren posada?
¡Oh palabra dulcísima, que de la boca del Señor el día
del juicio oirá el cristiano que aqui hobiere bien recebido
el cuerpo del Señor: Huésped era, y acogísteisme; tomad el
reino que os está aparejado! ¡Oh palabra más que dulcísi-
340 nía! En la cárcel estaba, y venisteis a mí; tomad el reino
313 rs. 30, 3.
315 San Agustín, Enarr. in Ps. 30, serm. 3, 8 (MI, 36, 252) :
«Esto domus eius, et erit domus tua, habitet in te, et tu habitabis
in eo».
322 Le. 19, 9. 331 Of. 4 Reg. 4, 12-36.
327 Is. 11, 10. 333 Cf. 4 Reg. 13, 21.
329 Cf. 3 Reg. 17, 20-23.
43- E>>" LA IXFRAOCTAVA Día CORPUS
675
que os está aparejado. ¿Entendéis esto? ¿Qué sabio hay que
guarde estas cosas y entienda estas misericordias? Huésped
era, y acogisteisme ; y en la cárcel estaba, y venisteis a mi.
¿No lo veis extranjero, debajo de hábito más disimulado
345 que el que llevaba cuando se juntó con los discípulos que
iban a Emaús? ¿No habéis oído en vuestras entrañas sus
santas palabras, que hacen arder el corazón cuando el hom-
bre ha comulgado? ¿No entendéis que desde aquélla sagra-
da hostia os está diciendo lo que dijo a Zaqueo: Desciende
350 apriesa, porque hoy me conviene posar en tu casa?
Mas, ¡ay de mí!, que Zaqueo descendió presto del árbol
en que estaba, y dice el Evangelio que fué gozoso y lo re-
cibió, y así gozó de tal Huésped y tal galardón. ¡Y hay
muchos entre vosotros a quien deciros: "Recebid al Señor",
355 os es palabra de tristeza y amargura, y ansí os quedáis sin
gozar de tal fiesta y de tal galardón! ¿Qué haréis — dice
Isaías — en el día de la visitación y de la desventura, que
viene de lejos? ¿A quién huiréis para que os dé socorro?
¿Qué haréis, hombres, a quien Jesucristo, infinita bondad,
360 pide que le deis casa, y que descendáis de vuestras sober-
bias y desobediencias y, sujetándoos a los mandamientos
de Dios y humillándoos a sus sacerdotes, limpiéis vuestras
conciencias, para que en casa limpia recibáis su limpísimo
cuerpo y os pague la posada según la grandeza de su mi-
3*5 sericordia?
¿Duéleos abajar vuestro cuello? ¿Duéleos humillar vues-
tro corazón a perdonar a vuestro prójimo y pedirle perdón?
¿Duéleos obedecer a la palabra de Dios, que seáis castos,
para en cuerpo casto recebir al castísimo cuerpo de Jesu-
370 cristo? ¿Duéleos? ¡Oh cuánto más os dolerá cuando en aquel
día terrible, en el cual a ninguno recibirá Dios en su casa
sino a quien le recibió a El en la suya, dirá con terrible
voz y con más terribles ojos: Huésped era, y no me rece-
bisteis; en la cárcel estaba, y no venisteis a mí; ¡andad,
375 malditos de mi Padre, al fuego que está aparejado al de-
monio y a sus ángeles!
¿Queréis ver cómo tenéis señal que habéis de ser de
aquellos reprobados? Yo os diré cuál es, y es que respondéis
ahora loque responderán aquéllos: Señor, ¿cuándo te vimos
380 extranjero y en la cárcel, y no vinimos a ti? ¡Oh gente
desconocida, que no entiende las misericordias de Dios!
¿Cuándo te vimos extranjero? Responderos han: Tantas
veces cuantas le visteis en el Sacramento, allí le visteis y
allí le veis; pidiéndoos está posada, y para eso deciende
385 del cielo, no lo habiendo El menester, sino por hacer bien
343 Of. Mt. 25, 35-36. 35§ Is- 10, 3-
346 Le. 24, 15- 376 Of. Mt. 25, 41-43-
353 Le- 19, 5-6. 380 Of. Mt. 25, 44.
676
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a vosotros, que os hacéis sordos a su voz, teniendo en poco
todo lo que os puede dar en pago del hospedaje, y teniendo
en poco su divina persona y su decendida del cielo, y no
curando nada de lo que El se desveló en guisarse por man-
390 jar para que lo comáis y en abajarse a ser vuestro para
que lo recibáis.
Acompañar con Decidme, hombres desconocidos: ¿Qué
amor al encar- es Dios estar encerrado en un sagrario
celado por ti y en un sacramento? ¿Qué la falta
395 para estar preso y encarcelado? Sino
que, por el grande amor que nos tiene, El mismo se deja
prender; y verdaderamente está encarcelado, aunque en cár-
cel de amor. Quítale el amor con que allá está, y verás que
es incomportable estar donde está. ¿Cómo sufriera el Señor
400 encerrar su cuerpo tan grande debajo de una cantidad tan
pequeña, pues ninguna cárcel, por estrecha que sea, es
tan pequeña como ésta en comparación de cuerpo tan grande?
¿Y piensas, cristiano, que poco hace este santísimo y
limpísimo Señor en morar en tierra donde hay pecados,
405 y tantos pecados, y que se cometen continuamente? Des-
proporcionado lugar para el cuerpo incorruptible de Cristo
es este mundo, por ser lugar donde se corrompen unas cosas
para que se engendren otras; mas sin ninguna compara-
ción es lugar más ajeno de su ánima, aborrecedora de todo
410 pecado, estar en lugar donde tantos se cometen cada día.
Si no, dime: ¿Qué sentiría un hombre muy santo y ama-
dor de sus alabanzas si lo pusiesen en compañía de muchos
homlbres que con gran desacato estuviesen blasfemando con-
tra nuestro Señor? ¿Qué sentiría una doncella honestísima
415 que la pusiesen entre muchas malas mujeres, que hablasen
y tratasen cosas conformes a su deshonestidad? Pues tanto
excede el aborrecimiento que 'la sacratísima ánima de nues-
tro Señor Jesucristo tiene a toda ofensa de Dios a la que
estas tales personas podían tener, cuanto excede el amor
420 que El tiene a su Padre, al amor que estas personas le po-
dían tener.
Recísimo tormento es para un hijo que mucho ama a
su padre, o para una mujer que mucho ama al marido, es-
tar oyendo blasfemias de él y viendo que le hacen muy
425 grandes enojos. ¡Obedientísimo Corazón, que cuando en el
mundo vivías vida mortal fué mayor la pena que te dieron
las ofensas cometidas contra tu Padre, y más atormentada
fué tu ánima con el dolor de ellas que tu sacratísimo y de-
licadísimo cuerpo con azotes, espinas, clavos y muerte de
430 cruz! Y con mucha justicia se debía a tu ánima morar
en una tierra que es el cielo, más lejos de haber en ella
405 comentan
4.V EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
(¡77
pecado, que según el sitio corporal está lejos de la par-
tecica más baja de toda la tierra. Mas tú, Señor, que re-
nuncias tus derechos por condescender con nuestras nece-
435 sidades, quisiste morar acá entre los pecadores, en la tierra
de los pecados; que aunque no puedes padecer ahora dolor
ni pena, mas a lo menos ves cosas que sobre toda manera
aborreces tanto como aborrecías entonces, y bastan más,
cuanto es de parte de ellas, para atormentarte.
440 No hay hedor, hermanos, que tan ma'l huela a las nari-
ces de uno que tuviese muy delicado el olfato, cuanto los
pecados hieden al sentido de Dios. Y si este mal olor no
siente vuestra ánima, si no os da pena vivir en tierra donde
es Dios ofendido, miedo he, o que está muerta vuestra ánima
445 y que no tenéis amor al Señor, o, si alguna vida de su amor
tenéis, es vida poca, vida de principiantes, vida imperfecta;
que a los que tienen muy vivos los sentidos del ánima,
grave tormento les da el hedor de los pecados del mundo, y
con entrañable sospiro suplican a Dios que los saque de la
450 cárcel tan hedionda y los lleve a los cielos nuevos y tierra
nueva donde mora la santidad y justicia. Y el consuelo
con que estos tales pueden pasar su destierro y penosa
carcelería, es ver que nuestro Señor esté acá encarcelado,
viendo cosas que tanto aborrece su ánima; como acaeció a
455 uno que, quejándose mucho al Señor que por qué le man-
daba estar en vida tan llena de muertes y donde tantas
ofensas hay de su Majestad, le fué respondido: "Pues que
yo sufro estar acá, súfrelo tú". Mas como no experimen-
tamos la pena que es estar en este mundo miserable, ex-
460 tranjeros en él, ni ver ofendido a nuestro amantísimo Pa-
dre, no sabemos agradecer a nuestro Señor el vivir acá con
nosotros y estar encerrado en lugar tan desproporcionado
a El, que sola la fuerza de su grande amor, y otra cosa
no, es bastante para lo tener.
465 Cristiano, pues el Señor es extranjero todavía y caminan-
te, ¿no mirarás en ello? ¿No se te moverá el corazón, y con
profunda consideración dirás a tu ánima lo que la mujer de
Sunán dijo a su marido, viendo pasar por allí al profeta Elí-
seo? Marido — dijo aquella buena mujer — , paréceme que este
470 varón que por nuestra casa pasa muchas veces, es varón
santo; hagámosle una celda y pongámosle una mesa, una
cama y un candelero, donde repose cuando por aquí pasare.
Parecióle bien al marido, e hízose así, y dieron agradable
posada al grande Elíseo, y por ello la mujer estéril fué hecha
475 fecunda, y recibieron entrambos un hijo de la mano de Dios.
Hermano, ¿no ves, no a Elíseo, sino al Señor de él y de todos
451 Is. 65, 17.
472 4 Reg. 4, 9-10.
678 SERMONES. CICLO TEMPORAL
los profetas, al Señor de hombres y ángeles, pasar muchas
veces delante de ti? ¿No lo ves que lo traen en procesión,
que lo llevan a visitar los enfermos, que lo consagran y alzan
480 en la misa, que lo ponen y lo sacan del sagrario, que lo traen
por la iglesia a vistas, para que se mueva tu corazón y digas
a ti mesmo: "Este Señor, gran Señor es; muchas veces pasa
por delante de mí; su tierra es el cielo, y extranjero es acá;
quiérole aparejar posada en tierra entrañable, donde El des-
483 canse; lumbre de fe, porque no estemos a escuras; porque
para esto anda por aquí llamando a la puerta de los corazo-
nes, para que, si hay quien le quiera dar posada, pagarla
muy bien" ?
Si esto, hermano, considerases y pusieses en obra, por ven-
490 tura no estaría tu ánima tan estéril y sin fruto de buenas
obras; porque, recibiendo a este Señor, daríate parte de su
santo Espíritu, cuyos frutos son, como dice San Pablo, ca-
ridad, paz, gozo, con otros semejables. Mueres de hambre,
atorméntate la pobreza, está el campo de tu ánima seco con
495 esterilidad por no querer recebir en tus entrañas al que saca
agua de la piedra, al que hace reverdecer lo seco, y al ánima
estéril hace madre de hijos y que more en su casa con ale-
gría. Y si entendieses lo que el Señor hace por ti en estar allí
encarcelado por tu amor, no vivirías tú con tan mala libertad
500 y soltura, mas atarías tus pies y tus manos, tu cuerpo y tu
ánima con las prisiones de su santa ley y de su santo amor,
y tendrías tu corazón puesto en aquel divinísimo Sacramento,
acompañando con amor al que allí está encarcelado por ti.
Hambriento y se- Y si quieres cumplir con El esotras
505 diento está obras de misericordia, aparejo tienes;
El te las recebirá de buena gana y te
las pagará con grande ventaja.
Hambriento y sediento está, no de manjar corporal, mas
de otra hambre y sed muy mayor. Y si la del cuerpo le hizo
510 decir a la Samaritana: Dame a beber, y decir en la cruz: Sed
tengo, ten por averiguado que con mayor instancia te pide
a ti que le quites aqueste hambre y aquesta sed, que enton-
ces lo pedía para su cuerpo. No pienses que por otra cosa
está aquí encerrado, sino para que te dé a ti de comer, y tú
515 a El. Muchos años ha que lo mandó decir a su apóstol San
Juan: Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno quisiere abrir,
entraré a él, y yo cenaré con él, y él conmigo.
¡Oh hartura de los ángeles! Tú mucho tienes para que yo
cene contigo, pues tú eres inmenso bien, que bastas [a] hen-
520 chir de bienaventuranza y entrañable alegría a todo lo que
493 Cf. Gal. 5, 22. 5™ lo. 4- 7-
496 Cf. Ps. 77, 16. 511 lo. 19, 28.
498 Ps. 112, 9. 51? Cf. Apoc. 3, 20.
43- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
679
es criado y a mil cuentos de mundos que criases de nuevo;
y cuando hubieses hartado a todos éstos, se quedaría tu plato
tan abastado como si ninguna persona hubiera comido de él;
porque en tu persona se dice: El cáliz mío que embriaga — o,
525 como dice el original hebreo, que siempre está lleno — , ¡cuán
excelente es! No hay, Señor, comida igual a la tuya, no con-
vidados tan dichosos como los tuyos. Mas, Señor, ¿qué ha-
llaste tú en mi casa, qué viste por mis rincones, qué ganados,
qué aves, que quieres tú, Señor, ser mi convidado y cenar
530 conmigo? ¿Qué te dará, Señor, mi pobreza que sea digno de
poner a tu mesa y que comas tú de ello?
"No, dice el Señor, no os excuséis por ahí : Yo no comeré
carne de toros ni beberé sangre de cabrones. Ni estéis con-
gojados porque no podéis traer a mi mesa las flores del cam-
535 po para me recrear. Todas las aves y animales, míos sonó-
la hermosura que el campo tiene, yo se la di, mía es; lo que
es vuestro, eso os pido; dádmelo bien guisado, que, por poco
que sea, el amor que os tengo es buena salsa para que me
sepa bien y me haga contentar de ello y pagároslo bien".
540 ¡Oh dichoso hombre que tiene cosa propia que dar al Se-
ñor, y con que le convidar, y manjar que le sepa bien! ¿Qué
cosa tan preciosa será ésta? Cierto, no la supiéramos si el
Señor no nos avisara de ella, diciendo : Sacrifica al Señor sa-
crificio de alabanza, y al Altísimo dale tus deseos; y llámale
545 en el día de la tribulación, y librarte he y honrarme has.
Alaba, cristiano, y da gracias al Señor por las mercedes
que te ha hecho, y especialmente por el bien que te hace con
este divinísimo Sacramento, el cual, según adelante diremos,
tiene por nombre Eucaristía, que quiere decir nacimiento de
550 gracias, y tiene por nombre Bendición, que quiere decir Ala-
banza de Dios. Y con esto, dale al Señor tus deseos, dale tu
amor libre, que es cosa tan tuya, que lo puedes dar a quien tú
quisieres. Y si te vieres en necesidad, piensa que tienes quien
bien te quiera y quien te pueda de ella sacar, y llámale con
555 buen corazón, y librarte ha y honrarlo has.
Si al Señor, pues, alabares y fueres agradecido, según te
enseña la fe, y si tras esto le dieres tu amor, y si en el
tiempo de la tribulación confiares en El, toma esta fe y es-
peranza y caridad, y apareja tu corazón bien con ellas, y
560 escucha bien los golpes que el Señor está dando a tu puerta
y rogándote desde allí que le abras tu boca y tus entrañas,
porque quiere venir a cenar contigo; y dale tu corazón con-
trito y humillado, dáselo amoroso y agradecido; ponle en sus
manos a ti y a todas tus cosas, y habrásle dado un manjar
526 Ps. 22, 5.
533 ¡Pf. 40, 13
¿36 Cf. Ps. 49
680 SERMONES. CICLO TEMPORAL
565 mucho más sabroso que el pan y becerro con que Abraham
convidó a los tres ángeles. Y en pago de eso poco que tú le
das, te dará El a sí mesmo, manjar de vida eterna, cuyo gus-
to te haga parecer desabrido todo lo que El no es, y halles
en El deleites, el menor de los cuales es mayor que todos los
570 deleites del mundo.
Vestir al desnu- Si quieres cumplir con el mismo Señor
do; dar sepulcro la obra de misericordia de vestir al des-
ai vivo nudo, entiende lo que se canta en el ofi-
cio de esta santísima fiesta : que los hijos
575 de la Iglesia, cuando están comulgando, son como pimpollos
de oliva alrededor de la mesa del Señor, y cumplen lo que
está escrito: Yo te vestiré con todos aquéstos como con ata-
vío. Y así se goza el Señor de verse de ellos cercado en el
altar, como un padre muy rico y muy amoroso de ver su mesa
580 llena de hijos. Gozando me gozaré en el Señor — en cuanto
hombre — , y mi ánima se regocijará en Dios; porque me vis-
tió con vestidura de salud y me rodeó con vestidura de jus-
ticia, como un esposo hermoseado con corona y como esposa
ataviada con las manillas.
585 ¡Amorosísimo Señor!, pues que tanto te gozas con ver a
tus hijuelos alrededor de tu altar, pues que los tienes por
vestidura tuya y corona, que dan testimonio de que tus
trabajos y sangre fueron de tanto precio, que a los per-
didos dieron «alud y a los injustos justicia, ¿por qué huí-
590 mos de tu mesa, pues que el comer nosotros es comer tú,
y, según está escrito, nuestra fortaleza y fuerza eres tú?
Ya ha muchos años que has prometido que habías de poner
a tus hijos como una bendición alrededor de tu collado.
Aquel collado era el monte de Sión, donde él templo esta-
595 ba y donde tú instituíste este divino misterio, dándote en
manjar a tus hijos, que eran los discípulos que estaban al-
rededor de tu mesa. Gran fiesta, Señor, te hace, muy bue-
na comida te da quien, aparejándose según hemos dicho, se
llega a tu mesa a que cenes con él, y él contigo, y te vista
600 y te honre, y dé testimonio del valor de tu pasión, que fué
bastante para le resucitar, y, como hombre vivo, va a co-
mer el manjar de la vida.
Y porque ninguna obra de misericordia quede que el
Señor reciba de ti sin pagarte El con muy más copiosa mi-
605 sericordia, quiere que así como el santo sepulcro le recibió
566 Of. Gen. 18, 6-8.
576 «Sicnt novellae olivanmi, Ecclesiae filii sint in circuitu men-
sae Domini» (Rrcv. Rom., Fes/. SS. Corp. Christi, ant. 4 ad Ves&.h
.578 Ls. 49, 18.
584 Of. Is. 61, 10.
591 Cf. Ier. 16, ig.
593 Of. Ez. 34, 26.
4.V EX LA INFRAOCTAVA DFX CORPl'S
681
muerto, así tú seas sepulcro suyo que le recibas vivo. Sá-
belo bien guardar; conoce la honra que te es hecha; que no
menos te compete a ti, antes mucho más, el nombre que
dijo Esaías, que el sepulcro de este Señor sería glorioso,
610 que le compete al otro de piedra. Mejor eres tú, por ser
criatura racional, que el sepulcro de piedra insensible; más
excelente está el cuerpo del Señor vivo que muerto; y es
tanta tu gloria por lo recebir, que quedas más honrado con
ello que con toda la honra del mundo que se te pudiera dar.
615 Lecho y relicario de Dios eres, y, por la misma causa, aun
los mismos ángeles te estiman en mucho.
Dándosenos Cristo Y si el mismo hacer misericordia a
en la comunión, ¿no Cristo es aquí honra, provecho, dé-
se nos darán con El Ifite, ¿qué será en aquel día cuan-
620 todas las cosas? ¿° Kh co™ ot™ Jo3ue' Ca^tan
del ejercito de Dios, venga a des-
truir a Jericó, que son los malos,
y meter a los buenos en la tierra prometida del cielo, cuan-
do estaremos unos y otros atentísimos a oír la sentencia
625 que dará este soberano Juez? Si entonces está viva Raab
porque dió posada a los mensajeros de Josué, que por otro
nombre se llama Jesús, ¿qué buena suerte será la de aquel
que en aquel día terrible, delante de los cielos y tierra, oiga
esta voz: "Sea salvo Fulano; viva para siempre Fulano,
630 porque dió posada en su pecho al Hijo de Dios? Tal día co-
mulgó la Cuaresma y tal día de Pascua; comulgó en tal y
tal fiesta." Y de otros dirán: "Comulgó cada semana"; y
de otros más veces; y de otros: "Cada día"; y págales aho-
ra el Señor en la misma moneda: que, siendo extranjeros
635 del cielo, los mete en El, pues cuando El lo era en la tierra
le dieron posada.
No es pequeño el vínculo del amor ni la obligación que
resulta entre el que recibe posada y es convidado y [el]
que estos beneficios le hizo. Y como el Señor es tan leal
640 y fuente de donde toda la lealtad nace, guarda muy bien
estas leyes del hospedaje y del comer a una mesa; y por el
mismo caso que hace merced a uno de tan estrecha conver-
sación de querer entrar en su pecho y ser su manjar, y que
él hombre lo sea de El, queda, según su bondad, obligado
6*5 a no desamparar al tiempo de la necesidad a la casa donde
moró y al compañero que tuvo a su mesa. Y porque hay
pocos que saben guardar lealtad, de estos tales hay pocos
que sientan la grandísima riqueza que es comulgar y la
fuerte esperanza que podemos tener de que, teniendo con
650 el Señor tan estrecha y tan continua conversación en la tie-
609 Is. II, 10.
626 Cf. los. 6, 25.
GS2
SERMONES. CICLO TEMPORAL
rra, no huirá de nosotros ni nos negará la suya en el cielo.
Y con este espíritu y sentimiento y confianza ruega la Igle-
sia al mismo Señor en una oración Post communicandam :
"No permitas, Señor, caer en los humanos peligros a los
655 que haces merced que, recibiéndote a ti, gozan de tu divina
conversación".
De manera que no hay cosa que así conforte nuestra es-
peranza de estar para siempre con Cristo en el cielo como
recebirlo en la tierra, según su palabra, que dice: El que
660 come este pan vivirá para siempre. Porque para entrar en
el cielo requiérese que se apliquen al hombre los mereci-
mientos de Cristo; y también se requiere que él hombre no
vaya estéril, sino que tenga buenas obras que se junten con
las del Señor. ¿Pues qué prenda se puede dar de mayor
665 certidumbre, para que la humana flaqueza confíe que par-
ticipa en los méritos de Jesucristo, que es recebir en sus
entrañas a la misma persona de Cristo? Y no sin acuerdo
grande de la divina Sabiduría, que procura siempre nuestro
remedio y nuestro consuelo, fué así considerado; ¡y bendita
670 la hora en que fué ordenado! Así que la misma persona de
Jesucristo realmente recibimos los cristianos cuando co-
mulgamos, para que entendiésemos que, así como cuando
la mujer entrega por casamiento su cuerpo al marido, tras
'la persona va la hacienda, como cosa menor tras mayor;
675 así el camino más cierto y más llano para participar de los
méritos de Cristo es la sagrada comunión, que, como dijo
San Pablo, es participación del cuerpo y de la sangre de
Jesucristo.
¿Qué desconfías, cristiano, qué desconfías del perdón
680 je tus pecados, pues recibes en ti al verdadero sacrificio y
amansamiento de Dios, paga bastante y sobrada para ellos ?
¿Qué desconfías de que no se te dará fuerza para vivir sin
morir por pecado mortal, pues recibes el pan de la vida,
más fuerte para te guardar que todos los contrarios para te
685 matar? Ten confianza que el reino del cielo te será conce-
dido, pues que no te es negado recebir al Hijo de Dios, que
es el Señor y el Rey de aquel reino. Gran verdad dijo San
Pablo: que dándonos a su Hijo nos dió todas las cosas con
El, como menores y accesorias a El y a las obras buenas
690 que se requieren de nuestra parte. Porque así como el man-
jar que recibes es el mismo Cristo, así el aparejo que tú has
de llevar no tanto consiste en las cosas fuera de ti como
en ti mesmo; conviene a saber, que lleves tu cuerpo ejerci-
tado con alguna pena; tu entendimiento alumbrado con fe,
656 Miss. Rom., Oral, divcrs. 10 ¡ contra pascad. Redes.
660 lo. 6, 59.
678 1 Cor. 10, 16.
689 Rom. 8, 32.
43. EN LA INTRAQCTAVA PEI. CORPUS
68?,
695 y especialmente de aqueste divino misterio; y tu voluntad,
dada al Señor por amorosas obras de sus santos manda-
mientos y de su Iglesia; y la memoria saludable de la muer-
te que el Señor padeció por tu amor. Y ofreciéndote a ti
de esta manera, haces al Señor más señalados servicios en
700 esto que si mal mundos le dieses. El hace a ti plato de su
misma persona; tú a El, de tus mismas entrañas. La mer-
ced que te hace y dádiva que te da, la mayor de todas es;
y el servicio que tú le haces también es mayor que todo
lo que puedes hacer.
705 De lo dicho se ve cuán provechosísima cosa es ejercitarse
el hombre a menudo en recebir este divino Sacramento. Por-
que en otras buenas obras puede el hombre dar limosna y
quedarse con una mala querencia en el corazón; puede dar
la lengua a Dios y el corazón al demonio. Mas si se deter-
gió mina de recebir este Señor, el aparejo y servicio que ha de
llevar para se confesar y comulgar bien son cosas que le
salen de las mismas entrañas, por las cuales él mismo se
ofrece a Dios en recompensa de que el mismo Dios se da
a él; y por esto las obras buenas que aquí se hacen dan
715 mayor consuelo y mayor esperanza que las que fuera de
aquí. Con condición que el hombre ponga en su lugar cada
cosa y entienda que, aunque la gloria del cielo se llama
jornal (no porque se haya de ganar con obras hechas con
ánimo de jornalero, como por principal intento, porque [así]
720 hace las obras, que faltando el jornal deja de obrar, mas
como el Tridentino dice, pueden los justos mirar al premio),
mas porque es menester que se haga con ánimo y obra de
hijo, con todo eso la misma gloria se llama herencia, y San
Pablo la llama, que es don dado por la gracia de Dios; y
725 en otra parte el mismo San Pablo junta estos dos nombres
diciendo: El galardón de herencia.
De gracia se nos da Si preguntáredes: "Si es galardón
el valor de nuestras de trabajos, ¿ cómo herencia que se
obras da por ser hijos?", habéis de saber,
730 y conviéneos mucho saberlo, para
que deis a Dios la gloria debida y se amolde vuestro corazón
con la verdad que sea guía de vuestro vivir. Esto, hermano,
os sea notorio: que es tanta la bondad divinal y tan grande
su magnificencia, que llega hasta hacer a un hombre merced
735 de cosa tan grande como- es gozar del mismo Dios en el cielo
para siempre jamás. Y en testimonio de aquesta comuni-
cación tan valerosa y tan de balde, os doy otra mayor, la
698 Cf. Santo Tomás DE AQUINO, Suinina thcol., 5, q. 70, a. 8;
I11 IV Sent., d. 12, q. 3, a. i, q.a 3.
721 Concilio de Trento, sess. 6, c. 11, can. 31.
726 Col. 3, 24.
684 SERMONES. CICLO TEMPORAL
cual hay entre las personas divinas, dando el Padre al Hijo
toda su divina esencia, y Padre e Hijo dándola al Espíritu
740 Santo. ¡Oh piélago de bondad infinita, qué bien no esperan
los hombres de ti!, pues aunque sea poseerte a ti por gracia
y por gloria, es sin ninguna comparación menor este modo
de participarte que el que es por naturaleza entre las per-
sonas divinas. Y la primera ánima a quien fué hecha esta
745 merced, y del todo de balde, de que fuese bienaventurada
viendo a Dios claramente, fué la benditísima ánima de Je-
sucristo nuestro Señor, que en el mesmo instante que fué
criada fué tomada del Verbo de Dios en unidad de persona,
y vió la divina esencia tan claramente como ahora la ve.
750 Gracia inefable fué, y pura gracia, serle dada aquella vista
que hace bienaventurados. Y porque no comiese tan buen
bocado a solas, fuéle también prometida la gloria del cielo
para todos aquellos que fuesen suyos y se juntasen con El.
Mas esto que a otros tocaba no le fué dado de balde, como
755 lo que tocaba a El; mas la gloria que habían de gozar los
suyos fué a costa de sus trabajos y de su propia vida, que
puso en la cruz.
De manera que no debe pensar el cristiano que, si va
al cielo, va allá porque sus obras solas lo ganen; a cosa ga-
760 nada va, y por trabajos justísimos. Porque si le dan com-
pañía de ángeles, mayor cosa fué estar Cristo humillado
y deshonrado entre dos ladrones. Si le dan a Dios gozoso,
que lo hincha de gozo, bien lo mereció el Señor, que dijo:
Triste es mi ánima hasta la muerte, humillado y sudando
765 gotas de sangre. Parécele al humano corazón cosa despro-
porcionada que un hombrecillo concebido en pecado, lleno de
muchas miserias, suba a las alturas del cielo con nombre
de hijo de Dios a gozar de Dios como de propia herencia,
limpia, incorruptible, que nunca se marchita, como dice San
770 Pedro. Mas si consideramos que para que el hombre tan
bajo subiese a Dios decendió Dios de los cielos, haciéndose
hijo de una mujer, viviendo vida humilde y muriendo en
cruz, lugar más bajo que todos los hombres, esforzaráse
nuestro corazón con toda confianza.
775 y en esto estriba nuestra esperanza de que hemos de
vivir para siempre con Dios en el cielo, en que la divina
largueza, por los merecimientos y muerte de Jesucristo, hace
esta merced a los hombres, de darles la gloria del cielo. Por-
que, aunque se requiere que los hombres reciban los santos
780 sacramentos que hay en la Iglesia y que vivan en obras bue-
nas en ella, mas si se miran las obras del hombre en sí mes-
mas y a solas, todas ellas sin gracia, por grandes, por mu-
764 Mt. 26, 38.
770 1 Petr. í, 4.
43. F.N U INFRAOCTAVA DEL CORPUS
685
chas que sean, aunque duren desde el principio del mundo
hasta el fin de él, no son bastantes a merecer que el hombre
785 vea a Dios una sola hora en el cielo; y por eso, aunque se
requieran, no estorban que al dar Dios la gloria se llame
gracia y merced; pues lo que el hombre hace de su parte es
tan poco para igualar con aquella grandeza de gloria, que le
conviene lo que el profeta dice al Señor: Hacerlos has salvos
790 por nada, y esto por el valor que reciben por los méritos
de Jesucristo.
Aunque la divina Bondad no se contenta con nuestro pro-
vecho, mas también procura nuestra honra y valor, y toma
en sus manos aqueste cobre de nuestras obras y atavíalo
795 con riquísimas piedras preciosas (que son su gracia y la
participación de los méritos de Jesucristo), y con este valor
dado de gracia, valen nuestras obras y merecen el cielo; de
lo cual la gloria es de Dios y no nuestra; El nos la dió y
en El la tenemos. Y por eso no debemos andar hinchados
800 con los buenos servicios, mas hacerlos, y confesar que de
gracia se nos dió el valor y de gracia se nos da la gloria;
porque el precio que pagamos por ella al Señor, El mismo
nos lo dió para que se lo pagásemos.
Confianza: El que Y por no tener muchos hombres
805 come de este pan vi- asentada en su corazón esta verdad,
vira para siempre de <lue lleSa la magnificencia de
Dios a hacer merced de la gloria,
tienen el corazón tan pequeño y tan lleno de desconfianzas,
como gente que mira a su propia pequeñez, y no tiene lumbre
810 del cielo con que confortar su corazón y dar gloria a Dios,
de que es poderoso, sabio y bueno para dar a los hombrea
el cielo; que aunque tenga [n] vida con razonable obra de
Dios, como no estriban sino en ella, viven sus corazones
vacíos de alegría, que da la esperanza, y llenos de tristeza
815 desconfiada, causadora de muchos pecados. Por ventura no
podréis pensar cuán importante cosa es al cristiano traer el
corazón alegre, contento y confortado con la cristiana espe-
ranza de que ha de ir al cielo, y cuántos trabajos puede su-
frir, y cuántas buenas obras acomete y sale con ellas, y
820 cuántas veces vence al demonio; todo lo cual le falta al estre-
cho y desconfiado corazón.
"El perfecto amor — dice San Bernardo — ni siente los da-
ños de la desconfianza ni cobra fuerzas de la confianza".
Porque este tal amor destierra de sí, y muy lejos, todo temor
825 y desconfianza, y por eso no siente los daños que le pueden
hacer. Y como es "perfeto", que sólo el contentamiento de
790 Ps. 55, 8.
823 Cf. San Bernardo, De diligencio Deo, c. 13-14 : ML 182,
996-998.
6S6
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Dios es su espuela que lo aguija y el norte por donde navega,
no ha menester el socorro de la esperanza que mira al propio
bien, aunque es buena. Mas así como hay pocos que tengan
830 este "perfeto amor", así son muchos los que han menester
ayudarse de la esperanza, que en grandísima manera hace
obrar con esfuerzo, sufrir trabajos con paciencia y pelear
las peleas del Señor, como otro Judas Macabeo, con alegría.
Y cuando esto falta, sin que ninguna carga echen al hom-
835 fore, se cae, y antes que entre en la guerra ya está vencido;
porque el medroso, aun del solo resplandor de las armas y
estruendo de la guerra echa a huir.
Visto hemos muchos que cuando vivían en ofensas de
Dios y tenían razón para temblar, pues tenían por enemj-
840 go al Omnipotente, andaban tan asegurados como si tu-
vieran muy buena vida. Y si Dios les hería los corazones
con saludable herida, sacando de ellos agua de amargo arre-
pentimiento y enmendaban su vida viviendo en temor del
Señor, eran tantas y tan grandes sus desconfianzas y tris-
845 tezas desaprovechadas, que corrían por allí no pequeño pe-
ligro. Estaban primero mal asegurados en el tiempo que
habían de temblar de la Justicia divina; y después que, por
la misericordia de Dios, recibieron señales y conjeturas de
que estaban perdonados y en gracia de Dios nuestro Re-
850 dentor, todo su negocio es temblar y desconfiar, errando
en esto como en ío otro.
Alcen estos tales sus ojos a. la Bondad divina, alcen los
ojos a los merecimientos de Jesucristo nuestro Señor, y en-
tiendan que aquella enmienda de vida que les ha venido,
855 de estas fuentes les ha venido. Y aunque mirándose en sí
mismo sea muy poco, arrimándose a Jesucristo es muy
mucho. Ofrézcanse de corazón en la Bondad divinal, y oi-
gan que dice por el profeta Esaías: Yo os hice, yo os sufrí,
yo os llevaré, yo os salvaré. Y han probado que Dios los
860 sufrió cuando estaban apartados de El; ya pueden confiar,
pues se han confesado y comulgado con razonable aparejo,
que Jesucristo nuestro Señor los ha incorporado en sí mis-
mo y hecho participantes de sus merecimientos; y deste-
rrando toda pequeñez de corazón, tengan en mucho aquesta
865 merced y tengan en mlucho a Jesucristo, por el cual y en
el cual osen esperar el reino del cielo, como miembros vi-
vos que tienen cabeza tan valerosa.
Y consideradas estas cosas, recibiendo el hombre al Se-
ñor, cobre corazón de león, no en sí mismo, sino en el mis-
870 mo Señor, y sepa estimar el beneficio recebido, de que Dios
se ha querido juntar con él para ampararlo debajo de sus
833 1 Mach. 3, 2.
859 Is. 46, 4.'
44- EN LA IXKRAOCTAVA DEL CORPl'S
687
alas, como [la] gallina ampara a sus hijos. Arrímese a El;
ásgase a El, pues en El está toda la seguridad.
Y después que hubiere sido harto recebiendo este man-
75 jar divinal, sea muy agradecido, y cante al Señor aquel
divino cantar, propísimo para esta sazón: Anima mía, ben-
dice al Señor, y todas las cosas que están dentro de mí
bendigan su santo nombre, etc. Mira con atención todas
aquestas mercedes que canta David, y hallarás que todas
80 son concedidas en este divino Sacramento a quien bien lo
recibe. Aquí el Señor se amansa con nuestros pecados;
aquí da fuerza a nuestra ánima para que de aquí adelante
no caiga en ellos; aquí sana nuestras enfermedades e im-
perfecciones. Aquí nos junta consigo; aquí se nos da El
85 mismo en prendas de que viviremos para siempre con él;
porque es Ja levadura que se echó en las tres medidas de
harina para que el pan fuese sazonado y fuese gustoso
al Señor; y fuera de este sacratísimo cuerpo no hay vida ni
salud, en las buenas obras; no hay gracia, ni gloria, ni
90 bien alguno. Porque ansí como la fuente de la lumbre es
el sol, y en la mar se juntan las aguas, así en este podero-
sísimo Señor están juntos todos los bienes, y quien lo re-
cibe puede decir: Todos los bienes me vinieron con El. Y esté
sin miedo de la muerte, pues ha recebido la Vida, y espere
■95 de gozar de la dulce y verdadera promesa de Jesucristo que
dicen las palabras del tema: El que come de este pan vivirá
para siempre.
44 Buen convite hizo Dros, pero Eva le echó
MALA HIERBA
En la Infraoctava del Corpus
(E)d. 1596, I, pip. 148-160 [incompleto].)
Qui manducat meam carnem, et bibit meum san.
guinem, vivit in aeternum. Quien come mi carne y
bebe mi sangre, vivirá para siempre (lo. 6, [55. 59]).
Rastreando las mer- Es tan sublimada la naturaleza de
5 cedes de Dios Dios, es tan flaca nuestra vista
para lo conocer en sí mismo, que
hasta que estemos en su reino, donde faz a faz es visto, de-
bemos contentarnos y satisfacer a nuestro deseo con lo co-
nocer, rastreándolo por sus efectos, como lo dice San Pablo:
889 salud] ni a.í.f.
872 Mt. 23, 37. 893 Cf. Sap. 7, 11.
878 Ps. 102, 1. 897 lo. 6, 52.
887 Mt. 13, 33.
GSS
10 Invisibilia Del, etc. Y su discípulo San Dionisio lo dice más
largo.
Y no sólo esto es verdad en lo que toca al conocimiento
de su divinidad, mas aun en el de su santa humanidad, cuya
excelencia ni hombres ni ángeles pueden comprender, por-
15 que es elevada sobre todos ellos, y tiene nombre sobre todo
nombre, y toda la rodilla se le debe inclinar, haciéndole reve-
rencia, no sólo según el cuerpo, mas aun según el entendi-
miento, abajándose y confesando que es más alto que ningún
entendimiento puede acabar de comprender; y esto queda
20 reservado para sola la divinidad.
Ya que presente, Señor, os tenemos hoy, vuestra festi-
vidad nos compele a hablar de vos. Pues si no os conocemos,
hablaremos lo que no sabemos; y la tal habla, ni es con-
forme a razón ni a vos os agrada. Mas dadnos osadía, que,
25 aunque no os alcancemos a comprender en vuestra alteza,
son tantos vuestros efectos que en nosotros obráis, ya qui-
tando males, ya haciendo bienes, levantando al pobre del
polvo, y del estiércol al menesteroso, para sentarlo con los
príncipes de vuestro pueblo, que lo que nuestro corto enten-
30 dimiento no alcanza mirándoos a vos, a lo menos rastreará
algo por las mercedes y efectos que de vos recebimos. Con
esto, hermanos, nos contentemos, hasta que este Señor, que
aquí se nos ofrece encubierto, se nos represente en su cla-
ridad; y hacerlo ha si de aquesto que acá podemos, bien
35 nos aprovechamos.
Grandes y muy grandes, grandísimas y muy grandísimas
son las mercedes y socorros que este Señor, recebido de nos-
otros, nos hace; y debemos pedir lumbre particular del cielo
para conocerle; que lo que nos pudiera aprovechar, respon-
40 diendo a ello con agradecimiento, no nos sea ello ocasión de
daño, si en lugar de agradecimiento nos da olvido e in-
gratitud.
Y porque los bienes que la santa comunión nos hace y
remedios que de nuestros males nos da, presuponen otros
45 bienes y otros males, que otro tiempo teníamos, convendrá
comenzar a hablar de aquéllos, para saber conocer estotros.
Comen Eva y Adán Por lo cual os debéis acordar que
del árbol prohibido cuando el Señor en el principio del
mundo crió a nuestros dos prime-
50 ros padres, a Adán y Eva, poniéndolos en un huerto — que
50 Eva] y add.
10 Cf. Rom. I, 2o.
11 Pseudo-Dionisio Akeopagita, De div. nom. : MG 3, 585 ss. ;
De myst. theol., c. 1, 3 : Ib. 909-1002.
16 Cf. Phil. 2, 9-10.
29 Ps. 112, 7-8.
.)4. r.X LA IXI-K\()Ci\\\ 1)1.1. Cokl'l'S
689
eso quiere decir paraíso en otra lengua — -, [proveyóles] de
manjar que comiesen y de ejercicio que obrasen. Porque el
buen padre ha de mantener a sus hijos y en ninguna manera
consentir que vivan ociosos ni mal ocupados; porque ningún
55 tiempo ni obra se puede llamar ociosa con mayor razón que
aquellos en que el hombre se emplea en mal trabajar, pues
es peor lo dañoso que lo ocioso. Proveyóles, pues, Dios de
ejercicio de cortesanos, más para su recreación y evitar la
ociosidad que para darles trabajo, porque, no habiendo pe-
60 cado, no hubiera trabajo. Y proveyóles de comida, dándoles
licencia que comiesen de los árboles de aquel huerto, salvo
de uno.
— Mas ¿por qué, Señor, les vedáis comer de aquel árbol?
¿Tiene aquel fructo alguna cosa más con que mate o haga
65 enfermedad a quien lo comiere? No, por cierto; pues no
criastes vos muerte ni enfermedad, ni hubiera cosa que las
causara. No, Señor, ni fué por esto ni fué por falta de libe-
ralidad, que no sois vos como los que dan las mercedes ta-
sadas, y que aun no han comenzado a dar, y ya les parece
70 que han dado mucho. Muy dadivoso sois vos, y quien bien
os conoce hallará que lo que quitáis o no dais, es para en
recompensa de aquello dar otra cosa mayor y mejor. — De
todo árbol de este huerto, dice el Señor, comerás, y de éste
no comerás. No para que mueras de hambre, sino para que
75 los otros árboles, comiendo de ellos, mantengan tu cuerpo,
y con no comer de este árbol sea mantenida tu ánima, y es-
tando tu ánima mantenida y viva en mí, goces de mí para
siempre.
— Por cierto, si el quitarnos algo ha de ser para darnos
80 a vos, suplicámoos con todo nuestro corazón nos lo quitéis
todo, para que, más desembarazados los senos de nuestra
ánima, sean más llenos de vos. — No os puede servir si no
os obedece; no hay obediencia si no hay mandamiento para
que el hombre haga algo o se refrene de algo; y por eso
85 mandó Dios que se refrenasen de comer de aquel árbol, como
en reconocimiento, como subjeción que debían a Dios, la cual
no pareciera tan clara si los mandara comer de todos.
Este fué el intento del mandamiento del Señor, y éste
era su galardón si fuera guardado, y puso pena de muerte
90 si lo quebrantasen. En cualquier hora que comiereis de él,
muerte moriréis; que quiere decir, según la frase hebrea,
verdaderamente moriréis.
Mas ¡oh humana flaqueza, que tan poco persevera en el
bien, y con tan pequeña ocasión se derriba, y elige caer
51 Cf. Gen. 2, 15.
74 Cf. Gen. 2, 17.
92 Cf. Gen. 2, 17.
690
SFkMONES. CICLO TEMPORAL
95 antes en la ira del Señor que perseverar en su gracia! Vase
la mujer a pasear por el huerto. ¡Cosa peligrosa por cierto,
que muy bien está la mujer al lado y sombra de su marido,
como las ovejas debajo de la sombra de su pastor! Vase la
oveja sola, y en esto halla el diablo ocasión para la acome-
100 ter, y acométela por engaño, entendiendo que fácilmente
la engañará por saber poco y no estar su marido presente
para responder por ella o decirle lo que había de responder.
— ¿Por qué os mandó el Señor, preguntó el demonio, que no
comiésedes de este árbol? Respondió Eva: De todos los ár-
106 boles nos mandó comer, y de éste nos mandó que no comié-
semos ni le tocásemos. ¡Oh madre nuestra! Cuán claro pa-
rece que os habéis cargado con el mandamiento de Dios,
pues, como persona desabrida de ello, añadís a lo que El
mandó. Que no comiésedes dijo, no que no le tocásedes. Se-
no gún la carne, vuestros hijos somos; y pluguiera a Dios que
no lo fuéramos en parecemos carga pesada lo que nos man-
dan nuestros mayores y en poner tacha a sus mandamientos
y juzgar a quien los mandó. Y plega a Dios no pase este mal
adelante y que no haya algunos que estén mal con los man-
ila damientos de castidad, de templanza, de perdonar injurias
y otros semejables, y que no se escandalicen del Señor que
los mandó. No se canse nadie de obedecer; pues, como San
Agustín dice en este lugar, "la obediencia es virtud propia
de la criatura racional".
120 Adelantóse nuestra madre en decir más de lo que Dios
había mandado ; mas en lo que toca al castigo que Dios ame-
nazó si quebrantasen su mandamiento, allí quedó corta. Allí
dijo de más, aquí dijo de menos. Porque, habiendo dicho
Dioo absoluta y determinadamente que si comían morirían,
125 lo acortó ella a hacerlo dudoso. Responde al demonio: Man-
dónos que no comiésemos ni tocásemos, porque por ventura
no muriéramos. ¿En duda ponéis, buena mujer, la verdad
de Dios? Cerca estáis de perderla. Y los hijos que de vos
descendimos, la misma tacha tenemos. Sentimos carga de los
130 mandamientos de Dios; queremos cumplir nuestros apetitos;
y aunque Dios ha amenazado que quien quebrantare sus man-
damientos será atormentado con vivos fuegos en los infier-
nos, no acabamos de creer que es aquella verdad, o muy fla-
camente, y hacémonos entender que hay una cierta mise-
136 ricordia en Dios que le haga no ser verdadero. Lo cual es
blasfemia muy grande, pues no es menos de esencia de Dios
su verdad que su misericordia.
¡Qué alegre quedó el demonio de ver esta poca duda en
106 Cf. Gen. 3, 1-3.
119 San Agustín, De cív. Dei, 1. 13, c. 20 : ML 41, 394.
44- EN LA INFRA(X-TAVA PEI. CORPUS
691
el corazón de la mujer y cuan confiado que por aquella
140 puerta que le había abierto podía fácilmente entrar, y ro-
barle toda su hacienda, y quitarle la vida! No se descuide
nadie ni tenga en poco los males pequeños, que es tan astuto
y tan fuerte nuestro enemigo, que si le dais una portecilla,
por pequeña que sea, que, aunque sea de los trascorrales
145 de casa, desde allí os hará guerra, hasta llegar a la torre
del homenaje.
— ¿Así, dice el demonio, que os amenazó Dios que por
ventura moriríades? No se lo creáis; que, cierto, aunque
comáis no moriréis; sino como este árbol y su fruto tienen
150 escondida una cosa admirable y divina, que, aunque parece
manjar para el cuerpo y para sustentación de la vida hu-
mana, es de tanta virtud, que, si coméis de él, luego seréis
como dioses en la sabiduría y< sabréis bien y mal — que quiere
decir, de lo que habéis de hacer y de lo que os habéis de apar-
155 tar — ; sin tener necesidad de preguntar ni de ocurrir a Dios,
sabréis todo lo que os conviene.
Créelo la mujer; ensálzasele el corazón con aquella pro-
mesa de ciencia y semejanza de divinidad, y cúmplese lo
que después se escribió: Antes de la caída ensálzase el co-
160 razón. Y llevando ya en su ánima aquella mala simiente que
el diablo le echó en el corazón, tan mala y de tan malos
frutos, que hizo al ángel diablo, alza los ojos al árbol ve-
dado; el cual con la hermosura y fresco que Dios le había
dado como a los otros y con los trampantojos que el diablo
165 haría en los ojos de la mujer, parecióle el árbol tan bien y
tan hermoso, tan deleitable para ser visto — y por aquí sacó
cuan suave sería para comer — , que sin esperar consejo de
su marido, sin considerar quién era aquel que le hablaba,
sin pedir lumbre a Dios para ello, sin acordarse de las ame-
!70 nazas de Dios, alza las manos y asióse del árbol, y comienza
a coger de la fruta — y no sería muy despacio — y come de
ella, y hace que su marido la coma.
¡Oh mujer, si supieras cuán cara había de costar esa
comida de tu desobediencia a quien nunca gustó manjar de
175 la desobediencia de Dios! ¡Oh si supiera ese tu gusto sa-
broso cómo se había de pagar con gusto de hiél y vinagre!
Y si tú temieras, los brazos abiertos y alzados y asidos de
un árbol, y supieras lo que representabas, y cuya figura
eras, no fueras tan cruel y, por gozar tu paladar de comer
180 de una fruta, pusieras a tu Criador en grandes dolores y an-
gustias. Brazos alzados al árbol vedado, manos asidas con él,
haz cuenta que al Hijo de Dios has crucificado y que ha de
tener, como tú, los brazos alzados y abiertos y manos plega-
das y fijadas con duros clavos en el árbol de la cruz; árbol
149 Cf. Gen. 3, 4.
160 Prov. 18, 12.
692
SERMONES. CICLO TEMPORAL
seco, duro, si,n hojas para le amparar, sin fructo para le re-
crear, porque con dolores ha de pagar lo que tú has pecado
por tus placeres. Muerto lo has, Eva; muerto lo has. Hijo
tuyo será según la carne y Criador tuyo es según la divini-
dad. Mira qué has hecho en ser matadora de tu hijo, y más
190 te digo, matadora de tu Dios. Porque el mismo que será hijo
tuyo según la carne, ese mismo será Dios, teniendo en dos
naturalezas una persona; y aunque no morirá según Dios,
morirá el que es Dios. A El has sido traidora, a la Madre que
lo engendrará muy perjudicial, a todo el mundo has echado a
195 perder; maldito sea placer que tan caro cuesta. ¿No os pa-
rece, hermanos, que fué mala madre? ¿No os parece mal-
dad digna de grande castigo, por hacer su voluntad contra
la de Dios, ser causa de la muerte de Dios humanado? Desde
que hubo pecado, hubo causa para que Dios muriese, y en la
200 determinación de Dios quedó determinado que así fuese. Dice
San Juan que el Cordero es Cristo, que fué muerto, ab ori-
gine mundi; no en sí, porque no había entonces tomado carne,
mas en la determinación de Dios que para remedio del pecado
ordenó que muriese su Hijo. ¡Oh gran crueldad de nuestros
205 padres primeros! ¡Oh grande inadvertencia, digna de que sea
reprendida, escupida y condenada de todos los hombres!
¡Vergüenza! También Mas sabéis que temo que la virtud
nosotros hemos de Dios y su divino juicio, que está
pecado mirando cómo nosotros reprende-
210 mos y blasfemamos de cosa tan
mal hecha, no se torne contra nos y diga: Et tu in eadem
damnatione* es. ¡Oh cristiano!, ¿hate alguna vez acaecido
convidarte el demonio, o tu carne, o algún prójimo, con al-
guna manzana vedada por mandamiento? ¿Hante convidado,
215 quiero decir, con algún pecado? ¿Alzados los ojos al árbol
vedado, hate parecido bien el pecado, y has extendido la
mano de tu consentimiento, juntándolo contigo y diciendo:
Sí quiero, olvidado lo que Dios manda, el cielo que promete
a quien le obedece, el castigo del infierno, donde se paga el
220 pecado más que con las setenas; y cerrando los ojos a todo,
como animal mudo, te dejaste vencer de lo que tanto bien
te quita y mal te hace? No riñas con ella, riñe contigo; que
ni sabía ella tanto ni pensaron ellos que Dios se enojara tanto
ni castigara tanto aquel pecado; porque, como no habían
225 visto cómo castigaba Dios los pecados, pensaron que era cosa
liviana; y no solamente Eva, mas Adán, del cual dice San
Agustín: Credit culpam venialem; mas a quien conoce que lo
202 Apoc. 13, 8.
212 Cf. Le. 23, 40.
227 San Agustín, De den. ad lili-, 1. 11, c. 31, 41 (ML 34, 446) :
alinde magis crediderunt Deum posse peccantibus facile ignoscere».
44- F.N LA INFKAOCTAVA DEL CORPUS
693
que hace es malo, ninguna excusa tendrá, aunque no sepa
la cantidad de la pena. Mas ¿qué dirás tú, hermano, que sa-
230 biendo que lo que haces está vedado por Dios, y vedado con
amenaza de muerte eterna — lo cual no sabían aquéllos — , y
sabiendo que lo que puso al Hijo de Dios en la cruz son los
pecados, haces cosa que a Dios mató renovando la causa de
su muerte?
235 ¡Oh, válame Dios! ¿Tan bien parece un poco de deleite
bestial, que aunque vaya envuelta con él ponzoña, y tal
ponzoña que mata para siempre y hace perder a Dios para
siempre, lo has de tomar a ojos cerrados? El rey David no
quiso beber una poca de agua que había deseado, porque se
240 había alcanzado con mucho peligro de los otros hombres,
¡y tú quieres beber el pecado que puso a Dios, no en sólo
peligro como a los otros, mas en trance de muerte muy ver-
dadera y muy lastimera! Con mucha razón pregunta Job:
¿Cómo puede uno gustar lo que, en siendo gustado, acarrea
245 muerte? No suelen esto hacer sino los locos o desesperados.
Mas si es grande mal el gustar la cosa que mata a quien la
come, ¿cuánto mayor será acusar por mi comida al Hijo de
Dios? Abajemos todos nuestras cabezas de vergüenza, hira-
mos nuestro corazón de dolor, confesemos nuestra culpa;
250 que desde el principio del mundo hasta el fin de él, sacando
al Hijo de Dios y su Madre benditísima, todos hemos peca-
do, aunque unos más que otros, y todos hemos sido causa
de nuestro mal y de la muerte del Hijo de Dios, y dicho con
nuestras obras: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Porque, como dice
255 3an Pablo, por todos murió Cristo, y, por el consiguiente,
por pecados de todos. ¿Del árbol vedado hemos comido? Incu-
rrido hemos en muerte de cuerpo y de ánima, como dice Da-
vid: Quis est homo qui v'ivet, et non videbit mortem?, etc.
iXIales que nos acarreó Un convite hizo Elíseo a unos
260 la comida de Eva hombres, y el que había de cocer
la olla salió al campo a coger al-
gunas hierbas para echar en ella, y asió de unas coloquín-
tidas y echólas en la olla, y cuando fueron a comer de ella
amargaba mucho, y comienzan a dar todos voces a Elíseo,
265 diciéndole: Varón, la muerte en la olla, en la olla.
¡Oh qué claro, oh qué espiritualmente se nos declara
aquí nuestro mal y la causa de él, y aun también nuestro re-
medio! El que hizo el convite, Dios es, de buenas cosas por
cierto, dando a Adán y Eva cuerpo y ánima, y su preciosí-
240 Gf. 2 Reg. 23, 16-17.
24 s I°b 6, 6.
254 Cf. Mt 27, 23 ; Me. 15, 14 ; Le. 23, 21 ; lo. 19, 6.
255 Cf- 3 Cor. 5, 14.
258 Ps. 88, 49.
265 Cf. 4 Reg. 4, 40-
694
SERMONES. CICLO TEMPORAL
270 sima gracia que morase en ellos, y la justicia original con
que la parte sensitiva se inclinase y holgase de obedecer a
la razón, y la razón a Dios; y ni hubiese muerte en ánima
ni en cuerpo; porque aunque, por ser compuesto de elemen-
tos contrarios, naturalmente se hubiese de acabar, conser-
275 váralos Dios mediante que comiesen del árbol de la vida,
hasta que de este mundo los llevase al cielo, sin saber qué
era trabajo, ni muerte, ni enfermedad.
Criólos señores de todas las cosas, con corazones dere-
chos, con cuerpos hermosos y sanos, y hechos hijos adop-
280 tivos de Dios, sin guerra de tentaciones que sintiesen dentro
de sí, llenos de paz, por la justicia original; todo lo cual
les dió para sí y para sus descendientes, si ellos persevera-
ran en la obediencia de Dios. ¿Visteis nunca convite tan pre-
cioso, sabroso y tan largo, pues era para todo el mundo
285 universo? ¡Oh si no salieras al campo, Etva Madre! ¡Oh, si
no echaras mala hierba en la olla, no sintiéramos el amar-
gura que sentimos ni estuviéramos en los males que esta-
mos! ¿Quién hay, aunque sea corto de vista, que no expe-
rimente cuánta amargura hay en la naturaleza humana?
290 ¿Quién, de los que a Dios quieren servir, no gusta cada día
hiél y vinagre, con los amargos tragos que le hace beber su
sensualidad?...
45 Jesucristo sacramentado es el árbol de la vida
(E5d. 1596, I, pp. 127-147.)
Qui manducat mcam camem, et bibit mcum san-
guinem, habct vitam actcrnam. Quien come mi carne
y bebe mi sangre, vivirá para siempre (lo. 6, [55]).
Tendrá vida eterna ¡Vida eterna! ¡Oh preciosa prome-
5 sa! Fuéra'lo si prometiera el Señor
solamente vida, aunque corruptible, aunque enferma; ¿qué
hará prometer vida eterna a quien comiere su carne y be-
biere su sangre?
No es menester encarecer en cuánta estima tienen todos
10 las vidas, pues dan de ello testimonio todas las cosas que
viven, así espirituales como corporales; las cuales, como
desean su ser y conservación en él, así desean su propia
vida; porque a las cosas que viven, el mismo vivir es el
mismo ser. Si no, preguntadlo a un hombre enfermo que
15 se quiere morir, qué dará por dos años de vida. En Job
está escrito: Péllem pro pelle dabit homo, etc. Y el Se-
ñor dice: Quam commutationem dabit homo pro anima sua?
288 <me no] y
16 Y] si add.
16 Cf. lab 2, 4.
17 Cf. Mt. 16, 26.
45- SANTÍSIMO SACRAMENTO
695
¿Qué aprovecha al rico que tenga muchos tesoros, señoríos
y reinos, si se muere y lo deja todo acá? Trocarlo hía todo
20 de buena gana por una poca de vida, aunque fuese con tra-
bajos, y pidiendo por amor de Dios de puerta en puerta.
Sin vida, ninguna cosa se goza, y con ella de todas; y cuan-
do todas fallecen, el mismo vivir da contentamiento, aunque
tenga anejos muchos trabajos.
25 Ea, pues, los que deseáis vivir, andad acá al manjar
de la vida, que es la carne y sangre de Jesucristo, y halla-
réis en El vida sana, alegre, rica y fuerte, y no por tantos
y tantos años, sino para todos los que Dios fuere Dios.
¿Quién hay que no despierte del sueño de su olvido? ¿Quién
30 hay que no mire con otros ojos este divinísimo Sacramento,
oyendo decir, y por su boca, de que quien lo come tiene
vida, y vida eterna, que convida con ella el mismo Señor?
Pues qué, ¡si supiésedes en particular cuán excelente y
bienaventurada vida es aquesta! Tanto, que esta vida que
35 tenemos — que excede en valor a todas 'las cosas de acá tem-
porales, según hemos dicho, y que el hombre la ama más
que a todas ellas — , es cosa tan baja en comparación de esta
vida que el Señor promete a quien bien lo recibiere, que ni
tiene que ver con ella ni merece nombre de vida; antes,
40 como San Gregorio dice, "la presente vida es una muerte
prolija", con la cual el hombre está muriendo tantos años.
Esta es vida verdadera; y para deciros en una palabra la
nobleza y valor de esta vida, es vida éobre toda naturaleza;
pues vale más un hombre con esta vida, por bajo y pobre
■*5 que sea, que todos los ángeles y arcángeles, hasta querubi-
nes y serafines, si de ella carecen. Paraos a pensar la ex-
celencia de los espíritus angélicos, su sabiduría, fortaleza,
hermosura y bondad que pueden alcanzar por su naturaleza ;
todo esto junto no vale tanto como aquesta vida, que da el
50 altísimo Dios a una vejecita, y a un pastorcico, o a otro
hombre, por bajo que sea, cuando, habiéndose confesado,
dignamente se llega al santo altar y recibe de mano del
sacerdote él divinísimo cuerpo de nuestro Señor Jesucristo.
La cual vida, si el hombre no la echa de sí, no haya miedo
55 que ella se acabe, como la del cuerpo, que, por muchos
puntales que pongáis y por mucho que la queráis guardar
de todos sus contrarios, no la podréis tener sin que se acabe.
¡Oh válame Dios, y qué joya tan rica! ¿De dónde a los
hombres tan grande bien? No es como quiera el negocio;
60 no es cosa que nace de criaturas, aunque ellas la tengan y
gocen; mas la fuente de ella, sólo Dios es: Apud te est
41 San Gregorio Magno, Hom. in Ev., 1. 2, hom. '37, 1 (ML
76, 1275) : «Temporalis vita aeternae vitae comparata mors est po-
tius dicenda quam vita. Ipse enim quotidianus defectus eorruptio-
nis, quid est aliud quam quaedam prolixitas mortis ?»
896
SERMONES. CICLO TEMPORAL
fons vitae. Porque como ninguna cosa puede tener ser sino
participando, en su mlodo, del ser infinito, que es Dios (nin-
guna buena, ninguna sabia ni fuerte, si no participa de
65 estas perfecciones que hay en Dios; así ningún árbol, ni
animal, ni hombre, ni ángel puede tener vida, si de esta
infinita fuente, que es Dios, no la saca. Tuya es, Señor,
la vida de todos los vivos, y tú la puedes dar y tornar a
quien no la tiene; que para ti no hay nadie muerto. Y por
70 esto -se dice con mucha razón: ¡Adoremos al Rey, al cual
viven todas las cosas!
Mas entre todas estas vidas, que de la única Vida, que
es Dios, manan, es esta de que hablamos, que en aquel
divino Sacramento se da. Y porque no pensemos que es
75 vida obscura y triste, añade diciendo: Y en tu lumbre ve-
mos lumbre. Vida rica, vida alegre; y que quien la tiene no
vive en las tinieblas, mas en lumbre semejable a la lumbre
en que vive el Señor.
¿Quién hablará estas cosas? ¿Quién terná peso para
80 las saber estimar: que quien bien come la carne y bebe la
sangre del Señor, tiene vida semejable a la vida que vive
Dios? ¿Qué es esto, Señor? ¡Hacéis a los hombres deifor-
mes, y acabáis, con darles gracia en este mundo, de en-
grandecer en ellos la imagen natural que a tu semejanza
85 criaste, para que así como, Señor, tu vida es, tus placeres,
tu negocio, tu ocio: conocerte, amarte, gozarte, poseerte
para siempre jamás, des a los hombres vida, dándoles tu
gracia, con que te conozcan y amen y gocen acá en su modo,
y en el cielo en el tuyo, ¡que, según se ha dicho, valga más
90 un hombrecito que la tiene que millones de ángeles si ca-
recen de ella! No es vida corporal ésta, que haya menester
diente ni vientre; vida es del ánima — y es la mejor parte
del hombre — •, y que se ceba y mantiene de sólo Dios, y
hace para siempre bienaventurados los que la viven.
96 Pierden los ángeles la Y porque la divina Sabiduría
vida divina y es comu- conoce cuán excelente vida es
nicada a Adán y Eva aquésta, la suma Bondad crió
ángeles, no con otro intento sino
para que participasen de esta vida tan buena y tan delec-
100 table. Criólos en vida de gracia; y a los que le agradecieron
esta merced y usaron bien de ella, perfic clonóles esta vida,
89 suyo
62 Of. Ps. 35, 10.
71 Bicv. Rom., Ojj. defiinct., ad Mat., invitat: «Regem cui
omnia vivunt, venite, adoremus».
76 Of. Ps. 35, 10.
92 Of. San Agustín, In lo. Ev., ir. 25, c. 6, 11 (I\LL 35, 1602) :
«Ut quid paras dentes et ventrem ? Crede, et manducasti».
45- SANTÍSIMO SACRAMENTO
697
dándoles la vida de gloria; porque la gracia, principio es
de la gloria; y a los que la perdieron arrojólos en el infier-
no, excluidos de todo bien, ajenos de 'la vida bienaventurá-
is da, alanzados de la lumbre de Dios y condenados a tinieblas
de fuera y muerte que no tiene fin.
Y porque la naturaleza de Dios es la misma bondad, y
por eso le es propio el comunicarse y hacer mercedes, acos-
tumbra El de cuando en cuando, por unos que caen por su
110 culpa y pierden la corona que les quería dar, si fueran los
que debían, levantar a otros por su misericordia, que re-
ciban los dones y buen lugar que los otros perdieron.
Caen los ángeles malos; pierden por su soberbia la vida
de gracia, que Dios de balde les había dado; y cría Dios
115 del polvo de la tierra a nuestro padre Adán; y dándole na-
turaleza a él y a Eva, dióles juntamente vida de gracia,
con la cual su ánima viva, conociendo y amando y gozando
de Dios por muy excelente manera, aunque no viéndole
faz a faz (porque esta vida guárdase para su galardón de
120 quien en este mundo hubiere guardado la santa voluntad de
nuestro Señor) ; y para que la guardasen, les puso manda-
miento en que ejercitasen la obra y sujeción que a su Señor
y Criador es debida. Dióles también manera como, aunque
la vida de su cuerpo, de sus propios principios, fuese co-
125 rruptible y que no podía durar para siempre, por ser el
cuerpo compuesto de elementos contrarios, no obstante esto,
orió un árbol el cual plantó en medio de aquel paraíso te-
rrenal, comiendo del cual fuese su vida conservada para
siempre jamás; y por eso se llamó el árbol de la vida. De
130 manera que les dió árboles para comer y mantener la vida
del cuerpo; y otro árbol para que, comiendo de él, nunca
muriesen; y otro árbol para que, no comiendo de él, obede-
ciesen a Dios y comiese su ánima del manjar de la obra
que hace al hombre conservar y aumentar la gracia del
135 Señor y merecer la vida eterna.
¡Qué bien lo habéis, Señor, ordenado todo con vuestra
sabiduría, diciendo: Cum eo eram cuneta componens! Lo
del cuerpo, lo del ánima; lo presente, lo por venir; lo que
habían de hacer, lo que no habían de hacer; todo, Señor,
140 hermoso, como vos sois hermoso.
Y no sólo fuistes bueno para con nuestros primeros pa-
dres, dándoles vida de gracia, justicia original, señorío so-
bre todas las criaturas, medios para vivir y para nunca
morir; mas no paró vuestra bondad en ellos, como perso-
1*5 ñas particulares, sino quisistes que fuesen cabezas de todos
los hombres y que mediante ellos gozásemos todos nosotros
106 Mt. 8, 12 ; 22, 13 ; 25, 30.
129 Gen. 2, 9.
137 Prov. 8, 30.
698 SERMONES. CICLO TEMPORAL
de la misma vida y mercedes, participando los miembros
de los bienes de la cabeza. Convite, Señor, les hecistes, muy
rico y muy delectable, por cierto, y a todos nosotros.
150 Pierden Aúán y Eva la Mas así como el criado del pro-
vida, y la recobra Cristo feta Eliseo salió al campo y co-
gió unas hierbas mortíferas y
desabridas y las echó en la olla de que habían de comer
los convidados de su señor el profeta Eliseo, así nos acon-
155 teció aquí. Echa el criado de Eliseo las hierbas en la olla,
y cuando comenzaron a comer, halláronla tan amarga y
ponzoñosa, que dan todos gritos al profeta, diciendo el
angustia que sentían con el gusto de aquellos manjares; y
como a quien tenían por varón santo, que podía alcanzar
160 el remedio de Dios, dicen a voces: ¡Varón de Dios, la muer-
te está en la olla! Esto acaeció allí, y conforme a esto
acaeció a nuestra madre Eva, que se sale a'l campo, y co-
gió, y comió, y dió a comer a su marido del amargo man-
jar vedado por Dios, y por eso lleno de ponzoña; y como
165 ellos eran la olla en que estaba la naturaleza humana, y de
ellos la habían de tomar todos los hombres buena y sana,
si tal la guardaran, tomáronla mala, enferma, corrupta,
despojada de la gracia y justicia original en el ánima, y
de la vida del cuerpo que antes tenía, y condenada a muer-
170 te, y sujeta a tantas miserias, que no sólo de parte del
cuerpo, más aun del ánima, se diga el hombre, con verdad,
relleno de muchas miserias.
¿Quién dirá cuán amarga cosa es llevar esta vida mi-
serable, que ya es atormentada con frío, ya con calor, etc.?
1^5 ¿Y quién dirá cuán más amarga cosa es sentir guerra den-
tro de sí, dividido el hombre en dos partes, queriendo cosas
contrarias, y ser fuerte la parte que quiere el mal y flaca
la que quiere el bien? Esta condición que el hombre siente,
este tirano que mora en nosotros y da tan mala vida al
180 hombre interior que desea lo bueno, cosa es que todos lo
experimentan y a todos amarga. Sintieron esto los hom-
bres que quisieron vivir vida humana, que es vivir según
razón y no según apetito; y dábales mucha pena y quejá-
banse de ello; mas como no sabían el remedio de este mal,
185 no podían escapar de él, y así se quedaron en la muerte
que de Adán heredaron..
'Mas el Señor, cuya misericordia es grande, inspiró a
Adán y a otros que le diesen voces a El, que era el Señor
que había hecho el convite, y tenía poder para remediar
190 el maí que había hecho su mal cocinero Adán. Dan voces a
161 4 Reg. 4, 39-40.
172 Iob 14, r.
178 Cf. Rom. 7, 15-24.
45- SANTÍSIMO SACRAMENTO
699
El, llenos de amargura y tocados de la ponzoña: "¡Señor
de las virtudes! La muerte sentimos dentro de nosotros, y
una inclinación tan viva a pecar, que nos lleva cautivos a
lo que ella quiere: ¡remedio, Señor, para tanto mal!" Estas
195 voces dió Adán, dieron los patriarcas, dieron los profetas,
y, por su gran misericordia, oyólos el Señor.
Moisés dió remedio para que el pueblo de Israel en el
desierto pudiese beber con dulcedumbre unas aguas muy
amargas, porque no pereciesen de sed y hambre; y Eliseo
200 hizo que pudiesen comer de la olla, en la cual había amar-
gura y muerte; el primero echando un madero en las aguas,
y el segundo un poco de harina en la olla.
Alabado seas tú, Señor de la vida y Señor de la muerte,
que fuiste servido de hacer tú solo lo que estos dos siervos
205 tuyos hicieron cada uno por sí, y remediaste el mundo con
el madero de la cruz y con la poca de harina, que sig-
nifica la santa humanidad de tu Hijo bendito; y ordenando
que El tomase nuestra naturaleza — que es echarse en nues-
tras aguas y en nuestra olla — , muriendo en la cruz por
210 nuestros pecados, siendo hecho manjar debajo de las espe-
cies de la harina, como en él divinísimo sacramento de la
misa está, nos hecistes libres de los errores, significados por
las aguas amargas, y nos hecistes fuertes para obrar la
verdad que nos enseñáis, confortados con aquel divino man-
215 jar que alanza la muerte y trae la vida; de tanta virtud,
que con él tenemos fuerzas para caminar por los limpios
caminos de tus mandamientos, hasta llegar al monte del
cielo, como las tuvo Elias para llegar al monte de Horeb.
¿Qué te daremos, Señor, por esta merced, que nos has
220 recobrado la vida perdida, hasnos resucitado por tu Hijo
bendito, al cual llama San Pablo autor de la vida? Y el
mismo Señor dijo: Yo vine para que mis ovejas tengan vida,
y muy cumplida vida. Este es el constituido por Príncipe,
y Príncipe de paz y de vida, de todos aquellos que gimen
225 Sus pecados con amargura y 'los confiesan dignamente; y a
éstos da vida, por la muerte que El murió en la cruz, cuya
virtud se aplica en los sacramentos, que tienen virtud para
resucitar ánimas muertas, y este divinísimo Sacramento del
Altar para conservar y acrecentar la vida ya_recebida, y
230 aun para darla de nuevo, según adelante diremos.
202 Cf. 4 Reg. 4, 41.
218 Cf. 3 Reg. 19, 8.
221 Act. 3, 15 ; cf. Hefor. 2, 10 ; 12, 2.
223 lo. 10, 10.
224 Is. 9, 6.
700
SERMONES CICLO TEMPORAL
Jesucristo es el árbol Este Señor es Cordero y quita los
de la vida pecados del mundo, cuya muerte
tuvo virtud para esto, aun antes
que El la padeciese en la cruz; por lo cual se dice muerto
235 desde el principio del mundo. Este es el árbol de la vida,
puesto en medio de la Iglesia para que quien comiere de él
viva para siempre.
San Juan en su Apocalipsi vió la ciudad grande, por la
plaza de la cual corría un río de agua, resplandeciente como
240 el cristal, el cual salía de la silla de Dios y del Cordero; y
en cada una de las riberas de este río había un árbol de
vida, que daba doce frutos en los doce meses del año, y sus
hojas daban sanidad a la gente.
Este río tan hermoso es la gracia del Espíritu Santo,
245 el cual procede del Padre y del Hijo como de un principio;
éste riega la gran ciudad, que es la Iglesia, así a la que
está en el cielo como a la que está en la tierra; porque,
aunque la una goza y la otra trabaja, no son dos ciudades:
una es la escogida de Dios, una su Esposa; porque la de
250 allá y la de acá, a un Dios adora, en un Dios se arrima,
a un Dios ama y sirve según su manera. A esta ciudad
riega el Espíritu Santo, allá dando gloria, acá dando gracia.
En las dos riberas de aqueste río está el árbol de vida,
que es Jesucristo nuestro Señor. Cómo está de parte de la
265 una ribera, que es allá en el cielo, los dichosos que allá
están, y que lo ven faz a faz, lo sabrán decir; que en estotra
ribera, acá en la Iglesia, veslo allí como está; al cual,
aunque no vemos en su resplandor y hermosura inefable,
como allá, mas suspiramos por ello y esperamos de su gran-
260 de bondad que traerá aquestos ojos que derramaron lágri-
mas por deseo de verle, o a lo menos, porque hecimos cosas
por las cuáles mereceríamos no verle, le han de ver con
mayor alegría que acá tuvieron amargura; y que decimos
con Job: En mi carne veré a mi Salvador. Entretanto, má-
265 ramos allí con los ojos de la fe; y "el galardón de quien
cree lo que no ve, como dice San Agustín, es que algún
día vea lo que creía". Y pues los que ahora le ven allá pa-
saron por aquí, y, por creerle y amarle, gozan ahora de su
bienaventurada fiesta, debemos nosotros contentarnos con
250 ánima
256 loj la
232 Cf. lo. I, 29.
235 Apoc 13, 8.
243 'Cf. Apoc. 22, 1-2.
249 Cf. Cant. 6, 8.
264 Of. Io¡b 19, 26.
267 San Agustín, Senn. 43, c. i, 1 (ML 38, 254) : «Est autem
fules, creciere quod nondum vides : CUÍUS fidei merces est, videre
quod credis». Cf. Enarr. in Ps. 109, 8 : ML 37, 1451 ; In lo. Ev.,
tr. 40, c. 8, 9 : ML 35, 1691.
45- SANTÍSIMO SACRAMENTO
701
270 creer lo que creyeron, y obrar como obraron, y esperar lo
que esperaron, y procurar de hacer lo que hicieron.
Allí está, cristianos, allí está el árbol de vida en el San-
tísimo Sacramento del Altar; regado con el agua del Espí-
ritu Santo, porque su cuerpo no fué engendrado de hom-
275 bre, mas de la Virgen Madre y formado por el Espíritu
Santo; y su ánima tan regada de El, que dice San Juan
Evangelista que le dió el Padre el Espíritu Santo, y no a
medida. Este árbol da doce frutos, por los doce meses del
año; que ahora sean los doce frutos que cuenta San Pablo,
280 ahora sean otros muchos más, en fin, esto es cierto, que,
recibiendo bien a este Señor, recibe el ánima frutos de
vida, no para tres años o cuatro, sino para siempre jamás;
y que no se acaba el fruto recebido en un mes, mas luego
otro y otro, y, como Isaías dice, habrá mes de mes y sábado
285 de sábado, que quiere decir que nunca se acabará.
¡Qué hermosos frutos que son las gracias, mercedes y
gloria que da! ¡[Qué] frescas y saludables hojas, que son
las palabras que nos predicó, tan poderosas para dar salud,
cuanto lo probará quien de ellas se quisiere aprovechar!
2S0 ¿Estás enfermo de ira o de soberbia? Reposa debajo de
una sombra de este árbol, que dijo: Aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón. Mira la frescura de aquesta
sombra. ¿Puede haber cosa mlás hermosa que Dios hu-
millado, y tan manso, que, maldiciéndole a El, El no mal'
2&5 dice; siendo atormentado, no dice amenazas; y siendo cru-
cificado, ruega por quien lo persigue? Si tenéis frío de ci-
ciones, por falta de caridad con vuestros prójimos, comed
de este árbol divino, y seréis sanos; la cual [hoja] es:
Amaos como yo os amé. Y de esta manera, si conociéredes
300 vuestras enfermedades y entre las hojas de sus palabras
buscáredes las recetas convenientes, si las quisiéredes poner
en obra con su gracia, cierto, experimentaréis que las
hojas de este árbol de vida dan salud a las gentes.
Mas una cosa queda por declarar, y digna de ser muy
305 notada en aquesta revelación de San Juan, el cual diciendo
que el río tiene dos riberas, y por consiguiente había de
decir que había árboles, aunque no fuese más de unos de
una parte y otros de otra, no dice sino que hay árbol en
entrambas riberas. Lo cual, aunque, según algunos dicen,
310 se puede entender según la divinidad del Hijo de Dios, la
cual, siendo una, está en todas partes, parece que esto es
cosa muy clara ; y para que tenga el negocio algún misterio,
según es razón, y porque parece más conforme a la letra,
esto se debe entender de su santa humanidad. Y aquí está
278 Cf. lo. 3, 34.
279 Cf. Gal.' 5, 22.
285 Is. 66, 23.
292 Mfc. 11, 29.
295 1 PetT. 2, 23.
299 lo. 15, 12.
702 SERMONES. CICLO TEMPORAL
315 el misterio: que aunque está en el cielo, que es la una
ribera, tamlbién está acá, que es la otra. Mas, aunque está
plantado en dos partes, no son dos Cristos: el mismo que
está allá, ese mismo acá; árbol de vida allá, árbol de vida
acá. Y en esto parece la grande misericordia y sabiduría
320 divina, que ordenó modo como, siendo El uno, gozásemos
de El los del cielo y los del suelo.
Ya cesó aquel entredicho que estaba puesto por Dios,
de que ni Adán ni otro no pudiese llegar a comer del árbol
de la vida, que estaba en mitad del paraíso; y para este
325 efecto puso Dios un querubín a la puerta con una espada
muy ligera y de fuego, para que, siendo el portero tan sabio
(que quiere decir querubín cumplimiento de ciencia), nin-
guno le pudiese engañar; y teniendo espada (que allí signi-
ficaba justicia), no se pudiese por pleito vencer; y siendo el
330 espada de fuego, y tal fuego que ninguna cosa lo podía
apagar, quedase el hombre tan excluido de comer del árbol
de la vida, que ni se pusiese en ello ni, aunque se pusiese,
lo pudiese alcanzar.
¡Oh riquezas, oh alteza, oh profundidad de sabiduría de
335 Dios!, que, movida por tu misericordia, hallaste manera
para cumplir con tu justicia, que era la que tenía cerrado
el camino para comer del árbol de la vida, no sólo la del
cuerpo, mas también la del ánima; y descargando tu espada
(la cual sacaron y vencieron nuestros pecados) en el ino-
340 cente Cordero que nunca pecó, y cayendo su sangre sobre
el fuego de tu encendida ira, que contra nosotros tenías,
fué justicia, que, pues el Hijo inocente había satisfecho por
los malos esclavos, tu justicia no les castigase, mas, cuanto
es de tu parte, los perdonases y recibieses por hijos y fue-
3-15 sen juntamente herederos con tu bendito Hijo, que los
libertó; cuyo servicio te fué tan agradable, que tú, que de
antes tenías cerrado el camino del árbol de la vida, y di-
jiste: Póngase esa guarda, porque por ventura no coma
Adán y viva para siempre, mandas ahora pregonar: Si no
350 comiéredes la carne y bebiéredes la sangre de aqueste árbol
de vida, no tendréis vida en vosotros. Allí de comer de un
árbol murieron; aquí dicen las palabras de nuestro tema:
Quien comiere mi carne y bebiere mi sangre, tiene vida
eterna.
366 ¡Cuán diverso mandamiento aqueste, del otro!, y aun-
que entrambos buenos, éste mejor. Manda allí Dios: "No
comáis de este árbol; y si coméis moriréis, y si no coméis
viviréis!" Manda aquí Dios: "Comed de aqueste árbol, y
viviréis; y si no coméis, moriréis". Allá mandaba ayuno,
360 aquí hartura; aquello suele ser muy penoso, esto muy de-
326 Cf. (leu. 3, 24. 351 Cf. lo. 6, 54. 358 Cf. Gen., 2, 17.
349 Cf. Gen. '3, 22. 354 Cf. lo. 6, 55.
45- SANTÍSIMO SACRAMENTO
703
leitable; y en gran manera excede el provecho que se sigue
de comer de este árbol, que es Jesucristo, al que había
de no comer dél otro árbol vedado.
Gracias, Señor, a tu infinita bondad, que si el primer
365 Adán nos convidó a comer de su olla, en la cual había
muerte, dándonos a comer carne muerta y que mata nues-
tra ánima, nos convida el segundo Adán al convite de su
sacratísima carne deificada, carne que da vida, carne más
poderosa para remediarnos que la otra para dañarnos.
3"0 i Oh sagrado con- Extendido has, Señor, tu brazo y con-
vite en el que se vertídonos nuestro llanto en gozo. Y si
recibe a Cristo! e* demonio y Adán nos convidaron a
pecado y a muerte, tú, Señor omni-
potente, que sacas de los males bienes y cuya bondad parece
375 más ilustre destruyendo el mayor mal, prometiste en Isaías
muchos años antes, y como lo prometiste, así lo cumpliste
delante los ojos del mundo y delante de los mismos nuestros.
La promesa dice así: El Señor de las batallas hará en este
monte convite de cosas gruesas a todos los pueblos, con-
380 vite de vendimia, convite de cosas gruesas y que tengan
medulas, y de vendimia apurada; y despeñará en este mon-
te, etc., y será trillado debajo de él Moab, como son tri-
lladas las pajas debajo del trillo.
Alabado seas, Señor Dios todopoderoso de las batallas,
385 que puedes hacer todo lo que quieres. Alabado seas, Señor
misericordioso, que has compasión de los que están cautivos
debajo de la tiranía del pecado y de la muerte. Alabado
seas, Dios verdadero, que lo que tu misericordia prometió,
tu verdad lo ha cumplido; pues en el monte de Sión una
390 noche antes que tu Hijo bendito padeciese por nosotros,
hiciste un convite de tu Hijo bendito, no sólo para que co-
miesen los doce apóstoles que estaban allí, a quien se dió
consagrado, mas convite universal para todos los pueblos
que hay en el mundo. Y es tan bastante manjar aqueste
395 para cumplir con tantos convidados, que, si millones de
mundos hubiese y todos comiesen de él, ninguna mella ni
falta le hallarían. Porque así como, siendo muerto, no
fué acabado, sino salió vivo del vientre de la ballena, así
siendo comido no es consumido, mas quédase vivo y entero,
4°o sin disminución.
Convite de gruesas cosas que tienen medulas, convite
de un vino muy apurado. Quis sapiens, et custodiet haec,
intelliget misericordias Domini? ¿Qué haces, Señor, qué
haces? Parece que tienes cuenta solamente con la tu om-
405 nipotencia y con tu bondad, y no con la nuestra flaqueza.
371 Cf. Ps. 24, 12. 398 Ct Mt. 12, 40.
383 1S. 25, 6-10. 403 Cf. Ps. 106, 43.
704 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Tú, Señor, inmenso eres, que ninguna obra, por grande
que sea, es desproporcionada a ti, antes él ser grande es
señal de que es tuya; porque al grande, cosas grandes le
conviene hacer. Mas mira, Señor, que nuestro seno es an-
410 gosto, y aunque al tuyo convenga dar mucho, es de temer
que por ventura no cabrá en nosotros.
Oigan los hombres, oigan los ángeles, oigan los cielos,
oiga la tierra y lo que debajo de ella está, y todos digan:
¡Señor, ?io hay cosa semejable a ti!, y especialmente en
415 aqueste convite que a todo el mundo has hecho, en el cual
el manjar que recibimos es el santísimo cuerpo de Jesucristo
nuestro Señor, que por las palabras de la consagración allí
viene. Recibimos su purísima sangre: los sacerdotes, con-
sagrada con las santas palabras ; los legos, acompañada con
420 el santo cuerpo que reciben; y así no reciben más unos que
otros, y todos reciben e] cuerpo y sangre de Jesucristo; y
con su cuerpo y sangre está su benditísima ánima, y con
el ánima está la divinidad del Verbo de Dios ; y donde está
el Verbo, está el Padre y el Espíritu Santo; y todo esto
425 recibe el que recibe el cuerpo de Jesucristo nuestro Señor.
¡Oh, bendito sea Dios!, que con tal manjar nos mantie-
ne, figurado en las tres medidas de flor de harina de que
Sara hace pan que coman los ángeles. Un cuerpo comemos,
el mejor de los cuerpos, y una ánima, la mejor de las áni-
430 mas, en naturaleza, y mejor que todos los ángeles y ce-
lestiales espíritus que hay en el cielo en riqueza de gracia,
y de gloria, y de dignidad personal; porque ella es Señor
de ellos, y ellos sirven a ella. Con el ánima y cuerpo rece-
bimos la altísima divinidad, que no tiene comparación con
435 cosa ninguna; porque es un bien surrío, que en infinito ex-
cede a todos los bienes.
Esto prometiste, Señor, hacer; esto, Señor, has cum-
plido; y de tal convite como éste, ningún provecho que de
él- se siga no debe ser increíble. Todo es poco, Señor, el
440 provecho que nos puede venir, en comparación de la gran-
deza de tan excelente manjar: es poderosísimo, y por eso
suficiente para desatar y deshacer las ataduras malas con
que están atados todos los pueblos; y por ser manjar de
vida, y vida omnipotente, y vida eterna, despeñará a su
445 contraria la muerte para siempre. Y porque es convite de
grande alegría, quitará el Señor lágrimas de toda faz y la
deshonra de su pueblo que por Adán había entrado; por-
que así lo ha hablado el Señor. Y los tales convidados con
alegría confesarán lo que creen, diciendo: He allí nuestro
450 Dios; esperárnosle, y hanos hecho salvos; éste es nuestro
Señor; confiamos en El, y regocijarnos hemos y alegrarnos
414 Ier. 10, 6.
427 Gen. 18, 6.
46. SANTÍSIMO SACRAMENTO
706
hemos en su salud; porque tales cosas hará el Señor, que
su mano descansará en este monte. Y cuanto El fuere más
ensalzado, y más convidados hubiere, y más aprovechados
455 con esta comida, tanto más Moab, que es el demonio y pe-
cados, serán trillados, y quedarán tan sin fuerzas como
las pajas debajo del trillo.
Esto ha dicho el Señor que había de suceder del con-
vite que había de hacer a todo el mundo en el monte Sión.
460 Y aunque allí se hizo la primera vez, con la misma verdad
se ha hecho y se hace en toda la Iglesia, consagrando los
sacerdotes el cuerpo y sangre de Jesucristo nuestro Señor
en manjar de convite, para que todos los que quisieren comer
de él lo puedan hacer. Aquí está la mesa, que es el altar;
465 aquí la misma persona de Jesucristo en manjar; no falta
sino el conocimiento de tan grande merced, y el aparejar
el ánima para gozar de estos frutos de libertad de pecado,
de consuelo de conciencia, de este destierro de muerte, de
unión con Dios y de otros muchos frutos. Y si el solo
470 oírlos y olerlos da gran consuelo, ¿qué regocijo será el del
sabor?
Echemos, pues, de nuestra conciencia los malos humo-
res, que son los que nos impiden el deseo y buena hambre
de este santo manjar, vomitándolos con confesión pura y
475 dando casa limpia a Huésped tan limpio. No seamos tan
perezosos que el llegar el manjar a la boca nos parezca
trabajo. Mas ahora sea por lo que nos cumple, pues no
podemos vivir sin este manjar; ahora sea por dar conten-
tamiento al Señor que lo manda, y porque tal convite no
480 salga en balde, echando de nos, como dice San Pablo, el
pecado que tenemos junto con nosotros, corramos con lim-
pieza de vida, con profunda humildad, con propósito de
enmienda, con nacimiento de gracias, a recebir este Se-
ñor, el cual es vida, y nos dará su gracia y gloria.
46 La carne de Cristo, manjar del alma
(Bd. 1596, I, pip. 95-126.)
Caro mea veré est cibus, et sanguis meus veré est
potus. Mi carne es verdaderamente manjar, y mi san-
gre verdaderamente es bebida (lo. 6, I56]).
Exordio Los que traen trigo a los pueblos, deben ser
honrados y bien tratados; la que nos trujo el
pan del cielo, con que nuestras ánimas se mantienen, ¿cuán-
to debe ser honrada y reverenciada? Hazañas hicieron al-
gunas mujeres, por las cuales quedaron en perpetua memo-
457 Of. Is. 25, 8-10.
481 Cf. Hébr. xa, 1.
B. Avila 2
706
SERMONES. CICLO TEMPORAL
ria: Judit, Ester, Dévora y otras semejantes; mas, en
10 comparación de la Virgen, todas hicieron muy poco. Ins-
trumentos fueron para librar sus pueblos de la muerte del
cuerpo; pero la Virgen María nuestra Señora, para librar-
les de la muerte del alma. Ella fué la que nos dió este
fruto de que comemos y gozamos, la que nos amasó este
15 Pan, y con tanto deseo que lo comamos, que nos convida
a él : Transite ad me omnes qui concupiscitis me, et a gene-
rationibus meis implemini; que dice: Todos los que me de-
seáis, venid a mí, y no os arrepentiréis; iréis llenos de mi
generación; de lo que yo engendré seréis llenos, del fruto
20 que en sí contiene todos los frutos y gracias; que quien
este fruto recibe, todo lo recibe; porque en él se contienen
todos los bienes. Y porque de este convite no se vayan nues-
tras ánimas ayunas de la gracia...
El alma, ¿qué Caro mea veré est cibus, etc. Mi carne
25 comerá? verdaderamente es manjar, y mi sangre
verdaderamente es "bebida.
Con tres o cuatro hijos que tenéis, si no llueve, perdéis
el sueño, pensando cómo les daréis de comer. El que tiene
hijos es obligado a darles de comer. ¿Pensáis que no hay
30 más sino ser casado y no mantener a los hijos? ¡Allá lo pa-
garéis! El que da el ser es obligado a dar el mantenimiento
y la dotrina. ¿Qué hará Dios con tanta gente como tiene,
para darles de comer? ¿Pensáis que no hay más de lo
que vos habéis visto? Eso es lo menos que El tiene: Oculi
35 omnium in te sperant Domine. Dar de comer a estos cuer-
pos, poco es para Dios. Ipse dixit, et jacta sunt. Con criar
un poco de pan y un poco de vino, los harta. Aunque ha-
yamos hambre, con un poquillo que comamos, quedamos
hartos. Mas esotra hambre, que, aunque le deis todo el
40 pan y vino del mundo y toda carne criada, no queda harta,
antes más hambrienta, ¿qué haremos para hartarla? ¿Dón-
de compraremos pan para que la criatura racional coma y
se harte? El hombre y el ángel, ¿qué harán de pan para
comer, y que queden hartos y contentos, y digáis vos: "Con-
45 tentó estoy"? ¿Hay en la plaza pan? No, que el Rey y el
Papa se mueren de hamlbre, no pueden hartarse. ¿Ahora
veis qué boca tan grande y qué grande hambre? ¿Quién
será aquel que diga: "Harto estoy"? ¿Pequeño negocio es
éste, hartar tanta gente? Si Dios no fuera el que se te da,
50 y a todos se da, no pudiera hartar tanta gente y tanta
hambre.
¿Qué comerá un ánima y un ángel para que vivan? Estad
iq Eccli. 24, 26.
27 lo. 6, 56.
45 Ps. 144, 15.
36 Ps. 148, 5.
42 Cf. lo. 6, 5.
46. SANTÍSIMO SACRAMENTO
707
atentos. Bien veis que tenemos ánima y cuerpo; y cuanto
al cuerpo, habernos hambre, y si no comemos, morimos;
55 bien lo veis. Y que el manjar que coméis no está dentro
de nosotros, que de fuera lo tomamos, que en el campo se
cría, y que, queráis o no queráis, está vuestra vida colgada
del pan y del agua, y del cabrito, y de la gallina; al fin
colgada de un animal; y si no, que moriréis; y después:
60 "Muy rico soy"; y que de un carnero estáis colgado, y que,
«í no coméis, que moriréis; bien lo veis esto.
Pues que tenéis cuerpo, quiero que sepáis que tenéis
ánima. Dígolo porque hay algunos que viven tan sin pensar
que tienen ánimas, como si no las tuviesen; ni saben si
65 está viva ni muerta, sí está harta o hambrienta, si está
sana o si está enferma, y, aunque la tengan llena de puña-
ladas, no la dan un poco de ungüento ni dicen: "¡Ay!, que
me duele". Tienes un ax en una uña de un pie, y duélete,
y buscas medicina; ¡y lo del alma no lo sientes! Si cre-
™ yeses que la tienes, ¿dejarla hías así? ¿No dirías: "Quiero
buscar remedio, que mi alma está enferma"? Alma tienes,
pues, que come; porque si no come, morirá. ¿Qué enten-
déis morirá? No digo muerte natural, que ésa no la puede
morir, porque ésa siempre estará viva, aunque esté en el
76 infierno, mientras Dios fuere Dios, para siempre. Su muer-
te, segunda la llama San Juan; y los que están en el in-
fierno estarán, como los que están en agonías de muerte,
agonizando; siempre estarán tragando la muerte, y nunca
acabarán de morir; ternán muerte siempre viva y vida siem-
80 pre muerta. No hablamos de ésa, sino de la vida de gracia.
Si alcanzará perdón; si ha de ir al cielo, comer tiene. ¿Qué
comerá?
¡Bendito sea el que da el manjar conveniente a cada
uno en su manera! A Dios los ángeles lo miran y comen
85 de su vista, y quedan hartos y contentos; y el alma, ¿qué
será su manjar?
El manjar del alma — (Padre, decidme: ¿Cómo come o
es Dios, conocido y qué será su manjar? ¿Qué dientes
aunado tiene, o estómago, y qué calor?
90 — -El molino del cuerpo son los
dientes. También el ánima tiene sus dientes, y estómago,
y calor; todo lo tiene en su manera, como el cuerpo. ¿Cuá-
les son los dientes del ánima? Las potencias. Para todos:
los dientes del alma son la fuerza que tiene para entender
95 y amar. Esa fuerza se declara con el ayuda de Dios.
Aquello con que pensáis y amáis son los dientes del
alma; aquello con que desmenuzáis el manjar del alma,
93 todos] para todos add.
76 Apoc. 20, 6.
TOS
aquéllos son sus dientes. Ved el mal del alma, y luego lo
bueno. Pensando tú en tus dineros, o en la mala mujer, o
loo en la honra vana, aquello estáis pensando; pues aquéllos
son los dientes con que desmenuzáis esto que estáis pen-
sando. Y cuando lo habéis desmenuzado, os deleitáis en
ello, y lo tragáis y lo pegáis en vuestra ánima, y de él y
de vos queda una cosa, una voluntad y como mal casa-
105 miento: Erunt dúo in carne una. Entonces lo habéis dige-
rido. Que no sin causa dijo Agustino: "Que si tierra amáis,
tierra sois; y si carne, carne". Porque esto es comer tu
alma, juntarte con aquello que pensaste. Comiste carnero,
digerístelo, y hácese hombre; comiste una lechuga y vuél-
110 vese por la digestión en carne y sangre.
¿Qué es la causa que de la comida y del que la come
se vuelve y hace una cosa? Cuando tu alma come alguna
cosa y se pega a alguna cosa, comido lo ha; cuando amas
el dinero está tu alma endinerada; y cuando amas la mala
115 mujer, está enmujerada, encarnizada; y cuando amas el
humo de la honra, está enhonrada; comido ha. ¿Qué es
eso? Que resulta una cosa de esas dos: que ciertamente
que, si pudieses hacerte una cosa realmente con lo que
amas, lo harías; aquello que mucho amas te vuelves. Yo séte
120 decir que, si a Dios amas, Dios eres. He aquí el mal amor
y comer malo.
Digamos del buen comer. Las fuerzas del ánima son
los dientes. Daisos a estudiar aritmética o filosofía, y an-
dáis a buscar una verdad, y cuando la halláis, quedáis muy
125 contento, y muy harto vuestro entendimiento. Aquella fuer-
za con que pensó aquella verdad, es el diente del ánima.
Pensastes en una palabra de Cristo, que oístes en el ser-
món: Si perdonáredes a vuestros prójimos, vuestro Padre
os perdonará a vosotros; y si no perdonáredes, no os per-
130 donará Dios. Cuando te paras a pensar: "Gran cosa es el
perdonar, pues que si no perdono no me perdona Dios...
Pues si lo perdono, ¿qué dirán de mí?... Si no lo perdono,
no me perdona Dios. Al fin qmero perdonar, porque Dios
me perdone a mí", comido has. Y el que antes no podíades
135 ver, comienza a parecer bien, y habláis al que no hablá-
bades, ni podíades ver más que al diablo; ya os comienza
a parecer bien. Comido habéis. Así como el mantenimiento
del entendimiento es la verdad, así el de la voluntad es la
bondad, y bien estáis con la cosa que le queréis bien. ¿Qué
103 lo,] los
105 Gen. 2, 24.
107 Cf. San Agustín, Serm. 121, 1 : ML 38, 678 ; Confess., 1. 13,
C. 9, 10 : ML 32, 84S s.
130 Cf. Mt. '18, 18.
4b. SAMTÍSÍMO sackamumu
140 ha comido tu entendimiento? Aquella verdad, pues que con
tanta fuerza os movéis a amar al que tanto aborrecíades.
¿Cuál es el mantenimiento de la voluntad? El bien, y
no hay otro mayor ni tan grande bien como es Dios; y éste
es él manjar y hartura del ánima, y ninguno otro la puede
145 hartar ni contentar su seno y estómago. ¡El sea bendito
para siempre! ¿Cuál es el manjar del entendimiento? La
verdad. Cuando veas a Dios suma Verdad, cuando ames a
Aquel sumamente bueno, entonces estará tu ánima harta,
y sin El no. Que no es posible estar tu entendimiento harto
150 sin el conocimiento de esta suma Verdad ni tu voluntad
contenta sin este sumo Bien y Bondad.
Ahora habéis visto: vosotros finitos y tasados, y nues-
tra voluntad y entendimiento tasado, y no poderse hartar
ni henchirse, si no les dan y echan infinito. ¿Qué es esto?
155 Mayor [es] la boca que todo el cuerpo. Que si al mismo
Dios no conoce bien tu entendimiento, no puede ser harto;
y si al mismo no ama la voluntad, no puede tampoco con-
tentarse; hambrienta se queda. Por eso dije que, si no
fuera Dios, no pudiera hartar esta gente. Cuando en hora
16o buena vamos al cielo, cuando veamos la majestad infinita
de Dios, allí quedará muerta nuestra hambre, y diremos:
Contentos estamos, no queremos más. Cuando veas aquella
Verdad y ames aquella Bondad, ni te cansarás de comer
aquel manjar, ni el manjar [se] cansará de hartarte; pues tu
165 alma es eterna, vivirás para siempre, mientras Dios viviere.
¡Qué lindo manjar! ¡Qué linda bebida! Esto es lo que la
Escritura dice por metáfora de comer y beber: Ego disppno
vobis regnum, sicut disposuit m'ihi Pater, ut edatis et biba-
tis super mensam meam, dice Cristo. Yo seré entonces harto,
170 cuando apareciere tu reino, tu gloria. Inebriabuntur ab libér-
tate domus tuae; et torrente voluptatis tuae potabis eos:
que nos ha de emborrachar de su deleite y abundancia.
— Catad, Señor, que en decirlo dais ocasión a los carna-
les que piensen que hay en el cielo comer y beber. — Pareció
175 a la sabiduría de Dios decillo así debajo de estas metáforas
de comer y beber, porque no hay cosa más deseada que la
vida, y ella se sustenta por el comer y beber; y de ahí es
ser cosa deseada el comer y beber. No que allá en el cielo
haya manjares y bebidas y esas poquedades; porque el man-
ido jar es D'os, y esto come tu alma con los dientes, con las
fuerzas que tiene para conocerlo y amarlo. Esa es la hartura
que allá ternás: conocerlo y estar contento con El y estar
comido y harto.
150 Verdad] Bondad 158 di ¡o
4
169 Cf. Le. 22, 29-}o. 171 Ps. J5, 9.
170 Ps. 16, 15.
710 SERMONES. CICLO TEMPORAL
La carne de Cristo, — Veisnos aquí un poquito dentro
185 manjar del alma, si de la materia. —Pues ¿qué respon-
sabes pensar deremos a las palabras de Cristo
nuestro Señor: Mi carne verdadera-
mente es manjar? — Habéis dicho que el manjar del ánima
es ver a Dios, y que no le puede hartar ni contentar otro
190 manjar; ¿cómo decís agora que la carne es manjar, y la
sangre bebida? — Henos aquí en la mar; tened paciencia un
poquito. — Decís que el manjar del ánima es infinito; la
carne de Cristo es finita: ¿cómo puede ser manjar de ánima,
no teniendo eso? — Gran verdad dijo aquel que dijo las pa-
196 labras del tema. Mirad, por dos cosas se dice la carne de
Cristo sacratísima manjar del ánima. Porque el fiel manjar
del ánima es la verdad, también es manjar del ánima la
carne de Cristo, como su divinidad.
¡Atentos! Vais por el campo, paráisos a mirar una en-
200 ciña. "Decime: ¿no se crió este árbol tan grande de una
■"bellota? El que de una cosa tan chica hizo tan grande árbol,
¡grande es su poder! El que le dió esta frescura, ¡también
la podrá dar a mí! Quien le dió a ésta fruto, ¡también dará
a mi ánima fuerzas para que haga fruto! El que tanto poder
205 y bondad usó con este árbol, ¿qué hará y usará con mi áni-
ma?" Si de mirar aquel árbol vienes en conocimiento de la
grandeza, poderío y bondad de Dios, comido has; de aquello
se mantiene tu ánima.
Y de aquí será que, aunque no sea vuestra la viña, si
21° tenéis dientes para comer, y sabéis bien hurtar, sacaréis
vos tanto fruto y tanta renta, y aun quizá más, que su dueño,
si de allí sacáis conocimiento, amor y alabanzas del que la
crió, y comida para vuestra ánima y edificación; de manera
que os mantenéis mediante aquel árbol o viña. Porque no
215 crió Dios las cosas corporales solamente para el cuerpo, sino
para el cuerpo y para el ánima, y [para que] te aproveches
y digas: "- — ¡Grande es la hermosura y poder del que tan
grandes y tan hermosas cosas quiso criar! Y ¿qué me dará
a mí, quien a estos árboles tantas hermosuras dió?" ¿Pen-
220 sáis que no crió Dios el sol más que para alumbraros? Para
más lo crió; que bien pudiera El con una lumbrecilla por
ahí alumbraros. Criólo para que con su grandeza y hermo-
sura lo alabásemos y engrandeciésemos, y de esta manera
comiese nuestra ánima.
223 ¿Habéis entendido esto? Pues apliquémoslo. Los ángeles
que en el cielo están... — Dejo los hombres, que eso claro
está, que como en el cielo nuestra ánima tiene su manjar,
que es la Divinidad, así nuestro cuerpo terná su gloria y
comida esencial, que será la Humanidad de Jesucristo; aqué-
188 lo. 6, 56.
46. SANTÍSIMO SACRAMENTO
711
*30 Ha será su comida, su abundancia, su hartura. ¿Qué será la
gloria de tu oír, sino oír aquella palabra de Cristo, que será
más dulce que cuantas músicas hay? Y tu alma se hartará
en su Divinidad; y así serán hartos, y contentos y glori-
ficados...— Pues tomad los ángeles. Ellos están contentos y
235 hartos mirando la Divinidad. Pues tu alma mirando el árbol,
come, considerando en él las grandezas de Dios, ¿no come-
rán los ángeles en el cielo considerando la Humanidad de
Cristo, espantándose de sus deleites tan excelentes, y cono-
cerán la sabiduría de Dios viendo aquella Humanidad levan-
240 tada a ser supositada en Dios, y a ser personada en El, y a
ser comunicadas sus grandezas y atributos? Si en el árbol
resplandece la bondad y saber de Dios, ¿qué sabor, qué
gusto tomarán los ángeles en aquella Humanidad? ¿Qué
hartura en la mirar?
245 — Padre, abajaos un poco. — Que me place. Cuando tú
piensas que has comulgado, no sea el comulgar sin que pien-
ses: "¡Señor! ¡Que tanto me amastes, que derramastes vues-
tra Sangre por mí! ¡Que sin buscaros, me llamastes, y sin
rogároslo yo, me bicistes, y me distes tantos bienes, y más
250 que me tenéis aparejados!" Cuando esto has pensado, ¿no
queda tu ánima contenta y consolada?
¿Qué es eso que has comido? Páratelo a desmenuzar, que
así lo has de comer; no lo tragues entero, que te hará mal.
Que por eso mandaba Dios en la ley que no le ofreciesen el
255 carnero todo entero, sino que lo partiesen por partes. Quiere
decir, que para que te aproveche el Cordero pascual, que es
Cristo, no lo has de tragar así a bulto todo junto, sino que
lo partas. Una coyuntura es cómo nació pobre, otra sus
trabajos, otra cómo fué azotado, otra crucificado, otra se-
260 pultado. No lo tragues entero; piénsalo bien, rúmialo; que,
aunque seas de hierro y de piedra, te derretirá el corazón
y comerás y sacarás provecho.
Mira la sangre de Cristo, recíbela en tu alma; que bálsa-
mo es. Para probar el bálsamo fino, échanlo en la palma da
*65 la mano, y si la pasa calentándose por encima, es fino. La
sangre de Cristo échala y métela en tu alma; que yo sé cierto
que pasará tu alma, y de indevota la hará devota, y de tibia
la hará ardiente en el amor de Dios, y de dura la hará blanda
y amorosa. Echala en tu alma; que no hay bálsamo que tanto
70 pase. Si no, dime: cuando te paras a pensar en la pasión de
Cristo, ¿no sientes que te pega nuevo amor y nueva devo-
ción? ¿No se te ablanda el ánima? ¿No recibes fuerza?
¿No pides perdón de tus pecados? ¿No derramas lágrimas?
¡Oh lágrimas sabrosas las que se derraman por la pasión de
255 Qf. IJOT. g.
712
SERMONES. CICLO TEMPORAL
275 Cristo, que hacen derretir en amor suyo! Pues si este pensar
en Jesucristo despacio te hace vivir y te esfuerza y contenta,
eso es haber comido y estar esforzado: comido has, que a
eso llamamos comer la carne de Jesucristo, reverenciarla;
ella te hace que andes apriesa el camino de Dios y te da fuer-
280 za y ánimo. Luego sigúese que la gloriosa carne de Cristo
es manjar de tu alma, viático para andar el camino del cielo.
La carne de Cristo, — ¿Por qué más es la carne manjar
comida con fe, sus- del ánima? —¡Atentos! ¿El pan que
tenta la vida del vos coméis es la vida del cuerPo? No
285 alma es; que e^ an'ma es 'a causa, median-
te aquel manjar que toma el estóma-
go, y, tomándolo, cuécelo y envía su
parte al hígado, y allí se torna a cocer, y hácese sangre, y
repártese de allí por las venas. Porque la sangre es asiento
290 del ánima; toma de allí fuerzas para vivir y toma fuerza
para dar vida al cuerpo; no sé si me doy a entender; que da
vida al cuerpo y al ánima. Sopló Dios en Adán: Et fictus
est in animam viventem. ¿Qué fué aquel sonlo? El ánima
que le dió. Pues así el Espíritu Santo, esníritu de vida del
296 ánima, es soplo de vida, soplo de Dios. Pues así como no
basta para que viva el cuerpo que tenga ánima, sino que es
menester que coma, porque morirá si no come, aunque tenga
ánima, así también poco aprovecha que tu ánima tenga con
qué viva, si no come.
300 —Pariré, ¿no bastaba para dar vida a mi ánima la San-
tísima Trinidad? — Si ella quisiera, sí bastaba; mas ella or-
denó que no sea la Santísima Trinidad sólo su manjar; mas
si no come de la sangre de Cristo y de su carne, no puede
vivir. Ninguna ánima está en gracia si no es mediante la
305 sangre de Cristo. ¿Quién da vida al án'ma? La divinidad, la
Santísima Trinidad. Mas no se la da sino mediante la sangre
de Jesucristo, como el ám'ma no da vida al cuerpo sino me-
diante el manjar. Dijo Cristo: Yo soy buen Pastor y pongo
mi ánima por mis ovejas. Yo soy puerta; quien entrare por
310 mí, salvarse ha. Los que antes de mí vinieron, ladrones fue-
ron; no vinieron sino para matar y perder. Yo vine para que
tengan vida.
— ¿Qué queréis decir, señor? — Que si tú no creyeras en
Jesucristo, en el Verbo humanado, que en El está tu salud y
315 la de todos, no puede vivir tu alma. Si no lo crees y amas y
obedeces, no te puedes salvar. No te dará nadie vida, si no
comes de la carne y sangre de Jesucristo, si no tienes fe.
Esto es lo que hizo a San Pedro que dijese: Non est aliud
293 Cf. Gen. 2, 7.
51: Cf. To. 10, 8-71.
40. SANTÍSIMO SACKAMtMU
713
nomen... No hay otra vía o título para que el hombre se
820 salve, sino el nombre de Jesucristo y su fe.
— ¿Qué queréis decir? — Que si se hicieren los hombres
pedazos y ardieren en llamas por Dios, si no comieren este
manjar, esta fe, perdidos van; no se pueden salvar. Que así
como no está la vida del cuerpo en el manjar, sino en el
325 amia, así también como el manjar está fuera del hombre,
que no es de suyo, así has de conocer que tu pan, tu reme-
dio, no está en ti, sino que tienes necesidad de mendigarlo
y pedirlo a Cristo y conocer que nuestro remedio está en
sólo El. Si este manjar no comes, es imposible que vivas.
330 El manjar no es sólo el Espíritu, ni en él sólo está la vida;
mas toma la carne y sangre para dar vida. ¿Habéislo enten-
dido? Mi carne verdaderamente es manjar, y mi sangre be-
bida. Verdaderamente, no fantásticamente. Que más verda-
deramente vive el ánima por esta comida que el cuerpo por
335 el manjar corporal. Que cuanto es mejor el ánima que el
cuerpo, tanto es mejor esta vida que da este manjar.
— ¿Cómo, padre? ¿Si uno no come este manjar, no pue-
de ir al cielo? — En la mar estamos: Quid paras dentem et
ventrem? Crede, et manducasti. Dice San Agustín: ¿Para
3*0 qué aparejas el diente y el vientre? Cree, y ya has comido.
Si no me creyéredes y amáredes por Salvador y Mesías, no
podéis ser salvos. Así lo expone San Agustín. Mas el Con-
cilio Tridentino dice que aquel paso se entiende de la comida
sacramentalmente hecha, y esto se ha de tener, éste es el
345 comer.
¿Veis cómo la carne de Jesucristo es manjar del ánima,
que los que fueron antes de Cristo y se salvaron, comieron
este manjar, esta carne y esta bebida? Así lo dijo San Pablo:
Omnes eamdtm escam spiritalem comederunt, et eumdem
350 potum biberunt, bibebant autem [d]e petra, petra autem
erat Christus. Helo ahí cómo comieron.
— ¿Pues cómo, que aun no era venido Cristo? — Tenían
unos dientes tan largos y unos ojos, que llegaban hasta acá;
que es la fe que tenían que había de venir un Salvador, un
355 Mesías, en el cual se salvaron. Esto es comer la carne y
beber la sangre de Jesucristo, y por esta fe somos nosotros
un cuerpo con ellos, tenemos un mismo espíritu, una fe y
una cabeza. Esto, pues, es comer la carne de Cristo, sin la
cual nadie puede ser salvo. Aunque haga todos los bienes que
337 podre
348 spiritualem
319 Cf. Act. 4, 12.
342 San Agustín, In lo Ev tr. 25, c. 6, 11 : M¡L 35, 1602.
345 Concilio de Trento, sess. 13, c. 8.
351 06 1 Cor. 10, 3-4.
714
SERMONES. CICLO TEMPORAL
360 hicieron los hombres juntos, si esto no tiene, no basta para
se salvar.
Se queda presente — Pues creer y amar es comer, y
para que le ames para que se salve el hombre basta
y gooes creerlo así; si esto es verdad, ¿para
365 qué se nos quedó acá en manjar en
especie de pan y vino? ¿Qué os parece a vosotros? ¿Fué
bien que se quedase o no? ¿Pasámonos sin El?
— Saben bien esto los que tienen mujeres livianas. Cata,
Señor, que es el género humano liviano desde su nacimien-
370 to. Fuése, y subióse Jesucristo al cielo, y no nos acorda-
mos más de El, y por esto ordenó su misericordia de se nos
quedar acá. Que, para cuando te dijeren que todo tu bien
está en el cielo y es Jesucristo, no lo teniendo acá, pare-
ciérate que andabas engañado y vago: "Yo en la tierra y
3-75 El allá; ¿qué tal estaré yo sin El?" Ordenó su bondad ma-
nera como esté allá y acá, porque tengas allá tu descanso
y acá tu amor y mantenimiento. Que para cuando te dije-
ren que es tu bien, y te dijeren "Veslo allí", se prende tu
ánima para no recebir otro que no sea tu Pastor.
380 Sois desposado, habéis de estar con la esposa. Decí
— ahora que se me acuerda — , ¿por qué absuelven al hom-
bre que está él aquí y su mujer lejos de él sin necesidad?
¿Por qué se hace tal cosa? ¿Qué regimiento lo consiente,
que una bestia que se va de su dueño hay quien la vuelva,
385 y mesón de perdidos donde la llevan, y que se esté un ma-
rido ausente de su mujer año y años, y que no haya re-
medio ni castigo?
— Señor, ya le envío cartas y joyas, y desde acá la
proveo. — Véaos ella a vos, que eso la moverá más; que se
390 acordará que se casó con vos, y dejará el adúltero y lle-
garse ha a vos.
¡Oh! Glorifíquente los ángeles, Señor. Cartas te envía
Jesucristo, tu Esposo, que son los Evangelios y los pensa-
mientos santos, los sermones y los consejos buenos que
395 oyes; envíate presentes y joyas, que es eso que comes y
vistes, y en tanta abundancia. Y, con todo eso, es tan gran-
de tu olvido, que olvidas a tu Esposo, que tanto bien te
hace, y pones por tu maldad los ojos en lo que tu carne
quiere, en deleites, en juegos, en vanidades, en burlerías.
400 Envíate cartas, no te aprovechan; envíate presentes, no te
aprovechan; antes algunas veces son causa de mayor olvi-
do. Y determina El venir acá, pues no aprovechan mensa-
jeros, para que te acuerdes que es el primero Esposo con
quien te casaste. El es el que derramó su sangre por ti,
405 para que quites los ojos del adúltero y los pongas en el que
es tu Pastor, y le digas: "Perdonadme, Señor, que, hasta
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
715
ahora que os conocí, había vivido descuidado y olvidado de
vos; ahora no quiero sino a vos; sólo a vos amaré y serviré."
¿No tenéis algún amigo con quien tengáis amistad pn
410 ausencia, que le escribáis cartas y le enviéis presentes?
Y si os envía una cédula con que os libréis de la muerte,
estando condenado a ella, cuando este tal amago viene, ¿qué
es lo que sentís? ¿Cómo os lo paráis a mirar? ¿Cómo le
agradecéis lo que ha hecho por vos? Que ésta es ley de la
415 presencia del amigo, que, cuando viene, le relatéis cuantos
bienes ha hecho por vos, dándole gracias. ¡Oh consejo amo-
roso, lleno de alegría, lleno de amor! Quedársenos acá
Jesucristo, para que cuando le veamos nos acordemos de lo
que por nosotros ha hecho, y se lo relatemos, y le demos
420 gracias por ello: "Señor mío, vos sois el que bajastes del
cielo, y os hecistes hombre mortal por mí, y estuvistes en
el portal; el que pasastes hambre y trabajos por mí; el que
fuistes preso, abofeteado, azotado por mí; el que derramas-
tes vuestra sangre, y perdistes vuestra hermosura y vida
425 en la cruz por mí. Vos sois el que tanto me amáis. Vos
sois todo mi bien." Esto has de sentir cuando vieres a tu
Señor y comulgares; si esto sientes, tu alma come y co-
mulga: "Vos, Señor, sois el que tanto me amastes y tanto
hicistes por mí, estando yo ausente".
430 — Haced esto en mi nombre. — ¿Qué, Señor? — Como yo
hice, haced en mi memoria. — ¿Quién lo hará? — No todos
los cristianos, sino los ordenados solos. Como yo hice. Que
si el sacerdote consagra, no es en su virtud, sino en la de
Jesucristo.
435 — Haced esto en mi nombre, y cuando lo hiciéredes,
acordaos de mí. — ¿Qué es eso? — Muero de amores de los
hombres. — ; Qué te va. Rey nuestro, en que se acuerden
unos gusanillos de ti? Dénos vuestra Majestad licencia que
hablemos. ¿Por qué no nos pide sino que nos acordemos?
440 Es tanto lo que Jesucristo ha hecho por nosotros, que no
es menester para movernos decir más, sino que nos acor-
demos de sus obras, de su justicia, de lo que padeció; porque,
aunque seamos pi>dras y hierros, su memoria tiene tanta
fuerza, que con ella se derretirá nuestro corazón. Memoria
445 losiae in compositione odoris, opus mgmentarü. La memoria
de Josías es como una poma que quita los desmayos, y como
miel, que es dulce en la boca, y como música en las orejas.
Y así en cualquier corazón de hombre es más dulce que la
miel la memoria de Jesús. Si tus pecados te desmayan, si tu
450 carne te aflige, si tu alma está desmayada, toma esta medi-
cina, que huele tan bien, que da salud, y quita dolor, y da
dulzura a todo corazón.
430 Cf. lx. 22, 19 ; i Cor. ri, j.j. 447 Cf. F.ecfli, 49, 1-2.
716
SERMONES. CICLO TEMPORAL
— ¿Para qué, Señor, presente? — Para que me améis,
para que me gocéis.
455 ?,e queda escondido — Pues ¿por qué tan escondido, que
para ejercitar tu fe ni la vista 03 ve- ni el oído os ove»
ni el sabor ni el tacto os conoce?
¡Verdaderamente vos sois Dios ascondido! ¿Para qué tan
ascondido? — Para que sepa otra vez el demonio con quién
460 se toma; para que rabie y aulle y le haga se vuelva por
donde vino.
Cerca Senaquerib con gran soberbia a Hierusalem, y con
gran confianza en su gente, envía al rey Ezequías mensaje-
ros que se diese: ¿En qué tienes confianza? ¿En Egipto?
465 ¿En tu Dios? No te engañen sus palabras, que dicen que
venció tal y tal rey, que no los libraron dioses de mis manos;
pues tampoco te librarán a ti. Rasgó Ezequías sus vestiou-
ras, fuése al templo, echó las cartas de esta mensajería de-
lante de Dios. Dícele: Señor Dios de Israel, que heciste el
470 cielo y la tierra, cuyos son los reinos y señoríos: ya has oído
las blasfemias de éste contra ti. ¿Qué son los otros dioses,
de obras de manos, ni qué valen para defender? Sálvanos,
Señor, de sus manos, y conozcan todos los reinos y gentes
que eres tú Señor. Envía luego Dios a Esaías que le diga:
475 Dile a esa bestia: Yo te haré un freno, yo te enfrenaré, loco,
y te haré que te vuelvas enfrenado por el camino que venis-
te, y que en llegando allá te maten tus hijos. Así fué, que
envió Dios un ángel aquella noche al real de Senaquerib y
mató ciento y ochenta y cinco mil hombres; y a la mañana
480 alza su real y vase; y en llegando, lo mataron sus hijos,
para que sepa con quién se toma.
¿Cómo se perdió el mundo? ¿Cómo se perdió el hombre?
Por una fe falsa que tuvo una mujer. Vino el demonio a Eva
y preguntóle: ¿Por qué os mandó Dios que no comiésedes
485 de este árbol? — Porque no muramos por ventura. — Andá,
que son amenazas, que no moriréis; antes en la hora que
comiéredes, seréis como dioses. Cree la mujer a la palabra
del demonio falsa, que serían como dioses: creyó que debajo
de la manzana que veía, estaba otra cosa, y que debajo del
490 manjar corporal había ciencia espiritual: por esta falsa fe
que tuvo a las palabras del demonio, y mediante lo que veía,
creyó otra cosa que no veía. ¿Por qué se perdió? ¿Por qué
cayó? Porque le dijo el demonio que debajo de una manzana
había lo que no veía, y creyólo. Pues para que sepa el de-
495 monio con quién se toma, yo haré que se vuelva enfrenado
por el camino que vino. Por una falsa fe se perdió el hombre;
458 Cf. Is. 45, 15.
477 Cf. 4 Reg. iq, 17-28.
487 Cf. G*n. t-s.
46. SANTÍSIMO SACRAMENTO
717
sálvese por una fe verdadera acá, que debajo de aquel man-
jar corporal hay manjar divinal, que parece pan en el olor,
y sabor, y color; hay sacramento del Altar; crea que está
500 allí el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo y su sangre y di-
vinidad. Pues que hubo quien creyese por una fe falsa, haya
quien crea por una fe verdadera lo que no ve. Que no es
mucho, pues que el demonio halló quien creyese su mentira,
que halle Dios quien le crea su verdad. Por la falsa fe del
505 demonio se perdió él hombre; por la verdadera, que está
allí el manjar que da vida, se salva; que está allí debajo
de aquellas especies sacramentales que veis. Pues si no estu-
viera ascondido, no hubiera fe; y no habiendo fe, no respon-
diera merecimiento y vida de gloria; y así quedó el demonio
510 confundido.
— ¿Por qué tan abscondido? — Pues ¿qué, quisiérades
vos verlo? Si la reina Ester no pudo sufrir la majestad del
rey Asuero, ¿cómo podrá una hormiga sufrir el resplandor
de la cara de Cristo glorioso? ¿Cómo podrá sufrir una cla-
515 ridad que en su comparación la del sol es tiniebla? No hay
ojos mortales que le puedan ver. O te has de quedar sin
El o tomarlo así ascondido. O has de decir que te quieres
quedar sin El o tomarlo así, tan gran cuerpo en tan peque-
ño espacio. Sí, en la menor partícula está tan entero como
520 está allá en su reino ¿No preguntó Cristo a un demonio,
cómo te llamas? Díjole: Legio. Una legión de demonios,
¿cómo cabían en un cuerpo tan chiquito? — No ocupan lu-
gar. — Así el Cuerpo sacratísimo no tiene dimensiones cuan-
titativas en orden a lugar. Corno tú podrías tener en tu
525 manga un millón de ángeles.
— ¿Cómo se puede hacer del pan carne y del vino san-
gre? — ¿Cómo? ¿Porque vos no lo entendéis, no se puede
hacer? ¿No hay cosas por ahí que hace un oficial, que otro
en su misma arte no las entiende? ¿Y queréis vos entender
530 el artificio y sabiduría de Dios? ¿Si vos viérades una be-
llota y os dijeran que se hace de allí una grande encina, si
no lo supiérades, creyéradeslo? ¿Cómo de un grano de tri-
go nace hierba verde, y ni el grano es verde, ni la tierra,
ni el agua? ¿Pues cómo se hace aquella verdura? ¿Y cómo
535 se hace vino en la viña, pues en la tierra no está, pues el
agua que llueve no es vino? ¿Pues cómo se convierte en
vino? ¿Cómo de una cosa se hace otra? No hay otra ven-
taja o diferencia sino que en el altar se hace presto y en
el campo más despacio. ¿Es mucho que se haga eso?
540 ¿Cómo salió Jesucristo del vientre de su Madre, quedan-
S13 Cf. Esth. 15, 9-10.
521 SIc. 5, o. *
718
SERMONES. CICLO TEMPORAL
do la Virgen entera? ¿Cómo salió del sepulcro? ¿Pensáis que
las cosas de Dios que son tan bajas que las habéis de en-
tender? Si ellas fueran tales que vos las entendiérades, ya
no fuera Dios grande. Quiere hacer lo que tú no entiendes,
545 para que te humilles y sujetes tu entendimiento a la fe y
merezcas.
— Pues ¿cómo puede estar en tantos lugares? — Cuando
yo hablo, ¿cuántas voces son las que hablo, una o muchas?
Una, porque claro está que no tengo más de una voz. Esta
550 una, ¿no es una en las orejas de muchos y de cuantos aquí
estáis? ¿Cómo es esto? Pues si en la voz se hace, ¿cómo
no se podrá hacer acá? — ¿Cómo puede ser que partiéndolo
se quede entero en cuantas partes se parte la hostia? — Par-
tí vos un espejo y miraos en él. Cuando estaba entero ha-
555 cía un rostro, y partido hace tantos cuantos pedazos hay.
Así acá.
¿Qué locura es ésa? ¿No querer creer lo que no alcanza
la razón? Pues que eres hombre de razón y tan amigo de
regirte por ella, pasemos por esa ley, pues que no quieres
560 creer cosa sin razón ni hacerla: "Ningún hombre coma ni
beba, si no supiere cómo se crió el mantenimiento y bebi-
da, cómo se crió el pan y el vino que ha de comer y beber".
¿Queréis saber cómo se hace, y si no [no] queréis creer?
Pues quedaos sin comer, pues no sabéis cómo se cría el pan
565 y el agua y el vino en 'la viña. Y pues no te paras a pre-
guntar cómo se hace, y alguna vez os traen guisado de la
cocina cosa que no sabéis cómo se guisó, y calláis y coméis,
haced así acá, y callad y comed.
— ¿Para qué tan abscondido? — Para que tuviese lugar
570 la fe verdadera.
Se queda para esf or- Dijo Cristo nuestro Señor : Mi car-
zarte y remediarte ne es verdadero manjar, y mi san-
gre verdadera bebida. Así es que
vuestra carne es manjar, porque el pan confirma el cora-
575 zón del hombre. — Swper aquam refectionis educavit me, et
animam meam convertit. Poné aquello, por vuestra vida,
en vuestro repostero. Estoy yo bien en gran manera con
aquel verso: Púsome Dios nuestro Señor sobre el agua de la
refección, de recreación, de refresco, agua de refrigerio:
580 Animam meam convertit. El hebreo dice: Animam meam
restituit. Que ese bocado de pan vuelve el ánima a su lugar;
esto es, volvióme el ánima,
Vase huyendo Elias de la mala mujer Jezabel; de deses-
548 veces
544 San Gregorio, ln Ez.. 1. z, hom. 8, io : ML 76, 1034.
573 lo. 6, 56. 57<S Of. PS. 22, 2,
575 Ps. 103, 15.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
119
perado (ya no podía andar) pénese debajo de un enebro, y
585 dice a Dios: Señor, sacadme ya de esta vida, que ya no lo
■puedo sufrir; llevadme ya; ¿para qué vivo? Duérmese con
el cansancio y el enojo. Llegó el ángel de Dios nuestro Se-
ñor, y despertólo y díjole: Levántate y come, que te queda
largo camino. Y dióle un pan cocido en la ceniza y rescol-
590 do y un jarro de agua, y comió y bebió. Dormitavit anima
mea prae tedio. — ¿Ya queréis descansar tan presto, Elias?
¡Levantaos con presteza, que largo camino os queda! Guar-
dá, no andéis tras Dios: "Lleváme, Señor", que entonces
os dará más larga vida. Come y bebe. — Levantóse, comió y
595 bebió, y anduvo, con la fuerza de lo que comió, cuarenta
días. ¡Qué lindo manjar!
Mas notá que el que se lo dió que comiese, el que lo
despertó, ángel de Dios era. Fué oficio de sacerdote; oficio
de ángeles de Dios, convidar, rogar, importunar a los dor-
600 midos, a los desmayados, a los temerosos. Desmayado estás;
murióse tu padre; perdiste la hacienda; persíguente los pe-
cados. ¡Levántate de los pecados, vete a confesar, y come,
recibe este Santísimo Sacramento! Que para eso quedó acá,
para remedio de tus llagas y trabajos. Oficio de sacerdote:
606 "Corre, ve, recibe este pan", que no solamente se llama
Viático, porque nos da fuerzas para caminar cuando mori-
mos, sino mientras vivimos y sentimos desmayo en el ca-
mino. Cuando vos habéis de caminar, ¿no aparejáis alfor-
jas, y comida, y bebida, y lo necesario? Pues así los que
610 vamos en este camino, más desierto que el de Egipto, más
seco de aguas, más enemigos en él, más serpientes, más
gigantes, tierra que la llama Zacarías sombra de muerte,
¿no hemos menester provisión y comida?
Cuando vuestros hijos vinieren a razón y discreción,
615 enseñaldes luego que sean devotos de este Santísimo Sa-
cramento del Altar: "Corre, confiesa y comulga; cata que
te queda gran camino, y peligroso; más de cuarenta dias,
largo en gran manera". ¡Dios se lo pague quien a mí tanto
bien hizo! Fui devoto de este Santísimo Sacramento, y creo
620 que se me pegó de uno.
¿Por qué no lo reci- ¿Cómo podéis vivir sin este pan? Yo
bes? ¿Por qué no le me espanto de ello; él harta, ense-
das posada? na y esfuerza para andar este cama-
no. De una vez a otra que comulgáis,
625 se os había de hacer un año y diez años; ni tantas como
algunas mujeres ni tan pocas como algunos hombres. ¿Qué
veis en el Sacramento, que os han de hacer venir a co-
590 Cf. 3 Reg. ig, 1-6.
591 Ps. 118, 28.
596 3 Reg. TQ. 8.
612 Lo. 1, 79.
720
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mulgar con penas y excomuniones? ¡Malaventurados de
los tales!
630 ¿Habéis ido por mesones cuando camináis? Lléganse
algunos a comer a escote, y otros dicen: "No quiero comer
asi; quiérome pasar acá con lo que tengo, con pan y vino,
para gastar [menos]". Después, alzada la mesa, paga el
que comió; el que no comió no tiene de qué pagar. Quien
635 comió, escote. Aqui es al contrario; los que comieron irán
salvos, y el que no comiere pagará el escote de lo que no
comió. No hay bolsa que pague tanto cuanto debe porque
no comió; que el que no quisiere aprovecharse de este man-
jar, él que no lo reverencia, adora y ama, a semejanza
640 de los que le crucificaron, pagará el escote: El que derrama
la sangre, y el que no paga el jornal al que lo sirvió, igua-
les son, dice el Sabio. ¿Por qué no pagas, hermano, el jor-
nal a Jesucristo? Había sobre la tierra hombres tan desdi-
chados, que pusieron manos sobre el Hijo de Dios y lo osa-
645 ron crucificar; ellos son los que lo crucificaron, ¿y tú no
pagas a Cristo el jornal? Pagarás el escote, que con ma-
yor diligencia y trabajo te sirvió que el jornalero. Algunas
veces gana el jornalero cantando, y come, y descansa; y
Cristo bendito, de día y de noche no descansó, entendiendo
650 en nuestro negocio: de dia sanando enfermos y de noche
orando por nosotros al Padre en los montes,, ¡y apenas lo
queréis ahora creer esto! No te pide otra cosa por jornal de
sus trabajos sino que goces de ellos, que te aproveches de
su penitencia, y de sus cansancios y trabajos y azotes, y
655 de su obediencia y su muerte: que eso es verdaderamente
comulgar; que eso quiere decir el vocablo comunicársenos
lo que nos ganó Jesucristo. ¡Y que venga Jesucristo, y que
se quede acá; y que llama al cristiano, y que se esté que-
do! Plega a Dios él lo remedie. Que por eso permitió Dios
660 qUe en Alemania perdiesen la fe ; porque usaban mal de este
divino Pan, permitió Dios que se lo quitasen.
Si a uno le pusiesen una espada de Roldán o del rey don
Fernando, si el tal, en lugar de emplearla en hazañas, se
anduviese cortando melones y suelas de zapatos con ella,
665 ¿qué os parece que merecía? Que le quitasen la espada, pues
tan mal usa de ella. ¡Oh espada mal empleada de Roldán,
con que pudiera hacer tales hazañas! Yo vine para que los
que no ven, vean; y los que ven, no vean. ¿Qué harán en el
infierno los malaventurados, privados de la vida de Dios?
670 Si no viniera y los llamara, no tuvieran pecado. Vístesme,
oístesme, llaméos, convidóos con perdón, y me ofrecí a pa-
gar por vuestros pecados, y lo hice. Que se les ponga todo
642 Cf. Eccli. 34, 27.
668 Cf. lo. o, 3'g.
670 lo. 15, 22.
40. SANTÍSIMO SACRAMENTO
721
eso que habéis hecho por ellos en una balanza a su cargo.
Que quien se parare a pensar lo mucho que ña hecho por ios
675 hombres y lo poco que de ello nos aprovechamos, dirá que
nos ha dado la espada de Roldán y que la empleamos en
cortar nabos. ¡Y que hay personas que no vernían a comul-
gar si no los excomulgasen! ¿Quién no tiene devoción a este
Sacratísimo Sacramento? Anda, que otro día nos veremos
680 juntos: aunque no esté yo tan alto como ahora, estarlo ha
Jesucristo. Entonces oirán los malaventurados aquella sen-
tencia: Andad, malditos de mi Padre, al fuego eterno, pues
no os quisistes aprovechar de mí.
¡Oh, glorifíquente los ángeles, Señor, que veniste del cie-
685 lo a morar con nosotros! No entendáis que viene por ese aire
bajando desde allá, sino que el que está en el cielo comienza
también a estar aquí, estándose jn el cielo. Y viene a buscar
posada, ¿y no habrá quien diga: "Venid a mi casa, Señor"?
¿Pensáis que viene El porque se huelga de estar en el reli-
690 cario? No estima más el oro que yo el lodo; ándanos lla-
mando y convidando: ¿Quiéresme ;euer por compañero de
casa y mesa? Hombre miserable, cuando quieres a alguno
bien, querríaslo meter en lo más dentro de tus entrañas, y
pegallo a ti mismo, y hacerlo uno contigo. Pues eso quiere
695 Jesucristo, entrar allá y morar allá, y darte allá un abrazo
de amor, y de todo más hartura que cuanto se puede pensar.
Que venga El acá, que ande buscando posada, ¿ [y] que
haya hombre que no se quiera levantar a abrirle?
Que no me contento con que no haya herejías — ¡gracias
700 a Dios por ello! — , sino que debíamos cener tanta devoción
y tanta hambre de este celestial Pan, que ardiese fuego en
nuestras entrañas de su amor y que se nos hiciese cada día
que no comulgásemos treinta años. ¡Y con decir: "Acá está",
nos contentamos! Un elefante, con ver sangre derramada,
705 toma ánimo para pelear; y el esposo, viendo a su esposa
delante, toma ánimo para defenderla, y no hay alguno tan
cobarde que no defienda a su mujer. ¡Y que no tomemos
ánimo, viendo la sangre de Jesucristo ante nosotros, para
pelear contra los enemigos! ¡Y que no tengamos allí nues-
710 tra confianza, nuestro ánimo, nuestro consuelo! Plega a Dios
que no nos castigue con quitarnos la lumbre de la fe. Pues
en eso empleas tu ánima, que te la quiten. Entonces me ven-
garé. Así será su venida, bien para unos y 'mal para otros.
Veslo aquí: para quien lo recibe, ayuda, y es paga de sus
715 pecados; v para otros que no lo recibieron, condenación.
Mas ¿qué trabajos y cuidados ponéis en hacer cálices, y
v<2r si son menester corporales, y lumbre, y otras cosas para
696 pueden
682 Mt. 25, 41.
722
SERMONES. CICLO TEMPORAL
este Huésped, sino en hacer vajillas, y vestidos, y comidas
para los gusanos?
720 ¿En qué estábamos? ¿No nos estaríamos hasta la noche
predicando? Allí estábamos: Animam meam convertit. Vol-
vióme el ánima mía. Así que ni habéis de comulgar tanto ni
tan poco: las Pascuas, las fiestas, para lo que se ha perdido
entre año, que se gane entonces.
725 Está Elias desmayado, cansado, durmiendo; come, y le-
vántase y anda cuarenta días con un bocado de pan. Cór-
tenme esta cabeza con que lo digo, si no lo halláredes así.
Y así, ¿estás triste, tibio, desmayado, tentado, perseguido
de tus enemigos? Vete a este Santísimo Sacramento, con-
730 fiesa, comulga, y hallarte has consolado, contento, esforza-
do, con nueva fuerza para andar el camino de Dios. ¿No es
éste el cáliz que harta y embriaga?
Dirás: Yo no tomo la sangre. — Sí tomas, que con el
cuerpo está. En el pan está el cuerpo ex vi sacramenti, por-
735 que la forma del consagrar del pan lo significa así; y porque
no puede estar el cuerpo sin la sangre, dícese estar allí ex
concomítantia. En el cáliz está la sangre ex vi sacramenti,
y el cuerpo ex vi concomitantiae, o compañía, que todo es
uno. De manera que junto está cuerpo y sangre en cada una
740 de las especies. Por eso no diga nadie: "Poco me dais a mí".
Que no se consagra en dos especies, sino para darte a en-
tender que en el tiempo de la pasión se apartó el cuerpo de
la sangre; y para significar esto se hace.
Pues a tan buena mesa te asientas, sábete aprovechar.
745 Pues el manjar es Cristo, la divinidad harta tu ánima, su
verdad tu entendimiento, su bondad tu voluntad, y allí ha-
llarás hartura, cómele, dale posada en tus entrañas; que por
eso está acá peregrino en la tierra, para que le des posada,
y morará en ti, esforzaráte, inflamaráte en caridad, defen-
750 derte ha de tus enemigos y darte ha aquí gracia y después
su gloria.
47 La comunión te hace participante de la pasión
de Cristo
(E¡d. 1596, I, pip. 188-2C9.)
Caro mea veré est cibus, et sansuis meus vete cst
potus. Mi carne verdaueramente es manjar, y mi
sangre verdaderamente es bebida (lo. 6, I56J ) .
¿Qué es esto? Es tan grande cosa esta de que habernos
5 de hablar, que no puede menos, el que
ha de decir algo de este divino Sacramento, sino que se le
722 Ps. 22, 3.
732 Of. Ps. 22, 5.
47. SANTÍSIMO SACRAMENTO
723
vaya luego la lengua a decir: ¿Qué es esto?, como lo dije-
ron ios hijos de Israel cuando comieron el maná. Es cosa
tan admirable, es cosa tan alta, es cosa que saca de seso
!0 al que con seso la piensa; sobrepuja entendimientos de án-
geles, cuanto más de hombres. Porque decidme: ¿Quién
hay en el mundo que, por mucho que se desvelara pensando,
acertara [a] pedir lo que nos ha dado Jesucristo nuestro
Señor? Y acertado, ¿quién osara que, estando en los cielos,
!5 tan grande como es, que su majestad y grandeza no cabe
en los cielos ni en la tierra, se quedase acá entre nosotros;
que lo tenemos aquí presente y está en los cielos, que lo
recebimos en nuestros cuerpos y que entra en nuestros es-
tómagos como manjar suavísimo estando en los cielos?
20 ¡Oh bendita sea, Señor, tu santa misericordia! ¡Los
ángeles y los cielos bendigan a tu santísima Majestad, que
tanto cuidado tienes de nosotros, que excede a nuestros
pobres y abatidos pensamientos, si pensarlo queremos! ¿Qué
es aquesto, hermanos, que tan cerca está, que tan entre
25 las manos traemos a nuestro Dios, al que nos crió, al que
nos redimió, al que nos sacó del poder del demonio; nues-
tro bien, nuestro amparo? ¿Qué es aquesto, que tan cerca
de nosotros anda, que nuestros ojos, lo ven, y nuestras ma-
nos lo palpan, y nuestros estómagos lo reciben? ¿Qué es
30 esto?
Mandaba Dios en la vieja Ley que cada uno que cogiese
nueva fruta de la tierra fuese al sacerdote a hacer protes-
tación, y decir en señal que Dios había mandado al patriar-
ca Abraham y a su generación la tierra de promisión, y
35 que se le había dado una tierra que en cada cabo estaba
llena de miel, de leche, de mil maneras de animales, sin
criarlos ellos, ovejas, cabras, vacas, carneros, aves, mu-
chos géneros de fruta; decía el que traía la fruta nueva:
Yo protesto y confieso que Dios nuestro Señor nos ha saca-
40 do del cautiverio de Egipto y nos ha dado la tierra de pro-
misión que prometió a nuestros padres, tierra que mana
leche y miel. Y allí cantaban todo aquel salmo: Exultate
Deo adiutori nostro, iubilate Deo Iacob. Por estas miseri-
cordias allí decían todos: Sicut audivimus, sic vidimus.
45 Como lo oímos que nuestro Dios nos había de dar esta tie-
rra, así lo hemos visto. Así que allí protestaban cómo les
había Dios dado aquella tierra tan abundante, y bendecían
por ello a Dios.
Si por la tierra que manaba leche y miel, si por la tie-
50 rra que tenía una poca de fertilidad de lo de acá. se le da-
ban y hacían en la vieja Ley tantas gracias a Dios nuestro
7 Ex. 16, i¿.
33 Cf. Deut. 26, 2-v
$4 Cf. Gen. 12. 7.
41 Deut. 26, 3.
43 Ps. 8o, 2.
f> Ps. 47, o.
724
SERMONES. CICLO TEMPORA!,
Señor, ¿qué ha de hacer el pueblo nuev<a, el pueblo reno-
vado? ¿Qué de gracias, qué de alabanzas? ¡Oh!, bendita
sea, Señor, tu palabra, que ansí la has cumplido; como lo
55 mandó, así nos lo ha dado.
¿Qué es cosicosa: ¿Qué es esto, que nos mantuvo, con
"Del que come sa- Ui flor del trigo, y de la miel de la
lió el manjar y piedra nos ha hartado? ¿Qué quie-
de la medra salió re decir eso? Paréceme "<lué es cosa
60 ae Ia P!e°™ y cosa" de Sansón: De comedenti
im€l ' ex'út cibuc, et de forti egressa est
dulcedo.
Para que lo entiendan. Iba una vez Sansón a la tierra
de los filisteos, y salióle un león muy feroz al camino;
65 arremetió a él, echóle mano de las quijadas y, desencaján-
doselas, matóle; fuése su camino. A la vuelta quiso saber,
apartándose del camino, en lo que había parado el león, y
halló que había venido un enjambre de abejas, y habíaD
allí criado, y tenía en la boca muchos panales de miel; halló
70 que le corría mucha miel por la boca. Espantóse mucho San»
són de aquello, y tomando de los panales, dió de ellos a su
madre y padre y comió él. Y entonces hizo a los filisteos un
problema, un "qué es cosa y cosa": Del que come salió el
manjar, y del fuerte salió la dulzura. Los filisteos, como no
75 acertaban, no hacían sino ir y venir a interpretar lo que
quería decir aquello; y no aprovechaba, porque no sabían
ni entendían lo que significaba; hasta que, como Sansón se
lo había declarado a Dalila, ella se lo descubrió a ellos.
Parece esto a lo que tenemos entre las manos: "¿Qué
80 es cosicosa": Hartólos de la flor del trigo, y de la miel de
la piedra los sustentó; mi carne verdaderamente es manjar,
y mi sangre es verdadera bebida?
Del que come salió el manjar, y del fuerte salió la dul-
zura. Del fortísimo León — Vicit leo de tribu luda, radioc
85 David — : de Jesucristo penado y atormentado; de Cristo
trabajado, azotado y crucificado; de Cristo muerto en una
cruz; de éste sacamos: manjar, sacamos mantenimiento con
e'l cual nuestros trabajos, nuestros cansancios, nuestras mi-
serias son remediadas; con éste nos sustentamos en esta
90 larga peregrinación; con éste nos refrescamos para la se
quedad y desierto de este camino.
¿Qué quiere decir: De comede[n]ti, del que come?
Cuanta hermosura de criaturas veis en el mundo, todo lo
crió Dios por amor de Jesucristo, para que le alabase y
^ fuese para gloria y honra y alabanza de Jesucristo. Todos
nosotros suyos somos, por honra suya nacimos y porque
62 Cf. Iud. 14, 14. S2 lo. 6, 56.
<St Ps. <So, 17. 85 Apoc. 5, 5.
SANTÍSIMO SACRAMENTO 725
El fuese glorificado: Decébat enim propter quem omnia, et
per quem omnia, qui multos filios in gratiam adduxerat,
dice el apóstol San Pablo. Jesucristo es nuestro Señor, nos-
100 otros somos sus esclavos; para su servicio somos criados;
porque s¿i nos redimió con su sangre bendita, El nos rescató
del poder del demonio; suyos somos; su sangre le costamos:
obligados somos a servirlo, como un esclavo sirve a su amo,
que lo compró por tantos dineros. Dice San Pablo: Pro omni-
105 bus Christus mortuus est, ut et qui vivunt, iam non sibi
vivant, sed ei qui pro ipsis mortuus est: Jesucristo murió
por todos, para que todos fuésemos igualmente suyos; para
que los que tienen vida por amor de El, ya no vivan para
si, no sean suyos, sino de Aquel que los redimió. El es
110 Juez de vivos y muertos y a vivos y muertos compró. De
todos nosotros se enseñorea; suyo es todo lo criado, cielos
y tierra; y esto El lo dice en muchos lugares: Omnia dedit
mihi Pater in manus: Todo es mío, todo me lo ha entrega-
do el Padre en las manos. Hémoslo, pues, de obedecer
H5 como a Padre, como a Pastor nuestro, como amparo nues-
tro; hémosle de temer como a Juez. Todo es suyo, todo se
lo comió El; todos nosotros somos manjar aparejado para
El. Vivo ego, dicit Dominus — dice Esaías — , quia ómnibus
his velut ornamento vestieris, et circumdabis tibi eos quasi
120 sponsa: "Vive Dios, que te vestirás y compondrás de todos
éstos, como de vestidura preciosa; ni más ni menos que una
desposada de sus vestiduras muy ricas, te hermosearás y
honrarás con ellas; darte he muchedumbre de gente que
te sirvan y te hermoseen; que los enseñorees; que te obe-
125 dezcan ellos", dice Esaías. Los cristianos son honra, son
hermosura, son gloria y alabanza de Jesucristo; todos son
ordenados para que los enseñoree El, para que los coma,
así como un capón es ordenado para vuestro servicio y
para que lo comáis vos. Del que come: de El; todo es suyo.
130 De él salió el manjar. ¡Oh, benditas sean tus maravi-
llas! ¡Alabadas sean tus grandezas y glorificadas sean tus
misericordias! ¡Y cuán poco se puede decir de ellas! Y eso
poco que se alcanza, la lengua no lo sabe ni puede decir;
y todo cuanto dice también es poco. Del que come salió el
135 manjar; [d]el que se enseñorea de todos, de Aquel por cuya
causa lo crió Dios todo, del Dios tuyo, del amparo tuyo,
del Criador y Redentor tuyo, de Aquel de quien los ánge-
les tiemblan de estar delante de El, de éste salió el manjar;
éste se ha abajado hasta hacerse manjar con que te man-
140 tengas, que lo comas con la boca y lo metas en tu estómago
para que engorde tu ánima. ¿Qué señor hay en el mundo
que se haga manjar para sus criados, y diga: "Mi criado
99 Cf. Hebr. 2, io. 114' Cf. lo. 13, ;,.
ioq Cf. 2 Cor. 5, 15. Ts. 49, r8,
726 SERMONES. CICLO TEMPORAL
está malo; sángrenme a mí, azótenme a mí, muera yo en
una cruz porque mi criado viva; pase yo trabajos porque
!45 él descanse; yo me quiero hacer manjar para que él coma
y engorde"? ¡Todo esto heciste, Señor!
¿Qué es esto, Srñor? ¿Faltaba a tu soberana magnifi-
cencia con qué mantenernos, que no te contentaste con cuan-
tas aves y animales, frutas y otras cosas que criaste para
150 mantenimiento y servicio d°l hombre, que fuiste ahora a
hacerte tú mismo manjar? ¡Los ángeles te bendigan!
¡Y cómo desfallecen nuestros juicios pensando en esto! Pues
¿por qué lo heciste, Señor, si había otra cosa con que man-
tenernos? Para que veamos cuánto nos ama, que no estuvo
155 contento hasta hacerse manjar y meterse en nuestras en-
trañas. Para engrandecernos, para transformarnos, para
hacernos una misma cosa con El.
Y de la piedra salió miel Es el Santísimo Sacramento
una representación de Jesucristo crucificado. Amad, herma-
160 nos, a Jesucristo; hallaréis alegría, hallaréis sosiego, ha-
llaréis remedio, hallaréis dulzura y sabor para sufrir los
trabajos, y no los sentiréis. De la piedra salió la miel: de
Jesucristo crucificado
■ — 'Padre, ¿no es blando, no es sabroso, no es amoroso?
165 ¿Pues por qué le llamáis piedra? — Piedra fué Jesucristo
en sufrir trabajos. ¡Qué de bofetadas, qué de pescozones,
qué de azotes, qué corona de espinas sufrió, qué de blasfe-
mias oyeron sus orejas, qué cruz, qué clavos, qué muerte
tan deshonrada! ¡Y qué recio y qué firme, qué constante
170 como piedra dura! Cuanto más le lastimaban, más fuerte
estaba; nunca los trabajos le pudieron doblegar, para que
dejase de padecer con el amor que nos tenía. ¡Qué firmeza
hasta la muerte! ¡Qué dureza, que parecía que era de ace-
ro! Aquella carne virginal, limpísima, parecía que no sentía.
175 TJt adamantem. et ut silicem dedi faciem tuam, dice Dios
por Ezequiel: Pásele cara, pásele su rostro, dile un gesto
durísimo, fuerte más que el diamante.
— Y si es así, ¿cómo es tan blando y tierno? — Mirad,
¿no lo veis? ¿Qué amñgo tendréis vos por quien sufráis
1*80 una afrenta, una deshonra, un trabajo, que digáis vos:
"Cargue esto sobre mí porque a fulano no le venga esta
pena"? Luego os quejáis por una tentacioncilla. por un tra-
bajuelo, por un desconsuelo, que no lo podéis sufrir, y
decís: "¿Quién ha de pasar adelante a tantos estorbos?"
185 ¡No miráis aquel sufrimiento de Jesucristo! ¿Es mucho
que pases tú por El una nonada? ¿No ves lo que por ti pasó,
con cuánta firmeza y fortaleza lo pasó? Así como piedra,
puso su rostro, así como diamante. Mira con cuánta pa-
177 Ez. 3', 9.
47. SANTÍSIMO sacramento
727
ciencia, con qué silencio, aparejado a sufrir más, si pu-
190 diera ser, aunque se imaginaran infinitos tormentos. ¿Sois
yunque, Señor, que tanto sufrís? Más pagó de lo que era
menester, más pagó de lo que se debía a la Justicia de
Dios.
Piedra se dice por lo que sufrió, por aquella firmeza
195 y determinación de no volver el rostro a las bofetadas;
blando es, porque a todos consuela. ¿Nunca has probado
a ir cuando lo has menester? Ve, pues, a El, hermano,
y verás cuán blando lo hallarás para abrazarte, para con-
solarte y remediarte. ¿Quién nunca fué a El que no lo
200 consolase, que no volviese remediado? De la piedra salió
la miel, de la piedra dura a las bofetadas, y a ninguna
respondió mal ni ásperamente. Aquí cumplió El a la letra
lo que El había mandado: El que te hiriere en el carrillo,
vuélvele el otro. Anda, pues, hermano mío, vete al Santí-
205 simo Sacramento, vete a Jesucristo crucificado, vete a mo-
rar a las cuevas de la piedra, vete a meter a las llagas de
Cristo, y todos cuantos trabajos hay te parecerán pocos.
Dice San Bernardo "que los mártires no tendrían fuer-
zas para padecer los tormentos que padecían si no tu-
210 vieran los trabajos de Jesucristo delante". Porque ¿en
qué juicio cabe que una doncella, criada toda su vida en
casa de su padre en grandes regalos, en camas blandas y
vestiduras delicadas, que habían de poder por fuerzas hu-
manas sufrir los tormentos que padecían? A una la asa-
215 ban viva, a otra la hacían tajadas, a otras les peinaban
las carnes con peines de acero, y ellas estábanse riendo.
¿Por qué lo sufrían? Porque estaban metidas en los aguje-
ros de la piedra. Decían ellas: "Mi Señor Jesucristo pasó
por mí esto — y teníanle delante de sus ojos crucificado y en
220 su corazón — , ¿es mucho que pase yo esta nonada? Todo
es poco para lo que yo le debo; que El hizo por mí esto,
y más que esto". Esto les hacía padecer con alegría, que,
de otra manera, ¿cómo era posible?
De la piedra salió miel. ¿Quién nunca tal vió, de la
225 piedra seca y dura, miel suavísima? De la dureza de los
trabajos de Jesucristo, miel dulcísima para que pasemos
los nuestros con alegría y que se nos hagan dulces; sale, de
la tristeza de Jesucristo, alegría para nosotros; de su muer-
te, vida eterna; de sus penas, coronas para sus criaturas.
230 ¡Quién nunca tal vió! ¡Quién se para a pensar los milagros
y maravillas que Jesucristo obró, donde se anega nuestro
juicio!
¿Tiene[s] sed? Piensa, hermano, en la que Jesucristo
204 I/:. 6, 29.
206 Cant. 2, 14.
.no s\v BSRííARDO, Tn Cant., «erm. 6t, 6-7 : M7. 183, ro;|.
728 SERMONES. CICLO TEMPORAL
pasó por ti, y quedarás refrescado, y tu sed apagada sin
235 agua ¿Tienes hambre? Piensa en la de Jesucristo, y luego
serás harto sin pan. ¿Estás desnudo? Piensa en Jesucristo
crucificado desnudo, y hallarte has vestido sin ropa. ¡Oh!
Dios nos dé gracia para pensar, pues tanto remedio hay
escondido en sólo pensar 'la pasión de Jesucristo.
240 Vete a las deshonras, hallarás honra; vete a la muerte,
hallarás la vida; vete a sus trabajos, hallarás descanso;
vete a la pasión de Cristo, que allí está todo tu remedio.
Hartónos de la miel de la piedra, eso quiere decir: que de
la muerte sale la vida, que de un Dios-Hombre crucificado
245 entre dos ladrones, tenido por otro tal como ellos, sale la
vida, y El la da.
¿Qué es esto, que de un Señor solo sale vida, sale con-
suelo, sale alegría, sale hartura, sale remedio para todos
nuestros males?
250 54 ya Cristo nos re- Si del santísimo cuerpo de Jesu-
diimó, ¿de qué sirve cristo nos vienen todos estos bienes,
comulgar? y *oda nuestra bienaventuranza está
en recebirlo como debemos, dirás:
"Padre, ¿para qué es esta comunión? ¿Ya no nos ha re-
255 dimido Jesucristo? ¿No se puso en la cruz por nosotros?
¿No murió por nosotros? ¿Ya no pagó por nosotros? ¿De
qué sirve este comulgar?" — Para que no esté aquí alguno
medroso, que, aun con todo eso, no esté seguro, sino que
piense que es menester más.
260 "El pacificó al Padre la ira que contra nosotros te-
nía", como dice el apóstol San Pablo: Nunc autem in Christo
Iesu vos, qui aliquando eratis longe, facti estis prope tn
sanguine Christi; ipse enim est pax riostra. Todo cuanto
bien tenemos, nos vino de El; en la cruz ganó el consuelo,
265 remedio de nuestros trabajos, la alegría, la vida, la gloria
que para siempre esperamos. ¿Que es menester más comu-
nión? ¿No está ya la justicia de Dios satisfecha, perdona-
dos nosotros? ¿Qué era menester más? — Sí es menester,
hermanos. Bendita sea la hora en que lo pensó; bendito el
270 lugar donde tal pensamiento cupo; bendito sea el día en
que tal ordenó; bendita la boca que tal habló, y bendito
el que nos concedió y dió tal licencia que vayamos a re-
cebirlo.
— ¿Qué es esto, padre? ¿Por qué es menester comul-
275 gar? — Mirad, hay algunos que piensan en la pasión de
Jesucristo, y piensan en los bienes que nos causó, conocen
las misericordias que en ello nos hizo, que nos rescató del
poder del demonio, que nos dió la vida y descanso, nos
243 Cf. Ps. So, 17.
.263 Eph. 2, 13.
dió fuerzas para nuestros trabajos, medicina para nuestras
280 enfermedades, que nos alcanzó vida y gloria, y, con todo,
no estamos contentos ni alegres.
— ¿Que hay hombres de ésos, padre? — Sí. Mirad, ¡Je-
sús! Dios nos libre de tan poco esfuerzo; que de todas ma-
neras nos está ya perdonado. ¿Qué temes? "Cuanta dife-
285 rencia hay del cielo al abismo — dice San Agustín — , tanta
diferencia va de lo que Jesucristo pagó a lo que se debía".
Mira la altura de los cielos, mira él profundo de los infier-
nos, mira la diferencia que hay de lo uno a lo otro; que
no es nada en comparación de lo que Jesucristo pagó por
290 nuestros pecados.
Hay hombres que aun no se consuelan con todo eso;
dicen: "Padre, bien sé yo lo mucho que ganó Jesucristo
en la cruz; bien sé que remedió allí a todos; bien sé las
mdsericordias que nos ha hecho; pero ¿qué sé yo si querrá
295 ei qUe se particularicen en mí los merecimientos de su pa-
sión? ¿Qué sé yo si seré yo uno de aquellos por quien El
se puso en la cruz? Que de haber El muerto por todos, de
hab°r El redemido a todos, no hay duda; pero ¿qué sé yo
si soy uno de ésos, padre?" No creo que me entendéis las
300 ^ejecitas. ¿No habéis entendido? Pues escuchad. Habrá al-
guna que diga: "Bien sé yo que Jesucristo murió en la cruz
por todos; mas como eran tantos, ¿qué sé yo si allí se
acordaba El de mí?"
Eso, pues, hace la comunión, que sppas que se acordó
305 allí de ti. Pareció al que vino por nuestro consuelo, pareció
al que trujo un manto de consuelo para cubrir los descon-
solados, pareció a la magnificencia soberana de Jesucristo
dejarnos acá una prenda para que, poseyéndola, tuviése-
mos grandísima certidumbre moral que Jesucristo murió
310 por nosotros, y que cada uno piense y tenga por cierto
que por él particularmente murió, como si no hubiera más
que él solo. Pañis quem frangimus, nonne participatio cor-
poris est? Quoniam unus pañis et unum corpus multi su-
mus onmes qui de uno cálice et de uno pane participamus.
315 Cuando comulgas bebes un trago de caldo esforzado.
Cuando acá está uno muy malo, que ya no puede comer,
hácenle un poco de caldo esforzado con oro y con muchas
piedras preciosas y perlas, y danle de aquello a tragos.
Mirad, un trago de caldo esforzado recebís, que en su com-
320 paración todas las perlas y piedras preciosas son basura;
un bocado de pan vas a recebir, que vuelve el alma a su
lugar: Super aquas refectionis educavit me, et animam
meam convertit. Da esforzada confianza, da segurísima
286 Cf. San Agustín, In lo. Ev.. ir. 92, c. i«¡, 1 : ML 35, 186?
Bnarr. iu Ps. 148, 8 ■ ML 37. 1012.
31 1 Cf. 1 Cor. 10, T6-17. 323 Cf. Ps. 22, 2-3.
730
SERMONES. CICLO TEMPORAL
certidumibre moral que eres tú uno de aquellos por quien El
325 murió. Di, ¿comulga otro por ti? No, que no puede ser
(digo de los legos); sino tú comulgas por ti, y con tu boca
recibes a Jesucristo; en tu propio estómago lo metes. ¿Para
qué esto? Para que sepas de aquí adelante que, cuando te
llegas a comulgar, no es otra cosa sino particularizar en
330 ti los méritos de la pasión de Cristo y hacerte uno de aque-
llos por quien El derramó su sangre.
Tengo mucha compasión de veros tan desmayados, tan
tristes; que el uno falta aquí, el otro desfallece allí; ya
•le espanta la carne, ya la vanagloria, ya otras tentacion-
335 cillas. ¿Desmayados había de haber? ¿Desesperados había
de haber estando con nosotros Jesucristo? Sí, desmayados
estáis; sí, tristes; sí, desesperados, porque no sabéis comul-
gar: el uno llega tib;o, el otro desconfiado, el otro no lleva
más esperanza que lo ha de remediar Jesucristo que si allá
340 no fuese.
¿Qué es comulgar, di? Un certificarte, en cuanto es
de tu parte, que lo que- Jesucristo ganó en la cruz, es para
ti; para que sepas que la sed, hambre y cansancio, des-
honras, tormentos de Cristo, todo es para tu propio res-
345 cate. ¿Qué es comulgar? Hacerte saber que eres una de
las ovejas por cuyo amor derramó su sangre. Para eso abres
tú la boca y comulgas tú, para que sepas que Cristo se
cansó, lloró y gimió, le azotaron, le coronaron de espinas
y murió en la cruz por ti mismo.
350 No sabéis comulgar ¿Habéisme entendido? Creo que no.
¿Por qué no sentís provecho? Por-
que no sabéis comer. No hay manjar, por muy amargo
que sea, que, si no lo mascáis, sintáis su amargura. Si no,
miraldo en una pildora, que, con ser como una hiél, no se
355 siente, porque no se masca. Ni tampoco hay manjar tan
dulce, que, si os lo tragáis sin mascar, sintáis su dulzura.
¿Por qué no sabéis comulgar? Porque os tragáis el
Santísimo Sacramento entero y no lo desmenuzáis; que
si el sacerdote, antes que fuese a decir misa, pensase un
360 rato en los trabajos de Cristo; si se entrase un rato en un
rincón y se parase a pensar en aquella tristeza que Jesu-
cristo pasó en el huerto de Getsemaní; si te lo estuvieses
allí mirando con cuánta tristeza oraba al Padre, y te do-
lieses allí de El, y llorases y te entristecieses con El; y si
365 pasasps más adelante, cómo le prendieron y cómo iba aquel
benditísimo Cordero entre aquellos lobos rabiosos con tanta
mansedumbre; si te pasases a mirarlo cómo anda de juez
en juez; si tus ojos lo mirasen en aquella durísima columna
amarrado, desnudas sus carnes, y te parases a pensar cómo
370 ]as desmenuzan con crueles azotes; si un rato antes tu áni-
4;. SANTÍSIMO SACRAMENTO
731
ma se parase a mirar a Jesucristo, cómo lo coronaban de
espinas, y mirases por aquel rostro sacratísimo cómo co-
rrían arroyos de sangre ; si te parases a considerar cual iba
por aquélla calle de la Amargura, tan cansado con la cruz
375 por ti ; si 'lo considerases puesto después en ella con tanta
deshonra y tormento, tan blasfemado y hollado de todos;
si te parases a pensar esto, y dijeses: "¿Adonde voy? ¿Qué
voy a hacer? Señor, ¿que os voy a recibir a vos? Señor,
¿qué habéis vos de entrar en mi cuerpo? Bendito vos seáis",
380 y ¿cómo desfallecemos pensando en esto?
Si el sacerdote y el que va a comulgar desmenuzase muy
bien a Jesucristo primero, no dudo sino que sentiríades
grandísimo sabor y dulzura en comulgar. Pero no lo des*
menuzáis, no os aparejáis, ¿qué queréis que os haga?
385 Ojalá, hermano, os aparejásedes como para un convite
que hacéis a un amigo vuestro. Ver qué negociado andáis,
qué solícito, diligente, buscando lo uno y lo otro. No os
disponéis como sería razón; no hay más sino ¡alto! a
comulgar quiero ir; no lo habéis pensado cuando ya lo
390 tenéis hecho. En comulgando, ni os recogéis más que antes;
hacéislo como primero; en comulgando luego ¡alto! a la
plaza; ¡alto! a casa a comer las ollas, a entender el uno
con el otro; ¡alto! a la conversación y andar por ahí per-
didos. No lo desmenuzamos; no sentimos nada, porque no
395 rumiamos. Comémonos el pan de la fuerza, y quedámonos
desmayados y flacos; comémonos el pan de alegría, y que-
dándonos tristes; comémonos el pan de la vida, y quedamos
amortecidos como antes.
¿Qué es comulgar? El Santísimo Sacramento es man-
400 jar para flacos, manjar de desmayados, de tristes, llo-
rosos, desconsolados, manjar de pobres. En recibiéndole,
di: "Comulgado he; he sido participante de lo que ganó
la sangre de mi Señor Jesucristo; mío es ya, con haber
comulgado, lo que El mereció; parte tengo en la herencia
405 que me ganó; participado he de sus merecimientos". Así lo
dice el apóstol San Pablo en la epístola que escribió a los
Hebreos: Participes Christi effecti sumus. Dice Santo To-
más que "así como el baptismo es entrada y puerta por
donde uno entra a ser partícipe de los merecimientos de
410 Jesucristo, ni más ni menos la santísima comunión es una
señal de que eres uno de aquellos a quien ha de aprove-
char la pasión y muerte de Jesucristo". ¿Qué quiere decir:
"Comulgado he"? He participado de lo que Jesucristo pasó.
— Padre, pues tanto bien gano en la santísima comu-
415 nión, ¿cómo no la siento? Que ni tengo acá dentro senti-
407 Cf. Hebr. 3, 14.
412 Cf. Santo Tomás ni Aoriso, Summa theoL, q. -q, o. 1 ;
q. 62, a. 1.
732
mientos como otras personas, ni consolaciones, ni otras
cosas de éstas. — Eso, hermano, nuestro Señor lo da a
quien El es servido, no tengas tú cuidado de eso; bástate
que recibes lo principal, que es la gracia para la gloria
120 que esperamos, si bien comulgaste. ¿Pues qué más quieres?
"Comulgado he", no quiere decir otra cosa sino "uno soy
de aquellos para quien Jesucristo quiere su gloria".
Hermano, el rey te ¿Por qué no queréis comulgar? ¿Por
llama a su mesa <lué no queréis ser participante de
425 los trabajos ajenos, convidándoos
con lo que otro trabajó y sudó, y no lo queréis? ¿Quién
nunca vido tan grande locura?
Cuando van a dar el Santísimo Sacramento a los en-
fermos, díceles el sacerdote: "Hermano, dad gracias a Dios.
430 que os ha dejado recibir el cuerpo santísimo de nuestro Se-
ñor Jesucristo". Pluguiese a su Majestad, y no dijésemos
noches y días otra palabra. ¡Oh, qué palabras para dete-
nernos en ellas toda nuestra vida y no predicaros más!
Pluguiese al Espíritu Santo — pues a El toca este negocio — ,
435 y viniese en nosotros, para que de verdad dijésemos: "Her-
manos, demos muchas gracias a nuestro Señor, que nos
ha dejado recibir su santísimo cuerpo". ¡Oh Señor, bendita
sea tu misericordia! Y lo que tú ganaste la lanza en la
mano, es nuestro consuelo abrir nuestra boca, recebirte y
440 comerte con el aparejo debido. Lo que El sudó y trabajó
con malas noches y peores días, es nuestro con tan poco
trabajo. ¡Oh, bendita sea, Señor, la hora en que ordenaste
de hacerte nuestro manjar!
Muy grandes mercedes hace Dios a quien El da gracia
445 para que se confiese y comulgue: Nam etsi ambulavero in
medio umbrae mortis non timebo, d;ce David: Si anduvie-
re en medio de la sombra de la muerte, no temeré. Aunque
los pecados me persigan y me digan: "Anda, vete, mal hom-
bre; ¡y siendo quien eres, querrías tú ahora salvarte!";
450 aunque los demonios te hagan cocos, aunque todo el infierno
se junte a espantarte, aunque todas las tentaciones se junten
a querer derribarte, comulga y no temerás.
— Padre, ¿qué es comulgar? — ¿No rogaríades ahora a
Dios que nos enviase quien nos lo dijese y nos lo diese a
455 entender de veras? Dpcid: si tuviese el rey una mesa, como
en tiempo de los romanos, que tenían una mesa donde se
juntaban a comer de tanto a tanto tiempo. Los que unos
a otros se habían injuriado, los que habían reñido sentá-
437 Manúale Tolet., tít. 5, c. $, x ; «Ya que habéis recibido el
Santísimo Sacramento de la Eucaristía, que es el verdadero Cuerpo
de nuestro Señor Jesucristo, habéis de dar a su divina majestad
muchas gracias».
447 Ps. 22, 4.
SANTISIMO SACK VMhMU
733
banse todos a aquella mesa, y, en asentándose, no había
460 más enojo ni más enemistad entre aquéllos; llamaban la
mesa de la amistad, la mesa de la paz. Nuestra mesa es
ésta, hermanos; mesa de paz entre Dios y los hombres,
mesa de concordia, mesa de caridad, mesa de comunión, de
pobres y ricos, el altar donde comulgamos es; que el altar,
465 mesa significa. Decid: si dijese el rey y mandase pregonar
por todo el mundo: "El que me ha hecho alguna traición,
si me ha ofendido en algo, por la cual injuria merecía la
muerte, doy señal, que si yo le convidare para que venga
a comer a esta mesa, que yo le he perdonado". Si hubieses
470 tú hecho alguna traición, si te enviase a llamar el rey para
que comieses con él, ¿qué alegría sentirías, qué regocijo,
qué placer? "¡El rey me ha enviado a llamar para que
coma con él, luego perdonado me tiene!" ¿Sería menester
llevarte por fuerza? ¡No sería menester excomulgarte!' ¡Oh
475 Señor, bendito seas para siempre! Pues hombres hay ahora
que, si han de comulgar de año a año, los han de llevar
por fuerza, y a poder de excumuniones, y se les hace más
de mal, y que tiemblan de ver venir el día en que han de
comulgar. ¡Ah!, y si no los castigasen, no lo harían tarde
480 ni temprano. Digo de parte de Dios que no estáis los tales
a un canto de real de ser herejes. ¿Y de dónde, negro, se
han levantado las herejías que se han dicho del Santísimo
Sacramento? De no comulgar, de dejarlo olvidar el que
no lo recibió sino de año a año. Dios nos guarde por quien
486 El es; D.os nos guarde y tenga que no caigamos.
Tenéis a Jesucristo entre vosotros, ¿y no lo miráis con
los ojos que sería razón; no se lo agradecéis, no os apro-
vecháis de sus misericordias? Si comulgásedes muchas veces
con devoción, con humildad, iríades de buena gana a la
490 mesa de paz. ¡Qué nueva para el encarcelado, que está
esperando cuándo lo han de sacar a la horca!: "¡Hermano,
el rey te llama para su mesa!" ¡Qué nueva para tristes,
para desmayados, para los que han ofendido a Dios!
Vete, hermano mío, a la mesa; que si vas triste, vol-
495 verás alegre; si vas desmayado, volverás con esfuerzo.
Llégate a la mesa; gozarás de un abrazo que allí da Dios
tan suave, que no se sabe decir. Allégate, hermano, que
allí está tu descanso, allí está tu placer, allí está tu gozo,
allí está la paz, allí está la gracia y después la gloria.
734
SLk.Mu.NES. CICLO TEMPORAL
48 LOS QUE NO SE MIRAN Y LOS QUE, MIRÁNDOSE
MUCHO, DESMAYAN
Día II de la octava del Corpus.
(Ed. 1596, I, pp. 210-224.)
Caro mea veré est cibus, et sanguis meus veré est
potus. Mi carne verdaderamente es manjar, y mi
sangre verdaderamente es bebida (lo. 6, [56]).
Ni no mirarse ni des- Dos peligros muy grandes, entre
5 mayar mirándose otros> traemos en esta vida, de
los cuales nos cumple apartar; he-
mos menester vivir con grande vigilancia para no caer en
ellos. El uno es no mirarnos, no tomarnos cuenta de quién
somos. El otro es, después de habernos visto, después de
10 haber sabido quién somos, desmayar. ¡Ay de quien no se
ha mirado! ¡Ay de quien no trae cuenta consigo y procu-
ra de saber quién es! ¡Y ay de aquel que, después que se
ha mirado y después que ha hecho la cuenta de lo que es,
desmaya ! El no mirarse, el no saber el hombre quién es,
15 acarrea un grande mal, que es soberbia, presunción, tener-
se en mucho, pensando que es algo. El haber puesto en sí
los ojos, el haber conocido lo poco que es, el haber venido
a conocimiento de cosa tan baja, [acarrea desmayo].
Hay hombres tan olvidados de sí, tan hechos a pecar,
20 tan hechos a tantas abominaciones, tan olvidados de quien
son, que no han puesto 'los ojos en su miseria y maldades.
Hay hombres tan olvidados de Dios, que tan de nuevo
pecan cada día, que hacen tantas abominaciones, que pa-
rece que no hay Dios que tal vea y castigue; parece que
25 no ofenden a la Majestad de Dios, pues que les deja pasar
con tantas maldades y no los traga la tierra vivos y los
sume en el profundo del infierno. Echado han atrás, olvi-
dado han, Señor, tus palabras en sus corazones; no hay
de ellos, Señor, quien de ti se acuerde ni de guardar tus
30 mandamientos; todo lo han olvidado: Dixit ins'vpiens in
cor de suo: Non est Deus. Dijo el malo en su corazón: No
hay Dios, no hay a quien toquen estos males que hago;
quiero vivir como se me antojare; yo haré lo que mi ape-
tito me dijere; quiero seguir mi carne en todo lo que ella
®5 me dijere; que no hay Dios que lo vea ni lo juzgue. Dijo
el malo estas cosas en su corazón, no con la boca. Da a
entender que es mayor mal decirlo con el corazón, por de-
cirlo en la parte afectiva — que allí está ser una cosa buena
o mala — , que decirlo con la lengua. Porque bien puede
40 uno decir una cosa con la lengua, aunque sea ella mala,
33 PS. 13, r.
48. DÍA 2.° DK LA OCTAVA PKL CORPUS
735
y no serlo, porque siente otra cosa en el corazón contraria
de aquélla; pero el que la dice con el corazón, es gran-
dísimo mal, como lo nota aquí el profeta de éstos.
Los que ofenden a Dios, el carnal, el avariento, el ho-
» mdcida, todo aquel que peca, con el corazón dice que no
hay Dios; profesas uno con la boca, y tus obras dan a en-
tender otro y que no sientes con tu corazón lo que con la
boca confiesas, dice el Apóstol. También tienen las obras
su manera de hablar, como la lengua. El que vive descui-
0 dado de ver quién es: "¿En qué ando? ¿Cuánto ha que
nací? ¿En qué he gastado mi vida? ¿Por qué he ofendido
tanto a Dios? ¿Por qué tantos pecados? ¡Oh miserable de
mi, qué ha de ser de mí! ¡Cuán olvidado estoy de mí! En
gran mal vivo, en gran peligro estoy; Dios haya miseri-
6 cordia de mí".
¡Ay del que no se mira! Miras tu haza, miras tu viña,
miras tu heredad, y tienes cuidado de ella; miras tu capa,
miras tus zapatos, y tienes cuidado de traerlos limpios; de
todo esto tienes cuidado de traerlo limpio, ¡y no te miras
►0 a ti, y haste olvidado de quién eres! De todo esto tipnes
cuidado, y estás olvidado de conocerte. ¡Ay de ti! "Rué-
gote — dice San Agustín — que tengas tanto cuidado de mi-
rarte a ti como lo ti?nes de limpiar tus calzas, como de lim-
piar tus zapatos. Si no dejas ensuciar la ropa que traes
» vestida, sino andas limpiándola, relimpiándola, ¿por qué
te olvidas de ti? No des al demonio fruto de ti, pues por
lo demás miras que no se pierda; ¡mírate!"
Si ahora no te mi- ¡Ay de aquel que no se mira! ¡Ay
ras, te mirarás en de aquel que de sí se olvida! Cuanto
0 el infierno menos te mirares ahora quién er^s,
tanto menos echarás atrás la mise-
ria, la hediondez y podredumbre que eres; tanto más te
mirarás y remirarás. Después que en los infiernos estés
ardiendo, hará Dios que te estés mirando, y será el mayor
1 tormento que tendrás mirarte. Querrás huir de ti, y no
podrás; querrás olvidarte de t\ y mientras Dios fuere Dios
te estarás mirando y te tendrás a ti mesmo delante de los
ojos, mirándote y remirándote y dándote vueltas, que no
qupde cosita de ti que delante de los ojos no la tengas.
» ¡Mírate!
San Agustín es uno de aquellos a quien acaeció esto
antes que nuestro Señor le hiciera las misericordias que
le hizo. Contábanle la vida d^ San Antón, aquellas virtudes
suyas tan altas, aquella vida tan perfecta. Como estaba
*> oyendo la vida del Santo, iba él dentro de sí comparándose
48 Gf. Tit. i, 16.
67 Of. s*x Agustín, Enarr. in Ps. 12^. ;-<s : MT. 37, ifi6n 5.
733
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a sí con el otro, y decía: "¡Oh santo Dios!, aquél tan lim-
pio y yo tan sucio, metido en otros mil cuentos de abo-
minaciones y suciedades; aquél tan abstinente y yo tan
glotón; aquél tan bueno y yo tan malo. ¿Qué ha de ser
90 esto?" Viéndose cuánto le encarecían la vida del glorioso
San Antonio, no quería más pensar en ella adrede ni quería
mirarse, por la suciedad y obscuridad de su corazón.
¿Hay aquí algún malo a quien acaezca otro tanto?
Predicamos aquí la ley de Dios y sus mandamientos; predi-
95 camos aquí la luz y clarísima doctrina del Evangelio de Jesu-
cristo; decimos aquí lo que os cumple de parte de Dios.
Cuando estáis oyendo, ¿no os estáis mirando vuestra mala
vida, vuestros pecados y abominaciones, y deseando que
acabemos para iros? Vaisos, y dejáislo olvidar, porque os
100 da pena, y os está escarbando la conciencia y diciéndoos
quién sois. Dejáislo olvidar, porque os escuece la luz de la
doctrina; no queréis que se os acuerde adrede, por no
pasar un mal rato; háceste olvidadizo de quien eres. [Es]
el mayor mal que hay en el mundo; Dios, por quien El es,
!05 lo remedie. Dilexerunt homines magis tenebras quam lucen.
Por esto se dijo: Amaron los hombres más las tinieblas que
la luz; abrazaron más el olvido de sí propios que el acor-
darse de quién son.
No es mucho pecar, hermano; pasión es, flaqueza es.
no Harás un pecado, y mañana te enmiendas; andar malo es.
Somos tan malos y flacos, que estamos sujetos a mil mi-
serias. Si cuando viene el pensamiento bueno que envía
Dios: "¿Qué hacps, pecador de ti? ¿En qué andas? Si ahora
te murieses, ¿qué sería de ti? Tactos años ha que naciste,
115 ¿qué es de lo que has hecho por Dios? Vuelve sobre ti, mí-
rate quién eres, deja esa mala vida", si lo recibes, ai lo
pones por obra, si no le dejas ir, la misericordia de Dios
te ha cercado; bueno estás, alaba a Dios. Pero si lo dejas
ir, si se te olvida, si no te acuerdas más de él, vaste por
120 ahí a pasear, no tienes más así que así, como si Dios no te
hubiera avisado con el pensamipnto bueno; desdichado de
ti, ¿para qué naciste, si no te miras y te acuerdas de ti?
Cuanto más te olvidares ahora de mirarte, más te mirarás
después, cuando traiga Dios una hora en que salga el ánima
125 de esas carnes, y vaya y se ponga delante el justo juicio de
Dios: S?atuam contra faciera tuam. Ponerte ha enfrente de
ti |"tu alma], cercada de demonios, cercada de -pecados, que
pone espanto mirarlos, y te los hasran mirar por fuerza, y que
tú mismo te condenes, y digas: "Justí^mamente mprezco los
130 infiernos". ¿Qué harás, desdichado, di? ¿No será bueno mi-
128 los] las || 141 no2] es pues add.
92 San Agustín, Confess., 1. 8, c. 6-7, 15-18: ML 32, 755-757.
ro7 lo. 3, 19. 127 Ps. 40, 21.
48. DÍA 2.° DE LA OCTAVA DEL CORPUS
737
rarte ahora, porque después no te hagan mirar por fuerza?
No te olvides de ti, acuérdate de quién eres. Señor, tenme de
tu mano, alúmbrame para que me conozca; aborrézcame yo a
mí porque te ame a ti. Ut nobis displicentes, Ubi placeamus,
135 para que desagraciándome yo a mí, contente a ti; queriéndo-
me mal a mí, quiera bien a ti. Con pensar quién eres, con la
pena que recibes de tus pecados, con ese temblor de la jus-
ticia de Dios, con esos trasudores, viene el bien; con esa
vergüenza que recibes en ver quién eres, vendrá tu salud y
140 remedio. De no acordarte de ti, de no procurar conocerte,
de no mirarte, de olvidarte, no sino grande vergüenza para
el día del juicio, grandes tormentos, suma desdicha.
Principio de salud Espera cuando estés muy corrido de
es el propio- cono- mirarte en ti de vergüenza, de mirar
145 cimiento una ^a de cuarenta años o cincuen-
ta, y que apenas podrás dar cuenta
de una hora buena y bien gastada: "¡Malaventurado de mí!
¿Qué he hecho? ¿En qué he andado envuelto? Olvidando a
El, heme olvidado a mí. He dejado a mi Dios, a mi Bien, a
150 mi Señor, por uno que, si lo conociésedes, no daríades por él
un cornado, antes huiríades de él cielos y tierra. ¿A quién
he dejado y por quién?" Cuando piensas que anima, quae
peccaverit, ipsa morietur, "¡qué haré yo, que he pecado, que
he ofendido a Dios! ¡Oh!, que si carga Dios la mano enton-
155 ees, ¡oh qué paso, oh qué angustia y por todas partes!"
Entonces es menester la ayuda de Dios mucho. Si así andáis,
por ahí anda Dios. Oculi sublimes hominis humiliati sunt,
et incurvabitur altitudo virorum, dice el profeta Esaías. Si
Dios ha andado por casa, abajádose habrán ya los ojos muy
160 altos, los pensamientos elevados. Un día antes que venga a
vuestras casas, será abajada la alteza de los varones; en
eso se verá si ha venido, si andan todos bajos y humildes,
derribados por tierra, si entendéis ya en pedir a Dios que
os perdone, y no en las vanidades pasadas.
165 Si Dios ha tocado vuestras ánimas, sentiréis una carga
de la Majestad de Dios, que os apesa y que da con vos en el
suelo y os abate, que no os oséis menear y digáis: "¿Quién
soy yo que he ofendido a tan alta Majestad? ¡Que gusano
de tierra ha osado levantarse contra tan gran Señor! ¡Ah,
1?0 desdichado de mí!" Y como al día del juicio precederán
aquellas señales tan espantosísimas, aquellos terremotos,
aquel fuego terrible, que ha de quemar todo el mundo, para
que los hombres tiemblen como hojas en el árbol, así tam-
bién, cuando Elias estaba en la cueva metido, vinieron pri-
175 mero grandísimos terremotos de aire y de fuego que viniese
153 Ez. i8, 4-
158 Cf. Is. 2, 17.
.Avila i
21
738 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Dios; de esta misma manera, en el ánima, un rato antes que
venga Dios, veréis el temblar: "¿Quién soy yo, que he de
parecer el día del juicio delante de Dios? ¡Oh desdichado
de mí, que mis maldades, mis traiciones, mis abominaciones
l&O han de parecer delante de los hombres y de los cielos y de
la tierra! Cuanto mal pensé hacer toda mi vida, todo ha de
ser descubierto. ¡Qué ha de ser de mí!" Día amargo, día del
parto es este día, día de dolor: Timar et tremor venerunt
super me. El temor y el temblor vinieron sobre mí, dice el
185 profeta David; el temor de ver quién soy, el temblor de qué
será de mí. Dolores inferni circumdederunt me. Los dolores
del infierno me cercaron, los dolores de los pecados, de las
maldades que he hecho. Así estoy condenado. "¡Oh Señor!,
que estoy aquí, y mi nombre en el infierno". Está entonces
190 el ánima tan arrecida, que no osará menearse, sino que pen-
sará que se ha de hundir la tierra con ella; está tan man-
sita. Y esto os doy por señal, si ha venido Dios a vuestra
casa, si estáis chiquitos, si estáis tamañitos, entonces, aun-
que sea el rey y el papa, está metido en un agujero, que,
1&5 aunque entonces le diesen de voces y de palos, no despegaría
la boca, sino diría: "Todo es poco para lo que merezco. Ha-
bía de estar ardiendo en los infiernos, ¿qué mucho que me
den una bofetada, que me huellen por ahí todos? Yo lo doy
todo por bien empleado, esto y más que hagan, porque haya
200 misericordia Dios de mí, porque no me eche donde merezco;
porque la Majestad de Dios me sea mansa, yo sufro todo eso
de buena voluntad".
Entonces, hermano, no habrá soberbia, no habrá tener
a los otros en poco; no habrá fantasía, sino humildad y an-
205 dar la boca por el suelo por mandado de quienquiera; olví-
danse las curiosidades; de todo cuanto antes se hacía, no
hay nada; ahora todo anda al contrario. Porque me perdo-
nen, dice el hombre, yo andaré hecho basura por ahí. Los
que se están enteros, los que no se han bajado, los que no
210 han perdido nada de su fantasía y de su locura y curiosidad,
los muy galanes, los muy elevados, no ha venido esta hora
por ellos. Si no están los soberbios quebrantados, si no están
por el suelo, no ha entrado Dios por su casa, no saben qué
cosa es Dios. Tiembla el que a Dios siente; tiembla, como
215 hoja en el árbol, de la justicia de Dios.
No desmayes. La Allí está el provecho, si te sabes apro-
comunión espiri- vechar, y el peligro, si no te sabes
tual te esforzará reSir: en eso está tu remedio si sabes
usar de ello, y tu daño si no te has
220 como te has de haber. Grandísima cosa es la comunión.
176 Ctf. 3 Reg. 19, 11-12.
184 Ps. 54, ó.
187 Ps. 17. 6.
48. DÍA 2.° DE LA OCTAVA DEL CORPUS
739
Ahí está tu salud si sabes aprovechar el comulgar, y tu
perdición si no te sabes llegar al Santísimo Sacramento
como es menester; ahí está el peligro, donde está tu salud.
Muy solícito anda el demonio por estorbarlo.
225 ¿Y por qué digo esto? ¿Quién nunca vido en tal día
como el de ayer, en la procesión donde va el cuerpo de Je-
sucristo, diablos llenos de cuernos y con unas malas vis-
tas? ¿Quién entremetió al diablo con el Santísimo Sacra-
mento? ¿Hay tal cosa en el mundo? No te espantes, si vas
230 a comulgar con deseo de aprovechar, con deseo de estar bien
con Dios, y allí va el demonio a decirte: "¿Qué haces? ¿Si
está ahí Jesucristo o no está ahí?" Pónete mil dudas y es-
crúpulos. No te espantes ni cures de responder; hazte sordo,
no hagas caso de él.
235 ¿Qué cosa hay más alta ni más buena que la oración y
contemplación? Pues ahí ha cogido el demonio a muchos
livianillos, porque no saben regirse ni lo hacen con humil-
dad. Están el ojo tan largo a si ven algo, a si sienten algo.
No así, hermanos, no creáis de esa manera lo que el demonio
240 se quiere. Tráeles luego mil imaginaciones: "Sí vi; no vi".
Háceles pensar mil desatinos; créenlo ellos pensando que es
bueno; veislos ahí caídos.
Decid, ¿qué cosa hay más segura que temer a Dios, que
temblar de Dios? Pues hay ahí gran barranco, hay ahí armado
245 lazo. Bueno es conocer el hombre quién es, bueno es pensar
el hombre en sus miserias; pero ha de tener tiento; no ha
de pensar mucho. No has de ahondar mucho; no escarbes
mucho, que peligrarás. Cuando uno pasa un río, si no tiene
la cabeza buena, acaece que mira tanto al agua que corre,
250 que se le anda la cabeza y cae. ¿Qué remedio? No mirar al
agua, mirar la orilla, mirar la tierra firme. Bueno es pensar
los pecados, bueno es tener dolor de tu miseria, pero no
demasiado. No has de pensar luego que estás ya en el infier-
- no; no es posible, mira que se te anda la cabeza. No mires al
255 agua, mira que caerás muy presto, mira que eso es víspera
de la desesperación; no te mires de esa manera, mira a tierra
firme, mira que la misericordia de Dios te puede perdonar
eso, y muy mucho más que eso. No seas loco; guárdate, mí-
rate con prudencia.
260 ¿Qué remedio para estos dos males, para los que nunca
se miran y para los que, mirándose mucho, desmayan? Mi
carne — dice Jesucristo- — es manjar, y mi sangre cosa para
beber. ¿Si habrá aquí por ventura algún flaco desmayado
que diga: "¿Quién soy yo para ir al cielo?, ¿quién soy yo
265 para que Dios me perdone?", que está temblando de Dios?
¿Si habrá aquí alguno que vence su carne y la trae sujeta,
263 Cf. lo. 6, 56.
740
SERMONES. CICLO TEMPORAL
que vence su soberbia, que vence sus pasiones y se enseñorea
de todas ellas? Si hay aquí alguno que de tal manera se ha
con las cosas de acá, que parece que no está en ellas; si hay
270 aquí alguno que de tal manera está en el mundo, que no vive
conforme al mundo, y con todo eso anda flaco, temeroso y
desmayado, a este tal dice Jesucristo nuestro Señor: "No
desmayes; esfuerza, prosigue lo que comenzaste; no desfa-
llezcas en la mitad del camino, que de todo es remedio mi
275 carne. No te espanten tus males ni tus pecados, que de todo
es cura y medicina mi carne; esfuerza a tu flaqueza, dará
fuerza a tu desmayo; quitará todo el miedo y en su lugar
porná grandísima confianza; quitará el temor y darte ha
sosiego. Mi sangre refrescará tu sequedad, recreará tu áni-
280 ma, esforzarla ha. Más puede este santísimo manjar para
alegrarte que tus pecados a entristecerte; más te esforzará
y confortará este manjar que los demonios y el ver quién
eres te puede desmayar. Mi carne — dice Jesucristo — es ver-
dadero manjar,
285 Digamos un poquito de la comunión espiritual, que otro
día diremos de la sacramental. Todo el esfuerzo que pone
un manjar bueno en un cuerpo enflaquecido y desmayado,
ese mismo pone la carne de Cristo a un ánima desmayada,
desesperada y flaca, que ya está para perderse. Dios me dé
290 gracia que os lo sepa decir, y a vosotros para que lo sepáis
oír, y vais hartos, gordos y consolados y muy esforzados.
Creedme, que, si entendiésedes que está muy gran parte de
vuestro consuelo en saber comulgar espiritualmente, espe-
raría en nuestro Señor que iríades consolados y alegres.
295 ¿Qué quiere decir: Mi carne es manjar? No habéis de en-
tender que quiere una ánima la sangre de Jesucristo para
sustentar el ser natural que tiene, porque los del infierno
vivirán para siempre, sino el ser sobrenatural, con lo cual
vivirá el ser natural para siempre en el cielo. A semejanza
300 de esto, comulgando y comiendo y recibiendo a Jesucristo,
se te da ya, no señal, sino el mismo Señor que todo lo crió
y todo lo sustenta, y cielos y tierra están en su mano; ¿y pá-
raste, con todo eso, a escrupulear si te dan la hacienda, dán-
dote al Señor de la hacienda? Quomodo enim cum illo non
305 omnia nobis donavit?, dice el Apóstol ad Romanos. ¿Cómo
no nos dió con su Hijo todas las cosas? Quien lo entregó a la
muerte por nosotros, y porque viviésemos, y lo bajó por en-
salzarnos a nosotros, ¿qué no se esperará de El? Pues quien
nos dió el reino, nos dará el reinado; quien nos dió el Señor,
*10 nos dará el señorío; quien nos dió tan bendito Hijo, en quien
están y resplandecen todas las cosas, bien se sigue que nos
ha dado todo lo que es del Hijo. Pues en testimonio que te
304 Rom. 8, 32.
49- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
741
han dado parte en sus méritos, el ser ya mantenimiento de
sus lágrimas, lo que merecieron sus tristezas, con tantos
315 azotes, corona de espinas, tormentos y muerte, te mandó co-
mulgar, y ordenó la santa comunión para que confieses que
Dios te quiere bien.
¿Qué mesa hay que pueda dar lo que ésta da? Pues en
testimonio que eres uno de los que han de ir al cielo, comes
320 tú a Dios y te come El a ti: que te tornas parte de su cuerpo;
esto quiere decir que come Dios^ ti y tú a El. Que te torna
El a ti en parte de su cuerpo, es encorporarte en Dios, ha-
certe parte suya. No como acá, que si tú comes una lechuga
o otro manjar, aquello se torna substancia de hombre. Tú
325 no conviertes al Santísimo Sacramento en tu substancia, sino
El a ti en la suya, como hemos dicho. Este divino manjar te
dará fuerza, darte ha confianza, darte ha gozo y alegría,
darte ha una paz verdadera para siempre.
49 Vlvo YO, YA NO YO; VIVE CRISTO EN MÍ *
En la Infraoctava del Corpus
(Ruma, BLbl. Naz. Vitt. Em. II, Ms. Gcs. 1X72, fif. 302 v - 306 v: ¡n-
camipleto)
Cato mea "tere Mí cibus, et sanguis mcus veré est
fiohis (lo. 6, 15<"'J ).
Exordio: Tres ánge- En los tiempos pasados leemos
les visitan a Abraham que, estando un día Abraham a
5 la puerta de su casa, vinieron por
allí tres ángeles, y como tenían entonces costumbre de
aposentar los extranjeros, rogóles que no pasasen adelante,
sino que tuviesen por bien de reposar un poquito en su casa.
He aquí recibidos los huéspedes, ¿qué comerán? No pen-
10 séis que es gente ansí como quiera, para que baste darles
cualquiera comida, que ángeles son. Dijo a su mujer Sara:
Corre, toma tres celemines o medidas de la flor de la
harina y mézclalas y haz unos panes en el rescoldo para,
que coman los huéspedes, y date prisa. Y él fué a corre
15 más corre al hato de sus vacas y trajo un becerro muy
gordo y muy tierno, el mejor que había en el hato, y diólo
a su mozo y di jóle: "Corre, adereza ese becerro y cuécelo
para que coman los huéspedes, y date prisa". Dióles, pues,
de comer, y fué tan bueno el convite y súpoles tan bien
20 la comida, que, acabados de comer, le echaron por bendición
a Abraham y a Sara, su mujer, que temían un hijo, del
cual había de nacer el Mesías. Ansí de poca era la ben-
dición.
• En el Ms. romano aparece sin otro título que el tema :
Caro mea... 22 Of. Gen. 18, 1-10.
742
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Usáis en vuestras costumbres, y en ley de buena crian-
25 za pasa ansí, que visitáis a los que os visitan. Las señoras
sabrán bien esto, que no visitan a nadie de balde, si no
'las visitan también a ellas primero, por manera que, si
diez las vienen a ver, a todos se obligan a visitar. Por
cierto, gran cansancio es. Estamos en el convite que Dios
30 nos ha hecho. Pues ¿no le convidaremos nosotros a El,
pues nos ha convidado El primero a nosotros? ¿Seremos
tan mal criados que no le roguemos que coma con nos-
otros? Tenemos hoy tres convidados, que son los tres án-
geles, los cuales significan a la Santísima Trinidad, y que
36 sea ansí parece, porque una vez hablaba Abraham con ellos
como con uno solo y otras veces como con tres. Tenían
gran gana 'los ángeles de comer. ¿Qué quiere decir? Que
tenía gran gana la Trinidad de ser convidada con cosa sa-
brosa y agradable. Así estaba Dios harto de los convites
40 y sacrificios de becerros y cabrones. Había[njle dado ya en
cara las ofrendas de sangre de animales. No quiere agora
ya nada de esto. Quoniam, si voluisses sacrificium dedis-
sem utique, holocaustis non delectaberis, dice el profeta
David. No había acá en la tierra cosa de ver con que Dios
46 fuese convidado; por esto nos envió el manjar del cielo
que comamos nosotros, y con que le convidemos a El, y
que le ofrezcamos. Y fué tan agradable este manjar a Dios
y súpole tan bien, que echó por bendición a Abraham que
temía hijos, no de carne, sino de espíritu, porque más
60 hijos son los que vivieron como Abraham que no los que
tuvo de carne.
Toma tres medidas de la flor de la harina, dijo Abraham
a su mujer Sara, y cuécelo en el rescoldo. — ¿Qué pan es
éste, que parece tan bajo, cocido en el rescoldo? — El que
56 descendió del cielo: Ego sum pañis vvvus qui de cáelo des-
cendí. De tres medidas se hizo este pan, de la flor de lo
mejor de la harina, que quiere decir que hay allí tres cosas
que son metro y mensura de todas las otras cosas, y que
cuanto las cosas todas del mundo más se allegan a ellas,
60 más perfectas se hacen. — ¿Qué hay allí en el Sacramento?
— ¡Oh Señor, y quién nunca de otra cosa se acordase! ¿Qué
hay allí? Dios sobre todas las cosas. — Mirad, también está
en todas partes. — Es verdad, pero no tan maravillosamente
como allí. — ¿Qué más hay allí? — El ánima de Jesucristo,
[65 que es flor de todas las ánimas, más alta que los serafines
en esencia, aunque más baja en naturaleza. — ¿Qué más
hay allí? — CLa carne de Jesucristo, flor de todas carnes.
— -¿Qué hay allí? — Tres excelencias, tres sustancias y una
40 Cf. Is. r, 11
43 Ps. 50, 18.
56 lo. 6, 51.
4Q. EN LA IXFRAOCTAVA DEL CORPUS
743
persona — ¿Qué pan es éste? — >¡Y qué pan es éste cocido
70 en el rescoldo!, que quiere decir que parece tan bajo Jesu-
cristo, que no parece, a lo de fuera, sino un puro hombre,
tan trabajado, que desde que nació en este mundo hasta el
punto que murió nunca tuvo una hora de descanso: ¡qué de
hambre, qué de desnudez, qué de frío, qué de necesidades
75 padeció! — ¿Quién hizo el otro pan? — Sara, la estéril, y
que no paría por dos cosas, por ser vieja y por ser estéril.
— ¿ Quién fabricó y amasó estotro? — La Virgen María,
nuestra señora, la cual no era estéril ni vieja; y ansí mayor
milagro fué concebir la Virgen y parir virgen, aunque era
80 moza y no estéril, que no parir Sara siendo vieja y estéril.
Dióse prisa Sara a obedecer el mandamiento de su marido
Abraham. Dióse prisa la Virgen a decir: Ecce ancilla Do~
mini, y luego vino el Verbo de Dios. Veis aquí las tres me-
didas — Tomó el mozo de Abraham el becerro y aderezólo
85 y cociólo a gran prisa, sin hacer proceso.
Quedó tan contenta la Trinidad de su obediencia, sú-
pole tan bien este ofrecimiento suyo por el remedio de loa
nombres, que le echó por bendición que te [r] nía muchos hijos
no de carne. Abraham hijos tuvo de carne, mas no de
90 Sara, porque los que tuvo de Sara no fueron de carne,
sino de espíritu, sobrenaturales; lo cual significaba a los
hijos de gracia de Espíritu Santo, significados en Isaac,
los cuales no habían de nacer de sólo el libre albedrío, sino
de la fe principalmente, y también del libre albedrío. ¡Qué
95 de estos hijos hubo, qué de mártires, qué de vírgenes, qué
de homlbres que dejaron y menospreciaron en este mundo
lo que en él florece por seguir a Jesucristo! — ¿De dónde
todo esto? — Del sabor que recibió la Santísima Trinidad
de este convite. De manera que hemos de ofrecer a Dios su
100 unigénito Hijo, crucificado y muerto, cuando quisiéremos
alcanzar de El, confiando que, por amor de El, no nos ne-
gará nada de lo que le pidiéremos. Y porque en este ser-
món hemos de hablar de este bendito Pan, y no podemos
sin su gracia, pidámosela, y pues la Virgen María es la que
105 lo amasó, supliquémosle nos alcance la gracia para bien
hablar de El y para bien obrar.
¿Qué es comulgar Atajóme mi mala disposición esto-
espiritualmente? tro día diciendo qué cosa era comul-
gar espirituaimente, y creo que que-
110 da algo declarado en los sermones pasados. — ¿Qué es?
— [Que] pensando vos que Jesucristo se hizo hombre y
murió en la cruz por vos, cobráis una fuerza y estáis muy
100 Quisiéramos
»3 Le. i, 38.
744 SERMONES. CICLO TEMPORAL
confiado que os ha perdonado Dios vuestros pecados y que
os ha dado su gracia; pensando vos: "Un precio, un res-
115 cate se ha dado por mí, un sacrificio se ha ofrecido por mí
que quema, deshace y consume todos mis pecados y hace
que Dios no se acuerde más de ellos para castigarme por
ellos", digáis con e] apóstol San Pablo: Vivo autem iam
non ego, vivit vero in me Christus, quod autem vivo in
120 carne, in spe vivo filii Dei. Vivo yo, ya no yo, mas vive
en mí Jesucristo. Vivo yo, ya no yo. No vivo ya para mi,
sino para que viva Cristo en mí, y mientras vivo en esta
carne, vivo en esperanza que soy hijo de Dios y de que me
tengo de salvar.
125 Ya os dije que, cuando comulgábades, comíades vos lo
más flaco; pero que no comíades lo más fuerte, antes ello
os comía a vos. En romance: que vos tomáis todos los acci-
dentes. Mirad, allí en el Sacramento hay dos cosas: una
más fuerte y otra más flaca; los accidentes son la cosa
130 flaca, que son aquella blancura y cantidad que allí veis;
el cuerpo de Jesucristo es la cosa fuerte. Pues mirá:- lo
flaco digerís vos, que son los accidentes; lo fuerte no lo di-
gerís, antes El os digiere a vos, no en el ser natural, sino
en daros nuevo ser, en cuanto al ser bueno, renovando y
336 sustentando vuestro entendimiento, para que verdadera-
mente le conozcáis como es menester que El sea conocido;
dando ser a vuestra voluntad y esforzándola, para que le
améis sobre todo cuantas cosas hay en el mundo; dando
también ser a vuestra memoria y despertándola, para que
140 siempre de El os acordéis. Las especies de pan y vino, de-
bajo de 'las cuales recibís el cuerpo de Jesucristo, certísi-
mamente las digerís y se convierten en sustancia vuestra,
y el cuerpo de Jesucristo os dig[i]ere a vos y os convierte
en sí y hace una misma cosa con él. Una, digo, no en uni-
14S dad de persona, sino que Jesucristo os da ser y os sustenta
como un injerto, que recibe el jugo del árbol en quien está
injerido, mas cosa distinta es del árbol. Como el árbol sus-
tenta y da jugo al injerto, ansí, mediante la confianza que
dijimos, vos estáis arrimado en Cristo y El os da fuerza
150 y sustenta; El os da ser y de El recibís el jugo para que se
produzga e'l fruto de vuestras buenas obras. Es muy buena
la comparación y por ella entenderéis muy fácilmente qué
cosa es la comunión espiritual.
Decid: — ¿ Quién sustenta a quién? ¿La cepa al sarmien-
155 to o el sarmiento a la cepa? ¿Quién recibe jugo de quién?
¿La cepa del sarmiento o el sarmiento de la cepa? — El
sarmiento no sustenta a la cepa ni le da jugo, antes la cepa
125 os] nos 148 al] é
123 Cf. Gal. 2, 20.
4Q. EN LA 1NTRAÓCTAVA DEL COR1TS
745
sustenta al sarmiento. — Pues Cristo es la cepa, y El os
sustenta y da ser. ¿No lo dijo así Dios a San Agustín?
160 "Manjar soy de grandes; crece y comerme has. No me mu-
darás tú a mí en ti, sino yo te mudaré a ti en mí; no me
convertiré yo en sustancia tuya, sino tú te convertirás en
la mía". Luego esto es comulgar espiritualmente; recibir
una fuerza en Cristo, una confianza de que os ha perdonado
165 y que sois uno de los que han de ir al cielo y manteneros tanto
de esta esperanza, que digáis con el Apóstol: Vivo yo, ya no
yo. — -¿ Desde cuándo, San Pablo? — Desde que comá a Je-
sucristo, ya no soy [y] o; desque Cristo vive en mí, me-
diante la comunión espiritual y la confianza de que soy
170 hijo suyo, ya no soy yo.
Sentido de San Dio- No querría jamás daros muchos
nisio: Mi honra, la sentidos en la Escriptura, y aquí
de Cristo querría daros dos. Cuando viéredes
alguno que, declarándoos 'la Escrip-
ia tura, os dijere: "Esto se entiende ansí, o ansí, o ansí",
duelos tiene que no lo entiende. Dice San Dionisio que quie-
re decir esto. Como cuando una madre quiere mucho [a] su
hijo, que anda su vida colgada de la del hijo, y si salud
quiere es por gozar de la del hijo, no tiene más alegría de
180 la que tiene su hijo, no más contentamiento del que tiene
su hijo; como decía el Apóstol a los de Tesalónica: Nuno
vivimus, si vos statis in Domino. Mirad, no me preguntéis
cómo estoy, sino mirad qué tales estáis vosotros: Si estáis
tristes, yo estoy triste; si estáis en pie, bueno estoy yo;
185 si estáis caído[s], malaventurado de mi. Este sí es buen
predicador, que no los que son el día de hoy, que no hacen
sino hablar. ¿Pensáis que no hay más sino leer en los li-
bros y venir luego a vomitar aquí lo que habéis leído?
— ¿Cómo estáis, San Pablo? — Estoy como la sombra con
190 él cuerpo, que, dondequiera que va el cuerpo, va allá la
sombra; mi alegría depende de la vuestra; mi descanso
está colgado del vuestro; no tengo más vida de la que vos-
otros tenéis. Vivo yo; yo me vi en Cristo que estaba muer-
to, cuando era un soberbio, fantástigo; cuando no tenía
196 cuenta sino con la honra y vanagloria de este mundo, cuan-
do no conocía a mi Señor Jesucristo. Vivo yo después que
amo, porque yo me vi en Cristo que no amaba. Vita animae
amor est, qui non amat mortuus est. Vivo yo, el casto, el
humilde, el enamorado, el confiado, ya no yo: no vivo yo
158 Cf. lo. 15, 5-
163 Cf. San Agustín, Serm. 130, c. 1, 1 : ML 38, 729.
177 Pseudo-Dioxisio Arf.opagita, De div. nom., c. 4, 13 : MG
711.
182 1 Thess. 3, 8.
746 SERMONES. CICLO TEMPORAL
200 para mí, no como para mí, no bebo para mí, no duermo
para mí; no tengo en nada cuenta conmigo; ya no hay Pa-
blo, no hay más de Jesucristo. Si como, para servicio de mi
Señor Jesucristo como, si duermo, si descanso, si alguna
cosa hago, no miro en ello mi provecho, sino la honra de
205 Jesucristo. Como vos, que queréis mucho a vuestro hijo, es-
táis trasladada en él, y vuestra salud y vida colgada de la
suya, ansí San Pablo estaba trasladado en Jesucristo; no
buscaba su honra, sino la de Jesucristo. ¡Sea honrado Je-
sucristo, y ésta es mi honra, aunque por ello a mí me
210 deshonren! Esté Jesucristo asentado en el bien, y yo en el
mal. No busco mi descanso, sino agradar a Jesucristo. Ya
no hay Pablo, no hay más de Cristo. Este es el sentido,
y de San Dionisio, y viene bien para la comunión. Esto es,
pues, comulgar espiritualmente: que os paséis, os trasla-
215 déis vos en Jesucristo, y toda vuestra vida y vuestra salud,
vuestro descanso, vuestra alegría, vuestra honra, esté col-
gada de 'la de Jesucristo.
¡Oh grandeza de Dios!, ¿y qué hacemos? De decir de
El nunca acabamos. ¿No veis que es Cordero, que, aunque
220 muchas veces le comemos, se queda vivo? ¡Oh, bendita sea
tu misericordia, bendito sea el abismo de tu ánima, que
cuando Abraham estaba a la puerta de su casa, en mitad
del recio calor del sol de mediodía, vinieron por allí los
ángeles y le hizo el convite que arriba vimos, y un día an-
225 tes que Jesucristo hiciese la mayor prueba del amor que
nos tiene, nos convidó a este bendito Pan, que es su cuerpo
sagrado. Cuando más ardía el fuego de su amor para con
nosotros en su bendito corazón, instituyó este Santísimo Sa-
cramento, que fué un día antes que padeciese. ¿Pues espan-
to táisos que sepa a amor lo que se hizo en víspera de tanto
amor? Cuando comulgas, di: "¡Oh luz que alumbras la obs-
curidad de mi ánima y ámasme tú tanto a mí!, ¿y no te
amaré yo a ti? ¿Diste tú a mí y no me daré yo a ti? ¿Tú
en mí y yo no en ti? ¿Diste y entregaste tu vida por mí y
236 viviré yo más para mí? Yo soy tu esclavo, Señor; yo soy
tu siervo; tú me compraste y me redemiste. A ti debo la
vida de mi ánima, tuyo soy en muerte y en vida. Esté yo
triste porque estés tú alegre, trabaje yo porque descanses
tú, deshónrenme [a] mí porque honren a ti". Esto has de
240 hacer para que busques la honra de Cristo y olvides la tuya,
para que busques el descanso de Cristo y no el tuyo, su
provecho y no el tuyo, Sicut sacer Ule amator lesu dicebat:
Vivo autem iam non ego, vivit vero in me Christus. Este
es el sentido de San Dionisio.
205 Cf. 1 Cor. 10, 31.
223 Cf. Gen. 18, 1.
243 Gal. 2, 20.
49. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
747
2*5 Otro sentido: Vivo en Otro más a propósito dé para la
la esperanza de ser comunión espiritual. — ¿Qué cosa
justificado por Cristo es- <lue quiere decir: Vivo yo, ya
no yo? — No me rijo por mi pa-
recer, sino por el de Cristo ; no tengo yo fuerzas para amar
260 a Dios, Cristo es el que me las da; no tengo arrimo sino el
de Cristo. En romance: Todo el mal es mío, y el 'bien que
hay en mí, de Jesucristo es. Cristo es el que me gobierna,
sustenta, rige, y da ser, y enciende para que le ame. Vivo
yo, ya no yo. No soy [y] o el que sustento. — ¿Estáis muer-
255 to, San Pablo? — Quod autem vivo in carne, in spe vivo
filü Dei. ¡Oh qué bien sabía comulgar espiritualmente este
bienaventurado apóstol ! Lo que vi/vo en esta carne, en aque-
lla fe vivo de que se dio Jesucristo por mí. En mucho ten-
go ser hijo suyo. No desecho la merced que ama Jesucris-
260 to. Y murió por mí. Mirá no os engañéis, que ésta no es
lición de escuelas. No sabemos distinguir el predicar del
leer. Pensamos que no hay más de leer un libro y predicar.
Harto mal nos va por esto. Allá lo hace bien el que habla
bien, y conténtanse con decir un argumento bien dicho;
265 pero acá ese es buen discípulo el que obra y se le pega a las
entrañas lo que oye. La ley de Dios no es cosa de entendi-
miento, sino de voluntad; no es hablar, sino obrar, Dabo
legem meam in visceribus eorum et in corde eorum scribam
eam. Dice Dios por Jeremías: Yo les daré mi ley en sus
270 entrañas y la escrebiré en sus corazones. — ¿Qué es lo que
ha de escrebir? — 'Cosa de obras que se te han de pegar y
arraigar en tu ánima, con que vivas y te recrees; no pa-
labras ni sutilezas.
Pues cuando, pensando que Jesucristo bajó del cielo y
275 se hizo hombre, y pasó muerte y pasión por ti, quedare tan
contenta y tan satisfecha, tan esforzada tu ánima, que no
temas que tus pecados te han de dañar, que no hayas mie-
do a los diablos ni al infierno, que no te desmayen tenta-
ciones, mundo ni carne, ni cuanto te puede suceder de ad-
280 verso que te pueda estorbar el ir al cielo; cuando conside-
rando que se ha pagado un precio, que se dió un rescate por
ti, que se te ha mercado una medicina, unos emplastos con
que has sanado de todos tus pecados, que ya Dios no te
castigará por ellos, comulgado has espiritualmente. Cuando
285 tu ánima viviere en fe, en confianza de que eres hijo de
Dios y uno de los que han de ir al cielo, comulgado has es-
piritualmente. Cuando sintieres una seguridad de concien-
cia y de ella sacares este provecho, que Dios te ha perdo-
nado y que eres uno de los que se han de salvar, estonces
290 comido has.
256 Cf. Gal. 2> 20.
270 Ier. 31, 33 ; Hebr. 10, 16.
748
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Cuando comulgas, un pan comes, que no solamente res-
taura y acrecienta la vida, no solamente es vida de quien
tiene vida, pero da vida a quien no la tiene. Este sí es
manjar, que no esotros que no dan vida, antes, si coméis
296 mucho de ellos, la quitan. Cristo lo dice: Este es pan que
descendió del cielo, y el que lo comiere no morirá; y otra
vez: Ansí como Moisén puso la serpiente encima del palo
en el desierto, ansí conviene también que el hijo de la Vir~
gen sea puesto en una cruz, para que todo aquel que lo
300 mirare no se pierda, sino tenga vida eterna. Para esto vine
al mundo, para dar mda al mundo, dice en otra parte Je-
sucristo. Si estás muerto, vete a Cristo, que El es manjar
que te resucitará y dará vida. Sírvete de tu fe en esto, que
Jesucristo sólo es tu arrimo, tu esfuerzo, tu remedio, tu
305 vida, tu confianza, quien te rige, te gobierna, te da ser y
te sustenta. Echate a sus pies; dile: "Señor mío, ¡cuántos
milagros heciste en este mundo, cuántos muertos resucitas-
te, cuántos cojos sanastes, a cuántos ciegos diste lumbre, a
cuántos sordos diste oídos!, ves aquí un muerto, que no
310 tiene más de la lengua de vivo; aplica en mí lo que pa-
deciste; ayuda a mi flaqueza; alumbra mis ojos; haz que
oigan mis oídos tus palabras de vida; despierta mi ánima de
tan profundo sueño; haz con mi corazón que oiga tus pa-
labras; da gusto a mi paladar de tu dulzura, y haz que
315 pierda el sabor que toma de los pecados". Si cobras esfuer-
zo, si tienes esperanza y le llamas con amor, remediarte ha
y ayudarte ha. Si esto haces, no morirás; antes, si estás
muerto, El te resucitará porque es manjar que da vida.
Iustitia autem Dei per fidem Iesu Christi in omnes et su-
320 per omnes, qui credunt in eum: non enim est distinctio
iudaei et graeci: omnes enim peccaverunt, et [egent] gloria
Dei, iustificati gratis per gratiam ipsius, dice el Apóstol a
los Romanos. Por amor a Jesucristo, por la fe y confianza
que en El tienen, sale uno de grandes maldades de pecados.
325 j\jo hay pecado, por grave que sea, que por Jesucristo no
te sea perdonado de balde, sin costarte a ti nada.
Por eso, si estás malo, anda a Cristo, y sábete 'llorar,
que no es mucho que, si tienes mal, que te quejes y gimas
y digas el mal que tienes, para que seas sano; porque, si
330 tuvieses una espina metida por alguna parte del cuerpo,
que te diese mucha pena, si no dijeses por dónde estaba,
¿cómo habías de ser remediado, cómo te la habían de sa-
car? Anda, pues, a Cristo; cuéntale tu mal, descúbrele tus
llagas, llora allí delante de El, pídele remedio, porque, si
335 con fe y confianza le importunares, verdaderamente sana-
296 lo. 6, 50.
300 Cf. lo. 3, 14.
301 Cf. lo. 10, 10.
323 Cf. Rom. 3, 22-24.
49. EN LÁ EWFRAOCTAVA DEL CORPUS
740
rás y te sacará de todos tus pecados, aunque estés allá
dentro del profundo del mar y en el vientre de la ballena.
¡Oh, bendito sea tal manjar, que resucita y da la vida a
los muertos! Concluyamos: ¿Qué es comulgar espiritual-
340 mente? — 'Esperar y creer que por Jesucristo habéis de ser
remediados, justificados, salvos, y que vuestros pecados
han de ser perdonados, y no os ha de castigar Dios por
ellos.
Haced esto en — Padre, si todo nuestro bien está en te-
345 memoria mía ner esta ?e y confianza que decís en Je-
sucristo, en esperar por El todo el bien
que esperamos, ¿para [qué] quiso quedarse acá con nos-
otros y que comulgásemos sacramentalmente? ¿No bas-
tara tener esta fe y confianza en El? ¿No bastara estar muy
350 arrimados a El y pensar que todo nuestro bien nos ha de
venir de El? — El lo dijo, cuando hubo comulgado el Jue-
ves Santo en la noche: Hoc facite in meam commemoratio-
nem. Haced otro tanto como yo agora he hecho, para acor'
daros de mí. Señor, sois celoso, que queréis que no os ol-
355 videmos, sino que mostremos el amor que os tenemos en
acordarnos de vos. Y San Pablo dice: "Acordaos de El, no
olvidéis lo que por vosotros pasó. Acordaos de la pasión de
Jesucristo".
—Señor, ¿para qué se ha de acordar el condenado a
360 muerte del juez, el ladrón del justiciero? Yo soy malo, y
un infernal, que merezco arder en el infierno. ¿Cómo que-
réis, Señor, que me acuerde de vos, que sois el juez que
me habéis de absolver o condenar? — -No quiere Dios esa
manera de acordarte de El cuando comulgas. No quiso El
365 decir que te acordases de esas cosas. Memoria Iosiae in
compositione odoris facta opus pigmentarii. Quasi mel in-
dulcabitur eius memoria in omni ore. La memoria de Josías
así es como una poma de olores de mano del almizclero, y
ansí como miel será dulce en toda boca. Y si tan dulce es
370 la memoria de Josías, ¿qué será la de Jesucristo, que es
la misma miel y dulzura, que es la misma suavidad de bue-
nos olores? No te manda Jesucristo que te acuerdes de cómo
es riguroso ni de su justicia, ni de cómo tiene infierno, sino
que es blando, amoroso, y que tiene muchos regalos para
375 ti. Vido El los contrarios que en e*ita vida tenías, tantos
demonios, la carne con tantos y tan blandos deleites, el
mundo con sus locas y vanas promesas, tantas adversida-
des como aquí suceden en este destierro, y que para vencer
y resistir tú todo esto habías menester acordaros de El.
336 Cf. Ion. 2, 1 ss.
354 Le. 22, 19; 1 Cor. ii, 24.
35S Cf. 1 Cor. 11, 26.
369 Cf. Eccli. 49, 1-2.
750
SERMONES. CICLO TEMPORAL
3&0 Pues por eso dijo: Acordaos de mí, y estaréis esforzados
y consolados; ninguna cosa, por recia, por adversa que os
suceda en esta vida, os dará pena; ni la carne, ni el mundo,
ni el diablo podrá con vosotros para venceros.
¿Y quién no se esforzará, quién no cobrará ánimos?
885 ¿Quién no estará alegre y contento acordándose de Jesu-
cristo? Quare tristis est anima mea et quare conturbas me?
¿Por qué estás triste, ánima mía; por qué me turbas y
afliges con tantos desconsuelos? ¿Qué has? ¿Qué desma-
yos son estos que tienes? Propterea memor ero tui de térra
390 Iordanis, et Hermoniim a monte módico. ¿Qué remedio para
alegrar la tristeza de tu ánima, para esforzar tus desma-
yos? Por eso yo me acordaré de tfit de la tierra de Jordán
y desde el monte pequeñito de Hermán, dice el profeta Da-
vid: Cuando me sintiere desconsolado, yo me acordaré de
395 ti, Señor, primero desde el río Jordán, que quiere decir:
yo me acordaré de ti, que fuiste bautizado en el río Jor-
dán para dar fuerza a mi bautismo, mediante el cual fui
reengendrado en el Espíritu Santo y admitido a la compañía
de la Iglesia santa, católica, y tenido por hijo tuyo. Y acor-
400 darme he también del monte chiquito de Hermón; acordar-
me [he] del monte Calvario; acordarme he de tu pasión en
mis trabajos, en mis necesidades, en mis tribulaciones, en
mis tristezas. Acordarme he de las tuyas, y serán remedio
para mi ánima. Acordarme he cómo en virtud de tu pasión
405 son dadas fuerzas a mi libre albedrío, porque de mí solo
no puedo nada; solamente puedo hacer mal de mi cosecha;
bien ninguno no, si no es ayudado de los merecimientos de
lo que por mí padeciste, por lo[s] cuales se me da la gra-
cia, mediante la cual puedo todas las cosas en ti.
410 Cuando estás atribulado, cuando estás afligido, cuando
triste y angustiado, piensa en la pasión de Jesucristo. ¿Date
pena la pobreza? Míralo desnudo en la cruz. ¿Aflígete la
carne con sus delicados regalos? Míralo en la columna que
parecía que estaba desollado de los azotes. ¿Duélete perdo-
415 nar a quien te ha injuriado? Míralo...
50. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
751
50 Sacramento de amor que enciende nuestro amor
En la Infraoctava del Corpus
(fEM. 1596, I, pp. 161-187.)
Qui manducat meam carnem, ct bibit mcum san-
guinem, in me manet, et ego in eo. El que come
mi carne v bebe mi sangre, está en mí y yo en él
(lo. 6, [57]).
5 Sepan todos que Aunque todas las perfecciones de la di-
Dios es amor vma Esencia, que son infinitas en va-
lor, sean una misma cosa que se llama
Deidad, mas en lo que toca al uso de ellas, de algunas usa
más que de otras; y si se pudiesen apartar en sí mismas,
!0 serían más perfectas unas que otras a la manifestación de
las criaturas. La misericordia de Dios con que hace [bie-
nes] y libra de males a sus criaturas, si apartarse pudiese
de las otras perfecciones, más excelente sería que ellas,
porque es redundancia de lo mucho que El tiene. San Juan,
!5 tan sabio de los divinos secretos, dijo que Dios es amor;
no porque también no sea sabiduría, y omnipotencia, y otras
innumerables perfecciones; mas no hallándose en la Escri-
tura que tan claramente se diga Dios sabiduría, o poderío,
o cosas semejantes, se halla escrito que Dios es amor: y
20 entendamos cuánto Dios se precia de aqueste nombre, y
que quien quisiere agradarle tenga su amor, y quien mucho
le agradare tenga más amor. Fuego de amor infinito es El,
y cuanto uno más se llegare a El, más encendido estará y
más semejable en el amor; lo cual declara el Señor dicién-
25 donos: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
aborrecieren, y rogad por los que os persiguen y acusan,
para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.
No os engañe nadie; ninguno tiene más santidad de
cuanto es junto con el Santo de los santos, que es Dios; y
30 ninguno se junta con El sino por el amor, y quien más ama,
más junto está. Y ésta es la piedra con que este soberano
Artífice toca los corazones de los hombres, y es la señal con
que El, como el águila, examina a sus verdaderos hijos,
recibiendo por suyos a los [que] , confortados los ojos de su
35 ánima con los resplandecientes y encendidos rayos que de
Dios a ellos descienden, imitaren según su manera al de-
chado de amor infinito, que es Dios, no espantándose ni
teniendo por imposible su mandamiento, en que manda ame-
mos a Dios, pues El primero nos amó. Mi mandamiento es
40 éste: que os améis unos a otros, así como yo os amé. De
15 1 lo. 4, 9. 39 Deuit. 6, 5 ; Mt. 22, 37 ; 1 lo. 4, 10.
27 Mt. 5, 44. 40 lo. 15, 12.
752
SERMONES- CICLO TEMPORAL
donde parece que, pues Jesucristo nuestro Señor es más
cercano, en cuanto hombre, a la Divinidad, fuego infinito
de amor, y tiene alteza sobre todos los hombres y sobre to-
dos los ángeles, ha de ser mayor que todos ellos en el amor,
45 pues lo es en la santidad y en la cercanía con Dios. Y así
como a uno que mucho sabe le llaman Sabiduría, así a El le
llaman Amor, sólo porque, según Dios, le tiene mayor que
se puede pensar.
Sepan todos que nuestro Dios es amor y que sus deseos
50 son amar y ser amado, sin buscar propio interés. Y porque
los que 'le amaren y El amare es razón que sean buenos
— porque Dios aborrece al malo y a la maldad y es enemi-
go capital de los malos — , y ninguno habría bueno si El no
lo hiciese, ordenó — con el gran deseo de tener amigos — •: de
55 hacer buenos, aunque muy a su costa y con mucho traba-
jo, y perdiendo sobre ello la vida. Atended, hombres, qué
gana tiene de amigos el que murió, ¡y tal muerte!, por
hacer de enemigos amigos y tener a quien amar y le ama-
sen: Ninguno tiene mayor amor, dijo El, que poner su
60 ánima — que quiere decir su vida — -por los amigos; porque,
aunque murió por los enemigos, fué a fin de cobrar amigos.
Y de esta obra tan admirable y tan costosa, con cuyo
precio quiso comprar amados cuando no los tenía, se verá
claro qué trato les hace cuando los tiene y cuánto se huel-
65 ga de los tener.
"El amor — dice San Dionisio — tiene dos virtudes: una
que hace salir al que ama de sí y ponerlo en el amado, y,
otra que es unir consigo al que ama". Salió Dios de sí
cuando encarnó, cuando lloró, cuando murió, no porque
70 dejase la divinidad que tenía, mas porque tomó la natura-
leza humana que no tenía y porque tomó flaquezas y muerte,
que eran m/uy ajenas de El y muy conformes a aquellos a
quien amaba. Y ansí como allí salió de sí el que es vida,
para morir, así en este divino Sacramento, el que es vida
75 y resurrección junta consigo por manera inefable a nosotros
mortales y miserables. Amorosísimo trato de enemigos es
morir por ellos en cruz; y también lo es, hechos amigos,
juntarlos [consigo] en este divino Sacramento por manera
tan inefable y tan llena de admiración, que todo lo criado
80 en los cielos y tierra no la pueden comprender.
¡Oh si Dios tanta merced nos hiciese que nos metiese,
como a la esposa, en la bodega del vino, que es el corazón
de Jesucristo nuestro Señor, como dice David que entró
47 Amor] no add.
52 Cf. Sap. 14, 9.
60 lo. 15, 13.
68 PsetjdohDionisio Areopagita, De div. nom., A. 4, 14 : MG
3, 711 s. 82 Cant. 2, 4.
.SO. i:N I V INFRAOCTAVj DEL CORPÜS
753
en los poderíos del Señor y se acordó de su sola justicia!
•5 Tengo por cierto que del olor y sabor de amor tan pode-
rosos seríamos hechos embriagados y olvidados de todas
las cosas, y, con admiración que nos sacase de nos, excla-
maríamos con altísimo efecto: Señor, ¡quién hay semejable
a ti! Entonces sabríamos sentir la grandeza de este mis-
O terio, y nos tendríamos por muy dichosos en tener con
nosotros tal prenda de amor, y nos aparejaríamos con
gran cuidado para lo recebir. Y después de haber hecho todo
esto, entenderíamos que el amor de Cristo, según dice San
Pablo, sobrepuja a todo conocimiento. Así este beneficio de
•5 dársenos Dios para que lo recibamos, es mayor que se puede
entender y más digno de reverencia y agradecimiento que
los hombres lo pueden dar, y que la pureza, aun de los
ángeles, no es del todo digna para lo recibir.
Amor que no puede Bondad y benignidad, dice San Pa-
50 pasar día sin ver a blo» que son dones del Espíritu
la esposa Santo; y unos tienen lo primero,
que es una liberalidad y prontitud
para hacer bien a otros; mas este Señor que aquí entre
nosotros tenemos, como es rico en amor, eslo también en
36 benignidad, y trata a su esposa en este Sacramento según
las leyes que al buen desposado le pone San Pablo, dicien-
do que los maridos no sean amargos, quiere decir, desabri-
dos con sus mujeres Y el Eclesiástico dice: No quieras ser
como león, que trastorna y maltrata los de su casa. ¡Qué
10 lejos, Señor, estás tú de aquesto! ¡Y con cuánta razón
deben tomar ejemplo de ti los casados y no casados, para
ser prontos a hacer bien a todos con amor entrañable!
¡Con cuánta razón dijo David hablando de este divino
Sacramento: Apacentaste, Señor, en tu dulcedumbre al po-
15 bre! Dice que le apacentó Dios, y no dice con qué, sino
dice que es cosa dulce. Gustarse puede, comprenderse no.
¿Quién hablará, soberano Señor, la grandeza, la dulcedum-
bre que aquí nos enseñas? Que si una sola vez esta mara-
villa hicieras, como el jueves de la Cena lo hiciste, y nunca
20 más lo hicieras, tuviéramos hasta el fin del mundo que ha-
blar tan gran maravilla, tan grande bondad como es con-
sagrarte tú a ti mismo y aun darte en manjar a tus ami-
gos y aun a tus enemigos; ¡y la paga que te dió por tal
beneficio fué salir de allí y entregarte a la muerte! Acor-
125 dáramonos de esto con devoción; celebráramoste fiesta de
ello, enterneciéranse nuestros corazones con tal memoria,
84 Cf. Ps. 70, 16.
89 Ps. 34, 10.
« Phil. 4, 7.
99 Cf. Gal. 5, 22.
107 Cf. Col. 3, 19.
109 Cf. Eccli. 4, 35.
115 Cf. Ps. 67, 11.
754 SERMONES. CICLO TEMPORAL
como lo hacemos de los beneficios de tu encarnación, vida
y pasión, de todos los demás. Y por enseñar tú el inven-
cible amor tuyo y la mucha dulcedumbre de tu corazón para
130 con nosotros, no te contentaste con igualar este misterio
con los otros, ejercitándolo una vez no más, y que hiciése-
mos memoria de él ; mas quisiste que, como una vez te con-
sagraste, tengamos poder los sacerdotes de te consagrar
tan verdaderamente como tú lo hiciste; y no a uno, o cinco,
135 o diez, mas, para mayor manifestación de tu deseo con que
deseas comunicar tu poder, a innumerable número de sacer-
dotes.
Y si cada uno, Señor, te consagrara una vez en toda
su vida, fuera grande merced y grande milagro; y si die-
140 ras licencia que una vez no más en la vida pudieran co-
mulgar tus cristianos, tamlbién lo fuera. Mas ¡oh fuente
de dulcísimo amor!, que te consagran innumerables sacer-
dotes y te reciben innumerables pueblos, y tan a la con-
tinua, que según por lo que del mundo está descubierto, y
145 especialmente en nuestros tiempos, podemos conjeturar que,
de veinticuatro horas que tiene el día y la noche, muy pocas
quedan en que no vengas del cielo a ser consagrado en este
altar, y en las ovejas, que juntamente tienes en muchas par-
tes y tantas veces, que parece que todo te empleas en andar,
150 camino del cielo a la tierra. Mas no vienes tú, Señor, des-
cendiendo de allá acá por medio, sino que desde do te estás
sentado a la diestra de Dios Padre y sin te mudar de allí,
en diciéndose las palabras de la consagración, quedándote
allá, estás acá, trescientos mil cuentos de leguas lejos del
135 cielo donde tú estás. ¿ Quién te ha hecho, Señor, tan ligero,
que creo muy más ligero que el sol y que el primer cielo,
cuya velocidad es mayor que la de una saeta y que de todas
las otras cosas, y parece incomprensible al humano enten-
dimiento?
aso Cierto, si a un criado tuyo o a muchos mandaras que
anduvieran estos caminos, y tantas veces, por amor de los
hombres, fuera tu amor admirable, y nuestro agradecimien-
to y servicio muy justo. Mas así como tú eres el que nos
criaste y el que nos redimiste en la cruz, sin enviar criado
165 a que esto hiciese, así en lo que toca a nuestro manteni-
miento y trato de nuestro amor no te quisiste fiar de terce-
ro; mas tú mismo en tu propia persona nos vienes a ayudar
cada día, y te encierras por admirable modo debajo de los
accidentes de la criatura, dándotenos por manjar cada día,
170 para que vivamos en vida de gracia, como por ti vivimos
en vida de naturaleza. ¿Qué sed es aquesta, Señor, que
tienes de presencialmente visitar al hombre y meterte en
sus entrañas? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres con tan conti-
nua e importuna recuesta? Dínoslo por tu misericordia,
5Q. EX LA INFKAOCTAVA DEL CORPUS
755
1 ¿por qué lo haces? Y enséñanos ese horno de tu corazón
de ardentísimo amor, que te cu[m]ple hacer tales obras.
No se puede responder a esta maravilla tan grande sino
por vía de admiración. San Basilio responde diciendo: "¡Oh
milagro! ¡Oh bienquerencia de Dios, que el mismo que está
0 a la diestra del Padre sea tratado en las manos de los hom-
bres!" Esta es la respuesta, cristiano, de lo que deseas
saber, que la causa de tan admirables frutos, la raíz del
amor es y bienquerencia de Dios; que no bastara la bien-
querencia de otro. Como la justicia de Dios se llama ser
5 alta, como montes de Dios (y manera es de hablar hebrea,
que, queriendo encarecer una cosa, dicen es "como cosa de
Dios"); bienquerencia de Dios es aquésta, y por eso gran-
dísima y admirable es, y que excede a todo humano enten-
dimiento. Amor le trujo al mundo; y después de venido, le
0 hizo trabajar el amor de mejor gana y con mayor cuidado
que trabajó Jacob por Raquel ; y al fin de la vida embriagóse
tanto con el amor de las criaturas que él mismo crió, como
Noé con el vino de la viña que plantó, que se desnudó
como él de todas sus ropas, como quien no puede sufrir tal
6 calor; y así desnudo fué puesto en la cruz, donde su mal
hijo, el pueblo de Israel, lo menospreció y crucificó; y aquel
mismo amor que allí le hizo desnudar de sus ropas, en el
Sacramento le hace vestirse de las ajenas, para que sea
comida de vida a las ánimas, la cual las ganó con su muer-
0 te. ¡Oh admirable negocio, digno de que siempre estemos
en perpetua admiración! Allí se quita la ropa, quiere decir,
disimula su fortaleza, no usando de ella para poder pade-
cer. Aquí el amor le hace cobijar su gloria y esconder su
resplandor debajo de accidentes de pan, para que le po-
6 damos comer. Porque si El no inventara estas nuevas in-
venciones, ¿cómo pudiera padecer en la cruz ni comerlo
nosotros en este Sacramento?
Admirables son, por cierto, a toda sabiduría humana
y angélica; mas lo que te mueve, Señor, a hacer obras tan
■0 admirables, el amor que nos tienes es. Este te tiene en
estas prisiones de accidentes de pan y de vino, para que
hartemos nuestra hambre de ti, como te tuvo preso de pri-
siones corporales en el tiempo de tu pasión, para hartar
la rabia de los que mal te querían. ¿Quién podrá contar la
15 grandeza de este amor con que vienes tan impaciente de
sufrir dilación y ausencia, pues que no puedes pasar un
día sin dejar de ver a tu esposa, que es el ánima cristiana;
y no sólo sin verla, mas aun estar muy cerca y abrazarla
y juntarla contigo?
iSi Cf. San Basilio, Ep. 8, 4-5 : MG 32, 254 s. ; De Spiritu
Sancto, c. S, 18 : MG 32, 98 s.
185 Ps. 35, 7. 191 Cf. Geu. 29.
756
SERMONES. CICLO TEMPORAL
220 ¿No excede este amor Señales de amor son aquestas qufc
al que nos mostró en el Señor en aqueste Sacramento
su vida? nos muestra» <lue» si °ien se mi1"3»
parece que exceden a todas las
demás que nos ha mostrado.
225 Enseñónos amor en aquel día que, siendo Dios, se hizo
hombre, y como canta la Iglesia: No aborreció de entrar
en el vientre de una doncella; mas si cotejamos la pureza
de aquella doncella y la impuridad de nosotros, espantarnos
hemos más de cómo no aborrece de entrar en el pecho del
230 pecador que en el vientre de la santísima Madre.
Y si consideramos su santo nacimiento, portal, pesebre,
pobres pañales y su santa y dulce niñez, que toda ella con-
vida a que lleguen los hombres a El, veremos que así como
el Niño bendito recibe dulce leche de los pechos de su sa-
235 cratísima Madre, así El todo de dentro y de fuera es ter-
nura de leche y miel para nosotros. Y aunque esto sea
gran consolación, como lo es, mas cuando un hombre mira
con ojos cristianos a un sacerdote vuelto a la gente que
ha de comulgar, y ve al Señor puesto en sus manos encima
240 de una patena, hecho manjar con que vivan los que son
sus criados, y no vestido de la ropa de su majestad, mas
de unos accidentes de pan, que por ser accidentes son más
pobres y bajos que los pañales y faja con que le envolvió
su sacratísima Madre en Belén ; y [que] estaba allí el Niño
2*5 COn la cantidad de una tercia, o más, que los niños recién
nacidos suelen tener, y la que aquí lo mide, a duras penas
tiene dos dedos; y que allí estaba en un pesebre cercado
por abajo y abierto hacia arriba, cual El lo crió para que
recibiese a su Criador; y mi corazón, que recibe a este
260 Señor, está muy al contrario, pues está abierto para re-
cibir las cosas viles y bajas, y cerrado o que muy tarde
abre a su Criador.
Allí, cuando vinieron 'los tres Reyes, estaba el Niño en
los brazos sagrados de la purísima Virgen, cuya santidad
255 es tanta, que aunque la niñez del Niño bendito convide con
su dulcedumbre a llegar a El, mas la majestad de la Madre
inefable parece que hace temblar a quien allí se llegare;
y acá ¡tiénelo un sacerdote en sus manos, flaco como nos-
otros, pecador como nosotros, y que no hay por qué huir
260 de llegar! Y yo no sé cuál fué el favor que fué hecho a los
pastores para que llegasen al Niño la noche de su nacimien-
to, ni los tres Reyes Magos que le vinieron a ver. Lo que
la Escritura dice es que, tendidos en el suelo, le adoraron;
y cuando mucho favor les fuese hecho, sería que besasen
227 <oNon horruisti Virginis uteruni» (Te Deum).
263 Mt. 2, 11.
.SO. EN I.A INFRAOCTAVA DEI. CORPUS
757
286 los pies del Niño, teniéndolo su Madre en los brazos, y con
esto serían los pastores muy bien pagados del camino y de
la prisa con que vinieron al portal de Belén, y los grandes
trabajos que los tres Reyes Magos pasaron en el largo
camino desde Persia hasta Belén y de haber puesto su vida
270 a riesgo de perderla pOr confesar que había nacido Rey
nuevo en la ciudad donde Herodes reinaba. Mas, ¡oh dulcí-
simo Señor, cuán más breve camino andamos nosotros que
Reyes y que pastores! ¡Con cuán menor devoción venimos
aquí y sin los peligros de muerte a que los otros se
275 pusieron; y hallamos al mismo Señor en las manos del
sacerdote, que aquéllos en los brazos de la Virgen! Y dán-
noslo no sólo para besarle los pies, mas para recibirle en
nuestras entrañas, que más adentro no puede entrar. San
Crisóstomo dice: Admirabilis unió ínter Christum et acci-
280 dentia, per quam qui videt, tangit, comedit ea, dicitur vi-
dere Christum. ¡Cuántos hay que dicen ahora: "Deseo ver
la cara de Cristo, sus vestiduras, su calzado, su figura"!
Pues sábete que en el Sacramento a El ves, a El tocas y a
El comes. Tú deseas ver sus vestiduras, y El te concede
285 no solamente verlo, mas comerlo, tocarlo y recibirlo den-
tro de ti.
En la cruz, ¿qué otra cosa da más que su sangre, y su
pasión y misericordia para el hombre, por cuyo consuelo
da voces el Señor, que fué desamparado y desconsolado?
290 'Mas allí está tan guardado de sus enemigos, que sus ami-
gos, por mucho que lo deseen y lloren, no pueden llegar
a El. Y aquí está tan puesto en nuestras manos y tan
abierta la puerta, que El está rogando consigo, y sólo aquel
que no quiere no llega. Y aunque el velle derramar su san-
296 gre en la cruz es grande consuelo para el pecador, mas
como se derrama por todos, y es menester que se aplique
a cada uno en particular, por eso es necesario que tú le
recibas en tu pecho con fe y amor para que participes de
tantas riquezas como allí se dan. Gocémonos, pues, de que
300 esté una medicina hecha con que pueden sanar todos los
males. Mas no basta estar hecha, si no es recibida aquí.
Una cosa es hacer la medicina, otra cosa es recibir en nos-
otros la medicina que allí se hizo. Por lo cual es aquí la
consolación más íntima y particular que la que sacamos de
280 ca] ac
2S6 San Juan Crisóstomo, In Mt., hom. 82, 4 (MG 58. 7431 :
iNam si incorporeus esses, nuda tibi illa et incorpórea dona tribuis-
set, sed quia corpori coniuncta est anima, in sensibilibus spiritualia
tibi largitur. Quot sunt qui modo dicunt : Vellem eius formam,
typum, vestimentum, calceamenta videre. Ecce illum vides, ipsum
tangis, ipsum comedis».
289 Of. Mt. 27, 46 ; Me. 15, 34.
758 SERMONES. CICLO TEMPORAL
305 allí. Allí muere el Cordero bendito en precio de mi reden-
ción; aquí se míe aplica la redención recibiéndolo a El. Fué
[allí] molido y atormentado, y perdió la vida, para que
tanto me fuese más sabroso y provechoso, cuanto más hu-
biese padecido por mí; y aquí se me da en manjar dulce
310 y bebida de consuelo el que por mí bebió allí hiél y vinagre.
Espantado de esto, exclama San Crisóstomo diciendo:
"Mira con qué honra eres engrandecido, etc. Mira de qué
mesa gozas, que los ángeles, que la ven, no osan mirarla
libremente, por el gran resplandor que de ella procede. Con
315 este Señor somos nosotros apacentados; a éste somos uni-
dos, y somos hechos un cuerpo y una carne de Cristo.
¿Quién hablará los poderíos del Señor y quién cantará las
alabanzas de El? ¿Qué pastor hubo que apacentase sus
ovejas con la propia sangre de él? ¿Y qué digo pastor?
320 Muchas madres hay que, después de los dolores del parto,
entregan sus hijos a otras mujeres que les den leche y los
críen. Mas esto no sólo no lo cons.intió El, sino que con su
propia sangre nos mantiene y nos junta consigo".
¡Cosa grande es aquésta, que sobrepuja todo nuestro
325 sentido, y no la pudiéramos entender si la fe de la Iglesia
no nos la afirmara y no nos la enseñara! Dificultosa pre-
gunta fué la de Sansón que hizo a los filisteos: Del que
come salió el manjar, y del fuerte la dulcedumbre. Y si no
la declarara aquella a quien él la descubrió, no supieran
330 ellos responder. ¿Qué cosa hay más fuerte que el león ni
más dulce que la miel? ¡Oh inefables maravillas, manifes-
tadoras de la bondad divinal en aqueste divino Sacramento
que entre manos tenemos! ¿Quién vió matar al hijo del
rey para que lo coma el esclavo? ¿Quién da al hombre para
335 qUe con él sea mantenida su propia gallina, su propio gu-
sano, su propia hormiga, su propio perro, que no sólo
ningún provecho le trae, mas le ha ofendido y mordido?
El que come de todas las cosas, por razón y justicia,
Cristo es; quiere decir que no se ordena El para fin de
340 ellas, como menor a mayor; mas todas ellas, como meno-
res, le deben ser sujetas, y le deben servicio y amor, y si
menester fuere, deben perder la vida para que El viva y
para que su honra y su ley esté en pie. ¿Quién tornó estas
cosas tan al contrario, que Aquel que es Señor de todos
345 y tiene derecho para mantenerse de todos, venga a morir
El, y en un madero, y sea hecho manjar de sus criaturas
que le han ofendido? Según lo demuestra esta presente fes-
323 San Juan Crisóstomo, In Mt., hom. 82, 5 : MG 58, 743-744.
318 Cf. Ps. 105, 2.
328 Iud. 14, 14.
331 Iud. 14, 18.
50. EN I.A ÍNI'RAOCTAVA DEL CORPUS
759
tividad, lo podrá comer cada uno que lo quisiere, estando
dispuesto según el Señor lo tiene dispuesto y su santa Igle-
380 sia romana.
¡Oh fuerte León del tribu de Judá! ¡Oh fortísimo dia-
mante!, tan fuerte, que ni azotes, ni bofetadas, ni muerte,
pudo quebrar el fortísimo amor que a los hombres tienes;
¡ cuán suavemente, de aquella pasión que tan esforzadamente
356 pasaste, has sacado la dulcedumbre de miel que, cuando
nosotros te recibimos, gustamos! En el león de Sansón,
solamente en la boca había dulcedumbre de miel. Mas así
como, Señor, siendo León, te hiciste Cordero, así no sólo
tu boca, mas todo tú entero eres dulce, suave y consuelo
360 del ánima que te recibe en este divino misterio, estando bien
dispuesto.
Hartólos Dios — dice la Escritura — <de miel que salió de
la piedra. Todo tú fuiste piedra en la cruz padeciendo; todo
tú eres miel para quien te recibe en el Sacramento. Y si
365 cosa hay (que sí hay) por la cual el apóstol San Pablo llama
a Dios: Dios de toda consolación y Dios de solaz, es por
„ el consuelo que da con dar a su Hijo en manjar, o prin-
cipalmente por esto le conviene este nombre, y el que en
otra parte dice David: El Señor es suave para todos, y las
370 misericordias de El son sobre todas sus obras.
Venid a mí todos los ¡Aquí, aquí, hombres, los que an-
que trabajáis y estáis dáis desconsolados, afligidos en
cargados vuestras conciencias, aheleados
con diversas causas de amarguras,
375 cuales vosotros sabéis: aquí hallaréis miel, azúcar y toda
blandura, que venza con su dulcedumbre a la amargura que
traéis, cualquiera que sea! Dejad vuestras malas cargas de
pecados, que os abajan hasta el infierno; dejad vuestros su-
perfluos y demasiados cuidados llenos de congoja, para que
380 vuestra ánima pueda correr los caminos de Dios. Y si no
sabéis dónde echar cargas tan pesadas ni conocéis quien os
tenga tanto amor que os quiera descargar de ellas, anun-
cióos, no con engaño, sino con verdad, y verdad de Dios,
que está allí un Señor de hombros tan fuertes, que podrá
385 llevar sobre sí el peso de vuestros pecados, y ya lo ha
llevado; que es de tanta sabiduría, que de los negocios que
vosotros cuidáis, y no acertáis, y que más os enlazan mien-
tras más pensáis libertaros, El los tomará a su cargo, los
solicitará y dará mejor suceso que vosotros podéis pensar
390 ni aun desear. Y sabed que este Señor tan fuerte en sus
hombros, de tan sabia cabeza, es tan amoroso y tierno en
363 Cf. Ps. 80, 17.
366 Cf. 2 Cor. 1, 3.
370 Ps. 144, 9.
760
SERMONES. CICLO TEMPORAL
el corazón, que iguala la liberalidad con la riqueza y el
amor con el poder y saber según de El está escrito: Según
la grandeza de El, así es su misericordia.
395 Verdadera palabra os digo; tened fe para la creer, no
porque la digo yo, sino aquel Señor que alli está; que,
aunque El calla, manda que yo hable por El lo que El habló
cuando estaba y predicaba en vida mortal. Mas esto que
yo dijere con mi lengua de carne, El lo está diciendo con
400 su corazón, y con harto mayor clamor, aunque no se oiga
con las orejas, que será el que yo diere en las vuestras,
por alto que hable. Esto dice el Cordero de Dios, que allí
está encerrado, a todo el mundo y a todos los que estáis
aquí: Venid a mi todos los que trabajáis y estáis cargados,
405 que yo os recrearé. Tomad mi yugo sobre vosotros, y apren-
ded de mi, que soy manso y humilde de corazón, y halla-
réis holganza para vuestras ánimas; porque mi yugo es
suave, y mi carga, liviana. A todos convida el Señor, y el
remedio de todos los males ofrece, y de balde lo ofrece,
410 pues es tan poco lo que pide, que aun con esta merced que
nos hace se ofrece a tomar todas nuestras cargas sobre sí,
con que nosotros tomemos su carga y llevemos su yugo.
(Mas, Señor benditísimo, y cuán poco nos engañas en
este trueco, pues que las cargas que nosotros te echamos
415 a ti fueron nuestros pecados y grandes maldades (que, como
dice San Pedro: el cual llevó nuestros pecados sobre su
cuerpo y sobre el madero, que es su cruz) ; cargas pesadas,
que te hicieron sudar, y aun gotas de sangre, y aun derra-
marla toda en la cruz; y a trueco de estas cargas tan pe-
420 sadas, quieres tú que llevemos la tuya suave y liviana, con-
viene a saber, humildad y mansedumbre y otras virtudes,
las cuales llevan a un hombre al cielo con su ligereza, como
el pecado lo lleva al infierno con su pesadumbre. Tu carga,
Señor, el amor tuyo es, el cual no apesga al hombre hacia
425 las cosas de la tierra ni le da trabajo, antes hace que tu
ley le sea suave y los trabajos corporales le sean dulces,
pobreza, deshonra, pedradas y ser azotado y muerto por ti.
Las alas del ave peso son, mas peso que lleva a todo el
cuerpo; y si propiamente las quisiéremos nombrar, alivio
430 son, no trabajo. ¡Qué cosa más suave que amar, y amar
a la suma Bondad y hermosura infinita! Carga con sólo
nombre de carga, y, como dice David, trabajo fingido en
el mandamiento. Y a trueco, Señor, de que te amen, te
416 lleva
394 Ecch. 2, 23.
408 Mt. 11, 28-30.
417 Cf. 1 Petr. 2, 24.
433 Cf. Ps. 93, 20.
.SO. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
761
encargas de nuestras cargas; y no prometes recreación y
435 holganza liviana ni por de fuera, como el mundo y la carne
la ofrece; mas holganza para nuestras ánimas, firme, inte-
rior, que llega hasta recrear y henchir los senos de nuestras
entrañas.
Y esto, Señor, que de palabra dijiste, de ser tu carga
440 liviana, aunque no ha menester otra prueba sino decirlo tú,
que eres suma verdad, que ni puedes engañar a nadie ni
ser engañado, mas para que con mayor provecho y recor-
dación se sienta en nuestras ánimas, quisiste confirmar tu
palabra, llena de verdad, con obra maravillosa, que en este
445 Santísimo Sacramento has obrado.
IDime, hermano, ¿quién está encerrado debajo de aque-
lla blancura? Si católico quieres ser, tienes de creer que
está allí el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, el mismo
que está a la diestra del Padre, aunque allí manifiesto y
450 aquí escondido; porque allí está dando gloria a los que lo
miran, y aquí dando merecimiento de fe a los que lo creen.
Pues si su cuerpo, y todo entero, está aquí, ¿cómo tomando
la hostia en las manos no pesa más que pesaba antes de la
consagración? ¿Qué se hace del peso del cuerpo, y cuerpo
455 tan grande? No parece, no obra, ni más ni menos que si
no estuviese allí. Para que entiendas que como allí, tomán-
dolo en las manos, no hace peso, asi tampoco lo hace tomar
su ley y su obediencia en las míanos, que quiere decir las
obras. Y a quien le parece que la guarda de sus manda-
460 mientos es grande carga, entienda, como dice San Agustín,
que no ha recibido de Dios el don de su amor, con que la
guarda de la ley se hace suave.
Aprende en el libro Y si aquí está alguno a quien esto
del S&craniento falta, y desea alcanzarlo, y me pre-
465 guntare qué hará para ello, no sé
mejor remedio que aparejarse con la gracia que el Señor
le diere y confesarse y llegarse al altar, donde está el fuego
de Dios que del cielo vino, y recibir aquella carne sagrada,
que, por estar unida con la divinidad, la llama San Juan
470 Damasceno carbón encendido; y metiendo el fuego en las
entrañas, serán participantes de su calor y imitarán al que
por ellos murió por amor. Y de ahí nacerá alcanzar las otras
virtudes que ha menester para otra vez bien comulgar y
para vivir como cristiano. Y si me preguntas cuáles o qué
475 tales son, doite por libro en que las leer, por retablo en
que las mirar, este divino Sacramento; que no sólo tiene
462 San Agustín, Enarr in Ps. 118, serm. 5, 3 ; serm. 21, 8 :
ML 37. 1512. 1516 s.
470 San Juan Damasceno, Dc fide orthod., !. 4, c. 13 : JVIG
94» "50.
762 SERMONES. CICLO TEMPORAL
fuego de amor para encender, mas lumbre para enseñar,
porque en él sólo está proveída la Iglesia de uno y de otro,
como en 'la vieja ley en el templo había panes de la pro-
480 posición para mantener y lumbre de candelas para mirar.
Considera, cristiano, atentamente y despacio esta obra
de Dios que aquí está; pídele don de entendimiento para
en aquello visible entender lo invisible y sacar luz de doc-
trina para acertar en lo que debes hacer, como también
485 hay allí pan y esfuerzo para ca'minar. Allí le verás vestido,
según hemos dicho, de vestiduras de poco precio, de acci-
dentes de pan; y entiende tú que estar tan pobremente ves-
tido es reprenderte a ti de tus vestiduras preciosas, muchas,
curiosas y delicadas. Avergüéncese el pecador y esclavo de
490 traer curiosamente vestido un cuerpo corruptible, flaco, suje-
to a pecados, cuanto más si viene a recibir a este Señor, el
cual quiso, para nuestro ejemplo, estando ya inmortal y
glorioso, vestirse más bajamente que cuando aun vivía acá
en forma de siervo. Cosa parece contra razón, pues que las
495 ropas de fiesta y de gloria deben ser más preciosas que las
del trabajo de entre semana y del tiempo de la penitencia.
Mas fué tanto el mal que Dios nuestro Señor vió que había
de venir al pueblo cristiano por los muchos excesos y vaní-
sima vanidad de estos vestidos y aparato de casas, que no
500 se contentó con dar a entender cuánto le desagradan, con
vestirse El bajamente en el tiempo de su mortalidad, cuando
sudaba y trabajaba haciendo penitencia por nosotros; mas
para cumplir toda justicia, que decía, con obras, muy más
claro que si fueran palabras, subido ya al cielo, reinando
505 sobre todos los ángeles, celebrando victoria y lleno de glo-
ria, desciende a nosotros más pobremente vestido que esta-
ba de antes, añadiendo humildad sobre humildad, para que,
como dijo a Moisés, si no creyeron por el milagro de la
primera señal, crean por la segunda. Mas quien ni por la
510 humildad del Señor en la tierra ni por la que nos enseña
siendo ya glorioso y encerrado en este Sacramento, no en-
tiende o no quiere medirse en sus vestidos y pompas, dis-
conforme está del Señor, pues viene a recibir al que está
vestido de ropa de tan poco precio, trayendo él las señales
515 de soberbia, como la reina Ester llamaba al atavío precioso.
Pues si quieres gozar de la buena cara y frutos de este
Señor que allí recibes, conviene aprender de El, y como es-
pejo miraros en El, y quitar lo contrario, y poneros semeja-
bles a El. Mirad su humildad, su mansedumbre en sufrir a
520 todos, buenos y malos, que lo reciben; mirad la obediencia,
tan sin resistencia y tan presta, que tiene al sacerdote que
480 Cf. Hebr. g, j.
503 Cf. Mt. 3) 15.
509 Cf. Ex. 7, 3 ss.
515 Cf. Esth. 14, 16.
¡¡O. EN LA IXFRAOCTAVA PEI. CORPUS
76?,
lo consagra y tiene en sus manos; en siendo llamado de las
palabras de la consagración, luego viene; y si el sacerdote lo
quiere alzar«y tenerlo alzado mucho o poco, El no se resiste;
525 y si lo quiere menear de una parte a otra despacio o de prisa,
tratándolo con razón o sin ella; si lo quiere tener mucho en
el altar, si lo quiere tener poco, a todo obedece como si fuese
inferior, a todo calla como si no supiese hablar. Todo lo su-
fre como un cordero, y no tiene movimiento propio, sino,
530 como las especies sacramentales son movibles por la voluntad
del sacerdote, así se mueve o para El sin resistencia ninguna.
Aprendan de Eü los hijos que quieren bien comulgar, a
obedecer a sus padres; las mujeres a sus maridos, los sub-
ditos a los señores, los legos a los sacerdotes, para que, re-
>35 cibiendo los obedientes al obediente, reciban corona de su
mano, como El la recibió de su Padre. No sea nadie porfia-
do, no pertinaz ni pesado en su parecer, no amigo de su vo-
luntad, pues ven a este Señor no tener movimiento propio,
sino dejarse llevar sin elegir esto o aquello.
540 Aprendan los grandes a no extender sus grandezas, ni
piensen que mientras más libremente hicieren lo que quie-
ren, tanto más grandes son. No es poder usar mal del po-
der, mas usar de él según razón y derecho; pues ven este
Señor, grande sobre todos los grandes, no usar de su gran-
545 deza, mas renunciar lo que le era lícito, y ponerse en aquel
altar el que, según su valor, es más grande que todos los
ángeles, y según el cuerpo, tiene estatura grande de hombre
bien proporcionado, y está allí tan abreviado que no excede
a dos o tres dedos, y hecho manjar que lo pueda comer; como
550 lo canta la Iglesia, el pobre, y el siervo, y el bajo. En la cruz
se extendió todo su cuerpo cuan grande él era; y aun los
sayones, con estirar de sus brazos, le extendieron en más
cantidad que El tenía; y Aquel extendido en la cruz sobre
sí, se abrevia aquí en menor cantidad que la suya, para dar-
555 nos a entender que, si grandes queremos ser, lo seamos en
la virtud, lo seamos en el padecer por ella y por el bien de
los prójimos; como dice San Pablo que fué atribulado sobre
sus fuerzas, porque le dieron más trabajos de los que parece
podía llevar. En estas cosas es bien extenderse y hacer has-
560 ta más no poder; mas en el tiempo de la honra y en el uso
de la prosperidad y del mando y poder, deben los hombres
abrazarse con la humildad y tenerla por inseparable com-
pañera de la alteza y prosperidad, si no quieren verse derri-
bados tan bajos y con gran deshonra, cuanto primero esta-
•65 ban subidos y lozanos con la vanidad. Miren que el gran
Dios se hizo hombre pequeño cuando encarnó: mírenlo he-
550 «Mandueat Doniinum pauper servus et humilis» (Ril. Rom.,
tít. 9, c. 5, hymn. «Saeris solemniis»).
764
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cho aquí más pequeño delante de nuestros ojos, y tengan
por abominable atrevimiento y digno de recio castigo que
se ensalce el gusano, viendo humillado al Rey deja majestad.
570 Vayan a recibir obedientemente los humildes al manso y
humilde; los obedientes, al obediente; los amorosos, al amo-
roso. La vida buena que comenzaren no sea para un día; per-
severen en ella, acaben lo comenzado; que eso quiere decir
ponerse el Señor debajo de figura redonda en aquella hostia,
'75 que es figura perfecta, que ni tiene principio ni fin. Y, como
dice San Dionisio, "el amor hace vuelta redonda", porque
torna a Dios, del cual procedió.
Y de esta manera sentirán la consolación que se da en co-
mulgar y cuán de verdad se llama este Sacramento mesa de
'jSO paz, por el mucho consuelo que pone en el ánima; y de tal
manera, que, aunque un hombre reciba el sacramento de la
confesión, le parece quedar falto y desconsolado no recibien-
do la comunión. Testimonio de esto dio Absalón, que, ha-
biéndolo perdonado su padre y traídolo a la ciudad donde
■r>85 estaba, no gozaba de su consuelo; y quejándose de cómo no
veía a su padre, dijo al capitán Joab: Si no tengo de gozar
de la presencia \y conversación de mi padre, ¿para qué
vine acá?
Este es el trato que entrañablemente consuela al peca-
Ti90 dor, verse sentado a una mesa con su Señor, como se suele
hacer entre los que bien se quieren; y verse tan regalado,
que el mismo Señor se le da y se mete en sus entrañas, y en
testimonio de perdón con señal de paz, en prenda de la gloria.
51 En este fuego de amor se queman las pajas
de pecados veniales
(Ud. 15&6, I, pp. 566-606.)
In me manct, ct cao in illo. Kstá en mí y yo en
él (lo. 6, [57)).
Vino Cristo a quitar Mucho se admiró el sacerdote Abi-
el pecado melec de ver que David, princi-
5 pal persona del reino, señalado en
armas, y yerno del rey, y de toda parte varón ilustre y dig-
no de honra, venía solo y sin armas, como si fuera un hombre
particular y pobre; y deseando mucho saber la causa de tal
576 PsiiUDo-'DioNisio Arkopacuta, De div. nomin., c. 4, 14 :
«Qua in re et fine ct principio se carere divinus amor excellenter
ostendit, tainquam sempiternas circulus, propter bonum, ex bono,
in bono, et ad bonum mdeclinabilkcr eursum oircudens, in eodem,
et secundnm ídem, et procedáis semper, et manens, et remeans».
588 Cf. 2 Reg. 14, 32.
SI. SANTÍSIMO SACRAMENTO
765
novedad, le preguntó: ¿Por qué vienes solo, y nadie contigo?
10 Y si nosotros tuviésemos sentido cristiano para sentir la ad-
mirable obra que el Verbo de Dios hizo en tomar nuestra
carne y andar por este mundo solo y en hábito de pobre, sin
armas y sin otro subsidio temporal, maravillarnos híamos
mucho de que siendo Dios, en cuya comparación todas las
15 cosas, por altas que sean, se dicen no ser, y le deben servicio
y acompañamiento; preguntarle híamos y no sin lágrimas:
"Señor, ¿por qué estáis solo en vuestro nacimiento, en vues-
tra vida, y mucho más, puesto en una cruz y en un sepul-
cro; tanto más solo, cuanto más acompañado de aquella mu-
20 chedumbre de gente, que no sólo no os reverenciaba, mas
despreciaba, aborrecía y atormentaba? ¿Por qué, Señor, y
sin armas?"
David respondió a Abimelec que el rey le mandaba ir de
tanta priesa y con tanto secreto, que ni hubo lugar para to-
25 mar armas ni para llevar gente consigo, ni convino, porque
el camino fué muy secreto. Mas la verdad era que él iba hu-
yendo del rey Saúl porque le quería matar. No responderá
nuestro David, a quien le preguntare esto, porque va huyen-
do de la muerte que su suegro le quería dar; mas dirá que él
30 viene solo y sin armas porque el Hijo de la Virgen vino a ser-
vir y no a ser servido, y para este oficio más conviene venir
solo y pobre que rico y acompañado. Tampoco trae espada,
porque no viene a juzgar el mundo, sino a salvarlo; ni viene
huyendo de la muerte, sino a buscarla, y dar su ánima, como
35 El lo dice, por rescate de muchos. ¿Quién no se admira de
tal caridad, que no mira a su descanso, sino a nuestro pro-
vecho; y lo desea tanto, que no dudó de perder su vida por
darnos vida, y matar en sí mismo las enemistades que esta-
ban entre Dios y nosotros, como dice San Pablo? Si queréis
40 saber por qué el Señor anda solo, por qué pierde su vida en
la cruz, es por hacer paces entre Dios y los hombres; lo cual
no puede haber habiendo pecados, ni se pueden quitar los
pecados sino por la muerte y por derramamiento de sangre
de Jesucristo.
45 Grande es, y muy grande, la conveniencia y amistad que
hay entre Dios y los hombres, pues El los quiso honrar tan-
to, que los crió a su imagen y semejanza; y no hay pintor
que si pinta a sí mismo, si es perito en el arte, y él es her-
moso, que no ame haberse pintado y se huelgue con la ima-
50 gen que le representa. Y si no se entremetiese entre Dios y
el hombre el pecado, no habría cosa que bastase a poner mal
a Dios con su imagen, ni aun habría cosa en ella que desagra-
dase los ojos de su Criador.
35 Cf. Mt. 26, 28 ; Me. 14, 24.
39 Cf. Eph. 2, 16.
766
SERMONES. CICLO TEMPORAL
¡Oh pecado, que haces divorcio entre tales casados, que
55 apartas cosas tan juntas, que tanto se aman! ¿Quién no se
espantará de ti, de que puedas tornar a Dios de manso en
airado, de amoroso en aborrecedor, y que envíe al infierno y
para siempre castigue a quien crió a su imagen y semejanza,
y aun a quien había tomado por hijo y prometido la herencia
60 del cielo? ¿Quién habrá que no te aborrezca, sino quien no te
conoce o a quien no se le da nada por estar mal con Dios ni
ser de El castigado?
Fortísima cosa es el pecado y fortísima enemistad causa
entre Dios y el hombre. Y quien quisiere estar bien con Dios,
65 aborrezca el pecado, y entienda que por ninguna otra vía,
ni medio, ni puerta puede entrar a privar con El si no fuere
aborreciendo, huyendo pecados. Y en ellos nos estuviéramos
si el Hijo de Dios no viniera a pelear contra ellos y a qui-
tarlos de nuestras ánimas, para que, ellos quitados, nos mi-
70 rase Dios con ojos amorosos y nos diese su gracia y su paz,
viviendo con el sosiego y concordia que el buen padre con
buenos hijos, o marido y mujer. Y porque ya se ha dicho de
cómo este Señor por su sangre en la cruz nos mereció el per-
dón de nuestros pecados, y en los santos sacramentos y en
75 este santísimo del Altar se nos aplica el perdón de los pe-
cados mortales, resta ahora decir cómo también nos trujo
remedio para pecados veniales. Porque es tan grande el amor
que nos tiene, que no se contentó con quitarnos los pecados
que nos hacen perder a Dios para siempre y ser atormentados
SO en el infierno sin fin, mas aun aquellos por los cuales somos
castigados en purgatorio y hacen nuestro trato con Dios
desabrido y desgraciado en alguna manera.
Y si esto entendéis, no caeréis en un error, en gran ma-
nera dañoso, en que muchos están, no haciendo caso de
35 pecados veniales, pareciéndoles que apartarse de ellos o
hacer penitencia de ellos es una cosa sobrada o que va
poco en ella, y que es cosa que conviene a los santos y no
a los medianos cristianos.
¿ Qué es el pecado Decidme, hermano: Si una mujer os
&° venial? Pecado, dijese: "Con que yo no os haga trai-
ofensa de Dios C1^n con °^ro hombre, o no os fuere
a las barbas, o diere bofetadas en la
cara, o cosa semejante de aquéstas, de esotros enojos que
os diere no se me da nada o muy poco"; decid vos que
96 tenéis hijos, diga el señor, diga el rey que tiene vasallos,
y para que todos entremos, digan los que tienen amigos:
Si os dijesen todos éstos: "Cuando yo no hiciere cosa con-
tra vos que sea digna de muerte, poco va en que os haga
otros enojos, cualesquiera que sean", ¿quién podrá sufrir
81 orto
51. SANTÍSIMO sacramento
767
tal respuesta? ¿Qué trato sería entre los casados? ¿Cuándo
habría paz entre padres e hijos? Ni se hablarían ni holga-
rían de estar juntos, y poco a poco vernían a del todo
apartarse.
¿Queréis saber qué es pecado venial? Dígoos que es
pecado. Entendedme; digo que el pecado venial no sólo es
pecado venial, mas a boca llena es pecado. No os engañéis
si 'leyéredes en algún santo que este nombre pecado es aná-
logo a pecado mortal y a pecado venial: que también este
nombre, ser o substancia, bondad o sabiduría, son aná-
logos, según aquel santo, a Dios y a la criatura; mas no
por eso dejamos de decir que el hombre tiene ser y tiene
substancia, y bondad y sabiduría, ni el santo quiso decir
otra cosa. Ni piense nadie que, como decimos que el hom-
bre muerto no es hombre, así el pecado venial no es pe-
cado; eslo, cierto, y a boca llena; y así lo llaman los santos
todos, y como a tal lo huyen y como a tal lo lloran cuando
lo han cometido.
Y a quien le pareciere pequeña la autoridad de ellos,
oiga la palabra de Cristo nuestro Redemptor, que dice:
Cuyos pecados perdonáredes, serán perdonados; y los que
retuviéredes, serán retenidos. En las cuales palabras ins-
tituyó el santísimo sacramento de la Penitencia, por el cual
son perdonados a los que vienen dispuestos, no sólo los
mortales, mas aun los veniales; que muy mal se engaña-
ron los que pensaron que los pecados veniales no son ma-
teria del santísimo sacramento de la Penitencia. Si dijeran
que no son materia necesaria, acertaran en ello; mas si se
confiesan, verdaderamente obran en ellos las llaves y la
verdad de este santísimo sacramento; de manera que se
comprehenden en aquellas palabras de Cristo nuestro Señor,
cuyos pecados perdonáredes, serán perdonados, aunque no
se digan veniales.
¿Queréis que lo diga el mismo Señor otra vez tan claro
como aquésta? Diónos manera de orar y pedir perdón de
estos pecados veniales; y lo que por un evangelista dice
que digamos: Perdónanos nuestras deudas, en otro dice:
Perdónanos nuestros pecados, sin decir veniales o no; por-
que en este nombre pecados se entienden unos y otros; pues
que esta oración no sólo la rezan los que están en pecado
mortal, mas aun los que están en estado de gracia, que
cometen veniales. Y si bien se mira, más es oración propia
de estos tales, que, siendo hijos por gracia, llaman Padre a
106 Of. i lo. i, 8-9 ; Ps. 142, 2 ; Iac. 3, 2 ; Mt. 6, 12 ; Concilio
AIilevit. , can. 6 ss. : Denzinger-Umberg, Enchir. Symbol., n. 106 ss.
121 lo. 20, 23.
126 Cf. Concilio de Trento, sess. 14, c. 5, can. 7.
13Ó Mt. 6, 12.
137 Le. ii, 4.
768 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Dios, que no de los que están en pecado mortal, enemistados
uon Dios, indignos de llamarle Padre, y si se lo llamaren,
1*5 les puede El responder con mucha verdad: Vosotros hijos
sois del diablo.
Y si queréis otro nombre del pecado venial, que os
parezca más feo, San Jerónimo dice que "no es cosa livia-
na ofender a Dios, aunque sea en cosas que sean de sí muy
150 livianas". Y porque no penséis que no se atrevió él a poner
este nombre tan infame a cosa que tanto vos tenéis por
liviana, oíd al Espíritu Santo, que por la boca de aquel
santísimo varón Santiago dice de esta manera: Hermanos,
no queráis ser hechos maestros, porque sabed que tomáis
155 sobre vosotros más peligroso juicio; porque todos hemos
ofendido en muchas cosas.
Y siendo esto verdad, no acierta quien dice que en el
pecado mortal hay ofensa de Dios y en el venial no. Ofensa
hay, y aunque es mucho menor sin comparación, ¿quién
i&O habrá que tenga en poco cosa con que Dios se ofende, cosa
que le desgracia el corazón, no para echar a su hijo o esposa
de su casa, mas para no tratarla con aquella blandura y paz
que quienquiera desea ser tratado? Y veces hay que les
quita por esto los regalos e inspiraciones espirituales y ha-
165 blas que con ellos tenía; las cuales cosas quien las tiene en
poco no las ha experimentado, y quien las ha perdido por
los pecados veniales, yo aseguro que no las llore poco ni
las huya poco.
Es suciedad y enfer- Mas si por aquí no entendéis la
170 medad del alma malicia de pecados veniales, decí-
roslo hemos por semejanza. San
Bernardo dice que el pecado venial ensucia el ánima. Y otro
dice que es como lodo y como polvo que se echa sobre ella.
Mirad vos, si sois hombre o si sois mujer, si os holgaréis
175 de traer suciedad, barro o polvo en la cara; y creo me res-
ponderéis que ni aun en los brazos, manos ni pies; poco os
digo, que ni en vuestro bonete, ni la mujer en su tocado,
ni en vuestra ropa, ni en el cabo de ella, ni en vuestros za-
patos. ¿Decíslo ansí? De tu boca te juzgo, siervo malo: así
180 dirá el Señor cuando en la hora de vuestra muerte os tome
estrecha cuenta de vuestros pecados, chicos y grandes, para
convenceros, sin otros libros, sin otras razones y autorida-
146 lo. 8, 44.
150 Cf. San Jerónimo, Ep. 132, 2. 13 ; Ep. 49, 3 : ML 22, 1149.
1160 ; 662.
156 Iac. 3, 1-2.
172 San Bernardo, ln Coeua Domini scnit., 4-5 : ML 183, 273 s.
179 Le. 19, 22.
51. SANTÍSIMO SACRAMENTO
76»
des. No sufres un poco de barro en tus faldas, ni en tus
calzas, ni en tus zapatos, ¿y súfreslo en ti mismo y en la
•85 mejor parte de ti, que es el ánima, y en sus principales po-
tencias, que son entendimiento y voluntad?" ¡Oh sentido tan
al revés! ¡Oh sentido tan engañado! Y con cuánta verdad
dijo de los tales: Mentirosos son los hijos de los hombres
en sus balanzas. ¿Qué es esto, hermanos? ¿Tan vivos para
l90 sentir los males del cuerpo, de la hacienda, de la honra
— ¿qué os diré? — , de un poquito de barro en la capa, de
una pajica, que traéis un mozo para que os la quite? Y que
los que tenéis ojos para mirar cosas tan pequeñas, los que te-
néis pesos para ponderar mucho la falta de la salud que
195 tenéis, las necesidades, los trabajos que pasáis con vues-
tros hijos, con vuestros maridos, con vuestras mujeres, los
cuales contáis muy por extenso, y aun os enojáis si no os lo
creen y os ayudan a decir que es así, ¿por qué en los males
del ánima — el menor de los cuales es mayor mal y os hace
200 más daño que cualquier de esotros y que todos juntos, y que
tanto ponderáis y sentís — estáis tan muertos a ellos como
si fueran nada, y por risa los cometéis, y, después de come-
tidos, dáseos muy poco por ellos?
¿Queréis que os diga la causa? Oíd a San Pablo: Qui
205 enim secundum carnem sunt, quae carnis sunt sapiunt: qui
vero secundum spiritum sunt, quae sunt spiritus sentiunt.
Esto tenga por cierto quien no siente el lodo de los pecados
veniales; que o no tiene la gracia de Dios, y como muerto
no siente nada, o tiene tan poca y tan poco sentido espi-
210 ritual, que, si no le dan una puñalada mortal, no siente las
otras heridas, ni bofetadas, ni azotes. El Señor dijo: Yo
vine para que tengan vida, y más abundantemente tengan
vida. Porque no se ha de contentar el cristiano con tener
una vida tan flaca y enferma, que no tenga más de vida de
215 que no está muerto del todo. Vivo está uno que está desahu-
ciado de médicos y oleado por el sacerdote; mas no creo que
os contentaríades vos con tener vida tan cercana a la muerte
y vida de que tan poco gozáis. Si amáis vida del cuerpo,
sana, recia y alegre, ¿por qué la del ánima la queréis al
220 contrario? El pecado mortal es muerte del ánima, y el pe-
cado venial es enfermedad de ella; y la enfermedad hace al
hombre flaco para hacer obras y para trabajar, quítale la
fuerza para llevar cargas y trae al hombre desabrido, y al-
gunas veces tanto, que daría todas sus riquezas, y tener
225 pobreza, por un poco de salud.
¿En qué andáis quejándoos de desconsuelos, desasosie-
gos, descontentos y cosas semejables, que las sabéis sentir
i8g Ps. 6i, io. M3 lo. io, io.
206 Rom. 8, 5.
B. Avila 2 25
770
y no remediar, ni aun entender la causa de ellas? Sabed que
la enfermedad — cuanto más si es más que una, y mucho más
230 si dura años — es cosa muy desabrida, y así lo es el pecado
venial para el ánima; y que ese contento que vos deseáis
es efecto de ánima sana, que con cuidado huye de pecados
veniales, y tiene fuerza para hacer buenas obras y paciencia
para trabajos, y en lo uno y en lo otro está conforme con la
235 voluntad del Señor. Que gran verdad dijo la Escritura: Que
la sanidad del ánima es dulcedumbre de los huesos. Que como
los malos no tienen paz, tampoco pueden tener alegría.
El purgatorio, buena Y si no escudriñáis estos males,
balanza para pesar el deciros he lo que dijo San Grego-
240 pecado venial ri0: "Los °3°s (Jue la culPa cierra,
la pena los abre". Día verná, cier-
to, en que experimentéis la estima en que Dios tiene los
pecados veniales y por cuán ofendido se tiene de ellos; y os
lo enseñará a poder de castigos, y castigos de fuego, y re-
245 císimo fuego en el purgatorio. ¿Quién creerá esto, si Dios
no lo dice? Mas dícelo El, y por eso el cristiano no le debe
dudar. Palabras son del Verbo encarnado, verdad engen-
drada del Padre, que de cualquiera palabra ociosa que los
hombres hablaren, darán cuenta en el día del juicio. ¡Oh
250 cosa tan lejos del sentido de muchos! ¡Oh peso más sutil
que el de la plata, ni oro, ni piedras preciosas! Pues para
que una balanza de aquello algo se abaje, es menester algún
peso, por chico que sea; y en el peso del juicio de Dios, una
palabrilla, que es un poco de aire, dicha sin causa, pesa en
255 ei peso y lo abaja para ser castigado el hombre que la dijo.
¿Mas con qué, Señor, la castigaréis? Cosa terrible, que
el castigo de los pecados veniales en el purgatorio es viví-
simo fuego, y no como el de acá, mas que atormenta tan
gravemente, que no se pueden comparar con él las penas
260 que acá pasaron los mártires, aunque sea el ser desollado
de San Bartolomé, y el ser asado de San Lorenzo, y todos
los demás tormentos que en este mundo se han dado. ¿Qué
os diré? Que hay penas en el purgatorio más recias que las
que pasó Jesucristo nuestro Señor con sus cinco mil azotes
265 qUe le dieron, con la corona con que le traspasaron su santo
celebro y con los tormentos, que sobrepujan a todo sentido,
que en la cruz y en la muerte pasó.
Testimonio claro es aquéste de la Bondad divinal, pues
tan reciamente castiga los pecados mortales, de los cuales
236 Prov. 16, 24.
241 San- CtRegoriu, Uoval., 1. 15, c. 51, 58 (ML 75, 1111) : «Im-
piorum orillos culpa rlaudit, sed in extremum poenn aperit». Of. MO'
mi., 1. 25, c. 5, 6; c. 8, 19 : MI. 76, 323. 3.33.
249 Mi. 12, 3f>.
51. SANTÍSIMO SACRAMENTO
aquí no se hizo entera satisfacción, y los pecados veniales,
que tan livianos parecen. Y si el castigo fuera en el infierno,
donde están los que mal le quieren y son enteramente sus
enemigos, no pareciera tan grave el rigor; mas castigar en
el purgatorio con fuego y con tan graves tormentos a los
que tiene en su gracia, a los que son sus hijos y miembros
vivos de Jesucristo, y a los cuales ama tanto, que después
de aquellos trabajos los ha de llevar a la gloria del cielo,
esto parece mayor rigor en su modo que el de los dañados
en el suyo. Da a entender Dios en castigar tanto los males
de sus propios hijos, cuánto quiere que sean buenos; y abo-
rrece tanto la maldad porque es muy amigo de la bondad,
y El mismo es la misma Bondad esencial e infinita.
Y a quien esto le parece rigor, ni tiene lumbre de la ver-
dad ni amor entrañable de la bondad. No es verdaderamente
285 casta la mujer casada que le parece mucho rigor que el cas-
tigo del adulterio sea el cuchillo del marido que le corte la
cabeza. Ni me parece del todo leal el criado del rey que le
parece pena demasiada la que se pone contra los traidores.
Ni aun ama la fe católica como es razón el cristiano que no
le parece justísima pena que la herejía sea castigada con
fuego. Riñe el padre virtuoso, o madre, con el hijo liviano
y derramado, y parécele al hijo que le encarece su padre las
culpas más de lo que era razón; y a la hija liviana parécele
incomportable su madre, porque le manda esconderse y re-
catarse de las ocasiones que le pueden traer a perder la cas-
tidad, o cuando la castiga por algún defecto que acerca de
ella haya hecho.
No es pequeña merced de nuestro Señor, ni pequeña señal
de tener un hombre su espíritu, cuando siente de las culpas
ser cosa muy mala y los castigos menores de los que ellas
merecen. Y así dice San Agustín que el que tuviere sentido
de la altísima sabiduría y lumbre de Dios, juzgará que el
castigo que hizo Dios en todos los hombres desde el prin-
cipio del mundo hasta el fin por el pecado de Adán, no le
parecerá ser sobrado, sino muy justo. Por tanto, quien del
castigo que Dios hace por los pecados veniales se escanda-
lizare, testimonio da de la poca lumbre que tiene y del poco
amor de la bondad, con el cual siente poco la pérdida de
ella; y por el mucho amor que tiene a la carne, le parece
recio el castigo. El es el que tiene falsas balanzas; que los
juicios de Dios — como dice David — verdaderos son y en sí
mesmos justificados, y con gran verdad se canta de El: Dios
es fiel y sin ninguna maldad, justo y derecho.
305 Cf. San Agustín, Opus impcrf. contra lidian., 1. 6, 23 : MIL
45. 1556 s. ; De nat. et ¿ratea, c. 2.5 : ML 44, 361 ; De civ. De), 1. 14,
c. 15, 1 : ML ¿i, 423.
312 Ps. 18, 10. 313 DeiU. 32, 4.
■SERMONES. CICLO fEMPORAL
Y así como su castigo pone temor a los malos, así pone
315 gran consuelo a los buenos. Porque, demostrándose tan justo
en aborrecer y castigar aun los males pequeños, declara cuán
largo es en galardonar los bienes, aunque pequeños; y que si
aborrece al malo, ama al bueno, y que, en queriendo uno,
será favorecido de Dios con toda su omnipotencia. ¿Quieres,
320 pues, cristiano, no temer el castigo de Dios y su justicia?
Haz bien, como dice San Pablo, y serás alabado y favorecido
de ella.
El fuego del purgato- Y entiende que, así como los peca-
rio grados tiene dos veniales no son todos iguales,
325 tampoco la pena que por ellos se
da. Y aunque lo que dijo San Gregorio, de ser mayores las
penas del purgatorio que las penas de Jesucristo nuestro
Señor, sea verdad cotejando la mayor pena del purgatorio
con la pasión del Señor, mas las otras penas no se sigue que
330 gean mayores ni que sean iguales. Aquí se verifica también
como en el castigo del infierno: Según la medida del delito,
será la medida de los azotes. San Pablo dice que sobre el
buen fundamento, que es la fe, esperanza y caridad, por el
cual está un hombre en estado de gracia, unos — y éstos son
335 los buenos y aprovechados cristianos — edifican oro, plata y
piedras preciosas, que son buenas obras, edificio conforme
a tan buen fundamento. Mas otros hay mal mirados, negli-
gentes y de poco saber, que, no siguiendo la conformidad
con el buen fundamento, edifican madera, heno y paja, cosas
340 qUe ni tienen firmeza, ni valor de oro ni plata ni de piedras
preciosas; y no sólo no tienen valor de bien, mas aun pérdida
y mal. Y aunque esto no se conozca ni se estime, el día del
Señor — dice San Pablo — , que es el día de la muerte, donde
Dios ha de juzgar a cada uno según sus obras, aquel día,
345 con el fuego que ha de traer, manifestará qué tal es la obra
de cada uno; y si ha edificado oro, plata y piedras precio-
sas, aunque pase el fuego por él no le quemará, ni el tal
hombre perderá nada de su edificio; mas el que edificó la
madera, heno y paja, no le hace injuria el fuego en se la
350 quemar, pues es propia materia donde él prende y con que
se ceba. Y aunque el tal fuego no le cause condenación del
infierno, porque halla allí fundamento de fe, esperanza y
caridad, mas atormenta al tal hombre por los pecados ve-
niales; y salvarse ha, mas por medio del fuego. Y éste será
356 más recio cuando quemare la madera, y menos cuando que-
mare al heno, y muy menos cuando la paja.
Diferentes son las mansiones de la gloria que hay en el
322 , Rom. i3, 3.
332 Cf. Apoc. 18, 7.
354 Cf. 1 Cor. 3, 10-15.
?í. SANTÍSIMO SACRAMENTO
cielo, diferentes las sillas de los condenados en el infierno
y también diferente el castigo de los hijos en purgatorio.
3<>o Si vuestros pecados veniales son muy graves y gruesos como
madera, así como una gula destemplada en comer o beber,
un exceder mucho en precio y curiosidad de vestidos, unos
deshonestos pensamientos con mucha negligencia tenidos,
aunque no lleguen a pecado mortal, y cosas de esta manera
365 que traen consigo culpa notable, que parece que frisan con
pecado mortal, tened entendido que cuando os muráis lleváis
madera con vos, y que prenderá en vos el fuego de la divina
Justicia, tanto con mayor rigor, cuanto vos llevasteis mate-
ria en que el fuego mayor llama hiciese y más tiempo durase.
370 Y tener en poco estos pecados veniales es causa o de graves
tormentos en el purgatorio o de cometer acá pecados morta-
les. Y por esto está mucha gente perdida, porque escrito
está: Como de la cara de la culebra, huye el pecado. Si que-
réis tener guardada vuestra ánima de pecados mortales, te-
375 nedla guardada de los veniales, y especialmente de los ma-
yores; porque, sin esta guarda y cuidado, entended que la
serpiente del pecado mortal os ha de morder, y las bestias,
que son los demonios, han de entrar en la heredad de vues-
tra ánima, y hollarla y pacerla, y hacer morada en vos.
380 Tras estas culpas gravísimas, figuradas en la madera,
vienen otras que son menos graves, algunas de las cuales
cuenta el glorioso doctor San Agustín en el libro De natura
et gratia, diciendo así: Hac ergo Virgine Maria excepta, si
omnes illos Sanctos et Sanctas cum hic viverent, congregare
385 possemus, et interrogare, utrum essent sine peccato, quid
fuisse responsuros putemus? Utrum hoc quod iste dicit, an
quod Ioannes Apostolus: Si dixerimus quod peccatum non
habemus, ipsi nos seducimus, et veritas in nobis non estf
No es cosa tan grave un pecado venial hecho por inadver-
390 tencia, y aunque sea advirtiendo, como el que tiene raíz en
el corazón, de inclinación natural, de mala costumbre, de
afección pegada o deshonesta, o de codicia, o de honra, o de
cosa de esta manera, que como raíz o árbol brota aquel fru-
to de sí.
395 Tenga grande atención quien quiere tener cuidado de sí,
de que la fuente donde mana su agua, que es su corazón
— por el cual se entiende la voluntad — , esté limpia, no pe-
gada con amor demasiado, aunque no mortal, con criatura
ninguna. Porque así como juntándose el agua y la tierra se
400 hace lodo y ensucia a quien lo trata, así quien pegare su
amor con la criatura, si no fuere por Dios nuestro Señor,
entienda que tiene lodo dentro de sí y que, por hermosa o
373 Eccli. 2i, 2.
}88 San AGUSTÍN, De nat. et giatia, c. 36, 42 : ML, 44, 267.
38S Cf. 1 lo. 1, 8.
774
preciosa que le parezca la tal criatura, se ha de verificar lo
que dice el Espíritu Santo: Quien tocare la pez, será ensu-
405 ciado con ella. Y cuando estas aficiones no se quitan del
corazón, _acaece muchas veces estarse los hombres con los
pecados veniales que de ellas proceden, sin mirar en ellos
ni sin arrepentirse de ellos; y aunque confiesan, no se les
quitan, porque les place tener aquella afección, y no procu-
410 ran de quitar la raíz que en el corazón está, que es causa
y ocasión eficacísima para que muchas veces el hombre haga
obras conforme a la tal afección, y muchas veces sin mirar
en ello.
Examínese, pues, cada uno con diligencia y cuidado y
415 mire dónde tiene puestos sus pies, que son las afecciones
de su corazón, sus inclinaciones, el amor de los hijos, y el
de los casados uno en otro, y de cosas semejantes; y oigan
lo que dice San Agustín: "Señor, poco te ama quien alguna
cosa ama contigo, que no la ama por amor de ti". No es este
420 amor tal que haga amar a la cosa más o tanto como a Dios
nuestro Señor; mas, aunque sea menos, hay desorden, por-
que no se ama por Dios o en Dios; y tanto se le quita al amor
divinal, cuanto se le da a éste. Y por esto dice el apóstol
San Pablo: Los que tienen mujeres, como si no las tuviesen;
425 jos que compran hacienda, como si no la poseyesen; los que
usan de este mundo, como si no usasen de él; porque la figu-
ra de este mundo se pasa. Eso quiero; quiero que estéis sin
congoja; y la congoja desordenada, del amor desordenado
procede.
430 Y aunque la tal inclinación o afección no es pecado cuan-
do [no] sale en acto, mas, según se ha dicho, es grande
ocasión para él; y muchas veces obra el hombre, de dentro
o de fuera, conforme aquella afección o inclinación que
tiene dentro de sí. ¿Quién terna el fuego en su seno— dice
435 la Escriptura — y no se quemará? Sacudirlo conviene de sí,
' si no queremos llevar a otro mundo manojos de heno en que
ardamos y nos atormente el fuego de la divina justicia.
Y quien de ella y del heno hubiere escapado por la mise-
ricordia de Dios nuestro Señor, dando El su gracia, con la
440 cual el hombre vive con mucho recato, teniendo su ánima
purificada de extraño amor, viviendo con diligencia, mirando
qué piensa, qué habla y qué obra, procure de guardarse
también de otros pecados veniales, que son muy menudos,
significados por paja, la cual, aunque se quema en el fuego,
445 ni es tan recia ni tan durable como las otras cosas. Estos
405 Ecdi. 13, 1.
419 San Agustín, Confess., 1. 10, c. 2g, 40 (jVLL 32, 796) : «Minus
enim te amat qui tecum aliquicl amat, qnorl non propter te amat».
427 Cf. 1 Cor. 7, 29-31.
435 Of. Prov. 6, 27.
si. santísimo sacramento
77ñ
pecados son tan sutiles, que algunos de ellos caen aun en
los hombres muy santos; tanto, que, sacado el Hijo de Dios
y su Madre bendita, ninguna persona ha habido en el mundo,
ni la habrá, que no edifique alguna paja de aquéstas; unos
450 más veces que otros y más grandeá pajas que otros. Mas
estar sin ninguno, si no fuere por algún tiempo no largo,
ni es ni puede ser, si no fuese por algún particular privilegio,
cual fué dado a la sacratísima Virgen María, como el santo
Concilio Tridentino lo afirma.
455 Vida miserable es aquésta, en la cual los más descuida-
dos caen en pecados mortales; y los que algún cuidado tienen
para huir éstos, caen en veniales, y muy graves; y lo& más
cuidadosos, en menos graves. Y que por santo que un hom-
bre sea, aunque sea apóstol de Dios, que fueron los más
•160 santos en santidad que todos los otros, no escapan de aques-
tas culpas, aunque muy livianas. Y el castigo de todas dice
el apóstol San Pablo que es fuego. ¿Qué remedio, hermanos,
tememos, pues que nuestros pecados veniales en unos serán
pajas, y no muy pequeñas, en otros heno, en otros madera,
465 y ha de quemarnos el vivísimo fuego del purgatorio, del
cual no saldremos hasta que — como dice el santo evange-
lio— paguemos el postrer cuadrante, que vale dos minutos; y
otro evangelio dice hasta que paguemos el postrer minuto,
que, según declara Orígenes, quiere decir las mínimas culpas
470 que hubiéremos cometido?
Recia cosa es fuego; y como dice San Agustín: "Aquel
fuego excede a toda la pena que han pasado en este mundo
los mártires"; y de fuego tan vengativo Dios nos libre, aun-
que no nos queme como a los que más quema. No puedo sufrir
475 tener llegada la mano a un fuego de acá más de lo que con-
viene; siento mucho caerme en la mano una centella o agua
herviente; ¡y que me meta el ánima entera, que es la raíz
del sentir, en el fuego tal como aquél! No es buen consejo.
Aprovechémonos de la misericordia de Dios, que por la san-
•130 gre de Jesucristo nuestro Señor perdona con misericordia
en este mundo los pecados veniales; y es fácil cosa sufrir
aquí el castigo de sus manos, que por ellos nos da para que
no vamos al fuego del purgatorio, donde su justicia con rigor
castiga las culpas; y aunque no para siempre, mas en su
485 manera se puede decir con mucha verdad lo que San Pablo
dice, que es cosa, espantable caer en las manos de Dios vivo.
454 Concilio ue Tremo, sess. 6, can. >3-
462 Cf. 2 Thess. i, 8.
467 Cf. Mt. 5, 26.
468 Cf. Le. 12, 59.
470 Orígenes, In Le., hom. 35 : MG 13, 1893 s.
47; San Agustín, Éwarr. in Ps. 3 : ML 36, 397.
486 Hebr. io, ji.
776
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Por la comunión se Aprovechémonos de la amenaza de
perdonan los peca- allí para no ir allá; tomemos los re-
dos veniales medios suaves en este mundo, que la
490 sangre bendita de Cristo nos ganó,
el cual por su grande amor nos lavó de nuestros pecados,
y con su sangre. ¿Tenéis muchos? Creo que sí. ¿Danos
pena? También lo creo. ¿Pero quién no la recebirá de
haber dado enojos a Dios, aunque no sean mortales? ¿Y
495 quién no deseará de tener con El comunicación amorosa,
estando en su gracia y teniendo con El trata gracioso?
También creo que también desearéis tener vuestra ánima
limpia, sin lodo y sin polvo, y no probar a qué saben los
tormentos del purgatorio, a lo menos, lo menos que pudie-
500 re ser, en cuanto fuere en nosotros. Oídme los que deseáis
estas cosas, y bendecid al Señor, que, con el grande amor
que nos tiene, ordenó medios de paz, y paz perfecta, qui-
tando de en medio todo enojo, grande o chico, que esté entre
Dios y entre nosotros.
505 y pues que la sangre de Jesucristo, derramada en la cruz
en remisión de nuestros pecados, es la que los quita en los
sacramentos, y por los medios que diremos, no porque ella
realmente esté en ellos ni en aquellas cosas, ¿cuánta más
razón es que por este divinísimo Sacramento, en el cual está
510 presente la misma sangre que fué derramada en la cruz, se
perdonen los pecados veniales? El mismo cuerpo que en la
cruz estuvo, la misma sangre que se derramó, ése comemos
y ésa bebemos, en memoria de aquella sagrada pasión que
se celebró en remisión de nuestros pecados. No es mucho,
515 pues que, representándose aquí el derramamiento de aquella
sangre, y estando ella presente aquí, bebiéndola con devo-
ción se nos aplique el perdón que allí nos ganó.
San Ambrosio dice: "Si la muerte del Señor anunciamos
en este Sacramento, y el perdón de los pecados, yo debo
520 tomarla siempre para que se me perdonen mis pecados siem-
pre; y yo, que siempre peco, debo tomar siempre la medi-
cina". ¿Qué no se podrá esperar de tan grande merced como
es recebir aquí al mismo Señor, fuente de toda gracia y de
todo perdón? Pues como dice San Pablo: Todas las cosas nos
525 dió con el Hijo, no dude nadie de recebir el perdón, pues que
aquí está el sacrificio, con tal que venga el hombre apare-
jado como debe venir.
522 San Ambrosio, De Sacram., 1. 4, c. 6, 28 (ML 16, 464) : «Si
mortem annuntiamus, annunliamus remissionem peccatorum. Si quo-
tiescumque effunditur sanguis, in remissionem peccatorum funditur :
debeo illum semper accipere, ut semper mihi peccata dimittantur.
Qui semper pecco, semper debeo habere medirinani».
525 Cf. Rom. 8, 33.
U. SANTÍSIMO SACKAML.NI')
777
Llevad el alma lim- Cosa es de considerar cuántas pre-
pia para recibir al paraciones se requieren para bien
530 Peñor g°zar de aqueste Señor, significa-
das en las santas palabras que el
Señor a sus discípulos el Jueves Santo en la noche antes
que los comulgase les dijo, con las cuales les alimpió las
ánimas de las inmundicias que se les habían pegado de las
535 ordinarias flaquezas, y particularmente de la soberbia y
contención que habían tenido, deseando ser cada uno ma-
yor y pensando que lo merecía ser en ausencia de su Maes-
tro. Reprehendióles y enseñóles el Señor y no sin fruto,
pues dijo: Vosotros limpios estáis por la palabra que os he
540 hablado.
— Pues si están limpios, Señor, ¿para qué es esa bacía
de agua, el ceñiros el lienzo, el arrodillaros delante de sus
pies y lavárselos con vuestras sacratísimas manos? Ser obra
sin provecho no se puede creer, así por ser tan admirable
545 como por ser vos el que la hacéis. Y no es el provecho sólo
darles el ejemplo de humildad, mas también, como San
Bernardo dice, "éste es ministerio de perdón y limpiamien-
to de nuestros pecados". Sí no te lavare— dijo el Señor a
San Pedro — , no ternas parte en la gloria comigo. Porque
550 para entrar allá ha de estar un hombre limpio de todo pe-
cado mortal y venial. Y porque el Señor los quería del
todo limpios, y ya lo estaban de los mortales, y no de to-
dos los veniales, alimpiólos el Señor de fuera y de dentro,
para que así fuesen, del todo limpios, a recebir su santísi-
555 mo y limpísimo cuerpo.
Es tanta nuestra flaqueza, especialmente la de los fla-
cos e imperfectos, que, aunque ahora los alimpie el Señor
de algunos veniales, les quedan otros; o si los alimpia de
todos, tornan presto a algunos de ellos. Si vos habéis de
560 hacer lo que es razón para purificaros de los pecados ve-
niales y recebir a este Señor, aunque haya poco que os
habéis confesado, es razón que la noche antes os recojáis
y miréis con atención la grandeza del Señor que habéis
de recebir otro día ; y cuán justamente a nuestra ánima, que
565 ha de ser su casa, se le debe pedir toda limpieza y mirar y
remirar los escondrijos de vuestro corazón; y lo que en él
halláredes no limpio, y con todo lo demás que habéis he-
cho, gemidlo, para que, mediante vuestro dolor, el Señor
os lo perdone y alimpie vuestra ánima. Y tras esta purifica-
570 ción reconciliaos después, y seréis purificado otra vez por
540 lo. 15, 3.
S4S San Bernardo, In Coena Domini sena., 4 ¡ MI. 183,
549 Cf. To. 13, 8. 565 Cf. Ps. 92, 5.
778
SERMONES. CICLO TEMPORAL
el santo sacramento de la Penitencia, figurado en aquel gran
vaso lleno de agua que mandó Dios nuestro Señor poner a
la puerta del templo, en el cual se lavasen los sacerdotes
primero que entrasen a sacrificar.
575 Comiénzase luego la misa, y tornáis a decir la confesión
general, con la cual se perdonan, como hemos dicho, los
pecados veniales; y después del evangelio y el credo tor-
náisla otra vez a decir; y después otra vez cuando ya es-
táis para recebir al Señor. Y aunque sean muchas las puri-
580 ficaciones, es tanta nuestra impuridad y la pureza de este
Señor que vamos a recebir, que siempre hemos de pensar
que aun nos queda algo de purificar; y aunque no nos que-
dase, toda pureza es menor de la que se debe a Señor tan
limpio, que San Juan Baptista, siendo como ángel en la
585 tierra, tiembla de le tocar, y los ángeles de le adorar.
Cristo, en el Sacra- Mas no penséis que habiendo vos
mentó, es fuego que hecho según vuestra flaqueza estas
purifica diligencias y otras para llevar vues-
tra ánima limpia para recebir al Se-
590 ñor todo limpio, que si con todo eso os quedan pecados
veniales, ha de haber el Señor asco de vos y entrar de mala
gana en vuestra ánima. Acordaos que el profeta Esaías fué
puesto en espíritu en un templo donde vió un gran Se-
ñor, de cuya majestad estaba llena toda la tierra, al cual
595 los serafines con grande clamor le cantaban diciendo: Santo,
Santo, Santo, Señor de los ejércitos; toda la tierra está
llena de tu gloria. Lo cual visto y oído por Esaías, hallóse
tan indigno de estar allí, y con la claridad de aquel Señor
conoció sus propias faltas, que antes no conocía; y com-
P0O pungido en su corazón, y muy humillado, dijo: ¡Ay de mi,
que soy varón de labios sucios y moro en medio de pueblo
que los tiene de la misma manera! No me espanto yo -que
un cristiano puesto delante de un altar, viendo con los ojos
de la fe al Señor que allí está, y que a quien va a recebir
605 es verdadero Hijo de Dios, igual a su Padre, y verdadero
hombre, de mayor dignidad que los ángeles, al cual le can-
tan los serafines cantares de mucho loor en todas sus fuer-
zas, que el tal cristiano se encoja y humille y se le repre-
sente su indignidad más que antes, y gima diciendo: "¡Ay
610 de mí, que soy pecador!"
Mas no desmayéis, que, si tembláis como Esaías, tam-
bién habrá remedio para vos como para él. Voló un serafín
de aquellos que estaban alabando al Señor, y fuése al al-
tar donde había fuego, y tomó con unas tenazas un carbón
574 Cf. Ex. 30,
597 Cf. Is. 6, 3.
602 Cf. Is. 6, 5.
r8-2i
SI. SANTÍSIMO SACRAMENTO
779
615 encendido, y fuése con él a donde estaba Esaías, y tocó con
el fuego sus labios, y díjole palabras de mucho consuelo:
Mira que he tocado tus labios, y es quitada tu maldad, y
quedas limpio de tu pecado. Gran cosa se hizo con él, mas
mayor se hace contigo. Un serafín voló para le alimpiar,
620 y con un carbón, que es una poca de leña encendida, le tocó
sus labios. Mas ¿quién contará la sobrepujante merced que
en el altar se hace al cristiano cuando recibe a nuestro Se-
ñor?, pues no envía serafín para que alimpie nuestros pe-
cados, mas aquel mismo Señor que allá vió Esaías en espí-
625 ritu (el cual dice San Juan que era Jesucristo), ese mismo
deciende de la silla de su gloria, y no con carbón encendi-
do, mas consigo mesmo; y no se contenta con tocar nues-
tros labios y transformarnos en sí, ni para hasta entrar en
nosotros, para que de más cerca de nuestro corazón más
©30 excelentes efectos obre con El.
Escrito está: Nuestro Dios, fuego gastador es. Y en otra
parte: ¿Quién podrá pensar el día de su advenimiento y
quién estará en pie para poderlo mirar? Porque El será
como fuego que apura y como hierba con que emblanque-
635 cen los paños, y sentarse ha apurando y alimpiando la pla-
ta, y purificará los hijos de Leví. En aquel día del terrible
juicio de Dios será fuego gastador de los malos, ejercitan-
do en ellos tan de verdad su justicia, que, examinando sus
obras y hallándolas malas, se cumplirá lo que está escrito:
640 Sabed que vendrá un día encendido como horno, y todos
los soberbios y que obran maldad serán como paja, y que-
marlos ha el día que viene, dice el Señor de los ejércitos,
y no dejará en ellos tronco ni hoja; gastarlos ha el Señor
para siempre, castigándolos con deshonra, pobreza, tor-
6*5 mentos, sin dejar cosa sin castigo, en cuerpo ni en ánima.
Allí está el Señor, fuego terrible, que castiga sus ene-
migos con severidad. En el purgatorio es fuego que con
justicia castiga a los que son sus hijos con severidad y mi-
sericordia, aunque parece tener más parte de rigor que de la
650 dulcedumbre. También es fuego castigando a sus hijos en
este mundo con la tribulación, en la cual se perdonan los
pecados y se apuran los hombres en el horno de la tribu-
lación; que, aunque duela, mucha más parte tiene la mise-
ricordia que la justicia; más usa el Señor oficio de padre
655 que de juez, pues está escrito: Castiga el Señor al que ama
y recibe contentamiento en él como el padre en su hijo. Has
por enseñar el Señor la suavidad de su amor y el abismo
de su dulcedumbre, sin mezcla de amargura ninguna, en-
618 Is. 6, 7. 643 Mal. 4, r.
625 Cf. Apoo. 4, S. 651 Iob 23, 10.
631 Deut. |, 24. 653 Cf. Hebr. 12, 6.
636 Mal. 3, 2-3. ,
780
SERMONES. CICLO TEMPORAL
señónos que es fuego de otra manera, escondido a todo hu-
660 mano entendimiento. ¡Quién alcanzara que era Dios tan
verdaderamente fuego de amor, que descendiese del cielo,
y se hiciese hombre por puro amor, y dijese: Fuego vine a
traer a la tierra; ¡cuánto deseo tengo de que se encienda!
Con un baptismo tengo de ser baptizado; ¡cómo vivo en es-
665 trechura hasta que sea cumplido! Fuego de amor es el
Señor, y decendiendo El acá, y trabajando por nosotros El
en su vida, y muriendo El por nosotros en la cruz, fué en-
cendido con fuego de grave tribulación y con entrañable
amor que de dentro más le abrasaba; y muerto de amor
670 por nosotros, dásenos en manjar para que, encendidos con
tal amor, vivamos por El.
En el día del juicio se sentará como fuego, examinando
y purificando a los que estuvieren delante de El; y lo mis-
mo hace aquí desde el santo altar. Aquel día es encendido
675 así como fuego, y quemará y gastará a los malos desde el
tronco hasta la hoja; y aquí está el mismo Señor purifi-
cando y colando a sus hijos, gastando en ellos la escoria
de los pecados veniales, dejándolos limpios de muchos de
ellos; y si mejor disposición traen, purifícalos de todos, sin
680 dejarles chico ni grande.
No parezca a nadie cosa imposible, ni aun muy dificul-
tosa, haber muy muchos hijos de la Iglesia católica que
con tal cuidado viven de caer en pecados veniales pocos y
con tan buen aparejo reciben este fuego divinal que aquí
685 está, que queden sin pecado ninguno, y les dure aquella lim-
pieza a unos más tiempo y a otros menos, según la medi-
da de su diligencia y la gracia que el Señor les da. Que no
dijo en balde el ángel San Gabriel al profeta Daniel: Que se
acercaba el tiempo en que fuese ungido el Santo de los san-
6^0 tos, y viniese al mundo una justicia sempiterna, y el pe-
cado recibiese fin. ¿Queréis ver un testimonio de que, como
lo prometió Dios, lo cumplió? Oíd a San Juan Evangelista,
testigo abonado, cuyo testimonio, según dice él, es cono-
cido por verdadero, cuyas palabras son éstas: Si dijére-
695 mos que no tenemos pecados, nosotros nos engañamos, y la
verdad no está en nosotros; mas si confesáremos nuestros
pecados, fiel y justo es Dios para perdonarnos nuestros pe-
cados y limpiarnos de toda maldad. Y arriba había dicho:
Y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. No
700 os espantéis; que pues en la cruz aquella sangre bendita
fué tan subida de precio, que mereció el perdón de todos los
695 nosortos
665 Cf. Le. 12, 49-50.
691 Cf. Dan. g, 24.
691 Cf. To. 21, 2/).
69S 1 lo. i, 8-10.
609 1 To. i, 7.
SU SANTÍSIMO S'CRAMEMO
781
pecados del mundo, que, recibiéndola uno a ella misma
cuando recibe el cuerpo del Señor, 'le alimpie de todo pe-
cado venial.
05 ¿Queréis saber cómo? Es fuego el Señor que allí está;
fuego que consuela y no aflige; fuego que quien está en El
no desea salir de El, como los que están en las otras mane-
ras de fuego, como ya hemos dicho. Oíd qué dice San Agus-
tín hablando con este Señor: "¡Oh fuego santo, cuán dul-
710 cemente ardes, cuán suavemente quemas! ¡Pluguiese a ti
que todo yo ardiese en ti!" Y si es fuego, y tan maravillo-
so y poderoso, no os maravilléis que eche centellas de sí,
y pegue calor a los que se acercan a El, según lo experi-
mentan los que con pureza de ánima llegan a este Señor;
715 algunos de los cuales, en entrando en la iglesia, sienten su
corazón encendido con calor que sale de aquel Señor, y
otros se sienten del todo mudados cuando están en el altar
esperando a lo recebir, y experimentan, que así como el
profeta David, hablando con Dios del grande rigor que en-
720 señará a los malos en el día del juicio, dice: Ponerlos has
como horno de fuego en el día de la manifestación de tu
faz; el Señor en su ira los conturbará, y el fuego los tra-
gará; así en este santo día y en esta dichosa hora, cuando
uno [está] en la presencia de este divinísimo Sacramento es-
725 perando de lo recebir, saltan en él centellas que del Señor sa-
len, que lo encienden en fuego de amor divinal, y lo muda el
Señor, no con ira, sino con blandura, y lo traga el fuego de
su amor. No es maravilla que, pues Dios tiene ira para
conturbar y quemar a sus enemigos, que tenga bondad y
730 dulcedumbre de amor para en presencia de su gesto derre-
tir y suavemente quemar a sus hijos.
Y si antes que el fuego sea recebido del hombre lo en-
ciende con sus centellas y lo calienta con su calor, ¿qué se
puede esperar después que el cristiano ha metido dentro de
735 sí este dulcísimo y eficacísimo fuego, sino que del todo que-
de hecho horno de amor, que en su manera imite y partici-
pe al fuego inmenso, que es Dios? ¿Quién dirá que no es
fuego y horno encendido un apóstol San Pablo, cuando de-
cía que ni tribulación, ni angustia, ni espada, ni vida ni
740 muerte, ni cosa presente ni por venir, ni criatura baja ni
alta, no le podrían apartar del amor de Dios, que está en
Jesucristo? Recibió el fuego, y tornóse fuego; porque no
puede dejar de encenderse quien bien lo recibe, ni es posi-
ble alcanzar de otra parte, si de El no, una centella de
745 fuego.
Oíd a San Ignacio, que dice: "El amor mío, el Cruci-
-ii Cf. Sax Agustín, Confess., 1. io, c. 29, 40 : ML 32, 797.
723 Cf. Ps. 20, 10.
742 Cf. Rom. 8, 35-39.
7S2
SERMONES. CICLO lEMPORy».
ficado es, y no estoy en mí". Y San Pablo dice: Vivo yo,
mas no yo, Cristo vive en mi. ¿Habéis visto tal trueco, y
tan bienaventurado, que el hombre es unido con Jesucristo
750 y transformado en El? Pues este trueco, esta unión por
amor, que estos santos, y todos los que están en gracia,
tienen, en este santo Sacramento es significada y es hecha.
¿No veis que recebimlos al Señor debajo de forma de man-
jar? Y el bien recebirlo no ha de ser sólo comerlo, mas
755 tener calor para digerirlo; pues cuando no hay calor en el
estómago, el manjar es pesadumbre y causa de enferme-
dad, en lugar del mantenimiento y salud para que se to-
maba. Con la fe comemos a Cristo y con el amor le dige-
rimos; y como su amor sea muy más fuerte que el nues-
760 tro, digiérenos El y conviértenos en sí, pegándonos consi-
go; a semejanza de un manjar que el hombre ha comido,
que después que ha pasado dentro del cuerpo, por muchas
operaciones que en él ha hecho el cálor natural, al fin vie-
ne a pegarse como engrudo en la misma sustancia del hom-
765 bre, quedando hecho semejable, siendo primero cosa muy
diferente.
Lleguemos con fuego ¡Oh eficacísimo fuego de Jesucris-
de amor a este fuego to nuestro Señor, cuánta es tu
inefable suavidad! ¡Cuánta nuestra honra
770 y provecho el día y hora que or-
denaste esta misericordia incomprehensible, de entrar tú en
nosotros hecho nuestro manjar y, con el gran calor de tu
amor, mudarnos y mudarnos hasta que, quitada nuestra
escoria, nos hace semejables, amándote en semejanza de
775 como nos amas y llevando el fuego de aqueste divinísimo
Sacramento, que es el más excelente de todos!
El baptismo es señal y causa de regeneración; otro sa-
cramento, que da fuerza para confesar la fe, es llamado
confirmación; otro, que da perdón de pecados, sacramento
780 de penitencia; y así los otros tres tienen sus particulares
nombres, significaciones y efectos. Muchas hijas congrega-
ron riquezas; mas tú, divinísimo Sacramento, excedido has
a todas. La perfección de la ley consiste en amor. La cosa
que a Dios más agrada es amor, y nuestra bienaventuranza
785 está en juntarnos con Dios por amor; y este divinísimo Sa-
cramento se llama Sacramento de amor y unión, porque
por amor es dado, amor representa y amor obra en nuestras
entrañas De manera que, pues todo este negocio es amor,
747 San Ignacio de Antioquía, Ep. ad Rom., c. 7, 2 (MG 5, 694) :
«Amor meub crucifixus est, nec est in me ignis materiae amans ;
sed aqua viven* et loqueos in me est, mihi interius dicens : Veni
Etd Pnrrem».
;i. SANTÍSIMO SACRAMENTO
7^3
el Señor recibido es fuego, el que bien lo recibe también
90 lleva fuego de amor: juntándose tales dos fuegos, ¿qué ta-
les pensáis que pararán a los pecados veniales?
Ningún fuego con tanta ligereza quema una paja pe-
queña, con cuanta, por la obra de este Sacramento, es des-
hecho y quemado el pecado venial. San Damasceno dice que
>5 "cuando el fuego de nuestro deseo se junta y recibe a este
fuego y carbón encendido, divino, que es Jesucristo, quema
nuestros pecados y alumbra nuestros corazones". El pecado
venial cáusase de tibieza de amor; y como aquí el amor del
hombre, encendiéndose más con la compañía del amor di-
■00 vinal, hierve y sobrepuja a sí mesmo, destruye y aniquila
a los pecados veniales como una cosa poderosa a un contra-
rio suyo muy flaco; como el fuego toma entre manos al
metal de oro y plata y, obrando en ellos, quita de ellos lo
que no es semejable y los deja apurados y resplandecientes.
805 y de esto no se maraville nadie, pues el fuego de amor
bastó a purificar tantas escorias de pecados mortales y ve-
niales como la Magdalena tenía, según el Señor dió testi-
monio, diciendo: Perdonados le son muchos pecados, porque
amó mucho.
810 Lleguemos, pues, con firmeza de fe, con buena espe-
ranza, con fuego de amor a este fuego inefable que aquí
está encerrado, que sin falta acrecentará lo bueno que El
mismo nos dió y quemará lo que hallare extraño, dejándo-
nos apurados, resplandecientes, limpios y santificados; que
815 escrito está que dice Dios (y aquí lo hace) : Yo quité tus
pecados como el sol quita las nubes. Es fortísimo fuego
para quemar las escorias que afeaban al ánima; es fortísi-
mo sol de justicia, que con su grande calor consume las
nubes de los pecados veniales que se habían puesto en rae-
820 dio de Dios y del ánima; porque aunque el sol del todo no
se fuese de ella y la dejase a escuras, mas eran impedimen-
to para que no le luciese ni la calentase como solía; y, en
fin, estaba una cosa en medio de Dios y del ánima, que ni
a El ni a ella hacía buen gusto; lo cual quitado por este
825 sol de justicia que en el hombre entró, el ánima goza de
su Dios a su placer, y el Señor descansa en ella muy de
mejor gana que en el cielo empíreo, pues como en casa que
más le costó, "mora, como San Bernardo dice, de mejor
gana que en el mismo cielo".
797 San Juan Damasceno, De jidc orth-od.. I. 4, c. 13 (MG 01,
1150) : «Divinum carbonera sumarmis, ut desiderii nostri isjnis, ac-
cepto carbonis ardore, peora ta nostTa comiburat, et corda illumiiiet».
800 Lo. 7, 47.
816 Cf. Is. 44, 22.
829 San Bi.rnardo, Iii Caut.. senn. 27, o (MI, iS;,, 918) : «Xec
niirinn, si libenter inhabitet caelum hoc Dominas Iesus, quod utiqíne,
7S4
SERMONES. CICLO TEMPORAL
830 Y así como El es lucidísimo y hermosísimo sol, así la
parará a ella resplandeciente, semejable a El, como fué
figurado cuando se transfiguró en el monte Tabor, y le
resplandeció la cara como el sol, y fueron hechas sus ves-
tiduras blancas como la nieve. Nosotros nos vestimos de
835 Cristo, como dice San Pablo, porque en la 'gracia y virtud
que de El recebimos perdemos nuestra fealdad y cobramos
honra y hermosura del cielo; y nosotros somos vestiduras
de El, porque nuestros bienes son gloria suya y lo atavían
y honran, pues son testimonio de su grande bondad, con
S40 que nos los dió, y el gran valor de su sangre, con que
nos los mereció. Y estas vestiduras que atavían su cuer-
po, y aun se llaman su cuerpo, que somos nosotros cuando
nos transformamos en El, participamos del resplandor que
recibió en su cara cuando se transformó, siendo emblan-
845 quecido más que la nieve, como David lo deseaba y pedía,
diciendo: Rociarme has, Señor, con hisopo, y seré lim-
pio; lo cual se hace cuando nos limpian de pecados mor-
tales; lavarme has, y seré emblanquecido más que la nieve,
cuando nos limpian de pecados veniales. Para todo tuvo
850 amor, para todo tuvo precio su sangre. Amónos — dice San
Juan — y lavónos con su sangre. Y pues, recibiendo el
cuerpo del Señor, recebimos también su sangre, que en
sus venas está, no se maraville nadie que metiéndonos en
esta piscina, que, aunque roja en el color, tiene virtud
855 para emblanquecer, salgan nuestros vestidos limpios de
manchas, que, como dice el evangelista San Marcos, ningún
batanero sobre la tierra tan blancas las pudiera parar.
Y entonces obra el Señor lo que está escrito: Que se en-
tregó a la muerte para parar a su Iglesia hermosa, que
860 no tenga mancha ni ruga, ni cosa de esta hechura, para
que sea santa y sin mancha de pecado venial; porque tales
para a los que bien le reciben, que no les queda mancha
de pecado venial y les quita las rugas de las imperfec-
ciones.
865 Ya algunos principales miembros de su Iglesia los deja
tan libres y resplandecientes, que ni les queda culpa ni
pena de pecado venial; y si acabado de comulgar murie-
non quomodo caeteros, dixit tantum ut fieret, sed pugnavit ut acqui-
reret, occubuit ut redimeret».
834 Mt. 17, 2.
835 Cf. Gal. 3) 27.
837 Cf. Ts. 49, 18.
842 Cf. 1 Cor. 12, 27.
845 Cf. Psiíuno-DioNisio Areopagita, De eccl. hierarcfi., c. 1,
1 • c. 3, 3 : MG 3, 371. 427 ss.
848 Ps. 50, 9. «
851 Cf. Apoc. i, 5.
857 Me. o, 2.
865 Cf. Eph. 5, 25-27.
$2. santísimo sacramento 785
sen, volarían al cielo como si hubieran receñido el santo
baptismo. A otros les quita todas las culpas de pecados
870 veniales, y pierde los enojuelos que con ellos tenía, y les
deja reformado el fervor del amor que habían perdido,
aunque queden en alguna obligación a pagar penas de
purgatorio. Estas cosas obra el Señor diferentemente, se-
gún las diferentes disposiciones de quien lo recibe.
875 Y no hay remedio tan grande para purificación de nues-
tros defectos y quemar las pajas de pecados veniales, como
bien recebir este fuego sagrado, con que se encienda el
fuego de nuestro amor y se quemen las pajas de los ve-
niales. Y aunque no se pueda pasar esta vida sin caer en
8&0 algunos de ellos, si tomamos esta medicina dulcísima y
suavísima, no nos dañarán, pues por ella nos son per-
donados; hasta que este mismo Señor, que aquí nos alim-
pia de nuestros pecados, nos dé tan fuerte limpieza, que
nunca más la podamos perder, confirmándonos en su gra-
885 cia y dándonos gloria.
52 En Cristo levantamos la cabeza
(Bd. 1596, I, pp. 258-286.)
Qui manducaí meam carnetn, et bibit mcum san-
guinem, in me manet, et ego in eo. Quien come mi
carne, y bebe mi sangre, está en mí y yo en él
do. 6, [57]).
5 Otra metáfora para Para subir a las cosas altas no bas-
declarar nuestra ta un solo escalón, ni para agotar
unión con Cristo un grande lago de agua no basta
una sola vasija; y cuanto una cosa
es más excelente, más nombres y más inducciones ha me-
1(j nester para ser declarada. Esto parece manifiesto en la cosa
más excelente de todas, que es la divina Esencia; pues sien-
do ella una, y más unísima que ninguna de las cosas, ha
menester más nombres y semejanzas, para que cada una
por su parte declare algo de la infinidad de perfecciones
*5 que ella juntamente en sí tiene.
También es notorio cuán muchas figuras, sacrificios, ce-
remonias, nombres, profecías y semejanzas están escritas
en el Viejo Testamento para declarar . la excelencia de un
solo Jesucristo nuestro Señor. Y por esto no es de mara-
20 villar que, pues el misterio que al presente tratamos, de la
dulcísima unión entre Jesucristo nuestro Señor y los que bien
le reciben, es tan grande, no nos contentemos con declararla
con una sola metáfora de "comer y beber", mas que añada-
mos otras, no de nuestra cabeza, porque en cosa tan alta
25 y tan sobre nuestro sentido, ¿quién osará seguir otro pa-
786
SERMONES. CICLO TEMPORAL
recer que el de Dios?, para que de Aquel raesmo venga la
lumbre con que conozcamos este tan gran bien nuestro, de
quien viene el hacer 'la merced, y tengamos por maestro a
quien tenemos por bienhechor.
30 La metáfora que en este presente sermón nos ha de dar
lumbre para el conocimiento de este sagrado misterio, nos
la dió Dios por boca del apóstol San Pablo, órgano muy
usado para declarar las riquezas investigables de Jesucristo
nuestro Señor que para sí y para nosotros tiene; y ésta
35 llama por nombre de "cabeza y cuerpo" o "cabeza y miem-
bros". En una parte dice, hablando de Cristo: El es cabeza
del cuerpo de la Iglesia; y en otra parte, que Dios Padre
dió a Jesucristo nuestro Señor por cabeza de toda la Igle-
sia; y en otras partes usa de esta misma metáfora, como
iO cosa en que hallaba particular gusto, y que entendía ser
conveniente para nuestra consolación, porque declara muy
al propio este gran beneficio de la unión de Cristo y nos-
otros.
A los deshonrados en Había Dios dado a Adán, hombre
45 Adán nos es dado primero, que fuese cabeza de todos
Cristo como Cabeza los hombres, principio de todos
en los bienes en que Dios le crió, se derivasen de él en
ellos como de una cabeza a su cuerpo. Mas porque aquella
50 cabeza fué de mal seso, quebrantando el mandamiento de
Dios, cayó en desprecio y deshonra en los ojos de El, y
fué despojado, como traidor, de los bienes que había reci-
bido y de otros mayores que esperaba recebir, y fué con-
denado a muerte y a graves penas por la divina Justicia,
55 pues no había querido aprovecharse de su gracia y mise-
ricordia. Cabeza deshonrada, pobre y condenada, ¿qué pudo
pasar a sus miembros sino lo que ella tenía? Y porque el
demonio tuvo derecho sobre él, mediante el pecado, túvolo
también contra sus miembros; no como quiera, sino siendo
60 cabeza de ellos, influyéndoles de su ponzoña y haciéndoles
participantes en sus penas.
¡Alaben al Señor sus misericordias y sus maravillas en
los hijos de los hombres! Porque se adoleció de las mise-
rias de ellos, y los sacó del profundo de la deshonra y de
65 la pobreza de las cosas espirituales, y les rescató de las
penas que debían, y les quitó cabezas tan malas como era
Adán y el demonio. Y no se contentó su misericordia con
sacarnos de estos males, tornándonos a la honra y rique-
30 sermón] tratado
ellos, y que, si él permaneciera
39 Eph. i, 22.
t>3 Ps. 106, S.
52. SANTÍSIMO SACRAMENTO
787
zas que antes teníamos; mas, multiplicando su magnificen-
cia, remediónos con tanta ventaja de lo que antes teníamos,
como excede el cielo a la tierra; diónos por remedio a Je-
sucristo, su Hijo bendito; y no como quiera, mas diónoslo
por Cabeza, cuyo cuerpo fuésemos nosotros, con lo cual
quedamos, sin comparación, muy honrados y agradables a
Dios que antes estábamos deshonrados, y que estuviéra-
mos si por otro modo ordenara nuestro remedio.
Pudiera muy bien su infinita Sabiduría tornarnos a dar a
Adán por cabeza, o algún hombre que viniera de él, por
el cual nos viniera el bien que habíamos perdido; mas para
enseñar Dios las riquezas de su misericordia, y la grande-
za de su amjor con los hombres, y su inefable sabiduría,
tomó él vaso quebrado en las manos, y no se contentó con
hacello como antes estaba, mas hermoseólo y honrólo con
muchas ventajas.
Grande honra fuera tener por cabeza un hombre bueno,
y mayor tener un ángel, y mucho más un serafín, y fué-
ranos ocasión de alabanzas y gracias al Señor, que tanto
bien nos había hecho. Pues ¿cuáles serían aquéllas que
debemos dar, porque, pareciéndole todo poco — no por serlo
ello, sino por el grande exceso del amor que nos tiene — ,
nos dió por cabeza al mismo Hijo suyo y Verbo encarnado?
De manera que, si entonces nos pudiéramos gloriar de que
teníamos honra en nuestra cabeza y de que era ángel nues-
tra cabeza, digamos ahora que tenemos una Cabeza que es
Dios, y seamos una persona mística con El. Cosa parece
ésta que espanta oyéndola y que hace encoger al hombre,
mirando su poco valor; y parécele cosa desigual que sea
él parte o cuerpo que tenga a Dios humanado por su ca-
beza; mas, en fin, llega la bondad divinal hasta a hacer
estos bienes a los miserables, para que se verifique lo que
dijo Esaías: Este pueblo formé para mí, cantará mi ala-
banza. Obra es de Dios, El da testimonio de ella; creámos-
la, alabémosla, aprovechémonos de ella, pues tan buena
fué nuestra dicha, que por la gracia de Dios nos cupiese tal
suerte.
Cristo nos es dado por cabeza, y conviénenle muy bien
las propiedades de este nombre, porque tiene con mucha
verdad lo que significa.
La cabeza es más alta que todo el cuerpo, y Cristo más
alto que todos los hombres y todos los ángeles. En la cabeza
están los cinco sentidos y el regimiento y gobernación de
todo el cuerpo, y en Cristo toda la sabiduría, todas las
gracias, el poderío y la gobernación del cielo y de la tierra.
102 Is. 43, 21.
ii>S Cf. Sanio Tomás RE Aquino, Smnnw tUcol., j, q. 8 ; De ve*
rit., q, 2Q, a. 4-5- "•
788
SERMONES. CICIO TFMPOKAJ
Y si de la cabeza desciende influjo de espíritus que den
H5 movimiento y sentimiento a los miembros del cuerpo, mu-
cho mejor desciende el Espíritu de la gracia de Cristo en
los suyos, con que viven y obran obras de vida agradable
y meritoria delante 'los ojos de Dios.
La cabeza es de una mesma naturaleza con el cuerpo,
120 y Jesucristo nuestro Señor, por la parte que es hombre,
es de una mesma naturaleza con nosotros. Y por esto, aun-
que, por ser Dios, le pudiesen convenir las otras condi-
ciones de cabeza, mas porque no es de una naturaleza con
nosotros, ni el Padre ni el Espíritu Santo no se llaman con
125 aquella propiedad cabeza nuestra, como se llama El, en
cuanto hombre. Había mucha distancia de Dios a nosotros;
abajóse a hacerse hombre y ensalzónos a nosotros, hacién-
donos cuerpo de aquel hombre, para que así, por medio de
El y en El, nos juntásemos con Dios, de quien tan apar-
130 tados estábamos: Dios en El y nosotros en El; no se pudo
hallar mejor medio para nuestro remedio.
Bienaventurado reino que tiene tal Rey, mucho más sa-
bio que Salomón para saberlo regir, y mucho más rico
para poder enriquecer a los suyos, y tan lleno de amor
135 para con ellos, para tratarlos, curarlos y regalarlos, como
lo es una cabeza para con su cuerpo. ¿Quién podrá, Señor,
callar tales misericordias? ¿Quién podrá, Señor, hablar
tales misericordias?
Si mirando a ti no ¿ Qué hacen los hombres que no vie-
140 osas alzar tu cabe- nen a juntarse con esta sagrada y
za mirando a Cris- honrada Cabeza, para huir de la
to 'haces bien en le- íeí°nra *ue.¿ por serimie+mbros de
, . Adán y del demonio, los tiene nie-
van ar a tidos en el profundo de la bajeza
145 y desprecio delante el acatamiento
de Dios? Sí; tienes, hombre, tantos pecados sobre ti, que
no los puedes sufrir, y anda tu ánima acorvada con el
mucho peso que sobre ti traes, diciendo con David: Mis
maldades han sobrepujado mi cabeza y como carga pesada
150 se han apesgado sobre mí. Sí; tus pecados pesan más que tú,
y no los puedes pagar, aunque te vendan y entreguen en
manos de todos los tormentos que de aquí al fin del mundo
te pudiesen dar. Mas ¿qué digo "hasta el fin del mundo"?
Tanto mal es el pecado, talento de plomo tan pesado, que
155 sin hacer agravio ninguno, merece ser castigado con tor-
mentos que no se acaben mientras Dios fuere Dios. ¿Qué
os maravilláis que un pecador ande triste y la conciencia
herida con remordimientos crueles, fatigado, desesperado y
temeroso dondequiera que esté, considerando que tiene por
tSO Ps. 37, 5. Of. Mt. 18, 34.
santísimo sacramento
60 enemigo al omnipotente Dios, de cuyas manos no se puede
librar? Debéis vos no sé cuántos dineros, y andáis penado
y pensativo, y decís que no os entra en provecho lo que
coméis y bebéis. Pues si está en la cárcel uno y condenado
ya a que pierda la vida, ¿quién osará pedirle a aquél que
fi6 se alegre? Y si alguno se lo pidiere, el encarcelado no lo
podrá hacer.
Liviana cosa parece el pecado cuando se comete, mas
pesadísima es después de cometido, y tal aparecerá el dia
que Dios viniere a juzgar los vivos y muertos y a castigar
WO los pecados con fuego que nunca se acabe. Cristiano, siente
este peso que sobre ti has echado; porque ¡ay de aquel
que, ya que no fuere para no pecar, no se le da nada de
haber pecado! Mas tú, hermano, gime con el peso, mas no
desesperes; abaja tu cabeza con vergüenza y dolor; y si
W5 quieres que venga por ti un día en que la tengas ligera y
aliviada de esta grande carga y 'la puedas alzar sin confu-
sión a mirar a tu Dios, yo te daré remedio muy cierto con
que lo alcances.
Jeconías estaba cautivo en Babilonia y preso y pobre
180 en la cárcel del rey, y vino un día en que Dios le hizo
merced de que el rey Evil Merodac se acordase de él, y lo
sacó de la cárcel, y lo vistió muy bien, y lo sentó a su
mesa ; y dice 'la Escritura que le levantó la cabeza. Si preso
estás en poder del demonio, traerte ha pensamientos de
186 desesperar; y aquellos que primero te decían: "Peca, que
luego saldrás del pecado; Dios te perdonará, que miseri-
cordioso es; no eres tú solo el que haces esto; cuando qui-
sieres harás penitencia", y cosas semejantes, con que te
aliviaban la carga que te querían echar encima de tus hom-
190 bros, a ios cuales, si tú fueras cuerdo, habías de respondei :
"Quiero primero probar si puedo llevar esa carga, pues que
a uno que vive de este oficio, si le piden que lleve alguna
carga de una parte a otra, ase primero de ella y prueba si
la puede alzar y llevar; y si ve que no, por cosa que le
195 den no quiere tomar sobre sí carga que lo derribe en e?
suelo y lo mate o lastime".
¡Oh miserables que en los infiernos estáis! ¿Por qué no
probastes primero, cuando os parecía pequeña la carga,
cuando no teníades en nada oír que el castigo del pecado
200 es tormento del infierno para siempre jamás? ¿Por qué no
probábades siquiera lo medio, siquiera un poco de lo que
ahora decís que es incomportable, y blasfemáis de aquel que
tal peso y tormento os echó a cuestas, diciendo que no lo
podéis llevar?
205 Cristiano, prueba, primero que hagas el concierto, si
puedes llevar el peso de la sentencia: Ite, maledictí. Mas si
2..6 Cf. Mt. 25, 4i
SERMONES. CICLO TEMPORAL
fuiste tan inadvertido que, a trueco de muy vil y pequeño
prpc'^. echaste sobre ti la pesada carga del pecado mortal,
no añadas mal sobre mal, ni eches sobre ti la pesada piedra
210 de la desesperación, incomportable para sufrir y poderosa
para en un punto dar en el infierno contigo. Entiende y
siente que has hecho muy mal en dar males por bienes,
enojos en lugar de servicios, a tu Dios y Criador. Gime,
que has sido in6ratu al Señor, que te compró con su san-
215 gre y muerte preciosa. Y si la muchedumbre de tus peca-
dos, y la acusación de los enemigos, y la grandeza de los
tormentos de infierno, el temor de la divina Justicia te
aprietan tanto que te quieren hacer desesperar como a Ju-
das, vete así, espinado como estás con las punzadas de do-
220 lor que te dan tus pecados, y con confianza cristiana dile
a este Señor: "¡Cuán multiplicados son los que me atribu-
lan! Muchos se levantan contra mí; muchos dicen a mi
ánima, con pensamientos secretos, que no tengo salud en
mi Dios. Si me dijeran que no la tenía en mí mismo, no me
225 deshicieran ni me desmayaran, pues que el mal en mí está,
el remedio no; mas decirme que no tengo parte en vuestra
redención, que me habéis arrojado de vos y que, aunque
sois Salvador, por mis grandes pecados no me habéis de
salvar, esto, Señor, me desmaya mucho, y para esto os
230 pido remedio, y que no me vea yo sumido debajo de la tem-
pestad de las aguas ni caído en el pozo de la desesperación
y cerrada la boca. Dadme fuerza, Señor, para que yo con-
fiese mis pecados con esperanza de perdón, y que os diga
con verdad las palabras que se siguen: Tú, Señor, que eres
235 mi recibidor, honra mía, y que levantas y ensalzas mi ca-
beza; que entre yo, Señor, con verdad, dando gracias y ala-
bando a vuestra misericordia, que con mi voz llamé al Se-
ñor, y que oyó mi voz desde su santo templo, que es vues-
tra santísima humanidad".
240 ¡Oh pecadores, que tenéis los corazones espinados por
haber ofendido al Señor! ¡Oh pecadores, que de verdad que-
réis hacer guerra a vuestras pasiones por tener paz con
Dios, y comenzar nuevo partido con Dios, y por la obe-
diencia de sus santos mandamientos y de su Iglesia sagrada!
246 No desmayéis, que tenéis en Jesucristo remedio, según está
escrito: Los montes son para los ciervos y la piedra es re-
fugio para los erizos. Si no has sido leal a Dios corriendo
con ligereza el camino de sus mandamientos y no te pue-
des salvar por vía de la alteza e inocencia de vida, conoce
250 tu bajeza y que no has sido para correr por los montes, y
entiende que, como Jesucristo nuestro Señor es santidad
224 Cf. Ps. 3, a-3. 238 Cf. Ps. 3t. 4-5.
332 Cf. Ps. 6S, 16. 245 I's- lOSi iS.
791
de los santos y ligereza de los ciervos que corren por el al-
teza de la vida, también es piedra puesta a la raiz del mon-
te, que está cavada y hecha casa, donde reposen y sean re-
creados los erizos, llenos de espinas, que son los pecadores
lastimados por haber pecado.
Dile — si de verdad quieres ser suyo — , confiado de su
misericordia, lo que dijo David: "Señor, tú eres mi recibi-
dor, tú mi honra y el que levanta mi cabeza. Yo, Señor, me
despeñé cuando caí en el pecado mortal, y por tu miseri-
cordia no caí hasta los profundos del infierno; no porque
yo no lo mereciese, mas porque se cumpliesen en mí aque-
llas palabras dulcísimas que mandaste decir en alabanza de
tu misericordia: Cuando cayeren, no se quebrarán, porque
el Señor pone debajo su mano. Alabanzas, Señor, sean a tu
bondad, que, ya que mi maldad me derribó al abismo del
pecado, tu bondad me guardó que no cayese en el del in-
fierno, esperándome a penitencia para darme perdón. A ti
confieso por piadoso recibidor mío, y a mí por muy cruel
ofendedor tuyo y más duro que piedra contra ti. Yo soy mi
deshonra, porque te ofendí; y soy tu deshonra, porque fui
causa que te deshonrasen por mí; y tú, Señor, con tu des-
honra me honraste, y a boca llena te alabo y confieso por
honra mía. Que si oso llamarte, si oso alzar mis ojos a ti, si
espero verte en «el cielo, siendo tan indigno de alzar mis
ojos del suelo, a ti, Señor mío, lo debo, pues por tu sangre
y pasión espero que has de quitar de encima de mi cabeza
la pesada carga de pecados que yo eché y olvidarlos de tu
memoria como si no fueran hechos, para que yo tenga co-
razón para vencer la confusión de mi cara y levantar mi
cabeza, no con soberbia, mas ¿loriándome en ti, que libras
de la confusión que tienen los pecadores, que levantas a los
caídos y del polvo y estiércol levantas al pobre, para lo
asentar con los príncipes de tu pueblo cristiano".
Si, mirándote a ti, gimes y te hinches de confusión, que
no osas alzar tu cabeza, y mirando a Jesucristo nuestro
Señor, y tomando las medicinas que en su Iglesia dejó para
que tus llagas sean curadas, tienes confianza de su perdón,
haces muy bien, y vendrá sobre ti la palabra divina, que
consuela los tales, diciendo: Al que espera en el Señor, su
misericordia lo cercará, remediará y perdonará.
Bajó Cristo su cabeza Mas para que sepas qué debes a
para levantar nuestra este Señor, para que más agrade-
cabeza caída ^e seas y mejor entiendas el
misterio de la sagrada unión de
Cristo con nosotros, cuya declaración pretendemos, te digo
2.59 Ps. 3, 4-
265 Cf. Ps. 36, 24.
284 Ps. 112, 7-8.
291 Cf. Ps. ¿:, 10.
792
que, aunque mucho debamos al Señor porque levantó nues-
tra cabeza caída con el perdón de nuestros pecados, no sé
si le debemos más por el modo con que nos la levantó. Difi-
300 cultosa cosa es de juzgar, secretísima de escudriñar; dénos
El su santo Espíritu, al cual no hay cosa ninguna escondida,
y que escudriña las profundidades del corazón de Dios para
que sepamos este secreto.
¿Qué veía el Señor para levantar nuestra cabeza, la cual
305 por nuestros pecados no osábamos nosotros levantar? Por
la fe sabemos que el Verbo de Dios se abajó a hacerse hombre
por ensalzar a los hombres: que no se contentó con esto,
pues que también El, hecho hombre, abajó su cabeza en el
día de su sagrada pasión. Aquella corona de espinas, claro
310 está que, dándole golpes encima, de manos tan crueles como
las de los sayones que con las cañas le herían en la cabeza,
que lastimada con las espinas, se había de abajar e inclinar
con el duro golpe.
¡Qué caro costaron al Señor los levantamientos soberbios
315 de nuestra cabeza, pues que, para librarnos de la burla y
tormentos que por ellos merecíamos, ofreció su sagrada ca-
beza a trances tan dolorosos! Allí abajó su cabeza con grave
dolor, y en la cruz, cuando inclinándola dió su espíritu al
Padre. ¡Oh, qué té deben los hombres, Señor! ¡Oh, cómo no
320 miran en ello! ¡Oh!, ¿cómo no huyen levantar mal sus ca-
bezas? ¡Oh!, ¿cómo no las abajan a ti, para que tú se las
alces? Dejan perder la medicina tan preciosa y costosa que
para nuestro remedio heciste, y queremos más vivir de ma-
nera que tomes nuestras cabezas y, según está amenazado,
325 las arrojes y quebrantes, que no gozar de la honra de poderte
mirar, que con el abatimiento de tu cabeza tú nos ga 'inste.
Mas ¿quién pasará adelante? ¿Quién le osará preguntar
si para levantar nuestra cabeza caída hizo El alguna cosa
más de las dichas?
330 ¡oh benditísimo Señor!, gracias a tu misericordia, que,
con bajar tu cabeza viviendo y muriendo, mereciste que yo
fuese perdonado y mi cabeza ensalzada; y con bajar tú a ser
cabeza mía y a darme disposición para ser miembro luyo,
efectuaste en mí lo que en la pasión me ganaste. Señor, ¿qué
335 haces cuando te haces cabeza del hombre? Señor, ¿qué par-
ticipación hay entre luz y tinieblas, justicia con injusticia,
entre el templo de Dios y de los ídolos, y entre vos y Belial?
Vos, Señor, ¿no sabéis que suelen los hombres avergon-
zarse de cuando alguna persona conjunta con ellos comete
340 alguna cosa fea, y tiénense por deshonrados, y tanto más
302 Cf. 1 Cor. 2, 10.
306 Cf. lo. 1, 14.
318 Cf. lo. 19, 30.
325 Cf. Ps. 109, 6.
337 Cf. 2 Cor. 6, 14-16.
SANTÍSIMO SACRAMENTO 793
cuanto la persona que comete el mal es más conjunta? Plú-
goos satisfacer con dolores nuestros pecados; hiciérades
como hacen los fiadores, que, aunque pagan por aquellos a
quien fían, pagan como por extraños, y no se les pega des-
46 honra de lo que como tales hicieron, y créceles mucha honra
porque pagan lo que no debían. Mas vos, Señor, que habéis
tomado por vuestras nuestras culpas para las pagar, tomáis-
nos a nosotros por cosa vuestra, siendo vos tan enemigo de
la maldad, tan honesto y vergonzoso, que ni aun verla, ni
60 oírla, ni pensarla querríades. ¡Mucho debiera de ser vues-
tro sentimiento, de que personas conjuntas a vos hiciesen
las maldades que hemos hecho nosotros! ¿Quién sabrá este
secreto, Señor? ¿Quién nos dirá qué sentiste, y cómo pedis-
te nuestro perdón, y cómo lo alcanzaste?
65 Gracias a vuestra misericordia, que, para consuelo de
nuestras ánimas y para manifestación de vuestro grande
amor con nosotros, haya vuestra providencia ordenado que
el Espíritu Santo en la divina Escritura nos haya declarado
este secreto de vuestro corazón, del negocio de nuestro re-
160 medio, tan oculto a nosotros.
Tomad, hermanos, por ejemplo, que, si unos criados de
un hijo de un rey hubiesen hecho una grande maldad y trai-
ción contra el rey su padre, de lo cual el hijo del rey estu-
viese muy sentido y, por ser muy bueno, estuviese como
365 afrentado, porque cosa suya se hubiese desacatado contra
su padre y hecho fealdades indignas de que se nombrasen,
y, con todo esto, es tanto el amor que tiene a sus criados,
que le constriñen a ponerse delante la presencia de su padre,
y, aunque está rogando por ellos, se le avergüenza la cara
370 delante el acatamiento de tanta limpieza, oyendo contar cosas
de tan gran fealdad, y parécele que por haberlas cometido
cosa tan suya, se le pega deshonra, y esté como afrentado
delante de su padre.
Cosa, hermanos, usada es ésta, afrentarse el pariente del
375 delito que hace el pariente; avergonzarse la madre de la
fealdad que ha hecho la hija: si la relata pidiendo de ella
perdón, parécele cuenta un propio pecado que ella hubiese
cometido. Por aquí podéis atinar, siendo nuestros pecados
tan feos, siendo la limpieza de Cristo tan grande en cuanto
380 hombre — que es el que pide perdón — y siendo muy mayor
la del Padre y suya, en cuanto Dios, y del Espíritu Santo,
delante de quien relatan los pecados y a quien se pide el per-
dón, ¿qué sintiría aquella sacratísima ánima cuando en ta'i
tribunal lo relatase y procurase alcanzar el perdón? ¿Que-
385 réis que lo diga el Espíritu Santo? Oíd sus palabras: Todo
el día está mi vergüenza delante de mí, y la vergüenza de mi
cara me ha cobijado, por lo que me daban en rostro y de-
794
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cían de mí, y por la faz del enemigo y del que me persigue.
Y para declaración de esto, acordaos que el profeta Za-
390 carias vió en espíritu a nuestro Jesús vestido de vestiduras
sucias y a la mano derecha de El estaba Satanás para ha-
cerle contradicción. ¡Oh, alabado seas, mi Dios y Señor,
para siempre, fuente de toda limpieza, del cual y por el cual
son limpios todos los que lo son! ¿De dónde a ti vestiduras
395 sucias, sino de juntarte con nosotros y rodearte de nuestros
pecados, tomando nuestra naturaleza para los pagar, y ves-
tirte de ellos para desnudarnos a nosotros de ellos y vestir-
nos de la ropa de tu santidad? Bien sabemos, Señor, que,
mirándote a ti el príncipe deste mundo, ningún n cosa halló
400 mala de que te asir; y si el profeta ve que está a tu mano
diestra contradiciéndote , es en el negocio que toca a nos-
otros; en lo cual no estará mudo, como en lo que toca a ti,
mas tiene muchísimos males y cosas muy vergonzosas que
con verdad decir de nosotros, porque las hicimos, y de ti,
405 Señor, porque las quisiste tomar a tu cargo para las pagar.
Este es el enemigo que dice David que te da en cara, y que
habla mal, y que te persigue, haciendo y diciendo cuanto
puede porque no se dé la sentencia en favor de nosotros,
cuyo abogado tú eres.
410 Señor, si la vergüenza todo el día (que quiere decir por
toda tu vida) está delante de ti, y si la confusión ha cobijado
tu cara, por la faz del enemigo, que como a marido de mala
mujer le da en rostro los adulterios que ella ha cometido,
¿qué vergüenza pasarías tú, Señor, por ser tan honesto, y
413 el juez de aquel tribunal, que es la divinidad, muy más ho-
nesto, en relatar cosas tan feas como se relatarían? ¡Ay de
nosotros, porque las hecimos!
Señor, suplicárnoste que las cuentes como maldad de
gente extranjera, cuya deshonra no toca a ti; y basta que
420 nos alcanzaste perdón, y que en el monte Calvario seas des-
honrado por mano y lenguas de malos hombres, sin que en
aquel secretísimo tribunal de la divina Justicia tengas por
tuya gente de cuyas maldades te avergüences y te lastimen.
Mas ¿quién podrá acabar esto con tu encendido amor, con
425 que estás determinado de ser uno con nosotros como cabeza
con cuerpo, y quieres que nuestras culpas se digan culpas
de los que son miembros tuyos? Dinos, Señor, ¿cómo abo-
gaste en aquella audiencia? ¿Cómo dijiste? ¿No tuviste em-
pacho de confesarte por cabeza de gente tan miserable? De-
430 seamos mucho oír lo que entonces dijiste, pues con ello al-
canzaste nuestro perdón y remedio. Otra vez gracias a tu
Providencia, que ordenó que supiésemos qué fué tu estilo,
4u7 Cf. Ps. L3, i;-
412 Cf. Ps. 43, 16.
795
qué palabras dijiste en negocio tan pesado e imposible de
hallarle remedio, si por medio tuyo no fuera.
J5 Oigan los hombres, oigan los ángeles, oigan tus orejas,
Señor, la grandeza del amor que Jesucristo, nuestra cabeza,
tiene con nosotros, que por acordarse de nosotros no se mira
a si; por ensalzarnos, se abaja; por cbrar las obras de su
misericordia, hace obras muy ajenas de sí; y siendo más
40 limpio que las estrellas del cielo y más apartado de compañía
de pecadores y de cometer pecados que la alteza del cielo del
centro de la tierra, se ha juntado tanto con los hombres y
tomádolos por cosa tan suya en el tribunal de la divina Jus-
ticia, que pide perdón de los pecados de ellos diciendo: Señor,
-45 habe misericordia de mí, sana mi ánima, porque he pecado
a ti. Otra vez: Señor, habe misericordia de mí; sana mi áni-
ma, porque pequé a ti. ¡Oh palabras tan nuevas y extrañas,
y para ponernos atónitos, oír pedir misericordia al que es
la misma misericordia, y pedir sanidad para su ánima, nunca
í50 habiendo enfermado; y decir que pecó el que nunca lo hizo
ni lo pudo hacer!
¡Oh Rey de todos los siglos, en cuánta confusión pone a
mi soberbia oír la humiiísima contemplación tuya! Yo soy
el que pequé, y a duras penas se puede acabar conmigo que
'55 lo conozca y confiese. Está mi ánima enferma, y, ocupada
en otras cosas, no siento mi mal ni procuro el remedio. Soy
mísero y miserable, y no pido misericordia de corazón; y
estando tú ajeno a todo aquesto, oigo decir a tu boca: Se-
ñor, habe misericordia de mi; sana mi ánima, porque pe-
460 qué a ti. Yo, Señor, huigo de que se me pegue deshonra de
pecados ajenos, y por esto muchas veces desconozco mis
conocidos; y véote decir a ti: Sana mi ánima, porque pe-
qué a ti.
Contentáraste, ¡oh para siempre bendito!, con decir:
465 uSeñor, habe misericordia de sus pecados, sana el ánima
de ellos; y si más quisieras honrarlos, sea con decir ánimas
de mis parientes, de mis hermanos; y si más querías, dije-
ras como la mujer cananea, que alcanzó misericordia de ti
diciendo: Habe misericordia de mí, porque mi hija mal ator-
470 mentada es del demonio. Porque es señal de gran caridad
llamar hijo al que no engendré, y quererlo tanto, que tengo
su misericordia por mia y digo: Habe misericordia de mi,
habiendo de decir: Habe misericordia de ella.
Mas ni hay, Señor, padre, ni madre, ni amigo semeja-
475 ble a ti; ni es razón de pedirte que hables como los otros,
465 sus] tnis
441 Cf. Hebr. 7, 26.
447 Ps. 40. 5.
7dó
SERMONES. CICLO IT.MI'ORAÍ.
pues les excedes mucho en amar. Sana mi ánima, dices,
Señor. ¿Cuál ánima? Una conocemos, y confesamos que fué
criada e infundida en tu sacratísimo cuerpo en el día de
tu encarnación. De ésta, aunque se dice que llevó nuestras
480 enfermedades y sufrió nuestros dolores, mas nunca cayó
enferma de enfermedad. Pues ¿qué ánima es ésta que está
enferma por haber pecado y la llamas tuya? Nunca tal he-
mos oído, haber un hombre que tenga dos ánimas.
Si mi ánima es tuya, Señor, será ánima de tu cuerpo,
485 y vivirá él por ella y no ella por él, pues el ánima tiene
vida de sí, y el cuerpo la recibe de ella. Mas no es esto así;
ya lo hemos dicho, que tú, Señor, nos transformas en ti,
y no tú en nosotros; que así como el ánima da vida al cuer-
po, así tú la das a nuestras ánimas; y así ellas, aunque en
490 substancia sean ánimas, tienen vez de cuerpos, pues reci-
ben de ti la vida espiritual y el influjo de buenas obras,
no como cosa que das a algún extraño, mas como cosa que
das a ti mismo.
Mi ánima es tuya, como un pie o una mano es miembro
495 de una cabeza; y si el pie, por andar muy de prisa, trope-
zó y se hirió o le dió alguno una cuchillada, a boca llena dice
la cabeza: "Curadme, que enfermo estoy". Y de esta ma-
nera dice el Señor: Sana mi ánima, porque pequé a ti. Y en
otra parte: Mis delitos no están escondidos de ti. Y tam-
500 bién dijiste: No tienen paz mis huesos delante de la faz de
mis pecados. La voz, Señor, tuya es, como de cabeza; mas
no la dices en tu propia persona, mas de tus miembros,
que tienen lengua en sí mismos y tiénenla en ti, .cabeza
suya, para quejarse, mediante ella, de sus trabajos y pe-
505 dir lo que han menester; y esto te hace decir que pecaste
y que nuestros pecados son tuyos, y pedir perdón de ellos
como si los hubieras cometido; porque los que los cometi-
mos somos cosa tuya, somos cuerpo tuyo.
Si la Cabeza es per- ¡ Oh consolación inefable para el pe-
510 donada, también lo cador que, mediante la penitencia
será el cuerpo y lOS sacramentos, quiere incorpo-
rarse en Jesucristo nuestro Señor!
¿Qué temerá pecado quien oye decir que los toma Jesucris-
to tan a su cargo, que dice que El los ha hecho y que le
515 sanen y le perdonen? Si pide perdón para sí, ¿cómo le será
negado, pues que no lo pide de gracia, sino pagando nues-
tros pecados con acerbísimos dolores, con justa paga, y
aun sobrada, de lo que debíamos?
¡Oh admirable misterio! Que diga el Justo: "Yo pequé,
480 Is. 53, 4.
.J9Q Ps. 68, 6.
501 Ps. 37, 4.
53. SANTÍSIMO SACRAMENTO 1"97
520 perdóname mis pecados"; y que el no tener que ver Jesu-
cristo con el infierno, es no tener que ver el pecador, unido
a El, con el infierno; y que ser Jesucristo perdonado y sal-
vo, es ser el pecador perdonado y salvo. Misterio declarado
• en el Nuevo Testamento y barruntado en el Viejo, aunque
525 no del todo entendido. Muchos maestros de la vieja ley,
leyendo aquel lugar de Esaías: Israel es hecho salvo en el
Señor con salud sempiterna; y el otro lugar del profeta
Oseas, en el cual habla Dios Padre, diciendo: Yo solo los
salvaré en el Señor Dios de ellos, maravillábanse, y olían
530 estar encerrado en estas palabras un grande, misterio, y de-
cían: "Lugar dificultoso es aquéste y digno de grande ad-
miración, que la salvación de Israel esté en ser Dios hecho
salvo". Y en otra parte dice: Con él estoy en la tribulación,
librarle he y enseñarle he la salvación de Dios. "Notá — de-
535 cían estos letrados — -que la salvación con que Dios es salvo
es salvación de su pueblo". Y desta manera dice el profeta
Zacarías, según ellos lo leían: Decid a las hijas de Sión:
Mirad que viene vuestro Rey justo y hecho salvo.
¿Cómo habían de entender esta unión tan grande entre
540 Dios y los suyos, que la salvación de Dios fuese salvación
de los suyos, y en ser hechos salvos fuese Dios hecho salvo?
Veis aquí claro lo que estaba obscuro: Dios humanado es ca-
beza, y los suyos son su cuerpo; y cabeza y cuerpo son una
misma cosa. Ser la Cabeza perdonada, librada del infierno,
545 heredera del cielo, es ser todo esto los que son su cuerpo.
El pie hecho sano dice a la cabeza : "Sanado me habéis" ; y
la sanidad de la cabeza redunda en el cuerpo.
Acuse el demonio cuanto quisiere a los que se han encor-
porado en Jesucristo nuestro Señor, porque no hallará lo
550 que buscaba. "Acuso — dice el demonio — a Pedro o a Juan,
que merecen el infierno por este y este pecado que come-
tieron". Mas si aqueste tal hombre tuvo tan buen seso que
recurrió a los medios de la penitencia y de los sacramentos,
por lo cual se encorporó en Jesucristo, cuando el demonio
555 llamare a la puerta' diciendo: "Vengo a buscar a Fulano,
que tengo contra él sentencia de condenación", responderá
su Cabeza, que es Jesucristo, como verdadero abogado:
"Aquí no hay ese hombre que vos buscáis; ese pecador sen-
tenciado al infierno en desgracia de Dios, en las aguas de
560 rni bautismo o de la penitencia se ahogó, y nació otro hom-
bre, que no tiene nombre arrimado en sí; de mi nombre se
llama, miembro vivo mío es; y en mi cuerpo no hay cosa
digna de condenación. Si contra mí tienes algún derecho,
enséñalo, porque ese que buscas e yo, juntos estamos: o
¡7 Is. 45, 17.
19 Os. 1, 7.
531 Cf. Ps. 90, 15-16.
558 Cf. Zach. q, 9.
798 SERMONES. CICLO TEMPORA!.
565 hemos de ir juntos al infierno o ser libres del infierno juntos;
y aunque él merecía ir allá, yo no merecía ir allá; y más
fuerte es mi derecho para no ir allá que su desmerecimiento
para ir allá. Yo le he tomado por cosa mía y le he hecho
participante en mis derechos: si contra ellos tienes algo, eso
570 alega; que si a él tocas, a mí mismo tocas, porque él y yo
somos uno. Ya una vez respondí a los que me venían a pren-
der: Si me buscáis, dejad ir libres a los míos. Prendiéronme,
atormentáronme, perdí mi vida en la cruz y fui tratado como
si fuera pecador; justicia es, y muy justa, que los que bus-
575 carón para castigar a quien no debía nada, que no hallen,
aunque busquen, a los que eran deudores. Haz cuenta que
una manzana era tuya o te debía algo; toméla yo, comíla,
transformóla en mí; ella es yo. No tienes que ver tú conmigo,
y por eso ni con él".
580 Altissimum posuisti refug-ium tuum, non accedet ad te
malum. ¡Oh bienaventurada penitencia, bienaventuradas lá-
grimas, preciosísimos sacramentos, dichosa comunión, que
levantan un hombre tan alto, que lo suben de sí a ser Jesu-
cristo! ¿Qué refugio tan alto, como no llegar hasta allí el
585 azote de la condenación? El que ha de juzgar vivos y muer-
tos, Jesucristo es: ¿cómo dará sentencia contra sí mismo?
Pues condenar a su cuerpo sería condenarse a sí. Si dicen
que va seguro a juicio quien tiene padre juez, ¿cuán más
seguro estará quien es cuerpo del mismo Juez?
590 Escondámonos en el ¿Qué hacéis, hombres, hijos de
escondrijo de su faz Adán, dondequiera que estáis, que
no venís a gozar de redención tan
copiosa, de lugar tan seguro, donde seáis escondidos de la
justicia de Dios, que no os castigue por vuestros pecados?
595 No se engañe nadie, no; ningún escondrijo hay donde el
pecador pueda esconderse para ser perdonado, si no es en la
casa del refugio, que es Jesucristo nuestro Señor; que no
hay otro nombre debajo del cielo en el cual los hombres sean
salvos, sino el de Cristo. No os aprovechan vuestros ayunos,
600 ni vuestras limosnas, ni otros trabajos, ni aun perder la
vida. No pudo librar la hiedra al profeta Jonás del grande
calor del sol, porque un gusano se la derribó, ¿y podréis
vosotros escapar de los encendidos e incomportables rayos
de ¡la Justicia divina? ¡Ay de aquel a quien la divina Justi-
605 cia hallare descubierto y fuera de esta casa que es Jesucristo,
porque más desventura suya será que de los que perecieron
en el tiempo del diluvio por no entrar en el arca! ¿Quién
podrá resistir una justicia que por un pecado mortal con-
572 Cf. lo. 18, 8.
581 Ps. 00, 9-10.
500 Cf. Act. 4, 12.
602 Cf. Ion. 4, 7.
607 Cf. Gen. 7, 21.
$2. SANTÍSIMO SACRAMENTO
799
dena a tormentos eternos? Huid, hombres, tan grande mal;
venid todos aguijando, corriendo y volando a este Señor que
aquí está, con verdadera fe, con entrañable penitencia; pos-
traos delante de El; decidle, conociendo vuestros pecados,
confiando en su misericordia: "Acosado vengo, Señor, hu-
yendo de la divina Justicia; sedme casa de refugio; no me
seáis Dios airado, mas Dios defendedor; sedme casa de for-
taleza para me defender y salvar. Tú eres mi refugio de la
tribulación que merezco. Alegría mía, líbrame de los que me
cercan; ponme cerca de ti, enciérrame en tus entrañas, es-
cóndeme en tu corazón, cobíiame con tu manto, para que no
me hallen los que me buscan".
No hayas miedo, pecador, que, si de esta manera llamas,
se haga sordo el Señor de la casa; esconderte ha, y serás
salvo mejor que David cuando se escondió en la cueva de
Odolán, mejor que Elias cuando se escondió en el arroyo de
Carit; mejor que los mensajeros que iban a David, que se
escondieron en el pozo por mano de la mujer; mejor que
los mensajeros de Josué, que los escondió Raab la Jericon-
tina. Un escondrijo tiene este Señor donde esconderte, que
vale más que todos aquésos, aunque fué figurado en todos
ellos: Esconderlos has — dice David — en el escondrijo de tu
faz, de la conturbación de las lenguas; defenderlos has en
tu morada, de la contradicción de los hombres. No envía
Cristo al pecador, que se esconda de la Justicia divina, a
la sombra de alguna hiedra, de algún humano socorro; en
sí mismo lo esconde, y no dondequiera, sino en la parte
más honrada de sí, que es en el escondrijo de su cara.
Mas ¿qué escondrijo tiene su faz, pues es más luciente
y manifiesta que el sol? ¿Sabéis cuál? Vímosle y no tenía
hermosura ni lindeza, y su gesto como escondido, y por eso
no lo estimamos. Escondió Jesucristo su faz cuando se ofre-
ció a ser escupido y desestimado, azotado y coronado de
espinas, y muerto en madero de malhechores. ¿Qué cosa
más escondida a los ojos humanos que ser Dios y Mesías
el que así era tratado? Mas a les ojos de la fe manifiesto
está, pues creemos que, no por sus culpas, sino por quitar
las nuestras, fué tratado de aquella manera. Y fué justicia,
que pues cayó la maldición sobre el bendito, y la justicia
sobre el inocente, y la condenación sobre quien no debia
nada, que los condenados sean absueltos, los pecadores jus-
tificados, y sean abrazados con misericordia los que mere-
cían ser condenados y maltratados con la justada, en esta
618 Cf. Ps. 51, 7. n2S lo*, j
624 Cf. 1 Re?. 22, u 632 Ps. v
62=, Cf. J Rec ir, J. 640 Cf. ]<
626 2 Rej*. 17, 8.
800
SERMONES. CICLO TEMPORAL
paga que pagó Jesucristo por nuestros pecados, suficiente
y sobrada de lo que merecían.
En este escondrijo mete al pecador que viene huyendo de
655 la Justicia divina. Y diciendo: "Yo morí por él, yo pagué
lo que é'l debía, él me recibe en sí mismo, yo lo transformo
en mí", no hay quien pueda sacar al pecador de este escon-
drijo. Y dícele el Señor lo que a la mujer adúltera: ¿Dónde
están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ni yo
€60 tampoco te condeno; antes te hago salva, y te glorificaré
en mi eternidad.
53 El hombre y Cristo, una misma persona,
un Cristo
En la infraoctava del Corpus
(Ed. 1596, I, p?. 719-749.)
Sicut tnisit me vivcns Pater. Ansí como me envió
mi Padre, que vive (lo. 6, [58]).
Unión de cabeza con Tiene esto la inmensidad de Dios y
miembros Ia grandeza de sus obras, que mier-
5 tras más un hombre conoce de El
y de ellas, tanto más le parece que es poco lo que ha cono-
cido y mucho el camino que le queda de andar.
A un filósofo preguntaron que dijese qué cosa era Dios.
Y porque responder de ligero a una duda mediana parece
10 atrevimiento y señal de liviandad, pidió término para res-
ponder a una cuestión tan grave, en la cual aun decir verdad
es cosa peligrosa, como San Hilario dice. Pasado aquel tér-
mino, le pidieron respuesta de quién era Dios, y dijo que
aun no lo había alcanzado, que le diesen más término. Dié-
15 ronle otro y después otros; al cabo de los cuales dijo que
no había menester más términos ni quería más rastrear cosa
tan alta, porque, mientras más trabajaba por la alcanzar,
tanto menos sabía de ella; y mientras más a ella se acercaba,
más era rechazado, como los ojos de un hombre que más se
20 acercase a mirar al sol.
El profeta Ezequiel dice que entró en un río por mandado
de un ángel, al principio del cual había muy poca agua, que
no le daba más que al tobillo; y entrando más adentro, le
661 eternidad] Vive, ánima mfa, en perpetuo agradecimiento a tal Amador
v tal Señor add.
660 lo. 8, IO-II.
71 Cicerón, De nal. deor., 1. 1, 22.
12 San Hilario, Tract. in Ps. 63, r, ; in Ps. 65, 7 ss. : ML 9,'
411. 427 ss. . ■ -*
53- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
801
daba a las rodillas, y más adentro, a los lomos, y pasando
25 adelante no hallaba do hacer pie. La Sabiduría divina y las
obras que de ella proceden es el agua de este río profundo,
que, mientras más adelante el hombre se acerca a ella, ma-
yores cosas y más difíciles halla, en las cuales su entendi-
miento se agota, sin poderlas comprehender ni atinar.
30 Así me parece que nos ha acaecido acerca de los miste-
rios de este profundísimo, altísimo y divinísimo Sacramento
del cuerpo y sangre de Jesucristo nuestro Señor, tratando
de este nombre sinaxis, que quiere decir comunión, que con
mucha razón le es atribuido. Comunión hay, entre Cristo y
35 quien le recibe, de Señor a siervo; comunión hay de Hermano
a hermano; comunión hay de Padre a hijo; comunión de
Esposo a esposa; y aunque éstas van creciendo de menor en
mayor, como el río de Ezequiel, mas, en fin, con el favor del
Señor, se halla algún pie para hablar de ellas, aunque no
■*o con la dignidad que ellas merecen. Mas en la unión entre
Cristo y los suyos, de que os hemos de hablar; en la buena
dicha, en la grande honra que al hombre resulta de juntarse
con Jesucristo nuestro Señor, la lengua enmudece y el sen-
tido, y los ángeles del cielo ternán harto que hacer en hablar
45 de aqueste misterio, y nosotros mucho más en bien enten-
derlo.
No se contentó la divina Bondad con querer que nos jun-
tásemos con Jesucristo nuestro Señor con los títulos dichos;
mas ordenó otra mayor y más admirable unión, allende la
50 cual no hay que subir, la cual se llama unión de cabeza con
miembros, que hacen una persona.
Quiso la divina Sabiduría que por el medio que nos per-
dimos, por aquél nos cobrásemos; y que el soberbio Sena-
querib, que es el demonio, se tornase por el camino que vino,
55 con un freno en la boca, sacando Dios bien de sus males y
destruyéndolo por el mismo camino que él destruyó a Adán.
El cual, aunque en sí era un hombre particular, mas dióle
Dios tal superioridad y tal privilegio, que le hizo cabeza de
todos los hombres, no sólo para que recibiesen de él el ser
60 natural, mas también para que heredasen de él la gracia del
Señor y la justicia original y muchos bienes que procedían
de aquestas dos cosas. Usó mal de lo que Dios le había dado,
y quedó perdido para él y para los que de él vinieron; y no
sólo los dejó subjetos a muchos trabajos, mas quedaron
65 todos pecadores, participantes en pecado de él, y por consi-
guiente feos y manchados, viles y abominables a Dios, y
¿¿ v-u. n.¿. 47, 3-5.
34 Cf. Pedro Lombardo, IV Sent., <i. 8, 4 ; San Juan Damasce-
NO, In 1 Cor., c. 10, 16 s. : MG 95, 647 ss.
55 Cf. Is. 37, 29.
05 Cf. Rom. Si x9-
B. Avila 2
802
SERMONES. CICLO TEMPORAL
desterrados del paraíso de la tierra y del paraíso del cielo.
Hace una cabeza alguna cosa mala, así como blasfemar
con la lengua, y por lo que ella hizo encarcelan a todo el
70 hombre, y échanle hierros en los pies, y por ventura le
dan azotes en las espaldas; porque la unidad de la cabeza
y cuerpo hace esto, que el pecado de la cabeza sea pecado
del hombre y que el castigo que se le da no sea injusto.
Pecó nuestra cabeza, que era Adán; éramos nosotros miem-
75 bros suyos, y como tales fuimos culpados con culpa origi-
nal y castigados con graves castigos.
Sucede a esto que, como seamos pecadores y mal inclina-
dos, obramos conforme a quien somos y a nuestro apetito,
y cometemos pecados actuales, como frutos de la raíz del
80 pecado original. Y si por lo que Adán hizo el demonio tomó
señorío sobre nosotros, tómalo mucho mayor por los peca-
dos que nosotros hacemos; e instigándonos él al mal y pro-
curando de hacernos semejables a é'l, venimos a recebir sus
malas persuasiones, y a tanta desventura, que él sea nues-
85 tra cabeza y nosotros su cuerpo místico. Y si Adán, nues-
tra propia cabeza, nos dió su culpa y su nombre, porque
nos hizo pecadores, y que nos llamásemos terrenos como
él, el demonio también nos dió de su ponzoña, haciéndonos
pecar actualmente, y también nos dió su nombre. Porque
90 el cuerpo de los malos, y cada uno de ellos, se llama dia-
blo, como parece por Judas, por el cual dijo el Señor: Uno
de vosotros es diablo. Y por consiguiente, hablando del de-
monio, le llamó el Señor el hombre enemigo. Porque el de-
monio y los suyos son un cuerpo y una persona mística,
95 y se comunican los nombres de él a ellos y de ellos a él.
¡Miserable género humano debajo de tales cabezas, que les
causan abominable deshonra y gravísimo daño!
Jesucristoi, nuestra Moviéronse las entrañas de Dios vien-
cabeza do tanta miseria, y acordó de dar,
100 en lugar de estas dos pestilenciales
cabezas, una cabeza sana, llena de gracias, de gran digni-
dad, debajo del amparo de la cual fuesen acogidos los
hombres, y por juntarse con ella, recobrasen con mucha
ventaja, así de honra como de provecho, lo que por las dos
105 primeras habían perdido. Esta cabeza es Jesucristo, cuya
dignidad llega a ser Dios, aunque el ser cabeza de los
hombres es en cuanto hombre, y cuyas riquezas son sin
medida e investigables, como dice San Pablo. A ésta vayan
los despreciados y perdidos, y hallarán remedio en El para
HA todos sus males; y fuera de El nadie piense librarse del
92 lo. 6, 71.
qt, Cf. Mt. 13, 2<.
108 Eph. 3, 8.
s'FR AOCTAYA DEL CORPUS
pecado que heredó ni de los demás que El ha hecho, ni
piense poder alcanzar la gracia de Dios, ni obrar cosas que
le sean agradables, ni recobrar la herencia del cielo perdi-
da. Ni quiso Dios librar a nadie del agua del gran diluvio
115 sino a quien se acogiese al arca de Noé; ni se libraron de
las piedras y granizo los animales de los gitanos que se
quedaron fuera en el campo sino los que creyeron a la pa-
labra de Dios, y los recogieron dentro en sus casas. No hay
Dios fuera de nuestro Dios; no hay salud sino en la sacra
120 humanidad de Jesucristo. Y quien allí no huyere y se en-
corporare con ella, siendo miembro suyo de aquella Cabe-
za, no vivirá, y la ira y castigo de Dios serán ejercitados
en él. No hay perdón de pecados, no gracia de Dios, no
merecimiento de la vida eterna, ni entrada allí sino por
125 Jesucristo, y en Jesucristo nuestro Señor.
Y es de notar que lo primero sin lo postrero no basta,
porque no quiso Dios dar a los hombres perdón ni su gra-
cia como a gente que hiciese cabeza por sí, aunque se les
diese por los merecimientos de Jesucristo; mas quiso que
130 aquel bien que les dió por El, estuviese colgado y conserva-
do por estar arrimado al mesmo Señor.
Esta cabeza es Jesucristo nuestro Señor en cuanto hom-
bre, el cual, aunque tuvo a Adán por cabeza en lo que
toca a recebir carne de él, mas no lo tuvo por cabeza en lo
135 que toca a los bienes o males del ánima. Porque como no
vino de él por la vía ordinaria de ayuntamiento de hombre
y mujer, no pasó en El la culpa de Adán, ni pasara en El
el bien que tuviera aunque no pecara. No recibe este Dios-
Hombre bien ninguno de hombres ni de ángeles; mas El
140 es cabeza de unos y de otros. Y la cabeza de Cristo Dios es,
según dice San Pablo. Que quiere decir que El, en cuanto
Dios, es cabeza suya en cuanto hombre; porque del Ver-
bo divino, como de mayor a menor, redundaron a la sacra
humanidad suya todoa los bienes que ella tiene.
145 Como es tan sublimada en el Verbo, por ser unida per-
sonalmente con El, es más alta que todos los hombres y que
todos los ángeles, y es constituida por cabeza de todos ellos.
Y así le conviene la primera condición para ser cabeza, que
es ser más alta que todo el cuerpo.
150 Conviénele también la segunda, que es influir sentido y
movimiento en el cuerpo; pues de El viene a todos los hom-
bres que en el mundo hay, y hubo, y habrá justos, toda la
iis Cf. Gen. 7, 23.
11S Cf. Ex. 9> 19.
i4r 1 Cor. 11, 3.
147 Cf. Hefor. 1, 7-14.
149 cf. Santo Tomás de Aqtino, Summá theol., 3, q. 8; De
veril. , q. 29, a. 4-5.
S04
SERMONES. CICLO TEMPORAL
gracia y favores para ella, toda la gloria que tienen y han
de tener.
155 También es condición de la cabeza que está puesta en el
primer lugar de todo el cuerpo, y así se suele llamar cabeza
el principio de la cosa, como dice el profeta: In capite om-
nium platearum. Y David dice: In capite libri. Comúnmente
solemos decir: "La cabeza de la escriptura es ésta o ésta".
1*0 La sacra humanidad de Jesucristo nuestro Señor postrera
fué en el ser real a muchos de los miembros que tuvo; mas
también fué cabeza de todos los que en El creyeron desde el
principio del mundo hasta la encarnación; los cuales, aun-
que en el ser real fueron primero que su Cabeza, mas en lo
165 que toca a la gracia dícense postreros a El; porque, según
la ordenación de la Santísima Trinidad, antes que fuese cria-
da y unida al Verbo era causa meritoria, por la cual se daba
la gracia a los que antes de su encarnación la tenían. Y aun-
que la santa humanidad no obrase acción real, porque en-
1^0 tonces no tenía tal ser, bastaba que los hombres creyendo
obrasen, y amando al que había de venir; y así fué primero
en honra y dignidad, pues a todos se les dió la gracia por El,
según la divina ordenación.
También fué primero según el tiempo que vió la divina
1^5 esencia, y el primero que tuvo cuerpo glorificado. La cual
bienaventuranza de cuerpo y de ánima es el fin a que se or-
dena ser El cabeza de los hombres. Y conforme a esta con-
dición le llama San Pablo el primogénito de los muertos,
porque el primero que gozó de resurrección de cuerpo glo-
180 rioso El fué.
Tiene también condición de cabeza con miembros, porque
es de una misma naturaleza con sus fieles: El hombre y ellos
hombres. Y aunque con los ángeles no tenga esta unidad
específica de naturaleza, mas por tener ánima, que es su
1S5 vida espiritual, tiene conveniencia con ellos bastante para
llamarse cabeza, aunque no tan propiamente como con los
hombres. Y por falta de esta condición no se llama cabeza
de hombres Padre, y Verbo, y Espíritu Santo, aunque le
excedan en ser principio suyo y en influir en ellos todos los
190 bienes que tienen. Porque como haya entre ellos diferencia
infinita, pues las tales personas tienen sabiduría increada y
divina y los hombres creada, no hay suficiente conformidad,
cual se requiere entre cabeza y sus miembros.
Tiene más Cristo otra condición para ser cabeza, que es
1j95 influir bienes en sus fieles, no por vía de merecimiento de
congruo, que estriba en sola la liberalidad del dador; mas
por vía de mérito de condino y firme ordenación del Señor.
EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
805
San Esteban alcanzó por su oración la conversión a San Pa-
blo; y otros muchos santos han hecho lo mesmo o alcanzado
200 semejantes favores. Y como es cosa de pura liberalidad, halo
concedido Dios unas veces, y otras lo há negado, haciendo
según su misericordia cuando oía sus ruegos, y no contra
su justicia cuando no los admitía. Y esto declara el Señor
muy expresamente, porque conviene que así lo sepamos.
205 Cuando el santo Moisés, movido con entrañas de caridad y
confortado con los muchos favores que Dios le hacía, se
atrevió a decir aquella confiada palabra: O perdona a este
pueblo o ráeme a mi del libro de la vida en que me escrebiste,
¡grande osadía y gran testimonio de su caridad! Mas el Señor
210 declaró a él y a todos que este privilegio de aquella santi-
dad y merecimiento de Uno, se extendía a aprovechar a
otros por vía de justo merecimiento, y de la palabra y or-
denación de Dios, que según su ley ordinaria no le puede
negar, ni decir de no a quien le rogare por otros; no es de
215 Moisés, ni Abraham, Isaac y Jacob, ni de San Pedro, ni
de San Pablo, ni de San Esteban, ni de la sagrada Virgen
María, ni del ángel, ni de ninguno del cielo, sino de sólo
Jesucristo, en el cual puso el Padre las maldades de todos
nosotros, para que la santificación de El se nos comunicase
220 y por sus merecimientos fuese dada la gracia a los que,
según santa ordenación, estuviesen dispuestos para la re-
cebir.
Una misma persona No tema nadie que lo que Jesucris-*
mística con Cristo to nuestro Señor, en cuanto hom-
225 Dre, pidió para otros, le haya sido
o sea negado, según El da testimonio diciendo: Gracias te
hago, Padre, porque siempre me oyes. Ordenación de Dios
es — y sea por ello su santo nombre bendito — que los traba-
jos y santidad de su unigénito Hijo entren en provecho a
230 los hombres, y, como de verdadera cabeza, corran los bie-
nes del Señor a nosotros, y en este caso haya unidad y com-
pañía entre El y nosotros, según dice San Pablo, que somos
llamados para la compañía de Jesucristo. ¡Oh maravi-
llosa merced! ¡Oh dignación tan digna de agradecimien-
235 to! ¡Oh compañía tan provechosa y tan honrosa entre Je-
sucristo y nosotros, que en los santos trabajos y mereci-
mientos de El sea participante la humana bajeza y pobreza!
Mas dinos, Señor, por esta misericordia con que a tu
Hijo nos das para enriquecernos con su compañía y per-
199 Gf. Act. 7, 60.
200 Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theol., 1-2, q. 114 a. 6.
208 Cf. Ex. 32, 31.
219 Is. 53, 6.
227 Cf. lo. 11, 41.
233 Cf. 1 Cor. i, 9.
S06
SERMONES. CICLO TEMPORAL
240 donarnos con su pasión, este influir de bienes de El en
nosotros, ¿a qué lo compararemos, para que bien lo enten-
damos? Puede ser uno tan privado de un rey o hacerle ta-
les servicios, que, por palabra que haya el rey dado o ley
que haya hecho, no sólo haga bien a quien le sirvió, mas
245 también a los criados de aquel buen servidor. Puede tam-
bién tener hecha ley de, por los servicios de uno, hacer
bien a los que son sus parientes; puede subir más adelante,
y hacer bien a sus hijos y hacer bien a su mujer. Grandes
son todas aquestas uniones, y cualquiera de estas personas
250 gana con tal compañía, aunque unas excedan a otras.
Mas, Señor, ¿con qué palabras engrandeceremos tu don?
¿Con qué lengua te alabaremos? ¿Con qué peso podremos
pesar la grandeza de tu virtud y la unión de la compañía
que has hecho entre Jesucristo, tu Hijo bendito, y entre
255 aquéllos dichosos que participan de El? Señor, ¿participan
como criados, como parientes, como hijos o como esposa?
A ser así, mucho es. Mas como tú eres inefable en ti, son
también inefables las obras de tu misericordia, mirando las
cuales, y atónito de no las poder comprehender, dijo Da-
260 vid: No hay quien sea a ti semejable en tus misericordias.
No se ha contentado tu müsericordia con que gocemos de
tu Hijo como sus parientes, criados, hermanos, hijos y es-
posa, que todo esto nos ha concedido; mas, sobrepujando
unas misericordias con otras mayores, nos ha levantado a
265 tanta dignidad, que seamos hechos cuerpo de El, una mis-
ma persona con El, y que el bien que El influye lo influya
en sus miembros y, para decirlo en una palabra, lo influya
en sí mesmo, pues cabeza y cuerpo una misma persona son.
¿Quién callará, Señor, tus alabanzas? ¿Quién te dejará
270 de honrar y estimar sobre todas las cosas, honrándonos tú
tanto, que levantes del polvo y estiércol al pobre, y lo colo-
ques, no sólo con los príncipes de tu pueblo, mas con el
Príncipe de los príncipes, Jesucristo, apegándoselo por vivo
miembro suyo para que El lo mantenga, y lo honras como
275 a tal? ¿Quién no dirá aquí, mirando la grandeza de tal
beneficio, que excede toda nuestra capacidad, lo que Nico-
demus dijo al Señor: ¿Cómo pueden ser hechas aquestas
cosas? El no lo alcanza, y por eso se admira de cómo un
hombre torna a nacer para ser hombre; y nosotros nos
280 admiramos, y con más justa razón, cómo puede un hombre
renacer y meterse en el cuerpo de Jesucristo para ser miem-
bro vivo de El. Aquí bien viene lo que San Juan Crisóstomo
dice, que son tan grandes las mercedes que Dios hizo a los
hombres, que uno de los grandes trabajos de los apóstoles
EN LA 1XFRAOCTAYA DEL CORPUS
807
285 fué persuadir que la flaqueza de los hombres creyese la
grandeza de tales misericordias. Y cierto, será menester
que, como San Pablo, cuando hablaba de alguna merced
señalada de Dios, apercebía a los oyentes para que la cre-
yesen, diciendo: Fiel (o verdadera) es esta palabra que os
290 digo; así, pues que nos dicen tan alta palabra: Vosotros
sois cuerpo de Jesucristo, es menester que nos esfuerce con
sus palabras y oraciones para que nuestra flaqueza no falte
en creer que los hombres pueden pasar de sí en Cristo.
La comunión nos in- ¿ Qué prueba os daremos de aques-
295 . corpora a Cristo t0? Acordaos que estamos en la
fiesta de las maravillas, y grandes
maravillas, de Dios; y que es fiesta del Cuerpo del Señor,
en la cual unas maravillas dan testimonio de otras. Este
es el misterio, que celebramos, de nuestra salvación y reme-
300 dio: que no sólo somos hechos salvos por Cristo, mas en
el mismo Cristo; uniéndonos consigo con unión tan íntima,
dulcísima y alta, que pone en admiración a los ángeles, pues
llega a tanto que los hombres sean hechos con Cristo un
hombre, una persona, como San Agustín y San Gregorio
305 lo dicen; y un Esposo y una esposa, y un cuerpo y una Ca-
beza; y para que digamos, en una palabra, la grandeza de
la bondad divinal que con los suyos usa, súbelos a tanta
honra, que no solamente se llaman cristianos, mas se llaman
Cristo.
310 El cual nombre, tan lleno de soberana honra, no sólo
compete a todos los miembros vivos de la Iglesia católica,
mas aun a cada miembro por sí. En la Iglesia, diversidad
de oficios hay que competen a unos y a otros no. Apóstoles
hay, doctores hay, profetas hay, y sacerdotes; mas no a
315 todos convienen estos nombres ni oficios. Mas la honra de
llamarse Cristo no conviene a éstos solos; mas si un hom-
bre pobre, de vil linaje, esclavo, y si otra cosa más baja se
puede pensar, recibiere en buen estado aquel sacratísimo
cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, es levantado de su ba-
320 jeza y, a trueco del nombre que antes tenía, es hermoseado
y honrado con nombre de Jesucristo. "Hagamos gracias a
Dios, hermanos — dice San Agustín — , que no sólo somos
2S6 San Juan Crisóstomo, In. cp. 1 ad Tim., c. r, hom. 4, 1 :
MSG 62, 519-520.
290 Gf. 1 Tim. i, 15.
291 1 Cor. 12, 27.
304 Un hombre : San Agustín, Enarr. in Ps. 18, enarr. 2, 10 :
ML 36, 161. Una persona : San AGUSTÍN, Enarr. in Ps. 30, enarr. 2,
4: ML 36, 2^2; San Gregorio Magno, Moral., I. 1, c. 6, 14:
ML 75, 525. Cf. E. Mersch, S. I., Le Corps Mystuitic2, t. 2, pp. S6,
92, 98, 103, 108, 405.
315 Cf. 1 Cor. 12, 29; Eph. 4, 11.
■
808
SERMONES. CICLO TEMPORAL
hechos cristianos, mas el mismo Cristo". Y la glosa sobro
el capítulo duodécimo de la epístola a los Corintios dice:
325 'vpor la inefable unión que hay entre los miembros y la
cabeza, no solamente somos llamados cristianos, mas el
mesmo Cristo; así los mayores como los menores, son lla-
mados Cristo".
¡Oh soberano Señor! ¿Qué es esto que oyen nuestras
330 orejas? Si David, metido en la consideración de lo mucho
que Dios puede, atónito y espantado, dice: ¿Quién hablará
los poderíos de Dios y dará a entender sus alabanzas?; si
estuviera en nuestra fiesta y le metieran con la Esposa, en
la bodega del inefable amor con que Dios nos ama, cuánto
338 más saliera de sí, y, bailando con su ánima, exclamara
diciendo: "¿Quién hablará la caridad de Dios con los hom-
bres y dará a entender las alabanzas que por ella le son
debidas?" ¿Quién podrá hablar como es razón de esta hon-
ra que Dios da a los suyos que bien lo reciben, juntándolos
340 consigo y poniéndoles su nombre?
Y pues que esta unión es inefable, como dijo la glosa,
y es inefable, porque el amor con que Cristo la hace no
puede ser conocido cuán grande es, como dice San Pablo,
¿qué maravilla que de amor inefable nos venga bien inefa-
345 ble? ¿Y qué maravilla que lo que no se puede comprehen- .
der con el entendimiento no se pueda hablar con la lengua,
pues aun las cosas que bien sentimos no las podemos decla-
rar con la lengua tan presto ni tan bien como las entende-
mos? Alabada sea tu bondad, Señor; ensalzado sea tu amor,
350 que tantos bienes nos vienen de él, que son mayores que
podemos hablar ni podemos entender.
¡ Oh bocado divino que ahí estás encerrado ! ¡ Cuán sobre
todo nuestro merecimiento, conocimiento y deseo, nos man-
tienes y nos ensalzas, convirtiéndonos en ti y haciéndonos
-355 uno contigo! ¡Cuán verdaderamente cumples lo que Job dijo:
Si comí mi bocado de pan a solas y no di parte de ello al
huérfano, esto y esto me venga. El bocado de pan que fué
dado a la sacra humanidad de Jesucristo nuestro Señor,
fué el Verbo divino, para que uniese consigo aquella sacra-
360 tísima ánima y cuerpo en unidad de persona tan de verdad,
que fuese llamado aquel hombre verdadero Hijo de Dios, no
adoptivo como los ángeles y como los santos, mas Hijo por
323 Cf. San Agustín, De Trin., 1. 4, c. 9 : ML 42, 896 ; Enarr.
in Ps. 58, serm. r, a. 5 : ML 36, 693. 695. Of. Mersch, 1. c, p. 87.
328 «Ut non dicam corpus Christi : quia ipse Christus snnt tatn
minores quam maiores» (Biblia sacra cum glossis interliueari et
ordinaria, Nicolai Lyrani Postilla... [Lyón 1545], t. 6, f. 52 v).
332 Cf. Ps. 105, 2.
334 Cf. Cant. 1, 3.
343 Cf. Eph. 3, 8.
357 Cf. Iob 31, 17.
53- EX LA IXFRAOCTAVA DEL CORPUS
809
naturaleza y Dios verdadero. Y conforme a este altísimo
nombre sobre todo nombre le fué dada la gracia, poderío,
365 y sabiduría, y otros muchos dones, cuales convenía a hu-
manidad sublimada en alteza de persona de Dios. Vimos
— dice San Juan — la gloria de El, gloria cual convenía a
Hijo unigénito, engendrado del Padre. Bien pudiera Jesu-
cristo nuestro Señor quedarse con su honra y con sus riquezas
370 a solas, y decir como el rico avariento: Anima mía, mu-
chos bienes tienes para muchos años; come, y bebe, y des-
cansa. Mas no le supo bien comer a solas del bocado hon-
roso, y provechoso, y deleitoso que le fué dado, sin que
también fuese el huérfano — que es el género humano — con-
375 vidado por El, y participase de tan excelente manjar. La
causa de esto es lo que luego se sigue: Porque desde mi
principio creció conmigo mi misericordia y del vientre de
mi madre salió conmigo. Estas entrañas tan piadosas, más
de lo que se puede decir, constriñeron a Jesucristo nuestro
380 Señor de no contentarse de comer su bocado a solas, mas
de ponerlo debajo de accidentes de pan, para que, comién-
dolo dignamente, gocemos de lo que comió: Como el Padre,
que vive, me envió, e yo vivo por el Padre, así que el que
me come a mi, vivirá por mi. Enviar el Padre al Hijo es ha-
385 cerlo encarnar; y por la encarnación, aquella sacratísima
ánima, levantada a tener persona de Dios, vive vida de gra-
cia, por el Espíritu Santo, que, como dice San Juan, le fué
dado sobre toda medida. Y a semejanza de esta santa mi-
sión o encarnación, hace nuestro Señor con los que bien
390 je reciben, levantándolos a tanta honra, que, según hemos
dicho, se llamen un hombre, una persona, y una esposa,
y un Cristo con El.
¡Oh trueco admi- ¿Quién osará pedir tal honra, ni aun
rabie! desearla? ¿Quién dijera que de la sa-
395 grada comunión se sacaba tal honra
y provecho? Es unida la humanidad de Cristo con el Verbo
divino; y el hombre es Dios, y Dios es hombre; y del hom-
bre decimos que crió el cielo y la tierra; y de Dios decimos
que fué crucificado, muerto y sepultado. Porque, aunque
400 las naturalezas, una divina y otra humana, sean muy dife-
rentes, y, miradas en sí, tengan diferentes operaciones y
les convengan diversos nombres, mas porque la persona es
una, la voz es una, y se dice del hombre lo que le conviene
según Dios, y se dice de Dios lo que le conviene según hóm-
405 bre. Y a semejanza de esto, la humanidad sagrada de Cristo
está unida con el Verbo, y este Verbo humanado se abaja
364 Phil. 2, 9.
3(Á lo. 1, 14.
373 Cf. Le. 12, 19.
378 Cf. Iob 31, iS.
384 lo. 6, 58.
38$ lo. 3) 34.
810
SERMONES. CICLO TEMPORAL
a que le recibamos, para que por este recebimiento seamos
levantados a ser una persona y un Cristo místico con El,
de manera que El tome nuestra naturaleza y nosotros tome-
410 mos la suya.
¿Quién dirá cuánto se humilló el Verbo de Dios cuando
descendió de los cielos y juntó consigo la sagrada humani-
dad? Mas no se contentó con esto, como dice San Agustín,
con tomar de esta manera nuestra pobreza, mas, añadiendo
415 pobreza sobre pobreza, quiso El, siendo Dios y hombre,
abajarse a unirnos consigo en unidad de persona mística.
¡Oh baja, causada de alteza de amor excesivo, pues se
abajó a tomar naturaleza de malhechores para pagar los pe-
cados de ellos, como si tú, Señor, los hubieras hecho!
420 Y llegó a tanto el disimular tu honra y vestirte de nuestra
deshonra, que diga San Pablo que, no sabiendo tú por ex-
periencia qué cosa era pecado, el Padre te hizo pecado en
el nombre, que tan lejos convenía estar de ti, cuan lejos
estaba la obra, como de ello dió testimonio Esaías diciendo,
425 aun antes, Señor, que vinieses al mundo, que no hiciste pe-
cado ni fué hallado engaño en tu boca. Pecado fuiste llama-
do y maldición, porque saliste por fiador de pecadores y mal-
ditos. Y así como el Verbo divino se abaja a ser llamado
pasible, morta'l, sepultado y otras cosas muy lejos de El
430 mirándose a El, y convenientes a El porque se abajó a ser
hombre, así, Señor, aunque estos tales defetos culpables
sean muy ajenos de ti mirándote a ti, mas, pues te quisiste
abajar a unir contigo a los hombres, no es mucho que se
digan de ti los nombres que a ellos convienen. Y pues qui-
435 siste que la carne sea una, no es cosa injusta que la voz
sea una. Honrado eres tú, Señor, en ti; mas tu amor te
hizo amar a los deshonrados, y pegárnoste los nombres de
nuestra deshonra.
Y de ahí viene que tú, tan lejos y apartado de los pecado-
440 res en lo que toca al pecar, cuanto está el cielo distante de la
tierra, tomas la causa de ellos tan por tuya, que llames
nuestros pecados tuyos. Voz tuya es, Señor: Lejos están de
mi salud las palabras de mis pecados. Voz tuya es: No tie-
nen paz mis huesos delante de la faz de mis pecados. Y tam-
445 bien es voz tuya, que hablas al Padre: Sana mi ánima, por-
que pequé a ti. ¿Quién no sale de sí oyendo estas cosas
decir a la boca de Cristo: Pequé a ti, y: delante la faz de
mis pecados? ¿Quién de sus hijos no reventará de dolor,
porque por nuestros pecados fuimos causa que el Señor
450 dijese palabras de tanta deshonra y pagase por nosotros tan
416 Of. nota 304. 443 Ps. 21, 2.
422 Of. 2 Cor. 5, ai. 444 Ps. 37, 4.
426 Cf. Is. 535 q | 1 Petr. 2, 22. 446 Ps. 40» 5-
427 Cf. Gal. 3, 13.
53- EN LA INFR AOCTAYA DEL CORPUS
811
grandes tormentos? Llama el fiador deuda suya, no la que
él hizo, sino aquella cuya obligación torrfó sobre sí. Llama
un monasterio deuda suya la que hizo su monje. Y dice
la cabeza, por muy sana que esté: "Enfermo estoy", por-
455 que una mano o un pie estén enfermos. Y así Cristo llama
suyos nuestros pecados en los pagar, siendo más ajenos
en el cometerlos, que está distante la suma alteza del cielo
de la más baja parte que hay en la tierra. Y por esta inefa-
ble caridad y humildad con que se abajó a tomar persona
460 y lugar de pecadores, hasta morir muerte de cruz, son le-
vantados los que de esto se quieren aprovechar a tanta
alteza de honra, que tengan la persona de El y sean lla-
mados Cristo.
¡Oh maravillosa baja del Verbo divino hasta hacer hom-
465 bre divino, que fué causa que aquella sacra humanidad
fuese ensalzada a tener persona de Dios! ¡Oh admirable
baja, y en alguna manera mayor, abajarse Dios humanado
a unirse y tomar persona de los pecadores! Porque, aun-
que abajarse el Verbo divino a hacerse hombre es la mayor
470 que puede ser ni pensarse, pues hay distancia infinita desde
El, que es Dios, hasta ella, que es criatura; mas es criatura
santa y santísima, limpia de todo pecado, y* que tiene más
abundancia de gracia y de gloria que los más altos sera-
fines del cielo. Mas nosotros, con quien el Verbo divino se
4"5 quiso unir, y en cuyo lugar se quiso poner, somos vilí-
simos pecadores desde nuestro nacimiento con otros mu-
chos pecados que por nuestra voluntad hemos cometido.
Y en pago de esta humildad profunda fué concedido a los
hombres tanta honra, tanta alteza, que fuesen encorpora-
480 dos en Cristo y gozasen de sus bienes y representasen su
persona. El abatimiento suyo fué en su sagrada pasión; el
levantamiento nuestro, en 'la sagrada comunión. De aquélla
hiél que El gustó viene esta dulcísima miel que nosotros
gustamos cuando comulgamos; y su hambre de allí nos harta
485 aquí; sus heridas nos sanan; desnudo estuvo, y aquí nos
viste; sed hubo, y aquí nos embriaga; y de aquella piedra,
más dura para recebir bofetadas y golpes por nuestro amor
que un diamante, nos harta el Señor con esta dulcísima
miel, que hace dulces y enternece nuestros corazones, por
490 duros que estén.
Quien esto considerare, verá suelta aquella cuestión que
Sansón propuso a los filisteos: Del que come salió el man-
jar; y del fuerte, la miel; y verá cuánta razón tuvo Sansón
de decir: Si no arárades en mi becerrilla, no supiérades
495 solear mi pregunta. .Misterios tan grandes como estar Cristo
puesto en la cruz representando persona de pecadores y pa-
460 Cf. Phil. 2,- 7-8.
495 Iud. 14, 14. 18.
812
SERMONES. CICLO TEMPORAL
gando por ellos, y que de aquella extremada bajeza saliese
para nosotros tanta honra, que fuésemos admitidos a re-
cebir en nuestro pecho a El mismo en persona, y que, ha-
500 ciéndose esto como se debe hacer, seamos convertidos es-
piritualmente en la persona de El, y gocemos de sus dones,
y seamos llamados Cristo, no lo pudo hacer otro que Dios,
ni lo sabrá sino quien creyere a la Iglesia.
Cristo es llamado pecado y maldición, y nosotros — como
505 dice San Pablo — somos llamados justicia de Dios en El.
¡Trueco admirable! Y así, es inefable la baja que dió y es
inefable la alteza nuestra. Trocamos personas; hicimos una
compañía, en que nosotros le dimos nuestras grandes deu-
das y El nos hizo participantes en su muy mayor paga.
510 ¡ Oh inestimable amor Y aunque, según hemos dicho, es
de caridad! inefable esta unión, no podemos
— para gloria del mesmo Señor,
que tanto nos amó, que nos quiso juntar consigo, y para
consolación de los hombres que quieren gozar de esta unión —
515 dejar de decir algo de ella, aunque será mucho más lo que
quedará que lo que se dice.
No le faltaba a la sabiduría de Dios otro modo y otros
mil modos para remediar nuestros males; mas las entrañas
de su caridad, entre todos, eligieron éste, más honroso para
520 Jos hombres, y de mayor confusión para los demonios, y
que más declarase la sabiduría y poder, y especialmente su
amor con nosotros. Miserable y deshonrada cosa era el gé-
nero humano y en tan poco precio estimado del que Dio¿
puso por cabeza de él, que por precio de una manzana en-
525 tregó a todo el mundo a la muerte, al pecado y al demonio,
y le hizo perder muy grandes bienes. Y a éstos, tan des-
preciados de su propio padre, preciólos tanto el que los
crió, aunque ellos le habían ofendido a El, que se deter-
minó en el consejo de la Santísima Trinidad que una de las
530 divinas personas, que es el Hijo de Dios, tomase carne hu-
mana, y rescatase a los horribres de su miserable captive-
rio, y les volviese los bienes perdidos; y esto no por cual-
quier medio, sino pagando El con graves dolores y muerte
los pecados de ellos y comprándoles los bienes perdidos con
535 precio de su mesma vida. "¡Oh inestimable amor de caridad
— dice San Gregorio — , que por redemir el siervo entregaste
al Hijo a la muerte!" Y el Apóstol dice, hablando del Pa-
dre eterno: No perdonó a su propio Hijo; quiere decir, no
lo dejó de poner en trabajos y muerte, mas entrególo por
540 todos nosotros.
504 2 Cor. 5, 31 ; Gal. 3, 13. # 505 1 Cor. 1, 30.
537 «O inaesitimabiilis dióeotio earitatis : ut servuim redkneres
Filium tradidisti !» (Miss. Rom., Sabb. Sanct., Baiedict. Cerei,
pracfat.). 540 Rom. 8, 32.
53. EX LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
S13
Admirables son los bienes que Cristo nos ganó; mas
muy admirable es el medio con que los ganó, pues El se
dió en precio de ellos; que por mucho que ellos valgan,
El vale más. Dulce manjar comemos cuando nuestra ánima
545 recibe perdón de pecados y la gracia y dones de Dios; mas
cuando consideramos que para gozar de aquellos bienes nos
amó Cristo hasta la muerte, y muerte de cruz, hínchese
nuestra ánima de una dulcedumbre tan grande, que nos
acaece como a San Agustín, que no se hartaba de conside-
550 rar la alteza del consejo de Dios sobre la redempción del
género humano, el cual fué preciado de Dios, pues fué Dios
su precio; y fué lleno de honra, porque como fué hombre
el que fué vencido, y cayó, y causa de la perdición de los
hombres, también fué hombre el que venció, y los rescató,
555 y remedió. Por hombre — dice San Pablo — vino la muerte,
y por hombre la redempción de los muertos. Y en otra parte
dice: Como por la inobediencia de un hombre muchos fue-
ron constituidos pecadores, así por la obediencia de otro
hombre muchos son constituidos justos.
560 y esta honra del género humano, de tener Redemptor
que sea uno de ellos, resultó en confusión de la soberbia
del demonio, pues que uno del linaje del vencido por él, y
más bajo en naturaleza que él, lo venza y destruya, y le
saque la presa de entre sus manos. Grande gloria fué ésta
565 de Dios, y muy ilustre parécese su perfección y bondad,
pues amó tanto al mundo, que le diese su unigénito Hijo para
remedio de él, y que lo entregase a muerte para que los
pecadores fuesen justificados, y los enemigos reconciliados,
y los que estaban desheredados del cielo recobrasen la he-
570 rencia perdida. ¿Quién dirá que estos beneficios pueden
crecer, ni que hay más amor que enseñar a los hombres, ni
que hay más que pedir ni desear?
¡Alabada sea tu bondad, Señor, que no tiene término!
Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién hay semejable a
575 ti? — dice David — , y aunque en todas tus obras excedes
a todos, mas particularmente en tus pensamientos amorosos
para conmigo, no hay semejable a ti. Todo esto heciste,
Señor, por nuestro remedio en señal de tu grande amor;
547 Phil. 2, 8.
552 San Agustín, Scrm. 22, c. 9, 9 ; Serm. 130, 2 ; Serm. 254,
c. 5, 6: ML 38, 153 s. 726. 1185.
555 Cf. San León Magno, Serm. 52, c. 2-3 : ML, 54, 314 s.
556 Cf. 1 Cor. 15, 21.
5<?9 Cf. Rom. 5, 19.
564 Cf. San León Magno, Serm. 21, c. 3 : ML 54, 192-193.
566 lo. 3, 16.
575 Ps. 34, 10.
814
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mas como es tu bondad infinita, aun está tu mano extendida
580 para hacer otros bienes admirables, de pensar dulcísimos,
y llenos de honra y de provecho para nosotros.
Somos hechos salvos El misterio de que somos redemi-
en Cristo dos por Cristo y el desprecio de
nuestra bajeza celébrase en el Ad-
585 viento y celébrase en la Semana Santa, que se trata de la
pasión, y en otras fiestas particulares. Mas el dichoso mis-
terio que celebramos en estos días, del cuerpo y sangre de
Jesucristo nuestro Señor debajo de accidentes de pan y de
vino, muy diferente es del otro, y que añade miel sobre miel,
590 honra sobre honra y amor sobre amor. Acullá celebramos
que somos hechos salvos por Cristo y aquí que somos hechos
salvos en El. Allí, que Dios se abajó a hacerse hombre y
morir por los hombres; aquí, que el hombre es levantado
a ser unido con el Verbo encarnado, que murió por los
595 hombres.
Y para que esto se entienda mejor, es de notar que, como
dice San Pablo, la herencia que fué prometida a la simiente
de Abraham, que significa la gloria del cielo, y significa el
espíritu, con su gracia y dones, y todo aquello que es nece-
600 sario de favor para el hombre salvarse; estos bienes de
gracia y de gloria fueron prometidos a Jesucristo nuestro
Señor, el cual es simiente de Abraham, y, como dice San
Pablo, no en muchos, sino en uno, que es Jesucristo nues-
tro Señor. De manera que ni se da la gracia ni se da la glo-
605 ría sino a Jesucristo. Y según esto, dijo el mesmo Señor:
Ninguno sube al cielo, sino el que decendió del cielo, el Hijo
de la Virgen, que está en el cielo; y como dice San Agustín,
que, "como Cristo sólo decendió del cielo, sólo Cristo sube
al cielo". Y conforme a esta sentencia dice San Mateo que
610 siendo Cristo baptizado le fueron abiertos los cielos.
Según esto, dice el Señor: El siervo no permanece en la
casa de su señor para siempre. Y si este Hijo es Cristo, y
El solo sube al cielo, y El solo permanece para siempre en
él, como simiente de Abraham, a quien fué prometida esta
615 herencia, ¿qué esperanza nos queda a los miserables hijos
de Eva de gozar de estos bienes, pues no somos Cristo?
La respuesta es que los hombres están excluidos de la
gracia y de la gloria mirados en sí mismos, y en ninguna
579 Of. Is. 59, i.
604 Of. Gal. 3, 16.
606 lo. 3, 13.
609 San Agustín, Serm. 91
m. 294. c. 10 : ML 38, 570.
610 Mt. 3, 16.
612 Cf. Ib. 8, 35.
6, 7 ; Sci m.
?• i34i.
53- EN LA IXFRAOCTAVA DEL CORPUS
815
manera son de ello capaces; mas si se juntan con Cristo, por
620 ser cosa de él, recebirán la gracia y la gloria, si por ellos
no queda. Lo cual maravillosamente dió San Pablo a enten-
der cuando dijo: No a simientes como en muchos, mas a si-
miente como en uno; como quien dice que la gracia y la
gloria no se niega a los muchos; mas estos muchos no han
625 de estar en sí mesmos, sino en uno, el cual es Cristo; y
ésta ha de ser la esperanza de los que se quieren salvar, que,
como dice el mismo San Pablo, sean de Cristo, y así serán
simiente de Abraham y herederos según la promesa.
Mas, aunque dice que somos de Cristo, no dice en qué
630 grado puede ser uno de Cristo. En grado de siervo, puede
ser casa suya, puede ser vestidura suya; y subiendo más,
puede ser pariente, y hermano, y esposa; y sobre todo, aun
hay otro grado de unión, por el cual llega el hombre a ser
hecho, como declararemos, no sólo cristiano, mas aun Cris-
635 to. Y de esta manera le converná el ser simiente de Abra-
ham y heredero del cielo.
Y porque mejor esto se entienda, pongamos este ejem-
plo. Unos vasallos de un rey le hicieron una traición digna
de muerte, y, queriendo el rey castigarlos como merecían,
640 púsose en medio el hijo del mismo rey y, con grande amor
y compasión de aquellos vasallos, ofrecióse a morir por ellos,
suplicando a su padre que aceptase este trueco, y que, sien-
do él castigado por ellos, ellos no lo fuesen, sino que les
tornase su gracia que antes tenían, cumpliendo ellos las or-
645 denaciones que el hijo pusiese para gozar de esta su re-
dempción. El rey fué de tanta bondad, que, por hacer bien
a sus enemigos y no condenarlos, aceptó el amoroso ofre-
cimiento del hijo, el cual muere como lo prometió, y quedan
los vasallos, que las dichas ordenanzas guardaron, perdo-
650 nados de su traición y recobrada la gracia perdida, con la
cual van a pedir al rey lo que han menester y son favore-
cidos de él; y el mismo hijo que les ganó esta gracia perdida,
ruega a su padre que les haga mercedes y solicita los ne-
gocios de ellos.
655 y lo que hemos dicho de vasallos podemos también en-
tender de hijos adoptivos que tuviese este rey y que mere-
ciesen muerte por la traición que hubiesen cometido, y que
el hijo legítimo y engendrado de la substancia del padre les
alcanzase con su muerte el perdón y la gracia que antes
660 tenían.
Estos tales, redemidos se llamarán por el hijo, y la gra-
cia del rey alcanzarán por él: unos gracia de vasallos, otros
gracia de hijos adoptivos, según primero la poseían, y por
unos y otros ruega el hijo natural y les alcanza mercedes,
623 Gal. 3, 16.
816
SERMONES. CICLO TEMPORAL
665 aunque ellos tienen su valor delante del rey, y los servicios
que le hacen le son agradables a él, y merecen que se les
galardone como servicios de vasallos o de hijos adoptivos
del rey.
Si Dios ordenara de esta manera nuestro remedio, bas-
670 tante nos fuera, pues lo quería El, y diéramosle gracias,
porque nos remedió por su Hijo, y por sus merecimientos
nos tornó la gracia de hijos adoptivos y méritos de nuestras
buenas obras, que habíamos perdido en Adán; y fuéramos
a pedir mercedes a Dios con nombre y valor de hijos adop-
675 tivos; y sobre esto se nos añadiera que el Hijo natural de
Dios, Jesucristo nuestro Señor, rogara por nosotros.
Mas no es éste sólo el beneficio que Dios nos hizo, y de
esta manera; porque a ninguno da perdón de pecados, ni la
gracia perdida, ni valor de merecimiento a sus obras, ni es
680 oída su oración, ni es mirado con los ojos de Dios, ni tiene
parte en el corazón de Dios, ni en su gloria, por título de
ser hijo adoptivo del rey, como distinto del natural, ni por
otro, chico ni grande, que suene propia dignidad o gracia,
si no es de Cristo y por El. Determinóse Dios de no querer
685 a nadie, ni darle su gracia ni gloria, sino al hombre que
viere unido con Jesucristo su Hijo; y que lo que le diert
se lo da porque lo ve unido con Jesucristo e encorporada
con El. Y el Hijo, si gana perdón de pecados, si gana gra-
cia, si gana gloria, no la gana como para extraños, sino
690 gánala para sí mesmo; y cuando ruega por éstos, ruega
Cristo como por sí mismo. La cual sentencia declara el Se-
ñor orando a su Padre y diciendo: Quiero, Padre, que el
amor con que me amaste esté en ellos, y yo en ellos. Que
quiere decir que aquel amor con que el Padre amó a Jesu-
695 cristo, pase a aquellos que están unidos con El; de manera
que el amar a El, será amar a ellos, y amar a ellos, será
amar a El, por ser uno ellos y El. Y así aquello que el mismo
Señor un poco antes había dicho: Yo me santifico, Padre,
por ellos, para que ellos sean santificados en la verdad,
700 quiere decir, según San Agustín, que estos por quien me
santifico soy yo; y santificarme por ellos es santificarme
a mí por ellos; que yo soy tu Verdad, en la cual ellos son
santificados.
Misterio grande, unión inefable, honra sobre todo mere-
705 cimiento, que el hombre y Cristo sean un Cristo, y que
salvar Cristo al hombre y rogar por él sea salvarse a sí
mesmo y rogar por sí mesmo. ¿Quién podrá creer tan gran-
de alteza de honra con que el hombre es honrado, si no mira
693 Gf. lo. 17, 26.
699 Gf. lo. 17, 29.
701 San Agustín, In lo. Ev., tr. 108, c. 17, 5 : ML 35, 1916.
54- santísimo sacramento
S17
primero la grande bajeza y deshonra con que Dios huma-
710 nado fué deshonrado por el hombre? Y de aquello profun-
do nace esto alto; y de ponerse Cristo en la bajeza del hom-
bre nace ser levantado el hombre a la alteza de Criso. Aquí
es menester decir lo que San Pablo decía cuando hablaba de
algún grande misterio, para que le creyesen: Fidelis sermo,
715 et omni acceptione dignus.
54 Remedio de ese malo y extraño calor que se
llama concupiscencia
(Ed. 1596, I3 ptp. 224-257.)
Qui manducat me, et ipse vivet proptcr me. Quien
me come a mí, ése vivirá por mí (lo. 6, [58]).
Reliquias nos quedan La general y lamentable caída que
del pecado original l°s hijos de Adán dimos, heredan-
5 do de él el pecado, la muerte y la
privación de la justicia original, la compara el glorioso San
Bernardo a un hombre que cayese en un charco donde hu-
biese piedras y cieno; el cual quedaría sucio con el cieno, y
lastimado, quebrantado y enfermo con el golpe que en las
10 piedras dió. Así que aquellos a quien la grande misericordia
de Dios fué tan favorable que los trujo al santo baptismo,
donde los remedió contra el pecado original y contra todos
los demás que ellos hubieren hecho, y son lavados interior-
mente de la culpa de los pecados por la sangre de Jesu-
15 cristo, representada en el agua con que de fuera nos lavan
el cuerpo, y limpios perfectamente de la mancha o cieno que
el pecado les pegó, con todo eso, quedan todavía con reli-
quias penosas y peligrosas, causadas de la carga del pecado
original, como a un hombre que estuviese muy enfermo y
20 muriese y Dios le resucitase a la vida que antes tenía, que,
aunque quedase vivo, quedaría enfermo y flaco para las
operaciones que los sanos suelen hacer.
Llámanse estas reliquias del pecado original enfermedad
del ánima, porque la enflaquece para hacer su propia obra,
25 que es amar al Señor con todas las fuerzas y al prójimo como
a sí mismo. Llámase herida del ánima, porque la deja con
ignorancia de muchas cosas que debe saber, del conoci-
715 dignos] Vive, ánima mía, en perpetuo agradecimiento y nacimiento de
gracias a tal Señor y tan grande Amador de los hombres add.
715 I Tim. I, 15.
10 Cf. San Bernardo, In Annunt. Mariae serm. 1, 7 s. : ML 183,
386 ; Instr. sacerd. 2, <p. 17-18 : ML) 184, 800.
19 Of. San Agustín, Contra Iulian., 1. 6, c. 16, 49 ; MX, 44,
850 s. ; Retract., 1. 1, c. 15, 2 : ML 32, 609 s.
SIS
SERMONES. CICLO TEMPORAL
miento de la voluntad de Dios en particular, y en la voluntad
aficionada a la carne y cosas de ella; y cuanto más aficio-
no nada a la carne, tanto más tarda para guardar la ley de Dios
y tanto con mayor dificultad hace el bien que hace.
También se llaman estas reliquias del pecado tirano. Llá-
mase ley de los miembros, porque un hombre que no quiere
estar sujeto a sufrir los movimientos torpes y desatinados
35 que esta mala inclinación obra en él, aunque no sean pe-
cados, le hace gemir, y aun a los que desean servir a Dios,
como parece en San Pablo, cuando decía : Infelix ego homo:
qais me liberabit?, etc. Palabra digna de consideración y
declaradora del espíritu de San Pablo, y creo que palabra
40 que nos declara nuestra flaqueza y pequeñez de nuestro
espíritu. Aquel San Pablo, sobre el cual tantas persecu-
ciones y de tantas maneras vinieron, y que estaba tan lejos
de llamarse desdichado por ellas, que las tenía por gloria
y se regocijaba en ellas con muy grande afecto, siente tanto
45 los insultos y movimientos con que el pecado le acomete, que
sacan de él al parecer, mujeril y apocado ánimo: Desdichado
de mí, ¿quién me librará del cuerpo de aquesta muerte?
Y este mismo sentido y gemido han tenido todos los san-
tos, que, como personas vivas — y muy vivas — a Dios, no
solamente sienten y gimen los pecados, aunque sean livia-.
So nos, mas cualquier movimiento que nazca del pecado o vaya
a parar al pecado; y con todo este sentimiento y cautela que,
renovados por el espíritu de Jesucristo, tienen, es tanta la
flaqueza que del pecado quedó, que ninguno de ellos escapó
de caer en pecado y pecados, aunque veniales, unos mirando
55 en ello, otros tomándoles el pecado de sobresalto; en fin,
dieron caídas, causadas de la flaqueza, y no corrían con tan-
ta ligereza el camino de la ley de Dios como si estuvieran del
todo sanos.
Ni por esto imagine nadie que esta enfermedad o fla-
60 queza sea alguna cosa positiva en el ánima o alguna lisión en
la substancia de ella; porque, según dicen todos los santos,
imitando en esto a San Dionisio, si la naturaleza de los de-
monios se quedó sana, aunque pecó, la de los hombres tam-
bién lo quedaría. Y por eso no se ha de imaginar que la
65 flaqueza del ánima, para andar el camino de Dios, se cause
de estar ella misma en su naturaleza debilitada, como un
hombre que tiene una pierna coja, que no puede tanto andar
ni correr como si estuviera sano. Entera se quedó el ánima,
entero se quedó el cuerpo; mas como fué quitado al ánima
70 el don de la justicia original, con el cual ella se convertía
38 Rom. 7, 24.
64 Pseudo-Dionisio Aredpagita, De á"iv. nomin., c. 4, 23 : MG 3,
54- SANTÍSIMO SXCKAMKNTO
SIS
y amaba a Dios con gusto y facilidad, y el cuerpo, aunque
según su inclinación natural se fuese tras las cosas carnales
y presentes, estaba tan enfrenado y sujeto al ánima, que no
la traía a sí con demasiada afición ni tenía movimiento nin-
75 guno, si primero por la razón no fuese mandado; esto qui-
tado, fué como quitar un freno a una bestia, que siguiese
sus inclinaciones con tanto ímpetu, que, aunque por virtud
de la gracia no traigan a consentimiento al que rige la bes-
tia, hácele sudar y gemir, y con guerra tan importuna, des-
*0 cuídase o cánsase algunas veces. Y de ahí vienen sus pe-
cados veniales, de aquí la lucha, de aquí los ayunos y vigi-
lias y de aquí las lágrimas y oraciones, por mortificar y cru-
cificar los deseos de la carne y poder señorearse de ella, para
que ni haga al ánima caer ni la impida de correr el camino
85 de Dios según debemos.
Quien no quiere ser Es de notar y maravillar cómo nos-
vencido, razón es otros estamos tan tibios y tan lejos
que vele de sentir aquestas heridas, y tan
flojos de pelear con nosotros mis-
90 mos, teniendo tantos ejemplos de hombres santos que tan
amargamente lloraban, no solamente estas caídas veniales,
mas aun los primeros movimientos; y aunque no los tuvie-
sen, él verse inclinados a caer les era suficiente materia de
lloro, y deseaban con grande ahinco de salir de vida, en la
95 cual, por mucho que uno viva recatado, ha de caer en pe-
cados veniales, y si más se descuida, da consigo en los
abismos del pecado mortal. Cosa digna para hacer temblar
a todos cuantos lo oyeren; y por nuestros pecados, hay en
algunos, aun en los que están en el estado de gracia, tanto
100 descuido para sentir esta enfermedad y flaqueza que de
Adán heredamos, y en nosotros tenemos, que ni la lloran,
ni la temen, ni se les da nada por primero movimiento ni
por caer en pecado venial. Conténtanse éstos con estar
vivos, aunque muy cercanos a 'la muerte; mas viven gran-
105 demente engañados, porque, de tener en poco aquellas en-
fermedades, ordinariamente resulta perder la vida del alma
por algún pecado mortal.
¿Quién no juzgaría por loco a un hombre que fuese
por un camino, a la orilla del cual por una parte y por
lio otra estuviesen unos hondísimos valles, que quien en ellos
cayese se haría pedazos, y de sólo mirarlos desde arriba se
le desvanece la cabeza al hombre? Y si el hombre fuese
por allí a pie, aun no sería locura tan grande, porque puede
mirar con diligencia dónde pone los pies e ir poco a poco,
115 y por ventura la grande atención le sería causa de escapar
del peligro. Mas ¿con qué palabras encareceremos la locura
104 mas] bien add.
&20 SERMONES. CICLO TEMPORAL
del hombre que, pudiendo ir seguro por medio del camino,
quiere ir a peligro por el cabo de él, caballero encima de
una bestia que sabe poco de freno, que tira corcovos, que
120 ¿a saltos y que es tal, que ir encima de ella por camino se-
guro aun es peligroso? Acuérdate, hombre, cuántas veces
te ha acaecido sentir rebelde a ti y sentir rebeldes a tus
pasiones interiores, airarte donde has de ser manso, en-
cenderte en malos deseos queriendo ser casto, y así en lo
125 demás. Y si deseas huir la espantable y miserable caída de
pecado mortal, no vayas tan cerca de esa misma caída, pues
la bestia que llevas es tan inclinada a pacer la hierba ve-
dada, que no dudará, si ve una poca de hierba fresca fuera
del camino, arrojarse con desenfrenamiento a pacerla, y
130 cuerpo y ánima daréis en las peñas bravas del pecado mortal.
¿Quién hay que quiera morar en los lugares pequeños,
que ninguna defensa tienen, ribera de la mar, en tiempo
que andan corsarios por ella y llevan captivos a los que
no están como fuertes ciudadanos? Métete dentro en la
136 tierra, mora en ciudades de muros, porque los corsarios son
tantos y tan fuertes, que aun hasta allí te seguirán, y ter-
nás harto que hacer en escaparte de sus peleas con huida.
No sé qué desventura es aquésta, que habiendo muchas
cercas en una ciudad, y como las cercas que son más. inte-
140 ñores sean más fuertos, y haya en ellas más gente y más
esforzada, y el amparo del rey esté más cercano, que que-
ramos nosotros vivir en la primera cerca, donde la guerra
es ordinaria, los muros más flacos, el socorro menor; y
viendo por experiencia que cada día hay allí muchos ven-
145 cidos, y tomados de los enemigos, y muertos con muy gran
crueldad.
El amparo de los que bien quieren vivir, Jesucristo
nuestro Señor es; él lugar donde ampara a los suyos, su
santo cuerpo místico es, que por otro nombre es llamado
150 Ciudad de Dios. Y conforme a la gracia y diligencia que un
hombre tiene, así vive más en lo de fuera o en lo de dentro
de esta ciudad. Entre la cual y los enemigos hay tan con-
tinua y tan cruda guerra, que aun algunas veces acaece
llevar los enemigos vencido al que estaba muy dentro y cerca
155 del rey. Testigo de esto es San Pedro, testigo David, tes-
tigos muchos santos del yermo, que de grande alteza de
santidad cayeron en la profundidad del pecado mortal; a
unos de los cuales levantó la piadosa mano d° Dios, para
que nosotros no desesperemos en nuestras caídas, y a otros
160 dejó por justicia, y arden para siempre en el infierno, para
perpetuo escarmiento y aviso contra nuestra negligencia y
tibieza. Cristiano, si no se te da nada por caer en pecado
mortal, ¡ay de ti!, ¡ay de ti! Si tienes balanzas para pesar
150 Apoc. 3, 12.
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
821
la grandeza y deseas salir de él, huye también de los ve-
165 niales, porque, aunque mirando a sólo ellos, hacen tanto
mal al ánima, que ningún hombre cuerdo los debe admitir;
mas mirando a que son escalón y disposición para, me-
diante ellos, caer en pecados mortales, todo buen cristiano
con todo cuidado y diligencia los debe huir.
170 La enfermedad tienes dentro de ti, y no una sola, mas
muchas; y acaecerte ha, como dice San Cipriano, que, si
vences la ira, se levanta la soberbia, y si vences la sober-
bia, se levanta la deshonestidad, etc. Y quien quiere no
ser vencido de algún enemigo de éstos, razón es que vele;
175 y el enfermo que quiere sanar, debe curarse y sufrir los
trabajos de la cura y no salir de ella hasta que sane. Y acuér-
date bien que muchas veces, enojado el Señor con la tibieza
y viendo en cuan poco le estima el que la tiene, alza su
mano de él, y como en el Apocalipsis lo ha amenazado, así
180 lo cumple, vomitando de sí y dejándolo caer en algún pecado
mortal, para que el tal hombre tibio, siendo herido con
golpe tan recio, despierte del sueño tan peligroso en que
estaba y entienda lo que no entendía, y cuán mal caminaba,
pues dió tan miserable caída. Y así como el soberbio, cuan-
185 do es azotado con caer en algún pecado mortal vergonzoso,
entiende la soberbia en que estaba por el castigo y lo alanza
de sí, humillándose con gran confusión, así el negligente,
herido con golpe de pecado mortal, debe entender que la
causa de aquello fué el descuido y tibieza con que vivía, y
190 avergonzado y lastimado con el efecto, poner remedio en
la causa, levantándose por la penitencia, y andar su camino
con más diligencia que antes.
¿Qué es esto, hermanos? ¿Qué es esto, que en las co-
sas temporales está nuestro deseo tan vivo y va tan adelan-
105 te de lo que debemos, que no hay quien se contente con
ruin capa, si la puede tener buena, ni con pocas cargas
de uva de su viña, si puede hacer que haya más? La fruta
que comemos, ni la queremos demasiadamente madura, ni
que esté mal sazonada; pequeña falta en un manjar nos
200 descontenta de manera que no le queramos comer; el ser-
vicio que nos hacen, querérnosle con buena crianza, que
sea presto y con buena gracia; quien puede estar sano y
recio, no se contenta con estar enfermo. ¿Pues por qué,
siendo tan adelantados en escoger lo mejor en todas estas
205 cosas, somos tan apocados en contentarnos con lo menos
en las cosas que valen más? Cogemos la ceniza y derrama-
mos la harina; y los que desean tener mucho de tierra, no
173 San Cipriano, De orat. domin., 22 : MU 4, 552 ; De oper. el
eleem., 3 : ML 4, 627. Cf. San Agustín, Contra 2 ep. Pelag., 1. 4,
c. io, 27 ss. : MIL 44, 62^32 ; Santo Tomás de Aquino, Sutntna
theol., i-2, q. 74, a. 3 ad 2. 180 Cf. Apoc. 3, 16.
S22
SERMONES. CICLO TEMPORAL
se les da nada por tener mucho del cielo; y para donde era
menester la verdadera codicia, allí tiene una vergonzosa
2!0 hartura, cosa muy reprehendida de la divina Escritura.
Y si leemos al bienaventurado San Pablo, hallaremos
con cuánto peso y cuántas veces nos amonesta que, des-
ocupados de todo lo que nos puede impedir, corramos con
ligereza a la celestial joya, para posesión de la cual Dios ha
215 llamado a los cristianos por su misericordia; y que no nos
contentemos con tener el principio de la virtud, sino que
crezcamos en ella y que perfeccionemos nuestra santifica-
ción en el temor del Señor. Esta misma doctrina nos ense-
ñan los santos, incitándonos al aprovechamiento y perfec-
to ción de la virtud y reprehendiendo mucho nuestra tibieza,
enseñándonos que con gran cautela huyamos los pecados
veniales y con lágrimas y buenas obras los deshagamos,
cuando en ellos cayéremos, y con las demás cosas que la
Iglesia tiene ordenadas.
225 De manera que el cuidado del cristiano no ha de aflojar
ni dar de buena gana sueño a sus ojos, hasta que, a lo
menos, viva sin caer en pecado mortal. No debe caer en él
el hombre cristiano; y según hemos dicho, para no caer en
él, conviene huir de los pecados veniales; y este fundamen-
to to echado — con él cual terná esperanza de ser salvo por la
misericordia de Dios — , añada sobre esto el edificio de la
plata y oro y piedras preciosas, y la purificación de su áni-
ma, el colmo de la caridad según más pudiere, con la gra-
cia del Señor; de manera que nunca ande su ánima por el
235 camino de Dios descuidada ni floja, mas, herida con la
espuela del temor o amor, procure con ensanchado corazón
correr el camino de la ley de Dios, alcanzando su perfec-
ción o trabajando por alcanzarla; porque como San Ber-
nardo dice: "A los unos y a los otros contará el Señor por
240 perfectos".
Esta diligencia muy Y este diligente cuidado de bus-
propia es de los que car perfeta limpieza y entera sa-
sirven a Dios 'U(^ debe ser muy anejo a las per-
sonas religiosas que, dejadas las
245 ocupaciones e impedimentos del mundo, se determinaron de
servir a Dios; porque si no tienen este cordial cuidado, ni
alcanzarán perfecta salud, y podráseles decir que, teniendo
armas, no pelean, y lo necesario para edificar, y nunca edi-
fican; y que, habiéndose desembarazado de todas las cosas
250 para ligeramente correr, a duras penas van paso a paso,
' 215 Cf. PHil. 3, 14. 232 Cf. 1 Cor. 3, 12. 237 Cf. Ps. n8, .32.
240 San Bernardo, Ep. 254, 3 (ML 182, 460)' : «Itaque indefes-
sum proficiendi studium, et iuyis conatus ad pcrfectioneni, perfec-
tio reputatur».
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
823
careciendo de consolación interior, porque no se atreven
a destetarse de las transitorias, ni teniendo en abundancia
éstas, porque ni el remordimiento de la conciencia les deja,
y algunas veces les falta aparejo.
255 Verdaderamente es vida muy miserable la del hombre
tibio, el cual, por no trabajar de una vez, siempre trabaja;
y, como el proverbio dice, "cabra coja no tiene siesta".
Pluguiese a Dios quisiesen entrar en cuenta y poner en
una balanza los trabajos que les costaría el servir a Dios
260 de verdad y en otra los desconsuelos y remordimientos de
conciencia y dudas de su salvación, que son anejas a la ti-
bieza, y verán cuán miserable cosa es, por no querer un
enfermo ponerse algunos días en cura, vivir toda la vida
desabrido y -flaco, sin comer esto ni aquello y haciéndole
265 mal el aire, el sol, el sereno, viviendo una vida que parece
tormento y en peligro de perderla por cualquier ocasión.
Pluguiese a Dios que determinases, cristiano, de una vez
a poner la segur de la verdadera diligencia a la raíz de tus
pasiones; que aprendieses a lavar tus llagas con lágrimas
27o de tus ojos, para que el Señor te las alimpiase y diese per-
fecta salud; y no fueses tan perezoso ni regalado para to-
mar sobre tus hombros la cruz de la penitencia; porque
cierto, antes de mucho tiempo experimentarías que no hay
trabajo mayor que la preciosa holganza, y que debajo de
275 los santos trabajos, como en un campo, está escondido el
reino de Dios, que, como dice San Pablo, es justicia, y paz,
y gozo en el Espíritu Santo; y experimentarías cómo tienes
fuerza para sufrir aires y vientos de persecuciones, sol de
tentaciones carnales, heladas de las que causan los demo-
! 280 nios; y beberías ponzoña y no morirías con ella, porque
aquél fuerte amor de Jesucristo nuestro Señor a los que
con porfía le buscan, de tal manera enseña al ánima, que
puede decir con San Pablo: Yo sé abundar y sé padecer po-
breza; ser humillado y ser ensalzado; en todas cosas y en
285 todo lugar me sé haber bien. Y este amor que así enseña,
hace al ánima tan robusta, que puede decir: Todas las co-
sas puedo en Aquel que me conforta. ¿Qué se puede com-
parar con el alegría y riquezas de aquesta salud? ¿'•Qué tra-
bajo puede ser grande, saliendo tan precioso fruto de él?
290 No sé por qué las personas de ánimos generosos, a quien
Dios dió lo que han menester para pasar esta vida sin que
se ocupen en lo ganar, no sé, según he dicho, por qué no
se enamoran de joya tan preciosa, de salud tan firme y
alegre. Pues que deben pensar que no los desocupó Dios de
295 los trabajos de los hombres para que viviesen en ociosidad
277 Rom- 14) vti
280 Of. Me. 16, iS.
287 Cf. Phil. 4, 12-13.
824
SERMONES. CICLO TEMPORAL
o en malas ocupaciones, causadoras de mayores pecados,
como si no fueran gente tan principal. No fué éste el fin
de Dios, sino hacerlos en el cielo más grandes que a otros,
como acá los hizo; y el medio para esto son los más justos
300 y devotos ejercicios; y para que los pudiesen hacer, des-
ocúpalos de las cosas de acá, líbralos de las de aquélla mal-
dición echada a los hombres: En sudor de tu cara comerás
tu pan, para que, en lugar de aquella obra terrena que man-
tiene al cuerpo, se ocupasen y sudasen en escardar su áni-
305 ma de la yerba de las malas pasiones, la arasen y revol-
viesen con el arado de la cruz e imitación de ella, y se
sembrase en ellas Jesucristo crucificado, no con cualquier
fruto, sino colmado y perfeto.
Jesucristo, médico y Posible es que, convidados algunos
310 medicina, pasto y con el deseo de aquesta salud — pues
pastor a todos nos es enojosa la enferme-
dad— , conciban propósito firme de
querer curarse de sus enfermedades, y me pregunten que
quién es el médico de ellas, y cómo y con qué condiciones
315 se hace esta cura. ¡Bendita sea tu misericordia, Señor, que
tan a tu cargo están los enfermos, que para remedio de
ellos "enviaste del cielo un grande Médico, porque — como
dice San Agustín — había en el mundo un gran Enfermo"!
Leed las quejas que Dios da, por el profeta Ezequiel, de
320 los pastores de aquellos tiempos, porque no curaban las ove-
jas con aquel cuidado que era razón; no sanaban a las en-
fermas, no esforzaban a las flacas, no ataban las quebra-
duras, no traían a la manada la que se había perdido, ni aun
la buscaban; y enojado de esto, dice el Señor: Yo libraré mi
325 manada de la boca de estos pastores, y no se las tragarán
más; porque esto dice el Señor Dios: Mirad, que yo mismo
buscaré mis ovejas y las visitaré; y así como el pastor visita
su manada, en el día que estuviere en medio de sus destro-
zadas ovejas, así visitaré yo mis ovejas y las libraré de
330 todos los lugares en los cuales fueron esparcidas en el día
de la nube y obscuridad. Yo las apacentaré en pastos muy
abundantes; en los altos montes de Israel serán los pastos
de ellas; allí descansarán en las yerbas verdes, y en los
pastos gruesos se apacentarán. Yo apacentaré mis ovejas.
335 Yo haré que se echen, dice el Señor Dios; yo buscaré lo que
se había perdido; yo tornaré lo que había sido alanzado;
yo ataré lo que se había soltado y desmandado: yo esforzaré
lo flaco y guardaré lo que está fuerte y grueso, y en juicio
las apacentaré.
313 Gen. 3, 19.
318 San Agustín, Serm. 87, c. 11 (ML 38, 537) : «Ad sanandum
grandem aegrotutn descendit omnipotens Medicas».
339 Cf. Ez. 34, 10-16.
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
825
340 Grandes promesas y piadosas palabras dice aquí Dios,
manifestadoras de su mucha caridad para con sus ovejas,
y tanto hace por su remedio. Yo mismo — dice el Señor — las
visitaré; y si queréis saber cómo — añade Dios Padre, dicien-
do— : Yo despertaré sobre ellas un Pastor que las apaciente:
345 a mi siervo David; ése las apacentará, y él será pastor de
ellas; y yo, su Señor, seré su Dios; y mi siervo David, prín-
cipe en medio de ellas. Cuando estas palabras se dijeron,
muy muchos años había que el rey David era muerto; y sin
duda ninguna este David que Dios había de dar por pastor
360 a los hombres, Jesucristo nuestro Señor es. Y con razón
tiene este nombre, que quiere decir fuerte con la mano,
pues hizo las mayores hazañas y de mayor fortaleza que
nadie hizo, que son matar la muerte y pecado, y ganar a los
hombres la gracia de Dios, y hacerles herederos del cielo.
355 Este Señor, por ser Dios, es dueño de las ovejas, pues
las crió con el Padre y con el Espíritu Santo. Y llamóse
siervo del Padre en cuanto hombre, porque le sirvió y obe-
deció en la obra de la Redención de los hombres, según está
escrito: El libertará mi captividad. Y en otra parte: La vo-
36o luntad del Señor en la mano de El será prosperada. Este
Señor fué del cual está escrito que halló el camino de la
dotrina y la dio a Jacob, su siervo, y a Israel, su amado; lo
cual fué cuando en el monte Sinaí dió su ley al pueblo de
los judíos. Después de lo cual, dice el profeta, fué visto en
365 la tierra y conversó con el hombre.
Muy bien proveído fué que Dios humanado fuese nuestro
pastor y nuestro remedio, para que quedasen llenos nues-
tros corazones de esperanza, que pues no hay cosa mayor
que Dios, ningún mal nuestro hay sin remedio, si queremos
370 aprovecharnos de él.
¿Quién contará cuán bien ejercitó este Señor, cuando al
mundo vino, el oficio de pastor, predicando, sanando en-
fermos, resucitando muertos, consolando tristes, perdonando
pecados? Y en testimonio que era Criador del hombre todo
375 entero y que su remedio era bastante para todo el hombre,
mantenía las ánimas con cosas espirituales y remediaba el
hambre de los cuerpos y las otras enfermedades en el tra-
bajo que lo habían menester.
Vistió a sus ovejas, visitó como el pastor que está en
380 medio de ellas, sanando lo enfermo, esforzando lo flaco,
guardando lo sano, buscando lo perdido y trayéndolo al re-
baño, aun encima de sus propios hombros, y, en fin, dando
remedio a sus ovejas de todos los males que les habían ve-
343 Cf. Ez. 34, tí.
347 Ez. 34, 23-24.
359 Is. 45, 13.
360 Cf. Is. 53, 10.
365 Bar. 3, 37-38.
382 Le. 15, s.
S26
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nido en el día de la nube y de la obscuridad del pecado ori-
385 ginal, y también de los mortales y veniales que ellas han
hecho, si de ellos piden perdón y hacen penitencia verdadera.
Sanólas puesto en medio de ellas, viviendo, y en medio de
dos 'ladrones, muriendo; puesto encima de su cayado, que
es la santa cruz, para, como desde lugar alto, mirar mejor
390 por sus ovejas, por las cuales moría. Dichosas ovejas, que
vieron y oyeron las obras y la voz de su propio Pastor, con
las cuales los que de ellos se sabían aprovechar, maravillo-
samente eran apacentados y remediados. ¡Alabada sea tu
bondad, Señor, que te traía de tierra en tierra sanando en-
395 fermos, enseñando ignorantes, andando en medio de ellos
haciéndoles bien, como cuidadoso pastor a sus amadas ovejas!
Y otra vez y otra vez seas alabado, porque tu grande
bondad y amor excesivo que a los hombres tienes no se acabó
en aquellos tiempos ni en aquella tierra, mas extendióse por
400 todo el mundo y por todos los años que el mundo durare.
Danos, Señor, danos, por tu misericordia, espíritu, no de
este mundo, mas del Espíritu Santo tuyo, con cuyo favor
alumbrados y fortificados, conozcamos y agradezcamos esta
inefable merced de que estamos hablando; que tú mismo,
405 que entonces personalmente estabas y andabas con tus ove-
jas [hace] mil y quinientos y tantos años, nunca las des-
amparaste, y tú mismo estás aquí entre nosotros, y estarás,
mientras el mundo durare, en tu Iglesia.
¿Qué es esto, hermanos? ¿Qué es esto? ¿Cómo no sali-
410 mos de nos de admiración? ¿Cómo no estimamos esta mer-
ced? ¿Por qué no nos tenemos por ricos y bienaventurados,
por tener con nosotros a nuestro Señor? ¿Y por qué no somos
más cuidadosos de aprovecharnos de tal pasto y Pastor?
Veislo allí al Príncipe soberano cómo está en medio de sus
415 ovejas, que somos nosotros. Y aunque parece que no hace
nada, desde allí ejercita con sus ovejas las obras de verda-
dero Pastor. Paraos a contar los beneficios que entonces
hacía, y veréis que no los hace menores agora, y aun por
ventura mayores, pues da fe con que le conozcamos y amor
420 con que le amemos, más que al vulgo de la gente de entonces.
(Meta cada uno en su conciencia su mano y mire qué pasto
recibe de la mano de este bendito Pastor cuando viene a
misa, cuando le adora, y principalmente cuando comulga y
lo recibe en su pecho. Que verdad digo, y verdad de Dios,
425 que este Príncipe nuestro, Jesucristo, Médico y Pastor amo-
roso, está entre nosotros, y El mismo entra en nosotros1 y
obra en sus ovejas todo lo que obró por las calles, plazas
y templo de Jerusalén. Mirad vos que lo recibáis bien; que
por su parte El sanará vuestras enfermedades, que os que-
384 Cf. Ioel 2, 2.
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
827
130 daron como reliquias del día de la nube y de la obscuridad
del pecado original, y, según he dicho, aun de las reliquias
de las malas costumbres y de la flaqueza de la virtud que
de los pecados que vos habéis hecho os han quedado, y, final-
mente, hallaréis aquí lumbre contra la ignorancia de lo que
435 debéis hacer; hallaréis bondad contra vuestra malicia; faci-
lidad para bien obrar, contra la dificultad que sentís; y ese
malo y extraño calor que se llama concupiscencia o jomes
peccati, que mora en nosotros, que nos va gastando nuestra
virtud y enflaqueciéndonos y siendo causa que caigamos en
440 pecado, este divino Sacramento, este Médico y Pastor envia-
do del Padre, con el rocío de su gracia templa aquel mal
calor para que no nos gaste tanto ni tenga tanta fuerza en
nosotros.
Y como es propio manjar en nuestra ánima, esfuerza
445 nuestro corazón, y con su excelencia restaura lo que el mal
calor de nuestra concupiscencia había gastado de nuestra
. virtud. Y no sólo hace esto, como el pan y manjar corporal
lo hace en el cuerpo, mas mucho mejor; porque lo que el
manjar corporal restaura en el cuerpo, no es tan bueno como
450 Jo que se había perdido; y de ahí nace que como se va poco
a poco gastando y no se restaura tan bueno como se perdía,
necesariamente viene el hombre a morir. Y para que en el
estado de la inocencia se supliese aqueste efecto, ordenó la
divina Sabiduría que [aunque] los hombres tuviesen otros
455 manjares con que mantenerse, comiesen del árbol de la vida,
con cuyo fruto se remediaba aquella falta que no podían re-
mediar los otros manjares.
¡Cuán admirables son tus obras, Señor! ¡Quién fuese tan
dichoso que pudiese decir con verdad lo que dijo David: Y mi
460 ánima las conocerá mucho! ¡Cuánto te debemos, cuán poco
te lo servimos, y algunos hay que aun no miramos en ello!
Merced hiciste a los hombres de proveerlos con mantenimien-
to cuando vivieron en tu obediencia, y mayor merced fué
plantarles un árbol en medio del paraíso terrenal, que se 11a-
465 maba el árbol de la vida, para que, comiendo de él, su salud
y fuerzas no se enflaqueciesen y se desminuyesen. Mas en
comparación de ti, mi Dios y Señor, manjar verdadero, que
vales por manjar y por árbol de vida, plantado en tu Iglesia,
como aquí te tenemos en medio de nosotros, aquello que
470 parecía beneficio queda tan obscurecido con el resplandor de
éste que quita la gana de acordarse del otro árbol de vida.
¡Manjar de nuestra ánima, yerba molida, majada con gra-
ves tormentos, para que seas puesta por emplasto saludable
encima de nuestras heridas y seas sustento de nuestra fla-
455 Gen. 2, g.
4Ó0 Cf. Ps. 138, 14.
S2S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
475 queza y restauración de lo que por el pecado, que mora en
nosotros, hemos perdido! No hay miel rosada, no hay medi-
cina que así chupe la podre que mana de nuestras llagas,
como esta divina medicina lo hace en nuestra ánima, reno-
vando y haciendo cada día lo que una vez hizo con una mujer
480 enferma de doce años, que, siendo tocado en lo postrero de
sus vestiduras, luego la sanó, y se restañó la fuente de la
sangre que de ella salía.
No lo dude nadie, no; medicina eficacísima es este divi-
no Sacramento bien receñido para templar todas nuestras
485 pasiones, para alumbrar todas nuestras ignorancias, para
confortar nuestro corazón. Contra toda flaqueza hay pelea.
Y si creéis que aquel maná corporal pasado, manjar de cuer-
pos, que al fin se morían los que lo comían, le daba Dios tal
virtud, que si el que lo comía era bueno, aunque el sabor
490 natural era de pan con miel, le daba Dios tal virtud que,
siendo unos granillos blancos y pequeños, supiese a perdiz y
capón, y generalmente a todo aquello que el buen hombre
que lo comía quería, este bendito Señor nuestro ha puesto,
en el manjar que allí está, remedio bastante y sobrado para
495 todos cuantos males tenemos y podemos tener.
Y San Juan lo vió esto, y lo agradeció el profeta David,
cuando dijo: Pusiste en mi acatamiento una mesa contra
todos los que me atribulan. ¡Oh grande palabra! ¡Oh pode-
roso remedio! Consuelo eterno para los necesitados que de
500 él se quieren aprovechar, y justa causa de condenación para
los que no. — ¿Qué decís, santo rey David? ¿Qué mesa es
ésta contra todos los que os atribulan? — Contra todos: mun-
do, carne, demonio; pobreza, riqueza; males de cuerpo, ma-
les de ánima. ¡Oh palabra, tan grande como verdadera!
505 Contra todos los que me atribulan. Vengan aquí los atribu-
lados, y hallarán su remedio. No se queje nadie ya: "Este
mal tengo y aquéste", sino quejaos de vos mismo, porque
estáis en pobreza, de no venir a la mesa del entero remedio.
Algunos no aprove- Y los que os sentís aliviados de la
5i° chan por comulgar carga de vuestras pasiones y con
de tarde en tarde o más fuerzas para bien obrar, mirad
por no prepararse que oS aviso; si queréis que el bien
A + os dure, comulgad. Oí San Bernardo,
debidamente que dice: Si quis vestrum non tam
515 saepe modo, non tam acerbos sentit
iracundiae motus, invidiae, luxuriae, aut caeterorum huius-
modi, grafías agat Corpori, et Sanguini Domini, quoniam
virtus Sacramenti operatur in eo; et gaudeat quod pessimum
482 Cf. Mt. 9, 20-22.
490 Of. Ex. 16, 31.
493 Cf. Sap. 16, 20.
498 Ps. 22, 5.
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
829
ulcus accedat ad sanitatem. Y conforme a esto, dice San
520 Ambrosio: "Que este divino Sacramento es dado para re-
medio de nuestra cuotidiana flaqueza". Gran verdad nos
dice; y con aquella flaqueza nos avisa de la causa por que,
teniendo manjar tan poderoso contra nuestra flaqueza, to-
davía estamos tan flacos. ¿Queréis oír cuál? La flaqueza
525 es de cada día, el comer es de año a año, o poco menos;
viene tarde el socorro del bastimento y la medicina de la
herida; y así, aunque alguna vez aprovecha para que, des-
pués que el hombre cayó y murió, se levante, mas no apro-
vecha para preservar de la muerte, por ser tan de tarde en
530 tarde comido.
Pluguiera a Dios que, cuando los ministros del rey de
Babilonia encendían en ti el horno de las concupiscencias,
te llegaras al altar y recibieras a este Señor; y no tuvieras
que llorar tu caída, y aprobaras la virtud de este sacratí-
535 simo Pan, que conforta el corazón del hombre para no caer.
Y no sólo pierden el fruto de este árbol de vida estos que
tan tarde lo comen, mas también los que a menudo y por
no saber usar de esta medicina. Todos los enfermos desean
sanar, mas no todos se quieren poner al trabajo de la cura;
540 y sin la obra, aprovecha poco el deseo.
Adviértase bien cómo para purgarse, uno recibe jarabes,
deja de comer lo que quiere, come lo que mal le sabe, sufre
sangrías y otros trabajosos remedios, entendiendo que le
va más en su vida; y el que se holgaba mucho andar por las
545 calles y aun por el campo, se encierra en su casa y se mete
en un rincón, como preso en cárcel, y con esfuerzo sufre es-
tar privado de su voluntad y hacer lo que es contra ella,
por recobrar la salud perdida y gozar de la vida de sano;
y con todo esto aun le sale muchas veces en balde lo que
550 esperaba, y sobre su enfermedad se queda con sus trabajos;
y algunas veces, el que era enfermo y rico se queda enfermo
y pobre, y aun más enfermo que antes; que por eso leemos
que acaeció así a la mujer de doce años enferma, para que
entendamos que no es ella sola a quien esto acaece. ¿Qué
555 responderemos en el juicio de Dios, pasando tantos trabajos,
tormentos y martirios con esperanza de salud incierta, y la
que se alcanza, o se torna presto a perder, o se acaba del
todo con la muerte, y que por alcanzar la salud del ánima,
que para siempre ha de durar, se nos hace de mal confesar
560 nuestros pecados, hacer de ellos penitencia, pagar lo que de-
bemos, perdonar nuestras injurias, cesar de otros negocios
519 San Bernardo, In Coena Domini serm., % : ML 183, 272 s.
521 San Ambrosio, De Sacram., 1. 4, c. 6, 28 ; 1. 5, c. 4, 25 :
ML 16, 464. 471 s.
532 Cf. Dan. 3, 19.
553 Me. 5, 25.
830 SERMONES. CICLO TEMPORAL
por pensar nuestros pecados? Y, finalmente, querérnoslo ha-
llar todo hecho, sin que nos cueste trabajo ni que perdamos
de nuestros antojos poco ni mucho; dando a entender con
565 las obras que la salud y vida del ánima, y el alcanzar la
gracia de Dios y gozar del mesmo Dios para siempre, es
cosa de tan poco valor, que no queremos por ello dar precio
ninguno. Y por ventura hay algunos que no lo quieren re-
cebir, aunque se les conceda de balde.
570 En cargo, Señor, te lo tienes esto que te quiero suplicar;
mas todavía lo diré por celo de tu honra y en confusión de
los que en poco te precian: Que no té des a nadie para que
te posea, sino al que te amare y preciare sobre todas las
cosas; y si le pidieres la honra, la vida y la hacienda por
575 ti, lo dé todo de buena gana, y piense que aun con todo esto
te ha comprado barato.
¡Oh falsas balanzas de aquellos de quien se verifica lo
que está escrito: No tuvieron en nada la tierra digna de
ser deseada; donde se puede esperar que el justo Juez porná
580 nuestras balanzas falsas en la picota del infierno para siem-
pre jamás!
Otros no aprovechan Y los que por la misericordia [de
porque divorcian la Dios] pasan el trabajo que es me-
comunión de La vida nester Para alimpiar sus ánimas y
ser hechos hábiles para recebir a
este Señor, medicina cordial de los flacos y quebrantados,
no se descuiden por haberlo recebido con el digno aparejo;
porque si no tienen cuenta sino con que se gaste bien aquel
rato de cuando confiesan y comulgan, y no guardan la sa-
lud recebida, acaecerles ha gozar tan poco de la salud, poco
menos que los que no la reciben.
Hermano: San Bernardo dice que muchos tienen costum-
bre de ser oradores, y no tienen vida de oradores; porque
el que trata con Dios en la oración un rato, hásele de pare-
cer en lo deniás de la vida. Que si vos lloráis en la oración
y cobráis alguna mejoría, y por parlar y reír perdéis lo que
allí ganásteis, nunca en vuestra vida enriqueceréis ni sal-
dréis de pobreza y miseria. Si os llegáis a la mesa del Se-
ñor, y recibís al mismo con razonable aparejo, y vais con-
fortado y santificado por haber participado de la fortaleza
y santidad verdadera, y os sentáis a otras mesas llenas de
parlería, de diversidad y muchedumbre de manjares, y muy
más despacio que estuvisteis en la mesa del Señor, no os
maravilléis que esté vuestra ánima flaca, pues la salud que
aquí recibió, allí la perdió.
579 Fs. 105, 24.
593 Cf. San Bernardo, Dc modo bcne vwendi, 1, 120 : MI, 1S4,
1272 s.
590
595
000
54- SANTÍSIMO SACRAMENTO
831
La vida cristiana no es cosa que consiste en un punto
solo. Cosa junta es, como una cadena que contiene en si
muchos eslabones, que se han de llevar todos juntos o de-
jar todos juntos; y quien quisiere gozar bien de los frutos
510 de este divino Manjar, toda la vida ha de ordenar de manera
que sirva, o para bien recibir aquesta salud, o para guar-
darla después de alcanzada.
Mirad que cuando toma el enfermo alguna medicina,
dícenle que repose sobre ella, para que obre su efecto; y si
615 no lo hace así, no sólo perderá el provecho de ella, mas si
sale luego a que le dé el aire, por ventura le fuera mejor
no haberla recibido. ¿ Cómo queréis vos que obren en vos los
excelentísimos frutos de esta celestial medicina, después que
la habéis recibido, si en lugar de estar recogido un buen
620 rato, agradeciendo la merced recibida y gozando del Hués-
ped que en vuestras entrañas tenéis, os salís luego al aire
de los temporales negocios? Y plega a Dios que no sea a
parlar y murmurar, y no sólo no saquéis fruto de tan gran
merced, mas cometáis pecado nuevo, por el desacato que
625 cometéis en no hacer presencia y estar en conversación con
nuestro Dios y Señor, que tan benignamente ha concedido
a venir personalmente a visitaros.
Cosa nunca vista y de tan mala crianza, que suplicando
vos a un rey que venga a vuestra casa a veros, que estáis
630 enfermo, y a remediar vuestras necesidades, que, en entran-
do él por la puerta de vuestra cámara, os levantéis vos y
vais a entender en otros negocios; ni se hace con reyes, ni
con grandes señores, ni con hombre a quien se tenga res-
peto, por pequeño que sea. Sosegaos, hermano, para que
635 obre en vos esta divinal medicina; y después en vuestra casa
tened algún lugar señalado donde con reposo del cuerpo en-
tendáis en considerar vuestras enfermedades, y las gimáis,
y os castiguéis por ellas, y pidáis al Señor medicina, y las
tengáis tan sabidas y tan en la uña, que, después de haberlas
640 llorado en la confesión, vengáis a esta mesa sagrada y se-
páis contar al celestial Médico qué enfermedades tenéis,
dónde os duele, y se las presentéis, con esperanza que, pues
por tocar un hombre muerto a los huesos secos del profeta
Elíseo fué resucitado, recibiendo vos a Jesucristo vivo, no
645 iréis enfermo. Y si sabéis guardar lo que allí se os diere,
cierto, experimentaréis la grande merced que Dios hizo a
los hombres en darles licencia para comulgar, según está
escrito: El que guarda la higuera, comerá los frutos de ella.
Porque, de otra manera, miedo me he que, como en aquel
650 tiempo que este sagrado Pastor, viviendo vida mortal, an-
644 Cf. 4 Res,'. 13, 21.
645 Prov. 27, 18.
832
SERMONES. CICLO TEMPORAL
daba en medio de sus ovejas, usando oficio de sabio Médico
y de amoroso Padre, no lo supieron estimar, y dijo San
Juan Baptista: En medio de vosotros está el que no cono-
céis; que así ahora hay muchos, que, aunque, por conoci-
655 miento de fe muerta, creen aqueste divino misterio, mas con
la afección hacen tan poco caso de él, que por gozar de él
no quieren pasar un poco de trabajo en poner rienda a sus
pasiones, en entender en buenas obras; antes huyen de lle-
garse a él muchas veces, por no obligarse a vivir con ma-
660 yor cuidado y a negar en algo su propria voluntad.
Grandísima merced es estar en medio de nosotros este
divino Pastor. Gran cuenta se ha de dar de tal beneficio,
y recísimo castigo al que no se aprovechare de él. Tomemos
mejor acuerdo los cristianos, y lo que Dios nos da para
665 nuestro bien por su inefable bondad, no lo torne en daño
nuestra negligencia.
Confiados en tal Mé- Comencemos nuestra cura en con-
dioo, Pastor y Capi- fianza de tan buen Médico, que
tan, luchemos y ven- cura y da,.las medicinas de balde;
670 m de Da^e digo, en respecto de nos-
ceremos otros, porque a El la vida le costó
hacerse nuestro Médico, y nuestra
medicina, y nuestro precio. Y no sólo cura de balde, mas
'aun paga muy bien pagado a quien se quiere curar con El;
676 y es Médico tan acertado, que ningún enfermo que se cu-
rare según sus reglas, dejó ni dejará de sanar.
Lo que se nos pide es que queramos ser sanos y enten-
damos en nuestra cura; y aunque no sanemos luego del
todo, no desmayemos por ello. La enfermedad es larga, y
680 la salud que en esta vida se alcanza, más semejable a con-
valecencia es que a perfecta sanidad. Y aunque está escrito
que la enfermedad larga es cosa pesada para el médico, no
ha aquí lugar; porque aqueste Señor ámanos tanto, que
no se cansa de entender, por toda la vida que sea, en curar
685 nuestras enfermedades. Y no dice: "Pues que no sanáis luego
y no os esforzáis cuanto podéis, no quiero perder mi tiem-
po ni cansarme en curaros"; no, no hay tal cosa en la
condición de aqueste Señor; que escrito está de El: No
quebrará la caña que está quebrantada, ni la vela que echa-
690 ba un poco de humo no la acabará de matar. Pacientísimo
es, y, con ver que os vais mejorando en algo, os esperará
a que mejoréis más; y mucho respeto tiene a nuestra fla-
queza, para no dejarnos de curar, aunque no nos vea tan
diligentes como era razón en pasar los trabajos de nuestra
654 lo. 1, 26.
682 Eccli. 10, 11.
690 Is. 42, 3.
54. SANTÍSIMO SACRAMENTO
833
695 cura; y aquel poco deseo y cuidado que tenemos de nos cu-
rar, aunque flaco como fuerza de caña quebrantada y como
calor de vela apagada, le mueve más a sufrirnos, esperarnos
y mejorarnos, que lo que nos falta a echarnos de sí y que-
brantarnos del todo.
700 Bien conoció el Eterno Padre la flaqueza de los hombres,
y por eso el Pastor que nos envió le henchió primero de tan
grandísimo amor para con sus ovejas, que, por mucho que
ellas tengan pesadumbres y faltas, El tiene mucho más sin
comparación para las sufrir y llevar encima de sus hom-
705 bros; y está el mesmo hombre enfermo tan descontento de
si y desesperado de alcanzar salud, que él mesmo no se
puede ver ni sufrir, y se querría echar a los perros; [y]
este Señor, que ama a sus ovejas más que ningún hombre
se amó a sí mismo, no está cansado de las sufrir ni curar,
710 y les da buena esperanza de que, no apartándose de las
manos de El, El les dará, en el tiempo que les conviene, la
salud.
Osemos acometer esta empresa de pelear contra nuestras
pasiones, y contra el mundo y demonio, y contra cuantos
715 impedimentos tuviéremos para nuestra salud, y entendamos
que este Señor es favorecedor de todos los que quisieren
comenzar esta guerra en provecho nuestro y en honra de
El, y que es más poderoso su solo favor para nos salvar
que todos los contrarios para nos destruir.
720 No te espanten, cristiano, muchedumbre de pecados que
hayas cometido, no flaquezas presentes, no peligros en lo
por venir, ni innumerables contrarios que parezcan muy
más fuertes que tú. Y acuérdate de que, estando Gedeón en
grande aprieto por un innumerable ejército que venía contra
725 él, le confortó el Señor diciendo: No temas, que yo te en-
tregaré este tan poderoso ejército para que lo venzas. Y por-
que con más osadía acometas la guerra, desciende disimu-
ladamente esta noche al real de los enemigos, y allí oirás
palabras con que te confortes. Descendió y oyó que estaba
730 uno contando a otro el sueño siguiente: Parecíame que del
real de Gedeón venía un pan hecho debajo de la ceniza,
y venía revolviéndose como rodando, y entró por nuestro
real, y no paró hasta la principal tienda de todas, y desde
lo alto hasta lo bajo da con ella en el suelo, y que todo
735 nuestro real era destruido y vencido. Y dijo el otro que
oía este sueño: No es eso otra cosa sino la espada de Ge-
deón, varón de Israel, que ha de venir contra nosotros y
vencernos a todos.
Lo cual oído por Gedeón, adoró al Señor, y con buena
740 esperanza de la victoria tornóse al real; y con solos trecien-
738 Cf. Ind. 7, 9 ss.
R.Arüa 2 Ul
834
SERMONES. CICLO TEMPORAL
tos hombres, y sin que usasen de sus armas, venció innu-
merable copia de gente, para que se cumpliese la verdad
de Dios que él otro había soñado: Que la virtud del pan
cocido debajo de la ceniza fué bastante a destruir el ejér-
745 cito de Madián.
Alabado seas, Señor, para siempre, que confortaste a
Gedeón con el sueño y a nosotros con la verdad allí figu-
rada, y por eso nuestro conforte es mayor, pues tenpmos
en nuestro favor al verdadero Pan, Jesucristo concebido y
750 cocido con humildad y en forma redonda como estaba el
otro; en el cual nuestros enemigos — ¡sean cuales fueren,
sean cuantos fueren! — -serán destruidos y vencidos de los
que, recibiendo este sagrado Pan, somos hechos participan-
tes de su virtud.
755 Y pues el Capitán es tan poderoso, el Médico amoroso
y sabio, el trabajo de la cura y de la guerra se irá poco a
poco desminuyendo con la buena costumbre; las leyes de
'la guerra son tan favorables, que, aunque uno sea herido,
no por eso, sino por huir de la guerra, perderá la Vitoria;
760 comencemos con denuedo nuevo partido por la honra de
Dios, no confiados en nuestras fuerzas, mas en las suyas;
y tomando con una mano la trompeta de la confesión de la
fe, y especialmente la del artículo de este divino misterio,
con la otra mano quebrantemos el barro de nuestro cuerpo,
765 afligiéndole con pena, para que en el cuerpo quebrantado
aparezca la luz de la buena vida para gloria de Dios; que
con estas armas venció Gedeón a los madianitas, y vence-
remos nosotros a nuestros contrarios con el favor de aqueste
divinísimo Pan, alto y humillado, que, recibiéndolo y hu-
770 minándonos, nos ensalzará con poderosa virtud.
55 Este es el manjar que vino del cielo *
En la infraoctava del Corpus
(Valencia, Bi.bl. Ccfl. Patriarca, Ms. 1049. ff. 155 r - 160 r: B. N. M..
Ms. 6311. ff. 107 r-138 v. 76 r - 77 v Tfalta el principio]; eci. 1596, I,
pjp. 426-489.)
Hic est pañis qiü de cáelo descendit ¡lo. 6, 1=9]).
La comida de Dios y — Según esto, en el cielo comida
de los ángeles ' hay> Pues <lue hay pan. —Sí hay,
por cierto, pues que hay vida, y
la vida mantenimiento ha menester, y el mantenimiento con
* En el índice del Ms. de Valencia escribió el Bto. Juan de Ri-
bera : «De Sanctisskno Sacramento». T.n copia ile la B. N. M., mu-
tilada al principio, carece de título.
836
comer se toma. Y así, el manjar que de allá decendió para
dar vida acá, allá está dando vida.
Este es Pan que del cielo decendió. Pan iñvo, porque
da vida; pan vivo, porque él vive y es la misma Vida: Acer-
10 ca de ti está la Vida — dice David hablando con Dios — , y en
tu lumbre veremos lumbre. — '¿Sabéis qué es esto? Lo que
dijo San Juan: La Palabra estaba cerca del Padre. La Pa-
labra del Padre su Hijo es, engendrado eternalmente de El.
Y como el Padre tiene vida en si mismo, ansí dió al Hijo
15 tener vida en si mismo. Porque, aunque las personas sean
diferentes, la esencia una es; y esta esencia, que está en el
Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo, cosa viva es,
la misma Vida es, de la cual y por la cual viven las divinas
personas; vida la más excelente de las vidas.
20 Y por esc entendemos que es vida de espíritu, que es más
excelente que la del cuerpo; y la vida del espíritu consiste
en conocer la verdad y en amar la bondad y en tenerla,
poseerla y gozar de ella; no a cualquiera, porque verdades
hay que, aunque el espíritu las coma todas juntas, se queda
25 tan hambriento como si no hubiera comido nada. Testigos
son de esto los filósofos, que, después de haber metido en
su entendimiento muchas verdades, sospiraron como vacíos,
y dijeron: "Esto sólo vemos, que ninguna cosa sabemos".
Resérvase solamente este privilegio de dar hartura al
30 entendimiento para la suma e infinita Verdad, que así da
contentamiento y satisfacción al entendimiento, que no de-
sea otra comida, ni la busca. Tras lo cual viene que, como
conoce claramente la suma Verdad, la cual juntamente es
suma Bondad, sigúese tras el conocimiento un tan grande
35 amor de la Bondad y un gozar de ella, que todos los deseos
y senos del corazón quedan tan llenos, que se llama el hom-
bre, y verdaderamente lo es, a boca llena, bienaventurado,
sin tener más que hambrear ni que desear. Y porque aque-
llo que mantiene la vida se llama manjar, sigúese que la
40 Verdad suma es manjar verdadero del entendimiento, y la
suma Bondad es manjar de la voluntad, que la ceba, man-
tiene, conforta y da vida; y porque el usar del manjar se
llama comer en lo corporal, pasamos este nombre a las cosas
V ~> Valencia, .\' = Ii. N. M-, T - Ed. |[ 6 descendió 7"
8 es] «1 add. V | descendió T \\ 14 asi T || 15 aunque] en add. T || 16 di-
ferentes] distintos 7
20 Y om. T || 22 en tenerla] entenderla T || 27 muchas] las 7' | verdades]
naturales add. T | sospiraron] supieron T Ü 28 vemos] sabemos T
29 Reseñarse V | solamente om. T || 35 un] deseo de add. T || 37 a boca
llena om. T || 41 ta] le 7' H 45 el om. T
7 Cf. San Ambrosio, De Saoram., 1. 6, c. i, 4 : ML 16, 474 s.
11 Cf. Ps. 35, 10.
12 Cf. lo. i, 1.
15 lo. 5. 26.
836
SERMONES. CICLO TEMPORAL
espirituales, y por esta semejanza llamamos comer al en-
45 tender y el amar.
Y esta vida es la vida de Dios, la cual se sustenta y
ceba no por verdad ni por bondad fuera de El, porque an-
tes que hubiese criatura alguna, El tenía vida, y era Vida;
porque conociendo su misma esencia y amándola, vive una
50 vida excelentísima, más buena de lo que se puede pensar,
más gozosa y alegre de lo que se puede entender; porque
su Vida es infinita, y de infinita perfición y de infinito con-
tentamiento; y tan fuerte, que es imposible perderse ni en-
flaquecerse; porque entre otras perficiones que tiene es ser
55 omnipotente, y dulcísima de gozar, fortísima para susten-
tarse.
Sea Dios glorificado por siempre, que es Dios vivo, y no
ídolo muerto; vive de sí, no recibe vida de nadie; es Vida
tan riquísima para sí mesmo, que, de muy lleno y abastado,
60 acordó de dar parte de sí, criando ángeles que participasen
en su manera de esta Vida bienaventurada, con tanta honra,
que comiesen el mismo manjar que Dios come, y se susten-
tasen del mismo manjar que Dios se sustenta, y cogiesen
dulcísima fruta del mismo árbol de que Dios la coge.
65 ¿Quién contará el precio de aquesta vida, pues que, por
ser participación de 'la Vida, que es Dios, participa tam-
bién las condiciones de ella; y es vida justa, santa y sabia,
limpia, fuerte, alegre, rica, inmortal, llena de gozo, que
los hace bienaventurados a semejanza de Dios?
70 ¡Angeles, bendecid al Señor!, que os honró tanto, que
con vuestro entendimiento conozcáis la misma Verdad, cla-
ramente, como Dios la conoce, aunque no con tanta fuerza
como El, y améis la mesma Bondad que El ama, y gocéis
de su misma esencia de que El goza, sentados a una misma
75 mesa con El y comiendo de un mismo manjar El y vosotros;
con el cual El es bienaventurado con bienaventuranza de
Dios, y vosotros, bienaventurados, hechos dioses por par-
ticipación. Gozarnos hemos de un convite que os ha hecho
Dios; ayudaros hemos a agradecer a Dios tan gran merced.,
4647 te cual -fuera de El] om. T || 52 perfección T \\ 54 otras perficiones]
las perfecciones T || 55 y om. T | dulcísimo T" | fortísimo T
57 por siempre om. T \\ 58 sí] y add. T || 59 mismo T || 60 <lei om. T |¡
64 de om. T | la om. T
65 esta T || 67 también] de ndd. T | ya om. T || 68 rica] viva I"
73 misma T || 74 su] esa T || 78 un] vuestro T || 79 grande T
70 Cf. Ps. 148. 2.
DEL CORPUS
El hombre, excluido ¿ Llorará el mundo, porque está tan
del convite es invi- lejos de aquesa comida tan festi-
tado nuevamente en val ? real> ^ tiene cerrada Dios su
„ . casa comiendo con vosotros y no
Cristo quiriendo que entre allá a comer
hombre ninguno?
¡Oh abismo del juicio de Dios, que en tiempo de cinco
mil años, poco más o menos, no consintió que hombre nin-
guno del mundo viese su cara, no gozase de su esencia ni
supiese a qué sabía su dulce manjar! Su justicia justamen-
te sentencia esto, por la traición que le hizo el primer hom-
bre, que, habiendo sido criado en conocimiento y amor de
Dios, y con esperanza de que, si usaba bien de ello, iria
a ser convidado al otro más excelente convite del cielo en
compañía de Dios y sus ángeles, perdió acá la espiritual
comida que Dios le había dado, por comer de un árbor
vedado, que fué convite de muerte; y así fué excluido del
celestial convite que da vida, y eterna.
De lo cual no se puede quejar con razón, pues a otras
criaturas mejores que él, que fueron los ángeles, criados en
gracia, y que se les diera la gloria si usaran bien de ella
como los otros usaron, derríbalos Dios del lugar del con-
vite, porque quisieron mantenerse de sí mismos y no de Dios,
arrimarse a sí mismos, ser señores de sí y no sujetos de
Dios; y probaron por experiencia que es buena cosa, como
dice David, allegarse la criatura a su Criador, amándole más
que a sí mismo, y poner en El su esperanza, esperando bien
de El; y quien quisiere amarse a sí mismo y arrimarse a
sí mismo, será derribado, sin haber quien le sustente, hasta
los más profundos infiernos; y que él mismo para sí mismo
sea tormento, muerte y malaventuranza, pues quiso amarse
y gozar de sí.
Justicia usó Dios con los malos ángeles y con los hom-
bres, pues que está muy mal que los traidores al Rey se
sienten a una mesa con él; y mal empleado es convite de
vida en el que lo tiene en tan poco, que se harta de manja-
res de muerte. Mas, aunque esto haya sido justicia, quiso
El por su bondad que los hombres, como más flacos, alcan-
81 esa T |j 82 yj tan T |l| 82-83 su casa] la sala T <\ 84 queriendo T ¡ a co-
mer om. T
86 del] de V ¡| 87 que] ordenaron add. V I O] a V | No consintió] orde-
nó T || 88 cara no] rostro ni T | 89-90 justamente sentencia] justísima sen-
tenció T || 90 le om. T || 92 que om. T | ir T || 93í al] del T | excelenten-
te V || 95 árbol T || 97 y] vida add. T
101 los derribó T || 103 mismos om. T | sujetos de] juntos a T || 106 mis-
ma 7' || 107 y,] que add. T || 108 le] lo T || 111 gozarse r
112 malos om. T || 113 que om. T l| 118-319 fuesen para siempre 7' | 120-
IOÓ Cf. Ps. 72, 28.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
zasen su misericordia, y los ángeles, como más fuertes, para
siempre fuesen excluidos de este convite. Airado estaba el
120 Señor con los hombres, y con mucha razón; mas El mandó
que se le dijese: Cuando estuvieres airado acordarte has de
tu misericordia.
¡Venga, Señor, el tercer año de tu reinado, y alzarse ha
e'l entredicho de tu convite; y a semejanza del rey Asuero
125 convidarás a tu mesa a todos los hombres que quisieren ir!
Pasó el tiempo de ley de naturaleza, pasó el de ley de
Escriptura, vino el tiempo del cumplimiento de la gracia
de Dios, y envió a su Hijo hecho debajo de ley y engendra-
do de mujer, para que, tomando humanidad, hiciese capa-
130 ees a todos los hombres que a El se juntasen de gozar del
excelente convite en que Dios es el que convida y el mismo
manjar.
Y en prendas de aquesto, en siendo aquella ánima suya
santísima criada, fué convidada a este convite, y vió y
135 gozó de la divina Esencia, según la parte superior de ella,
con tanta ventaja y dulcedumbre, que comió más de aqueste
divino manjar que todos los ángeles juntos. ¡Gran gozo para
los hombres que haya ya descubierto Dios su faz a un hom-
bre y puéstolo en la cabecera de la mesa de su alto convite;
140 y quej siendo hombre, sea cabeza de hombres y cabeza de
ángeles; y con ser tan alto, sea tan amigo de los hombres
desechados, que no quiso comer a la mesa solo, sin llevar
otros convidados, aunque le costase la vida! Alabada sea
la misericordia de Dios, que nos dió a su benditísimo Hijo:
145 Vida por ser Dios; convidado por ser hombre.
Y venido a este mundo, después que hobo hecho el gran
convite de cuerpos y hartado a millares de hombres y de
mujeres con cinco panes y dos peces, gloriándose los judíos
de que Dios había dado a sus padres en el desierto el maná
150 del cielo, con que se mantuviesen en el desierto, les dijo el
soberano Maes[tr]o, Dios humanado, las palabras del tema,
hablando de sí mismo: Este es el Pan que decindió del cielo.
Es palabra tan alta, de tanto valor y de tanta consolación,
que se les pasó por alto, y, como a gente de tierra, no les
155 armó bien el manjar del cielo; mas por su mal. Oigan los
121 mandó - acordarte has] se acordará T || 122 tu] su T | misericordia] per-
donará al pecador arrepentido ad¡l. T 125 hombres] chicos y grandes add. T
126 de ] la add. T | ley ] la T \\ 127 Escritura T | cumplimiento del tiem-
po T |j 128 envía T | su] ^unigénito add. T || 131 que convida] convidado T
137 divino] sabroso y dulce T || 138 Dios descubierto T || 139 alto] san-
to T || 145 convidado] a esta vida add. T
146 hubo T | el] aquel T || 150 en el desierto om. r || 151 Maestro r ¡!
152 descendió T || 153 tan alta om. T || 155 armó] supo T || 157 creerlas T
122 Cf. Hab. 3, 2.
125 Cf. Esth. i, 3.
I2Q Cf. Gal. 4, 4.
148 Cf. lo. 6, 0-12.
152 lo. 6, 50.
55. EX LA 1NFRAOCTAVA DKL CORPUS
839
cristianos las misericordias de Dios, dichas por boca del
Verbo encarnado; tengan firme fe para las creer, tengan
cuidado de se aprovechar de ellas, agradecidos a Dios por
tan grande merced, y temerosos los que no la recibieren
1€0 como es razón.
¡Oh palabra dulcísima y digna de toda acepción!: Este
es el Pan que vino del cielo. El que es de tierra — dijo San
Juan — , de la tierra es y de la tierra habla; el que viene
del cielo, sobre todos es. Si estabas, hombre, avezado a
165 comer manjares de tierra, vanos, y de muerte que te cau-
saban hablas de tierra y vida de tierra, abre las orejas y
oye: Este es el Pan que viene del cielo, más precioso, fuerte
y sabroso que los otros manjares que tú has gustado, cuan-
to excede la alteza del cielo a la profundidad de la tierra.
170 Decendió el Pan del cielo, porque, como Dios sea Señor
de los de allá y acá, y no sólo Señor, mas también sea
amantísimo Padre, y no descuidado de la provisión de sus
hijos, ordenó mantenimiento para los que tienen en el cielo
y para los que tienen en la tierra. Jesucristo nuestro Señor,
175 Pan verdadero, decendió del cielo por nosotros, hombres,
y por nuestra salud, hecho pan de los hombres, conforme
a la flaqueza de ellos. Comenle los ángeles en el cielo como
a Dios invisible; mas los hombres de la tierra no tienen
aquellas» fuerzas ; y por eso convino que el que es pan db
180 los grandes en el cielo, fuese hecho leche para mantenimien-
to de los pequeños. Al que ven los ángeles en el cielo in-
visible, ya le ven acá los hombres con sus corporales ojos,
oyen su voz con orejas de carne, puédenle tocar con sus
manos y gozan de él conforme a su pequeñez.
i85 Semejanza entre la Mas porque su morada según el
Encarnación y el Sa- cuerpo en este destierro convenía
érame uto — sigún la ordinación de Dios — que
fuese por pocos años y en pequeña
parte de la tierra, y había de tener en todo el mundo hijos
190 que mantener, ordenó su amor que, ya subido — resucitado
y glorioso — a las alturas del cielo, decendiese a la tierra,
no a aquesta parte ni a aquélla, sino a todo el mundo uni-
163 la, Dm. T 164 todo T | avezado] habituado T |] 165 tierra] manja-
res add. T | y] manjares T || 168 tú om. T
170 Descendió T || 171 y,] de los de add. J \ sólo] sea add. T || 174 nuestro
Señor om. T || 175 descendió T || 176 salud] encarnó en el vientre virginal de
nuestra Señora, y salió add. T \\ 131 pequeños] de acá add. T || 183 pueden
tocarle T
187 según T | ordenación T |¡ 191 y glorioso om. T | descendiese T ||
192 aquesta] esta T ' 193 tiempo de om. T || 194 durase T || 195 según T
164 lo. 3, 31.
né Miss, Rom.. Ordo Misa., symb. nic .-constantinop.
840 SERMONES. CICLO TEMPORAL
verso donde hijos tuviese, y no por tiempo de treinta años,
sino por todo el tiempo que el mundo durare, hecho manjar
196 de ellos sigún su divina palabra, más firme que el cielo y
la tierra: Yo con vosotros estoy todos los días hasta que
el mundo se acabe.
Todos te debemos alabanzas y gracias, Señor, porque
por nosotros, hombres, y por nuestra salud, descendiste del
200 cielo, y haciéndote hombre en el virginal vientre, saliste de
allí y conversaste familiarmente con los hombres, y gozaron
de tu presencia, habla y milagros, y acabaste la obra de
nuestro remedio. Bien fué aquél para los pasados, presentes
y por venir; y en señal de esto, la gente que el día de Ramos
205 iban, Señor, delante de ti y detrás de ti y a los lados, te
cantaban loores como a universal y común Salvador. Mas
los que de tu presencia corporal no gozamos en aquellos
tiempos, porque aun no éramos nacidos, te alabamos, y
de corazón te agradecemos que por nosotros, hombres, y
210 por nuestra salud deciendes del cielo, no una vez, como
entonces en el vientre de la Virgen, mas innumerables veces
en el vientre de la hostia consagrada, para desde allí entrar
en nuestros corazones, a darnos vida con esta tu venida,
que nos ganaste con la otra primera. ¿Qué aprovechara al
215 mundo que decendiste del cielo y moriste en la tierra, si no
decendieras ya vivo del cielo para darnos la vida .que nos
ganaste en la cruz eoñ tu muerte?
"¿Quién de los fieles hay — dice San Gregorio — que no
crea que en la hora de la consecración se abren los cielos
220 a la voz del sacerdote, y se juntan en una las cosas bajas
de la tierra y las altas del cielo, y de las cosas visibles e
[i]nvisibles se hace una cosa?" Lo cual se ha de entender
que, así como cuando decendió a ser hombre, no quiere decir
que el Verbo de Dios dejase el lugar que en el cielo tenía,
225 y según movimiento local, decendiese a la tierra, pues que
la divinidad ni es cuerpo ni está en lugar señalado, mas
todo lo hinche y a todo excede, y ni se muda según su subs-
198 debemos] demos T || 200 haciéndose V || 202 presencia] preciosa T ||
205 iba T | Señor] Jesucristo add. T || 207 corporal om. T \\ 210 descendis-
te T || 213 corazones] estómagos T j darnos] Ja add. T || 215 descendie-
ras T | muriera:; 7' | tierra] cruz T || 216 descendieras T
218 Grcgoria T || 219 consagración T || 220 uno T || 222 invisibles T || 223
descendió T |,| 225 descendiese t || 227 su om. T |i| 228 descendió T g 232
197 Mt. 28, 20.
201 Cf. Bar. 3, 38.
206 Cf. Mt. 21, 9.
210 Miss. Rom., Ordo Miss., symb. nic.-coustantinop.
222 San Gregorio, Dialog., 1. 4, c. 58 (ML 77, 425 s.) ¡ «Quis
eniin fidelium habere dubium possit, in ipsa immo'.atiouis hora ad
sacerdotis vocem cáelos aperiri, in illo Iesu Christi mvsterio ange-
lorum choros adesse, sunnnis ima sociari, terrena caelestibns inngi,
nntinir|iir ex visibilibus atqne invisibilibus fieri ?»
5¿. EN LA INFRA OCTAVA DEL CORPUS
841
tancia ni se muda según el lugar; mas dícese que decendió
del cielo para dar a entender que desde la alteza del cielo
230 a la profundidad de la tierra hay grande baja; y así, siendo
Dios, juntar consigo en el sacratísimo vientre de la Virgen
un cuerpo y un ánima, de tal manera que el que es Dios
también sea hombre, es una descensión muy más baja que
si descendiese un cuerpo y un ánima.
23o De tal manera, cuando decíamos acá que a la voz del
sacerdote se abren los cielos y deciende el Señor a la hostia,
no queremos decir que deciende corporalmente por esos cie-
los y aires abajo, mas porque, ansí como tomó el cuerpo en
el vientre de la Virgen, formándolo de nuevo de su pun-
210 sima sangre, así el cuerpo que ya tiene en el cielo está acá
debajo de la hostia el mismo que está allá a la diestra del
Padre. Y así hay semejanza entre la santa encarnación y
este sacro misterio; que allí se abaja Dios a ser hombre, y
aquí Dios humanado se baja a estar entre nosotros los
245 hombres; allí en el vientre virginal, aquí debajo de la hos-
tia; allí en los brazos de la Virgen, aquí en las manos del
sacerdote.
En la primera venida padeció y fué sepultado, y aquí se
llama ser sacrificado en la misa, porque es representación
250 de su sagrada pasión; fué entonces muerto y sepultado en
el sepulcro, y aquí es puesto vivo en nuestros corazones;
para que con la conviniencia de estos misterios entendamos
que los que bien usamos de esta v[en]ida somos partici-
pantes en los bienes que nos ganó en la otra primera, y
255 que para nosotros nació, vivió, fué muerto y sepultado, pues
que aquí tenemos la semejanza de todo aquello y al mismo
que aquellas cosas obró.
Y si está ascondido, aquello fué por proporcionarse con
nuestra naturaleza; porque si en su propio resplandor pa-
260 reciese, ni nuestros ojos sufrirían a verle ni temíamos me-
recimiento de fe. Y como El tenga más cuenta con lo que
nos es provechoso que con lo que nos es sabroso, quiere
más que ejercitemos la fe creyéndolo en escondido, para que
se nos dé por premio en el cielo de ver cara a cara su her-
265 mosura; y no cura de darnos acá el contentamiento que tu-
viéramos en verle en su propia figura. Mas esto es cierto,
que este que entre nosotros tenemos es el que nació, pa-
deció y fué sepultado, y el mismo que en los cielos está...
Mas ¿queréis que os diga otra exposición, aunque será
alma T || 233 muy] mucho T ,| 234 y un ánima] desde el cielo a la tierra. Y /'
235 tal] esta T | decimos T || 236 desciende T ¡ hostia] tierra T || 237
desciende T || 238 así T | tomó om, T || 240 acá om. T || 241 Hostia] y es
add. T | mesmo T f| 243-244 Dios a ser -se baja] om. V \\ 245 virginal om. 7
249 sacrificado] crucificado I' ¡| 250 fué om. T | y] fué T || 252 con] por
7- | conveniencia T f| 253 aquesta venida T \\ 254 enj de r || 256 que om. T
258 escondido 7" | por om. T 11 259 naturaleza] flaqueza T
S42
SERMONES. CICLO TEMPORAL
270 muy causadora de pena en vosotros y en mi, de aquestas
palabras? Que se representa aquí el Señor muerto y se-
pultado...
Si oreéis que Cristo Decidme: este pan que debajo de
es pan del cielo, ¿por aquélla hostia está, ¿vino del cielo
275 qUé no i0 coméis? ° es Pan ^e ^a tierra, o está allí
Jesucristo, o qué es? ¿Dios huma-
nado o una tortilla de pan cenceño no más? ¿Vino del cielo,
es Rey del cielo? ¿Es Dios y hombre verdadero? ¿Es pan
de la tierra?
280 Sospecha tengo que no me osáis responder, sino que es-
táis atajados como los fariseo^ a quien el Señor, viviendo
preguntó, y cuando estaba en vida mortal : El baptismo de
Juan, ¿es del cielo o de los hombres? No osaban responder,
porque si decían que era invención de los hombres, era
285 tanta la estima en que el pueblo tenía a Juan, que mataran
a pedradas a los fariseos si dijeran que su baptismo era
humana invención y no ordinación del Señor; y si res-
pondían que aquél baptismo era cosa del cielo, temían no
les replicase el Señor y dijese: "¿Pues por qué no lo creistes
290 y os baptizastes?" Y así acordaron de callar, porque no
tenían qué responder.
Decidme, hermanos: ¿Es verdad que este pan vino del
cielo? No osaréis decir que no, porque os quemarán por he-
rejes; mas ¡oh desdichado de aquel que tiene puesta su fe
295 en el temor del castigo, y que si no hubiese castigo, él no
creería a la fe!; porque poco le aprovechará que escape del
fuego de acá, pues arderá en el infierno para siempre ja-
más. — No hay, padre, hombre que tal diga. Católicos so-
mos por la misericordia de Dios, y este mismo misterio cree-
mos como nos lo enseña la Iglesia romana.
300 — Pues si aquél es Pan que vino del cielo; si es el pan
que comen los ángeles, y son bienaventurados con lo comer
viviendo vida en su modo semejable a la de Dios, y mien-
tras Dios fuere Dios; si este pan es Dios y hombre verdadero,
y por la inefable misericordia suya, quiso decendir del cielo
305 a la tierra, para que, siendo nuestro manjar, nos librase
271 representan V
274 aquella] la T \\ 275 o„ oin, T |, 276 uj un pedazo de pan1 Esta cosa
tan alta add. T || 278 verdadero] o add. T
281 el] aquel T | viviendo] en vida mortal add. T \\ 282 y cuando - mortal]
om. T || 287 ordenación T || 289 creísteis T
294 oh om. T \\ 298 hay om. T | Padre] no hay add. T || 299 mismo]
santo T
300 si,] asi que T | es,] el add. T || 301 con] en T \\ 303 mientra V | ver-
dadero om. T || 304 inefable] e indecible add. T | suya] de Dios T | duscen-
der T || 305 siendo] El add. T || 310 esl ésta add. T
282 Cf. Mfc. 31, 25.
55> EN W INFRAOCTAVA DF.L CORPUS
843
de la muerte del pecado, y con su gran poder nos traspu-
siese de la tierra en el cielo, para que allá le comamos en
compañía de los ángeles, y vivamos y seamos bienaventu-
rados en compañía de ellos y del mismo Dios; si tan gran
310 cosa es, ¿por qué no gozáis de ella? Si creéis que el convite
es tan excelente, ¿por qué huís de él?
Si al convite que hizo el rey Asuero a los principales
de su reino, y después a chicos y grandes, y gozaron de ver
su grandeza, y fueron hartos con la excelencia y variedad
315 de tantos manjares, ¿por qué no vais al convite que hizo Dios
para enseñar la grandeza de su poderío, la alteza de su
sabiduría, las entrañas de su inefable bondad? ¿Y no que-
réis ir a ver tantas excelencias y a gozar del Pan que de-
cendió del cielo, habiéndooslo dicho Dios; pues que habien-
320 do dicho los ángeles a los pastores que les diesen albricias
y se gozasen, que era nacido el Salvador, y que en tal parte
y con tales señales lo hallarían, dijeron con entera fe y de-
voción entrañable: Pasemos hasta Betlem y veamos esta
cosa que nos ha sido dicha; y fueron apriesa, y hallaron el
325 niño envuelto en pañales y reclinado en pesebre? Y fueron
tan hartos con aquel convite, que se tornaron glorificando a
Dios por tantas maravillas como habían visto; las cuales no
las guardaban para sí solos, mas publicábanlas con su san-
ta simplicidad a los otros, para que fuesen a ver lo que
330 ellos habían visto y viniesen con las espirituales riquezas
con que ellos habían venido.
¡Oh hermanos míos, y qué bienes perdemos por no ha-
cer como estos pastores, que fueron apriesa y vieron al Hijo
de Dios, y trujáronlo metido espiritualmente en sus entra-
335 ñas! Buena dicha fué la de aquellos pastores; mas mirá
bien en ello, y veréis que la vuestra no es menor, y por ven-
tura es mayor.
Excelentes predicadores fueron los ángeles, que les anun-
ciaron que el Señor estaba en Belén. Y si ángeles dijeron
340 aquello, el Señor de ellos os dice esto otro. Aquéllos dicen:
"En Belén" ha nacido. El Señor dice: Aqueste es mi cuerpo.
"En Belén" — que quiere decir casa de pan — dicen los án-
geles ha nacido el Señor; debajo de unos accidentes de pan
312 al] el T ' que hizo el] del T | Asuero] que hizo add. T \ al todos
add. T || 313 y om. T \' 1-315 Hic est pañi» - al convite que hizo] om. N |l
318 á, om. NT 319 descindió N, descendió T | Dios] nuestro Señor add. T \\
321 que.] les add. NT || 322 señas le V 1 323 Belén NT H 324 el] al NT ¡'
325 enj el add. T
333 aquestos NT || 334 lo trajeron T | metido oro. ST || 335 mirad .V
339 Betlem NT | Y) Mas NT !' 340 de ellos os om. T | estotro y add. NT ¡
341 Betlem NT | nacido] y add. NT | Aquesto .V !l 343 ánsreles] que add. NT |
Señor] y add. NT H 345 morar] y add. NT |' 346 el,] ella V
,;io Cf. Le. 2, IS-I7- 20.
341 Le. 2, 10-15 ; Mt. 36, 2r>.
S44
SERMONES. CICLO TEMPORAL
— que es la oasa donde el pan moraba — , allí dice el Señor
345 que ha venido a morar, está consagrado; y la substancia
de pan dio la casa al Señor en que él moraba; aunque él tomó
otra mejor, que fué convertirse en el cuerpo de Cristo.
Albricias, cristianos, albricias; un gran gozo os anuncio
de parte de Dios; que en aquella casa de pan está el Hijo de
350 Dios consagrado, envuelto en pañales de pobres accidentes
y puesto en aquel relicario como en pesebre, hecho en man-
jar de los hombres, que, como limpios animales, hienden las
uñas y saben rumiar, discerniendo este manjar celestial de
los corporales, preciándolo y honrándolo con divina vene-
355 ración, y rumiándolo con devota memoria, y admirándose,
como los otros pastores, de tan gran novedad, y glorificando
a Dios por las maravillas que hace en este divino misterio,
que a todo entendimiento, si no es al suyo, son incomprehen-
sibles.
360 si esto creéis, ¿qué hacéis? ¿Por qué no vais apriesa a
gozar de este sagrado convite a que sois convidados? Estáos
Dios llamando: Venid, bebed y comed mi pan, y mi vino;
¿y hay cosa alguna que os detenga de no ir a El?
El ciego hijo de Timeo que estaba pidiendo limosna en
365 el camino por el cual pasaba el Señor, y como le dijeron:
El Señor está allí y te manda llamar, salta con grande ale~
gría, y por correr mucho se le cayó la capa, y no curó de
ella, entendiendo que si él llegaba a aquel Señor que llamar
lo mandaba, aunque llegase desnudo, tornaría vestido y en-
370 riquecido; y como él confió le acaeció. ¡Pues de la misma
manera está aquel Señor mismo llamándote desde aquella
hostia sagrada, y por ventura tienes más necesidad de lle-
garte a El por lo que toca a tu ánima que aquel ciego por
lo que tocaba a su cuerpo, y estás tan embarazado con ne-
375 gocios que te cercan como vestidura, y es tanta tu pereza
y tan poco tu cuidado de gozar de este bien, que ni corres
como el ciego ni aguijas como los pastores; y así te quedas
sin gozar de la bienaventurada vista espiritual y corporal
con que él y ellos vieron a nuestro Señor!
350 consagrado] y add. T | pañales] y en pañales add. N || 351 reliquiario
JV | relicario] de pobres accidentes add. V | en3 om. NT || 353 discirniendo
.V || 354 divina] debida T
360 Por qué] que NT | vais] muy add. NT |l| 362 bebed om. NT ¡ y,] bebed
add. NT || 363 a El] al cielo N
364 Tremeo V || 365 el J un NT \ y como] cuando NT | 366 saltó T |.| 368-369
lo mandaba llamar NT || 370 ¿1] lo NT || 370-371 Pues - manera] Y NT || 371
mismo Señor NT | llamándote] amorosamente add. NT || 376 tu om. V || 377
ansí N
353 Cf. Lev. n, 3.
362 Cf. Prov. q, 5.
367 Cf. Me. 10, AQ-
55- EN" LA IXFRAOCTAVA DEL CORPUS
845
380 Decidme, señores: si el rey viniese a esta tierra muy ale-
gre y de fiesta, y ganoso de regocijaros, y hiciese un con-
vite cual convenía a su persona real, y él se asentase en
cabecera de la mesa con rostro amoroso y alegre, convi-
dándoos a comer con él, y agradeciendo a quien se asentase
385 a la mesa, y no sólo agradeciéndolo, pero galardonándolo con
copiosas mercedes, y siendo los manjares tales, que quien los
comiese no moriría, pero viviría vida para siempre y bien-
aventurada, decíme, ¿en qué posesión sería tenido el hom-
bre que, siendo rogado del rey y siendo los manjares de la
890 calidad que os he dicho, no fuese al convite porque se le
ofreció un no sé qué impedimiento, o porque le dijeron que
para ir al convite del rey ha menester lavarse primero la
cara y las manos?
¡Oh cielos, oh tierra, oídme vosotros, ayudadme a sentir
895 la ceguedad de mi pueblo! ¿Por qué, hermanos, por qué no
vais a este sacrosanto convite, al cual os convida el Rey de
los reyes, de tan alta majestad, que en su comparación to-
dos los reyes y todos los ángeles son una pequeñita hormiga;
y El está a la mesa con amorosísimas entrañas y cara, ro-
400 gándoos que vais a El, galardonando a quien va, enojándose
con quien no va y dándose a sí mismo en manjar? ¡Oh man-
jar precioso sobre todo precio, sabroso sobre todo sabor,
manjar que libra de los pecados, da vida que nunca se
acaba!
405 ¿Qué os detiene? ¿Qué os ciega que no entendáis este
bien y no vais a gozar de él? ¿Qué os piden para sentaros
a esta mesa sagrada? ¡Que no llevéis la cara y las manos
llenas de lodo! Es mucha razón que se pida, porque a la
mesa de la limpieza, limpios han de llegar. Mas no lo de-
410 jéis por aquesto, que el agua del dolor de vuestros pecados,
con que habéis de lavar la faz de vuestra ánima y las obras
de fuera, el Señor os la dará; las ropas ricas y perfumadas
que habéis de llevar a este convite, no las habéis vos de com-
prar, porque no tenéis vos dineros que basten a ello. Ayu-
413 daos vos a vestir la ropa que de balde os dan; y aun no os
vestiréis a solas, que para eso os ayudarán. Meted, her-
mano, la mano en la bacía del agua; que el agua os dan,
380 esta] nuestra add. N || 381 y3] e T || 382 en] a la NT || 385 agrade-
ciéndoselo .V | pero] mas NT | galardonándolo] om. V, galardonando N || 386
manjares] muy bien guisados, sabrosos y add. NT || 387 pero] y NT | y
om. NT || 388 decime om. NT || 391 impedimento NT || 392 del rey om. T |
ha] era NT | primero lavarse T
394 vosotros] y add. NT || -400 vayáis T | gualardonando V || 401 Oh man-
jar om. NT || 403 pecados] y add. T
409 limpios] se add. NT || 410 acuesto] eso T \\ 413 habéis^ vos add. T ||
414 tenéis] teméis .V, tendréis T ] vos om. NT \\ 416 hermano om. NT \\ 417
que el agua om. N || 418 y] aun add. NT | lavada I'
394 Cf. Is. i, 2.
846
SERMONES. CICLO TEMPORAL
y ayudaros han a ¡lavar y a enjugar después de lavado.
¿Estáis sucio o estáis mal vestido en vuestra ánima?
420 los a un confesor y decilde: "Padre, muy bien me ha pare-
cido el Santísimo Sacramento; mi ánima desea comer tan
excelente manjar, que ya estoy ahito de comer tierra y pon-
zoña, aunque viene mezclada debajo de pestilenciales delei-
tes; tornarme quiero a mi Dios. Y, pues su bondad me con-
425 vida a su mesa, no quiero ser ingrato a tal misericordia ni
hacerme a mí tanto mal, que pierda tantos bienes como allí
están. Enseñadme qué tengo de hacer, cómo tengo de pensar
mis pecados, cómo me tengo de arrepentir, cómo me tengo
de confesar; mi conciencia pongo en vuestras manos para
430 que me la aparejéis de manera que yo vaya a comer aquel
sacrosanto Manjar de manera que me aproveche".
Ten, hermano, por cierto que si eso poquillo que tú pue-
des hacer haces, el Señor dará lumbre a tu confesor y a ti,
y te disporná para que recibas bien el Sacramento de la
435 confesión, donde se te dé gracia que lave tu ánima y la vista
para que seas hecho digno de la mesa de Dios.
¡Ay, que desprecia- ¡Mas, oh Señor, que ni aun esto po-
mos el manjar di- quito quieren hacer los cristianos
vinal! para ser convidados de vuestra sa-
440 cratísima Mesa! ¡Oh Señor, que si
algunos van, son el hijo de Timeo, ciego y pobre, y son los
pastores que están velando sobre la guarda de su ganado!
Mirad en ello, y veréis y lloraréis con mucha razón, que si
hay gente que comulguen las fiestas, o cada mes, o cada
445 semana una vez, han de ser mujeres, aun no de las más prin-
cipales; o son hombres de los bajos del pueble, que muy
pocos veréis de la gente principal que vengan al convite.
¡Oh cosa tan al revés, que la gente a quien Dios ha más
honrado le honre menos a El; la gente primera, sea la pos-
450 trera; la cabeza, pies; lo alto, bajo; y los que, si el rey hi-
ciese un convite, serían los primeros que fuesen a él, y es-
tuviesen más juntos a él, y fuesen más privados suyos, és-
tos son los que más huyen de la mesa de Dios, en testimonio
419 o om. NT \ vestido] o desnudo add. NT || 420 Ido= T | y om. N \ de-
cidle NT || 422 que om. T \ 422423 ponzoña y tierra .V || 423 viene] bien
NT (¡| 425 tal] su T || 427 Enseñadme] lo add. T || 428 me tengo-cómo me]
om. T || 429 en om. N |l 431 sacrosanto] santísimo T | manera] suerte T
432 que, om. T | tú om. T || 433 hacer] lo pones por obra add. N, om. T [|
434 el] santo add. N, santísimo add. T || 435 confesión] comunión T
439 de] a NT || 441 los] simples add. NT || 444 comulgue NT | oj om. T ||
445 vez] o add. N | mujeres] y add. NT f| 446 que] y NT || 447 convite) de
este Señor add. NT || 448 más lia V, más om. T ]\ 449 El] que ádd. NT | la,
om. NT || 450 postrera] y add. T | la. om. N | rey] viniese acá y (e T )
add. NT || 452 estuviesen] y anduviesen add. NT || 455 harían] se honran
1)1 Cf. Me. io, 46.
442 Of. Le. z, S.
55 EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
84 V
que son de la tierra más que del cielo, pues por el convite
455 de la tierra harían más que por el del cielo. Catad que desea
Dios que los reyes vayan a esta mesa de Rey; que los gran-
des señores gocen del convite de aqueste grande Señor. Ca-
tad que no hay cosa en esta mesa de que se os pegue deshon-
ra o bajeza. Mirad que los ángeles se sientan a ella, y aun
460 se tienen por indignos de ella; y lo que más es, el mismo
Dios está en ella, y convida a ella, y es el manjar, y El come
de él; porque, sigún se os ha dicho, su bienaventuranza con-
siste en conocerse y amarse.
¡Ay, ay, ay de los grandes que no precian a este Grande,
465 y que, pudiendo con su buen ejemplo hacer que los meno-
res tomasen esta buena costumbre de comulgar muchas ve-
ces, ellos no gozan del convite y por ventura desfavorecen
a quien lo quiere gozar!; y el no favorecerlo es harto mal;
y así, unos por unos achaques y otros por otros, el Pan
470 del cielo está allí rogando consigo mismo a quien quiere ir
a comerlo; y siendo dado para que nos acordemos de su
pasión, hémonos dado tan buen recaudo, que hemos olvida-
do a él y a ella.
Graves quejas da de aquesto aquel Señor que allí está,
475 aunque calla; mas como antes que encarnase, y antes que
este misterio ordenase, y antes que fuésemos nosotros na-
cidos, ya sabía El esta frialdad nuestra de su amor y esta
negligencia en ir a su mesa, mandó decir por boca del pro-
feta David: Olvidado me han como un muerto que lo olvidan
480 de corazón. ¡Oh cuidadoso Padre y Señor, que tanto nos
tienes en tu memoria para nos hacer bien! ¡Cuánta razón
tienes de quejarte de agravio tan grande, de que acordán-
dote tú siempre de nosotros, te hayamos puesto en olvido!
Murióse un vecino vuestro, y a cabo de pocos días olvi-
485 dáislo en vuestro corazón, como si nunca lo hubiérades visto
y conversado; y ansí hace el mal cristiano, que, como ha
días que murió el Señor, olvídalo de corazón, sin tener gusto
en pensar en su sagrada pasión y sin dársele nada por rece-
bir al Señor, si no es a cabo de un año, y aun eso mal
490 hecho. ¿Qué hicieron más los judíos? Matáronlo y despre-
ciáronlo y fué puesto en la sepultura. Mátaslo cuando co-
metes un pecado mortal; tiéneslo en poco y olvídaslo cuan-
r | más om. V \ el] convite add. ÑT | Catá T || 457 eran N || 458 Catá T |
de om. N || 459 bajeza] y add. N || 461 El] mismo add. NT || 462 sigún]
según .\', si bien T
469 ansí N ¡| 470 a om. V
474 Graves] Grandes T \\ 479 David] lo que nosotros hacemos con El en
aqueste tiempo add. NT | lo om. N || 481 Hacernos T \\ 483 de] nos add. T
484 a] al T || 485 corazón] tan olvidado add. ST ' le hobiérades N l¡ 486
así T || 487 olvidado N. olvídale T || 489 a] al T 490 y om. NT || 493 tc-
480 Cf. Ps. 30, 13.
848
SERMONES. CICLO TEMPORAL
do, tiniéndolo presente y rogándote consigo mismo, por
no dejar tus pecados o por no ponerte en cuidado de en-
495 mendar tu vida, no quieres llegar a recebir al Señor, como
cosa en que te va poco. Pues no es poco, y Dios no lo tiene
en poco, y de muy agraviado, da voces por el profeta Esaías;
y no espera a dar esta queja al medio o al fin de sus ra-
zones, mas como muy sentido y muy lleno de enojo, queján-
500 dose comienza a hablar y dice: ¡Oye, cielo; oye, tierra, oye
con tus orejas! ¿Qué será esto, Señor, qué queréis decir
con tanta afrenta del hombre? Como quien dice: "Pues no
me oyen los hombres a quien di entendimiento, óyame el
cielo, óyame la tierra la queja que de ellos doy". Yo mantu-
505 ve hijos y los ensalcé, y ellos despreciáronme . El buey cono-
ció a su dueño, \y el asno al pesebre de su señor; mas Israel
no conoció, y mi pueblo no entendió.
¡Oh, qué mala paga te damos, Señor, de que nos criaste,
y mandaste a tus criaturas que nos sirviesen y nos mantu-
510 viesen, y, sobre todo esto, nos ensalzaste con darnos licencia
que nos llegásemos a tu mesa y te recibiésemos a ti mismo
hecho manjar, igualándonos con los ángeles! Y siendo razón,
pues que gozamos del beneficio de los ángeles, le agradecié-
semos y preciásemos como lo hacen los ángeles, es tan gran-
515 de nuestra torpedad y negligencia, que podemos ser conde-
nados en comparación del buey y del asno; porque aquéllos
conocen a su dueño y el lugar de su mantenimiento, y con
grandísima hambre van a él, y muchas veces quiebran las
ataduras con que están atados, y no hay quien los pueda
520 detener de ir a tomar el manjar; ¡y nosotros, tiniendo el
manjar divinal delante, que nos ensalza juntándonos con-
sigo, nosotros despreciárnosle con abominable desprecio!
No esté alguno aquí tan ciego que no conozca que des-
precia al Señor y con el desconocimiento cierre la puerta a
525 la confesión de su culpa y al perdón del señor. — ¿Qué decís?
¡Que no despreciáis al Señor! Muchos días ha que respon-
dieron eso unos malos sacerdotes al Señor, que eran negli-
gentes con su oficio; al cual replica el Señor diciendo: ¿Pre-
guntáis en qué me despreciastes? En que decís que la mesa
niéndolo NT | menino T || 494 o] y NT || 495 llegarte NT || 496-497 Pues .«>
es -en poco] om. V || 497 voces] queja T | el profeta om. N | Isaías N || 498
dar esta queja] darla 7" | medio] mundo V | o] ni T || 500 oyea om. NT ||
501 con tus orejas om. T | que Señor NT || 502 tanta] ta N || "503 óigame
T || 504 óigame T || 507 no ] me add. NT
513 que pues NT | Jos om. N | le] lo NT || 520 tener T | teniendo T ||
522 despreciémosle V, Je despreciamos T
523 aquí alguno NT || 524 cierra N || 526 desprecie T || 527 al Señor unos
malos sacerdotes T || 528 con] en NT | a los cuale.s NT i| 529 despreciasteis T
501 Cf. Is. I, I.
507 Cf. Ts. 1, 2-3.
55- B» LA IMFRAOCTAVA U1L CORPUS
530 del Señor es cosa despreciada; que quien a sus cosas des-
precia, a El desprecia.
Esa respuesta te da Dios a ti, cristiano; que le despre-
cias a El en tener por cosa despreciada su mesa, y con más
razón que la otra mesa antiga; pues que en aquélla no había
535 sino panes hechos del trigo de la tierra, y el pan que en ésta
hay es el mesmo Dios humanado. Y no pienses que, porque
le hinques las rodillas y creas de El lo que se debe creer,
estas ajeno de no despreciarlo. Gente hay — dice San Pa-
blo— que con la boca confiesan que conocen a Dios y con
540 las obras lo niegan. Los infieles no creen que en esta mesa
está Jesucristo; y los malos cristianos, aunque lo creen, no
atienden, o por ventura no creen a la virtud y riquezas que
este pan celestial comunica a quien lo recibe. Conocen a El
en él, mas no conocen su virtud ni sus efectos poderosísi-
545 mos para tener una ánima en pie y darle Vitoria contra sus
enemigos. Y por falta de este conocimiento hay mucha gente
que tiene por imposible el vivir sin pecado mortal y el vivir
vida aprovechada en la virtud; y como ninguno intenta
aquello que tiene por imposible, estánse caídos debajo del
550 señorío del demonio y del pecado, hollados de sus enemigos,
sin procurar salir debajo de sus pies; ni toman armas, ni
pelean, ni lo procuran, ni lo piensan, y están muy contentos
con decir: "Creemos que está allí el Pan que vino del cielo" .
Si creéis que vino del cielo, ¿por qué no creéis que tiene
555 virtud para hacer a los hombres de la tierra que tengan
costumbres del cielo? Si, conforme al manjar que uno come,
tales humores engendra, ¿manjar limpio, por qué no hará
limpios; y santo, santos; y celestial, celestiales?
Si hiciese el rey un convite en mitad de esa plaza, y,
560 sentado a la mesa, rogase a todos que fuesen a comer con
él manjares que diesen salud, riquezas, vida que nunca
acabase; y se anduviesen los hombres paseando por allí
cerca, y oyendo las amorosas voces del rey no fuesen allá,
¿quién diría que esta tal gente no despreciaba al rey, a su
565 mesa, y a su manjar, y a todos los bienes que da a sus con-
532 que] en lo que add. T | le] lo N \ desprecies V \\ 533 El] es add. T ||
534 antisrua NT | que om. .V || 535 sino] unos add. T | hechos om. T | del]
de T || 536 mismo NT ]| 537 le] te T |] 538 de] del NT |) 542 o] y T | a
om. N || 544 conocen om. NT | ni] y NT || 545 en pie un (una T) anima
NT | victoria NT || 550 señorío] poderío T | y] de la maldad add. NT || C51
salir] de add. NT || 554 que] está allí el Pan que add. T | qué om. N \
tiene] la add. T || 555 de la tierra om. T || 557 no] nos Y || 558 santo] y
aid. N | celestial] celestiales .V
559 el] un T || 560 sentado - mesa] sentase a todos a la mesa iV, om. T \
a todos] los N | con] en T || 561 riquezas] y add. NT || 562 se acaba NT |]
563 y om. V | allí T V 564 rey] y add. NT || 565 que] de presente add.
530 Mal. I, 7-8.
540 Tit. i, r6.
850
SERMONES. CICLO TEMPORAL
viciados, y a los munchos que promete que les ha de dar?
¡Oh cosa digna de gran confusión, que, convidando Dios con
el Pan que vino del cielo, se hagan sordos los hombres, sin
tener respuesta para ello! Dejan de ir a comer el pan de los
570 ángeles por comer pan de puercos, que son los deleites car-
nales; apaciéntanse del humo y aire de las pompas de aques-
te mundo, y pierden el pasto celestial que Dios da en su
mesa, y huyen de la contratación y conversación de El, por
no pasar un poco de trabajo en aparejarse, o no sé por qué.
575 Decildo vosotros que huís, ¿por qué huís? ¿Por qué te-
néis en poco 'las admirables invenciones de amor que el Señor
con su sabiduría inventó para juntarse con vosotros y ser
manjar vuestro? ¿No me decís el porqué? Preguntarlo he a
nuestro Señor para que El os lo diga, e oírlo he yo.
580 Decid, Señor; decid, sabidor de todas las cosas; quejaos
de este agravio que esta gente, a quien criastes, mantu-
vistes, ensalzastes, por quien nacistes, por quien distes vues-
tra sangre, os hace en despreciar a vos.
—No queréis venir a mí — dice el Señor — para tener vida
585 ni me queréis bien a mí; que los que bien se quieren, juntos
desean estar y conversar; no queréis vida, pues de mí, que
sólo la puedo dar, tanto huís. —-Señor, pues quien a vos
no ama, ni quiere vivir, ¿de qué le asiremos para convi-
darle que vaya a vos?
590 Cristiano, acuérdate de estas palabras, avergüénzate de
ellas, duélete, porque se dicen de ti con verdad: No queréis
venir a mí para tener vida. ¡Oh cosa recia! Que dice la
Escripcura que son mejores las heridas que da el que ama
que los falsos besos que da el que quiere mal. ¡Y que haya
595 llegado nuestra ceguedad a tanto, que queramos más rece-
bir heridas de quien mal nos quiere que abracijos de quien
mucho nos ama! Los pecados que haces, heridas son que
te dan tus enemigos: y en la mesa del Señor te da abracijos
y vida con mayor amor que tú te tienes a ti.
¡vr || 566 mucho» NT \\ 563 respuesta] que sea de ver add. ST || 571 las]
honras y add. NT l| 573 huyendo V || 574 poco] paso .V
575 Decidlo NT ¡| 577 inventó con su sabiduría NT || 579 e] y NT
581-582 criasteis, mantuvisteis, ensalzasteis T \\ 582 nacisteis T | disteis
T || 583 en om. T | Vos] y a vuestro convite, y los grandes provechos Que
de él sacarían add. NT
584 para - vida] om. 7" || 586 no] ni NT || 587 huís tanto 7' | pues] a
add. NT || 588 vivir] venir 7' | de om. N || 589 convidar N
591 duélante .V | dice T |¡ 593 Escritura 7" |] 595 queremos N || 596 abra-
zos JV || 598 abrazos N || 599 ti] Hermano, ¿que es verdad que no quieres
venir a mf, para tener vida? ¿Por qué? ¿Porque te parezco hombre bajo,
pobre (pobre om. T), como los fariseos decían? ¿Por qué? ¿Porque hago
mal rostro a mis convidados? ¿Por qué? ¿Porque no as quiero bien? add. NT
586 Cf. lo. .S, 40.
594 Prov. 27, 6.
58. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
600 — '¿Por qué, dirá el Señor; por qué no queréis venir a
mí y recebir vida? Porque yo soy él que la doy.
¡Oh desacato tan grande, obra que, por ser tan mala,
no tiene respuesta! Pues que el Señor es tal, que, aunque
El diese azotes y en otra parte hubiese placeres, habíamos
>05 de ir corriendo y desalados a El, quiriendo más llorar con
El que reír con el mundo. ¡Oh mesa sagrada, cuan mal co-
nocida eres, y por eso tan poco estimada, y por eso tan poco
usada, y por eso tan sin vergüenza perdemos los excelen-
tísimos fructos de vida cristiana, vida de gracia, vida de
610 toda virtud, vida de consolación entrañable, que en ti se
dispensa a los que bien se aparejan para recebir en ti el
Pan que vino del cielo!
Si Dios se queja de que la otra mesa suya, que era teni-
da en figura de ésta, se tenia en poca cuenta, ¿ con cuánta
615 más razón se quejará de ser tenida en poco ésta preciosí-
sima, verdad y cumplimiento de aquella pasada, cumpli-
miento del cordero, cumplimiento del maná y de otras mu-
chas figuras, según canta la Iglesia: Este pan celestial da
cumplimiento a las figuras pasadas? Es tan grande el va-
620 lor de esta mesa, que, porque no nos espantase con su gran-
deza, quiso Dios mucho tiempo antes representar por figu-
ras esta verdad, para que, acostumbrados los hombres a
tratar las sombras, con mayor facilidad recibiesen el cuer-
po cuando viniese.
625 Pan del cielo que da Ya tenemos entre nos el santísimo
vida del eielo cuerpo de Jesucristo: Pan que vino
del ci^lo, figurado por las figuras
pasadas, y figura de aquel eterno convite y eterna hartura
que hemos de tener en el cielo; lo cual nos declara la santa
630 Iglesia en la oración Post communicanda de la misa de este
divino misterio, que dice: "Haznos, Señor, llenos del gozo
de tu sempiterna divinidad, según es figurado en el rece-
bimiento corporal de tu cuerpo y tu sangre". ¡Palabras de
600 dirá el Señor, por qué, om. N T |] 601 y] a NT | soy yo NT
603 Pues que] Porque NT [| 604 hobiese N || 605 queriendo T || 608 tan
sin versüenza om. NT \\ 609 frutos T | de,] la add. T || 610 entrañable]
vida de grandísimo contentamiento interior add. N || 611 a] para T
613-614 tenida en om. NT || 614 se tenía - cuenta] era tenida en poco
NT || 615-618 preciosísima - figuras] om. V
625 santo NT || 627-628 las figuras - convite y] la V || 628 hartura] y
convite add. V. altura .V || 631 Señor] ser add. NT 1 dell de V I! 633 tu ,
619 «In figuris praesignatur...» (Miss. Rom., Fest. SS. Corp.
CJiristi, scquovt.); «Dat pañis caelicus figuris terminum» CRit. Rom..
-tít. 9, c. 5, hymn. «Sacris solemniis») .
633 «Fac nos, quaesumus Domine, riivinitatis tuae sempiterna
fruitione repleri : quam pretiosi corporis et sanguinis temporalis
perceptio .praefigurat» (Miss. Rom., Fest. SS. Corp. Christi, post-
comm.).
852
SERMONES. CICLO TEMPORAL
grande consuelo y de grande estima, por cierto, que haya
635 cosa en la tierra que represente la eterna comida del cielo!
Si nos diese Dios ojos para saber mirar esta mesa sagrada,
el corazón se nos iría tras de ella, así por los bienes que
de presente recibe quien bien comulga como por los que re-
presenta que le darán en el cielo en pago de la comida de
640 acá. Este es el Pan que vino del cielo, y por eso poderosísi-
mo para hacer a los terrenales celestiales. Porque, según
dice San Pablo, cual el terreno, tales los terrenales, y cual
el celestial, tales los celestiales. Sea a todos notorio que,
pues el manjar comido de Adán, por el cual él fué pecador
645 y nos hizo a todos pecadores, fué poderoso para derribar-
nos de la vida y gracia celestial que tuviéramos, que este
Pan que decendió del cielo es más poderoso para hacer ce-
lestiales y semejables a sí a aquellos que bien lo comieren.
Muchas pruebas ha dado de aquesto, en testimonio que
650 lo mismo hará con todos nosotros si nos aparejamos para
lo recebir. ¡Oh nuevas dichosas! Este es el Pan que decen?
dió del cielo. Si el Señor está en la tierra, la tierra tornarse
ha cielo; pues decendió a ella lo que daba valor al cielo y
le hacía ser cielo. Si Dios dejase el cielo y se fuese al m-
655 fierno, allí estaría el paraíso, como estuvo en el limbo, y
allí nos iríamos sin hacer caso del cielo. ¡Dichosa nuestra
tierra, que cobra nombre de cielo! Y también se queda el
cielo dichoso; porque, aunque este Pan divinal decendió acá,
quédase allá; y estando acá el Hijo de la Virgen, está allá.
660 Dos paraísos tenemos, en este de acá moramos según el
cuerpo, y en el del cielo según el pensamiento y deseo. Mas
para que no os canséis, ni os duela mucho la cabeza de su-
bir hasta las alturas del cielo a pensar en Jesucristo nues-
tro Señor, tenérnosle acá presente, para que podamos pen-
665 sar en El, pedirle socorro, enderezar nuestras oraciones a
El, cuando quisiéremos acá y cuando quisiéremos allá. Jun-
to quiso estar el Señor con nosotros, para que en diciendo
que digamos: ¡Ay! , esté cerca para nos oír y nos remediar,
como médico o madre que, estando el hijo enfermo, no se
670 aparta de la cama, y si. es menester dormir allí cerca,
duerme.
om. T || 636 nos] vos V \\ 637 tras de ella] traella N ] ansí N || 640 por]
porque .V || 642 cual,] es add. T || 644 cual] es add. T || 645 pecadores]
semejables a él add. NT || 647 descendió NT || 648 y om. NT | comieron T
651 recebirlo T | decindió N, descendió T || 652 la tierra2 om. N | tor-
narse] tornado NT || 653 ha descendido NT || 654 el] al V |f 657 cielo] por
tal morador add. NT | quedó iVr || 658 descendió NT || 659 está allá] dijo
El que estaba en el cielo. Y dos ciudades hay habitadas de Dios NT'|| 660
tenemos] y add. NT || 661 del om. NT | según] con NT || 662 ni] no N fj
663 subir] sufrir N || 661-663 deseo. Mas -allá. Junto] om. V \\ 668 nos,
om. NT || 670 apartan T | cama] de el add. NT | dormir] que duerman N,
pm. T || 671 duermen NT
043 i Cor. 15, 4S.
650 Cf. lo. 3, 13,
EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
¡Oh cuidadosísimo Padre, oh amorosísima Madre, oh
dulcísimo Médico, cuán atado te tiene nuestro amor con
nosotros! ¡Cuán cercano te has hecho, para que en dolién-
675 dome el alma, para que, en mordiéndome el lobo, si yo a
ti, Señor, me quejare, estés tan cercano, que luego me
oyas, y cuando yo duermo, tú me estés velando siempre
despierto, que ni duermes ni te viene sueño, guarda vigi-
lante de los que se encomiendan a ti.
680 Y es de mirar que ya que Dios nos hizo esta merced, de
que la persona divina de Jesucristo nuestro Señor decen-
diese del cielo a estar con nosotros por real presencia en
este Sacramento divino, dícesenos por tales palabras, que
no sólo nos dan a entender la verdad de su presencia, mas
685 la alteza del provecho que de ello nos viene. Este es el Pan
que del cielo descendió, dice el Señor. Si es Pan del cielo,
mantenimiento es de los que están en el cielo; y si tenemos
acá el mantenimiento del cielo, tememos acá la vida del
cielo.
690 Porque si [e]n el mantenimiento corporal que tomamos
los humores se engendran conforme al mantenimiento, y,
aunque sea muy baja la cosa comida, es levantada a tan
gran valor, que tenga vida de hombre, porque quien lo
come es mejor que el manjar, y por eso le pega su propio
635 valor, ¿pues qué será aquí, donde el pan que comemos es
Jesucristo nuestro Señor, mantenimiento del cielo, y este
manjar es mejor que nosotros, y comiéndole, nos convierte
en sí mismo, y de hombres terrenales nos hace hombres
celestiales, semejables a los ángeles en la vida, como lo so-
"00 mos en el manjar?
No tiene la vida del cristiano que ver con la vida de
la tierra, porque el Hijo de Dios le convierte en sí mismo
y lo hace celestial en sus costumbres como el Señor lo es;
cuyas manos dice la Esposa que son llenas de jacintos, que
"05 son de color del cielo, porque sus obras eran celestiales, y
así lo son las de aquéllos a quien El mantiene consigo
mismo y los transforma en sí.
San Pablo dice que los infieles de aquel tiempo se mara-
672 oh., om. T i oh3 om. NT || 673 cuán] qué N ] 677 Oigas V | duerma
T || 678 guarda] muy add. Y || 679 a] en NT
682 descendiese NT || 683-684 que do -dan] darnos I" 686 <jue del cie-
lo - del cielo] om. V || 693 tendremos T | vida] verdad V
690 si en NT || 694 le] se V | paga N | proprio N \\ 635 es] e N \\ "396
nuestro Señor om. NT || 697 comiéndole] nos come él y add. NT \ nos] no
V |¡ 698 inesmo 7 || 699 semejantes T
701 que ver la vida del cristiano T || 702 lo T |J 698-702 y de hombres
terrenales - mismo] om. V, mesmo T \\ 703 lo ] le N 7C5 de] del NT !|
706 ansí N
678 Cf. Ps. rao, 6 ; Cant. 5, 2.
686 lo. 6, 50.
704 Cf. Cant. ,s, 14.
854 SERMONES. CICLO TEMPORAL
villaban de cómo los cristianos estaban tan ajenos de se-
710 guir los deleites carnales que ellos seguían. Y también se
cuenta que se maravillaban de cómo los cristianos pasaban
tantos tormentos por amor de Jesucristo, y decían: "Mu-
cho quieren los cristianos a su Dios, más que otras nacio-
nes". También dice San Pablo que las mujeres cristianas
715 habían de tener vida tan alta, que convirtiesen a sus mari-
dos con el buen ejemplo, ya que no se convirtiesen con la
predicación y milagros de los apóstoles. El Señor dice que
todos los cristianos sean una cosa por la caridad, para que,
viéndolos el mundo, crea que Jesucristo, Señor de ellos, es
720 Dios verdadero. Y San Pablo dice a los Filipenses que son
como las lumbreras del cielo, que alumbran al mundo que
obra[n] en sí la palabra de la vida. Esta ventaja ha de lle-
var la vida cristiana a la vida de los infieles, aun en lo que
toca a las buenas costumbres, cual la lleva el cielo a la
725 tierra. Y por esta regla miden los santos en su doctrina la
cristiandad, y los reprehenden si no suben más altos que
ellos.
Y el mismo Señor dice: "Si amáis a los que os aman o
si hacéis bien a quien os hace bien, ¿qué mucho hacéis en
730 eso? Pues que lo mismo hacen los infieles y los arrendado-
res (que entonces eran tenidos por gente que tenía poca
cuenta con Dios). Sed perfectos, como vuestro Padre celes-
tial es perfecto, y haced obras que imiten a su bondad, de
las cuales el mundo se admire, y den gloria a vuestro Padre,
735 que está en los cielos, por veros a vosotros, aunque andéis
en el mundo como ellos andan, que no vivís según el mundo,
mas en la vida sois celestiales". Lo mismo nos amonesta
San Pablo diciendo: No os queráis conformar con este siglo,
mas renovaos en la novedad de vuestra ánima, para que por
"40 experiencia probéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, pla-
ciente y perfecta.
708 Pablo] Pedro- T || 710 ellos] los infieles JVJ || 712 Jesucristo] nuestro
Señor add. NT || 714 Pablo] Pedro T \\ 715 habían de tener] tuviesen NT ||
719 Cristo T |! 721 mundo] y add. NT || 722 obra] tienen obrada NT || 726
alto N
728 V] si os parece esto de poca auctoridud (autoridad T) add. TN | Se-
ñor] para dar a entender esta celestial vida que hemos de tener add. NT |l
729 si om. NT || 737 mas] pties. T || 738 con] <<n V || 739 alma N || 740
buena] bien add. NT || 741 perfecta T
7oq Cf. i Petr. 4, 4- 7V> Cf. Mt. j.6-48.
716 Cf. 1 Petr. 3, 1. 735 Mt. 5, 16.
720 Cf. To. 17, 21. 741 Rom. 12, 2.
723 Cf. Phil. 2, 15-16.
5¿. LX LA IXFK.UXJI.UA DEL CORPUS
855
Mucho dañan los Mas ¡ay, ay de la tibieza de nuestros
predicadores tibios tiempos, tan lejos de tener vida ce-
lestial, conforme al Pan celestial que
745 del cielo vino! ¡Ay del mundo por los escándalos!, dijo el
Señor; y no es el menor tropiezo en él camino de la virtud
la tibieza, pues, aliende de privarnos de la perfecta virtud,
nos es tropiezo para caer en pecados mortales. ¡Ay del mun-
do por el escándalo de la tibieza en que muchos tropiezan!;
750 mas ¡ay de aquel por quien este escándalo viene! Si la gente
simple vive en tibieza, mal hecho es; mas su mal tiene re-
medio, y no dañan sino a sí mesmo; mas si los enseñadores
son tibios, entonces se cumple el ¡ay! del Señor para el
mundo, por el grande mal que de esta tibieza le viene; y el
755 ¡ay! que amenaza a los tibios enseñadores, que pegan su
tibieza a los otros y aun les apagan su fervor.
No dañan tanto los ladrones que están acechando en lo?
caminos para robar a los caminantes, no tanto los cosarios
que roban en la mar a los que llevan muchas riquezas y na-
760 vegan con próspero viento, cuanto daña un enseñador tibio
a un hombre que corría ligero por el camino de Dios; y sale
él de través y veces con desordenados temores que le pone,
y veces con palabras buenas mal entendidas, de tal manera
lo trata, que le echa unas cadenas a los pies para que no
765 pueda correr como antes, sino andar muy poco a poco; y la
frialdad que el tal enseñador tiene dentro de sí, la derrama
como agua fría sobre el corazón del que tenía fervor, y se lo
apaga como al fuego el agua.
Camina otro por el mar de este mundo con muchas vir-
770 tudes, inspirado por el soplo del cielo; y sálele al camino
el espíritu y soplo de la humana prudencia, y hace que deje
el otro la guía del cielo que le hacía celestial, y que se abaje
a ser terrenal, regido por humana prudencia, maestra de la
tibieza, enemiga del fervor. No tienen todos lumbre para
775 conocer este mal que de la doctrina tibia viene a la Iglesia;
mas siéntelo Jacob, y llóralo, y dice con lágrimas de gran
desconsuelo: ¡La pésima bestia fiera ha tragado a mi hijo
Josef! El luchador — significado por Jacob — , el mañoso y
esforzado para las guerras de Dios, éste siente y llora el mal
742 ay2 om. T || 746 estropiezo N || 747 pues] mas V | allende T || 748
estropiezo .V || 752 daña N | mismos NT |) 753 tibio.. V | cumple] entera-
mente add. NT || 756 apaga I"
757 tanto] a los hombres add. NT || 758 a los om. T ] corsarios 7' || 759
la] el- NT || 762 y veces om. T | les V || 763 y] om. N, a T | manera]
maña N || 766 tenía NT \\ 768 al] el NT | el] con NT
770 por el] con T ¡| 772 la guía] el agua 7' | y om. T \ que2 om. .V | baje
T || 773 por] la add. T V 775 doctrinal .V, doctrina T t| 776-777 de gran descon-
856 SERMONES. CICLO TEMPORAL
780 que hace en la Iglesia la malísima bestia fiera de la tibieza,
que se ha tragado el aprovechamiento de la virtud, significa-
da en Josef, que quiere decir crecimiento; porque, matando o
no favoreciendo el crecimiento fervoroso de la virtud, poco
a poco se viene tanto desminuyendo, hasta que del todo se
785 pierde. Contentarse debían los tibios enseñadores con su mal
propio, causado de su propia tibieza, y debíanse poner en su
propio lugar, que es aprender y mejorarse, y crecer en virtud,
y no tomar oficio para daño suyo y ajeno.
Por maravilla, y muy a pospelo se hallará hombre que
790 con eficacia reprehenda el vicio en que él está; porque ya que
no tema que los hombres le digan : Médico, cúrate a ti mismo
(porque por ventura su mal es secreto), mas aquellos latidos
que su propia conciencia le da, acobardan tanto, y el amor
que al vicio tiene le ata de tal manera, que, cuando de él
795 dice mal, es como cosa fingida, y que el modo del decir da
a entender cuán poco aborrece en el corazón lo que reprehen-
de de fuera.
No es de todos la dispensación de la palabra de Dios,
sino de aquellos que la tratan conforme a lo que ella es;
800 conviene a saber, martillo para quebrantar peñas y fuego
para encender la tibieza. Yo — dice el profeta — estoy lleno
de fortaleza del Señor para anunciar su pecado a Jacob.
Ardía con fuego de Dios, como también Jeremías dice que
le acaeció; y confortado su corazón con aqueste fuego di-
805 vino, echaba palabras de sí, que al malo hacían temblar con
temor y al tibio encendían en deseo de aprovechar con el
fuego del amor.
¡Oh Iglesia cristiana, cuán caro te cuesta la falta de
aquestos tales enseñadores, pues por esta causa está tu faz
810 tan desfigurada y tan diferente de cuando estabas hermosa
en el principio de tu nacimiento! ¿Dónde está agora aquel
desprecio del mundo con que en el principio de la Iglesia
dejaban los cristianos sus haciendas, y el precio de ellas lo
ponían a los pies de los apóstoles, significando que las des-
815 preciaban en sus corazones como tierra, polvo y lodo que
sudo om. r || 783 fervoroso om. T [| 784 disminuyendo NT || 786 propria
N | debríanse N || 787 proprio N
793 sn] la NT | propria N || 794 ata] hará N ] tal om. T || 796 repren-
de T
799 sino de -tratan] om. V \\ 801 para encender] por entender N || 802
de] la add. NT | a Jacob su pecado NT || 803 Hieremías N || 804 confortado]
de add. T || 805 con] de T
808 Iglesia] gloria T | cristiana] y add. NT || 811 ahora NT || 812 el
om. N || 813 lo] las N || 814 Apostólos N || 816 unal a V || 817 las hacien-
791 Le. 4, 23.
800 Cf. Ier. 23, 2Q.
802 Cf. Mrdh. 3, 8.
804 Cf. Ier. 20, 9.
814 Cf. \et. 4, 34-3.
EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
S57
está debajo de los pies, y no sólo esto, mas aun una vez que
los robaron la hacienda dice San Pablo que se regocijaron
de ello? Cosa nueva en nuestras orejas y más nueva en nues-
tros corazones y gente habrá que, midiendo este negocio
$20 por su corazón, digan: ¿Cómo pueden ser estas cosas? Si
tal preguntáis, responderos hemos a esta maravilla con otras
muchas que había entonces. Oíd otra: que, siendo muy mu-
chos los cristianos, dice el evangelista San Lucas que de los
creyentes era el corazón uno y el ánima una; y ahora, ¡ni
825 aun padres con hijos, ni marido con mujer, aun no tienen un
corazón! ¿Queréis otra? No sólo estos santos tan grandes,
mas otra innumerable gente, varones y mujeres, mancebos
y viejos, mozos y mozas con pobreza, hollaban la carne y
escogían más virginidad que casamientos muy ricos. Pasa-
830 ban tormentos para espantar, y muchos se ofrecían a ellos
con muy mayor alegría, que uno de nosotros ama la vida
y la busca donde la halla.
¿Qué era la causa que ponía esta vida celestial en tanta
admiración a los hombres que la miraban, muchos de los
835 cuales se tornaban cristianos, viendo tanta alteza de virtud
que tenían aquéllos, tan ajena de lo que en sí propios sen-
tían? ¿Sabéis cuál fué la causa de vida celestial? Haber pre-
dicadores, encendidos con fuego de amor celestial, que en-
cendían los corazones de los oyentes al fervoroso amor de
840 Jesucristo nuestro Señor, y usarse entonces comer de este
Pan celestial o cada día o poco menos de cada día. Y por-
que agora hay tan pocos predicadores encendidos con este
fuego y que conviden con fervor a la frecuente comida de
aqueste Pan celestial, hase quitado el comer y hase quitado
845 Ja fuerza.
Descendió el Pan del cielo para darnos vida y fortaleza
del cielo; apartámonos de él, no sé por qué; comemos falsos
o vanos manjares; con que estamos tan flacos, que con una
pequeña tentación nos caemos, y en ofreciéndose cosa que
850 toque a nuestra hacienda, aun no se espera a pelear, porque
luego damos con nosotros en tierra.
das .V || 818 de] con .\" | en,.,] a ¡V I 816-819 y no sólo esto - corazones
y] om. T || 819 había V [\ 820 diga T | Si om. V || 821-822 con otras
muchas om. T || 824 una om. V \ agora N || 828 y, om. NT | viejos] y
add. NT | y mozas con pobreza om. NT | 829 virginidad] con pobreza add.
NT || 830 ofrceíen V || 831 muy om. T |.| 832 y la busca - halla] om. N
833 que ponia -celestial] de esta vida tan celestial que ponía NT || 837
vida] tan add. NT | Haber] buenos add. T || 842 ahora N | con] en .V ||
843 comida frecuente N || 844 este N || 841-844 o cada día - pan celestiall
om. T || 844 se ha T \\ 844-845 hase quitado el -fuerza] om. V
847-848 vanos o falsos .V |-| 849 pequeña] y vana add. T || 850 a(] en T | ha-
rienda] a (o 7") nuestra honra, a (o 7~) nuestra vida add. \T
824 Act. 4, 33.
85 S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
Comulga y te afi- Y no es menester, para prueba de
cionarás a este Pan esta fortaleza y celestial vida, acor-
celestial darnos de tiempos pasados ni buscar
855 testigos fuera de casa. Determínate,
cristiano, muchas veces a comer de este pan celestial, alim-
piando tu conciencia, viviendo con el cuidado, cual debe tener
la persona que quiere conversar con Dios humanado, y ser
convidado a su mesa, y recebirle con debido aparejo en sus
860 entrañas; y acaecerte ha muchas veces que, acabada la misa
o la comunión, te sentirás tan otro del que eras, que tú
mismo té admirarás de lo que Dios obra en ella; y no te
conocerás mirando qué tal veniste y qué misericordias ha
hecho contigo nuestro Señor. Ternás un gusto de aqueste
865 Pan que has recebido, que así te quitará el gusto de la carne
y todos sus regalos, que aun de pensarlos te dará fastidio,
aborrecimiento y abominación, y te espantarás mucho cómo
cosa tan desabrida y amarga, algún tiempo te supo bien, o
cómo te venció e te dió guerra cosa tan flaca.
870 Probarás que San Gregorio dijo verdad: "Que así como,
gustada la carne, parece el espíritu desabrido, así. gustado
el espíritu, se torna desabrida toda la carne". Sentirás tor-
mento en sentarte a comer a la mesa del cuerpo, acordán-
dote de aquella dichosa hora en que fué puesto por manjar
875 de tu ánima Dios humanado, qwe del cielo decendió. Y con
esta riqueza parecerte han cosas de tan poco tomo todas las
cosas de aqueste mundo, que te parezcan un poco de humo,
que muy presto se deshace; sombra, y no cuerpo; engaño,
y no verdad; y maravillarte has, y habrás compasión de que
880 haya gente que estime cosas tan indignas de ser estimadas;
sentirás un esfuerzo tan grande, que hollarás al león y al
dragón, que es el demonio, y serte ha dado un señorío tan
alto, que ni temas disfavores, ni estimes los favores de todo
este mundo, y ni tengas temor de la muerte, ni de enfer-
885 medades, ni de pobreza, ni de necesidades, ni te verás afi-
cionado demasiadamente a la vida; y tan rico te hallarás y
tan favorido con recebir al Señor y que entre de buena gana
en tu pecho, que te veas como señor del cielo y la tierra,
853 vida] que da este pan celestial add. NT \\ 854 de] los ad4- T | buscas
N || 855 testigos] de add. N || 856 a comer muchas veces NT | de om. NT ||
857 limpiando T || 859 recebirlo T || 860 te acaecerá r |l 861 eras] cuando
te llegaste a esta mesa sagrada add. NT l| 864 nuestro Señor contigo. Ten-
drás T || 865 ansí N || 866 y] de add. NT || 867 abominación] admiración
T II 868 o om. N || 869 e] o NT
870 ansí N |l 871 ansí N \\ 875 descendió NT || 876 te parecerán T || 377
parecerán T || 879 te maravillarás T || 882 te será T |j 887 favorecido por NT 1
Señor] y experimentar que El te favorece add. NT | 888 vea*] vas V \ del]
de T | la om. T II 889 ella] el T
882 Ps. 90, 13.
859
y por todo lo que en ella hay, no trocarás esta merced de
890 que Dios humanado sea manjar de tu ánima.
Entonces sabrás por experiencia que este pan no es pan
de cuerpo, sino Pan que vino del cielo a hacer a los terre-
nales celestiales. Y como San Ambrosio, cuando iba a de-
cir misa, decía a este Señor: "Señor, hazme aquesta mer-
895 ced, que yo exprimente la dulcedumbre de tu presencia,
pues estás aquí", suplicarle has tú; "Experimente yo, Se-
ñor, la fortaleza de vuestra presencia, que dais a los que
bien os reciben". Pan del cielo les dió, y el pan de los fuer-
tes, como traslada San Hierónimo, comió el hombre; por-
900 que lo comen los ángeles fuertes en el cielo, y hace a los
hombres de flacos, fuertes.
Y aunque estos dichosos sentimientos no se comuniquen
a todos los que bien comulgan, sino cúmplese lo que dice
San Pablo: El que escasamente siembra, escasamente coge;
905 el que siembra en bendiciones (que quiere decir en abundan-
cia), también cogerá en abundancia la vida eterna, hay
gente esforzada en el servicio de Dios que pasan muchos
trabajos y hacen muchas buenas obras; y danlo todo por
bien empleado porque, cuando se ven en aquella hora di-
910 chosa de recebir a nuestro Señor, sean de El recebidos
amorosamente, y hechos participantes en la grandeza de
sus riquezas. Estos dicen al Señor lo que dijo David: ¡Dios,
Dios mió!, por las mañanas, al tiempo que sale la luz, velo
en oración a ti. Mi ánima tiene grande deseo de ti, y tam-
915 bién mi carne en muchas maneras. En la tierra desierta,
sin camino y sin agua, y en toda santidad me he presenta-
do delante de ti, para ver tu fortaleza y tu gloria. Mejor
es tu misericordia que todas las vidas, y mis labios te ala-
barán. Bendecirte he en el tiempo de mi vida, y en tu nom-
920 bre levantaré mis manos para bien obrar, para que mi áni-
ma sea llena de grosura y te alabe con labios de regocijo.
¡Qué buen consejo el de aquestos que velan en la oración,
y su carne, y su ánima tiene hambre y sed del Señor, ejer-
cítanse en la vida áspera de la penitencia, procuran de al-
892 cuerpo] ni que se cogió en las liazas de la tierra add. NT | sino]
quese add. S \ a,] para NT |¡ 834 aqueste T | Hazme, Señor \T | esta .V ||
895 experimente NT || 896 Señor om. T ;; 896-837 pues estás aquí - presen-
cia] om. V || 897 das V \\ 898 os] te Y \\ 899 Jerónimo come T || 901 de
Om. T |! 902 Y] de fuertes más fuertes add. NT
904 Coge] y add. T || 9C5 el] que quien N || 911 las grandezas N || 914
gran T || 917 ver <,m. N |¡ 919 te bendeciré T | en,] todo add. T \\ 921 de_]
redaño y de add. .\'T | y] mi boca add. ST | recocijo N
922 consejo] consuelo V || 923 alma T |! 924 ejercitándose NT | procuran
896 Pseudo-Ambrosio, Precat. I m praep. ad Missam, 4 : >IL
17, 831.
899 Cf. Ps. 77, 24-25; San JERÓNIMO, Div. Bibüoth., Ps. 78 (ML
'8, 1251) : «Triticum caeli dedil eis : pane 111 fortiuni comedil vi».
906 Cf. 2 Cor. q, 6. 021 Cf. Ps. 62> 1-6. 923 Mt. 5, 6.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
925 canzar santidad para presentarse delante de aqueste Señor
que es fortaleza y gloria del Padre! Hacen buena vida, y
no presumptuosos ; mas confían en la misericordia de Dios,
y alaban a El y no a ellos. Bendícenle en lo que les acaece
en su vida, y, confiados del socorro de Dios, alzan sus
930 manos y emprenden cosas fuertes para El; y vales tan bien
en la comunión, que su ánima es llena y rellena de grosura
de amor y devoción entrañable; y habiendo también comi-
do y gustado la celestial dulcedumbre, alaban al Señor, no
con alabanzas frías y secas, mas con mucha alegría, seme-
935 jabíes al dulce corazón de que salen.
Cúmplese en ellos lo que está escrito: Comerán los po-
bres, y serán hartos; alabarán al Señor los que le gustan;
y con este manjar de vida vivirán sus corazones en el siglo
del siglo. Si trabajan, bien les pagan; si sudan, comen su
940 pan; vanse cada día apurando más, creciendo en justicia,
y con la participación del pan celestial haciéndose cada
día más celestiales y tan divinos, que, como Orígenes dice,
los hombres no los conocen, por estar tan reformados y
transformados en Dios; y en fin, viven una vida tan bien-
945 aventurada, que sólo el Señor, que la da, y los que la ex-
primentan, saben cuál es.
Verdad es que esto no es siempre, porque no sea tan
contino el paraíso en la tierra. Y escóndeles el Señor su
amor y quítales su dulcedumbre, para que no se asgan a
950 ella más de lo que es razón y lleven cruz de desconsuelo in-
terior que los ejercite y humille, porque esto es más seguro
para este destierro. Cuando así te acaeciere, cristiano, no
te desmayes por ello; no dejes tu buena vida ni te apartes
de aquesta mesa sagrada; que la dulzura y consolación de
955 que algunas veces careces, con sufrirlo en paciencia la ter-
nás guardada para cuando vayas ál cielo.
Lo que debes procurar, y te amonesto que adviertas, es
que, si el Señor algún tiempo te ha tratado con estos espi-
rituales regalos y se te hayan quitado por alguna culpa de
960 liviandad, o negligencia, o desagradecimiento, o cosa de
aquéstas. Y si en ello has caído, pon el remedio conforme a
de] procurnmlm ST || 926-929 y no presumptuosos - su vida y] om. V \\ !)29
del] en el T || 930 para] por NT | 933 dulce lumbre V || 934 y] ni ST \
con2] de NT
936 escrito] escripto N, escripto por David T || 937 hartos] y .irfrf. T | ¿rus-
tan] buscan T || 939 de los siglos T | trabajan] bien add. T [| 940 pan] y
ellos (a) aparejarse (aparejándose T) cada día mejor, y el Señor a hacerles
en esta mesa nuevas mercedes adil. NT \ apurando] aparejando .V || 945 los]
ellos NT || 946 experimentan NT
947 es om. N | tan om. NT || 948 continuo NT || 950 llevan .V || 951
les NT II 962 ansf .V | acaezca T || 956 tendrás 7"
957 debes] de add. NT | amonesto] mucho add. ST || 959 y] no NT || 961
si en] sin V v
939 Cf. Ps. 2i, 27.
55- RN LA LNFRAOCIAVA UíL CORPUS
la culpa, y el Señor hará contigo lo que mejor te estuviere.
Y si no eres de aquellos que se aparejan con tanto es-
fuerzo para esta mesa sagrada, ni sientes lo que ellos sien-
965 ten cuando comulgan, procura de mejorarte en el servir,
para que él Señor, cuando fueres a su mesa, tienda su mano
en te galardonar. Y espérale, que El volverá y te mirará;
y por muy poco que te dé de aqueste sagrado convite, lo
debes en más estimar que si todo el mundo te diese. Más
970 vale un poco de oro que muncho de lodo; y sin ninguna
comparación una sola migajita que el Señor te da de aques-
ta celestial mesa que cualquier bocado que te dé el mundo,
por grande que sea. Toda razón pide que lo que aquí se da
sea de mucho valor, pues creemos que él mismo Señor se
975 aposenta en nosotros con verdadera presencia real. Y pues
un hombre rico y piadoso que condeciende a visitar los po-
bres de un hospital, no se debe creer que se saldrá de allí
sin les hacer misericordia, ¿qué podremos esperar siendo
Dios riquísimo y dándosenos El mismo, sino que quien a
980 sí mismo se da no habrá cosa que no dé? ¡Alabada sea, Se-
ñor, tu bondad para siempre!
Figurado fué este Bastantes mercedes son aquestas que
convite en el que Dios de presente da a los que a su
hizo el rey Asuero mesa sagrada se allegan para des-
985 pertar nuestra hambre, y poner es-
puela a nuestra pereza para que corramos a esta mesa di-
vina a gozar de sus bienes. Mas para que más entiendas
cuánto te cumple ser convidado de aquesta mesa, por mucho
que te costase, has de saber que ansí como este divino
990 convite es cumplimiento de muchas figuras pasadas, es tam-
bién figura del convite del cielo, que se ha de hacer a los
que comieren como deben de aqueste divino Pan que decen-
dió del cielo a la tierra.
Figurado fué este convite, de que agora gozamos, en
995 el pan y vino que ofreció Melquisedec. Figurado fué en el
maná que llovió Dios a los padres en el desierto. Y más por
extenso fué figurado en aquel famoso convite que el gran
rey Asuero hizo en la ciudad de Susán en el tercer año de
su imperio a todos los príncipes y esforzados caballeros de
970 mucho NT ¡| 971 sola om. T | comparación] es más preciosa (pre-
cioso N) add. NT \ migaja NT | dé XT \\ 974 sea] es NT H 976 condescien-
de T 1| 978 les om. T || 980 se] nos add. T \ no dé] niegue NT || 081 para
siempre tu bondad NT
986 espuelas ST I nuestra] vuestra N ¡ para - corramos] y correr NT |
989 así T | 991 ha] tiene T | 992 descendió NT
994 ahora NT || 998 Sasan ¡V || 999 principales N | de] ya T || 1001
para] en add. T
QQS Cf. Gen. 14, 18.
996 Cf. Ex. 16, 14.
862 SI UMOXfcS. CICLO TEMPORAL
1000 todo su reino; del cual diremos aquí, dejando las otras
figuras para sus lugares.
Quiso aquel rey, según la Escriptura divina dice, en-
señar las riquezas de la honra de su reino y los deleites
que podía dar según la grandeza de su poderío; y en un
1005 portal que estaba cerca del palacio real y cerca de un
huerto' de mucha frescura, como convenía a la majestad del
rey, mandó poner las mesas para los convidados, y encima
de ellas muchos doseles de color blanco y colorado y de
jacinto, los cuales eran sustentados con cuerdas de holan-
1010 da y carmesí y atadas a unas colunas de mármor para que
se tuviesen; y con este amparo eran defendidos los convi-
dados del sol y del agua, para que mejor pudiesen gozar
del convite. El suelo del portal era de piedras preciosas y
maravillosamente adornado, encima del cuál había lechos
1015 de oro y de plata en que se acostasen los convidados para
comer, porque era uso que entonces se usaba.
Los platos y tazas eran de oro, y había tantos, que
los mudaban de unos en otros, y no era menester que uno
para beber aguardase a que otro convidado hobiese bebido.
1020 El vino era muy excelente, como de rey, y había en grande
abundancia. Y porque no hubiese convidado que recibiese
algún sinsabor, mandó el rey a todos los que habían de pro-
veer las mesas que ningún convidado fuese constreñido a
beber cuando no quisiese, o más de lo que quisiese, sino
1025 que en todo se guardase su contentamiento.
A algunos parece que primero hizo convite a los princi-
pales de su reino, que duró muchos días, y después convi-
dó a todos, chicos y grandes, cuantos había en la ciudad,
por tiempo de siete días. Y otros dicen que el aparejar el
1030 convite duró muchos días y que fueron juntamente convi-
dados los principales y los otros, chicos y grandes.
Famosa figura de este divino convite; pero más famoso
es el cumplimiento de lo figurado. Asuero era rey de una
poca de tierra, y Jesucristo nuestro Señor es del cielo y
1035 tierra, y tiene escrito en su muslo, según dice San Juan:
Rey de reyes y Señor de señores; porque, aun según hom-
bre, es Señor de todas las cosas.
1002 Escritura T | divina om. NT || 1004 en om. V || 1010 columnas N |
marmol NT || 1016 uso] y costumbre add. NT
1019 aguardase para beber NT I hubiese T || 1020 como] vino add. NT \
había] de ello add. NT \ en grande] grandísima T || 1021 hobiese N || 1022
el rey om. NT | habían] tenían cargo ¡VT
1026 principales] príncipes NT || 1628 todos] los add. N || 1029 el}] del
NT || 1030 muchos días] mucho tiempo NT || 1031 principales] príncipes NT
1032 convite divino NT || 1C33 lo] la .V, esta T | figurado] figura NT \\
1033-1034 un poco .VT | nuestro Señor din. .V M 1035 escripto N || 1036 y
om. N || 1037 es] El add. T
K.25 Esth. i, .(-8.
1036 Apoc. ig, 16.
55- BN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
863
Quiriendo, pues, este benditísimo Rey enseñar la gran-
deza de sus riquezas, que son virtudes y gracias, y los de-
040 leites que hay en El, quiso en el tercero año de su reinado,
que fué en el tiempo de la gracia, en la ciudad de Hieru-
salem, sobre cuyo monte dice el mismo Señor por boca del
profeta David: Yo soy constituido Rey por la mano del
Padre sobre Sión, y en el cenáculo que está sobre el monte,
045 cenando con sus discípulos, tomó en sus sacratísimas ma-
nos pan y vino que estaba en 'la mesa, y, después de lo ha-
ber consagrado, lo dió a comer y beber a sus doce apósto-
les que había de constituir príncipes sobre toda la tierra;
y dándoles poder para hacer lo mismo que El había hecho;
050 y también a los sacerdotes derechamente ordenados; convi-
dó también a todos los cristianos, chicos y grandes, no de
una ciudad, sino de todo el mundo universo.
Y si el otro convite duró siete días, éste durará no sólo
semanas, días, y meses, y años, sino por todo el tiempo
1055 que el mundo durare, que significa el número de siete, y
en tiempo de una semana, porque todo el tiempo por estos
siete días se arrevue'lve y luego lo comienzan otros siete
de nuevo.
Mas si este convite tanto excede al otro en lo mucho
1060 que dura, ¿quién tendrá lengua para decir cuánto le excede
el manjar y el vino que en él se dispensa? Animales y aves
• y pan sería lo principal de aquel convite, y el vino sería
añejo,, de buen color, olor y sabor, producido de las vides
de la tierra. Y en cumplimiento de aquella figura, tenemos
1065 nosotros aquí en este convite al manjar que del cielo de-
cendió, que es el Verbo de Dios. Este es el manjar que co-
memos; y en lugar del otro vino, bebemos su divinal san-
gre. ¡Nuevo convite, nunca oído ni visto; ni corazón de
hombre tal pensó, que la divinal bondad tanta manifesta-
1070 ción diera del amor que tiene a los hombres para gloria
suya !
Si quiso enseñar sus riquezas, muy bien acertó en tomar
1038 Queriendo NT | pues om. NT | bendictísimo .V | Rey] de reyes y
Señor de señores add. T || 1040 deleites] santos add. NT \\ 1041 Jerusalén
T || 1042-1043 del profeta] de T || 1043 por] de NT |l 1044 sobre,] su monte
santo add. NT | está - monte] en aquel monte está NT |l 1046 vino] de Jo
add. NT || 1047 haberlo .V | sus] los T | Apostólos V || 1049 hecho] a ellos
add. NT |l 1050 también om. NT
1053 días] o ciento y ochenta add. NT este] dura y add. N | solo] so
V || 1054 semana de NT | y,] ni de NT yj ni de T \\ 1055 que2] se
add. NT | el2] en NT || 1057 'revuelve NT ¡ luego om. NT
1060 terná .V | excede] en add. NT \\ 1061 y,] en add. NT yj o NT
1062 y pan om. T || 1063 color om. NT || 1C65 al] el NT II 1066 descendió]
santísima carne, santísima ánima, excelentísimo pan add. NT || 1067 divinal]
bendita T || 1068 visto] hasta que Dios lo ordenó add. NT " 1069 divina 7
IO44 Cf. Ps. 2, ft.
1048 Ps. 44, 17.
864 SERMONES. CICLO TEMPORAL
este medio, pues con las cosas que aquí hace se manifiestan
las riquezas de su sabiduría, bondad y misericordia, de tal
1075 manera, que este sacrosanto misterio se llama, según hemos
dicho, gloria de Dios, por cuya participación los pobres
son hechos ricos. Los platos y copas en que se come esta
carne y se bebe esta sangre son la consideración amorosa
de los beneficios que este Señor nos ha hecho.
1080 El manjar uno es; mas si consideras que este Señor se
hizo hombre por ti, nació en pobre casa, fué puesto en pe-
sebre por ti, y a cabo de ocho días derramó su preciosa
sangre, y después huyó a Egipto, y tornado a su tierra se
cansó por los caminos, padeció muchas persecuciones, y al
1085 fin da la vida mayores, y perdióla en la cruz por ti; fué
sepultado y resucitó por nuestra justificación, subió a los
cielos a parecer delante del Padre abogando por nosotros,
enviónos el Espíritu Santo, y El mismo se nos pone en el
altar para que lo recibamos: ¡oh cristiano, y qué hartura
1090 recibiría tu ánima si no comieses este sagrado manjar así
de priesa y todo junto, sino que lo repartieses en estos bo-
cados! Cada uno de los cuales es tan grande, que se puede
repartir en otros y otros, y el menor de ellos es más pre-
cioso y más deleitoso que todo lo que en el mundo pue-
1095 de ser.
Pide a Dios ojos interiores para saber mirar y estimar
lo que te ponen delante cuando comulgas, y con amorosa
memoria dile : "Señor, vos sois el que por mi amor decen-
distes del cielo; vos el que nacistes y moristes por mí".
1100 Y ten por averiguado que así como nunca faltó el aceite a
la viuda de Elíseo, hasta que le faltaron vasos en que lo
echar, nunca a ti te faltarán manjares en este manjar, si
no te falta devota y amorosa consideración. Y digo amo-
1072 en] a T \\ 1073 niagniliestan ¡V j| 1077 ricos] de riquezas espirituales
y eternas. Y si (.si om T) quiso enseñar la grandeza de sus deleites, muy
buen aparejo hay en aqueste divino manjar aparejado con dulcedumbre al
pobre y sabrosísimo de gustar sobre todos los sabores. Porque como (como
om. T) conforme al ser de la cosa, ansi (así T) se ha su sabor, siendo Dios,
tfl que comemos, Bien sobre todas las cosas y dulcedumbre infinita, mani-
fiesto es que se (se om: T) nos manifestará bien su deleite, encorporándonos
en él mediante esta santa comida ; como una pera metida en un mar de
azúcar dulcísimo, y por todas partes y hasta lo último de ella penetrada de
él. Y (Y om. T) add. NT || 1079 hecho] desde que se hizo hombre por nos
(nosotros T) hasta el punto que los irnos (vamos T) a recebir en el al-
tar add. NT
1C83 tornando T |l 1084 caminos] y add. T || 1087 nosotros] nos N |¡
1089 lo] Je T | hartura] y qué dulcedumbre add. NT || 1090 recebiría T |¡
1091 lo] le T | en] a on V \\ 1093 otros,] otro NT || 1095 ser] haber NT
1099 dcscendistes N, descendisteis T | nacisteis T, venistes add. N, vivis-
teis add. T | y om. N | moristeis T || 1100 ansí N || 1101 faltaron] los
add. NT || 1102 echarlo T || 1104 vasos y platos T || 1105 significaba T | al]
el T | como] a add. N || 1106 queréis .V | gustar] de add. T
1086 Rom. 4, 2.5.
itot Cf. 4 Reg. 4, 6.
55- EN LA INKRAOCTAVA DEL CORPUS
865
rosa, porque los platos y vasos del otro convite eran de
105 oro, y el oro significa al amor, como cosa más preciosa de
todas; y si quieres gustar este manjar y chupar esta sangre,
lleva contigo vaso de amor, porque de otra manera no se
comunicará contigo este divino manjar, guisado con gran-
deza de amor.
llio Hermoso era el suelo del otro convite; pero más hermo-
sa es la fe — 'fundamento de todo bien — , que excelentemente
se ejercita en este divino Misterio, por ser cosa sobre toda
razón. Y/ no dejes pasar en olvido que sobre el suelo esta-
ban camas de oro y de plata, sobre que se recostaban para
1H5 comer; para darte a entender, que si quisieres comer con
provecho y sabor de este divino manjar, has de traer tan
buena conciencia de esperanza y caridad, y otras buenas
obras, que no te remuerdan y acusen, sino que descanses
en ella con mucha paz.
1120 Y los doseles del otro convite, que defienden de los im-
pedimentos que se podían ofrecer a los convidados, son las
doctrinas de la Iglesia y de los santos pasados, que nos
defienden de los errores y tentaciones del dimonio, y de
nuestras ignorancias, y de todo aquello que nos puede ser
1125 impedimento para no poder gozar de este convite como de-
bemos. Estos santos son columnas firmísimas que sustentan
esta verdad de este divino Misterio; hombres en quien Dios
habló, hombres de santa vida, que con su santidad y con
el derramamiento de la sangre por Jesucristo, cobraron tan-
1130 ta auctoridad, que tienen a los hombres en pie su doctrina,
así como las columnas del otro sustentaban los doseles con
cuerdas de holanda y carmesí; porque hallarás que estos
santos tuvieron mayor blancura de limpieza de vida que
una fina holanda, y fueron tan encendidos en el amor del
H35 Señor, que derramaron su sangre, con que fueron teñidos
mejor que ningún carmesí.
Y una cosa queda por decir, que no es la menor; que
no había en aquel convite quien constriñese a beber, por-
que el vino debía de ser tal, que él mismo convidaba con-
1140 sigo, y antes sería menester freno para no beber tanto que
forzarles a que lo bebiesen ¡Oh dulcísima sangre! ¡Oh pre-
ciosísimo vino! ¿Quién nos ha cerrado las orejas? ¿Quién
1110 pero om. XT || 1115 comer,] con descanso add. NT | quieres T || 1118
remuerda ni acuse N
1121 podrían V || 1122 dotrinas T || 1123 del demonio IV, de los demonios
T || 1125 poder om. T || 1126 colunas T || 1127 esta] santa add. NT | en]
a T || 1128 santísima ¡VT | su] la NT | santidad] de su vida add. NT ||
1129 Jesucristo] nuestro Señor add. T |1 1130 autoridad NT | a Jos hombres
om. NT | en pie] siempre V \\ 1131 así om. NT | colunas NT || 1135 derra-
maron] por El add. T
1140 para] y que constriñiesen (constriñesen T) a ST | tanto om. tí ||
1141 bebiesen] hiciesen N |l 1142 las orejas] los ojos NT || 1143 cerrado]
B.Aviltx i 28
866
SERMONES. CICLO TEMPORAL
ha cerrado nuestro apetito, para que no conozcamos tan
grande valor, no gustemos tu dulcedumbre y sintamos tan
1145 mal de ti, que sea menester que los predicadores os impor-
tunemos con tantas palabras a que vais a comer y beber
este celestial pan y vino, que esfuerza y alegra nuestro co-
razón? Y lo que peor es: que hay algunos que sea menester
que los fuercen el perlado y la justicia, para que vengan
1150 de mala gana a la mesa de 'la buena gracia, donde el Señor
de tan buena gana se da.
¡Oh válame Dios, y qué diferentes caminos andamos tú,
Señor, y nosotros! Tú vienes del cielo muerto de hambre
por mantenernos, y el hombre no ha gana de ti y huye por
1155 no recebirte. ¡Adolécete, Señor, de cuan errados caminos
andamos y métenos por tu misericordia en los caminos de
verdad y de amor, para que, pues vienes con gana de te
nos dar, vamos a ti con gana de te recebir!
¡Cristiano, que es menester rogarte que comas de este
1160 sagrado manjar y bebas de este dulcísimo vino! Verdade-
ramente El por quién es, por.su hermosura y bondad, me-
rece que lo amásemos tanto y tuviésemos tanta hambre de
ir a El, que las voces que agora os damos los predicadores
rogándoos que vais, habían de ser deciros que, aunque el
1165 vino es dulcísimo y vuestra sed grande, que os templásedes
en el beber, que por ventura comíades más que vuestros
trabajos merecían.
El convite eucarís- ¡Plega a tu misericordia que venga
tico, figura del con- ya aquel día en que faz a faz te
1170 vite del cielo veamos, para que tu hermosura cla-
ramente vista despierte en nosotros,
como San Juan Evangelista dijo, concupiscencias eternas!
Verná, y vuestros ojos verán claro a este Señor que
agora veis escondido, si queréis aprovecharos de este con-
1175 vite, que, como es cumplimiento de las figuras pasadas,
así es figura del convite que está por venir. No figura en
lo que toca al manjar, porque el mismo que aquí comemos
en fe es el mismo que comeremos allá en su misma esp°cie.
Que por esto dijo San Juan que vió en las dos riberas de
derribado NT || 1144 sentimos N H 1146 vayáis 7" || 1149 les fuerce NT | pre-
lado NT | para] y N || 1150 mesa] misa V || 1151 tan om. N
1155 Adolécete] Duélate N l| 1156 de] tu add. NT || 1157 d«,] tu add. NT I
con] grande add. T \\ 1157-1158 dártenos vayamos T
1160 Verdaderamente] merece add. NT || 1161 y] por su NT || 1162 me-
rece om. NT | lo] le T || 1163 ahora NT || 1164 había NT
1168 Plegué 7] Señor add. NT || 1169 te] nos T || 1172 concupiscencias]
con sus paciencias V | como San Juan - eternas] deseos eternos T
1173 Verná] cierto verná add. NT || 1174 ahora NT | ascondido N || 1175
las] la ¡V || 1176 ansí N II 1178 allá comeremos T ' mismal prorpria ¡V.
1146 Cf. Eccli. 44, 20.
1178 Cf. Ps. 104, 15.
5¿. EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
867
180 un río que salía de la silla de Dios, árbol y no árboles;
porque de la una parte del rio, que es el cielo, está Jesu-
cristo nuestro Señor mantiniendo los de allá; y a la otra
ribera, que es la Iglesia en que estamos, está el mismo
árbol de Vida mantiniéndonos como manjar. Y aunque en
.185 el sitio local hay muchas leguas de esta ribera a la otra,
de la tierra al cielo; mas para quien bien come de este
manjar, muy cerquita está el convite del cielo; sigún está
figurado en el convite pasado, que fué hecho en un portal
cerca del huerto del rey; y aquella bienaventuranza del cielo
1190 es llamada por nombre de paraíso, que quiere decir huerto,
por ser cosa fresca que da mantenimiento y deleite ; y antes
de él está el portal, que es la Iglesia; y aquello y esto se
llama un reino de Dios, y se llama paraíso y huerto cerra-
do. De manera que, como en los nombres somos cercanos
1195 al cielo, así lo seremos en entrar allá, si sabemos aprove-
charnos bien de aquesta mesa sagrada.
En la cual, aunque esté el mismo manjar que en el
cielo está, y cuanto a esto no sea figura, mas cuanto al
modo del comer y cuanto a otras circunstancias es gran-
1200 dísima la ventaja que aquel convite del cielo hace al que ce-
lebramos en la tierra, como este convite excede a las cosas
que lo figuraban. Por un pequeño templo, en que aquí ce-
lebramos este convite, allá hay la inmensidad del cielo, en
cuya comparación lo de acá es un punto. Aquí hay músicas
1205 de alabanzas divinales, para que mejor nos sepa el manjar;
allí hay música de innumerables cantores, que no descan-
san noche ni día alabando al que los crió. Este Señor que
aquí está Rey es; no está solo, que muchos ángeles están
con El, aunque no los vemos; mas pocos son en compa-
1210 ración de los que están allá, pues millares de millares le
sirven y diez veces centena de millares asisten a El. El suelo
en que se hace el convite de acá precioso es; mas las plazas
de aquella ciudad que San Juan vió, son de oro purísimo.
Encubierto está aquí este Señor para mérito de nuestra
1215 fe; allí es visto faz a faz para galardón de los que aquí
trabajaron. Abrimos aquí la boca y recebimos su santísimo
cuerpo en nuestras entrañas; mas aquella conjunción que
en el cielo habrá cuando nuestra alma se junte con la divi-
propia T ¡i 1179 dice T | que] él add. T \\ 1182 manteniendo a add. NT ||
1184 de] la add. T | manteniéndonos NT |] 1186 aqueste NT || 1187 según
¡VT |! 1191 ante NT || 1193 llamaba,] N | un om. N || 1195 ans£ N
1197 está .V H 1197-1198 que en el cielo está om. NT || 1199 del] de NT ||
1200 la om. T | ventaja] la add. T || 1201 como] con T || 1203 hay allá
NT || 1204 música NT |¡ 1206 allá T | cantares T || 12C8 es el Rey N, es
Rey T || 12C9 mas om. T || 1210 le] lo T || 1211 centenas T
1215 trualardón ¡V 1216 trabajaren NT '! 1218 ánima NT, '! 1219-1220 es
Il8o A DOC. 22, 2.
lili Cf. Dan. 7, io.
868
SERMONES. CICLO TEMPORAL
nidad, ¡dichosos los que la gustan!, que a nosotros inefable
1220 es. Un hierro metido en un fortisimo fuego de fragua todo
se penetra del fuego y parece que es el mismo fuego; y
cuando el sol se encorpora con una nube, párala tan lu-
ciente, que semeja al mismo sol; mas todo esto, y más que
se puede decir, es bajo en comparación de aquel intimo
1225 ilapso, por el cual en el cielo el ánima es hecha un espí-
ritu con Dios y queda Dios más dentro de ella que ella mis*
ma consigo.
¡Oh junta honrosa, deleitosa y bastantísima a hacer un
ánima enteramente bienaventurada! No tienes precio, no
1230 tienes nombre; sobre todo pensamiento y deseo te has le-
vantado, y eres un maná abscondido, que sólo el que lo
recibe lo sabe.
El deleite se causa de juntarse una cosa con otra que
le es conviniente, de una cierta proporción, que hace dos
1235 cosas semejables y que venga una con otra Mas ¿qué len-
gua habrá que diga cuán bien, cuán propio, cuán ajustado
viene Dios con el alma? Pues día es criada a imagen de
El, y la junta es indicible, el amor es indicible, y así lo son
los deleites. Tiene esto la infinita hermosura de Dios, que,
1240 en siendo visto, causa en sus miradores una hambre y sed
de espiritualmente comerlo y beberlo, y de tal manera les
roba los corazones, que ninguna saeta tan recia va a dar
en un blanco, cuanto ellos van a juntarse con Dios; y se-
gún la hambre, así es la hartura. Y aunque el cuerpo tenga
1245 sus corporales placeres que toma de las criaturas, mas el
ánima y sus potencias, como son más excelentes que las
corporales, cuando allí se emplean todas en su Criador,
gozan de un deleite tan verdadero, que la menor gota de
aquel dulcísimo vino es más precioso que todos los deleites
1250 de acá, y quien de aquello bebiere, de todo lo demás tiene
muy apagada la sed. Y como el ánima es incorruptible y
eterna, y el manjar mucho más, la hambre — para que el
manjar sepa bien — es grandísima, el manjar está muy con-
junto con ella, comen siempre con hambre que no ator-
1255 menta, sino que alanza el fastidio; y aunque la divina esen-
cia sea una, sus perfecciones son infinitas, e ya contemplan
inefable T || 1220-1221 de fragua -fuego y] om. T || 1222 incorpora T || 1223
sol om. V |¡ 1224 pueda N | es] muy fldd. NT
1228 honrosa] oh add. T || 1231 escondido T
1234 conveniente NT [| 1235 y om. NT \\ 1236 proprio .V || 1237 ánima
NT || 1238 indecible ¿V] y add. NT | indecible, N | ansí ¡V l| 1240 vista NT |
miradores] amadores' T || 1243 con] a T || 1244 ansi .Y || 1248 de, om. T ||
1249 preciosa NT || 1250 de todo lo demás om. V || 1251 incorrutible T | 1254
conjunto] junto T || 1256 e] y NT | contemplan] en add. T \\ 1257 e
om. NT | ya] en add. T || 1258 qué de nuevo NT
I22Ó I Cor. 6, 17.
1235 Santo Tomás, Sv/mima, 1-2, q. n, a. 1 ad 3.
EN LA LNFKAOCTAVA DEL CORPUS
una, e ya otra, comiendo siempre y hallando siempre de
nuevo que comer.
Son servidos en diversos vasos con diversos manjares,
¡1260 no en la esencia, sino en la consideración; y todos son de
oro, porque están encendidos en perfectísimo amor; y no
es menester que les constriña nadie a comer y biber, por-
que la hermosura, bondad y dulzura de Dios los saca de
si y los junta consigo con suavísima fuerza.
L265 Aquí tenemos doseles de doctrina de santos y de la
Iglesia, que nos defienden de los errores e impedimentos que
nos puedtn turbar nuestra sagrada comida; mas allí no ha-
bremos menester este reparo, ni la lumbre de fe, porque
claramente veremos todo lo que aquí creemos, sin poder
1 1270 en ello dudar. Los doseles que allí los cobijarán serán las
alas divinas, que así los terná amparados debajo de su som-
bra como la gallina tiene sus hijos, morando en ellos, y
ellos en El; gozoso de hacerles bien, y gozosos ellos de re-
cebirlo; sus deseos tan llenos, que no tienen más que de-
1275 sear, y nunca ellos pensaron ni desearon que era tan grande
el bien que de la mano poderosa de Dios habían de recebir.
Ellos están asentados a aquella mesa divina, comiendo
del pan celestial sin velo ninguno; nosotros estamos acá en
este miserable destierro. Y aunque somos dichosos por co-
1280 mer del Pan que del cielo -vino, tenemos por qué llorar,
porque ni sabemos comer ni se puede comer acá tan bien
como allá. Y no es maravilla, porque esto es figura cele-
brada en este destierro, que más es para despertar hambre
que para quitarla, y el cumplimiento de ella está allí, donde
1285 está escrito que serán embriagados de la abundancia de la
casa de Dios, y les dará a beber con el rio de su deleite.
Gocemos entretanto, hermanos, de este deleite, y sus-
piremos por aquél; agradezcamos éste, alleguémonos a él,
y tememos una prenda y señal de ser convidados del otro.
1290 El que se apartó de Estad muy atentos a lo que pasa
la mesa de Dios, se- en este convite y veréis una clara
rá apartado figura de cómo le irá a cada uno
en el día del juicio que está por
venir. San Augustín dice que la cruz donde el Señor fué
1259 sorbidos V | vasos] y add. :V || 1262 los constiña .V || y] ni T
1265 y om. T f| 1266 c] o .V || 1268 este om. .V | la om. NT || 1269-1270
poder en ello] poderlo T || 1270 El dosel NT | allí los] allisto .V | cobijará
NT | será JV ¡| 1271 ansí ¡V | amparados] emparedados V \\ 1272 tiene] a
add. NT || 1273 gozo V | hacerlos .V || 1274 recebirle .V | deseos] son add. T \\
1275 desearon] ni imaginaron add. N
1277 sentados .V | divina] y add. NT \\ 1281 ni se puede om. V || 1282
porque] pues que ST \\ 1285 escripto .V U 1286 les] los NT
1288 aquél] y add. V I alleguémonos] alegrémonos V 1289 señal] de que
hemos add. NT
1271 Cf. Ps. 16, S. 1272 Cf. Mt. 23, 37- i*86 Cf. Ps. 35, q.
870 SERMONES. CICLO TEMPORAL
1295 crucificado, "no sólo fué tormento de quien padecía, mas
también fué silla de Juez que daba sentencia". Dos culpa-
dos tenía a los lados este Juez; y [a] aquel que confesó
sus pecados y le dijo: ¡Señor, acuérdate de mí cuando es-
tuvieres en tu reino!, lo perdonó, y aquel mismo día lo llevó
1300 a paraíso, y lo hizo convidado de su mesa divina, compa-
ñero de los santos y de los ángeles, que comen a Dios y se
mantienen de El para siempre. ¡Dichosa suerte, por cierto,
y copiosa paga de su confesión! Y por el contrario, desdi-
chado el de la mano izquierda, que, por no hacer lo que
1305 el otro hizo, perdió el convite de Dios y fué sentenciado
a serle manjar de la muerte que lo pazca, y sin acabarlo,
lo esté siempre matando mientras Dios fuere Dios.
Pues aquello que en la cruz pasó, de ser salvo el que
estaba a la mano derecha, y condenado el que a la izquierda
1310 mano, que fué figura del día postrero, cuando el Señor, que
fué de los hombres juzgado y condenado, venga en las nubes
del cielo con gran majestad y absuelva a los de la mano
derecha y condene a los de la mano izquierda, esto mismo
se representa en esta mesa sagrada: mal de unos, bien de
1315 otros, si hay ojos que lo sepan mirar.
¿Qué piensas, hermano, que es paraíso? Es un juntar-
se con Dios y decir El: Venid, benditos de mi Padre, a
poseer el reino que está aparejado dende el principio del
mundo. ¿Y qué piensas que es infierno? Ser alanzado un
1320 hombre de la mesa de Dios, llena de hartura y de lumbre,
y echado en las tinieblas de fuera con la voz del Juez, que
dice: Apartaos de mí, malditos de mi Padre, al fuego eterno
que os está aparejado.
Juntarse con Dios es paraíso; apartarse de Dios es in-
1325 fiemo. "Pues dime, cristiano — dice San Cipriano — : tú que
te apartas de este sagrado convite, en el cual está Dios,
¿no ves que ya das señal en esta vida presente de lo que
te ha de acaecer en el terrible día del juicio que está por
venir? Tú mismo te apartas de Dios; tú mismo das la sen-
1330 tencia contra ti; no te hará Dios injuria en aquel día de
1291 convite] en este tiempo presente add. NT || 1294 Agustín T || 1297
acuel] al NT | que] conoció y add. NT | confesó] consejo N || 1299 reino]
y add. N | lo ] le NT | mesmo T || 13C0 a] al T | lo] le NT || 13C6 serlel
ser él NT || ¿307 lo om. NT | matando] lamentando T
1308 salvo] en add. N || 1310 mano om. T | quei om. I" [| 1313 mano
om. T | mesmo 7" || 1314 se om. T
1316-1317 juntarse con] sentarse T || 1317 de] del JV ]| 1318 que] os
add. NT | dende] desde NT || 1320 de4 om. T || 1323 os om. T
1328 te om. T |¡ 1329 mismo, om. .V |) 1330 ti] mismo add. N | injuria]
1296 San Agustín, In lo. Ev., tr. 32.. c. 7, 11 : ML 35, 1642 ;
Serm. 285, 1 : ML 38, 1294.
T299 Le. 23, 42. 1321 Mt. 8, 12.
1312 Cf. Mt. 24, 30. 1323 Cf. Mt. 2,s, 41.
1379 Cf. Mt. 25, 34.
EN LA INFRAOCTAVA OEL CORPUS
873
apartarte de sí, aunque tú mucho le ruegues, y todo el cielo
y la tierra, que te junte consigo, pues que agora tú te apar-
tas de El de tu propia voluntad, y con tanta porfía, que,
aunque te rueguen predicadores y el mismo Dios que te
.335 está convidando, te haces tan sordo como si no valiese nada
con lo que tf convidan, o como si podías valerte sin ello,
o como si Dios, que te lo ruega, no fuese nadie". ¡Ay de
ti para en aquel día en que Dios entrará en juicio contigo,
y será la sentencia: "El que ignoró, será ignorado; el que
L340 de mí se apartó, será apartado"!
La comunión inflo- Otra señal tienen, por cierto, las
ma con el despo del ovejas de nuestro Señor, que según
eterno convite su flaqueza se aparejan para, con
'limpia conciencia, venir a comer de
1345 este Pan celestial, conociendo y confesando sus culpas y su-
plicando al Señor que se acuerde de ellos cuando venga a
juzgar; y recibiendo su santísimo cuerpo, van aprovechan-
do en la buena vida v juntándose con el ánima cada día
más a nuestro Señor. Este Pan que del cielo decendió, obra
1350 en ellos desprecio de las cosas de la tierra y levántales con
| su poderosa fuerza a que deseen las cosas del cielo y sus-
piren por ellas; porque, como es pan que deciende de alto,
tien° virtud para subir al hombre a tan alto como El de-
cendió; y a=í los inflama con el deseo de aquel eterno con-
1355 vite, y así es^án ligeros para correr él camino de los man-
damientos de Dios y fuertes para sufrir lo^ trabajos y ten-
taciones, de cualquier manera que sean. Todo lo tienen en
poco por ser participantes de aquellas verdaderas y dulcs
palabras: Vosotros sois los que per mane tistes conmino en
1360 mis tentaciones; yo os dispongo el reino, como mi Padre
lo dispuso a mí, para que comáis y bebáis sobre mi mesa
en mi reino. Comen de esta me^a, y tienen hambre de aaué-
Ua. De aquí cobran fuerza, allí esperan p1 descanso. Este
Pan celestial les es pan para trabajar, allí lo esperan para
1365 gozar; v viviendo aquí con el cuerpo, viven allí con el
alma. Como acaeció a Santa Mónica y a otros muchos,
ni sinrazón add. N | de] en .V, en aquel día de om. T |l 1332 rué., om. T \
ahora T l| 1333 propria N | estás V II 1335 pudieses NT II 1336" valer tú
.V | ellos] El T || 1340 sea N I apartado] de Mi alanzado NT
1345 celestial] y este pasto divino add. NT II 1346 que om. NT | ellos]
en bien add. NT || 13417 juzgar] vivos y muertos add. NT I y] llegándose
muchas veces add. NT |l 1348 ánima] de add. V || 1349 Señor] y add. VN |
descendió NT || 1351 a] y V || 1352 sospiren T I desciende NT || 1354 des-
cendió NT | ansf ¡V || 1355 y asíl que NT || 1359 permanecisteis T | comi-
so .Y || 1361 y bebáis om. T \\ 1363 fuerzal y add. T | esperan] cobran T ||
1364 les om. ¡V | trabajar] y add. NT || 1365 allá NT || 1366 ánima NT ||
1337 San Cipriano, De orat. domin., 18 : 'ML 4, 540
1339 Cf. 1 Cor. 14, 3S. 13^3 Le. 22, 28-30.
us* Cf. Ps. 1 iS, ?2-
872
SERMONES. CICLO TEMPORAL
que, habiendo acabado de comulgar, como recibió el Pan
que decendió del cielo, fué inflamado su corazón en el deseo
del cielo, y, como embriagada del vino de Dios que había
1370 bebido, comienza a dar voces diciendo: "Volemos al cielo,
¡oh fieles!, volemos al cielo".
¿Qué maravilla que, pues aqueste sol criado, hiriendo
con sus rayos en la tierra llovida, levanta con su calor los
vapores de ella, trayéndolos hacia sí y haciéndolos subir
1375 a lo alto, que Jesucristo nuestro Señor, verdadero Sol de
justicia, criador de estotro sol, levante con la fuerza de
su amor al ánima que está llovida con gracia, humedecido
el corazón, y con devoción y ternura, le haga subir sus de-
seos a lo alto del cielo, y, olvidada la bajeza de acá, la
1380 encienda en amor de la casa del cielo donde Dios mora, y
la haga decir como otro David: ¡Cuán amadas son tus mo-
radas, oh Señor de las virtudes! Mi ánima codicia y en gran
manera desea los palacios del Señor. Mi corazón y mi carne
se gozaron en Dios vivo.
1385 Y en otra parte dijo: Mi ánima hubo sed de ti y también
mi carne, porque el ánima encendida con el amor del Señor,
y la carne afligida y mortificada con la penitencia, entram-
bas desean a Dios; y cuando reciben este divino Sacra-
mento, entrambas se gozan en Dios, y entrambas desean
1390 ectar en el cielo, y con entrañable sospiro dicen lo que se
sigue: El pájaro halló casa para sí. y la tórtola nido donde
ponga sus hijos. Y entiendo yo, Señor de las virtudes, que
tus altares son para mí nido y casa, y sospiro por ir a
ellos, R°y mió y Dios mío. Y entretanto que no voy, con-
1395 sidero la buena dicha de los que moran en tu casa; y no
con envidia, sino con alabanza tuya; y deseo de verme con
ellos; digo que son bienaventurados los que moran en tu
casa, y que son tantas las magnificencias que haces con
ellos, son tan grandes las perfecciones que en ti ven, que
1400 ni estarán ociosos ni ternán extrañas ocupaciones; mas en
los sin1 os de los siglos te alabarán.
136S descindió -V. descendió T \\ 1369 embriaga I' |,| 1371 oh om. NT
1374 atrayendo V | haciéndolo V l| 1375 al en V I sol de] sobre V \\ 1377
al] el NT I gracia] y add. T I humedeciendo T || 1378 y, om. N | con de-
voción y om. T ! le] la T || 1381 corno] a add. N || 1382 cobdicia Ar |l| 1384
gozarán N
1385 Y] o, como dice otra letra, llamaron o alabaron a Dios vivo NT |
dijo] David add. NT | anima] y mi carne add. NT I de ti om. T || 1385-1386
y también mi carne om. NT || 1386 el, om. T || 1390 suspiro NT || 1391
tortolilla NT || 1392 yol mi Dios y add. NT || 1393 suspiro N II 1394 ellas T |
y Dios mío om. T || 1396 de om. T || 1398 casa] Señor add. NT || 1399 ven
en Ti NT |l 1400 tendrán T
1371 Cf. San Agustín, Confess., 1. 9, c. 10-11, 26-28 ¡ ML 32, 775
1374 Ps. 83, 2-4. 1399 Ps. 83, 5.
1376 Cf. Ps. 62, ?.. 1401 Ps. 83, 5.
1392 Ps. 83, .).
55- EN LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS
873
Mas aunque el cristiano, que acá mora en obidiencia y
deseos de ti, no es tan bienaventurado como aquellos que
te ven cara a cara, mas cábele parte de aqueste nombre,
.405 y digo que es bienaventurado el varón del cual tú eres su
arrimo y fortaleza. Con tu gracia tiene fuerza para que,
aunque la propia inclinación y cosas de este mundo tiren
de él hacia abajo, queriendo nacer que se huelgue y tome
gusto de las cosas de la tierra, él no anda por estos caminos,
1410 mas tiene puestos en su corazón tus caminos y subimientos
para ti, despreciando todos los impedimentos, y, con obras
y verdaderos deseos, va cada día subiendo más y más ha-
cia ti. Ni le estorban los impedimentos de este valle de lá-
grimas; ni lo próspero ni lo adverso; por todo pasa para
1415 guardar aquí tu ley y para llegarse a tu sagrado convite;
y esto tiene en su corazón y por consuelo en esta vida.
Y como el Señor inspira estos deseos, esta dichosa ham-
bre de comer de Dios a su mesa allá, y acá corresponde a
los tales deseos con particulares favores, dando gracia el
1420 que dió la Uy para que la cumplan; y confortados con ella,
caminan aquí de virtud en virtud, hasta que vean al Dios
de los dioses en la celestial Sión: llaman al Señor supli-
cándole oya sus oraciones y cumpla sus deseos, y dícenle:
¡S<~ñor de las virtudes, oye mi oración; óyenos con tus
1425 orejas, Dios de Jacob! ¡Defendedor nuestro, Dios, mira en
la faz de tu Cristo! Míralo sentado a tu diestra rogando
por nos; míralo aquí entre nosotros encendiendo nuestro
corazón, levantándolo a ti. Míranos por El, pues nos re-
demiste por El, y cumple el deseo que nos has dado; tene-
1430 mos por mejor un dia en tus palacios que millares de días
en cualquiera otra parte. Más quise ser el menor y estar en
el umbral de la casa de Dios, más que morar en las moradas
de la maldad e de los pecadores. El umbral de la casa del
cielo es la sagrada comunión, porque por ella suben allá;
1435 y sin comparación vale más el bien que en este deleite hay
que todos los deleites y placeres que dan los pecados a los
pecadores.
El Señor ama la misericordia, pues nos dió este man-
14C2 obediencia NT \\ 1403 deseo NT || 14C6 fortalezal y add. NT } para
om. T || 1407 propria .V || 14C8 queriéndole .V II 1413 estorben N | aques-
te NT i! 1415 llegar NT
1417 deseos] y add. NT || 1420 con ella om. N || 1421 ven .V || 1422 lla-
man] clamen T || 1423 díganle T || 1424 óyela NT \\ 1425 Dios2 om. T ||
1426 rogando] abogando NT || 14-27 encendido N || 1429 dado] y estimación
de tu casa que add. NT || 1431 cualquier N | otra om. NT || 1433 e] y NT ||
1435 que en este] el NT \ deleite] y la honra que en este umbral add. NT ¡j
1436 deleites] bienes NT
1438 ama] a add. N || 1438-1439 pues nos -manjar] om. V '| 1441 ca
1410 Ps. 83, 6. 1426 Ps. 83, 9-10
1414 Ps. 83, 7. 1433 P*. 83, 11.
(¿P5 P*. 8;, 8.
S74
jar; ama la verdad, pues como lo prometió lo cumplió; y
1440 Dios es nuestro sol y nuestro escudo, porque no sólo nos
alumbra y calienta de dentro, mas nos defiende de los ma-
les de fuera, y nos dará su gracia y gloria; a los malos
castigará, y no dejará sin galardón a los que bien y
sin hacer daño a otros, y después de mucho pensado, y en-
1445 señado, habrán caminado por tus caminos. Señor, por tu
Espiritu digo que bienaventurado es aquel hombre que es-
pera en ti. Si bien hay en este mundo, si cosa que desear,
si placer, si contentamiento, aquel lo tiene que de presente
recibe con buena conciencia a tu sacratísimo Hijo, y con
1450 esta prenda tiene esperanza, acompañada de buenas obras,
que después de este destierro lo llevarás a la gloria, ad
quam nos perducat. Amen. Iesus.
56 Comiendo este maná, pasaremos sin caída
MORTAL
(Ed. 1596, I, pp. 651-693.)
Non sicut manducavcrunt patres vcstri manna. No
así como comieron vuestros padres el maná (lo.
6, [59] >•
Todos reciben de Dios Quien tiene hijos, es razón que ten-
5 mantenimiento ga cuidados; y si buen padre es,
los debe tener doblados, para dar
mantenimiento de doctrina y buenos ejemplos al ánima de
sus hijos y el mantenimiento corporal para sus cuerpos, so
pena de caer en aquel infame vicio que San Pablo dice: El
10 que no tiene cuidado de los suyos, y principalmente de los de
su casa — y aquí entran principalmente los hijos — , la fide-
lidad ha negado, y peor es que infiel; y también pudiera de-
cir: "la naturaleza ha negado, y peor es que animal"; pues
a todos es notorio cómo, por natural instinto, animales y
15 aves tienen cuidado de mantener sus hijos.
Alabado seas tú, Señor, que tan lejos estás de que te sea
dicho este baldón, pues no solamente a tus hijos adootivos,
que son los que están en tu gracia, mas a los bastardos y a
los que te ofenden, derramando tu copiosa misericordia, ha-
20 ees salir tu sol sobre buenos y malos y llueves sobre justos
e injustos. Y no sólo a hombres, mas a animales, aunque sea
a una hormiga, y a las plantas, porque tienen una poca de
vida, y a todo das mantenimiento cual conviene. En recono-
lienta] alienta T || 1442 dará] su add. NT || 1443 bien y] viven NT || 1445
habrán - caminos oni. NT \\ 1451 la] tu T f| 1452 Amen. Iesus] qui cum Pa-
tre etc. N || 1451-1452 ad quam - Iesus om. T
1442 Ps. 83, 12.
1147 Ps. 83, 13.
56. SANTÍSIMO SACRAMENTO
cimiento de lo cual, tu católica Iglesia te da las debidas ala-
25 banzas, diciendo: El que da mantenimiento a toda carne, por-
que para siempre es su misericordia. Tú, Señor, das de comer
a los hijos de los cuervos y les oyes. Y, finalmente, los ojos
de todas las cosas, cada una según su manera, a ti se alzan
y en ti esperan; y no en balde, porque les das mantenimien-
to to en el tiempo conveniente; abres la mano de tu magnifi-
cencia e hinches todo animal de bendición.
Gracias, Señor, damos a tu bondad por el cuidado que
del mantenimiento de nuestros cuerpos tienes. Y pues que
los animales, que de ti reciben mantenimiento, no te pue-
35 den dar gracias, porque no te conocen, nosotros te las da-
mos por ellos, y con mucha razón; así porque lo que a ellos
das es para que nos sirvan con ello, y porque si un hombre
cuerdo tuviese cargo de algunos locos o de algunos niños,
y algunas personas les hiciesen bien, debía este tal darle
40 gracias por lo que hace con ellos, pues ellos no se las pueden
dar. Otra vez te alabamos, Señor, y besamos las manos de
tu magnificencia, del cuidado que tienes de nuestro mante-
nimiento y de todas las cosas que viven.
Mantiene a Israel con Más adelante pasó el cuidado de
45 maná en el desierto Dios en ley de escritura del que
tenía en ley de naturaleza. Poraue
como tomó pueblo distinto, al cual dió conocimiento de El,
y le dió honra de nombre de suyo, convino que le honrase
con mantenimiento especial, para darle a entender el amor
50 particular que le tenía, para que, viendo las maravillas que
con él hacía, más se confirmase en la fe de El, y tomase
aquel beneficio en prendas de otros mayores, y le fuese in-
centivo para más le amar.
Saca Dios a Israel de Egipto con grandes maravillas;
55 llévalo por el desierto, tierra sin pan; y cuando se les acabó
la provisión que de Egipto sacaron y les faltaron los medios
humanos para se mantener, proveyó Dios en el tiempo de
la necesidad (que aquella es la hora propia de sus miseri-
cordias) ; mantúvolos con un pan singular, nunca hasta
60 entonces visto, sin ser arado ni sembrado, sino enviado del
cielo; pan tan precioso, que de él canta David: Pan del cielo
les dió, y el hombre comió pan de los ángeles.
Este es el que se llama maná, que era formado en el aire,
que por ser región alta, se llama cielo; y se llama pan de
©5 los ángeles porque por su ministerio se hacía y descendía.
El venía junto con el rocío o helada; y a algunos parece que
26 Ps. 135, 25.
27 Cf. Ps. 146,- o.
31 Ps. 144, 15-16.
58 Cf. Kccii. 42, 24.
62 Ps. 77, 24-25.
65 Cf. Sap. 16, 20.
66 Cf. Nora. 11, <>
876
SERMONES. CICLO TEMPORAL
la helada venía primero, y el maná se asentaba encima de
ella, y luego el rocío encima del maná, que lo tenía cobijado
y escondido hasta que venía el sol y derretía el cobertor del
70 rocío, y aparecía el maná, que era unos granos menudicos
como simiente de culantro, y blancos como un aljófar; y mi
natural sabor era como de miel; aunque, para enseñar la
bondad divinal su dulcedumbre y cuán amigo es de darla a
los suyos, dió a este manjar sobrenaturalmente tal virtud,
75 que supiese, a los buenos que lo comían, a cualquiera otra
cosa que ellos deseasen o tuviesen gana. Cosa maravillosa,
que unos granillos blancos valiesen por sabor de perdices,
y de gallinas, y de fruta, y de cualquier cosa que al gusto
tocase. Es Dios sabroso y dador de sabores a las personas
80 que le son obedientes en los servicios. Y, por el contrario,
los que eran malos y golosos, y que no se contentaban con
comer el maná como Dios se lo enviaba, sino que, por ha-
llar en él más sabor, lo molían y hacían tortas y las cocían,
no sólo no hallaban en él aquellos sobrenaturales sabores
85 que los buenos hallaban, mas ni el natural de miel que el
maná tenía; porque, según la Escriptura dice, sabíales a pan
rociado con aceite.
Cada día acaece esto, que por no querer ir por el cami-
no que Dios nos lleva, por no contentarnos con lo que nos
90 da y por el medio que nos lo da, buscamos nosotros otros
caminos más placenteros y que más provechosos nos pare-
cen; y no sólo no mejoramos nuestros negocios, mas aun los
empeoramos. Justicia justísima es que, si el ciego quiere ir
delante del que sabe el camino muy bien y le quiere guiar,
95 que tropiece y se descalabre. Y el hijo mozo que pidió la
parte de su hacienda a su padre y quiso regirse por sí, per-
dióla muy presto, y aun a sí mismo con ella, y de hijo muy
honrado y abastado en la casa de su padre, vino a ser guarda
de puercos y a no hartarse aun de lo que ellos comían. No
!00 le dañara ser mozo ni su poca experiencia si quisiera vivir
debajo del regimiento de su padre.
Tornando al propósito, con este pan mantuvo el Señor
aquel grandísimo ejército que de Egipto sacó, y hasta que
lo llevó a la tierra que había prometido, nunca le dejó de
105 proveer con este manjar por tiempo de cuarenta años ente-
ros. Y porque merced tan señalada y tan milagrosa nunca
de su pueblo fuese olvidada ni cayesen en desagradecimien-
to del tal beneficio, mandó Dios a Moisés, al principio que
les dió este pan, que hinchese de él un vaso y lo pusiese
no en el Sancta Sanctorum, jun^o con el arca del testamento
de Dios.
72 Ex. i6, 31.
76 Cf. Sap. 16, 20-21.
87 Nnm. 11, S.
99 Cf. Le. 15, 16.
106 Ex. 16, 35.
7i Cf. Ex. 16, 33-34:
56. SANTÍSIMO SACRAMENTO
877
Cristo, verdade- Esta es la historia, aunque abreviada,
ro maná, pan del de la divina providencia en mantener a
cielo su Puebl° antiguo que de Egipto sacó;
115 con la cual estaban los judíos tan ufanos
y favorecidos, que les parecía que no podía haber mejor ni
más maravillosa ni excelente comida que aquésta. Y así cuan-
do el Señor les habló diciendo: Obrad manjar que no se
acaba, mas que permanece en la vida eterna, acordándose
120 ellos de su maná, le dicen: ¿Qué señal obras tú para que
creamos en ti? Porque nuestros padres comieron pan del
cielo, según dice la Escriptura: Disteles pan del cielo, y el
hombre comió pan de ángeles.
¡Oh gente grosera, que no sabéis sino de la tierra, no
125 estimáis sino el mantenimiento del cuerpo! Dios os dé su
luz y orejas interiores con que sepáis oír y entender el Pan
divino que ese Maestro, a quien preguntáis, que del cielo
vino, os dará. De verdad os digo — dijo la verdad de Dios—
que Moisés no os dió pan del cielo; mas mi Padre os da el
130 pan verdadero del cielo. Yo soy pan vivo, que del cielo decen-
dí para que todo aquel que de mí comiere viva para siempre.
Parecióles bien el pan que mantiene para siempre; pare-
cióles cosa recia que Aquel que era tenido por hijo de una
mujer y de un hombre a los cuales ellos conocían, dijese
135 que había decendido del cielo. Y declarando el Señor más
el misterio de este mantenimiento, que hace vivir para siem-
pre, díjoles: El pan que yo daré, mi carne es, por la vida
del mundo. Espantáronse más, y dijeron: ¿Cómo éste nos
puede dar su carne para comer?
140 Gente grosera y tosca, sin fe y sin prudencia; que ya
que ellos se engañaban en la manera del entender, pregun-
táranle al Señor, y dijérales que no entendía El que habían
de comer su carne sagrada así a bocados y a tajadas como
la carne de un animal, que la cortan en la carnicería. Fué-
145 ronse del Señor, porque les parecía que esta doctrina era
dura, ¡y éranlo ellos! Porque San Pedro, como tenía lumbre
del Señor, siendo preguntados los apóstoles por el mismo
Señor: ¿Y vosotros queréis también iros como éstos?, res-
pondió: ¿A quién iremos, que tienes palabras de vida eterna?
119 lo. 6, 27. • " " •
122 lo. 6, 30. - -
123 Ps. 77, 24-25.
131 lo. 6, 32. 51-52.
139 lo. 6, 52-53,.
144 San Agustín, ln lo. Ev., tr. 27, c. 6, 5 (JIL 35, 1017) : «Non
prodest [caro] quidquam, sed quomodo i 1 1 í intellexerunt : carnem
quippe sic intellexerunt, quomodo in cadavere dilaniatur, aut in ma-
cello venditur, non quomodo spiritu vegetatur».
146 lo. 6, 6±.
149 Cf. lo. 6, 68.
878 SERMONES. CICLO TEMPORAL
150 Tanto va en la disposición de quien recibe la doctrina, que
por una misma palabra uno huye de quien la enseña, y otro
se llega más; y esta palabra de este divino pan es de tan
alto misterio, que sin lumbre de Espíritu Santo no se puede
creer. Que por ésta dijo el Señor: Ninguno puede venir a
155 mí si mi Padre no le trujere. Enseñó el celestial Padre al
bienaventurado San Pedro allá dentro de su corazón la ver-
dad de la fe, y con aquella lumbre creía quién era nuestro
Señor y ser verdad todo lo que decía, ahora lo entendiese,
ahora no, como ha de hacer el verdadero creyente.
160 Gracias y alabanzas te damos, Señor, todos cuantos es.-
tamos aquí, por nos y por toda la Iglesia católica, por tu
grande misericordia que nos ha dado lumbre y firmeza de
fe para que creamos que tu Hijo bendito, aunque, según
hombre, fué engendrado en la tierra, según Dios, fué en-
185 gendrado de ti antes de la creación de cielos y tierra, y que
decendió del cielo para nosotros hombres, y por nuestra sa-
lud fué hecho hombre, y murió por nosotros, y está ence-
rrado debajo de aquella hostia sagrada que allí está.
Para aquí, para aquí es la fe; porque aquí hay grandí-
170 simas causas para que todo entendimiento humano y angé-
lico se admire y salga de sí. Salieron los judíos al campo
cuando vieron aquellos granos menudicos y blancos; mara-
villáronse mucho, y dijeron: Manhuf. que quiere decir: ¿Qué
es aquesto? Y respondióles Moisés: Este es el pan que dió el
175 Señor para comer. "Si te maravillas de la sombra — dice San
Ambrosio — , ¿con cuánta más razón del cuerpo que causa
la sombra?" Aquel maná con que se mantenían los cuernos
que caminaban ñor la tierra desierta a la tierra prometida
por Dios, fué figura de aqueste dulcísimo manjar que te-
180 nemos aquí presente, dado para que sustente la vida espi-
ritual.
Los cristianos que, cuando se baptizaron, salieron de
Egipto, ahogados sus pecados: recibieron la gracia y virtud
del Espíritu Santo, nuevo ser y nueva vida, hechos hijos
185 adoptivos de Dios, a los cuales prometió el cielo si guar-
dasen sus santos mandamientos. Y para que en tierra de-
sierta, de tan recios enemigos, tengan fuerzas para caminar
y para se defender, les es dado este fortísimo manjar, que
les conserve la vida que recibieron en el santo baptismo hasta
190 que lleguen al cielo.
Mas así como va mucha diferencia de la vida del cuerpo,
155 lo. 6, 44.
175 Cf. Ex. 16, 15.
177 San Ambrosio, De Myster., c. 8, 49 (ML 16, 422) : «Si illud
quod mirnris, umbra est ; quantum istuc! pst. cuius et umbrala mi-
raris !»
;Ó. SANTISIMO SACRAMENTO
para cuyo mantenimiento era aquel maná, a la vida del áni-
ma, para cuyo mantenimiento nos da el que tenemos, así hay
mucha diferencia de la causa de admiración que aquéllos
195 tuvieron, que les hizo preguntar: ¿Qué es aquesto? Señor,
para siempre bendito, no preguntamos para creer, ni que-
remos entender para creer; porque aquello es cosa de infie-
les, tasados, y apocados y miserables, y os quieren hacer a
vos semejable a ellos, sintiendo de vos tan bajamente, que
200 lo que ellos no pueden entender no pueden creer que vos lo
podéis hacer. ¡Lejos vaya, Señor, tal blasfemia! Hijos so-
mos de vuestra Iglesia católica romana, y, enseñados de
ella, creemos que debajo de esos accidentes de pan está ver-
daderamente vuestro cuerpo sagrado. Y aunque no lo en-
205 tendemos, porque lo creemos, como dice David, osamos ha-
blar, y para nuestro consuelo, y para agradeceros más esta
merced, preguntar [emos] , no a Moisés, Señor, sino a vos:
¿Qué es esto, que delante de nosotros está?, ¿estos precio-
sos granos de aljófar, cobijados con rocío de accidentes de
210 pan? Responde el Señor: No os dió Moisés pan del cielo;
mas mi Padre os da pan verdadero del cielo; pan que comen
los ángeles, pan lleno de toda suavidad y esfuerzo.
Ahora, Señor, tenemos más de que nos admirar y pre-
guntar: ¿Qué es aquesto? ¿Quién somos nosotros, Señor,
215 para que el Eterno Padre tanto amor y cuidado tenga de
nos, que nos envíe desde el cielo por manjar a vos, que sois
su unigénito Hijo? Tiene mucha razón Job de espantarse
— y nosotros mucha mayor — de tu inefable bondad y efectos
de ella diciendo: Señor, ¿qué cosa es el hombre por que lo
220 visitas y pones en él tu corazón? Si se espanta de que Dios
haga mercedes al hombre y le visite con ellas, ¿qué diremos
de tan inefable merced, que El mismo en persona venga a
nos visitar, hecho manjar con que viva nuestra ánima?
¡Nos sentó a una me- Inefable dignidad es aquésta, ma-
225 sa con los ángeles ! vor> sm comparación, que la que
Dios nos dió cuando nos hizo mer-
ced de los manjares del cuerpo; porque aquéllos también
los dió a los animales, y antes parece más bajeza que alteza
sentarnos a una misma mesa animales y hombres. Mas danos
y 230 este Señor en manjar pan que en el cielo comen los ángeles,
no sólo contemplando su divinidad, mas también su sacra
humanidad, mirándola con grandísimo deleite, cebándose en
el conocimiento y amor de aquella sacratísima ánima del
Verbo de Dios y admirándose de aquella gracia sobre todas
235 las gracias con que la santa humanidad está unida perso-
206 Cf. Ps. 115, i.
211 lo. 6, 32.
220 Cf. Tob 7, 77.
880 SERMONES. CICLO TEMPORAL
nalmente al Verbo de Dios y está hecha más alta que todos
los ángeles, y reverencian al Verbo encarnado como a su
Criador en cuanto Dios, y su Rey y Señor en cuanto hombre,
y se deleitan en gran manera en pensar cómo se humilló a
240 Ser hombre y del excesivo amor que tuvo en la cruz, y su-
bieron muy alegres con El cuando de la tierra subió al cielo.
Y, con todo esto, es tanto el bien que Dios hizo a los
hombres, que cuando un sacerdote toma el pan en las manos
y, diciendo las palabras de la consagración, lo torna en cuer-
245 po verdadero de Jesucristo, tiene manjar en sus manos con
que pueda, y muy sin empacho, convidar a los ángeles del
cielo, aunque sean los más altos de los querubines y sera-
fines, a que vengan a la tierra a un altar a gozar de un con-
vite, que no se arrepientan de haber venido a él. ¡Mas no
250 esperan ellos a que los convidemos; ellos se vienen atraídos
del olor del manjar suavísimo. Que como en el cielo lo co-
men y experimentan su dulcedumbre, vienen del cielo a la
tierra a le gozar; y no solamente harían esto, mas, si fuese
posible, por lanzas y fuego se meterían por venir al altar a
255 reverenciarlo, gozarlo y espiritualmente comerlo.
No os maravilléis de aquesto ni os sea cosa increíble;
porque aunque este manjar que aquí está es el mismo de
que ellos gozan y se mantienen en el cielo con vista clara y
gusto indecible, mas está guisado en el altar de otra manera
260 que en el cielo; y es tan admirable la sabiduría, es tan inde-
cible el amor, y las circunstancias con que está guisado, tan
nuevas y tan sobre todo entendimiento, que reciben grandí-
simo deleite en las contemplar y dan alabanzas y gracias a
Dios nuestro Señor, que tal obra hizo, como gente que sabe
265 bien ponderar esta obra y maravilla de Dios. Alabado sea.
Señor, tu nombre, que hay quien sepa conocer esta merced,
y engrandecer tu sabiduría, y gozar de aqueste manjar
Alábente, Señor, los ángeles, agradézcantelo, Señor, por nos-
otros, pues que nuestra vista es tan corta, nuestra virtud
270 tan tasada para saberte mirar, y servir.
Un convite hizo el rey Asuero en el tercer año de su rei-
nado, y convidó a él todos los príncipes de su reinado y a
los gobernadores de las provincias; hecho con grande apa-
rato de muchos y diversos manjares traídos a la mesa con
275 diversidad de vasos de oro. El vino que les dió a bebei era
vino precioso y real; estaban las mesas en una sala c^rca
de un huerto; el suelo, cubierto de esmeraldas y mármol;
muchas tiendas, sustentadas con cordeles de holanda y car-
mesí metidos en anillas de marfil y sustentados en colunas
280 de mármol. Comieron primero en el convite, que duró mu-
chos días, la gente principal, y después convidó a toda la
237 Cf. Hebr. r, 4.
50. SANTÍSIMO SACRAMENTO
88]
gente que estaba en aquella ciudad, desde el mayor hasta el
menor, sin que ninguno quedase; y todo esto a intento — dice
la divina Escritura — de enseñar sus grandes riquezas y la
285 gloria de su poder.
¡Oh dichoso pueblo cristiano! ¡Oh dichoso tiempo de la
ley de gracia, año tercero del reinado de Dios, en el cual
hizo el admirable convite, haciéndose hombre, no lo habiendo
hecho en ley de naturaleza ni en ley de escritura! En lugar
290 de los manjares y vino y vasos de oro y marfil, carmesí
con holanda y todo lo demás — que todo es tierra, poquedad
y miseria — , toma una sacra humanidad, más preciosa que
todo lo criado, y en un portal de Betlén, sala más preciosa
que la de los reyes, sale del virginal vientre el Pan del cielo,
295 Jesucristo nuestro Señor. Y los convidados fueron los án-
geles; embriagados de tal dulcedumbre, adorándolo, y van
a rogar a los pastores que vengan a tan gracioso convite;
y de muy contentos y hartos, dijeron aquel dulce cantar:
¿Gloria sea a Dios en las alturas y paz en la tierra a los
300 hombres de buena voluntad!
¿Qué contemplaciones tan gustosas os parece que ten-
drían los ángeles de ver a Dios humillado hasta ser hombre
y nacido en un pobre portal, reclinado en un pesebre, cer-
cado de pañales de muy poco precio? Miraban su amor, ad-
305 mirábanse de El, encendíanse ellos con El y eran manteni-
dos admirablemente. Allí comenzaron a gustar de El, y co-
mieron a su mesa, y siempre le acompañaron, y atentamente
contemplaron el maravilloso discurso de su vida, sus obras
heroicas, su doctrina divina, su amor en la cruz, su poder
310 en la resurrección y su gloria de la alteza en la ascensión.
¡Qué bien ha cumplido Dios nuestro Señor con los príncipes
de su reino, con los gobernadores de sus provincias, con
todos sus ángeles!
Y los pequeños, Señor, los huérfanos del linaje humanal,
315 ¿no tendrán parte en vuestro convite? ¿No comerán siquiera
de las migajas que caen de la mesa de los señores? ¿Qué
dices, Señor?; que te piden los pobres manjar para que no
perezcan de hambre; y pues has hartado los grandes, no te
olvides, Señor, de los chicos. Los pobres y menesterosos
320 — dice Dios — buscan agua, y no la hay; la lengua de ellos
con sed se ha secado. Yo el Señor los oiré; Dios de Israel, no
los desampararé. ¿Que comeremos, Señor, y beberemos los
pobres a la mesa de los ángeles ricos? ¿Que levantarás a los
312 gobarnadores
285 Cf. Esth. 1, 3-7-
300 Le. 2, 14.
316 Cf. Mt. 15, 27.
322 Is. 41, 17.
882
SERMONES. CICLO TEMPORAL
pobres del polvo para que se sienten con los principales de
325 tu pueblo?
Otra vez sea tu voluntad alabada millones de veces, y
para siempre sea bendito tu amor; que si el rey Asuero con-
vidó a su mesa, donde comían sus grandes, a todos los de
su ciudad, por muy pequeños que fuesen, tú, Señor, pues
330 eres más largo en bondad que aquel rey y que todo lo criado,
quisiste convidar a los hombres, y de los hombres a los más
bajos de los hombres; de manera que ninguno, por pequeño
que sea, le sea vedado entrar y sentarse a la mesa de que tus
ángeles comen. O res mirabilis! ¡Que el muy pobre, el siervo
335 y el más bajo come al Señor! Señor, ¿ quién de los hombres
entenderá las grandezas de tus misericordias con que nos
precias, nos ensalzas a que comamos de ti en compañía de
los bienaventurados ángeles, gente principal de tu pueblo?
Ellos mejor saben comer de este divino manjar que nos-
340 otros; más fuerte calor tienen para lo amar, gustar y gozar;
mejor saben agradecerlo y estimarlo que nosotros. Mas esto
osen los hombres decir, a gloria de aquel Señor que allí está,
e hizo el convite, y es el manjar del convite; que aunque ellos
sepan mejor gustar el manjar, mas que hay en él tales cir-
345 cunstancias y tal salsa, que tenemos muy grandes causas
para gozar y gustar de aquel divino manjar mucho más
que ellos.
¡Angeles del Señor, que aquí estáis sirviendo y acompa-
ñando a nuestro Rey Jesucristo, y todos los que en el cielo
350 y en cualquier parte estáis! Bien sabemos que estáis llenos
de verdad y vacíos de todo desordenado amor propio, y que
os gozáis de los bienes de los pobres, y que no os desdeñáis de
los servir y poner encima de vuestra cabeza, por amor de
Aquel que es cabeza de los hombres y cabeza de ángeles. No
355 tengáis por mal que contemos las obras y las misericordias
de Dios hechas a los hijos de los hombres. Y dígase por au-
toridad de San Pablo — al cual muy bien conocéis — : No tomó
Dios a los ángeles — quiere decir: "no se hizo Dios ángel" — ;
mas de la simiente de Abráham, porque tomó carne de su
360 linaje.
Si primero que nosotros comenzasteis a gozar de Dios
hecho niño, más nosotros, con la santa Iglesia, cantaremos:
Por nosotros, hombres, y por nuestra salud decendió del
cielo a la tierra, y encarnó por Espíritu Santo de Santa Ma-
365 ría Virgen, y fué hecho hombre.
Con El anduvistes, y os deleitastes en verlo a El y a sus
325 Cf. 1 Reg. 2, 8 ; Ps. 112, 8.
335 «O res mirabilis ! manducat Dominum pauper servus ét hu-
anihs» (Rit. Rom., tit. q, r. 5, tiyimn. «Sacris solemniis»).
350 Of. Ps. 106, 8.
35Q He.br. 2, í6.
56. SANTÍSIMO SACRAMENTO
S83
obras; y muy bien supistes ponderar la obra de su amor,
por el cual dió la vida en la cruz; mas a lo menos no canta-
réis: Crucificado también por nosotros debajo del poder de
370 Poncio Pilato, padeció, y fué sepultado, como lo cantamos
nosotros. Y si este amor que Dios nos tuvo, por ser de cosas
pasadas, no nos parece salsa tan eficaz para que comamos
este divino manjar con particular gusto, vengamos al tiempo
presente.
376 ¡Señor, nuestra honra, nuestro amador verdadero!,
¿quien te trajo ahí? ¿Quién te ha encarcelado ahí? ¿Qué
haces ahí? ¿Qué quieres? ¿Qué buscas? Decláranos, Señor,
esta cuestión; sentencia este pleito: ¿Has tomado ese hábito
pobre, has bajado a ese portal de Betlén, haste puesto debajo
380 de cantidad tan pequeña por amor de los ángeles santos o
de los hombres, pecadores y pobres?
No. Señor, no por los ángeles, sino por nosotros; porque
ellos allá os tenían en el cielo; mas los pobres de acá quedá-
bamos sin vos; y como, aunque os subisteis al cielo en cuerpo
385 y en ánima, vuestro corazón y amor se nos quedó acá, y
donde está vuestro corazón está vuestro tesoro, quisisteis
venir con el cuerpo a estar presente con los que amáis es-
tando lejos. Y si queremos saber si venís de mala gana,
muchos años ha que vos dijisteis que vuestros deleites son
390 estar con los hijos de los hombres. ¡Oh verdaderamente en-
carcelado de amor! ¡Oh verdaderamente amador de los hom-
bres, pues por ellos naciste, y te diste en precio, derramando
tu preciosa sangre en la cruz, y para ellos mismos te has
hecho manjar, y son los principales del convite, y los ánge-
395 les son los accesorios!
Señor, mientras más te preguntamos y nos respondes,
más tenemos que preguntarte. Preguntárnoste, Señor: ¿Qué
cosa es esto? Respondístenos que era pan verdadero que el
Padre nos dió. ¡Dichosa renta por cierto! Mas hácenos tornar
400 a preguntar: Señor, ¿qué es aquesto, que nos ensalzas a
comer a una mesa con tus santos ángeles, y que te havas
hecho hombre y manjar por nosotros, y no por ellos? ¿Qué
te queda que darnos? ¿Qué lugar te queda adonde subirnos?
¡Oh bondad sin tasa! ¡Oh amor sin medida, que tienes con-
I 405 vidados a los hombres para que coman y beban sobre tu
mesa; y siendo el manjar tú, los conviertes en ti; y siendo
tú verdadero Dios, haces a ellos dioses por participación!
¿Estaréis, hombres, contentos? ¿Andaréis ya hambrean-
do por las cosas perecederas? ¿Podréis por ventura alcanzar,
410 aunque todo lo criado sea vuestro, tales bienes como en esta
371 Miss. Rom., Ordo Miss,, symb. nic.-constantinop.
386 Cf. Mt. 6, 21.
^90 Prov. 8, 31.
407 Cf. Ps. 81, 6.
384
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mesa sagrada os son dados, de honra, deleite y riquezas, el
menor bien de los cuales es mayor que todos los bienes del
mundo? Y el ser uno de los menores de aqueste convite, es
el ser mayor que todos los mayores del mundo; y, según
4lf¡ Esaías, el chiquito valdrá por mil, y el muy pequeño por
gente tortísima. Sabed, hombres, preciar al Señor que tanto
os precia; sabed preciar el valor de tal vida, para la cual
fué necesario perder Cristo la suya en la cruz, para que,
mediante el santo baptismo, recibiésemos vida espiritual los
420 que estábamos muertos.
El maná, figura Y para que esta vida no se perdiese, sino
de este Pan 3ue se conservase y aumentase, nos es
dado el Hijo de Dios para manjar; y
para eso está allí cumpliendo muy de verdad la figura del
425 maná, y excediendo en tanta proporción, que, en compara-
ción de este manjar, el otro no se llama manjar verdadero.
No os dio Moisés — dijo el Señor — pan del cielo; mas mi Padre
os da el pan verdadero del cielo. No era el otro pan de men-
tira, mas era pan de figura, y pan imperfecto, por ser pan
430 del cuerpo; mas el cuerpo de nuestro Señor es pan del ánima,
y su virtud también resulta en el cuerpo; y excede tanto
en valor al otro, que ninguna comparación hay.
Y no sólo en esto se cumple la figura del otro, mas tam-
bién en que, como el otro, pasados los cuarenta años que
435 cayó en el desierto, estuvo guardado en el templo de Dios
on memoria de tal beneficio y de agradecimiento a Dios por
él, así este sagrado manjar, no sólo cuando de nuevo se
consagró, mas después acá ha estado en la Iglesia, y estará
hasta que el mundo se acabe, no viejc, sino siempre nuevo,
440 convidándonos con más razón a que lo agradezcamos a Dios
y nos aprovechemos de él comiendo de él y viviendo por él,
que el otro pasado, que, aunque estaba en el templo, servi-
ríales de memoria, mas no de manjar.
¡Cuán bien, Señor benditísimo, tu sagrado cuerpo cumple
445 la figura del maná pasado, y con muchas ventajas! Y si no
hubiera otra figura, que cumplimos nosotros, todo fuera de
alegría y contentamiento. De ti, Señor, se dijo: Todas las
cosas heciste bien; y por cierto, así es la verdad; que muy
bueno y suave ha sido tu espíritu, y demostrado has tu dul-
450 cedumbre a tus hijos en mantenerlos contigo mismo, para
que, comiéndote a ti, vivan por ti.
416 Is. 60, 22.
428 lo. 6, 32.
448 Cf. Me. 7, 37.
449 Sap. 12, 1.
450 Sap. 16, 2i.
,SÓ. SANTÍSIMO SACRAMENTO 885
Dime, hombre, ¿por Mas ¡ay de mí!, que no sólo el maná
qué te fastidia este es figura de tu cuerpo sagrado, mas
manjar? l°s ^ue entonces lo comían son figura
455 de los que lo comemos agora; y en-
trando nosotros en la fiesta, por alegre que sea, luego la con-
vertimos en tristeza y lloro, como muy bien se acordaba To-
bías que lo decia el profeta Amos.
Comían aquel maná los que eran buenos; y no faltaba
460 nada para el verdadero mantenimiento y buen uso de él, si
la disposición y humores de quien lo tomaba estaban buenos
y sanos. El manjar que tomaban era bueno, obraba en ellos
su operación y dábales fuerza para caminar y deleite, sa-
Diéndoles a todo lo que querían; y así vivían vida sana y
465 alegre, como lo hacen ahora los que bien reciben este manjar
santo.
Mas ¿qué diremos? Que como entonces hubo quien se
descontentó de aquel manjar, y, por ser delicado, no les
hartaba, y decían que quisieran estar en Egipto para comer
470 ollas de carne, puerros, cebollas y cohombros, que, según
había muchos, los daban de balde o baratos. Ellos eran los
desabridos, carnales y miserables, indignos de tan buen man-
jar como Dios les daba. Fueron ingratos a Dios, desprecia-
dores de su manjar, y sintiólo Dios mucho, y castigólos muy
475 bien, aunque les dió carne como deseaban.
Y ¡ay de nosotros, hermanos, que hay muchos entre
nosotros que ni precian este sacratísimo Pan ni tienen gana
ae comer! Y si lo comen, van tan mal aparejados, que, sien-
do El bastante a henchir todos los deseos del nombre, se
480 quedan tan vacíos que dicen: Seca está nuestra ánima; no
ven nuestros ojos sino maná. Si fuera aquel maná pasado,
aunque fuera culpa, tenía su excusa con decir: "Otros man-
jares hay con que vivamos; no es mucho que tengamos aqués-
te en poco y deseemos los otros". Mas, ¡pobre de mí!,
485 ¿adonde iremos, Señor, que tú sólo das la vida, y tu cuerpo
es manjar de vida, y sin él no hay sino muerte y tinieblas?
Y por eso, de los tales se cumple muy bien lo que la Es-
criptura dice: El ánima de ellos abominó todo el manjar,
y acercáronse a las puertas de la muerte. No es cosa muy
490 peligrosa tener fastidio de un manjar y apetito de otro; mas
tener abominación de todo manjar, hace llegar a las puertas
de la muerte, porque sin comer no se puede vivir. Desenga-
ñaos; un manjar es aqueste que Dios nos ha dado; mas tiene
virtud de todos manjares; y quien de sólo éste tiene fastidio,
45S Cf. Tob. 2, ó ; Aja. S, ic
470 Num. 11, 4-5 ; 21, 5.
481 Num. ii, 6.
48S Cf. lo. 6, 69.
489 Ps. 106, 18.
SS<3
SERMONES. CICLO TEMPORAL
495 bástale para morir, pues que fuera de él no hay manjar que
dé vida.
¡Oh Señor, y si te tuviste por ofendido, y tu manjar por
despreciado, cuando aquellos pasados se fastidiaban de él,
qué reciamente te quejarás de nosotros, que, habiendo tú
500 desveládote en darnos un manjar que eres tú mismo, y gui-
sádolo con amor nunca visto ni oído, y con este amor ha-
berlo dado a los hombres y rogarles con él, que haya gente
que ni el valor de tu persona, ni la dulcedumbre con que lo
has guisado, ni las maravillas que en él están, ni la vida
505 que, comiendo de él, les prometes, sean bastantes a ponerles
gana de comer de ti! ¡Oh hijos de los hombres, abajad vues-
tras cabezas, cobijad vuestras caras de vergüenza! Confun-
dios, gemid y llorad, porque nuestra ceguedad, ingratitud
y maldad llega a tanto, que tengamos fastidio de comer a
510 Dios humanado; manjar en el cual no sólo están juntos todos
los deleites, mas todos juntos en comparación de él no son
deleites.
¡Hombre, hombre, que no te hinche aqueste manjar, y
que deseas hartarte de carne podrida, que para en corrup-
515 ción, y en tal parará quien la siguiere! ¡Hombre, que deseas
mantenerte del bien de las honras vanas, de espinas de las
riquezas, todo lo cual es puerros y cebollas, cuya comida
no sólo no da contentamiento perfecto, mas consume la com-
plexión; y estándolas comiendo con la boca, saltan los humos
520 a los ojos y los hacen llorar; porque, aun estando el hombre
haciendo el pecado, allí le está remordiendo la conciencia;
y tomando un poco de deleite corporal y temporal, le están
atormentando su ánima!
Di, hombre engañado, ¿qué piensas? Que los cohombros
525 de Egipto — que son los pecados — , porque hay muchos de
ellos, y tras cada cantillo los hallas, y aun te ruegan con
ellos, que por eso se te dan de balde? Entra el pecado por
una puerta y con él los demonios, y obligan a tormentos
eternos; sálese por otra puerta Dios y su gracia, y pierdes
530 el cielo; si esto es comer de balde, siendo el escote tan caro,
yo digo que no hay cosa en el mundo que sea costosa.
Y si no crees, espera un poco, cuando te asienten en los
infiernos en una mesa cual la vió Esaías cuando dijo: Mesas
llenas de vómito y de suciedades, vomitarás, cierto, y con
535 las setenas de dolores, lo que aquí comiste de tus malos pla-
ceres; y experimentarás lo que Dios ha amenazado a los
tales, diciendo: Yo les daré a comer ajenjos y a beber hiél.
Dime, hombre a quien es desabrido este maniar celestial
y te son sabrosos los pecados del mundo: ¿Quién hizo los
534 Is. 28, 8.
53" 1er. 23, 15.
¡ANTÍSIMO SACRAMENTO
540 placeres, y los sabores, y los deleites? ¿Por ventura no los
hizo Dios? Preguntó Dios a Moisés: "¿Quién hizo la boca?
¿Por ventura no la hice yo? Pues ¿por qué temes de llevar
mi embajada? Aunque seas tartamudo, yo seré en tu boca y
sabrás hablar". Cristiano, sabe, si no lo sabes, que esas
545 cosas que te deleitan, esa honra y riquezas que precias, no
las hizo otro sino aqueste Señor. Y entiende que todas ellas
son una gota de agua para lo que El tiene en comparación
de la grandeza del mar. Si del otro maná se escribe que tenía
todo deleite, ¿qué será de éste, que es Criador del otro e
550 infinito le excede? Si no, preguntad a los ángeles si es Dios
sabroso.
¡Oh humana miseria! ¡Oh cristianos! Despertad por amor
del Señor. Admírense los cielos y como Jeremías decía: Caí-
ganse sus puertas de espanto de que haya hombres que tomen
555 fastidio del manjar que es Dios y que dejen la fuente del
agua viva por desabrida, rogándoles con ella, y vayan a
buscar para beber cieno podrido en las cisternas disipadas
de las criaturas. Aquí les ruega consigo mismo, y no le quie-
ren; y ruegan ellos, y trabajan por alcanzar las cosas que
560 desean, y ni el mundo, ni el demonio, ni carne aun no les
dan de sus manjares lo que ellos querrían. Cautivos de Ado-
nibecec, que los tiene debajo de su mesa, cortados los pies
y las manos para que no hagan bien ninguno, y aun de sus
manjares no les da pedazo de pan entero, mas de las migajas
565 de la mesa que le caen a &1 de su mantenimiento. Hijos pró-
digos, que guardan los puercos de los demonios y aun no se
hartan de lo que comen los puercos.
Dime, hombre, ¿por qué te fastidia este divino manjar?
¿Qué cosa se pudo pensar más al contrario de lo que ello es?
570 si fuera algún manjar grosero que provocara a vómito,
manjar de poco precio, manjar mal guisado, tuvieras excusa.
Entremos en cuenta — dice Dios — : ¿Qué han hallado vues-
tros padres en mí, porque se apartaron de mí, y se fueron
tras la vanidad, y se tornaron vanos? Y hablamos. Señor,
575 con vuestra licencia, que, como se tornan vanos por amar
la vanidad, se tornan dioses por comeros a vos. Hombre,
responde a Dios, que te dice: "¿Qué has hallado en mí, por-
que has huido de mí, y se te pasan meses, y, si fuese a más
no poder, se te pasarían años que no quieres sentarte a mi
580 mesa y recebir mis dulces abrazos, dándote yo a mí en manjar
y por sobremesa prometiéndote el cielo porque me has rece-
bido en la tierra? Respóndeme, hombre: ¿no tienes qué?"
¡Ay del hombre cuando se vea en el estrecho juicio de
542 Cf. Ex. 4, ii.
557 Cf. Ier. 2( 12.
565 Cf. Ind. 1. 7.
567 Cf. Le. 15, 16.
574 Cf. Ier. 2, 5.
888 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Dios y le ponga Dios esta demanda, no con la blandura que
585 yo aquí la digo, mas haciendo temblar a quien la pusiere!
"¿Por qué fuiste causa que me desvelase yo en hacerte un
manjar que me costase la vida para que tú vivieses, y quie-
res más morir comiendo ponzoña que vivir comiéndome a
mí? ¡Y que sean mis deleites estar con los hombres (teniendo
590 muchas causas para ni verlos ni oírlos, y que me diesen en
rostro ellos y sus cosas), y que tengan ellos por pesadumbre
que les digan de mi parte: "Confesaos y recebid al Señor";
y que no tengan en nada que yo estuviese aquí o no!"
Hombres, ¿qué falta habéis hallado en este divino man-
595 jar, del cual está escrito: Distele, Señor, manjar aparejado?
Aun el nombre de maná quiere decir también aparejada cosa
es ésta. ¿Cómo? ¿Qué cosa es ésta? Manjar aparejado, que
ni lo sembraste ni lo araste; sin que te cueste nada, sin que
hicieses nada y antes que fueses nacido, ya Dios te tenía
600 aparejado este manjar. Si no, dime: ¿qué te ha costado estar
allí el Señor hecho manjar tuyo, convidándote a que lo quie-
ras comer? No tienes que responder a esta pregunta.
Pierdes la mesa de Mas quiero yo responder por ti y
Dios porque te cues- dar la causa por que hallas fastidio
606 ta prepararte en este manjar y te vas a buscar
otros; quizá tendrás vergüenza de
la decir delante de tanta gente; yo la diré; mas si, dicién-
dolo yo, no te parece muy mal y no te enmiendas de ella,
delante de los cielos y de la tierra y de los infiernos te será
610 dicha con gran confusión tuya y condenación.
— Tu manjar, Señor, muy bien aparejado está, y cualquier
cristiano, por malo que sea, si no es hereje, no puede poner
falta en ti. El bien cree lo que tú dices, que eres manjar
que del cielo descendiste, y que das vida a quien bien te
615 recibe, y que fuera de ti, que ni hay vida ni gracia; muy
bien aparejado dice que estás, y que estarlo así, a él no
le costó nada. Mas aquí, Señor, está la llave del negocio,
por qué no quiere venir a comer; porque para ello le piden
a él mucho aparejo y muchas condiciones; pídenle que se
620 confíese, pídenle que restituya lo ajeno, pídenle que no blas-
feme de ti, que no se perjure; piden al casado que no co-
nozca ni codicie otra mujer, y al que no lo es, que viva en
castidad. Y parécenle estas cosas tan intolerables y tan
costosas, que a trueco de ellas quiere perder la mesa de
625 Dios y el manjar de Dios y aun estar toda su vida sin El.
¡Oh mal hijo, que tienes por carga decirte tu padre que
seas bueno! ¡Y mala mujer, porque tu marido te dice que no
589 Prov. 8, 31.
9gS Cf. Sap. 16, 20.
507 ÉX. 16, 15.
¡¡6. SANTÍSIMO SACRAMENTO
88't
seas adúltera, huyes de su mesa, y de su cama, y te es
desabrido! Ven acá, hermano, que tu mal me hace haber
630 compasión de ti. ¿Duélete mucho el dejar los pecados? ¿Pa-
récete cosa costosa aparejar tu cuerpo y tu ánima con bue-
nas obras, para venirte a sentar a esta mesa y comer este
manjar celestial? ¿Es cosa costosa guardar castidad por
recebir a Jesucristo? ¿Es cosa costosa hacer penitencia?
635 ¡Oh benditísimo Srñor! ¿A quién costó más, a vos apa-
rejaros para ser manjar para los hombres o a los hombres
aparejarse para venir a comeros a vos? No me has menes-
ter tú a mí; y porque estaba yo muerto y condenado a eter-
na muerte y te había menester a ti, a costa de cinco mil
640 y tantos azotes que, atado a una columna, recebió tu san-
tísimo cuerpo, quisiste aparejarte para hacerte manjar con
que yo comiese y bebiese; ¡y que tenga yo por gran costa
tener cuerpo casto y hacer una poca de penitencia para
venir a recebirte!
645 Acuérdate, hombre, cómo el Señor fué coronado de es-
pinas en su sagrada cabeza, agujereados sus pies y sus
manos con clavos en la cruz; recibió injurias de afrentosas
palabras, recibió bofetadas y recios tormentos; y porque
no quedase nada por hacer para del todo enseñarte su amor,
650 dió en la cruz su vida por ti, para que tanto más sabroso
te pareciese cuanto más trabajos padeció por ti, y para que,
mirando la costa tan excesiva que El hizo para ser tu
magiar, no tengas tú por cosa pesada aparejarte para comer
de El. Acuérdate, quienquiera que seas, cuando se te hiciere
655 de mal lo que p1 confesor te manda, o lo que tú ves que
es menester hacer para bien recebir al Señor, que, si mi-
rares la costa de El, no te parecerá cosa recia que, a trueco
de la sangre que de sus manos corría, des tú limosna a los
pobres, y a trueco de sus bofetadas e injurias, perdones las
660 tuyas por su amor Y si pasares dolor en dejar algún pecado
a que estás muy asido y en quitar alguna mala costumbre
con que> a Dios tienes ofendido, ofrécelo en cuenta de sus
dolores y de su muerte, que por ti padeció; y verás que
haciendo tú lo poco que puedes, y recibiendo el sacramento
665 rie la confesión, y comiendo estp sagrado manjar, se te irá
quitando la gana de los pecados y poniéndosete el amor
y gusto de las virtudes.
La comunión de hoy No pipnses, no, que ese aparejo que
prepara la de ma- se pide para venir a esta mesa sa-
670 ñaña grada se te pide a solas tus fuer-
zas. Es tanta la liberalidad de este
Señor, y tanto el precio de la costa que por ti hizo, y tan
indecible la gana de que goces de este convite, que El mis-
mo te ayudará para te aparejar. Y el confesarte y comul-
890
SERMONES. CICLO TEMPORAL
6T5 garte hoy te acrecentará el aparejo para comulgarte ma-
ñana. No te apartes de esta mesa, por amor de Dios y por
lo que toca a tu vida. Si dpseas tanto la vida del cuerpo,
que todo cuanto tienes darás por la conservar, estima la
de tu ánima, pues no tiene fin; y siendo ella bienavpntura-
680 da, dará al cuerpo parte de su vida, y también vivirá para
siempre. Vida bienaventurada de cuerpo y de ánima halla-
rás aquí, y fuera de aqui no hay sino muerte.
La preserva de los ¿Quieres conservar la gracia de
pecados mortales Dios? ¿Quieres escapar del infier-
685 no? ¿Quieres ser heredero del cie-
lo? ¿Quieres no cometer pecado mortal, cosa tan para de-
sear? Frecuenta a recebir este divino manjar, y experimen-
tarás lo que El mesmo dice: Quien me come a mí vivirá por
mí. El papa Inocencio dice que este santo Sacramento "per-
690 dona los pecados veniales y preserva de caer en mortales".
San Bernardo dice que "este santo Sacramento quita el con-
sentir en pecados mortales y el sentir de los veniales"; quie-
re decir que no impriman tanto en el hombre.
Todos los santos dicen que los efectos que el pan y el
695 manjar obran en un cuerpo (cuéntalos bien y piénsalos bipn),
que todos ésos obra este Santísimo Sacramento en el ánima
de quien bien lo recibe. Y particularmente da testimonio de
aquesto el glorioso obispo y mártir San Cipriano, el cual
cuenta que le reveló nuestro S°ñor que se había de levantar
700 presto en aquella tierra una grave persecución contra los
cristianos, para que a poder de tormentos negasen la fe:
y aunque había constitución eclesiástica que los que negasen
la fe entre los tormentos fuesen castigados, y aunque mucha
penitencia hiciesen, no les fuese dada la sagrada comunión
705 hasta la hora de su muerte, dijo este santo obispo — y así lo
escribió a otros obispos — que, no obstante esta constitución,
se diese el Santísimo Sacramento a los cristianos que habían
negado la fe entre los tormentos, para que estuviesen fuertes
para confesar la fe en los tormentos que en la persecución
710 que venía les habían de dar; cuyas palabras son éstas:
"Pues que los despertamos y amonestamos a que peleen,
no les dejemos ir a la guerra desnudos y sin armas, mas
armémoslos con el amparo de la sangre y cuerpo de Jesu-
cristo. Y pues para esto se consagra la Eucaristía, para
689 lo. 6, 58.
690 Inocencio III, De sacro altar, myster., 1. .1. c. 44 í^n. 21-,
880 : «¡Eucliaristia si digne sumatur. .. venialia delet et cavet rnor-
talia».
6q2 San Bernardo, In Coeria Dom. serm., 3 (ML i8¿, 272) ¡
«Dúo enim illud sacramentum operatur in nobis : ut videlicet et sen-
sum minuat in minimís, et in gravioribus peccatis tollat omnino
'■on?.ensmii».
715 que pueda ser amparo y guarda a los que la toman, arme-
mos con el amparo de la hartura de este Sacramento a los
que queremos que sean fuertes contra el perseguidor. Por-
que a los que enseñamos y amonestamos que derramen su
sangre por la confesión de la fe de Cristo, si les denega-
720 mos la sangre de Cristo, ¿cómo han de pelear? ¿O cómo
les haremos idóneos para que beban la copa del martirio,
si primero no les admitimos a beber en la Iglesia la copa
del Señor, dándoles el derecho de la comunión?" Y un poco
después dice: "No puede ser idóneo para recebir martirio
725 a quien la Iglesia no arma para la guerra; y aquel ánima
ha de desmayar y caer, la cual no recibe la santa Euca-
ristía para que la encienda y levante".
Palabras dignas de consideración son todas aquéstas,
y por ventura son necesarias para semejable persecución a
730 la que fué revelada a este santo. Grandes novedades hay
en el mundo que dan muestras no sólo de su vejez, mas
de su acabamiento; y, según la doctrina evangélica, el estar
los hombres descuidados de la venida del juicio, es una
gran señal que ya está a la puerta. La pestilencial doctrina
735 de Lutero y los que le han seguido es un gran testimonio
de que ya vienen los mensajeros muy cercanos del Ante-
cristo, cuya persecución ha de ser tan recia, que sería muy
justo, aunque se tardase su venida, comenzar a aparejar a
los cristianos y darles armas para que estuviesen en pie
740 en guerra tan fuerte, cuanto más teniendo tan poco uso de
padecer tormentos por confesión de la fe, y que con razón
se debe temer que en persecución tan grande faltarían mu-
chos; pues si los días de ella no se abreviasen, ningún hom-
bre quedaría que fuese salvo.
745 Y si, por pareceros que esta guerra no vendrá tan presto,
no os queréis aparejar, a la puerta tenemos peligros de
herejes y de los turcos, que no sabemos si será menester que
ofrezcamos nuestras cabezas en confesión de la fe; y para
estar fuertes en trance tan recio, dijo este santo bienaventu-
750 rado que es cosa necesaria el recebir el santo cuerpo y san-
gre de Jesucristo; y que aquel ánima ha de faltar y desma-
yar que no fuere esforzada por la sagrada comunión que
recibe.
Gran daño ha venido a la Iglesia por no entenderse, o
755 no enseñarse, y no ponerse en obra aquesta verdad, que
para confesión de la fe y para no caer en pecado mortal es
remedio eficacísimo el recebir aqueste santo manjar. Y como
dice este santo, no es justo que pidamos a los cristianos
que estén firmes en la confesión de la fe, aunque sean ator-
727 San Cipriano, Ep. synod. de lapsis, 2, 4 : MI. 3, 883. 885.
734 Cf. Mt. 24, 33 : Le- 3*. 34-
744 Cf. Mt. 24. M.
892
SERMONES. CICLO TEMPORAL
760 mentados, si no los armamos con la sagrada comunión;
así también se puede decir a los enseñadores cristianos que
piden al pueblo cristiano que no caigan en pecado mortal,
que les enseñen que para' esto es muy gran remedio el re-
cebir el cuerpo del Señor, y por cuantas vias pudieren les
765 induzgan y provoquen a esto.
Y téngase por una cierta señal de que uno es legítimo
predicador de Dios si a los hombres angustiados y flacos
los consuela y enseña que reciban a nuestro Señor y que
con esto serán confortados. El ángel así lo hizo con el pro-
770 feta Elias, que, atemorizado con las amenazas de la reina
Jezabel, iba descarriado, lleno de angustia, suplicando a
Dios que lo sacase de vida tan trabajosa; y estando dormido
con aquel tedio, le despierta el ángel de Dios; y el remedio
que le da es un pan hecho debajo de rescoldo de la ceniza,
775 y dice: Levántate y come, que te queda por andar mucho
camino. Voz de predicador cristiano es levantar los cora-
zones caídos con aquesta palabra: Levántate y come de
aqueste sacratísimo Pan, que está debajo de accidentes tan
pobres en señal de su grande humildad. Como, por el con-
780 trario, es voz del demonio el apartar a los cristianos de la
frecuencia de estos divinos misterios, pues que sin ellos
está cierto que han de llegar a las puertas de la muerte;
pues es propio efecto de aqueste divino misterio preservar
de pecado mortal.
785 y si todavía piensas que estándote mucho tiempo sin
comulgar no caerás en pecado mortal, no sé qué diga de
ti: o que eres medio hereje, pues no crees lo que estos san-
tos dicen, o que tienes algún privilegio particular para con-
servar la vida del ánima, que cada día anda en peligros, sin
790 com°r este divino manjar y sin ser armado con estas celes-
tiales armas que en su santa Iglesia Dios nos dejó.
Y si todavía porfías que, aunque estés mucho tiempo
sin comulgar, no caerás, yo también porfiaré que sí cae-
rás. Profetas parecemos entrambos, pues afirmamos de lo
795 que está por venir; mas si me contradijeres a mi palabra
(que no es mía, sino de todos los santos), y dijeres que tú
profetizas mejor, y te enojares como Sedecías contra Mi-
queas. diciéndome que cómo el espíritu de la profecía pasó
a mí sin pasar a ti, responderte he lo que Miqueas respon-
800 dió a Sedecías: "Quién es mejor profeta, tú lo verás en
aquel día cuando fueres huyendo de quien te irá a matar,
y procurarás de te esconder de cámara eñ cámara, y en fin
morirás". Dejemos disputas, vengamos a las obras; el tiem-
po te doy por testigo, que si te apartas de comer de este
805 manjar de la vida, que te has de ver acosado de algún pe-
776 3 Rey. 19, 7.
8o_> Cf. 3 Reg. 22, 24-25.
50. SANTÍSIMO SACRAMENTO
cado mortal, y te ha de llevar de vencida y, en fin, qui-
tarte la vida del ánima, y entonces te acordarás de la pa-
labra de Dios: El ánima tuvo fastidio de comer todo man-
jar, y llegaron hasta las puertas de la muerte, y unos entra-
810 ron dentro de la muerte primera, que es el pecado mortal,
y otros entraron en la muerte segunda, que es el infierno.
Muchos han cometido pecados mortales, que si hubieran
en el tiempo de su tentación, o un poco antes, confesado y
comulgado, no hubieran caído en el abismo del pecado mor-
815 tal; y metidos en éste, muy breve camino hay para entrar
en el infierno; porque no falta más sino que le quiebren el
vaso de vidrio que es este cuerpo que traemos a cuestas,
que es una pura flaqueza, y basta para quebrarlo un dolor
de costado o una apoplejía. A uno mata un rayo, a otro
820 ahoga el agua, y muchas veces sin confesar ni comulgar;
y diera el hombre entonces mil cuentos de mundos por ha-
ber hecho lo que agora le rogamos, y ¡plegué a Dios! y otra
vez ¡plegué a Dios! que, como dicen, no le entre por una
oreja y le salga por otra.
825 Los pecados son los Digamos la verdad, y ésta es que
que quitan la gana no se te da nada de conservar la
de comulgar v^a del ánima. ¡Ay dolor, que tra-
bajas con todas tus fuerzas por huir
de ía muerte del cuerpo, y curas a tu esclavo porque no
830 se te muera, y manti°nes a tu caballo, a tu azor, a tu
perro y al pajarillo que tienes en la jaula, siendo cuidadoso
de su mantenimiento, y +e olvidas de tu ánima! Que si tu-
vieses en algo este divino manjar, desde lejos te aperce-
birías para estar fuerte con la fuerza que este manjar pone
835 para estar firme en el tiempo de la tentación. Mas ni sientes
tu necesidad ni te convida la dulcedumbre de aqueste man-
jar, y, con el fastidio que tienes de él, llegas y pasas a las
puertas de la muerte.
¡Oh sagrado Pan, tan mal empleado!, pues dice el glo-
840 rioso doctor San Agustín que "este Pan pide hambre del
hombre interior". Deseado, Señor, deseado es razón que
seas de nosotros, pues todas las cosas que pueden desper-
tar el deseo, todas están juntas en vos; y tenéis grandísima
razón de quejaros de nosotros, pues que antes que a este
845 mundo viniésedes, aquellos santos patriarcas y profetas que
tenían olor de vos, con todas sus entrañas os deseaban;
con atentísimas oraciones, mezcladas con lágrimas, os llama-
ban y os suplicaban quisiésedes descender acá, para con
vuestra hartura matar nuestra hambre; y fué tanto lo que
809 Cf. Ps. 106, 18.
811 Cf. Apoc. 20, 6. 14.
841 San Agustín, In lo. Ev., tr. 26, c. 6, 1 (ML, 35, 1606) : «Pa-
ñis quippe iste interioris hominis quaerit esuriem».
«94
SERMONES. CICLO TEMPORAL
850 os desearon, que os llamaron por nombre el Deseado de todas
las gentes.
¡Cristianos, cristianos!, recordad, por reverencia de
Dios, de sueño tan pesado y tan peligróse; limpiad vuestro
gusto de fastidio tan sin porqué; conoced la merced que
355 Dios os hizo, y entended que a nosotros dijo Jesucristo
nuestro Señor: Bienaventurados los ojos que ven lo que
vosotros veis, y las orejas que oyen lo que vosotros oís.
Dígoos de verdad que muchos profetas y reyes quisieran
ver lo que vosotros veis, y no lo alcanzaron. Si con el solo
860 olor de este sacratísimo Pan — que más era hambre que har-
tura— tanto se consolaban, en tanto lo estimaban; si aquel
maná de poco valor hacían gracias por él; si tenían en
tanta honra el arca de Setín, que bailaban delante de ella
con mucho regocijo, ¿qué hicieran si tuvieran presente lo
865 figurado por aquellas figuras, que es este sagrado manjar
que presente tenemos? ¿Cómo? ¡Y tenemos corazón para
hacer tal afrenta a este Señor y dar tal mancha a nuestra
honra, que antes que al mundo viniese fué llamado el De-
seado de todas las gentes, y que después de venido se llama
870 el fastidiado y tenido por cosa que no os va mucho en re-
cebirlo o no recebirlo!
Por cierto, Rey nuestro, vos teméis mucha razón de huir
de nosotros y por vuestro justo juicio permitir que perda-
mos la fe sagrada de este misterio y que ni haya misa, ni
875 comunión, ni cosa que le parezca. Y a quien de esto se
quejare le podréis con mucha razón decir: "Yo fui grano
de trigo sembrado en el vientre virginal de mi sacratísima
Madre; salí de él tierno y fresco, como un trigo que está
en berza; creciéronme aires y muy recios soles de trabajos,
880 caminos y persecuciones; y cuando fui casi de treinta años,
echaron los malos su hoz en mí, y fui cortado de esta vida,
molido y atormentado, y hecho harina para que de ella se
hiciese este pan sagrado, del cual y por el cual digo: El
que me come a mí, vivirá -por mí. Y habiendo comprado tan
885 caro darme yo por manjar a los hombres, y estando cerrado
y depositado en lugar tan pequeño para que mejor me pue-
dan comer, advierten tan poco a mis trabajos y a mi gran-
de amor y a la gran necesidad que tienen de mí, que algu-
nos ni aun quieren venir a mi casa; y si otros vienen, con-
890 téntanse con reverenciarme cuando soy consagrado y alzado
en la misa; mas aparejar sus conciencias, pelear contra sus
pasiones para venir limpios a mi mesa y recebirme y hol-
garse conmigo, muy pocos hay".
El fin de quedarse Cristo acá debajo de semejanza de
895 pan y de vino es para decirnos que, así como él uso del pan
Ssi A<?. -, 8.
859 Cf. MI. 13-, 16-17.
8-7 Cf. lo. 12, 22j
SS-j To. 6, 58.
56. SANTÍSIMO SACRAMENTO
895
y del vino no es solamente mirarlo, sino comerlo, así el fin
de los trabajos que Cristo pasó para hacerse pan nuestro
y estar allí como está no es sólo para verlo y reverenciarlo,
sino para comerlo y matar nuestra hambre con El y res-
900 taurar y conservar nuestra vida. Porque ¿quién se hartó
ni mantuvo con sola la vista del pan? Y si nos contentamos
solamente con verlo y no recebir'lo, no se alcanza el fin
que El pretende; y tendrá mucha razón para decir: "Pues
que no usáis de mí según mi deseo y vuestro provecho, por
905 demás estoy aquí y por demás me tenéis; irme he de vues-
tros entendimientos permitiendo que perdáis la fe, pues que
me echáis vosotros de vuestras voluntades, no me desean-
do ni holgando de mi comunicación; pues que un efecto de
los que bien se quieren es estar juntos, hablarse y comu-
910 nicarse; y para que entiendan todos que éste es mi fin, se
llama comunión este sagrado misterio".
¡Oh cuánta razón, Señor, tenéis de iros de nosotros!
¡Cuánta razón tenemos de deciros con los discípulos: Que-
daos, Señor, con nosotros, porque ya es tarde! No nos cas-
915 tiguéis con vuestra ausencia, como habéis castigado a otros,
y como nuestros pecados merecen; porque tenemos, Señor,
poca lumbre y estamos en tarde; y si vos os vais, queda-
remos en noche. No, Señor, no por vuestra misericordia:
mas vos de vuestra poderosa mano sanad el fastidio que
920 nuestras ánimas tienen de aqueste divino manjar, por lo
cual hemos llegado a las puertas de la muerte; y por no lo
recebir, unas veces habernos llegado a peligros de pecar
mortalmente y otras hemos caído en ellos. Cumplid, Señor,
lo que está escrito: Envió su palabra y librólos de su per-
925 dición. Señor, la palabra yo la digo, y vuestra es: El que
me come, vivirá por mí. Decidla vos en las entrañas de los
que aquí están, para que, según está escrito, alaben a Dios
sus misericordias y maravillas que hace con los hombres,
ensálcenle en la Iglesia del pueblo y cuenten sus obras con
930 alegría.
Cuando esta alegría, hermanos, reinare en nuestros co-
razones de ver y experimentar la dulcedumbre de aqueste
soberano manjar, de estar muy más hartos con él, le demos
alabanzas por tal beneficio; y entonces tendremos señal que
936 nos ha librado Dios de la peligrosa enfermedad del fasti-
dio, y nos ha quitado las gruesas flemas que en el estómago
de nuestra ánima teníamos y nos impedían el gusto de
aqueste divino manjar.
Bienaventurados los que lloran, dijo el Spñor; y tras
M0 esto dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia; para dar a entender que los pecados son los que
914 Cf. Le. :4, 29.
o-\s Cf. P*. 106, 20.
9ío Cf. Ps. 106, 21-22. j>ja.
Q4i Mt. 5, 5-6
896
SERMONES. CICLO TEMPORAL
quitan la gana de este sagrado manjar, y llorados los pe-
cados y alanzados de nosotros, luego tenemos tanta gana de
comulgar, como un hombre sano tiene hambre y sed de su
945 mantenimiento. Y ésta es la causa por que antes de co-
mulgar hemos de confesar, porque en la confesión echamos
por la boca nuestros pecados, como quien vomita los malos
humores; y quedando el ánima limpia, desea recebir este
divino manjar, y cuando lo recibe éntrale en gusto y pro-
950 vecho.
Quien esto ha recebido de Dios, déle gracias por ello,
y entienda que tener particular devoción y reverencia y
agradecer y recebir este sagrado manjar con buen gusto
y provecho es una grandísima señal que el hombre está en
955 gracia y que se ha de salvar; y quien no, tema, gima y
quéjese de sí, porque es peor que los brutos y más necio
que los niños de un día.
El cordero, por natural instinto, sabe conocer su man-
jar; y si le ponéis muchos manjares, y entre ellos la leche,
960 aunque no la vea, él la sacará por rastro, y comerá de muy
buena gana. Un niño busca el pecho de su madre y lo toma
con grande regocijo; y si nosotros estamos sanos, dice San
Juan Crisóstomo que hemos de buscar este sagrado man-
jar y recebirlo con aquel regocijo que, según hemos dicho,
965 y todos lo vemos, el niño toma los pechos de la madre.
Hagámoslo así, y no demos causa, por reverencia de
Dios, que tan singular obra suya como es aquésta se nos
pase por alto sin ser conocida, estimada, agradecida y re-
verenciada, ni se nos pase tan excelente manjar sin tener
970 hambre de él y sin recebirlo muchas veces. No demos causa
que lo que Dios nos dejó por particular socorro para nues-
tra flaqueza, por remedio eficaz para nuestra conservación
de la vida, se nos torne por nuestra culpa en juicio 'de
condenación, o por no recebirlo, o por mal recebirlo. Co-
975 bremos buenos alientos; pésenos de la negligencia pasada,
sea nuestro cuidado huir de pecados, adornar nuestra áni-
ma con buenas ocupaciones; y cualquier trabajo nos parezca
liviano por aparejarnos para, convidados de aqueste Señor,
recebirlo con pura conciencia; porque con esto tendremos
980 nuestra ánima en pie y pasaremos sin caída mortal, aun-
que tengamos muchos enemigos que nos quieran matar, y
tendremos fuerzas bastantes, como las tuvo Elias, para ca-
minar por el camino de los mandamientos de Dios, hasta
que lleguemos al monte Oreb, que es la gloria.
965 San Juan Crisóstomo, In Mí., hom. 82, 5 (MG 58, 744) :
«Non videtis quanto Ímpetu infantes labia sua tnamillae admoveant ?
Cum eodeni studio ad hanc aecedamus tnensam, et ad mamillam
sniritualis poculi...»
974 Cf. 1 Cor. 11, 29. 984 3 Rep. 19, S.
57- OCTAVA DEL CORPUS
897
57 Comer la carne de cristo y tener un
corazón con él
Octava del Corpus
(Ed. 1596. I, pp. 287-311.)
Qui manducat meam carncm, et bibit meum san-
guincm, in me manet, et ego in co. Quien come mi
carne y bebe mi sangre, está en mí y yo en él
lio. 6, (57J).
6 Exordio Institución divina es que se celebren las octa-
vas de las fiestas. Mandó Dios que la fiesta del
Cordero se celebrase ocho días, y que el día octavo fuese de
tanta solemnidad como el primero; figura de esto que tene-
mos presente. Ocho días se celebra la fiesta del Santísimo
!0 Sacramento, y este del día de hoy no es menos solemne que
el primero. Las fiestas que Dios nos manda celebrar, mer-
cedes son que nos hace, porque es decirnos que pidamos
mercedes. Tornarnos a mandar que celebremos hoy otra
vez esta fiesta, es decir: "Quizá habrá alguno que la
15 fiesta principal celebrase tibiamente y se haya descuidado
estos ocho días; celébrese, pues, otra vez el octavo día".
Y el mismo Dios que así lo ordenó, como su intención es
despertarnos a celebrar sus fiestas y a recebir sus merce-
des, hanos dado vida hasta hoy para que las recibamos.
20 Henos aquí juntos este día, donde las entrañas de Dios
están abiertas para los hombres. ¿Qué diremos hoy a
nuestra Señora?: Frange esurienti panem tuum, et egenos
vagosque induc in domum tuam: cum videris nudum operi
eutn, et carnem tuam ne despexeris. Repartid, Señora, con
25 los pobres de vuestro pan. — Muy bien dicho está, que,
aunque este Pan sea de todos, de ninguno es tan propia-
mente como suyo. — Pues, Señora, Aquel que es tan vuestro,
comunicádnoslo a los pobres y seremos ricos.
La vida según la El que come mi carne y bebe mi san-
30 carne es muerte 9re> en m¡ está y yo en él. Palabras
son de gran consuelo; por eso me pa-
reció no tomar otras nuevas, sino las mismas del primer
día. Díjolas Jesucristo nuestro Señor, y por esto deben de
ser de nosotros aceptadas con gran benevolencia y amor.
35 Huéllase el Señor de dar a sus criaturas a entender que
sin El no hay consejo que prevalezca ni consejo que se
pueda acertar; y esto tan de verdad, que por aquel modo
que el hombre pensare remediarse, si estriba en sí, permite
9 Cf. Ex. 12, i6. 30 lo. 6, S7-
25 Is. 58, 7.
B Avila
808
SERMONES. CICLO TEMPORAL
. Dios que se pierda, y por el camino que tomare para hacer
40 algo contra Dios, le venga mal.
Muchos testimonios de éstos tenemos en la divina Es-
critura. ¿Qué fué el intento del demonio cuando engañó
a nuestros padres? Echar a perder los hombres; ése es todo
su cuidado. ¿Por qué medio? Por hablar con una mujer y
45 darle a entender que el manjar que Dios había criado para
sustentar la vida corporal era bastante para dar vida es-
piritual.
— ¿Por qué os mandó Dios que no comiésedes de este
árbol? (No se ha de preguntar por qué en lo que toca al
50 mandamiento de Dios). — Porque no muramos, dijo ella.
— Que no por eso — dijo el demonio — , sino porque sabe El
que en comiendo de esta fruta seréis como diosps. Mirad;
aquella manzana (o lo que es) no es manjar del cuerpo
solamente; sabed que tiene ascondida la divinidad de Dios,
55 y en comiendo os habéis de tornar como dioses.
¡Qué mentira! ¡Y qué creída! Como el demonio lo dijo,
así lo creyó. ¡Manjar corporal, y que sea mantenimiento
espiritual, y que tenga divinidad, y que haga dioses! Pone
los ojos en él, y dice la Escritura que le pareció dulcísimo
60 y hermosísimo — ¡con tales ojos lo miraba! — , enamoróse
de él. ¡Oh, cómo le sabía aquella fruta! Alza sus brazos
y cuélgase del árbol. Aquello se pagó con extender Jesu-
cristo los suyos en la cruz y estar colgado de ella. Comió
él y ella, y probaron que lo que el demonio les había ven-
$5 dido por manjar de vida eterna era manjar de muerte eter-
na. Pasó adelante. Ella comió orimero y dió de ella a su
marido. Si él fuera cuerdo, riñera con su mujer porque
había quebrantado el mandamiento de Dios; mas fué tanto
el amor que le tenía y el rogar de ella, que por no entris-
70 tecerla, sabiendo que era mentira lo que el demonio dijo,
comió él también de la fruta. San Pablo dice que el varón
no fué engañado; bien entendió la falsedad del demonio, y
solamente por no dar pena a la mujer comió. Castigólos
Dios a entrambos: a la mujer pn los dolores del parto, y
75 al varón en que, así como pecó en obedecer a la que él
había de regir, así él sea esclavo de aquella a quien él ha-
bía de mandar; y como él obedeció a su mujer, así obedezca
a su sensualidad.
Lo que allí pasó pasa en cada uno de nosotros. ¿Sabéis
80 qué tenemos en tener dos naturalezas? Otro Adán y otra Eva.
La razón es el Adán, y la sensualidad, Eva; la manzana es
el deleite, y el que convida es el demonio. Obedece el varón
a la mujer; sea éste su castigo — harto mayor, por cierto,
54 de] que add.
52 Cf. (^en. i-.s- 72 Cf. i Tim. 2. 14.
¿7- OCTAVA DEL CORPUS 899
que el de la mujer, porque el pecado fué mayor en él — : que
85 así como tú obedeciste a la mujer, así obedezcas a tu mise-
rable sensualidad. ¿No es verdad? Cuando las mujeres sien-
ten los dolores en el parto, tienen por verdadera la senten-
cia de Dios. Y cuando el hombre ve que el pecado es malo,
y siente allá dentro una gana muy grande de comer de esta
90 fruta, y la guerra que anda entre la razón y apetito, experi-
menta él también la verdad de su sentencia: La mujer come
cuando la sensualidad la deleita; si la razón no consiente, no
hay pecado mortal. Importuna la mujer, y combate la car-
ne con sus halagos; la razón, en lugar de corregirla y disci-
95 plinarla, por no sufrir tal guerra, por no enojar su carne
— ¿quién sufrirá que una parte de sí esté enojada? — , con-
siente en lo que quiere, y déjase vencer de ella. ¿Qué hijos
nacerán de aquí? ¿De una madre loca y de un padre hecho
al revés? Yo os lo diré; nacemos hijos de estos hombres, una
too gente hecha al revés, gente desbaratada y sin orden. ¿Qué
habernos de heredar de tales padres sino que nuestra razón
ande debajo los pies de su sensualidad? Ojalá no lo experi-
mentásemos. Eso es haber Eva, que convida tanto a la ra-
zón, que [ésta], aunque vea que es cosa mala, a sabiendas
105 consiente en sus placeres por no la enojar. Hombres que
caen los ojos abiertos y entendiendo que una cosa es mala,
consienten en ella.
De esto se veía tan agraviado San Pablo glorioso, que se
llama desdichado y dice: ¿Quién me librará del cuerpo de esta
no muerte? Así pasa: veis aquí el ánima cautiva de su cuerpo.
¿Quién vive por quién? ¿El cuerpo por el ánima o el ánima
por el cuerpo? Eso los ciegos lo ven, y si vos no lo sabéis,
esperá un poquito que muera, y lo sabréis, y veréis qué tal
queda el cuerpo sin el ánima. No hay que dudar, sino que el
H5 cuerpo vive por el ánima. Cosa monstruosa sería vivir un
ánima por el cuerpo. En la vida de las costumbres, por aque-
llo vive un hombre a lo cual ama. Si la cosa que vos amáis es
buena, vuestra vida es buena; y si es mala, vuestra vida es
mala. El amar es el comer, y lo amado es el manjar. Pues si
120 una ánima ama a su carne, el ánima vive por la carne y reci-
be vida de la carne. Mas ¿qué tal será aquella vida? Muerte le
digo yo: Si secundum carnem vixeritis, moriemini. Mirad a
quién amáis, que si amáis a vuestra sensualidad moriréis.
— ¿Cuándo? — Luego; que vivir según carne, es morir, Vi-
125 dua quae in deliciis est, vivens mortua est: La vida de la
viuda — dice el apóstol San Pablo — es vida de penitencia y de
trabajo; y si la viuda vive en deleites, viviendo está muerta;
porque vivir según deleite, es morir. Que si el ánima vive se-
gún la carne, ¿qué tal será nuestra vida, sino muerte?
no Rom. 7, 24.
12Z Rom. 8, ij.
125 Cf. 1 Tim. .s, 6.
900
SERMONES. CICLÜ TEMPORAL
130 Una carne que Veis aquí la urdimbre del demonio. Había
da vida hecho Dios el ánima buena; sujetóle la
carne para que la carne fuese regida y vi-
viese por el ánima. Veislo aquí todo al revés. Señor, ¿y su-
frirán tus entrañas esto? ¿Consentirá tu misericordia que
135 ja obra que tú hiciste tan buena la tenga el demonio tan he-
cha al revés? Mira, Señor, esta criatura tuya perdida por
estar aficionada a su carne; remédiala. — ¿Por qué está Je-
ricó tan estéril? — Porque tiene las aguas amargas y estéri-
les. Dad acá un vaso nuevo — dice el profeta — con sal y a<7''u.
140 Echólo en las aguas, diciendo: Esto dice el Señor: Él Señor
ha sanado estas aguas, y de amargas y estériles las ha hecho
dulces y fecundas. Dicho y hecho.
Varón de Dios, le dijeron otra vez. Salió uno al campo
y cogió unas coloquíntidas, y guisadas amargaban como
145 las hieles: Mors in olla, etc.: La muerte en la olla... Re-
médialo en el nombre de Dios, toma un poco de harina y
échalo en la olla; comé ahora, que la muerte se ha torna-
do vida.
— Señor, nuestras aguas son tan amargas como todos
l60 experimentamos; guerras traemos dentro de nosotros, que
nos hacen sudar; !a muerte está en lo que comemos, la
muerte en la olla. El comer se ordenó para vivir, y eso nos
es la muerte. Señor, varón de Dios, Mesías enviado de Dios,
Redentor del mundo, ¿sufrirán tus ojos vernos tales?
155 — Yo lo remediaré. Dadme un vaso nuevo; el santo cuer-
po de Jesucristo es el vaso nuevo. Hágase Dios hombre,
tome flor de harina, tome carne nueva, carne pura de hom-
bre y Dios; échese en las aguas amargas y en la olla de
la muerte; la amargura se volverá en dulzura, y la esteri-
160 lídad en fecundidad, y la muerte en vida. Quien come mi
carne y bebe mi sangre, en mí está y yo en él. Quien come
mi carne vivirá para siempre. ¡Oh milagro de Dios! ¿Quién
vido, por comer carne, vivir para siempre? Esa fué la in-
vención del diablo para dar la muerte; pues ésa sea la in-
165 vención de Dios para dar la vida, para que sepa el demo-
nio con quién se toma. Si la carne causó la muerte, la
carne cause la vida. Y aun más poderosa es esta carne para
dar vida que fué aquélla para dar la muerte.
¿Queréislo ver? Más fuerte es Dios que la criatura. La
170 carne de Adán, carne de criatura era; la carne de Jesucris-
to, carne de Dios es. Si mi daño me vino por carne de hon>
bre, mi remedio me vino por carne de Dios. Carne de Adán,
¿cómo me dañó? Porque era concebida en pecado; la carne
de Jesucristo, concebida por el Espíritu Santo; pues ¿quién
175 es más fuerte, el pecado o el Espíritu Santo? Pues si el
142 Cf. 4 Reg. 2, 20-22.
145 4 Reg. 4, 20.
161 lo. 6, 57.
162 Of. lo. 6, 50.
90J
daño nos vino por carne concebida en pecado, y el bien y el
remedio nos viene por carne concebida por Espíritu Santo,
mayor es la virtud de este cuerpo para sanar que la de
aquél para dañar; mayor es esta limpieza que aquella su-
180 ciedad; más eficaz es esta gracia que aquel pecado; cuanto
ésta excede al hombre, tanto excede mi remedio a mi mal.
Por carne vino la muerte, por carne se nos da la vida. Si
eso es así, luego de parte de Cristo, todos estamos vivos,
y la harina está echada en la olla. Ya va fuera la muerte,
| 185 ya tenemos vida.
El primer diente No os dañará vuestra carne si no la
con que se come amáis, ni os aprovechará la carne de
esta carne es la fe Cristo si no la coméis; en el comer
está lo uno y lo otro. Tomad y comed,
190 y comiendo y creyendo viviréis. ¿No lo dice El así? Quien
come mi carne y bebe mi sangre, en mi está. Para que nos
aproveche, menester es comer y creer. Que estáis tan Ljos
de estos negocios, que aun no sabéis qué cosa es este comer.
Duéleme veros tan bozales y extranjeros de estos misterios.
195 Creedme, que, si los entendiésedes, eso bastaría para trae-
ros consolados, y para haceros ricos y generosos, menos-
preciadores del mundo, y para que ni las cosas prósperas
os levantasen ni las adversas os derribasen.
¿No lo entendéis? ¿Qué es comer su carne? Iros al
200 altar y comulgar, y que se haga bien hecho. ¿No dijo El
que, si falta el espíritu, la carne no aprovecha? Comer la
carne de Jesucristo es estar Jesucristo en vos y vos en El,
comida como se ha de comer y con buena disposición.
En la mesa del Señor mandaba El que hubiese pan y
205 lumbre. Si os llegáis a comer a obscuras, ¡gentil negocio
es! Ni sabéis a qué vais, ni qué representa esta mesa, ni
qué habéis de traer, ni cómo lo habéis de comer, ni qué
habéis de desear. Vais sin lumbre y volvéis sin lumbre,
¿qué negocio es éste? Dígaoslo Dios por su misericordia.
210 — ¿Qué he de hacer cuando comulgo? ¿Qué he de pe-
dir, qué he de esperar, qué he de pensar? — ¿Sabéis qué
es comer? Quitad allá los dientes, que no son menester aquí:
Ut quid paras dentem, et ventrem? Crede et manducasti,
dice San Agustín: Cree y has comido. — '¿Cómo es eso?
215 —El ánima que creyere que no hay vida fuera de Jesucris-
to; el ánima que creyere que fuera de El no hay perdón de
pecados ni agradar a Dios, sino estando en Jesucristo; el
ánima que tuviere a Cristo por manjar de vida, ya tiene
189 Mt. 26, 26.
201 lo. 6, 64.
20.S Cf. Ex. 25, 30. 37.
214 SAN Agustín, ln lo. Ei\. tr. 25, e. 6, ir ; ML 35, 1602.
902 SERMONES. CICLO TEMPORAL
una parte de lo que se requiere para comer a Cristo. Pero
220 no basta, porque habéis de entender aquello que dice San
Agustín, de la fe viva: Habéis de creer y amar.
Señor, a vos mismo os habéis dado en manjar. ¿Qué tal
os dais? ¿De qué manera guisado? ¿Asado o cocido? Dicen
que lo asado es más sabroso; así lo prueban los enfermos.
225 ¡Oh bendito seas, Señor, para siempre! Non est similis tui,
et non est secundum opera tua. ¿Visteis nunca tal cosa,
que, porque vayáis de mejor gana y con amor a comulgar
y a comer su carne, quiso que fuese asada?
El cordero mandó Dios que se comiese asado y en asa-
230 dor de palo, porque fuese más clara figura de la cruz, en
que la carne de Cristo se había de asar. ¡Sea la carne de
Cristo asada, porque os sepa mejor! ¿No os sabe bien, de-
cid? Porque mejor os supiese, se entregó en las manos del
fuego, y allí le dieron una vuelta y otra vuelta, un tor-
235 mentó y otro tormento, y tantos tormentos, cuantos El
solo que los pasó los conoce. "Ase[n]me, porque sepa me-
jor; ásenme bien, porque no digas que soy desamorado".
¡Oh, qué sabroso está para quien lo gusta! Parasci in dul-
cedine tua pauperi Deus! ¡Aparejaste, Señor, en dulzura
240 para el pobre!
" — ¿Qué le aparejaste? — No dice qué; que no tiene nom-
bre, y si algún nombre tiene es maná, que quiere decir:
¿Qué es esto? Más es admiración que declaración. Mayores
bienes tiene encerrados en sí, que lengua puede hablar y
24|5 que entendimiento puede pensar.
Aparejaste con dulzura. ¡Oh qué dulce estabas cuando
lo ordenaste! ¡Qué salsa tan sabrosa es este pensamiento:
Dominus quidem Iesus, in qua nocte tradebatur, accepit pa~
nem, etc.! ¡Qué palabras para abrasar corazones! A la
250 puerta de su tabernáculo estaba Abraham, en el fervor
del día, cuando convidó a los caminantes que reposasen a la
sombra del árbol, y les lavaría los pies, y les daría aquel
bocado de pan. A la puerta de su morada estaba Jesucristo
cuando este convite ordenó, ni dentro ni fuera, y en medio
255 el fervor de su amor; que cuando hizo esto, para salir es-
taba de esta vida y al tiempo en que más se mostraba el
fuego de su divino amor. ¡Quién viera entonces, Señor, tu
corazón! ¡Cuando los otros se olvidan de todas las cosas,
te acuerdas tú de nuestra vida! Pues en esa hora tomó el
260 pan y lo consagró, y comulgó El para morir, ¡y comulgo
yo para vivir!
Aparejaste para el pobre. De manera que no se admiten
226 Cf. Ps. 85, 8. 249 Cf. 1 Cor. ii, 23-24.
230 Cf. Ex. 12, 9- 25i Gen. 18, 1.
240 Ps. 67, 11. 255 Cf. lo. 13, 1.
243 Ex. 16, 15.
903
a esta mesa sino pobres; y los ricos fastidiosos son desecha-
dos, hasta que se humillen y se hagan pobres. ¡Qué dichoso
265 pobre! ¡Qué pobreza tan rica! Hermano, para ir a comul-
gar no os espanten vuestras flaquezas, no os desmayen
vuestras caídas; no es este manjar solamente para los sa-
nos. ¿No lo dijo El así? No tienen necesidad los sanos del
médico, sino los enfermos.
270 Para el pobre. ¿Quién es el pobre? Un gemido que salga
de las entrañas, por veros tal, un deseo de veros remediado,
un deseo de agradar a Dios, un propósito firme de no pecar,
pedirle su gracia para mejoraros. Este que no halla en sí
arrimo, éste es el pobre; para éste, que va desagradado de
276 sí a pedirle remedio y cree que hay mayor remedio en El
que mal hay en sí, para éste es la medicina de los sacra-
mentos.
Así que lo primero que se requiere es creer: "Allí está
mi remedio, allí está el que puede, y sabe, y quiere dármelo;
280 allí tengo un padre, y un hermano, y un amigo que me
ama mucho más que yo mismo; allí tengo lumbre para mis
ignorancias, esfuerzo para mis flaquezas, rescate para mis
deudas, perdón para mis pecados: allí todos mis bienes,
y me los quiere dar". Si esto creyésedes de veras, de otra
285 manera os llegaríades a El.
El pájaro halló casa, y la tórtola nido donde ponga sus
hijos; y el hombre para los suyos, altarla tua, Domine
virtutum. ¿No habéis mirado el cuidado que tienen los
pájaros de sus nidos, que es para bendecir a Dios? ¿Qué
280 es ver una golondrina cómo hace su nido y cría en él sus
hijos, cuán a menudo los requiere? A osadas que no se va
a pasear, si tiene hijos. ¿Pues veis la prisa del pájaro, el
ir y venir a su nido? Así haríades vos al altar; allí habéis
de tener vuestro pensamiento, que son los hijos; allí ha de
295 ser el ir y venir, y aunque no con el cuerpo, siempre, en
casa, en el campo, en todo lugar acudir al nido; en el
trabajo, al altar por remedio; en el bien, al altar, a regra-
ciarlo. Si lo sintiésedes, más diligentes andaríades y con
más fprvor. ¡Tus altares, Señor de las virtudes, Rey mío y
300 Dios mío! Si crevé^edes esto con viva fe, no tendríades mal
ninguno. ¡Qué lástima es veros cuáles andáis de pura ne-
cesidad! ¿Estás desconsolado? Vete a tu Padre, v^te a tu
amieo, que te está convidando y rogando que vayas a El,
y allí te remediará y hará rico de sus bienes.
305 o Israel, quam maana. est domus Del, et ingens locus
hnbitationis fiius! ,Oh Iglesia, v cuán grande es la casa de
Dios! — ¿Cuál? ¿El cielo? — Otra casa hay mayor. ¿Cuál
263 Cf. Brcv. Rom., Fest. SS. Corp. Christi, I Vesp.. ant. ad
Maenif. ¿88 Ps. 83, 4.
269 Mt. 9, 12. 507 Of. Bar. j, 24.
904
SERMONES. CICLO TEMPORAL
es mayor, el cielo o quien hizo el cielo? — ¿Cuál es la casa
de Dios, donde recibe al peregrino y extranjero? — ¡Su
310 corazón! ¿Por qué. veamos, pensáis que permitió que se
lo abriesen, sino para que viésedes la casa de vuestra mo-
rada, donde os trujo encerrados treinta y tres años? En
sus entrañas os tiene metidos y abrigados. San Pablo díio:
En mis cadenas y corazón os tengo. Cuando esto dijo el
315 discípulo, ¿cmé haría el Maestro? Cuando miráredps la an-
chura del cielo, acordaos de la dp su corazón; no dudo
sino que robaría el vuestro, y que terníades tan gr^n con-
fianza de El, que en todos vuestros males iríades a El como
una saeta.
320 "¿A quién contaré yo mis penas mejor que a El? ¿A
quién daré parte de mis males y de mis bienes, que de
mejor gana los quiera oír?" Porque esto no entendéis, an-
dáis mendigando el consuelo de aquí y de allí, buscando
arrimos de caña, que al mejor tiempo se os quiebran; y, en
325 fin. estando allí Jesucristo para tu remedio v consuelo, an-
dáis con todo desconsolado. Esta fe es el primer diente.
El segundo diente — ¿Cuál es el otro diente? — Amar,
es amar Si quis non amat Dominum nostrum
lesum Christum, sit anathema. Quien
330 no ama a Jesucristo, no tiene parte en Jesucristo.
¡Corazón noble, no tf dejes vencer sino del amor, aun-
que te den todo el mundo! Si diere el hombre toda su ha-
cienda en pago del amor, no lo terná el Amado en nada,
dice en 'los Cantares. Amad, amad a Jesucristo, y será
335 vuestro Jesucristo. No cuesta más. Quien le cree y le ama,
ése le come, ése se mantiene de El, ése vive por El.
¿Y qué hará El cuando viere que el hombre se arrima
a El y le ama de corazón? Desnudarse ha, como hizo Jona-
tás, y vestirá al pastorcico con las vestiduras del hijo del
340 rey hasta ceñirle su espada. ¿Qué hará con uno que allega
arrepentido de sus pecados, y desconfiado de sí y confiado
en El, y se pone en sus manos y le dice: "Vos, Señor, os
disteis — nobis datus — a mí, y yo me doy a vos. Aquí, de-
lante de vosotros, ángeles, me doy a vos; yo vuestro y no
345 más mío". Si así no lo hacéis, no se os dará a vos; no se
hará este trueco si no hay permutación de personas. ¿No
lo veis en el matrimonio, donde el varón se da a la mujer
y ella a él? Si él se hurta a ella y ella se da a otro, mayor
hurto cometen que si hurtasen mucha hacienda.
350 — ¿Queréis que sea Dios todo vuestro? Sed vos todo
314 Phil. i, 7.
330 1 Cor. 16, 12.
333 Cf. Cant. 8, 7.
339 Cf. 1 Reg. 18, 4.
343 Rit. Rom., tit. o. c. 5, irvinn. «Pange lingua».
OCTAVA DEL CORPUS 905
suyo. ¿No osáis? ¿Tan duro, ¡ciego de vos!, que teméis
trocaros a vos por Dios? ¿Por qué teméis daros a El y
ofreceros a su voi untad? — "Señor, yo me doy a vos, llevad-
me por do quisiéredes, yo me ofrezco a vuestra voluntad y
355 me entrego a vos; y si fuere menester que me desnude de-
lante de escribano, también lo haré". — Mas dirá tu flaque-
za: Si así todo me ofrezco a Dios, dirá El: "Yo quiero que
te venga este trabajo o esta afrenta", y por eso no osáis.
Si por lo que vos le dais os da a sí mismo, ¿no os aíre-
se veriades? Pues eso es comulgar, y significado y hecho en el
comulgar. Toma el sacerdote el pan en las manos y dice
las palabras de la consagración; acabadas de decir, ya no
hay pan; accidentes sí, pan no. ¿Quién entró allí en lugar
del pan? Jesucristo. De manera que se transmudó el pan
366 en el cuerpo de Cristo, por la transubstanciación. Pues eso
que pasa de fuera, se ha de obrar allá dentro; que los
sacramentos así son, que lo que muestran de fuera obran
de dentro. Lavan os en el baptismo el cuerpo con agua,
y lavan os los pecados del ánima con la gracia del Espi-
370 ritu Santo. Cuando llegáis a comulgar, haced cuenta que
vos sois el pan y que se ha de convertir en Jesucristo para
que digáis con el apóstol San Pablo: Vivo yo, ya no yo,
vive Jesucristo en mí. Cuando me injurian, no me injurian
a mí, que ya no hay yo, sino mi Señor Jesucristo vive en
375 mí. ¡Oh dichosa tal vida y tal dádiva! Palabras, por cierto,
bien lejos de vosotros.
Pues si alguno quiere venir tras mí, niegúese a sí mismo.
Mientras no dijéredes un no a vuestro si y un sí a vuestro
no, no habéis pasado a Cristo. Habéis de pasar por el: Cristo
380 vive en mi, ya no yo. Quien a Cristo enoja, a mí enoja,
y quien a Cristo alaba, a mí alaba; y quien a Cristo sirve,
a mí sirve; porque ya no vivo en mí, sino El; ya se murió
fulano, ya no soy yo, ya no vivo para mi, ni duermo para
mí, ni trabajo para mí, ni hago cosa para mí. Viva Ciisto
385 y muera yo en mí, para que viva yo en El. Esto es comulgar
y esto habéis de pedir y desear. "Señor, ¡que me torne yo
vos! ¡Que de este altar no vuelva fulano, sino que, como
el pan se muda en vos, así haga yo!
Comulgar es tener ¿Habéis mirado cómo están los hom-
390 todos un corazón bres? Perdidos por comer pecados.
Dolámonos de esto. Muy novicio es
en la Escritura quien esto piensa. Carne es amarse a sí
mismo, y carne llama el apóstol San Pablo a la enemistad,
y a la idolatría, y a las contiendas; porque todas esas cosas
395 nacen del propio amor; y como cada uno se ama a sí mis-
373 Cf. Gal. 2, ao.
377 Mt. 16, 24.
394 Cf. Gal. 5, 19-21.
906 SERMONES. CICLO TEMPORAL
rao, de aquí viene comer cada uno su carne y haber división
entre muchos; y de la división nace la perdición, la cual
quiere Cristo remediar con este divinísimo Sacramento.
Mirad qué bien lo pide la Iglesia en la oración secreta
400 de la misa de esta presente festividad: Ecclesiae tuae, quae~
sumus, Domine, unitatis et pacis propitius dona concede,
quae sub oblatis muneribus mystice designantur. Szñor, su-
plicamos a vuestra Majestad que deis a vuestra Iglesia las
mercedes de la unidad y paz, que hagáis a todos vuestros
405 cristianos uno; las cuales cosas son figuradas debajo de
estos dones que ofrecemos. Lo que ofrecemos es pan y vino:
el pan se hace de muchos granos, y el vino de muchos ra-
cimos; pues así como aquí de muchas cosas se hace una
y la muchedumbre se torna en unidad, así todos los cristia-
410 nos, aunque sean muchos, se hagan una misma cosa.
¡Oh qué chica trompeta es mi voz y qué poca gente para
esto! ¡Aquí os quiero! Si comulgáis, ¿cómo no sois uno?
La división de Adán viene, porque de él toma cada uno su
carne. La unidad, ¿de dónde? De la carne de Cristo; no
415 hay más de una carne aquí. Porque aquél amaba su sensua-
lidad y aquél la suya, de ahí vino la división y la cisma,
y que cuando uno lloraba, otro reía. "Pues yo — dice Dios —
os daré una carne sola, y será más fuerte mi carne para
haceros uno que la vuestra para haceros muchos". Porque
420 más fuerte es el amor y lazo que tiene el ánima con la
carne de Cristo que con su propia carne. Si no, miraldo
en los mártires. "Mucho amo mi carne — dicen ellos — , pero
más amo la carne de mi Señor Jesucristo. Quiébrese este
lazo que tengo en la mía y muera yo y viva El".
425 Sois muchos, tenéis muchas carnes; yo os daré una carne
sola, y será más fuerte carne, y seréis uno. Esto es comul-
gar. ¡Ni sabéis qué es comulgar, ni qué es comer una carne
sola, ni qué es ser todos unos! ¿Sabéis qué es comulgar?
Tener todos un corazón: Erat credentium cor unum et ani-
430 ma una. — ¿Cómo es posible que todos tuviesen un ánima
y un corazón? — No es obra de hombres. — ¿Cómo se hace
eso? — Ya que todos los corazones sean unos, ¿cuyo será ese
corazón, para que todos los otros se conformen con él? ¿Será
quizá el corazón del Rey el molde donde se han de amoldar
435 todos los corazones? ¿Cuyo será? No es corazón de ningún
hijo de Adán, que descienda de él por vía de pecado; no es
corazón de hombre mortal, que es corazón malo, corazón su-
cio. — ¿Pues cuyo? — Nos autem sensum Christi habemus.
O como dice lo griego: Nos mentem Christi habemus. Nos-
440 otros — dice San Pablo — tenemos el sentido o corazón de Cris-
406 Miss. Rom., Fest. SS. Corp. Cristi, secreta.
430 Cf. Act. 4, 32.
438 1 Cor. 2, 16.
57- OCTAVA DEL CORPUS 907
to, que todo es uno. ¡Oh bienaventurado hombre que tal tie-
ne! ¡Que ande un hombre por ahí, y quizá enfermo, y quizá
menospreciado de todos, y que tenga el corazón de Dios!
Allí veis cosa baja, veis accidentes de pan. ¿Hay cosa más
445 baja que accidentes? ¡Y tienen dentro a Dios vivo! Que sois
vos hombre, y por el mismo caso cosa baja, ¡y dentro de vos
tenéis el corazón de Dios! Nos mentem Christi habemus.
¿Qué es ser cristiano? Tener la condición de Jesucristo. ¡Oh
qué sabio es Dios! ¡Qué alto su consejo, que supo hacer para
450 convertir el mundo! Padre — dice Cristo — , ruégote que como
tú y yo somos uno, así todos éstos sean uno, para que crea
el mundo que tú me enviaste; para que, viendo los infieles
tanta paz y unidad entre los cristianos, digan: "No es posi-
ble sino que el Dios de éstos es el verdadero."
455 Veis aquí qué es comulgar. Tanto tenéis de buen cristia-
no, cuanto tenéis de la condición de Jesucristo. Deprended de
mí, que soy humilde y manso de corazón. Deprended del
amor que os tengo: Este es mi mandamiento, que os améis
unos a otros de la manera que yo os amé. ¿Qué es eso, sino
460 tener su corazón?
"Si me mandáis. Señor, hacer lo que vos hicisteis, dadme
vuestro corazón." Este ha de ser vuestro ahinco: "Señor, dad-
me vuestro corazón". Estas vuestras oraciones, éstas vues-
tras disciplinas, éstos vuestros ayunos, éste vuestro decir
465 de misas. ¿Hay más que esto? Quien da su corazón, ¿qué
no dará? Esta es cristiandad, una gente según la cond.ción
de Cristo.
Veis un muchacho bien dispuesto, bien criado, virtuo-
so; decís: "Así era su padre". El padre sacan por el h\io.
'470 Han de ser tales los cristianos, que, viendo un infi 1 cónifc
perdonan las injurias, cómo viven castamente, cómo son li-
berales, dijese: "Así dicen que era su Jesucristo". Esta es la
cristiandad, y esto lo que prometimos en el bautismo. Si te-
nemos un corazón, ¿cómo reñimos unos con otros? Esto es
475 comulgar. Así como el pan deja de ser pan y se transubstan-
cia en el cuerpo de Cristo, así el hombre deja de ser quien
era y entra en el corazón de Cristo.
Participantes de — Señor, ya que yo me atreva a todo eso,
las riquezas de y diga que haga de mí lo que quisiere, y
480 Jesucristo <lue su voluntad sea la mía, y El entre
en mi corazón como entra en el pan,
¿qué haré yo? ¿Qué será de mí? — ¿Qué hace el pan? ¿No
se muda en El? — Sí. — ¿Pues por qué no os mudaréis vos
en El?
485 Escondida es a vosotros esta palabra: Et volucres caeli
' 452 Cf. lo. 17, 21. 459 To. 15, 12.
457 Mt. II, 2Q.
908 SERMONES. CICLO TEMPORAL
latet. ¿No somos los hombres codiciosos? ¿Dónde está nues-
tra codicia? ¿Cerno no viene aquí? Siquiera por codiciar bien
tan grande, de lo que nos dará nos habíamos de aficionar.
Haráos este Señor bien, daros ha su divinidad. No entendáis
490 que viene allí sólo su cuerpo; la sangre viene, y el ánima
viene junta con el cuerpo, y la persona del Hijo de Dios uni-
da con ánima y cuerpo, y el Padre y el Espíritu Santo jun-
tamente con el Hijo. Atreveos a dar ese cornadillo, y daros
han en trueco todo esto.
495 ¿No lo entendéis? ¿Pensáis que es pequeña cosa Jesucris-
to, no digo en sí mismo, sino aun para vosotros? ¿Pensáis
que tenéis poca cosa en El? ¡Si hubiera muchos Pablos que
nos dijeran lo que tenemos en Jesucristo! Mihi autem om-
nium Sanctorum mínimo data est grafía haec, in gentibus
500 evangelizare investig abiles divitias Christi, et illuminare om-
nes, quae sit dispensatio Sacramenti absconditi a saeculis
in Deo, qui omnia creavit: A mí, el menor de los santos, me
fué hecha esta merced. (Vaso escogido, dijo Cristo de él,
para llevar mi nombre delante los reyes y de todas las gentes;
505 pero yo le mostraré los trabajos que ha de pasar en llevar mi
bandera.) ¡Qué merced me ha hecho Dios! Que anuncie a las
gentes las investigables riquezas de Jesucristo y declarar a
todos qué sea la ordenación de Dios en este misterio escon-
dido de dar a su Hijo a los hombres.
510 Si hubiese lenguas que os dijesen los bienes que tenéis
en Jesucristo, más ricos os hallaríades que si tuviérades todo
el mundo. Por eso echáis mano del dinero, por eso buscáis
consuelo en las criaturas, porque no sabéis lo que tenéis en
vuestro Criador.
515 ¿Qué os aa, veamos? Cásase el rey con una esclava; co-
munícanse a la esclava los bienes del rey, y de la honra del
rey se le da a ella, salvo que a ella honran por él y no a él
por ella. ¿Haría deshonra al rey el que a su mujer no hon-
rase? Hónrente, Señor, los hombres y ángeles, y glorifíquen-
520 te para siempre, que ansí nos honraste. Tu es gloria mea, et
exaltans caput meum. Si miro a mí, luego se me caen los
ojos de vergüenza; mas cuando miro a ti, luego hallo de qué
gloriarme. Tú eres mi honra, tú mi santa jactancia, tú mi
santa altivez; en ti me honraré y me gloriaré. Porque después
525 que recetaste mi naturaleza por esposa, después que me to-
maste por hermano, después que me heciste miembro tuyo,
y tú mi cabeza, e heciste a todos uno en ti, ya Cristo y cris-
tianos es todo un Cristo, como dice San Agustín. ¿Qué honra
493 Cf. Me. 12, 42. 486 Cf. Iob 28, 21. 509 Cf. Bph. 3, 8-9.
521 Ps. 3, 4. 50S Cf. Act. 9, 15.
528 San Agustín, De Trin., 1. 4, c. 9 : ML 42, S96 ; De peccat.
merit. et remiss., I. 1, c. 31 : ML 44, 145. Cf. MERSCH*, t. 2, p. 87,
nota 2.
,S7- OCTAVA DEL CORPUS
909
puede haber que a ésta se iguale ni a estas riquezas? ¿Quién
530 terna envidia a los altos del mundo, pues lo más bajo de esto
es más alto que la alteza de los reyes? Decidme, con qué
ojos mirará Dios Padre al que ve casado e incorporado en su
unigénito Hijo. Y ¿cómo le faltarán riquezas al que se apli-
can las de Jesucristo?
535 Sabed, hombres, conocer a vuestro Bienhechor y aprove-
chaos de sus inmensos trabajos que por vosotros pasó. Sabed
cierto que aquel pasar de tormentos, de azotes, espinas y
clavos, y aquellas deshonras tan sin medida, y aquella vida
y muerte preciosa, todo era atesorar merecimientos para sus
540 hijos, y como piadosísimo Padre y fortísimo peleador, salió
al campo con la lanza en la mano, no derramando ajena san-
gre, mas la propia suya; murió en la bajeza y pobreza de
cruz por dejar ricos a los que quisieren con debido aparejo
recebir sus riquezas, las cuales son tantas, que si un hombre,
545 gimiendo su propia maldad, recibiere como debe el sacramen-
to de la Penitencia y este divinísimo cuerpo del Señor que
presente tenemos, puede con santa osadía decir: Abridme las
puertas de la justicia y, entrando por ellas, bendeciré al
Señor.
550 — ¡Oh hombre!, ¿y qué pides? ¿Entiendes bien lo que di-
ces, en pedir que se te abran las puertas de la justicia? ¿Quién
eres tú para nombrar nombre de justicia, habiendo menester
ser perdonado por misericordia? — Pues no dijo mal ni me-
rece reprehensión el que aquesto dijo. Porque aunque, mi-
555 rando el penitente a sí mismo, no tiene cosa justa que alegue
en el tribunal de Dios para ser perdonado, mas mirando a que
los trabajos y merecimientos de Jesucristo se le aplican a
él por la penitencia y los sacramentos; el perdón y la gra-
cia, que, mirando a él, se le dan por misericordia, mirando
560 a Jesucristo se le dan por justicia, como dice San Pablo, que
Cristo nos es hecho justicia, porque, debiendo nosotros los
tormentos de nuestros pecados, los pagó El con tanto exceso,
cuanto va de paga de Dios a deuda de hombres; para que,
conforme a la buena disposición que el hombre llevare, par-
565 ticipe, según su modo, de aquella riqueza tan sobrepujante.
Y por esto pide el hombre que le abran Zas puertas de
la justicia de Cristo, y entrando por ellas, dice que alabará
al Señor; porque viendo que de sí mismo merece infierno y.
que por la redención de Jesucristo se lo perdona y le dan
570 gracia con que sea hijo de Dios y heredero del cielo, es lleno
de tanto gozo y admiración de la bondad divinal que tal re-
549 Cf. Ps. ii7, 19-
501 1 Cor. r, 30.
56S Cf. Ps. 117, 9
M.0
medio dió para los miserables, que todos sus huesos dicen:
Señor, ¿quién hay semejable a ti?
Estos tales piensan de buena gana en Jesucristo como en
575 piadoso bienhechor; celebran devotamente la fiesta de su
Santísimo Cuerpo, y vánseles los ojos del cuerpo y del áni-
ma tras de aquella santísima hostia consagrada que allí está,
creyendo con firmísima fe que allí está encerrado el verda-
dero Jesucristo, su Esposo, su Cabeza, su Hermano y Se-
580 ñor; su preciosa honra, su bien y su Dios; el dador de la
gracia y de la gloria.
58 El que frecuenta el comulgar, dificultosamente
PECARÁ *
Octava del Corpus. Granada, iglesia mayor, 15^2
(Vadencia, Bifol. CoJ. Patriarca, Ms. 1049, ff. 114 r - 123 v; ed. 1596,
I, pp. 830-856; Escorial, Ms. & III 21, ff. 229 v - 235 r.)
A fructibus corum cognoscetis eos. De las fructo^
de ellos los conoceréis (Mt. 7, [i6]).
Exordio. María y Enséñanos el santo evangelio que,
la Eücaristía cuando quisiéremos conocer a alguna
5 persona, que miremos a sus fructos,
que miremos qué talps son sus obras, y ansí conoceremos
quién es. Ex fructibus eorum cognoscetis eos. La lengua
suele algunas veces engañar. Aunque oyáis hablar bien a
un hombre, puede ser que haya otra cosa dentro de lo que
10 por la boca habla; pero si le veis las obras, eso no os puede
engañar, que no veáis luego notoriamente lo que es.
No hay cristiano que no desee conocer a la Virgen María,
nuestra Señora, para servilla y agradalla, amalla y honralla.
¿Qué remedio tenemos para conocella? ¿Qué? Miralle a las
15 obras, y allí veréis qué tal es: qué humilde, qué casta, qué
limpia, qué de virtudes tiene, qué acabada la hizo Dios. "Pá-
V = Valencia; 7" = Ed, rsgó, E = Esc. || 5 frutos T \\ 6 miremos] veamos
T | así T || 3-7 Enséñanos - cognoscetis eos] Por las obras se conoce el hom-
bre, como dice el santo Evangelio E || 8 oigáis T || 10 las] hacer T || 11 no]
le add. T || 8-11 algunas veces - lo que es] engañar, mas las obras no E
12 María om. T || 13 servirla 7 | agradalla] acatarla; no hay quien no
desee saber quién es para T \ amarla T | honralla] reverenciarla T || 14
tememos T | conocerla T | Mirarla T || 15 obras] Mirad qué tales son sus
frutos add. T ] allí] ahí T | qué tal] quien ella T || 12-16 No hay cristiano -
hizo Dios] Todo cristiano desea conocer a la Virgen. Pues por las obras la
conocerá quién ella fué, tan humilde, etc. San Bernardo E H 17 Paróme]
573 Ps. 34, 10.
* «Senno in octava Corporis Christi, in matrice jrranatenss.,
habitus [i]548» (Valencia, f. 114 r). «Del P. Mtro. Juan de Avila, in
ccclesia matrice granatense. Sermonis. notulaen (Escorial", f. js'o vi.
7 Mt. 7. 16. •
911
rome a considerar las grandezas de la Virgen, dice San
Bernardo, y es cosa grande, es cosa sin cuento; sed de mise-
ricordia toqui, hoc mugís plucet: pero decir que es myse~
20 ricoraiosa, que está entendiendo allá donde está en al-
canzarnos misericordia, esto agrada más que otra cosa".
Decir vos a uno que tiene necesidad: "¡Oh si supiésedes qué
de virtudes tiene fulano, qué rico, qué gentilhombre, qué
afable, no le falta cosa!"; airá el otro: "¿Qué provecho me
25 viene a mí de esto?" Si le decís que es misericordioso o que
tiene tanta caridad que nadie no va a él que no lo remedie
y a nadie envía desconsolado, dirá el otro: "Hoc magis placet;
eso me agrada más, eso es lo que \yo he menester" . Cuando
nos dicen de la Virgen: "¡Oh qué linda la hizo Dios en el
30 cuerpo, y en el ánima muncho más!", alegrámonos y ben-
decimos a Dios; pero cuando nos dicen que nos favorece,
que está rogando por nosotros a su Hijo bendito que nos
remedie y ampare, que tiene puestos en nosotros sus ojos
de misericordia, esto nos agrada y satisface más.
35 — ¿Quién será tan desagradecido que no os agradezca
esto, y tan triste que no se alegre en veros misericordiosa?
Pero, Señora, ¿en qué veremos que nos queréis bien?; dad-
nos seguridad que nos amáis. — "Si os amo o no, dice la
Virgen, ved lo que he hecho por vosotros; mirad mis fructos
w y obras". Caesar, si amo te, vulnera mea loquuntur pro me,
dice el otro al emperador César, habiéndolo revuelto con él;
y respondió a César, preguntándole si era verdad lo que le
habían dicho de él, descubriendo su cuerpo lleno de heridas
Comienza T | grandeza T H 17-18 dice San. Bernardo om. E || 18 sin cuento]
infinita T, es cosa sin cuento om. E || 19 misericordia] eius add. T | Pero
decir que om. E ¡| 20 misericordiosa] decir add. T | que] porque no E | alia
donde está] en otra cosa sino E || 21 misericordias T | esto] lo cual E || 23
de virtudes] gracias T | gentilhombre] qué bien hablado add. T \\ 22-24
Decir vos - falta cosa] Así como acá deciros de uno que es rico, que tal,
que tal E || 24-25 me viene a mí om. E || 25 esto] eso T, eso mas add. E |
que es misericordioso] misericordioso es T f] 26 tiene tanta caridad] caridad
tiene T | que om. T | not om. r | lo] le T || 27 y om. T | desconsolado] "e
cuantos le piden algo om. T |] 25-27 que es misericordioso - magis placet] de
caridad que tiene, tal y tal hace, etc. E || 28 esot] esto E \ me om. E | más]
a mí T | menester] y lo que me parece bien add. T || 29 Virgen] nuestra
Señora add. T | Oh qué] cuán T || 30 ánima] sin mancha add. T | mucho T" |
más om. T \ nos alegramos 7" ¡| 28-31 eso es lo que yo he menester - a Dios,
pero] así E || 31 que] la Virgen add. E | favorecerá E \\ 32 eátá] siempre
add. T || 33 y] que nos T | los ojos en nosotros T \\ 34 misericordia] Hoc
magis placet add. T
35 osj te 7" || 36 esto] tanta misericordia T | y] Quién será T | veros] ver
que eres tan T | misericordiosa] Señora add. T || 37 quieres T \\ 38 danos T |
amas T || 39 frutos T || 40 te amo T || 41 decía T | con él] y desacreditado
T || 42 a] al T \\ 44 o no] etc. T || 49 ha. hecho om. T | nosotros] hizo
21 San Bernardo, In Assiunpt. B. Marine I"., serm. 4, 8 (ML
183, 429) : «Laudamus virginitatem, humilitatem miramur ; sed mise-
ricordia miseris sapit dulcius, misericordiam amplectimur charius,
recordamur saepius, crebrius invocamus». (Cf. ibid. 5 : ML, 187, 427.)
912
que había pasado por él: "César, si te amo o no, hablen mis
45 llagas por mí, sean testigo de mi corazón". — -Señora, ¿osa-
remos confiar de vos nuestra salvación? ¿Osaremos dejar
a vuestro cargo la salud de nuestras ánimas? ¿En qué ve-
remos que no nos olvidaréis? Hablen sus fructos por ella.
Responda lo que ha hecho por nosotros. Mirá el fructo de su
50 vientre. Mirá el santo Sacramento, que de sus entrañas ha
salido. Allá lo dijo: "Venite, et comedite panem meum et
vinum quod miscui vobis. Venid y comed este pan bendito,
esta carne que de mis entrañas salió". Cuán de buena gana
nos convida; y, pues según el fructo conocemos a )a que nos
55 lo dió, vos, Señora, que sabéis qué tal es, alcanzadnos que
lo gustemos, porque, gustándolo, sepamos hablar algo de
sus excelencias en este presente sermón. Y para más la obli-
gar, digámosle la salutación angelical: Ave, etc.
Quien me come ten- Veisnos aquí en el día postrero de
60 drá más hambre Ia fiesta del Santísimo Sacramento.
Confío en la misericordia de Dios
que saldréis con más hambre de Dios, y por otra parte, con
mucha hartura, porque veáis quién es Dios, que cuanto más
le coméis tanto mejor gusto tenéis de El, y esto lo causa el
65 gustallo muchas veces. ¿No se dice de El: Quien me come
habrá más hambre? Por esto poquito que habéis sentido,
por una poquita de devoción, os dará Dios en el cielo infi-
nita hartura y con ella infinita hambre. Este es un gran
milagro que en el cielo hay, que, comiendo siempre un man-
70 jar que está nuestra bienaventuranza en comello, es tanta
la dulzura que sienten los bienaventurados, que cuanto más
comen más hambre tienen, y de aquí podéis conjecturar cómo
se compadece, durando mil millones de millones de cuentos
de años comiendo un mismo manjar — que es el mismo Dios,
75 mientras El durare — ; y que al cabo — '¡qué digo!: ¡no hay
cabo! — , que, pasados millones de millones de años, está la
add. T | Mirad T | fruto T |] 50-51 Mirá el -salido] mirad qué pedazo de
carne, salido de sus entrañas, el Santo Sacramento T || 51 Allá] No T | dijo]
la Sabiduría de ella add. T- || 53 Cuán] que a él T || 54 nos, os T | y] gozad
del fructo de mis entrañas T | conoceremos T \ a om. T || 55 que,] pues T |
alcanzádnosle para add. T || 56 lo] le T | porcme gustándolo] y gustando de
él T || 57 su excelencia T || 57-58 en este presente - Ave, etc.] om. T || 32-58
que está rogando por nosotros - Ave, etc.] om. E
59 el día postrero de om. T || 62-G3 y por - mucha] de tanta T || 64 tanto
mejor] más T \ y esto lo] más hambre y mayor deseo de El T || 65 gus-
tarlo T | No se] nos T \\ 66 hambre] y add. T || 69 que,] allá add. T || 70
comerlo T || 72 conjeturar T || 73 compadece] que add. T | mil om. T || 74
comiendo] de add. T | mesmo2 T || 75 cabo] mas add. T || 76 pasados] infi-
nitos add. T I de millones om. T \\ 59-76 Veisnos aqui - millones de años]
Lo notable que se dijo en este sermón fué, lo primero, ponderar cómo, go-
zando de Dios, nunca se enhastían los bienaventurados, antes al cabo de
¿2 Cf. Prov. 9, 5.
66 Eccli. 24, 2Q.
913
comida tan fresca como al principio. ¡Oh, bendigan, Señor,
los ángeles al abismo de tu dulzura, que, durando tanto como
dura, no da en rostro, antes pone grandísima hambre con
80 tener en ti toda la hartura! ¡Oh, bendito seas tú, Señor,
que no entendiendo los que de ti gozan sino en ti, y comer
en ti, y en hartarse de ti, y tiniendo en ti cuantos deleites
se pueden desear, que no basta entendimiento de ángel para
pensallo; y que a cabo de munchos años les parezcas tan
85 nuevo, tan dulce, tan sabroso como si no hubieran comido;
y que con tanta hambre y gana comiencen a comer a cabo
de tantos años como si entonces comenzasen! Este es Dios,
hermanos.
— ¿Habéis acabado ya de comer en esta fiesta y aun os
90 queda hambre? ¿No está aún vuestra voluntad satisfecha?
¿Haos sabido tan bien que quisiéredes que durara más el
convite? — ¿Qué remedio, padre, para matar esta hambre?
— Remedio hay. Mirad, hermanos, aunque las fiestas de Je-
sucristo cuanto al tiempo pasen, su virtud no es pasada para
95 el que quisiere celebrarlas cada día que quiera; su virtud
siempre está presente. El buen cristiano ha de hacer como
las hormiguitas. ¿No las habéis visto andar alguna vez en
el verano buscando el mantenimiento para el invierno? ¿No
anda buscando con mucha diligencia? Coge un granillo y
1Q0 otro, y, en fin, lo que halla entiérralo, para cuando lo hu-
biere menester. Así el cristiano: tal fiesta como ésta no ha
de ser pasada para él; siempre la ha de tener presente, reco-
giéndose, buscando, pidiendo que le dure la devoción del
mantenimiento hasta otra fiesta; procurándolo con bien vivir;
105 suplicando a nuestro Señor que conserve en él el bien que
hubiere recebido en tal fiesta como ésta, y de esta manera
andará siempre bien mantenido. Mas, si alguno se quedase
sin comer entre tanta hartura, ¿qué sería de él?, ¿qué mal
lo habría mirado? ¡Triste de él! ¿Cuál eá el mal mirado que
110 está entr? tanta hartura, donde sobra el mantenimiento, que,
por no llegarse a la mesa y pedir no sé qué, se muera de
hambre? No lo permita Dios que haya alguno de éstos aho-
ra aquí.
Al propósito volvamos. Habernos oído, si hemos estado
tanto tiempo T || 80 tú om. T |( 81 ti y om. T || 82 en(] de T | y( om. T ¡
y2 om. T | teniendo T )| 83 es om. 7" | entendimientos de ánceles T \\ 84
pensarlo T | a] al T | de munchos años om. T || 87 tantos] infinitos T
90 queda] más add. T \ voluntad] aun add. T |¡ 93 Mira T || 95 que quiera
om. T || 97 la hormiguita T | la, T | alguna vez andar T || 97-98 en el verano]
andar T | el om. V | mantenimiento] en el tiempo del verano add. T || 99
y om. T || ICO y] no sé qué T | enciérralo T | lo, om. T || 102 ha de te-
nerla T l| 104 con] su add. T || lCñ que] le T | él, om. T || 1C6 y om. T ||
108 que2] cuán T fj 109 habéis T ¡| 109-110 Cuál es - está] eue estando T || 110
que om. T || 111 no sé qué se] se seque y T I] 112 de estos om. T " 113
aquí om. T
SERMONES. CICLO TEMPORAL
115 bien atentos, estos ocho días pasados qué cosa es comulgar
espiritual y sacramentalmente. Todo lo hemos dicho, y más
de la comunión espiritual; plega a nuestro Señor que lo ha-
yáis entendido, que espero que os ha de aprovechar. Ahora
digamos un poquito de la comunión sacramental.
120 Para que trabajes, —Padre, ¿qué fué el motivo que mo-
quedó en el Sacra- vi ó a Dios? (¿Motivo digo? No mue-
mento ve a Dios nadie sino El.) ¿Qué mer-
cedes, qué misericordias fueron estas
que quiso hacernos cuando se quedó? ¿Qué es la causa que
120 movió a su alto consejo quererse quedar acá con nosotros?
— No se podrán decir las mercedes que nos hizo, aunque
se junten ángeles y hombres. Decí: Si vos tenéis una heredad
y andan trabajando en ella los peones, ¿no os holgáis de
ir allá y estar allí presente y andar sobre ellos, porque tra-
130 bajen más y hagan más hacienda? Dicen acá que "adonde no
está su dueño", etc., y que "el mozo trabaja más cuando el
amo le está mirando". Pues ansí Dios quiso quedarse en esta
heredad con los trabajadores, que somos nosotros, para que
hagamos más hacienda, para que andemos ligeros. Nadie se
135 duerma, viendo que nuestro Señor anda tras nosotros, para
que digamos: "Mi Señor está aquí cerca y me ve; quiérome
dar priesa; quiero ser fiel; no quiero hacer cosa que parezca
mal delante sus ojos", y aun paréceme que bastaba sólo esto
para nunca ofender a Dios. Mas hay tan poca fe, que creo
140 no hay quien mire que le están mirando los ojos de Dios,
para que, cuando estás tú en tu casa y te viene un pensa-
miento malo, sudes, trabajes y mueras por resistirlo y le
digas: "Anda, vete, que no quiero consentir en eso; que está
mi Señor aquí cerca y estáme mirando cómo trabajo".
114 hemos r i| 115 eátos jasados] otras veces T || 116 y, om. T || 117
plegué T | nuestro Señor] Dios '/' || 118 hayamos T | aprovechar] harto
add. T H 118-119 Distamos ahora T || 77-119 Oh bendigan, Señor - sacramen-
tal] Item, que el buen cristiano, la devoción que cobra en esta fiesta de
Corpus Christi ha de procurar que le dure con bien vivir y suplicarlo a
Dios E
120 Padre om. B || 120-321 que movió a] en E ¡ Motivo] Qué T || 321-122
Motivo -sino El] Aunque a El no le mueve nada más E || 124 quedó] con
nosotros add. T | es] fue E || 125 con nosotros 01». E || 124-125 ¿Qué es la
causa -con nosotros? om. I' || 126 podrá T l| 127 Decid T || 128 en ella tra-
bajando T || 129 porque] para que T || 130 hacienda] ¿no add. T | donde
T I-I 131. y om. T | el2] ojo de su add. T || 132 así T | estal su add. T ¡¡
135-136 para que] porque T \\ 136 está aquí cerca y om. T || 136-137 ouiéro-
tne dar priesa] quiero trabajar, quiero servir bien T || 138 bastaba] aun
add. T || 140 no hay - que le] hay pocos que piensen de veras que los T \\
142 trabajes om. T \ mueras] y trabajes add. T | le] de V \\ 143 eso] que
me traes add. T || 144. aquí -estáme] delante y sus ojos me están T || 126-
144 No se podrán decir - mirando cómo trabajo] Fué porque, quedándose
con los trabajadores, hiciesen más hacienda ; y ansí hemos de andar como
en su presencia, diligentes, y morir en el rinconcieo por desechar el pensa-
OCTAVA DEL CORPUS
145 Pues, para que trabajases, quedaron ahí grandes medici-
nas, grandes remedios; quedó gran salud; grandes cosas hay
encerradas en los santos sacramentos. SaMo Tomás pone tres,
pero hay infinitas. Si lo sintiésemos, si lo supiésemos y gus-
tásemos lo que es, comernos híamos las manos tras ello.
150 La confesión per- La confesión es para hacpr las amis-
dona tus pecados tades entre Dios y ti. Estaba Dios
airado contra ti, estaban dadas tan-
tas sentencias de muerte para los infiernos contra ti. ¿Con-
fesástete? Ya eres amigo de Dios; no están ya a tu cuenta
155 iquellos pecados; y perdonádote los ha ya Dios, que no
te castigará ya en los infiernos por ellos. La confesión es
para que se borren y se deshagan tus pecados y para que
nunca más se acuerde Dios de ellos. ¡Oh, bendito seas tú,
Señor! ¡Y si supiésemos cuánto bien ros cantan en aquel
160 cantar: ¡Bendecid los sacerdotes al S^ñor! ;Cuán mal te
sabemos agradecer p1 poder que has dado a los sacprdotes
y cómo los has hecho despenseros de tus merecimientos!
Decid qué amigo hay acá que diga a su amigo: "Mira que
aquí adelante en las cosas que tocan a mi hacienda, a mi
165 honra, a mi casa, no negocie nadie conmigo, s;no todos los
que vinieren a negociar, negocien con vos todo lo que a
mí tocare." — Señor, ¿y si os dan una bofetada? — También
la perdona.
Pues ansí lo hizo Jesucristo con nosotros, que nos dió
170 poder para que negocien con nosotros todo lo que a su
hacienda y honra tocara : y que por soberbio, por sucio,
por abominable, por endiablado que sea el hombre, por des-
honra que haya h^cho a Dios y con ellos, al hombre dirá
Dios: "Id a un sacerdote, pues ]p he dado noder para que
175 r)p mí parte os perdone y absuelva de todos vuestros pe-
miento malo, poroue lo ve Dios E II 145 quedaron ahí grandes] quedó acá
en este divino Sacramento. Grandísimas T
146 medicinas] hay add. T II 147 grande remedio T ¡| 148 si lo.,] y T ||
149 comernos - tras ello] andaríamos abrasada de amor de Dios T. Pues
para que trabajases - tras ello] Cuenta efectos de sacramentos E
154 confiésaste T \ Ya, om. T ! eresl hecho add. T 1 155 pecadnsl mor
tales add. T || 156 ya om. ' T || 157 se borren y om. T I y om. T II 15S nunca
más] no T | Dios] más add. T ! ellos] áunoue ordinariamente quedas obli-
gado algo a pagar en purgatorio add. T || 156-158 La confesión es para - ellos]
Que la confesión hace las amistades entre Dios y la criatura, y confesado
uno, ya no están a su cuenta aouellos pecados, porque Dios los ha perdo-
nado y no castigará ya por ellos E \\ 158 tú om. T || 160 los om. T | Cuán]
Qué T I! 163 Decid om. T I acá om. T | Mirad T | que,] de add. T || 165
conmigo T || 166 a negociar om. T |l 168 la perdona om. T
369 así T l| 171 su honra y a su hacienda T | por,] y T II 172 oue fea el
hombre om. T ]| 173 deshonra] desprecios T 'I 173-176 al hombre dirá Dios-
en mi nombre] el hombre venga a pedir perdón a Jesucristo, a los pies de
147 Cf. Santo Tomís df Aoi'ino. Snmwa thcol.. q, ~q, a. i
7fV> Dan. i, 84.
916
SERMONES. CICLO TEMPORAL
cados, y él os perdonará en mi nombre." — ¿Quién lo dijo,
padre? ¿Es por ventura Escoto, es San Agustín? — Más
que eso, es el mismo Jesucristo. ¡Bendito El sea! Amén.
Quorum remiseritis peccata, remittuntur eis; et quorum
180 retinueritis, retenta erunt. A quien perdonáredss sus peca-
dos, serles han perdonados, etc.
—¿Y qué es confesión? —¿Qué cosa? Que estando tú
muerto y en pecado, si vas al sacerdote y le dices tus pe-
cados, y pides perdón a Dios de ellos y te arrepientes, lue-
^ g0 te serán perdonados, y quedas en paz con D os y no te
demandará su justicia que le pagues; y de esta manera la
confesión resucita los muertos. Con venir tú a los pies del
confesor, habiendo hecho lo que en ti es, aunque no traigas
todo el arrepentimiento que fuera razón, por virtud del sa-
190 cramento vuelves de muerte a vida, y allí te dan el arre-
p-ntimiento que basta para que tus pecados puedan ser per-
donados.
También la comu- — -Padre, si por la confesión, como de-
ntón es remedo cís, quedo perdonado, ¿qué es menes-
195 contra los pecados tPr más comunión? — No basta estar
libre del infierno. — ¿Qué es menes-
ter más, si estamos libres de la justicia de Dios y somos
ciertos que no nos condenará para los infiernos? — Más es
menester, que. aunque uno queda perdonado, no queda li-
200 bre del todo. Si ad horam pepercisti mihi, quare ab iniqui-
tate mea mundum me esse non pateris?, dice Job: Señor,
si en vn momento me perdonaste, ¿por qué no consnntiste
que wt"de Ubre de toda mi maldad; por qué no me limpias
un sacerdote idóneo, ha dado poder que de su parte Jo perdones y le absuel-
vas de todos sus pecados T || 158-176 ¡Oh bendito seas tú -en mi nombre]
Engrandece el poder dado a los sacerdotes y cómo deben bendecir a Dios,
y alega aquello: «Benedicite sacerdotes Domini Domino», y que a los sacer-
dotes hizo dispensadores de sus merecimientos; que manda que negocien
con sus sacerdotes todo lo que tocare a su honra, su hacienda, y que por
más malo que sea uno, que pueda el sacerdote perdonallo E || 17 ventura]
dicha T | es] o T | Agustín T |l 177-178 Más -es] No sino T l| 178 mesmo
Cristo T || 176-178 ¿Quién lo dijo - Jesucristo] Lo cual no dijo Escoto ni
San Agustín, sino el mismo Dios E II 178 sea El T | Bendito - Amén] om. E ||
179-130 peccata - erunt] etc. E || 180-181 sus pecados om. T || 181 les serán T
182 Y om. T | ¿Qué cosa? om. T II 183 y,] estando T || 183-185 si vas al
sacerdote - luego te serán] e ira de Dios, por confesar te son los tuyos T |f
185 quedas] tú add. T | yj que T || 186 pagues] Jo que le has ofendido
add. T \\ 180-186 A quien perdonáredes - pagues] om. E |l 186 y om. E | esta
om. E || 105-187 la confesión] que este sacramento E l| 187 los om. TE | tú
om. E II 188-189 aunque no - fuera razón] om. T || 190 da T || 191 baste E
193-194 como decís por la confesión T |l 197-198 y somos ciertos - los in-
fiernos] om. T || 193-198 Padre si - los infiernos] ¿Qué otro pues? ¿Qué
es menester comunión, pues basta por la confesión estar libre del infierno?
Dice que E || 200 libre] sano T || 201 mea om. T | Dice Job om. E || 202
consientes T || 203 quede] del todo add. T ] toda om. T | qué] Señor add. T ||
lf?T To. 20, 23.
203 Of. Tob TÓ, 14,
SS. OCTAVA DEL CORPUS
del todo, cuando haces lo más, que es perdonarme? Domi-
305 nus patiens et magnus fortitudine mundans non facit inno-
centem, dijo el profeta Naúm. — ¿De qué os quejáis luego,
Job? ¿Queréis quedar sano luego del todo? No basta que
quedéis libre del mal, sino que queréis luego convalecer. Es-
tabas en ira de Dios, confesástete, arrepentístete, restit-'ís-
210 te. tienes propósito de nunca ofen^W a Dios. Bueno es todo
eso. razonable está, aunque no por eso sano del todo. — He
aquí vuestros pecados perdonados, ¿qué más falta pues de-
cís que es menester? — Mucho es estar libre del infierno,
pero todavía es menester más. Decid; si uno está para
215 morir y le diera una medicina que, con bebella, no murió,
¿luego está bueno del todo? ¿Puede luego andar, estar gor-
do, recio y esforzado, y puede comer con gana, como si es-
tuviese sano? Son menester otras medicinas o conservas
que lo esfuercen. Buenos manjares que lo engorden.
220 Estabas tú en pecado, estabas muerto, no te faltaba
sino que te echaran en los infiernos; confesástete, arrepen-
tístete; ya estás libre de la pena del infierno, pero dime:
¿Luego estás bueno? No, por cierto, que el pecado acarrea
otros mil males. Aunque quedes perdonado del principal,
225 quedan mil reliquias: una ira de enojarte por nonada que te
hagan; quédante mil trabajos; tiéntate la carne; si prime-
ro fuiste carnal, querrías volver a tu costumbre; quédate
una fantasía interior, una voluntad propia, reliquias son
todas éstas del mal del pecado.
230 Mira, ansí como en la vida natural tenemos un calor,
que desde que nacemos no hace sino gastar y consumir
2C5 fortitudine] ct add. T ¡ faciet 7" |l 2C6 el profeta om. E || 2C6-2C7 Job
luego T |! 207 sano] luego add. T || 2C8 luego] sano add. E || 2C9 te con-
fesaste, te arrepentiste T i] 211 estás TE \ no] estás T estés E | sano]
santo V |¡ 211-212 He aquí - perdonados] Tienes perdonados los pecados E |l
213 menester] más add. T \\ 212-213 Qué más - Mucho es] om. E II 213 es-
tás E || 214 Decid] como E | uno] bebe una medicina, que add. E | estaba
ya add. T, estaba E l| 215 le dieron una medicina que om. E | bebería T \\
216 luego está] no luego está E | todo] no add. T | luego puede TE | andar]
y add. T. ni add. E | esté T || 217 gordo om. T | rec:o, gordo E | y2] ni E ||
218 sano] No add. T !| o] y E |¡ 219 lo,.,] le TE | esfuercen] y add. E
220 estabas,] tú add. T |l 221-222 te confesaste, te arrepentiste T |¡ 223
N'o por cierto que] Es grandísimo mal T II 224 mil] cuentos de add. T | del]
de lo T i principal] pero add. T i] 220-224 Estabas tú en pecado - principal]
Ansí el que está muerto en pecado líbrase por la confesión, mas no luego está
bueno, por los males que acarrea el pecado E |' 225 reliquias] de add. TE ]\
225-226 por no - te hagan] porque quiere E I] 226 tiéntate] quemase E || 227
querría T f| 226-227 si primero - querrías] om. E || 227 volverse T | tu] su TE |[
228 propria E ' 228-229 todas son reliquias E || 229 estas om. E \ mal] pa-
sado add. E
230 así T | natural] el calor natural es el que gasta y consume los miem-
bros add. T. Mira - natural] om. E I calor] natural add. E |l 231 desde TE I]
2o6 Cf. Nah. i,
918 SERMONES CICLO TEMPORAL
nuestra vida, y para eso comemos, para sustentar y cebar
los miembros, para que no los gaste luego el calor, sino que
en lugar de ellos gaste de lo húmido radical, que se ceba
235 del manjar, en gastándose el húmido luego muere ¿Sabéis
cómo es? Como un candil o hacha, que arde todo el tiempo
que dura la mecha o pabilo, y, en gastándolo, se apaga.
Ansí, si no echas húmido que gaste aquel calor, secaros
heis. Eso, pues, obra el comer: mantener y sustentar aquel
240 calor.
— ¿Y es bueno sustentallo? — Ansí, burlando, no tenéis
más vida de cuanto os dura. Así es acá. Tenemos un calor
en las ánimas no bueno, sino malo, que nos inclina al mal.
Este es el que seca y confunde nuestras ánimas, cuando no
245 hay cuidado de remediallo, cuando no comemos algo con
que pierda la fuerza y no gaste nuestras ánimas. Eso, pues,
hace el Sacramento: que te quita ese ardor malo; mitígalo,
que no te dé tanta pena. Este ardor es la concupicencia,
las malas inclinaciones a que quedamos sujetados por el
250 pecado, el fomes peccati que llaman, que nos trae así arras-
trando a desear y pensar mal, ahora a soberbia, a pecado
de carne, a querer hacer nuestra propia voluntad. Todas es-
tas inclinaciones al mal están dentro de nosotros. Esta
guerra contina que traen los pecados con nosotros, y si
255 consentimos en lo que nos inclina, luego morimos. Pecca-
tum consumatum generat mortem.
Así que, cuando tú te confiesas, quedas p°rdonado de
lo principal: no morirá tu ánima; pero queda tan flaca,
tan desmayada y tan sin fuerzas como el que sale de en-
260 fermedad grave. Así. diéronte una purga que te amargó
como la hiél y te llegó a par de muerte bebella. En esto no
puede haber regalo ni medio, sino que, si el enfprmo quie-
re sanar, la ha de beber, aunque amargue, y después de
232 nuestra vida om. E ¡ y,] los miembro» y add. E || 233 para om. E |
234 de lo] del E | radical om. E | de lo númido-ceba] om. T || 235 man-
jar] ¿Qué sería del hombre add. T | luego] uno T, uno add. E || 237 Ja
mecha o pabilo] el aceite o la fin om. El cera para que la gaste el fuego TE |
gastándolo] faltándole luego add. T, gastándola E I apaga] luego add. E ||
238 Así TE | echáis TE || 238-239 sccaréisos T || 239 sustentar] a add. E
241 sustentarlo TE || 242 os om. TE | acá] que add. E || 244 confunde]
consume TE || 245 remediarlo TE || 246 ánimas] De add. T. Y add.- E- \
esto E | pues om. T || 247 hace] sirve T | te om. E | ese] el E | Mitígalo]
oue lo mitiga E II 248 concupiscencia TE !| 249 sujetos i', subjetos E || !ÍS0-
251 así arrastrando] casi por fuerza TE \\ 251 agora E |¡ 251-252 a pecar
dos - querer] o E || 252 nuestra om. E | propria E || 254 continua TE |'| 255
inclinan TE | luego] nos add. E | Peccatum] cum add. TE || 256 consumma-
tum] fuerit add. TE
257 tú te] uno se E | confiesa queda E II 257-253 de lo principal] del pe-
cado E || 258 su E || 259 tan2 om. T \\ 260 enfermedad gravej una grande
enfermedad T, grave enfermedad E ¡ Así om. E || 261 y] que TE | muerte]
el add. T | bebería T I1 262 regalo ni medio] remedio T 'I 263 líala JS 1 y
256 Cf. fac, 1, 15.
¿6. OC1AVA DEL CORPUS
918
bebida, para que no sientas el amargor ni el mal olor, por-
265 qut; queoas desmayado, üante una poma que huelas, dante
agua üe azahar, üante alguna conserva para restaurar lo
que ia purga estragó en tomalla; estos olores y conservas
son el santo Sacramento. ¿ Conf esástete, doliéronte los pe-
cados y llóraslos por estar enseñado a reir y no sentir
270 pesar alguno'.'' ¿Donóte dejar la manceba, hízote gemir el
restituir, el sacar los dineros de tu bolsa para voivellos a
quien mal los habías tomado, dióte mal trago el perdonar
la injuria, etc.? Démosle a tu ánima un bocado que la
conforte y esfuerce, para que mitigue las malas inclma-
275 ciones, la soberbia, la ira; para que consuma y apague el
fuego de la concupicencia; para que le sepa bien el rezar,
el ayunar, el dar limosna; para tener amor con todos; y
lo procures y te deleites en ello; para que tomes gusto en
las obras buenas; para que se te quite la gana dei pecar,
280 el deseo de hacer mal, el deseo de la honra, e'l deseo de
pecar en la carne; para que cobres fuerzas y se te quite
el desmayo, para que no te venza luego cualquier enojuelo;
para quitar unos humillos que quedan en el ánima, para
que del todo quede limpia y ligera para servir a Dios.
285 Y mirad no os parezca cosa liviana desechar estas cosi-
llas, porque algunos hay que con poco trabajo salen de
los pecados; algunos hay que por ventura ha diez años que
salieron del pecar y se sienten en ellos estas cosillas tan
vivas y frescas, que parece que ayer salieron y que no han
290 arribado a cobrar fuerzas, sino que aun se están flacos y
desmayados. Para éstos el comulgar es muy gran remedio.
Todo lo apaga el Santísimo Sacramento, da esfuerzo, con-
forta; siéntese la salud sensiblemente a pedazos. Un día
om. TE ¡ dea] ella add. T || 264 porque E | ni] o T ]\ 266 algunas conser-
vas TE || 267 tomarla T ] conservas] que te dan add. TE || 268 el] efectos
del E | el Santo Sacramento] los olores santísimos V | Confesaste tú T, con-
fesástete tú £ | doliéronte los] dolióte el llorar por tus TE || 269 y llóras-
lo - enseñado] porque estabas avezado (vezado E) TE || 270 alguno] ningu
no T | Dolióte] el add. T || 271 volverlos T || 272 los habías mal T | tomado]
llevado T || 273 las injurias E | etc. om. TE || 274 esfuerce] para las reliquias
de los pecados (del pecado y E) add. TE || 275 que] le add. T, la add. E ||
276 concupiscencia TE \\ 277 limosnas T ¡| 277-278 para tener - procures]
om. E || 278 para que] y B \\ 279 buenas obras TE || 280 la om. T | el de-
seo om. T || 281 y] que 7' || 282 el] ese T || 280-282 el deseo de la honra -
desmayo] om. E || 282 venza] venga TE | cualquier] tribulación o add. E \
enojillo T \\ 283 quitar] evitar E | que] te add T | que quedan om. £ ||
284 D.os] quitadas las pesadumbres de las (malas add. E) inclinaciones add. TE
286 con poco] sin mucho T || 287 pecados] y no de estas faltas add. T ||
288 del] de T | sienten en ellos] tienen 7" || 289 y,] tan T | que3) como T ¡j
290 arribado a] uuiado a V, sido poderosos de 7' || 291 esto T || 285-291
mirad no os - remedio] notá que para los que tienen estas cosas vivas a cabo
de mucho tiempo de que sirven a Dios, e¿ singular remedio el comulgar y
que E || 292 el Santísimo Sacramento] y que £ | esfuerzo] y add. E || 293
siéntese] y que en él se siente £ | la salud a pedazos sensiblemente T, sen-
siblemente la salud a pedazos E \\ 294 ves -menos] sientes menos una falta
920 SERMONES. CICLO TEMPORAL
ves una falta menos, otro otra; hoy se quita la gana del
295 pecar, mañana te parece bien y te deleitas en contemplar
y rezar un rato. Por la confesión comienza el bien en ti;
sales en ella de culpa y después se te perdona la pena del
infierno; quedas dispuesto para que te dé Dios más gra-
cia. Ei Santísimo Sacramento dícese consumación, porque
300 acaba en ti el bien que la confesión comenzó. Cuando tú te
sientes tan esforzado que no temes demonios, ni tentacio-
nes, ni carne, todo lo tienes en nada, parécete que lo ven-
cerás y que nada te empecerá, ésa es la virtud del Sacra-
mento, que ha acabado en ti la buena obra y te ha dado
305 salud del todo y has convalecido; sano estás enteramente.
Pues por dos cosas es buena la comunión: lo uno, para
ayudar a salir del pecado, y para convalecer y acabar de
sanar, y para cobrar esfuerzo contra las tentaciones y vencer
nuestras pasiones; lo otro, para que se perdonen los pecados,
310 de esta manera: que se enciende el ánima en caridad y de-
voción comulgando, y así queda limpia de los pecados ve-
niales. —¿Y perdónansele Jos mortales en la comunión?
— O decís la pena de ellos, que es el purgatorio, y eso sí se
perdona, o parte de ello, porque la culpa ya se perdonó en la
315 confesión — ¿no os lo dije? — ; [o] si decís: "Si uno se llega
a comulgar en pecado mortal, no sabiéndolo él", de eso dicen
los teólogos que aunque no llegue muy dispuesto, sino que
haya hecho lo que es en sí, medianamente a su parecer, que
se le perdona aquel tal pecado con que llegó a comulgar y
320 se le da gracia, y que en este caso se dice lo que San Augus-
tín dice: Sacramentum hoc mortuos vivificat; que da vida
este sacramento a los muertos.
E \ se] te add. T \\ 295 mañana] se add. T ¡ bien] la oración add. T \ y te
deleitas en] el T || 294-296 otra. Hoy se te quita - un rato] om. £ || 296 rezar
un rato. Por om. T | comienza] comunica E \\ 281 en ella om. E | de] ¡a
add. E | y después - perdona] perdónasete TE | pena] culpa E || 298 más]
su TE || 293 gracia] con add. T | dícese] que es sacramento de T || 3C0
acabó E || 302 paréceste E || 303 Eso T \\ 304 acabó E || 305 estás sano £ |
enteramente] y add. E
306 pues om. T | cosas] entre otras add. T || 307 pecado] mal TE | acabar
de om. T || 308 sanar] alcanzar entera salud <iJ<¿. T, alcanzar add. E || 310
que om. T || 310-311 en devoción y caridad el ánima T, el ánima en devo-
ción y caridad E || 311 ansí £ | queda] es TE | de] todos add. T | pecados]
y add. V || 312 perdónanse TE || 314 ello] ellos E | perdona E || 315 alle-
ga £ || 319 tal om. 7' | llegue £ || 312-320 la comunión o decís - se dice lo que]
este Santísimo Sacramento dignamente recebido, y tal contrición podría uno
tener, que se le perdone culpa y pena T
320 Cf. Santo Tomás de Aquino, Swmma theol., 3, q. 79, a. 3.
58. OCTAVA DEL CORPUS
921
La comunión nos ¿Hay más? Que os convidan y dan
transforma e in- dineros, y todo lo que habéis menes-
325 cornora en Cristo ter en este Pan bendito; si no, veldo
vosotros. Dice el Apóstol: Pañis be-
nedictionis quem benedicimus, nonne communicatio corporis
Christi est? El cáliz de bendición que bebemos con hncim ?n-
to de gracias, ¿no es comunión y participación de la sangre
330 de Jesucristo? — Padre, ¿y en aquella partecica está Jesu-
cristo? — Mirá, ¿y de eso os espantáis? Decid: Si está escrito
en aquella pared con letras grandes este nombre, Pedro, y
en la otra pared con letras chicas, porque no sean las letras
iguales, ¿no quieren decir una misma cosa? — Sé que lo
335 mismo es. — Pues ansí acá, tan entero está el cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo en una hostia grande como en una
pequeña; no hay más Cristo en un cabo que en otro.
Decidme, dice el Apóstol, la partecica que os quebramos
para que la recibáis, ¿no es por ventura comunicación del
34o cuerpo de Cristo?, y por ella sois hechos participantes de El.
¡Bendito sea el Señor por ello! — Padre, ¿qué es comulgar?
— Ser hechos participantes de los merecimientos de Cristo,
ser incorporados en Cristo. Remediónos cuando padeció,
aplicónos en el altar el remedio. Hizo la medicina, los era-
345 plastos, la conserva para nuestra enfermedad, cuando mu-
rió; aplícannoslas cuando comulgamos, cuando nos llegamos
al altar para recebirle. Para venir al mundo a redemirnos
hízose Dios hombre; y cuando tú vas al altar y lo recibes,
transformaste tú en El, y si dijese: "Háchete tú Cristo", no
350 mentiría, que ansí lo dice San Augustín, sobre el salmo llf2,
que, por la grande unión que hay entre Cristo y sus miem-
bros. El se llama del nombre de ellos y ellos del nombre
323 Que os convidan] Convídanos TE ¡ danos TE || 324 y] danos TE 1
habernos T || 325 en om. T | bendicto E | vedlo T || 326 Pañis] Calix TE |!
327 quem] cum E | corporis] sanguinis T, et sanguinis add. E || 329 comu-
nicación TE || 330 partecica] partícula 7' || 331 Mirad T || 332 pared] escrito
add. T || 334 quieren T | Sé] Sí 7" || 337 pecueñita T | otro] lo que es en
el nombre, que decimos letras, es acá en el Sacramento el pedazo grande
o pequeñito ; no hay que detenernos en eso add. T
339 por ventura no es T || 330-340 Padre, ¿y en aquella partícula - Cuerpo
de Cristo ? y] Mueve una cuestión aquí si en la partecica está todo C-i«to.
Muestra que sí per similitudinem que un hombre escripto con letras y el
mismo con letras chicas lo mismo significa. Donde pondera adelante rifluello
de San Pablo en esta autoridad E || 340 ella] conviene a saber, la partecica
add. E || 341 Bendicto E | por ello om. T | Padre om. TE || 342 hecho TE |
merecimientos] del cuerpo add. E | Jesucristo TE II 343 encorporado T, on-
corporados E | Jesucristo T, en Cristo om. E || 345 las conservas TE |>| 346
aplicónosla T | nos om. T || 347 para,] a TE | recebirlo T || 349 Cristo] por
participación add. T || 350 así T | decís V | psalmo E, sobre el salmo] su-
per ps. T H 352 del,] el TE | del noanbrcl el T, om. E |il 353 E?_ om. TE i
330 Cf. I Cor. IO, 16.
340 Cf. 1 Cor. 10, 16.
350 San Agustín. Enarr. ¿» Ps. 142, 3 : ML 37, 1846 s.
922 SERMONES. CICLO TEMPORAL _
de El. — ¿Qué es comulgar? — Es enjerirte en Cristo como
se enjiera la mano en el brazo, y el brazo en el cuerpo, y el
355 dedo en la mano. Háceste parte de su cuerpo. Si bien comul-
gas. enü[é] reste en sus merecimientos, tjpnes parte en ellos;
tiniendo parte en sus merecimientos, tiénesla en lo que él
ganó; tiniéndola en lo que él ganó, sé cierto que irás a gozar
de él en los cielos.
36o Gracias hago a mi Señor Dios, dice el Apóstol, por la
gracia suya que os es dada. Qui et confirmavit usque in
finem sine crimine, etc. No desconfiéis, hermanos, que el
que ha comenzado en vosotros la buena obra, la conservará;
El la acabará en vosotros hasta el día de Jesucristo; en el
365 cual os conservará sin culpa el que os ha hecho comenzar sin
culpa. Fiel es el que os llamó en compañía de Jesucristo, el
cual no os defraudará de la heredad que os ganó, pues te-
nemos ya de ello gran prenda. —¿Y qué puse yo. Señor, para
tal compañía sino mal y tú el bien; yo los pecados, tú, Señor,
370 el perdón v la gracia? ■ — Fiel es Dios, que os llamó en com-
pañía de Cristo.
— ¿Qué compañía es ésta? — Cuando comulgas eres rece-
ñido en esta compañía, eres hecho miembro del cuerpo de
Cristo, asido a él por compañía eterna, que nunca de su
375 parte faltará. Fiel es Dios, que os llama en compañíx del
cuerpo de Cristo, el cual es el cuerpo místico de la Iglesia,
y todos somos miembros de este cuerpo. Así como la mano
es parte del cuerpo y vive y se sustenta en él, así tú tienes
parte de Cristo y vives y te sustentas en él, y te encorporas
380 por la comunión en Cristo, como el miembro en el cuerpo:
Sicut misit me vivens Pater, etc. Así como me envió el Padre
que vive, y yo vivo por él, así el que me come a mí vivirá
por mí. El que me come a mí es hecho parte mía, es encor-
porado en mí, vive por causa mía. Ninguna ánima puede
385 vivir si no está encorporada en mí. Así como un sarmiento
no puede crecer si no está asido a su vid, sino que luego se
Jesucristo TE, y add. T || 354 ingiere T, ingire E || 355 hacerte T || 357
tiniendo parte] teniéndola T || 358 teniéndola T || 359 el cielo T
361 os om. V || 362 hermanos] esforzaos add. T || 364 la om. T | nos-
otros V l| 365 culpa] crimen T || 365-366 sin culpa] vida nueva T || 368
gran] tal T \\ 370 srracia] Pone él que seas hijo de Dios tú que antes eras
enemigo suyo add. T | os llamó] nos llama T
357-374 tiniendo parte en sus merecimientos - Cuerpo de Cristo] y cuando
comulga uno dice que es hecho uno miembro del Cuerpo de Jesucristo, y que
es uno E fj 374 a El ha sido dado add. T || 374-375 que nunca - faltará] om. E t|
375-376 del cuenpo em. T || 378 de este cuerpo parte E || 380 por] en TE | en
Cristo om. TE | enj con E || 381 vivens om. T | etc. om. T || 381-382 me
envió -vive y] om. E || 382 él] Padre add. E | ansí E] vivirá por mí add. T ||
382-3S3 vivirá -come a mí] om. T || 384 en mi om. T || 385 incorporada
E || 386 crecer] ni sustentarse add. T | a] en T || 388 arderá] para add. T ||
362 Cí. 1 Cor. i, 4. 8.
,yí6 Cf. t Cor. 1, 9.
383 Cf. lo. 6, 58.
$8. OCTAVA DEL CORPUS 923
seca, así Jesucristo predicó que es vid y que el que no estu-
viere asido en él, que se secará y arderá siempre en los in-
fiernos. Esto es comulgar, ser participante de Jesucristo,
j 390 ser hecho una cosa en El.
Ruégoos que penséis cómo cuando uno ha comulgado tiene
a Cristo en sus entrañas, cómo es transformado e incorpo-
rado en El y es hecho participante de sus merecimientos, de
todo lo que El ganó, de la gloria, del reino, del descanso.
S95 Como cuando ahora se casa una mujercita con un rey, ella
tiene honra y estado de reina, por ser la hacienda y estado
de su marido, y dícese, todo lo que tiene él, ser suyo propio,
por estar casada con él, por ser una cosa con su marido;
así comulgando tú, metiendo a Cristo en tus entrañas, con-
400 vierte él a ti en sí, y quedáis tú y El hechos una misma cosa.
Y por eso quedó debajo de semejanza de pan, para dar a en-
tender la unión que hay entre El y quien lo recibe. Así como
cuando comes tú un manjar se convierte en tu sustancia y
queda hecho tú, así es acá; pero no conviertes tú a Dios en
405 ti, mas El a ti en sí; y quedáis ambos hechos una misma
cosa, no en unidad de sustancia ni de persona, que la honra
y provecho, riquezas y gloria que le resultó a El de morir
por ti, se comunica a ti recibiéndolo. Cuando has comul-
gado, mírate Dios Padre como a hechura de su Hijo, mírate
410 ya con aquellos ojos que mira a Jesucristo, por ser ya miem-
bro de su cuerpo por la comunión; mira a la cosa unida como
a cosa del cuerpo; mira a la parte como a cosa del todo;
huélgase de hacerte misericordia, como a cosa que toca a su
Hijo; tiene cuidado de lo que te cumple, como a cosa que
*1S cumple a Jesucristo.
Cortan la mano del rey; a todo el rey hacen afrenta
y no como a mano por sí. Y así es mirado el que comul-
ga, no como a cosa de acá y de por sí, mas como a cosa
de Cristo. Y el mismo Cristo mira a la ánima como a cosa
420 suya propria y como se mira a sí; ámala, regálala, ampá-
rala, remédiala, consuélala, como cosa que a él toca. Nema
385-389 Así como un sarmiento - infiernos] om. E \'\ 389 Eso TE | comulgar]
bien add. T | Jesús E || 390 en] con TE
392-393 y encorporado T 393 y om. TE ¡¡ 394 reino] de la herencia
add. T \ descanso] en que ahora (agora E) está TE |] 395 mujer T | un]
el E II 396 honra] vestido T | y estado, om. T ]] 397 El tiene T | ser
om. TE | proprio E || 398 él] y add. E | por ser] porque es T \\ 4C0 conviér-
tete TE i misma om. TE || 4C2 quien] el que T | Ansí E || 403 comes - man-
jar] tú comes una lechuga TE | tu om. T \\ 404 la lechuga lucha add. TE '■
convertiste T i 4C5 mas -en si] om. E | misma om. E || 4C6 persona] sino
add. TE || 408 se] te add. T | comunicó E | recibiéndole E |t| 410 ser] tti
add. E, a Jesucristo por ser om. T | miembro] de su Hijo, por ser tú va
miembro suyo y add. T || 411 cosa unida] uñita TE || 414 de] con T
416 hicieron E |l 417 Y om. T || 4*18 a, om. T | mas] sino E | a, om. T >|
419 mesmo T ' ;i la] el 7". al E | a, om. T II 420 propia T !l 421 consuélala]
3«9 Cf. lo. 15, i-;-
924 SERMONES. CICLO TEMPORAL
carnem suam odio habuit. Pues ansí es, "quien el padre tie-
ne alcalde, seguro va a juicio". Si sois parte del cuerpo
del juez, seguro vais que no sentenciará contra vos. Segu-
425 ro va el pie del cuerpo cuya lengua ha de dar la sentencia.
Vos sois parte de Jesucristo, vos sois su miembro; El es
vuestro juez. No temáis la sentencia espantosísima del día
del juicio: Ite maledicti, etc. Comulgad, sed hechos parti-
cipantes de los merecimientos de Cristo, encorporaos y me-
*30 teos en El, no hayáis miedo, no echará El su pie en el in-
fierno. Parte de Jesucristo sois, no se echará El a sí mis-
mo en el infierno. ¡Oh, bendita sea tu misericordia, Señor!
No hay entendimiento que alcance esto; no hay quien ex-
plique lo que somos por comer este manjar de vida.
435 ¿Para qué es el co- Si ansí es todo lo que habéis dicho,
mulgar muchas ve- ¿ quién no se maravillará de los que
oes? no quieren ser comidos, comiendo
este manjar, y no quieren llegarse
a m'esa tan abundante, donde hay tantas riquezas, tantos
440 bienes? ¿Quién no se espantará de los que no quieren apro-
vecharse de tantas misericordias, los que no quieren recebir
tantos bienes? Maravillarme he de Dios o maravillarme he de
ellos. Maravillarme he de tan gran desagradecimiento de nues-
tra parte o de la misericordia de Dios y de tanta providencia.
445 Omnia a te expectant ut des Mis escam, etc. "Señor, decía
el profeta David, como no hay otro que pueda proveer sino
tú, como no hay otro que pueda hacer esto sino tú, de ti
esperan todas las cosas el mantenimiento y todos los ani-
males que les des el manjar al tiempo de la mayor sazón;
450 iándoselo tú, comen ellos; abriendo tu poderosa mano, to-
das las cosas serán llenas de bondad y misericordia" . Come
el león lo que Dios le da, come el ciervo lo que Dios le da,
come el avecita lo que Dios le da, etc. Dante te ülis colli-
gent; ¿y no comes tú el manjar que Dios te da? ¿Y qué
455 manjar es mejor que tu manjar, que es el mismo Dios? Ma-
tar al hijo para que coma la gallina, ¿quién nunca tal vió?
provéela add. T \ como] a add. E || 422 así T ¡ el] al E || 423 Si om. E |¡
424 sentenciaran T || 425 sentencia] contra vos add. E 1 1 426 Cristo E | vos
sois su miembro om. E || 426-427 Vos sois parte - la sentencia] om. T || 427-
428 del día del juicio om. E ¡| 428 Ite maledicte etc. om. T, etc. om. E ||
429 Jesucristo T || 430 pie] ni su mano add. T || 431-432 Parte de Jesucris-
to-en el infierno] om. T || 432 Oh] Señor add. T | Señor om. T || 434 co-
mer] de add. T | vida] Y add. T
435 así T || 437-438 ser comidos - manjar y] comer, de los que T ¡| 439-440
tanto bien 7- ¡| 442 o] y T || 443 Maravillarme he om. 7' || 444 o om. T | la]
tanta T | dej parte de add. T | providencia] suya add. T || 445 speciant V \\
446 proveer] esto add. T || 449 el om. T || 450 tú] lo add. T || 451 son T ||
453 el] la T | lo que - da, etc.] om. T || 455 es mejor - manjar,] de man-
422 Of. Eph. 5, 29.
441 Of. Ps. 103, 28.
,i8. OCTAVA DEL CORPUS £25
¡Que dió el Padre Eterno a su Hijo unigénito para que lo
comamos, y comiéndolo seamos bienaventurados, y que
no hay quien coma, no hay quien se llegue a esta mesa de
460 tanta abundancia! Come el animal, ¡y no come el hombre!
Está Dios convidando, la mesa puesta, ¡y no hay quien lle-
gue a comer sino de año en año! ¿Quién hay que tenga
paciencia viendo esto? Tengo por averiguado que les acae-
ce a los que comulgan de año en año lo que decía el otro
465 día. No se puede pensar con comparación mejor. Como
cuando viene el rey a una ciudad, y vos no querríades re-
cetar huéspedes de vuestra voluntad, hácenos recebillos por
fuerza; así creo que comulgáis, porque viene el tiempo, por-
que no os castiguen. Hacé'slo ya de pura necesidad y no
470 por amor. No sé qué me diga de esto.
El que frecuenta el comulgar, dificultosamente pecará,
porque anda continuamente con aquel recelo, guardándose
con mil ojos, poco olvidado; pero el que comulga de año
en año, como anda olvidado de sí y descuidado, tras cada
475 paso da de ojos. Gran salud es comulgar muchas veces, y
ansí io aconsejaron los santos. Leed a San Hierónimo en la
epístola que escribió a Lucino, el cual le había enviado
a rogar que le avisase lo que debía hacer en lo de la
comunión, y si podía comulgar cada día. San Hierónimo le
480 responde en aquella carta que, pues en las iglesias de Es-
paña se hacía cada día, que lo hiciese. Pregúntanle otros
a San Augustín si es bueno comulgar cada día, y respon-
de: "No sé decir de ello mal ni bien". San Augustín no osa
decir que es malo comulgar cada día, y tú dices que no
485 alabas el comulgar de ocho a ocho días. La causa por que
San Augustín no se determina es porque a vos está bien
y a otros mal, mas dice luego que aconseja que comul-
guen de ocho a ocho días. Dicen algunos que habla aquí San
jares y sobre todos los manjares T || 456 la gallina] su criado T ||- 457 Eterno
Padre 7' || 462 en] a T | año,] de tarde en tarde add. T || 463 por] muy
add. T | les] os T || 464 comulgáis T | en] a T || 464-465 decía el otro día -
mejor como] om. T || 466 y om. T || 467 los recibir T II 468 comulgáis]
algunos add. T || 470 sé] lo add. T |J 428-170 Comulgad, sed hechos - diga de
esto] y dice como E
473 poco] pero el T | poco olvidado om. E | pero] om. T, mas E || 474
en] a TE \ olvidado de sí y om. E || 476 así T | aconsejaron] confesaron T ¡
Jerónimo T || 477 Luciano TE || 479 Jerónimo T || 480 respondió T | en
aquella carta om. E || 481 se hacía] así se usaba 7' | cada día om. TE | lo]
se E | hiciese] así add. T | Preguntándole T |(| 482 era T | y om. T || 483
de ello] si es E | malo ni bueno E | Agustín TE || 484-485 dices -alabas el]
osas decirlo de TE || 488 comulgar] aun add. T, a uno add. T || 486 Agus-
tín T | vos está] unos puede estar TE || 4*7 mal] no T || 487-488 rué co-
mulguen] a comulgar T , de comulgar E || 488 que] no add. V | 489 Agustín
481 San Jerónimo, Ep. 71, 6 : 3VIL 22, 672.
483 La cita es de GENADIO, De cedes, dogmal., c. 23 (ML 42,
1217) : «Quotidie Eucharistiae camnranionem percipere nec laudo
nec vitupero».
926 SERMONES. CICLO TEMPORAL
Augustín de los sacerdotes. No es así; no lo entienden los
490 qUtí esto dijeron. Santo Tomás lo entiende del comulgar de
los legos, y San Vicente dice que los del pueblo escojan
diez o doce fiestas en el año para comulgar. Gabriel, Ale-
jandro de Hales y todos los teólogos dicen que bueno es co-
mulgar muchas veces de parte del sacramento; pero que
495 de tu parte que es bien que te examines qué provecho sientes.
San Buenaventura lo particulariza más, diciendo que, si
vieres que te va bien con frecuentar la comunión y te cre-
ce el amor, y juntamente la reverencia, usa el comulgar;
mas si el mucho uso te causa irreverencia, tente algo más,
sao y no sea como usan el comulgar algunos, que los lleva a la
liviandad, y no piensan en ello más, sino, en antojándose-
Ies, helos van a comulgar, sin más pensar, ni recogerse, ni
tener cuidado de la enmienda de la vida. Para éstos no
es el comulgar muchas veces. — ¿Pues para quién? — Para
505 los que sudan, para los que revientan y mueren por no
ofender a Dios; para éstos es el frecuentar la comunión,
que comen su pan con sudor de rostro. Unos hay que, por
comulgar muchas veces, pierden la reverencia; otros, por
llegarse tarde pierden el amor. Pero una cosa os diré: que
510 los que se quieren bien es menester que se comuniquen,
porque no se olviden; piérdese mucho el amor por el ausen-
cia y falta de comunicación.
Porque no se puede dar regla cierta que a todos convenga
en esto, mire cada uno cómo le va con la frecuentación de
515 este misterio, y así haga; y principalmente con consejo de
su confesor, el cual, vista la despusición de su penitente,
así le aconseje.
Mas ¿qué diremos que hay algunos que, sin ver la con-
ciencia de los que vienen a comulgar, juzgan y dicen que es
520 malo y lo murmuran? Estos tales el oficio del diablo tienen,
TE, del comulgar add. E || 490 dijeren T || 491 y om. T ¡ del pueblo] le-
gos E |¡ 492 en el año om. TE || 493 es bueno TE || 495 que) om. T
496 que om. TE || 497 bien] y que add. E | la] santa add. T | y] que T,
om. E || 498 y juntamente] sin deserecerse T, sin descrecer E | el, om. E ||
499' detente TE || 5C0 sea] ases T, seas E | el] del T, om. E | a om. TE |.|
501 más en ello TE || 502 hételos TE || 506 el om. E || 507 con] en T || de]
su add. TE || 509 pero -diré] ¿No sabéis TE || 510 bien] que add. T || 511
por el] con la T
515 aqueste T || 516 disposición TE j de su] del TE
518 algunos] hombres T || 519 y dicen om. E || 522 confiesan T, de los
490 Santo Tomás de Aquino, Summa thcol., 3, q. 80, a. 10.
491 Cf. San Vicente 1-errer, Serm., In coena Domini serm. 1.
492 Gabriel Biel, Jn IV Scnt., d. 12, q. 2, concl. 4 s. ; Ex-
pos. canon. Miss., lect. 87.
493 Alejandro de Hales, Summa, p. 4.a, q. 11, membr. 2, a. 4,
§ 1, q- 2-3.
503 San Biienaventura, Jn IV Sent., d. 12, p. 2, a. 2, q. 2.
507 Cf. Gen. 3, 19.
<?S. OCTAVA DEL CORPUS
aborrecedores y estorbadores de las obras de Dios. El con-
fesor, que sabe y conoce las conciencias de los que confesó,
bien es que juzgue y dé su parecer al que confesó; mas el
que no ve, ni sabe, ni entiende qué tenga cada uno en su
525 corazón, ¿cómo sin ver el proceso sentencia? Contrario es
al ángel de Dios, cuyo oficio es aconsejar a Elias que se
levante y coma, que mucho camino le quedx de andar. Y así
el buen sacerdote o cristiano ha de aconsejar, amonestar y
esforzar a su hermano para que comulgue.
530 ¡Dios nos libre de Y así como quien no comulga debe
comulgar mal! guardarse de juzgar ni impedir al que
comulga, así el que comulga mirará
mucho cómo comulga, porque no coma su juicio y conde-
nación.
535 Había en una ciudad un clérigo que estaba en pecado
mortal, y no por eso dejaba de comulgar cada día; y estando
un día diciendo misa, ya que quería a'zar, cuando pone las
manos sobre el ara, vino fuego del cielo y quemóle ambas
manos. Este y otros grandes males han acaecido por llegarse
540 los hombres allí sucios. En un lugar estaba un hombre ca-
sado y era un mal hombre, que estaba en pecado mortal;
y fué a confesarse con su cura, y él estaba en tal dispusieron,
que le dijo el cura que no comulgase; y no bastó esto, sino
que otro día fué a comulgar entre otros. Cuando el cura le
545 vió que venía a comulgar, no pudipndo hacer otra cosa, dijo:
"Dios juzgue entre mí y ti", porque, aunque el otro se lle-
gaba indispuesto, no puede negar el cura el santo sacramento
al que se lo pide en público. Comulgólo, y luego, antes aue
acabase de pasar el Santísimo Sacramento, reventó, y lle-
550 varón los diablos su ánima; y abriéronle, y hallaron el San-
tísimo Sacramento en la boca. Yo sé de una persona que se
llegó a comulgar con mala conciencia, y le fué dicho de
parte de Dios que, si no rogara un santo del cielo por él,
reventara en el altar, comulgando. ¡Dios nos libre de co-
555 mulgar mal! Qui manducat indigne, et bibit, reus erit carnis
que confesó om. E || 523 su om. £ ¡| 524 tiene TE \\ 527 coma] y add. E |
camino om. 7* | Y om. E
530 an-í E ' 532 ansí t; || 530-532 asi como quien - comulga asi] om. V 1
mire TE
536 y2 om. T I' 539 manos] sobre el ara add. T ¡ grandísimos T 540 allí
sucios los hombres E || 542 su] un E | él om. E | disposición TE || 544 le]
lo E l 545 venía] iba E | hacer otra cosa] hacerlo T | díjole E || 546 se
om. T || 547 llegase E | el cura negar E | santo om. TE || 548 público] si
no es pecador público, que entonces puede negárselo add. T \\ 550 lleváron-
le E | demonios T | alma E | abriéronlo a él add. T | halláronle E || 551-552
Yo sé - mala conciencia] om V " 553 del cielol de T)ios T 1 él] que add. E |l
3 Reg. ig, 7.
Cf. 1 Cor. 11, ig.
92S
SERMONES. CICLO TEMPORAL
et sanguinis Domini. Dice San Ambrosio en este paso: "Será
castigado por la muerte del Señor, porque hace salir en balde
su muerte; y también porque come, en pecado, semejable a
los que le mataron".
560 ¿Cómo comulgar — Padre, ¿pues qué remedio para co-
bien? mulgar bien? ¿Qué haríamos para lle-
garnos dignamente a recebir el Santí-
simo Sacramento? — Toda la vida había de enderezarse para
el día que hubieses de comulgar; no había de haber otro
565 cuidado sino: "¡Oh que tengo de comulgar!, ¿cómo viviría
yo ahora sin ofender a Dios? ¿Cómo me guardaría yo limpio
para el día que tengo de recebir a Dios?" Habían de guar-
darse los ojos, no hiciesen mal al alma; los oídos, de oír
cosa mala, que dañarle pudiese; la lengua, de hablar; todos
570 los sentidos se habían de guardar. Vive con cuidado. Dos
días antes aparéjate, mira tu conciencia, acúsate de lo que
te hallares culpado. Piensa un paso de la pasión cual tú qui-
sieres; desmenúzalo, mira el amor con que Cristo lo padecía
por ti, mira el tormento, las lágrimas, la sangre que por ti
575 derramó; piensa en esto, que eso quiere decir lo que mandaba
la ley, que comiesen el cordero asado. Piensa en Jesucristo
asado en fuego de tormentos por amor tuyo. Eso es comer
asado. Vete luego a confesar. Después de confesado, piensa
antes que recibas el Santísimo Sacramento el paso mismo
680 que pensastes antes; haz cuenta que tienes a Jesucristo de-
lante tus ojos atormentado, como le pensaste antes en tu
rincón.
Confiesa antes, y no digas más de lo que te agravia tu
conciencia. No seáis escrupulosos; ni miréis en unas nona-
585 dillas; no dejéis de comer por eso. Di: si tú dieses un manjar
555 et bibit indigne TE | earnis] eorporis TÉ || 558 come en] comete TE |
a] al de T || 559 le] lo T
560 remedio] sería bueno add. T || 564 habías T || 565 o] en T || 567
tengo] he T \\ 568 hiciesen] viesen cosa que hiciese T | ánima T || 569
dañarlos T || 570 cuidado] y siquieia add. T \\ 571 lo] todo aquello T ||
573 Jesucristo nuestro Redemptor T || 574 los tormentos T || 560-576 Padre,
¿pues c.ué remedio - cordero asado] y pone cómo se dibría uno toda la vida
aparejar para comulgar bien ; y cómo debría guardar Jos sentidos, y ejem-
plifica ; y que mire uno su conciencia y se acuse de lo que se hallare cul-
pado ; y que se piense un paso de la Pasión, y mirar el amor con que
Jesucristo lo padeció, las lágrimas ; y que esto quería decir la Ley que lo
comiesen asado £ || 576 asado] in cogitatione mea exardescet ignis add. TE ||
577 porj de T || 578 confesar] comulgar T | confesado] y add. T | de con-
fesado] antes que comulgues E || 579 antes que - Sacramento] en E | mismo
paso T, mismo] en E || 5S0 pensaste 7" | antes pensaste E | haz cuenta que
tienes] como si tuvieses E || 581 tus ojos] tan T, om. E \ le] Jo TE | pen-
sabas T, piensas E
583 Confiésate 7'E | te om. TE | agrava T || 584 unas om. E || 685 nona-
556 1 Cor. II, 27. 576 Ex. 12, 9.
550 San Ambrosio, In 1 Cor., c. 11, 27 : ML 17, 256.
,S8. OCTAVA DEL CORPUS
929
muv preciado a uno y, por un pelico que venía en él, no lo
quisiese comer, el que esto hiciese, ¿qué dirían de él? ;Ah!,
hombres hay que entre el altar y el lugar donde se confiesan
les levanta el diablo mil dudas y mil zancadillas, y de todas
590 diz que se han de confesar, y no hac¿n sino ir y venir. No
seáis así, dejá esas motillas; aunque se os acuerde algo allí,
si no es pecado mortal, no os curéis de ello, que otro día lo
confesaréis; dejad esas nonadas. No quiere el diablo más
para hacerte dudar; no pares en esas niñerías, sino, confe-
595 sando lo mejor que pudieres, llégate en paz a comulgar.
— Padre, ¿qué pensaré? — ¿No te lo dije? El amor con
que Jesucristo se te da allí, el amor con que padeció por ti.
Recíbelo, y después bebe el traguillo de agua que te dan;
y, si no lo pudieres pasar, toma el agua para lo pasar.
600 ¿Por qué no comul- Dirás: — Padre, ¿cómo no- nos dan
gar bajo las dos es- a nosotros la sangre y a los sacer-
pecies? dotes sí? En el cáliz no os dan la
' sangre, sino un poco de agua o vino;
mas no por eso la dejáis de recibir, porque el cuerpo que re-
605 cibís no está sin sangre; y aunque no está la sangre en el
cuerpo ex vi sacramenti, está por concomitancia; así como
en la sangre consagrada está también el cuerpo, no ex vi
sacramenti, sed per concomitantiam; y así como quien el
cáliz recibiese a todo Cristo recibía, así recibiendo su cuerpo,
610 su sangre recibes. Goza, pues, de todo tu Señor, y no tengas
das TE | tú dieses! diesen T \\ 585686 a uno un manjar muy preciado T ||
587 el que esto hiciese om. T | ATi om. T || 585-588 Di: Si tú dieses - Hom-
bres hay] reprehende a los E || 588 donde se confiesan] de la confesión E ||
589 mil, om. T || 590 dice T | han de] ha de tornar a T || 591 dejad
las T || 589-591 mil zancadillas - dejá esas] que se dejen aquellas E || 591
algo om. T || 592 os om. T
591-597 aunque se os acuerde - padeció por ti] y que confesado una Vez o
mejor que puedan, que se llegue en paz a comulgar ; y pensar allí el amor
con que Cristo se- da allí, con que padeció E || 5981 recíbelo] y pásalo po-
quito a poquito add. T, recebido pasarlo poquito a poquito E | después] de
pasado add. TE | beber E | traguillo de om. T || 599 y si no lo - Jo pasar]
por lavatorio .T
6C0 Dirás om. TE | dan] a beber add. T || 601 nosotros] los legos add. T ||
602 cáliz] lavatorio T || 603 una poca T | o vino om. T || 604 recebir T |¡
605 rcccbís T | Sangre^ mas con ella add. T || 607 consagrada] en el cáliz
add. T | non T || 608 sed - concomitantiam] mas por concitancia 7' || 609 cáliz]
solo add. T | recibía] recibiría T || 610 recibe T ¡| 6CO-610 Padre, ¿cómo
no - sangre recibes] Y dad a entender cómo, aunque el lego no reciba la
sangre, pero que el cuerpo que reciben no está sin sangre, porque ex con-
comitantia está allí, aunque no ex vi sacramenti, sicut e diverso en el cáliz,
598 Cf. Miss. Rom., Rit. serv. in celebr. Miss., X, 6.
B. Avila »
930
SERMONES. CICLO TEMPORAL
en poco un manjar tan doblado, con cuya virtud será forta-
lecida tu ánima, santificado tu cuerpo, y después por El
mismo te será dada la gloria, ad quam nos perducat, etc.
59 Efectos del sacramento y disposiciones para
recibirlo *
(Santiago de Chile, Ms. 131, pieza 26, ff. 25 r - 27 r: fragmento.)
La Eucaristía, re- ...y alcanzar vitoria. Así tú, pues,
medio contra las si vas persiguiendo tus pasiones, si
pasiones vas haciendo penitencia de tus peca-
dos y sientes que te cansas, llega a
5 este panal, gústalo y recíbelo, y verás que te vuelve gran-
de fortaleza, con la que puedas vencer a los pecados y pa-
siones y demonios, porque, como dice San Grisóstomo, Ter-
ribiles ut leones flammas spirantes effecti daemonibus des-
cendimus ab illa mensa.
10 — ¿Qué más te falta de mí? — Que parece que veo den-
tro de mí un río caudalosísimo de vehementísimas pasio-
nes, que me parece que me fuerzan y me llevan corriendo
a la muerte del pecado, y no sé que me haga. — No, mi
hermano. Oye: El río Jordán, río caudaloso, corría sus co-
15 rrientes al [mar] Muerto de Sodoma, mas, en llegando
que llegaron a las plantas de los levitas que llevaban en
sus hombros el arca del Testamento, cerraron las corrien-
tes de las aguas y volvieron hacia atrás al monte Líbano.
Recibe tú al figurado en aquel arca con humildad, y reve-
20 rencia, y confianza, y verás cómo la corriente de tus pa-
siones, que corría al mar Muerto, volverá a atrás, y sen-
tirás en ti afecto que te lleve al monte Líbano.
— 'Padre, aun más mal siento, que no sólo siento esas
pasiones que decís, mas continuamente de mí, como de una
25 fuente, sale un flujo de faltas y pecados. — Pues buen re-
cto. E || 610-611 y :io tengas - doblado] agradece y estima mucho tan grande
Sacramento T || 613 ad quam nos perducat, etc.] Vive ánima mía en perpe-
tuo nacimiento de gracias a tan gran Señor, a tan gran Amador T I 610-613
Goza - perducat etc.] om. F
* Aparece en el Ms. sin principio, a continuación de la pláti-
ca 15, mutilada también al final.
o San Juan Crisóstomo, ¡n lo., hom. 46 (MG .sg, 660 s.) : «Ab
illa ergo mensa recedamus, tamquam leones ignem spirantes, diabo-
lo terribiles, cogitantes quod sit caput nostrum, et quantam nobis
dilectionem exbibuerit».
I« Cf. los. 3, 15 ; Ps. ItJ, 3;
santísimo sack Úd¡ UTO
medio, hermano, buen remedio. Acuérdate de aquella en-
ferma que, teniendo el flujo de la sangre, por la cual sig-
nifican los pecados, en tocando a la ropa del Señor se re-
clinó. Llega tú, no a la ropa sólo, mas a su carne y sangre;
30 y no lo toques sólo, mas recíbelo dentro de ti y dale apo-
sento en tus entrañas, y verás cómo se reclina el fruto de
tus pasiones.
Cómo disponer el Visto habernos alguna cosa de lo mu-
convite cño <lue este divino Sacramento obra
35 y tiene para aquellos que saben rece-
birlo como deben; razón es que digamos cómo habernos de
ir adornados al convite, de manera que agrademos a los ojos
del Señor que nos convida. Y lo primero que se ofrece es
que aparejemos lecho, cual conviene, al sabio Salomón, que
40 figura al Señor que en el convite recibimos. El lecho de este
rey dice la Escriptura que era todo de madera del Líbano,
que quiere decir madera del monte Blanco.
Los pies del lecho eran de plata; y donde el rey recli-
naba la cabeza, de oro fino; la subida era de púrpura; y el
45 medio de la cama, de amor. Quiero decir que, para que .ese
santo Salomón repose en nuestras almas, las tengamos he-
chas un muy rico lecho con todas estas condiciones. La pri-
mera, de madera del monte Líbano, que significa la blancura
y la limpieza. Habernos de ir llenos de limpieza, puros, lim-
50 píos, sin llevar mancha de pecado, cuanto sea posible. Los
pies sean de plata, que es metal de buen sonido, que signi-
fica el buen ejemplo, porque ha de ser tal nuestra vida que
sea un dechado para los demás. El reclinatorio de oro quie-
re decir que, donde recline la cabeza Cristo, que es la divi-
55 nidad, como San Pablo dice: Caput Christi Deus, ha de ser
que lo recibamos con una consideración, estima, reverencia
y agradecimiento como de quien a Dios recibe. La subida de
púrpura significa que hemos de ir aparejados con mortifica-
ción de las pasiones, y deseos fervientísimos de llevar la cruz
60 de Cristo, aunque sea derramando sangre y perdiendo las
cabezas. Lo medio sea caridad, para que entendamos de ir
a recibir aqueste Sacramento, enternecido el corazón con
amor divino, al cual nos lleve a recibirlo, porque en el cora-
zón que así ama hace el amorosísimo Señor asiento, y como
65 El ama tiernamente y ve ser amado de aquella alma, asién-
tase con ella y tiene con día coloquios amorosos y ternísi-
59 deseos] de sér 64 vi y <tdd, 67 et] es
29 Cf. Le. 8, 43 ss. : Mt. 9, 20 ss. ; Me. 5, 25 ss.
45 Cf. 3 Reg. 7, 6 ; Esth. 1, 6.
J5 Cf. 1 Cor. 11, 3.
SERMONES. CICLO TEMPORAL
mos abrazos, y el uno al otro dice: Dilectus meus mihi et
ego Mi.
Estonces sí la esposa dirá con grande verdad, no sola-
do mente lo que dijo en los Cantares: Anima mea liquefacta
est postquam dilectus loquutus est, antes pasará adelante y
dirá atrevidamente: Vivo ego, iam non ego, vivit vero in
me Christus. Porque si la habla del esposo derrite el cora-
zón de la querida esposa, tocarle con sus manos, abrazarle
75 con sus brazos, darle paz con su propia boca y recibirle en
sus entrañas, no só¿o la derrite, mas del todo las deshace y
aniquila, y quita todo el ser y da otro nuevo ser tan alto,
que diga lo ya dicho: Vivo ego, iam non. (Apóstol.)
72 vero] xpo || 78 Apóstol] Laus Deo add.
68 Cant. 2, 16.
71 Cf. Cant. 5, 6.
73 Cf. Gal. 2, 20.
2. C I C L O S A IS T ORAL
a) SERMONES DE NUESTRA SEÑORA
(JO El alba es María, medianera entre la noche
Y EL SOL
Natividad de la Virgen, 8 de septiembre
(E3ci. 1596, II, pp. 310-342.)
Quae est ista quac progreditur qiuxsi aurorat
i Quien es esta que se levanta como Ja mañana ?
(Cant. 6, [9]).
Exordio: ¡Gran Dicen que un ignorante puede preguntar
5 pregunta! más que responder un sabio; y si la pre-
gunta del ignorante pone en aprieto al
sabio, ¿qué hará la del sabio al ignorante? Preguntó una
vez el Señor a sus apóstoles que le dijesen quién era El. Pre-
gunta, por cierto, bien dificultosa aun para los ángeles,
10 cuanto más para gente que había gastado su vida más en
ejercitar el oficio de la pesca que no en predicar teología.
Y aunque la hubieran predicado, es gran verdad lo que el
mismo Señor dijo: Que ninguno conoció al Hijo sino el Pa-
dre, y a quien él Padre lo quiere revelar. Y porque al mundo
15 importaba la salvación, saber los hombres quién es Jesu-
cristo, y ellos no lo podían saber, proveyó el Eterno Padre
de lo decir por boca del apóstol San Pedro, diciendo: Tú eres
Cristo, Hijo de Dios vivo.
¡Gran pregunta!: ¿quién es Jesucristo? Y después de
20 ésta, es gran pregunta: ¿quién es su bendita Madre? Es tan
grande esta Niña que hoy nace, que pone en gran admira-
ción a los hombres y a los ángeles, y así, como admirados,
preguntan: ¿Quién es esta que nace como el alba que ama-
nece, hermosa como la luna, escogida como el sol, terrible
25 y espantable como escuadrón de gente bien ordenada ? ¿Quién
será tan atrevido a responder a lo que los ángeles preguntan
con admiración? Cuanto más sabiendo nosotros tan poco,
que, siendo preguntados de una hormiguita o de un gusa-
nillo, aun no sabemos decir todo lo que en ellos hay. ¡Señor
30 benditísimo! Vuestro Eterno Padre declaró por boca de San
Pedro quién érades vos. Mirad cuánto bien se sigue al mundo
de que conozcamos quién es vuestra benditísima Madre, que
hoy nace. Porque conoceros a vos es conocer nuestro Re-
S üf. Mt. 16, 5.
14 Cf. Mt. 11, 27.
iS Mt. 16, 16.
&34
demptor y nuestro remedio; y conocerla a ella es conocer
36 el camino para gozar de vos y de vuestra redempción. Confe-
sámoos, Señor, que no somos suficientes para conocer ni
hablar la menor parte de las grandes riquezas que en vuestra
Madre pusistes; tomad, pues, la mano, pues que sois su Hijo
y queréis honrar a vuestra santísima Madre, y sois su Cria-
40 dor y su Dios, que la criastes y dotastes de todas las gracias
que tiene, y por eso la conocéis muy bien, y la daréis a co-
nocer como hemos menester.
Los ángeles pregun- Quae est ista quae progreditur, etc.
tando nos enseñan Estando un día el profeta David en
45 contemplación de las obras de Dios,
con aquella lumbre que Dios para ello da, y sin la cual no
se pueden bien conocer, fué tan admirado de la grandeza de
ellas, que salió con esta voz y dijo: Maravillosas son, Señor,
tus obras, y mi ánima las conocerá mucho. Dichoso aquel
50 cuya ánima conociere esta obra de Dios que entre manos te-
nemos, esta sacratísima Niña, en la cual no hay cosa de
mano ajena, mas toda hecha por mano de Dios, y por eso
toda llena de maravillas, vaso admirable, obra del muy Alto,
como el Eclesiástico dice. Chiquita es en sus ojos, mas la
55 dignidad y grandeza suya a todo lo criado excede con grande
ventaja. "Más alta es que el cielo — dice San Agustín — esta
que queremos alabar; más profunda es que el abismo; más
ancha es que el mar, y su longura es mayor que de oriente
a occidente". Maravíllanse de ella los hombres y los ánge-
60 les; viéronla las hijas de Sión, y llamáronla bienaventurada,
y las reinas la han alabado; porque así los ángeles que ata-
layan a Dios en el cielo faz a faz como las ánimas muy santas
que hay en la tierra, todos le conocen ventaja, y se prostran
delante su acatamiento, y confiesan ser insuficientes para
65 conocer la grandeza de esta pequeña, y preguntan, si hubiere
quien les responda: ¿Quién es esta que sale del vientre de
su madre como alba que nace, hermosa como luna?
No seamos nosotros tan atrevidos a quererles decir a los
ángeles lo que ellos no saben; ellos preguntan, y con pre-
70 guntar nos enseñan ; y no haremos poco si con la gracia del
Señor supiéremos entender y declarar lo que ellos preguntan-
do enseñan.
— ¿Quién es esta que sale como alba, hermosa como
luna? — De manera que ya sabemos algo de esta benditísi-
43 Cant. 6, 9.
49 Cf. Ps. 138, 14,
54 Eccli. 43, 2.
59 Pseudo-Agustín, Serm. 208, 4 ÍML 39. 2130) : «Altior enun
cáelo est, de qua loquimur ; abysso proftindior, cui laudes dicere co-
6u. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
»36
75 ma María, que es alba, luna, sol y escuadrón de gente bien
ordenado.
¿Quién es esta que ¿Por qué alba, benditísima Niña? Por-
sale como alba? <lue así como el alba no tiene 3ue v,er
con la noche, así vos cuando nacéis
80 del vientre de vuestra madre no tenéis que ver con pecado.
En el alba ahogó Dios al rey Faraón y a los suyos en el mar
Bermejo; y en vos, que nacéis como alba, ahogó Dios al de-
monio y a los pecados, de manera que en ninguna cosa tu-
viesen que ver con vos. ¡Oh Niña bendita, cuán segura es-
85 táis vos de que os cierren la puerta del cielo con aquella
palabra que San Juan dijo: ¡Ninguna cosa sucia entra en
aquella ciudad, toda ella es oro limpio y no admite escoria
de pecado chico ni grande! ¡Señora, Señora! A nosotros dice
aquesta palabra y a nosotros pone temor, pues somos conce-
so bidos en pecado original y nacemos pecadores del vientre de
nuestra madre; y con nuestro descuido y mal miramiento,
sobre el pecado que de Adán heredamos, hemos añadido
otros por nuestra culpa y propia voluntad. Unos han co-
metido más que otros, mas ninguno que en este mundo vive
95 ha estado [sin él] sino vos, escogida particularmente por la
divina bondad para que por honra suya no cayese pecado en
vos, mas toda fuésedes limpia y preciosa como oro fino; y
como Jacob, recebisteis la bendición espiritual sobre todos los
hombres y sobre todos los ángeles, más ajena -de pecados
100 qUe todos y más rica de gracias y virtudes que todos. Algu-
nos hubo, como Jeremías y San Juan Baptista, los cuales
nacieron del vientre de sus madres sin pecado original y
después vivieron muy santamente; mas éstos no tienen, Se-
ñora, que ver con vos, pues si cuando nacieron no tuvieron
105 pecado, fueron concebidos en él; y si cuando grandes no
cometieron pecado mortal, cometieron veniales, de los cuales
ninguno fué libre sino sola vos.
Salís como alba y ponéis en espanto a los que no os
conocen, dais alegría a los que os miran. Porque vec un
110 cuerpo que nunca fué rebelde a su ánima, ni un solo movi-
miento tuvo contra ella, y una parte sensitiva que sin re-
beldía obedecía siempre a la razón, y una razón y voluntad
siempre sujetas a Dios, son obra nueva, hasta hoy vista en
nadie, ni después de vos sino en vuestro sacratísimo Hijo.
115 Con mucha razón se admiran los ángeles y toda la Iglesia
en veros nacer con lumbre de alba, pues ven en vos una
santidad que ni hubo semejable en lo pasado ni la tendrá
en lo por venir. Demos alabanzas a Dios para siempre, que
nos ha declarado por medio de la pregunta de los ángeles
82 Cf. Ex. 14, 27.
87 Cf. Apor. 21, 2;
98 Cf. G^en. 32 29.
936
SERMONES. CICLO SANTORAL
120 algo de lo que esta Virgen sagrada es, para que la tenga-
mos por cosa ajena de todo pecado, alegre, limpia y con
lumbre de Dios.
Hermosa como luna Ya es razón que hablemos de cómo
es hermosa así como luna: es toda
125 blanca, purísima; y así como su Hijo es blancura de la eter-
na luz, así ella participa de esta blancura más que hombres
y ángeles; porque, como dice San Anselmo, fué cosa conve-
niente que esta benditísima Virgen resplandeciese con tan
gran puridad, que después de Dios no podía ser pensada otra
130 mayor. Es la luna blanca, y la Virgen es purísima; es la
luna la más veloz de todos los siete planetas, y la Virgen
la más diligente y presta en el servicio de nuestro Señor que
ninguna criatura; la luna es la más baja de todos los pla-
netas, y la Virgen la más humilde que hay en el cielo ni en
185 la tierra. Y así como la luna, aunque unas veces parece con
poca lumbre, y otras no parece, y otras parece llena, y en la
verdad nunca tiene menos lumbre una vez que otra, sino
siempre está llena, sino que, porque no parece a los ojos
de los hombres aquella parte la cual es alumbrada del sol,
140 por eso juzgamos que tiene algunas veces poca, y ella siem-
pre está llena, así la Virgen sagrada todo el bien y lumbre
que tiene, de Jesucristo nuestro Señor, que es sol de justicia,
le viene; y aunque muchas veces estuviese haciendo ejer-
cicios corporales que al parecer son de poca luz, así como
U5 comer, beber, trabajar y otras cosas de aquéstas, mas ella
siempre tenía su ánima convertida y atenta a Dios, el lucidí-
simo sol, y con grandísimo fervor y amor y elevación de
entendimiento y voluntad hacía todas sus obras, chicas y
grandes, corporales y espirituales.
150 Por todo lo cual os confesamos, Señora, que sois her-
mosa como la luna, y mil cuentos de veces muy más hermo-
sa, pues que, en comparación de vuestra benditísima ánima
y de la hermosura espiritual que en ella puso el Espíritu
Santo, la luna no osará parecer; y son excedidos de vos
155 los hermosísimos espejos de Dios, que son los espíritus
angelicales bienaventurados.
Escogida así como sol Y no para la santidad de la Vir-
gen en ser como alba y ser como
luna. ¡Ay de nosotros, que tan presto nos contentamos con
160 una pequeñuela parte de bondad! Mas esta Señora cumplió
'lo que está escrito: que la senda del justo es como luz que
130 San Anselmo, Dc concept. virgin., c. 18 (ML 158, 451) :
«Nempe decens erat, ut ea puritate, qna maior silfo Deo nequit intel-
ligi, Virgo illa niteret, cui Deus Pater unicum Filium suum... ka daré
disponebat, ut naturaliter esset atine irletnquf oommunis Dei Patris
p't Virginia Ftlius»,
ÓO. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
nace hasta el perfeto día. ¡Oh qué cuidado! ¡Oh qué dili-
gencia trajo esta abejita de Dios, haciendo miel dulcísima
dentro del corcho de su corazón! Creciendo de lumbre de
165 alba a lumbre de luna, que es mayor, y después a lumbre
de sol, que es mucho mayor; porque no sólo es alabada de
las dos cosas primeras, mas dice ser escogida así como sol.
Nombre es éste que se pone su sacratísimo Hijo, porque El
es la fuente de toda luz espiritual en el cielo y en la tierra,
170 como este sol es fuente de lumbre para todo el mundo; mas
quien le dió ser parte de su santidad, darle ha también su
lumbre de sol, pues la dió a sus santos apóstoles, a los cua-
les dijo: Vosotros sois luces del mundo. Sol que procede del
sol es aquesta Niña sagrada, y la mujer vestida del sol
P5 que San Juan vió en su Apocalipsi. Lumbre y calor tiene
el sol, y con tanta excelencia, que la flaqueza de nuestros
ojos no la pueden mirar en hito. ¡Quién contará la lumbre
que a esta Niña bendita fué concedida para regir todas sus
obras, para contemplar al Altísimo Dios y para todo lo que
180 convenia para le servir!
De Abigail se cuenta y de otras mujeres, en la divina
Escritura, que eran prudentes; mas de esta Virgen canta
la Iglesia: "Virgen prudentísima, ¿adonde vas?" La pru-
dencia de las otras podémosla medir con nuestra medida;
185 mas la de esta Virgen, ¿quién la podrá comprehender, pues
así supo agradar al Altísimo Dios, con mucha más ventaja
que lo hizo David? Pues el fuego de amor que Dios vino a
encender en la tierra no hay lengua que pueda explicar
cuánto se enseñorea en el corazón de esta Niña, pues sin
190 comparación amó más al Señor que a sí mesma; y su vida
toda fué una lumbre, un fuego bastantísimo a mover a los
que la miraren a servir al Señor. "Hoy es el nacimiento de
la Santa Virgen María — canta la Iglesia — , cuya vida ex-
celente a todas las iglesias alumbra". De manera que aun-
195 que el día de nuestra salud y tiempo aceptable al Señor es
desde que El mesmo encarnó y nació en este mundo, y, en
comparación de El, esta santa Virgen y su nacimiento se
llamen mañana, mas mirando la excelencia de su vida, tam-
bién a su modo se llama sol y causa de alegría en la Iglesia,
200 según está escrito: Así como el sol que sale al mundo, asi
es el rostro de la buena mujer. "Quitá — dice San Bernar-
162 Cf. Prov. 4, 18. 17? Cf. Mt. 5, i.;.
175 Apoc. 12, 1. 182 1 Reg. 25, 3-
183 «Virgo pnuleiitissiina, quo progirederis ?» [Brev. Rom., In
Assumpt. B. M. V., ant. ad Magnif. in 1 Yesp.).
188 Cf. Le. 12, 49.
194 «Nativitas est hodie sanctac Maria Virginia, cuius vita in-
clyta cunetas illustrat ecclesias» (Brcv. Rom., In Nativ. B. M. V.,
ant. 2 ad Vesp. et Laiul.).
195 Cf. 2 Cor. 6, 2. 201 Cf. Eccli. 26, 21.
938
SERMONES. CICLO SANTORAL
do — el sol corporal de este mundo, y todo quedará en ti-
nieblas; quita a la Virgen, y todo quedará en escuridad de
pecados". Bendito sea nuestro Dios, que nos quiso alegrar
205 con el nacimiento de esta santísima Niña, tan llena de luz,
que de alba procede a luna y de luna a sol; dándonos ejem-
plo de lo que nosotros debemos crecer en el servicio de Dios
y ayudándonos para ello con su eficacísima intercesión y
oración.
210 Terrible como es- ¿Queda más que decir? ¿Queda más
cuadrón de gente or- donde suba aquesta Niña bendita,
denada Pues es comparada con la lumbre
del sol, que es fuente de toda luz?
Aun queda más; porque para ser una Niña perfecta en el
215 servicio de Dios, no sólo es menester que tenga luz para
conocer él santo agradamiento de Dios, mas que tenga fuer-
zas para lo cumplir y poner en obra. Poco aprovecha a
muchos que sepan los mandamientos de Dios, que son el
camino para el cielo, si no los ponen en obra. Causa de
220 mayor condenación es saber lo bueno y no cumplirlo; y
como el Evangelio dice: El siervo que sabe la voluntad de
su señor y no la cumple, será azotado con más azotes que
el que ni la sabe ni la cumple. Lejos de esta Virgen está
esto; ferventísimo amor tuvo, que es el que da las fuerzas
225 para servir al Señor, y por ninguna adversidad, tentación ni
trabajo, dejó de cumplir la santa voluntad del Señor y andar
sus santos caminos. Tomólo a pechos, y como persona de-
terminada de morir o vencer, salió con Vitoria de todos
sus enemigos y se hizo temer de todos ellos y que no osa-
230 sen parecer delante de ella; y de esto la alaban los ángeles,
que es terrible y espantable a los demonios y a los pecados
como escuadrón de gente ordenada.
Dulcísima es esta Niña para los hombres, blandísima
y sujetísima a Dios; mas contra los pecados no hay cosa
235 tan brava, ni tan perseguidora, ni enemiga de ellos; por-
que el fuerte amor que a Dios tenía la hacía aborrecerlos
tanto como dijo David: Los que amáis a Dios, aborreced el
mal. Tenía, pues, la Virgen un magnánimo corazón, lleno
de fortaleza del cielo, con que hollaba al león y al dragón,
240 que es el demonio, con todas sus bramuras y astucias; y él
y los suyos le tenían cobrado tanto temor, que de su pre-
sencia y de su nombre iban huyendo, y iban derretidos así
como cera. Porque si con San Antón esta tema tenían los
204 San Bernardo, ln Naiiv. B. M. V. serm., 6 (ML 183, 441) ¡
uTolle corpus hoc solare quod illuminat mundum : ubi dies ? Tolle
Mariam, hanc maris steJlam..., quid nisi caligo involvens, et umbra
mortis, ac densissimae tendbrae relinquuntur ?»
222 Cf. Le. 12, 47. 239 Ps. 90, 13.
238 Ps. 96, 10. 343 P*- 67. 3-
NATIVIDAD DE LA VIRGEN
demonios, que oyendo su nombre echaban a huir, ¿con
245 cuánta más razón se debe creer que al nombre de María
huirán, y con más ligereza, pues ella es la mujer de la
cual está escrito que había de quebrantar la cabeza al de-
monio, no sólo porque escapó del pecado original, mas de
todos los otros mortales y veniales, lo cual no hizo San
250 Antón ni otro alguno?
¿Está aquí alguno ¿No veis qué dulcísima cosa es ha-
en obscuridad de blar de la vida y excelencias de
pecado mortal? aquesta benditísima Niña? ¡Cuán di-
' chosos fuéramos si no hubiera nece-
255 sidad de hablar en estas santas festividades de nuestras mi-
serias y tristes caminos, sino que nos ocupáramos todos en
alabar a Dios, que tal crió, y darle gracias porque nos dió
tal Madre, y en gozarnos de sus bienes como la santa Iglesia
dice en una antífona ! : "Celebremos con alegría el nacimien-
260 to de aquesta sacratísima Virgen, porque ella spa interce-
sora nuestra con Jesucristo nuestro Señor"; confesados y
comulgados, y todos en estado de gracia, y alegres con el
testimonio de la buena conciencia, y con la viva esperanza
de ver a esta Señora en el cielo y gozarnos para siempre
265 con ella, cuyo bendito nacimiento celebramos en este mi-
serable destierro. Porque las cosas santas, si no queremos
que se nos tornen en dañosas, con santidad las habernos de
celebrar y tratar; y muy mal celebrará la fiesta santa de
la reluciente Niña, que tiene luz de alba, de luna y de
270 sol, que siempre es vitoriosa de sus enemigos, el que está
en la triste escuridad de la noche de pecado mortal, en la
cual, como hombre que vive sin lumbre, ni conoce sus males
que de presente tiene ni los terribles tormentos del infierno,
que con longura eterna han de ser vengadores de sus mo-
275 mentáneos placeres que en esta vida pasó, ni tiene lumbre
de gracia para conocer y amar a su Dios ni a sus próji-
mos; pues según está escrito: El que anda en la noche no
sabe para dónde va.
¡Oh Señor, y si está aquí alguno que está fuera de
280 vuestra gracia y lumbre y vive en escuridad de pecado mor-
tal, ora sea si está con propósito de cometerlo o porque lo
cometió y no ha hecho penitencia de él para ser perdonado!
Preguntan los ángeles el día de hoy: "¿Quién es esta Virgen
que nace?", admirados de su gran lumbre y virtud. Y si
244 Cf. San Atanasio, Vita Antonii, c. 13 (Vitac patrutn, l. l) :
ML 7o3, í¿4V
248 Cf. Gen. 3, 15.
261 oCum iucunditate Nativitatem beatae Mariae celebremus, ut
ipsa pro nobis intercedat ad Dominum Iesum Christum» (Brev*
Rom., In Nativ. B. M. T"., ant. 5 ad Vesp. et Laúd.).
278 To. 12, 35.
940
SERMONES. CICLO SANTORAL
285 alguno está aquí entre nosotros en este grande e indecible
mal de pecado mortal, mirarlo han, y espantados de su
escuridad, captiverio y tristeza, y desventura que no se
puede contar, preguntarán: "¿Quién es esta ánima tan
ajena de lumbre del cielo y tan escurecida con espirituales
290 tinieblas? ¿Quién es esta que, siendo criada a imagen de
Dios, ha puesto sobre sí la fea y abominable imagen del
enemigo?"
¡Oh qué gran verdad dijo Jeremías profeta: Que los
nazareos de Dios, que 'primero eran blancos como la nieve
295 y más hermosos que marfil, son vueltos tan al contrario,
que están muertos en las plazas, y tan feos que no son
conocidos quien eran! ¿Cómo conocerá Dios y sus ángeles,
quiero decir, cómo aprobará lo que no es hechura suya, lo
que es obra del demonio y contradicción y destruición de las
300 obras suyas? "Hermoso te crié yo — dice Dios — , ¿cómo tan
miserablemente te has afeado? Y con mi propia sangre te
lavé, ¿cómo te has tornado a ensuciar?" Apartaos de mí
— dice el Señor — todos los que obráis maldad, porque no
os conozco. Y aunque sean doncellas y tengan aparencia
305 de buenas obras, si carecen de la gracia divina, que hace
al alma hermosa delante de los ojos de Dios, sean quien
fueren, tengan lo que tuvieren, quieran o no quieran, oír
tienen esta terrible palabra de Dios: No os conozco, apar-
taos de mí.
310 ¡Oh hermano mío, quienquiera que seas, a quien esto
toca, ¿cómo puedes sufrir tanto mal tuyo, y tan de tomo,
por unos bienes falsos o placeres que desaparecen así como
humo? ¿Qué cosa te pueden dar que te entre en provecho,
si en contrapeso de ella te llevan el alma? ¿No te acuer-
315 das que dijo Cristo nuestro Señor: ¿Qué trueco puede el
hombre dar en lugar de su ánima? Y si por tu ánima, que
pierdes, no te pueden dar igual trueco, dime por reveren-
cia de Dios, por sus llagas sagradas, por el nacimiento de
esta Virgen bendita, ¿qué es lo que te dan en trueco por-
320 que pierdas a Dios, y renuncies el derecho que tienes para
gozar de El en la gloria, y puedas vivir en su enemistad
y tan lejos de gozar de El como si no hubiese Dios sino
para castigarte? Un hombre hace sentimiento y echa menos
cuando pierde un ducado y una cosa de menos valor; ¿v tú
325 no echas menos perder a tu alma, perder la gracia de Dios,
y al mesmo Dios, bien infinito, y para siempre jamás?
¿Qué es aquello que te dan cuando tantos bienes te quitan?
Dilo, si lo osas decir.
¡Oh Bien infinito y Bien tan grande, que no hay cosa
330 qUe se pueda igualar con vos; porque sois tal, que quien
297 Cf. Thren. j, 7-8.
303 Ps. 6, g.
30Q Cf. Le. n, 2
316 Mt. 16, 26.
6o. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
941
a vos sólo tiene, aunque ningún otro bien tenga, es de
verdad bienaventurado; y quien a vos no tiene, ¡ay de él,
ay de él, ay de él!, que malaventurado es a boca llena,
aunque tenga todos los bienes que en la tierra y en el cielo
335 hay! Esta, hermano, es escuridad de la noche, y por eso
pasa tan grande engaño, y lo sufres tú, que te dan un
chanflón y dicen que es ducado de a diez, y te llevan un
pedazo de oro diciendo que es plomo, y tú estás tan ciego
y tan miserable que te huelgas de la miseria que te dan,
340 y lloras cuando la pierdes, y no sientes que te quitan a
Dios y te han engañado con inmenso daño.
San Agustín cuenta de sí, en el tiempo que estaba sin
la gracia de Dios, que, cuando leía en Virgilio que la reina
Dido se mató porque se fué Eneas y la dejó, se le enterne-
346 cía el corazón y lloraba; y quéjase él después de sí mesmo
diciendo: "¡Y sufría yo, Señor, con ojos secos ser apar-
tado de vos, vida mía, Dios mío!" Lloraba porque se ha-
bía apartado un ánima de un cuerpo, y sufría con ojos
enjutos haber apartado a Dios de su ánima, la cual queda
350 más fea, pesada y muerta, por apartarse Dios de ella, que
queda un cuerpo cuando el ánima sale de él.
El alba en medio Hermano, si tu desdicha ha 'llegado
está de la noche y a tanto que por un sucio deleite, ve-
del sol dado por la ley de Dios, o por de-
355 searlo tomar, o por una malqueren-
cia o murmuración, o por otro quebrantamiento de la di-
vina ley, estás en tinieblas de noche y no ves la lumbre
del cielo, gime tu mal, y da muchas gracias a la divina
bondad, que te dejó llegar a este día y venir a la iglesia
360 a celebrar día del nacimiento de esta benditísima Niña, que
no sólo tiene lumbre de alba, y de luna y de sol, y gran
fortaleza para sí mesma, mas aun también para ti. El
alba en medio está de la noche y del sol, y esta Virgen
bendita medianera es entre los pecadores que viven en no-
365 che y entre Jesucristo nuestro Señor, sol verdadero. Y como
no se puede pasar de la noche al sol sino por el alba, tam-
poco quiso Dios que alguno pasase del pecado mortal a la
gracia sino por María.
Hermano, no desesperes. ¿Quieres ser curado? ¿Quieres
370 sanar de estas heridas mortales? Si quieres, no me respon-
das: No tenao hombre. Un hombre tienes para tu reme-
dio, que es Hijo de Dios, Jesucristo, que aboga por ti de-
lante del Padre y puso a riesgo de muerte su vida por ti.
Y a éste, que es carne de tu carne y hueso de tus huesos.
375 le puso el Padre en sus manos todas las cosas, como El
347 San Agustín, Confess., 1. i, c. i$, 21 : ML 32, 670.
371 lo. 5, 7. 375 Cf. Mt. 11, 27.
942
SERMONES. CICLO SANTORAL
mesmo lo dijo; y a éste hizo Juez tuyo, y tiene las llaves
de la muerte y del infierno, y de la vida y del cielo; porque
si te recatabas de entrar en juicio en el tribunal del omni-
potentísimo Padre, no te recates de entrar en juicio de El,
380 que, aunque es un mesmo Dios con el Padre, es hombre
contigo y dio la vida por ti. Juzgado fué de Poncio Pilato,
y por eso es constituido por Juez de vivos y muertos; y
como el Evangelio dice: El Padre no juzga a ninguno, por-
que todo el juicio dio al Hijo. Da gracias a Dios por haberte
385 dado por Juez uno que es hombre y Dios, y que sabe de
enfermedades, y que fué tentado para con la experiencia
aprender a ser piadoso y en todo tal cual lo ha menester
y lo podía desear la humana flaqueza.
Mas porque el desmayo y temor que causa el pecado en
390 quien lo comete es en gran manera muy grande, y con su
gran peso hizo desesperar a Caín, y a Judas, y otros muchos, y
conociendo Dios esto quiso, como San Bernardo dice, con-
solar nuestra flaqueza, reforzar nuestro temblor, con dar-
nos por abogada a esta Virgen bendita que hoy nace. Cobra,
395 hermano, alientos nuevos, pues que estás en el nacimiento
de esta alba muy alegre. Y si las enfermedades de pecados
te traen cansado, atemorizado y triste en la noche en que
has vivido, mira que al alba sienten los enfermos alivio,
y las aves cantan, y nace nueva alegría. Gózate de este
400 día de la buena nueva y anímate y pide misericordia a esta
nueva abogada y piadosísima Madre que hoy nace para tu
consuelo. Y si tienes miedo de allegarte a Jesucristo, por-
que no sólo es hombre, hermano tuyo, sino omnipotentísi-
mo Dios de majestad infinita, allégate a esta Virgen sa-
405 grada, mansa y piadosa, y que no tiene otra naturaleza
más que la humana, y como San Bernardo dice: "Si halla-
res en ella alguna cosa áspera, alguna desabrida respuesta,
algún rigor de justicia, yo te doy licencia para que la
temas". Mas todo lo que en ella hay es blandura, no sólo
410 para los justos que andan en lumbre, mas como luna per-
feta y hermosa, llena de misericordia, que nació para ser
abogada de buenos, luce a los que andan de noche para que
377 Apoc. i, iS.
384 lo. 5, 22.
386 Is. 53, 3.
387 Cf. Hebr. 2, iS.
391 Gen. 4, 13 ss. ; Mt. 27, 3 ss.
394 San Bernardo, In Nativ. B. M. V. scrm.. 7 (ML 183, 4J1) :
«Trepidationem nostram solatur,_ fidehi excitat, spem robora t, diffi-
dentiam abigit, erigit pusillanimitatem».
409 San Bernardo, Dom. infraoct. Assumpt. B. M. V., 2 (ML
J83» 430) : «Revolve diligentius evangelicae bistoriae seriem univer-
sam : et si quid forte increpatorium, si quid durum, si quod deni-
que signum vel tenuis indic;nationis occurrerit in Maria, de caetero
snspectam habeas, et accederé verearis».
. UIWDAD Dh LA
no se pierdan y poco a poco vengan a la lumbre del sol.
Y como la luna es el planeta, entre los siete, el más cer-
419 cano a nosotros, así esta luna nos es dada por verdadera
Madre, y tan cercana para nuestro remedio, que [a] nin-
guna pura criatura en la tierra ni en el cielo tan presto
le tocan nuestras miserias como a su virginal corazón, tan
rico en misericordia, que la llama la Iglesia Madre de mi-
420 sericordia. La luna tiene poder sobre las aguas, que signi-
fican las tribulaciones; y esta piadosa Señora está diputada
por Dios para socorro de atribulados, y es universal limos-
nera de todas las misericordias que Dios hace a los hom-
bres, y en lo que se ocupa es en tener las manos hacia
425 arriba para recebir mercedes de Dios y luego volverlas
hacia abajo para darnos lo que ha recebido. Aprovéchate,
por amor de Dios, de tan buena oportunidad, y no dejes
pasar este día de misericordia lleno.
Ya es tiempo de ca- El alba nace, ella mesma da voces
430 minar, ¡levantad los con la lumbre que trae, y dice: "Ya
dormidos! 6S tiempo de caminar, ¡levantad los
dormidos!" Los gallos cantan, y las
otras aves también; y la Virgen está desde el cielo dán-
dote voces en este santo día que ella nació, que despiertes
435 del sueño del pecado y que andes en la lumbre de ella,
que te será fiel abogada y piadosa madre. Los gallos, que
son los predicadores, te dan voces también, por boca de
los cuales te dice Dios también lo que dijo por boca de San
Pablo: Levántate tú que duermes, despierta de entre los
440 muertos, y alumbrarte ha Cristo. Dios quiere salvarte, y
te ruega con el perdón; la Virgen desea lo mismo, los án-
geles de la mesma manera; los predicadores y toda la Igle-
sia te desea ver fuera de esa triste noche en que vives.
¿Qué respondes a tantos como te ruegan que no te vayas
445 al infierno, sino que sirvas a Dios y ganes para siempre el
reino del cielo? ¿Qué respondes? ¡Recuerda, que duermes!
¡Oh Señor, y qué recia cosa es estar un hombre embe-
becido y embriagado en un falso deleite, en una mal-
querencia endurecida, en tener las cosas ajenas, en otras
450 semejantes miserias! A los cuales acaece que duermen pro-
fundamente este sueño. [Aun] que si uno les pone la pala-
bra de Dios delante de los ojos para recordarlos que es luz
verdadera para despertar los dormidos, así como si les di-
jese: "Infierno hay para siempre donde has de pagar con
455 eternos tormentos el placer momentáneo que te dan aquí los
pecados; el cielo pierdes si la tierra amas; Dios se te va
420 Aul. «Salve Regina».
4.^7 Cf. Guillermo Durando, RaHonale divin, offic, 1. t, c, 1 :
(cGaílus supra ecclesiatn pósitos, 'praedioatores designat».
440 Of. E-ph. sí 14.
944
SERMONES. CICLO SANTORAL
por una puerta si el pecado entra por otra; enemigo es
Dios del malo y de la maldad, y no se podrá acabar con
El que esté bien contigo si no aborreces y echas de ti sus
460 enemigos y tuyos, que son los pecados", ¿quién podrá dor-
mir si le ponen esta luz a los ojos? Y por eso muchos con
malaventurado consejo quitan sus ojos de la lumbre, y ni
quieren procurar ni oír las palabras de Dios, por no tener
quien les haga mal sabor a sus dañadas voluntades. Y otros,
465 más endurecidos, quieren mal a la verdad y a quien se la
dice. Y como uno que está muy dormido y no quiere que
le recuerden, apaga la lumbre que le ponen ante los ojos
y se enoja con quien se la puso, así éstos, dignos de ser
llorados con lágrimas de sangre del corazón, han hecho
470 concierto con el pecado e infierno, y pésales tanto de quien
los quiere apartar de sus malos caminos, que ni querrían
que hubiese verdad ni justicia, honestidad ni vergüenza,
ni aun quien la dijese. Viven en tinieblas; y todo hombre
que hace mal, aborrece la luz y no quiere venir a ella — dice
475 San Juan — porque no parezcan sus grandes maldades. ¡Oh
engañados hombres y desdichados! Tomad otro consejo,
que ése no os puede valer. Ha dicho el Hijo de Dios: Las
cosas que predicastes en tinieblas, serán predicadas sobre
los tejados; y tiene ordenado que todas las obras de la
480 noche, que son los pecados, salgan a la plaza en el día del
juicio, donde sean examinados y condenados, y parezca su
fealdad con la lumbre de Dios; y. vosotros no seréis pode-
rosos para hacer que se quebranten estas palabras ni deje
de ser lo ordenado por Dios. ¿Qué me responderéis? Leván-
485 tate, levántate tú que duermes entre los muertos, y alum-
brarte ha Cristo; que el alba es nacida, ya es tiempo di
caminar.
¿Por ventura habrá aquí alguno que le parezca mal
esta amonestación? Antes la agradecerá conociendo lo que
490 le importa; mas oírla ha, y no la amará, esperando que
acabará ciertos negocios o que gozará primero de su gusto
(como ellos dicen), y dormirá todo este tiempo y después
recordará. Hombre, ¿quién te hizo a ti dios, que quieres el
oficio de Dios, pues que dijo nuestro Señor: No queráis sa-
495 ber los tiempos y momentos que el Padre puso en su poder?
¿Qué sabes tú si llegarás a ese tiempo que te prometes?
No tienes certidumbre que llegarás a la noche, ¿y aventu-
ras tu salvación sobre la incertidumbre de vida? Y ya
que supieses que te habías de emendar, ¿quién es tan necio
500 que, estando captivo en poder de turcos, con muy mal tra-
tamiento y a peligro cada día de perder la cabeza, responda
475 Cf. lo. 3, 20.
479 Cf. Le. 12, 3.
495 Of. Act. i, 7.
ÓO. NATIVIDAD DE 1A VIRGEN
945
a quien luego le quiere rescatar: "No quiero salir tan pres-
to, hasta de aquí a dos o tres años", no por otro fin sino
por estar aficionado a alguna mala mujer o cosa semejante
505 a ésta?
Hermano, no seas más imprudente que los niños, y que
los infieles, y que los animales, que, si en un pozo caen o
en cieno hediondo, no sólo dan la mano luego a quien les
ayuda para salir, más aun con voces llaman a quien les
510 socorra. San Agustín lloraba en algún tiempo esta dilación
que había tenido cuando estaba en pecado, y decía: "Lla-
mábasme tú, Señor, y decíasme: Levanta, que duermes,
y sal de entre los muertos. Mas yo, Señor, no respondía
sino palabras de hombre dormido : "Espérame un poco, aho-
515 ra me levantaré." Mas aquel poco ¡cuán largo era!, y aquel
ahora nunca venía; y así dilatando yo de vivir en ti, no
dilataba de morir en mí." De esto se queja San Augustín;
y si Dios te da lumbre y algún tiempo te saca de entre los
dormidos y muertos, también llorarás tú porque pecaste
520 y porque en pecando no te levantaste con el socorro que
Dios te prometía, extendiendo su mano para tu remedio.
¡Oh qué cuchillo de dolor atraviesa el corazón del cristia-
no cuando se acuerda que, pudiendo servir a nuestro Señor,
ha servido al demonio! Ejemplo tenemos en el mesmo San
525 Agustín, que decía: "Tronaste, Señor, desde arriba con una
voz grande, y dijiste: Hágase la luz. Y fué hecha la luz en
mi corazón, y vi las tinieblas en que había estado acostado,
y espantóme y dije: "¡Ay, ay de aquella ceguedad cuando no
te conocía; ay de aquel tiempo cuando no te amaba! Tarde
530 te conocí, hermosura tan antigua; tarde te conocí, hermosu-
ra tan nueva." No sientes ahora el mal en que estás, como
el loco, ni el que tiene modorra; mas si Dios te diese salud,
darás unos gemidos de grave dolor por los golpes que te
diste estando sin seso. Y la principal señal que uno tiene de
535 que Dios es venido en su ánima, es si dice de corazón: "Pé-
same, Señor, de cuán tarde os he conocido." ¿Qué dilatas,
pues, hermano, lo que está cierto que tanto te cumple?
Y no sabes, si ahora lo dejas, si después lo habrás; y si lo
hubieres, será con mayor trabajo; porque la mala costumbre
540 que habías alcanzado y los pecados que hicieres de aquí allá
te pondrán en mayor aprieto, pues que mayores pecados pi-
den mayor pena, y la mala costumbre es muy dificultosa para
quitar.
Ahora tienes buen aparejo; brama en tu corazón y di:
545 "¿Cuándo ha de ser el fin de mis fealdades y abominaciones?
Ahitóme de comer a la continua un manjar, aunque sea
bueno, ¿y aun no estoy ahito de ofender a Dios, tantos años
517 San Agustín, Confess., 1. 8, c. 5, 12 ; ML 32, 754.
531 San Agustín, Confess., 1. 10, o. 27, 38 : ML 32, 795.
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-NLKMO.NES. CICLO SANTORAL
ha comiendo, no manjar, sino verdadera ponzoña? Si no
pongo fin a mis males, ¡ay de mí, que el infierno es mi casa!
550 y si algún día los tengo de dejar y llegarme a Dios, ¿por
qué no será luego, pues el remedio es más cierto, y el traba-
jo menor, y la ganancia muy mayor sin comparación? No
quiero más guardar estos puercos, que aun de lo que a ellos
les sobra yo no me harto. Levantarme quiero, irme a mi
555 Padre y decirle: Padre, pequé contra el cielo y contra ti, no
soy digno de ser llamado tu hijo; haz comigo como con un
jornalero tuyo.
¿Ha amanecido en Hermano, si ese brío y esos propósi-
ti el alba? Favor tos andan meneando tu ánima, entien-
560 es de la Virgen °-e (lue te na amanecido el alba, que
es el aparejo para venir a estado de
gracia; entiende que anda por tu corazón el favor de la Vir-
gen María, que te ha alcanzado la gracia preveniente, signi-
ficada por ella mesma, con que te aparejes a recebir la gracia
565 de Dios, que te ponga en su amistad. No es del hombre po-
nerse en estado de gracia, ni tampoco lo es el aparejarse para
que Dios lo ponga; dádiva es de Dios el perdón de nuestros
pecados; dádiva suya es el darnos corazón arrepentido y hu-
millado y con propósito de verdadera enmienda. Esta dis-
570 posición menea el corazón humano, por asentado que esté
en sus vicios y pecados, y hace volver los ojos a Dios y te-
mer al que antes tenía en poco: Mi amado — dice la Esposa —
metió la mano por el agujero de la puerta, y mi vientre
tembló, o mis entrañas temblaron cuando me tocó. No es
575 cosa fría, no es cosa fría lo que se siente en el corazón del
hombre a quien Dios ha tocado; hácele temblar, por esfor-
zado que sea, y abajar aunque haya sido soberbio, y tórnalo
tan blando y tan lleno de confusión, que, aunque le pisen la
boca, no sabrá responder.
580 y éste es el don que nos alcanza esta bendita Niña, que
nace como el alba; y, según hemos dicho, es medianera entre
la escuridad de la noche y la lumbre del sol. ¡Oh, quién tan
dichoso fuese que alcanzase un libro donde estuviesen escri-
tos todos los pecadores de quien ella hubiese sido medianera
585 para que salgan de la escuridad de la noche y cobren la lum-
bre de gracia! ¿Quién nos dirá qué de ánimas perdidas gana
Dios mediante esta Niña que hoy ha nacido? Porque así como
Eva desayudó al primero Adán en lo que tocaba al servicio
de Dios, así esta Niña es criada para que ayude al segundo
590 Adán, que es Jesucristo, para ayudarle a la redempción y a
recoger las ánimas por quien El derramó su sangre. El mu-
549 Iob 17, [3.
557 Cf. Le. r.s, iS.
569 Ps. 50, 19.
574 Cant. 5, 4.
rió por todos, como dice San Pablo, y ella es el alba, luna y
sol que nace para todos; y aquel sólo no gozará de ella que
se quiere meter, huyendo de su lumbre, en las cuevas hondas
595 y tenebrosas de sus pecados. Ten, hermano, confianza en esta
Virgen sagrada, que si tú quieres llamarla con ruegos, ha-
cerla servicios, implorar su misericordia y oficio de interce-
der, sentirás que ni ella es sorda para oírte ni tus oraciones
y servicios saldrán en balde.
600 Poderosísimo es Dios, y de buena gana emplea su poder
en sacar ánimas de pecados. Y escrito está en Job: El te li-
brará de la boca angosta y del pozo que no tiene suelo.
Guárdate, hermano, guárdate de la estrechez de la desespe-
ración; no se estreche tu corazón con la desconfianza por la
605 muchedumbre de los pecados que has cometido. Ora al Se-
ñor lo que dice David: No me hunda la tempestad del agua
y no cierre el pozo su boca sobre mí. Por mucho y mucho
que hayas pecado no desconfíes de la misericordia de Dios,
y no te dejes apretar, ni pienses que con su favor te será
6io imposible la salida del pozo, por angosto que sea, y aunque
no tenga suelo; porque quien cae en un pecado mortal, de
allí cae en otro y después en otro y en otros; y si no es por-
que la mano piadosa de Dios le tenga que no abaje más, el
pecar no tiene suelo ni fundamento donde parar.
615 No me alegues que tus pecados son muchos, porque más
poderosa es una gota de sangre que el Hijo de Dios derramó,
si de ella te quieres aprovechar, que todos tus pecados para
te condenar. Ni me digas: "¿Cómo, padre, emendaré mi vida,
que estoy mal acostumbrado, y me parece imposible dejar de
620 vivir como vivo?" Que escrito está: Que echando aceite en el
yugo, se podrece el yugo; y con una poca de gracia que el
Señor eche en tu corazón, se deshará ese yugo de mala cos-
tumbre que te tenía debajo de sí y, como carga pesada, te
llevaba donde quería. Y si el demonio te tiene captivo, y
625 cuando quieres pelear con él y escapar de su tiranía sientes
que es más fuerte que tú, tampoco desmayes, porque escrito
está: ¿Por ventura la captividad podrá ser libre de la mano
del fuerte? ¿O la presa será quitada del muy robusto? Pues
yo os digo — dice Dios — que, aunque esto no sea posible a
630 fuerzas humanas, que con el favor de mi brazo la captividad
será libertada de la mano del fuerte, y lo que asió y prendió
el robusto le será quitado. No tengas, hermano, tú esas con-
gojas; que una Niña te es nacida que ha quebrantado la
cabeza del demonio, y no sólo en sí mesma, mas en las ánimas
635 de los pecadores. Nacida te es hoy para tu consuelo y reme-
dio; ponía por intercesora entre Dios y ti; gime tus culpas
5Q2 2 Cor. 5, 15. 621 Cf. Is. 10, 27.
602 Cf. Iob -,6, 16. 6« Cf. Ts. jq, 2 1-2S-
607 Cf. Ps. 68, t6.
948
SERMONES. CICLO SANTORAL
y pecados y vete a ella, que como verdadera Madre te hala-
gará, remediará y consolará.
Imita a la Virgen, Y si Dios tanta merced te hace, que
640 que creció de luz después de tu mala vida y escuridad
en luz te nazca lumbre de alba, no pares ahí,
imita a la Virgen, que creció de luz
en luz; y tras la del alba, tras tus buenos principios, crece en
lumbre de luna, para que tu vida pasada, que fué ejemplo de
645 escuridad y causa que otros pecasen, sea ya lumbre para
traer al servicio de Dios a los que están en tinieblas y con-
sideran cómo tú también lo estuviste y ahora estás fuera de
ellas. Si comienzas a servir a Dios, comienza de verdad, co-
mienza con denuedo, comienza perfetamente. Mira cómo no
650 hay hombre en los negocios del mundo que, si puede tener
mucho, tenga poco, y si puede emplear su dinero donde le
gane ciento, no se contenta con cincuenta. Ten tú una santa
codicia de ser rico de los bienes verdaderos y eternos; pues
aquéllos tienen vana codicia y pasan muchos trabajos por
655 henchir sus arcas, bolsas y senos de un poco de pstiércol y
pura vanidad, que ni los hace mejores un solo cabello delante
del acatamiento de Dios ni les podrá librar en el día terrible
del juicio de Dios; antes les será más carga y les pondrá en
mayor estrechura lo que aquí pensaban que era ganancia y
660 placer.
Grande es el engaño de la gente tibia en el servicio de Dios,
que, por huir unos pocos y chicos trabajos, caen en muchos
mayores. Porque si ponen en una balanza los trabajos que
pasan los que sirven a Dios con fervor y ponen la hacha a la
665 raíz de sus pasiones para desarraigarlas y cortarlas con el
cuchillo de la palabra de Dios y con la imitación de la vida
y muerte de Jesucristo, son muy menores sin comparación
de los trabajos que pasan los tibios, que se contentan con
vivir descuidadamente en lo que toca a su aprovechamiento
670 y se contentan con una vida floja que solamente tiene cuen-
ta, y aun ésa muy negligente, con no cometer pecado mortal.
Caen éstos muy a la continua en pecados veniales gra-
ves, que son causa de harta tristeza; y de allí algunas veces
caen en pecados mortales, que son fruto amargo que del pe-
675 cado se sigue; y no gozan de la Vitoria perfeta de sus ene-
migos, ni sienten el placer de la limpia conciencia, ni la fuer-
te esperanza que alegra las entrañas de la herencia del cielo,
ni los dulces frutos del amor divinal, el cual hace los traba-
jos que por El se padecen más dulces que los placeres que
68° dan los pecados del mundo. Que no mintió quien dijo: "Más
dulces son las lágrimas de los penitentes que los deleites de
los reyes." Y si llorar por Dios excede a los placeres del
mundo, ¿en qué lugar pondremos el gozar con Dios?
6o. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
949
Hermano, pasa adelante; no te perdones ni te parezca
685 duro cualquier trabajo porque crezca en ti la gracia de Dios.
Porque así como hallaste a la Virgen fuerte y piadosa para
que salieses de la escuridad de la noche a la lumbre del alba,
de la mesma manera la hallarás también para que crezcas
en la buena vida que con su oración te alcanzó. Y dichoso
690 serás tú si algún día vinieres a tanta bienaventuranza en
aquesta vida, que no sólo tengas luz de alba y luz de luna,
mas también seas semejable a la lumbre del sol. Entonces
arderá tu corazón suavísimamente en el amor divinal. En-
tonces te deleitarás en imitar a Jesucristo nuestro Señor en
696 su santa vida y en su muerte, y te sabrá bien su benditísima
ley, y sentirás mucho cualquier pecadito, por pequeño que
sea, y no tratarás tanto de cómo no le ofenderás como di
servirle mejor y mejor, y tener por regla de tu vida el santo
contentamiento de El; y de allí pasarás a ser espantable a tus
700 enemigos, y experimentarás en ti lo que dijo David: Abo-
rrecido he la maldad, y abominádola he, y amado ta ley.
Porque el buen cristiano esta señal ha de mirar para si
ama a Dios verdaderamente. Como cuando le convidan con
manjar desabrido, y que su estómago le abomina y alanza de
705 sí; de esta manera su ánima abomina y aborrece el pecado
como una cosa asquerosa y que le causa abominación. De
esta manera se vencen los pecados y se matan, porque el abo-
rrecimiento verdadero de ellos muerte suya es.
Y si te hallares flaco en esta pelea y hallares algún gusto,
TIO por pequeño que sea, en algún pecado, alza luego los ojos a
esta Virgen sagrada, pidiéndola te alcance salud para tu pa-
ladar estragado, y que aquello te sepa bien que a Dios sabe
bien, y mal lo que a El sabe mal. Porque, aunque es mujer,
es Mujer fuerte, y aquella mesma la cual Salomón deseaba
715 hallar cuando dijo: ¿Quién hallará mujer fuerte? Mas cuan-
do le fué revelado que había de nacer esta que nos ha hoy
nacido, di jóle en persona de Dios: Mi cuello es como la
torre de David, de la cual están colgados mil escudos y to-
das armas de fuertes.
720 Alcánzanos, Virgen ¡Oh Niña para siempre bendita, la
Santísima, gracia y más cercana a Dios humanado de
gloria cuantas hay en el cielo y en la tie-
rra! El es la cabeza, y la cosa más
cercana a El es el cuello, que sois vos tan alta en virtud y
725 santidad, y mucho más, que la torre de David, en espiritual
alteza. De vos están colgados mil escudos y todo género de
armas para que peleen los fuertes y para que los flacos se
701 Ps. iiS, 163.
715 Prov. 31, 10.
71Q Cf. Cant. 4, 4.
950
SERMONES. CICLO SANTORAL
hagan fuertes. Y quien en vuestra vida mirare, hallará las
armas que ha menester para pelear las peleas de Dios, si
730 las quisiere tomar. En vos tienen que mirar los niños, los
mozos y los viejos; en vos los que se casan y no se casan,
los mayores y los menores. Ni hay virtud que vos no ense-
ñéis ni trabajo en que vos no los consoléis y esforcéis, por-
que fuistes vos la más santa de las santas y la más trabaja-
735 da de todas. Vos sois puesta para medio de nuestro remedio
delante del acatamiento de Dios; en vuestras manos, Señora,
ponemos nuestras heridas para que las curéis, pues sois en-
fermera del hospital de la misericordia de Dios, donde los
llagados se curan. Y aunque tenemos gran confusión y ver-
740 güenza de presentar delante de tanta limpieza la hediondez
de nuestras abominables llagas, creemos que os dotó Dios
de tanta misericordia, que vuestra limpieza y pureza no se
desdeña ni alanza de sí a los pecadores llagados, mas que
cuanto es mayor su necesidad, tanto más vuestra misericor-
745 dia os mueve a su remedio, conformándoos con vuestro Hijo
bendito, que no vino a llamar justos, sino a pecadores a pe-
nitencia.
A vos, Señora, presentamos nuestros males para que de-
lante del trono de Dios los deshagáis y alcancéis perdón de
750 ellos. A vos también presentamos nuestras obras, aunque lle-
nas de muchos defetos, y en vuestras manos sagradas pone-
mos nuestro corazón, para que vos [que], como otra Rebeca,
y muy mejor que ella, sabéis muy bien lo que es gustoso a
vuestro Hijo bendito, guiséis nuestro corazón y nuestras obras
755 de manera que sean sabrosas a su Majestad, para que, te-
niéndoos a vos por defensora contra nuestros males y por
nuestra en nuestros bienes, los reciba el Señor, hallándoles
en vuestras manos, no mirando a las nuestras, que los ha-
cen, sino a las vuestras, que los ofrecen. Alcánzanos, Virgen
760 Santísima, gracia para que con ella y por ella merezcamos
veros en la gloria.
754 guisáis
747 Cf. Mt. y, IJ.
752 Cf. Gen. 27, 14.
6l. NATIVIDAD DE LA VIRGEN 951
61 Como la mañana, tres propiedades tiene
la Virgen *
Natividad de la Virgen, 8 de septiembre.
(Escorian, Ms. & 1X1 21, ff. 236 vi - 240 v.)
Quae ista quae prognJitur quasi aurora consur-
gensf [Cant. 6, 9].
Exordio: ¿Quién Las palabras del tema son una pregun-
es ésta? ta admirativa que los ángeles hicie-
5 ron cuando vieron a esta santa Virgen
salir del vientre de la santa vieja Ana, madre suya. Maravi-
lláronse los ángeles de ver cosa tan nueva y de que del vien-
tre estéril salía tal fructo de bendición, que parecía no cosa
de este mundo, sino hecha del cielo. Viendo su hermosura, su
10 donaire, su dorada cara, sus resplandecientes ojos y, sobre
todo, la hermosura de su ánima, que era ya santa antes que
nacida, y espantados que en este mundo hubiese tal cosa,
dicen: Quae est ista?, etc. ¿Quién es ésta, que sale como
graciosa mañana? ¿Quién es ésta, que no nace en noche
15 de pecado ni fué concebida en él, sino que ansí resplandece
como alba sin nubes algunas y como sol de mediodía? ¿Quién
es ésta, que aun no es del todo nacida, y ya nos hace mara-
villar y nos pone en espanto de lo que agora en su semblan-
te vemos y muy más de lo que después ha de ser? ¿Quién es
20 ésta, cuya vista alegra, cuyo mirar consuela y cuyo nombre
esfuerza? ¿Quién es ésta, para nos tan alegre y benigna, y
para otros, como son los demonios, tan terrible y espantosa,
que en oyendo su nombre parece caen sobre ellos saetas que
no las pueden sufrir, sino huyen, atemorizados de él? ¿Quién
25 es ésta-, a quien Dios tantos bienes ha hecho y muy más le
tiene guardados? ¿Quién es ésta?, preguntan los ángeles.
¡Gran cosa es, señores, esta Niña; chiquita parece, y
muy grande debe ser! Grandes son sus perfecciones, pues que
los ángeles se espantan y admiran de ella, y no pueden com-
30 prehender el grande abismo de sus excelencias. Que de ella
es escripto: Ascendit swper cherubim et volavit super pennas
ventorum et cognitionem angelorum. Y pues ansí es que los
ángeles se admiran y no la comprehenden, ¿qué haremos nos-
otros, pobres? ¿O qué es lo que nuestras lenguas torpes pue-
35 den decir de sus alabanzas, cuando las muy elegantes se ha-
llan muy insuficientes en decir de ella?
* Ed. M. F. Migúele/., O. S. A., en «La Ciudad de Dios», 79
11909), 52-59. «In Nativitate Vircdnis Marine» (f. 236 v).
13 Cant. 6, 9.
32 Of. Ps. 17, 11.
951'
SERMONES. CICLO SANTORAL
Oíd lo que dice aquella elegante lengua de San Augustín:
Quid dicam de te, pauper ingenio, cum de te, quidquid dixero,
minor laus sit, quam dignitas tua meretur? Et alibi: Quid nos
tantilli, quid actione pusilli in laudibus Mariae referemus,
cum [etsi] omnium nostrum membra in linguas verterentur,
eam laudare nullus sufficeret? Item Hieronymus: Ad quid
aquae pusillum mari addam, ad quid modicum lapillum mon-
ti adiiciam? Et alibi: Ut verum jatear, quidquid humanis
dici potest verbis, minus a laude caeli est, quoniam divinis
et angelicis est excellentibus praedicata et laudata praeco-
niis. A prophetis quidem praenunciata, a patriarchis, figuris
et enigmatibus praesignata, ab evangelistis exhibita et de-
monstrata, ab angelis vtf.erabiliter salutata.
¿Quién porná lengua en alabar [a] aquella a quien tan-
tos grandes se pusieron a alabar, y sobre todo el grande
sobre todos los grandes, Dios? Que suyas son estas palabras:
Quam pulchra es, árnica mea, quam pulchra es; et tota
pulchra es, árnica mea, et macula non est in te! ¡Oh bien-
aventurada Niña! ¿Y qué haremos nosotros, perplejos, que
tememos alabarte, siendo como somos poco e indignos?
Y por otra parte somos obligados a te alabar y decir:
bienaventurada, como tú lo profetizaste: Beatam me di-
cent, etc., y a darte gracias por los grandes bienes que de
ti y por ti nos vienen y esperamos que nos vernán. Y por
eso, tomando el consejo de San Hierónimo, que dice: Ecsi
ad hoc nemo invenitur idoneus, votis tum ómnibus cessare
non debet quilibet peccatorum a laudibus Mariae, etc. ¿Cómo
hemos de estar y poder pasar sin alabar a quien tanto de-
bemos y a quien todas las criaturas alaban? No dejaremos
por cierto; que mañana es la Virgen, según nuestro tema
dice. Y en la mañana alégr[ans]e todas las cosas. Se ale-
gran los hombres, se esfuerzan los caminantes, las aveci-
cas cantan; ¿quién est[o] [h]ará, por pecador que sea,
que, naciendo esta clara mañana y dorada alba, no cante,
no se alegre, no alabe al que la crió? Cantaremos, por
cierto, y alabaremos, aunque indignos, a esta Virgen y a
quien la crió, que es el mesmo a quien ella parió. Y digamos:
"¡En hora buena sea nacida el alba y bendicto sea el que la
crió tan hermosa alba!; ¡honrada y servida sea tal alba!"
Tres condiciones del ¿Quién es ésta, que nace como alba?
^yfa Gran pregunta es, por cierto, ésta:
¿Quién es ésta?, ansí por quien lo
pregunta, que son los ángeles, y lo que aquéllos pregun-
42 PSEUDO-AGUSTÍK, Serm. 208, 5-4 : ML 39, 2131, 2130.
49 PsF.uno-jERÓNiMO, Ep. 9, 5 : ML 30, 126.
54 Cant. 4, 1. 7- . 59 Le. 1, 4«-
63 PSEUDO-jF.RÓNIMO, Ep. q, 6 ! MiL 3o. T27-
77 Cant. 6, 9.
6l. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
80 tan, muy grande debe ser, y no todos bastarán a respon-
derles; así por quien se pregunta, que es la más excelente
de todas las criaturas que Dios crió y criará; así por la
pregunta que es ¿quién?, que es cosa dificultosa saber
decir el que es. Y, por tanto, antes nos ocupemos en en-
85 tender lo que los ángeles dijeron de ella, que no en decirles
nosotros a ellos quién sea ella. Pregunten allá al que la
crió, que les diga quién es ella, que nosotros no sabremos.
Nace como mañana. ¿Por qué como mañana? No sin
muchas causas in diluculo corruit Iericho; porque parece
90 en muchas cosas esta sacratísima Niña, que tal día como
hoy nació, al alba. Y por no ser prolijo, tomemos tres con-
diciones del alba, en las cuales nuestra Señora le parece.
Es la primera que es nunciatrix et genitrix diei. La segun-
da, que es genitrix roris; la tercera, que odit tenebras.
95 Estas tres propriedades tiene la mañana. Y las mismas
esta clara alba que hoy nació.
Mensajera y ma- Tiene la primera, porque fué men-
dre del sol sajera de aquel luciente sol que fué
el nacimiento del sol de justicia,
100 Jesucristo nuestro Redemptor. No solamente fué mensa-
jera, mas aun madre por parecer en todo al alba, que se
dice ser madre del sol. Aportónos aquel día saludable, día
de perdón, día de descanso, cuando su bendicto Hijo anduvo
por este mundo: todo aquel tiempo fué día, porque día
¿05 es todo el tiempo que el sol anda sobre la tierra. Pues
como El fuese sol y luz, como y según El lo dice: Quamdiu
sum in mundo, lux sum mundi, sigúese que era día todo
aquel tiempo que Jesucristo causó con su presencia.
¡Oh día bienaventurado, y tan deseado de muchos pa-
lio triarcas y profetas, y que sólo verlo en espíritu les daba
grande gozo, según lo dice el mismo Redemptor: Abraham
exultavit ut videret diem meum, vidit et gavisus est! Go-
zóse, y gozáronse los profetas en ver este día de salud,
de alegría, de gracia; el cual hizo el Señor para que nos ale-
115 gremos y gozemos en él. Pues para tal día como este de
la encarnación de Dios, tal mañana se requiere como la
bienaventurada Virgen. Que si aquel día es día de salud,
ella es alba saludable; si día de misericordia, ella es madre
de misericordia; si día de gracia, ella es madre de gracia.
120 ¿Veis cuán bien concuerda el alba con el día? Y esto
es lo que San Bernardo dice: Sicut aurora valde rutilans
in mundum progressa es, o Maria! quando veri solis splen-
dorem, tantae sanctitatis iubare, praecurristi, ut veré diem
Sg los. 6, 15.
112 Cf. lo. 8. 56.
115 Ps. 117, 24.
107 lo. o, 5.
954
SERMONES. CICLO SANTORAL
salutis, diem propitiationis, diem quam fecit Dominus a
125 tanta claritate initiari dignum fuerit. Hubo tanta santi-
dad en ti, benditísima Virgen, que fuiste digna mañana de
tal día. ¡Oh bienaventurada Virgen! De ti es escripto: Sio
ut lux aurorae, oriente solé mane absque nubibus, ruti-
lat. Así es, Señora, vuestra luz como luz de alba que res-
130 plandece, cuando el sol nace sin nubes.
Sin nubes nació el sol de vos, cuando concebistes y pa-
ristes a Cristo Redemptor nuestro sin pecado y sin dolor,
que fué sol; empero, no os quemó, según estaba figurado
en la zarza que Moisén vió y según estaba figurado por
135 Daniel, que vió una piedra cortada de monte sin manos.
Que aunque Cristo, Dios nuestro, de vuestro vientre saliese
hecho hombre, el cual es dicho piedra en la Escriptura, em-
pero en hacerse hombre no hubo mano de hombre, sino
todo fué del Espíritu Santo y vuestro. Sois, pues, Señora,
140 con mucha razón alba, porque sois mensajera y madre
del sol
Madre del rocío Parecéis, Señora, más a la alba, por-
que así como al alba cae el rocío en
los campos, y se para húmida la tierra, y se tiempla el
145 calor, y se conservan las hierbas en su frescor, ansí en
vos, Señora, llovió y cayó aquel bienaventurado rocío, el
cual con gracia humedece nuestras sequedades, hace fruc-
tificar nuestras ánimas. Y esto, no quitándoos a vos la
verdura de la virginidad, que, aunque fué vuestro fructo,
150 no os quitó la flor. Que en vos sola el fructo es flor, y la
flor fructo, sicut scriptum est: Flores mei fructus, et: Ego
¡los camxpi. Luego flor y fructo es en vos uno.
¿Queréis figura que Cristo descendió en el alba? Leed
en los Números y hallaréis que al alba descendía el maná a
155 los hijos de Israel. ¡Oh bendicta Virgen!, que por vos se
dijo, que por vos y en vos nos envió el Padre Eterno a su
bendicto Hijo y nos lo envía cada día para justificación
nuestra. Por vos y en vos, que sois mañana, nos bendice
Dios según es escripto, figurado en la lucha de Jacob con
160 el ángel, que fué bendicto a la mañana. Dimitte me, iam
aurora ascendit, dijo Jacob; quasi dicat: Dame ya tu bendi-
ción, que ya nace esta bienaventurada Virgen.
¿Queréis otro bien que vino en la mañana? Que Fa-
raón y todo su ejército fué ahogado en el mar a la mañana.
165 ¿Qué fué esto, sino que los demonios y pecados se ahogan
125 initiari] immutari
12S Pseudo-Berxardo, Acl B. Virg. deiparam serm. pancg.. 4 :
ML. 184, 1012.
12Q ?. Reff. 23, 4. 134 Cf. Ex. 3, 2. 135 Dan,. 2, 34.
151 Cf. Ecrli! 24, 23. T.52 Cant. 2, 1. 161 Cf. Gen. 32, 26.
en las aguas de las lágrimas que el pecador echa cuando
esta mañana nace en su alma? ¡Oh bienaventurada alba en
la cual nace esta sagrada Alba, y cuán dichosa es!
¡Oh señores!, ¿qué haríamos para que así como tal
170 día como hoy nació esta alba en el mundo, así naciese hoy
en vuestros corazones? ¡Ay de nosotros, si no la tene-
mos! ¿Y qué haremos si a ella no tenemos contenta y ser-
vida? ¿Quién nos iibrará de la ira del Omnipotente? Si
la tiene ya [a]rmada para nos herir por nuestros pecados,
W(5 ¿quién hará a Dios que meta la espada de su justicia, la
cual nuestros grandes pecados le han hecho sacar de la
vaina? ¿A quién llamaremos en nuestras tribulaciones, si
a ésta tenemos enojada? ¡Oh desventurado de aquel que
enemigo está con ella! ¿Y qué le aprovecha cuanto tiene ni
180 vale, ni come, ni bebe, ni anda? Plegué a Dios, señores,
que ninguno haya aquí que enojada tenga a esta Señora
y que mal esté con ella.
Enemiga de las Y más: ¿queréis ver si estáis mal o
tinieblas kien con ella? Mirad la tercera condi-
185 ción del alba, que es ser enemiga de
las tinieblas. Ya sabéis que estas tinieblas son aquellas de
las cuales es escripto: Via impiorum tenebrosa, y: Dile-
xerunt homines magis tenebras quam lucem. En buen ro-
mance: "Los pecados, éstos son los que nuestra Señora
190 aborrece sobre todas las cosas". ¿Y sabéis qué tanto?
Que ninguno, por servidor suyo que sea, por romerial que
ande en su servicio, por más Avemarias que rece, por más
candelas que queme en su honra, si en pecado está, en
ninguna manera lo quiere ver ni recibe servicio de él, sino
15*5 que lo aborrece y lo tiene por enemigo. No penséis, seño-
res, que os digo esto por espantaros y que no es verdad.
Gran mal es, mas verdad es; ella mesma lo dice. Porque
mejor lo creáis, y no os engañéis, leed Proverbios 8, el
cual capítulo la santa Iglesia [dice] de la sagrada Virgen.
200 Oíd: Arrogantiam et superbiam, et viam pravam et os
bilingüe detestor. Pues mire cada uno su conciencia; y si
en lujuria está, haga cuenta que está maldito de nuestra
Señora; si tienes lo ajeno a tu prójimo, maldicto estás de
ella; si andas en soberbias y en vanidades, en decir mal,
205 si tienes dos lenguas, maldicto estás de aquellos bendictos
labios. La lengua que Dios te dió, no es sino para decir
bien y alabar a Dios. Si dices [mal], dos lenguas tienes.
¡Oh malaventurado el pecado, que basta para que aque-
lla paloma sin hiél, aquella que no sabe sino ser miseri-
187 Prov. ), 19.
201 Prov. 8, 1;,
188 lo. 3, ig.
SERMONES. CICLO SANTORAL
210 cordiosa, la hace airarse y querernos mal! Ea, pues, se-
ñores; por amor de esta Señora (pues nos preciamos de
ser sus devotos), por estar bien con ella, salgamos de pe-
cados; examinemos nuestras conciencias. El que. está mal
con su prójimo, reconcilíese con él; el carnal, deje el cebo
215 de la lujuria, porque no esté enemigo de esta Señora. ¡Oh
desventurado y digno de ser llorado el que en pecado está,
pues está en ira con nuestra Señora! ¿Y cómo os sabe
bien lo que coméis? ¿Y cómo podéis dormir? ¿Cómo podéis
andar, estando descomulgados de esta Señora? ¡Ay! Os mal-
220 dijera un provisor o obispo y temiérades, ¿y no teméis la
maldición y enojo de nuestra Señora?
Llamad a esta Señora, pedidle perdón de vuestros pe-
cados; besalde aquellos bendictos pies; decid que de aquí
adelante queréis enmendaros, y hacedlo así y estaréis ami-
235 gos con ella. Ella quiere vuestra amistad, quia deliciae meae
esse cum filiis hominum. Muévaos el amor con que os ruega
a que vais a ella: Venite ad me omnes qui concupiscitis me,
et a generationibus meis adimplemini. Pasad vos, los que
estáis de la parte del demonio; los que estáis en pecados
230 dejadlos; que con ellos no podréis pasar a mí. Y dejados
los pecados, hinchíos de mis generaciones; que quiere decir,
según mis ejemplos, mis virtudes. Que ésta es, señores,
muy buena devoción de la Virgen, seguir sus virtudes; que
por amor de ella uno procure de ser casto, otro de ser
235 misericordioso. Y especialmente conviene esto a las muje-
res, que la sigan en ser honestas, calladas, no muy atavia-
das ni llenas de dijes, que es una cosa que parece mal a
nuestra Señora. Y ésta es la buena devoción. Y mientras
uno no fuere bueno de dentro, no piense que, por no sé
240 qué devociones que tenga, que aplacerá a nuestra Señora.
Porque es alba; y en ser luz, es enemiga de tinieblas de
pecados.
Peroración Pues ea, señores, abiiciamus opera tenebra-
rum et induamur arma lucis. Para que cuan-
245 do rezáremos Avemarias, no nos vue[l]va la cara y diga:
"Andad, que es en lujuria; andad, que tenéis lo ajeno;
andad, que queréis mal al prójimo". Cueste lo que costare,
hermanos, aunque se nos haga de mal, todo se debe post-
poner por alcanzar el amistad de nuestra Señora, por ser
250 sus hijos y ella nuestra Madre, porque nos oiga en nuestras
tribulaciones, porque hable a Dios por nosotros. ¡Oh bien-
aventurado otra vez y mil veces quien bien con ella estu-
viere, aunque todo lo otro le falte! Y malaventurado el que,
por una nonada de pecado, quiere estar mal con ella, aunque
255 todos los bienes tenga! Quien a ella tiene, tiene la vida,
226 Prov. 8, 31. 228 Cf. Ecoli. 24, 26. 244 Cf. Rom. 13, 12.
02. XAHUDAl) Dt. LA VIRGEN
como ella dice; quien la tiene, tiene salud y alegría; tiene
más que decir se puede.
¡Oh bendicta Madre de Dios! ¡Cuán bien empleado es
cualquier trabajo por vos y por veros a la diestra de vues-
260 tro Hijo! ¿Qué trabajo, Señora, no tomaremos? Pienso de
verdad que una gran parte de la gloria de los bienaven-
turados es ver a la serenísima Madre de Dios en el cielo.
¿Qué haremos, Señora, para veros? ¿En qué os servire-
mos? Si en dejar nuestros pecados os hacemos servicio,
265 que de parte de cuantos aquí estamos digo que lo dejamos;
que nos pesa de corazón de los haber hecho; que no los
queremos más cometer, antes servir a Dios y a vos sola-
mente, Señora. Aquel postrero día os veamos en vuestra
silla, y os vamos a besar las manos llenas de jacintos; y
270 esremos viendo cuán hermosa sois, [cuán] deleitable para
amar, cuán alegre para consolar, cuán suave para gozar.
Tan en tanto, Señora, nuestro oficio será pensar en vos,
hablar de vos, seguiros a vos en vuestra vida y mirar cómo
hacíades y así hacer nosotros, bendeciros ha nuestra boca,
275 engrandeceros ha nuestro corazón; gastarnos hemos todos
en vuestro servicio hasta que vamos a donde vos, Señora,
estáis, que es la gloria, ad quam nos perducat.
62 Esto es honra: ser del una je espiritual
de Jesucristo *
Natividad de la Virgen, 8 de septiembre
(Oña, Ms. est. 8, pQut. 4. n. 55 bis, ff. 62 r - 69 v; ed. 1596 II
pp. 243-269 (incompleto].)
Líber senerationis Icsu Cliristi. Libro de la gene-
ración de Jesucristo (Mt. i [il).
Exordio El que tuviere sed — dice nuestro Redemptor Je-
sucristo por boca de su evangelista San Juan —
5 venga, que yo le daré a beber de una fuente de agua viva,
y de balde. Conténtase Jesucristo nuestro Redemptor, en
lugar de precio para alcanzarle, que tengamos sed y deseo
de El; no quiere más de nosotros; con sólo esto se contenta,
que estemos sedientos y deseosos. Préciase y arréase Dios
10 mucho de esto y mándase llamar en la Escritura el Deseado;
porque a ninguno se da Dios sino a aquel que le desea, y
a ninguno se negó que lo deseó. ¿Pensáis que antes que
viniese a encarnar y a remediar nuestras necesidades, y a
T = Ed., O = Oña [| 1-56 El que tuviere sed -su nacimiento] om. O
256 Cf. Prov. 8, 35.
* «In festo Xativitatis beatae Virsjinis Mariae» (Oña, f. 62 r),
5 Cf. lo. 7, 37. 6 Cf. Apoc. 22, 17.
958
hacerse hombre por nosotros, que fué poco deseado? ¡Qué
15 de sospiros, qué de gemidos!: "¿Cuándo vendrá? ¿Cuándo
'llegará ya esta hora en la cual ha de venir él que nos tiene
de remediar?" Esperá un poquito, dice Dios: Adhuc modi-
cum, et ego movebo caelum, et terram, mare, et aridam, et
veniet desideratus cunctis gent'ibus, y vendrá el Deseado
20 de todas las gentes.
Tengo para mí que este día se pidieron grandes albricias
a los ángeles en el cielo. ¡Qué de fiestas, qué de placeres,
qué de regocijos creo que hicieron! ¡Qué de corazones des-
consolados y desmayados fueron consolados y esforzados
25 con la esperanza del Deseado, viendo ya llegar él tiempo
en que había de venir, con el nacimiento de la que [le]
había de parir! Tengo para mí que se cumplió hoy la pro-
fecía de Malaquías muy a la letra, espiritual y verdadera-
mente: Et statim veniet ad templum suum Dominator quem
so vos quaeritis, et ángelus testamenti quem vos vultis. El
santo templo de Dios, las entrañas de la Virgen nuestra Se-
ñora son. Statim veniet:, presto vendrá, no tardará; luego
vendrá a su templo; ya es nacida la doncella que lo ha
de parir. ¡Cuántas albricias pidieron los ángeles a los Pa-
35 dres del limbo! ¡Qué placeres y alegrías se hicieron en los
cielos! ¡Qué de consuelos a los siervos de Dios y a los
hombres santos en la tierra se dieron con esta bienaventu-
rada nueva! Ya es nacida la doncella de la cual ha de nacer
el Deseado de las gentes.
40 — '¿Pues qué a nosotros de eso? El nacimiento de la Vir-
gen María ya es pasado; sí, que no ha de tornar ya para
nosotros. — ¿.Pensáis que son acabadas las misericordias de
Dios? No; si somos fieles para dar gracias a Dios en esta
vida por las mercedes que nos hizo con esta Niña, con esta
45 Doncella, sentiríamos el nacimiento de la Virgen en nuestros
corazones. ¡Qué de regocijos semejantes a los del cielo sen-
tirían nuestras almas! Si hay aquí alguno que ande deseoso
por topar con Dios: "¡Oh Señor, que me tenéis muerto de
vuestro deseo! Tantos años ha que os ando buscando, y no
50 os puedo hallar; dádmeos ya, Señor, por quien vos sois, a
conocer. ¡Oh Señor, que mucho os deseo y no puedo topar
con vos!", désele por señal que la Virgen ha nacido hoy,
para que así como su nacimiento de ella entonces fué señal
que se acercaba el de Jesucristo nuestro Señor, así ahora
55 por su intercesión alcanzaremos gracia para tratar de su
nacimiento.
19 Cf. Ag. 2, 7.
30 Mal. 3, r.
62. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
95&
¿Para qué mandáis, Líber generatioms Iesuchristi. Las
Señor, contar vues- palabras, que más son prencipio del
tro linaie* Evangelio que fundamento del ser-
IjO ^' món, escríbelas el glorioso San Ma-
teo. Cántanse en el Evangelio de la presente fiesta del na-
cimiento de la Virgen María. Comienzan: Líber generatio-
ms: de la generación de Jesucristo. — ¿Qué ha Dios con
linaje? — Segund la carne, habéis de entender.
65 Abraham engendró a Isac, etc., fulano a fulano. — Se-
ñor, ¿para qué mandáis escrebir aqueso, pues por otra parte
nos mandáis que despreciemos la carne, linaje y toda hon-
ra? Cuánto más que si os queréis preciar de vuestro linaje,
hubo en él tantos malos, que antes hay en él deshonra que
70 honra. Veis ahí a Manasé, que hinchó a Jerusalén de san-
gre de profetas; Acaz idolatrar. En medio de los malos
nace un bueno, que fué el rey Ezequías. ¿Para qué mandáis
contar vuestro linaje? — Para dos cosas: la una, para la
edificación de la fe; y la segunda, para las costumbres.
75 Para la fe, porque estaba profetizado que había de ve-
nir el Mesías del tribu de Judá y casa de David. Y porque
no dijera: "No es del tribu de Judá ni casa de David"; por
eso, pues, se dice: Matán engendró a Jacob y a Josef, ma-
rido de la Virgen.
80 — Padre, si no nació Jesucristo del linaje de Josef, pues
no es hijo sino de la Virgen María, sólo concebido por el
Espíritu Santo, ¿cómo se verificará, sin contar el linaje,
que viene del tribu de Judá y de la casa de David, con-
tando solamente el de Josaf? — Da respuesta es que Josef
85 y María eran de un mismo tribu, porque entonces no se
57 Iesu Cristi] etc. T | Las] Estas T j| 58 más om. T \ principio T | del]
santo add. T \\ 59-60 fundamento del sermón - glorioso] escribe el evangelis-
ta T || 61 Cántanse om. T I fiesta] festividad de hoy T || 62 la] santísima
add. T \ María] nuestra Señora add. T || 62-63 Comienzan - generationisl
comienza el libro T \\ 64 linaje] libro del linaje y genealogía de Jesucristo.
¿ Qué tiene que ver linaje con El ? add. T \ según T
65 Isaac T ] etc.] Isaac engendró a Jacob y T ¡ fulano ] engendró add. T
fulano,] etc. ¡mucha cosa! add. T || 66-67 aqueso -nos] eso, si vos T II 67
mandáis] por otra parte add, T | carne] y el add. T \ toda] la add. T \ hon-
ra] y vanagloria add. T || 68 preciar] honrar 7" |] 70 Veis ahí a om. T !
Manases 7' | hinchió T |,| 71 profetas] y siervos de Dios y fué grande ado-
rador de ídolos, y a todos mataba. Pues add. T j Acaz idolatrar] Acab fué
otro tal y aun peor T \\ 71-72 los malos nace] estos dos nació T || 73-74
La una - costumbres] om. 7'
75-76 el Mesías había de venir T | y,] de ta add. T \\ 77 dijera: No es]
siendo T | ni] no podía ser de la T || 78 pues, se om. T ' y] Jacob engen-
dró add. T || 79 Virgen] María add. T
81 hijo] suyo add. T I sólo] solamente fué T 1 él] obra del T \\ 82 veri-
fica T ¡ linaje] de Jesucristo add. T 11 84 el om. O " 85 y] la virgen add. T \
57 Mt i. 65 Mt. 1, 2
6) Cf. Rom. 1, -r> Cf. Mt. 1
960 SERMONES. CICLO SANTORAL
casaban los de un tribu con el del otro; y ansí en contar
el linaje de Josef y decir que casó con la Virgen María,
de la cual nació Jesucristo, está claro que viene del tribu
de Judá y de la casa de David. Veis ahí satisfecha esa
90 dubda.
— Pues ¿ cómo? ¿No se casaron una vez los de Levt
con otro tribu! Y Santa Isabel sé que pariente era de
Nuestra Señora y no era del mismo tribu. Luesro no está
probado que Jesucristo venga del tribu de Judá por pro-
95 bar que Josef lo era y que casó con Nuestra Señora,
pues que puede ser que fuesen de diferentes tribus. Pues
¿cómo sabremos que era ansí? — La respuesta está clara:
que aunque algunos se casen de un tribu con el otro, te-
níase mucha cuenta con ellos, y todos sabían quién eran.
100 Cuánto más que en otro cabo el Evangelio dice: Ascevdit
autem et Josef a Galilaea de civitate Nazaret, in civi-
tatem David, quae vocabatur BethJem : eo quod esset de
domo et familia David. — La conclusión es que era tan
notorio entonces que Josef y Nuestra Señora eran no so-
los lamente de un tribu, sino aun de un mi«mo linaie y pa-
rientes, que le bastó al evangelista decir que Josef era
del tribu de Judá y de la casa de David, sin hacer men-
ción en esto de Nuestra Señora, porque no se usaba en-
tonces contar el linaie de las mujeres. Y en decir que
110 Josef era marido de Nuestra Señora, es claro que Jesucristo
venía del tribu de Judá y de la casa de David. Agora dejemos
esos que San Pablo dice in fabulis et genealogiis interminatis-
Lo segundo porque manda contar el linaje es para edi-
ficar las costumbres, en que no es mucho aue estos reyes
115 y señores y patriarcas que se cuentan en el Evangelio fuesen
parientes de Jesucristo segund la carne, y a la Virgen le
tribu mismo T ty 86 el del] los de T | asi T [I 87 y decir oto. T || 88 Cris
to T || 89-90 Veis -dubda] om. T
91 no om. T | los] del tribu acld. T || 92 sé] sí T I parienta T || 94 Cristo
venía T || 95 y om. T || 96 fuese T |l 97 era ansí] esto fué asi T || 98
easásen T I el otro] otro T || 99 ellos] el de Cristo T | era T || ICO en
om. T | cabo el om. T | Evangelio] Evangelista T || 101 et om. T | in]
ludacam in add. T || 101-102 civitate O || 1C2 vocatur T | Bethlehem T |!
103 conclusión] razón T II 103-104 era - que] om. T || 104-105 no solamen-
te - sino aun] om. T || 1C6 parientes] que no solamente eran de un tribu,
mas el parentesco cercano T || 108 en esto om. T || 110 marido] esposo T |
es] está T l| 111-112 Aprora - interminatis] om. T
113 manda] Dios mandó T | el] su T || 114 edificar] la edific?ción de T |
costumbres] de todos los hombres, altos y bajos add. T || 114-125 en que no
es -por él] que aunque es gran cosa proceder de reyes, señores y patriarcas,
sesrún cuenta el Evangelio, y éstos fueron parientes, según la carne, de Jesu-
cristo ; y a la Virgen le fué grande honra ser Madre de Dios, según la
carne ; mas de éstos fueron muchos malos ; pero no basta tener este paren-
tesco con Jesucristo para ser buenos, ni a Jesucristo nuestro Señor se Je
pegó honra ni grandeza por decender de reyes, patriarcas ni señores, porque
El no recibió nobleza por decender de ellos ; mas si antes alguna habla en
ÍI3 1 Tim. 1, 4.
62. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
961
fuera poco ser madre de Dios. No es mucho ser del linaje de
Jesucristo segund la carne, que muchos malos lo fueron, pero
no les bastó para ser buenos tener este parentesco; no se les
120 pegó nada bueno, ni a Jesucristo nada malo, aunque venía
del linaje de estos malos, ni gloria, aunque venía de tantos
reyes. Ego gloriam non accipio áb hominibus, etc.; antes
ellos reciben gloria del Señor. Y ansí no se había de decir
Jesucristo decender de ellos, sino subir, porque, si sus pa-
125 ri entes tienen honra y nobleza, por él [la tienen] ; y cuanto
más cercanos a este parentesco, más nobles han de ser, por
estar más cerca del metro y mensura de los buenos. Lue-
go cuanto más llegados al parentesco, se habían de decir
que subían y no que decienden de El, aunque es el pos-
130 trero en orden.
Pues la narración no se ha de entender segund la car-
ne. Dijo una vez San Pablo en la epístola que escribe a
los de Corinto: "¿Qué medio para que se les quitase a
los hijos de Israel el velo, que tienen delante la cara
135 cuando leen la Sagrada Escriptura, el cual les quedó den-
de Moisén, que les hablaba, el velo puesto delante su cara,
porque no viesen la claridad de ella?" Cum conversus fue-
rit Israel ad Dominum, auferetur velamen, Dominus au-
tem spiritus est. Dice, pues, San Pablo que éste es el
140 medio: Conviértase Israel a Dios, y "convertirse" al es-,
píritu. Esa ley tan llena de cerimonias, esa corteza, esa
ley tan obscura de fuera y que de dentro tiene tanta luz
■ — así como Moisén que tenía en la cara tanta lumbre y
de fuera tenía el velo que le tapaba la cara — , conviértase
145 al espíritu; no se mire lo que de fuera suena, sino los
misterios que en ella están encerrados. Mandaba Dios: "No
comáis puerco, comé cordero de esta y de esta manera".
Vuélvase eso a Dios, al espíritu: cuando se entienda que no
comer puerco es no haber cosa sucia, cosas de carne y su-
150 ciedades, y el cordero no literal, sino espiritual, etc.
ellos (a recibieron de El T !| 126 por] para T || 127 metro] merecimiento T ||
129 decendían T ] de om. T | el Ótn. T
131 Pues la narración] El nacimiento 7' | no om. T | según T ¡| 132 !a] un:i
T | escribió T || 134 hijos om. T || 134-135 delante la - el cual] encima de
sus corazones ? Mas no hay remedio, hasta que se conviertan al verdadero
Jesucristo, Redemptor y Señor nuestro. Este velo T || 136 dende] desde que
T I que om. T | hablaba] con add. T | puesto om. T | delante] de add. T |¡
138-140 Dominus autem-a Dios y] El Señor no es carne, sino espíritu;
pues convertirse a Dios es T || 140 convertirse] se add. O || 141 ceremonias
T | esa corteza om. T |¡ 142 escura T | y om. T \ lux O || 144 tenía] puesto
add. T | velo] con add. T | convirtióse T || 145 mira T || 146 encerrados]
conviértase al espíritu. ¿De qué manera? add. T || 147 comé] comed un T |
cordero] en tal tiempo add. T || 148 esto T | Dios] vuélvanse estas ceremo-
nias add. T || 148-150 Cuando se - espiritual etc.] ¿Cómo se entiende, qué
122 Cf. lo. n, 41. 147 Cf. Lev. 11, 7 ; Deut. 14, 8.
139 Cf. 2 Cor. 3, 17.
I) AvilO 2
31
962
Ansí acá. ¿Qué te movió, Señor, pues que no amas la
carne, antes tanto la aborreces y nos mandas huir de ella,
mandarnos contar tu linaaje? Convirtamos el linaje de la
carne al 'linaje del espíritu, la generación a la generación
del espíritu, y veremos qué es lo que movió al evangelis-
ta de contarnos el linaje de Jesucristo, qué es el linaje
espiritual de Jesucristo. Eso, eso alabad, pecador de mí,
A éste, a éste tened invidia; no que decienda de Abraham,
Isac, Jacob y David y de tantos reyes y patriarcas. No
tengáis envidia de que decienda segund la carne de tanto
generoso, sino tened invidia de estar en la generación
espiritual. Eso es lo que habéis de tener en mucho; de eso
debéis de hacer gran caudal, que no de ser pariente suyo,
por más cercano que fuésedes. ¿No lo dijo Jesucristo
cuando una vez estaba predicando, y estaba a la puerta
su madre y sus hermanos, y le dijeron: Ecce mater tua
et fratres foris stant quaerentes te alloqui? Y respondió
entonces: Qui sunt fratres mei et mater mea? El que hiciere
la voluntad, etc. Esto es lo que Dios alaba y tiene en algo.
Y otra vez respondió a la mujer que dijo: Bienaventura-
do, etc. Esto es ser hidalgo, el que es del linaje espiritual
de Jesucristo, ése es el hidalgo honrado.
¿Qué quiere decir Pues entendamos, en el linaje espiri-
espiritualmente: tual de Jesucristo, que Abraham en-
Abraham engendró gendrá a Isac. ¿Queréis ser del lina-
1 ¿^ je de Jesucristo: ¿Queréis ser con-
a Isaac. tacj0 con jos ¿e gu generacjón? pUes
escuchá, que en este evangelio se
cuenta y están pintados los pasos que andan los que son de
este linaje, y los que habéis de andar vos si habéis de ser'
fruido ñor los de su generación.
quiere decir no comer del puerco? Une es no hacer cosa sucia, así como
puerco ; no hacer pecados de carne, no suciedades, que son significadas por
el puerco. ¿ Cómo se entiende el comer del cordero ? Así, así convierte eso
al espíritu ; entiéndelo espiritualmcnte. Entiéndese ese comer del cordero
y el no comer del puerco, no según suena la letra, no según la carne, sino
según el espíritu. Pues T
151 Así T ¡| 152 y] tanto add. T || 153 linaje, J y genealogía add, T || 154
linaje om. T l| generación ] de la carne add. T |] 155- es om. O || 158 A este,
om. T | envidia T | no] al add. T | deciende r | Abraham] de add. T || 159
Isac] y de add. T | y,] de add. T \ de om. T || 160 deciende T || 160-161
tantos generosos ]| 161 sino tened invidia om. T | estar] escrito add. T | ge-
neración] suya add. T || 162 Esto T || 162-163 eso debéis] esto habéis T || 164
dijo] así add. T \\ 166 y le dijeron om. T || 167 respondió] El add. T || 168
Qui sunt -mater mea?] om T || 169 etc.] de mi Padre, que está en los cielos,
ése es mi padre, hermano y mi madre 7- || 170 V Om. T ¡ quel le add. T ¡]
171 etc.] el vientre en que anduviste, y los pechos que mamaste, mas antes
bienaventurado el que oye la palabra de Dios y la guarda T | es,] el add. T
173 entendamos] que add. || 172-174 ése es el - de Jesucristo] om. T || 176-
177 contados '/' || 178 escuchad T || 179 cuentan T ' 180 si] queréis y add. T
T7i Cf. Le: ti. 27-28.
68. NAliMDAl) DE l.A VIRGEN 963
¿Quién es el primero en este linaje de Abraham? No
entendáis el carnal; deja ése. Pues ¿qué entendéis por tal
Abraham? Lo que entiende San Pablo: Pater multarum gen-
185 tium, etc., Padre de los creyentes. Comelde, pues, en cuan-
to creyente. ¿Qué quiere decir el primero ser Abraham? Que
si estáis fuera de aqueste linaje espiritual de Jesucristo, la
primera piedra que habéis de poner, él primer fundamento
es la fe; que habéis de creer, habéis de cerrar los ojos a lo
190 que Dios os dijere, sea poco, sea mucho. Bástaos decirlo
Dios para pensar que sin falta será así lo que El prometiere.
Era Abra [ha] m tan viejo, estaba tan descreído para ha-
ber de esperar de él generación naturalmente. (Cuenta la
historia, etc.)
195 Desconfía de tus ¿Qué os parece, qué fundamentos és-
propias fuerzas tos Para generación? Pues éstos son
los primeros que entran en el linaje
espiritual de Jesucristo. ¿Qué quiere decir que de viejos, que
de flacos, que de apocados, de desmayados, de ésos nace Je-
200 sucristo; de ésos nace el Hijo? Ansí me parece quiere decir:
que el hijo del amistad de Dios, el estar en su amor y gracia,
de viejos han de nacer, de flacos y desmayados, etc. Quita
la fantasía, naturaleza; no vamos al cielo sino por gracia.
Aunque sepas más que Salomón, más rico que Midas, etc.,
205 casto que Jenócrates, no te vale todo nada. No confíes de lo
que sabes y vales. Desconfía de tus propias fuerzas. Conoce
que eres nada, etc. Cuélgate de Dios. Por limosna se lo pide,
no por tu fuerza. Di: "Señor, no puedo alcanzarte a ti sin ti;
no puedo ir a ti si tú no me das fuerza para ello. Remádiame,
182 en] de T | de om. T \] 183 dejad i Que om. I entended T | tal
om. T !| 185 etc.] Abraham T ¡ Comelde] Tomad T \\ 186 primero] en
add. T || 187 este T \\ 188-189 que habéis - cerrar] om. O || 190 sea poco]
o O | mucho] sea claro, sea escuro add. T | Básteos T
192 descreído] descaecido T || 193 él] sí T || 193-194 Cuenta la historia,
etc.] que no era más que uu muerto, y su mujer Sara estéril aun en su
mocedad, y llegábase entonces que era viejísima, marchita y descaecida en
gran manera ; Abraham, viejo, que había cien años ; Sara estéril, casi tan
vieja como su marido T
196 éstos] dos add. T | 198 de2] dos add. T f] 199 de,] dos add. T ¡ apo-
cados de] aperreados T | desmayados] y de ninguna virtud y fuerzas, de
descaecidos add. T | ésos] ellos T || 200 éscs] ellos T | hijo] de bendición
add. T | Así T | parece] que add. T || 201 que om. T } del] de la 7' | el ]
que ha de add. T | y] en su add. T \\ 202 ha T | y] de íl ¡ etc.] de de*
confiados de sí mesmos, de los que se apocan en sí T | quitada T ]| 203
fantasía] que por add. T || 2C4 sepas] seas T I más,] sabio add. T | Salomón]
aunque seas add. T | Midas] Creso T | etc ] aunque seas más T || 205 No
confíes] confías T || 208 sabes y om. T | Desconfía] Puedes desconfiar T |
propias] pocas T [| 207 etc.] no te engrandezcas de Jo que sabes T \ Cuél-
gate] de la misericordia add. T || 208 tus fierzas y merecimientos add. T |
no2 om. T \\ 209 A ti] sin ti ? . No puede ir a ti add. T 1 fuerzas T 1 ello] que
i8¿ Rom. .}, 8 ; Gen. 17, 4.
964
SERMONES. CICLO SANTORAL
210 ampárame. Tú eres todo mi consuelo, remedio. En tus manos
está mi bienaventuranza. Tú sólo me puedes remediar".
Ansí, pues, hemos de hacer; confesarnos por flacos y
desmayados, por estériles, miserables, porque no sabemos,
ni podemos, ni valemos, etc. Si estás en pie, engreído, no
podemos entrar en el cielo. Si alegamos nuestras virtudes,
todo nada, etc. Entra, entra, conociéndote y apocándote y
desconfiando como Abraham. Estos son los bienaventurados
pobres de espíritu. No quiero riquezas engañosas, dijo Sa-
lomón, porque por ventura no me engañarían y te niegue.
220 ¿Qué le valió al fariseo su riqueza, pues que con ella salió
condenado del templo, porque confiaba en sus fuerzas? ¿No
le valió más al publicano su pobreza, pues que con ella sa-
lió justificado, porque desconfiaba de si y de sus fuerzas?
Del pobre, de éstos, pues, es el reino de los cielos, que no
225 osan parecer delante de Dios, conociéndose por miserable,
y dice: "Señor, no tengo ojos de parecer delante de vuestro
acatamiento. ¿Cómo ha de parecer una tan profunda bajeza
y miseria delante una tan incomprehensible bondad y gran-
deza? Yo soy nada; tú eres mi abrigo, amparo, fuerza." De
230 manera que por flaqueza entran en su linaje.
— ¿Tuvo más Abraham? — Sí, estaba muy confiado, te-
nía grandísima fe en Dios. No basta que os conozcáis por
miserable, si no estáis confiado en Dios; no basta que estéis
muy derribado y desconfiado de si; ha también de estar
vaya a ti T || 210 Tú] que add. T | consuelo] todo rni add. T | remedio]
toda mi defensa, en tus manos están mis fuerzas add. T || 211 están mis
bienaventuranzas 7" | Tú sólo me puedes remediar] nadie puede remediarme
sino tú ; en tus manos me pongo, Señor mío r
212 Así T | y] por T || 213 estériles] por add. Y \\ 214 etc.] ni hemos
de entrar, ni podemos por nuestra naturaleza ir al cielo T || 213-217 Si es-
tás-corno Abraham] Que si estás engrandecido, y un poco contento de ti
mesmo, no porque sea tuyo el cielo ni la tierra, ni por tu castidad, ni por
tu humildad ni paciencia, nunca entraiás en el linaje de Jesucristo. De
esta manera entrarás, derribándote, apocándote, desconfiando de tus iuerzas
Y T || 218 pobres om. O | espíritu] porque de estos es ej reino de los cielos
add. T | engañosas] demasiadas T || 219 engañarían] engrandezca con ellas
r ]| 220 le om. T | fariseo] decid add. T | que2 om. T >|i| 222 que om. T ||
224 de éstos om. T | cielos] del que piensa que no es nada, del add. T || 225
osa 7" |:| 225-226 Conociéndose - miserable y] viendo su poquedad; el que T ||
226 det] para T || 228 y miseria om. T | una tan] la T || 229 grandeza]
delante de tan grande alteza, como la vuestra, Señor T | Yo] No 7" | 229-230
tú eres - entran] ni valgo nada, ni puedo algo ; vos, Señor, sois todo mi
precio, mi fuerza, mi riqueza ; vos, Señor, todo mi arrimo, todo el bien de
mi ánima. De estos, pues, debilitados, de los flacos, de estos desmayados
nace Jesucristo. Por bajeza se entra T || 230 linaje] Señor add. T
233-234 estéis muy] desmayado de vuestras fuerzas, si no estáis confiado
en Dios, si no pensáis que hay en Dios poder y misericordia para esforzaros
y remediaros. No basta que sintáis muy bajamente de vos mesmo, sino que
sintáis muy altamente de Dios. listaba, pues, Abraham muy flaco, muy T ||
234 ha también de estar] y T || 235 y,^] muy T
218 Mt. 5, 3.
219 Cf. Prov. 30, 9.
223 Cf. Le. 18, 10 ss.
62. NATIVIDAD DE LA VIRGEN 965
235 muy esforzado, muy animado y fuerte y confiado de Dios.
Vino Dios por allí un día y díjole que de allí a un año
ternía un hijo. —¿Cómo? ¿Que esos viejos y debilitados
han de tener hijos, Señor? — Sí. — ¿Que esos que más pa-
recen muertos y están ya más para la sepultura que para
240 engendrar, agora, a cabo de tantos años que viven y nunca
han habido generación, han de tener agora hijos? — Sí. Su
mujer reyóse un poco de lo que le dijo Dios; túvolo por cosa
de burla. Dice: Fui estéril en mi mocedad, cuando pudiera
engendrar, ahora sobre esto viéneme la vejez, ¿cómo puede
245 ser que agora haya de concebir yo y parir? Dubdó, pues,
un poco Sara; mas el fuerte Abraham creyó sin dudar. No
miró: "Soy viejo"; ni: "Mi mujer estéril, ¿cómo ha de ser
esto?" No paró en nada de eso, no. Pues ¿qué hizo? Creyó
luego a la palabra de Dios y confió firmísimamente que no
250 habría falta en lo que Dios le dijese.
A nosotros, pues, dice esto, que si te lloras por miserable,
si te paras a pensar tu flaqueza, si te paras a pensar:
"Treinta años o cuarenta años que ha que vivo tan mal, cada
día propongo de vivir bien, nunca lo cumplo; hoy caigo aquí,
255 mañana allí", si te paras a considerar las veces que has que-
rido servir a Dios y nunca acabas de salir con ello, no des-
mayes. Es menester conocer nuestra flaqueza, y también es
menester y aprender y saber que sin Dios no tenemos sino mil
miserias, y confiar que El nos las remediará. Y ansí dijo
260 un ermitaño: "Nunca acabarán tus tentaciones de darte
grande guerra hasta que verdaderamente conozcas que no
eres nada de ti y que en sólo Dios está tu remedio, y confíes
que te ha de remediar El, y estés tan cierto de que no vales
nada sin Dios y que no te puedes conocer sin El como lo es-
265 tarías de que no podrías, si quisieses, agotar un mar muy
grande con un jarrito muy pequeño, sacando muchos jarritos
de él, hasta no dejar nada".
— "Señor, muy malo he sido. ¿Quién podrá contar las
veces que te he ofendido? ¡Qué de años he gastado en ofen-
237 tendría T | Cómo om. T \\ 238 Sí] que han de tener, sí add. T || 23G
ya más om. T | sepultura] más add. T \\ 240 ahora al T || 241 habido] te
nido T | ahora T ¡| 242 rióse T | poquito T | por] casi add. T || 243 Dice
om. T ]| 244 viene T || 245 ser] esto add. T | ahora T | y parir om. T \
Dudó T | pues om. T || 247 ni om. T |] 246 No ] Ni T | de om. T | no,
om. T || 250 decía T
251 pues om. T || 252 pensar,^] mirar T || 253 o cuarenta años que
om. T | tan om. T || 256 acabas] has acabado T || 257 Es menester - también]
sino confía mucho T || 257^258 Menester es 7" || 258 mil om. T II 259 y
confiar - remediará] om. T | así T || 260 ermitaño] santo monje T || 261
grande om. T | conozcas] de ti add. T | no om. 7' |] 262 de ti om. T \\
263 El te ha de remediar T !! 266 jardeo T ! jarros T ü 267 hasta] venir
a add. T
245 Gen. iX, 12 249 Gen. 15, 6.
966 SERMONES. CICLO SANTORAL
270 derte! No podré dar cuenta de una hora bien gastada, sino
de mil cuentos de abominaciones. Si no me remedias, per-
derme he. ¿Qué ha de ser de mí si me dejas?" — Bueno es-
táis agora; ya tenéis una parte de las dos de Abraham: el
desmayo de vos mesmo y desconfianza de vuestras fuerzas,
275 la flaqueza de ver quién sois. Bueno estáis. Pero ¿habéis
de desmayar por eso? No, sino habéis de tener confianza
en la misericordia de Jesucristo, que levanta los caídos, que
os ha de remediar, esforzar, que os ha de traer a estado
de salvación.
280 Fe viva, confianza Bueno es, provechoso es, menester es
en la misericordia conocer vuestra flaqueza y bajeza;
de Jesucristo Pero s* a^ os quedáis, no vale to-
do nada. — ¿Qué más ha de haber?
— ¿Qué? Confianza, fe viva. No hay tan cierta renta como
285 la de los que firmemente confían en Dios. Confiar tenéis,
hermano, que ha de traer Dios algún día en el cual terná
vuestra Sara hijo. Un día verná en [e]l cual os dé Dios
gracia con que se consuele vuestra ánima; que esa ánima
tan mala, tan estéril y tan indevota, tan soberbia, Dios
290 traerá un día en que terná un hijo que se llame gozo, algún
día terná consuelo de la gracia de Dios; ella será humilde,
devota, obediente a su Dios.
¡Qué regocijos suele tener el ánima cuando de soberbia se
vuelve humilde, cuando de ciega ya ve, de desobediente se
295 ve ya obedecer a Dios; cuando de mala, por la gracia de
Dios se ve buena! Dice entonces: Ego sterilis et non pariens,
transmigrata et captiva, et istos quis enutrivit? Ego desti-
tuía et sola, et isti ubi erant? Cuando el alma se ve blanda
y devota, limosnera, humilde, casta, limpia, dice: "¿Qué es
300 aquesto? ¿Quién me ha dado estos hijos? ¿No era yo estéril
y ciega? ¿No era yo extranjera y captiva? ¿No era yo so-
berbia y sucia? ¿Qué es aquesto? ¿Quién me ha dado hijos?
¿Quién me ha engendrado y criado aquestas buenas obra?"
271-272 perderme he] Señor piadosísimo, perdido seré T || 273 ahora T |
274 y] la T || 275 ver om. T f| 277 Jesucristo] Dios T || 278 remediar] que
os ha de add. T
280 Bueno es, provechoso es] Hacer buenas obras T | es3] om. O, y
add. T | todo om. T || 285 la om. O | firmemente confían] confían, como la
de los que esperan firmemente T || 286 el om. O ¡ tendrá T |] 287 Sara]
un add. T | hijo] que add. T | vendrá T || 289 y om. T || 289-231 Dios traerá -
de Dios] se vuelva humilde T || 291-292 humilde - obediente] devota y hu-
milde T
293 regocijo T \ alma T || 294 ha vuelto T | ya om. T | ve] cuando add. T |'|
295-296 se ve buena por la gracia de Dios T \\ 296 Dice entonces om. T \\
299 y om. T | devota] y add. T l casta] y add. T || 300-302 ¡No era - dado
29* Ts. )q, .u.
NATIVIDAD DI. I.A VIRGEN
¿Qué es aquello? La gran misericordia de Dios, que hace
305 tantas mercedes al ánima, que no las puede entender.
— Padre, si me dijesen a mí los ángeles que había de
venir un día en el cual tuviese hijo que se llamase gozo, como
le dijeron a Abraham, estaría confiado; si Dios me lo hu-
biese dicho, esperaría con confianza su promesa; pero nunca
310 Dios me ha dicho nada de eso, nadie me ha hablado de su
parte, no entiendo ese lenguaje, nunca he sentido en mi áni-
ma esas cosas, no sabré dar señas da nada de eso, no lo
entiendo.
— Hermano, en vos está la falta, que de parte de Dios
315 no la ha habido. A osadas que no ha dejado de enviaros sus
mensajeros. Sé que a hombres se dic;n estas cosas, que no
a ángeles. Vobis repromissio haec jacta est et filiis vestris,
dice el apóstol San Pedro. A vosotros se ha hecho esta pro-
mesa y a imestros hijos, a vosotros se ha de comunicar Dios
320 y enviaros sus embajadores que os avisen y comuniquen lo
que de vosotros quiere. Decí, ¿nunca os ha llamado Dios?
Si sentís en vuestra ánima una mudanza de mal en bien, un
mirar la vanidad de esta vida y de ver cómo todo perece, veros
a vos cuán presto os moriréis y cómo se quedará acá todo;
325 un decir: "¿Para qué quiero yo esperanza en cosa que tan
presto se pasa? ¿Quién confía en cosa tan perecedera? ¿Quién
confía en cosa que tan ligeramente se ha de acabar?"; sí
sentís eso, de Dios es. Nuestro Señor baos llamado. ¿Pensá-
bades, cristianos, que eso no era de Dios? ¿En tan poco
330 tenéis eso, que pensáis que sois vos bastante de pensar eso
de vos mismo? Engañado vivís; sabeldo conocer, que ins-
piraciones son de Dios, no tenéis vos fuerzas. Omnis qui
audivit et didicit a Patre, venit ad me. ¿Pensabas que era
tuyo ese bien? Todo aquel que oye y aprende del Padre,
335 viene a mí. Si has venido a Jesucristo, es porque has oído
y has seído enseñado del Padre. Ninguno va a Jesucristo
si primero no le llama y lleva el Padre mediante el hablarle
en las santas inspiraciones. Esos propósitos buenos, esos
pensamientos santos y deseos, esa mudanza que has hecho
hijos?] om. T || 303 estas T \\ 304 aquesto T | gran om. T |,| 305 alma T \
entender] Oh add. T
307 en om. O \ tuviese] un add. T || 309 dicho] estaría y add. T || 311
ánima] n'ada de T || 312 nada de om. T | no,] ni T
315 ha om. O | A osadas om. T | dejado] El add. T | sus om. T || 316
Sé] SI T | estas T | que2 om. T ¡| 317 a] los add. T | haec om. T || 318
San Pedro om T | hecho] dicho T || 320 embajadores] mensajeros y a vuestros
hijos T | y,] os add. T || 321 Decid T || 323 de, om. T | os om. T |¡ 325 yo]
poner mi T || 327 ha] haya T || 328 os ha T |[ 329 cristianos] vos hermano
T |l 330 de] para T || 331 mdsmo T | sabcdlo T H 333 a Patre et didicit T |
veni T || 335 es om. T |! 336 sido T II 337 y] le add. T |l 339 pensamientos
968
SERMONES. CICLO SANTORAL
340 de mal en bien, de Dios te viene. Esa palabra, si tienes bue-
nos pensamientos, si anda tu corazón encendido en duplos
deseos de deiar la vida mala, de allegarte a Dios, de servirlo,
de no ofendelle, ten esperanza que muy presto parirá tu
ánima hijo que se llame gozo.
345 — Padre, ¿y dónde está la promesa de esto para que yo
haya de tener confianza que no faltará la palabra de Dios?
■ — Harto mal es ése, que no lo sepamos o que, si lo sabemos,
se nos olvida. Cuando te baptizaron, allí se hizo la promesa;
el ser baptizado señal es de que te ha llamado Dios a la gra-
350 cia. Cuando te tomó por hijo en el santo baptismo, allí se
te dió señal que nunca te faltaría Dios, que siempre te soco-
rrería en tus necesidades, que no dejaría de hablarte y acon-
sejarte en tus dubdas, y enviarte ángeles y mensajeros, y
que te hablasen de su parte, que son las inspiraciones bue-
355 ñas. ¿Pensáis que es poco ser cristiano?
— ¿ Cuándo me prometieron que me había de dar Dios
hiio que se llamase gozo, que había Dios de recrear y con-
solar mi ánima y socorre'lla en sus necesidades? — Cuando
te baptizaron. Y si no sientes este gozo, este bien y aleona;
360 si no te ha nacido hijo, es porque te has apartado de Dios,
y plega a Dios que no sea por el ppcado; pero si sientes es-
tos regalos de la misericordia de Dios, si sientes lo que ha-
bla tu corazón, si sabes estar atento a lo que te dice, confía
en El, ten firme confianza que no te faltará su promesa
365 ÍDues a nadie ha faltado en esta vida, y nadie se queja de
Dios, de que no ha complido con él) en darte el hijo en el
baptismo.
De éstos, pues, nace Isac, de los flacos, de los desmaya-
dos y juntamente con estos confiados y fuertes y que espe-
370 ran la promesa de Dios. De éstos nace Isac. que quiere de-
cir gozo, risa. Risum fecit m'ihi Dominus. Decí, ;.qué es lo
que nace después que habéis llorado en vuestro rincón vues-
tros pecados? D°spués de haber b'pn arrepentido, ;. cmé nace?
Gozo, alegría. El que no sabe de llorar, no sabe de bien nin-
santos y om. T f| 340 de] del T i enl al T I si tienes] de Dios es. Si sientes
buenos propósitos, si sientes T || 342 de allegarte] y llegarle T || 342-343
de servirlo, de] y servirle y T || 343 ofenderle T || 344 Animal un add. T
345 y om. 7' I eso T ¡I 345-346 yo ha va de tenerl hava yo T II 247 .-so T |
sabemos] rué add. T || 348 olvide T || 349 de om. T l| 352 en] todas add. ,T ||
353 tusl dificultades y add. T \ dudas T | y, om. T || 355 poco es T I cris-
tianos T
357 llamase! habla de llamar T ¡I 356-357 consolar y recrear T II 358 so-
correrla T |l 359 gozo] y si no sientes add. T V 361 plegué T | Dinsl El T ]|
362 regalosl remedios T || 363 habla] en add. T I te om. T | confía] espera
add. T |! 365 faltó T | ouejará T || 366 de om. T | cumplido T 1 darle T |
hijo! oue le prometió add. T
.WWO De éstos - Dios. De estos] Después T |'| 371 Decid T |l 372 eme
habéis] de haber T || 373 haber om. T | arrepentidos T || 374 Gozo] y
371 Cf. Gen. »t, 6.
02. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
375 g^no. ¿Qué nace después de la confianza que tenéis que os
la perdonado Dios por su misericordia? Un placer que sien-
te el alma, que le hace salir de sí. ¿Qué nace después de ha-
ber entristecido mucho? Mucha alegría. Más segura es el
alegría que viene después de la tristeza que no la que viene
380 sin haber precedido tristeza al gozo, que viene sin haber pa-
sado tristeza. Guardaos del gozo que no nace de verdadera
alegría; tenelde por sospechoso. Es ésta la condición de Dios,
que no quiere alegrar ni consolar a nadie sin que primero
le desconsuele y entristezca. Un poquito de soberbia que ten-
385 gas, que te haga no dejarte caer y llorarte por miserable,
te hace que no goces verdaderamente de alegría y que no se-
pas de bien. Pues de este llorar, de la tristeza, del descon-
suelo, de este desechar placeres, de este confiar en Dios,
nace la risa y él gozo, el hijo que pertenece al linaje de
390 Cristo.
Porque eras agrada- Alguno habrá aquí que le habrá
ble a Dios, fué nece- nacido hijo; que será muy alegre y
sario que la tenta- muy Sozoso V esforzado en Dios,
ción te nrobase que por su misericordia tiene con-
395 F fianza que está en su gracia; un:
"¡Bien me quiere Dios; salvarme
tengo! ¡Qué don! ¡Qué don! ¡Que no hay hombre que pueda
acaballo de decir!" — No queráis tanto este hijo; no [o]s
alegréis con él demasiadamente. Por eso mirá lo que hacéis,
*00 qUe hay gran peligro en eso. No seáis como las madres, que
quieren tanto a sus hijos, y juegan tanto con ellos, y regá-
lanlos tanto, que les hacen mal. Esperá, crecerá el hijo, y
veréis lo que pasa cuando será grande Isac. Después de tan-
tos placeres y de tantas alegrías como había hecho Abraham
405 con él por el nacimiento de su hijo Isac, cuando más seguro
pensaba que estaba, llamóle Dios y díjole: Abraham, toma
tu hijo muy amado Isac, y ve al monte que yo te enseñaré,
porque quiero que allí le mates y le sacrifiques. Tomá por
ahí. ¿Paréceos que es menester tiento? No diga nadie: "Se-
add. T || 375 tenéis] de add. T || 376 Dios] nuestro señor add. T || 377
ánima T || 377-378 haberos T || 379-380 no la que - tristeza al] el T \\ 381
del] El add. T | no om. O || 382 tenedlo T | Dios] nuestro Señor add. T ||
383 quiere] ser servido de add. T | alegrar] dar alegría T \ ni] de add. T |l
385 haga -caer] la hagan dejar, conocerte T ¡| 386 no om. r | de] del T ¡
no om. T ,| 387 la om. T || 390 Jesucristo 77
392 hijo om. T | será] estará T \ y om. T || 393 y] muy t \\ 394 su]
la T | misericordia] 6uya add. T j| 395 su om. T | un om. T \< 397 ¡Qué
don, qué don! Que] cuando T || 397-398 que pueda - decir] cuerdo a caballo
T || 399 demasiadamente con él T | Por eso] ¡paso! T | mirad T | hacéis]
mirad add. T || 400 gran om. T | seas T || 402 les) los T \ mal] malos r |
Esperad y add. T || 403 será] ya era T \ Isac] y add. T || 404 y] después
add. T | hecho] en T \\ 405 con él om. T II 406 pensó T \ llamóle T || 407
408 Cf. Gen. 22,
970
SERMONES. CICLO SANTORAL
410 ñor, bueno estoy y no me falta nada; alegre estoy agora,
bendito sea Dios". Exultate cum timore. Gózaos, pero con
temblor. Tened humildad, templaos en el alegría, mirá lo
que hacéis; porque viene caso en que manda Dios matar el
hijo. Dice Dios: "Mátame tu gozo".
419 ¡Iba el pobre viejo con su hijo de la mano para matarlo
y sacrificarlo a Dios! ¡Oh Señor, qué tanto has querido
atribular la triste vejez de este hombre, que le mandas que
mate con sus mismas manos una cosa que tanto amaba! Si
se lo mataran malos hombres, andar, cosa pasadera era;
420 ¿pero que tú, Señor, que tanto alegraste aquella desconso-
lada vejez con el nacimiento de su amado hijo, mandes ago-
ra que le maten? Cosa recia es por cierto, Señor, decirnos;
Mátame tu hijo. Que vos, que dais el gozo y el alegría, di-
gáis: "Mátame tu gozo", cosa cruel es por cierto. En el li-
425 naje de Cristo esto acontece: el mesmo Dios que os dió el
gozo, el mismo que os consoló y dió el alegría, os levanta-
rá dentro de vos grandísimas tristezas y grandísimos tra-
bajos, porque perdáis el gozo que él os había dado. El mis-
mo que os dió el consuelo os dirá: "Mátame tu gozo."
430 ¡Qué alegres iban los apóstoles por el mar de Galilea en
la navecilla cuando iba con ellos Jesucristo! ¡Qué contentos
iban diciendo: "Con nosotros va Dios, el mesmo que crió
la mar y los vientos y los cielos y la tierra; de esta manera
seguros vamos; que se mueva tempestad, pues que va el
435 Señor del mundo con nosotros; no hay de qué temer"! Le-
vantóse un viento y comenzóse a embravecer el mar y a
levantarse las olas; y luego dieron gritos a Cristo: Domi-
ne, salva nos, perimus. ¡Oh Señor, que perecemos! ¡Remé-
dianos! ¿No veis la tempestad, Señor? Comenzaron a temer.
440 ¿Qué es eso, apóstoles? ¿Tan presto os turbáis? ¡Tan poco
duró el gozo que agora, poco ha, teníades? ¿Dó está el pla-
Isaac muy amado T |i| 408 k^] lo /' | Jtej om. T || 410 Señor om. T | bueno]
bien T | y om. T | ahora T || 411 timo're] tremore T ]| 412 temblor] temor
T | humildad] Rozaos con temor add. T | ed om. r | mirad T || 413 caso]
rato T | el] al t
415 matarle T ]| 416 sacrificarle T || 417 la triste vejez] las alegrías T [j
418 mesmas T ¡| 419 malos] los T | andad T | cosa pasadera era] pasar T ¡}
420 quei om. T \] 421 su amado hijo] hijo amado T [\ 421-422 mandas ahora
¥ [| 422 mate T | recia cosa T | Señor, por cierto T | decirnos] decir Vuestra
Majestad T || 423 Mátame] a add. T | Que, om. T || 423-424 digáis - cierto]
om. T || 425 Cristo - acontece] Jesucristo nuestro señor dais este azote T |
Dios om. T || 426 gozo] consuelo T | mesmo T | consoló y om. T | el] la 2t |
os om. T || 427 gran tristeza T || 428 porque] para que T ] dado] y add. T \
mesmo T || 429 os, om. T «
432 Dios] Jesucristo 7' || 433 la] ] el T | y, om. T || 434 vamos] de add. T }
que2 om. T || 436 Levántase T | viento] "recio add. T | comienza T | a2
om. T || 437 levántanse T | gritos] voces T || 437-438 Domine - perimus] Se-
ñor, salvadnos, que perecemos T || 438 Oh] Ah T || 438-439 Remediadnos T ¡¡
440 Tan poco] Cuán poquito T 11 441 ahora T ' Do está om. T \\ 442 agora
,}T2 Cf. P-;. 2, ii. 439 Mr. 8, 25.
'>_'. NATIVIDAD l>t LA VIRGEN
971
cer con que agora, poco ha, navegábades? Y lo peor es que
el mismo Jesucristo, que con ellos iba, en cuya compañía
les parecía que iban seguros de tempestades, les revolvió la
445 tormenta. El es el que mandó al mar que se alterase; él mis-
mo es el que manda a las tribulaciones que se levanten.
Y aun eso es porque hay tan pocos que os sirvan, Señor.
Piensan ellos que es gran descanso entrar con esta seguri-
dad; van muy confiados y seguros que en vuestra compañía
450 no se levantará la tormenta. Como les sale después al revés,
dejan lo comenzado. Esta es la causa por qué tienes tan po-
cos amigos.
¡Qué gentil causa ésta! Quia acceptus eras Deo, necesse
fuit ut tentatio probaret te. Dijo el ángel a Tobías: Porque
455 eras agradable a Dios, porque eras amigo y siervo suyo, y
tus servicios eran aceptos delante aquel acatamiento, por
eso fué cosa necesaria que la tentación te probase. Eso es,
que por ser uno amigo de Dios, por eso ha de ser tentado.
— ¡Gentil favor parece ése! — Pues no lo tengáis en
460 poco, que esto con los muy privados se hace. ¡Cuánto de
esto pasan los novicios! Dicen ellos: "Cuando yo estaba en
el mundo, no sabía nada de esto, ni aun qué era tener ten-
tación; qué contento andaba y qué alegre; no sabía qué era
rato de pesar; después que vine, qué de trabajos paso, qué
465 de tentaciones de carne, qué de tentaciones de soberbia, qué
de importunidades me da el demonio porque deje lo que he
comenzado! ¡Ah! ¿Quién ha de sufrir esto?" No os espantéis
de eso, hijos. ¿Qué pensáis? Que eso quiere Dios, que le
matéis el gozo, el placer que pasastes en el mundo, el alegría
470 que traíades cuando veníades al monasterio, otros consuelos
que habéis tenido después que venistes, ahí quiere Dios que
se los matés.
Dice Dios: "Daca el gozo, mátamele". ¿Sabréis cómo lo
hace? Como un hombre, como un desposado, que le muestra
475 mucho amor su esposa, y él quiere probar si es verdadero
om. 7 ¡ lo] Que iiuii. 7 |¡ 443 mestno Cristo 7' ¡ cuya om. T \\ 444 parecíales
a ellos transp. ,uld. T | tempestad T ¡¡ 445 tormenta] y add. T || 445-446 al
mar que - manda] om. T || 446 levantasen 7' || 448 descauso] serviros add. T \
Mrtran r |] 450 tormenta] y add. T | les] le O || 451 tenéis T
453 eras Deo acceptas T \\ 455 eres- T \¡\ 4561 eran] tan add. T i aquel]
di- su T \] 457 probase] Todo add. T esto 7 |'| 458 amigo] siervo T \ Dios]
que add T
461 Dicen ellos] diciendo T 1 462 sabía] sentía T ¡ de esto] que ahora
I>aso add. T | aun] sabía add. T | qué] cosa add. T | tener om. T || 463 v
om. T | que era om. T [| 464 vine] a esto add. T j trabajos] que add. T ||
465 qué de tentacionesj y T \\ 466 porque] para que T \\ 467 Ah om. T ¡j
468 de eso, hijos] hermano T ¡ Que, om. T | le om. 7 || 469 gozo] y add. T \
pasates] tomaste- T || 470 vinisteis T \ otros] o los T | 471 ahí] a él T (i| 472
matéis T
47B mátamelo 7 Sabéis T : 474 Como un ] con el T ] una om. T \\ 476
457 Tofo. i2, 13.
972 SERMONES. CICLO SANTORAL
o fingido aquel amor; no hace sino fingir que se va lejos
tierra y no sale del lugar donde vive; ándase acechando a
ver qué hace en su ausencia su esposa; si ella anda muy
compuesta y riéndose, y de ventana en ventana, y de pasa-
480 tiempo en pasatiempo, luego ve él que no le ama de corazón;
pero si no sale de casa y no hace sino llorar, no se quiere
vestir, sino como quiera, todo por el ausencia de su marido,
luego ve el esposo que su esposa le ama.
Cuando Dios está con el ánima, ¡qué mucho que no vaya
485 a juegos, ni a toros, ni a justas, ni pasatiempos ningunos!
Es tanta la dulzura que recibe de la presencia de Dios, que
no es de maravillar que desprecie cuanto hay en esta vida.
No hay rufián ni mala mujer que, si Dios le diese a gustar un
poquito de su dulzura, no diese a todos los diablos cuanto
490 acá hay y el deleite de la malaventurada vida que tiene, y se
fuese en pos de Dios, al sabor de los deleites de Dios. Que
si Dios te da consuelos, si te visita, si está presente de con-
tino, ¿qué mucho que andes muy diligente, qué mucho que
le sirvas de buena gana y andes mirando a la cara, para ver
495 lo que te quiere mandar? Estonces, pocas gracias porque
seas bueno. Deque Dios está ausente, que tienes trabajos,
entonces se ve el que lo ama verdaderamente. Cuando te
envía tristezas, tribulaciones, cuando viene un trabajo tras
otro, estonces, sí, es de ver la constancia de los que sirven.
500 Dice Dios: "Esperá, esconderéme un poco, y yo veré qué
tal es el amor de fulano; veamos si anda tan diligente, vea-
mos si anda tan contento, cómo lo hace en mi ausencia".
Va el otro, en sintiendo que está Dios ausente, en quitán-
dole el consuelo, en dándole un poquito de tristeza, luego
505 se quiere ir, ya piensa que Dios le ha dejado. "¡Ah!, dice
Dios, no me amáis vos de veras; tan presto faltáis; por tan
pocas cosas desfallecéis; luego queréis iros; poco amor me
tenéis vos". Esto hacen las ánimas flacas, las desamoradas,
las que no saben menearse sino en presencia de Dios; mas la
5io buena alma más fuerte anda cuando Dios está ausente, pro-
amor] y add. T || 477 anda T || 477-478 a ver qué hace om. T \] 478 ausen-
cia] ver qué hace add. T | ella om. T || 480 pasatiempo,] y si esto hace
add. T | ól om. T || 481 y no hace om. T || 483 el] su T '
485 juegos - justas ni] ver toros, juegos de cañas, ni justas, ni pasearse,
ni ver T |f 488 le diese Dios 7 || 489 todos om. T \ cuando O M 490 malaven-
turada] mala T | tiene] traen T || 491 fuesen T | ai] y en T | sabor] y
gusto add. T || 493-494 qué mucho que le] y T || 494 y] le add. T || 495 te
om. T | Entonces | porque] que T || 496 Deque] Cuando T | que] cuando
f || 497 entonces T || 498 tristezas] y add. T | viene] te envía T || 499 en-
tonces T | sí es om. T
500 Esperadme T | esconderme he un poquito T | yo om. T || 502 veamos
om. T | como - ausencia] si deja de servirme, si tiene cuidado de los pobres
como lo hacía en mi presencia T || 503 sintiendo] pareciéndole T || 506 ya
piensa] y a priesa O | Ah om. T || 506 No me amáis - faltáis] om. T || 507
OS queréis ir T M 508 las om. T |! 509 lasl los T | se saben menear T ¡j
62. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
973
curando de no caer en vileza. Cuando más apartada del
socorro de Dios, más se encomienda y procura de ser fiel
para cuando su Señor volviere.
Decid: ¿Estáis en ¡Oh, cuántas veces anda Isac en los
515 Cristo o no? cuernos del toro! Muchas veces se
pierde el gozo, y plega a Dios que no
sea por pecado. Ese es el negro mal; ahí está el negro tra-
bajo; ésa me decí que es pérdida. Decí: ¿Estáis en Cristo
o no? ¿Sois del linaje espiritual de Cristo? Decí, ¿cuántas
520 noches se os ha pasado de claro, sin dormir, pensando en
esto: si sois de los que están en el linaje de Cristo? ¿No
andáis tan pesados y desasosegados y desagradados de vos-
otros mismos, pensando en esto? ¿Qué os aprovecha tener
mucha hacienda, qué os aprovechan riquezas, honras, linaje;
525 qué aprovecha que todo el mundo os tenga en mucho, hermo-
sura, y andar tan polido que todos se espanten de miraros,
si no sois del linaje de Cristo? ¿Qué vida es la que vive el que
no está en el linaje de Cristo? ¿Estáis en Cristo o no? Unos
habrá que sabrán responder a esa pregunta, otros habrá que
530 no sabrán responder a ella. Unos habrá que, si les pregun-
táis si están en Jesucristo, os responderán que no.
Los que responden Todo aquel que está en pecado mor-
que no tal, o ha hecho algún pecado mortal
y no se [ha] arrepentido de él — a eso
535 llamo estar en pecado mortal — , no está en Cristo. ¡Desdicha-
do del que ansí está y de la madre que lo parió! Maldito es el
pan que come, y el agua que bebe, y el sueño que duerme.
Malditos son los pasos que anda. Y más me espanto de po-
derte hallar sin Cristo, hacerte al vivir sin El, decir a Dios:
540 "ios de mí, que no os he menester, bien me hallo sin vos";
esto es de espantar. Pues si luego te arrepientes, no es mu-
cho, no hay qué decir, no es menester hablar más en ello;
mas di, después de haber pecado, hallarte a vivir sin Cristo,
eso es más de maravillar que hallarte sin Cristo. Dime, ¿cómo
510 ánima T || 511 no] hacer ni add. T | Cuanto T || 512 se om. O | enco-
mienda] a él add. T
514 Oh] Ah T || 515516 u-e pierde] perdéis T \\ 516 plegué T | que om. T ||
517 Ese] que este T || 518 eso T | decid, T | Decidme, T || 519 o om. T \
Decid T |l 520 han T \ de claro sin dormir om. T || 521-523 si sois -en esto]
om T || 524 os om. T | honras om. T | linaje] hermosura, andar, tan pulido
que todos se espantan de miraros add. T || 525 mundo] os honre y add. T |¡
525-526 hermosura - miraros] om. T || 527 linaje] espiritual add. T || 527-528
Cristo. ¿Qué vida - de Cristo?] Jesucristo T || 529 sepan T | esta T || 530
sepan T \\ 531 Cristo T | respondan r | no] saben add. O
533-535 o ha hecho - mortal] om. T \\ 536 del que ansí está] de él T || 537
7 ] maldita T | y ] maldito T | duerme] y add. T || 538 son om. T | de
om. T || 539 Cristo] y add. T ( al] a T | El] y add. T \] 540 los de mí] Idos
T || 541 Pues] Pecar T || 542 más om. T || 543 di om. T |! 544 es] mucho
974
SERMONES. CICLO SANTORAL
545 puedes vivir sin él? ¿Qué vida es la que vives sin Cristo?
¿Qué te aprovecha que todo el mundo sea tuyo, que te favo-
rezcan los cielos y la tierra, los ángeles y los demonios, si
a la hora de tu muerte te toma en mal estado? Nada de esto
te escapará de tormentos que nunca se han de acabar, de
550 fuegos que han de durar mientras Dios fuere Dios. Artículo
es éste de fe y averiguado, que si mueres en una mala que-
rencia, en un pecado de carne o en otro cualquier pecado
mortal, que te irás sin falta al infierno. ¡Desventurado de ti
si no estás en Jesucristo! Sin Jesucristo, ¿qué haces, triste
555 de ti? ¿Dónde estás, adonde irás sin Jesucristo?
Pues éstos dirán: — No estoy en Jesucristo. — ¿Pues qué
haces? ¿Adonde está tu amor? ¿Por qué lo haces tan mal?
¿Por qué te echas a perder a ti mismo? ¿Por qué eres tan
cruel contigo mesmo, que te quieres ir ansí absolutamente al
560 infierno? No te aborrezcas tanto, no te vayas a perder tan
a ojos cerrados. ¿Qué quiere decir haber derramado Jesu-
cristo su sangre por salvarte a ti, y que no tengas agrade-
cimiento a este bien? ¿Por qué quieres que se pierda tan
grande precio como le costaste? Ya que no tienes compasión
565 de ti mesmo, ya que eres tan cruel para contigo, que ansí
te quieres destruir, hazlo agora por amor de Jesucristo,
porque no se hayan derramado en balde sus lágrimas, por-
que no se haya cansado en balde, no le hayan azotado a
él en balde, pues todo lo pasó por ti, porque te aprove-
570 chases del precio de su Pasión, para que tú tuvieses fuer-
za para vencer tus pasiones, para no ofenderle, y ansí
fueses salvo.
Los que no saben res- Otros habrá que responderán a la
ponder: los tibios pregunta: —No sé yo; no siento
575 en mí pecado mortal ninguno, no
quiero mal a nadie, no hago mal a nadie, pero no ,sé qué
me tengo, no sé qué temores me andan por este corazón, no
sé si estó en Jesucristo. Padre, no se lo sabré decir.
add. T | hallarte] haces T | Di T |l 546 que, om. O „ 546547 favorezcan los
eielos y] favorezca el rey T || 547 ángeles] hombres / 548 en] el T | eso f f|
549 tormentos] y fuegos add. T || 549-550 de fuegos om. T || 550 DiosJ que
nunca dejará de serlo Add. T || 551 éste om. T | y averiguado om. T j mal T
552 querencia] si add. T | cualquiera T [í| 553 te om. T || 554. si] di O
Cristo) T || 554-555 sin Jesucristo - dónde estás] om. T || 555 Cristo r
556^557 Pues éstos dirán - tu amor] om. 7 || 558 a ti mismo om. 7 ¡| 559
contigo mesmo] para ti mismo 7 | ir ansí] a ti T | al] echar en el T \\ 561
haber] Dios add. T || 562 Jesucristo om. T | salvarte a om. T || 562-563 ten-
gas agradecimiento a] te quieras aprovechar de T || 564 gran 7' || 565 mis
rao T | contigo] mismo add. T || 566 ahora T | amor de om. T |¡ 567 haya O \
568 balde] porque add. T \\ 5684569 a El om. T \\ 570 tú om. T P 571-572
y ansí fueses salvo om. T
574, preguntal Padre add. T | sé] soy T \ yo] de ésos add. T || 575 no]
ni T || 576 no hago mal a nadie om. T || 577 tengo] temo 7' ; andan por]
dan en T || 578 estó en] estoy bien con 7* | sé] os T
62. NATIVIDAD DE LA VIRGEN
975
— Eso es otro duelo, hijos. Guardaos de tibieza, por
580 quien Dios es. ¡Oh carcoma! ¡Y cuántas ropas has roído
y comido y cuántos tienes perdidos! En diciéndo[o]s: "Pes-
tilencia anda, gente muere"; en tiniendo la enfermedad,
en diciéndo[o]s: "Morir tenéis, infierno hay para los ma-
los", luego veréis el temblor. ¿Qué es esto? Si no fuése-
585 mos amigos de la tibieza, no temíamos temor; pero pues
tenéis tibieza, habéis de temer, porque no queréis poner
la segur a la raíz y cortar todo lo que os estorba. Queréis
complir con Dios y con el mundo; queréis que os ame Dios
y no queréis vos amarlo a El; queréis parlar de día cuan-
590 to pudiéredes y querés venir de noche a rezar, y querés
gusto en ello; no querés perder nada de vuestra honra y.
querríades el fructo de las deshonras de Cristo.
Creedme, que Dios no se deleita con el hablar y el pa-
sear y el andar derramado por ahí todo el día, que nun-
595 ca tenéis sosiego. Algo habéis de perder de vos si habéis
de ganar con Cristo. No lo podéis hacer todo: ¿Quedáis
entero? No lo podéis seguir a El. Si no fuésemos perezo-
sos, no temíamos temores, no habría tristeza. Si de esa
manera andáis, nunca teméis día de alegría, no ternés des-
600 canso ni reposo en el corazón, nunca os faltarán mil so-
bresaltos, mil tristezas y desconsuelos, que acarrea con-
sigo la tibieza, el no acabaros a determinar de quebrar en-
teramente con el mundo y de servir muy de veras a Dios.
— No sé qué me tengo, padre, no sé qué temor paso.
606 — Mira, pon en una balanza el servir a Dios con hervor y
diligencia, el andar ligero, alegre, contento, atento a lo
que mandare Dios, para hacerlo luego; y de otra parte el
temor, la tristeza, el desconsuelo y desasosiego que causa
la tibieza, y verás cómo es más el trabajo que se pasa
610 siendo tibio que siendo muy diligente el siervo de Dios.
Mas allá dice San Bernardo que "más hay que pasen de
malos y pecadores a justos que de buenos a mejores y más
perfectos". Luego los veréis andar a los tibios: "Pues no
soy obligado a rezar, más quiero hacer lo que soy obliga-
615 do; pues no es hoy día de ayuno de fuerza, ¿quién me
579 Esa T otro duelo] otra duda J hijos] Hermano f |'| 580-581 ha.-
roído - perdidos] tienes comidas 7' || 581 diciendo T |t| 582 teniendo r || 583
los om. T y 584 temblar T |] 585 tendríamos T I pues om. T || 586 temer]
tener temor T , 586-350 porque no queréis poner Ja segur - No hay quien
lo sepa en la tierra] Procuremos tener diligencia en este camino de Jesu-
cristo ; y pues El nos dijo que venía a meter fuego en la tierra, fupliqué-
raosle nos dé de este fuego divino, para que abrasemos nuestros corazones ;
porque, como dijo San Juan, la i>erfecta caridad excluye y lanza fuera el
temor y flaqueza para que así gooemos 'a Cristo en el cielo T
613 San Bernardo, Ep. 06 (ML 182, 229) : «Multo facilius repe-
rias inultos saeculares convertí aá bonum, quam nnnm quempiani
ile reli?iosi« transiré ad melius».
976
SERMONES. CICLO SANTORAL
manda a mí ayunar? No tengo de dar sino tanta y tanta
limosna, conforme a mi estado, que no soy obligado a más;
no quiero yo hacer más en todas las cosas." Luego andan
mirando: "si soy obligado". Mirá, creedme, que si tasas el
620 rezar y el ayunar, el dar limosna, el hacer bien; si andas
escaseando: "No tengo de hacer sino tanto más tanto",
nunca saldrás de miserias.
La tibieza es madre de la tristeza, del temor; madre
del desasosiego, del desconsuelo, y lo que comenzáredes,
625 creedme que en eso acabaréis; el vicio os llevará; si con
tibieza comenzáredes, con tibieza acabaréis; si con hervor
comenzáredes, con él acabaréis; con lo que agora más
• acostumbráredes, con eso os tomará la muerte.
Y dice Jesucristo: Habenti dabitur, non habenti et quod
630 habet etiam auferetur ab eo. Veréis si es menester procu-
rar de hallarnos con algo para el tiempo de la cuenta. Al
que tuviere, dijo Cristo, dalle han más, y al que no tu-
viere nada, quitalle han aun lo poco que tiene. Al que vie-
re devoto, diligente, casto, humilde, darle han; el que hu-
635 biere multiplicado el talento que el Señor le dió, dalle han
más sobre aquello; el que fuere perezoso, indevoto, el que
no tuviere buena cuenta, quitarle han lo que le dieron para
que granjease. Haceos a servir a Dios, y veréis, y verná-
seos a volver en costumbre, que casi no podéis hacer otra
640 cosa. No os hagáis a vuestra voluntad, que después se os
hará de mal dejar la mala costumbre. Si no, probá. Yo
[o]s prometo que si os hacéis al dormir demasiado, no aca-
béis con vos de dejarlo en muchos días; yo [o]s prometo
que os ha de costar harto trabajo. Una palabrica, un no
645 sé qué, por más liviana que sea, si os acostumbráis a ella,
habéis harto de hacer y harto sobre dejarla. Estos son los
que no saben decir si están en Cristo, los perezosos, los
tibios.
Los fervorases. ¿No Otros hay a quien Dios da la gracia
650 conocéis que vive que le sirvan con hervor y diligen-
Cristo en vosotros? cia> <lue andan mirando al Señor a
la cara para ver qué les mandará.
Así como un fuego que quema las pajas en derredor de él,
ansí éstos con aquel hervor que traen del servicio de Dios
655 amatan sus pasiones, apagando todo cuanto ha acá, de
manera que nada los estorbe para que pasen adelante.
Ninguna cosa les estorba la devoción, el rezar, el ayunar,
el velar, el recogimiento. Estos son de los que dice el Após-
tol en la epístola que escribió a los de Corinto: Vos ipsos
660 úntate, si estis in fide; an non cognoscitis quia Christus
habitat in vobis? Tentaos, yrobaos a vosotros mismos si
633 Of. Le. 19, 26.
62. NATIVIDAD DE LA VIKC.h.N
977
estáis en la fe de Jesucristo; ¿cómo, no conocéis que está
Jesucristo en vosotros? Bien está el ánima que esto cono-
ce. ¡Qué rica, qué dichosa es, qué contenta, qué bienaven-
665 turada! No se acuerda de nada de lo de acá. Ni por honra,
ni por riquezas, ni por deleites se le da nada; todo lo me-
nosprecia, conociendo que tiene dentro de sí Aquel que, ti-
niéndolo a El, nada falta, y faltando El, no hay cosa que
satisfaga, no hay cosa que harte.
670 No os espantéis de lo que sufrían los mártires; aquel
no dárseles nada por fuegos, que los quemasen vivos, y se
gozaban que los desollasen, que les abriesen las carnes a
poder de azotes, en aquellas cárceles, aquella sed, aquella
hambre, padecer tan fuertemente, menospreciando los tor-
675 mrntos; que estaban embebecidos, teniendo a Jesucristo
delante, estábanselo mirando y decían: "Mi Señor azotado,
¿qué mucho que azoten al esclavo? Mi Rey coronado de espi-
nas, ¿qué mucho que asen a mí que soy su esclavo? Mi Bien
y mi Cristo tan trabajado, ¿qué mucho que pase el gusa-
680 nillo este poquillo de trabajo? Hacé cuanto quisiéredes,
que todo es nada." No os espantéis que el alma sufra tan-
to, conociendo que mora en ella Jesucristo, que la ama,
que la está mirando cómo pelea, que está esperando para
ver si lo hace fielmente. No os espantéis que sufra sed,
685 hambre, cansancio, deshonra, tmiendo este conocimiento.
San Pablo, hablando con aquellos a quien Dios ama, dice:
"El Espíritu Santo les da testimonio en sus corazones que
son hijos de Dios; el Espíritu Santo les da a entender que
los ama Dios, que los quiere bien, que le agradan sus obras,
690 que hallan gracia en su acatamiento". ¡Oh Señor! Soy una
miseria, y ámote yo a ti de entrañas y de todo mi corazón,
¿y no esperaré yo que me amarás tú a mí, siendo el mismo
amor? Esto no llega a evidencia, no es cosa que se ve al ojo,
pero es cosa muy cierta, que siente el alma un hervor de la
695 bondad de Dios, que le hace confiar que Dios lo ama, que le
hace hacer conjecturas que está bien con Dios y que está en
su gracia, que mora Jesucristo en ella, con la cual ella anda
tan esforzada, tan codiciosa, tan hermosa. Si perseverásemos
en el bien, luego sintiríamos un favor, unas fuerzas, una
700 gana de servir a Dios, que nunca nos cansaríamos, etc.
No morirá Isaac ¿En qué estábamos? En Isaac; que
dice Dios: "Mátame tu gozo y yo te
desconsolaré, yo me esconderé, encerraré debajo de siete
llaves para que no me halles, yo te haré andar tras mí y no te
705 responderé, que te parecerá que no te O'go, o que si te oigo,
que no te quiero remediar". Escóndese Dios para ver cómo lo
663 Cf. 2 Cor. 13, 5.
688 Rom. 8, rtl
978
hacemos en su ausencia; quiere El ver cómo peleamos cuando
El no nos enseña su presencia, cómo nos habernos en las
tribulaciones, en los trabajos, en las tristezas, en la seque-
710 dad. Y luego aparece Dios; dice: "Fiel ha seído esta ánima
en mi ausencia; bien he visto lo que has hecho, hablado,
cómo has resistido; bien lo has hecho; pues no morirá Isaac
por eso". ¡Qué alegre queda el ánima estonces! Más alegría
toma que antes tristeza. ¡Qué hace de bendecir a Dios, qué
"15 de gracias, qué de alabanzas, porque le ha sacado de aquel
trance! "¡Oh Señor! ¡Bendita sea tu misericordia! En el
tiempo de la tribulación no me olvidaste, antes me has so-
corrido como buen pastor y defendedor mío".
Triste estaba Abraham. Mas no muere Isaac; no quería
720 Dios más de proballo; tras sólo eso andaba. Cuando El viene
y te halla fiel, dice: "Tate, no quiero que muera Isaac".
Pues muera el carnero, muera el animal bruto, muera la
parte sensitiva, no el hijo, no muera el gozo; muera esa
carne, mueran esas pasiones, trabaje esa sensualidad y re-
725 viente, mas no muera el gozo del Espíritu, el alegría del
ánima; pase el cuerpo lo que pasare, todo se ha de pasar
por conservar el gozo, todo se ha de posponer porque Isaac
no muera. Este es, pues, el linaje de Jesucristo, linaje de
humildad, de desmayados, de desconfiados.
730 ¿Por qué crió Dios Pues ¿hémonos de ir sin decir algo
chiquita a nuestra de la Virgen? Dejemos agora toda
Madre? Ia narración del evangelista y va-
mos hasta el cabo, donde dice: Ja-
cob engendró a Josef, marido de la Virgen María, de i [a]
735 cual nació Jesú. ¡Señor! ¡Que hasta allá llega vuestro linaje,
que haya una mujer en la tierra que os para! ¡Oh qué hon-
rado linaje! ¿Tanto quesiste ensalzar esta benditísima Niña?
Mirá cuánto la engrandeció en hacerla madre suya. Más
hijos tiene la Virgen María, con no parir más de uno, que
740 otra que hobiese parido muchos, porque todos los que somos
hermanos de Jesucristo, que somos los cristianos, todos so-
mos hijos de la Virgen.
— Padre, ¿por qué crió Dios a esta madre nuestra chiqui-
ta, la que había de remediar los males de la madre primera?
745 ¿Por qué chiquita, la que había de levantar a los hombres
de tan gran caída, como dieron por el pecado de la madre
grande primera? — Yo [o]s lo diré: Por encomendarnos la
humildad del alma. Ama Dios mucho la humildad del alma,
y ansí amó a la Virgen sacra por tan humilde como fué.
750 ¿Veisla chiquita? Pues más lo fué en su propria estimación.
Miró el Señor la bajeza de su esclava, dijo ella de si. A Eva
Mt. r, 16.
7Si Lic. i, 4&
tu. NATIVIDAD DL LA WKi.lN
la grandeza la derribó. María, por ser chiquita, nos remedió,
fué ella ensalzada.
— Decí: Madre tan chiquita, ¿cómo podrá mantener tanto
755 hijo, remediar tantas necesidades?
Buena es para muro — ¿Quién será esta niña? ¿Quién
la Virgen me responderá?, etc.
— Si murus est, aedificemos su-
per eam propugnáculo, argéntea. Si ostium est, compingamus
760 Ulud tabulis cedrinis. Si es muro, edifiquemos sobre ella ante-
muros de plata; si es puerta, pongámosle puertas de cedro.
— ¿Quién es esta niña? Es un fortísimo muro. ¡Oh bienaven-
turada Señora! ¡A cuántos has defendido, en los cuales que-
ría Dios ejecutar su justicia! Poniéndote en medio, rogando
765 por ellos, les has alcanzado perdón de pecados.
— Decí, padre: ¿el muro no quiere ser alto y muy ancho
y profundo de cimientos? Pues ¿cómo decís que es muro
esta Niña, diciendo que es tan chiquita? — "Yo soy muro".
Todo eso tiene la sacratísima Virgen Nuestra Señora. Excel-
770 sior cáelo est de qua loquimur, profundior abysso est cui
laudes reddimus, capador mari est. Buena es para muro. Si
alto ha de ser el muro, más alta es que el cielo esta Niña;
si hondo ha de ser, más baja es que el abismo; si ancho ha
de ser, más ancha es que el mar. Edificó una casa Salomón
775 tan rica, cual nunca se edificará, donde Dios morase, donde
los hombres viniesen a encomendarse a Dios; suplicóle él a
Dios, cuando se la dedicó, que cualquiera que entrase en aque-
lla casa con algún trabajo y le pidiese misericordia, que no se
la negase, que perdonase a todos los que pIIí fuesen a pedir
780 perdón de sus pecados. Otorgóselo Dios. Figura era aquello
de la Virgen. No lo hacía Dios por aquella casa; por esta Niña
se entendía, que cualquiera que a ella llamare, por ella le oi-
rá Dios, [s]i la pusiere a ella en medio.
Decí, ¿no habéis visto amanecer alguna mañana? Es
785 cosa mucho de ver. Parece milagro de Dios ver cómo va
saliendo el alba, ver cómo cantan todas las avecillas, unas
bien, otras mal; es milagro verla; no parece sino que todas
llaman a Dios en su manera, todas bendicen a Dios. Así se
puede llamar milagro este socorro que tenemos en esta Niña,
790 este llamarla en nuestros trabajos. Es obra ésta de Dios.
Mirá, uno de los argumentos con que se prueba que hay Dios
es éste, contra uno que lo negase, y las santas Escripturas,
es que todos llaman a Dios en sus necesidades de puro ins-
781 hacía] había O
-6i Cant. 8, 9.
771 Pseudo-Agustíx, Serm. 208, 4 : ML 39, 2130 ; of. Iob II, 8-9.
780 Cf. 3 Reg. 8, 30-32.
980
tinto de naturaleza; en viéndose en algún trabajo, aun sin
795 mirar lo que dice, luego va a Dios, luego le llama, eso me
da que sea idólatra, que moro, y aunque fuese uno que se
hobiese criado en el campo como un bruto, que nunca hobiese
visto gente ni supiese que hay Dios, para haberlo oído,
luego diría: "Hay Dios", en viéndose en trabajo. Luego, pues
800 que todos llaman a Dios, Dios hay. Pues así acá ha puesto
Dios este instinto en todos los cristianos de llamar luego a
la Virgen María. En tiniendo una necesidad, luego: "¡Oh
Señora, defiéndeme, ruega por mí a Dios!" Y pues todos
la llamamos en nuestros trabajos, señal es que ha puesto
&05 Dios en el corazón de ella que ruegue a Su Majestad por
nosotros; luego pues es nuestra madre.
Buena sois para muro, Señora. Si vinieren las saetas de
la justicia de Dios por nuestros pecados, vos os pornéis
delante, vos os pornéis en medio, y haréis que no lleguen a
810 nosotros; vos nos alcanzaréis misericordia. Mucho cabe el
mundo, mas mucho más cabe la Virgen; muy alta, muy baja;
buena es para muro, para defensa nuestra. Parió un hijo
para nuestro bien y remedio, tan lindo, tan rico, tan grande
Señor. Así como supo regalar al hijo natural, envolvello y
815 dalle leche, así sabrá criar los adoptivos; ella nos regalará,
dará leche; ella nos socorrerá en nuestras necesidades. Bue-
na es para muro, para amparo y remedio nuestro.
La Virgen María es Si es puerta, pongámosle tablas de
puerta cedro. Dice la Sagrada Escriptura
S20 que en el tiempo que reinó Joatán
hizo portara domus Domini sublimis simara, edificó una puer-
ta altísima. La Virgen María es esta puerta. Si puerta
es, pongámosle puertas. ¡Oh benditísima Virgen María!
¡Y cuántos pensando en ti han sido librados de las puertas
825 del infierno, se han apartado de la suciedad de la carne y
se han recogido en tu humildad, se han abajado! ¡A cuántos
descaminados has guiado para Dios! ¡A cuántos enamora
tu hermosura y por tu servicio y limpieza no se han querido
casar, sino ser vírgines y limpios por parecerte!
830 Si veis una puerta tan linda, bien edificada, muy rica,
decís: "¡Oh santo Dios, y qué rica puerta! ¡Qué tal debe
ser la casa que tal puerta tiene!" Luego os da gana de entrar
a ver la casa. Puerta es del cielo esta niña. Si a la gloria
habéis de ir, por esta puerta habéis de entrar.
835 Hizo el rey Joatán una puerta muy alta. Es muy grande
la misericordia de la Virgen, a muchos se extiende: para
todos los que la llaman. Ego oliva speciosa in campis. El
aceite es cosa blanda. Misericordia tiene para cuantos se la
6.V PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
981
piden; blandas entrañas tiene llenas de amor y caridad. ¿Ves
840 a esta niña que es nacida hoy para ser madre de Dios y
nuestra, no a uno, sino muchos? Estad en la puerta conti-
nuamente, que el cojo muchos días estuvo. Si luego se fuera,
no alcanzara la limosna que San Pedro le dió. Vete y di:
"¡Señora, limosna! Muy malo he seído, pecador; muchas
845 ofensas he hecho a Dios; no tengo cara para parecer; no
tengo ojos para hablar a vuestro Hijo. Limosna os pido.
Rogad por mí. alcanzadme perdón, rogad a vuestro Hijo
bendito por mí".
— ¿Quién será esta niña? — No hay quien lo sepa en la
850 tierra.
63 ¡Quién viera a esta niña luchar con Dios!
Presentación de nuestra Señora. 21 de noviembre.
En un convento de monjas.
(Bd. 1596, II, pp. 269-295.)
Quid faciemus sorori nostrae in die guando alio-
qucnda est. ¿ Qué haremos a nuestra hermana, para
el día que ha de hablar? (Cant. 8, [8]).
Exordio A las festividades de la sacratísima Virgen hemos de
5 venir con corazones fervientes y muy agradecidos.
Por eso dice San Buenaventura que los que hablan de nuestra
Señora han de tener en sus palabras muy gran verdad y fer-
vor: Verdad, porque la Virgen es enemiga de los mentirosos
10 y amiga de los verdaderos en sus palabras y obras. Esta Se-
ñora es la que engendró una Verdad que destruyó todas las
herejías y una luz que alumbró todas las tinieblas. Fervor,
porque, si a ésta que es verdaderamente nuestra no amamos,
¿a quién amaremos? San Bernardo dice: "No hay cosa que
15 tanto me agrade como es hablar de esta Virgen bendita, ni
que tanto me espante como considerar su grandeza".
Esta Señora que agora está tan grande en los cielos,
algún tiempo fué chiquita acá en la tierra; y verdadera-
mente será chiquita para los que de verdad fueren agora
30 chiquitos en sus ojos y se humillaren y le pidieren gracia.
¿Para qué entra la Sóror nostra párvula est, et ubera
Niña en el monas- non habet. Quid faciemus sorori nos-
terio? trae 171 die quando alloquenda est?
Nuestra hermana es chiquita. ¿Qué
25 haremos para el día que la han de hablar en persona de pa-
843 Act. 3, 2-6.
8 Cf. San Buenaventura, Specidum B. Mariae Virginis, prol.
16 San Bernardo, In Assumpt. B. M, V., serm. 4, 5 (ML 183,
427) : «Non est equidem quod me magis delectet, sed nec quod ter-
reat magis, quam de gloria Virginis matris habere sermonen!».
25 Cf. Cant. 8, 8.
982
triarcas y de profetas y de todos los hombres? Agora se di-
cen estas palabras: Nuestra hermana es chiquita; ¿cómo la
ataviaremos para el día que le han de hablar?
Hoy celebra la santa madre Iglesia aquella Señora que
30 en su cántico dijo: Ha hecho el Poderoso en mí grandes co-
sas. Celebramos la fiesta de su presentación, el día en el
cual sus benditos padres San Joaquín y Santa Ana, siendo
esta Señora niña de tres años, la presentaron al templo para
que sirviese al Altísimo Dios en compañía de las doncellas
35 que allí servían. Había una casa, incorporada con el templo
a modo de los monesterios de agora; allí metían las donce-
llas principales para que sirviesen al Señor y fuesen enseña-
das en su conocimiento y temor. Era un santo seminario,
y después que tenían edad tomaban estado de casadas. La
40 razón por que la presentaron fué porque, como ellos eran
estériles, prometieron que, si Dios les daba fruto, se lo ofre-
cerían a El, guardándola en todo recogimiento hasta que to-
mase estado de casada. Presentáronla sus padres en el
templo.
45 — ;Para qué queréis, Señor, que entre de tres años, que
esté encerrada, que no ande por las calles? — Porque los que
han de recebir a Dios y tratar con El no estén descuidados,
sino que sepan que se han de aparejar con mucho cuidado
para lo recebir. Para dar Dios la Ley a Moisén y para
50 decirla al pueblo, le manda Dios que tres días antes no lle-
guen a sus mujeres, y otros muchos apercebimientos de san-
tidad; ;. cuánta más razón es que se apareje aquel que ha
de recebir a Dios y tratar con El? Decidme ahora: si hu-
biésedes de echar un poco de bálsamo o otro licor muy exce-
55 lente en un vaso, ¿no miraríades primero si está sucio el
vaso o agujereado, para que no se perdiese aquello? Pues
si para hacer esto tanto examináis el vaso, para recebir a
Dios, ¿qué será razón que hagáis?
— ¿Para qué entra la Niña en el monesterio? — Porque
60 ha de venir día en que ha de recebir en sus entrañas a Dios.
Día ha de venir en que lo ha de tratar con sus manos y ha
de ser madre de El. No quiere Dios que sus cosas preciadas
estén a vista de todos. Y si la que estuviera segura en su
casa y en las calles y plazas quiere Dios que la encierren,
65 ¿qué hará a los que somos aparejados para caer?
— ¿Para qué la encerráis, Señor? — Para que sea ejem-
plo a hombres y mujeres; para dar a entender que si la
que estaba segura quiso Dios que se quitase de inconve-
nientes, que necesario es que nosotros los huigamos. — ¿Para
70 qué la encerráis, Señor? — Para que ha de venir un día que
la han de hablar, y hase de hacer la mayor obra de Dios
31 Lo. i, 49.
6¿. PRESENTACIÓN" DE NUESTRA SEÑO KA
98o
cuando hablen a la Virgen; y para aquel día menester es
gran aparejo. — ¿Y para qué la atavían? — Para el día de
las bodas. — ¡Entra en hora buena, Señora!
75 Llévanla sus padres de tres años, y pusiéronla en la
postrera grada del altar, que tenía quince gradas por don-
de subían arriba; y subió con grande ligereza. Si subió
por milagro o no, no se dice; piadosamente se puede creer
que acaecieron tales cosas en esta Niña después que nació,
80 que todos se maravillarían, y tendrían puestos sus ojos en
ella y dirían: "¿Qué ha de ser de esta Niña?" Porque de
creer es que a la que crió Dios para madre suya, siempre
había de hacer grandes maravillas con ella. Sube, ofré-
cenla sus padres a Dios. ¡Entre mucho en hora buena!
85 Ofrezcamos con ella nuestros corazones. La mejor ofrenda
que nunca se ha ofrecido ni ofrecerá de pura criatura fué
la Virgen. "De buena gana me la dais — dice Dios — , de bue-
na gana la recibo". Entra la Virgen en el monesterio, no
entró llorando ni de mala gana, ni le pesaba por lo que
90 dejaba, aunque era niña; pero decía ella: "No vean mis
ojos cosas de este mundo. Por amor de vos esté mi boca
cerrada; tenga yo silencio, pues os he de hablar a vos;
esté yo donde me manden todos, donde sirva a todos por
amor de vos". De muy buena gana entra a servir a Dios.
95 Buena es para muro Entrada en el monesterio, ¿qué
esta Niña haremos a nuestra hermana para
el día que la han de hablar? ¿Qué
le pornemos para que se enamore Dios de ella? ¿Qué le ha-
remos?— Si murus est, aedificemus super eum propugnáculo
100 argéntea. — La misma palabra divina, preguntando, respon-
de y dice: Si murus est, aedificemus, etc.: Pues que es
muro, edifiquemos sobre ella torres de plata. ¿Cómo la
llamáis muro? ¿Qué tiene que ver una niña de tres años
con muros? Los muros son altos, anchos, duros y profun-
105 dos, y más si son como los de la tierra de promisión, que
decían aquellas espías que enviaron los hijos de Israel: Tie-
nen unas ciudades muy guarnecidas, unos muros hasta él
cielo. — Pues verdad dice Dios, que muro es; pues edifi-
quemos sobre ella cosas que la defiendan.
no Excelsior cáelo, profundior inferno, longior térra, et
latior mari. Esta chiquita de que hablamos, más alta es
que el cielo, más profunda que los abismos, más ancha que
la tierra. Más alta que el cielo en lo espiritual. A lo "mejor"
decimos "más alto" y grande. Entre todas cuantas cosas
115 Dios crió, dejada la humanidad de Jesucristo, entre todas
102 Cant. 8, g.
108 Of. Deut. 3, 5.
ni Cf. lob 11, S-9. PSEUDO-AGUSTÍN, Senil. 208, 1 : MI. 39, 2130.
984 SERMONES. CICLO SANTORAL
las criaturas puras no hay otra tan excelente, y así no tan
alta; que aunque es chiquita, es más que los ángeles, más
que los serahnes. ¡Benuito seas, Señor, que ae nuestra
generación nos diste esta Niña, más alta que el cielo! Si
120 ia queréis de pensamientos, altísima; si la queréis de fun-
damento, profunda; si tenéis buenos ojos, paraos a mirar
esta Niña, humildísima en sus ojos, En esta Virgen no
hay cosa más excelente que su humildad. Ella bien cono-
cía las grandezas que Dios hacía con ella, pero no atribuía
125 nada para sí, m a sus fuerzas, del bien que tenía. No hubo
criatura pura que tan de veras diese la honra a Dios como
esta Virgen. Mirad si tiene buenos fundamentos.
¿Fáltale anchura? Esta Virgen es muro de todo el mun-
do universo, y no solamente de éste, que es poco, sino de
130 todos los hombres. Mirá cuántos fueron y se murieron, y
vinieron otros y otros. Finalmente, de Eva somos todos
hijos según la carne, y de la Virgen según el espíritu.
Aítcto de Madre, corazón de defensora tiene esta Niña
para todos los hombres; mirad si ha menester ser larga
135 para ser madre de tantos hijos. Niña, ¿de dónde tenéis
vos manto para cubrirnos a todos? ¿De dónde alas para
abrigar tantos pollitos? ¡Más ancha es que la tierra! Caben
en ella justos y pecadores; los pecadores son perdonados
por los ruegos de ella, y los justos conservados en gracia;
140 [cabe] quien no cabe en el cielo, más ancho que la tierra,
y cielo y ángeles; que pues Dios entró en ella y cupo en
ella, ¿no cabrás tú, pecador? Sancta et immacuLata virgi-
nitas, quibus te laudibus efferam nescio, quia quem caeli
capere non poterant, tuo gremio contulisti. EL que no cabe
145 en los cielos, en tus entrañas se encerró; bien cabrás, pe-
cador, en las entrañas de la Virgen.
Bendito sea Dios, que tal Niña nos dió en muro, como dijo
Hieremías: Yo te he dado hoy en columna de hierro y muro
de metal. Muro es, pero no es del que dice Dios que son mu-
150 ros fáciles, muros de vidr[i]o. ¿Quién son éstos? ¡Plega
a Dios que no sea este que os habla! Sacerdotes, profetas,
hombres recogidos, gran queja tengo de vosotros: Quia non
opposuistis vos murum por la casa de Israel, para que estu-
viésedes en el día de la batalla del Señor. ¡Cosa brava! "Ando
155 — dice Dios — buscando un hombre que se ponga entre mí
y los hombres, para que, si los quisiere castigar, esté de su
parte; y porque no lo hallé, effudi indignationem meam".
¿Cuándo es el día de la batalla del Señor? Cuando suben
nuestros grandes pecados delante de su justicia. Quiere Dios
160 que cuando está enojado con el pueblo, que sus sacerdotes
145 Brev. Rom., Comm. Fest. B. Ai. V., resp. 1 ad Mal.
149 Cf. Ier. 1, 18. 157 Cf. Ier. 10, 25.
153 Cf. Ez. 13, 5.
PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
985
le vayan a la mano, porque no derrame su enojo. Quéjase
Dios que busca quien le vaya a la mano, y entre tantos no
halló uno. Esos son los muros de vidrio, ésos son los que no
tienen justicia para nosotros; y si para defendernos nos-
165 otros no la tenemos, ¿cómo la tendremos para los otros?
¿Cómo seremos poderosos para quitar el enojo de Dios contra
su pueblo? No es la Virgen de esos muros quebradizos ni de
los que no pueden sufrir un golpe por la caridad de los pró-
jimos. Niña fortísima, criada y endurecida en trabajos, bue-
170 na es para muro.
Las armas de la Vir- ¿Qué armas le pondremos para que
gen, amor y recogí- pelee con el Señor, para que lo ven-
miento za? ¡Norabuena entre la Niña!
¿Qué lleváis. Señora? Gran nego-
175 ció lleváis, pelear con Dios y que se amanse con los hombres;
el Señor os dé armas. ¿Qué armas lleváis? ¿Son riquezas?
No. que todas las dejó; y cuando grande, con sus manos tra-
bajaba para comer. Pues ¿qué lleváis? ¿Hermosura? Sabía
ella que dice el Sabio que es engañadora la gracia y vana la
180 hermosura. Que no es nada de eso. Pues ¿qué lleváis para
vencer? Dígalo El: Vulnerasti cor meum in uno oculorum
tuorum, et in uno crine colli tui: Has llagado mi corazón
con uno de tus ojos y con un cabello de tu cabeza. Su gran
amor, su gran obediencia y virtudes herían al Señor. Los
185 días de nuestra Señora habíamos de confesarnos y comul-
garnos y dar muchas alabanzas a nuestra Señora, en señal
que en estos días nos hace Dios mercedes por sus ruegos.
¿No creéis que a los que se aparejaren estos días les hará
Dios grandes mercedes, pues que tanto ama a esta bendita
Í90 Señora Virgen?
¿Qué le pondremos a la Niña? ¿Qué armas le daremos
para que pelee con Dios, y aun para que lo venza? Herido
has mi corazón, esposa mía. con uno de tus ojos y con un
cabello de tu cabeza. ¡Bendito seáis vos. Señor! ¿Tan tier-
195 no sois, que con miraros os hieren, y tan flaco que con un
cabello os atan? ¿Qué nos queréis decir. Señor, sino aue te-
néis los brazos y el corazón aparejados para recebirnos?
¿Qué cosa más tierna, que con mirarlo es herido? Veis aquí
las armas con que pelea la Virgen. ¿Qué será este ojo, no
200 dos? Inclina tu oreja, dice Dios. No dos orejas; no es más
de una. Unum est necessarium, un amor, una intención no
mezclada. Este es el ojo de que en otra parte dijo el Señor:
Si tu oio fuere simple, todo tu cuerpo será rfsvlandeciente .
¡Ay dolor, cuán lejos estaba el corazón de la Niña que le di-
205 jesen: Tu vino se ha mezclado con agua, y tu oro se ha vuelto
180 Prov. 31, 30.
183 Cant. 4, 9'
200 Ps. 44, 11
203 M"t. 6, 23.
986
SERMONES. CICLO SANTORAL
en escoria! El vino de la Virgen, su intención es; ojo no tor-
cido, no mezclado, No quería ella que se hiciese su voluntad,
sino la de Dios. "Cúmplase vuestra voluntad; no [se haga]
cuenta de mí. sino de vos; vea yo vuestra voluntad cumpli-
210 da". Ama la Virgen a Dios y a sí por Dios y el provecho de
los hombres. Este era el ojo de la Virgen, ojo claro; quien a
Dios ama, amará al prójimo bien. Herido me has con uno de
tus ojos. No hay cosa con que más aina se alcance Dios que
con amor; no sabe Dios defenderse del corazón que le ama;
215 porque no quiere. No hay ballesta que tan presto hiera.
¡Niña y tanto amor! Cristo dice: Adonde está tu tesoro, ahí
está tu corazón. Si el ojo es derecho, el cabello no es más
de uno; porque si la intención es derecha a Dios, no hay más
de un pensamiento; todo se emplea en Dios. ¿Qué tal es tu
220 tesoro? Tesoro de lodo y de carbones si lo has puesto en la
tierra, carne y vanidad, o en el viento de la honra, ¡ruin
tesoro! Donde está lo que amas, allí está tu corazón.
— ¿Qué haré, padre, que me siento a rezar y estoy seco
como un palo sin devoción? — Hermano, mirad que a lo que
225 amáis se va vuestro corazón; poned vuestro tesoro en el cie-
lo, y vuestro corazón se irá tras lo que amáis. Si el amor
está enlodado, ¿cómo tendréis el espíritu recogido?
¡La Niña, un amor! ¡Quién te viera cantar los psalmos
con mayor espíritu que el mismo David, que los compuso!
230 Quid mihi est in cáelo? ¿Qué tengo yo, Señor, en el cielo;
y de ti, qué quiero sobre la tierra? ¡Dios es mi ración! Una
cosa quiere Dios, que mi ración sea de amor puro; y porque
no tenía [s] más de un Dios, no tenías más de un amor. En
Dios pensaba cuando comía y cuando hablaba; dondequiera
235 que anduviese, siempre andaba pensando en Dios. De lo cual
los ángeles admirados, decían: Quae est ista, quae ascendit
de deserto? Señor, vergüenza me cae de decir estas palabras;
mas quítese esta vergüenza con ver que esta que tan bien
oraba es carne de nuestra carne. ¿Quién es esta que sube
240 del desierto como varita de humo? ¿Qué tal seria la ora-
ción de la Virgen, pues se maravillan los ángeles? ¿Quién es
esta que sube como humo? Humo, no de leña verde ni que
hace llorar, como el de las nuestras; que pedimos venganza
de nuestros enemigos y cosas de tierra; ése es humo que
245 hace llorar; no es vara que sube arriba, sino, como es tierra,
en la tierra se queda.
— Pues ¿qué tal es la de la Virgen? Ex aromatibus
myrrhae. Humo de encienso, de menjuí, y de estoraque, y de
odorífera poma; tales eran los pensamientos de la Virgen.
20Ó Is. I. zz.
217 Mt. 6, 21.
¡$ji Of. Ps. 72, 2.S.
237 Caut. 8,
248 Cant. 3, 6.
'Kl.sl \ I K ION Ul. M I
250 San Bernardo: "Algunos tienen acto de oración y no vida
de hombres que oran." De todo polvo que huela bien ha de
ser la oración buena; acompañada de buenas obras de cari-
dad, de ayunos y de diciplinas. Porque ¿qué aprovecha un
rato llorar, si lo demás es parlar? ¿Qué aprovecha que ten-
255 gas un rato de oración de noche, si el día lo gastas en risas
y vanidades? Esa vida no es de hombre que ora, porque el
que verdaderamente ha de orar, hase de guardar todo el día
no ofenda a Dios y ha de andar siempre pidiendo a Dios
nuestro Señor: "¡Dadme más de vuestro conocimiento!" Por-
260 que, ¿cuándo seréis rico, -si no juntáis la blanca de hoy con
la de mañana y de ayer y la guardáis muy bien?
De aquí nace aprovechar tan poco los hombres en el es-
píritu en tanto tiempo. Y el mismo San Bernardo dice: "Más
gente hallarás que de mala se torne a buena que de buena
265 en mejor". Parécenos que estamos seguros con no cometer
pecados mortales; despiértanos Dios para que le sirvamos,
y no ha acabado de despertarnos, cuando nos tornamos a dor-
mir y caer en nuestras flojedades. Oración tenía la Virgen,
y vida conforme a ella, porque la que sale de corazón des-
270 cuidado, abajo se va. Pues tiene la Virgen su pensamiento
tan recogido, buena es para pelear, pues tiene armas para
vencer a Dios; agora entremos en la pelea.
Vence la Virgen a Quien quisiere ver justas y correr to-
Dios en la oración ros> véalo en buena hora. Quien qui-
275 siere ver grandes escuadrones de gen-
te y derramar sangre, véalo; no parezca bien otra cosa a mis
ojos sino aquella guerra: ver una Niña de tres años; de una
parte, una doncella encerrada; y de otra, Dios. ¡Oh juego
tan bienaventurado, y quién viera la Niña luchar con Dios,
280 harto mejor que el patriarca Jacob! Mas éste no luchó más de
una noche y con un ángel; pero hízolo cuerdamente, que
para haber de luchar echó a sus mujeres, y pastores, y ga-
nado, y bestias por delante; hízolos pasar el río, y él que-
dóse solo de la otra parte, aparejado para bien luchar. ¿Que-
285 réis vos bien orar? Echad delante de vos todo lo que os im-
pide; decid a todos los negocios: "Apartaos de mí, que voy
a negociar con Dios". Y si es desacato a un rey o señor es-
tando hablando con él volveros a otras cosas, ¿qué será, es-
tando hablando con Dios, andar con los pensamientos acá
290 y acullá? Jacob una noche sola, y solo, luchó; luchó la Vir-
gen, más recogido el corazón. Aparejado luchó Jacob, pero
más aparejada la Virgen. Y así dice el Esposo: Hortus con-
clusus. Huerto cerrado, esposa mía, amiga mía, huerto en-
cerrado; cercado el cuerpo en el monasterio, encerrados los
265 San Bernardo, F.p. cyS : ML 182, 22Q.
2S1 Cf. Gen. 32. 25. 294 Cant. 4, 12.
btkMONth. CICLO SANTORAL
295 ojos y orejas y encerrados los pensamientos dentro de sí.
¡Quién viera la Niña levantarse de noche a escuras, y sen-
tarse a un rinconcito y comenzar con su corazón a combatir
a Dios!: Domine, si inveni gratiam in oculis tuis, dimitte eis.
Sí, que Moisén así oraba; pero ¿qué va de oración a oración?
300 Buena la de Moisén, mejor la de la Virgen. Señor, si hallé
gracia delante de ti, haz esta misericordia con los hombres,
remedia las almas que estén perdidas. Venga, Señor, el Cor-
dero, venga el Deseado de las gentes. Remédianos, Señor;
venga el agua que empreña la tierra. Rogaba la Virgen al
305 Señor que enviase a su Hijo para ser sierva de la que fuese
su Madre; quería ella ser sierva, y era la Madre. ¡Quién
viera qué respuesta le daba Dios!
Gusanillo eres, hormiga eres que andas por la tierra, y
está la Virgen rogando por ti en el cielo: "Señor, miseri-
310 cordia para aquel que me llamó y perdón para aquel que se
encomendó a mí". — "¿No veis que éste ha hecho tal pe-
cado y merece castigo?" Ese es el golpe: "No merece ese
hombre misericordia". Esos son los golpes que la justicia
de Dios da a quien se pone a rogar por otro.
315 — ¡Quién os viera replicar! ¿Qué réplica tenéis? — "Se-
ñor, ¿vengo yo delante de vos a alegar de justicia o a pedir
misericordia? Bien veo que merece castigo; mas pídoos yo
misericordia, Señor: o borradme del libro de la vida o per-
donad a éste". Si tuvo caridad Moisén para pedir esto a
320 Dios, ¿no la tendrá la Virgen? "Venga la maldición de la
pena sobre mí, y sobre ellos vuestra bendición; yo os ofrezco
mi vida y salud; castigadme a mí y perdonad a ellos; yo os
ofrezco mi honra: tratadme como quisiéredes, y sed piadoso
a estas piadosas entrañas". ¿No creeré yo esto de vuestras
325 entrañas, pues las tenéis más piadosas que las de Moisén,
y pedía él esto a Dios? ¿No creeré yo, Señora, que te apia-
darás de los pecadores, que te crió Dios para ellos? Mil veces
ofrecía la Virgen su vida por los hombres. Si anduviésemos
con la boca por el suelo por amor de ella, era poco; si la
330 amásemos y derramásemos sangre, y perdiésemos la vida
por ella, era poco. ¿Qué ofrecéis, Señora, por los hombres?
¿Vuestra vida? Poco es: otra vida ofreció ella que amaba
mucho más que la suya. ¡Dente gracias los hombres! Sabía
ella que la voluntad de Dios para que el mundo se remediase
335 era que muriese el Hijo. — "¡Que muera mi Hijo, pues que
vos, Padre, lo queréis!" — ¿Qué sentirías con dolor de Ma-
dre? — "Hágase, Señor, vuestra voluntad". — ¡Qué te de-
bemos! Quien supiere estimar qué tanto amaba la Virgen a
Jesucristo, éste sabrá estimar cuánto la debemos.
298 Cf. Ex. 34, 9.
303 Cf. Is. 16, 1 ; Ag. 2, 8.
319 Cf. Ex. 32, 32-
O.v PRESEN 1 ACIÓN Dt NUESTRA SEÑORA
989
340 Así oraba la Virgen al Señor: "Señor, si el mundo me-
rece castigo, venga sobre mí, y haced en ellos misericordia".
San Bernardo dice: Tepida est omnis oratio, quam non
praecedit inspiratio. Testigos hartos habrá de esto aquí;
fría es toda oración cuando no la mueve inspiración del
345 Espíritu Santo; órase fríamente cuando no viene primero el
soplo santo. San Pablo: El Espíritu pide por nosotros con
gemidos que no se pueden contar. Y otra vez San Pablo:
El Espíritu Santo, que está dentro de nosotros, nos enseña
a orar; hácenos reventar el corazón, que muchas veces no
350 sabe el hombre por qué llora. Pide el Espíritu Santo con
gemidos que no se pueden contar, ni el mismo que los da no
los entiende. No se os dé nada que no los entendáis, que
aquel Dios que os los inspira los entiende y hace que pidáis
conforme a lo que El quiere. ¡Qué tales serían, Virgen,
355 vuestras oraciones, pues eran movidas por el Espíritu Santo!
Pues si el mesmo Dios la enseñaba a orar, claro está que
oiría las oraciones de la Virgen. Alcanzó con Dios más que
Jacob, más que Moisén. ¿Qué pide Moisén a Dios? "Señor,
que tengáis las manos quedas; que no castiguéis este pue-
360 blo". En fin, por aquel tiempo ató las manos a Dios para
que no castigase a su pueblo, y la Virgen átale las manos
con sus oraciones para que aparte su ira y enojo de los
hombres. Un hombre santo, ¡qué alcanza de Dios! Si quiere
quitar la hambre del mundo, dícele: "Señor, suplicóos no
365 enviéis hambre al mundo por vuestra misericordia. Aquel
que está con dolores, quitádselos, Señor, quitadle aquellas
penas". Señora, ¿qué alcanzaréis vos? "¡Señor, que quitéis
los dolores!" Alcanza que reciba El penas y dolores por los
hombres. A la priesa de las oraciones de la Virgen responde
370 Dios. Tráelo de los cielos a la tierra, entra en su vientre,
ármale de unas armas y carne tan delicada, que le fatiga la
hambre y la sed y el cansancio, y le punzan las espinas,
dándole cinco mil y tantos azotes; ¡y El que tenga las manos
quedas y que calle, y le hinchan de dolores y que diga El al
375 Padre: ¡Perdónalos, Señor! ¿Quién puede alcanzar delante
de Dios negocio tan grande? Mediante las oraciones de la
Virgen. Dice Dios: Mujer, grande es tu fe; hágase como tú
quieres.
Si contra Deum fortis fuisti, quanto magis contra ho-
380 mines? Iba Jacob medroso de su hermano Esaú. Jacob,
habéis luchado con el Señor, fuerte contra Dios, ¿cuánto
más lo seréis contra vuestro hermano? Virgen, ¿quién se
343 San Bernardo, De diligencio Deo, c. 7, 22 (ML 182, 987) :
iNon dubium tamen quod tepida sit omnis oratio, quam non praeve-
nerit inspiratio».
347 Rom. 8, 26.
375 Le- 23» 24.
990 SERMONES. CICLO SANTORAL
pondrá delante de tu poder? ¿A quién no vencerás, pues a
Dios has vencido? De ahí nace que los demonios tiemblan
385 de la Virgen, huyendo de ella en nombrándola; es espan-
table su nombre contra ellos. El perseguido del demonio
recurra a la Virgen con fe, que luego será librado de él.
Uno de los principales remedios contra el demonio es re-
currir a la Virgen.
390 ¡La humildad de ¿Qué os espantáis que, estando con
María! aquellas doncellas, las prevaleciese a
todas y se enseñorease de ellas? La
que tales lágrimas derramaba, ¿qué conversación os pa-
rece que tendrá? ¿Qué alegría mostrará en el rostro, que
395 aun acá un hombre cuando sale de la oración en la cara
se lo veréis ? Esposas de Cristo, devotas de la Virgen, nin-
guno vió a la Virgen enojada. Y aunque no mostrase el
enojo en la cara, no entendáis que se iba al rincón a enojar,
que, aunque disimulaba por de fuera, tenía enojo en su co-
400 razón. Aprended de mi — dice el Señor — , que soy manso y
humilde de corazón. Tal lo tenía la Virgen, mansa, blanda
con todos, buscar el lugar postrero; ¡no sería abadesa! Dios
nos dé su gracia para que entendamos esto.
Ruegan el Hijo que sea rey; no quiere y vase huyendo;
405 no le hallaron. — ¿Por qué no queréis ser rey? ¿Podrán os
por ventura engañar o torceréis la justicia? ¿Por qué no
queréis? ¿Cairéis por ventura en pecado? — No. — Pues
¿por qué huís de la cosa tan segura? Huye el Señor de las
dignidades para darnos a entender que si el que estaba tan
410 seguro huyó, que el malaventurado gusano huya de las oca-
siones. El enfermo que hiciere del sano: "No me hará mal
el sol ni el aire; bien puedo comer de lo que quisiere, que
ya estoy bueno"; el enfermo que se quiere tratar como sano,
presto tornará a caer, y la experiencia le dará a entender
415 cómo era enfermo y no sano. Juicio durísimo — dice Dios —
será hecho a los que tienen mando, cuanto más si se dan
dineros por ello.
— Vended[me] vuestro regimiento, vuestra veinticuatría.
— ¡Loco!, ¿dónde están tus ojos? Ves una motica en tu
420 viña y en tu olivar, tienes tanta cuenta en tus dineros, y
en tu salud tienes tanta vigilancia que andas mirando:
"Esto me dañará, estotro me aprovechará", aun en las co-
sas muy livianas, ¿y en lo que toca a tu ánima tanto des-
cuido? ¡Ves una motica y no ves un monte muy grande!
425 Lastimera cosa es ver unos hombres tan astutos, que en
cosas hay que bastan a partir un cabello, y tan necios en
lo que tanto les va. ¿Qué cosa hay más necia que decir:
401 Mt. 11, 29.
105 Cf. lo. 6, 15.
416 Cf. Sap. 6, 5.
6t,. presentación DE XUKSTKA SEÑORA
991
"Toma dineros porque me juzgue Dios con juicio duro"?
Porque ¿qué es decir: "Vended [me] vuestra veinticuatría",
430 sino en buen romance: "Toma mil ducados porque me deis
con que vaya al infierno"? ¿No te contentas, ¡triste de ti!,
con juicio duro, sino que a tu costa quieres comprar juicio
durísimo porque tomas oficio que no mereces?
La Virgen persecuciones pasó; pero léese de ella que es-
435 taba alegre en las persecuciones. Una Virgen con tanta
lumbre en el entendimiento, tanta fuerza en la voluntad,
tanta humildad, ¿qué mal os estuviera, Virgen, que en este
mundo os mostrárades, pues que tan segura estábades de
caer? Llegaos que haga milagro. Hacen milagros santos que
440 están tan lejos de la Virgen como el cielo de la tierra, ¿por
los santos chiquitos tantos milagros, por vuestra Madre no?
Sospecho que se echaba la Virgen a los pies de su Hijo,
porque en esta vida no hiciese nada por ella, por la gran-
deza de la humildad que tenía. Rogaba ella esto a su Hijo:
445 "No me conozcan, no haga cosa que suene a gloria ni hon-
ra". Bien conocíais vos nuestra flaqueza, que somos amigos
de nuestro daño, de lugares altos. "Dejáme que tengo de ser
dechado de mucha gente que después de mí han de venir;
tengo de ser dechado de casadas, viudas y doncellas, para
450 darles ejemplo que amen el lugar postrero; aunque lo pu-
diera hacer a mí salvo, no quiero". ¡La humildad de la Vir-
gen, la esclava del Señor! Y así creo que la primera sería
en obedecer, y que tomaría la escoba para barrer, y siempre
haría los oficios más bajos.
455 ¡Oh, quién viera a esta Virgen cómo .trataba a aquellas
que tenía en su compañía? ¿Qué doncella se llegó a esta
doncella que fuese desconsolada? Cuando alguna estaba des-
consolada y se venía a ella, cómo rogaba a Dios: "¡Spñor,
remedio! No venga a mí esta desconsolada en balde". ¿Quién
460 ' se llegó a ti que no le fuese bien de ello? No es mucho que
fuese fuerte para los hombres la que lo fué con Dios, y así
creo que tenía presos los corazones de todos. Sacada del
monasterio, cásanla; casada, virgen vivió todos sus días.
¿Creéis que cuando vivía en el monasterio de las vírgenes
465 la querían bien? ¿Creéis que alcanzaba mercedes de Dios
para ellas? De creer es, pues, que, estando tan lejos de nos-
otros, hay tantos que la quieren bien.
Señal de predestina- Preguntóos que me digáis: ¿Cuán-
ción, tener gran devo- tos corazones de cristianos hay
470 ción a la Virgen ahora que pasarían muerte por la
honra de la Virgen? ¡Esto es ver-
dad! ¿Qué es eso? ¿Cómo queremos tanto a la Virgen?
¿Cómo hay tanta gente que la ama y qup tiene a María
|5i Le. i,
992 SERMONES. CICLO SANTORAL
escrita en su corazón? Señora, si pudieron tus virtudes pren-
475 der el corazón de Dios, ¡qué mucho que prendan el de los
hombres! Tu cuello, Iglesia es, como turris David, mille
clypei pendent ex ea, omnis armatura fortium. ■ — ¿Quién
es la cabeza? — Cristo. — ¿Quién es el cuerpo? — La Iglesia.
— ¿El cuello, quién? — La que traba con sus oraciones el
480 cuerpo con la cabeza, medianera entre Dios y los hombres,
más alta que nadie; y cerca de Dios en bondad y alteza y
cerca de nosotros por misericordia; más alta que nadie, pero
más baja que todos en sus ojos. El cuello de la Virgen torre
es: Collum tuum sicut turris ebúrnea. En este cuello mil es-
485 cudos penden, donde se arman los fuertes y a ella se acogen
los flacos.
¡Qué cosa, y cosa! ¡Cuántas doncellas ha habido que les
rogaba el mundo con casamientos ricos y estados, y preva-
leció tanto en ellas el amor de la Virgen, que lo desecharon
490 todo y dijeron: "Por amor de la Virgen yo prometo a Dios
y a ella virginidad" ! : Adducentur Regí virgines post eam.
¡En hora buena ella fué virgen y en hora buena entró en el
monasterio! Serán traídas al Rey muchas vírgenes después
de ella, por amor de ella, por querer seguir su virginidad.
495 Quien tiene guerra con su carne, sepa que en ella se arman
los fuertes, y vénzala con el amor de la Virgen.
Si sois flacos para ayunar sus vigilias, que os hagáis
fuerza. ¡Cuántos mártires por el esfuerzo de esta mártir
fueron mártires, acordándose del sufrimiento que ella tuvo
500 ante la cruz, y decían: "Quiero tener paciencia en mi trabajo,
pues que esta Virgen tanta tuvo en los suyos"! ¡Cuántas
madres se consolaron en la pérdida de sus hijos acordándose
del Hijo que esta Virgen vió morir ante sus ojos! ¡Y cuántos
pobres se consolaron en su pobreza y trabajos! ¡Cuántos
505 perdonaron sus injurias porque la Virgen perdonó a quien
mataba a su Hijo! Para sufrir y perdonar y ser vírgenes
hay ejemplo en la Virgen.
Señora, ¿y los flacos no hallaremos algún remedio en
vos para nuestra flaqueza? Si la carne te tienta, llama a
510 María. ¡Bendito sea Dios! ¿No habéis mirado esta mara-
villa: un hombre y una mujer que tienen tal virtud, que,
mientras más los amáis, sois más casto? ¿Quién pegó cas-
tidad en el corazón de un hombre amando mucho a una
mujer? Pues veis aquí una Virgen que, mientras más un
515 hombre se enamora de ella, será más casto. Dió Dios una
carne a Jesucristo y a la Virgen (que toda es una) virginal,
que basta para santificar otras carnes. La mujer que se
enamora de Jesucristo, por el mismo será casta, y mientras
más de El se enamorare, más casta.
477 Cf. Cant. 4, 4. 485 Cant. 7, 4. 491 Ps. 44, 15.
6Í. PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
993
520 Unico remedio contra las tentaciones de la carne, recebir
con limpieza el cuerpo de Jesucristo. Decirme héis: Los
flacos y personas que reciben mucho al Señor, ¿por qué no
son castos? — Porque no reciben bien el cuerpo de Jesu-
cristo; porque, si bien lo recibiesen, no dejarían de tener
525 limpieza. De Adán nos vino la suciedad de su carne; pues
más limpia es la carne de Jesucristo que sucia la de Adán;
y si bien la recibiésemos, más nos limpiaría que nos ensució
la otra, sino que la recebimos mal.
— ¿Qué haré, que soy tentado de la carne? — Ten a la
530 Virgen por abogada, que huele a encienso muy bien, que en
las plazas derramó su olor. La Virgen huele a mirra que
mata los gusanos, que es significada por la castidad, que
mata los gusanos de la suciedad; porque si fueres devoto
de ella, sentirás deshacerse las tentaciones, como la cera
535 delante del fuego. Llama a la Virgen y dile: "Señora, porque
os hago servicio, yo pelearé con amor contra amor; contra
el amor de mi mala carne, con el vuestro".
Y la Virgen tiene armas para flacos y tentados de des-
esperación. San Bernardo: "En todas tus necesidades y
540 trabajos llama a María, que si contra Dios pudo, ¿no po-
drá contra tus enemigos? Y si caminas por el mar tempe-
tuoso de este mundo, mira al norte, mira a María; aquel
sólo no la llame que la llamó en sus necesidades de todo
corazón y no le socorrió".
545 ¿Pensáis que es ser devotos de la Virgen, cuando nom-
bran a María, quitaros el bonete no más? Más hondas
raíces ha de tener su devoción, que así dice nuestro Redemp-
tor: In electis meis mitte radices: — ¿Qué raíces? — Una
gran devoción de corazón con la Virgen; y quien ésta no
550 tiene, no descanse hasta que la halle. Una de las señales de
los que se han de salvar es tener gran devoción a la Vir-
gen. En mis escogidos, Madre, echa raíces. — ¿Cómo al-
canzaré esta devoción? — '¿Cómo sus padres, que eran tan
estériles, la alcanzaron a ella de Dios? Tan estéril es vues-
555 tro corazón como sus padres lo eran para alcanzar tal Hija.
¿Pues cómo la hubieron? Con ayunos y lágrimas, y oracio-
nes, y guardando muy bien la ley de Dios; y en pago de
esto les dió Dios a María. — ¿Qué haré para tener devoción
con la Virgen? —¿No le tenéis devoción? Harto mal tenéis;
560 harto bien os falta; más querría estar sin pellejo que sin
devoción de María. En mis escogidos echa raíces. —¿Qué
haré para alcanzar esto? — Que deis limosnas. Que cuando
531 Cf. Eccli. 24, 19-20; Cant. 1, 3,
535 Ps. 67, 3.
544 Cf. San Bfrxardo, Siipcr tMissus estt, hom. 2, 17 i SEL
183, 70 s.
548 Eccli. 24, 13.
B.Avila 2 32
994
SERMONES. CICLO SANTORAL
veis una hija de vuestro vecino que por necesidad se ha de
perder, que digáis: "Quiero meter esta doncella monja o ca-
565 sarla por amor de la Virgen. Quiero ayunarle los sábados,
sus vigilias, a pan y agua, o como pudiéredes; quiero rezar
este rosario por su amor". Que tal es el amor de esta Se-
ñora, que, aunque derraméis la sangre, es bien empleado
por ella.
570 Ten delante del Padre a su Hijo, y delante del Hijo
a su Madre. Ofrece el Hijo al Padre, y di: "Señor, ofréz-
coos lo que me distes; por sus llagas habed, Señor, compa-
sión de mí". Si tuvieres devoción en aquellas llagas y la[s]
ofrecieres a su Padre con fe que te ha de oír, gran bien
575 tienes. Porque, si no te aprovechares de Jesucristo y de sus
trabajos, contárseos ha a gran ingratitud; que los benefi-
cios hechos a los desagradecidos, por perdidos se cuentan.
Dios murió por ti, y no lo sientes y no te aprovechas de
ello; tanto es de tu parte como si no muriera; antes será
580 para gran daño tuyo, que te serán demandados sus traba-
jos muy terriblemente, sino decir: "Padre, mucho te debo,
por tu Hijo me haz esta merced".
Así como el Padre nos dió grandísimo don en darnos a
su bendito Hijo para nuestro remedio, así también el Hijo
585 nos dió gran don en darnos a su bendita Madre por abo-
gada nuestra. Sé que cuando El dijo a San Juan al pie de
la cruz: Ve ahí a tu madre, en nombre de todos dijo; allí
entramos todos los cristianos. Danos Dios a su Madre por
madre; agradezcámoselo, y agradézcanselo los ángeles. Si
590 esto hiciéredes, si pusiéredes al Hijo delante del Padre y
a la Madre delante del Hijo, gran señal tenéis de salvación.
¿Qué haré por la — '¿Qué haré por la Virgen? Muchos
Virgen? bienes me ha dado Dios por ella; ¿qué
haré por ella? —¿Acuérdaseos de aque-
395 Has bodas cuando faltó el vino, que dijo la Virgen a su Hijo:
"Hijo, no tienen vino, compasión tengo de ellos"? Díjole
nuestro Redemptor: Mujer, ¿qué tengo que ver contigo?
— "¡Bien lo entiendo!" Vase a los que servían las bodas:
Quodqumque dixerit vobis, facite: Todo lo que os dijere
600 mi Hijo hacedlo. ¡Qué breve sermón, mas muy compendio-
so! Aquí predicó tanto como Esaías, San Pablo y San Lucas,
y todos los apóstoles y profetas. Nunc, filii, audite me: Oíd-
me lo que os quiero decir; quizá de la boca de la Madre
se imprimirá en vuestros corazones: Todo lo que mi Hijo
605 os dijere hacedlo. Y así el mayor servicio que le podéis ha-
cer es hacer lo que manda su Hilo: "Señora, por vuestro
amor perdono esta injuria". ¿Tenéis amor malo a mujer?:
587 lo. 1U, 27.
600 lo. 2, 5.
603 Cf. Prov. S, 32.
605 lo. 2, 5.
6|. PURIFICACIÓN DE -NUESTRA SEÑORA 995
"Quiero apartarme de ella por vos. Quiero callar, silencio
quiero tener por amor de vos; aquello que más me duele
610 hacerlo o dejarlo de hacer, ofrecerlo por la Virgen". Que
quererla bien y no imitarla, poco aprovecha. Imitémosla en
la humildad y en las demás virtudes; porque ella es el de-
chado de quien hemos de sacarlas; y haciendo esto nos al-
canzará gracia y después gloria.
64 DÍA DE OFRECER A DlOS MUCHO
Purificación de Nuestra Señora. 2 de febrero.
(Ed. 1506, II, pp. 343-360.)
Sanctifica mihi omne Primogenitum, iam de ho-
minibits quam de iumentis ; mea sunt cnim omnia.
Santifícame todo primogénito, así de hombres como
de animales, porque mías son todas las cosas
5 (Kx. 13, [2])-
Exordio Comencemos el sermón por donde comenzamos
la misa: Suscepimus, Deus, misericordiam tuam
in medio templi tui. Habernos, Señor, recebido tu misericor-
dia en medio de tu templo. Este es el hacimiento de gra-
10 cias que hace hoy la santa madre Iglesia a Dios por haber
enviado hoy su Hijo al templo. Orígenes dice que uno de los
nombres con que es llamado Jesucristo es Misericordia; y
así, decir que Dios es Padre de las Misericordias es decir
que es Padre de Jesucristo. Hoy fué presentado al templo
15 el Señor del templo, y por manos de otro más verdadero
templo, que fué la Virgen; y pues en ella lo recebimos y
por ella, roguémosle que, mediante sus oraciones, ahora lo
recibamos.
Fiesta de la Presen- <Sanctifica mihi... Ofréceme — dice
20 tación Dios — todos los primogénitos, asi
de hombres como de animales, por-
que mías son todas las cosas. San Gregorio dice que no se
puede edificar moralidad sin contar primero la historia. Y
así habéis de saber que hoy, cuando menos, concurren tres
25 fiestas, las cualen son: Purificación, Presentación, Candela-
ria o fiesta de Simeón.
La Presentación, que es la mayor, fué cuando, no que-
riendo Faraón soltar al pueblo de Israel de Egipto, aunque
Dios le había castigado con nueve plagas o azotes, matóle
30 Dios en una noche todos los primogénitos, desde el primo-
génito del rey hasta el primogénito de un esclavo; y enton-
9 Ps. 47, io ; Miss. Rom., In Purif. B. M. V., UvUoU.
13 2 Cor. i, 3.
14 Orígenes, Comm. in ep. ad Rom., 1. 9, 1 : MG 14, 1204.
22 Ex. 13, 2.
23 San Gregorio Magno, Hom. in Ev., 1. 2, hom. 40, 1 : ML
j6, 1302. 31 Gf. Ex. 13, 15.
996
SERMONES. CICLO SANTORAL
ees. dejóles Faraón salir a sacrificar, y así dijo Dios: "Pues
para libraros maté yo los primogénitos de Egipto, justa cosa
es que, en reconocimiento de esta merced, me ofrezcáis a mi
3S todos vuestros primogénitos. Los primogénitos de un tribu,
que es el de Leví, serán míos para -siempre; los demás re-
dimirlos héis por cinco siclos cada uno". Y si fuesen ani-
males sucios, como perros, o los habían de matar o trocar-
les por otros, ut ibi dicit: Omne primogenitum asini muta-
40 bis ove. Y esto se llamaba Presentación, la cual se hacía
en los cuarenta días después del nacimiento; y así dice el
Evangelio: Postquam impleti sunt dies Purificationis Ma-
ride (la glosa interlineal dice, y refiérese a nuestra Señora,
según nosotros en nuestro texto decimos, o, como quiere la
45 mesma glosa, a Jesucristo), no porque en ella hubiese que
purificar, sino para denotar lo que mandaba la ley; como
si dijese: los cuarenta días que la ley mandaba para la
purificación.
Purificación La segunda fiesta se llama Purificación, la
50 cual es por los pecados que la mujer cuan-
do preñada hace en la concepción y en el parto: en la con-
cepción del niño, en superfluos deleites; cuando preñada, an-
tojadiza, regalada; después del parto, descontentadizas, ren-
cillosas, enojosas. Por tanto, mandaba Dios que por estos y
55 otros semejantes pecados, que, si pariese hijo, hasta cua-
renta días no entrase en el templo; y si hija, ochenta; y a
los cuarenta días llevase un cordero, si fuese rica, o un par
de tórtolas o palomas si fuese pobre. Pero, por esta parte,
libre era la Virgen; porque particular cuidado tuvo Moisén
so de sacarla cuando dijo: La mujer que hubiere concebido de
varón; para dar a entender que había de venir la Virgen,
que no concebiría de. varón, sino de Espíritu Santo; pero
quiso cumplir la ley como verdadera obediente a la ley,
para dar ejemplo de obediencia.
65 Candelaria o fiesta La tercera fiesta es del santo viejo
de Bímeón Simeón, el cual deseaba y pedía al
Señor que enviase la salud que había
prometido a todo el pueblo. Para lo cual habéis de imagi-
nar que tal día como ayer, teniendo la Virgen aparejada su
70 ofrenda, salió del portal de Belén y de do había parido;
porque no era lícito salir del lugar donde pariese hasta el
día de la Purificación o Presentación; y compró un par de
37 Lev. 27, 26-27.
40 Ex. 34, 20.
43 Cf. Le. 2, 22.
45 Biblia sacra aun glossis interlinean et ordinaria, Niculai Ly-
rani Postilla... (Lyón 1545), t. 5, f. 131 r : «Marine vel Domini».
61 Cf. Ex. 13, 13.
64. PURIFICACIÓN IH NUESTRA SEÑORA 997
tórtolas o palominos como pobre, porque el oro que los reyes
le habían dado ya lo había, como misericordiosa, expendido
75 a pobres. Y ayer tarde vino a Jerusalén, y esta noche dor-
miría en casa de algún amigo o pariente. Y tal como esta
mañana viene al templo con su Niño en los brazos, y ama-
nece con su sol, más claro que éste, en el templo. Y había
un hombre justo y temeroso, porque no puede ser justo sin
80 temer: Qui sine timore est, non potest iustificari. Porque
el que no tiene temor, presto caerá. El que dice: "Aunque
vaya allí, no caeré; aunque vaya a tal casa, no me acae-
cerá nada", presto caerá. Y, por tanto, dice el Sabio: Bea-
tus vir, qui semper est pavidus: Bienaventurado el varón
85 que está siempre temeroso. Y antes había dicho: Sapiens
fugit, tt declinat a malo: stultus confidit, et transilit. El
sabio huye y apártase del mal, y el necio cae. Y así el santo
viejo, como era justo, temía.
Et expectabat redemptionem. No puede haber mayor
90 señal para ver si este buen viejo era santo y bueno que
desear el bien común. Dice San Ambrosio: "Era justo por-
que deseaba el bien del pueblo". Decía: "¿Pensáis que
tengo de ver tanto bien?, ¿que tengo yo de ver con mis
ojos al Señor?, ¿que vea yo la libertad del pueblo? ¡Oh
95 Señor, si vos sois servido, no me llevéis hasta que yo con
mis ojos vea tanto bien!" Este era. Viejo, que no nos consta
ser sacerdote, y tan deseoso del bien común. Padres sacer-
dotes, si hubiera ahora muchos Simeones, ¡qué bienaventu-
rados fuéramos! ¡Qué confusión para nosotros, que nos cón-
ico tentamos con decir una misa, y qué de paso, y qué de prie-
sa, sin amor, sin agradecimiento! Bienaventurado el que,
cuando tuviere a Cristo en sus manos, sintiere lo que este
viejo Simeón. Que el sacerdote tan limpio ha de ser, que
no ha de llevar pecados que llorar en el altar, sino los
105 pecados del pueblo; porque, según San Agustín dice, el
pecado mortal no es pecado de cristiano, ¿cuánto menos lo
será de sacerdote? Y así se quejaba Dios por Malaquías,
diciendo: ¿Por qué me hinches mi altar de gemidos? Lo
cual se puede entender de dos maneras: la una, de las que-
110 jas que tienen vuestros prójimos de vosotros, padres sacer-
dotes, las viudas pobres; la segunda se puede entender:
89 expect'aba
So Eccli. i, 28.
S5 l'rov. 28, 1.4.
87 Cf. Prov. 14, 16.
89 Cf. Le. 2, 26.
92 San Ambrosio, Expos. in Le, 1. 2, ¿8 (MI. 15, 1655) : «Et
bene iustus, qui non suam, sed populi gratiam requirebat».
106 San Agustín, In lo. Ev.. tr. c. 8, 10 (ML 35, 1697) ; «De-
l>et auteni [ea crimina] non liabere oinnis dhristiarras homo».
108 Cf. Mal. 2, 13.
99S
SERMONES. CICLO SANTORAL
"¿Por qué hacéis pecados que tenéis después que gemir
en mi altar?" Decí, aunque veis las necesidades de la Igle-
sia, ¿cuántas lágrimas os cuestan? ¿Cuántos gemidos ro-
115 gando a Dios que la remedie?
Cuando Urías fué llamado de la guerra por David, y lo
envió a dormir con su mujer y dijo: Arca Dei manet in
papilionibus: El arca del Señor queda en los casares, y mi
señor Joab peleando contra mis enemigos, ¿y que duerma
120 con mi mujer? ¡Por la salud de tu ánima, no haré tal
cosa! Mirad qué respuesta de un hombre casado. Y aun
por no haber muchos Urías, anda el mundo como anda.
Este, por estar el arca en el campo peleando contra sus
enemigos, no quiso llegar a su mujer propia, y habrá ahora
125 muchos que deseen llegar a las ajenas.
Pues porque el santo Simeón deseaba este bien común,
por eso era justo; y así como Dios se lo había prometido
se lo cumplió, porque vino in spiritu in templum. No quie-
re decir que vino en espíritu, y no en cuerpo, sino movido
130 por Espíritu Santo; no como vienen muchos, a parlar, a
reír o movidos por otras vanidades.,
Et accepit eum in ulnas, etc. ¡Qué pensáis qué regocijo
ternía cuando viese tal merced, y tan deseada, cumplida,
y viese en sus brazos el bien del mundo! Comiénzase a hacer
135 niño con el niño, que es Cristo. Renovarse ha como la del
águila tu juventud. Si en el deseo de este santo te ocupases
o con él vinieses con espíritu al templo, la Virgen te daría
su Hijo en los brazos como a éste; y pues es tan dadivosa,
pidámosle a su Hijo, que dárnoslo ha. En las manos lo tomó;
140 porque no le recibió por palabra, sino por obra. Aquel re-
cibe la gracia del Señor en sus manos, que la pone por obra.
¿Veis cómo se regocija el buen viejo teniendo a Dios en sus
manos? Pues ¿cómo puede un sacerdote ofender a Dios te-
niendo a Dios en sus manos? ¡Oh quién con trompetas di-
145 jese aquel Benedicite, sacerdotes Domini, Domino! ¡Cómo
no nos deshacemos de alegría cuando vemos a Dios en
nuestras manos! Derretídose ha mi ánima después que me
habló mi Amado, dijo la Esposa. ¿Cómo nos atrevemos a
le ofender, y no decimos como Josef de su amo: ¿Cómo
150 podré yo ofender al que todas las cosas de su casa me tiene
entregadas? ¿Con qué ojos le vemos, pues así le ofende-
mos puesto en nuestras manos? ¿Sabéis de adonde viene no
sentir lo que este santo viejo? Por no haber con lágrimas
procurado y demandado esta venida, como éste la pidió.
155 ¡Oh qué pena debe haber para el mal sacerdote en el in-
fierno! San Basilio dice que a la muerte del buen sacerdote
121 Cf. 2 Reg. ii. u
132 Lic. 2, 28.
is6 Ps. I02- £.
145 Dan. 3, 84.
148 Cf. Cant. 5, 6.
151 Cf. Gen. 39, 9.
Ó.\. PURIFICACIÓN DE STJESTRA ShÑOK A
muchos ángeles bajan del cielo por su ánima, y a la muerte
del malo muchos demonios vienen por su ánima.
Bendijo a Dios, y dice: Nunc dimittis. Con razón, por
cierto; porque quien a Dios recibe, ni tiene más que pedir
ni que desear.
Títulos tiene Dios pa- Sanctifica mihi. etc. Echad mano
ra pedirnos tanto a las bolsas- ¿Traéis bolsas? Día
es hoy de dar y ofrecer a Dios
mucho, pues tanto demanda: Santifícame todo primogénito,
ansí de hombres como de animales; porque mías son todas
las cosas.
Espántome, Señor, cómo a gente tan pobre y tan ava-
rienta como nosotros le pedís tanto. Señor, si yo fuese
tan largo como la Virgen, daría todo lo que me pedís;
pero pobre y avariento, ¿cómo lo podré dar? Pues en esa
palabra me demandáis que os dé todas las cosas: Dame
tu primogénito, que es tu primer amor.
Ponen dos maneras de amor los filósofos: uno de con-
cupiscencia y otro de amistad. El de amistad te pide Dios,
pues en El está bien empleado. ¿Para qué quieres riquezas?
Para comer y vestir. ¿Y para qué quieres comer y vestir?
Di la verdad, que no es sino porque te quieres bien. Pues
ese amor propio, el cual es causa de todos los otros amo-
res, ése es tu primogénito, el cual Dios te pide: "Dame el
amor de tu ánima, el cual es causa de todos los otros y fin
y paradero de ellos. Dame acá la fuerza de tu ánima;
veamos si me amas de veras". ¿Qué hay que no haga un
hombre por amarse a sí mismo? A las Indias va; ni teme
mar, ni trabajos, ni muerte". Dame acá tu primer amor".
— ^Bien parece, Rey mío, que tenéis ojos de lince, que
penetráis lo secreto de mi corazón; bien parece que ha-
béis escudriñado todos los rincones y secreto de mi cora-
zón, pues en sola esa palabra me pedís cuanto tengo, mi
vida, mi ánima y mi cuerpo. — Dame ese primer amor,
porque es mío. — Pues, Señor, si es vuestro no puedo ha-
cer otra cosa; por fuerza os lo tengo que' dar. — No lo
quiero por fuerza ni por temor, sino dame tu amor, y dá-
melo por amor.
— ¿Señor, a un hombre tan miserable y tan necesitado
pedís tanto? En verdad que habéis de enseñar títulos de
cómo es vuestro, si queréis llevar vuestra herencia; si no,
alzarémonos con ella. — Pues sea el primer título. Poné
de una parte en una balanza un enojo de Dios, y de otra
parte en otra balanza todos los tormentos que se puedan
imaginar y toda muerte cruel. Mirad qué tal Señor es Dios,
158 Cf. San Basilio, Comm. in Is., c. 5, 166 s. : M¡G 30, 394 s. ;
Pe Bapt., 1. 2, q. 2 : MG 31, 1582 s.
17, Santo Tomís t»e Aquixo, Snmma theol., 1-2, q. 26, a. 4.
que antes habéis de elegir todos los tormentos y muerte
que no hacer un enojo a Dios; mortal pecado se entiende.
— Recia ley es ésa. — Decía Elias a la vieja de Sarepta:
205 Haz -para mí primero de esa harina y aceite una torta y
después para ti y para tu hijo. ¿Habéislo entendido? Que
primero habéis de cumplir con Dios que con vuestra honra,
que con vuestra hacienda, que con vos mismo. Haya para
Dios y falte para vos. —Palabra recia y dura. — No es recia
310 ni dura, sino tú eres recio, duro y flaco para cumpürla.
— Muéstrame título. — Mea enim sunt omnia. — Llevad
vuestro niño delante de Dios, y pareceros ha cosa justa lle-
var el niño a Jerusalén, que quiere decir vista de paz. Di-
chosa ánima de la cual se dijere con razón lo del Evange-
216 lio: Tulerunt puerum: Llevaron el niño a Jerusalén. Cuando
os pareciere recia ley, llevad vuestro niño, que es vuestro
espíritu, a Jerusalén, a vista de paz, y veréis cómo es cosa
justa; llevad vuestro niño a considerar quién es Dios, a
considerar su hermosura, su bondad, y hallaréis que ma-
220 jestad infinita demanda reverencia infinita; la bondad in-
vestiga ble todo tu amor pide.
Si entendiésedes estos títulos todos, veríades que todo
se le debe. Mandáis cuando estáis malo matar una gallina.
¿Para qué la mandáis matar? — Para vivir yo, porque es
225 mía. — 'Pues, si os parece cosa justa matar vos un animal
para vivir vos porque es vuestro, más sois vos de Dios que
es el animal vuestro; pues luego aunque muriésedes vos
por su contentamiento, con justo título os pedía la 'vida.
Matar vos por vuestro contentamiento vuestro animal, aun-
230 que no tengáis necesidad de él, no es pecado, porque por
ser vuestro os debe la muerte. Siendo vos más de Dios
que el animal vuestro, más verdaderamente le debéis la
muerte, y padecer cuantos tormentos se os ofrecieren por
El, y amarle sobre todas las cosas. ¿Qué os parece que
235 piensa un corazón de carne cuando oye decir que es me-
nester padecer trabajos por no desagradar a Dios? Pésale
de tal mandamiento y ordenación de Dios y viene a me-
nospreciar lo que el Señor le manda.
Santifícame todo primogénito. Señor, aunque bastaba
240 ese título que habéis mostrado, si fuéramos los que había-
mos de ser, pero somos muy avarientos. Mirad si tenéis
otro título.
— Sea el segundo título. Porque yo maté a todos los
primogénitos; yo maté al demonio y a sus primogénitos,
245 que son los pecados; porque yo maté tus pecados, por los
cualas estuvieras en el infierno para siempre jamás; yo te
206 Cf: t Reg 17, i.v
211 Of. Ex. 13, 2.
215 Cf. T.c. 2, 22.
64. I'I KII ILACION DE NÜESTRA SEÑORA 1001
saqué de allá y te puse en el camino del cielo. ¡Si entendie-
ses cuánto debes a Dios por no te haber dado la muerte
cuando tenías grandes pecados! ¿Sabes cuánto le debes?
250 Que tantos infiernos merecías, cuantos pecados has hecho;
y si considerases que tanto es no te dar el infierno mere-
ciéndolo como sacarte de él estando allá, si una vez de allá
te hubieran sacado, ¿qué te pareciera recia ley, aunque te
mandara los mayores trabajos del mundo?
>55 — Mostrá otro título, Señor, si lo tenéis. — Qui habet
aures audiendi, audiat. Si por matar los primogénitos le
debo y me demanda este amor, por el modo con que los
mató, ¿qué le deberé? Si por matar los primogénitos tanto
le debo, por matar a su primogénito y mayorazgo, adora-
J60 do de los ángeles, amado como a sí mismo, unigénito suyo,
¿qué no te deberé, Rey mío? ¿Qué ley me parecerá recia?
Pues más te debo por el modo con que me redemiste que
por el remedio que me diste.
¿Qué te daré, Señor, Quid retribuam Domino pro om-
265 en recompensa? nibus quae retribuit mihi? El me
sacó del infierno y mató mis pe-
cados, y para ello mató a su mayorazgo. ¿Qué te daré en
recompensa, Dios mío? Mi vida no es nada, porque, aunque
se ayuntasen todas las vidas de los ángeles y de los hom-
270 Dres y todas te las diesen, más me diste tú en darme a
mí la tuya que te daría en dártelas yo todas. Pues ¿qué
te daré, Señor, pues tan poca cosa es mi vida en recom-
pensa de la tuya?
¡Oh bienaventurada viuda, que, por mirar Dios a tu
275 corazón, ofreciste más que todos! — ¿Qué es? ¿Que debe-
mos a Dios ayunos, limosnas, injurias? — Praebe mihi cor
tuum: Démosle el corazón, que con eso se contenta más que
con todo. ¿Decíroslo he? No sé si lo diga; habéisme de
perdonar, y rogar a Dios que os dé a entender esto y
280 quite de entre cristianos tan gran oprobrio. Dice Dios:
Santifícame todo mayorazgo, ansí de hombres como de bes-
tias. ¡Daca el mayorazgo de tu bestia, que es la sensuali-
dad!, ¿y no hay hombre que se lo quiera dar? Hijo de tu
bestia son los apetitos sensuales y pasiones naturales. Pues
285 si dijésedes a un amigo por quien hubiésedes puesto la
vida: "Matad un perrillo por mí", y no lo hiciese, ¿qué
sentiríades? Mal amigo es, por cierto, el que no mata una
bestia por un su amigo. ¡Oh Señor, bendito seas tú para
siempre, que no me demandas, en recompensa de la muer-
390 te de tu Unigénito, sino que mate yo mi bestia, y yo no
256 Mi. 13, 9.
265 Ps. 115, 12.
1002
SLKMONLS. CICLO SANTORAL
io hago! Una bestia tienes, hombre, un apetito de gula,
ira, envidia, que, aunque sea pecado por parte de la razón,
también lo es por parte de la sensualidad. Dice Dios: — En
recompensa de que maté yo a mi Hijo por ti, mata tú
2^5 esta bestia por mí. — ¡Oh Señor, que es una bestia que la
he mucho menester! — No te pido, dice Dios, bestia prove-
cnosa, sino perjudicial y dañosa para ti; una bestia que te
ha de acocear, morder y matar. Mata esa bestia, que son
los regalos de la carne, porque si no los matares morirás;
300 un pasatiempo malo en vuestra carne, un deleite de la sen-
sualidad, porque, si no, matarte ha. San Pablo: Si enim
secundum carnem vixeritis, moriemini; si autem spiritu jacta
carras mortificaveritis, vivetis. Si viviéredes conforme a
los apetitos de la carne, moriréis; pero si con el espíritu
305 mortificáredes los apetitos de la carne, viviréis. Si tu bes-
tia vive, muerto estás, a Dios has perdido, y los demonios
poseen tu ánima. ¿Quién no matará su bestia, pues Dios
por nosotros entregó a la muerte su Mayorazgo?
— ¡Oh señor, soy muy piadoso; no puedo matar nada,
310 no tengo corazón para ello! — No dice Dios que lo mates
tú, sino que lo des al sacerdote que lo mate, y derrame la
sangre, con el cuchillo. Por tanto, si hay aquí alguno que
tenga bestia, démela, y matársela he. Si hay alguno que
tenga bestia de carne, dalda acá, y matarle he con el cu-
315 chillo de la palabra de Dios: Qui in carne vwunt, Deo
placeré non possunt! Dice San Pablo que los que según la
carne viven no pueden agradar a Dios. ¿Para qué queréis
vivir, si no habéis de agradar a Dios, pues más vale agra-
dar a Dios con muerte y trabajos que vivir, con cuantos
320 bienes hay, en su desgracia? ¿Traéis bestia de malqueren-
cia? Mostralda acá, y matarla he: Si non dimiseritis ho-
minibus peccata sua, nec Pater vester dimittet delicta ves-
tra: Si no perdonáredes las injurias, ni vuestro Padre per-
donará vuestros pecados. Y en otra parte dice: Perdonad,
325 y perdonaros han. Si alguno trae lo ajeno, San Agustín
dice que no se perdona el pecado si no se restituye lo to-
mado.
— Padre, si con todo eso soy tan codicioso que no quie-
ro dar mi bestia a Dios, ¿qué le daré? ¿Qué remedio tengo,
330 si no quiero dar mi mayorazgo? Porque no sé lo que querrá
hacer Dios de mí; no sé si me ha de mandar perder ha-
cienda, honra y vida. — 'Pues mirá cómo os engañáis, que
el perder por Dios ganar es. Qui amat animam suam perdet
305 mortificáredis
305 Rom. 8, 13. 324 Cf. Mt. 6, 15.
316 Cf. Rom. 8, 8. 325 Le. 6, 37.
327 San Agustín, Ep. 153, c. 6, 20 (ML 33, 662) : «Non remittetur
peciatum, nisi restituatur ablatum».
64. PURIFICACIÓN DE NUESTRA Sh.ÑOK\
1003
eam: El que ama su ánima perderla ha, y el que perdiere
335 su ánima por mí, hallarla ha en la bienaventuranza; que
el perder por Dios ganar es, y el no perder por Dios perder
es. ¿De eso os espantáis? Sé que juego hay que se llama
el ganapierde. Todo cuanto guardas para ti, lo pierdes; y
cuanto pierdes por Jesucristo, lo tienes guardado; que la
340 piedra preciosa en el arca, aunque no la veáis, más guar-
dada está que en la mano.
San Pablo: Omnia vestra sunt, sive Apollo, sive Cephas,
sive Paulus, sive praesentia, sive futura; vos autem Christi,
Christus autem Dei. Todas las cosas son vuestras, sirviendo
345 a Dios, ora sea Pablo, ora sea Cejas, todo lo presente y
por venir; y Jesucristo es vuestro con que seáis vosotros
de Jesucristo. Si sois de Jesucristo, todo es vuestro; si no,
no tenéis nada. ¿Qué podéis perder? ¿Vida? San Bernardo
dice que la vida sin Jesucristo, infierno es. ¿Qué podéis
350 decir, que es vuestro? ¿Honra? ¿Cómo llamaré mío lo que
me echa al infierno? Hermano, si os dais vosotros a Dios,
todo es vuestro; si no, no tenéis nada. Démosle luego honra,
hacienda, dineros, vida; que el dársela es no para per-
derla, sino para que nos la guarde. San Pablo dice: [Scio
355 cui] credidi, et certus sum, quia potens est depositum meum
servare usque ad illum diem: Bien sé de quién me confio,
que cierto estoy que me tiene guardado cuanto le he dado
para aquel día. Cuanto le diéredes lo teméis guardado, y
cuanto no le diéredes perderéis. ¿Cómo no os consuelan los
36o trabajos y necesidades, aunque tuviésedes vida de galera,
pues la tenéis guardada para aquel día? ¿Cómo no hacéis
buen rostro a las injurias y infamias, pues tal cosa os
tiene aparejada?
Aprended de la Vir- — -¿Qué hará uno que no se atreve
365 gen a ofrecer a dar su mayorazgo a Dios y no
osa decir a Dios: "Señor, no quie-
ro vivir a mi contento, sino al vuestro"? — Andad acá con
la Virgen María al templo. — -Señora, ¿adonde vais? — Al
templo. — ¿A qué? — A presentar a Dios su Mayorazgo y
3^0 mío, el cual El me dió.
¡Quién viera aquel relicario de Dios y con cuánta hu-
mildad lo ofrece! Quia fecit mihi magna, qui potens est.
"Señor, este Niño os ofrezco; vuestro es, pues de vos es
eternalmente engendrado; y mío, porque por vos, para re-
OT5 medio de los pecadores, me fué dado, ¡a vos sea la gloria!
Vuestro es, yo os lo ofrezco". La mejor ofrenda que nunca
347 ct. 1 cor. 3, 22.
349 Cf. San Bernardo. Tr. de charitate, c. 6, 30 : \FL 184, 599.
358 2 Tim. r, 12,
372 Le i, 40.
SERMONES. CICLO SANIOSA]
se ha ofrecido, y más agradable a los ojos del Padre, fué
la que la Virgen ofreció hoy; y si miró Dios a Abel y a sus
dones, ¿cómo no mirará mejor a la Virgen y a su cordero
380 y Hijo que ofrecía? "Padre, yo os ofrezco a vuestro Hijo".
Padres sacerdotes, aprended de la Virgen cómo habéis de
ofrecer al Padre su Hijo: "Yo os ofrezco vuestro Hijo para
vuestro servicio, para que os agrade, y para el provecho
de los pobres, para que les predique, enseñe, para que
385 trabaje por ellos y muera por ellos". ¡Oh qué ejemplo
para las madres que tenéis hijos! Ofreced vuestros hijos
al templo. El que más amaba que a sus entrañas, al Padre
le ofrece para su honra del Padre; y así la ensalzó sobre
los coros de los ángeles a la Virgen, pues le ofreció la
390 mejor ofrenda.
Y pues, Señora, ¿de nosotros no os acordáis? Sí por
cierto. ¡Oh cuánto debemos a la Virgen! ¡Cuánto te costa-
ría decir: "Ofrézcoos, Padre, este Niño para que padezca
por los hombres; sea azotado, escupido, muerto por ellos,
395 para que con su muerte ellos vivan en la eternidad vuestra
para siempre jamás"!
g5 [11 Este negocio es todo de amor *
Anunciación de Nuestra Señora. 25 marzo
(Bariceflona, BibJ. Univ., Ms. 1064. fif. 39 r - 44 V;
eld. 1596, II, pp. 161-185.)
Ercc ancilla Domini, ¡iat mihi etc. [Le. i, 38].
Exordio: Día ele bue- Dies est hodie boni nuntii: si ta-
na nueva cuerimus, culpam non velabimus.
Día es hoy de buena nueva: si hoy
5 calláremos, grande culpa será nuestra. Hoy se hizo Dios
hombre por los hombres. Creed que si se hiciera piedra, que
hablaran hoy las piedras, dando las gracias por tan grandes
mercedes.
Las buenas nuevas que hoy se trujeron al mundo, se noti-
10 ficaron primero a la sacratísima Virgen nuestra Señora y
verdadera Madre de Dios. Y porque cada día que predicamos
decimos la salutación pidiendo gracia a la Virgen, es bien
que la digamos hoy, pues que tal día como hoy se dijo.
B ¡= Barcelona, 7 ■= Ed. |.¡ 2-3 Dits est - velabimus] om. T || 4 hoy, om. T \\
6 Creed que om. I |¡ 7 hablaran] hicieran T | dando las] Qué de T~\ gracias]
1p dieran add. T \\ 7-8 grandes mercedes] grande merced y misericordia T
9 que] tal día romo udil. 7' 1 trajeron T || 10 Señora nuestra T II 13
que om. T
370 fien. 4, 4.
* «I11 dio Aiiniiiitiationis Dominicae» (Barcelona, f. .V) r).
Ó., [i]. ANUNCIACION DE NUESTRA SEÑORA
Evangelio de la El santo Evangelio cuenta esta santa
15 Anunciación salutación y dichosa nueva. Vamonos
guiados con él y saludemos la Virgen.
Missus est ángelus Gabriel a Deo. "Cuando quiso Dios
hacer misericordias al mundo, cuando quiso mostrar hasta
dónde llegaba su amor"... Anduve buscando qué día fué éste,
20 cómo llamalle, y no lo pude hallar ni le supe dar el nombre.
¿Qué día es hoy? Día de tales nuevas llámese día de las
misericordias de Dios. ¡Bendígante los cielos, Señor! Si le
llamamos día del remedio del mundo, eslo; si día de redemp-
ción de captivos, eslo; si le llamamos día de desposorios,
25 eslo; si día de dar grandes limosnas, eslo también. El que
supo la misericordia, aquél sea el que nos dé a entender el
día que es hoy y nos dé a entender cuán grande sea la gracia
que hoy recibió el mundo, y la ponga en nuestros corazones,
para que la conozcamos.
30 "Cuando vino el tiempo de derramar Dios sus misericor-
dias en el mundo, el tiempo de enseñar a los hombres hasta
dónde llegaba, qué tanto se extendía su misericordia..."
Dice San Ambrosio: "Tú que lees esto, mira la letra y
nota el misterio. Casada y preñada; casada con uno y em-
36 preñada por otro; casada con hombre y empreñada por Dios;
casada, y preñada por Espíritu Santo. Nota el misterio".
Cada una de nuestras iglesias cristianas está casada con
uno y empreñada por otro; casada con el prelado, con el
pastor, y empreñada por otro, que es Dios; casada con horn-
eo bre y empreñada por Dios. ¿Qué es el perlado, el predicador?
Están las ánimas casadas con él, mas allá dentro entra
Cristo en sus entrañas y las empreña con su virtud y con
su palabra, para que hagan frutos saludables. No sabré yo
decir este misterio.
45 Yo asconderé, dice Dios, esto de vuestros ojos; esto que
hoy hago, este gran secreto no sabrá nadie hablallo, no lo
alcanzará entendimiento de carne. Bien lo sabemos, que en
14 cuenta] hoy add. T 15-16 Vamonos - Virgen] om. T
19 Anduve] yo add. T || 20 llamarle T | lo om. T | le om. T ] dar el]
darle T || 21 llamémosle í 22 Bendígante - Señor] ¡Bendigan al Señor to-
das sus obras! T || 24 desposorio T \\ 26 supo] y hizo add. T | aquél] él T ||
29 conozcamos] y agradezcamos add. T
32 qué tanto] cuánto T | misericordia] { Hasta dónde? add. T
34 el] santísimo add. T ¡! 34-35 uno y empreñada - casada con] om. T ||
35 empreñada por] preñada de T || 36 misterio] tan alto add. T || 38 empre-
ñada por] preñada de T M 39 preñada de T | Dios] eterno add. T ]¡ 40 pre-
ñada de T | prelado y add. T \\ 42 Jesucristo T || 44 misterio] santo add. T
45 asconderél os concederé T || 46 hoy om. T | este] tan add. T | hablarlo
17 Le. I, 26. . -
22 Cf. Dan. ;„ ,sq.
-56 Cf. S\.\ Ambrosio, Expon, in Le, L 2, 1 ss. : MT, 1^, 16^ ss.
45 Cf. Ts. 6, 10.
1006
SERMONES. CICLO SANTORAL
aquel día yo quitaré la maldad de la tierra, quitaré los pe-
cados del mundo, lavaré todas vuestras manchas. ¡Gloria
50 sea a vos, Señor, para siempre! San Gabriel este mismo de
hoy dijo al profeta Daniel: Consummetur praevaricatio, et
finem accipiet peccatum, et delebitur iniquitas, et adducetur
iustitia sempiterna, et adimplebitur visio et prophetia, et
inungetur Sanctus Sanctorum. Díjolo que en este tiempo se
55 acabaría la prevaricación, sería quitado el pecado, traerse ha
la justicia sempiterna, cumplirse han las visiones cuando
fuere ungido el Santo de los santos. Hoy se quita y se ha
de quitar el pecado, y se da la justicia. Así que, si en algún
sermón decimos la salutación a la Virgen, hoy es mucha
60 razón que sea mas que en otro algún tiempo.
Desque vino tiempo en que quiso Dios dar su misericor-
dia y enseñar hasta dónde llegaba el amor que a los hombres
tenía, envía Dios su mensajero, un ángel, un arcángel con
la embajada, que la venga a traer a la Virgen. Así hizo
65 Abraham cuando envió por esposa para su hijo Isaac. Llama
Dios un grande de su casa, un arcángel; dale una embajada
que venga a traer para una doncella desposada con un varón
cuyo nombre era Josef, y el nombre de ella, María. ¡Oh,
bendito sea Dios!, ¿qué hay en Nazaret? A una provincia,
70 según la honra del mundo muy baja, allí pone Dios sus ojos,
allí vino su arcángel, y supo bien la causa. Tomaría figura
de hombre; entra en la casa, halla a la Virgen sola y en
oración, híncase delante de ella de rodillas, allí muy cerca
de ella, que hasta hoy se ven las señales; un marmolito está
75 adonde estaba la Virgen y otro adonde estaba el arcángel.
Habla a la Virgen, propone su embajada, y dice: Ave, gra-
fía plena, Dominus tecum: Salve, llena de gracia, el Señor
es contigo; el Señor sea contigo, que todo está bien. Saludóla
como se usaba entonces saludar: Paz sea con vos. El Señor
80 lo mandó así: Cuando entráredes en alguna casa, decid: "Paz
sea en esta casa". Dice la Glosa: "Quien dice paz, desea y
dice todos los bienes juntos". "Paz sea a ti, Señora". San
T || 47 alcanzará] ningún add. T |l| 48 yo om. T || 90 San Gabriel om. T |
esto T || 51 al] el T || 52 et delebitur] ut deleátur T | adducatur T II 63
impleatur T | prophitia 7? |j 54 ungatur T | Dijo T || 56 las] la B \\ 58
Ansí T
61 Desoue] Pues que T || 63 ángel, un om. T |l 64 Ansí T || 69 A om. T II
71 su] el T | causa] casa T || 75 donde,., T \\ 76 propínele T || 81 Dice]
después add. T || 82 Señor] B l| 84 ha] tiene T P 88 éstaj- aquesta T
48 Zach. 3, 9.
57 Cf. Dan. g, 24.
68 Cf. Le. 1, 27.
78 Le. 1, 28.
81 Cf. Le. 10, 5.
82 Biblia sacra cum glossis interlinean et ordinaria. Nicolai
rani Postilla... (Lyón 1545). t. i. f. i?2 r : cPiis seilicet in omnitms
conununicart»»
65 [ij. ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
1007
Lucas dice gozo; todo está bueno: "Gozo sea a ti, paz sea
a ti, pues ha de venir a ti el que pacificará, alegrará y dará
85 gozo al mundo, razón es que os gocéis; razón es, Señora,
que probéis de la fruta 'que habéis de dar al mundo. Dios te
mantenga, Dios te salve, llena de gracia, el Señor sea con-
í'go". Gran salutación fué ésta, buena nueva fué ésta.
¡Bienaventurada doncella! No fué liviana, como Eva, en
90 el creer; alzaría sus ojos y su corazón a Dios, y no respon-
dió [a] esto. Tenía virginal pudicicia y limpieza, que luego
se turba. Veía un hombre delante de sí la Virgen; di jóle
que estaba llena de gracia, y era graciosa, y alabándola
túrbase, que no hay cosa de que tanto se turbe el humilde
98 y más mal suene a sus orejas que verse alabar. "¿Qué será
esto? ¿Si es de Dios o no es de Dios?" Buen aviso. ¡Qué
recio engaño será pensar que venía a él el Espíritu Santo,
y venir el espíritu malo! Y por eso, cuando os viéredes en
duda, pedid lumbre a nuestro Señor para conocer si lo que
100 os viene es espíritu bueno o espíritu malo. Y así la Virgen
no responde nada.
Y como el arcángel la vió así turbada, proveyóle a su
turbación, y di jóle: Ne timeas, María, invenisti enim gratiam
apud Deum. Esta gracia que os digo no es acá a los ojos
105 de los hombres; no traigo embajada de hombres, no vengo
de mala parte; la gracia que os traigo no es de hombres,
sino de Dios. Entonces asegúrala Dios. Propone el ángel su
embajada, la mayor embajada, la mayor y más alta que
nunca jamás se dió. ¡Bienaventurada mujer que tal oyó y
lio vientre que tal recibió!
Estad atenta, doncella; el Señor os manda decir: Ecce
concipies, et paries. Oíd, Señora, estas grandezas: Concebi-
réis y pariréis un Hijo y llamarse ha Jesús, que quiere decir
Salvador; éste será grande, y llamarse ha Hijo del Altísimo,
115 y reinará, y no habrá su reino fin para siempre. ¡Oh, bendito
sea quien tal Hijo nos dió, quien tal reino nos dió! Será
grande, y terná, no aquel reino cortillo de Judea de cien
leguas. ¡Mirad qué grande reino, mirad qué reino de cien
leguas! Dalle ha la silla del rey su Padre; reino de David:
120 no aquel reino, sino el figurado por él; que aquel reino de
David era muy pequeño, éste muy grande; el de David tem-
poral, éste espiritual; el de David se acabó, el otro nunca
se acabará. Darle han el reino de David, y reinará en la casa
de Jacob para siempre.
89-90 en el creer como Eva T || 91 Tenía] tiene la 7" | y limpieza om. T ||
94 que, om. T || 96 que] es add. T \\ 97 venía a él] le viene a uno T || 99
pedí T | para] que podáis add. T
102 proveyóla T || 107 aserróla T
116 quienj y T ' reino] rey 7 || 117 tendrá T || 118 Mitá T || 119 Dar-
le 7" | del rey] de David T roino de David om. T 'I 123 ha T
SERMONES. CICLO SANTORAL
125 m ¿Por qué dijo más en la casa de Jacob que cíe Abraham
y de Isaac? Porque los que decendían de Abraham y de
Isaac fueron fieles y infieles. Isaac fué fiel, Ismael infiel;
Jacob fué fiel, Esaú fué malo, infiel y desamado de Dios; pero
en la casa y familia de Jacob todos fueron fieles y creyentes.
130 Reinará en la casa de Jacob, conviene a saber, en los que
conocen a Dios, en los buenos. Y su reino no se acabará.
¡Qué gentil Mesías tuviéramos, que reinara cien años y se
acabara su reino y luego viniera otro ! Nuestro Rey y nuestro
Mesías para siempre ha de reinar, y su reino no se acabará;
135 que allá donde está en el cielo, acá reina y rige, acá te man-
tiene, y te defiende, y sustenta, y alcanza gracia y perdón
de los pecados, y te libra de los demonios, te consuela en
los trabajos y, finalmente, te da todos los bienes.
Prosigue la embajada y dice: Y será llamado este vuestro
140 Hijo Hijo del muy Alto. Esta palabra será llamado es frasis
hebrea; tanto quiere decir como será.
¿Qué mujer sin preguntar ni dudar no recibiera tal Hijo
de buena gana? Es tanto el contento que de su virginidad
y limpieza tiene la Virgen, que responde: "Angel, ¿cómo se
145 hará esto? Espántame esto". ¡Oh limpieza, que tan amada
eres de la Virgen! ¡Oh entrañas limpísimas, qué sellado
está en vuestro corazón el amor de la virginidad! No sin
causa preguntáis: "Angel, ¿cómo será esto, que no conozco
varón?" No es palabra de incredulidad. Mirá que tanto es
150 el amor que tiene la Virgen a su limpieza, que no trueca
su virginidad por ser Madre del Hijo de Dios. No dice si
será o no, que no lo duda, mas dice: "Enseñadme cómo será;
que yo he propuesto y determinado de no conocer varón".
Ya lo he dicho otras veces que vale tanto esto como cuando
155 decimos acá: "No como carne"; "tengo propósito de no la
comer en toda mi vida". "¿Cómo tengo de concebir? ¿Cómo
ha de ser eso? Que yo no querría perder mi limpieza ni
querría desobedecer a Dios. Declaráme esto que os pregunto,
si se me quedará mi limpieza, que a Dios bien sé que todo
160 le será pusible". ¡Qué ejemplo para doncellas! En todo quiere
agradar a Dios. ¡Oh bienaventurada doncella, que no osa
trocar su virginidad por ser madre del Hijo de Dios! ¿Cómo
será esto?
125 que] en la add. T || 126 Porque] de add. T | decendían T || 126-127
y de Isaac - infieles] om. T 1 127 infiel] en los de Isaac add. T || 128 fiel]
y muy amado de Dios, y add. T | infiel -pero] om. T |¡ 134 ha] tiene T |]
137 y om. T
139 embajada] del arcángel add. T | Y._ om. t 140 lista palabra] Este
T | 140-141 frasis hebrea es T
144, la] Santísima add. T ¡ responde] al add. T || 148 será] se hará T ||
149-150 es el om. T || 150 que, om. T \\ 152 Ensañadme R \\ 154 esto, que
vale tanto T || 155 carne] quiero decir add. T | propuesto T || 157 esto T )|
158 Declaradme r || 160 posible T
1009
Responde el ángel que no sabe, que no es él el que ha de
165 entender en el negocio, que él por mensajero viene a nego-
ciallo, de parte de Dios viene, que el que lo ha de hacer
Espíritu Santo es, que El sólo es santo y la carne es sucia;
mas: y la virtud y fuerza del Altísimo os hará sombra, os
esforzará, os enseñará, os sustentará, que no es tan bajo
170 este negocio, que basten vuestras fuerzas para ello, mas la
virtud y fuerzas del muy Alto os hará sombra (frasis hebrea
es ésta) . Y por eso lo que de ti naciere será llamado Santo.
No masculino, sino neutro; para que sepas que no tomó
persona, sino nuestra naturaleza. Será hijo, no de Josef, no
175 de hombre, mas Hijo del muy Alto, concebido por Espíritu
Santo, que como sea santo, no puede hacer cosa que no sea
santa, será llamado Hijo de Dios. Mirá, doncella, para que
alabéis a Dios, para que le deis muchas gracias y veáis sus
misericordias, dice el ángel, vuestra parienta Elisabet, que
180 es mañera y vieja, porque no os espantéis de lo que os he
dicho, en su vejez ha concebido un hijo, para que sepáis
que no hay para Dios cosa imposible; y por eso os lo repre-
sento; pues aquello es posible, esto también. Esta es la em-
bajada, yo espero vuestra respuesta, y la Santísima Trinidad
185 espera vuestro consentimiento; ¿qué respondéis?
Cuando la sagrada Virgen oye las grandes mercedes que
de parte de Dios le promete el ángel, asegurada de Dios que
lo que le promete hará de su parte, hinca las rodillas, sus
ojos y el corazón en el cielo puestos, dice humildemente y
190 con reverencia: Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum
verbum tuum: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí
sigún tu palabra. En aquel momento entró el Verbo divino
en sus entrañas y quedó hecha la mayor obra que se hizo
ni hará para siempre jamás. ¿Pues por qué se llama esclava
1&5 y se abaja? Así lo quiere Dios, y es razón que la que tal
Hijo había de tener y tanto se abajó, que la ensalcen y la
confiesen por Señora, y la honren los nombres y los ángeles,
y por tal la tengan y reverencien en los cielos y en la tierra,
a la que tan bien supo abajarse y recibir la embajada de
200 parte de Dios.
Grandísimo gozo recibió hoy la Virgen con esta emba-
jada; y pues agora cada vez que se la mentamos se alegra,
y para que la sepamos saludar y contar estos misterios, pi-
167 es el Espíritu Santo T | y la carne es sucia om. T | [ 168 y, om. T \
fuerzas T || 174 nuestra naturaleza] ánima II \\ 175 mas om. T || 176 que(
om. T || 180 vieja y mañera T
188 Lineadas T || 192 según T || 194 ni] se add. T || 196 había de tener]
reoebfa T || 197 ángeles] y los arcángeles add. T || 199 recebir T
202 mentamos] decimos T
192 Le. 1, 3038.
1010 SERMONES. CICLO SANTORAL
dárnosle que nos alcance la gracia, y para que lo haga, digá-
205 mosle con devoción: Ave, María.
¿Qué zarza es ésta, Ecce ancilla Domini, etc., ubi supra.
que arde y no se Las palabras que mediante el favor
quema? divino darán fundamento a nuestro
sermón, dícelas el santo evangelio
210 en la misa que se dice hoy, como habréis oído. Quis loquetur
potentias Domini, auditas faciet omnes laudes eius; quis
sapiens custodiet hoc? ¿Quién hablará los poderíos del Se-
ñor? ¿Quién entenderá sus misericordias? ¿Habéis encon-
trado con algún libro en que hayáis leído las misericordias
315 de Dios? ¿Habéis visto libro que las diga?
Anda Moisén apacentando su ganado y mételo allá en
lo más dentro del desierto; y andando él bien descuidado,
vido estar una zarza que se ardía: espántase cómo arde y no
se quema. Por cierto que tengo de llegar a ella y ver esta
220 gran maravilla. ¿No hay más, Moisén, no hay más? Va allá,
y ya que llegaba cerca, halla que estaba Dios en la zarza.
Mirá, por vuestra vida, ¿quién vido a Dios en la zarza?
Y dícele desde allí: Moisén, no te llegues a mí; muy de recio
vienes; mira que la tierra donde estás santa es. ¿No hay
225 más sino venir y ver? Descálzate. ¿Estaba más santo por
estar descalzo? Descálzate; no traigas tu seso, no tu razón,
no tu fuerza, no tu saber; quítalo, que no vale nada; otro
espíritu es menester, otra fuerza, otro entendimiento; des-
cálzate; no eres nada, no vales nada. ¿Pensabas que no
230 había más? Cata que estás cerca de Dios, de aquel cuya
majestad tiemblan los ángeles.
Habla Dios desde la zarza: Ego sum Deus Abraham, Deus
Isaac, Deus Iacob. Maravilloso Dios, ¿y estáis en la zarza?
¿Qué manda vuestra majestad? Yo tengo oídos para oír y
2>35 ojos para ver las penas que padece mi pueblo. Yo he oído las
voces que me dan en Egipto, yo he visto su afligimiento, y,
viendo lo que pasa, he decendido acá a librarlo. Cata que te
mando que vayas a Faraón y le digas esto y esto de mi parte.
Mirabilis profecto visio, sed mirabilior plenitudo. Admirable
240 es, por cierto, la visión, mas más maravilloso es su cumpli-
miento.
204-212 la gracia - custodiet hoc] el espíritu con que ella la oyó, para que
la sepamos agradar. ¿ Quién hablará ? 7"
216 Andaba T || 218 vió T | se om. T | espantóse T | arde] ardía T || 219
quemaba T | a ella] allá T || 222 Mirad T \\ 223 a mí] acá T | de om. T ||
225 y] a T || 227 quítalo] quita allá T || 228 es] has T || 230 Dios] cerca
add. T | aquél] de add. T
234 oídos] orejáis T || 237 decendido T | librarle T || 239 Mirabilis - pleni-
tudo] om. T
206 Le. I, 3&
213 Ps. ros. 2.
338 Of. Ex. 3, 1-10.
65 [i]. ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA 1011
¿Quién entenderá las misericordias del Señor? ¿Quién su
consejo? ¿Qué es esto? Si nos entramos al desierto, si lle-
vamos nuestras ovejas a lo más secreto, si nos retraemos a
245 lo más interior de nuestros corazones, veremos la visión de
Dios. ¿Qué zarza es ésta, que arde y no se quema? Que vean
vuestros ojos una doncella preñada : está Dios en ella y no se
quema, preñada está y doncella. ¿Qué zarza es ésta? Vamos
a ver. Decirnos han que nos vamos para necios. Quitá allá
250 vuestras razones y naturaleza, descalzaos vuestros zapatos
de cuero de animales, quitá allá el saber y entender de carne:
Salid, hijas de Sión, y veréis al rey Salomón coronado cum
corona qua coronavit eum mater sua in die desponsationis
suae. Pidamos a nuestro Señor gracia para que sepamos re-
255 cibir y gozar y entender algo de este misterio.
No te llegues con corazón y ojos mundanos, no con
corazón profano y deshonesto; desnuda tu razón, llégate
con pies descalzos, desconfiado de ti, desarrimado de ti,
arrimado y pidiendo socorro a Dios. ¿Qué es esto? Llegaos
260 un poco: ¿qué tiene esta doncella? ¿Qué fuego es este
que tiene dentro de sí? Responderos han: No ángel ni ar-
cángel, sino el mismo Dios que está en ella: Yo soy el Dios
de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. ¡Oh, bendito y
glorificado seáis, Señor, para siempre, y los ángeles te ado-
265 ren y reverencien para siempre! ¿Qué hace el Dios grande
encerrado en una doncella? El nombre de la ciudad de Dios,
Dominus ibidem; el nombre del Hijo de la Virsren y de Dios,
Emmanuel. Llegáis a la ciudad, llegáis a la Virgen pensan-
do que no hay más; responde Dios en ella: Yo estoy aquí.
270 ¿Qué hacéis ahí. Señor, en una doncella? Vi el trabajo y
penas de mi pueblo y los trabajos y angustias que padece,
y he descendido a librarlo yo.
¡Oh maravilloso Dios! Dan voces los hombres, y todos
los profetas, que viniese ya el que había de venir. Estaba
275 el mundo captivo en poder del demonio y en grande angus-
tia; grandes eran las fuerzas del demonio y gran dolor era
ver que obraba el pecado en los corazones de los hombres
con eficacia. "No hay otro remedio, dice Dios. Yo sé lo
an« TiaSa mj pueblo; yo sé sus angustias, yo he habido
243 esto] ¿ Oué es esto? add. T |l 246 zarza es ésta] cerca está T | ven
T || 247 doncella] virgen add. T 1| 248 ¿Qué zarza es ésta? om. T | Vamos]
Si nos acercamos T || 249 ver] este misterio add. T | vayamos T | allá om. T ||
250 naturalezas T II 252-254 cum corona - desponsationiis suae] con la corona
con la cual le coronó su madre en el día de sus desposorios T || 255 recebir T
263 Abraham] el add. T || 263-264 seáis, Señor, y glorificado T \\ 268 Lle-
gáis,] Llamáis T | Uegaréis., T || 269 responderos ha T |j 270 Señor ahí T \\
272 decendido T
273 Daban T || 281 decendido T
242 Ps. 106, 43. 267 Ez. 48, 35.
254 Cf. Cant. 3, ii. 268 Mt. i, 23; Is. 7, 14?,
SERMONES. CICLO SANTORAL
280 compasión de los hombres, de los santos padres del lim-
bo, de las sillas que están por reparar; yo he descendido y
venido a lo librar".
¡Oh, glorificado seas, pues, Señor! ¿Qué va de acá acu-
llá? Envió a Moisés para que librase su pueblo del capti-
285 verio de Faraón, y quedóse Dios Dios sin que le costase
nada. ¿Es acá así? No. Descendí ut liberarem populum
meum. Descendí a librar mi pueblo. ¿Qué os costará a vos?
Cuando Moisés libró vuestro pueblo, echastes muchas pla-
gas a Faraón; ya le echan moscas de perros, ya ranas,
290 ya otras cosas que les daban mucha pena y trabajo; mas a
vos, ¿qué os ha de costar? ¿Qué cosa es ésa, Señor?
— Propter nos homines, et propter nostram salutem des-
cendit de caelis, et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria
Virgine, et homo factus est. Hombres, no es ya razón tener
296 el corazón de piedras, sino de carne, pues el Verbo de Dios
es hecho carne por nosotros hombres y por nuestra salud.
Dios encarnó y fué hecho hombre. Acullá se queda en la
zarza, y no tocan a El; acá desciende de los cielos y que-
da hecho hombre.
»
300 So hay más,; fué ca- ¿ Qué ha Dios con el hombre ? Jún-
samiento por amores tame esos extremos. Dame hoy
gana (si no lo hubiera con quien
tanto sabe) decir: ¿Señor, sabéis lo que hacéis? ¿Qué cosa
más alta que Dios? ¿Qué cosa más baja que el hombre?
305 ¡Dios y hombre! Después que Adán pecó, hombre es nom-
bre de deshonra; que hombre y pecador una misma cosa es.
Y cuando San Pablo quiere reprehender a uno, llámalo hom-
bre. Contentiones et rixae, etc. Nonne homines estis? Y el
Psalmista dice: Ut sciant gentes, quoniam homines sunt.
310 Sepan que son honibres, que son pecadores y miserables y
llenos de mil cuentos de males. Dios, hombre. ¿Quién nun-
ca tal pudo pensar? ¿Qué el cielo con el suelo?. ¿Qué el
alto con el bajo? ¿Qué el rico con el pobre? ¿Qué el limpio
con el sucio? ¿Qué el oro con el lodo hombre? ¿Qué es esto,
315 Señor, que tan verdaderamente os habéis juntado con el
hombre? Erunt dúo in carne una. ¿Qué es hacerse hombre?
Hácese hombre y no deja de ser Dios ; dos naturalezas y
283 pues om. T | va de T, fort. ñ \ acá] lo uno a lo otro T \\ 284 Moisén
T | que] le add. T |i| 285 Dicte, om. T |] 287 Decendí V || 288 Moisén T l|
289* echan] echáis T || 29.1 os om. T ¡ ésa] esto T |'| 294 es razón ya no T \\
298 deciende T
302 hubiera con] obra razón B \\ 303 sabej de adJ. T \\ 307 uno] alguno
T | llámale T \\ 308 Contentiones - ote] om. 7 |>] 300 dice om. 7 || ,310-311
y llenos - Dios hombre] om. f
294 Miss. Rom., On1o Uis.uic, svmh. hicaen.-constanÜriop.
30S Of. Rom. o, kt 316 Gen. 2, 24. . it
309 Ps. g, 21. :•■ - " ""■
65 fll. ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
1013
una persona, de manera que se diga Dios es Hombre, y el
Hombre es Dios, y lo que se dice del uno se diga del otro,
320 y que se comuniquen los bienes del Verbo al hombre, y los
trabajos del hombre al Verbo. Casados están: O mira Dei
usque ad hominem exinanitio! O mira hominis usque ad
Deum exaltatio! Desciende Dios hasta hombre y sube hom-
bre hasta Dios. ¡Qué baja y qué alta! Para que sepáis cuán-
325 to puede Dios en bondad, es abajado a hacerse Dios hom-
bre, hasta juntar la humanidad y darle supuesto y persona-
lidad de Dios. Y no son dos supuestos, ni naturalezas [se-
paradas] ; mas juntas están naturaleza divina y humana, y
la humana está apersonada, está supositada y arrimada al
330 Verbo divino; no dos personas, sino una. Para darte a en-
tender que pues hubo bondad de Dios, sin ningún mereci-
miento, [para] levantar aquella humanidad a supositarla en
Dios y adornarla de tantas excelencias y gracias, que es
hacerlo su Hijo natural, que el que tuvo bondad para esto
335 la terná para levantarte a ti del estiércol, para que seas
hijo de Dios por participación; que por eso lo hizo, para que
vieses en la cabeza lo que había de pasar en los miembros.
Que así como a El le vino sin merecimientos, así te vendrá
a ti sin los tuyos. Augustinus: Praeclarissimum nobis pro-
340 ponitur exemplar praedestinationis nostrae Dominus Iesus.
El dechado, la confianza que el Señor te pone en Jesucristo,
que aunque tú no lo hayas merecido, que mires que como se
lo dieron a El, así te lo dará a ti; y aunque lo hayas ofen-
dido, que muy mayor es lo que a El le dieron para pagar
345 pór ti; y como a El le dieron, te lo darán a ti; para que se-
pas que si Dios te llama, si Dios te justifica, si Dios te ha
de salvar no ha de ser por merecimientos tuyos. — ¿Cómo
creeré que hará esto conmigo? — -Mira a Cristo, que le es
dado que sea Dios por sola la gracia.
350 Casado está hoy el Verbo con aquella santa ánima y
cuerpo. — ¿Casados, señor? — Por eso decía que yo os lo
dijera si no supiérades tanto. Casados: ¡tomáme esa igual-
dad! ¿Están aquí algunos que entienden en casamientos?
¡Tomáme por ahí esa igualdad de linajes! ¿Son para en
355 uno? ¿Qué va de linaje a linaje, de saber a saber, de ri-
áis es om. T || 319 es om. T \ diga T || 320321 y que se comuniquen - al
Verbo] om. í || 323 sube] el add. I || 325 en] y su T [\ 327 ni] mas dos T ||
323 mas om. T | están om. T | humana y divina T ¡| 331 pues hubo] pudo
la T || 333-334 que es (vid. B) hacerlo su Hijo natural] y T \\ 336 porj para
/' || 338 le vino a El T |¡ 338 Augustinus om. T || 341-349 la confianza - la
gracia] de la predestinación, si eres predestinado, si Dios to llama, justifica
y salva, es porque tres predestinado de gracia T
.352 tomadme 7 |] 354 tomadme T | linaje T | Son pava] Compara li \\
340 San Agustín, Dc praedest. sanct., c. 15, .v : MI, 44, qSi
De dono persev., i-. 24, 67 ; M¡L 45, 1033.
349 Sixto Tomás de a quino, Summa theol,, j, <\. 24> a. 4. ■
1014 SERMONES. CICLO SANTORAL
queza a riqueza? Grandísima es la diferencia, que los án-
geles se espantan de la oír. ¿Quién viera descendir a Dios
hoy y bajarse? (Digo bajarse, Dios nunca muda lugar, mas
quiero decir: tomar aquella humanidad.) Desigual cosa fué;
360 mas al fin aquella ánima y cuerpo, limpísimos y santísi-
mos eran.
¿No es pobre? Ya que queréis casaros con ella, no es
malo que vengáis en el vientre de una mujer y la engran-
dezcáis. ¡Oh gran bien, oh grande honra! ¿Pensáis que no
365 hay más sino casaros con esa humanidad? Si viniese uno
de las Indias con muchos dineros y supiesen que daba limos-
nas, ¡qué harían de demandarle y cargar de él los parien-
tes pobres! Pues mirad, Señor, que vuestra Esposa no
debe nada, nunca pecó, limpísima fué en su concepción;
370 pues mirad cuánto debemos los parientes, qué cargados de
deudas estamos, qué enfermos, qué desterrados, condamna-
dos a muerte, desarrapados y enemigos de Dios, con mil
deudas y trampas, y todas han de cargar de vos. Si no
fuérades, Señor, quien sois, yo os dijera: Señor, ¿sabéis
3715 lo que hacéis? Todos los pecados de los hombres han de
cargar sobre vuestros hombros; vos lo habéis de pagar;
sobre vos han de caer todos, que no os han de soltar nada.
¿Sabéis con quién os casáis? ¿No os deshonráis de los pa-
rientes de la desposada? ¿Hijo de Padre tan rico en el
380 cielo, venís acá a la tierra a casaros y vivir entre gente
tan pobre? Si fuérades, Señor, algún avariento, que no os
movieran las necesidades de los otros, no fuera mucho en
ello; mas siendo vos, Señor, tan amoroso, tan misericor-
dioso, y que daréis las entrañas a quien viéredes con ne-
385 cesidad, ¿cómo os ponéis entre tantos pobres? ¿Qué ha-
béis hecho? Que han de caer sobre vuestros hombros las
necesidades de todos; y lo que el otro pecó en su carne,
y el otro en su locura, y el otro en su adulterar y blasfe-
mar. ¿Qué habéis hecho, Señor?
390 Decirlo he, Señor; ¡bendígante los cielos y la tierra! "Yo
haré que feo ames y hermoso te parezca". No hay más, fué
casamiento por amores. Quísonos bien el Padre, que tal
casamiento y Hijo nos dió. Sic Deus dilexit múndum, ut Fi-
lium suum unigenitum daret. Quísonos bien el Padre, quí-
356 Grandísima - diferencia] Grandísimas T || 357 ángeles] todos add. T | la]
las T | viere B | decendir T || 357-358 hoy a Dios T || 358 abajarse^ T ¡
360-361 eran y santos T
362-364 l No es pobre - engrandezcáis] vuestro amor todo, Señor, lo pasa ;
todo lo sufre ; todo lo enriquece, en trueco de hacer misericordias T || 365
humanidad] ¡Oh Rey mío!, i y Jos parientes de la Esposa? iSon muy des-
igualas, pobres y desacatados! add. T \\ 366 y] si T | limosna T H 371 qué,
om. T | condenados T || 384 dais T | veis T || 386 caer] cargar T |l 388 y;]
lo que add. T | otrOj] pecó add. T \ y.J en su add. T
394 Cf. lo. 3, 16.
05 [i]- ANUNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
396 sonos bien el Hijo, que tal consintió; quísonos bien el Es-
píritu Santo, que tal ordenó. ¿Para qué lo dió el Padre?
Para que muriese, para que lo casasen con la esclava: He
aquí la esclava del Señor. Lo que nace de la esclava es-
clavo es, aunque sea hijo de libre; porque el parto sigue el
400 vientre; ¿no es asi? Esclava se llama la Virgen y esclavo
se llama el que de ella nace: O Domine, ego servus tuus
sum et filius ancilla tuae! ¡Oh Padre, yo soy tu esclavo y
hijo de tu esclava! Esclavo fuiste, Señor, ¿quién te ahe-
rrojó en esa cruz con clavos? El Hijo de Dios no vino a
405 ser servido, sino a servir. Esclavo fuiste de los hombres
pues los serviste, y a duras penas te lo quieren agradecer.
¡Oh bendita tu bondad y maldita nuestra maldad! ¡Que
envió Dios su Hijo al mundo a que remediase los hombres!
¿Qué fué esto, Señor, que te movió? Quae te vicit elemen-
to tia, ut ferres nostra crimina? ¿No bastara enviar un Moi-
sén? Non ángelus, non legatus. Ego feci, ego feram, ego
portabo, ego salvabo. Oídme, pueblo mío, los que os traigo
criados en mi vientre, dice el Señor: Yo os hice, yo os su-
friré, yo os llevaré, yo os salvaré, yo os llevaré encima de
419 mis hombros; usque ad senectam et canos ego portabo, por-
que yo os hice, yo os llevaré, yo os salvaré hasta la vejez,
hasta vuestras canas os esperaré. ¡Bendito seas, Señor, que
el que hizo el vaso lo vino a soldar, y aquel a cuyo molde se
hizo, El mismo le vino a remediar y enmoldar!
420 Descendir quiero, dice Dios. ¿Qué fué esto? ¡Dios os
guarde de amor! Quísonos bien el Padre, y el Hijo, y el
Espíritu Santo. Este negocio es todo de amor. No pidas
igualdad, no te metas en ese trabajo, no pidas razón de
amor; es amor. ¿Habrá ojos para ver esto, que, por el
425 grande amor que nos tuvo, se bajó y se encerró en el vien-
tre de la Virgen, determinado de pagar y padecer y morir
por los hombres, y pagar todas sus deudas, aunque a El
le cueste la vida?
Aprende, cristiano Es esclavo. ¿Qué es razón que ha-
430 gamos nosotros? Bien supo lo que
hizo. ¡Aun viniendo El y pasando lo que pasó, no lo que-
remos agradecer! ¿Qué hiciera si El no viniera? ¿Qué es
397 muriese] y lo despellejasen add. T |] 401 el] lo T | Domine] quia
add. T || 408 Dios] a add. T | a] para T || 415 usque ad - portabo] om. T ||
417 seas] Tú add. V || 419 mesmo 7' | amoldar T
420 Decender T | dice Dios] Descendido!- B \\ 422 de om. T \\ 425 abajó T
430 supo] se yo T |¡| 431 hizo] Que add. T || 432 acradeeer] ¿Qué? Ni nuti
403 Cf. Ps. 115, 16.
405 Cf. Mt. 20, 28.
410 «Qua victus es clementia, ut riostra ferres crimina?» (Brev.
Rom., Fcr. V in Aseen*. Domini, hvmn. ad Laúd.).
417 Cf. Is. 46, w.
1016 SERMONES. CICLO SANTORAL
razón que hagamos? ¿Qué? Dice San Pablo: Si qua con-
solatio, si qua viscera misericordiae, implete gaudium meum:
435 ¿Habéis visto lo que he hecho por vosotros? Si alguna con-
solación, si algún amor me tenéis, si no sois piedras, ruego
que en esto cumpliréis mis deseos. Implete gaudium meum:>
idem sapiatis, eamdem charitatem habentes, unánimes, idip-
sum sentientes nihil per contentionem nec per inanem glo-
440 riam, sed in humilitate sibi invicem superiores arbitrantes,
non quae sua sunt singulis considerantes, sed ea quae alio-
rum. Hoc enim sentite in vobis, quod et in Christo Iesu;
qui cum in forma Dei esset, non ra/pinam arbitratus est se
esse aequalem Deo:, sed exinanivit semetipsum, formam servi
445 accipiens, in similitudinem hominum factus, et habitu in-
ventus ut homo. ¿Habéis oído lo que os he dicho y qué es
la causa que tenéis para padecer? Pues ruégoos que sintáis
lo que Cristo hizo por vosotros, y podáis pagalle y agra-
decelle algo de lo mucho que hizo por vosotros. — ¿Qué tanto
450 se abajó? — ¿Cuánto? ¿No os han dicho que, siendo Hijo
natural de Dios, se hizo extranjero? ¿Y no tenemos algún
agradecimiento? Ruégote que sientas en ti lo que El sintió
en si; que siendo Dios, pudiéndose tratar como Dios, pa-
deció, y se apocó, y se abajó. No porque no fuese igual
•355 a Dios: no quiso usar de su grandeza, no de su alteza, mas
apocóse, vacióse, humillóse. ¡Oh inmensa bondad de Dios!
¡Cómo se abaja tomando forma de esclavo, y no de cual-
quiera esclavo, sino de mal esclavo, y por malo era tenido!
A los esclavos malos azotan y aherrojan. Por malo fué azo-
460 tado, y abofeteado, y remesado, y puesto en la cruz. Fué
hecho hombre, cansóse, comió, bebió, durmió, padeció:
¡mira qué gran bajeza! Y si Dios tanto se abajó, ¿es razón
que el hombre tenga ya presunción? ¿Que ubi exinanivit
se maiestas, ibi infletur servus?
465 ¿Qué diremos a los que pecan? ¿Qué diremos a los que
tienen fantasías? ¿Qué diremos a los que andan en puntos
con sus prójimos? "¿Habíame de decir él a mí esto? ¿Había-
le yo de consentir esto?" ¿Qué diremos cuando en juramentos
de honras? Yo me abajé — dice Cristo — , ¿es razón que el es-
470 clavo se ensalce? Yo me abajé para subir al hombre; no
andéis ya en celos de envidias; cada uno tenga al otro
dar un cuarto add. T || 436 ruégoos T \\ 437 cumpláis T || '439-440 nihil per -
humililate] om. T ¡| 440 superiores sibi invicem T || 441 ea om. T || 442
quod et] que B ¡| 444 semetipsum exinanivit T || 445 et] est B || 448 Jesu-
cristo nuestro Señor T \\ 448-449 y podáis -por vosotros] om. T || 450 Cuánto]
qué tanto T |] 454 abajó] hasta morir muerte de cruz adii. T \\ 455 Diois]
su Padre T | no ] ni T || 456 vacióse om. T || 461 comió] y add. T || 462
qué] tan T ]| 464 inflatur T
497 a mí om. T \\ 468 esto] otro íiiící. T | de] cuando en T || 469 me] me
add. B || 470 al] el T || 472 El que más -mayor] Om. T \\ 473 tuviere T ||
446 Cf. Phil. 2, 1-7.
65 [i]. 4NTJNCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
1017
por mejor. El que más se abajare, aquél es el mayor. El
que en menos se tiene aquél es el que vale más, a seme-
janza de Dios, que, siendo Dios y estando en forma de Dios,
475 y en su gloria, vino y se vistió de hábito de esclavo, y
donde El no podía morir, toma forma mortal. Porque el
amor hace grandes cosas y padece mucho; hace el amor
que padezcas pena y el otro descanse, que tú enfermes
para que el otro sane, que se abaje para levantar al otro;
480 el amor non quaerit quae sua sunt, sed quae Iesu Christi,
sed quae aliorum.
Este amor prevaleció tanto en Dios, que ' lo tenéis hoy
Dios y hombre; no procura el amor su descanso, sino el
de los otros. Hoc sentite in vobis. No cumpláis con vosotros,
485 sino con los otros. Pues tanto pudo el amor en Dios, que
sale de sí, y que pudiese padecer, pues razón es ya que
pierdas tú tu sosiego por el prójimo porque él lo tenga;
que te metas en trabajo por sacallo a él; que por dalle la
vida mueras, pues este amor venció a Cristo a morir por ti.
490 Pues si ves a Dios que perdió su descanso por los hombres,
¿qué es la causa que no te humillas para ensalzar tu pró-
jimo? No cumplas contigo por cumplir con los otros; pasa
necesidad por remediar a los otros; toma ejemplo en Jesu-
cristo, que, siendo rico, se abajó y se hizo pobre; siendo
495 alto, se hizo bajo; siendo honrado, dejó su silla. Cásase
con el hombre, olvídase de su grandeza, disimula su divi-
nidad. Aprende, aprende, cristiano. ¡Dios hombre por amo-
res! Razón es que, como la Virgen dice: Ecce ancilla Do-
mini, así como Cristo dice: He aquí tu siervo, así tú digas:
500 "He aquí que soy esclavo, no se haga mi voluntad, sino
la vuestra", como El dijo al Padre: "Yo vuestro esclavo
soy, hágase vuestra voluntad". En tiempo próspero y ad-
verso, en la vida y en la muerte, ahora y para siempre llá-
mate a boca llena esclavo de Dios, pues que la Virgen asi
505 se llama.
¿Qué tiene que ver Señor, ¿qué vistes en ella por que
Rebeca con María? os agradastes? Corre, ve— dice Abra-
ham a su criado — ■, búscame una mu-
jer para mi hijo. Fuése allá a su tierra de Abraham, póne-
475 de,] forma y add. T || 476 tomó T || 478 penas T | y] que add. T \] 479
otro ] que add. T
482 tenemos T || 483 procura] porque era 7 ¡ di. om. I |{ 485 e»] con
T \'¡ 486 sale - padecer] le hizo hacerse hombre y padecer tanto por los hom-
bres T | ya om. T ¡| 487 pierdas] que pierdas add. B, ya add. T | tú om. T ||
488 sacarlo T | darle T ¡I 491 ensalzar] alzar a add. T I! 494 Cristo 7" |j 196
dejó su silla) tomó deshonras T || 501-502 soy vuestro esclavo r || 603
ahora T
481 I Cor. 13,
499 J-C- 1. 38-
501 Bit. 26, .59.
1018
SERMONES. CICLO SANTORAL
510 se junto a una fuente, está allí esperando que saliesen las
doncellas por agua, alza sus ojos a Dios y dice: "Señor,
declaráme cuál ha de ser la que yo deba tomar por esposa
de su hijo de vuestro siervo Abraham". Dice luego: "Dame,
Señor, esto por señal: aquella que yo le pidiere de bebpr y
515 dijere: Bebe tú y daré a tus camellos, esto tomo por señal".
Dicho y hecho; he aquí viene Rebeca, una hermosísima
doncella y ascondida, que, aunque era ascondida, salían
todas por agua (no había tanto mal como hay hoy en el
mundo}. Cogió su cántaro de agua; llegóse a ella y salu-
520 dóla y di jóle? "Dame de beber, doncella". Vino ella, y con
gran diligencia quítase el cántaro de su cabeza y dale de
beber, y dícele: "Y a tus camellos también daré de beber",
y vierte presto su agua y dales de bpber a los camellos.
Estábase el otro espantado, y dijo: "Verdaderamente ésta
525 es la que Dios ha encaminado para mi señor". Preguntóle
cúya hija era; como supo que era hija de un hermano de
Abraham, holgóse en gran manera; y abre sus arcas y saca
tantas de ajorcas y manillas y péneselas en los brazos,
en las manos y en las orejas. Y, al fin, se casó su señor
530 con ella.
¿Qué es la señal en que se verá cuál ha de tomar para
esposa su señor? La señal que se da es: "La mujer a quien
yo pidiere de beber, y no solamente me diere a mí, mas a
mis camellos, aquélla es la que Dios tiene para esposa de
535 mi señor".
Viénele el ángel con la embajada de Dios; danle por
señal: "Aquella que no solamente me diere lo que le pido,
sino más de lo que le pido, ésa es la que tiene Dios para
Esposa del Verbo eterno, su Hijo". ¿Qué tiene que ver
540 Rpbeca con María? Rebeca es sabia, mucho más María;
si Rebeca es escondida, mucho más María; si Rebeca es
hermosa, mucho más María. ¿Qué tiene que ver la caridad
de Rebeca con la de María? ¡Qué gran cosa era aquella
señal, que diese de beber a quien llegaba a una fuente con
545 sed! Una ha de ser la esposa del Verbo, que esté tan llena
de misericordia, llena de amor, llena de entrañas de cari-
dad, que no le pidas cosa que no te la dé; que se quite el
509 de Abraham om. T || 511 ¿us] los T || 512 declaradme T | debo T |!
513 Dame om. T || 514 esto] tomo add. T | señal] que add. T | que] a
quien T || 517 escondida, T | era om. T | escondida, T |¡ 519 ella] él T [|
520 saludólo T | dícela T ]| 521 diligencia] y humildad add. T | dej a
T || 522 tambiénl y todo T \ de] a T \\ 525 Preguntóla T l| 526 hija,]
hermana T l| 527 arcas] cofres T || 528 tantas de ajorcas y] muchas joyas,
saca T || 529 en las n om. T | Y al fin - seftor] Tríela para que su señor
se case T
531 cuál] que la T | para] por T
537 me om. T | diese T \\ 538 que,] yo add. T | .para] por T || 540
María,] Si add. T | más] e* add. T || 541 más] e« add. T ü 544 llegase T
530 Cf. Gen. ss.
1019
cántaro, y te dé agua de gracia, que en tus tribulaciones
sientas su ayuda.
550 ¡Oh válame Dios, y cuándo ha de salir a plaza este
libro, en que se lea todo lo que por esta Virgen hace y por
sus oraciones! ¡Cuándo será el día que saldrá uno y dirá:
"Yo tenía un pie en el infierno, y por ruegos de la Virgen
me libró Dios y me perdonó"! ¡Cuándo saldrá otro y dirá:
555 "A mi me libró de tales pecados"! Otros: "De tales peligros
en la vida". Cuando viéremos que sin llamar a la Virgen,
ayuda y socorre, y no solamente da lo que le pedimos,
sino más.
Peroración La subjecta a la voluntad de Dios : Hágase en
560 • mi según tu voluntad. Yo esclava soy, para
consuelo de todos. Pues si Cristo se llama esclavo del Pa-
dre, y la Virgen se llama esclava, ¿qué haces, cristiano?
Usquequo deliciis dissolveris, filia vaga? quoniam creavit
Dominus novum super terram: femina circumdabit virum.
565 Ya tenemos a Dios por nuestro hermano, carne de nuestra
carne y hueso de nuestros huesos; hoy se ha engendrado.
Así lo decía Moisén al pueblo. Es nuestro hermano, nues-
tro amigo, nuestra cabeza y todo nuestro bien; vino acá a
santificarte y quitarte todos los males. Doncella, ánima
ó70 cristiana, si te has apartado de Dios, no es ésa tu tierra;
tu ciudad el cielo es; el servicio de Dios, la caridad es;
tu guarida, el cielo es; torna, torna a Dios, arrepiéntete y
pésete una y dos y tres veces, y trescientas mil veces.
— ¡Oh que no querrán recebirme!
575 — Sí querrán, que una cosa nueva ha hecho Dios sobre
la tierra: Virgo circumdedit virum. ¿Quién desmaya, que,
aunque uno esté a la puerta del infierno, ahí saca Dios de
los pecados y del infierno, quoniam virtus non jacta est
caro! ¿Para qué temes? ¿Dios no se hizo hombre para
")80 que se hagan los hombres Dios por participación? Apare-
jado está para darte paz y perdonarte, y darte gracia y
después gloria, ad quam nos perducat ipse Iesus Mariae
filius, qui cum Putre et Filio et Spiritu Sancto vivit et
regnat in saecula saeculorum. Amen.
551 Virgen] se >i.iJ. T 553 ruego / 554 Dios om. I 556 en] le
r l 557 piden 7
559 sujeta T | Dios] dioe add. I | 560 soyj y add. i |{ 663 quoniam]
ciuia 7 |j 567-568 nuestra cabeza, nuestro amigo /' 1 572 es] tu refugio íiJií. T \¡
573 pesetc-mü veces] vuélvete a Dios y El te ret-ehirá. Hasta cuándo has
de huir de Dios ? T
574 me quieren recebir 7"
575 lia hecho Dios nueva 7 || 576 circumdabit II || 577*579 ahí saca-caro]
le puede y quiere Dios sacar, si el hombre se quiere ayudar con hacer lo
que es en st T ¡i 580 se hagan-Dios] los hombres seamos dioses T || 581
paz-y darte] om. T \\ i582J383 ad quam-saeculorum. Aniien] om. T
5rV> Cf. r,en. 2, 2;,.
SKKMOM S. ClCLO SANTORAL
65 [2] Esta obra es sólo puramente de gracia *
Anunciación de Nuestra Señora, 25 marzo
(¡Escorial, Ms. & lili 21, flf. 221 v - 227 v.)
Exordio: La zarza Viendo Dios la aflicción que los hijos
que ardía- y no se de Israel tenían estando captivos en
quemaba Egipto, queriéndolos librar del cauti-
verio, apareció a Moisén en el desier-
5 to: que estaba guardando las ovejas de su suegro en el
desierto. Y vió una zarza que ardía y no se quemaba^ y
espantado de ver fuego tan encendido en cosa tan flaca" y
no se quemar, dijo: Quiero ir a ver esta maravilla. Y díjole
Dios desde la zarza: La tierra en que estás, por estar yo
10 aquí, santa es; si quieres llegar, descálzate los zapatos.
Maravillosa es la visión del profeta, pero más maravi-
lloso es el cumplimiento de ella. ¿Qué es fuego en zarza
y no se quemar, sino Dios en el vientre de una doncella,
para librarlos del pecado, y estándose entera? Si algún
15 día tienen los predicadores necesidad de limpieza para ha-
blar, éste es. Si algún sucio llegare a hablar de este santo
misterio, dirále el Niño desde el vientre de la Madre ben-
dicta: Si quieres llegar acá, descálzate los zapatos, porque
este lugar en que estás tierra santa es. Los zapatos hácense
20 de pellejos de animales muertos. Si quieres llegar acá a
hablar de este santo misterio, quita las aficiones, que son
los pies del alma, de las cosas mortales de la tierra. Y por-
que, para hablar de él, tenemos necesidad de limpieza y
de gracia, pidámosela al mismo Señor, y pongamos a la
25 Virgen por intercesora, diciendo: Ave, Maria.
Día de buena nue- Hic dies boni nuntii est; si tacueri-
va es hoy mus, sceleris arguemur. Día es hoy
de buena nueva; si calláremos, si no
lo manifestáremos, de traición seremos argüidos. ¿Cómo
30 callará la lengua en el día que Dios se hizo carne por amor
de la carne? Día es hoy de grandísima alegría, el de la
mayor que nunca hubo ni habrá para siempre. Día en que
hizo Dios la mayor obra, que nunca hizo ni hará. Día en
que tomó nuestra carne, en que se hizo hombre. Pues de-
35 cid: Si tenemos a Dios, ¿qué nos falta?; si Dios es con
nos, ¿quién contra nos? Día es hoy que, si los ángeles nos
«Del P. Avila, en el día de la Anunciación de nuestra Seño-
ra» If. 221 v).
to Cf. Ex. 3, 1-5.
36 Rom. S, 31.
2]. A.VIWCI ACIÓN Ulí MI.STKV Sl.ÑOK \ 1021
pudieran haber envidia, la tuvieran. Y doctores hay que
dicen — y paréceme muy bien — que de envidia de este mis-
terio se perdió Lucifer. Que tenía él hecho su cuenta: "Si
40 Dios se ha de juntar con alguna criatura, con lo mejor ha
de ser. Pues mayores son los ángeles que los hombres y de
mejor naturaleza; y de los ángeles yo soy el mejor. Si con
alguno se ha de juntar, yo he de ser". Como supo después
que se había de juntar con los hombres, tuvo envidia.
45 "¡Cómo! ¿Con un hombre pecador y miserable se ha de
juntar Dios y dejarme a mí? ¿A un pedazo de barro he
yo de adorar?" Porque sabía él que aquella humanidad
santísima, junta con Dios, la habían de adorar los ángeles
y serafines, y de aquí tomó ocasión. Y vino el Señor y echó-
50 lo del cielo al profundo, porque escrito está que grande es
el Señor y mira las cosas bajas en el cielo y en la tierra.
Cuán deseado tenía este dichoso día la Esposa, cuando
decía en los Cantares: ¡Quién te me diese, hermano mió,
mamando en los pechos de mi madre, y que te hallase fuera
55 por esas plazas, y te besase y te abrazase, para que ya
ninguno me menospreciase! ¡Quién te viese, hermano mío,
decir con deseo de este día: "Hecho hombre, hecho niño,
mamando a los pechos de una doncella"! ¡Quién te hallase,
Señor, acá, fuera de tu eternidad, por esas plazas, vestido
60 de nuestra ropa, hecho hombre subjeto a dolores y traba-
jos, porque te abrazase y besase, porque naide me menos-
preciase! Porque tú, Señor, hecho hombre, juntado con los
hombres, ¿quién me menospreciará? ¿Los hombres? No.
¿Me menospreciarán los ángeles, viéndote a ti, que eres
65 Señor de todos ellos, hecho hombre? No. ¿Me menospre-
ciarán los demonios, viéndote a ti, Señor, de quien tiem-
blan en oírte mentar, hecho mi hermano? No. ¿Me me-
nospreciará el Padre Eterno, pues te dió a ti que fueses
hombre, para remedio de los hombres y para honrarlos por
70 ti? ¿Cómo me menospreciará el Hijo, pues por mi amor se
hizo hombre y nuestro hermano, que en su santo Evangelio
llamó a los nombres hermanos? ¿Cómo me menospreciará
el Santo Espíritu, pues en el que El más moró es mi her-
mano y por amor se hizo hombre? ¿Pues despreciarme ha
75 la Virgen santísima? ¿Cómo menospreciará al pecador, pues
fuimos causa de su dignidad; que para salvar los pecado-
res la tomó Dios por Madre, y somos hermanos de su ben-
dicto Hijo y ella Madre nuestra, y ansí la cantamos: Mons-
tra te esse Matrem? Si tú, Señor, decía la Iglesia, etc.,
80 ninguno me menospreciará.
46 juntar] con add.
Si Cf. Pa. ii2, ft. 56 Cf. Cant. 8, i.
79 Hrcv. Rom.. Comm. fest. H. M. I'.. Vesp., hyffñn. «Ave-
n-inri* --tella».
1022 SERMONES. CICLO SANTORAL
Escoto dice que la más propria obra de gracia que Dios
ha hecho con los hombres ha sido ésta; que no la mereció
naide. Porque, si Dios te perdona tus pecados, de tu parte,
obra de gracia es; empero, de parte de Jesucristo, bien caro
85 le costó. Si te da la gloria, gracia es para ti; pero a El le
costó, muriendo en un palo con trabajos, la vida. Esta obra
es sólo puramente de gracia, que naide la mereció. Porque
tus bienes, aunque tú no los merezcas y sea gracia de tu
parte, de parte de Jesucristo trabajos y muerte amarga le
90 costaron; pero ésta naide la mereció, ni el mismo Jesucris-
to en cuanto hombre. Porque, en el mismo instante que fué
concebido, criada el ánima, luego fué personalizada con Dios.
Pues que antes que fuese no pudo merecer; obra fué pu-
ramente de gracia del Señor, sin ningún merecimiento. El
95 nombre sobre todo nombre mereció Jesucristo porque se
humilló hasta la cruz; pero ésta es obra puramente de gra-
cia. Es tan grande esta festividad de este día, que no basta
un dia ni muchos para celebrar y predicar su dignidad, y
por esto señala la santa Iglesia un mes de Adviento, para
100 que todo él se celebrase; y si esta fiesta en todo él se
celebra, hoy no se celebra más que contar cómo pasó y
el gozo de la Virgen bendicta.
Hoy se cumplieron los deseos de todos los patriarcas y
profetas. Que tan deseado y con tantos sospiros fué pe-
105 dido: Emitte manum tuam de alto, eripe me; et libera me
de aquis multis, et de manu filiorum alienorum: Enviad,
Señor, vuestra mano de lo alto, decía el santo David, y
libradme de las aguas muchas. La "mano" que pide David,
este santo día, este santo misterio, a Jesucristo pide; por-
110 que con las manos obramos lo que queremos, y el Padre
Eterno con Jesucristo obra todas sus obras, todas las cosas
son hechas por El, y por eso se llama "mano" y "brazo"
el Hijo de Dios en las santas Escripturas. Enviad, Señor,
vuestro Hijo, para que me libre. ¿Cómo os he, Señor, ofen-
115 dido a vos, que sois infinito? No bastan consuelos ni reme-
dios de hombres para me consolar, si vos mismo no me con-
soláis. Enviad, Señor, uno que sea Dios; no santo ni ángel,
no serafín, no cosa limitada, sino el mismo Dios, un Todo-
poderoso riquísimo y piadosísimo.
120 A uno que está muy muerto de hambre no le pongáis pan
tasado, que no le podréis hartar; ponedle pan que le sobre,
y luego se hartará. No enviéis, Señor, a santo ni a otro que
vos, no cosa finita; enviad al Infinito, a vuestra mano, que
haya para pagar todos nuestros males y sobre. De parte de
125 Jesucristo — ¡bendicto sea El! — sobró en su pasión rescate
124 para pagar] para vengar del.
83 Escoto, Ih III Sent., d. n, q. 2. 108 Cf. Ps. 14^, 7.
96 Cf. Phil. 2, 8-9.
6,5 [2]- ANUNCIACIÓN 1>E NUESTRA SEÑORA
1023
para salvar a diez mil mundos, y cien mil que fueran, y si al-
guno se va al infierno, es porque no quiere gozar del rescate
de Jesucristo. Por todos está pagado, y sobra, cuanto a la
suficiencia. Como si estuviesen diez captivos en poder de
130 moros, paga un mercader el rescate de todos ellos ; viene uno
de ellos y, por estar amancebado con una mora, no quiere
salir del captiverio. De parte del mercader, rescatado está;
atribuya el no salir a su mal recaudo. Enviad, Señor, vues-
tra Mano, a Jesucristo bendicto, para que me libre de las
135 muchas aguas de mis pecados, que crecen tanto que me quie-
ren ahogar, y para que me libre de la mano de los hijos aje-
nos, de los demonios y mundo.
Día de buena nueva es hoy, día de alegría, de las mise-
ricordias de Dios; si calláremos, si no las predicáremos, ar-
140 güimos han de traición.
Edbeca, figura de Cuando Abraham quiso casar a su
María por su ca- hij° Isac, tomó un mayordomo suyo
ridad <3ue se llamaba Eliecer y díjole que
le buscase mujer para su hijo Isac,
145 y tomóle juramento, y díjole: "No tomes mujer para mi
hijo de esta tierra en que vivo, de los cananeos, sino de mi
tierra propria y parentela; sino ve a Mesopotamia y de allí
le toma mujer". Respondió: "Y si la que tomare por mujer
no quisiere venir, ¿llevaré a tu hijo allá?" Dijo Abraham:
150 "Vete, que el Señor Dios mío, que me sacó de mi tierra, en-
viará a su ángel contigo, que te depare mujer para mi hijo.
Finalmente, ve, y si no quiere venir, serás libre del jura-
mento. Esto mira, que no lleves a mi hijo allá en ninguna
manera". Toma diez camellos Eliecer, y vase a Mesopota-
155 mia, y llega junto a una ciudad que se llamaba Mecor, y
hizo allí parar los camellos y la gente junto a un pozo, pero
tarde, a la hora que suelen salir las mozas por agua. Rogó
Eliecer al Señor, y dijo: Señor Dios de mi señor Abrahán,
socórreme y haz misericordia con mi señor Abrahán. Yo
160 estoy junto a esta fuente adonde las hijas de los de este
pueblo vienen por agua. Esto tomo por señal: A la moza
que yo dijere: "Dame a béber" , y ella respondiere: "Bebe
tú, y a tus camellos daré también a beber", ésta, Señor, es
la que aparejaste para tu siervo Isac, y en esto conoceré
165 que has oído mi oración, y has hoy hecho misericordia con
mi señor Abrahán. Esto tomo por señal: la caridad. Aun
no había acabado la oración, cuando vino Rebeca con su cán-
taro en hombro, hija de un hermano de Abrahán, virgen
y muy hermosa, y no conocía varón. Virgen muy limpia.
170 Y dice que no conocía varón, que era virgen de obra y de
pensamientos, porque vírgines hay que, aunque no conocen
varón, no lo son de deseos y de pensamientos. Rebeca, muy
limpia En allegando, pídele a beber; responde: "Bpbe en-
horabuena, y a tus camellos también daré de beber". Como
175 vido esto y supo quién era, alabó al Señor, que le deparó lo
que buscaba, y, abiertas sus arcas, dale a Rebeca muchas
manillas, y dos ajorcas para los brazos, y un zarcillo para la
una oreja. Lleva a Eliecer a casa de su hermano Labán. Dió
su mensaje, y danle a Rebeca, y llévala por esposa de su
180 señor. Y dice el texto que fué tanto el gozo que Isac recibió
cuando vió a Rebeca, que se le quitó la tristeza que tenía
de la muerte de su madre Sara.
Conjuró Abrahán a Eliecer que tomase mujer para su
hijo, y no de tierra ajena, sino de la suya propria. La ben-
185 ditísima Virgen de la propria tierra de Dios es. Es Dios lim-
písimo, sin pecado. La Virgen, limpísima, sin pecado; y aun-
que no por naturaleza, por gracia fué librada de todo pe-
cado. De la tierra de Dios. Dió Rebeca a beber Eliecer y a
sus camellos, que esto llevaba él por señal de quién sería
190 esposa de su señor: la que tuviese caridad. La Virgen
grandísima caridad tuvo. No la tomara Dios por Madre si
no tuviera mucha caridad. Ideo deseo mucho, cada vez que
hablo de la Virgen, que hubiera un libro para que se viera
su caridad; y lo que debemos, de lo que la Virgen ha hecho
195 y hace con nosotros, no cupiera en papel. ¡Cuántas cosas
vieras allí de que Dios te ha librado por ruegos de esta
Señora sin tú sabello! Si bienes tenemos, si somos libres
de males, por sus bendictos ruegos nos vienen; líbranos de
peligro del alma y del cuerpo; da a beber al alma, que somos
200 nosotros, y al cuerpo, que es nuestra bestia; ruega por los
justos, que sean conservados, y por los pecadores, que son
bestias, que sean librados.
"La verdadera devo- ¿ Queréis ver una señal muy grande,
ción a María^, señal si uno es bueno, si se ha de salvar?
205 de predestinación Mirad si es devoto de la Virgen. In
electis meis mitte radices. Dice Dios:
"Señora Madre, en mis escogidos echad raíces". ¿Señal de
escogidos de Dios? — Que tenga la Virgen — su devoción —
raíces en vos; no a sobre peine, sino devoción entrañable.
210 Sed devotos de esta bendicta Señora, y servidla. Porque, si
a un hombre le quitáis el bonete, os da gracias. ¿Y pensáis,
si saludáis a la Virgen y la rezáis o le hacés algún servicio,
que lo echará en olvido? No lo hará, sino por una bendi-
ción que le digáis, hará a su bendicto Hijo que os dé diez.
215 Dirá: "Hijo mío, bendecid a este que me bendijo. La ver-
dadera devoción de la Virgen que tenga raíces, no de en-
179 esposa de] su mujer del.
190 caridad] Y lo qme le debemos de qm Vlrgren ha hecho y hace del.
182 Of. Gen. 24, 1-67.
•207 Eccli. 24, t$i
6.5 WU.NCl ACIÓN bE NUESTRA SEÑORA
1025
cima, sino que por su devoción hagas fuerza a tu voluntad
y a tus pasiones; que, porque ella fué limpísima, por su de-
voción, aunque tus pasiones te inclinen a otras cosas, seas
220 tú limpio por su amor, y te apartes de males, y digas: "Esto,
por amor de la Virgen limpísima". Si fuera juez, mandara
que ninguna mujer sucia se llamase María, por honra de
esta Virgen limpísima.
Deparó Dios a Eliecer a Rebeca, la mesma que buscaba
225 y como él la quería para esposa de su señor, porque antes
que hiciese el negocio lo puso en manos del Señor, le rogó
que le encaminase; que a los que llaman al Señor y ponen
sus negocios en sus manos antes que los hagan, siempre su
Majestad los hace como desean, a lo menos como les con-
230 vienen.
Dos ajorcas y un Dió Eliecer a Rebeca dos ajorcas para
zarcillo ' l°s brazos y un zarcillo para la oreja ;
el zarcillo significa la fe, y las ajorcas,
esperanza y caridad, porque con estos brazos se abraza
235 Dios. Dióle dos ajorcas y un zarcillo solo para la oreja de-
recha; que no ha de haber más que una oreja. Oye, hija, y ve
— dice David — e inclina tu oreja. No tus orejas, una oreja
no más: creer a Dios. Creyó la Virgen a Dios, tuvo muy
gran fe, y ansí le dijo santa Elisabet: Beata quae credi-
240 disti, etc., en ti serán perfeccionadas y cumplidas, etc. La
una ajorca es esperanza. Tuvo la bendicta Virgen esperanza
en el Señor, confiaba en el Señor. Hay unos hombres deses-
perados, desconfiados de Dios, que si les decís: "¿Qué ha
de ser de vos?, ¿habéis de ir al cielo?", dirán: "Pues ¿dónde
'¿45 he de ir?", y, por quequiera que les acaezca, luego pierden
la esperanza. Enhorabuena; porque la esperanza no era ver-
dadera, que la verdadera no hay madera que tanto peso
sufra encima como ella. Si vuestra esperanza fuese verda-
dera, si tuviésedes asentado y creído de verdad: "De aquí a
250 poco tengo de ir al cielo, a gozar tengo de ir de Dios presto",
¿qué se os daría que os deshonrasen aquí, pues esperáis de
ser allá honrado de Dios para siempre; ni que faltase lo
que faltase, si allá habéis de tener tan presto abundancia
para siempre? Decís que tenéis esperanza, y si os quitan
255 un real, si os falta un día qué comer, luego desesperáis.
Job tenía verdadera esperanza, que, muertos sus hijos y
asolada su hacienda, después de mil trabajos: Credo quod
Redemptor meus vivit. Creo que mi Redemptor vive, y he
de resucitar en el postrero día y he de ver a Dios en mi carne,
260 y con estos ojos lo he de mirar, y esta esperanza tengo guar-
253 falti.si 1 qtfie «,1,1.
33
1026
SERMONES. CICLO SANTORAL
dada en mi seno y en mi corazón. Como este bienaventurado
tenía esperanza, todo se le hacía liviano; y al que verdadera
esperanza tiene asentada en su alma — "Al cielo he de ir, a
Dios tengo de ver" — , todo se le hace liviano, aunque sean
265 grandes trabajos. Tuvo la Virgen verdadera esperanza y ver-
dadera caridad, más que todas las puras criaturas, y por
eso mereció ser Madre de Dios.
Paráfrasis del Entra aquí el evangelio: Missus est an-
evangelio de la gelus Gabriel a Deo. Envió Dios a un án-
270 Anunciación 9^1 Que se llamaba Gabriel, el mejor de
los mensajeros. Aunque no sea San Ga-
briel el mejor de los serafines, es el mayor de los mensajeros
de Dios. Angeles y arcángeles son los que Dios envía con
mensajes a sus negocios, y, según dicen los doctores, San
275 Gabriel es el mayor de los ángeles.
A una ciudad de Galilea que se llamaba Nazaret. A una
tierra pobre. Judea era tierra honrada; Galilea, baja y
pobre.
A una Virgen desposada con un varón que se llamaba
280 Josef. Pone el nombre de Josef, para denotar el oficio; como
si dijera: "A una virgen desposada con un carpintero". ¡Ben-
dito seas tú. Señor, que tanto te humillaste! A un carpin-
tero. Si tuviérades de casar a vuestro hijo y pudiérades
escoger, ¡luego lo casárades con una hija de un carpintero!
285 Pues veis el Todopoderoso, Rey, Emperador, que podía to-
mar a quien quisiera por madre, y escogió a una mujer pobre
y de un carpintero. Hombres hay y doncellas que, aunque
les hiciese hoy el Señor la merced que a esta bendicta Se-
ñora hizo, no serían carpinteros ni se casarían con carpin
290 teros; y padres que si les decís que se abajen un poco, pues
que son pobres, y casen con oficiales sus hijas, os dirán
que antes las desparentarán o echarán en un pozo. De ahí
enhorabuena vienen a metellas monjas por fuerza, y a ser
beatas tantas, y venir a lo oue Dios sabe y quien lo trata.
295 Como no entran con devoción, llevadas de Dios, sino por
fantasía y por no abajarse, ni son religiosas ni nunca lo
fueron, sino fantasiosas; y viven como encarceladas y con
continuos descontentos. Escogió Dios las cosas bajas.
Erat nomen Virginis Maria. María quiere decir en una
300 lengua "mar de amargura", y en otra, "princesa" o "estrella
del mar". Todo le viene bien a la Viraren María: fué [mar'l
de "amargura" en la pasión de su bendicto Hijo, y "estrella"
de los navegantes por este mar grande y espacioso de este
274 mensasajVs
261 Cf. lab 19, 25-27.
270 Lx. i, 26 ss.
65 [2]. ANUNCIACIÓN DE MUESTRA SEÑOKA
1027
mundo, "norte" de los pecadores y "princesa" de los sera-
305 fines.
Et ingressus ángelus. Entró el ángel en el aposento de
la Virgen en figura de hombre muy honesto. El hincóse de
rodillas, y dícele: Ave, María, gratia plena, Dominus tecum.
Dios os salve, llena de gracia, el Señor sea con vos. Declaran
310 esto unos de presente y otros de optativo. Unos dicen: "el
Señor es contigo"; otros: "el Señor sea contigo". Y esto
parece más conforme a la salutación: El Señor sea con vos.
Et turbata est. Espantóse la Virgen y turbóse. ¿De qué
os turbáis, Señora? ¿De ver ángeles? No, por cierto; que
315 acostumbrada estaba ella a verlos y comunicarlos. Espántase
de ver figura de hombre delante de sí. Esto es bueno para
las doncellas atrevidas, desenvueltas, de nuestro miserable
tiempo. No me parecen bien las doncellas parleras ni a Dios
le parecen bien. La doncella honestísima, recatada, teme lo
320 seguro. No de su proprio padre ni de hermano se ha de fiar.
San Ambrosio dice: Virginum est trepidare. De las vírgines
es el temblar. Ha de huir de ver hombres como de demonios.
"Dadme la doncella atrevida, y dárosla he perdida". Y así
lo suelen decir los demonios encarnados: "Dádmela vos que
325 me oiga, y dárosla he vencida". Llamo demonios encarnados
los mancebos de agora que andan a engañar vírgines; peores
son que demonios. Espantóse la Virgen.
Y porque esta palabra "graciosa", "llena de gracia", tiene
dos sentidos y se puede echar a uno y a otro: gracia del
330 mundo, hermosura y gracia delante de los ojos de Dios, como
el ángel le dijo "llena de gracia", cogitabat qualis esset ista
salutatio. No como las vírgines de agora miserables, que se
huelgan cuando los hombres las dicen hermosas y se vana-
glorian de ello, y lo desean, y se atavían y ponen donde las
335 vean, para que se lo digan. Esto pondero mucho. Si la otra
doncella, nuestra madre — que doncella era cuando el ángel
la saludó y le dijo: ¿Por qué os mandó Dios que no comié-
sedes de este árbol? — , pensara qué tal era aquella saluta-
ción, no la engañara; ni a nosotros nos viniera tanto mal
340 de su engaño si ella dijera: "No hay que examinar en lo que
Dios manda; basta que nos mandó que no lo comiésemos".
Paróse con él a razones, y engañóla. Y si nosotros, cuando
el demonio nos saluda, y el mundo y la carne, pensásemos y
examinásemos qué tal sea aquella salutación, no nos enga-
345 ñaría. La bendicta Virgen: ¿Qué tal fuese aquella saluta-
ción? Si la decía "graciosa" de la carne, hermosa, no lo
quería ella, que sabía que dice el Sabio que Vana est pulchri-
322 San Ambrosio, Expos. in Le., 1. 2, 8 (ML 1.5, 1636) : «Tre-
pidare virginum est, et ad omnes viri ingressus pavere, omnes viri
affatus vereri».
338 Cf. Gen. 31.
1028
tudo, que Vana es la hermosura. La mujer cuerda ésa es
loada; si le decía "graciosa" delante de los ojos de Dios, su
350 humildad no lo consentía, que se tenía por nada ella en sus
ojos.
Viendo el ángel que estaba en duda, díjole: No temas,
María. Y di cele su proprio nombre para más la asegurar.
No temáis, Señora; que no penséis que la gracia que os
355 digo es de vanidad.
Invenisti gratiam apud Deum. Señora, el Señor se ha
agradado de vos. Hallado habéis gracia delante sus bendictos
ojos, y tanta, que concebiréis en vuestro vientre. Esto es
contra los herejes que dijeron que no había puesto nuestra
360 Señora nada en la concepción de su Hijo, sino que el Señor
se había entrado en su vientre y salido.
Concebirás, le dice el ángel, en tu vientre y parirás un
Hijo; llamarle han Jesús, Salvador del mundo. Será muy
grande, y llamarle han Hijo del muy alto, y darle ha Dios
3©5 ei reino de su padre David; y su reino será para siempre, no
terná fin. Esto es contra los judíos, que decían que el Me-
sías había de reinar temporalmente. Et regni eius, dice el
ángel, non erit finis. No terná fin reino espiritual, reino
de almas.
370 Dixit autem María ad angelum: Quomodo fíet istud, quo-
niam virum non cognosco? Amaba tanto la virginidad la
Virgen bendicta, que pospone ser Madre [de] Dios; y dice
ella: "¿Cómo se hará eso, que tengo prometido de no cono-
cer varón?" Que esto quiere decir non cognosco; frasis he-
375 brea que quiere decir: "Tengo prometido de por ninguna
vía conocer varón", como cuando dice uno: "No como carne
en la cuaresma", aunque sea el primero día, quiere decir
que tiene propósito de no comerla en toda la cuaresma. ¿Qué
hiciérades vos? Arrojárades os luego. — Señora, ¿no trocaréis
380 vuestra virginidad, sin pecado y con gran merecimiento, por
ser Madre de Dios? — No tengo propósito de conocer varón.
¡Triste de la doncella que, por una saya que le dan, pierde
su virginidad!
Y respondiendo el ángel: "No temáis, Señora, que ello se
385 hará: que seáis Madre de Dios y guardada vuestra virgini-
dad; el cómo, no lo sé. Spiritus Sanctus supervenist in te,
et virtus Altissimi óbumbrabit Ubi. Por Espíritu Santo ha
de ser esta obra; obra es de solo Dios. El Espíritu Santo
sobreverná en vos y la virtud del muy alto os hará sombra"
360 (Frasis hebrea: Obumbrabit quiere decir: el Espíritu Santo
os esforzará y os confortará, os dará virtud para que esto se
haga) ; dixit autem Maria: Ecce ancilla Domini, fiat mihi se-
383 virginidad] eniéfcéza s. s., honestidad mg.
349 Prov. 30
1029
cundum verbum tuum. Pedísme para Madre, veis aquí la escla-
va del Señor, hágase en mi como el Señor ordenare. Y en aquel
395 mismo instante fué criada el ánima santísima de Jesucristo,
y fué concebido en el vientre de la Virgen, y juntó a cuerpo y
a ánima y divinidad, y fué hecha la mayor obra que nunca
se hizo ni hará para siempre.
Peroración: De- Día de grandísima alegría es hoy. Día
400 mos gracias al de la alegría de las alegrías. Día de bue-
Señor v a María nas nuevas- Dí& de todo nuestro bien.
Si calláremos, si fuéremos ingratos, si
no diéremos gracias al Señor por este día, de traición sere-
mos argüidos. Demos gracias al Señor por este tan gran
405 bien que nos dió en este día, y a la Madre, por cuyas manos
nos lo dió. Que si llegáis a un árbol muy hermoso y veis una
pera o manzana muy hermosa, decís: "¡Bendito el árbol que
tal fructo dió!" Cuando viéredes a Jesucristo en la hostia
consagrada, cuando comulgáredes, cuando recibiéredes a
410 nuestro Señor, dad gracias al Padre Eterno, que os lo dió;
decid: "¡Bendicto sea el árbol que tal fructa dió, que es la
Virgen bendictísima !" Y darnos ha el Señor gracia y gloria,
ad quam nos perducat.
66 ¡ Dichosa persona a quien María visita ! *
Visitación de la Virgen, 2 de julio
(Valencia, Bibl. Coil. Patriarca, Ms. 1049, ff. 1 r-7 v; ed. 1596, II
pp. 29S309.)
Verba sapicnt [i]um , tfudsi chvi in aítum dcfixi
(Ecl. [12, II]).
Exordio Cosa es de maravillar que, siendo las palabras
cosa de tan poco tomo y tan livianas, pues son
5 aire herido, tengan tanto tomo, que sean clavos, y muy
hincados. Livianas son en substancia, mas de tomo son en
el mal que hacen, si son malas, o en el bien, si son buenas.
Ex verbis tuis iustificaveris. Vita et mors in manibus lin-
guae. Veces hay que se pierde una casa, pueblo o ciudad
10 por una lengua, o se gana; con la lengua mala podéis qui-
tar a uno la hacienda, honra y vida; y sobre todos, ¡ay de
aquel que quita a su prójimo a Dios con mal consejo y
persuasión!
V = Valencia, T = Ed. || 6 son, om. T \\ 8 iustificaveris] efe. add. T I1
10 o se nana] mala y T fj 11 todo T
«Visitatio Virgini* Mariae» (Valencia, f. t r, al margen).
8 Mt. 12, i;.
9 Cf. Trov. iS, 2i.
1030
SERMONES. CICLO SANTORAL
No son vuestras palabras, Virgen, de esta manera, sino
15 verba sapientis. Palabras de la Virgen trujeron a Dios para
ella cuando por el Ecce ancilla encarnó Dios en ella; y por
sus palabras vino Dios en los otros. Si no, mirad en la
visitación de Elisabet, que, hablando ella, recibió el niño
aceleración de libre albedrío, y recibió la gracia, ¡como
20 quien no dice nada! Entonces conoció a Cristo, y se gozó,
y le adoró, y recibió la gracia, y fué limpio del pecado
original; que cuando del vientre salió, santo salió, y por
esto se celebra su nacimiento; y así son suyas aquellas pa-
labras: Ab útero vocabit me, et de ventre matris meae re-
25 cordatus est nominis mei. ¿Cuál es vuestro nombre? Juan,
esto es, gracia, y ésa se le dió por la habla de la Virgen.
Si tan provechosas y fuertes son vuestras palabras,
Señora, que con días se da gracia, recordare Virgo mater,
cum steteris ante Deum, ut loquaris pro nobis bona, et
30 averías indignationem suam a nobis. Si, estando en la
tierra, deciende el Espíritu Santo en el niño hablando la
Virgen, mucho mejor decenderá rogándoselo ella, que está
ya en el cielo. Si el gran pregonero de Cristo, San Juan,
primero que salga a predicar toma la bendición y saluta-
35 ción de la Virgen, ¿cómo osaré yo predicar, si no habla
ella por nosotros en el cielo? Elíseo, aunque profeta, no
se siente devoto para profetizar, si no le traen uno que
le cante, ¿cómo profetizaré yo si no oigo a esta gran
cantora, que hoy cantó el suavísimo canto de la Mag-
40 nificat? Visitadnos, Señora, con vuestra intercesión; ha-
blad por nos a Dios, para que yo hable bien de vos, y este
auditorio oiga. Y porque a todos hagáis mercedes, humi-
llémonos todos a vos, diciendo: Ave, Maria.
Humildad de María en El ejemplo y Maestro de todos los
45 visitar a Santa Isabel hombres que se han salvado y sal-
varán, Cristo es, y así se llamó El
lux mundi, y, por consiguiente, sol. Y cuanto uno más cer-
cano a El en santidad, tanto más participa de su luz y
tanto más claro nos enseña el camino para Dios. Y como,
14 esa T \\ 16 ella,] vella V || 17 en los otros] a nosotros T \\ 21 le] lo
T || 23 eso T || 25-26 Juan-gracia] Joannes gratia T
32-33 que está - cielo] desde el cielo do está T || 35 predicar] enseñar T ||
38 profetizaré yo] yo predicare T | a om. T || 39 hoy ora. T || 41-43 y este
auditorio - Ave María] Dios y los hombres oigan y sean alumbrados por mer-
ced vuestra T
44 y Maestro om. T ¡| 47 uno] está nrfrf. T \i 57 y, om. T |] 59 hombre
15 Cf. Eccl. IO, 12.
16 Le. I, 38.
25 Cf. Is. 49, 1 ; Le. i, 13.
30 Miss. Rom., Septem Dolor. B. M. V., offertor.
38 Cf. 4 Reg. 5, 15.
47 lo. 8, 12.
66. VISITACIÓN DE LA VIRGEN
1031
50 entre todos los cercanos a El, ninguno haya tanto como
su Madre, nadie como ella nos enseña las virtudes con que
le hemos de agradar. Y quien bien mirare la vida de la
Virgen, verá en ella una grandísima semejanza de la de
su Hijo nuestro Señor; porque convenía que así como nin-
55 gún parentesco hay tan cercano como entre madre y hijo,
y se suelen parecer mucho en el rostro, y particularmente
fué esto entre nuestra Señora y su Hijo, y así convino que
en lo espiritual ningún parentesco ni semejanza hubiese
tan grande entre hombres y Cristo, ni entre ángeles y
60 Cristo, como entre El y su Madre: Multae filiae congrega-
verunt sibi divitias: tu supergressa es universa; y estas
hijas son todas las hijas de la Iglesia no sólo desde el
principio del mundo hasta la fin de él en la tierra, mas
en todas las hijas de la Iglesia del cielo, que es una con la
65 de la tierra, y tiene una cabeza, que es Cristo. Señora la
llaman en el cielo, y ventaja le conocen aun los serafines
en el amor y en la gracia. Ninguna conjunción con Dios
hay tan grande después de la unión personal como ser
Madre, y ninguna conjunción tan grande en la gracia como
70 entre esta Madre y su Hijo. Que aquel Benedicta tu in rwu-
lieríbus. que le dijo el ángel del cielo, y el que le dijo hoy
Santa Elisabet, mujer de la tierra, esto nos dice: que tiene
bendición sobre hombres y ángeles, y más gracia que ellos,
y, por consiguiente, más gloria.
75 Mirad bien y veréis que, si Cristo virgen, la Madre vir-
gen; y antes que El predicase que era mejor virginidad que
casamiento, ya ella lo había propuesto y aun prometido.
El predicó probeza, y ella la obró, dando por Dios lo que
le dieron los reyes. ¡Qué de veces predicó el Señor humil-
80 dad y caridad y cuántas veces la obró primero la Virgen,
como enseñaza de Aquel que en su vientre estaba! Mucho
nos maravillamos de ver que el Señor lavó a sus dicípulos
los pies, que nos da a entender humildad y caridad; y es
aquello una admirable cosa que Cristo al fin de su vida
85 quiso hacer para ejemplo nuestro; mas mirad el lucero que
vino primero que el sol, y veréis su profunda humildad
y caridad en visitar hoy a Santa Elisabet.
Y ansí como, para ver cuán grande humildad fué la
del Hijo de Dios en abajarse, dice San Juan primero cuánta
T ü 60 El y su] esta T \ Madre] y su Hijo add. T |J 63 la,] el T | <le él
om. T || 64 en om. T || 68 hay om. T \\ 70 su] benditísimo add. T || 72
isanta om. T || 73 ángeles y hombres T
76 El] lo add. T || 78 pobreza T | y om. T | obra T || 80 laj 1» || 82 de
om. r ] discípulos T |i 84 cosa] obra T
6i Cf. Prov. 3i, 20.
65 1 Cor. 11, 3.
71 Le. 1. 28.
77 Cf. Mt. 19, 12.
1032
SERMONES. CICLO SANTORAL
90 era su alteza: Cum omnia tradidisset Pater ei in manus,
así para saber bien ponderar la humildad de ella mirad pri-
mero cuán alta es ella. Señora, ¿no os acordáis a quién
lleváis en vuestro vientre encerrado, que es tal que, por
ser vos su Madre, sois la más alta criatura de la tierra
95 y del cielo; y es razón que vos a nadie, pero todos a vos
os sirvan? Ya si fuera antes de haber concebido tal Hijo,
que os da a vos nombre sobre todo nombre que a criatura
pura se debe, que es ser llamada Madre de Dios, no fuera
tanta la humildad con que os abajáis, porque no fuera
100 tanta la alteza que teníades; mas siendo tan alta y ensal-
zá[n]doos Dios con título de tanta grandeza, haceros vos
pequeña con la humildad, es cosa, después de la humildad
de vuestro Hijo, la más alta de todas.
La Escriptura dice: Odit Dominus pauperem superbum;
105 porque para eso le da Dios la pobreza, para que decienda
de la soberbia y se humille; y no lo haciendo, es su feal-
dad más aborrecible, porque es soberbio sin ocasión imo
contra toda razón. Y como la soberbia de éste es más abo-
minable, así la humildad del rico es más amable; porque
lio como el otro tenía ocasión de ser humilde y fué soberbio,
así éste la tiene de ser soberbio y es humilde. No es mu-
cho, no, que nosotros nos humillemos, y pues tenemos tan-
tas probezas que nos convidan a ello; mas en la Virgen,
donde todo es limpio y blanco más que la nieve, sin nin-
115 guna mancha de pecado, allí tanta humildad, es cosa digna
de grande admiración, con la cual se hizo amable a Dios
y lo atrajo a sí; palabras son de la Virgen: Quia respexit
humilitatem. Agora sea como el original dice, parvitatem,
agora como los santos latinos lo exponen y por virtud de
120 humildad, todo viene a uno. Y es cosa de ponderar que ni
alega fe, ni esperanza, ni caridad, que es la mayor de las
virtudes, sino respexit humilitatem ; porque aunque ésta no
es la mayor, es fundamento y causa de la conservación
de las otras. A los humildes da gracia el Señor, y, si la
125 da a ellos, no se la quitará a ellos; de manera que el perder
uno la gracia, señal es de haber perdido la humildad. Non
veniat mihi pes superbiae, et manus peccatoris non moveat
me. Si no tienes aquel mal pie, no temas esta mala mano,
90 ei Pater T || 95 pero] y T \\ 95-96 todos os sirvan a Vos 7" || 96 Ya]
Aun r || 98 debe] de V \\ 100 la] el T | siendo] vos, .Señora add. T || 101
ensalzada T | Dios om. T || 103 todas] i>or<nie vos que os abajáis sois la
más alta de todas >i</<¡. T
104 Escritura T l| 105 para que] porque T |l 107-108 imo - razón y] y no
con ocaisión T || 111 tenía T |i| 112 y om. T || 113 pobrezas T 'I 114 y om. T |!
118 Ahora T \ parvitutem V f| 119 ahora T | y din. 7 |j 120 una 7' || 121 son
las mayores T f| 123 Ja om. T I y] es add. T | la, om. r l> 125 no se -ellos]
90 lo. J, jv
K>j Cff. Eocli. 25, 3-4.
118 Le. 1, |S.
1033
nam ibi ceciderunt omnes qui operantur iniquitatem. Y no
sólo en perder gracia gratum faciente, mas en perder el
gusto de la gracia. Y así esta regla tenía San Bernardo,
lo que es mucho de mirar, que cuando se le ausentaba la
devoción decía: Superbia inventa est in me, et declinavit
Dominus m ira a servo suo.
Lo que es mucho de mirar, que ama tanto Dios que el
hombre sea humilde, que, aunque sea a trueque de pecar
mortalmente, le permite caer porque sea humilde: Punit Deus
latentem superbiam manifesta libídine, dice San Augustín.
Y vese en Nabucodonosor, que por soberbia fué echado de
entre los hombres a morar con bestias; y así anduvo siete
años, hasta que conoció y adoró a Dios, y dijo que a quien
El quiere dar el reino, de aquél es, y se retrata de lo que
había dicho, que en la fortaleza de su brazo había edifi-
cado a Babilonia. ¡Oh qué de verdad se cumple esto en los
soberbios, que les quita Dios lo que les había dado, porque
no conocen ni agradecen que El se lo había dado, y permí-
telos caer en pecados, no humanos, sino bestiales, hasta
que los desatina y hace desconfiar de su saber y fuerzas,
y díceles: Septem témpora mutabuntur super te! ¡Oh, qué
de cosas pasan en aquellos siete tiempos hasta que uno se
humilla a Dios y a los hombres! ¡Qué de golpes, qué de
tentaciones y caídas hasta que caiga la soberbia!; y en-
tonces el hombre está apto para ser levantado y para ayu-
dar a levantar a otros. Exemplum in Petro.
Que no sólo la humildad alcanza y conserva la gracia,
mas es señal que da a entender que está allí la gracia ; como
al que no, la soberbia es señal de la ausencia de ella: Ini-
tiurn omnis peocati, superbia, qui tenuerit eam, adimplebi-
tur máledictis. Dice la glosa: Vitiis. No suelen andar solos
los grandes, ni tampoco la soberbia anda sola, de vicios;
ita humilitas no sola en virtudes. Evidentissimum electa-
muestra querello* bien T || 126-128 Non veniat - moveat me] om. V || 129
nam om. T | operahant V ¡ iniquitatem om. V \\ 130 perder ] la add. T l|
facienti V |¡ 131 la om. T )< 132 lo que - mirar] om. T | se om. T | ausenta-
ba] faltaba T || 134 suo] etc. Y add. T
136 a om. T || 136-137 pecar mortalmente] permitirle caídas T || 138 Agus-
tín T || 139 que] porque T | por] la add. T || 140 con] Jas add. T | ansí T |i
142 retrato T || 144 qué] cuan T || 146 conocían T | agradecían T \ permí-
teles T ¡| 151 hombres] por El add. T | qué de, om. T || 152 y om. T \',
154 Exemplum in Paro] Ejemplo en San Pedro5 T
155 Que] Y r I! 157 no] la tiene add. T \< 158 superbia] et add. T \ eam]
illam r 1 adimplebit V || 160 de vicios] divinos V, om. T M 161 humiütos
129 Ps. 35, 12-13.
134 San Bernardo, In CanU, senpa. 54, 8 : >LL 183, 1042.
138 Cf. S\n Agustín, De civ. Dci. I. 14, o. 1*, -> • MI, 41 42-» •
Scrui. 163, c. 8 : ML, 38, 893. ~ * *
149 Dan. 4, 29.
159 Cf. Eccli. 10, 15. Cf. Biblia sacra aun glossis intcrlittcari et
ordinaria. Nicolai Lyrani Postilla... iLvón 1545K t. 3, f. 397 r.
1034 SERMONES. CICLO SANTOKAL
rum signum humilitas, et reprobatorum superbia, ait Gre-
gorius.
Y esto se nos declaró y dió a entender en que la Virgen,
165 en concibiendo al Hijo de Dios, luego hacía acto de humil-
dad en ir a ver y servir a la que era menor. ¡Oh cosa ma-
ravillosa, que el lleno de Dios se humille más a servir a su
prójimo y se desprecie más en sus ojos, y cuanto Dios más
le alza, él más se abaja! Hechura es ésta del cielo, que en
170 la tierra no se usa esto; mas la Virgen hízolo como ense-
ñada de Dios, y debémonos mucho maravillar de ello, mas
no contarlo entre aquellas obras de las cuales dice San Gre-
gorio que sunt admiranda, non imitanda; que si la humil-
dad del Hijo nos manda que la imitemos, también la de la
175 Madre. Imitemos todos la humildad de la Virgen, pues es
espejo de todos. "Imitad — dice San Jerónimo — a la que
amáis, y honremos con la imitación a la que honramos con
reverencia". "Aprenda — dice San Ambrosio — la doncella de
servir a las viejas, de honrarlas y estimarlas; porque es
180 mucha razón que cuanto la doncella es más limpia, sea más
humilde. Y así pueden y deben aprender los mayores a apro-
vechar y humillarse a los menores". Subiecti omni humanae
creaturae in humilitatem insinuatam, ait Petrus. Si este
consejo se tomase, no habría los males que hay. De la so-
185 berbia todos los males, de la humildad todos los bienes. Dis-
cite a me, et invenietis réquiem. Por el contrario, los desa-
sosiegos de la soberbia vienen, por vengar, por cumplir con
fausto vano. Desdichado del soberbio que pierde a Dios,
pierde el descanso.
190 Quien a Dios tiene, en la humildad se conoce; como el
grano de peso a lo hondo se va, el vano nada al alto del agua;
y el árbol lleno de fruto, acorvado está hacia bajo con el
peso; el de hojas solas, enhiesto y lozano está. No creáis
haber santidad sin humildad, ni aunque seáis subido al ter-
V | ita humilitas no] y asi la humildad no se halla T | en virtudes om. T |
electorum om. V \\ 162 signum] peecatorum add. T | humilitus V || 162-163
ait Gregorius] dice San Gregorio T
164 declaró y dió] da olaro T || 165 en om. T | hacé T || 169 él om. T ||
172 contallo T | de las cuales] que T || 173 quael T || 176 Imitad] Mirad T ¡¡
182 omne V || 183 in] propter Deum, omucs invicem T | insinuatam, ait Pe-
trus] insinuantes, dice San Pedro que T || 186 me] quia mitis sum et humilis
corde add. T \ invenientis requiram V || 186-187 dos asosiegos V \\ 188 Dios]
y add. T
191 al] a lo r || 192 encorvado T \ abajo T \\ 194 seas V |i| 195 cielo] como
163 San Gregorio, Moral., ¡1. 34, c. 23. 56 (ML 76, 750) : «Evi-
dentissimum reproborum signum superbia est, at contra humilitas
electorum».
173 Cf. San Gregorio, Reg. Pastor., p. 3, c. 10 : ML 77, 63.
178 Pseudo- Jerónimo, Ep. 9, 16 : ML 30, 139.
182 San Ambrosio, Expos. in Le, 1. 2, 22 : ML 15, 1641.
183 Cf. 1 Petr. 2, 13. 186 Cf. Mt. n, 28.
66. VISITACIÓN DE LA VIRGEN
1035
195 cero cielo, si no os tenéis por digno de infierno en cuanto
es de vuestra parte; que por falta de esto está el mundo
lleno de herejes, tiniéndose en más que los santos pasados
y que toda la Iglesia. ¡Oh caso para espantar, que una gen-
te tan profana y carnal se tenga en más que tantos santos
200 de vida tan sobrehumana, que son como ángeles en compa-
ración de unas bestias! "No deja — dice San Agustín — de
creer uno a otro en las cosas de Dios, sino porque se tiene
por mejor que él". Pues ¿quién osa cotejarse agora con los
santos pasados, pues las piedras dan voces cuánta diferen-
205 cia va? Y pues fueron aquéllos más amigos, a aquéllos reveló
Dios sus secretos; que cada uno descubre su corazón a. su
amigo mejor que a quien no lo es: Vos autem dixi amicos.
Y en los negocios de Dios poca parte es ingenio, ni estudio, ni
lenguas, sino el magisterio de Dios; y éste mejor lo ha di-
210 cho Dios a su Iglesia, santos, vírgines y mártires, y de gran-
dísima vida, que a una gente perdida; porque si conocimien-
to de Dios hay en la tierra, éste tienen los amigos de El.
Mas es tanta la ceguedad de la soberbia, que no deja ver
aun lo más claro. No está allí Dios, cuyo espíritu es humilde
215 y manso; mas el espíritu del soberbio Lucifer y rey de so-
berbios.
Quien quisiere tener alguna conjectura de que tiene a
Dios, sea humilde e imite a la Virgen, que, siendo preñada
de Dios, va a servir a la preñada de hombre. No va a par-
220 lar, no por callejear, no va por enseñar sus vestidos y her-
mosura, sino por servir a la vieja y preñada, que a esto
han de ser las visitas y entrada. No contó nuevas, no dijo
mal de ausentes, sino servicio de obra y edificación de pa-
labra, aprovechando a la madre y al hijo. Cantan dos can-
225 tares a Dios. Acordaos de esto, señoras; cuando fuéredes a
visitaros, sanas y enfermas, sea para edificación, no para
traer más pecados.
María visita a quien ¡Oh dichosa persona a quien, Se-
de Dios se acuerda ñora> visitas! ¡Oh cuán de verdad
230 dirá: Visitatio tua custodivit spi-
rltum meum! Pues que de nuevo lo da, no es mucho que lo
>an Pablo add. T | dignos V \\ 197 teniéndose T || 203 quién] se add. T |
cotejar ahora T || 205 aquéllos fueron T || 207 amieos] etc. add. T \\ 209
esto T || 210 Iglesia] y a add. T | y, om. T
217 conjetura T || 218 e] y T | preñada] por obra add. T \\ 219 servir] vi-
sitar T | de„] un add. T || 220 no,] va add. T || 221 por] a T || 223 servicio]
servia T || 224-225 Cantan - Dios] om. T |] 226 y] o T
231 lo ] la V || 233 no] le add. T |i| 234 qué de] todas las T 11 235 her-
moseaban T || 236 Acompañábanla los add. T | bien] a T
195 Cf. 2 Cor. 12, 2.
203 Cf. San Agustín, De av. Dei, 1. 14, c. 13, 1 : M^L 41, 421 ;
Confess.. 1. 12, c. 25, 34 : ML 32, 839 s.
207 lo. 15, 15. 231 Io/b io, 12.
1036
SERMONES. CICLO SANTORAL
guarde. ¡Oh dichosa la casa donde entras a visitarla! ¿Qué
bien habrá que no traigas contigo, pues llevas contigo a
Dios? Nunca la Virgen andaba sola; ¡qué de virtudes la acom-
235 pañaban, que la hermosean mejor que todo el oro! Acom-
páñanla ángeles como a su Reina y Señora; mas mirad bien
quién lleva en su vientre, y veréis cuán rica y acompañada
va, para sí y para darlo a la casa donde entra. ¿Qué bien
no dará la que lleva a Dios en sí?
240 Y para que supiesen los hombres católicos y se confun-
dan los herejes que es cosa provechosa la intercesión de los
santos y que por sus ruegos nos hace Dios bienes, quiso Dios
que se diese el espíritu de gracia al niño por hablar la Vir-
gen y se diese el espíritu de profecía a la madre. Porque,
245 decidme, ¿quién dijo a Santa Elisabet que aquella Señora era
bendita, lo mismo que el ángel la dijo? ¿Quién le enseñó que
era Mater Domini mei? ¿Quién le dijo: Beata quae credi-
disti, pues fueron cosas que pasaron entre el ángel y la Vir-
gen? Díjoselas Dios; y pudiera decírselas antes que la Vir-
250 gen viniera, para que la fuera la vieja a visitar o la saliera
a recebir; y no fué servido porque no entendiéramos esta
verdad, sino aguarda que la Virgen entrase y saludase a la
vieja para que diga: Ut facta est vox salutationis tuae. Por
la habla, por el medio de la Virgen les vino este bien; y así
255 parece cuán provechosa nos es su intercesión y el encomen-
darnos a ella y con cuánta razón la debemos suplicar nos
visite.
¡Oh casa dichosa donde, Señora, visitas! Y otra vez lo
diré: Venerunt mihi omnia bona pariter cum üla. San An-
260 drés y otro dicípulo preguntaron a vuestro Hijo bendito:
Ubi habitas? Señora, preguntámoos [a] vos vuestros indig-
nos siervos: "¿Dónde visitáis? ¿Cómo se llama la casa?
¿Qué señas tiene? ¿Qué haremos para traeros a nuestra
casa, para que nos consoléis, y se alegre nuestro niño, y se
265 alumbre nuestro corazón?" La casa donde visita la Virgen
es casa de IZacarías, y saluda a Elisabet. Zacarías quiere
decir el que se acuerda de Dios. Bienaventurado hombre que
de Dios se acuerda, pues le sabe la Virgen la casa. Acor-
darse de Dios, ¿qué será?, que, pues tan gran bien es, no
270 debe de ser cosa de muchos. La memoria de Dios, dice San
Jerónimo, expellit omne peccatum. La memoria de Dios con-
suela en las tribulaciones: Ad me ipsum anima mea con-
248 Lic. i, 45-
25} Cf. Le. 1, 41.
259 Cf. Sap. 7, 11.
261 lo. i, 39.
271 San Jerónimo, Cotnm, in Ez., 1. ~, c. 22 (ML 2,s, 210) : «Me-
moria enim Dei excludit cuneta flagitia».
66. VISITACIÓN' 1>K I V VIRGEN
1037
turbata est, proptcrea memor ero tul. De manera que quien
peca no se acuerda de Dios de esta manera, para que la Vir-
275 gen venga a su casa. Y esto declara David cuando dice:
Memor fui mandatorum tuorum ad faciendum ea. Acordar-
se de Dios es acordarse de sus mandamientos, es ponerlos
por obra; y así, el que olvida los mandamientos olvida a
Dios, y el que no los guarda, aquél los olvida aunque los
280 sepa de memoria.
Esta, pues, es la causa por que no somos visitados de la
Virgen, el no guardar los mandamientos de Dios y de la
Iglesia; pues los unos y los otros son necesarios. Y esto de-
clara Dios por el profeta Oseas: Quia oblita est legis Dei,
285 obüscar et ego fiüorum suorum. ¡Ay de quien de Dios y su
ley se olvida! Que amenazado está que le será pagado en la
misma moneda, que se olvidará Dios de él, ¡como quien no
dice nada! De aquí viene llamar y no ser oídos, porque: Qui
obturat aurem suam ne audiat legem, oratio eius erit exe-
290 crabilis. N-umquid oblivisci potest mulier, etc. Populus vero
meus oblitus est mei, diebus innumeris. Con cuánta razón se
queja Dios: Oblivioni datus sum tamquam mortuus a corde.
Harto nos encomendó El: "Acordaos de mí". Y para esto se
quedó acá en el sacramento del Altar; mas no aprovecha;
295 qUe a El y a sus beneficios hemos olvidado. Olvidado tene-
mos a Dios y a su ley, y por eso no somos visitados de la
Virgen, que ella ansí lo siente, pues lo dice: Quodcumque
dixerit vobis, facite.
¡Oh consejo tan de Madre, y tal Madre! Quodcumque
3C0 dixerit, etc. Así, así se torna la tristeza en alegría, el agua
en vino, haciendo todo lo que el Señor nos manda; así es
visitada Elisabet, que quiere decir hartura de mi Dios,
que es la buena voluntad con que Dios se harta y el hom-
bre se harta; aunque la casa se llama de quien de Dios se
305 acuerda, la visitada es la mujer preñada. El acordarse de
Dios parece más pertenecer al entendimiento que se acuer-
da de Dios y que piensa en El; mas la hartura a la volun-
tad, en la cual está el amor. El entendimiento, el varón;
la voluntad, la mujer, y ésta es la visitada y bendicta, sicut
310 vitis abundans, in lateribus domus tuae. A ésta le gana la
Virgen gozo para sus buenos propósitos, que de pocos se
hagan mucho, de chicos mayores, que se ofrezcan más
a Dios, que le adoren y reverencien.
242-302 bart Dios - quiere decir] dará V 1 302 de mi Dios om. V 304 har-
ta] que .iJJ. r N 3C6 parece om. T \ pertenece T || 307 que oro. T 309 ben-
dita r II 310 este T | franó T !! 312 muchos T [ que] y T
27-, Ps. jl, 7.
276 Cf. Ps. 102, iS.
285 Os. 1, 6.
2qo Cf. Prov. 28, 9.
2ql Cf. 1er. 2,
292 Ps. ij.
29S lo. 2, 5.
310 Ps. 127, 3-
103S
SERMONES. CICLO SANTORAL
Viene, en fin, con ella la bendición de Dios, como en otro
315 tiempo bendijo Dios a Obededón porque recibió en su casa
la arca de Dios; y fué tanto lo que Dios le dió, que David,
con codicia de aquellos bienes, trujo a su casa el arca de
Dios. ¡Oh si supiésemos qué bienes tiene quien a la Virgen
tiene! Desearíamos y procuraríamos traerla a nuestra casa,
320 para ser más y más benditos de Dios. Y aquel tiene a la
Virgen, que tiene a su Hijo o lo quiere tener; el que está
en gracia le tiene. Y quien gime sus pecados y los confiesa
también le terná; que no sólo la Virgen es Madre de los
justos, mas también abogada para alcanzar perdón al pe-
325 cador. Ella es la que cuando Dios está enojado, viene a
matar al necio y malo de Naval, sale al camino, y con su
palabra y echada a los pies de David, ofreciéndole dones,
lo amansa. Mejor, cierto, lo hace esto que la otra Abigail,
y mejores dones tiene que le presentar que la otra; porque
330 aquélla ofrecióle tantos panes, mas la Virgen tráele a la
memoria que le dió carne humana, que lo trajo en su vien-
tre, que le dió leche. (Prosequere.) ¿Qué maravilla, pues
Cristo es tan agradecido aun a un jarro de agua que dan
por El, que lo sea a quien le dió no sólo agua, sino la
335 carne, y lo que hubo menester para vestir? ¿Paga a quien
da por amor de El y no» a quien le da a El? De aquí nace
que alcanza que se amanse Dios.
¡Oh quién te viese, Virgen, abogar por los pecadores,
decir que nos perdone Dios, que no sabemos lo que hace-
340 mos! In me sit iniquitas haec. Y si no es oída, es porque
no la oímos en el sermón que nos predica: Quodcumque di-
xerit vobis, facite. Si ella está rogando por mi arrodillada
delante de Dios, yo estoy enhiesto en mi voluntad, duro
con malquerencia, abominable con deshonestidades. Había
346 de estar la lengua orando, está murmurando. Dic alia. Mihi
habui: es impedida la oración de ella con nuestros pecados.
Ayudemos a la Virgen con orar, con nuestra penitencia, y
sentiremos el provecho de su visitación y diremos: Unde
hoc mihi? Seámosle agradecidos, y ella dará gracias a Dios
350 por los bienes que nos hace, estará con nosotros hasta que
316 1a] el T || 318-319 ouieu - tiene] om. V \\ 323 tendrá T || 325 enojado]
y add. T || 326 al,] el T || 327 David] y add. T || 328 lo,] le T | lo hace sto
cierto T || 330 mas] para V | Virgen] y add. V || 331 dió] de Dios V | Jo]
le T || 332 Prosequere om. T | maravilla] que add. T || 333 a om. V || 335
para] vivir add. T | vestir] y lo demás necesario add. T \\ 336 El.,] y add. T ¡|
337 alcance T | pecadores y add. T
340 In me -hace] om. T | es, om. V \\ 344 obominable V II 345-346 Dic - ha-
bui] om. T || 346 con] por T || 347 orar, con om. T |¡ 348 y om. T || 349
hoc om. T || 350 estar V || 352-353 aquí por - Amen] y tengan vida eterna T
318 Cf. 2 Reg. 6-12.
327 Cf. 1 Reg. 25, 23 ss.
340 Of. 1 Reg. 25, 24-
67. SOLEDAD DE MARÍA
1039
nuestro Niño nazca, ayudando a los buenos propósitos para
que vengan en obra, aquí por gracia y después en la gloria,
ad quam nos perducat. Amen.
67 ¿ A QUIÉN TE COMPARARÉ, HIJA DE SlÓN ? *
Soledad de María
(B. N. M., Ms. 568©, ff. 63 v - 82 v; ad. 1506, II, pp. 360-405.)
Flere cum flentibus, ct gauderc cuín, gaudcntibus
[Rom. 12, 15].
Exordio Dice el apóstol San Pablo: La ley de amor pide
esto: quiere que lloremos con los que lloran, y
» que nos gocemos con los que se gozan. Cosa usada es entre
los que se aman ser común a ellos el alegría y la tristeza;
de tal manera, que si vos amáis a alguno mucho y le sub-
cede alguna cosa de que se debe alegrar, vos también os ale-
gráis como si a vos mismo os subcediera; y, por el contra-
10 rio, os entristecéis si alguna cosa adversa le viene.
El presente día es dispuesto para acompañar a la sacra-
tísima Virgen María en sus dolores y trabajos; la devo-
ción de este día es atribuida a ella, y no le costó poco. Por
cierto, digno de reprehensión sería el hijo que, viendo a su
15 madre muy atribulada, llorando afligida, no se entristeciese
con ella y le ayudase a llorar sus trabajos; cuanto más si
hobiese seído causa de lo que la madre padece. Nosotros so-
mos la causa de la pasión de Jesucristo y de las angustias
de su Madre. Duélente, Señor, no tus pecados, sino los míos;
20 duéleste, aflígeste, cánsaste, no por lo que tú heciste, sino
por lo que nosotros cometimos. Porque, mira, Jesucristo no
tenía pecados, ni por qué padecer de su parte, no debía nada
de sí. Si tuviese una madre un hijo que se le hobiesen muer-
to por amor de mí, y viese que yo estaba riendo y que no
25 le ayudaba a llorar su hijo, ¿qué tanto le pesaría?
No sé qué mala ventura es ésta; ya no hay tiempo de
pasión, no se celebran estas fiestas como solían. En otro
tiempo había sentimiento de la pasión de Jesucristo; en la
premitiva Iglesia duraba la misa y el oficio hasta la mañana
30 que Jesucristo resucitó. Ya no hay nada de esto, sino, en
N = B. N. M.| T = Ed. II 5 es om. T || 7-8 sucede T ¡| 9 sucediera T
12 María] nuestra Señora add. T || 17 hubiese sido T || 18 lat om. T ||
20 duéleste om. T | afligístete, cansástete r || 21 mira om. T || 22 pecado T \\
23 lo hubiesen T || 24 yo] me add. T || 25 llorar] a add. T
27 celebran] tanto add. T I estas fiestas] estos días 7" || 29 primitiva T ||
* «Concio de solitudine heatae Vireinis Mariae. Del P. Mtro. Avi-
la., (.Madrid, f. 64 r).
5 Rom. 12, 15.
1040
SERMONES. CICLO SANlORAt
pasando el viernes, ¡alto!, ya es pascua. ¡Sus!, a entender
en lo que habernos de comer, en lo que habernos de vestir.
¡Qué gentil celebrar de pasión, por cierto! ¿Y ansí se había
de hacer ello? ¿No os durará la devoción de estos santí-
35 simos días un momento? Gastad agora, por reverencia de
Dios, este día en acompañar a la Viuda, y dalla cada uno
en su rinconcillo ayudarle a llorar y a estar allí con ella,
pues sois la causa de sus dolores. Celebrad la pasión de Jesu-
cristo, si queréis sentir los gozos de su resurrección. Todo
40 cristiano debe gastar este día en acompañar a la Virgen, que
fué hoy lastimada en gran manera, y porque nos alcance
la gracia para bien hablar en este presente sermón de sus
dolores, digamos el Ave María.
¿Qué os han hecho ¿A quién te compararé y asemejaré,
45 esta Oveja y su hija de Jerusalén? ¿A quién te igua-
Cordero? laré, Virgen hija de Sión? Grande es,
asi como el mar, tu quebrantamien-
to: ¿quién te pondrá medicina? Cantólo Jeremías muchos
tiempos antes, viendo los males que estaban esperando a la
50 ciudad de Jerusalén; y esto mismo podemos decir agora nos-
otros, viendo a la sacratísima Virgen María tan afligida y
su alma puesta a tan grande angustia; que de ella también
se dijo en figura: ¿A quién te compararé, etc.?
Andaba la espada de la justicia de Dios, en tiempo de
55 David, haciendo estrago en la gente de su ejército, sin tener
culpa del castigo que Dios le enviaba, sino porque David
se había parado a contar el pueblo; castigaba Dios a ellos,
no por lo que habían hecho, o por mejor decir, a él en ellos.
No pudiendo el profecta sufrir ver padecer aquella gente
60 sin culpa por lo que él había pecado, púsose en disputa con
Dios y díjole: Ego sum, qui peccavi, et isti, qui oves sunt,
quid fecerunt? Vertatur manus tua contra me: Yo soy el
que pequé, yo soy el que, Señor, te he ofendido y soy el
que merezco el castigo, que éstos, ¿qué culpa tienen? Ove-
65 jas son sin culpa, no con hecho porque padezcan tanto
mal; vuélvase, Señor, tu mano airada para mí; ejecuta en
mí, Señor, la furia de tu castigo, alza la mano de tu ira
de sobre ellos.
Cosa es recia, por cierto, que ande la espada de Dios
33 así T || 34 dura T || 35 ahora T || 36 este día om. N | dalla] sola y T ¡|
41-43 y porque nos - Ave María] Cui comparabo te T
48 cantólo] el profeta add. T || 50 ahora T || 51 santísima T || 52 su alma
puesta a] i>ena<la y llena de T | grandes amnistías T
54 de ] del rey T || 55 estrago] gran destrozo T |.| 56 les T || 58 había
.V || 59 profeta T | sufrir] y add. T \\ 61 et om. T | iste .V || 62, Vertatir N ||
me] etc. add. T || 63 el que om. T | te he] el que te tenso T | y] yo T ||
65 con] tienen T || 66-67 Señor en mi /
}8 cr. Uncen. 2, 13.
66 Cf. 2 Reg. 24, 17.
6y. sui.hdai) uv. María 1041
7<> hiriendo a Jesucristo y a la sacratísima Virgen, su Madre,
y que no nos pongamos nosotros delante: "¡Señor!, ¿qué
es esto? ¿Qué os han hecho esta Oveja y su Cordero inocen-
tísimo, los limpios, los sin pecado, los justos? ¿Qué culpa
tienen? Estas ovejas inocentísimas son, que no hicieron
75 por qué, que nosotros somos los traidores que os ofendimos,
nosotros somos los que pecamos; vuélvase vuestra ira con-
tra nosotros". ¡Cosa grave por cierto!
Van a prender a Jesucristo el jueves de la cena en la
noche, y lo primero que dice, olvidado de sí: ¡No toquéis
80 (j éstos! Prenden al libre, ¿y mandáis que no toquen a los
siervos? ¿Qué justicia es ésta, Señor? Prenden al inocente,
¿y mandáis que dejen a los culpados? Atan al mayorazgo
de Dios y dejan ir libres a los esclavos; llevan preso a
Jesucristo, dejan al malhechor en casa. ¡Oh, bendita sea
85 tu misericordia! ¡Que no se ponga el cristiano en medio y
diga: "Señor, ¿qué es esto? ¿Qué justicia es ésta? Vuélvase
vuestra espada contra mí; ejecutá en mí la ira de vuestra
justicia, que yo soy el que merezco el castigo. ¿Qué es
esto, Señor? ¿Por qué ansí matáis a vuestro mayorazgo
90 y ansí atormentáis a vuestra sierva María ?"
La respuesta de Jesucristo clara está; la de la Virgen
María, nuestra Señora, no está tan clara. Disciplina pacis
nostrae super eum; cuius livore sanati sumus. Cayó sobre
él castigo, por él cual fué adquerida la paz entre Dios y
95 nosotros. No estaba en más ser reconciliados nosotros con
Dios, sino en que Jesucristo muriese. Cayó sobre él la ira
del castigo porque nosotros fuésemos remediados.
¡No sabe pregonar ese pregonero! Si preguntáis a Pilato,
diros ha que: Ego nullam invenio in eo causam. Por eso
100 murió, porque fué su voluntad de salvar a los hombres; de
esta manera no hobo causa, no hobo quien le constriñese
a hacer lo que hizo, sino sólo el amor que nos tuvo. Si
pregona el pregonero: "Esta es la justicia que manda hacer
Poncio Pilato a Jesús de Nazarén, porque dice ser hijo
105 de Dios, y por alborotador y malhechor", no sabe lo que
dice. Que no tenía Pilato poder sobre él ninguno, que de
arriba viene: Non haberes potestatem adversum me ullam,
69 recia es 7 n 72 cordero] los ,i</./. ; | 73 inocentísimos i ¡J 75 que
om. T || 76 somos om. T | vuélvese .V
80 l'rendcn al libre y] mis hermanos T \\ 83 ir] "al add. N | preso om. T |j
84 Jesucristo] y «.id. T | sea] Señor add. T !| 85 misericordia T '■' 89 así T II
90 asi T
93santi N || 94 él] el add. T ¡ adquirida T
98 Si] le add. T \\ 99 diros] deciros V | que om. 11 | invenís N || 101
hulx>i 7 | hubo, v ' k] lo T |l 102 si] no add. V || 104 Nazarct T || 106
8o Of. lo. i8, S.
94 Cf. Js. 53, .5.
99 lo. 18, 38.
107 lo. 19, 11.
1042
SERMONES. CICLO SANTORAL
etcétera, dijo Jesucristo al mismo Pilato. — Pues ¿por qué
muere? — Prapter scelera populi mei percussi eum. Eso sí,
lio "ipor los pecados de mi pueblo, porque me ofendieron los
hombres, por eso le castigo yo", dice el Padre Eterno, por-
que ellos no se perdiesen para siempre en el infierno.
Pues es la culpa de los hombres que han pecado, ellos
son la causa de la muerte de Jesucristo; luego ¿qué justi-
115 cia es ésta, Señor, que castigáis al justo por los pecadores,
que muera el inocente por los culpados? Señor, parece que
hay escrúpulo en vuestra justicia, pues castigáis al que
no tiene culpa y dejáis ir libres a los que hicieron el mal.
Si lo quiso El, ¿qué haremos? Si quiso morir por nos-
120 otros, si nos amó tanto hasta perder la vida por nosotros,
¿qué diremos? Luego ansí había de decir el pregón: "Esta
es la justicia que manda hacer el Eterno Padre a Jesucristo,
su Hijo, porque amó a los hombres. Quien a tantos y tales
ama, que tal haya". — ¿Por qué moristes, Señor? — Por el
125 amor que te tuve. — ¿Quién te cansó, Señor tanto? ¿Quién
te afligió? ¿Quién te hizo haber hambre y sed? ¿Quién te
hizo sudar? ¿Quién te paró tal hasta morir desnudo en una
cruz? — El amor que tuve a los hombres. — ¿Por qué, Se-
ñor, afligiste tanto a la Madre y al Hijo? ¿Qué culpa tie-
130 nen? Ovejas son inocentísimas. — El amor que tuvo a los
hombres Jesucristo, eso es.
¿Por qué tan afligi- Pero ¿qué tiene que ver con eso la
da la Virgen núes- Virgen María nuestra Señora? ¿Por
tra Señora? <lué tan afligida? ¿Por qué tanto la
135 -. -. atribuló el Eterno Padre el día de
hoy? ¿No está escrito: Si topáredes en el campo algún nido
de pájaros y estuviera en él su madre, toma los pájaros y
no lleguéis a la pájara; tomá los hijos y dejá la madre? ¿No
mandaba Dios en el Exodo: No cuezas el cabrito en la le-
140 che de su madre? Ne coxeris haedum in lacte matris suae.
Señor, ¿tenéis cuidado de las aves, tenéis cuidado de los
animales? Numquid de bobus cura est Deo? ¿Qué es esto,
Señor? ¿No bastaba matar al hijo y pon elle en una cruz,
sin matar también a la Madre? ¿Por qué se cuece a Jesu-
145 cristo en las lágrimas de su Madre? Si lo queréis asado, asa-
do está en el fuego de tan grandes tormentos, asado lo
ninguno sobre él T || 108 etc. om. T || 109 Proter T ¡| 111 le] lo r
113 la culpa es T || 115 pecados N || 116 culpados] culpables T
119 qué om. iV || MI así T || 122 Padre Eterno T || 128 amor] y cari-
dad add. T
134-135 la atribuló tanto T || 135 Padre Eterno T 1 1 136 topáredes] encon-
tráredes T || 137 tomad T || 138 la pájara - y dejá] om. T || 142 bibus N || 143
ponerlo T || 144 sin] sino T || 145 las om. T || 146 tan grandes] tantos T !|
109 Cf. Is. 53, 8.
138 Cf. Deut. 22, 6.
140 Of. Deut. 14, 21.
142 1 Cor. 9, 9.
6y. SOLEDAD DE MARÍA
1043
tiene el fuego del amor, que en su benditísimo corazón ardía
mientras estaba padeciendo en la cruz, y si lo queréis co-
cido, cocido está en lágrimas, que de los ojos de su sacra-
150 tísima Madre salían, viendo lo que estaba padeciendo.
¡Oh, bendita sea vuestra misericordia, Señor! ¿Y qué os
ha hecho esta bienaventurada Virgen? ¿Qué os hizo la que
todos los días de su vida os sirvió? ¿Qué os hizo la que,
mientras en esta vida estaba, en otra cosa no gastó su tiem-
155 po sino en agradaros? ¿Qué os hizo la que tan desvelada
andaba todas las noches y los días por contentaros? ¿Qué
hizo su virginal corazón, en el cual aun un pensamiento, el
más pequeño del mundo, nunca hubo de que vos, Señor, oa
ofendiésedes, que ansí la habéis hoy lastimado, que ansí la
160 habéis hoy entristecido? ¿Qué os hizo, Señor, esta Virgen
limpísima, en quien nunca .hubo pecado? ¿Por qué tanto
la habéis afligido el día de hoy?
Multae filiae congregaverunt divitias, sed tu supergres-
sa es universas. Munchas hijas allegaron riquezas, pero tú,
165 Señora, a todas has sobrepujado; que quiere decir: muchas
santas ha habido, muchas castas, muchas vírgenes, muchas
han amado a Jesucristo en gran manera, tanto que dejaban
riquezas y honras y ser esposas de reyes, y todo lo que en el
mundo florece y tras lo que los hombres andan perdidos por
170 habellos; pero a todos lleváis la ventaja vos, más santa que
todas las santas vírgenes, más casta que todas las castas,
más amastes a Jesucristo que todas cuantas dejaron el mun-
do y su atuendo por seguirle a El, por amarle. Nadie se
iguala con vos. Muchas hijas allegaron riquezas, pero vos,
1^5 Señora, muchas más que todas.
Dos cosas pelean hoy, Señora; veamos cuál va adelan-
te: vuestra santidad, vuestros dolores, vuestra privanza,
vuestras angustias. Vos, la más santa y la más lastimada,
la más querida y la más angustiada, la más alta y la más
180 abajada. Dos cosas andan hoy en porfía: ¿cuál, Señora, de
las que hemos dicho va adelante? ¡Oh Señor!, ¿y tan cara
147 del] de T | 148 mientra?] 'que add. T || 149 cocido está om. N | enl
las add. T
154 no] entendió add. T \\ 154-155 gastó - agradaros] sino en agradaros y
en esto gastó su tiempo T |! 157 virginal] y limpio add. T \ un om. T ||
158 nunca] jamás add. T || 159 así, T |>| 160 esta] santísima add. T || 161-162
la habéis tanto T | hoy] Señor add. T
163 congregaverunt] sibi add. T \\ 165 que om. T || 166 ha habido om. T |
muchas,] mártires add. T || virgines T || 169 tras] hace T || 170 haberlo T i
vos, Señora, la ventaja; vos add. transp. T || 171 vírgenes om. T | más cas-
ta-castas] om. 7" || 172 Jesucristo] vos sola add. T " 173 atruendo T | se-
guir T | El] y add. T
176-177 delante T || 178 santa] que todas add. T || 179 y, om. T || 180 en]
a T | Señora de] será .V || 181 las] dos add. T j Oh om. T I tan cara] cuán
165 Cf. Prov. 31, 29.
1044
SERMONES. CICLO SANTORAL
vendéis a esta Virgen vuestra privanza? Si mucho la amas-
tes, mucho la afligistes; si muy santa la hecistes, mucho
la angustiastes ; a la medida de amor que tuvistes, fué el
185 doble que ha pasado.
¿Á quién te compararé, a quién te igualaré, con quién
te asemejaré y consolaré, Virgen tan lastimada? Grande
es ansí como el mar tu quebrantamiento , ¿quién te pondrá
medicina? ¡Oh, bendito seas, Señor, que ansí desconsolas-
190 te hoy a esta bendita Virgen! No hay en la tierra ya quien
la consuele; no hay quien enjugue sus lágrimas; no hay
quien dé fin a sus lamentaciones; no hay quien acompañe
su soledad. ¿Quién agotará tu dolor? No hay ya consuelo
para ti.
195 Estaba la madre de Tobías, el mozo, esperando, cuan-
do su padre le había enviado a* la ciudad de Ragés; y como
se tardaba tanto, no podía reposar, pensando qué sería de
él, si era muerto o vivo, si le había acaecido algo. Y dice
la santa Escritura que, no pudiendo sufrir la soledad y su
200 ausencia, se salía a los caminos, et plorabat lacrymis irre-
mediabilibus, y decía: ¡Ay de mí, hijo mío!, ¿y por qué
te enviamos a peregrinar por esos caminos? Lumbre de
nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de nues-
tra 'vida, esperanza de nuestra postrimería, ¿ya qué te
205 enviamos de nosotros? Si pobreza teníamos, con estar tú
presente, no se sentía; si trabajos padecíamos, teniéndote
a ti, no se nos hacían en nada; omnia simul in te uno ha-
bentes: y en ti solo teníamos todas las cosas.
¡Oh Virgen bendita! Y quien te preguntase: ¿En quién
210 estaba tu consuelo? ¿En quién esperabas? ¿Qué era lo que
más amabas? ¿Por ventura no era Jesucristo? El uno y
solo era tu consuelo y esposo, tu Hijo, tu alegría, tu re-
medio; El solo te era todas las cosas; con solo El estabas.
Señora, contenta y ninguna cosa echabas menos; tiniendo
215 a El, ninguna cosa faltaba; faltándote El, todo tu bien
has perdido; no lo trocaras por cielos y tierra.
Ella es la que más perdió, la más entristecida, la más
desconsolada, la más afligida de "cuantas hubo ni habrá.
Cuando lo viese que ya quería expirar, cuando viese aque-
220 líos lucientes ojos escurecerse, cuando viese alzársele ©1 pe-
caro T || 182 esta] santísima add. T | amastes] y quesistes'niiii. T || 184 de]
del T | que] le add. T
188 así T || 189 seas] Tú add, T | así T || 192 tus T || 193 tu T j
agotará] agora mitigue 7"
195 esperándolo T || 196 le] lo T || 198 había acaecido] acaecería T || 199
y] de T || 204 y om. T l| 206 trabajo N || 207 hacía T || 208 y om.' T V.
214 teniéndolo T || 215 El,] y con El add. T | cosa] te add. T
220 escurecerse aquellos lucientes ojos T | alzávselcl levantársele T | el]
20S Tob. IO, 4-5.
SOLEDAD DÉ MARÍA
1045
cho, cuando lo viese resollar tan apriesa con las ansias de
la muerte, la Madre que tal vido, ¿qué haría? No hay co-
razón que sepa sentillo, no hay lengua que sepa explicallo.
No te quedó consuelo ni arrimo en la tierra, muerto tu
225 santísimo Hijo, porque en él tenías todas las cosas.
¿A quién te compararé? A Abraham mandóle Dios que
subiese al monte y sacrificase a su hijo, pero después con-
tentóse Dios con sola su obediencia de corazón, y dióle un
carnero que sacrificase. Al monte subió con su hijo Isaac,
230 y del monte bajó con él; mas la Virgen nuestra Señora no
ansí. Al monte Calvario subió con su hijo; mas no le trujo
a la vuelta consigo, que allá le dejó.
¿A quién te compararé, hija de Sión, y semejaré? ¿Com-
pararte he quizá con la madre de los Macabeos, que le ma-
235 taron delante de sus ojos siete hijos en un día y guardá-
ronla viva hasta el cabo, porque sintiese mayor dolor de
ver la muerte de sus hijos? No, que, si morían, tenía la
madre licencia de consolarlos y de esforzarlos; consentían-
le que estuviese allí animándolos y ayudándolos a bien mo-
240 rir: pero la Virgen nuestra Señora aun no le daban lugar
ni le dejaban ver de cerca a su Hijo, Jesucristo, porque
eran tantas las blasfemias, las malas palabras, las voces
de aquella desconocida gente, que no le daban lugar de ala-
baile. Allá alababan a los Macabeos porque morían por la
245 ley de Dios, por lo cual se consolaba la madre. Acá dicen
que Jesucristo muere por blasfemo contra- la ley y manda-
mientos de Dios. Nc hay a quien comparar los dolores de
la Virgen María.
En gran manera fué hoy afligida, no hay para ella con-
250 suelo en la tierra. No hay remedio para alegralla. No hay
quien le iguale en el dolor, como no hay quien le llegue en
la santidad. Grande es así como el mar tu quebrantamien-
to. No bastaría decir como fuente, sino como mar, porque
tienen compañía mar y María. ¿Qué es esto, Señor? Ha-
255 céis ahora mundo de nuevo? Mirá, hoy lo veréis. Como
cuando al principio del mundo crió la luz, así veréis hacer
fuego de nuevo, y como allá manda llegar todas las aguas
a un lugar, y llamóle mar, ansí acá alléguense todas las
virtudes que están repartidas por muchos en un lugar, toda
260 la santidad, toda la castidad, toda la fe y la esperanza y
sagrado adJ. 7 221 cuando - resollar J om. T || 223 .-cutirlo T explicarlo T
226 Mandó Dio.- a Abraham r || 227 hijo] Isaac add. T || 230 no] es
add. T || 231 así T || 231-232 a la vuelta no lo trajo T | 232 le] lo /'
233 y] yo N \\ 244 alabarle 7 , Allá alababan] Ella alababa T \\ 247-248
No hay -María] om. T
250 alegrada T | 255 agora T | Mirad /' " 256 asi] k <>,/,(. r \\ 258
llamólas 7" asi 7 ' alléguense] manda qué se alleguen 7' || 261 bendita
229 Cf. Gen. 22, 13.
1046
SERMONES. CICLO SANTORAL
la caridad júntense en esta Virgen bendita muy más per-
fectamente que en otra persona ninguna, y júntense tam-
bién todos los dolores, las angustias, la tristeza y lágrimas
el día de hoy en esta Virgen, y llámese María. Ne vocetis
265 me Nohemi, id est pulchram, sed vocate me Mariam, id
est, amaram, quia amaritudine valde replevit me omnipo-
tens. No me llaméis ya Nohemi, dice la Virgen, que quiere
decir hermosa; no me conviene ya ese vocablo, no es para
mí ese nombre; mas llámame María, que quiere decir amar-
lío ga, porque en gran manera me ha amargado el Omnipo-
tente, porque entré llena y salgo vacía. Ansí salió la Vir-
gen nuestra Señora, como adelante oiréis.
Grande es como el mar tu quebrantamiento, ¿quién te
pondrá midicina? Volvamos ál tema. — -¿Qué hizo esta Vir-
275 gen, Señor, que ansí la habéis amargado el día de hoy, y
qué culpa tiene y qué mereció, porque ansí la afligiste?
¿Qué hizo esta oveja inocente, Señor? — Por donde se per-
dió el mundo, por ahí se ha de tornar a cobrar. Hombre y
mujer le han de tornar a cobrar. ¡Negra manzana y negros
2*0 deleites, qué caros habéis costado al Hijo, y por eso a la
Madre! Adán y Eva perdieron el mundo; Cristo y María lo
han cobrado.
¿Qué hizo esta oveja bendita, por qué, Señor, la habéis
angustiado? Decid: Si la Virgen María no pasara esto,
285 ¿qué consuelo quedaba a las vírgenes en sus trabajos y a
las viudas? Agora todas tienen consuelo, porque, si a la
doncella le viniere algún trabajo, tenga dechado de pacien-
cia en la Virgen y diga: "Pues más trabajada fué mi Se-
ñora, la Virgen María". Si la casada perdiere algún hijo que
2&0 mucho quería, mirando a la Virgen se consuele, y con
pensar sus dolores y con pensar qué lastimada fué este día
se consuele y esfuerce, v diga: "Pues si perdí hijo, mejor
lo perdió mi Señora la Virgen María; mayor fué su angus-
tia y dolor que el mío, cuanto era mayor su Hijo que el
295 mío." Pues luego por amor de ti atribula el Eterno Padre
hoy a la Virgen, para que tú saques consuelo y provecho;
por tu amor atormentan hoy a la Madre y al Hijo; sábelo
por amor suyo conocer y agradecer; sábete aprovechar. No
hayan agora padecido la Madre y el Hijo tan grandes tra-
om. T || 262 perfetamente 7' | 'ninguna] alguna T [\ 263 Jas tristezas T ,|
268 vocablo] nombre T || 269 llamadme T || 271 -Asi T
274 medicina T | Volvamos al tema om. T \\ 275 que] porque T | nnsí
om. T || 276 así T |l 278 cobrar] Hombre y mujer lo perdieron add. T || 279
le] lo T
288 la] santísima add. T || 297 atormenta 7? || 299 la om. T ¡ el om. T \
Hijo] tormentos add. T |l| 299-300 trabajos y tormentos om. T || 300 hu-
biese T
271 Rubh 1, 20.
67. SOLEDAD DE MARÍA
1047
300 bajos y tormentos en balde; en balde sería si no hobiese
quien se aprovechase del fruto de ellos.
Dolores de María en Hablar agora de la muerte de Je-
la pasión de Cristo sucristo sería cosa muy larga, y
es tarde y tenemos poco tiempo.
505 Este día es diputado para contemplar los dolores de la Vir-
gen. Tenga vuestro corazón sentimiento todos los dias de
vuestra vida, el jueves y viernes hasta la tarde, de pasión
de Jesucristo; y desde el viernes en la tarde y el sábado,
de los dolores de la Virgen María. No se os olvide, en vi-
310 niendo el sábado, de tener memoria particularísima, sin que
falte día, de los dolores que la Virgen María pasó.
¿Quién medicinará tus angustias? ¿Quién pondrá tasa
y medida a tus dolores? ¿Quién bastará a contar tus penas?
¿Quién contará lo que tal día. como hoy padeciste? Cuan
315 grande es el amor que ardía en tu corazón, tan grande es el
angustia. Si supiésedes conocer cuán grande es el amor que
esta Virgen sacratísima tenía a su Hijo, sabríades conocer
el dolor que hoy ha pasado por ella; pero, como no se pue-
de conocer el amor, ansí también no se entiende el dolor
320 que recibió.
¿No habéis visto en las criaturas irracionales el amor
que una madre tiene a un hijo? Como una vaca a su bece-
rrillo, que se dejará matar por él; ¡allegárselo a quitar, por
mi vida! Aun se ha visto una gallina morir por sus pollicos,
325 porque ellos nos reciban daño. Pues pensad esto ahora en
la Virgen, que amaba a Jesucristo como a Hijo y amábalo
como a Dios. Aquella reverencia con que le trataba, aquella
reverencia con que estaba delante de El, creo que no osaba
alzar los ojos del suelo. Pues ¡con qué amor le trataba cuan-
330 do niño, cuando le daba sus virginales pechos! Para mí ten-
go que mientras el Niño dormía, que estaba hincada de ro-
dillas adorándolo y pidiéndole gracias para sabello tratar.
En las madres de acá hay tasa en el amor que a sus hijos
tienen, por muy mucho que los amen; aquí no hay tasa, sino
335 que la Virgen amaba a Jesucristo cuanto el Espíritu Santo
le soplaba; y esto era mucho; y ansí no es dicible, no se pue-
de tasar, no hay palabras para poder encarecerlo.
¡Oh, bendito seas, Señor, que fuistes servido que el amor
305 diputado] depositado T || 307 jueves] en la noche add. T | de] Ja
add. T || 308 y ] hasta 7' || 309 María] nuestra Señora add. T
314 padeciste! Cuan grande es el amor, tan grande es tu dolor add. T ||
315 es„ om. T || 317 sacratísima Virgen T ¡ su] santísimo add. T \\ 319 así
T también no] tamipoco 7"
322 su] un T || 323 allegádselo T || 323-324 por mi vida om. T || 324
pollitos T || 325 recibiesen T | esto om. T | agora T \\ 326 amaría T || 330
virgenales T || 332 saberlo r || 333 tasa] remisión T || 334 muy om. T ||
336 así T | decible T | no2] ni T
1048
SERMONES. CICLO SANTORAl
grande de esta Virgen fuese sayón que la atormentase tan-
840 to, que dice San Jerónimo que cada punzada, que cada pu-
ñada que daban a Jesucristo en el cuerpo, era una lanzada
que atravesaba el corazón de la Virgen; cada bofetada, cada
azote, cada llaguita que hacían a Jesucristo, tantas puñala-
das eran para el corazón de esta Virgen! ¡Oh, bendita sea
345 tu misericordia, que tantas saetas tuviste para herir y tras-
pasar el corazón de esta Virgen! Pues si él cuerpo de Je-
sucristo estaba con cinco mil azotes repartidos en un cuerpo
como el suyo, su sacratísima cabeza atravesada por tantas
partes de las espinas, horadados con clavos tan crueles sus
350 pies y manos, todo corriendo sangre, sus sacratísimas bar-
bas peladas, escupido, abofeteado, aquel delicado cuerpo des-
coyuntado y sus tiernos miembros desencajados, ¿qué tal os
parece que estaría el corazón de la Virgen, que esto tenía
delante los ojos? ¡Oh virginal corazón! Pintáisla con siete
355 cuchillos, con setecientos la habíades de pintar! No tienen
cuenta las gotas de la mar y sus arenas, no tienen cuenta
las estrellas del cielo con los dolores de la Virgen María.
¿A quién te compararé"? ¡Oh Virgen sacratísima!, ¿cuál
estaba tu corazón? ¿Qué sentiste en este día bebiendo agua
360 de dolor, entrando las aguas de los tormentos hasta lo inte-
rior de tu corazón? Subido han las ondas tempestuosas de
las aguas hasta zabullir tu corazón. Menester fué ayuda
particular para sufrir y pasar lo que hoy por ti pasa. ¡Oh
gran lástima, Madre, que el que adoraba por Dios oyese de-
365 cirle tantas injurias, tantas blasfemias! ¡Oh lastimado co-
razón, que tal pregón oíste: pregonar al Hijo de Dios y tuyo
como a salteador, y decirle tantas injurias! ¡Qué de dolores
entraron por tus oídos!, ¡qué de dolores por los ojos! Pen-
sad en esto, y pedid gracia, y pidámosla todos para enten-
370 dello.
La muerte y la Alzó los ojos la primera madre Eva para
lanzada ver el árbol de que Dios le había manda-
do que no comiese. Alzó los ojos la Vir-
gen María a Jesucristo en la cruz. Más lastimó a la Virgen
375 ver cuál estaba Jesucristo que agradó y deleitó ver a la pri-
mera doncella el árbol que le estaba vedado que no comiese.
¿Para qué son ojos hoy, Señora? Deseaba la Virgen sacra-
tísima ver a Jesucristo. Alzaba los ojos a mirarlo. Era tanto
el dolor que recibía de verlo, que tanto padecía, que cuan
338 seáis Vos add. T \\ 340^341 punzada - puñada] herida T || 344 sea]
Señor add. T || 353 la] santa add. T \\ 354 Pintáisle T
358 sacralíi-ima] santísima T ¡| 364 el] al T || 365 decir T || 367 saltea-
dor] malhechor V |:| 369 entenderlo y sentirlo add. T
374 María om. T || 376 doncella] mujer T I no om. T || 378 sacratísima]
361 Cf. Ps. 68, 2.
67. SOLÉDAD DE MARÍA
1049
380 presto alzaba los ojos tan presto los bajaba, no pudiéndolo
sufrir. Decía al Eterno Padre: "Señor, no te pido vida para
mi Hijo; ya veo, Señor, que está muy cerca de su muerte;
recebí, Señor, su muerte en recompensa de los pecados de los
hombres. Cese ya tu justicia; no castigues tus esclavos, pues
385 ansí has castigado a tu mayorazgo porque ellos no se per-
dieran. Con alegría, Señor, le recibí, y con grande dolor te
lo torno. Grande fué el gozo que mi ánima recibió el día
que el ángel me trujo la nueva de que le había de parir;
pero grandísimo dolor sentí en mi corazón el verle partirse
390 de mí con tanto trabajo."
¿A quién te compararé? Cuando llegó la hora que expi-
ró, ¿qué sintió tu corazón de velle agonizar con la muerte
aquellas ansias mortales? Muere el Hijo; cay [la] Madre.
Expira Jesucristo en la cruz. Queda medio muerta la Madre
395 en la tierra. Veis las balanzas: en bajándose la una, se alza
la otra; el Hijo alto, la Madre baja; muere el uno en la
cruz y cay el otro al pie de ella.
¿Qué sintiría la compañía? ¿Qué es lo que San Juan
haría? ¿Qué de lástimas harían las Marías de ver tan exce-
400 sivo dolor, de ver padecer a Jesucristo? Aflígense en gran
manera de ver medio muerta a la Madre. Tornó en sí la
Virgen sacratísima, comienza a decir tantas lástimas, que
quebraba el corazón a cuantos la oían: "¡Oh Señor, tú muer-
to en la cruz y yo viva en la tierra! ¿Es posible que tan
405 duro es este corazón, que ha podido verte morir sin acabar
juntamente contigo? Grande desamor mío es éste; mucho
más pensé, Señor, que te amaba. Porque, ¿qué quieres que
crea de mí, viéndome viva, estando tú muerto? ¿No tuvieras
por bien llevarme contigo?" ¿Qué haría la pobrecita com-
410 pañía en ver a la sacratísima Virgen hacer tales lástimas?
Pues responderle hían al mismo tono; el dolor de sus cora-
zones menearía sus lenguas para mostrar el dolor, por las
palabras, que sus ánimas tenían allá dentro.
Quedáronse solos María y San Juan y las Marías. Era
415 ya tarde, hora de vísperas; ya la gente se había ido y no
sabían qué hacerse; ellos eran flacos, la cruz estaba muy
alta, los clavos muy gruesos, no tenían herramienta para
poder abajar el cuerpo.
benditísima 7 [| 379 recebía T || 382 está] ya <i>/,¡. V || 383 recibe T \\ 384
castigues] a add. T | pues] es add. .V || 385 así T }\ 386 lo recebí T |
gran T || 388 trajo T | de óm. T
391 hora] en add. T |j 392 verle T || 393 cay] cual quedaría su santí-
sima T i¡ 394 medio muerta] lastimadi-ima T f| 397 cay el] queda lastimado
y herido el corazón del T
398 sentina T f| 401 Tornó en si om. r | 405 acabar] llevarme T || 406
Gran T || 407 quieras .V || 410 sacratísima <>m. 7 || 411 mesrno T || «2
menearían .V
4,14 solos] allí 7 María] M adátala add. T Marfee] con la Virgen
add. T 417 para] sacarlos, para add. T |,| 418 bajar 7'
1050 SERMONES. CICLO SANTORAL
Estando en esto, ven venir a la gente de la justicia de
420 Pilato. que venían Ta] cuchillar las piernas a los crucifica-
dos, porque era así costumbre, para acaballos de matar.
Pensá qué sentirían. Pues cómo, ¿no basta cuál lo habéis
tratado? ¿No bastan los tormentos sin de nuevo quebrar
el corazón de su Madre? ¡Con qué ruedos les robarían a todos
425 aquellos ministros de la justicia! Diría ]a Virgen: ";No le
quebréis las piernas, por amor de Dios! Si lo hacéis por
atormentarlo más, ya no sentirá nada; si por acaballo ya
de matar, ya está muerto. Si no os doléis de El, habed com-
pasión de mí; que si cortáis las piernas del muerto, que ya
430 no siente, quebrantaréis mi corazón, que aun está vivo,
para sentir tanto dolor". ¿Ellos qué harían? ¿Qué se ha de
pensar de gente tan cruel? En lugar de condecender a las
peticiones de esta bienaventurada Virgen, diríanlp; ";Ouitá
allá!" Oírla hían y desviarla hían con desprecio. Pero tanto
435 les rogó, tanto les importunó, que puso Dios en sus cora-
zones que no le cortasen las piernas.
¿A quién te compararé? Entonces uno de aquéllos, a
quien llamaban Longinos — no fué ciego, que dicen por ahí,
y no sé qué conseja es ésa: es burla — , tomó una lanza y
440 dió una lanzada por encima de su Madre a Jesucristo en el
lado derecho, i/ luego comenzó a salir sangre v agua. Ya
está cumplido lo de acullá; que del lado de Adán, de una
costilla hizo Dios a Eva. Del costado de Jesucristo sacan la
Iglesia. ¿No veis el rescate de nuestra redención? Veis ahí
445 el lago con que fueron lavados nuestros pecados y la sangre
con que se satisfizo la justicia de Dios. Veis ahí el cielo
abierto, que hasta aquella hora había estado cerrado por el
pecado de Adán. Ya han abierto la ventana del arca, de Noé,
por la cual todos los que entraron fueron salvos. Ya el aue-
450 rubín que estaba a la puerta del paraíso terrenal es ido; la
esnada que allí estaba, ya la han quitado; el fuesro que allí
ardía, ya es matado. Ya han dado fin a los trabaios de Je-
sucristo; ya acabó la obra, a la cual fué enviado del P->dre,
que era a redimir los hombrps v a quitarlos de la servidum-
455 bre del pecado. Mas los trabajos de la Virgen aun ahora
comienzan. ¿Qué os parece que sentiría de ver romper así
420 cuchillar] a quebrar 7' || 421 acabarlos T i I 422 Piensa T || 423 toi-
mentos] pasados add. T || 424 su] la T || 426 quebréis] a mi Hijo add. T ||
427 acabarlo T II 429 aue si cortáis] quebraréis T || 430 vivo] aunque
traspasado add. T |l 436 cortasen] quebrasen T
439 y, oí». T | es e.sa mt. T I burla] y add. N |l 142-143 de una costilla del
lado de Adán T || 444 redención ? ¿No add. T || 445 el laso] la sanífre T ||
446 satisfizo] a add. T II 448 Ya] Y T l| 452 matadol apagado T U 453
acabará N |l 454 redimir] a add. T |i| 4561 asil tan add. T 'I 458 refrescar
441 lo. 19, 34.
67. SOLEDAD DK MARÍA
1051
cruelmente aquella carne virginal, salida de sus entrañas?
Hacen todos planto de nuevo, viendo refrescar las llagas de
Jesucristo.
El descendimiento. Estaban ansí todos tan angustiados,
Cristo crucificado, n0 sabían ^ué hacerse- Dice la Vir"
gen: "¡Oh Señor, Padre de huérfanos,
e n brazos de la consuelo de los entristecidos, repara-
Madre dor y remediador de necesitados!,
contenta ya, Señor, con haber casti-
gado a tu Hijo unigénito tan rigurosamente y a mí haberme
entristecido tanto. Baste ya, Señor; danos, por quien eres,
sepultura, adonde le enterremos. Pues le faltó [en] la vida
adonde descanse y no tuvo donde reclinar su cabeza, no falte
agora en que descanse este tan atormentado y lastimado
cuerpo". Ven venir a Josef, el cual era discípulo de Jesu-
cristo, pero hasta allí había estado encubierto por miedo de
los judíos, y había ido a Pilato y pedídole el cuerpo de Jesu-
cristo, porque no le podían quitar de la cruz sin su licencia.
Hizo su cuenta: "¿Qué me pueden hacer? ¿Matarme? ¿Qui-
tarme la vida y hacienda? Todo es poco; no es tiempo
disimular más; agora en las adversidades es menester mos-
trarse los hombres ser del bando de aquellos a quien aman".
Vase a Pilatos, pide el cuerpo de Jesucristo. Respondió
Pilato: "¿Ya es muerto?", espantándose de que fuese muerto
tan presto. "¿Es muerto, preguntas? Bien parece que no
sabes tú qué tan delicado era; bastaba el menor dolor de
cuantos padeció a quitarle la vida, si la Divinidad no le
sustentara. ¿No sabes tú lo que padeció en la columna cuan-
do, a puros azotes, le desollaron aquel tierno y bienaven-
turado cuerpo? Bien parece que no sabes tú lo que padeció
llevando la cruz sobre sus delicados hombros y después cuan-
do lo pusieron en ella; no te maravillarás de cuán presto era
muerto". En fin, concedióle Pilato lo que pedía, y dióle
licencia que lo quitase de la cruz para enterrarle.
Fué el buen hombre y compró una sábana, un lienzo muy
bueno; compró mirra, compró acíbar, para ungir el cuerpo,
como entonces lo tenían de costumbre; trajo un par de esca-
leras, en fin, todo lo que era menester para enterrar al Se-
las llagas] partir el corazón T \\ 469 Jesucristo] con aquel cuerpo tan
atormentado y lastimado add. T
460 Estando así T ¡| 460-471 tan angustiados - lastimado cuerpo] om. T [|
476 y] la add. T | poco] ya add. T ¡ tiempo] de add. T || 4Í77 ahora T
479 Pilato T || 480 espantóse T ¡, 480-481 tan presto fuese muerto T || 182
tú que tan om. T \\ 483 le] lo T |i| 488 ella] que add. T
491 sábana] de add. T || 494 en fin] y finalmente T | lo] demá.» add. T \\
499 hora de nona] las cuatro T
469 Cf. Mt. 8, 20.
474 Cf. lo. 19, 38.
1052 SERMON KS. CICLO SANTORAL
495 ñor. Vino con él un buen hombre, fariseo, amigo de Jesu-
cristo, al cual llamaban Nicodemus; toman algunos buenos
hombres que les ayudasen, y viénense al lugar donde estaba
la Virgen acompañando a su Hijo bendito. Esto era viernes
en la tarde, poco más de hora de nona, porque Jesucristo
500 estuvo tres horas vivo en la cruz.
Pues como vieron venir a sí aquella gente, temióse la
Virgen, temiendo no fuese otra cosa. Di jóle San Juan: "No
temáis, Señora; a esta gente yo la conozco, no vienen a hacer
mal, antes son amigos de Jesucristo, vuestro Hijo, y deben
505 de venir a consolaros y ver si habéis menester algo". Lle-
gando los buenos hombres, con muy buena crianza y con
mucha vergüenza, y diciendo: "Si hasta agora, Señora, nc
os habernos servido y acompañado en este vuestro trabajo
tan grande, perdonarnos; hémoslo hecho como pusilánimes
510 en no haber arriscado las vidas y las haciendas por confesar
a vuestro Hijo; harto arrepentidos estamos de ello; de aquí
adelante será mejor. Ved, Señora, al presente qué mandáis
hagamos; nosotros venimos a dar sepultura a vuestro Hijo
y nuestro Maestro, y para ello traemos aquí todas las cosas
515 necesarias; por eso dadnos, Señora, licencia".
Agradecióles la Virgen su buen comedimiento, y a Dios,
porque así había proveído quien le ayudase a enterrar su
Hijo unigénito. Alleguémonos ahora todos a ver cómo pasa
esto. No es razón que el cristiano se halle ausente al ente-
520 rrar a Jesucristo. Quienquiera se allega a la cama de uno
que se quiere morir; cuanto más que nosotros somos los
que ganamos, y sacaremos grande provecho si con devo-
ción y atención miráremos lo que allí se hizo. Agora mirá
cómo pasó.
525 ^ Era la cruz muy grande, de quince pies en largo; ¿ha-
beislos medido ya en vuestra cámara? ¡Bendito seáis, Se-
ñor, que tan delicados hombros llevaron tal peso! Estaba
la cruz puesta en una peña, hecho un agujero de dos o
tres palmos de hondo. Ponen la una escalera adelante y la
530 otra por la otra parte; suben unos a desenclavar los bra-
zos, otros a sustentar el cuerpo. Los clavos eran muy grue-
sos, y quitábanlos con mucho trabajo, por no acabar de
rasgar las manos. Leído he en un autor que le arrodearon
una soga por los pechos y por debajo de los brazos, cuan-
635 do lo crucificaron, para que se sustentase e'l cuerpo, por-
que se resgaran las manos si en solas ellas estuviera el
1501 temiendo om. T \\ 507 y diciendo] díeenle : Señora T | ahora T |
Señora «ni. 7' || 509 perdonadnos T || 912 será mejor] nos enmendaremos
T j/\ 614 maestro nuestro 7"
517 proveído] de add. T |¡ 518 todos ahora T || 519-520 enterrar a]
entierro de T \\ 520 llega T \\ 523 Ahora mirad T
526 seáis] vos add. T |>| 529 delante T || 535 lo] le T || 536 rascaran T
1053
cuerpo sustentado. Los golpes que sonaban daban en el co-
razón de la Virgen, y representábansele a los que daban
cuando lo crucificaban. En fin, desclavados los brazos, abra-
510 zóse Nicodemus con el cuerpo ensangrentado. Quitan poco
a poco el clavo de los pies, él cual era grueso más que los
otros y estaba muy apretado.
Levántase la Virgen para tomar a Jesucristo en sus
brazos; con el dolor no podía reposar; ni descansar en pie,
545 ni descansar asentada: — "¡Dádmele acá!" — "¡Oh Señora,
que no sabéis lo que pedís! Mirá que no descansaréis con
eso, antes se doblará vuestro dolor". Toman el cuerpo y
pénenselo en sus faldas. Toma San Juan la cabeza y la Ma-
dalena los pies; comienzan todos a llorar tan reciamente,
550 por una parte de ver aquel bendito cuerpo tan atormenta-
do, por otra parte de ver las lástimas que la sacratísima
Virgen hacía. ¡Oh gran dolor! ¿A quién te compararé?
Comienza la Virgen de allegalle las manos a la cabeza
y topaba con las espinas que le habían quedado hincadas
555 al quitar de la corona; todos ios cabellos llenos de sangre.
No hacía sino rodear aquel cuerpo; no se hartaba de mira-
lio; por otra parte desfallecía del gran dolor. Toma las
manos, velas hechas pedazos; pone los ojos en el rostro
de su Hijo, abre aquella boca y comienza de hablar; que-
560 braba el corazón al que la oía: "¿Qué es aquesto, Señor?
¡Hijo mío, Dios mío y consuelo mío!, ¿cómo me has deja-
do, sabiendo que tanto te amaba? ¿Para qué me has guar-
dado para tanto dolor? ¿Este es el cuerpo que yo tan tier-
namente trataba y envolvía? ¿Quién, Señor, te ha parado
565 tal? ¿Qué corazón bastó a hacerte tanto mal? ¡Oh Verdad
de Dios escupida! ¡Oh hermosura afeada! ¡Oh lumbre del
cielo escurecida! ¡Oh rostro que alegras en el cielo los
bienaventurados!, ¿y quién te ha desfigurado de tal ma-
nera? ¡Oh lengua que a tantos consolaste, que a nadie su-
570 piste decir mala palabra! ¿Adonde estás que no me res-
pondes? ¿ Cómo se ha tornado mi arpa' en lloro y mi músi-
ca en lágrimas?"
Comienza San Juan: "¡Oh Maestro mío! ¿A quién iré
de aquí adelante con mis dudas? ¿Quién, Señor, me aconse-
575 jará? ¿Quién me consolará? Anoche tuve mi cabeza recli-
nada sobre tu pecho; ahora, Señor, está la tuya sobre el
538 que] le add. T i\ 539 Knl Al T
543 Levantada.-* JV] Llégase- 7" ¡| 545 descansa V | Dádmelo 7 ¡¡ 546 que
no] om. T \ Mirad T || 548 faldas] brazos T | Juan] de add. T || 549
Madalena] de add. I , tan reciamente] con tanto sentimiento T || 560
de ver por una parte T
553 allegarle T \\ 556 mirarlo y add. T \\ 557 tómale T \\ 562 amo T |
565 verdad] beldad T || 566 hermosura] tan add. T 1 lumbrera T || 567
obscurecida T | cielo] a add. T || 570 dónde 7"
576 Cf. lo. 2i, 2<>.
1054
SERMONES. CICLO SANTORAL
mío". La Madalena también decía: "Señor misericordioso,
¿quién me favorecerá? ¿Quién tornará por mí cuando el
fariseo murmurare de mí? Tú tornaste por mí cuando mi
580 hermana me decía que por qué no le ayudaba; tú respon-
diste por mí. ¿Cómo dices que te amo, pues soy viva viendo
mi alegría muerta?" Era lástima de oír esta buena mujer,
y entretanto bañaba los pies de Jesucristo con lágrimas de
sus ojos. Llora la Madre, lloran cuantos están presentes.
585 Era el mayor dolor que pensáis, e puede ver, lo que allí
se decía. Lloran allí los ángeles: que para mí tengo que
tomaron cuerpos para venir al enterramiento de Jesucristo.
Y no va fuera de razón creer que es ansí, pues tomaron
cuerpos para hacer otras cosas más livianas. Sí, que de
590 creer es que tomarían para venir a 'llorar junto con la Madre
la muerte del mayorazgo de Dios, y para hallarse en su
enterramiento. ¡Qué llanto sería! ¡Oh, bendita tu miseri-
cordia, Señor, que no hay corazón que baste a pensallo sin
que se deshaga y quebrante de dolor! ¿Qué hiciera si la
595 viéramos con estos propios ojos lo que allí pasaba?
Nec fortitudo lapidum fortitudo mea, nec caro mea aenea
est. Ansí decía la Madre: Ni yo tengo fortaleza de piedra,
ni mi carne es de metal. Oye que fué el más tierno corazón
él suyo de cuantos ha habido en el mundo, y de ella se dice:
600 Ab initio crevit mecum miseratio, et ab útero matris meae
egressa est mecum; de ver a un pobre lloraba. Dice Job:
Desde el principio crió Dios conmigo el ser compasiva, el
ser misericordiosa; la ternura de mi corazón desde el vien-
tre de mi madre salió conmigo. Lo mismo se dice de la
605 Virgen. El corazón más tierno del mundo fué el suyo; y si
de ver un pobre llora, ¿qué haría de ver padecer al Hijo,
de vello muerto sobre sus faldas y tan atormentado como
estaba? Es tan tierna, que si viera padecer algún mal, al-
gún trabajo a los mismos que crucificaron a su Hijo y tra-
cto taron tan cruelmente, se le doliera de ello. Pues decime,
¿qué os parece que sentiría de ver padecer tanto a un su
único Hijo, y tal Hijo? Consuélate, cristiana mujercita,
579 Tú] Señor add. V \\ 581 dice N H 582 oír] a add. T || 585586 era
el- decía] ora. T ¡| 588 así 7' j| 58» más livianas] de menos calidad r |
Sí] Así T || 590 que] los add. TI <\ juntamente T |l| 593 sería] se liaría T |
bendita] sea add. T || 593 pensarlo T || 594 la om. T || 595 estos] nuestros
T j pasaba] Decía la Madre add. T
597 ansí -Madre] ora. T | piedras V || 598 Oye] Pensad T || 600 Ab
initio] Quia ab infautia mea T |¡ 601 dice Job om. T |¡ 602 comigo T || 604
mismo] Esto T || 605 Virgen] en persona de Job add. T || 606 al] a
su santísimo T || 607 verlo T | sobre sus faldas] en sus brazos T || 608
Es] Era T \ mal] o add. T || 609 mesmos T || 610 decidme T || 611 un
579 Cf. Le. 7, 44 ss.
581 Cf. Le. 10, 41-42.
598 Job 6, 12.
601 Cf. Iofb 31, 18.
67. SOLEDAD DK MARÍA
1055
hombrecito, que estáis en trabaio; sábete que tienes una
Madre en los cielos, que se duele de tus fatigas más que
615 tú mismo te dueles, y ansí procura de remediarlas. El ma-
yor dolor de cuantos se pueden pensar en el mundo, en el
corazón más tierno: ¿qué os parece que sintirá?
Señora, aauí se cumple el Ecce ancilla del día de la anun-
ciación; que San Agustín dice que el mismo día que encarnó,
620 ese día murió. Cotejad, Señora, día con día y templad el
alegría del uno con la tristeza del otro. Acordaos, Señora,
de la alegría que sintió vuestra ánima cuando el ángel os
dijo que habíades de parir al Hijo de Dios, que venía a
remediar el mundo perdido, que habíades de ser Madre de
625 Dios, quedando virgen, para que no desmaye vuestro cora-
zón con lo que agora tenéis delante de vuestros benditos
ojos. Acordaos, Señora, de la alegría de aquel día, para que
no desfallezcáis en los trabajos de éste. Aquí viene, Señora,
Ecce ancilla, aquí viene el conformaros con la voluntad de
630 D'os; alzad, Señora, los ojos al Eterno Padre y conforma-
ros con su voluntad, para sufrir estas angustias con pa-
ciencia. Como allí os conformastes con la misma para acetar
lo que el ángel de su parte os decía.
"Padre de misericordia — decía la Virgen — , veis aauí
635 vuestra esclava, cúmplase en mí vuestra voluntad. Este Hijo
me distes; con gran alegría le recebí. Veisle, ahí os lo
torno; vos me lo distes, vos me lo quitaste, cúmplase vues-
tra santísima voluntad; esclava soy para todo lo que vues-
tra majestad quisiere hacer de mí. El día de mi alegría
640 os canté: Engrandezca mi ánima al Señor y gócese mi espí-
ritu con Dios mi salud; el día de mi tristeza y doloree
suplicóos le recibáis en agradable sacrificio por los peca-
dos de los hombres".
"¡Oh pecadores, cuán caro me costáis! ¡Cómo por amor
645 de vosotros ha pasado rw corazón trance tan amargo como
ha sido éste, ver a mi Hijo Jesucristo padecer tan cruel
muerte y pasión! Lo que vosotros hecistes, El lo ha pa-
gado, y mi ánima lo ha sentido: por bien empleado vaya,
aunque ha pasado tantos trábanos, porque vosotros reci-
650 báis el fructo de ello y alcancéis perdón de Dios". — ¡Oh
om. T || 612-613 mujer y hombre T |l 613 estás T || 615 misma .V. mesmo
r | así T I procural ella add. T \\ 616 se pueden pensar] hav T 1 en
om. N || 617 sentirá T *
618 .Señora om. T I ancilla] Domini add. V I! 619 mesmo T || 620 v
om. T | el] la T || 622 de la] del T II 624 el] al T II 626 ahora T ¡|
027 de la] del T || 629 ancilla] . Domini add. T || 631-632 con paciencia
om. T || 632 mesma T | aceptar T
636 Brande T | le] lo T j Véislo T f| 637 quitáis T \\ 641 con] en T ||
642 suplico que la V
644 como] que T || 647 y om. V || 648 por nm. T || 650 fruto T || 651
618 Le. i, ¡8.
r>.}i Le. I, 46-47.
1056
sermones; CICLO santoral
Señora!, bendita seáis vos, que aun tenéis el sonido de
las palabras de vuestro Hijo: ¡Perdonarlos!
"Yo los perdono, Señor; y por la parte que me cabe de
los trabajos que os he visto padecer por amor de ellos,
655 perdonaldos, Señor; haceldes bien; consolaldos en sus tri-
bulaciones; socorreldos en sus necesidades; ayuldaldos en
sus trabajos; oíldos, Señor, cuando os llamaren; alegral-
dos; haceldes bien por mí, Señor".
Ecce ancüla. Aquí se cumplió bien el conformarse con
660 la voluntad de Dios. ¡Oh dechado de madres! Perdonad;
no esperéis que os vengan a rogar. ¿No veis a María, Ma-
dre bendita, que de buena gana perdonó la muerte de su
bendito Hijo, y estando aún corriendo sangre, fresco, re-
cién muerto; y no espera que le vengan a rogar, antes ella
665 ruega por los que le habían dado la muerte, y por los que
habían sido causa de ella?
El santo entierro Era, pues ya tarde; llega San Juan:
"Señora, tened por bien que enterremos
luego a vuestro Hijo, porque se llega la Pascua. Cesen
670 vuestras lástimas; poned fin, Señora, ya a vuestras lágrimas;
acabad, Señora mía, tanto dolor; que no hay corazón que
sufra poderos oír, que de dolor no esté quebrantado". Sa-
can la sábana, comienzan de cubrir el cuerpo, después de lo
haber ungido. ¡Oh qué haría después de verle cubrir! "¡Oh
675 Pontífice sumo, verdadero, que ya habéis entrado en el
Sancta sanctorum, hallado para eterna redención de los
hombres, ganado no por sangre de animales, sino por la
misma vuestra! ¡Oh vida muerta, claridad escurecida!
¿Quién os ha trocado trabajo mío, siendo en quien estaba
680 todo mi descanso? Vos érades el que me alegrábades, ¿quién
os ha tornado tristeza mía? En sólo mirar vuestra bendita
y resplandeciente cara solía desechar todos mis trabajos;
mas, en miraros agora, todos mis dolores se me doblan.
¿Qué trueque ha sido éste tan grande? A vos os cubren
685 con mortaja, a mi corazón cubren de dolor".
aun] aunque N ¡I 651-652 aun tenéis * Perdonarlos] tantos trabajos padecéis
por Jos hombres y tan puco os 1o agradecemos T
653 v om. T | 655 perdonadlos T \ haoedles T J consolados 7' ]| 656
socorradlos T | ayudadlos T >|| 657 oídlos T || 657-653 alegradlos, hacedles
T | Señor] El add. T
661 María] esta Señora 7 l| 662 qué] cuan 7 |i¡ 663 fresca T
669 Hijo] y mi maestro add. T |<l 672 quebrantado] y traspasado add. T ||
674 verle cubrir] haberle cubierto T \\ 675 smmo] y add. T || 676 redempciún
T || 678 misma om. T | vuestra] propia add. T <\ ¡ni, vida muerta! om. T |]
679 está T M 683 ahora T | me om. T
652 Cf. Le. 23, 34.
67S Hebr. 9, u-12.
67. SOLEDAD DE MARÍA
1067
Tomó el sudario con sus propias manos y púsole en su
cabeza, y envolvióla muy bien en él, y dióle besos de paz.
Temía aquélla cara bienaventurada toda llena de sangre
de su bendito Hijo; ¡qué buen rebozo y cómo le parecería!
690 Veo yo aquí cómo llevarían a Cristo: unos sustentarían
su cuerpo, otros las piernas, otros la cabeza. No con más
pompa de ésta, no más andas ni más lutos, no más hachas
ni más soberbia. ¡Cuál va el Señor de los cielos y de la
tierra! ¡Oh corazones no de carne, mas de mármol, pues
695 estáis enteros, que no os quebrantáis oyendo o considerando
estas cosas! Llegan al sepulcro. ¿Qué diría la Virgen?
"¡Oh sepulcro, que te dan a ti lo que yo parí! ¡Quítanmelo
a mí por dártelo a ti! ¡Oh quién fuera tú!" Ponen dentro
al Señor, echan luego la piedra sobre él a la puerta del
700 sepulcro; cúbrese el corazón de la Madre. ¡Oh qué llanto
tan nuevo comenzaría aquí! ¡Qué retorcer de manos! ¡Qué
afilarse la cara y desfigurarse del gran dolor y angustia!
"¿Adonde iré, diría, que más descanso tenga? ¿Qué más
quiero yo que estar tan cerca de donde está todo mi bien
"705 sepultado? Aquí será mi instancia todos los días de mi
vida: aquí mi alegría, ésta será mi consolación".
En fin, llégase San Juan y suplícale que se fuesen ya,
que era tarde. Comienzan a irse poco a poco. Envió la Ma-
dalena por luto y por tocas para la viuda. Entonces Nico-
710 demus pidió licencia a la Virgen para irse por otro camino
antes que lo viese alguno, porque no le viniese algún mal.
Fuéronse los buenos hombres. Quédase la Virgen sola. En
esto llega el atavio de la viuda, pónenle su manto negro y
sus tocas negras.
Soledad de la Virgen. Quomodo sedet sola civitas plena
Van los apóstoles al populo! Facta est ut vidua domina
cenáculo gentium. Un poco antes lloró esto
Jeremías: ¡Cómo está sola la ciu-
dad! ¡Cómo está triste la que tan alegremente vivía en esta
720 vida con su Hijo! Está hecha ansí como viuda la Señora
de las gentes; la libre, vuelta tributaria. Comienzan a irse
hacia el aposento; iba la Virgen casi por fuerza; el cuerpo
se iba alejando del sepulcro, mas el corazón dentro se que-
689 púdolo T |¡ 688 Tenía T f| 689 rebozo] arrebol T
691 su] el T || 693 de, om. T || 695 o] y T |[ 699 él a om. T \\ 702 >a
cara] el rostro T !| 706 "instancia] estancia T |l| 705-706 todos los - alegría]
om. T
712 sola] ron su compañía T
720 así r ! 721 vuelta] es add. T \\ 723-724 mas él - quedaba] Pasa por
do estaba la santa cruz ; hincase de rodillas, adórala ; enternecióse con
ella en irran manera. Esta Señora fue 1a primera que adoró la eruz do
721 Thren. 1, 1.
B.Avila 2
34
1058
SERMONES. CICLO SANTORAL
daba. Llévanla al cenáculo, donde Jesucristo celebró la no-
725 che pasada la Pascua. ¡Cuál irían por las calles! Algunas
buenas mujeres que conocerían a la Virgen, que sabían cómo
Jesucristo era santo, que ya el hecho era público, y sabían
que sin culpa le habían muerto, por invidia que tenían de
él; y dirían aquellas buenas mujeres que viesen ir a la Virgen
730 tan sola, tan triste, tan angustiada: "¡Oh lastimada mujer!
Sola y desamparada, ¿qué harás? ¿Con quién te consolarás?
¿A quién contarás tus males? ¿Qué corazón te basta a no
desfallecer, habiendo perdido tal Hijo y habiéndolo con tus
propios ojos visto padecer tantos tormentos y tan sin culpa?
735 Nadie se quejó de ti, antes todos decían mil bienes; ¿quién
te hizo tanto mal? El Señor Dios te consuele y esfuerce y
te dé paciencia".
Ansí, pues, llegaron a la casa, y entonces quedóse San
Juan a la puerta, para despedir la gente y agradecerle su
740 buen comedimiento. Díjoles: "Señores, el Señor, por quien
habéis hecho esto, os lo pague, y os depare siempre quien
en vuestros trabajos os ayude y favorezca. Ya veis la Señora,
cuán penada viene; déjenla sola llorar su dolor, pues no
hay en la tierra consuelo para ella".
745 Sube la Virgen arriba, entra en la casa, donde la noche
antes había cenado. ¡Qué renovar de lágrimas había allí!
"¡Oh Hijo y Señor mío, compañía mía, ¿dónde quedas?
¿Es posible que vengo yo, dejándote a ti sepultado? ¡Ano-
che estabas aquí con tus dicípulos, y agora te dejo debajo
750 de la tierra! ¿Qué va, Señor mío, de hora a hora? ¿Adonde
iré que te halle? ¿Adonde iré que me alegre, faltándome
tú? ¡Cuánta más alegría sintiera mi ánima estando allá
acompañándote que en andar por acá, apartada de tu pre-
sencia!"
755 Llama a San Juan: — Di, hijo mío, ¿adonde están mis
hijos? Vuestros hermanos, ¿dónde están? Los racimos de
mi corazón, los pedazos de mis entrañas, ¿adonde están?
Traérmelos acá. — 'Dejad eso, Señora; harto tenemos agora
en qué entender con el muerto, dejad agora los vivos. - — No,
760 no, dijo la Virgen; baste mi dolor, no añadáis dolor a dolor;
bástenme mis angustias; traédmelos, que no descansaré hasta
que vea los dicípulos de mi Hijo. — Que no digáis eso, Se-
Jesucristo nuestro Señor murió T || 724 donde] ,1 raesmo add. T || 725
Cuate r || 726 lia] Sacratísima add. T || 727 Jesucristo] nuestra Señor
add. T || 728 Que ] obdló T i le] lo r | envidia T || 729 a la santísima
Virgen ir add. tra'nst). T || 730 triste] y add. T || 732 males] lástimas 7
bastará T || 733 habiéndole T
733 Así r || 742 la Señora] .señores T ¡| 743 viene] esta Señora add. T
745 Sube] lintra V | arriba -casa] en el aposento T || 746 habría T [I
749 aluna l \\ 750 de.] esta add. 7 | hora.,] la de ayer a estas horas ' 7' j
Dónde r i, 752 Cuánto T | alegría] consuelo r || 753 andar ñor acá] estar
atjuí /'
758 Traédmelos i | ahora 2 || 759 ahora 2 || 700 no, om. 1
1050
ñora. ¿Quién ha de osar venir? Todos huímos cuando le
prendieron; Pedro le negó. Que no quedrán venir de ver-
765 güenza. — No digáis tal; traédmelos, que yo les prometo
perdón de mi Hijo.
Fué San Juan hacia la fuente de Siloé; a uno hallaba
en una cueva, a otro en una sepoltura. Párase a escuchar;
oyó voces de hombre que se estaba lamentando: — ¡Oh trai-
770 dor, cobarde, cambiador fementido! ¿Y así habéis de huir
y dejar a vuestro Maestro en las manos de sus enemigos?
¡Oh mal hombre! — -Llega San Juan: — No más, no más,
hermano; anda acá, que nuestra Madre la Virgen te llama,
y a todos. — Quita allá, no me digas eso, ¿y parecer había
775 yo delante de la Madre de mi Maestro? Hombre que tuvo
cara para huir, ¿quieres que la tenga agora para parecer?
— Calla, hermano, que perdonarte ha; ¿no conoces ya su
misericordia? La Madre me ha prometido de alcanzar per-
dón; anda acá, no hayas vergüenza.
780 Pasa más adelante; oyó que hacían gran llanto en una
cueva; paróse a escuchar y en la voz conoció que era Pedro.
— ¡Oh canas traidoras, mal empleadas!, estaba diciendo.
¡Oh pecador fementido, cobarde, mentiroso! ¿Y ansí habías
de negar a tu Maestro? ¿Tres años de conversación tan es-
785 trecha, que en una hora nunca de ti me aparté; tantos fa-
vores me diste, tanto amor me mostraste, y yo juré que
no te conocía ni sabia quién eras? ¿Pusiéronte cuchillo, mal
hombre, a la garganta? ¿Estaban los tormentos apareja-
dos delante, para si no querías negar a tu Maestro? ¿Aco-
790 metió algún esforzado hombre o era algún gran ejército?
¿Una voz de una esclavilla te hizo temblar? ¡Oh mal hom-
bre! ¿Y qué heciste? — No más, dice San Juan, anda acá,
hermano, que nuestra Madre te llama. — -Vete de ahí, ¿qué
dices? No mientas tal; ¿díceslo de veras o estás burlando?
795 Aquí acabaré los días de mi vida. Esta lengua que dijo que
no le conocía, aquí lloraré en pena de su mal hablar; estos
ojos se harán fuente de lágrimas; estas manos serán sayo-
nes, y yo tomaré venganza de mí mismo. Yo hice el mal,
yo lo pagaré; andad con Dios, hermano, dejáme llorar mi
800 pecado. — Anda acá, Pedro, no digas tal; ¿tan poca con-
fianza tienes de nuestro Maestro? ¿Por qué dices eso? ¿No
sabes cuán blando es y cuán amoroso? Anda acá, que su
764 te] lo T | 765 No] me add, T traédmelos r
768 una sepoltarw] otra T \\ 769 9Í om. T [| 770 habías T || 771 vuestro]
sti T |,| 774 y a todos] Liega y dícenle 7* \\ 775 delante] de jrentcs, cuanto
mas delante add. T |¡ 778 La] Tu T | me om. T | alcanzarte T
781 eral san ,!<(<!. 7 783 asi r 785 en]i ni T \\ 786 y] e T || 789
para] que «iiíií. .V }\ 790 acometióte T | o era] hubo T | grande T || 794
mientes T | dícoslo - burlando] om. T \\ 795 vida] con add. T || 796 K]
lo T | lloraré] la castigaré T ' 798 vi e T " 799 dejadme TI f| 903 ahora
1060
SERMONES. CICLO SANTORAL
Madre y nuestra te llama; hazte agora amigo con ella, y
luego te alcanzará perdón. Anda, vámonos, no hayas ver-
sos güenza.
Busca más; hállalos todos; vanse para el cenáculo. Ha-
blan a la Virgen, llegan todos los ojos por el suelo: "Señora,
he aquí los malos, los cobardes, todos huímos y le dejamos;
sola vos no huístes, Señora. Todos perdimos la fidelidad;
810 vos no la perdistes; alcanzadnos perdón, Señora". Júntanse
allí todos; toda la noche y el día era en pensar cómo le
crucificaron; su plática no era otra. Decía San Juan, que
lo vido todo: "¡Oh hermanos, si le viérades en la columna,
si en la coronación de espinas; si le viérades con tanto
815 trabajo llevar la cruz sobre sus benditos hombros, prego-
nándole por traidor, con cuánta deshonra, con cuánto can-
sancio; si le viérades en la cruz perdido el color de su ben-
dita cara, las lágrimas en aquellos ojos, su cabeza corrien-
do sangre, sus pies y sus manos hechos también fuentes,
820 y dar con tan gran trabajo el ánima al Padre!"
Ansí pasaron la noche; ansí pasemos nosotros, acom-
pañando y consolando a la Virgen y llorando con ella tanto
dolor como por nuestra causa le vino; y esta Señora, por
cuya honra os juntastes aquí, os la pagará rogando por
825 vosotros cuando le llamáredes. Consolaros ha en vuestras
tibiezas, socorreros vuestros trabajos; alcanzaros ha gracia
y después gloria, ad qaam nos perducat. Amen.
68 NO ES RAZÓN QUE LA BIENAVENTURADA MADRE DE
Dios esté sola en el rogar *
La Virgen de las Nieves. 5 agosto. Córdoba, después de 1547.
(Valencia Biíbd. Col. Patriarca, Ms. 1049, ff. 8 r - 21 v;
ed. 1596, II, ¡pp. 406-429.)
Quis loguetur potc.ntias Domini, auditas faciet om-
ncs laudes eius [Ps. 105, 2].
Obra Dios por ins- —¿Por qué lo decís? —Porque vir-
trumentos flacos tus in infirmitate perficitur. Gloria
5 es de una castidad ser combatida y
no vencida. Más clara parece una paciencia, mientra más
806 hallólos T || 807 hablan] hallan T | los ojos] la boca T || 809 Vos]
Señora add. T | Señora om. T || 810 Vos] Señora add. T || 811 en om, T j
815 llevaba ¿V |.| 817 le] lo 1
821 Así _ T || 823-824 por cuya - aquí os la] que tan afligida es hoy en
la tierra ños T || 825 nosotros en el cielo add. T | la llamáremos 7' | Conso-
larnos T | nuestras T || 826 tibiezas] tristezas y T | socorrernos T | nues-
tros T | trabajos] y necesidades y nos add. T | alcanzaros ha] alcanzará "a
T || 827 ad quam - Amen] om. T
V — Valencia, T — Ed. || S-4 ¿Por qué - perficitur] om. T || 6 mientras T ||
• * El índice del Ms. de Valencia tkula este sermón : «De bea-
tissima Maria ad Nives». Debe ser el sermón predicado en la cate-
dral de Córdoba, de que habla el Lic. Cristóbal de Luque Ayala en
el Proc. Mantilla, ff. 605 v - 606 r. 42 Cor. 12, 9.
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
1061
cosas pesadas y más fuera de razón son contra ella, y ella
está en pie. Y con el mal que os hacen a vos se perficiona
el amor que tenéis a'l prójimo por Dios, quiriendo bien a
10 quien os hace mal; y así parece el arte de Dios que, por
ocasión del mal que te quería quitar la virtud, se te acre-
ciente y se esclarezca más la virtud. Y así pasa en El,
que nuestra maldad, per occasionem, ilustra su bondad,
pues tanto uno se demuestra bueno cuanto más perdona.
15 Y así San Pablo dice: Commendat caritatem suam Deus in
nóbis, si erivm veritas Dei in meo mendacio ábundat. Y así
parece su poder más fuerte mientra más obra grandezas
en cosas flacas. Y por eso dijo San Pablo que virtus in
irfirmitate perficitur; porque mientras él más perseguido
20 y encarcelado, y no lo podían derribar, tanto más excelente
parece la virtud de Cristo, que lo tiene en pie contra tantos.
Este fué el modo como Dios quiso enseñar su poder,
obrando sus victorias contra el pecado, muerte y demonio,
no con armas de potencia, sino de flaqueza, mediante azo-
25 tes y muerte, obrando las mayores hazañas que nunca había
obrado. Quod infirmum est Dei. Y así por cruz venció y
reinó, y por medio de hombres flacos y pobres, sin humana
sapiencia, convirtió el mundo, para que tanto más se pa-
rezca la gloria de su grandeza cuanto más obra por ins-
30 trumentos flacos, y se admiren todos de su potencia, y cuen-
ten sus alabanzas, como dice David.
— Quorsum haec? ■ — No sin propósito, porque se nos ha
cantado un evangelio, pequeño en palabras y muy prove-
choso y grande en sentencia, que encierra en sí la suma
36 de lo que nos conviene hacer para ser bienaventurados;
y si pensamos cómo esto vino por ocasión de una persona
baja, en la cual Dios obró grandeza, admirados diremos:
Quis loquetur potentias Domini?
Predicaba el Señor a muchas gentes de diversas mane-
jo ras, mujeres y varones, ricos y pobres, sabios y sin letras,
altos y bajos; y acaecía que aquellos mayores, que era razón
que más gustasen de su doctrina y la pusiesen en obra, no
9 queriendo T || 11 del] que add. T \ que te om. T | quitarte T || 12 la vir-
tud om. T | él] Señor add. T || 13 que] por ocasión de add. T | per occa-
sionem] se T || 14 se demuestra uno T || 15 ansí T | Commendat] autem
add. T || 16 si enim - abundat] quoniam cum adhuc peocatores eseemus etc.
T f| 17 mientras T \\ 18 eso T | que om. T || 1» él] es T \\ 20 yt om. T \
y om. V
22 como] con que r || 23 Vitorias T || 24 armas] fiar más T || 25 obró T \\
26 Quod infirmum est Dei] Infirma mundi elegit T \ por cruz om. T || 27 y
om. T || 28 sapiencia] ciencia T | el] al T || 30 sus potencias T
32 Quorsum haec om. T || 33 y om. T || 34 sentencia] cantidad T || 35
de] todo add. T || 36 si om. T || 37 en] con T
39 mucha gente T ¡| 42 doctrina T. | la] lo T || 44 y om. T || 49
16 Cf. Rom. 5, 8. 26 Cf. 1 Cor. 1, 27.
19 2 Cor. 12, 9.
1062 SERMONES, ciclo s.vvroku.
sólo no lo hacían, mas lo contrario. Porque aquel milagro
que el Señor hizo, de sanar un hombre ciego y sordo y en-
45 demoniado, por lo cual era razón que conociesen y reve-
renciasen al Señor que lo hizo, entendiéronlo tan mal, que,
siendo hecho por virtud de Dios, lo atribuyeron al espíritu
malo, y dijeron que, porque el Señor tenía amistad con
Belcebú, principe de los demonios, tenía poder para alanzar
■r,(> a los demonios. ¡Oh alto juicio de Dios, que los que parece
que ven, están ciegos, y los más cercanos a Dios en tratar
su ley y sus sacrificios, que moran en su templo, que ense-
ñaban a los otros, estaban más 'lejos de El y gustaban me-
nos de El, y lo tenían en menos! Hinchábalos la sober-
55 bia e impedíales la vista espiritual, como un hombre que
tiene tan hinchada la cara que le impide el ver corporal,
de los cuales confiesa San Augustín, diciendo: Facies mea
inflata erat et non poteram verum videre. Huye de éstos la
lumbre y gracia de Dios, porque con los humildes y senci-
60 líos es su conversación, y por justo juicio suyo hace lo
que dijo : Yo en juicio vine a este mundo, para que los que
no ven vean, los que ven sean hechos ciegos. El, a alum-
brar vino a todos; mas el que piensa que sabe y no se
rinde a la palabra de Dios como un niño a un maestro,
63 huye de la luz del Señor, porque él mismo con su soberbia
lo alanzó de sí.
Estando, pues, aquellos fariseos y mayores blasfemando
del Señor y del milagro que habia hecho, fué hecha la
mano del Señor sobre una mujercita que estaba oyendo
70 el sermón; mujer pobre — y quizá tenía el manto roto — y de
las comunes del pueblo. Oía con simplicidad, con deseo de
aprovecharse, con reverencia del Señor y de su palabra, y
gustó tanto de la doctrina del Señor, y recibió tanta lumbre
del Espíritu Santo para conocer quién era aquel que en
75 hábito humilde estaba predicando a toda aquella gente cuán
grande era su alteza y cuánto se humillaba en conversar
con hombres y ser su maestro; y, en fin, tales cosas se le
dieron a entender a esta mujer y tanta reverencia y amor
tuvo al Señor, que, pospuesto todo temor y olvidada que
80 era mujer y que estaba entre tanta gente, y sin tener res-
pecto a los mayores que blasfemaban de Cristo, con fe en-
tera, con amor verdadero y determinación de morir si me-
nester fuera por amor del Señor, levanta y entona la voz,
Bertebú 7" || 50 a om. T | alto juicio] justos juicios V |¡ 52 moraban T ||
54 Hinchábales su T || 57 Agustín, que era un tiempo add. T || 58 inflata]
inflammata T | |poterat T || 59 los om. T |i| 64 las palabras T | un2] su
T H 66 alanza T
70 y, om. T l|| 73 tanto om. T | dotrina T |i| 76 humillaba en] abajaba
49 Cf. Mt. 9, 34. 62 To. 9, 39.
00 Prov. 3, 32.
68. LA VIRGEN UE LAS NIEVES
1063
para dar a entender de cuán grande afecto de corazón le
salía; y dijo al Señor aquellas bienaventuradas palabras en
alabanza de El y de su sacratísima Madre, por las cuales
se canta este evangelio en esta fiesta; palabras dignas de
admiración y que nos convidan a imitación suya. Oyamos lo
que la mujer dice. Aprendamos de ella a alabar a la Virgen,
diciendo: ¡Bienaventurado el vientre que te trujo y los pe-
chos que mamaste!
El Señor espiritua- ¿Quién contará, Señor, tu poder,
liza la alabanza de que por vaso tan flaco has obra-
la buena mujer do cosa tan fuerte, y en suelo de
arena has edificado una casa que
ni ha miedo a lluvias ni a vientos; y desechándote los otros
de sí, ella te recibe en su pecho con determinación de sufrir
por ti y por tu Madre todo el mal que le quisieren hacer?
¡Oh mujer! Dinos, por Dios, ¿qué cosas viste de ese Señor
que así te encendieron el corazón, sin poder desimular lo
que sentías? ¿Quién te enseñó honrar y alabar a su Madre
con palabras a las cuales toda la Iglesia católica después
ha seguido? Tú comenzaste este tal canto de las alabanzas
de la Madre de Dios y comenzaste a cumplir y sacar ver-
dadera aquélla profecía de la Virgen María, en la cual dijo:
Bienaventurada me llamarán todas las generaciones. Mucho
has hecho, mujer, y mucho te lo debemos agradecer nos-
otros, de alabar al Señor en ti o a ti en el Señor. Porque
si el ángel San Gabriel llamó a quien tú agora alabas ben-
dita entre las mujeres, aquello fué a solas y no tenía a
quien temer por decirlo. Santa Elisabet también la alabó,
y con grande voz, como tú, mas en su casa estaba y sin
miedo de nadie; mas en ti ha obrado Dios tan gran mara-
villa, que antes que el Espíritu Santo haya venido con aque-
lla virtud que, echando fuera todo temor, hizo a los após-
toles y a los mártires confesar quién era Cristo y su sacra-
tísima Madre, delante de los chicos y delante de los gran-
des, tú, mujer flaca, tomas primero la mano y haces agora
lo que ellos hicieron después.
Una mujer eres y flaca, mas figura tienes de mucha gente
a T I! 79 olvidaba] de add. T \\ 80 que om. T |l 81 respeto T || 85 y
om. T 88 Oigamos 7' ¡| 90 trajo T
94 en] un add, T || 96 miedo] ni ui/.f. r || 97 recibió 7 || 99 de ese]
60 este T || 100 disimular T ]| 101 enseñó] a «i./.f. T || 103 Tú om. T |
tal canto] cantar /' || 105 aquella] la T | María om. I |l 108 en el 1
al V || 1C9 agora Om. T H 111 Sania om.. T. ¡| 113 Dio>] nuestro Señor
.id./. T ¡ 114 haya] había I || 116 sacratísima] santísima T || 118 pri-
mero om. T } ahora t
91 Le. II, 27. lio Le. 1, 2S.
96 Cf. Mt. 7, j6. 112 Le. 1, 42 ss.
loó Le. i, 48.
1064
SERMONES. CICLO SANTORAL
y muy esforzada; porque por ti es representada la Iglesia,
congregada de diversidad de gentes en una fe y en un bap-
tismo, que con determinado corazón confiesa ser bienaven-
turada la sacratísima Virgen María y haber concebido y
125 dado leche al verdadero Hijo de Dios; y si lo trajo en su
vientre y le dió leche, verdadera madre suya es y verda-
dero hombre es El; cortando la cabeza a los herejes que
decían que tenía cuerpo fantástico y no natural. Madre es
la Virgen de Dios verdadero y de hombre verdadero; y aun-
130 que no madre de Dios en cuanto de Dios, sino madre de
Dios en cuanto hombre; mas Dios y hombre dos naturalezas,
mas una persona. Es Dios y hijo de la Virgen María; mas
no es dos hijos, sino uno, y por eso ella es madre del que
es Dios y hombre. ¿Quién contará qué dignidad es aquésta?
135 ¿Quién declarará la sentencia que esta mujer dijo: El vien-
tre que te trujo y los pechos que mamaste? ¡Dignidad sobre
todas las dignidades, nombre sobre todo nombre, que ni en
cielo ni en tierra a pura criatura puede convenir! ¿Queréis
honrar a la Virgen? Llamalda Madre de Dios humanado;
140 porque quien esto la dice, honra le da sobre toda honra y
no será sin galardón, porque ella es muy agradecida, y ama
a quien la ama y honra a quien la honra.
Mas hay aquí mucho que advertir, y es que, siendo el
Señor tan honrado de su Madre, ejemplo de todos los bue-
145 nos hijos en reverencia, amor y obediencia, del cual se
escribe que era subdito a ella, ¿por qué no agradeció a esta
mujer las alabanzas que dijo a su Madre? ¿Por qué, pues
la mujer extraña confesaba a su Madre, por qué El no la
respondió al mismo tono, y dijo: "Dices gran verdad en lo
150 que dices, y aun mucho más"? ¡Señor, qué secretos son
vuestros caminos, cuán profunda vuestra sabiduría, que,
pareciendo que negáis, concedéis y en todo nos enseñáis!
"Bienaventurada llamas, dice el Señor, a mi Madre, porque
me trujo en su vientre y me mantuvo a sus pechos ; mas yo
155 te digo que son bienaventurados los que oyeren la palabra
de Dios y la guardaren".
¡Alabado seáis, Señor, por tales palabras; y gracias de-
mos a la mujercita por ocasión de la cual tal doctrina nos
122 en2 orto. T \\ 123 que om. 21 |] 126-127 El es verdadero hombre T [|
128 tuvo V I| 129 y de hombre verdadero om. T || 130 madre, om. T || 131
mas -hombre] om. T \\ 132 ma^] y T | persona] Hijo add. T | es] de
add. T || 136 trajo T || 137 ni om.. T || 138 cielo ni en] cielos y T ||
139 Llamadla T || 140 la ] le T || 141 singular don V \\ 142 la,.,] le T |
144 su] santa add. T || 146 esta] buena add. T |] 148 El om. T | la,]
le T || 150 dices] y entiendes add. T | más] bienaventurada es de los que
dices y entiendes. Oh add. T | Señor] y add. T \,\ 155 oyen T || 156
guardan T
158 damos T | cual] que T | dotrina T || 160 tú om. T | y] mucho
146 Cf. Le. 2, 51. 156 Le. II, 28.
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
1066
diste, que de tanta ceguedad nos libra, si queremos recebir
160 tu lumbre! "Mujer, la que tú alabas merece ser alabada y
más de lo que tú piensas; y porque tú no sabes alabarla
por lo que ella principalmente debe serlo, te enseño yo
otra causa de su mayor bienaventuranza, que por lo que tú
la llamas bienaventurada. Tú hablas al modo común, que,
165 viendo a un hijo muy bueno, suelen llamar a su madre
bienaventurada, y porque lo engendró y dió su leche. Mas
esa alabanza en los ojos de Dios, cosa es de muy poco
valor, y si mi Madre no tuviera virtudes, con las cuales
me concibiera en su ánima y oyera y guardara la palabra
170 de Dios, ninguna cosa le aprovechara ser madre mía sigún
la carne, si no lo fuera según el espíritu".
Toda criatura se desengañe, que, pues parentesco tan
cercano como es ser madre y tener hijo tan alto, como es
Dios humanado, no basta para hacer a una mujer bienaven-
175 turada, menos bastarán otros linajes ni otras cosas, si no
viniere parentesco espiritual con Cristo, que consiste en fe
verdadera y obediencia a los mandamientos de Dios y de
su Iglesia. Y porque vió el Señor que muchos habían de
ser engañados por tener en estima los linajes, y otros por
180 hacer algunas buenas obras ; otros sin tener obediencia a sus
mandamientos, cada vez que le tocaban en negocio de pa-
rentesco de carne, luego apelaba para el espíritu. Aquí está
tu madre y tus hermanos, le dijeron una vez predicando, y,
tendiendo él la mano hacia sus discípulos, dijo: ¿Quién es
185 mi madre y mis hermanos? (Llamaban entonces a los pa-
rientes hermanos.) Quien hiciere la voluntad de mi Padre,
que está en el cielo, aquél es mi hermano y mi madre. ¡Oh
ceguedad de los hijos de Adán!, ¿y por qué no miramos
euán honrosa y dichosa cosa es emparentar con Rey tan
190 alto, y de parentesco tan cercano, como es ser madre, her-
mano y hermana? ¿Por ventura, en comparación de este
linaje real y divino, no es asco el linaje de la carne, aunque
sea linaje real?
¡Bienaventurada la ¿Qué tanto bien está encerrado en
395 Madre de Dios! Ia palabra de Dios y guardalla,
que, si uno hiciese esto, sería más
bienaventurado que fué la Madre de Dios, si no tuviera más
add. T || 62 lo debe ser, yo te enseno. Y transí», add. T || 1S3 causa]
hay add. T || 165 suele T || 166 y, om. T || 168 las cuales] que T ||
169 y oyera] hiciera T || 170 ninguna cosa] poco T | según T || 171 lo
om. T
172 pues] por add. T || 173 alto) grande T || 174 a om. T || 176 vi-
niere] hubiera T ][ 179 tener] poner T | el linaje T || 180 otros om. T ||
182 de carne om. T | para el] al del T || 183 hermanas V | vez] estando
add. T || 184 tendió T | dicípulos y add. T || 187 los cielos T || 189 y]
cuán add. T || 192 carne] todo entero add. T
187 Cf. Le. <S, 20-21.
1066
que ser madre de Dios? Mas ninguno lo es, ni fué, ni será
tanto como ella, porque ninguno fué madre de El ni será.
200 ¡Oh Madre verdaderamente bienaventurada, que con ánima
y cuerpo engendraste a Jesucristo, Dios humanado! Y de
tal manera sois madre, sigún la carne, que os dió Dios
tales gracias para que seáis digna madre. Y así como no
hay cosa tan conjunta a Eí, según la carne, como vos, así
205 tampoco lo hay sigún el ánima. Y por esto el darle carne,
el darle leche, el defenderlo del frío, abrigándolo en vues-
tros brazos y sirviéndole con oficio de madre hasta la menor
cosa que con El hacíades, era hecha con tanto amor y
tanta gracia, que era preciosísima delante de los ojos de
210 Dios, y con cada cosa, por baja que fuese, le ofrecíades
vuestras entrañas, aparejada a dar la vida por El. ¿Quién
contará, hermanos, lo mucho que el Hijo de Dios recibió
de su Madre, pues que recibió el ser hombre, por ser con-
cebido de ella, y el ser mantenido en su vientre y fuera de
ai5 él; de manera que aquella sacratísima carne, con cuyos
trabajos y muerte fuimos redemidos, podemos decir que fué
carne de la Virgen, pues que ella se la dió y la mantuvo?
tjOh Señora, y qué te debemos! ¡Cuan mal te lo agrade-
cemos y peor servimos! Que por un guisado que nos den
220 a la mesa, solemos dar gracias a quien le guisó; y un capón
que hayan engordado, para que lo comamos, lo agradece-
mos de corazón ; no tanto por la dádiva cuanto por el amor
y cuidado con que lo engordaron para nosotros. ¿Cómo no
agradecemos a la Virgen que tal manjar y tan bien guisado
225 nos dió? ¿Sabéis qué nos dió? No menos que a Dios. ¿Sabéis
corno nos lo dió? Humanado. Y con él en las manos nos está
convidando: Venid y comed mi pan y bebed el vino que os
tengo aguado. ¿Quién podía sufrir la justicia de Dios primero
que se entrase en las entrañas de la Virgen y de ella saliese
230 humanado a tratar con nosotros? ¿Qué era Dios entonces
sino vino puro, que no había quien lo sufriese? ¿Qué cosa
es después de humanado, sino vino templado, que temblando
primero de él los muy altos, se llegaron a El después los
niños, y los abrazaba y los bendecía, y riñó con sus discí-
197 la Madre de Dios fué t [\ 198 ni fué om. T || 199 ninguna V ¡
ni ser/i] según la carne, como ella, ni según el espíritu, tanto como
ella T | 201 engendnistes T | Jesucristo Om. T || 202 según T || 205 lo]
la T | según T || 206 darle] la add. T || 208 con El] le 7' | hecho T l|
209 preciosísimo T \\ 210 con] en T |l| 213 que om. T || 214 concebido]
recebido T || 215 carne] vida T || 217 laj le T
218 debemos] y add. T || 219 por om. V ) dan T || 220 le] lo T \\ 220-222
y un capón - corazón] om. 7' |] 223 engordaron] aderezaron T | nosotros] y
add. T I] 224 y om. T \\ 225 qué] como T | nos] le add. T || 226 lo] le T ||
228 primero] antes T || 229 ellas T |l 233 después a El T || 235 dicípulos T ||
228 Prov. 9> ¿.
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
1067
235 pulos, porque no dejaban llegar los niños a él? Pan fortísimo
es Dios y muy desproporcionado a la flaqueza de nuestros
estómagos; mas el pan que el niño no puede comer, cómelo la
madre y conviértelo en leche, y así lo puede el niño comer.
Así nos da la Virgen a Dios, pues nos lo dió niño, puesto en
240 un pesebre, manso y humilde, para que ninguno que quisiera
ser remediado, tema de llegarse a él; pues El convida a los
pecadores a que se lleguen a él, diciendo que vino por ellos
y murió por ellos.
¿Quién nos tiene que no digamos a voces lo que dijo la
245 mujercita: Bienaventurado el vientre que te trujo y los pe-
chos que mamaste? ¿Por qué no siente nuestro corazón cuán
grande y dulce es Jesucristo y agradecemos y servimos a su
sacratísima Madre por el bien que nos hizo en nos le dar?
¿Por qué tan tibios en sus alabanzas, en ayunar sus fiestas,
250 en oír sus misas, en imitar sus virtudes, en alegrársenos el
corazón y ablandársenos en oyendo el dulcísimo nombre de
la Virgen María? ¿Por qué tenemos dureza para negar al
pobre que nos dice: "Dadme limosna por amor de la Virgen
María"? ¿Queréis que os diga por qué? Mas es menester que
255 me ayudéis a llorar el porqué.
¡Bienaventurados los ¡Oh bienaventurada mujer, que
que guardan la pala- sentiste quién era Cristo en sí y
bra del Señor! para ti! ¡Bienaventurada mujer,
que creíste ser Jesucristo redemp-
260 tor y gozaste de su redempción! Nosotros, por nuestros pe-
cados, contentémonos con creer con una fe muerta lo que
tú creíste, y muchos de nosotros no gozamos de lo que tú
gozaste. Tú creíste y amaste; oíste la palabra de Dios y
guardástela; y aun dicen algunos que esta mujer fué Santa
265 Marcela. Mas nosotros estamos lejos de oír y guardar la
palabra de Dios como ella; confesamos a Jesucristo por re-
demptor de pecados, y estamos captivos en los pecados; lla-
mamos a Dios nuestro padre, y por la mala vida somos hijos
del demonio; y habiéndonos Cristo ganado perdón de nues-
270 tros pecados, fuerza para ser buenos, adopción de hijos de
Dios, gracia para agradarle y cumplir sus mandamientos,
gloria para siempre en el cielo, hay muchos que se están sin
recebir cosa ninguna de aquéstas, como si Jesucristo no hu-
biese venido ni traído nada de aquesto.
236 proporcionado T | nuestros J muy flaco- add, ¡ 239 A-i] Y tal T i! 241
convida] y llama add. T |¡ 242 a_ om. T
245 trajo T || 246 siente] sentiremos en T || 247 Cristo T 250 misas]
y comulgar en ellas add. T || 251 y] en add. T | el] su T
254-256 Queré i s que - por qué. Oh] om. T || 257 Jesucristo T \ .-í] ti T I!
259 redemptor] nuestro add. T || 263 ofete] y o-H- V || 264 aquesta T |] 267
cautivas / || 271 sus] santos add. T
235 Cf. Me. io, 14.
1068 SERMONES. CICLO SANTORAL
275 Creedme, cierto, que el hombre que ha sentido en su co-
razón amargo dolor por haber ofendido a Dios, y ha hecho
una verdadera y sencilla confesión, y que ha satisfecho a
Dios y a sus prójimos conforme al consejo de su prudente
confesor, y se ha dado tan buena maña con la gracia de
280 nuestro Señor que, aunque no tenga evidencia clara que sus
pecados le son perdonados y que es recebido por hijo de Dios
(porque esto en esta vida no se puede tener sin particular
privilegio), mas, a lo menos, tiene una alegría de corazón,
una mudanza de propósitos de malos en buenos, una con-
285 fianza nueva en Dios, un amor entrañable con El y con sus
prójimos, un aborrecimiento de los pecados, y cosas que
quien las recibe las sabe, que le hacen conjecturar que le ha
sacado Dios del infierno y le ha puesto en el camino del
cielo por los merecimientos y sangre de Jesucristo Hijo de
290 la Virgen María. ¿Cómo podrá éste, viéndose tan remediado
por el Hijo de la Virgen, dejar de decir con entrañas y len-
gua: Bienaventurado el vientre que te trujo y las tetas que
mamaste? Si por comer del fructo de un árbol parece que
le agradezco al árbol y lo bendigo, y si con comer de aquel
295 fructo escapase de una ponzoña mortal, ¿cuántas veces di-
ría: "¡Bendito sea Dios, que crió aquel árbol!"?
No es esta invención mía, que figurado está muchos años
en el pueblo de Betulia, que, viéndose libres de la muerte
por medio de la santa Judit, le dijeron: Benedicta filia tu a
300 Domino; et: non recedet laus tua de ore hominum. Por Se-
ñora tienen a la Virgen, y por muy obligados a sus servicios,
los que han recibido la vida por el fructo de su vientre, que
es Jesucristo. No se aparta de su corazón la memoria de
ella, ni de su boca la alabanza de ella; y a veces a solas,
305 como el arcángel San Gabriel y Santa Elisabet, la bendicen;
y, si es menester, la bendecirán delante de toda la infidelidad,
aunque les cueste la vida. Mas los que no gozan del fructo
de su vientre, no viven con la vida que trujo, ni reciben el
perdón ni su gracia, éstos no la alaban ni la aman; y si la
310 aman, no es de verdad, porque aquel de verdad la ama que
oye y guarda sus palabras. ¿Queréislo oír dicho en su per-
sona? Transite ad me omnes qui concupiscitis me et a gene-
275 Creo r || 282 porque esto] que T ¡ ¡ 283 una om. T \\ 286 un] grande
add. T | los om. T || 287 conjeturar T || 288 le] lo T | el om. T || 290)4291
éste, viéndose -de la] esta V || 292 trajo T | las tetas] los pechos T || 293
fruto T || 294 si om. T || 295 fruto T | escapas T || 296 dirías T | sea om T
297 invención «sta T | que om. T '| años] ha add. T \'\ 298 libre T || 300
Domine V || 301 la] a la add. T | Virgen] María add. T | su sen-icio
V || 302 recebido T | fruto T \\ 306 bendicirán T j| 307 no om. V \ fruto
T || 30© ni ] o si la alaban no T || 312 ad] a V |l 312-313 generatio mea
283 Concilio de Trento, sess. 6, can. 16.
300 Cf. Judith 13, 23. 25.
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
1069
rationibus meis adimplemini. ¿Qué es: Pasad a mí, sino:
imitadme? ¿Qué es ser llenos de sus generaciones, sino de
315 sus virtudes? Esto es lo que ella nos pide, que imitemos su
castidad, humildad.
Et nunc filii audite me; beati qui custodiunt vias meas,
et obscrvant ad postes ostii mei. No piense nadie privar con
ella sino por el camino que ella privó con Dios. Ella guardó
320 las palab[r]as de El. Sigamos nosotros a ella. Vamos por
sus caminos, y entonces seremos bienaventurados, velando
a las puertas de su misericordia y seremos oídos; que lla-
marla y ofender a Dios y a ella no es cosa que cumple. El que
llamare el nombre del Señor será salvo; mas en otra parte
325 dice: Discedat ab iniquitate omnis qui invocat nomen Dei.
Y a los que llaman al Señor in veritate, está cerca, y tam-
bién ella. ¿Queréislo ver? Mirad la fiesta que hoy celebramos
de las nieves. (Dic historiam breviterj
La historia. ¿Por qué Eran buenos cristianos aquel ma-
330 nieve en tiempo de ñdo y mujer. Como no tenían hi-
agosto? Jos n* tenían cudicia de las cosas
de este mundo, con bondad de vida
juntáronse, y hicieron oración y himnos, y fueron oídos de
nuestra Señora, y ella fué oída de su Hijo, y llovió nieve en
335 tiempo de agosto. Calor hace agora; mas no es tan ajeno
agora el llover agua como nieve en tiempo de agosto. ¡Oh
Virgen para siempre bendita!; ¿y para qué escogistes este
milagro en señal que queríades ser heredera de estas dos
buenas personas? ¿Por qué nieve en tiempo de calor? Por-
340 que esto le está muy bien, pues en el tiempo que concibió
al Hijo de Dios no hubo concupiscencia. Nieve en tiempo de
calor: virgen y madre. No hay que decir aquí: In pecc\_a~\tis
cálefacta est de me mater mea, como dice David. — ¿Por qué
nieve en tiempo de agosto? — Para dar a entender la blancura
345 de su virginidad, la pureza de su vida, que eso significa lo
blanco. — ¿Por qué nieve en tiempo de agosto? — Para dar-
nos esperanza, que, si fuere de nosotros fielmente llamada,
adimple l' || 313 sino om. T || 314 sino] mas T || 316 castidad] y add. T
318 observat V | portas V |¡ 320 la palabra T | de El] del Señor T |
varaos om. T || 321-322 velando a] y hollando T {\ 322 y om. T || 323
Ella] ya add. T |¡ 325 Dei] Doroini. Así ha de ser omnis qui invocat
nomen Domini r || 326 está] El add. T \] 328 Dic - breviter] Aquellos
dos romanos, Patricio y su mujer T
329-330 aquel -mujer] y T || 331 ni] no T | codicia T || 331-332 las
cosas de om. T || 333 juntáronse - himnos] juntaron oraciones, hacían li-
mosnas T H 335-336 Calor hace - agosto] om. V || 337 para( om. T | y
om. T || 338 aquestas T || 339-344 ¿Por qué nieve en tiempo de calor - tiem-
po de agosto?] om. T |l 345 eso] se T | significa] por add. T \\ 346
313 Eccli. 24, 26. 325 Of. 2 Tim. 2, 19.
318 Cf. Prov. 8, 32. 343 Cf. Ps. 50, 7.
324 Rom. 10, 13.
1070
SERMONES. CICLO SANTO RAI
nos alcanzará agua que tiemple el calor de la tierra y la
fecunde para dar fructo. No queda por ella, no; no le falta
350 cosa alguna para buena abogada. Mucho puede con Dios;
mucho nos quiere a nos. Madre es de Dios, y mucho derecho
es el de la madre con el hijo; y madre es de nosotros, y mu-
cha es la ternura del corazón maternal para con nosotros.
No está olvidada de que, al pie de la cruz, le encomendó su
365 Hijo a los cristianos en persona de San Juan diciendo: Ecce
filius tuus. No hace su oficio flojamente; no tiene descuido
en lo que Dios le encomendó. Con humildad le ruega, con
perseverancia le suplica. Y ella suele amansar los enojos de
El estando en el cielo, que lo acallaba en la tierra, cuando
360 siendo niño lloraba. Muy bien sabe representarle los servi-
cios que le hizo entonces, pidiéndole que nos haga mercedes
a nosotros por ellos; y pues que Dios recibió de ella y recibió
tanto, y El es tan agradecido, no dejará de la oír.
La Virgen aboga Acordaos de aquella mujer tecuites, a
365 por nosotros Ia cual dijo Joab: Simula te lugere; y
mirá cómo abogó delante de David por
Absalom, que había muerto a su hermano, y alcanzó lo que
pidió. (Dic historiam.) Y dice el texto que esto hizo Joab
porque entendió que el corazón del rey estaba vuelto y ablan-
370 dado para con Absalom; y dice la glosa que lo oía sosmrar
por su hijo. Pecado hemos contra los mandamientos de Dios,
mas su paternal corazón de nos se compadece, pues murió
por nos; y aunque nos azota, dice: Heu vindicador de inimicis
meis. Primero le duele a El que a nosotros, y forzado de
375 nuestros pecados nos castiga. Que él más querría hacernos
mercedes: Proprium est illi misereri; mas nosotros, como
San Hierónimo dice, clementem Dorninum in amaritudinem
vertimus. Y como la Virgen le conoce las entrañas de mise-
ricordia, y que no continet in ira misericordias suas, llégase
38o a El; y no ha menester fingir que llora; que en sus entrañas
tiene, aun estando en el cielo, entrañable compasión de nos-
otros.
I><>r] Para T |'| 34(7 esperanza] y aái. T ][ 348-34© y la fecunde om. T || 349
fruto T || 351 a nos om. T | y om. T || 356 no,] ni T || 359 ciclo] la »Ú;. T |
acallaban V || 362 ellos] Klla T | que om. T | de ella y recibió om. T
364 tcanitcs V \\ 365 l.iu'ere t« simula T |i| 366 mirad T \\ 368 íñc
historiam. Y om. T |,| 370 ablandado] hablando I | suspirar T || 372 se
compadece de nos T ¡| 373-374 dice : Heu - inimicis meis] siempre Va
forzado a lo hacer T || 375 querría más T || 377 Jerónimo T | clementem]
lcncntcm V || 378 de] su add. T || 379 no] non 7 1 iras V
353 Cf. Ps. 50, 70. 3.S0 lo- Í9. 26. 36S Oí. 2 Reu'. 1 i, 2
371 Biblia sacra aun glossis interlinean et ordinaria, Sicolai
Lyrani Postilla... (Lyón, 154.5), t- 2, f. 111 r : «Quia videbat eum...
suspiranitem post Absalom».
374 Cf. Is. 1, 24 376 >Of. Orat. post Litan. Sanctomm.
378 San Jerónimo, Cottm. In Es., 1. 3, c. i¿ : ML 251 102.
379 Oí. Ps. 76, 10,
1071
Porque Bernardo dice: María, etsi amiserit passionem,
non compassionem; y con corazón de Madre dice al Señor:
385 "Yo, Señor, tuve dos hijos y riñeron en el campo, y mató
el uno al otro. Ya, Señor, sabéis que soy yo madre vuestra
y madre de los cristianos; ellos por sus pecados os mataron
a vos, y delante de mis ojos, en el campo del Calvario; por
las travesuras de ellos fuistes vos crucificado con grande
390 dolor vuestro y mío; víos morir, y túveos en mis brazos
muerto, y cuantas heridas vos en vuestro cuerpo, tantos cu-
chillos yo en mi corazón. Vos, Señor, y no otro, sabéis lo
que vuestra muerte me costó y adonde me llegó; que si no
fuera por ayudarme vos, ya que no muriera, no pudiera su-
393 f rir el peso de tanto dolor, pues otras personas mueren de
menos angustias. Vos, Hijo, gustastes dolores y tristezas de
muerte muchas veces, porque, si no fuera por el conforte
sobrenatural de vuestra divinidad, muchas veces muriérades,
y para más padecer, no moríades. Y ordenastes vos que yo
400 también no muriese, no porque no faltase dolor de compasión
que bastase a matarme, mas porque queríades vos que yo
más y más padeciese por vos y con vos. Acordaos, Señor;
acordaos de lo que allí pasé, viéndoos morir por los pecados
de los hijos que me distes. Gonsoladme de los dolores que en
405 la muerte vuestra yo pasé, con que no mueran estotros hijos
míos, que por vuestra grande bondad tomastes por herma-
nos. No vea yo que, habiendo vos muerto por ellos, vos los
azotéis y aflijáis, porque será dolor sobre dolor; mas para
untarme aquél, hacé bien a éstos, y por ellos ofrezco vuestra
410 pasión y mi compasión".
¡Oh Virgen para siempre bendita! ¡Oh Madre de mise-
ricordia! ¡Oh abogada sapientísima y eficacísima, y cuántas
veces con estas y semejantes razones habéis amansado a
vuestro H|ijo bendito! Y cuando él decía, como a Moisés:
415 Dimitte me, ut irascatur furor meus, vos le habéis supli-
cado por nos, y le habéis tenido las manos y hecho que torne
su espada a su vaina, y que no nos castigue. ¡Cuántas veces
fuéramos destruidos si no fuera por vos! Si no, díganlo las
historias, que habrá trescientos y tantos años que estaba
383 Porrue] san add. T | 383-484 Maria etsi - compassionem] Tiene la
Virgen compasión, de los hombres r || 386 Yo soy T ]| 387 os .mi. 7' ¡|
388 y om. T || 391 cuerpo] tuvistes .i.í.i. T |.| 392 cuchillos] tuve add. T I
otri V || 393 que J y t |¡ 394 ya] milagrosamente a 7' | muriera] yo
add. T || 396 menos] menores T | Hijo] mío add. T |] 4C0 no3 om. T (|
409 untarme] aliviarme T \ haced T
412 y, om, T || 415 ut] ne T | ¡rascar V | meus] y add. V || 418 fué-
ramos] "ya <K¡(¡. r || 419 historias] de add. T | trecientos T ¡ y tantos
384 Cf. San Bernardo, Dom. infraoct. Assumpt. B. M. I', serrft.,
s s. ; ML 183, 429 s. ; mis Mystica,, c. io, 36 : ML 184, 650.
113 F.\-. 32, 10.
1072 SERMONES. CICLO SANTORAL
420 Dios para destruirnos con tres lanzas: hambre, pestilencia
y guerra, y fuistes vos poderosa de le amansar; y presen-
tastes al Señor a San Domingo y a San Francisco, para que
predicasen penitencia, con que vuestra justicia fuese apla-
cada ; y así lo fué de esta vez, que nos excusastes de perdición.
425 Sabemos, y por aquí sacamos, que otras muchas también lo
habréis hecho.
¿Qué es esto, Señora, que, siendo llamada por unos bue-
nos casados de Roma, enviastes nieve en tiempo de agosto,
y otras veces alcanzándonos misericordia, y agora no la al-
430 canzáis? Cierto es que la pedís, y vemos que no alcanzáis.
¿Qué será esto? ¿Por qué no llueve Dios, hermanos; por
qué no oye a su Madre? — Porque non est bonum feminam
esse solam, como non est bonum hominem esse solum. Crió
Dios la mujer para que ayudase al hombre, y cierto es que
435 cumplió muy mal la primera mujer, pues tan mal ayudó a
su marido, que le hizo pecar. Mas nuestra bendita mujer
fué criada para que ayudase al segundo Adán, Cristo, a
restaurar lo que el primer hombre y mujer echaron a per-
der. Cum eo eram cuneta componens, se dice en persona de
440 ella. Y si San Pablo dice que los predicadores y sacerdotes
coadiutores Dei sumus, ¿cuánto más lo será la Virgen,
dando carne para la redempción y oraciones eficacísimas
para que se efetúe en nosotros lo ganado en la redempción?
No es bien que el varón, Cristo, esté solo; haya quien le
445 ruegue por nos y le amanse en el tiempo de su ira, causa-
da por nuestros pecados; y así lo hace la Virgen.
No es bien que la — ¿ Pues por qué no agora ? — Por-
Gejemos orar sola <lue no es razón que ella esté sola.
- •¿Cómo sola? ¿No está acompañada
450 de ángeles y santos? — Sí, por cierto; mas digo sola en el
rogar y pedir misericordia. — ¿Pues cómo? ¿Y no le ayu-
dan los ángeles y santos? — Sí, también. — ¿Pues cómo
sola? — Porque el que creavit te sine te, non iustifica[t]
te sine te. Si la pasión del mismo Señor no te aprovecha,
455 si tú no te dispones, ¿qué te maravillas que la oración de la
om. T II 420 lanzas] de add. T \\ 421 le] lo T || 422 San,] santo T ¡|
425 Sabemos] Y vemos T
428 de,] en T || 420 habéis alcanzado T | ahora T || 430 no] la add. T ||
431 será esto] secreto T | hermanos om. T \\ 434 es om. T | que ] io
T || 441 Virgen] María add. T || 443 efectúe T [\ 445 y oro. T
44/T ahora T 1 450 y santos om. T || 451 le] la T \\ 453 el cjue] qui
T | iustifica] salvabit T || 454 mesrao T
433 Cf. Gen. 2, 18.
439 Prov. 8, 30.
451 Cf. 1 Cor. 3, 9.
454 San Agustín, Serm. 169, c. n, 13 (ML 38, 923) : «Qui ergo
íecit te sine te, non te iustificat sine te».
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
1073
Virgen no te aproveche, si no te dispones con penitencia,
con orar, con buen obrar?
Sola, Señora, te dejamos orar, y cuanto tú amansas,
nosotros enojamos: Unus orans, et alter maledicens; cuius
460 vocem exaudiet Deus? Unus aedificans, et alter destruens;
quid proficit Mis labor? Si ella está orando por mí, y yo,
que había de estar llorando mis pecados, estoy pecando,
¿cómo ha de ser ella oída? Yo destruyo lo que ella edificó;
ella está bendiciendo y yo blasfemando, murmurando y ofen-
465 diendo; es más oída mi mala palabra y mala obra para ser
castigado que la oración de la Virgen para ser yo remedia-
do. Y viene esto a tanto, que alguna vez dice Dios: Non
ores pro populo isto, nec assumas pro eis laudem, quia non
exaudiam te. ¿Qué aprovecha hacer procesiones y andar con
470 los pies buenos pasos, si nos estamos en nuestros malos
pasos de nuestros pecados? Estos son los que habíamos de
llorar, éstos nos habían de doler mucho más que la falta del
pan. ¡Somos malos esclavos, y no hijos, que sentimos más
nuestro azote y no la ofensa de nuestro buen Padre! Bien
475 entiende Dios esto, bien lo sabe decir: Quaeritis me, non
propter me, sed quia vidistis. Y como dice San Agustín en
persona de él: Quaerite me... No sabéis este lenguaje, sino
aquel del cual está escrito: Super triticum et vinum rumi-
nabant; et in cubilibus suis ululabunt, et ad Dominum non
480 vertebantur. Vuestras penas son: "No tenemos trigo". Y los
sospiros que en vuestras camas dais, por esto son; et ad
Dominum non revertebantur. ¿Cómo te vuelves a Dios, si
estás enemistado, si estás en lo ajeno, si haces esto y esto?
Esto es por qué no es oída la Virgen de Dios ni nosotros
485 de ella, por qué no llueve.
Tres años estuvo sin llover porque el rey Saúl quebrantó
un juramento que habían hecho los pasados a los gabaonitas,
y quebrantólo por buen celo. (Dic historiam 2 Regum 20
458 cuando T |] 459-460 cuius - Deus] om. T || 461 y yo om. T || 463*
. . Destruyo yo T | edifica T || 464 om. T || 465 Es más - obra] son
oídas más mis malas palabras y malas obras T || 468 castigadas T ]| 46&467
para ser yo remediado] es bastante para ser oída T || 469 te oro. T |
y om. T || 470-471 malos pasos] males antiguos T || 472-473 del pan somos]
de cosas temporales T || 473 más ora. T || 476 me sed quia] lucem quam
T || 477 me] propter me add. T || 479-480 in cubilibus - vertebantur] ego
erudivi eos, et confortavi brachia eorum, et in me cogitaverunt malitiam, etc.
T || 483 estás enemistado - esto y esto] tienes los ajeno, si estás en maj
estado, si hablas mal T
487 un] su T || 488-489 Dic historiam - 21] om. T \\] 489 Si] Que T ||
461 Cf. Eocli. 34, 28-29.
469 Cf. Ier. 7, 16.
470 Cf. lo. 6, 26.
477 San Agustín, In lo. Ev., tr. 25, c. 6, 10 : ML, 35, 1600.
480 Cf. Os. 7, 14.
488 Cf. 2 Re?. 2i, 1.
1074 siumoms. l'KI.o siNiomi.
vel 21.) Si por ahí vais, Señor, tarde lloveréis, porque más
490 que una vez quebrantamos juramentos y más que diez veces
juramos con mentira. ¿Por qué no llueve? Por nuestros pe-
cados, que no los quitamos; que si nos hubiésemos enmen-
dado, ya nos habría Dios consolado. Si gens egerit paeniten-
tiam, et ego agam paenitentiam.
495 ¿Queréis que llueva? ¿Qué os diré? Que es tanta nuestra
Quitemos las pecados desvergüenza como en tiempos pa-
sados, cuando de enojado Elias
contra los que ofendían a Dios, rogó a Dios que no lloviese,
y así lo hizo Dios. — ¿Qué decís, Elias? "Señor, que no
500 llováis". — ¿Y la caridad? ¿Qué más dijera un enemigo?
"Señor, que os suplico que no llováis". [Mas, porque no pen-
séis que lo decía esto por venganza o malquerencia, o por
espíritu propio, dice: Vivit Dominus, in cuius conspectu, o
como dice el original: in cuius facie steti. No fué antojo el
505 decir: "¡No llováis!", sino cosa que dijo, habiendo estado
en el acatamiento de Dios, en la alteza de la oración, co-
municando con Dios; y de allí sacó este celo de la honra de
él, con que dijo: "Señor, no llováis".
Grave cosa es ver a Dios ofendido, y cuando más bien
510 nos hace, más ofendido. ¿Qué aprovechó que antaño os dió
Dios tanto trigo que cogistes en este obispado seiscientas
mil hanegas más que el año pasado? ¿Dejaste por eso de
jurar, mentir, hacer mal? ¿Dijistes: Metuamus Dominum,
qui dat nobis pluviam temporaneam et serotinam, et pleni-
515 tudinem messis anni, custodientem nobis? ¿Cesaron los ma-
les? No. ¿Pues qué hecistes? Lo que hicieron aquéllos.
¿Qué? Saturavi eos, et moechati sunt, et in domo meretricis
luxuriabant. (Dic totum usque: Numquid super his non visita-
bo, et in gente tali, etc. Hieremia 5.) Veis aquí, hermanos,
520 qué ha provocado a ira los ojos de Dios, y por qué pide
Elias que no llueva; porque si os ha de dañar a vuestra
.ánima la abundancia, más vale que Dios no os la dé. ¿Que-
réis que Dios llueva? Quitemos los pecados públicos y se-
490 que] dé T ¡I 490-491 veces juramos! juramentos T || 491 llueve] la gracia so-
bre nosotros <i<fií. T i] 492-493 hubiésemos cmciuládonos r ]| 493 nos om. T |
consoludonos T || 501 ¿Y la caridad - llováis] om. T || 502 decía] hacía
T | venganza] vergüenza I' |>| 5C8 dice om. T | Nivit I* | o] y 7" || 506
ln] su T || 507 y om. T
509 ver a - ofendido y] haber ofendido a Dios V || 510-512 aprovechó
que - jxjr eso] aprovecha que Dios hubiese abierto las manos de su mise-
ricordia, si por eso no dejasteis 7' || 513 Dijistes] El non dixerunt in rorde
suo T || 514 serotinam] seutinam Y \ et.,] in tempore suo T || 515 pleni-
tudinem] anuuae ncM. 7' | anni om. , 7'" | custodiente V \\ 517 Saturavit
T || 518 luxuriabant ur 7' | Dic totum usque om. T | superbis 7' || 519.
et in gente tali, etc.] en in siti et V \\ Hieremia 5 om. T || 521 os om. T \\
522 os] nos 7 || 523 llueva] su gracia add. T \'\ 526 llueve] la envia T
494 Of. 1er. i8, 8.
503 Of. 3 Res?. 18, 13.
515 Cf. Ier. 15, 24.
519 Cf. Ier. 5, 7-29.
68. LA VIRGEN DE LAS NIEVES
cretos, y cada uno mire su conciencia y quite lo malo que
525 en ella hubiere; y quien está descuidado de esto, aquél es
por quien Dios llueve.
Estaban en gran tempestad los marineros que llevaban
a Jonás, y lloraban y clamaban a sus dioses; y no eran ellos
por quien se levantó la tempestad, mas aquel que estaba
530 en lo más bajo durmiendo y roncando. Van a él: Levántate
del sueño. ¿Y cómo? ¿Ahora es tiempo de dormir estando
para hundirnos? Llama a tu Dios, como nosotros hacemos,
si por ventura nos remediará. Levántase, y conoce que por
su pecado se había levantado la tempestad, y confiésalo así.
535 y pide que, en penitencia, lo echen en la mar, para que el
que pecó muera y no se ahoguen los otros por él; y con el
arrepentimiento de este culpado y su penitencia, fué él libre
en el vientre de la ballena, y los otros, librados de muerte.
Y luego vino la bonanza. ¡Oh hermanos, y cuántos Jonás
540 habrá en este pueblo, que les haya mandado Dios algo y no
lo hayan hecho; que hayan quebrantado su mandamiento y
ha levantado Dios tempestad no de agua, sino de seca; y
estamos todos afligidos, y por ventura aquel por quien vie-
ne, está descuidado y durmiendo en su pecado, que ni lo
545 Hora, ni lo confiesa, ni hace penitencia, y es causa que azo-
te Dios a los otros! ¿Qué duermes, hombre pecador? ¿Ago-
ra es tiempo de pecar, de no hacer penitencia? Por aquél
viene la tempestad que huye de Dios, y se está durmiendo.
Si pecaste, levántate del pecado; llama a Dios por perdón;
550 di lo que dijo David: Yo, Señor, soy el que pequé; éstas,
ovejas son. Muévate a compasión ver niños inocentes y bue-
nas personas que padecen. ¿No será mejor que digas: "Yo
soy el que pequé, echadme en la mar"?
Temamos todos que no sea cada uno aquel por quien
555 Dios azota. Y aunque no te conozcas estar agora en pecado
mortal, quizá lo has hecho, y no está bien hecha la peni-
tencia de él; y come San Agustín dice: "Castiga Dios a los
malos porque pecaron, y a 'los buenos porque no los corri-
gieron". ¿Quién osará decir: No he hecho porque merezca
528 liara aba ii / 530 levántate] levantaba r || 531 ahora ; || 533 re-
medie T ' 934 sus pecados T | había levantado T I así om. T || 535 que
en mu. 7" I penitencia] y que ciií</. T ¡ lo] le T || 536 que oro. T | y ] él
/■ | los otros] ellos t || 537 fué él libre om. T ' 529 Y om. T ] la
04». T I) 540 Dios mandado T [| 542 han T | Dios] ellos / ' 543 quien]
cuyo priado /' 544 está] esto 7 durmiendo] está .ní.í. 7 | lo om. T \\
546 Ahora / 547 picar] ahora es tiempo add. T \\ 549 i*>r] pide T f| 551
Muévate] No be mueve T \ y om. T \\ 552 buenas] y santas add. T \ pa-
dezcan por ti udd. T || 553 la] el T
554 Todos temamos T lf| 555 ahora T ,' 556 bien oro. T | hecha] bien a
Cf. loa. I, } Ss.
S5i Cf. 2 Reg. 24, 17.
559 Cf. San Agl-stín, Dc dito. Üci, 1. i, c. y, 1 : ML 21-
1076
SERMONES. CICLO SANTORAL
560 ser castigado? Convertamus mas nostras, et revertamur ad
Dominum. Si el pecador duerme, despiértele su hermano,
que ya lo despertamos desde aquí y le decimos: Levántate
y ora al Señor. Mas si esto no basta, usen los mayores de
su oficio, y examinen qué pecados hay y quítenlos; no se
565 echen sobre sí pecados ajenos, y no les diga Dios: Suspen-
dite coram me principes populi. Cada uno, como pudiere,
remedie su ánima y la de su prójimo; quitemos pecados,
que así como Elias oró y no llovió, porque había pecados,
así, cuando hubo matado a los sacerdotes de ídolos, oró y
570 llovió. Entonces es la oración eficaz, cuando se quitan peca-
dos. Demos limosnas, hagamos buenas obras, ayudemos a la
Virgen; que si experimentamos la justicia de Dios en nos
castigar, experimentaremos su misericordia en ser oídos y
consolados, y alcanzaremos de El lo que más nos cumple
575 para la eterna salud, aquí con gracia y después con gloria,
ad quam nos perducat. Amen.
09 Reinarás sobre todas las cosas que desea
TU ÁNIMA *
Asunción de María. 15 agosto
<R. A. H., l&g. 11-10-2/19; B. N. M., Ms. 6311, ff. 211 r - 236 r;
&d. 1596, II, pp. 430-466.)
Te assumam, et regnabis super omnia quae deside-
rat anima tua, erisduc rex super Israel (3 Reg.
ti, [37])-
Dios da a Jeroboán el La fuente de toda lumbre es el sol,
5 reino de diez tribus y de la mar nacen los ríos; y el
sumo Bien que estas cosas crió es
autor y dador de todos los bienes; y sin él, ni aun el más
chico se puede alcanzar. El da el cielo y la gracia para me-
recerlo; El da los reinos de la tierra a los que los tienen,
10 y los pasa de unos en otros, según su santa voluntad; y por
no conocer esto Nabucodonosor, le fué quitado su reino y
add. T || 560^561 Convertamus - Dominum] om. T || 562 que ora. T | lo]
le T || 567 remedie] mire por T |>| 569-570 asi cuando - llovió] quitemos
nosotras los pecados y lloverá el Señor T || 574 y om. T | de El om. T |
más om. T || 575-576 aquí con - perducat. Amen] om. T
A = R. A. H., N = B. N. M., T = Ed. || 4 todal la add. NT || 10 en] a
561 Cf. Thren. 3, 40.
563 Cf. Ion. i, 6.
566 Cf. Num. 25, 4.
570 Cf. 3 Reg. 18, 40-45.
* La copia de la R. A. H. es de mano de Villarás ; lleva la
inscripción : «In assumptione Virginis Mariae». Otra mano añadió :
iírEstá impreso». Son 13 ff. nutrís. El Ms. de la Nacional tiene por
fítulo : «De assumptione Virginis M. A.» (f. 211 r).
6g. ASUNCIÓN DE MARÍA
1077
anduvo siete años en los campos como bestia salvaje, hasta
que la misericordia de Dios lo miró, y le hizo alzar sus ojos
al cielo, dándole conocimiento de que el Señor es rey de los
15 reyes, y los reparte y quita según su voluntad. El castigo
del soberbio e ingrato es privarle de los bienes que graciosa-
mente Dios le había dado. Y el remedio de este mal es hacer
de ello penitencia y entender que del cielo, y no de sí mismo,
le vino el bien que tenía.
20 Y conforme a esta sentencia, dice Dios en las palabras
del tema a un hombre particular y común: Yo te tomaré, y
reinarás sobre todas las cosas que desea tu ánima; serás rey
de Israel; para que entendiese que el reino que había de al-
canzar ni le venía por su industria ni por su fortaleza; mas
25 porque el supremo Señor de los reyes y reinos quería dividir
el reino de las doce tribus de Israel, y dejando los dos a los
descendientes del rey David, les quería quitar los diez y
darlos a este hombre que se llamaba Jeroboam, para que
reinase sobre ellos; en castigo de los pecados que hizo el
30 rey Salomón, agradeciendo tan mal los bienes que Dios le
había hecho, y viniendo a tan gran ceguedad que, habién-
dole dado Dios muy abundante sabiduría y héchole merced
de que edificase templo para el verdadero Dios y Señor, fué
maleado su corazón con el demasiado amor de mujeres; y por
35 darles contentamiento puso ídolos en el mismo templo que
había edificado al Señor, y les hincó las rodillas, y misera-
blemente los adoró. Y si no fuera por amor de su padre
David, cuyos servicios el Señor tuvo presentes, perdiera el
reino todo por entero Salomón con todos sus descendientes;
40 mas no lo hizo ansí Dios, por cumplir lo que primero había
dicho: Yo soy Dios, que hago misericordia a los que me
aman y a mil generaciones de los que de ellos descienden.
De manera que, por misericordia, le dejó dos tribus; y, por
cumplir con su justicia, le quitó los diez y los dió a Jero-
45 boán, diciéndole por boca del profeta Ahías las palabras del
tema ya declaradas; y amonestándole que si guardase los
mandamientos de Dios, a semejanza del rey David, que sería
con él, y le haría, mercedes como hizo a David.
Mas ¡oh humana miseria, oh flaqueza de los hijos de
NT |! 12 en los] por ¡V [| 13 le] 1o 7' \\ 15 su] santa add. X \{ 16 privalle T ||
16-17 Dios graciosamente T
20 sentencia] misericordia T || 22 ánima] y add. NT || 26 dejando T || 27
decendientes N || 28 Hieroboán N | porque T || 29 ellas T || 35 mesmo T ||
39 todo por om. T \ decendientes T |] 42 decienden T || 43 misericordia] la
misericordia N. amor de él T || 45 Hieroboán NT | por boca del] el T |
Ahías om. T || 45-46 del tema] dichas arriba T || 47 que] El add. T
49 oh2] y T || 50 de., om. T || 51 puesto T | lugar alto y add. T | prospt-
15 Of. Dan. 4, 29.
39 3 Reg. 11, 12.
42 Of. Ps. 104, 8.
.2. 34-
1078
SÉRMONES. CICLO SANTORAL
50 Adán!, que como gente de poco seso y de cabeza desvane-
cida, viéndose puestos en lugares altos de prosperidades y
reinos, pierden ese poco de seso que tenían, embriagados con
el falso vino del mandar, de las riquezas y placeres; y como
su virtud fué puesta en peligros y pruebas, desfalleció; como
55 una chiquita candela, que, estando guardada en casa, da
lumbre; y sacada y puesta a los vientos, se apaga. Cosa más
usada ha sido en el mundo, así entre étnicos como entre
cristianos, los lugares altos hacer muchas veces a los buenos
malos; ninguna o pocas, de los malos buenos. Lugar es de
60 ejercitar la virtud primero alcanzada, y que sea perfecta,
para que, entre las muchas ocasiones que hay de perderla,
no se pierda. Porque querer alcanzar de nuevo la virtud
entre ocasiones, que aun la alcanzada se pierde, no es cosa
de hombres prudentes pensar de salir con ello.
65 Testigos son de esto el rey Saúl y el rey Salomón. Fueron
escogidos por Dios por la virtud que en ellos había cuando
eran personas particulares, y fueron reprobados de Dios por
los pecados que hicieron con las ocasiones que la dignidad
real tiene anejas. Y entre ellos se puede contar este Jiero-
70 boán de quien estamos hablando, del cual la Escritura no
cuenta culpa alguna antes que fuese elegido de Dios, y debe-
mos presumir que tenía virtudes, pues Dios lo eligió; y fué
tan malo después que reinó, que hizo idolatrar a todo su
reino y les puso ídolos a los cuales fuesen para que olvida-
75 sen el templo de Dios, al cual solían ir, y no adorasen al ver-
dadero Dios, al cual solían adorar; y como lo pensó, ansí
sucedió. Porque la idolatría duró en Israel hasta que el rey
Salmanasar los llevó captivos.
¿Quién que un poco de seso tenga, y que del todo no
80 esté engañado con la exterior sobrefaz de los señoríos y
reinos, no temerá de poseerlos, viendo que los que Dios es-
cogió por ser buenos, pararon en mal por no usar bien de
la dignidad y alteza que para su salvación Dios les había
dado? Hombres ha habido étnicos, ansí como Rómulo y Dio-
85 cleciano, siendo infieles, que el primero, siendo convidado
que reinase sobre Roma, lo desechó cuanto pudo; y Diocle-
ciano, siendo emperador de ella, dejó el imperio y eligió vida
baja de hombre particular; y por mucho que le rogaron,
nunca se pudo acabar con él que tornase a tomar el imperio
90 dejado, ni dejase su huerto y vida pobre que había tomado.
rielad T |l 51-52 y reinos om. T || 52 ese] el r | de om. T || 57 ansí W-i !|
59 malos,] o add. ÑT |¡ tugar es] en lugar T : 62 de nuevo alcanwtt !
65 Salomón] que add. NT |j 70 Hieroboán N . Jeroboá'n T | estamos] va-
mos T ! Escritura T II 71 fué N || 77 sucedió] lo hizo T \\ 78 cautivéis T
79 Quien] hoy aild. T I tensa un poco de seso T || 81 reinos] quien
odd. T || 87 vida om. T || 90 huerto] suerte T
77 Gf. 3 Reg. 12, 29-30.
107í>
Mas ¿qué hemos menester traer a cristianos ejemplos de
hombres que no lo fueron, pues Jesucristo nuestro Señor,
cuyas palabras mandó el Eterno Padre que oyésemos, y cuya
vida mandó que imitásemos, se ofreció a la cruz de su vo-
9-r> Juntad propria, y huyó de ser rey, siendo buscado de la gente
para que reinase sobre ellos? Bien seguro estaba el Señor,
pues es impecable, de no usar mal de aquel reino pequeño,
aunque lo tomara, pues administra bien el reino del cielo, y
de la tierra, y debajo de la tierra, de todo lo cual es Señor;
100 mas huyó del reino el que con seguridad lo podía tener, para
dar a entender que ninguno de sus cristianos sea tan atre-
vido que deje de temer que puede errar y pecar por su mucha
flaqueza, viéndose en lugar tan pleno de peligros, que, para
que los creyésemos y temiésemos, el Señor huyó de él.
105 Esta sabiduría contraria es a la del mundo engañado, que
piensa que los mayores peligros son siguridad; y si tiene
una dignidad y señorío, procura otro, y otro si puede; y
embriagado con la falsa y momentánea dulcedumbre de lo
visible, ni advierte ni se le da nada por los peligros y caídas
no del ánima; ni teme la estrechísima cuenta que se ha de tomar
a los que tienen mandos, según Dios lo ha testificado y avi-
sado diciendo: Juicio durísimo será hecho en los que presi-
den. Entonces, aunque tarde, y con grave dolor y sin fructo,
conocerán lo que aquí no quisieron, y sabrán que los montes
115 más altos son combatidos con mayores vientos, y son más
heridos con rayos del cielo, que los lugares más bajos; y que
el lugar más alto, como San Gregorio dice, es tempestad del
ánima, y que se debe de huir en cuanto fuere posible. E ya
que se haya de poseer, ha de ser con dolor y con gran temor
120 y solícito cuidado, para evitar los muchos peligros, que con
dificultad perdonan aun a los avisados y gravemente derri-
ban a los descuidados y negligentes; como acaeció al mise-
rable Jiroboán por no estar tan fundado en la virtud como
era razón ni tener aquella verdadera estima de lo qfte es
125 precioso y de lo que es vil, para estimar y desear lo uno y
tener en poco lo otro. Que por ventura, si él no estimara en
mucho la alteza del reinar, con lo que a ello es anejo, reca-
91 Mas] para add. T ¡ habernos T | a cristianos om. T || 92 lo om. T |
fueron] cristianos cdd. T || 93-94 y cuya - imitásemos] om. T || 96 propia r ||
96 sobré ellos om. T || 98 bien] Dios T \, ICO siguridad ¡V || 102 pueda T |
mucha] mala \ || 104 los] le T
106 que] en add J | son] hay T | seguridad T || 109 los om. T || 110
del ánima om. T || 113 fruto NT || 116 rayo 7' || 118 E] Y T |¡ 121 perdo-
nan om. .Y f| 121-122 derriba .V || 123 llieroboán .V, Jeroboán T P 126 no
om. .V p 128 ansí \ |j 132 de cosas om. T
93 Cf. Mt. 7) 23.
96 lo. 6, 15.
113 G£. Sap. 6, 5.
118 cf. San Gregorio Magno, /•:/>. 122 : MI. 77, 1054.
1080
SERMONES. CICLO SANTORAL
tárase de ello, y aunque lo poseyera, tuviéralo en poco; y así
no viniera a perder por ello la fe y obediencia de Dios. Lo
130 cual se saca de las palabras del tema, que Dios le mandó
decir: Reinarás sobre todas las cosas que desea tu ánima;
que quiere decir: deseos de cosas visibles, conformes a esta
vida animal y sensitiva que vivimos.
Elección para bienes tem- Porque si fueran deseos del
viera arraigadas en su corazón, aunque reinara en lo que de-
seaba, no por eso se perdiera, mas antes se mejorara. Pues
cuanto mayor abundancia de cosas buenas, la cual es signifi-
co cada por el reinar, tanto a un hombre la va mijor, y el cum-
plimiento de sus deseos es mayor gracia y siguridad. Y éstos
son los que a boca llena son llamados bienaventurados por el
profeta David cuando dice: Bienaventurado el que elegiste y
tomaste, porque morará en tus palacios. Y agradeciendo a
145 Dios en persona de todos ellos esta grande merced de to-
marlos Dios para sí, cuidándolos y amparándolos, guiándo-
los y haciendo que todas las cosas se les tornen en bien y
en medios convenientes para reinar en el cielo, dijo: La
misericordia y verdad irán delante de tu faz. ¡Bienaventu-
150 rado el pueblo que sabe la interior alegría! Señor, en la
lumbre de tu rostro andarán, y en tu nombre se regocijarán
todo el día, y en tu justicia serán ensalzados, porque la
virtud de ellos tú eres, y en tu buen contentamiento será
nuestra flaqueza ensalzada; porque nuestro amparo del Se-
155 ñor es, y el santo de Israel nuestro rey. ¿Qué comparación
puede haber entre los tomados de Dios para bienes tempora-
les, aunque sean reinos e imperios, pues lo más alto de ellos
es una pura bajeza en comparación de los grandes bienes,
para los cuales Dios toma a los buenos cristianos, con los
160 cuales ab aeterno usó Dios de misericordia, ordenándolos
para la gloria del cielo? Y lo que misericordiosamente pro-
puso de dar antes de los tiempos, con mucha verdad lo cum-
plió en su tiempo, criándolos, llamándolos, justificándolos y
engrandeciéndolos. Y aunque no gocen de los temporales pa-
165 satiempos y corporales deleites, que son verdadera ponzo-
ña, saben por experiencia la interior alegría que harta el
135 Santo r ¡¡ 136 sólidas] subidas N | tuvieran .V, estuvieran T || 138-140
la cual - reinar] ejercitarse T || 140 le va] irá T | mejor NT || 141 seguri-
dad NT || 145 gran T |¡ 146 cuidándolos, amparándolos] cuidando de ellos
T || 147 le T || 149 de om. T || 153 en tu buen] viven en tu JV || 154 flaque-
za] fortaleza A || 166 tomados] elegidos T || 157 ello N || 159 toma] esco-
gió T || 164 Y] E N | gozan T || 168 y om. T | viva] buena T
135
perales y espirituales
Espíritu, santos, espiritua-
les y de cosas sólidas que tu-
131 s Reg. 11
144 Ps. 04, 5.
6g. ASUNCIÓN DE MARÍA
1081
corazón, que nace de Dios, y de la guarda de sus santos
mandamientos, y de la viva esperanza de ir a reinar con él.
Estos parecen de fuera tristes y trabajados, y andan de
170 dentro siempre gozosos. Mas los mundanos, muy al revés,
que de fuera parecen gozosos, ricos y descansados, y traen
su corazón despedazado con cuidados, atormentado con
afecciones, sediento por tener más y carcomidos de tristeza,
y faltándoles tanto lo que tienen como lo que no tienen. Rí-
175 gense éstos por su propia prudencia, tienen su confianza en
su brazo, no los toma el Señor, y ellos se meten; así todo
se le torna en mal, pues la planta que el celestial Padre no
■plantó, quieran o no quieran, ha de ser arrancada. Mas de
estotros dice David que andan sus caminos y ordenan su
180 vida en la lumbre del Señor. Y aunque, mirando a sí mis-
mos, hayan por qué llorar, mirando a la bondad divinal,
en la cual confían que son amados, y que, si ellos desean a
Dios, son ellos deseados de Dios, destierran de sí toda des-
confianza y aflición de vana tristeza, y no sólo se gozan,
185 mas se regocijan todo el día, que quiere decir en todo lo
que les acaece, y esto no en su nombre, mas en el de Dios;
entendiendo que no de ellos, sino de la grande misericordia
de El, les vienen estas mercedes, y que el ser ensalzados de
ser hijos de hombres a ser hijos de Dios, esperando la he-
190 rencia del cielo y viviendo de manera que la merezcan, les
viene toda esta alteza por ser participantes de los mereci-
mientos de Jesucristo nuestro Señor, que es verdadera justi-
cia y causador de ella en todos los que son justos, los cua-
les confiesan que la gloria de todo lo bueno que tienen es de
195 Dios, y que no en los proprios merecimientos, mas en el buen
contentamiento de Dios, la fuerza y fortaleza de ellos será
ensalzada a que puedan vencer al pecado, y al demonio, y
al mundo, y que pasen por el trance de la muerte y no que-
den muertos, mas le sirva de puente para pasar a la inmor-
200 talidad. Dan a Dios gloria de todo aquesto y sonle agrade-
cidos a estas mercedes, conociendo que la raíz de todas ellas
es haberlos tomado para sí la bondad del inmenso Dios y rey
nuestro.
169 y,] de dentro T | anda N || 170 dentro] fuera .V || 173 aflicciones T |
carcomido T |¡ 175 propria ¡V || 176 y ellos se meten] para sí y T | así] y
ansí jV || 177 le] les NT | que] es add. N || 177-178 no plantó om. N || 179
estotros] esto N 1 1 180. a] en JV | 180-181 mesmos T \\ 184 aflicción NT || 187
eran NT || 188 les] le A || 194 de, om. N |l 195 propios NT || 197 pueden ¡V
I78 Mt. 15, I3.
180 Cf. Ps. 118, 1 ; 88, 16.
186 Ps. 88, 17.
¿o-, Cf. P*. 88, 18-19.
1082
SERMONES. CICLO SANTORAL
Es elegida la Virgen No se espante nadie del largo pre-
205 para el reino del cielo ámibulo que hemos hecho antes de
entrar en las alabanzas de la sa-
cratísima Virgen María Madre de Dios, pues para cosa tan
alta cualquiera escalera y númtero de escalones son bajos y
pocos.
210 ¿Quién podrá contar el inefable amor con que Dios dice
a la Virgen: Yo te tomaré? ¿Y quién podrá contar la gran-
deza del reino para el cual hoy la toma? Y tampoco sabre-
mos decir la pureza, excelencia y grandeza de las cosas que
deseaba el ánima de esta sacratísima Virgen. Ella dice que
2'15 desde áb initio et ante saecula fué criada; porque, aunque
en el ser real fué en tiempo criada, mas en la mente divina
ante todo tiempo lo fué. Y aunque también lo fué todo lo
demás que Dios crió en tiempo, mas esta Señora fué ante-
puesta a todas en ser más amada y elegida para mayor
220 dignidad y para mayores bienes; y por eso se llama la pri-
mera engendrada ante toda criatura, porque en los ojos y
corazón de Dios es la más doctada de gracias que todo el
restante de lo criado. Y de aquel inefable fuego de amor
con que la Virgen fué amada, resultó el ser criada y reser-
225 vada de todo pecado y vivir tal vida que con la gracia del
Señor mereció subir hoy al cielo a reinar con mayor exce-
lencia que ningún hombre ni ángel, según lo canta la santa
Iglesia, diciendo: Ensalzada es la santa Madre de Dios so-
bre todos los coros de los ángeles a los celestiales reinos.
230 Lejos está de nosotros saber hablar de cosa tan alta.
Los ángeles y santos que fueron presentes a la solene fiesta
de hoy, en que fué puesta sobre la cabeza de la Virgen sa-
grada la riquísima corona de Reina de todo lo que hay en
el cielo y en la tierra, éstos sabrán decir algo; y Dios, que
235 la gualardonó y honró, lo sabrá decir todo. Mas nosotros, en
este destierro, con nuestra corta vista, muy poco podemos
ver; y aun de lo que entendiéremos, menos podemos decir.
Deseos de la Virgen Y no es maravilla que de cosa tan
viviendo en esta distante, como es lo que pasa en el
240 tierra cielo, no sepamos hablar, pues aun
de los deseos que tenía, aun vivien-
do en esta tierra, el ánima de la Virgen, no sabremos dar
cuenta. ¡Oh qué va de los deseos del ánima de Jieroboán a
206 habernos T
213 pureza] y aid. T [| 216 enj oí add. \'T |¡ 217 unte] en T \\ 222 dota-
da r | el] lo T H 226 a] y r || 227 ningún hombre] ninguna pura ..-natura T
231 soUmno NT l| 234 éstos om. T ! sabrían 7 || 235 galardonó T [\ 237
podemos r
238 de om. N \\ 239 1<>1 la N II 243 Hieroboán V. Jeroboán T || 244 deseos
2is Eccjí. 24, 14- Bccli. ^.¡, «.
229 Ürcv. Rom., In Assumpt. B. M. V., ant. i I Noel, ad Mal.
1083
los deseos del ánima de la sacratísima Virgen nuestra Se-
245 fiora! ¡Gran diferencia entre el corazón de los hijos de Adán,
que se quedan en su propria miseria, al corazón purísimo
de aquesta Señora, al cual no tocó el pecado de Adán, y fué
tan tomado de la gracia del Espíritu Santo, que más se
puede llamar divino que humano! Gran negocio es conocer
250 el corazón del hombre, el cual, según Dios da testimonio, es
malo, torcido y lleno de tantos senos y revueltas, que el
mismo hombre no las puede enteramente conocer, y sólo aquel
que lo crió lo conoce.
En el profeta Ezequiel leemos que le mandó Dios que,
255 en visión, entrase en él templo y viese las maldades e idola-
trías que allí se cometían; y vistas aquéllas, le mandaba
entrar más adentro y vía otras mayores; y a cabo de muchas
muy abominables, mandóle cavar en una pared, y por allí
vió estar cierto número de gente vueltas las espaldas al tem-
260 pío y las faces a los ídolos, adorándoles y ofreciéndoles in-
cienso; y aquella maldad es allí notada por la mayor de todas
las otras. Y en ella se nos declara la grande maldad de nues-
tro corazón y la raíz de todos los males que de fuera pro-
ceden, porque, según dice el Señor, del corazón nacen las
265 fornicaciones y los hurtos y pensamientos malos, etc. Hace
uno una mala obra que sale a lo de fuera; aquello es hacer
maldad en el atrio exterior, que vió Ezequiel. Mas, entrando
más adentro y mirando de qué raíz procedió esta mala obra,
hallaremos un vicio de fornicación interior, o de malqueren-
270 cia u otro semejable, el cual hizo salir afuera la mala obra
conforme a esta mala raíz. Y si cavamos más en la pared
de nuestro corazón, hallaremos que esta fornicación o mal-
querencia interior tiene por causa el amor proprio, el cual
vuelve las espaldas a Dios y la faz a las cosas temporales,
275 amándolas para sí mismo más que al mismo Dios.
Mala cosa es el deleitarse un hombre en la obra mala,
mas muy peor es volver a Dios las espaldas y decirle: ¡No
os quiero! Y así con justa justicia, en el lugar donde es cas-
tigado el pecado, que es el infierno, dase al hombre pena de
280 sentido porque se deleitó en las criaturas; y dásele pena de
om. N |] 245 diferencia] hay add. T || 246 propia T || 247 esta T || 251
malo] tan 7 | lleno Orñ. T \\ 252 mesmó T
254 que om. r || 255 en ] su «.(,(. T | visión] que add. T )\ 256 allí
om. 7 ; 257 a] al T | muchas] y add. 7 \\ 259 vulo V | «entes .V || '¿60
adorándolos NT [| 261 encienso T |i 262 uran 7' || 263 y la raíz -del corazón]
del cual T || 265 etc. om. NT \\ 267 atrio] acto T \\ 270 u] o Y. en T 1
273 propio T \\ 275 mesmo' T
278 ansí N \\ 279 se da T || 284 deseando] <> <i<fcí. N 1 285 y ] o T || 286
Hierohoán V, Jeroboán T
2.5} Cf. k-r. i;, q-w,
260 Cf. Y.?.. S, ;,.
26s Cf. Mi. is, iQ-
27S Cf. Tol) 21, I.].
1084
SERMONES. CICLO SANTORAL
daño, que pierda a Dios para siempre, porque, viviendo en
esta vida, volvió las espaldas a Dios, despreciando el bien
infinito. Estas son las obras, éstos los deseos, esto lo que
pasa en el ánima del pecador deseando cosas malas o vanas;
285 y reinar en lo malo, verdadera malaventuranza es; y en lo
vano, verdadero peligro; y tal lo fué para Jieroboán, pues
por reinar en aquello vino a ser esclavo del pecado y del
demonio y causa que innumerable gente ofendiese a Dios y
fuese al infierno.
290 ¡Oh Virgen para siempre bendita! ¡Cuán siguro estará
quien vuestra santa ánima viere, de ver en ella deseo de
cosa mala, deseo de cosa vana, ni en toda vuestra vida cosa
que tenga rastro ni olor de cosa de aquéstas! Había muy
bien leído esta prudentísima Virgen que su padre David ha-
295 bía deseado en un tiempo beber un jarro de agua de un aljibe
que estaba a la puerta de Betlén; y dando cuenta de ello a
sus caballeros, fueron tres de ellos con gran peligro de la
vida, pasando por el ejército de los filisteos, para poder
coger el agua y trujéronsela a su rey para que la bebiese
300 como deseaba; mas él no la quiso beber, mas derramóla en
la tierra, ofreciéndola a Dios; porque le pareció que no era
razón de beber agua de tanto peligro, pues se habían puesto
en aventura de perder la vida por la traer. Este recatamiento
había aprendido la Virgen de la Escriptura divina; mas muy
305 mejor se lo había enseñado el Espíritu Santo, dándole a en-
tender que, aunque las cosas y reinos temporales de sí no
sean malos, mas que la posesión y uso de ellos es lleno de
mucho peligro, y que a muchos ha costado la vida del ánima;
y que quien bien la quiere guardar, se debe apartar aun de lo
310 lícito, si es peligroso, por no caer en lo ilícito, que es dañoso
y mortífero. Y de poseer a amar hay muy poca distancia;
lo uno, porque somos inclinados a estas cosas visibles, y lo
otro, porque con la presencia y uso se entran poco a poco
en el corazón; y cuanto ellas ocupan, tanto pierde Dios de
315 lugar.
Y conforme a esta doctrina se gobernó la sacratísima
Virgen, de manera que huyó de toda pompa de riquezas,
prosperidades, y de todo lo que las ánimas de los mundanos
desean, temiendo no le fuesen aquestas cosas algún impe-
320 dimento para que el fuego de su ánima, que en el altar de
su corazón ardía en honra de Dios, no se le apagase o enti-
290 seguro 7' || 291 viere vuestra sacratísima ánima 7" || 294 su padre]
el rey T || 296 Belén NT || 297 tres de om. T || 299 trnjéronsela T || 300
la om. 7' || 304 Escritura T | muy más N || 307 malas T || 30© que om. N ||
314 pierde] pierden a T || 314-315 de lugar] y su presencia T
316 dotrina T \\ 317 riquezas] y add. T.\\ 319 aquellas .V || 321 apagase
296 Of. 2 Reg. 23, 15.
6g. ASUNCIÓN DE MARÍA
biase o le estorbase, por muy poco que fuese, de darse toda,
y con todas sus fuerzas, al que más que a sí amaba. Y así
sus obras fueron santas para glorificar al que la crió; y éstas
325 salían de excelentísimas virtudes que en su ánima tenía, en
comparación de las cuales, las obras, aunque buenas, eran
pequeñas; y quien cavare más en el corazón de la Virgen,
hallará en lo más dentro de él una mar abundantísima de
gracia y amor, de la cual salían las virtudes así como ríos.
330 y no viera allí espaldas vueltas a Dios y ojos al mundo, mas
totalmente muerto el amor del mundo y todo él despreciado
y estimado por nada en los ojos de la Virgen, y sólo el Bien
sumo mirado, estimado, amado y preciado de ella sobre todas
las cosas, diciendo con mucha verdad: Mi ánima engrandece
335 al Señor, tan engrandecido, que todas las cosas tiene por
nada en comparación de El. Y que después que lo ha engran-
decido con todas sus fuerzas, y fuerzas dadas por el Espíritu
Santo, cree de El que, en comparación de lo que merece ser
alabado, preciado y amado, es nada o poco lo que ella le
340 sirve y le engrandece.
¡Oh purísimo corazón! ¡Oh amor, verdaderamente amor,
que haces olvidar el interés y provecho de aquesta sacratí-
sima Virgen, y que aun ni a sí misma no vuelva los ojos,
por no apartarlos un solo momento de la hermosura divinal,
345 y que, por amarle a El puramente, no ame ella a nadie, ni
aun a sí misma, sino a Dios en todas las cosas, o a toda»
y a sí misma por amor de El, que todo es uno.
Deseaba reverenciar, Este era su ejercicio; mirar y
servir y amar a Dios amar al Señor, Dios suyo, y de-
350 cirle, con mayor verdad que nadie
le dijo, lo que está escripto: ¡A ti dijo mi corazón: Mi faz
te ha buscado; tu faz, Señor, buscaré! De corazón, y no de
sola lengua, dice la Virgen a su Criador: ¡Mi faz te ha bus-
cado! ¡Oh prudentísima Virgen, que todo el cuidado que las
355 vanas mujeres ponen en ataviar la faz corporal con colores
y diversas unciones para parecer bien y ser vistas de unos
hombres, que los ojos que miran y las faces miradas estarán
presto en la sepultura, llenos de mal olor y de fealdad, la
o om. T || 322 le om. .V || 323 ansí N \\ 327 cavara A || 328 una] un T |
abundantísimo T || 329 de la] del T \\ 330 Y no viera] Y no viere N, om. T \
allí] no había add. T || 331 del] al T | despreciado] desaparecido ^4 || 332
por] en T' II 339 alabado] y add. T
341 verdaderamente] verdaderísimo ¿V || 342 interés T I1 343 ni aun .V I
mesma 7' | no om. NT || 344 diyina T || 345 puramente] primeramente T ||
346 mesma T | o a todas om. T || 347 mesma T | que todo es uno om. T
351 le] lo T ] escrito T H 355 corporal om. T \\ 357 las faces miradas] la
335 Le- I. 46-
352 Ps. 26, 8.
1086
Virgen Sagrada, con mijor consejo, trocó este cuidado en
360 ataviar la faz de su ánima, que es su conciencia, con diver-
sidad de virtudes y con la unción blanda del Espíritu Santo,
que cumplió muy por entero lo que dijo David: Que la her-
mosura de esta reina toda es en lo de dentro, donde miran
los ojos de Dios. Las vírgenes locas no son conocidas de Dios,
365 porque no llevaban la unción del olio de su santísima gracia
en los vasos de la conciencia, y hermoseadas con otras obras,
y faltas de caridad. Y porque así como por la faz conocemos
a uno, y la conciencia no buena no es agradable a los ojos de
Dios, dícese que Dios no conoce la tal persona, porque no
370 aprueba la conciencia, de la cual está ausente la hermosura
de la celestial gracia.
Y como el cuidado de la Virgen era uno, como San Pa-
blo lo manda, y ayudado muy particularmente del favor del
Espíritu Santo, salió tan bien con el negocio, que paró la faz
375 de su ánima tan hermosa, que no tuvo mancha ni ruga; y
halló tanta gracia delante de los ojos de Dios, que se hol-
gase Dios de mirar su faz y oír su voz. Palabras de El son,
y dichas de ella: Enséñame tu faz, y suene tu voz en mis
orejas; porque tu voz es dulce y tu cara mucho hermosa.
380 ¡Dichosa Virgen, que tan buen orden llevó que primero obró
en hermosear su conciencia que en hablar con la lengua!
Porque los que primero (presumen de hablar que de bien
obrar, antes de la luz se levantan, y no son testigos de vis-
ta del camino de Dios que enseñan a otros; y por eso ni
385 agradan a Dios ni escaparán de aquella terrible amenaza que
dijo Dios al pecador: ¿Por qué tú hablas de mis justicias y
tomas mi ley en tu hoca? Esta Señora, con la hermosura de
su faz, dice que buscaba a Dios, porque así con el pensa-
miento recogido como con las obras buenas, que son hermo-
390 sura del ánima, pedía, buscaba y llamaba a la puerta de
Dios, teniendo su intinción toda fijada en El y tan converti-
da en El, que, ahora comiese, bebiese u otra cosa hiciese,
todo, como dice San Pablo, lo hacía en gloria de Dios, sin
tomar de ello propria gloria, mas verdaderamente buscando
395 en todo la gloria y contentamiento de Dios.
faz que es mirada T |¡ 358 la,] las A ; llenas .1 || 359 mejor XT || 364 vír-
gínes \T | son] fueron '/' || 365 su] la T || 366 y] sino N \\ 367 y faltas
om, T | ansí jV || 369 conoce] a mfc/. SI \\ 370 aprueba] aprovecha ¡V | la,]
tal add. T
378 v om. NT \ de] a NT II 379 mucho] muy NT || 380 que om. X I
obro Om. T \\ 384 ni] no T || 385 que om. .1 || 386 de om. T || 388 ansí N ||
390 pedía óm¡ T || 391 intención NT ¡| 392 comiese] o add. T | u] o NT ¡|
393 haría V II 394 propia T
364 Cf. Ps. 44, 14. 379 Cant. 2, 14.
366 Cf. Mt. 25, 12. 383 Ps. 12b, 2.
372 Cf. 1 Cor. 7, 32-34. 387 Ps- 49» l0-
6g. ASUNCIÓN DE MARÍA
Este era el cuidado; esta faz era la de la Virgen, con que
dice que buscaba; y añade lo que buscaba, diciendo: Tu faz,
Señor, buscaré. No hace aquí mención la Virgen sagrada de
los pies de Dios, ni de las manos de Dios, sino de la faz de
400 Dios, y ésta es la que ella buscaba. Porque, aunque muchas
veces se postraba a los pies de Dios, que son su justicia,
debajo de los cuales nos postramos los pecadores, pidiendo
perdón de nuestros pecados, y ella, considerando los que pu-
diera hacer si Dios no la guardara, y esta consideración le
405 causaba un grande temblor, no servil, sino reverencial, a
Dios; y también otras veces consideraba las obras de las
manos de Dios, y por ellas, como por escaleras, subía al
conocimiento de Dios, y, como muy agradecida, besaba las
manos de la liberalidad divina, con perfecto conocimiento de
HO las grandes mercedes que Dios le había hecho, y por ellas
cantaba con perfecta humildad : Hizo en mí grandes cosas el
que es poderoso y su nombre santo, mas aunque esto algu-
nas veces usaba, y andaba estas estaciones de los pies a las
manos, mas su principal y casi continuo ejercicio era buscar
U5 la benditísima y hermosísima faz del Señor.
Justamente Se debe a Dios el agradecimiento de todas las
misericordias generales y particulares, y no quiere que nin-
guna, por pequeña que sea, quede sin ser conocida y agra-
decida; porque lo que así queda, por perdido se puede tener.
120 Y para darnos a entender esto, después de haber hartado el
Señor en el monte aquella muchedumbre de gente con cinco
panes y dos peces, mandó que se recogiesen los mendrugos
que habían quedado, aunque fuesen pequeños, porque no pe-
reciesen. Esto ansí es; mas cuando un amor es muy perfec-
125 to, que llega a hacer perfecta unión entre el que ama y es
amado, y los hace, como San Pablo dice, ser un espíritu,
éste conoce que su amado no le pide tanto el agradecimien-
to de las mercedes que le hace cuanto verdadero amor que
má6 y más le junte con él. Claro está que, de lo que hace
130 un buen marido por su mujer, no tanto le pide agradecimien-
to cuanto amor de mujer leal, porque si un filósofo dijo a
un su amigo: "No me des gracias de lo que hago por ti
porque no parezca que tú e yo somos dos", pues el verda-
dero amigo es "otro yo", y ninguno quiere que le den gra-
*35 cias por lo que hace en su casa propria; mucho mijor un
397 añide v 402 prostramos r | 4C5 srande - reverenciad] gran temor «pie
sirve de reverenciar a Dios r || 406-407 (as mano-; d« Dios] los merecimien-
tos T || 407 ella v || 408 besaba] a T || 409 i>erfeto T \\ 411 perfeta r
t- 417 misericordias] mercedes \ | 418 eme om. .1 || 419 ansí V f| 423 qu<>-
I dado] sobrado T f| 424 a-i / 1 perfeto r'|| 425 perfeta T [| 433 e] y T ¡|
412 Le. 1, 40.
421 a. i... 6, ,_>.
42') 1 Cor. (\ 17.
1088
SERMONES. CICLO SANTORAL
marido guardará esto con su propria mujer, con la cual es
una misma cosa; y muy mucho mijor lo guardó Dios con su
sacratísima Madre, pues en la dignidad era Madre y Esposa,
y por el perfectísimo amor que entre ellos había, El tenía
440 a ella por cosa muy suya; y las mercedes que le hacía, como
en tal cosa las hacía; y ella tenía a El tan abrazado con tan
grande amor de su corazón, que lo amaba cien mil veces
más que a sí misma.
Y como sabía que esto quería Dios de ella, no curaba de
445 detenerse en beso de pies ni en consideración de las criatu-
ras; porque, aunque para los imperfectos sea buena escale-
ra para subir al Criador, mas los ejercitados en el ejercicio
del perfecto amor, por rodeo lo tienen, y de un vuelo se
ponen derechamente en contemplación y amor del bien sumo,
450 que es Dios; y enamóranse de El tan de verdad, que buscan
la faz de El y, olvidados de su proprio interese, quieren ser
todos enteros para Dios más que para sí. Y encendidos con
el fuego del divino amor, se ofrecen cada momento a sí mis-
mos y todas sus cosas, como abrasados holocaustos, para
455 que Dios haga de ellos su buen contentamiento en tribula-
ción o prosperidad, vida o muerte, en este«mundo y en el
otro; y su deseo sólo es nunca ofenderle y en todas las co-
sas y en todo tiempo agradarle. Y si esto pasa en muchos
amadores de Dios, si esto pasa en los ángeles del cielo,
460 ¿quién contará la grandeza del divinal amor que en el virgi-
nal corazón de la sagrada Madre de Dios había, que la en-
cendía, abrasaba y suavemente quemaba, deseando su áni-
ma, con mayores deseos que hombres y ángeles, el servicio,
contentamiento y gloria de Dios, ofreciéndose en suavísimo
465 holocausto a la voluntad y honra de Dios y tanto con ma-
yor suavidad cuanto su corazón estaba más desocupado de
todo amor de criaturas — como mandó Dios que el altar de
los holocaustos estuviese — y su ánima muy dispuesta para
recebir en sí el fuego del amor celestial que le fué enviado
470 del cielo, y su bendicto Hijo quiso que se encendiese en la
tierra, aunque le costase la vida?
Estos eran los deseos que el ánima de la Virgen sagrada
deseaba, sobre los cuales le dice Dios que la hará reinar.
Porque si mucho deseó reverenciar, agradecer, servir y amar
475 al Señor, todo le fué concedido, y con tanta ventaja sobre
435 propia T | mejor NT | un] tíl N || 436 con,] en NT \\ 437 mesma T |
mejor NT || 439 perfetisimo T ¡| 443 mesma T
446 imperfetos t | sea] es T || 448 perfeto T || 451 de él om. N | propio
T | ser] se N || 454 roesmos T || 462 abrasaba - quemaba] y suavemente abra-
saba T || 463-464 mayores deseos -de Dios] mayor deseo T || 470 bendito NT
473 la] le T || 474 desea T |l| 476 el om. NT |,| 477 vasallos] todos nrfrf. T
46S Cf. Ex. 27, 1 ; 38, 1. 473 Cf. 3 Reg. ii, 37.
471 Cf. Ix. 12, 49.
69. ASUNCIÓN DK MARÍA
1089
todo lo criado como lo tiene la reina en el señorío sobre bus
vasallos.
Anhelaba que todas Mas ¿qué haremos con este virginal
las criaturas alaba- corazón, que, aunque sirve a Dios
480 sen y amasen a Dios y le agrada más que todo el restante
del universo, no se contentan sus
deseos con tan grandes servicios? Mas, en comparación del
amor que a Dios tiene, toda ella le parece pequeña cosa para
servir al inmenso bien y amado de todo su corazón sobre
485 toda medida. Y por eso deseaba con entrañables deseos que
todo lo que Dios crió en los cielos y en la tierra conociese,
reverenciase, obedeciese y amase al Dios de su corazón, y
los convidaba muchas veces, desde el más alto serafín hasta
la hormiguita e yerbecita del campo, que todos juntamente
490 engrandeciesen a Dios con ella y ensalzasen el nombre de El
en concordia. Todo lo tomaba la Virgen por leña, lo alto y
lo bajo, para cebar y mantener el vivísimo y gastador fuego
del amor divinal que ardía en su corazón. Y para remedio
del desmayo y corporal flaqueza que estos deseos encendidos
495 causaban en ella, decía muchas veces lo que antes que ella
naciese fué dicho en su persona: ¡Sustentadme con flores,
cercadme con manzanas, que estoy enferma de amor! For-
tísima cosa es, más que la muerte, el amor perfecto de Dios;
y así, con el continuo pensamiento que hace tener en el
500 Amado como por el indecible deseo que pone del contenta-
miento y bien de Dios, consume la carne y gasta las medu-
las, y mata el amor de todas las otras cosas, y de tal ma-
nera se enseñorea del dichoso hombre, donde él está, que
lo enflaquece y enferma, hiere, prende y captiva, para que
505 todo se emplee en el bien y hermosura infinita, que merece
ser amada con infinito amor, si lo tuviésemos.
El alivio que se toma para este gran fuego es ver el ama-
dor de Dios, o oír o acordarse, que hay gente que tiene de-
seos de servir a Dios, que son flores; y gente que de verdad
510 le sirve con obras, significadas por las manzanas. Esta era
la epítima, éste el aire fresco que la Virgen tomaba para
remedio de las ansias amorosas de su corazón; y con acor-
483 toda ella] todo T \\ 484 amado] amarlo T | su om. T || 486 conociese
¡>m. A || 487 al] a T [ de] todo add. T [] 489 e] y T || 492 vivísimo] be-
niguísimo T \\ 499 contino N || 5GO-5C1 como por - bien de] y el abrasado
amor y deseo de ver a T || 502 y ] que T || 503 del dichoso hombre] de la
dichosa persona T || 504 lo] la T [cautiva T \\ 506 amado T \ infinito] inefa-
ble T | si lo tuviésemos om. T
507 El] Y el A' | para] por A' | amador] amor T l\ 508 o, om. T | o ]
v T !! 511 éste] era add V. oí». T | la,] sagrada cdd. T \\ 513 Dios]
491 Cf. Ps. 33, 4.
-1<J7 Cant. 2, 5.
49S Cf. Cant. 8, 6.
B. Avila i
85
1090
SERMONES. CICLO SANTORAL
darse de los servicios que a Dios le son hechos en la tierra
y principalmente en el cielo, y que de todo recibe Dios glo-
515 ria, o por vía de justicia o por vía de misericordia, tenía
fuerzas para se defender de la muerte, que muchas veces su
fuerte amor le causara. Y también se entiende de aquesto lo
que Dios le promete, que reinaría sobre todas las cosas que
deseaba su ánima, porque, aunque en esta vida, la levantaba
520 muchas veces sobre sí misma al conocimiento de los servi-
cios que se hacían a Dios en cielo y en tierra para que be-
biendo de aquel agua se remediase su sed.
Deseos de ver a Dios ¿Quién será tan atrevido, Virgen
faz a faz sagrada, que ose pasar más ade-
525 - ' lante en aquesta empresa de cono-
cer y declarar qué cosas son las que deseaba vuestra ánima,
sobre todas las cuales os promete Dios que habéis de reinar?
El Señor pregunta a Job: ¿Has entrado, por ventura, en
los tesoros de la nieve? Para darle a entender que no pre-
530 sumiese de sabio, pues aun de aquella cosa tan pequeña entre
las obras de Dios, aun no sabría dar buena razón. "¿Pues
cómo la daré yo, dice San Augustín, pobre de ingenio, hablan-
do de esta sacratísima Virgen, que, si todos los miembros de
todos los hombres se convirtiesen en lenguas, aun no serían
535 suficientes para la alabar?" Y si San Augustín y otros altos
gigantes en las cosas de Dios se hallan tan pequeños enanos
en las alabanzas de aquesta Señora para siempre bendicta,
¿qué debo yo de sentir en hablar de ella, pues soy enano en
comparación de aquellos santos y sabios? Menester es, Se-
540 ño»-a, suplicaros para el fin del sermón, como para el prin-
cipio, nos alcancéis el favor del Espíritu Santo, que os hizo
tan santa y tan alta, para que el que puso en vuestro cora-
zón tan grande fuego de amor, que saltan de él centellas de
vivos y grandes deseos, muy mijor que del profeta Daniel;
545 para que este mismo Espíritu Santo nos enseñe, ya que no
todos vuestros deseos, mas alguna parte de ellos, para que
a gloria de Dios, que os los dió, cumplamos con el oficio
de] predicar en vuestra santísima fiesta. Señora, ¿quién yo
nuestro Señor <idc¡. T fj 516 defender A, defenderse 7 517 causaría N |i
519 aunque] aun ¡V ]| 521 en,] el add. NT | ena] la add. S | para que]
porque T
525 en om. T || 529 dalle T || 532 Agustín NT ¡| 533 esta] la T \ Virgen]
María add. T || 534 convertiesen T || 535 suficientes] ni bastantes add. T |
Agustín NT |i| 537 aquesta tan alta add. N, esta tan alta add. T | bendita
NT || 539 aquellos] todos los T \\ 540 del sermón] de este discurso T ||
542 el que om. N || 543 gran T (I 544 grandes v vivos V I mejor NT !|
329 loto 38, 22.
535 PsrnDO-AnirsTÍN, Serm. 20S, .) : ML, 39, 2130.
5H Cf. Dan. 10, u.
6g. ASUNCIÓN DK MARÍA
1091
para entrar en los tesoros de la nieve, que son las inestima-
do bles e inumerables riquezas de la santidad y pureza, más
blanca que nieve, de vuestro corazón? Mas dame mucha con-
fianza que el Señor bueno envió comida a Elias, su profeta
leal, por medio de un cuervo negro. Mirad, Señora, a esta
gente congregada y devota en el día de vuestra alegría y
555 ensalzamiento, y dadles el conocimiento de los deseos de
vuestro corazón, sin mirar a la indignidad de mi lengua,
que los ha de hablar.
Decidnos, Señora para siempre bendita, ¿no están satis-
fechos los deseos de vuestro corazón con que, desde que
560 fuestes concebida hasta que de esta vida salistes, en nin-
guna cosa, chica ni grande, enojastes a Dios? En todas le
agradastes con mayor agravamiento que hubo ni habrá. Se-
ñora, ¿y los servicios que a Dios humanado hecistes, dán-
dole carne humana, formada de vuestras purísimas sangres;
565 trayéndolo nueve meses en vuestras entrañas, pariéndole y
sirviéndole cuando chico y cuando grande; esto, Señora,
no satisface a los deseos de vuestro corazón? Y si todo fal-
tase, ¿no bastaba aquella obra, mayor que todas las que he-
cistes, más digna de loor que ninguna lengua puede contar,
570 cuando, estando al pie de la cruz de vuestro Hijo hendido,
amastes tanto al mundo, que por remedio de El ofrecistes
en vuestro corazón a muerte de cruz vuestro amantísimo
Hijo, obedeciendo como esclava a la voluntad del Señor
cuando os lo quiso quitar como cuando en la encarnación
575 fué servido de dároslo?
Y si con todo esto se juntan los servicios hechos a Dios
por todos los hombres desde el principio del mundo, y que
serán hasta la fin de él, ¿qué amor hay que con esto no
se contente? Y si se junta con esto los servicios y alaban-
580 Zas de los ángeles y de todos los que se han de salvar,
que han de dar a Dios en el cielo, no parece que hay
cosa más que desear para quien a Dios ama. Y si esto, Se-
ñora, no basta, mucha razón tenemos de avergonzarnos de
que nuestro amor es tan flaco y tan corto, que con un
585 no sé qué que hacemos o que sufrimos nos contentamos,
sin tener vivos deseos de hacer más y más por nuestro
Señor y que todos le sirvan y alaben.
545 para om. J ', 548 predicar] hablar T I] 549 entrar] entender T || 552
bueno om. .V 535 daldes ¡VT [| 556 a om. T
559 dende V : 560 fuisteis .V, fuistes T \\ 561 Dios] y add. .V \ toda .V,
todo T || 564-565 vuestra purísima sangre trayéndole T | 569 leor A || 570
bendito NT || 572 'a] la 7' j cruz om. T | amantísimo] benditísimo T
578 serán] harán .V M 579 juntan V
553 Cf. 5 Reg. i7, 6.
570 Cf. lo. iq, 2<;.
572 Cf. Le. 1, 38.
KMo.NES. CICLO SANTORAL
¡Oh, dice la Virgen bendicta, que todos los servicios que
todas las criaturas celestiales y terrenales hacen y pueden
í>90 hacer al altísimo Dios son una pequeña arenita en compa-
ración de la grandeza del cielo, y muy mucho menos para
los servicios y gloria y contentamiento que merece el que
es Bien sin medida! No hay proporción de finito a infinito;
y por eso los deseos de mi corazón no se contentan con todo
595 lo que las criaturas le pueden dar. Y a quien le parece que
esto no es ansí, será porque tiene peso falso; y por tener
poco amor en la una balanza, le parece que pesa mucho lo
que hace por Dios puesto en otra. Si reinar tengo sobre todo
lo que desea mi ánima, mayores bienes tengo de ver que
600 tiene Dios que todo lo que el cielo y tierra le puede dar.
Cumplimiento de los ¡Albricias, albricias, corazón vir-
deseos de ver a Dios Sinal> en ei.cu^ cupo Dios y por
eso no le hinche la poquedad de
las criaturas! ¡Albricias, que os manda decir el Señor: Yo
605 te tomaré, Madre mía, y reinarás sobre todas las cosas que
desea tu ánima! Y quien dijo todas, ninguna sacó. Y si
vuestro deseo, como la Escriptura dice, es todo el bien, ya
es venido el día en que veáis todo el bien y se os descubra
la faz del Señor, que buscáis, la cuál en esta vida tienen
610 cubierta con sus alas los dos serafines, aun cuando habla
el Señor con los profetas amigos suyos. El se os enseñará
y os dará el deseo de vuestro amorosísimo corazón.
¿Quién contará esto? ¿Quién dirá qué es ver a Dios
claramente, retablo de hermosura infinita, piélago inmenso
615 de infinitísimas perfecciones? El cual, siendo claramente
visto, roba los corazones de los que lo ven, y los enciende
en tan grande fuego de amor, cual no se puede decir, y en
cuya comparación el mayor amor de la tierra parece tibie-
za. Porque, como dice Isaías, el fuego de Dios está en Sión,
620 y el horno en Jerusalén; dando a entender que lo que excede
el fuego de un gran horno a otro fuego pequeño, excede
el amor de Dios que resulta de ver en el cielo, significado
por Jerusalén, su hermosísima faz, al amor que en la tierra,
significada por Sión, los buenos le tienen.
625 Esta faz hermosísima es la que enciende en amor a los
588 bendicta] bendita N, om. T j que2] de V |.| 591-592 y muy mucho -
contentamiento que] todos los servicios que se pueden hacer son una gran
poquedad para lo que T || 597 una om. T
606 todas] y add. N || 607 Escritura T 1 1 609 bascáis A
618 amor om. T |'] 619 Esaías T |i| 620 Hicrusalén ¡V |,| 621 grande .V ||
623 Hierusalén N | su - amor que] al que acá se le puede tener T | tierral
por grande que sea add. T |«| 624 sienificadn / I los buenos le tienen om. T
609 Cf. Ex. 33, 13.
610 Is. 6, 2.
620 Is. 31, g.
6g. ASUNCIÓN' PE MARÍA
1093
serafines y a todos los que la ven, y engendra en ellos unos
deseos tan vivos, una sed tan entrañable de que Dios tenga
bien, gloria, poderío, sabiduría, y, por deciüo en una pa-
labra, desean con indecible deseo que tenga Dios infinitos
630 bienes; y como todo lo criado sea finito, hacen tan poco
caso de ello, que no les apaga su sed, causada de la vista
de su hermosísima faz. Y si el altísimo Dios no les cum-
pliese este deseo, ellos quedarían con grande angustia, y
el ver a Dios sería tormento de amor. Mas ya se pasó el
635 tiempo y el lugar en que Dios martiriza a los suyos con el
amor, dándoles dolor de las ofensas proprias y ajenas que
contra él se hacen y dándoles por medida las consolaciones
y cumplimiento de sus santos deseos.
En la tierra y en el tiempo de la vida mortal hace Dios
640 eso; mas en el cielo, donde enjuga las lágrimas de los ojos
de los suyos y destierra el dolor y el llanto y todo lo ^que
puede dar pena, no hay lugar de tormento ninguno, ni
falta de cumplimiento de la santa sed de los que allá van;
porque Dios se la quita con darles a beber de aquel rio
645 resplandeciente como cristal, que San Juan vió en su Apo-
calipsis, que procede de la silla de Dios y del Cordero y
va por aquellas plazas de oro fino de Jerusalén, cwyo ím-
petu alegra toda aquella ciudad de Dios; porque, como dice
David, les da Dios a beber con el rio de su deleite. ¿Cómo
650 estarán sedientos los que por vaso tienen un río y lo que
beben es deleite de Dios? ¡Oh inmensa bondad tuya, Señor,
que tú los hieres con las saetas de tu amor que salen de
tu hermosísima cara, con que, olvidados de sí mismos, te
deseen infinitos bienes, y tú mismo los sanas de aquella he-
655 rida y les quitas la hambre y sed que tú les causaste!
Y si tu faz despertó en ellos tales deseos, la misma faz
tuya les da el cumplimiento de ellos, y los acallas sin que
tengan más que desear, como la madre al niño que toma
sus pechos.
660 Viendo a Dios, sigún hemos dicho, le desean infinito
bien, y ésta es la hambre y la sed; y viendo al mismo Dios,
ven que tiene tantos bienes de sabiduría, fortaleza, bondad,
hermosura, gozo y bienaventurada vida, que ni tuvo prin-
cipio ni terná fin; ni puede crecer más, por ser infinita, ni
665 descrecer un solo cabello, por ser omnipotente; y como ha-
626 y om. T || 627 Dios om. T 629 indicióle .V i | 638 cumplimientos N
634-640 y el ver a Dios -hace Dios eso] om. r 640 donde om. T ||
642 pueda NT ¡ 646 Apocalipsi N |'| 647 Hierusalén íf | 651 es] el add. .V \\
652 tos] les N |>| 653 con que] aunque v || 654 desean T || 655 causastes
N || 696 toma] a add. T
660 según NT ' habernos T | 664 tendrá 7" | infinito T I! 665 comol
se add. T
641 Cf. ApOC. 21, 4.
647 A'por. 22, r.
648 Ps. 45, 5.
649 Cf. P«. 35, y.
1094
SERMONES. CICLO SANTORAL
lian en El todo lo que deseaban, y mucho más, quedan con-
tentos y recontentos; y cuanto fué la grandeza del deseo,
tanto es el gozo causado por el cumplimiento de él.
Quien lleva el vaso más capaz del amor, más se goza
670 del bien de Dios Y si quien más pequeño lo lleva es tanto
su gozo que no cabe de placer en sí mismo, porque ama a
Dios sin comparación más que a sí mismo, ¿qué os parece
qué tal será el gozo de esta Virgen y Madre que hoy sube
al cielo y ve claramente la faz del Señor que ella buscaba,
67'5 pues que el vaso de su amor y de'l deseo causado de la vista
de Dios es más capaz que el de todos los hombres y de
todos los espíritus bienaventurados?
Alegraos con Jerusalén, que es la sagrada María, y gó-
zaos todos los que la amáis, porque hoy la ha envestido el
680 Señor con excelentísima gloria, viniendo sobre ella como
arroyo de paz y poderosísimo rio, con grandes ondas de
dulcísima miel. A Dios buscó, a Dios ha hallado; y sin
temor de perderle, mientras Dios fuere Dios, y para siem-
pre engrandecerá su ánima al Señor, y se regocijará su es-
685 piritu en Dios, salud suya. Deseó el bien de Dios y re-
nunció su proprio provecho, y halló a Dios y a sí misma;
esle dado Dios para que se goce de los bienes de El, y hale
dado bienes de ella para que se goce, para gloria y conten-
tamiento de Dios; y de todas partes está cercada de la
690 dulcedumbre de Dios, engolfada en el abismo de la bienaven-
turanza de El, transformada en El más que ninguna cria-
tura, y por eso hecha Reina y Señora de todo lo criado.
Con mucha razón canta la Iglesia: Subida es María al cielo,
gózanse los ángeles y bendicen al Señor; y con grande ra-
zón nos dice la Iglesia: María Virgen es subida al cielo;
gózaos, porque para siempre reina con Cristo.
Virgen para siempre bendicta, muy alegres estamos
vuestros indignos siervos de que tan excelente hayáis sido
en servir al Señor y El tan copioso en misericordias para
700 os gualardonar, y de que vuestros deseos sean cumplidos
de ver a Dios faz a faz. Descansad, Señora, y, como dice
Isaías, ensanchad el lugar de vuestro aposento, que es vues-
tro corazón, porque mucho es lo que Dios os ha dado, y no
os lo quitará para siempre.
671 su] el NT | que om. NT || 676 ios om. \ | hombres] puros add. T
678 Hierusalén .V |i! 679 vestido T \\ 683 y om. T |'| 686 proprio om. T \
asimismo T || 687 le lia 7" || 688 de ella] a ella Y, om. T \\ 695 la Iglesia)
otra vez T
697 bendita T || 698 vuestros] muy add. T | excelente] grande T || 689
misericordia T \\ 700 galardonar NT || 702 Esalas T
68i Cf. Is. 66, io. 12.
68.S Le. i, 46.
696 fívev. Rom., In Assumfit. B- M. V., ant. ad Magnif. bi
II Vesp. 702 Ts. 51. 704 Tx. 10, 42.
6q. ASUNCIÓN DE MARÍA
1095
705 Deseaba juntarse de ¿Quédaos, Señora, algo más que
nuevo con su cuerpo desear? ¿Quédaos algo más sobre
que reine vuestra ánima? Y aun-
que parezca ignorancia esta pregunta, no lo es. Poroue
juntó Dios el cuerpo y el ánima de cualquiera humana p^r-
710 sona con un tan íntimo lazo de amor, que, aunque el áni-
ma esté fuera del cuerpo y esté en el cielo gozando de
Dios, tiene un natural deseo de verse junta con el cuerpo,
para darle vida como antes hacía; mayormente sabiendo
que su cuerpo no ha de tener en el cielo las pesadumbres e
715 imperfecciones de acá, ni le ha de ser impedimento, sino ins-
trumento hermoso, subtil, incorrutible e ligero, y tal cual
conviene para ánima que goza de Dios. Y si las ánimas
bienaventuradas desean tener sus proprios cuerpos con-
sigo, para que sean participantes en la gloria, pues lo
720 fueron en las buenas obras, ¿con cuánta más fuerza de-
searía el ánima de la Virgen sagrada tener en el cielo con-
sigo su santísimo cuerpo, pues que tan lealmente le ayudó
a servir a Dios estando en aquesta vida, sin tenpr movi-
miento ni inclinación mala, como los cuerpos de los otros
725 santos ?
Es, por cierto, cosa muy justa que, pues en cuerpo y
en ánima fué la Virgen bendicta silla de Dios, y por muy
particular manera, que ya que se partió esta silla en dos
partes en el día de su muerte, que luego, o al tercero día,
730 torne Dios a juntar su silla y santísima arca, para que vean
todos los que en el cielo estuvieren aquella santísima carne,
de la cual el Verbo divino tomó carne humana, y que esté
tan resplandeciente, que baste a alumbrar todo el cifdo y
henchir de nueva alearía a todos los que allá están. Y así
735 es de creer que lo piHjpron los ángeles, y que Dios lo con-
cedió, y que toda la Virgen entera está reinando en el cielo
sobre todas las cosas que desea su ánima; y una de ellas
era, ^igún hemos dicho, tener consigo su benditísimo cuer-
po, descansando para siempre bienaventurada.
740 Desea nuestra Madre — ; Bendicta entre las muj°res y
tenernos con ella en sobre hombres y ángeles! Y dad-
la gloria nos hcenc'a para os preguntar si
son cumplidos todos vuestros de-
seos, pues que parece que sobre vuestra gloria ni hay más
705 aleo om. T ]| 709 cualquier NT \\ 710 que] y T || 716 sutil NT | no
corruptible .V, incorruptible T | e] y NT l| 718 bienaventuradas] que add. N ¡
propios T
727 bendita NT || 729 en om. NT | su] sagrada add. NT \ o om. T \
730 arca] carne T 731 estivieren N !' 734 alegría] gloria T ! ansí X i
738 según NT | habernos T
740 Bendita \ 7 || 741 ángeles y hombres 7 | Va om. r 747 en] ti
add. \
1096
SERMONES. CICLO SANTORAL
745 que tener ni que desear, y que podéis decir con grande ver-
dad: El Señor me apacienta; ninguna cosa me faltará;
colocado me ha en lugar de su pasto y muy abundoso.
— Gran verdad es, dice la Virgen, que, en lo que a mí
toca, no tengo más que desear; porque he entrado en el
750 gozo del Señor, más dentro y con mayor abundancia que
nadie entró ni entrará, ni que nadie puede decir. Mas tengo
hijos en el mundo, la salvación de los cuales deseo con muy
amoroso y maternal corazón. Y aunque no puedo tomar pa-
sión o pena de sus trabajos y males, porque con el gozo del
755 cielo no se compadece pena ninguna, mas no he perdido la
compasión de ellos ni el deseo de su salvación que tenía
en el mundo, antes se me ha acrecentado, porque el Señor
me ha acrecentado la caridad. Este cuidado terné hasta que
el mundo se acabe, este oficio haré: ser fiel abogada de los
760 negocios de ellos delante el trono de Dios; y cuando lo viere
enojado con ellos, ponerme he delante, y, si menester fue-
re, hincaré mis rodillas, y echarme he a sus pies, y traerle
he a la memoria los servicios que El me dió gracia que
yo le hiciese y El recibió de muy buena gana, y haré todo
765 aquello que una amorosísima madre hace con sus hijos, sin
cansarme ni enfadarme de abogar por justos y por pe-
cadores.
¿Oís esto, cristianos? ¡Dichosos nosotros, por cierto,
que tenemos a Dios por Padre y a su sagrada Madre por
770 madre! Y si queremos mirar en ello, nos es dada hoy una
gran confianza para nos salvar, pues ha subido de la tierra
al cielo una Señora que tanto puede con Dios, como madre
con hijo, y que es muy más piadosa para con nosotros aue
ninguna madre lo ha sido, es ni será con los proprios hijos
775 que engendró y parió.
;. Quién contará las grandes misericordias, Señor, que
están en aquellas palabras dulcísimas que por tu meliflua
boca dejiste: No queráis llamar padre sobre la tierra, por-
que uno es el Padre vuestro, que está en los cielos? No
780 porque tú, Señor, viedas que llamemos y honremos por
padres a los que sigún el cuerpo nos engendraron, antes lo
has mandado en tu cuarto mandamiento, y es cosa muy
agradnble en tus ojos, como dice San Pablo. Mas quieres
descubrirnos el secreto del corazón de tu Padre, que nos-
751 nadie^] ninguna pura criatura 7" ] ni entrará o»¡. T || 753 maternal]
natural T ||' 754 penas j\T |j 758 tendré T || 759 fiel] leal add. N || 760
el] del T l| 761 pendróme T |,| 761-762 fuere menester T || 762 eeharéme
7' |'| 762-763 traerele T || 76S por2 om. T
768 cristiano ¡VT || 774 es om. T | propios T
776 Señor om. T \' 77R diji-tr NT II 780 vedas 7' |,| 781 sefrtn TfT II
747 Ps- 22, i-
750 Mt. 25, 21
770 Mf. 23, 9.
783 a. Col. 3, -o.
69. ASUNCIÓN UE MARÍA
783 otros no sabíamos, y tanto nos importaba saber, y es que
el paternal amor que nos tiene excede tanto al que nos tie-
nen nuestros padres que nos engendraron, que asi como, en
comparación de Dios, ninguno merece ser llamado santo, ni
bueno, ni alto, porque El es solo el santo, Señor y altísimo
790 y bueno, que escurece con su bondad la bondad de las cria-
turas, porque les lleva ventaja infinita, así los que nos en-
gendraron, por mucho y mucho amor que nos tengan, no
hinchen este nombre de padre ni merecen tenerlo, sino Dios,
cuyo amor y cuidado para con nosotros justisimamente me-
795 rece este nombre, y lo hinche y cumple en todo su signi-
ficado, haciendo altísimamente ei oficio de padre. Bende-
cimos te, Señor, por misericordia tan llena de gracia, raíz
y causa de muchos y diversos bienes que de esta misericor-
dia proceden, que, como verdadero padre, nos haces en este
800 mundo y en el venidero.
Y también te bendecimos porque nos diste a tu Madre
por madre; que como es la cosa más conjunta contigo en
el parentesco de la carne, así lo es en el fuego de la cari-
dad. Y como un hierro echado en el fuego está todo lleno
805 de él, que parece el mismo fuego, así esta Virgen bendita,
echada en el horno del divino amor, sale toda tan llena de
él y tan semejable a él, que es tan verdadera madre del
pueblo cristiano, que en comparación de ella las madres no
merecen nombre de madres.
810 ¿Quién habrá que no despierte del sueño del pecado, si
en él está, y que no se anime a proseguir las buenas obras
que ha comenzado, con tener favor de tan potentísimo Pa-
dre y regalos de Madre tan piadosa? Comencemos nuevo
partido para alcanzar la gloria del cielo en el día que la
815 Madre de Dios y Madre nuestra entra en la gloria del cielo.
Parémonos a considerar cuán grande parte será de nuestra
bienaventuranza verla en el cielo, y agradecerle todos los
favores y misericordias que nos hizo para ir allá. Enten-
damos muy de verdad que, con el grande amor que nos tiene,
820 desea que vamos donde ella está, y que para esto está muy
aparejada para socorrer a cualquiera persona en cualquier
tiempo y negocio en que la llamare. Riquísima es, para
todos tiene; los pecadores alcanzan por ella perdón, los
justos más gracia, los ángeles alegría, y el Hijo de Dios
825 carne humana, y la beatísima Trinidad mayor gloria que
785 importaba] importunaba .V || 787 ansí .V ¡¡ 789 y di». T || 791 ansi
.V || 792 y mucho om. T |¡ 795 en] de T | todos sus A || 796 el Om. N
801 tu] santísima add. T \\ 803 ansí .V ||| 805 parece] que es add. T |
ansí N | bendita NT
810 no] nos AT || 814-8H5 en el día -del cielo] om. T || 824 alegría]
gloria T | Dios] tiene de ella add. T \<\ 825 mayor] gran T || 825-826 que
de - criado] por ser hechura suya T
790 MÍSS. Rom.. Ordo Miss.. Gloria.
ShRMONKS. CICLO SANTORAL
de todo io demás que ha criado. Y es tanta su liberalidad
para dar, cuanta su riqueza para poder dar.
Peroración: imité- ¿Qué resta, sino que hagamos lo que
mosla, obedezca- está escripto: No dejes, hijo, la ley
330 mosla ¿e tu madre? Y ella misma nos dice:
Bienaventurados los que guardan mis
caminos. Y si la amamos, imitémosla; si por Madre la te-
nemos, obedezcámosla. Y lo que nos manda es que haga-
mos todo aquello que su Hijo hendido nos manda. Porque
835 e'l camino por donde ella ganó lo que tiene, la obediencia
de Dios fué. Y si ésta no tuviera, ninguna cosa le apro-
vechara ser Madre de Dios sigún la carne; y toda persona
que guardare la santa voluntad de Dios, será madre de Dios
sigún el espíritu. Y de que haya muchas madres de éstas no
840 tiene envidia la Virgen y Madre, antes lo desea y lo procura;
y ella, como principal de todas, nos es dada por ejemplo,
para que, imitando su humildad, mansedumbre, limpieza y
caridad, y todos los otros caminos que ella anduvo en obe-
diencia de Dios, y siendo ayudados de ella, no sólo con sus
845 ejemplos, mas con sus ferventísimas oraciones delante del
trono de la misericordia de Dios, se nos comunique tal gracia,
que en el día de nuestra muerte nos sea dicho de parte de
Dios: Yo te tomaré y reinarás sobre todas las cosas que
desea tu ánima, gozando, en compañía de esta santísima
850 Virgen, en la sempiterna gloria del cielo, a la cual nos per-
ducat.
70 Vase la Virgen llena de gloria. ¿ Nos gozaremos
con ella? ¿Lloraremos?
Asunción de María. 15 de agosto
(Bd. 1596, II, plp. 467-528.)
Quae est ista quae ascendit de deserto, deliciis
ajluens, innixa supcr dilcctum suumf ¿Quién es ésta
que sube del desierto, llena de regalos, recostada
sobre su amado? (Cant. 8, [5]).
5 Día de la libertad No hay término que no llegue en las
de nuestra bendi- cosas que son medidas por tiempo,
ta Madre No se aleg/e e* mal° en los placeres
y prosperidades que tiene, porque
presto vendrá un día por su casa en que le quiten de la boca
829 escrito T }\ 830 misma om. N || 834 bendito NT \\ 835 donde] do
T || 837 según NT || 839 según NT \\ 840 invidia N || 850 la,] las A Q
S50-851 a la cual - pcrducat] Amen.
830 Prov. I, 8.
832 Prov. 8, 32.
83,1 Of. To. 2, s
838 Cf. Mí. 12, 50
Sjq 3 Reg. 11, 37.
7<j. ASUNCIÓN DE MARÍA
10 la embriaguez de sus vicios y se dé contra él aquella dura
y justa sentencia: Cuanto se glorificó en sus deleites, tanto
le dad de tormento y lloro. Pasáronse los siete años de la
fertilidad que hubo en Egipto, y sucedieron otros siete de
mayor esterilidad que la pasada fertilidad. Y por unos de-
is leites y pecados breves que en siete días se gozan — que sig-
nifican toda esta vida — , les sucede no siete años solos de
grandes tormentos, mas siete mil cuentos de años, y mien-
tras Dios fuere Dios. Era temporal esta vida; vino su tér-
mino, y vino tras ella la muerte, que no tendrá fin. No se ale-
20 gren los que en este mundo tienen prosperidad; no lleguen
su corazón a las riquezas, aunque les vengan; no se alegren
cuando compran, no lloren cuando pierden hacienda; usen de
este mundo como si no usasen; porque se pasa, y muy pres-
to, la figura de este mundo, como dice San Pablo. Y los
25 varones de las riquezas durmieron el sueño de la muerte,
la cual, quieran o no quieran, ha de venir, y ninguna cosa
de ellas hallaron en sus manos, como dice David. No tiene
por qué gloriarse el malo ni el vano, porque él dijo, de lo
que aquí le daba placer, es más amargo sin comparación
30 que el deleite que recibieron.
Si gozaros queréis, yo os diré lo que para ello habéis de
hacer. A vosotros digo, que os tenéis por extranjeros en este
mundo y habéis puesto vuestro cuidado en tener tal vida, que
tengáis con razón esperanza de gozar de la otra. Alégrense
35 los que guardan los mandamientos de Dios, porque los ser-
vicios su término tienen, el galardón para siempre será. Con-
solaos los que lloráis vuestros pecados, y los que lleváis a
cuestas la penosa cruz de la penitencia y mortificación de
vuestras pasiones, y sois obedientes a D'os en los trabajos
40 que El os envía, y no le dais por ellos quejas, como los mun-
danos, mas gracias, como buenos cristianos, porque todas
estas cosas, temporales son, y su fin tienen, y obrarán des-
pués en vosotros eterno peso de gloria.
Alegraos, alegraos los que de veras amáis al Señor, por
45 cuyo amor tenéis la morada de esta vida por penoso des-
tierro, y por ser leales al amor del Señor, en ninguna cosa
os queréis aquí consolar, mas, como casta tórtola, tenéis
el gemido por canto, y os habéis sentado sobre los ríos de
Babilonia, despreciando todo lo que en el mundo florece,
50 porque se pasa como agua de río, y vuestro oficio es llorar,
acordándoos de aquella celestial Sión, en la cual Dios es
visto con grandísimo y eterno gozo, no por velo, sino faz
a faz claramente. No desmayéis en vuestros trabajos, por-
12 Apoc. iS, 7.
tá Cf. Gen. 41,
21 a. Ps. 61. n.
2\ 1 Cor. 7, 31.
■\2 Cf. 1 I'elr. 2, 11.
43 Cf. 2 Cor. ,, ,7.
51 Cf. 1>S. IJO, 1.
27 Cf. Ps. 75, 1.
32 Cf. 1 ¡Petr. 2,
1100
SERMONES. CICLO SANTORAL
que jurado ha el Señor de quitar la copa del amargor de
55 vuestra boca y daros eternas consolaciones. Y día verná
— y cierto verná y presto verná — en que Dios os dé el deseo
de vuestro corazón, y abrirá vuestra cárcel, y romperá las
cadenas de vuestra mortalidad, y porná en vuestra boca un
cantar nuevo, y sacrificaréis a Dios en el cielo sacrificio
60 de alabanza perpetua.
Sabed bien considerar el presente día y solemnísima fies-
ta, en el cual se llegó el término tan deseado y tan pedido
por la sacratísima Virgen María, Madre de Dios y Señora
nuestra, y gozándoos de tan grande bien como a ella le
65 vino, pues hoy entró en la ciudad celestial con tanta fiesta
y regocijo, que pone en admiración a los ángeles, y espan-
tados de que en este miserable desierto hubiese tan preciosa
reliquia y que con tanta honra y pompa fuese subida a la
alteza del cielo y constituida por Señora de los que están
70 allá y de los de acá, preguntan diciendo: ¿Quién es esta
que sube del desierto, abundante en regalos, arrimada so-
bre su Amado?
Gócense, pues, los buenos hijos de la libertad de su
bendita Madre, y esperen ellos que, a semejanza de ella,
75 les verná el día de su libertad, en que, libres de la corrup-
ción de esta vida, gocen con ella en el cielo del don de
incorrupción perpetua, de cumplida gloria y de la alegre
vista de Dios; y entiendan que esta Virgen bendita no sólo
nos es dada para ejemplo de nuestra vida, a la cual siga-
80 mos e imitemos en sus virtudes, mas también tenemos en
ella ejemplo y motivo para esperar que, si fuéremos acá
por el camino que ella fué, aunque no tan aprisa ni con
tanta santidad, iremos donde ella fué, aunque menores en
gloria.
?5 Estemos, pues, muy atentos, y no perdamos de vista
a esta Señora, tan acertada en sus caminos y tan verdadera
estrella y guía de los que en este peligroso mar navega-
mos. Y pues que en otras fiestas, desde que fué concebida
en el vientre de su madre, hay mucho que mirar y que
90 aprender y con que consolarnos, tenemos obligación el día
de hoy a decir algo de ésta, que no tiene menos provechos
que cualquiera de las otras. Y comencemos por aquí.
Grande fué el mar- Señor, amando a vuestra bendití-
tirio de la Virgen en sima Madre con amor tan grande
95 este destierro' cual comriene amarla tal Hijo como
vois sois, y ser amada tal Madre
como ella es, ¿qué fué vuestro consejo, que, aunque justo
en sí, fué para ella penoso, que, subiendo vos rico y prós-
.5.5 Cf. Is. 51,22.
.59 Cf. Ps. 39, 4.
60 Cf. Ps. 115, 17.
72 Cant. 8, 5.
70. ASUNCIÓN DE MARÍA
pero, acompañado de ángeles y ánimas santas a reinar en
100 el cielo, sentado a la diestra del Padre, donde hay deleites
para siempre jamás, dejastes a esta Señora en el destierro
de la tierra, donde aunque por vuestra gracia ella tuviese
vida muy ajena de todo pecado, mas por estar ausente de
vos le había de ser un penoso destierro? ¿Quién, Señor,
105 entenderá vuestros caminos? ¿Quién dijera que pidiérades
más trabajos a esta Virgen bendita que los que pasó al
pie de la cruz viéndoos morir en ella con graves dolores?
Vos, Señor, sois el sol y ella la luna; y pues que ella
se eclipsó cuando vos os eclipsastes, ¿por qué, cuando vais
no lleno de lumbre y de gloria, no participa ella también de lo
que vos en tanta abundancia? La sombra sigue al cuerpo,
y la Virgen a vos, y de vos está colgada como fidelísima
sierva. ¿Por qué — pues en el tiempo de vuestra tribulación
ella os acompañó y siguió — , por qué os vais al cielo con
115 mucha prosperidad y la dejáis a ella eñ la tierra?
Ya veo, hermanos, que me estáis respondiendo lo que
Dios dijo por el profeta Esaías: Cuanto son ensalzados los
cielos sobre la tierra, tanto mis caminos exceden a los vues-
tros. Así, Señor, lo creemos; todos son justos, llenos de
120 sabiduría y de bondad; y alabándolos por tales, los desea-
mos, pues los queremos entender para vuestra gloria y
nuestra edificación. Mas es primero de advertir que, por
mucho que despabilemos nuestros ojos para considerar cuán
grande fué el martirio que esta Virgen sagrada pasó todo
125 el tiempo que vivió en este destierro dende el día que su
benditísimo Hijo y Señor subió a la ciudad soberana hasta
el día de hoy, en el cual ella alcanzó lo que deseaba siendo
llevada allá, no podremos entender aun la menor parte de
su penoso martirio.
130 El amor es su sayón El amor le causaba deseo de ver a
su Dios faz a faz. Tanto cuanto el
amor es mayor, el deseo es más crecido y su dilación más
penosa; y si hubiere quien pueda pesar el gran peso del
amor que la Virgen tenía, aquél podrá saber sus encendi-
135 dos deseos dónde llegaban y cuánto le atormentaba la di-
lación de cumplirse.
¡Oh Virgen gloriosa, que de una mesma fuente os nace
lo dulce y amargo, lo que os hace a Dios agradable y lo
que os martiriza! El amor, y grandísimo amor, que so-
140 brepuja todo conocimiento, que a Dios tuvistes, éste os hace
alta, y agradable, y bienaventurada en su acatamiento; y
este mesmo a la medida de su grandeza, os atormenta como
gran sayón. Aquel cuchillo que el santo viejo Simeón os
profetizó que había d° traspasar vuestro corazón, cuando
ioi Cf. Ps. 15, 11. 119 Is. 55, 9 143 Cf. Le. 2, 35.
1102 SERMONES. CICLO SANTORAL
145 vistes a vuestro Hijo crucificado y morir en la cruz, fué
figura al vivo. Mas si no hubiera en vuestro corazón cu-
chillo de amor, con que vuestra sacratísima ánima estaba
dulcemente herida hasta lo más íntimo de ella, poco os
atormentara el ver padecer a quien mucho amábades.
150 Este, este vivísimo amor os hacía cuidar lo que convenía
a vuestro sacratísimo Hijo; éste, temer no le viniese algún
mal; éste, llorar cuando le vino y sentir dolores de muerte
en su muerte. Y cuando al humano juicio parecía que este
amor os hubiese de dar descanso, gozando en el cielo del
155 que tanto amastes viviendo en la tierra, comience de nuevo,
por consejo de Dios, a atormentaros como de antes, y que
dure el tormento por toda la vida, y aun que vaya crecien-
do mientras más creciere la vida.
Por experiencia tenemos que los amigos de Dios que se
160 hallaron presentes a la muerte del Señor y se compadecie-
ron de ella, se contentó Dios con aquel martirio de compa-
sión interior que allí pasaron y padecieron, sin consentir
que mano de sayón exterior atormentase a los que el inte-
rior amor tan gravemente martirizó. Mas, según veo, Se-
165 ñora, vos, la que más allí padecistes, os tornan a dar a
beber el cáliz de amargura de la ausencia de vuestro ben-
ditísimo Hijo, más penoso para vos que la muerte que os
pudieran dar los sayones crueles.
Tenía esta Virgen grandísima lumbre en su entendi-
do miento para conocer y poner en su lugar los beneficios que
Dios le había hecho; tenía muy tierna voluntad para agra-
decerlos y considerarlos muchas veces; y soplando a la con-
tina en leña tan aparejada para encender fuego, engendrá-
base en su Corazón una llama de amor que la abrasaba
175 y hacía desear con todas sus fuerzas ver ya aquel que tan
singulares mercedes le había hecho. Y si hay hombres que,
acordándose que Dios les ha perdonado los pecados que
han hecho, ni se pueden contener de lágrimas tiernas ni
cesan de amar al que tanta misericordia les hizo, y el Señor
180 dice que a quien más pecados les son perdonados, más amor
tiene a su perdonador, ¿qué sintiría aquella Virgen ben-
dita cuando se acordase de tan grande beneficio, recebido
de la mano piadosa de Dios, que ni en su concepción ni en
toda su vida cayó en ella pecado? Porque muy bien sabía
185 que es mayor merced dar Dios la inocencia, no dejando
caer en pecado, que al caído darle perdón. Y por esto todos
los pecados que allí pudiera haber hecho, y que otros ha-
cían, ponía a cuenta de deuda propria, y agradecía a Dios
como si los hubiera cometido y fuera perdonada, y aun
190 mucho más según habernos dicho. ¿Qué os diré? Que amor
140 mucho! no nrfíí.
jSi Cf. Le. 7, .13.
70. ASUNCIÓN DE MARÍA
1103
obraba en su corazón' el agradecimiento de la gracia y san-
tidad que había recebido; que, como humilde y fiel sierva,
por todo ello engrandecía su ánima a Dios y no a sí misma.
Pues cuando pensase la inefable y nunca oída merced
que Dios le había hecho en tomarla por madre, sería tanto
el amor que de ella se enseñorease, que le causase desmayo
y falta de fuerzas y le hiciese decir muy de corazón lo que
está en los Cantares: Que de amor estoy enferma.
Grados tiene el Sus grados tiene el amor : hiere, y ata,
amor: hiere más y es insaciable. Herido está el cora-
aue saeta zon del amor de Dios cuando se en-
señorea tanto del hombre, que a todos
los otros amores éste sobrepuja, y cumple lo que el Señor
en el Evangelio pidió: EL que ama a padre o madre más que
a mí, no es digno de mí; y: Si alguno viene a mí y no abo-
rrece padre y madre, mujer, hijos y hermanos, y aun a si
mismo, no puede ser discípulo mío. La ley de la Bondad
divinal pide, y con mucha justicia, que así como ella es
en sí cosa infinita, así sea preciada de hombres y ángeles
sobre todas las cosas, de manera que le haga decir con
San Pablo: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? Ni
tribulación, ni angustia, ni hambre, ni desnudez, ni peligro,
ni persecución, ni espada que mate; mas en todas estas
cosas sobrepujamos por amor de aquel que nos amó. Por-
que cierto estoy que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles
ni los principados ni las virtudes, ni las cosas presentes ni
las por venir, ni fortaleza ni alteza ni lo profundo, ni otra
criatura alguna, nos podrá apartar del amor de Dios, que
está en Jesucristo nuestro Señor.
¿Qué saeta tan fuerte ni con tanta violencia puede herir
a un cuerpo, como este amor que Dios infunde en el cora-
zón hiere al ánima hasta lo más íntimo de ella? Herida es
que da salud; y quien esta llaga no tiene, mal sano está.
Y aunque tiene nombre de herida, dulcísima cosa es. Y sin
ira tira esta saeta el Señor, y sin enojo la recibe su cria-
tura, antes se precia de ella en los Cantares, diciendo: He-
rida estoy con amor. Dichosa herida para la criatura, pues
el mesmo Dios, omnipotente e insuperable, no se defiende de
aquesta saeta, si hubiese quien se la tirase, según El da
testimonio, diciendo: Heriste mi corazón, hermana mía, es-
posa mía, con uno de tus ojos y con un cabello de tu cabeza.
¿Quién contará los misterios del amor que entre Dios y la
Virgen pasaban, hiriendo El a ella con la contemplación de
su hermosura y de su bondad, y ella a El con amarlo y pen-
193 Le. 1, 46. 219 Rom. 8, 35-39
198 Cant. 2, 5. 227 Cant. 5, 2.
205 Mt. 10, 37. 231 Cant. 4, 9.
207 Le. 14, 26.
1104
385 sar en El con grandísima fidelidad? Porque el ojo derecho,
el amor de Dios es; y el un cabello de la cabeza, el contino
pensamiento en el mismo Dios es.
De donde parece que no sólo la bendita Madre de Dios
estaba herida con el amor, y amor fuerte e insuperable, con
240 el cual estaba determinada de morir antes mil muertes que
hacer a Dios una ofensa, chica ni grande; mas también te-
nía su pensamiento tan puesto en Dios, que nunca le ponia
en olvido. Bendito sea Dios para siempre, que hubiese en la
tierra quien con amorosa y continua memoria de Dios hi-
245 cíese contrapeso a los muchos que, recibiendo cada hora y
momento mercedes de Dios, se les pasan por alto los días
y las horas sin se acordar del que nunca de ellos se olvida;
y si se acuerdan, es una memoria seca y desamorada;
porque aquélla es la verdadera que así se acuerda de Dios
250 y de sus mandamientos, que hace que se pongan en obra.
Y por aquéllos tales se queja el Señor, diciendo por Hiere-
mías: ¿Por ventura puédese olvidar la doncella de la faja
con que ciñe sus pechos? Mas mi pueblo hame puesto en
olvido días sin cuento.
255 ¡Oh Doncella, honra de todo el pueblo de Dios, cuan ma-
yor cuenta teníades vos de traer siempre rodeado a Dios a
vuestro corazón que ninguna doncella tuvo cuidado de su
faja ni de su atavío! Aquéllas, por tener cuidado de la va-
nidad y bien parecer a los hombres, se descuidan de tener
260 a Dios en su corazón; mas vos, Señora, cuyo propósito
siempre fué despreciar todo los. perecedero y buscar la her-
mosura de las virtudes que agradan los ojos de Dios, todo
vuestro pensameinto, orando o no orando, y en todo tiempo,
lugar y hora, estaba atento a Dios, cumpliendo y sobrepu-
265 jando lo que dijo el profeta David: El pensamiento de mi
corazón está siempre delante de ti. Parecíaos, Virgen bendi-
ta, gran traición acordarse de vos siempre Dios, y vos ol-
vidarle un solo momento, trayendo santa competencia con
El y aprendiendo de lo que El hacía con vos para hacer vos
27o lo mesmo con El. Amábaos El con amor liberal, sin respeto
de propio interese; porque lejos está de la infinita riqueza
de Dios vender a nadie su amor, ni esperar provecho, pues
que su bien ni puede crecer ni disminuir. Vos, Señora, con
aquel corazón liberal, magnánimo y no interesado, semeja-
275 ble en su manera al de Dios y recibido de la mano de El,
teníades puesta en olvido a vos mesma y dábades a Dios un
amor desinteresado y una memoria continua, para que se
verificasen de vos, mejor que de nadie, aquellas palabras de
los Cantares: Mi Amado a mí y yo a El, que más contienen
280 afecto de ánima que cumplimiento de sentencia, pues que
254 ler- 2, 32.
266 Ps. 18, 15,
279 Cant. 2, 16.
70. ASUNCIÓN DE MARÍA
1105
ni dicen qué es vuestro Amado [para vos ni vos para el
amado]. Mas no diciendo en particular lo que es el uno al
otro, se da a entender que es tanto, que no se puede decir.
Todas las cosas, Señora, os es Dios; y todas las que una
285 criatura puede ser para El, vos lo sois; el mayor contenta-
miento que la pura criatura le puede dar, vos se lo dais.
Razón tuvo, por cierto, el Espíritu Santo en no declarar
cosa particular en aquellas palabras, porque fuera decir
poco de lo mucho, y las cosas altas mejor se declaran en las
290 honrar con silencio que con decir la menor parte de sus ex-
celencias.
Los beneficios de ¿Quién contará esta guerra tan dulce,
Dios son atadu- tan sin enojo, entre Dios y la Virgen
ras de amor bendita, en la cual la hermosura de
295 El hiere a ella, y la de ella hiere a
El, presa y atada con aquellas prisiones, de cuya fortaleza
El se gloría diciendo: Yo los traeré a mi en las cuerdas de
Adán y en las prisiones del amor? Entendiendo por lo pri-
mero los beneficios naturales que hace a los hombres, y por
300 lo segundo los que son sobre naturaleza.
Y si miráis lo que vale cualquier beneficio de Dios, aun-
que sea el menor de ellos, y principalmente el amor de su
divino corazón con que nos lo da, ninguno hay tan chico
que no sea bastante de sí a prender al hombre, y atarlo con
305 Dios por amor, y ofrecerle todo servicio. Y si uno solo es
bastante para hacer esto, ¡qué presos de amor nos debían
tener tantos y tan grandes como Dios nos ha hecho a los
hombres, y cada momento nos hace! Mírese un hombre mesmo
a sí, mire el cielo y mire la tierra, y vea que todo es leña
310 de beneficios para encender en el hombre el fuego del divino
amor, y todos son tan fortísimas cuerdas para amorosa-
mente atarle con la santa voluntad de Dios y su ley, que le
hagan amar la atadura de la salud, que es la obediencia de
Dios, y aborrecer la mala soltura de la propia voluntad,
315 causadora de que en el infierno aten al hombre que aquí la
siguió, de pies y de manos, donde esté preso, captivo de los
demonios, y sea su esclavo el que aquí no quiso sujetarse a
Dios para vencer demonio y pecado. ¿Quién bastará a mara-
villarse de tan gran enfermedad de los hijos de Adán, que
320 con tantos emplastros llenos de eficacia y blandin a no cobran
salud, pues con todos ellos, y gozando de ellos, y holgándose
de recibir los dones de Dios, no levantan sus ojos a consi-
derar que es mucha razón de ser amado y servido un bien-
hechor tan contino, que ningún momento deja de serlo, y tan
325 copioso, que ninguno basta a contar la innumerable copia
29S Os. ii, 4.
1106
si RMONES. CICLO SANTORAL
de sus mercedes, y tan piadoso, que por sólo amor y bondad
hace lo que hace, deseando que los hombres, provocados
con los beneficios que de su mano reciben, le amasen y tu-
viesen disposición para recebir lo que El desea darles, que es
380 a sí mesmo? ¡Oh lamentable ceguedad y traición de_ una
esposa que, enviándole su esposo muchas y hermosas joyas
para que a la contina se acuerde él y no se le enfríe, antes
más y más se encienda en su amor con las muchas y pre-
ciosas dádivas, torna ella esto tan al revés, que, aficionán-
335 dose a las joyas, huelga tanto con ellas, que por ellas olvida
a su esposo, que las envió para incentivos de amorosa me-
moria!
Y si estos beneficios de naturaleza debían bastar para
prender a los hombres en el amor del Señor, ¿qué os diré de
340 la fuerza que habían de tener en nuestros corazones los
beneficios que sobre toda orden de naturaleza recibimos?
Si en darme Dios el ánima y cuerpo que tengo me obliga a
amarle y servirle con ello, ¿en qué obligación me pone darse
Dios a sí mesmo a muerte de cruz por remediar lo que pri-
345 mero me había dado e yo lo había perdido por mis pecados?
Si por lo que me da para mantenimiento e regalo de este
miserable cuerpo le debo amor, ¿qué será por la gracia y
por sus sacramentos, que son causa de ella, que para que
mi ánima sane y se esfuerce en el camino de Dios ordenó
350 que le costase su vida? Por beneficio natural me hizo señor
de este mundo, y por sobrenatural me hizo heredero del cie-
lo. Mercedes son éstas tanto mayores que las naturales, que
sin ninguna proporción les exceden. Y por eso la divina Es-
critura llama a las primeras cuerdas, y a las segundas,
355 prisiones; las primeras convidan, las segundas parece que
fuerzan. Porque ¿quién se defenderá de la violenta saeta de
Dios, y saeta sin pecado, y quitadora de nuestros pecados,
que es Jesucristo puesto en la cruz, bastante para herirnos
de amor por sólo ponerse en ella, aunque fuera sin pena
360 ninguna? Mas para que más fuertemente nos hiera y del
todo parezca saeta, le son puestos clavos en las extremida-
des de sus pies y manos, porque, palo con hierro, sea tan
fuerte saeta tirada de la mano de Dios, que no haya quien
se defienda del calor de su amor, ni arma ni acero que le
365 resistan.
May ¡ay de nos!, que es mayor nuestra dureza que la
del hierro y de las piedras, y hacemos salir en balde las
invenciones que la sabiduría de Dios busca para remediar
nuestra mala soltura; y siendo El invencible, omnipotente,
370 parece que le vencemos en la guerra continua que entre El
y nosotros hay, haciéndonos El beneficios, provocándonos a
364 Gf. Ps. 18, 7.
ASUNCIÓN T>¥. MARÍA
1107
su amor, y nosotros con gran desvergüenza recebimos lo que
nos da y negárnosle nuestro amor y nuestra obediencia. De-
jemos de hablar de esto, porque es triste materia y digna
375 de lloro, y no viene bien para la fiesta alegre que entre
manos tenemos. Porque, como la Escritura dice que en el
tiempo del lloro es la música cosa importuna y fuera de
tiempo, así también en el tiempo de la alegría es el lloro
cosa importuna.
Convirtamos nuestra habla a la dulcísima Virgen y re-
cebirá nuestro corazón consuelo de ver cuan bien obraban
en ella la prisión que pretendían los beneficios de Dios, el
cual la tenía, según habernos dicho, tan herida con su
amor, que él era ley de su corazón, y puesto en el mejor
*85 lugar de su ánima; y le tenía el pensamiento tan atado con
él, que no le dejaba que se olvidase ni un solo momento.
Puede un herido pensar en otras cosas, para que con aque-
lla diversión olvide el dolor que le da su herida; mas quien
tiene atado su pensamiento continuo con lo que le hirió y
'3S0 su herida, ¿qué remedio le queda, pues no puede huir de lo
que le causa el dolor?
Herida y presa estaba la Virgen del amor divinal, más
que ninguna criatura; y herido y preso tenía a su Señor
y su Dios, más que ninguna criatura. Ni el Señor ni ella
J95 querían resistir a las heridas y prisiones de amor, antes se
daban de muy buena gana tan sujetos al señorío del que
obraba en ellos cuanto quería. Salvo que en Dios no podía
obrar pena, y toda caía sobre la Virgen bendita; porque
El es del todo impasible, y ella muy aparejada a padecer
!wx> martirio de amor.
El amor es insacia- Y lo que es mucho de márar, que
ble, sin medida guardaba esta Virgen tanta lealtad
al amor de Dios, que toda la había
poseído, que tenía por género de traición contra el amor
05 del Señor tomar consolación en alguna cosa que no fuese
Dios. Había leído lo que dice David: No quiso mi ánima ser
consolada. Y cumplíalo muy mejor que él; y decía a las
consolaciones que aquí podía tomar, aunque sin pecado, lo
que Job a sus amigos: ¡Consoladores sois pesados vosotros!
iio Porque antes tenía por impedimento de la verdadera conso-
lación divinal consolarse en las criaturas que no por reme-
dio de la herida amorosa de su corazón. Y mientras no
estaba en el cielo viendo y poseyendo al Señor que la hirió,
vivía una vida de martirio, siéndole todas las cosas de este
'¡15 destierro muy llenas de cruz. Y así, no gozaba de lo que
377 Ecclí. 22. 6.
407 Ps. 76, 3.
409 lab 16, 2.
1108
SERMONES. CICLO SANTORAL
acá podía gozar, ni alcanzaba la subida al cielo que desea-
ba. Y a semejanza de Job, que decía: Mi ánima ha escogi-
do estar colgada, estaba la Virgen entre el cielo y tierra,
colgada de donde estaba el deseo de su corazón.
420 De manera que su vida era un puro tormento, y ni des-
cansaba con llorar ni le daban lo que deseaba; y así decía
con ansias de su corazón, mayores que las del profeta Da-
vid: ¡Como desea el ciervo las fuentes de las aguas, así mi
ánima desea a ti, Dios! Hubo sed mi ánima de Dios, fuente
425 viva: ¿cuándo vendré y pareceré delante de la faz de Dios?
Y porque estuviésemos ciertos que mientras no estaba pre-
sente a su Dios, al cual deseaba, no se inclinaba a tomar
otra alguna consolación, decláranos luego cuál era su ocu-
pación y ejercicio, diciendo: Fuéronme mis lágrimas pan de
430 noche y día, mientras me dicen: ¿Dónde está tu Dios? De-
rramaba lágrimas por su largo destierro, diciendo con Da-
vid: ¡Ay de mi, porque mi morada en este destierro se ha
prolongado! Vivido he con los moradores de Cedar, y mu-
cho tiempo ha sido mi ánima moradora de esta tierra: Como
435 desea el jornalero el fin de su trabajo, y el siervo cansado
la sombra donde repose, así yo — decía la Virgen — he tenido
meses vacíos y he contado trabajosas noches para mi. No
vivió la Virgen ni un solo momento sin ganar nuevos mere-
cimientos, y de esta manera nunca vivió meses vacíos; mas
440 para lo que ella deseaba, que era ver a Dios en el cielo,
tenía por cosa vacía el tiempo; y contábalo por noches tra-
bajosas mientras no alcanzaba lo que deseaba. No se ma-
raville nadie de que la Virgen bendita dijese con sospiros sa-
lidos de su corazón: ¡Ay de mí, porque mi morada se ha
445 prolongado! Porque no es pequeña causa de dolor, para
quien tiene perfeto amor del Señor, vivir en la tierra de
Cedar, significada por este mundo, lugar en el cual es Dios
ofendido. Y como la bendita Virgen tenía el amor de Dios
tan sin medida, del cual nacía la viveza de los espirituales
450 sentidos, olíanle peor los pecados que en el mundo se ha-
cían, y amargábanle más que ninguna cosa corporal, por
hedionda y desabrida que sea ni que pueda dar desabrimien-
to a los corporales sentidos.
Y juntando en uno el desabrimiento que lo que pasaba en
la tierra le daba, que la convidaba a huir de tal lugar, y por
455 otra parte el deseo de la presencia de Dios en el cielo, era
tan grande el ímpetu de su corazón a lo alto, que muchas
veces alzaba los ojos al cielo, donde estaba su tesoro, con
arroyos de lágrimas que de ellos salían; sospirando decía
lo que dijo David, y mucho mejor: ¡Cuán amadas son de
418 Iob 7, 15.
425 Cf. Ps, 41. 3,
430 Ps. 41, 4.
434 Ps. 119, 5-6.
437 Cf. Iob 7, 2.
70. ASUNCIÓN DK MARÍA
1109
460 mi tus moradas, Señor Dios de las virtudes! Mi ánima de-
sea, y con el grande deseo se desmaya por estar en los pa-
lacios del Señor.
No piense nadie que este deseo tan encendido de esta
Madre bendita por ver a su Hijo bendito en el cielo era cau-
465 sado de naturaleza, como otras madres suelen desear la pre-
sencia de sus hijos. Porque, aunque el amor natural no es-
taba en ella perdido, pues no es contrario a la gracia; mas
era tanto el sobrenatural con que a su Hijo amaba en cuan-
to hombre, y muy más sin comparación en cuanto Dios, que
J"0 sobrepujaba al amor natural y a los deseos de todas las
madres de ver a sus hijos como excede un fuego tan grande
como todo el mundo al de una pequeña centella. Espíritu
era de Dios el que meneaba su corazón para estos deseos, y
le hacia pedir el cumplimiento de ellos con gemidos que no
475 se pueden contar. No hay en el corazón de la Virgen cosa
que no fuese cubierta con oro, y oro fino, pues lo había así
en el arca del Testamento, que era figura de ella: porque
era amor sólo sobrenatural, o el amor natural tan rodeado
y cercado de la gracia del Señor, que en lo uno y en lo otro
I 480 era movida por el Espíritu Santo. Y como ella entendía ve-
nirle del cielo aquesta moción y soplo divino que la soplaba
y encendía los deseos de ver a su Dios, soltaba la rienda
a su corazón para que con todas sus fuerzas lo desease,
pues su intento era obedecer y agradar a Dios en todas las
485 cosas.
¿Por qué dejó Dios ¡Quién no se admirará de ver en
a su Madre en este cosa tan amada de Dios paso de
destierro? tan »rave tribulación que la hacia
desmayar, y que la mirasen los ojos
i90 de Dios y la dejasen padecer tantos años! Y lo que más
de admirar es, que El mesmo le encendía más y más los
deseos, y ni le daba lo que deseaba ni le quitaba lo que
le atormentaba. ¡Incomprehensibles son vuestros caminos.
Señor! Sobre la mar andáis, y, como decía David, vuestras
| 495 pisadas no son conocidas. Profunda es vuestra sabiduría,
y grande misericordia recebiremos si nos dais a entender,
o siquiera rastrear, por qué tal Hijo a tal Madre le dilata
tan justos deseos, siéndole esta dilación causa de tan gran-
des tormentos. Una cosa, hermanos, tened por averiguada:
500 que obra tan particular, en persona tan calificada no tiene
causas livianas, sino muy importantes, si hay lumbre del
cielo para las mirar. Miró en esto el Señor al mayor pro-
vecho de su sacratísima Madre; miró al provecho de la
462 Cf. Ps. 83, 2.
475 Cf. Rom. 8, 26.
495 Ps. 76, 20.
1110
SERMONES. CICLO SANTORAL
Iglesia que entonces había y también a los que después
505 habíamos de nacer en ella hasta que el mundo se acabe.
Primero, para pro- Determinado tenía Dios ab aeterno
vecho de ella e^ alteza de la gloria que había de
dar a su sacratísima Madre. Y para
cumplir con su justicia, quiso que fuese por medio de gran-
510 des servicios que ella hiciese y grandes trabajos que pade-
ciese. Y aunque la predestinación suya fué de balde y para
gloria de la divina bondad, los medios de ella quiso que
fuesen costosos, y muy costosos, proporcionados con la
grandeza de la gloria que la había de dar. No tensa na-
515 die a Dios por cruel en ordenar que la vida de la Virgen
antes de la Pasión fuese un puro martirio y después de la
Pasión también. Amor fué, y no malquerencia; y como el
Padre de El le trató, siendo su Hijo amantísimo, así El
trató a su amantísima Madre. Y los que no podemos ver la
520 grandeza de la gloria y descanso que tiene en el cielo esta
Virgen, rastreémosla por los grandes trabajos y cuchillo
agudo que de muchas maneras hirió y traspasó su corazón
•benditísimo, que en la tierra sabemos que padeció; pues
está escrito que seremos juntamente glorificados con Cris-
525 to si juntamente padeciéremos con El. Y quien más pa-
deciere, más glorificado; porque El es dechado, así en san-
tidad como en padecer trabajos, al cual quiso el Padre Eter-
no aue fuésemos conformes en la tierra y en el cielo los
hombres que en la tierra escogió. Por lo cual nadie se que-
530 je de ser tratado como Jesucristo lo fué de su Padre, y su
Madre sagrada lo fué de su Hijo; mayormente si se con-
sidera cuán poco es todo el trabajo que acá se puede pa-
decer, en comparación de la gloria que será revelada en los
que aquí llevaren su cruz, en imitación y obediencia de
535 Cristo nuestro Señor, según dice San Pablo: La tribulación
que en este mundo se pasa, aunque parece muy larga y pe-
sada, a la verdad es de un momento y de poco peso, y obra-
rá en el cielo eterno peso de gloria. Mas para tener de esto
verdadera estimación conviene oír lo que luego dice: Con-
540 templando nosotros, no las cosas que se ven, mas las que
no se ven; porque las cosas que se ven, temporales son, y
las que no se ven son eternas. Abre, Señor, nuestros ojos
para que consideremos maravillas de la gloria, que ni ojo
vió, ni oreja oyó, ni corazón pensó, ni lengua puede decir;
545 la cuál tienes aparejada para los que en esta tierra de
frialdad pusieren en ti el amor de su corazón como tú lo
mandas. Si aquello que allí está, si lo medio, si una parie-
ses Rom. 8, 17 ; 2 Tim. 2, 12,
"529 Of. Rom. 8, 20.
533 C'f. Rom. 8, 18.,
.SjS Of. 2 Cor. 4j 17.
545 l f. 1 Cor. 3, o
/O. ASUNCIÓN DE MARÍA
cica, si la gloria de un día solo se pudiese ver, parecemos
hía que la comprábamos muy barato a trueco de estar en
550 tormentos desde añora basta el día postrero.
No penséis, no, que, queriendo Dios tanto a su Madre,
le venaiese tan caro lo que era de poco valor, ni que la
atribulara, si no fuera a trueco de darle un eterno descan-
so, que sin comparación excede a los trabajos que acá pasó.
555 Amóla el Señor de verdad, y el amor verdadero no tiene
tanta cuenta con regaiar al amado como con darle lo que
le cumple; atribula en lo poco, y que presto se acaba, por
tener ocasión de regalar en lo mucno, que no tiene fin. De
manera que el martirio que la Virgen pasó con la dilación
560 ae ver a su Hijo, penoso le fué, mas muy provechoso. Y si
la esperanza que se dilata y afrige al ánima tiene por con-
trapeso que, mientras más se dilata el bien, más le dan de
él y con mayor honra lo recibe — porque mayor gloria es
recebir galardón en pago de los buenos tracajos que no
565 recebirlo de balde; y mayor bien es la virtud de la obedien-
cia y amor que en la paciencia se ejercita, por lo cual el
hombre es hecho justo, que el descanso que pierde por
ejercitarse en estos buenos trabajos — , pretendió, pues, el
Señor con su sacratísima Madre su mayor merecimiento y
570 gioria, y por eso la trabajaba según hemos dicho.
Quiso tamlbién aparejarla para el gran día de esta fies-
ta, en el cual había de entrar con excelentísima gloria a
ver y gozar de la hermosa vista de la beatísima Trinidad;
lo cual es tan grande bien, que años, y millares de años,
575 que uno gastase en aparejarse para este bien, haría muy
poco. Para oír el sonido de la bocina y las voces formadas
en el aire por ministerio de ángeles, mandó Dios a Moisén
que [se preparase el pueblo]. Para llegarse a ver al Señor
en la zarza, [mandóle,] en señal de la pureza interior que
580 había de tener, que se descalzase los zapatos. Y antes de
la entrada de la tierra de promisión mandó Dios a Josué
que circuncide su pueblo. Y la reina Ester se apareja con
ayunos y oraciones para entrar delante del rey Asuero a
abogar por el pueblo de Dios. Y [si] para éstas, y aun
585 para otras cosas mucho menores, se nos pide aparejo, ¿quién
será aquel que piense que para la mayor de todas no es
menester grande, y muy grande? Y grandísimo negocio es
un hombre nacido en la tierra subir a poseer el reino del
cielo. Dichoso día y hora es aquella en que, desatado de las
590 prisiones de esta mortalidad, es subido a ver la hermosí-
sima cara de Dios y a gozar de El sin temor de para siem-
pre perderlo.
561 Prov. 13, 12.
578 Cf. Ex. 19, w,
5&> Cf. Ex. 3, 5.
582 Cf. los. 5, 2.
584 Cf. E<;th. 4, 16.
1112 ShKMO.M.S. CICLO SANTORAL
¡Oh hermanos! Dios nos dé a entender que la vida que
aquí nos da no es para otro intento, sino para que en este
595 momento de tiempo — que aunque parezca largo, en fin, no
es más que esto — nos aparejemos para alcanzar pureza de
ánima para gozar del que es todo puro, y no para oír trom-
petas ni voces de ángeles, sino al mesmo Criador de los
ángeles, Bien infinito. Aquella tierra, sin duda, es la ver-
600 dadera tierra de promisión, y los que han de entrar en
ella, circuncidados de sus pasiones y enemigos de su propia
voluntad han de ser; y los que quisieren parecer graciosos
delante del verdadero rey Asuero, Jesucristo nuestro Se-
ñor, con ayunos y oraciones y otras buenas obras se han
605 de aparejar. No os maravilléis, pues, que Dios apareje a
su Madre para este dichoso día, en el cual fué subida a los
cielos a comenzar un gozo y gloria que nunca, mientras
Dios fuere Dios, le será quitado; porque tan grande bien
como le fué dado, gran aparejo pedía; y tan preciosa co-
tilo roña, después de gran Vitoria se había de dar; y quiso
que ganase la vitoria con grande trabajo, para que tanto
más honroso y sabroso le fuese, cuanto más le había cos-
tado.
Mas ya que el Señor quiso que su Madre bendita se
615 aparejase para ver a Dios en el cielo, es cosa digna de pre-
guntar qué aparejo había de ser éste, pues ni tenía peca-
dos que llorar, ni descargos de conciencia con que cumplir,
ni había menester que le dijesen misas, ni en otra cosa ha-
bía entendido en toda su vida sino en aparejarse para este
620 día tan grande. Gran cosa, Señor, debe de ser lo que dais
en el cielo, particularmente lo que aparejado teníades para
vuestra santísima Madre, pues a la que tan aparejada esta-
ría le pedís más aparejo, como el bien que le habéis de
dar excede al que habéis de dar a los otros. La mayor vir-
625 tud, que a Dios más agrada y sin la cual ninguna le agra-
da y ninguna es viva ni de provecho, es la virtud del amor.
Y ésta, que es reina de las virtudes, como el oro entre los
metales, es la que convenía que más arraigada estuviese
en la Virgen bendita, que excede a toda pura criatura como
*'>30 reina a vasallos; y en esto se ejercitó más por toda su vida,
y ésta fué su compañera continua; y como en la vida se
amaron, hicieron lo mismo en la hora de la muerte y en el
tiempo del aparejo para bien morir.
Amor fué el aparejo de esta Virgen bendita, el cual ha-
635 cía desear con nuevos deseos estar junta con quien ama-
ba. Porque efeto es del amor verdadero querer vivir junto
con aquel a quien ama, y no tanto por el propio interese
612 sabrosa
633 Cf. 2 Reg. 1, 13.
JO. ASUNCIÓN DE MARÍA
1113
y descanso — como algunos malos pueden desear gozar de
Dios y de sus bienes, movidos por el propio amor — , cuan-
do to porque, viendo de más cerca y con luz clara la presencia
de Dios, tanto con mayores fuerzas le glorificase y amase.
Y para este fin quería lo que tenía y lo que esperaba y de-
seaba. Con el cual amor y deseo, la que estaba aparejada
se aparejaba mejor, y se le ensanchaba más el corazón para
645 que en ella cupiese más gloria, y tanto más sabrosa le fue-
se aquella divina comida en el cielo, cuanto hobiese prece-
dido mayor hambre y sed en la tierra, conforme a la pro-
mesa del Señor: Bienaventurados los que han hambre y
sed de justicia, porque ellos serán hartos.
650 Por estas, pues, y otras muchas causas tocantes al pro-
vecho de esta muy amada Madre de Dios, que El sabe e
ignoramos nosotros, quiso que ella quedase en este destierro
y fuese martirizada con el deseo del cielo, para que con la
mayor dilación allegase mayores riquezas y se hiciese apta
655 para sentarse en silla de gloria, enseñoreándose y reinan-
do sobre toda criatura.
Segundo, para prove- Ahora oíd cuánto provecho se si-
cho de los cristianos guió de su queda acá para los cris-
que entonces vivían tianos que entonces vivían, y cuán-
660 to daño les fuera, habiéndoseles
subido al cielo el Sol de justicia, lumbrp del día, que fuera
también con El su Madre sagrada, lumbre que alumbra en
la escura noche, que en este mundo es tan continua.
¿Quién confortara a los apóstoles de la tristeza y fla-
665 queza que les quedó cuando vieron que su Maestro, y todo
su arrimo, se había subido al cielo muy acompañado de ser-
vidores y amigos, y se quedaban ellos en este miserable de-
sierto y entre miserables y crueles enemigos? Cierto des-
mayaran, y ni aun por diez días esperaran. Confortados con
670 la habla, fe y oración de esta benditísima Virgen, con la
eficacia que sus palabras tenían para con los hombres y sus
oraciones con Dios, [se la] ponía a ellos para esperar y
recebir el socorro del cielo y con su oración se lo alcanzaba
y traía.
675 ¿ Quién contará el deseo que daba a los que se convertían
a la fe de Jesucristo bendito, de ver a la Madre del Hijo,
que era su Redemiptor y su Dios? Adoraban, alababan al
Hijo, gozaban de sus trabajos y redempción; y como gente
agradecida deseaban ver y agradecer el árbol que tal fruto
680 dió, y echábanle mil cuentos de bendiciones. Porque si los
de Betulia agradecieron a Judit la libertad que por su me-
dio alcanzaron, y el beneficio qup hizo Ester a su pueblo
64Q Mt. 5, 6.
68i Cf. íudith 13, a3.
1114
SERMONES. CICLO SANTORAL
no pasó sin ser agradecido, y lo uno y lo otro era tempo-
ral, ¿qué agradecimiento, qué cantares y loores darían los
685 cristianos a aquella Spñora, por cuyo medio fué descabe-
zado Holofernes, y Amán ahorcado, que representan al de-
monio y al pecado, cuya cabeza quebrantó la Virgen y cuya
muerte causó engendrando la Vida, y fueron libres los pre-
sos, y resucitados los muertos por la muerte de Cristo nues-
690 tro Señor? Y juntándose con este agradecimiento y amor
que a la Virgen cobraban, el soplo del Espíritu Santo, Je-
sucristo, que, como honrador de su Madre, les inspiraba
y movía a que la honrasen y deseasen ver y servir y cono-
ciesen que por ella habían gozado del fruto de la vida, y
695 que de ella, como de muy alto monte, fué cortada la pie-
dra, que es El, que quebrantó la estatua de la idolatría;
no puedo pensar sino que era tanto el concurso de los cris-
tianos a ver esta preciosa arca de Dios, que lo trajo en-
cerrado en sí mesma, que los caminos para su casa iban
700 Henos de gente, y no sólo los de la ciudad de Jerusalén,
mas de fuera de ella, corriendo los unos y los otros movi-
dos por el Espíritu Santo y provocados de fuera con el dul-
císimo oZor de sus ungüentos, que era la odorífera fama
de sus virtudes, el grande amor con que recibía a los que
705 iban a ella, su grande misericordia, que a ninguno desecha-
ba, y aquélla gran maravilla y milagro y altísima dignidad
de que era verdadera Madre de Dios.
¿Quién dirá de cuán buena gana, cuán llenos de con-
fianza y devoción iban a ella, así por deseo de verla como
"10 por ser enseñados en sus dudas, confortados en sus tra-
bajos v aprovechados en todo lo que convenía a sus ánimas?
CumpUase muy de verdad lo que muchos años antes había
profetizado Esaías. viendo en espíritu el grandp concurso
de gente que había de ir a oír la palabra de Dios y ver
715 obras maravillosas de Jesucristo nuestro Señor, y dcsoués
de su muerte, de los que habían de ir a ver a su Madre
sagrada y gozar de su dotrina y de los apóstoles: Andad
acá, decían vnos a otros, subamos al monte del Señor y a
la casa del Dios de Jacob, y enseñarnos ha sus caminos, y
720 andaremos en las sendas de El; porque de S'ón saldrá la
ley, y la palabra de Dios de Jerusalén. Como f"é profetiza-
do, así fué cumphdo. pues vinieron a ver al Señor, monte
más alto en santidad y en dignidad que todos los santos;
y después venían a ver la casa del Dios de Jacob, que era
725 la Virsrpn sagrada, templo santo de Jesucristo, para $er
enseñados de los caminos de los mandamientos de Dios y
las sendas de sus consejos; que para lo uno y lo otro y
68; Cf. Esth. S, 17.
687 Cf. On. i*.
696 Cf. Dan. i, 34.
7o. ASUNCIÓN MARÍA
1115
para todas cuantas necesidades traían les daba suficiente
consejo y remedio la prudentísima y santísima Madre.
Tres ejercicios de la Mas si a duras penas os podemos
Virgen: caridad, me- decir el Sran deseo y devoción con
recebía? San Pablo dice que daba leche y regalaba a sus
fiijos pequeños, y que para ganar a todos se hacía todas
las cosas a todos; ¿cuánto más verdaderamente haría el
oficio de madre esta Virgen sagrada, pues sin ninguna com-
"40 paración les tenía mayor caridad que San Pablo? ¿Con qué
ojos miraba la Virgen bendita aquella gente convertida a la
fe de su Hijo, que a ella venía, pues había amado tan de
corazón la salvación de sus ánimas y gracia del Señor, que
por el santo baptismo habían recebido, que, porque ellos
745 tuviesen el bien que tenían y viviesen en gracia delante de
los ojos de Dios, ella ofreció a la muerte de cruz a su Hijo
unigénito? Y por eso sus entrañas santísimas se henchían
de consolación viendo que el fruto de la Pasión de su ben-
ditísimo Hijo no salía en balde, pues por el mérito de ella
750 tanta gente se convertía a El. Y parecíale que acoger y
regalar, enseñar y esforzar a los que a ella venían, era
recoger la sangre de su Hijo bendito, que delante los ojos
de ella se había derramado por ellos. Alababa a la divina
Bondad, daba gracias por los bienes hechos a ella, y salían
755 de sus ojos lágrimas dulces, sacadas de la ternura de su
corazón, y ningún trabajo le parecía pesado, y ninguna
hora era fuera de hora para recoger aquel ganado que en-
tendía que el Señor le enviaba para que lo apacentase en la
gracia del Señor..
760 Muy bien supo el Señor lo que hizo en dejar tal Madre
en la tierra, y muy bien se cumplió lo que estaba escrito
de la buena mujer, que confió en ella el corazón de su ma-
rido. Porque lo que su esposo y Hijo Jesucristo había ga-
nado en el monte Calvario derramando su sangre, ella lo
765 guardaba y cuidaba y procuraba de acrecentar como ha-
cienda de sus entrañas, por cuyo bien tales y tantas pren-
das tenía metidas. ¡Dichosas ovejas que tal pastora tenían
y tal pasto recebían por medio de ella! Pastora, no jorna-
lera que buscase su propio interese, pues que amaba tanto
770 a las ovejas, que, después de haber dado por la vida de
ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera de muy buena
gana su vida propia, si necesidad de ella tuvieran. ¡Oh qué
| 735
moria de la Pasión,
comulgar
que todos a ella venían, ¿cuánto
menos os podemos declarar la bue-
na gracia y las encendidas entra-
ñas de su caridad con que ella los
737 Cf. r Cor. 2.
73S Cf. i. Cor. o, 12.
763 Prov. 31, 11.
769 Cf. lo. 10, 12.
1116
SERMONES. CICLO SANTORAL
ejemplo para los que tienen cargo de ánimas! Del cual pue-
den aprender la saludable ciencia del regimiento de ánimas,
775 la paciencia para sufrir los trabajos que en apacentarlas
se ofrecen. Y no sólo será su maestra que los enseñe, mas,
si fuere con devoción de ellos llamada, les alcanzará fuer-
zas y lumbre para hacer bien el oficio.
Este, pues, era el ejercicio de la Santísima Virgen des-
780 pués de subido al cielo su Hijo y Señor: enseñar a los del
pueblo y también a sus maestros, aunque fuesen los após-
toles, los cuales aprendieron de ella muchas cosas que ig-
noraban, y los santos evangelistas escribieron cosas que
de ella supieron. Y aunque esto es mucho de maravillar,
785 mucho más es que aun los ángeles podían aprender de ella
cosas que, por haber sido ella testigo de vista y saber todas
las particularidades, daba mejor razón de ellas que ellos.
Y pues San Pablo dice que los principados y potestades del
cielo aprendieron de la Iglesia lo que no sabían, mucho
790 mejor lo harían de esta Virgen sagrada, pues es la persona
más principal de todo el cuerpo de la Iglesia y más que
todos enseñada por Dios.
Este ejercicio ya dicho, de caridad con los hombres, del
cual Dios recibía servicio, le era algún consuelo para que
795 la pena de su destierro no la matase. Y también se ejer-
citaba en visitar los santos lugares donde su Hijo bendito
comenzó, medió y acabó su sagrada Pasión, los cuales ella
regaba con copia de lágrimas, trayendo a su memoria lo
que en todos aquellos lugares su Hijo había padecido y lo
800 que en muchos de ellos ella con sus propios ojos le vió
padecer. Enseñaba en esto su amor maternal para con su
Hijo; dolíale la memoria de lo que allí había pasado; daba
inefables gracias a Dios por el gran bien que al mundo ha-
bía venido y había de venir mediante el precioso precio de
805 su sagrada Pasión, y suplicábale no fuese en balde tanto
trabajo y derramamiento de sangre tan preciosísima. En
lo cual fué hecha ejemplo de los cristianos para que pro-
curasen de visitar aquellos santos lugares; y no fué en
balde su ejemplo, que desde entonces hasta el fin del mundo
sio no faltará gente, de cerca y de lejos, que con devoto cora-
zón vaya a besar la tierra donde el Señor puso sus pies y
derramar lágrimas en el lugar donde El padeció y derramó
la sangre por ellos.
¡Maestra del mundo hablando, maestra obrando; madre
815 regalando y abogando delante del acatamiento de Dios! ¡Oh
Virgen y Madre para siempre bendita, y qué te debemos!
¡Y qué dolor es no conocer tus grandes beneficios, y ni te
los agradecer ni servir! Suplicárnoste nos alcances gracia
de tu benditísimo Hijo para serte siquiera en algo hijos
789 Cf. Kph. 3, 10.
1117
sao leales e imitadores de tu mucha caridad y lealtad con que
tú nos eres madre, y muy piadosa.
Con estos dos ejercicios ya dichos, uno de la caridad
de los prójimos y otro de la compasión a Jesucristo, su Hijo
y su Dios, se juntaba otro tercero que también tenía, y era
'825 el recebir el cuerpo sagrado de su Hijo bendito, consagrado
por las palabras que El ordenó. Decíale misa su bienaven-
turado hijo y capellán el evangelista San Juan, y comul-
gaba él y comulgaba ella; ¡y dichoso aquel que merecía
ser acólito, y servir en aquella misa, y poner el paño a la
830 Señora, que recebía al Señor! ¡Oh, si se nos pegase algo,
oyendo comunión tan devota, de lo mucho que a la Virgen
le sobraba! ¡Qué reverencia tendría aquella humílima áni-
ma, que, mirándose a sí misma, no se tenía por digna
de un poco de pan que comía ni de hollar la tierra sobre
835 que andaba! Y ¡con qué agradecimiento y amor recibiría
el cuerpo de su santísimo Hijo, pues por ser hombre era una
carne con ella, y por ser Dios era ella un espíritu con El,
y de lo uno y de lo otro resultaba un amor inseparable e
inefable, que juntaba a Dios y a ella y la convertía cada
S40 día más y más en aquel Señor que tomaba! Y más que
otro ejercicio ninguno, la esforzaba a pasar su destierro,
pues que tenía presente y recebía en sus entrañas al de-
seado de su corazón. Y aunque no le viese faz a faz, como
lo deseaba y esperaba ver en el cielo, mas El, como pia-
845 doso Hijo y Señor, se le enseñaba en el Sacramento, ya
como cuando nació de su vientre sagrado, ya como cuando
!o tenía en los brazos dándole leche, y así según la diver-
sidad de estados en que en esta vida lo había visto, según
ella lo deseaba por entonces ver.
850 Y para que los cristianos no olvidásemos aquel gran ne-
gocio de la comunión de la Virgen y nos aprovechásemos
de ella, dura hasta hoy el lugar de la dicha capilla, y tam-
bién el de la celda donde moraba la bendita Señora. Todo
lo cual es en el sacro cenáculo donde el Señor instituyó
855 este inefable misterio; y a tiempos hay un olor en aquella
celda, según dicen los que allí han estado, que no tiene
que ver con los olores de acá, sino como celestial cosa.
Y para gozar de la consolación y conforte que da a los
que lo huelen, va al dicho lugar mucha gente, no sólo de
860 la ciudad de Jerusalén, mas aun de los pueblos del rededor.
Tercero, para prove- Ya entiendo vuestros sospiros, y
cho de los futuros por ellos saco vuestro corazón: que,
creyentes teniendo por bienaventurados a los
que eran vivos en aquel tiempo y
865 gozaban de la visitación y consolación de la Virgen, lloráis
vosotros vuestra suerte, porque no fuistes en aquellos tiem-
1118
SERMONES. CICLO SANTORAL
pos para gozar de lo que aquéllos gozaron. Sea Dios para
siempre bendito, porque dió a aquéllos que gozasen de la
presencia tan provechosa y deleitosa de la Madre de Dios;
370 y también sea bendito porque, ya que nosotros no lo vi-
mos, lo creemos y entramos en el número de los que dijo
el Señor: ¡Bienaventurados los que no me vieron y cre-
yeron! Despabilemos bien nuestros ojos y aprovechémonos
de la lumbre de la fe que Dios nos ha dado; y si no nos ha-
875 ¡llamos presentes a tanto bien con los cuerpos, hallémonos
presentes con el espíritu, trayendo a la memoria aquellos
dichosos tiempos en que la Virgen, como un resplandeciente
sol, alumtoraba y calentaba la tierra. Y si miramos con
atención las causas de su estada en la tierra y nos sabemos
880 aprovechar de ellas, por ventura ganaremos más que algu-
nos de los que entonces la comunicaban; pues es notorio
que ha habido muchos en la Iglesia que, no viendo a Je-
sucristo nuestro Señor en la carne, ni oyendo sus sermo-
nes, ni viendo sus milagros, se dieron tan buen recaudo,
885 que mediante la fe y el amor se aprovecharon más de El
y fueron más santos que muchos de los que gozaron de
su corporal presencia.
Entendamos, cierto, que no sólo dejó nuestro Señor a
su benditísima Madre en la tierra porque creciese el mérito
890 de ella y por el provecho de los que entonces vivían, mas
también por el de aquellos que habían de nacer mientras
el mundo durase. Aprovechémonos de la ordenación divinal,
que, pudiendo dar a la Virgen la gloria del cielo por los
trabajos que había padecido, quiso que pasase más, para
895 que a costa de ella fuésemos nosotros desengañados de que,
quiriendo regalos acá, no podemos esperar gloria allá. Y por
decirnos esto con mayor eficacia, y para que muy de ver-
dad lo creyésemos y obrásemos, quiso Dios que nos fuese
dicho, no sólo por palabras, mas con trabajos y muerte de
900 Jesucristo y de su sacratísima Madre. Los más amados de
Dios ellos son; y si con algunos se hubiera de dispensar
de que sin trabajos fueran al cielo, con dios fuera razón
que lo fuera. Mas pues vemos que no les fué quitada esta
ley, antes fué con ellos guardada con mayor rigor, y cuanto
905 más amados, tanto más trabajados, ninguna excusa y causa
de ignorancia queda a los que son menos amados, para
pensar que, si no hacen fuerza a sí mismos y si no son
cuidadosos de la guarda de los mandamientos de Dios y
vigilantes en la oración, pidiendo socorro; pacientes en los
910 trabajos, y llevando cada uno la cruz que el Señor le pone,
con la obediencia debida, no piense entrar en el cielo. Y en-
tender esto y ponerlo por obra es grande ganancia que
se nos sigue de la quedada de la Virgen en la tierra, ha-
Sft Cf. To. «3, ?Q.
1119
biendo subido su Hijo al cielo. Y por ventura nos será
915 mayor provecho que si entonces gozáremos de su presencia.
Mucho ha hecho quien de verdad ha entendido lo que dice
San Pablo: que por muchas tribulaciones nos conviene en-
trar en el reino de los cielos. Y que no será coronado sino
quien peleare legítimamente.
920 Aparejo para la También podemos aprovecharnos de que
muerte el Señor quiso aparejar con nuevo apa-
rejo a su santísima Madre para el día
que había de entrar en el cielo; de lo cual entendamos que,
si a ella, estando tan bien aparejada, la aparejan más
í>25 y más, ¿cuánta más razón es que los que estamos mal
aparejados procuremos disposición conveniente para que el
día de nuestra muerte podamos estar en pie en el juicio de
Dios y oír sentencia en nuestro favor de la boca del Juez
soberano? El cual muchas veces, y a muchos, como piado-
930 sísimo Padre, El mismo los apareja de su mano para fren
morir, y aun algunas veces sin que ellos lo entiendan. ¿Nun-
ca habéis visto venir a un hombre una nueva gana de se
confesar generalmente, de mirar sus libros y cuentas, de
pagar lo que debe, perdonar y pedir perdón y hacer aprisa
935 todo lo que haría si le dijesen que se quiere morir, y, aca-
bado de hacerlo, o poco después, cae enfermo en la cama
del mal de la muerte o viénele otro acaecimiento que le
quita la vida? Y entonces dice que por todo el mundo, y
otros mil mundos, no quisiera haber dejado de hacer lo que
940 ha hecho; y entiende que lo que hizo no nació de él, sino
que fué inspiración piadosa de Dios, con que le quiso pre-
venir para que antes de su juicio hiciese justicia y tuviese
qué responder en el día de la estrecha cuenta.
Otros veréis que están en pecado mortal de malque-
S45 rencia. o de mal amor, endurecidos; y ordena Dios medios
y muéveles las voluntades para que salgan del captiverio
del demonio y se pongan en estado de gracia, y a cabo de
poco viene la muerte por ellos. Y otros vemos ser buenas
personas, y no tienen estos peligros de mal estado; y sif>n-
950 ten en su corazón un nuevo deseo de recoger más su vida,
de usar más el ejercicio de la oración, de dar más limos-
nas, hacer más penitencia, recebir más a menudo los san-
tos sacramentos de la Confesión y Comunión, y subírseles
su corazón y deseos a la gloria del cielo; y a cabo de cuatro
955 o cinco meses que duran en esto, llámalos el S^ñor para sí,
y ellos van de muy buena gana, confiando en El, que, pues
los mejoró y dispuso para morir, les será favorable en aque-
lla hora terrible y les nafrará en el cielo lo bueno que acá
hicieron con la gracia de El.
91S Arl. 1 |, 21
1120
SERMONES. CICLO SANTORAL
960 Todo esto, hermanos, nos quiere decir que el paso de
la muerte es tal, que, para no ser de ella tragados, con-
viene a los malos y a los buenos aparejarse, cada uno según
su manera, teniendo la conciencia tan a punto para partir,
que si cada noche el Señor dijese: "Venme a dar cuenta de
965 cómo has vivido", no diga el hombre: "Dadme, Señor, más
larga vida para emendar, y para hacer esto y esto, que
había de estar hecho". Y también nos conviene saber que
aquella gloria que deseamos no recibe sino hombres virtuo-
sos, y que por guardar la obediencia de Dios huellan su
970 voluntad propia, y en el vencimiento de sí mismos hacen
hazañas; y así puros y limpios, son hechos dignos de mo-
rar en el cielo, donde no entrará cosa manchada, porque Zas
plazas de él son oro limpio, y el Señor de él es la pureza,
y. los justos moran ante su faz. Mas las tinieblas y la im-
975 pureza no tienen participación con la divinal lumbre y pureza.
E ya que cobremos ánimo para nos aparejar para el
día que salgamos de este mundo, tomando ejemplo en que
la sacratísima Virgen lo hizo, así procuremos de la imitar,
y no sólo en aparejarnos, mas en la calidad del aparejo.
980 Porque, por nuestros grandes pecados y demasiada tibieza,
hay tan pocos que tengan esta vida por penoso destierro y
sospiren y lloren deseando salir de ella y ver a Dios en el
cielo, que, cierto, la Virgen bendita tiene pocos dicípulos
que la imiten en esto. En aquellos tiempos sí había: lo
985 uno, por la abundancia de la gracia que Dios llovía en los
corazones de ellos, que les ponía asco de lo que florecía
en la tierra y les levantaban los corazones al deseo de los
bienes eternos donde estaba su deseo y su corazón; y lo
otro, ayudábales mucho a subir hacia arriba las continuas
990 persecuciones, el tomarles la hacienda, el desterrarlos a di-
versas partes, y esperando cada día el martirio p de mane-
ra que, aunque quisieran, no podían gozar de este mundo.
Y juntándose con el no poder el no querer, navegaban ha-
cia el cielo con mucha ligereza con velas y remos, deseando
995 cada día ser sueltos de cárcel tan penosa y gozar de la
libertad y herencia de los hijos de Dios en el cielo.
Estos imitaban a la Virgen bendita, la cual y ellos pe-
dían con grande instancia lo que el Señor les enseñó, di-
ciendo: ¡Señor, venga tu reino! Mas nosotros pedírnoslo
1000 con la boca, y como gente que está sin la gracia del Señor
o tiene poca, y como gente que está avecindada en aqueste
mundo y tiene aquí el asiento de sus honras, riquezas y pla-
ceres, tienen los estómagos hartos, y ni desean salir de
aquí, y aun tomarían por partido de que esta vida fuese
073 Apoc. 2i, 2i.
975 Of. 2 Cor. 6, 14.
900 MI. 6, 10 ; Ix. 11, 2.
70. ASUNCIÓN DE MARÍA
1121
J05 más larga. ¡Miserable estado de gente! ¡Miserables tales
tiempos, en que los hombres de buena gana renuncian y se
quieren pasar sin unos bienes tan grandes como hay en el
cielo, el menor de los cuales vale más que todos los de acá
juntos; y son tales, que porque los hombres gozásemos de
010 ellos, el Hijo de Dios padeció muerte, y muerte de cruz!
¿Qué mayor señal de que la mujer casada ha vivido mal
en ausencia de su marido que no desear que venga, ni aun
que le mienten su venida? Terrible palabra para la mala
mujer: "Vuestro marido viene y está informado de las trai-
015 ciones que le habéis hecho, sin que las podáis negar". Y dul-
ce es a la mujer buena pensar y hablar en la venida de su
marido, y más dulce verle entrar por su casa, bien informa-
do de la lealtad que su mujer ha guardado en ausencia de
él. Tales han de ser los cristianos, pues han de decir con
020 verdad de su corazón lo que con la vida rezan y piden: ¡Se-
ñor, venga tu reino! Y de éstos era San Pablo, cuando decía:
Buena pelea he peleado, mi carrera he acabado, la fidelidad
he guardado; en lo demás aparejada me está una corona de
justicia, la cual me dará en aquel día el Señor, que es justo
025 Juez; y no solamente la dará a mí, mas a todos aquellos
que aman su advenimiento. Y así da testimonio San Pablo
que entre los cristianos hay hombres perfetos en la caridad,
que echan fuera todo servil temor, desarraigados del amor
de las cosas presentes, movidos por el Espíritu Santo a
030 desear la vista de Dios, y como hijos desean ver a su Padre,
y como esposa leal a su esposo; y considerando que, desde
que fueron criados, cada día y cada momento han recebido
muchas mercedes de la piadosa mano de Dios, y que antes
que ellos naciesen les tenía aparejada la gloria, y para que
t035 ia alcanzasen se hizo hombre y perdió por ellos la vida,
desean ser sueltos de aquesta cárcel para ver y gozar de
la presencia de aquel de cuyos bienes y mercedes han go-
zado en la tierra. Y ayúdales mucho a este deseo el mi-
serable estado de esta vida muy penosa para ellos, no tanto
1040 por los trabajos que en ella hay, porque éstos con la grande
fuerza del amor nada o poco los sienten, mas porque mien-
tras viven en la carne pueden pecar y perder la gracia de
su Señor, y desean huir cien mil cuentos de leguas del lugar
donde tanto mal les puede venir, que enojen a Dios y pier-
1045 dan su gracia; y así, aborreciendo esto y amando aquello,
desean, suspiran y lloran por verse en aquella ciudad so-
berana.
Estos provechos, pues, ya dichos, y otros, se siguieron
al mundo de la estada de la Virgen acá, los cuales ella,
1026 Of. 2 Tim 4, 7-8.
B. Avila 2
36
1122
SERMONES. CICLO SANTORAL
1050 como enseñada de Dios, muy bien conocía, y refrigeraban
el fuego de sus encendidos deseos de subir al cielo; y aun-
que del todo no se los quitaban, ayudábanle a que sin morir
los pudiese llevar.
La Virgen, en- Mas cuando vino el tiempo que la di-
1055 ferma de amor vma Providencia tenía ordenado que la
bendita Virgen subiese a los cielos, fué
tan encendido su corazón a desear lo que deseaba con ma-
yores ansias, que ni con el fruto que a los presentes hacía
ni a los por venir había de hacer, ni con visitar los santos
1060 lugares, ni con recebir el cuerpo de su santísimo Hijo, que
solía ser su mayor consuelo, ya no descansaba; y su vida
era tal, que ya naturalmente no podía durar, y con la gran
fuerza del amor de su ánima enflaqueciéronsele las fuerzas
del cuerpo, y fué menester, como enferma, echarse en la
1065 cama, según a otros suele también acaecer. Y viéndose tan
vencida del amor y deseo de Dios, sin tener fuerzas para vi-
vir ni sufrir aquel peso de amor, que era más fuerte que la
muerte, pues por cumplir con él deseaba morir, enviaba a
Dios nuevos gemidos, suficientes para provocar al Señor a
1070 misericordia. Y decíale: "Saca, Señor, de esta cárcel a mi
ánima para alabar tu nombre. ¿Y hasta cuándo, Señor, me
has de olvidar? ¿Hasta cuándo vuelves la cara de mí? En-
séñame tu faz y seré contenta; porque sin ella cada día y
cada momento estoy muriendo con deseo de ti".
1075 Y no se contentaba esta Virgen bendita con suplicar a
Dios por el cumplimiento de sus deseos; mas con su grande
humildad y deseo de ser ayudada por todos, rogaba a los
ángeles y a todas las ánimas bienaventuradas que en el cielo
estaban que se compadeciesen de su trabajo y fuesen inter-
1080 cesores por ella delante el acatamiento de Dios; y pues que
le vían faz a faz, le dijesen que estaba vencida y enferma
de su amor y que sólo su remedio consistía en verlo. ¿Qué
os diré? Tal prisa se daba a rogar a los que en el cielo mo-
raban, que, movidos de compasión de ella, y de la justicia
1085 de lo que pedía, y de la dignidad de su persona, y también
por el deseo que tenían de verla en el cielo, se postraban
todos con profunda humildad delante el acatamiento de Dios
y le suplicaban diciendo:
Súplica de los "Omnipotentísimo y misericordiosísimo
1090 ángeles y santos Señor, sea vuestra misericordia servido
de oír los gemidos de la casta tórtola
que os engendró. Pues vos dijistes que son bienaventurados
los que lloran, ¡porque ellos serán consolados, y ninguna cosa
la puede consolar sino verse con vos en el cielo, dalde esta
106S Cf. Cant. 2, 6. 1072 df. P«. 12, 1. 1093 Mt. 5, 5.
1070 Ps. 141, 8. 1073 Cant. 2, 14.
1123
i -093 consolación, pues todas las otras ha dejado por vos. Ningu-
na razón lleva que dos personas tan conjuntas en carne y
espíritu estén tan distantes, una en el cielo y otra en la tie-
rra. Acuérdese vuestra Majestad del celo del rey David,
vuestro siervo, cuando dijo : El arca de Dios está debajo de
loo pieles, y yo vivo en casa de cedro; y no permitáis que, es-
tando vos en la gloria, la santísima Arca, que os tuvo ence-
rrado en sí misma, esté debajo de las pieles de mortalidad.
Sansón comió del dulce panal que halló y dió parte de él a
su madre; Salomón mandó poner una silla a su madre y
-105 sentóla cerca de sí. Mayor es vuestra majestad que la del
uno y otro; excededles en dar descanso y honra a la que os
engendró. Descanse ya vuestra benditísima Madre, pues des-
de que la criastes otra cosa no sabe sino serviros y traba-
jar por vos con humildad de esclava y amor verdadero de
1110 madre. Y pues os ha acompañado, Señor, en vuestros tra-
bajos, acompáñeos en vuestros placeres. Mirad, Señor, cómo
está prostrada delante vuestros pies gimiendo y llorando, y
su profundísima humildad, con que nos pide que interceda-
mos por ella, con tan ferviente y continua oración, que, aun-
LH5 que sus servicios no mereciesen lo que pide, ni se tuviese
respeto a quien es, merecía la importunidad de su oración,
y el llamar a la puerta de su buen amigo, que se levantase,
y le abra la puerta, y le dé todos los panes que ha menes-
ter, según vuestra Majestad lo dijo en el mundo. Oídla, Se-
1120 ñor, y poned sus lágrimas en vuestro acatamiento, porque
ella nunca cerró sus orejas a vuestra ley, ni las cerró al
clamor del pobre; mas, según está escrito, su mano extendió
al pobre, y mucho más su corazón, en el cual nunca hubo
maldad, y por eso debe ser oída, según dice David.
1125 "También desea toda esta vuestra corte tener consigo a
su Reina; porque reino sin reina y casa sin la señora de casa,
parece que no está perfeto, pues le falta persona tan princi-
pal. Y pues lo es tanto, que bastará con su vista a darnos
nueva alegría y a honrar todo el cielo, no nos privéis de
liso tanto bien, pues debe bastar a la tierra el tiempo que de
ella ha gozado; y no tendrá razón si se agraviare de que se
le quiten delante, pues ella es tan llena de misericordia y
tan valerosa delante vuestra Majestad, que, aunque la su-
báis al cielo, su piadoso corazón no olvidará a los que están
11135 en la tierra, ni dejará de hacer el oficio de madre abogando
por ellos delante del trono de vuestra misericordia, ni vos,
Señor, dejaréis de oírla ni de hacer mercedes al mundo por
ella.
"Suplicamos a vuestra misericordia que como en tiempos
iioo Cf. 2 Re-. 7, 2. íí2Ó Cf. Ps. 55, 9.
1104 Cf. Iud. 14, 9. 112} Cf. Prov.' 31, 20.
nos cf- 3 R«g- 2, 19. 1124 Cf. Ps. 65, 18-19.
11 19 Cf. Le. 11, 5-13.
1124
SESMÓXES. CICLO SANTORAL
1140 pasados mirastes las lágrimas del rey Ezequías, y oístes su
oración, y mandastes a vuestro profeta Esaías diciendo: Di
a Ezequías, capitán de mi pueblo: Yo he visto tus lágrimas
y he oído tu oración; no morirás, y yo te añado quince años
más de vida, que así ahora, mirando las lágrimas y oyendo
1145 la oración de nuestra Reina y Señora, mandes a uno de nos-
otros que le vaya a dar la buena nueva del cumplimiento
de su deseo, no de que viva quince años de vida, que ya los
ha vivido con harto trabajo en ausencia vuestra; mas, según
la grandeza de vuestra bondad y el grande amor que os
1150 tiene y le tenéis, dadle, Señor, que se le acabe la vida mor-
tal y que en este cielo viva con vos para siempre."
Nueva embajada de ¿ Qué había de responder el Señor a
Gabriel. Sentimiento suplicaciones tan justas y que toca-
eil la tierra kan a su sacratísima Madre, cuya
1155 honra y descanso El más que ningu-
no desea y procura y cuya oración le es más agradable que
la de hombres y ángeles, sino conceder de muy buena gana lo
que se le pedía y mandar que todos se aparejen para la so-
lemnísima fiesta que a su Madre quiere hacer, y que decen-
H60 diese del cielo algún espíritu bienaventurado de aquéllos a
dar esta buena nueva a la sacratísima Virgen?
Aunque no sepamos quién fué el mensajero, sabemos que
cada uno del cielo deseaba ser; ya lo que parece, convenía
que fuese el arcángel San Gabriel, por ser más conocido
1165 de esta sacratísima Virgen. Poco tardaría de andar el ca-
mino; y entrando en el aposento de la Virgen, hincaría sus
rodillas en tierra con su acostumbrada y debida humildad,
y diría: "Yo, Reina y Señora, soy Gabriel, vuestro siervo,
que por mandado de Dios os traje en años pasados la ale-
1170 gre nueva de que el Hijo de Dios había amado la hermosura
de vuestra ánima y os había escogido por Madre, y quería
decender del cielo a la tierra a reposar y tomar carne de
vuestras e.ntrañas. Ahora me envía el mesmo Señor, y os
manda decir que, pues decendió del cielo a la tierra y vos
1175 le distes muy apacible morada, que El os quiere 'llevar de
la tierra al cielo y daros par de sí la mejor morada que a
nadie se dió ni dará. Esta es, Señora, mi embajada; decid-
me, ¿que respondéis?"
Fué tanta el alegría de la Virgen de ver tal mensajero
1180 y oír tal embajada, que de gozo se le regalaba el corazón,
y primero derramó muchas lágrimas que hablase palabra;
y cuando habló, ¿qué había de responder, sino las palabras
que tenía en uso para decir en todos sus acaecimientos
tristes y alegres? Cuando encarnó en ella el Hijo de Dios,
1144 Cf. 4 Reg. 20, 5.
1171 Cf. Ps. 44, 12.
ISC&CIÓK DE SíAij \
1125
1185 lo que respondió fué: He aquí la sierva del Señor; sea he-
cho en mi según tu palabra. Y esto diría también al pie
de la cruz; y esto mesrao respondería ahora a San Gabriel,
y con nacimiento de gracias diría: Desatado has, Señor,
mis cadenas; a ti sacrificaré sacrificio de alabanza.
1190 Tórnase luego el arcángel al cielo, y divúlgase luego en
la tierra que el Señor quería llevar consigo a su Madre
bendita; y hubo tan gran movimiento y sentimiento en los
cristianos, cual en ninguna muerte de persona querida ni
grande en este mundo lo ha habido. Porque esta Virgen era
1196 más querida que padre y que madre, y más estimada que
reina, y era todas las cosas para los cristianos; y por fuer-
za el sentimiento de lo que perdían había de ser conforme
a la pérdida, pues nadie había que pudiese suplir el lugar
que ella dejaba vacío. Viérades ir y venir gente de nuevo
1200 al aposento de esta Madre común, y con amargas lágrimas
de sus ojos, más que con palabras, le manifestaban la pena
que su ausencia les daba; representábanle la necesidad que
de ella tenían; suplicábanle no desamparase a sus hijuelos,
que con sus oraciones había engendrado y con su dotrina y
1205 ejemplo había criado; y si se quería ir de este mundo, que
los llevase consigo, porque no osaban quedar sin ella entre
tantos peligros, ni podrían sufrir la ausencia de tan aman-
tísima Madre.
No oía la Virgen sagrada estas cosas sin gran compa-
1210 sión; y con aquella ternura de corazón de que Dios la dotó,
se condolía con ellos, y lloraba con ellos, y les prometía
que, aunque según el cuerpo se apartaba de ellos, no los ol-
vidaría en su corazón, y que mientras viviesen les seria
fiel abogada, y que la llamasen en sus necesidades, y que
1215 cierto sentirían que tenía cuidado de ellos y de ellas; y
que, pues esta vida tan presto se pasa, se esperasen un
poco y perseverasen en la fe y buena vida que habían co-
menzado, y que presto irían ellos donde ella iba, y estarían
todos juntos sin se apartar para siempre jamás.
1220 Vinieron también los apóstoles que entonces eran vivos,
como dice San Dionisio, y ella les daría cuenta de la mer-
ced que Dios le quería hacer; lo cual e'llos no oirían sin
lágrimas, por el amor tierno que le tenían. De algunas san-
tas personas leemos que, cuando se querían morir, deja-
1225 ban algunos particulares avisos, como por herencia, a los
que presentes estaban, para que sirviesen mejor a nuestro
Señor; y no es de creer que los que allí estaban, pues la
n86 Le. i, 38.
1189 Ps. 115, 16-17.
1221 Pseudo-Dionisio AHEOPAGITA, De drv. nonün., c. 3, 2 :
MG 3, 682 ; cf. P. Halloix, tí. I., Vita S. Dionys. Arcop., c. 6 :
MG 4, 747 ss.
1126
SLKMON1.S. CICLO SANTORAL
habían tenido por maestra en la vida, le dejasen de supli-
car que también lo fuese en la muerte, dejándoles alguna
1330 palabra que les fuese recordación de tila y aviso para me-
jor servir al Señor. Mas ¡qué les diría la Virgen bendita,
sino, como humilde, que guardasen lo que el Señor les
mandó! Y si, importunada a que más en particular dijese
con qué cosas ella se había hallado mejor, respondería que
1235 para el cuerpo con virginidad y para el ánima con humil-
dad y mansedumbre, que halla gracia delante de Dios y los
hombres y entrañable amor y misericordia con todos los
prójimos, aun hasta rogar a Dios por los que estaban cru-
cificando a su Hijo delante sus ojos.
1240 Jesucristo asiste Allegábase ya el dichoso día 15 do
a la muerte de su agosto, y enflaquecíasele su sagrado
Madre cuerpo cada día más, y crecíale a su
ánima esfuerzo con el alegría de la
buena nueva de que presto había de ver a su Dios. Y cuan-
1245 do vino la hora determinada del Señor para hacer esta gran-
de hazaña de galardonar a su Madre conforme a su grande
magnificencia y a los servicios que de ella había recebido,
suena en el cielo una voz, que el Señor quiere decender a la
tierra a traer consigo a su benditísima Madre, y que man-
1250 ¿a que la acompañe su corte, y que regocije cada uno la fies-
ta lo mejor que pudiere; porque toda la honra que a su Ma-
dre hicieren, la recibe El como hecha a sí mesmo. ¡Oh cuán
alegres y cuán de fiesta están todos, y el Hijo de la Virgen
más! Y El y dios decienden del cielo y entran en el aposen-
1255 to donde estaba echada la que en sus entrañas dió aposento
agradable a su Dios. Y pues que en la muerte de otras san-
tas personas se lee haber venido ángeles o santos y haber
olor suavísimo que le incitaba y confortaba el corazón de los
que presentes estaban, claro está que daría el Señor señal
1260 de su bendita presencia y de tan bienaventurada compañía
como venía con El, y que todos los que presentes estaban
sentirían grandísimo consuelo en sus corazones y tendrían
por cierto que era causado de la presencia de los que del
cielo venían.
1265 No ¿abemos si el Señor allí se mostró claramente, o si los
ángeles y santos tomaron cuerpo para ser vistos, o si hubo
música corporal de que gozasen las orejas de la Virgen y
los que presentes estaban. Mas como muchos de estos fa-
vores ha hecho el Señor a personas menos amadas, no es
1270 fuera de razón creer que los mismos o mayores hizo con su
Madre, más amada que todos. A cuya muerte fué mucha
razón que El mesmo en persona, y no por tercero, se hallase
presente, para que, en saliendo del cuerpo su preciosísima
ánima, la reclinase en sus brazos, sin fiarla de nadie, pues
1127
1275 que fué servido que ella con tanto dolor estuviese presente
en aquella hora terrible cuando El expiró en la cruz, y que,
después de decendido de ella, fuese recebido en los brazos de
la Madre y lavado con lágrimas de ella. No tenía el Señor
olvidado este servicio, pues que de otros menores se acuer-
1280 da para los galardonar en la muerte, y El mesmo la visita,
consuela y esfuerza, haciendo en todo su oficio de Hijo muy
obediente y amoroso.
Y cuando ya vino el punto que aquella dichosa ánima
saliera de su virginal cuerpo, entonces su Hijo bendito dijo
1285 aquello que mucho antes estaba profetizado para esta hora:
Ven del Líbano, Esposa mía, y serás coronada. Ven a mi
huerto, hermana mía, Esposa. Levántate y date priesa, pa-
loma mía, hermosa mía; que ya ha pasado el invierno de
los trabajos, ya han venido las flores del alegre verano de
1290 la gloria que te está aparejada: vente a mi, que yo te rece-
biré en mi humanidad que de ti recebí, y en mi divinidad
con que te crié, y te terné siempre comigo, haciéndote bien-
aventurada para siempre jamás. A esta dulcísima voz y
convite, que sería la postrera que en esta vida la Virgen
1295 oyó, respondería su acostumbrada palabra: He aquí la sier-
va del Señor; hágase en mí, etc.
Y porque en vida y en muerte le fué su Hijo maestro y
dechado a quien ella miraba, y le oyó decir cuando en la cruz
expiró: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, las cua-
1300 les palabras ella tenía guardadas en su corazón para la hora
en que estaba, dijo con gran humildad y perfetísimo amor:
Hijo mío, en vuestras manos encomiendo mi espíritu. Y tras
esta palabra sale aquella benditísima ánima de la morada de
su cuerpo, tan libre de dolor cuanto de pecado. No quiso el
1305 Señor que cuando El nació tuviese dolores de parto, ni de
muerte cuando ella renació para la gloria. Mas ¿quién con-
tará el apretado y dulcísimo abrazo que Cristo dió a aquella
benditísima ánima y el gozo que ella sintió de ver claramente
la humanidad y divinidad de su Hijo, con que fueron cum-
1310 piídos todos sus deseos y enjutas sus lágrimas, como el niño,
que, tomándole la madre en su pecho, cesa de llorar y no
tiene más que desear, pues recibe leche del pecho de la
madre?
La Asunción ¡Oh quién viera aquella hermosísima áni-
1315 ma, hermoseada con hermosura de gloria,
más blanca que la nieve, más resplandeciente que el sol, la
más pura y limpia de cuantas Dios ha criado y criará, des-
pués de la de su benditísimo Hijo! Y tengo para mí que,
12S6 Cant. 4, S.
1287 Cant. 5, r.
12S9 Cf. Cant. 2, 10-11.
1296 Le. 1, 38.
1302 Le. .23, 46.
1128
SERMONES. CICLO SANTORAL
pues Dios quiso que San Antón viese el ánima de San Pablo,
1320 primer ermitaño, más blanca que la nieve, subir al cielo
acompañada de los ángeles, que también sería servido de
enseñar a muchos de los que allí estaban presentes, y aun
a los ausentes, la hermosura del ánima de su santísima Ma-
dre, y la gloria de que gozaba, y la grande honra que le era
1325 hecha en aquella solemnísima subida a los cielos.
Arrimada, pues, la Virgen bendita a su amado Hijo y Se-
ñor, llena de indecibles deleites, comienzan todos a caminar
hacia el cielo con tanto regocijo, con tan acordada música,
con tan suaves aleluyas, con aquel Sancta Immaculata Vir-
1330 ginitas, quibus te laudibus, etc., que cantarían en honra de
la Virgen sagrada, aquel "Gloria sea a ti, Señor, que naciste
de esta Virgen"; cantando en honra de El y de ella, no a
cuatro, sino a cuatro mil y más voces, con otros cantares tan
sentidos, tan alegres y concertados, como convenía a la ñes-
1335 ta y grandeza de las personas de quien se cantaban, y que
bastaran a que, si un hombre las oyera, fuera de su dulce-
dumbre tan absorto, que no pudiendo sufrir tal peso de dul-
cedumbre, el ánima se saliera del cuerpo y se subiera al cielo
con tal compañía.
1340 ¡Madre mía, madre Elíseo vió subir al profeta Elias en
mía, carro y guía un carro de fuego hacia el cielo, y,
de Israel! sintiendo mucho írsele su maestro,
decía a grandes voces: ¡Padre mío,
padre mío, carro y guía de Israel! San Antón se quejaba del
1345 ánima de San Pablo, y decía: "¿Por qué te subes al cielo
sin primero despedirte de mí?" Y San Lorenzo se quejaba de
San Sixto, papa, porque, yendo a morir por Cristo, no le
llevaba consigo para el mesmo efeto. ¿Qué haremos nos-
otros en el día de hoy? ¿Gozarémonos porque la Virgen va
1350 llena de gloria y de alegría o lloraremos porque nosotros
nos quedamos acá?
¡Oh Virgen 'prudentísima! ¿Dónde vas como alba muy
resplandeciente , toda hermosa y suave, hermosa como la luna,
escogida como el sol, paloma hermosa, lavada con leche, a
1355 la cual cercaban los lirios de los valles, y las flores y las ro-
sas, acompañada de ánimas santas y ángeles bienaventura-
dos y en los brazos de tu Hijo? ¿Dónde vas, prudentísima
1327 Cf. Cant. 8, 5.
1330 Brev. Rom., Comm. Fcst. B. M. V., resp. 1 ad Mat.
1344 4 Reg. 2, 12.
1346 San Jerónimo, Vita S. Pauü primi eremitae, 14 (ML 23, 27) :
«Cur ane, Paule, diinittis ? Cur insalutatus abis ?»
1348 Brev. Rom., di'-c 6 Aug., ad Mat., lect. o (pro S. Xysto II
Papa).
1354 Brev. Rom., In Assumpt. B. M. V., ant. ad Magmf. tn
l Vesp.
7Q. ASUNCIÓN DI. MAR J \
1129
Virgen, y dónde nos dejas? ¿Qué haremos los indignos hijue-
los tuyos sino correr tras ti, y, viéndote subir al cielo, decir
1360 con voces de nuestro corazón: "¡Madre mía, Madre mía, ca-
rro que sustenta a los pecadores pesados y guía de los bue-
nos!" Elias, movido por las voces de su discípulo, le echó
su capa, con lo cual Elíseo pudo pasar por el río Jordán sin
ahogarse ni aun mojarse. Muevan os a vos, Señora, nuestros
1365 gemidos y nuestra necesidad y soledad, y echad en nuestros
corazones vuestra memoria, vuestra devoción y obediencia,
con lo cual vistamos nuestra desnudez, y, favorecidos con
vos, pasemos por el peligroso río de este mundo sin ser aho-
gados con los pecadores que hay en él.
1370 Vos, Señora, subís a sentaros en el resplandeciente trono
de gloria que vuestro Hijo bendito 'desde ab aeterno os tiene
aparejado a su mano derecha, donde experimentaréis con gran
dulcedumbre que hay grandes y limpios deleites en la mano
derecha de Dios, no por años tasados, mas hasta el fin, como
1375 lo dice la Escritura. También beberéis de aquel río claro como
cristal que sale de la silla de Dios y del Cordero, que es la
excelentísima divinidad y sagrada humanidad, que con su
vista alegra y harta toda aquella santa ciudad de Jerusalén,
la del cielo, cuyas ondas a vos, Señora, más que a otra nin-
1380 guna envisten y hartan y hacen bienaventurada, sin que ten-
gáis más que pedir ni que desear.
Gracias y muchas gracias a la divina Bondad damos vues-
tros pequeñuelos hijos, gozándonos mucho de vuestro tan
cumplido bien, que también podemos llamar nuestro, pues
1385 sois vos nuestra Madre; y mirando esto, celebramos el día
de vuestra partida con alegría y regocijo. Mas con todo eso
no podemos dejar de sentir soledad y desabrigo viéndonos
tan llenos de necesidades, y nuestra Madre tan lejos de nos.
Suplicamos os, Virgen bendita, que en ninguna manera nos
1390 pongáis en olvido; mas, pues podéis con Dios todo lo que
queréis, haced limosna a los pobres que quedamos acá.
Y como de vuestro Hijo bendito se escribe que subiendo a lo
alto dió dones a los hombres, así vos, Señora, pues subís
a lo alto tan semejable con El en la gloria, parecedle tam-
1395 bién en esto, que le pidáis mercedes para los que quedamos
acá; y sean muchas, porque lo piden así nuestras necesi-
dades, en todas las cuales habernos de recurrir a vos como
a amantísima Madre.
Haced vos, Señora, que alcancemos lo que a Dios pedi-
1400 mos; y cuando algún servicio os ofreciéremos, recebidlo de
buena gana; dadnos lo que os rogamos; excusad lo que te-
memos, porque después de Dios vos sois esperanza única de
1364 Cf. 4 Reg. 2, 13-14. 1376 Apoc. 22, 1.
1375 Ps. 15, 11. 1393 Cf. Ps. 67, 19.
1130
los pecadores, y por vos esperamos el perdón de nuestros
pecados y el favor para todo bien, y en vos está la esperanza
1405 de los galardones que en el cielo esperamos. ¡Oh Madre santa
y santísima! Socorred, Señora a los miserables, confortad a
los flacos de corazón, consolad y regalad a los llorosos, orad
por el pueblo, interceded por el devoto linaje de las mujeres.
Todos, Señora, chicos y grandes, que celebraren vuestra san-
1410 tisima festividad, y de vos se acordaren y de corazón os lla-
maren, sientan vuestro socorro y alivio, alcanzando lo que os
pidieren.
¡Oh bendita, que hallaste gracia engendradora de la vida!
Madre de la salud, humilmente te suplicamos que por ti
1415 nos reciba el que por ti fué dado a nosotros. Ebccuse tu san-
tidad e integridad acerca de El las culpas de nuestra corrup-
ción; y tu humildad, agradable a Dios, nos alcance perdón
de nuestra soberbia; tu copiosa caridad cobije la muche-
dumbre de nuestros pecados, y tu gloriosa fecundidad nos
1420 haga a nosotros fecundos de merecimientos. Señora nuestra,
medianera nuestra, reconcílianos con tu Hijo bendito, alcán-
zanos de El gracia para que, salidos de este destierro, nos
lleve donde gocemos de su santísima gloria.
71 Escogió la mejor parte *
Asunción de María. 15 de agosto
(Valencia, Bibl. Col. Patriarca, Ms. 1049, íf. 22 r - 3& v.)
María ofitimam Paitan elegit (Le. 10,
Exordio La Virgen y Madre de Dios, para siempre ben-
dita, siempre fué santa, ansí en su santa concep-
ción como por toda su vida; mas ansí como fué llena de
5 gracia y santidad, como el ángel dijo, así fué también en
esta vida muy lastimada con trabajos, según parece por las
historias y por el santo evangelio. Y si bien miráis en sus
fiestas, veréis en ellas su santidad y algún trabajo de qué
compadeceros. Santa fué en su concepción, mas cosa es de
10 compasión entrar en este mundo tan miserable y andar nueve
meses en la estrechura del vientre de su madre; santo fué
su nacimiento, mas llorando nació como las otras niñas.
Cuando parió a su sacratísimo Hijo y en todas las demás
fiestas, siempre hallaréis algo de qué compadeceros de ella.
15 Mas esta fiesta de hoy es de otra nueva manera, pues que
1411 ilrev. Rom., Comm. Fcst. B. M. V., ant. ad Maghif. in
I Vcsp.
* En ©1 índice escri'bió el Rio. Juan de Ribera : «De assump-
tione Beatissimae Mariae, et conceptione».
5 Le. r, 28.
71. ASrNOÓX DE MARÍA
1131
así como en su vida se juntaron en ella trabajos con santidad,
y siendo la más santa fué la más trabajada, así hoy la que
es santa como siempre lo fué, está del todo ajena de traba-
jos y tan llena de alegría, que así como su santidad es mayor
20 que la de todos, así en gloria y gozo ninguno se le puede
igualar, y excede sin comparación el bien y placer que hoy
le es dado, entrando en el cielo, a los trabajos que en esta
vida pasó.
Grande es la gloria que hoy le fué dada; y por eso, gran-
25 de es la fiesta de hoy, así para ella como para los que bien
la quieren. Y plegué a la misericordia divina que de tal ma-
nera nos aparejemos para esta gran fiesta, que en las mer-
cedes que hoy recibamos sintamos que la sacratísima Virgen
no es avarienta de los bienes que hoy Dios le ha dado, mas
30 que, estando en las alturas del cielo, se acuerda de enviar a
los pobrecillos de la tierra alguna gota de agua de aquel río
caudal que de la silla de Dios y del Cordero sale en el cielo,
que alegra la ciudad de Dios, y del cual ella bebe con más
abundancia que todos. Y si os da deseo de beber de esta agua,
35 que quita para siempre la sed, conviene, en todo caso, que
os aparejéis para celebrar esta fiesta con dispusición se-
mejante a la dicha fiesta, y porque nuestra madre la Igle-
sia, como quien tiene el espíritu de Dios, conoce nuestra
ignorancia, enséñanos en la oración secreta de la misa de
40 ayer lo que cerca de esto nos conviene saber y hacer. Quiere
que sepamos que es menester prepararnos, y que esta pre-
paración la hemíos de pedir a Dios, y declara que ha de
ser venir a esta fiesta munitos, iucundos, que es venir re-
parados, bastecidos y confortados, y también alegres. Por-
45 que así como en las otras fiestas de nuestra Señora la dis-
pusición para bien las celebrar era venir santificados y con
tristeza, así en ésta conviene venir confortados y basteci-
dos con santidad y venir alegres, para ser semejables a la
sagrada Virgen, que, según hemos dicho, hoy está santa
50 y llena de gozo.
E yo no sé qué mejor medio para venir de esta manera,
que haberos confesado y recebido en vuestras entrañas ai
que la Virgen trujo en las suyas y al que recibió a ella hoy
en el cielo. El es el esfuerzo, bastimento y conforte del
55 ánima y el alegría de ella, y todo su bien. Gócese quien ha
confesado y comulgado para hoy, y el que no, siéntalo por
gran pérdida y procure de antes que salga el ochavario de
esta santísima fiesta gozar de este bien para que sea par-
ticipante de las mercedes que Dios da a los hombres por
32 Cf. Apoc. 22, r.
33 Ps- 45. 5-
44 i\/¿ss. Rom., [11 1'igilia Assumpt. H. M. I ., oralio.
1132
SERMONES. CICLO SANTORAL
60 honra de su sacratísima Madre. Y tened por cierto que
estas mercedes no son pequeñas ni pocas.
Pues que el rey David, cuando puso el arca de Dios en su
lugar, convidó a comer a todo el pueblo que en la fiesta se
halló, dándoles pan y carne y buñuelos, ¡sea nuestro Señor
65 para siempre bendito, que el arca de Dios, que es la sacra-
tísima Virgen María, que hoy es puesta en el cielo, excede
sin comparación en dignidad a la otra arca; y nuestro rey
Jesucristo, que hoy pone a esta arca en el cielo, excede en
infinito valor, bondad y riquezas a aquel rey David; y tam-
70 bién el lugar altísimo y gloriosísimo en que hoy está puesta
la sagrada Virgen María, sin comparación excede al otro en
que David puso el arca! Y sobrepujando esta fiesta en todas
estas cosas a la otra, mucha razón es que también le exceda
en las mercedes que se dan a los que acompañan la fiesta.
75 Dióse allí pan, carne y buñuelos, cosa de tierra y de poco
valor, porque los reyes de la tierra no pueden dar sino
tierra; mas nuestro Rey celestial dará dádivas celestiales
y comida entera al ánima, de substancia y fructa, dándole
santidad y fructa de consolación y alegría, para que de esta
80 manera celebremos la fiesta conforme a cuya es y glorifique-
mos a Dios por el bien que a su sacratísima Madre hoy hizo
y a nosotros por ella.
No resta sino que abramos los senos de nuestro cora-
zón y, puesto el pensamiento en el cielo, hincadas las ru-
85 dillas en el suelo, en testimonio de nuestra indignidad y
bajeza, pidamos mercedes a Jesucristo nuestro Señor, y
pongamos por intercesora a la sacratísima Virgen María,
diciénuole con mucha devoción: Ave, María.
¿Qué es: Escogió la Optimam partem elegit. Las cosas
9° mejor parte? oue en p1^banza de la sacratísima
' Virgen María se dicen, han de ser
de tanto pésol y precio, que con mucha razón sean dignas de
loor, pues ella tiene la cumbre de la santidad y es dada por
ejemplo a nosotros. Es aquí alabada por boca del Señor
95 de que escogió lo mejor, y parece que es esto cosa tan
común, que no hay quien otra cosa haga. Quien puede
alcanzar riquezas, no escoge pobreza; ni enfermedad quien
puede tener salud; no trabajos; ni quien puede ganar en
un buen trato a veinte por ciento, se contenta con ganar
100 diez. Y de esta manera es en otras muchas cosas, y tan
usado, que no tienen por digno de alabanza a quien esto
hacen, mas temían por loco a quien otra cosa hiciese.
Hermanos, otra cosa debe ser de lo que el Señor alaba
a su Madre, de que tuvo saber tanto y bondad, que escogió
64 Of. 2 Re^. 6j 19.
89 Le. 10, 42.
71. ASUNCIÓN DF. MARÍA
1133
105 la mejor parte. Otra cosa debe ser lo que se llama mejor
en la escuela de Dios y en su corte, que no sin causa dijo
el Señor aquellas palabras que son lumbre de nuestra igno-
rancia y condenación de los errores del mundo: que lo que
es alto delante de los hombres es abominación delante de
110 Dios. Dijo Dios aquesta palabra, y por eso es muy ver-
dadera, mas mucho temor tengo que hay mucha gente que
no la cree con aquella firmeza que la verdad de Dios pide,
ni que se requiere para aprovecharse de ella. ¡Oh misera-
bles mundanos, incrédulos no sólo a las palabras de Dios,
115 mas aun a sus obras, y no cualesquiera, mas muy traba-
josas y muy costosas a El, para que por ellas entendié-
semos que doctrina que a El tanto cuesta, no la dice de
burla y quiere que sea creída y obrada muy de verdad!
Decidnos, Señor, cuando venistes del cielo a la tierra,
120 para que viviendo en ella nos enseñásedes con palabras y
obras el camino para subir al cielo, ¿escogistes vos, por
ventura, la mejor casa, el mejor vestido y los tratos de
mayor ganancia, las honras y descanso y todo lo demás
que el mundo elige y llama mejor? Por cierto, hermanos,
125 si lo que el mundo escoge es lo mejor, Jesucristo se engañó
y escog[i]ó lo peor. El no puede ser engañado. El mundo
mire lo que hace y cómo siente de las cosas, y con la ver-
dad de Dios corrija sus ignorancias, y entienda que, pues
El no puede errar y escogió la pobreza, trabajos y cruz,
130 que aquello es lo mejor, y lo contrario, por mucho que el
mundo lo elija y lo precie, es lo peor.
Y como la sagrada Virgen fué enseñada por el Espíritu
de su Hijo, aun antes que El encarnase, no erró en lo que
eligió, mas siguió la verdad de Dios y no la mentira del
135 mundo. Ya sabéis, y cosa es notoria, que, pudiendo ser
rica, se hizo pobre, y tiniendo derecho para no pasar tra-
bajos, pues nunca tuvo pecado, fué la más ejercitada en
ellos que ninguna criatura por pecadora que fuese. Y si
preguntáredes cómo tuvo corazón para escoger pobreza,
140 trabajos y cruz, y sacrificar a Dios los placeres que el
mundo tiene por dioses, deciros he que fué tanto el conoci-
miento y amor que de Dios tuvo, tanta la estima con que
le preció, que por alcanzarlo, y por alcanzar mucho de El,
no sólo no deseaba las cosas de la tierra, mas ni aun las
145 tomara, aunque se las dieran; tiniendo por cierto que cuan-
to más dejaba por Dios, tanto más ternía de El ; y por eso
tenía, muy mejor que San Pablo, todas las cosas por es-
tiércol, porque Dios fuese precioso en sus ojos y muy
no Le. 16, 15.
14S C'f. Phil. 3, 8.
1134 SERMONES. CICLO SANTORAL
amado de su corazón. Y no tenga nadie por agravio que
150 se llamen estiércol los bienes de este mundo, pues que él
no fué criado para morada de hombres, sino de bestias, y el
tal lugar establo se llama, y lo que en él hay estiércol es.
¡Oh gente abatida, ratera y de pequeño corazón, que an-
dáis desvelados, aperreados y muertos por henchir vues-
155 tras arcas y senos de vilísimo estiércol, y que mañana o
esotro día lo habéis de dejar, y no os enamora Dios ni
los bienes eternos, que son mayores que vuestro corazón
puede comprehender !
La mejor parte es el ¡Virgen para siempre bendita, no
160 amor de Dios CUP° en vos pequeñeza de cora-
zón, porque aun el mismo preten-
der de ser virgen es grandeza de corazón, pues es profesar,
acocear y tener debajo de los pies al fuerte enemigo que
es nuestra carne, de la cual muchos chicos y grandes son
165 miserablemente vencidos! Grande empresa es ésta, y la pri-
mera mujer que la emprendió la sagrada "Virgen María es,
por lo cual se llama Virgen de vírgines; y como la em-
prendió con grandeza de corazón, así la guardó y salió con
victoria. Mas no paró en esto su magnanimidad, pues no
170 sólo la tuvo en despreciar carne y todo el mundo — y si os
dijere el cielo, no mentiré — , y puso sus ojos en escoger la
mejor parte de todas, como dice el santo evangelio, la cual
es Dios, Bien sobre todos los bienes, Causa de todos los
bienes, entero y cumplido Bien, y tal Bien, que en su com-
175 paración la santidad de los santos no es santidad, la alteza
de los altos es bajeza, la luz es tinieblas; la hermosura,
fealdad, y todos los bienes juntos no son nada en compa-
ración del sumo e infinito Bien. Aquí, aquí, hombres, po-
ned vuestros ojos, para enamoraros de tal hermosura; aquí
180 vuestro corazón, para que, por participación del sumo bien,
os vaya a vosotros bien y seáis para siempre dichosos.
Aprended de esta sagrada mujer, la cual fué tan enseñada,
que escogió la mejor parte de todas, y se dió tan buena
maña, que la alcanzó y la poseerá para siempre, sin que
185 le sea quitada.
Todo lo cual vió David en espíritu. En alabanza de esta
sacratísima Virgen cantó la grandeza y lealtad de su co-
razón, diciendo en persona de ella estas palabras: ¿Qué
tengo yo que desear en el cielo, y qué te pido yo, Señor,
190 en la tierra? Enflaquecido se ha mi carne, y Dios es mi co-
razón para siempre. ¡Oh amor leal, oh lealtad amorosa,
empleada en Aquel que por ser sumo Bien es digno que
176 alto*] no aád.
igi Cf. I'.S. 77, 25-26.
71. \sr.\CIÓN" DE MARÍA
1135
se quite el amor de todas las otras partes y se ponga en él!
¿Qué tengo yo que desear en el cielo?, dice la Virgen, por-
195 que aunque allá haya cosas de tanta excelencia, que sin
comparación exceden a las de acá, es tanto el exceso con que
Dios los excede que, para quien lo entiende, como la Virgen
bendita lo entendía, son contadas por nada, y no dignas que
impidan al torrente del amor que de Dios de contino corre;
200 y si a las cosas que hay en el cielo la sagrada Virgen no
vuelve la cabeza, ni aun las mira (por no enturbiar su vista,
con que mira a Dios, ni impidir su corazón, aunque sea
pequeña parte de él, porque tiene por grande mal no dar a
Dios su corazón todo entero), cuánto menos cuenta hará
205 de las cosas de la tierra, pues son de poco valor en sí mis-
mas y en comparación de lo que hay en el cielo. Libre,
vacío de todas cosas de la tierra y verdaderamente pobre
estaba el corazón de la Virgen por darse desembarazada al
que de verdad lo mereco poseer.
210 Había leído, y poníalo en obra, lo que el Señor había
dicho: Heriste mi corazón, esposa mía hermosa, heriste mi
corazón con uno de tus ojos y con un cabello de tu cabeza.
Omnipotentísimo es Dios, invencible es y de fortaleza in-
finita, mas unas armas hay que quien las sabe menear ven-
215 cerá con ellas al Invencible y lo prenderá y captivará como
si fuese una cosa muy flaca. ¡Oh dichoso ojo que a Dios
hiere, dichoso cabello, que, siendo tan flaco, puede atar al
Omnipotente! Aquella suprema Sabiduría, dice San Dio-
nisio, se deja vencer por amor; y sabiendo esto muy bien
220 la sagrada Virgen María, quitó el amor de todas las partes,
y muy junto y encendido llévalo al Señor como una saeta,
y hiérelo con esta intención y vista amorosa y con recoger
sus pensamientos y contemplación en uno, trayéndolo siem-
pre en el acatamiento de Dios, como dice David. Ataba a
225 Dios con su ánima para que nunca se fuese de ella, y era
tan grande la sed que de Dios tenía, no sólo su ánima, mas
aun su carne, como dice David, que del gran deseo de Dios
dice que se desmayó la carne y él corazón, como quien cum-
plía lo que está escripto mejor que ninguna criatura: Hijas
230 de Hierusalem, si viéredes a mi amado, decilde que de su
amor estoy enferma. Mas esta enfermedad salud es, y muy
malsano está quien de esta enfermedad no está enfermo.
Este amor que ansí se enseñorea de esta Virgen nos
lo da a entender en las palabras siguientes que ella muchas
212 Of. Cant. 4, 9.
319 Cf. PsF.rno-iDioNisio AREOPAGITA, De div. nomin., c. 4, J4 :
MG 3. 7" 6-
224 Cf. Ps. 24, 15. 22S Cf. P¡s. 72, 26.
227 Ps. 62, 2. 231 Cant. 5, S.
1136
SERMONES. CICLO SANTORAL
235 veces decía para resollar y refrigerar el ardentísimo fuego
de su corazón. Las palabras son éstas: Dios de mi corazón,
y mi parte es Dios para siempre. ¡Oh dulcísimas palabras
en las orejas de Dios y dignas que robasen nuestros cora-
zones, para imitarlas, pues de tanto provecho son. "Dios
240 de mi corazón, dice la Virgen, mi corazón os ama con todas
sus fuerzas, con aquel amor que es razón que Dios sea
amado; mi corazón os tiene por Dios en obedecer vuestra
ley y seguir vuestra santa voluntad, como una sombra sigue
a su cuerpo; mi corazón está cerrado a todas las cosas y
245 a vos solo abierto, como a su verdadero esposo y señor.
Con todas las criaturas trato, poniendo entre ellas y mi
corazón un velo; y para tratar con vos me lo quito, para
que vos miréis mi faz y yo mire la vuestra. Finalmente,
mi corazón siente de vos como de su verdadero Dios, y con
250 tanta fuerza de amor, que, tiniéndoos por su Dios, mi cora-
zón también os tiene por su Dios. Mi entendimiento, mi
memoria, mi parte sensitiva, mi carne, mi sangre, mis hue-
sos y todo lo que yo soy y tengo, y puedo tener y desear,
tengo puesto debajo de vuestros pies, para que de todo
255 ello se haga vuestra santa voluntad y lo pongáis donde vos
quisiéredes como su verdadero Dios y Señor; y aunque el
mundo y el cielo ofrezca muchas cosas que desear, y unos
escojan unas y otros otras, yo, Señor, escojo a vos por mi
ración, con intento de serviros para siempre y con espe-
260 ranza de poseeros por mi ración para siempre".
¡Oh qué placer, hermanos míos, es oír hablar a la Vir-
gen y dar muestras de la lealtad de su corazón y de su
grande prudencia, con que, despreciadas todas las cosas,
eligió la mejor parte, que es Dios; y cuánta vergüenza y
265 dolor debe causar en nuestros corazones de verlos tan en-
gañados y tan abatidos a cosas vilísimas, que por ellas de-
jamos de escoger al sumo bien, que es de infinito valor!
Conténtanse unos con tener a Dios por Dios de su lengua,
rezando oraciones a Dios; otros, con tenerlo por Dios de
270 sus ojos, trayéndolos recogidos y castos; otros hincan a
Dios sus rudillas; otros hacen otras buenas obras; mas
fáltales lo mejor, por lo cual el Señor se queja, diciendo:
Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos
está de mí. ¡Dios de mi corazón!, dijo la Virgen sagrada,
275 que quiere decir Dios de mi amor. Y éste es el que hace el
corazón uno con Dios y trata a Dios como a Dios, y tras de
El — siendo verdadero — va todo lo demás; y enseñoréase Dios
de todo ello, porque El se enseñoreó del amor, que lo ense-
ñorea a todo.
237 Ps- 72, 26.
274 Mt- 15. 8 ; Me. 7, ó.
71. ASUNCIÓN DE MARÍA
na?
280 Mi parte, guardar su Y para que entendáis esto, dice
ley: huyendo de pecar David, y conviene con más razón
do mortal y venial a nuestra Señora: Yo tomé, Señor,
por ración mía el guardar tu san-
ta ley. Ración del ánima se llama Dios, y ración del ánima
285 se llama su ley, porque quien a Dios de verdad ama lo ha
de mostrar en guardar sus mandamientos, y quien a éstos
tomara por ración propia, éste ha eligido a Dios por ración
y por Dios de su corazón; y si persevera en ello, lo po-
seerá para siempre. Mas es de mirar que la sagrada Virgen
290 María no se contentó con eligir los mandamientos de Dios
por su ración, para tener solamente cuenta de no quebrán-
tanos con pecado mortal — porque para la grandeza de su
amor, que al Dios de su corazón tenía, pequeño grado de
amor le parecía aquéste, pues hay muchas gentes que viven
sin pecados mortales y no es cosa digna de particular ala-
300 banza hacer lo que muchos hacen- — , mas aquella espuela
de perfectísimo amor, que hacia Dios la aguijaba, le hizo
tomar por empresa — y por la gracia del Señor salió con ella —
de no ofenderle con pecado mortal ni venial, porque estaba
su corazón sagrado tan tierno y blando para con Dios,
305 que ni aun palabra ociosa, ni aun pensamiento desaprove-
chado, ni a cosa ninguna fuera de Dios, no le daba entrada
en su corazón, sintiendo muy de verdad lo que después
San Hierónimo dijo: que nunca es cosa liviana ofender a
Dios, aun en las cosas muy pequeñitas; y que aquel hom-
310 t>re es muy prudentísimo que no mira tanto la cantidad de
lo que se manda cuanto la majestad del que lo manda, que
es Dios.
Oíd, hijos de los hombres: Es Dios el que demanda,
del cual tiemblan las colunas del cielo, ¿y atréveste tú a
315 ofendelle en mucho y en poco? Es bien sumo, es perfición
sin tasa, ¿y tienes corazón para amarle con tasa, diciendo:
"En esto no le quiero ofender y en esto sí" ? Dióse El mismo
todo por ti; ninguna sangre le quedó que no derramó por
ti, no solamente viviendo, mas aun después de muerto;
3*0 tiénete obligado con beneficios sin número, ¿y tú pones tasa
en le servir, pareciéndote ser pequeña cosa enojar a quien
tanto debes? De esta maldad, que los ciegos y tibios tienen
en poco, ha venido y viene el grande y miserable diluvio
de los pecados mortales y desdichadas caídas que hay en
325 el mundo, aun de los que [no] desean cometerlas, porque,
como no procuran de huir de los más pequeños, verifícase
en ellos lo que la suma sabiduría de Dios dijo: que quien
284 Cf. Ps. 118, 57.
286 lo. 14, 21.
309 Cf. San Jerónimo, Ep. 69, 8 : ML 22, 662.
1138
SERMONES. CICLO SANTORAL
tiene en poco las culpas pequeñas, poco a poco caerá en las
grandes.
330 La viña de Dios, que es el ánima que guarda sus santos
mandamientos, no cayendo en pecado mortal, no ha de
estar sin cerca; si quiere conservarse en la gracia que ha
recebido, cercada ha de estar, y con seto, que es el cuidado
de no caer en pecados veniales; y si este cuidado se pierde,
335 ábrense primero unos pequeños portillos, que después se
hacen puertas grandes, por donde entran ladrones y bes-
tias fieras de pecados mortales; que, con miserable trueco,
yéndose Dios, para el cual antes fructificaba, entra en ella,
y poséela, el enemigo demonio, al cual sirve y fructifica
340 fructos de maldad, con que él se mantiene. Y los que no
quisieron creer a los que les amonestaban a huir de males
pequeños; tiniendo un imprudente atrevimiento deque habían
de guardar su viña, aunque no fuesen diligentes en huir de
pecados veniales, probaron con grandísimo daño que es
345 verdad lo que la Escriptura dijo: Quien destruye el seto,
que es el cuidado de no caer en pecados veniales, morderle
ha la serpiente, que es el pecado mortal.
Mirad bien en ello, preguntaldo a vuestros mayores, leé
la Escriptura divina y aun las historias de los que no son
350 cristianos; preguntad a Dios y a los hombres, y todos os
dirán que por maravilla nacen males grandes sino de males
pequeños, y que muy dañosos fines tuvieron y producieron
los livianos principios, tanto, que apenas eran conocidos
por males, ni, nadie pensara que de tan pequeña centella 6e
355 había de encender fuego tan grande, que a tantos y con
tanto daño hiciese mal, y tan malo de apagar, que muchas
veces no basta diligencia propia ni ajena. Mas no quiero
daros trabajo de que preguntéis esto a nadie; no os ruego
sino que os acordéis de cuántas veces de una vista, de un
360 oír, de un pasear y de cosas más livianas que éstas os han
venido tentaciones tan grandes, que os han derribado en
pecados mortales, o a lo menos os han puesto en peligro
de los cometer. Decí: ¿Nunca habéis visto o oído que, de
estar jugando dos hombres muy poca cantidad, ha resul-
365 tado injuriarse, quererse mal y herirse, y aun matarse?
¿Quién creyera que por salir Dina, hija de Jacob, a de[s] eno-
jarse y a mirar la tierra que habían apartado su padre y sus
hermanos, había de sucederle tanto mal, que había [n] de
quitarle su virginidad; y que, en venganza de esto, sus
370 hermanos matasen al que la deshonró, y a su padre y a
todos cuantos estaban en aquella ciudad? Y no menos mal
acaeció por mirar París a Elena, que fué causa de muertes
328 Cf. Eccüí. iQ, 1.
347 Eccl, 10, S.
171 Cf. Gen. 34.
71. ASUNCION DE MVRIA lid»
de tanta gente señalada y total destruición de la famosa
ciudad de Troya. ¿Quién no temblará oyendo esto, y viendo
3"5 lo que en sí experimenta, y de los otros ve y oye, que con
mucha razón ha de ser causa bastante para mirar dónde
ponemos el pie y procurar de huir de cualquier peligro, por
pequeñito que sea?
¡Oh sagrada María, cuán lejos estaba de vos caer en
380 pecados chicos, y, por el consiguiente, tampoco en grandes,
atemorizada con el santo temor de Dios y confortada con el
grande amor suyo, que así guardaba vuestra ánima, que
en viniendo a ella un pecado, aunque muy liviano, era abra-
sado y vencido de aquel grande amor, como una pequeña y
385 liviana paja de un fortísimo fuego! Muchos santos desearon
esto, y muchos hubo, y agora los hay, que no cometerán
deliberadamente y con acuerdo un pecado venial, aunque
les cueste la vida y mil vidas; mas los pecados de inad-
vertencia, de negligencia, y los que nacen de nuestra propia
390 carne, que son casi naturales a nuestra humana flaqueza y
sin los cuales no se vive en esta miserable vida, aunque los
desearon evitar, no salieron con ello, porque la corrupción
del pecado original, aunque sea perdonado por el santo bap-
tismo, no deja vivir sin pecado venial al que debajo de su
395 poder tomó. Mas como la sacratísima Virgen María por
singular privilegio fué preservada de pecado original, tuvo
vida limpísima y ajena de todo pecado: cuerpo limpio por
virginidad y ánima tal, que es ñamada de Dios toda her-
mosa y que no hay en ella mancha.
iOO No sólo huye el peca- Grande excelencia es aquesta, que
do, mas busca en todo ni tuvo, ni tiene, ni terná igual
ir. to^sv. ~i ; a entre todos los santos; mas esta
la mayor gloria de benditísima virgen y aguila cau.
IWos dal vuela tanto, que no sólo esco-
■05 gió la mejor parte cuando se de-
terminó de querer a Dios, de no cometer contra El ni un
pecado mortal; y mejor parte cuando escogió de no le
ofender ni aun venialmente, aunque le dieran mil muertes;
y mucho mejor cuando su amoroso y generoso corazón es-
lío cogió no sólo huir de todo pecado, mas buscar en todo lo
que a Dios agradase, y de lo más agradable lo que más le
agradase. Fortísimo fué su amor, que le compelía a buscar
en todas las cosas el mayor contentamiento y mayor gloria
del Dios de su corazón. Como dice San Pablo que se debe
U5 buscar la voluntad de Dios de muy buena gana y huir de
388 pecados] mas los pecados add.
399 Cf. Ca-nt. 4, 7.
1140
SERMONES. CICLO SANTORAL
pecados mortales y de veniales, y de lo bueno escoger lo
mejor, así lo hizo esta Virgen. En lo primero, muchos se-
mejables tuvo, que no cometieron pecado mortal; en lo se-
gundo, excede a todos los hombres y mujeres que vienen
420 de Adán por el modo ordinario de la generación; mas en
las riquezas de su amor, con que tenía la cumbre de gracia
y de las virtudes, excede a los ángeles y a todos los espí-
ritus celestiales, aunque sean los más altos querubines y
serafines, los cuales con mucha razón pueden conocer ven-
425 taja y ser discípulos de aquesta sagrada Virgen en la es-
cuela del amor a Dios, pues es más rica y sabia en aquesta
arte, que excede y puede enseñar a todos ellos. Muchas hijas,
dice Dios, allegaron para sí riquezas, mas tú, sagrada Vir-
gen, a todas has sobrepujado. Y en otra parte le dicen las
430 ánimas que a Dios aman: ¿Dónde fué tu amado, la más
hermosa de las mujeres? ¿Dónde fué tu amado?, y buscarle
hemos contigo. Las hijas que allegaron riquezas y las mu-
jeres que esto preguntaban, entender por ellas los hombres
y las mujeres. Y todos los ángeles confiesan que esta Vir-
435 gen es más rica que ellos en la riqueza de la gracia y vir-
tudes y más arreada de la hermosura espiritual que de esto
resulta, porque de la del cuerpo no solamente hay estima-
ción de ella en los ojos de Dios, antes se tiene por poca,
peligrosa y de poca estima, y así lo mandó decir para que
440 venga a noticia de todos: Vana es la buena gracia y enga-
ñosa es la hermosura; mas la mujer que temiere a Dios,
aquélla será alabada.
Por los servicios de Por ventura parecerá a alguno que
María, sacaremos el me ne olvidado de la fiesta en que
poderoso y santo su nombre, he dejado de hablar de este
450 grande galardón que hoy de la liberalísima mano de Dios
recibió, y he hablado de la santidad de ella y de lo mucho
que al Señor sirvió viviendo en aquesta vida. Mas no sin
causa se ha dicho, pues que a las cosas menos conocidas
hemos de subir, como por escalones, por el conocimiento de
455 las cosas más conocidas. Los ángeles que en el cielo están,
y se hallaron presentes a esta bienaventurada fiesta, cono-
cerán claramente la grandeza de la gloria que el Señor a
su bendita Madre hoy dió, y como la Iglesia canta: La
Virgen María es subida al cielo, gózanse los ángeles y ben-
445 galardón que Dios
le da
estamos, pues en el día que la
Virgen bendita fué de Dios galar-
donada en el cielo y le hizo gran-
des mercedes de gloria el que es
417 Cf. Eph. 5. 3-4-
429 Prov. 31, 29.
432 Oant. 5, 17.
ASUNCION DK MARIA
160 dicen al Señor juntamente; mas nosotros, que no merecimos
hallarnos en esta fiesta para ver el galardón que da Dios a
su Madre, tenemos necesidad de conocer algo de él por el
rastro de la santidad y servicios de ella. Pues El es tan libe-
ralísimo, que su paga excede a todo servicio; y pues El
165 ha dicho: Yo amo a los que me aman; yo glorificaré al que
me honrare; y adonde yo estoy estará mi sirviente; con las
cuales palabras da certidumbre que no trabajará en balde
el que le sirviere y amare, aunque sea dar por su amor
un jarro de agua, ¿quién contará la grandeza del galardón
t70 que dió hoy a esta Virgen, la cual, como San Anselmo dice,
resplandeció con tanta pureza y santidad de vida, cuanta no
se puede entender mayor debajo de Dios, y, por consiguien-
te, conviene que le den la mayor gloria después de Dios?
¡Oh benditísima y prudentísima Virgen!, ¿dónde vais
t75 hoy, hija de Sión, toda hermosa y suave, reclinada en los
brazos del Amantísimo de tu corazón? ¿Dónde vas sino a
recebir corona de gloria sobre todo lo criado y que se ha
de criar, y que toda rudilla del cielo y de la tierra y debajo
de ella se te incline, por voluntad o por fuerza, y te sea
180 dado nombre sobre todo nombre y que sólo tu Hijo te ex-
ceda?
José de (Egipto, figu- El rey Farón fué muy agradecido
ra dle María a l°s servicios que le hizo el casto
Josef , y el beneficio que hizo a todo
Ii85 el reino de Egipto en guardarles trigo para que no pere-
ciesen de hambre, y díjole: Tú serás el superior de mi casa,
y a tu mandamiento obedecerá todo el pueblo, y en una silla
del reino tan solamente te precederé; y te constituiré sobre
toda la tierra de Egipto. Y después que el rey dijo estas
'90 palabras, vino a las obras, y quitóse el anillo que tenía en
su dedo y púsolo en la mano de José, y dióle vestiduras de
muy rica holanda y púsole en su cuello un collar de oro,
y hizo que subiese sobre su carro el sigundo, y que saliese
por las calles acompañado de los principales, y que un pre-
(95 (jonero fuese delante de él, diciendo a la gente que todos se
hincasen de rudillas delante de Josef, y que supiesen que
era puesto por Faraón y por visorrey de toda la tierra de
Egipto. Díjole más el dicho rey: Yo soy Faraón, y, sin tu
486 d lióse
460 fírev. Rom., In Asamnpt. B. M. V., ant. 1 ad Vesp. et
ad Laúd.
465 Prov. S, 17.
466 1 Reg. 2, 30 ; lo. 12, 26.
472 San Anselmo, De concepta virghi.. c. 18 : M,L isS, 451.
175 Brev. Rom., In Assumpt. B. M. V., ant. ad Magmf. in
1 Vesp.
4S0 Cf. PhM. 2, 9-10. <
1142
SERMONES. CICLO SANTORAL
mandamiento, en toda la tierra de Egipto no se moverá
500 mano ni pie; y púsole por nombre en su lengua Salvador
del mundo.
Historia de mucho agradecimiento y ternura es aquesta,
la cual, aunque el rey Faraón la ejecutó, mas el autor prin-
cipal de ella Dios fué, que quiso galardonar al santo Josef
505 por la paciencia que había tenido en sus trabajos, que sin
culpa había padecido, y la castidad y santidad de su vida,
que había tenido con la gracia de Dios. Pues con cuánta más
razón se debe creer que Jesucristo nuestro Señor, muy más
agradecido y más poderoso que el rey Faraón, galardona-
510 ría hoy los servicios que le hizo su sacratísima Madre
y las buenas obras que a los prójimos hizo con mucho ex-
ceso. Porque si él guardó el pan con el cual se mantuvo
la tierra de Egipto, no hizo más que poner su industria,
porque ni él llovió agua en la tierra, ni hizo que el trigo
515 naciese, ni le hizo crecer hasta que granase, porque esta
dignidad no era suya, sino solamente figura de la sacratí-
sima Virgen María, que con grande exceso la cumplió por
manera nunca oída ni vista, y que parece desemejable en
el cielo y tierra. Ella fué la que de su propia sabiduría y
520 purísima sangre engendró, por Espíritu Santo, no al pan
perecedero de tierra, más al eterno Pan celestial, haciendo
que fuese hombre y mantenimiento de hombres el que era,
es y será Dios para siempre; y la que lo engendró, lo parió
y lo mantuvo para que creciese, así cuando lo tuvo ence-
525 rrado en su sacratísimo vientre como después de nacido, y
nos lo guardó muy mejor que Josef para que no pereciése-
mos de hambre, mas viviésemos por El, y no un reino
sólo, sino todos los homibres que fueron, son y serán, si
por ellos no queda.
530 María, uráversail li- Benditísimo Señor, ¿qué darás hoy a
mosnera dte todas tu sacratísima Madre? ¿Qué serán
las gracias ^as ventajas que harás al rey Faraón
en galardonar a tu Madre, pues que
sin comparación tu excelencia es mayor que la de él y tu
53-5 sacratísima Madre más que Josef? ¡Oh, que no hay lengua
que pueda explicar los servicios y santidad de la Virgen ni
el galardón que por ellos le da! Toda lengua enmudece, todo
entendimiento falta en las alabanzas de la santidad de ella
y en la grandeza de la bondad de El. Profundos abismos
540 Son entrambos, y el abismo de los servicios llama al abismo
de la bondad divinal para que dé el galardón conforme a
ellos y a El. Mas rastreando, por la historia ya dicha, lo
501 Of. Gen. 41, 40-45.
S23 Cf. Apoc 4, 8.
540 Ps. 41, 3.
71. ASUNCIÓN DK MARÍA
1143
figurado por ella y hoy cumplido con grandísimo exceso,
oigamos cómo el bendicto Señor, subiendo hoy al cielo a su
545 sacratísima Madre, le dice con gran dulcedumbre: "Madre
mía, tú serás eternalmente sobre toda mi casa, y todo el
pueblo de mi celestial corte y de la tierra y debajo de ella,
será obediente a lo que tu boca mandare; solamente te pre-
cederé en una silla del reino, porque yo soy Dios criador,
550 y vos criatura y Madre mía". Tras las cuales palabras quitó
el anillo de su mano y lo puso en la de ella, para que tenga
poder y autoridad para referendar todas las mercedes que
Dios al mundo hiciere, y que la que no fuere por su mano
refrendada ni viniere por medio de ella, no sea tenida por
555 verdadera, ni que viene del cielo; y que es hecha universal
limosnera de todas las gracias y limosnas que Dios a los
hombres hiciere, como San Bernardo dice. "Que todos la
honren y le sean devotos y agradecidos; y sepan que se
enseñorea no sólo en la tierra de Egipto, sino en la tierra
560 y en el cielo; y que es tan absoluta y poderosa Señora, que
nada moverá el pie ni la mano sin la voluntad de ella".
Y después de recebido el anillo, que hermosea una parte
del cuerpo, vístela su benditísimo Hijo de vestidura de muy
blanda holanda, la cual color es la que usa en el cielo y
565 significa la gracia, sin la cual el ánima está desnuda y
ennegrecida, sigún Cristo lo dice: Aconséjotc que te vistas
de vestiduras blancas, porque no aparezca tu desnudez.
Y también significa a la gloria, que es gracia acabada y
preciosa vestidura del ánima, que se dará a los que bien
570 vivieren, sigún lo ha prometido Jesucristo nuestro Señor,
diciendo: Andarán comigo y con vestiduras blancas. Y así
los ángeles que aparecieron a los santos apóstoles en el
día de la ascensión del Señor, vestiduras blancas traían;
y cuando el Señor quiso declarar su gloria en el monte
575 Tabor, fueron sus vestiduras hechas blancas como la nieve
con gloria. Pues representada por la pureza de holanda y
ganada con trabajos como la blancura de la holanda, viste
hoy el Señor benignísimo al ánima de su sacratísima Madre,
y también hoy, o al tercero día, le resucita su santísimo
580 cuerpo, y, vestido de gloria, lo junta con el ánima, que tie-
ne más gloria; y toda su Madre entera, en cuerpo y en
alma, la manda poner sobre su carro el sigundo, dándole
el sigundo lugar de la gloria y del universal señorío, des-
559 enseño de a
561 Cf. San Bernardo, hi Xativ. B. M. T'.. serm. 5 ; In Vigil.
Xaiiv. Dotnivi, serm. 3, 10 : ML iS-,, 440 s. 100.
567 Cf. Apoc. s, iS.
571 Cf. Apoc. 3, 4.
573 A'ct. 1, 10.
576 Le. 9, 29 ; Mt« 17, 2 ; M¡c. 9, 2
1144 SERMONES. CICLO SANTORAL
pués de él. Porque el primero y principal carro, en que
585 nadie sino Jesucristo nuestro Señor, en cuanto hombre,
anda, es que por la unión hipostática el hombre es verdadero
Dios, no por gracia, sino por naturaleza; tras la cual dig*
nidad, a la cual ninguno llegó sino El, es la dignidad de
la Virgen, por ser madre, no de hombre sólo, mas del
590 verdadero Dios humanado. Esta dignidad le fué dada cuan-
do concibió al Hijo de Dios, y hoy es puesta sobre el sigundo
carro de la gloria, conviniente a tal dignidad.
Hoy entra en el cielo, y anda por él subida en carro de
tan grande honra, y va acompañada de los más principales
595 y menos principales de todo el cielo, y suena voz delante
de ella, y no de pregonero bajo, como delante de Josef, mas
de excelentísimos ángeles, que con devotísimo afecto, con
entrañables alabanzas, dicen con tono muy alto: "Arrudi-
llaos, arrudillaos todos, que pasa la Virgen y Madre de Dios,
600 que ni tuvo ni terná semejable; y todos los que al Hijo
honráis, honrad a la Madre, y conocedla y tenedla y ser-
vidla por vuestra natural y verdadera Señora; porque así
como el Hijo, por ser obediente a su Eterno Padre, fué en-
salzado, y le fué dado nombre sobre todo nombre, así esta
605 Virgen, su Madre, fué obediente a la voluntad de Dios has-
ta la muerte, y muerte de cruz, pues ofreció a su Hijo por
obediencia de Dios a que muriese en ella; la cual obe-
diencia le fué tanto más dolorosa que si le mandar [an] mo-
rir a ella muerte de cruz, lo quisiera; y así sea hoy ensalza-
610 <Ja sobre todos, pues se humilló más que todos, porque se
cumpla la palabra de su benditísimo Hijo, que dijo: Quien
se humillare será ensalzado; y, por consiguiente, quien más
se humillare más ensalzado".
Esta voz angélica sonó en las orejas de aquella altí-
€15 sima corte y honrada y celestial caballería, y con muy gran-
de presteza la obedecieron y para siempre la obedecerán,
reverenciando a esta sacratísima Virgen con reverencia
profunda y amándola con entrañable amor. Y quiere Dios
que así como fué pregonada esta gloria en el cielo, por
620 medio de ángeles, también lo sea predicada en su Iglesia a
los cristianos, por boca de sus predicadores, que también
se llaman ángeles porque son mensajeros de Dios, para que,
sabida por todos esta grande honra y señorío que hoy re-
cibe la Madre de Dios, demos todos alabanzas a Dios, que
625 tan largo es en la galardonar; y le demos gracias por los
muchos bienes que hoy hace a nuestra verdadera Madre y
Señora; y también para que sepamos a quién hemos de ir
a pedir favor en nuestras necesidades y a quién hemos de
encomendar nuestros negocios, para que sean bien despa-
606 Phil. 2, 8.
612 Le. 18, 14.
71. ASUNCIÓN DE MARÍA
1145
630 chados de Dios. Y es mucha razón que, pues El se determi-
na de dar a los hombres lo que les cumple, mediante los
ruegos e intercesión de esta sacratísima Virgen, que ellos lo
conozcan así, y vayan a Dios por medio de ella, y le pidan
por ella lo que han menester, y le den gracias a ella cuando
635 lo han recebido; que si el rey Faraón, cuando venían a él
los de su reino, apretados con la necesidad de la hambre,
les respondía: Id a Josef y haced lo que él os dijere, con
mucha más razón Jesucristo nuestro Señor quiere que en
nuestras necesidades vamos a la sacratísima Virgen María
540 y hagamos lo que nos dijere, porque sin duda El hará lo
que ella le pidiere; y quien de ella recabare el sí, téngalo
por recabado de Dios, pues está escripto que Dios hará la
\voluntad de los que le temen, e oirá lo que le pidieren.
¿Qué cosa se puede negar a esta Virgen, pues que temió al
546 Señor con profundo temor filial y lo amó con todas sus
entrañas, con abundantísimo amor?
José y María, sal- Y, cierto, si Farón puso a Josef en
vadores del mundo aquel grande y honrado nombre de
Salvador del mundo, con mucha más
550 razón le es puesto a la Virgen, pues dió a Dios carne hu-
mana, que fué el medio con que salvó y rescató al mundo
de su miserable captiverio, y asistió a la redempción que
se hizo en la cruz con cuerpo y con ánima, ayudando a
ella, como la primera mujer insistió al padre Adán a echar
656 a perder al mundo universo, despintando lo que Dios hizo.
Mas de la Virgen se dice que estaba con Dios componiendo
todas las cosas, ayudando con obras y con su intercesión
a que los infieles conozcan a Dios, y los cristianos le amen
y sirvan; tiniendo el sello de su misericordia abierto para
660 recebir a todos y poder muy particularmente alcanzar de
Dios lo que le suplicare; y allá en el cielo, donde ]a Virgen
está puesta en el alteza de gloria sobre toda criatura, re-
verenciada de ángeles, honrada de Dios, ocupada en siem-
pre mirar la hermosísima cara de Dios y gozar de El con
066 indecible alegría. Mas no por eso en el día de su grande
honra se olvida de los pobres hijuelos que son los cristia-
nos, y desea que la llamásemos y pidésemos misericordia
y que supiésemos que tiene poder para nos la alcanzar de
su Hijo bendito.
570 Josef dijo a sus hermanos: Corred muy presto y decil-
de a mi padre toda la honra, riquezas y mando que tengo,
y que el rey Farón me tiene por padre y me ha hecho se-
637 Gen. 41, 55.
643 Of. Ps. 144, 19.
649 Gen. 41, 45.
657 Prov. 8, 30.
1146
SERMONES. CICLO SANTORAL
ñor de toda la tierra de Egipto. Id presto y traédmelo acá
a él y a toda su casa, porque yo los mantemé a él y a vos-
675 otros en la recia hambre que aun queda por pasar, y lle-
valde a mi padre un par de vestidos y trescientos reales
y todo aparejo en que venga, y dénseos a vosotros vestí-
dos y lo que fuere menester para el camino. Van los buenos
hombres a dar la buena nueva al patriarca Jacob de que
6§0 su hijo Josef, que pensaba ser muerto, estaba vivo y se
enseñorea de toda la tierra de Egipto; mas el patriarca no
creía tan alegre nueva, hasta que vió con sus ojos las ro-
pas y los dineros que le enviaba su hijo Josef, y los otros
que traían sus hijos, y entonces, como dice la Escriptura,
685 despertó como de un sueño, y dijo: Abástame ser vivo Jo-
sef, iré y verlo he antes que muera. Hízolo así, y fué gran-
de el consuelo que él y sus hijos, cuando lo vieron, to-
maron.
¡Oh si nos diese gana, cristianos, de ir a ver a la
690 sacratísima Virgen María, y dijésemos: "Abástame que
mi Madre es viva, y, aunque hoy murió sigún el cuerpo,
está viva en el cielo y se enseñorea de todos los reinos y
señoríos de Dios!" Pecador, si por ventura estás adormeci-
do en el sueño mortal del pecado, si piensas que no hay
695 en el cielo quien se acuerde de ti, ni te pueda remediar, ni
lo quiera, abre tus orejas a tan alegre nueva que te envía
a decir la sacratísima Virgen María desde las alturas del
cielo, donde está reinando, y manda que en su nombre te
digamos los predicadores: "Decilde a mi hijo cómo estoy
700 buena y muy honrada de Dios, y que no tengo olvidado al
pobre y menesteroso que vive en la tierra; decilde que se
venga a mí y que yo le manterné en la hambre y remedia-
ré las necesidades de su ánima, que aún quedan por venir
muchas". Esto es así. Corazón de madre tiene la Virgen
705 contigo, y si no crees aqueste mensaje, mira las ropas y las
riquezas que ha enviado la Virgen a sus pobres hijos que
en la tierra tenía, alcanzando a unos perdón de pecados
por graves que fuesen, librando a otros de penosas y gra-
ves tentaciones, dando consuelo a los tristes, conforte a
"10 los de flaco corazón, y aun hasta librar a los hombres,
que se habían ofrecido al demonio y renegado la fe y he-
cho escriptura de ello, y aun con su propia sangre. Acuér-
date de estas y otras muchas misericordias que ha hecho
a los que de verdad la llaman, de las cuales alguna vez
715 te habrá a ti cabido parte, y despierta del pesado sueño en
que duermes de tu olvido y poca devoción, y como Jacob
decendió de la tierra de promisión a la tierra de Egipto,
sube tú, con el corazón, de la bajeza de este miserable des-
678 Cf. Gen. 45, 9 ss
686 Cf. Gen. 45, 28.
ASUNCIÓN DE M\KI\
tierro a ia tierra del cielo que nos está prometida; y si
120 buenos ojos y vista tuvieres, verás la grandeza de la gloria
de la sagrada Virgen María y gozarte has de ella, y dirás
como otro Jacob: '"No solamente me ha hecho Dios esta
merced, de que yo te vea vivo y sano, mas también me ha
hecho otra en querer que yo vea a tus dos hijos".
T25 ¿Qué será el alegría del hombre que entre en el cielo y
vea la hermosura y grandeza de la sacratísima Virgen Ma-
ría y vea a su sacratísimo Hijo Jesucristo nuestro Señor,
figurado por Manasés, del cual dijo su padre Josef cuan-
do nació: Hecho me ha Dios olvidar todos mis trabajos
'30 pasados; y cuando el otro nació, que se llamaba Efraín,
dijo: Hecho me ha Dios crecer en la tierra de mi pobreza?
Olvido de los trabajos de la Virgen sagrada y de todos los
que al cielo fueren es Jesucristo, hijo de ella y señor nues-
tro, por quien tenemos tal crecimiento de bienes, que nues-
'35 tra pobreza es conmutada en altísimas y grandes y espi-
rituales riquezas.
Peroración Mas, entretanto que viene aqueste bienaven-
turado día en que subamos al cielo a ver cla-
ramente a la sacratísima Virgen y a su benditísimo Hijo,
T40 subamos con el corazón; enviémosle mensajeros de suspiros
y lágrimas y oraciones devotas; sírvale cada uno lo mejor
que pudiere; representémosle en nuestras necesidades, pi-
diéndole el remedio de ellas ; y para que nuestras peticiones
le sean agradables, y de mejor gana nos las conceda, no pi-
M5 damos vilezas de la tierra, pues que ella las despreció como
cosas de poco valor; mas pidámosle nos alcance fuerzas para
la imitar en escoger la mejor parte, como ella la escogió.
Y así, sacratísima Virgen, en nombre de cuantos estamos
aquí, os suplico nos alcancéis del Señor verdadero arrepen-
'50 timiento, confusión y vergüenza de que algún tiempo hici-
mos tan grande maldad de escoger al pecado y despreciar al
altísimo Dios. Perdón, Señora, pedimos; perdón de nuestros
grandes pecados; y pues os llamamos Madre -de gracia y
Madre de misericordia, sintamos en las buenas obras que lo
'55 sois, y muy de verdad; hacednos amigos de con vuestro ben-
ditísimo Hijo, y que ponga en olvido nuestros pecados; y
alcanzadnos tan fuerte amor suyo, que de aquí adelante asi
le escojamos por nuestra mejor parte, que ni lo vendamos
por cudicia de bienes temporales, como hizo Judas, ni por
'60 gula, como hizo Esaú, ni por el favor de los señores y
724 Cf. Gen. 48, 11.
731 Gen. 41, 51-52.
754 «Maria, Mater gratiae, daJcis Parens clementiae» (fircv.
Rom.. Off. pare, hymn ad Horas).
759 Mt. 26, 14-15.
760 Gen. 25, 29-34.
1143
sr:R>:o.\-¡:s. ciclo SAXTCRAL
grandes, como hizo Pilato. Y en conclusión, que no permita
El que nos acaezca tal día que, poniéndonos delante a Dios
y al pecado, escojamos al pecado y dejemos a Dios, como
los judíos hicieron, escogiendo la vida de Barrabás y la
765 muerte de Cristo. Nunca tal sea, Señora. Alcanzadnos esta
merced del Señor: que muramos, Señor, si menester fuere,
y quede El en nuestras ánimas vivo.
Haced que le escojamos por la mejor parte, no cometien-
do pecado mortal; haced que lo amemos tanto, que tengamos
770 mucho cuidado de, ni aun venialmente, ofendelle; hacednoa
aborrecer el mal, y de lo bueno y que a Dios agrada, escoger
lo mejor, para que, yendo, Señora, por vuestros pasos, aun-
que no tan apriesa ni con tanta santidad como vos, elija-
mos siempre a Dios y a su santa voluntad, para que nos sea
775 dada y nunca quitada, en vuestra santa compañía, la mejor
parte y ración, que es la gloria del cielo, ad quam nos p<ir-
ducat. Amen. Iesus.
72 ¿QUÉ DESEÁIS, SEÑORA? *
Asunción de María. 15 de agosto
(Escorial, Ms. & III 21, ff. 288 r - 290 r: fragmento)
María se asienta a la ... Lo tercero que hemos de con-
diestra de su Hijo templar en esta festividad es qué
silla le darían, dónde se asentaría
la Virgen en el cielo. ¿Y dónde se asentó Bersabé? Ad
5 dexteram filii. — ¿ Dónde se asentó Débora, de la cual en
el libro de los Jueces se dice que la hizo Dios tan sabia y
le dió tanta capacidad, que la escogió del pueblo de Israel
para determinar sus causas, y así las juzgó, y aun con bu
industria y esfuerzo fué libre el pueblo de Israel? — Esta
10 Débora moraba entre Rama y Betel. Debbora interpretatur
apes et est beatissima Virgo, quae, quasi apes argumento-
sa, nos dió tal miel y cera como el Hijo de Dios. Y mora
esta Señora entre Rama, que quiere decir "altura", y Be-
tel, "casa de Dios", hoc est, entre Dios y las alturas, entre
15 él y sus bienaventurados, nam ut canit Ecclesia: Exaltata
est sancta Dei genitrix super choros angelorum ad caeles-
tia regna.
761 lo. 19, 12-16.
* Sin titulo ; falta el principio.
5 3 Reg. 2, 19.
10 Tud. 4, 4 ss.
12 Of. Brev. Rom., Fcst. S. Caeciliae, ad Mai., I Noct., Rcsp. 2
ct.
17 Brev. Rom., In Assiunpt. B. M. V., ad Mai., antif.
WNCIÓX T>E MARÍA
-.149
La asunción en —¿Qué deseáis, Señora, que tal abrazo
cuerpo y alma, distes hoy al Hijo de Dios, que, mien-
representada en tras Dios fuere, no lo perderéis? ¿Qué
Marta v María le Podéis pedir, estando sentada con El,
' que no sea hecho luego? ¿Qué podéis
demandar que no os sea otorgado? ¿Qué
deseáis, Señora? — Que, pues está acá en el cielo, gozando
de la beatífica visión de Dios, María, venga también Marta,
y deje de ministrar en la tierra; no se convierta en podre y
ceniza ; venga también mi cuerpo a ayudar a dar gloria per-
petua al alma, venga el cuerpo a reinar con el ánima, pues
tiene natural deseo el ánima del cuerpo. Y aunque no ten-
ga el cuerpo tanta perfección ni sentido para apetecer la
unión del ánima, no es inconveniente — pues se atribuye a las
piedras y árboles y cosas que no hablan — que sintamos esto
del cuerpo del hombre, y especial de aquel sacratísimo cuer-
po de la Virgen, que había estado balsamado con tanta ple-
nitud de gracia. Claro está que suo modo dice: Iuste Domi-
ne, non est tibi curae quod sóror mea reliquit me solarn, pues
yo siempre estuve subjeto y en todo conforme, y le ayudé
a serviros con tantos trabajos? Y reliquit me solum minis-
trare. Dejóme acá en la tierra, estando ella en el cielo go-
zando de vos. A lo cual el Señor proveyó, ordenando que
aquella sanctísima ánima viniese [a] ayuntarse con el cuer-
po. Augustinus: Carnem Mam, de qua Deus sumpsit car-
nem, quomodo fuerit vermibus tradita, quia sentiré non
valeo, dicere pertimesco. No se ha de pensar que fuese el
cuerpo de la Virgen comido de gusanos, pues la comparamos
a la mirra, que tiene virtud de matar los gusanos y preser-
var de corrupción. ¡Oh estrella del mar! ¡Qué bien estáis
en el cielo por trono! Nam si debet proportionari locus lo-
cato, bien os conviene, Señora, tal silla.
María, nuestra in- —¿Qué deseáis, Señora? — Hacer
tercesora ^ien a ^os nomDres- — Madre, pedid
lo que quisiéredes: ñeque enim fas
est ut confundam faciera tuam. ¡Oh bienaventurada Ma-
dre! Como las obras tenéis, ella poderosa acerca de Dios
M y vosotros acerca de ella. ¿En qué queréis, Señora, que os
pague los trabajos que por mí padecistes, los cuales fue-
ron: criarme, envolverme, en darme por vuestro trabajo
de comer, llevarme a Egipto, estar conmigo al pie de la
36 Le. io, 40.
44 Pseudo-Agustín, De Assumpt. B. M. V., c. 6 (MIL 40, 1146) :
«Tllud erp;o sacratissimum corpus, de quo Chrishis carnem assunrp-
sit... escam vermibus traditum, quia sentiré non valeo, dicere per-
timesco».
SÍ Cf. 3 "Reg. 2, 20.
1150
SERMONES. CICLO SANTORAL
cruz? —En que me deis gente en quien se manifieste vues-
60 tra gloria, a quien ayude con oraciones acerca de vos. ■ — Ab
oriente vocabo semen tuum, ab occidente congregabo. Di-
cam aquiloni: Da; et austro: Noli prohibere; adfer füios
de longissimo. — Eso que deseáis, Señora y Madre mía, cum-
plirlo he tan enteramente, que diré a oriente que venga
65 gente de allá y del occidente trairé gran muchedumbre de
gente. Todas estas gentes honran a la Virgen: al oriente,
la niñez; al occidente, la vejez; el norte, mediodía, los
mancebos. Niños y viejos, hombres y mujeres, los que
engendran y los que destotros engendrados saldrán, todos
70 tendrán devoción y llamarán vuestro nombre. Todo linaje
de pecadores, soberbios y avarientos, los que se figuran en
el norte, por el corazón frío y congelado para no dar li-
mosnas ni socorrer a sus prójimos, pero, oyendo el nom-
bre de la Virgen María, se emblandecen, y los carnales,
75 figurados en el mediodía, abrasados con tentaciones de car-
ne, yo haré que dejen aquel mal amor carnal y lo pongan
limpio por medio y oración de mi Madre muy limpia. Se-
ñora, los amores sucios que tractába con las mujeres, con
vos los quiere tener, que sois limpia. Pues ésta es la
80 granjeria de la Virgen: vernos aprovechados en el servicio
de Dios por su intercesión. Si te viste en pecado y te ves
fuera de él, por intercesión de la Virgen fué; si no caíste
en pecado, por ruego suyo fué. Agradécelo, hombre, y
dale gracias.
85 La verdadera devo^ Si tuviésedes devoción para con
ción a la Virgen, se- ella, cuando vieses que se te acor-
ñal de predestinación daiba de ella> habías de llorar por
haberla enojado. Si en tu corazón
tienes arraigado el amor suyo, es señal de predestinado,
90 quia Dominus dixit: Et in electis meis mitte radices. Este
premio le dió nuestro Señor: que los que su Majestad tiene
escogidos, tengan a su Madre gran devoción arraigada en
sus corazones.
Sírvele con buena vida; séle agradecido con buenas obras.
95 ¿Pues tanto le debes? Ni lo conocemos enteramente ni lo
podemos contar. Mediante ella, el pecador se levanta, el
bueno no peca, y otros innumerables beneficios recebimos
por medio suyo. Pero, ansí comió ella es puramente limpia
y en ella no hubo pecado ni otra mácula alguna, quiere que
100 le sirvamos en limpieza; y así ella favorece a los limpios.
Uno era muy devoto de la Virgen, a la cual hacía muchos
servicios, ayunos, limosnas, oraciones, y con todo esto era
deshonesto y carnal. Al cual una noche le apareció la Vir-
63 Cf. Is. 43, 5-6.
90 Ecoli. 24, 13.
1151
gen, convidándole con un plato de muy hermosa fruta, cu-
105 bierta con un paño muy sucio y hediondo. Y como la Vir-
gen le dió que comiese, dijo: "Señora, es tan sucio ese paño,
que es asco de comer de la fructa que está debajo, aunque
es muy hermosa". "Ansí — dijo la Virgen — vienen cubiertos
los servicios que tú me haces". Ansí que, sirviéndole lim-
310 pios, teniéndola entrañable devoción y llamándola en todas
nuestras necesidades, favorecernos ha, y mediante ella,
aquí alcanzaremos gracia, y después de esta vida, gloria,
quam mihi et vobis, etc. Amén.
b) SERMONES DE SANTOS
73 El sacerdocio de Aarón y el de la ley
evangélica
San Nicolás. 6 diciembre. En una misa nueva
(Autógrafo: Oña, Arch. Loyola. Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis,
ff. 155 v- 156 v.)
Ecce saccrJos nutgmis [Miss. Rom., Coram. Cont.
Pont., cpist. et grad. ; Brev. Rom., Coman. Conf.
Pont., ant. et cap. ad Vesp. ; cf. Eccli. 44, 16].
Sacerdocio de la ley Una manera hay de sacerdocio es-
de naturaleza y de la piritual, y éste conviene a chicos
Ley Antigua Y Srandes, casados, hombres y mu-
jeres. Dándosele gracias al Corde-
ro, le dicen: Fecisti nos Deo regnum et sacerdotes. Gran
merced hacernos reyes, libres y francos. Lo cual declara
San Pedro: Vos estis genus electum, regale, etc.: pueblo
escogido, linaje real.
Otro hobo de ley de naturaleza. No creo que hobo na-
ción ninguna que no tuviese algún género de sacerdocio. Se-
ñaladamente la Escriptura hace mención de Melquisedec, rey
de Salem. Y después Josef, en común, dice que toda la tierra
hizo tributaria, excepto la tierra sacerdotal. No hobo gente,
ni bárbara ni no bárbara, sin leyes ni con ellas, que no hi-
ciese exento de tributo al sacerdocio. Y ansí, [según] San
• Ed. J. Fernández Montaña, Obras -, t. 2 (1901), pp. 571-574.
El Ms. lo titula i «In Missa nova, ad sacerdotes» (f. 155 y). Es el
eslbozo de un sermón, escrito por el autor a continuación de unos
apuntes escolásticos, que juzgamos también autógrafos.
cS Cf. Apoc. S. 10.
11 Cf. 1 Petr. 2, 9.
15 Gen. 14, 18.
16 Cf. Gen. 47, 26.
1152
SERMONES. CICLO SANTORAL
Vicente, una de las más claras señales del día del juicio es
20 cuando los sacerdotes fueren tributarios.
Otro sacerdocio legal. El primero fué [de] Aarón, her-
mano de Mosés. Llamó Dios a Mosén y di jóle: Ungirásíe con
óleo santo y santas vestiduras, porque quiero que me ofrez-
ca el sacrificio en el templo.
25 No le era lícito entrar en el San[c~\ta San^c^torum sino
una vez en el año, y vestido e ataviado de muy ricas vestidu-
ras, y entonces podía lícitamente mirar el arca desnuda.
¡Cosa maravillosa, lo que se esmeraba Dios en el atavío del
sacerdote, en su consagración, en su persona! Si no fuera
30 figura de este nuestro sacerdocio evangélico, tuviéramoslo
por cosa de burla. Había de ser perfecto, acabado, no ciego,
ni tuerto, ni cojo, ni manco, ni lagañoso, ni sarnoso. Dice
Jerónimo y Ambrosio: "No ser ciego es que no sea indocto,
necio ni idiota el guía del pueblo; pues si no ve la guía, todo
35 va perdido". Si caecus caeco ducatum praestet, etc. No tenga
nube de pasión o ignorancia en el entendimiento de lo que
toca a su oficio. Ni cojo, que sea flaco ni pusilánime en la
vida espiritual; sea hombre fuerte, caudaloso de espíritu;
no desmaye, no falte, [no] dé con la carga en el suelo. ¿Qué
40 más? No sea lagañoso, no sea deshonesto, carnal ni sar-
noso, que [e]so es.
¿Qué es esmerarse Dios tanto con los sacerdotes para
ofrecelle, para tomar de sus manos aquellos sacrificios ba-
ladís e de burla, cabras, toros, becerros? Pues para tomar
45 a Cristo su Hijo, divinidad, alma e cuerpo, ¿de aquel sa-
crificio, qué tal ha de ser?
Quería Dios que se lavase primero muy bien. Lo segun-
do, que se vistiese una camisa muy limpia e blanca. Lo
tercero, una túnica hasta en pies, de hiacinto, de color
50 de cielo. Lo cuarto, que esa vestidura se la ciñese con una
cinta dorada, ungida con óleo, y el humeral, que era como
una ^apa; una piedra, do estuviesen esculpidos y debujados
los nombres de los hijos de Israel; y en la frente una me-
dalla, do estaba debujado aquel gran nombre de Dios; y al
55 remate de la vestidura, unas granadas con campanillas, etc.
Los sacerdotes de la Dice Jerónimo: "Cuales las vesti-
Nueva Ley duras, tales son las costumbres que
ha de tener el sacerdote de la ley
evangélica". Ha de lavar los pecados con lágrimas; que esta
20 Of. San Vicente Ferrer, Opusculum de fine mundi.
24 Cf. Ex. 28-29.
32 Cf. Lev. 21, 18-20.
35 Cf. San Jerónimo, Ep. 69, 8 : ML 22, 662 ; Pseudo-Ambrosio
(Silvestre II?), De dignit. saccrd.; ML 139, 1716 ; cf. Mt. 15, 14.
55 Cf. Ex. 29, 4 ss. ; 28, 4 ss.
59 San Jerónimo, Ep. 64, ad Fabíolam, 8 : ML 22, 612-622.
73- SAN NICOLÁS
1153
60 agua es la que quita ias mancillas del alma. El sacerdote
que come los pecados del pueblo ha de haber quitado e lim-
piado los suyos con este agua. Y aún más: dice que man-
daba Dios a los levitas que le rayesen los pelos de la cara;
que ni por pienso le quede cuidado de negocios seglares.
65 Nemo militans Deo, dice San Pablo; renega del sacerdote
negociador.
Lavado e limpio, le visten una camisa hilada de los de-
dos de Dios, blanquísima, con que parece galano e hermo-
so a los ojos do Dios. Y ésta también da a los sacerdotes de
70 la primera manera: la gracia, un pedazo de divinidad.
¿Y basta eso? No; no basta ser inocente, que es no ha-
cer mal — discedere a malo — ; es menester la túnica de las
obras de misericordia, la caridad, y ésa no floja, sino ce-
ñida con cinta dorada, que es la castidad, que [ejso signi-
75 fica en la Escriptura ceñir los lomos, como a Santo Tomás
se los ciñó un ángel, dice su historia. Sint lumbi praecincti;
eso es, sed castos.
¿Y basta eso? No, sino ungida con óleo; que a las vír-
gines no les aprovechó su castidad, por no llevalla ungida
80 con óleo de misericordia. ¿Qué remedio para llevada ungida?
Dar de lo que t[i]enes para ser casto. ¿Comó lo preguntáis?
¿Sabes qué? La abstinencia, la aspereza de la vida. Sacerdo-
te regalado, holgado, no es de Cristo, sino de Baal, del demo-
nio. Dice San Bernardo: "Comer bien y holgar e dormir, e
85 guardar castidad, es imposible, es miraglo, y es un miraglo
que Dios nunca le hizo ni hará". Dice Jerónimo: "Venter
vino aestuans, ¿qué ha de espumar sino lujuria?" Ya sabes
la premática: Sine Cerere et Baccho friget Venus.
San Nicolás Fuélo San Nicolás, ¡oh gran sacerdote! Veis-
90 le aquí. Este es el casto e virgen, ceñidos los
lomos, y cómo con la abstinencia no mamaba el miércoles y
viernes, sino una vez: "Anda, madre, que no sabes lo que
haces; ¿e[n] día que mi Señor fué vendido a sus enemigos
tengo yo de mamar ni tomar ningún placer?" Y aun ésa no
95 [to]mara si no se muriera. Ceñido con cinta e dorada e un-
gida con óleo.
¡Oh esta pobreza de más entre gente desamorada y peor
que turcos, duros y avarientos! Aunque decís que no, es
6i Cf. Os. 4> 8.
6^ 2 Tim. 2, 4.
76 Cf. Le. 12, 35.
86 uf. isAS Bernardo, Dc modo bene vivendi, 24, 70 : ML 184,
1243-1244 ; De ordinc vitae, c. 2, 4 : ib. 563.
87 SAN Jerónimo, Ep. 69, 9 (ML 22, 663) : «Yenterque mero
aestuans, cito despumat in libídines».
8S Terencio, Eunuchus, 732 : «Yerbuni herole hoc verum erit :
Sine Cerere el Libero friget Venus».
B. Avila 2
37
1154
SERMONES. CICLO SANTORAL
vileza, es ocasión de muy grandes males. Un hombre que
100 se vido en prosperidad, hidalgo, honrado, de bien, hásele
perdido la hacienda, o por su descuido, o su dicha, o Dios
que lo permite por sus pecados; tiene hijas hermosas, de
ser e de estofa e cualidad; no tiene con qué vestillas ni man-
tenellas. ¿Qué ha de hacer, decí? Ansí estaba un ciudada-
105 no. Y súpolo Nicolás. "¿Cómo? — dice — . ¿Esto ha de pasar,
que las quiere prostituir? Sabiéndolo yo, nunca Dios quie-
ra que tal pase". Echó tanta cuantidad, cuanta era sufi-
ciente para el dote de la una; y esto tres veces encubierta-
mente. La caridad, en las manos escondida, no en la inten-
110 ción. Quod facit dextra nesciat sinistra.
¿Qué más? En el humeral escrito los hijos, etc., esto
es, las almas todas de su obispado, diócesis o de sus subdi-
tos, todos sobre sus hombros. Yo me espanto cómo puede
sufrir tal carga. Particular cuenta le han de demandar de
115 cada una de sus ovejas, si se perdió por su descuido: tu
alma por la suya. ¡Oh ceguedad grande de los que preten-
den e negocian esto! Que admitillo por obediencia, dándo-
selo la Iglesia, es meritorio; pero ¿negociallo? ¡Con su pan
se lo coman! No se lo he [de] envidiar.
12° ¿Qué más? La medalla, ¿qué? La intención a Dios en
todas sus obras. Las granadas, la perseverancia de día e
de noche; aquel sonido de las campanillas, que va diciendo:
"Al fin se canta la gloria": Qui perseveraverit usque, etc.
¿Y qué más? Asida aquella piedra con una cadenilla de
125 oro, que es decir que ha de haber, que las razones y argu-
mentos y doctrina ha de ir trabada e acompañada con
obras; alias peca, que está en mal estado; poco le aprove-
chaba saber ambos los Testamentos. — ¿Habe[i]los pasa-
do?, le preguntan. — 43í, señor, "de una parte a otra", si
130 con vida y ejemplo no edifica.
Estad en vela Vigilóte, dice el Evangelio. Estar despier-
to y en vela, atalayando la grey, que anda
el lobo como un león rodeando comella. Preguntaba yo a
un Obispo: — ¿Cómo vuestra señoría puede dormir? — ¿Dor-
135 mir, señor? Ocho horas me llevo de un tirón. — ¡Bendita
sea tal condición de Obispo! ¡Ocho horas! Pues ¿y no veis
el peligro? — ¿Qué, señor? Todos duermen, durmamos.
— Razón de carta rota; antes por eso más velar. Si en na-
vio estuviésemos y viésemos los pilotos e maestros e los
140 que saben de aquel menester estar en vela, sufrié[ra]se
dormir; pero dormidos ellos, ¿no sería desatino, levantada
una gran tempestad como esta herejía, irse a dormir? Veis
no Cf. Mí. 6, 3.
123 Cf. Mt. io, 22.
131 Mt. 24, 42 ; 25, 13 ; 26, 38. 41 ; cf. 1 Petr. 5, 8.
74- SANTOS FABIÁN Y SEBASTIÁN 1155
el peligro y dormidos los pastores; por eso estad en vela,
para que cuando venga el Señor os halle aparejados. ¿Qué
45 hará Dios a ese tal? Servirále de paje, pornále una silla de
caderas y una mesa de gloria, ad quam...
74 LO MÁS DESPRECIADO A LOS OJOS DEL MUNDO ES
LO MÁS PRECIADO DE CRISTO *
Santos Fabián y Sebastián. 20 de enero
(Autógrafo: Roma, Bi-bl. Vallic, Ms. H 76, flf. 533 r . 535 v.)
Descendáis lesus de monte, etc. (Cf. Le. 6, (17]).
. , Si el Señor no bajara del monte a
Baja Jesús del monte la Uanuraf sciiicet ab altitudine
y se acercan a El los suae maiestatis ad nostram huma-
5 enfermos nitatem ca[rne sanan~]dam, ¿qué
fuera de nosotros? En nuestras enfermedades nos quedá-
ramos. Si el Señor no se quitara la vestidura de su gran-
deza, disimulándola, y se ciñera con la toballa de nuestra
humanidad, por lavar se quedaran los hombres, llenos de sus
10 miserias y suciedades. Si el gran Asuero no se aficionara
de Ester, toda su generación pereciera en un solo día. Si
Josef no bajara en Egipto, de hambre murieran sus her-
manos. Si el Señor no bajara en la zarza y al fuego, en
poder de Faraón se quedaran los israelitas. Id est, si amore
15 nostri flagrans non descendisset Christus ad labores nostros
sumendos captivi mansissemus. Mas bajando el Señor del
monte, atrévense a llegar los cojos y los ciegos y todos los
enfermos, y todos cobran salud. Mas ¿qué fuera si no ba-
jara? Y si de no bajar su Majestad nos viniera tanto mal,
20 ¿qué será o qué diremos de los que, habiendo bajado a dar
salud al enfermo, y vista al ciego, y pies al cojo, y vida
al muerto, siendo ellos tales ciegos, cojos, enfermos y muer-
tos, ni llegan al Señor ni cobran salud, etc.? ¿En qué lugar
pornemos esta gente?
25 — ¿Qué dijéramos, señores, de los enfermos que, vien-
do a Cristo hacer tantas mercedes y dar tanta salud, estan-
do él enfermo, no quisiese llegar a tocar a Cristo y sanar?
— Padre, diríamos que no quiere salud y que ama la enfer-
medad. — ¿Qué diríamos del que estuviese en poder de tur-
* «Serino authografus habitus a Ven. Servo Dei loarme de
Avila, die sanctorum Fabiani et Sebastiani martyrum» (f. 532 r, letra
del s. XVIII). «No es nota» (f. 5^3, de mano posterior).
11 Cf. Esth. 3 ss.
13 Cf. Gen. 42 ss.
14 Cf. Ex. 3 ss.
22 Cf. Mt. 11, 5.
1156
SERMONES. CICLO SANTORAL
30 eos preso, y llevasen para él rescate y no lo quisiese rece-
bir? — 'Padre, que ama su captiverio, y que el demasiado
amor que tiene al amo, que lo tiene captivo. — Pues, hom-
bre, ésa es la verdad, no hay otra. La causa, pues, que tú,
habiendo traído Cristo remedio, etc., te estás, etc., es por-
35 que amas al captiverio, al pecado, a ese para cuya destruc-
ción vino Cristo y bajó del monte de la alteza a se subir al
monte Calvario. A ése amas más que a Cristo. Ese tempio
de ídolos, que son los pecados, por cuya caída el Sansón
quiere morir, amas tú más que a Sansón. Al demonio, que
40 te tiene captivo, amas más que al que te vino a redemir.
Mira la grande traición que haces. — 'Pues, ¿qué será de
ésta? ¿Qué Obrará en ésta la venida de Cristo? — El bajar
del monte no sólo no obrará salud, sino perdición mayor
que si no hubiera venido; porque ansí como Cristo en carne
45 es lo que hace más en la balanza de la salud de aquellos
que, etc., ansí lo que hará más en la balanza de la damna-
ción del hombre será el haber venido en carne y no se ha-
ber aprovechado, etc. Mandaba Dios en la ley que, vinien-
do el año del jubileo, fuesen libres los que estaban capti-
50 vos; mas si, venido el año del jubileo, alguno dijere: "Quie-
ro bien a mi amo, no le quiero dejar", mandaba Dios que a
este tal le hiciesen esto y esto, etc., y quedase por perpe-
tuo esclavo, etc. Vide et applica.
¡Ah, señores, que esta gente que hoy sanó el Señor se
55 ha de levantar en juicio y nos ha de condenar, como los de
Nínive a los de Israel porque éstos, al olor y al sabor de
la salud de sus cuerpos, se van tras Cristo, y llegan a Cris-
to, y reciben salud de Cristo; y que nosotros, en quien hay
más cognoscimiento que [en] aquella gente vulgar, y por
60 quien ha dado la sangre, que entonces no la había derra-
mado, no queremos llegarnos a él, para sanar de mayores
enfermedades. Cuanto es mayor el alma que el cuerpo, y
mucho mayor sin comparación, porque difiere cuanto di-
fiere Dios de lo criado, la diferencia de la enfermedad del
65 cuerpo y la del ánima, sin pecado, cual es la ignorancia, el
error, etc. Esa hay diferencia: la que hay del cuerpo a
alma. Mas entre el pecado, que hace perder a Dios, y la
enfermedad, [que] la hace perder la salud del cuerpo, di-
ferencia hay cuanto hay de Dios .a la salud corporal.
70 ¿Qué miseria es ésta, señores, que nos haya hecho el
Señor merced de que seamos de los que siguen a Cristo en
40 te2] te add. || 49 jubileo] add.
66 hay,] liay add.
39 Cf. Iird. 16, 30.
S3 Cf. Lev. 25, 39 ss. ; Ex. 21, 2 ss.
56 Cf. Mt. 12, 41'.
74- SANTOS FABIÁN Y SEBASTIÁN"
1157
lo llano y oímos su doctrina y predicación, pues somos lla-
mados a su fe, mediante la cual somos cristianos, y que,
habiéndonos puesto en este sitio tan alto, por no llegar a
75 Cristo, nos quedamos enfermos? ¡Cosa digna de llorar!
Llega, hombre, a la salud, etc., y mira cómo llegas. No
llegues a lo comprimir, sino llega a le tocar, etc. Aquí lo
de magister, turbae te comprimunt, etc. Y que éste es el
mal: que apretamos a Cristo, no le tocamos; y el mal de
80 los que le tocan y sacan virtud de él, es en que no le dan
ancho lugar, nam cuanto más arrojo, más mercedes da,
p[rout] de viaua in vascula: cuanto mayor era el vaso
que llegaba, más le daban de aceite, etc.
Bienaventuranzas y Pues yo os certifico que, si supiése-
85 malaventuranzas des <lué c°sa es llegaros a Cristo,
que no huyésedes tanto y que os dié-
sedes más priesa a llegar a El, aunque fuese por medio de
las espinas y de las puntas de las picas. Sino mirad lo que
dice en el evangelio de hoy a sus discípulos: Beati pauperes,
90 beati, etc. ¿Queréis saber qué cosa es llegarse a Cristo y
ser discipulo de Cristo? Pues aquello que en ellos parece a
los ojos del mundo más trabajoso, más miserable y más lleno
de humildad, eso es más excelente que lo más preciado que
tienen los que no son discípulos de Cristo. ¿Queréis verlo
95 claro? ¿Qué es lo que más los hijos de este siglo huyen?
La pobreza, el llanto, la persecución. ¿Qué es lo más prós-
pero? Las riquezas, las honras, las risas. Pues, si ansí es,
oyamos la sentencia del Señor, y díganos su Majestad qué
diferencia hay del llanto de vuestros discípulos, que es lo
00 más desechado del mundo, a la risa de los del mundo, que es
lo más preciado que ellos tienen. Oí la sentencia, oí la di-
versidad. Que el llanto del discípulo de Cristo es bienaven-
turanza, y la risa del mundano es gemido, dolor y vae: ¡ay
de él! Sentencia es de quien mentir no puede, sentencia de
•05 quien no se puede engañar ni engañarnos.
Y si queréis oír la causa, es porque al llanto y a la po-
breza, y a la persecución de los suyos, le pone Dios una
salsa tan sabrosa, que les sabe mejor que todas las risas y
riquezas de los mundanos. Una es ver que es medio aquél
10 para alcanzar a Dios y venir a gozar de El para siempre,
donde carezca de todo dolor y el mismo Señor los regale
tanto, que con sus proprias manos limpie las lágrimas de
sus ojos. Esto es lo que hizo a Moisén menospreciar la casa
del rey Faraón, y ser tenido por hijo de su hija, y preciar
82 vqaeolas
78 Cf. Le. S, 45.
84 Cf. 4 Reg. 4, 3 s:
90 Le. 6, 20.
103 Cf. Le. 6, 24-26.
1158
SERMONES. CICLO SANTORAL
115 más el ser perseguido y desterrado. Respiciebat enim, etc.
(Vide et dic.) Esto es lo que hizo a estos santos querer más
esto y esto que esto y esto. Esto es lo que hace a unas don-
cellas despreciar, etc. ¿Queréis otro salsa que les convier-
te sus lágrimas en gozo y sus pobrezas les hace más sabro-
120 sas que, etc.? Ver que es el camino éste de su capitán. Ver
a Cristo, etc. (Dic et amplia. )
Pues con todo esto, etc., no se contenta el Señor, ni so-
lamente da este azúcar a los trabajos de sus siervos, con
que les confita sus trabajos y se los hace más sabrosos
125 que lo más sabroso del mundo; mas suele muchas veces
de sus deshonras sacarles honrados, de sus persecuciones
sacarlos triunfantes, y de sus pobrezas riquísimos. Si no
mirad a un Moisén, que, porque le supo mejor el abatimien-
to por Dios que el ser estimado sin Dios, le levantó tanto
130 Dios, que lo hizo caudillo y gobernador de más y mejor
gente, que no si fuera señor y rey de todo Egipto, cuya
gloria él menospreció. Mirad a un Josef, que de ser ven-
dido como esclavo y perseguido de sus hermanos, y de la
cárcel donde está preso, como si fuera malhechor, lo saca
135 para ser gobernador de todo Egipto y ser adorado de los
que le vendieron y persiguieron. Mirad un Mardoqueo,
que de, etc.
¡Cuán al revés en lo[s] que no sirven a Dios! Su risa
es llanto; su riqueza, pobreza; su mandar es ser captivos;
140 y eso porque ponen ellos su risa, y su riqueza, y su ale-
gría en cosas llenas de ponzoña, que antes que las tomen en
la boca les han inficionado el corazón y los han muerto.
Ponen su riqueza en tomar lo ajeno, y su alegría en opri-
mir al prójimo, y su contento en el deleite de las bestias.
145 Cosas tan llenas de veneno de culpa, que antes que las
hagas, sólo que las quieras, te matan y abrasan el corazón
con muerte de pecado, que es la mayor de las muertes.
Ves aquí, hombre mundano, hombre que no quiere ser-
vir a Dios, por qué las cosas de tu mayor prosperidad
150 son, sin comparación, más miserables que toda la miseria.
Porque pones tu felicidad en beber la leche que bebió Si-
sarac, pareciéndote sabrosa, y es ese aparente sabor para
adormecerte y enclavarte con la tierra. Es lo más preciado
que tú tienes como los regalos de Dalila para te adormecer
i55 con ellos, y sacarte los ojos, y atarte de pies y manos con
cadenas, y que hagan burla de ti los filisteos. Es lo que
tú quieres y amas con tanto amor y deseo la escudilla de
lentejas de Esaú, que, a trueque de hartar la hambre de
158 Esaú] Saúl
tri5 Heibr. ti, 24-26. 156 Ind. i6, 4 86.
153 Iud. 5, 19-21. 158 Gen. 25, 29-34-
75- SAN JOSÉ
1159
tu bruta sensualidad, das el mayorazgo del cielo, y lo que
160 peor es que, acabado de vender, te vas riendo como si nada
te faltara. ¿Quieres saber más, por qué lo más colmado de
lo próspero de los malos es más miserable que lo más
desastrado de los discípulos de Cristo?
Y aquello se llama gloria, y tu alegría llanto, porque
165 aun la riqueza buena, que te viene sin pecado; la honra que
te viene sin pecado, el alegría que te viene sin pecado, todo
lo cual te envía Dios como agua limpia, para que, cayendo
en tu alma, la ablande y mueva a ser agradecida a Dios,
que te envió esos bienes, eres tú tal que en ese agua lim-
'-70 pía echas tierra de desagradecimiento y de mal uso de lo
que Dios te da y haces barro y lodo con que ciegas y que-
das enlodado. Si te da Dios honra, que había de ser para te
mover a amar y servir al que te la envía, etc., no sólo no
se lo agradeces, antes usas de ella como de espada contra
175 Dios y contra tu alma, porque con ella te ensoberbeces y
vienes a oprimir, etc. Et sic de aliis. (Pone exempla, et po-
teris de hoc adducere exempla Scripturae. Quaere et inve-
nies et pones haec, et sic finies.)
Dos adiciones Cuando se diga que los buenos, su lloro
¡■80 es risa, y los malos al contrario, es bueno
aquello de Isaías 61: quoniam venit Christus pro lugenti-
bus, etc., et ddbit coronam pro ciñere, oleum gaudii pro
luctu, etc.
Item, como en los malos es al contrario de los buenos,
185 que aun acá su risa se torna en lloro, su mando en capti-
verio, ut patet de Amán, de la privanza a la horca; et de
Nabucodonosor [Holofernes] , del banquete a la sepultura.
Et sic de aliis, etc.
75 ¿Por qué desposada la Virgen con San José?
San José. 19 marzo
(Ed. 1590, II, pp. 185-242.)
Cum esset desponsata Mario, matcr Icsu Ioset>h.
Como fuese desposada María, Madre de Jesús, con
Josef (Mt. i, [18]).
Exordio Condición es de las buenas mujeres casadas an-
5 cubrir las faltas de sus maridos y publicar las
virtudes que tienen, deseando que todos los honren y sir-
van; porque como la honra de la mujer sea el varón, el
mal o bien que ella de él dice, de su mesma honra lo dice,
i8^ Cf. Is. 6x, z-T,.
186 Esth. 7, io.
187 Iudith 12, 10 - 13, 11.
1160
SERMONES. CICLO SANTORAL
de su mesma persona lo dice, pues ella y él una cosa son.
10 Seguros estaremos que esta sagrada esposa y Virgen
María no descubrirá faltas de su esposo el santo Josef;
porque ni él las tenía, y aunque las tuviera, ella no las di-
jera; pues tenía mayor virtud que Santa Mónica bienaven-
turada, de la cual cuenta su hijo San Agustín, que, aunque
15 su marido la maltrataba y era de ruines costumbres, a na-
die se quejaba ni descubría las faltas de su marido.
No cupo, pues, en la boca de la Virgen decir mal del
santo Josef; mas decir muchos bienes de él, y honrarlo, y
desear que todos dijesen bien de él, y agradecerlo a quien
20 lo dijese. Cierto es así, que, si por nosotros no queda, te-
nemos muy cierto el favor de Jesucristo nuestro Señor y
de su Madre bendita, para saber contar las grandezas de
este bienaventurado Santo; pues así como todo lo que se
dice en alabanza de la Virgen bendita, dice San Jerónimo
25 que resulta en honra de Jesucristo nuestro Señor, su Hijo
bendito, así todo lo que se dijere en alabanza del santo Jo-
sef resulta en honra de Jesucristo nuestro Señor, que lo
honró con nombre de padre, y de la Virgen Santa María,
de la cual fué verdadero y castísimo esposo. El Señor que-
30 rrá que su santo ayo sea honrado, y la Virgen que digamos
bien de su esposo; y El y ella lo agradecerán, y copiosa-
mente galardonarán. Y así porque conviene a la honra de
Dios como por ganar tal galardón, comenzaremos esta san-
ta historia en alabanza de este glorioso santo esposo de la
35 Virgen.
Evangelio de la Antes que del todo nos ocupemos en
fiesta decir las señaladas y grandes misericor-
dias y particulares privilegios que el
Señor dió al bienaventurado San Josef, que cierto son tales,
40 que bastan para poner en admiración a cielos y tierra y
para rastrear por ellos la grandeza de la bondad divinal,
que sube al pobre y menesteroso a tan grande alteza de
honra, como a este Santo subió; antes, pues, que nos me-
tamos en este golfo, conviene que cumplamos con el santo
45 evangelio, el cual, aunque breve en palabras, es copioso en
sentencias, y que comprehende los caminos de Dios, por
donde viene y trata con los suyos, y los suyos con El. La
cual dotrina no es de estimar en poco, pues si está ignora-
da, andaremos errados, como gente que no acierta el ca-
50 mino, y camino que lleva a Dios; ¡y ay de aquel que lo
errare!
16 San Agustín, Confcss., 1. g, c. g, íg : ML 32, 772-
25 Pséudó-TerÓnimo, Ep. g ad Paulam et Eusfochium, 1 (ML
30, 126) : (cNulli enim drábitun, quin totum ad gloriam laudis eius
períiueat, quklquiri digne genitrici suae ¡Tnpensuin fuerit, atque so-
íeintiiter a'ttributwm».
7j. SAN JUSl'.
1161
Tres cosas nos declara este santo evangelio que acaecie-
ron a estos santos desposados Josef y María; conviene a
saber: las grandes mercedes que Dios les hizo, la tribula-
55 ción y prueba en que Dios los metió y el piadoso socorro
que en el tiempo de la mayor angustia les envió. Notad bien
y sabed considerar estas tres cosas, porque en ellas se en-
cierra lo que nos acaece, no sólo en un día, mes o año,
mas en toda la vida que en este destierro vivimos.
60 Grandes mercedes Lo primero de todo que nos acaece,
hizo Dios a estos es recebir misericordias de Dios; y
santos desposados ninguno pudo tanto madrugar a ha-
cer a Dios algún servicio, que no
hubiese Dios madrugado más a hacerle mercedes ; y no sólo
65 es primero en dar, mas aun en dar lo que a El se le da.
¡Qué gran verdad dijo el rey Salomón, hablando con Dios!
Todas las cosas, Señor, que tenemos y que te ofrecemos,
tuyas son, y lo que te damos, de tu mano lo recebimos. No
se glorie nadie de lo que hace por Dios, pues cuanto más
70 le da, tanto más recibe y tanto más le debe, según dice la
Iglesia: Señor, de cuya mano viene que tus fieles te sirvan
digna y loablemente. No puede ser visto el sol sino con
lumbre del mesmo sol, ni podemos agradar a Dios sino con
la gracia del mismo Dios; y cuando corona y galardona
75 nuestros merecimientos, es galardonar las mercedes que
primero nos hizo. A Dios se debe la gloria de todo lo bueno;
porque de El, y por El, y en El son todas las cosas; y a El
sea gloria en los siglos de los siglos. Amén.
Gran parte de estas misericordias cupo a estos dos bien-
80 aventurados casados, la Virgen bendita y San Josef, y en-
tre ellas fueron muy grandes las que entre manos tenemos;
conviene a saber, que la desposada fuese hecha verdadera
Madre de Dios, y San Josef, hombre bajo según el mundo
y oficial carpintero, fuese levantado a tanta honra de ser
85 verdadero esposo de la Madre de Dios y de ser llamado
padre y tomado por ayo de aquel que tiene al Eterno Padre
por padre y que es criador de cielos y tierra. Misericordias
grandes, y tan grandes, que otras iguales no fueron oídas,
y bastantísimas para que ellos fuesen agradecidos a Dios y
90 para que cantasen sus alabanzas y con todo su corazón se
alegrasen en Dios.
68 i Par. 29, 14.
72 Miss. Rom., Dom. XII post Pcnt., orado.
78 Rom. 11, 36.
1162
SERMONES. CICLO SANTORAL
Mas mirad, que cuan grandes fueron estas mercedes,
asi fué grande la tribulación que tras ellas el Señor envió,
cuya costumbre es enviar hiél después de la miel y probar
95 a sus amigos tentándolos, como hizo a Abraham. Del Señor
leemos que en su santo baptismo fué declarado por voz ce-
lestial por Hijo carísimo del Eterno Padre; mas tras este
favor se siguió ser llevado al desierto a ser tentado del
enemigo. No se engañe nadie ni se tenga por seguro porque
100 sea recreado del Señor con mercedes y consolaciones, ahora
sean espirituales, ahora corporales. Menester es entender
muy bien este negocio; y por no lo haber hecho así, han
venido desastres no pequeños a muchos, que, holgándose
con lo próspero presente, dijeron lo que David: Yo dije en
105 mi abundancia: No seré movido para siempre. Y como su-
cedió la tribulación y no estaban apercebidos para ella, ca-
yeron muy fácilmente y perdieron lo que habían recebido;
lo cual, o no se cobra, o se cobra con dificultad. Sepan to-
dos que el lugar verdadero del gozo y descanso y prosperi-
110 dades, el cielo es; y quien de estos bienes quisiere ser rico,
sin temor de perderlos, desee ir allá y procure de ir allá;
mas este destierro es lugar de trabajos, es una trabada
pelea, es un mar de amargura y una tentación sobre la
tierra; y cuando Dios da alguna consolación o prosperidad,
115 no es para que el hombre goce de ella parando en ella, sino
o porque no desmaye en las tribulaciones que tiene o porque
cobre fuerzas para vencer las que le quieren venir.
¿Para qué dan armas a un soldado, sino para que esté
aparejado para la guerra? ¿Para qué dan de comer a un
120 jumento, sino para echarle muy buena carga? Así, her-
manos, pensad, y con estos mismos ojos mirad las merce-
des que Dios os envía, que son o para esforzaros en la
guerra que tenéis o para avisaros que presto la habéis de
tener. Porque El es amigo de tener amigos probados, y no
125 puede haber prueba sino con tribulación, ni pueden entrar
en el cielo si no caminan por el desierto, ni celebrar Pas-
cua de Resurrección si no pasan por Viernes Santo, que es
día de pasión.
Tribulación de Tornemos a nuestros santos desposados,
130 San José María y Josef. ¡Qué ricos, qué honrados,
qué ensalzados en el acatamiento de Dios,
ella con tal Hijo y él con tal esposa y con ser ayo del Hijo
de Dios! Y tras esto viene que Josef vió a nuestra Señora
estar preñada, por tener su seno crecido; de lo cual recibió
135 tan grande alteración y tristeza entrañables, cual no se
95 Ctf. Gen. 22.
97 Mt. 3, 17.
99 Mt. 4, 1.
105 Ps. 29, 7.
113 Cf. Iob 7, 1.
75- SAN* JOSÉ
1163
puede decir. ¡Oh bienaventurado varón, y de cuántas an-
gustias es tu corazón combatido! ¡Y cómo Dios te ha las-
timado en las mesmas niñas de tus ojos, pues ves preñada
a tu esposa, y nunca has llegado a ella, ni pensaste llegar;
140 porque ella y tú entrambos tenéis hecho voto, de común
consentimiento, de guardar virginidad por toda la vida!
Estaba el santo varón como fuera de sí, y por una parte
viendo lo que veía y por otra parte acordándose de la bon-
dad de esta Virgen y de las grandes señales que de sí daba
145 para ser creída.
Sabía este santo varón que la mujer que tiene corazón
deshonesto, tiene sus señales en lo de fuera, que dan testi-
monio de lo malo que tiene dentro de sí: pasos livianos,
ojos altos, curiosos vestidos, holgarse de hablar o de oír
150 cosas no castas, falta de devoción y de temor del Señor,
amiga de regalos y de ociosidad, dejarse vencer de los de-
leites de gula, que son camino para vencerse de los deleites
de carne, y así otras señales, que, aunque la lengua de la
tal mujer suene castidad, ellas, como más verdaderas, por
155 ser obras, declaran que hay deshonestidad; todas las cua-
les señales juntas y cada una por sí veía este glorioso San-
to que faltaban en nuestra Señora, y que toda ella y todas
sus costumbres eran más contrarias a deshonestidad, que
lo negro con lo blanco, y eran tan predicadoras de la lim-
160 pieza virginal que en su corazón y cuerpo tenía, que daban
de sí un olor como bálsamo y eran como resplandor de
aquella pureza más que angelical que en su persona tenía.
Y cuando este santo varón se paraba a considerar las vir-
tudes de ella y su honestísima conversación, o cuando le
165 miraba su virginal y honestísimo rostro, parecíale cosa im-
posible caber maldad en vaso de tan excelente bondad, y
hacer traición a Dios y a su marido la que con tanta leal-
tad servía al uno y al otro; y por aquel rato huían las ma-
las sospechas, y reprehendíase de ellas; pedia en su cora-
170 zón perdón a Dios y a su esposa y descansaba y estaba con-
tento.
Mas como era tiempo de tribulación y de prueba y había
determinado el Señor que este santo varón bebiese esta hiél
y vinagre, tras este consuelo que recebía con estas buenas
175 y verdaderas consideraciones, permitía que le viniesen otras
contrarias a éstas, y dejábalo en su flaqueza para que fue-
se atormentado y fatigado con ellas. Así como cuando se
paraba atentamente a considerar las virtudes y honestidad
de su santa esposa se deshacía la sospecha que de lo con-
^80 trario tenía, así cuando la veía preñada se le entraba la
sospecha en el corazón y desaparecían las otras considera-
ciones; y si no se escondían del todo, no tenían tanta fuer-
za, que librasen al Santo de angustia y sospecha; y así
1164
SERMONES. CICLO SANTORAL
había pelea en su corazón entre unos pensamientos y otros,
185 diciendo unas veces: "¿Cómo es posible que María, mi es-
posa, de cuya bondad tanta experiencia tengo, haga trai-
ción?" Y por otra parte: "¿Cómo puede ser bien hecho es-
tar preñada y no de mí?" Gemía, llamaba el socorro de
Dios, y no se lo daba, porque se lo guardaba para el tiem-
190 po de la mayor necesidad; y entretanto ya veis lo que po-
día sentir, pues esta pasión de celos, concebidos aun con
pequeña ocasión, atormenta sobre toda manera a los mari-
dos; tanto, que en el Viejo Testamento proveyó Dios de
particular remedio para que el marido que tenía celos de
195 su mujer supiese si era culpado o no, y así descansase.
En el capítulo 5.° de los Números se lee que cuando este
espíritu de celos trújese fatigado un hombre, que llevase
su mujer al templo y la presentase delante del sacerdote,
diciendo cómo tenía celos de ella; y el sacerdote ofrecía sa-
200 crificio por e'lla, y luego escrebía ciertas maldiciones y la-
vábalas con agua, la cual agua había de beber, quisiese o
no quisiese, y, bebida el agua, decía el sacerdote: "Si tú
no has hecho maldad a tu marido, estas maldiciones no te
comprehendan; mas si has sido adúltera, vengan sobre ti";
205 y ella respondía: "Amén, amén"; y así lo aceptaba Dios,
que, si estaba limpia de tal delito, ningún mal le sucedía;
y si había adulterado, se le hinchaba luego el vientre, con
otras claras señales, de lo cual venía a morir.
Guárdense los ca- De aquí veréis cuánto atormenta esta
210 sadk)ls de los celos sospecha a los maridos y cuánto des-
agrada a Dios el adulterio de la mu-
jer casada, pues para consuelo de los celos de él y castigo
del pecado de ella, daba Dios este remedio y manifiesta se-
ñal. Gravísimo pecado es delante de los ojos de Dios y
215 gravísima injuria hace la mujer a su marido, que, siendo
una cosa con él, se parte, y se hurta, y se entrega al que
no lo es. Y así ninguna nación, por bárbara que sea, ha
dejado este pecado sin castigo, por ser cosa impresa por
instinto natural en los hombres pesarles mucho de que sus
220 mujeres les hagan esta traición. Y por lo que ellos sienten
cuando en esto les tocan, es mucha razón que se aparten
con muy gran cuidado de hacer maldad con mujeres aje-
nas, pues entienden por lo que pasa por ellos, o podría pa-
sar, la grande injuria que al marido hacen y grave dolor
225 que le hacen pasar. Nadie tenga en poco este pecado, todos
huyan de lo cometer; y no les parezca que, porque Dios no
haya ordenado sacrificio para castigar al hombre adúltero
como a la mujer adúltera, que por eso se deba atrever a
208 Cf. Num. 5, 15-18.
1165
cometerlo; porque aunque no lo castigue en los varones,
230 mandando que los lleven al templo a examinar y manifes-
tar su delito, mas no por eso le faltan otros muchos me-
dios con que los castiga.
Atrevióse David, y siendo rey, a hacer maldad con la
mujer ajena; y aunque él procuró que su delicio fuese se-
235 creto, mas no lo pudo esconder de los ojos de Dios, el cual
manifestó en público lo que él había hecho en escondido, y
le castigó con castigos terribles, entre los cuales fueron
que su hijo Absalón se le alzase con el reino y persiguiese
a su padre para le prender o matar; y cuando no lo pudo
240 haber, mandó que le sacasen a la plaza diez mujeres que
su padre tenía y, debajo de unas cortinas, por hacer enojo
a su padre, hizo maldad con todas diez mujeres. Y cumplió-
se el amenaza que Dios le hizo diciendo: Tú pecaste en es-
condido, yo te castigaré en los ojos de este sol. ¡Oh pecado
245 gravísimo, que, por ser tal, le parece a la divina Justicia
ser término largo esperar a castigarlo en el otro mundo,
y luego luego lo castiga en éste con diversos castigos, y
algunas veces con que haya quien haga malas a las muje-
res y a las hijas, como él hizo malas a la mujer y hijas
250 ajenas! Y pues ésta es cosa tan aborrecible a Dios y cas-
tigada de El, todos huyan de caer en ella y de cosa que le
parezca.
Y las mujeres casadas, pues tanto lastiman a sus mari-
dos los celos, no se contenten con no hacer esta maldad,
255 mas vivan con grande cuidado de no dar ocasión al marido
para que tan amarga sospecha y tal hiél y vinagre entre
en su corazón, porque tan descuidada puede ser en dar estas
ocasiones, que, aunque no sea mala en pecado de deshones-
tidad, sea mala y peque contra la ley del matrimonio, que
25° le obligó a no dar enojo ni turbación notable a su marido;
y otra mayor que ésta no la puede dar.
Y también aviso a los maridos que no fácilmente reci-
ban en su corazón este tirano, porque, si de él se dejan
vencer y llevar, vienen a grandes peligros de cuerpo y de
235 ánima. Cierto, los celos son cosa que muchas veces el de-
monio procura, como cosa en que mucho gana, por ser
muy dañosa a los que Dios juntó en el matrimonio. Hom-
bres hay que ni pueden comer, ni beber, ni dormir, y se
van cada día secando, y con la melancolía y tentación del
270 demonio son tantas las sospechas que de sus mujeres tie-
nen, y muchas veces sin causa ni ocasión, que les dan vida
de galeras, y ellos la pasan peor. Hermano, ensanchad ese
corazón y entended que en ninguna manera podéis vivir en
235 a Re.sr. ii, 4 ss.
242 Cf. 2 Reg. 16, 22.
244 Cf. 2 Reg. 12, 12.
1166
SERMONES. CICLO SANTORAL
esta vida sin que os fiéis de alguien. Porque si miráis a:
275 "Puédenme engañar, puede ser que me acaezca esto", toda
vuestra vida será una temerosa congoja; una estrechura de
corazón que tanto os apriete, que os haga vivir una mise-
rable vida y aun hacer locuras con que se rían de vos.
Claro está que, saliendo de aquesta iglesia, puede ser que
280 alguno os esté aguardando y os mate, o que en el camino
caiga una teja del tejado y os descalabre; mas por eso no
habéis de dar lugar al temor, porque es temor loco, que
nace de vuestra condición y melancolía, cuando lo tenéis
sin haber justa causa para tenerlo. Y así os conviene, cuan-
285 do no viéredes suficientes causas para pensar mal de vues-
tra mujer, tener vuestro corazón sosegado y resistir a los
vanos temores y sospechas que vuestra condición o el de-
monio os trae sin causa.
Si decís: "¿Qué sé yo si, aunque mi mujer parece bue-
-^O na, no lo es?" Dígoos yo que, si por esta regla os habéis
de regir, también podéis dudar si Fulano y Fulana son
vuestros padres. Cuando viéredes, hermano, suficientes cau-
sas para sospechar mal, ponelde remedio; y cuando no, en-
sanchad vuestro corazón, y fiad vuestros negocios de la
295 bondad de nuestro Señor, y obedeced a su mandamiento:
que no queráis juzgar y no seréis juzgado, y que tengáis
por bueno al que no conocéis por malo, y no penséis que,
porque vos por ventura habéis sido malo, también vuestra
mujer lo es, o, porque habéis conocido algunas mujeres
300 ruines, penséis que todas lo son. Bondad tiene Dios para
hacer buenos y santos, si ellos se disponen. Si vos lo hu-
biérades sido y tratado con buenos, no os fuera tan difícil
creer que vuestra mujer era buena, porque ordinariamen-
te por su corazón juzga al hombre el ajeno.
305 Esto que a los maridos se dice, tomaldo también las
mujeres casadas, cuyos corazones, por ser más estrechos,
están más aparejados a dejarse vencer de aquesta pasión.
Y cuando en ellas cae, es una cosa de lástima ver el tor-
mento que ellas reciben y que a su marido dan, como nos
310 lo declara muy bien el Espíritu Santo, diciendo: La mujer
celosa es dolor de corazón y lloro y en ella hay azote de
lengua que a todos se comunica. Y así es verdad; que des-
honra a su marido, y a las mujeres que la tienen culpa y
que no se la tienen, quitando la fama a buenas mujeres,
315 sin mirar lo que dice, como fuera de seso con la pasión;
mas no por eso dejará de pecar gravemente, así por la
mucha pena que da a su marido como por las malas pala-
bras que dice de terceras personas. Grande lazo del demo-
nio es éste, y cuanto es para él ganancioso, es perdidoso
296 Mt. 7, i.
312 Cf. Eccli. 26, 8.
75- san JOSÉ
1167
320 para los casados; es aflicción de ellos, perdición de su sa-
lud, dolor de corazón, tristeza continua, engaño del ene-
migo, y que quita la paz, que es la mejor joya del casa-
miento. Por lo cual con muy gran cuidado se deben guar-
dar los casados de no dar causa ni ocasión para ello ni ad-
325 mitir en su corazón semilla de la cual nacen frutos tan per-
judiciales para ánima y cuerpo.
Resuelve José dejar fiémonos divertido de la historia de
a su Esposa estos santos casados* María y Josef ,
por la necesidad que tienen de aviso
330 ios otros casados; plegué al Señor que les aproveche. Torné-
monos, pues, al lugar de donde salimos, que es la grande
angustia que el santo Josef tenía de ver preñada a su santa
esposa sin haber él llegado a ella, y por otra parte conside-
rando cómo podía caber tal maldad en vaso de bondad más
335 que humano. Pensaba unas veces lo que la humana conje-
tura le declaraba por lo que veía, y otras decía entre sí:
"¿Qué sé yo si Dios ha hecho alguna obra milagrosa de
las que suele, sobre toda humana razón? Pues esta ben-
dita mujer es dotada de tan excelente santidad, y por eso
340 muy aparejada para que Dios haga en eüa obras excelen-
tes y maravillosas. Y si esto es así, yo no soy digno de
estar en su compañía; y si no es así, yo no la quiero infa-
mar con acusarla para que la apedreen, ni llevarla al tem-
plo para que con el sacrificio de la ley se examinase la ver-
345 dad de aqueste negocio. Y el medio más conveniente que
en caso tan dudoso me conviene tomar es dejarla e irme
secretamente, porque nadie me pregunte el porqué; y así
ni la infamaré, ni me pondré a peligro de morar con ella
si no es buena, ni me atreveré a estar con ella si es tan
350 santa, que Dios ha hecho en ella milagro de haber conce-
bido sin ser de mí ni de otro varón."
Esta fué la resolución del santo Josef, con la cual, aun-
que hallaba camino para lo que había de hacer, mas no se
mitigaba por esta vía su grande dolor, porque el grande
355 y casto amor que a su esposa María tenía, infundido por
Dios y conservado y acrecentado con la conversación santa
de ella, le tenía el corazón tan hecho uno con ella, que ha-
berla de dejar era arrancársele las entrañas y partírsele el
corazón; y así andaba lleno de dolor dentro de sí, y daba
360 muestra de ello en el gesto de fuera; porque gran dolor o
gran placer, mal se pueden disimular.
Tribulación de la En gran tribulación, cierto, puso
Virgen Dios a este santo varón; mas no
era menor la de la Virgen bendita,
365 la cual, como por las señales que veía, entendía la turba-
1168
SERMONES. CICLO SANTORAL
ción y causa de ella de su santo esposo, dolíale mucho el
verlo penado como buena casada, y mucho más verse sos-
pechada de cosa tan lejos y tan aborrecida de su corazón.
Llamaba el socorro del cielo, suplicaba al Señor que reme-
370 diase tanto trabajo y que, si El era servido que ella pade-
ciese aquella infamia, estaba aparejada para lo hacer, y
que no se quería tornar atrás de haberse ofrecido por esclava
suya cuando concibió por Espíritu Santo, para servir en
este negocio y en todos, ahora fuese por buena fama, ahora
375 por mala, por vida o por muerte, por hiél o por miel; que
ninguna cosa tendrá tan amada que no la pusiese debajo
de los pies del Señor, y de muy buena gana, para que hi-
ciese de ella su santo contentamiento. "No tengáis cuenta,
Señor — decía la Virgen — , con mi tribulación o consola-
3&0 ción; mas lo que os suplico es que no esté penado este santo
varón por mi causa; y lo que sobre todo rae duele, y cuyo
remedio con todo mi corazón os demando, es que, pues lo
que tengo en mi vientre es Hijo verdadero vuestro, cuya
concepción fué por Espíritu Santo, y muy ajena de toda
385 maldad, que no permitáis vos que cosa tan limpia y tan
verdadera sea tenida por mala y fuera de ley, ni que el quo
es Hijo legítimo vuestro se piense ser hijo de hombre habido
de mala parte."
Oraba la Virgen, y muchas veces con grande angustia
390 de corazón y abundancia grande de lágrimas, y el Señor
callaba y dejaba padecer a estas dos tan santas personas;
cada una de las cuales le podía decir con mucha verdad lo
que está escrito: Fui ensalzado de ti y humillado y contur-
bado; pues después de tales favores con que los había en-
395 salzado sobre todos los cielos, los ha dejado en tal humi-
llación, que lo uno es tormento de lo otro, y siendo llama-
do no responde.
Calla María: El se- ¡Mas quién fuera tan digno de po-
creto mío para mí der entrar en aquella pobre y san-
400 ta casita! Y cuando la Santísima
Virgen estaba de rodillas en oración pidiendo con lágrimas
remedio al Señor, se presentara delante de ella, hincadas
las rodillas, y, con la reverencia que se debe a la que es
verdadera Madre de Dios, le dijera: "Señora para siempre
405 bendita: el remedio que deseáis, que buscáis y con tantas
lágrimas pedís al Señor, en vuestras manos está, y no con
muchas lágrimas y no con mucho trabajo; pues con pocas
(palabras que digáis al santo Josef, manifestándole el mis-
terio grande que Dios ha obrado, dándoos a su Hijo ver-
410 dadero para que haya sido engendrado de vos, no por obra
394 Cf. Ps. 87, 16.
75- SAN JOSÉ
1169
de varón, sino del Espíritu Santo, él os dará crédito, por
opinión de santidad que de vos tiene. Porque, como sea
esto verdad tan cierta, Dios le dará gracia para creerla,
y él quedará sin pena, y vos y vuestro Hijo con mucha
15 honra." Y aunque no se tuviese por muy cierto que el santo
Josef lo había de creer, era cosa muy conveniente — pues,
pedido el remedio del cielo por vía de milagro, no venía — se
tomase estotro humano, pues había conjeturas que apro-
vecharía; y en cosas de tanto riesgo, con que quiera de es-
» peranza, era bien tomar este medio.
Creo que respondiera la Virgen a quien esto le suplica-
ba lo que el Señor respondió a los hijos de Zebedeo: No
sabéis lo que pedís; sabéis las cosas de hombres y no las de
Dios. Atribúleme el Señor todo lo que fuere servido, que
25 de mi boca no saldrá misterio tan alto, ansí por guardar
el secreto del sacramento de tan alto Rey como por no decir
cosa de que nadie pueda tomar ocasión de pensar que hay
en mí tal santidad para que Dios haga comigo cosa tan se-
ñalada, cual nunca en el mundo ha acaecido ni acaeciera.
50 Obra suya es; y aunque yo sea esclava, Hijo suyo es el
que he concebido: no es posible que El olvide cosa que
toque a su Hijo ni a mí, por ser esclava suya. Y pues El
reveló a Santa Isabel lo que el ángel me había dicho en se-
creto, y quién era el que estaba encerrado en nti vientre,
55 y que ella y el niño que tenía en su vientre lo adorasen,
El pondrá remedio en este trabajo y declarará esta verdad
al santo Josef, pues hay más necesidad que la sepa él que
no otros. Y aunque dilate el remedio, es por probar nues-
tra paciencia y confianza, la cual tengo muy firme en El,
'0 que, sin que yo diga cosa que toque en mi alabanza, El la
dará a entender por la vía que El sabe; mas mi oficio será
callar, sufrir y esperar en su misericordia.
¡Oh Virgen para siempre bendita, cuán verdaderamen-
te estáis enseñada de Dios! ¡Y con cuánta razón con vues-
15 tro ejemplo podremos acusarnos y reprehendernos! Pues
vos tenéis tanto peso de discreción, humildad y temor del
Señor, que en tiempo de tanta necesidad calláis las merce-
des, y tales mercedes de Dios; y nosotros, como vasos pe-
queños, que quiera que Dios nos dé a sentir, luego nos hen-
•0 chirrios y rehenchimos, y el espíritu de la liviandad nos
hace bosarlo por la boca, y tras el parlarlo viene el perder-
lo por justo juicio de Dios.
Y de San Pablo leemos que contó algunas mercedes par-
411 crédito] ansí add.
438 no otros] nosotros
423 Mi. 20, 22.
434 Mt. 16, 23.
426 Cf. Tob. 12, 7.
430 Cf. Le. r, 3S.
1170
SERMONES. CICLO SANTORAL
ticulares que Dios le había hecho, mas concurrían dos
455 cosas: una, el estar tan ajeno y tan lejos de tomar gloria
vana, que su gloria era ser deshonrado y estimado por es-
coria de aqueste mundo; y la otra era decir aquellas cosas
porque la dotrina de Jesucristo que predicaba corría riesgo
de no ser creída si él no contara cómo Dios lo había hecho
460 su apóstol, y otras particulares mercedes, y el mucho tra-
bajo que había pasado, y lealtad que había guardado en la
predicación del santo Evangelio, no buscando en esto su
honra, antes protestando muchas veces que lo decía for-
zado para que creyesen su dotrina y glorificasen a Dios y
465 no fuesen engañados de falsos predicadores. Esto muy bien
hecho era. Y si vos me dais un corazón fundado en verda-
dera humildad, y que tenga por azote que mucho le duela
el ser estimado, y tenga por deleite el ser despreciado, y
concurra necesidad de remediar el peligro ajeno o de pedir
470 el consejo para que el demonio no le engañe, transfigurán-
dose en ángel de luz como muchas veces lo hace, en tal
caso bien hecho es el declarar las mercedes de Dios como
lo hizo San Pablo.
Mas qué tienen que ver con esto los fervores de los que
475 comienzan a servir a Dios, que, movidos con liviandad
— que llaman ellos deseos de aprovechar a otros — , tienen
una comezón en la lengua por decir lo que sienten y ha-
cerse predicadores antes de tiempo; y para autorizar lo
que dicen cuentan alguna merced particular que el Señor
480 les ha hecho, y como tienen poco caudal y lo echan fuera
de su corazón, quédanse pobres, y, pensando aprovechar
a los otros, dáñanse a sí mismos, y después de la pérdida
entienden su yerro, y no todas veces pueden cobrar lo per-
dido, y gimen porque no cumplieron lo que dice Esaías:
485 El secreto mío para mí, y por experiencia conocen que quie-
re el Señor, que como la mujer casada debe guardar se-
creto a su marido de lo que pasa a solas con ella, así
quiere que el ánima le guarde secreto de las particulares
mercedes que de su mano recibe, si no fuere con las con-
490 diciones ya dichas.
Y aunque hay algunas personas de voluntad tan sana
y tan sencilla que, aunque cuenten estas cosas, no sienten
que el Señor se enoja ni les quita las mercedes que en se-
creto les hace, todavía la verdadera humildad pide y de-
495 sea esconder la dádiva, y enmudece la lengua para que
no diga cosa por la cual pueda el hombre ser en algo es-
timado. Para entender esto así, nos debe bastar el ejem-
plo de esta Santísima Virgen, que, como más humilde que
455 2 Cor. 12, 1-4.
471 2 Cor. ii, 14.
485 Is. 24, 16.
1171
todos, aborrecía en gran manera que por su boca saliese
|0 cosa por la cual pudiese ser estimada. Y aunque se vió en
trance de tanto peligro, suplicó al Señor que, pues es to-
dopoderoso, lo remediase por otra, vía y no le mandase de-
cir a ella mercedes tan particulares que de su mano había
recebido.
5 Verdad es que, después de subido el Señor al cielo y
, después de haber predicado los sagrados apóstoles la ver-
dad del misterio de la encarnación del Hijo de Dios, de-
clararon a todos que, aunque había consentido de haber
sido estimado por hijo de Josef, no lo era sino de sólo el
0 Padre Eterno, que en cuanto Dios le engendró, y en cuan-
to hombre, de la bendita Virgen María, que sólo engendró
por Espíritu Santo. Entonces, como cosa ya sabida y ma-
nifiesta, ella declaró a los apóstoles, especialmente al evan-
gelista San Lucas, muchas particularidades de la santa en-
5 carnación y otros muchos misterios que ella sabía; y aun
esto no lo osara ella decir, por su gran humildad, si no
fuera particularmente mandada e inspirada por Espíritu
Santo, cuya obediencia se debe preferir a la humildad,
pues, en faltando ésta, deja de ser virtud y se torna so-
> berbia.
Envía el Señor su y tornando al propósito, padecía
socorro. Múdase el San Josef y padecía la Santísima
dolor en placer Virgen; llamaban entrambos a Dios,
y dilataba el Señor el socorro para
5 que ellos más mereciesen con la paciencia y nosotros más
nos aprovechásemos de tales ejemplos, pues sabía el Señor
que nos habíamos de ver en tribulaciones. Mas, ¡oh Señor,
y con cuánta razón debe tener paciencia el atribulado que
invoca tu divina misericordia, y debe esperarla, aunque
más y más se dilate, pues que ni tienes corazón duro para
dejar de sentir los trabajos de los tuyos, ni orejas sordas
para dejar de oír sus gemidos y ruegos muy grandes! Muy
gran verdad es lo que de ti, Señor, está escrito: Esperen
en ti los que conocieron tu nombre, porque no has desam-
> parado a los que te buscan. Y porque la tardanza del re-
medio, que a muchos flacos es causa de desconfianza, no
nos derribe, mandaste, Señor, darnos aviso contra este
desmayo tan perjudicial, y mandaste que nos fuese de tu
parte dicho: Si el Señor se tardare, espéralo; que viniendo
' vendrá, y no tardará.
Llamaron al Señor en su tribulación nuestra Señora y
Josef; y cuando estaban ellos más apretados, envíales el
Ps. 9, xi.
Haib. 2, 3.
sermones, ciclo santoral
Señor su socorro, según su acostumbrada misericordia.
Y estando Josef durmiendo, aparecióle un ángel de Dios,
54o el cual se cree piadosamente ser San Gabriel, pues era ne-
gocio que tocaba a la encarnación del Hijo de Dios, que a
él había sido encomendado, y dícele al santo Josef: Josef,
hijo de David, no temas de tomar a María tu mujer, por-
que lo que ha nacido en ella de Espíritu Santo es; y parirá
550 un hijo, y llamarle has por nombre Jesús, porque El hará
salvo a su pueblo de. los pecados de ellos. Esto le dijo, y
con tanta claridad, que el santo Josef fué tan certificado de
aquella verdad, que ninguna duda le quedó, chica ni gran-
de, ni más tinieblas en su corazón; porque todo aquello
555 huyó con el resplandor de la luz celestial, que mediante
la habla del ángel del Señor obró a su entendimiento; como
hacía a los santos profetas, que les daba lumbre evidente
de que aquello que les decía era verdad y no engaño.
No es impedimento para esta certidumbre acaecer esto
560 durmiendo, pues ha dicho el mismo Dios que también apa-
rece a sus profetas durmiendo como velando. Y así, tam-
bién se escribe en el libro de Job. Y así también lo ex-
?fr:r.:;n:a~DS. pues hay muchas personas a quien acaece
acostarse con ruines propósitos y estar en mala vida, y tan
565 mala, que, a morirse durmiendo, fuera el infierno su sepol-
tura; 3' es tanta la misericordia de Dios, que, o por cosas
que ven entre sueños, o por palabras que les son dichas,
recuerdan los ojos llenos de lágrimas y el corazón todo
mudado, con entrañable arrepentimiento de sus pecados y
570 propósito de hacer penitencia; y el haberla hecho y el vivir
bien, ha sido señal que fué de Dios lo que en el sueño les
acaeció. Y si con éstos, que con tan mala conciencia se
echaron a dormir. Dios obra su misericordia, dándoles
tales avisos, no es mucho que creamos que hace sus mise-
5T5 ricordias con los que le sirven, declarándoles entre sue-
ños lo que les cumple, consolándolos en sus trabajos, avi-
sándoles de los peligros, y mil maneras de cosas que caben
en su infinita bondad. Y aunque estas cosas, cuando son
de Dios, traen una satisfacción particular al ánima y tie-
580 nen una particular diferencia de los sueños que no son de
Dios, como la bienaventurada Santa MÓnica decía a su
hijo San Agustín que los sentía: mas porqu? puede haber
en estas cosas — y muchas veces lo hay — engaño del mal
ángel, y vanidad de nuestra cabeza, y obra de nuestros hu-
585 mores, o cosas de aquesta manera, no se debo de fiar la
tal persona de cosas de sueños, sin lo comunicar con per-
561 Cf. Xmn. 12, 6.
562 Cf. Iob 35, 14-15.
5S2 Sin Agustín, Coufcss.. 1. 3, c. 11, 19-20 : ML 32, 691 s.
SAN JOSÉ
1173
sona que le pueda dar claridad, pues aun en lo que nos
acaece velando, que tiene más certidumbre, es peligroso
el propio juicio y seguro el ajeno.
590 San Josef bienaventurado no tuvo que consultar al hom-
bre sobre su sueño, pues fué tan clara la revelación y tan
llena de lumbre, que ni preguntó si era ángel de Dios o
no, como Gedeón: ni lo dejó de conocer, como los padres
de Sansón; ni dudó, como Zacarías; ni pidió señal, como
595 Gedeón.
No dudó, ni pudo dudar, por la grande evidencia de la
revelación; mas recuerda tan alegre, y más que antes es-
taba penado, y con corazón tierno da muchas gracias a
Dios porque le había librado de la huida que quería hacer,
iOO y conócese por muy indigno de haberle Dios hecho ayo de
su Hijo y esposo de la Madre de El: y entrañablemente le
dolía de no la haber conocido y del haber sospechado, y,
pidiendo de ello perdón a Dios, se fué a lo pedir a la Vir-
gen. Y mirándola ya con ojos alumbrados por lumbre del
^05 cielo, parecíale tan alta — como en la verdad lo es — , que
ni se tenía por digno de estar delante de ella y en una casa
con ella; y, arrojado a sus pies, regaba la tierra con lá-
grimas pidiendo perdón; y la Virgen se arrojó a los pies
de él, rogándole se levantase y esforzase a servir a Dios
610 en el negocio que le había encomendado.
Reventábale al santo Josef el corazón de ver tanta hu-
mildad, tanta caridad y tanta virtud en aquella Señora
que por esposa le había sido dada. Y cuando consideraba
que era madre de Dios, agotábasele el juicio, salía de sí
615 con admiración y el corazón no le cabía en el cuerpo, y la
ternura y lágrimas no le dejaban hablar, y daba alaban-
zas a Dios, que lo ha tomado por marido de la Virgen, y
ofrecíasele por esclavo. Y pues San Juan Bautista, ence-
rrado en el vientre de su madre, conoció y adoró al Hijo
620 de Dios humanado, que estaba escondido en el virginal
vientre de nuestra Señora, ¿con qué reverencia, humildad
y amor adoraría el santo Josef al bendito Niño Jesús,
siendo informado que estaba en el vientre de nuestra Se-
ñora" ¡Cuan rico, cuán gozoso estaba el santo varón con
625 verse diputado para servir a tal Hijo y tal Madre! ¡Y por
cuán indigno se tenía y cuán chiquito se parecía para ser-
vir a tales Señores! Y como tal, pedía con grande instan-
cia particular lumbre, prudencia y diligencia, y todas aque-
llas virtudes que, para conversar con Dios hecho hombre
630 y con su Madre bendita. Dios sabia que había menester.
En grande tribulación había estado; mas sin comparación
fué mayor esto dulce que lo otro fué amargo. Y aunque
Cf. Ind. 6, 17 ss. ; 1;. ; »
504. Cf. Le. 1, iS.
1174 SERMONES. CICLO SANTORAL
cada vez que pensaba en aquesta merced era su gozo y
agradecimiento muy grande, mas como esta vez fué la pri-
635 mera que tal nueva supo, y como vino sobre tribulación,
que es salsa para que la prosperidad sea más sabrosa, y
juntábase a esto la consolación que la Virgen tenía de ver
consolado a su esposo, y las gracias tan agraciadas y ale-
gres que daba a Dios porque después de tal tempestad
640 había traído tal bonanza en la mar de sus corazones.
Resultaba de todo esto tanto gozo y admiración en el
corazón del santo Josef, que no sabía qué hacer ni decir,
sino rogar a los ángeles y suplicar a la Virgen su esposa
que diesen por El alabanzas a Dios y le alcanzasen gracia
645 para conocer y agradecer tales mercedes, que sobrepuja-
ban a su merecimiento. Consolábalo en este temor la sa-
cratísima Virgen María, ofreciéndole sus oraciones y per-
suadiéndole a que tuviesen entrambos confianza en la mi-
sericordia de Dios, que pues por su sola bondad los eligió
650 para el servicio de su Hijo, les daría gracia para bien lo
hacer, de manera que fuese El glorificado y amado. Contó
el uno al otro el dulce nombre de Jesús que el ángel les
había dicho que pusiesen al Niño después de nacido; y fué
muy particular gozo entre ellos de oír nombre tan exce-
655 lente y consolativo como es Jesús, que quiere decir Sal~
vador, y, como el ángel dijo, Salvador de pecados. Y así
creo que el santo Josef, por gozar del bien de este nom-
bre, se arrojó en el suelo suplicando al Niño Jesús le per-
donase sus pecados y diese gracia para no le ofender. La
660 Virgen, su esposa, no pidió perdón, porque no pecó; mas
conociendo que, por los méritos del Niño Jesús, ella había
sido libre de todo pecado, hízole reverencia y dióle entra-
ñables gracias, como si le hubiera perdonado todos los pe-
cados que ella hubiera hecho si Dios no la hubiera guar-
665 dado. Este fin tienen los trabajos en que Dios pone, tro-
cándolos en doblado placer; y así se acaba el santo evan-
gelio.
¿Por qué despo- Cum esset desponsata Mater Iesu, Ma-
saida la Virgen rxa> Ioseph. El ser desposada la Virgen,
670 con José? y para quedarse siempre virgen, como
se quedó, pone admiración, y da oca-
sión de inquirir qué fué lo que en esto pretendió nuestro
Señor; pues sus obras, y especialmente las que obró con
su santísima Madre, todas son llenas de profunda sabidu-
675 ría( aunque muchas veces oculta. Mas, aunque el mismo
negocio por sí nos convida a inquirir las causas del despo-
sorio de la santa Virgen, el convenir esto para rastrear
656 Cf. Mt. i, 21.
670 Of. Mt. 1, 18.
75- SAN JOSÉ
1175
algunas de las grandes virtudes y mercedes que Dios hizo
a este santo varón Josef nos obliga, pues estamos en su
680 día, a hablar de las causas de este santísimo desposorio,
porque de allí resultará el conocimiento de la grandeza de
este santo varón, que mereció ser el desposado de tan alto
matrimonio y esposo de tan bienaventurada y alta Señora.
Causas de parte de la Muchas causas ponen los santos
685 Virgen. Primera: su por las cuales convino ser despo-
buena fama sat^a ^a sacratísima Virgen Ma-
ría, así por lo que a ella tocaba,
como por lo que tocaba a su Hijo bendito. Y también para
nuestro provecho convino que aquella que tan limpia y
690 agradable era en los ojos de Dios, y que, estando en la
tierra, subía el olor de sus virtudes y santidad hasta el
alteza del cielo, y como precioso bálsamo henchía de olor
toda la corte del cielo, y deleitaba al Rey que estaba en su
cama; ésta, tan olorosa delante de Dios y sus ángeles, no
695 convenía que tuviese fama que oliese mal delante de los
hombres, pues que del buen nombre, especialmente la bue-
na mujer, debía tener cuidado, como la Escritura lo man-
da, de tener buena fama; no por medios vanos ni fingimien-
tos de hipocresía, mas porque con la verdad de la buena
700 vida cobre buena fama, como la lumbre que sale del sol.
Y esto, no porque con la buena vida busquemos el alaban-
za de los hombres, porque sería gran vanidad dejar de
obrar por el contentamiento de Dios, y por su eterno ga-
lardón, y abatirnos a querer por paga de nuestras buenas
705 obras el humo de las alabanzas humanas, que de tan poco
tomo es y tan poco dura.
Nunca Dios quiera que pierda el cristiano sus buenos
trabajos ni que oiga aquella justa sentencia que el Señor
dará contra los vanagloriosos : En verdad os digo que ya
710 recibieron su galardón. Muy hollada tiene el buen cristia-
no esta vanidad; muy lejos está de aqueste engaño; por-
que los ojos que miran a Dios y le conocen por galardón
de las buenas obras y buenos trabajos, no sólo no se ceban
del pago que puedan dar todos los hombres, mas aun se
715 desdeñan de pensar en ello, pareciéndoles que hacen in-
juria al que es galardón eterno, si mirasen en cosa tan
poca. Lo que les mueve a tener cuidado de su buena fama
es desear que Dios sea glorificado, y entender, como San
Agustín dice, "que, como el cristiano ha menester la buena
720 conciencia para su provecho, ha menester la buena fama
para el provecho del prójimo".
694 Cf. Cant. i, 11. 697 Eccli. 41, 15. 710 Mt. 6, 2.
721 San Agustín, De bono viduit., c. 22, 27 (ML 40, 448) : «No-
bis enirn necessaria est vita nostra, aliis fama nostra».
1176
SERMONES. CICLO SANTORAL
Y especialmente conviene tener este cuidado todo cris-
tiano en lo que toca a ser tenido por horribre católico,
según se lee de un santo viejo ermitaño, hombre de rnuy
725 grande paciencia en sufrir injurias, y como a tal le fueron
ciertas personas a probar, y le dijeron que decían de él
muchas faltas y males; y callando él a todo aquello, aña-
dieron los otros diciendo: "También dicen de ti que eres
hereje." Y entonces él, que a todo había callado, a sólo
730 esto respondió diciendo: "No soy." Y preguntado por qué
había callado a los otros males y a éste no, pue¡5 ni tenia
unos ni otros, respondió que en las otras cosas puede el
hombre callar por ejercicio de la paciencia, y que en ésta
no, por tocar tanto a la honra de Dios. Con lo cual con-
735 cuerda San Jerónimo: "No quiero que en infamia de heje-
jía sea nadie paciente" ; quiere decir que no deje de respon-
der por su verdad y su fe y probar que sea conocido por
cristiano católico.
Este ha de ser el principal cuidado de varones y muje-
740 res en lo que toca a la fama, y tras esto en lugar mucho
cercano han de tener las personas dedicadas a Dios que
profesan castidad, varones y mujeres, y generalmente
todas las mujeres, cuidado muy particular de que su fama
tenga en esta parte tan buen olor, que ninguna mezcla
145 tenga de malo. Ni se excuse nadie con decir: "No tengo
culpa, no se me da nada que digan de mí", porque, como
dicen los santos, esto muchas veces toman las mujeres
ruines por ocasión para ser malas; y aunque no lo sean,
en escandalizar a los prójimos y despreciar la buena fama
750 son culpables. Y como dice la Santa Escritura: El que
menosprecia su fama, cruel es. Y aunque nadie debe fácil-
mente creer las muchas cosas que se suelen decir de las
tales personas, pues muchas veces son testimonios muy
falsos, mas pocas veces acaece que aquestas cosas se di-
755 gan sin preceder alguna culpa, o a lo menos alguna inad-
vertencia, en la cual las tales personas no miran, y los
otros sí. Por lo cual conviene que haya tan grande cuida-
do y recato en quitar conversaciones, y en toda la más
compostura de dentro y de fuera, que, por mal ojo que
760 uno tenga, no se atreva a juzgar mal; y si se atreviere a
lo decir, sea tanto el buen crédito de la otra persona, que
él no halle crédito para su maldad; según San Jerónimo
cuenta de una doncella llamada Asela, que "por sólo la
bondad de su vida mereció que en la ciudad de Roma,
765 donde tantas pompas hay, en la cual ser humilde es tenido
736 San Jerónimo, Contra lo. Hievosol., 2 (MI. 23, 373) : «Nolo
in suspicione haereseos queniquam esse patientem».
751 Cf. Prov. 22, 1 ; Bocl. 7, 2 ; Eccli. 41, 15 ; Prov. 5, 9.
SAN JOSK
1177
por miseria, los buenos digan bien de ella y los malos no
osen murmuran de ella".
Y porque el Señor amaba muy particularmente a su sa-
cratísima Madre, y había determinado de nacer de ella, no
770 quiso que anduviese en boca de hombres que tenía hijo sin
tener marido; y quiso más que le estimasen a El por hijo
de un hombre bajo, siendo Hijo del Eterno Padre, que no
tocasen la fama de su sacratísima Madre. Porque, como
San Ambrosio dice, "sabe el Señor que la fama de las don-
775 celias es muy delicada"; y por eso, si no es muy guardada,
se puede con cualquier ventecico y ocasión fácilmente en-
negrecer y perder. Y en ninguna manera convenía que
las mujeres descuidadas en mirar por su fama pudiesen
excusar y solapar su poco recato con decir: "No es mucho
780 que digan de mí, pues dijeron de la Madre de Dios." Lejos
vaya tal excusa. No hallaréis en la Virgen bendita som-
bra para cobijar vuestros yerros.
Perfetísimo dechado de toda virtud y de toda limpieza
la ha hecho Dios, y que sea mayor que la de los ángeles
785 la que en su ánima tiene; y echase de sí su conversación
exterior resplandecientes rayos de tanta honestidad, que
ningún hombre otra cosa pensase ni hablase de ella sino
mucho bien y alabanzas, cumpliéndose en ella muy por en-
tero lo que le dijo el arcángel San Gabriel: Bendita eres tic
790 entre todas las mujeres. Porque no sólo fué bendita de
Dios, mas bendita de los hombres y de las mujeres; porque
todos la estimaban por persona llena de santidad, y habla-
ban bien de ella, dando gloria a Dios por las buenas obras
que le veían hacer. Y así está dicho en su persona: Yo como
795 terebinto extendí mis ramas, y mis ramos son de honra
y de gracia; y soy como Vid que he fructificado suavidad
de olor, y mis flores son fruto de honra y de honestidad.
Compárase esta Virgen sagrada al terebinto y a la vid,
porque estaba dentro de sí llena de fruto, y salían de ella
800 ramos de buenos ejemplos, dignos de honra y de suave
olor, y de toda la honestidad, hecha perfectísimo dechado
de toda limpieza y buena fama, con la cual se gocen las
buenas mujeres que la imitaren, y sean reprehendidas, y
no defendidas, las descuidadas en mirar por sí.
805 Segunda: porque Jo- Mucho hay que admirar de la
sé fuese su guarda providencia y consejo de Dios
en dar al santo Josef por guar-
da y amparo de la fama de la sacratísima Virgen nuestra
767 San Jerónimo, Ep, 24, 5 : ML 22, 428.
775 San Ambrosio, Expos. in Le, 1. 2, 1 : ML 15, 1633.
790 Le. i, 28.
797 Eccli. 24, 22-23-
1178
SERMONES. CICLO SANTORAL
Señora, pudiendo El guardarla por otras muchas maneras;
810 mas mucho más hay que admirar de otra segunda causa
por la cual Dios se lo di ó por e sipos o; conviene a saber,
para que fuese el santo Josef guarda de la mesma perso-
na y, castidad de la sacratísima Virgen nuestra Señora.
De guarda se dice que proveyó el Señor cuando desde la
815 cruz mandó a San Juan que tuviese cuidado de la bendita
Virgen María; y en guarda fué dado el santo Josef a la
mesma Virgen bendita, pues fué dado por marido suyo.
¡Quién no se admirará de la alteza de tal consejo! ¡Enco-
mendar la guarda a un hombre, de una cosa tan particu-
820 larmente metida en el corazón del Señor y guardada de
El! Si la Virgen bendita fuera de aquellas de quien la Es-
critura dice: En tu hija pon mucha guarda, y en otra
parte dice lo mesmo de la hija que es deshonesta, parece
que fuera conforme a razón dar hombre que guardase la
825 castidad de la mujer que estaba en peligro. Mas si esta
Virgen bendita no era inadvertida, sino velaba sobre sí
mucho mejor que Esaías y Habacuc, cuando cada uno de
ellos decía: Yo estoy en vela sobre mi; y si el Señor guarda
las ánimas de sus santos, como dice David, y si el Señor
830 dijo a Abraham: Yo seré tu guarda dondequiera que fue-
res; y si tiene Dios puestos sus ojos y corazón en esta
Virgen bendita muy mejor que en el templo de Salomón,
pues él figuraba a ella, y está el Señor tan atento a guar-
dar esta su casa y ciudad, que ni se duerme ni se descui-
835 da un solo punto, porque la estima en más que toda cria-
tura en tierra y cielo, muy sobrada parece la guarda del
hombre para quien es tan guardada de Dios, que con
mucha más razón se puede llamar Samaría, que quiere
decir guarda de Dios, pues está mejor guardada por la
840 Providencia divina, para que ni le haga mal el sol de día
ni la luna de noche, que la provincia de Samaría, que se
llama guarda de Dios por tener a una parte la tierra de
Judea y a la otra la de Galilea, por las cuales partes acos-
tumbraban a venir los enemigos.
845 Y con todo esto, y con ser esta Virgen bendita aquella
cama del rey Salomón, cercada de sesenta caballeros fuer-
tes y muy diestros en la guerra para que la guardasen,
que son la muchedumbre de ángeles que Dios diputó para
guarda de ella, especialmente después que el verdadero
850 pacífico, Jesucristo nuestro Señor, se reclinó en ella, ha-
ciéndose hombre en sus entrañas, no obstante la guarda
Si6 lo. 19, 27. 831 Cf. Gen. 12, 1 ss.
822 Cf. Eodli. 7, 26. . 832 3 Rear. 9, 3.
823 Cf. Eccli. 42, 11. 841 Ps. 120, 6.
828 Cf. Is. 22, 9; Haib. 2, 1. 847 Cf. Caut. 3, 7-8.
829 Cf. Ps. 96, 10.
75- SA\ JOSÉ
1179
de Dios y de tantos ángeles y la que ella tenía sobre sí,
le da el Señor otra guarda, que es el santo Josef. ¿Quién
no se maravillará de la divina Providencia, que quiere te-
855 ner compañeros en lo que ella sola puede hacer, y quiere
honrar a sus criaturas haciendo medio a unas para que
otras se lleguen a El? Y lo que es mucho de maravillar es
que ayude y guarde el menor al mayor, y el menos bueno
al más bueno, y que haya ovejas que, en la gracia y gloria,
860 estén más altas que sus pastores y guardas.
Mas a todo esto deseamos saber de vos, Virgen bendi-
tísima, si estáis sentida o os tenéis por afrentada de que,
siendo vos tan limpísima y muy bastante para guardar
a los otros, os pongan guarda a vos, y guarda de ángeles
865 y de hombres, siendo vos más limpia que todos ellos.
¡Oh limpia sobre todos los limpios y humilde sobre todos
los humildes! Y por eso más limpia, porque más humilde.
Que no sois vos, Señora, de aquellas, llenas de presun-
ción y llenas de flaqueza, que se tienen por tan castas,
870 que se llaman agraviadas si alguno les avisa o les pone
guarda en cosa que toque a su honestidad y castidad, de-
jándolas, como a otro Nabucodonosor, comer manjares
de bestias, que son deleites carnales; y conocen las mise-
rables, aunque tarde y muy a su costa, que ni la castidad,
875 ni la fe, ni otra virtud, se hereda de los pasados, ni se
puede alcanzar ni conservar por las propias fuerzas, si
aquel Señor, de quien deciende toda dádiva buena y don
perfeto, no la da y no la conserva.
Y para que El esto haga conviene que seamos humil-
880 des, pues a éstos da y conserva su gracia, y el humilde
ninguna cosa confía de sí; y como San Bernardo dice:
"La virgen que de verdad lo es, aun lo seguro teme, y
como persona que conoce su propia flaqueza y entiende
que ha menester ajena ayuda para que Dios le dé la suya,
885 no sólo no se tiene por agraviada de que le avisen y guar-
den, mas ella lo ruega cuando no lo tiene, y lo agradece
mucho cuando se lo dan; y aun con todo esto no se asegu-
ra, temiendo su propia flaqueza, no le haga perder la cas-
tidad muy amada."
890 Y esto pretenden los santos concilios cuando mandan
a los obispos que tengan, en el aposento donde duermen,
varones religiosos y honestos que sean testigos y guarda
de su castidad. Y así se lee de San Luis, hijo del rey de
Sicilia, fraile menor y obispo de Tolosa, que tenía siem-
895 pre dos religiosos consigo para este efeto. Y costumbre
es de mujeres principales nunca estar solas, si no es con
8-t, Cf. Dan. 4, 30.
878 Cf. Iac. i, 17.
889 San Bernardo, Super tMissus est», hom. 3, 9: ML 183, 75.
SERMONES. CICLO SANTORAL
su propio marido; mas siempre acompañadas de mujeres
o mujer de madura edad, clara fama y antigua virtud.
Y San Jerónimo dice a Santa Paula que enseñe a su hija
900 que nunca se aparte del lado de su madre, y que tiemble
de estar sola sin ella.
Saludable consejo, especialmente para todo varón re-
ligioso y mujer religiosa, y especialmente doncellas, nunca
estar a solas con hombre, sino con su confesor, y esto en
005 el confesionario. Y quien fiare tanto de sí que le pareciere
no haber menester guarda de otros, entienda que, aunque
no haya caído de aquella virtud, está caída en la misera-
ble soberbia, en la cual, como dice David, cayeron todos
los que obran maldad. Porque, según es escrito, antes del
910 ensalzamiento precede humildad, y antes de la caída pre-
cede soberbia. Y así entienda el hombre que aquella de
que se ensoberbece, presto se lo quitará Dios; y el tiempo
que lo tiene le aprovechará muy poco, porque la soberbia
o quita los bienes o los hace poseer sin provecho.
*>15 Miremos todos a la excelente humildad de la limpísi-
ma Virgen María, que, con tantas prendas de seguridad,
recibe — y con nacimiento de gracias — la guarda que el
Señor le dió; y entendamos que, aunque el Señor tenía
tan particular amor a su benditísima Madre, que bastaba
920 a guardarla sin guarda de ángeles y guarda de hombres,
quiso darle ángeles invisibles y hombre visible, para que
en casa y en caminos y en pueblo estuviese acompañada,
y muy en seguro su fama y su castidad. Y de aquí se en-
tienda que, pues quiso dar guarda a su Madre, ninguna
925 mujer le agradará con presumir que ella sola se puede
guardar; y que le desagradará mucho la que no buscare
quien le avise y ayude a su castidad, y mucho más la que
no agradeciere y se aprovechare de la guarda que tiene.
Y si se agravia de tenerla y responde mal y la desprecia,
930 no hall a remos nombre para declarar tanto mal; mas el
juicio de Dios y el quitar su amparo dará a entender
lo que es.
Tercera: por cumplir El querer Dios que su Madre ben-
el deseo de obedien- dita fuese casada con hombre,
935 cia de María habiéndola tomado Dios Padre
por limpísima esposa, y haber de
guardar perfeta virginidad en el casamiento, fué tan
grande obra que nos habernos de maravillar de que obra
tan grande haya tenido grandes y muchas causas y exce-
940 lentes efectos; y allende de las que se han dicho, hay otra,
901 San Jerónimo, Ep. ro8, 26 ; cf. Ep. 13... 19 : ML 22, 903. lias.
909 Ps. 35, 13.
911 Cf. Prov. 16, 18.
75. SAN JOSÉ
y no de pequeña consideración. Ama el Señor a la Virgen,
y deseamos dar contentamiento a quien amamos; y casóla
Dios por condecender a los deseos y peticiones de esta Vir-
gen bendita. Mas ¿quién será tan atrevido que ose hablar
5 de los deseos de aquel virginal corazón, dotado de tanta
profundidad y alteza de santidad, que sólo Aquel que tal
la hizo es el solo que la puede comprehender ? Puede la
Virgen decir con mucha razón que, asi como los cielos son
ensalzados sobre la tierra, son los caminos de su corazón
0 mu\y más altos que los nuestros. ¿Qué podremos alcanzar
a decir de un corazón más alto en santidad que los sera-
fines, los que somos de corazones bajos y aficionados [a] de-
seos de carne, o a humos de honra, o al engaño de las
riquezas, pues ordinariamente por su corazón saca el hom-
> bre el ajeno? No piense nadie, no, que los secretos de aquel
virginal corazón, y el trato que con Dios tenía, sus deseos
y sospiros, eran de tan poco tomo, que nuestra pequeñez
los puede alcanzar. ¿Por ventura has entrado tú en los te-
soros de la nieve?, dijo el Señor a Job para humillarle la
) presunción que parecía tener de su sabiduría. Y cierto,
puso Dios mayores tesoros y más escondidos en aquel vir-
ginal corazón, más alto que el cielo, que en la nieve que
se engendra debajo del cielo. No hay quien escudriñe el
abismo del mar, ni nosotros presumamos de querer com-
P prehender cosa tan escondida; mas por conjeturas rastree-
mos algo de lo que cumple a la presente materia.
Escrito está que el deseo de los pobres oye Dios y el
aparejo de su corazón oyó su oreja. Y pobre se llama en
la Escritura el que es humilde, porque ninguna cosa tiene
• en sí en que se arrime ni en que confíe, y toda su riqueza
tiene puesta en la misericordia de Dios, y su oficio es pe-
dirle y ser mendigo a las puertas de su misericordia. Y
como sea cosa cierta haber sido la Virgen la más humil-
de de todas las criaturas puras que Dios crió, tenía deseos
• muy grandes, conforme a la grandeza de su humildad. No
desea cosas grandes el que desea la honra, ni el mandar
a otros; humo es, vanidad es, y cosa que a Lucifer hizo
de ángel demonio: aborreció la obediencia de Dios y el hu-
millarse a sus criaturas; deseó no ser mandado de nadie,
1 y mandar él a todos; y esto es ponzoña tan poderosa, que
lo derribó hasta el profundo de los infiernos, donde es el
más bajo y más malaventurado que todos, el que deseó ser
más excelente que todos.
Sabia la Virgen bendita, como enseñada de Dios, cuán-
; to desagrada a sus ojos la hinchada soberbia y cuánto
le agrada la sujeción y humildad, no solamente humillan-
do Cf. Is. 55. 9. q6S Ps. ro, 17.
Q59 Iob. 38, 22. 978 Cf. Apoc. 12, 7 ss.
1182
SERMONKS. CICLO SANTORAL
dose a Dios y sirviéndolo, mas también sujetándose a los
hombres por Dios. Y lo que su Hijo bendito y Señor nues-
tro predicó y hizo cuando grande en el mundo, se lo pre-
990 dicó a ella por Espíritu Santo aun antes que fuese conce-
bido de ella; y aquel espíritu de humildad que al Señor
movió de lavar a sus discípulos los pies, que obra tanto en
los corazones de los que le aman, que por honra de El y
por imitar tal ejemplo, como El lo mandó, aborrecen de
995 corazón los lugares más altos y el mandar a otros, y tie-
nen por una muy cumplida riqueza y por gran deleite y
encumbrada honra la sujeción y obediencia, no sólo a Dios,
mas a todos los hombres corno dice San Pedro; y aun
esto les parece poco, porque, mirando aquella inestimable
1000 humildad con que el Altísimo se derribó a oficio de siervo
lavando los pies a personas tan bajas, paréceles que el ba-
jarse ellos a servir y obedecer a los hombres es poca baja,
y desean ser sujetos aun a las criaturas menores, y con
todo cuanto pueden abajarse y desean, no piensa'n que
1005 hacen nada, en comparación de tan soberano ejemplo de
humildad como el Señor Altísimo dió a sus siervos. Pues
si esta pequeña participación del espíritu humilde de Cris-
to, tan amadores de sujeción y humildad hace a los suyos
donde El mora, ¿qué pensáis que obraría en el santísimo
1010 corazón de la Virgen, pues que le fué dado en mayor abun-
dancia, y el vaso en que se recibió fué más aparejado y
mayor sin comparación que los otros?
Mucho, Virgen Santísima, os ensalzó el Señor, y gran
motivo fué para haceros mercedes el tomaros por Madre,
1015 porque conforme a la alteza de tal dignidad había de ser
la abundancia de las gracias y dones, para dignamente re-
cebirla y usar de ella. Y así como nadie hay que tan cer-
cana sea en la carne al Hijo de Dios como vos, pues, por
ser Hijo y Madre, sois una carne, así no hay personas en
1020 quien tan espiritual parentesco y unión de corazones y
unidad de espíritu haya como entre vos y El. En el cuer-
po y en el rostro dicen ailgunos que se parecía la Virgen
y su Hijo bendito y que pudieran sacar al uno por el otro;
mas sin ninguna comparación era mayor la semejanza en
1025 los espíritus, y el uno era imagen del otro. El Señor era
toda la hermosura de la santidad junta, y cada uno de los
santos tiene parte de la semejanza de El, conforme a los
grados de la santidad de cada uno que del Señor recibió.
Mas la más semejable a El la Virgen bendita es, pues
1030 como San Jerónimo dice, "a los otros santos se da la gra-
994 lo. 13, 14 ss.
998 1 Petr. 2, 13.
75- SAX JOSÉ
1183
cia por partes, mas a la Virgen se derrama toda la pleni-
tud de la gracia divina".
Pues siendo esto así, ¡oh Virgen bendita!, ¿quién
terná ojos para poder mirar en hito el muy resplandecien-
1035 te sol de vuestra humildad, tan cercana a la de vuestro
Hijo bendito, el cual dice que vino a servir y no a ser ser-
vido, y fué obediente a su Padre, y por su amor se sujetó
a los hombres, y su principal cuidado fué tener humildad,
para destruir en los hombres la soberbia de Lucifer, pues
1040 su venida fué a reparar el daño que por soberbia había
entrado en el mundo? Y conforme a esta humildad y obras
humildes, eran, Señora, vuestros deseos y entrañables pe-
ticiones a Dios, suplicándole no os diese honras en este
mundo, no mandos ni riquezas, sino sujeción, obediencia,
1045 tener a quien reverenciar y por quien ser regida en la
tierra.
¡Quién, Señora, fuera digno de estar escuchando vues-
tra ferviente oración, llena de sospiros y lágrimas, supli-
cando al Señor tal merced! Diría la Virgen: "Concédeme,
1050 Señor, que yo sea esclava de aquella doncella que os ha
de concebir y parir y quedar siempre virgen; que en más
estimo ser su criada y esclava que ser señora de todo el
mundo. Y esta merced os pido, Señor, y os suplico me la
otorguéis por quien vos sois. Y si esta merced me negáre-
1055 des, ordenad vos, Señor, otros caminos, como yo viva en
sujeción y obediencia y no use de mi libertad".
Señora, ¿quién os enseñó siendo moza, viviendo en el
templo, cuán peligrosa cosa es para todos, especialmente
para las mujeres, la libertad? ¡Qué presente tenéis en vues-
1060 tra memoria el yerro de nuestra madre Eva, tan costoso
para todo el mundo, de que se fué sola a pasear por el
huerto y de que, siendo razón que tomara consejo con su
marido y lo siguiera, se atrevió a darle consejo a él y a
rogarle que siguiese la voluntad de ella, comiendo de la
lM5 manzana que ella a solas y con mala libertad había comido!
Y también os acordábades del triste suceso de la salida
a pasearse Dina, hija de Jacob: el cual evitara si fuera
acompañada de su padre y hermanos, y no sola y confiada
de sí. Estos y otros ejemplos de los daños que a las muje-
MD res han venido por querer ser libres, y la dotrina del Espí-
ritu Santo, que enseña vuestro corazón, os hacía aborrecer
esta peligrosa libertad y amar de todo vuestro corazón las
1032 Pseudo-Jerónimo, Ep. 9 ad Paidam et Eustochium, 5 (¡BÍL
30, 127) : «Bene plena, quia caeteris per partes praestatur : Mariae
vero simul se tota infudit plenitudo sratiae».
1037 Mt. 20, 28.
1065 Cf. Gen. 3, 1-6.
1067 Cf. Gen. 34.
1184 SERMONES. CICLO SANTORAL
ataduras de la sujeción y obediencia, que causan salud y
seguridad. Con tan grande temblor decíades al Señor: "Pa-
1075 dre y Señor mío, pues me habéis hecho esta merced, que
desde chiquita me recibiesen en esta vuestra casa y tem-
plo, para que yo viviese en obediencia de la perlada, y por
vuestra gracia me habéis dado en el corazón tanto gusto y
amor de la sujeción, que no sólo la procuro guardar con
1080 mis mayores, mas aun con todas las que en esta casa están,
teniéndome yo por menor y esclava de todas, continuad,
Señor, esta misericordia comigo y proveed cómo, si yo he
de salir de esta casa, tenga a quien obedecer y servir, por-
que tiemblo de pensar si tengo de vivir en mi libertad, cosa
1085 que yo tanto aborrezco".
¡Oh confusión grande para nuestra soberbia, palabras
de tanta humildad! ¡Oh cuan pocos hay que deseen lo que
la Virgen deseaba, y por eso pocos piden lo que ella pide!
¡Y pluguiese a Dios no lo aborreciesen cuando Dios Íes
1090 ordena vida de sujeción y obediencia, y no procurasen de
romper este saludable yugo y gozar de falsa libertad, ver-
dadera causa de su perdición! Mujeres hay que, por no
tener a quien obedecer y respetar, no se quieren casar.
Otras huyen de obedecer a prelados y aun a sus propios
1095 padres. Y el castigo justo de esta culpa es dejarlos Dios
seguir la altiveza de sus pensamientos, y que pierdan I03
grandes bienes que se siguen de la sujeción, y experimen-
ten con miserables yerros que el bien del varón, y princi-
palmente de la mujer, es no querer libertad. ¡Qué mejor
1100 consejo toma la Virgen en desear y pedir el lugar más
bajo, donde sea mandada y regida! Y tal oración como
ésta no dejará de ser agradable a aquellos ojos benditos de
Dios, pues de ellos se escribe que miran las cosas humildes
en el cielo y en la tierra. Y en otra parte está escrito: Los
1105 soberbios desde el principio no te agradaron; mas la oración
de los humildes y mansos, siempre, Señor, te agradó. Y así
no es maravilla que esta oración tan humilde, aunque he-
cha en la tierra, subiese al cielo; pues está escrito: La ora-
ción del que se humilla penetra los cielos. ¿Cómo había de
1110 negar Dios deseos de persona tan humilde, y pedidos con
tanto ahinco? Esta es, pues, aquella hierba suave, plantada
en el corazón de la Virgen, que dió suavísimo olor al Rey
celestial estando acostado en su cama donde El descan-
só, que es el humilde corazón, como El por Esaías lo dijo.
1115 Concedióle, pues, su petición, dióle contentamiento y des-
canso; y cuando ordenó su divina Providencia que la Vir-
gen saliese de debajo de la mano de la perlada que en el
1104 Ps. 112, 6. 1113 Cf. Can*. 1, ir.
1107 ludith 9, 16. 11 14 Cf. Is. 57, 15.
11 09 Cf. Bccli. 35, 8.
75- SAN JOSÉ
1185
templo tenía, púsola debajo de la mano del santo Josef,
para que le obedeciese, reverenciase y respetase con mucho
1120 cuidado; porque dárselo por marido es dárselo para que use
con él de aquestos oficios. La cabeza del varón es Jesucris-
to, y la cabeza de la mujer es su varón; para que entienda
el varón que ha de ser sujeto a Jesucristo, y entienda la
mujer casada que ha de ser sujeta a su marido en todas
1125 las cosas que no fueren pecado, como es el cuerpo a la
cabeza y como es la Iglesia a Jesucristo; sin que sea estor-
bo de aquesto ser el marido alto o bajo, porque no ha de
ser mirado con ojos de carne, que tienen más cuenta con
las cosas de carne que con la verdad, mas con ojos cristia-
1130 nos, que entienden en representar e) marido la persona de
Cristo, y que el acatarle o desacatarle es acato o desacato
hecho al mismo Señor.
Cuarta: por humil- Y para que más os admiréis de la
dad: para ser la es- alteza del divino consejo y cuán
1135 posa de un car- Por otros caminos va la sabiduría
• t de Dios que la humana prudencia,
pintero ^a marj¿0 a \a que tenía por Es-
posa y la había de tomar por Ma-
dre, no duque ni conde, ni rico ni rey, sino un carpintero,
1140 que tenía necesidad para se mantener de ganarlo con la
azuela en la mano. ¿Quién no se admirará hasta salir de sí
de cosa tan extraña y fuera de los quicios de la humana
razón? ¿Quién no dirá con San Pablo: ¡Oh alteza de las
riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios, cuán incom-
1145 prehensibles son sus juicios y cuán sin rastro sus caminos!
¿Quién conoció el sentido del Señor? ¿Quién fué su conse-
jero? ¿Quién le enseñó? Todas las cosas salen de El, todas
son hechas por El, todas son conservadas por El.
¡Señor para siempre bendito, Dios cuya sabiduría no
tiene término!, ya que determinaba vuestra voluntad de
tener madre casada, ¿por qué ordenáis casamiento tan des-
igual, dando a la que es Reina de los ángeles, y lo que más
es, que es Madre vuestra, no a rey ni emperador, sino a un
carpintero? ¿Tan amigo sois de humildad y pobreza, no
sólo amadas en el corazón, mas puestas por obras? ¿Tan
dulce sonido hace en vuestras orejas y de vuestra Madre
que es llamen a vos hijo y a ella esposa de un carpintero?
¿Y qué pudiendo, y con toda facilidad, vos y vuestra Ma-
dre sagrada, oír otros títulos de grandísima honra, abo-
rrecéis aquéllos y escogéis éstos? Cosa nueva es, ni vista
ni oída en el mundo; mas con esta dotrina y ejemplo de
tanta humildad, queréis, Señor, dar a entender cuán en-
ii22 i Cor. ii, 3.
1148 Cf. Rom. 11, 33-36.
t.AvUa 2
38
1186
SERMONES. CICLO SANTORAL
gañados van los que desean engrandecerse en la tierra, y
que el abajarse en ella es camino verdadero para ser en-
1165 salzados en el cielo.
Y aunque vos, Señor, muchas veces predicastes esto con
vuestra santísima boca, quisistes vos obrarlo en vuestra
misma persona y de vuestra Madre bendita, para dar a
entender que no es dotrina de tener en poco lo que con
1170 humildad tan extraña y puesta en obra nos encomendáis.
Mas ¡ay del mundo por el gran peligro del viento de la
soberbia, que nos tiene tan ciegos, que, aun con tales ejem-
plos, aman los hombres lo alto del mundo, como si Cristo
se lo hubiera mandado y lo hubiera El buscado, y huyen
1175 con todas sus fuerzas de lo que El y su Madre buscaron y
amaron, como si en ello estuviese su mal y condenación!
¿En qué pararán, Señor, en qué pararán los que, despre-
ciando vuestros ejemplos, siguen los del miserable Lucifer,
que, según dice Job, es rey sobre todos los hijos de la so-
1180 berbia, sino en que, pues no caminan por donde caminas-
tes, no vayan donde vos fuistes, y pues les pareció bien se-
guir al rey soberbio, tengan parte en el reino de eterna
miseria y deshonra, que, como Hieremías dice, nunca será
puesta en olvido?
1185 ¡Oh cuánta razón tenemos, cristianos, de con grande
atención juntar nuestros espirituales sentidos, para consi-
derar la alteza de Dios en aquesta obra de tanta humildad,
la grande gana que tiene de que seamos humildes y la gran-
de obligación en que nos pone, pues que nos lo dice a costa
1190 de Obras! Confúndanse todos los soberbios con aqueste
ejemplo; avergüéncense y teman las mujeres casadas de
cotejarse en su corazón con sus maridos, pareciéndoles que
son más altas y honradas que ellos y que no las merecían
tener por mujeres. Y si el negocio lbga a tanta desver-
1195 güenza que en las palabras o en las obras den a entender
la hinchazón pestilencial de su corazón, llórense como gen-
te muy perdida, por verse tan lejos de la humildad de la
sagrada Virgen María, que, olvidada de la grande ventaja
que a su marido llevaba, le respeta y acata en su corazón,
1200 le sirve y obedece con las obras de fuera.
¡Oh qué engañadas estáis las mujeres a quien esto toca,
en pensar que podéis tener amistad con la Virgen casada
y humilde, las casadas soberbias! Y si a la Virgen bendita
parecéis mal, ¡ay de vosotras!, porque en ninguna manera
1205 parecéis bien a Dios. Ordenanza de Dios fué aquésta, para
demostración de la profunda humildad de la Virgen y para
justificar la condenación de las mujeres soberbias. Pues
1180 lab 41, 25.
1184 Cf. Ier. 20, 11.
75- san josí:
1187
los ciclos y la tierra y todo lo que en ellos está dirán a
voces que no hay cosa más monstruosa ni digna de mayor
castigo que, humillándose el Rey de la majestad, el hombre
y gusano se quede enhiesto y soberbio; y que, acatando y
honrando la Madre de Dios a su esposo Josef, como a cabe-
za suya y lugarteniente de Dios, se desdeñe la mujer hor-
miga de no hacer lo mismo con su marido. Excelentísimo
ejemplo fué dado a las mujeres casadas en ser casada la
bendita Madre de Dios, para que como [fué] ejemplo de
doncellas que están debajo de la mano de sus padres, y de
las religiosas que están debajo de la mano de sus preladas,
y de las viudas que pierden marido, lo fuese también de
las mujeres casadas, para que todo estado de mujeres tu-
viese este espejo resplandeciente en que se mirar y fuese
maestra de toüas la que es dada a todas por Madre, apren-
diendo de ella lo que han de hacer y alcanzando por ella
gracia para lo cumplir; de todos es la Virgen bendita. ¡Gra-
cias a Aquel que nos la dió!
Causas de parte del Estas y otras muchas causas hubo
Hijo de Dios de aqueste bienaventurado casa-
miento de parte de la Virgen sa-
grada; las cuales dejadas a que el Espíritu del Señor las
enseñe, hablaremos de otras que de parte del Hijo de Dios
se pueden considerar, no menos maravillosas para conside-
rar ni de menor provecho para imitar, antes en todo mayo-
res, como el Señor es mayor que su Madre bendita.
Primera: el buen Fué, pues, la primera causa, de parte
nombre de Jesús del Niño Jesús, saber que la divina
Escritura, la cual tenían y leían los
letrados de la Ley, no da buenas nuevas de los hijos naci-
dos fuera del matrimonio; fía poco de ellos, huye de dalles
cosas que a otros concede y tiéneles una cierta ojeriza,
como cosa hecha en pecado; y como el Señor había de pre-
dicar y conversar en aquel pueblo, gente tan achacosa para
calumniar su doctrina, vida y milagros, ordenó la divina Sa-
biduría de no les dar ocasión ninguna que tuviese aparen-
cia para poner tacha en el Señor ni en sus obras, y que
fuese amparado de aquella infamia con la honra del matri-
monio. Y pesó tanto esto en su acatamiento, que, aunque
pudiera el Señor descubrir quién era su Padre, y sabido,
ni su Madre incurriera en deshonra por tener hijo sin ser
casada, ni la apedrearan como a adúltera, sino honráranla
como esposa de Dios; mas el que vino a pagar el pecado de
1209 ni digna] indigna
1249 Cf. Lev. 20, IO.
1188
SERMONES. CICLO SANTORAL
soberbia y dar ejemplo de humildad para el remedio de los
soberbios, no quiso descubrir luego la alteza de su linaje,
por el cual tenía naturaleza divina, sino la bajeza de la hu-
medad, llamándose ordinariamente hijo del hombre; aunque
1255 alguna vez se llamaba Hijo de Dios, no por ambición, sino
por gloria de Dios, y porque a la salvación de los hom-
bres convenía que creyesen de El que era hombre y que
era Dios.
Segunda: el reme- Fué la segunda causa no menos
1260 ¿jo de sus necesi- maravillosa que ésta; conviene a
dades saber, por tener quien supiese sus
necesidades y le remediase en ellas.
Pudiera este omnipotente Señor, ya que por bien de los
hombres se hizo hombre, cumplir con esto con tomar un
1265 ánima impasible y un cuerpo glorioso, que ni en ella cupie-
se tristeza ni en el cuerpo dolor ni otra alguna necesidad.
Y no fuera esto contra razón; que era justo ser ajeno de
las penas que entraron por el pecado el que no cometió pe-
cado. Mas ya que su caridad le hizo renunciar este su de-
1270 recho, y no se contentó con humillarse hasta tomar cuer-
po, mas cuerpo pasible, mortal, sujeto a hambre, desnu-
dez, frío, cansancio y calor, y a las otras humanas necesi-
dades a que los otros hombres son sujetos, las cuales aun
sentía más que ellos, por ser más delicado que ellos; mas
1275 ya que su amor le ponía este grave yugo de necesidades
que se pone sobre los hijos de Adán, que los aprieta desde
el día del nacimiento de ellos hasta el día que se les acaba
la vida, pudiera el Señor, ya que quería servirse de sus
criaturas para mantenerse de ellas, mandar al ave que vi-
1280 niese a ser su manjar, y al pan y al agua y al vestido que
lo mantuviesen y cobijasen, y que el mismo fuego lo vinie-
ra a calentar, sirviéndole estas y otras cosas inmediata-
mente como a su verdadero Señor. Mas tampoco quiso usar
de aqueste modo de señorío, aunque muy justo, disimulando
1285 con la majestad por cumplir con la humildad, de la cual
había de ser único maestro por palabras y obras; por lo
cual no quiso servirse de estas criaturas para remedio de
sus necesidades, sino que le fuesen dadas por mano de otras
criaturas, como si no tuviera derecho sobre ellos.
1290 . — Señor, pues si os determináis de recpbir lo que habéis
menester, recebildo de la mano de los ángeles, que son muy
altos, y honrados; porque el magnánimo no recibe de todos,
sino de personas muy altas. — No será así, dice el Señor;
no me hice ángel, sino hombre para abajarme más; de mano
1295 de hombres y no de ángeles he de recebir lo que he menes-
ter. — Pues sea, Señor, de mano de algún duque o conde,
1278 Eooli. 40, 1-2.
75- SAN JOSÉ
1189
o de un rey. — No, sino de un hombre bajo. — Pues dalde,
Señor, renta con que os mantenga. — No, sino de lo que
ganare con su oficio en mucho sudor de su cara.
1300 ¡Oh humildad! ¡Oh pobreza, cuán amada sois de este
Señor, pues os santifica, tomándoos en su misma persona,
para después llamar bienaventurados a los humildes y po-
bres de es-piritu! Por lo cual convino que la Virgen bendita
fuese casada, para que, pues ella no podía a solas reme-
1305 diar las necesidades de su Hijo bendito, tuviese esposo que
la ayudase. Porque así como se escribe de Adán que le dió
Dios mujer para que le ayudase, así también no convino
que la bendita Virgen estuviese sola en este ministerio,
sino que se le diese varón que la ayudase y fuese semeja-
1310 ble a ella.
Tercera: para en- No es menor que éstas la tercera
señarnos humildad causa de este casamiento bendito, el
y obediencia cua^ quiso la divina ordenación que
se efetuase para cumplir con los en-
1315 cendidos deseos del corazón del Señor cerca de la humildad
y obediencia. El cual, sabiendo que el camino para ir al
cielo y agradar a los ojos de Dios había de ser por medio
contrario al corazón de Lucifer, que le perdió por sober-
bia, y al de los padres primeros, que cayeron en desobedien-
1320 cia, tuvo único cuidado de las dichas dos virtudes, con las
cuales se casó sin jamás se apartar de ellas. Y porque con-
venía a su grandeza tener estas virtudes en grado muy alto,
y la necesidad de los hombres cerca de la falta de ellas ha-
bía menester poderoso ejemplo que Ies sanase de enferme-
1325 dad tan arraigada, no se contentó el grande amador de
estas virtudes de ejercitarlas en humillarse y en obedecer
a Dios, como dice San Pablo, mas determinóse de humillar-
se y obedecer a hombres, para que Dios fuese glorificado
en obra tan excelente, y los hombres se avergonzasen de
1330 quedarse enhiestos y desobedientes, viendo al Altísimo tan
humillado y tan obediente.
De aquí nació lo que el Señor dijo en reprehensión de
sus apóstoles, que deseaban mandar: El Hijo de la Virgen
no vino a ser servido, sino a servir. De aquí nació el estar
1335 entre sus dicípulos como quien sirve y hacer aquella obra de
que todo el cielo se admira, de lavarles el Jueves Santo sus
pies, en testimonio que su corazón entrañablemente ama-
ba el servir y aborrecía la vanidad del mandar y ambición
de la honra y señorío; porque lo que desde la primera edad
1299 Cf. Gen. 3, 19.
1303 Cf. Mt. 5, 3.
1307 Gen. 2, 18.
1327 Phil. 2, 8.
1334 Mt. 20, 28.
1335 Le. 22, 27.
1190
SERMONES. CICLO SANTORAL
1340 se embebe en el hombre, dura con él en la mayor edad.
Y para que ninguna parte de la vida del Señor estuviese
desacompañada de estas virtudes, quiso tener Madre a
quien se humillase y obedeciese, guardándole el respeto y
preeminencias de Madre; y no contento con esto, se abajó
1345 más, a servir, obedecer y honrar a un hombre por ayo,
que tenía en lugar de padre, de menores quilates que los
de la Virgen bendita; para que tanto fuese más ilustre su
obediencia, cuanto la persona a quien obedecía fuese más
baja, y tanto fuese ejemplo más eficaz para convidar a
1350 los hombres a ser obedientes y humildes, y tanto fuese más
justa la condenación de quien, con mal consejo, otro cami-
no tomase más del de su Cabeza, Cristo, y a éste siguiese,
amase y obedeciese; para que, así seguido y obedecido, le
diese aquí en este destierro gracia y después le llevase
1355 consigo a su santa gloria.
76 Al monte sube la Magdalena. ¡Al monte, Se-
ñora, con ella! *
Santa María Magdalena, 22 de julio de 155 Jf. Montilla, en
el monasterio de Santa Clara: En la toma de velo de la
condesa de Feria.
(M. fie Roa, S. I., "Vi'da de doña Ana Bon.ce de León" [Córdoíba
16041, pip. 151-173.)
In caritate perpetua dilexi te; ideo atlraxi te, tni-
scrans (Icr. 31 [3]).
Exordio Cosa es que debe alegrar mucho al cristiano oír
hablar de Dios y de su condición, para alabar
5 su grandeza, y, conocida su condición, agradarle. Uno a
quien Dios abrió los ojos para que lo conociese, y que
supo agradar a Dios, deseando que todos lo conociesen y
agradasen, dijo: "Los que deseáis conocer la condición de
* Hay copia manuscrita, que depende de Roa, en la R. A. H.,
Ms. 27-2-37, ff. 238 r-247 v. De este sermón escribe Fr. Luis de
Granaba, Vida, 3.'a p., c. 4, § 3, ff. 60 v-61 r (Obras, XIV, p. 330) :
«La Emperatriz nuestra señora, estando en la ciudad de Lisboa, me
preguntó si conocía a esta señora monja [la condesa de Feria] ; yo
respondí que sí y de mucho tiempo. Entonces su Majestad me dió
una carta escrita de su mano para ella y una preciosísima reliquia
del sagrado Leño, ricamente engastada y labrada, y puesta en un
grande rosario de cuentas, mandándome que le enviase esto, y le
pidiese que ella enviase a su Majestad alguna cosa suya. Yo lo hice
así, y la señora monja me escribió que todo esto había recebido ;
mas la respuesta de lo que su Majestad pedía me parece que la
había de poner en confusión ; porque excusarse y no obedecer al
mandamiento de tal señora era cosa dura ; mas darle algo de lo que
se pedía como por reliquias de mujer santa, era peligro de vana-
y6. SAXTA MARÍA MAGDALENA 1191
Dios: Miserationes eius super omnia overa eius". Maravi-
10 lioso es Dios en todas sus obras; mas, en lo que toca a ter-
nura de corazón, en lo que toca a entrañas de misericordia,
en lo que toca a amar a los hombres, esto es lo que más
usa. Porque, aunque todo lo que hay dentro en él, todo es
él en los afectos exteriores, lo que más usa es misericordia.
15 Cuando os diere gana de conocer su condición, pensad que,
así como un hombre hambriento se deleita en comer, asi
se deleita Dios en amar a los hombres. Buen Dios es: es
amor; conforme a esto, dice el tema: In caritate, etc.
Palabras son de ponderar: "Días ha que te quiero bien;
20 amor eterno te tengo". Si el amigo antiguo es bueno y no
se dpbe trocar por el nuevo, el amigo eterno ¡cuánto mejor
será! Con amor perpetuo te amo, y, aunqup el amor que
te tengo es eterno, porque [lo] soy yo, enseñételo en tiem-
po en atraerte a mí; viendo cuán mal te iría sin mí, tráje-
25 te a mí. habiendo misericordia de ti. Bien dicen con la pre-
sente festividad. Si la Magdalena fué traída a Cristo, fué
porque ab aeterno la amó; y la señal de que El amó a uno
áb aeterno, es amar el hombre a Dios en tiempo.
Son grandes los misterios de hoy. Sin el favor de Nues-
30 tro Señor no sabríamos hablar aun de las cosas mpnores,
cuanto más de las mayores. Roguemos a la Sacratísima
Virgen María ruegue a su Hijo precioso y bendito nos dé
su Santo Espíritu, para que hablemos lo que El quiere que
hablemos, dicentes: Ave María.
35 Un acto de juiC'O. Con amor eterno, perpetuo, te
El reo, la Magdalena amé, y por eso te atraje a mí, ha-
biendo misericordia de ti. Decla-
radas las palabras dDl tema, es razón que entendamos cómo
se efectuó en la Magdalena el amor de Dios que tanto tiem-
40 po le tuvo; no fué tiempo, sino eternidad. La historia del
Evangelio nos lo cuenta; no se puede mejor contar. His-
toria es de grande luz, de gran desengaño, de gran con-
suelo, de gran doctrina: una cosa para oír, un acto de
juicio, una audiencia formada, donde hay reo, y actor,
45 y acusación, y sentencia. Una sentencia es de aquellas que
pasaron en Salomón, dadas con lumbre de Dios. Entendía
que no podía bien juzgar ni regir su reino sin lumbre de
gloria. Mas en esta ¡perplejidad halló un discretísimo medio con que
quitó la srloria de sí y la puso en su P. Avila. Porque, en lusrar de lo
que su Majestad pedía de ella, le envió un excelentísimo sermón que
el dicho padre había hecho el día de su profesión, treinta años
había».
o Ps. 144, 9.
18 1 lo. 4, 8 ; Ier. 31, 3.
21 Cf. Eccli. 9, 14.
37 Ier. 31, 3.
41 Le. 7, 36-50.
1192
SERMONES. CICLO SANTORAL
Dios; pidió lumbre, concediósele; daba grandes sentencias.
Oíd una sentencia de nuestro verdadero Salomón.
50 Un fariseo convidó a comer a Jesucristo nuestro Señor
con ruin intención: debía ser por tentarle; posible es que
no estuviese del todo mal con El, sino solamente dudoso
de su santidad. "Quiero convidarlo; veamos qué cosa ps:
en el comer lo veré, en el hablar, en los meneos." ¡Dios
55 nos guarde de dobleza de corazón!
Estando comiendo, Ecce mulier, etc. He aquí el reo.
Comían parece que en alto. Entra una mujer, dice el evan-
gelista, pecadora en la ciudad. Si la ciudad se refiere a la
mujer, quiere decir mujer ciudadana; y si a la pecadora,
60 quiere decir que hacía malos baratos en la ciudad. En la
ciudad de Hierusalem estaba, y allí pasó este hecho. Dí-
cenme los que lo han visto que está en Hierusalem la casa
donde Jesucristo dijo a la Magdalena: Bemittuntur tibi pee-
cata tua, y que es una de las casas que visitan.
®5 He aquí una mujer pecadora. — ¿No tiene nombre?
— No. Quien no es delante de Dios, no tiene nombre. — ¿Por
qué no la nombráis? ¿Por buena crianza? — Yo [os] ase-
guro que cuando era María Magdalena, o cuando haga al-
guna obra buena, que entonces la nombre. Cuando derramó
70 el ungüento sobre la cabeza de Jesucristo, ¿no lo dice
claro: "María Magdalena era la que hizo esto"? Agora
que se dicen sus males, no se diga su nombre Una mujer
"pecadora. Bien entenderéis por quién digo. Mujer pecadora
en cosas de carne, se entiende; celo indiscreto es decir otra
75 cosa. Piensan algunos que le hacen mucha honra en decir
que no fué mala más que en ser galana.
Entra en el convite; que no es ella pequeña parte del
convite. Entra por las espaldas. Habíase el Señor asen-
tado a comer, las espaldas vueltas a la puerta, sabiendo
80 que había de venir. Y, como estaban en alto, pudo, estando
en pie, lavar los pies de Jesucristo, los cuales dicen múñ-
enos que traía descalzos; aunque otros dicen que no. Eran
tantas las lágrimas que lloraba de sus ojos, que bastaron
a lavar los pies que andaban descalzos, del Señor, como
86 David lavaba su cama también con lágrimas. Los malos
placeres con abundancia de lágrimas se deben purgar.
Llora que llorarás, llora tanto, que le lavó los pies al Se-
ñor. Quítase luego su tocado y limpíaselos con los cabellos
de su cabeza. No se contentó con esto. Después de bien
90 lavados y de bien enjugados, comenzó, con vergüenza,
a dar mil besos en aquellos sacratísimos pies, que no se
hartaba. Saca una bujeta de olores que traía y derrámala
sobre sus pies. ¡Qué iba del corazón de esta mujer al co-
48 Cf. 3 Reg. 3, s es.
85 Ps. 6, 7.
76. SANTA MARÍA MAGDALENA
1193
razón del fariseo! Que, aunque otra cosa no hubiera más
95 que aquellas señales exteriores, bastaban [a] poner atento
a cualquier hombre. ¡Qué corazón trairía! ¡Qué amor!
¡Qué dolor! ¡Qué vergüenza! ¡Qué tamañita estaría, que
no hallaría rincón en la tierra ni en el infierno donde me-
terse! ¡Qué fe tan grande!: "Perdonada tengo de ir de los
100 pies de este Señor". ¡Qué armonía andaría allá dentro,
pues tales muestras salían afuera!
El acusador: Simón, He aquí el reo. Oíd agora la otra
el fariseo parte del juicio: oíd al acusador.
Ya habéis visto al reo confesando
105 su pecado: "Señor, yo pequé; veisme aquí, me presento
ante vos; echadme adonde vos mandáredes, que yo lo me-
rezco". ¿No fuera razón ayudarle a esta tal? Pues oíd lo
que dice el fariseo: ¡Guárdenos Dios de raza de fariseo
en nuestro corazón! ¿Quién es el fariseo? Un hombre ata-
U0 viado de fuera con muncho rezar, con muncho ayunar, con
pagar bien sus diezmos, con traer a la Ley, aquí, colgando
de los ojos, con guardar las ceremonias de la Ley; un
hombre que, si la santidad consiste en esto, [es] santísimo.
Pero mirad lo que tiene dentro: ¡Ay de vosotros, fariseos,
115 dijo Jesucristo, que sois como los sepulcros emblanquecidos,
que por de fuera parecen hermosos a los hombres y dentro
están llenos de huesos de muertos! Así, vosotros de fuera
parecéis a los hombres justos y santos, y de dentro estáis
llenos de rapiñas y de avaricia, de engaños y dobleces y
120 de malicias; faltos de misericordia, faltos de caridad, faltos
de humildad. Dice el fariseo: "Hallado he lo que buscaba.
Yo llamaba a este predicador para ver qué cosa era. No
es profeta; no sabe nada. Si fuera profeta, él supiera quién
y cuál es esta mujer que llega a él; Dios se lo revelara; y
125 si ia conociera, no consintiera que llegara a él. Moza, y
quizá hermosa, ¿y dejarse tomar los pies? No lo sufriera".
En entrambas cosas miente. Bien la conoce, y, con todo
eso, la consiente llegar a él. Sucia fué, mas ya no lo quiere
• ser. ¡Qué va de corazón tuyo, Señor, a corazón de fariseo
130 para con los pecadores! "No la conoce, dice el fariseo;
como es de otra tierra. No se lo han dicho, por eso la con-
siente". — ¿Qué tiene, fariseo? — ¿Qué? ¡Sucia para co-
rromper el aire! — ¿Y si os probase que vos sois más su-
cio? ¡Gente ciega! — ¿Cómo, qué? ¿De una tal como ésta
135 se había de dejar besar los pies? — -En verdad que es mayor
abominación vuestra boca. Sé que gargantas dice el profe-
ta que hay como sepulcros abiertos, que inficionan el aire
y matan a las ánimas que están cerca. ¡Por cuán poco sucio
117 Mf. 23, 17.
137 Ps. 5, 11.
1194 SERMONES. CICLO SANTORAL
se tiene el murmurador y uno que juzga temerariamente
140 a sus prójimos ! ¡ Y piensa él que, en comparación de un
carnai, es un santo! ¿Dónde lo leístes? Tenéis una invidia
en vuestro corazón, una malquerencia, una falsa opinión
de vuestro prójimo: una cosa muerta traéis en vuestro
pecho. Y, si cosa muerta, en verdad que huele mal a Dios.
145 ¿Y pensáis vos que, porque no es ese pecado tan infame
delante de los hombres, no es tan grave como el pecado
carnal del otro? ¿Sabéis qué me parece? Que no nabéis
entendido el llanto de David, cuando decía: A ti solo pequé.
Hombres hay que, si el pecado que hicieron es infame,
150 como un pecado de embriaguez, un pecado carnal, un hurto,
les duele tanto, que les dura el llanto toda la vida. Hacéis
bien en eso. Mas, si el pecado es de murmuración, si es de
invidia o enemistad, si anda royendo los huesos a sus pró-
jimos, no hay lágrima, no duele eso. El pecado feo, si
155 [^e] dice, tiene gran vergüenza para confesarlo; esotros
en la plaza los dice. Muy poco vale esa vergüenza, y ese
dolor, y esa confesión; porque no os pesa porque es peca-
do, sino porque es deshonra para vos; porque quien dice:
A ti solo pequé, ése llora con la Magdalena. — ¿Por qué
160 lloráis? ¿Porque habéis perdido la fama? ¿Por el daño que
a vos se os ha seguido? — Lloraba porque había enojado
a Dios, y porque le había enojado munchas veces. No
tiene cuenta con qué pecado es, sino con que es pecadora,
y de esto le dura el llorar toda la vida, por todos: "Esta
165 es una puñalada para mi corazón". — Fariseo, ¿no fuera
mejor dar gracias a Dios, porque la traía a sí, que des-
preciar a ella por mala y a Cristo por hombre que sabe
poco? Si vos hubiérades derramado la sangre por las almas,
alegrárades os de su conversión. ¿Qué os parece de esta
170 mujer? — 'Cosa fea, cosa sucia; no querría estar aquí
porque está ella.
Cristo, abogado de Cuando le tocaron a Cristo en el
pecadores y juez de ánima que se convertía a El, en el
la causa pecados, luego habló; es abogado
175 ánima que se avergonzaba por sus
de los que callan; no pudiera estar sin hablar; meterse ha
por lanzas por amor de las ánimas; cuánto más hablar.
Púsose delante de la justicia de Dios y dijo: "Decienda,
Padre, vuestra espada sobre mí y decienda vuestra miseri-
180 cordia sobre los hombres". ¡Qué hartos quedaron los tres
ángeles a que dió de comer Abraham! Y tanto, que ben-
dijeron a la mujer estéril. Así también hartó y satisfizo
Jesucristo a la Justicia de Dios. "Descarga, Señor, vues-
148 Ps. 50, 5.
76. SANTA MARÍA MAGDALENA
1195
tra justicia sobre mí, porque descargue vuestra misericor-
185 dia sobre aquellos que lloran sus pecados". Fué abofeteado
y mesado y derramó la sangre por ellos, ¿y había de dejar
de hablar? Abogado es de los pecadores, por eso responde
por ellos. Un abogado, dice San Juan, tenemos en el cielo,
una lengua que habla por nosotros.
190 — Simón (llamábase así el fariseo), una palabra os que-
rría decir. — Maestro, decid. — Un fenerador — uno que
prestaba dineros — tenía dos deudores: uno le debía quinien-
tos ducados; otro, cincuenta. Demandados, dijeron: — Señor,
no podemos pagar; echadnos en la cárcel, y haced de nos-
195 otros lo que quisiéredes; que no hay remedio para pagar
lo que debemos. — No plega a Dios, dijo él. Habernos aún
de daros de nuestra hacienda, no teniendo vosotros, y
¿echaros he en la cárcel? Yo os lo perdono; andá con
Dios. — Simón, ¿cuál de los perdonados querrá más al
200 perdonador? — Paréceme, dijo S'món, que aquel a quien
más se perdonó; porque el hombre agradecido, a la medida
de las mercedes que recibe ha de corresponder con agrade-
cimiento y amor. — Bien has dicho.
He aquí el proceso sustanciado; aplica ahora: ¿Ves
205 esta mujer? (debía tener Simón los ojos acullá desviados
de ella); "¿Ves ésta? Mírala; vuelve acá los ojos; mira
cuán diferente es el juicio de la Verdad al que tú tienes.
¡Esta es mejor que tú! (¡Qué palabra para el que se tenía
por un santo y a la otra por un diablo!) Mira en cuán po-
210 quito tiempo te ha pasado en el servicio de Dios. Munchos
años ha que rezas, y ayunas, y guardas las ceremonias de
la Ley; y en un rato va esta mujer adelante de ti en el rei-
no de Dios". ¿No lo dijo él así? Las rameras y los arren-
dadores— malos arrendadores quiere decir — irán delante de
215 vosotros en él reino de los cielos. Aquéllos, sí; y vosotros,
no. No entendáis que también éstos irán, aunque atrás,
sino que ellos no y los otros sí. Porque aquéllos conocieron
que Juan Baptista era enviado de Dios; humilláronse, bap-
tizáronse, y recibieron perdón de Dios por la penitencia
220 que hicieron; mas los fariseos aquellos, hinchados y no
santos, menospreciaron el consejo de Dios. Aquellos se arre-
pintieron, y vosotros no. "¡Ventaja te hace esta mujer
pecadora!"
"Ven acá, santo seco, santo sin caridad y sin jugo.
225 Llamásteme a comer (costumbre era lavar los pies a los
convidados, y de aquí es que, el Jueves de la Cena, los
lavó Jesucristo a sus dicípulos) ; tú no me diste agua para
los pies, y esta mujer por quien yo abogo, esta cuya causa
188 Cf. i lo. 2, r.
215 Mt. 2i, 31.
227 lo. 13, 2-11.
1196
SERMONES. CICLO SANTORAL
yo defiendo contra ti, dende que entré no ha dejado de lavar
230 mis pies, no con agua del cántaro ni con agua rosada, sino
con lágrimas que salen de su corazón. ¿No suelen dar algún
olor a los que están en la mesa? (usábase también enton-
ces) ; pues lo que tú no has derramado sobre mi cabeza,
ésta lo derramó sobre mis pies. No me diste beso en el ros-
235 tro cuando entré (uso era también antiguo) ; ésta no ha
cesado de besar mis pies, y se tiene por indigna de ello.
Tú le haces a ella ventaja en rezar, y en ceremonias, y en
munchas cosas; y ella te hace ventaja en una a ti, la cual
sola vale más que todas ellas. Un poco de oro vale más
240 que muncho cobre. Rezas muncho, pero no amas a Dios,
no amas al prójimo,' tienes el corazón seco, duro, no par-
tido con misericordia; no lloras con los que lloran; y si
esto te falta, bien puedes quebrarte la cabeza rezando y
enflaquecerte ayunando; que no puso Dios en eso la santi-
245 dad principalmente, sino en el amor. Y porque ésta ama
muncho, es muncho mejor que tú".
La sentencia de Veis aquí el proceso: el actor acusa,
absolución e^ Juez examina la causa, y, aunque
halla culpa, halla razón para ab^olver-
250 lo. " ¡Perdonados le son pecados munchos! ¿Piensas que no
la conozco? Tú conoces lo pasado; yo miro lo presente, y
por lo presente le perdono lo pasado: Perdonados le son
munchos pecados, porque amó muncho".
¡Gran doctrina, que por el amor se perdonan los peca-
255 dos! El amor cubre la muchedumbre de los pecados. Porque
mucho ama, mucho le suelta; porque entiendan los hom-
bres que no se perdonan los p°cados durmiendo, sin movi-
miento de corazón. Error es de esos necios de los lutera-
nos, a lo menos de algunos de ellos, que se perdonan los
260 pecados sin movimiento del corazón. Menester es movi-
miento de amor, movimiento de dolor, movimiento de ver-
güenza. No ha de nacer el hijo durmiendo la madre. Po-
deroso es el amor, que hizo en un momento que esta mujer
fuese mejor que el otro.
265 He aquí convencido el acusador. Hablalde agora, Señor,
a ella; poned los ojos en vuestra oveja: Réspice in me. et
miserere mei, secundum iudicium diligentium nomen tuum.
Miradme, Señor, conforme al juicio con que miráis a los
que bien os quieren: a aquellos quiere decir donde no
270 hay pecado. En el mar Bermejo se ahogaron los egipcios,
y en el corazón donde hay amor se ahogan los pecados.
"Perdonados te son tus pecados; ni quede culpa ni pena:
yo te suelto el infierno y el purgatorio y te dejo sin deuda,
255 i Petr. 4. 8-
267 Ps. 24, 16 ; 118, 132.
76. SANTA MARÍA MAGDALENA 1197
para que entiendan los hombres cómo libran comigo los
275 que vienen a mí arrepentidos de sus pecados". Fué tan
grande el puñal que tenía en el corazón atravesado, que
quedó como si entonces la baptizaran. De ley ordinaria,
la culpa se perdona, y queda la pena; mas puede ser tan
grande el dolor, que le valga por jubileo. "Perdonados te
280 son tus pecados, como si no los hubieras hecho".
Comienzan a decir los que estaban a la mesa: ¿Quién
es éste, que aun los pecados perdona? ¿Si se turbó la
Magdalena? "¿No me dejarán agora gozar de esta absolu-
ción?" "No te turbes, le dijo Jesucristo; que no conocen
285 cuán bueno es Dios y cuan amigo de perdonar pecados.
No te desasosiegues. Vete en paz, sin que nadie te dé pena.
Di que yo soy el que lo dije y el que lo hice. No mires a
los juicios y murmuraciones de los hombres. Y si quieres
saber quién te ha valido, tu fe te ha hecho salva. Veniste
290 a mí desconfiada de ti y temblando de ti; arrimástete a mi
y confiaste en mí. Porque tus lágrimas y tu fe y tu amor
no vaya sin retorno, vete en paz".
¡Bendito sea Dios! Más ha hecho que cuando crió los
cielos y la tierra, este día, el Dios que enamoraba a Esaías
295 y a quien él quería por Dios: Domine, Deus meus es tu; et
exaltabo te, et confitebor nomini tuo. Tengan los otros el
Dios que quisieren; yo a ti alabaré para siempre. — ¿Qué
os mueve? — Quia fecisti mirabilia, cogitationes tuas an-
tiquas fideles. Amen. Porque has hecho maravillas: los
300 pensamientos tan antiguos que tenías, los has hecho fieles
y verdaderos; has hecho las promesas. Amén. — ¿Paz has
hecho? — Etiam. - — '¿Las has hecho? — Sí. — Tus pensa-
mientos ab aeterno salido han verdad: Quia posuisti civita-
tem in tumulum, urbem fortium in ruinam, domum alieno-
305 rum, ut non sit civitas et in sempiternum non aedificetur.
Maravillas hace Dios, ¡y qué tales! Has alborotado la ciu-
dad; has derribado la ciudad de los fuertes y la casa de
los hijos ajenos, de arte que nunca más se edifique.
¿Qué ciudad más profana hubo que la Magdalena?
310 ¡Qué pacífica estaba en sus pecados! ¡Qué sin temor de
Dios! ¡Qué sin vergüenza de los hombres! Ciudad muy
pacífica. Revuelve Dios esta ciudad; envía un viento recio,
y levántase el mar; échale un fuego de amor en el corazón,
un dolor y una vergüenza tan grande, alborótala de tal
315 manera, que no sufrió comer un bocado, hasta que fué a
quien la había alborotado, que la sosegase. Cuando hay
este alboroto, víspera es de gran bien ¡Qué de gente había
en su casa fuerte! ¡Qué fuerte es un pecado de cinco años!
296 Cf. Ts. 25, 1.
300 Cf. Is. 21, 1.
308 Cf. Is. 25, 2.
1198
SERMONES. CICLO SANTORAL
¡Qué fuerte es la mala costumbre, cuando promete el hom-
320 bre munchas veces enmendarse, y luego lo quebranta! Casa
de fuertes era, donde moraban aquellos afectos tan fuer-
tes que la llevaban arrastrando y hacían tan gran ricia en
ella. Gente ajena era: un pecado de carne, un pensamiento
de soberbia, un mal propósito. Destruyólo Dios de arte
325 que nunca más se edifique. Con amor perpetuo te amé.
Después que Dios lo trujo a sí, nunca más pecó mortal-
mente; nunca más se edificó. ¡Afrenta para los que esto
oyen! Quia factus es fortitudo pauperum, fortitudo egeno
in habitatione sua, spes a turbine, umbraculum ab aestu.
330 Aprendan los que esto oyen a conocer a Dios. ¿Sabéis
quién es Dios? Hecho eres fortaleza del pobre y fortaleza
del menesteroso en su tribulación, esperanza contra el tor-
bellino y sombra contra el sol: ése es Dios. Super hoc
laudabit te populus fortis, civitas gentium robustarum te-
335 nebit te. No es esta obra para pasar así por ella; y si en
la tierra no se sabe estimar ni agradecer a Dios, en el cielo
se gozan los ángeles por un pecador que hace penitencia.
Aquesa gente robusta, esos fuertes caballeros te lo agrade-
cerán, Señor, y te alabarán, y dirán que bendito sea tal
340 Dios y tal perdonador.
La (Magdalena se re- Toma la Magdalena su cédula de
tira a un monte perdón y vase con ella. ¿Quién
duda, sino que, pues tanto amó
cuando la perdonaron, después amaría muncho más, y que,
345 creciendo ella en amor, crecería Dios en dones? ¡Oh bien-
aventurada mujer, que así te levantó Dios del polvo y del
estiércol, que, habiendo primero sido tan mala, excedes a
munchos que no ofendieron tanto a Dios!
Dicen que, después que se convirtió, nunca más miró
350 a hombre a la cara, sino fué a Jesucristo con su Madre sa-
cratísima. Y después que subió Jesucristo al cielo, pusié-
ronla en un navio a ella, y a su hermana Marta, y a su
hermano Lázaro, y al obispo Maximino, sin remos, sin
velas, para que se anegasen. Vinieron a aportar a Marse-
355 Ha, ahí, en Francia. Predicó allí el Evangelio, y predicá-
balo con tanta gracia, que convirtió toda la isla. Su her-
mana, Santa Marta, hizo un monasterio de monjas y ence-
rróse allí con ellas para servir a Dios: la primera que hizo
monasterio de monjas.
360 La Magdalena fuése a un monte. — ¿No estaréis bien aquí
con vuestra hermana en el monasterio? — No quiero estar
341 cédula] vida
333 Cf. Is. 25, 4.
335 Cf. Is. 25, 3.
337 Le. 15, 10.
76. SANTA MARÍA MAGDALENA
1199
ahí, sino donde ni vea cosa ni oiga, que me estorbe tantico
de pensar en aquel que ama mi ánima. — Cata que convertís
ánimas acá, ¿para qué os vais al monte? — Dejáme, que
365 también abogó Jesucristo por mi en eso, cuando dijo que
escogí la mejor parte. — Está allí un monte muy largo y
muy hermoso, donde se apartó; y viniéndola una vez Jesu-
cristo a visitar, le dijo: "María, por amor de ti hice yo este
monte". — Créolo. — ¿No fuera mejor andar aprovechando
370 y predicando a los prójimos? — Vuestra conciencia estará
segura; hacéis provecho. ¡Cómo esas razones se tragará ella!
¡Al monte, señora, ¿No os parece que la ilustrísima se-
cón ella! El Señor ñora condesa de Feria ha hecho
375 os amó "ab aeterno" otro tanto? Dicen algunos que para
qué se encierra en un monasterio;
qué le faltaba acá fuera para servir a Dios, para qué era
la monjía. — ¿Sabéis a qué entra en el monasterio? A fre-
gar, si se lo mandaren; a barrer, si le pareciere a su prela-
380 da; a cocinar, si fuere menester; a abajarse, a ser esclava
de las otras y a besar la tierra que las otras huellan. — ¿Pues
tan alto es eso que por ello se haga una mudanza tan gran-
de? — -¡Espantaros heis! Semejante es el reino de los cielos
al tesoro escondido en el campo, que quien lo halla, va y
385 vende toda su hacienda y compra aquel campo. Reino de
los cielos es el amor de Dios; que quien a Dios ama, en el
cielo está. Tesoro es, mas escondido está. Si miráis la
tierra con que está cubierto, pareceros ha cosa baja; mas si
lo miráis a él encima, tesoro es tan rico, que por él se de-
390 ben dejar todas las cosas. No me creeréis. Espantaros heis
cuánto agrada a Dios la humildad de dentro y de fuera.
•Espantaros heis cuán gran contradicción hace el estado de
los grandes a la humildad que Dios quiere en ellos; que,
aunque no sea cosa imposible a la gracia de Dios ser uno
395 grande y en su corazón pequeño, al fin es cosa difícil y
peligrosa.
Veréis hombres que ellos mismos buscan los peligros
donde se metan, y por otra parte temen donde no hay que
temer. ¿Tenéis un pueblo? Queréis comprar otro. ¿No veis
400 que, teniendo más gente que gobernar, tenéis más peligro?
¿Tenéis dineros? Procuráis haber más. ¿Estáis en bajo?
Buscáis grados más altos. ¿No veis, ¡pobre de vos!, que
buscáis el peligro? —Pues Dios me ayudará.
— Díganos, pues: "Hermano, que ayunéis, por vuestra
405 vida; que sufráis la mala condición de vuestra vecina o que
os metáis fraile". — ¡Oh Señor!, que soy flaco. — Pues
¿cómo? ¿En esto no os osáis meter, y metéisos en honras
366 Le. 10, 42.
385 Mt. 13, 44.
1200
SERMONES. CICLO SANTORAL
y en peligros? ¿Y decís que Dios os ayudará? A la mi fe,
porque no tenéis en nada perder el tesoro del amor; que
410 quien lo sabe estimar, por tenerlo más seguro, deja todas
las cosas y huye de todos los peligros. Ni quiere hacienda
ni quiere alteza; porque el cuidado de la hacienda no lleve
el amor, y por la cédula que tiene de Dios: Quien se abaja-
re, será ensalzado.
415 Porque no andéis todos por un camino; que ni todos
han de ser casados, ni todos clérigos, ni todos frailes, ni
todas monjas. Porque, aunque el estado de la religión
sea mejor, no para todos es mejor. Mejor es ser religioso
que casado; mas acaece que a uno, por su flaqueza, no le
420 es mejor. Mas cuando el estado es en sí mejor, y para éste
es mejor, misericordia es de Dios tomar este estado; y tal
es ésta por su misericordia.
Señora, si el fariseo dijere que para que no curéis de
ello: Vete en paz; goza de la misericordia de Dios con so-
425 siego y seguridad. Para que no haya cosa que te impida,
para que no haya seno en mi corazón donde no esté apo-
sentado Jesucristo, para que no vea ni oiga cosa que de
esto me estorbe, piérdase el estado y piérdanse las reve-
rencias, piérdase la alteza por esta bajeza, las riquezas
430 por esta pobreza, el señorío por esta sujeción; truéquese
todo, con que no more en el corazón sino Jesucristo. Se-
ñora, costóle la vida a Jesucristo eso que le ha dado, ¿no
es razón que se ponga en cobro? ¡Qué de golpes os ha
dado hasta traeros aquí! ¡Hasta que del todo seáis suya
435 y podáis decir: "¡Ya no soy mía! ¡Heme aquí esclava de
Jesucristo y de las esclavas de Jesucristoí" Haos humillado
acá y haos de ensalzar allá si por vos no queda. En bajeza
os ha puesto, mas poneros ha después en otra mayor alteza.
Mas, hablando verdad, esta bajeza es más alta que la
440 alteza que tenía. Nunca esta señora estuvo más honrada,
ni más rica, ni más alta, que el día de hoy. Haga cuenta
vuestra señoría que se va hoy al monte con la Magdalena.
También haría este monasterio por amor de ella. Piense
que no hay en el mundo más de Cristo y ella, porque nin-
445 guna cosa le lleve el corazón. La mujer casada, dice San
Pablo, está repartida: cuidado de agradar a Dios y cuida-
do de agradar al marido. La doncella y la que no es casada,
solamente tiene cuidado de agradar a su Esposo; una cosa
es con Cristo.
450 Estos son los que agradan a Dios. El que dijo a su
padre y a su madre: "No os conozco"; y a sus hermanos:
"No sé quien seáis", y no conocieron a sus hijos; éstos
414 Mí. 23, 12 ; he 14, 11 ; 18, 14.
448 Cf. 1 Cor. 7, 32-34.
76. SANTA MARÍA MAGDALENA
1201
guardaron su palabra, y pondrán encienso el día del enojo.
Díjose por los hijos de Leví. Cuando dijo Moisén: Si alguno
>5 es de parte del Señor, llegúese a mí. Juntáronse con él
todos los hijos de Leví. Díjoles Moisén: Cíñase cada uno
su espada, y pase por medio de los reales, y matad cuantos
encontráredes, aunque sean vuestros hermanos y aunque
sean vuestros padres. Hiciéronlo así porque habían adora-
60 do el becerro; y díjoles entonces Moisén: Consagrado habéis
hoy vuestras manos al Señor, cada una en su hijo y en su
hermano, para que os dé su bendición.
Obras parecen de crueldad delante de los hombres; mas
¡oh qué ungüento tan blando habéis derramado a sus pies
65 con la Magdalena! Ablandado habéis a Dios, agradado le
habéis. Duela lo que doliere, dé donde diere, que llevarse
tiene la cruz del Señor sin torcer el camino. Ponen el arca
del Señor sobre el carro de las vacas paridas, y, aunque
bramaban los becerros, no se apartaban del camino. Dé
70 donde diere, que hacerse tiene lo que quiere Dios. De estas
manos tales, recibe Dios el encienso en el tiempo de su
furor.
Al monte sube la Magdalena. ¡Al monte, señora, con
ella!, que por acá abajo, a la mi fe, munchos peligros hay.
75 Sal de aquí, le dijeron a Lot, y haráste salvo. En el monte
no estará cierto sola, que tampoco lo estuvo la Magdale-
na. Ciento y diez veces, por cuenta, la visitó Jesucristo
en aquel monte.
Señores, lo que habéis de desear es que, donde fuére-
80 des, os lleve Dios; que vuestra mudanza de estado sea
conforme [a] su voluntad; y estad seguros, confiad en El,
que El mira por vos, como dijo a Santa Caterina de Sena:
"Hija, estáte comigo, piensa en mí, y no me tengas por tal
que no entienda yo en tus negocios".
85 En fin, que por la penitencia se olvida Dios de los peca-
dos; y a una mujer perdida la engrandeció tanto, que la
llevaban los ángeles siete veces al día por esos cielos can-
tando. Este es el oficio de Dios, hacer a los malos buenos,
y a los buenos, mejores.
90 El Señor os amó ab aeterno, y este amor eterno os lo
ha mostrado en tiempo. Salidle al camino con amor y agra-
decimiento. Tened siempre esta merced en el corazón, pen-
; sando cuántas están allá fuera que quizá le sirven mejor.
Sabelde amar y contentar, temiendo de vuestra parte y
*> confiando de la suya que os dará aquí su gracia y después
su gloria, ad quam nos perducat. Amen.
453 Cf. Deut. 33, 9-10.
462 Cf. Ex. 32, 26-29.
468 Cf. 1 Reg. 6, 11.
475 Cf. Gen. 19, 12 ss.
1202
SERMONES. CICLO SANTORAL
77 NO SE HIZO SORDO AL LLAMAMIENTO *
San Mateo. 21 de septiembre. En un monasterio de monjas
(Rritish Museuim, Ms. A)dd. 20, 916, ff. 266 r - 271 v.)
Levantóse Celebra hoy nuestra madre la santa Iglesia
y siguióle la fiesta de un hom'bre bueno que primero
fué malo, de un hombre santo y justo que
antes fué malo y pecador. Estaba este bienaventurado
5 santo, este dichoso hombre, metido y marañado en los
tráfagos y revueltas de este mundo; andaba olvidado de
lo que a su ánima tocaba, olvidado del bien de su ánima
y conciencia. Era arrendador; tenia un banco, y era natu-
ral de Cafarnaúm. Estaba allí junto a la mar, cobrando la
10 renta de todo lo que por la mar venía. Debiera ser hombre
rico; alcanzaba mucho dinero arrendado. En aquel tiempo
debiera de ser oficio que le hacían malos hombres, oficio
de algo de cuenta. Estando, pues, aqueste buen hombre
sentado junto a la mar, sus libros y dineros delante de si,
15 pasó por allí Jesucristo. Iba acompañado de mucha gente;
entre todos puso sus ojos en San Mateo, y di jóle: Requere
me: Sigúeme. Levántase de su banco, dejado todo lo que
tenía delante; deja los libros, deja las cuentas y deja, los
dineros. Vase tras Jesucristo. ¡Bendígante los ángeles,
20 Señor! ¿Qué es esto que vistes, Señor, en este hombre?
¿Qué servicios había hecho? ¿En qué os había agradado
para que tanto bien le hiciésedes, estando apartado de vos,
en ofensa y desgracia vuestra, en tratos y revueltas, en
oficio tan malo y peligroso, que era arrendador, y aun
25 quizá estaba haciendo alguna escriptura para el daño de
algún prójimo? Llamástesle, Señor; mirástesle y hecístes-
le vuestro amigo, vuestro discípulo, apóstol y evangelista.
Está un hombre apartado de Dios, hecho enemigo suyo,
envuelto en ofensas y pecado, contento en su mala vida,
30 descuidado de servir a Dios, enlazado en contratos y re-
vueltas y trampas, engañando a sus prójimos, jurando y
perjurando; mírale Dios, dícele no sé qué allá en el cora-
zón, háblale al corazón, despiértanle del sueño en que es-
taba; hace luz en aquella escuridad, y, al fin, mereciendo
35 muchos males e infierno, hácele grandes bienes y sácalo de
pecados, y hácelo su amigo, y dale su gracia, y perdónalo,
y hácelo su hijo y heredero de su reino.
A todo esto llama la Sagrada Escriptura bendiciones
9 cobrando] robando
* «Sermón de la fiesta de San Mateo, de P. Avila» (f. 266 :).
17 Mt. 9, 9 ; Me. 2, 14 ; Le. 5, 27.
SAM MATEO 1203
de dulzura. Dice David: Praevenisti eum in benedictionibus
40 dulcedinis. Prevenistelo, Señor, en bendiciones de dulzura.
Previene Dios al que no le busca; busca al que de El huye,
llama al que le ofende, justificador, y levanta al caído.
Mira, pues, si se llamarán estas misericordias bendiciones
de dulzura. Dice David: Praevenisti eum in benedictionibus.
45 ¿Qué cosa más alegre y de mayor contentamiento, que verse
un hombre que antes era captivo y aherrojado de sus pro-
prias pasiones, esclavo del demonio, que servía al mundo
y a la carne, libre de tan penosa y amarga servidumbre,
verse, a lo que le parece, amigo de Dios, con seguridad
50 moral en su conciencia, con deseos nuevos, con obras nue-
vas, tan sin merecerlo, antes recibió estas mercedes y mi-
sericordias del Señor en tiempo y sazón que merecía gran-
des castigos, en tiempo que mayores ofensas hacía, cuando
más apartado andaba de El, cuando menos lo esperaba,
55 pues entonces hace Dios esto? ¿No [o]s parece que tiene
razón el profeta de llamar a estas cosas bendiciones de
dulcedumbre? Sábelo esto bien aquel a quien Dios ha he-
cho esta merced de levantarle de la bajeza y amargura de
los pecados y lo ha prevenido con estas bienaventuradas
60 bendiciones de dulcedumbre.
Puso Jesucristo sus benditos ojos en San Mateo y díjole:
Sigúeme. Levantóse luego y siguióle. No le detuvieron la
muchedumbre de negocios que tenía; no le detuvo la cobdicia
de poner en cobro lo que delante tenía; todo lo dejó este
65 bienaventurado santo; a todo dió de mano. Levantóse y
siguióle; levantóse y fuése tras Jesucristo. ¿Ahora no mi-
ráis lo que este bienaventurado santo hizo? Cosa es, por
cierto, para espantar. ¿Qué vía San Mateo en Jesucristo,
que le movió a hacer tan determinadamente lo que hizo:
7<> dejar su trato, toda su hacienda, sus dineros, y irse tras
un hombre al parecer pobre y bajo, que le podía [dar]
nada; pobre y mal vestido, que por ahí le daban de comer,
que es un solo hombre? Aquel a quien se lo ha mandado,
1 dejólo todo y siguióle.
T5 Mostróle Dios una vez al profeta Hieremías la perdi-
I ción del mundo y los males que había en él, y juntamen-
| te en esto mostróle que había de enviar Dios una Palabra
[ al mundo, por la cual se habían de remediar, y muchos
I que estuviesen presos por el demonio en males y pecados,
*> fuesen libres. De esto fué el profeta muy alegre, viendo
I que los males y pecados del mundo habían de ser reme-
diados, y dice: Perdix fovet quae non peperit, facit divi-
39 Praevenisti eum] Padre veniste enim
73 un] que es que es que es add.
40 Ps. 20, 4.
1204
SERMONES. CICLO SANTORAL
tias, sed non in iudicio; in medio dierum [suorum~\ derilin-
quet eas. La perdiz cría y ceba lo que no parió; allega ri-
85 quezas para sí, y no en juicio; en medio de sus días las
dejará. Dice que la perdiz que no tiene giievos, la que es
estéril, que no pare, va a donde las otras perdices tienen
sus huevos y pone sobre ellos; quítaselos a las otras y sáca-
los, y después de sacarlos, como los perdigoncitos oyen
90 cantar a su madre natural, a la que puso los huevos,
desamparan a la que los sacó, que era madre falsa, y vanse
tras su madre verdadera. Madre falsa es el demonio, madre
engañosa. Hermano, Dios es tu padre. Dios es madre. El
te crió, El te parió; hurtado te tiene el demonio, cébate
95 con los engañosos deleites, tráete engañado con sus fal-
sedades; pero cuando suena la voz de la verdadera madre,
cuando vino aquella Palabra del Padre, el Verbo encar-
nado, oyeron los hombres su verdadera madre. Oyeron al
que los crió, oyeron al que los había criado, y desampara-
100 ron al demonio y sus engaños; conocieron la voz de su
verdadero Padre; conociéronle y siguiéronle.
Está este buen hombre San Mateo, como dicho tengo,
en sus marañas y negocios. No había conocido, y aun
quizá no lo había visto en toda su vida, a Jesucristo, ni
105 le había hablado. En hablando que le habló, así como le
miró y le dijo: Sigúeme; en oyendo que oyó esta palabra,
conoce la voz de su Padre, conoce al que lo crió, y desam-
páralo todo, deja la engañosa madre, deja todo cuanto
tenía y vase tras Jesús. No se paró a mirar qué dirían de él.
UO Claro está que los que lo viesen que dirían que era loco,
hombre que dejaba su hacienda, sus negocios, por un
hombre tan pobre y que tan poco bien le podía hacer. Todo
lo tuvo en poco por seguir al que lo llamó, por seguir la
voz de su Rey [y] Pastor. Cuantas más cosas le decían,
115 respondía: "Ego non sum turbatus, te Pastorem sequens;
et diem hominis non desideravi, tu seis: No me turbé yo
por miedo de lo que me dijesen por seguirte a ti; día de
hombre no deseé Tú, Señor, lo sabes. No me turbaron
las palabras de los que de mí murmuraban, de los que
320 mal sentían y decían de mí y de los que me contradecían;
porque seguía yo a ti, Pastor bueno, Pastor amoroso. Ni,
después que te seguí, deseé cosas de este mundo; no busqué
favores de hombre, ni riquezas que los hombres suelen
desear, ni otra cosa que, según hombre, pudiera procurar-
ías me y desear. Tú, Señor, lo sabes que digo verdad, cuán
82 Perdix fovet] Perdidi foued || 87 paren || 89 después] y sácalos y des-
pués add. || 98 oyeron^ oirán
117 miedo] mando
86 Gf. Ier. i7> n.
n8 Ier. 17, 16.
77- SAN MATEO
1205
de buena gana lo dejé todo lo que tenía y todo lo que pu-
diera tener por seguirte a ti, Señor mío, Pastor mío,
Bien mío".
¿Por qué vuestro Muy alegre San Mateo de su llama-
130 Maestro come con miento y de haber dejado todo lo
los pecadores y (lue tenía Por Jesucristo, con amor
vT/ grande que le tenía, díjole que tu-
publicanos. viese por bien de irse a comer con
él. Que ésta es señal que vuestro 11a-
135 mamiento es de Dios, si luego comenzáis a obrar lo que
sentís en el corazón: si repartís vuestros bienes, si gastáis
y distribuís los bienes que el Señor os ha dado en cosas
de su servicio. Acpptó nuestro Señor el convite; vió la
buena voluntad con que aquel buen hombre lo convidaba
140 y fué a su casa. Sentóse el Señor a comer, como así. y
luego, junto con El, sus discípulos; pocos eran, porque
aun estonces no había tomado a los doce. Y sentáronse con
ellos — que debiera de ser la mesa grande — muchos públi-
cos arrendadores, que había convidado San Mateo. Quiso
145 San Mateo aprovechar a los que en algún tiempo había
aprovechado él con su mal ejemplo, con sus malas pala-
bras e consejos. Ansí han de hacer la penitencia los que
en algún tiempo han echado a perder ánimas o las han
ofendido: procurar que por alguna manera se conviertan
150 a Dios y se ganen; así lo hizo este Santo. Como debiera
de ser el principal publicano. el arrendador mayor, el más
rico, a quien los otros miraban, viéndose él ganado, pro-
curó que también se ganasen los que comunicaban en su
género y manera de trato y vivienda, y para esto convidó
155 3 ]os otros arrendadores, para que, viendo a Jesucristo,
también ellos se ganasen como él y los llamase y los curase
como a él llamó y curó.
Como hobieron acabado de comer, levantáronse los
apóstoles de la mesa y dejaron a nuestro Señor Jesucristo
160 asentado hablando con aquellos publícanos y pecadores
que con El habían comido. ¡Qué palabras les diría! ¡Con
tanto amor les hablaba y les respondía, con cuán amorosos
oíos los miraba, que fuego encendía en sus corazones!
Alegre estaba allí el Señor y contento, haciendo la obra
165 para lo cual vino en este mundo. Los [apóstoles] debiéron-
se de salir a la puerta, andarse hían por allí en el patio.
Pasaron por allí algunos de los fariseos, que acaso pasa-
ban por allí o que maliciosamente venían a calumniar y
ver lo que Jesucristo hacía, y como vieron a los discípulos,
170 llegáronse a ellos y dijéronles: "¿Por qué vuestro maestro,
siendo hombre santo y religioso, siendo recogido y honesto
144 Mt. 9, 1013 ; Me. 2, 15-17 ; Le. 5, 29-32.
1206
SERMONES. CICLO SANTORAL
y predicador, hace esto que hace? ¿Por qué come con
esta gente? ¿Por qué viene convidado con los pecadores y
publícanos y arrendadores? ¿No ve El que no es cosa con-
175 veniente hacerlo así?"
Oyólo Jesucristo, y no quiso que otro respondiese por
El ni antes que El. "¿Por qué?, dijo El. No os espantéis
que el oficial haga su oficio; no es mucho de maravillar
que el zapatero haga bien unos zapatos. Yo soy médico
!80 de las ánimas. No viene a otra cosa a este mundo, sino a
curar ánimas enfermas. Estas que aquí están son enfer-
mos, son pecadores, como vosotros decís. Yo soy el mé-
dico: ¿qué os espantáis que están aquí conmigo? Si estu-
vieran sanos, no habían menester médicos; pero están en-
185 ferm/os, están llagados, piden medicina, quieren ser sanos;
por eso como con ellos, por eso converso y trato con ellos:
por curarlos y sanarlos. Veis ahí. ¿Por qué?, preguntáis;
¿que por qué como con los pecadores y con los publícanos?
Respóndoos que os vais a deprender qué quiere decir esta
190 palabra de Dios: Misericordia quiero y no sacrificio. Vos-
otros dais por bien empleado un rato que gastáis al servicio
de Dios en el templo; el tiempo que gastáis en ofrecer un
sacrificio a Dios os parece muy bien gastado. Mirad cómo
dice Dios que se agrada y quiere El más que hagamos mise-
195 ricordia con el prójimo. Más quiere el Señor y más se sirve
que saquemos a un prójimo de pecado, que levantemos un
caído, que hagamos misericordia con el ánima de nuestro
hermano, de nuestro prójimo, que lo ha menester, que no
que le sacrifiquemos a El otros sacrificios, aunque nos pa-
200 rezcan a nosotros más agradables. Mirá, no os espantéis de
verme comer y tratar con publícanos y pecadores; no os es-
pantéis que los quiera bien, que los hable y que los busque.
Dígoos de verdad que no vine a este mundo a otra cosa, ni
otro negocio me trujo acá, sino a llamar a los pecadores a
205 penitencia. Pues a esto fué mi venida, que lo haga, no os es-
pantéis. ¡Bendito seáis, Señor, para siempre, que tanto bien
hecistes a pecadores, en haber venido a los llamar a peni-
tencia! ¿Qué fuera de nosotros, Señor, si no hobiérades
venido? ¿Qué hiciéramos sin vos? ¿Qué tiene Dios con pe-
210 cadores ?
No vine a llamar ¿Qué es esto que dice: No vine a lla-
jostos, sino peca- m^r justos, sino a pecadores a peni-
dores tencia? No sé si lo diga. Quiero callar,
no tome alguno ocasión para ofender
215 a Dios por esto. Es cierto así que algunas veces no hay
otra causa de ver levantado a uno de grandes males y su-
173 Por qué] Por qué a&i.
77- SAN MATEO
1207
ciedades, después de su bondad, sino verlo peor que otros,
verlo envuelto en mayores y peores males que algunos
otros; y esta sola razón mueve algunas veces a Dios nuestro
220 Señor para hacer grandes mercedes y misericordias a gran-
des y miserables pecadores. No ha de dar esto a nadie atre-
vimiento a ofender a Dios; no es razón que la bondad del
Señor sea causa que lo ofendan. ¿Es bien que porque uno
tenga muy buen padre, que le perdone muchos yerros, que
225 por aquello le dé de bofetadas en la cara? Antes la bondad
y paciencia de mi Padre me había de convidar a ser más
obediente y amarle y reverenciarle más. Si un buen hom-
bre fue[sej casado con una mujer que le hubiese hecho trai-
ción, y le dijese: "Mujer, sabido he lo que contra mí ha-
230 béis hecho; muy bien tenéis merecido cualquier castigo que
yo os quisiere dar. Quiéroos mucho, y por eso yo os per-
dono cuanto contra mí habéis hecho. No haya más, yo os
perdono y me olvidaré de todo lo pasado como si no lo ho-
biérades hecho"; ¿sería bien que esta tal mujer anduviese
235 desvergonzada delante de su marido y sin algún sentimien-
to de lo pasado? Siendo ella buena mujer, siempre había
de andar con gran temor y reverencia delante de su mari-
do, aunque él la tuviese perdonada, acordándose cómo le
tuvo enajenado, cómo erró contra él, cómo fué traidora
240 contra su marido. Y aunque muy cierto fuese certificado
que su marido tiene ya olvidado lo pasado, había ella de
traer un puñal atravesado en su corazón, un clavo que
nunca se le quitase; siempre: "¿Cómo ofendí a mi marido,
cómo lo enojé, cómo osé dar bofetada a marido tan bueno,
245 por qué tuve tal atrevimiento de moverlo a ira contra mí?"
¿A qué propósito esto? Que la bondad de Dios nuestro
Señor y las misericordias que hace a pecadores, llamándoles
cuando más olvidados están, levantándoles de sus caídas,
perdonándoles sus pecados, justificándoles por hijos y ha-
250 ciéndoles mil cuentos de misericordias, no han de ser cau-
sa para que le ofendan y menosprecien, antes para que
más le honren y estimen, obedezcan y agraden, y digan:
"Antes moriré mil muertes que ofender a Dios. ¿Cómo
enojaré yo a quien tanto bien me ha hecho? ¿Cómo ofen-
255 deré a quien tanto me ha perdonado? ¿Cómo daré yo bo-
fetadas a quien tanto me ama, a quien tanto mira por mí
y tantos bienes me ha hecho?" Así que llama Dios a los
grandes pecadores; y cuanto mayores son, más aparejo y
disposición halla para ello.
■ 260 Prontitud de la res- pUSo hoy sus benditos ojos Jesu-
puesta de Mateo cristo en este bienaventurado san-
to; míralo para lo levantar, míralo
para perdonar y hace[r] gracias y misericordias. Y no se
1208
SERMONES. CICLO SANTORAL
hizo sordo al llamamiento. Y es de espantar la bienaventu-
266 rada fe de eBte santo, que, como habernos dicho, conoció a
Jesucristo. No lo había visto, ni había visto lo que había de
hacer por él; no había visto a Jesucristo derramar sangre
por él, no azotado ni coronado de espinas, ni deshonrado
ni colgado en la cruz por él. No habiendo visto nada de esto,
270 en diciendo que le dijo Jesucristo: Sigúeme, desampáralo
todo y vase tras El. Para confusión y vergüenza de lo[s]
que agora confesamos, y verdaderamente tenemos y creemos,
y de ello tantos y tan firmes y verdaderas escripturas tes-
timonio nos dan, que Jesucristo padeció tanto como por
275 nuestro amor y bien y remedio padeció [y] hacémonos sor-
das a su voz, despreciamos su llamamiento, olvidámonos
de sus palabras, y ninguna cuenta con El tenemos.
— Decí, padre, ¿cuándo me ha llamado a mí y no le he
respondido? ¿Cuándo me he hecho sordo a su voz? Por
280 cierto que si yo lo hobiera oído, que no me hobiera deteni-
do en cosa alguna. De mi buena voluntad le hobiera segui-
do. — No os engañéis, que voz y voces os da y os ha dado
en vuestros corazones, y de esto corazón ninguno se puede
quejar, que voz del Señor y llamamiento y aviso es ver
285 enterrar a tu amigo, a tu pariente, a tu conocido, al que
amabas, al que era más mozo que tú, al más rico que tú,
al más alto, al más poderoso; y en esto te dije que aquello
que ves en aquél será de ti y pasará por ti. Cuando allí
dentro te reprehenden y te castigan: "Mal va esto. ¿Cómo
290 te descuidas? Mira que te llamará Dios y no sabes cuándo",
¿ quién pensáis que os dice esto, quien pensáis que os avisa
y despierta y llama, sino Dios, que busca y llama, y busca
maneras para que os convirtáis a El y os salvéis? Es tanta
nuestra maldad, es tan profundo el sueño que dormimos,
295 es tanto nuestro descuido, que todo esto no nos mueve ni
aun nos pasa por el pensamiento que aquello debe ser
Dios. Hermanos, despertemos y oyamos la voz de nuestra
Madre, oyamos de buena gana el llamamiento de nuestro
Padre. No nos hagamos sordos, sigámosle con diligencia,
300 olvidando nuestros negocios, nuestras trampas, nuestros
pecados, como hizo este bienaventurado santo, que, luego
como oyó la voz de su Pastor y verdadero Padre, luego
desamparó todo cuanto tenía y lo siguió.
Martirio de San Propia viene la festividad para las
305 Matea madres monjas. Fué este bienaventu-
rado santo el primer fundador de mo-
nesterios que hubo en el mundo entre cristianos. Era en
gran manera muy amigo de la castidad, era gran celador
de la virginidad. Como después de la resurrección de
310 nuestro Señor Jesucristo saliesen los santos apóstoles a
77- SAN MATEO
1209
predicar el Evangelio, cúpole en suerte a este bienaven-
turado santo la Etiopía. Predicó y hizo grandes milagros
y suscitó el hijo del rey, que estaba muerto. Muchos mi-
lagros hizo, y convirtió al rey y a toda su casa y a la ciu-
315 dad. Y murió el rey, y sucedió en el reino Hircaco, el
cual quiso casarse con Efigenia, doncella hija del rey, la
cual había ya hecho voto de virginidad por consejo y en
manos del apóstol San Mateo. Era, como dicho tengo,
amicísimo de la virginidad, y por ello murió. ¿Pensába-
320 des que por confesar la fe de Jesucristo? Porque hizo per-
manecer en su santo propósito a esta santa doncella murió;
por eso le martirizaron. Como Hircaco le envió a decir
a esta doncella que se quería casar con ella, que lo hubie-
se por bien, respondió ella que no podía ella ser casada,
325 que su estado había de ser de virginidad, que así lo había
prometido. Determinó Hircaco de ir él personalmente a le
hablar; dijéronle algunos: "No te canses en eso, que esa
doncella ninguna cosa hará; mas de lo que Mateo le dije-
re que haga, luego lo hará; de otra manera es gastar
330 tiempo". Parecióle bien esto a Hircaco y fuese a Mateo
y díjole todo lo que pasaba, y como su voluntad era de
tomar a Efigenia por mujer, que se lo aconsejase. Respon-
dióle Mateo: "Señor, tal día tengo de predicar en el mo-
nesterio o iglesia adonde ella estaba. Hallaos allí, que yo
335 hablaré en ello y diré grandes bienes del matrimonio".
Llégase el día y súbese San Mateo al púlpito y comienza
a decir muy grandes bienes y provechos que tiene el ma-
trimonio, como a la verdad lo[s] tiene.
Estaba muy contento, y Hircaco pensó que lo tenía
340 todo hecho. Vuelve San Mateo su plática y sermón a la
doncella, y comienza a ensalzar la virginidad y a decir
tantos bienes de ella, y aunque el matrimonio era bueno,
pero muy mayor y mejor era la virginidad, y que acá se
casaban con un hombre y perdía [n] su virginidad y lim-
345 pieza, y en el desposorio de Cristo siempre estaban vírgi-
nes, limpias y guardadas. Como esto oyó el desposado
que quería ser, estábase deshaciendo entre sí. Tantas cosas
dijo, tanto ensalzó y alabó San Mateo la virginidad, que
no lo pudo sufrir Hircaco. Mandó que lo echasen del púl-
350 pito abajo. Y el bienaventurado Santo, híncase de rodi-
llas delante del altar, rogando a Dios por los que lo mal-
trataban. Llega uno con un gran palo, de estos con que
el [. .], y dale al bienaventurado apóstol con él en la ca-
beza. Tiende el cuerpo muerto en la tierra, y su ánima
355 vase para siempre a la gloria, ad quam nos perducat. Amen.
355 Amen] Deo zratias add.
1210
SERMONES. CICLO SANTORAL
78 El QUE QTJISIEKE A MÍ, NIEGUESE A SÍ *
San Francisco de Asís. Jf de octubre. En un monasterio
de monjas
(Rama, BMM. Naz. Vitt. Elm. II, Ms. Ges. 1372, fff. 278 r - 290 V.)
Vcnite ad me omnes gui laboratis et onerati csiii.
et ego reficiam vos [Mt. n, 28] .
Exordio Confitebor Ubi Domine, Pater caeli et terrae,
qui[a] abscondisti haec a sapientibus et prudenti-
5 bus, et revelasti ea parvulis. Ansí comienza el santísimo
evangelio de la misa de hoy. Alabo a ti, Señor, Padre del cíelo
y de la tierra, que ascondiste estas cosas de los sabios y
prudentes y las revelaste a los chiquillos. ¿Qué cosas as-
condió Dios a los sabios y prudentes y las reveló a los
10 chiquillos? (Muchas, y una de ellas es la que descubrió a
este santo bienaventurado, San Francisco. Dpscubrióle este
secreto: que lo hizo amigo de mendigar, de pedir [por] amor
de Dios. No ha habido quien tan amigo haya sido de la po-
breza. Descubrióle Dios que era gran arte ésta para venir
15 a tener grandes riquezas, el mendigar; y no era tanto
esto para el cuerpo como para el ánima; y si bien mira-
mos en ello, no hay día que no vamos a la puerta de Dios
a mendigar, diciendo: "Señor, danos pan; pan, Señor".
Panem nostrunn, etc. El pan nuestro de cada día dánosle
20 hoy.
Era tan fundado este santo en el conocimiento de sí
mismo, y no es poco: no lo tengáis en poco, que a pocos
lo da Dios. Dícese de él que, en la oración que hacia, le
reveló Dios dos cosas, le descubrió dos abismos: el uno,
25 el de su pobreza y flaqueza propia; el otro, las riquezas
grandes de Dios. Si esto veis, y Dios os lo descubre, diréis:
"Señor, no hay otro que tan cuadrado venga para mí como
vos. ¡Qué bien viene vuestra misericordia para mi mise-
ria, vuestra sabiduría para mi necedad, vuestras rique-
30 zas para mi pobreza! Vos y yo, Señor, bien nos habernos
medido, y justo venís para mí". Viendo esto San Francis-
co, decía: "Señor, ¿y quién eres tú y quién soy yo?" De
ahí le vino el desarrimarse de sí, el desconfiar de sus
fuerzas; vínole también esta mendiguez, el andar colgado
35 de Dios y el andar a pedir por Dios; y así decía que más
quería que sus frailes orasen que no estudiasen. Hízose
pobre; ayudóle Dios. Andaba mendigando; enriqueciéron-
23 le] lo
* El sermón empieza en el Ms. con el tema, sin título alguno.
8 Cf. M5t. 11, 25 ; Le. 10, 21. 20 Mt. 6, 11 ; Le. 11, 3.
78. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1211
le. Este es el secreto que descubre Dios al que desconfía
de sí. Este es el secreto que alcanzan los que no estriban
40 en sus fuerzas, los bajitos, y éstos son los que alcanzan
también este secreto, de: Pedid, y daros han; llamad, y
daros han. Pidiéndolo como bajitos, como chiquitos, como
lo pide un pobrecito al rico, que no hace sino mostralle
sus llagas, descubrille sus necesidades.
45 Y pues El nos manda en las palabras del tema que
vamos a El y que nos remediará, y no podemos sin su
gracia y ayuda, como diremos, pidámosela, y pongamos
por intercesora a la Sacratísima Virgen María, nuestra
Señora.
50 Este descanso es con Venite ad me omnes qui labor atis
condición: Niegúese a et onerati estis et ego reficiam
sí mismo vos- Si el sermtón que hoy se pre-
dicase fuese con tanto sabor como
lo son las palabras del tema, todos iríamos consolados.
55 Mas, en fin, cuando el manjar es bueno, aunque no vaya
tan bien guisado, no pierde por eso su sabor. Dice Dios,
y sólo El lo puede decir: Venid a mí los que estáis traba-
jados, que yo os daré descanso. (Bien a su costa por cier-
to.) "Aunque me cueste a mí mucho, yo os daré descanso".
60 (Esa es caridad: trabajar por descanso ajeno.) Venid a
mí todos. ¿Quién, Señor; y de dónde adonde? Todos los
que estáis en trabajos muy hondos, en grandes miserias;
los que estáis apartados de todo descanso, en estarlo de
mí, de cualquier trabajo que tengáis, de cualquier carga que
65 os apesgue, venid a mí, que yo os descargaré y os recrearé.
Yo os remediaré vuestras necesidades; yo hartaré vuestra
hambre; venid a mí. Por cierto, gran convite es éste, convi-
darnos Cristo y llamarnos de tanto trabajo para tanto
descanso. Gran convite es.
70 Agora mirad: una dificultad hallo yo en esto. ¿Quién
hay en el mundo que de buena gana no acebte este convite?
¿Quién hay que, si está trabajado, no desee descansar?
Decí: ¿Por qué vais vos a las Indias? Por traer dineros,
para lo que habéis menester para descansar; porque pen-
75 sáis descansar cuando no os falten. ¿Por qué os curáis?
Por alcanzar salud, porque pensáis que teniéndola descan-
saréis. Sí, trabajáis y morís por hallar descanso. ¡Ah,
Señor! Daremos cuanto tenemos por un poquito de des-
canso; andárnoslo buscando por unas vías y por otras;
80 y dice Jesucristo que vamos a El, que El nos lo dará. ¿Por
qué no iremos? Pues, si nos convida, ¿por qué no vamos?
Agora mirad, si no hobiera más que esto, no hobiera
42 Cf. Mt. 7, 7 ; Le. 11, 9; Me. 11, 24.
52 Mt. 11, 28.
1212 SERMONES. CICLO SANTORAL
chico ni grande, malo ni bueno, que no fuera tras Jesu-
cristo y aceptara el convite que le hace, para descansar
85 de sus trabajos. Pero echó Dios acíbar en este descanso, di-
ciendo una palabra que dijo en otra parte, por la cual pa-
rece que esto va con condición. Dijo: El Hijo de la Virgen
será deshonrado, azotado, crucificado, y que muera. Tomó
San Pedro y di jóle: "Señor, ¿Vos azotado? ¿Vos muerto?
90 Nunca Dios tal quiera. No digáis tal, Señor". — ¿Qué
decís, San Pedro? ¿Vos me dais consejo a mí en lo que
tengo de hacer? Non ea quae Dei sunt, sed ea quae hominum.
Anda, Pedro, que no sabéis lo que decís. No entendéis las
cosas de Dios. Anda, que, si habláis como hombre, los
95 hombres espántanse de ser uno azotado, encorozado, que-
mado, deshonrado, abatido y menospreciado de todos;
mas el negocio de Dios no va por ahí. No querríades vos
ver que deshonren a vuestro Maestro y que le azoten y pon-
gan en una cruz como a malhechor, sino que todos le tu-
100 viesen en mucho, todos le honrasen y sirviesen. ¿Qué cosa
es que no ha de padecer esto? Que sí, que padecer tiene
todo esto que digo. Y pues os espanta oír que ha de pasar
todo esto por mí, más os espantará de que os diga que os
han de azotar, que os han de perseguir de lugar en lugar,
105 traiéndoos de juez en juez y que al fin os han de matar.
Más os espantará oír que han de pasar estas cosas por
vuestra propia casa, que oír que han de pasar por casa
ajena, no os espante tanto. Pues avisóos que el que me ho-
biere de seguir ha de pasar todo esto por él. Si alguno qui-
no siere venir tras de mí, abneget semetipsum et tollat crucem
suam et sequatur me: Niegue a sí mismo, tome su cruz y
sígame".
Veis ahí la condición. Dice acá: Venid a mí los que es-
táis trabajados, que yo os daré descanso. Dice acullá: Si-
115 alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y
tome su cruz y sígame. Veis ahí el acíbar: "El que quisie-
re a mí, niéguese a sí". Sabroso, dulce, suave es Cristo. No
hay quien no se huelgue de seguirle, de ir a El; pero ese
güeso es muy malo de roer; muchos dejan de ir a El por
120 hacérseles muy recio decir: Niéguese a sí mismo. Y no os
parezca fácil, que una de las más recias palabras que Je-
sucristo habló, ésta es; y la que hace que mejor conozca-
mos nuestra miseria, nos da a entender quién somos. — Se-
ñor, quien ha de seguiros, ¿cómo os seguirá? — El que
125 quisiere a mí, déjese a sí. — Señor, si dejo a mí, ¿cómo
iré tras vos? ¿Cómo es esto que no puedo ir tras vos, lle-
vando conmigo a mí? ¿No cabemos en un saco vos y yo?
88 Cf. Mt. 20, 17-19 ; Me. 10, 32-34 ; Le. 18, 31-34.
92 Cf. Píhill. 2, 21. 114 Mt. 11, 28.
ii2 Mt. 16, 24. 116 Mt. 16, 24.
78. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1213
¿Cómo es esto? Hay dos: yo que he de dejar el uno y he
de tomar el otro. Cosa recia es ésta, que tan poca amistad
30 haya entre vos y mí, Señor. ¿Tan mal nos avenimos vos y
yo, Señor, que no nos compadecemos juntos? ¿Que, si os
he de querer a vos, tengo de dejar a mí? ¿Qué es esto,
que, si tengo que seguir a ti, no tengo de llevar allá a
mí? Mala cosa debemos de ser. ¿Tan mala condición tene-
135 mos, que no cabemos en un saco Dios y nosotros? Señor,
¿no caben en un saco? Tu holgar y el trabajar de Jesucris-
to, tu deshonestidad y su honestidad, tu soberbia y su hu-
mildad, tu ira y su mansedumbre, tu incontinencia y su
templanza, tu lujuria y su castidad, no caben. Eso que eres
140 tú no puede seguir a Jesucristo, si no lo dejas. Pues tan
bueno es El y ninguna falta tiene, nosotros debemos de ser
los malos. Por nuestra culpa no cabemos, y por nuestras
faltas. Cosa recia nos pedís, Señor: que nos dejemos a nos-
otros mismos, que neguemos y reneguemos a nosotros.
W5 Niégate: Deja tu — ¿Cómo tiene de ser? ¿Cómo se en-
propio saber y tiende: el que quisiere seguir a mí,
parecer niegúese a sí? — ¿ Sabéis qué quiere de-
cir? Que el Adán viejo que tenemos,
cuyos hijos somos según el cuerpo; que ese hulano quien
150 sois, ese vos que nació de padre y madre, ese hombre vie-
jo, eso es lo que habéis de dejar. Si no negáis ese vos,
n[o] os darán la gracia, mediante la cual seréis hijos de
Dios. ¿Quién es ese vos? Ese hombre que no está reen-
gendrado por Espíritu Santo, que no está negado por la
155 voluntad de Dios, que no vive por seso de Dios. los por
esas plazas y hallaréis trescientos mil de éstos; que de los
que se rigen por el parecer de Dios, cuál y cuál hallaréis.
Hase de dejar esa vuestra sabiduría, esa vuestra razón,
. ese vuestro querer regiros por vuestra voluntad, ese vues-
1^0 tro parecer, ese quiero esto y no quiero estotro. Hase de
dejar. Hase de derribar esa torre de Babilonia y ese sober-
bio Golías, si a Jesucristo habéis de seguir.
— Declarámelo, padre. — -¡Bendito seas, Señor, Padre de
los cielos y de la tierra, que ascondistes estas cosas a los
1*5 sabios y prudentes y las revelaste a los chiquillos. ¿Quién
es este "yo" que tengo de negar? Ese ser prudente, esa
sabiduría, ese pensar que sabéis lo que os cumple, ese pen-
sar que sois gran letrado y que os lo sabéis vos todo, eso
habéis de dejar. Aun si fuese en hacer zapatos, o en hacer
170 una cosa, o en cualquier otro oficio, bien, aun en eso sú-
frese; pero en las cosas que tocan a vuestra salvación, en
149 cuerpo] a add.
165 Mt. 11, 25 ; IjC. 10, 21.
1214
SERMONES. CICLO SANTORAL
este negocio de ir al cielo, en cómo estaréis en la gracia de
Dios, cómo ayunaréis, como rezaréis, no lo podéis saber.
Dejar tenéis vuestro saber; en todo lo que sea de servir a
175 Dios no penséis que lo sabéis; negar tenéis vuestro saber
para haber de entenderlo. No hay medio para que Dios se
os descubra y os enseñe qué cosa es tener amor con Dios
y con los prójimos, qué cosa es tener humildad y castidad
y mansedumbre, y para que os enseñe qué es hablar cosas
180 de Dios, sino negar vuestro saber y arrimaros al saber de
Dios. Pensar que no sabéis lo que os cumple, sino poneros
todo en las manos de Dios. Pensáis que no es más de hablar.
¡Desventurados de vosotros, non intelligentes quae loquun-
tur, ñeque de quibus affirmant! Hablamos y no entendemos
185 lo que decimos ni las cosas que afirmamos. ¡Cuántas veces
hablamos del amor de Dios, sin saber qué cosa es! ¡Cuántas
veces hablamos de la humildad, sin tenerla ni saber qué es!
No podemos apreciar ni tener esas cosas en lo que son, por-
que, como dice el Apóstol, animal homo non percipit ea quae
190 sunt spiritus Dei; stultitia enim est illi. ¿Qué cosa es ca-
ridad, humildad, mansedumbre y todas las cosas que son
del espíritu de Dios? No las entiende el hombre animal
sin Dios; todo lo que es dones y frutos del Espíritu Santo
no lo alcanza el hombre animal sino ayudado del mismo
!95 espíritu de Dios.
— ¿Qué es lo que llama el Apóstol hombre animal? —Al
que llama el evangelio de hoy sabio y prudente. Gracias te
hago, Señor, Padre del cielo y de la tierra, que ascondistes
estas cosas de los sabios y prudentes. A éstos, pues, llama
200 San Pablo animales. Eso es, que esté el otro Platón y el otro
Aristóteles, y que sepan todo cuanto quisieren, tanto que
se espante el vulgo de oírlos hablar, y si Dios no los en-
seña, animales son. Animal enim voco qui utitur ratione,
dice San Hierónimo: 'Animal llamo al que se rige por ra-
205 zón". Pues eso es lo que quiere decir a cuantos hay que
hablan de esta cristiandad y no hay quien la siga. Mirá,
hablando como hombres, no se ha de decir hombre animal,
sino el que se rige por su apetito, en el cual convenimos
con los brutos; porque, si tú haces lo que una bestia,
210 dígante animal. Si tú te enojas cuando quieres, ¿qué más
hace una bestia de tirar coces cuando se le antoja? Si tú
sigues a tu carne en todo cuanto te pide; si cuando te da
gana de estar mal con el otro, lo estás; si cuando te da
183-184 loquuntur] leguntur || 192 entiendo
201 cuanto] cuando cuando || 207 de] a || 208 rige] sigue || 219 riges]
sigues
185 Cf. 1 Tim. r, 7.
190 Cf. 1 Cor. 2, 14.
205 Cf. San Jerónimo, Ccmm. ifi Is., 1. 1 : ML 24, 49.
78. SAN FRANCISCO DE ASIS
1215
gana de pecados de carne, io pones luego por obra; si no
15 entiendes sino en comer y beber y dormir, en andarte en-
vuelto en deleites sucios y guiándote tras lo que quiere tu
apetito bestial, ¿dónde está el ser hombre, di? A la fe dí-
gante bestia y animal. Pero, porque no te digan bestia en-
tre hombres, dígante hombre que te riges por razón. Asi
20 que has de vivir por razón, para que no te llamen bestia.
Acá, en el negocio de Dios, el que acullá era honrado es
deshonrado; el que acullá es tenido por sabio, acá es te-
nido por necio; el que allá es tenido por prudente y que
sabe lo que le cumple, acá porque no sabe nada y es un
!25 ignorante. Acá en la cristiandad el que se rige por sola
razón dícese animal y es tenido por bestia; porque ansí
como es menester usar allá, entre hombres, de razón, por-
que no te digan bestia, ansi acá, porque no te digan bestia
en las cosas del espíritu de Dios: si no te riges por la sa-
¡30 biduría, por el consejo, por el parecer de Dios, dígante
animal: porque lo que allá se dice sensualidad, acá, en las
cosas de Dios, se dice razón. Mira cuánta gente va enga-
ñada, cuán pocos hay que se conozcan. ¿Qué es eso? Que
aunque tengas el juicio cuan alto quisieres, sábete que no
235 puedes con tu saber alcanzar a conocer la sabiduría de
Dios; aunque te estires cuanto quisieres, no puedes alcan-
zar a conocer el espíritu de Dios, no puedes saber lo que
te cumple; aunque seas un Aristótil, no te hace más ese
saber, no puedes por eso conocer el saber de Dios, si no
240 niega.1; tu saber y tu razón y te tienes porque no sabes ni
entiendes nada.
Más es menester para hacerte necio que para hacerte
gran letrado; y ésta es una de las grandes guerras y más
dificultosas de vencer que tienen los que han estudiado y
245 están vezados a razonar y disputar, y llevallo por argu-
mentos y sotilezas, que es hacerse chicos de los que Jesu-
cristo dice, hacerse que no saben ni entienden nada, que no
se pueden remediar si Dios no les socorre. Más es menes-
ter para negarse uno a sí mismo que para hacerse doctor
850 en teología. Decí: ¿De dónde nace el escarbar en el San-
tísimo Sacramento; el venir a imaginar si está allí o no
está allí el cuerpo de Cristo? De tu saber, e de no querer
abajar tu entendimiento y creer simplemente a lo que dice
Jesucristo, sino quererlo llevar por tu propio juicio, y que
255 se te encaje a ti que por razón puede ser todo aquello.
Pues, si a Jesucristo has de seguir, negar tienes ese tu jui-
cio; dejar tienes ese tu escudriñar todas las curiosidades,
que acarrea consigo el llevar las cosas por razón. ¿De dón-
de nacen las congojas que tenéis, esos descontentos, ese
2*0 nunca hallaros bien, ese nunca contentaros de cosa que os
sucede, que parece que ninguna cosa se os hace bien? De
1216 SERMONES. CICLO SANTORAL
vuestro parecer, de que pensáis que no está en más ser una
cosa adversa para vos, de no hacerse [como] querríades, y
estaríades contento. Cual es el árbol, tal es el fruto que de
265 él nace; y nunca de propio parecer vimos nacer otra cosa,
si ésa no; por eso tenéis congojas, porque os guiáis por
vuestro parecer y querer. ¿De dónde viene que decís: "¡Oh
que no se hizo esto que deseaba! Nunca quise cosa que se
hiciese como yo querría; todo me sucede al revés. ¿Pues
270 no fuera mejor esto, y esto que se hiciera de esta manera?
Dios sabe lo mejor, pero mucho querría que se hiciese siem-
pre lo que yo quiero, y lo que a mí me parece que me está
bien". — Corta ese parecer, que no sabe si fuera bueno que
se hiciera eso que tú agora querrías; que acá se hizo lo que
275 te cumple en hacerse agora eso que tanto te pesó de que
se hiciese. Cata que no sabes cuál es lo mejor para ti. Por
eso no te pares luego a decir: "Esto quisiera; estotro no
quisiera". Pon la segur a la raíz de ese árbol y córtalo;
corta ese parecer y descansarás, luego ternás sosiego; nin-
280 guna cosa sucederá, por contraria que sea a lo que tú qui-
sieres, que te dé pena; quita esa raíz, ternás alegría, ter-
nás paz. Como dice el Apóstol: Dominus repleat vos omni
gaudio et pace. Hermanos, el Señor os hincha de gozo y
de paz.
285 Rígete por el pa^ — ¿En qué está el vivir en paz? ■ — En
reoer de Dios creer que tiene Dios cuidado de lo que
os cumple; en regiros por su parecer;
en creer que aquello es lo mejor, aunque a vuestro juicio
no lo parezca así. Quita, quita, pues ese parecer; desarrí-
290 mate de lo que tú sabes, de lo que tú quieres, de lo que a
ti te parece que te cumple. — Y si de mi parecer me des-
arrimo, ¿en quién quedaré, padre? ¿A quién seguiré?
— Arrímate al saber de Dios. Rígete por sólo el parecer de
Dios. Niégate a ti mismo y sigue a Cristo. ¡Triste de ti,
295 que cuando se hace el parecer de Dios te pesa, y cuando
se hace lo que tú quieres te place! Cuando piensas que se
ha de hacer la voluntad de Dios, temes; y cuando lo que
la tuya quiere, te alegras. Al revés había de ser. ¿No es-
tás mejor confiado de Dios que de ti? ¿No estás mejor
300 arrimado a Dios que no arrimado a ti? Quita todo eso. ¡Tris-
te de ti, que no sabes lo que te cumple. Nunca llegarás a
Cristo si no quitas ese tu parecer y te haces como una bestia,
que le atapan los ojos para que llegue a beber. Ut tumentum
factus sum apud te. Decía el profeta David: "Señor, como
305 una bestia soy, que no sé lo que me cumple, ¿qué más bes-
tia que el que no sabe nada? Preguntalde a un hombre:
284 Gf. Rom. 15, 13.
305 Ps. 72, 23.
78. SAN* FRANCISCO DE ASÍS
1217
—Di: ¿Cumplirte ha casarte? —No sé; Dios lo sabe. —¿Es
cosa que te cumple ser fraile o monja? —No sé; Dios lo
sabe. — -¿Parécete que es bien salir mañana a negociar a la
0 plaza tal o tal cosa? — No sé. — -¿Será bueno que vayas a
la feria a mercar lo que has menester? — No sé, Dios lo
sabe. — A todo dice "no". ¿Pues qué más bestia que el que
no sabe cosa ninguna, y qué más saber que estar Dios
contigo? Et ero semper tecum. Y yo estoy siempre contigo,
1 dice Dios. Esta es buena sabiduría de aquéllos con que
Dios está, que se guían por el consejo y parecer de Dios;
y poco es el saber de los que por su cabeza y parecer se
quieren guiar. Mucho da esto en cara a Dios, y promete
El de castigarlo. Destruam consilia prudentum et sapien-
B tium sapientiam reprobabo. ¿Qué es esto, dice Dios, que
está el mundo tan engañado con el saber de éstos que son
sabios en sus ojos? Pues yo destruiré los consejos de estos
tales prudentes y reprobaré la sabiduría de estos sabios.
Neguemos, hermanos, nuestro saber, y estemos colgados
5 dei saber de Dios. Guía tú, Señor, y seguirte hemos; más
vale tu consejo, aunque a mí me parezca recio, que el mío;
más vale tu errar, si fuese así que pudieses errar, Señor,
que no mi acertar. Quita ese parecer, corta esa confianza
que tienes en tu saber.
© ¿Hay más? ¿Qué tal es esta doctrina para las monjas
y para este santo de hoy? ¡Cuán bien obró esto San Fran-
cisco! Era tan enemigo de seguir su parecer ni de regirse
por él, que aun hasta en andar por la calle no quería hacer
su parecer. Yendo una vez caminando, dijo a su compañe-
5 ro: "Hermano, por tu vida, que tú me mandes en este ca-
mino, e yo te obedeceré y te serviré, y no hagas tú sino
• regirme y decirme lo que tengo de hacer". Porque sabía
cuán gran mal era parecer propio. Diréis: Aquel cuyo pa-
recer mandáis que siga, ¿no se puede engañar? — Sí, pero
> Dios le dará gracia para que, cuando te aconsejare, no
I yerre en ello. ¡Gran bien es estar negado el parecer pro-
I pió, el estar su b jeto y que otro os mande y vos le obedez-
I cáis! Sabréis qué bien tenéis tan grande. Decí: Si os dijese
[ uno: "Hermano, yo he menester pasar por ese río y por
r mitad de ese cieno; tengo las piernas muy flacas; si paso
I en mis pies, caeré y ahogarme he; por vuestra vida, que
\ me paséis vos sobre vuestros hombros, pues que tenéis más
¡I recias piernas que yo". ¿Gran locura os parecería del que
I tal dijese? Pues eso es estar subjeto y regiros por el pa-
I recer ajeno: decir que tome el que os conseja y os rige,
• sobre sus cuestas, el trabajo. ¿No vale más que vais por
. parecer de otro? ¡Cuántas veces os ha acaecido, por asoma-
314 Ps. 72. 23.
323 Cf. 1 Cor. i, 19.
1218
SERMONES. CICLO SANTORAL
ros a una ventana, caer en un pecado, porque os asomastes
por seguir vuestro parecer; cuántas otras en otros pecados
355 por regiros por vuestra cabeza; cuántas veces habéis llora-
do por daros Dios lo que vos tanto deseábades, y os pare-
cía a vos que os cumplía, y que os estaba bien, y que con
ello terníades descanso! ¿No es mejor que vais en pies
ajenos y que os pase otro, que no vos mismo?
360 Cierto es, que, si se considerase el peligro del mandar y
la seguridad del obedecer, cielo y tierra habíamos de huir
por no mandar. ¡Que esté yo trabajado y penado, pensando
si os aconsejé bien, y que esté el otro descuidado y alegre
diciendo: "Aquél me mandó; yo no sé más"! Dice la mon-
365 ja: "Dios no me manda a mí sino que obedezca a mi perla-
da; con esto cumplo; yo no sé nada; ella mire lo que
manda, que Dios se lo demandará a ella si no fuere bueno;
yo no soy obligada más de obedecer". ¡Cómo!, ¿que hay
tan gran bien en el mundo? ¿Es posible? ¿Qué cosa has de
370 decir el día del juicio? Pedirán a mi perlado la cuenta de
lo que me mandó, que yo no sé nada, si hice bien o si no.
Gran cosa es el decir: "Pasad vos por el cielo e yo pasaré
sobre vuestros hombros". Señoras, gran bien tenéis en es-
tar subjetas, en haberos Dios dado quien os mande, y a
375 quien obedezcáis, y [por] cuyo parecer os rijáis antes que
por el vuestro. Sabeldo agradecer; si no, castigaros ha
Dios, como El suele a los faltos de conocimiento de las mer-
cedes que de El reciben. El que no conoce el bien que tiene,
¿qué merece? Que se lo quiten. ¿Qué merece el que no
38o conoce cuán gran bien es el obedecer? Que le hagan que
mande, y le den cargos, y en ellos estropiece y caiga, y
vea los peligros que hay en el mandar. Si no conoces el bien
que es el no regirte por tu parecer y que no se haga lo que
tú quieres, castigarte ha Dios con darte lo que a ti te
385 parezca que te está bien, y pensarás que es misericordia,
y será castigo.
Niega también tu Adelante. ¿Qué más habéis de negar?
voluntad y toma También la voluntad, vuestros apeti-
tu cruz tos< vuestros deseos, vuestras malas
390 inclinaciones, todo lo habéis de dejar,
si a Jesucristo habéis de seguir. ¿Quién hay que se escape
de estas faltas? ¿Quién hay que no tenga un remordimien-
to? ¡Oh que hizo esto fulano conmigo!, ¡oh que no me ha-
bló como suele!, ¡oh que no me quitó la gorra!, ¡oh que
395 no sé qué! Nunca faltan mil miserias. Quitarás todo eso.
No ha de quedar nada; blanco, liso como un pergamino,
que tiene despegada toda la carne para escrebir, has de
quedar. Quita esas malicias, esa mala condición; quita to-
387 Adelántate [| 402 señora
78. SAN FRANCISCO DF. ASÍS
1219
dos esos males, si ha de escri[bi]r Dios en tu ánima su sa-
» biduria y los dones de su gracia. Limpia, lisa, relumbrando
ha de estar; no ha de tener ni aun pelito ni aun rasguito;
quitado has de estar de coda carne. "Señor, esta injuria me
hizo fulano; si antes que me la hiciera lo quería bien, ago-
ra lo quiero más. Por amor de vos trabajo paso en vencer
18 má fantasía y mi soberbia, en desasirme de mis pasiones;
pero todo lo quiero pasar por serviros". Negaros, renega-
ros tenéis; ninguna cosa ha de quedar en vos de vos mis-
mo; quitar tenéis ese vuestro parecer; negar tenéis vuestros
apetitos, vuestras pasiones; negar habéis vuestra gula,
.0 vuestra lujuria, vuestra malquerencia, vuestra soberbia,
vuestra envidia. Claro está que, si habéis de seguir a Cris-
I to, que habéis de dejar todo esto. ¡Oh qué de rencillas se
excusarían en casa, señoras, si os negásedes! ¡Qué de ca-
mino atajaríades, qué sosiego ternía vuestro corazón! Nin-
5 guna cosa habría que recia se os hiciese. Negá vuestra sen-
sualidad; negá todo el placer de esta perecedera vida; negá
vuestra propia voluntad y parecer, y tomad vuestra cruz y
seguid a Jesucristo.
— ¿Y qué es cruz, padre? ¿El vecino que te persigue,
) hambre, pobreza, desnudez, necesidad, sufrir la mala con-
dición de las personas con quien no puedes dejar de tratar,
deshonra, enfermedades, trabajos, cualesquiera que sean;
y todo esto no es nada: tú mismo te eres cruz, tú mdsmo te
persigues a ti. Nemo laeditur nisi a se ipso: Ninguno reci-
' be daño sino de si mesmo. Tú mismo te haces mal; nadie te
enoja; nadie te persigue; no te quejes de nadie, sino de ti
mismo; tú eres tu perdición; tú mesmo eres tu destruición;
no digas de nadie. ¡Oh qué recia cosa es ésta: Factus sum
[mihi]metipsi gravis: Yo me hago mal a mí mismo! ¿Dices
í que te quieres bien, y daste tú a ti mismo de puñaladas? Cada
; vez que ofendes a Dios, un puñal es que te atraviesas por la
II triste de tu ánima, ¿y dices que no te aborreces, sino que
i te amas? ¡Oh que me hago mal a mí mismo! ¡Oh, si yo
I' estuviese solo, luego seria bueno! ¡Oh, si no conversase
|| con fulano, luego podría servir bien a Dios! ¡Oh, si no
| pasase yo por tal calle, no ofendería yo tanto a Dios! ¡Oh,
i si dejase yo la compañía de fulana, luego podría recogerme
I a vivir bien! Pero grande estorbo me es esto. — Vete a un
P yermo, y tápiate y retápiate, y métete entre cuatro paredes
I donde nadie llegue a ti por parte ninguna, donde no veas,
i no oigas ni trates con nadie, y verás que no te aprovecha
nada, porque contigo está lo que te hace mal. Dentro de ti
' está lo que te echa a perder; tú mismo te das la muerte con
tus manos y te eres contrario y perjudicial a ti mismo.
429 Cf. Iob 7, 20.
1220
SERMONES. CICLO SANTORAL
445 Y así se quejaba a Dios el patriarca Job, diciendo: ¿Por qué
me pusiste contrario a ti, Señor? Tú limpio y yo sucio; tú
el mismo amor, yo todo rencillas; tú humilde, yo soberbio;
tú misericordioso, yo un endurecido. ¿Por qué me pusiste
contrario a ti, Señor? — '¿Yo?, dice Dios, anda para bur-
450 lador, que mientes. Adán te paró así; el diablo te puso
así como estás, que yo bueno te crié, que me parecieses a
mí: humilde, casto, amoroso, blando, manso; tú mismo te
eres contrario a ti; tú eres causa de todos tus trabajos.
Porque no tenéis amor con Cristo, por eso os derriban
455 las persecuciones. Porque no tenéis paciencia, se os hacen
muy de mal sufrir las enfermedades y otros cualesquier tra-
bajos. Porque no queréis dar un poquito de trabajo a vues-
tra carne, se os hace de mal el ser casto. Porque queréis
que todos os honren y ser tenidos y acatados, se os hace
460 de mal ser humildes. Porque tenéis mala condición, no ca-
béis con todos. Porque sois hechos a vuestra voluntad y
querríades que todo se hiciese como vosotros querríades y
a vuestro sabor, andáis tan descontentos que ninguna cosa
os parece bien. — Pues, Señor, ¿qué haré? ■ — -Humíllate;
165 deja tu parecer, no quieras que se haga tu voluntad; con-
téntate con lo que sucediere, aunque sea muy adverso, pen-
sando que todo te viene de la mano de Dios. No podéis se-
guir a Jesucristo con descanso; trabajos habéis de pasar de
cuerpo y de ánima. Foris pugnae, intus timores, decía el
^70 Apóstol. De fuera pasamos guerras, y de dentro de nues-
tras ánimas, temores.
— Todo esto, pues, habéis de hacer. El que hubiere de
seguirme a mí, sufrir tiene a sí y a los otros, y guiar tras
mí. — Señor, ¿tanto podéis pedir? ¿Tan caro nos puede
475 costar ir tras vos? Tantas cosas nos podéis mandar, que
no hagamos nada. Tanto nos diréis que dejemos nuestros
pareceres, que no queramos que se haga vuestra voluntad
en cosa del mundo, que perdonemos a los que nos injurian,
que seamos castos, humildes, mansos; que no sepamos qué
480 nos hacer y no hagamos nada. ¿Quién me mete a mí en esas
barajas? Parece, Señor, que lo dejáis en mi mano el haber
de seguiros. Cosa recia me parece. No sé qué me escoja: o
seguiros a vos con trabajos o, por no dejar mis deleites, no
seguiros. Yo no sé. Esto dijo Jesucristo: que el que a El
485 quisiere seguir, ha de tomar su cruz y negar su voluntad,
y ¡ay de aquel que no le sigue! ¿Qué has de hacer, triste
de ti?
470 fueras
446 Ioh 7, 20.
471 2 Cor. 7, 5.
78. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1221
Dejáronme a mí, Entremos en cuenta: ¿A quién has de
fuente viva e hi- seguir, si a Cristo no sigues? ¿Adón-
cieron ellos unos de_ has de ir, miserable de ti? Mira
, primero lo que haces y tras quien has
aijiDes rotos de seguir pregunta, infórmate del ca-
mino. State super vias, et interrógate
de semitis antiquis. ¿Quieres más seguir tu querer que el
de Dios? Preguntóte cuál es mejor: ¿seguir a Jesucristo
con trabajos o al diablo con deleites; ir al cielo por negar
tu voluntad o al infierno por seguir tu parecer? Paraos en
las sendas antiguas, dice Dios, y preguntad por el camino.
¡Oh si nos parásemos a preguntar al que viene por el ca-
mino: "Hermano, ¿cuál es el mejor camino, el de los tra-
bajos, que lleva al cielo, o el de los deleites, que lleva
al infierno?"! ¡Oh si preguntásedes al triste que está en el
infierno tantos mil años ha en tormentos, que no se aca-
barán: "Hermano, ¿qué sembraste, que tal cogiste? ¿Por
qué camino veniste a tanta miseria, a tanta hambre, a tan-
tos tormentos, de donde nunca, para mientras Dios fuere
Dios, saldrás? ¿Qué senda te aportó a tanto mal?"! ¡Oh si
preguntásedes al que está en el cielo: "Hermano, ¿qué sem-
braste, que tal cogiste? ¿Por dónde veniste a tanto bien?
¿Qué camino trajistes, que tanta alegría hallaste, tanta
hartura, tanto contento, tanta bienaventuranza, que nunca
se te acabará?"! ¡Oh si preguntásedes, hermano! ¿Qué ha-
réis, los que seguistes vuestra voluntad, donde no se hace
nada de lo que ellos quieren, antes el revés de lo que su
voluntad desea? Paraos en las sendas antiguas, y preguntá
cuál es buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso
para vuestras ánimas al cabo de la jornada, aunque agora
se os haga desabrida. Preguntad a Jesucristo, que ha an-
dado este camino y está en el cielo: "Señor, ¿qué camino
hallastes en esta vida?, ¿por dónde fuistes a donde estáis?
Por el camino de las necesidades, de los trabajos, que nunca
tuvo un momento de descanso mientras en esta vida vivió.
Para mientes; y pues tienes de ir, si piensas llegar a donde
El está, ¿cuál camino quieres seguir? ¡Triste de ti! Si a
Cristo no quieres seguir, ¿qué has de hacer? Si no quieres
perdonar a quien te ha injuriado, si no quieres dejar tus
feos y sucios deleites, ¿qué has de hacer? ¿Dónde vas?
¿Qué camino es ese que llevas? ¿Adonde piensas que has
de ir a parar con tal vida?
— ¡Oh padre, que me es muy dificultuoso vencer mis pa-
siones y no hacer lo que me pide mi sensualidad! Quiero
mucho a fulana; ¡oh que no la puedo dejar! ¿Cómo que-
réis vos, padre, que perdone al otro que me hizo tanto mal?
498 Cf. Ier. 6, 16.
1222 SERMONES. CICLO SANTORAL
— ¡Oh desventurado de ti!, telas de arañas tejes; engañosa
535 y perecedera es esta triste vida; no te ha de durar eso para
siempre; presto se te acabará. ¡Triste de ti!, en eso que
piensas que hay placer, hay tristeza; en eso que piensas
que hay descanso, hay trabajo. La muerte en la olla; la
muerte en la olla. Guárdate. En eso que te parece que está
540 la vida, está la muerte; en eso que te parece que hay ga-
nancia, hay pérdida; en eso que te parece rosas, hay muy
crueles espinas. La muerte en la olla. Cata, que, aunque
eso te parece dulce, es amargo; no lo bebas, que morirás.
¡Triste de ti!, Dios te remedie y te alumbre; El te abra
545 los ojos, por quien El es. Cada vez que leo esto me espanto.
Dice Dios por el profeta Hieremías: Espantaos, cielos, de
esto que aquí digo; puertas de los cielos, caeos de espanto.
Parece que, cuando un hombre sabio se maravilla de una
cosa y se espanta de ella, mueve a que los otros miren mu-
550 cho en ello y se espanten también. Espantaos, cielos. ¿De
qué se han de espantar, Señor? De eso que se hace por esas
calles; de eso que pasa por esas plazas, y que cada día lo
vemos por nuestros ojos, y aun no miramos en ello; de
eso que nos parece a nosotros cosas tan livianas que no
555 se ha de hacer caso de ellas; pues de eso manda Dios que
se espanten los cielos y se caigan sus puertas de espanto.
— ¿Qué han hecho estos hombres, Señor? — Derelique-
runt me, fontem aquae vivae; foderunt sibi cisternas dissi-
patas, quae continere non valent aquas. ¡Oh Majestad de
560 Dios abatida, oh precio despreciado, bien mal conocido,
alegría y dulzura, bienaventuranza tenida en poco! ¿Y no
veis cuánta razón tiene de quejarse Dios? Dejáronme a mí,
fuente de agua viva. ¿Agora no vei[s] qué nombre se fué
a poner? Fuente de agua viva dice que es. Dejáronme a
565 mí, que tuviera mil descansos; yo soy agua que matara
su sed; yo refrescara la sequedad de sus ánimas; yo mata-
ra su hamlbre; yo cubriera su desnudez; yo remediara sus
necesidades; yo les diera un descanso en lugar del trabajo
que aquí pasaron, que se dieran por contentos de todo lo
570 que les sucedió aquí de adverso; sus ánimas sintieran una
dulzura que les hiciera olvidar todo lo amargo de acá.
Pero dejáronme a mí, fuente de agua viva, e hicieron ellos
unos aljibes rotos, destrozados, en qué tener agua para
matar su sed. No pueden tener una gota. Hicieron aljibes
575 destrozados, hediondos, cenagosos, sucios, que no pueden
tener agua clara. ¿Qué tal es el aljibe de donde bebes, di?
¿Qué tal es, triste de ti? ¿Y no ves que no hay en eso
agua que refresque y que amate la sed de tu ánima, sino
que hieda y doble tu sed? ¿Qué hay en eso, di? ¿Qué hay
534 Of. Is. 9, 5.
539 4 Reg. 4, 40.
547 Ier. 2) 12.
574 Cf. Ier. 2, 13.
78. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1223
580 en ese pecado? ¿Qué hay en ese amor de tu honra, en esa
fantasía, en esa vanagloria? ¿Qué tienes de tenerte en
tanto? ¿Qué hay en el amor de ese tu dinero? ¿Qué hay
en el sabor del deleite de la carne? ¿Qué hay en ese querer
seguir tu parecer y que siempre se haga tu voluntad?
585 Quita la máscara; cata que viene, debajo de eso que te
parece tan bien, el mal; en eso que tanta paz y seguridad
viene, hay guerra, y viene tu enemigo metido. Ño lo tomes
sin ver qué cosa es. Dile: "Descúbrete, traidor, que vienes
enmascarado; quita la máscara, y veamos quién eres y qué
590 traes. Examina primero muy bien qué te trae y qué te
lleva; no te dejes engañar, por reverencia de Dios: ¡Aba!,
que pierdes a Dios si haces ese pecado. ¿A quién quieres
seguir, di, malaventurado de ti si a Cristo no sigues?
¿Qué has de hacer? ¿Dónde has de ir? ¿Cómo has de
595 poder vivir sin Jesucristo? ¿Cómo te has de hallar sin
El, que ni ternás alegría ni descanso, ni hora ni momento
bueno?
Recia cosa es ésta. ¿Qué haremos? Jesucristo nos dice
qué habernos de hacer. El que quisiere venir tras mi, nié-
600 guese a sí mismo y tome su cruz y sígame. ¿Quién quiere
venir a mí? Decir, Señor; necesidad me parece que había
de ser seguiros, que no condición, pues tanto nos va en
seguiros. Pues el que lo ha de seguir, niéguese.
Los trabajos, prin- Agora vemos a San Francisco, vea-
605 cipio del bien de mos qué hizo este santo bienaven-
Francisco turado. Era un mancebillo, rico
mercader que vendía paños y rega-
teaba muy bien por venderlo bien caro, y aun algunas
veces mentiría, como se usa agora, ¿quién duda? Decíale
610 Dios: "Negaos, Francisco; dejá eso y seguidme a mí".
No hay quien entienda eso, Señor. No oye nada de eso
San Francisco. Estaba él pensando cómo enriquecerse, ser
muy honrado, y cómo casarse; y estaban los ojos de Dios
mirando desde el cielo. "Dejjá eso; negaos, Francisco".
615 Que no aprovecha, Señor, por ahí, si no tomáis otro medio.
Agora veamos la manera que tuvo Dios para traelle
a que lo siguiese. Entróle Dios por dalle mucha misericor-
dia de los pobres; comenzó a dar muchas limosnas. Por
misericordia comenzó, ¿veis?; y prometió que no llegaría
620 a él pobre a pedirle por amor de Dios a quien no le diese
limosna, poca o mucha. ¿Corren los ríos y no correrá la
mar? Dice San Bernardo: "Hay en un hombrecillo mise-
ricordia para dolerse y haber compasión de los trabajos
de un prójimo, ¿y no le habrá en Dios para con nosotros?"
624 Cf. San Bernardo, De modo bene vivendi, 14-15 : M¡L 1S4,
1224-1226.
1224 SERMONES. CICLO SANTORAL
625 Agora estábase San Francisco en su tienda, entre sus
paños y Dios voceó en él. "Negaos, Francisco, y seguid-
me". No aprovechaba. ¿No entendéis? Pues esperá, dice
Dios, yo haré que oigáis. Dale una muy grande enferme-
dad, y tras ella, temor de morirse y de irse al infierno.
630 No digáis mal de las enfermedades ni de los trabajos.
Mirá cómo los envía Dios por nuestro bien. Tenía San
Francisco grandísimo temor. Conterriti sunt peccatores in
Sion: Estremeciéronse los pecadores de miedo en Sión.
Comienza de temblar como el rey Ba[l] tasar y como Da-
635 buconodosor, que se cuenta de él que se daba una pierna
con otra del temblor cuando los trujo Dios en enfermeda-
des. Estaba tamañito el buen Francisco; comienza de tem-
blar y Dios de ponerle miedo, como la madre que toma al
niño y le pone a la boca del pozo y hace como que le quiere
640 soltar abajo por alguna cosilla que el mochacho ha hecho,
y él comienza de temblar y decir: "¡Oh, madre mía, que
no lo haré más; no me echéis!" Dale Dios enfermedad;
azota a San Francisco; enséñale Dios la brevedad de esta
engañosa vida; comienza a pensar: "¡Ah, que mañana
646 me moriré, no tengo de volver más acá, no sé dónde tengo
de parar; toda mi vida he vivido tan mal, en tanto olvido
de Dios; cuantas veces me ha llamado Dios, rogándome
por bien que le siguiese, no he querido responderle; infier-
no hay para los malos, donde se castigan los que han vi-
650 vido como yo; ¡triste de mí!, ¿qué haré, que quizá no
querrá Dios oírme, pues que nunca le he querido yo oír?
¡Oh Señor!, no más por quien vos sois; si lo habéis porque
me enmiende, yo lo haré". Agora sí, Francisco; eso es
lo que yo quería. ¿Veis que hizo la enfermedad y el temor
655 lo que no el beneficio, el tratarlo con bien, lo que no hicie-
ron los sermones, los confesores, las amonestaciones, las
inspiraciones de Dios?
Queda impresa la Estuvo bueno, y mostróle Dios
cruz en el alma de- una noche, no sé si estando en ora-
660 rretida del Santo ción o en sueños, una sala muy
rica, muy clara, toda de oro, y al-
rededor toda llena de escudos de cruces; y di jóle: "Todo
eso te daré, Francisco, y mucho más, si eres hombre para
traer esas banderas que ves y ser muy buen capitán de
665 mi cruz"; dándole a entender si se ternía por honrado de
tomar con mucho esfuerzo y muy de gana los trabajos;
si se preciaría de ser deshonrado y corrido y abatido de
todos; si sería para sufrir mucha hambre, mucha desnu-
633 Cf. Is. 33, 14.
636 Cf. Dan. 5, 6.
78. SAN FRANCISCO DE ASIS
1225
dez, muchas necesidades, y que todos le corriesen y tu-
670 viesen por un loco; si se entristecería y desconsolaría con
cosa que adversa le fuese. Esto, pues, le quiso decir Dios
en preguntarle si sería para traer la bandera de la cruz.
Salió de allí San Francisco tan espantado, tan fuera de si,
tan trocado de lo que antes era; parecíale todo de otra
675 manera. Todo aquello en que antes tomaba descanso le era
desabrido; lo que antes le alegraba, dábale agora profun-
da tristeza. Tenía tan gran pesadumbre con las cosas de
esta Vida, que no las podía sufrir. ¡Salía tan consolado!
¡Había tomado tan gran gusto! Y como se le había pa-
680 sado tan presto, no sabía lo que le había acaecido. Como
dice allá el patriarca Job: In manibus abscondit lucem, et
praecepit ei ut rursus adveniat ad nuntíandum [de] ea amico
suo; quae possessio ei sit, ut [ad] eam possit ascenderé. Salía
diciendo: "Señor, ¿qué es esto? ¡Oh qué dulzura tan grande,
686 oh qué sabor! Si durara mucho, ¿qué fuera? Si tal dais
en esta vida llena de trabajos a vuestros amigos, ¿qué
será lo que allá les tenéis aparejado?" Muy prestico se le
pasó este gusto, porque es ésta la condición de Dios: as-
conde la luz entre sus manos, y mándale otra wez que torne
690 a parecer, y da a entender a sus amigos qué es su pose-
sión y cómo puede subir a El.
Esto hace Dios con sus amigos. Dáseles al principio a
conocer un poquito, para que no piensen que trabajan en
balde y que van a cosa incierta; dales un poquito sabor
695 de sí; alégralos, regálalos, muéstraseles, ábreles los ojos
y hace aparecer la luz, que vean cuán dulce cosa es El
Díceles: "Cátame aquí, yo soy tu posesión; yo soy todo
cuanto bien tienes; tu descanso, tu hartura, tu bienaven-
turanza; mírame acá; bien puedes venir a mí". Y cuando
700 no se catan, desaparéceles. Cuando ellos pensaban que les
había de durar aquel sabor, ya no tienen nada; quítaselo
luego y desaparece aquel sabor y viene el trabajo. El que
ha pasado esto por él, luego pierde el gusto de las cosas
de esta vida; y el que no lo ha perdido, sino que aun le
1705 sabe bien lo de acá, no le han dado a gustar lo de allá.
Dijo luego San Francisco: "Señor, ¿cómo queréis que
os sirva? ¿En qué estado? ¿De monje o casado? Dadme
vos gracia, que acierte con el estado en que os tengo de
agradar". Tanto llamó, tanto lloró, tanto perseveró en
¡710 esto, que lo oyó Dios y aparecióle Jesucristo crucificado
y hablóle desde la cruz, y díjole: "Francisco, si quieres
venir tras mí, niégate e toma tu cruz y sigúeme". Dicho*
y hecho. Levantóse de allí, y no fué menester decírselo
segunda vez. Ese es el don de los escogidos y predestina-
691 Cf. Iob 36, 32.
1226
SERMONES. CICLO SANTORAL
715 dos de Dios, que dicen y hacen luego, porque les da Dios
gracia cómo lo cumplir. Díceles Dios: "Haced esto", y
dales luego la gracia como lo pongan por obra, aunque
ellos libremente lo hacen. Díjole, pues, Jesucristo: "Deja
eso, Francisco, y sigúeme". Dice la historia que se le de-
720 rritió el alma. Anima mea liquefacta est. Derretido, en-
ternecido, se me ha el ánima a las palabras de mi Señor.
Como si imprimis un sello sobre cera dura, no señala ni
queda rastro; pero cuando está derretida y blanda la cera,
imprímese mucho allí el sello. Pues ésa es la señal si sois
725 escogidos: si os derretís, cuando Dios os llama; si os pa-
ráis muy tierno al llamamiento de Dios. Que no aprove-
cha sentir que Dios os llama, si no hay más de eso y se
queda aún vuestra ánima dura. El llamamiento que no es
de escogidos daos a sentir vuestra miseria, pero aun os
730 quedáis en ella; mas si os derretís a las voces de Dios, si
decís: "¡Oh triste de mí!, ¿qué ha de ser de mí?, ¿qué
hago?, ¿en qué gasto mi vida?, ¿qué engaño es este de
tener aquí mi descanso en cosa tan perecedera?; quiero
dejar cosa tan engañosa; mañana me moriré, acá se ha
735 de quedar todo, el llamamiento de los amigos es. Jgnitum
eloquium tuum, Domine, vehementer. Cosa de fuego es tu
palabra, Señor. Todo lo quema, todo lo derrite tu llama-
miento.
Quedósele tan impresa la cruz a San Francisco en las
740 entrañas; quedó tan derretido, tan blando el corazón, que
es para espantar. Mas cuán bien se cumplió en él: Pone
me ut signaculum su/per cor tuum, et ui signaculum super
brachium tuum; quia fortis est ut mors dilectio. Ponme
como sello sobre tu corazón, ámame, acuérdate de mí,
745 imprímeme en tus entrañas; transfórmate en mí por amor;
y ponme también como sello sobre tu brazo, por las obras,
porque fuerte es el amor así como la muerte. Quedóle tan
sellado Jesucristo, que, si iba camino y veía algún corde-
rito que no podía andar, tomábalo en brazos y lloraba
750 con él y llevábalo a su madre. — '¿Qué es eso, Francisco?
¿Por qué lloráis? — Acuerdóme de nuestro Señor Jesu-
cristo, cómo, siendo tan inocente, fué tan maltratado;
siendo tan justo y tan manso, hicieron tantas crueldades
en El. Cuando oía algunos golpes, luego se acordaba de
755 los golpes del martillo con que enclavaron a Jesucristo en
la cruz. ¡Qué sellado traía a Jesucristo en cuanto hablaba,
veía y oía!
E3taba muy malo de todas enfermedades; estaba opi-
lado; vomitaba toda la noche sangre; tenía mal de ijada,
721 Cant. 5, 6.
737 Cf. Ps. n8, 140.
747 Cf. Oant. 8, 6.
78. SAN" FRANCISCO DE ASIS
1227
760 de gota; estaba hidrópico y ciego de llorar sus pecados.
Estaba tan malo, que, movido de compasión un fraile com-
pañero suyo, le dijo: "Hermano, ruega ahora a Dios que
rebaje un poquito la hora de su ira para contigo y que te
sane. Cata que es gran lástima verte cual estás". Recibió
765 gran pena de esto San Francisco: "Vete de ahí, por amor
de Dios; no miras lo que has dicho. Si no te conociera y
te hobiera conversado toda mi vida, yo te apartara de
mí; nunca más tratara hombre que tal me ha dicho.
¡Cómo!, ¿que no conozca yo las mercedes que Dios me
770 envía? ¿A esto llamas ira de Dios? — díjole — . Misericordia,
y grande. ¡No conoceré yo tantos bienes y tantos regalos
como son estas enfermedades! No digas tal, por amor de
Dios". Y, dicho esto, échase d[e] la cama abajo y comien-
za de darse de golpes.
775 — ¿De dónde todo eso? — De pensar en el Crucificado.
Allí le enseñaron a él esta doctrina. ¡Como [que] no traía
otra cosa delante sus ojos, sino Jesucristo puesto en la
cruz como le pareció primero! Los que tenéis costumbre
de pensar en la pasión de Cristo, mirá cuál es el paso por
780 donde os llamó Jesucristo y en ése pensad más; si se os
aparece el crucifijo, quiero decir, si os viene más veces al
pensamiento crucificado Jesucristo, daos a pensar mucho
en El; si cuando llevaba la cruz a cuestas; si cuando esta-
ba en la columna; en fin, aquello que más veces os viene
785 al pensamiento, eso pensad más, porque es señal que Dios
quiere que le sigáis por ahí.
No quiero otro pa- Fuése, pues, San Francisco a una
dre sino a ti, Señor cueva. Era muy amigo de estar
solo y en lugar oscuro. Fué a la
790 soledad Francisco. Ego deducam dilectam meam in solitu-
dinem, et lactdbo eam et loquar ad cor eius. Yo llevaré a
mi amada a la soledad, y le daré allí leche, y le hablaré
al corazón. Estaba, pues, allí en aquella cueva, allí lloraba,
gemía sus pecados. "¡Oh luz que alumbraste la ceguedad
795 de mi ánima!, ¿y qué ha sido de mí? ¿Cómo te he ofendi-
do? ¿Cómo no te he amado? ¿Cómo me hallaba a vivir
sin ti? ¿Qué quieres que haga, Señor?". Estaba en duda:
"Si saldré de aquí o si me estaré aqui, haciendo peniten-
cia". Díjole Dios: "Anda, cobarde, sal de ahí". Salió y
800 vistióse un capote de sayal, y ciñóse con una soga, y an-
daba ansí por las calles. En saliendo los mochaehos y los
hombres, que saben tan poco como ellos, comienzan de
dar tras él: "¡Al loco, al loco!" Como lo habían visto
antes vestido de seda en caballos, con mozos, con triunfos,
793 Cf. Os. 2, 14.
1228
SERMONES. CICLO SANTORAL
805 todos decían: "¡Al loco!" Y los moohachos llegaban a es-
tirarle del capote y dábanle con lodo en la cara. El siervo
de Dios sufríalo con gran paciencia, y bendecía a Dios.
Volviéronse luego todos contra él, y el padre daba voces:
"¡Oh, que me deshonra este traidor!"
810 Veis ahí la guerra. ¡Oh hijo espiritual, y del padre y
madre locos! Tómalo el padre y échalo. En viendo el hijo
recogido, que si se paseaba y se vestía, ya no lo hace; si
andaba en mil bellaquerías y [a] [l]as ha dejado. Cuando
la hija es una ventanera y una loquilla, entonces están los
815 padres muy alegres; en recogiéndose, en [v]iendo que no
se quiere casar, que comulga, que confiesa a menudo, lue-
go: "¡Oh, que es una mala mujer!, ¡oh que nos deshonra!
¡Cadenas!" Et voluerunt tenere eum sui dicentes: quoniam
in furorem ver sus est. San Marcos de Cristo Domino. ¿En-
820 tendéis bien qué quería el mundo? Atar a la sabiduría, a
la cordura, al tiento, al concierto de Dios, diciendo que
estaba loco.
Toma, pues, su padre a San Francisco y átalo, azóta-
lo. ¡Oh este loco que me deshonra! La madre, como más
825 tierna y que le tenía compasión de ver cuál le trataban,
soltóle; y dijo San Francisco a su padre: "Señor, si tanto
os deshonráis de que sea vuestro hijo, vamos delante el
provisor, y yo diré allí que no soy vuestro hijo, y renun-
ciaré todo el derecho de ser vuestro hijo". Fueron y Ile-
830 varón un escribano, y dijo allí: "Señor, hasta agora yo
estaba en posesión de hijo de mi padre; yo digo agora que
no soy su hijo, ni me tengo por tal agora y mientras vi-
viere". Dicho esto, desnúdase allí delante de todos, y que-
dóse en cueros vivos, como le parió su madre, sin padre,
835 sin madre, sin hacienda, sin favor de parientes ni de ami-
gos. Todo lo renunció, no le quedó nada. ¡Oh cuán bien
cumplía el evangelio a la letra, como sería menester que
se hiciese más! ¡Cuán bien viene agora: Pater meus et
maier mea dereliquerunt me Dominus autem assumpsit me:
840 Mi padre y mi madre me dejaron, y el Señor me tomó de-
bajo de su amparo! "Padre nuestro, que estáis en los cielos,
santificado sea el tu nombre. No quiero otro padre si a ti
no, Señor, si cruz llevaste, cruz quiero; si pobre fuiste,
que no tuviste donde reclinar tu cabeza — tanta fué tu ex-
845 trema necesidad — , pobre quiero ser; si pasaste mucha
sed, mucha hambre, mucho frío, mucha desnudez, yo
también lo quiero ansí". Maldecíalo su padre, y fuése a
un labrador y di jóle: "Hermano, mi padre me maldice; en
lugar de sus maldiciones, bendíceme tú". Echóle el buen
S19 Cf. Me. 3, ai.
841 Ps. 26, 10.
842 Mt. 6, 9 ; Le. 11, 2.
844 Cf. Mt. S, 20 ; Le. 9. 58.
yS. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1229
|*0 hombre la bendición y díjole: "¡Bendito seas tú de Dios,
que tan bendito y tan dichoso te hizo!"
Florecitas de San Andaba por ahí tan humilde, tan bajo,
Francisco tan abatido y menospreciado de todos.
No hacían más caso de él que de un
833 poco de cieno. Era tan chiquito en su estimación que, si
le venía un pensamiento malo, daba luego voces diciendo:
"¡Oh que me tenéis por bueno y soy un hipróquita !", y
hacíase llevar, dándole de azotes, hasta la picota; y allí
decía, que todos lo oían, el mal que había hecho. No se
860 hace agora así, sino que encerramos las faltas que tene-
mos con siete llaves, y queremos que nadie las sepa. ¡Qué
humilde, qué chiquito, qué sencillo era este santo bien-
aventurado!
Si iba por ese campo y llamaba las aves, venían y le
865 bendecían. Mirá: Si siempre duráramos en la inocencia de
Adán antes que pecare, obedeciérannos todas las criaturas.
Ansí agora los que, mediante la gracia de Dios, se allegan
a aquella inocencia, les obedecen todas las cosas como en-
tonces. Si mandaba a las aves que cantasen, hacíanlo; y
870 llamábalas cuando decía maitines, y decía él un verso y
ellas el otro; y tenía él diferentes aves para que cantasen
unas a una hora y otras a otra. Quería él mucho a estas
pajaritas que llaman cugujadas, porque decía él que pare-
cían frailes por aquellas cresticas que tienen de plumas
875 sobre la cabeza.
Estaba una vez malo de los ojos y queríanle dar unos
cauterios de fuego, y como vido ya el hierro encendido,
blanco de tan hecho ascua, y que se le querían meter por
el ojo, húbole miedo, y díjole: "Hermano fuego, yo te
880 mando, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que no
me quemes"; y obedeciólo el fuego; no sintió cosa ninguna.
Decía él a todas las cosas hermanas: a los corderitos, a
las aves, a todo.
Era muy amigo de música, y estaba en el monesterio
885 un fraile que tañía muy bien una vihuela, y rogóle una
vez: "Hermano, por amor de Dios, que tengo gran deseo
de oír tañer, que me deis un poquito de música". Respon-
dióle el fraile: "Jesús, padre, no me mandéis tal cosa,
que torne agora a lo que ha ya tantos años que dejé por
890 amor de Jesucristo. Todo eso renuncié cuando entre aqui,
no me mandéis que haga tal, padre". Díjole señor San
Francisco: "Haceldo agora, hermano, que no es ofensa de
Dios ; nunca por estas cosas tan livianas se ofende a Dios,
antes es para que nos alegremos a gloria suya". Nunca
895 lo quiso hacer por más que le dijo. Aquella noche, es-
tando señor San Francisco en su celda, vino grandísimo
1230
SERMONES. CICLO SANTORAL
estruendo de música de vihuela, de ministriles, de cuantos
géneros de música hay, por la calle; y no hicieron toda
la noche los ángeles, que venían con gran música, sino
900 andar calle arriba y calle abajo hasta que fué de día. "Pa-
dre, no quesistes hacer anoche lo que os rogué, pues mi
Señor Jesucristo me envió esta noche a consolar con muy
dulce música".
Andaba predicando y fué un hombre a rogalle que
905 predicase un día, y él que luego, a hora del evangelio,
nunca jamás quiso ordenarme de misa, porque decia él
que no era digno de tomar tal oficio como el del clérigo,
y que si topase a un sacerdote en la calle y a un santo ca-
nonizado, que no fuese sacerdote, que haría más honra al
910 sacerdote; decía que en la misa que temblasen todos de re-
verencia del Hijo de Dios, que estaba allí en el altar. Ido,
pues, a predicar por ruego de aquel hombre, vino la moza
del buen hombre y dijo: "¡Cómo!, ¿que no tengo yo de
oír a este santo hombre?" Hizo presto sus haciendas, y
915 quedaba un niño en casa, y acaso una caldera de agua, muy
grande, puesta al huego. La moza dejó al niño solo y cerró
la puerta de la casa y fuése al sermón; mientras que oía
el sermón, cayó el niño en la caldera y cocióse allí, y no
quedaron sino los huesos solos mondos. Vino la moza an-
920 tes que sus amos, y como halló al niño muerto, comenzó de
llorar y de hacer grandes cosas. Habían rogado a San Fran-
cisco que comiera con ellos, y él hízolo ansí. Y tomó los
huesos y metiólos en un arca, y venidos los amos, díjoles lo
que pasaba. Ya veis lo que sintirían ellos. Dijeron: "Ya es
925 hecho, no demos agora mala comida a este siervo de Dios;
después lloraremos nuestra pena". Asentáronse a comer.
¡Mirá cómo les sabría la comida a los tristes de los padres!
En acabando de comfer dijo San Francisco: "Gana me da
de buenas manzanas". Los huéspedes honrados dijeron: "Por
930 cierto, padre, no las hay en nuestra casa, ni se hallarán,
porque no es tiempo agora de ellas". Volvió a decir: "Bus-
cadme agora unas manzanas, que tengo gran deseo de ellas".
Los buenos hombres, mirándose unos a otros encogidos,
como no podían cumplirle aquel deseo al santo hombre, di-
935 jéronle: "Por cierto, señor, no sabemos dónde las hay ago-
ra". Dijo entonces San Francisco: "En aquella arca". Y se-
ñaló donde estaba el niño muerto. ¡Mirá qué nuevas para
el padre! "No sé yo, por cierto, que haya allí manzanas".
Dijo San Francisco: "Id, que sí hay". Fué el padre y abrió
940 el arca y halló su hijo, vivo y sano, asentado en el arca y<
con dos manzanas en las dos manos. Dijo el niño al padre:
"Tomá, padre". Y tómala [s] el padre con grande alegría y
diólas a San Francisco, y dijo el santo hombre: "Estas son
las manzanas de que yo tenía deseo". Bendijeron todos a
78. SAN FRANCISCO DE ASÍS
1231
Dios por el gran milagro, como había hecho por ruego de
su siervo Francisco.
Qué de milagros hizo, no hay cuento. ¡Cuan bien le pagó
Dios el negar de su voluntad, el tomar de su cruz! ¿Cómo
os va, Francisco? ¿Es mejor eso que no vender paños? ¿De
qué estáis más contento, de las riquezas que dejastes o de
■ los trabajos que hallastes, dejándolas?
Estaba un día temblando de frío y díjole un hermano
[¿ suyo: "Vendóme un maravedí de sudor, Francisco, herma-
no". Respondióle él: "Por cierto, si no os lo diera a vos,
•55 dárselo he a mi Señor Jesucristo". Decía él que no estaba
la bondad, el ser bueno uno, en tener muchos gustos, en
ser muy consolado, muy visitado, muy regalado de Dios,
■ sino en pasar muchos trabajos.
De camino, muy cansado y muerto de hambre, y díjole
•60 al compañero: "No hay placer; no hay placer cumplido en
esta vida, padre". Dijo el otro: "¿Cómo, padre?" "Si agora
fuéramos al monasterio y nos dieran de palos y de coces,
esto fuera lo bueno; pero hacernos han mil regalos para
que descansemos de este traba juelo".
*65 Impresión de las Ha- Fuése al monte Armenio, y, estan-
gas. Muerte do allí una noche en oración, oyó
un ruido como de saeta y que le
daba en la mano, y sintió de ello muy grande dolor y co-
menzó a correrle sangre, y luego vino otra saeta y dióle en
y¡0 la otra mano, y luego en los dos pies y en el costado. Es-
panta, espanta esto. Si no fuera tan humilde, no le comu-
nicara Dios tales secretos. Encubría mucho las llagas. No
le pasaba por el pensamiento tener vanagloria de estas co-
sas; mas él andábalas escondiendo de todos. Traía siempre
ÍT5 las manos cubiertas; la llaga del costado nunca la vido na-
die, sino un compañero suyo, y él lo descubrió después. An-
daba en un asnico porque no podía andar por las llagas de
los pies. Dos años [antes] que muriera instituyó su orden y
concertó su monesterio allí, en aquel monte. No se puede
tóo decir lo mucho que hay.
Revelóle Dios cuándo había de morir, y di jólo a sus
frailes; y ellos enviaban a llamar a una romana, muy santa
mujer, que lo había curado en otro tiempo, porque lo viese
antes que muriese. Y revelóle Dios a ella también cómo ha-
W5 bía de morir, y vino luego y dijo él a los frailes: "Andá,
no la llaméis, que ella verná". Y vino luego. Murió sába-
do en la tarde. Ya que vido que se llegaba la hora, mandó
traer doce rebanadas de pan y otra para él, y comiéronlas
allí en memoria de la cena del Señor Jesucristo, y hízoles
690 un sermón, encomendándoles mucho la humildad. Vino,
pues, la hora de su muerte y mandó que le leyeran aquel
1232
SERMONES. CICLO SANTORAL
evangelio: Ante diem festum Paschae, etc. Es muy lindo
para aquella hora. Mirá no se os olvide que hagáis que os lo
lean a la hora de vuestra muerte. Ya que se moría, echóse
995 en el suelo por parecer a Jesucristo y rogó que no le ente-
rrasen luego, sino que lo dejasen un rato después de muer-
to, como a Jesucristo. Estaba entonces también un fraile a
la muerte, y, en expirando San Francisco, vido tantos án-
geles que llevaban su ánima con tanta alegría, y vídola tan
1000 resplandeciente; y di jóle: "Padre, ruega a nuestro Señor
que me lleve contigo". Murió luego el fraile, en diciendo
como vido a San Francisco, y fuése también al cielo. Ansí
acabó San Francisco. Hay testimonio de todo esto. Sabemos
que en pago de sus trabajos, de sus necesidades, del negar
1005 de su parecer y voluntad le dió Dios aquí gracia y allí gloria.
79 A quien Dios tuvo propósito de salvar,
El lo ha de salvar *
Festividad de Todos los Santos. 1 de noviembre. En un
monasterio de monjas
(Escorial, Ms. & III 21, ff. 300 v - 305 r; R. A. H., Ms. 27-2 E/37,
ff. 229 r - 238 r.)
Quos pracdcstinavit, líos ct vocavit ; et quos voca-
vit, hos et magnificavit. Quid crgo diccmus ad haect
Si Dcus pro nobis, quis contra nos? (Rom. 8, [jo-ja]).
Exordio Para bien hablar de las cosas de Dios menes-
5 ter es espíritu de Dios; y para que venga en
nuestras entrañas, humillémonos a nuestra Señora y digá-
mosla el Ave María.
¿Qué es predesti- Quos praedestinavit, etc. La gracia del
nación? Espíritu Santo sea con vuestras mérce-
lo des. Las palabras que tomé para nues-
tro sermón son de la carta que el Apóstol envió a los roma-
nos; están a los ocho capítulos de ella. En romance suenan:
A los que predestinó, etc.
Este oficio de pedricar no es tan fácil como pensáis y
15 pensamos. Hablar un hombre bien de Dios, muy difícil cosa
es. Decía el profeta David: Quis narrabit potestatem Do-
992 Pasque || 1005 gloria] Deo sit gloria add.
F. = Esc, A = R. A. H. || 4-5 menester es el transp. add. A
14 predicar A \\ 22 intellisret p. corr. A
992 lo. 13, I ss.
• Ed. M. Y. MlGUÉLEZ, O. S. A., en «La Ciudad de Dios», 79
(1909), 306-316. «Sermón que hizo el Miro. Joanes de Avila, día de
todos los Santos, Sermo oninium sanctorum loa D. .-1.» (Escorial,
f. 300 v ; R. A. H., f. 229 r).
S Rom. S, 30.
7Q. FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
1233
mini? Quis loquetur potentias Domini? Espantábase del gran
poder de Dios y de sus grandezas: ¿quién las podrá enten-
der y contar? Y el profeta Esaías, cuando pensaba que ha-
20 bía entendido, cuando pensó mucho de la ira de Dios, cuan-
do pensó que había conocido a Dios airado, decía: Quis
irum Domini intelligit? ¿Quién entenderá la ira del Señor?
Y entre todas sus obras, muy dificultosa cosa es de enten-
der una de que El más usa, que es la misericordia, y tanto
25 más, cuanto más usa de ella que de la ira y de la justicia,
como decía el profeta: Misericordia eius super omnia ope-
ra eius.
Pues si aquellos santos, alumbrados por Dios, no sabían
hablar de su ira y de sus potencias, ¿cómo hablará un hom-
30 brecillo como yo, de una cosa que tanto excede, como es de
la que hemos de hablar hoy, que es de la misericordia que
usa Dios con los santos bienaventurados que están en el
cielo, y estuvieron aquí donde nosotros estamos? Que de
esto hemos hoy de hablar, que hoy celebramos el día de
35 Todos los Santos.
Cuando dijere santos, no entendáis solamente San Pedro
y San Pablo y San Juan y otros ansí ; mas entendamos todos
los que están en el cielo, todos los que están en gracia; que
hoy es el día de Todos los Santos, hoy es el día que nos re-
40 presenta lo que cantan los santos hoy en el cielo; hoy es
el día que se nos muestra la misericordia de Dios con los
que El quiso llevar a gozar para siempre de El; hoy es el
día que se nos da a nosotros esperanza para ir [a] acaballo
para siem(pre con ellos.
45 ¡Quién viese la fiesta que hoy hacen en el cielo! Por
cierto que de antes lo deseaba yo saber: qué es la miseri-
cordia que usa Dios con los que allá están y ha de usar con
ios que allá hemos de ir, entrando allá.
Quos praedestinavit , etc. ¡Cuán bien que lo dice San
50 Pablo en estas palabras, y en cuán breve suma! A los que
predestinó, llamó, etc. ¿Pensaréis agora que me he de meter
yo en quistiones de la predestinación? Que dicen algunos
que se desconsuelan en oírla, y ansí dicen que por eso no
se ha de hablar de predestinación. No tienen razón en ello;
55 antes no hay cosa que más consuele que la predestinación,
que ansí lo dice San Agustín, que por eso hablaba muchas
veces en ella.
33 están ^4 II 35 todos] tos E
40 representa] todo add. A | hoyt om. A
46 denantes A || 48 alláj nos add. A
62 cuestiones A
ig Ps. io.s, 2. 27 Cf. Ps. 144, g.
57 Cf. San Agustín, De dono persev., c. 22, 62 (ML 45, 1031) :
«Haec atque huiusmodi ciirn dicuntur, sivc paucis christianis siv«
1234
SERMONES. CICLO SANTORAL
¿Qué cosa es predestinación? Claro que todos lo enten-
dáis. No es otra cosa sino que, desde que Dios es Dios,
tiene amor a ciertas criaturas, nombres y ángeles; un que-
rer comunicar sus bienes a las criaturas; un querer hacer
participantes de su gozo, de su ser y bondad, y tener pro-
pósito, desde que El fué, que ciertos hombres y ángeles se
sentasen a su mesa a comer su manjar. Esto es predestina-
ción. Una escritura en el pecho de Dios de dar su gloria a
fulano y a fulano. Como si un señor tuviese una mesa con
buenos y suaves manjares, y dijese: "No los quiero comer
solo, mas convidaré acá a fulano y a fulano. Aunque no les
debo nada, sino por mi bondad, llamarlos he cuando sea
tiempo". Pues ¿por qué nos ha de desconsolar habernos te-
nido Dios amor desde que El es Dios, y propósito de hacer-
nos tan gran merced?
Y es tan cierta esta merced y tan firme este propósito,
que en ninguna manera puede faltar; aunque se levanten
pluviaü y vientos y la tierra y el infierno, es imposible que
falte uno de los que Dios tiene asentados en su pecho para
los salvar. Las ánimas de los santos están en las manos del
Señor; tráelos Dios tan guardados, que los tiene siempre
en su mano; ¡mira cómo se le han de perder! Dice Dios por
el profeta: Ego ero nutritius eorum; in humeris meis porta-
bo jetas, et in sinu meo agnos. Yo seré su ayo de ellos;
yo los trairé siempre en mis manos; las preñadas, como
buen pastor trairé a cuestas; porque llevó a cuestas nues-
tros pecados, pagando por ellos; y tráenos en su seno, por-
que nos tiene tan guardados. Asentá en vuestros corazones
que, a quien Dios tuvo propósito de salvar, que por acá o
por allá vaya o venga, El lo ha de salvar.
¿Por qué permite Pues diréis: Padre, si es tan cierto
Dios que los su- ese propósito, ¿cómo se le caen mu-
yos caigan en pe-
chas de las manos, cómo se le quie-
bran y se pierden? Digo pecando, que
cano . cierto está que muchos de los que
están en el cielo estuvieron en peca-
en esta vida mientras estuvieron acá. Si hablamos en
60 crcaturas A
75 posihlc A |¡ 77 salvarlos A \\ 79 mirad .1 || 81 faetas .1 || 82 traeré
4 |'| 83 traré K l| 85 asentad A || 87 vaya o Om. .1 94 en ] de .1
multitudini Ecclesiae, cur metuimus sauctormn praedestinationeup et
veram gratiam, id est, que non secunduni menta nostra datar, sicut
eam sancta Scriptura praedicat, praedicare? An vero limendum est,
ne tune se homo desperet, quando s-pes eius ponenda demonstretur
in Deo, non autem desperare!, si eam in se ipso superbissimus et
infelicissimus poner et ?» Cf. II)., C. i.¡ ss. ¡ Fb. 1013 ss.
78 Cf. Sap. 3, 1. 80 Cf. Os. 1 1 , 3. Si Cf. Is. 40, xz.
79- FESTIVIDAD DF TODOS I.OS SANTOS
1235
95' pecados veniales, sólo Aquel que es Hombre y Dios, y nues-
tra Señora, de quien creemos que no lo tuvo, estuvieron sin
él. Mas fuera de ellos, si todos los santos dijeren, dice San
Juan: Si dixerimus quoniam peccatum non habemus, ipsi
nos seducimus, et veritas in nob'is non est. Y si hablamos
100 de pecados mortales, cuántos hay allá que estuvieron en pe-
cados mortales, y muy grandes, y muchos, y lo más de la
vida. Luego ¿cómo o por qué consiente Dios que se le cai-
gan de sus manos y de su seno? —Para que se manifieste
más su bondad. Otras muchas causas hay; mas ésta es la
105 principal; para que mientras más fuere tu maldad, más se
muestre la bondad de Dios en perdonarte y hacerte tan gran-
des mercedes. Como algunas veces permite Dios que seas
perseguido y que te hagan mal para que se muestre más tu
bondad en perdonar a quien te hace mal; y mientras más
lio mal te hacen, más se parece tu bondad haciéndole bien; así,
para que se vea cuán bueno es Dios (que, siendo tú malo,
usa de tanta bondad contigo, que te limpia y te perdona, y
que no puede tanto tu maldad que no lo venza su bondad),
permite que caigas.
115 Ve Dios que está un ánima enferma, que está hinchada;
que muy pocos hay que andan el camino del Señor que no
tengan acá dentro un repizco de soberbia, un poco de hin-
chazón, un poco de fariseo, un poco de "Bueno soy, no hago
tan malas obras como aquél". Pocos hay que no lo tengan.
120 Así decía San Juan que lo que más desde niño procuró era
no tener corazón soberbio. ¿Tenéis allá ese viento? Enfer-
ma estáis; menester es cura, aunque sea recia. Permite
Dios que os caigáis de la mano y de su seno y que os que-
bréis. ¿Quién hizo decir a San Pedro: Si todos te negaren,
125 yo moriré contigo? Un poco de hinchazón. Permite Dios
que caiga, para que conozca que todo le viene de la mano
del Señor. ¿Por qué permitió a la Magdalena estar envuelta
en tanta muchedumbre de pecados? Para que se manifieste
a nosotros que no pueden ser tantos que impidan su bon-
130 dad; antes allí muestra más su amor. Como cuando le abo-
feteaban, allí estaba más herviente su amor para los salvar.
Andáis vos muy flojo en el servicio de Dios y en el ca-
mino del cielo; ¿qué lo hace, que decís: "Pocos pecados
tengo, no he menester hacer yo tanto como otros: pocos
135 pecados me han perdonado, por eso amo poco"? Enfermo
estáis, es menester cura, aunque sea recia. Porque no se
puede dar mayor pena en esta vida que caer en pecado, per-
115 una .-I ¡i 118 hago] yo add. A |j 120 Juan] Jerónimo .-1 || 130-131
Como cuando - su amor] ora, A
132 flojos E 147 Pablo] P A
97 Of. Concilio de Trexto, sess. 6, can. 23.
99 1 lo. r, 8. 125 Cf. Mt. 25, 35 ; Me. r4, 31 ; Le. 22, 33.
1236
SERMONES. CICLO SANTORAL
mite Dios que caigáis en pecado, para que veáis claramen-
te cuán bueno es Dios, para que conozcáis cuán de veras es
140 Dios poderoso para levantar al pobre del polvo y al mendigo
del estiércol; para sentarlos en las sillas con los santos
bienaventurados. Andáis flojo; es menester que os dé Dios
una espolada para que os levantéis diligente y más cauto.
No os duele cuando cae en pecado vuestro prójimo, antes lo
145 menospreciáis. Permite Dios que caigáis, para que sepáis
después tener misericordia de él. Predicaba tanto esto San
Pablo, que le levantaron un testimonio: Que pues que nues-
tros pecados mostraban la bondad de Dios, que era bien que
pecásemos. Dice él: "Tate, yo no digo tal, sino que no
150 desespere nadie por los pecados pasados; mas que no peque".
Da esfuerzo a los pecadores para no desesperar, no licencia
para pecar.
Cáense de las manos de Dios porque ellos se quieren caer,
y ordena Dios que sea para su bien y que en ello se mues-
155 tre su bondad. Déjate Dios caer para que seas curado. El
lo dice por el profeta Miqueas: Gaude, filia Sion, quia egre-
dieris de civitate, habitabis in regione, et ad médium Ba-
bilonis, et ibi liberaberis ab ómnibus inimicis tuis. Saldrás
de la ciudad. Estás en gracia; estás en la guarda y dentro
160 de los muros de Dios; caes en un pecado, quédate aún un
deseo de salir de él y no ofender mlás a Dios ; quédante aún
tus oraciones y devociones y oír tu misa de buena gana.
Aun estás en la región del rededor de la ciudad; estás cerca
de la gracia. Mas deja Dios más la mano, y vienes hasta
1^5 la confusión, que eso es Babilonia; hasta que vienes a es-
pantarte y confundirte a ti mesmo, hasta andar tu casa al
revés, que la razón ande abajo y la carne ande encima;
que donde quiere la ira, allí vayas tú; donde quiere la so-
berbia, allí vayas; hasta traer un freno de bestia en la
170 boca, y regirte una bestia. Y ahi, en esa confusión de
Babilonia, te librará Dios de tus enemigos; ahí te saca de
los pecados. Y aunque muy grandes sean, mayor es su mi-
sericordia. No desmayes, que, aunque sean infinitos, infinita
es su misericordia. Y de ahí te sacará — ¿y para qué, sino
ltf5 para justificarte y engrandecerte en su reino? — , aunque es-
tés tan lleno de pecados que no quede cosa buena en ti, aun-
que estés tan llagado de pies a cabeza como erizo lleno de
madroños; para que cantes de veras: Me eripuisti, tribula-
tiones multas et malas, et ex ómnibus liberasti me, et de
180 abysu eduxisti me.
164 más] de add. A || 168 allí om. A \\ 177 tan om. A || 178 Me eripuisti]
Quantas ostendisti mihi A \\ 179-&0 ex ómnibus - eduxisti] conversus vivi-
fieasti me, et de abyssis terrae iterum. reduxisti A
142 Of. Ps. 112, 7-8 ; 1 Reg. 2, 8.
149 Cf. Rom. 6, 1-2. 15.
159 Cf. MiCh. 4, 11.
180 cf. rs. 70, 20.
79- FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
1237
Llamar Dios es Quos praedestinavit, hos et vocavit:
convertirte a El A l°s Que predestinó llamó. Llamarlos
Dios es traerlos a su conocimiento y con-
vertirlos a El. Uno de tal padre o tal madre, otro de otros;
186 uno de aquí, atro de allí; otro de los moros, otro de los
judíos. Que si es de los que Dios tiene predestinados, aunque
esté allá en los fines de la tierra y no haya hombres, en-
viará Dios un ángel que le pedrique, y le dé su conoci-
miento, y le alumbre con la fe de Jesucristo su Hijo, y lo
190 baptice. Aunque sea el más obstinado judío, le quitará Dios
el corazón de piedra y le dará corazón de carne, para que
le crea y se convierta.
Y es cosa de notar con cuánta sabiduría, con qué ma-
nera, con qué arte y por cuánta diferencia da Dios a cada
195 uno de éstos los remedios para que alcancen aquel fin para
lo que los tiene predestinados. A uno, pobre; y a otro da
riquezas para que sean medio que con ellas se salve; a otros
quita el hijo; a otro da enfermedades; a uno lleva para que
oya a un predicador; a otro lo quita para que no lo oiga a
200 aquél, porque le aprovecha más el otro. Y todos son medios
para salvarle. Uno es hombre, otro es mujer; uno blanco,
otro negro; y llámalos Dios más particularmente a aquéllos
que a otros; que, aunque dos estén a este sermón, el uno
sale con buen propósito y el otro se queda tan entero como
205 antes en sus pecados; otro sale con propósito de ser bueno
y perseverar en ello, porque Dios le ayuda y le llama con
más eficacia que al otro; y por eso no es este llamamiento
como el que dice: Multi sunt vocati, pauci vero electi. Y el
que no persevera no tiene de qué se quejar; que lo que
210 Dios le ayuda basta para perseverar en el bien, si él quiere.
Luego el llamar Dios es convertirte a El. ¿Qué tenías?
Y es de tanta fuerza, que, aunque tuvieses el corazón de
hierro y fueses de piedra, responderías a Dios si eres de
ellos. No salva Dios a nadie por fuerza; mas ordena El que
215 tú quieras hacer con que te salves, queriendo. Llámalos
Dios y limpíalos y justifícalos para engrandecerlos, para
usar con ellos de misericordia.
¿Cómo se llama Pluguiese a El que nos hiciese miseri-
lo que Dios tie- cordia, que nos diese a entender lo que
220 ne en el cielo? usa con e^os en e^ ciel°» Que mucho ha-
ría para nuestro bien. ¡Si Dios abriese
nuestros ojos para que creyésemos que Dios es verdadera-
182 Llamarlos] Tracllos E || 183 (.radios A || 186 indios A ¡| 188 predi-
que A || 190 bautice A
195 medios I 196 da] las add. A ¡¡ 198 otros A ]| 199 oya a] oiga
A | lo2] le A H 206 ello] y add. E
216 y, om. A
191 Cf. Ez. 36, 26.
208 Mt. 20, 16 ; 22, 14.
1238 SERMONES. CICLO SANTORAL
mente bueno, y que nos ama, y el bien que nos tiene apa-
rejado! Aunque para el que no tiene conocimiento de esto es
225 bueno el temor; mías para quien conoce el amor que nos
tiene, mucho bien le es pensar en ello, para ser bueno, a
quien tanto le ama.
— i¿Qué tenéis, Señor, para dar a estos vuestros ama-
dos? ¿Quién lo sabrá decir? — Un alabar a Dios para siem-
230 pre desde que entraron en el cielo; un ser sin falta, un des-
canso sin trabajo, un gozo sin pesar, una vida sin muerte,
un deleite no sucio.
— ¿Qué es lo que tenéis? — Beati pauperes spiritu, quo-
niam ipsorum est regnum caelorum. Es un reino donde han
235 de reinar y ser reyes; no de reino que se acaba, sino de rei-
no para siempre.
Beati mites, quoniam ipsi possidebunt terram. Dalles ha
también una tierra. Pues ¿por qué ya le llamáis cielo y ya
tierra? Llámase tierra porque no será como los bienes de
240 acá, que ya los tiene el hombre y ya no tiene nada; mas
dalles ha un bien que será firme como la tierra: que así
como no se mueve, ansí ellos no lo perderán. Bien que no
es oro, sino el que crió el oro; no deleite sucio, sino deleite
celestial.
245 ¿Cómo se llama más? — Beati pacifici, quoniam filii
Dei vocabuntur. Llamarse han hijos de Dios, estarán entre
los hijos de Dios, en compañía de los ángeles y con Dios.
Acá se llaman hijos de Dios que no han heredado. Allá se-
rán hijos de Dios que habrán heredado.
250 Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt. Tam-
bién ies darán ver a Dios. Denle gracias los ángeles para
siempre jamás ; que hemos de ver a Dios como El es y gozar
de Dios, aquel piélago de infinitas perfecciones, aquel reta-
blo y dechado donde sale todo el bien. Que hemos de comer
255 el manjar que el mismo Dios come, a su mesa, y que al cabo
de cuentos de años estaremos tan hambrientos de lo comer
como el primero día. Manjar que nunca dará fastidio, por-
que siempre hay sabor nuevo, y cosas nuevas que ver; que
es piélago de infinitas perfecciones, escondrijo de escondi-
260 dos secretos, que nadie puede comprehender lo que en Ei
hay, porque es infinito. ¡Que hemos de comer a su mesa
misma, y su proprio manjar, y oír la música que oyen sus
mismas orejas! ¡A gozarnos del gozo que El se goza! ¿Qué
es el manjar que come Dios? Verse a sí y conocerse a sí;
265 y ésta es la gloria suya y su gozo. Pues esto han de tener
237 han A || 238 ya, om. A f| 240 y om. A
255 como E .}] 259 es] el add. A || 260 comprender A
246 M't. Si 9-
250 Mt. 5, 8.
79- FESTIVIDAD DE TODOS I.OS SANTOS
1239
los santos; luego han de comer de su mismo manjar; y oyen
su música, que es ver aquella bendita esencia, simplicisima
y en concordancia con tres personas. Ver tantas perfeccio-
nes y una misma cosa, ésta es la música que han de oír sus
orejas y gozarse en su gozo donde está. Intra in gaudium
Domini tai. Siervo fiel, porque te puse sobre pocas cosas y
fuiste fiel, entra en el gozo de tu Señor. Como si el rey es-
tuviese en su sala y llamase a un esclavito de la cocina y
le dijese: "Ven acá, entra en la sala de tu señor a asentar-
te a su mesa, y a oír su música, y a gozarte de lo que él se
goza; entra en el gozo que se goza tu señor".
— ¿Cómo se llama? — Beati misericordes. Llámase mise-
ricordia, que se da a los que usan de misericordia; y es mi-
sericordia que excede a toda misericordia.
— Beati qui lugent. Llámase consolación, que se da a los
que en esta vida fueron desconsolados; halago para los afli-
gidos. Por eso decía San Bernardo: "Bienaventuradas lágri-
mas que han de limpiar las manos de Dios". Luego, pues
que tal consolación y tal regalo esperamos, no se nos hagan
recios los trabajos de esta vida. ¡Qué regalos, qué ánimos,
qué acallamientos, qué arrullos hará Dios!
Ea, no se corra nadie; que tal es Señor. Dícelo El por
Esaías: Ad ubera portabimini et super genua blandietur
vobis. Quomodo si cui mater blandiatur, ita ego consolabor .
In Hierusalem consolabimini. Videbitis et gaudebit cor ves-
trum; et ossa vestra quasi herba germinabunt, etc. Digo que
no se corra nadie; que os traerá Dios como niños en los bra-
zos a sus pechos ; que jugará con vosotros sobre las rodillas
como hace la madre a su hijo; que os terná jugando y brin-
cando sobre sus rodillas.
¡No digáis tanto que no se crea! — Vosotros lo veréis,
dice Dios y no otros. Vosotros lo veréis y os gozaréis, y yo
os consolaré.
¡Bendito seáis vos, Señor, que sois nuestro consuelo!
Pues que ansí es, no quiero placer en esta vida, no quiero
halago, por tenerlos en la otra; no quiero deleite sucio, por
no perder aquel tan limpio y casto; no quiero consolación
277 ¿Cómo so llama' <»m. A ¡' 288 Esaías] cap. 66 ,ut,1. .-! || 289 quomodo
si cui] cíuo sicut E consolabor] vos ct .i<¡c(. .1 , 291 eerminabuní A ||
294 teman E
297 os oí». A
299 seáis] séis A | 300 así .1 '301 tenerlo A ti 3C6 decirlo A
272 Mt. 25, 21.
277 Mt. 5, 7.
280 Mt. S, 5 ; cf. Is. 61, 2.
283 Cf. SAN Berkaedo, In Cant., serin. 37, 2 : ML 183, 971
Vitis mystica, 121 bb. ; De modo bene vivendi, 10, 28 ss. : MT.
709 s. 1216 ss.
291 Is. 66, 12-14.
1240
SERMONES. CICLO SANTORAL
tan breve y vana, pues voy a aquella que es mi Dios, des-
canso de nuestros trabajos, fuerza de nuestra flaqueza, es-
305 peranza de nuestras caídas, gozo de nuestro pesar. ¡Ya fal-
tan palabras con que decillo! Es ello tanto, que no se puede
decir, ni aun imaginar con entendimiento.
También en este evangelio se llama una corona que tiene
Dios para el que venciere. Si viésedes, señoras madres, las
310 coronas, las sillas que Dios os tiene, ¡de cuán buena gana
sufriríades el trabajo de la religión y cuán alegres estaría-
des! Pues una niña que la llevan a ver a su padre, ¡qué ale-
gre va!, ¿por qué los que van a ver a su Padre celestial no
han de ir, sino con mucho esfuerzo y alegría? Si supiésedes,
315 hermanos, las coronas que Dios os tiene cuando vais allá,
¡con cuánto placer iríades por el camino del Señor!
— ¿Cómo se llama lo que Dios tiene en el cielo? ¿Qué
es? — Si mucho importunáis, deciros he que ese mismo es
su nombre: ¿Qué es esto? No tiene nombre, sino un ¿qué
320 es esto? Dabo el manna absconditum, quod nemo scit no-
men eius, nisi est qui accipiet. Daréles un maná abscondi-
do que no tiene nombre, sino ¿Qué es esto? Llovió Dios a
los hijos de Israel una cosa, la cual era como culantro blan-
co, y, espantados, dijeron: Manuhu? ¿Qué es esto? Ese es
325 su nombre.
La predestinación Diréis: -^Padre, ¿qué le dimos nos-
es don de Dios otros, pues que tanto nos ha de dar?
— ¿Y qué le dieron los que allá están,
pues tanto les dió? Diréis: — 'Caro les costó: que a unos
330 descabezaron, y a otros crucificaron, y a otros peinaron con
peine de hierro, y a otros quemaron, y a otros desollaron
vivos. — ¡Oh hermano! Que eso de Dios es; que el morir
por Dios, el querello, de Dios fué dado; y el podello pasar,
efecto es de la predestinación; parte es del bien que Dios
335 les tenía; que por eso se lo dió, porque quiso que fuesen allá.
Diréis: — Dispusiéronse ellos a la gracia para dio.
— También eso es don de Dios. — 'Usaron bien del libre al-
bedrío. — 'Dice San Augustín: "No hurgues tanto para bus-
car a Dios de tu cosecha; que no hallarás qué dalle, sino pe-
340 cados. Quid habes quod non accepisti? Todo lo bueno es de
Dios; no tienes de ti sino el faltar, el caer y el pecar. ¿Por
qué te dió Dios la gracia? Porque te quiso salvar. ¿Por qué
te quiso salvar? Porque quiso. ¿Por qué quiso? No hay
que ir más adelante".
321 est om. A | sccipit A || 324 Manhu A
331 peines A
309 Cf. Apoc. 2, 10. 7.
322 Apoc. 2, 17.
323 Ex. 16, 15.
340 Cf. 1 Cor. 4, 7.
79- FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
1241
345 Otros dicen: Porque yo hice lo que era en mí. — No;
tate. Anoche leía en San Augustín, De praedestinatione
Sanctorum, que acaso es de las excelentes cosas que dijo
sobre el porqué me salvó. Añade: "Porque me quiso salvar
y guardar y ganar, no por lo que yo hice; no quiero fiar yo
350 mi salvación de cosa tan flaca como yo, sino ponella en
Dios; porque Dios es mi guiador y míe lleva por la mano.
No tenemos Dios ciego o olvidadizo, sino Dios que tiene
gran cuidado; hincados tiene Dios los ojos en los suyos: Fir-
mabo, inquit, super te oculos meos".
355 Es Dios muy celador de su honra. Tiene un hombre una
mujer; ámala tanto, que no quiere que le llegue nadie a ella.
Ama Dios tanto su honra, que no quiere que nadie le toque
en ella. No te atribuyas a ti la honra de tu salvación. El
es nuestra guía, El es báculo de nuestra flaqueza, El es la
360 firmeza de nuestra esperanza. ¿En quién pones tu fuerza?
¿En ti? En viento confías. Desconfía de ti y pon la confian-
za en Dios. Digan otros: "Por lo que yo hice". Di tu: Sal-
vum me fecit, quia ipse voluit me: Salvóme porque El me
quiso salvar.
365 ¿Cómo sabré yo que Diréis: Pues, padre, ¿cómo sabré
soy uno de ellos? s°y uno de eU°s? Que gi de
ellos soy, dadlo por hecho, no he
menester sino dejarme estar ansí. — Ahí está el punto. ¡Oh
si míe mandase Dios que dijese a todos cuantos estáis aquí
370 qUe nos hemos de salvar! Plu[g]u[i] ese a su misericordia
que fuese ansí. Grandes señales tenemos de Dios para ello;
que pues Dios nos pudiera criar entre turcos, y nos crió
entre cristianos; y nos pudiera dejar como a otros cristia-
nos, perdidos, y no nos dejó; y nos dió gracia para que re-
3^5 cibiésemos su gracia en el santo sacramento, y oír más de
su parte: el ego te absolvo: yo te desato de tus pecados, y
nos dió gracia que nos llegásemos a su mesa. ¡Grandes pren-
das tenemos de Jesucristo para creerlo!
Todo cristiano lo debe creer. Que no hemos de creer que
380 es Jesucristo tan infiel, que nos dé beso de paz con su gra-
cia y nos tenga armada zancadilla para después condenar-
nos. No lo hemos de creer de El, pues que somos suyos,
que El nos ganó en la cruz. Porque quiso Dios salvarnos,
338 Agustín A ¡I 341 tiene A || 342 te, om. A || 345 en] de A \\ 346 leí
A | Agustín A || 347 acaso es] aun E || 348 sobre el om. F. | añade om. E
356 le om. A || 363 El om. A
370 Pluguiese A II 372 pues que A || 378 Cristo A
379 1o] le A || 390 impedir A \\ 392 paga A
354 Of. Ps. 31, 8. San Agustín, Dc práedest. sanct., c. 3, 7 ; c. 8,
16 : ML 44, 964. 972 s. ; üc dono persev., c. S, 18 : ML 45, 1003.
364 Cf. Ps. 17, 20.
376 Rit. Rom., tít. 3, c. 2, 2.
1242
SERMONES. CICLO SANTORAL
y estaban en medio nuestros pecados, que impidían, vino
385 El a tierra; y pudo tanto su pasión, sin comparación más
que con nuestros pecados. Púsose en medio de los hombres
y Dios; y quitó con su amor que donde más mal le hacían,
allí estaba más herviente para los salvar; y pagando El,
pudo más su paga para agradar a Dios y alcanzar perdón
390 que nuestros pecados para lo impidir. Y ansí, venciendo lo
mayor a lo menor, quedó el amor para los hombres, quita-
dos los pecados que impidían; y en pago de habellos libra-
do, dijo Dios: "Yo se los doy a Jesucristo por suyos". Como
si el rey dijese a su hijo: "Porque habéis rogado por estos
395 que estaban condenados, yo os hago merced de ellos". Y
ansí dijo Dios: "Porque los ganastes, yo os doy a fulano,
y a fulano, y a fulana, y a fulana". Mas ¡qué bienaventu-
rados fulanos éstos! Ansí lo dijo El: Tuyos eran y tú me
los diste «para que ninguno perezca.
400 Tengámonos, luego, por esclavos de Jesucristo y sirvá-
mosle como criados suyos, pues El nos ganó; que merced
suya somos: Ideo dispertiam ei plurimos, et fortium dim-
det spolia, pro eo, etc.: Daréle muchos que serán despojo
de fuertes, despojo de los demonios, cuyos éramos y en cuyo
405 poder estábamos condenados al infierno.
Luego, a los que predestinó, llamó; y a los que llamó,
limpió y justificó; y a los que justificó, engrandeció. Quid,
ergo, dicemus ad haec? ¿Qué diremos a estas cosas? Si Dios
es por nosotros — pues que Dios es con nosotros — ; si Dios
410 es de nuestra parte, si Dios es nuestra guarda, ¿quién será
contra nosotros? Si Dios nos quiere salvar, ¿quién osará
condenarnos? ¿Quién osará levantarse contra nosotros? ¿Qué
diremos a estas cosas, sino que sea El bendito para siempre
jamás, y que cuando nos llamare que le respondamos, y re-
415 cibamos su gracia, y nos esforcemos a seguille hasta su glo-
ria? Ad quam nos perducat. Amén.
400 Tengámosnos A \\ 413 El sea A
399 Gf. lo. 17, 6. 9. 12.
404 Is. 53, 2.
412 Cf. Rom. 8, 30-31. 33-34-
8o. SANTA CATALINA
1243
80 Despierta, Señor, nuestro sueno; aviva
nuestro cuidado *
Santa Catalina, 25 de noviembre. En un monasterio
de religiosos
(Valencia, Bibl. Coa. Patriarca, Ms. 104©, ff. 147 r - 154 r.)
Vigüate itaque (Mt. 15, [13]).
Exordio Los que mucho duermen y tienen necesidad de
madrugar mucho, tienen necesidad de encomen-
dar a quien vela que los recuerde. Suelen decir: "Duérmome
mucho. He menester despertar; llamámie". Nuestro Señor
Jesucristo nos llama y manda que velemos. Mándanos que
despertemos. Vanos mucho en despertar, vanos muy gran
provecho en velar. Todos dormimos y estamos soñolientos;
hemos menester encomendarnos a quien vela. La Virgen es
la que siempre veló; desde el instante que fué concebida,
siempre estuvo velando, y porque [a] los que estamos dor-
midos tenga Dios por bien de darnos alguna cosita con que
velemos, encomendémonos a la Virgen y supliquémoselo con
la salutación angélica, diciendo: Ave, María.
Parábola de las Vigilate itaque. Palabras son tomadas
vírgenes: cinco del evangelio de San Mateo, capítulo 23.
eran cuerdas v En romance dicen: Velad. Pues que así
. y es; pues que se pasa, velad. Dum me-
cmco locas dxum silentium tenerent omnia, et nox
esset. A la medianoche, en lo más pro-
fundo del sueño, de las reales sillas dice el Sabio que vino
la Palabra omnipotente de Dios. A la media noche, cuando
dormimos, cuando más fuerza tiene el sueño, en lo más
profundo de la obscuridad, envió Dios su Palabra. ¿Qué
quiere decir eso? Descendit de cáelo magnus medicus, quila}
erat in térra magnus infirmus. Descendió gran misericor-
dia porque había en el suelo gran miseria. Quiere decir que,
cuando el Señor vino al mundo, halló a los hombres en la
medianoche, en lo más profundo del sueño, y ansí andaba
el Señor, velador nuestro, por montes y valles y ciudades,
dando voces: "Velad, velad, ¿qué estáis durmiendo? ¡Cuán-
to ha que os parece que veláis, y estáis dormidos! ¿No ha-
béis visto unos hombres que se levantan a medianoche so-
* «In die sanctae Catherinae» (f. 147 r). Eíl índice del Bto. Juan
de Ribera dice : «De virgine et martvre».
16 Mt 25, 13.
22 Mis. Rom. in Vigil. Epipli., introit.; cf. Sap. iS, 14-15.
26 San Agustín, Serin. 87, c. 11 (ML 38, 537) : «Ad sanandum
grandem aegrotum, descendit omnipotens Medicus».
1244
SERMONES. CICLO SANTORAL
ñando, y salen de casa y andan todavía durmiendo, y les
35 parece que están despiertos? Pues así pasa; paréceles a los
hombres que velan, y duermen. ¡Catad que dormís! Cristo
nuestro Redemptor no solamente nos despierta con pala-
bras, mas con obras. No hay cosa que tanto me espante
como pensar en el cuidado que tenía de la obra de nuestra
40 salvación, que traía entre manos, que el Padre le había
encomendado. ¡Qué ejemplo para los predicadores, que an-
damos predicando! Y tantos predicadores y confesores, y
dad acá el provecho; fué tanto lo que nuestro Señor veló,
que todo eso que hacemos es nada en su comparación. ¡Que
45 ibas con aguas por caminos, por trabajos; y si alguna cosa
había que debiesen los hombres, pagábasla tú! ¡Señor, que
tú pagaste en la cruz por nosotros, por nuestros pecados!
Este era el oficio de nuestro Redemptor, dar voces a
los hombres: "Velad". Y porque esta palabra se quedase
50 más firme en nuestra memoria, quísonoslo decir por seme-
janza; porque lo que se dice por comparaciones acá, bajas
y manuales, aquello es lo que después queda mejor en nues-
tra memoria. Por eso nuestro Dios se vistió de nuestra hu-
manidad. El Verbo encerrado en cosa baja. ¿Sabéis que El,
55 el Verbo encarnado, [es] una cosa muy grande encerrada
en una cosa muy chica? Así, quiso que la palabra poderosa
suya se predicase en semejanzas y bajas comparaciones;
y así esta palabra, por la cual tanto nos quiso encomendar
que velásemos, predicónosla en una semejanza, y así nos
60 dice en el Evangelio: Semejante es el reino de los cielos a
diez vírgines. — ¿Qué es el reino de los cielos? — Es la glo-
ria; la cristiandad se llama reino de los cielos. Y porque
hemos de ser semejantes a los que están en el cielo, hemos
de hacer la voluntad de Dios como ellos, y hemos de vivir
65 como ellos, y hemos de ser como ellos, en las costumbres.
Semejante es el reino de los cielos — la cristiandad — a diez
vírgines, cinco eran de ella[s] cuerdas y cinco locas; y
parece que esperaban un día que habían de ir a ciertos des-
posorios para salir a recebir a un desposado. Ellas eran las
70 que estaban desposadas con él. — ¿Quién son? La cristian-
dad, a las cuales dijo el esposo: "Mirad que estéis apare-
jadas para entrar conmigo en las bodas, que yo verné".
—¿Qué ha de ser el aparejo que han de tener? ■ — 'Parece
que el esposo era amigo de lumbre; quiere que le aguarden
75 con luz. Catad ahí el aparejo. Las cinco metieron provisión,
tomaron aceite en sus alcuzas; las otras cinco no se cura-
ron de tomarlo. A la media noche, cuando el sueño era más
profundo, suena una gran voz, que debía de ser trompeta.
Despiertan todas. — ¿Qué es? — Poderosa voz de virtud.
ÓI Mt. 25; I-I3-
8o. SANTA CATALINA
1245
80 Vienen las cuerdas muy galanas, ntuy compuestas con sus
lámparas encendidas, muy proveídas de aceite. Vienen las
necias, las que no habían sabido conocer su locura, hasta
que fué menester la cordura, y hállanse burladas.
Lo que no allegaste en la mocedad, ¿cómo lo hallarás en
85 la enfermedad? Lo que no ganaste, lo que no sembraste,
¿cómo lo cogerás? Piger dixit, etc. No quiere trabajar por
el frío; él mendigará el verano. Dénoslo a entender Dios.
Hermano, ¿cómo se pasan nuestros días?, ¿en qué gasta-
mos nuestro tiempo? ¿Ir a la plaza? ¿Volver a comer?
90 ¿Tornar a la plaza y tornar a cenar? Catad que nos es dado
este tiempo para que alleguemos en él; catad que si aquí
no allegamos, que si en esta vida, que nos es dada para ga-
nar, no allegamos, mendigaremos en la otra. Si acá no toma-
mos olio, en la otra vida no tememos luz. El esposo es amigo
95 de luz, ¿y qué tales nos hallaremos si nos halla a escuras?
No nos veamos, Señor, por tu bondad y por quien tú eres,
en tanto trabajo. No nos venga tan grande daño; no pase
por nosotros tan grande engaño, que nos hallemos despro-
veídos, y que nos hallemos sin lumbre, y perdamos de en-
100 trar con el esposo. Mendigará el que no se proveyere, y no
hallará quien le dé aceite. "Andad, que lo que tenemos es
tasado; no es razón que, por daros a vosotras, nos quede-
mos nosotras sin él. Andad, buscá". No oigan nuestras
orejas tal palabra, por tu misericordia. ¡Desdichada de
105 aquel ánima cuyas orejas tal han de oír! ¿No es razón de
velar, no es razón de estar siempre proveídos? "Andá, no
tenemos para las nuestras y vuestras lámparas".
Aquí han de aprender los predicadores lo que a otros
enseñan; han de tener que dar y que les quede; han de tener
110 para sí y para los otros; si no, mejor sería que dijesen:
"No tengo sino para mí. Pallium breve est, utrumque ope-
rire non potest: Chica es la carpa; no puede cubrir a dos.
Angosto es el estrado; no hay lugar para ambos". ¿Para
qué tanto sermón, tanto confesor, tanto consejero, y vase
115 el hombre tan seco, tan frío, y el predicador se queda más
porque, tiniendo poco aceite, queremos dar a otro? Ni apro-
vecha a unos ni a otros. No es de todos entender, no es de
todos alumbrar; menester es tener que. dar y que dejar.
Mejor sería decir: "Porque no me falte a mí, id y buscá
120 quien os dé, id a quien lo vende". ¿Por qué no lo hace-
mos? Yo a lo menos confieso aquí mi culpa.
Dios le dé a entender al hombre la gran merced que le
hizo de ponelle debajo de ajena voluntad, en dalle que sea
regido por otro, que no haga su voluntad. Grandísima mer-
125 ced es de Dios que vaya uno por ahí el lodo hasta la cinta,
87 Cf. Prov. 20, 4.
113 Cf.. Is. 28, 20
1246
SERMONES. CICLO SANTORAL
y que vaya otro en sus hombros y que no se enlode. Es
gran merced que Dios le hace. El que manda, mire cómo
manda; el que rige, mire cómo rige; mas el mandado segu-
ro está, no tiene qué mirar. Posible sería que el que manda
130 peque y ofenda a Dios, mas el que es mandado y obedece
sirve a Dios grandísimamente. Gran merced es la que le
hace Dios. Para agradar a nuestro Señor no hay libro, no
hay revelación, no hay cosa tan segura como negar su vo-
luntad y regirse por la de otro. Solían decir los padres del
135 yermo lo que ahora nos reiremos de ello: que la obidiencia
no era nada, si no es cosa sobre natura y contra inclina-
ción nuestra. Tenía un monje un hijo y díjole el prior:
"Enciende ese horno". Encendiólo. "Echa dentro a tu hijo".
Echólo y no se quemó. Díjole a otro: "Entra por ese río",
140 yendo crecido; hízosele el río duro como ese suelo y pasó.
"Toma ese palo seco y riégalo hasta que dé fructo". Decían
ellos: "Cuando no nos mandan sino lo que nuestra razón
nos da, no vale nada aquello, por nuestra voluntad lo hace-
mos". La fe ha de ser de cosas que no alcance mi razón,
145 que lo que yo no alcanzo, eso es lo que yo obedezco; que lo
que yo alcanzo y conforma con mi voluntad, yo lo hago,
que no la obediencia.
Tornemos a nuestro propósito: "Andad, que no os po-
demos dar". En aquel día temeroso de juicio, cada uno ter-
150 ná tanto que hacer, y en qué entender, en dar cuenta de sí,
que no podrá ayudar a nadie. Nadie podrá aprovecharse de
otro. "Andad, porque no os falte, ¡desventurado!" ¿El
tiempo que habíades de comer, vais vosotros a sembrar?
¡Gentil cosa, gentil locura! ¿Al tiempo que os habíades de
155 vestir, acordáis de hacer la capa? ¿Ahora que habíades de
salir con vuestra luz, vais a buscar el olio? Viene el despo-
sado, recibe a las prudentes, metellas ha consigo en su
tálamo como en las bodas, enciérrase con ellas. Vienen las
locas. ¡Oh locas, y si supiésedes lo que pasa! La puerta está
160 cerrada. ¡Señor, Señor! Bona est vox: "Buena es la voz",
dice San Hierónimo. — ¡Señor, Señor! — ¿ Quién está ahí?
— Cinco vírgines desposadas con vos por palabras de futu-
ro. Habla el esposo: — Andad de ahí, locas, que por más
que me digáis quién sois, el nombre y el oficio, y me ale-
165 guéis vuestra virginidad, no os conozco; y si queréis que
lo jure: Verdaderamente que no sé quién sois. ¡Señor, por
tu bondad, no oigan nuestras orejas esta voz: No os co-
nozco! No habláis mi lenguaje, no es ése mi molde, no ha-
145 yo] no
152-153 El tiempo] El tiene poco || 157 metillas
141 Vitae patrian, 1. 5 Verba seniorum, libedl. 14, 18 ; 1. 4, c. 26 :
ML 73, 952. 831 s.
161 San Jerónimo, Convm. in Mt.,-L 4, c. 25 (ML 26, 193) : «Egre-
gia quidein in Domini a-pellaüone confessio».
So. SANTA CATALINA
1247
béis vivido como esposas mías, no somos para en uno, no
170 estáis para entrar conmigo en mis bodas.
Hemos de vivir Señor, ¿qué quiere decir? Concluye y de
para velar esta manera entenderemos lo que nos
quiso decir en la parábola: "Pues pasa
así, tened cuidado tal, que os va en ello. Mirad no os dur-
175 máis, no os descuidéis en cosa que tanto os va". Vanos
tanto en ello, que nos es mandado que no entendamos en
otra cosa, que dejemos lo otro y entendamos en esto solo.
Dícele uno a su procurador: "Mira que no dejéis de la mano
ese negocio, y cata que no entendáis en otra cosa ninguna;
180 por eso os lo pago, porque no toméis otro cuidado. Velad
y no entendáis en otra cosa, nihil sotticiti sitis. Porque no
se os pierda el cuidado que de esto habéis de tener, no en-
tendáis en otra cosa". Mas volveldo al revés: "Por tener
cuidado de hacienda y de la honra y de las cosas del cuerpo,
185 no tengáis cuidado de las cosas del ánima; no se os acuerde
de lo que cumple a la salud de vuestra ánima". [E]so se usa.
Quiere tanto Jesucristo avisarte y darte a entender y
asentarte en tu memoria cuánto te va en esto, y que para
esto solamente vives, que a tu misma vida le llama vela,
190 porque por eso vives; y si eso no haces, ¿para qué vives?
Es tanto el cuidado que en esto tiene, que a las edades de
los hombres llama vigilias: a la niñez, primera vigilia; a la
juventud llama segunda; a la mocedad, tercera, y así si-
guiendo. Los que no entendéis este lenguaje aprendan, en-
195 cargándonos Cristo, enseñándonos Cristo, que para esto he-
mos de vivir para velar. Llama a la vida vela: el niño vele
y vele el mozo, y vele el viejo, y toda la vida de los hom-
bres no sea otra cosa sino vela perpetua. Toda la vida vela,
¿qué será de quien toda la vida duerme? ¿Qué será de
200 aquél? ¿En qué para tal sueño? ¡Cuántos de los que aquí
estamos velando y decimos: "Señor, si vos fuéredes servi-
do y esta noche me muero, yo soy muy contento; aparejado
estoy!" ¿Dormís? Si viniese el desposado esta noche y di-
jese: "Andad acá", ¿qué haríades? Si oyésedes: "Andad
205 acá, que son cumplidos vuestros días", ¿qué sentiríades,
qué estómago os haría ? Si sonase aquella voz poderosa, de
Dios, ¿qué haríamos? Creo que si la oyésemos, que anda-
ríamos como locos: "Corré, llamáme a fulano, restituyan al
otro, remédiese lo otro, páguese aquélla deuda". ¡Qué des-
210 cuido, qué sueño, qué dormidos estamos! ¿Que te osas acos-
tar en pecado? Y si te mueres, ¿qué será de ti? Y si te
vas a los infiernos, ¿qué será de ti?
Mándanos Dios que velemos, y dormimos, y si algún
tiempo vino Dios en ti, guarda, no tornes a caer ni a dor-
181 Phil. 4, 6.
1248
SERMONES. CICLO SANTORAL
215 mir. ¿No entiendes que si Dios te ha despertado, que tie-
nes que hacer en velar para no tornarte a dormir? Tanto
cuidado ha de tener el que Dios ha despertado como el
que duerme. Con los novicios, mis hermanos, hablo. Si
vino Dios en tu corazón, si te despertó: "Mudóme Dios el
220 corazón de tal manera, que no se rae da una paja por
cuanto dejé en el mundo". Yo te creo. Y aunque fueran mil
mundos, encontró con un bien que tiene todos los bienes.
Mirad cómo no han de hacer caer todos los males, tiniendo
este gran bien. Querría yo que siembre velásedes, hermanos.
225 Catá que amarga conocer a Dios y ofendelle; cata que duele
gustalle y perdelle; catá que siente mucho su ira. Estába-
des durmiendo, llamábanos a maitines, no despertastes, no
lo oístes, no fuistes allá. Culpa es pasadera. Esa culpa ex-
cusa tiene, no podistes más; pero si os llamaron y, despier-
230 to, entendistes que os llamaban a maitines, y no fuistes, y
os tornastes a dormir, gran mal es aquél. ¡Cuán mal sabe
después !
Dicís: ¿Dónde está mi Dios? El nos libre. Quien busca-
ba a Dios y lo ha hallado, guárdelo bien; suplíquele y échele
235 dos mil rogadores; échele mil ataduras; póngale mil guar-
das; grandísimo cuidado, grandísima diligencia es menes-
ter para no dormir. Toda la vida ha de ser vela. Vigilate
itaque. Es negocio muy alto, es negocio de muy gran difi-
cultad servir a Dios. ¿Qué negocio hay que más alto sea,
240 que más arduo sea? Uno de los misterios abscondidos de
Dios es ése. Y no os diga nadie que basta servir a Dios
como quiera, que no pide Dios tantas estrechuras; basta
que quiera. ¡Ojalá lo probásemos! ¡Ojalá tomásedes las ar-
mas! El que no ha estado en la guerra no hay cosa más
245 fácil para él que blasonar de ella, y de las armas, que con-
tar de la gente de guerra. El otro que lo sabe, ríese de ello.
Negocio es que ha menester gran cuidado, gran diligencia,
y por eso declaró así Jesucristo: "Porque si alguno hubiese
que os dijese: "Andá, que burláis, que basta como quiera",
250 que no lo creáis, no [o]s engañen. ¿Pequeño negocio es;
unos hombres que estamos llamados para resplandecer como
el sol — Fulgebunt iusti sicut sol — , para dar claridad como
las estrellas?
Gran Señor, gran Como las estrellas resplandecientes con
255 servicio requiere la escuridad de la noche, ansí han de
resplandecer los cristianos entre otras
gentes, entre otras naciones; y entre los cristianos más han
de resplandecer los religiosos, que siempre han de estar en
252 Mt. 13, 43.
8o. SANTA CATALINA
1249
vela; y entre los religiosos lo[s] de la orden del glorioso...
60 ¿Quién mayor velador que nuestro padre?, etc. Hombres
que somos llamados para hacer bien: para amar a nuestros
amigos y enemigos; para sufrir bofetadas y no vengarnos;
para ser limpios, ¿paréceos que es pequeña cosa, que es
pequeño negocio éste? — ¿Tanto pide Dios a los que le si-
65 guen? — hSí, que es gran Rey, gran servicio se le debe, y
altamente quiere ser servido. Miren los novicios, mis her-
manos— que a ellos hablo — , con qué amo han entrado.
Cuando nos baptizan asentamos por criados de este gran
Señor, de este gran Rey, qu[oni]am Deus mugnus Dominus
JO et rex magnus. Gran señor, gran servicio requiere. Asienta
uno con un gran príncipe, ¡qué cuidado tiene en lo que ha
de hablar, en lo que ha de hacer, en su persona, en sus cos-
tumbres! Como sea grande la majestad de este Señor, es
grande la ofensa que contra El se hace. No hay pecado que
ra sea pequeño contra tan gran Señor. San Hierónimo: Quam-
quam leve non sit Deum et levibus offendere, Ule quam pru-
dentissimus est qui non tam quantitatem invper'ú conside-
rat quam maiestatem im.perantis. ¡Antes muerto que ofen-
der a tan gran Señor! Un señor altísimo, altísimo servicio
¡O pide. No es lícito en [tender en otro]; si en el coro, está
delante tan gran Señor; si en oración, como quien habla
con Señor; si en misa, como quien está ofreciendo a la gran
majestad de Dios. Si cualquier cosa haces, piensa que sirves
a tal Señor, que en todo quiere ser altísimamente servido.
5 Y hace tanto caudal de que velamos, porque no vaya en
balde tan gran bien como El nos ganó, tantos trabajos como
por nosotros padeció.
Entiendan nuestros sentidos qué cosa es haberse hecho
Dios hombre por nosotros, haber sido afrentado y azota-
0 do, etc., por nosotros. ¡Oh hermanos, y qué gran peligro
hay aquí! Mándame Dios que lo sirva. Para que el hombre
aprenda, viene el verdadero Maestro a enseñar. Viene a
servir a los hombres, para que los hombres aprendan a ser-
vir a Dios; no como los maestros de la ley que dicen, ense-
6 ñando por palabra y no por obra. ¡Spñor, ayudadnos vos
por vuestra misericordia, porque tu bien no se nos torne
en mal. tu medicina no se nos torne en ponzoña, tu dulzu-
ra en hiél y amargura! S¡ Dios en su majestad tanto se aba-
jó, ¿con qué CRra querrá el gusanillo tanto ensobprbecer.se
O y mandar? ¿Cómo? Viendo a su Señor abajarse a servir
a sus criados, ¿quién no lo servirá, quién se desprpciará de
ello? ¿Pues cómo tú te afrentas de servir a tus prójimos por
Jesucristo, que sirvió a todos por ti? Vendo a tu Dios tan
pobre, que. algunas veces en los campos fregaba las espigas
270 Ps. 94, 3.
«o
1250
SERMONES. CICLO SANTORAL
305 de hambre para comer, ¿por qué quiere el esclavo enrique-
cerse por bien y por mal, por tratos lícitos y ilícitos? Vien-
do los trabajos que por ti pasó Jesucristo en su cuerpo,
¿con qué cara estás pensando en tus deleites de la carne,
en tu cama, viéndote los ojos de Dios tus suciedades?
310 ¿Osaste llamar cristiano, habiendo Cristo puesto su cuerpo
por ti a los fríos y trabajos; y tú, en habiendo un poquito
de frío, daca las pellejas, los enforros, huir de parecer a
Cristo, huir de lo que hemos menester hacer para ser cris-
tianos? ¡Oh vergüenza de cristianos! ¡El cuerpo de Jesucris-
315 to tan maltratado, y el de sus siervos y esclavos tan regala-
do! ¿Qué tenemos con Jesucristo? ¿En qué parecemos a Je-
sucristo? Por vuestra vida, entendamos esto. ¿Cómo lo en-
tendemos? ■ — El Hijo de la Virgen no vino a ser servido, sino
a servir. ¡Bendígante, Señor, los ángeles por ello! — ¿Y en
320 qué servicio y en cuáles queréis servir y lo servistes? — Daré
animam suam; a darse todo, a morir por nosotros. Sírveos
uno de mozo de espuelas, pagáiselo; otro de escudero, pa-
gáiselo. Y tú, Señor, servístenos de dar la vida por nosotros.
Bendígante los cielos. Amén. Perdónanos, Señor, por quien
325 tú eres. Vino a servir para que aprendamos a servir, para
que te abrases en amor cada vez que vieres a Jesucristo ser-
vir por ti, derramando su sangre por ti.
Representemos la Si hubiese una mujer que, estando en
muerte de Cristo ios ocho días de las obsequias del en-
330 en muestra vida terramiento de su marido, mandase a
sus hijos jugar y burlar y andar en
carros y ella con ellos, y hiciese convites y fiestas, ¿qué di-
ríades? ¿No parecería cosa monstruosa, y no sería crue'l des-
amorada la tal, y sin fe? Todos dirían: "Bien mostráis que
335 no amáis a vuestro marido". Plega a nuestro Señor que no
seamos nosotros peores que ésta. ¿No estamos nosotros en
las obsequias de Cristo? ¿No estamos en tiempo que cada
día nos representa la Iglesia su muerte y sepultura? ¿Pen-
sáis que estamos en pascuas? ¿Pensáis que estamos en fies-
340 tas? No estamos sino en enterramiento. Decid, por vuestra
vida, si Dios nos hubiera dicho a todos cuantos estamos
aquí que nos habíamos de salvar, certísimo, ¿qué más se-
guridad tuviéramos que la que tenemos? Estando en tan
gran peligro de perdición, recordad, velad, catá que no es-
345 tamos en pascuas, no estamos en salvo'; en peligro estamos,
en guerra andamos, aun no hemos llegado al puerto. Las
obsequias de Cristo celebramos. Tiempo de pasión es, misa
de réquiem cantamos. An nescitis, dice San Pablo, quod
321 Cf. M't. 20, 28.
8o. SANTA CATALINA
1251
quicumque baptisati estis cum Christo, ac sepulti sumus
50 cum Christo per mortem ipsius? ¿No sabéis que cuando nos
baptizaron nos sepultaron con Jesucristo, para que sepamos
que representamos su muerte en nuestra vida y que hemos
de vivir como quien tiene el homlbre viejo muerto? Por eso
traen los religiosos hábitos que parecen de muertos.
¡55 Ego autem, dice San Pablo, mortificationem Iesu Chris-
ti porto in corpore meo. — ¿Qué era aquello? — Las piedras,
los azotes, los denuestos, persecuciones, esto es traer a Je-
sucristo en su cuerpo. ■ — ¿Qué? ¿Siempre hemos de traer
la mortificación de Jesucristo en nuestros cuerpos? ¿Qué es
160 eso? — 'Quiere decir, cristiano, [que] siempre— ^[como] dice
San Pablo — , durmiendo, velando, de noche y de día, en
prosperidad y en adversidad, nos cumple traer a Jesucristo
en las nuestras almas, porque siempre traemos guerra en la
carne con la soberbia, etc. Cada día representamos las hon-
Í65 ras, las obsequias de la pasión de Jesucristo. No es tiempo
de honras, no es tiempo de fiestas, no es tiempo de descan-
sos. Mas si el tiempo en que has de celebrar estas obsequias
andas en corros, andas en placeres, señal es que no amas,
señal es que no sientes su muerte, bien parece que no la
J70 entiendes. Jesucristo derramó su sangre por tu bien. Jesu-
cristo murió por ti, y sacarás tú mal de allí, sacarás tú
tu condenación de allí por tan gran mal como pasa.
Abscondit piger manus suas sub sua, etc. (Leeldas allí,
por vuestra vida.) Está el perezoso mano sobre miaño, y es
tanta su pereza, que aun querer comer le parece hacienda.
¿No es gran mal éste? Mirad hasta dónde hemos venido,
cuánto hemos abajado, que no nos basta que tengamos pe-
reza para trabajar, que tengamos escondidas las manos,
sino que no queremos comer. Hermano, si te parece que
*80 eres delicado, que no tienes fuerza para sufrir cinco mil
azotes, para padecer tantas hambres, tantos fríos, para de-
rramar tanta sangre, a lo menos no lo seas para llevar el
manjar que tienes a la boca. Si no tienes fuerza para tra-
bajar, no tengas pereza de muerto en tu casa, [para apro-
85 vecharte d]el trabajo ajeno. Que habiendo El pasado — '¡ben-
dito sea El! — por dio, habiendo ordenado la medicina, ha-
biendo guisado tal mantenimiento, que ni llevarlo a la boca
no queremos ni aprovecharnos de ello. Cualquiera cosa que
de su mano me viniere, aquello es lo que me cumple y con
•W aquello soy muy contento. Mas ¿cómo no tenemos fuerza,
cómo tenemos pereza de recebir los sacramentos, que me-
diante ellos se nos da la fuerza de Jesucristo? Corre, con-
fiesa; corre, toma aquel pan de vida. Deciros han: "Dejá
352 Of. Rom. 6, 3-4.
356 Cf. 2 Cor. 4, 10 ; Gal. 6, 17.
373 Gf. Prov. 19, 24 ; 26, 15.
SERMONES. CICLO SANTORAL
que venga la cuaresma". ¡Aun hasta llegar la comida a la
395 boca tienes pereza! Tú mendigarás, y no te lo darán; tú
pedirás olio ya que estén las tiendas cerradas.
Arrimámonos a cosa engañosa; tenemos nuestro arrimo
en caña cascada, que al tiempo que fuere menester afirmar-
se se ha de quebrar; mas, si el Señor no guarda la casa, en
400 balde trabaja el que la guarda. ¿Cuántos estamos aquí ve-
lando? ¿Cuántos en paz con sus conciencias? ¿Cuántos di-
cen, si me llamase Dios esta noche, vamos enhorabuena, que
aparejado estoy? ¿Qué remedio para tanto sueño? Ya no
sé otro sino que nos vamos a la muchedumbre de la miseri-
405 cordia de Cristo, que nos derroquemos a sus pies. Vamo-
nos a aquellas manos misericordiosas, digámosle: "Señor,
cuando andabas en el mundo y te traían un ciego, mirá-
baslo, echábasle tu bendición; pues mírame, Señor, que
aquí vengo a tu misericordia. Más paralítica está mi ánima
410 que los cuerpos de aquéllos; ciego soy para verte; cojo soy
para andar pasos de mi salud; secas tengo las manos para
nacer buenas obras; sordo estoy para oír tus palabras y mi
bien; mudo soy para tus alabanzas. ¡Sáname, Señor!" No
sé yo otro remedio. Que si a uno le dan una puñalada, luego
415 como la siente, va a los pies del médico; vámonos, pues, u
los pies del médico Jesucristo: "¡Señor, que se nos pasan
los días! ¡Señor, que estoy durmiendo! Remédiame". Y no
sé otro remedio para velar, sino que nos vamos al Hijo de
Dios y le supliquemos que, pues siempre vela — Ecce non
420 dormitaba ñeque dormiet — , que despierte nuestro sueño,
que avive nuestro cuidado.
Martirio de Santa Hoy es la fiesta de la bienaventu-
Catalina rada Santa Caterina. ¿Cómo tomó
aceite? Doncella muy rica, muy sa-
425 bia, muy hermosa y de gran linaje; tanto que, por tan
gran locura como tenía, no se quería casar con nadie; y
por aquí la azotó Dios. Pusiéronle en corazón que él era, y
otro no, Jesucristo, más rico y más sabio, y mejor y más
hermoso que ella es. Díjole cuando la sacaban a las navajas
430 Cristo: "No te desampararé". ¡Qué consolación le pornian
aquellas palabras cuando la afrentaban, cuando la azota-
ban! San Pablo sentía los azotes y las piedras. Pues poné
en una balanza todos aquellos trabajos, y un decir Jesu-
cristo: "Anda, Pablo, que yo seré contigo". Más sin com-
435 paración le consolaba aquella palabra que le daban pena los
azotes por Jesucristo. Vernía luego su consolación. ¿Esta-
mos llenos de las consolaciones del mundo? Pues no se van
400 Cf. Ps. 126, r.
420 Ps. 120, 4.
8l. FIESTA DE EVANGELISTAS
1253
a los tales las consolaciones de Dios. ¡Qué bienaventurados
los que lloran, que ellos, y no otros, serán consolados! Leí-
♦40 da la sentencia que la degol[l]asen, hizo gracias a su es-
poso Jesucristo. Como Cipriano leyó la sentencia, dió gra-
cias a Dios y dijo: "¡Oh Señor mío, corona de las vírgines,
esfuerzo de los muertos, socorro de los atribulados!" Y
pasó el golpe del espada y salió un chorro de leche, para
+45 denotar que era limpia, que era castísima y que era toda
blanca como paloma. Fué sepultado su cuerpo en e! monte
de Sinaí. Salió un arroyo de olio. ¿No os parece que habia
recibido olio la bienaventurada? Fué su ánima por los án-
geles presentada en la gloria, quam mihi et vobis praestire
450 dignetur Iesus filius Mariae. Amen.
81 Pastores con el hambre de almas
que tuvo el señor *
Fiesta de Evangelistas
(Maidricl, Aren. Curia Toledo S. I., Ms. 20 bis, pp. 251-258.)
Estima de las almas Quien de verdad conociese el va-
lor que tiene un ánima, más cui-
dado pornía en guardar la suya y más ayudaría a guardar
las ajenas; y por falta de este conocimiento hay tanto ba-
5 rato — lo cual sin dolor no se puede decir — de ánimas, que
a quien y por el precio que un hombre da su ánima, no daría
un sayo roto ni aun unos zapatos viejos. Da un nombre al
demonio su ánima, y algunas veces de balde, y si cadit asi-
na est qui sublevet eam; et cadit anima et non est qui eri-
10 gat eam, dice San Bernardo. En esta estima se tiene una
450 Amen] Deo gratias add.
7 viejos] Dio del descuido y desestima. Ojalá el cuidado que tengo de
mi cuerpo, y aun de mi muía — el mejor albéitar — , y aun de mi zapato, que,
en viéndole con polvo, lo limpio, o de, etc. Y acabad de encarecer lo que
Cristo por ellos. Die : ¿ Quién habrá de aquí adelante, benditísimo Señor,
que, viéndoos a vos velar por ellas y andar, etc., no vele, y dando vos
I . vuestra vida, no de él la suya ? Discurre per singula. ¿ Quién no pondrá su
vida, honra y fama, cuánto más su cuidado y bienes? ¿Quién será tan nvaro
que no dé su dinero porque la otra no peque ? ¿ Quién tan amigo de sí y
regalado, que no deje su cama, viéndoos a vos dejar Ja vuestra, y tomar,
etcétera ? < Quién verá jurar a su prójimo que, etc., que vea el otro vender
y, a trueco de medio real, dirá mil juramentos, que no digo. : iVeis aquí
diez reales, y no juréis»?, etc <i<M. marg. inf.
439 5, 5.
* «In die Evangelistarum» (p. 251). La letra es del P. Villarás.
Los últimos renglones del sermón nos revelan que se trata de unos
apuntes enviados a otro predicador.
10 San Bernardo, De considerat., 1. 4, c. 6, 20 ("SLL 182, 786) :
dCadit asina, et est qui sublevet eam : perit anima, et nenio est qui
reputet».
1254
SERMONES. CICLO SANTORAL
sustancia espiritual incorruptible, indivisible y criada a la
imagen de Dios, y tan preciosa que como San Augustin
dice: Maius damnum est in amissione unius animae quam
in amissione omnium corporum. El Eclesiástico dice: In
15 mansuetudine serva animam tuam, et da Mi honorem secun-
dum meritum suum, etc. Tan noble cosa es el ánima que aun
cuando hace algún mal, la debemos corregir con blandura y
mansedumbre, y no con aspereza, como a los rústicos.
Mas ¿quién cumplirá aquella palabra: Da iili honorem se~
20 cundum meritum suum? ¿Quién guardará su ánima, quién
estimará las ajenas? ¿Quién hará por unas y otras lo que
a cosas tan preciosísimas se debe, cuyo bien es poseer a
Dios para siempre, cuyo mal carecer de El sin fin? No hay
ojos en la tierra para estimar aquello alto ni para huir de
25 aquello hondo, ni hay peso para pesarlo; y por eso tantos
abajan al infierno, según dice Isaías: Propterea oapitiiMa
ductus est populus meus, etc.
Si alguno quisiere salir de esta ceguedad y saber el valor
del ánima, alce sus ojos al cielo, donde está el que la crió,
30 y verá descendir al Verbo de Dios, verdadero Dios, igual
a su Padre, y encerrarse en el vientre virginal de nuestra
Señora. Et incarnatus de Spiritu Sancto. ¿Por qué tanta
alteza decendir tanto? Oíd la causa: Propter nos homines,
etcétera. Este Señor es aquel que crió el ánima a su ima-
35 gen y semejanza, y conoce bien su valor; y porque no se
perdiesen para siempre, tomó las deudas de ellas sobre si
mismo, y trabajó tanto por la[s] libertar, que no dudó de
dar su vida por ellas. Quien bien quisiere pesar el ánima,
pésela con este peso, de que Dios humanado murió por e'llas,
40 y parecerle ha muy poco de cumplir aquello que dice San
Juan: Si Deus pro nóbis animam suam posuit, et nos de-
bemus, pro fratribus animas poneré, etc.
Elección de los — ¿A qué propósito esto? — De que el
apóstoles y de santo evangelio cuenta una cosa que
45 los discípulos mzo nuestro Señor, que, para bien en-
tenderse esta y otras semejables, era
menester ver aquel ferventísimo amor que de las ánimas en
29 ánima] Es tan preciosa, que es el tesoro escondido que, «venditis
Omnibus», compró el hombre sabio ; es tesoro escondido en el campo del
cuerpo, ix>r quien Cristo dió todos sus méritos ; es la preciosa margarita,
etcétera. Y es tan preciosa, que Dios sólo la hace ; mira (si) será de : es-
tima. (Para) las demás cosas ayudan causas segundas o naturales ; pero'
(el) alma sólo Dios. Mira su valor add. marg. \,\ 38 biene || 4il posuit supr. ||
42 pro fratribus animas poneré i Joa 3 sut>r. | etc.] ¿Qué pasos, qué azotes,
qué lagrimas, o, a lo menos, sospiros has dado por tu hermano, etc. add. marg.
14 Of. San Agustín, De Gen. ad litt., 1. 7, c. 19, 25 : ML 34, 344 ;
In lo. Ev.t tr. 8, c. 2, 2 ; Ir. 23, c. 5, 5 : MIL 35, 1451. 1585.
16 Eoeli 10, 31. 27 la. 5, rj.
33 Miss. Rom., Ordo Missae, syinb. nicacn.-constantinop.
42 Cf. 1 lo. 3, 16.
8l. FIESTA DE KVANCKLISTAS
1255
sus entrañas ardía. ¿Habéis visto unos homJbres muy aficio-
nados a una cosa, y que anden siempre pensando en ella, y
50 enflaquecidos con el cuidado de córrto la alcanzarán, y todos
transformados en ella, que ni reposan de día ni duermen de
noche? Pues ansí pensad a nuestro Señor Jesucristo cuando
en este mundo vivía, al cual el cuidado de las ánimas le
traía tan ansioso, que, diciéndole una vez los discípulos
55 que comiese, porque había caminado y era ya tarde, no hizo
caso de aquella comida, porque con ella no se le quitaba la
hambre, que más pena le daba, y respondió: Otro manjar
tengo yo que comer, que vosotros no sabéis: Mi manjar es
hacer la voluntad de mi Padre y acabar su obra; y esto era
60 remediar las ánimas, que El había criado, acabando lo que
comenzó. Esta hambre de ánimas le atormentó viviendo, y
de esta sed se quejó en la cruz, y no de otro tormlento,
porque sobre todos los dolores era para El perderse las
ánimas. Recia es la rabia que el demonio trae para tragar-
te las, como dice San Pedro; mas no tiene que ver con el celo y
cuidado que del bien de ellas tiene el Señor. Este la hacia
vivir en pobreza, caminar a pie; siendo tan delicado, ayu-
nar y predicar en templo, plazas y montes, resgando su
sacratísimo pecho, convidándoles con la salud, aunque mu-
70 rió a su casta. Esto le hacía orar las noches y derramar
abundantísimas lágrimas, hincadas sus rodillas, pidiendo
al Padre: "Sálvense las ánimas, y pedidme por ello todo lo
que fuerdes servido".
Y porque hobiese más voces que predicasen y más mé-
75 dicos que curasen las ánimas, aunque El solo lo podía hacer,
quiso tomar ayudadores para tener ocasión de les guala rdo-
nar sus trabajos y de hacer bien a los otros por medio de
aquestos ayudadores. Y así escogió doce apóstoles, a los
cuales envió a predicar, como cuenta San Mateo en el ca-
80 pítulo 10; y porque El sabía muy bien que el trabajo de
curar ánimas es muy grande, y quería que antes sobrasen
obreros que no faltasen, y con entrañas de padre, que trae
un médico y otro para sus hijos, no se contentó con elegir
doce que le ayudasen a El, mas eligió otros setenta y dos
85 que ayudasen a los doce, y enviólos, como dice el santo
evangelio, a predicar a las ciudades y pueblos, donde El
75 hacer] Dicat quomodo homo per libcrum arbitriuin est admtor Dei,
ut ait Apostolus : adiutores Dei siimus ; y es grande honra, quoniam mag-
num est esse te ver cooperatorein Dei, ut ait Dionysi(us). Item dicat quam
magnum est esse cooperatorem Dei para ganar ánimas ; sed vae de los hom-
bres que tienen en más estudiar para curar un cuerpo, o para saber pleitear
un negocio, que para curar Animas, etc. Tertio : Telas araneae texuerunt,
ait Esai(as) 59 a etc. add. imirg. || 86 Predicar] ante faciem : para disponer
59 'Cf. lo. 4, 32. 34,
62 lo. 19, 28.
65 Cf. j Petr. 5, S.
So Le. 6, 12 ; Mi. 10, 1 ss.
1256
SERMONES. CICLO SANTORAL
después había de ir, para que estuviesen aparejados con
aquella doctrina para recebir la que les diese El.
El prelado debe ¡Oh dichosas ovejas que en tiempo de
y° buscarse buenos tal Pastor fueron vivas, y dichosas lo
coadjutores serán las que cayeren en manos del
perlado que imitare este celo! El así
lo dejó ordenado: que el Papa quedó en su lugar, y los per-
lados suceden a los apóstoles, y los curas a los setenta y
95 dos discípulos, cordo San Hierónimo dice; y éstos son de la
intrénsica razón de la Iglesia; y los religiosos son añadidos
para ayudar a los perlados y curas. ¡Oh, dichosos pastores
que participaren algo de aquesta hambre y sed de salva-
ción de ánimas que tuvo el Señor, porque, sigún la necesi-
100 dad de remedio que tienen, si no hay este gran celo y cui-
dado, no se podrá hacer aquello que para esto conviene! En
cruz murió el Señor por las ánimas; hacienda, honra, fama
y a su propria Madre dejó por cumplir con ellas; y así quien
no mortificare sus intereses, honra, regalo, afecto de pa-
105 rientes, y no tomare la mortificación de la cruz, aunque
tenga buenos deseos concebidos en su corazón, bien podrán
llegar los hijos al parto, mas no habrá fuerzas para los
parir.
El rey Saúl, cuando era el que debía, llamaba para su
110 compañía a cualquier caballero, dondequiera que estuviese,
que sabía que era hombre esforzado para la guerra, y así
en su tiempo fué muy aventajada la guerra contra los fi-
listeos; y a semejanza de esto está mandado en el concilio
Lateranense que el perlado tome coadjutores que le ayuden
115 a predicar y entender en las ánimas. Y mire mucho que
las personas sobre cuyos hombros pusiere la carga de llevar
las ánimas, que son arca de Dios, no sean hombros subjec-
tos a sus apetitos, ni gente ignorante, porque no castigue
Dios a quien los puso en el oficio, como castigó a Oza por-
120 que puso el arca sobre animales, los cuales no son conve-
nientes para llevar cosa tan santa como el arca de Dios, y
así la 'llevaron de manera que se quería caer. Mil inconve-
nientes se siguen en las ánimas cuando los que tienen cargo
de ellas no son los que deben, etc. Dígase aquí cómo el per-
para Cristo, no para vuestra honra ; no sois casamentero para alzaros con
la esposa, sino para Isaac la quiere Eliecer add. supr.
94 curas] presbíteros sufr. || 96 dice] ad Fabiolum ; et yidfe Hrasmum iri
annotationibus super huno locum add. marg.
&7 Le. IO, I.
95 Cf. San Jerónimo, Ep. 78, maus. 6 : ML 22, 704 ; Eras-
mo, Annatationcs : Opera omnia, í. 6 (Leyden 1705), 271 ss.
113 1 Reg. 14, 52.
115 Concilio IV de Letrán, cap. 10 : Mansi 22, 998 s.
122 2 Reg. 6, 3-7 ; 1 Par. 15, 2.
Si. fiesta de evangelistas
1257
125 lado es obligado a, si tales oficiales no hay, hacerlos él,
dándoles aparejo para estudio, y ayudar para ello a los que
no tienen; y con doctrina y buenos ejemplos hacerlos tales
que sean modelos, a cuya forma se edifiquen las ánimas;
porque para esto el perlado es perlado y para esto princi-
130 pálmente le es dada la renta; porque el fin de él ha de ser
la edificación de las ánimas; y no hay mejor medio para
esto que hacer gente tal que sea para ello.
Obligación de la Acuérdense que San Gregorio reprehen-
residencia. Buen de a algunos perlados diciendo: Obliti
135 ejemplo sunt quod animarwn* causa praelati
sunt. De San Pedro leemos que, por
entender él en el oficio de ánimas, tomó para coadjutor a
Cleto y a Lino, para que ellos entendiesen en los negocios
menores del oficio de la prelacia, y él en el oficio apostólico,
140 que es la edificación de las ánimas. Y así está mandado en
un concilio Cartaginense que el obispo no entienda por si
mismo en limosnas de viudas ni huérfanas, etc., sed tantum
lectioni, orationi et verbo Dei vacet. Porque, aunque halle
buenos coadjutores, no ha de ser para [que] él deje el arca
145 de encima de sus hombros, porque no le mate Dios como
a Oza, pues no cumplió como le era mandado que él mismo,
como levita, la llevase encima de sus hombros. Porque,
aunque Moisés dejó buenos vicarios cuando subió al monte
con causa tan justa, hizo tanto mal su ausencia, que ido-
150 latró el pueblo. Mucho mal hace el ausencia del rey en su
reino, del señor en su estado, del obispo, etc., y de un ca-
sado en su casa, que no sé cómo se sufre que esté un casa-
do tres y cuatro años en una tierra y su mujer en otra, con
peligro de las ánimas de entramibos. ¿Qué aprovecha que
165 hagan venir al casado dende las Indias, si estando en Es-
paña se están apartados uno de otro? Si un esclavo o un
animal se le va a su señor a otra tierra, y lo sabe el juez,
se lo manda tornar; y los casados, cuya unidad debe ser
mayor, pues representan a la de la Encarnación, déjanlos
160 vivir cada uno en su tierra. Convernía que los que gobier-
nan, así eclesiásticos como legos, entendiesen en esto, etc.
Dígase cuán acepta obra es a Dios mantener estudiantes
pobres que tienen virtud y habilidad. Dígase cuánto pue-
den ayudar a las ánimas los caballeros y gente principal con
165 su buen ejemplo, y cómo el Señor los dice: Dominus his
opus habet, porque lo que ellos hacen comúnmente lo hace
136 Cf. San Gregorio, Moral., 1. 22, c. 22, 53: ML 76, 246;
Rcg. past., i.a p., c. 10 : >IL 77, 23.
143 Concilio Cartaginense IV, cap. 20 (Mansi 3, 9,52) : «Epis-
copus nullam rei familiaris curam ad se revocet sed lectioni, et ora-
tioni et verbi Dei praedicationi tantumtnodo vacet».
150 Cf. Ex. 32. 166 Mt. 2i, 3.
1258
SERMONES. CICLO SANTORAL
el pueblo, y aunque San Hierónimo dice a un obispo: Domus
tua quasi [in] specula posita est omnium oculum, quod tu
facis omnes faci[e]ndum putant; cave ne [acias quod, qui
170 imitari velit, errare cogatur. Y dice cogatur porque ejem-
plo del mayor constriñe a ser imitado. Y por esto dijo San
Pablo que San Pedro cogere[t] gentes iudaizare, porque,
en materia moral, lo que multum allicit se llama constre-
ñir, y no sólo en lo placentero, mas aun en lo penoso, como
175 parece en el escudero de Saúl, que, porque vio que su se-
ñor se mató, se mató él también. ¡Oh cuántos criados mue-
ren con pecado por ver morir a sus señores pecando, etc.!
¡Oh cuán nueva y recia palabra ha de ser a los mayores:
"Tantas y tantas ánimas juraron: por veros jurar, juraron;
180 siguieron la vanidad de la honra, etc. ; Sanguinem earum
de manu vestra requiram"! Tot animarum reí sunt quot
mala exempla dederunt.
Cualidades del Dígase qué tales han de ser los que van
ministro del a predicar o ser curas. Amor de Dios y
185 Evangelio prójimo, en ir dos juntos. Item que ten-
gan paz entre sí, porque, de otra manera,
¿cómo la ternán los subditos? Item no vayan cargados de
subsidios temporales, porque, ocupados en esto, no podrán
vacar bien al oficio de ánimas, que pide a todo el hombre,
190 y plega a Dios que abaste; y los que los envían han de pro-
veer que tengan suficientemente de comer, secundum ülud:
Presbyteri duplici honore; y limosna aceptísima, acepta a
Dios, es quitar estas cargas de su mantenimiento, o de los
que tienen a su cargo, a un hombre que tiene talento para
195 aprovechar a las ánimas, y por no tener qué dar a los su-
yos, está atado, etc. Las limosnas espirituales que tocan
a ánimas, mejores son que las corporales; mas como no se
ve la calentura y la lepra y la muerte de un ánima como la
del cuerpo, hay más gente que entienda en remediar un
200 cuerpo que un ánima. Dilatetur: Plangis corpus, a quo re-
cedit anima; et non plangis animam, a qua recessit Deus.
Paguémosle a Cristo Lo que les mandan predicar es que
sus trabajos e¿ r&lf de los cielos se ha acercado
de pretérito, que quiere decir: las
205 leyes del Evangelio, que son conformes a las del cielo, y
190 de] dé adii. || 200 Delaklur
170 San Jerónimo, Ep. 60, 14 (ML 22, 598 s.) : «Xa te ocal i oin-
iiium diriguntur, domus tua et i on versado, quasi in specula consti-
tuía, magistra est publicac disciplinae. Quidquid feceris, id sibi om-
nes faciendum putant. Cave ne comimittas, quod aut qui reprehenderé
volunt, digne lacerasse videantur, aut qui imitari, cogantur delin-
quere».
182 Cf. Ez. 3, 18 ; 33, 8. 192 1 Ti™. 5. i"-
185 Le. 10, 1. 203 Mfc. 3, 2 ; 4, 17.
8l. FIESTA DE EVANGELISTAS
125S
la gracia del Espíritu Santo, que se ganó por la muerte
del Señor. R'egnum Dsi non est esca et potus sed iustitia,
pax et gaudium in Spiritu Sancto. Dilatetur cuánto valen
estas cosas, y cómo no se puede haber la segunda sin la
210 primera, ni la tercera sin la segunda, y por eso se llama
la Iglesia regnum caelorum, aunque también comprehende
a los que tienen fe muerta, etc.; y así como uno que está
en gracia se dice estar in regno caelorum, así quien en pe-
cado mortal, en el infierno, porque lo principal de lo uno es
215 la gracia y amor de Dios, y del segundo el pecado. Con este
reino de los cielos convidamos los predicadores a los oyen-
tes, y no hay quien nos quiera oír. Y matándose sobre una
blanca, no quieren recebir un reino. Pro nihilo habent ter-
ram desiderabilem. Mucho es de doler aquesto por el bien
220 que pierden; mas mucho más porque se pierde el precio con
que se compró. Si queréis saber por qué padeció Cristo bo-
fetadas, etc., fué porque vos seáis honrado en el cielo. El
entre ladrones, vosotros entre ángeles, etc.;- y de ver tan
gran precio como es la vida de Dios perdida con tantos do-
225 lores, sacaréis el valor de la gracia y del reino del cielo,
etcétera. Y quien esto desecha y está sin ello, cuanto es en
sí hace que haya sido en balde tanto trabajo.
¡Oh cosa para llorar, que, sigún dice el evangelio, el
trabajador es digno de su jornal, y quien no le paga, dice
230 la Escriptura: Qui defraudat mercenario mercede sua, et
qui effudit sanguinem, fratres sunt! Si el no pagar a quien
cava en tu viña y ara en tu campo, y a quien te sirve de
mayordomo, y al zapatero, y al sastre, etc., es como derra-
-mar sangre, y merecs castigo de homicida; y quejándose
235 delante de un juez, les mandan luego pagar; ¿no habrá,
Señor, quien advierta que merecéis vos que os paguen lo
que traba jastes sirviendo a los hombres? ¿Y de que les ser-
vistes? Venit ministrare, et daré animam suam in redemp-
tionem pro multis. Sírveos el trabajador de cavar la tierra,
240 y está cavando y cayéndole el sudor por la cara; y cavan a
Cristo sus pies y sus manos, y corre de allí su preciosísima
sangre, y no hay quien la pague. Y si os parece esto poco,
caváronle su cabeza con espinas, su cara con bofetadas,
et super dorsum meum aravernut peccatores. Dilatetur. Y
217 oír] Chrysostomus : Regnum promittit Christus, et contemnitur ; sc-
2o8 Cf. Rom. 14, IJ.
2iS San Juan Crisóstomo, Tu Act. Apost., hom. 61, 3 (MG 60, 60) :
«Regnum pollicetur Deus, et despieitur ; gehennam conciliat diabohis,
et honoratur». (
219 Of. Ps. 105, 24.
229 Le. 10, 7 ; 1 Tim. 5, 18.
231 Cf. Eccli. 34, 27.
259 Cf. Mt. 20, 28.
244 Cf. Ps. 128, 3.
1260
SERMONES. CICLO SANTORAL
245 si en tu entendimiento no hdbiere juicio de razón que te
mande pagar jornal tan deb[i]do, el mismo que por ti pa-
deció ha de ser el juez y ejecutará la ley dicha: Fratres
sunt. "La sangre derramé por ti; pues que no te aprove-
chaste de ella, págamela y sé compañero en la pena con los
250 que me la derramaron". Frustra et vane, dice el Señor en
Isaías, consumpsi fortitudinem meam; ergo iudicium meum
cum Domino, etc.
¡Oh, desdichado de aquel por el cual se derramó una
sangre que da voces por- él, pidiendo perdón, y que, por no
255 aprovecharse de ella, da voces contra él, pidiendo vengan-
za! ¿Qué sentirás cuando te diga: Sanguis fratris tui clamat
ad me pidiendo justicia? ¿No es mejor, hermano, que, pues
esta sangre siempre es oída, que pida para ti misericordia,
que no venganza? Oye su clamor, que te pide paga de su
260 jornal, y oirá Dios a ella que pide perdón para ti y todos
los bienes; mas, si no le oyes desde la cruz, diciendo: Sed
he", qui obturat aurem suam ad clamorem pauperis, clama-
bit ipse et non exaudietur. Que le des a beber te pide, en
pago de sus trabajos, lágrimas por tus pecados, humildad,
265 paciencia, etc. Más aún, no te pide esto a tu costa; El te
lo dará, con que lo quieras recebir. El te ofrece la gracia
y las virtudes. Extiende la mano de tu libre albedrío a re-
cebir lo que graciosamente te da, que, aunque seas peña
dura, El te herirá ese corazón para que salga agua de ti:
270 de deshonesto te hará casto; de soberbio, humilde, etc.; y
no te dejará hasta que te ponga en su gloria.
Véanse los santos sobre este evangelio, y sobre el capi-
tulo décimo de San Mateo, porque allí escriben más para
declaración del evangelio.
275 Y perdone vuestra merced, porque la poca salud y la in-
suficiencia no lo dejan ir mijor ni más presto. Examínelo
vuestra merced, no vaya algún desvarío de febricitante.
henna apparat diabolus, ct honoratur add. supra. |¡ 248 I.ansangre || 256
fratris] tis add.
252 Cf. Is. 49, 4.
257 Ct. Gen. 4, 10.
263 Cf. Pror. 21, 13.
3'6q Cf. Num. 20, 11.
82. DIFUNTOS
1261
82 No TOMES PENA DE LOS DIFUNTOS, COMO LOS
QUE NO TD2NEN ESPERANZA *
Difuntos. En unas exequias
(Oña. Arch. Loyole, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis. f f. 82 r - 89 v.)
■Yoíiiimis ignorare vos, Jratrcs, de doritticntibus, uf
non conlristcmini, sicut et caetcri Qui spcm non ha-
bent (i Thess. j, [13]).
Exordio Por terrible y espantosa y despreciada que apa-
5 rezca la muerte, hay en ella muchos y mUy
grandes provechos y bienes, si bien lo sabemos considerar.
Cierto, no dejara tan grande venganza Dios si de ella no
pensara sacar algún bien, y será muy grande, más que el
mal que el demonio procuró; pero es menester, para que en
10 esto nos aprovechemos, tener ojos cristianos y la pruden-
cia del Espíritu Santo para bien sentir de ella. Y por muy
seguros que estemos, lejos de nosotros, que, habiendo me-
nester pedir socorro y ayuda de Dios para esta hora, vá-
monos de en fiesta en fiesta, de mortuorio en mortuorio.
15 Mándanos esto Dios que, en quiriendo servir a Dios, apa-
rejemos nuestras ánimas para las tentaciones. Pues para la
tentación es razón nos aparejemos, para la hora de la muer-
te, que es tentación peligrosa, mayor razón es estar aperci-
bidos, pues esta hora y este día no están lejos de nosotros.
20 Dícenos y aconséjanos San Pablo que no tomemos pena
de los que duermen, de los que ya pasaron en esta vida; no
estemos con dolor ni tristura, como lo suelen hacer los que
no tienen esperanza de gozar de la vida esperitual que es-
peramos. Consuelo grande es éste para quien ha tomado
25 pena por el difunto, tener esperanza que les irá bien en ella.
Pues para que nos sea dada en el presente sermón junta-
mente la gracia, supliquemos a la Virgen nos alcance; y
para que haga, [digamos] con devoción: Ave, María.
Contra el miedo de Estas (pa]abras, que he propuesto
30 la muerte, esperan- con el favor del Espíritu Santo y
za en la resurrección darán fundamento a nuestro ser-
món, son del apóstol San Pablo, a
la carta primera que escribió a los de Tesalónica en el capi-
12 que,] y || 14 en,] in
19 lenjos
* Ed. R. García Villoslvda, S. L; en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 22S-239. «Pro defunctis. Optimtis» (f. 82 r).
16 Cf. Eccli. 2, 1.
23 1 Thess. 4, 13.
1262
SERMONES. CICLO SANTORAL
tulo 4. Suélense cantar en la misa de hoy, de difuntos. En
35 romance: De los que duermen no queremos que seas inoran-
tes en estos negocios, como los que no tienen esperanza..
Grande empresa tomáis, San Pablo, en persuadirnos que
no tomemos pena de los difuntos. ¡Oh! ¡Válame Dios! Con
esta muerte, ¿qué haremos? ¿Hemos de poder valemos?
40 ¿Qué es de nuestro hermano, adonde ayer estábamos con
él, comíamos con él, cenábamos con él, jugábamos cm él,
peleábamos? Por cierto, grande es la miseria, grande es la
pobreza, grande es su necesidad, si a Dios no se arrima.
¿Hay nada, hay más nada que la sombra, más sombra que
45 humo, más humo que el hombre? Lleno está de miseria,
lleno es de trabajos, florecilla es que presto se pasa y presto
se corta y la coge la muerte.
Decí, ¿no pensáis en este trabajo, no pensáis que os ha-
béis de morir? ¿Qué haremos? ¿Qué remedio? Está el la-
50 drón aguardándonos para robarnos, está en celada para nos
matar e ferir, ¿y que no busquemos remedio? Algún día,
pues, ha de venir por nosotros. ¿Lloráis? Agora vosotros
tenéis pena por la muerte ajena, otro día la tendrán por la
vuestra.
55 — '¿Qué remedio, padre, qué remedio? — Dice San Pablo:
No queremos, etc., que seás inorante en este negocio, por-
que no tengáis tristeza, como los que no tienen esperanza.
De manera que el tener esperanza, como dice San Pablo,
es remedio para que no le tengamos miedo; y tener miedo
60 es señal de no tener esperanza; ni hay otro remedio ningu-
no para tener esperanza que no dejar acá en el mundo al-
gún arrimo. No es posible que en el corazón donde hay amor
de las cosas de acá, lo haya de lo verdadero. Quita, arran-
ca de raíz el amor, el cuidado demasiado de estas cosas pe-
65 roc[e]deras, que tan presto las dejamos, y veremos luego
cómo crece el amor y la esperanza de las cosas del cielo.
Y no puedes allegar de otra manera a esta esperanza, que
es muy alta, sino con dejar todo lo bajo de acá, todo lo
que ha de perecer y pasar como sombra y como viento.
70 — ¿Pues qué remedio suficiente para este mal de temor?
—Hay remedio, sí, y potentísimo: esta esperanza; y no hay
otro. San Pablo ad Hebraeos dice antonomastice : Spe salvi
facti sumus. — ¿Por qué, San Pablo? — "Porque simul ra-
36 1 Thess. 4, 13.
44 Of. 1 Par. 29, 15 ; Idb 8, 9 ; 14, 2 ; Ps. 101, 12 ; 108, 13 ; 143,
4 ; Sap. 2, 5.
45 Cf. Ps. 101, 4.
46 Cf. Idb 14, 2 ; Ps. 89, 6 ; 102, 15 ; Eocli. 14, 18 ; Is. 40, 6-7 ;
Iac. i, 10 ; 1 Petr. 1, 24.
70 Cf. Iob 7, 7.
73 Of. Rom. 8, 24.
82. DIFUNTOS
1263
piemur cum illo in nubibus obviam Christo in aera; et sic
75 semper cum Domino erimus. Itaque consolamini invicem in
verbis istis. Seremos arrebatados en los aires, y [e]ntra-
remos con Cristo, y de El para siempre jamás no nos apar-
taremos; por tanto, hermanos, en esta palabra, en esta con-
fianza, alegraos y consolaos unos a otros, no andéis tristes,
80 no andéis congojados, no toméis pena. También hemos de
creer que quien los resucitó los pondrá consigo, que los pon-
drá con Jesucristo. No penséis que quedáis mejor librados
ios que quedaren, porque los primeros que murieron, aqué-
llos resucitarán primero".
85 — ¿Moriremos los que quedaremos? — Dejemos eso, her-
mano; Dios lo sabe; será como Dios quisiere. En un ins-
tante hemos todos de resucitar, y al fin todos habernos de
resucitar, al fin todos saldremos a ver a Cristo, saldremos
a recebirle, y estaremos con el Señor.
90 ¡Oh! ¡Bendito sea para siempre el Señor, que tal reme-
dio contra las tristezas, contra los desmayos de la muerte
nos dejó! Arrebatarnos ha, y estaremos siempre con El. Si
me ha de arrebatar Cristo, si he de vivir para siempre con
Cristo, si le he de gozar para siempre, que heme de morir,
95 ¿para qué quiero tomar pena por la muerte? Consolaos,
hermano[s], que habéis de estar siempre con Cristo; vivid
gozosos y en esta esperanza, que habéis de reinar con Cris-
to, que habéis de alegraros. Afrenta hace [a] Jesucristo
quien no está consolado y alegre con esta esperanza. — ¿Qué
100 es estar con Cristo? ¿Qué es esto, San Pablo? — Que no
quiero rentas, no quiero honras, no quiero dineros ni quiero
cosas de este mundo, pues tal bien me está aparejado. Quien
tal bien ha de ir a gozar, quien tal compañía espera, no es
razón que espere en lo de acá, ni pare en lo de acá, ni quie-
105 ra ni ame lo de acá; solamente haré que espere en aquella
corripañía que para siempre ha de durar. Los que tal espe-
ranza tienen, no tenga[n] pena de los muertos. No os en-
tristezcáis, no tomés pena.
— '¿Cómo, padre, que no tengo de tomar pena? — Aun-
110 que la toméis, tanto puede y ha de poner esta esperanza,
que toda pena ha de [a]rrojar afuera. ¡Tanto puede la es-
peranza! Mirá las invenciones de Dios. ¿Quién le forzó a
Dios, quién le costriñó a decir este bien? ¿Para qué lo dice
primero que lo haga? Sé que bien pudiera callarlo y hacer-
115 lo sin decirlo primero.
75 consolamine j| 76 verbis] vobis
87 instante! estante || 88 usucucitar
101 (juiere2
79 i Thess. 4, 17-18.
84 i Thess. 4, 16.
SERMONES. CICLO SANTORAL
Quien espera, todo lo ^6 . f 0 a Muestro Kedentor
* ^ j i 11 Jesucristo y dijo: ¡Oh! Beatus
sufre, todo lo lleva, qui manducabit panem in regno
no siente nada difi- Deu No sabía lo que decía, por-
cultoso que no sabía él ni [en] tendía los
grandes bienes, las maravillas y
riquezas de los que allí están gozando en el reino de Dios.
Uno que por amor de Dios trabajó y le sirve, aunque no le
dijesen el bienaventurado reino y gozo [que] por la gracia
de Dios [le] está aparejado; si no se lo dicen, bueno es,
pero muy mejor es decírselo, porque, ayudado de la alegría
de la esperanza, esfuerza más y mejor y con más alegría y
facilidad salta y puede también llevar y sufrir los trabajos,
mirando la corona.
Cuando el herrero quiere machacar algún hierro, toma
las tenazas y áselo muy bien, y cuando lo tiene asido, Aére-
lo a su placer, sin temor que se le suelte. No hay cosa,- por
amarga que sea, que la esperanza de ir al cielo no la sufra.
Uno que muy firme tenga en su corazón: "Llevarme tiene
al cielo, gozar tengo de Dios, para siempre tengo de estar
con El", todo lo sufre y todo lo lleva, todo lo hace, no sien-
te nada dificultoso, todo le parece que es nada cuanto pa-
dece, en comparación de lo que espera, que es ir al cielo a
gozar de Dios.
Robaron a los fieles en Jerusalén todo cuanto tenían, y
quedaron muy pobres, tanto que el bienaventurado San Pa-
blo hacía, en los pueblos donde predicaba, pedir para reme-
diar la grande necesidad que los cristianos padecían. ¿Qué
hicieron aquéllos viéndose robados y pobres? ¿Lo que ha-
céis agora: entristece [r] os y llamaros desdichados y angus-
tiados hasta no más? No solamente no hicieron esto, pero
con muy grande contento y alegría daban mil bendiciones
y gracias a Dios porque es servido de visitallos, confiando
en esta esperanza que San Pablo manda: Vinctis [com]passi
estis; rapinam bonorum vestrorum cum gaudio suscepistis,
cognoscentes vos habere meliorem et manentem substantiam.
Nolite itaque amittere confidentiam vestram, quia magnam
habetis remunerationem. Hermanos, sabido habernos cómo
con gozo recibist[e]is haberos robado vuestra hacienda, co-
nociendo y teniendo por cierto que tenéis mejor y más per-
maneciente hacienda. No perdáis vuestra esperanza, la cual
será muy bien satisfecha.
Decime, ¿cómo se hace esto? ¿Entendéis este lenguaje?
137 dificultosa
149 yinctis] venistis
IIQ Le. 14, 15.
153 Hebr. 10, 34-35.
82. DIFUNTOS
1265
¿Ha venido esto por vuestra casa? ¡Pobre de mí! Que se
160 os cae un real, y no hay quien os pueda apaciguar por vues-
tra pérdida. Por pequeña que sea, os turbáis luego, andás
con mil congojas y de[sa] sosiegos. Pues os roban, y andáis
para desesperar. Decid, ¿cómo se hace este latín? ¿Qué
cosa es paciencia, qué cosa es consolaros en las caídas y
165 desprecios y pérdidas de acá? Con la esperanza de las cosas
por venir, con firmeza que os haga esperar por más cierto
lo que esperáis, que no lo que acá perdéis. Cognoscentes vos
habere meliorem et permanentem substantiam. Por esto os
alegrastes en lo poco de acá, teniéndolo por mejor y más
170 seguro camino para vuestra salvación el no tener mucho.
Menos cuidado nos da lo poco; más ayuda a salvarnos que
lo mucho, porque [esto] trae consigo solicitud, peligro y
cuidado, porque, como lo amamos, danos mucha pena el per-
derlo y congoja en conservarlo. Y más cierto y seguro está
175 ti camino de trabajos que no el de descansos.
—¿Cómo es eso, padre? ¿Cómo se huelgan los siervos
de Dios más con lo poco que con lo mucho, más con los tra-
bajos que con los placeres? — -Asiólos Dios con esta prenda,
dióles a entender un poquito de lo de arriba; y eso los hizo
180 menospreciar lo presente y aborrecer todos los vicios, y que-
rer y desear aquello que para siempre les ha de durar.
Dícenle [a] Moisén que la hija del rey Faraón lo quiere
prohijar y hacer muchos bienes. No quiere en ninguna ma-
nera aceptarlo, y responde que más quiere ser aflegido y
185 servir con el pueblo de Dios que ser regalado y ser tenido
por hijo de la reina. Más, dice Moisén, más quiero traba-
jar que descansar, más quiero ser cativo que ser libre, más
quiero padecer con el pueblo de Dios que ser rey de Egip-
to. ¿Quién hizo todo esto? ¿Quién causó todo esto? La es-
190 peranza. ¿Quién hace a los que tienen cuentos, quién causó
todo esto: los que son de sus mayorazgos, a los que tienen
en este mundo rentas y posisiones, olvidar y dejarlo todo
y irse abobados a los monesterios a servir, a ser como es-
clavos, a ser bajuelos y menospreciados y malvestidos y ro-
195 tos, y precian más esto que todo lo de acá? ¿Quién hace
esto? La esperanza. Asióles Dios, mostróles una centellica
de lo de arriba, quedaron tan enamorados, que no hay nin-
guno en el mundo, ni regocijos que los levanten, ni mal ni
trabajos que los derriben. Aspiciebant enim in remuneratio-
200 nem. Porque miraban a la paga, pensaban en el galardón.
■ Y es tan grande, que de buena gana se meten en grandes
trabajos por él. Esta hartura los trae muertos de hambre;
esta abundancia los tiene en necesidades; esperando este
172 silicitud 196 esparanza || 190 ;i=pcciebant
200 Cf. Hebr. ii, 24-26.
1266
SERMONES. CICLO SANTORAL
consuelo, quieren vivir desconsolados; no quiere[n] vivir
205 en este mundo; comen malos manjares, porque esperan los
de allá; no hay mal que no sufran con alegría, ni hay pla-
cer acá que les dé alegría, ni pena que les quite el gozo.
Spe gaudentes, dice San Pablo.
El que tiene este bien, el que tiene en su corazón esta
210 esperanza, el que espera estas ciertas riquezas, está alegre
y gozoso. Dígalo San Joan en su primera canónica: Videte
qualem caritatem dedit nobis Pater, ut filii Dei nominemur ,
et simus. Mirá, hermanos, que de antemano los que agora
sirviéremos a Dios tenemos este bien, hanos hecho el Padre
215 merced, esta caridad; hanos mostrado en esto el amor que
nos tiene, que nos nombremos hijos de Dios y lo seamos,
mientras en este mundo viviremos, porque no podemos por
agora gozar de su conocimiento claro; pero cuando en hora
buena salidos de esta carne miserable apareciésemos, [se
220 nos] descubrirá para que nos gocemos; vello hemos y go-
zarnos hemos con verle; verle hemos como El es, visión
clara sin estorbo.
El que espera se lim- E1 que tuviere esperanza en su
pia, se santifica, sir- corazón, el que viviere arrimado a
225 ve con amor este firmísimo bien, no tiene en
nada todo esto perecedero de acá,
todo lo que el mundo tiene en mucho, todo lo que honra,
todo lo que estima, todo lo huella y lo desprecia y lo arroja
de sí, como a cosas que no dejan al ánimo en verdadera
230 limpieza y esperanza. Omnis qui habet hanc spem sancti-
ficat se ipsum, sicut et Ule sanctus est. El que tiene esta
esperanza limpiase, santifícase en el Señor, como El es san-
to; mayor cuidado, mayor diligencia, mayor solicitud tiene,
mirando y remirando cómo agradará a Dios, cómo le ser-
235 virá, cómo le contentará con todo, más mil veces sin com-
paración que un paje ni otro criado tiene de servir al rey
ni a otro señor alguno. Andan encendidos en un vivísimo
amor y caridad, que no los deja reposar, embebidos y ab-
sortos en cómo amarán más, cómo servirán más, cómo agra-
240 darán más; mas el que esto no tiene, el que no trae esta
diligencia, este fervor, luego se cae, luego empereza, luego
desmaya, luego vien[en] los temores, luego se cansa en los
trabajos, y dice que no puede sufrirlos. Lo que antes era
con el amlor fácil y liviano, ya se le antoja dificultoso y
245 pesado.
214 sicrvicrcmos || 220 liemos
242 lucguo2
208 Rom. 12, 12.
216 i lo. 3, i.
233 Cf, i lo- 3. 3-
8fl. DIFUNTOS
1267
No ha de ser ansí el servir a Dios. ¿No merece por ven-
tura el Señor que le sirváis? ¿Por qué no lo hacéis con
mucha solicitud, con entrañable amor, con ferviente cari-
dad? Paga y buen galardón os está aparejado; no puede
250 haber puesto cuidado en esto, ni serán mal empleados los
trabajos que por ello padeciéredes. Dice el Señor por Esaías:
Non dixi semini Iacob frustra: quaerite me. No dije yo en
vano a la casa de Jacob: Hermano, búscame, sírveme. Pues
tan bien has de ser pagado, pues tal galardón esperas, no
355 sirvas con pereza, no seas flojo.
— 'Padre, es grandísimo trabajo servir a Dios. ¿Quién
ha de poder estar tan abajado en todo? ¿Cómo tengo de re-
zar, ayunar, dar limosnas, hacer obras buenas? Obras bue-
nas quiere Dios que hagan los que le han de servir. No pue-
260 do, no me atrevo a ponerme en estos trabajos, ni saldré
con ellos. — Engañado estás. Dígote de verdad que son ma-
yores los trabajos que pasa uno que no sirve a Dios que no
el que le sirve, porque es tan grande el tormento de la mala
conciencia, aquel continuo desasosiego y descontento que
265 dentro de sí tienen los que no sirven a Dios, que no tienen
los trabajos que hay a le servir con ellos. ¿Quién podrá de-
cir las continuas voces que allá dentro les andan dando:
"Mal haces esto, mejor fuera así, cata lo otro, mira que
pierdes a Dios, mira que le ofendes, ofendido lo has, ¿qué
270 será de ti?, ¿dónde irás?" ¿Para qué quiero más pesado?
¡Oh qué pesado quintal de plomo! Más pesado este conti-
nuo martirio y desasosiego.
Por no caer en estos males, es necesario poner mucha
diligencia para servir a Dios. Porque la pereza, las cosas
275 que de suyo son fáciles y livianas, las hace pesadas y di-
ficultosas de hacer y como imposibles, y hace que se pier-
da esta rica joya de la esperanza, y hace perder la pacien-
cia. Al casado hace que no pueda sufrir a su mujer; al
religioso hace que le parezca mal la celda, que huiga de ella;
280 al otro, que esté mal con el vecino, que no le pueda sufrir,
que lo aborrezca de manera, que todo lo que antes, siendo
cuidadoso de Dios y del provecho de su ánima, le era fácil,
todo lo llevabas y todo te parecía poco con la grandeza del
amor, agora, que te has hecho flojo y perezoso, todo es pe-
285 sado, intolerable. Tu mujer buena era, tu vecino buena con-
dición tenía; en ti está el mal, tú eres el flojo, el impacien-
te, el incomportable y desgraciado. ¿Qué causó esto todo?
La impaciencia, la tibieza, que está arraigada en tu corazón,
251 pareeieredes
257 abayado || 261 Dígole] Dile
276 se] si " 278 casado] cavo \\ 285 intoüarable
254 Is. 45, 19.
1268
SERMONES. CICLO SANTORAL
y la falta de la esperanza y de las cosas eternas que espe-
290 ramos. El que esta esperanza tiene, santificase, alímpiase.
Mucha razón es, Señor, que si tengo de estar con vos,
que si tengo de gozar de vos, que sea limpio, que sea casto,
que sea sufrido, que tenga todas las condiciones que vos,
Señor, tenéis; que os parezca, Señor, en tener algo bueno
295 de lo mucho que vos tenéis; que sea limpio, manso, sufrido,
como sois vos. Cosa de vergüenza y de afrenta salir delante
del rey a fiestas y regocijos sucio y mal vestido, roto y Heno
de manchas. Hermano, si han de ver tus ojos, si han de ver
aquella limpieza suya, límpiate, no te canses, entiende toda
300 tu vida en este limpiar y santificarte, entiende en este apa-
rejar. Si algún mal te convidare, si la carne te alegrare, si
el mundo te quisiere engañar, dile, respóndele como José
respondió a la mujer de su amo, que lo trataba que come-
tiese adulterio, y respondió como fiel a su amo.
305 ¡Señor, Dios mío! Mancebo era y gentil era, pero era
tan grande el respecto y reverencia que tenía en la presen-
cia y majestad de Dios, que dijo aquellas palabras. ¿Cómo
dijo: No puedo yo hacer eso? ¿No tenia libertad? ¿No te-
nía libre albedrío? Sí, pero es esto como cuando uno tiene
310 un amigo que mucho quiere y ama, que no le enojará por
cosa del mundo, y ruéga[s]le que haga alguna cosa, que se
enojaría su amigo si lo hace, y dice: "No puedo hacer eso,
no me lo mandes, que no es cosa que lo puedo hacer". No
quiere decir allí que él no lo puede hacer, que no tiene liber-
315 tad para hacerlo, sino que no tiene voluntad para lo hacer,
por no enojar a su amigo, a quien tanto ama. No era Josef
como los mancebos de agora. Si les decís que no pequen,
dicen que no pueden menos. Si le decís al otro que deje a
fulana, dice que no lo puede hacer; que deje el juego, también
320 dice que no le puede hacer ni acabar consigo. Para todos los
males están aparejados y ningún bien pueden hacer.
Habíamonos de afrentar de las amenazas de Dios. Si fué-
semos hijos de obediencia, si tuviésemos a Dios amor de ver-
daderos hijos, habríamos de querer que no nos mandase
325 Dios debajo de penas, debajo de infierno, debajo de casti-
gos, que lo amásemos, que cumpliésemos sus mandamientos,
que no lo ofendiésemos. Que no dice el Señor: "No hagas
esto, que me enojas en esto" ; "no lo hagas, que te echaré en
los infiernos".
330 ¿Qué sentís? ¿Cómo podéis ofender a quien tanto bien
os ha hecho y ha de hacer? Siquiera porque esperáis recibir
tanto bien de El, le habíades de agradar en cuanto pudie-
29a teneuo |] 300 tu] to
314 dice
308 Cf. Gen. 39, 9.
1269
res. ¿Cómo enojaré yo a quien tal ha de hacer por mí? Por-
que, aunque mucho sea lo que del Señor de este mundo re-
335 cebamos, mucho más ha de ser lo que en el otro mundo has
de recebir. ¿Cómo morderé yo a manos que tanto bien me
han hecho? El que tal esperanza tiene santifícase. Señor,
deseo que cuando delante de ti pareciere, que sea tal, cual
de razón ha de ser uno para el cielo. El que ha de ir a ver
340 a Dios para siempre, razón es que sea agradecido, razón es
que desde acá comience agradecer los bienes que le ha de
hacer Nuestro Señor en el cielo.
Bien supo Dios qué hacía en decir a los hombres: "Un
reino, un reino os tengo de dar". Por dos razones: la una,
345 porque, si no tuviéramos de Dios esta palabra que cría en
nuestros corazones esta esperanza, viviér[am]os con gran-
de descuido, esperando que por nuestros trabajos, y no por
misericordia del Señor, nos habían de dar galardón; lo otro,
quitáranos gran consuelo si no tuviéramos esta esperanza.
350 En ella nos alegramos, que no estamos tristes; con ella pa-
samos los trabajos; con ella estamos ricos, siendo pobres;
sanos, estando enfermos.
— Padre, ¿quién sabe que ha de ir al cielo? — ¿Pues qué
pensáis? ¿Que había Dios de dejar a sus hijos en tantos
355 trabajos? Los que han de gozar de El, por aquí han de ir.
No hay en los trabajos otro que a éste se iguale, y para
un hombre, puro hombre, arrimado a su saber, como pen-
sar: "¿Qué será de mí, que me tengo de ver en la hora y
necesidad de la muerte, que me tengo de morir, que tengo
360 de parecer delante del Juez, de Dios? ¿Qué será allí de mí?
¿Cómo me irá? ¿Cómo tengo de hallar a Dios? ¿Qué rostro
me ha de mostrar?"
Hermanos, ¿por qué os descuidáis de la muerte? ¿Por
qué no [o]s aprieta su certidumbre? ¿Por qué no os agui-
365 jenean sus temores? La provisión de un año de vuestra casa
os da pena y os pone en cuidado, pensando cómo lo habéis
de hacer para que os vaya bien aquel año. Pues con más
razón sería qu[e] os pusiere esta o[t]ra cuidado: lo que se
ha de determinar de vos para siempre jamás. Sabe muy bien
370 el Scñor dar cuidado de esto y fijar en el corazón una es-
peranza cierta y bastante para que el hombre que la tuvie-
re viva alegre y consolado, y no podrán quitalle de ella dia-
blos y tentaciones ni [hacerle] caer todo cuanto le viene:
— Ir tengo al cielo, bien me quiere Dios. — ¿Cómo lo sa-
■OTS béis? — Puedes decille que me quiere Dios bien; el Espíritu
santo, qup da testimonio a mi espíritu, ése me lo dice.
Puso Nuestro Señor virtudes en piedras; ansí hay algu-
337 El] Al || 341 agradecer] desde acá add. 354 dejar] Dios add.
349 quitáramos 368 pusieredes
1270
SERMONES. CICLO SANTORAL
ñas que son muy provechosas para el mal del corazón. Así
Dios a quien El quiere dar esta piedra, este joyel de la es-
peranza, con ella está nuestra alma muy contenta y muy
alegre.
Dos motivos de con- Para los que tienen de morir, oíd
suelo para quien ha dos ^medios, no para excusarla,
, K „ 7 , , sino para que, sin poderte excu-
de morir: Cristo paso -sar> haya de venir ese consuelo en
por ello; es paso para ella y la reciba con alegría: el pri-
la vida mero es pensar que Jesucristo
Nuestro Señor pasó por ella y por
los trabajos de ella. Aunque el buen cristiano pudiese ex-
cusar la muerte, viendo a su Señor Jesucristo que pasó por
ella, no había de querer excusarse, y cuando en algunos tra-
bajos y desconsuelos se viese, se había de alegrar mucho en
ellos, por habellos tenido Jesucristo y por parecerle en ellos.
El otro remedio es querer temer la muerte. Piense que, aun-
que parece cosa triste y temerosa, que por ella se pasa a la
vida que es alegre y llena de deleites. Salimos de las mise-
rias de este mundo y vamos a gozar de los bienes que Dios
nos tiene prometidos en el otro; salimos de los peligros y
vamos a la seguridad, y salimos del destierro y vamos a la
propia tierra nuestra, que es el cielo.
— Señor, ¿tenemos alguna seguridad, tenemos alguna
prenda que nos pase por este paso? — '¿Vos no sois batiza-
do? ¿Y no os metieron debajo del agua, que es señal de mo-
rirse? Pues Dios Nuestro Señor, ¿no sacó a los hijos de Is-
rael por mitad del agua del mar Bermejo? Salieron libres
y vivos; salieron vivos entrando por medio del mar. ¿Qué
quiere decir esto? Que ansí como en el baptismo te metie-
ron debajo del agua y salisti vivo, así entrarás en la escu-
ridad y terrible trago de la muerte, y saldrás vivo; tragar-
te ha la ballena y gomitarte ha como a Jonás. Dice San Pa-
blo en la epístola que se ha cantado en la misa: Si enim cre-
dimus quod Iesus mortuus est et resurrexit, ita et Deus eos
qul dormierunt per Iesum, adducet cum eo. En verdad que
si creemos que Jesús murió y resucitó, que también nos re-
sucitará a nosotros con El, si muriésemos por El. ¿De dón-
de vale esa consecuencia? Vale, porque cierto está que donde
están los pies está la cabeza, donde está el cuerpo allí se
llegan las águilas. Ubi est corpus ibi congregabuntur aquilae.
Ya El ha tomado la posesión por todos; allá nos está
esperando. El pagó nuestros pecados; ya nos concilio por
su preciosa sangre al Padre. El pagó nuestras deudas; ya
415 1 Thcss. 4, 14,
418 Of. Mt. 24, 28 ; Le. 17, :>?■
82. DIFUNTOS
1271
estamos presos en El; todo lo que El tiene es nuestro; para
nosotros lo quiere. Seguro va a juicio quien padre tiene al-
calde. Amalo, hermano. Goza del bien que te ganó. Encor-
425 pórate con El y entrarás en tu propia honra. No temas
nada. Para subir allá, grandes trabajos pasó El; así te ha
de costar a ti. Ten fortaleza y pídele socorro, que dártelo
ha. No habrá cosa, por fiera y espantable que sea, que con
su ayuda no la venzas. No temas, que El solo basta para
430 defender de todos cuantos sobre la tierra te pueden contra-
decir. Pues un hombre por ahí se pone a morir, si es me-
nester, por lo que a su esposa cumple, por la uñita de su
pie, cuánto más virtud hay en Jesucristo para hacer esto
por quien El ama y por quien El es amado, y en cuyos áni-
435 mos vive y mora. Llámalo, que El y nosotros somos uno,
un cuerpo somos, El la cabeza y nosotros los miembros.
Grandes prendas de amor nos ha dado. Quien esto entien-
de, ¿cómo toma pena por los muertos, como lo hacen los
que no tienen esperanza?
440 Plu[g]uiera a Dios que no pudiéramos señalar a alguno
de los que aquí estamos tamquam spem non habentes. Aquel
agradece bien la merced que le hacen, que se mira después
de l[a] haber recibido, como si no la hubiera recebido,
par[a] alzarse con ella, y mira cuán lejos está y estuviera
445 agora de aquel bien si de él no le hubiera hecho gracia.
Quiere Dios que te acuerdes y tengas en la memoria ei lugar
donde te sacó y las vanidades en que andabas envuelto. El
día que bien pensares esto, cómo aquella misericordia y
amor de Dios te hizo tantos bienes, volviéndole tú males por
450 ellos; cómo te buscó, ascondiéndote tú; cómo te trajo, hu-
yendo tú; cómo te rogó, menospreciando tú sus ruegos;
cómo te halagó; cómo te perdonó, no una vez, sino ciento;
di: "A quien tanto bien me ha hecho, ¿que le ofenda yo?
A quien tanto me quiere, ¿que le olvide yo? ¿Que me sacó
455 del infierno y que no se lo agradezca yo?" Que todo es uno,
sacar del infierno y estorbar que no vaya allá.
Esperanza viva y Dice San Pablo: Acordaos que vivía-
esperanza muerta des en vuestra voluntad ; si queríades
vengaros, os vengábades; si queríades
460 mentir, mentíades; si queríades ser deshonestos, éradeslo.
¡Oh! Maldita sea tal maldad, tal osadía: quitar la corona a
Dios y ponella a vosotros. ¿Cuál es la corona de Dios? Que
se haga su santa voluntad y que no haya otra voluntad.
Quitamos la obediencia a Dios, dejando de hacer lo que nos
441 Of. Kpli. 2, 12.
457 Cf. Eph. a, xi.
463 Cf. Mt. o, 10.
1272
SERMONES. CICLO SANTORAL
465 manda. Horret intellectus, horreat pariter et affectus. Si
tu voluntad y la de Dios combaten, si traes guerra dentro
de ti, sabe cuál es lo que se ha de hacer, tu voluntad u la
suya. Al cabo salga Dios con la corona, reine Dios en tu co-
razón. Haz su santa voluntad. No ha de haber más de un
470 reino, no más de una cabeza, uno que mande, no más de
una voluntad. El que no hace esto, deja a Dios y desobede-
ce su santa voluntad.
El que vive en este mundo consigo proprio, sin Dios en
el obedecer, se halla en el otro sin Dios en el gozar. ¡Oh,
475 lástima grande, que habiendo en Dios tantos bienes como
en El hay, tanto poder y tanto saber, tanto amor y cari-
dad, hermosura y riquezas, eternidad y millones de bienes,
que no hay lengua que los pueda decir ni declarar, el mal-
aventurado infernal se queda ayuno de todo esto, como si
480 no fuese! ¿Qué le aprovecha que haya todos estos bienes y
maravillas y riquezas en Dios, si no ha de gozar de El ni
de ellos? Este es el mayor castigo que el alma ha de tener
allá en el infierno: cómo la privaron del gozo de Dios; y ésta
ha de ser la mayor pena que sintirá alia. Llámase poena
485 damni. Justicia justa de Dios es, que, pues viviste en el
desobedecer sin Dios, también vivas sin Dios en el gozar.
Acordaos, dice San Pablo, de aquellos días. ¿Cómo?
¿Que hay algunos que no tengan esperanza? Preguntaldo
al dormilón, y al vicioso, y al adúltero, y al logrero. Todos
490 esperan y dicen que han de ir al cielo, y se matarán con
el que lo contrario les dijere. Estadme atentos.
- — Decinos, padre, ¿hay esperanza viva y fe viva? —Leed
en San Pablo, y alegraros han aquellas palabras dulces que
allí nos dice: Benedictus Deus et Pater Domini nostri Jesu
495 Christi, qui secundum misericordiam suam magnam regene~
ravit nos in spem vivam per resurrectionem Iesu Christi ex
mortuis in hereditatem incorruptibilem et incontaminatam et
immarcesibilem. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que a los que éramos hijos d[e] hombres no más,
500 nos ha regenerado, no para que seamos pobres como lo éra-
mos, sino para que seamos ricos en la esperanza; hanos
dado esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los
muertos, en heredad, herencia incorruptible. ¡Oh herencia
limpia, herencia fresca, que no se ha de marchitar ni per-
505 der para siempre! ¿Qué decís, San Pablo? ¿Hay esperanza
viva y esperanza muerta? Y si la hay, ¿cuál es viva y cuál
es muerta?
470 de,] di
482 castigrtio
492 Dacinos |,| 497 heriditatem incorruptibekm ] encontamiatam || 503
incoprrutible
503 1 Petar. 1, 3.
S2. DIFUNTOS
1273
Hermano, si presumes en tu corazón y lo dices con las
palabras que has de ir al cielo y no tienes los efectos en
510 las obras, esta esperanza muerta es. Esa tal esperanza, pre-
sunción la llamo yo. Quiero decir que el que tiene esperanza
y con ella tiene obras, declara que es para ir al cielo. Ama,
obedécele, sírvele, entiende en hacer buenas obras a sus
prójimos. Y si no hay nada de esto, sino solamente dice con
515 la boca: "Al cielo tengo de ir, esperanza tengo de ir allá",
esta tal esperanza, muerta es y sin fruto alguno.
El que espera de ir al cielo, no le cativan los placeres
de acá, no le entrarán en el corazón, no le pasan de los dien-
tes adentro, ni los muchos trabajos en el corazón le desma-
520 yan. No te engañes, hermano. Si tú pecas, ¿quién te hace
entender que has de ir al cielo? ¿Cómo esperas de ir allá?
¿Con qué ojos piensas ver a Dios, a quien ofendes? No lo
esperas. Si lo esperas, muerto lo esperas. Mira qué tanto
es esto, que dice San Pablo: Desperantes, semetipsos tradi-
WS derunt impudicitiae in operatíonem inmunditiae.
La doncella que espera casamiento, o que le han dicho
que el rey la quiere tomar por mujer, anda muy recatada,
de todos se guarda, en todo teme, por no perder tanto bien
como es tomalla el rey por mujer, siendo ella tan baja. Esta
530 tal, ¿trocaría por una manzana que la diesen la esperanza
de su casamiento? "Quitadme allá eso, diría, que tengo un
espejo muy alto; ¿cómo tengo de perder tanto bien por esa
manzana, por una pequeña nonada?" Si anduviésedes con
aviso y si trujé[se]des los ojos ab'ertos, no os descuidaria-
535 des en cosa que tanto os va, no añublaríades vuestra espe-
ranza ni la mataríades. Si no fuésedes tibio, lloraríades ese
pecado.
— ¡Oh padre! Que nunca hago sino llorar, y luego torno
a caer. Cierto, pues que tantas veces torno a caer, desecha-
540 do me tiene el Señor. Dicí, ¡oh flojo hermano! Si tú tienes
la gracia, si tú tienes en tu corazón este don del Señor, esta
esperanza viva, guárdala bien con muy grande cuidado,
como la doncella muy casta y amiga de la limpieza, que
guarda su virginidad. Si tú esperas de ir al cielo y no tienes
5*5 cosa ni haces cosa de hombre que tiene de ir al cielo, aun-
que mucho digas que has de ir al cielo, desengáñate, que
no has de ir allá. Estos flojos, estos que todavía viven des-
cuidados de si, en viniendo la muerte, verlos heis temblar,
entristecerse en gran manera. Y aun estando en peligro de
"50 muerte no le habéis de osar decir: "Confesaos"; luego se
turban y se desmayan y pierden su falsa esperanza. Cuan-
515 tenguo^,
526 espera] es para
Eph. 4, 19.
1274
SERMONES. CICLO SANTORAL
do caes enfermo, cuando parece que se llega la hora de la
muerte, si fueses hijo que amases tu Padre celestial, holgar-
te hías, porque se llega la hora de ir a verlo y a gozarlo.
555 Si fueses buena mujer, leal a tu marido, cuando dijesen que
venía, alegrarte hías, porque deseabas verlo.
¿Qué han estos hombres, Señor? ¿Por qué tiemblan de
vos? ¿Qué les habéis hecho? ¿Por qué rehusan tanto pa-
recer delante de vos? Puedes decirles que piensen un poco
560 la muerte. ¡Guárdenos Dios! Espanta. No lo querrían oír
mentar, cuanto más parar a pensar en ella. Pues mirad que
cuanto más huyéremos de ella y cuanto menos pensáredes
en ella, tanto más recio será el tormento y turbación cuan-
do viniere. Provechosa cosa ea para aquella hora habernos
569 ejercitado algunos ratos en la haber pasado por pensamien-
to. ¿A quién, pues, le está bien la muerte? ¿Quién recibe
consuelo con ella? ¿Quién se alegra con su venida? ¿Sabéis
quién? El que en esta vida mortal está como Cristo estuvo
en ella. Prenden a Cristo, llévanle delante de juez, danle
570 bofetadas en su sacratísimo rostro, azótanlo, corónanlo de
espinas, hacen burla de El, llévanlo entre sayones y ladro-
nes en la cruz, y allí le enclavaron y de allí dió su santo
espíritu al Padre. Si tú quieres allí morir con El, no teme-
rás esta otra muerte ni te espantará cuando la vieres venir.
575 — ¿Qué queréis decir, padre? — Si tuvieres sufrimiento
para sufrir sayones, como sufrió Jesucristo, y quedares fir-
me en la obed[i]encia del Padre Eterno, ternás esperanza
que, pues por Cristo mueres, padeces trabajos por Cristo,
vivirás en El.
580 — No lo entiendo, padre. — ¿ Sabéis qué? Con tentaciones
de carne; que os saca los ojos una mala querencia; que os
trae penado una envidia y os hace desesperar. Bien sabéis
estas cosas. Pues mirad, que así como en todo lo que Cristo
padeció andaba cercado su sacratísima ánima de muerte, de
585 sayones que le atormentaban, así, en lugar de aquéllos, en-
damos nosotros cercados de pasiones y tentaciones, las cua-
les para nosotros no son menos sayones ni menos penosas
que para El aquéllos. Mil veces os veréis en trances de muer-
te con estas tentaciones que el demonio levanta, leones, dra-
590 gones, contrarios y enemigos de ese Cordero que tenéis en
ese corazón. Dirá mal de vos^ el que poco antes dicía bien;
tu amigo que mucho amabas *te será contrario y persiguirte
ha, y la carne te hará mil halagos; el mundo te pondrá de-
lante favores y no temores; muchas cosas se te ofrecerán
595 en que no sepas darte manos en ella. El que en todo tuviere
552 llegua
590 Cf. Apoc. 12, 4.
82. DIFUNTOS
1275
firme y dijere: "Aunque reviente, no ofenderé a Dios", está
muerto con Cristo.
No dejes que reine en poco ni mucho el mal apetito en
tu corazón. Muere en todo con Cristo, porque vivas para
siempre con El. Mata a todo lo del mundo, a todos sus de-
seos, a todos sus halagos, a todo lo que te convida, y no te-
merás. Pero si, en rogándote cualquiera cosilla por ahí, lue-
go te rindes; en ofreciéndola alguna ocasión, luego te dejas
caer o vencer, y no sufres guerra contra tus deseos, teme-
rás la muerte, y aun más y más hay que temer. Es por no
pasar una poca de pena en vencer tus pasiones y por no pa-
sar amarguras en dejar de hacer tu voluntad. Día vendrá
en que tragues otra peor copa de amargura y entenderás
que la vida y la muerte están en la mano del Señor, y que
fué la muerte cosa ordenada para tu bien y provecho y no
para tu mal, como tú piensas, y por eso le ames.
Pues ¿en qué estábamos? Decíamos que los que no es-
taban aparejados para morir, en mentándoles la muerte se
turban y desmayan. Hay otros que no tienen esperanza,
porque todos- se emplean en los cuidados y negocios de esta
vida; en ninguna otra cosa tienen su atención y amor sino
en lo de acá. Esto extremada locura es. Andas triste con
cuidado de cómo está tu viña, si está bien labrada, si está
con esquilmo, si tienes en tu casa lo que has menester, si
te falta agora algo, y el alma tan olvidada como si no fuera
cosa de que se había de hacer caso, ni aun te pasa por el
pensamiento. Si lo tienes, ¿qué mayor mal? ¿Qué mayor
locura ver a unos tan olvidados de sus conciencias, que no
hay en tu casa cosa, por vil y baja que sea, que tan olvi-
dada tenga al rincón? Tomó el malo consejo y ordenó su
casa, y el alma que se ahorque.
Pues el que no se hallare con esta esperanza, que ha de
ir a gozar de su Dios, no se alegre, no descanse ni se dé
rato de placer hasta que le truequen el corazón, hasta que
se halle con algún amor y deseo de Dios, hasta que sienta
el refresco del airecito de su tierra.
Esperanza tengo Veis aquí dos maneras de estados de
de que este difun- personas: unos viven con esperanza,
to está en camino y conforme a ella obran y tienen mu-
de salvación cho culdado de sus ánimas y concien-
cias; otros viven descuidados, temero-
sos, desconfiados y con mucho temor de la muerte. ¿De cuál
de éstos diremos que es nuestro difunto? Grande osadía es
ésta, que osemos afirmar y decir de un hombrecillo, de un
606 y] si add. 633 viven] vienen
613 aparejadas f| 617 tristi
62<5 Cf. 2 Res
SERMONES. CICLO SANTORAL
640 hombre que andaba entre nosotros, de uno que comía tierra,
un pusilánimo, gusanillo podrido, que por la misericordia
de Dios está en buen lugar, está en camino de salvación,
que está en víspera de ir a gozar de Dios ; de un hombre que
trataba y hablaba con nosotros, que está en seguridad, está
645 ya fuera de los trabajos de este mundo y muy cerca de aque-
lla vida que para siempre ha de durar con Dios en su reino.
Más me consuelo yo con éstos que con un San Pedro y
San Pablo, porque aquellos bienaventurados santos, como
fueron las primicias del Espíritu Santo, recibieron grandes
650 dones de la misericordia del Señor, con que obraron las ma-
ravillas y obras que sabemos que obraron; pero estos con
quien tratamos, que conocíamos flaquillos como nosotros,
nos dan aliento y nos esfuerzan para que esperemos que
también nos hará Dios misericordia y que también nos sal-
655 varemos nosotros como ellos. En el templo de Dios habia
vasos de muchas maneras, de oro y plata, y de cobre, y de
plomo, y de palo. En el cielo y reino de Dios Nuestro Se-
ñor hay vasos de muchas maneras, unos mayores que otros
y más altos que otros.
660 Los que os hállastes a su finamiento sabéis bien esto.
Asentado tengo yo en mi corazón que está camino de sal-
vación. Cayó enfermo. Ya había andado Dios con él ; habia
puesto sobre él su mano; habíale mirado con sus piadosos
ojos. Beatus cuius auxilium abs, etc. Un tiempo andan los
665 hombres locos y olvidados de Dios. Pone su mano Dios so-
bre ellos; hace que cercenen sus obras todas y locuras y se
desenreden, y así los trae poco a poco, apulgarándolos hasta
que los madura. Los que conocistis a este difunto, sabréis
que digo verdad. Yo le fui a confesar y a comulgar, y fué
670 tanto el sentimiento que tuvo y las lágrimas que derramó,
que creo por mí cierto que no le negará Dios su gloria, por-
que no sabe Dios negar nada al que así se lo pide.
¿Pensáis que es poco tener un hombre en aquella hora
una probeza espiritual que no tenga arrimo en cosa del mun-
675 d0) sino en solo Dios y en su misericordia? Dióle como un
olvido, que para otra cosa no tenía acuerdo sino para dar
gracias y alabanzas a Dios. Entrañablemente amaba a Je-
sucristo. Casi ninguna cosa hablaba que no fuese: "¡Ben-
dito sea Jesucristo!" Pareció bien que lo tenía en su cora-
680 zón, pues no trataba sino en lo que tocaba a su ánima, avi-
sado y con cuidado de la salud de ella, muerto y olvidado
a todo lo de acá.
Esperanza [tengo] en la misericordia de Dios, pues que
053 atUos] y más altos a¡1J.
667 apulgaréndoJós] y puráridbtos a. corr.
654 Of. Ps. 83, 6.
S2. DIFUNTOS
1277
le dió fuerzas acá para [que] le rogase, que no desechará sus
«85 ruegos. Oírlo ha, cierto, cierto; que no hace El que le rue-
guen sino a quien ha de conceder lo que le rogare. A quien le
doliere su fal [1] ecimiento, que sí dolerá, consuelo es esta es-
peranza, que está en camino de salvación. A la corte es ido,
y allá iremos todos, allá nos veremos. Plega a la misericor-
690 dia de Dios que así sea y que aquí nos dé sus gracias y
después la gloria, ad quam nos perducat Iesus Chiistus Ma-
rine filius. Amen.
^á¡S£ T+'-<-r-~~l?
Autógrafo del sermón ij
(Óña, Arch. Loyola, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis)
PLATICAS ESPIRITUALES
DOS PLATI
CAS HECHAS ASACER
dotes , por el Macftro Auila,
predicador del
Andaluzia.
Con Ucencia del Ordinario ¿mprcffil
en Cordouapor An dres
Barrera, Año
dc.ijpj*
Portada de las, «üos pláticas hechas a sacerdotes» (Córdoba, 1595)
INTRODUCCION
Platicar a estudiantes, clérigos y monjas fué una de las
más asiduas ocupaciones del P. Mtro. Avila. En^ los co-
mienzos de su apostolado, una plática le descubrió en Se-
villa a Hernando de Contreras1. En Granada fueron famo-
sas sus pláticas espirituales a los estudiantes. De una de
días es la frase: "Más querría ver a los estudiantes con
callos en las rodillas de orar que los ojos malos de estu-
diar" 2. Pero su mayor cuidado era en instruir a sacerdotes
y exhortarles a la santidad 3. En cierta ocasión en que unos
devotos suyos le preguntaron por qué, estando enfermo y
achacoso, "se cansaba tanto en predicar todas las noches
a unos pocos sacerdotes, respondió que porque en ellos
veía a todo el mundo" 4. Avila tenía conciencia plena de
la eficacia de la perfección sacerdotal.
Las almas consagradas a Dios en el claustro fueron tam-
bién objeto de sus preferencias. Los monasterios de Gra-
nada, Baeza, Córdoba, IZafra y Montilla repitieron numero-
sas veces los ecos de su voz. Si el lector ha ojeado el
índice de los sermones que anteceden, habrá observado que
muchos de ellos tuvieron a las monjas por oyentes. Unas
veces les hablaba en sus iglesias desde el púlpito en presen-
1 Véase Introducción biográfica, t. i, p. 62.
2 Proc. Madrid, decl. del Lic. Juan de Yardas, f. 39 r. ¿Era tanto
el cuidado que ponía el P. Mtro. Juan de Avila en el aprovecha-
miento y perfección de los sacerdotes, que el mayor estudio y cuida-
do que ponía para los sermones era para las pláticas que había de
hacer a los estudiantes, adonde también siempre acudían clérigos ;
y el más estudio eran dos o tres horas más de oración de las que
gastaba para otros sermones ; y así decía, en razón de esto, tan altas
cosas, que leyéndole al cardenal don Rodrigo de Castro, arzobispo
que fué de Sevilla (a quien este testigo sirvió de capellán), unas
pláticas que había hecho el P. Maestro a unos esbudiantes, que esta-
ban manoescritas, gustó tanto de ellas su amo, que las alabó y esti-
mó tanto, que las hizo imprimir, porque doctrina tan elevada e im-
portante no quedase sin ella ninguno de sus subditos» (Ibid., ff. 46 v-
47 r). ¿Son estas pláticas distintas de las Dos pláticas a sacerdotes?
No hemos podido localizar tal edición.
' Proc. Montilla, decl. de Juan Muñoz de Cañas, f. 561 r ; decl. de
Pedro Sánchez Arriero, f. 672 r ; Proc. Jaén, decl. del H. Sebastián
de Escabias, S. I., f. 1138 v.
4 Proc. Baeza, decl. de Pedro de Lomas, f. 1357 v.
B.Avila 2
41
1282
INTRODUCCIÓN A LAS PLÁTICAS
cia del pueblo fiel; otras veces hablaba a solas "las monjas
por la red" 5.
Una muestra de lo que eran sus instrucciones espiri-
tuales: a) a sacerdotes y b) a monjas, son las 16 pláticas
que siguen.
Las dos primeras son las Dos pláticas hechas a sacer-
dotes, impresas en Córdoba por Andrés Barrera en 1595,
y luego tantas veces reeditadas en español, en italiano y en
francés 6. La primera de ellas fué enviada al P. Francisco
Gómez, su discípulo, para que la predicase, a lo que parece,
con ocasión del sínodo diocesano de 1563; la había escrito
el P. Avila rápidamente espigando en su propio Tratado
del sacerdocio. La segunda está también inspirada en este
mismo tratado, pero no nos consta si fué también enviada
a alguien o si la pronunció el propio Mtro. Avila7. Son,
desde luego, dos excelentísimas pláticas. El Lic. Luis Mu-
ñoz, que las incorporó ,a su Vida de Avila e hizo edición
especial de ellas, decía que "en láminas de oro debieran estar
escritas en los sagrarios de las iglesias, y que sirvieran
de espejo en que se miraran los sacerdotes" 8.
Las pláticas 3 y 4, predicadas a los padres de la Com-
pañía, ciertamente no debieron ser las únicas que les hizo,
particularmente en Montilla °. La prim°ra fué publicada
en 1910 en "La Ciudad de Dios" por el P. Villalba, O. S. A.,
y la segunda por D. Juan Durántez en "Revista de Espi-
ritualidad" en 1943. Ninguna de las dos ha sido incorpo-
rada a las Obras del P. Avila.
Se incorpora también por vez primera a las Obras del
Maestro la plática 5, que es una instrucción para confe-
sores y penitentes, y que publicó el P. Ricardo García Vi-
lloslada, S. I., en "Miscelánea Comillas" en 1947.
Las nueve piezas siguientes (pláticas 6-14) son resti-
tuidas en esta edición al P. Avila. Se contienen en el Ms.
est. 8, plut. 4, n. 55 bis del Archivo de Lovola (Oña),
y son someros esbozos. Llevan por título "Pláticas 16
ad sacerdotes". El compilador advirtió: "Puso esse del
Mtro. Avila, vel alicuius docti et pii, forsitan alicuius de So-
5 Carta 197 : t. 1, p. 908.
6 Véase : t. i, pp. 10-12. A una edición desconocida hoy se refiere
el P. Juan de Vicuña en el Proceso de Baeza : «Estas dos pláticas
este testigo las hizo imprimir a su costa y las repartió por todos los
sacerdotes de este obispado de Jaén» (f. 1439 r).
7 Sohre estas dos pláticas y las cuestiones que plantean véase la
nota * de la carta 239 (t. 1, pp. 1025-1027). El Tratado del sacerdocio,
publicado por el P. Camilo M. Abad, S. L, en «Miscelánea Comillas»,
13 (1950), 95 ss., se incluye en el t. 3 de esta nuestra edición.
8 Vida, í. 3, c. ai, f. 212 r.
0 Proc. Granada, decl. de Juana de San Gregorio, f. 384 r ;
Proc. Baeza, deol. del P. Juan de Vicuña, S. I., f. 449 v.
INTRODUCCIÓN A LAS PLÁTICAS
1283
cietate" 10. El P. Uriarte, S. L, se las entregó a D. José Fer-
nández Montaña y éste las sacó a la luz en su segunda edi-
ción de las Obras de Avila 11 . Después de él, el P. Zacarías
García Villada, S. L, las excluyó de la primera edición del
Apostolado de la Prensa (1927), que él preparó, dando por
razón que, "atendiendo al estilo y conceptos", no le pare-
cían del Maestro 12. También fueron excluidas de la segunda
edición del Apostolado (1941). En 1947 se ocupó de ellas
el P. Villoslada en un artículo de la revista "Maestro Avi-
la". "No hay motivo — concluía — para que estas pláticas se
atribuyan a otro autor, ni para que sean excluidas de la
edición de las Obras completas del Bto. Juan de Avila" 13.
Parecer que hacemos también nuestro. El avisado lector,
que en esta edición de los sermones y pláticas se ha fami-
liarizado ya con el estilo y la ideología de Avila, con sus
metáforas y ejemplos, y se ha encontrado en otras ocasio-
nes con sermones apenas rasguñados (cf. los sermones 16, 17,
73, 74 y 81), adivinará fácilmente en todos estos escritos
la pluma de un único autor14.
Estas catorce primeras pláticas fueron dirigidas a sacer-
dotes. Las dos últimas (pláticas 15 y 16) fueron hechas a
monjas. Ambas habían permanecido inéditas hasta la fecha.
MANUSCRITOS UTILIZADOS
Madrid, Bibl. Nac, Ms. 3620 : Plát. 1-4.
Madrid, R. Acad. Historia, Ms. Cortes 272 : Plát. 16.
El Escorial, Bibl. Monasterio, Ms. & III 21 : Plát. 3.
Oña, Arch. Loyola, Ms. Est. 8, plut. 4, n. 55 bis : Plát. 1-2. 6-14.
Toledo, Bibl. Prov., Ms. 520 : Plát. 1-2.
Roma, Bibl. Naz. Vitt. Emm. II, Ms. Ges. 1372 : Plát. 5.
Santiago de Chile, Arch. Nac, Fondo antiguo, Ms. 131 : Plát. 15.
10 F. 113 r. Las pláticas ocupan los ff. 115 v - 125 v ; en realidad
no son 16 pláticas, sino 8, que el Ms. numera de esta forma : pláti-
cas 10, 2, 3, 13, 14, 15, otra sin numerar, 16. En el f. 115 r termina
una pieza que publicamos como (plática 14, y lo mismo puede ser final
de un sermón.
" Obras; (Madrid 1901), t. 2, pp. 548-571. No publicó el frag-
mento (plática 14) a que nos referimos en la nota anterior.
12 Obras, p. 8.
13 Varios problemas de autenticidad y critica, en «Maestro Avi-
4a», 2 (1947), 180.
14 A pesar de que en otra ocasión habíamos manifestado algún
escrúpulo con relación a la plática 8 (la 3 del Ms.), nos indinamos
también ahora por la paternidad avilina. Cf. L. Sala Balust, Los
tratados de reforma del P. Mtro. Avila, en «La Ciencia Tomista», 73
.(1947), 192.
a) PLATICAS A SACERDOTES
1 La alteza del oficio sacerdotal pide alteza
de santidad *
Plática enviada al P. Francisco Gómez, S. 1., para ser
predicada en un sínodo diocesano de Córdoba. 1563
(Oña, Arch. Loyola, Ms. est. 8, pflu>t. 4, n. 55 bis, fif. 129 r - 132 v;
Ofia, ibid., ff. 161 r - 165 r; B. N. M., Ms. 3620 tlf. 104 r - 105 v;
Toledo, BKM. Prov., Ms. 520, ff. 51 r - 58 r; ed. 1555,
fif. [A2] v - UBj] r.)
Elegit nos ab Omni... [Cf. Eccli. 45, 4].
Alteza del oficio No sé otra cosa más eficaz co:i que a
sacerdotal vuestras mercedes persuada lo que les
conviene hacer que con traerles a la rae-
5 moría la alteza del beneficio que Dios nos ha hecho en lla-
marnos para el alteza del oficio sacerdotal; pues que, ha-
biendo tantos a quien lo pudiera encomendar, elegit nos ab
omni vívente, ut dicit Ecclesiasticus, 45. Y si elegir sacer-
dotes entonces era gran beneficio, ¿qué será en el Nuevo
10 Testamento, en el cual los sacerdotes de El somos como
O = Oña, ff. 129 r ss., 0o = Oña, ff. 161 r ss., iV = B. N. M., Ta = Tol.,
T = Ed. 1595 |i 2 No] E no To 2<3 No sé memoria] Grande es T | me-
moria] de add. N || 5 la] el 7' || 6 el] om. 02, Ja N | alteza del om. To |
oficio] beneficio iV | cinc om. NT || 7 habiendo] ha habido 0] | quien] el
add. To | podiera T | elegir T || 8 viventi To | ut dicit] como dice N,
om. ToT | Ecolesiastieus] el Eclesiástico N, cap. add. 02N |<| 9 será] agora
add. T |'| 10 en el cual los] cuyos T \ de ól om. T | como] el add. 02 ||
* Véase lo que sobre esta plática se dijo en la nota * de la car-
ta 239 (t. 1, pp. 1025-1027). Las dos copias del Ms. de Oña la titulan
respectivamente : «Plática del Mtro. Avila a los clérigos de Córdo-
ba» (f. 129 r) y «Pláticas del Mtro. Avila para clérigos. Plática pri-
mera» (f. 161 r) ; el Ms. de la Nacional : «Plática de clérigos, de
Avila, de Sacramento» (f. 104 r) ; y el Ms. de Toledo : «Primera plá-
tica de la dignidad sacerdotal que hizo el P. Mtro. Juan de Avila,
clérigo, insigne varón, a unos clérigos, en una congregación sinodal,
a petición del reverendísimo Obispo de Córdoba» (f. 51 r). La pri-
mera edición de las Dos pláticas hechas a sacerdotes por el Mtro.
Avila, predicador del Andalucía (Córdoba, A. Barrera, 1595) no le da
encabezamiento alguno particular ; empieza sencillamente, modifican-
do un tanto el principio de la pieza, con estas palabras ; «Grande es
el alteza del beneficio que Dios nos ha hecho...» (f. [>A,] v).
8 Cf. Eccli. 45, 4.
I. A SACERDOTES
1285
sol en comparación de noche y como verdad en compara-
ción de figura? ¡Oh divina bondad, que tanto se ha mani-
festado en levantar hombres a tal alteza, que ponga en las
manos de ellos su poder, su honra, su riqueza y su mesma
persona! ¿Quién no se terna por muy beneficiado de Dios
con ser poderoso en la tierra para hacer descender fuego
del cielo? ¿Quién no se terna en mucho en resucitar muer-
tos, lanzar demonios, y, lo que más es, sacar hombres del
infierno y abrirles el cielo?, etc.
Cristo o'bedece a sus Coteje la diferencia que hay entre
sacerdotes en la con- e^ sacerdote del Viejo Testamento
. sagración y de! Nu6VO- Y' si \a Escriptura
° cuenta por gran beneficio el elegir
Dios a uno para aquél, ¿qué será para éste? Y particular-
mente se diga del poder que Dios dió para el consagrar,
y cuán presto viene, siendo llamado; y que es mayor bene-
ficio que lo que se cuenta de Josué, cuando hizo estar que-
do el sol, corno dice la Escriptura, que no hubo día tan
largo, obediente Domino voci hominis. Más gran día es éste
y mayor obediencia, pues allí se quedó Dios donde estaba,
y aquí toma ser sacramental donde no le tenía.
¿Quién con tanta diligencia obedece a su mayor con
cuanta Cristo obedece a sus sacerdotes? De un discípulo
se lee in Vitas Patrum que fué llamado de su abad y estaba
escribiendo una o, etc. Mas mucho más ligeramente obe-
dece Cristo; porque aquél algunos pasos dió, algún tiempo
gastó en venir; mas el Señor está debajo de la especie in
instanti. ¡Oh grande lección nuestra! ¡Oh admirable ejem-
plo!, del cual, cierto, con mucha razón se puede decir:
11 de] la add. NToT || 12 de] la add. To || 11-12 y como verdad - figura]
om. T || 12-13 ha manifestado] manifestó NToT |i| 13 las] sus To || 14 de
ellos om. To | honra] y add. N | y] a add. To | misma 02ToT || 15 muy
om. N || 16 hacer om. O, | descendir 02 |>| 17 se om. O^NTo j en2 om.
03NTo | muertos] y add.' O^ || 18 alanzar O^NTo || 19 abrirle 02, abrir
To | los cielos To | etc. om.'OTo
20 Cotéjese 02 To || 21 sacerdocio 02NTo || 21-22 Testamento Viejo y
(el add. T,o) Nuevo 0„To, Testamento Nuevo y el Viejo iV || Escritura O ,
Sagrada Escritura NTo }\ 23 el om. N |i| 24 éste] aqueste 02 || 25 el om.
02NTo || 17-25 ¿Quién no se terna - dió para él] Y que Dios le elija para
le T || 26 y que es om. T \\ 27 beneficio] es add. T | los N | que2 om.
O, | cuentan N \\ 28 Sagrada Escritura NTo | hobo N, vi6 To || 29 grande
02T | día om. 02 \\ 30 obediencia] y add. To, om. T | Dios] el Señor
O NT, el sol To "| adonde ü2NTo~[ se add. NTo || 31 donde] a do To |
le] lo NT
32 diligencia] ligereza 02NToT || 33 obedece om. 02NToT \<\ 34 Vitis
O To | fué] siendo O2NT0 | y om. O NTo || 35 una o] y no la acabó add. To,
vino 02 I| 36 dió] y add. NTo || 37 en bajo Oo | la om. 0¿ \ 33-38 De un
discípulo - instanti] om. T || 39 se puede con mucha razón NToT || 40 ma-
29 los. IO, 14.
35 Vitae patrum, 1. 3, 143 ; 1. 5, libell. 14, 5 : ML 73, 788. 948 s.
1286
PLÁTICAS
40 "Si ego Dominus et magister, y estando glorioso, y en
tiempo de ser servido y obedecido de santos y ángeles en
el cielo (como lo está) ; si me abajo yo a obedecer con tanta
presteza y tan de buena gana, ¿cuánto más vosotros será
razón que me obedezcáis a mí y a todos por mí?" ¿Quién,
45 después que ha consagrado, no queda atónito, o con pro-
funda humildad no dice al Señor, a semejanza de San Pe-
dro y de San Juan Baptista:' ¿Tú, Señor, vienes a mí?
¿Qué sacerdote, si profundamente considerase esta admira-
ble obediencia que Cristo le tiene, mayor a menor, Rey a
50 vasallo, Dios a criatura, ternía corazón para no obedecer a
nuestro Señor en sus santos mandamientos y para perder
antes la vida, aun en cruz, que perder su obediencia?
¿Quién alzaría el cuello contra su mayor, quién no se aba-
jaría a su igual y menor? Viendo esto San Juan, se espantó
55 y dijo: Ego a te debeo baptizari et tu venis ad me? Y aun
así podríamos nosotros decir: "Yo, Señor, había de ir a ti
y obedecerte, ¿y tú vienes a mí?" Y respondernos ha lo que
a él respondió: Sic enim deoet implere omnem iustitiam. Y
dice la glosa que "toda humildad", scilicet, humillarse al
60 mayor, igual y menor. Sic decet: ¿Para qué, Señor? Para
abajar nuestra soberbia, para que tenga vergüenza el sacer-
dote de parecer soberbio y desobidiente, siendo Dios tan hu-
milde para con él.
Acordémonos, padres, cuando alguna cosa se nos hiciere
65 dificultosa en los mandamientos de Dios, de esta obedien-
cia, humildad y amor con que Dios obedece a la voz del
hombre en las palabras de la consagración. Allí representa-
mos su sagrada persona, y decimos las palabras en persona
gister] vester add. 02 \ y om. N || 41 y obedecido om. T | santos y]
tanotos T \,\ 41-42 en el] del 02 || 42 estoy T | si om. T | bajo O T | a]
os add. NT [| 43 de tan 02NTo, tan om. T |i| 43-44 cuánto más - razón que]
cuánta más razón será que vosotros T || 45 consagrado] comulgado T | o]
y OtNToT || 46 humildad] y add. To | al] el 0) | 4fr47 a semejanza de
San Pedro y de] con 7' |,| 47 Joan 02 f Baptista om. T || 50 Dios] Criador
To | criatura] no add.' To | no om. Tcr | no obedecer] desobedecer T || 51
en] y T | y om. NTo | para] no add. 02T || 52 aun en cruz om. T | perder
om. T |i| 54 bajaría T | esto om. To | Juan] esto add. To || 55 aun om.
02NToT |i| 56 Señor om. To |l| 58 él] le add. N \ Y om. N |'| 59 que] es
add. N, en add. To | toda] esta 02 | scilicet om. N || 60 Sic] Si N ||
61 abajar] abdicar 02 || 55-62 Y aun así - vergüenza el sacerdote] Y ansí
ha de tener el sacerdote vergüenza T || 61-62 parecer el sacerdote transp. 02 ||
62 de om. O O | parecer] ser NTo | desobediente O^NTo || 63 humilde] y
obediente add. h2NTo | para om. NTo || 62-63 y desobidiente - con él] om. T
64 Padres] pues O | hiciese O || 64-65 de Jos mandamientos de Dios
se nos hiciere dificultosa T || 66 del] de un To || 67 las palabras de om. T |
40 Cf. lo. 13, 14.
47 Cf. Le. 5) 8 ; Mt. 3, 14.
58 Cf. Mt. 3, 14-15.
59 Biblia sacra cum glossis interlineari et ordinaria, NLcolfll Ly-
rani Postilla... (Lyón 1545), t. 5, f. 15 r : «Omnem iustitiam, id est,
humilitatem, quae est omnis iusititia».
X. A SACERDOTES
1287
de El; y aquélla honra que antes de encarnar daba a los
70 ángeles, que decían en persona de Dios: Ego Dominus, ya
se ha pasado a los sacerdotes, los cuales dicen: Ego te áb-
solvo; Hoc est corpus meum, in persona Christi.
Trato con Cristo ¿Quién contará la alteza de honra
en el altar adonde nos sube? ¿Cuyo corazón no
75 se regalará, como el de Simeón, tra-
tando a Cristo en sus manos, mirándolo con sus ojos, y,
siendo traído de tan lejos mediante la lengua, ser abrazado
y metido dentro de sí, en el limpio pecho? Quien quisiere
honrar a Cristo, acuérdese de esta honra que recibe de El.
80 Quien, fuera del altar, quisiere andar compuesto y con el
peso que debe, acuérdese cuán engrandecido estuvo y cuán
importante negocio trató en el altar. Si el demonio, o la
carne, o el mundo le tentare fuera del altar, acuérdese de
cuán preciado, beneficiado y regalado fué de Dios en el al-
85 tar, y diga como Josef: ¿Cómo puedo hacer este mal y pe-
car contra el Señor, Dios mío? Libre albedrío tenía, mas
considerábase por tan deudor y agradecido a su señor, que
no hallaba cómo ofenderle con su mujer. Y libre albedrío
tenemos los sacerdotes; mas, si piedras o demonios no so-
90 mos, viendo que el Señor se ata con nuestras palabras, y
se deja prender con cadenas de amor de nuestras indignas
manos, ni tememos corazón, ni lengua, ni ojos, ni manos,
ni pecho, ni cuerpo para le ofender, porque nos veremos
todos enteros consagrados al Señor con el trato o tocamien-
95 to del mesmo Señor.
Los moros que van a Meca a ver el zancarrón de Maho-
ma, se tienen por tan bienaventurados de lo ver, que mu-
chos de ellos se sacan los ojos, porque, habiendo visto cosa
tan santa con ellos, les parece que le es hacer desacato, si
la oto. N || 69 encarnado T || 71 los cuales] que To \\ TZ meum] et add.
To | in persona Christi] en persona de Cristo N
74 donde T | suben ¡V | Cúyo] Qué N |l| 75 regala 7" || 76 en] con NToT \
mirándole 02NToT || 77 tan de T || 78 metido] tan (oto. 02) cerca de sí
tan add. 02NToT | limpio] mismo N, mismo ToT | quisiera To || 79" esta]
misma add." To | recibió T | | 80 y oto. N || 81 acuérdese] de add. NToT ¡
y om. T H 82 importante] de add. T | o om. T || 82-83 el mundo o la
carne 02 |¡ 83 de om. N || 84 preciado] y add. OT \ y regalado ow. T ||
85 altal"02 | y] om. N | comoj con O T | puedo] yo add. To || 86 mío]
nuestro O, | tenía om. JV || 87 agradecido] grato T || 88 ofendelle 0„ | Y
om. N || 88-89 Libre albedrío tenía - sacerdotes] om. T || 89-90 piedras - somos]
los sacerdotes no somos piedras o demonios add. transp. T || 90 y om. T ||
92 tendremos 0}, tenemos N | manos ni ojos To || 94 trato] tacto O NTo ||
95 mismo 02NToT
96 a,] la add. NT || 97 tan om. Oj | de] en O NToT || 98 de ellos om. To ||
98-99 con ellos cosa tan santa ToT f| 99 le2 oto. To | es hacer] hacen
70 Ex. 10, 2, passim.
72 Rit. Rom., tít. 3, c. 2, 2 ; Miss. Rom., Ordo Missac, canon.
86 Gen. 39, 9.
1288
PLÁTICAS
100 con los mesmos ojos miran otra cosa. ¿Cómo, Dios mío,
emplearé mis ojos en mirar nuevamente faz de mujer ni otra
cosa que sea indecente, pues se emplean en mirarte a ti, que
eres limpieza y hermosura infinita? Con mucha razón, por
cierto, mandaste tú que todos los tuyos se saquen el ojo que
105 les escandaliza; y con mucha más razón nosotros nos los
debemos sacar. Quiere decir que los mortifiquemos, por el
acatamiento que se debe a la vista de su sagrada persona.
La lengua del sacerdote llave es con que se cierra el infier-
no y se abre el cielo, y se abren las conciencias, y consa-
110 gra a Dios. Si quisiéremos, padres, pecar con la lengua, pi-
damos otra lengua prestada ; que esta con la cual consagra-
mos a Dios y hacemos tan admirables efectos, en ninguna
manera se sufre emplearla en servir al demonio con ella.
Nugae in ore sacerdotali blasphemiae sunt. Consecrasti os
115 tuum Evangelio; talibus aperire non licet, inquit Bernar-
das. Si nugae blasphemiae sunt, etc.
Mirémonos, padres, de pies a cabeza, ánima y cuerpo,
y vernos hemos hechos semejables a la sacratísima Virgen
María, que con sus palabras trujo a Dios a su vientre,- y
120 semejables al portal de Belén y pesebre donde fué reclina-
do, y a la cruz donde murió, y al sepulcro donde fué sepul-
tado. Y todas estas cosas santas, por haberlas Cristo to-
cado; y de lejos tierras van a las ver, y derraman de devo-
ción muchas lágrimas, y mudan sus vidas movidos por la
125 gran santidad de aquellos lugares. ¿Por qué los sacerdotes
no son santos, pues es lugar donde Dios viene glorioso,
inmortal, inefable, como no vino en los otros lugares? Y el
sacerdote le trae con las palabras de la consagración, y no
O^NToT || 100 mismos ToT | Dios] Rey ONToT \\ 101 nuevamente] va-
namente ToT | mujeres O^NToT | ni otra] y T \] 105 les] los ToT || 103-105
por cierto -mucha más] om. O || 105 nosotros om. O NToT || 106 sacar]
los sacerdotes add. 02NToT | Quiero 02NToT || 107 tu 0?\NToT || 109 abren]
alumbran 02NToT || 110 a om. To | Dios] Y add. O ~ | queremos O^To |
la om. N || 111 que] con add. 0 02NTo | la cual] que2 T |,| 113 en] a N \
diablo T || 114 sacerdotali] sacerdotis O^ToT l|i| 115 Evangelium O^O^N, ad
Evangelium Te | aperiri 0? || 114-116 Nugae - blasphemiae sunt] Mentiras en
la boca del sacerdote, son blasfemias N | etc. om. O^NToT
117 ánima] alma .V, cara T || 118 y om. To \ vernos hemos] veremos
O, | semejantes N | sagrada O^'ToT || 11» María om. To \ trajo O^NT \
su vientre] sus entrañas To |,| 120 semejantes N | Betlem O^NToT \\ VSL
donde,] en que ¡V | donde2] en que N || 122 Y om. 02NToT | cosas] son
add. T | santas son add. 02To | haberles 02 || 123 lejas T | lejo tierra O |
las van a ToT || 123-124 muchas lágrimas de devoción To || 124 movidos
om. N || 125 santidad] devoción O || 12© no son santos om. O, | es]
om. O , son el To || 126-127 inmortal, glorioso y add. transp. To || 127 ine-
fable] impasible O^ToT | no como To | en] a T || 128 le] lo NT | trae]
105 Mt. 5, 29.
116 SAN Bi-rnardo, De considerat., 1. 2, c. 13, 22 (ML 182, 756) :
«Inter saecuQares nugae, nugae sunt ; in ore sacerdotis, blasphe-
miae... Consecrasti os tuum Evangelio ; taflibus iam aperire illicitum ;
assuescere saeri'legium est».
lo trujeron los otros lugares, sacando a la Virgen. Relica-
130 rios somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, cria-
dores de Dios; a los cuales nombres conviene gran santi-
dad. ¿Quién será aquel tan desventurado que, siendo de Dios
tan preciado y honrado, dé consigo en el lodo y hediondo
cieno de los pecados? ¡Oh padres míos! Bienaventurados
135 somos si sabemos cognocer y nos queremos aprovechar del
gran precio y estima con que somos honrados de Dios. Y
¡ay!, ¡ay!, ¡ay de nosotros si, siendo tan preciados de El,
no nos preciamos a nos ni lo preciamos a El!
¡Oh palabra, que hiere más que afilada espada, la que
140 dijo el Señor a los sacerdotes pasados por el profeta Mala-
quías: Filius honorat patrem, et servus timet Dominum
suum: Si ego pater, ubi honor vester?; si ego dominus, ubi
timor vester? O vos, sacerdotes, qui despicitis nomen meum!
¡Que te despreciaron, Señor, tus sacerdotes, los tan precia-
145 dos de ti, los que te deben tan santamente servicio, los le-
vantados de ti sobre dignidad de ángeles; siendo tú honra
de ellos, ellos se deshonran de ti! ¡Nunca cosa tan fea se
vió, oyó ni obró! Y si de aquéllos se queja Dios, y con mu-
cha razón, ¿qué hará de nos, que somos más beneficiados
150 que aquéllos, y era razón que castigáramos y escarmentá-
ramos en el castigo de aquéllos? Cognozcamos, padres, que
no respondemos al Señor con el precio y honra que era ra-
zón. No añadamos pecados a pecados, como aquéllos respon-
dieron: In quo despeximus te? No plega a Dios que sobre
155 nuestros pecados se añada también ceguedad de no cono-
cellos.
tiene N | la om. N || 129 lo] le NTo | trujeron ToT | a om. O ToT >)
130-132 y a modo - gran santidad] om N || 132 tan om. To | desventurado]
desagradecido ¿V || 132-133 siendo Dios - honrado] om. .V ¡| 133 consiguo
Ol | hidiondo To |] 133-134 hediondo cieno] hediondez N \\ 135 si] nos add. N |
conocer 0?7"or | y] si .V || 136 con] en N | de] por O NToT || 137 ay ay
om. ¿V | si om. To | somos N H 138 nos^] nosotros To f lo] le NT, om. To
139 espada añlada To || 140 el Señor] Dios T | pasados] del Testamento
Viejo ai¡<¡. To || 141 servus] timet add. N ]| 142 egoj ergo ToT | pater] ego
sum add. ToT | ubi] est add. O^ToT \ vester] meus O ToT, et add. ToT ¡
egoa om. ToT | dominus] sum add. To, ego sum add. T \ ubi] est add. NT ||
143 vester]- meus O ToT, dicit Dominus exercituum ad vos add. ToT \ vos
om. ToT | quid N | meum] et dixistis in quo despeximus nomen tuum ?
Offertis super altare meum panem pollutum etc. add. To || 144-145 preciados]
privados 02 || 145 santamente] justamente O^NToT || 146 de ] por 0,NT |
sobre] la aiiií. T | de2] los add. ToT || 147 ellos ] y add. 02 \ se deshonran]
deshonra O^NToT \\ 148 vió ni oyó To, oyó vió T ¡| 147-148 Nunca cosa -
obró] om. N |¡ 148 Yt om. To || 149 nos] nosotros N \\ 150 que aquellos]
de ellos N \ castigáramos y om. ToT || 151 aquéllos] ellos To | Conozcamos
02ToT || 152 y] la add. N || 153 a] sobre 0}NT | pecado sobre pecado
N | aquellos] qme add. NToT \\ 155 no om. T || 156 cognocellos N, cono-
cerlos ror
143 Cí- Mal. i, 6.
154 Cf. Mal. i, 7.
1290
PLÁTICAS
Luz del mundo y Muy lejos, padres, estamos de aquella
sal de la tierra santidad que nuestro oficio demanda;
y si esto no cognocemos, ciegos es-
160 tamos. Más limpios y resplandecientes hemos de ser, dice
San Crisóstomo, que los rayos del sol. Luz del mundo y sal
de la tierra nos llama Cristo: lo primero, porque el sacer-
dote es un espejo y una luz en la cual se han de mirar los
del pueblo, y, viéndola, cognozcan las tinieblas en que ellos
165 andan y remuerda en su corazón diciendo: "¿Por qué no
soy yo bueno como aquel sacerdote?" Y llámanse sal, por-
que han de estar convertidos en un sabrosísimo gusto de
Dios: tanto, que el que los tocare con la habla y conversa-
ción, por derramado que esté y desgustado de las cosas de
170 Dios, cobre el gusto de ellas y pierda el gusto de las cosas
malas. La gente del pueblo, con sus ocupaciones forzosas,
no tienen luz, ni gusto de las cosas de Dios; y para esta
olla de carne proveyó Dios que fuesen los sacerdotes fuego,
lumbre y sal, como gente que ha de tener tanto de esto, que
175 haya para sí y para los otros.
Ejemplos de Y considerando esta alteza de santidad que
los santos aqueste santísimo oficio demanda, ha ha-
bido muchos, aunque de muy buena vida,
que no se han atrevido a recebir tal dignidad, queriéndola
180 más por señora que por mujer. San Marcos fué uno de
aquéstos; y San Francisco, otro; el cual, siendo rogado de
muchos, que, pues era ordenado de diácono, se ordenase de
misa, yendo él por un camino pensando en esto y encomen-
dándose a Dios, le apareció un ángel con una redoma muy
185 clara, llena de un licor muy claro y muy resplandeciente, y
le dijo: "Francisco, tan clara como este licor ha de estar
el ánima del sacerdote". Y era tan grande el resplandor del
187 estamos, padres OJ \\ 159 conocemos 02ToT || 160 y resplandecien-
tes om. N | habernos NT | hemos de ser y resplandecientes O T || 161
san om. T | Crisóstomo 02 | del] de T || 163 y om. N || 1642 conozcan
OToT || 165 y] les add. T | en su] el T || 165-166 yo no soy NTo || 168
los] les N, om. T | tocara To | con la] sola su T || 169 disgustado T ||
170 eil om. T | cosas om. N || 171 forzosas om. T \\\ 172 no] ni NT | tiene
T | tienen luz ni om. 02 | y om T |i| 174 sol T |¡ 175 los om. T
177 aqueste] este To, aquel T | santísimo] altísimo ToT ¡<| 178 de muy]
no de N || 179 recibir N | quiriéndola To || 180 que] no add. N || 181
aquéstos] éstos NTo |l| 183 misa] y add. Ti | él] bendito santo add. To \]
183-184 encomendándolo To || 185 llena om. N | muy ] más O NToT ¡
resplandeciente] que un cristal add. 02, que el sol add. N, que ella add. To ||
1S6 díjole ¿V | claro T | licor om. To | estar] ser T || 187 alma N | del ]
de aquél N, de éiste T ]| 189 alma N *
161 San Juan Crisóstomo, Dc Saccrdot., 1. 6, 4 (MG 48, 681) :
«Animam quippe sacerdotis instar lucis totum orbem terrarum illus-
trantis splendere oportet».
162 Mit. 5, 14. 13.
I. A SACERDOTES
1291
licor, que San Francisco, con ser San Francisco, cotejando
la limpieza de su ánima con aquel resplandor, le pareció no
tener suficiente diaposición para ser de misa, y nunca jamás
lo osó ser.
Otros muchos hubo, en los padres del yermo, de exce-
lente santidad y venerables canas, que, en oliendo que les
querían echar esta dignidad encima, se iban huyendo de su
monasterio a tierras extrañas. Veían éstos la alteza de este
estado y cuán gran santidad pide; aunque mucha tenían,
parecíales poca para oficio tan alto. Y nosotros no cogno-
cemos la dignidad sacerdotal; y por eso no sólo no huímos
de ella, mas, lo que mucho es de doler, que, siendo faltos
de santidad, la buscamos, pretendemos y, como gente ig-
norante, corremos a ella, poniendo los ojos en lo hermoso
de ella y no en la obligación que consigo trae de gran san-
tidad para bien la usar.
Amansar a Dios Esto, padres, es ser sacerdotes: que
amansen a Dios cuando estuviere, ¡ay!,
enojado con su pueblo; que tengan experiencia que Dios oye
sus oraciones y les da lo que piden, y tengan tanta familia-
ridad con él; que tengan virtudes más que de hombres y
pongan admiración a los que los vieren: hombres celestia-
les o ángeles terrenales; y aun, si pudiere ser, mejor que
ellos, pues tienen oficio más alto que ellos.
Sacerdocio real, gen- Y porque con más autoridad en-
te santa, posesión de tendamos cuáles habernos de ser,
Djos miremos a nuestro Padre San Pe-
dro, del cual, en figura de Leví,
dice Dios por Malaquías: Pactum meum cum eo fuit vitae
et pacis. (Exponatur.) Y como quien bien lo obraba y co-
nocía, amonesta a los sacerdotes cuáles debemos de ser,
diciendo: Vos, autem, genus electum: no de carne ni san-
192 hobo .Y | en] de To | yelmo .VTo || 193 en om. T | Jes] los T ||
194-195 sus monesterios O^NTo, sus monasterios T || 195 Vían T || 196
pide] y add. O^NToT || 197 parecióles T | oficio] tal y add. O N | tan
alto] tanto .V \\ 197-198 conocemos O ToT \\ 199 mas] de add. N ] siendo]
tan add. N || 200 buscamos] y add. NT || 201 puniendo JV | en] a T | her-
moso] honroso O^NToT || 203 bien la usar] etc. add. N omittens relique
omnia, usarla bien To, bien alcanzar T
204 ser om. Oi || 204^205 que amansen] que amansan 0„, amansar T ||
205 ay om. OJoT || 206 quej y To | que tengan] tener T "| oye Dios T ||
207 y,] que add. T | y tengan] tener T | tanta] íntima ToT \\ 208 que ten-
gan] y tener r | y] que add. T 1 1 209 pongan] en add. ToT \ los om. O |]
210 pudiesen O,, pudiese To \ mejores O To
213 hemos ToT || 215 del] al T || ¿16 Malaquías] Mi.queas Ojo | fuit
cum eo O || 217 Exponatur om. T | quien om. To | bien om. T | obraba
y om. T II 218 conocía] nos add. ToT | cuáles] qué tales ToT | debemos]
hemos To | de om. T || 219 diciendo om. T \ ni] de add. O To, y T || 220
217 Cf. Mal. 2, 5.
1292 PLÁTICAS
220 gre, mas nacido de Dios y hijos suyos, semejables en las
costumbres a El. No viene bien ser hijo del demonio, como
es el pecador, para ser sacerdote. Hijo adoptivo de Dios y
muy amado de El es razón que sea el que ha de consagrar
al muy amado Hijo de Dios. Padres, sois sacerdocio real;
225 reyes santos que regís vuestra voluntad y pasiones confor-
me a la ley de Dios, y, rigiéndoos bien a vosotros, regís
al pueblo, dándole mayores beneficios y ejercitando cosas
de mayor poder que los reyes de la tierra sobre sus vasa-
llos. Reyes sois de la tierra, porque la despreciáis; reyes de
230 los hombres, porque los regís según Dios. A los demonios
mandáis; con Dios podéis tanto, que lo traéis a vuestras
manos, y de airado lo tornáis manso. ¿Quién hay que reino
tan conforme, poderoso y precioso posea? Y, en testimonio de
esta dignidad real, está mandado que los sacerdotes traigan
235 corona, la cual no es la rasura que traemos encima de la
cabeza, mas los cabellos cercenados por las orejas, aunque
ahora, por la costumbre tan usada, no se parece esta coro-
na, por andar sin cabellos. Reyes somos y gente santa, dice
San Pedro, el cual aun los legos pide que lo sean. ¡Cuánto
240 más nosotros, a los cuales dice el Señor: Sancti estote, quia
ego, etc.!
Diciendo estoy esto y hiriéndome el corazón, mirándome
a mí, que habiendo de tener santidad, no creo que tengo
aún el principio de ella. Gente santa, pueblo que Dios ha ga-
245 nado, y que se llama heredad y hacienda suya, porque la
principal posesión de Dios es la tierra en la cual ha de coger
fruto en sí y en los otros. Los sacerdotes somos principal-
mente diputados para la honra y contentamiento de Dios y
guarda de sus leyes en nos y en los otros. Y si algún tiem-
250 po vivimos en las tinieblas de nuestros pecados, ya el Se-
ñor nos llamó, dice San Pedro, de aquella ceguedad y nos
trujo a su admirable lumbre, dándonos su gracia y lumbre
mas om. O, | y om. T || 221 diablo T | como] lo add. T \\ 222 pecado
O O || 223 amado] c add. T II 224 Hijo] natural y muy amado de él add. To,
natural add. T | Padres] Padre 0,7", om. To | sacerdocio] sacerdote O, O, ||
226 regís] bien add. To || 228-229 sobre sus -tierral om. 0,-02 || 229 "las
desprecias 02 | reyes.,] huís 0„ || 231 lo] le T || 232 hay] habrá To || 233
poderoso] rico ToT fy om, O' | precioso] precio O,, preciado T |>| 234 dig-
nidad] verdad T | trayan O, |] 235 la om. T | encima de] sobre To || 237
agora OJoT | por] con T |f 239 aun] "a add. ToT II 240 más] a add. ToT \
quia] quoniam T
242 estoy] voy To \ y] e T \\ 243 a mí om. T II 244 aun om. O ToT \\
245 que om. T | suya] de El O ToT ¡ la] es T |l| 246 es] en OJoT || 247
fructo 0„ | principalmente] particularmente O ToT || 248 deputados 0,7"o |
la cnn. b ToT | honra] de Dios add. 02 | de Dios om. OT, suyo "To \
y om. o'to H| 251 llama To | Pedro] Pablo 02 || 252 trajo O, | y] la
add. To | 2 dándonos - lumbre] om. 02
Z24 i Petr. 2, g.
241 Lev. 19, 2.
252 Cf. 1 Petr. 2, 9.
I. A SACERDOTES 1293
de su divina doctrina, con que nosotros enderecemos nues-
tros pasos conforme a la voluntad de Dios y, hechos lúci-
Í55 dos, anunciemos a los que están en tinieblas las virtudes y
bondad de aqueste Señor que las ejercitó con nosotros.
Vivamos la santidad Tales, padres míos, y tan califica-
que el sacerdocio dos hemos de ser los que oficio tan
260 exiee calificado tenemos; y la poca es-
8 tima en que este oficio es tenido,
y la mucha facilidad con que se toma, y la poca santidad
con que se trata, no son bastantes causas para que, en el
servicio de Dios, se nos deje de pedir la buena vida que tal
oficio demanda; que no es oficio éste que, por santo y muy
265 santo que sea un hombre, se deba atrever a buscarle. En-
viado ha de ser de Dios para ello, o por revelación invisible,
o por obediencia de perlado, o por consejo de persona a
quien deba creer. Y aun entonces debe temblar con el gran
peso que le echan a cuestas, que basta hacer temblar a hom-
270 bros como de ángeles. Y si hasta aquí habernos sido hom-
bres poco cuidadosos en mirar la grandeza del beneficio que
Dios nos ha hecho y negligentes en el servir, sea su santo
nombre bendito, que nos ha esperado hasta ahora, sufrien-
do los desacatos que le hemos hecho en el mal tratamiento
275 de su santo cuerpo y sangre y los otros pecados y negligen-
cias que hemos cometido. Y no sólo sufrido, mas, con deseo
de nuestra enmienda, nos envía perlado que, por la miseri-
cordia de Dios, tiene celo de nos ayudar a ser lo que debe-
mos. No trae gana de enriquecerse, no de señorearse en la
P80 clerecía, como dice San Pedro, mas de apacentarnos en bue-
na doctrina y ejemplo y ayudarnos en todo lo que pudiere,
ansí para el mantenimiento corporal, que es lo menos, como
para que seamos sabios y santos, los más sabios y santos
25S hemos] habernos Ot, debemos T ] oficios T || 259 cualificado O,, ca-
lificados T | y om. To |f 263 servicio] juicio ToT | nos] les T | que] el
add. T || 264 que om. OJoT \\ 265 un] gran add. T | debe O, | buscarlo
0,T, Le buscar To || 266" o] y T || 267 o po^] u T | prelado OJoT |
pór2 om. T | por consejo de] aconsejado por To | a] de Ta \\ 268 quien]
se add. To ! creer] fiar To | estonces To | gran om: T || 269 basta] para
add. O T, a add. To | a om. T ]l 270 hombros] hombres To | como om:
OIToT I de] y To | hemos To \¡ 271 hombres om. ToT \ en] para To ||
272 y o tu. To | el] le O37o || 273 agora To \[ 274 habernos 0„T | hecho]
y add. T || 275 Cuenx> santo T \\ 276 habernos 0,T | cometido] hecho To ||
277 enmienda] y salvación add. ToT | ha enviado O^ToT | prelado ToT l|
278 tiene] trae O, ToT | lo] los T || 279 enriquecerse To | no2] ni To |
enseñorearse ToT ] en] de To 280 en] con O^ToT | buena] su" To || 281
v] con buen add. O ToT, y om. To | en] con ToT \ que] él add. O^ToT ||
282 así O | corporal") temporal ToT [| 283 seamos] los más add. O \ ios
28o Cf. I Petr. 5, 3.
1294
PLÁTICAS
del pueblo, como San Isidoro dice que debemos ser. A los
285 perlados manda San Pedro que hagan estas cosas con la
clerecía, y a la clerecía manda que sea humilde y obedien-
te a su perlado. Y, si cabeza y miembros nos juntamos a
una en Dios, seremos tan poderosos, que venceremos al de-
monio en nosotros y libraremos al pueblo de los pecados;
290 porque así como la maldad de la clerecía es causa muy efi-
caz de la maldad de los seculares, así hizo Dios tan podero-
so al estado eclesiástico, que, si es el que debe, influye en
el pueblo toda virtud, como el cielo influye en la tierra. Y
de esta manera cobraremos la estimia que hemos perdido
295 con el pueblo por nuestra negligencia; cobraremos los años
perdidos, que la langosta de nuestra negligencia nos ha co-
mido; seremos agradables a los ojos de aquel Señor que ha
puesto los suyos sobre nosotros, para elegirnos entre todos
para su alabanza, familiar trato y servicio; y ganaremos
300 nuestras ánimas y las de muchos; y seremos dignos de este
excelente nombre de sacerdotes de Dios, y mereceremos,
con su gracia, reinar con El en su gloria.
más sabios y santos om. OtO.To || 284 debemos] hemos de To | que debemos
ser om. T || 285 perlados 02" | Pedro] Pablo O., || 287 prelado ToT | si] su
O, || 288 uno 02T I seamos 02 | venzamos O^ToT || 289 en nosotros om. T \
yf que add. | libertemos 02ToT || 290 ansí To || 291 seculares] seglares
To | ansí ToT || 294 habernos OT || 295 por nuestra negligencia om. T \\
297 comido] y add. 0¿ || 297-298 ha puesto] puestos T || 298 los] ojos add. T \
para] quiso T || 299 alabanza] y add. To || 300 y, om. T | dinos T || 301
sacerdote || 302 gloria] Amén add. 09T. Esto he dicho en general, y
cuando el señor provisor me lo. mandare avisaré de algunas cosas particulares.
Amén. add. To
184 San Isidoro de Sevilla, Sent., 1. 3, c. 35, 1 (MJL 83, 707) :
«Sicuti iniqui et peccatores rninisterium sacerdotale assequi prohi-
bentur, ita indooti et imperiti a tali officio retrahantur. lili enim
exemplis suis vitam bonorum corruinpunt, isti sua ignavia iniquos
corrigere nesciunt». Cf. De ecclcs. offic, 1. 2, c. 5, 15-16 ; c. 5, 4 :
MX. 83, 785- 788-
297 Cf. Ioel 2, 25.
A SACERDOTES
1295
2 El sacerdote debe ser santo, porque tiene
por oficio el orar *
Segunda plática para clérigos
(Oña, Arch. Loyola, Ms. est. 8, pfl.u.t. 4, n. 55 bis, ff. 133 r - 138 v;
Oña. ibid., ff. 165 v- 173 r ; B. N. M., Ms. 3620 ff. 112 r -115 v Toledo
Bibl. Prov., Ms. 520, ff. 58 v - 68 v; ed. 1595, ff. [BJ v - [C,] r.)
Bonitatcm, el disciplinam. et scientiam... [Ps. n8, 66].
Pide David bondad para tratar de lo que conviene a la
primero que todo dignidad del altísimo oficio sacerdo-
tal que tenemos, de manera que tan
5 gran bien no se nos torne en mal, me pareció traer aquí
en medio las palabras del profeta David, que en sí mesmo
nos enseñan y mueven de lo que nos conviene saber y te-
ner, para que, viendo nosotros que un rey temporal, con
tanto cuidado sabe tan bien pedir lo que ha menester, y el
10 mucho afecto con que lo pide, nos esforcemos nosotros,
pues nuestra dignidad y peligro es mayor, a pedir y desear
lo que nos conviene. Las palabras son: Bonitatem, et disci-
plinam, et scientiam doce me, que parecen ser una cosa con
los tres panes que el Señor dice que hemos de pedir a nues-
15 tro vecino para poner delante de nuestro amigo que v-iene
de camino cansado.
¡Oh, válame Dios!, si os hubiesen ya dado en rostro las
vanidades de este mundo, que como sombra se pasan; los
placeres sucios de la carne, que, durando tan poco, se es-
20 cotan con tormentos eternos; y si oyésemos con la interior
oreja la justa amonestación de David: Filii hominum, us-
quequo gravi corde? Básteos, dice Dios en el profeta Eze-
Oj = Oña, ff. 133 r ss., 02 = Oña, ff. 166 ss., iSr = B. N. M., To = Tole-
do, T = Ed. 1595 || 2 tractar N | de om. T ¡| 5 grande NTqT | parece T ||
6 ansí To | mismo 02, mismas T |¡ 7 enseñen y muevan O^NToT | de] a T ||
9-10 sabe tan bien -con que] om. Oa || 11 peligro] oficio N || 12 son] éstas
add. N || 13 parece 0,iVTo || 14 habernos 0,T ]| 14-15 el Señor dice - vecino]
hemos de pedir a nuestro vecino, como Jo dice el Señor .V || 16 de] del T
17 Oh om T | válasme To | os] nos 02NTo, }os r || 18 de este] del To \
sombras T | se om. To || 19 sucios om. 02 \ tan poco om. O, || 20 eternos
tormentos To | Y] Oh To | la om. T || 20-21 oreja interior To | admonesta-
ción O, || 22 gravi corde] etc. T | Bastaos 02 | decir 02 | en el profeta]
* La primera de las dos copias de Oña dice sobriamente : «Se-
gunda plática» (f. 133 r). La segunda copia de Oña (f. 165 v), el
MS. de la Nacional (f. 112 r) y la edición de 1595 (f. [B,] v) le dan
el título de «Segunda plática para clérigos». Quien transcribió el
Ms. de Toledo puso este encabezamiento : «Segunda plática de la
dignidad sacerdotal, hecha por el mismo P. Mtro. Joan de Avila,
clérigo, insigne varón, en la misma congregación en Córdoba»
(f. 58 v).
13 Ps. 118, 66. 22 Ps. 4, 3.
16 Cf. Le. 11, 5-6.
1296
PLÁTICAS
quiel, los ^pecados que habéis hecho, casa de Israel. ¡Qué
justa demanda! ¿Hasta cuándo, padres míos, hemos de na-
25 llar gusto en pecar? Ahítase un hombre de comer perdices
y otros buenos manjares; esle pesado continuar un mesmo
ejercicio, aunque sea bueno; ¿por qué no nos dará en rostro
el manjar que mata, el ejercicio que es la mesma maldad?
Sentía esto San Augustín cuando, llorando, decía: "¿Cuándo
30 será, Señor, el fin de mis suciedades?" Y quejábase verísi-
mamente de la tardanza que había tenido en desengañarse
de los engaños de las criaturas y en venir en conocimien-
to de Dios: Sero te cognovi, pulchritudo tam nova; sero te
cognovi, pulchritudo tam antiqua! ¡Ay de aquel que no está
35 cansado de ofender a su Criador, y que, después de haber
gastado su vida andando fuera de sí, no recibe descontento
de ello y no entra en sí y tiene hambre de la enmienda de
su vida, viendo cuán poco contentamiento ha hallado en la
pasada! Y quien esto hiciere y con amargas lágrimas hu-
40 biere purgado su corazón de las malas afecciones en que re-
cibió gusto y hartura, podrá decir a nuestro Señor de ver-
dad: Mi amigo es venido de fuera, y no tengo qué ponerle
delante; prestadme, Señor, tres panes para el remedio del
cansancio y hambre que trae, pues la vida pasada, ni ver-
45 dadera hartura ni verdadero contento le ha podido dar.
Y porque David, aunque algún poco tiempo pecó, otro
lloró, y le fué muy más amargo el lloro que sabroso el pe-
cado, tuvo interior hamjbre de la virtud y gracia del Señor,
y pídele con todas sus entrañas que le dé pan de bondad,
50 y pan de disciplina, y pan de ciencia; en las cuales palabras
nos enseña lo que hemos de pedir y el orden con que hemos
de pedir: bondad es lo mejor y primero; y el segundo lugar
tiene la disciplina; y el tercero, la ciencia. Si no hay bon-
dad, ¿qué aprovecha la ciencia, ni buen ejercicio, ni profe-
por 02T || 23 Ezequías 02 | Qué2] Oh cuán 02, Oh qué T || 24 habernos
02T || 26 mesmo om. U2NToT || 28 mata] y add. T | misma NToT || 29
decía' llorando T || 31 verísimamente] reciamente OT, recísimajnente NTo \
desengañarle en T || 32 en2J el add. N || 33 Dios] y decía add. To || 36
su] la To || 39 pasada] posada 02.VT || 40 afecciones] aficiones T || 41 reci-
bía T | podrá] para O, podría T || 42 es] ha O^NToT | le poner 02 || 43
préstame 02NToT | el om. 02ToT || 44 ni] no 02 \\ 45 verdadero] entero Oa |
contento] contentamiento 02NToT
46 algún tiempo peco] algún poco tiempo 0¡ || 47 le fué] fuéle 02 ||
48 pecado] y add. T || 49 y om. T || 51 hemos de] habernos de 02N,
debemos ToT | con que] como T || 01-52 hemos de] debemos 02iV, los
debemos To, lo debemos 7' || 52 lo om. T | yt] lo aidí. ToT || 54 la om. To
23 Cf. Ez. 44, 6.
30 San Agustín, Confess., 1. 8, c. 12, 28 (ML 32, 762) : «Quare
non hac hora finis turpitudinis meae ?»
34 San Agustín, Confess., 1. 10, c. 27, 38 (ML 32, 795) : «Sero
te cognovi, pulchritudo tam antiqua et tam nova! sero te amavi!»
4¿ Cf. Le. ii, 5.
2. A SACERDOTES 1297
55 cía, ni aun hacer milagros?; pues, aunque todo lo tenga,
si la caridad, que a un hombre hace bueno, le falta, osada-
mente pronuncia San Pablo: Nihil sumus. No se engañe na-
die en pensar que ha de poner otra cosa en el primer lugar
de su cuidado y de su deseo, sino procurar de ser el que
60 debe y que, por entender en la salvación de los otros, él
no se pierda. Muy usada sentencia es, mas plega al Señor
sea tan entendida cuanto común: ¿Qué aprovecha al hom-
bre que gane todo el mundo si pierde a su alma? Esto nos
quiso decir aquel sabio luchador y patriarca Jacob en los
65 grandes sudores y trabajos que pasó por alcanzar a Raquel.
Y después, viniéndole su hermano al encuentro y temien-
do no le matase su gente, puso en la frontera su mujer y
hijos menos amados, y par de sí a Raquel y al suyo, con
intento que, si peligro hubiese, alcanzase a lo que menos
70 valía y quedase guardado lo que más. Josef deja la capa en
las manos de la mala mujer por escapar la vida; y Susana
se ve en aprieto de pecar o perder la vida del cuerpo antes
que ofender a Dios, y libróla Dios del un mal y del otro.
Ai sacerdote se le He dicho esto para avisar que tenga-
75 . pide santidad mos hambre, y la principal hambre,
de alcanzar la virtud, la gracia del
Señor, el ser siervos suyos como David, que pedía una cosa,
y espiritualmente entendida era estar en la gracia del Se-
ñor. Y con este corazón pide aquí bondad primero que todo.
80 Mas, si como fué rey fuera sacerdote, no se contentara
con decir: Señor, dame bondad, sino dadme santidad. Por-
que, si la bondad, propria del rey, la santidad, propia del
sacerdote ; que el peso con que se pesaban las cosas del tem-
plo que se habían de ofrecer a Dios, era mayor que el peso
II 53-54 Si no hay -ciencia] om. 0(02¡V || 55 aun om. T | Pues] ni T \
tengáis N, tengas T || 56 si] sin 0,02 | hace om. O, | hace a un hombre
bueno To, hace bueno a un hombre T || 67 sum O^NToT || 58 en pensar
om. Oa | primero T f| 60 los om. To ]\\ 61 plegué T | al Señor] a Dios
NToT H 63 a su alma] su ánima O^ToT || 64 aquél] aquí el 02 || 65
trabajos y sudores To ]| 66 temiéndole O , temiéndolo T || 67 frontera]
a add. To | su,,] la T | y] c T || 68 y ai] con el To | suyo] hijo que-
rido T || 69 hobiese T | a] en N || 70 José 02 | capa] capaza 02 H 71 mala
om. 02JV | Susana] su señor que 0( || 72 o] de add. NT | vida] y es-
cogió perder la vida add. NToT |! 73 líbrala O, í| del un mal] de un mal
O2T0, de lo uno T \ del2] de OTo, de lo T •
74 uvisar om. T |] 75 y la principal hambre om. T || 77 siervo suyo T ||
78 y om. Ol | entendida espiritualmente O,, espiritualmente entendía iV,
especialmente entendida To | es T | la om. To | del Señor] de Dios NTo ||
81 dame] dadme O^VToT || 82 bondad] es add. O NToT | propia O To |
santidad] es add. 02NToT ,\ propria2 NT |i| 83 que' om. T || 84 peso^ co-
57 Cf. i Cor. 13, 2. 71 Cf. Gen. 39, 12.
63 Mt. 16, 26 ; Me. 8, 36. 73 Dan. 13, 22 ss.
'65 Gen. 29, 16-30. 77 Ps. 26, 4.
68 Gen. 33, 2. 81 Cf. Ps. 118, 66.
1298
PLÁTICAS
85 que se usaba fuera del templo, para que entendamos que
el peso de las virtudes de los que tratamos con Dios y an-
damos en su casa y le ofrecemos sacrificios ha de ser ma-
yor que el de la gente común; y debemos exceder tanto en
la santidad, cuanto en la dignidad; lo cual no es invención
90 mía, mas verdad de la Iglesia; en el ofertorio de la misa
del Santísimo Sacramento dice: Sacerdotes D.omini incen-
sum et panes offerunt Deo, et ideo sancti erunt.
Yo, padres, tiemblo de aquella palabra; cuchillo me es
y causa de gran confusión, entendiendo que me pide santi-
95 dad, y, por ventura, no tengo bondad. ¡Oh cuan presto pa-
samos por esto! ¡Oh cuán poco sentimos la altísima alteza
de esta dignidad! Y por eso ni tenemos temor de meternos
en ella ni administrarla después; ni aun por ventura tene-
mos compunción de cuán bajos quedamos para ser lo que
100 debemos, según lo pide tal dignidad. No era este oficio, pa-
dres míos, sino para gente escogida de Dios, que excediese
a los otros en virtud, como el rey Saúl, que excedía a todo
el pueblo de los hombros arriba. Y San Isidoro dice que
el más santo y más docto que hubiere en el pueblo, aquél
105 sea elegido en sacerdote. Somos, padres míos, no sólo sa-
crificio de Dios, cuya parte se quemaba en honra de Dios
y otra parte se comían los hombres; todos enteros hemos
de ser encendidos en el fuego del amor de Dios, como el ho-
locausto, que todo era quemado en honor de Dios, sin que
110 llevasen nada los hombres. Y a quien le parece esta santi-
dad mucha o dificultosa, oiga la causa: que, por ventura,
le parecerá que aun no se pide tanto cuanto ella merece.
mún add. O ToT |i| 86 tratan 0,7o || 87 sacrificio To || 88 y] que add. 02,
le add. NToT | debemos] también add. N || 90 mas] sino r || 90. Santísimo
Sacramento] Sumo Sacerdote 0 02 | dice om. Oi || 92 offerant 0¡ | erant]
Deo suo add. T
93 aquellas palabras T || 94 entendiendo] viendo 02NToT || 95 cuán]
qué 02NTo |i| 96 Oh] y 02NToT | sentimos] de add. 0.¿N \ altísima om. To ||
9i7 ni] no To |t| 98 nij de add. T \\ 991 lo] los N |i] 102 que om. ToT |
a2 om. N || 102-103 todo el] los otros del To || 103 hombros arriba] he-
breos T | Isidro N || 104 hubiese To || 106 sacrificio] sacerdotes Ofi2 \\
107 se om. ToT | comían] comunican N | habernos T || 108 en] con NToT |
fuego del om. To \ de Dios] divinal1 02NToT \l¡ 110 pareciere T || 111 o]
y T | o dificultosa om. N | oya OT, diga To 112 se] le add. O,, le T \
cuanto] como Oa
92 Cf. Ier. 21, 6; Miss. Rom., Fest. Ssmi. Corp. Christi, of/crtor.
103 i Reg- io, 23.
105 San Isidoro de Sevilla, Scnt., 1. 3, c. 35, 1 ; De eccles.
offic., 1. 2, c. 5, 15-16 ; c. 5, 4 : ML 83, 707 ; 785. 788.
110 Lev. 6, 9 ss.
2. A SACERDOTES
1299
Debe ser santo por- Pedís, Madre Iglesia, que seamos
que con su oración santos vuestros sacerdotes. ¿Por qué
115 ha de amansar car£a tan Srande> <3ue de sól° oírla
I>ios hace temblar? — Ella lo declara, di-
ciendo: Incensum et panes offerunt
Deo. — '¿Tan gran cosa es ofrecer incienso y ofrecer panes,
cuanto y más si son los de la proposición, que en el templo
120 de Salomón se ofrecían? ¿Para incensar y ofrecer unos pa-
nes pedís santidad? Pues ¿qué será para incensar espiri-
tualmente y ofrecer un pan que del cielo vino, Jesucristo
nuestro Señor, figurado en aquellos panes, y, siendo uno,
vale más que todos juntos y más que todo el mundo y que
125 el cielo y cuanto en ellos está encerrado?
¡Oh qué gran negocio es incensar y ofrecer este sacrificio,
y andar estas cosas juntas, porque para hacerse bien y ser
valerosas no se ha de apartar una de otra! El incensar es
orar; y aquel ha de tener por oficio el orar que tiene por
130 oficio el sacrificar, pues es medianero entre Dios y los hom-
bres, para pedirle misericordia; y no a secas, sino ofre-
ciéndole el don que amansa la ira, que es Cristo nuestro
Señor. Y de este cargo que el sacerdote tiene dice San Cri-
sóstomo las siguientes palabras: "El que tiene oficio de le-
135 gado por una ciudad — mas ¿qué digo por una ciudad?, an-
tes por todo el mundo universo — y ruega que Dios se aman-
se a los pecados de todos, no solamente a los vivos, mas
de los muertos, ¿qué tal pensáis que debe ser? Y no pienso
que la confianza de Moisés y Elias es bastante para tal ora-
140 ción; porque, corrió a hombre que le es encomendado todo
el mundo universo y que es padre de todos, así se allega
rogando a Dios que se apacigüen las guerras dondequiera
que las haya; que se deshagan los alborotos; que se pacifi-
quen todas las cosas; que se ponga fin y remedio a todos
145 los males que hay, privados y públicos ; de manera que tan-
to ha de anteceder a todos en eminencia de virtud este tal
114 vuestros om. 0¡ | por qué] es add. T || 115 tan grande carga To |
que] porque N | de om. T | sola O, | oírlo NToT |;¡ 116 Vos lo declaráis
T |i| 117 offerunt 0„.VT*o H 118 incensó O, | ofrecer2 om. To || 119 y om.
NToT | los] panes add. 02, om. To || 120 ofrecía N | y] para add. T ||
122 Cristo N || 123 y] que add. NT || 124 todo om. O NToT | que om
NToT |:| 125 ello T | encerrado] criado OnNToT
126 este] santo add. NToT || 127 andan T | hacer NT || 128 valerosos
T | incensar] encienso 7" || 129-130 el orar que tiene por oficio om. N || 130
pues] que add. NToT || 131 y om. NToT f| 132 Jesucristo NToT || 133 Y
om. T | tiene] de orar add. O.NToT || 136 antes] mas To ]| 137 de om. T |
sólo To | a2] de 02NToT | vivos] que viven NToT || 138 piensas O^NToT \
debe] de add. ToT \ Y] Yo NTo \\ 139 del Moisén 02, de Moisén ToT j
y] de add. To | Elias] hechos 0} || 140 a om. O T | que] a quien O^T \
todo om. 02T || 141: el mundo om. O, | ansí To \ allega] llega N, ha de
llegar T || 143 haya] oyan To \ alborotos] y add. T \ pacigüen To || 144
las om. 02 || 145 que hay om. T || 146 anteceder] exceder T | en] con
122 Cf. lo. 6, 42.
1300
PLÁTICAS
rogador, cuanto excede y se diferencia en el oficio. Pues,
cuando llamare al Señor Santo, y sacrificare aquella Hostia
digna de reverencia, y tocare al Señor de todos, dime, ¿dón-
250 de pondremos este tal con nuestra estimación? ¿Cuánto
resplandor pidiremos que tenga y cuán gran religión? Pá-
rate bien a pensar qué tales conviene que sean aquellas ma-
nos que son ministras de cosas tan grandes; qué tal ha de
ser la lengua que pronuncia tales palabras, o qué cosa ha
155 de haber más limpia, más santa, que el ánima de aquel que
ha de recebir tal espíritu?"
A mí, padres, espántanme mucho aquestas palabras, que
piden tan gran fuerza de oración, que aproveche a todo el
mundo; para la cual dice este Santo que le parece pequeña
160 la confianza de Moisés y Elias, el uno de los cuales alcanzó
perdón para aquel grande ejército que por el desierto iba,
y el otro cerraba el cielo cuando le parecía, para que no
lloviese, y abríale cuando quería, y con su oración traía
fuego del cielo y mataba a vivos, y también, con su ora-
165 ción, daba vida a los muertos. ¡Ay de mí, si la confianza
de éstos aun no basta para la oración que el sacerdote ha
de hacer por todo el mundo; pues que, siendo mi oficio ma-
yor, aun no llegó, ni aun con mucho, a la fuerza del orar
ni a la santidad de aquellas personas! ¡Oh! Cuando seamos
170 presentados en el juicio de Dios y nos hagan cargo de las
guerras que hay, de las pestilencias, de los pecados, de las
herejías, porque no hicimos nosotros lo que era de nuestra
parte para que no las hubiera, y de todos los males espiri-
tuales y corporales que hay en el mundo; por ventura amar-
175 gará entonces a alguno el haber sido sacerdote y le parece-
rá entonces la honra de besarse la mano, de las ricas ves-
tiduras, de la honra sacerdotal y aun de la renta, carga tan
pesada, que, por todo el mundo, no la quisiera haber to-
mado sobre sus hombros.
O^NToT | eminencia] influencia T || 147 el] mismo add. O^NT || 148 Se-
ñor] Espíritu NToT || 149 tocare] tomare To || 150 pornemós a add. NTo,
pondremos a add. T | con] en O, | vuestra T | estimación] Dime add. T ||
151 pediremos NToT || 152 bien 'om. NTo | convienen To || 153 ministros
To H 154 pronuncie ToT ¡J 155 limpia] ni add. N, o achí. To, y add. T ||
156 recibir N
157 espántame O, | éstas 02NToT || 159 la] lo 02NToT | 1c om. To |
par'xc] es add. T |¡[ 160 Moisén T | y] de add. NT \ cuales] con la fuerza
de su oración add. T | alcanzó] con la oración add. To |] 161 grande] gran
NT, om. To | iba] habla 02 || 162 para om. ToT |l| 163 abríalo 0,NT ||
164 a om. NT | también om. To || 166 éstas] santos O, || 168 aun, om.
O T | aun, om. NToT | del] de To || 172-173 porque no hicimos - hubiera]
om. T ||| 173 hobiera To || 174 y corporales om. To \\ 175 algunos N, a
alguno entonces To \ a alguno el om. T || 176 entonces om. ToT | besarse]
vérsele N, besalle To, besarles T \ la honra - mano] y el autoridad 02 |1
178 quisieran T || 179 tomado] tenido 02
156 San Juan Crisóstomo, Dc sacerdat., 1. 6, 4 : MG 48, 680 s.
161 Cf. Ex. 32, 10-14 ; N'uni. 14, 13 ss.
165 Cf. 3 Reg. 17, 18.
A SACERDOTES
1301
t80 Cosa recia de pensar que, no siendo para orar por mí,
y que he menester ayuda de mis vecinos para que me aman-
sen a Dios, que yo he provocado a ira con mis pecados, y
siendo tan poco espiritual que ni siento ni lloro mis defec-
tos ni mis pecados, me piden tan vivo sentido y entrañas
185 tan encendidas de caridad, que sienta los males del mundo
como si fuese padre de todo el mundo; y tenga tal santi-
dad, que me ose poner a la ira de Dios y tornarlo, de eno-
jado, pacífico, y de castigador, perdonador. De Aarón cuen-
ta la Escriptura que, andando el fuego del castigo de Dios
190 quemando la gente de los reales, tomó un encensario en la
mano y se puso entre los muertos y los que quedaban vivos;
y, orando y incensando al Señor, hizo que parase su ira.
Padres, ¿hales acaecido esto algunas veces? ¿Han peleado
tan fuertemente con Dios, con la fuerza de la oración, que-
.195 riendo él castigar y suplicándole que no lo hiciese, que haya
dicho Dios: ¡Déjame que ejercite mi enojo!, y no querer
nosotros dejarlo, y, en fin, vencerlo? ¡Ay de nos, que ni
tenemos don de oración ni santidad de vida para ponernos
en contrario de Dios, estorbándole que no derrame su ira!
200 El sacerdote, ^ hom- y aun no sé si entendemos nombre
bre de oración de oración; porque, como San Hie-
rónimo dice, este negocio más se
hace con gemidos que con palabras; y aquél solo sabe ge-
mir como debe, para que su oración tenga fuerza, a quien
205 el Espíritu Santo le enseñare este modo de orar. De esto
nos avisa San Pablo diciendo: Nosotros no sabemos qué ni
cómo hemos de orar; mas el Espíritu ora por nosotros con
gemidos que no se pueden contar. El Espíritu Santo en sí
180 siendo] yo add. O^NToT | por] para 02 || 181 me om. 02 || 182
que] a quien T || 183 desiertos Ot |:| 183-184 defectos ni pecados 02T, de-
fectos y pecados N, pecados y defectos To || 184 pidan NT | sentido] sen-
timiento To, vivos sentidos T \\ 186 de] en O^NToT | del] de todo el T ||
186 fuere T | de todo el] del O, | mundo om.2 To |,| 187 oponer NTo \ tor-
narle To |! 189 la] sagrada add." N | Escritura To f| 190 un] el T | incen-
sario NT || 192 y orando] llorando T | y ] e 0?N ] encensando O2NT0 |
Señor] y add. T \\ 194*195 quiriendo To |;| 196 suplicando NT | que2 om. T ||
197 vosotros OnNToT | dejarle ToT | vencerle T \ nos] nosotros 02 || 199
derramase T
200 entendemos] este add. To. el mismo add. T || 202 Jerónimo O^T |
negocio] de oración add. T || 205 Espíritu Santo le] Señor lo O, || 206 di-
ciendo] de esto add. To || 207 habernos O^NToT | Espíritu] Santo add. To |
ora] con nosotros digo add. N || 206-208 El Espíritu Santo - contar] om.
192 Cf. Num. 1 6, 47-48.
197 Cf. Ex. 32, 10-14.
■203 Cf. Pseudo-Agustín, Scrm. 47, 1 (ML 39, 1838) : «Lice/t alta
sit térra, alfrum caelum ; audit tamen Deum hominis linguam, si
mundam habeat conscientiam. Cum sensibus loquitur, si sit solus nos-
ter gemitus. Sufficit auribus irraber oculorum, fletus citius audit qnam
voces». 208 Rom. 8, 26.
1302
PLÁTICAS
mismo no padece ni gime; dícese que pide con gemidos, que
210 no se pueden contar, porque hace gemir a nuestros cora-
zones gemidos que no se pueden contar. ¿Qué andamos pi-
diendo que nos digan cómo hemos de orar en el "memento" :
quién porné primero, quién porné después, para que, en
espacio de dos o tres credos, pasemos aquello por la me-
215 moria? ¡Y con esto hemos bien orado, y procedemos luego
a la consagración! ¡Oh dolor grande! ¿Y así se ha Dios
de amansar? ¿Así se ha de alcanzar la paz de las guerras,
la fe para los infieles, la conversión para los pecadores y
el estar los justos en pie? ¿Con cosas que tan poco cues-
220 tan pensamos de alcanzar cosas de tanto precio? ¿Y ora-
ción que parece de burla ha de alcanzar cosas de tanto tomo
y verdad? Gemidos, gemidos nos son pedidos, y no que sal-
gan de sentimiento de cosa temporal, ni que salgan de la
voluntad guiada por razón, mas inspirados por el Espíritu
225 Santo, tan imposibles de ser entendidos por los que no los
tienen, que aun los que los tienen no los saben contar.
Padres míos, ¿saben qué tales han de ser los gemidos
que demos los sacerdotes en el acatamiento de Dios, pidien-
do remedio para todo el mundo? Como dice San Basilio,
230 que ansí como en el oficio sacerdotal representamos la per-
sona de Jesucristo nuestro Señor, así le hemos de represen-
tar e imitar en los gemidos y oración que el oficio sacerdo-
tal pide. Párense bien a mirar en su rincón, cuando se apa-
rejan a decir misa, con qué afectos, gemidos y lágrimas,
235 compasión, puesto el Señor en la cruz, derramando la san-
gre de fuera, oraba dentro por todo el mundo; y procuren
de le pedir semejanza de aquel espíritu, parte de aquel co-
razón tan espinado, para que, pues nos llegamos a rogar en
su nombre por todo el mundo, y a El tenemos en el altar
240 en las manos, tengamos en el corazón la semejanza de su
gemido, para que como El, ofreciendo con lágrimas, como
O^NT || 212 habernos OnNToT | momento To |;| 213 pondré^ T || 214 o
tres om. To | aquellos Ó^ToT || 215 esto] eso N, pensamos que add. T |
habernos T | Juego] después To \] 216 ansí ToT || 217 ansí OJoT || 218
para ] por O || 219 en] gracia y en add. 02 | cosa y ToT ]| 219-220 cuesta
NToT || 220 de, om. O NToT | cosa T | tanto] tan alto To || 221 cosas de
tanto] cosa de tan alto To || 222 gemidos,] gemidos add. N | pedidos] de
Dios add. 02To || 223 que om. O \ la om. T || 223-Í224 de la voluntad om
To || 224 por^ la add. 02 | razón] natural add. To | el om. T H 225 im-
posible es Oa '| por] de To || 229 los] om. OO^
220 dijo O NT || 230 ansí] si así N | en om. 0¡ | sacerdotal om. To ||
231 Jesucristo] nuestro Señor add. NT | ansí To | la habernos T || 232 e]
y To | oraciones NTo || 233 Párense] Procúrense padres míos O [ a mirar]
aparejar 02, a pensar NToT || 233-234 aparejen To \ a] para O NToT |
Misa] y piensen add. 02 | afecto NToT |i| 235 compasión] con qué pasión
O , compasión y (om. T) gemidos y lágrimas ToT || 236 oraba] de add. 03N,
orarla de 7" || 236-237 le procuren de To |i| 238 lleguamos 0¡ \\ 238-239 3en
su nombre om. To | a El] le 02NToT || 240 en,] con To || 240-241 sus
233 Cf. San Basilio, Moral., reg. 56, c. 5 : MG 31, 786 s. .
2. A SACERDOTES lóOá
dice San Pablo, fué oído del Padre por su reverencia, así
nosotros, orando y gimiendo a semejanza de El, seamos
oídos por El.
Y si alguno, entre los cuales soy yo, se atemoriza y con-
fundiere de ver su sequedad de su corazón en su oración,
el poco sentimiento que tiene de los males ajenos, la poca
fuerza y la poca santidad para que su oración haga fuerza
al Omnipotente, y que sus gemidos son tan breves y fáci-
les, que quienquiera los puede contar; y, en fin, se ve lejos
de tener aquel don de oración infundido por el Espíritu
Santo, tan necesario para bien ejercitar el oficio sacerdo-
tal de ser abogados por los hombres en el tribunal de Dios;
y este tal, así atemorizado y compungido, me preguntare:
"Padre, ¿qué haré, que muy lejos estoy de saber ni tener
los negocios de esa oración?", decirle he que, si no es sacer-
dote, que no tome el oficio de abogar, si no sabe hablar.
Y diría yo que no sé con qué conciencia puede tomar este ofi-
cio quien no tiene don de oración, pues que de la doctrina
de los santos y de la Escriptura divina parece que el sacer-
dote tiene por oficio, según hemos dicho, orar por el pue-
blo; y este orar, para ser bien hecho, pide ejercicio, cos-
tumbre y santidad de vida, apartamiento de cuidados, y,
sobre todo, es obra del Espíritu Santo y don suyo particu-
lar, no dado a todos, mas a quien El quiere; y a quien El
le daba en el principio de la Iglesia, como dice San Crisós-
tomo, oraba y gemía y enseñaba a los otros a orar: Quien
no tiene estilo de abogar en el audiencia divina, distintísi-
mo de la audiencia de acá, y que, puesto de rudillas, cuan-
do no hay oración vocal que hacer, está como un mudo de-
lante de Dios, ¿con qué desvergüenza tiene oficio de orar
sin lengua del cielo? Y aunque este tal lo hace muy mal,
no sé si lo hace peor el perlado que ordena sin examinar
en esta cualidad al ordenado; porque, como maestro y guía,
gemidos 02NT \\ 242 del] de su To | por su reverencia del Padre O | ansí
ToT || 243 orando] llorando 02
245 algunos T | atemorizare 02NTo, atemorizaren T | y] se add. O || 246
coufuedieren T | suj la 02NToT | su3] la 02NToT || 247 el] del T f tienen
T | que tiene de] en To | la] a T || 247-248 la poca fuerza y ora. To || 248
la om. NT | que] en add. T | hagan T || 350 quienquiera] quera O | los]
lo Ojo | contar] confiar N | fin] si add. T || 251 el om. T \\ 252 necesario]
necio 02 | bien ora. To || 253 abogado 02NToT || 254 este tal] estar N |
ansí To | me om. N || 255 ni] y To | tener] entender O , tener y saber T ||
256 esa] la 02N, esta T \ decirles N || 257 el om. O^NToT || 260 Escritura
Tq I divina ora. To || 261 habernos T | dicho] el add. O || 263 y om. O NT |
apartamientos T || 264 del] del NTo || 265 mas] sino To || 266 Je] lo 02NToT |
Iglesia] oraban y gemían add. T | Grisóstomo O || 267 oraba] y add. NTo |
oraba y gemía om. T | y2 om. 02N | enseñaban r | orar] y add. O To || 268
tiene] este add. To \ el] la 0}T || 269 de Ja] del To | que om. 02"[ rodillas
02NToT || 270 hacer] rezar ü2NToT || 271 tiene] toma NTo, tomo el T |
tiene oficio de orar ora. 02 || 273 prelado ToT || 274 calidad 02NT \ al orde-
242 Hebr. 5, 7.
1304
PLÁTICAS
275 y por la mucha experiencia que ha de tener de la fuerza
y provecho de la oración — que, como San Gregorio dice, ha
de tener experiencia que su oración es tan poderosa delan-
te de Dios que alcanza lo que pide — , debe este tal desen-
gañar al que, sin tener este don, se quiere ordenar, porque
280 no vaya sobre él la falta del otro.
Mas ¿qué hará quien ya es sacerdote? Que llore, por-
que inconsideradamente lo fué, sin pararse primero a con-
tar muy despacio, como el Señor dice, si tenía suficientes
expensas para edificar en sí la torre altísima de la majes-
285 tad sacerdotal; y tema, y mucho tema, no le acaezca lo que
el Señor dice, que, viendo que no tiene lo que era menester
para edificación de la torre, hagan burla de él y le digan:
este hombre comenzó a edificar y no lo pudo acabar.
¡ Ay del sacerdote que Libra, Señor, por tu misericordia
290 no tiene vida canfor- a cuantos estamos aquí y a todos
me a su dignidad.! \os ^e son ttus ministros, no mo-
& fen de nosotros los demonios en
el infierno, dándonos en rostro que, teniendo alteza de sacer-
docio, tuvimos vida muy baja, indigna y desproporciona-
295 da de la dignidad. Temamos, padres, temamos; que Juez te-
nemos a quien dar cuenta, y cuenta más estrecha que la
gente del pueblo, la cual, como ha recebido menos, dará
menor cuenta; mas a nosotros se endereza de lleno en lleno
aquella terrible y verdadera palabra que dijo el Señor: A
300 quien mucho es dado, mucho le será pedido. Y en un sal-
mo que el profeta David cuenta de la venida de Dios a juz-
gar, lo primero que cuenta es que dijo Dios al pecador:
¿Por qué cuentas mis justicias por tu boca? Si rezar los
psalmos, si las oraciones, si las palabras de Dios, es cosa
nado] de ordenado N, ai que ordena To || 276 la om. Oz | que om. T \' dice
San Gregorio 02, dice] ya add. To || 278 alcance Oa | que2] le add. NT ]>| 279
tener om. T
281 es ya T || 282 primero om. T |i| 283 despacio] espacio To | si tenía
om. OjN H 284 majestad] dignidad Ta || 286 y2 om. To | tema2 om. To \\
286 tuvo O NToT | lo] la T | era] hubo Oo | era menester] el Señor dice
To || 287 para] la add. T | edificación] el" edificio O, | le om. T || 288
lo om. 02
290 a,] todos add. N || 293 tiniendo To || 295 la] taü O NToT | degni-
dad N | joez 02 || 296 y cuenta om. To | la] otra add. ü2 || 297 recibido N |
menor] menos 02ToT || 298 enderezara N || 299 palabra terrible y verdadera
02, y verdadera pm. To | el Señor dijo 02 || 300 mucho^ le add. To | le
om. 02 | será] es To | un] el (?2 || 300^300. psalmo O^NToT | el profeta
om. T | venida] del Hijo add. To || 301-302 a juzgar] al juicio To | que
cuenta om. N \ que cuenta es] dice To || 304 si ] om. O , y T | si ] y T ||
278 San Gregorio Magno, Reg. pastor., p. i.a, c. 10 (1VLL 77, 23) :
«Qui oratiorjis usu et experimenta iam didicit quod obtinere a Do-
niino quae poposcerit possit».
288 Cf. Le. 14, 28-30.
3OO Le. 12, 48.
303 Cf. Ps. 49, 16.
305 indigna del pecador, y ha de entrar en juicio sobre ello,
¿qué será tomar en la boca, sin el debido aparejo, a Jesu-
cristo nuestro Señor, y consagrarlo, y faltar en las cosas
principales que el sacerdote debe de hacer?
No sé, padres, cosa más lastimera; y, pensando algu-
310 ñas veces en ella, casi me faltan las fuerzas y me enflaque-
ce el corazón. ¡Que un sacerdote, tan honrado de Dios que,
a su llamado, venga del cielo y se ponga en sus manos y
lo aplique para bien del mundo; y, aunque su Obra se haga
en la tierra, su negocio se hace en el cielo y sube su voz
315 hasta el trono de Dios y se despachan negocios por e'lla im-
portantísimos en persona de la Iglesia, aunque él sea malo;
que éste, con tanta alteza de honra y acatado de príncipes
y reyes y de ángeles del cielo, y conocido de Dios por su
ministro, descienda al infierno por su mala vida y sea ator-
320 mentado de demonios el que acá los atormentaba a ellos,
y que sea desamparado de Dios y dejado de El para siem-
pre en tormentos eternos! Quien cotejara la honra de acá
y el estar en el altar vestido con vestiduras benditas y ri-
cas, tan cerca de Dios, tan familiar a El; y cotejare, por
325 otra parte, la obscuridad, bajeza, hedor, tormentos, demo-
nios, que nunca se acabarán para siempre jamás, del in-
fierno, no sé si tendrá fuerza para considerar la grandeza
de tanto mal después de haber pasado por tanto bien.
Despertemos, padres, despertemos con tan recio troni-
330 do: "¡Que van al infierno sacerdotes de Dios!" Beda cuen-
ta en su Historia de un hombre que fué llevado al otro mun-
do y vió al purgatorio y al infierno, y que, estando allá,
vió que los demonios llevaban tres ánimas, dando ellos mu-
chos gritos de risa, y ellas amarguísimos gemidos; y una
335 de ellas conoció ser de mujer, y otra de lego, y otra de clé-
rigo. El arzobispo de Florencia cuenta (vide 2 p. Historia-
305 y] que 7" | ha om. To || 307 consagrallo N, consagrarle ToT | faltarle T ||
308 de om. O^NToT
309 lastimosa To || 310 casi om. 02, cuasi To | y] se add. 02 1 me om. T j|
311 sacerdote] sea add. 02 | honrando Oj || 313 lo] se NTo |*para] el
add. OTo | y] que add. To | hace T || 315 por ella negocios 02NToT || <J17
acatado] reverenciado T || 318 reyes] de la tierra add. T | de] om. T | eu
om. NToT || 320 de] los add. T | los] les O,, om. T | a ellos' atormentaba
T H 322 cotejare NT, cotejase To || 323 y, om. NToT ] vestido en el altar
03To || 324 cercado r | Dios] y add. O | cotejar N | por] de ToT || 325
escuridad NT | tormentos] de add. O | demonios om. N || 326 acabarán] se
han de acabar N || 327 terná 02T
329 con] en O, || 332 al^] el NT \\ 333 que] a 02N | demonios] que
add. 02N || 334 de risas 02, y risas T | ellas] ellos To || 336 Florencia]
san Antonino add. To | historialem] historia 02To || 337 titulo] lib. O ,
fol. N |i| 336-337 El arzobispo - principio] Mas cuantos T | cuentos om. T |
336 Beda el Venerable, Hist. eccles. gentis Anglovum, 1. s, c. 12
ML 95, 249.
1306
PLÁTICAS
lem, tit. 16, c. 14, in principio). Muchos más cuentos hay que
éstos, que dan testimonio de condenación de ministros de
Dios, que nos deben poner cuidado de mirar cómo vivimos
340 y entender que, si el asentarnos a la mesa de Dios es cosa
dulcísima y de mucha honra, que debemos tener vida con-
forme a tal dignidad y estar vestidos de justicia, como dice
David, y como se representa en las vestiduras sagradas que
nos vestimos; porque no nos diga el Señor: Amigo, ¿cómo
345 entraste aquí sin vestidura de bodas?, y nos echen en aque-
llas tinieblas de fuera de la sala de Dios, donde está la
lumbre, y paguemos el escote del manjar celestial que aquí
comimos con comer allí asiensios y beber hiél de dragones,
según dice la Escriptura, y entenderemos, aunque tarde, de
350 lo que aquí poco caso hicimos: El que come y bebe indig-
namente, juicio — que quiere decir condenación — come para
si. Súfrenos el Señor y calla, esperándonos a penitencia;
mas líbrenos su misericordia de que se enoje con un oficial
suyo, que el tiempo que le dan para hacer penitencia lo gas-
355 ta en hacer más pecados. Sabrá muy bien, porque es sa-
pientísimo; podrá, porque es o[m]nipotentísimo, sin haber
quien lo resista; querrá, porque es justísimo, castigar al
tal oficial, o dejándole morir sin penitencia verdadera, aun-
que tenga lugar y tiempo para lo hacer, o matarlo ha sú-
360 hitamente estando hablando o haciendo otra cosa.
Cierta cosa es, y no creo ha un mes que acaeció, que
yendo un cura de un lugar a otro, bueno y sano, y encima
de su muía, se adelantó un poco de su mozo, al cual le pa-
reció que la muía de su amo se apartaba del camino, y co-
365 rrió por le alcanzar; y viole echar espumajos por la boca
sin poder hablar, y a cabo de un poco le quitaron de la
muía, y sin más hablar expiró. En otra parte, poco ha, me
que] de 02NToT || 338 condemnación To] de muchos add. 02 || 339 deben]
de add. 0?N || 340 sentarnos NToT \\ 341 de om. O, |'| 342 tal] Ja T | estar
oro. 02 || 345 sin] tener add. T | boda ToT | echará T || 347 paguemos] allí
add. T || 348 allí] allá 02 | asensios 02NTo, ajenjos T || 349 según] como
To | entenderemos om. T | tarde] llegará el castigo add. T | de oro. N ||
350 aquí] tan add. To || 351 indignamente] come y bebe add. T | que
oro. 02N | decir] come add. T | condemnación To | come] y la bebe T || 352
esperandos O, || 354 da T | hacer oro. NToT \ penitencia] acá add. O, || 355
Sabe T || 356 podrá porque es omnipotentísimo om. 0„, omnipotentísimo]
omnipotente To, poderosísimo T |,| 357 lo] le O^NTo | al] el NTo || 359 lo]
la 0?NToT | matarle To
36Í Cosa cierta 02NToT | es oro. To | creo] que add. O2NT0 | quea oro. 02 \\
362 a om. T \ y om. 02NToT || 363 muía] de su amo add. T || 364 de su
amo om. T | se apartaba] salla O NT, salió To | del] de 0?NToT || 365
por ] para T | le] la ¡V, lo T | viólo 02 | espumarajos T || 366 un
om' O NToT | le] lo ¿V || 367 expiró] y (om. To) contómelo otro cura, en
337 San Antonino de Florencia, Historial., 2.a p., tít. 16, c. 14 :
«■De raris eventibus illius terriporis».
343 Cf. Ps. 131, 9.
345 Mt. 22, 12.
349 Ier. 9, 15 ; Deut. 32, 33.
352 1 Cor. ii, 29.
A SACERDOTES
1307
cuentan que han muerto súbitamente otros dos; y ahora,
una legua de aquí, ciertamente se cayó otro muerto en la
370 sacristía. Y aunque estas muertes son recientes, no son
nuevas; que cosa es ésta muy usada; y, por eso, señal de
más ira de Dios con sus ministros: Si repente interrogave-
rit, quid respondebo ei? Y, como San Gregorio dice, dar
Dios término y aprovecharse el hombre de él para apare-
375 jar la conciencia y responderle en su estrecho juicio, señal
es de su misericordia, y consuelo para el que ha de ir a jui-
cio; mas llevar a uno súbitamente, es preguntarle a desho-
ra; cosa terrible para quien lo pasa y de mucho escarmien-
to para quien lo oye.
380 Llore quien se orde- Tornando, pues, al propósito, los
nó sin fuerza de que esta carga tomamos sin medir
oración nuestras fuerzas para si la podía-
mos llevar o no, lloremos nuestro
atrevimiento; lloremos los males que hemos hecho, los ma-
385 los ejemplos que hemos dado; y aun no basta esto: llore-
mos los males que han venido a los otros por no tener nos-
otros la santidad de vida, la fuerza en la oración que era
menester para ir a la mano al Señor y recabar de él mise-
ricordia y perdón en lugar de castigo; que si hubiese en la
390 Iglesia corazones de madre en los sacerdotes que amarga-
mente llorasen de ver muertos a sus espirituales hijos, el
Señor, que es misericordioso, les diría lo que a la viuda de
Naín: No quieras llorar. Y les daría resucitadas las ánimas
de los pecadores, como a la otra le dió a su hijo vivo en el
395 cuerpo. Abajemos, padres, nuestras cabezas, y nuestras ca-
ras se hinchan de confusión. Atraviese dura espina de do-
lor nuestro corazón, y pidamos perdón a Dios y al mundo
de que a El no le hemos servido conforme a la alteza y hon-
cuyas manos murió add. NToT | otras partes T | poco] pocos días NT | poco
ha om. To || 368 que om. 02N | súbitamente om. T | otros dos súbitamente
Oa | agora 02NToT ¡| 369 ciertamente om. NTo \ otro] uno 02T || 370 son_]
sean agora O" || 370-371 son nuevas] es cosa nueva O, \, 371 que cosa - muy]
sino Oa || 372 más] mayor NToT || 372-373 interroga!, quis respondebit T ||
374 de él el hombre T \\ 375 responderle] he add. 02 \\ 376 su om. O^To \\
377 es] y O | preguntarles OjP preguntalle ¿V, preguntar T || 378 quie"n] el
que To || 378-379 escarmiento para] escarnio y más 02 || 379 quien] el que To
380 pues om. 02 || 381 tomamos] tenemos Ol || 382 la] lo To | podríamos
,V || 384 habernos OJ || 385 habernos Ü2T || 386 mades] daños Oa | los om.
To | a los otros om. T | no tener om. T || 387 en la] de O, || ¿89 de] del
NTo || 391 muertos] en pecado add. N, en pecados add. ToT || 393 Naim
OJToT | No quieras llorar om. To || 394 aa om. 02¡VT | vivo su hijo N ||
395 Bajemos T | padres] pues .V ;| 396 caras] obras V | hinchen 02To \ con-
fusión] y add. 02NToT \ Atraviesa 0( | dura] aguda O NTo || 398" El] Dios
373 Cf. Iob 9, 12.
377 Cf. San Gregorio Magno, Moral., 1. n, c. 42, 57 : ML 75,
97S s.
393 Le- 7. 13-
1308 PLÁTICAS
ra en que nos puso, y al mundo en que no le hemos evitado
400 muchas males y alcanzádole muchos bienes; y si nosotros
fuéramos los que debiéramos, le hubiéramos librado de mal
con nuestra oración y sacrificio y alcanzádole muchos bie-
nes del cuerpo y del alma.
Así, padres, así pasa, y, si esto bien se sintiese, no nos
405 vagaría gastar tiempo ocioso, ni osaríamos hablar palabras
ociosas, ni temíamos los ojos altos, ni daríamos lugar a
otros cuidados, porque éste nos tendría y trairía tan poseí-
dos, que, por dar buena cuenta de él, aflojaríamos en las
otras cosas. San Pablo dice a los legos: Fornicatio et omnis
•no immunditia, aut avaritia, nec nominetur in vobis, sicut de-
cet sanctos; aut turpitudo, aut stultiloquium, aut scurrili-
tas, quae ad rem non pertinet; sed magis gratiarum actio.
Mírese que aun lo que llaman acá gracias, no consiente de-
cirse. Y la causa es porque no hacen al caso, a nuestro ne-
415 gocio de cumplir la voluntad de Dios entre tantas ocasio-
nes de quebrantarla. En siendo nacido en la tierra, procu-
rar de hacerse violencia y combatir y ganar el cielo, cosa
es que no admite burlería ninguna; y quien esto no siente,
no procura de ir allá. Y si al propósito de un buen lego no
420 convienen es-tas cosas, ¿cuán lejos es razón que estén del
negocio que el sacerdote trae entre manos, pues tiene oficio
que le pide más santidad y cuidado de aprovechar a los
otros?
Muy buena respuesta es, para cuando la maldad o vani-
425 dad nos combatiere, o la negligencia o pereza nos amones-
tare holganza, acordarnos del negocio que traemos entre
manos, que es de oponernos a Dios, para que hiera en nos-
otros y derrame su misericordia y perdón sobre los culpados.
To | habernos 02NT | a la] al To || 399 en2] de NToT | habernos T || 400
yj ni NTo | alcanzándole O O^N | y,] que 02NToT \\ 401 debíamos 02NT,
debríamos To |¡ 402 alcanzándole N ]| 403 deij] de 02NToT | del alma] ánima
02NTo, de ánima T
404 Ansli To] pasa add. 02NToT | ansí To | sintiese] entendiese 02 f|
405 vagaría]' a add. 02 | hablara] gastar To "j| 406 temíamos] traeríamos O T,
trairíamos NTo || 407 ternía 02NToT | traería 02NToT || 408 de] en 02 \\ 409
dice] prim. Corinth. 5 add. T ] et] aut 02Nr | omnis ora. 02 \\ 4á0 nec] ne
O II 412 pertinent O^ |>| 411-412 aut stultiloquium - actio] etc. vide locum
N2 \\ 413 aun] aunque 02 || 414 caso] o add. N || 415 dej ¿Y cuál negocio
es éste de tanta importancia, que ni admite malas palabras ni vanas gra-
cias? Cierto el add. T | ocasiones] ocupaciones Ai || 416 En¡ om. 0,T | tierra]
para add. 02 || 418 es om. 02 || 419 de( om. O | al] a 02 H 420"cuán] qué
O | legos O | que om. O, | es razón que estén] deben de estar To, conviene
que estén T || 421 que el] del N | sacerdote] que add. N | trae] tiene T ||
422 le om. 02 || 423 otros] V add. O,
424 o] la Zidd. 02N I 424-425 vanidad o maldad To || 425 nost om. T !
O ] y 02To | amonestaren a add. T || 426-427 entre manos traemos NTo, en-
tre manos tenemos T |l| 427 que es om. To \ ponernos 02 | para om. To J
en] a NToT
412 Cf. Bph. 6, 3-4.
No es ésta, padres, invención mía; palabra es de Dios,
430 y de aquel Dios que nos ha honrado con hacernos minis-
tros suyos y que nos ha de tomar cuenta y ponernos los
cargos de nuestra residencia, entre los cuales declara uno
que dice: No os pusisteis de parte contraria, ni os pusis-
teis por muro en favor de la casa de Israel, para estar en
435 pie en la guerra, en el día del Señor. Y en otra parte dice:
Yo busqué entre ellos un varón que interpusiera seto y es-
tuviera contrario a mí en favor de la tierra, que no la des-
truyera, y no lo hallé; y derramé sobre ellos mi enojo, y
consumílos con el fuego de mi ira. Quiere el Señor que,
440 aunque el pueblo con su mala vida esté tan atemorizado de
Dios que ni ose parecer delante de El ni alzar los ojos al
cielo, que su sacerdote, con la limpieza de la vida, con la
familiaridad amigable y trato particular de entre él y el
Señor, no esté derribado con temor como los otros, mas ten-
445 ga una santa osadía para estar en pie, y llegar al Señor a
suplicalle, importunalle y vencelle, y traerle a que, en lugar
de azote pesado, envíe su deseada misericordia. Y esto quie-
re decir lo que cada día hacemos en el santo sacrificio de la
misa; que, estando el pueblo arrudillado y humillado, el
450 sacerdote está en pie en el altar, negociando con Dios en
testimonio de la santa osadía y de lo mucho que vale para
estar en pie en el día de la guerra del Señor, cuando quie-
re castigar a su pueblo.
Padres míos, por este arancel hemos de vivir, y estos
455 cargos se nos han de poner cuando muramos; y de estas
palabras de Dios entenderemos que la causa de haber de-
rramado Dios su enojo sobre su pueblo y habernos consu-
mido enviándonos pestilencias, infieles que nos venzan, he-
rejías que han nacido, y tanta abundancia de pecados como
460 hay, y, finalmente, males de cuerpo y de ánima, ha sido
porque buscó Dios varones de oración que se le pusiesen
429 palabras son T ¡| 431 y, oni. T | que om. To || 438 que dice om. T |
pusistes 02-Vr, pusiste To | pusistes, NTo | de parte - pusisteis,] om. 0,T ||
435 en la guerra om. O, ]| 436 seto] "santo T ]| 438 lo om. To | y2 om. To \\
439 el Señor] Dios To',] 440 aunque] aun To f| 441 ni ] no O T | El] mí
N || 442 la,] su i\T, om. To | la,,] su To || 443 y ] con el add. 02 de om.
T || 444 no'om. T || 445 a] y O^ÑToT fj 446 suplicarle NToT | e add. O^ToT,
y add. ¿V | importunarle NToT \ y^ atarle y add. T | vencerlo O,, vencerle
NToT | traerle] atarlo 03, atarle To, y traerle om. T || 447 de] del O^XTo \
pesado] pensado O , pasado To | misericordia deseada To [\ 448 santo om. 7" ||
449 arrodillado O NToT || 450' esté To | en el altar om. N | Dios] en el
altar add. N || 451 que mucho T | para] para add. 0„ || 452 quisiere T \\
453 a om. T
454 habernos NT \\ 455 muriéremos T \\ 456457 Dios derramado To \\ 457
su enojo] tantos castigos To \\ 458 inviándonos 02 | pestilencias] pestilencia
N, e add. T || 460 de om. T || 457 y habernos - ha sido] es To || 461 varones]
hombres To ¡) 461-452 que - delante] om. To H 462 importara OT \\ 463 ta,
435 Cf. Ez. 13, 5.
439 Of. Ez. 22, 30-31.
1310
PLÁTICAS
delante, y no los halló. ¡ Quién pensara que tanto importaba
el ejercicio de la oración en la Iglesia! ¿Quién contará los
daños que por falta de ella ha habido? Y plega a Dios que,
estando nosotros tan ajenos de ella, sepamos 'llorar los ma-
les que por nuestra falta han venido, y entendamos que
nosotros somos los ojos de la Iglesia, cuyo oficio es llorar
los males todos que vienen al cuerpo; y que, para hacer
bien este oficio, pongamos ya fin a nuestros placeres, y
hollemos ya llano, como dicen, y andemos con entrañable
cuidado, como gente que trae sobre sus hombros una carga
en gran manera pesada.
Desterrada la tibieza, Un hombre, con cuatro o cinco
sentir todo el peso de arrobas de peso, anda acorvado.
la responsabilidad ¿ Qué haría si le echasen encima
sirvu-doral una casa entera?> ¿<lue S1 un Pue"
saceraoiai Wo entero?> ¿qué si grandes ciu.
dades?, ¿qué si un reino? Pues,
si todo el mundo estuviese encima de él, ¿ternía fuerza
para saltar?, ¿ternía gana de reír? ¿No le apesgaría tan-
to aquel peso, que, para poderle llevar, procuraría de ali-
viarse de todos los otros, y pediría a sus vecinos que le
ayudasen, y a Dios con lágrimas que le socorriese? Pues,
cuando nosotros entendamos que está sobre nuestros hom-
bros la carga de nuestros pecados, bastantísima para ha-
cernos gimir, y la de nuestro pueblo, y, según San Basilio
dijo, la de todo el mundo, entonces comenzaremos a sentir
qué cosa es sacerdote, yl diremos, como dice la Escriptura,
a nuestro padre y a nuestra madre: No sé quién sois; y
a nuestros hermanos: No os conozco; y andaremos cuida-
dosos de libertarnos de todo, para dar buena cuenta de
esto. Y conociendo cuán mucho nos falta, andaremos ro-
gando a los unos y a los otros, a los buenos y a los sabios,
que nos enseñen a orar, y gemir, y a bien vivir, y que
rueguen a Dios por nosotros; y heridos del gemido de no
haber sido lo que debíamos, quitaremos los regalos al
om. N >|l| 464 ha habido] han venido 0,,NT | plegué T || 466 males] de add.
O To || 468 todos los males T | vinieren ~03 |i| que2 om. T | hacer] yo add. N ||
469 y om. N |] 470 hoyemos T | ya llanos] como dice add. T || 471 hombro
0¡ |l| 472 pesada] Si add. NT \\ 462-472 tanto importaba - manera pesada]
presto tantos males hubieran venido si To
4H3 o cinco om. To || 476 casa] carga Oa H 477 entero om. O, || 478 un
om. N | Pues] qué add. To || 479 encima de él] sobre él 02, estuviese sobre
él om. To || 481 poderle] poderlo NT, haberlo de O || 482 alivianarse
NT |>| 484 están O^N || 4qS gemir NT || 4S7 dice O || 488 es] ser add.
OtNT | sacerdotes T II 490 cono/co OfT || 493 cognociendo N | cuán] que
T |i] 493 a los -otros] om. 02NT || 494 gemir y a om. T |¡ 495 y om. O ||
no haber] que no habernos Os |i| 496 lo] los 02N | debemos O NT i
487 Cf. San Basilio, De baptismo, 1. 2, q. 12 : MG 31, 1623 s.
490 Cf. Deut. 33, 9.
2.
A SACERDOTES
1311
cuerpo y el sueño a los ojos, y, con penitencia rigurosa y
amargas lágrimas, pidiremos al Señor perdón de haber sido
malos ministros y de no haber entendido la honra del alteza
500 en que nos puso, y por eso hemos sido comparados a los
jumentos y hechos semejantes a ellos; para que el Señor,
que, por su misericordia, nos escogió para su servicio y
culto divino, nos haga dignos y santos para ofrecerle el in-
cienso de la limpia conciencia y eficaz oración, y de consa-
505 grar y ofrecer el cuerpo de su santísimo Hijo, de manera
que quede nuestra conciencia confortada y por bastantes
conjeturas consolada [que] de las tres cosas que al Señor
pedíamos: bondad, disciplina y ciencia, nos ha dado la pri-
mera; y si no con aquella perfección que a los sacerdotes
510 pasados, a lo menos aquella con que en su gracia vivamos,
y acertemos aqueste dignísimo y santísimo oficio con aque-
lla diligencia que nuestra flaqueza, ayudada del Señor, pu-
diere.
Porque una cosa es usarlo casi sin ningún respecto,
515 como muchos lo hacen, a los cuales está aparejada la eter-
na danación, como gente que fué desacatada al mayor mi-
nisterio y oficio que hay en la tierra; y otra cosa es si un
sacerdote no vela toda la noche en oración, a lo menos
tiene sus ratos diputados para ello. Y una cosa es no tener
520 cuenta con su conciencia, o tan poca, que casi no es nada,
y otra tener su rato señalado para examinarse y juzgarse,
y traer mediano cuidado para no ofender al Señor mortal-
mente, antes, de aprovechar de bien en mejor, aunque en
estas cosas no alcanza aquello que desea ni lo que' otros
526 mejores; porque, así como tiene el Señor en su pueblo miem-
bros suyos que están en gracia, aunque imperfectos y fla-
cos, también entre sus ministros, ninguno es razón que haya
malo, mas sufrida cosa es que haya flacos, con condición
que lo que les falta de la medida que habían de tener lo
530 suplan con el conocimiento de sus defectos, y con las lágri-
mas con que se lavan, y con el deseo y propósito de se me-
al] del T || 497 y om. T || 498 pediremos O^NT || 499 del] de la O^NT ||
500 habernos T || 501 semejables O^NT | para que] porque T || 503 el om.
T || 504 eneienso 02 -| ía om. T | conciencia om. 02NT | dej para T ||
507 conjecturas 02 H 508 pedimos T | ciencia] si add' O || 509 los] santos
add. 02NT \\ 510 su] santa add. 02 || 511 acertemos] ejercitemos T || 512
ayudada] del favor add. 02N, con el favor add. T | del Señor] de Dios T
515 lo om. 02 | aparejado O, || 516 danación] condemnación ¡V, damna-
ción T | como] a add. .V \\ 517 ministerio] misterio NT | si] que ya que
T || 519 deputados 02 | ella 02NT \\ 520 o] tener add. O, | casi no es] es
casi 02NT || 521 racto Ot | sus ratos señalados 02 || 523 de om. NT [
aprovecha T || 524 alcance OJiT | 525 mejores] que él add. T [ ansí O^T ||
527 haya] sea N || 528 sufridera N, sufridora T | con] en O, || 529 lo que
om. N || 530 cognocimiento N | con las om. O . las om. T || 531 laven
T | y propósito om. O, | propósito y deseo T || '532 mejorar] y firme pro-
501 Cf. Ps. 48, 13. 21.
1312
PLÁTICAS
jorar; porque esta moneda, aunque parece de poco valor,
recibida es en el tribunal de Dios; y como San Bernardo
dijo: "El deseo y cuidado de la perfeción, por perfeción se
635 reputa". De manera que, desterrada toda tibieza, procuran-
do de ser cada día mías leales y agradables al Señor, que nos
escogió, le sirvamos en su santo altar como debemos, para
que de él pasemos al cielo, a gozar de El en su gloria.
Amén.
3 Tres grados en los que cursan oración *
A los padres de la Compañía de Jesús
(■Escorial, Ms. & III 21, fif. 250 r - 256 r ; B. N. M., Ms. 3620,
ff. 100 r - 102 v.)
Sea nuestra oración Hase de enseñar al pueblo que tie-
Uena de confianza ne un Dios, de quien ha de recibir
todo bien y remedio de todas sus
necesidades, y que es padre de huérfanos y desconsolados y
5 pobres. De ignorancia de esto piensan los hombres ser huér-
fanos, y van a dar en des[e]speración. A los cuales dice
Dios: Numquid rex non est tibi, et consiliarius huius pe-
Hit? Quare ergo doles sicut parturiens?
Este afecto han de tener los hombres, y se han de ves-
10 tir; que tienen a Dios por remedio y amparo; que es piado-
pósito y add. 02 || 533 recebida 02T || 534 dice T | por perfección om. N ]|
480-685 No le apesgaría - se reputa] Pues, si esto entendiésemos, despre-
ciaríamos todas las cosas del mundo y rogaríamos a otros que nos nyudasen
a llevar ]a carga con oraciones y doctrina. Procuremos, pues, tener aque-
llas tres cosas : bondad, disciplina y ciencia, y si no en aquella perfección
que hubieron Jos santos sacerdotes, a lo menos aquella con que en su
gracia vivamos To || 536 cada día de (om. T) ser 02NT || 535-536 procurando-
día] procuremos de ser To || 537 le sirvamos] para le servir To || 538 de
élj om. T | gozar de él] gozarla On \\ 530 Amen] Laus Deo add. NT, Gloria
a Jesús y María add. Tv
E = Esc., N = B. N. M. || 1 tienen N || 2 recebir N J| 3 todo] el add.
N ,| todas om. N \] 3-4 su necesidad N \>\ 4 y3] de add. ¿V || 5 pobres] Y
de add. N | esto] se add. N |:| 61 güérfanos N || 7 huius om. N || 8 doles
sicut] deservivit T | parturiens] et afflictis dicendum est : Quare tristis est
anima tua ? Spera in Deo add. N || 9 y] de esto add. N | vestir] scilicet
535 San Bernardo, Ep. 254, 3 (ML, 182, 460) : «Itaque indefessuni
iproficiendi studium, et iugis coiiatus ad perfectioneni, perfeotio repu-
tatur».
* Ed. L. Villalba, O. S. A., en «La Ciudad de Dios», 81 (1910),
481-490. El título del Ms. escurialense es «De oratione, del Mtro. Avi-
la» (f. 250 r). La copia de la Nacional es más explícita : <d?lática
del P. Mtro. Avila, fecha a los padres de la Compañía del Nombre de
Jesús» (f. 110 r). En el Ms. de El Escorial el texto se halla dividido en
partes por las dos rúbricas «segundo curso», «tercero curso», que
conservamos, incluyéndolos en nuestros epígrafes.
8 Cf. Mich. 4, 9.
A LOS l'ADRKS Di: I. \ COMPAÑIA láXÓ
sísimo y fidelísimo, para que acudan a él. Y hase de enseñar
este artículo, y fundar en la Escriptura las condiciones de
nuestro Señor y sus entrañas, y que tiene más gana de dar
vida, que nosotros le pedimos. Y de aquí, de este sentimien-
to, ha de nacer en el ánima una grande confianza, que al-
canzaremos lo que pedimos; y es cosa importantísima para
alcanzar cuanto pidiéramos. Por cuya causa son nuestras
oraciones tan sin fructo; y vamos fríos y sin fructo, por
falta de verdadera confianza; y así nos volvemos sin fructo.
No así, sino ir con una fiucia grande, que nos ha Dios de
conceder lo que le pedimos para nuestra salvación. Esto es
lo que dice Santiago: Qui indiget sapientia, postulet a Deo
nihil haesitans; y Santo Tomás, loquendo de oratione, dice
que oratio innititur charitati, quoad meritum, et fidei,
quoad impetrationem. Unde infert, que puede ser que uno,
con menos caridad que otro, alcance más en la oración que
otro, por tener más fe, aunque menos caridad; y esto es lo
que decimos acá "don de oración". Así que ha de tener fe,
y que no dude nada de parte de Dios que puede y quiere
darle aquello.
En la vida de San Bernardo se cuenta que le vinieron
a rogar que rogase a Dios por cinco hombres que estaban
en gran necesidad, y mandó en obediencia a ciertos monjes
que fuesen a tener oración por ellos ; al cual le reveló Dios
que alcanzaron remedio para no más de los dos, porque no
llevaban fe, que alcanzarían para más. Y a los que así van
dales Dios una confianza que alcanzarán lo [que] piden: es-
tán certificados, que aunque aquello no es evidencia, pero
es una certidumbre moral grande, y así dan gracias por el
beneficio, aunque no se haya de hacer [sino] de aquí a tanto
tiempo, como si ya se hubiese recibido.
add. N ]'l 10 remedio] arrimo iV |¡ 11 hase] este arrimo se ha ¿V || 12 este
artículo om. N | la] sagrada add. N | Escriptura] y add. N || IB y, om. N ||
14 Vida] y da N | le pedimos] de pedirle y recebir ¡V |¡ 15 grande om. N i
confianza] grandísima de add. N || 16 pedimos] le pidiéremos N | y es cosa
om. N || 17 cuanto pidiéremos om. .V | causa] falta N || 18 y om. N ||
18-19 fructo - verdadera] om. X U 19 confianza] viva add. N | sin fructo
om. N || 20 así om. N | fiucia] fuerca E, confianza N || 20-21 que nos
ha -salvación] fuertes, que se ha de hacer, etc. .V |] 22 dijo N || 23 haesi-
tans] in fide add. ¡V { loquendo de oratione] hablando de Ja oración, a este
propósito N || 24 nititur .V ¡] 25 Unde - puede ser] De donde se sigue .V ||
28 acá om. N | Así que ha om. E || 29 y om. N
35 los dos no más N || 36 llevaban] más add. N || 37 da N | confianza]
grande add. N ! alcanzarán] se alcanzará N |,| 38 están certificados] que
quedan tan confiados .V | aquellos] ello N \ pero om. N || 39 da N ||
40-41 de aquí a tanto tiempo om. E \ 41 recibido] hecho .V
23 a. Iac. i, 5-6.
27 Sanio Jomas de Aquixo, Summa thcoJ., 2-2, q. 83, a. 5 ad 3.
36 Cf. Guillermo df. Saint-Thierry, .v. Bernardi vita prima,
L 1, c. 13, 64 : MJL 185, 262.
42
1314
PLÁTICAS
El tener a Dios en esta posesión y opinión es grande
honra suya; muévese mucho a dar. Hase de formar este
afecto en los corazones exemplis Scripturae ut ex illo: Quis
45 ex vobis habens amicum?, et caetera quae su[í>] eodem ca-
pite sunt. Y aconsejaba el Señor, in exemplo de mullere cum
iudice, que seamos importunos; y todos los lugares donde
el Señor dice esto se deben mucho meditar, y el servicio y
contento que el Señor recibe en que le pidan. Débese tra-
50 bajar hasta que el corazón no vaya a otra parte a buscar
su' remedio, como Josafat: Cum ignoremus quid agere de-
beamus, etc., porque el que va a otro primero, aquél tiene
para remedio, y es deshonor que al mismo Señor se hace;
y así, unos a su razón, unos a su amigo, en fin, va cada
55 uno a aquel de quien más se confía. Cosa de lástima, que,
si uno tiene tres o cuatro amigos, el postrero a quien va es
a Dios. Pero no va la gente a Nuestro Señor porque no les
da lo que piden, si no es algunas veces para su castigo,
porque el Señor no da sino lo que es menester para su sal-
60 vaoión. Gran consuelo es que todo lo necesario para mi sal-
vación cae debajo de mi predestinación, y así lo tengo de
alcanzar, cierto, si fuere medio para salvarme; y este afec-
to se ha de poner en todos los cristianos.
La oración ha de ser A los sacerdotes digo que sepan que
65 inspirada han de tener más uso de esto, por-
que han de tener un trato muy fa-
miliar con Dios, un admitirlos Dios a su conversación como
amigos suyos, y mostrarlos a los tales cómo huelga Dios
que traten con El, y se alegra y aliquando instiga interior-
42 opinión] estima .V || 48 muévese] y le mueve .V ]| 44 exemplis Scrip-
turae] con ejemplos de la sagrada Escriptura ¡V | ut om. N || 45 liabebit
¿V | caetera] Luc. no et caeteris add. N !| su(b) om. N || 46 sunt] conti-
nentur N || 46-47 aconsejaba - iudice] de la viuda con el inicuo juez iV |j
47 inoportunos] y pidamos. ¡Oh, bendígante los ángeles! add. N H 48 mu-
cho om. N | y^ dar a entender add. N 51 Josafat] hizo add. N | cum
ignoremus) ignarus .V |l| 52 debuerat JV | etc. om. N | primero] a ¿V || 53
para remedio - que] por arrimo, y este es honrado y .V ] se] le add. ¡V <
hace] Ja deshonra add. JV |.| 54 asi] van add. .V | unos.,] y otros .V | imiigo]
y add. N || 55 uno] cual .V ||| 56 prostero JV | 57 a nuestro] al .V | porque]
pues N || 59 porque el Señor] y quiere, pues Dios .V !| 59-60 para su Falva-
ción om. ;V || 62 si fuere - salvarme] Y así, si para mi salvación conviniera
ser rico o pobre, o más sabio, tanto alcanzara de nuestro Señor, y me diera
su bondad, si me fueran medios necesarios para salvarme .V || 63 de] pro-
curar add. N
64-65 digo que -tener] om. ,V [| 65 aquesto N || 66 porque han de] ]< s
conviene N | tener] scilieet que han de tener add. N | trato] rato jV ||
6667 muy familiar] familiaridad Ñ || 68 mostrarles JV | a los tales cómo]
que se N || 6869 Dios que -con él] con ellos y que con él traten N \\ 69
alegra] huelga N | aliquando] alH cuando E | interiormente om. .V || 70
46 Cf. I,'C. II, 5.
47 Cf. Le. 18, 2 ss.
52 2 Par. 20, 12.
3. A LOS PADRES DE I.A compañía 1315
70 mente que le pidan. Esta es gratia gratis data y don muy
principal, y esto es lo que llamamos "oración con eficacia".
Diferente cosa es que admita un rey a uno que le pida al-
guna vez lo que ha menester, y que sea otro tan su amigo
que le admita su familiaridad y conversación, que es nego-
75 ció y trato de amigo, de qua dicit divus Gregorius in Pasto-
rali, que el que no tiene de este don experiencia en sí, no
debe admitir cargo de almas, porque ha de tener expe-
rimentado que le da Dios orejas para sus necesidades, y de
sus subditos; y de esto se deben examinar los sacerdotes,
80 porque son terceros para alcanzar perdón del Señor. Y éste
es el remedio que ha tenido la Iglesia en sus necesidades
y persecuciones y trabajos, y así dice San Ambrosio: Ani-
ma mea oratio et lacrimae sunt.
Y cuando en las plagas y trabajos no mueve Dios a
85 orar por el remedio, es señal que quiere castigar; y así ha
de ser la oración inspirada, ut ait Bernardus: Tepida est
oratio quam non praecedit inspiratio. Y este mover Dios a
orar nos enseña Paulus ad Romanos: Quid oremus nesci-
??ius; nam Spiritus postulat pro nobis gemitibus inenarra-
90 bilibus. Facit nos postulare quod Deus vult; y así acontece
que uno quiere rogar por otro, y, cuando va a la oración,
se le quita de delante. Por esto, el que ora lo que Dios le
inspira, ora instruido por el Espíritu Santo; y orar por el
espíritu humano es orar y pedir quod Deus non vult, ut
95 Paulus cuando pedía le quitasen el estímulo que le afligía.
Y así dice que no sabemos orar: qui enim in Spiritu oret,
muy] mas add. N > 71 esto om. Y ¡ con eficacia] etc. ti \¡ 72 Diferente cosa]
Diferentemente N 1 un rey admita .V ¡| 73 vez lo] cosa N | menester] al-
guna vez add. N ; 74-75 negocio y trato] cosa .V |,| 75 amigos N | qua] re
add. N 75-76 dicit ■> Pastorali] diz san Gregorio en el Pastoral N ]\ 76 en
sí experiencia de este don N |j 77 ánimas Ti [| 78 orejas] ovejas K |j 79 dé-
bense los sacerdotes examinar de esto N || 81 es] ha sido .Y |j 81-82 necesi-
dades y om. Y || 83 sunt] Y asi un emperador que iba a prender a san Ba-
silio, de que lo vido en el coro orar con sus clérigos, no osó prendello y
tembló, y el obispo Alejandro, estando en cierto conflicto con Arrio, estuvo
toda la noche en oración, y a la mañana reventó Arrio. Y es usanza de la
casa de nuestro Señor, como se vido en Moisén add. N
85 señal] mala add. .Y ¡ quiere] Dios add. .Y | castigar] y cuando inspira
el rogar es señal que quiere dar add. .Y |¡ 87 Dios om. Ñ || 88 nos om. N |
Paulus] san Pablo N ! Romanos] 8 et add. N | 89 nam om. .Y | inenarrabili-
bus] secundum Deum, id est add. .Y 90-92 y así - Por esto] om. N || 98
instruido om. N , el, om. X | y orar por el] del .Y || 94 es orar y pedir]
orat qui non postulat .Y ¡ non oto. ¡V |¡ 95 cuando] que ¡V | pedía] que
add. .V | quiase N | que le afligía om. .Y || 96 dice] le fué dicho .Y | sabía
N | orar] y así acontece que uno quiere orar por otro y cuando va a la
oración se lo quitan de delante add. N H 96-97 in Spiritu -de ser] orat Spi-
7<; SÁM Gregorio Ma<;no, Rcg. pastor., p. i.a, c. io : ML 77, 23.
83 Cf. San Amisrosio, Enarr. in Ps. 37, 10-11 : ML 14, 1061 s.
87 San Bernardo, Dc diligencio Dco, c. 7, 22 : ML 182, 987.
90 Cf. Rom. S, 26 s.
95 Cf. 2 Cor. 12, 9.
1316
PLÁTICAS
ha de ser gemitíbus inenarrabilibus . Pasan en el alma co-
sas y gemidos que no sabe el hombre entenderlos: levanta
el corazón, comienza a llorar, etc. — ¿Qué hay, hombre?,
100 ¿qué te toma? — No sé. Et licet a Deo simus movendi ad
aliquid petendum, no nos habernos de estar así, sed petere
debemus, et in particulari quod nobis est magis necessa-
rium, ut donet Spiritus Sanctus.
Libros de oración Así como la vida cristiana ha de ser
105 regida por Espíritu, que es el supre-
mo maestro de ella, y no los hombres; así la oración, don-
de hay mucha bachillería, nunca sale bien. Y así los libros
suele [n] impedir, porque unos proceden por vía de entendi-
miento, sacando de todas las cosas a Dios per remotioneni,
110 y así procede via spiritus; otros, magis per viam volunta-
tis, arrojándose luego la voluntad a amar a Dios Nuestro
Señor: la Tercera parte del abecedario que persuade más
a proceder per viam voluntatis, con poco pensar; y así
no se ha de tomar sino el camino por donde el Señor quie-
115 re llevar al hombre. Y así los libros sirven para ayudar a
andar por la puerta que Dios le abre: unos per viam nega-
tionis et remotionis, et [otros per viam] silentii, in occulto
loquentis, ut dicit Dionysius; y de ésta decía San Antonio:
Monachi intellig entes quae orant, etc. Y al que Dios lleva
120 por aquí, sin pensamientos o con poquitos, es gran merced
de nuestro Señor, aunque, para que no dañe la cabeza con
discursos y alborotos, es bueno no comunicar la devoción
ritu Sancto postulat in eo N |i| 97 inenarrabilibus] id est adi¡. N | pasa N |
ánima N || 98 gemidas cosas add. N | el hombre no sabe N | entender le-
vantándole N || 99 etc. om. N | hay] habéis N || 100 qué te toma om. N >|
102 et in particulari om. N | necessarium] et in particulari N || 103 donet
Sanotus] Daniel et sancti, etc. Denique JV
105 por] ei add. N | Espíritu] Santo, así la oración ha de ser regida por
Espíritu Santo add. ¿V || 106 maestro] médico N | hombres] y add. N || 110
y así] de esta manera N | Via spiritus] vuestro espíritu A' | magis] más N ¡|
111-113 la voluntad - viam voluntatis] om. N || 113 pensar] sino solamente 'a
Yoluntad aplicándola al amor de Dios, ut Tertio de Abecedario add. N ||
114-115 el Señor quiere llevar] lleva Dios ¡V || 115 así om. .V |.| 116-117
remotionis et uegationis N || 118 loquentis] loquentes E, docentis N | dicit]
ait JV || 119 Monachi - orant] de monacho intelligente quae orat N || 120
con om. ¡V 4| 121 aunque para que] porque ¿V | dañe] daña a N || 122 deso-
lló Libro llamado Via spiritus o de la perfección espiritual del
ánima, en el que se halla doctrina muy singular, sacada de la Sagra-
da Escriptura, para menospreciar las cosas de .esta vida y pfl.ra llegar
a la cumbre de la perfección espiritual, compuesto por un fraile sim-
ple de la Orden del Seráfico Padre Sant Francisco, de. la provincia
de los Angeles... (Salamanca, Juan de Junta, 1541).
113 Fr. Francisco de Osuna, O. F. M., Tercera parte del libro
llamado Abecedario espiritual (Toledo 1527).
118 Pseudo-Dionisio Areopagita, De mystica theol., c. 1, 1 (MG
3, 998) : «Aperiuntur in calígine plus quam íucente silentii arcana do-
centis».
3. \ IOS I'ADKKS 1)1 I.\ COMPAÑÍA 1317
a la sensualidad; que no se puede sufrir, porque ahoga el
espíritu, ut Dalila, que regaló a Sansón, y sacóle donde te-
nía las fuerzas y matóle. Así ha de guardar el regalo de
Nuestro Señor y embeberlo, y con sosiego esperarle, hasta
que el Señor comunique. Buena figura es para esto aquello
que [a] Elias le aconteció cuando hubo de ver al Señor,
que en ninguna de aquellas conmociones vió a Dios, sino
en aquel sibilo aurae tenuis.
Y cuando en la oración no hay don alguno de Dios, es
la tal meritoria, y no se ha de pedir con fuerza demasiada
e inoportuna, sino con sosiego esperar, con humildad y lon-
ganimidad; y más probanzas y regalos no se han de pre-
tender, porque no nos acontezca lo que dice el Sabio, que
cuando más se pretende más huye, y debemos contentarnos
con rezar sólo un Ave, María y pensar que cualquier oficio,
por bajo que sea, en la casa de Dios nos viene muy ancho.
Reprehenditur quídam, que se murió de flaco porque no le
hacía Dios contemplativo; porque, como es negocio de gra-
cia, El lo da a quien le parece, sin diferencia de lugar ni
de personas; y ansí da aliquando en la plaza lo que niega en
la celda, y al jornalero a veces lo que no al monje. Y el
modo de proceder no pensando no se ha de aconsejar para
comenzar a meditar, si no es de mucha experiencia y ejer-
cicio de muchos años; si Nuestro Señor no quiere llevar
particularmente algunos, etíam desde los principios, ut
solet: allí no hay que hablar, porque en las almas en que
Dios pone su mano tenendum est.
eión] donación E \\ 123 que no] cuando .V | pudiere .V I porque ahoga] que
roga E || 124 Dalida .V | le sacó .V ¡| 125 mátalo \ | Abí ha] liase ,V || 126
esperar a nuestro Señor add. .V ] hasta] ha y a E \\ 127 Señor] se nos
add. .V | para] de || 128 que] de add. X ¡¡ 12S-130 le aconteció - sibilo] se
dice que viene un viento recio: Non in turbine Dominus, etc., hasta que
vino un sibilus N || 130 tenuis] Allí vino Dios add. V
132 tal] oración .V || 133 e inoportuna] y muy importunamente N | so-
siego] y add. N | esperar] y descausar, y esperar add. N | humildad y
om. N || 134 j^] para lo necesario a la salud no falta add. N | y regalos
om. N || 135 pretender] sin grande humildad add. S | acaezca N || 136
más2] se add. N | huye] la sabiduría add. N \\ 137 sola N ¡ cualquiera N ||
138 sea] que tengamos <i<ící. .V | muy om. V ¡¡ 139 Reprehenditur] Reprehen-
dite enim N | le om. .V || 140 Dios] de .V ¡| 141 diferencia] distinción N |
ni] ó N || 142 persona JV | asi ¡V | aliquando] algunas veces ¡V | en Ja pla-
za-niega] om. N || 143 yj o N | a veces om. .V | no] da E || 145 a medi-
tar] ni mediar .V | es de mucha ejcperienci.i j ] después de mucho .V || 147
dende .V ¡| 149 tenendum] timidum .V | est] aconsejalles otra cosa, etc. add. N
125 Cf. Iud. l6.
130 3 Reg. 19, ii-i
135 Cf. Eccl. 7, 24.
1318
PLÁTICAS
Los incipientes. Re- Hase de comenzar por los defectos
cocimiento v deia- proprios y por la meditación de la
miento pasión, y con imaginaciones de su
vida lleva Nuestro Señor a muchos
nuevos; y han de seguir aquel camino de imaginaciones,
pues es gran beneficio que la podamos imaginar, como dice
San Bernardo; y puesto Cristo Nuestro Señor delante, po-
demos tomar de El las virtudes y el amor y pasar a la Divi-
nidad por la santa Humanidad.
Han pensado algunos que este negocio de orar se ha de
hacer aflojando y no haciendo nada, moti ex Dionysio: Lin-
quite et linque omnes sensus. Quiso decir: deje el descurrir
y el no querer nada ni elegir nada. Tune los "alumbrados",
que dejaban la voluntad a Dios, decían ellos, y lo que les
venía hacían; y si no les venía, no lo hacían. Fundáronse
en San Agustín: Ama et fac quicquid velis. Et in illo: Lex
insto posita non est. Sed hoc est necedad: hacerse pura po-
tencia.
Unde dicitur: aliud es dejamiento, aliud recogimiento,
que es apartamiento de lo de acá y recogerse hacia Dios,
como la que hila y coge el hilo, y acógese a Dios, que es
torre de homenaje. Y es muy lejos del recogimiento aquella
mortandad y flojura, antes está el ánimo muy fuerte y for-
nido en ella, y ama mucho, etc. Y así en el recogimiento y
recogido, aunque el entendimiento obra poco o nada, la
voluntad obra con gran viveza, y amat fortiter. Y éste es
gran remedio para vencer tentaciones e imaginaciones; én-
trese el recogido en el retrete de su recogimiento, y ciérrese
la puerta tras sí y déjese los enemigos fuera, que más se-
15M51 proprios defectos N | y om. N | la, om. W ¡1 152 pasión] de mues-
tro Redentor add. N \,\ 153 vida - -Señor] humildad y bondad Dios N ¡¡ 154
lian] liase N |¡ 155 beneficio] haber descendido Dios a add. N | la] le .V I1!
156 Jesucristo N |l| 16T podremos N |:| 158 humanidad] etc. add. N
160 nada om. N || 161 omnes om. N | sensus] etc. y add. .V | deja fí |¡
162 y] no add. N | ni elegir nada om. ¿Y | Tune] Hinc N |" alumbrados] etc.
add. N || 163 Dios] y add. N | y] que N |¡ 164 venía 1. etc. add. N .| <y sd
no -hacían] om. N | Fundáronse] neciamente add. N [| 165 velis] voles N ||
166 non est posita N | necedad] y lo mismo add. .V || 167 potencia] y de-
jamiento add. N
168 Unde dicitur - aliud.,] om. E || 169 apartamiento] apartándose A' | y
om. N |.| 170 y aeóprese] recósese .V | Dios] a Dios add. A' | es] la add. N \\
171 de] del N [\ 172 fuerte] en él add. N |,| 173 en ella om. N ¡ Y_ om. ZV ||
174 obra] discurre ¿V |¡ 175 obra la voluntad ¡V | viveza] y vigor add. N [
ama N |J 177 éntrase N | y om. N | cierra .V |] 17® deja .V | que] quia
156 San Bernardo, In Naliv. B. M. V. serm., 10 ss. : ML 183,
^23i6i Pskudo-Dionisio Areopagita, I)c vivsHca theol., c. i, 1 (MG
3, 098) • «In inysticis contem-plationibus, intenta exercitatione, et
sensus reliuque, et iiiteUectus operationes, et sensi'bilia, et íntelligi-
3)¡lia omnia».
l66 Of. 1 Tim. i, 9.
\ LOS PADRES DE tA COMPASEA
1319
gura cosa es vencer huyendo del golpe que no resistiendo,
aunque algunas veces cumple resistiendo. Cerrar el enten-
dimiento a todo y suspenderse con gran atención viva a
Dios, que suspende, como quien escucha a uno que habla
de alto, aunque siempre está como acechando el entendi-
miento. Y no haya reflexión en lo que está haciendo, sino
como un niño o uno que oye órgano y gusta: no sabe el arte
y estáse quieto, y el que lo sabe, está mirando si yerra o no.
Y así muchas veces, por advertir a las reglas de la oración,
pierde la oración.
Est ergo el recogimiento un silencio en Dios, in quo
coniungun[tur\ ignota cum Ignoto, porque obra el entendi-
miento muy poco: Ideo ignotus ab eo Deus. Ignota: porque
no sabe lo que tiene. Coniungitur ineffabiliter: hacen tam-
bién el ánima y Dios unas bodas que no se pueden decir;
no hay palabras y, si hay algunas, serían bajas y estorba-
rían el amor muy estrecho; estorbo es las palabras. Ejem-
plo del que abraza a su amigo a [ejscuras y no le dice pala-
bras; no echan de ver el traje, y quedan muy contentos,
ut ferunt de San Luis y fray Gil.
Cuando Dios viene, todo se acierta a hacer. Pero, antes
que venga, unos dicen que hay ejercicios de aspiraciones y
unión. No es menester que haya obras de entendimiento
para esto, ni miuchos discursos, porque ya tiene el hombre
entendimiento que es Dios infinito y merece ser amado ex
multis, y está resuelto en esto por discursos que ha tenido.
Para esto es menester haber mucho pensado. Sic et sic eje-
cuta el fin, que es el amarle y alabarle. Y así es obra de
voluntad y no de entendimiento, que el amor une, etc. Item
duitur ab aliquibus movimientos anagógicos, sursum dv-
v 179 no om. X 180 cumple] convenga .v | resistiendo] Itaque add. N ||
181 suspender Y | vivir ; 183 como om. N ,\ 184 haya] haga N | en to
<>m. V ! haciendo] aquello «iitii. .V || 185 o «no om. X | órganos .V | gn~;.i]
y add. N | 186 lo] la .V | mirando] cómo lo hace «írfii. X ¡¡ 187 las reglas
de om. N | oración] La oración que la tenga y no la sepa add. X
189 el] un V i en J con ¡V || 190 coniungunt E | cum om. N | ignoto]
ut dicit Dionysius, ignoto add. X M 191 Ideo] Imo N ( Deus] et mld. N
192 tiene] etc. add. X 1 Couiunguntur .V |' 198 también] estonces tt | boda«J
cosas E || 194 y,] que .V | algunas hay X | son .V | estorban .V || 196 en
obscuro a su amigo N || 197 ni echa ¡Sí | ver] en add. .V || 198 ferunt] té
exrunt .V | de om. N
200 aspiración .V || 201 unión] etc. add. X ¡ obra .V || 202 para esto] en
este acto .V ■ discursos] para esto add. X | el] tal add. X || 203 entendi-
miento] concluido .V | Dios es bien traiisf. add. X | y] que add. X ¡¡ 204
multis] internis .V ' resoluto .V | 205-2C6 sic et sic ejecuta] y así ejccjtase
,V |¡ 206 asi es obra] a sus obras E \\ 207 que] porque .V | etc. om. X \\ 208
dicuntur N ¡ movimiento X | anagógicos] scilicet <id<l. .V || 209 Iob] y E \\
190 PsEuno-Dioxisio Areopagita, De divin. nomin., c. 1, 1 flMG
3i 5,5° S.) : «Rebus ineffabilibns et ignoüs modo ineffabili igiiotoíine
coninnginiur iuxrta eairt unionem, qttae vim omnem et efficaciam
nostrae intellecüoiiis et ratiocinationis excedit».
1320
PLATICAS
ceníes al ánima y al cuerpo — 'Job: Suspendium elegit anima
210 mea — , y que no ha de descender de este ejercicio de amor.
Así que se hace con fuerza y suspensión, es trabajoso,
aunque se hallarán bien con él.
Otros comienzan pensando, como quien pone leña y sal-
ta la centella y emprende aquel sumo bien con aquella sus-
215 pensión, y el amor reposado en un acto continuo de aquella
bienaventuranza, descansando con él, y así suele quedar
muy mudado y como preñada el alma de Dios; y de esto
el más sosegado y manso es más útil, menos trabajoso para
la cabeza, y el amor se ejercita más.
220 Pero no ha de comenzar por aquí, sino por su miseria,
vida de Cristo y beneficios. Y aunque p oceda así y en prin-
cipios, es primero necesario escuchar .\igunas veces a Dios
y no hablárselo todo desde dentro: que pensar, hablar es
del ánima; y descansando hasta que Nuestro Señor lo lleve
225 a otra cosa, y si no lo llevare, de rato en rato pensar y
ejercitarse y no dormirse, que es muy contrario a este ejer-
cicio. Ejemtplo del que oye al que habla de lejos o del perro
que espera el hueso que le quieren echar. Y suélese llevar
esto a costa de la carne, que el amor se la lleva tras sí [a]
230 pasar en poco tiempo por todo hasta toparse con Dios, y,
topándose, va embebiendo en el ánima lo que resulta de la
comunicación con Dios con afición, aparejando primero el
pensamiento. Augustinus: Hollé hoc bonum, et illud bonum;
et quod remanet bonum réspice, si potes abstrahere a sensi-
235 bilibus. Conoce a Dios debajo de un atributo y conoce a sí
sin nada bueno, como quien, cavando, echa fuera toda la
tierra movediza; y decir: "Virtud mía en quien me sus-
tento, en quien vivo", etc., sin alborotos como potrillos.
Al que pide que le ayuden, desde el principio tenga buena
210 han N | descendir .V I de, om. N || 211 Que así .V | suspensión] del
ánima y cuerpo add. N |.| 212 aunque] algsuios add. N | hallan N
214 cimprendc] empréndese diciendo add. N | aquel] aquel mi add. N | bien
sumo N || 21)5 y] si llega N || 215316 un acto - bienaventuranza] una tran-
quilidad bienaventurada N |[ 216 con] en N ¡ y así om N || 217 muy
om. N | preñada el alma] preñado N |< 218 útil) y add. N
220 miseria] y la add. N || 221 y,] sus add. N || 222 primero] empero
N | Dios] dentro add. N || 223 desde 'dentro <« ,i. 2V | que] quia ¡V || 223-224
hablar - ánima] el ánima es hablar ¡V i| 224 descansando] descansar y escu-
char N | Nuestro Señor] Dios ¡V || 225 si no 1o llevare] así N || 226 ejer-
citarse] tornar a escuchar N | a éste] de ,te V || 227 al que] cuando le N \
hablan N | perrillo N \\ 229 el] llw o < >e || 230 por todo] todas las
cosas N || 231 va] con afección add. || '.¿2-233 con afición - pensamiento]
om. N || 234 remanet] et quod rcmaiv id. ': | aspice bonum N | potest N ||
236 sensibus N | conoce.,] conócese M SÜty lucra] de sí add. ¡V |l 237 decir]
a Dios atld. N || 238 sustento] yo v | quien] y por quien add. N I etc.
om. N | alborotos] de devotos nr- N || 239 ayude N | desde el principio
2IO Cf. Iob 7, 15. • , r
235 Cf. San Agustín, De av. Dci, t S, c. 6 : ML 41, 231.
3. \ LOS PADRES DK LA COMPAÑÍA 1321
240 voluntad, y sin ésta nada se hace; una afición general: quie-
ro salvarme.
Sea letrado, que audiat Dionysium: Amens et stulta sa-
pientia. Ha menester maestro y regalarle como a niño; y
sin maestro, si lo puedo tener, dificultosamente alcanzará
245 perfección, ut ait San Vicente. Es menester primero ejer-
citarse en mortificaciones y en obras de obediencia, humil-
dad, cosas bajas; y mandando estas cosas, darles forma,
como si barre o hace otra cosa baja, decille cómo Dios la
alimpia y purifica, etc. Y suele allí hallarse Dios para bien
250 proceder, como lo dice San Bernardo in epístola ad fratres
de Monte Dei: Anima incipiens in celia diu esse non potest.
Es menester a las obras corporales darles alma y espíritu,
porque, si son sin él, son de poco valor, como el ayuno sin
consideración, aunque es bueno su espíritu: ayunar de eno-
255 jado de mí, porque ofendí al que había de querer más que
a mí. Denique que tenga medulla aquella cáscara, que ten-
ga el sentido de aquello que hace, y conozcá otra cosa me-
jor; y aun la mortificación tenga otra cosa mejor, como:
"Desprecié a Dios, desprécienme todos", no sean como co-
260 sas aprendidas.
Tras estos animales, que llama San Pablo párvulos, car-
nales y principiantes, aunque estén en gracia y vivan se-
gún hombres y no animales, pónenles primero que vivan
<»n. .V | téngale .V |,| 240 afección .V | general] a todo lo bueno add. N \\ 241
quiero] que es E f salvarme] etsi add. N
242 que audiat Dionysium] quia ut dicit Dionysius ,V || 243 sapientia]
Unde add. JW || 244 puede N f| 246 en, om. .V | humildad] materiales N f|
247 mandando - cosas] es menester aquella materia de obras bajas N | darle
N || 248 si barre -como] om. N || 249 la alimpia - etc.] le limpie su alma N |
suele allí] allí acontece .V | Dios] nuestro Señor ,V || 250 proceder] en esto
es menester add. .V | como - Bernardo] ut ait Bernardus .V | in epístola
om. N ü 251 Dei] quem lege, lege Novicio discreto et add. N | incipiens]
insipiens .V | diu in celia N | esse] homo sistere .V | potest] nisi ad opera
corpórea add. N || 252-256 Es menester - que a mí] Pues en estas obras se
le dé consideración .V | Denique] De manera ,\T | cáscara] y ansí se vaya
haciendo con la consideración la animalidad, haciendo racionalidad add. .V |
tenga] procure N }', 257 hace] para qué lo hace add. N | conoce E | mejor]
por qué lo hace add. N || 258 aun] así en iV | tenga - como] diga yo N |j B59
desprécienme] a mí <ní.¡. N | todos] y esto add. N \ sean om. N || 260 cosas]
todas add. N
262 estén - y] om. .V [' 263 no animales, pónenles] según su razón y no
243 Cf. Pseudo-Dioxisio Areopagita, De Ynystica theol., c. 5 :
MG 3, 1046 s.
245 San Vicente Ferrer, Tractatus vitae spiriiualis, c. 4 : «Imo
plus dico, quod numquam Christus, suam gratiam ininistrabit, sine
quo nihil possumus, si hoano habet a qno possit instrni, et dedwci, et
negligit, vel non curat alteritis ducatuni amplecti, credens sibi snf-
ficere, et per se posse investigare, et invenire, qnae sunt utilia ad
salutem».
251 Guillermo de Saint-Thierry, Epist. ad fratres de Moute
Dei, l. 1, c. 9, 25-27 : ML 184, 323 ss.
263 Cf. Gal. 4, 3 ; Eph. 4, 14 ; 1 Cor. 3, 1-3.
1322 PLATICAS _
como hombres y no según su pasión, sino según razón.
Y esto es comenzar a mortificar sus pasiones: unos quedan
continentes, y se vencen, et paenitent, et dicuntur "paeni-
tentes"; otros temperantes, que no tienen tanta obra, mas
obran prompti, etc., et delectabüiter ; ya gozan de lo traba-
jado, et dicuntur "virtuosos" ; otros hay "heroicos", que
abrazan lo uno y lo otro y más: se les olvidan sus pasiones,
como quien no sabe qué es aquello. Y así dijeron los filó-
sofos que el ejercicio de subjectar pasiones es animal entre
cristianos y racional entre filósofos: que le traigan como
a bestia, enfrenándole? hasta que aprenda a despreciarse
y a andar de andadura.
Ayudan las consideraciones de Cristo y lección donde
se saque unción para poder llevar esta obra y ejercicio.
Este es el primer fundamento y primer punto, sin el cual
corre peligro. Aunque haya tentaciones de ira o de otra
cosa, no por eso es falta de virtud. Téngase ojo a que no
salga por ama la que llama esclava, como es la ira para
reprehender pecados, que aliquando es buena.
Segundo curso: los Comienza el proficiente, que es
proficientes cuando se siente el hombre ya mo-
vido con dones de Dios — quia do-
num differt a virtute — , cuando dice Dios ascende swperius.
Samuel no conocía a Dios por comunicación, y así comien-
za a sentir otro en sí; solía trabajar y no recibir. Proficit
cuando siente un olor de la castidad, mansedumbre, etc.,
de que se precia; parece que le dan una blandura, etc.,
que es el venir a caer en 'la cuenta, un sentir allá dentro
de las cosas de otra manera, un no sé qué de Dios, que
le hace decir: "¡Oh padre, cómo no me lo habíades dicho!"
temperan
su pasión .Y, De esta manera conviene .Y || 264 como hombres - razón]
\\ 266 continentes] incontinentes que guerrean .Y | y] no <mV. y |
íitent etl etsi paenitent etiam \ 'l 267 paenitentes] punituri add. N \
ran en temperados .Y" ¡ obra mas] guerra sed :Y |i| 268 promp-
| etc OTO. Y I dclabiliter .Y ! ya] y Y | trabajado] que trabajaron .\r ,
virtiuosi N | heroicos] ut sanoti de virtwtibus add. .Y \\ 270 se les olvidan]
rlvidar .Y || 271 no <o». Y | qué] se oddi .Y' | Y así] Ya .Y
76 Ayudando Y I donde] de donde y 277 saca Y |,| 278 y] -leí .V I
to] curso de esta ciencia Y ] sin el cual] señal que F. \\ 279 peligro]
Id. .V || 280 a oto. .Y || 281 llama] llaman por Y' || 282 buena] eno-
íe porque pequé, alguno habrá Que no se enojará por esto, scilicet,
pie viva n<i se le quedase en casa, etc. Finis insipientis add. .Y
87 conoció Y |i| 288 recibir] recebía et .Y || 289 siente] que anda allí
mano, cuando le da una y en la cara; exemplo ut cuando se >kntc
Y castidad] ut de aliqua, quae osculabatur el hábito y la correa, vi
Un de castidad V de add. X |l] 289-290 etc. - precia] cu,. .Y :; 290 blandura]
compunción add. Y |;| 291 dentro om. .Y || 292 otra manera la- oisas
v/> om. .Y || 293 hacer .Y | cómo] por qué Y || 294 habíansclo .Y | sino
285 Le 14, 10.
2§7 Cf. 1 Keg. 3, 1 ss.
A LOS PADRES DE LA COMPAÑÍA
1323
Y habíaselo dicho mil veces, sino que no había llegado la
295 mano de Dios, y, como es individuus spiritus, est veritas
que se le asienta muy asentada; hoc est andar en spiritu et
veritate. Decía uno que las asienta tune las verdades como
los ladrillos; y en el entendimiento un asiento de las virtu-
des, entendida su verdad, y en la voluntad otro asiento de
0 amar su bondad.
Et hoc est agí spiritu Dei: Qui spiritu Dei aguntur, hi
filii Dei sunt. Aunque haya libre albedrío, primero son mo-
vidos de otro espíritu — superiori spiritu reguntur — , y esto
es ser buen cristiano y el vivir vida cristiana. Háceseles
305 Dios su pedagogo. Et sermo Dei erat pretiosus in ülis die-
bus, porque había poco en tiempo de Samuel. Cuando no
hay instinto superior, sino todo a cavar y arar, y razonar,
y no medrar, trabajoso va el negocio. Esto vino a hacer
Jesucristo, que, después que se hizo homlbre, alcanzó que
310 Dios viviese en los hombres y fuesen llevados y regidos por
El; y esto va muy fuera del extremo de los herejes, que
dicen que se hace el justo una persona con Dios. Ex illo
non estis vos, qui loquimini; luego una persona son; pero
no entendieron que esta unión está en la operación y no en
315 la persona, que hacen juntos aquella obra, en ellos y con
ellos: Deus operatur in nóbis velle et perficere.
Cuanto tiene un hombre de este don de Dios, tanto tie-
ne de proficiente, y así se hace como un niño que aprende
de su maestro: Et audiam Dominum quasi magistrum; et
320 aperiet mihi aurem, ego autem non contradico, dice Isaías.
No es cosa en que discurre y se cansa, sino dánselo ahe-
chado, y no a fuerza de pensamientos. ¡Oh, cuánto Dios
le paga el deseo de ser tenido en poco, el amor de Dios y
del prójimo! Y cuanto tiene de esto, tiene de verdad; y de
325 aquí- se vienen a formar las virtudes de otra manera que
antes, y así llama Santo Tomás virtudes infusas a las mo-
rales.
que om. .V |¡ 297 una .V | las om, .V | asienta] el espíritu add. N II -¿&8
los om. ,V
301 agi] agite N || 302 haya] hay .V 1 1 303 movidos] muv .V | superiori]
su E í| reguntur] gignunt R ¡| 3Clt « vivir] hacer N | cristiana] de tal,
de este .V i| se le hace .V |[ 307 instincto N | a om., fi \ y om. N ]\ 308
quej porque .V | que2] Dios add. N H 310 en los hombres viviese Dios N ||
312 decían .V | hacía .V || 313-315 pero no -persona que] i>orc;iuc .V II 816
ellos] Dios add. .V | Deus] est qui ad¡d. N
320 aperuit .V .| aurem] et cregit mihi aurem ,¡,¡,f. v | dice om. N I
Esaías .V f| 322 cuánto] cuando .V f| 323 Je om. N | pega ,V | poco] v add. N \\
324 Y_ o.». .V | esto] tanto add. .V || 326 llamólas N | Tomás) a las tales
morales cuid. N ¡| 326327 a las morales] etc. N
20,7 lo. 4, 23. 313 Cf. Mt. 10, 20.
302 Roin. S, 14. 316 Cf. Phil. 2, 13.
306 1 Repr. 3, 1. 320 Cf. Is. 50, 4-s.
327 Santo Tomás de AquinO, Sumnm theoJ., 1-2, q. 65, a 2.
PLATICAS
Curso tercero: los Ya en ellas no se para tanto como
perfectos. Discreción en «1 amor de la verdad y del Dador
330 de espíritus de ellas: y ésta es vida espiritual.
Hácese una con él por amor, y es
el amor justicia, que tanto tiene de ésta cuanto más tiene
de ella; y así no es afición como de mi padre, que no haya
más que hay a verdad, sino amor a una verdad infinita.
335 Transierunt in affectum coráis: que si se perdieren las le-
yes, las hallaría en su corazón. No amor de afición, sino
de la verdad; el entendirrJiento ilustrado y la voluntad en-
cendida y la obra ayudada con impulsos de Dios, obrando
El y nosotros con El.
3¡o Et hic est Spiritus qui non erat datus, quia Iesus non-
dum erat glorificatus. Esta unión de que se dice, obra el
Espíritu de los perfectos, ut Paulus ad Hebraeos 6; y éste
se llama spiritus perfectorum et iustorum. De esta perfec-
ción no la había antes de Cristo. — ¿Pues no era Abraham
345 perfecto? - — Sí, sed non hac perfectione. Decíale Dios: Ego
ero merces tua magna nimis, etc., y respondía: "Señor, no
tengo hijos, ¿y quién me heredará?" Lloraba los hijos y
la falta de ellos. Lléguense a San Pablo: habuit spiritum
conforme a Jesucristo resucitado, que el de antes era con-
350 forme a Jesucristo pasible, que tiene forma de los incipien-
tes y de los de antes de su venida. Casóse su Iglesia con
Jesucristo impasible, (invincible; esto es el espíritu que dió
a la Iglesia. Apedrearon al otro profeta y dijo: Videat Do-
minus, et requirat; San Pablo et alii sancti gozábanse de ello.
355 Dos cosas tiene el amor: gozarse del bien de quien quie-
re, y esto allá; pesarle del mal de quien bien quiere, y esto
acá. Allá las míanos llenas, acá nuestro oficio es pesarnos
del mal y ofensas de quien bien queremos. Y esto consumía
a los santos, como el padre cae enfermo de ver a su hijo
328 como] cuanto N ]| 329 la verdad y del] las virtudes y en el N || 331
una] cosa add. N || 332 el om. E | de esta] de ella .V H 332-333 tiene de
de ella] ama N || 334 más] mal N | aj y E || 338-339 obrando él om. N \\
339 nos N
340-341 noudum Iesus N \\ 342 espíritu - Hebraeos 6] Espíritu Santo en
ellos, erat spiritus perfectorum, ad Hebr. 0 san Pablo .V || 343 perfectorum
et] perfectus N | iustorum] ad Hebi . 12 add.N | De om. .\T || 344 de] venir
•i-td. N | Cristo] al mundo add. N ¡,| 345 perfecto] que add. .V || 346 niay-
na - res(pondía] decía N || 347 y, om. N | heredará] y mírf. .V | Jos hijos y
•311 N \\ 348 ellos] los hijos .V | a] un add. X | habuit] qui habebat N [|
H) ¡i] al de ¡V |i| 352 invincible esto] invencible y este N || 353 Apedreaban
. 1 :;.'4 requirat] sed de add. N \ aliis sanetis N | ello] etc. add. N
156 1 izarnos N | quiere] bien queremos .V || 356 allá] y add. N | pe-
,.!■ - \ | queremos N || 357 Allá] hay add. N ¡ llenas] de lo de allá, y
lo de acá miií. N || 358 consumía] acontece .V |'| 359 santos] con su
341 Cf. lo. 7, 39.
342 Cf. Hebr. t>, 1 ss.
343 Cf. Hebr. 12, 23.
346 Cf. Gen. 15, 1.
354 Cf. 2 Par. 24, 22 ; 2 Cor. n, 25.
3- A LOS PADRES DE LA COMPAÑÍA 1325
malo. Y así no tiene cuenta consigo ni con su honra, sino
celo discreto de la salvación del prójimo, comenzando pri-
mero de' aborrecer en sí lo que aborrece en el prójimo, que
alias sería celo indiscreto. El celo es hijo del amor.
Cuando siento espíritus ajenos, o es de Dios o del demo-
nio, y así o dará en Dios o en el diablo, conforme al instin-
to que sigue, y si no lo sigue, sino que lo padezca, tiene
trabajo. Gente en quien veréis dos corazones: uno con que
desean bien y a Dios, y sobre esto, otro malo que le pesa
del bien del cristiano, invidia del diablo, de que otros se
conviertan, y así en otras temptaciones en gente aprove-
chada. Ideo es menester mucha experiencia y oración, etc.
Exemplum del que pensaba que estaba en el paraíso, y ti-
ráronselo, y echáronle un diablo a cuestas, y así se- pegan
tanto las tales temptaciones, etiam en almas buenas, que
no quieren pecar por todo el mundo, que las traen a tales
términos que parece que consienten y que son suyas. Por
tanto, se ha de examinar si es suya o del diablo. Ayuda
oración y examinar si alias la tal persona es buena y si le
pesa según aquella pasión; y averiguado esto, es menes-
ter consolarle y no hacerle cargo de ello o no del todo
Grande gracia no da Dios, sino con mucha probación,
y así le dejará tachas ex proposito: de fuera, un contrape-
so, un ser necio, una falta natural, etc., para que no se
engría y ensoberbezca acerca de los otros; y dentro, para
que consigo no se levante, ut cuidam accidit, que no le que-
dó sino un poquito para dar consigo en el lodo de un adul-
terio, y así se humilló más y se asió de Dios. Déjales lle-
gar Dios hasta un hilo, etc. Pensar que es dispensación de
Dios y que le deja de curar aquello, para le humillar inte-
rius et exterius. Sic traditus est Paulas spiritui satanae.
misericordia add. N | el] al JV | padre] que add. N |[ 359-360 a su hijo
malo] el mal de sus hijos, cuando llegan a esto desean morirse JV || 360
tienen JV | ni con su honra om. JV || 361 de sus prójimos ¡V || 362 aborre-
cen JV | el prójimo] sus prójimos .V | que ] quia JV \\ 363 amor] Algunas
veces los consuela Dios con ver que hay muchos que sirvan a Dios, y con
esto han de templar el dolor que tienen de ver que Dios es ofendido y
add. N
364 sienten .Y |i| 365 o dará] adora E | instinto] instituto .V || 366 los
padece N \\ 367 veréis] vierdes que tienen JV | uno om. N || 368 desea JV |
esto] éste N \\ 369 cristiano] prójimo JV | envidia ¿V | otros] el] otro N \\
370 convierte JV | tentaciones JV [\ 371 Ideo] Imo JV | y om. JV || 372 ejem-
plo ¡V | el om. JV || 373 tiráronselo] quitáronselo JV | pagan E \\ 374 tales
om. .V | tentaciones JV || 377 suyo JV | demonio .V || 378 y, om. JV | alias]
es ¡V | es om. .V | y ] o ¿V || 37» según] sin .V \\ 380 consolalla JV | has-
celle ¡V
381 Gran ¡V | aprobación JV || 382 contrapeso] scilicet add. JV || 383 etc.
om. JV || 384 engríe E | y ensoberbezca om. JV || 385 levante] a mayores
add. JV I accidit] contigit muy perfecto JV || 387 Déjaos .V |j 388 hasta un
hilo] a este filo ¡V | es] pensar que es add. JV || 389 de curar] para cu-
390 Cf. 2 Cor. 12, 7.
1326
PLÁTICAS
Dice Beda que forsitan se condenara sin aquello. Es menes-
ter lumbre para consolarle.
Así que no se asigure nadie, porque, vencido el mundo
y carne, queda el campo por el demonio, que los azota. Vida
395 ergo espiritual es entendimiento ilustrado y voluntad in-
flamada para con Dios.
4 Recordar e imitar la pasión de Jesucristo *
A los mismos padres de la Compañía
(B. N. M., Ms. 3620. ff. 102 v - 103 v.)
Traigamos en la me- Habernos de pedir a nuestro Señor
moria a Cristo cru- <lue nos escriba en nuestros cora-
cificado zones a Jesucristo crucificado, ut
glorificetur nomen tuum, lesu, etc.
5 ¡Qué desagradecidos son los hijos de Adán a los beneficios
que les hacen!, que, cierto, merecen nombre de ingratos,
y principalmente por el olvido que tienen de nuestro Señor
Jesucristo. San Pablo, de amor que tenía, no hacía sino
nombradlo mucho. A un mártir se lo hallaron escripto en
10 el corazón. De no tratar de Jesucristo hay tanta sequedad
y miseria. Esta es la piedra de donde, hiriendo, el predica-
dor ha de sacar agua, comió dice San Pablo, y el pedernal
que, hiriéndolo, sacan fuego para encender los corazones.
Ezequiel: Ut adamantem et silicem dedi faciem tuarn. Por-
15 que sin Cristo no se inflaman los corazones ni se vuelven
a nuestro Señor; y así es la impresa de predicadores por-
tare nomen Domini lesu, et divitias illius evangelizare. Este
es oficio de ángeles, animar con Jesucristo, que es dar ayu-
da, descanso y paraíso y lo demás, y así no será menester
20 pedilles siempre que den, sino darles lo que han menester;
porque Cristo nuestro Señor es el que envió el Padre para
remedio de nuestros males, y después de enseñados los ma-
les que nos vinieron por el pecado, debet evangelizare üdis
Iesum, que es sanare contritos, y lo que más dice San Lucas
rarle IV | humillarle ¡V H 380 spiritu E |:| 391 forsan .V [ 392 consolarlos N'
393 asegur- N | porque] ha add. .V || 394 y] la add. N | diablo N \
azota] acocee y azote, etc. ¡V || 396 Dios] Finís add. i.", y las virtudes add. N
17 divrtias] delitiaa
* Ed. J. Durántkz, en «Rev. de Espiritualidad», 2 (1943), 325-
330. «Otra plática del mismo autor a los mismos padres de la Com-
pañía» (f. 102 v).
4 Cf. Ps. 85, 9. 12 ; Mt. 6, 9.
14 Of. Ez. 3, 9.
17 Cf. Act. 9, 15 ; Eph. 3, 8
.(. A LOS MISMOS PADRES I)L LA COMPAÑÍA
1327
25 en el capítulo 4; y estas dos cosas se han de tratar mucho,
scilicet, Jesucristo en la cruz y en el altar.
Los que predican reformación de Iglesia, por predica-
ción e imitación de Cristo crucificado lo han de hacer y pre-
tender; pues que dos hombres que escogió Dios para esto
30 scilicet, Santo Domingo y San Francisco, el uno mandó a
sus frailes que tuviesen en sus celdas la imagen de Jesu-
cristo crucificado, por lo cual parece que lo tenía él en su
corazón, y que quería que lo tuviesen todos; y el otro fué
San Francisco: su vida fué una imitación de Jesucristo, y
35 en testimonio de ello fué sellado con sus llagas. Y ansí, por-
que este hombre que es Cristo no se olvide, aconseja San
Pablo que todas ias cosas se hagan en nombre de Jesucris-
to. El nombre quiere decir la cosa misma. Sanctificetur no-
men tuum, quiere decir su Iglesia. "No me olvidéis", dijo
40 el Señor, y así instituyó el Santísimo Sacramento por me-
morial suyo, porque no se nos olvidase. Nomen tuum et
memoriale tuum in desiderio animae mieae (Esaías 26), y
así dice Job: Terra non abscondas sanguinem meum. Y, al
fin, los hombres han descubierto el camino que él descu-
45 brió, y su sangre, con la tierra de sus costumbres.
Ayúdanos a andar el camino con su ejemplo y calor; y
para derretirse el hombre el corazón, hase de poner a este
sol de justicia; y así, de mirar su imagen, se han remedia-
do algunos, porque, mirándolo a El, El nos mira a nosotros
50 y da gracia para que se muevan los corazones a se conver-
tir a El; y así, mirándonos y dándonos gracia, hace empo-
llar los huevos como el avestruz. Es camino nuestro Señor
Jesucristo seguro y firme entre las aguas de aqueste mar
que navegamos, porque dijo el Señor: Yo soy camino; y
55 éstas son sus palabras, y así hanse de advertir mucho, como
se encomiendan en el psalmo 118. Y por eso el evangelio
se dice con lumbre y se oye en pie, para que se oya y se
estime y se ponga por obra. ¿Por qué se dice con [dalmá-
tica de seda y lumbres y tanta autoridad y vos lo oís en
60 pie, sino para esto? Quid prodest, si vos lo olvidáis luego?
Y porque son más eficaces las obras que las palabras, qui-
so con obras enseñarles el camino.
Amor y compasión Y el fin de todo es amar a los hom-
nos mueven a imi- bres, y así dice: In funiculis Adam
65 tarle traham eos, in vinculis charitatis.
"Dádivas — suelen decir — quebrantan
peñas"; ansí estas dádivas de las criaturas son las cuerdas
29 «.sooehIo ' 56 Y] no add,
25 Cf. Le. 4, iS.
39 Mt. 6, g.
42 Is. 26, 8.
S4 lo. 14, 6.
56 Ps. 118, 1 ss.
65 Os. 11, 4.
1328
PLÁTICAS
con [que] el Señor trae a sí a los hombres porque, como al
animal el cebo trae a los lazos, ansí a los hombres los be-
70 neficios. Así que los beneficios son lazos. Dádivas de otros
suelen bastar para hacer a uno hacer un mal, y no bastan
para hacer bien los hombres para sí; y viendo el Señor lo
que habían hecho las prisiones de palo, hízolas de hierro
para echar hierros a los pies de los hombres. Hieremías 28:
75 íubet Hieremiae dicere ad Hananiam: Haec dicit Dominus,
etcétera. Y esto hizo que obligase, poniéndose tal, a que hu-
biésemos compasión de El. — ¿Cómo? — Que, siendo Dios
inmortal, impasible y tan lejos que de El se haya compa-
sión, pues no puede tener miseria, que viniese a estar tal,
80 que sea mucha razón haber compasión de El. Y, entre otras
cosas, hizo ésta por consolar nuestros trabajos, porque,
cuando vemos a uno a quien mucho amamos muy trabaja-
do, olvidamos nuestros trabajos, y si los trabajos que El
tiene son para que nos consolemos nosotros en los nues-
85 tros, solemos decir: "No más, Señor, que yo me consolaré".
Ejemplo de un padre con un hijo, o un señor con un escla-
vo, que esto hiciese por consolarlo.
Y éstas son las prisiones que nos echó, scilicet, los mis-
terios de su vida y pasión, que son prisiones de amor, fuer-
90 tes como hierro, haciéndonos obras, que, no siendo nosotros
piedras, nos habían de traer a sí, para que con más facili-
dad anduviésemos, etc. Mándanos amar al prójimo, y El da
su vida por él. ¡A las cosas que Dios mandó y obligó a lo[s]
hombres con estas obras de Dios! Suélense excusar los hom-
95 bres con decir: "El es Dios; y con eso hizo aquello", y con
esto echan fuera el consejo de Dios. A esto se responde que
va de honra de Dios a la honra nuestra; y pues no os pide
Dios a vos que perdonéis una injuria o una deshonra o pon-
gáis la vida por el prójimo, siendo vuestra injuria o vues-
100 tra vida de tanto precio y cualidad como la suya, de Dios,
¿por qué os excusáis con decir: "El es Dios", pues no os
pide tanto como El? No os pide sino que, pues El hizo su
mucho, que hagáis vos vuestro poco, y para hacer esto no
es menester tanta virtud como El, y El os ayudará para
105 tener aquella que habéis menester, sino que no la queréis
tener, etc.
Consejo es de Dios hacer el templo según el ejemplo y
dechado que se mostró en el monte, y por eso se muestra
el crucifijo en público lugar y alto, en la iglesia, para que
110 todos hagan lo que El; y así dice San Pablo: Imitatores mei
estote, sicut et ego Christi; y debíase de confundir mucho
el cristiano de no moverse muoho con decir: "Cristo hizo
esto", como el buen hijo dice: "Mi padre hizo esto", y has-
75 Ier. 28, 12-13.
108 Cf. Ex. 25, 40.
ni 1 Cor. 4, 16.
4. \ I>OS MISMOS PADRES DE LA COMPAÑÍA
1329
ta tener este sentir no tenemos buen sentido cristiano. Aver-
115 gonzarnos debíamos de no hacer lo que Cristo hizo, pues,
siendo ejemplo de superior, debe movernos, como al escu-
dero de Saúl, que por ver matar a Saúl, se mató él. Ayú-
danos mucho con su ejemplo el Señor a bien vivir, que,
siendo ejemplo de mayor a menor, lo llama San Pablo "for-
120 zar": cogis alios, etc.; y San Hierónimo, ad Heliodorum:
Domus tua in specula posita est, et oculi omnium in te
diriguntur: quod tu facis, omnes facient. Cave ne agas
quod, qui imitare voluerit, errare cogatur; y así aconseja
San Bernardo a los de Monte Dei que miren que han de ser
125 ejemplo de sus sucesores. Y así los que comienzan a fun-
dar alguna religión, tienen mayor obligación a la perfec-
ción; y así el ejemplo de Cristo es constreñir en amor.
Maneras de imitar Primera: La pasión se ha de imitar,
la pasión de Cristo lo primero, con compasión y senti-
130 miento, aun de la parte sensitiva y
con lágrimas. Ya que los legos, por sus muchas ocupacio-
nes, no tengan todas sus fuerzas recogidas para servir a
Dios con ellas, los religiosos y sacerdotes, que son dedica-
dos a Dios, deben de procurar de amar en la parte sensiti-
135 va, tener aquel sentimiento en los trabajos de nuestro Re-
demptor, como se suelen tener en los trabajos de los amigos.
¡Oh qué gran confusión es para un hombre dedicado a Dios
que no sienta la pena de ver a su Señor penado que siente
de ver penado a su padre, y que no sienta aquel gozo de
140 ver a Jesucristo en el altar presente, que siente cuando ve
a su amigo que viene de lejos! Et hoc est diligere Deum
ex tota anima tua en la parte sensitiva.
Allende de la compasión de Jesucristo crucificado, de-
bemos tener imitación, porque cosa de sueño parece llorar
145 por Jesucristo trabajado y afrentado y huir el hombre de
los trabajos y afrentas; y así debemos imitar los trabajos
de su cuerpo con trabajar nosotros el nuestro con ayunos,
disciplinas y otros santos trabajos, como dice San Pablo:
Mortificationem Domini nostri Jesu Christi in corpore nos-
150 tro portantes.
121 spelunca
120 Cf. Gal. 2, 14.
123 San Jerónimo, Ep. 60, 14 OIL 22, 598 s.) : «Domus tua, et
conversatio, quasi in specula constituía, magistra est puWicae disci-
plinae. Quidquid facit, id sibi omnes faciendum putant. Cave ne
committas, quod aut qui reprehenderé volunt digne lacerasse vi-
deantur, aut qüT imitari, cogantur delinquere».
125 Guillermo de Saint-Thierry, Ep. ad fratres de Monte Dci,
1. 1, c. 3, 7 (ML 184, 312) : «Ex vdbis enim, ex vestro exemplo, et
vestra auctoritate, in regione hac penderé habet tota posteritas
huius vestri ordinis sancti».
142 Cf. Deut. 6, 5 ; Mt. 22, 37. 150 Cf. 2 Cor. 4, 10.
1330
PLÁTICAS
Y aun no contentarnos de esto, que también lo hemos
de imitar en la mortificación de nuestras pasiones, pues él
padeció tanto en su parte sensitiva; y así dice San Pablo:
Qui Christi sunt, carnem suam crucifixerunt.
155 Lo postrero, hemos de juntarnos en amor, y débesele
más al Señor crucificado amlor, y hase de atender más al
amor con que padece que a lo que padece, porque de su co-
razón salen rayos amorosos a todos los hombres. Como pa-
deció por amor, quiere que se tenga cuenta con la raíz de
160 donde sale; y así como el corazón del hombre es inscrutable
en maldad, así el de nuestro Señor es inscrutable en bon-
dad y amlor; como, por el contrario, cuanto más escudriñá-
semos e! nuestro, mayores flaquezas y males hallaremos,
como dijo Dios a Ezequiel, que, si cavaba más adentro, ma-
165 yores abominaciones hallar [ía]. Y en estos dos abismos
nos es mandado cavar, scilicet, en consideración de nuestro
malo y desamorado corazón, y en el bueno y amoroso co-
razón del Señor. Luego débesele amor, y a todo, cristiano,
imitación.
170 Bienes de la cruz Aunque debemos entender que Cris-
de Cristo to murió para nos convidar a que le
imitemos en todo lo que hemos di-
cho, mas otra cosa hay más importante en el misterio de
la pasión, para nuestro consuelo y remedio, y así dice San
175 Augustín quaedam putabam in illa cruce tantum esse ac- .
tum, ut detur nobis exemplum, pro vertíate certandum no-
bis esse usque ad mortem; mas, como él dice, debemos con-
siderar quid conferat credentibus crux Christi, que quiere
decir: "mirad los grandes bienes que nos vinieron por nues-
180 tro Señor Jesucristo, conviene a saber, perdón de pecados,
gracia para cumplir su ley". Y ésta es propia ciencia para
cumplir su ley, es ciencia del cristiano, y ni la tiene el moro
ni el judío, y esto se debe dar a entender al pueblo cristia-
no, para que la imitación de Cristo y la guarda de la ley
185 de Dios no le parezca imposible, y no apedreen a los predi-
cadores, como lo hicieron a los siervos del rey que venían
a pedilles la renta de su parte. Enemigos son los hombres
de dar y amigos de recebir; y por eso es camino muy acer-
tado para traellos al bien declararles que, si Dios los pide
190 la guarda de sus mandamientos y de su Iglesia, que le[s] está
187 renta] yeáta
i54 Cf. Gal. 5, 24.
161 Cf. Ier. 17, 9.
165 Cf. Ez. 8, 8 s.
178 Cf. San Agustín, Contra Adimanhim, c. iS, 1 : ML 42,
162 s. ; Serm. 101, c. s. 6 : ML ^,8, 608.
iS- Cf. m. 21. «.
ganada gracia para el perdón de sus pecados, y fuerza que
la reciban, porque Dios se la quiere dar, y se lo ruega que
la reciban, y el que sin ello está, es por no querer dispo-
nerse para recebirla y lo que Dios le quiere dar.
95 Un texto de Pan Pa- Y estas riquezas que Cristo tiene
blo mal entendido por ganadas para los que se dispusie-
los herejes ren para recebiUas, conforme a las
leyes que en la Iglesia tiene pues-
tas, predica muy a menudo San Pablo, y agradece a Dios,
00 donde: Mihi omnium sanctorum mínimo data est gratia:
evangelizare in gentibus investigabiles divitias Christi; y
parte de ellas declara donde dice: Qui factus est nobis sa-
pientia, sanctificatio, iustificatio et redemptio.
En lo que no hemos de entender, como los herejes en-
J05 tienden, que no tengan los justos justicia formal inherente
en su ánima, por la cual formalmente sean justos, porque
esto no se puede sacar de esta palabra: Christus factus est
nobis iustitia, pues no es modo de la Sagrada Escritura ha-
blar de esta manera. Más, no se puede entender como los
210 herejes lo quieren entender: Deus est vita tua, et longitudo
tua; item: Deus meus, fortitudo mea, et salus mea; y en
otras muchas partes hay frasis semejantes, de las cuales
sería blasfemia y cosa ridicula inferir que no tiene el hom-
bre propia vida, ni salud, ni fortaleza, sino que vive el hom-
215 bre vida de Dios; y cuando decimos que Dios es hermosu-
ra de todas las cosas, claro está que no por eso se ha de
negar tener ellas hermosura dada, distinta de la de Dios;
mas por estas frases se entiende que Dios es causa de nues-
tra vida y hermosura, etc. Y así Cristo ser nuestra justi-
220 cia quiere decir que es causa de nuestra justicia formal,
distinta de la suya, y en cuanto Dios es causa eficiente de
nuestra justicia, y en cuanto hombre es causa meritoria; y
no solamente de este modo de hablar no se puede sacar que
el justo no, tenga justicia formal propia, mas aunque dije-
225 ra San Pablo: "La justicia de los justos no es de ellos, sino
de Cristo", por esto no se siguiera que no tenían justicia
inherente en. los hombres, como parece en lo que el Señor
dijo: Mea doctrina non est mea, sed eius qui misit me; del
cual rrfodo de hablar no se sigue que nuestro Señor no tu-
230 viese en su entendimiento formalmente, en cuanto hombre,
sabiduría, de la cual procedía su doctrina, aunque era dada
del Padre.
Solamente se entiende por estas palabras que lo que el
hombre tiene no lo tiene de sí, sino de Dios, y parece que
235 de las dichas palabras no se puede sacar el falso sentido
201 Cf. Kph. j, 8.
203 Cf. 1 Cor. 1, 30.
211 Cf. Ex. i5l a
228 lo. 7, 16.
1332
PLATICAS
que dan los herejes, porque todos cuatro bienes que allí se
cuentan, scilicet, sapientia, iustitia, santificación y redemip-
ción, como van debajo de un contexto, así se han de enten-
der de una misma manera, la cual, según su error, estas
240 cosas no las tenemos en nosotros formalmente, sino dicen
que las tenemos en Cristo, porque él las tiene, y sus bie-
nes se llaman nuestros. De manera que, según esta cuenta,
diremos que en nosotros no hay sabiduría, ni justicia, ni
santificación, etc., sino que la de Cristo se imputa a nos-
245 otros. Mas ser esto falso parece claro por la cuarta pala-
bra, la cual es redemlpción, porque, aunque quepa en Cristo
tener sabiduría y justicia y santidad, por la cual se llama
justo, sabio y santo, mas no cabe en El redempeión con la
cual El sea redimido, y así no lo seremos nosotros, pues di-
250 cen que gozamos de estas cosas porque las tiene Cristo, cu-
yos bienes son nuestros. Y pues en esta palabra parece cla-
ramente que estos bienes que aquí San Pablo cuenta, son
bienes que Cristo nos ganó para que formalmente los tu-
viésemos y gozásemos de ellos, claro es ser aquél perverso
255 sentido, pues ha de conceder o que Cristo fué redimido o
que no lo somos nosotros, etc.
5 Instrucción de confesores y penitentes*
A los clérigos de Granada
(Roma, Bitol. Naz. Vitt. Elrrwn. II, Ms. Ges. 1372, ff. 257 r - 268 r.)
Cuándo se debe dar Dijo primero el cuidado que han de
la absolución tener de su grege y manada y
cómo habían de orar por ella. E los
penitentes han de oír, puestos a sus pies, saludables cosas
5 para sus ánimas y para confirmación y detestación de sus
pecados y porque lloren sus males pasados y hasta la muer-
te propongan y deseen llorarlos y no tornar a ellos. Y has-
ta que el sacerdote sienta dolor de corazón y amargura del
ánima y contrición verdadera de sus pecados, no le debe
10 absolver; pero haga lo que es en sí, diciéndoles palabras
dulces y ejemplos y autoridades de la Sagrada Escriptura
y consejos de santos, porque deje el mal estado y llore a
lo menos con sospiros de corazón, si no pudiere llorar.
Lo cual, si no aprovechare, no por eso le han de de-
15 cir palabras ásperas ni enviarlo sin consolación, porque no
256 etc.] Soli Dt-o honor et gloria aelrt.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Miscelánea Comillas», 7
(1947), 298-317. «Sermón que hizo el Rdo. P. Juan de Avila a los
clérigos de Granada, para saber confesar» (f. 257 r).
A LOS CLÉRIGOS DE GRANADA
1333
desespere, sino consolarlos como padres a hijos, dado que
por entonces no se han de absolver. Y dígale que no le ab-
suelve por razón del menosprecio y poca confianza de su
salvación, y que [lo hará] cuando estuvieren bien dispues-
20 tos con displicencia de lo pasado y con deseo de adelante
evitar los pecados de verdad; para lo cual haga decir mi-
sas, y ruegue él a Dios con su corazón, y encomiéndese a
otros que rueguen a Dios por él, y huiga los pecados y sus
ocasiones, con los cuales bienes le dará Dios vida por su
25 infinita bondad.
Entonces aprovecha la absolución, cuando hobiere dis-
posición, y si dijere que tiene verdadero propósito para la
enmienda de su vida y que hará lo que le mandaren, dilá-
tesele la absolución algún tiempo y dígale que vuelva a él
30 otra vez, porque sepa cómo le va, y dígale que se enco-
miende de corazón a Dios y se guarde [de] ofenderle; y si
habló la verdad, en esto se verá, si hiciere lo que le mandó
y si volviere a la confesión.
Repaso de los man- Debe el confesor dar una vuelta por
35 damientos los mandamientos y pecados mor-
tales con el penitente, preguntándo-
le si fué causa que otro pecase con él en los mandamientos,
haciendo a otro que cometiese algún pecado; y ansí mismo
de todos los pecados mortales, si fué causa que otro pecase
40 en ellos por obra, o palabra, o pensamiento. £ esto es un
gran aviso, por dos razones: lo primero, porque se confie-
se de todos los pecados que cometió en ellos, dando causa,
y lo segundo, porque restituya lo que dañó, dando causa.
Porque si por consejo de Juan hurtó Pedro, que no hurta-
45 ra si Juan no se lo aconsejara, Juan es obligado a restitu-
ción de lo que Pedro hurtó. Y ansí de los otros pecados que
traen restitución. El que hobiere dado causa a pecar tiene
mucho que restituir y llorar y gran obligación de rogar a
Dios por los que por su causa pecaron.
50 Primer precepto. En el primer mandamiento dijo que se
deben preguntar dos cosas, según dos partes que este man-
damiento tiene: la una, cerca de no tener dioses ajenos, si
hizo o sabe cosas de hechicerías; la otra, cerca del amor
de Dios, si le amia sobre todas las cosas; el cual amor so-
55 bre todas las cosas se debe tener para estar en gracia, y es
que por ninguna cosa sea Dios ofendido. Lo cual verá uno
en sí, aunque no haga prueba diciendo: "Si amo yo a Dios
más que a mi padre o madre", porque una madre, aunque
no pensó en sí, ni hizo esta comparación de decir: "Aun-
60 que me diesen un ducado, no dejaría que matasen a mi
hijo", claro está que ama más a su hijo que a un ducado
1334
PLÁTICAS
y que a muchos ducados, y sin que lo compare, está claro
que es ansí.
Y por esto es bien hacerle que se acuse de todas las veces
65 y tiempos que no amó a Dios cuando debia y como debía, so-
bre todas las cosas, con todas sus fuerzas en general. Y digo
en general, porque hay opiniones en esto de cuándo es obliga-
do a tener actual amor de Dios, de tal manera que, si no le
tiene, peca. Santo Tomás dice que es uno obligado a tener-
lo lo actualmente luego que tiene uso de razón, y, según esto,
todos los que no lo tienen pecan. Escoto dice que no enton-
ces, sino en las fiestas, y estonces es obligado a santifi-
carlas en esta manera con actual amor de Dios. Los Nomi-
nales dicen que no entonces ni en las fiestas, sino cuando
75 reciben los sacramentos, porque estonces se ha de aparejar
para estar en gracia y en el amor de Dios. Y por eso es
más seguro hacerle confesar de todo lo que ha faltado en
no tenerlo todo el tiempo que era obligado en general. Y nota
que cerca de este precepto se requiere preguntar de amor,
80 temor, servicio y alabanza e obediencia.
El segundo mandamiento. [En] el segundo mandamien-
to, que es no jurar, se deben preguntar tres cosas: la pri-
mera, de las blasfemias, ansí contra Dios como contra sus
santos; la segunda, de los juramentos; la tercera, de los
85 votos.
Da primera, preguntalles cuántas y cuáles; si son: "No
creo", "descreo", "reniego" o "pese", etc.; o cuántas veces,
ansí en este como en otro cualquier pecado mortal, porque
no basta decir: "Blasfemé" o "lujurié", sino decir cuántas
90 veces poco más o menos. Y en caso que no se acuerde
determinadamente del número de los pecados, preguntarle
cuánto tiempo ha que lo usó, si un año, o más, o cuánto,
o si lo hizo o dijo siempre, o cuántas veces cada mes, o se-
mana, o días, y si señalando el tiempo y las veces por me-
95 ses o semanas o días, basta esto, y no hay necesidad de
preguntar cerca del número.
De los juramentos, si juró falso en manos de juez, es-
cribano o en otra manera; si fué con perjuicio de alguno
el tal juramento; si pidiéndole a[l]guno algo, juró no te-
100 nerlo, teniéndolo; si contrató con alguno y prometió de ha-
cer alguna cosa, no con voluntad e intención de cumplirlo;
si juró sin necesidad e sin reverencia, aunque fuese ver-
dad, es mal hecho.
De los votos, lo primero se debe aconsejar, especialmen-
105 te a mancebos y doncellas, que no sean fáciles en hacer vo-
tos e prometimientos, porque es cosa muy peligrosa, y en-
-i Santo Tomás de Aquino, Sununut thcol., 1-2, q. 89, a. 6.
73 Escoto, Jn III Sent., d. 27. q. única.
\ LOS CLÉRIGOS DE CHANADA
1335
rédanse mucho las ánimas, o por no saber, o por no mirar
lo que hacen, y después les pesa por haberlos hecho.
Mas, ya que son hechos, débense mirar qué votos son,
110 si es voto que hizo uno de ser fraile o clérigo o monja, y
ver qué en su conciencia y verdad. E aunque lo hizo con
algún fervor o devoción, como casi todas veces acontece,
si ve que no podrá cumplirlo sin peligro de su conciencia,
también se podrá salvar por acá, y que esto lo dice y es
113 ansí verdad, santo y bueno es hacer que envíe por dispen-
sación al Papa de ello.
Mas, si uno hizo voto de no casarse y después se casó,
es la duda si este tal que votó no casar, si ya que se casó,
si puede pedir el débito a la mujer. A esto comúnmente
120 dicen que pecó en casarse, porque no cumplió con Nuestro
Señor lo que dijo que había de cumplir, según aquello: Vo-
vete et reddite. Tamen, non exigere, porque tenetur faceré
quod in se est ad servando, rn castitatem quam promisit, et
hoc potest faceré non exigendo debitum. Et dicunt [fauto-
125 res] huius opinionis quod peccaret exigendo. Mas a esto se
ha de decir otra cosa más conforme a verdad y piedad, y
tiénelo Cayetano, y dice que no es una misma cosa votar
uno no casarse y votar virginidad o religión, porque votar
virginidad es votar que no conocerá a persona ninguna car-
¡9-30 nalmente; este tal, si se casase, pecaría en ello y podrá
reddere debitum slne peccato, non tamen petere; mas, vo-
tando uno no casarse, parece que no tiene intención a más
que no casarse, de modo que si con alguna mujer pecase,
no casándose, no sería pecado sino de fornicación simple,
ps sin quebrantamiento de voto; y este tal que votó no casar-
se, si se casase, pecaría en ello mortalmente, mas puede
dar el débito y pedirle sin pecado, porque no es lo mismo
votar uno no casarse y votar castidad o virginidad, mas
antes hay diferencia, como dicho es; que el que votó cas-
ino tidad o virginidad peca casándose y no puede pedir el débito
conyugal, mas el que pecó en casarse, habiendo hecho voto
de no casarse, peca en casarse solamente, y puede pedir el
débito conyugal sin pecado. Lo cual es ansí y seguramente
lo puede tener, y el padre Avila dijo que él ansí lo tenía.
113 Ejemplo hay de esto evidente y razón que concluye ser
ansí. Pongamos caso que uno votase ser clérigo, o fraile, o
monja. Este tal prometió cumplir los votos de la religión
o de guardar la regla clerical. Si antes que entrase éste a
ser fraile, o clérigo, o monja, pecase un pecado de la car-
150 ne, ¿quebrantaría el voto? Dice que no, porque los votos
de la religión no están hechos, y ansí no los quebranta,
mas solamente éste ha prometido que los prometerá, y ansí
i22 irs. 75, 12.
143 Tomás de Vio Cayetano, Comm. in 2-2, q. 88, a. 3.
1336 PLÁTICAS
solamente peca pecado de fornicación, sin quebrantar voto,
porque no lo quebranta ni es obligado a guardarlo como
155 voto hasta que lo vote. Pruébolo: porque si ansi fuese, se-
guirse hía que luego como votase entrar en la religión, si
luego queda tan obligado a los votos, luego era obligado
a la obediencia y a desposeerse de lo que tiene, o, si no,
que pecaba en tenello, lo cual es falso.
160 Aquí se debe mirar si los votos obligan o no, por no ser
de edad que obligue cuando los hicieron, como la mujer
de doce años y el hombre de catorce, o por otras causas
que pueden impedir el valer de los votos.
El tercero mandamiento, que es santificar las fiestas,
165 ha de preguntar dos cosas: la primera, si ha trabajado en
día de fiesta, lo cual es pecado, si no fuese poco y temién-
dose perjuicio de la hacienda si se dejase por otro día; y lo
mismo de andar camino en fiesta. ÍLo otro, si ha oído misa
entera el día de la fiesta; módico deficiente, pro nihilo
l"0 reputatur. Que la misa se oiga del día, es muy bueno y
congruente, si se puede facer, mas no es al contrario pe-
cado, aunque sea de réquiem.
Acerca de esto de las fiestas suélese decir que el que peca
en fiesta comete dos pecados, uno el pecado que comete y
1"5 otro del quebrantamiento de la fiesta. Y pruébanlo de esta
manera: porque Nuestro Señor defendió en las fiestas las
obras serviles, y el pecado es obra servil, porque qui facit
peccatum servus est peccati; luego quebrántala con el pe-
cado, y ansí hacen dos pecados; lo cual ni es ansí ni se ha
180 de tener. Verdad es que el pecado en fiesta es más grave y
débese reprehender, mas no son dos pecados, sino uno. Y a
lo que dicen, que el que hace el pecado es siervo suyo, no
por eso se sigue que pecó dos pecados, porque es argüir a
sensu litterali ad mysticum sensum moralem, y así no vale
185 el argumento, porque una cosa es obra servil, que es obra
de manos, o mecánica, o de trabajo, y ésta entendió Nues-
tro Señor cuando dijo que en las fiestas no habíamos de
hacer obras serviles, otra cosa es obra servil, id est, de
subjeción de pecado, que es entendida mística o moralmen-
190 te. Y también seguirse hía que el avariento fuese idólatra,
arguyendo de esta manera, porque San Pablo dijo que la
avaricia es servidumbre de ídolos. No quiso decir que, como
el idólatra es hereje y debe ser quemado, así el avariento,
porque sería argüir como arriba dijimos; mas quiso decir
195 que, como aquel que es idólatra tiene a sus ídolos por Dios,
ansí el avariento tiene el corazón en el dinero.
El cuarto. Dice que se debe preguntar cómo se tratan
muchos padres, si se honran y ruegan a Dios por ellos,
178 lo. 8, 34.
192 Col. 3, 5.
A LOS CLÉRIGOS T)E CHANADA
1337
ansí como son los padres naturales, confesores, maestros,
200 jueces, los mayores en edad e dignidad; a los casados, cómo
se tratan y también cómo se han con los suegros e suegras
o cuñados, si tienen paz los casados; a los jueces, si los
quieren mal por haber dado sentencia contra ellos ; después,
pues, preguntar a los casados de los hijos, de los mozos y
205 de los esclavos y de toda su familia y de su estado y pa-
trimonio.
El quinto es no matar: si hirió, si cortó miembro, si
mató, si riñó, si se airó, si tiene habla quitada, si tiene
malquerencia, si procuró o hizo daño o deseó venganza o
210 muerte en el prójimo o en sus cosas; si se vengó del mal
ajeno o le plugo de él. En lo que toca al herir o matar se
ha de hacer la restitución, como abajo diré. En lo de las
hablas quitadas, ansí por sí mismo, como por la otra parte,
como por los que lo saben, que no se escandalicen.
215 La restitución se debe hacer al que, fué cortado miem-
bro o al que mató, considerando el daño o perjuicio hecho.
Y en esto insistir mucho, ansí por remedio del mal hecho
como porque avise para delante de lo hacer. En lo que
toca a las enemistades, dijo que era cosa muy dificultosa
220 acabar uno consigo poder traer pleito criminalmente, sólum
ex zelo iustiüae, con otro que le injurió, y que diga que le
perdonó de verdad, mas que por el bien común quiere que
sea aquél castigado y no por otra cosa; lo cual dijo que
era de poquísimos, porque es gran cosa que una vez o otra,
225 tachando testigos o presentando las partes o en otra mane-
ra, no se indigne contra él, y también que parece que, si no
le hobiera injuriado a él, no trujera el pleito con él, pues
que las otras ofensas que se hacen a otros no las sigue;
y por tanto debe ex toto coróte dimitiere, y al cargo del
230 juez sea castigar, aunque la parte perdone. Y [si] dijere
que por eso se sigue que, si no se castigan los males, habrá
muchos pecados, no por eso se sigue que yo perdonando
soy causa que los haya; ni tampoco estorbo el castigo. Mas
por amor de Dios le debe perdonar, y la venganza ni por
235 justicia se debe desear ni tomar.
En lo de las hablas quitadas, que en tres casos no se
debe quitar: o por lo que toca a mí, teniendo enemistad con
otro, que parece mientras no le hablo siempre hay movi-
mientos de ira e ímpetus y pensamientos culpables, y ha-
240 blándoles luego se amansan; o por lo que toca al otro, que,
viendo que no le habla, tiene ocasión de pensar que le
quiere mal todavía, y porque pierda este crédito, le debe
hablar; o por los otros que dicen que no le habla y que
creen que le quiere mal; y debe y es obligado a que éste y
245 los otros pierdan el crédito del que tienen en este caso;
como un hombre que entra en una casa de una mujer, aun-
1338
PLÁTICAS
que sea a buena parte, si los otros se escandalizan de ello
y juzgan mal, débelo quitar luego, porque los otros no pe-
quen, y en estos tres casos no se debe quitar la habla.
250 En el sexto, que es no fornicar, aquí se ha de hacer
alguna plática, para esforzar y para que no hayan vergüen-
za, a mujeres especialmente, preguntándoles si han tenido
algún pensamiento, aliviándoselo como cosa que no es tan-
to, diciéndole que sí habrá, como acaece a todos, y de allí
255 preguntalle si [se] detuvo y consintió en ellos, etc. Y si
hobiere habido la virginidad de alguna mujer, y si fuere
amancebado, y también si fuere casado y hobiere tenido a
su mujer non modo permisso, reprehenderlo mucho a él y
a ella; tamtoién si fuere uno tan desalmado que no tenga
260 temor de Dios y desea pecar con cuantas ve, y si dijere
que no sabe sino que a cuantas veía deseaba, preguntarle
si se acuerda de alguna, y dígala, y ¡[si] no señala ningu-
na, preguntarle qué tanto ha, y ansí por tiempo, o por
años, o meses, o semanas, o días, o en un día muchas ve-
265 ees, lo mejor que pudiere, poco más o menos, pase, pues
ahí no se puede señalar, basta en cuanto a esto, y no debe
detenerse mincho, reprehendérselo sí.
Item dijo que el hombre que por engañar una mujer dijo
que se casaría con ella, diciéndolo de futuro o diciéndolo de
270 presente, pero no con intención de cumplirlo, sino de en-
gañarla, ella creyendo que decía verdad, solamente por ca-
sarse con él pasóse en su poder, de manera que hobo su
virginidad, este tal es obligado a casarse con ella de nece-
sidad, según Escoto y la Summa Silvestrina.
275 Primeramente, si le dijo de futuro que se casaría con
ella, ya por la cópula en uno se hizo de presente; demás
de esto, diciéndolo de presente y no teniendo voluntad de
cumplirlo, no es matrimonio, porque matrimonio es libre
consentimiento; mas no por eso deja de ser obligado de ca-
280 sarse con ella y a hacerle verdad lo que le prometió, que
fué darle su cuerpo y casarse con ella; y ansí ella le entre-
gó el suyo, porque éste fué contrato de cuerpo y no se
puede pagar sino con cuerpo, y no con dotalla ni con mete-
11a monja, si no hobiere tanta disparidad en las personas
285 que fuese cosa que no cumpliese casarse. Monja no se debe
meter, porque es fuerza y no de voluntad, que, si tú te
casases con ella, no se metería monja, y el tal estado no
se debe tomar por fuerza. Pues casarla con otro es cosa
muy peligrosa, porque, viendo el marido que tiene tan gran-
290 de falta, pónese a peligro que la mate, o que pase mala
252 teniendo
274 Escoro, In IV Scnt., d. 30, q. r.
274 Silvestre Prierias, Sylvestrina Summa, quac Summa Sum-
marum nunciípatur, v. luxuría, n. 5.
A LOS CLÉRIGOS DI- GRANADA
1339
vida, y que tenga con qué darle en la cara toda la vida,
Llamándola mala mujer; y por eso se debe casar con ella,
especialmente, como dije, teniendo ella intinción, cuando
se le entregó, de no por otra cosa, sino por el casamiento,
295 que, si por dineros fuera o por cierta cantidad, parece que
dándole por lo que ella lo hizo, que se satisface, y esto
para su casamiento. Esto se ha dicho si el tal hombre no
está ya casado con otra o si ella no quisiese soltarle y per-
donarle el perjuicio que le hizo y la deuda que le debe.
300 El Derecho Canónico interpreta que el hombre que dió
palabra de casamiento a la mujer y después llega a ella
como a suya propia y que espera hacer lo que dijo, le ex-
cusa pecado, porque llega a su mujer, y lo tiene por matri-
monio. Mas in foro conscientiae débese preguntar a éste
305 con qué intinción llega a esta mujer: si dice que con volun-
tad e intinción e consentimiento que ésta es su mujer, y
como quien llega a su mujer propia, de fado es su mujer
y hay matrimonio, porque hay consentimiento; y si no llega
con tal intinción, antes sin ella, es pecado y no matrimonio,
310 porque falta el consentimiento, y ansí al tal se le ha de
mandar lo arriba dicho.
Otra cosa puede haber, donde un hombre perjudique a
una mujer en su virginidad, no habiendo palabras, ni de
futuro ni de presente, como hasta aquí se ha dicho; y esto
315 puede ser en dos maneras: la primera, que la mujer no sea
forzada, ni requerida, ni buscada, ni deseada por el hom-
bre, sino que ella quiera eso, y en este caso ha de haber
restitución; si se pudiese hacer que se casase con ella, bien,
y si no, débele restituir, aunque no tanto como si fuera for-
320 zada o requerida; la otra es, como comúnmente las más ve-
ces acaece, que la mujer sea buscada y atraída por el hom-
bre, y en este caso se ha de haber como arriba está dicho,
si no fuese grande la desigualdad de ambos para haberse
de casar; o si ella quisiere remitirlo y perdonarlo, lo cual
325 muy bien se puede hacer; esto se dice porque algunos han
dicho que ella no lo puede perdonar; no parece, porque lo
puede [de]jar de hacer.
Aquí noten los clérigos mucho por sus ánimas, si tienen
pecado o afición a mujer, máxime si ante celebrationem ha-
330 bent accessum, quia non debent absolví, nisi prius propo-
nant emendare vitam et faciant necessario requisita ad
emendationem, scilicet, Mam ex animo dimitiere.
De las personas amancebadas dijo que, agora estén jun-
tos, agora apartados, si están de manera que todas veces
335 que quisieren se pueden ver y pecar, y, dondequiera que
estuvieren, está el uno para pecar con el otro, no se deben
304 C. 30, X, de s pon sal ib US et matrimonio, IV, 1. Esto fué
reformado por el Concilio de Trf.nto, sess. 24, c. 1 «Tametsi»,
de reforin. matr.
1340
PLÁTICAS
absolver hasta que hagan verdaderamente lo que deben.
Y si una persona amancebada, que es público en el barrio,
y se sabe y se tiene por tal, y se va a confesar con quien
340 no lo conoce, y después lleva al cura cédula de cómo se con-
fesó, para que lo 'comulgue, no se debe comulgar, aunque
confiésase veré contrito, hasta que quite el escándalo que ha
dado en estar ansí; y sepa la perroquia que el hombre que
entraba en su casa ya no entra; y como era público el pe-
345 cado, se le puede dar esta penitencia pública, que es negarle
la comunión por no haber quitado el escándalo; lo cual no
se había de hacer si fuera secreto. Y a la tal mujer o hombre,
que confesó y no comulgó y no quita el escándalo, se debe
excomulgar, por cuanto no cumple con el precepto de la
350 Iglesia, que es confesar y comulgar; lo cual es contra los
que piensan que cumplen con confesar sin comulgar.
Del séptimo: si tiene lo ajeno, si hurtó, si se halló algo,
si compró de esclavo o de siervo, etc. A los escribanos, si
guardan el arancel que juraron, y también de los juegos y
355 tableros públicos.
Dijo también que el que tiene lo ajeno y pudiendo resti-
tuirlo no lo hace, que no lo debe absolver, y todo el tiempo
que lo tiene está en mal estado, porque esto que es restituir
incluye en sí un mandamiento negativo, que es no hurtar, y
360 no restituyendo es hurtar lo ajeno. Y ansí, cuando se acusare,
debe decir que se acusa que fué un mes o un año, etc., el
tiempo que tuvo lo ajeno sin restituirlo, pudiendo.
De los juegos dijo que el que tiene costumbre de jugar
y no se enmienda una vez ni otra, que para que se enmiende
365 le debe mandar restituir, o si no, no absolverle; no jugará
más, y es remedio contra los jugadores que dicen: "No soy
obligado a restituirlo, que los letrados me lo dicen; por eso,
aunque peco, no soy obligado a restituir y no es tanto mal
como si lo fuera". Y débese hacer restitución de esto ganado,
370 porque es dote de la mujer y bienes de los hijos; y aun limos-
na que se hiciese de ellos no se podría hacer y se había de
volver; cuánto más jugarlos. Y el tal que juega y gana no se
debe absolver ni comulgar, por un texto que dice en el De-
recho: Presbyter deserviens aleae. Clericus vero communione
375 privetur, similiter et laicus. Clericus aquí es el de corona.
¿A quién se ha de hacer esta restitución? A la parte, si
tiene necesidad, todo o lo más, porque, si no la tiene, pierde
el derecho y posesión que tenía por jugar, y también por-
que, viendo que le vuelven lo que perdió, volverá a jugar,
380 porque sabe que le han de volver lo que otra vez perdie-
re. De los que tienen tableros en sus casas, etc., no se dice
aquí más.
375 C. i, D. 35.
\ IOS CU K1C.II
En el octavo, cuatro cosas se deben preguntar, si levantó
falso testimonio, si dijo lo que sabía, si murmuró o oyó mur-
385 murar de buena gana, si dijo lo que había oído de otro, no
siendo bueno.
Dijo de la restitución de la fama que, si lo que uno mal
dijo de otro es mentira, para entrar en el cielo, de necesidad
debe decir que dijo mentira. Si es verdad lo que mal dijo,
390 no debe decir que dijo mentira, pues la primera vez dijo
verdad, y sería pecar mintiendo para remediar el mal prime-
ro, lo cual no es remedio, antes decir otras palabras. "No
creáis el mal que dije de hulano", "mal hice en decirlo",
"buena persona es", etc., no se debe decir por la malicia de
395 la gente, que por la mayor parte, si esto ve que le dicen,
de ahí saca que lo primero era verdad, pues que en la resti-
tución no dice que antes había dicho mentira, y confírmase
en creer lo primero; si no fuese a una persona tan simple
y buena, que creyese sin más malicia lo que se le dice. El
400 verdadero remedio es llorar mucho el tal pecado y decir
mucho bien de quien antes dijo mal a la persona que le dijo
él mal; o en oraciones, o en buenas obras, o en dineros,
dándole algo, no porque sepa él por qué ni que se lo sa-
tisface.
405 Más dijo: que si el pecado que se cometió contra uno,
disfamándole con mentira perjudicial, ha muchos años, no
por eso se debe de dejar de hacer la restitución de ello, di-
ciendo que era mentira; lo cual dijo por algunos que dicen
que se debe hacer por no renovarlo; mas aquello es cuando
410 no era mentira lo que se dijo. También es yerro de algunos
que, habiendo injuriado o disfamado a alguno en su ausencia,
el cual no sabe que le injurió ni disfamó, y le va a pedir
perdón, diciendo: "Esto y esto dije contra vos, perdonad-
me". Es mal hecho y peca descubriendo su pecado, y da
415 ocasión a que el otro se enoje con él. Este tal que injurió
o disfamó a otro no sabiéndolo el otro, no debe ir a él, sino
a la persona a quien lo dijo. En lo demás que podría ser,
diciendo: "Esto oí decir de fulano malo", mírese, según lo
que fuere, qué manera se tomará para callar o restituir.
420 Del noveno y décimo ya se ha dicho virtualmente en el
sexto y sétimo mandamientos.
Sentidos corporales Tras esto se debe preguntar de los
sentidos.
De la vista, si mira a mujeres, deseándolas o con malos
425 ojos de malquerencia, etc. Del oler, si trae olores, y aquí
de los afeites, si la mujer [los usa] porque el marido no
peque, especialmente si es fea y lo siente inclinado a mujeres
hermosas, no es mal hecho afeitarse; mas si él le defiende
que no peque, y ella no quiere dejallo, es mal hecho, etc. Del
1342
PLÁTICAS
gusto, si come demasiado, etc. Del oír palabras sucias con
placer y tener y leer libros malos. De no oír sermones; mu-
cho se debe encargar que se oigan con atención y reciba la
palabra santa de Dios, la cual hace grande provecho a las
ánimas. Del tacto, si trata honestamente, etc.
Breve examen de los De los pecados mortales, ya que los
, ., . mandamientos quedan examinados,
pecados capitales se debe pasar por ellos succinta.
mente.
Del primero, que es soberbia, pregunta de los vestidos y
trajes, manillas, libreas y cosas semejantes; y a las mujeres,
si lo piden, si tienen fantasía, si quieren los honren mucho,
si le pesa cuando no, si lo procura, si se tiene en más y
desprecia a los otros, haciéndoles algún desprecio de obra,
o de palabra, o escupiendo, o llamando perro o moro o de-
monio, o diciendo que no se le ha de igualar con él; si deseó
cargos grandes para agraviar a los otros, o no guardó jus-
ticia a los tales. Y mirar mucho el oficio y estado de cada
uno, y preguntarle las cosas que en él pueden hacer mal.
Aquí pregunte si alaba a Dios y agradece lo que le ha
dado y hecho por él; si cree que merece que Dios le dé lo
que le da, o si piensa que se lo debe, o si le es agradecido,
porque lo guardó que no cayese en los males que otros ca-
yeron; si se alabó de algún pecado con mentira o con verdad;
si pensó sus pecados, volviendo a tomar delectación en ellos;
si dió mal consejo o mal por mal; si descubrió algún secreto,
o si lo deseó saber o lo hizo descubrir; si se puso en peligro
de pecar mortalmente; si formó conciencia errónea y obró
con ella; si en lo espiritual se tuvo por mejor que otro y
creyó serlo y de mejor ánima y conciencia, haciendo com-
paración de sí a los otros; si deseó ser alabado.
De la avaricia dijo que se ha de preguntar si tiene lo aje-
no, si tiene demasiado amor al dinero o si no da limosna.
Aquí puede preguntar de las obras de misericordia y enco-
mendárselas mucho.
De la lujuria, ya está dicho en el sexto mandamiento.
De la ira: si se airó con enojo.
De la gula: si comió demasiado, o en día defendido lo
que no debía, o si comió para pecar, o si quebrantó el ayuno.
De la envidia: si tuvo placer del mal ajeno, o pesar del
bien, o si se compadeció de las necesidades ajenas; si no
rogó a Dios por los necesitados, ansí en necesidad del cuerpo
como viéndolo en pecado o en peligro de pecar; si no corrigió
a sus hermanos, pudiendo y debiendo, para que no pecasen.
De la pereza en el servicio de Dios y del prójimo, si lo
que debía, según su estado, y era obligado a cumplir en él
sí lo cumplió.
A LOS CLÉRIGOS DE GRANADA
1343
Sacramentos y co- De los sacramentos. Aquí puede pre-
operación en peca- guntar— y no a principio, porque no
dos ajenos lo niegue por vergüenza el penitcn-
¡00 te — si alguna vez confesando dejó de
decir por vergüenza o por otra causa algún pecado, acor-
dándose de él; y si fué ansí, vuélvase a confesar desde la
confesión en que lo dejó de decir por vergüenza o por otra
causa, porque ansí mismo se deba reiterar la confesión,
¡05 aunque sea de treinta años. Si se desposó sin confesarse para
ello; y si no [se confesó], acúsese de ello. Si los clérigos
administraron sacramentos o cosa diputada a cierta orden,
como decir epístola o evangelio, haciéndolo como ministro
de tal orden en pecado mortal, es pecado, mas ha de estar
510 en gracia, confesado o arrepentido.
E aquí se debe dar una vuelta por todos los pecados y
mandamientos ya tocados, para ver si en ellos fué causa que
otro pecase. Como se le preguntó si había hecho hechizos, o
jurado, o lujuriado, preguntarle si hizo a otro que hiciese
i¡15 o dijese lo mismo. Et sic de singuUs et per singula, ut
videat si fecit alios peccare.
El confesor, médi- Si el penitente, después de así exa-
co de las almas minado, está tibio y frío, debe esfor-
zarlo en la virtud y misericordia de
520 Dios, y animarlo y encenderlo a que llore, y llorar con él,
como hacía San Ambrosio, y decirle mucho de la misericor-
dia de Dios, que lo ha esperado, y esto por bien e sin reñir,
por amor; debe llorar, y le puede mucho aprovechar. Y si
con todo este tal no siente aún, debe consolarlo y encomen-
525 darle que haga algún bien por su ánima, e que le visite y
comunique, e que haga decir alguna misa por él, y diferirle
la absolución, diciéndole que es menester y que es bien que
ansí se haga.
Y si ve que está con voluntad y deseo de enmendarse y
530 salvarse, ya que con esta examinación está remediado para
lo pasado, déle recebtas, como buen médico, para lo por
venir, y sea en dos cosas: la una, para no pecar, diciéndole
remedios contra todos aquellos pecados que más lo siente
inclinado y en que más ha caído, yendo por ellos particular-
es mente; y la otra sea para en el bien hacer; y ésta sea en
cinco cosas: la primera, que cada noche entre en juicio con
Dios, haciendo cuenta que es verdaderamente muerto y que
se ha de morir aquella noche, y examinar muy bien su con-
ciencia, acordándose de sus pensamientos y palabras y obras,
510 Santo Tomás DE \qvi\o, ln I\' Sen!., d. 24, q. 1, a. 3 ad fi-
nem, sol. 5.
=¡21 Cf. San Ambrosio, Expos. in Le, c. s, 55 ; c: 10, SS-S9 :
MI., 15, 1736. 191S s. ; Hexacincr., 1. 5, c. 25 : ÍUL'14, 256.
1344
PLÁTICAS
540 y pedir a Dios perdón de lo que ha pecado; la segunda, con-
fesar e comulgar muy a menudo; la tercera, leer o oír buenos
libros; la cuarta, tener sus devociones santas para cada día;
la quinta, tener muy ardiente caridad con los prójimos, ansí
amándolos con el corazón como dándoles limosnas de los
545 bienes temporales; mirallos, amallos y tratallos como a her-
manos, hijos que somos todos de Dios, como a miembros
de un cuerpo, que es nuestro Redemptor Jesucristo, y sus
hijos e ayuntamientos de fieles, que es la santa Iglesia, lo
cual haciendo con su gracia y por su misericordia, iremos
550 a gozar con El para siempre en la gloria. Amén.
Condiciones de una Y para erudición de los penitentes,
buena confesión se pornán aquí diez y seis condiciones
que la confisión ha de tener para ser
perfecta, las cuales pone un santo doctor.
555 La primera dice que la confesión sea sencilla; esto es
contra los que no saben confesar sin contar historias, lo
cual es muy mala cosa; que hay algunos que para decir de
las malas palabras que hubo con otro, os dicen primero:
"Sabrá vuestra reverencia que el año pasado tuve una ve-
560 cindad la mejor del mundo; agora por mis grandes pecados
tengo un vecino desabrido y el más mal sufrido del mun-
do; díjome ciertas palabras, e yo, señor, con enojo de no
sé qué, díjele no sé qué palabras, y si no hubiera gente en
medio, no sé qué míe hiciera". Todo esto se ha de dejar
565 para no gastar tiempo ni moler al confesor, sino de toda es-
ta plática, y de otra cualquiera, tomar aquello que siente
cada uno que es ofensa de Dios, y aquéllo decir solamente,
diciendo: "Padre, acúsome que ofendí a Dios en esto y en
esto". Y ésta cuanto a la primera '[de las] condiciones.
570 La segunda es que la confisión sea humilde, y halo de
ser en cuatro cosas: la primera, humilde en lo interior, que
es el entendimiento, y con aquél conocer y decir a Dios:
"Yo, Señor, conozco que verdaderamente soy pecador e vil
e digno, Señor, del infierno, porque mis obras no merecen
575 otra cosa; a mí, Señor, me pesa de haberos ofendido, y
propongo la enmienda, y suplico a tu Divina Majestad no
mires a quién yo soy, para con tu justicia enviarme al in-
fierno, sino mira, Señor, quién tú eres, para con tu mise-
ricordia hacer que mi ánima se salve, y llevarme al cielo;
580 a ti y delante ti me subjeto de todo corazón, y me pongo a
los pies de este que en tu lugar tiene poder de absolverme
y participarme de los méritos que tú, Redentor mío, ganas-
te derramando tu sangre en la cruz, pues en virtud de esa
554 Cf. Santo Tomás de Aquino, Suppl., q. g, a. 4 : «Sit sim-
plex, humilis confessio, pura, fidelis, — atque frequens, nuda, dis-
creta, li'bens, verecunda, — integra, secreta, lacrimabilis, accelerata, —
fortis et accusans, et sit parere parata».
5. A I.OS CLÉRIGOS DE GRANADA 1345
preciosa sangre se han [de] salvar los que de ella estuvie-
ses ren bañados y no otros". (Apocalipsis.)
Humilde ansí mismo en lo exterior; que ha de ir, cuando
fuere a confesar, muy honesto en los vestidos; especial-
mente si es mujer, no ha de ir muy galana ni afeitada; si
es hombre, hase de llegar sin espada, hincarse de rodillas,
590 quitarse el bonete o gorra; la mujer, cubierto su manto
por la honestidad; han de ir con mucho temor y reverencia.
También ha [de] ser humilde en las palabras, que ha-
ble con mucha reverencia y vergüenza todos sus pecados,
por las palabras más honestas que pudieren, en las cuales
S95 parezca el arrepentimiento del corazón; no han de ir muy
polidas las palabras ni compuestas, sino humildes y verda-
deras, por confesarse por confesionarios de cabeza, que
casi cada vez dice lo mismo, como quien dice el Ave, María,
sino ver en lo que ha ofendido a Dios y decir aquello; y
600 confiese de todo sin quedar nada, y no mire si va por or-
den, a lo menos no piense que es de esencia de la confisión.
La cuarta cosa en que ha de ser humilde ha de ser en
buscar el confesor, como acontece que hay algunos que
soliendo confesar con uno, cuando comete[n] algún pecado
605 que otra vez han confesado, van a buscar otro confesor, y
esto porque no sea tenido en menos de aquel su confesor que
antes y a la continua tenía, sino que le tenga en buena
posesión; y algunas personas hay que después de haber di-
cho con el otro lo que le dolía, vuelve a confesar con el
610 otro lo que no le dolía. ¿Para qué, pecador de mí, quieres
hacerle entender que eres bueno y virtuoso, no siéndolo?
¿No sabes que sabe Dios lo que haces? Y allí no vas a decir
tus pecados a Pedro como a Pedro, sino como aquel que
tiene poder de Dios para absolverte o condenarte, y aquel
615 lugar es para que vayas a decir pecados, o aquéllo en que
piensas haber ofendido a Dios, y no las buenas obras que
haces. Y siendo en todo esto humilde, cumplirás con la se-
gunda condición.
La tercera es que sea "pura, que no digas sino puramen-
620 te aquello que fué, sin doblez ni sin maraña ni excusa, sino
sencillamente la verdad de todo lo que has cometido; y en
esto se conforma esta condición con la primera, que es sen-
cilla. También ha de ser pura en la intinción. ¿De qué ma-
nera? Que cuando te fueres a confesar, sea tu intención de
625 irte a confesar no por ser tenido por bueno, ni porque los
que te vieren digan: "¡Oh, qué bueno es fulano, que con-
fiesa y comulga muchas veces!" Porque mira que dice el
Evangelio: Ne iustitiam vestram faciatis coram hominibus,
sino puramente por alcanzar perdón de aquellos pecados en
585 Cf. Apoc. 7, 14.
628 Mt. 6, 1.
B. Avila 2
13
1346 PLÁTICAS
630 que tú ves que has ofendido a Dios. Y ansí cumplirás con
la tercera condición.
La cuarta condición que la confesión ha de tener es que
sea verdadera, que no deje, por ninguna cosa, de decir la
• verdad clara y abiertamente. El pecado que se ha hecho, que
635 se diga de la misma manera que se cometió. No se dice que
no se deje ningún pecado, que eso claro está que, si por
malicia lo deja, es obligado a tornarse a confesar de nue-
vo, y vuelve a su casa con los pecados que trujo y con aquel
de nuevo que comete por dejar por malicia el pecado. Y tan-
640 to es verdad esto, que si en la confesión se dijese una men-
tira en decir el pecado de otra manera que pasó, es nuevo
pecado, porque cualquiera mentira es pecado; pero hay
diferencia, que, si la mentira es de cosa que perjudica a
otros, es pecado mortal, y si no, es venial. Pero trae Ca-
645 yetano que, aunque pecado venial no es cosa que requiere
confesarse, si el confesor preguntó si ha hablado palabra
ociosa, puede responder que pase adelante, y si la ha ha-
blado y dice que no, no peca mortalmente si no hay más
de eso; pero si el penitente traía intención determinada de
650 confesar la palabra ociosa, y el confesor le pregunta si la
dijo y respondiese que no, sería pecado mortal. Y dice muy
bien la razón, porque la hace ya materia de sacramento,
porque bien podía pasar la confesión sin aquello; pero a la
hora que aquella palabra ociosa la hace materia de sacra-
655 mentó por la intención que tuvo de confesarse de ella... Un
ejemplo: Si un predicador trae propuesto de decir en el
púlpito un milagro de un santo, aunque sin decirlo se pu-
diera pasar el sermón, pero si lo dice y contando dice men-
tira, es pecado mortal, por ser dicho en el lugar de Dios,
660 que es el púlpito, y el predicador está puesto en lugar de
Jesucristo.
La quinta condición es que la confesión sea frecuente,
que se debe hacer muchas veces, porque, cuando se fre-
cuenta a menudo, es muy santa cosa, porque es bien que, si
665 a menudo caemos, a menudo nos levantemos; que si a me-
nudo nos ensuciamos, a menudo nos alimpiemos con la
confisión, y si a menudo enfermamos, que a menudo nos
curemos, y que si a menudo pecamos, que a menudo nos
acorramos a la confisión, para que allí nos sean quitados
670 los pecados. Demás de esto, es muy gran remedio para con-
fesar muy bien confesados los pecados, porque ¿cómo es
posible que se confiese uno de todos sus pecados que en un
año ha hecho, de todas palabras malas, de todos los pensa-
mientos dañosos, de todas las obras perversas? Tiénese por
675 imposible. Y para confesarse de todos, ha de ser frecuente,
655 Tomás de Vio Cayetano, Comm. in 2-2, q. 6g, a. 1.
661 Tomás de Vio Cayetano, Comm. in 2-2, q. 110, a. 4.
j. A IOS CLÉRIGOS PE GRANADA
1347
muy a menudo. Y también porque la confesión a menudo
hace más, que con ella se perdona lo pasado y se da es-
fuerzo para lo por venir. ¿Queréislo ver? Tomá a uno que
en algún tiempo frecuentó la confesión y la dejó, y a otro
680 que no lo solía hacer y agora lo hace. Veréis el desconten-
tamiento tan grande del primero y la consolación y mejoría
del segundo. ¡Y que con todo esto haya quien le parezca
mal la confisión a menudo y murmuren de los que a menu-
do se confiesan!
685 La sexta es que la confesión sea discreta. Discretos quie-
re Dios los que se confiesan, confesar el pecado solamente
y no lo que no hace al caso. No es menester, si habéis hur-
tado, que digáis que hurtastes con la mano derecha o con
la mano izquierda, o si hurtastes en tal colación o en tal,
-690 sino juntar todos los pecados que son de una especie; que
si hallas en tu conciencia que has hurtado cien veces, digas:
"Padre, acúsome que cometí el pecado del hurto tantas ve-
ces", y no decir agora uno y después otro; todos los que
fueren de una especie, juntos, agora sean furtos, fornica-
695 ciones o blasfemias. Pero hase de mirar que es bien discer-
nir las cosas que agravan o pueden agravar el pecado, como
es el tiempo, que si hace el pecado en tiempo que la Igle-
sia tiene diputado para llorar los que hasta allí se han he-
cho, como es la santa Cuaresma, es el pecado de más gra-
700 vedad; o el lugar, que, si es en la iglesia, es sacrilegio, que
es mayor pecado; la persona: si hurtaste al pobre, más
pecas .que si hurtases al rico, y mientras mayor es la nece-
sidad de aquel a quien hurtas, más gravedad tiene el peca-
do. Ansí que hanse de confesar los pecados que fueren de
705 una especie juntos, pero hanse de mirar las circunstancias
que los agravan.
Después que se haya hecho la examinación que convie-
ne, confesar discreta y apartadamente, como está en el co-
razón; si es mortal, confesarlo por mortal, y si es venial,
710 por venial. Si se tiene duda si es o no es, si hay una ma-
raña que vos no acertáis a deshacella, de la misma manera
que lo tenéis en el corazón de aquello lo habéis de pronun-
ciar por la boca. B% hay algunas personas que con santa
intención dicen lo que han hecho y aun lo que no han hecho.
715 Es muy malo en gran manera, y no se debe hacer, sino sólo
lo que sabe de cierta ciencia, e si no se acuerda, diga que
no se acuerda.
También es menester en elegir el confesor. Si uno está
mal dispuesto, luego busca el mejor médico para la salud
720 del cuerpo, que se ha de acabar; y para la triste del ánima,
con el primero que encuentra. Y si para un pleito en que
va tres blancas huelga el hombre de buscar el mejor letra-
do para tenello en su favor, ¡y que para absolver el ánima,
1348 PLÁTICAS
para confesarse de sus pecados, no se busque el mejor que
725 se pudiere hallar! Ha de ser discreto el penitente en elegir
confesor que convenga.
La séptima, que sea de buena voluntad y gana, no por
el temor de la excomunión, ni por no ser tenido por mal
cristiano, ni por temor de la pena o que lo lleven a la cár-
730 cel, sino por agradar a Dios y ser buen cristiano y por re-
conciliarse en amor y gracia con El.
La octava es que sea vergonzosa, que mire el cristiano
que se avergüence mucho en pensar la fealdad de los peca-
dos y los tenga por muy graves, y se avergüence de haber
735 cometido cosas tan abominables y hediondas, y que, cuan-
do los confiese, los confiese vergonzosamente, no como se
jacta y vanagloria de ellos muchas veces. Desírvese Dios
en que los hombres se confiesen de sus pecados de tal ma-
nera que parezca que se huelgan, especialmente cuando ha
740 motejado a uno cometiendo pecado mortal, ansí como cuan-
do uno afrenta a otro debajo de alguna gracia nacida de
buen juicio; mírese mucho que ha de haber mucha ver-
güenza en confesar estas cosas semejantes, porque no es
bien que hagamos y nos atrevamos más a Dios que a un
745 hombre. Por acá, si uno quisiese ser amigo de otro a quien
ha hecho una injuria, ¿sería bien que le contase, como hol-
gándose, la injuria que le hizo, diciéndole que le había dado
una bofetada? Aquello sería causa que el otro no sólo no
lo perdonase, pero que se airase de nuevo contra él. Pues
750 sepa el cristiano que cuando va a confesarse, va a reconci-
liarse en el amistad de Dios, con el cual estaba enemigo, y
que no es bien que se confiese con jatancia, sino con mu-
cha vergüenza.
La nona. Esta condición es muy esencial y necesaria para
755 la confesión, sin la cual es imposible ser buena, y es que sea
entera, que se confiese de todos sus pecados que después
de la postrera confesión hobiere cometido, so pena que, por
un solo pecado que deje a sabiendas, no va absuelto, antes
va con todos los pecados que dijo y confesó y con el que
760 calló, y más con otro de nuevo que ganó por haberlo callado.
La causa es que, como es Dios luz tal clara, no puede haber
ni debe ser obscuridad ni tiniebla ninguna. Un solo pecado
es bastante obstáculo a que no venga Dios a un ánima; y
este pecado o pecados pueden dejarse de confesar en una de
765 dos maneras: o por malicia, que claramente ve que lo deja
por vergüenza, o por temor, o porque se le antojó; estonces
claro está que es sacrilegio y no es confisión, sino abomina-
ción; o queda por olvido, y estonces se ha de distinguir: o
para confesarse se ha hecho la examinación necesaria o no;
770 si no la ha hecho, haga cuenta que no ha hecho nada ; que hay
muchos, y casi todos, que para venirse a confesar vienen tan
5. A. LOS CLÉRIGOS DE GRANADA
1349
desapercebidos como si fuesen a no sé qué, sin examinar
su conciencia ni querer acordarse ni recogerse para ver en
lo que han ofendido a Dios, sino vanse y dicen: "Pregun-
?75 táme, que a eso venga". Verdaderamente muchas y las más
veces se van como vinieron. En solo esto avisen mucho, ansí
los confesores como los penitentes, que los confesores no
deben absolver a aquellos que no hobieren hecho verdadera
examinación. Débenlos enviar a sus casas, y que hagan lo
780 que son obligados, y vuelvan, y dárseles ha la absolución,
y de otra manera no lo deben hacer. Pero no suelen llamar
buenos confesores sino aquellos que por fas o nefas, iuste
vel iniuste, dan la absolución. Y peca el penitente que la
pide sin hacer lo que es obligado para acordarse de sus pe-
785 cados, y peca el sacerdote que de esta manera lo absuelve.
Debe, pues, el penitente recogerse y pensar dende que se
confesó en qué pudo pecar, con qué personas anduvo, en
qué ha gastado su vida, para por allí venir a acordarse de
sus pecados, y poner en ello la diligencia que pusiera en una
790 cosa que le fuese la vida y la honra. Y es tan misericordioso
Dios, ¡bendito sea El por siempre!, que si uno ha hecho la
diligencia necesaria y se le olvida algún pecado, aquél está
ya perdonado. Y más digo: que si se le olvidasen ciento,
todos se los perdona. Y a más se extiende, que aunque haya
795 pecado dos mil pecados y solos dos se le acuerden, habiendo
hecho la diligencia que es obligado, con sólo aquello se da
Dios por contento. Miren, pues, lo que hacen, que esto es
una cosa la más principal de la confesión y la causa que
muchos, y casi todos, se van sin confesar como son obligados.
800 La décima, que casi conforma con ésta, es que sea fuerte;
que por el rey, ni por el príncipe, ni por el señor no se deje
de decir la verdad, ni por nadie. Dirá el juez que por no
enojar al príncipe, porque no le quite el favor que le daba.
Dice el mozo que no sé qué. No se ha de \dejar. Que sea
805 fuerte, que ni por vergüenza, ni temor, ni hacienda, ni por
honra, ni por ninguna cosa de éstas se impida la confesión.
La undécima es tan necesaria y tan de esencia de la con-
fesión, que no solamente es de ley divina y positiva, pero
es' de ley natural. En ley de natura y de Escriptura y de
10 gracia, en todas fué tan necesaria esta condición, que es
contricta, y es tan necesaria, que sin ella no vale nada la
confesión. Que haya una displicencia, un pesar de los peca-
dos, que os haga doler el corazón por haber ofendido a Dios.
E hay tres grados de contrición. El primero es perfecto,
15 cuando hay tan gran dolor y arrepentimiento, que de todo
corazón haya pesar de los pecados hechos, e un no querer
haber ofendido a Dios por ninguna cosa, e un firmísimo
propósito de nunca más volver al pecado; y éste es el dolor
tan acebto y es contrición tan verdadera, que por aquél,
1350 PLÁTICAS
820 antes que se venga a la confisión, están los pecados per-
donados.
Hay otro dolor que no es tan perfecto, cuando al hombre
le pesa de las injurias hechas a Dios, y esto no tan intenso,
que por sí solo se perdone el pecado, sino que es necesario
825 que sobrevenga el sacramento de la confisión, con el cual
del todo se perdona, porque todos los sacramentos de la
nueva ley comunican lo que ganó Jesucristo derramando su
sangre, y aquel dolor que sin la confesión no fué bastante
a que por él se perdonase el pecado, cuando el sacerdote
830 absuelve, perficiona el dolor y se perdona el pecado. Y por
esto es muy bien que se comuniquen a los enfermos los santos
sacramentos; puede acontecer tener uno un dolor, que solo
no es bastante para alcanzar perdón de los pecados, y por
solo comunicalle la comunión o extremaunción le hacen ca-
835 paz, y no comunicándosela, se van al infierno, donde se
manifiesta claramente la virtud de los sacramentos.
Hay otro género de contrición, y ¡desdichados de aque-
llos que en tal estado están!, que tienen un dolor de todo
en todo imperfecto, como son los logreros. Vienen a con?
840 fesar y dicen que tienen lo ajeno y querrían restituirlo; pero
que cómo han de quedar pobres: "¿Cómo es posible, padre,
que dé yo agora mi hacienda?" Has de restituir todo aquello
que sabes que es ajeno, so pena de perder el cielo y ganar el
infierno para siempre. Todo el tiempo que cualquiera está
845 en voluntad determinada de ir contra la ley de Dios, está
en pecado mortal. El juez que sacó alguno de la iglesia por
agradar al príncipe peca mortalmente; el mozo que por agra-
dar a su amo quiere hacer alguna afrenta a alguna persona.
Vienen a confesar éstos y dice el uno: "Si no hago esto, tengo
850 de desagradar al príncipe, que me favorece"; y el otro:
"A mi amo, que me da lo que he menester. ¿Tengo de andar
a pedir por amor de Dios?" — Sí. A los que esto dicen no
los debe ningún sacerdote absolver, sino darles la mano y
soplar aquella centellica mortecina, esforzar aquel imper-
855 fecto dolor con buenas y confortativas palabras, traerles a
la memoria: "Mira, hermano, a quién has ofendido, aquel
hacedor de todas las cosas, aquel que de nonada te hizo' y
te crió y después por su gran misericordia te redimió, de-
rramando su sangre por ti, hasta que por tu amor murió
860 en la cruz; mira, hermano, lo que pierdes, que pierdes la
amistad de los ángeles y de todos los santos y la compañía
de la sacratísima Madre de Dios, aquella hermosura, aquella
hartura que nunca ahita, aquella abundancia, y, demás de
esto, pierdes la vista de Dios para siempre jamás, donde
865 consiste la gloria y la holganza y todo el bien; y vas conde-
836 Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Uteol., 3, q. 79, a. 3.
5. A LOS CLÉRIGOS T)F. GRANADA
1351
nado para siempre a los fuegos infernales. Y con estas y
otras palabras semejantes debe el confesor dar la mano al
penitente para que alce los ojos al cielo y poco a poco vaya
aquel dolor perficionándose hasta hacerse perfecto, o tal,
870 que con la confesión baste para que alcance gracia; y hasta
que lo vea con este dolor no lo debe absolver, hasta que lo
tenga, aunque sepa por aquello venir a tanta pobreza que
sea necesario venir a pedir por amor de Dios. Y si esto les
pareciere y supiere amargo, sepa que más amarga cosa será
875 cuando el día del juicio vaya a pedir misericordia y no la
halle en los ángeles, ni en los santos, ni en la sacratísima
Madre de Dios, ni tampoco la hallará en Dios, que es Padre
de las misericordias.
La duodécima condición es que sea secreta, que allí no
880 requiere información ni testigos ni nada de esto, sino sola-
mente el penitente se ha de acusar y conocer su culpa e acu-
sarse secretamente de ella, sin que nadie lo oiga, no por
escripto, que no bastaría, sino por palabra; que si un sacer-
dote escribiese las palabras sacramentales, no consagraría
885 con sólo escrebillas, si no las dijese claramente, ni tampoco
absolvería escribiendo la absolución.
La décimotercera condición, que sea presta, que lo más
presto que el hombre pudiere confesarse, se confiese, y si
luego acabado de cometer el pecado, mejor. Espantábase
890 Santo Tomás, y con justa razón, del hombre que osaba
echarse a dormir habiendo ofendido a Dios; espantábase de
cómo el hombre que estaba en pecado mortal se reía y hol-
gaba, de cómo comía y bebía a su placer. Debe, pues, el
cristiano reconciliarse con Dios en la confisión muy presto,
895 no tardallo mucho; si hay aparejo para confesallo, muy me-
jor es; pero si no, entre el cristiano en su retraimiento y
párese a conjeturar en qué puede haber ofendido a Dios en
aquel día, y si hallare que en aquel día no le ha ofendido,
alce las manos y diga: "Gracias sean dadas a ti, Señor, por
900 tanta[s] mercedes como me has hecho en haberme hoy tenido
de tu mano, que no cávese; bendita sea tu misericordia;
plega a tu Majestad, Señor, que siempre me des fuerzas,
que nunca te ofenda". Y si ve que le ha ofendido, pésele
gravísimamente de ello, compóngase y llore su pecado, pé-
905 sele de haber ofendido a Dios y proponga firmemente de por
cosa de esta vida no tornar jamás a él, y tenga firme propó-
sito de confesarlo cuando lo manda la madre santa Iglesia.
La décimocuarta condición, que sea llorosa, que el cris-
tiano llore sus pecados no con estas lágrimas de fuera, sino
V 910 con lágrimas de corazón, lágrimas que satisfagan para apla-
car la ira de Dios; llorosa, que el corazón se quiebre y en-
ternezca y llore lágrimas de sangre. Hay algunas personas
que se le[s] salen las lágrimas hilo a hilo por los ojos, y es
1352
PLÁTICAS
de mil miserias y desventuras, de pobreza o de no sé qué, y
915 no tienen más dolor de sus pecados que si no los hobiesen
cometido. Ha de ser llorosa la confesión; si pudiere, [ha de]
haber lágrimas exteriores, y si no, halas de haber a lo menos
interiores, que ya que los ojos no lloren, que llore el ánima,
llore y quebrántese el corazón, rásguense de veras las entra-
920 ñas por haber pasado y quebrantado sus santos mandamien-
tos y por haber ofendido a tan infinita bondad.
La última condición que la confesión ha de tener es que
sea aparejada, que el penitente vaya aparejado a recibir la
penitencia que el sacerdote le diere, y que la reciba de buena
925 gana y la procure de cumplir con la mayor brevedad que
pudiere y con la mayor devoción que le fuere posible, y si la
cumple en estado de gracia, es mejor.
Y plega a Nuestro Señor que de tal manera confesemos
las ofensas que contra su Divina Majestad hemos cometido,
930 que alcancemos perdón de ellas para nunca cometellas, para
que, dándonos Dios su gracia, merezcamos después por su
misericordia reinar con El en la gloria. Amén.
6 En ordenándoos, sois candela que habéis de dar
LUMBRE '
(Oña, Aren. Loyoía, Ms. ast. 8, plut. 4, n. 55 bis, ff. 115 v - 117 r.)
Sicut misil me Patcr, et ego müto vos (lo. 20, [3*]).
Necesidad de la Dejó nuestro Señor ministros a su Igle.
Jerarquía y sus sia para que la gobernasen y rigiesen,
grados para que concertasen los hombres, que
por el pecado de Adán quedaron tan des-
baratados, tan apartados de lo bueno, que dice David: Non
est qui faciat bonum, non est usque ad unum. No hay quien
de suyo haga bien, porque el pecado es una enfermedad tan
diferente de las otras, que, como el enfermo naturalmente
pregunta por el médico que le cure, el que ha pecado huye
de Dios, médico suyo y remedio de su llaga. Como Adán,
que en lugar de reconocer su culpa, por donde por ventura
luego le perdonara Dios, como dicen algunos santos, no
quiso sino echar a huir y esconderse de Dios. Esto hizo el
pecado, y por esto dice Dios por un profeta: In quo propi-
tius tibi esse potero? Omnes fili[i] tui longe facti sunt
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras del Miro. Avila2, t. 2 (1901),
pp. 548-552. «Ad sacerdotes. Plática 10» (f. 115 v).
7 Ps. 52, 4.
14 Cf. Gen. 3) 8.
6. \ SACERDOTES
1353
a me, etc. Huyen de Dios y buscan médicos para sus áni-
mas, que se las dejen más llagadas que estaban y no les
digan las verdades. Como Acab, en el II[I] de los Reyes,
a quien engañaron los cuatrocientos profetas de Baal, por-
20 que les dió él crédito, quitándole a Miqueas, profeta de Dios
verdadero, y Saúl se fué a las hechiceras, así van los malos
buscando a quien les hable a su gusto, aunque les hable
mentiras y lisonjas. Popule meus — dice Dios por el profe-
ta— , qui te beatum dicunt, ipsi te decipiunt.
25 Este desconcierto trae el pecado; y da Jesucristo nues-
tro Redentor el remedio, criando unos ministros que con-
cierten este desconcierto y ordenen este desorden. Así como,
si el rey tuviese un ejército muy desordenado, criaría capi-
tanes y sargentos que le pusiesen en orden, haría un capitán
30 general a quien todos estuviesen subjectos, así nuestro Re-
dentor crió ministros en su Iglesia militante, que son los
cristianos, para que los rijan. Puso tanta diversidad de
ellos: sacerdotes, diáconos y subdiáconos, doctores, obis-
pos y el vicario general, que es el papa; los cuales todos se
35 ordenan para concertar esta gente desbaratada. Ipse enim
dedit quosdam apostólos, alios vero evangelistas. Dió Nues-
tro Señor estos ministros para que los cristianos salgan,
con su ayuda, perfectos y consumados.
De este lugar saca San Ambrosio la diferencia de los
40 ministros de la Iglesia, y dice que, "como antiguamente ha-
bía tan pocos cristianos, en apóstoles y discípulos estaban
encerrados todos los otros órdenes menores; pero después,
creciendo el número, ordenaron los apóstoles que hubiese
diversos ministros: unos diáconos, otros subdiáconos". Y es-
45 to, lo uno por la hermosura de la Iglesia — como en la casa de
Salomón había tanto concierto, que se admiró la reina de
Sabá, y de esto y de la diferencia de criados — ; y también
porque fuera gran monstruosidad si no hubiera esta di-
versidad: Si omnia oculus, ubi auditus?, dice San Pablo;
50 y porque hubiera mucho que hacer para uno y no lo pu-
diera hacer, y ansí no pudieran los fieles ser cómodamente
ayudados.
Como Moisén, por consejo de Jetró, constituyó setenta
viejos que le ayudasen, y Dios les repartió su Espíritu,
.85 ansí Nuestro Señor quiso que hubiese muchos ministros:
16 Cf. Ier. 5, 7.
21 Cf. 3 Reg. 22, 6-40 ; 1 Reg. 2S, 7 ss. ; 1 Par. io, 13.
24 Is. 3, 12.
36 Cf. Eph. 4, 11.
44 Pseudo-Ambrosio, Cotiim. in cp. ad Eph., c. 4, 11 : ML 17
409 s.
47 Cf. 3 Reg. 10, 4-5.
49 Cf. 1 Cor. 12, 17.
52 Cf. Ex. 18, 17 ss.
1354
PLÁTICAS
obispos, sacerdotes, curas, etc., y sobre todos el papa, por-
que hubiese en la hierarquía de la Iglesia militante diver-
sidad de ministros, como la hay en la triunfante de ánge-
les, que hay tantos coros de ellos, como dice San Dionisio.
60 y San Ignacio, discípulo de San Juan Evangelista, in epís-
tola ad ecclesiam Antiochenam, saluda a los diáconos, lec-
tores y cantores, ostiarios y exorcistas. Y el papa Cornelio,
que floreció en tiempo de Cipriano, cuenta los órdenes que
agora tenemos, y San Clemente, epístola III, y en la pri-
65 mera, compara a la Iglesia a una nave, donde el obispo es
el capitán, y a los demás ministros compáralos a los de-
más ministros principales.
Quien toma oficio Todos éstos tienen por oficio enca-
de apóstol ha de minar las ánimas para el cielo. Sic-
7<> tomar su vida ut m^ me Po.ter, et ego mitto vos.
Y, por tanto, yo saco la conclusión
que han de ser ejemplares, y que, si no lo son, se perderán;
porque, si el rey criase un capitán, no satisfaría si fuese
soldado. Ideo vos estis lux mundi, sal terrae, etc.
75 Pero entra agora la duda cómo ha de ser ese ejemplo;
porque hic labor et dolor. Lo que se os puede decir, herma-
nos, es que, si sois clérigo, habéis de vivir, hablar y tratar
y conversar, etc., taliter que provoquéis a otros a servir a
Dios. La candela, cuando la encienden, no es para ma talla
80 y ponella debajo del medio celemín, ut ait Christus; y ansí,
en ordenándoos, sois candela que habéis de dar lumbre.
— Pero, padre, decildo vos en particular, porque cada
uno dirá que da ejemplo en la vida que hace ahora. — El
mayor trabajo que hay en los casos particulares es apli-
85 car las reglas universales de la ciencia a ellos; y, porque
en esto hay dificultad, salen las opiniones; porque omnis
scientia est de universalibus, y ninguna enseña casos par-
ticulares con todas sus circunstancias. Y así decimos que el
casado ha de tener un hábito, el clérigo otro; pero cuál ha
90 de ser en particular, hay dificultad; porque cada uno dirá
que el que trae es decente, y ansí, vistiéndose cada uno con
la profanidad del mundo, dice que aquél es su estado. Pues
¿cómo se sacaría en limpio esta verdad? Santo Tomás, 1-2:
Quod, sicut se habet principium in speculativis respectu
59 Pseudo-Dionisio Areopagita, De caelesti hierarch., c. i, 3 ;
De eccles. hierarch., c. 1, 2 : M¡G 3, 122. 171 ss.
62 Pseudo-Ignacio de AntiüquÍa, Ep. ad Antioch., 12 : MG
5, 907.
64 San Cornelio, Ep. 9 ad Fabium Antiochen.. 3 : ML 3, 766 s.
67 Pseudo-Clemente, Ep. dccret. 3. 1 : MG 1, 49§- 4^9-
70 lo. 20, 21.
74 Cf. Mt. 5, 14. 13.
80 Mt. 5, 15 ; Me. 4, 21 ; Le. 11, 33.
6. A SACERDOTES
1355
95 conclusionum, ita finis in practicis respectu mediorum, etc.,
y así, si vuestro fin, vos que sois clérigo, es ganar almas
a Dios, miremos con qué aparatos y vestidos y aderezos las
habéis de llevar; el fin lo descubrirá. Y nota que el juicio
que lo descubre es juicio de buen varón. (Explica quis bo-
00 ñus vir.J Pues si ha de ser bueno, y discreto, y letrado, y
leído, pongamos aquí uno que lo sea, y digámosle que atine
de lo que ha leído en santos y concilios y en Escrituras, para
ver si andan buenos los clérigos que agora viven, y si han
menester reformación.
05 Lo primero, los capitanes, que son los apóstoles y dis-
cípulos, muy de otra manera vivieron que ahora se vive.
San Hierónimo dice que el prelado sucede en lugar de após-
tol, y el sacerdote en lugar de dicípulo, y que quien su ofi-
cio, ha de tomar su vida. Pues pasad adelante y mirad los
0 concilios. Yo no quiero tratar las cosas groseras y que los
ciegos las ven.
Honestidad de los La honestidad que han de tener los
clérigos y lujo en clérigos. El concilio Bracarense, Ta-
115 el vestir rraconense I, Aurelianense : que habi-
te con su sola madre; y San Gregorio
dice de San Augustín que no quiso morar con su hermana,
porque las criadas de su hermana no eran sus hermanas.
Un concilio dice que al clérigo chocarrero, que dice pala-
bras torpes, que le desgradúen; otro dice que, mientras co-
120 miere, le lean, porque no se desenfrene comiendo; otro dice
que no ande de noche, si no fuere con grande necesidad, y
con tales personas acompañado, que no dé qué decir; otro
dice que se mire en las casas donde entrare no haya sospe-
cha ninguna, y que vaya acompañado de personas graves.
125 Dejemos eso, que hay tanto, que sería nunca acabar.
Pero vamos a los aderezos, que por nuestros grandes peca-
dos han crecido tanto. El concilio Cartaginense IV, cap. 45:
Clericus professionem suam in habitu decenti ostendat, et
ideo nec vestibus nec calciamentis decorem quaerat. Ha'llá-
130 ronse aquí doscientos obispos. Et in synodo VII, cap. 16:
Omnis ornatus corporis est a sacerdotali ordine alineus:
95 Santo Tomás de Aquino, S intima theol., 1-2, q. 57, a. 4 ;
2-2, q. 47, a. 6.
109 San Jerónimo, Ep. 78, mans. 6 : ML 22, 704.
113 Concilio Bracarense I, cap. 15 : Aguirre, t. 3, p. 179.
114 Concilio Tarraconense I, tít. 1 : Aguirre, t. 3, p. 123. Con-
cilio Aurelianense 1, can. 29: Mansi, t. 8, 356; III, can. 4;
V, can. 3 : Mansi, t. 9, 12. 129.
117 San (Gregorio Magno, Ep. 60 : ML 77, 997.
119 Concilio Cartaginense IV {- Statuta Ecclcsiae antiqua),
cap. 60 : Mansi, t. 3, 956.
120 Conctlio ni de Toledo, cap. 7 : Mansi, t. 9, 994.
129 Concilio Cartaginense IV, cap. 45 : Mansi, t. 3, 955.
1356
PLATICAS
episcopos ergo et clericos qui se splendidis et insignibus ves-
tibus exornant corrigi oportet. Y lo que más espanta, lo que
en el concilio Tridentino, sess. 21, cap. 1, se dice de los
135 obispos, que guarden lo del concilio Cartaginense de supel-
lectili paupere. Pero todo esto es poco para lo que dice San
Cipriano, lib. I, epist. 9, que descomulgó a un difunto que
hizo a un clérigo testamentario. Y cap. 48 del concilio Car-
taginense IV: Clericus qui non pro emendo aliquid in nun-
140 dinis vel in foro ambulat, ab officio suo degradetur.
Hágase aquí la razón a simili: si entonces, porque aque-
llo escandalizaba, era tan gran pecado, ahora que tanto
mal viene de las galas, ¿qué será? Y díganse los males en
el pueblo, de tantos logros, y meter hijas monjas contra
145 su voluntad, etc. ; y, lo que peor es, aquella estrella que
cayó del cielo en el Apocalipsis, con que tantas langostas de
herejes incitan. De los sacerdotes infiérase el grande peli-
gro que traen los que no se moderan en sus aderezos; y epi-
logúese exhortando a los sacerdotes que, como capitanes,
150 resistan a tanto mal de aderezos con su ejemplo.
7 Hacer las cosas con perfección, henchidos
DE AMOR *
(Oña, Arcth. Loyola, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, ff. 117 r - 118 r.)
Sacerdotes tui induantur iustitiam (Ps. ijh, [9]).
Exordio San Hierónimo, ad Nepotianum; Augustin, ad
Iudices; San Pablo, 19, Actorum, condenan la
curiosidad en los predicadores. Ave María.
5 Cómo cumplir el Muchos son los oficios de los cléri-
clérigo su oficio Sos: horas canónicas, misas, sacrifi-
cios, predicar y, finalmente, todos los
otros oficios divinos. No se podrá cumplir con cada uno;
pero, ya que se dijo el fin, y del ejemplo se trató en un ser-
io món, de esotro, para que sepáis los eclesiásticos cómo os
habéis de haber, entenderlo heis por aquella figura: todo lo
que se ofreciere, sin mácula y cabal, y con fuego del cie-
133 Concilio Nicf.no II, cau. 16 : Mansi, t. 13, 433.
336 Concilio de Trento, sess. 25, de reform., c. r; Concilio
Cartaginense IV, cap. is : Mansi, t. 3, 952.
138 San Cipriano, Ép. 66, 2 : ML 4,' 411.
140 Concilio Cartaginense IV, c. 48 ■ Mansi, t. j, 9^.
146 Cf. Apoc. 8, 10.
* Bd. J. Fernández Montaña, Obras2, t. 2 (1901), pp. 552-554.
«Ad sacerdotes. Plática secunda» (f. 117 r).
2 San Jerónimo, Ep. 52, 8 : ML 22, 534.
3 Cf. San Agustín, Scrm. 249, 1 : ML 39, 2206. Cf. Act. 19.
12 Lev. 22, 20.
1357
lo; y castigó a Nadab y Abiú porque con fuego ajeno ofre-
ció sacrificio.
!5 Con perfección Primum, todo sin mácula; muy cabal y
perfecta cualquiera cosa que hiciere el
clérigo. Estote perfecti, etc. Sic luceant vestra bona ope-
ra, etc. Y esto dijo Cristo particularmente de ellos. Prime-
ro, ut ait Augustinus I de Civ. Dei, c. 7, la condición na-
20 tural convida a ello: quia, si miráis en ello, queréis el sayo
cabal y la casa cabal; y también es afrenta decir a uno que
es remendón. Y no sólo eso, sed omnes creaturae, cada una
pretende su fin por el camino más perfecto que puede. De-
cilde al sol que no dé tanta lumbre como puede, decilde a
25 una piedra que baja de lo alto, que baje rodando; si supie-
sen hablar os dirían que no quieren sino por el más perfec-
to camino que pueden. Pues, si inclinatio naturalis, et om-
nis creatura perfectionem quaerit, quid homini et clerico
dicendum erit? et ideo: Vade ad formicam, piger, etc. Y no
30 sólo por esto, pero porque servís a Dios le habéis de ser ca-
bal en todo lo que hacéis en su servicio. Un platero, ¡qué
perfecto que hace el joyel que se ha de poner en el cuello
el rey y qué de aderezos y hierrecicos tiene para perfeccio-
nalle! Y cuando pensáis que le tiene acabado, le falta mu-
35 cho, porque ha de poner un esmalte y otro esmalte, y un
engaste y otro, etc. Y el rey Asuero, ¡qué de aderezos ri-
cos tiene para su convite! Quid tu clericus debes faceré?
Dios se quejaba de lo mal que le ofrecían los sacrificios.
¡A Dios un animal cojo, otro mal aderezado! Si pater ego sum,
40 ubi amor meus?, etc. Esto que me ofrecéis a mí, ofrecel-
do a vuestro capitán, y veamos si lo recibe. Ibi[dem]:
Offers illud duci tuo. Si hablásedes con el rey, ¿hablaría-
des como rezáis con Dios, un rato rezando, otro parlando?
Y los aderezos con que decís misa, tan poco limpios y ade-
45 rez[ad]os, ¿ ofrecerlo[s] híades al rey? Ita de misa, de cor-
porales, de vinajeras y lo demás. In ómnibus echad sal de la
discreción. Esto lo primero.
Con fuego de amor Lo segUndo, con fuego. No sin cau-
de Dios sa dice San Lucas: Sédete in civita-
50 te, quoadusque induamini virtute ex
alto. Por eso los que quisieren ser buenos clérigos, tomen el
agua dende el principio; y, si no fueren tales, no los orde-
13 Cf. Lev. 6, 9. 37 Cf. Esth. 1, 5-6.
14 Lev. 10, 1-2. 40 Cf. Mal. i, 6.
17 Cf. Mt. s, 48. 42 Cf. Mal. r, 8.
18 Cf. Mt. Si 16. 51 Le. 24, 4Q.
20 Cf. San Agustín, De civ. Dei, 1. g, c. 3, 1 : ML 41, 626.
29 Cf. Prov. 6, 6.
1358
PLÁTICAS
nen. Un perlado de los de Granada, Avalos, tenía escritos
todos los estudiantes para el tiempo de ordenarse, y no or-
55 denaba a los que habían sido distraídos, y les hacían vein-
te vejaciones, que ni bastaban parientes ni breves de Roma,
que luego no ponía vejación. In diebus Ieroboam quicumque
volebat implebat manum, et fiebat sacerdos. Leed los con-
cilios y sagrados cánones, y veréis el examen que se pide
60 para ordenar. Rogate Dominum messis ut mittat operarios,
etcétera. Bien está proveído, si se guardase. Pregunta el
obispo al arcediano cuando ordena: Seis tilos esse dignos?
Dice él que sí. Esta ceremonia descubre lo que ha de hacer
el pastor para ordenar.
65 Ha de arder en el corazón del eclesiástico un fuego de
amor de Dios y celo de las almas. Bonus pastor animam dat
pro ovibus suis, como hizo Cristo. Ait Chrysostomus: To-
dos los clérigos son pastores, hortelanos y soldados y labra-
dores; quiere decir: han de entender en el bien de las áni-
70 mas con el oficio que tienen cada uno, según el talento que
Dios le ha comunicado, y para sufrir el trabajo el predica-
dor en predicar, el confesor en confesar y el que asiste al
coro en cantar las horas, es menester que tenga amor de
Dios. Mercenarius autem fugit, quia mercenarius: accipit
75 in malam partem. El jornalero, que principalmente trabaja
por el dinero, en viendo el lobo, salta por las tapias; el que
asiste al coro y a los oficios eclesiásticos, en viendo al lobo,
luego se sale del coro. Lobo, id est: algún deseo de parlar
o de pasearse. El que sirve por amor de Dios sufre la pe-
80 sadumbre que se ofrece y la molestia, etc.
Allá Ezequiel vió aquéllos misteriosos animales, como
carbones encendidos y lámparas ardiendo, y que se lleva-
ban las ruedas tras sí. Los animales abrasados son los ecle-
siásticos que se llevan las ruedas tras sí, hoc est, al pueblo
85 con su buen ejemplo. ¡Oh eclesiásticos, si os mirásedes en
el fuego de vuestro pastor principal, Cristo; en aquellos
que os precedieron, apóstoles y dicípulos, obispos mártires
y pontífices santos, etc.! Mrá si dejaron de asistir al coro
por un poco de congoja. Semper nos qui vivimus, in mor-
90 tem tradimur, etc. Ibant gaudentes, etc. Digni hahiti sunt.
Mirá qué hace el amor de Dios. No digáis que es trabajo
53 Abalis
58 Cf. 3 Reg. 13, 33.
60 Cf. Mt. 9, 38 ; Le. io, 2.
62 Pontif. Rom., p. 1°, De ordinal. Diac. et Prcsbvt.
67 Cf. lo. 10, 11.
74 San Juan Crtsóstomo, ¡11 1 Cor., honi. ji, 3 : MG 61, 173.
74 lo. 10, 13.
83 Ez. i, 13.
90 Cf. 2 Cor. 4, 11 ; Act. 5, 41.
8. A SACERDOTES
1359
alzar una libra de hierro; pero, si lo es a un niño, es por-
que es niño. Si es trabajo asistir al coro, porque tenéis poco
amor de Dios. Ecce vita clericorum, hacer las cosas con per-
95 fección, y para eso hinchirse de amor de Dios.
g En qué deben emplear los clérigos las
RENTAS ECLESIÁSTICAS *
(Oña, Arc'h. Loyo]a, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, ff. 118 v - 120 r.)
Dignus est operarías mercedc sua ([Le. io, 7];
Mt. 10, [10]).
Las rentas eclesiás- Super quae Hieronymus: mantini-
ticas son para man- miento, no riquezas; y 1 Cor. 9:
tenerse y no para ^U!S plo-ntat vineam, et de fructu
enriquecerse
eius non edit? Quis pascit gregem, et
de lacte eius non manducat? Chry-
sostomus ait: Manducat, ait, y no
enriquece. Idem Bernardus super illud: "Ecce nos relinqui-
mus omnia", in quodam sermone: De altario vivat, non luxu-
rietur. Idem omnes Sancti. Augustinus va al mesmo talle, y
los otros santos, quos videre licet in relectione de dominio
clericorum super haec bona.
En esto se fundan las rentas eclesiásticas: en mantener al
obrero, y no enriquecerlo; y si no es obrero, ya veis en qué
estado estará; y si se enriquece, también. Imaginá que va un
obrero de éstos con este texto del Evangelio a entender en
el bien de las almas de un lugar, y pide por él que le man-
tengan; y, dándole mantenimiento, dijese que no quería sino
pavos y gallinas y vestidos de seda, etc. : mirad si tendría
razón. De ahí podréis ver y colegir, si lo tomase con mano
armada; ¿no le obligaríades a restitución de todo lo que
excediese a su congrua sustentación? Ecce prima ratio.
Unde potest oolligi opinio dicentium clericos teneri ad res-
titutionem eorum quae male lapidantur.
Secunda ratio: Ius positivum de tomar diezmos y primi-
cias se funda en el Evangelio. Luego, si el Evangelio les da
que se mantenga, todo lo que a esto sobra se ha de resti-
tuir en obras pías; por el ius positivum no lo puede tomar
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras2, <t. 2 (1901), pp. 555-558.
«Plática tercera. De redditibus ecclesiasticis» (f. 118 v).
4 San Jerónimo, Comm. in Mt., 1. i, c. 10 : ML 26, 65.
7 Cf. 1 Cor. 9, 7.
8 San Juan Crisóstomo, In 1 Cor., hom. 21, 3 : MG 61, 173.
10 Godofredo Abad, Declamat. de colloquio Simconis cum
Iesu, 17, 20 (ML 184, 449) : «De altario, inquit, vivat. Non superbiat,
non luxurietur» ; San Bernardo, Ep. 2, 11 : ML 182, 186.
11 Cf. San Agustín, De contemplu sui, c. 2 : ML 40, 1215.
1360
PLÁTICAS
30 para dárselo a clérigos que lo empleen en vicios. Confir[ma-
tur] quia Papa non potest expoliare saeculares bonis suis,
ut clericos ditet:. ergo omnia quae habet in decimis et pri-
mitas cst ad sustentationem ministrorum, ut congrue mi-
nistri Dei sustententur : omnia igitur alia, quae vitiis dila-
35 pidantur, restitutioni subiacent.
m° XII, q. 1: [Constat] clericos in communi vitam
egisse et sub voto paupertatis: a principio enim Ecclesiae
omnes fideles voto paupertatis se adstringebant, ut Basi-
lius, Hieronymus, Augustinus et caeteri omnes aiunt super
40 mortem Ananiae et Saphirae, quia enim contra votum de-
fraudar unt de pretio agri, etc. Postea crescente numero fi-
délium, separati, relictis clericis, qui illam regulam obser-
varunt usque ad tempus Augustini, ut testantur cañones
dicti, etc. Ex hoc tempore sumitur argumentum. Si tune
45 uno de ellos, o todos, lo que les sobraba lo destruyeran, obli-
garentur ad restitutionem: ratio quia illa bona relicta fue-
rant ílli communitati tamquam ministris Christi, que ha-
bían de hacer sus oficios, a, quien se debía lo que el Evan-
gelio decía: Dignus est operarius mercede sua; y ansí ellos
50 estaban obligados a gastar esto en lo necesario al sustento
y vestido, como de ministros de Dios, y lo demás empleallo
en atender a ganar almas con obras pías.
Confir[matur] : Sicut bona monasteriorum nunc dilapi-
dari non possunt propter votum paupertatis in communi;
55 sed tune idem votum habebant; ergo. Confir[matur] con los
canónigos reglares que quedaron desde aquellos tiempos.
De aquí se sigue que, aunque en los tiempos de San
Augustín, como aparece en la cuestión II de la XII D., se
hizo división de los bienes porque vivían con disensiones, y
60 se dividieron a vivir los clérigos como agora están (hicieron
cuatro partes la hacienda: la primera, al obispo; la segunda,
al clero; la tercera, a los pobres; la cuarta, a la fábrica),
que no quedan por eso los clérigos señores de eso para echallo
a mal. Porque pregunto: ¿de dónde nació apartar parte a los
65 pobres, y [a] la fábrica que fuese la cuarta parte? Claro
está que no nació sino [de] que arbitraron entonces que,
sacado lo necesario para el obispo y clérigos, sobraba esotro.
Y aun es vehemente sospecha, y bien cierta está, conforme
55 notum
60 clérigos] a vivir xidd. \\ 70 no] muy
37 C. 9-II, C. 12, q. í.
39 Cf. San Basilio, Sermo asccl., 2 : M,G 31, 871 s.
39 San Jerónimo, Ep. 5S, 7 ; 330, 14 : ML 22, 58. 1118.
39 San Agustín, Serm. 148, o 1, 1 : ML 38, 799 ; Serm. 100, 3
ML39, 1938.
41 Cf. Act. 5, 1-11. 49 Le. 10, 7 ; 1 T1111. 5, 18.
44 C. 18, C. 12, q. 1. 62 C. 28, C. 12, q. 2.
S. A SACERDOTES
1361
a lo que vemos, que muchas de las fábricas no tienen la cuarta
70 parte, y no pocas iglesias tienen muy poco apartado para
pobres, si no es algún hospital que recibe algunos diezmos.
Lo cual es indicio que, al tiempo del dividir, no debía de so-
brar tanto en aquellas iglesias. De donde se sigue que, como
deputaron la cuarta parte entonces porque estaban obliga-
75 dos, y la obligación se fundaba en lo que sobraba, que, si
más sobrara, a más estuvieran obligados; de donde se sigue
claramente agora que, pues la división sale de montón cada
año, que, si sobra más, haya más obligación. Y pruébolo:
que, si, al tiempo de la división, les dieran al obispo y clero
80 más de lo que habían menester, aquello más iba con cargo de
que lo repartiesen en obras pías.
Ultima ratio: de ver tantos labradores que padecen tan-
to sembrando y cogiendo, y cargados de hijos que andan
descalzos, echándose por el suelo. A éstos les llevan de diez
85 hanegas una, fuera de la primicia, y de diez corderos uno,
etcétera, y es muy bien llevado. Porque, como Dios les da
aquéllos fructos, es justo que le ofrezcan a ese mismo Dios,
para sustentación de sus ministros. Pero ¿en qué juicio cabe
que ha de querer Dios que de estos sudores y trabajos gaste
90 el clérigo en damascos y sedas y galas, etc. — ¡y plega a Dios
que no sean otros más graves pecados! — , y que Dios les dé
dominio en ello para eso?
Se refuta la opinión De aquí se sigue, con facilidad gran-
oontraria de, la solución a la[s] razones de la
95 opinión contraria. Lo primero: si al-
gún texto habla de dominio acerca de estos bienes, eso se
entiende en lo necesario al sustento necesario y obras pías
y que toquen al bien de las ánimas. San Pablo por eso se
llama despensero, y de aquí se ve claro cuán poco valen las
100 soluciones que dan los de la contraria opinión a nuestras ra-
zones, scilicet, que se lo dieron para que libremente hicie-
sen de ello lo que quisiesen. Esta es sofística solución, pues
muchos huyen, si pudiesen, de darlo; y si lo dan, lo dan
forzados y compelidos con la autoridad que la Iglesia tiene
105 fundada en el Evangelio; la cual, como no sea más que para
sustentación, sigúese que lo demás va con la carga dicha.
Como los ministros de la Iglesia son tantos, de fuerza
se había de señalar alguna costa, y ésta el Papa la reparte
con las piezas eclesiásticas, a unos menos y a otros más,
porque conviene que haya eclesiásticos poderosos para de-
fender la Iglesia; y ansí, cuando ellos gastan sus bienes en
vicios y en ennoblecer sus casas y deudos, está claro que lo
108 la] las f| 115 Soto] solo
99 Cf. i Cor. 4, i s.
1362 PLÁTICAS
roban, porque nadie les dió dominio para tal, y por eso,
con justa razón, los santos los llaman a los tales ladrones.
115 Y no tiene razón de decir Soto que aquello lo dicen por en-
carecimiento, como también lo suelen llamar a los seglares
porque no dan limosna; que si sólo mirara que era muy di-
ferente razón en que se fundan al llamar los clérigos ladro-
nes y a los seglares...; sino, como faltó la razón, faltó la
120 solución. Vos llamaréis a uno que roba lo ajeno, ladrón, y
llamaréis a un rico por encarecimiento ladrón, porque no da
limosna. No daría yo buena declaración a vuestras palabras
si dijese que también llamáis ladrón al que roba, por enca-
recimiento, y no porque tenga obligación a restitución; y
125 ansí tampoco acertó Soto en decir que, cuando los santos
llaman ladrones a los clérigos que gastan mal sus rentas, era
por encarecimiento, porque ya los santos en otra parte (de-
clarando las autoridades del Evangelio, y San Pablo, como
se ha dicho arriba) habían declarado que el derecho divino
130 mandaba mantener a los eclesiásticos y no enriquecer, donde
fundaban el decir después que eran ladrones si se enrique-
cían, etc.
Et quia tota ratio opinionis contrariae innititur praeci-
pue in partitione bonorum; ait enim esse iuris regulam:
135 "postquam fit divisio bonorum, unusquisque in dominio per-
maneat, nec amplius ad aliquid ex iustitia tenetur"; potest
tamen retorqueri argumentum ad hominem: Non est iudi-
candum aliquod malum de iudice in sententia; ergo iudex
in partitione non ita tribuit dominium absolutum ut possin[t]
140 clerici dissipare bona. Probatur consequentia quia cum illa
essent antea ita ordinata ut superfluum deberetur ex iusti-
tia pro operibus bonis et pauperibus, non poterat iudex do-
minium tribuere illius superflui ita amplum. 2.° Ipse iudex
non habet dominium ita dissipandi: ergo non potuit illud
145 tribuere. 3.° Papa tribuit subsidium regi ex bonis clerico-
rum: ergo non habet tantum dominium. Probatur conse-
quentia, nam tribuit subsidium, quia expedit Ecclesiae uni-
versali, et tune omnia bona subiciuntur ecclesiae, ita enim
subiciuntur bona laicorum; sed non imponit subsidium lai-
150 cis: ergo aliquid est in bonis clericorum, ratione cuius, etc.;
et hoc est subici superfluum sustentationi pauperum et aliis
operibus bonis. 4.° Papa potest, stante partitione, unicuique
ecclesiae addere plures ministros ut ex mensa capitulan sus-
tentationem reciperent, si esset sufficiens:, ergo ministri
155 tenentur ad restitutionem bonorum, quae eis sunt divisa.
Probatur consequentia: quia non potest ex bonis laicorum
creare plures ministros sine necessitate: ergo nec ex bonis
143 tribueret |.| 151 ct] ut i<\ 152 estáte || 161 extrahere] possit add.
132 Domingo de Soto, O. P., De iustitia et ture, 1. 10, q. 4, a. 3.
g. A SACERDOTES
1363
clericorum cum ita dominium habeant. Cum igitur Papa ad
libitum possit ex mensa capitulan cuiuscumque ecclesiae,
dum congruam ministris sustentationem relinqueret, extrahe-
re pro operibus piis, etsi non esset extrema necessitas, [et]
nullus ad restitutionem eum obligaret: ergo consequens est,
clericos non haber e plenum dominium suorum bonorum.
9 Esa espada de la fe no la tengas envainada *
(Oña, Arah. Loyala, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, flf. 120 v - 132 r.)
In Christo Iesu ncc circumcisio aliquid valet, nec
praeputium, sed fides quae per charitatem operatur
(Gal. 5, té!).
Exordio Repítase antes de la salutación lo dicho, aun-
que en general, que se ha dicho: el fin del hom-
bre y el medio y quién es Dios; cómo es criador y salvador
y glorificador, y esto per media articvlorum humanitatis, y
cómo padeció y dejó caños de sacramentos y otros bienes,
y ministros para que por ellos se repartiese [n] . Ave, María.
El gobierno de la Dígase cómo Cristo padeció y bajó su
Iglesia es monár- ánima al seno de Abrahán, y dígase
auico cómo no se hizo esta obra luego en
^ pecando Adán, sino que, para dispo-
nerse el mundo, convenía que pasase primero ley de natu-
raleza y escrita, y en el interim, los que morían, si habían
de ir al cielo, se iban al seno de Abrahán, y aquí bajó Cris-
to; y de la resurrección, y subir al cielo, y del estar asen-
tado a la diestra del Padre. (Declara quid hoc: No es porque
en Dios haya mano derecha ni izquierda, sino para mostrar
que a Cristo, etiam en cuanto hombre, fué colocado, y co-
metidos todos los bienes del cielo, y como a universal dis-
tribuidor de ellos, y como juez justo que ha de dar a cada
uno según sus méritos, etc.); y ha de venir a juzgar; y
cómo vino el Espíritu Santo, y comenzaron los apóstoles a
predicar, y salió San Pedro.
Y dígase cómo hay cabeza para consuelo de los fieles,
para que declare las verdades. Tu es Petrus, etc. Y así Hie-
ronymus, Augustinus, Cyrillus et alii dicunt que le dió poder
para declarar. Et non mirum, [pues si] Deut. 17, había sacer-
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras2, t. 2 (1901), pp. 559-562.
«Plática 13» (f. 120 v).
23 Cf. Mt. 16, 27 ; Rom. 2, 6.
26 Mt. 16, 18.
28 San Jerónimo, Ep. 15, 1-2 ; 123, 10 : ML 22, 355. 1052.
28 San Agustín, Serm. 131, c. io, 10 : ML 38, 734 ; Contra 2
ep. Pelagian., 1. 2, c. 3, 5 : ML 44, 574.
28 San Cirilo de Alejandría, Ep. 11, 1 ss. : MG 77, 79 ss.
1364
PLÁTICAS
30 dote, cabeza a quien se acudía, ¿cuánto más acá? Y la razón,
como dicen San Hierónimo et Augustín y otros: Si en el
sentido de la Escritura hay diferencia, ¿quién lo había de
declarar? Y ansí dice Tertuliano y Ireneo que los herejes
en Escriptura mal entendida fundan su mal.
35 Y más, el gobierno monárquico. En una casa dos cabe-
zas no pueden vivir, quid in Ecclesia? Y así, para fundar
leyes y mudar costumbres, que con los tiempos se mudan,
había de haber uno; y así Cristo, cuando se subió al cielo,
le dijo: Petre, amas me plus his? Y así, para mostrar que le
40 había de dejar con este cargo, pagó el diezmo, según de-
claran los doctores. A San Pedro cuentan todos los evan-
gelistas primero, aunque San Andrés fué primero llamado,
y por eso toma la mano y predica; y aún antes, en el criar
de San Matías, in congregatione, tomó la mano, y así pre-
45 dica: Viri fratres.
Predicación infa- Ahora notá y veréis la razón grande
lible de la Iglesia que podemos tener de consuelo, y có-
mo no pueden entrar en la, Iglesia erro-
res. Cristo mandó a sus dicípulos, y a toda la Iglesia en
50 ellos: Quod dico vobis in tenebris; et alibi: Praedicate Evan-
gélium omni creaturae; et alibi: No temáis los que matan el
cuerpo, etc.; et alvbi: Quien me confesare, yo le confesaré;
et Actuum 1: Vos eritis mihi testes in omni Iudaea et Sa-
maria, et usque ultimum terrae, etc. Este precepto de la
55 predicación está muy intimado, y así lo cumplieron, porque
pecaran si no lo cumplieran: Vae mihi si non evangelizave-
ro; necessitas mihi incumbit (Paulus). El día de Pentecos-
tés predicaron, y no sólo ellos; pero cuando ordenaban al-
gún obispo, se lo intimaban; y así San Pablo: Praedica
60 verbum; insta opportune, importune... Ministerium tuum
imple; et alibi: Haec loquere et exhortare.
Veis aquí cómo van éstos. Ait Christus: Et portae in-
ferí non praevalebunt adversus eam, etc. Como un apóstol
moría, dejaba otro para que entendiese en lo que él. ¿Por
65 qué pensáis que se llama Ecclesia apostólica? Porque viene
30 D&Vbt. 17, 9.
33 Cf. San Jerónimo, Comm. in h., 1. 6, c. 13 : ML 24, 213.
San Agustín, Contra cp. Manich., c. 5, 6 : ML 42, 176.
34 Tertuliano, De resurrcct. carnis, c. 40 : ML 2, 897. San
Ireneo, Adv. liacrcscs. 1. 4, c. 26, 2 ; 1. 5, c. 21, 2 : MG 7, 1055 s. 1180.
39 Cf. lo. 21, 15-17-
43 Mt. 10, 2 ; Me. 3, 16; Le. 6, 14.
45 Act. 1, 16. ' 57 Cf. 1 Cor. 9, 16.
50 Mt. 10, 27. 61 2 Tim. 4, 2. 5 ; Tít. 2, 15.
51 Me. 16, 15. 63 Mt. 16, 8. ■
52 Mt. 10, 28. 32.
54 Cf. Act. 1, 8.
9- A SACERDOTES
1365
desde allí, y así tenemos el catálogo de los papas desde San
Pedro, para que sepamos que viene la secuela desde él.
Agora, pues, miremos el modo de proceder. Va[n] pre-
dicando. Digo: así, en esta Iglesia, no pueden, en ninguna
70 manera, entrar herejías, que no se entiendan; y así es gran-
de desatino decir que han entrado sin saber. Ait San Juan:
Ex nobis prodierunt, sed non erant ex nobis. Ait Augusti-
nus: Priiis praesupponitur eos habi buisse fidem, et poste-
rius, per amissionem eius, habuisse haereses; quia haere-
75 sis est apartarse de la verdad el que la tenía, que el infiel,
aunque tiene muchos errores contra la fe, no es hereje, sino
infiel, porque nunca tuvo la fe, de la cual se apartase. Pues
si alguno dijese que tenemos errores, pregunto: ¿Cuándo
entraron? O entraron todos juntos, y los que en la Iglesia
80 estaban perdieron la fe, y esto es imposible, quia [es] con-
tra la palabra de Cristo, que dice: Et portae inferí, etc.;
o poco a poco, que comenzó uno y le siguió otro; y esto no,
porque, cuando comenzó, o los otros callaron [o no] . Non
primum, quia iam todos pecaron, et sic portae inferí prae-
85 valuissent. Y aun quitado el texto, es imposible natural-
mente. Si un reino tiene unas verdades, ¿en qué juicio cabe
que alguno baste a quitallas sin que se sepa y haya disen-
sión? Miraldo agora en Francia y Alemaña la revuelta que
ha habido por meter herejes doctrina diferente. Pues si no
90 podía comenzarse a predicar doctrina falsa en aquella Igle-
sia primera sin que. los demás lo supiesen, y aliende de ser
cosa natural, en habiendo diversos pareceres, haber riña,
estando por medio el mandato de Cristo, que digan la ver-
dad aunque los maten y que no prevalezcan las puertas del
95 infierno, de aquí se sigue que se habían de conocer los he-
rejes, y entonces los demás católicos habían de ladrar como
ladran los perros cuando ven los lobos o los sienten, y que
habían de hacer cuanto pudiesen por obviar a aquel mal,
o a lo menos dar a entender a los demás que aquélla era he-
100 rejía, para que se guardasen de ella, y ansí quedar conoci-
dos los unos y los otros. Y ansí veréis, si miráis las histo-
rias que han pasado desde que comenzó la Iglesia: in tem-
pore apostolorum se levantó duda de los legales y se hizo
junta en Hierusalén sobre ello; postea se levantó Arrio:
105 mirá el concilio Niceno; postea Macedonio: vide in Extrac-
to Conciliorum usque ad nostra témpora; Lutero. Y ansí se
sabe en todas las gentes que se han apartado de la Iglesia:
sabemos cuándo los griegos hicieron división, cuándo los
otros heresiarcas, etc.
109 heresiarcas] patriarcas
72 I lo. 2, 19.
74 Cf. San Agustín-, Enarr. in Ps. 130, 9 : ML 37, 1710.
104 Act. 15.
1366
PLÁTICAS
110 Ecce el modo de proceder de la Iglesia. Resta saber cómo
predicaban. Ad hoc: Oyprianus, de Symbolo; Augustinus,
libro 1, de illo, sermone 38 de ieiuniis; Clemens, I Epístola
ad Iacob[um]; Leo, Epístola 13; Hieronymus, ad Lauren-
tium; Ambrosius, et Irenaeus, et caeteri omnes aiunt, que
115 pusieron en el Credo, sumado, lo que habían de predicar,
que creyesen todo aquello, y esto es lo que hasta aquí he-
mos declarado. Explica agora summatim. Esto has de creer,
y fundado en que Dios lo dijo, como casa sobre peña, que
vientos no te la derruequen.
120 Fe y obras Y ¿para qué se manda crer esto? Iustus au-
tem ex fide vivit. No para que baste esto,
sino para que, como en arancel, veas lo que quiere Dios de ti,
para que per fidem te despiertes a obrar, según la luz que
tienes de Dios, y esa espada que tienes de la fe, que no la
125 tengas envainada, sino que la tengas delante los ojos. Por-
que un caballo, por desbocado que sea, en enseñándole la
espada, ha miedo; y si tú, hermano mío, cuando quieres
pecar, sacases esa espada de la fe y pensases los castigos
que Dios da a los malos, tú habrías miedo, y más. Porque
130 pregunto: Si supieses de un juez que hubiese venido tan
recto, que nada se le esconde, y da castigos bravos y repen-
tinos, aunque supieses que algunos disimula a tiempos, ¿no
temerías? Y de aquí veréis que puede haber fe sin obras,
quia, non obstante aquella luz, podría al malo no dársele
135 nada del juez a su rie[s]go. Y si un médico viniese que die-
se medicinas y riquezas, ¡cuántos vernían a él! Pues que
Jesucristo es más que ése, ¿por qué no le queremos a El?
San Ambrosio: "Si a uno roban y él calla, y no llama que
le ayuden, a su culpa". Así al que es tentado dice Dios:
140 in quo propitius tibi esse potero?
10 Seréis mis amigos si guardáis mis mandamientos *
(Olfiia, Ardh. Loyola, Ms. est. 8, ¡plut. 4, n. 55 bis, ff. 122 r - 122 v.)
In Christo cnini Iesu ncc circumcisio, ote [Gal
5, 6]-
El amor de Dios ha La primera condición para gozar de
de ser como el de dos Cristo: amor Dei super omnia, y
5 amigos cumplir lo que manda. Si vis ad vi-
tam ingredi serva mandata, etc. Es-
tos son diez. Explica singula, y todos se reducen a dos. El
121 Rom. i, 17. 140 Cf. Ter. 5, 7.
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras2, t. 2 (1901), pp. 562-564-
«Plática 14» (f. 122 r).
6 Cf. Mt. 19, 17-
IO. A SACERDOTES
1367
del prójimo es por Dios, y así, el primero de todos es amar
a Dios. Este amor ha de ser como el de dos amigos. Ideo
0 vos anuid mei eritis, si feceritis quae ego praecipio vobis.
Salvo que el uno es inferior respecto del otro, que es supe-
rior; y así habéis de amar a Dios como a supremo Señor.
Y notá que no pide amor de afecto, sino de voluntad; y éste
es el principal, y el otro ha de ser accesorio.
5 Para entender esto habéis de notar que anima habet ditas
potentias ad amandum, una espiritual, otra corporal con-
cupiscible. Quid potentia? Id est quo possumus aliquid. Inde
concupiscibile indiget órgano corpóreo, quod est cor, sicut
potentia visiva indiget órgano, scilicet, oculo: inde prove-
o nit necessitas dispositionis in corde, sicut in oculo, ex qua
appetitus apparet uno tempore promptior ad affectum quam
in alio.
Dígase aquí como naturaliter el apetito movetur db ob-
iecto particulari praesenti proposito, et quomodo proponitur
25 per sensus exteriores in imaginationem, et ipsa mota allicit
voluntatem ut consentiat, et quomodo voluntas per ratio-
nem movetur, quia ipsa est caeca, et quomodo actus illius
sunt velle et nolle. Explica igitur qualiter homo debeat sen-
sus cohibere et imaginationem, cum moveant appetitum,
30 quia affectus appetitus scandalizat voluntatem: Vae mundo
a scandalis! Ideo fuge ea quae te provocant ut voluntas mo-
veatur; nihil enim volitum quin praecognitum, etc. Ideo
igitur Deus noster revelavit fidei veritates, ut per illas vo-
luntas provocetur ad eum diligendum super omnia; haec
35 autem dilectio debet exercere et actus proprios voluntatis,
actus, inquam, quibus bonus amicus diligitur, et amicws
qui velut supremus diligatur super omnia.
Observa igitur cañones quibus diligis amicum. 1." Dili-
gitur in sua essentia: dilige igitur Deum in sua essentia et
40 in seipso, ut velis illum plus vivere quam caetera omnia.
2.° Diligis manda[ta] amici: dilige igitur mandatum Dei
super omnia, secundum illud: Si quis diligit me, sermonem
meum servabit. 3." Qui diligit amicum, detestatur eus of-
fensam propter illum: detestare igitur peccata propter Deum.
45 Amicus gaudet in bonis amici et tristatur in eius offen-
sis: observa ergo hanc legem erga Deum. Ecce igitur caño-
nes caritatis.
¿Por qué precias tan Haec omnia debent explicari a con-
voco a tu Dios? cionatore, et in fine provocet po-
so pulum ad dilectionem Dei super
omnia, ratione sumpta appretiationis, quam appretiationem
25 ipse motus
io Cf. lo. is, 14.
31 Mt. 18, 7.
43 lo- 14» 23.
1368
PLÁTICAS
comprobaba et similitudine quadam praeconis, que pone a
Dios en almoneda; y que salga cada uno apreciando a Dios,
poniéndole precio. Y aquí se reprehenda el que pone en tan
55 poco a Dios, que no quiere dar un real por El, pues que por
un interese de una blanca echa un juramento falso con que
lo pierde, y afeándose esto, dígase el gran precio en que
puso Dios al hombre, pues que se dió a sí mesmo por él en
las penas y muerte. Pues si Dios tanto te aprecia, ¿por qué
60 tú, malaventurado, precias tan poco a tu Dios y Señor?
Y acábese con esto.
11 Sea vuestro propósito muy firme *
(;Oña, Arch. Loyola, Ms. ,est. 8, püü.t. 4, n. 55 bis, ff. 122 v - 128 v.)
Convcrl imini ad me in tolo corde vestro etc. (loel
2, [io]).
Séllese todo con el Repítanse las condiciones y, tras el
amor de Dios Ave, María, revuélvase sobre la con-
5 dicáón del amor, y provóquese a hacer
obras con la voluntad, y todas por amor y gloria de Dios:
Omnia in gloriam Dei facite. En todos los oficios, agora
sean altos o bajos, habéislos de sellar con este sello de
amor de Dios. Si un rey os diese un sello y os dijese: "Por
10 cuantas cosas sdllásedes con aqueste sello, aunque sean sue-
las de zapatos, te daré un doblón de a diez y más; [s]i la
cobdicia te llevase, sellarías de día y de noche; ita Deus nos
manda. Premio y gloria por todo lo que hiciéremos, aunque
sean obras bajas de su naturaleza, como comer, dormir. In
15 ómnibus echá este sello, porque vale mucho. Y de aquí se
colige el dicho de los teólogos, que la obra exterior no aña-
de a la interior: tanto gana uno que tiene deseo de dar
limosna por amor de Dios y no tiene con qué como el que
realmente la da; et sic in ómnibus.
20 No basta dolor si no Y luego dígase de la virtud de la pe-
hay propósito firme nitencia, que es segunda condición,
sin la cual ninguno puede entrar en
el cielo. Nisi paenitentiam haibueritis omnes simul peribitis.
Esta penitencia nos es tan necesaria, que los profetas en
25 el Viejo Testamento la dicen y repiten muchas veces: Cum
egerit paenitentiam ab ómnibus peccatis suis, quae opera-
153 almoneda] A la una, a las dos, etc. Judas, que le puso en precio,
aunque muy bajo add. marg.
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras2, t. 2 (1901), pp. 564-567.
¿Plática 15» (f. 122 v).
7 1 Cor. 10, 31.
23 Cf. Le. 13, 5.
II. A SACERDOTES
1369
tus est, et custodierit praecepta mea, et fecerit iudicium,
et iustitiam, vita vivet et non morietur; y también San Juan
Bautista predicó: Paenitentiam agite. Finalmente, todos los
30 santos dicen que ninguno puede entrar en el cielo sin ella.
Este dolor y penitencia ha de nacer de amor, de estar uno
abrasado en Dios; como el águila, que se cuenta de ella
que, cuando está vieja y se quiere remozar, que va volando
hasta estar muy cerca del sol, y pónese en derecho de una
35 laguna y déjase caer: con el fuego que trae y frialdad que
cobra, cáense las plumas viejas y torna a renovarse. Así
hace el que se arrepiente de los pecados : sube en el enten-
dimiento, que son las alas de la voluntad; va subiendo y
mirando quién es Dios y lo que ha hecho por El; y con este
40 amor encendido, cae en el agua de los pecados y llóralos y
gímelos; y así sale en gracia y amistad de Dios, Renovabi-
tur ut aquilae iuventus mea.
Y dicho esto, dígase cómo el dolor de los pecados ha de
tener dos condiciones: una, propósito. Derelinquat impius
45 viam, etc., et vir iniquus cogitationes suas, et convertatur
ad Dominum, etc. Super quae Hieronymus notat que no
basta dolor si no hay propósito firme de nunca más volver
a pecar. Mandaba Dios que las aves que le ofreciesen que
les sacasen el buche, porque en él traen lo que hurtan, y
50 que las quitasen las plumas con que lo hurtaban. Así el
hombre ha de quitar los pecados y ocasiones, que son las
que hacen pecar: que ninguna cosa nos haga caer ni ofen-
der a Dios. San Pablo: Quis nos separabit a caritate Chris-
ti?, etc. Ha de ser este propósito muy firme, y que os sal-
55 ga de corazón de haber ofendido a Dios. Y por eso muy bien
los teólogos pusieron a este dolor por nombre contrición,
a contero, que quiere decir deshacer y desmenuzar. Una
matrona que no ha guardado la lealtad a su marido, cuan-
do ve que la regala y que la corta los bocados y se los da,
60 ¡qué dolor y qué pesar tan de veras se sale de aquellas en-
trañas! Ita et christianus debet et hoc faceré, etc. Acu-
sándose cómo ha ofendido a Dios, llore su pecado. Sacri-
ficium Deo spiritus contribulatus, etc., pidiendo a nuestro
Señor que no se acuerde de sus maldades: Delicta iuventu-
65 tis meae et ignoratias meas ne memineris.
¿Unde tan fácil volver a pecar? Porque siempre vas, her-
mano cristiano, por la mayor parte, sin propósito. Vení
acá: — Si fuésedes por un puerto y os salteasen unos la-
drones que os quisiesen matar, y vos dijésedes que os de-
28 Cf. Ez. iS, 21. 50 Of. Lev. r, 16.
29 Mt. 3, 1. 54 Cf- Rom- 8> 35-
42 Ps. 102, 5. 63 Ps. 50, 19.
46 Cf. Is. 55, 7. 65 Ps. 24, 7-
48 San Jerónimo, In Is., 1. 15, c. 55 : ML 24, 554.
1370
PLÁTICAS
70 jasen la vida y ellos os dijesen que con condición que no
pasásedes más por allí, ¿volveríades a pasar? — No, pa-
dre. Y, a lo menos, si vos tornásedes a ir, gran indicio me
es que no dejábades de tener intención de pasar. Ita tu,
cuando vas a confesar y vuelves a pecar, señal es de que
75 no llevas firme propósito de dejar el pecado. Y así se con-
demnan tantos, porque, aunque están a la hora de la muer-
te haciendo aquellas monerías — «i se sufre llamar así—,
allá dentro os queda que, si sanásedes, volveríades a vues-
tros males. Allá se cuenta que uno, a la hora de la muerte,
80 porque no tuvo esta fineza de contrición, se fué a los in-
fiernos; éste apareció a un su amigo, y, como le viese el
amigo, le dijo: — '¿Cómo? ¿No llorabas al tiempo de la
muerte y pedías perdón? — Bien es verdad que lloraba, y
todo eso; pero no míe bastó, porque no tuve firme propó-
85 sito de dejar los pecados. Unde paenitentiam daré possu-
mus, securitatem non possumus. Y nota que el buen la-
drón se halla en toda la Escriptura que a la hora de la muer-
te se convirtió. Por eso miren los confesores cómo con-
fiesan, y los que se vienen a confesar, no vayan entrambos
90 abrazados a los infiernos.
El buen confesor ha de ser leído y letrado, y como el
pescador prudente, que, cuando tiene un pescadülo chico,
luego le saca con un tirón y le echa en la cestilla; cuando
viene un barbo grande, dale soga, y el barbo, como se ve
95 asido, da coleadas, y cánsase, y con esto el pescador le saca
poco a poco. Cuando viene uno que se confiesa a menudo,
sacalle presto, no hay que detenerse; pero cuando viene un
barbo, un pecadorazo, antes de entrar en la confesión sen-
taos un poco, porque no se canse de rodillas. Preguntalde
100 de su vida y estado, y cómo guarda sus leyes; dalde soga,
y, si fuere menester, dejalde la absolución; andará penado
como el barbo, y ansí se remediará. Aquí se" puede traer el
ejemplo del médico que, pudiendo dar la purga luego, la
deja para más adelante, porque sabe que hará más prove-
105 cho. Dígase aquel dicho de Gersón, cómo ha de ser instruí-
do en Dios y cómo se ha de haber en las tentaciones.
Sobre el propósito acábese con el ejemplo de Ecija so-
bre que guarden las fiestas y se guarden de otros pecados.
El ejemplo fué que, queriendo Nuestro Señor destruir a
lio Ecija, apareció San Pablo a un mozo enfermo, al cual ha-
bían dejado sus padres encerrado porque ellos iban a tener
novenas por él. Dice el mozo que era San Pablo mozo de
cuerpo, y viejo de una barba larga, y díjole: "Irás mañana
al ayuntamiento y dirás cómo yo me aparecí a ti, que re-
115 medien cuatro males que aquí hay: lujuria, tablajería, no
106 Of. Juan Gersón, De arte audiendi confess. ; Opera (Pa-
rís 1606), pp. 2, 302 ss.
12. A SACERDOTES
1371
guardar las fiestas y el otro es murmurar o otro vicio".
Para que le creyesen, tomóle San Pablo la mano y tejióle
los dedos como podía estar una trenza muy perfecta, y dí-
jole: "Cuando te la pusieren a los pies del crucifijo se vol-
120 verá a su ser". Y el pueblo, viendo esta maravilla, hizo ora-
ción tres días y ayuno, pidiendo a Dios que, si aquello era
verdad, lo demostrase; al tercero día, diciendo la misa, y
acabado, llevan al mozo a la cruz y pónenle la mano al pie
del crucifijo, y fué sano, y remediáronse los males que ha-
125 bía entonces. Juraron de hacer fiesta a San Pablo el día de
Santo Domingo, y así cada año la hay solemne. Predican
en Santo Domingo, y no en otra parte; y, acabado el ser-
món, en una tabla leen el milagro. Acábese amonestando a
los jueces hagan guardar las fiestas y quitar los vicios,
130 porque Dominus ad iudicium venit cum senibus populi sui.
12 O SATISFACCIÓN POR LOS PECADOS O PURGATORIO *
(Oña, Arch. Layóla, Ms. est. 8, plut. 4, n. 55 bis, ff. 124 r - 125 r.)
Convcrtiinixi ad lúe, etc. (Iocl 2, lía}).
Buena devoción para En este sermjón, repitiéndose el
comulgar es proposito propósito que ha de tener el cris-
firme de no pecar tiano de no volver a más pecar,
5 se trate de la devoción y reveren-
cia para comulgar, despertando a la comunión. Esta devo-
ción que pedimos para comulgar, no es la que muchos pien-
san: una ternura y lágrimas; no es eso la devoción, sino,
como Santo Tomás dice, devoción viene de este verbo, vo-
10 veo (-es), que quiere decir un ofrecimiento, una promptitud
de ánimo para buenas obras; y mientras más esta prompti-
tud se intendiere, tanto más devoción lleva uno. De mane-
ra que, si uno va con promptitud de no hacer pecado mor-
tal, pero veniales sí, éste no lleva devoción; y si uno va
15 con propósito de no hacer mortal ni venial, éste lleva de-
voción. Y ésta es la que pedimos, porque la ternura y lá-
grimas es accesoria a esto. De aquí se verá el engaño que
muchos tienen de no comulgar, porque dicen que no tienen
devoción, hoc est, ternura y lágrimas, y así vienen a co-
20 mulgar de año a año. San Augustín y San Hierónimo pre-
guntan si es bueno comulgar cada día; responden que plu-
130 Cf. Is. 3, 14.
* Ed. J. Fernández Montaña, Obras*, t. 2 (1901), pp. 567-570.
Sin título en el Ms.
11 Santo Tomás de Aquino, Summa theoh, 2-2, q. 82, a. 1-2.
21 GEN ADIO, De cedes., dogmat., e. 23 : ML 42, 1217 ; San Je-
rónimo, Ep. 71, 6 ; 48, 15 : ML 22, 672. 506.
1372
PLÁTICAS
guíese a Dios que cada día hubiese aparejo para ello. Hic
obiter se diga que cuando van a comulgar, no vayan con
los aderezos que tienen ricos, sino que vayan honestos. Un
25 concilio mandaba que las mujeres fuesen a comulgar cru-
zadas las manos; otros, que llevasen una vestidura que te-
nían honesta.
La satisfacción La otra condición de la penitencia es
dolor de los pecados pasados, y a más
30 pecados más dolor, o, si no, que satisfaga con otras obras:
Quantum se gloriaverit in deliciis, etc. Ratio: porque la
pasión de Cristo no había de dar ocasión a que los hombres
fuesen malos. Los jueces rectos a unos pecados dan más
pena que a otros; y así: Pro mensura delicti sit plagarum
35 modus. Si otra razón no hubiera para la satisfacción, bas-
taba ésta. David, sabiendo que Dios le había perdonado,
lloraba tanto que decía: Panem meum cum fletu miscebam\;
y alibi:. Stratum meum lacrimis meis rigabam. La Magda-
lena hizo tantos años de penitencia como sabéis con habella
40 Dios perdonado. Cada uno mire cómo vive; que al peso de
los pecados ha de ser la penitencia, y si no, el purgatorio.
Los santos están llenos de esta satisfacción: Divus Ambro-
sio, in epístola ad quamdam corruptam. Di con los otros doc-
tores Crisóstomo, Cipriano. ¿Y de dónde pensáis que ha
45 quedado la cárcel perpetua y estos sambenitos que echan,
sino de la penitencia santa que antiguamente se solía dar
por los grandes pecados? Leé esos Cañones paenitentiales, y
veréis que por cada pecado mortal daban siete años de pe-
nitencia, y las penitencias públicas y solemnes que se ha-
50 cían; que idio el miércoles de la ceniza ponen aquella ceni-
za por memoria de lo que antiguamente se solía hacer. Y así
Dios, para mostrar esto a David, perdonado el pecado, le
dijo el castigo; y a los hijos de Israel, cuarenta años por
desierto que de seiscientos mil hombres de guerra no entra-
55 ron sino dos, sin los niños que habían crecido. Por eso ha-
ced penitencia, y rogad unos por otros, para que, así como
22 San Ambrosio, De saerani.. 1. 5, c. 4, 25 (ML 16, 471) : «Sic
vive, ut quotidie merearis aociipere».
31 Cf. Apoc. 18, 7.
35 Cf. Deut. ¿5, 2.
37 Cf. Ps. 101, 10.
38 Of. Ps. 6, 7.
43 San Ambrosio, De lapsa, virgin., c. 8-9 : J\IL 16, 392 ss.
44 San Juan Crisóstomo, De paenitent., hom. 8, 1 ss. : MG
49. 337 ss- San Cipriano, Ep. 72, 4 : ML 2, 381 ; Ep. 12, 12 :
ML 1, 838.
50 Cañones paenitentiales, sen Regulae ilireetivae... (al fina! del
Corpus Iuris Canonici).
53 2 Reg. 12, 13-14.
55 Num. 14, 36-38.
12. A SACERDOTES
1373
Dios perdonó a María, por las oraciones de su hermano
Muisén, de la lepra, así hará con vosotros.
Hase también Nuestro Señor como un rey que por un
60 delito echa a alguno a una frontera, para que esté allí tan-
tos años; tiene éste condenado un hermano, el cual ha ser-
vido al rey, y pídele que en recompensa de los servicios que
le ha hecho le suelte a aquel su hermano. Y de aquí enten-
deréis lo que dais cuando hacéis unas buenas obras por
65 otros; porque la buena obra tiene muchos f nietos: uno es
el cumplir lo que Dios manda; otro, ganar gracia y gloria;
otro es habilitarse al bien: nada de esto aplicáis; otro, sa-
tisfacéis y impetráis, y de esta manera aprovecha lo que
hacéis a los otros. Pero notá que, mientras la obra se
70 ofrece por pocos, es mejor, porque les cabe a más; pero
cuando impetráis, cuando por más, más alcanzáis; et va-
tio, porque la petición, mientras por más, es fundada en
más caridad, y, como Dios es amigo de caridad, concede
más cuando se pide por amor de las almas.
75 Indulgencias y pur- Hinc veréis que, de todo cuanto se
gatorio obra bien, queda para el tesoro de
las indulgencias. Expliqúese ad quid
los jubileos y indulgencias, de qué se hacen y las condi-
ciones que sé requieren para concederlos y ganallos, y por
80 qué se requiere ganar muchos, porque es grande dicha ga-
nar una entre muchas, porque la pena del purgatorio es
bravísima; y encarézcase por estos medios el dicho de San
Augustín [y] San Gregorio, que son mayores que todas las
de acá juntas y mayores que las de Cristo. Lo segundo,
85 porque hombres muy santos han ido al purgatorio. Ejem-
plo de Pascasio, cuya dalmática hacía milagros, y San Se-
verino; y estaba en el purgatorio y hacía milagros acá en
la tierra. Hic obiter se dé una reprehensión, haciendo un
argumento: Si los santos iban al purgatorio por una no-
90 nada, ¿qué hará el deshonesto carnal envuelto en pecados?
Y entended que, cuando estéis en purgatorio, no os holga-
réis de haber sido carnal. Lo tercero, porque un momento
de purgatorio parece terrible tiempo. Dígase como muchos
doctores traen un ejemplo in Summa praedicantium: no se
• 95 digan los doctores que son. El ejemplo es que uno estaba
en la cama muy enfermo con grandes congojas y dolores,
y a cabo de muchos años le faltaba la paciencia, y un án-
gel le dijo que le quedaban tres días de purgatorio, y que,
para acaballos, le quedaban dos años de vida en la cama;
100 que viese cuál quería más, o ir a purgatorio o quedarse
58 Num. 12, 10-15.
84 San Agustín, Enarr. in Ps. 37, 3 : MIL 36, 397.
1374
PLÁTICAS
en la cama. El eligió el purgatorio, y fuéle concedido; y a
cabo una hora fuéle a visitar el ángel, y le halló muy que-
joso, diciendo que había muchos años que estaba en pur-
gatorio y que cómo le había dicho que tres días no más.
105 Respondió el ángel que no se espantase, porque las penas
eran tan grandes que parecían tanto tiempo; empero, que
no había estado más de una hora, y que el cuerpo de don-
de había salido se estaba casi caliente. Entonces pidió que
le volviesen al mundo, que hasta el día del juicio estaría
lio enfermo.
Por eso, hermanos, haced penitencia, y baste para los
que tienen juicio ver que Dios es infinitamente justo, y que
ansí, en la cárcel donde resplandece su justicia, entiendan
todos que será grande. Deus iudex iustus, fortis et patiens...;
115 nisi conversi fueritis, gladium suum v'ibrábit. Y tomá el
consejo de Daniel que dió a Nabucodonosor : Peccata tua
eleemosiynis redime. Y el otro: Fili, peccasti, ne adidas
iterum; sed de pristinis deprecare. De propitiato peccato
noli esse sine metu. Acábese diciendo: Si Dios es tan jus-
120 ticiero que a una vieja mora o gentil, que estará hilando
a una rueca, que no hace pecado mortal según su ley, aun-
que la maten, Dios la envía a los infiernos, a un carnal y
mal cristiano, que sabe la ley de Dios y le ofende, ¿qué
castigo merece? Y acábese con esto.
13 La excomunión es el mayor cuchillo que tiene
la Iglesia *
(Oña, Aran. Loyola, Ms. est. 8, pflut. 4, n. 55 bis, ff. 125 r - 125 v.)
Corde creditur ad iustititam, ore autem confessic
fit ad salutem (Rom. io, [io]).
En la plática pasada tratamos de la satisfacción, cerca
de la cual resta sólo de tratar un punto, antes que venga-
5 mos a tratar de los sacramentos, para que entendáis qué
cosa es descomunión y la sepáis temer.
Para esto habéis de saber que las personas eclesiásticas
todo lo que hacen tocante al oficio eclesiástico, lo hacen
como personas públicas, como es el rezar sus horas canóni-
10 cas y decir misas y lo demás. Y así, no mira Dios nuestro
Señor a los merecimientos de aquel sacerdote en particular,
sino mira a los merecimientos de toda la Iglesia universal,
US Ps. 7, 12-13.
117 Dan 4, 24-
118 Cf. Bocli. 2i, 1.
119 Eccli. 5, 5.
* Ed. J. Fernán™;/. Montaña, Obras-, t. 2 (1901), pp. 570-571.
«Plática 16» (f. 125 r).
14- A SACERDOTES
1375
en cuyo lugar ofrece el sacerdote aquello; de manera que
si el rey de Francia enviase unos legados y embajadores al
15 rey de España sobre los negocios del mismo reino, a estos
embajadores no los miraría el rey como personas particu-
lares, ni les haría el tratamiento que sus personas en par-
ticular merecían, sino como a personas públicas que venían
en lugar de todo el reino de Francia ; y aunque éstos fuesen
20 malos y cometiesen algunos delictos en España, castigallos
hían como a particulares; pero su embajada no perdería.
De la misma manera, los sacerdotes son embajadores, y su
embajada siempre la mira Dios, aunque ellos como particu-
lares sean ruines; y aunque el sacerdote diga misa en pecado
25 mortal, la misa no pierde por eso su valor y efecto. Y así
es muy necesario que os aprovechéis mucho de esas cosa[s]
de la Iglesia, aunque viésedes que los ministros no son tales.
Y así la descomunión es el mayor cuchillo que tiene la
Iglesia, porque, por vuestra inobediencia, quiere el juez,
30 por el poder que tiene del Sumo Pontífice, que quedéis in-
hábil y excluido de participar de estas embajadas que en
toda la Iglesia se hacen, y que no puedan rogar por vos;
y así quedáis como miembro apartado de la Iglesia, tanto
que dice una glosa, en el Decreto 2, cuestión 2.a, que el áni-
I 35 ma del descomulgado es entregada a los demonios para que
usen de ella como el recuero usa de su macho. Y así, los
sacerdotes no pueden rogar por los descomulgados, a lo me-
nos como personas públicas, aunque, según particulares,
bien pueden; y ansí se ha de entender lo que dicen los su-
40 mistas. Y así habéis de temblar mucho de estar descomul-
gados; sino, cuando fuere por deuda, parecé ante el juez,
y, si no podéis pagar, probaldo con testigos, y así el juez
os absolverá; y guardaos de estar descomulgados. Y esto
baste cuanto a este punto.
14 Al entrar en el templo, deja fuera lo que estorba *
(Oña, Arch. Loyola, Ms. est. 8, pdut. 4, n. 55 bis, f. 115 r: fragmento.)
... en el templo se hacían aquellos tratos; y así echó las
mesas por el suelo y tomó un azote y los echó fuera. Y así
se queja él y dice: Quid est, quod populus meus in domo
mea multa scelera commisit? Y suele Dios castigar muy
5 bien estos pecados. Testigo son de ello los dos hijos de Elí
sacerdote. Testimonio tenemos de esto en el libro de los
34 Cf. C. 17, C. 2) q. i.
* Ed. R. García Villoslada, S. I., en «Estudios Eclesiásticos»,
19 (1945), 448.
4 Cf. Ier. 11, 15. 6 Cf. 1 Reg. 4, ti.
1376
PLÁTICAS
Reyes, que, porque los filisteos tenían captiva el arca del
Testamento, les envió Dios unas llagas y heridas muy ma-
las y muchos ratones que les fatigaban. Y ansí todos los
10 santos, cuando habían de entrar en la iglesia, se prepara-
ban y disponían; y el glorioso San Hierónimo decía [que],
cuando quería entrar en la iglesia, consideraba si había
precedido alguna cosa que fuese indecente para aquel lu-
gar. Y ansí el buen patriarca Abrahán, cuando subía al
15 monte a sacrificar a su hijo — el cual monte representaba la
iglesia, donde se hace sacrificio a Dios — , a la halda del
monte dejó el jumento y sus siervos. Y así el buen cristia-
no, cuando entra y viene a la iglesia, ha de dejar fuera el
jumento, que es su cuerpo, y entrar con el espíritu, y los
20 siervos, que son los cinco sentidos y los pensamientos que
no son de aquel lugar, porque su sacrificio sea acepto a Dios
nuestro Señor. Y si ansí nos disponemos, Dios nuestro Se-
ñor nos ayudará y nos dará grandes bienes, aquí gracia y
después gloria.
b) PLATICAS A MONJAS
15 OS ESCOGIÓ POR ESPOSAS SUYAS * *
Montilla, monasterio de Santa Clara
(Santiago de Ohile, Ms. 131, pieza 26, fif. 1 r-8 v: incompleto.)
Exordio La honra de la esposa es honra propia de su
esposo, porque lo que toca a la esposa toca al
esposo, como cosa propia suya; y de aquí viene que quien
afrenta a la esposa afrenta al esposo, y quien hace algún
5 servicio a la esposa sirve en ello al esposo, y recíbelo como
si a él rnesmio se hiciese; y por eso, conociendo esto, heme
animado a venir aquí a sudar un rato en servicio de vos-
otras, señoras, que sois esposas de Jesucristo, porque sé
que esto recibirá vuestro Esposo por servicio suyo, si yo
10 lo hago como debo y es razón que se haga. Y esto hacerlo
yo como debo ni sabré ni podré si la mano, señoras, de
vuestro Esposo y Señor mío no me favorece y enseña con
su gracia. Rogáselo esto, señoras, poniendo por medianera
a la que juntamente es madre y esposa de este vuestro Es-
15 poso, que es la Virgen benditísima. Y porque así lo haga,
roguémoselo con toda devoción, diciéndole su acostumbrada
oración hincadas las rodillas.
9 Cf. i Reg. 5> 6-
17 Cf. Gen. 22,
15. A LAS MONJAS DE SANTA CLARA DE MQNTILLA
1377
¡"Esposas del Se- m intento, como dije, aquí, fué a
ñor! ¿Conocéis es- serviros como a esposas de mi Señor,
20 ta merced? a quien debo a mí mesmo, aunque in-
finitas vidas hubiera; y por esto lo
debo a vosotras, señoras, como esposas suyas, porque,
como dije, el servicio que a la esposa se hace el esposo lo re-
cibe por suyo. — -¡Válasme Dios, padre, que esposas somos
25 de Jesucristo y que el servicio que a nosotras se hace El lo
recibe como si a El se hiciese! — Sí, por cierto, señoras;
esposas suyas sois, y el mesmo Jesucristo se llama a boca
llena, porque así lo es, esposo vuestro. ¿No le entendíades
esto? Mas ¡cuál sería si no lo entendiésedes ! ¡Cuan... si,
30 habiéndoos el Señor hecho tan grandes mercedes, no las
entendiésedes, o, entendidas, no las conociésedes! Y cierto
son tan grandes, que, por mucho que de ellas alcancéis y
conozcáis, quedaréis muy faltas de conocimiento y no ha-
bréis entendido la cifra de lo que éllo es.
35 Scitis quid facerim vobis?, dijo el Señor a San Pedro
y a los otros apóstoles después de les haber lavado los pies,
y aun quizá besado; y lo mesmo os podemos decir agora,
señoras, y os puede decir vuestro querido esposo Jesucris-
to: Scitis quid fecerim vobis? ¿Entendéis las mercedes que
40 el Señor os ha hecho en apartaros del mundo y escogeros
por esposas suyas? ¿Sabéislo, señoras? ¿Conocéis lo que
con vosotras ha hecho? ¿Tenéislo bien entendido? Que an-
tes que fuésedes nacidas ni engendradas, y mucho antes
— ¿qué digo "mucho"? — , infinito antes que el mundo se
45 hiciese, os tenía ya Dios escripias en su pecho a todas estas
que aquí estáis para esposas suyas. No lo merecieron vues-
tros ayunos ni vuestras diciplinas ni oraciones, que enton-
ces no érades, para que ayunárades ni rezárades y os dici-
plinárades; y os tenía Dios a todas escogidas entre tantos
50 millares de gentes, no sólo para que le conociésedes por la
fe, como los demás cristianos, sino entre los demás cris-
tianos particularmente os escogió para una cosa tan alta
como es para ser esposas suyas.
¿Conocéis esto, señoras? ¡Ay!, señoras, y otra vez ¡ay!,
55 si no lo conocéis. ¡Cuántas hay acá fuera que desearán y
pidirán a Dios con grandes ruegos y gemidos un poquito
del tiempo que a vosotras, señoras, sobra! — ¿Qué decís,
padre, sobra? Tiempo nos había de sobrar; antes nos falta,
porque, más que tuviésemos, todo lo emplearíamos en ser-
60 vicio de nuestro Esposo. — Muy bien decís, por cierto, se-
ñoras; perdonadme, que así es razón, que no os sobre tiem-
po, y ¡ay!, señoras, sí os sobra; pero, a lo menos, digamos
del tiempo que tenéis para emplearos en vuestro Esposo,
35 lo. 13, 12.
B. Avilo 2
41
1378
PLÁTICAS
que les falta a otros. ¿Conocéis lo que estorba [a] la ca-
65 sada que no tiene ni a [un] un credo de tiempo para negociar
con Dios, y lo desea más que el vivir, y os haya Dios ama-
do tanto que os quitase de los trabajos del matrimonio y
os trajese aquí, donde tenéis tanto tiempo para servirle?
¿No conoceréis esto, señoras, que esté la casada ocupada
70 siempre con sus hijos, entendiendo en negocios de su ma-
rido y casa, [y] que os apartase de todo esto y os trajese
a donde todo vuestro negocio sea estar a los pies de vues-
tro esposo, como Madalena?
Aj esto entrastes, a ¿Entendéis también, señoras, a qué
75 tratar amores con os metió ahí Dios? ¿Conocéis p?ra
vuestro Esposo fuistes escogidas de su mano y
para qué entrastes en el monesterio?
Pues ¡pobre de quien no lo conoce! Y ¡qué pobre, y más
pobre, de quien, conociéndolo, no lo obra! ¿Sabéislo, seño-
80 ras? Preguntóos para que, si hubiere alguna novicia o al-
guna descuidada...; por ventura que no habrá, mas, si la
hobiese...; porque las señoras ancianas ya lo sabrán; no
es para ellas, que no es razón ninguna que lo ignoren.
Diréisme: — .Bien sabemos, padre, a qué entramos: en-
85 tramos a rezar, y ayunar, vestirnos pobremente y estar de-
bajo de obediencia, y ser pobres por Jesucristo. — Verdad
decís, señoras, que a eso entrastes; mas no a sólo a eso.
A eso entrastes; mas no es eso lo principal a que entrastes,
y eso poco vale sin lo otro que dije. ¿Sabéis a qué entras-
90 tes? A tratar la cosa más alta que hay en la tierra. — ¿A
qué? — Al oficio más alto de los oficios. — ¿A qué? Pues
decírnoslo ya; no nos tengáis tan suspensas. ¿A qué?
— A tratar amores con vuestro esposo Jesucristo. A esto
entrastes, señoras; a tener oficio de ángeles; y el ayuno,
95 disciplina, vigilia, cilicio, coro, lo demás, es para mortifi-
car vuestra carne, para que no os impida a tratar estos
divinos amores. ¿Sabíades esto, señoras? Pues a esto entras-
tes. Haceldo así. ¿Ejercitáis aquello para que fuistes es-
cogidas? ¿Qué tanto queréis a vuestro Esposo? ¿Queréis-
100 lo mucho? ¿Amáislo mucho? Pues sabed que a esto entras-
tes, y para esposas de Jesucristo fuistes escogidas, y a esto
entrastes aquí, a tratar amores con vuestro esposo, que es
el oficio de la esposa.
Mirad por la honra Mirad también que habéis de mirar
105 de vuestro Esposo mucho, como buena esposa, por la
honra de vuestro esposo, porque la
vuestra es suya y la suya vuestra. ¿Sabéis qué es lo pri-
62 señoras] y add. ¡| 69 que] y
m el] al
I.S- A LAS MONJAS DK SANTA CLARA DK MONTILI.A 1379
mero que dice el esposo a su esposa, principalmente si es
celoso? Dícele: "Señora y esposa, mará que mi honra está
lio en vuestras manos, y que de vos depende toda mi honra.
Por un solo Dios, que miréis por mí, no os deshonréis a
vos con mí". ¿Qué dirá a esto la esposa si es buena?: "Es-
poso mío, aunque yo hubiera de hacer maldad y yo no mi-
rara más de a mí, aunque yo no hubiera de mirar a mi
115 honra, por lo que toca, esposo mío, a vuestra honra, no
haré maldad". Principalmente, si el esposo le dijese: "Es-
posa mía, mirad que ese que anda tras vos, no es por amor
que a vos tiene, sino por odio que a mí míe tiene y, como
no me puede deshonrar, quiere deshonrar a vos, para que,
120 deshonrándoos a vos, me deshonre a mí", ¿qué diría la
buena esposa, cuando, estando así avisada, viniese el ene-
migo de su esposo a querer engañarla? ¿Qué dirá?: "Andá
para ahí, traidor, que vos no andáis tras mí porque me que-
réis bien, sino por deshonrar a mi esposo. Andad, traidor,
125 para malo; que tú no vienes a mí porque me quieres bien,
sino por deshonrar a mí y a mi esposo; no me engañarás,
que, aunque, si no mirara más que a mí, consintiera quizá
con la temptación, no lo haré por lo que a la honra de mi
esposo toca, que tú por eso andas, por deshonrar a mi es-
130 poso; y por eso no llevarás de aquí nada, sino que irás
vencido mediante el favor de mi esposo, porque, donde tú
pensabas deshonrar a él y a mí, quedas tú deshonrado y
queda mi esposo con la honra, pues a él se le debe". Esta,
sí, señoras, es voz de buena esposa. A ésta da el esposo
135 mil abrazos después del vencimiento, y a ésta coronará por
la vitoria.
Deben tener iguales ¿Qué más hay que hacer, señoras
condiciones Esposo esposas de Jesucristo? Que, pues
v esnosa so^s esP°sas de Jesucristo, que ten-
140 gáis las condiciones de vuestro Es-
poso, para que seáis para en uno. Veamos, pues, las con-
diciones del Esposo, y de aquí veréis cuáles han de ser las
vuestras, señoras, pues que han de ser conformes a las
suyas. Sé que así lo hacen acá en el mundo, sino que temo
145 que lo hacen con la boca y no miran si es así en el hecho
de la verdad: ¿Qué hacen cuando quieren desposar a unos?
Preguntan si son para en uno, y con razón. Por cierto que
no hay cosa más recia que juntarse en uno dos que ten-
gan condiciones muy diversas. Así, pues, señoras, para
150 ser las que debéis, pues que sois esposas de Jesucristo, ha-
béis de imitarle en sus condiciones, para que seáis confor-
mes a El, como es razón que lo sea la esposa al esposo,
y a tal esposo como al que, señoras, tenéis.
133 Estas
1380 PLÁTICAS
Veamos, pues, las condiciones del Esposo. Díganoslo
155 San Juan: Ecce agnus Dei. Cordero se llama, manso, hu-
milde, obediente, sufrido. Esta es su condición, señoras,
de vuestro Esposo. Pues ¿cuál ha de ser la condición de
su esposa? El lo dice en los Cantares, donde la llama pa-
loma y tórtola. Paloma sin hiél, mansa, sufrida, paciente
160 como paloma. La monja airada, la monja enojada, brava y
mal sufrida, la que es vocinglera, no es buena esposa de
Jesucristo, pues no tiene las condiciones de su Esposo, pues
no es paloma. Para ser esposa de Jesucristo ha de ser pa-
loma. Ha de ser también la esposa de este Señor tórtola.
165 ¿Por qué tórtola? Porque su canto es gemir. La monja, si
fuera parlera y distraída, no es buena esposa, porque no
es tórtola. El canto y risa de la monja ha de ser llorar por
su desposado, Cristo. En el coro, en la huerta, en el re-
fitorío, en la celda y en todas partes, ha de andar gi-
170 miendo por su esposo Jesucristo; y éste ha de ser su oficio,
y éste ha de ser su canto, y cuando con más dulce melodía
esté cantando en su coro, ha de estar su corazón gimien-
do con un interior y muy profundo sospiro por su muy que-
rido Esposo, cuya memoria y deseo nunca se le ha de apar-
175 tar de su corazón. Con eso ha de venir al sueño, y eso ha
de soñar durmiendo, y esto ha de ser lo primero que venga
a su memoria en recordando; el corazón siempre derretido
en amor suyo, y la memoria no ocupada en otra cosa que
en su querido Esposo.
180 La vida de la monja, — ¿ Qué más ? — Que su vida de la
semejante a la de monja sea semejable a la de su Es-
Cristo poso. ¿Cuál fué la vida? Bien la
sabéis: trabajos, lloros, pobreza,
humildad y, finalmente, amor tan grande de su esposa, que
185 por amor suyo derramó su sangre, para hermosear con ella
a su esposa, que estaba fea, y murió en la cruz para le dar
vida, porque estaba muerta. ¡Oh, bendito seáis, Señor mío;
los ángeles te bendigan, bendito tal amor, que afeaste a ti
por hermosear a mí, que estaba feo, y quesiste tú morir
190 por mí, para librarme a mí de la muerte, que me tenía cap-
tivo! ¡Oh, bendito seas!
Mirad, señoras, cuál es vuestro Esposo y cuánto es el
amor que os tiene y con que os ama. — ¿Ha habido esposo
en el mundo que saque de sus venas sangre para afeite de su
195 esposa? — No se ha visto. — Pues veis [lo] aquí Un espo-
so tenéis, señoras, que rompió sus venas, que abrió su cos-
tado, para hecer un afeite para hermosearos y una medici-
na con que sanaseis de vuestras enfermedades y llagas.
155 lo. i, 29.
159 Paloma : Cant. 2, 14 ; 5, 2 ; 6, 8. Tórtola : Cant. 1, 9 ; 2, 12.
15- A LAS MONJAS DE SANTA CLARA DE MONTILLA
1381
¿Veis aquí la vida de vuestro Esposo y el amor que os tie-
200 ne? Pues semejable ha de ser a esto, señoras, vuestra vida:
lloros, pobreza, humildad, menosprecio, obediencia, y cuan-
to más de esto tuviéredes, más semejables seréis a vuestro
Esposo y asimismo más queridas suyas, porque sois a El
más semejantes, y habéislo de amar tanto que derraméis
205 por El la sangre, si menester fuere, y pongáis la vida por
lo que a su honra toca. ¿O pensáis que el amor de vuestro
Esposo, que llegó a derramar sangre, que tiene recompen-
sa, si alguna hay, sino con derramar sangre? Sangre ha-
béis de derramar, señoras, por amor de vuestro Esposo,
210 porque, aunque no haya tiranos que os quiten las cabe-
zas, como antiguamente, pero no faltarán demonios, no
faltarán temptaciones, en cuya resistencia sea menester de-
rramar sangre, quiero decir, que os vernán trabajos, temp-
taciones y persecuciones, que querríades más y sintiríades
215 menos el abriros las venas, y aun sacaros los ojos y corta-
ros la cabeza.
Y así conviene que, pues vuestro Esposo fué por ese ca-
mino, no sería buena esposa la que por aquí no fuese.
¿Cómo? ¿Sería bueno que esté el esposo a una mesa con la
220 esposa, y come el esposo acíbar y esté derramando lágri-
mas, y esté la esposa en otro plato comiendo manjar blan-
co y otras golosinas, y riendo? ¡Oh qué mala esposa! ¡Oh
qué poco amor ternía esta tal a su desposado! La buena
esposa dejará lo que tiene y dirá al esposo: "Esposo mío,
225 pues vos coméis eso, lo mismo será mi manjar, y no otro;
pues vos coméis manjar tan amargo, no habrá cosa que
a mí me sea dulce, sino las mismas amarguras que vos co-
méis; y vuestros acíbares y lágrimas serán a mí más dul-
ces que el azúcar; y todo lo demás que es, fuera de lo que
230 vos coméis, me será a mí hiél y acíbar".
Nos faltan consola- El regalo de la monja, el descanso
ciones divinas, por- de Ia esposa de Jesucristo, ha de
que las tenemos hu- ser Padecer Por su muy amado y
manas querido Esposo, y porque en esto
235 se muestra ver lo mucho que le
ama, no ha de procurar la esposa de Jesucristo consola-
ción de la tierra, no consuelo de las criaturas, todo lo ha
de despreciar y poner debajo de los pies. Que por eso no-
rabuena no os dan consuelos de parte de vuestro Esposo,
240 porque no queréis dejar los de la tierra. No pongáis vues-
tro contentamiento en lo de acá, y luego os dará vuestro
Esposo de sus consolaciones. Sí; que por eso nos faltan
consolaciones divinas, porque tenemos humanas consolacio-
1382
PLÁTICAS
nes de parientes y de amigos y de regalos de mundo; y por
245 eso dice Dios: "Pues tú tienes ahí tus consolaciones, no
quiero yo darte de mis regalos. Basta lo que tú te tomas".
Las monjas, señoras, de todo consuelo humano se habían
de despojar por razón del divino, habían de ser como Mel-
quisedec, sin padre, ni madre, ni parientes, ni amigos. Ha-
250 bía de pensar la monja, en entrando en el monesterio, que
está mil leguas de su tierra, y han ya muerto todos sus pa-
rientes y amigos, para se ocupar toda en su solo Esposo.
Creedme — '¡oh quién os lo supiera decir! — , creedme, que,
si todo lo dejásemos, de veras hallaríamos al todo. Por este
255 Esposo, señoras, habéis de dejar padre y madre y todo lo
criado, y hallaréis de veras al que tuvo principio.
¡Oh señoras mías, esposas de Jesucristo, y quién os su-
piera decir los requiebros y pláticas, tan suaves y amoro-
sas, que pasan entre la esposa que así lo deja todo para
260 ocuparse en sólo su esposo! ¡Quién os supiera decir la sua-
ve música que la tal esposa oye de la cruz de su amado, los
abrazos tan amorosos, los regalos tan de verdadero espo-
so que pasan entre esos dos amados! Vosotras, señoras,
como gente por quien habrá pasado y pasará cada día, sa-
265 bríades informar mejor de este negocio a los que no lo sa-
bemos. Vuestro es este oficio, y a vosotras pertenece sa-
berlo esto; y quien esto no sabe, aun no sabe del todo ser
verdadera esposa. Por eso, mis señoras, a quien esto fal-
ta, ya os tengo dicho el remedio, cómo alcanzarlo: no que-
270 riendo ningund consuelo de acá, dejándolo todo, como dije,
para, así dejado, hablar y poseer lo que digo. ¿Qué? ¿Se
os acuerda, señoras, de lo que otra vez aquí he dicho: que
no dió Dios la suave comida del maná a los del pueblo de
Israel hasta que se les acabó la harina de Egipto? Así,
275 pues, vuestro Esposo no os dará el maná de su consola-
ción y regalo si primero no se nos acaba la harina del re-
galo que buscamos nosotros, y si primero no se acaba el
consuelo de Egipto, el consuelo que teníamos en la tierra,
en las cosas, finalmente, que son cosas fuera del mismo
280 Dios. Y de esta manera que os he dicho seréis buena espo-
sa de Jesucristo y pareceréis hermosa delante de sus ojos.
Miraos en el espejo Acá en el mundo han una vanidad
de vuestro Esposo. las mozuelas, que desean parecer
oc ¿Obedecéis como El? bien a <luien .las míra> / f <l.ue
¿r85 " traen un espejo consigo dondequie-
ra que van para se mirar cómo están hermosas, o por mejor
decir, cómo están feas, que así se ¡ha de decir; que quizá
1277 que] y
249 Of- Hébr. 7, 3.
274 Of. Ex. 16, 12 ss.
15- A LAS MONJAS DE SANTA CLARA DE MOXTILLA 1383
cuanto más hermosas están las tales, así tanto más es-
tán tan feas a los ojos de Dios. Este uso, señoras, del mun-
290 do, tomadlo vosotras, y usad de él de otra manera. To-
mad un espejo y traeldo con vosotras dondequiera que vais,
para miraros; agora sea al coro, a la celda, al refritorio,
o dondequiera que vais, y adondequiera que estuviéredes.
El espejo que digo que traigáis: a Jesucristo, vuestro Es-
295 poso, y su bendita Madre, para que os andéis siempre mi-
rando a ver si andáis conforme a El y a su vida. Este ha
de ser vuestro espejo. Miraos bien, si sois mansas como El
lo fué, que, con hacerle tantas y tan grandes afrentas y
menosprecios, no movía su lengua para les decir mala pala-
300 bra. Mirad si os amáis unas a otras, mirando que os ama
El tanto, que por amor vuestro dió su misma vida, y que
nos mandó que nos amásemos unos a otros como El nos
amó. Mirad, finalmente, si en todo lo que hacéis andáis
conformes a su vida; mirad si obedecéis como El obedeció
305 al Padre, hasta derramar su sangre y expirar en la cruz
por darnos vida.
¡Oh señoras, y qué cuerda de la vigüela hemos tocado!
¡Oh qué vena tan rica hemos descubierto para vosotras, la
obidiencia! A esta virtud, señoras, de la obidiencia es la
310 que habéis de traer muy arraigada en vuestros pechos y
metida dentro de vuestros corazones. Obedecer a vuestra
perlada y perlado como si el mismo Dios os lo mandase,
pues que así es, que Dios os manda que obedezcáis, y en
obedecer a ellos, a Dios obedecéis. — ¡Oh padre, que me
315 manda cosas que no lo puedo sufrir: ir a la cocina en este
tiempo, donde hace tan gran calor, que apenas nos podemos
valer en una sala fresca! — Miraos vos en el espejo de vues-
tro Esposo, y veréisle que iba por Jerusalem tan cargado
con vuestras culpas, con aquesta cruz tan pesada, que le
320 hizo caer en tierra, sudar por obedecer, que Cristo sudó
sangre por obedecer, para remedio vuestro. Cansaos y pa-
decé por obedecer, pues por obedecer se cansó y padeció
vuestro Esposo. Obedecé aunque os cueste la sangre y la
vida, que por obidiencia la derramó y murió vuestro Es-
325 poso. Comed de su mismo plato, como os dije, aunque os
parezca acíbar, que...
1384
PLÁTICAS
16 Quien quisiere seguirme, niegúese a sí
y tome su cruz *
Zafra, monasterio de la Cruz. ¿Un Viernes Santo?
(R. A. H., Ms. 'Cortes" 272, flf. 503 r -510 v.)
Si quis vult venirc post me, etc. (Mt. 16, [24]).
Exordio El mayor sacrificio que se puede hacer a Dios
es ofrecerle cada uno a sí mesmo; y aquél se
ofrece a sí mesmo que le ofrece su voluntad; y cuanto es
5 más penoso de la nuestra voluntad, tanto es él más agra-
dable. Entre todas las puras criaturas que le ofrecieron
dones, la que mayor y más penoso le ofreció fué la Sacra-
tísima Virgen María, Señora nuestra, la cual, aunque amaba
tanto a su hijo, sabiendo que era la voluntad de su Eterno
10 Padre que muriese, aunque a ella tanto le dolía, quiso negar
su voluntad por conformarse con la del Padre. Cuando [a]
alguna persona mucho le doliese ofrecer algo a Dios, acuér-
dese de este dolor de la Virgen y este ofrecimiento que hizo,
y sosegarse ha su dolor. Y porque habernos de hablar cómo
15 habernos de negar nuestra voluntad y seguir la de Cristo,
tenemos necesidad de la gracia. Pidámosla a nuestra Señora
nos la alcance, diciendo: Ave, Maria.
Diónos Oisto man- Dice Cristo nuestro Redemptor por
damientos nuevos San Mateo: Si quis vult post me
20 venire, ábneget semitipsum, et tollat
crucem suam, et sequatur me, etc. San Gregorio dice: "Cris-
to, hombre nuevo, vino a este mundo a dar mandamientos
nuevos". Lo que el mundo usaba: quererse el hombre a sí
mismo, querer su voluntad y que todos quieran lo que él
25 quiere, y él lo que nadie. Vino el Hijo de Dios y, con aquellas
fuerzas nuevas que tenía, dió mandamientos nuevos y con-
trarios al uso común del mundo; y entre otras dijo estas
palabras: El que quisiere venir en pos de mí, néguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. "Quien quisiere seguirme,
30 ha de negar su voluntad", palabras son durillas de cumplir;
mas, bienaventurado quien las cumpliere. Esforcémonos a
7 la] Jo || 11 confirmarse
23 usaba] y add. | a sí] ansí || 31 cumpliera |,| 33 nuevos] y add.
* «Sermón del Mtro. Avila, en Zafra, a unas monjas, en el mo-
nesterio de la Cruz, un viernes» (f. 503 r).
21 Mt. 16, 24.
23 Of. San Gregorio Magno, Moral., 1. 28, c. 18, 41-42 ; Hom. in
Ei'., i. 2, hom. 40, 9 : ML 76, 472 s. 1309.
29 Mt. ió, 24.
IÓ. A LAS MONJAS DE LA CRUZ PF. ZAFKA 1385
cumplirlas, y esperemos nuevas fuerzas del que dió manda-
mientos nuevos.
Palabra recia es negarse el hombre a sí mesmo, no querer
lo que quiere, que me fuerza que tome mi cruz. ¡Qué cosa
35 más recia ! Es tanto que, en oír San Pedro que había de llevar
el Señor la cruz, le pareció cosa tan recia, que lo apartó y
le dijo: Absit a te Domine. Nunca plega a Dios que tal pase
por ti. Pues si a San Pedro le pareció cosa tan recia decirle
de echar la cruz sobre hombros ajenos, ¿qué hiciera si le
40 dijeran que la había de llevar sobre los suyos? ¡Cuánto más
en hombros tan delicados como los nuestros ! El Señor nos *
remedie, por quien El es, que muy delicados estamos para
llevar la cruz. Estamos tan flacos, querémosnos tanto, que-
jámosnos tan de veras por no nada, que no sé cómo habernos
45 de ir al cielo; que queremos descansar con Dios y estamos
tan flacos, que nuestras obras dicen que no queremos a Dios.
Recia palabra es llevar la cruz y por tan estrecho y trabajoso
camino seguir a Cristo.
Quien quisiere seguir Señor, si vos fuérades por un ca-
50 en pos de mí... mino llano, por camino que fuera
agradable a los hombres, muchos
os seguieran; mas veniste, Señor, a la tierra, pusistes vues-
tro corazón y pies en un camino tan estrecho y espinoso, que
quien por allá hubiera de pasar, rastro ha de dejar de su
55 sangre. Pusistes, Señor, vuestros pies allí adonde cualquiera
del mundo que los pone, luego dice: "¡Ay, que me duele!"
¿Quién os siguirá, Señor? ¿Qué fué vuestro consejo? ¿No
sabéis cuán delicados somos? Decís que os sigamos, y vais
por camino tan estrecho, que cuál o cuál podrá ir tras vos.
60 Porque ¿quién sufrirá nacer en un pesebre con tanto frío
y tan poco abrigo? ¿Quién desde a ocho días derramar san-
gre con tanto dolor vuestro y [de] vuestra sacratísima Ma-
dre? ¿Quién irá huyendo a Egipto con tanta pobreza y tra-
bajo? ¿Quién hará bien a quien le hace mal? ¿Quién deseará
65 sacar el demonio de quien le dijere que está él endemoniado?
¿Quién tendrá entrañas para sacar de trabajos a quien de
cierto sabe que procura que caiga en ellos? ¿Quién irá entre
dos ladrones y morirá como uno de ellos?
¡Recia palabra, Señor, es seguiros; el conseguiros bien
70 me parece, mas el seguiros, el negarse, el tomar la cruz,
recia palabra! ¿Quién sufrirá, Señor, ser hecho, como dice
San Pablo, tamquam peripsemata, como estiércol, como una
35 Es] En
52 a] de
38 Mit. 16, 22.
72 Cf. 1 Cor. 4, 13.
1386
PLÁTICAS
cosa desechada de todos y que nadie la quiera aun mirar?
¡Y que habernos de ir por este camino! ¡Cuan estrecho, Se-
75 ñor, lo escogistes y cuán pocos habéis de hallar que os sigan!
Porque dirá cada uno: "Señor, recia cosa es lo que pedís, yo
soy de sangre y de carne, siento las injurias, no puedo sufrir
a quien me hace mal, no puedo padecer hambre ni sed".
¿Qué remedio? Dice el Señor: Quien quisiere a mí, nié-
80 guese y tome su cruz y sígame, y parece que no lo manda,
sino que lo deja a voluntad de cada uno, porque no dice:
"Mando", sino: "Quien quisiere"; no porque dé licencia que
ninguno siga a otro que a El, sino que no quiere forzar a
nadie, y ansí dice: "Quiero que me queráis tanto, que con-
85 vidándoos el mundo con riquezas y placeres, los dejéis todos
por seguirme a mí; y queráis más llorar comigo que querer
ir con el mundo, y escojáis antes ser desechado en la casa
del Señor que favorecido y honrado en el mundo; y que
digáis: "Más quiero ir con trabajos y cruz que al mundo
90 con deleites y descanso. Espinarme quiero en el camino de
Cristo y no deleitarme en el del mundo. Antes quiero entrar
en el infierno por Cristo que en el cielo ofendiéndole, si
pudiere ser". Y, finalmente, quiere Dios que lo armemos y
sirvamos, no forzados, sino voluntariamente; y por esto
95 dice "el que quisiere", porque el servicio proceda de amor
y no de fuerza.
Decí, Señor: Si algún pensamiento me dijere: "¿Cómo
podré yo seguir a este que tanto corrió y tantas afrentas
y trabajos pasó? ¿Cómo podré yo seguir bien a quien me
100 hace mal? Matáronme mi hijo, diéronme una bofetada, le-
ventáronme un testimonio, ¿cómo podré yo perdonar esto?;
no quiero seguir a éste, Señor, que es cosa seria sufrir
esto..."
No te enamores de las ¡ Desventurada del alma que le
105 señas, olvidando al pareciere bien las cosas de Dios,
que te las hace <lue son las criaturas de Dios, y
^ dejare por ellas al Criador; que se
.enamorase de las señales y dejare al que las hace. Di, ciego,
¿ cómo pudo caber en tu corazón estimar en más una gota
110 de agua que toda la agua de la mar? ¿Más la lumbre de
una vélica pequeña que la claridad del sol? Si le parece bien
la honra, honra de sí mismo es Dios: "la mayor honra que
puedes tener es ser amigo mío" ; si deseas riquezas, riquísimo
es, y él solo te puede enriquecer y hinchir los senos de tu
115 alma; si deseas deleites, en Dios los tendrás, que El es el
deleite y alegría, y, finalmente, todos los bienes. Y ansí
dice San Agustín: "¡Ay de aquel que escogió antes las cosas
87 cosa || 88 que ] y
113 es] as |l| 115 días || 125 vos] a vos add. \\ 128 se] s£
l6. A LAS MONJAS DE LA CRIV. DF. ZAFRA
1387
desechadas tuyas que a ti, y a las señales que a ti, Señor,
que las haces!" Porque ¿qué pensáis, hermanos, que es el
120 árbol que veis, y el agua y el cielo, y el sol y las estrellas
y todo lo criado, sino unas señas de Dios? ¿Habéis mirado
lo que hablan, pues dice David: Caeli enarrant gloriam Dei?
Temo que como los brutos, que comen sin alzar los ojos a
dar gracias a quien se lo da, somos nosotros. —¿Qué os
125 parece a vos cuando veis un árbol con fruto? — Alégrome en
verlo y huelgo a ir a comer de él y no curo de más. — ¡Ay
de aquel que ama más las señas, que son las criaturas, que a
ti, Señor, que se las das!
Al hombre necio, por demás son señas; y ansí es muy
130 agradable al Señor un siervo que entiende en bullendo la
cabeza: Acceptus est domino minister intelligens. ¿Sabéis
de señas? ¿Qué quiere decir Dios cuando os envía el pan
que coméis y el vestido y lo demás? Por eso nos va como
nos va, porque no sabemos entender esto; que, si lo enten-
135 diésemos, celebrados andaríamos en Dios. ¡Si supiésemos
entender lo que Dios nos quiere decir cuando algo nos da, si
conociésemos el corazón con que nos envía un grano de uvas,
nuestras entrañas se derriterían de amor!
Diréis vos: — Padre, ¿un grano de uvas no es al fin un
140 grano de uvas? — Sí, pero en esa cosa tan poca viene en-
vuelta otra cosa, que es más que cielo y tierra, que es el
mesmo Dios. ¿Pensáis que lo ha Dios porque comáis, por-
que os hartéis, no más? Tierra es lo que nos da, pero
otra cosa es lo que nos dice David, sintiendo esto: Quid est
145 homo quod memor es eius, aut quid apponis erga eum [cor
tuum] ? ¿Qué cosa es, Señor, el hombre que te acuerdas de él,
y pones tu corazón cerca de él? Mirad, cuanta diferencia va de
dar vos a una vuestro corazón o otro don, que tanto va de lo
que os da Dios a lo que os dice por aquellas señas ; porque éstas
150 os dicen que en el don os dan sus entrañas. ¿Habéislo enten-
dido? Ni creo que tenéis ojos para ve[r]lo ni oídos para oírlo.
¿Habéis oído alguna vez cantar las piedras o el pan, ésa,
esotras criaturas? — Nunca tal oí. — Créolo, porque, si lo
hobiérades oído, entendiérades que todos os dan voces y
155 dicen que conozcáis en ellos a Dios; y creedme que es cosa
tal conocer a Dios, que sólo aquél lo deja de amar que no
lo conoce, y así dice San Juan: Quien dijere, Señor, que te
129 demos sin H 136 aleo nos] algunos
143 hartáis |¡ 145 menor] mero
119 San Agustín, De libero arbitrio, 1. 2, c. 16, 43 (ML 32, 1264) ;
«Vae qui derelinquunt te ducem, et oberrant in vestigiis tuis, qui
nutus tuos pro te amant, et obliviseuntur quid intuías, o suavissima
lux purgatae mentís sapientia!»
122 Ps. 18, 2. 146 Cf. Ps. 8, 5.
131 Cf. Prov. 14, 35. 147 Cf. Iob 7, 17.
1388
PLÁTICAS
conoce y no te ama, mentiroso es, porque ¿quién conocerá
a Dios y a sus amorosas entrañas que le deje de amar? Dice
160 San Juan: Deus caritas est. Y el griego dice hoc: est dilectio.
Dios es amor. ¿Pues quién podrá dejar de amar al que esen-
cialmente es amor? ¿Quién no amará a Dios, que le ama?
¡Cómo!, ¿que un Dios hermosísimo, sapientísimo, infinito,
ponga sus ojos sobre un gusanillo, [y éste] los quite de El
165 y los ponga en otro? Estamos tan enfrascados y embebidos
en las miserias y nonadas del mundo, que por eso no enten-
demos.
Dos cosas nos da a Este es grande amor, que, si miráse-
entender Dios en mos, todas las cosas nos dicen que
170 sus dones amemos a Dios, y ansí decía San
Agustín: Omnia, Domine, clamant ut
amem te. ¿Habéis oído este cantar? Todas las cosas, Señor,
dan voces que te quieran bien a ti, porque todas ellas son
testigos de quien tú eres y de dádivas que nos das. ¿Sabéis
175 qué es el pan que os harta? Testigo de la hartura que hay
en Dios. ¿Sabéis qué es el refresco que os deleita? Testigo
de la frescura y deleite que hay en Dios. Testigos son todas
las cosas que Dios nos da de lo mucho que hay en El, y
todas son como una candelica en comparación de la claridad
180 del sol.
Dos cosas nos da a entender Dios en sus dones: una, que
son señales de sus perficiones, y otra, del amor que nos
tiene; porque quien algo nos da, señal es que nos ama. Si
alguno nos enviase un presente, malcriado seríades-si no le
185 volviésedes siquiera el plato. Todo lo que tenemos son pre-
sentes que nos invía Dios, y el plato en que nos lo invía es
el amor; pues tomad el presente y volvedle el plato, que es
el amor, que en ninguna cosa quiere que le páguemos en la
misma moneda si no es en ésta; y pues nos da amor, pagué-
190 mosle con amor. ¿A qué propósito: El que quisiere venir en
pos de mí? Que quiere Dios que por amor le sigamos, y no
constreñidos. Decí, ¿no hay ruegos que valen por manda-
mientos? Pues así hay convite que vale por mandamiento.
¡Señor, que [n]os convidéis vos con vos, y que busque yo a
195 otro que a vos! Basta que me digáis que os puedo alcanzar,
para que lo tenga por mandamiento y lo procure, aunque
me cueste derramar la sangre.
1712 amem te] amentur
196 procure] y acLd.
158 Of. 1 lo. 1, 7.
160 1 lo. 4, 8.
172 San Agustín, Confess., 1. 10, c. 6, 8 (ML 32, 782) : «Caelmn,
et térra, et omnia quae in eis sunt, eoce -undique mihi dicunt ut te
ametría.
l6. A LAS MONJAS DE LA CRUZ DF- ZAFRA
1389
Niéguese a sí mismo Hermanos, no podemos conseguir
a Cristo si no seguimos a Cristo.
200 Madres, "morir y no tornar atrás", que más que por jura-
mento nos va. ¡Bienaventurada obligación que nos hace se-
guir a Cristo y bienaventurada la carga que habéis echado
sobre vuestros hombros, pues es la cruz de Jesucristo, y
pues que os va por juramento seguirlo, mirad lo que os ha
205 de costar: Abneget semetipsum! Habéis, para servir a Dios,
de negaros a vosotros mismos, renunciar y contradecir a
vuestra voluntad y tenerla por capital enemiga.
— Señor, ¿cómo haré eso? ¿Tan malo soy yo delante de
vuestros ojos? Plu[g]uiese a Dios que lo fuese delante los
210 míos: que no os puedo seguir a vos llevándome a mí. — Si me
quieres alcanzar, dice el Señor, haste de perder a ti. —¿Có-
mo? ¿Que no podemos caber en un saco yo y vos? Mala cosa
debo de ser. — El mayor enemigo, un basili[s]co, no nos
puede tanto dañar como nosotros mesmos. Si paz queremos
215 con Dios, no la hemos de tener con nosotros. — Señor, vié-
nenos un trabajo, no hay quien me consuele; y aquel mal-
acondicionado no le puedo sufrir. ¿Qué haré? — Vos sois
el malacondicionado, y por eso se os hace penoso sufrir la
condición del otro, porque sois flojos; por eso se os hace
220 penoso el trabajo, porque no tenéis en vuestro corazón hecha
esta cuenta, y determinado: "Al Crucificado tengo de seguir,
cueste lo que costare y venga lo que viniere". Por eso se
os hace pesada la cruz.
Dios y nosotros so- — Señor, mala cosa soy, pues decís
225 mos bandos con- aue me tengo de negar, si os quiero
trarios seguir, y que me tengo de querer mal
para quereros a vos bien. No puede
tener trocamiento más cierto quien quisiere alcanzar a Dios
que negarse a sí mesmo, porque Dios y nosotros somos
230 bandos contrarios: Dios bueno, y nosotros malos; Dios casto,
y nosotros sucios; Dios justo, y nosotros pecadores; Dios la
verdad, y nosotros la mentira. Pues ¿cuándo, Señor, se
juntará en uno la bondad y la maldad? ¿Cuándo se juntará
el hombre con Dios, siendo tan contrario a Dios? "¿Quiéres-
235 me tener a mí en tu corazón?, dice el Señor; ponte a ti
debajo de los pies". En angustia están puestos los malos,
y en gran trabajo ha puesto Dios a sus amadores. Si queréis
tener a Dios, habéis de perder a vos, escoged. Pues ¿qué
pensábades? ¿Que así de vuestra cosecha teníades a Dios?
240 No hay perro ni gato tan contrario como vos con Dios.
Factus sum mihimetipsi gravis. Dice el santo Job: ¿Por qué
230 blandos || 137 puesto] a add. | Dios] y add.
1390
PLÁTICAS
me pusiste contrario a ti, y soy hecho pesado a mí, y au[n]
pesado a ti? ¡Manda Dios que le amemos con todo nuestro
corazón, y con toda nuestra voluntad, y con todas nuestras
245 fuerzas; y mi corazón que me ame a mí y no cure de Dios
ni de los prójimos. Dice Dios: Aprehended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y dice mi corazón que no me
humille a nadie ni me subjete. Veis aquí un corazón contrario
a Dios. ■ — ¿Por qué me pusiste contrario a ti? — A la fe pu-
250 sísteos vos. Porque el hombre perdió la justicia original te-
nemos este mal, y plu[g]uiera a Dios que no hubiéramos
añadido sobre culpa original.
¡Oh qué cosa tan pesada debe ser este corazón! ¿Habéis
sentido este talento? ¿Habéis sentido la pesadumbre de este
255 quintal? Factus sum mihimetipsi gravis. ¡Ay de aquel que
no siente esta pesadumbre y que, viéndose pesado, piensa
que es liviano, y ¡ay de aquel que, viéndose contrario a Dios,
no llora! Cuando veis esos ojos livianos y ese corazón des-
honesto y tan endurecido, y que no podéis tener un rato de
260 recogimiento, ni rezar una devoción, ni hacer una buena
obra, ¿no os lloráis? "Querría, Señor, servirte, y véome tan
pesado que no puedo tener ni aun un buen pensamiento.
Querría, Señor, volar a ti, y veo mis pies con grillos. Túr-
bame la pereza y estórbame el demonio; esme contraria mi
26i5 propria carne. En todo hallo estorbo. ¿Por qué me pusiste
contrario a ti?"
Somos hechos contrarios a nos y aun contrarios a Dios;
por eso volvamos a El, pidámosle misericordia, supliqué-
mosle que nos quite esta pesadumbre y nos dé corazón con-
270 forme al suyo, porque ni santo ni santa de su cosecha no
hubo que no fuese hecho al revés de Dios; y por eso fue-
ron vueltos conformes a Dios, porque trabajaron y con lá-
grimas se lo pidieron; y ansí, si alguno siente en su cora-
zón alguna poquita devoción, algún buen deseo, alguna
275 buena obra, don de Dios es; agradézcaselo, y déle muchas
gracias, y diga de aquí adelante cada uno: "Señor, pues
que tan malo soy, no se haga cosa que yo quiera; sígase
vuestra voluntad y no la mía".
Y no penséis que seguir la voluntad de Dios que [es]
280 solamente rezar un poco o tener alguna poca de devoción
o hacer alguna buena obra, que no es sino sufrir afrentas,
hacer bien a quien nos hace mal, rogarle por quien nos per-
sigue, y todo hacer contrario a nuestra voluntad; esto es
obedecer a Dios. Habéis de agradecer mucho a quien os
277 siguase
242 Idb 7, 20. 255 lab 7, 20.
245 Clf. Mt. 22, 37. 278 Mt. 26, 42 ; Me. 14, 36 ; Ix. 22, 42.
247 Mt. 11, 29.
IÓ. A LAS MONJAS DE LÁ CRUZ EtE ZAFRA
1391
285 dijera cosas contrarias a vuestro querer, y amar a quien
ayuda a vencer a vuestro enemigo, que es vuestro parecer,
y a quien os quita vuestra voluntad, a quien os riñe y os
dice: "No es bien eso, sino esto". ¡Oh mundo tan al revés,
diréis, que no quiera sino a quien quiere lo que yo quiero!,
290 pues ¿có[mo es] que queréis a quien hace más fuerte a
vuestro enemigo, y dar armas a vuestro contrario para
que os mate? Guardaos de quien no contradice vuestros
quereres, y os favorece en vuestras opiniones, y os sigue en
vuestras inclinaciones. Habéis de estar en un continuo de-
295 sierto por Cristo, no habéis de querer sino sólo a El, y lo
que más quisiérades ha de ser por El y para El; no ha de
haber adonde reclinéis vuestra cabeza; habéis de desear
que todos seáis olvidados y desechados y que en nada se
haga lo que decís; y, ¡finalmente, cuando vuestra voluntad
300 estuviere tal, que en todo quiera lo que quiere Dios y no
lo que vos, entonces os irá bien.
Esto es negaros a vos mismos, que digáis sí a vuestro
no y no a vuestro sí, y que en nada queráis lo [que] que-
réis. Habéisos de tratar como a un enemigo. Si habéis
305 tenido alguna mala querencia, pues así os habéis de con-
tradecir a vos como a quien mal queréis. Que dice vuestro
enemigo: "Dormid", pues, porque él lo quiere, no dormiré;
no comáis si: "Quiero comer"; que: "Quiero holgar", pues
trabajad; "Parlad", pues tened silencio; y ansí de lo demás.
310 Este tal es señor de sí, y del mi[smo Di] os, que se da en
trueque a quien se niega por El y hace lo que puede por
amor de El.
Al corazón mira Diréis: "Padre, no puedo servir a Dios,
Dios más que a que no tengo de qué dar limosna, ni pue-
315 las manos do ayunar, ni disciplinarme". No hace
Dios más caso de eso de cuanto pudié-
rades, porque no quiere Dios sino el corazón, y si el cora-
zón no niega a sí, poco le hinche a Dios todo esotro. Porque
ansí como no os puede Dios hacer bienaventurados aunque
220 os dé todo el mundo, y todo el cielo, y todos los ángeles,
y todo lo criado, si no os da a sí mesmo, ansí no se con-
tenta Dios con todo si no le dais el corazón. Es Dios un
gavilán que no come sino corazones, y ansí como todo lo
criado no es bastante para hartar tu ánima ni para hinchir
325 los senos de ella, sin Dios, ansí no contenta Dios con que
le des todo lo creado, si no le das tu corazón. No os canséis,
que al corazón mira Dios más que a las manos; más mira
Dios el afecto con que lo dais que al mismo don. Non quan-
tum dederis, sed quantum mente dedisti pensandum est. Tal
330 es Dios, que tantos bienes recibe de vuestra mano cuantos
297 Mt. S, 20 ; Le. 9, 58.
1392 PLÁTICAS
con el corazón le deseáis dar. Al corazón malo castigarlo
ha Dios por los males que deseó, y al corazón bueno gua-
lardonallo ha Dios por los bienes que deseó hacer, aunque
no los puso en obra.
335 Dice Dios: ¿Qué vale mas tú o yo? Pues troquemos. No
tengas congoja de ti, yo tendré cuidado de ti; no pienses
que tienes tú saber para regirte, yo seré luz que te rija;
date por mí, que yo te daré por ti a mí; trueque por true-
que. ¡Bienaventurado quien ansí trocare, plegué a Dios que
340 este error no esté sembrado en los corazones de muchos,
que piensan que son muy letrados y no sepan nada! Pien-
san algunos que son muy doctores, y no saben la primera
letra del a b c. Rogad a Dios que cual tenéis el hábito y la
fama, tal sea el corazón, y que no tengáis nombre de sier-
345 vos de Dios y seáis siervos de vos. ¿Qué cosa más vergon-
zosa que tener nombre de pobres y ser proprietarios de nues-
tro corazón, tener nombre de obedientes y estar enteros en
vuestra voluntad, tener nombre y hábito de humildes y
estar hierta la cerviz. ¿Qué aprovecha ser uno muy casto
350 y por otra parte sea soberbio y desobediente? Esta es la
primera letra del abe, que quien quisiere seguir a Cristo,
se niegue a sí mesmo; y ahí habéis de poner la medicina, y
en esto habéis de trabajar, en que se rinda vuestro corazón
a Dios.
355 Hacen algunos caso de las obras y no de humillarse y
subjectar el corazón. ¿ Qué me aprovecha a mí que dé limos-
na con las manos y esté el corazón tal, que, si aquel pobre
os dijere una mala palabra, le pelaríades las barbas? ¿Qué
aprovecha que vistas al pobre de sayo, si no te desnudas de
360 tu voluntad? La persona que se está vestida con su volun-
tad, aunque esté vestida con el hábito de San Pedro o de
San Francisco, desnuda está delante de Dios su alma. ¿Qué
os aprovecha que vais a maitines y oréis y os disciplináis
y ayunáis, si está vuestra voluntad viva?; que entonces el
365 ánima está muerta cuando la voluntad está viva. Y el árbol
que Dios puso en el paraíso eternal, que se llamaba de
bien y mal, del cual dijo Dios a nuestros padres primeros
que no comiesen, porque luego morirían, éste es el perla-
do o la perlada, a quien sólo está cometido el mandar y
370 entender si lo que hace va bien o mal. ¿Para qué el súbdi-
to se ha de parar a decir: "Es un desatinado, no va bien
hecho esto que manda, no hay quien lo puede sufrir"?
Hermana, para obedecer entrastes, que no para mandar ni
juzgar; para humillaros y ser de todos sierva, que no para
375 ser, señora. Las rejas con humildad, ¿qué son? Paraíso, y
368 Cf. Gen. 2, 17.
IÓ. A LAS MONJAS DE LA CRUZ DE ZAFRA 1393
los moradores de ellas, ángeles. Rejas sin humildad, ¿qué
son? Infierno, y los moradores, demonios.
Tome su cruz: de- — '¿Qué cosa es tomar la cruz: Tol-
seo de pasar lo que tai crucem suam? ¿Hanme de encla-
vo Cristo pasó var en ella? — No- — ¿Pues qué?
— '¿Sabéis qué?, que aquello que pasó
Cristo de fuera, tenga cada uno propósito y deseo [de] pasa-
lio por Cristo. Cristo fué pobre y se humilló, y dijo a su ínti-
mo Padre: No rríi voluntad, sino la tuya sea hecha. Cristo
385 fué obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, que ansí
lo estéis aparejada para lo hacer vos por El; que tengáis
el corazón tan sellado con el de Cristo, que antes deseéis
estar con El con trabajos que sin El con mucho descanso.
— Padre, no tengo quien me dé pena, tengo riquezas,
390 ¿qué haré? — -Con ser rico puedes ir al cielo, con tener el
corazón pobre; mas haslo de llorar, y tenello sólo por obe-
diencia de Dios, y gemir delante de El porque te lleva por
otro camino que El fué, y decir: "Señor, ¿cómo se sufre
vos pobre y yo rico, vos con trabajos y yo con descanso,
395 vos deshonrado y yo honrado, vos con cruz y yo sin ella?
¡Quién pudiese recibir, Señor, esos azotes por vos! ¡Quién
pudiese recibir esa corona! ¡Quién pudiese echar a sus cues-
tas esta cruz! ¡Quién perdiese la vida por vos, que me la
distes, perdiendo la vuestra! Ya que nos so[i]s crucifica-
do do, quiere Dios que tengas deseo de padecer por El lo que
El padeció por ti.
Quiere que tengamos todos cruz. A todo hombre se dice;
mas ¡desventurada de la esposa de Cristo que vive sin cruz!
Creedme que la monja que no pasa trabajos, que no es
buena para esposa de Cristo. ¿Quién nunca vió que estén
405 un desposado y desposada a una mesa, y que esté el des-
posado acostado y llorado, cargado de espinas y derraman-
do sangre por su cara y por todo su cuerpo, y todo lleno
de trabajos y grandes dolores, y que esté la desposada
muy compuesta y serena, comiendo y bebiendo, y que no
iio tenga lágrimas ni sentimiento en el corazón ni en los ojos?
Señoras, suplicad a vuestro Esposo que no os deje vivir
sin cruz. Decilde: "Señor, ¡vos penando y yo descansada,
que os tenga a vos por malo y a mí por buena! ¿Cómo no
me dais parte [en] vuestros trabajos? Por mala, Señor,
415 me dejáis". ¿Cómo puede vuestro corazón vivir, viendo a
vuestro Esposo llagado, sin sentir las llagas? ¿Cómo no
se rasgan vuestras entrañas de dolor, viendo las de vues-
4C0 deseo] desto
384 Le. 22, 42.
385 Phil. 2, 8.
1394
PLÁTICAS
tro Esposo rasgadas de amor? ¿Cómo podéis estar sin cruz,
viendo a vuestro Esposo enclavado y muerto en la cruz?
420 El mundo dice: "No puedo sufrir trabajos"; la religiosa:
"No puedo vivir sin ellos", ha de decir, porque tal esposo
como Cristo no se da de balde a quien lo ha de llevar. Dice
El: "Algo le tengo de costar; quien me quisiera hame de
dar la sangre".
425 ¡Oh cuán pocos amigos tiene Cristo! Cuando predicaba,
muchos amigos tenía; cuando hacía milagros, muchos le
seguían, y, olvidados de sí, se iban tras El; mas tal día
como hoy, cuando lo crucificaron, mucha gente le seguía;
mas cuán pocos amigos irían con El, y cuán pocos que se
430 doliesen de sus trabajos y los deseasen pasar por El, y
cuántos que le fuesen contrarios y ayudasen a le maltra-
tar. Por eso se metió Dios en una cerca de espinas, para
que quien lo quisiere, entre por allí, y no puede pasar sin
espinarse. ¿Queréis alcanzar la joya? No miréis la costa,
435 sino lo que ganaréis con la costa. Porque nos neguemos,
envía Dios los malos y las muertes, que no toma Dios pla-
cer con nuestros trabajos sino porque, cuando nos vinie-
ren, digamos: "Viéneme esta hambre, tengo necesidad, há-
cenme esta injuria, y es Dios servido que sea así; pues de
440 su mano viene, sea El bendito; no mi voluntad, sino la suya
se haga. ¿Que me puede costar el marido o los hijos? Pues
enhorabuena, que vida es la que se pierde por Dios"".
Cruz es mortifica- — Niégate, dice Dios. — Señor, no
445 ción de propia vo- puedo sufrir esta mala comlpañia que
Juntad tengo. Quiere Dios que este par de
ti quien sea contrario a ti, porque tú
aprendas a negarte a ti ; porque la religiosa que no sabe su-
frir, no es buena para el monesterio. Hermanas, en otro
tiempo, cuando una; quería seguir a Cristo, buscaba el mo-
450 nesterio donde hubiese más trabajo y donde el prior y los
frailes fuesen más mal acondicionados, para que mejor pu-
diese ejercitarse en la virtud de la paciencia y tuviese más
materia de merecer. "¿Cómo podré yo probar la paciencia
que tengo y el amor que tengo a Dios? Quiérolo probar en
455 que mis prójimos me sean sayones, en que todos me sean
contrarios y ninguno haga lo que yo quiero, e yo lo que to-
dos quisieren"; y no que, si la perlada está puesta en un
nivel y si el prójimo discrepa un poquito, no hay quien le
pueda sufrir. No ha de tener voluntad, que eso quiere decir
460 cruz, mortificación de propria voluntad. Pero no andamos
buscando sino quien vaya por donde vamos, quien nos tra-
te como queremos y quien en nada nos contradiga.
No hay cosa que ansí declare la burlería que hoy hay
en servir a Dios como no haber quien sufra un poquito de
l6. A LAS MONJAS DE LA CRUZ DE ZAFRA
1395
465 mal ni de contrariedad. Todos queremos que sufran nues-
tras malas condiciones, y no hay quien sufra una mala
condición ajena.
— ¿No queréis pasar un poco de pena? — Sí quiero, mas
las que yo me tomo: un ayuno, una disciplina, lo que yo
470 quiero hacer por mi voluntad. — ¡Oh hermanas, que echáis
una salsa que hace desabrido \el manjar! Hemos de ser tan
mortificados que estemos como encantados. ¿No habéis oído
cómo encantan las culebras para que no muerdan? A las
víboras, cuando las encantan, hácenlas estar quedas. En
475 eso conoceréis si sois víbora o no: en si, cuando os hicie-
ren algún agravio, lo sufráis y calléis; pero, si a cabo de
muchos años de confesar y de comulgar y de religión, cuan-
do os dicen una palabra, decís: "No lo puedo sufrir", y lue-
go mordéis, víbora o[s] estáis, no estáis encantada.
480 Pues, Señor, para eso me inviáis prójimos mal acondi-
cionados, para que aprehenda a negar mi voluntad y a se-
guir la vuestra. ¡Oh Rey de gloria, y adonde llegaría la
maldad de los malos si vos no pusiésedes vuestra mano
sobre ellos! ¡Cuán pocos hay que sigan a Dios! "¿Qué haré
485 para humillar a éstos y para que subjeten sus pasiones, que
ni bastan trabajos, ni bastan malos años, ni basta yo na-
cer, ni basta morir? ¿Qué haré para que hagan mi volun-
tad?" ¿Quién contará las maneras y invenciones de Dios?
La gran gana que tiene que tomemos la cruz y le sigamos
490 y el gran deseo que tiene que nos salvemos, el Señor os lo
diga. Amén.
¿No se negará el Si hay alguna que diga: "No obedez-
esclavo por el Se- co de buena gana", ¿qué medicina
ñor que se negó queréis que haga Dios para que an-
495 ñor él9 déis a voluntad ajena? ¡Bendito sea
* Dios, que os dió una medicina muy
costosa, que [no] la osaréis pedir!
¿Cuál de vosotras hubiera que osara decir: "Señor, soy
airada; suplicóos que vengáis a la tierra y que os den
500 cien mil azotes, y os pongan una corona de espinas, y os
den de bofetadas, y que todo lo sufráis para que aprenda
yo a tener paciencia de vuestra paciencia"? ¿Quién osara
ir a casa de su vecino a decirle: "Yo estoy enfermo; supli-
cóos que un hijo que tenéis que lo matéis, para que sane
505 de mi enfermedad"? ¿Y cuál esclavillo osara ir al rey y de-
cirle: "Señor, yo estoy enfermo de enfermedad mortal; su-
plico a vuestra majestad que un solo hijo que tenéis, igual
a vos, heredero de vuestro reino, lo matéis para que con
su muerte me remedie mi vida"? ¡Oh, gloria sea para siem-
469 temo |'| 475 en sí] ansí
489 sigilamos
1396
PLÁTICAS
10 pre al tal Dios y benditas sean sus entrañas; los cielos y la
tierra canten las bendiciones de su amor, hiciendo Dios todo
esto sin pedírselo!
Humíllase Dios, niégase Dios y llega el negocio hasta
darle bofetadas en su santísima cara, y hasta morir en cruz
15 entre ladrones y ser tratado como si fuera uno de ellos,
porque el esclavillo no quiere humillarse ni negar su volun-
tad por amor del que desde que nació no hizo sino obede-
cer. ¿ Qué será de la esposa de Cristo si obedeciendo El, no
fuese ella obediente? Dirá Dios: "Yo obedecí a los jueces
20 y me subjeté a los sayones por amor de la hormiguita".
¿Será razón que fuera la hormiguita tan desagradecida que
no obedezca ella por Dios? No os manda Dios dar cinco mil
azotes ni que nos crucifiquemos, sino que nos neguemos.
¡Pues cómo!, negóse el Señor por el esclavo, ¿y no se ne-
¡25 gará el esclavo por el Señor? El Señor fué obediente por el
esclavo, ¡malaventurado del esclavo que no obedeciere, vien-
do a su Señor tan obediente!
¿Cómo entraste sin bodas? Amigo, ¿a qué entraste no
vestidura de bodas? ¿Acordáisos del evangelio de las
^30 teniendo vestidura de bodas? Plega
a Dios, hermanos, que sepáis entender las bodas, para que
las fiestas que se hacen en el suelo se hagan también en el
cielo. En bodas estáis; los ojos de Dios os están mirando.
Mirad qué tanta razón es que tengáis limpieza mucha; ple-
535 gue a Dios, por quien El es, que [no] estéis en las bodas
sin tener vestidura de bodas. [S]i mirándoos Dios viese al-
guna sin vestidura de bodas, ¿qué sería? Si mirase Dios
vuestro corazón y lo hallase ajeno de la perfición, ¿qué di-
ría Dios? ¿Qué sería si Dios os dijese: "Cómo entrastes en
640 Santa Clara o Santa Inés sin tener la vestidura de bodas?
¿Cómo os osáis asentar en lugar de santas, sin hacer las
obras que hicieron? ¿Cómo osáis asentaros a las bodas no
teniendo vestidura de bodas? ¿No veis que afrentáis a los
convidados?" Así como una mujer casada no ha de amar a
54© otro más de su marido, ansí la esposa de Cristo no ha de
amar a otro tanto como a su Esposo, porque para que ansí
lo hiciésedes rasgó El sus entrañas. [S]i no estuviérades
vestidas de vestidura de bodas, dirá Dios: "Amiga, ¿cómo
tienes hábito de santidad sin tener obras? ¿Cómo tenéis
550 [hábito] de humildad y estáis tan ajenas de obe[de]cer?
¿Cómo tenéis nombre de religiosas y recogidas y el corazón
tan distraído y acelerado?" Dice el evangelio que enmude-
509 gfloriosa
013 Humillarse
540 Ainés || 548 bodas] y add. )\ 591 el] en
530 Mt. 22, 12.
l6. A LAS MONJAS DE LA CRUZ. DE ZAFRA
1397
ció y no supo qué responder el desventurado. Plega a Dios
que no oyan tal vuestras orejas.
555 ¿Qué os falta? Un casado achaques tiene, que podrá
decir: "Cas [é] me, fui a mis bueyes, fui a mirar mi here-
dad". ¿Qué dirá la monja? No marido, ni hijos, ni ha-
cienda; no nada que os estorbe. ¿Qué os falta? No os fal-
ta sino abrir la boca [y] beber de las aguas del corriente.
560 Desocupado os ha Dios, para que entendáis sólo [en] agra-
dalle; y desventurada de la persona recogida que no fuere
muy buena.
Perseverad en las Hermanas, entended la gran merced
llagas de Cristo 3ue os na hecho Dios. Paraos a pen-
565 sar en el costado de Jesucristo, que
allí querría que fuese vuestra morada, como lo dice el Esposo
en los Cantares: Surge, vrapera árnica mea, speciosa mea et
veni columba mea in foraminibus petrae. La piedra es Cris-
to, y los agujeros de ella son sus llagas, y a esta morada
570 os convida. El que no me quieran allá, no lo creeré, aun-
que me lo juréis; porque, si tengo yo una casa mía en tie-
rra, de justicia no me han de echar de ella. El hábito, las
tocas, la camisa no es tan vuestra como las llagas de Je-
sucristo. ¿Para qué son las llagas? Para que, si la carne
575 os persiguiere, tengáis casa adonde os defendáis de la jus-
ticia, y adonde os escondáis del milano, y adonde os de-
fendáis del diablo. ¿Cómo creeré yo que me aconsejarán
en esta casa, siendo Dios tan amoroso? No es de creer que
os negará lo que tan vuestro es.
580 'Mirá vos si vais como debéis, que muchas veces cierra
Dios la puerta de la casa, mas no por desamor ni por ne-
garnos lo que es tan nuestro, sino por ver cómo vais, por
probaros si vais de verdad, para ver si os vai[s] luego en
llegando a la puerta. Porque [sois] romero, hijo, habéis de
585 porfiar y decir: "Señor, no me iré de aquí hasta que me
abráis la puerta; no me iré hasta que me deis limosna".
¡Oh qué de gente perdida hay en esta casa! Vase el pobre
luego, en diciéndole el muchacho: "Dios os ayude", y des-
que viene su padre, para darle limosna, dice: "¿Adonde está
590 el pobre?" Ya no parece. Si perseveráis en las llagas de
Cristo, sin duda alcanzaréis lo que pidiérades. Y habéis de
trabajar hasta que alcancéis lo que pretendéis. Omnis au-
tem qui in agone contendit ab ómnibus se abstinet, et Mi
quidem ut corruptibilem coronam acoipiant, nos autem in-
595 corruptam (San Pablo 1 ad Corinthios) . Si uno trabaja tan-
to por ganar una corona en| el suelo; ¿por qué no trabaja-
659 bola || 560 Desocupados
564 Paráis || 570 crearé || 575 adonde] adonde add.
553 Mt. 22, 12.
567 Cant. 8, 13.
PLÁTICAS
remos por ganarla en el cielo? Dice San Pablo: Cuando co-
rro, no corro de burla, sic curro non quasi [in] incertum. Se-
ñores, en él tenéis coronas y sillas, mirad no las perdáis por
vuestra culpa. No se queje ni de cosa, pues tiene a Dios
por tan suyo. Cuando uno echa un halcón a una garza, no
es mucho que se le vaya; mas cuando la tiene en la mano,
poquedad es dejalla ir por no trabajar en ponelle recaudo.
Dice San Bernardo: "Hay algunos que tienen hábito de
orar y no oran". No tienen más cuenta con Dios que cuanto
comen con Dios; ándanse destraídos de día y cuando van a
la noche a pensar en Dios, sin ninguna devoción. ¿Qué es
esto? Que el lugar adonde él castiga a sus hijos aquí es,
y ansí, cuando va alguno a Dios y lo halla desabrido, algo
le ha hecho. Quien a Dios habla, quien a Dios sigue, no ha
de hacer cosa que le pueda enojar, sino decir: "Señor, en
la noche tengo de ir a hablar con vos; no quiero hacer cosa
por que después os halle enojado y me riñá[i]s. Esas llagas
son mías, esa sangre es mía, esa casa es para que yo more;
no quiero hacer por donde me cierren la puerta".
¿iPara qué bajó Cristo a la tierra, sino para darnos a
entender que quien se ofreció a sayones no se negará a ti?
¿Cuándo faltó Dios a quien le buscase? No hay en todo lo
escrito que tal haga. Para eso pasó trabajos, para que diga
la persona que le ama: "Vos en cruz, yo también quiero te-
ner cruz"; y seamos como el elefante, que, cuando ve la
sangre derramada, se esfuerza a pelear, y para eso le de-
rraman sangre, para que cobre esfuerzo. Pues vemos derra-
mada la sangre del Cordero, esforcémonos a pelear; cobre-
mos nuevas fuerzas para negar nuestra voluntad y para se-
guir a nuestro Señor y amado Jesucristo; y darnos [ha]
aquí su gracia y llevarnos ha después a su gloria, a la
cual nos Heve por su misericordia. Amén.
S28 Amen] Amen. Ame
598 I Cor. g, 25-26.
Advertencia. — En la página ij-jó se omitió por error la nota de
asterisco de la plática 15, que es la siguiente:
* «Plática que hizo el P. Avila a las monjas de Santa Clara»
(f. ir).
INDICE ESCRITURISTICO
1,2
431.
10-13
341.
3
258.
13
1045.
3ss
160.
24,lss
1018.
26
872 416.
1-67
1024.
2,7
416 457 466 712.
22
1025.
9
697 827.
25
223.
15
689.
31
631.
17
689 702 1392.
25,29-34
1147 1158.
18
1072 1189.
27,14
950.
23
500 1019.
28,11
632.
24
708 1012.
15
632.
3,1
242.
29
755.
1-3
690.
16-30
1297.
1-5
716 898.
18-30
461.
1-6
1183.
30,25-32
632.
4
691.
32
632.
5
315 866.
31
1027.
7
109.
32,24-32
212.
8
671 1352.
25
465 987.
9
106 374.
27
954.
15
16
118 939 1114.
83 143 376.
28
29
989.
935.
19
149 376 515 824
30
574.
926 1189.
33,2
1297.
22
702.
34
199 204 1138 1183.
24
702.
37,16
592.
4,4
468 635 1004.
33
855.
5
8
671.
556.
39,9
12
291 998 1268 1287.
1297.
10
13ss
1260.
942.
20ss
41,38
281.
498.
5
84.
40-45
1142.
6,3
444.
45
578 1145.
16
325.
51-52
1147.
7,21
798.
53
1099.
23
803.
55
1145.
12ss
115.
42ss
1155.
114.
7
723.
4-5
365
14,18
861 1151.
5-8
304.'
15,1
45 1324.
9ss
1146.
6
965.
28
1146.
17,4
963.
47,26
1151.
5
125.
48,11
1147.
18 1
746 902
49,20
622
'l-10
741.
Ex 2,3-6
28l!
6
704.
llss
1158.
6-8
680.
3
1155.
10-15
104.
1-5
1020.
10
49a.
1-10
1010.
12ss
965.
2
954.
25
581.
5
482 627 630 564
27
150 567.
1111,
567.
19,12ss
1201.
6
8
24ss
57.
13-14
139.
318.
21,6
103 341 968.
4,11
887.
22
1162.
6,2
148.
2
341 969.
762.
5
1376.
e',193
803.
1400
ÍNDICE ESCRiniRÍSTICO
10,2
1287.
19,2
1292.
12,9
902 928.
20,10
205 1187.
16
897.
21,18-20
1152.
13,lss
528.
22,20
1356.
2
995 1000.
25,39ss
27,26-27
1156.
13
996.
996.
15
995.
Num 5,lXss
205.
14,14
303.
' 15-18
1164.
27
935.
6.2-4
210.
15,2
25
1331.
7,11
197.
699.
10
578.
16,12ss
1382.
11,4-5
885.
14
861.
6
885.
15
292 617 642 673
6
876.
723 878 888
9
875.
902 1240.
12,6
1172.
31
828 876.
10-15
1373.
33-34
877.
14,8
139.
35
876.
13
1300.
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71.2
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12-14
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515.
1404
ÍNDICE ESCRITURÍSTICO
242.
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18
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678.
85,8
902.
113,1
63. '
1326.
3
930.
12
132o!
5
363.
87,16
1168.
7
363 364.
630.
115 1
879.
15-19
1080.
12
1001.
16
1081 !
16
1015.
17
1081 !
16-17
1125.
18-19
1082.
49
693.
117 9
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89,6
1262.
19
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24
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9-10
798.
118 1
669 1081.
13
858 938.
lss
1327.
14
320.
269.
15
181.
18
571.
15-16
797!
28
719.'
91,5-7
233.
32
822 871.
92,1
488.
37
292 428.
*5
189 777.
49
277.
93,8
117.
57
1137.
1)9
628.
58
364.
20
76o!
66
1295 1297.
94 3
1249.
85
243.
'7
588.
109
312.
¿
51.
132
1196.
96,7
587.
140
1226.
10
93¿' 1178.
163
949.
99,5-6
229.
119 5^6
1108.
101,4
1262.
120,4
1252.
5
81 615 655.
6
853 1178.
10
1372.
122,2
573.
12
1262.
126,1
105 1252.
102.1
687.
2
1086.
1-4
588.
127,3
143 1037.
ÍNDICE ESCRITIKÍSTICO
1405
128 3
121 515 1259.
129,7
576.
131,3-5
504.
6
504.
8
279.
9
1306.
11
277.
18
528.
132,1
282.
135
666.
25
875.
136 1
1099.
7
183.
138,14
827 934.
140,2
136.
141,5
278 560.
8
1122.
142.2
516.
10
454.
143 4
1262.
7
1022.
15
247.
144.9
481 759 1191 1233.
15
706.
15-16
875.
19
1145.
146,9
' 875.
148.2
836.
5
706.
150,4
282.
1,8
24
1098.
3,32
1062.
4,16
479.
18
481 937.
19
955.
23
5,4
493.
622.
9
1176.
66
1357.
27
651 774.
7,10
548.
8,13
955.
17
280.
30
697 1072 1145.
31
326 883 888 956.
32
35
994 1069 1098.
957.
9,4
5
214 844 912 1066.
10,1
106.
11,24
218.
13,12
1111.
14,12
16
316.
997.
35
15,20
1387.
1C6.
16,14
770.
18
1180.
18.12
691.
17
568.
21
1029.
19 24;
1251.
20,1
210.
4
1245.
12
283.
27
325.
21,13
196 1260.
22,1
1176.
10
299.
14
251 252 295.
23,26 1001.
27 253 295.
26,15 1251.
27,6 850.
Cant
S,p
18
831.
28,9
1037.
14
997.
29,1
30 9
369.
964.
31 11
1115.
20
1123.
29
782 1031 1043
1140.
30
985 1028 1140.
7 24
1317.
10,8
1138.
12
1030.
11,7
231.
19 1
1138.
1,3
302 808 993 1114.
5
169 426.
1175 1184.
15
554.
325 954.
"3
273.
4
752.
5
1089 1103.
10-11
1127.
13
1397.
14
727 1086 1122.
16
932 1104.
3,1
123.
6
7-8
1178.
11
570 1011.
4,1
453 952.
4
949 992.
7
952 1139.
8
1127.
9
554 985 1103 1135.
12
987.
5 1
1127.
2
75 3C8 853 1103.
4
946.
6
628 932 998 1226.
8
1135.
14
853.
17
1140.
6.5
633.
8
885 700.
9
934 951 952.
7,2
325.
4
992.
12
162.
8 1
112 1021.
5
379 986 110O 1128.
6
380 383 4C9 979
1089 1122 1226.
7
129 586 904.
8
981.
9
983.
11
162 169.
12
171.
11.4
1105.
2,5
1262.
3,1
1234.
5,7
93.
6.2-7
516.
6
990 1079.
7
65.
7,11
687 1036.
índice escriturístico
9,6
417.
22
986.
10,10-12
632.
24
1070.
12 1
884.
2,3
1114.
14,9
149 752.
17
737.
16,20
643 828 875 888.
20
259.
20-21
876.
3 12
1353.
21
884.
14
1371.
18,14-15
1243.
15-25
222.
1 2-14
28
95.
16
537.
997.
5,5-6
562.
21
1261.
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23
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3,21
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13
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27
876!
18
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4,35
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6,2
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5,5
1374.
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14,18
1262.
99 117 120 121 122
15,3
483.
307 515 699
18Í19
51.
10.3
675.
20,32
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27
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13
993 1024 1150
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14
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35
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19
980.
14 12-15
315!
19-20
13
366.
22-23
16,1
118 988.
23
325 9154
21 1
1197.
26
2
345.
29
3
57.
25 3-4
^032
4
345.
4
91.
22,9
1178.
26,8
1166.
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'21
25,1-3
407.
27,12
329* 480.
'l
1197.
34 24
2
1197.
27
3
1198.
28-29
1073.
4
1198.
35,8
6
36 22
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6-10
703.
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40 1-2
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8-10
705.
4l! 15
1175 1176.
26,8
1327.
42 11
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24
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17
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27,1
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16
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20
1245.
2-3
848.
21
379.
3
263 343 381.
29,13
403.
6
330.
14
243.
11
742.
30,18
81.
18
153.
20-21
316.
ÍNDICF. ESCKITURÍSTICO
Í407
22-28
259.
27
46.
31,9
226 ?88 1092.
33,14
402 1224.
15
196.
17
226.
35,1
127.
1-2
103.
5-6
88.
586.
37,29
801.
38,1-22
52.
40,3
69.
5
105.
6-7
404 1262.
9
88.
11
1234.
18
558.
41,17
881.
42,3
832.
8
319.
14
562.
43,5-6
1150.
18
482.
18-19
505.
21
787.
23
97.
44,22
783.
45,8
72 388.
13
825.
15
716.
17
797.
19
155 1267.
46,3
481.
3-4
1015.
4
686.
5
558.
13
107.
47,3
39.
48,11
319.
49,1
1030.
4
47 123 382 1260
18
680i 725 784.
21
966.
24-25
947.
50,4-5
1323.
9
117.
51,22
1100.
52,14
227 238.
53,2
379 1242.
2-3
227.
3
799 942.
4
580 796.
4-5
na
5
1041.
6
592 805.
7
118.
8
139 1042.
9
810.
10
304 581 825.
11
577 582.
11-12
110.
54,1
126.
2
1094.
55,1
441 502.
2
412.
3
442.
7
357 1369.
9
1101 1181.
11
629.
57,15
1184.
20
294.
58,5-7
563.
7
214 897.
59,1
814.
2
149.
4
295.
5
167 294.
10
244.
60,4
582.
22
884.
61,lss
88.
1-2
86.
2
1239.
2-3
1159.
10
680.
62,11
63,3
592.
278.
64,6
259.
65,12
323.
17
677.
66,10
1094.
12
1094.
12-14
1239.
23
701.
1.16
561.
18
984.
2,5
887.
8
245.
12
10 887 1222.
12-13
349.
13
130 1222.
14-15
452.
32
1037 1104.
3.1
47 76 304.
1-2
253.
4
76.
4-5
151.
5
76.
6
303.
5,4
597.
5
598.
7
1353 1366.
7-29
1074.
9
312.
29
312.
31
245 311.
6,14
16
312.
1221.
20
135.
7,12
563.
12-14
562.
13
323.
16
1073.
8,9
242.
9,1-2
598.
9
312.
15
1306.
10.6
704.
25
984.
11,15
1375.
13.16
357.
14,8
276.
17
255.
15,17
33.
24
1074.
16,19
680.
17.4
270.
9
1330.
9-10
1083.
11
152 412 1204,
1408
ÍNDICE ESCRITURÍSTICO
16
265 1204.
17
265.
18,8
20
1074.
473.
9
856.
11
1186.
21,6
1298.
23-24
105.
23,15
886.
20
856.
84
324.
28,12-13
1328.
31,3
1191.
20
154.
22
646.
33
464 747.
46,0
66.
1,1
311 1057.
8
329.
12
395 585.
20
202.
2,11
13
154.
1040.
3,24
289.
25
32
130.
398.
33
398.
40
1076.
41
192.
4,1
804.
7-8
940.
22
312.
5,21
145.
3,11
256.
24
285 903.
37-38
825.
38
622 840.
1,13
1358.
3,9
726 1326.
18
1258.
8,8
8a
1083.
1330.
11,19
80 258 451.
13,5
984 1309.
16,21
147.
49
211.
18
100.
4
737.
4-20
316.
ai
1369.
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518.
529.
30-31
1309.
31
368.
24,12
882.
08
16-18
382.
311.
33,8
1258.
20
58.
34,10-16
824.
11
825.
14
270.
23
630.
23-24
825.
26
680.
36,20
26
258 451.
37,3-6
438.
3-11
475.
44,6
1296.
47,3-5
801.
48,35
1011.
2,34
954 1114.
3,19
829.
ili9ss
48.
59
1005.
84
291 915 998.
4,13
450.
24
1374.
27
374.
29
1033 1077.
80
1179.
31-32
452.
5,6
1224.
5-6,25
313.
7,9
39.
10
40 447 867.
9,24
789 1006.
10,11
1090.
12,6
256.
13
44.
22ss
1297.
1,7
797.
2,14
1227.
4,6
1037.
8
1158.
7,14
1073.
10,8
38.
11,3
664 1234.
4
664 1327.
13,14
667.
1,5
623.
2,2
826.
10
38.
11
33' 34 53.
12
146 151 152 154
155.
13
227.
16-17
245.
18
153.
25
153 1294.
28ss
477.
3,12
40.
15
38.
6,17ss
1173.
12,11
1159.
13,2ss
1173.
3,2
312.
8
33.
5,18
37.
l,4ss
1075.
6
1076.
2,lss
249 749.
11
3,8
669.
856.
4,9
1812.
n
1236.
6,3
556.
7,1
168.
2
168.
1,3
917.
3,5
42 56 94.
2,1
1178.
3
1171.
3,2
838.
1,12
36 405.
15
57.
2,7
958.
7-8
ÍNUICE ESCKIIXRÍ.STICO
1409
Zach 3 13
794.
20
322.
9
1006.
21ss
263.
5 7
16-. '
26
775.
7Í5-6
564.
29
432 525 1288.
196.
44
263 751.
9~H
368.
45
874
13
368Í
46-48
854.'
9 9
621 797.
48
1357.
10 3
55.
6,1
1345.
Mal 1,6
12S9 1357.
2
1175.
1289.
3
1154!
7-8
g
849.
1357.
9
529 1228 1326
1327.
2,5
1291.
10
417 1120 1271.
'7
69.
11
1210.
13
997.
12
408 767.
3.1
3S8 958.
13
175.
1-2
768.
15
1002.
2-3
779.
16
155.
14-15
55.
21
131 334 391 491
4,1
779.
883 986.
1 Mach 3|lss
521.
23
985.
2
686.
24
132.
56
13l!
25-31
131 214.
2 Mach 6 16
187.
31
66 223.
Mt 1,1
959.
7,1
367 1166.
959.
1-2
369.
15-16
959!
2
64.
16
978.
7
1211.
18
1174
16
178 910
20
1172'.
23
1079.
21
1174.
24-25
230.
23
117 1011.
26
1063.
2,2
123 128 129 132.
29
198.
3
132.
8,12
20
590 697 870.
4-8
9
133.
133.
89 276 1051 1228
1391.
10
125.
25
970.
11
125 127 135 756.
9,9
1202.
3,1
1369.
10-13
1205.
2
1258.
12
903.
14
1286!
13
95o!
14-15
1286!
20ss
931.
15
762.
20-22
828.
16
814!
34
1062.
17
116?.
88
1358.
4,1
173 1162.
10,lss
125a!
3
182.
2
1364!
4
184.
11
282.
6
184.
20
470 1323.
9
177 184.
22
367 1154.
10
ICO.
25
132.
11
184.
26
56.
17
1258.
27
42 1364.
5,3
102 237 964 1189
1238.
28
30
1364.
35.
4
263 1238.
32
1364.
5
333 440 1122 1253
34
123 330 474.
1239.
37
597 1103.
5-6
895.
42
636.
6
859 1113.
11,5
1155.
7
228 230 1239.
16-17
255.
8
202 554 600 1238.
25
1210 1213.
9
1238.
27
933 941.
13
1290 1354.
28
594 1034 1211
14
485 937 1290 1353
1212.
15
1354.
28-30
760.
16
854 1357.
29
352 701 907 990
17
482.
1390.
18
221.
30
331.
B. Avila 2
45
1410
INDICE ESCRITUKÍSTIC'
12,30
550.
33
553.
34
7.
36
770.
37
1029.
40
703.
41
1156.
47ss
962.
50
69 1098.
13,9
53 1001.
16-17
894.
22
66 131.
25
170 802.
33
43
1248.
kÍ
1199.
53.
14,14
215.
15
215.
16
215.
23
215.
15
256.
15,8
65 523 1136.
13
1081.
14
302 1152.
19
1083.
22
185 187 795.
23-24
188.
25
189.
26-28
190.
27
881.
28
185 989.
16,3
933.
6
370.
8
1364.
16
567 933.
18
1363.
22
1385.
23
1169.
24
266 357 358 91
1212 1384.
26
335 350 694 9
1297.
27
164 1363.
17,2
534 784 1143.
5
501.
18,3
230 408.
6-7
543.
7
359 855 1367.
8
53.
9
432.
12
596.
15
359.
15-17
360.
o?
23 15
361
32
33
366.
358* 359.
34
48 788.
35
365 408.
19,12
1031.
17
1366.
21
230.
29
215.
20,8
156' 603.
13-14
157.
15
157.
16
158 159 1237.
17-19
1212,
22
1169.
26-28
487.
28
522 765 1015 1183
1189 1150 1259.
21,2-3
520.
3
1257.
8
582.
9
840.
25
842.
28
345.
31
1195.
35
1330.
22,11
353.
11-14
346.
12
351 352 1306 1396
1397.
13
355 356 697.
14
1237.
15
369.
16-22
371.
20
371.
36
327.
37
124 319 339 751
1329 1390.
37-40
327.
39
3-7 540.
23,4
517.
9
1096.
12
1200.
17
1193.
25
321.
37
687 869.
24,13
367.
14
58.
22
891.
28
29
101 1270.
38.
30
41 59 60 870.
33
891.
35
221.
37-40
65.
41
65.
42
256 1154.
47
602.
25,1-13
1244.
2ss
391.
3
65.
5
170.
6
653.
8ss
52.
10
350.
12
350 535 1080.
13
256 1154 1243.
21
1096 1239.
23
£89.
30
697.
31
62.
34
44 45 62 672 870.
34-40
46.
35-36
675.
40
80 3G7.
41
47 63 350 721 789
870.
41ss
56.
41-43
652 675.
42-43
49.
42-45
63.
44
675.
26,14-15
1147.
ÍNDICE ESCRITURTSTICO
1411
17
482.
17ss
579.
24
58.
T6
644 843 901.
27
625.
28
765.
35
1235.
38
394 546 684 1154.
39
1017.
41
66 101 418 1154.
42
394 1390.
43
66 50 351.
56
278.
65
407.
72
439.
27,3ss
942.
17
2C5.
23
2C5 693.
46
278 394 757.
28,18
284.
20
840.
2,14
1202.
15-17
12C5.
3,16
1364.
21
1228.
4,9
53.
21
1354.
5,9
717
21-34
595.
25
829.
25ss
931.
6,10
?82
26
334'.
31
215.
35
215.
38
64.
40
216.
48
256.
7,6
& 1136.
37
569 884.
8,15
370.
33
ICO 184.
35
40.
36
1297.
9,2
784 1143.
40
164 1 65.
10,8
470.
14
1067.
18
319.
32-34
1212.
46
846.
49-50
844.
11,11-12
48.
20-21
4*.
24
1211.
12 30
34
327.
42
908.
43
158 1001.
13,24
59.
26
31
60.
294.
35
256.
14,12ss
579.
22
625 644.
24
765.
31
1235.
33
488.
34
546.
36
1390.
50
278.
71 439.
15.14 693.
34 278 757.
16.15 58 1364.
16
484.
18
823.
1,13
1030.
18
1173.
26
1CC5.
26ss
1026.
28
1C06 1031 1063
1130 1177.
30-38
1C09.
31
134.
35
430.
38
640 743 991 1010
1017 1030 1055
1091 1125 1127
1169.
41
629 1036.
42
325.
42ss
1063.
45
1025 1036.
46
1C85 1094 1103.
46-47
1055.
48
145 9=52 978 1032
1063.
49
982 1003 1087
1140.
79
316 719.
2,1
370.
4
960.
7
110 112.
8
570 846.
10-15
843Í
11
127.
12
108.
14
881.
15-17
843.
20
843.
22
996 1000.
28
998!
35
HC1.
49
235.
51
1C64.
4,4
184.
18
88 95 1327.
18-19
96.
21
87.
23
43
856.
235.
5,8
488 566 1286.
27
1202.
29-32
12C5.
6,12
99 172 1255.
14
1364.
20
2^7 727 1157.
24-26
1157.
27ss
263.
29
360.
33
263.
37
1CCl>.
7,13
1307.
22
88.
31-32
255.
36^50
1191.
43
1102.
44ss
10*4.
47
253.
1412
ÍNDICE ESCRITURÍSTICO
8 8
53,
11
71.
13
124.
20-21
1065.
41-48
595.
43ss
931.
45
9,12
215.
14
216.
23
266.
24
340.
29
1143.
38
1228.
58
276 1391.
10 1
1256 1258.
2
1358.
5
1006.
5-8
282.
7
45 1259 1360.
21
1210 1213.
27
124 319 339.
29
328.
30ss
328.
34
669.
35
326 332.
37
332.
40
1149.
41-42
1054.
42
1094 1130 1132
11,2
1199.
1120 1228.
1210.
4
767.
5
1296 1314.
5-6
92 1295.
5-13
1123.
9
1211.
13
230.
17
340.
21
122.
27
1063.
962. '
27-28
28
1064.
33
1354.
12,2
3
56.
42 944.
7
35.
8
124.
15
123.
19
809.
22
223.
35
331 1153.
391.
256.
38
42-45
516.
45-47
516.
47
938.
48
1304.
49
937 1088.
49-50
462 780.
50
585.
59
775.
13 1
370.
6
1368.
24-25
357.
25
350 497 940.
28
516.
14,10
1322.
11
230 1200.
ia
668 1264.
16
345.
26
301 1103.
28-30
1304.
15.2
298 331.
5
8Í5.
7
305.
10
1198.
16
876 887.
16,2
44'.
13
132.
15
1133.
17,21
72.
33
34
65Í
37
1270.
18,1
192.
2ss
1314.
8
9
560.
317.
lOss
964.
11
317.
13
322 567.
14
230 313 314 323
662 1144 1200.
19
319 327 479.
29
215.
31
277.
31-34
1212.
19,5
526.
5-6
675.
9
629 674.
22
768.
26
978.
42
57.'
42-44
310.
44
312 572.
21,25
58.
25s
27
38.
60.
34
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1118.
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164.
11
501.
37
115.
19
753.
12,1
705.
20
1093.
2
462 699.
21
660.
6
779.
24
683.
23
1324.
s2,13
191.
29
531.
19
45.
Iac 1,5-6
1313.
3,8
745.
10
1262.
4,8
273.
15
918.
13
1261 1262.
:17
1179.
14
1270.
2,5
125.
16
1262.
13
49 64.
17-18
1263.
26
457.
s 1,8
775.
4,3
219.
1.4
960.
5,15-16
187.
7
1214.
1 Petr 1,3
1272.
9
1318.
3-5
296.
12
1003.
4
684.
15
70 300 807 817.
24
1262.
17
795.
2,6
633.
2,4
351.
9
1151 1292.
14
898.
11
1099.
3,1
300.
13
1034 1182.
4,9
300.
22
810.
5,6
899.
23
701.
8
874.
24
110 760.
17
1258.
3,1
854.
18
45 1259 1360.
15
528 566.
2,4
1153.
4,4
854.
5
156 1119.
8
1196.
12
1110.
5,3
8
1293.
19
218 1069.
182 255.
23
143.
9
183.
4,2
1364.
2 Petr 1,4
490 501.
4
1364.
1 lo 1,7
780 1388.
7-8
1121.
8-10
780.
8
332.
8
773.
1,16
431 735 849.
2,1
19
365 1195.
2,4
143.
1365.
7
552.
3,1
1266.
15
1364.
t-2
291.
3,4
107.
1-3
291.
5
484.
2
226 383.
1,2
3
4
7-14
2,e
500.
377 447.
880.
803.
416.
16
4,8
140 292 1266.
353 540.
1191 1388.
7
227.
9
751.
10
16
699 725.
10
751.
882.
16
456.
1418
Í.NIHCK ESCKITUKÍSTICO
5,18
454.
7ss
1181.
1,5
784.
13,8
692 700.
18
942.
14,13
164.
2,7
1240.
18,7
772 1099 1372.
10
1240.
211
64
17
292 1240.
19,16
862.
3,4
1143.
20,6
707 893.
12
820.
12
40 41.
16
821.
13
39.
17
91 347.
04
893.
18
1143.
15
41.
20
75 678.
21,4
45 590 602 1093
4,8
779 1142.
6
130.
5,5
620 724.
11
38.
10
1151.
18
602.
6,16
41 46 60.
21
1120.
7,14
1345
27
202 935.
16ss
227.
22,1
1093 1129 1131.
17
45 602 603.
1-2
700.
8,10
1356.
2
867.
12,1
116 937.
4a
227.
4
125 1274.
17
957.
INDICE DE MANUSCRITOS
Barcelona, Bibl. Univ.: Ms. 1064,
31 1004; Ms. 1069, 31 119.
Cittá del Vaticano, Arch. Congr.
SS. Rit.: Proc. 3173, 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18
19 20 1060 1281 1282.
E] Escorial, Bibl. Monasterio:
Ms. & III 21. 24 31 323 910
951 1020 1148 1232 1283 1312.
Londres, British MuseiMii: Ms.
Add. 20. 915. 31 1202.
Madrid. Arch. Prov. Toledo S. I.:
Ms. Caja A, n. 103, 26; Ms. 20
bis, 31 1253.
— Biblioteca Nacional: Ms. 3620,
1283 1284 1295 1312 1326: Ms.
5689. 31 33 1039; Ms. 6311, 31
103 834 1076: Ms. 8103, 11 27 28.
— Real Academia Historia: Ms.
11-10-2/19, 31 1076; Ms. 27-2
E/37 , 31 1190 1232; Cortes 272,
1283 1284; Jesuit., t. 174, n.
65. 19. I
Oña, Arch. Loyola: Ms. est. 8,
■plut 4, n. 55 bis. 24 26 31 68
83 137 144 155 173 185 197 231
246 260 275 282 298 309 313 344
369 446 957 1151 1261 1282 1283
1284 1295 1352 1356 1359 1363
1366 1368 1371 1374 1375.
Roma, Bibl. Naz. Vitt. Etm. II:
Ms. Ges. 1372. 25 26 29 31 338
637 1155 1210 1283 1332.
— Biblioteca Vallicelliana : Ms.
H 76, 31 1155.
Santiago de Chile, Arch. ¡Nac:
fondo antiguo, Ms. 131, 31 930
1283 1376.
Toledo, Bibl. Provincial: Ms. 520,
1283 1284 1295.
Valencia, Colegio de Corpus
Ctoristi. Bibl. Patriarca: Ms.
1049. 27 31 33 51 83 126 197
213 260 283 358 396 575 834 910
1029 1C60 1130 1243.
INDICE ONOMASTICO
Abad, Camilo M., S. I. 1282.
Aguijar, H. Antonio, S. I. 4 5.
Agu ir re, v. Sáenz de Aguirre.
Agustín, San 10 46 47 54 60 71 75
83 85 93 94 139 145 194 195 216
229 237 238 244 247 262 272 278
286 294 298 300 312 314 317 322
326 331 338 344 353 354 361 375
376 379 404 4C6 448 450 454 470
483 486 487 491 496 500 545 571
586 629 633 634 648 657 674 690
692 696 700 708 713 7129 735 736
745 761 771 773 774 775 781 807
808 810 813 814 816 817 821 824
869 870 872 877 893 901 908 916
920 921 925 934 941 945 952 979
983 997 1002 1013 1033 1035 1055
1062 1072 1073 1075 1090 1149 1160
1172 1175 1240 1241 1243 1254 1296
1301 1318 1320 1330 1352 1355 1356
1357 1359 1360 1363 1364 1365 1366
1371 1373 1387 1388.
Alcalá de Guadaira 12.
Alcalá de Henares. Universidad
20.
AJderete, Dr. Bernardo 5 10 19.
Aldonza, D.a 4.
Alejandro Magno 154.
Alejandro, Obispo 135.
Alemania 563 1365.
Almodóvar del Campo, proceso
de canonización, v. Del Olmo,
D.a Catalina.
Alonso Palomino, Mtro. Juan. 6.
Alumbrados 11 1318.
Ambrosio, San 280 354 410 776
829 835 859 878 928 997 1005 1027
1034 1152 1177 1315 1343 1353
1366 1372.
Andalucía 3 19 26 198.
Andújar 12; proceso de canoni-
zación, v. Alonso Palomino,
Juan; Carranza y Cárdenas,
Juan de; Cazorla, Andrés de;
Maroto Eufrasio.
Anselmo, San 326 583 936 1141.
Antonino de Florencia, San 1305
1306.
Antonio Abad, San 181 183 230
938 939 1128 1316.
Aoiz, Toimás Francisco de 25.
Apostolado do la Prensa (Ma-
drid) 24 25 26 323 1283.
Aristóteles 339 576 642 1214 1215.
Arrio 485 1315 1365.
Asela 1176.
Atanasio, San 181 183 230 392 393
Atenas 237 241.
Austria, D. Leopoldo de, ob. de
Córdoba 12.
Avalos, D. Gaspar de 1358.
Aviceria 10 225 657.
BHco 1153.
Baeza 12 1281; Colegio Mayor
(Universidad) de la Santísima
Trinidad 10 17; iglesia de San
Andrés 17; proceso de canoni-
zación, v. Cisneros. Juan de;
Diaz Reyes Carleval, Alonso;
Ibáñez de Herrera, Francisco;
Lomas, Pedro de; Robres Me-
sía, Luis; Rodríguez de Pan-
corbo, Blas.
Barbarroja 240 246 253.
Barcelona, impresores de "Obras"
de Avila 25; Seminario Conci-
liar, "Academia Bibliográfica
Mariana" 24 25.
Barrera, Andrés de 1282 1284.
Basilio, San 755 998 999 1302 1310
1315 1360.
Beda el Venerable 1305 1326.
Bernardo, San 101 105 114 120 128
275 345 353 388 433 439 643 652
685 727 768 777 783 817 822 828
829 830 890 910 911 938 942 953
954 975 981 987 989 993 1003 1033
1071 1143 1153 1179 1223 1239 1253
1288 1312 1313 1315 1318 1321 1329
1359 1398.
Bética 12.
"Biblia sacra cura glossis inter-
linean et ordinaria, Nicolai Ly-
ranl Postilla..." (Lyón 1545) 156
408 542 808 996 1006 1033 1070
1286.
Biel, Gabriel 925.
"Breviarium Romanum" 78 130
151 182 555 680 696 903 937 939
984 1015 1021 1082 1094 1128 1130
1141 1147 1148.
Budapest 231.
Buenaventura, San 112 549 580
583 926 981.
Calzedos 19.
"Cañones paenitentiales" 1372.
Cárdenas 1».
Carleval, Dr. Bernardino 7 11
13 18.
Carranza y Cárdenas, D. Juan
de 6.
Carrillo, D.» Sancha 10 13 418.
Casas, Diego de las 13 15 20.
Castilla 198.
Castro, D. Rodrigo de, arzob. de
iSeviaia 1281.
Catalina mártir, Santa 208 224
1252.
1422
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Catalina de Siena, Santa 1201.
Cayetano, Tomás de Vio 207 1335
1346.
Cazorla, P. Andrés de, S. I. 5 8 9.
Ceres 1153.
César 911 912.
Cetina, F. 24 B5.
Cicerón 800.
Cipriano, San 370 371 426 483 533
534 535 536 821 890 891 1253 1354
1356 1366 1372.
Cirilo de Alejandría, San 1363.
Cisneros, Juan de, Mtro. 9 17 18.
Clemente, San 1354 1366.
Clemente V 510.
"Clementinas" 510 512 524 530 563
565 575 584 590 591.
Comenso (Sicilia) 245.
Compañía de Jesús 1312 1326.
Concilios 1179 1355; Aurelianense
I, m y V 1355 ; Bracarense I
1355; Cartaginense IV 1257 1355;
Florentino 484; IV de ¡Letrán
655 1256; Milevitano 767; Nice-
no 1365; Niceno II 1355; Tarra-
conense I 1355; III de Toledo
1355; de Trento 142 396 406 484
509 578 627 672 683 713 767 775
1068 1235 1339 1356; de Vienne
510 530 563 565 575.
Constantinopla 563.
Contreras, Fernando de 1281.
Córdoba 4 10 11 12 14 16 17 1030
1281 1282 1284 1295; casa del Li-
món 20; Colegio de la Compa-
ñía 4; Hospital de las Bubas
14; plaza 13; proceso de cano-
nización, v. Alderete, Bernar-
do; Casa, Dei^o de las; Díaz
de Morales, Juan; Navarrete,
Juan Bta. ; Hortigosa, Berna'bé
de; Pérez de Torres, Fernán.
Córdoba, Antonio de 8.
Córdoba, Dr. Juan de 18.
Córdoba, Leonor de 13 14.
Cornelio, San 1354.
Decretales" de Gregorio IX 1339.
"Decretos de Graciano" 1340 1360
1375.
Denzinger-Umberg 655 767.
Díaz, Juan 21 22 25 26 27 28 29.
Díaz de Morales, Juan 8.
Diaz Reyes Carleval, Alonso 18.
Diocleciano 1078.
Dionisio Areopagita, Pseudo 157
'554 631 688 745 746 752 764 784
818 1125 1135 1155 1316 1318 1319
1321 1354
Domingo, Santo 223 1072 1327.
Duque Sánchez, Manolita 30.
Durando, Guillermo 943.
Durántez, Juan 1282 1326.
Ecija 9 12 1370; Santo Domingo
1371.
Erasmo de Rotterdam 353 370 661
1256.
Escabias, H. Sebastián de, S. T.
3 4 14 17 1281.
Escocia, rey de 231.
Escoto 204 207 345 916 1022 1334
1338.
España 3.
Estella, Fr. Diego de 18.
Extremadura 15.
Eugenio IV 510.
Eutiques 485.
Fabián, San 1155.
Feria, Conde de, v. Fernández de
Córdoba, D. Pedro.
Feria, Condes de 14.
Feria, Condesa de, v. Ponce de
León, D.» Ana.
Fernández, Lic. Alonso 13.
Fernández, P. Antonio, S. I.
4 13.
Fernández de Córdoba. D.» Cata-
lina, marquesa de Priego 4.
Fernández de Córdoba, D. Pe-
dro 10.
Fernández de Córdoba, D. Pedro,
conde de Feria 4.
Fernández Montaña, José 25 1151
1283 1352 1356 1359 1363 1366 1368
1371 1374.
Fernando, San 23 120.
Figueroa, Fr. Lorenzo 18.
Francia 1198 1365 1375.
Francisco de Borja, San 4 5 12.
Francisco de Asís 223 1072 1210
1223 1224 1225 1226 1227 1228
1229 1230 1231 1232 1290 1291
1327 1392.
Fregenal 12.
Gaitán, vicario de Montilla 7.
Gaitán de León, Melchor 8.
Gálvez, Carlos, S. I. 26.
García Villada, Zacarías, S. I.
25 1283.
García Villoslada, Ricardo, S. I.
24 26 68 83 187 144 155 173 185
231 246 260 275 282 298 309 313
338 344 369 370 446 1261 1282
1283 1332 1375.
Genadio 925 1371.
Gersón, Juan 1370.
Gil, Fr. 1319.
Godofredo, alead 388 1359.
Gómez, Bartolomé 25.
Gómez, Francisco, "el Licencia-
do" 1282 1284.
Góngora, D.° María de 4 8.
González Olmedo, Félix, S. I. 6.
González Palencia, Angel 4.
González, Severino, S. I. 24.
Gracián de la Madre de Dios,
fray Jerónimo 21.
Granada, 3 4 6 12 13 15 19 20 29
283 313 315 1281 1332 1358; Co-
legio Real 6; proceso de cano-
nización, v. Aguilar, Antonio
de; Fernández, Antonio; Gón-
gora, María de ; Lobo, Juan ;
Martín de Zárate, Juan; Ra-
mírez, Jerónimo; Robledo, Isa-
ÍNDICE ONOMÁSTICO
1423
ibel de; Buiz, Bartolomé; Xi-
ménez, Pedro; Zurillo de Vaga,
Pedro; Puerta Elvira 20; San-
tos Mártires 13: Universidad 8.
Granada, Fr. Luis de 3 5 6 7 8
9 10 11 12 13 15 16 17 18 19 30
1190.
Grecia 237 238 563.
Gregorio Magno, San 35 58 59 60
181 244 300 338 352 493 585 615
695 718 770 772 807 840 858 995
1034 1079 1257 1282 1304 1307
1315 1355 1373 1384.
Guadalupe 277.
Guerrero. D. Pedro, arzob. de
Granada 6 20 28 502.
Guevara, Fr. Antonio de 278.
Guillermo de Saint Thierrv 1313
1321 1329.
Gutiérrez Serrano, Bartolomé 9.
Hales, Alejandro de 926.
Halloix, Pedro, S. I. 1125.
Héctor 154 364.
Helena 23 550.
Herrero García, Miguel 21.
Hilario, San 800.
Hoces, D.» María 13 17.
Hortieosa, Lic. Bernabé de 8
11 19.
Ibáñez de Herrera Dr. Francis-
co 8 10.
Ignacio de Antioquia, San 96 782
Indias 130 225.
Inés. Santa 224.
Inglaterra, Bey de 245.
Inocencio III "890.
Ireneo, San 1354 1366.
Isidoro de Sevilla, San 1294 1298.
lacobo V, rey de Escocia 231.
Jaén 1282; proceso de canoniza-
ción, v. Escabias, Sebastián
de; Narciáñez, Alonso de; Buiz
Burgueño, Bartolomé.
Jerez de la Frontera 12.
Jerónimo, San 36 37 58 142 176
211 224 291 318 398 410 424 426
432 453 521 548 768 859 925 952
1034 1036 1048 1C70 1128 1137 1152
1153 1160 1176 1177 1180 1182 1183
1214 1246 1249 1256 1258 1329 1355
1356 1359 1360 1363 1364 1366 1369
1371 1376.
Josefo, Flavio 503.
Juan Clímaco, San 182 212.
Juan Crisóstomo, San 41 59 60 70
199 299 612 613 757 758 806 807
896 930 1259 1290 1299 1300 1303
1358 .1359 1372.
Juan Damasceno, San 375 618 651
761 783 801.
Juan de Dios, San 12.
Juan de Bibera, beato, obispo de
Badajoz v arzob. de Valencia
3 27 51 126 213 334 396 1130.
Lebrija 12.
Leiva, María de 20.
León 6.
León Magno, San 347 813 1366.
León. Pedro Luis de 5 10 13 14.
Lisboa 1190.
Lobo, P. 6 9.
Lobo, Juan 4.
Lomas, Mtro. Pedro de 8 1281.
Lombardo, Pedro, Mtro. de las
Sentencias 801.
Lorenzo. San 770 1128.
Lucas, P. Andrés, S. I. 8.
Lucía, Santa 224.
Lucino 925.
Lucrecia Romana 445.
Luis, San. hijo del rey de Sicilia
1179 1319.
Luque Ayala, Cristóbal de 4 5
14 15 17 20 1C60.
Lutero 561 891 1365.
Lyra, Nicolás de 156 408 542 808
996 10C6 1033 1070 1286.
Macedonio 1365.
Madrid 33 278 1253 1283; impreso-
res de "Obras" de Avila 25; pro-
ceso de canonización, v. Var-
gas, Lic. Juan de.
Madrid, Lic. Bartolomé de 9.
Madrigal, Pedro 3 21 25.
Mahoima 224 225 657 1287.
Mansi 1257 1355 1356.
"Manuale Toletanum" 143 732.
María Egipcíaca, Santa 44.
Maroto. Dr. Eufrasio 6.
Marsella 1198.
Martin V 510.
Martín, Antón 7.
Martín de Zarate, Juan 13.
Maximino, Obispo 1198.
Meca, La 1287.
Merciáñez, Lic. Alonso 8.
"Mcditationes vitae Christi" 112
580 583
Mersch, E., S. I. 807 808 909.
Miguélez, M. F., O. S. A., 24 323
951 1232.
"Missale Botmanum" 39 85 97 114
118 149 156 245 350 385 400 437
490 492 585 616 656 662 682 739
812 840 851 883 906 929 995 1012
1030 1097 1131 1161 1254 1287
1298.
Molina, Alonso de 3 20.
Mondéjar, Marquesa de 19.
Mónica, Santa 361 629 871 1160.
Montilla 4 6 7 12 13 14 17 19 28
1281; Compañía de Jesús 1282;
monasterio de Santa Clara 1190
1376: proceso de canonización
(v. León, Pedro Luis de; Luque
Ayala, Cristóbal de; Muñoz de
Cañas, Juan; Pérez de Aguilar,
Juan; Pérez Cabello, Juan;
Pérez del Campo, Francisco;
Bodrfguez del Campo, Hernan-
do; Sánchez Arriero, Pedro);
Residencia S. I. 26.
Montserrat 277.
Müller, E. 510.
Muñoz, Lic. Luis 1282.
Muñoz de Cañas, Juan 8 10 1281.
1424
ÍM>K'i: ONOMÁSTICO
Navarrete, Lic. Francisco 11.
Navarrete, Juan Bta. 17 18 19.
Nestorio 485.
Nicolás, San 1151 1153 1154.
Nominales 1334.
Olmo, Catalina del 8.
Orígenes 143 193 775 860 995.
Ortega, Andrés 25.
Osuna, Fr. Francisco de 1316.
Pablo ermitaño, San 1128.
Paladio 207.
Pallarés Garzón, M." Berta 30.
Palma del Río 12.
Papa 311 484 485 486 1335 1353
1362 1363.
París 23 550.
Pascual Rodríguez, Eugenia 30.
Paula, Santa 1180.
Paz de Granada, Beata 13.
Pedro Damiani, San 37.
Pérez de Aguilar, Lic. Juan 7 8
10 18.
Pérez Cabello, Juan 17.
Pérez del Campo, Lic. Francisco
7 14.
Pérez de Torres, Lic. Fernán 11
14 20.
Perú 203.
Pitágoras 452.
Platón 452 1214.
Ponce de León, D.1 Ana, conde-
sa de Feria 23 190 1190 1199.
"Pontificale Romanum" 1358.
Priego 12.
Priego, Marqués de 9.
Priego, Marquesa de 18 19.
Prierias, -Silvestre 1338.
Rabanal, P. S. I. 26.
Ramírez, Jerónimo 15.
Ramírez de Mendoza, D.» Bea-
triz, condesa de Castellar 21 22.
"Rituale Romanum" 49 501 573
589 624 648 670 763 882 904 1241
1287.
Roa, Martín de. iS. I. 23 418 1190.
Robledo, D.° Isalbel de 4 6.
Robres, Ramón 27.
Robres Mesía, Luis de 18.
Rodas 563.
Rodríguez, Alonso, S. I. 11.
Rodríguez del Campo, Hernan-
do 5 6 20.
Rodríguez de Paneortio, Dr. Blas
13.
Roldan 23 720 721.
Roma 33 237 £97 1078 1176.
Rómulo 1078.
Ruiz, Bernabé 17.
Ruiz Burgueño, Bartolomé 8.
Sabelio 485.
Sáenz de Aguirre 1355.
Sajonia, Mauricio de 396.
Sala Balust, Luis 17 1283.
Sala Balust, Ramón 30.
Salucio, Mtro. Agustín, O. P. 11
19 27 28.
Sánchez Arriero, Pedro 5 6 8 17
1281.
Sánchez de Avedaño, Lic. Her-
nán 9.
Sánchez Gómez, Petra 30.
Sánchez Ruiz, Valentín, M. S. I.
25 26.
Santiago de Compostela 277 278.
Sebastián, San 1155.
Séneca 613.
Sevilla 12 13 21 23 283 309 311
1281.
Sibilas 37 55.
Sicilia 245.
Sigüenza 18.
Silverio de Santa Teresa, C. D.
21.
Silvestre II 1152.
Sixto, San 1128.
Sócrates 452.
Solwaiy Moss 231.
Soto, Fr. Domingo de, O. P.
1362.
"Summa praedicantium" 1373.
Teodoreto 381 527.
Teofllacto 189 190.
Terencio 1153.
Teresa de Jesús, Santa 21.
Terrones del Caño, Francisco 6
9 11.
Tertuliano 533 534 1364.
Toledo, Fr. Juan de, ob. de Cór-
doba 12.
Tomás de Aquino, Santo 37 49
202 244 328 345 348 454 490 502
504 549 576 644 648 657 683 731
787 803 805 821 915 920 926 999
1013 1313 1323 1334 1343 1344
1350 1351 1354 1355 1371.
Turco 231 245 311.
Túy 6.
Urbano IV 507 510 575.
Uriarte, P., S. I. 1283.
Vargas, Lic., embajador en Ve-
necia 11.
Vargas, Lic. Juan de 6 7 8 9 16
17 18 22 1281.
Venecia 11.
Venus 1153.
"Via spiritus" 1316.
Vicente Ferrer, San 926 1152 1321.
Vicuña, P. Juan de, S. I. 1282.
Villalba, L., O. S. A. 1282 1312.
Villarás, Juan de 7 9 13 15 16
17 18 28 1076 1253.
Virgilio 85 176.
"Vitae patrum" 285 428 1246.
Ximénez, Pedro 15.
Z abatios Boyero, Daniel 30.
Zafra 12 14 15 33 36 42 1281; mo-
nasterio de la Cruz 1384.
Zurillo de Vaga. Lic. Pedro 12
15.
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0 Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Antonio García y García, Arzobispo de Valla-
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los tomos II (11), III (21), IV (50), V (39), VI (50), VII (53), VIH (t>9), IX (79),
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19
20
21
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cilia. Vidas de los Frailes Predicadores. Obra literaria de ¿anio Donmuo. In-
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fico, introducciones, versión y notas de los PP. Fr. Miguel Gllaju^i y Fr. Joat
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29 VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, por el P. Andrés Fernán-
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XAAVI + 910 pags. — Publicado el volumen 2." (55).
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el tomo VI (49).
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Pkancislo jl>e Osuna: Ley de amor sumo, lnirouuecionea aei P. pr. juan üau-
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tomos 11 (44) y 111 I46).
OQ OBRas Di. sAiN AGUSTIN. Tomo V : Tratado de la Santísima Trinidad.
Eaicion en latín y castellano. Primera versión española, con introducción
y notas del P. Pr. Luis Arias, o. s. A. 1946. Xvi + 944 pags., con grabauos. —
publicados los tomos VI (50), VH I53), VIH (bg), IX (79), X (95) y XI (99).
4Q iNutVU TESTAMENTO, de Nalar-Culunga. Versión directa del texto ori-
ginal griego, (separata de la Nucar-C'oiunga.) 1948. VIH + 452 pags. en
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la Santísima Trinidad, en latín y castellano; versión del P. Fr. Raimundo
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creación en general, en latín y castellano ; versión e introducciones del Pa-
dre Fr. Jesús Valbuena, O. P. 1948. XX + 888 pags., con grabados.— Publicado
el tomo III (56).
AO OBRAs COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo III: Filosofa elemen-
?*™ tal y El Criterio. 1948. XX + 75b págs. en papel biblia.— Publicados los
tomos IV (48), V 151), VI (52), Vil (57) y VIH (bb).
¿o NUEVO TESTAMENTO. Versión directa del griego con notas exegéticas,
" , por el P. José María Bover, S. I. (Separata de la Bover-Cantera.) 1948.
VIII + b24 págs. en papel biblia, con b mapas.
A A MlsTlCos FRANCISCANOS ESPAÑOLES. Tomo II : Fray Bernardino
* ' de Laredo : Subida del monte SiOn; Fray Anionio de Guevara : Orato-
rio de religiosos y ejercicio de virtuosos; Fray Miguel de Medina : Injancia
espiritual; Beato Nicolás Factor : Doctrina de las tres vías. Introducciones
del P. Fr. Juan Bautista Gomis, O. F. M. 194S. XVI + 84b páginas en papel
biblia.— Publicado el tomo 111 y último (4b).
LAS VIRGENES CRISTIANAS DE LA IGLESIA PRIMITIVA, por el
P. Francisco de B. Vizmanos, S. I. Estudio histórico-ideológico seguido de
una antología de tratados patrísticos sobre la virginidad. 1949. XXIV + 1308 pá-
ginas en papel biblia.
AC MISTICOS FRANCISCANOS ESPAÑOLES. Tomo III y último: FRAY
Diego de Estella : Meditaciones del amor de Dios; Fray Juan de Pineda:
Declaración del ifatcr nostert; Fray Juan de los Angeles: Manual de vida per-
fecta y Esclavitud mariana; Fray Melchor de Cetina : Exhortación a la ver-
dadera devoción de la Virgen; Fray Juan Bautista de Madrigal : Homiliario
evangélico. Introducciones del P. Fr. Juan Bautista Gomis, O. F. M. 1949.
XII + 872 págs. en papel biblia.
AJ LOS GRANDES TEMAS DEL ARTE CRISTIANO EN ESPAÑA. Tomo III :
La Pasión de Cristo, por José Camón Aznar, 1949. VIII + 108 páginas,
con 303 láminas.
¿lo OBRAS COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo IV : El Protestantismo
comparado con el catolicismo. 1949. XVI + 772 páginas en papel biblia.—
Publicados los tomos V (51), VI (52), VII (57) y VIII (66).
ACk OBRAS DE SAN BUEN AVKNTHH A. Tomo VI y último: Cuestiones
disputados sobre la perfección evangélica. Apología de los pobres. Edición
en latfn v castellano, preparada y anotada por los PP. Er. Bfunardo Apekkibay,
Fr. Miguel Oromí y Er. Miguel Oltra, O. E. M. IQ4Q- VIII + 48* + 784 Págs.
t¿(\ OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo VI : Del espíritu y de la letra De la
naturaleza v de la gracia. De la gracia de Jesucristo y del pecado original.
De la gracia y del libre albedrío. De la corrección y de la gracia. De la Pre-
destinación de los santos. Del don de perseverancia. Edición en latfn y cas-
tellano, preparada y anotada por los PP Er. Victorino Capánaga, O. R. S. A. ;
Fr. Andrés Centeno, Fr. Gerardo Enrioue de Vega, Fr. Emiliano López y
Fr. Torirto de Castro, O. S. A. 194Q. XII + 94S págs. — Publicados los tomos
VII Í53I, VIII (6o>. IX (70I. X (95) y XI foqi
g| OBRAS COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo V : Estudios apologé-
ticos. Cartas a un escéptico. Estudios sociales. Del clero católico. De Ca-
taluña. 1949. XXVIII + 1004 págs. en papel biblia.— Publicados los tomos VI
'52), VTI (57) y VIII (66).
M OBRAS COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo VI : ESCRITOS POLÍTI.
eos : Triunfo de Espartero. Laida de Espartero. Campaña de gobierno. Mi-
nisterio Narvácz. Campaña parlamentaria de la minoría balmista. T9.w. XXXII
+ 1068 págs. en papel biblia.— Publicados los tomos VII Í57) y VIII (66).
gO OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo VII: Sermones. Edición en latín y cas-
tellnno, preparada por el P. Amador del Fueyo, O. S. A. 1950. XX + 952 pá-
ginas.—Publicados los tomos VIII (69), IX (79), X (95) y XI (99).
g¿ HISTORIA DE LA IGLESIA CATOLICA. Tomo I : Edad Antigua (¡-681):
La Iglesia en el mundo grecorromano, por el P. Bernardino Llorca, S. I.
kko. XXXII + 068 págs., con grabados.— Publicado el tomo IV (76).
CC MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO, del P. Francisco SuÁREZ, S. E
Volumen 2.° y último : Pasión, resurrección y segunda venida de Jesucris-
to. Versión castellana por el P. Galdos, S. I. 1950. XXIV + 1226 págs.
CC SUMA TEOLOGICA de Santo Tomás de Aquino. Tomo III : Tratado de
**V los Angeles. Texto en latín y castellano. Versión del P. Fr. Raimundo
Suáre?, O. P., e introducciones del P. Fr. Aureliano Martínez, O. P. Tratado
de la creación del mundo corpóreo. Versión e introducciones deü P. Fr. Alber-
to Coldnga, O. P. 1950. XVI + 948 págs., con grabados.
g"T OBRAS COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo VII : ESCRITOS POLÍ-
*J* Ticos: El matrimonio real: Campaña doctrinal. Campaña nacional. Cam-
paña internacional. Desenlace. Ultimos escritos políticos. 1950. XXXII + 1053 pá-
ginas en papel biblia.— Publicado el tomo VIII (66).
gQ OBRAS COMPLETAS DE AURELIO PRUDENCIO. Edición en latín y
4,0 castellano, dirigida, anotada y con introducciones por el P. Fr. Isidoro
Rodríguez, O. F. M., y D. José Guillen, catedráticos en la Pontificia Universi-
dad de Salamanca. 1950. VIII + 84* + 825 págs.
gQ COMENTARIOS A LOS CUATRO EVANGELIOS, por el P. JUAN DE Mal-
™? donado, S. I. Tomo I : Evangelio de San Mateo. Versión castellana, intro-
ducción y notas del P. Luis María Jiménez Font, S. I. Introducción biobiblio-
gráfica del P. José Caballero, S. I. 1950. XVI + nóo págs. en papel biblia.— Pu-
blicado el tomo II (72).
gQ CURSUS PHILOSOPHICUS, por una comisión de profesores de las Facul-
t'ndes de Filosofía en España de la Compañía de Jesús. Tomo V : Theolo-
gia Naturalis, por el P. José Hellín, S. I. 1950. XXVIII + 928 págs.
C1 SACRAE THEOLOGIAE SUMMA, por una comisión de profesores de las
°* Facultades de Teología en España de la Compañía de Jesús. Tomo I: In-
troductio in Theologiam. De rcvelatione christiana. De Ecclesia Christi. De sacra
Scriptura, por los PP. Miguel Nicoláu y Joaquín Salaverri, S. I. 2.' ed. 1952.
XX + 1151 págs.— Publicados los tomos II (90), III (62) y IV (73).
gO SACRAE THEOLOGIAE SUMMA, por una comisión de profesores de las
u" Facultades de Teología en España de la Compañía de Jesús. Tomo III: De
Verbo incarnato. Mariologia. De gratia Christi. De viriutibus infusis. por Jos
PP. Jesús Solano, José A. de Aldama y Severino González, S. I. 2." ed. XXIV
+ 902 págs. — Publicado el tomo IV (73).
gQ SAN VICENTE DE PAUL: BIOGRAFIA Y ESCRITOS. Edición prepara-
Vx* da por los PP. José Herrera y Veremundo Pardo, C. M. 1950. XII + 912
páginas en papel biblia, con profusión de grabados.
CA LOS GRANDES TEMAS DEL ARTE CRISTIANO EN ESPAÑA. Tomo II:
0 Cristo en el Evangelio, por el Prof. Francisco J. Sánchez Cantón. 1950,
VIII + 124 págs., con 255 láminas.— Publicado el tomo III (47).
gC PADRES APOSTOLICOS : La Didaché o Doctrina de los doce apóstoles.
Cartas de San Clónente Romano. Cartas de San Ignacio Mártir Carta y
martirio de San Pohcarpo. Carta de Bernabé. Los fragmentos de Papias El Pas-
tor de Hermas. Edición bilingüe, preparada y anotada por D. Danifi. Ruiz Bue-
no, catedrático de lengua griega y profesor a. de la Universidad de Salaman-
ca. 1950. VIII + ri36 págs. en papel biblia.
gg OBRAS COMPLETAS DE JAIME BALMES. Tomo VIII y último: Biogra-
fías. Misceláneas. Primeros escritos. Poesías. Indices. 1950. XVI + 1020 pá-
ginas en papel biblia.
g7 ETIMOLOGIAS, de San Isidoro de Sevilla. Versión castellana total, por
vez primera, e introducciones parciales de D. Luis Cortés, párroco de
San Isidoro de Sevilla. Introducción general e índices científicos del Prof. San-
68
JA OBRAS COMPLETAS DE SANTA TERESA DE JESUS,
del texto original con notas críticas. Tomo I: Bibliografía
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ñola de la obra alemana en dos volúmenes Missarum sollemnia, del
P. JüNGMANN, S. I. 2.* ed. I952. XXVIII + 1272 págS.
gQ OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo VIII : Cartas. Edición en latín y cas-
Wi' tellano, preparada por el P. Lope Cilleruelo, O. S. A. 1951. VIII + 921 pá-
ginas.—Publicados los tomos IX (79), X (95) y XI (99).
7fl COMENTARIO AL SERMON DE LA CENA, por el P. José M. Bo-
* " VER, S. I. 1951. VIII + 324 págs.
71 TRATADO DE LA SANTISIMA EUCARISTIA, por el Dr. D. GREGORIO
Alastruey. 2.* ed. 1952. XL -f 426 págs., con grabados.
79 COMENTARIOS A LOS CUATRO EVANGELIOS, por el P. JUAN de Mal-
* " donado, S. I. Tomo II : Evangelios de San Marcos y San Lucas. Versión
castellana, introducción, y notas del P. José Caballero, S. I. 1951. XVI + 888 pá-
ginas en papel biblia.
70 SACRAE THEOLOGIAE SUMMA, por una comisión de profesores de las
* -* Facultades de Teología en España de la Compañía de Jesús. Tomo IV: De
sacramentis. De novissimis, por los PP. José A. de Aldama, Francisco de P. Sola,
uno González y José F. Sagüés, S. t. 2.a ed. XXIV + ruó págs.
Nueva revisión
teres.iana. por
el P. Otilio del Niño Jesús, O. C. D. Biogra/ía de Santa Teresa, por el P. Efrén
de la Madre de Dios, O. C. D. Libro de la Vida, escrito por la Santa. Edición
revisada y preparada por los PP. Efrén de la Madre de Dios y Otilio del Niño
Jesús. 1951. XII + 912 p4gs. en papel biblia.
7C ACTAS DE LOS MARTIRES. Edición bilingüe, preparada y anotada por
■ ** D. Daniel Ruiz Bueno, catedrático de lengua griega y profesor a. de la
Universidad de Salamanca. 1951. VIII + 1192 págs. en papel biblia.
7g HISTORIA DE LA IGLESIA CATOLICA. Tomo IV : Edad Moderna: La
* 0 Iglesia en su lucha y relación con el laicismo, por el P. Francisco Ja-
vier Montalbán, S. I. Revisada y completada por los PP. Bernardino Llorca
y Ricardo García Villoslada, S. I. 1951. XII + 851 págs.
77 SUMMA THEOLOGICA Sancii Thomae Aquinatis, cura fratrum eiusdem
' ' Ordinis, in quinqué volumina divisa. Vol. I : Prima pars. 1951. XXIV +
860 págs.— Publicados los tomos II (80), III (81), IV (83) y V (87).
70 OBRAS ASCETICAS DE SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO. Tomo I:
*° Obras dedicadas al pueblo en general. Edición crítica. Introducción, ver-
sión del italiano, notas e índices del P. Andrés Goy, C. SS. R. 1952. XVI +
1040 págs. en papel biblia.
7Q OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo IX : Los dos libros sobre diversas cues-
' ** ¿jones a Simpliciano. De los méritos y del perdón de ¡os pecados. Contra
las dos epístolas de los pelagianos. Actas del proceso contra Pelagio. Edición en
latín y castellano, preparada y anotada por los PP. Fr. Victorino Capánaga
y Fr. Gregorio Erce, O. R. S. A. 1952. XII + 799 págs.— Publicados los to-
mos x (95) y xi (99).
Of\ SUMMA THEOLOGICA S. Thomae Aquinatis, cura fratrum eiusdem Or-
dinis, in quinqué volumina divisa. Vol. II : Prima secundae. 1952. XX
+ 856 págs.— Publicados los tomos III (Si), IV (83) y V (87).
OI SUMMA THEOLOGICA S. Thomae Aquinatis, cura fratrum eiusdem Or-
01 dinis, in quinqué volumina divisa. Vol. III : Secunda secundae. 1952.
XXVIII + 1240 págs.— Publicados los tomos IV (83) y V (87).
DO OBRAS COMPLETAS DE SAN ANSELMO. Tomo I : Monologio. Pros-
0£t logio. Acerca del gramático. De la verdad. Del libre albedrío. De ¡a
caída del demonio. Carta sobre la encamación del Verbo. Por qué Dios se hizo
hombre. Introducción general, versión castellana y notas teológicas, por el
P. Julián Alameda, O. S. B. 1952. XVI + 904 págs.— Publicado el tomo II y úl-
timo (100).
QO SUMMA TH ECLOGICA S. Thomae Aquinatis, cura fratrum eiusdem Or-
°*' dinis. in quinqué volumina divisa. Vol. IV : Tcrtia pars. 1952. XX +
808 págs.— Publicado el tomo V (87).
04 LA EVOLUCION HOMOGENEA DEL DOGMA CATOLICO, por el
p KniNrrsm Marín-Sola, O. P. Introducción general del P. Emilio Sau-
ras. O. P. 1952. VIII + 840 págs.
flC EL CUERPO MISTICO DE CRISTO, por el P. Emilio Sauras, O. P.
0%* 1952. VIII + 928 págs.
Qg OBRAS COMPLETAS DE SAN IGNACIO DE LOYOLA. Edición crítica.
9*1 Transcripción, introducciones y notas de los PP. Cándido de Dalmases
e Ignacio Iparraguirre. S. I. 1952. XVI + 80* + 1075 págs.
Q-T SUMMA TH ECLOGICA S. Thomae Aoüinatis. cura fratrum eiusdem Or-
dinis, in quinqué volumina divisa. Vol. V: Supplementum. Indices. 1952.
XX + 652 + 389' págs.
QO TEXTOS EUCARISTICOS PRIMITIVOS. Edición bilingüe de los conte-
00 nidos en la Sagrada Escritura y los Santos Padres, preparada por el
P Jesús Solano, S. I. Tomo I : Hasta fines del siglo IV. 1952. XL + 752 págs.,
con grabados.
QQ OBRAS COMPLETAS DEL BEATO MAESTRO JUAN DE AVILA. Edi-
ción crítica. Tomo I : Epistolario. Escritos menores. Biografía, introduc-
ciones y notas del Dr. D. Luis Sala Baldst. catedrático de la Pontificia Univer-
sidad de Salamanca. 1952. XL + 1120 págs. — Publicado el tomo II (103).
Qf\ SACRAE THEOLOGIAE SUMMA, por una comisión de profesores de las
Facultades de Teolosrfa en España de la Compañía de Jesús. Tomo II :
De Deo uno et trino. De Deo creante et elevante. De peccatis. por los PP. Jost
M. Dalmau y José F. Sagüés, S. I. 1952. XXIV + 1023 págs.— Publicados los to-
mos III (62) y IV (73).
Q1 LA EVOLUCION MISTICA, por el P. Mtro. Fr. Juan G. Arintero, O. P.
571 1952- LXIV + 812 págs.
QO PHILOSOPIIIAE SCHOLASTICAE SUMMA, por una comisión de profe-
**** sores de las Facultades de Filosofía en España de la Compañía de Jesús.
Tomo III : Theodicea. Ethica. por los PP. José Hellín e Ireneo González, S. ti
1952. XXVIII + 915 págs.— Publicado el tomo I (98).
QO THEOLOGIAE MORALIS SUMMA, por los padres F. Regatillo y M. Zal-
ba. S. I. Tomo I : Theologia moralis fundamentalis. Tractatus de virtutibus
theologicis, por el P. Marcelino ZALB3, S. I. 1952. XXVIII + 965 págs.
QA SUMA CONTRA LOS GENTILES, de Santo Tomás de Aquino. Edición
bilingüe, con el texto crítico de la leonina. Tomo I : Libros I y II: Dios:
su existencia y su naturaleza. La creación y las criaturas. Traducción dirigida
y revisada por el P. Fr. Jesús M. Pla. O. P. Introducciones y notas de los
PP. Fr. Jesús Azagra y Fr. Mateo Febrer, O. P. Introducción general por el
P. Fr. José M. de Garganta, O. P. 1952. XVI + 720 págs.
QC OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo X : Homilías. Edición en latín y cas-
tellano, preparada por el P. Fr. Amador del Fueyo, O. S. A. 1952.
XII +943 págs.— Publicado el tomo XI (99).
QC OBRAS DE SANTO TOMAS DE VILLANUEVA. Sermones de la Virgen
María (primera versión al castellano) y Obras castellanas. Introducción
biográfica, versión y notas del P. Fr. Santos Santamarta, O. S. A. 1952.
XX + 664. págs.
q-T LA PALABRA DE CRISTO. Repertorio orgánico de textos para el estudio
** * de las homilías dominicales y festivas, elaborado por una comisión de au-
tores bajo la dirección de Mons. Angel Herrera Oria, obispo de Málaga.
Tomo I : E¡ juicio final. La misión del Precursor. El testimonio de Juan a los
judíos. Predicación del Bautista. Presentación y purificación en el templo. El
Dulce Nombre de Jesús. 1953. LXXII + 940 págs.
qo PIIILOSOPHIAE SCHOLASTICAE SUMMA, por una comisión de profe-
sores de las Facultades de Filosofía en España de la Compañía de Jesús.
Tomo I: Introductto in Philosophiam. Lógica. Critica. Methaphysica generalis.
por los PP. LEOVIGILDO Salcedo y Jesús Iturrioz, S. I. 1953. XXIV + 893 págs.
Publicado el tomo III (92).
qQ OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo XI : Cartas (2.'). Edición en latín y
castellano preparada por el P. Fr. Lope Cilleruelo, O. S. A. 1953
VIII + 1108 págs.
AS C
concepción virginal y del pecado original. De la procesión del Espí-
ritu Santo. Cartas dogmáticas. Concordia de la presciencia divina, predestina-
ción y gracia divina con el libre albedrio. Oraciones y meditaciones. Cartas.
Edición en latín y castellano, preparada por el P. Fr. Julián Alameda, O. S. B.
1953. XVI + Slfl págs.
iñl CARTAS Y ESCRITOS DE SAN FRANCISCO JAVIER. "Unica publica-
i-Vl. c¡on castellana completa según la edición critica de «Monumenta Histó-
rica Societatis Iesu». Introducción general y notas del P. Félix Zubillaga, S. I.
1953. XVI + 578 págs.
102 SUMA CONTRA LOS GENTILES, de Sanio Tomás de Aqdino. Edición
bilingüe con el texto crítico de la Leonina. Tomo II y último : Li-
bros III y IV: Dios, fin último y gobernador supremo. Misterios divinos y
Postrimerías. Traducción dirigida y revisada por el P. Fr. Jesús M. Pla, O. P.
Introducciones particulares y notas de los PP. Fr. José M. Martínez y Fr. Jesús
M. Pla, O. P. 1953. XVI + 944 págs.
10'i OBRAS COMPLETAS DEL BEATO MAESTRO JUAN DE AXILA.
Edición crítica. Tomo II : Sermones. Pláticas espirituales. Introduc-
ciones y notas del Dr. D. Luis Sala Balust, catedrático de la Pontificia Uni-
versidad de Salamanca. 1953. XX + 1425 págs.
DE PROXIMA APARICION
THEOLOGIAE MORALIS SUMMA. Tomos II y III. (Aparecido ya el I.)
HISTORIA DE LA GLESIA. Tomos II y III, por los PP. Vili.oslada y Le-
turia, S I. (Aparecidos ya el I y el IV.)
TEXTOS ÉUCARISTICOS PRIMITIVOS. Tomo II : Siglos V a VII.
OBRAS DE SAN FRANCISCO DE SALES, por el P. FRANCISCO DE I.A
Hoz, S. D. B.
OBRAS COMPLETAS DE SAN BERNARDO, preparadas por Jos monjes bene-
dictinos de Silos.
CIENCIA MODERNA Y FILOSOFIA, por el P. José M. Riaza, S. I.
TEOLOGIA DE SAN JOSE, por el P. Bonieacio Llamera, O. P.
OBRAS DE SAN AGUSTIN. Tomo XII y sucesivos.
PHILOSOPHIAE SCHOLASTICAE SUMMA. Tomo II. (Aparecidos ya el I y
el III.)
LA PALABRA DE CRISTO. Tomos II a X.
Este catálogo comprende la relación de obras publicadas hasta el rh.es df
agosto de IQS3-
La B. A C. viene publicando, al menos, doce volúmenes nuevos cada año.
AI hacer su pedido haga siempre referencia al número que la obra
solicitada tiene, según este catálogo, en la serie de la Biblioteca
de Autores Cristianos
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(Departamento de Extranjero), Alfonso XI, 4. Madrid (España)